Erwin Panofsky y El Estudio Iconologico
Erwin Panofsky y El Estudio Iconologico
Erwin Panofsky y El Estudio Iconologico
Modolo
ERAS-‐201600832
Grupo
A1
Al
analizar
una
figura
como
la
de
Erwin
Panofsky,
nos
encontramos
frente
a
una
inmensidad
de
estudios
que
nos
llevan
a
investigar
sobre
el
desarrollo
histórico
de
la
teoría
artística
y
sobre
la
concepción
de
obra
de
arte.
Lo
que
este
ensayista
e
historiador
del
arte
alemán
aportó
al
estudio
de
la
historia
del
arte
es
algo
que
tiene
un
valor
fundamental.
Su
vida
y
su
trabajo
se
sitúan
en
la
primera
parte
del
siglo
XX,
pasando
a
través
de
las
dos
guerras
mundiales
y
de
dos
países
en
fuerte
contraste
entre
ellos,
Alemania
y
Estados
Unidos.
Este
pasaje,
debido
a
las
persecuciones
nazis
que
lo
obligaron
a
huir
de
Alemania,
le
permitió
estar
a
contacto
con
círculos
intelectuales
nuevos
y
de
vanguardia
que
le
dieron
la
posibilidad
de
ampliar
ulteriormente
sus
estudios
e
investigaciones.
Toda
su
obra
se
desarrolla
a
partir
de
su
gran
interés
por
las
humanidades
y
por
la
cultura
clásica,
que
se
deja
ya
ver
en
su
tesis
doctoral
sobre
la
figura
del
artista
Alberto
Durero,
el
más
clásico
de
los
artistas
del
norte,
gracias
al
cual
se
transmitió
a
Alemania
la
tradición
clásica
y
los
ideales
del
humanismo
italiano;
a
este
autor
Panofsky
dedicará
otros
estudios,
por
ejemplo
como
se
puede
ver
en
uno
de
los
capítulos
de
su
celebre
libro
“El
significado
en
las
artes
visuales”.
En
la
tesis
ya
queda
patente
lo
que
con
el
tiempo
se
convertiría
en
el
núcleo
central
de
su
orientación
metodológica:
las
relaciones
entre
teoría
y
obra
de
arte,
entre
las
ideas
y
las
imágenes,
entre
el
mundo
del
pensamiento
y
el
mundo
de
la
creación
artística;
así
como
las
influencias
del
arte
italiano
en
los
países
del
norte.
Fuente
para
empezar
la
comprensión
de
su
teoría
artística
es
la
introducción
del
libro
citado
más
arriba,
con
el
titulo
“La
historia
del
arte
en
cuanto
disciplina
humanística”,
donde
el
autor
expone
su
visión
sobre
el
correcto
estudio
de
las
obras
de
arte.
Para
Panofsky,
en
efecto,
toda
obra
debe
ser
considerada
no
sólo
por
lo
que
se
ve
a
simple
vista,
sino
que
hay
que
profundizar
en
ella
para
comprender
su
sentido
global:
es
necesario
un
método
de
estudio,
comparado
por
el
autor
al
método
empleado
por
un
científico,
basado
en
la
observación,
en
el
cotejo
y
en
la
demostración,
teniendo
en
cuenta
las
circunstancias
espacio-‐temporales.
Tres
son
los
elementos
constitutivos
de
la
obra
de
arte:
la
forma
materializada,
la
idea,
y
el
contenido.
Para
un
correcto
análisis
es
necesario
un
estudio
de
las
relaciones
existentes
entre
la
imagen
y
su
significación:
para
comprender
las
obras
en
profundidad
el
buen
historiador
del
arte
debe
‘sumergirse’
dentro
del
contexto
histórico,
social
y
cultural
en
que
fueron
producidas
y
ampliar
constantemente
las
áreas
de
su
conocimiento,
siendo
él,
según
las
palabras
de
Panofsky,
un
“humanista
cuyo
material
de
primera
mano
son
las
obras
de
arte”.
Considera
que
el
contenido
y
la
forma
de
la
obra
de
arte
no
se
pueden
separar
entre
si,
por
lo
que
es
muy
importante
analizar
todos
los
elementos
que
se
encuentran
en
las
mismas.
