Tempest Ira
Tempest Ira
Tempest Ira
Knaak
World of Warcraft: Tempestira
Cuando el mundo de Azeroth era joven, los casi divinos titanes llevaron el
orden, dando nueva forma a sus tierras y mares. Realizaron su trabajo
según un maravilloso plan que describía su visión para aquello en lo que
querían que se convirtiera Azeroth. Aunque los titanes se fueron de
Azeroth hace tiempo, ese diseño dura hasta hoy. Se conoce con el nombre
de Sueño Esmeralda, una exuberante y salvajemente primitiva versión de...
Muchos son los misterios que rodean al Sueño Esmeralda y a sus esquivos
guardianes, los vuelos verdes. En tiempos pasados, los druidas entraban al
Sueño para controlar las idas y venidas de la vida en Azeroth en su eterna
búsqueda para mantener el delicado equilibrio de la naturaleza.
Sin embargo, no todos los sueños son agradables. Recientemente la
Pesadilla Esmeralda, una zona corrupta dentro del Sueño Esmeralda, ha
empezado a crecer de tamaño, transformando el Sueño en un lugar de terror
inimaginable. Los dragones verdes se han visto inesperadamente atrapados
en la Pesadilla, surgiendo de ella con las mentes destrozadas y los cuerpos
deformados. Los druidas que han entrado últimamente en el
Sueño han encontrado difícil, y a veces incluso imposible, escapar de él.
No son éstos las únicas víctimas de la Pesadilla: cada vez más y más gente
se ve afectada. Incluso Malfurion Tempestira, el primer y principal druida
de Azeroth, puede haber caído víctima de esta amenaza creciente. Mientras
las pesadillas incontrolables se extienden por el mundo, comienza una
desesperada búsqueda para encontrar y liberar al Archidruida. Pronto los
enemigos de la naturaleza aprenderán el auténtico significado del nombre
Para los más de doce millones que le han dado vida a Azeroth.
World of Warcraft: Tempestira
Agradecimientos
¡Un agradecimiento especial a todos los que han tenido que ver con
este proyecto y con mis otras incursiones en Azeroth! A la gente de
Blizzard, sin ningún orden concreto... Rob, Gina, Evelyn, Micky,
Tommy, Jason, Glenn, Samwise... ¡y a todos los que me haya
dejado!
Tempestira
Richard A. Knaak
PRÓLOGO
Búsqueda de Sangre
Al otro lado estaba teniendo lugar una imponente batalla, que tenía
en el centro un solitario y fornido macho de su raza; alguien a quien
conocía básicamente de recuerdos infantiles e historias contadas
por el gran gobernante orco Thrall. Delante de ella estaba un
guerrero canoso de rostro severo y brazos poderosos. Igual que ella,
llevaba la falda y el arnés de cuero de un luchador. Su cuerpo estaba
cubierto de antiguas cicatrices de otras batallas, otras guerras.
World of Warcraft: Tempestira
— ¡Broxigar!
Desapareció.
Y más aún Se había dado cuenta de que la movía otra misión: evitar
una catástrofe que no sólo acabaría con su propio pueblo... sino con
todo lo demás.
Thura no sabía si eso último era cierto, sólo que, cuando alcanzó la
edad guerrera y demostró su destreza, el propio Thrall le entregó la
legendaria hacha. Era, después de todo, la única pariente de Brox
que quedaba, excepto por su único tío, Colmillosauro el Viejo, que
había perdido recientemente a su hijo en batalla. El hacha podría
haber ido a cualquiera de ellos, pero el chamán de mayor confianza
de Thrall había visto en un sueño que debía pasar a Thura. El por
qué, nadie lo sabía, pero Thrall había seguido el consejo.
Richard A. Knaak
Thura se sintió honrada de llevar ese arma; una ironía, como sabía
bien. Hacía años, bajo la influencia de la maldición de sangre del
señor demoníaco lord Mannoroth, algunos orcos bajo el mando del
legendario Grom Grito Infernal habían invadido los bosques de
Vallefresno y habían matado a Cenarius cuando les presentó
resistencia. Aquello había ocurrido antes de que Thrall le hubiese
devuelto a su pueblo el respeto por la naturaleza. La muerte habla
sido lamentable... pero Thura no había tomado parte en aquello, así
que, con el sentido práctico de los orcos, asumió que el espíritu de
Cenarius también lo habría entendido.
O no.
Teldrassil
Un latido.
Era un árbol.
Ocupaba casi toda la isla, que no era pequeña. En las propias raíces
del árbol estaba el puerto, llamado Ru'theran por los elfos de la
noche que lo habitaban. Estaba claro que la isla existía simplemente
para albergar al leviatán cuyo nombre llevaba y por el que todos la
conocían.
Diez mil años antes habían plantado sobre el Monte Hyjal el primer
Árbol del Mundo, Nordrassil, tras la destrucción de la fuente
original de poder de los elfos de la noche, el Pozo de Eternidad.
Montado sobre el segundo Pozo creado por la traición de Illidan,
Nordrassil había servido a dos propósitos. No sólo evitaba que
otros abusaran de la magia del nuevo Pozo, sino que también
impedía que la segunda fuente de poder creciese demasiado con el
tiempo. Bendecido por tres de los grandes Dragones Aspectos,
Alexstrasza la Protectora, Nozdormu el Atemporal e Ysera la
Soñadora, el vasto árbol no sólo protegía Azeroth, sino que estaba
conectado a la inmortalidad y al poder de los elfos de la noche.
El cuervo de tormenta so acervó a las ramas más altas. Allí vio otra
maravilla sobre la más alta de las grandes ramas. Desde aquel
prodigio llegaba luz no sólo de las antorchas, sino de lo que
parecían ser fragmentos de luz de luna viva.
El enorme pájaro bajó hasta unos doce metros del suelo y luego,
con habilidad innata, arqueó las alas para frenar su descenso.
Extendió sus garras al prepararse para aterrizar.
Malfurion no sólo había sido su líder, sino que había sido el primer
druida mortal de Azeroth y había sido adiestrado por el semidiós
Cenarius personalmente. La deidad del bosque había visto en el
joven elfo de la noche una cualidad única, un nexo único con
mundo y lo había alimentado. Y, antes de que Malfurion hubiese
terminado su adiestramiento místico, se vio arrojado a su primera
batalla titánica contra los demonios y los miembros traidores de su
propia raza... incluyendo a la mismísima reina de los elfos de la
noche, Azshara, y su desleal consejero Xavius. Muchos creían que,
de no haber sido por los esfuerzos de Malfurion, el propio Azeroth
habría dejado de existir.
Pero, mientras los demás habían visto en las astas un don de los
dioses, Broll rápidamente había acabado por considerarlas una
maldición. Y, a sus ojos, su vida hasta el momento le había
demostrado que tenía razón de sobra.
Cónclave
Auberdine...
Había más druidas de los que Broll había visto en cualquier otro
cónclave reciente, y aún venían más desde la dirección opuesta.
Dos en particular le llamaron inmediatamente la atención. Una
adusta joven estaba hablando con otro que, aunque parecía
confiado y ciertamente irradiaba mucho poder, apretaba
constantemente los puños como si estuviera ansioso por algo.
Tanto Elerethe Renferal como Naralex se estaban lamentando,
aunque los motivos de cada uno eran distintos. Elerethe se había
World of Warcraft: Tempestira
Pero los ojos de Broll Manto de Oso seguían siendo plateados con
un ligero brillo azulado que hasta ahora aparentemente había
significado muy, muy poco.
La noticia hizo que los druidas se mirasen los unos a los otros con
cierta ansiedad. En realidad, lo que Fandral les había dicho no era
una gran sorpresa, pero resultaba pasmoso que el Archidruida lo
dijese sin ambages. Aunque casi todos los druidas habían tomado
parte en su creación, plantar Teldrassil había sido sugerencia de
Fandral, y él por encima de todos se encargaba de su cuidado.
Algo se movió dentro del Árbol del Mundo, algo que todo druida
podía sentir como si fuese algo propio. Incluso en su estado de
meditación, Broll sintió una tremenda presencia uniéndose al
cónclave... la esencia de Teldrassil tocando a todos los que habían
ayudado a hacerlo crecer.
El Árbol del Mundo era más que el hogar de los elfos de la noche.
Estaba unido a la salud de Azeroth. Enfermo, afectaba no sólo a su
entorno inmediato, sino a las tierras más allá de la isla. Ni siquiera
el aire ni los mares enfurecidos eran inmunes. Como poco, un
Teldrassil enfermo no podría mantener el equilibrio entre la
naturaleza y la corrupción.
Pero, mientras hablaba, notó por toda la tierra que le rodeaba que
los druidas ya no estaban solos. Una presencia se acercaba
rápidamente.
— Malfurion se muere...
— ¡Imposible! Hemos conservado su túmulo seguro, y tus propias
sacerdotisas cuidan a diario de su cuerpo. No hay motivo para tan
horrible circunstancia...
— Sin embargo, existe —respondió—. Su situación ha cambiado.
Malfurion se muere, y debemos actuar con toda la rapidez posible.
