Tres Aspectos Del Espacio
Tres Aspectos Del Espacio
Tres Aspectos Del Espacio
a)
El
espacio
ha
tenido
una
presencia
importante
en
toda
la
historia
de
la
literatura:
pensemos,
para
irnos
centrando,
en
la
cantidad
de
obras
en
las
cuales
el
espacio
adquiere
un
papel
protagonista
desde
su
inicio;
y
vamos
a
poner
para
ello
algunos
breves
ejemplos:
-‐
Romances,
por
ejemplo
“La
jura
de
Santa
Gadea”,
empieza:
“En
Santa
Gadea
de
Burgos
do
juran…”
-‐
En
el
Cantar
de
Mio
Cid:
en
todo
momento
sabemos
dónde
se
encuentran
(Castilla,
Valencia…).
La
primera
tirada
de
la
obra
es
la
descripción
del
espacio
que
tiene
que
abandonar
por
obligación
del
destierro,
su
casa:
-‐ Jorge Manrique empieza las Coplas con una localización espacial:
-‐
En
La
Celestina
aparecen
como
elementos
protagonistas
las
casas
(
de
Calisto,
de
Melibea,
de
Celestina
)
y
también
el
huerto
de
Melibea.
-‐ Garcilaso de la Vega en la égloga III dice:
-‐
En
El
Lazarillo
asistimos
a
una
sucesión
de
espacios
determinantes
para
la
obra,
fundamentalmente
casas
de
los
amos
que
Lázaro
iba
sufriendo
sucesivamente.
-‐
El
Quijote
constituye
el
itinerario
por
excelencia,
seguramente
nuestra
primera
ruta
literaria
documentada.
-‐
La
novela
realista
del
s.
XIX
describe
minuciosamente
casas
y
todo
tipo
de
lugares.
-‐
Los
libros
de
viajes
tienen
claramente
el
espacio
como
eje,
por
ejemplo
Viaje
a
la
Alcarria
de
Cela.
-‐
No
debemos
olvidar
tampoco
obras
que
tienen
la
espacialidad
presente
ya
en
el
título,
por
poner
algún
ejemplo
entre
los
muchos
que
hay:
Campos
de
Castilla,
de
A.
Machado;
o
incluso
Sombras
del
paraíso
de
V.
Aleixandre.
-‐
Y
para
terminar
esta
pequeña
lista
de
ejemplos,
no
quiero
dejar
de
mencionar
esos
territorios
literarios,
esos
microcosmos,
creados
por
sus
autores
y
que
acaban
teniendo
un
valor
arquetípico
universal:
la
Vetusta
de
Clarín,
el
Macondo
de
G.
Márquez
y
la
Mágina
de
M.
Molina.
A
todo
esto
hay
que
añadir
que
la
Antigüedad
clásica
expresa
el
espacio
en
tópicos
literarios
como
el
“locus
amoenus”
o
el
“beatus
ille”.
En
el
Renacimiento
se
vuelve
la
vista
a
lo
clásico
y
se
retorna
a
la
Naturaleza
con
el
“menosprecio
de
corte
y
alabanza
de
aldea”,
que
se
representa
en
ambientes
bucólicos
en
la
novela
pastoril
y
en
la
poesía.
A
partir
del
s.
XVIII
se
considera
ya
un
elemento
imprescindible.
En
el
s.
XIX,
primero
con
el
Romanticismo
la
Naturaleza
se
adapta
al
estado
de
ánimo
del
autor,
y
después
con
la
novela
realista
se
incorpora
el
espacio
a
la
psicología
de
los
personajes,
los
cuales
son
como
son
debido
a
este
elemento;
porque
el
determinismo
biológico
vincula
al
hombre
con
los
espacios
de
su
entorno.
Últimamente
el
espacio
literario
ha
saltado
al
primer
plano
de
la
obra,
junto
al
tiempo
y
la
acción,
dejando
de
ser
un
elemento
secundario
y
mero
soporte
de
la
propia
acción.
Esto
sucede,
entre
otras
cosas,
porque
se
ha
reflexionado
profundamente
sobre
este
concepto,
llegando
a
la
conclusión
de
que
el
espacio
en
la
literatura
consiste
en
la
creación
de
imágenes
en
la
mente
a
partir
de
las
palabras;
y
ahí
está
la
propia
esencia
del
arte
literario.
En
esta
línea
de
investigación
en
torno
al
espacio,
aparece
en
la
década
de
los
30
del
s.
XX
el
concepto
del
“cronotopo”,
el
cual
supone
la
conexión
del
espacio
y
del
tiempo
de
forma
indisoluble:
el
tiempo
transcurre
en
el
espacio
y
viceversa.
Gaston
Bachelard
introduce
el
“topoanálisis”
que
consiste
en
el
estudio
psicológico
de
los
parajes
de
nuestra
vida
íntima,
estableciendo
oposición
entre
el
“adentro”
(espacios
del
bienestar)
y
el
“afuera”
(espacios
de
hostilidad).
Así
hemos
llegado
al
estudio
interdisciplinar
del
espacio,
que
ha
dejado
de
considerarse
como
una
realidad
externa
al
texto;
pasando
a
entenderse
como
un
elemento
de
cohesión
textual.
De
modo
que
el
tratamiento
del
espacio
y
del
tiempo,
determina
y
es
determinado
por
el
entramado
del
texto
literario;
porque
son
elementos
que
envuelven
la
obra
literaria
en
su
totalidad,
desde
el
mismo
germen
en
la
cabeza
del
creador.