He
abierto
aquí
una
pequeña
ventana
sobre
las
ideas
del
autor
en
cuestión.
Sus
estudios
derivan
de
los
de
Aby
Warburg,
el
cual
fue
el
primero
en
formular
un
método
iconológico,
basado
en
la
voluntad
de
reconstruir
el
medio
en
el
que
se
han
producido
las
obras
de
arte,
llegando
a
conocer
la
mentalidad
de
los
hombres
que
las
produjeron,
para
alcanzar
su
verdadero
significado.
Este
nuevo
enfoque,
definido
iconológico,
consistía
en
la
interacción
entre
forma
y
contenido.
Panofsky
fue
el
directo
continuador
de
esta
teoría
y
quien
le
confirió
gran
importancia
en
la
historia
de
la
teoría
del
arte.
Su
concepción
de
la
iconografía
como
una
historia
del
arte
de
los
textos
y
de
los
contextos,
cono
una
aventura
puramente
intelectual
y
no
como
una
experiencia
sensible,
nos
hace
ver
como
este
autor
aboga
por
una
comprensión
de
las
obras
de
artes
que
tienen
que
ser
entendidas
como
expresiones
culturales
más
que
simplemente
consideradas
por
su
carácter
armonioso
o
su
belleza.
Las
obras
de
arte
se
convierten
en
ideas,
en
elaboraciones
intelectuales
puras,
y
dejan
de
ser
meras
formas.
Si
antes
la
iconología
era
considerada
meramente
como
un
estudio
de
los
sujetos
asociados
a
temas
y
conceptos,
con
Warburg
se
ha
abierto
una
nueva
visión
del
concepto
de
iconología,
ahora
configurada
como
un
estudio
asociado
a
otras
ciencias
y
disciplinas
humanísticas;
esta
idea,
continuada
por
Panofsky,
es
bien
visible
en
su
más
celebre
obra
“Estudios
sobre
iconología”,
publicada
en
1939,
en
la
que
el
autor
expresa
su
teoría
mas
importante,
es
decir
la
división
de
la
interpretación
de
la
obra
de
arte
en
tres
niveles
distintos
y
su
comprensión
a
través
de
tres
distintas
fases
de
percepción.
Pero,
antes
de
avanzar
a
la
explicación
de
esta
teoría,
es
necesario
abrir
una
paréntesis
sobre
la
concepción
panofskyana
de
los
términos
‘iconografía’
e
‘iconología’.
Iconografía
e
Iconología
constituyen
dos
ramas
de
la
historia
del
arte.
Entre
las
dos
hay,
sin
embargo,
una
diferencia
que
queda
intrínseca:
todo
lo
que
afecta
al
reconocimiento
de
la
imagen
es
tarea
de
la
iconografía,
mientras
el
desarrollo
último
del
mensaje
es
misión
de
la
iconología.
La
Iconografía
estudia
la
forma,
es
una
ciencia
fundamental
a
la
hora
de
comprender
el
significado
en
la
obra
de
arte,
pues
estudia
el
origen
y
la
formación
de
las
imágenes
y
la
relación
de
las
mismas
con
lo
simbólico
y
alegórico.
La
iconología
estudia
el
contenido
de
la
obra
de
arte,
como
la
representación
de
las
virtudes,
vicios
y
otras
cosas
morales
o
naturales,
interpreta,
descubre
significados
ocultos.
Se
debe
tomar
en
cuenta
la
diferencia
entre
las
dos,
ya
que
la
iconología
se
interna
en
un
estudio
mucho
más
amplio,
con
un
carácter
más
profundo
en
cuanto
al
estudio
de
la
forma,
mientras
que
la
iconografía
se
queda
en
el
nivel
de
la
interpretación;
esta
diferencia
se
concreta
cuando
vemos
lo
que
las
dos
demandan
al
historiador
de
arte
en
el
momento
de
analizar
a
una
obra:
mientras
la
iconografía
no
necesita
de
ninguna
contribución
intelectual
excepto
establecer
y
designar
las
categorías,
la
iconología
implica
una
capacidad
de
síntesis
y
una
vocación
substancial,
no
sólo
para
interpretar
la
historia
y
la
cultura,
sino
también
el
ser
consciente
de
su
propia
identidad
y
posición
dentro
de
la
historia.
