Acompañamiento Pedagógico PDF
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Las políticas de
acompañamiento pedagógico
como estrategia de desarrollo
profesional docente
El caso de los programas de mentoría
a docentes principiantes
Luego de la crítica y el escaso efecto que tuvieron las políticas de capacitación Palabras clave
docente durante la década del noventa para transformar las prácticas de enseñanza, Acompañamiento
actualmente se observan cambios importantes en las concepciones y estrategias mentoría
empleadas. Las nuevas tendencias de desarrollo profesional promueven –entre otras desarrollo profesional docente
docentes principiantes
cuestiones- la reflexión sobre la práctica, la diversificación de los dispositivos de
formación, el aprendizaje horizontal, colaborativo entre pares y el acercamiento a
las necesidades y escenarios reales del desempeño docente.
Abstract
During the nineties teacher training policies were large criticized due to their little Key words
effect in transforming teaching practices. As a result nowadays there are significant Coaching
changes in the concepts and strategies employed. New trends in professional devel- mentoring
teacher professional
opment promote, among other issues, the reflection about practice, diversification development
of training arrangements, horizontal learning, collaborative peer learning and they beginning teachers
try to be close to the actual needs and teaching performance scenarios.
* Dra. en Educación por la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Docente e investiga-
dora, Instituto de Ciencias de la Educación, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Miembro del equipo de in-
vestigaciones sobre Formación Docente (UBACYT F096) y Codirectora del UBACyT U408 sobre la formación
de jóvenes profesionales en el área del diseño. Recientemente ha asesorado al Ministerio de Educación de
Ecuador en proyectos de mejoramiento de la formación docente inicial y continua de los profesores.
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The educational support to beginning teachers is part of these new trends. However,
the rapid multiplication of these policies among various countries, is often done
without a detailed analysis, systematization and critical. This article intends to move
in that direction based on the secondary sources. To this end, reconstructs the
arguments and background underlying this type of programs aimed at improving
the integration and performance of new teachers. We also systematize some of the
questions and decisions that arise in their design and, finally, we propose four key
areas on which to focus the work and training of mentors, tutors or consultants.
Presentación
Para Stenhouse (1987) el estudio de casos puede ser considerado como una “siste-
matización de la experiencia” que alienta a abrir nuevas perspectivas para el propio
caso, aporta a la discusión sobre la práctica, y por dicho motivo, proporciona una
referencia para su crítica y mejora. Por ello consideramos valioso dar a conocer las
experiencias que Latinoamérica y otros países desarrollan para responder a las nuevas
demandas del oficio docente, particularmente, durante los primeros años de ejercicio.
En segundo lugar, y aunque puedan compartir rasgos con otras, no hay que olvidar
que cada experiencia ha sido pensada para un contexto social y responde a deter-
minadas características de la formación docente en cada país. La intención de este
trabajo no es llegar a conclusiones generales, válidas o transferibles para cualquier
caso, tiempo y lugar. Por el contrario, se trata de mostrar diferentes modos que
tienen los países de organizar y responder a las necesidades de apoyo pedagógico
que manifiestan los docentes al comenzar su trabajo. Asimismo, y debido a las
limitaciones de extensión que tiene este artículo, no es posible brindar datos de
los sistemas educativos y de formación docente de cada uno de los países que se
mencionan para contextualizar cada programa.
En lo que sigue se presentan en primer término las ideas que fundamentan las
acciones de acompañamiento pedagógico y apoyo a noveles. En segundo lugar,
para la descripción de los casos, se han definido y recortado cuatro dimensiones
clave que permiten valorar críticamente los diferentes programas y opciones que
toma cada país para mejorar este período de inducción profesional. Estas son:
los propósitos del programa, el rol y los criterios de selección de los mentores o
tutores, la manera de resolver su formación específica para esta nueva tarea y, las
condiciones de trabajo docente que se requieren para tornar viables estas políticas
de desarrollo profesional docente. Por último, en tercer lugar, se proponen cuatro
ámbitos para pensar la formación de los mentores o asesores.
