El Periodo Científico de La Contabilidad

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1.

EL PERIODO CIENTÍFICO DE LA CONTABILIDAD


Este periodo está comprendido entre 1840 hasta nuestros días.
El siglo XIX se denomina como “El siglo de los contrastes” porque en él se asiste a un
importante esfuerzo para elevar la contabilidad a la altura de una técnica realmente
científica; pero donde también fueron innumerables los autores que se destacaron por
la mercantilización de la contabilidad con publicaciones de muy escasa valía, tanto
técnica como en teoría.
El siglo XX, conocido como “el siglo de la organización científica”, toma una nueva
orientación con una serie de importantes estudios, que se desarrollaron a partir de la
primera guerra mundial, donde la técnica contable sigue buscando el camino de
prestar los servicios que razonablemente pueden esperarse de ella por las nuevas
disciplinas de la organización científica y la economía de la empresa, lo cual obliga a
considerar la contabilidad desde un ángulo nuevo, ya no como una técnica autónoma
como pensaban algunos autores y no pocos contemporáneos.
De otra parte, se desarrolla una poderosa corriente de pensamiento contable, desde
teorías que germinaron hace más de dos siglos y que aún hoy continúan encontrando
adeptos, que han estimulado el nacimiento de múltiples ramificaciones, que cada vez
hace más difícil trazar unos claros límites de separación entre autores y doctrinas, así
como aplicaciones de la contabilidad a nuevos campos (social y ambiental), y nuevos
conceptos como “la contabilidad pura”.
La contabilidad entra a desempeñar un importante papel de contribuir a dotar a la
empresa de una racionalidad científica, con el objeto que esta importante célula
económica y social, pueda cumplir con su cometido propio de lograr la máxima eficacia
y utilidad, y para la sociedad en general el mejoramiento continuo de las condiciones
de vida de la población, donde el crecimiento vaya de la mano de la equidad y la
justicia -responsabilidad social -, en donde la gestión ambiental constituya uno de los
pilares básicos para satisfacer las necesidades actuales, incluso la viabilidad de
pervivencia en el futuro – sostenibilidad ambiental -.
Son variadas las clasificaciones de las teorías contables, que, del periodo científico, se
hacen y asumen los diferentes estudiosos:
VLAEMMINCK (1961, 235 – 373) hace la siguiente clasificación:
Siglo XIX o Siglo de los Contrastes:

En el desarrollo de la técnica:
 Las teorías unicontistas o “Geschaftstheorie”,
 Las teorías matemáticas,

Respecto al desarrollo científico de la contabilidad:

 La Escuela Lombarda (Francesco Villa)


 La Escuela Toscana (Francesco Marchi y Giusepppe Cerboni)
 La Escuela Veneciana (Fabio Besta)

Siglo XX o Siglo de la Organización Científica:

 La teoría personalista,
 La teoría jurídica,
 Las teorías económicas,
 La investigación de la contabilidad pura,
 La contabilidad como órgano de gestión de las empresas, entre otras.

LAS CORRIENTES DOCTRINALES CONTABLES que identifica el profesor MONTESINOS


(1978) citado por HAROLD ÁLVAREZ (2001, 15) son:

 Doctrinas jurídico – personalistas


 Doctrinas contistas y neocontistas,
 El enfoque económico,
 La teoría matemática y el empeño formalizador,
 La introducción de los aspectos conductistas y la concepción
comunicacional.

CLASIFICACIÓN DE VLAEMMINCK

SIGLO XIX O SIGLO DE LOS CONTRASTES

DESARROLLO DE LA TÉCNICA:

Retomando la clasificación planteada por Joseph-H Vlaemminck (1961, 235 – 373) se


pueden señalar respecto al desarrollo de la técnica dos escuelas:

LA TEORIA UNICONTISTA
se conoce como la teoría de una sola serie de cuentas, la del propietario

Esta teoría considera a las cuentas, desde el punto de vista de la separación de la


empresa y el propietario, donde la teneduría de libros por partida doble consiste en
que todo capital empleado en el comercio es un capital confiado a la empresa que lo
administra, del cual esta debe rendir cuentas, es decir, dónde está, en qué manos y en
qué forma se encuentra, cómo y en qué momento ha aumentado o disminuido. El
comerciante se encuentra situado, de cierto modo, por fuera de la empresa a la que
pertenece, teniendo una cuenta donde figuran las cantidades que aporta y todas las
que retira del capital. La cuenta de capital, por tal razón es acreedora, enunciando un
pasivo, pues expresa el capital confiado y que debe ser restituido. (Vlaemminck 1961,
251– 258)

LA TEORIA MATEMATICAS

Las teorías matemáticas se desarrollaron a finales del siglo XIX y XX, de manera inicial
en Francia y Bélgica, cuyos autores trataban de dar una base científica a la
contabilidad, relacionándola con una ciencia principal, buscando una forma racional de
presentar el juego de las cuentas relativas a los productos del trabajo y a las
transformaciones del capital, es decir, las cuentas de la coordinación racional de la
producción, la distribución y el consumo de las riquezas privadas y públicas. Concluyen
que la contabilidad es una rama de las matemáticas y que ha de clasificarse en las
ciencias exactas.

Esta concepción contable está relacionada también con la economía, tal como lo
consideran los autores del Plan de Cuentas Internacional adoptado en las Jornadas
Internacionales de la Contabilidad celebrado en Paris en 1953, quienes pretenden
apoyar su doctrina en el registro de los movimientos de valores en las empresas y las
comunidades, de acuerdo con el desarrollo exacto del ciclo económico.

Esta complementación muestra como a pesar que muchos autores utilizan las
notaciones algebraicas o fórmulas matemáticas se adhieren o se integran con otras
escuelas contables.

DESARROLLO CIENTÍFICO DE LA CONTABILIDAD

Siglo XIX o siglo de los contrastes: la evolución de pensamiento contable italiano


vuelve a resurgir en el siglo XIX con un grupo de autores de talla excepcional,
superando a sus colegas franceses. Para algunos historiadores dicho pensamiento
alcanza su pleno desarrollo en 1840 con la obra del “Padre de la contabilidad italiana”
Francesco Villa, considerando a partir de allí que la contabilidad inicia una nueva era
en su historia y se convierte en una verdadera ciencia. Villa comienza por delimitar el
alcance de la contabilidad, donde la teneduría de libros y la aritmética es la parte
mecánica de la contabilidad que no se puede considerar como ciencia. Considera que
el conjunto de principios económicos – administrativos aplicados al arte de llevar las
cuentas o libros, conocer su naturaleza, normas, leyes y costumbres, es lo que hace un
auténtico contador capaz de juzgar el resultado de una administración.
El historiador Federigo Melis en su obra Storia Della Ragioneria (1950) citado por
Vlaemminck (1961, 272) agrupa a los autores de este periodo en tres Escuelas: La
Lombarda (Francesco Villa), La Toscana (Francesco Marchi y Giusepppe Cerboni) y
La Veneciana (Fabio Besta).