La
iconografía,
a
pesar
de
su
importancia
a
nivel
calificativo
e
interpretativo
de
las
obras,
es
una
investigación
limitada,
en
cuanto
solo
toma
en
cuenta
una
parte
del
conjunto
de
los
elementos
que
intervienen
en
el
contenido
intrínseco
de
una
obra.
La
iconología,
al
contrario,
se
ocupa
del
origen,
transmisión
y
significado
profundo
de
las
imágenes,
es
el
grado
último
que
permite
comprender
la
imagen
en
profundidad;
por
eso,
ha
adquirido
una
preponderancia
enorme
en
los
estudios,
y
es
entendida,
a
palabras
del
nuestro
autor,
como
“una
iconografía
que
se
hubiera
vuelto
interpretativa”.
El
soporte
es
la
iconografía,
que
entonces
es
puesta
en
segundo
plano.
Gracias
a
esta
aclaración
de
los
presupuestos
del
pensamiento
de
Panofsky,
es
posible
ahora
desarrollar
y
comprender
los
tramos
principales
de
su
teoría.
Como
ya
he
mencionado
arriba,
esta
es
presentada
en
la
introducción
de
su
libro
“Estudios
sobre
iconología”,
y
aparece
también
en
su
otro
libro
“El
significado
en
las
artes
visuales”,
en
el
primero
capitulo
intitulado
“Iconografía
e
Iconología:
introducción
al
estudio
del
arte
del
Renacimiento”.
En
su
método
iconográfico
el
autor
da
una
enorme
importancia
a
la
imagen
y
la
significación,
o
sea
la
forma
y
el
contenido,
ya
que
estas
se
complementan
la
una
con
la
otra;
estudia
la
relación
que
existe
entre
las
dos,
teniendo
en
cuenta
su
idea
de
que
toda
obra
tiene
una
significación
estética,
también
la
con
la
temática
aparentemente
más
irrelevante.
El
punto
central
de
la
teoría
consiste
en
la
idea
de
que
el
contenido
y
la
forma
de
una
obra
de
arte
no
se
pueden
separar
entre
sí;
basándonos
en
sus
palabras
"En
una
obra
de
arte,
la
'forma'
no
puede
separarse
del
'contenido':
la
distribución
del
color
y
de
la
línea,
de
la
luz
y
de
la
sombra,
de
los
volúmenes
y
de
los
planos,
por
grata
que
pueda
ser
como
espectáculo
visual,
debe
también
entenderse
como
vehículo
de
una
significación
que
trasciende
lo
meramente
visual
",
queda
patente
ya
todo
su
pensamiento.
El
esquema
de
la
metodología
panofskyana
en
el
análisis
e
interpretación
de
la
obra
de
arte
se
desarrolla
en
tres
categorías
de
estudio.
Como
primero
hay
el
nivel/descripción
pre-‐iconográfica,
que
supone
un
análisis
puramente
formal
del
objeto;
es
esta
una
significación
primaria
subdividida
en
significación
fáctica
y
significación
expresiva,
consistente
de
una
identificación
de
formas
puras
(el
universo
de
los
motivos
artísticos),
basada
sobre
nuestra
experiencia
práctica
y
sobre
la
familiaridad
con
objetos
y
eventos.
Aquí
es
donde
se
identifican
los
objetos
reconocidos
a
simple
vista,
apelando
a
la
información
elemental
que
pueden
ofrecernos
los
sentidos.
En
esta
fase
se
hace
un
recurso
a
la
historia
de
los
estilos,
o
sea
el
estudio
sobre
la
manera
en
que,
en
distintas
condiciones
históricas,
los
objetos
y
acontecimientos
fueron
expresados
mediante
formas.
El
segundo
nivel
corresponde
al
análisis
iconográfico:
en
la
significación
de
carácter
secundario,
se
establece
una
relación
entre
los
motivos
artísticos
y
las
combinaciones
de
motivos
artísticos
(composiciones)
y
los
temas
o
conceptos;
los
motivos
portadores
de
un
significado
secundario
convencional
pueden
ser
llamados
imágenes
y
las
combinaciones
de
imágenes
se
denominan
historias
o
alegorías.
