Montesquieu
Montesquieu
Montesquieu
1. Del espíritu de las leyes y su contexto
Cuando Montesquieu formulaba su obra cumbre Del Espíritu de las Leyes (Ginebra, 1748), el
iusnaturalismo era la corriente que había predominado en el ambiente teórico jurídico del viejo
continente; tan es así que de ese período data la llamada Escuela Clásica del Derecho Natural en la que
se suman filósofos como Hugo Grotio (1583‐ 1645), Thomas Hobbes (1588‐1679), Samuel Pufendorf
(1632‐1694), Baruch de Spinoza (1632‐1677), Christian Thomasius y Jean‐Jacques Rousseau (1712‐1788).
La obra monumental de Montesquieu representó 20 años de trabajo de su autor y se constituye por 31
libros en los que el filósofo que nos ocupa, entre otros temas,1 pretende vincular al ser humano con su
medio ambiente, explicando cómo la geografía y el clima, principalmente, determinan a las diversas
sociedades en su forma de gobierno, sus costumbres, religiones, etcétera.
Para demostrar su posición, Montesquieu se vale de argumentos de la física y, más frecuentemente aún,
de pruebas antropológicas derivadas de sus múltiples viajes por Alemania, Austria, Italia, Suiza, Holanda
e Inglaterra y de la rica literatura de viaje que acercaba al hombre europeo con sociedades diferentes a
la suya. Era una época en la que, como señala Louis Althusser (1918‐1991): "... los viajeros traen en sus
cofres especias y oro, y en sus memorias el relato de costumbres e instituciones que hacen tambalear
todas las verdades admitidas..."2 De ahí que no es de extrañar que con los nuevos descubrimientos
científicos y el creciente imperialismo, muchos de los contemporáneos ilustrados y románticos de
Montesquieu recurran a la literatura de viaje y científica para conocer "lo nuevo" en el mundo.
Pues bien, la obra que nos ocupa buscó establecer los principios y las leyes que han regido entre los dife‐
rentes pueblos, aspectos que llamaron enormemente la atención de Montesquieu, quien en la multiplici‐
dad del ordenamiento positivo y en las costumbres que históricamente se le presentaban encontró un
motivo conductor. Así, desde el desarrollo del Libro I de Del Espíritu de las Leyes nos habla de un
denominador común a todas las cosas: las leyes que rigen el universo y que en sentido amplio define
1
Se ha criticado a Montesquieu por su falta de método y la multiplicidad de temas, algunas veces aparentemente
inconexos, que trata en Del Espíritu de las Leyes, obra de la que se desprende su famosa teoría de la división de los
poderes del Estado.
2
ALTHUSSER, Louis, Montesquieu: La Política y la Historia, (Trad. Ma. Esther Benítez), 2ª ed., Ariel, Barcelona,
1974, pp. 13-14.
como "las relaciones naturales derivadas de la naturaleza de las cosas."3 Para Montesquieu esas leyes
integran una razón primitiva, previa incluso a la aparición del hombre como un ser socialmente
organizado: "Antes de que hubiera leyes [en el sentido positivo], había relaciones de justicia posibles.
Decir que no hay nada justo ni injusto fuera de lo que ordenan o prohíben las leyes positivas, es tanto
como decir que los radios de un círculo no eran iguales antes de trazarse la circunferencia."4
2. Montesquieu: un "no iusnaturalista"
Una de las cuestiones más sorprendentes de la lectura que se hizo de varios de los comentaristas de
Montesquieu fue que se le negara un carácter iusnaturalista,5 cuando incluso de los tres capítulos que
conforman el Libro I se deriva la existencia de una norma previa al Estado; es decir, una ley natural que
se constituye sobre cuatro postulados básicos, a saber: 1) la paz que existe naturalmente entre los hom‐
bres, puesto que el instinto de conservación los hace vivir en armonía y en una cierta igualdad; 2) la
inclinación natural del ser humano al Creador; 3) la atracción sexual recíproca entre hombres y mujeres,
y 4) el deseo de vivir juntos.