LA ESCUELA LOMBARDA (FRANCESCO VILLA).

Considera el control como el objetivo de la contabilidad y le reconoce como campo de


acción la organización de la empresa y la administración del patrimonio.

El tratado Francesco Villa está integrado por tres partes: la primera por los conceptos
económicos- administrativos, la segunda por la teneduría de libros y sus aplicaciones
más usuales y la tercera por la organización administrativa y la revisión de cuentas.

Más de medio siglo antes de los trabajos de Taylor, de Fayol y sus escuelas, Villa en sus
‘Elementi di amministrazioni e contabilitá’, realiza un estudio sobre el problema de la
división del trabajo, de la previsión, de la organización y del control, al considerar a la
contabilidad y a su instrumento (la teneduría de libros), como parte integrante de la
organización y de la gestión administrativa de las empresas. (Vlaemminck 1961, 272 –
274)

LA ESCUELA TOSCANA:

Está dominada por la teoría personalista de las cuentas.

Francesco Marchi plantea en su obra de 1867 ‘Cinquecontisti’, que todas las cuentas
son personales y expresa que son cuatro clases de personas las que tienen interés en
la empresa: los consignatarios (sustancia de la empresa), los corresponsales, el
propietario y el administrador. Considera que las cuentas están abiertas a las tres
primeras categorías, que son verdaderamente los deudores por todo lo que tienen en
él Debe, y acreedores por todo lo que tienen en el Haber de la empresa.

Marchi se destaca también por la aplicación que hizo de su método a la contabilidad


pública italiana.

En 1886 Giuseppe Cerboni en Roma publica su obra fundamental donde expone la


teoría y el sistema conocido como la Logismografía, que se cree la más moderna
expresión de la teoría personalista. Considera que toda operación administrativa
produce relaciones de cargo y abono entre las personas naturales o jurídicas,
susceptibles de ejercer derechos y contraer obligaciones por sí mismas o por su
representación, que poseen interés o desarrollan una acción en la empresa, es decir,
se diferencia de Marchi en cuanto al grado o el carácter de esa responsabilidad.

Esta teoría personalista es al mismo tiempo jurídico-administrativa, es decir, considera


la entidad económica “empresa” desde el ángulo de las relaciones jurídicas resultante
de la actividad de las personas que están encargadas de la gestión y la administración y
de las terceras personas interesadas en ella: propietario, administradores, agentes y
corresponsales. El propietario es la persona o el conjunto de personas a las que
incumbe la responsabilidad total y definitiva de los resultados.

Se concluye que la Logismografía implica la serie de relaciones jurídicas y económicas


que vinculan al propietario con la empresa, la cual tiene, a su vez, derechos y
obligaciones. Aquí se desborda el campo del derecho, integrando la concepción
jurídica al fenómeno económico que le es correlativo.

La organización contable de una empresa basada en la teoría Logismografía busca


registrar la expresión directa de los hechos administrativos, donde los abonos y los
cargos del propietario corresponden a cargos y abonos iguales de los agentes o
depositarios y corresponsales o deudores de la empresa (azienda). El administrador es
aquella persona que ha recibido el mandato para administrar las diferentes actividades
y operaciones que tiene la finalidad de conservar el patrimonio, mejorarlo y obtener el
máximo rendimiento con el mínimo costo.

Otros de los principales propagadores de las ideas de Cerboni fue Giovanni Rossi1845 –
1921, quien igual que Michele Riva, F.A. Bonalumi, Giovanni Massa, Vincenzo. Gitti y E.
Mondini conformaron la Escuela Cerboniana también conocida como la Escuela
Logismografica. (Vlaemminck 1961, 274 - 282)

LA ESCUELA VENECIANA:

su fundador es Fabio Besta 1845 – 1922, quien se aparta por completo de Cerboni y
retoma a Villa, analizando su teoría económica y construye su Teoría Materialista
basada en el valor del elemento patrimonial representado por la cuenta. Esta escuela
encabezada por Besta se le ha llamado también como “Histórica” al recurrir al método
histórico.

Publica sus obras desde el siglo XIX, pero la principal La Ragioneria es presentada en
tres volúmenes entre 1909 a 1910. Para Besta la contabilidad como técnica científica le
corresponde el control económico, considerándola una ciencia de aplicación concreta
o material, en tanto ciencia de control, considera que ocupa un lugar entre las ciencias
morales, lo cual Villa lo considera uno de los objetivos principales de la contabilidad.

La Statmografía de Emanuele Pisani se define como el sistema de la partida doble, en


forma sinóptica, que se basa en el balance entre los hechos estáticos
(situación económica que informa acerca del capital neto y las modificaciones) y los
hechos dinámicos (situación administrativa que indica el movimiento de los valores
del debe y el haber durante el ejercicio) y la situación final es el balance de resultados,
que es el diferencial entre este tipo de hechos o sea los resultados económicos
administrativos, donde se condensan los hechos modificados. En el libro de los
“Balances Sintéticos” presenta las operaciones administrativas en su conjunto en tres
balances: el balance de la situación económica, el movimiento administrativo –
gestión- y el balance de resultados económicos- administrativos. En el libro de
“Balances Analíticos” desarrolla los “Balances Sintéticos” con detalle. Pisani utiliza
también el cuadro de contabilidad y las minutas de las cuentas, a imitación de la
Logismografía.

Pisani establece un interesante enlace entre el balance y el presupuesto: en el libro de


balances sintéticos inserta un balance de ingresos y gastos previstos, y en el balance de
resultados económicos-administrativos una cuenta o balance de resultados
administrativos. (Vlaemminck 1961, 282 - 286).

Pisani dice Melis, citado por Vlaemminck (1961, 284), se encuentra entre el
pensamiento de Besta en cuanto se refiere a la teoría de las cuentas y de Cerboni en lo
que atañe a coincidencias respecto al método de registro.

En España en el siglo XIX no existe una línea definida en la evolución del pensamiento
contable y sus inquietudes nacen de traducciones de las obras francesas e italianas.

Surge en España la contabilidad demostrativa de Bonifacio González Ladrón de


Guevara, que ataca con dureza la partida doble en general y a la Logismografía, que
tiene no pocas coincidencias, casi un siglo después, con E.T. Jones.