En segundo lugar, los estudios sobre las políticas de capacitación docente (Navarro
y Verdisco, 2000; Ingvarson, et al., 2005) han llegado a la conclusión de que los
dispositivos de formación fundados en el aprendizaje autónomo, horizontal y cola-
borativo resultan más efectivos para lograr el cambio de las prácticas de enseñanza.
Esto ocurre porque permiten probar nuevas estrategias didácticas, contextualizarlas
y analizar las dificultades que se presentan en los escenarios reales, a medida que
ocurren. Al ser acompañados en su lugar de trabajo, los docentes pueden revisar
y apropiarse de los aprendizajes realizados en instancias previas o actuales de su
formación, para articularlos con los desafíos que enfrenta su tarea en instituciones
y contextos singulares. El acompañamiento proporciona una mediación, una serie
de andamiajes y la colaboración necesaria para que los profesores asuman riesgos,
animándose a transformar y a enriquecer el trabajo del aula.
En quinto lugar, una serie de investigaciones (Contreras, 1987; Bullough, 2000; Marcelo,
2009) han puesto en evidencia que los primeros años como docente constituyen una
etapa y experiencia singular, atravesada por problemas y rasgos comunes, referidos
principalmente a la dimensión didáctica e interactiva de la enseñanza. Los principiantes
se enfrentan por ejemplo a: la distancia entre la formación recibida, los modelos teóricos
aprendidos y `chocan’ con la realidad, con las características de las aulas y alumnos
concretos; la inseguridad y el sentimiento de supervivencia; la carencia o inadecuación
de las estrategias didácticas; las limitaciones para trabajar con alumnos ‘difíciles’, adap-
tando los métodos de enseñanza; la indisciplina, los tropiezos para lograr un ambiente
ordenado de trabajo; la relación con los padres y demás colegas.
Para resolver estas tensiones los principiantes necesitan de apoyo personal, profesio-
nal y social y demandan capacitación centrada en los aspectos prácticos de la tarea
docente. Gloria Calvo (2006) al analizar la inserción de los docentes en Colombia,
encuentra que los maestros prefieren la conformación de colectivos, redes, grupos
de trabajo, o de investigación – acción en las escuelas; más que la asistencia a cur-
sos de postgrado y seminarios formales ofrecidos por las universidades ya que no
guardan relación con la realidad escolar y se desarrollan desde una lógica que da
continuidad a la formación inicial. “Quizá por estas razones se imponen los procesos
de sistematización de experiencias en cuanto posibilidad de cualificar el conocimiento
que adquieren los docentes en su práctica, a la vez que permiten el empoderamiento
de los sujetos que realizan la sistematización” (Calvo, 2006:5).
Como aproximación preliminar puede decirse que los programas de apoyo peda-
gógico a docentes en las escuelas, implican la puesta en marcha de un dispositivo
mediante el cual ciertos profesionales o docentes con mayor experiencia y conoci-
mientos específicos, asumen la tarea de acompañar a otros con menor experiencia
y/o que presentan dificultades en sus prácticas. De este modo se pretende mejorar
la inserción de los profesores en el colectivo institucional, resolver problemas
de enseñanza en la cotidianeidad escolar, perfeccionar su tarea y brindar apoyo
personal, impactando positivamente en el aprendizaje de los alumnos. Más pre-
cisamente, “La mentoría –especialmente en el ámbito profesional- consiste en un
proceso de acompañamiento en la tarea y la integración en el grupo e institución
de referencia, y no en la mera actuación del mentor con respecto al mentorizado.
Es una relación entre ambos, de reflexión compartida sobre los problemas en que
ambos se ven inmersos e interpelados, un proceso de diálogo profesional en el que
la mayor experiencia es el principal rasgo que configura el rol del mentor” (Vélaz
de Medrano, 2009:212).
Desde el año 2002 los profesores noveles participan durante su primer año de ejercicio
de un Plan de Iniciación de Profesores (Teacher Induction Scheme) que les brinda
apoyo profesional. El plan cuenta con el respaldo del gobierno y de las autoridades
educativas en sus diferentes niveles: el Ministerio, el Consejo General de Enseñanza,
las autoridades locales que gestionan el programa en su zona y los directivos de las
escuelas.
