Sociedad, Derecho y Conflicto PDF
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EMILIO TROISE,
(BUENOS AIRES, 1938).
1
social se ha manifestado dentro de un devenir histórico según el avance de la sociedad
capitalista occidental.
Actualmente la apertura del “acceso al derecho” significa la posibilidad que tiene cada
ciudadano de acceder a los órganos jurisdiccionales. El “acceso a la justicia” es una
manifestación concreta del “acceso al derecho” y la apertura social del acceso al derecho es
un cambio en las normas sustanciales y procedimentales para que los ciudadanos
efectivamente accedan a la justicia.
Así, el desarrollo de los sistemas jurídicos occidentales contemporáneos está
caracterizado por una “liberación notable de acceso a los tribunales”1. Ese proceso de
acceso de la justicia ha sido desplegado dentro del ambiente político social de promoción
del Estado de Bienestar, exactamente en la década de los setenta, a raíz de las
investigaciones dirigidas por el jurista italiano Mauro Cappelletti. Este fenómeno se ha
generalizado en parte por el localismo globalizado “ADR” norteamericano, produciendo
una serie de reformas judiciales, especialmente en el procedimiento civil, financiadas en el
ámbito internacional por organismos internacionales (Banco Mundial, Banco
Interamericano de Desarrollo) o agencias de cooperación (USAID, GTZ, etc).
Uno de los elementos más resaltantes de las nuevas políticas publicas sobre el
acceso a la justicia es la reforma de las disposiciones de ayuda financiera para el acceso al
derecho: la llamada “Asistencia Judicial”. La función de la ayuda judicial organizada es el
paulatino progreso de la socialización del acceso a la jurisdicción ordinaria por parte de los
ciudadanos que sufren una desigualdad social. Sin embargo ha existido una tensa
contradicción entre las políticas publicas de acceso a la justicia promovidas en el tiempo del
Estado de Bienestar con los “MASCs”2.
En consecuencia, es interesante observar en el plano teórico la contradicción entre la
visión del acceso de la justicia del Estado de Bienestar y el globalismo localizado del
fenómeno de desjurisdiccionalización de los conflictos, junto a los “ADR”norteamericanos.
Supuestamente, el Estado de Bienestar es base del Movimiento de Cappelletti-Garth con el
ideal de acceso a la justicia, sin embargo, este movimiento promueve reformas judiciales
“liberales” como el proceso desjudicialización de los conflictos -proceso de reducción del
papel del Estado, retorno a las libertades negativas- y la implementación de los MASCs en
muchos países que se oponen an de la noción de Estado de Bienestar.
1
Loic Cadiet, “Le Spectre de la Société Contentieuse”, en Jean Beauchard y Pierre Couvrat (com.),
Écrits en Hommage a Gérard Cornu. Droit Civil, Procédure, Linguistique Juridique (Paris: Presse
Universitaires de France, 1994), 37.
2
Eso lo hace notar el jurista italiano Federico Carpi: “(...) se evidencia en los últimos años una
decadencia en el interés científico, el apoyo político y la pasión que en las décadas anteriores impulsaban toda
la temática de los servicios legales a los pobres. Por un lado, la organización de los grupos de consumidores
que viene generando, en diversos países, mecanismos propios de defensa jurídica; y por otro, factores como la
crisis del Estado benefactor y (...); la tendencia a adoptar mecanismos alternativos de solución de conflictos,
con procedimientos que a menudo no requieren de la ayuda legal; (...)”. Federico Carpi, “Legal Aid in Italy
and Europe”, en Essays on Transnational ad Comparative Civil Procédure (Torino: Giappichelli, 2001), 7;
citado por Roberto Omar Berizonce, “El Largo Camino hacia el Acceso Efectivo a la Justicia”, en Libro de
Ponencias del II Congreso Internacional de Derecho Procesal (Lima: Fondo de Desarrollo Editorial de la
Universidad de Lima, 2002), 124.
2
El “acceso a la justicia”, como aspiración de un orden social, tiene una
manifestación histórica en el movimiento ideológico de Cappelletti y Garth a nivel del
campo social; asimismo, en el campo netamente jurídico el acceso a la justicia tiene una
normatividad específica sobre el derecho a acceder a una tutela efectiva.
El origen del conflicto social está relacionado con el origen de la propiedad (“apropiación
de las cosas”). Los conflictos intersubjetivos aparecen en el desarrollo de la humanidad con
la desaparición de las sociedades “primitivas” y la institucionalización de normas jurídicas,
especialmente del derecho civil y de la propiedad3. Ciertamente, este proceso ha sido
correctamente sintetizado en el trabajo de Engels con respecto al origen de la propiedad
privada y del Estado4.
En un primer momento, los hombres, que vivían en sociedades primitivas o básicas,
subsistían gregariamente bajo intereses comunes, solucionando conflictos sobre la base de
este bienestar común. La conciencia del “ser individual” o del “ser sujeto distinto del
grupo” no existía, por lo que los conflictos sociales eran de carácter comunitario-naturaleza.
El conflicto intersubjetivo se manifestaba con relación al grupo: relaciones endógenas
(entre los miembros del grupo) y exógenas (entre grupos humanos). Sin embargo, al
aparecer la división social por la especialización del trabajo, la apropiación del excedente
de producción generado por el trabajo de un grupo social, y la constante dicotomía entre ser
colectivo y ser individual, se originaron los conflictos sociales. Estos hechos dieron origen
al Estado como un instrumento de control político de la violencia ejercida en las relaciones
sociales a través de las normas que organizaría el nuevo orden de apropiación de los bienes
y las relaciones entre las personas: el derecho civil.
La aparición del proceso judicial o de la jurisdicción es parte del origen del Estado
como una necesidad histórica para solucionar los conflictos sociales. La solución de
conflictos sociales desatados en la sociedad por la contradicción de las clases sociales -
según el análisis marxista-, acarrea la necesidad que se institucionalice la solución del
conflicto mediante la participación del Estado: el tercero que se avoca a solucionar el
conflicto e impone esta solución como un acto de derecho.
Debemos aclarar dos características de los medios de solución de conflictos.
Primero, el concepto de medios autocompositivos o heterocompositivos nos traslada al
concepto de procedimiento. Si bien es cierto que la autotutela o la autodefensa no son en
realidad procedimientos, estos “medios” hacen referencia a una secuencia de actos por los
cuales las partes solucionan el conflicto. Más que modos de conclusión del proceso, se les
enfoca actualmente como procedimientos para la solución de los litigios5.
Segundo, la clasificación de los medios de solución de conflictos viene de la
oposición entre el Estado como “representante” del bien común, de la comunidad, del
3
Cabe recordar el ejemplo señalado por Anatole France en la metáfora sobre el nacimiento del
derecho civil. Emilio Troise, Materialismo Dialéctico, 3ª ed. (Buenos Aires: Editorial Platina, 1966), 258.
4
Federico Engels, Op. Cit., 160 y ss.
5
Niceto Alcalá-Zamora y Castillo, Op. Cit., 71-102; Héctor Fix-Zamudio, “Ejercicio de las
Garantías Constitucionales sobre la Eficacia del Proceso”, en IX Jornadas Iberoamericanas de Derecho
Procesal, Nº 165 (Madrid: 1985); Mauro Cappelletti y Bryant Garth, El Acceso a la Justicia (La Plata: Colegio
de Abogados de La Plata, 1982), 91 y ss.
3
grupo social y la fundamentación liberal y racional de la autonomía de la voluntad privada
en sociedad: la heterocomposición y la autocomposición. Uno de los primeros en clasificar
los medios de solución o composición de los conflictos es el jurista italiano Piero
Calamandrei6. Sin embargo, con el estudio del gran maestro español Niceto Alcalá-Zamora
y Castillo, “Proceso, Autocomposición y Autodefensa”7, se desnuda, desde la dogmática
jurídica, cuales han sido los distintos procedimientos para solucionar los conflictos sociales.
Posteriormente, muchos autores han señalado y repetido esta clasificación, logrando
reafirmar la clasificación del eximio maestro italiano.
Este proceso de solución de conflictos se ha tornado en un proceso dialéctico donde
conviven y luchan entre sí distintas tradiciones, prácticas y mecanismos jurídicos desde el
origden de la sociedad. La clasificación de los medios sociales de composición de
conflictos de Carnelutti y Niceto Alcalá-Zamora y Castillo se manifiesta como sigue:
1. La Autodefensa y Autotutela.
2. La Autocomposición.
3. La Heterocomposición: el clásico “Proceso”.
La “autotutela” es conocida como “autodefensa”8, “autotutela”9 o llamada en el
ámbito legal normativo, la “defensa extrajudicial o privada de un derecho”10. Este medio de
solución de un conflicto no es, en realidad, un procedimiento per se, sino la conclusión
final de la imposición social del interés hegemónico de una de las partes, sacrificando el
interés de la otra parte11. Este medio es manifestado socialmente como la venganza o
hacerse justicia por su propia mano. A pesar de que la autotutela es una secuencia de actos
sobre la imposición de una voluntad sobre otra, es, ciertamente, calificada como un medio,
y no como un procedimiento, ya que se le considera como una forma “incivilizada, ruin y
bárbara”12.
Un segundo medio social de solucionar un conflicto es la autocomposición. Existen
dos formas de autocomposición: la bilateral y la unilateral. La autocomposición unilateral -
conceptualizada por algunos en un “sentido restringido”- es caracterizada por llegar a
solventar el enfrentamiento con el sacrificio del interés propio, dejando subsistir el interés
6
Piero Calamandrei, Instituciones de Derecho Procesal Civil (Buenos Aires. Depalma, 1943).
7
Niceto Alcalá-Zamora y Castillo, Proceso, Autocomposición y Autodefensa, 3ª ed. (México:
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, 1970), 71-102.
8
Denominada “autodefensa” por el maestro italiano Francesco Carnelutti, en el sentido que la
considera como un “genus, intro quale e posible disconoscere delle specie diverse”. Francesco Carnelutti,
Sistema de Diritto Processuale Civile Composizione del Processo, t. I (Padova: CEDAM, 1936), 168; Niceto
Alcalá-Zamora y Castillo, Op. Cit., 71-102.
9
Denominada “autotutela” por el maestro uruguayo Eduardo J. Couture al definirla como “la
reacción directa y personal de quien se hace justicia con manos propias”. Eduardo J. Couture, Fundamentos
de Derecho Procesal Civil, 3ª ed. (Buenos Aires: Editorial Depalma, 1966), 9.
10
Denominada así por el maestro Eduardo García Máynez en sentido excepcional del procedimiento
y del ejercicio del derecho. Eduardo García Máynez, “Reseña del Libro Proceso, Autocomposición y
Autodefensa de Niceto Alcalá.-Zamora y Castillo”, Revista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia
(México), t. X, Nº 38 (abril-junio 1948), 172. Este término ha sido recogido por distintas legislaciones, entre
las cuales se encuentra la del Perú.
11
Es aprensible la definición de Flores sobre la autodefensa: “Solución caracterizada por la falta de
un juez distinto de las partes, la carencia de un verdadero procedimiento y la imposición del interés propio de
una de las partes, generalmente la hegemónica, sacrificando el de la ajena”. Fernando Flores García, Op.
Cit., 141.
