Ponty y Beavoir Cuerpo Fenomenico PDF
Ponty y Beavoir Cuerpo Fenomenico PDF
Ponty y Beavoir Cuerpo Fenomenico PDF
El cuerpo fenoménico
desde el feminismo
RESUMEN
En este artículo se analiza la relación entre Beauvoir y Merleau-Ponty con
atención a su estudio del cuerpo fenoménico. Afirmamos que la fenomenología
de la existencia hace posible comprender la experiencia vivida por las mujeres,
siempre situada y encarnada, como un modo de acceso "a las cosas mismas", y
las consecuencias feministas del concepto fenomenológico de Leib. Hacemos
hincapié en la posibilidad de superar la ontología dualista sartreana, todavía
latente en Beauvoir, con la ayuda de la ontologia de la carne de Merleau-Ponty
con el fin de seguir pensando las experiencias del cuerpo vivido en la
consideración de la diferencia sexual y sus motivaciones y con la intención de
evitar la discriminación a causa de las mismas.
ABSTRACT
This article analyzes the relationship between Beauvoir and Merleau-Ponty
with attention to their study of the phenomenic body. We state that the
phenomenology of existence makes possible to understand women‟s lived
experience, always situated and embodied, as an access way "to the things
themselves", and the feminist consequences of Leib‟s phenomenological
concept. We emphasize the possibility of overcoming Sartrian dualistic
ontology, still latent in Beauvoir, with the help of Merleau-Ponty‟s ontology of
the flesh in order to keep thinking the experiences of the lived body. In
considering the sexual difference and its motivations we seek to avoid
discrimination based on them.
1
Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigación subvencionado por el MCI español,
«Interpretación y verdad en la hermenéutica fenomenológica». 2010-2012. FFI2009-11921.
182 Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342
María Carmen López Sáenz
2
Una buena compilación de estas recepciones puede encontrarse en MARTIN ALCOFF, 2000.
3
Piénsese, por ejemplo, en el fenómeno de la violencia de género, que sólo en estos años ha recibido nombre, pero
que durante tantos siglos ha sido ejercido por unos y sufrido silenciosamente por otras. Además, la carne no sólo
padece – como habitualmente se tiende a pensar –, sino que también es sede y motor de acción. Remito al lector a los
escritos en los que he justificado su vinculación con la intencionalidad operante, y la esquematicidad corporal
(2002a, 2011), con la razón y la libertad (2004a), con la virtualidad, el nóema y el sentido (2007), con el género
(2002b) o con el habla (2006).
Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342 183
Artigo: Merleau-Ponty (1908-1961) y Simone de Beauvoir (1908-1986). El cuerpo fenoménico
desde el feminismo
Dado que toda experiencia es vivida por una conciencia intencional encarnada y
situada y que el cuerpo nos abre a las vivencias, éstas no pueden considerarse
abstractamente, ni objetivarse. Lo mismo puede decirse de la experiencia del cuerpo propio.
La reivindicación de las experiencias plenamente vividas por las mujeres ha de ir unida a la
de su cuerpo y a la de los valores que les están ligados con objeto de promover su
generalización. Esta es una de las tareas de la fenomenología. No se trata de un ejercicio
solipsista, porque la experiencia es relacional y nos permite acceder a lo universal sin
renunciar a lo propio: "No alcanzamos el universal desprendiéndonos de nuestra
particularidad, sino convirtiéndolo en un medio para alcanzar a los otros, en virtud de esa
afinidad misteriosa que hace que las situaciones se comprendan entre ellas" (MERLEAU-
PONTY, 1966, p. 113). Llegamos a lo universal sin eliminar las diferencias, reactivándolas
críticamente desde nuestra propia estilización de lo sedimentado, hasta conseguir que la
propia vida aparezca ante sí como irreductiblemente individual y universal o como el fruto
de la decisión tomada por alguien acerca de algo que le ha sido donado y puede o no
reactivar y conformar desde su particular situación. Se perfila así otra de las contribuciones
de la fenomenología de la existencia4 al feminismo: la redefinición de la universalidad y la
singularidad de manera dialéctica5. Su interrelación define la conciencia carnal del existir.