El Árbol
¿Malfurion?
Una forma sombría tomó cuerpo delante de él. Todo el dolor había
abandonado ahora su cuerpo astral. El Archidruida se sintió como
si fuese a llorar al ver acercarse la silueta de Tyrande.
Malfurion se quedó sin habla. Conocía esa voz. Temía esa voz. Le
recordaba a otro fracaso más, quizá el mayor de todos.
Una tela cubría lo que habían sido los ojos mortales de Illidan. Ojos
que el Titán Oscuro Sargeras había quemado durante la Guerra de
los Ancestros, la marca de la lealtad de Illidan hacia el Señor de la
Legión Ardiente. En su lugar, un abrasador fulgor verde que
distinguía al fuego demoníaco permitía al hermano de Malfurion
no sólo ver el mundo que lo rodeaba, sino todas las energías
místicas inherentes a él.
Teldrassil demostraba ser algo que estaba fuera del alcance de sus
poderes curativos.
Pero era más que el aspecto físico lo que hacía al Claro de Luna ser
lo que era. Como druida, Broll en particular podía notar la paz
inherente a este lugar. No era nada extraño que hubiese sido
escogido como lugar sagrado para aquellos que compartían su
oficio.
— Ojalá yo fuese mi padre —se oyó una voz que trajo con ella una
sensación primaveral—. Ojalá lo fuese...
Y entonces desapareció.
Hamuul gruñó.
— La palabra de un orco...
Como había ocurrido antes con Teldrassil, las hojas de los árboles
y los arbustos de todo el Claro de Luna salieron volando, dejando
mortalmente desnudos los tallos y las ramas. Las hojas se alzaron
al cielo... y luego cayeron con mortal puntería hacia los reunidos.
Según caían, volvieron a cambiar de forma para convertirse en las
crecientes siluetas de criaturas con rastros de pezuñas hendidas y
extremidades más de animal que de elfo de la noche.
— No. Una visión no. Era como si... como si Azeroth... u otra
cosa... intentase advertirme...
Golpeaba una y otra vez. Aparecía una cara de rata tras otra sólo
para ser derribado por la experta mano del alguacil. A su alrededor
sus hombres demostraban su habilidad aplastando, cortando y
apuñalando a los kobolds sin piedad.
Los otros sacudieron la cabeza. Dughan buscó entre los cuerpos allí
donde había visto a Zaldimar por última vez. No había rastro había
rastro de la presencia ni de la del hechicero.
— ¡Muévanse!
— ¡Recuento!
Once voces respondieron, algunas de ellas doloridas. Once, no
quince.
— ¡Síganme!
— ¿Qué es esto?
Zaldimar asintió.
El ropaje del mago. Ahora llevaba una armadura negra con cráneos
en las rodillas y el pecho. Llevaba una capucha alta tras la cabeza.
Los ojos le brillaban con un monstruoso fulgor de color púrpura
oscuro.
El alguacil Dughan sabía que era su última carga. Sintió a los no-
muertos kobolds lanzarse sobre él. Por primera vez les brillaron los
ojos con un aura de un blanco mortal que le provoco escalofríos.
Y entre ellos vio la luz en los ojos de figuras más altas... figuras
desgarradas y golpeadas, por lo que podía ver.
*******
tensión, pero tener que viajar con él para ver el cuerpo de Malfurion
le había hecho mucho más daño de lo que se hubiese imaginado.
— ¡Unngh!
— Espera.
— ¿Señora?
— Tengo una misión para ti... concerniente a uno de los druidas...
*******
Oyó un ruido entre los árboles que había detrás de él, un rastro
como de un grito ahogado.
Padre...
Padre...
Ahí estaba otra vez. Conocía esa voz mejor de lo que conocía la
suya propia. Broll tembló. No podía ser ella.
Richard A. Knaak
Padre... te necesito...
¡Anessa! suspiró Broll. ¡Sí que la había oído!
Padre... ayúdame...
¡Pero ella me llama! insistía la parte más básica de él. ¡Esta vez
puedo salvarla!
Antes de que se pudiese decir algo más, llegó del bosque un débil
crujido de hojas. Broll se tensó inmediatamente, y Hamuul abrió
los ojos.
Ella asintió.
Él dudó.
Ella esperó, pero como Broll parecía seguir reflexionando, tuvo que
preguntar al fin:
Broll gruñó.
World of Warcraft: Tempestira
Fandral, un ave más grande con listas plateadas en cada ala, impuso
a los druidas un ritmo rápido, deseoso de llega a Teldrassil
La visión era poco común, dado que sólo los druidas más hábiles y
poderosos podían aprender los misterios del vuelo. Ciertamente,
con la excepción de Broll, los demás eran Archidruidas reputados.
Era otra pista de poder que Broll tenía, aunque le faltaba la
concentración para ocupar su verdadero lugar entre sus hermanos.
Que estuviese allí era cosa de Fandral, y eso hacía que Broll se
sintiese aún más culpable por lo que tenía intención de hacer.
World of Warcraft: Tempestira
Como ocurría con gran parte de Darnassus, era imposible ver que
este lugar sagrado era parte de una ciudad construida sobre el
propio árbol. Árboles altos, robles y fresnos particularmente,
rodeaban el Enclave. Cada árbol tenía runas místicas grabadas en
la corteza. Dentro del claro circular creado, un puñado de
estructuras únicas moldeadas de los mismos árboles y piedras
cuidadosamente esculpidas daban forma al lugar habitual donde se
celebraban los cónclaves. La mayor de las estructuras le servía de
nueva residencia a Fandral Corzocelada.
World of Warcraft: Tempestira
Broll aleteó hasta otra rama lo bastante oculta para evitar que lo
viesen desde dentro del Enclave pero lo suficientemente cerca del
sagrario del Archidruida. Su incursión tenía que ser rápida pero
cauta.
Uniendo las manos, el druida probó el tejido del baúl. Notó los
hechizos de cierre que había usado Fandral y el modo en que el
Archidruida le había dado forma al bambú.
Las tiras que sellaban la tapa se desataron. Broll dudó y luego abrió
el baúl.
Podía notar que las abejas empezaban a perder el interés. Con gran
esfuerzo, Broll se dirigió hacia la ventana. Fuera, el druida sentía a
las primeras abejas marchándose. Aleteó con más fuerza y plegó
sus alas al atravesar la ventana.
*******
Thura esperó, pero no volvió a oír el sonido. Por fin dio un paso
adelante, preparada para enfrentarse a cualquier enemigo.
Esto era una señal. La última vez que había dormido, había habido
diferencias en el repetitivo sueño. Al final había aparecido una
señal de algo, una forma vaga, apenas avistada, que sólo había
podido identificar después.
Dragones y Engaño
Cada vez hay más y más durmientes, amigo mío, más y más
susceptibles a estas mascotas y aquellos que las ven... Sus
pesadillas me alimentan a través de ti y de los demás...
Malfurion hizo cuanto pudo por no admitir esa verdad, que sus
propios poderes estaban ayudando a extender la Pesadilla más allá
del Sueño Esmeralda, pero sí que se preocupó. Una preocupación
que afortunadamente su captor pudo notar.
*******
— Alamuerte…
— No...
—Korialstrasz...
Richard A. Knaak
— Esto no es posible...
— Oh, sí —replicó el gigante negro, mostrando cada vez más
dientes en su sonrisa—. Alimentarás eternamente a mi creación...
serás el corazón de mi nueva Alma Demoníaca...
Estaba soñando.
*******
— Sí, tiene que ver con los druidas... y con Malfurion en particular.
— ¿Y Darnassus?
— A Darnassus debes protegerla tú, Shandris, como has hecho
cuando he tenido que irme por otros asuntos de estado.
— Esto no es lo mismo... —pero una vez más la guerrera se
arrodilló—. Pero protegeré la ciudad y nuestro reino como siempre
hasta tu regreso.
— Hija mía...
— Gracias, Shandris.
— ¿A qué?
Al Gran Árbol.
Auberdine
sino de hueso. Broll incluso fue tan lejos como para tocar uno y
asegurarse de que no había tenido lugar una temida metamorfosis.
La madera seguía siendo madera...
Un débil brillo cayó desde el cielo sobre los ojos del hipogrifo. Jai
sacudió la cabeza y luego pareció mucho más contento. Asintiendo
satisfecha, la Suma sacerdotisa volvió a mirar al druida. Su
expresión permanecía seria.
— ¿Están... dormidos?
— Sí… y no he podido despertar a los otros que vi antes.
— Una pelea muy educada, si es que fue así. Los únicos cardenales
que he visto los provocaron las caídas. Creo que estos dos se
vinieron abajo —hizo un gesto señalando al enano y a algunos de
los otros parroquianos—. ¿Ves cómo están colocados los demás?
Pero si la cara era la del durmiente, el cuerpo no. Más bien era la
sombría silueta de algo que Broll había esperado no volver a ver.
El elfo de la noche tenía el cuerpo de un demonio de la Legión
Ardiente.
En ese momento una nueva apareció justo delante del druida y sus
acompañantes, el andrajoso humano que habían estado
persiguiendo. Se tambaleó, dirigiéndose hacia ellos con la mirada
perdida.