Es
el
universo
de
los
temas
específicos
manifiestos
en
imágenes,
historias
y
alegorías
en
contraste
con
la
esfera
del
asunto
primario
o
natural,
expresado
en
motivos
artísticos.
Un
correcto
análisis
iconográfico
presupone
una
identificación
correcta
de
los
motivos,
y
se
funda
sobre
un
proceso
de
adquisición
experiencial;
presupone
una
familiaridad
con
temas
y
un
conocimiento
de
las
fuentes
literarias.
Pero
cuando
éstas
no
son
suficientes
para
comprender
e
interpretar
toda
la
imagen
en
su
conjunto,
como
nos
demuestra
Panofsky
en
el
ejemplo
de
la
pintura
Giuditta
de
Francesco
Maffei,
es
necesaria
una
investigación
acerca
de
la
historia
de
los
tipos,
o
sea
el
estudio
sobre
la
manera
en
que,
en
distintas
condiciones
históricas,
los
temas/conceptos
específicos
fueron
expresados
mediante
objetos
y
acontecimientos.
Esta
fase
iconográfica
necesita
un
paso
más
que
la
anterior,
pero
es
solo
con
el
tercer
grado
de
interpretación,
definido
iconológico,
con
el
cual
es
posible
lograr
una
interpretación
completa
de
la
obra
de
arte
bajo
estudio.
A
palabras
de
nuestro
autor,
este
tercer
nivel
es
definido
como
la
“significación
intrínseca
o
contenido
que
se
aprehende
investigando
aquellos
principios
subyacentes
que
ponen
de
relieve
la
mentalidad
básica
de
una
nación,
época,
clase
social,
de
una
creencia
religioso
o
filosófica,
matizada
por
una
personalidad
y
condensada
en
una
obra”.
El
análisis
iconológico
estudia
el
contexto
cultural
en
que
fue
ejecutada
la
obra,
intentando
descubrir
los
significados
que
tenían
cada
uno
de
sus
elementos
constitutivos
en
su
tiempo
y
en
su
contexto
histórico.
Se
adentra
en
las
técnicas,
las
modas,
las
influencias
y
todo
el
entorno
y
bagaje
cultural
que
motivaron
e
incentivaron
a
sus
ejecutores.
Es
aquí
donde
se
analiza
el
significado
más
profundo
de
la
obra:
los
principios
de
los
que
habla
Panofsky
se
manifiestan
a
través
de
los
procedimientos
de
composición
y
de
la
significación
iconográfica
simultáneamente.
La
interpretación
del
contenido
o
significación
intrínseca
parte
de
la
idea
de
la
importancia
del
símbolo:
los
valores
simbólicos
de
los
que
habla
el
autor,
cuyo
descubrimiento
e
interpretación
constituye
el
objeto
de
la
iconología
en
contraposición
a
la
iconografía,
derivan
de
la
filosofía
de
las
formas
simbólicas
de
Ernst
Cassirer.
De
hecho,
Panofsky
adopta
su
teoría,
fundada
en
la
idea
de
que
el
hombre
se
mueve
en
un
mundo
simbólico
en
el
que
el
mito,
la
religión
y
el
arte
son
sus
manifestaciones
esenciales,
e
intende
el
arte
no
como
representativo
ni
expresivo,
sino
como
simbólico,
y
trae
la
idea
de
que
la
obra
de
arte
debe
ser
interpretada
en
primer
término
como
una
específica
serie
de
formas
portadoras
de
significado
(o
símbolo).
Esta
fase
requiere
un
paso
más,
y
para
comprender
estos
principios
se
necesita
una
facultad
mental
similar
a
la
de
un
diagnostico,
una
facultad
que
Panofsky
define
como
intuición
sintética,
o
sea
una
familiaridad
con
las
tendencias
esenciales
de
la
mente
humana,
en
relación
con
una
investigación
acerca
de
la
historia
de
los
símbolos:
el
estudio
sobre
la
manera
en
que,
en
distintas
condiciones
históricas,
las
tendencias
esenciales
de
la
mente
humana
fueron
expresadas
mediante
temas
y
conceptos
específicos.