Consideramos que ésta comienza rechazando la dominación de la universalidad abstracta y
aceptando la coexistencia intercorporal. La reafirmación de la encarnación de la conciencia
en el cuerpo y en el mundo compartido no implica, sin embargo, la desaparición del yo,
sino la comprensión de su constitución inacabada a través de procesos de apropiaciones y
desapropiaciones que conducen a la identidad de un yo ampliado o "descentrado", en tanto
reorganización perceptiva vivida del campo de experiencias. Dicho campo no está
polarizado, sino que es el proceso de ser-coexistiendo en el cual se producen múltiples
diferenciaciones. Desde esta nueva comprensión, es posible aceptar una cierta identidad
femenina que se va configurando en las relaciones que mantiene con el propio ser corporal
y con sus múltiples modos de ser y de actuar en situaciones compartidas. Ante todo, es
preciso que dicha identidad adquiera la categoría de sujeto, porque son los sujetos situados
en el mundo y comprometidos carnalmente los que toman decisiones y actúan. Sus
4
Para una mayor explicitación de lo que entendemos por ella, véase López, 2012a, p. 208-293.
5
Acerca de esta cuestión, puede consultarse López, 2008 y 2012b.
184 Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342
María Carmen López Sáenz
6
Véanse mis artículos, 2003 y .2005.
7
Merleau-Ponty denomina praktognosia a ese conjunto de experiencias que requieren movimiento corporal, a esas
destrezas grabadas en el cuerpo, a las habitualizaciones de la experiencia que garantizan la continua intencionalidad
corporal hacia el mundo (MERLEAU-PONTY, 1979, p. 401).
8
Así lo ha comprendido NUSSBAUM, 1994. BORDO, 1993, por su parte, ha insistido en la necesidad de
relacionar la teoría con la experiencia corporal y ha propuesto algunos modelos para hacerlo.
Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342 185
Artigo: Merleau-Ponty (1908-1961) y Simone de Beauvoir (1908-1986). El cuerpo fenoménico
desde el feminismo
experiencia de campo, por lo que su significado es una síntesis siempre inacabada y, por
ello, siempre en vías de transformación. Por su parte, el feminismo nos ha enseñado a
sospechar del esencialismo y a reconocer que hay diferencias en la constitución de la
experiencia de las mujeres; éstas no vienen dadas con el género, sino con las diversas
estilizaciones de la experiencia propia sobre y a través de todo lo que se nos ha transmitido.
La existencia queda marcada por estilos femeninos y masculinos. A pesar de que
los primeros se han caracterizado por oposición a los segundos, pensamos que ambos son
una mezcla de actividad y pasividad. De ahí que sea posible desarrollar una fenomenología
de la existencia femenina encarnada que no consista en una simple negación de la
masculina, una pasividad opuesta a una actividad (LÓPEZ, 2009). Desde su contexto,
podremos someter a crítica las estilizaciones alienantes y buscar sus motivaciones en la
objetivación del cuerpo y en la sobre-cosificación del femenino. A la luz del cuerpo
fenoménico será posible, asimismo, desenmascarar la deformación incoherente que supone
reducir el cuerpo a una cosa manipulable hasta el infinito.