El druida asintió.
Lucan
Estoy aquí... dijo una voz en su cabeza. Sin embargo no era el Señor
de la Pesadilla, sino la nueva forma. Tampoco le hablaba a
Malfurion, éste sencillamente la había oído cuando hablaba con
otro.
La nueva sombra dejó escapar una risa burlona. Sí… así se hará…
qué broma va a ser
Las ramas de sombra pasaron sobre sus ojos casi como si quisieran
arrancárselos. Pero Malfurion era consciente de que sus ojos eran
probablemente la parte que más a salvo estaba de su cuerpo astral.
El mal que lo retenía quería que viese, incluso aunque no hubiese
nada que ver... o quizá porque no había nada.
World of Warcraft: Tempestira
*******
Ella acabó por decir lo que había estado pensando casi todo el
tiempo que había estado despierta.
La resistencia se debilitó.
La otra parte…
La figurita del dragón salió por los aires. Rebotó contra una
elevación y luego cayó sobre una piedra pequeña.
— ¿Y el ídolo?
Agarró el ídolo antes de que Broll llegase hasta ellos, segura por
algún motivo de que tendrían que irse. El rostro del druida cuando
Richard A. Knaak
Broll resopló.
*******
Entonces Thura vio por qué el druida había volado tan poco tiempo,
la gran forma oscura que se alzaba en el cielo era el que antes sólo
había visto como sombra. Ahora volaba hacia la zona donde había
estado el trio y, aunque caminaban deprisa, hasta el humano, sin
duda estaban condenados. La orca maldijo, dándose cuenta de que
la mejor pista que tenía sobre el paradero de su presa iba a ser
comida.
Persiguiendo a un Dragón
Una sombra paso por encima de él. Al girarse vió un enorme cuervo
de tormenta que descendía. Sólo podía ser Fandral de regreso. Esta
vez el Archidruida había encogido la rapidez de su cuerpo de ave
antes que la entrada más ingeniosa que había utilizado al principio
de la invocación.
Una seria decepción llenaba la mirada del elfo de la noche. Era todo
lo que Hamuul necesitaba ver para entender que Fandral sabía todo
lo que Broll había hecho.
*******
Broll fue el primero en decir en voz alta lo que los otros sin duda
estaban pensando.
Los elfos de la noche miraron a Lucan. Aun con los ojos como
platos, repetía para sí:
Él se encogió de hombros.
— Entonces, lo matamos.
Broll pensó.
Lucan se lanzó hacia la cima. Broll se las arregló para agarrarlo por
el tobillo justo antes de que el humano hubiese empezado a bajar
por el otro lado. El druida se puso a su altura.
Unos pocos metros más adelante llegaron a una cámara más amplia
llena de huecos lo bastante grandes como para parecer pasillos. La
cámara era quizá diez veces más alta que el druida, y las rugosas
paredes mostraban caminos, algunos de ellos precarios, que podían
servir para llegar a muchos de los posibles pasillos.
— Hacia allá...
El druida se alzó
— ¡Yo era más que eso, pequeñas criaturas! Era uno de los que ella
más se fiaba, uno de los más queridos... ¡y por eso mi traición fue
mucho peor y mucho más terrible en sus consecuencias! ¿Han visto
a los durmientes? ¿Han visto sus sombras? Todo eso empezó con
mi ayuda...
10
Uno a Uno
Varian era un hombre alto de mediana edad, con una belleza tosca
y el pelo castaño que se negaba a que lo amansaran y que era para
su gente epítome de un campeón. Pero ahora llegaba una amenaza
que Varian no sabía cómo enfrentar.
Su pueblo no se despertaba.
La Horda.
Varían se asomó por encima de las almenas. Sí que era más espesa
que la noche anterior… y que la anterior a ésa. Los centinelas lo
habían notado por primera vez hacia una semana… justo antes de
la primera mañana en que habían encontrado a los primeros
durmientes.
— Ahí fuera...
Richard A. Knaak
— ¿Quién? ¿Quién?
— El... ¡el príncipe! El Príncipe Anduin... Varian notó cómo la
sangre huía de su rostro.
— Anduin... mi hijo... ¿está muerto?
Varian sólo vio a su hijo y, con nada más en su mente, pasó por
delante del capitán y se acercó a Anduin.
Vió como el pecho del joven subía y bajaba. La esperanza del rey
creció… hasta que oyó a Anduin dejar escapar un gemido.
— ¡Dejen eso! —Varian pasó cerca de ellos para mirar más allá del
límite de Ciudad Ventormenta—. ¿Qué están...?
Y ahora, lo que fuese que acechaba tras los durmientes, tras sus
inquietos sueños, se infiltraba en la capital mostrándole sus peores
miedos.
— ¡No ven nada más que su imaginación! ¡Nada más que sus
miedos! ¡Ellos conocen sus miedos y se alimentan de ellos! Son
pesadillas, lo que significa que no son lo que creen…
Una patrulla hacia el oeste respondió. Otra más al sur también. Del
noroeste llegó otra respuesta.
— ¡Otra vez!
Silencio.
World of Warcraft: Tempestira
Sin previo aviso, los Anduins y Tiffins miraron por encima de sus
hombros a la impía muchedumbre. Varian no pudo evitar seguir
sus miradas.
El Rey Varian comprendió que todo lo que tenían que hacer por el
momento era esperar... y la victoria sería suya.
*******
— No... casi... no debería haber hecho eso… la línea entre los dos
reinos se desvanece... pero no debería ser tan malo aún…
— Humanooo...
El dragón verde, aún una extraña mezcla de sus dos yoes, se acercó
hacia Lucan. La cara élfica tenía un morro y dientes demasiado
afilados para la forma mortal. Unas pequeñas alas se movieron
Richard A. Knaak
Eranikus siseó.
. Nunca pensé que hubiera creado un vínculo entre nosotros con ese
acto tan temprano...
— ¿Y por eso entra y sale del Sueño casi sin darse cuenta? —
preguntó Broll.
*******
11
Hacia Talloumbrío
El dragón verde rara vez llamaba al reino por el nombre por el que
se conocía desde tiempo inmemorial. Para él allí sólo existía el
horror en que se había convertido.
Al fin encontró una salida al exterior. Afuera apenas había más luz
que allí donde estaba y unos tentáculos de niebla entraban por el
pasillo, pero, a pesar de su cautela, Lucan sintió la necesidad de
continuar.
aquel lugar estaba relacionado con el reino del sueño. Lucan no les
había dicho a los elfos de la noche que, cuanto más cerca estaba de
cosas que estaban vinculadas con lo que el dragón llamaba con
razón la Pesadilla, más crecía la sensación de estar constantemente
deslizándose entre Azeroth y aquello. Todo lo que estaba
relacionado con el reír del sueño lo llamaba.
Por eso, entendió al fin Lucan, era por lo que había acabado ahí. Se
había visto atraído hacia el dragón desde el principio, pues
Eranikus no era sólo parte de su increíble y terrible pasado, un
pasado que Lucan todavía estaba intentando comprender, sino que
el dragón había sido, al menos en el pasado, parte integral de la
Pesadilla. Lo que fuese que hubiese espoleado esta parte de Lucan
parecía decidido a colocado en el camino hacia el otro reino... algo
que él quería evitar desesperadamente.
Miró hacia arriba y, para su horror, vio que la voz había dicho la
verdad. Estaba en el otro reino... pero esta vez no sólo lo había
atravesado.
Sí que era un orco y era una hembra, aunque con una cara que
Lucan esperaba por el bien de ella que fuese atractiva para los de
World of Warcraft: Tempestira
su raza. La boca era ancha y la nariz corta y aplastada. Los ojos tan
odiosamente fijos en él eran los únicos rasgos que podría llamar
atractivos. De hecho, habrían resultado hermosos en una humana.
El hacha bajó. La orca se inclinó hacia él; su aliento, casi tan fuerte
como el olor de su cuerpo. Miró más allá de él con su mente en otra
parte.
*******
Eranikus se estremeció.
World of Warcraft: Tempestira
Un ruidoso batir de alas hizo que los dos elfos de la noche mirasen
hacia arriba y detrás. Por encima, la inmensa forma del dragón
Richard A. Knaak
— ¿Por qué iba a pasar días por aquí un orco? ¿Qué podrían querer
de este lugar?
— Podría ser coincidencia —sugirió la Suma sacerdotisa—, pero
más bien creo que alguien quería al orco aquí. La presencia del
orco, junto con la de Lucan y su pasada relación con Eranikus
hacen que sea demasiado difícil creer que nada de esto se deba al
azar…
— ¿Pero por qué cambias de idea? ¿Por qué acercarte tanto cuando
lo temes de esa manera?
Había portales en todos esos lugares, pero para los druidas y para
Broll en particular Vallefresno era el más seguro. Hasta ahora.
El portal era redondo. Las raíces vivas del árbol le daban forma a
su exterior Se enroscaban una alrededor de otra formando un arco.
En el arco había un segundo borde de color violeta que irradiaba
energía.