Otros autores españoles que figuran con importantes escritos son: Manuel Víctor De
Christantes y Cañedo (Tratado de cuenta y razón, o cuentas del español Jeremías,
inventor del método de llevarlas en partida doble, 1838) importante por el empleo que
hace de la más pura permanencia del inventario y partidario del empleo de la partida
doble en el Estado. José María Brost (Curso completo de teneduría de libros o modo
de llevarlos por partida doble,1825, entre otros) partidario de las cinco cuentas
generales, que personifica para explicar el juego de cuentas, incluyendo un apéndice
de la aplicación a la Hacienda Pública. Francisco Castaño Diéguez (la verdadera
contabilidad o sea curso completo, teórico y práctico de teneduría de libros por partida
doble, 1863) cuya obra ha servido de guía a la juventud mercantil y para la difusión de
la contabilidad en la península Ibérica. Emilio Oliver Castañer (Consultor del tenedor de
libros, 1884) y Antonio Torrents y Monner (Tratado completo teórico- práctico de
contabilidad mercantil, industrial y administrativa 1885, y Tratado de teneduría de
libros, 1895), fijando en diez el número de cuentas generales o “matrices” que sirven
de modelo para un grupo determinado, de las cuales se derivan directamente tantas
cuentas auxiliares que sean necesarias, las cuales se pueden desarrollar mediante
subdivisiones de dichas cuentas.(Vlaemminck 1961, 287 – 300)

A manera de conclusiones se ha presentado una estrecha síntesis de la literatura


contable del siglo XIX o “Siglo de los contrastes”, que corresponde a la necesidad de
explicación de las nuevas dinámicas económicas del capitalismo a partir del simple
hecho del registro y control de la nueva empresa capitalista y su propietario, en la
búsqueda de alcanzar la ganancia, tipo de empresa que empieza a desarrollarse como
tal a finales del siglo XVIII.

El análisis de tendencias de la teoría contable del este siglo se hace compleja, al hacer
que muchos autores en la búsqueda de la realidad cubierta por las cuentas, se
conjuguen con otras preocupaciones: preguntarse por la función de las cuentas o de la
contabilidad, o sobre la naturaleza de las cuentas o de lo que estas representan, lo cual
hace que simultáneamente muchos autores de la época se puedan clasificar en varias
tendencias teóricas.

En la diversidad de teorías se abordaron múltiples fenómenos que la contabilidad debe


de abarcar, clasificar y expresar en valor monetario, tales como los fenómenos
jurídicos, financieros, económicos, administrativos y fiscales, entre otros, lo que nos
permite observar una segunda relación con la economía, pero sin ser esta la
preocupación central y única de esta disciplina.

Los autores de la literatura contable del siglo XIX continúan prestando atención a la
heterogeneidad de los hechos contables registrados en cifras monetarias bajo el título
de una cuenta en la que intentan poner en evidencia realidades concretas o abstractas
, o descubrir tras el valor de las cuentas de un balance los caracteres comunes que le
permitan justificar la presentación técnica de los elementos contables, ensanchando
así el horizonte de la simple teneduría de libros, lo cual explica la aparición de las
distintas escuelas cuyo problema central es el señalado; más no tenían estos autores
como preocupación central la naturaleza de la evolución de la contabilidad y los
medios empleados en la codificación de los factores obtenidos para conocer la realidad
viva de la empresa, y la interacción de las fuerzas que actúan en la misma.

Es importante reconocer que en esta literatura del siglo XIX muestran unas claras
tendencias a elevar su nivel técnico-científico, básicamente en las escuelas italianas,
pero también cayendo otros autores en la sustentación de la pura técnica de la
teneduría de libros, mientras otros tantos caen en cuestionados procesos de
mercantilización de manuales.

LA CONTABILIDAD EN EL SIGLO XX O SIGLO DE LA ORGANIZACIÓN CIENTÍFICA

LA TEORÍA PERSONALISTA:

En el siglo XVI apareció un procedimiento didáctico que consistía en ver en la cuenta a


una persona ficticia cuando no se trataba de una cuenta personal, recurso pedagógico
que se conoció como “teoría” de la personificación, equivocación al señalar a un
método de enseñanza como una teoría contable.

La Teoría personalista es una teoría explicativa de la naturaleza de la cuenta, donde


todas las cuentas se abren realmente a las personas.

Esta tesis tiene sus antecedentes en Degranges y en la contabilidad Cerboniana. Al


ocuparnos de la Logismografía del siglo XIX, se reseñó el aspecto jurídico de las
primeras cuentas de personas del siglo XII.

Esta teoría personalista es por consiguiente al mismo tiempo jurídico-administrativa.


Por esta razón se encuentra en la próxima teoría jurídica del siglo XX una filiación
personalista, donde autores como Vicente Montesinos, citado por Álvarez (2001, 15),
la clasifica dentro de la corriente de las Doctrinas Jurídico – personalistas.
Uno de los autores más moderno y representativo de esta teoría es el francés Gabriel
Faure, referenciado por Vlaemminck (1961, 314), al expresar que “toda cuenta,
cualquiera que sea su título, está abierta en realidad a una persona, la cual se
encuentra encargada precisamente de la administración, de la gestión, del manejo, de
la custodia, o del entretenimiento (sic) de una parte del patrimonio. Se trata de la
teoría personalista en su forma avanzada de la función… (de los agentes de la
empresa) Participa a un tiempo de la teoría jurídica y de la que se ha dado en llamar
administrativa. El verdadero substrato de la cuenta, aunque esta solo sirva para
registrar un movimiento de valor, es la persona responsable de ese valor”

Otros autores destacados son H. Deschamps sostuvo una teoría Personalista que
difiere de la de Faure, en su distinción entre la personalidad de la empresa y la del
propio comerciante; el belga Laurent Lefébvre quien adopta la división en cuentas
generales y particulares de Degranges

EN CONCLUSIÓN, como lo expresa Álvarez (2001,15) esta corriente está basada en la


“Teoría de la Personalización”, a través de la cual se pretende explicar el
funcionamiento de las cuentas considerando que todas ellas representan obligaciones
del propietario. Plantea que esta doctrina que fue perfeccionada por la Escuela de
Toscana, que con la obra de Giuseppe Cerboni, avanza hacia una doctrina de las
responsabilidades personales entre los administradores de la organización económica.
Harold Álvarez considera que los axiomas, y los corolarios con que se pretendió
establecer unas especies de leyes del comportamiento entre los actores empresariales
y la información contenida en la contabilidad, no resiste un examen epistemológico
riguroso, pero tiene el mérito de ser el primer precedente que intenta cumplir con
requisitos formales en la edificación de teorías científicas en el campo de la
contabilidad.