12
La forma “primitiva” todavía presente en los problemas bélicos, es una forma de generalizar a las
distintas variantes de estos medios de solución de conflictos. Fernando Flores García, Op. Cit., 141.
4
ajeno: la donación, la cesión de derechos, la renuncia o desistimiento de la pretensión (no
de la demanda, de la instancia o de la acción) y el allanamiento. Se manifiesta la
autocomposición de forma bilateral, con la conciliación, la mediación y la transacción13.
Carnelutti señala cuales son las formas de autocomposición que “incluiría” una
clasificación más exhaustiva:
1. La Renuncia.
2. El Desistimiento.
3. El Reconocimiento.
4. El Allanamiento.
5. La Transacción.
Al lado de la autocomposición “unilateral”, se encuentra la “autocomposición
bilateral”, denominada así porque ambas partes son las que solucionan su conflicto. Así,
Carnelutti las divide en autocomposición unilateral y bilateral, esta ultima, como hemos
dicho, incluye a la transacción, la conciliación y la mediación. El carácter jurídico de la
transacción no es meramente de composición contractual14, sino más bien responde a la
noción de un procedimiento genérico denominado “negociación”.
En cuanto a las características de la autocomposición, creemos que ha habido una
confusión que se ha trasladado al concepto de conciliación. Primero, los medios
autocompositivos hacen referencia, como lo hemos mencionado, a un procedimiento de
solución, a una composición opuesta al proceso judicial -adjudicación estatal-, es decir, la
autocomposición es una composición consensual en la cual participan siempre ambas
partes. La autocomposición “se trata de un arreglo pacífico del conflicto, por medio de un
acuerdo, expreso o tácito, de los interesados en él, sin acudir a una tercera o entidad que
para que lo dirima”15. Por ende, la autocomposición es siempre bilateral porque es una
composición consensual -siempre se remite a la composición conjunta de las partes- que en
su sentido material se denomina negociación y en su sentido jurídico se le ha denominado
transacción -al menos hasta la aparición de la conciliación y la mediación-. En cambio, la
llamada autocomposición en strictu sensu, “restringida” o “unilateral”, no es en realidad un
procedimiento, sino más bien son actitudes jurídicas o conductas resueltas del
procedimiento autocompositivo en su variante transacción, conciliación o mediación. El
allanamiento, el reconocimiento, el desistimiento, la renuncia son posturas que asume una
de las partes frente al contenido material del conflicto, no es un procedimiento en sí, no es
un procedimiento de solución, sino una conducta que se toma a raíz de un procedimiento
determinado.
El último procedimiento de solución de conflictos es el héterocompositivo, llamado
“adjudicación”. En la clasificación de Carnelutti, el “proceso” es un tipo de medio
héterocompositivo, es decir, un procedimiento por el cual un tercero ajeno a las partes
decide sobre el litigio. Este tercero tiene la capacidad o potestad, el imperium, delegado o
en representación, para solucionar el litigio. En un momento determinado de la historia,
13
Otro elemento nuevo de esta clasificación es la autocomposición “restringida”. Este medio de
solución de conflictos se caracteriza por solucionar el conflicto mediante el sacrificio o renuncia de la
pretensión de una de las partes, es decir, el sacrificio del interés propio (¿unilateral o bilateral?), subsistiendo
el interés ajeno (la donación, la cesión de derechos, la renuncia o desistimiento de la pretensión en el ámbito
procesal, el allanamiento).
14
Francesco Carnelutti, Estudios de Derecho Procesal, vol. I (Buenos Aires: EJEA, 1952), 205.
Específicamente Nº 2, “La Función del Proceso del Trabajo.”
15
Víctor Fairén Guillén, Op. Cit., 20.
5
este tercero, denominado, “arbitro”, se separa de la sociedad, se articula institucionalmente
y su facultad de decidir se torna en una potestad estatal (división de la heterocomposición
estatal y arbitral). Con el proceso histórico de complejización social, se legitimó esta
potestad estatal con una serie de doctrinas políticas, cambios sociales y económicos entre
los cuales cabe destacar la legitimidad estatal de solucionar un conflicto por ser un acto de
“Justicia de Dios”, “Justicia Divina” y, posteriormente, con el advenimiento de los
“Tiempos Modernos”, en un acto de “Justicia Racional”, es decir, “una composición justa”
del conflicto. Así, el proceso es el medio jurídico formal y formula racional social
legitimada de monopolizar el control de la violencia social por parte del Estado. La
aplicación correcta de la norma jurídica sustantiva para lograr la convivencia 16 ha
culminado con el proceso judicial o “proceso jurisdiccional” -llamado así por Carnelutti-,
denominación que ha pasado a ser universal como “la justa composición de litigio” o una
“operazione, mediante la cuale si ottiene la composizione de la lite”17.
Posteriormente, el jurista mexicano Fernando Flores García ha incluido una
categoría más a esta clásica clasificación. De esta manera, se señala la aparición histórica
de los “MASCs” (“equivalentes jurisdiccionales”), dándole autonomía frente a la categoría
de la autocomposición18. En el próximo cuadro podremos observar la clasificación de
Calamandrei - Alcalá-Zamora y Fernando Flores García:
Cuadro N°
Clasificación de los Medios de Solución de Conflictos
16
Niceto Alcalá-Zamora y Castillo, Estudios Diversos de Derecho Procesal (Barcelona: Bosch,
1987), 55-6.
17
Carnelutti denomina al proceso como “una justa composición del litigio” o una “operación
mediante la cual se obtiene la composición de la litis”. Francesco Carnelutti, Op. Cit., 44. El estudio del
proceso provocó el nacimiento del derecho procesal y de la teoría general del proceso. Algunos autores hacen
referencia a una doctrina o teoría general del proceso, pero todos mencionan la sistematización del proceso
como instrumento social en la regulación de la compleja sociedad capitalista.
18
Fernando Flores García, Op. Cit., 143.
6
renuncia, el reconocimiento, la transacción, la composición procesal, la conciliación y el
compromiso, así como los excluyentes o sustitutivos del proceso19.
Aunque no lo hemos mencionado en la clasificación de Flores García, este autor ha
querido incluir a la autodefensa como una forma de autocomposición en sentido lato, sin
embargo, la distinción entre ésta y la autocomposición es que mientras en la autodefensa
encontramos una falta de consentimiento de las partes -no existe una composición conjunta
de la litis, sino la imposición de la voluntad de una de ellas20-, en la autocomposición, la
decisión de solucionar el problema provienen de una manifestación conjunta. Sin embargo,
cabe acotar que Flores García, siguiendo a Carnelutti, considera a los medios
heterocompositivos de solución de conflictos divididos en dos vertientes o
desembocaduras: el proceso jurisdiccional y los equivalentes jurisdiccionales o procesales
carneluttianos, donde estos últimos forman el sector de soluciones semejantes al proceso.
Lo interesante de los equivalentes jurisdiccionales es que esta “nueva” clasificación
responde a la característica de la conciliación y la mediación: son medios paralelos a la
composición justa o judicial, siendo esta realmente su naturaleza jurídica y social.
19
Se refiere más a medios para solucionar litigios que a modos de concluir el proceso, Francesco
Carnelutti, Sistema de Derecho Procesal Civil, vol. I (Buenos Aires: Uthea, 1944), 197; Carlos Alberto Díaz,
Instituciones de Derecho Procesal, vol. II (Buenos Aires: Abeledo-Perrot, 1972), 511-9. Esta clasificación
proviene de Francesco Carnelutti, Op. Cit., 154-79; el mismo autor, Instituciones del Proceso Civil, 2ª ed.,
vol. I (Buenos Aires: EJEA, 1973), 109-14.
20
Quizás podrían entrar los llamados medios de autocomposición “unilateral” como un tipo de
autodefensa que no involucra el consentimiento de ambas partes y soluciona el conflicto unilateralmente. Aún
así, creemos que no son un procedimiento sino una postura frente al conflicto.
21
Mauro Cappelletti, “L`Acceso alla Giustizia e la Responsabilitá del Giurista”, en Studi in Onore di
Vittorio Denti, Vol. I (Padua: CEDAM, 1994), 264 citado por Eugenia Ariano, Op. Cit., 178.
22
“Dice Kelsen: El autor sólo puede hallarse en condiciones de preparar este libro porque tuvo el
privilegio de venir a Estados Unidos y de trabajar durante dos años en la Universidad de Harvard. La
oportunidad la debe principalmente a la generosa ayuda de la Fundación Rockefeller, a quien desea expresar
su sincera gratitud (Teoría General del Derecho y del Estado, UNAM, 1969, p. X). Por supuesto: no hay
7
interpretación al caso del “Movimiento de Acceso a la Justicia”23. Lo cierto es que los
estudios del derecho y en especial, los resultados comparativos de la investigación de este
movimiento “socio cultural”, han servido para el proceso de globalización del derecho en
sus dos dimensiones: los “MASCs” como panacea jurídica (localismo globalizado) y la
forma de conocer los futuros impactos en los países en los cuales se extendió este conjunto
de instituciones jurídicas (globalismos localizados).
Según la jurista peruana Eugenia Ariano, el movimiento por el acceso a la justicia es
un “movimiento cultural” que representa una reacción a la visión positivista y al
reduccionismo normativista del derecho24. Esta autora cita a Cappelletti para reafirmar su
veredicto sobre la visión integral del derecho de este movimiento en diversos puntos:
1. Una primera crítica a la corriente jusfilosófica del formalismo y del dogmatismo
jurídico, con su absurda pretensión de un derecho “puro”, de una dogmática jurídica
“neutral” u objetiva y de un sistema jurídico “autopoyético”.
2. Una visión integral del derecho: estudio de la norma, las personas y su contexto, las
instituciones y los procesos a través de los cuales el derecho es parte integrante de
un ordenamiento social más complejo.
3. Propuesta de investigación tridimensional: estudio del problema, necesidad o
instancia social que una determinada intervención jurídica trata de resolver; examen
de la respuesta jurídica en el plano normativo, institucional y procesal; y examen
crítico de los resultados en el plano social (económico, político, etc.) para establecer
la situación de indefensión y protección de las personas25.
ninguna prueba empírica de que Rockefeller ni ningún otro capitalista invirtiera dinero en nada que no
redunde en beneficio de su capital...”. Oscar Correas, Introducción a la Crítica del Derecho Moderno, 337-8.
23
Al leer el informe final de la investigación de Cappelletti y Garth dice que este “trabajo es fruto de
un proyecto de cuatro años de investigación comparativa titulada “Proyecto Florencia para el Acceso a la
Justicia”, patrocinado por la Fundación Ford, y, con un enfoque ligeramente más local, el Consejo Italiano de
Investigación”. Mauro Cappelletti y Bryant Garth, El Acceso a la Justicia. La Tendencia en el Movimiento
Mundial para hacer Efectivos los Derechos (México: Fondo de Cultura Económica, 1996), 9.
24
Eugenia Ariano, Op. Cit., 177.
25
“El movimiento por el acceso a la justicia, si bien tiene como punto de partida la crítica realística
del formalismo y del dogmatismo jurídico, con su absurda pretensión de una “pureza” que nada tiene que ver
con la realidad, se propone objetivos más diferenciados y más fieles a la complejidad de la sociedad humana.