Pero era el centro lo que llamaba más la atención. Dentro del portal,
un torbellino de energía esmeralda cambiaba constantemente. A
veces destacaban líneas que parecían relámpagos verdes en
miniatura.
World of Warcraft: Tempestira
Del bosque surgió una gigantesca figura que parecía surgida de los
mismos árboles. Su cuerpo estaba cubierto por una gruesa corteza
y tenía una gran barba de hojas. Dos colmillos surgían de su boca,
y tenía los ojos llenos de una furia dorada concentrada no en los
elfos de la noche, sino en el dragón.
— ¡Corrupto! Se te advirtió...
— Sólo he venido para traer a estos dos a ayudar a mi Reina y a su
amigo… ¡también amigo tuyo! ¡Malfurion Tempestira!
— Tempestira… —Gnarl parecía inseguro—. Hemos sentido
mucho su ausencia… también su presencia...
Aprovechando las dudas del gigante, Broll le hizo una pregunta que
había estado inquietándolo.
— Hermano del bosque, iría contigo... pero debe haber alguien aquí
además de él...
— Lo comprendo. Iré solo...
— Iremos juntos —interrumpió cortante Tyrande.
Tyrande exhalo.
Richard A. Knaak
12
Sirvientes de la Pesadilla
Al decir eso, del mismo aire que rodeaba a los elfos de la noche se
formaron criaturas de sombra que hicieron que Tyrande dejase
escapar un grito ahogado. Aunque sólo eran siluetas, tenían el
aspecto de sátiros, sus musculadas patas eran semejantes a las de
las cabras, acabando en unas pesadas pezuñas hendidas, y en sus
cabezas había afilados cuernos que caían hacia detrás. Había
rastros de otros rasgos de los sátiros, como las largas colas y las
barbas, mientras que los torsos y las cabezas recordaban a los de
los elfos de la noche. La silueta de sus salvajes garras estaba
bastante definida. El hecho de que fuesen sombras añadía una
nueva dimensión al horror de aquellos que se habían enfrentado a
los auténticos demonios en el pasado.
— ¡Padre! ¡Padre!
Richard A. Knaak
Sabía que no era real, que era una pesadilla provocada por el
dragón... pero el grito parecía tan real.
— ¡Broll! ¡Despierta!
— ¿A-Anessa?
— ¡No! ¡Tyrande!
— Tyrande...
No había tiempo para decir más, pues las formas de color verde
oscuro volvían a centrarse sobre ellos y, peor aún, Gnarl ya estaba
perdiendo terreno ante Lethon. Aunque el guardián era gigantesco
y encarnaba el poder y la resistencia del enorme árbol al que se
asemejaba, Lethon también era poderoso. El dragón tiró al anciano
herido y alzó una zarpa que acababa en unas enormes garras.
Al decir esto, Broll y los otros vieron lo que parecían ser unos
inofensivos arboles reunirse alrededor del dragón corrompido. Para
el druida parecían ser inocuos, sanadores... pero para Lethon era
como si su mero roce fuese venenoso.
mismo horror que los que habían exhibido las manos. Pero en el
dragón se habían convertido en una maldad distinta, una maldad
personal.
El nuevo terror tenía unos siniestros ojos negros cuyo centro era de
un escalofriante blanco hueso. Se acercó a un sorprendido
Eranikus, hundiendo unas garras esqueléticas en sus patas
delanteras.
Pero otra ayuda llegó hasta ellos. Dos grandes manos hechas de
suave energía roja barrieron las sombras y luego levantaron con
dulzura al druida y a la Suma sacerdotisa como si fuesen juguetes.
Las manos se retiraron, poniéndolos a salvo más allá del portal.
— ¿Y él también lo lamenta?
— Él no lo sabe. Yo lo sé por Malfurion.
— Y es lo justo, considerando tu papel en tantas cosas, Tyrande
Susurravientos.
Richard A. Knaak
A Broll le dijo:
El gran dragón se alzó sobre sus patas traseras y plegó las alas. Al
hacerlo, comenzó a encogerse. Las alas se empequeñecieron,
convirtiéndose rápidamente en brotes y desapareciendo luego. Las
patas delanteras de Alexstrasza se convirtieron en brazos y las
piernas se arquearon hacia fuera, pareciéndose más a las de un elfo
de la noche.
Ahora que era apenas el doble de grande que Broll y sólo una
fracción de su tamaño anterior, el Aspecto continuó su maravillosa
transformación. Las fauces se retiraron hacia su cara,
convirtiéndose en una nariz y una boca. Los cuernos encogieron, y
le brotó una espesa mata de pelo. En otro parpadeo el cambio estaba
casi terminado, y una figura que era y no era alguna clase de elfo
estaba en pie ante el druida y & acompañante.
— ¡Espero que un mejor aliado que ése! Huir por su vida después
de dejar que otros entregasen primero a un lugar que él sabe que…
— No lo entiendes...
— Lo sabes.
— Y también sé más sobre lo está pasando tú —se puso delante de
sus inmensas mandíbulas y, aunque en su forma actual era mucho
más pequeña que él, destacaba—. Sé que Ysera conocía tu
redención y supervivencia… y era consciente de que en el último
momento decidiste no volver a su lado por temor a que la Pesadilla
pudiera hacer que un día volvieses a traicionarla.
— ¿Está a salvo?
— No precisamente —Alexstrasza extendió una mano para incluir
a los dos elfos de la noche—. Conozco más sobre la Pesadilla de lo
Richard A. Knaak
Ysera, según el dragón rojo les informó, había notado que sus
sueños eran oscuros, incluso a pesar del control absoluto que
ejercía sobre ellos. Al principio le había echado la culpa a sus
propias preocupaciones, pero descubrió la verdad demasiado tarde.
Las pesadillas que ella experimentaba afectaban a Azeroth,
tomaban vida y alcanzaban las mentes de los mortales.
— No. Ysera evitó ser capturada. Está luchando. Ella, los consortes
que le quedan y un puñado más que luchan no sólo para salvarse
ellos, sino para encontrar la verdad en el oscuro corazón de la
Pesadilla. ¡NO tiene ninguna intención de permitir que ni su
dominio ni Azeroth caigan ante esta monstruosidad!
— ¡Está loca! ¡Si cae presa, todo habrá terminado! ¡La Pesadilla es
tan poderosa que creía que ya la habían capturado, pero, si busca
su verdad y su poder, hará de ella algo peor que lo que ha hecho
con Lethon o Emeriss, y a través de ella alterará ambos planos y
los convertirá en un horror mucho peor que cualquier cosa que
hayamos experimentado!
— Ella hace lo que debe hacer —replicó tranquilamente
Alexstrasza—. Y yo busco ayudarla como puedo. Sumo mi fuerza
a la suya desde lejos, observo todos los avances de la Pesadilla en
este mundo, busco a aquellos que pueden ayudar... y observo a los
corrompidos, a los que no despiertan.
— Tú haces todo eso por ella mientras ella se arriesga, y yo… ¡me
meto en una cueva, escondiéndome del fin del mundo!
¡Ocultándome de la defensa de mi amor y mi reina! ¡Conozco a tu
Korialstrasz desde hace tiempo igual que te conozco a ti,
Richard A. Knaak
El gran dragón verde giró para encarar el portal. Sus energías latían
suave, inocentemente.
*******
13
En el Margen de la Pesadilla
El tauren deseaba que hubiese algo más que pudiese hacer por
Broll, además de lo que ya había hecho. Seguía sintiendo que la
decisión de Broll era la correcta, a pesar de cómo había contrariado
a los buenos propósitos de Fandral. De pie ante Teldrassil miró
hacia las nubes donde se encontraba Darnassus. Si el portal hubiese
estado cerca, Hamuul podría haberse sentido tentado de
atravesarlo. Tal como eran las cosas, su única elección era volar...
que los de su raza eran los únicos que podían sorprender a alguien
como Fandral.
Hamuul decidió ser sincero. Esto era algo que Fandral debía saber.
¿Pero cómo explicarlo mejor?
con el Árbol del Mundo, entonces esto es sin duda una buena
noticia para ti.
*******
Antes de que él pudiese decir nada más, ella había entrado al portal.
Pero ahora ningún otro nombre era más adecuado, al menos para la
zona que tenían delante, que aquél por el que Eranikus la había
llamado... Pesadilla.
Este no lo negó.
Lucan se calmó.
— ¡Sí, sí, mi señora! Es... ¡es mi oficio conocer los lugares y las
direcciones —el cartógrafo apuntó hacia la derecha—. Por ahí…
— Volaríamos —ofreció Eranikus—, pero temo que no pudiera
dirigirnos desde arriba. La niebla podría ser demasiada espesa para
ver…
— Tiene un hacha.
— ¿La orca lleva un hacha? —se giró para ponerse delante de él—
. ¡Descríbemela!
— Era un hacha con dos filos. Un hacha de batalla.
— ¿Y de qué está hecha? ¿Es la cabeza de hierro o de acero?
¡Deprisa! ¡Dímelo!
El humano asintió.
