C-405-98 - Mocion de Observaciones - Concejo

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Sentencia C-405/98

CONCEJO MUNICIPAL-Naturaleza administrativa

Si bien los concejos municipales están conformados por personas de la


localidad, elegidas directamente por sus conciudadanos, constituyéndose por
ello en sus voceros y agentes, y representando sus intereses y voluntad, ello
no puede servir para pretender erigirlos como un "órgano legislativo de
carácter local". Esto significa que los concejos carecen de ciertas potestades
que son propias del Congreso, como órgano político de representación plural
nacional que es. Así, si bien los concejos ejercen una facultad reglamentaria
y dictan normas generales válidas en el respectivo municipio, en sentido
estricto carecen "de potestad legislativa porque ella está concentrada en el
Congreso de la República."

MOCION DE OBSERVACIONES Y MOCION DE CENSURA-


Diferencias

La moción de observaciones regulada por el artículo 39 de la Ley 136 de


1994 se inspira en la moción de censura, en virtud de la cual el Congreso
puede citar a los ministros para debatir sus actuaciones y, con el voto de la
mayoría de los integrantes de cada cámara, hacerlo cesar en sus funciones.
La moción de censura es entonces una institución eminentemente política,
propia del control político que el Congreso ejerce sobre el gobierno y sobre
la administración, mientras que la moción de observaciones parece ser, como
acertadamente lo señalan los actores, una transposición a nivel local de la
moción de censura a los ministros, aun cuando existan diferencias
importantes entre las dos figuras. Así, la moción de censura es de rango
constitucional e implica la cesación en sus funciones del ministro
cuestionado, mientras que la moción de observaciones, que es una figura de
creación legal, no implica automáticamente la separación del cargo del
servidor cuestionado.

CONCEJO MUNICIPAL-Control político

Si bien los concejos son corporaciones administrativas, no por ello se debe


concluir que es extraño a estas corporaciones que ejerzan funciones de
control en el ámbito local sobre la gestión gubernamental municipal. Y ese
control tiene un cierto sentido político ya que es una expresión del derecho de
los ciudadanos de ejercer, ya sea de manera directa o por medio de sus
representantes, un control sobre el ejercicio del poder político. Las
"Asambleas Departamentales y los Concejos Municipales tienen a su cargo,
entre otras funciones, el control político sobre la gestión gubernamental". El
control de los concejos, se refiere a los asuntos propios de la democracia
local.

MOCION DE OBSERVACIONES DEL CONCEJO MUNICIPAL


La Corte encuentra que la moción de observaciones es una competencia que
la ley podía adscribir a los concejos. En efecto, este mecanismo simplemente
permite al concejo formular un cuestionario a un funcionario local a fin de
debatir sobre la manera cómo ejerce sus funciones, y eventualmente formular
una observación crítica que es remitida al alcalde, con lo cual esa
corporación manifiesta una crítica pública y un reproche político a ese
servidor público. La figura es entonces perfectamente compatible con las
labores de control que la Carta confiere a esas corporaciones administrativas
en el plano local. Es cierto que la Constitución no atribuye directamente a los
concejos la facultad de citar a los funcionarios locales, presentarles
cuestionarios y debatir sus actuaciones, a fin de eventualmente formular una
moción de observaciones sobre el ejercicio de sus funciones. Sin embargo, las
competencias de los concejos no son exclusivamente aquellas que la Carta
expresamente les otorga pues la ley puede asignarle nuevas funciones,
siempre y cuando éstas sean compatibles con la naturaleza de estas
corporaciones administrativas, tal y como sucede en este caso. Así las cosas,
en la medida en que la figura de la moción de observaciones no suscita en sí
misma ningún problema constitucional, entra la Corte específicamente a
estudiar la expresión acusada, la cual permite que el concejo aplique ese
mecanismo en relación con los contralores y los personeros municipales.

CONTRALORIA-Autonomía y relación con cuerpos plurales


representativos

Las contralorías, si bien son órganos autónomos de control fiscal, que deben
tener una especialización técnica y estar libres de interferencias partidistas,
no por ello se encuentran desvinculados del trabajo del Congreso y de los
concejos. Esto es en gran medida lo que explica que los contralores sean
elegidos, a nivel nacional por el Congreso, y a nivel municipal por los
concejos. Por ello la Corte ya había señalado que el señalamiento de las
plantas de personal, a iniciativa de los respectivos contralores, por los
concejos municipales y distritales, no afecta la autonomía de estos órganos
de control, entre otras cosas porque "la función de control fiscal, en cuanto
tiende a vigilar y asegurar la correcta utilización, inversión y disposición de
los fondos y bienes de los municipios y distritos, antes que ajena, interesa y
guarda relación estrecha con las funciones que le corresponden a los
concejos según el art. 313".

PERSONERIA MUNICIPAL Y CONTRALORIA MUNICIPAL-


Autonomía orgánica y financiera

Si bien el personero y los contralores mantienen relaciones con el concejo, en


todo caso son organismos de control que gozan de autonomía orgánica y
financiera, y tienen una garantía institucional sobre su independencia, a fin
de que puedan cumplir adecuadamente sus funciones. Esto significa que en
sentido estricto estos órganos no hacen parte de la administración municipal,
que es el aparato sobre el cual los concejos ejercen su control político, así
como el Congreso ejerce control sobre el gobierno y la administración.
PRINCIPIO DE CONSERVACION DEL DERECHO

Según el principio de conservación del derecho, los tribunales


constitucionales deben siempre buscar preservar al máximo las disposiciones
emanadas del Legislador, en virtud del respeto al principio democrático. Por
ello si una disposición admite una interpretación acorde con la Carta, es
deber de esta Corte declararla exequible de manera condicionada, y no
retirarla del ordenamiento.

MOCION DE OBSERVACIONES-Exequibilidad condicionada

La expresión "al contralor" del artículo 38 de la Ley 136 de 1994 es


exequible, en el entendido de que el envío de la moción de observaciones al
alcalde no lo faculta a tomar medidas en contra del contralor, por cuanto
éste, a diferencia de los secretarios, los jefes de departamento administrativo
y los representantes legales de las entidades descentralizadas, no es un
subordinado del burgomaestre. La Corte considera que la moción de
observaciones es legítima si recae sobre las atribuciones que le fueron
otorgadas al personero por un acuerdo municipal pero que no puede referirse
a las funciones que éste ejerce como Ministerio Público, según competencias
conferidas para tal efecto por la Constitución y la ley. Por ende, también en
este caso la Corte condicionará el alcance de la expresión acusada, en el
sentido no sólo de que la moción de observaciones al personero sólo puede
recaer sobre funciones que le fueron conferidas por el propio concejo, sino
además que, al igual que en el caso del contralor, la remisión de la moción al
alcalde, no faculta al jefe de la administración local a tomar medidas en
contra del personero. Los condicionamientos a la norma acusada, que
buscan preservar al máximo la esfera de acción de la moción de
observaciones pero sin que ésta vulnere la autonomía de los órganos de
control, en manera alguna significa que las actuaciones de los personeros y
los contralores no se encuentren sujetas a los correspondientes controles
penales y disciplinarios. Por ende, si el concejo, al examinar la conducta de
estos funcionarios, encuentra que estos servidores han cometido faltas
disciplinarias o hechos punibles, tiene no sólo la facultad sino la obligación
de remitir la información a las autoridades competentes para que éstas
adelanten las correspondientes investigaciones de rigor.

