Evaluación Unidad 2 Epopeya 8
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Objetivo: Reflexionar sobre las diferentes dimensiones de la experiencia humana, propia y ajena, a partir de la
lectura de obras literarias. Analizar las narraciones leídas para enriquecer la comprensión. Leer y comprender
fragmentos de epopeyas, considerando sus características y el contexto en el que se enmarcan.
Instrucciones: lee atentamente el siguiente texto, lee las preguntas y subraya aquella
información que te permite responder cada pregunta formulada. Encierra la letra de la
alternativa correcta. (1 punto c/u)
Antes que el rey lo supiera, se reunieron los Hunos en número de dos mil o más. Se
dirigieron contra el acompañamiento como tenía que suceder y de todos ellos no dejaron a
uno con vida.
3.- De acuerdo a los diálogos del texto ¿Quién había ordenado la muerte de Dankwart?
A. Aldriano, el rey de Borgoña.
B. Etzel, el rey de los Hunos.
C. Crimilda, la viuda de Sigfrido.
D. Gunter, hermano de Dankwart.
4.- ¿Cuál de los siguientes hechos puede ser considerado como la CAUSA de que Blodel
quiera asesinar a Dankwart?
A. El hermano de Dankwart, Hagen, había asesinado a Sigfrido.
B. El padre de Dankwart, Aldriano, había asesinado a Sigfrido.
C. Aldriano había mandado a su hijo a conquistar el reino de los Hunos.
D. Dankwart había asesinado a los compañeros y sirvientes de Blodel.
A. I y II C. I, III y IV
B. I y III D. I, II, III y IV
A. 2–1–3–4–5
B. 4–1–2–5–3
C. 4–2–1–3–5
D. 5–3- 2–4–1
9.- “No te está permitido saludarme —le respondió; pues mi venida aquí es para tu
muerte por causa de tu hermano Hagen, que mató a Sigfrido. Menester es que los
Hunos te lo hagan pagar a ti y a muchos guerreros.”
A. Necesario
B. Innecesario
C. Injusto
D. Indebido
10.- “El rápido y fuerte guerrero saltó de la mesa y tiró de una acerada espada ancha
y fuerte. Con ella asestó tan fuerte tajo a Blodel que la cabeza cubierta con el yelmo
cayó a sus pies.”
A. Lustrada
B. Limpia
C. Fuerte
D. Acertada
11.- “Con las espadas levantadas y poseídos de indecible rabia, acometieron a los
sirvientes, pero muchos se arrepintieron.”
A. Intentaron
B. Atacaron
C. Ahuyentaron
D. Desalojaron
12.- “Los que no tenían espadas se defendieron con los bancos, cogiendo del suelo
los anchos escabeles. Los servidores de los Borgoñones no querían retroceder.”
A. Armas
B. Alimentos
C. Utensilios
D. Apoya pies
13.- “Los infieles llevaron un fuerte ejército delante del alojamiento. Los servidores
extranjeros se defendieron valerosamente: ¿pero de qué les servían sus pujantes
esfuerzos? Ellos debían sucumbir.”
A. Resistir
B. Morir
C. Huir
D. Retroceder
14.- “Entre los que confiando en su fuerza, se avanzaron ante los escalones, pegó
algunas tan fuertes estocadas, que todos por temor volvieron a las escaleras. Su
poderosa fuerza había hecho grandes prodigios.”
A. Milagros
B. Hazañas
C. Aventuras
D. Desafíos
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“Futuro Que Construimos Juntos”
Empalidece y aprieta los puños. Aquiles tiene grandes cualidades: es, lejos, el
guerrero más peleador y más rápido. Lo han apodado Aquiles de pies ligeros. ¡Sin su
presencia, los griegos tendrían que haber abandonado el sitio cien veces y deberían
haber regresado a su patria! Por otra parte, un oráculo predijo que la guerra de Troya
no podría ser ganada sin él... Pero tiene también algunos defectos: es impulsivo,
colérico, muy, muy susceptible.
—Déjame explicarte —dijo Patroclo en tono conciliador—, ¿Te acuerdas de
Criseida?
—¿Quieres hablar de la esclava con que Agamenón se quedó cuando
distribuimos el botín?
—Ella misma. El padre de Criseida, un sacerdote, quiso recuperar a su hija. A
pesar del enorme rescate que ofreció, Agamenón se ha negado.
—¡Ha hecho bien!
—El problema —prosiguió Patroclo suspirando—, es que ese sacerdote, para
vengarse, ha suscitado sobre nosotros la cólera Apolo. ¡Esa es la razón de la peste
que diezma a nuestras filas! Va a cesar, pues Agamenón entregó a Criseida a su
padre esta mañana. Pero el rey quiso reemplazar a su esclava perdida. Y ordenó que
vinieran a buscar a Briseida.
Lejos de calmar a Aquiles, esta explicación aumenta su cólera. Apartando a su
amigo Patroclo, se precipita fuera de la tienda, en unos pocos pasos, alcanza el
campamento del rey. Se encuentran allí todos los reyes de las islas y de las ciudades
de Grecia. Aquiles empuja a Menelao, a Ulises y a tres soldados que no se apartan lo
bastante rápido.
— ¡Agamenón! —clama plantándose ante él con las piernas separadas—.
¡Esta vez es demasiado! ¿Con qué derecho me quitas esclava que he elegido para
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mí? ¿Olvidas que tú lo has hecho antes que yo? ¿Y que, además de Criseida, te has
atribuido un botín diez veces mayor del que dejaste a tus más prestigiosos guerreros?
Un anciano de larga barba blanca se interpone. Es Calcante, el adivino.