El aspecto normativo del derecho no es renegado, pero es visto como uno de los elementos, y tampoco el más
importante, dado que preeminentes son las personas (con todas sus peculiaridades culturales, económicas,
sociales), las instituciones, los procesos, personas, instituciones y procesos a través de los cuales el derecho
vive, se forma, evoluciona y se impone. Además el derecho es visto no ya como sistema separado, autónomo,
autosuficiente “autopoyético”, sino como parte integrante de un más complejo ordenamiento social, en donde
no puede ser artificialmente aislado de la economía, de la moral, de la política: se afirma así aquella que ha
sido llamada la concepción “contextual” del derecho... En lugar de una concepción unidimensional, limitada
al análisis de la norma, se propone así una concepción tridimensional del derecho y de su análisis: una
primera dimensión que investiga las premisas, el problema o necesidad o instancia social que una
determinada intervención jurídica trata de resolver; la segunda examina la respuesta, o solución en el plano
normativo pero también institucional y procesal, dirigida a resolver aquel problema o necesidad o instancia
social; mientras la tercera está dirigida a examinar críticamente los resultados, en el plano latu sensu social
(económico, político, etc.) que de tal respuesta o solución derivan concretamente en el ámbito de la sociedad.
El análisis del jurista se vuelve así extremadamente más complejo, pero también más fascinante e
infinitamente más realista; aquel no se limita ya a determinar, por ejemplo, que para promover el inicio de un
proceso, o para hacer valer una impugnación, se deban observar ciertos preceptos formales, sino que implica
además un análisis de los tiempos requeridos para obtener el resultado querido, de los costos a afrontar, de las
dificultades también psicológicas por superar, de los beneficios obtenibles, etc. A su vez, el análisis del
derecho sustancial no puede ya limitarse a tomar nota, por ejemplo, del hecho que ciertas normas, inclusive a
8
El movimiento de acceso a la justicia planteó un proceso de reformas jurídicas
dentro del Estado Social de Derecho en todo el mundo -al modelo del “Welfare State”-,
específicamente, sobre los límites sociales impuestos a un efectivo acceso a la justicia:
1. La “barrera” económica social. Este límite impide a muchas personas acceder a los
órganos judiciales a razón de su falta de capacidad económica, por lo cual sus
derechos son meramente “formales” o “aparentes” (“la primera oleada”).
2. La “barrera” organizativa social. Este límite social impide que ciertos derechos,
intereses “colectivos” o “difusos” no sean eficazmente tutelados sino se realiza una
reforma o transformación de las normas, procedimientos e instituciones
tradicionales del derecho procesal, cambios que permitirán tutelar aquellos derechos
o intereses (“la segunda oleada”).
3. La “barrera” procesal social. Este límite se manifiesta en que ciertos tipos
tradicionales de procesos resultaban impropios o inadecuados para tutelar ciertos
intereses (“la tercera oleada”)26. En este grupo se encuentra la legitimación de las
reformas judiciales emprendidas a partir del “Consenso de Washington” por los
países latinoamericanos, es decir, el proyecto de inclusión del proceso de
desjudicialización de los conflictos en los ordenamientos jurídicos nacionales a
través de los “sistemas alternativos de justicia”.
La relación entre el “Acceso a la Justicia” y la conciliación extrajudicial se torna en
una cuestión teórica y operativa. El “acceso a la justicia”, como una realización de la
libertad e individualidad de la persona en sociedad, a través del Estado o fuera de este, es
un concepto que tiene un nexo jurídico operativo entre el movimiento de acceso a la justicia
y la conciliación extrajudicial. La conciliación es parte del programa de dicho movimiento
y considerada como un fenómeno jurídico de la “tercera ola”. En esta tercera ola incluye el
proceso de desjurisdiccionalización de los conflictos sociales a través de instituciones
procesales, entre ellas, la conciliación extrajudicial.
Este movimiento es el que plantea y legitima los estudios de los “MASCs” y,
especialmente, de la conciliación extrajudicial27. Sin embargo, es discutible si este
movimiento parte, como dicen sus autores, de principios o valores universalizados,
mínimos éticos compartidos, como son los derechos humanos de segunda generación. Es
cuestionable también si este movimiento “cosmopolita” es el resultado del proceso de
globalización jurídica en el cual los agentes económicos internacionales encontraron una
legitimación jurídica y cultural para iniciar el proceso de “desjurisdiccionalización de los
conflictos” según sus propios intereses políticos, económicos, etc.
9
La preocupación entre el formalismo que representaba la dogmática procesal clásica con
respecto al proceso y la improbable realización de la justicia ha sido una constante desde el
siglo XIX28. La contradicción entre el Estado liberal del siglo XIX -positivista y legalista- y
la ebullición de los movimientos sociales del siglo XX terminó por establecer una nueva
concepción de la justicia y del Estado (“Welfare State”). El movimiento por el acceso a la
justicia propuso una serie de reformas para lograr un acceso a todos los ciudadanos. La
filosofía política de este movimiento está relacionada con el valor o principio fundamental
de la igualdad: una igualdad “sustancial”, “efectiva”, sustento del “Estado de derecho”29.
Además, el estudio del acceso a la justicia se vincula con la historia del proceso y de forma
extensiva, con las fórmulas, procedimientos y medios institucionalizados o no de solucionar
los conflictos sociales de relevancia jurídica.
El movimiento por el acceso a la justicia, como movimiento ideológico en el
derecho, no sólo constituyó un movimiento cultural, sino que propuso una serie de reformas
en los sistemas jurídicos definiendo el propio concepto de “acceso a la justicia”sobre dos
finalidades del ordenamiento jurídico: el sistema debe ser igualmente accesible para todos y
la solución debe ser individual o socialmente justa. En consecuencia, la gente podría hacer
valer sus derechos y solucionar sus conflictos a través del planteamiento teórico de nuevas
formas operativas que cumplan estas dos finalidades30.
En el caso del tratamiento constitucional y legal del “acceso a la justicia”, este
desarrollo histórico ha sido muy variado. En el ámbito constitucional, el tratamiento de la
solución de conflictos es producto del proceso de constitucionalización de las garantías
judiciales. El concepto político jurídico de “Debido Proceso” es una institución
constitucional y procesal que implica una nueva concepción en lo que representa la justicia
y la forma de llegar a ella para la sociedad moderna. Así, es inviolable por la ley el medio
por el cual el Estado cumple con el rol de adjudicador y soluciona el conflicto entre las
partes: es una coraza más de protección a los intereses de las partes frente al “Ius Punendi”
o la “jurisdictio” estatal.
En el campo legal, la prohibición de acceder a la justicia por “mano propia”
(autodefensa) -medio no institucionalizado- es la restricción paulatina de la capacidad de
las personas, ofreciendosele “a cambio un sistema que debe mostrarse eficaz”31. Estas
restricciones las encontramos en el artículo 138 de la Constitución Política del Perú de 1993
28
Santiago Sentís Melendo, “Presentación”, en Vittorio Denti, Estudios de Derecho Probatorio
(Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa-América, 1974), 8-9.
29
“Este es el criterio que diferencia el tradicional “Estado de derecho” del moderno “Estado social
de derecho”. En otras palabra, la idea del “acceso” ha sido afirmada como esencial criterio de una moderna
concepción social-liberal del Estado, entendido como Welfare State”. Cappelletti, Op. Cit., 273, citado por
Ariano, Op. Cit., 179.
30
“Las palabras “acceso a la justicia” no se definen con facilidad, pero sirven para enfocar dos
propósitos básicos del sistema jurídico por el cual la gente puede hacer valer sus derechos y/o resolver sus
disputas, bajo los auspicios generales del Estado. Primero, el sistema debe ser igualmente accesible para
todos; segundo, debe dar resultados individual y socialmente justos. Nuestro enfoque, en este caso, será en
especial sobre el primer propósito, el acceso pero necesariamente tendremos en cuenta el segundo... Este
enfoque, según será, va mucho más allá que todos los anteriores. Quizá se haya originado en la desaparición
de la fe tradicional en la solidez de nuestras instituciones legales y sea inspirado por el deseo de hacer reales y
no simplemente simbólicos los derechos de la gente común, por lo que exige reformas de gran alcance y una
nueva creatividad”. Mauro Cappelletti y Bryant Garth, El Acceso a la Justicia. La Tendencia en el
Movimiento Mundial para hacer Efectivos los Derechos, 9-10.
31
Francisco Ramos Méndez, El Sistema Procesal Español (Barcelona: Bosch, 1997), 123.
10
sobre la “administración de justicia”32. En el derecho constitucional comparado,
encontramos como icono de la prohibición de la autotutela a la Constitución Mexicana de
Querétaro de 191733. La consagración jurídica de la autotutela o autodefensa solo es
permisible en casos excepcionales34, tanto en el ámbito civil como en el penal, como bien
lo señalan los Códigos Civiles y Penales del Perú35. En consecuencia, tenemos claro que
existe un concepto de justicia o de acceso al bien social de justicia dentro del campo
constitucional y de la legislación que tiene como contenido una concepción de entender la
justicia, es decir, una apropiación ideológica de lo que la sociedad considera justo e injusto,
como es el caso de la justicia a “mano propia”. Esta es una de las primeras diferencias entre
medios justos lícitos e ilícitos, entre medios formales y no formales, como sucedería con la
conciliación extrajudicial.
Desde el plano histórico social, las exigencias de distintas clases, enfrentadas al poder
estatal monárquico absolutista, se centraban en demandar seguridad para atenerse a los
efectos de su propio accionar político, social, económico y, sobre todo, de los actores
estatales. Especialmente la necesidad de una clase, la burguesía, de controlar el sistema
normativo que regulaba sus actividades económicas determinó los criterios de legitimidad
del principio de seguridad jurídica36.
Por otro lado, en el plano teórico se realizó el primer paso para configurar un
sistema normativo de protección de los derechos humanos. Se consideró que el elemento
formal (la seguridad jurídica) de los derechos humanos era esencial para su materialización
en una realidad legal y social37. Después de un proceso político tan largo como intenso, las
garantías formales de la seguridad jurídica se manifestaron como garantías
32
“Artículo 138.- La potestad de administrar justicia emana del pueblo y se ejerce por el Poder
Judicial a través de sus órganos jerárquicos con arreglo a la Constitución y a las leyes. En todo proceso, de
existir incompatibilidad entre una norma constitucional y una norma legal, los jueces prefieren la primera.
Igualmente, prefieren la norma legal sobre toda otra norma de rango inferior”.
33
En el Perú, ha habido una serie de constituciones que prohíben la autotutela desde la Constitución
de 1823. Una de las primeras constituciones latinoamericanas fue la mexicana cuyo precepto constitucional se
ha repetido en las demás constituciones de la región. El artículo 17 de la Constitución Mexicana dice lo
siguiente: “Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho
(...)”.
34
Existe la autodefensa en la “legitima defensa, el derecho de retención, el de huelga, la posibilidad
de cortar árboles o plantas del vecino que invadan mi predio, aun la propia exceptio de nos adimpleti
contractus. Y en el derecho internacional, la guerra como la ultima ratio”. Enrique Véscovi, Teoría General
del Proceso, 2ª ed. (Bogota: Temis, 1999), 2.