Aparentemente, la reiteración histórica de la negativa a reconocer un posible derecho natural en
Montesquieu surge del hecho de que no compartió o fundó una teoría del contrato social, tan en boga
en su época. Así, por ejemplo, el historiador y filósofo político Raymond G. Gettel señala en relación a
Montesquieu que "más bien es un precursor de la escuela histórica, que un miembro de la escuela del
derecho natural."6 Mientras que por su parte, C. J. Friedrich considera que Montesquieu "se aleja de la
tradición de la ley natural."7 Y, aunque el hecho de negarle un carácter iusnaturalista a la filosofía de
Montesquieu es un lugar común entre los historiadores de filosofía política, nos encontramos con el
hecho de que son muchos menos los que dan argumentos para justificar tal exclusión. Entre ellos
Althusser explica: "Todos los teóricos políticos de los siglos XVII y XVIII son teóricos del contrato social,
excepto Vico y Montesquieu, ¿qué significa esta excepción? Para decidir sobre ello, conviene dar un
rápido repaso a la teoría del derecho natural y del contrato social. Lo que une a los filósofos del derecho
natural es que se plantean el mismo problema: ¿cuál es el origen de la sociedad? Y que lo resuelven por
los mismos medios: el estado natural y el contrato social. "8
Lo anterior nos parece inexacto, porque Althusser ponía ante sí un posicionamiento parcial del iusnaturalismo:
el clásico, a pesar de haber estado históricamente9 en posibilidad de conocer otras corrientes del
derecho natural y siendo que la primera edición de la obra ya citada en este trabajo que dedica a
Montesquieu data de 1968.
3
MONTESQUIEU, Charles Marie, Barón de, Del Espíritu de las Leyes, (Trad. Nicolás Estévanez), Colecc. "Grandes
Clásicos del Derecho", Vol. V, Oxford University Press, México, 1999, p. 1.
4
Ibíd., pp. 1-2.
5
Ver nota 1.
6
GETTEL, Raymond G., Historia de las Ideas Políticas, (Trad. Teodoro González García), 2ª ed., Editora Nacional,
México, 1979, P. 31 de la 2ª parte.
7
FRIEDRICH, Carl Joachim, La Filosofía del Derecho, (Trad. Margarita Álvarez Franco), 5* reimpresión, Colecc.
"Breviarios" no. 179, México, 1993, p. 158.
8
ALTHUSSER, Op. cit. p. 23.
9
Louis Althusser vivió de 1918 a 1990 y al haberse desenvuelto en ámbitos intelectuales, seguramente pudo acceder a
información en este rubro.
3. Montesquieu como precursor de un derecho natural actual
Si revisamos una definición actual de derecho natural tenemos que éste es "el ordenamiento jurídico que
nace y se funda en la naturaleza humana, no debiendo su origen, por tanto, a la voluntad normativa de
ninguna autoridad, como ocurre con el derecho positivo. Es un conjunto de preceptos que se imponen al
derecho positivo y que éste debe respetar."10 Tomando en consideración lo que hasta ahora se anotado
sobre la filosofía de Montesquieu, vemos como dicho pensamiento no está realmente alejado del
iusnaturalismo. Tal vez la interpretación contraria que se le ha dado surge no sólo de la carencia de una
elaboración teórica sobre un contrato social; sino más bien del papel que le da nuestro autor al
legislador humano, quien plasmará en el derecho positivo l'sprit des loix, es decir, descubrirá, adaptará e
imprimirá en la norma legal las relaciones que de manera natural surgen entre las diversas cosas, tales
como la naturaleza física del país (extensión territorial, clima, geografía), haciendo que en las leyes se
refleje lo que de manera natural proviene de la razón humana y, además, sean tales leyes conformes al
"género de vida de sus habitantes (...) amoldadas igualmente al grado de libertad posible en cada pueblo,
a su religión, a sus inclinaciones, a su riqueza, al número de habitantes, a su comercio y a la índole de sus
costumbres."11 "Así que, ante todo, el legislador deberá tener la sensibilidad necesaria para identificar
las relaciones que de manera natural, en un orden anterior a cualquier mandato jurídico positivo, existen
de manera intrínseca en cada pueblo; puesto que Montesquieu admitirá y reconocerá que esos mismos
factores naturales influirán de manera decisiva en el carácter de las personas que habitan cada región,
haciéndolas diferentes, porque física y anímicamente la Naturaleza las dispondrá de manera distinta
para afrontar sus propias circunstancias.