LA TEORÍA JURÍDICA:

Se elabora sobre la base que todo asiento o anotación contable traduce un hecho
jurídico.

Vlaemminck (1961, 321 – 323) menciona los escritos de algunos autores y sus
reflexiones sobre las relaciones derecho y contabilidad:

El autor francés A. Beaumont (1920) busca en el Derecho los fundamentos de toda


contabilización. Cita a Robert Lefort (1927) cuando pregunta “¿Cómo explicar el
balance de situación, idea compleja, sin remontar a su sustancia que se encierra en
tres términos: valor, derecho, persona? Pues bien, estos tres términos pueden
resumirse en uno solo, el derecho”

Igual hace con Pierre Garnier que consideraba que la contabilidad era el álgebra del
derecho. Así mismo menciona a Charpentier y Hamelin que atraídos por los supuestos
puntos de contacto, afirmaban que lo que se debe contabilizar son los derechos
considerados en sus relaciones de valor.
Esta reflexión fue cuestionada por autores como Ch. Penglaou al no encontrar
correspondencia entre derecho y contabilidad en conceptos como patrimonio,
empresa, actividad mercantil, contrastados frente a la teoría de la universalidad de
derecho y a la universalidad de hecho, no encontrando el suficiente apoyo desde el
derecho a la completa explicación contable, así como frente a la justificación jurídica
de las cuentas de capital y de pérdidas y ganancias, encontrando que no hay
coincidencia, afirmándose de manera concluyente que la contabilidad no vive de
manera exclusiva en la esfera del derecho.

Como se indicó con anterioridad Cerboni escribió sobre La Logismografía, cuyo


significado es el de una descripción razonada de las cuentas que considera la entidad
económica “empresa”, desde el ángulo de las relaciones jurídicas resultantes de la
actividad de las personas que están a cargo de su gestión y administración y de las
terceras interesadas en ellas. Este planteamiento es criticado por Montesinos, citado
por el profesor Álvarez (2001, 17), al afirmar que “cualquier actividad económica está
inmersa en un marco jurídico de referencia, la estructura de tal ámbito condiciona los
procesos objeto de la contabilidad, así como de los profesionales contables que la
ejecutan. En tal sentido muchos de los planteamientos cerbonianos no responden a las
necesidades disciplinares ya que son ficciones que no reflejan la realidad factual en la
que está inmersa la contabilidad. Por ello surgen, al margen de dichos planteamientos,
trabajos que se agrupan en diversas líneas, como la mencionada “Teoría del
Propietario” que luego deriva en la reconocida tendencia denominada “Teoría de la
Entidad”, que tiene su origen en la separación de empresa y propietario.”

LA TEORÍA ECONÓMICAS:

Plantea Vlaemminck (1961, 325 - 327) que los ensayos para fundamentar una doctrina
de la contabilidad con la ciencia económica o al fenómeno económico no es reciente
en su historia: el húngaro Joseph Szarka (1822) 7, el frances Coffy (1833) 8., el italiano
Crippa (1834)9 , el padre de la contabilidad italiana Francesco Villa (1837) 10, el
fundador de la Escuela materialista veneciana Fabio Besta (1891)11 cuyos tres
volúmenes edito entre 1909 a 1910, concepción que se desarrolla en el siglo XX por
Vittorio Alfieri y los demás seguidores de Besta.

Vlaemminck menciona que algunos autores como Jean Fourastié (1948) consideraron
la contabilidad como un método de observación económica, donde el registro se
efectúa con motivo de cada movimiento de valor.

Precisa Vlaemminck (1961, 327) que “se hace difícil precisar la demarcación entre
estos autores y los que agrupamos en la escuela administrativa o de la economía de la
empresa. En efecto, si los primeros se fijan en el concepto económico de valor para
fundamentar sus explicaciones, lo cierto es que también recurren a la idea de empresa
considerada desde el punto de vista económico. Ahora bien, como la empresa sirve
precisamente de fundamento a la doctrina “administrativa” de la contabilidad, se
produce en ocasiones una imbricación o solape que hace realmente arduo el trabajo
del que pretende delimitar las diferentes escuelas”.
De igual manera señala que numerosos autores se adhieren a la teoría económica de
las cuentas, perteneciendo a otras escuelas, y solo recurren a la economía para
expresar el objeto de la contabilidad: por ejemplo, Gabriel Faure de la teoría
personalista de las cuentas dice, citado por Vlaemminck (1961, 331), “Hacer
contabilidad es tanto como dedicarse a una clasificación de cifras que permitan
describir los acontecimientos económicos que afectan a una empresa y exponer
adecuadamente los resultados”. Jean Fourastié (1945) define la contabilidad como el
registro en unidades monetarias de los movimientos de los valores económicos para
facilitar la gerencia (gobierno) de las empresas financieras, industriales y comerciales.
Por consiguiente para los historiadores del pensamiento contable se hace difícil
catalogar los autores que deben ser incluidos en la escuela económica, si no se supera
la confusión que existe entre los objetivos de la contabilidad, la naturaleza de las
cuentas y la expresión monetaria de las mismas.

Entre los autores más sobresalientes que pertenecen ciertamente a la Escuela


Económica de la Contabilidad se pueden citar a los franceses René Delaporte y J.
Dumarchey

René Del aporte (1936) declara que no hay cuentas de cosas, de personas o de
cualquier otra clase, considera que la cuenta es de valores, que de manera aritmética y
estadística expresa las cantidades y su valoración, cuentas que son del activo y del
pasivo, que unas y otras representan los valores poseídos por la empresa, los valores
jurídicos de créditos y obligaciones y finalmente los valores de resultados (beneficios o
perdidas del capitalista).

Del aporte incluye en el término valor todo aquello que se relacione con la empresa,
tales como bienes, servicios, derechos reconocidos… concepto que algunos críticos
como Charles Penglaou, citado por Vlaemminck (1961, 335) considera muy amplio al
abarcar todos los fenómenos de la empresa, y no ofrece criterios seguros para una fácil
delimitación de la investigación contable.

La obra de Del aporte tiene también aspectos de la doctrina administrativa al insistir


acerca de los puntos de contacto entre la organización y la gestión de la empresa y la
elaboración de la técnica contable.