35
En la legislación nacional, existen dos excepciones de a la prohibición de la autotutela: la
“Legitima Defensa” regulada en el artículo 20 del Código Penal y la “Defensa Posesoria” señalada en el
artículo 920 del Código Civil.
36
La finalidad formal de los derechos humanos, es la lucha contra la arbitrariedad o la
reivindicación de la seguridad jurídica. Guy Haarscher, Philosophie des Droits de l´Homme (Bruselas:
Éditions de la Université de Bruxelles, 1993), 25-7.
37
Karel Vasak, “Los Derechos Humanos como Realidad Legal”, en Karel Vasak (ed.), Las
Dimensiones Internacionales de los Derechos Humanos (Barcelona: Serbal / Unesco, 1984), 27-35.
11
constitucionales. Actualmente, la noción jurídica anglosajona del due process of law ha
logrado reunir bajo su seno este carácter formal de los derechos humanos38.
El carácter alternativo de la conciliación extrajudicial en el Perú como un medio o
procedimiento al cual podemos recurrir antes que al proceso -según la ley de conciliación-
implica no solo una nueva visión de la conciliación extrajudicial sino del propio proceso
judicial. Reparemos sobre este medio héterocompositivo o adjudicador de decisiones, el
cual es criticado por las “teorías modernas” de la dogmática procesal.
El estudio histórico del proceso es en realidad un objetivo tan encomiable como amplio. El
origen del proceso está relacionado con la coerción social y la institucionalización de la
jurisdicción como capacidad social del Estado de solucionar monopólicamente los
conflictos que suceden en su seno. Asimismo, se afirma que la explicación del nacimiento
del proceso se origina con el paso de la acción directa -irracional y parte del imaginario del
Estado de Naturaleza hobbesiano- a la acción civil, acto racional y social que implica
aceptar que el “conflicto de intereses debía ser resuelto por una persona que no fuera
partícipe de este, es decir, por alguien que fuera ajeno a sus efectos”39. Sin embargo, esta
división está consagrada a esconder u oscurecer el proceso complejo entre la potestad del
Estado y su poder jurisdiccional en toda la historia occidental. En la época primitiva, en la
edad antigua, en culturas como la egipcia, los fenicios, hebreos, griegos y romanos, se
repite una constante: la lucha entre el Estado como constitución de un espacio político
mucho mayor que los espacios políticos locales de estas culturas y su imposición o coerción
para lograr establecer un orden mucho más amplio y complejo a través del derecho.
Un segundo punto que oscurece nuestro análisis es la contemplación dogmática y la
apropiación liberal. La contemplación dogmática es el análisis del “proceso” como un
devenir discursivo sin ninguna alteración histórica normativa desde Roma hasta nuestros
días, cuando el fenómeno del “proceso” ha cambiado según las necesidades sociales,
políticas, ideológicas y culturales de cada sociedad. Por otro lado, la apropiación liberal es
aislar el proceso del contexto social y concebir la instrumentalización del proceso dentro
del discurso liberal. Ello se expresa actualmente en la supuesta “libertad” de las personas
para elegir la forma de solucionar los conflictos -a través del supuesto contrato social- y
superar el Estado de naturaleza de violencia o de ignorancia40.
Sobre el discurrir temporal de los antecedentes del proceso moderno, el caso
romano es muy particular. Ciertamente este es uno de los primeros modelos del proceso
judicial -junto con la tradición germana-. Tanto los procedimientos civiles romanos, la
38
Niceto Alcalá-Zamora y Castillo, Ensayos de Derechos Procesal (Buenos Aires: Jurisprudencia,
1944), 547-679; Eduardo Couture, “La Garanzia Costituzionale del Dovuto Processo Legale”, Rivista di
Diritto Processuale (Milán), Vol. IX (1954), 802-13; el mismo autor, “El Debido Proceso como Tutela de los
Derechos Humanos”, Revista La Ley (Buenos Aires), t. 72 (1953), 802-13; Arturo Hoyos, El Debido Proceso,
1ª reimpr. (Bogotá: Temis, 1998), 17 y ss.; Marcelo De Bernardis, La Garantía Procesal del Debido Proceso
(Lima: Editorial Cuzco, 1995), 386; Iñaki Esparza Leibar, El Principio del Debido Proceso (Barcelona:
Bosch, 1995), 67 y ss.
39
Juan Monroy Gálvez, Op. Cit., 3.
40
“La Elección de la persona encargada de resolver los conflictos de intereses intersubjetivos se hizo
con criterios diferentes en las distintas culturas primitivas. Es probable que inicialmente algunas sociedades
eligieran al más fuerte a fin que la decisión tuviera un elemento coercitivo adicional”. Juan Monroy Gálvez,
Op. Cit., 4.
12
acción de la ley41, el procedimiento ordinario42 y el procedimiento extraordinario43, tenían
una serie de características propias de los condicionantes materiales, culturales y políticas
de la sociedad romana. Con la tradición jurídica romana se comienza a conceptualizar las
primeras nociones de proceso, aún muy unidas al concepto de acción. Sin embargo, la
forma de los procedimientos judiciales romanos es un aporte invalorable y sustantivo a la
doctrina procesal. En esta evolución del proceso, el maestro Mauro Cappelletti nos aclara
que el desarrollo histórico del proceso se encuentra relacionado con la concepción
imperante de la sociedad. Como ejemplo, la sociedad feudal plasmaba su jerarquiza social y
estamental, su desarrollo organizativo desigual en las instituciones procesales (medios
probatorios y otros)44.
La vinculación entre las ideologías que forman la base del derecho sustancial,
publico y privado, y de sus institutos con el derecho procesal se manifiesta en todo el
devenir histórico de las sociedades occidentales. En la época feudal, en la Edad Media, en
los “Tiempos Modernos”, en el derecho actual -llamado “derecho burgués” o “derecho
liberal”-, el derecho adjetivo o procedimental responde al derecho sustantivo y éste
responde a la ideología que es hegemonizante en una sociedad y en un tiempo determinado.
El proceso es un producto moderno, es un producto donde el Estado actual cumple el
supuesto de tercero que dirime la ruptura del pacto social entre los hombres mediante el
conflicto y sólo aplicando la ley (“voz del pueblo”, “voz de la nación”) se reconstituye
nuevamente el pacto social. El proceso es solución del conflicto regulado, en igualdad de
condiciones para las partes, con los mismos derechos y oportunidades.
Sin embargo, el proceso no logra la satisfacción del interés o volver al contrato
social -dirán los liberales modernos-, es decir, que por su ineficacia no lo consigue o por la
percepción de lo “justo” en la ley, no lo realiza. Tanto el mecanismo adversarial y
formalista otorgado por el proceso a las partes, no lograría solucionar los conflictos sociales
que caen en su ámbito. En consecuencia, el proceso cae en obsoleto.
El proceso se puede definir como una serie de actos que suceden temporalmente con una
relación entre sí por el carácter teleológico que cumplen como un todo. La finalidad que se
apremia es la justicia a través de la certeza del juez 45.
41
Mirta Beatriz Álvarez e Irma García Netto, “Acciones de Ley”, en Nelly Dora Louzan de
Solimano (com.), El Procedimiento Civil Romano. Su vigencia en el Derecho Argentino, 2ª ed. (Buenos
Aires: Editorial de Belgrano, 1996), 47-66.
42
Héctor Della Costa, “El Procedimiento Formulario. Generalidades. Ubicación Histórica”, en Nelly
Dora Louzan de Solimano (com.), Op. Cit., 67-88.
43
Carlos L. Rosenfeld, “Procedimiento Extraordinario”, en N. Louzan (com.), Op. Cit., 113-21.
44
“(...) puede colegirse del estudio de los sistemas feudales, en los cuales los institutos del derecho
sustancial reflejaban con bastante claridad una concepción o ideología diferenciada, jerárquica,
antiigualitarista de la sociedad. Esta ideología antiigualitarista penetraba en el proceso bajo formas diversas y
múltiples”. Mauro Cappelletti, Proceso, Ideologías, Sociedad, 6.
45
“El proceso es una serie de actos jurídicos que se suceden regularmente en el tiempo y que se
encuentran concatenados entre sí por el fin u objeto que se quiere realizar con ellos. Lo que da unidad al
conjunto y vinculación a los actos, es precisamente la finalidad que se persigue, lo que configura la institución
de que se trata”. Eduardo Pallares, Diccionario de Derecho Procesal Civil, 21ª ed. (México: Editorial Porrúa,
1994), 640.
13
Dentro de la tradición crítica del derecho, la opinión del profesor Oscar Correas -
siguiendo de alguna manera a Cappelletti-, entiende al proceso como una expresión
ideológica de nuestra sociedad, de su composición o estructura social, de sus intereses. Este
autor llega al extremo de decir que el “proceso” tiene la forma de un contrato46. Dejando de
lado la posible crítica hacia la vieja concepción contractual del proceso, traída a colación
por este jurista, lo cierto es que el proceso judicial es una expresión de su tiempo. Como
hemos mencionado, Cappelletti afirmaba que las características obvias del proceso como la
igualdad de las partes o el valor de los medios probatorios son productos actuales de la
sociedad moderna y capitalista, características que no se repetían en los sistemas judiciales
feudales de la Edad Media o del “Antiguo Régimen”.
Sin embargo la definición de proceso encierra no solo una naturaleza política o
social sino técnica. La diferencia entre proceso, procedimiento o juicio es tan central para
nuestra investigación que nos es imperativo mencionarla47. El proceso “como instrumento
necesario para que los órganos jurisdiccionales cumplan su función”, tiene una cercanía
conceptual con el procedimiento, el juicio y el acto procesal48. En la distinción que realizan
entre proceso y procedimiento, los juristas Monroy Gálvez y Montero Aroca, a parte del
origen histórico en el plano metodológico del estudio procesal de ambos conceptos, podemos
concluir lo siguiente:
1. El procedimiento, en este sentido histórico, equivale a la forma.
2. El procedimiento es un concepto que puede ser aplicado a cualquier actividad o
función estatal (procedimientos judiciales, administrativos, electorales, etc.).
3. El procedimiento es la consecución o sucesión de actos que realizan los órganos
estatales. Sin embargo, esto no implica que no puedan realizarlo órganos privados por
mandato de una norma jurídica. En consecuencia, el procedimiento implica la
actividad administrativa que “se realiza en cualquier actividad jurídica”.
4. El procedimiento judicial es la sucesión de actos o la actividad judicial que
desarrollan exclusivamente los órganos jurisdiccionales.
5. El proceso “es propio y exclusivo de la actuación jurisdiccional”, es decir, tiene una
“estructura y los nexos que median entre los actos, los sujetos que los realizan, la
finalidad a que tienden, los principios a que responden, las condiciones de quienes los
producen, las cargas que imponen y los derechos que otorgan”.
6. Todo proceso se desarrolla formalmente a través de un procedimiento.
46
“De la misma manera, el juicio civil tiene la forma de un contrato. El juez es designado por el
Estado; pero las partes pueden recusarlo, aún sin causa. Pero luego que se ha aceptado su jurisdicción, igual
que cuando se acepta el cambio [se obliga contractualmente], no es posible la retractación, como tampoco lo
es en la compraventa. Luego, como ambas partes son iguales, tienen las mismas oportunidades. Pueden
presentar el mismo número y calidad de testigos, pruebas, confesiones, etc. Llegado el caso, pueden transar
voluntariamente y sin que el juez tenga la posibilidad de evitarlo. El derecho norteamericano ha llevado este
principio donde no se ha atrevido el derecho francés de raigambre: el fiscal puede transar con el criminal,
reducir la acusación, a “cambio” de la delación de sus cómplices o jefes”. Oscar Correas, La Ciencia Jurídica,
63.