S. de Beauvoir tomó muy pronto conciencia de la importancia de esta
fenomenología del cuerpo para el feminismo. Reseñó la Fenomenología de la percepción
de Merleau-Ponty en el mismo año de su aparición, valorando su concepción concreta del
sujeto como conciencia encarnada (BEAUVOIR, 1945). En ese mismo año, ambos, junto
con Sartre, fundan Les Temps Modernes. Le deuxième sexe fue publicado cuatro años
después. Las influencias de la obra de Merleau-Ponty son evidentes en aquélla,
especialmente por lo que respecta a la tematización del cuerpo vivido como vehículo del
ser-en-el-mundo y como componente no desdeñable de la situación (BEAUVOIR, 2000a,
p. 12). Inspirada por la Fenomenología de la Percepción comprende el cuerpo, no como un
objeto material, sino como una situación inherente a nuestro ser en el mundo, como
determinante de nuestras aprensiones del mismo y esbozo de nuestros proyectos. Como su
coetáneo, niega, sin embargo, que dicha determinación se convierta en un destino fijo,
porque el cuerpo vivido sólo es un componente de un contexto más amplio (ontológico,
económico, social, psicológico). Esta autora, generalmente, ha sido reivindicada por el
feminismo de la igualdad, desde el momento en que establece que la mujer no nace, sino
que se hace y no por su sola elección, sino teniendo en cuenta sus determinaciones,
especialmente las de la masculinidad dominante que impide desarrollar el cuidado o la
186 Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342
María Carmen López Sáenz
La filósofa reivindica el cuerpo vivido como distinto del biológico y como tema
clave del feminismo. No olvida que los datos biológicos juegan un papel determinante en la
historia de la mujer, pero no explican por sí solos su discriminación (BEAUVOIR, 2000a,
p. 71). La identidad corporal genérica responde a un estilo aprendido a lo largo de sus vidas
(BEAUVOIR, 2000b, p.13-14 y 1995, p. 231); no consiste, por tanto, en una esencia
natural inmutable, sino definida fenomenológicamente como un proceso histórico y
existencial. Merleau-Ponty estaría de acuerdo: masculinidad y feminidad son variaciones de
Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342 187
Artigo: Merleau-Ponty (1908-1961) y Simone de Beauvoir (1908-1986). El cuerpo fenoménico
desde el feminismo
nuestro modo corporal de relacionarnos con el mundo, estilos que expresan un sentido de la
vida encarnada, potencias expresivas del cuerpo vivido, formas de habitar el mundo y darle
sentido desde el presente reactivando así lo que nos ha sido legado. Él concibe, como
Beauvoir, el “estilo” fenomenológicamente, como una deformación coherente o una manera
singular de compartir los significados enriqueciéndolos con los propios sentidos, como
écart de la chair (carne) generalizada que borra la falsa dicotomía esencia-individuo y, con
ella, toda jerarquía (MERLEAU-PONTY, 1964, p. 324).
La valoración del cuerpo fenoménico por Beauvoir coexiste, no obstante, con la
influencia de Sartre y su caracterización del cuerpo como mera carne, entendida ésta como
inmanencia material pasiva, como un objeto contingente que es definido y dominado por la
mirada subjetiva de otros, radicalmente opuesto a la conciencia, que es lo único
trascendente. Su influjo explica que Beauvoir vea el cuerpo femenino como un objeto del
deseo del otro, más que como cuerpo-sujeto. Avista a la mujer como la «degradación de
este objeto de carne» (BEAUVOIR, 2000b, p. 457) y concibe la carne sartrianamente (una
masa-cosa viscosa). En Merleau-Ponty no ocurre lo mismo: la carne es materia
interiormente trabajada, proceso ontogenético de diferenciaciones. Éstas son diversas
estilizaciones y no deficiencias respecto a un ideal. Desde ellas, es posible desarrollar una
fenomenología de la existencia femenina encarnada que no sea puramente una negación de
la masculina (LÓPEZ, 2002).
Merleau-Ponty pone de relieve la incidencia de la institucionalización en la
corporalidad y en el intercambio entre lo privado y lo público por acumulación simbólica
(MERLEAU-PONTY, 2003, p. 47). La persona no es constituida, sino que se instituye
reactivando los sentidos ya sedimentados, aunque estilizándolos. De este modo receptivo,
pero también dinámico, se gestan las Gestaltungen sociales, por reasunciones individuales
de los depósitos simbólicos. Merleau-Ponty ejemplifica este proceso haciendo referencia a
El Segundo Sexo de Beauvoir, concretamente a su reinterpretación del sujeto puro de Sartre
como una construcción social extensible al sujeto femenino: “La mujer como institución
social, esto quiere decir el sujeto puro (S. de Beauvoir). Muestra que entre lo social-
objetivo y la institución biológica o la conciencia hay una (situación?) de „psique‟”
(MERLEAU-PONTY, 2003). Ésta no nos determina desde fuera, sino que nos acompaña
constantemente.