J. Dumarchey (1914) con su obra ‘La Teoría Positiva’, considerada como un


extraordinario resultado del pensamiento contable del siglo XX, autor que considera
que la contabilidad pertenece al grupo de las ciencias económicas y sociales,
estudiando los vínculos que existen y debieran existir entre contabilidad y economía,
vínculos estrechos que tiene que estar, ya que la contabilidad no puede referirse más
que a cuestiones de producción, distribución y consumo de las riquezas. Dumarchey
parte del valor para explicar mediante un proceso matemático-económico el
fenómeno de la contabilidad en su forma de partida doble, definiendo la cuenta como
toda clase de unidades de valor que adoptan diversas formas: dinero, muebles,
inmuebles, herramientas, créditos, entre otras, que es lo que denomina cuenta del
Activo de la persona propietaria, y en la cuenta del pasivo incorpora las unidades de
valor que se deben a otros por esa misma persona. El número de unidades de valor
restantes forman parte de la cuenta Situación Neta. El Balance seria la expresión de la
relación que existe entre el Activo, el Pasivo y la Situación Neta de una persona.

El autor Dumarchey al examinar el balance en un momento dado incorpora el punto de


vista estático, siendo su balance dinámico cuando examina la sucesión de este en otros
tiempos. Lo anterior lo hace relacionar también con la escuela que estudia la
organización y la administración de la entidad económica privada o sea la escuela
alemana de Schmalenbach sobre la economía de la empresa

Críticos como Charles Penglaou, citado por Vlaemminck (1961, 338) considera que
Dumarchey no ha situado a la contabilidad en su entorno también de fenómenos
jurídicos, administrativos, financieros, entre otros.

Otros autores como Marcel Pauwels (1947) consideran que la contabilidad tiene que
desempeñar, ante todo, una función económica y las operaciones que registra son
modificaciones de valor, las cuales no siempre son de carácter jurídico. En conclusión,
tanto en la finalidad de la teoría como respecto a las realidades registradas por las
cuentas, permite incluir a Pauwels en la teoría económica, sin que prescinda de los
demás fenómenos que guardan relación con la técnica de las cuentas.

Jean Bournisien (1919) señala que la contabilidad tiene por objeto la medida de los
valores económicos y su aplicación al patrimonio de las personas, con lo cual el autor
no se limita a la tesis económica, sino que también recurre a la noción de gestión de la
empresa. Vlaemminck (1961, 332- 333).

En las conclusiones de las Jornadas Internacionales de la Contabilidad en Paris en junio


de 1953, en las que se pretendió fundamentar en la economía la concepción contable
de un Plan de Cuentas Internacional, esta propuesta internacional, sustentada a todos
los prácticos y teóricos de esta técnica, se adoptó a partir de las siguientes bases
doctrinales:

 El registro de los movimientos de valores, en las empresas o las comunidades


públicas y privadas-, de acuerdo con el desarrollo exacto del ciclo de la
economía (sic).
 Servir para la enseñanza en general, partiendo de una definición lógica de los
movimientos económicos, así como facilitar la formación profesional.
 Una técnica contable que reúna las operaciones en grandes grupos de cuentas
de acuerdo con la clasificación decimal- que se correspondan con grandes
unidades económicas” Vlaemminck (1961, 328).

Como se puede apreciar el concepto de valor es esencial para todo teórico que
pretenda descubrir, tras la heterogeneidad de las cuentas, un elemento catalizador
que las reduzca a una unidad de orden económico. Tal como lo observamos atrás en el
breve análisis de las Doctrinas económicas, en la Economía se han originado diferentes
teorías frente a la noción de valor: del valor – trabajo, del valor – utilidad y de las
teorías marginalista y neo-marginalista, entre los muchos matices sobre este concepto
económico.

El francés J. Dumarchey, citado por Vlaemminck (1961, 329), advierte de los peligros
que pueden derivarse al asumir los movimientos de valores de una manera simplista y
poco discutible, sin diferenciar valor de precio y su expresión en moneda, sin tenerse la
suficiente preparación científica en el terreno económico por parte de los prácticos en
contabilidad.

Vlaemminck considera que los movimientos económicos consisten en grandes


fluctuaciones, de ritmo estadísticamente analizable, que hacen suceder a periodos de
expansión, tiempos de regresión, ciclo económico que la doctrina contable no puede
asumir como único, pues este es solo uno de los muchos movimientos discernibles en
la economía, que se diferencia del circuito económico de producción, distribución,
cambio y consumo de los bienes, en una abierta crítica a la conclusión y propuesta del
Plan Internacional de cuentas, pues no puede afirmarse que exista coincidencia entre
las cuentas expresadas en unidades monetarias con la realidad económica. Esta
observación plantea que la expresión de orden económico de la contabilidad no
permite una explicación del fenómeno contable más amplio, inmerso en una realidad
más compleja que está íntimamente ligado al derecho y la administración, entre otros.

Vlaemminck considera, que igual sucede con la aplicación de las nociones de empresa
y de capital. Respecto a la empresa piensa que no puede asumirse solo desde el
aspecto económico: como la organización en la que el empresario aplica a cambio de
ingresos, los factores productivos a la producción de bienes y servicios destinados al
cambio y con ánimo de obtener un beneficio, pues considera que esta visión es una
amputación de la realidad para el análisis de la explicación contable de la misma, tal
como se analizará cuando se desarrolle, en el presente trabajo, el concepto empresa
en la Teoría Administrativa de la Contabilidad y en su posterior desarrollo en la Teoría
de la Contabilidad Integral

Igual sucede para la contabilidad cuando se le asigna la función esencial de expresar


las vicisitudes del capital (aportaciones iníciales, ampliaciones posteriores, resultados
de las ganancias o pérdidas que lo alteran aumentando o reduciendo su masa) y que se
conocen mediante la medición de sus oscilaciones. Pero afirma Vlaemminck que el
capital como concepto económico no proporciona un conocimiento contable
completo, por ejemplo, frente a concepciones jurídicas y administrativas del
patrimonio.

Señala Joseph-H Vlaemminck (1961, 331), citando un aparte de un artículo suyo


publicado el 1953, que “Nuestra crítica de la teoría económica de las cuentas no
excluye el que consideremos a la contabilidad como extraordinariamente importante
desde el punto de vista económico. Nosotros mismos hemos escrito que “la
contabilidad suministra a la ciencia económica una parte de los datos que ésta, dentro
de su cometido, ha de interpretar y reducir a síntesis que, a su vez, engendraran
hipótesis explicativas…La contabilidad es una valiosa técnica al servicio de la economía.
Concreta los hechos y, por ende, suministra una base firme a numerosas discusiones
económicas. los progresos de la economía están condicionados al tiempo por las ideas
y por los hechos”

LA INVESTIGACIÓN DE LA CONTABILIDAD PURA:

Esta escuela de investigación contable surge en el segundo cuarto del siglo XX, plantea
la necesidad de liberarnos de todas las construcciones teóricas que surgieron desde la
aparición de la técnica clásica de la partida doble, constituyéndose en un método de
observación de los hechos contables. Plantea Vlaemminck (1961, 340) como uno de
los seguidores de esta corriente de pensamiento, que lo que hay que hacer es
desprendernos de un cierto número de prejuicios que subyacen en dichas
construcciones.