En concordancia con lo anterior, en el Libro XIV, Montesquieu parte de la idea general, formulada a
manera de hipótesis, de que "si el carácter del alma y las pasiones de los hombres presentan diferencias
en los diversos climas, las leyes deben estar en relación con esas diferencias"12 para, posteriormente,
establecer con argumentos fisiológicos una tipología de los habitantes de las regiones cálidas y frías.13
En este sentido y por resultar un excelente ejemplo de lo que implicaría esta naturaleza de las cosas,
variable en función de las circunstancias, volvemos a Montesquieu, quien en el Libro XV de su máxima
obra nos habla de cómo la esclavitud tiene relación con la naturaleza del clima. Inicialmente, y
refiriéndose a la esclavitud civil ‐es decir, aquella en la que un hombre se convierte en amo absoluto de
otro‐, en términos generales señala que dicho derecho de esclavitud es perjudicial tanto para el amo (a
quien hace apático y tiránico) como para el esclavo (a quien le impide fomentar su virtud personal). Sin
embargo, poco a poco va matizando dicha consideración, hasta que termina por admitir que en algunos
casos, dependiendo de las circunstancias, la esclavitud se funda en la naturaleza de las cosas y es
admisible, debiendo en todo caso el legislador establecer una normatividad que impida los peligros y los
abusos que la misma esclavitud implica, como lo es una presumible impunidad del amo que le quite la
vida al esclavo o que lo maltrate; o, por el contrario, el peligro que representa para el Estado una
10
AA/VV, Diccionario Jurídico Espasa, Espasa, España, 1998, p. 322.
11
MONTESQUIEU, Op. cit., P. 4.
12
Ibíd., p. 158.
13
Según Montesquieu, los habitantes de regiones frías presentan mayor vigor y sus sensaciones son menos vivas. Así,
para que un moscovita sienta dolor será menester desollarlo (op. cit. p. 199). Mientras que en los lugares cálidos, los
hombres son más dados a la apatía y anímicamente, tienen sensaciones más vivas y apasionadas, siendo muy
susceptibles al dolor.
sublevación de esclavos. Al respecto dice a la letra: "Indiquemos ahora el verdadero origen del derecho
de esclavitud. Debe fundarse en la naturaleza de las cosas; vamos a ver si hay casos en que se derive de
ella. En los gobiernos despóticos, es natural venderse, ¿quién ama la libertad civil donde está anulada
por la esclavitud política? [...] Donde los hombres libres son tan débiles frente al poder público, todos
quieren ser esclavos de hombres influyentes. He aquí el origen verdadero y verdaderamente razonable
de ese derecho de esclavitud, muy benigno, que existe en varios países, y debe ser benigno, por fundarse
en la elección de amo que hace un hombre, libremente, para mejorar su condición, lo cual supone
convención recíproca entre las dos partes."14
De tal forma que la esclavitud estaría justificada cuando por la situación vital del amo y del esclavo,
conviene a ambos en un ejercicio de elección (aspecto subjetivo). Puesto que ante las circunstancias
externas (el gobierno despótico), en el último de los casos, ambos se ven sometidos a una esclavitud
política. Pero, existe otro origen de la esclavitud: la condicionada por el calor sofocante que impide a un
hombre en plena libertad trabajar, lo que conlleva a la necesidad de tener esclavos consigo para
mantener cierta prosperidad y, tomando en cuenta que un hombre naturalmente libre difícilmente
trabajaría ante una situación de calor agobiante, la única manera de hacer que el trabajo continúe es
mediante la amenaza y el castigo. Aquí es necesario acotar que para Montesquieu la esclavitud es
contraria a la naturaleza humana, puesto que todos los seres humanos nacemos iguales; no obstante,
indica Montesquieu: "hay que convenir en que la esclavitud (...) en algunos países tenga por fundamento
una razón natural."15
Entre ambas posiciones del iusnaturalismo, podemos encontrar como principal característica en el