47
Juan Montero Aroca et al., Derecho Jurisdiccional, vol. I, 7ª ed. (Valencia: Tirant Lo Blanch,
1997), 295-8; Juan Monroy Gálvez, Op. Cit., 132-6.
48
En el caso de proceso y juicio – término muy poco usado por el lenguaje técnico jurídico – es mucho
más simple. El “juicio” ha sido considerado como sinónimo de sentencia o “prueba” en su sentido estricto
(“certeza”). El juicio se refiere a la acción de juzgar. En el caso de enjuiciamiento – termino del lenguaje
técnico jurídico español – involucra proceso, procedimiento y juicio. Las nociones de proceso, procedimiento
y juicio nos servirán para determinar el concepto de conciliación.
14
7. Algunos procedimientos judiciales no tienen la forma externa de un proceso -en
aquellos casos en que el juez no actúa jurisdiccionalmente como son los de
jurisdicción voluntaria-.
8. Un solo procedimiento judicial puede ser la forma externa de dos o más procesos.
Tendencias actuales plantean una modificación del objeto de estudio de la teoría general del
proceso. Es decir, hay diversos medios, mecanismos e instituciones que son fórmulas para
solucionar las contiendas jurídicas (conflictos sociales relevantes jurídicamente), sin
49
Juan Montero Aroca et al., Op. Cit., 284-6.
15
embargo, no existe disciplina jurídica que las estudie. Indudablemente, este es un
acercamiento al planteamiento neoinstitucionalista de Douglas North con respecto a las
normas formales y no formales que incluiría como objeto de estudio a los medios legales y
no legales de solución de conflictos sociales.
Por otro lado, el jurista mexicano Flores García señala la necesidad de nominar a
esta nueva área de estudio que involucra las funciones sociales por las cuales se pone fin a
los conflictos, reconociendo la dificultad de encontrarle un nomen juris idóneo. Pese a ello,
se ha intentado norminar con la “teoría de la composición litigiosa”, la “teoría general de
las soluciones de los conflictos de intereses”, la “teoría del litigio” y de su composición,
encontrando todos estos nombres insatisfactorios50.
Actualmente, el acceso a la justicia es una aspiración totalmente divorciada del
Poder Judicial por la ineficiencia de este órgano técnico-político del Estado. Junto a otros
factores sociales, económicos, culturales y políticos, los discursos jurídicos actuales,
fundamentados en estudios sociológicos sobre la actuación y eficacia de la llamada
“administración de justicia”, han concluido en una necesaria reforma judicial y en la idea
esbozada por la magistrada norteamericana Sandra Day O`Connor en la necesidad del
carácter obligatorio de los MASCs en Estados Unidos, porque hasta el momento éstos son
facultad de las partes y potestad del juez exigirlas51.
Desde la elaboración de los principios que rigen la actividad jurisdiccional del
Estado, el estudio del proceso y la tríada procesalista (acción, jurisdicción y proceso) ha
posibilitado la construcción de un sistema de normas autónomas que integran el “Derecho
Procesal” y que son parte del derecho publico, parte de la facultad de creación jurídica
estatal52. Sin embargo, esta definición clásica ha comenzado a ser cuestionada. La
ampliación metodológica y dogmática jurídica del estudio de los medios de solución de
conflictos como una disciplina autónoma del derecho es aún un tema de debate académico.
El estudio de los medios utilizados para solucionar los conflictos de intereses jurídicos
comprendería:
1. La “autodefensa” dentro de la autocomposición (inter partes) en sentido lato.
2. La “autocomposición restringida” o transacción, renuncia de la pretensión, una
forma de la conciliación y allanamiento.
3. El “proceso jurisdiccional”, aunque cabe señalar que en México hay juzgamiento
material de conflictos, llevados a cabo por órganos no pertenecientes al Poder
Judicial.
4. El campo de los “Medios Alternativos de Solución de Conflictos o Litigios”
distintos del proceso civil. En nuestro caso, me refiero a la mediación, al
50
Fernando Flores García, Op. Cit., 144.
51
“Los tribunales de este país no deben ser el lugar donde comience la resolución de disputas. Deben
ser los espacios donde los conflictos finalicen, después de haberse examinado e intentado los métodos
alternativos de resolución de disputas. Los tribunales de nuestras diversas jurisdicciones deben ser
considerados los tribunales del ultimo recurso”. Sandra O´Connor, “Consumer Dispute Resolution: Exploring
the Alternatives”, discurso de apertura en la American Bar Association National Conference (Washington:
1983), citada por Larry Ray, “El Sistema Legal descubre Nuevas Herramientas: Las Técnicas de Resolución
de Disputas”, en Karen Grover Duffy, James W. Grosch y Paul V. Olczak, La Mediación y su Contextos de
Aplicación, (Barcelona: Paidós, 1996), 229.
52
Nelly Dora Louzan de Solimano, “Principios del Procedimiento Civil”, en Nelly Dora Louzan de
Solimano (com.), Op. Cit., 10.
16
avenimiento, a la amigable composición y naturalmente al arbitraje y a un tipo de la
conciliación, de carácter heterocompositivo.
Dicha disciplina jurídica sería más amplia que la actual teoría general del proceso,
ya que esta ultima estudiaría la tríada procesal y constituiría una vertiente de esta nueva
rama del derecho. Como afirma el jurista mexicano Cortés Figueroa -opinión compartida
por la doctrina procesal mayoritaria-, el “proceso” no es la única manera de solucionar
situaciones y estados conflictivos porque en la historia de la humanidad y en los sucesos
actuales, los hombres han buscado diversos caminos, entre los que hay que tener presentes
desde la “venganza de propia mano”, hasta el más respetable arbitraje privado. Las otras
“formas” suelen consistir en el allanamiento, la renuncia de las pretensiones, la
intervención de conciliadores (improvisados o de oficio), la transacción (como arreglo de
“toma y daca”) y aun la violencia misma. Tan distintas formas exigen, obviamente, un
mínimo tratamiento sistemático, incluyendo a las formas “excluyentes del proceso y a los
equivalentes jurisdiccionales”, que ajenas al proceso son también compositivas del litigio53.
53
Carlos Cortés F., Introducción a la Teoría General del Proceso (México: Cárdenas Editor, 1974),
91-3.
54
Zulema D. Wilde y Luis M. Gaibrois, ¿Qué es la Mediación? (Buenos Aires: Abeledo-Perrot,
1994) 11-32; Jorge Fábrega, Op. Cit., 311-30; el mismo autor, Instituciones de Derecho Procesal Civil
(Panamá: Editora Jurídica Panameña, 1998), 911-32; Dany Ertel y Roger Fisher, “Alternativas para la
Solución de Disputas: una Guía Práctica”, en Dany Ertel (com.), Negociación 200, La Colección de Conflict
Management (Bogotá: Mcgraw-Hill, 1996), 75 y ss. En el idioma italiano, tenemos el estudio de Judith
Resnik, “Risoluzione Alternativa della Controversia e Processo: uno Sguardo alla Situazione
Nordamericana”, Rivista Trimestrale di Diritto e Procedura Civile, Nº 3 (1997), 700 y ss.
17
1. Medios Alternativos de Solución de Conflictos (“MASC”).
2. Medios Alternativos de Resolución de Conflictos (“MARC”).
3. Medios Alternativos de Resolución de Disputas (“MARD”).
4. Resolución Alternativa de Conflictos (“RAC”55).
5. Resolución Alternativa de Disputas (“RAD”56).
6. Formas de Conducción de Conflictos o Disputas (“FCC” o “FCD” 57).
7. Medios Participativos de Justicia (“MPJ”).
8. Sistemas Alternos de Resolución de Conflictos (“SARC”58).
55
Marinés Suares, Op. Cit., 47; Zulema Wilde y Luis Gaibrois, Op. Cit., 12.
56
Linda R. Singer, Resolución de Conflictos (Barcelona: Paidós, 1996), 9; Jorge Fábrega,
Instituciones de Derecho Procesal Civil, 914.
57
Estas dos ultimas formas de clasificación a los “MASCs” son mencionados por el experto en
mediación, el argentino Suares, al señalar que la palabra inglesa “management” ha sido comúnmente
traducida como “gerenciamiento”, “coordinación”, “manejo”, tratando de alejarse al campo empresarial y de
la psicología, buscando una denominación nueva para la mediación. Marinés Suares, Op. Cit., 42 y 69; Dany
Ertel (com.), Op. Cit.
58
Juan Enrique Vargas, “Problemas de los Sistemas Alternos de Resolución de Conflictos como
Alternativa de Política Pública en el Sector Judicial”, Revista Sistemas Judiciales (Santiago de Chile), Año I,
Nº 2 (dic. 2001).
59
Augusto Mario Morello, “Nota para el Estudio de la Conciliación en el Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación”, Revista Argentina de Derecho Procesal (Buenos Aires), Nº 1 (1968), 69.
18
algunas, varias o todas las notas propias de esas otras figuras que son modos anormales o
distintos de la terminación clásica del proceso, es decir, distintos a la sentencia; pero si
identificamos el concepto de la conciliación, podemos establecer su relación con otras
instituciones como son el allanamiento, el desistimiento, la renuncia, el reconocimiento,
etc.
El estudio clásico de los “MASCs” desde un punto de vista jurídico ha sido realizado por
diversos autores, a raíz del movimiento académico internacional de “Acceso a la Justicia”
impulsado por Garth y Cappelletti. Entre esos estudios, cabe rescatar la síntesis que realiza
el jurista panameño Jorge Fábrega. Este jurista encuentra un origen tan remoto como es el
derecho romano para estos medios alternativos al proceso judicial60. Trataremos de
interpretar muchas de las afirmaciones de este autor a favor de nuestro propio estudio.
60
Jorge Fábrega, “Los Medios Alternativos...”, 311; y en Instituciones de Derecho Procesal Civil,
911.
61
Fábrega cuenta que “en la antigua China, se cuenta que el Emperador Kang Hsi consideraba que
era propio del hombre vulgar caer en pleitos y que por eso aconsejaba que los tribunales fueran “espantosos,
podridos, modelos de mal trato”, para ahuyentar a los litigantes crónicos y desalentar toda forma adversaria”.
Jorge Fábrega, “Los Medios Alternativos...”, 311.
62
“Las huertas de Valencia o las llanuras inmensas valencianas albergan quintas, casas de labranzas,
barracas y pueblos. La tierra parcelada se trabajaba en dos momentos: durante el día, se trabajaba la tierra, y
durante la noche, se regaba la tierra. La administración del agua estaba controlada por el “Tribunal de las
Aguas”, el que reunía (y se reúne todavía) una vez por semana (habitualmente los jueves al mediodía), en las
puertas de la catedral de Valencia”. Jorge Fábrega, Instituciones de Derecho Procesal Civil, 911.