14
Con un gran esfuerzo, hizo que las ramas que habían sido sus
brazos se moviesen. El elfo de la noche lo había hecho más de una
World of Warcraft: Tempestira
Cada vez estaba más cerca de su meta. No tenía más elección que
seguir adelante, incluso aunque eso alertase al árbol de sombra. El
tiempo era un concepto nebuloso en aquel lugar, pero, al menos
para Malfurion, se estaba acabando. O conseguía la libertad... o la
Richard A. Knaak
*******
¡Padre! ¡Padre!
— Tú... eres... real —dijo una voz que un aturdido Broll necesitó
un momento para reconocer que no era la suya—. Al contrario que
ella, que era una imagen creada para atraerte a la Pesadilla...
World of Warcraft: Tempestira
— ¿Gnarl?
Quedaba una esperanza... que Arei o aquel otro del que hablaba
conociese el paradero de Malfurion Tempestira. Eso pondría al
druida de nuevo en el rastro de Tyrande. Con esa desesperada
esperanza en mente, Broll se resignó a seguir al anciano... y a rezar
por que no estuviera cayendo en otra terrible trampa de la Pesadilla.
*******
¡No! ¡No morirás! pensó Tyrande casi furiosa con Malfurion. ¡No
te dejaré que hagas eso!
No… no… no… susurró de repente la niebla con mil voces. No…
no… no…
Tyrande se movió hacia ello, pero fuese lo que fuese se retiraba con
la niebla. Estaba ahí, apenas visible.
Pero la reina de los elfos de la noche estaba en el fondo del mar que
marcaba dónde se habían encontrado una vez su ciudad y el Pozo
de la Eternidad... al menos por lo que Tyrande sabía. Sin embargo
era esa duda diminuta, el saber que no había sido testigo de la
muerte de Azshara, lo que le había provocado las pesadillas que
había sufrido frecuentemente durante siglos. Aunque la reina loca,
cautivada por el poder de Sargeras y pensando en sí misma como
la futura consorte del titán, ciertamente no había tenido la
oportunidad de huir de Zin-Azshari, era posible que sí se las
hubiese arreglado de algún modo.
Si ésta era Azshara, Tyrande sabía que aquellos sólo podían ser los
Altonatos, la casta de leales sirvientes que se habían unido a ella en
World of Warcraft: Tempestira
Perdió la conciencia.
Pero Tyrande seguía sin moverse. Yacía allí, con las manos en el
cuello... alrededor del cuello.
15
Defendiendo el Sueño
— ¡Ábranle! ¡Deprisa!
Aunque era mucho mayor que los demás, el chamán los sorprendió
demostrando ser el más rápido. Con ligeros movimientos más
parecidos a los de la loba, casi estaba a la altura de Canción de
Nieve. Había otros métodos por los que podría haberse movido más
deprisa, pero cierta cautela innata frenaba al anciano orco.
El anciano orco deseó, no por primera vez, que aquellos que tenían
más conocimiento y experiencia con las artes arcanas que él no se
hubiesen contado, junto con Thrall, entre los primeros en no
despertar.
Eran orcos.
*******
Broll creía que había perdido a Arei, pero el anciano regresó con
él.
— ¿Remulos? —dijo.
— ¿Sola once días? Estaba seguro de que llevábamos aquí toda una
estación...
La Pesadilla distorsiona cómo se entiende aquí el tiempo, comentó
furioso Zaetar. Aquí nada tiene sentido, excepto la lucha...
— Hablas de otros que también luchan contra la pesadilla, —dijo
Broll pensando que quizás alguno de ellos habría encontrado a
Tyrande—. ¡Espero que puedan encontrar a la que venía conmigo!
¿Dónde están?
Y lo que vio fue lo más espantoso que había visto hasta entonces.
Pero antes de que Zaetar pudiese llegar... una forma sombría que
recortaba a la cabeza de un gran dragón surgió de la Pesadilla y se
tragó al cuervo de tormenta entero. Los espectadores horrorizados
observaban mientras el ave caía por la “garganta” del nebuloso
demonio. Desesperado, el druida recuperó su forma normal, pero,
aunque se encontraba en forma astral, no pudo salir de su
monstruosa prisión. La cabeza de dragón regresó dentro de la
Pesadilla. Los defensores retomaron sus esfuerzos, pero Broll
sintió cómo caía la moral de sus camaradas. Ésa no podía haber
sido la primera de sus bajas y, ciertamente, no sería la última.
Hay cosas incluso peores que dragones, pero Lethon y Emeriss han
servido bien a la Pesadilla...
*******
Un árbol.
Pero era suficiente para que la tozuda orca se dirigiese hacia él. La
silueta había sido reveladora. La había reconocido de tanto verla en
sus sueños. Una figura alta con la forma y la pose de un elfo de la
noche y astas que adornaban la cabeza. No podía ser nadie más.
Aferrando aún con más fuerza el hacha de Brox, la orca sonrió sin
humor. Por fin, Thura había encontrado a Malfurion Tempestira.
Richard A. Knaak
16
La Sombra se Mueve
Pero seguía sintiendo que él estaba cerca. Era una sensación que no
podía sacudirse. Tyrande miró a su alrededor. La repugnante niebla
estaba a centímetros de ella. En su margen se amontonaban las
negras alimañas que parecían deseosas de regresar donde ella
estaba.
alguna falta, era que estaba seguro de que sólo él debía llevar todas
las cargas del mundo y que sólo él debía arriesgarse. Tyrande
sospechaba que tenía algo que ver con todas las vidas que había
visto perderse tan cruelmente durante la Guerra de los Ancestros,
vidas que probablemente creía que de algún modo podría haber
salvado.
Era poco más que otra sombra, pero qué sombra. Se alzaba sobre
ella incluso aunque estaba a cierta distancia. No había hojas que
pudiese distinguir, sólo cierto número de ramas retorcidas y
esqueléticas que a veces parecían manos gigantes.
— Me llamo Tyrande…
— ¡Arriba!
Pero allí donde la niebla antes había estado tan dispuesta a apartarse
ante la luz de la Madre Luna, ahora se apretaba contra la elfa de la
noche como si quisiera asfixiarla. Tyrande se concentró buscando
calmarse. Al hacerlo, la luz plateada se hizo más potente, y la niebla
retrocedió algo.
— Malfurion...
*******
No añadió nada sobre que fuese a ser más seguro en el aire, y Broll
sabía que no sería así. Con seres corrompidos como Lethon
acechando y los poderes de la Pesadilla que seguían siendo un
misterio, era posible que “en el aire” fuese incluso menos seguro
que el suelo.
La llamada de Malfurion.
Desde donde estaba, la Pesadilla era una gran masa verde grisácea
que latía como si estuviese viva. Unas formas se movían a través
de ella, formas inquietantes no podía identificar pero que de todos
modos parecían cosas que Broll debería poder reconocer. Se
preguntaba por qué estaban tan ocultas y qué ocurriría si, y cuando,
se revelasen. El druida se estremeció.
Pero se le había ocurrido una idea al respecto, una idea que le llegó
tan repentinamente que Broll tuvo sus dudas. No sabía si
funcionaría, Pero lo iba a intentar.
Estaban casi junto a la oscura boca. Broll sentía que estaba justo lo
bastante cerca como para tener éxito y tan cerca que no se atrevía
a esperar más. El druida conectó con lo que quedaba puro en el
Sueño.
Lanzó el hechizo.
Richard A. Knaak
Todo dependía de lo que Broll creía que eran los gritos. Todo lo
que había visto hasta entonces indicaba que la Pesadilla tomaba
gran parte de sus fuerzas de las crecientes legiones de inocentes
que caían presa de ella cuando el agotamiento hacía que acabaran
por dormirse. La Pesadilla usaba sus emociones más oscuras para
agitar aquellas temibles visiones. Y ese miedo era lo que atacaba
ahora.
El hechizo alcanzó las vagas formas que estaban más cerca, los
torturados esclavos de la Pesadilla.
17
La Pesadilla se Muestra
— ¡Debería haber estado allí con ella, pero no, fracasé! ¡Ahora ella
se está enfrentando a la Pesadilla sin mí!
Lucan sabía que no era buena idea hacer ningún comentario. ¿De
qué habría servid? Él no era nada... no, menos que nada.
*******
Pero hasta que ella llegase ante él, Malfurion no sabría si había sido
así.
World of Warcraft: Tempestira
Pero el hacha era aún más poderosa de lo que creían los orcos, y
nadie lo sabía mejor que Malfurion. Su propio shan'do la había
Richard A. Knaak
Todo esto ocurría ante un Malfurion cada vez más inquieto. Cuanto
más tiempo siguieran luchando, menos posibilidades había de que
una de las dos sobreviviera. Intentó dirigir sus pensamientos hacia
ellas, pero no pudo llegar a ninguna.
Richard A. Knaak
Tenía los ojos cerrados, pero Malfurion sabía que veía con más
claridad que cualquiera dónde era más vulnerable su enemigo.
Otro de los dragones verdes bajó en picado justo por encima del
grupo. El sirviente de Ysera usó la magia para recogerlos a todos,
incluida Thrura. Ni siquiera importaba que Malfurion estuviese en
su forma astral; la magia del dragón lo levantó como si fuese de
carne y hueso.