Referencia: Expediente D-1952

Normas acusadas: Artículo 38 (parcial) de la


Ley 136 de 1994.

Demandantes: Carlos Mario Isaza y Carlos


Alberto Paz Lamir

Temas:
Naturaleza administrativa de los concejos
municipales y funciones de control político
a la administración municipal
Moción de observaciones del concejo a los
órganos de control y autonomía de los
personeros y controles municipales.
El sistema global de Hacienda Pública, la
autonomía de la contraloría y su relación con
los cuerpos plurales representativos.

Magistrado Ponente:
Dr. ALEJANDRO MARTÍNEZ
CABALLERO

Santa Fe de Bogotá, diez (10) de agosto de mil novecientos noventa y ocho


(1998).

La Corte Constitucional de la República de Colombia, integrada por su


Presidente Vladimiro Naranjo Mesa, y por los Magistrados Antonio Barrera
Carbonell, Alfredo Beltrán Sierra, Eduardo Cifuentes Muñoz, Carlos Gaviria
Díaz, José Gregorio Hernández Galindo, Hernando Herrera Vergara, Alejandro
Martínez Caballero y Fabio Morón Díaz.

EN NOMBRE DEL PUEBLO


Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCIÓN

Ha pronunciado la siguiente

SENTENCIA

I. ANTECEDENTES

Los ciudadanos Carlos Mario Isaza y Carlos Alberto Paz Lamir presentan
demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 38 (parcial) de la Ley 136 de
1994, la cual fue radicada con el número D-1952. La demanda es admitida, se
fija en lista para las intervenciones ciudadanas y se corre traslado al Procurador
General para que rinda el concepto de rigor. Cumplidos, como están, los trámites
previstos en la Constitución y en el Decreto No. 2067 de 1991, procede la Corte
a decidir el asunto por medio de esta sentencia.

II. DEL TEXTO OBJETO DE REVISIÓN.

A continuación se transcribe el artículo 38 de la Ley 136 de 1994 y se subraya


el aparte demandado:

“LEY 136 DE 1994


(junio 02)

“Por lo cual se dictan normas tendientes a modernizar la


organización y funcionamiento de los municipios”

El CONGRESO DE COLOMBIA

DECRETA:

(…)

Artículo 38.- FUNCIONES DE CONTROL. Corresponde al Concejo


ejercer función de control a la administración municipal. Con tal fin,
podrá citar a los secretarios, jefes de departamento administrativo, y
representantes legales de entidades descentralizadas así como al
personero y al contralor. Las citaciones deberán hacerse con
anticipación no menor de cinco días hábiles y formularse en
cuestionario escrito. El debate no podrá extenderse a asuntos ajenos
al cuestionario y deberá encabezar el orden del día de la sesión.
También podrá el Concejo solicitar informaciones escritas a otras
autoridades municipales. En todo caso, las citaciones e informaciones
deberán referirse a asuntos propios del cargo del respectivo
funcionario.”

III. LA DEMANDA.

Los actores consideran que el aparte demandado desconoce los incisos segundo
y tercero del artículo 113 de la Carta ya que establece una moción de
observación por parte del concejo a las decisiones de los órganos municipales y
distritales de control, con lo cual se vulnera su autonomía e independencia.
Según su criterio, la moción de observaciones, que es de origen legal, puede ser
vista como “una transposición al nivel local, de la moción de censura”, la cual
podría “expresar una tensión de origen democrático entre la administración
municipal y el concejo municipal como depositario de la representación
popular”. Sin embargo, en relación con la expresión impugnada, ese traspaso no
es admisible por cuanto “desconoce los principios de especialización funcional,
autonomía y separación, que preside y justifica la existencia de los órganos de
control, autónomos e independientes”. Por ello consideran que no es posible
incluir a las personerías y contralorías municipales “dentro del radio de control
político de los concejos”, puesto que se les sometería a “una interferencia no
autorizada constitucionalmente”, ya que los órganos de control no hacen parte
de “la estructura gubernamental del municipio” por lo cual no pueden ser objeto
de unas “observaciones con fundamento político”.

La situación es todavía más clara, agregan los demandantes, si se tiene en cuenta


que “el personero puede ser eventualmente, por delegación de la Procuraduría
General de la Nación, juez disciplinario de los concejales y, el contralor
municipal o distrital tiene a su cargo la tarea de vigilar la gestión fiscal que
adelante el concejo, en uso de la autonomía presupuestal que le ha sido
conferida legalmente.” Por ende, precisan los actores, las decisiones de esos
órganos “pueden llegar a afectar a los concejales”, quienes a su vez tendrían la
posibilidad de objetar tales determinaciones “tomando como único apoyo la
herramienta jurídica de la moción de observaciones, la cual como toda decisión
política involucra aspectos no controvertibles con objetividad en el ejercicio de
cualquier evaluación, tales como la conveniencia u oportunidad a los que no se
encuentran sujetos el personero y el contralor municipal, en el ejercicio de sus
funciones.”

IV- INTERVENCIÓN DE AUTORIDADES

4.1 Contraloría General de la República.

La ciudadana Maribel Mendoza Jiménez, en representación de la Contraloría


General de la República, interviene en el proceso y concluye que no existen
“razones que justifiquen la constitucionalidad de la frase acusada”, por cuanto
esa norma desconoce la separación de poderes, y en especial la autonomía e
independencia de los órganos de control. La interviniente explica que la citación
al contralor y al personero prevista por el aparte acusado se refiere a “asuntos
propios del cargo del respectivo funcionario”, con lo cual el concejo municipal
queda facultado para realizar una “Moción de Observaciones” sobre las labores
de control de esos funcionarios. Según su criterio, estas mociones se justifican
respecto de la administración municipal, pero no en relación con los órganos de
control porque “ni el Personero ni el Contralor Municipal hacen parte de la
Administración Municipal sino de los órganos de control que gozan de
autonomía e independencia y son precisamente los encargados de ejercer control
respecto del Concejo Municipal y de la Administración Municipal”.

4.2. Ministerio del Interior.

La ciudadana Isabel Cristina Gamboa Luna, en representación del Ministerio del


Interior, interviene en el proceso y defiende la constitucionalidad de la expresión
demandada. La interviniente comienza por resaltar la importancia de las labores
de control político del Congreso, que incluso lo facultan a recibir los informes
presentados por el Contralor y el Procurador respectivamente. Según su criterio,
el concejo municipal cumple funciones similares a nivel local, por lo cual es
“procedente la atribución del concejo para citar al personero y contralor
municipal” pues tales citaciones “tienen por objeto solicitar informes sobre la
gestión que adelantan, explicaciones sobre aspectos concretos de esa gestión
sobre actos u omisiones en el desempeño de la misma”. Por ello la ciudadana
considera que el cargo de los actores no tiene sustento ya que la Carta establece
la división de poderes y reparte la soberanía entre distintos órganos, por lo cual
“si bien es cierto, la contraloría y la personería municipal son órganos de control
en la materia, nada obsta para que se ejerza control sobre estas entidades por
parte del Concejo municipal”. Según su criterio, la tesis de los actores lleva al
absurdo de que tales entidades no podrían “ser controladas por ninguna entidad,
por su carácter de órganos de control”. Concluye entonces la interviniente:
“Siendo el Concejo municipal el ente nominador de los funcionarios
mencionados y teniendo la función de organizar la Contraloría y la
personería y dictar las normas necesarias para su funcionamiento, se
justifica aún más la existencia del control sobre sus actuaciones, lo
que en nada limita la autonomía de la contraloría y la personería
municipal.

