TBS029 Profetas 2017 - Apuntes de Clases PDF
TBS029 Profetas 2017 - Apuntes de Clases PDF
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Facultad de Teología
Profetas
TBS 029 - 2017
Eduardo Pérez-Cotapos Larraín
Un curso de «Profetas» debe enfrentar una problemática amplia, con un variado abanico
de temas, aunque trabaje cada uno de esos asuntos modo algo diverso. Como primera aproxima-
ción podemos distinguir cuatro grandes ámbitos presentes en un curso de Profetas:
1. La raíz humana del fenómeno profético. La profecía es un hecho presente en casi
todas las culturas. No es un fenómeno exclusivo del mundo judeocristiano. Particular importancia
reviste el estudio de los fenómenos proféticos en los pueblos culturalmente próximos a Israel:
Canaán, Mesopotamia, Egipto, Grecia.
2. El fenómeno profético en el Antiguo Testamento. Este no se reduce a los libros pro-
piamente proféticos, a los grandes profetas, sino que constituye un fenómeno amplio y polifacéti-
co, presente en la mayor parte de la historia de Israel; de modo especial en el tiempo de los reyes.
En cada época histórica de Israel la profecía adquiere matices propios, que vale la pena recono-
cer. Y finalmente terminó extinguiéndose en el postexilio, o más bien derivando hacia la apoca-
líptica.
3. La profecía en el Nuevo Testamento. Hay un conjunto de indicios de presencia profé-
tica en tiempos neotestamentarios; de unos profetas que no son simple continuación de los profe-
tas veterotestamentarios. Más bien dan cuenta de un fenómeno novedoso, que surgió después de
la «extinción» de la profecía en el postexilio.
4. La permanencia de la profecía en la vida de la Iglesia. Tanto en el pasado, lo que
podría llevar a una historia de la profecía en la vida de la Iglesia, como en el presente de la co-
munidad cristiana. También puede ser útil confrontar esta presencia profética en el interior de la
Iglesia con lo que actualmente sucede fuera de la ella; con formas de profecía presentes en la so-
ciedad civil actual.
Es fácil darse cuenta que esta problemática excede las posibilidades de un curso semes-
tral. Como este curso está dentro del curriculum de formación bíblica, dirigiremos la atención de
modo preferente a los libros proféticos del Antiguo Testamento, situándolos en el contexto de la
evolución de la profecía en la tradición bíblica. Es decir, prestaremos especial atención al punto 2
de la enumeración anterior. Sin embargo, para poder hacer esto correctamente deberemos aludir,
al menos de paso, a las demás dimensiones anteriormente señaladas. Eso nos permitirá valorar
adecuadamente el polifacético mundo de la profecía bíblica, con sus luces y sombras, descu-
briendo de paso sus hondas raíces humanas; importantes para percibir la actualidad de los textos.
En esta introducción general debemos señalar de modo explícito que la alta valoración de
los profetas bíblicos es un hecho característicamente cristiano.1 Para Israel, lo realmente impor-
1
Cf. SAWYER. J. F. A. Prophecy and the Prophets in the OT. Oxford: University Press 1993. pp. 135 ss. con un buen
análisis de este aspecto.
tante del Antiguo Testamento es la Torah; la Ley, para el cristianismo naciente lo fundamental
del Antiguo Testamento es la Ley y los Profetas.2 Esta diversa valoración del Antiguo Testamen-
to fue un elemento que provocó roces entre el judaísmo y el cristianismo del siglo I; porque se
vincula al carácter menos legalista del cristianismo y a la afirmación de Jesús como Mesías (el
mesianismo es un tema característico de los profetas).
Una comprobación indicativa de esta afirmación está en la siguiente estadística del origen
de las citas bíblicas presentes en la Mišná 3 y en el Nuevo Testamento:4
Resulta sugerente la existencia de muy pocos comentarios judíos antiguos de los profetas
(conocidos como midrashim), ninguno de los cuales se conserva hasta hoy. Los primeros comen-
tarios judíos a los profetas que se conservan son de la Baja Edad Media. El único ejemplo antiguo
son los comentarios interpretativos de los profetas encontrados en Qumran, que aplican los textos
a las vivencias del grupo;5 pero no se debe olvidar que Qumran es un grupo muy particular dentro
de la gran tradición judía. En el judaísmo contemporáneo los profetas han sido revalorizados en
forma significativa, especialmente por obra de algunos grandes exégetas y comentaristas judíos,
tales como Martin Buber (1878-1965), Abraham Joshua Heschel (1907-1972), André Neher
(1914-1988) e Israel Mattuck (1883-1965).
En el marco de esta presentación del curso es apropiado recordar que en la «Biblia He-
brea», es decir en el modo que los judíos ordenan los libros del Antiguo Testamento, hay tres
grandes secciones: la Ley (Torah), los Profetas (Nebiim) y los Escritos (Ketubim). Estos tres blo-
ques conforman la «Tanak». Luego se debe indicar que la sección de los «Profetas» está formada
por ocho libros, que se ordenan en dos grandes bloques:
2
Ver esta expresión usada como fórmula estereotipada en Mateo 5,17; 7,12; 11,13; 22,40; Lucas 16,16; 24,44; Juan
1,45; Hechos 13,15; 24,14; 28,23; Romanos 3,21. En el Antiguo Testamento este uso aparece solo en tiempos
muy tardíos: 2 Macabeos 15,9 y Sirácida Prólogo 2 y 24.
3
Mishnáh / hanº$im es el cuerpo de normas jurídicas que consolida la tradición interpretativa del Antiguo Testamento
realizada por Israel. Originalmente se transmite por tradición oral, a lo largo de varios siglos, hasta ser puesta por
escrito en el siglo II d.C. A partir de esa fecha, se inicia el proceso del comentario de la Mišná (la Guemará) que
terminará formulándose en el Talmud; en su doble versión: Talmud de Jerusalén y Talmud de Babilonia.
4
Cf. JOSÉ LUIS SICRE Introducción al profetismo bíblico. Estella: Verbo Divino 2011, p. 19. Los datos están tomados
de DEIST, F. E. «The prophets: are we heading for a paradigm switch?» en Prophet und Prophetenbuch. Berlin:
1989 (Beihefte zur Zeitschrift für die alttestamentliche Wissenschaft 185) pp. 1-18.
5
Sobre la presencia de los profetas en el mundo de Qumran, ver la interesante obra colectiva: KRISTIN DE TROYER y
ARMIN LANGE (eds) Prophecy after the Prophets? The contribution of the Dead Sea Scrolls to the understanding
of Biblical and Extra-Biblical Prophecy. Leuven: Peeters 2009 (Contributions to Biblical Exegesis & Theology
52) 242 pp.
— Los Profetas posteriores (para nosotros, los libros proféticos propiamente tales):
1. hfy:(a$:y Yeshayáh Isaías
2. hfy:m:ryi Yirmeyáh Jeremías
3. l)"qzi ex:y Yejezqél Ezequiel
4. rf&f( y"r:T Terey ’asar Los Doce: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas,
Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Mala-
quías.6
A este elenco de los profetas posteriores, los católicos agregamos en libro de Daniel, que
la Biblia Hebrea sitúa entre los Escritos, y el libro de Baruc, que es deuterocanónico.
Nuestra tarea en este curso se concentrará en los «profetas posteriores», y en el «fenó-
meno profético», que se encuentra atestiguado en diversos libros de la Sagrada Escritura. No
atenderemos de modo especial a los «Profetas anteriores», ya que ello se debe hacer al estudiar la
teología deuteronomista.
A partir de lo recién anotado es fácil percibir que en la interpretación de los profetas no
sólo se juega un elemento literario o histórico, sino un asunto propiamente teológico. Del modo
de acercarnos a los profetas depende una mirada global del Antiguo Testamento y de su relación
con el Nuevo Testamento. Y del modo como se enfrente a los profetas bíblicos se desprende un
elemento fundamental para entender el estilo de la acción de Dios en el mundo. Esta problemáti-
ca enfrentó al cristianismo naciente con el judaísmo oficial. Y a lo largo de la historia, hasta el
día de hoy, éste ha sido un elemento que ha tensionado la vida de la comunidad cristiana; 7 pero,
por lo mismo, ha sido también un elemento vitalizador y renovador. Esta temática teológica no
puede ser eludida en un curso de exégesis de los profetas.
6
Este ordenamiento de los profetas aparece ya en el Sirácida (hacia el 185 a.C.): Isaías (Sirácida 48,25), Jeremías
(Sirácida 49,7), Ezequiel (Sirácida 49,8) y Los Doce (Sirácida 49,10).
7
Un elemento particularmente complejo ha sido la llamada «Exégesis carismática». Es decir, un tipo de exégesis
montada sobre dos presupuestos básicos: a. Que el texto bíblico contiene sentidos ocultos o simbólicos que sólo
pueden ser develados por un intérprete que cuente con un auxilio divino especial; por algún tipo de «profeta» o
«inspirado»; b. El verdadero sentido de estos textos se refiere a profecías escatológicas que el intérprete cree se
están cumpliendo en su tiempo. Dicho simplemente, se trata de grupos que interpretan los textos bíblicos como
anuncios de un inminente fin del mundo. Buena síntesis del problema en D. E. AUNE Prophecy in Early Christi-
anity and the Ancient Mediterranean World. Grand Rapids (MI): W. B. Eerdmans 1983. pp. 339-346, apéndice
sobre el tema Christian Prophecy and Charismatic Exegesis.
En documento aparte se entrega una amplia bibliografía de estudios sobre profetas, or-
denada de acuerdo a los criterios del curso. Aquí anoto solo aquellas obras generales, de fácil
acceso, que pueden servir de complementación al desarrollo global del curso.
ABREGO DE LACY, JOSÉ MARÍA Los libros proféticos. Estella: Verbo Divino 1993 (Introducción al Estu-
dio de la Biblia t. 4)
BLENKINSOPP, JOSEPH History of Prophecy in Israel. Revised and Enlarged Edition. Louisville: Westmin-
ster John Knox Press, 1996 291 pp.
LOZA VERA, JOSÉ Introducción al profetismo. Isaías. Estella: Ed. Verbo Divino 2011 (Biblioteca Bíblica
Básica 7). 408 pp. (La «Introducción», en pp. 15-172)
MARCONCINI, BENITO (ed.) Profeti e apocalittici. Leumann, Torino: Elledici 2007 (Logos. Corso di Studi
Biblici 3; seconda edizione rinnovata) 550 pp.
RAMIS DARDER, FRANCESC Los Profetas. Estella: Verbo Divino 2010. 263 pp.
SAWYER, JOHN F. A. Prophecy and the Prophets of the Old Testament. Oxford: University Press 1993.
Revised edition 180 pp.
SICRE DÍAZ, JOSÉ LUIS Introducción al profetismo bíblico. Estella: Verbo Divino 2011. 558 pp.
Teniendo presente que los profetas tienen una honda interacción con la historia de Israel,
anoto un conjunto de obras que puede ayudar a ahondar en dicha historia:
ALBERTZ, RAINER Historia de la religión de Israel en tiempos del Antiguo Testamento. Madrid: Trotta
1999 (Biblioteca de Ciencias Bíblicas y Orientales) 2 vol.
BRIGHT, JOHN Historia de Israel. Bilbao: Desclée de Brouwer 2003. 656 pp.
CASTEL, FRANÇOIS Historia de Israel y de Judá: desde los orígenes hasta el siglo II d.C. Estella: Verbo
Divino 1984. 244 pp.
CAZELLES, HENRI Historia política de Israel: Desde los orígenes a Alejandro Magno. Madrid: Cristian-
dad 1984. 252 pp.
FINKELSTEIN, ISRAEL y SILBERMANN, NEIL ASHER La Biblia desenterrada. Una nueva visión arqueológi-
ca del Antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados. Madrid: Siglo XXI 2003
HERRMANN, SIEGFRIED Historia de Israel en la época del Antiguo Testamento. Salamanca: Sígueme
1985. 554 pp.
KESSLER, RAINER Historia social del antiguo Israel. Salamanca: Sígueme 2013. 334 pp.
LIVERANI, MARIO Más allá de la Biblia. Historia antigua de Israel. Barcelona: Crítica 2005. 532 pp.
NOTH, MARTIN Historia de Israel. Barcelona: Garriga 1966. 429 pp.
SACCHI, PAOLO Historia del Judaísmo en la época del Segundo Templo: Israel entre los siglos VI a.C. y I
d.C. Madrid: Trotta 2004. 606 pp.
SOGGIN, ALBERTO J. Nueva Historia de Israel: de los orígenes a Bar Kochba. Bilbao: Desclée de
Brouwer 19992. 513 pp.
1. Aspectos fundamentales
Una afirmación como la siguiente encuentra hoy amplia aceptación: «El profetismo es un
fenómeno universal, presente en las religiones de los pueblos vecinos a Israel como reconoce la
misma Biblia con Balaam, un mago babilonio (Números 22-23),8 y con los profetas de Baal
(1 Reyes 18-19; 2 Reyes 9,18-27): esto significa que para transmitir sus mensajes el Señor tam-
bién puede servirse de personas no pertenecientes al pueblo elegido, que sin embargo continúa
siendo el destinatario privilegiado de un profetismo único e irrepetible. Éste es un fenómeno de
gran actualidad».9 Esta misma afirmación se puede ampliar a un horizonte más amplio de la his-
toria religiosa de la humanidad: «Es evidente que el fenómeno profético no es un hecho peculiar
de determinadas razas, pueblos, regiones o religiones. Puede ser encontrado en todos los ámbitos
del mundo religioso y en todos los estadios de desarrollo religioso. Es verdad que el éxtasis es
contagioso entre individuos; pero no es exacto decir que el éxtasis o la profecía en sí misma sean
habitualmente tomadas en préstamo de otros pueblos. Este fenómeno ha surgido de modo inde-
pendiente en las diversas regiones. El talante profético está profundamente enraizado en la natu-
raleza humana; lo que puede ser tomado en préstamo de otros ambientes son las conductas y las
formas, en una palabra, las manifestaciones externas».10 Por lo mismo antes de entrar en el estu-
dio de la profecía bíblica es conveniente recorrer someramente la expresión del fenómeno profé-
tico en otros pueblos culturalmente cercanos a Israel.
El fenómeno profético, en su raigambre humana, parece hundir sus raíces en dos grandes
intuiciones o preocupaciones, que son las que le dan fuerza y vitalidad. En concreto:
1. La preocupación por el futuro, bajo diversos aspectos. Ante todo, el afán por conocer
el futuro y de este modo resolver la inquietud frente a lo desconocido. Por otro lado está la in-
quietud frente al presente como semilla del futuro.11 ¿Qué debo hacer ahora para asegurar el futu-
ro? ¿Cuál es el modo adecuado de responder frente a los desafíos del presente? Es decir, la profe-
cía se entronca con esa cuota de incertidumbre que tiene el futuro y que hace anhelar una mayor
claridad sobre lo que está por suceder y sobre lo que cada uno debe hacer en el presente de cara al
futuro. De este modo, presente y futuro se encuentran indisociablemente ligados en el fenómeno
profético y no cabe oponerlos uno a otro.
8
Amplio tratamiento del tema en: KOOTE, GEORGE H. & RUITEN, JACQUES VAN (eds.) The Prestige of the Pagan
Prophet Balaam in Judaism, Early Christianity and Islam. Leiden/Boston: Brill 2008. 328 pp. [con 17 artículos]
9
B. MARCONCINI Profeti e apocalittici. Leumann, Torino: Elledici 2007(Logos. Corso di Studi Biblici 3) p. 39. So-
bre el interesante caso de Balaam, se debe considerar el texto de la Estela de Deir’alla; cf. JESÚS ASURMENDI y
otros Profecía y oráculos. I. En el próximo oriente antiguo. Estella: Verbo Divino 1997, pp. 92-96. También ha-
bla de unos «magos» que actúan en Egipto (cf. Génesis 41,8.24: donde aparecen interpretando los sueños; Éxodo
7,11.22; 8,3.14.15; 9,11: textos en los que son presentados obrando prodigios).
10
J. LINDBLOM Prophecy in Ancient Israel. Oxford: Blackwell 1962, p. 32.
11
Inquietud que explotan los horóscopos, hablando del futuro en temas de amor, trabajo, salud y dinero.
2. La idea, o firme convicción, de que los dioses están atentos a la vida de la humani-
dad, en un doble sentido. En primer lugar, que los dioses le revelan al ser humano su futuro y lo
alertan frente a los peligros que están en el horizonte. Esta es una expresión del amor de los dio-
ses por la humanidad.12 Estos mismos dioses también están atentos a las conductas de las perso-
nas para corregirles o educarles, y a la vez para resolver sus problemas. Es una actitud a la vez
protectora y correctora, que educa frente al futuro. Es decir, en la raíz misma del tema profético
está presente la idea de un Dios atento a la vida concreta de las personas y capaz de intervenir en
las situaciones cotidianas. En lo que estamos diciendo, no hay que identificar esta atención de
Dios a la idea de un «Dios castigador», o «Dios vengativo».
De modo más concreto:
• La preocupación por el futuro se traduce en un vínculo casi permanente entre la profecía y las
diversas técnicas de carácter adivinatorio. Es decir, en un esfuerzo por predecir lo que va a su-
ceder y a la vez resolver más fácilmente ciertos conflictos del presente (toma de decisiones
importantes, recuperación de la salud o de objetos perdidos, etc.).