Eranikus.
Pero era un falso deseo, algo que nunca podrían alcanzar. Era
solamente un plan para que siguieran adelante, para volverlos tan
desesperados como para que atrapasen a sus amigos y seres
queridos, todo para el Provecho de la Pesadilla.
La Pesadilla nunca lo había querido a él. Oh, su Señor sí, pero había
sido un deseo personal empequeñecido por la necesidad definitiva.
18
Sueños Perdidos
— Arthas... yo diría que esto es cosa del Rey Exánime... pero eso
ya no es pos...
Los ojos de Sylvanas ardieron con más furia aún. Se inclinó sobre
el cuerpo inmóvil.
¿No?
— ¡Suéltenme!
— ¿No dura?
— Duraría si te diésemos la oportunidad.
Para que viese a una figura con una armadura negra cubierta de
hielo.
Sylvanas chilló...
*******
Sharlindra miro a los que estaban con ella. Por aterradores que
fuesen para los forasteros, los Renegados ahora mostraban un
patetismo que no tenía nada que ver con su existencia. Más bien
los no-muertos a los que observo parecían inseguros, despistados.
Más chillidos brotaron de los huecos superiores de Entrañas. El
alma en pena miro a su rema, pero no podía esperar consejo de
Sylvanas.
*******
*******
La misteriosa niebla se movía. Peor aún para ella era que tampoco
tenía información sobre dónde se encontraba su reina. Tyrande se
había dirigido hacia Vallefresno... y entonces parecía haber
desaparecido.
Eso había fallado. En lugar de eso, Elune les había dado a todas las
otras sacerdotisas otra visión, una visión que había confundido a la
General.
Las raíces del árbol le sujetaron los pies. Shandris alargó el brazo
para coger el puñal que llevaba siempre con la intención de cortar
rápidamente las ramas y seguir adelante.
Era un tauren.
19
Despierto en la Pesadilla
Se removió con más fuerza y por fin sintió que la presa del dragón
sobre su forma astral empezaba a aflojarse.
— ¡Malfurion! ¡No!
Pero algo iba mal. Apretando los dientes, Malfurion luchó contra
el dolor. ¿Era éste el resultado de haber estado fuera de su cuerpo
tanto tiempo?
Incapaz por el momento de hacer nada por los restos del druida
muerto, Malfurion salió del túmulo. Se preguntaba cuántos de los
otros túmulos tenían también cadáveres dentro.
Sabiendo que le sería más sencillo ayudar a los vivos que a los
muertos, Malfurion consideró sus opciones. Ya no pensaba en
meditar; el Claro de la Luna estaba mancillado. Regresar a su forma
astral sería demasiado peligroso. Tenía que ir a otra parte, encontrar
a los otros defensores.
World of Warcraft: Tempestira
Aquello hizo que Malfurion tomase una decisión. Tenía que volver
al Sueño Esmeralda, a lo que quedaba de él, antes de que fuese
demasiado tarde. El dragón verde que tenía que sacarlo de allí había
dicho que Ysera lo creía más importante, lo bastante como para
ponerse ella misma en peligro.
*******
La magia que rodeaba a los mortales brillo con tanta fuerza que los
elfos de la noche tuvieron que cubrirse los ojos.
Era como golpear una puerta de hierro. Broll hizo una mueca por
el dolor que le había provocado su irreflexión.
La orca se desplomó.
Los otros miraron hacia donde señalaba. Fue Broll quien primero
reconoció a la gigantesca figura.
— Lo siento, Gnarl...
Se arrodilló.
*******
World of Warcraft: Tempestira
Lucan era el único que había visto la sombra que los tapó de
repente. Miró hacia arriba.
20
El Enclave
Habrían mordido al tauren, pero Naralex usó el pico para cortar las
lianas. Las puntas cayeron, pero el respiro fue solo momentáneo,
pues igual que habían hecho las que había cortado Shandris, a éstas
les crecieron unas nuevas raíces.
Una de las criaturas lanzó una mano etérea hacia Shandris. Ella
gritó como si el hielo le hubiese alcanzado el alma. La Comandante
de los Centinelas soltó el puñal. Se estremeció.
World of Warcraft: Tempestira
*******
Había dos cosas que notó al instante. Una era la propia ciudad. Se
extendía orgullosa por las enormes ramas Sus hermanos y aquellos
otros que habían ayudado a construir la nueva capital de los elfos
de la noche habían creado una auténtica obra maestra.
La única elección que tenía era evitar los árboles que rodeaban el
Enclave. El Archidruida sabía que eran como las ramas que había
luchado.
Era también donde aquel que ahora dirigía a los druidas desde la
ausencia de Malfurion había escogido colocar su nuevo sagrario.
Había tres figuras atadas por las lianas que cubrían el sagrario. Sus
extremidades estaban estiradas y abiertas lo más posible. Uno era
Hamuul Tótem de Runa. El segundo era Naralex. La tercera no era
otra que Shandris Plumaluna. Todos parecían inconscientes... o
algo peor.
— ¿Qué está pasando aquí, Fandral? ¿Por qué estás haciendo esto?
— ¿No es obvio? —replicó la voz—. ¡Esos tres son un peligro para
nuestro pueblo! ¡Para todo Azeroth!
— ¿Estos tres? —Malfurion buscaba sutilmente la auténtica
localización de Fandral.
21
El dragón siseó.
Pero ésa era una cuestión que el propio Eranikus tendría que
solucionar. A Broll le preocupaba más otra situación, una que
Tyrande expresó por él.
La punta tocó carne sólida. El soldado parecía más aliviado aun que
Lucan. Sin embargo, volvió a mirar a Thura.
Los guió a gran velocidad por una larga escalera de piedra y luego
a través de un patio hacia otra parte de la muralla. Al llegar, Broll
le dijo al guía:
El druida asintió.
El cartógrafo asintió.
— Lo he estado.
— ¡Lo'Gosh! ¡No hay tiempo para esta discusión eterna! ¡Ella está
con nosotros! ¡Respondo por ella con mi vida! ¡Con mi vida!
— Entonces le das poco valor a tu existencia, Broll...
— ¡Basta! ¡Hay asuntos más importantes! Dime la verdad, ¿cuánto
tiempo crees que le queda a la ciudad?
— Yo diría que ya la hemos perdido, pero, aunque su avance es
innegable, se mueven lentamente. Aún así, nuestras armas son
Richard A. Knaak
Tyrande no lo dudó.
Pronto les quedó claro que, sin su guía, era bastante probable que
Broll y los otros se hubiesen perdido. Incluso Lucan, un cartógrafo,
no parecía conocer bien esa parte de Ciudad Ventormenta. Además
de por la niebla, porque las calles tenían vueltas y revueltas que
alimentaban la ya gran ansiedad del grupo.
Thura gruñó.
Pero cuando Broll se acercó a ella no vio más que una habitación
vacía con varias plantas con flores, todavía frescas y bien cuidadas,
y una cama cubierta con una manta de tejido verde.
Tyrande rezó. Una luz plateada proveniente del cielo bañó a la elfa
enloquecida. La Embajadora pareció calmarse...
Pero la hierba bajo sus pies era un enemigo tan odioso como como
las hojas oscuras o las criaturas de sombras que se formaban a partir
de las hojas. Cualquier cosa que fuese parte de Teldrassil ahora
atacaba al pueblo de Broll.
Vio el portal. Broll no dudó en lanzarse hacia él. Una vez que
hubiese llegado hasta los demás, podrían ayudarle a poner fin a ese
horrible ataque.
Fandral.
22
Los Infectados
La mirada del oficial cuando dijo eso era prueba suficiente de que
Mattingly comprendía su lógica. Pero de todos modos sacudió la
cabezal pensarlo.
Lucan asintió.
Malfurion esquivó cuando una flor brotó delante de él. Era una lila
negra y de ella surgió un polen blanco. No tenía ni idea de qué
podría hacer ese polen, pero cualquier planta manchada por la
Pesadilla era sin duda una amenaza.
Pero, aunque Malfurion se había salvado esta vez, sabía que cada
segundo que se viese obligado a combatir a Fandral sólo
beneficiaba a la Pesadilla. Fandral estaba perdido, su locura lo
había consumido.
Amenos que...
Y una cosa que ocultaba Fandral era la criatura de sombra que creía
que era Valstann que había vuelto con él. El otro Archidruida se
presentó ante sus hermanos con una sonrisa beatífica, como si
hubiese sido él quien los hubiese convocado. Sin embargo, esa
responsabilidad estaba en dos figuras improbables, quizá tres, vio
Malfurion, que ahora aparecieron en el centro del enclave.
había hasta ahí Broll Manto de Oso, pero la respuesta tendría que
esperar.
De uno de ellos brotó una larga liana que se movía hacia adelante
y hacia atrás como una serpiente. A pesar de su terrible herida, el
druida la agarró... y así los otros vieron que otras lianas malignas
surgían de varias partes de sus manos, sus brazos, por todas partes.
— ¡Valstann!
Una salvaje y gigantesca figura surgió del árbol, tan parte de él que
el Archidruida apenas lo distinguió a tiempo. El anciano se movió
para adelantarse a la maniobra evasiva de Malfurion, así que éste
se lanzó directamente hacia él.