Por otra parte, no se comparte lo manifestado por los accionantes


cuando afirman que no se encuentra autorizado este control político,
por ser el personero eventualmente, juez disciplinario de los
concejales y, el contralor municipal ejercer la vigilancia de la gestión
fiscal que adelante el concejo municipal; porque igual acontece con
el Procurador General de la Nación, quien tiene la facultad de ejercer
la vigilancia de quienes desempeñan funciones públicas, inclusive las
de elección popular, igualmente, la Contraloría General de la
República ejerce control fiscal sobre las entidades y organismos del
Estado, atribución que en nada interfiere con la presentación de
informes al Congreso.

Lo anterior, en nada vulnera lo previsto por el artículo 113 de la


Carta Magna, por el contrario, da cumplimiento a lo estipulado por
esta norma en lo relacionado con que los diferentes órganos del
Estado tienen funciones separadas pero colaboran armónicamente
para la realización de sus fines.”

V. INTERVENCIÓN CIUDADANA

El ciudadano Gilberto Toro Giraldo, en representación de la Federación


Colombiana de Municipios, interviene para impugnar la demanda.

En primer término, el interviniente considera que la demanda es inepta pues se


dirige “formalmente contra el artículo 38 de la Ley 136 de 1994 pero el ataque
material esté enderezado directa y exclusivamente contra el artículo 39”. Según
su criterio, los actores acusan las palabras “así como al personero y al contralor”
del primer artículo pero su cargo se dirige contra la posibilidad de dirigir una
“moción de observaciones” contra esos funcionarios, figura que se encuentra
prevista en el segundo artículo.

En segundo término, el ciudadano considera que la norma no establece un


control “político” por el concejo, como equivocadamente lo creen los actores,
pues se trata de un control “administrativo”, con lo cual queda sin piso su
argumentación ya que ésta se basa en “que los personeros y contralores no son
susceptibles de un control político por ser órganos de naturaleza técnica.”

Con todo, agrega el interviniente, incluso si se tratara de un control político, no


por ello la norma sería inconstitucional, pues la Carta no excluye que los
concejos puedan ejercer un “control de ese tipo sobre los funcionarios que
encabezan los órganos de control.” Según su criterio, es propio de la democracia
que el pueblo controle la conducta de los servidores públicos, lo cual puede
hacer directamente o por medio de sus representantes, quienes han sido entonces
los encargados de elegir a “los titulares de los órganos de control, tanto en el
ámbito nacional (Senado o Cámara) como en los territorios.” Por ello concluye
que mientras el control que los actores califican de ‘político’ se “limite a la
posibilidad de citar a los funcionarios y exigirles informes, que es el alcance del
artículo 38, no solo no hay contradicción entre ley y Constitución sino un cabal
desarrollo de la segunda por parte de la primera.”

Finalmente, el ciudadano considera que la moción de censura no se debe


confundir con la moción de observaciones, pues la primera se aplica a los
ministros, funcionarios que son de libre nombramiento y remoción, mientras la
segunda involucra no sólo a los secretarios de despacho municipal sino también
al Personero y al Contralor, funcionarios de período. Por ello “debe subrayarse
que la Constitución contempla la consecuencia o efecto inmediato de la moción
de censura, que es la cesación del ministro en su cargo, al paso que la moción de
observaciones se agota con la sola comunicación al Alcalde, sin que el texto
legal imponga expresamente el deber para el burgomaestre de tomar decisión
alguna o la remoción del Secretario objeto de la decisión.” Concluye entonces el
ciudadano:

“Es más: Aún si la Ley hubiera previsto que también Personero y


Contralor son posibles sujetos de moción de observaciones, y que la
consecuencia de la misma es la cesación en el empleo, por parte
alguna se tipificaría violación del Estatuto Superior, ni aún teniendo
en cuenta que el Contralor Municipal es de período por mandato de
la Carta, porque si es posible que un Alcalde deba soportar el fin
anticipado de su mandato por revocatoria del mismo aparte de por
otras muchas razones, no se ve norma constitucional alguna que
impida al legislador poner fin a la vinculación de Personero y
Contralor en ejercicio de su función de control”.

VI. DEL CONCEPTO DEL PROCURADOR GENERAL DE LA NACIÓN.

En su concepto de rigor, el Procurador General de la Nación, Jaime Bernal


Cuéllar, defiende la constitucionalidad de la expresión acusada. Según su
criterio, “aun cuando el artículo 118 de la Carta Política preceptúa que los
Personeros Municipales ejercen funciones de Ministerio Público, y el artículo
272 del mismo Estatuto dispone que la vigilancia de la gestión fiscal de los
Distritos y Municipios donde haya Contralorías, corresponde a éstas, ello no
significa que las Personerías y las Contralorías Distritales o Municipales, por el
hecho de ejercer tales funciones, hagan parte de la Procuraduría General de la
Nación y de la Contraloría General de la República.” Debe entonces entenderse,
según la Vista Fiscal, que se trata de “órganos de la Administración Distrital o
Municipal, pues son entidades creadas por los respectivos concejos.” Además,
agrega el Procurador, el concejo municipal “tiene a su cargo la representación
del pueblo a nivel local y, por ende, a él corresponde, entre otras funciones, la de
ejercer control sobre las actuaciones adelantadas por los agentes públicos del
respectivo nivel territorial.” Esto justifica que el artículo 38 de la Ley 136 de
1994, del cual forma parte la expresión impugnada, faculte a esta corporación a
“citar a determinados funcionarios municipales, con el objeto de escuchar sus
explicaciones acerca de los actos públicos que vienen adelantando” y que de
tales citaciones pueda seguirse una moción de observaciones, como la regulada
en el artículo 39 de esa misma ley, ya que se trata de “un instrumento para que la
Corporación realice con eficacia la tarea de evaluar políticamente a los agentes
estatales del nivel municipal.” Concluye entonces el Procurador:

“La moción de observaciones guarda cierto grado de similitud con la


moción de censura regulada por el artículo 135-9 de la Constitución
Política, pero la diferencia se encuentra en el hecho que la
proposición, en el caso de la censura, corresponde al Congreso, sólo
puede recaer sobre los Ministros y la consecuencia puede ser la
separación del cargo para el funcionario afectado con la respectiva
decisión. En el nivel municipal, la moción de observaciones tiene el
propósito de formular un reproche político y social a determinada
funcionarios, sin que este hecho traiga como consecuencia la
dimisión del servidor público.

El control que ejerce la corporación administrativa sobre los


Personeros y Contralores, coexiste con otros mecanismos aptos para
vigilar el comportamiento de estos funcionarios. Entre tales
instrumentos se deben considerar el control disciplinario, a cargo del
Ministerio Público; el control fiscal y el sometimiento de estos
servidores públicos a un ordenamiento jurídico, cuya inobservancia
implica la iniciación de las correspondientes investigaciones
penales.”

VII. FUNDAMENTO JURÍDICO

Competencia.