Recomiendan en primer lugar delimitar el campo del proceso contable para investigar
la esencia de las cuentas y las realidades que existen tras de ellas, para lo cual hay que
recurrir a una primera operación del proceso contable que consiste en una selección,
lo cual supone previamente la observación de los hechos sobre los cuales se ha de
operar la investigación.

Estos hechos nunca se presentan aislados, el medio es muy diverso, pues puede ser
una empresa industrial, comercial, financiera o de otro tipo, que comprenda toda la
escala de personal o puede ser una explotación agrícola o un minúsculo taller artesanal
en el que el propietario trabaje solo, puede que el medio corresponda a la hacienda
pública y que sea un municipio, la rama judicial o el ejército o puede estar constituido
por una universidad, una escuela, una iglesia entre otros.

De esta observación y de este análisis resultará la selección sobre aquellos hechos que
constituyan datos contables, es decir todo aquello que pueda ser expresado mediante
una cifra. Esta concepción genera la necesidad de darle solución a un primer problema
de valoración, frente a lo que se ha llamado capital humano, pues como lo ha puesto
de manifiesto Jean Daric (1945) en toda empresa existe una inversión en instalaciones
y equipos y en “inversión” humana. Expresa que realmente la vida de la empresa no se
reduce al buen funcionamiento de sus máquinas, el rendimiento dependerá siempre,
en gran parte, de la compenetración y desarrollo de los participantes, capital humano
que cuenta con diferentes modelos para su contabilización. Este nuevo proceso de
selección, plantea Daric, es clave si se comprende que los contadores durante mucho
tiempo han contado los hechos numerables que les parecía conveniente apuntar en
cada época y en medio de su actividad.

El segundo criterio es el conocimiento del medio en el que se produce el hecho


contable, lo cual, según los partidarios de esta escuela, facilitará una visión más clara
de las ventajas que se derivan de contabilizar tal o cual grupo de fenómenos, pues la
ciencia de la empresa, en su más amplio sentido será factor determinante en la
elaboración de una doctrina contable satisfactoria y de los progresos de la técnica de la
cuenta. La contabilidad pura conduce lógicamente a una integración de esta técnica
con la organización científica y la economía de la empresa. (Vlaemminck 1961, 339 -
344).
De las premisas planteadas del proceso contable se desprende que no es de
incumbencia del mismo, la transformación en expresión monetaria de las cantidades
encontradas y anotadas. El autor Jean Sigaut, citado por Vlaemminck (1961, 345 y 346)
dice: “Si llegamos a desligarnos del concepto de valor para pasar al de cantidad,
cualquier fenómeno numerable podría ser contabilizado y debería serlo si su registro
de acuerdo con los métodos de la partida doble, fuera susceptible de facilitar al jefe de
la empresa información provechosa”. La contabilización de materiales y de
movimientos de mercancías mediante contabilidades de cantidades y no de valores,
sería de gran utilidad interna para la empresa, proceso de evolución de esta
contabilidad cuantitativa que no deja de ser lento, ante la creencia en la contabilidad
del valor, y la no reflexión por parte de los contables de otras formas de
contabilización en la empresa, tal como se van a mencionar adelante en la Teoría
Administrativa de la Contabilidad. La noción de valor aparece como inseparable de la
contabilidad.

El proceso contable, como se ha visto, ha aislado los hechos numerables y ha


conservado solo aquellos que en función de la utilidad para la gestión de la empresa
deben formar parte de un sistema coherente de contabilidad y es aquí donde
comienza la técnica contable propiamente dicha, pues se trata de elaborar un
mecanismo para que estos hechos expresados numéricamente puedan ser codificados,
sistematizados e incorporados en una construcción que responda a las necesidades de
gestión de la entidad en el seno de la cual se elabora la contabilización.

Eugéne De Fages de Latour (1924), considerado un autor que pertenece a esta escuela
contable, trata de definir la contabilidad no por sí misma como sus predecesores, sino
recurriendo a ciertos procedimientos científicos, comparando la práctica contable con
distintos procesos tomados de las ciencias naturales. Este autor recurrió a las ciencias
biológicas y naturales, mientras otros como J. Froidevaux lo hizo con una
representación tomada de la física, pero sin apartarse ambos del campo de la partida
doble, lo cual hace preguntarse si estos autores conciben la contabilidad pura o
simplemente la contabilidad por partida doble pura.

La elaboración de la técnica contable no debe estar solo dirigida hacia las actividades
de la empresa con el exterior, con vistas a determinar los costos y beneficios de estas
actividades o de la transformación de unidades monetarias de ciertos elementos
patrimoniales, lo cual parece perfectamente racional; también debe desarrollarse un
sistema dirigido hacia la fase interna de la empresa donde los elementos patrimoniales
por ejemplo puedan llevarse a una unidad cuantitativa de acuerdo a su naturaleza,
contabilidad-cantidad que según los autores debe responder a la gestión en el interior
de los servicios prestados en la empresa.

Afirma Vlaemminck que “No ha sido pues, las necesidades de la empresa las que han
impuesto objetivamente al contador (…) llevándolo a contabilizar ciertos hechos. Si
desde luego hemos afirmado que la contabilización en su aspecto técnico registra
fenómenos numerables en función de la utilidad de la gestión de la empresa, nos
hemos dado a la palabra “gestión” el estricto sentido científico que hoy se le atribuye.
La idea simplista que predominaba era que una empresa estaba bien administrada si el
resultado del ejercicio era ganancia. Por este motivo la técnica estaba enteramente
dedicada a la determinación del beneficio.

Habría de esperarse a que apareciera la disciplina científica que tiene como finalidad la
organización racional, para que la noción de utilidad subjetiva de contabilización de
ciertas series de hechos, cediera el paso a necesidades determinadas objetivamente y
deducidas mediante un análisis sistemático y racional de la empresa, de su
organización y de su funcionamiento” Vlaemminck (1961, 351).