Un rugido salvaje que le salió del interior hizo caer a las sombras.
Unas enormes garras brillantes barrieron a las criaturas, dejando
varias hechas pedazos. De nuevo en su forma felina, Malfurion
usaba sus habilidades inherentes para diezmar a sus turbios
atacantes.
Surgía del tronco del Árbol del Mundo y, aunque por una parte
tenía la forma de una de las muchas ramas gigantescas que crecían
por todo Teldrassil, el color lo marcaba claramente. Era un color
que Malfurion asociaba con algo que no era un árbol, infectado o
no. Y desde luego, cuando cambió a su forma de elfo nocturno, sólo
tenía que mirarse la mano para ver piel de un color semejante.
Reconoció esas voces. Cada una era distinta, pero las conocía todas
y cada una de ellas. Estaba Lord Cresta Cuervo, que había dirigido
a las fuerzas de los elfos de la noche hasta que fue asesinado por
un agente de la Reina Azshara Altonato; la suma sacerdotisa
Dejahna, la predecesora de Tyrande, el malvado Capitán Varo'then,
el devoto sirviente de Azshara y muchos, muchos otros que habían
habitado sus sueños y seguramente los de Tyrande durante
milenios.
— Que éste sea su legado —le dijo al injerto mientras las rosas
brotaban por todas partes—. Que honren a todos los que
defendieron a Azeroth... a los que no cambiaron su mundo por
poder...
Sangre... de un árbol.
23
Teldrassil Redimido
O eso había creído estos últimos diez mil años. La maldad había
estado infestando Azeroth todo ese tiempo, y Malfurion lo
ignoraba.
Por otra parte se oyó un grito de agonía, una voz llena de dolor. No
venía de ninguna de las víctimas a las que Malfurion estaba
mirando, sino de una dirección inesperada.
Se giró hacia el Enclave y vio a los otros druidas que salían de allí
Broll iba el primero, y Hamuul lo seguía de cerca, detrás de él.
Richard A. Knaak
*******
*******
Malfurion volaba por el aire, que estaba ahora tan cubierto por la
niebla que rodeaba la isla como a todo lo demás. El Señor de la
Pesadilla ya no tenía motivo para mantener ignorante a Darnassus
de la extensión del peligro ahora que Fandral había caído.
Para entonces, los otros druidas tenían que estar preparados. Tenían
que estar preparados.
Estirando las manos hacia delante como para abarcar la vasta copa,
el Archidruida reforzó su vínculo con los otros.
No encontró ningún rastro del mal. Con alivio, les dio permiso a
los otros druidas para que dejasen el hechizo.
— ¡No mortal, no! ¡Que lucha aun estando cautiva es todo lo que
tengo para mantener el ánimo! ¡Vengo porque he notado un gran
crecimiento de vida en un momento de peligro! Era tal que no pude
evitar venir a verlo... ¡y parece que tú eres la fuente! —Alexstrasza
miró a Teldrassil—. ¡Y qué hazaña, Malfurion Tempestira!
— ¡Teldrassil tenía que ser curado, Vinculadora de Vida! ¡Incluso
aunque lo plantasen contra nuestros deseos, ahora es uno de las
fuerzas más poderosas que le quedan a Azeroth!
— Así es... así es... —la expresión del Aspecto era de cautela.
Obviamente muchos pensamientos cruzaban por su mente—.
Incluso aunque se hizo sin la bendición de ningún Aspecto, era una
visión hermosa y orgullosa, lo admito...
— ¡Darnassus!
El Aspecto le miró.
— ¿Darnassus?
— ¡El portal que hay ahí! ¡Estaba abierto cuando me fui! Quizá...
Malfurion se estiró.
— El Enclave...debemos ir allí.
Sin esperar, el Aspecto lo tomó no sólo a él, sino a los que estaban
con él, Broll y Hamuul. Para ella era fácil transportarlos la corta
distancia hacia el Enclave y volver a aterrizar.
World of Warcraft: Tempestira
Azeroth; siendo los que cuidamos de los bosques, las llanuras y las
demás tierras que son sus jardines y alentamos el don de la vida
que es su fruto... debemos acabar con esta plaga...
24
El arma.
Pero una fuerza terrible la golpeó. Tyrande cayó entre los bichos,
que rápidamente se echaron sobre ella. Se los quitó de encima y se
encontró con la cabeza cubierta de pus de Emeriss delante de ella.
*******
World of Warcraft: Tempestira
*******
Varian miró a sus sitiadas tropas. Sabía que aún había partes aquí
y allá por la capital y quizá más allá que todavía resistían, pero cada
vez eran menos. Eso no le sorprendió, pues las armas eran inútiles.
Básicamente, él y sus hombres tenían que huir, un acto innoble
aunque necesario.
*******
Por encima del resto del norte de Mulgore, situada en los altos
acantilados cerca de la Sierra Espolón, se encuentra la ciudad de
los tauren. Hasta la construcción de Cima del Trueno, todos los
tauren llevaban una vida nómada. Sólo recientemente, tras la
expulsión de los centauros merodeadores de sus tierras, el pueblo
de Hamuul había establecido por fin un asentamiento comparable
a Orgrimmar, Ciudad Ventormenta y las otras capitales de Azeroth.
Baine Pezuña de Sangre, hijo del gran cabecilla tauren Cairne, esto
lo sabía muy bien... ahora. Con un hacha en una mano y una lanza
corta en la otra se encontraba en la vanguardia de una banda de
guerreros que bloqueaban el puente que llevaba a Alto Mediano,
donde hasta hacía poco los mercaderes habían prosperado. Alto
Mediano era todo lo que quedaba defendido en las partes norte y
este de Cima de Trueno. Los horrores se habían apoderado de lo
demás, aunque quedaban diminutos puntos de resistencia.
Los tauren eran de naturaleza estoica, pero esta batalla los tenía
preocupados y con los ojos de par en par… lo que hacía que se
viese mejor el rojo en sus ojos por la falta de sueño.
— Cuéntamela... y deprisa...
Richard A. Knaak
*******
El Sueño Esmeralda.
Tyrande...
25
Una Decisión
Pero eso no era lo que inquietaba del árbol a Lucan. Era la silueta
que proyectaba incluso entre la niebla.
— ¡Tú llévanos!
*******
— ¿Cuál?
— El mismo por el que he venido aquí.
— Shan'do...
— Todo irá bien —el Archidruida señaló el portal de Fandral—.
Haz lo que hay que hacer.
Tyrande…
Malfurion escogió ese momento para mirar detrás de él, pero casi
inmediatamente Remulos le pidió su atención.
atraparle las patas y la cola. Ella siseó y aulló, golpeando con sus
patas la vegetación y el brillo.
tenía un tinte verde oscuro muy parecida al del aura maligna que
rodeaba al hacha'
— Lo siento—murmuró Malfurion.
— ¡Sigues siendo el idiota sentimental! —se burló Xavius a través
del cuerpo que ocupaba.
Remulos se tensó. Ahora era más estatua que ser vivo. La ira que
todavía le quedaba en los ojos era claramente la del Señor de la
Pesadilla. La ironía del hechizo no se le escapó a Malfurion; había
transformado a Xavius en un árbol, y ahora estaba haciendo lo
mismo con el pobre Remulos. Parte del Archidruida quería lo que
estaba haciendo, pero un entristecido Malfurion sabía que no tenía
más elección que elección que completar el terrible hechizo.
Eso, más que nada, era lo que había confirmado sus sospechas
sobre la "búsqueda" de Remulos. Se había dado cuenta de que lo
alejaba de ella, que la falsa imagen existía solamente para dirigirlo
hacia el hacha.
Por fin llegó hasta Tyrande. Una gran emoción y una agitación
provocada por el tremendo miedo lo llenaron al mirarla. Colgaba
en una postura idéntica a la que le había mostrado la falsa imagen.
Tenía los ojos cerrados. Sabía que estaba viva; pero, si estaba
corrompida, eso no podía saberlo aún el Archidruida.
Richard A. Knaak
Pero acabó por notar también que seguía inmóvil, casi tan
paralizada como había dejado a Remulos.
Aunque también hizo lo que pudo para esquivar la lanza, sólo tuvo
éxito en parte. El arma física sólo lo rozó, pero eso bastó para que
su potente energía abrasase al Archidruida hasta el hueso a pesar
de su hechizo. Pero de todos modos se las arregló para usar su
propio poder y lanzar la lanza al suelo a su lado.
El guardián estornudó.
Richard A. Knaak
Ella se recompuso.
— Entiendo.
— Sí… lo único que quedaba de ella era corrupción… y, cuando
quise curar eso... solo quedó el vacío…
26
Un sátiro cortó el tronco más cercano. Del árbol brotó una espesa
savia. El sombrío demonio se echó atrás con un siseo cuando la
savia lo regó, a pesar de la supuesta inmaterialidad del sátiro.
Pero no quedó ahí, pues las zonas que habían tocado las gotas se
extendieron y, al hacerlo, quemaron al sátiro. La sombra quiso
escapar, pero no pudo. En pocos segundos, la savia lo había
deshecho por completo.