1. Conforme al artículo 241 ordinal 4º de la Constitución, la Corte es competente


para conocer de la constitucionalidad del artículo 38 (parcial) de la Ley 136 de
1994, ya que se trata de una demanda de inconstitucionalidad en contra de un
aparte de una ley de la República.

Un asunto procesal previo: ¿hubo o no demanda en debida forma?

2- Uno de los intervinientes considera que en el presente caso la Corte debe


inhibirse por cuanto la demanda es inepta, ya que los actores señalaron como
norma demandada el artículo 38 (parcial) de la Ley 136 de 1994, mientras que
sus cargos se dirigen en realidad contra el artículo 39 de esa misma ley. Según
su criterio, los demandantes acusan las palabras “así como al personero y al
contralor” del primer artículo pero su cargo se dirige contra la posibilidad de
dirigir una “moción de observaciones” contra esos funcionarios, figura que se
encuentra prevista en el segundo artículo. Comienza entonces la Corte por
examinar si la demanda fue presentada en debida forma.
3- El interviniente tiene razón en que el cargo central de los actores se dirige
contra la posibilidad de que el concejo municipal formule una moción de
observaciones a las actuaciones de la contraloría municipal y la personería, y
que esa figura no se encuentra regulada en el artículo acusado. Sin embargo, no
por ello la demanda es inepta pues el cargo no se dirige contra la figura misma
de la moción de observaciones, evento en el cual es cierto que lo procedente
hubiera sido demandar en su integridad el artículo 39 de la Ley 136 de 1994,
sino contra la utilización de ese mecanismo en relación con los órganos de
control y contra la posibilidad misma de que los contralores y personeros sean
citados por los concejos municipales y distritales. Por ende, como los actores no
pretendían impugnar integralmente la existencia de la moción de observaciones
sino únicamente su aplicación en los casos del contralor y del personero,
entonces tenían razón en acusar las expresión “así como al personero y al
contralor” del artículo 38, ya que ésta es la que faculta al concejo a ejercer el
control sobre estos funcionarios. La demanda fue entonces presentada en debida
forma, por lo cual entra la Corte al examen material de las acusaciones.

El asunto material bajo revisión.

4- Los artículos 38 y 39 de la Ley 136 de 1994 regulan la función de control de


los concejos municipales y consagran la llamada moción de observaciones.
Según esta normatividad, el concejo, con el fin de controlar a la administración
municipal, puede citar a determinados funcionarios municipales, como los
secretarios, los jefes de departamento administrativo, y los representantes
legales de las entidades descentralizadas. Esas citaciones deben hacerse con una
cierta anticipación y contienen un cuestionario escrito, a partir del cual se realiza
un debate dentro del concejo, el cual no puede extenderse a asuntos ajenos al
cuestionario y debe encabezar el orden del día de la sesión. La figura de la
moción de observaciones es regulada por el artículo 39 de la Ley 136 de 1994, el
cual establece:

“MOCION DE OBSERVACIONES. Al finalizar el debate


correspondiente y con la firma de por lo menos la tercera parte de los
miembros de la corporación, se podrá proponer que el concejo
observe las decisiones del funcionario citado.

La propuesta se votará en plenaria entre el tercero y décimo día


siguientes a la terminación del debate. Aprobada la moción, por el
voto de la mitad más uno de los miembros de la corporación, se
comunicará al alcalde. Si fuere rechazada, no podrá presentarse otra
sobre la misma materia, a menos que hechos nuevos la justifiquen.”

Ahora bien, según los actores y uno de los intervinientes, no es posible que el
concejo cite y formule una moción de observaciones al personero o al contralor
municipal por cuanto de esa manera se estaría ejerciendo una suerte de control
político sobre los órganos de control, lo cual afecta la independencia y la
autonomía de estos últimos. Además de esa manera se estaría permitiendo que
los controlados (los concejales) pudieran interferir en las labores de los
controladores (el personero y el contralor). Por el contrario, otro de los
intervinientes y la Vista Fiscal consideran que es perfectamente legítimo que el
concejo pueda citar a estos funcionarios y formularles una moción de
observaciones ya que no sólo éstas no son formas de control político sino que,
además, incluso si lo fueran, no por ello vulnerarían la Carta ya que ésta admite
que existan controles mutuos entre los distintos órganos de Estado. Finalmente,
otro interviniente formula una tesis intermedia pues considera que la Corte debe
declarar la exequibilidad condicionada de la expresión acusada. Según su
criterio, los concejos pueden citar a los personeros y contralores municipales con
el fin de obtener información de estos funcionarios, pero en manera alguna
pueden llegar a formular una moción de observaciones a su actuación, por
cuanto estarían afectando la autonomía de estos órganos de control. Como
vemos, el problema que plantea esta demanda es si es posible que la ley atribuya
a los concejos la facultad de citar a los personeros y contralores municipales con
el fin de obtener información y debatir sus actuaciones y, eventualmente,
formular una moción de observaciones sobre su comportamiento, la cual es
remitida al alcalde. Para responder este interrogante, comienza esta Corporación
por examinar si la figura misma de la moción de observaciones es compatible
con las funciones de los concejos municipales, para luego, en caso de que la
respuesta sea afirmativa, estudiar si ese mecanismo de control puede o no ser
aplicado a los personeros y contralores municipales o distritales.

La naturaleza administrativa de los concejos municipales, el control político


y la moción de observaciones.

5- Las asambleas departamentales y los concejos municipales, a pesar de ser


órganos de representación plural y de elección directa por la ciudadanía, no son en
estricto rigor organismos políticos, en el mismo sentido que lo es el Congreso de la
República. Estas instituciones son, como lo señala claramente la Constitución,
corporaciones administrativas (CP arts 299 y 312), lo cual armoniza con la
naturaleza unitaria del Estado colombiano (CP art. 1º). Por ello la Corte había
precisado que “si bien los concejos municipales están conformados por personas de
la localidad, elegidas directamente por sus conciudadanos, constituyéndose por ello
en sus voceros y agentes, y representando sus intereses y voluntad, ello no puede
servir para pretender erigirlos como un "órgano legislativo de carácter local"” 1.
Esto significa que los concejos carecen de ciertas potestades que son propias del
Congreso, como órgano político de representación plural nacional que es. Así, si
bien los concejos ejercen una facultad reglamentaria y dictan normas generales
válidas en el respectivo municipio, en sentido estricto carecen “de potestad
legislativa porque ella está concentrada en el Congreso de la República.2".
Igualmente, por esa misma razón, esta Corte ha considerado que el control político
sobre la administración (CP art. 114), en sentido estricto, se encuentra radicado
primariamente en el Congreso, por lo cual ciertas prerrogativas de los congresistas,
como la inviolabilidad de sus opiniones, no se extienden automáticamente a los
diputados y a los concejales3.