• La preocupación por el presente conduce a un vínculo entre profecía y juicio social de la reali-
dad hecho con un criterio de tipo religioso. También se vincula con el apoyo divino en torno al
cuidado de la vida y de la salud de cada individuo.
Efectuaremos un breve recorrido fenomenológico por las diversas manifestaciones de este
tipo de inquietudes humanas básicas en la Biblia y en el entorno cultural de Israel. Ello nos per-
mitirá encontrar la raíz humana del fenómeno profético. Concluiremos esta parte tratando de afi-
nar un cierto concepto general de profeta, usable adecuadamente para el estudio de los textos
bíblicos.
2. Profecía y adivinación
El vínculo de la profecía con la adivinación se entronca con la preocupación de ambas por
el futuro. «La adivinación puede ser definida como el arte o ciencia de la interpretación de los
mensajes simbólicos provenientes de los dioses. Con frecuencia estos símbolos son impredecibles
o incluso triviales. Los oráculos, por otro lado, son mensajes de los dioses formulados en lengua-
je humano, recibidos como expresiones de la voluntad divina, habitualmente en respuesta a con-
sultas».13 La adivinación es un esfuerzo sistemático por asomarse al futuro para poder orientarse
adecuadamente en el presente. Para un hombre religioso, este asomarse al futuro coincide con la
búsqueda de la voluntad de Dios, para seguirla en el presente. De aquí que la adivinación no sea
lo mismo que la magia, aunque a veces se relacionen. La magia es el intento por encontrar accio-
12
En JOSÉ LUIS SICRE Introducción al profetismo bíblico. Estella: Verbo Divino 2011, pp. 36-37 abundantes citas de
los clásicos griegos al respecto.
13
DAVID E. AUNE Prophecy in Early Christianity and in the Ancient Mediterranean World. Grands Rapids (MI): W.
B. Eerdmans 1983, p. 23.
14
Cf. CICERÓN De divinatione I,6,12. Analiza por separado la Artificiosa divinatio (I,11-33) y la Naturalis divinatio
(I,34-71).
15
PLATÓN Ion, o sobre la Ilíada 534c.
16
Nuestros actuales y muy difundidos Horóscopos se sitúan en esta línea de adivinación del futuro. Lo mismo mu-
chos refranes populares sobre la luna y el sol, etc.
17
El episodio de animales que se detienen en un determinado lugar, y se rehúsan a continuar llevando su carga es un
episodio frecuente en origen de muchos santuarios, especialmente marianos; «la imagen quiso quedarse aquí».
18
El Cid va imaginando su futuro a partir del modo en que la «corneja» (un tipo de ave de color negro) está a su
derecha o a su izquierda. Cf. Poema de Mío Cid, Cantar Primero, estrofa 2.
19
PLATÓN Fedro 244c-d; Timeo 72b
20
La adivinación con el I Ching es una fórmula actual de este tipo de prácticas. La adivinación con barajas de naipes
se inscribe en una línea semejante.
21
Sobre la necromancia en Grecia: HOMERO Odisea Canto XI, versos 24 y siguientes; ESQUILO Los Persas líneas
607 y siguientes.; HELIODORO Etiópicas libro 6,14.
22
Saúl recurre a la nigromante porque Dios no le ha respondido ni por los sueños, ni por las suertes, ni por los profe-
tas, modos habituales para buscar la voluntad de Dios; cf. 1 Samuel 28,5-7: «Cuando divisó Saúl el campamento
de los filisteos, tuvo miedo; su corazón temblaba sobremanera. Consultó Saúl a Yahveh, pero Yahveh no le res-
pondió, ni por sueños ni por los urim ni por los profetas. Dijo Saúl a su séquito: “Búsquenme una nigromante pa-
ra que vaya a consultarla”».
23
En el mundo romano, las «pitonisas» fueron llamadas habitualmente «Sibilas». Al pintar el techo de la Capilla
Sixtina, en Roma, Miguel Ángel pinta grandes imágenes de los profetas, intercaladas con imágenes de las más
famosas Sibilas: las de Delfos, Cumas, Samos, etc. Hay aquí un evidente «proyecto teológico» de asimilar a los
profetas con las pitonisas-sibilas.
24
LÉON RAMLOT «Prophétisme» en Dictionnaire de la Bible. Supplément. Paris: Letouzey & Ané 1972. Tomo VIII
c. 869. Otro juicio sobre la misma en ANDRÉ NEHER La esencia del profetismo. Salamanca: Sígueme 1975, pp.
25-26.
25
Ciudad situada en los márgenes del río Éufrates, en la parte alta del mismo. Es decir, en plena Mesopotamia.
26
Amplia introducción y textos en: JESÚS ASURMENDI y otros Profecías y oráculos. I. En el próximo oriente antiguo.
Estella: Verbo Divino 1997, pp. 8-86.; y en MARTII NISSINEN (ed.) Prophecy in Its Ancient Near Eastern Con-
text: Mesopotamian, Biblical and Arabian Perspectives. Atlanta: Scholars Press 2000 (Society of Biblical Litera-
ture. Symposium Series 13) 162 pp. Edición de todos los textos en: MARTII NISSINEN (ed.) Prophets and Prophe-
cy in the Ancient Near East. Atlanta: Society of Biblical Literature 2003 (Writings from the Ancient World 12)
274 pp.
27
Recordar que la Biblia tiene severos juicios contra la magia y la adivinación; por ejemplo Levítico 19,26-28; Deu-
teronomio 18,10-14; etc.
28
A. Heschel tiene una mirada muy crítica respecto al valor religioso de las prácticas adivinatorias: «Desde el punto
de vista fenomenológico, la adivinación carece de las características fundamentales que, para la mente del profe-
ta, son decisivas para el evento profético. Nunca se la percibió como un evento en el cual un dios se dirige al
hombre, ni tampoco se la experimenta como un acto que surge de una decisión o un dirigirse divino. Es un hom-
bre que se acerca a un dios o a un poder oculto. Lo que se busca es información sobre el futuro, que, según se
cree, está indicada en ciertos signos. Los actos de adivinación no se entienden como una inspiración divina diri-
gida al adivino. El secreto se revela, pero el descubrimiento no se considera como una comunicación al hombre.
Los signos revelados, por la inspección del hígado, por ejemplo, están allí, y no se producen con el propósito de
dar información al adivino. No hay un evento trascendente que corresponda a la experiencia humana. El acto en
que se revela no se relaciona con la persona; no tiene dirección, en contraste con la inspiración profética, que se
experimenta como una concesión de Dios al profeta. La misma situación se da en los actos de adivinación deri-
vados de las manifestaciones de la naturaleza. El dios que habla en el trueno, o en el susurro de las hojas o en el
arrullo de las palomas no se dirige al hombre, a una persona en particular. La adivinación, que es un acto iniciado
por el hombre, se acompaña a menudo por el sentimiento de extraer un secreto de los dioses. En periodos tem-
pranos el conocimiento obtenido por los videntes se consideraba esotérico, y los dioses los castigaban por haber
revelado su secreto a los hombres. … Este antagonismo a la comunicación es, por supuesto, ajeno a la profecía
bíblica. La premisa de la profecía bíblica es que Dios es quien demanda o juzga, y envía al profeta a transmitir la
demanda y el juicio.» A. J. HESCHEL Los profetas, t. III, pp. 282-283.
29
«El maât es ante todo el equilibrio que hace que los objetos permanezcan en su lugar. Y en consecuencia es todo
aquello que permite conservar este equilibrio dado al mundo por el creador desde su origen. Es la norma jurídica
que lleva a conformar los actos de cada uno con las leyes; es la verdad que hace adherir el pensamiento a las co-
sas; es la justicia que permite actuar según el derecho; el ordenamiento del mundo que hace que todo gire regu-
larmente en el mecanismo del universo.» (F. DAUMAS La civilisation de l’Égypte pharaonique. Paris: Arthaud
1965 [reedición 1993] p. 612).
30
«Maât designaba la justa autoridad y la buena administración. Sin embargo, no se debe traducir esta palabra por
reglas, gobierno, administración o ley. El Maât representaba una cualidad específica en el ejercicio de estas fun-
ciones que se sitúa entre verdadero, justo y conforme. Es la forma de armonía, de orden, de seguridad y de
equilibrio cósmico perpetuada desde la aparición de la primera creatura y reafirmada por el advenimiento de cada
dios-rey ... El Maât participa, por tanto, de lo perenne, de lo eterno, de lo cósmico.» (JOHN A. WILSON L’Égypte,
vie et mort d’une civilisation. Paris: Arthaud 1961 p. 49).
31
Una buena y amplia selección de textos en: GARCÍA CORDERO, MAXIMILIANO La Biblia y el legado del antiguo
Oriente. El entorno cultural de la historia de la salvación. Madrid: BAC 1977; sobre profecía egipcia y otras, el
capítulo «Literatura profético-sapiencial» pp. 555-634.
32
Texto presente en el Papiro Sallier n° II, escrito entre las dinastías XVIII-XIX (s. XIV-XIII a.C), pero reproduce
un texto más antiguo, que se remonta a la dinastía XI-X (s. XX a.C); texto en MASPERO, GASTON Histoire An-
cienne des peuples de l’Orient Classique. Paris: Hachette 1895; tomo I, pp. 311-314. Traducción de GARCÍA
CORDERO, MAXIMILIANO La Biblia y el legado del antiguo Oriente. Madrid: BAC 1977; pp. 581-582.
33
ALEXANDRE MORET Le Nil et la civilisation Égyptienne. Paris : Albin Michel 1926, p. 310
34
Texto de la XII dinastía (2000-1800 a.C.). Traducción de GARCÍA CORDERO, MAXIMILIANO La Biblia y el legado
del antiguo Oriente. Madrid: BAC 1977; pp. 564-566. Texto completo también en JESÚS ASURMENDI y otros
Profecías y oráculos. II. En Egipto y en Grecia, pp. 10-13. También en ANDRÉ NEHER La esencia del profetismo
pp. 21-25, donde recoge además otros textos sugerentes.
35
Texto del «Papiro Leiden I 344» de tiempos de la dinastía XIX (S. XIII a.C.), copiando un texto de la VIII dinastía
(2300-2200 a.C.). Traducción de GARCÍA CORDERO, MAXIMILIANO La Biblia y el legado del antiguo Oriente.
Madrid: BAC 1977; p. 561.
36
Texto del «Papiro Leiden I 344» de tiempos de la dinastía XIX (S. XIII a.C.), copiando un texto de la VIII dinastía
(2300-2200 a.C.). Traducción de GARCÍA CORDERO, MAXIMILIANO La Biblia y el legado del antiguo Oriente.
Madrid: BAC 1977; pp. 561-562.
37
Texto del «Papiro Leiden I 344» de tiempos de la dinastía XIX (S. XIII a.C.), copiando un texto de la VIII dinastía
(2300-2200 a.C.). Traducción de GARCÍA CORDERO, MAXIMILIANO La Biblia y el legado del antiguo Oriente.
Madrid: BAC 1977; pp. 562-563.
38
El éxtasis es un estado paranormal, en el cual hay una pérdida temporal de los sentidos y un entrar en trance. Este
estado puede sobrevenir espontáneamente, o ser provocado por el uso de ciertas técnicas (bebidas, danzas, heri-
das). Se estima que este estado es el resultado de una «posesión» de la persona humana por parte de la divinidad,
que se comunica por su intermedio.
39
Traducción de ASURMENDI, JESÚS y otros Profecías y oráculos. I. En el próximo oriente antiguo, pp. 87-88. Texto
en: GARCÍA CORDERO, MAXIMILIANO La Biblia y el legado del antiguo Oriente. Madrid: BAC 1977; pp. 576-
577; PRITCHARD, JAMES B. (ed.) Ancient Near Eastern Texts Relating to the Old Testament. Princeton: Princeton
University Press 19693, pp. 25-29 (= PRITCHARD, J. B. (ed.) Sabiduría del Antiguo Oriente. Barcelona: Garriga
1966; pp. 21-22).
40
Traducción de ASURMENDI, JESÚS y otros Profecías y oráculos. I. En el próximo oriente antiguo, pp. 89-91. Texto
en GARCÍA CORDERO, MAXIMILIANO La Biblia y el legado del antiguo Oriente. Madrid: BAC 1977; p. 576;
PRITCHARD, JAMES B. Ancient Near Eastern Texts pp. 501-502 (=PRITCHARD, J. B. La sabiduría del Antiguo
Oriente pp. 259-260).
41
Cilindro de Ciro, Fragmento A, líneas 15-17.
42
En Grecia también se conoce un fenómeno de este orden. Se trata de poetas populares que son «poseídos» por una
inspiración divina, sin recurrir a técnicas adivinatoria. Se los conoce con el nombre técnico de «cresmólogos», y
abundan en la Grecia de los siglos VIII-VI a.C. Poseían un marcado carácter popular y fuerte raigambre social,
que los acerca mucho a los profetas bíblicos, aunque no parecen haber existido influencias directas.
43
MIRCEA ELIADE El chamanismo. Las técnicas arcaicas del éxtasis. México: Fondo de Cultura Económica 1960
pp. 61-62. Cf. también MIRCEA ELIADE «Los sueños y las visiones de iniciación entre los Shamanes de Siberia»
en Los sueños y las sociedades humanas. Coloquio de Royaumont. Buenos Aires: Sudamericana 1964 pp. 417-
430 (este texto está reproducido en las pp. 421-424).
44
Para una mirada del chamanismo mapuche desde la perspectiva de los problemas de género ver: BACIGALUPO,
ANA MARIELLA «Les chamanes mapuche et l’expérience religieuse masculine et féminine» en Anthropologie et
Sociétés 22,2(1998)123-143. BACIGALUPO, ANA MARIELLA Shamans of the foye tree: gender, power, and healing
among Chilean Mapuche. Austin: University of Texas Press 2007, 321 pp.
45
BACIGALUPO, ANA MARIELLA «Las prácticas espirituales de poder de los Machi y su relación con la resistencia
Mapuche y el Estado chileno» en Revista chilena de Antropología 21(2010)9-38. BACIGALUPO, ANA MARIELLA
«Las mujeres machi en el siglo XX-XXI, ¿personificación de la tradición o desafío a las normas de género?» en
ANA MARIA STUVEN y JOAQUÍN FERMANDOIS (eds.) Historia de las Mujeres en Chile Siglos XX-XXI. Santiago:
Taurus 2013, pp. 433-502. BACIGALUPO, ANA MARIELLA «El rol sacerdotal de la machi en los valles centrales de
la Araucanía» en: ARMANDO MARILEO, ANA MARIELLA BACIGALUPO, RICARDO SALAS, RAMÓN CURIVIL, CRIS-
TIÁN PARKER, y ALEJANDRO SAAVEDRA (eds.) ¿Modernización o sabiduría en tierra Mapuche? Santiago: San
Sin entrar en mayores detalles respecto del sentido de todo este fenómeno, los textos seña-
lados nos permiten vislumbrar que se trata de personajes a los cuales no se puede reducir a pe-
queñas funciones de tipo cultual o adivinatorio. Como sintetiza Métraux: «Los chamanes son, por
norma general, elegidos por los espíritus y su vocación es el resultado de un llamado sobrenatural
que adquiere la forma de un sueño. La elección puede provenir del Ser Supremo. Las machis ac-
túan con ayuda de espíritus auxiliares y poseen también la facultad de enviar su propia alma al
4. Los mediadores
Hasta ahora hemos anotado que la raíz humana de la profecía se mete en la tierra de la
inquietud por el futuro y del desafío por interpretar adecuadamente la calidad del presente en or-
den a ese mismo futuro. El supuesto de toda actividad profética es que los dioses quieren y pue-
den comunicarse con los hombres. Pero que esta comunicación nunca es directa, sino necesitada
de intermediarios. Incluso en los sueños, la más directa de las comunicaciones, es necesario, por
lo general, el aporte de un intérprete de los mismos. Se abre así el amplio campo de los interme-
diarios entre Dios y el hombre, en cuanto a dar a conocer su voluntad. Se los puede llamar me-
diadores, en un lenguaje antropológico, o guías carismáticos del pueblo, en un lenguaje más teo-
lógico.
En el conjunto de estos posibles mediadores siempre se distingue entre buenos y malos
mediadores; entre mediadores oficialmente aceptados y oficialmente censurados. La distinción la
conocen todos los pueblos del entorno bíblico. Israel conoce muchos tipos de mediadores presen-
tes en otros pueblos: sacerdotes y adivinos, entre los Filisteos (1 Samuel 6,2); magos, agoreros,
adivinos y astrólogos, entre los babilonios (Isaías 44,25; 47,13; Ezequiel 21,26); agoreros, adivi-
nos y hechiceros, entre los egipcios (Isaías 19,3). Quizá por lo mismo la normativa para Israel es
muy estricta. Se prohíbe la consulta a todo este tipo de personajes y se reafirma el rol de los pro-
51
ALFRED MÉTRAUX Religions et magie indiennes p. 233
52
Hay quienes actualmente tienden a señalar que un cierto renacimiento de fenómenos extáticos que se produce en el
mundo Pentecostal del sur de Chile podría estar vinculado a este tipo de raíces. Un análisis clásico en CHRISTIAN
LALIVE D’EPINAY El refugio de las masas. Estudio sociológico del Protestantismo chileno. Santiago, Ediciones
del Pacífico 1968. pp. 239-243
53
Ya en el Nuevo Testamento aparece una cierta tendencia a identificar a Jesús con un profeta. Cf. Marcos 8,38 //
Mateo 16,14 // Lucas 9,19; Mateo 21,11; 23,37 // Lucas 13,34; Lucas 7,16; 7,39; 24,19; etc.