Los nuevos docentes son acompañados por tutores con mayor experiencia que los
supervisan y orientan en este período de prueba y de prácticas. A mitad de año
completan una evaluación de “perfil intermedio” y al finalizar, deben aprobar una
evaluación en base a un “perfil final o de salida”. Para ello deben demostrar que
dominan las 23 normas o pautas de desempeño profesional establecidas por el
Programa de Iniciación y basadas en los estándares de competencias docentes, los
que están organizados en torno a las mismas áreas que los de la formación docente
inicial: conocimiento y comprensión profesional; destrezas y habilidades; y valores y
compromiso personal.
Para que los profesores puedan cumplir adecuadamente con este primer año de
práctica profesional y dedicarse a las tareas de reflexión y formación continua que
implica, cumplen el 70% de la jornada laboral asignada a un docente de tiempo
completo. El 30% restante deben invertirlo en actividades de desarrollo profesional,
en proyectos institucionales y de investigación - acción.
Durante este período los nuevos profesores se reúnen semanalmente con su tutor de
práctica que es un profesor experimentado. Los trabajos realizados y las reflexiones
de este primer año de práctica deben ser archivados en un portfolio o cuaderno
profesional, para constituirse en una evidencia de su progreso y de las tareas encaradas.
Al revisar los objetivos que los diversos autores establecen para los programas de
mentoría al profesorado principiante, Vélaz de Medrano (2009) encuentra que
estos se dirigen a: proporcionar a los docentes orientación y apoyo en las primeras
inserciones laborales en las escuelas, facilitando su incorporación a la profesión;
responder a las necesidades reales de los docentes asesorados; desarrollar compe-
tencias que puedan ser transferidas a los ambientes de trabajo; brindar asesora-
miento para el desarrollo profesional; ayudar a superar las exigencias y demandas
del ejercicio de la profesión en un contexto concreto; facilitar el desarrollo personal
y social de los docentes, su autoestima y las relaciones interpersonales; desarrollar
una mayor implicación, compromiso y colaboración entre los miembros de la
institución escolar.
problemas como retos profesionales que requieren buscar, pensar y construir -entre
todos- nuevas alternativas, recursos y estrategias de intervención que mejoren el
aprendizaje de los estudiantes.
La cuestión acerca de los saberes y de los rasgos que caracterizan a los docentes
expertos, constituye una referencia para establecer los criterios de selección de
los mentores. Pero hay otros elementos a considerar al determinar a quiénes se
les asigna esta tarea. Uno de ellos es el de las instituciones de pertenencia de los
tutores y el carácter de su relación con las escuelas. Por ejemplo esta podrá ser
obligatoria versus voluntaria, de colaboración o de dependencia jerárquica, etc.
Otro aspecto es la formación específica y las herramientas particulares que deben
poseer los mentores u asesores para mantener una buena retroalimentación, lograr
una relación de confianza a través de lo que Chirstopher Day (2005) denomina la
“crítica amistosa”, brindando apoyo moral y práctico a los docentes.
de los problemas que enfrenta con su propio grupo de estudiantes. Esto permite
una mejor aproximación a las tareas de apoyo pedagógico.
Los mentores desarrollan su trabajo durante el período de un año escolar. Cada mentor
tiene hasta un máximo de tres maestros principiantes y se les financia hasta 160 horas
anuales para esta tarea. Los mentores proveen apoyo a través de la planificación
conjunta de clases con los noveles, de la observación y análisis recíproco de clases,
ofrecen retroalimentación y realizan un trabajo de reflexión sobre las prácticas que
incluye el uso de portafolios y de cuadernos de registro.
Fuente: Ingrid Boerr Romero Editora, 2010. Acompañar los primeros pasos de los docentes. La
construcción de una política de inserción al ejercicio profesional.
Por otra parte, sigue el autor, a pesar de las habilidades de los maestros experimen-
tados para gestionar la clase, manejar la inmediatez e imprevisibilidad del aula y
responder a las diversas demandas de su trabajo, es probable que muchos de ellos
no aprendan de la experiencia, o que su aprendizaje sea limitado. Para que esto no
ocurra, es necesario un trabajo sistemático de análisis de la práctica, junto con la
revisión y construcción de nuevos conocimientos teóricos específicos y el diseño
de nuevas alternativas pedagógico – didácticas que desafíen los límites de las ya
conocidas.