1 Sentencia C-538 de 1995. MP Fabio Morón Díaz.


2 Corte Constitucional, Sentencia T-425, junio 24 de 1992, M.P. Ciro Angarita
3 Corte Constitucional. Sentencia T-405 de 1996. MP Alejandro Martínez Caballero.
Ahora bien, la moción de observaciones regulada por el artículo 39 de la Ley
136 de 1994 se inspira en la moción de censura, en virtud de la cual el Congreso
puede citar a los ministros para debatir sus actuaciones y, con el voto de la
mayoría de los integrantes de cada cámara, hacerlo cesar en sus funciones (CP
art. 135). La moción de censura es entonces una institución eminentemente
política, propia del control político que el Congreso ejerce sobre el gobierno y
sobre la administración (CP art. 114), mientras que la moción de observaciones
parece ser, como acertadamente lo señalan los actores, una transposición a nivel
local de la moción de censura a los ministros, aun cuando existan diferencias
importantes entre las dos figuras. Así, la moción de censura es de rango
constitucional e implica la cesación en sus funciones del ministro cuestionado
(CP art. 135 ord 9º), mientras que la moción de observaciones, que es una figura
de creación legal, no implica automáticamente la separación del cargo del
servidor cuestionado. Con todo, una pregunta obvia surge: la moción de
observaciones, al configurar una suerte de control político sobre la
administración local, ¿es o no compatible con la naturaleza administrativa de los
concejos?

6- Para responder a este interrogante, es necesario tomar en cuenta que los


concejos, si bien no tienen una naturaleza política igual a la del Congreso,
comparten importantes rasgos con esa institución. Es más, el propio diseño
constitucional de estas corporaciones permite inferir que la Carta quiso
establecer entre los concejos y los alcaldes una relación, en muchos puntos,
similar a aquella que existe entre el Congreso y el Presidente (CP arts 150, 189,
313 y 315). Así, el ejecutivo unitario, tanto a nivel nacional (Presidente) como
local (alcalde), presenta el plan de desarrollo y el proyecto de presupuesto,
mientras que corresponde a las corporaciones plurales (Congreso y concejos)
discutirlos y aprobarlos, y una vez esto ha ocurrido, los ejecutivos unitarios
pueden ordenar el gasto de conformidad con el presupuesto y el plan.
Igualmente, sólo los cuerpos plurales pueden decretar impuestos y a ellos
corresponde determinar la estructura general de la administración, crear los
establecimientos públicos y las empresas comerciales y autorizar la constitución
de sociedades de economía mixta, así como fijar las escalas de remuneración de
las distintas categorías de empleo, mientras que el jefe individual de la
administración en los distintos ámbitos territoriales (Presidente y alcaldes)
nombra a los directores de las entidades, crea, suprime o fusiona los cargos,
señala sus funciones y fija sus emolumentos. Los cuerpos plurales tienen
también una función importante en el establecimiento de normas generales a fin
de reglamentar de manera abstracta ciertas actividades. Así, el Congreso expide
leyes en múltiples ámbitos y es titular además de la cláusula general de
competencia, mientras que los concejos reglamentan las funciones y los
servicios a su cargo, dictan las normas orgánicas municipales de presupuesto,
regulan los usos del suelo y promulgan las normas necesarias para la protección
del patrimonio ecológico y cultural municipal. Por el contrario, a los ejecutivos
singulares, la Carta, si bien les reserva una competencia reglamentaria, les
adscribe una función esencial de ejecución administrativa, puesto que al
Presidente y al alcalde les corresponde garantizar el debido cumplimiento de las
normas generales y conservar el orden público.
Existe pues una similitud estructural de la relación entre el Presidente y el
Congreso de un lado, y los alcaldes y los concejos del otro, la cual no es casual
sino que responde al obvio hecho de que la Carta establece una
complementariedad de tareas y controles recíprocos entre los cuerpos plurales de
representación y los ejecutivos singulares. Por tal razón, la Constitución
confiere al Presidente y al alcalde ante todo competencias de decisión concreta y
actuación administrativa, por cuanto se trata de instancias unitarias idóneas para
tales tareas, mientras que los cuerpos plurales no ejercen funciones de gestión ni
prestan directamente los servicios públicos. La Carta ha reservado a estas
instancias plurales las decisiones más generales, lo cual resulta razonable por
cuanto el Congreso y los concejos son ante todo espacios representativos y de
deliberación pública, de suerte que en ellos se encuentran representadas las
distintas opciones ideológicas y políticas de la ciudadanía, y no sólo las
mayoritarias sino también las minorías. Por ello esta Corte había señalado que
tanto en el plano nacional como en la esfera territorial, “las funciones de
formulación política y de gestión administrativa, confiadas a los órganos
estatales, se encuentran igualmente separadas”4 puesto que las primeras
corresponden primariamente a los cuerpos plurales mientras que las segundas
son más propias de los jefes de la administración nacional (Presidente) y local
(alcalde).

Dentro de tal esquema institucional, es natural que la labor de control político


sobre la administración se encuentre radicada también en los cuerpos plurales.
En efecto, la Presidencia y la alcaldía, por ser cuerpos dirigidos por un único
jefe electo popularmente, tienden a ser una expresión institucional de las fuerzas
mayoritarias, por lo cual es natural que sus actuaciones sean controladas por un
cuerpo representativo plural en donde tengan también cabida las minorías, como
son el Congreso y los concejos. Por ende, si bien los concejos son
corporaciones administrativas, no por ello se debe concluir que es extraño a
estas corporaciones que ejerzan funciones de control en el ámbito local sobre la
gestión gubernamental municipal. Y ese control tiene un cierto sentido político
ya que es una expresión del derecho de los ciudadanos de ejercer, ya sea de
manera directa o por medio de sus representantes, un control sobre el ejercicio
del poder político (CP art. 40). Por ello, en anterior ocasión, la Corte había
señalado que a nivel local “el Constituyente separó estrictamente las funciones
del control político y de administración o gestión pública (C.P., art. 292)” de
suerte que las “Asambleas Departamentales y los Concejos Municipales tienen a
su cargo, entre otras funciones, el control político sobre la gestión
gubernamental”. Dijo entonces la Corte:

“La separación de las funciones administrativa y de control político


constituye una garantía institucional para el cumplimiento efectivo de
los fines del Estado (C.P., arts. 113 y 2).
(...)
En el sistema constitucional colombiano, el diseño y la formulación
de los planes y programas de desarrollo económico y social
corresponde a instancias legislativas (C.P., art. 150-3) y
administrativas (C.P., arts. 300-3 y 313-2). La ejecución de las
4 Sentencia C-082 de 1996. MP Eduardo Cifuentes Muñoz. Fundamento Jurídico No 9.
políticas está a cargo de las autoridades gubernamentales (C.P., arts.
189-11, 305-2 y 315-3). El control político del gobierno se radica en
el Congreso, pero también en las Asambleas Departamentales y en los
Concejos Municipales, en su calidad de órganos elegidos
popularmente. La atribución de diferentes funciones públicas a
diversos órganos permite un ejercicio eficaz del control político sobre
la actividad estatal, con miras a garantizar el cumplimiento de los
fines sociales del Estado (C.P., art. 2). Los órganos del Estado ejercen
sus funciones en forma independiente y bajo su propia
responsabilidad, pero colaboran armónicamente para la realización
de sus fines (C.P., art. 113). La distribución del poder entre varios
órganos significa su limitación y control mediante un sistema de pesos
y contrapesos, que permiten hacer realidad la responsabilidad
política de los titulares del poder.