19
A pesar de este breve recuento histórico, el estudio de los “MASCs” como una
categoría jurídica puede ser perfilado desde la dimensión política y jurídica en una arista
común: la experiencia norteamericana. La sociedad norteamericana no tiene pasado más
que los antecedentes de otras instituciones jurídicas similares a la conciliación o mediación
que se desarrollaban en espacios locales de comunidades religiosas, étnicas, etc. y que
cumplían funciones diferentes. Actualmente, los “MASCs” son apreciados como
mecanismos creados desde el ámbito privado de la sociedad, con una naturaleza
“contractual” o “patrimonial” notoria sin contar la presencia o intervención del Estado. Esta
idea ha sido mantenida desde que se comenzó a repensar sobre la posibilidad de incluir los
MASCs en nuestra legislación63.
Es importante señalar a la autonomía privada como principio político-jurídico que
sustenta los “MASCs”. La autonomía de la voluntad privada es el principio que legitima el
uso alternativo de la conciliación frente a la otra fuente del derecho que es la ley, la cual
sustenta la jurisdicción y regula el accionar del Estado. La libertad de los hombres es el
sustento de la consensualidad para solucionar los conflictos. Desde los conceptos de
Duguit, Colin y Capitant, y de juristas franceses del siglo XIX, queda claro el carácter
biunívoco de las fuentes del derecho desde la visión liberal: la ley y la voluntad privada.
Sobre la base de esta voluntad privada, la cual debía ser protegida frente al accionar del
Estado mediante la protección de la ley, se reguló la sociedad moderna.
El contenido del principio de la autonomía de la voluntad se expresa en el derecho
en dos principios contractuales: la libertad de contratar y la libertad contractual. Ambos
principios están limitados, así como la voluntad privada a través de las barreras
infranqueables señaladas por la ley nacional: la norma imperativa que contiene
disposiciones de orden público, la moral, las buenas costumbres, nociones jurídicas con un
alto contenido valorativo e ideológico de la sociedad y manifestados a través del derecho64.
Este fue un proceso histórico sumamente complejo. El voluntarismo romano, el
principio “pacta sunt servanda”, las posiciones actuales del voluntarismo y normativismo
(parte del positivismo jurídico kelseniano) no hacen más que reafirmar el principio de la
libre voluntad como eje jusfilosófico del ordenamiento jurídico nacional y mundial.
Los “MASCs” son una producción reciente del sistema capitalista mundial. Su origen es
señalado en la década de 1970 en Estados Unidos. A partir de esa fecha, frente a la
onerosidad del sistema judicial norteamericano, la utilización de estos medios fue en
aumento hasta que se incorporó al sistema legal estadounidense. En algunos Estados, como
63
“La solución contractual [los MASCs], es en cambio, mas cómoda y fácil para el litigante,
colaborando al mismo tiempo con la Celeridad Procesal. Esta puede ser intentada por espontánea voluntad de
cualquiera de las partes o por la mediación de un tercero, al mismo tiempo que advertido de las diferencias, no
hace otra cosa que buscar el camino para que, antes de accionar, encuentren la coincidencia. Este tercero,
avenidor, conciliador, puede ser un particular o un funcionario”. Néstor Eduardo Pomareda Chávez-Bedoya,
La Conciliación y la Celeridad Procesal, Tesis para optar el Grado de Bachiller (Lima: Facultad de Derecho
y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional mayor de San Marcos, 1974), 104.
64
Estos límites son claros cuando se da el tratamiento constitucional y legal de los derechos humanos
y otros bienes jurídico constitucionales. Es el caso de las críticas del multiculturalismo contra el
monoconstitucionalismo liberal latinoamericano actual que no reconoce los derechos humanos colectivos de
los pueblos indígenas. César Gamboa Balbín, Op. Cit., 30.
20
es el caso de la mediación en California, se instituyó los MASCs como un requisito de
procedibilidad o instancia obligatoria, previa al proceso judicial65.
El desarrollo de instituciones gubernamentales en el orden administrativo para
solucionar conflictos -sin tener que llegar a recurrir a la jurisdicción y reducir en cierta
manera la violencia y crisis social- se manifestó con la institución de la Defensoria del
Pueblo, que por ejemplo, en el derecho francés se llama “Médiateur de la République”, o el
“Ombudsman” sueco. Estas funciones cumplen un rol mediatorio entre órganos estatales y
la sociedad civil.
Como lo hemos señalado anteriormente, los “MASCs” es la clasificación que
agrupa procedimientos como la negociación (especie), mediación, conciliación y el
arbitraje que dentro del “Movimiento de Acceso a la Justicia” son las formas de reparo
frente al excesivo ritualismo y formalismo del proceso judicial. Estos medios idóneos de
solución de algunos conflictos serían las herramientas sociales de una nueva cultura que
propone como valores la cooperación (la solidaridad) y la autogestión (autonomía privada),
valores que producen “paz y tranquilidad” en las sociedades para el progreso.
El movimiento general de “Acceso a la Justicia” ha “encontrado” una serie de
limitaciones de los órganos jurisdiccionales que producen ineficacia al solucionar los
conflictos. Una relación de causas ha establecido la llamada “crisis estructural” del sistema
tradicional de solucionar los conflictos, entre ellos, los más importantes son66:
65
Marinés Suares, Op. Cit., 47-8.
66
Mauro Cappelletti y Bryant Garth, “Settlement of Disputes out of Court: A Comparative Report on
the Trend toward Conciliation”, 5.
67
En la opinión del jurista Fábrega: “en la actualidad, por ejemplo, el proceso continúa siendo
formalista, lento y oneroso con preclusiones rígidas, procedimientos artificiales, divorciados de la tecnología
moderna, que le corresponde en la sociedad de hoy. El justiciable que entra por vez primera en un tribunal se
siente en un mundo irreal”. Jorge Fábrega, “Los Medios Alternativos...”, 313.
21
4. El carácter social “conservador” del juez. El derecho es aplicado por
funcionarios jurisdiccionales que, por razón de su condición económico social y
formación profesional, se tornan parte del sistema social estático y se
transforman en una barrera infranqueable contra la actualización de las normas
jurídicas.
5. Ineficacia Procesal. El carácter formalista del derecho procesal al igual que la
concepción legalista de la justicia son conceptos relacionados con el “fetichismo
jurídico”68. La ley se ha preocupado y se preocupa más por una actuación y una
solución de acorde a lo “legal” que por una solución “justa”69.
6. Lenguaje Tecnificado y Elitista. El lenguaje judicial es elitista e inaccesible al
público, a los ciudadanos que se encuentran en un estado de indefensión. Es una
barrera social entre los abogados y todas aquellas personas que, aunque
involucradas en el proceso, no lo manejan.
7. Ineficacia Administrativa. El congestionamiento de miles de litigios en los
órganos judiciales.
68
Oscar Correas, Op. Cit., 68
69
El formalismo jurídico, la “cultura de lo jurídico”, el “fetichismo judicial” o el “tecnicismo
jurídico” son dimensiones de un mismo fenómeno que impide o restringe el acceso a los órganos judiciales:
“El “tecnicismo” modalidad sofisticada del formalismo es un “valor determinante” de la jurisprudencia.
Dentro de ese contexto el juez tradicional se interesa en establecer “la verdad formal” (las reglas probatorias y
el instituto de las ficciones, a pesar de importantes innovaciones, desempeñan un papel dominante) y en
disquisiciones “lógica-lingüística”, más que en consideraciones sociales y cuestiones de hecho. El formalismo
que genera criterios lingüísticos llevan al juez a divorciarse de la realidad social y de la justicia del caso
concreto. El fallo – y las argumentaciones del abogado litigante, que conoce el modo de pensar del juez - se
contrae a argumentaciones y formalismos más que en aspectos de justicia. El juez que dicta una sentencia que
se ajusta formalmente a la ley siente que ha cumplido adecuadamente su deber, pero la parte agraviada y el
público que vive el caso quedan con una sensación de frustración y resentimiento”. Jorge Fábrega, Op. Cit.,
312.
70
“Aunque la situación de litigio se hubiera reducido por la exclusión de estos aspectos que están en
las bases del juicio provisional y no hubiera causal relacionada con los fallos, los factores psicológicos y
culturales deberán permanecer. Aunque las técnicas están a mano para el estudio de las relaciones causales de
cada factor de los fallos, la manipulación colectiva precisamente está fuera de cuestión y sería absurdo
intentar exponer la situación de litigo en término precisamente de variables en relaciones causales con el fallo.
La formulación de semejante ecuación es una ilusión... El pronóstico del curso de los fallos o incluso un fallo
particular en algunos campos por lo menos puede tal vez ser tan probable como la predicción del
meteorólogo”. Jerome Frank, Courts on Trial, 338, citado por Jorge Fábrega, Op. Cit., 313.
22
3. Insatisfacción con los Procedimientos y los Órganos Jurisdiccionales. Cierta
ineficacia -y la consecuente pérdida de confianza en el sistema- y los altos costos
económicos que todo esto implica.
1. Manipulación Social. Este es un proceso social en el cual la sociedad civil a
través de los medios de comunicación, la experiencia social, el propio
desempeño del Poder Judicial y otros elementos sociales producen la convicción
de la incapacidad de los órganos jurisdiccionales para poder solucionar ciertos
conflictos sociales (conflictos de intereses difusos, colectivos, comunitarios,
locales-vecinales, etc).
2. Rechazo de la Legalidad. La negación y la hostilidad popular a la “justicia
formal”, ritualizada y elitista frente a las extralegalidades o ilegalidades,
considerados nuevos ordenes jurídicos en los propios espacios nacionales cuyo
objetivo es funcionar como un sistema de solución de conflictos paralelo, menos
formal, flexible, de acuerdo con las modalidades del caso concreto (“La justicia
del Cadi” de Weber).
71
Jorge Fábrega, Op. Cit., 312-3.
72
Juan Carlos Beltramino, Como Negociar Internacionalmente (Buenos Aires: Abeledo-Perrot,
1994), 14 y ss.
73
Víctor Maurtua, “Revisión de las Convenciones Interamericanas de Conciliación y Arbitraje”, en
Domingo García Rada (com.), Biblioteca de Cultura Peruana Contemporánea: Derecho, vol. III (Lima:
Ediciones El Sol, 1963), 293; y en Víctor M. Maurtua, Páginas Diplomáticas (Lima: Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, 1940), 437.
23
bajo el liderazgo del libertador Bolívar, tenía como pieza fundamental el buen
entendimiento entre los nuevos sujetos de derecho internacional a través de la conciliación
y el arbitraje. Seguramente, estas instituciones jurídicas provenían de los propios tratados
europeos de los siglos XVI y XVII, o tal vez del propio tratado de la Santa Alianza de 1815
y de la experiencia histórica de la conciliación y arbitraje suizo; sin embargo, el Tratado de
Panamá de 1826 moldea un orden de justicia y solidaridad continental basado en la
conciliación, que hasta ese momento se confundía con el concepto de mediación.