Se debe considerar el tiempo que los docentes deben invertir en las actividades de
formación, reflexión, supervisión del programa. Una opción es reducir la jornada
laboral de los profesores que participan en los programas para que dispongan del
tiempo adicional que se requiere. Esto sucede en el caso de Escocia, donde los
principiantes cumplen una jornada laboral reducida en un 30%, para dedicarse a
las actividades de desarrollo profesional, análisis de la práctica, etc. que realizan
en el marco del programa de inducción.
Además debe remunerarse la nueva función que asumen los docentes tutores a
través del pago de horas por la dedicación a esta tarea, o reduciendo sus obliga-
ciones y carga frente a alumnos. En Chile, los mentores reciben un financiamien-
to que equivale hasta 160 horas docentes anuales para cubrir sus actividades de
mentoría, traslados y visitas a otras escuelas. Es por ello que la incorporación de
nuevas funciones a las que tradicionalmente cumplían los docentes, precisa de un
replanteo serio de la carrera docente que contemple estas nuevas figuras como parte
de las posibilidades de ascenso y crecimiento profesional. Cuando esto no sucede,
se realizan modificaciones ad-hoc a la organización vigente, con las consabidas
tensiones y malestares que esto genera en las organizaciones sindicales y en los
colectivos docentes, quienes no ven del todo reconocido su trabajo.
Asimismo, cada mentor puede reunir a docentes de escuelas próximas en una red
local para realizar parte de las actividades del programa, lo que redunda no sólo en
una economía de esfuerzos y recursos humanos, sino en la posibilidad de trabajar
colectivamente y enriquecerse.
La consideración de los niveles educativos sobre los que se desenvuelven los pro-
gramas de acompañamiento pedagógico también debe ser analizada. La mentoría
en el nivel secundario requiere la especificidad del asesoramiento de cada disci-
plina8, una mayor magnitud de recursos y entraña más dificultades organizativas. 8. No obstante, en el nivel primario
también es necesario el apoyo
Los profesores que recién se inician en el nivel secundario, comienzan con pocas pedagógico para la enseñanza de
horas distribuidas en varios establecimientos, hasta que logran reunir el puntaje contenidos disciplinares diversos,
cuestión que mucha veces se
suficiente para ir concentrando sus horas en unas pocas escuelas. El tipo de nom- soslaya a favor de una asistencia
bramiento, la condición del puesto que tienen los docentes de secundaria en pedagógica basada en el perfil del
muchos países de Latinoamérica (por hora cátedra en lugar de por cargo), com- “generalista”. La asistencia en re-
lación con la enseñanza de los con-
plejiza la organización de un dispositivo de apoyo pedagógico a través de mento- tenidos del currículum, demanda
res. conocimientos específicos sobre la
didáctica de cada asignatura, difíci-
les de reunir en un mismo mentor.
Otra serie de cuestiones a analizar en el marco de las condiciones y organización
del trabajo son: (i) el carácter voluntario u obligatorio de la participación de los
docentes en iniciativas de este tipo; (ii) el tiempo, la duración y frecuencia que
tendrá el asesoramiento; (iii) el contenido de la orientación y el apoyo brindado
(carácter general versus disciplinar del asesoramiento); (iv) el tipo de materiales
que necesita producir el programa para orientar las intervenciones; (v) la relación,
ecuación necesaria entre cantidad de mentores / asesores y cantidad de docentes
acompañados para que el programa funcione; y, (vi) la manera de dar seguimiento,
evaluar y registrar el desarrollo y logros alcanzados por el programa en general, y
por los docentes, en particular, que participan.
Son muchos los interrogantes que pueden formularse y las decisiones a tomar, no
es posible en este artículo mostrar las múltiples opciones que subyacen a cada uno.
En lo que sigue vamos a proponer algunos ámbitos o ejes a partir de los cuales es
posible pensar y enfocar la tarea y formación de los mentores o asesores.