La separación de funciones representa, por lo tanto, una garantía


institucional para el correcto funcionamiento del aparato estatal.
Esta garantía institucional constituye un presupuesto normativo
necesario para el control horizontal y vertical del poder político
(subrayas no originales).5”

7- Los concejos ejercen entonces un control político sobre la administración


local. Es cierto que esa labor de fiscalización no tiene todas las connotaciones
del control radicado en el Congreso, ni los concejales gozan de todas las
prerrogativas que la Carta atribuye a los representantes y senadores, puesto que
Colombia es una república unitaria, por lo cual los grandes problemas
nacionales tienen su espacio natural de deliberación política en el parlamento,
que tiene entonces la función primaria de ejercer el control político sobre la
administración. El control de los concejos, por su parte, se refiere a los asuntos
propios de la democracia local. Esto es lo que explica que la Sentencia T-405 de
1996, al insistir en las obvias diferencias que existen entre el control del
Congreso y aquel ejercido por las asambleas, haya incurrido en la imprecisión de
limitar el control político exclusivamente al Congreso, de suerte que caracterizó
como control administrativo aquél que es adelantado por las asambleas y los
concejos. Por tal razón, en la presente ocasión, la Corte precisa sus criterios en el
siguiente sentido: las asambleas y los concejos, a pesar de ser corporaciones
administrativas, ejercen un control político sobre la administración local, el cual,
por su ámbito territorial reducido, no es idéntico al control ejercido por el
Congreso, por lo cual el status jurídico de los congresistas y de los concejales no
es el mismo.

8- Conforme a lo anterior, la Corte encuentra que la moción de observaciones es


una competencia que la ley podía adscribir a los concejos. En efecto, este
mecanismo simplemente permite al concejo formular un cuestionario a un
funcionario local a fin de debatir sobre la manera cómo ejerce sus funciones, y
eventualmente formular una observación crítica que es remitida al alcalde, con
lo cual esa corporación manifiesta una crítica pública y un reproche político a
ese servidor público. La figura es entonces perfectamente compatible con las
5 Sentencia C-082 de 1996. MP Eduardo Cifuentes Muñoz. Fundamento Jurídico No 9
labores de control que la Carta confiere a esas corporaciones administrativas en
el plano local. Es cierto que la Constitución no atribuye directamente a los
concejos la facultad de citar a los funcionarios locales, presentarles cuestionarios
y debatir sus actuaciones, a fin de eventualmente formular una moción de
observaciones sobre el ejercicio de sus funciones. Sin embargo, las
competencias de los concejos no son exclusivamente aquellas que la Carta
expresamente les otorga pues la ley puede asignarle nuevas funciones, siempre y
cuando éstas sean compatibles con la naturaleza de estas corporaciones
administrativas (CP art. 313 ord 10), tal y como sucede en este caso. Así las
cosas, en la medida en que la figura de la moción de observaciones no suscita en
sí misma ningún problema constitucional, entra la Corte específicamente a
estudiar la expresión acusada, la cual permite que el concejo aplique ese
mecanismo en relación con los contralores y los personeros municipales.

Moción de observaciones y órganos de control.

9- La personería y la contraloría son órganos municipales. Sin embargo, la Carta


confiere a esas entidades autonomía e independencia, a fin de que puedan ejercer
adecuadamente las funciones de control que les competen. Así, la contraloría
ejerce la vigilancia de la gestión fiscal y el control de resultados de la
administración (CP arts 119 y 267), por lo cual, tanto en el plano nacional como
a nivel municipal, goza de autonomía administrativa y presupuestal (CP arts 267
y 272). Por su parte, el personero, si bien es elegido por el concejo municipal
(CP art. 313 ord. 8º), en manera alguna es un servidor público dependiente de
esta entidad, pues ejerce funciones de Ministerio Público a nivel local, por lo
cual le corresponde, entre otras atribuciones, la guarda y promoción de los
derechos humanos, la protección del interés público y la vigilancia de la
conducta de los otros servidores públicos (CP art. 118).

Como vemos, el contralor municipal y el personero, si bien son órganos


municipales, no dependen directamente del alcalde ni del concejo, ya que son
organismos de control que gozan de autonomía administrativa y presupuestal,
precisamente para poder ejercer adecuadamente sus funciones de control. Así las
cosas, la pregunta que obviamente surge es la siguiente: ¿la autonomía de esos
funcionarios impide que sean citados por el concejo y que éste eventualmente
formule una moción de observaciones sobre su comportamiento?

10- El anterior interrogante plantea una tensión entre dos mandatos


constitucionales: de un lado, la protección a la autonomía de los personeros y
contralores municipales, que sugiere que la actuación de esos funcionarios no
debe ser controvertida, ni menos observada, por el concejo municipal; y, de otro
lado, el principio de optimización del control político sobre la gestión pública,
que fue reconocido por esta Corte en anterior sentencia 6, y en virtud del cual es
propio de la democracia estimular las formas de control de la ciudadanía, ya sea
de manera directa, ya sea por medio de sus representantes, a toda actuación del
poder político. Por ende, como los órganos de control municipal son también
una forma de ejercicio del poder, parecería natural que sus actuaciones pudieran
ser discutidas y observadas por el concejo, en la medida en que esta institución
6 Sentencia C-082 de 1996. Fundamento Jurídico No 8
es el órgano de representación local por excelencia. Con el fin de resolver esa
tensión, la Corte recurrirá al análisis de proporcionalidad que esta Corporación
ha utilizado con el fin de determinar si un trato diferente, una restricción de un
derecho o la afectación de un principio constitucional se ajustan a la Carta 7.
Según este juicio de proporcionalidad, cuando dos principios entran en colisión,
como sucede en este caso, corresponde al juez constitucional determinar si la
restricción de uno de los principios es "adecuada" para lograr el fin perseguido,
segundo si es "necesaria", en el sentido de que no exista otro medio
manifiestamente menos oneroso en términos de sacrificio de otros principios
constitucionales para alcanzar el fin perseguido; y, tercero, si es "proporcionada
stricto sensu", esto es, que no se sacrifiquen valores y principios que tengan un
mayor peso que el principio que se pretende satisfacer.

11- La Corte considera que la expresión acusada persigue una finalidad legítima,
ya que estimula el debate ciudadano y el ejercicio del control político local por
parte de las corporaciones de representación plural en los municipios. La medida
es igualmente adecuada para tal efecto, en la medida en que permite al concejo
citar a los personeros y contralores, debatir sus actuaciones, y eventualmente
formular una crítica pública, con lo cual se estimula la deliberación democrática
y el control político sobre la actuación de esos organismos de control. Sin
embargo la pregunta que surge es si el mecanismo puede llegar a afectar a tal
punto la autonomía de los organismos de control, que resulte manifiestamente
innecesario y desproporcionado en relación con la finalidad que se pretende
satisfacer.

12- Un examen de las relaciones entre las atribuciones de los concejos y


aquellas propias de los personeros y contralores permite mostrar si existe o no
una afectación desproporcionada de la autonomía de los organismos de control.