188 Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342
María Carmen López Sáenz
Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342 189
Artigo: Merleau-Ponty (1908-1961) y Simone de Beauvoir (1908-1986). El cuerpo fenoménico
desde el feminismo
tanto, "no se trata de abolir las diferencias, sino de ver que no van al corazón o a la
inteligencia y que, deducción hecha de los talentos y vicios que deben a su condición
marginal, las mujeres pueden ser seres humanos" (MERLEAU-PONTY, 1954). Aunque
son diferentes y no viven la misma vida, mujeres y hombres han de dejar de verse como
grupos opuestos y afianzar sus relaciones, desapropiándose al mismo tiempo que acometen
una auto-apropiación reflexiva.
Merleau-Ponty trata las diferencias sexuales y de género en el contexto de las
relaciones. interhumanas y, a la inversa, concibiendo a éstas por analogía con las
intersexuales, como papeles complementarios: “ninguno de los cuales puede mantenerse sin
el otro: masculinidad implica feminidad, etc. Polimorfismo fundamental que hace que yo
no tenga que constituir al otro ante el Ego: ya está ahí y el Ego se gana de él” (MERLEAU-
PONTY, 1964, p. 274). La complementariedad que está proponiendo no es sólo la sexual,
ni la de el eterno femenino subordinado al varón, sino la de situaciones diferentes
necesarias para la sociedad. Muy cerca del feminismo marxista, está planteando que las
mujeres se unan entre sí y con los hombres que viven también oprimidos, sin verse
abocadas, por ello, a imitarlos y a negar así sus rasgos más propios.
En esta misma línea, Beauvoir trasciende la ontología sartriana y describe
fenomenológicamente y en primera persona otras experiencias vividas, las de la mujer, que
pasan por sus cuerpos. Se aproxima a Merleau-Ponty al concebir a éstos como
intencionalidades. En un sentido más positivo que Sartre, subraya la vulnerabilidad del
cuerpo, sus posibilidades afectivas y emocionales. De ahí que, para ella, la mujer no sea
una realidad ya acabada, sino en curso. Su vida y experiencia corporal depende de sus
cambiantes situaciones históricas; al ser existentes, las mujeres también pueden
modificarlas. Por ello, sus posibilidades deberían ser redefinidas.
En la filósofa pesa más la consideración merleau-pontiana del cuerpo como
conciencia perceptiva9, fundamental para buscar alternativas a la opresión de las mujeres.
Siguiendo estrechamente a este fenomenólogo, analizará la diferencia sexual tomando el
cuerpo como sujeto de experiencia y no como objeto científico, adhiriéndose así a la
consideración merleau-pontiana del cuerpo vivido como horizonte desde el que las
percepciones se destacan. Recordemos que el subtítulo del segundo volumen de Le
9
He puesto de relieve las profundas discrepancias en las concepciones del cuerpo entre Sartre y Merleau-Ponty, así
como sus implicaciones antropológicas en López, 2004b, especialmente, pp. 93-95.
190 Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342
María Carmen López Sáenz
deuxième sexe es “la experiencia vivida” y ésta sólo puede serlo porque tenemos un cuerpo
significativo que se halla entre lo biológico y lo sociocultural. Esto no obsta para que la
filósofa tome como modelo de aprehensión del mundo el paradigma masculino y describa
la experiencia vivida por la mujer por sus desviaciones con respecto a él.
La mujer, como el hombre es su cuerpo pero el sexismo ha determinado que ella
viva el suyo como otro: devenir mujer es renunciar al cuerpo propio al mismo tiempo que
se vive en él como en un objeto; de ahí se sigue que las relaciones que la mujer entable no
serán vehiculadas por un cuerpo-sujeto, sino por una cosa hundida en su inmanencia. Esto
se debe a la razón patriarcal dominante que dirige las experiencias y que aprehende a las
mujeres como intercambiables, no como verdaderos sujetos.