Es
de
considerar
que
estas
tres
categorías,
a
pesar
de
que
parecen
indicar
tres
esferas
independientes
de
significado,
son
en
realidad
aspectos
de
un
solo
fenómeno,
es
decir,
la
interpretación
de
la
obra
de
arte
como
un
todo;
por
eso,
ha
de
entenderlas
como
fases
de
un
proceso
orgánico
e
indivisible.
Todo
este
conjunto,
que
comprende
en
si
la
interpretación
de
la
obra
de
arte
en
su
entero
contexto
histórico
y
cultural
y
con
el
estudio
de
los
temas,
símbolos
y
alegorías,
es
lo
que
el
proprio
Panofsky
llama
“historia
de
la
tradición”.
Y
hay
más.
En
el
análisis
del
contenido
de
la
obra
de
arte
lo
que
asombra
es
que
todos
los
aspectos
profundos
incorporados
que
se
estudian
y
analizan
pueden
identificarse
como
aquello
que
queda
sugerido,
pero
que
no
se
expresa
con
claridad,
o
sea
no
mostrados
explícitamente
por
el
artista.
Ayudándonos
también
del
análisis
de
los
ensayos
incluidos
en
su
libro
“Estudios
sobre
iconología”,
por
ejemplo
el
capítulo
sobre
la
pintura
del
Amor
sacro
y
profano
de
Tiziano,
nuestro
autor
hace
emerger
los
significados
ocultos
que
subyacen
tras
la
apariencia
iconográfica
o
el
significado
convencional.
Pues,
a
diferencia
de
la
iconografía,
la
iconología
se
ocupa
de
los
contenidos
implícitos
que
se
encuentran
en
la
obra,
que
sean
ellos
incorporados
de
forma
consciente
o
incluso
inconscientemente
por
parte
del
artista;
el
acceso
a
estos
contenidos,
que
pueden
ser
sentimientos
u
obsesiones
personales
del
artista,
presupone
un
profundo
conocimiento,
por
parte
del
historiador
del
arte,
también
de
la
personalidad
del
artista
y
de
su
vida.
Todo
lo
analizado
hasta
ahora
nos
ha
permitidos
hacernos
una
idea
sobre
este
gran
autor.
Los
estudios
emprendidos
por
Panofsky
ocupan
un
lugar
preeminente
en
la
teoría
del
arte,
sobre
todo
gracias
a
su
fuerte
interés
por
aquel
gran
periodo
histórico
que
fue
el
Renacimiento.
Su
amor
por
esta
época
así
decisiva
de
la
historia
del
arte
nos
ha
dejado
un
vastísimo
conjunto
de
informaciones;
su
interés
se
fundaba
en
el
estudio
de
la
Antigüedad
clásica
y
sobre
la
influencia
y
pervivencia
de
sus
temas
y
motivos
durante
el
Medioevo
y
el
Renacimiento.
Este
tema
es
el
centro
de
la
mayoría
de
sus
trabajos:
el
ya
mencionado
libro
“El
significado
en
las
artes
visuales”
aborda
temas
significativos
como
el
ensayo
sobre
Durero
y
la
Antigüedad
clásica,
el
estudio
iconológico
de
la
Alegoría
de
la
Prudencia
de
Tiziano
y
un
focus
sobre
la
figura
de
Giorgio
Vasari.
Además,
en
el
otro
libro
también
ya
mencionado,
su
legado
más
importante,
“Estudios
sobre
iconología”,
el
autor
analiza
una
serie
de
obras
renacentistas
como
el
análisis
de
las
dos
pinturas
de
Piero
di
Cosimo
representantes
la
prehistoria
humana,
o
sea
la
época
precedente,
contemporánea
y
sucesiva
a
Vulcano,
visto
como
la
personificación
del
fuego
y
de
su
descubierta,
y
las
imágenes
del
Padre
Tiempo
y
del
Cupido
Ciego:
esto
para
mostrar
como
el
Renacimiento
tenga
como
característica
principal
la
reintegración
de
los
motivos
y
temas
clásicos
a
través
de
la
reinterpretación
de
las
imágenes
clásicas.