54
Cf. Jueces 1,2; 20,18.23.28; 1 Samuel 23,2.4.11.12; 2 Samuel 2,1; 5,19.23
55
Cf. Éxodo 28,30; Levítico 8,8; Números 27,21; Deuteronomio 33,8; 1 Samuel 14,41; Esdras 2,63; Nehemías 7,65;
Sirácida 45,10.
56
Éxodo 25,7; 28,4.6.8.12.15.25.26.27.31.38; 29,5; 35,9.27; 39,2.4.5.7.8.18.19.20.21.22; Levítico 8,7.27; 17,5;
18,14.17.18.20; 1 Samuel 2,18.28; 14,3.18; 21,10; 22,18; 23,6.9.; 30,7; 2 Samuel 6,14; 1 Crónicas 15,27; Oseas
3,4; Sirácida 45,8.
57
Algunos lo describen como una prenda del vestuario sacerdotal, un tipo de túnica; otros lo imaginan como una
estatua; hay quienes piensan en él sólo como un objeto adivinatorio. Textos que respaldan estas dos últimas opi-
niones: Jueces 8,27; 17,5; 18,14; y quizá también 1 Samuel 23,6.9; 30,7-8.
58
El profh¿thj / prophétes, en Grecia, originalmente es el que interpreta las voces inconexas de la sacerdotisa del
oráculo de Delfos. Ella habla en forma inarticulada y el profeta es quien expresa el mensaje divino en forma cla-
ra, lógica y poética.
59
El asunto es complejo. A modo de ejemplo cf. 1 Samuel 9,6-10 en que al mismo individuo se lo llama hombre de
Dios, Vidente y Profeta, razón por la cual los términos podrían considerarse como sinónimos. Pero en contra,
1 Crónicas 29,29 distingue claramente entre Samuel, a quien llama Vidente, Natán, a quien califica de Profeta y
Gad, al cual llama Visionario.
60
Cf. 1 Samuel 3,1; Oseas 12,11; Ezequiel 12,21-28; Isaías 1,1; 2,1; 13,1; Amós 1,1; Miqueas 1,1; Nahúm 1,1; Ab-
A estos usos se deben agregar 6 usos en femenino, profetisa: Miriam: Éxodo 15,20; Dé-
bora: Jueces 4,4; Juldá: 2 Reyes 22,14; 2 Crónicas 34,22; la esposa del profeta: Isaías 8,3;
Noadía: Nehemías 6,14; . Cf. Ezequiel 13,17-18, falsas profetizas.
El verbo profetizar está usado unas 115 veces.
Los personajes designados como nabî pertenecen al más variado espectro de épocas e
identidades personales:
Abraham (Génesis 20,7).
Moisés (Deuteronomio 18,15; 34,10; Oseas 12,14. En sentido contrario cf. Números 12,6-8).
Myriam, la hermana de Moisés (Éxodo 15,20).
Débora (Jueces 4,4).
Samuel (1 Samuel 3,20).
Grupos de profetas, en tiempos de Samuel (1 Samuel 10,5.10.11; 19,20).
Gad (1 Samuel 22,5; 2 Samuel 24,11).
Natán (2 Samuel 7,2, 15,25; 1 Reyes 1,8.10.22.23.32.34.38.44.45; Salmo 51,2).
Ajías de Silo (1 Reyes 11,19; 14,2.28).
Jehú ben Jananí (1 Reyes 16,7.12).
Elías (1 Reyes 18,22.36; Malaquías 3,23).
Eliseo (1 Reyes 19,16; 2 Reyes 5,3.8; 6,12; 9,1).
Los hijos de los profetas, de tiempos de Elías y Eliseo (1 Reyes 18,4.13; 19,10.14; 20,35; 2
Reyes 2,3.5.7.15; 4,1.38; 5,22; 6,1; 9,1; Amós 7,14).
Jonás ben Amitay (2 Reyes 14,25).
Profetas de la corte de Ajab (1 Reyes 22; 2 Reyes 3,13).
Isaías y su esposa (2 Reyes 19,2; 20,1.11.14; 37,2; 38,1; 39,3; Isaías 37,2; 38,1; 39,3. La espo-
sa en Isaías 8,3).
Julda (2 Reyes 22,14).
Jeremías y muchos de sus contradictores (Jeremías 1,5; 20,2; 25,2; 28,6.10.12; 29,1.29; 32,2;
34,6.8.26; 37,2; etc. También al falso profeta Ananías: Jeremías 28,1.5.9.15.17. Y a una
multitud de contradictores de Jeremías: Jeremías 2,8; 4,9; 5,13.31; 6,13; 8,1.10; 13,13;
14,13.14.15; 23,15.16.21.26.28.30.31; 27,9.14.15.16.18; 29,8.15; 37,19).
Ezequiel (Ezequiel 2,5; 33,33).
Habacuc (Habacuc 1,1; 3,1).
Ageo (Ageo 1,1.3.12; 2,1.10).
Que a estos personajes se les de este título no significa que ellos lo hayan reivindicado
para sí mismos; por el contrario, los profetas anteriores a Jeremías nunca reivindican el uso de
este término para calificar su actividad profética. Se trata de un término propio del deuteronomis-
ta, y usado profusamente de allí en adelante. Es decir, se deberá distinguir con cuidado qué ele-
mentos pertenecen al contexto histórico original y cuáles a la época de redacción de los libros.
Habitualmente los profetas no reivindican para sí mismos este título, de modo especial los gran-
des profetas del siglo VIII (Amós, Oseas, Isaías, Miqueas); Jeremías y los otros profetas que gi-
ran en torno a la reforma deuteronomista son más proclives a aceptar tranquilamente esta deno-
minación.
El verbo profetizar es usado en sentidos muy diversos: ponerse frenético, danzar ritual-
mente, actuar como profeta, cantar. Esta variedad de sentidos dejan entrever que Israel conoce
muchas formas de ejercitar la actividad profética, tan variadas como diversos son los profetas.
Quizá la experiencia más arcaica sea la de caer en trance frenético, acompañado de danza ritual.61
Pero el verbo sirve también para describir el actuar profético del verdadero profeta de Yahveh.62
Un sentido algo especial ofrece su uso en relación con el canto y la danza inspirados de los profe-
tas; quizá algo cercano al éxtasis profético; tema éste que acentuó el Cronista.63
¿Cuál es el sentido exacto del término nabî? El asunto no es nada de fácil. El término,
aunque clásico, designa a individuos muy diversos, que ejercen las más variadas funciones, sien-
do a veces extraordinariamente difícil distinguir entre el personaje y la función misma que está
ejerciendo. Intentando acotar la problemática se pueden señalar los siguientes aspectos:
a. De suyo, el término nabî no implica una valoración positiva. Con mucha frecuencia
tiene una connotación claramente negativa, sobre todo cuando se usa en forma genérica o alu-
diendo a los falsos profetas de Baal. Este tipo de uso hace que resulte paradójico el hecho de que
61
Así los grupos proféticos del tiempo de Samuel (1 Samuel 10,5; 19,20), Saúl (1 Samuel 10,6.10.13; 19,23.24;
18,10), David (1 Samuel 19,20.21), los profetas de Baal en el monte Carmelo (1 Reyes 18,29), los profetas de la
Corte de Samaria (1 Reyes 22,10.12), y muchos falsos profetas (Jeremías 2,8; 5,31; 14,14-16; 20,6;
23,16.21.25.26.32; 27,10.14-16; 28,6; 29,9.21.31; 37,19; Ezequiel 13,2.16.17; Zacarías 13,2-6; etc.).
62
Amós 2,12; 3,8; 7,15; Jeremías 4,7; 6,2; 11,4.13; 12,27; 13,2.17; 21,2.7.14.19.33; 25,2; 28,21; 29,2; 30,2; 34,2;
35,2; 36,1.3.6; 37,4.7.9.12; 38,2.14.17; 39,1; Joel 3,1.
63
Cf. Éxodo 15,20; 1 Crónicas 25,1-3
5. ¿Qué es un profeta?
Para concluir esta primera sección en torno a la raíz humana de la profecía proponemos
una cierta descripción o definición operativa de qué entender por profeta. Se trata de una primera
descripción, anclada fundamentalmente en el fenómeno humano de la profecía, que nos permita
adentrarnos en una perspectiva correcta al mundo bíblico y que luego, al terminar este recorrido,
podamos precisar más y colorear teológicamente una idea de qué es ser profeta.
Si uno recorre los diccionarios resulta claro que en el uso corriente profecía y profetizar
tienen como connotación básica decir algo antes de que esto suceda. Se trata sólo de un problema
temporal, no importando ni el contenido ni la finalidad de la profecía. Algo es profecía por el
mero hecho de haber sido dicho antes de que sucediese. En este sentido el sinónimo más apropia-
do es predecir. Esta mirada es reductiva.
64
En el Nuevo Testamento aparece una cierta tendencia a identificar a Jesús con un profeta. Cf. Marcos 8,38 //
Mateo 16,14 // Lucas 9,19; Mateo 21,11; 23,37 // Lucas 13,34; Lucas 7,16; 7,39; 24,19; etc.
65
Cf. WILLIAM FOXWELL ALBRIGHT From the Stone Age to Christianity. Monotheism and the historical process.
Baltimore: The Johns Hopkins Press 1940, pp. 231-232; ID. Yahweh and the Gods of Canaan. An Historical
Analysis of two Contrasting Faith. Garden City (NY): Doubleday 1968, pp. 208-209. Esta es actualmente la ex-
plicación standard. Para algunos cuestionamientos de esta explicación y la propuesta de nuevos horizontes ver:
DANIEL E. FLEMING «The Etymological Origins of the Hebrew nâbî’: The One Who Invokes God» en The Catho-
lic Biblical Quarterly 55,2(1993)217-224; ID. «Nābû and Munabbiātu: Two New Syrian Religious Personnel» en
Journal of the American Oriental Society 113,2 (1993)175-183. Estado del debate en: ID. «Prophets and Temple
Personnel in the Mari Archives» EN LESTER L. GRABBE y ALICE OGDEN BELLIS (eds.) The Priests in the Proph-
ets. The Portrayal of Priests, Prophets and Other Religious Specialists in the Latter Prophets. London: T&T
Clark 2004. Apoyándose en nuevas fuentes, este autor propone entender al profeta como «el que invoca el nom-
bre de Yahveh y su poder»; su propuesta aún no encuentra plena acogida.
72
Recordar los textos clásicos de las «confesiones» de Jeremías. Por ejemplo: Jeremías 20,7-9.
73
JOHANNES LINDBLOM Prophecy in Ancient Israel. Oxford: Blackwell 1962, p. 6.
74
JOSÉ LUIS SICRE Los profetas de Israel y su mensaje. Madrid: Cristiandad 1986; p. 20.
75
NURIA CALDUCH-BENAGES I profeti, mesaggeri di Dio. Presentazione essenziale. Bologna: EDB 2013, p. 10.
76
FRANCESC RAMIS DARDER Los profetas. Estella: Verbo Divino 2010; p. 18.
77
DOLORES ALEIXANDRE «Introducción [al profeta Oseas]» en VARIOS Poetas y Profetas. Cuatro libros clave del
Antiguo Testamento presentados por cuatro grandes autores. Barcelona: Bestselia 1999, p. 71.
78
Abraham Joshua Heschel (Varsovia 1907 - Nueva York 1972). Rabino polaco, emigrado a USA en 1940, desarro-
lló un amplio trabajo bíblico. Su trabajo más interesante para este tema es «The Prophets». Esta obra fue trabaja-
da primeramente como tesis doctoral presentada en Alemania, en 1936; y luego ampliada, traducida al inglés y
publicada en 1962. Heschel tuvo una interesante participación en el Concilio Vaticano II, como observador judío.
79
Textos tomados de ABRAHAM J. HESCHEL Los profetas. Buenos Aires: Paidos 1973. 3 tomos. Luego de cada cita
anoto el tomo y las páginas respectivas. Casi todos pertenecen a los capítulos claves de la obra: «La teología del
pathos» (tomo 2, pp. 124-134), y «Religión de simpatía» (tomo 3, pp. 9-38).
80
Al proponer este recorrido del proceso de desarrollo de la profecía somos bien conscientes de que la reconstruc-
ción «objetiva» de la historia de Israel es un asunto muy complejo; y que en gran medida dicha reconstrucción di-
fiere de las miradas históricas presentadas por las diversas tradiciones bíblicas. Esas miradas están cargadas de
intereses religiosos y político-culturales; no son simples crónicas. Con todo, para el estudio de los temas proféti-
cos nos parece que sigue siendo válido el recurso a una «mirada ingenua» de la historia de Israel. Es decir, una
mirada que sin desconocer la problemática subyacente haga referencia a la historia tal como el pueblo la enten-
dió; a su «autoconciencia» más que a la objetividad histórica de los hechos.
81
JOSÉ LUIS SICRE Introducción al profetismo bíblico. Estella: Verbo Divino 2011, pp. 167-168.
ta de acceso al universo profético. Estas figuras arquetípicas nos ofrecen un primer acercamiento
general y simbólico al modo cómo Israel entendió la profecía.
6.1.1. Abraham – {fhfrºba) / Abraham = padre de muchos pueblos
En Génesis 20,7 Abraham es llamado nabî.82 Esta denominación es un anacronismo, sin
embargo puede estar relacionada con Génesis 18,17-19, episodio de Sodoma y Gomorra, texto en
el que Yahveh aparece anunciándole a Abraham el futuro en un tono semejante al que se usa pos-
teriormente en los libros proféticos: «Dijo entonces el Señor: “¿Cómo voy a ocultar a Abraham lo
que voy a hacer, siendo así que Abraham ha de ser un pueblo grande y poderoso, y que gracias a
él serán benditos los pueblos todos de la tierra? Porque yo le conozco y sé que mandará a sus
hijos y a su descendencia que guarden el camino del Señor, practicando la justicia y el derecho,
de modo que pueda concederle el Señor a Abraham lo que le tiene prometido”» (Génesis 18,17-
19). Sin embargo, fuera de estos textos, es mucho más importante el hecho de que Abraham sea
presentado como alguien que posee los rasgos típicos de un profeta. La figura de Abraham puede
ser leída desde esta perspectiva.
Abraham es el llamado por excelencia. Recibe un primer llamado en Ur de Caldea (Géne-
sis 12,1: «Vete de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre a la tierra que yo te mostraré»)
que luego se repite a lo largo de su vida (Génesis 22,1.11). Este ponerse en camino, siguiendo la
voluntad de Dios, es un tema medular en la tradición bíblica sobre Abraham. Es un hombre lla-
mado en vista de una misión. Es un enviado. Su misión es la de recibir una promesa y transmitirla
a fin de que «en ti sean bendecidas todas las naciones». Es un llamado para cumplir una misión
frente a otros, haciendo presente la voluntad salvífica de Dios. Una misión que no es sólo trasmi-
tir una palabra, sino por sobre todo realizar una acción.
La vida de Abraham está marcada por un constante diálogo con Yahveh. Especialmente
importante es Génesis 18,16-33, en que Dios y el hombre aparecen trabajando en conjunto para
clarificar el destino de Sodoma y Gomorra. «La Justicia es el fruto de una cooperación entre Dios
y la humanidad. Los hombres elegidos con los que Dios puede y tiene que contar, sin los cuales
la obra de Dios corre el riesgo de fracasar, son los profetas». 83 Aquí se entronca la dimensión de
intimidad entre Abraham y Dios. «Los profetas tenían el sentimiento profundo de que su intimi-
dad con Dios, con los designios y con el secreto de Dios, no era un simple fragmento de la reve-
lación que Dios les concedía, sino la condición necesaria para la realización de la palabra divina.
... Abraham es uno de esos hombres a quienes Dios no confía solamente un mensaje, sino su pro-
pia preocupación. No es únicamente un portavoz de Dios, sino su confidente. Él asume su parte
del misterio divino; es profeta, en el significado bíblico de este término». 84
82
En el contexto del episodio de la entrega de Sara como esposa del rey Abimelek, Dios le dice al rey: «Pero ahora
devuelve la mujer a ese hombre [Abraham], porque es un profeta; él rogará por ti para que vivas».
83
ANDRÉ NEHER La esencia del profetismo. Salamanca: Sígueme 1975, p. 158.
84
ANDRÉ NEHER La esencia del profetismo. Salamanca: Sígueme 1975, p. 159.
85
A. NEHER La esencia del profetismo. p. 159. Cf. Amós 3,3: «¿Acaso caminan dos juntos, sin haberse encontrado?»
86
Cf. Génesis 18,25; 20,7; Éxodo 32,11-14; Números 11,2; 14,13-20; 1 Samuel 7,5-9; 12,19.23; 15,11; Jeremías
4,10; 7,16; 11,14; 14,7-9; 15,1.11; 18,20; Ezequiel 9,8; 11,13; 13,5; 22,30; Salmo 106,23.