La fenomenología merleau-pontiana le permite a Beauvoir pensar las experiencias
propias comparándolas con las imágenes corporales a las que nos someten. Así se da cuenta
de que a la mujer la experiencia de su cuerpo le ha sido impuesta desde fuera, al mismo
tiempo que su cuerpo ha sido abstraído del verdadero cuerpo fenoménico y reducido a sus
funciones biológicas. Su “estilo” no es el del cuerpo vivido merleau-pontiano, sino el de un
cuerpo objetivado que tiene que vencer constantemente las invasiones de su espacio
corporal y de su tiempo.
Consideramos que el cuerpo vivido del que se ocupa Merleau-Ponty puede ser un
referente más universalizable que el cuerpo masculino para buscar alternativas al cuerpo
objetivado. Valiéndonos de él, diríamos que la mujer ha sido suprimida como cuerpo-
sujeto, es decir, como fuente de deseos y clave del Ser Vertical.10 La dominación que
identifica a la mujer con su cuerpo-objeto le niega la capacidad de ejercer un control moral
sobre el mismo. Esta situación es opresiva para ella. De ahí que, a diferencia de Merleau-
Ponty que dice “yo soy mi cuerpo”, Beauvoir diga que el cuerpo de la mujer es algo otro
para ella. No lo vive como suyo; sólo es cuerpo para otros, para los hombres sin ser para-sí.
En efecto, la mujer queda identificada como pura presencia ante el logos dominante
masculino por la cultura del consumo que sublima la exterioridad corporal. Esto determina
su manera de existir sin autonomía ni libertad, confinada en la inmanencia y excluida de
una racionalidad completa. Mientras el hombre toma su cuerpo como una relación directa y
10
El Ser Vertical es el característico de la Chair. Su modo de ser en el mundo es el erigido en y no el postrado ante
un sujeto dominador: “El ser vertical está de pie ante mi cuerpo de pie" (MERLEAU-PONTY, 1960, p. 28-29), no
es el ser representado.
Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342 191
Artigo: Merleau-Ponty (1908-1961) y Simone de Beauvoir (1908-1986). El cuerpo fenoménico
desde el feminismo
normal con el mundo válido para todos, como capacidad de trascendencia, el de la mujer
está sobrecargado por todo lo que la especifica y es por ello que lo vive como un obstáculo
(BEAUVOIR, 2000a, p. 15). Ellos encarnan lo positivo y también lo neutro, la mujer lo
negativo, lo que no es digno de universalidad.
Convendrían en que el cuerpo vivido no sólo es sexualidad vivida, sino el nudo
ontológico del ser con el mundo. De ahí que la diferencia sexual no sea ni una oposición
radical, ni lo Otro absoluto, como sugiere Lévinas, tan distanciado de la reciprocidad de la
intersubjetividad fenomenológica. 11 Están convencidos de que ésta debe prevalecer y no se
realizará si sólo el sexo masculino se afirma como esencial, mientras el otro se define como
alteridad pura (BEAUVOIR, 2000a, p. 17).
Beauvoir y Merleau-Ponty reconocen que la sexualidad es uno de los integrantes de
la existencia, pero no reducen el cuerpo a ella. Tanto en los niños como en las niñas, él
actúa como irradiación de una subjetividad que comprende el mundo a través de las manos,
los ojos, la piel y no sólo por órganos sexuales (BEAUVOIR, 2000b, p. 13). Cuerpo y
sexualidad son expresiones concretas de la existencia, pero también a partir de ésta se
pueden descubrir significaciones y esto es lo que el psicoanálisis no ha contemplado
(BEAUVOIR, 2000a, p. 87).
Estos fenomenólogos se han opuesto al pansexualismo y al reduccionismo
freudiano de la sexualidad a mero dato, y la han aprehendido como “atmósfera” de la
existencia (MERLEAU-PONTY, 1979, p. 196), como una dimensión de la co-existencia
intercorporal12 que somos.