Actualmente, en el orden internacional, la Carta de las Naciones Unidas y la Carta
de la Organización de los Estados Americanos (OEA), al tratar ambas la solución pacífica
de las controversias, rescatan la institución de la “mediación”. Luis Solari Tudela hace
referencia al tratamiento de la Carta de las Naciones Unidas en el artículo 1 que señala la
finalidad de esta organización74. Estos medios pacíficos mencionados en el artículo 1 se
recogen en el artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas75. Por otra parte, la Carta de la
Organización de los Estados Americanos establece en su artículo 5 que las controversias
internacionales deben ser solucionadas por medios pacíficos76. Asimismo, más adelante, en
la misma Carta de la Organización de los Estados Americanos, en el capítulo IV se señala
los procedimientos de solución de controversias, entre los que se encuentran la mediación y
la conciliación77. En consecuencia, notamos que diversos organismos internacionales y los
propios Estados consideran que, en efecto, hay formas de lograr soluciones de forma
pacífica y que entre los medios considerados, están la mediación y la conciliación.
En el derecho internacional publico, la conciliación extrajudicial es un medio muy
apreciado y privilegiado de solucionar diferencias entre los Estados. De una manera
voluntaria los Estados recurren a los procedimientos de “buenos oficios”78. En
consecuencia, es necesario establecer una clasificación de los medios de solución de las
controversias en el derecho internacional79. Estos son:
74
“Art. 1. Los Propósitos de las Naciones Unidas son:
1. (...); y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del
derecho internacional, el ajuste o el arreglo de controversias (...)”. Luis Solari Tudela, Derecho
Internacional Publico, 5ª ed. (Lima: Librería Studium, 1994), 231.
75
“Art. 33. Las partes en una controversia cuya continuación sea susceptible de poner en peligro el
mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales tratarán de buscarle solución, ante todo, mediante la
negociación, la investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a
organismos o acuerdos regionales u otros medios pacíficos de su elección”.
76
“Art. 5. Los Estados Americanos reafirman los siguientes principios: (...);
g) las controversias de carácter internacional que surjan entre dos o más Estados Americanos deben
ser resueltas por medio de procedimientos pacíficos; (...)”.
77
“Art. 21. Son procedimiento pacíficos: la negociación directa, los buenos oficios, la mediación, la
investigación y conciliación, el procedimiento judicial, el arbitraje y los que especialmente acuerden en
cualquier momento las partes”.
78
“(...) en el derecho internacional público, el carácter inapreciable – de la conciliación, al ser una
solución “integradora”, es decir, sin ganadores o perdedores – explica el hecho que se trata de un medio
privilegiado de solución de conflictos entre los Estados, voluntariamente, y en esta perspectiva, se recurre al
procedimiento de buenos oficios”. François Terré, Introduction Générale au Droit, 3ª ed. (Paris: Dalloz,
1996), 503-4.
79
Felipe Portocarrero Olave, Derecho Internacional Público (Lima: Ediciones Peruanas, 1966), 292
y ss; Michel Virally, El Devenir del Derecho Internacional (México: Fondo de Cultura Económica, 1998),
413 y ss; Max Sorensen, Manual de Derecho Internacional Público, 7ª Reimpr. (México: Fondo de Cultura
Económica, 2000), 627 y ss.; Antonio Remiro Brotóns et al., Derecho Internacional (Madrid: Mcgraw-Hill,
1997), 825 y ss.
24
1. Métodos Políticos de Arreglo Pacífico de las Controversias Internacionales
1. Negociación Directa
1. Negociaciones Políticas
2. Negociaciones Diplomáticas
2. Intervención de Terceros
1. Buenos Oficios
2. La Mediación
3. Investigación, Encuesta o Determinación de los Hechos
4. La Conciliación
25
limita al intento de acercamiento sino que también asume la dirección de las rotativas y
hace proposiciones que los interesados están en plena libertad de aceptar o no, es decir, lo
que caracteriza a la “mediación” -en el orden nacional sería denominada “conciliación”- en
las relaciones internacionales es la capacidad del tercero de proponer una fórmula para la
solución del conflicto, sin imponerla85.
Por otro lado, encontramos a la conciliación que, a partir de 1919, se introdujo como
un nuevo procedimiento internacional86 en la práctica de la sociedad internacional a través
de instrumentos internacionales bilaterales o multilaterales. La conciliación consiste en
someter a una comisión especial u órgano colegiado (“Comisión de Conciliación”) el
estudio del conflicto surgido entre las partes para que, luego de investigar y esclarecer los
hechos, expida un informe y proponga una formula solucionadora que estime
conveniente87. En consecuencia, la “conciliación internacional” es un medio de solución no
jurisdiccional que más se asemeja, entre los medios políticos de solución de controversias,
a los que sí son medios jurisdiccionales. Basta mencionar algunas de sus características:
85
Felipe Portocarrero Olave, Op. Cit., 294. Cabe acotar que Remiro Brotóns no menciona
explícitamente la capacidad de los mediadores para presentar una fórmula de solución, aunque ello se
desprende de sus afirmaciones. Antonio Remiro Brotóns et al., Op. Cit., 836.
86
Felipe Portocarrero Olave, Op. Cit., 295. Sin embargo, Remiro y Sorensen mencionan que la
Resolución de 1822 de la Tercera Asamblea de la “Liga de las Naciones” le da carta de nacimiento a la
conciliación, en la cual se recomienda a los miembros de la Sociedad de Naciones la utilización de este medio
de solución. Antonio Remiro Brotóns et al., Op. Cit., 840; Max Sorensen, Op. Cit., 634-5.
87
Felipe Portocarrero Olave, Op. Cit., 295; Antonio Remiro Brotóns et al., Op. Cit., 839.
88
Antonio Remiro Brotóns et al., Op. Cit., 840.
26
Desde esa década, se adoptaron una serie de tratados internacionales en materia de
derecho internacional privado (“Convenciones Internacionales sobre Arbitraje Comercial
internacional”), especialmente comercial, que incluían a los “MASCs” como el Protocolo
de Ginebra de 1923, la Convención Internacional de Ginebra de 1927, la Convención de
Nueva York de 1958 y el Convenio de Washington de 1965, de carácter internacional; la
Convención Europea sobre Arbitraje Comercial Internacional de Ginebra de 1961, el
Acuerdo de Paris de 1962, la Convención Europea de Estrasburgo de 1966, de alcance
regional europeo; los Tratados de Derecho Procesal Internacional de Montevideo de 1889,
el Código de Derecho Privado o “Código Bustamante”de 1928, la Convención
Interamericana sobre Arbitraje Comercial Internacional o conocida por sus siglas “CIDIP I”
de 1975 en Panamá, la Convención Interamericana sobre Eficacia Extraterritorial de las
Sentencias y Laudos Arbítrales Extranjeros y el Protocolo de Brasilia para la solución de
controversias de 1991 suscrito dentro del marco del MERCOSUR, de carácter regional
americano.
Existen otros modelos normativos en el ámbito internacional privado que incluyen
procedimientos conciliatorios, es decir, diversos “MASCs” de distintos órganos y
organismos internacionales89, como la Ley Modelo (CNUDMI o UNCITRAL) sobre
Arbitraje Comercial Internacional, aprobada por la Comisión de las Naciones Unidas para
el Derecho Mercantil Internacional en 1985, el Reglamento de Arbitraje de la Comisión de
Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional, el Reglamento de Arbitraje de la
Cámara de Comercio Internacional y su Corte Arbitraje, y las Reglas de Arbitraje del
Centro para Arbitraje Internacional de la Comisión Economica para el Asia y Lejano
Oriente de las Naciones Unidas. En consecuencia, es en la “lex mercatoria” internacional
donde la conciliación, conjuntamente con el arbitraje, ha tenido más difusión, siendo este
campo jurídico uno de los más transnacionalizados en la mayoría de los ordenamientos
jurídicos nacionales.
Los “MASCs” o “MARCs”, conocidos por estas siglas en castellano, son los “Medios
Alternativos de Solución o de Resolución de Conflictos”. La noción de medios alternativos
proviene del término “ADRs” -siglas en ingles- o “Alternative Dispute Resolutions”, los
cuales son instrumentos alternativos y complementarios del proceso jurisdiccional en el
“common law”.
Los medios de solución de conflictos contemplados por la doctrina procesal se ven
disgregadas por este criterio conceptualmente oponible a la jurisdicción clásica. El criterio
histórico de la autotutela, autocomposición y heterocomposición pasa de un criterio teórico
a un criterio operativo: El conjunto de procedimientos de solución de conflictos de carácter
privado abordados por los “MASCs” es presentado, frente a la jurisdicción estatal, como un
medio de solución de conflictos de interés social. Así, los MASCs son un conjunto de
procedimientos que escapan de la clasificación “clásica” de la doctrina procesal para
89
La XXVII Conferencia de la Federación Interamericana de Abogados (Cartagena de Indias, 1989)
creó en el Comité Internacional de Derecho Arbitral. Al año siguiente, la XXVII conferencia de la Federación
Internacional de Abogados (Washington, 1990) definió el arbitraje como la figura jurídica para solucionar un
conflicto entre partes sometiendo su decisión a un tercero imparcial que dicta un laudo definitivo sin recurrir a
otra autoridad que la pueda modificar.
27
insertarse operativamente en el sistema nacional de justicia de cada país como un grupo
más de solución de conflictos. A veces estos medios son subsidiarios o complementarios a
la jurisdicción estatal -caso en que el juez tiene la potestad de que la causa vista por él pase
a un procedimiento conciliatorio o mediatorio con el consentimiento de ambas partes-, a
veces son medios alternativos -las partes tienen la posibilidad de elegir entre el proceso
jurisdiccional o los MASCs- y a veces estos medios se encuentran superpuestos al proceso
judicial -estos ocurre cuando existe un requisito de obligatoriedad para intentar la
conciliación o mediación antes que el proceso jurisdiccional-.
He aquí una de las incertidumbres más oscuras de los “MASCs”. Los MASCs han sido
equiparados por nociones jurídicas que algunos juristas italianos habían desarrollado. Los
MASCs podrían incluirse dentro de la categoría jurídica de “Equivalentes Jurisdiccionales”
del proceso civil: otro medio “jurídico” de tanto valor como el proceso civil o de tanto
reconocimiento por el ordenamiento jurídico para componer un litigo, para solucionar un
conflicto90.
Es interesante lo planteado por Alcalá-Zamora y Castillo en cuanto a las relaciones
entre jurisdicción, conciliación, mediación, autocomposición -en el sentido restringido, es
decir, como negociación- y arbitraje. Este jurista español señala que la jurisdicción -desde
tal punto de vista lato de la jurisdicción-, la conciliación, la mediación y el arbitraje
coinciden en que su finalidad es solucionar litigios inminentes o presentes -en este aspecto
concuerda con la autocomposición-. Así, para aclarar este punto, estableceremos la
clasificación de medios de composición de litigios clásica, juntamente con la categoría de
los MASCs:
90
Francesco Carnelutti, Instituciones del Proceso Civil, 109.
28
conflicto-, por cuestiones y prácticas sociales, se considera de la misma naturaleza social de
los medios autocompositivos -la voluntad de las partes se restringe a través del aumento de
las funciones o capacidades de los árbitros-. Aunque esta última afirmación es discutible, lo
cierto es que los medios alternativos escapan de la estricta clasificación de autocomposición
para sumarse o centrarse como procedimientos cuya característica esencial es ser
extrajurisdiccionales o extraprocesales, que dependen de la voluntad privada de las partes.
Los MASCs son una categoría jurídica señalada por conceptos sociales, jurídicos y hasta
ideológicos.