87
En Juan 8,56 se dice que Abraham «vio» el día de Jesús y se alegró. Estamos ante un rasgo profético.
88
«[Decía Moisés] Yahveh tu Dios te suscitará, de en medio de ti, de entre tus hermanos, un profeta como yo: a él
escucharán. Es exactamente lo que tú pediste a Yahveh tu Dios en el Horeb, el día de la asamblea, cuando dijiste:
«No volveré a escuchar la voz de Yahvé mi Dios, ni veré más ese violento fuego, para no morir». Entonces Yah-
veh me dijo: «Me parece bien lo que han dicho. Yo les suscitaré, de en medio de sus hermanos, un profeta seme-
jante a ti; pondré mis palabras en su boca y él les dirá todo lo que yo le mande. Si un hombre no escucha mis pa-
labras, las que ese profeta pronuncie en mi nombre, yo mismo le pediré cuentas de ello. Pero si el profeta tiene la
presunción de decir en mi nombre una palabra que yo no le he mandado decir, o si habla en nombre de otros dio-
ses, ese profeta morirá».
89
ANDRÉ NEHER La esencia del profetismo. Salamanca: Sígueme 1975, p. 160. Sobre el dolor de Moisés en su mi-
sión ver: Éxodo 33,12-15; Números 11,10-15. La duda o rebeldía de Moisés está muy bien caracterizada en el
episodio de las aguas de Meribá, en Números 20,1-13; la falta de confianza de Moisés en Dios le impedirá llegar
a la tierra prometida.
90
Sobre Moisés como intercesor ver: Éxodo 32,11-14.30-32; 33,12-17; Números 11,10-15; 14,10-19; 21,6-9; etc.
91
ANDRÉ NEHER La esencia del profetismo. Salamanca: Sígueme 1975, p. 161. Sobre las rebeldías del pueblo y el
actuar de Moisés ver, por ejemplo: Éxodo 32,11-14; 32,30-32; Números 14,10-19; 21,6-9; etc.
92
Es interesante constatar que este vínculo entre profecía y liberación lo plantean expresamente los discípulos de
Emaús en referencia a Jesús: «un profeta poderoso en obra y en palabras … nosotros esperábamos que él fuera el
liberador de Israel» (Lucas 24,20-21)
93
J. F. A. SAWYER Prophecy and the Prophets of the Old Testament. Oxford: University Press 1993, p. 62.
96
«A lo largo del libro [de Jueces], el término “juez” califica el oficio de un varón; solo una vez denota la actividad
de una mujer: Débora, “la que juzga a Israel” (Jue 4,4). Entre las líneas del Antiguo Testamento, el significado
básico de la palabra “juez” señala la identidad de quien dirime litigios. Sin embargo, en el libro de los Jueces
evoca, propiamente, la situación de “quien lleva la batalla”; es decir, la raíz “juzgar” alude a la decisión de “libe-
rar” o “salvar” a Israel de la opresión de los enemigos». RAMIS DARDER, FRANCESC Los profetas. Estella: Verbo
Divino 2010, p. 205.
97
En este canto de victoria también se celebra a Yael, mujer que mató al general enemigo Sísara (Jueces 5,24-30).
Su proeza es paralela a la de Judit matando al general Holofernes (Judit 13,18).
98
En Jueces 2,1-5 un Ángel de Yahveh comunica a Israel un mensaje semejante.
99
Aunque también reconoce que en tiempo de los jueces hubo quienes intentaron «hacerse rey» por su propia cuenta;
el caso más emblemático es el de Abimélec, en Jueces 9,1-57
100
Para el debate teológico, narrado en un libro de redacción deuteronomista ver 1 Samuel 1,1 — 12,25. En estos
capítulos vitales se enfrentan una corriente promonárquica (1 Samuel 9,1—10,16; y 11,1-15) y una antimonár-
quica (1 Samuel 8,1-22; 10,17-24; y 12,1-25).
101
Ver al respecto la severa condena de Elí y sus hijos en 1 Samuel 2,12-36 y 4,12-22.
102
SICRE, JOSÉ LUIS Con los pobres de la tierra. Madrid: Cristiandad 1984, p. 64.
103
ANDRÉ NEHER La esencia del profetismo. Salamanca: Sígueme 1975, pp. 174-175
104
El relato de la unción de Saúl está en varias versiones: 1 Samuel 9,26 – 10,8; 10,17-27; 11,12-15. El relato de la
elección de David (1 Samuel 16,1-13) tiene fuerte carga teológica, y posiblemente poco fundamento histórico.
105
Como bien señala 1 Samuel 9,9 este es el rol históricamente desarrollado por Samuel, y por lo mismo llamarlo
«profeta» constituye un anacronismo: «Antes, en Israel, cuando alguien iba a consultar a Dios, decía: “vayamos
al videntes”, porque en vez de “profeta” como hoy, antes se decía “vidente”».
106
De hecho, aunque Samuel se mueve en un ambiente donde el éxtasis profético está ampliamente difundido, él
mismo no aparece en ningún momento participando de dichos fenómenos. Incluso 1 Samuel 19,24 parece excluir
expresamente a Samuel del arrebato extático en que han caído todos los demás.
107
Cf. Jeremías 15,1: «Me dijo Yahvé: Aunque se me pongan Moisés y Samuel por delante…» ; Salmo 99,6: «Moi-
sés y Aarón entre sus sacerdotes, Samuel entre los que invocaban su nombre, invocaban a Yahveh y él les res-
pondía».
108
2 Samuel 7,8-16. Un eco de esta problemática recogido en Sirácida 47,1, hace de Natán el sucesor de Samuel.
109
1 Reyes 1,7-8.10.11-40.44-45. Es útil poner de relieve expresamente los estrechos vínculos que unen a Natán con
Salomón: primero condena el pecado de David al matar a Urías para casarse con la que será la madre de Salomón
(2 Samuel 12,1-15); luego le otorga a Salomón recién nacido el nombre de Yedidyah, que significa Amado de
Yahveh, y que pone en evidencia el perdón concedido a David (2 Samuel 12,25); por último interviene de modo
determinante en la consagración de Salomón como rey (1 Reyes 1,1-40).
110
Ecos del peso político alcanzado por Natán son la indicaciones de que sus hijos ocuparon altos cargos en la admi-
nistración real en tiempos de Salomón (1 Reyes 4,5-6a); y también de que habría escrito una historia del reinado
de David (1 Crónicas 29,29), junto con Samuel y Gad, y otra del reinado de Salomón (2 Crónicas 9,29).
111
Es muy exacta la anotación de Sicre respecto de Gad y Natán: «Considerarlos profetas de la corte no es acusarlos
de servilismo, ya que nunca se vendieron al rey. Por eso podemos definir su postura de cercanía física y distan-
ciamiento crítico» JOSÉ LUIS SICRE Introducción al profetismo bíblico. Estella: Verbo Divino 2011, p. 174.
112
Otro modo de imaginar el proceso es pensar que siempre hubo dos reinos, norte y sur, que estuvieron unidos en
tiempos de David y Salomón. Por lo mismo, más que hablar de «cisma» se debería hablar de fin del tiempo de
unificacción. Textos tales como 2 Samuel 5,4-5 parecen apuntar en esta dirección.
113
Ya en 1 Reyes 12,22-24 (cf. 2 Crónicas 11,2-4) el Hombre de Dios Šemaías rechaza el intento de Roboam de
someter a Israel por la fuerza. Otra intervención suya en 2 Crónicas 12,5-8, sobre el mismo asunto.
114
Esta medida está políticamente muy bien pensada, porque en Jerusalén el Templo y la monarquía davídica estaban
estrechamente ligadas. La medida políticamente eficaz va a ser condenada por los profetas desde una óptica reli-
giosa como corrupción del auténtico yahvismo, al representar a Yahveh en forma de animal símbolo de fecundi-
dad. Hay textos que parecen hacer referencia a tradiciones antiguas que vinculan a Yahveh con la imagen de un
toro, como «el fuerte de Israel»: Deuteronomio 33,17; Génesis 49,24; Salmo 123; Isaías 49,26; 60,16.
115
En el relato se distinguen tres secciones: 13,1-10: condena del altar de Betel por parte del Hombre de Dios; 13,11-
28: invitación del profeta que vive en Betel, mediante un cierto engaño, al Hombre de Dios para que vaya a co-
mer a su casa; esto implica una desobediencia a la voluntad de Yahveh por parte del Hombre de Dios, que acarrea
su muerte; 13,29-32: expresiones de cariño del profeta frente al difunto Hombre de Dios y sepultura del mismo.
116
Según 2 Crónicas 19,2-3 Jehú también habría profetizado contra Josafat, rey de Judá (870-848).
117
2 Reyes 2,1-18 normalmente es considerado como perteneciente al Ciclo de Eliseo, ya que allí el punto central de
interés está en la vocación de éste, más que en el asunto de la desaparición de Elías. El Cronista omite todo lo re-
ferente a Elías, aunque en 2 Crónicas 21,12-15 reproduce el texto de una carta de Elías al rey Jorán, denunciando
sus pecados.
118
J. L. SICRE Introducción al profetismo bíblico. Estella: Verbo Divino 2011. p. 176. Cf. ÁLVAREZ BARREDO, M.
Las narraciones sobre Elías y Eliseo en los Libros de los Reyes: Formación y teología (Publicaciones Instituto
Teológico Franciscano, Series Mayor, 21) Murcia: Espigas, 1996. = en Carthaginensia 12,21/22(1996)1-123
119
ROWLEY, HAROLD HENRY «Elijah on Mount Carmel» en ID Men of God. Studies in Old Testament History and
Prophecy. London: T. Nelson 1963 pp. 37 y 65, respectivamente.
120
Cf. Mateo 11,14; Marcos 6,14-16 // Mateo 14,1-2 // Lucas 9,7-9; Marcos 8,27-29 // Mateo 16,13-20 // Lucas
9,18-21; Marcos 9,2-13 // Mateo 17,1-13 // Lucas 9,28-36; Marcos 15,33-37 // Mateo 27,45-54; Lucas 1,8-17;
4,24-27; Juan 1,19-28; Romanos 11,2-3; Santiago 5,17-18.
121
Estos son los versículos finales del conjunto de los libros proféticos; y en nuestro orden de la Biblia son los ver-
sículos finales del Antiguo Testamento.
122
Cf. ya en el Antiguo Testamento: 2 Crónicas 21,12-15; Sirácida 48,1-11; y 1 Macabeos 2,58. No olvidar tampoco
que hay tres apocalipsis apócrifos puestos bajo el nombre de Elías. «Para los judíos, Elías no es un personaje del
pasado. Él está presente y acompaña a Israel en su larga y dolorosa peregrinación. ¿Acaso no es él mismo el judío
errante, que aparece acá y allá, consolando los corazones y dando valor para reemprender un camino de pruebas y
humillaciones? Estudiando la figura de Elías a lo largo de la historia del judaísmo, uno queda con la impresión
que, ante todo, es el compañero fiel del judío, en los buenos y sobre todo en los malos momentos, al recordarle
incesantemente su única razón de ser: la preparación de la manifestación del Mesías, que de acuerdo a una her-
mosa leyenda ya está presente, pero que se demora en revelarse. Elías no es un fin en sí mismo; es el que anuncia
al Mesías, el que lo precede, le prepara el camino y que, durante este tiempo de espera, en parte asume su lugar.»
M.-J. STIASSNY «Le prophète Élie dans le Judaïsme» en BARDY, G. y otros Élie le prophète. Vol. II: Au Carmel -
Dans le Judaïsme et l’Islam. Paris: Desclée de Brouwer, 1956 (Études Carmélitaines) p. 200. Un rasgo mesiánico
de Elías perdura en el judaísmo hasta tiempos muy recientes, en forma de movimientos mesiánicos inspirados en
Elías, surgidos en Europa desde el siglo XVIII (cf. P. LAMBERT «Hérésies Éliaques» en BARDY, G. y otros Élie le
prophète. Vol. II: Au Carmel - Dans le Judaïsme et l’Islam. Paris: Desclée de Brouwer, 1956 (Études Carméli-
taines) pp. 293-301). Cf. WIENER, AHARON The Prophet Elijah in the Development of Judaism. A Depth-
Psychological Study. London: Routledge & Kegan 1978.
123
La tradición cristiana ve a Elías como el asceta por excelencia, como figura clave en la tradición monástica. Se lo
considera fundador de los y las carmelitas. Su iconografía en las iglesias orientales, abundante e importante,
alude a su rasgo ascético y al rojo del fuego o ardor por Dios que lo consumía (en ruso, su nombre es Ilich).
124
Hay dos capítulos del Corán que refieren a Elías: cap. 37,123-132: «123 Elías fue, ciertamente, uno de los envia-
dos. 124 Cuando dijo a su pueblo: “¿Es que no vais a temer a Alá? 125 ¿Vais a invocar a Baal, dejando al Mejor de
los creadores: 126 a Alá, Señor vuestro y Señor de vuestros antepasados?” 127 Le desmintieron y se les hará, cier-
tamente, comparecer; 128 no, en cambio, a los siervos escogidos de Alá. 129 Y perpetuamos su recuerdo en la pos-
teridad. 130 ¡Paz sobre Elías! 131 Así retribuimos a quienes hacen el bien. 132 Fue uno de Nuestros siervos creyen-
tes». Cap. 6,85: «Y a Zacarías, a Juan, a Jesús y a Elías, todos ellos de los justos». El Islam lo considera un per-
sonaje cumbre de la profecía. El prototipo de profeta auténtico; profeta perfecto y maestro, o modelo, de profetas.
Como modelo de paciencia y sumisión a la voluntad de Dios, que son rasgos esenciales del Islam.
125
No es de descuidar el nexo que Elías posee con el Sinaí y a la vez con el Carmelo, que son grandes centros de
irradiación religiosa en la región.
126
Textos egipcios anteriores a la entrada de los judíos en Canaán mencionan este monte con el nombre de «Rosh
Qadosh», es decir, roca sagrada. En la época helenística y romana en el Carmelo hay un santuario dedicado a
Hércules. Allí sacrifica el emperador Vespasiano cuando va camino a la conquista de Jerusalén, el año 69 (Ver:
SUETONIO De vita Caesarum, Libro X. Vita divi Vespasiani 5; TÁCITO Historiae, Libro II, 78).
127
Un hijo de Saúl se llama Išbaal (= el hombre de Baal; ver las indicaciones sobre el manejo de este nombre que
están en la nota de la Biblia de Jerusalén a 1 Samuel 14,49). Un compañero de David se llama Beliah (= Yahveh
es Baal, 1 Crónicas 12,6). Gedeón recibe el apodo de Yerubaal, en Jueces 6,32.
128
Ugarit (actual Ras Šamra) antigua ciudad portuaria, situada en la costa mediterránea al norte de Siria a pocos
kilómetros de la moderna ciudad de Latakia.
129
HAROLD HENRY ROWLEY «Elijah on Mount Carmel» en ID Men of God. Studies in Old Testament History and
Prophecy. London: T. Nelson 1963. p. 39.
130
No está claro si se trataba del Dios Melkart (= el rey de la ciudad) o de Šamen (= el señor del Cielo).
131
Sus hijos tienen nombres compuestos con el hombre de Yahveh.
132
Cf. las prescripciones rituales al respecto en Levítico 9,22 – 10,2: los holocaustos son quemados por un fuego
sagrado que viene de Yahveh. En 2 Macabeos 1,18-36 se relata la milagrosa permanencia del fuego sagrado del
Templo pre-exílico hasta el momento de la reconstrucción del Templo en el post exilio. Esta permanencia es la
que permite la continuidad del santuario.
133
Ver: APULEYO (125-180 d.C.) Metamorfosis o el Asno de oro Libro 8,27-28: «Cargaron sobre mí la diosa, envuel-
ta en una tela de finísimo tejido, y recogiendo sus mangas hasta la espalda, levantaron en alto grandes cuchillos y
hachas, brincando como locos, pues el sonido de la flauta excitaba más aún su frenesí. Después de pasar por de-
lante de malas chozas, llegamos a la casa de campo de un opulento propietario y a la puerta de la misma iniciaron
el más espantoso escándalo. Entregáronse a fantásticas evoluciones, dejando caer la cabeza atrás, volviendo el
cuello en todos sentidos, el cabello suelto al aire y gritando desaforadamente. Se muerden unos a otros y, final-
mente, se clavan todos el cuchillo en el brazo. Sin embargo, uno de ellos se distinguía de los demás por sus des-
ordenadas locuras. A cada momento dejaba escapar del pecho profundos gemidos, como si en un momento de
inspiración, no pudiese retener el divino soplo que le dominaba, y hacía como si esto le provocase un violento de-
Comencemos haciendo una revisión del texto; proponemos algunas indicaciones básicas
para la adecuada comprensión del texto:134
v. 1: versículo que liga el relato con el episodio anterior, del monte Carmelo.
v. 2: parece poco probable que Jezabel avise a Elías que quiere matarlo, más probable es que
quiera asustarlo para que arranque y así resuelva el conflicto.
v. 3: «Beršeba, que está en Judá»: este modo de expresarse lleva a pensar en un texto escrito en el
norte. Allí deja a su servidor, no porque quiera establecerse allí, sino porque el encuentro con
Yahveh debe vivirse en la intimidad personal.
v. 4: Elías va decidido a dejarse morir de hambre, en el extremo de la angustia. Por eso recuerda
la muerte de sus padres. También esto puede leerse desde la experiencia de fracaso de sus
grandes planes de reforma religiosa: no he logrado ser mejor que mis predecesores, cuya
conducta no apruebo…
v. 5: Elías ya abandonado y dormido, casi muerto, es despertado por Yahveh.
lirio, como si la presencia de los dioses no tuviese por efecto dar bienestar a los mortales y no comunicarles mal-
humor o enfermedades. … Tomó un látigo especial, que usan estos degenerados (hecho con cordones de lana re-
torcidos, que terminan en unos huesos de carnero, a manera de nudos), y con él se azotó enérgicamente, oponien-
do al dolor de este suplicio una firmeza verdaderamente maravillosa. Las heridas de los cuchillos y las llagas de
los latigazos cubrieron el piso de sangre, …»; HELIODORO DE EMESA (siglos III-IV d.C.) Aethiopica IV, 17,1:
«Era una danza de modo asirio, ejecutada al son de flautas y con un ritmo muy vivo; los que la bailaban, tan
pronto se elevaban a lo alto con saltos ligeros, como se agachaban al suelo, dando vueltas sobre sí mismos como
los posesos».