Los autores de esta escuela, de manera teórica, buscaban adaptar sus ideas a los
hechos, y no intentar forzar a los hechos para someterlos a su teoría, ya que en esta
tendencia predominante se terminaba desnaturalizando el hecho contable.

CONTABILIDAD Y ORGANIZACIÓN CIENTÍFICA:

En el siglo XVII, el autor italiano Venturi, cabeza de la escuela florentina de la época,


había basado sus estudios en la administración de la “azienda” y manifestaba la
preocupación constante por lograr una gestión racional del patrimonio y fijar las reglas
de su administración, sin poderse apoyar todavía en una amplia doctrina
administrativa.

Esta doctrina administrativa renovada en el momento actual, sirve de fundamento a


una concepción más general de la contabilidad, sin decir con ello, que ésta sea un
extraordinario aparato de registros hasta del más pequeño átomo que se agite en la
empresa, lo cual la hace elegir y seleccionar los hechos contables útiles para la gestión
racional de la empresa, pues no es la naturaleza del hecho (económica, jurídica, etc.) la
que servirá de criterio de selección. La integralidad de la contabilidad y el estar al
servicio de la organización de las empresas permite configurar una teoría
administrativa racional de la contabilidad.

Henri Fayol (1941) el gran promotor de la organización administrativa racional, incluyo


la contabilidad entre las seis funciones básicas de la empresa, pues esta debe dar
informes exactos sobre la situación económica de la organización y permitir conocer
en cualquier momento donde se está y para donde se va.

Este concepto de empresa moderna debe superar las anteriores preocupaciones


unilaterales, por una visión completa que incorpore, entre otras, la teoría económica
de las cuentas, donde al empresario económico se le presenta como el revelador de las
necesidades económicas de la sociedad y de las capacidades personales de los que
colaboran en la empresa, y como un creador que contribuye al cambio y progreso
económico o sea su influencia va más allá del marco de la empresa. Así mismo, al jefe
de la empresa – productor-se le da el papel primordial interno, donde sus decisiones
buscan que, al emplear los factores de producción, pueda hacerle frente al problema
microeconómico de disminuir costos e incrementar ingresos, en función de la
estructura y condiciones propias de los mercados. La empresa aparece entonces en el
centro de la vida económica y sus hechos se deben reflejar en las cuentas. La
conclusión de los pensadores de esta nueva relación integral de la empresa y la
contabilidad es que la teoría económica de las cuentas es cierta, pero siempre y
cuando no se reduzca a la empresa a ser presentada por los datos de valor, capital
económico, entre otros, donde los fenómenos económicos que selecciona
preferentemente el proceso contable, no es lo único que se presenta en la expresión
contable.

Esta visión de empresa debe incorporar de igual manera la teoría jurídica de las
cuentas, pues los hechos económicos están generalmente cubiertos por el Derecho,
entrando así la empresa al terreno jurídico, no solo a nivel de leyes y disposiciones
reglamentarias, sino también en el sentido de las cuentas de deudores y acreedores
que entran en el Derecho de obligaciones, las cuentas de inmuebles, herramientas,
mercancías entre otras, que integran la propiedad del patrimonio que son
competencia del derecho real de propiedad, las cuentas de valores inmateriales como
patentes, marcas de fábrica y comerciales, modelos industriales que corresponde a los
derecho intelectuales y de patentes de la propiedad industrial y comercial, las cuentas
de sueldos y salarios que tienen vínculos con el derecho laboral, las cuentas de socios y
otros que se expresan en valores monetarios cuyo fundamento jurídico es la
aplicación del derecho comercial de sociedades de capital y de personas. Incluso el
llevar y redactar ciertos documentos como los libros de contabilidad, de socios y los
informes contables para los estados financieros y de gestión son actualmente un
imperativo que tiene origen en el derecho.

La teoría personalista de las cuentas también aplica desde un nuevo ángulo de la


empresa, no solo entendida como “tras de las cuentas se encuentran personas”, sino
también desde un amplio campo sociológico, como la labor común de sus miembros,
pues la empresa es un conjunto duradero de colaboraciones humanas que coloca a un
grupo de capitalistas y trabajadores con vista a alcanzar una finalidad determinada,
siendo necesario que el grupo de personas presidido por un gerente eleve el punto
óptimo de su capacidad de producción, dada unas especificidades del estado de la
técnica y en función de las necesidades del mercado.

Esta preocupación por el papel primordial que desempeña la persona dentro de la


organización se considera un aspecto importante dentro de las preocupaciones para la
construcción doctrinal de las cuentas de esta concepción teórica.

La concepción tan amplia de empresa permite que la investigación de la contabilidad


pueda integrar las doctrinas contables expuestas, pues esta teoría administrativa de la
contabilidad no rechaza este cuerpo doctrinal porque sean totalmente erróneas, sino
en razón al hecho que cada una de ellas no facilita sino una explicación parcial. Este
aspecto puede encontrarse en las cuentas, pero ya no de una manera hilada, pues lo
que hace es presentar un aspecto fragmentario de la fisonomía compleja de la
empresa moderna.

La empresa así entendida no está constituida solo por una red de hechos económicos y
jurídicos que se reflejan en las cuentas, sino que también es de manera
preponderante un centro de actividades humanas, actividades que se ejercen en la
empresa sea esta un taller, una fábrica, una oficina o una institución de servicios, de
acuerdo con las reglas racionales de la división del trabajo, de la división de tareas y de
la asignación de responsabilidades, es decir, nos encontramos igualmente en aspectos
que corresponden tanto a la teoría personalista como a la teoría económica y la teoría
jurídica de las cuentas.(Vlaemminck 1961, 353 – 360)

LAS CORRIENTES DOCTRINALES CONTABLES que identifica el profesor MONTESINOS


(1978) citado por HAROLD ÁLVAREZ (2001, 15) son:

DOCTRINAS JURÍDICO
personalistas: Esta corriente tiene antecedentes, en el siglo XIX con el impulso de la
Escuela Toscana y la obra de Giuseppe Cerboni, quien desarrolla la Logismografía,
como expresión avanzada de la antigua personificación de los primeros autores de
obras de contabilidad del siglo XVI, a través de la escuela Cinquecontista seguidores de
Degranges, tal como se señaló en la clasificación anterior.
La Logismografía, cuyo significado es el de una descripción razonada de las cuentas, es
una visión jurídica – administrativa que considera la empresa desde el ángulo de las
relaciones jurídicas resultantes de la actividad de las personas encargadas de su
gestión y administración y de las terceras personas interesadas en ella.
Esta doctrina tiene importantes desarrollos con la Teoría Personalista y en la Teoría
Jurídica del siglo XX, expuestas en este trabajo y presentadas así en la clasificación de
Vlaemminck (1961)
La Teoría Personalista es una teoría explicativa de la naturaleza de la cuenta, donde
todas las cuentas se abren realmente a las personas, en ella se destacan autores como
Gabriel Faure, H. Deschamps y Laurent Lefebvre, entre otros.
La Teoría Jurídica: Se elabora sobre la base que todo asiento o anotación contable
traduce un hecho jurídico. Sus autores más reconocidos son: A. Beaumont (1920) que
busca en el Derecho los fundamentos de toda contabilización, Robert Lefort (1927) y
Pierre Garnier que consideraba que la contabilidad era el álgebra del derecho.