La diferencia de la participación del tercero, específicamente de su función en el
procedimiento, se manifiesta en el clásico rombo: existen dos partes que están en conflicto,
mientras que el juez se encuentra en una posición “suprapartes” y, por tanto, impone una
solución; por otro lado, el conciliador que formalmente se halla “ínterpartes”, aunque
materialmente esté “infrapartes” -lo mismo que el mediador-, el cual se limita a proponer
una o más soluciones. Es decir, para el jurista español Niceto Alcalá-Zamora y Castillo, el
mediador no tiene capacidad de proponer soluciones91.
91
De manera gráfica, la posición de los sujetos en las tres hipótesis la representa mediante dos
triángulos isósceles que, al acoplarse por la base, determinan un rombo: las partes están en los extremos del
rombo y el juez está en las partes superior del rombo, el conciliador en el punto medio del rombo y el
mediador en el extremo inferior del rombo. Niceto Alcalá-Zamora y Castillo, Op. Cit., 75-6.
92
Pinkas Flint Blanck, Negociaciones Eficaces. Implementando las Mejores Estrategias y Tácticas
(Lima: Editorial El Comercio, 2001), 17.
93
“La negociación es un medio básico para lograr lo que queremos de otros. Es una comunicación de
doble vía para llegar a un acuerdo cuando usted y otra persona comparten algunos intereses en común, pero
29
de actos en un tiempo determinado cuya finalidad es la satisfacción de intereses de las
partes.
Así, debemos tener claro que la negociación tiene dos acepciones en el lenguaje
jurídico especializado de los MASCs. La negociación es tanto un concepto de genero y de
especie. La negociación es un concepto de genero cuando involucra a los procedimientos
conciliatorios, mediatorios y de transacción, es decir, cuando se equipara al concepto de
“composición consensual”. Ciertamente, la mediación y la conciliación son procedimientos
o negociaciones que tienen la cualidad de la intervención de un tercero. La segunda
acepción de la negociación -como un concepto “especie”- se encuentra dentro de la
clasificación de los MASCs, es decir, cuando se equipara a la transacción, a la negociación
directa entre las partes.
Por otro lado, la transacción ha sido definida como procedimiento y como acuerdo -
estamos seguros que de estas acepciones proviene una de las mayores confusiones
conceptuales sobre la conciliación extrajudicial-. Ya sea la transacción judicial o
extrajudicial, estamos interesados en la acepción de la transacción como acepción de
procedimiento. La transacción es el procedimiento en la cual las partes tratan directamente
de componer consensualmente su conflicto. Así, la acepción de transacción-procedimiento
es la acepción negociación-especie. Sin embargo, cabe acotar que se pueden diferenciar
ambas cuando el sistema jurídico de cada país realiza particularidades en cada
procedimiento. Muchos teóricos diferencian ambas instituciones, la transacción judicial con
la negociación pre-procesal cuando ambas partes no han recurrido al Poder Judicial o la
transacción extrajudicial porque este es el procedimiento-acuerdo en donde las partes
“realizan concesiones recíprocas”.
En consecuencia, los MASCs (negociación, conciliación, mediación y arbitraje) son
composiciones consensuales o medios autocompositivos -a excepción del arbitraje- de
tendencia privada: procedimientos no jurisdiccionales o procedimientos equivalentes a la
jurisdicción. La negociación es el procedimiento madre de todos ellos, la primera
alternativa teórica y de propuesta de solución de los conflictos94, representa la composición
consensual y el ideario de la conversión del pacto social liberal.
Los “MASCs” han sido clasificados de distintas maneras. Existe una clasificación que
divide en MASCs procesales -tienen por finalidad evitar la sentencia (conciliación procesal,
transacción judicial, desistimiento, abandono, allanamiento y reconocimiento)- y MASCs
extrajudiciales -evitan el proceso (arbitraje, conciliación extrajudicial, mediación y la
negociación o transacción extrajudicial)-. Lo cierto es que esta clasificación peca de
imprecisa porque los MASCs procesales como serían los medios anormales de conclusión
de un proceso -medios que evitan la decisión del juez a través de la sentencia como el
desistimiento, el abandono, el allanamiento y el reconocimiento- el resultado de una
decisión unilateral de una de las partes proveniente de un procedimiento de negociación. Si
no fuera así, entonces, estas decisiones no provendrían de procedimiento alguno y entrarían
al campo de la autodefensa como decisiones unilaterales. En el caso de la conciliación
que también tienen algunos intereses opuestos”. Roger Fisher, W. Ury y Bruce Patton, Si...¡De Acuerdo¡
Cómo Negociar Sin Ceder, 3ª reimpresión (Bogota: Editorial Norma, 1995), XVII.
94
Dany Ertel y Roger Fisher, Op. Cit., 68.
30
procesal y la transacción judicial son procedimientos judicializados por lo cual no pueden
ser comprendidos dentro de la categoría de MASCs procesales.
Lo rescatable de esta clasificación es la utilización de dos criterios que se
confunden: el carácter extrajudicial y extraprocesal de los MASCs. Los MASCs son
extrajudiciales cuando los procedimientos son llevados a cabo fuera de la injerencia de la
organización judicial. El carácter extraprocesal hace referencia a que los procedimientos
pueden realizarse fuera del proceso, ya sea antes o después de éste. Así, en el caso de la
conciliación extrajudicial, es un MASC extraprocesal por ser previo al proceso y,
asimismo, es extrajudicial porque se realiza fuera de la organización judicial, excepto
cuando el juez de paz actúa como conciliador extrajudicial porque en la práctica el
procedimiento conciliatorio se realiza en sede judicial, bajo la judicatura. Asimismo, otra
clasificación que se basa en el criterio “confrontacional” de los procedimientos de solución
de conflictos dentro de los medios lícitos se presenta en el siguiente cuadro:
Dentro del desarrollo teórico de los “MASCs”, se han clasificado cuatro tipos de medios o
procedimientos “clásicos” a través de las cuales las personas pueden “resolver” sus
controversias sin necesidad de la intervención jurisdiccional. Estos procedimientos son:
31
3. La Conciliación. Es el procedimiento a través del cual dos partes de un conflicto se
reúnen con un tercero, ajeno e imparcial, quien facilita la comunicación entre las
personas enfrentadas para delimitar y solucionar el conflicto y que, además, formula
propuestas de solución.
4. El Arbitraje. Es el procedimiento en el cual un tercero, ajeno e imparcial que no
actúa con funciones de juez y que ha sido nombrado o aceptado por las partes,
resuelve un litigio mediante una decisión vinculante y obligatoria. Veamos el
siguiente cuadro:
95
Iván Ormachea Choque, Análisis de la Ley de Conciliación Extrajudicial (Lima: Editorial Cuzco,
1998), 23.
32
Este cuatro de medios alternativos presenta una característica común: la ausencia de
un juez “público” o, al menos, su intervención no con facultades decisorias en el caso de la
mediación y la conciliación intraprocesales. Así, pasaremos revista con más detalle a estos
procedimientos alternativos de solución de conflictos.
96
Roger Fisher, William Ury y Bruce Patton, Op. Cit. Otros estudios de negociación en Howard
Rafia, El Arte de la Negociación, 1ª Reimpresión (México: Fondo de Cultura Económica, 1996); Karen
Grover Duffy, James W. Grosch y Paul V. Olczak, La Mediación y sus Contextos de Aplicación (Barcelona:
Paidós, 1996).
33
7. Las restricciones externas tales como la refutación, el costo y el riesgo de una
decisión adversarial disminuyen en la participación directa de las partes en un
proceso privado y cooperativo.
Una distinción entre la conciliación y la transacción -realiza por Pallares-, es
el sacrificio de intereses recíprocos que realizan las partes en la transacción como
una figura reconocida por la doctrina jurídica y de diversos ordenamientos jurídicos,
lo cual la distancia del concepto abstracto de la negociación97.
97
“También importa señalar la diferencia que la distingue de la transacción. Para que haya
transacción es indispensable que haya sacrificios recíprocos de las dos partes en lo concerniente a los
derechos o pretensiones sobre los que disputan y por los cuales es posible un juicio futuro o tiene su causa el
que ya existe. En cambio, la conciliación no exige dicho sacrificio. Tiene lugar también cuando una de las
partes reconoce plenamente las pretensiones de su contraria. Lo propio de la conciliación es que se evita un
pleito futuro o se termina uno presente por avenencia de las partes, por su mutuo acuerdo y sin necesitar la
intervención jurisdiccional del conciliador”. Eduardo Pallares, Op. Cit., 168.
98
Enrique Véscovi, Teoría General del Proceso, 4.
99
“[La] intervención en una disputa o negociación de un tercero aceptable, imparcial y neutral, que
carece de un poder autorizado de decisión para ayudar a las partes en disputa a alcanzar voluntariamente su
propio arreglo mutuamente aceptado”. Christopher Moore, El Proceso de Mediación (Buenos Aires: Editorial
Granica, 1995), 44.
100
Fernando Flores García, Op. Cit., 166-7.
34
extrae su eficacia del acuerdo de las partes, “es un mero contrato, una transacción,
normalmente. Salvo que una de aquellas renuncie a sus pretensiones por
completo”101.
Habría que deslindar entre los procedimientos para solucionar los conflictos
como la conciliación, la mediación, el arbitraje, el proceso judicial del resultado
final de estos procedimientos. En algunos casos, estos acuerdos contendrán una
“actitud jurídica” de una de las partes -siempre acordado por ambas partes-
(allanamiento, reconocimiento, etc.) o de ambas partes (concesiones reciprocas,
transacción, etc.). La mediación y la conciliación siempre serán procedimientos sin
importar el resultado a que lleguen las partes, siempre serán autocompositivas o
consensuales, sin importar la actitud de las partes frente al conflicto.
Los profesores norteamericanos Folberg y Taylor definen el “proceso de
mediación” como aquel mediante el cual los participantes, junto con la asistencia de
una persona o personas neutrales, aíslan sistemáticamente los problemas en disputa
con objeto de encontrar opciones, considerar alternativas y llegar a un acuerdo
mutuo que se ajuste a sus necesidades. En consecuencia, la mediación es un proceso
que hace hincapié en la propia responsabilidad de los participantes de tomar
decisiones que influyen en sus vidas. Es un proceso que confiere autoridad sobre sí
misma a cada una de las partes102.
La función del mediador se determina a través de la decisión de las partes.
Las características esenciales de la mediación que la hacen un procedimiento
distinto de los demás son las siguientes:
101
Enrique Véscovi, Op. Cit., 6.
102
Ray Folberg y Alison Taylor, Mediación. Resolución de Conflictos sin Litigio (México: Limusa,
1992), 27.
35
derecho, sino, se expondría a una racionalidad particular, a un interés de las
partes, es decir, a un campo más amplio que es la voluntad privada, donde los
límites se encontrarían en la satisfacción del interés de ambas y lo que señale el
orden público y las buenas costumbres.
36
proporcionado buenos resultados103, al menos en Estados Unidos. Una clasificación
pertinente es la que realiza Judith Resnik utilizando el criterio de la naturaleza de la
intervención de los terceros104:
103
Zulema Wilde y Luis Gaibrois, Op. Cit., 13.
104
Judith Resnik, Op. Cit., 700 y ss.
37