134
Cf. YEBRA ROVIRA, C. «Dios y Elías, su profeta, en 1 Reyes 19» en Estudios Bíblicos 64,3-4(2006); HAUSER,
ALAN J. y GREGORY, RUSSEL From Carmel to Horeb. Elijah in crisis. Sheffield: Academic Press 1990; CARL-
SON, R. A. «Élie à l’Horeb» en Vetus Testamentum 19(1969)416-439.
135
El texto parece identificar el Horeb con el Sinaí, pero la cosa no es nada de simple. «Horeb» indica simplemente
«Desierto», y es el término predilecto de las tradiciones E y D. El nombre «Sinaí» parece provenir del culto al di-
os Sin, allí practicado, y es el término de las tradiciones J y P. Se puede afirmar que básicamente se trata de
términos sinónimos, aunque siempre queda pendiente el asunto de su real ubicación geográfica y de algún posible
doble significado. Cf. ROLAND DE VAUX Historia Antigua de Israel. Madrid, Cristiandad 1975. t. 1, pp. 407-418.
139
ROLAND DE VAUX Las Instituciones del Antiguo Testamento. Barcelona: Herder 1976, p. 233.
140
GERHARD VON RAD Teología del Antiguo Testamento. t. II: Teología de las tradiciones proféticas de Israel. Sa-
lamanca: Sígueme 2000; p. 39.
141
«Su apasionamiento y su intrepidez sin compromisos frente a la política religiosa sincretista de la corte, se combi-
nan con una fina sensibilidad para las aflicciones personales de sus prójimos y las preocupaciones de su pueblo.
Mientras que, por una parte, anuncia inmisericorde el juicio al rey, hace pasar a cuchillo a los profetas de Baal y
bajar fuego del cielo sobre los esbirros que se ponen a disposición de su real señor como instrumentos sin conci-
encia, implora, por otra parte, de Yavé lluvia para su pueblo, auxilia lleno de gratitud a hombres sencillos que se
mostraron caritativos con él y libra de su embarazo a un oficial a quien una orden recibida ha metido en un con-
flicto de conciencia.» JOSEF SCHARBERT Así habla Yavé. Los profetas de Israel hasta el 700 a. de J. Florida: Pau-
linas 1968; pp. 89-90. Elías es ligado por la tradición a las imágenes del fuego y del agua, que recogen bien estos
matices.
142
JOSÉ LUIS SICRE Introducción al profetismo bíblico. Estella: Verbo Divino 2011, p. 177
143
FRANCESC RAMIS DARDER Los profetas. Estella: Verbo Divino 2010, pp. 170-171.
144
GERHARD VON RAD Teología del Antiguo Testamento. t. II: Teología de las tradiciones proféticas de Israel. Sa-
lamanca: Sígueme 2000, pp. 40-42
145
«Desde casi todos los puntos de vista él es presentado de un modo diverso a su maestro espiritual. Aparentemente
es calvo (2 Reyes 2,23), usa ropas ordinarias (2,12), ocupa su tiempo en ciudades y aldeas, en buena relación con
los reyes, quienes más de una vez se dirigen a él llamándolo padre (6,21; 13,14), y respetado como cabeza de una
asociación de profetas (2,15; 9,1). Diversamente a su gran maestro, recorre incontables caminos sanando y há-
ciendo el bien.» JOHN F. A. SAWYER Prophecy and the Prophets of the Old Testament. Oxford: University Press
1993, p. 71.
146
«En ninguna otra parte del Antiguo Testamento se narran tantos milagros en tan poco espacio; en ninguna otra
parte se encuentra una alegría tan ingenua por el milagro, un regocijo tan luminoso por las demostraciones siem-
pre nuevas y sorprendentes del carisma profético. Esto implica que Eliseo aparezca en el centro, cosa que no ocu-
rría con Elías.» GERHARD VON RAD Teología del Antiguo Testamento.t. II: Teología de las tradiciones proféticas
de Israel. Salamanca: Sígueme 2000, p. 45.
Durante su actuar, Eliseo suele aparecer rodeado de grupos proféticos a los cuales la Bi-
blia denomina hijos de los profetas. Son profetas que actúan casi siempre en forma grupal (1 Re-
yes 20,35.41; 2 Reyes 2,3.5.7.15; 4,1.38; 5,22; 6,1; 9,1). Se trata de grupos proféticos más o me-
nos semejantes a los que existieron en tiempos de Samuel, aunque no parece haber continuidad
entre ellos.149 Son grupos que sociológicamente pertenecen a los pobres de Israel. Forman comu-
nidades (2 Reyes 2,1-18; 4,38-41), en las que viven miserablemente, al parecer en torno a santua-
rios y en buena parte de limosnas (2 Reyes 4,8). Algunos estaban casados (2 Reyes 4,1). Suelen
acudir a las enseñanzas de un maestro o padre (2 Reyes 4,48; 6,1; cf. 2,12; 6,2.12.21). Son radi-
calmente contrarios a la dinastía Omrida y están involucrados en los movimientos que buscan
derrocarla. En el plano religioso son profundamente materialistas en su concepción de la fe. Sin
embargo, y quizá por lo mismo, parecen haber sido el baluarte del Yahvismo en los tiempos difí-
147
Cf. 2 Reyes 3,4-27: guerra de Jorán contra Mesa, rey de Moab; 6,8-23: guerra con Siria; 8,7-15: Eliseo y Jazael,
rey de Damasco; 6,24 -7,2: asedio de Samaria y hambre en la ciudad; 9,1-10: unción de Jehú como rey de Israel;
13,14-20: victoria contra Siria.
148
Cf. 2 Reyes 3,4-27; 6,8-23; 6,24 – 7,2.
149
Aunque puede ser un poco extrema en su radicalidad, una afirmación como la siguiente encuentra amplia acogida:
«La expresión benê hannebi’îm no se refiere a asociaciones proféticas en general, sino a una organización profé-
tica concreta, confinada a un período histórico y a un área geográfica muy precisos. Surgió en oposición a ciertas
innovaciones teológicas de la dinastía omrida, alcanzó su zenit bajo el liderazgo de Eliseo; y cuando, bajo su im-
pulso, hubo destronado a la dinastía y eliminado el culto al dios extranjero Baal, terminó su obra y desapareció de
la historia. El Antiguo Testamento no ofrece datos para encontrarlos antes o después del período en que tenemos
testimonio directo de su existencia.» J. R. PORTER «Benê hannebi’îm» en Journal of Theological Studies
32(1981)423-429 (cita de la p. 429).
150
GERHARD VON RAD Teología del Antiguo Testamento. t. II: Teología de las tradiciones proféticas de Israel. Sa-
lamanca: Sígueme 2000, pp. 43-44.
151
JOSEF SCHARBERT Así habla Yavé. Los profetas de Israel hasta el 700 a. de J. Florida: Paulinas 1968, p. 91.
152
WALTHER EICHRODT Teología del Antiguo Testamento. Madrid: Sígueme 1975, tomo 1, pp. 298-301.
Anexo. La página siguiente ofrece un cuadro global con las principales fechas de la épo-
ca monárquica. Posee una finalidad pedagógica: ayudar a ubicarse en un proceso histórico algo
complejo. La fechas que se ofrecen son las que habitualmente se dan por más seguras, aunque
cada autor particular puede tener opiniones diversas respecto de algunas de ellas.153
153
Las fechas ofrecidas están tomadas de GERSHON GALIL The Chronology of the Kings of Israel and Judah. Ley-
den: E. J. Brill 1996. 185 pp. Las cifras que ofrecen los cuadros cronológicos de la Biblia de Jerusalén son am-
pliamente aceptados, en un estilo un poco más conservador.
[ * Ozías fue regente en tiempos de su padre Amasías por 15 años (2 Reyes 14,21; 2 Crónicas 26,1-2). Lue-
go enfermó de lepra (2 Reyes 15,5; 2 Crónicas 26,21-23), y gobernaron el reino como regentes su hijo Jotam, que
reinó 16 años (2 Reyes 15,33) y luego su nieto Ajaz. En total, Ozías reinó 52 años (2 Reyes 15,2), primero como
regente de su padre cautivo, y luego cuando estaba enfermo de lepra, fue suplido por su hijo y su nieto]
En el siglo octavo a.C. se da una fuerte actividad profética en el mundo bíblico, de la cual
tenemos eco en los primeros libros proféticos. Destacan Amós y Oseas en el Reino del Norte
(Israel), e Isaías y Miqueas en el Reino del Sur (Judá). Son cuatro grandes y destacadas figuras
proféticas que actúan en un período muy breve, no mayor al medio siglo. En todos se da una pro-
blemática más o menos común, aunque cada uno la aborde desde un ángulo particular.
La problemática común que subyace al ministerio de estos profetas se puede sistematizar
en torno a tres grandes áreas:
— Problemática social: durante este siglo ambos reinos conocen un tiempo de auge eco-
nómico como hacía mucho tiempo no conocían; especialmente el reino del norte (Israel) vivió un
período de mucha prosperidad. Pero se trata de un desarrollo a costa de los más pobres. Es decir,
un desarrollo y una riqueza directamente relacionados con la injusticia social. Aumenta la pobla-
ción, hay edificios espléndidos, pero a costa de una disgregación social y un contraste brutal entre
ricos y pobres. En este contexto los ricos y poderosos destacan por su ambición desmedida que
les lleva a aprovecharse descaradamente de los pobres. Esta temática de justicia social es particu-
larmente intensa en Amós y Miqueas. Isaías enfrenta este aspecto desde la óptica más precisa de
la corrupción de los ricos.
— Problemática religiosa: que se expresa en dos formas complementarias. En primer
lugar, como rechazo al culto de dioses extranjeros; concretamente la existencia de muchos tem-
plos dedicados al culto de los baales. Oseas está muy centrado en este aspecto. Por otro lado, en
todos ellos está planteada con mucha fuerza una crítica a la falsa idea de Dios que se forma el
pueblo. Israel es un pueblo que imagina poder satisfacer a Dios con un culto esplendoroso, sin
necesidad de una vida coherente con su fe. En los santuarios yahvistas se practicaba un culto fal-
so y vacío, de ritos y sacrificios, con los cuales se quería tranquilizar la conciencia y esconder la
injusticia. Los profetas ven esta actitud como un intento de manipular a Dios mediante un culto
vacío, tranquilizador de conciencia para un pueblo acomodado y que no desea cambiar de vida.
— Problemática política: en estos años comienza a consolidarse el poder del imperio
Asirio en la región. En un primer momento, esta nueva presencia imperial se tradujo en una de-
cadencia de los sirios; lo que fue en beneficio directo de Israel, que se vio libre de sus tradiciona-
les rivales del norte. Pero cuando el dominio Asirio comienza a hacerse agobiador, el único apo-
yo posible parecía estar en Egipto. En este contexto, se vive una tensión de política internacional
entre quienes estiman que es necesario aliarse con Egipto y quienes estiman que la alianza debe
hacerse con Asiria; es decir, entre asiriófilos y egiptófilos. En esta tensa situación internacional,
Oseas e Isaías son profetas que defienden la opción de una neutralidad o independencia de Israel
frente a ambos imperios.
Otro hecho importante del período es que la predicación profética comenzó a ser de una
creciente severidad. Comienzan a anunciar que en Israel no sólo hay algunas fallas que necesitan
ser corregidas, sino que Israel es un pueblo profundamente corrompido, sobre el cual vendrá el
castigo de Dios. Israel es un árbol frondoso, pero estéril. Dios lo va a cortar a ras de suelo, a ver
si de la raíz surge algún retoño nuevo. Posiblemente el impacto que provocó en el pueblo la seve-
ridad de este mensaje profético sea una de las causas que explique que su predicación haya co-
menzado a conservarse por escrito. A ello, sin duda, también colaboró una más amplia difusión
de la escritura en el mismo período.
154
Una aldea pequeña, pero de cierta importancia política, económica y cultural; situada a 850 metros de altura, en
las montañas que rodean el desierto de Judá. Su ambiente está marcado por este clima de aridez desértica.
155
Es extraordinariamente difícil precisar el sentido exacto de estos términos. En 1,1 dice que es «d¢qon = nôqêd»,
término que en la Biblia sólo aparece además en 2 Reyes 3,4 aplicado al rey Mešá, de Moab. Allí se trata de
crianza de ovejas y cabras. Lo que podría indicar que Amós sería un gran propietario de rebaños. Sobre esto se ha
especulado en todos los sentidos posibles. A lo anterior se suma el hecho de que en la literatura extrabíblica este
término aparece aplicado a ciertos funcionarios cultuales. Este dato se debe armonizar con el de 7,14 en que
Amós dice que es «r¢qOB = bôqêr», término que no está en ningún otro lugar de la Biblia. El término parece deri-
var de «raqæB = bâqâr», palabra que sirve para designar el ganado de tamaño mayor, los vacunos. Sin embargo en
7,15 se usa el término «})oc = sôn» (= rebaño) que se refiere al ganado menor. Quizá por esto ya los LXX vacila-
ron en la traducción, y algunos manuscritos dicen «ai)po¢loj = aipólos» = criador de cabras, y otros «bouko¢loj =
boukólos» = cuidador de bueyes. Y una vez más queda pendiente el tipo de relación que Amós tenía con estos
animales. ¿Eran propios? ¿Cuidaba ganado ajeno? ¿Era funcionario del Templo, que cuidaba los rebaños del
Templo? Nada es claro. Otro elemento de su actividad lo presenta como «{yimºqi$ s"lOb = bôlês siqemim», es de-
cir, cultivador de sicómoros, término usado sólo aquí en la Biblia. Se trata de algún tipo de tratamiento de estos
árboles, o de sus frutos. No es totalmente claro en qué consistía este procedimiento. Al parecer podría tratarse de
un tipo de cortes a los frutos de los sicómoros que les permite madurar, les quita el sabor amargo y permite usar-
los como alimento del ganado. Esto le daría unidad a la actividad de Amós.
156
«Aunque subsisten las dificultades para una comprensión precisa de las actividades de Amós, se puede señalar
que la tendencia general, casi unánime, entre los exégetas actuales es la de un rechazo a situar al profeta entre las
clases sociales más bajas de la sociedad judía. Amós no tiene ninguna necesidad de profetizar para subsistir; es
un hombre económicamente independiente, y sin duda con un buen pasar ... ¡El mensaje del profeta no puede ex-
plicarse a partir de un hipotético origen proletario del pastor de Técoa!» (ROBERT MARTIN-ACHARD Amos.
L’homme, le message, l’influence. Genève: Labor & Fides 1984, pp. 22-23). «Con claridad, Amós era una perso-
na económicamente segura, independiente frente a terceros, con fuentes propias de ingresos, verosímilmente bien
situado en las estructuras tribales tradicionales. En esta dirección va formándose entre los estudiosos un consenso
creciente.» (J. ALBERTO SOGGIN Il profeta Amos. Traduzione e commento. Brescia: Paideia 1982, pp. 24-25). En
la obra de Martin-Achard pueden encontrase abundantes referencias para mostrar cómo se ha ido abandonando
paulatinamente la idea común a inicios del siglo XX de un Amós pastor-proletario. Por otro lado, el Talmud en-
tendió a Amós como un hombre rico.
157
Las indicaciones cronológicas siguen los datos de la Biblia de Jerusalén, salvo expresa indicación contraria. No
todos los autores comparten esta cronología.
158
Está atestiguado que en tiempos del rey Jehú (841-814) Israel perdió buena parte de sus territorios de la Transjor-
dania, que pasaron a manos de los sirios (2 Reyes 10,32-33), los que sólo fueron recuperados por su nieto Joás
(798-783) (2 Reyes 13,25). Aunque este último también debió sufrir muchas humillaciones de parte de los sirios
(2 Reyes 13,3.7). En esta época son reyes de Siria (también llamada Reino de Damasco, o de Aram, de donde su
pueblo recibe la denominación de arameos) Jazael (841-806 aprox.) y Ben Hadad III (806[¿797?]-773 aprox.).