DOCTRINAS JURÍDICO - PERSONALISTAS:


Esta corriente tiene antecedentes, en el siglo XIX con el impulso de la Escuela Toscana
y la obra de Giuseppe Cerboni, quien desarrolla la Logismografía, como expresión
avanzada de la antigua personificación de los primeros autores de obras de
contabilidad del siglo XVI, a través de la escuela Cinquecontista seguidores de
Degranges, tal como se señaló en la clasificación anterior.
La Logismografía, cuyo significado es el de una descripción razonada de las cuentas, es
una visión jurídica – administrativa que considera la empresa desde el ángulo de las
relaciones jurídicas resultantes de la actividad de las personas encargadas de su
gestión y administración y de las terceras personas interesadas en ella.
Esta doctrina tiene importantes desarrollos con la Teoría Personalista y en la Teoría
Jurídica del siglo XX, expuestas en este trabajo y presentadas así en la clasificación de
Vlaemminck (1961)
La Teoría Personalista es una teoría explicativa de la naturaleza de la cuenta, donde
todas las cuentas se abren realmente a las personas, en ella se destacan autores como
Gabriel Faure, H. Deschamps y Laurent Lefebvre, entre otros.

La Teoría Jurídica: Se elabora sobre la base que todo asiento o anotación contable
traduce un hecho jurídico. Sus autores más reconocidos son: A. Beaumont (1920) que
busca en el Derecho los fundamentos de toda contabilización, Robert Lefort (1927) y
Pierre Garnier que consideraba que la contabilidad era el álgebra del derecho.

EL ENFOQUE ECONÓMICO:

De fundamental interés para justificar el entronque contabilidad – economía del


presente trabajo. El profesor Vicente Montesinos Julve (1978, 222 y ss) en su obra
“Formación Histórica, Corrientes Doctrinales y Programas de Investigación de la
Contabilidad.” propone una clasificación de diez tendencias de investigación dentro de
este enfoque económico, así:

 Controlismo
 Haciendalismo
 La Escuela de la Economía Hacendal
 La doctrina alemana de la Economía de la Empresa
 Patrimonialismo
 La teoría de las causas económicas
 El desarrollo de la contabilidad de costos. La Contabilidad de Gestión.
 Contabilidad no Monetaria.
 Contabilidad Social.
 El enfoque integral de la contabilidad Económica

LA TEORÍA MATEMÁTICA Y EL EMPEÑO FORMALIZADOR:

La Teoría Matemática se desarrolló a finales del siglo XIX y XX, de manera inicial en
Francia y Bélgica, cuyos autores trataban de dar una base científica a la contabilidad,
relacionándola con una ciencia principal, buscando una forma racional de presentar el
juego de las cuentas, consideraban que la contabilidad era una rama de las
matemáticas, por consiguiente, tenía que clasificarse en las ciencias exactas. Se
destacan las obras de E. Léautey y A. Guilbault en 1889 y el italiano Giovanni Rossi en
1895, entre otros, teorías que se desarrollaron en el literal ’b. Teorías Matemáticas’ del
presente trabajo, de acuerdo a la división pertinente a la clasificación inicial
establecida por Vlaemminck (1961).

La teoría matemática considera que la contabilidad es un método de observación,


construido de acuerdo a los principios de racionamiento matemático y su objeto sería
el de redactar las cuentas con vistas a comparar valores materiales, quedándose en el
campo del desarrollo teórico de la técnica contable.

Respecto al Empeño Formalizador, Álvarez (2001, 18 – 19) mencionando a Montesinos,


plantea la diferencia de la teoría matemática respecto al Empeño Formalizador,
considerando a este último como la tendencia, cada vez más extendida, dirigida a
exponer las teorías contables en términos formales, utilizando para ello el
instrumental matemático, criterio que como se señaló con anterioridad, comparte
Vlaemminck.

Continua Álvarez señalando la importancia que para este Empeño Formalizador juega
el desarrollo de la propuesta de “Contabilidad Pura” que surge en el segundo cuarto
del siglo XX, la cual es concebida como un método abstracto de observación de
fenómenos alejados de los contenidos empíricos de dichos fenómenos, planteando sus
autores que el método tiene reglas que nada deben al sujeto observado.

Tal como se resaltó con anterioridad en el presente trabajo, la Contabilidad Pura es la


escuela de investigación contable que plantea la necesidad de liberarse de todas las
construcciones teóricas que surgieron desde la aparición de la técnica clásica de la
partida doble, tales como de las teorías económicas, jurídicas, entre otras,
constituyendo el método contable solo en un método de observación de los hechos
contables.

LA INTRODUCCIÓN DE LOS ASPECTOS CONDUCTISTAS Y LA CONCEPCIÓN


COMUNICACIONAL:

Según el profesor Montesinos, citado por el profesor Álvarez (2001, 22) “la disciplina
contable se ha visto influenciada por las modernas tendencias de los enfoques
organizativos, tal como el enfoque decisional planteado en 1938 por Chester Barnard y
continuado por H. Simon, j.G March, R.M Cyert y C. Bonini.

Bajo esta perspectiva las organizaciones son coaliciones de individuos que persiguen
sus propios objetivos y que se los trasladan a la organización. La contabilidad también
ha sido influenciada por esta tendencia y por ello, de un sistema dirigido a colaborar
con la dirección en el proceso de maximización de beneficios a través de un sistema de
evaluaciones que pretende ser neutral, pasa a concebirse como un sistema de
información encaminado a facilitar datos a diversos niveles de la gestión, permitiendo
así una toma de decisiones fundamentada, referida a las funciones de planificación y
control. Según este enfoque, la contabilidad debe servir como medio de comunicación,
y para ello el contador debe seleccionar, procesar y comunicar los datos relevantes
para las diferentes decisiones, adoptando una visión integral de los fenómenos
observados, contemplando sus diversos aspectos y las interacciones que puedan
producirse en las partes del sistema”.

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