Así, de un lado, la labor de las contralorías no se encuentra aislada de los


cuerpos representativos -como el Congreso y los concejos- sino que forma parte
de lo que algunos sectores de la doctrina han denominado el sistema general de
Hacienda Pública, que se encarga del manejo y control de los dineros públicos y
que tiene uno de sus momentos decisivos en la labor de los órganos de
representación plural. En efecto, no sólo corresponde exclusivamente a esos
cuerpos establecer los impuestos, en tiempos de paz, en virtud del milenario
principio constitucional según el cual no puede haber impuestos sin
representación (CP arts 150 ord 12, 313 ord 4º y 338), sino que, además, el
Congreso y el concejo aprueban, en su respectivo ámbito, el presupuesto (CP
arts 150 ord 11 y 313 ord 5º). Además, en el caso del Congreso, a esta entidad
corresponde aprobar la cuenta general del presupuesto y del tesoro, que es
presentada por el Contralor General a la Cámara de Representantes (CP art.
270). Así, en su ya clásica obra, Esteban Jaramillo subrayaba la importante
relación que existe entre el proceso presupuestal y la fiscalización, en los
siguientes términos:

“El presupuesto financiero nace y muere, pues, en el seno mismo de


la Representación Nacional, dentro de los modernos regímenes
7Ver, entre otras, las sentencias T-422/92, C-530/93, T-230/94, T-288/95, C-022/96, C-280/96 y C-309/97
democráticos. Ante ella lo presenta el Gobierno, cuando no es más
que un proyecto de ley de hacienda; ella lo examina, lo analiza, lo
cercena, lo aumenta y dispone de él como de cosa propia; le da el
carácter de mandato imperativo de la potestad soberana, de
programa de acción administrativa, de plan financiero y de limitación
precisa de las atribuciones fiscales del Poder Ejecutivo; establece y
fija los ingresos y autoriza, los gastos; traza las normas para la
recaudación de los primeros y para el pago de los últimos; determina
las sanciones para los responsables del Erario; crea y nombra con
absoluta independencia Tribunales de Cuentas y Contralores y les
señala sus atribuciones, y al fin, mediante la aceptación expresa o
tácita de la ejecución del presupuesto, pronuncia la última palabra en
el proceso fiscal, y le pone, en nombre de la Nación, el sello
definitivo. Con semejantes instituciones se aleja en los pueblos
modernos todo peligro de dictadura financiera, que es causa,
exponente y consecuencia del absolutismo político8.”

La anterior doctrina coincide además con la regulación establecida por el


Estatuto Orgánico del Presupuesto, el cual establece (art. 90 del decreto 111 de
1996) que el Congreso ejerce el control político sobre el presupuesto, mediante
instrumentos como la citación a ministros y jefes de departamento
administrativo, el examen de los informes del Ejecutivo sobre la ejecución de
los planes de desarrollo y el análisis que la Cámara de Representantes realiza
para el fenecimiento de la cuenta general del presupuesto y del tesoro que
presenta el Contralor. A Su vez, el artículo 107 de ese mismo estatuto prevé que
el desarrollo del proceso presupuestal de las contralorías y personerías
municipales se regirá “por las disposiciones contenidas en las normas orgánicas
del presupuesto de los distritos y municipios que se dicten de conformidad con
la ley orgánica de presupuesto o de esta última en ausencia de las primeras”.

El anterior análisis muestra que los cuerpos representativos nacionales y locales


tienen un interés legítimo en conocer y debatir la manera cómo efectivamente
los recursos públicos son gastados, por lo cual las contralorías, si bien son
órganos autónomos de control fiscal, que deben tener una especialización
técnica y estar libres de interferencias partidistas, no por ello se encuentran
desvinculados del trabajo del Congreso y de los concejos. Esto es en gran
medida lo que explica que los contralores sean elegidos, a nivel nacional por el
Congreso, y a nivel municipal por los concejos (CP arts 267 y 272). Por ello la
Corte ya había señalado que el señalamiento de las plantas de personal, a
iniciativa de los respectivos contralores, por los concejos municipales y
distritales, no afecta la autonomía de estos órganos de control, entre otras cosas
porque “la función de control fiscal, en cuanto tiende a vigilar y asegurar la
correcta utilización, inversión y disposición de los fondos y bienes de los
municipios y distritos, antes que ajena, interesa y guarda relación estrecha con
las funciones que le corresponden a los concejos según el art. 313”9.

8 Esteban Jaramillo. Hacienda Pública (5 Ed). Bogotá: Librería voluntad S.A, 1953, p 549.
9 Sentencia C-272 de 1996. MP Antonio Barrera Carbonell.
En ese mismo orden de ideas, la labor de los personeros tampoco es extraña a las
competencias de los concejos municipales pues ambos existen en gran parte para
fiscalizar la labor de la administración local a fin de que ésta cumpla
adecuadamente sus labores, esto es, que las alcaldías actúen en beneficio del
interés común, sin que sus funcionarios infrinjan las leyes o abusen de sus
atribuciones. Es cierto que la función de control del concejo y el personero
tienen cada una su especificidad, pues la fiscalización de los concejos es
eminentemente política, por las características de este cuerpo representantivo,
mientras que la tarea del personero tiene otro carácter, por cuanto éste ejerce
funciones de Ministerio Público. Sin embargo, en ambos casos existe el interés
de fiscalizar la la gestión de la administración. Por ello históricamente la figura
del ombudsman, que corresponde en gran medida, en otros países, al Ministerio
Público en nuestro régimen constitucional, se encuentra tan íntimamente ligada
a la labor de fiscalización de los cuerpos representativos, que se considera que
estos funcionarios son una suerte de agentes de esas corporaciones. El sistema
colombiano acoge otro modelo, ya que el Ministerio Público es un órgano de
control autónomo, pero no por ello se encuentra separado de las actividades del
Congreso, en el plano nacional, ni de los concejos, en el ámbito local, lo cual
explica que estos cuerpos representativos tengan una incidencia directa en su
elección (CP arts 276 y 313 ord 8º). Además, en el caso específico de los
personeros municipales, el artículo 178 de la Ley 136 de 1994 señala que fuera
de las funciones que determinen la Constitución y las leyes, este funcionario
ejercerá también las atribuciones que le fijen los respectivos acuerdos
municipales. Por ende, si el concejo, mediante acuerdo, puede señalar al
personero del respectivo municipio nuevas responsabilidades, resulta razonable
que esa corporación pueda ejercer un especial control sobre la manera como este
funcionario ha desarrollado esos cometidos.

Conforme a lo anterior, la Corte comparte el criterio de aquellos intervinientes


que consideran que las citaciones y los cuestionarios del concejo a los
personeros y a los contralores para que respondan a unas preguntas relacionadas
con el ejercicio de sus funciones no afecta intensamente la autonomía de estos
servidores, ya que se trata de obtener información relativa a los deberes de su
cargo. En cambio ese mecanismo permite un mejor desarrollo del control
político por los concejos pues permite que esas corporaciones puedan obtener,
de primera mano, una información que es importante para el desarrollo del
control político sobre la administración y para que esa corporación pueda
cumplir en mejor forma sus atribuciones.

13- Por el contrario, la Corte considera que la posibilidad de que el concejo


llegue a formular una moción de observaciones sobre la actividad de estos
funcionarios suscita importantes interrogantes constitucionales, por las
siguientes dos razones:

De un lado, como se vio, la figura de la moción de observaciones está


estructurada sobre la idea de que debe recaer sobre un funcionario que dependa
directamente del alcalde. En efecto, no otro puede ser el sentido de que la
moción sea enviada al jefe de la administración local puesto que de esa manera
se pretende que el concejo no sólo formule públicamente una crítica a la
actuación de un determinado servidor público sino además que el alcalde, en
caso de que lo considere pertinente, tome la medida de rigor. Por ello es natural
que la figura pueda ser usada en relación con los secretarios, los jefes de
departamento administrativo y los representantes legales de entidades
descentralizadas, ya que todos estos funcionarios son agentes del alcalde y
dependen directamente de él. En cambio, el personero y el contralor no se
encuentran subordinados jerárquicamente frente al alcalde ya que son
organismos autónomos de control, por lo cual resulta discutible la aplicación de
la moción de observaciones en su caso, por cuanto, como se dijo, ésta se
encuentra estructurada sobre la base del predominio del alcalde sobre los
funcionarios observados.