159
FRANCESC RAMIS DARDER Los profetas. Estella: Verbo Divino 2010, pp. 44-45.
160
Quizá en este tipo de actos esté pensando Amós cuando se refiere a crueldades obradas en Galaad; cf. 1,3 y 1,13
(los Ammonitas con frecuencia fueron aliados de los Sirios).
161
Discrepamos de los intentos de varios autores que han buscado distinguir en el libro diversas capas de redacción,
que irían desde tiempos de Amós hasta el siglo III a.C. Esto aparece como poco fundado en datos del texto mis-
mo. Breve síntesis de los principales planteamientos en JOSÉ LUIS SICRE Introducción al profetismo bíblico. Este-
lla: Verbo Divino 2011; pp. 196-198. Una crítica severa a los mismos y defensa de la unidad básica del libro en
SHALOM M. PAUL Amos. A Commentary on the Book of Amos. Minneapolis: Fortress 1991; pp. 5-7.
162
Estos textos parecen ser pequeños «descansos» en la lectura pública del texto. Son doxologías, alabanzas a Dios
por lo que se está leyendo y escuchando.
163
Antes de analizar cada texto ofreceremos la traducción de la Biblia de Jerusalén, cuarta edición, de 2009. Se mo-
difica los textos adecuándolos al lenguaje latinoamericano. Las opciones exegéticas de esta traducción no siem-
pre coinciden con las propuestas en nuestra lectura.
El episodio ha sido muy estudiado, porque se presta a diversas lecturas, algunas claramen-
te puestas al servicio de ideas muy precisas. Algunos leen el episodio como una suerte de contra-
posición prototípica entre la élite sacerdotal, ligada al poder real, y un humilde pastor que viene
de las regiones desérticas. Otros lo entienden como contraposición entre un sacerdocio instalado,
sacral, político, y un profetismo libre, carismático, nómade. Estas lecturas van ligadas a la per-
cepción de la profesión de Amós a la que el exégeta haya llegado. Hoy se tiende a abandonar este
tipo de lectura como inadecuadas para una correcta comprensión del texto. Es un trozo de carác-
ter biográfico, escrito en tercera persona, probablemente por un discípulo de Amós bien informa-
do sobre la situación. Pero a pesar de esto, que parece verse reforzado por la amplia discusión en
torno al v. 14, el relato no parece estar centrado en la persona de Amós, sino en Amasías y su
suerte, como lo deja entrever la fuerza de los vv. 16-17, que parecen ser la punta del texto.
Al momento de una lectura del texto, fuera de algunas dificultades menores en algunos
versículos, el punto discutido está en el v. 14. Se trata de un texto extraordinariamente difícil de
traducir e interpretar.164 Tratando de apretar al máximo las problemáticas fundamentales en juego
en el debate, éstas parecen ser dos:
1. Las tres sentencias que componen el versículo son frases nominales, que traducidas al pie de la
letra dicen: «No profeta yo, y no hijo de profeta yo, pero vaquero y cultivador de sicómoros».
Esto implica que se trata de frases que carecen de referencia temporal, la que debe ser deter-
minada por el contexto. En este caso, si se las liga al v. 13a el tiempo debería ser el presente
(«Yo no soy profeta, ni hijo de profeta; soy vaquero y picador de sicómoros»). Pero si se las
vincula al v. 15 el tiempo es obviamente el pasado («Yo no era profeta, ni hijo de profeta; era
vaquero y picador de sicómoros»). El asunto no es superficial, porque el tiempo presente indi-
caría que Amós rechaza el ser asimilado a los nabí; se distingue nítidamente de ellos. Si el
tiempo es el pretérito, Amós estaría, por el contrario, reivindicando su condición de nabí.
164
Sobre este versículo hay una literatura abundantísima. Buenas síntesis de la misma, con amplias referencias bi-
bliográficas en J. ALBERTO SOGGIN Il profeta Amos. Traduzione e commento. Brescia: Paideia 1982; pp. 166-
169; ROBERT MARTIN-ACHARD Amos. L’homme, le message, l’influence. Genève: Labor & Fides 1984; pp. 24-
30; SHALOM M. PAUL Amos. A Commentary on the Book of Amos. Minneapolis: Fortress 1991; pp. 243-248.
165
J. Scharbert resume sus muy ponderados análisis diciendo que en estos versículos «Amós desea explicar a su
interlocutor qué había sido antes de iniciar su actuación profética para así demostrar que no se halla aquí en ejer-
cicio de una profesión profética, sino que Dios se ha apoderado de él inmediatamente, enviándolo a Betel. Quiere
significar que no le incumbe en sentido genérico realizar el trabajo profesional de profeta que podría llevar a cabo
igualmente en otra parte, sino que fue arrancado de en medio de su oficio cotidiano y enviado precisamente a Be-
tel y que puede tornar a su oficio anterior, de hacérsele imposible su predicación. No es, pues, profeta profesio-
nal, tampoco en virtud de pertenecer a una asociación profética, sino profeta por vocación y aun esto para una ta-
rea bien definida.» JOSEF SCHARBERT Así habla Yahvé. Los profetas de Israel hasta el 700 a. de J. Florida: Pau-
linas 1968; p. 131.
166
No parece aceptable una presentación en la cual Amasías aparezca como cómplice de Amós, advirtiéndole que
huya antes de que llegue el mandato real. Tal como propone HANS WALTER WOLFF La hora de Amós. Salaman-
ca: Sígueme 1984; pp. 17-18.
En estos versículos se puede reconocer una expresión poética del sentido más profundo de
la vocación profética, como algo que encuentra su fundamento en la irresistible fuerza de la lla-
mada de Dios. Y desde este punto de vista, se trataría de un texto en definitiva muy semejante a
7,10-17. Son dos textos que apuntan a responder un par de problemáticas extremadamente serias:
¿Cómo es posible que un pastor pueda ser profeta? ¿Cómo es posible que un profeta anuncie des-
gracias? En ambos textos la respuesta es que detrás de todo está la iniciativa imprevista e irresis-
tible de Dios. No se debe de simplificar el asunto diciendo que el profeta está buscando defender
la validez de su vocación profética contra quienes la cuestionan, sino que busca explicar por qué
está haciendo lo que hace.
El texto que nos ocupa se presenta como siete preguntas retóricas que preparan el pronun-
ciamiento final del v. 8.167 Las cinco primeras se refieren al mundo animal, las dos últimas a la
guerra. La serie de preguntas retóricas que ponen de relieve a relación consecuencial entre una
cosa y otra prepara la sentencia final. «El cadencioso efecto del entero trozo resalta y emocio-
nalmente refleja su propia situación. El profeta actúa bajo compulsión divina. El profeta no esco-
ge su profesión, sino que es escogido, con frecuencia contra su voluntad. El profeta no escogió
profetizar, sino que fue elegido por Dios y es irresistiblemente compelido a entregar su mensaje.
Por lo mismo la multitud que le pide silencio, o incluso quiere imponérselo, no entiende nada
(2,12). El profeta habla cuando le es mandado, pero una vez que le ha sido mandado, debe ha-
blar».168 En las preguntas retóricas priman las experiencias difíciles de describir, tales como el
sonido alarmante y el miedo. Son comparaciones que insinúan situaciones peligrosas. Allí se an-
cla el versículo final en que se pone de relieve que todo lo que hace el profeta es sólo por Yah-
veh. Incluso cuando debe anunciar el mal. «Es necesario hacerse conscientes de este aspecto de la
intervención de Amós: profetizar en nombre de YHVH significa para él, desde el momento en
que asume esta misión, anunciar a sus oyentes el juicio de Dios, o más concretamente la catástro-
fe; actuar como nabí es proclamar la desgracia (hf(fr / râ’âh) que Yahveh prepara para Israel.
Amós 3,3-8 no tiene nada de debate académico; en él Amós toma a sus contemporáneos del reino
de Jeroboam y los pone ante la amenaza radical que el Dios de Israel hace pesar sobre el futuro
167
Habitualmente se estima que el v. 7, que interrumpe la secuencia del texto, es un agregado posterior que delata las
preocupaciones propiamente deuteronomistas de justificar la acción los profetas.
168
SHALOM M. PAUL Amos. A Commentary on the Book of Amos. Minneapolis: Fortress 1991; pp. 113-114 («The
prophet speaks when commanded but, once commanded, must speak»).
Preámbulo: 1 2 Dijo: «Ruge Yahvé desde Sión, desde Jerusalén alza su voz; los pastiza-
les de los pastores quedan desolados y la cumbre del Carmelo se seca».
169
ROBERT MARTIN-ACHARD Amos. L’homme, le message, l’influence. Genève: Labor & Fides 1984; p. 37.
Este grupo de textos, una serie de siete oráculos, posee una particular importancia, en
cuanto sitúa el ministerio profético de Amós en una dimensión universal.170 Los seis primeros
están dirigidos a naciones vecinas de Israel, según un ingenioso procedimiento de tipo geográfi-
co. El séptimo, que aparece como el oráculo más importante, está dirigido contra Israel y es el
más fuerte de todos. Los primeros son una suerte de captatio benevolentiae de los auditores, a fin
de atraer su atención y dirigirles la dura crítica del último oráculo.
La forma de todos estos oráculos es bastante fija; excepto la del último, contra Israel, que
es más amplio. En ellos se pueden distinguir las mismas secciones:
— Una siempre idéntica fórmula inaugural de «Palabra de mensajero», de estilo bien conocido.
«Esto dice Yahveh:» (1,3.6.9.11.13; 2,1.[4].6).
— La denuncia de los crímenes de cada pueblo, que comienza con una fórmula fija, de carácter
sapiencial; la fórmula tiene un sentido retórico: se ha llegado al extremo del pecado. «Por los
tres crímenes de x, y por los cuatro seré inflexible». Esta fórmula debe ser entendida en el sen-
tido de haber colmado la medida, no en una estrecha perspectiva numérica.171 Luego viene una
denuncia precisa de los crímenes que Amós reprocha a cada pueblo. Se trata siempre de ofen-
sas a personas concretas, que ponen de manifiesto una gran falta de misericordia.
— El anuncio de un castigo, que representa una forma de juicio de Dios contra estos pueblos. Se
trata de amenazas más o menos generales, en las cuales está muy presente el tema del fuego
lanzado por Dios que devora al pueblo. En los oráculos 1, 2, 5 y 6 hay una descripción más
amplia. En estos mismos casos hay una fórmula final, «... así dice Yahveh», que refuerza el
sentido del origen de la palabra pronunciada.
Estos oráculos, posiblemente de acuerdo a un viejo esquema israelita de oráculos contra
las naciones, siguen un orden geográfico, girando en torno a Israel. El profeta concentra la aten-
ción de sus oyentes denunciando las culpas de los pueblos vecinos. Y al llegar al séptimo lugar,
170
Hay un acuerdo bastante amplio en orden a considerar el oráculo contra Judá de 2,4-5 como un agregado posteri-
or, de corte deuteronomista. El mismo carácter estereotipado del trozo parece apuntar en este sentido.
171
Por lo mismo es una buena traducción el anotar: «Los de x han cometido tantas maldades que no dejaré de cas-
tigarlos» (Dios habla hoy)
172
Shalom M. Paul, que reconoce la autenticidad del oráculo contra Judá (3,4-5), y que por lo tanto acepta una serie
de ocho oráculos, visualiza las cosas desde otro punto de vista. Amós concentraría la atención de sus oyentes del
modo como hemos señalado. Y con el séptimo oráculo, contra Judá, resolvería sin mayores tensiones toda la se-
rie. Cuando la gente se va retirando tranquila, sin esperar ya nada nuevo, el profeta pronuncia un oráculo inespe-
rado, imprevisto, que echa por tierra las seguridades de Israel. Así de imprevista será la irrupción de Yahveh en
Israel por medio de la profecía de Amós.
173
Cf. Isaías 14,12ss; 16,6; 23,6ss; Jeremías 48,28ss; Ezequiel 28,1ss; 31,1ss; etc.
174
«Para Amós, Yahvé no es de ninguna manera una divinidad local cuyo poder se extienda exclusivamente al pue-
blo de Israel. Tampoco es exclusivamente el defensor de su Alianza con Israel. Él es de hecho el Señor de todos
los pueblos, ante quien son responsables por crímenes contra la ley natural, por dejarse llevar de su ferocidad
irrazonable ... También los paganos tienen deberes de humildad y piedad. La simple crueldad gratuita no tiene
justificación y será castigada por Yahvé.» ANTONIO MORENO «Amós» en Teología y Vida 4(1963)26.
175
El oráculo nombra cuatro de las grandes ciudades Filisteas: Gaza, Ašdod, Ascalón y Ecron. La quinta de las gran-
des ciudades filisteas, Gat, no es nombrada porque pocos años antes había sido arrasada por Jazael, y en esa épo-
ca se encontraba destruida, al punto de servir de ejemplo aleccionador (Amós 6,2: «Pasen a Calnó y miren, pasen
de allí a Jamat la grande, bajen luego a Gat de los filisteos. ¿Son acaso mejores que estos reinos? ¿Es su país más
extenso que el de ustedes?»). Cf. 2 Reyes 12,18: «Por entonces Jazael, rey de Aram, hizo una campaña contra Gat
y la capturó; luego se dirigió en campaña contra Jerusalén».
— 9-12: descripción de las acciones de Yahveh en favor de Israel, que agravan el pe-
cado de éste: Israel ha sido beneficiario de la tradicional lealtad de Yahveh, lo que hace inexpli-
cable su actuación. Primero se recuerdan las grandes acciones históricas de Yahveh que han cons-
tituido a Israel como pueblo, es decir que están respaldando la Alianza. Para Yahveh Israel no es
un pueblo cualquiera, y ha recibido de Él beneficios enteramente únicos. Luego (vv. 11-12) el
profeta refiere a las más recientes muestras del amor de Dios, que ha intentado por todos los ca-
minos conseguir la conversión de su pueblo. Pero sin resultados. Profetas y nazireos 179 han sido
suscitados por Yahveh para la corrección de su pueblo, pero éste no ha escuchado su palabra; ha
optado más bien por silenciarlos, incluso corromperlos. Aquí hay veladas alusiones al ministerio
del propio Amós, al experimentar que el pueblo se hace el sordo a su llamado.
— 13-16: anuncio del castigo, después de haber enumerado las fallas de Israel y sus
agravantes. Las imágenes apuntan a la derrota militar y a la destrucción del pueblo. El v. 13 es de
muy difícil traducción.
En este contexto cabe preguntarse por el sentido de estos textos. Una opinión más o me-
nos tradicional es ver en ellos una primera expresión del monoteísmo bíblico. Es decir, una im-
plícita afirmación de que Yahveh es el Dios de todos los pueblos; es Dios justo, árbitro soberano
de todos los pueblos y a la vez cuidador de todos ellos. Pero frente a estas declaraciones tan fuer-
tes de universalismo se debe tener presente que casi todas las culpas aducidas tienen que ver con
crímenes contra Israel. Es decir, se trata de juzgar a pueblos vecinos a Israel, que han tenido
comportamientos crueles o reprochables contra él. En este sentido, la perspectiva sería más na-
cionalista que universalista. Cabe poner de relieve también que en estos oráculos no se alude a las
grandes potencias de la época, sino a pueblos directamente vinculados a Israel. Es decir, a nacio-
nes que habían sido sometidas por David, que habían constituido parte de su reino. Y que por lo
178
Recordar la prohibición de retener el manto, en Deuteronomio 24,10-13: «Si haces a tu prójimo un préstamo cual-
quiera, no entrarás en su casa para recobrar la prenda. Te quedarás fuera, y el hombre a quien has hecho el prés-
tamo te sacará la prenda afuera. Y si es un pobre, no te acostarás sobre su prenda; se la devolverás a la puesta del
sol, para que pueda acostarse en su manto. Así te bendecirá y tendrás un mérito a los ojos de Yahvé tu Dios».
179
Un «Nazir» (ryizfn / nazir) es un hombre consagrado a Dios, de modo temporal o permanente, que manifiesta su
consagración por tres prácticas fundamentales: no ingerir bebidas alcohólicas, no cortarse el cabello y no tocar
cadáveres. Para la descripción del nazireato, y las principales normas, ver Números 6,1-21.
180
ROBERT MARTIN-ACHARD Amos. L’homme, le message, l’influence. Genève: Labor & Fides 1984, p. 142.
— 3,9-12: se anuncia a los grandes enemigos de Israel (Egipto y Asiria) que Samaria está
radicalmente corrompida. Es como una especie de invitación a que vengan a conquistar el país.
Las condiciones para que este sucumba ya están dadas: vengan, vean el nivel que ha alcanzado la
injusticia al interior de Samaria, constaten la locura de este pueblo. Al anuncio del castigo de
Samaria, en el v. 11, sigue el v. 12 con un oráculo sugerente en su propuesta, Yahveh rescatará de
las fauces del león un resto mínimo de Israel. Este le servirá como testimonio de que hubo un
pueblo que sucumbió, no por culpa del pastor.182 Pero estas mismas imágenes pueden servir para
aludir irónicamente al tema de la salvación. Israel espera salvarse, está seguro en los lujosos pala-
cios de Samaria, ricamente amoblados, pero lo que se salvará serán sólo estos restos mínimos,
sacados de las fauces del león.