Esta modalidad de trabajo requiere de saberes especiales, ya que por un lado, hay
que ser capaz de captar las evidencias, los indicios del entorno, y construir a partir
de ellos criterios, orientaciones pedagógicas y didácticas. Y por el otro, hay que
saber cómo y en qué momento comunicar esas orientaciones, de qué manera pro-
ducir los quiebres necesarios, qué tipo de preguntas formular para que el docente
sea quien se interrogue y analice. El desempeño de la tarea de acompañamiento
pedagógico, implica saber qué y cómo observar, pero también saber escuchar y
movilizar a otros para adoptar cambios.
En este marco, los mentores deben ser capaces de: (i) movilizar sus conocimientos
en la situación real del asesoramiento, es decir identificar qué saberes pueden ser
útiles para implementar en su tarea y asistir a los maestros; (ii) integrar los distin-
tos conocimientos de los que disponen para lograr una mejor comprensión de la
realidad y del contexto educativo institucional y comunitario en el que intervienen;
(iii) transferir lo que aprenden en sus propias instancias de formación y coordina-
ción a las situaciones escolares en las que se desempeñan; (iv) ejercer un proceso
permanente de auto-reflexión de su tarea como docente y como mentor. De este
modo, intervienen sobre cuatro ámbitos:
a) Interpersonal
b) Pedagógico – didáctico
c) Desarrollo profesional
d) Vínculo con la comunidad
apoyo o mentoría –ya sea de manera implícita o explícita- define el papel que los
docentes van a desempeñar en las escuelas y en los procesos de cambio. Por lo
tanto, el asesoramiento no es una práctica neutra, libre de valores, y puede reali-
zarse desde diferentes marcos, enfoques y concepciones teóricas, algunos de los
cuales mantienen las clásicas jerarquías y divisiones entre expertos y docentes, entre
conocimiento teórico / básico y conocimiento técnico / aplicado; y otros plantean
un enfoque basado en la horizontalidad, el empoderamiento de los docentes y la
construcción conjunta de saber pedagógico entre asesores y docentes.
Sin duda que es necesario continuar indagando las características y de este tipo de
estrategias de acompañamiento a noveles a través de otras metodologías y fuentes
que permitan recoger datos primarios para profundizar en sus resultados, alcances
y limitaciones, incluyendo la perspectiva de los propios docentes y de otros actores
involucrados.
Entre las limitaciones que presentan las políticas y estrategias que analizamos hay
que considerar que corren el riesgo de ser sistemas y dispositivos ad-hoc que se
agregan y yuxtaponen a los mecanismos más tradicionales e instituidos que tie-
nen los sistemas educativos para asesorar la tarea de los docentes. Pensemos, por
ejemplo, en los supervisores, directores o en los asesores pedagógicos y equipos
de orientación educacional que existen en algunas escuelas. Por ello es importante
que los programas de acompañamiento a los docentes principiantes se articulen e
integren en las instituciones, promoviendo además cambios en los sistemas pre-
vios de orientación pedagógica y su inclusión en la organización y estructura del
trabajo docente.
Entre las ventajas se puede señalar la mayor transferencia e impacto que este tipo
de programas tiene sobre la transformación de las prácticas; el compromiso y
mayor implicación que genera el trabajo colectivo, supervisado y acompañado; la
adecuación a los contextos reales de desempeño y la posibilidad de responder de
manera situacional a los problemas que enfrentan los docentes en las aulas.
Si desean mejorar las prácticas e inserción de los nuevos docentes, los programas
de acompañamiento no pueden dejar de considerar las expectativas e ideologías
profesionales de los docentes principiantes, así como las identidades y culturas
profesionales en las que se insertan, reconstruyendo la historia y el sentido de
determinadas rutinas pedagógicas que parecen incuestionables o naturales. Las
políticas de apoyo a los docentes deben además analizar los contextos nacionales,
los rasgos que asume la organización del trabajo docente en cada país para evitar
la transferencia, más o menos mecánica, de modelos de un país a otro. Las instan-
cias de formación de mentores tienen que partir de considerar la complejidad que
implica su tarea y los diversos ámbitos en los cuales se desarrolla.
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