Así
podemos
concluir
que,
en
este
sentido,
se
conjugan
constantemente
diacronía
y
diatopía;
y
sincronía
y
sintopía.
La
espacialización,
dice
G.
Berrio,
es
decisiva
en
el
arte.
En
la
poética
de
cada
autor
se
pueden
encontrar
distribuciones
habituales
del
espacio
que
son
orientaciones
de
su
pensamiento
fantástico;
todo
lo
cual
constituye
su
cosmovisión
o
universo
mítico.
El
esquema
espacial
imaginario
puede
organizarse
como
universal
estético
de
un
autor;
y
se
puede
ver
repetido,
con
ligeras
variantes,
en
distintos
textos
del
mismo.
El
espacio
literario
tiene
la
capacidad
de
agrandarse
sin
límites;
en
virtud
de
la
imaginación,
la
cual
lo
convierte
en
un
espacio
vivido
dejando
de
ser
un
simple
fenómeno
físico.
Toda
esta
diversidad
que
hemos
expuesto
es
la
que
hace
que
se
haya
estudiado
desde
puntos
de
vista
tan
variados.
Por
ejemplo
el
geógrafo
Edward
Soja
lo
define
con
arreglo
a
tres
criterios:
-‐ Espacio
físico:
Lugar
en
que
suceden
los
acontecimientos
(puede
ser
abierto
o
cerrado)
-‐ Espacio
psicológico:
Atmósfera
espiritual
que
envuelve
a
los
personajes
y
la
acción.
-‐ Espacio
social:
Cultural,
histórico,
económico,
social,
religioso…en
que
suceden
los
acontecimientos.
Este
es
dependiente
de
los
otros
dos.
Según
Janusz
Slawinski,
la
constitución
del
espacio
que
aparece
en
la
obra
literaria
transcurre
en
tres
planos;
él
distingue
tres
procesos
que
son
diferentes
manifestaciones
del
mismo
significado:
-‐ Plano
de
la
descripción:
La
descripción
es
el
inicio
del
planteamiento
y
del
crecimiento
del
espacio
creado
en
la
obra
literaria
porque
generalmente
este
se
presenta
en
las
oraciones
descriptivas.
Los
demás
elementos
(acción,
personajes…)
necesitan
un
territorio
en
el
que
suceda
algo.
Además
hay
espacios
implícitos
que
no
aparecen
directamente
en
la
descripción,
pero
sí
son
sugeridos
por
ella.
-‐ El
escenario:
Es
un
elemento
paradigmático
del
mundo
presentado
(oposiciones
e
interacciones
entre
personajes…).
Las
oposiciones
se
basan
en
que
a
cada
personaje
se
le
atribuyen
territorios
que
pueden
aparecer
opuestos
a
los
de
otros
personajes.
Así
vemos
que
los
espacios
están
ligados
a
las
funciones
de
los
personajes.
En
este
sentido,
hay
diferentes
escenarios
que
el
autor
diseña:
espacios
elípticos
que
el
lector
creativo
debe
reconstruir,
espacios
sin
lagunas
para
un
lector
con
independencia
limitada
y
espacios
laberínticos
para
lectores
llamados
a
descubrir
enigmas.
-‐ Los
sentidos
añadidos:
Se
relacionan
con
el
escenario,
y
es
una
relación
paralela
a
la
del
escenario
con
la
descripción.
Con
relación
a
la
descripción,
el
espacio
tiene
la
capacidad
de
producir
los
sentidos
añadidos,
contemplando
el
espacio
como
equivalente
de
estados
emocionales:
oposición
entre
espacios
realistas
y
fantásticos,
paisaje
idílico
frente
al
caos.
Al
considerar
los
sentidos
añadidos,
salimos
del
mundo
interior
de
la
obra
hacia
los
sistemas
semánticos
de
la
tradición
literaria.
b)
Enrique
Torner
considera
que
el
espacio
en
Valle-‐Inclán
es,
por
lo
general,
simbólico
(el
que
explica
las
alusiones
a
una
segunda
realidad
que
traspasa
los
límites
de
la
obra).
Por
lo
que
tiende
a
un
valor
metafórico,
con
una
segunda
realidad
oculta
que
traspasa
el
propio
texto
y
que
debe
considerarse
parte
fundamental
de
la
estética
de
Valle.
De
modo
que
el
estudio
de
su
obra
alcanza
una
dimensión
también
semiótica
o
de
signos.
Él
utiliza
un
método
arquitectónico
para
la
construcción
del
espacio
de
sus
obras
basado
en
círculos
concéntricos,
por
ejemplo
tanto
en
La
Corte
de
los
Milagros
como
en
¡Viva
mi
dueño!
Se
empieza
y
se
termina
en
el
mismo
lugar.
c)
Al
considerar
los
objetivos
de
las
rutas
literarias
hay
que
tener
en
cuenta
que
la
lectura
es
una
herramienta
básica
del
aprendizaje
y
una
de
las
principales
vías
de
acceso
al
conocimiento;
por
eso
la
adquisición
del
hábito
lector
es
una
prioridad
de
las
Administraciones
educativas
y
de
los
profesores,
especialmente
de
los
de
Lengua
y
Literatura.
De
entre
los
muchísimos
objetivos
que
se
podrían
reflejar,
voy
a
elegir
los
que
entiendo
como
fundamentales:
BIBLIOGRAFÍA
Picallo
,
Ximena
y
Araújo,
Silvia
–
Espacio
y
literatura:
cómo
se
trabaja
el
espacio
en
la
teoría
literaria
Torner, Enrique – El espacio literario en los esperpentos de Valle-‐Inclán