13
3 Oigan y atestigüen contra la casa de Jacob —oráculo del Señor Yahvé, Dios Sebaot—
14
que el día que yo castigue a Israel por sus rebeldías, me cebaré en los altares de Betel:
15
serán derribados los cuernos del altar y caerán por tierra. Sacudiré la casa de invierno
junto con la casa de verano; se acabarán las mansiones de marfil y muchas casas desapa-
recerán —oráculo de Yahvé—.
— 3,13-15: Amós da un paso más respecto del oráculo anterior. Y para esto pide al pue-
blo que sea testigo de sus palabras; que nadie diga después que no estuvo advertido. No son sólo
las naciones extranjeras las que vendrán a constatar la corrupción de Samaria. El día en que ven-
ga a pedir cuentas Yahveh mismo visitará al pueblo y le quitará toda seguridad. El santuario de
Betel, Santuario del reino, del cual se ufana Israel, y los riquísimos palacios de Samaria serán
destruidos. Estas son las falsas seguridades contra las cuales se orienta la predicación de Amós;
181
«La elección (de Israel por parte de Yahveh) era considerada por el pueblo en forma estática como un privilegio
imprescriptible conferido en una época remota, cuya validez perduraba en los siglos, y sobre el cual creía poder
apoyarse sin temor: el que había elegido a Israel estaría dispuesto también a perdonarle sus culpas y a ayudarlo
.... Para el profeta la elección implica la responsabilidad del pueblo frente al propio Señor, el cual tiene todo el
derecho de pedirle cuenta de los dones recibidos» J. A. SOGGIN Il profeta Amos p. 84.
182
Cf. Génesis 31,39, Éxodo 22,12; 1 Samuel 17,34-35; Código de Hammurabi nº 75, 244 y 266. Presentando los
restos del animal muerto por la fiera, el pastor quedaba disculpado de su responsabilidad. «En orden a verificar su
inocencia, el pastor debe probar que el animal bajo su cuidado fue muerto en el ataque de una bestia feroz, sin
negligencia de su parte.» S. M. PAUL Amos p. 119.
183
«En nuestro oráculo el culto israelita y el deterioro de la situación económico-social vienen puestos en íntima
relación, cosa que no debe admirarnos: ambos eran el fruto de la política gubernativa que se estaba aplicando,
según la tradición bíblica desde la época davídica en adelante, de favorecer la asimilación entre israelitas y cana-
neos, con el fin del hacer del Norte un estado nacional compacto. Y el sincretismo religioso que fundía los dos
grupos en el plano de la fe, era ciertamente uno de los elementos que mayormente favorecía esta operación. Otro
factor estaba dado por el respeto de la posición de las ciudades-estado, entradas a formar parte del imperio
davídico-salomónico en circunstancias que ignoramos; y tal respeto debía necesariamente conducir a los propie-
tarios de la ciudad en cuestión, económicamente más fuertes y evolucionados, a la expansión y la preeminencia
sobre los demás ... (el episodio de la viña de Nabot es presentado como un ejemplo de este proceso) ... Es verdad
que el nuevo sistema podía dar lugar a una cierta estabilidad económica y política, pero ella era obtenida a alto
precio: la supresión de la libertad y de la independencia tan características de la antigua sociedad israelita» J. AL-
BERTO SOGGIN Il profeta Amos. Traduzione e commento. Brescia: Paideia 1982; pp. 96-97.
184
J. ALBERTO SOGGIN Il profeta Amos. Traduzione e commento. Brescia: Paideia 1982; p. 99.
— 4,4-12: Israel es un pueblo que vive de ilusiones, rehusando enfrentarse con su verdad
y con su Dios; pero este le va a salir al paso. Dios vendrá a cobrarle cuenta de sus actos. En ese
momento todas las ilusiones en Israel que se apoya caerán por tierra.
• Los vv. 4-5 constituyen una terrible ironía de Amós contra el santuario de Betel. Al santuario no
se va a orar, a alabar a Dios, sino que se va a pecar buscando las propias satisfacciones. El profeta
enumera cuatro tipos de actos cultuales que al pueblo le agrada mucho hacer, pero que a Yahveh
no le gustan. El culto no se está haciendo de cara a Yahveh, sino para la complacencia de Israel.
Lo que al pueblo interesa es el agrado que el culto le produce, no dar gracias a Dios por sus do-
nes. La ironía de Amós está en decirle a Israel que lo que él considera justo es solamente lo que le
resulta placentero.
• Los vv. 6-11 enumeran cinco acciones de castigo por las cuales Yahveh ha intentado llamar a
conversión al pueblo, pero este no ha escuchado, no ha cambiado, «no se ha vuelto a Yahveh»
(4,6b.8b.9b.10b.11b.). La enumeración está hecha en un ritmo de crescendo, que a Amós tanto le
gusta. Esta enumeración se contrapone a los vv. 4-5, en el sentido de que frente al culto presun-
tuoso, mediante el cual Israel cree poder agradar a su Dios, Yahveh muestra cuáles son sus ver-
daderas acciones, y el tipo de actitud nueva que espera de Israel. La primera acción es una ham-
bruna generalizada (v. 6). La segunda acción es una especie de anarquía climática (vv. 7-8): Yah-
veh ha suprimido la lluvia en el peor momento, cuando más se la necesitaba para la cosecha, y
luego ha tratado a unas ciudades con sequía y otras con abundancia de agua; cosa que en ambos
casos ha resultado en destrucción. La tercera acción no es sólo la pérdida de las cosechas, sino la
destrucción de los cultivos de largo aliento: viñedos, higueras y olivares (v. 9). La cuarta acción
es la peste que mata a los jóvenes de Israel y a sus mejores animales (v. 10). La quinta acción es
difícil de precisar, pero alude a alguna forma de trastorno violento que puede llegar a compararse
con ese castigo paradigmático que sufrieron Sodoma y Gomorra (v. 11). Este texto es una especie
de historia de la salvación a la inversa. Es la enumeración de los sucesivos intentos fallidos de
Yahveh de conducir al pueblo a la conversión.
• El pasaje concluye con el v. 12: no vaya a pensar Israel que Yahveh va a dejar hasta aquí este
intento. Ahora va a actuar de un modo nuevo y más radical. El pueblo debe prepararse para en-
frentar a su Dios que viene a pedirle cuentas de su impenitencia empecinada.185
185
«Todo lo que Amós quiere anunciar culmina en que ahora Israel tiene que habérselas con Yahveh; pero no con el
Yahveh del santuario y de las peregrinaciones, sino con un Yahveh cual nadie había conocido hasta entonces y
que se pone en marcha para realizar nuevos hechos en Israel. Este carácter inmediato de la presencia de Yahveh,
ese Yo Yahveh unido a los acontecimientos venideros, fue lo que más debió sorprender y excitar a sus contem-
poráneos.» GERHARD VON RAD Teología del Antiguo Testamento. II: Teología de las tradiciones proféticas de
Israel. Salamanca: Sígueme 1973, pp. 171-172.
— 4,13: este versículo puede ser visto como un intermezzo litúrgico, que viene a levantar
el ánimo del lector después del aterrador versículo 4,12.
1 2
5 Escuchen esta palabra, que yo entono contra ustedes, una elegía, casa de Israel: ¡Ha
caído, no volverá a levantarse, la virgen de Israel; postrada está en su suelo, no hay quien
3
la levante! Porque esto dice el Señor Yahvé a la casa de Israel: La ciudad que sacaba mil
a campaña quedará sólo con cien, y la que sacaba cien quedará sólo con diez.
4 5
Porque esto dice Yahvé a la casa de Israel: ¡Búsquenme a mí y vivirán! Pero no bus-
quen a Betel, no vayan a Guilgal ni crucen a Berseba: Guilgal será deportada sin remedio, y
6
Betel reducida a la nada. ¡Busquen a Yahvé y vivirán, no sea que caiga él como fuego so-
bre la casa de José y devore inextinguible a Betel!
8
Él forma las Pléyades y Orión, convierte en aurora las tinieblas y oscurece el día como
noche; él es quien reúne las aguas del mar y las derrama sobre la faz de la tierra —Yahvé
9
es su nombre—; él es quien provoca la ruina de la fortaleza y acarrea la destrucción sobre
la ciudadela.
7 10
¡Ay de los que convierten en ajenjo el derecho y tiran por tierra la justicia, detestan al
11
censor en la Puerta y odian al que habla con sinceridad! Pues bien, ya que pisoteáis al
débil y le cobran tributo de grano, han construido casas de sillares, pero no las habitarán;
12
han plantado viñas selectas, pero no catarán su vino. ¡Conozco sus muchas rebeldías y
sus graves pecados, opresores del justo, que aceptan soborno y atropellan a los pobres en
13
la Puerta! Por eso, el hombre sensato calla en esta hora, que es hora de infortunio.
14
Busquen el bien, no el mal. De ese modo vivirán, y estará con ustedes Yahvé Sebaot,
15
tal como dicen. Aborrezcan el mal, amen el bien, implanten el derecho en la Puerta; quizá
Yahvé Sebaot tenga piedad del Resto de José.
16
Por eso, esto dice Yahvé, el Dios Sebaot, el Señor: En todas las plazas habrá lamenta-
ción y en todas las calles se oirán ayes. Convocarán a duelo al labrador, y a lamentación a
17
los plañideros; se oirán lamentaciones en las viñas, porque voy a pasar por medio de ti,
dice Yahvé.
— 5,1-17: este texto está centrado en un lamento fúnebre por la muerte de Israel en plena
vitalidad («la virgen de Israel») a causa de sus pecados. Al mismo tiempo se deja entrever la po-
sibilidad de recuperar vida buscando a Yahveh. El texto tiene una estructura quiástica clara:
a: 5,1-3: elegía fúnebre por Israel. El pueblo es como una doncella hermosa, a punto de casarse,
que yace por tierra, muerta. Esta es la visión que Amós tiene de Israel. «En medio del entu-
siasmo de la fiesta el profeta propone una especie de anticlimax: en vez de la salvación que era
celebrada junto con las gloriosas acciones de Dios en el pasado, es anunciada la muerte. Es
como si les hubiese dicho: Ya están muertos, y no lo saben. ... Y tal como una virgen no ha al-
canzado, al menos en la opinión de la época, a realizar plenamente su femineidad, así Israel
— 5,18-20: nuevo oráculo contra los que ponen una falsa seguridad en Dios, los que an-
sían la llegada de Yahveh para que confirme sus acciones. Yahveh viene, pero como juez tre-
mendo. Nuevamente Amós recurre a la imagen del león, que tanto le gusta. Aquí aparece, por vez
primera, una esperanza propiamente escatológica. Se espera que Dios venga a transformar defini-
tiva y radicalmente el mundo. Este tema del Día de Yahveh tendrá un amplio desarrollo en los
profetas posteriores.
21 22
5 Yo detesto, odio sus fiestas, no me aplacan sus solemnidades. Si me ofrecen holo-
caustos… no me satisfacen sus oblaciones, ni miro sus sacrificios de comunión, de novillos
23
cebados. ¡Aparta de mí el rumor de tus canciones, no quiero oír la salmodia de tus arpas!
24 25
¡Que fluya, sí, el derecho como agua y la justicia como arroyo perenne! ¿Acaso me
presentaste sacrificios y oblaciones en el desierto, durante cuarenta años, casa de Israel?
26
Cargarán con Sikut, su rey, y con Kiyún, imágenes de astros divinizados que ustedes se
27
habían fabricado, cuando los deporte allende Damasco, dice Yahvé, cuyo nombre es Dios
Sebaot.
186
J. ALBERTO SOGGIN Il profeta Amos. Traduzione e commento. Brescia: Paideia 1982; pp. 114-115.
187
J. ALBERTO SOGGIN Il profeta Amos. Traduzione e commento. Brescia: Paideia 1982; p. 118.
— 6,1-7: oráculo contra las autoridades que viven en Samaria en medio de los placeres,
buscando la seguridad en una vida cómoda y enteramente despreocupados del resto. Lo que con
mayor fuerza rechaza el profeta es la sensación de seguridad en que viven; la que les conduce a
vivir centrados en sus placeres, olvidándose de la suerte de su pueblo (v. 6). Y eso a pesar que,
como autoridades, deberían estar atentos a la marcha global del país. Ni siquiera la percepción de
los desastres que han venido sobre los pueblos vecinos los lleva a recapacitar, a imaginar que a
ellos también les podría pasar lo mismo (v. 2). La acusación de vida libertina, de despreocupa-
ción y ceguera es una honda descalificación de la clase dirigente de Samaria. Por eso la ruina es
inminente.
8
6 El Señor Yahvé ha jurado por sí mismo, —oráculo de Yahvé Dios Sebaot—: Aborrezco
la soberbia de Jacob, detesto sus palacios, y voy a entregar la ciudad con cuanto contiene.
9 10
Y si quedan diez hombres en una misma casa, morirán. Sólo quedarán unos pocos eva-
didos para sacar de la casa los huesos; y si dicen al que está en el fondo de la casa: «¿Hay
188
«No se puede afirmar que los profetas estén contra el culto ... Es inverosímil tal actitud en aquellos antiguos he-
breos. Pero están contra una actitud supersticiosa que pretende encontrar en las prácticas cultuales, como tales,
una seguridad de salvación ... De esta manera afirman fuertemente lo esencial de la Alianza con Yahvé. Lo pri-
mero no fue toda esa legislación ritual; ella vino después y legítimamente. Lo primero fue un compromiso perso-
nal de obediencia, de fe en Yahveh, el Dios del Sinaí que los libró del Egipto. Los actos de culto serán expresión
de esa fe que lleva a una serie de actitudes prácticas que se refieren en especial al prójimo, o no serán nada. En
los otros pueblos se podrá hacer consistir la religión en la realización precisa, meticulosa de los ritos que agradan
a los dioses. En Israel no, simplemente porque Yahveh no es un dios como los otros dioses.» ANTONIO MORENO
«Amós» en Teología y Vida 4(1963)31.
— 6,8-14: anuncio directo del castigo que viene sobre el pueblo. Yahveh desprecia la so-
berbia en que vive Israel. Le ofrece una falsa sensación de seguridad, contra la que reacciona
Yahveh, en defensa de su nombre, de su señorío divino. Él mismo humillará la soberbia y seguri-
dad de Israel. El v. 12, con sus dos preguntas iniciales, retóricas, muestra el camino absurdo que
ha emprendido Israel. Buscar la vida por el camino de la injusticia y el atropello. Un camino que
de modo irremediable lo conducirá a la ruina. Este texto nos deja a las puertas de la sección si-
guiente: las visiones sobre la madurez de Israel para el castigo.
8.2.3. Las cinco visiones de Amós sobre Israel (7,1 – 9,10)189
Este cuerpo de textos, ampliamente estudiado, parece ser una secuencia de cinco visiones,
que se presentan como una unidad en la cual se va dando una mirada progresivamente más nega-
tiva de la situación del pueblo de Israel. En cuanto tales deben ser estudiadas como conjunto, a
pesar de las diferencias que puedan señalarse entre ellas. La serie de las visiones está interrumpi-
da por algunos otros textos intercalados.
8.2.3.1. Serie de las cinco visiones. 7,1-9; 8,1-3; 9,1-4. En las cuatro primeras visiones
Amós ve algo que Yahveh le da a conocer, siempre expresado con la misma fórmula, en la quinta
se trata de una visión del mismo Yahveh.
1
7 Esto me hizo ver el Señor Yahvé: Estaba él formando langostas, cuando empieza a
2
brotar el forraje, el forraje que sale tras la siega del rey. Y cuando acababan de devorar la
hierba de la tierra, dije: «¡Perdona, por favor, Señor Yahvé!, ¿cómo va a resistir Jacob?, ¿no
3
ves que es muy pequeño?» Se arrepintió Yahvé de ello: «No sucederá», dijo Yahvé.
4
Esto me hizo ver el Señor Yahvé: El Señor Yahvé estaba convocando al juicio por el fue-
5
go, que devoró el gran abismo y desoló la campiña. Dije entonces: «¡Señor Yahvé, déjalo
6
ya, por favor!, ¿cómo va a resistir Jacob?, ¿no ves que es muy pequeño?» Se arrepintió
Yahvé de ello: «Tampoco esto sucederá», dijo el Señor Yahvé.
— 7,1-3.4-6: las dos primeras visiones. En ellas el profeta ve el castigo que Yahveh está
preparando contra Israel, lo que lo lleva a interceder en favor de su pueblo. Yahveh acepta la pe-
tición y suspende el castigo. La fórmula de ambas visiones es muy semejante. Lo más interesante
está en la motivación para pedir que Yahveh suspenda el castigo preparado. No se alude a las
posibilidades de conversión de Israel, ni tampoco al tema de la Alianza. Ésta le sirve a Amós para
189
En ROBERT MARTIN-ACHARD Amos. L’homme, le message, l’influence. Genève: Labor & Fides 1984 ; pp. 107-
119 y SHALOM M. PAUL Amos. A Commentary on the Book of Amos. Minneapolis: Fortress 1991; pp. 222-225
buena síntesis de la problemática en torno al sentido de este tipo de visiones dentro del ministerio profético, y de
estas visiones en concreto. Allí mismo indicaciones bibliográficas.