Pero a Varian y Broll les preocupaba lo que parecía ser una simple
batalla. Unidos por los esfuerzos de Broll comentaron su cautela
sus sospechas de que a la Pesadilla no se la vencería tan fácilmente.
¿Qué sugieres?
Debemos seguir luchando... replicó Hamuul. Debemos seguir
luchando...
¿Dónde está Broll? preguntó Varian... pero el tauren no se lo dijo.
*******
Y sí, ese era el momento que había estado esperando, pero no todos
a los que necesitaba, quisieran o no formar parte de su plan, estaban
donde tenían que estar.
— ¿Dónde vamos?
Una sombra se movió. Pero no era uno de los sátiros, sino la sombra
del enorme y maligno árbol de las ramas esqueléticas.
Tyrande las rechazó lo mejor que pudo. La luz de Elune tenía ahora
la forma de un arma que se parecía a una guja. La ágil guerrera
saltó entre los tentáculos, algunos tan gruesos como troncos de
robles, y lanzó el arma mortal. Cortaba todo aquello que se
acercaba demasiado a ella y a Malfurion, y luego volvía a ella para
que la volviese a lanzar. En segundos había varias piezas cortadas
desperdigadas a su alrededor, pero el Archidruida notó que ninguno
de los tentáculos principales parecía anulado.
Vio por qué un momento después, cuando ella consiguió cortar otro
pedazo. El tentáculo selló inmediatamente la herida y le volvió a
crecer el extremo.
Y Xavius había podido hacer todo esto en gran parte por ser aquello
en lo que lo había convertido Malfurion.
Y continuaba.
Había otra tuerza aún más oscura detrás del Señor de la Pesadilla…
Richard A. Knaak
27
En el Ojo
*******
Entonces... Lucan se dio cuenta que había algo ahí delante, oculto
entre la niebla; algo que pesar de hallarse escondido en la Pesadilla,
le infundió esperanza de una manera inexplicable.
Los ojos de Lethon que eran unas fosas sin fondo, se volvieron en
dirección al lugar donde se hallaba Lucan. Pero, entonces, el
dragón apartó la mirada poco antes de llegar al punto exacto donde
el humano se ocultaba.
Y la atravesó.
Una vez más, aquella dragón sufría una tremenda agonía y estuvo
a punto de desvanecerse en la nada.
El cartógrafo asintió.
*******
¿Mi señora?
Sí, soy Ysera... escúchame... mírame...
¿Lo ves?, dijo el dragón con tono triunfal. Ysera está en ese gran
edificio, aunque se han esforzado mucho para lograr que esa
construcción tuviera un aspecto muy distin…
Eranikus…
¡No! ¡Ya falta muy poco para que podamos liberarla! ¡Yo lo
mantendré a raya mientras tú acabas lo que yo he empezado!
De ese modo, arrasó toda la parte central del Ojo, que quedó
reducido a vapor... al mismo tiempo que lograba liberar por fin a
Ysera.
28
Ante el Árbol
Se trataba del hacha mágica, así que no era de extrañar que Thura
quisiera hacerse con ella. Con aquella arma, podría enfrentarse a
las sombras y las Pesadillas...
— Vas a empuñar ese hacha, orca —se oyó decir a una voz que
estremeció al druida, ya que sabía perfectamente a quién
pertenecía.
— Gracias a ti, este hacha se convertirá en nuestra arma…
Richard A. Knaak
— ¡No pienso utilizar ese arma para defender tus fines! —exclamó
Thura de manera desafiante.
— Lo harás… —respondió Gnarl, con un tono de voz que mezclaba
la voz del Señor de la Pesadilla y la de aquel anciano.
que el atacante fuera Gnarl. Aun así, el golpe que había recibido lo
había dejado momentáneamente sin aire.
Broll miró en dirección a Thura, quien tenía aún una mano libre,
una mano que tenía aquel hacha a su alcance. Si pudiera cogerla...
Aun así, Malfurion tampoco estaba seguro de que el resto del plan
que todavía tenían que llevar a cabo fuera a tener éxito. Su
culminación dependía en parte de poder contar con Ysera para
coordinar la estrategia. Como estudiante de las enseñanzas
druídicas y explorador del Sueño Esmeralda, Malfurion, al igual
que el resto de sus hermanos, consideraban a la Señora de los
Sueños como la fuerza definitiva que servía de guía en todo lo
relacionado con ambos reinos, cuyas esencias se hallaban unidas y
entrelazadas.
¡Nos atacan cada vez con más y más furia! ¡El Señor de la
Pesadilla quiere sellar este portal! ¡Necesito concentrar todo mi
Richard A. Knaak
poder en este frente para evitar que lo logre! ¡No puedo hacer más
por ti!
Porque era algo que habían hecho ambos por unas razones muy
sencillas y puras. Lo cierto es que podrían haber muchas cosas más
juntos, pero no había podido ser por su culpa. Ella podría haberle
negado su amor para siempre tras tantas largas y crueles ausencias
que él había protagonizado a lo largo de muchos milenios… pero
no lo había hecho. A pesar de que ella también tenía muchas
obligaciones que atender (algunas de una importancia
extraordinaria), la Suma sacerdotisa siempre le había esperado.
Tras arrasar con todo cuanto había encontrado en las tierras que lo
rodeaban, Xavius se había dejado algunas semillitas que habían
pertenecido a sus muchas víctimas, tan insignificantes para el
World of Warcraft: Tempestira
— Debes marcharte.
— ¡Entra en razón de una vez! ¿Adónde voy a ir? ¡Toda Azeroth
está siendo atacada! ¡Si éste es el fin, entonces, por Elune, estaré a
tu lado hasta el último aliento! ¡Además, por desgracia, ya hemos
permanecido demasiado tiempo separados el uno del otro a lo largo
de nuestra existencia por mor de las circunstancias!
— Sí, por mi culpa —reconoció Malfurion.
— No quería insi...
— No te merezco.
— Ya lo sé. —replicó Tyrande, lanzando una risita ahogada tanto
forzada.
hecho, Malfurion se percató de que era mucho más alto que gran
parte de los árboles normales y que sus ramas, que parecían
desprovistas de vida en la lontananza, se extendían por todo el
horizonte. Pero no se trataba de Teldrassil ni de ninguno de los
otros grandes árboles... aunque sí era un árbol de proporciones
titánicas.
Sin duda alguna, Xavius quería que ambos se presentaran ante él.
El cielo bramó. Y no rugió sólo por encima de ellos, sino por toda
Azeroth, por todo el Sueño/Pesadilla Esmeralda. No obstante,
Richard A. Knaak
Broll... Thura...
Y, esta vez, pudo percibirlos. Esta vez, pudo sentir cómo el otro
druida luchaba denodadamente para evitar que la Pesadilla se
adueñara de todo.
Estoy... listo...
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Thura, quien había sido elegida en parte por Malfurion, era una
sucesora digna de ambos.
*******
Aunque había visto todo aquello antes, aunque había sentido esas
emociones con anterioridad, en esta ocasión la terrible decepción
que suponía haber estado tan cerca del triunfo para acabar
fracasando una vez más fue más de lo que pudo soportar. Quizá si
hubiera contado con el poder de un centenar de Malfuriones, o de
un millar, habría triunfado sobre la Pesadilla...
La orca se estremeció.
Al final, el elfo de la noche tuvo claro que por mucho que siguiera
presionando a aquel aterrador enemigo no iba a conseguir nada, así
que cesó su ataque. Como sabía que debía atender a aquellos que
aún lo necesitaba, Malfurion selló la zona que circundaba la fisura.
Tyrande y él acordaron, sin necesidad siquiera de hablarlo, que la
batalla había concluido y habían salvado ambos reinos... esa otra
guerra tendría que esperar, sería librada en otro momento más
propicio.
30
Un Cónclave de Esperanza
Su shan'do se rió.
*******
Tyrande fulgía del amor de Elune. Era obvio que la Madre Luna
bendecía esa unión. Al pasar, muchos elfos de la noche se
arrodillaron instintivamente. Tyrande iba vestida con las prendas
de la Suma sacerdotisa. También la adornaba una gran capa de luz
azul plateada que ondeaba más allá de donde acababa el engaste.
Llevaba el pelo azul medianoche suelto y largo y, aunque parecía
tan sabia como todos creían que era su gobernante, también tenía
una cierta juventud añadida a su tremenda belleza que muchos
atribuyeron a la felicidad del momento.
— Nos sentimos honradas de que nos hayan pedido ser las que
celebren la unión de dos espíritus —entonaron al unísono—. Pero
en realidad estos espíritus han sido uno desde el principio...
La luz de la luna que caía sobre los novios brilló con más fuerza.
Al mismo tiempo, una hermosa aura carmesí brotó alrededor de
Alexstrasza mientras que una de color esmeralda lo hizo alrededor
de Ysera.
— Debo admitir que no hay nada como esto en Pico Nidal —rugió
Falstad mientras prácticamente se tragaba una de las dos que había
recogido.
— Oh, lo haré.
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