Beauvoir existencializa de un modo semejante el cuerpo en el mundo e incide en él
como fenómeno de diferenciación sexual: “la manera en la que se experimenta como
cuerpo entre otros cuerpos traduce concretamente su situación existencial” (BEAUVOIR,
2000a, p. 105). Rechaza, además, la sesgada descripción que el psicoanálisis freudiano
proporciona de la sexualidad de la mujer, porque al estudiarla a partir de la libido
masculina, únicamente es capaz de mostrarla entre dos modos de alienación:”querer ser un
hombre la aboca al fracaso, mientras que tratar de afirmarse como mujer la convierte en un
11
Sobre la relación del pensamiento de Beauvoir con Merleau-Ponty, pero también con otros fenomenólogos como
Husserl y Lévinas, HEINÄMAA, 2001.
12
Véase sobre ello, (LÓPEZ, 2004c).
192 Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342
María Carmen López Sáenz
objeto, en el Otro. El verdadero problema que debe afrontar la mujer es cumplirse como
trascendencia” (BEAUVOIR, 2000a, p. 94); para ello, debe rechazar estos dos caminos de
mala fe.
Ambos se oponen, asimismo, al prejuicio freudiano que reduce el cuerpo a la
sexualidad; optan por el cuerpo fenoménico, que es fuente de experiencia y radiación de
subjetividad en el horizonte del mundo compartido por otras subjetividades. Entendido el
cuerpo de este modo, es posible, sin negar la diferencia sexual, evitar absolutizarla.
Completan, además, el psicoanálisis, con el marxismo, cuyo reduccionismo económico del
individuo tampoco les pasa desapercibido (BEAUVOIR, 2000a, p. 75, 105 y MERLEAU-
PONTY, 1996, p. 1565-159)13.
Los dos convienen que el género que se va adquiriendo no es una cualidad
secundaria, independiente de la materialidad concreta del cuerpo, sino una incorporación de
la cultura, la educación, la socialización, la clase social, etc., de la misma manera que la
razón encarnada siempre es teórico-práctica.
Estas influencias reafirman nuestro convencimiento de que no se puede decir sin
matizaciones que Beauvoir presente el cuerpo femenino tan sólo como un obstáculo para la
auto-realización de la mujer debido a su concepción sartreano-cartesiana del mismo. Si
hubiera seguido esta única vía, no habría descrito la multiplicidad de las experiencias
vividas por las mujeres. Ciertamente, la filósofa lleva a cabo algunas generalizaciones que,
en ocasiones, reflejan una vivencia instrumental de su cuerpo y una experiencia negativa
del mismo para la realización de sus proyectos; sin embargo, reconoce que en otra situación
más igualitaria esta vivencia podría cambiar.
Sin duda se detiene mucho más que Merleau-Ponty en las diferencias sexuales en
relación con las experiencias vividas a través del tiempo y con los cambios que afectan al
cuerpo. De ahí sus ricas reflexiones sobre la joven púber, la mujer casada, la maternidad, la
menopausia, etc. Él apenas emprende análisis empíricos, sino fenomenológicos; ambos son
necesarios, pero ninguno de ellos es suficiente per se.
13
Acerca de la crítica Merleau-pontiana del materialismo “grosero”, López, 2010a.
Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342 193
Artigo: Merleau-Ponty (1908-1961) y Simone de Beauvoir (1908-1986). El cuerpo fenoménico
desde el feminismo
194 Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342
María Carmen López Sáenz
15
Cfr. LÓPEZ, 2010b.
Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342 195
Artigo: Merleau-Ponty (1908-1961) y Simone de Beauvoir (1908-1986). El cuerpo fenoménico
desde el feminismo
activa (“yo puedo”) del cuerpo vivido, gracias a la cual “mi cuerpo toma posesión del
tiempo, hace existir un pasado y un futuro para un presente, no es una cosa, hace el tiempo
en lugar de sufrirlo” (MERLEAU-PONTY, 1979, p. 277).