—Aquiles —murmura—, yo recomendé al rey devolver a Criseida. Los oráculos
son implacables: ¡era la única manera de calmar a Apolo y de terminar con la peste
que nos diezma!
—No pongo en duda tu oráculo, Calcante —masculla Aquiles—. ¿Pero por
qué Agamenón me ha sacado a Briseida? Después de cada combate, siempre sucede
lo mismo: ¡el rey se sirve primero, y a sus anchas! ¡No deja más que cosas sin valor a
los que combaten en la primera línea!
Agamenón empalidece. Dominando su irritación, saca pecho y lanza a su mejor
soldado:
— ¿Olvidas, Aquiles, que le estás hablando a tu rey?
— ¡Un rey! ¿Eres digno de eso, Agamenón, que no sabes más que dar
órdenes y apartarte de los combates? Es sobre todo después de la batalla cuando te
vemos, ¡para el reparto del botín!
— ¡Me estás insultando, Aquiles!
—No. ¡Tú me has ofendido robándome a Briseida! ¡Exijo que me devuelvas a
esa esclava, me corresponde por derecho!
— ¡De ninguna manera! ¿Te atreverías a desafiar a tu rey, Aquiles?
Agamenón no tiene tiempo de terminar la frase: Aquiles saca su espada...
cuando se le aparece la diosa Atenea.
— ¡Cálmate, ardiente Aquiles! — le murmura en tono conciliador—. Tienes
otros medios para vengarte del rey sin matarlo, créeme.
La visión se desvanece. Aquiles, que es el único que ha visto a la diosa,
guarda su espada.
— ¡Bien! — decide con voz firme—. Quédate con Briseida. Pero sabe que, a
partir de ahora, no me involucraré más en los combates. Después de todo, ¿qué me
importa esa famosa Helena que Paris ha secuestrado a tu hermano? ¡Los troyanos
nunca me han hecho nada a mí!
Y delante de Menelao, esposo de Helena, que le arroja una mirada
estupefacta a Agamenón, Aquiles gira los talones y se va.
Una vez en su tienda, no puede contener las lágrimas. Sí: Aquiles llora, tanto
de despecho como de rabia. Pues a la pérdida de Briseida se suma la humillación de
haber sido desposeído de ella delante de todos sus compañeros. ¡Eso no puede
perdonárselo al rey!
Algunos días más tarde, Patroclo tiene una cara tan triste que, al entrar en la
tienda de Aquiles, éste le pregunta:
—¿Tan malas son acaso las noticias?
—¡Sí! ¿No oyes los estertores de nuestros guerreros agonizando a algunos
pasos de aquí? Ay, vamos a perder la guerra. Oh, Aquiles —agrega Patroclo
señalando, en un rincón de la tienda, la armadura y el casco de su amigo—, ¿me
autorizarías a combatir hoy portando tus armas?
—¡Por supuesto! Lo que es mío te pertenece. ¿Pero por qué?
—Así vestido, sembraré el terror entre los troyanos: al ver tu armadura, creerán
que has retomado el combate.
—Ve... ¡pero te ruego que seas prudente! —responde Aquiles mientras abraza
a su amigo.
Durante la tarde, la larga siesta del héroe es interrumpida: un guerrero griego
entra en su tienda. Está exhausto y anegado en lágrimas.
—¡Aquiles! —gime—. ¡La desgracia se abatió sobre nosotros! ¡Patroclo ha
muerto! ¡Héctor, el más intrépido de los troyanos, lo atravesó con su lanza! Incluso, lo
ha despojado de tu armadura. Nuestros enemigos se disputan su cuerpo.
Con estas palabras, Aquiles se levanta para gritar a los dioses su dolor. Se
mesa los cabellos, rueda por el suelo y se cubre el rostro con tierra. Solloza a la vez
que gime:
—¡Patroclo, mi hermano, mi único amigo de verdad!
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18.- Según el texto ¿Cuál es la razón de que la peste haya aparecido en el ejército de
los griegos?
A. Agamenón ordeno que los cuerpos de los griegos no fueran enterrados.
B. Apolo ha enviado la peste como castigo al ejército, luego de que Agamenón se
negara a entregar a la hija de uno de sus sacerdotes.
C. Apolo ha enviado la peste como castigo por la cólera e impulsividad de Aquiles.
D. El padre de Criseida contaminó el cofre donde estaba el botín del rescate que
pagaría por su hija.
21.- ¿Quién impide que Aquiles ataque a Agamenón durante la discusión que
sostienen al interior de la tienda del rey?
A. Febo Apolo.
B. Calcante.
C. Menelao.
D. Atenea.
26.- “—El problema —prosiguió Patroclo suspirando—, es que ese sacerdote, para
vengarse, ha suscitado sobre nosotros la cólera Apolo. ¡Esa es la razón de la peste
que diezma a nuestras filas!”
A. Alejado.
B. Dirigido.
C. Levantado.
D. Recrudecido.
28- “—No pongo en duda tu oráculo, Calcante —masculla Aquiles—. ¿Pero por qué
Agamenón me ha sacado a Briseida? Después de cada combate, siempre sucede lo
mismo: ¡el rey se sirve primero, y a sus anchas!”
A. Murmura
B. Reclama
C. Susurra
D. Niega
29.- “— ¡Sí! ¿No oyes los estertores de nuestros guerreros agonizando a algunos
pasos de aquí? Ay, vamos a perder la guerra.”
A. Respiración de los enfermos.
B. Respiración de alguien cansado.
C. Respiración de un moribundo.
D. Respiración de alguien asustado.
2. 2.
3. 3.
4. 4.