El
libro
continua
con
la
presentación
del
movimiento
Neoplatónico
y
su
influencia
en
los
ambientes
artísticos
de
Florencia
y
del
norte,
sobre
todo
en
Venecia,
individuando
el
contraste
de
técnica
entre
el
arte
de
las
dos
ciudades
procediendo
de
un
análisis
de
las
obras
de
Baccio
Bandinelli
y
de
Tiziano,
respectivamente
el
Combattimento
tra
Ragione
e
Amore
y
Amor
sacro
e
profano.
Además,
el
autor
trata
del
neoplatonismo
del
gran
Miguel
Ángel,
cuestión
ya
esbozada
en
su
otro
libro,
publicado
en
1924,
titulado
“Idea.
Contribución
a
la
historia
de
la
teoría
del
arte”,
obra
en
la
que
Panofsky
analiza
la
evolución
del
concepto
de
Idea
a
lo
largo
de
la
teoría
del
arte,
su
continuo
cambio
de
significado
a
partir
de
la
concepción
platónica
y
de
la
Antigüedad,
pasando
por
el
clasicismo,
el
Medioevo
y
Renacimiento,
y
el
Manierismo.
El
fin
es
llegar
al
sentido
ultimo
del
concepto
de
“idea
creadora”
como
consecuencia
de
la
evolución
de
la
conciencia
humana.
Los
estudios
iconológicos,
con
su
gran
poder
sugestivo,
han
obtenido
resultados
tan
deslumbradores
que
han
parcialmente
ensombrecido
el
estudio
de
la
iconografía
y
se
han
querido
poner
en
un
nivel
más
alto,
sintiéndose
superiores.
Además,
Panofsky
era
consciente
de
lo
arriesgado
de
este
nivel
de
interpretación,
que
según
él,
exigiría
una
buena
formación
humanística
completa
por
parte
de
todo
historiador
del
arte.
Si
bien
todo
lo
expuesto
sobre
el
método
panofskyano
ha
sido
objeto
de
alabanza
a
través
de
los
años
por
su
contribución
al
estudio
de
la
teoría
del
arte,
hay
que
tener
en
cuenta
las
críticas
que
a
este
personaje
fueron
hechas.
Una
de
éstas
viene
de
la
mano
del
historiador
del
arte
Hermann
Bauer,
el
cual
ha
reprochado
el
hecho
de
mostrar
más
interés
en
las
connotaciones
que
la
imagen
conlleva
que
en
la
propia
imagen.
Señala
que
no
se
considera
suficientemente
a
la
mimesis
sino
que
se
prefiere
verla
como
un
enmascaramiento.
Su
propuesta
sería
la
de
una
historiografía
del
arte
que
haga
compatible
la
mímesis
con
el
significado
de
la
imagen
tanto
histórica
como
supra
históricamente.
El
que
nos
ha
dejado
su
más
amplia
idea
sobre
la
figura
de
Erwin
Panofsky
fue,
sin
embargo,
el
gran
historiador
del
arte
Ernst
Gombrich.
A
lo
largo
de
su
carrera
siguió
comentando
algunas
de
las
tesis
de
Panofsky,
y
aunque
nunca
dejó
de
mostrar
su
admiración
para
él
y
si
bien
pensaba
que
el
análisis
iconográfico-‐iconológico
fuese
una
ayuda
de
gran
valor
para
el
estudio
de
las
obras
de
arte,
las
afirmaciones
derivadas
del
método
iconológico
son,
por
lo
general,
más
arriesgadas
y
discutibles.
De
hecho,
sus
principales
críticas
lanzadas
contra
el
método
se
dirigen
precisamente
hacia
la
sobre
interpretación,
al
intento
de
ver
en
la
obra
de
arte
muchas
más
cosas
de
las
que
es
posible
comprobar.
En
efecto,
Gombrich
no
compartía
las
ideas
de
Panofsky
sobre
la
iconología,
negaba
el
carácter
simbólico
de
la
perspectiva
y
juzgaba
equivocado
su
estudio
sobre
la
Idea.
Bibliografía
Panofsky,
Erwin,
El
significado
en
las
artes
visuales
(1955),
Madrid,
Alianza,
1983
Panofsky,
Erwin,
Estudios
sobre
iconología
(1962),
Madrid,
Alianza,
1989
Panofsky,
Erwin,
Idea.
Contribución
a
la
historia
de
la
teoría
del
arte
(1959),
Madrid,
Cátedra,
1987