De otro lado, no se debe olvidar que si bien el personero y los contralores


mantienen relaciones con el concejo, en todo caso son organismos de control
que gozan de autonomía orgánica y financiera, y tienen una garantía
institucional sobre su independencia, a fin de que puedan cumplir
adecuadamente sus funciones (CP arts 113 y 117). Esto significa que en sentido
estricto estos órganos no hacen parte de la administración municipal, que es el
aparato sobre el cual los concejos ejercen su control político, así como el
Congreso ejerce control sobre el gobierno y la administración (CP art. 114).

La constitucionalidad condicionada de la expresión acusada.

15- Como vemos, la moción de observaciones, tal y como se encuentra


estructurada, no se puede aplicar mecánicamente al personero y al contralor,
pues podría afectar la autonomía de estos organismos ya que se estaría
presuponiendo la subordinación de los mismos al alcalde. ¿Significa lo anterior
que se debe declarar la inexequibilidad de la expresión acusada, tal y como lo
solicitan los actores? Para responder a este interrogante, es necesario recordar
que, según el principio de conservación del derecho, los tribunales
constitucionales deben siempre buscar preservar al máximo las disposiciones
emanadas del Legislador, en virtud del respeto al principio democrático 10. Por
ello si una disposición admite una interpretación acorde con la Carta, es deber de
esta Corte declararla exequible de manera condicionada, y no retirarla del
ordenamiento. En ese orden de ideas, entra la Corte a analizar si la expresión
acusada admite una interpretación conforme a la Constitución, con el fin de
poder preservarla en el ordenamiento.

En relación con los contralores municipales y distritales, la Corte recuerda que


esas entidades, si bien gozan de autonomía administrativa y presupuestal, hacen
parte del sistema global de Hacienda Pública, en el cual, a nivel local, los
concejos juegan un papel esencial, por cuanto estas corporaciones
administrativas decretan las contribuciones y aprueban el presupuesto. Por ende,
en principio es válido que el concejo pueda formular un reproche público, por
medio de la moción de observaciones, a la manera como el contralor desarrolla
sus funciones. Lo único que suscita inquietudes constitucionales en este caso es
el hecho de que el concejo envíe esa moción al alcalde, por cuanto se estaría
dando a entender que el contralor es un agente del jefe de la administración
10Ver, entre otras, las sentencias C-100/96. Fundamento Jurídico No 10 y C-065/97.
local, lo cual, como ya se vio, no es cierto. Por ende, la Corte precisa que la
expresión “al contralor” del artículo 38 de la Ley 136 de 1994 es exequible, en
el entendido de que el envío de la moción de observaciones al alcalde no lo
faculta a tomar medidas en contra del contralor, por cuanto éste, a diferencia de
los secretarios, los jefes de departamento administrativo y los representantes
legales de las entidades descentralizadas, no es un subordinado del
burgomaestre.

La Corte considera que las anteriores limitaciones son también válidas en


relación con el personero, por cuanto este funcionario no es tampoco un
subordinado del alcalde sino un agente del Ministerio Público. Pero en este
caso, existe otro motivo que cuestiona aún más la aplicación de la moción de
observaciones, y es el siguiente: el personero adelanta funciones de Ministerio
Público, en relación a las cuales, y a diferencia de lo que sucede en el caso del
contralor, el concejo no tiene un interés directo, por lo cual no parecería legítimo
que la corporación administrativa pudiera reprochar públicamente al personero
el ejercicio de esas atribuciones, pues estaría afectando su autonomía. Sin
embargo, esto no significa que este funcionario no pueda nunca ser objeto de
una moción de observaciones por parte del concejo, por cuanto, como ya se
señaló, el artículo 178 de la Ley 136 de 1994 señala que el concejo puede
atribuir nuevas funciones al personero por medio de un acuerdo. Por ende, la
Corte considera que la moción de observaciones es legítima si recae sobre las
atribuciones que le fueron otorgadas al personero por un acuerdo municipal pero
que no puede referirse a las funciones que éste ejerce como Ministerio Público,
según competencias conferidas para tal efecto por la Constitución y la ley. Por
ende, también en este caso la Corte condicionará el alcance de la expresión
acusada, en el sentido no sólo de que la moción de observaciones al personero
sólo puede recaer sobre funciones que le fueron conferidas por el propio
concejo, sino además que, al igual que en el caso del contralor, la remisión de la
moción al alcalde, no faculta al jefe de la administración local a tomar medidas
en contra del personero.

16- Con todo, la Corte precisa que los anteriores condicionamientos a la norma
acusada, que buscan preservar al máximo la esfera de acción de la moción de
observaciones pero sin que ésta vulnere la autonomía de los órganos de control,
en manera alguna significa que las actuaciones de los personeros y los
contralores no se encuentren sujetas a los correspondientes controles penales y
disciplinarios. Por ende, si el concejo, al examinar la conducta de estos
funcionarios, encuentra que estos servidores han cometido faltas disciplinarias o
hechos punibles, tiene no sólo la facultad sino la obligación de remitir la
información a las autoridades competentes para que éstas adelanten las
correspondientes investigaciones de rigor.

Necesidad de unidad normativa.

17- Con las anteriores precisiones, la Corte encuentra que la expresión acusada
se ajusta a la Carta, por lo cual declarará la exequibilidad condicionada de la
misma. Como se desprende de la argumentación de esta sentencia, resultaba
imposible analizar esos apartes sin estudiar en su integralidad los artículos 38 y
39 de la Ley 136 de 1994, que regulan las citaciones a ciertos funcionarios y la
posibilidad de que el concejo formule una observación sobre su conducta. Ahora
bien, en relación a los secretarios, los jefes de departamento administrativo y los
representantes legales de las entidades descentralizadas, la Corte no encuentra
ninguna objeción constitucional puesto que estos servidores son agentes del
alcalde, por lo cual la remisión de la moción de observaciones tiene plena
operancia frente a ellos. Por ende, y en aplicación de la figura de la unidad
normativa, la Corte declarará la exequibilidad simple del resto de esos artículos.

VIII. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional de la República de Colombia,


en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,

RESUELVE

Declarar EXEQUIBLES, en los términos señalados en los fundamentos


jurídicos No 15, 16 y 17 de esta sentencia, los artículos 38 y 39 de la Ley 136 de
1994.

Cópiese, notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la


Corte Constitucional.

VLADIMIRO NARANJO MESA


Presidente

ANTONIO BARRERA CARBONELL ALFREDO BELTRAN


SIERRA Magistrado Magistrado

CARLOS GAVIRIA DÍAZ EDUARDO CIFUENTES


MUÑOZ
Magistrado Magistrado
JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO HERNANDO HERRERA
VERGARA Magistrado
Magistrado

ALEJANDRO MARTÍNEZ CABALLERO FABIO


MORÓN DÍAZ Magistrado
Magistrado

MARTHA VICTORIA SÁCHICA DE MONCALEANO


Secretaria General

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