No todos los seres humanos lo viven así; mucho menos las mujeres. Beauvoir
asegura que su tiempo no tiene una dimensión de novedad y por eso no son creativas, sino
rutinarias (BEAUVOIR, 2000b, p. 486). Esta generalización no descarta que haya mujeres
que creen obras maestras, incluso en su vejez. En nuestra opinión, la senectud puede
experimentarse de manera gratificante asumiendo verticalmente ese cuerpo vivido en sus
nuevas relaciones con el mundo y no sólo como recuperación del tiempo para una misma,
sino también como readaptación de la capacidad de temporalización, que enriquece el
presente con la memoria y lo proyecta hacia el futuro.
No es otra la lección que sacamos de la conciencia interna del tiempo de la que
tanto se ha ocupado la fenomenología. Creemos que su reinterpretación desafía a las teorías
del discurso que consideran que subordinan el espacio al tiempo y reducen este último al
tiempo narrado, mientras conciben el lenguaje como un mero sistema de signos y
convierten al sujeto en uno de sus productos o en mero articulador de relatos. Frente a ellas,
la fenomenología redefine el cuerpo como vivido, como instancia pre-discursiva que
interviene en el desarrollo de nuestra subjetividad tanto como en el de nuestra diversidad
siempre en interacción con el mundo y los otros. Entendido de este modo, el cuerpo es
trascendencia en la inmanencia de ambos géneros y de sus interrelaciones.
Esta reconceptualización del cuerpo, a la que hemos llegado con ayuda de Beauvoir
y de Merleau-Ponty, permite ampliar la estrecha racionalidad dominadora, así como revisar
el dualismo de la naturaleza y la cultura que, llevado a su extremo, sólo desencadena
determinismos que impiden encontrar una salida a la opresión de las mujeres. No sólo nos
referimos a los esencialismos y constructivismos, sino a la nueva dicotomía entre un
feminismo de la igualdad y otro de la diferencia.
El feminismo de Beauvoir tematizó la condición femenina desde esta concepción
del cuerpo dotado de significados. Se dio cuenta de que el de la mujer había sido
hipernormativizado desde fuera y formaba parte de una situación que la oprimía. Con su
propia fenomenología de la existencia, ayudada por la precisión de su propia vivencia,
describió la experiencia de la mujer a través de la historia, la economía, los mitos y la
196 Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342
María Carmen López Sáenz
temporalización desde el cuerpo femenino. Mostró que la mujer no era una realidad
acabada, sino un proceso en curso.
A pesar de que heredó una ontología dualista que se evidencia en sus escritos y que,
como hemos apuntado, podría superarse con la nueva ontología merleau-pontiana, aunque
los tiempos han cambiado desde 1949, la lectura de Le deuxième sexe, sigue siendo una
aguda descripción de vivencias compartidas, de discriminaciones en razón de las mismas y
de vías posibles de transformación.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
BORDO, Susan. Unbearable Weight: Feminism, Western Culture, and the Body.
Berkeley: University of California Press, 1993.
HUSSERL, Edmund. Ideen II, Husserliana IV. Den Haag: M. Nijhoff, 1952.
Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342 197
Artigo: Merleau-Ponty (1908-1961) y Simone de Beauvoir (1908-1986). El cuerpo fenoménico
desde el feminismo
LÓPEZ SÁENZ, Mª Carmen. Del cuerpo fenoménico como origen del nóema al cuerpo de
carne. In LORENZO, Rafael; MORENO, C., DE MINGO, A., (eds.) Filosofía y realidad
virtual. Zaragoza: PUZ, 2007, pp. 271-284.
198 Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342
María Carmen López Sáenz
LÓPEZ SÁENZ, Mª Carmen. Merleau-Ponty, filósofo del cuerpo vivido. Paideia. Revista
de Filosofía y Didáctica Filosófica. Nº 90, p. 25-51. Enero-Abril 2011.
NUSSBAUM, Martha. Feminism and Philosophy. New York Review of Books. October
20, 1994, p. 59-63.
Sapere Aude – Belo Horizonte, v.3 - n.6, p.182-199 – 2º sem. 2012. ISSN: 2177-6342 199