neotomismo jurídico, que éste asume la existencia de un orden natural y eterno del cual participa el
mundo concreto; mientras que para el iusnaturalismo que surge de la naturaleza de las cosas, más que
priorizar ese aspecto inmutable y universal de la ley natural, esta tendencia se centra en la importancia
de la historicidad de la naturaleza del hombre, como un ser que cobra su realidad en una concreción
espacio‐temporal determinada y en función de la cual vive y muere. Así, Humberto Nogueira Alcalá, al
hablar de la fundamentación de los derechos humanos, señala que en la corriente neotomista. "La ley
natural y la ley humana se encuentran ordenadas a la ley divina o eterna [...] Así, el ser del derecho
natural, que es la participación del hombre en el orden general instaurado por Dios, se convierte en el
deber ser del derecho positivo. El verdadero derecho es el derecho natural; el derecho positivo lo es de
forma derivada, y sólo en la medida que es coherente y armoniza con el criterio de justicia instituido por
el derecho natural."16
En relación a esto, citemos nuevamente a Montesquieu, que en el Capítulo I Del Espíritu de las Leyes nos
da la pauta para desprender de su pensamiento un iusnaturalismo del tipo mencionado en el acápite
anterior, al reconocer que: "Hay pues una razón primitiva; (...] Dios tiene relación con el universo como
creador y como conservador; las leyes según las cuales creó son las mismas según las cuales conserva;
obra según las reglas porque las conoce; las conoce porque él las hizo; las hizo porque están en relación
con su sabiduría y su poder."17
14
MONTESQUIEU, Op. Cit., p. 171.
15
ibíd., p. 172.
16
NOGUEIRA ALCALÁ, Humberto, La Fundamentación de los Derechos Esenciales, Fundamentales o Humanos y
su Concepto, www.bibIiojuridica.org.
17
MONTESQUIEU, Op. cit., p. 1.
Y, por otra parte, en cuanto al iusnaturalismo derivado de la naturaleza de las cosas, Legaz Lacambra
considera que: "el sistema iusnaturalista a que responde esta formulación está transido de historicidad, y
por lo mismo, no parece adecuado asignarle una universalidad que no responda a la variedad de
situaciones humanas‐sociales que se dan incluso en un mismo momento de la historia."18 De aquí que a
Montesquieu igualmente se le pueda interpretar en el ámbito de este vertiente del iusnaturalismo,
puesto que como hemos señalado en las citas textuales hechas a Montesquieu, referidas en las notas de
pie de página de este trabajo, en el Barón de La Bréde la historicidad y el determinismo climático y
geográfico cobra especial importancia en la legislación de cada pueblo, puesto que se verán insoslayablemente
reflejadas en la normatividad aplicable a los miembros de una comunidad determinada.
Conclusión
De lo que hasta aquí se ha delineado, resulta evidente que la construcción teórica de Montesquieu,
reinterpretada en la actualidad, es susceptible de identificarse con ese término multívoco que es el
Derecho Natural, especialmente en las comentes del neotomismo y del iusnaturalismo derivado de la
naturaleza de las cosas. En consecuencia, podemos concluir que si bien Montesquieu no contempló en
su filosofía un derecho natural conforme a la concepción idealista y absolutista de los Siglos XVII y XVIII,
también es cierto que el pensamiento del Barón de Montesquieu instauró las bases de un derecho
natural diferente al hasta entonces conocido, abriendo el camino a una noción distinta de
iusnaturalismo, uno "objetivamente válido y correcto para una determinada situación histórica... {que}
resulta enteramente compatible con los atributos de positividad, concreción e historicidad..."19 como
caracteriza el destacado filósofo mexicano Eduardo García Máynez a la Escuela del Derecho Natural, por
lo que habría que reivindicar a Montesquieu como un iusnaturalista y no como un pensador contrario a
esta corriente jurídica.
18
Citado por NOGUEIRA ALCALÁ, Op. Cit.
19
GARCÍA MAYNEZ, Eduardo, Op. Cit., p. 149.