La Eternidad Del Instante
La Eternidad Del Instante
La Eternidad Del Instante
Lydia Schmuck
Universidad de Basilea
1 Ortega y Gasset da el ejemplo del invento técnico de la pintura al óleo que la pintura
flamenca transmite a la pintura italiana.
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2 Ortega y Gasset (1965: 587) lo ejemplifica a través de Leonardo que ordena sus
formas de manera que constituyan un triángulo o una pirámide. Si fuese solamente un
triángulo o una pirámide, no nos conmovería nada.
La obra de Velázquez vista por Ortega y Gasset 145
3 «Todo arte, señores, muere de estilismo, y viceversa, cuando veamos que un arte
llega a consistir en mero estilo, podemos anunciar su próxima defunción. Después de
esto tiene que comenzar de nuevo: el estilo de su evolución originaria ha terminado»
(587).
4 «El mundo de las cosas bellas es otro mundo que el real, y el hombre, al contem-
plarlo, se siente fuera de este mundo, extáticamente transportado al otro» (619).
5 Para la idea del mito, véase también Ortega y Gasset (1961).
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6 «[...] podemos decir qué dimension de la realidad, entre las muchas que esta posee,
procura Velázquez aislar salvándola en el lienzo: es la realidad en cuanto apariencia»
(484).
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7 Jonathan Brown ve en esta abertura una ventana (cf. Brown 1991: 129); Ortega y
Gasset, por lo contrario, habla sobre todo de un cuadro, pero menciona que también
podría ser una ventana (cf. Ortega y Gasset 1965: 636).
La obra de Velázquez vista por Ortega y Gasset 149
8 Sin embargo, Ortega y Gasset habla de una «profunda antipatía» (Ortega y Gasset
1965: 478) de Velázquez frente a Rafael porque Velázquez, al contrario de Rafael, no
quería que los objetos sean más que lo que son en realidad.
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taller en el palacio, mientras que la infanta con su pequeña corte, con las
meninas que acompañaban a los niños de la familia real, rodea al artista
para ver cómo trabaja – una costumbre bastante habitual en palacio. Los
reyes acaban de entrar en este mismo instante, hecho que, según Brown,
se constata por la presencia del aposentador al fondo de la escena cuya
función era abrir las puertas a sus majestades (cf. Brown 1998: 184s.). De
todas maneras, cada figura del cuadro parece pintada en un determinado
instante. Una de las meninas, María Agustina Sarmiento, está ofereciendo
un botijo a la infanta; la otra, Isabel de Velasco, está inclinándose ante la
infanta. El aposentador, José Nieto, está en la puerta saliendo (¿o
entrando?) y mirando hacia atrás. Marcela de Ulloa está dirigiéndose al
guardadamas, y el bufón Nicolás Pertusato da una patada al perro. Las
demás figuras del cuadro, incluso el pintor, están mirando a los reyes, y
con ello, al público. El efecto instantáneo se intensifica por medio de la
perspectiva aérea, por la sensación de que entre las figuras circule aire,
fenómeno que en el cuadro de Velázquez aparece por primera vez (cf.
Brown 1998: 184s.). Por esta instantaneidad que ya ha llamado la aten-
ción en la obra La fragua de Vulcano, este cuadro también se parece a
una fotografîa y recibe su carácter realista por la fijación de un deter-
minado momento.
No obstante, Velázquez juega con la mirada y con la manera de
mostrar y esconder las cosas en esta obra. El pintor representado en el
cuadro está pintando, pero su obra no se aprecia. Solamente se puede ver
el lienzo por detrás, y no se sabe lo que está pintando. El espejo en la
pared de fondo muestra a los reyes que no se encuentran en el cuadro,
pero, según el reflejo, debían de estar en frente del pintor – fuera del
cuadro. Los reyes, por lo tanto, se hallarían en el mismo sitio donde se
encuentra el espectador. En consecuencia, el propio espectador también
podría ser el motivo que el pintor en el cuadro está pintando. Teniendo en
cuenta que la obra Las meninas fue pintada por el pintor real Velázquez
se origina otra dimensión de la perspectiva. Existe un artista real que crea
una obra en la que una representación del propio pintor se está pintando.
La obra del pintor en el cuadro no existe en realidad, no es el cuadro Las
meninas, porque no corresponde al motivo del pintor en el cuadro, sino
que representa todo lo que él no puede ver en este momento. Por eso,
Ortega y Gasset describe el cuadro como la «crítica de la pura retina»
(Ortega y Gasset 1965: 477). Además del juego de Velázquez con lo
visible y lo escondido, existe también una confusión entre los papeles del
pintor, del modelo y del público:
Le peintre ne dirige les yeux vers nous que dans la mesure où nous nous
trouvons à la place de son motif. Nous autres, spectateurs, nous sommes
en sus. Accueillis sous ce regard, nous sommes chassés par lui, rem-
placés par ce qui de tout temps s'est trouvé là avant nous: par le modèle
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Bibliografía
Alpers, Svetlana (2005): The vexations of art. Velázquez and others. New
Haven: Yale University Press.
Brown, Jonathan (1998): Velázquez. The Technique of Genius. New
Haven, London: Yale University Press.
— (1991): The Golden Age of Painting in Spain. New Haven,
London: Yale University Press.
Foucault, Michel (1972): «Les suivantes», en: idem: Les Mots et les
Choses. Une archéologie des sciences humaines. [Paris]: Éditions
Gallimard (Bibliothèques des Sciènces Humaines), 19-31.
Justi, Carl (1991): Diego Velázquez und sein Jahrhundert, ed. y epílogo
por Harald Olbrich, 2a ed.. Leipzig: Reclam-Verlag (Reclam
Bibliothek; 1016).
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