— 7,7-9; 8,1-3: tercera y cuarta visiones. En estas dos visiones al profeta le muestran al-
gunos objetos, con la misma cláusula introductoria, y luego se le explica su significado simbóli-
co. Este significado apunta a una destrucción de Israel. El profeta deja de interceder en favor del
pueblo para detener el castigo de Dios, y en cambio escucha la sentencia de Yahveh: «Ni una más
le volveré a pasar», es decir, No volveré a perdonarlo (7,8b; 8,2b). Ha cambiado el clima básico
de las visiones. En ellas el profeta es alertado sobre la severa visión que Yahveh tiene del destino
de Israel. La tercera visión es de interpretación difícil y discutida. La imagen mostrada es «el
Señor estaba de pie junto a una pared de “plomo”, con un “plomo” en la mano» (¿o estaño? |fnF)
/‘anâk es un hapax legomenon). La interpretación de esta imagen es muy discutida y poco clara.
(1) La exégesis tradicional la lee como que Yahveh tiene en su mano una plomada, mediante la
cual verifica la calidad del muro que es Israel. Al verlo desplomado y sin arreglo, se está anun-
ciando su ruina. Israel es como un muro desplomado, a punto de caer, que Yahveh deja abando-
nado a su propia suerte. Se limita a constatar su inconsistencia. Pero en esta lectura no se da
cuenta del hecho que el muro sea de plomo; con frecuencia se hacen correcciones textuales sobre
el punto. (2) Otras interpretaciones recientes tienden a ver en este muro una imagen del muro que
conforman en torno a Samaria los escudos de los invasores y sus espadas. El problema es que ni
el plomo ni el estaño se usan por sí solos para construir armas, únicamente en sus aleaciones.
Aunque puede haber una alusión a Asiria, en el sentido que Israel importaba el plomo de Asiria.
(3) Otra interpretación se entronca con una idea frecuente en la antigüedad de un muro de acero o
de bronce como imagen de seguridad, de fortaleza que resiste sin vacilar los embates del enemi-
— 9,1-4: quinta visión. Esta visión en su aspecto formal es muy diversa de las cuatro an-
teriores. Aquí no es Yahveh quien hace ver algo al profeta, sino que el profeta ve directamente a
Yahveh. No hay diálogo entre Dios y el profeta, sino sólo un largo monólogo de Yahveh en el
cual plantea la condena radical y definitiva de Israel. Pese a estas diferencias, ella constituye la
conclusión, el clímax de las otras cuatro visiones anteriores. Las imágenes no presentan mayores
problemas de interpretación. Aunque nuevamente hay un dejo de ironía de Amós. «La presencia
de YHVH al lado del altar, sin ningún instrumento de destrucción en las manos y sin llevar a ca-
bo ninguna acción dañina (como en las visiones pasadas), en el lugar donde normalmente estaba
el sacerdote para ofrecer el sacrificio o interceder por la comunidad, constituye evidentemente un
elemento que da seguridad. Parece ser una visión tendiente a confirmar al pueblo en la fe: que
Dios está presente a su lado y mantendrá las antiguas promesas, los antiguos compromisos. Pero
las palabras de la visión rápidamente destruyen esa visión idílica y confirman en pleno todo lo
que anteriormente había sido afirmado en la tercera y la cuarta visiones: el terremoto echará por
tierra el santuario, sepultando allí mismo a los fieles, y los pocos sobrevivientes tendrán una pe-
nosa fuga: ¡serán descubiertos incluso si se esconden en los lugares menos accesibles: en los in-
fiernos o en el cielo, en el Carmelo o en el fondo del mar, o entremezclándose en una columna de
prisioneros!».191
190
Cf. Jeremías 1,18; 15,20; Ezequiel 4,3; 2 Macabeos 11,9. Para otros testimonios del entorno bíblico cf. SHALOM
M. PAUL Amos. A Commentary on the Book of Amos. Minneapolis: Fortress 1991; pp. 233-235.
191
J. ALBERTO SOGGIN Il profeta Amos. Traduzione e commento. Brescia: Paideia 1982; p. 161. En idéntico sentido
SHALOM M. PAUL Amos. A Commentary on the Book of Amos. Minneapolis: Fortress 1991; p. 274. «Amós ve el
altar de Betel destruido. Los restos del altar, o del templo, caen sobre el pueblo judío aplastándolo. En lugar de
ser para ellos ese instrumento mágico de seguridad que se imaginaban, se convierte en el de su aniquilamiento.
— 8,4-8: oráculo de crítica social, que tiene como destinatarios preferenciales a los co-
merciantes deshonestos. Los términos son muy semejantes los anteriormente encontrados. En el
v. 5 se hay una de las más antiguas indicaciones sobre la observancia del sábado. El castigo del
v. 8 parece apuntar al tema del terremoto.
9
8 Aquel día —oráculo del Señor Yahvé— haré ponerse el sol a mediodía, y en plena luz
10
del día cubriré la tierra de tinieblas. Convertiré la fiesta de ustedes en lamento, en elegía
todas sus canciones; cubriré todos los lomos de sayal y de tonsura todas las cabezas; la
transformaré en lamento como por un hijo único y acabará como un día de amargura.
— 8,9-10: el recuerdo, o anuncio, de un eclipse solar sirve al profeta para poner a Israel
frente al brusco cambio de situación que se acerca. A este pueblo que se cree a mediodía, en ple-
na fiesta, seguro de sí mismo, se le vendrán encima las tinieblas. Su fiesta se transformará en un
duelo terrible, como de hijo único.
11
8 Miren, ya vienen días —oráculo del Señor Yahvé— en que mandaré hambre a
12
la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Yahvé. Entonces
vagarán de mar a mar, andarán errantes de norte a levante en busca de la Palabra de
Yahvé, pero no la encontrarán.
Nadie podrá escapar, aunque huyan al cielo o al sheol, a la cumbre de los montes o al abismo; a todas partes al-
canza el poder del Dios del Universo; el mismo dragón del abismo (que es una divinidad en ciertas mitologías)
obedece a sus órdenes. Los ojos de Dios estarán sobre ellos, pero no para cuidarlos (Génesis 44,21; Jeremías
39,12; 40,4; etc.) sino para castigarlos.» ANTONIO MORENO «Amós» en Teología y Vida 4(1963)35.
— 8,13-14: este oráculo es independiente del anterior, aunque aparezca el tema de la sed.
Parece que debe entenderse en el contexto de las peregrinaciones a santuarios que el profeta con-
sidera idolátricos. Los que peregrinan en pos de dioses falsos desfallecerán de sed por el camino
y morirán.
5
9 ¡El Señor Yahvé Sebaot...!, el que toca la tierra y ella se derrite, y hacen duelo todos
6
sus habitantes; se eleva toda entera como el Nilo, y amaina como el Nilo de Egipto. El que
edifica en los cielos sus altas moradas y asienta su bóveda en la tierra; el que reúne a las
aguas de la mar y las derrama sobre la faz de la tierra. ¡Yahvé es su nombre!
192
SHALOM M. PAUL Amos. A Commentary on the Book of Amos. Minneapolis: Fortress 1991; p. 265.
193
SHALOM M. PAUL Amos. A Commentary on the Book of Amos. Minneapolis: Fortress 1991; pp. 283-284. En este
texto, «tal como en 3,2, el pueblo se apoya en la conciencia de la propia elección y piensa que gracias a ella y al
estatuto que le otorga ningún mal podrá sucederle, v. 10; pero a esta seguridad que desenmascara como falsa, el
profeta contrapone una doctrina nueva: si en 3,2 la elección era vinculada con una mayor responsabilidad, aquí
ella es desvinculada de todo privilegio frente a los demás pueblos, aunque ellos lo ignoren e Israel no lo reco-
nozca: también sus migraciones deben ser vistas en el contexto del plan salvífico de Dios». J. ALBERTO SOGGIN
Il profeta Amos. Traduzione e commento. Brescia: Paideia 1982; p. 185.
194
Esto se manifiesta en el hecho de que con frecuencia cita explícitamente opiniones o modos de decir de la gente
de Israel: 3,2; 4,1; 5,14.18ss; 6,2.13; 8,5.14; 9,10.
195
En esta guerra Siria (o Damasco) e Israel (o Efraím, o Reino del Norte) se alían para atacar a Judá (o Reino del
Sur) a fin de deponer a su joven rey y reemplazarlo por alguien cercano a sus intereses. Judá recurre a Asiria pi-
diendo apoyo. Esta será la oportunidad para que Asiria comience a intervenir abiertamente en la zona. Pocos años
después caerá definitivamente Samaria y será aniquilado el Reino del Norte. Los detalles históricos de esta guerra
y su fecha exacta son muy discutidos. Sigo acá las posturas más o menos tradicionales, que siguen siendo las
aceptadas mayoritariamente.
196
Cf. Oseas 7,8-12: «Efraím se parece a una tortilla a la que no se ha dado vuelta. Extranjeros devoran su vigor, ¡y
él ni siquiera se entera! … Efraím es como una paloma ingenua, sin cordura; llaman a Egipto, acuden a Asiria.
Adondequiera que vayan yo echaré mi red sobre ellos; como ave del cielo los haré caer y los castigaré por su
maldad»; 12,2: «Efraím se apacienta de viento, va en busca del Levante todo el día, multiplica mentira y pillaje,
sellan alianza con Asiria y llevan aceite a Egipto».
197
En 2 Reyes 15,8-31; 17,1-6 se encuentra el relato de los caóticos reinados de este período. «La muerte de Jero-
boán II abrió la puerta a la desintegración social de Israel, como lo había aventurado Amós. A la muerte del rey,
ciñó la corona su hijo Zacarías (743 a.C.), pero, tras seis meses de reinado Salún, hijo de Yabés, lo asesinó y
reinó en su lugar (743 a.C.). Un mes después, Menajén, hijo de Gadí, vino a Samaria desde Tirsá y derrotó a Sa-
lún; le dio muerte y le sucedió en el trono (743-738 a.C.). Probablemente la conjura de Menajén responda a una
guerra civil en el país; la antigua capital, Tirsá, alentada por Menajén, se habría levantado en armas contra la
nueva capital, Samaria» (FRANCESC RAMIS DARDER Los profetas. Estella: Verbo Divino 2010, p. 51).
198
«Podemos situar la actividad de Oseas y los aspectos básicos del libro que lleva su nombre en los últimos años de
Jeroboam IIº y en los años del caos que vino a continuación de la muerte de Jeroboam; tiempo de desesperadas
negociaciones internacionales, con Asiria pero también con Egipto, para salvar el reino tambaleante.» FRANCIS I.
ANDERSEN y DAVID NOEL FREEDMAN Hosea. A New Translation with Introduction and Commentary. New York:
Doubleday 1980; p. 37.
199
EDMOND JACOB & C.-A. KELLER & SAMUEL AMSLER Osée, Joël, Abdias, Jonas, Amos. Neuchâtel: Delachaux &
Niestlé 1992; pp.13-14.
200
EDMOND JACOB & C.-A. KELLER & SAMUEL AMSLER Osée, Joël, Abdias, Jonas, Amos. Neuchâtel: Delachaux &
Niestlé 1992; p. 11.
201
Ver el uso de la expresión en Oseas 4,16; 5,3.7; 7,2; 8,8.13; 10,2.3. Cf. 13,13.
● 1,2-9: Yahveh manda a Oseas que se case con una prostituta y engendre hijos de prosti-
tución, por razón de la condición de su madre. La causa de este mandato está en el hecho de que
la tierra está prostituyéndose. Sin duda aquí hay alusiones a los cultos baálicos con sus compo-
nentes de fecundidad y prostitución sagrada (hieródulas). Oseas se casa con Gómer y engendra
tres hijos, a los cuales Yahveh les pone nombres simbólicos. Nombres que indican destrucción.
Al primero Yizreel, nombre de la tierra más fértil de Israel, pero que en este caso está aludiendo
● 2,1-3: en abierto contraste con la sección anterior, estos versículos plantean una pers-
pectiva de restauración. Ellos explicitan el sueño de futuro que mueve a Yahveh a actuar. Por lo
mismo están mentalmente situados al final de todo el proceso descrito en los caps. 1-3; son la
meta a la cual se anhela llegar. Su situación en este lugar puede estar aludiendo a la esperanza
que mueve al profeta a actuar como tal. Los términos están cargados de esperanza. Israel será
como la fértil pradera de Yizreel que volverá a cubrirse de abundante hierba verde. En el día
grande del triunfo en Yizreel, Israel volverá a ser un pueblo numeroso, que gozará de un nombre
glorioso, imaginado por Oseas: «Hijos de Dios vivo». Será el tiempo de la reconciliación, en el
cual se revertirá la anterior situación de pecado. Israel volverá a conocer la compasión, y volverá
a conocer el vínculo de la Alianza que lo constituye como pueblo de Yahveh. Estos versículos no
desconocen la historia previa, la prostitución de Israel, pero entienden que por sobre ella ha triun-
fado el amor de Yahveh y transformándola en historia de vida.
● 2,4-25: Yahveh pleitea con su pueblo, para enrostrarle su pecado; pero a la vez se nos
indica su camino de acción en vistas de la conversión de este pueblo. Este trozo es una de las más
apretadas síntesis de la teología de Oseas. Expresa el modo en que Yahveh actuará en favor de su
pueblo. Por lo mismo, el texto concluye en un horizonte de esperanza. Distingamos unidades me-
nores:
4
2 ¡Pleiteen con su madre, pleiteen, porque ella ya no es mi mujer, y yo no soy su marido!
5
¡Que quite de su rostro sus prostituciones, que retire de sus pechos sus adulterios, no sea
que yo la desnude del todo y la deje como el día en que nació, la convierta en desierto, la
6
reduzca a tierra árida y la haga morir de sed! No me compadeceré de sus hijos, porque
202
La «compasión» es uno de los rasgos fundamentales de la relación de Dios con su pueblo (cf. Éxodo 34,6; Deu-
teronomio 4,31; Joel 2,13; Jonás 4,2; Salmo 86,15; 103,8; 111,4; 145,8; Nehemías 9,17.31; 2 Crónicas 30,9). Es-
ta actitud es la que está en la raíz de la Alianza. Por lo mismo, si ella desaparece, es la Alianza misma la que es
puesta en cuestión. Un Dios sin compasión, es un Dios casi incomprensible. El v. 7 puede entenderse como una
glosa tardía, que rompe el desarrollo del relato.
- 4-7: acusación. Yahveh va a entablar un pleito con Israel, como un esposo que debe en-
frentar a su esposa adúltera. Los hijos deben pleitear con su madre a fin de romper su condición
de hijos de prostitución. El matrimonio está roto. Israel está invitado a quitarse los signos concre-
tos que delatan su condición de mujer dedicada a la prostitución. Yahveh, mediante el gesto jurí-
dico de desnudar en público a la esposa, está dispuesto a dejar en evidencia su condición de pros-
tituta. En 7b está planteado el fondo del problema: ella ha despreciado a su esposo verdadero para
irse tras sus amantes, a quienes atribuye su bienestar. La alusión a los baales es directa y clara.
8
2 Por eso, yo cerraré su camino con espinos, la cercaré con seto y ya no encontrará sus
9
senderos; perseguirá a sus amantes, pero no les dará alcance; los buscará, pero no los
10
hallará. Para que diga: «Volveré a mi primer marido, cuando me iba mejor que ahora».
Pero ella no sabía que era yo quien le daba el trigo, el mosto y el aceite virgen. ¡Yo le multi-
plicaba la plata, y el oro lo empleaban en Baal!
11
Por eso, volveré a tomar mi trigo a su tiempo y mi mosto en su estación; retiraré mi lana
12
y mi lino con que cubría su desnudez. Y ahora descubriré sus vergüenzas ante los ojos de
13
sus amantes, y nadie la librará de mi mano. Acallaré todo su alborozo, sus fiestas, novilu-
14
nios y sábados, y todas sus solemnidades. Arrasaré sus viñedos e higueras, esos de los
que decía: «Ellos son mi salario, lo que me han dado mis amantes»; los convertiré en mato-
15
rral y los devorará la bestia del campo. La visitaré por los días de los Baales, cuando sue-
le quemarles incienso. Adornada con su anillo y su collar, se fue detrás de sus amantes, ol-
vidándose de mí —oráculo de Yahvé—.
16 17
Por eso voy a seducirla: voy a llevarla al desierto y le hablaré al corazón. Allí le daré
sus viñas, convertiré el valle de Acor en puerta de esperanza; y ella responderá allí como en
los días de su juventud, como cuando subió del país de Egipto.
- 8-17: estrategias de Yahveh para recuperar a su esposa infiel, en las cuales el amor gana
por sobre el rechazo y el anhelo de castigo. Se trata de tres pasos sucesivos, en los cuales median-
te diversas estrategias quiere alejarla de sus amantes, haciéndole ver que ellos son nada, y así
hacerla volver a Él. Cada paso está introducido por la misma fórmula: Por eso. Veamos cada uno.
8-10: Yahveh estrechará y dificultará los caminos de la infiel, a fin de que ella no logre dar alcan-
ce a sus amantes. En medio de las dificultades recapacitará y reconocerá que le iba mejor son su
esposo. Yahveh, como esposo apenado, comenta para sí mismo que ella no reconocía quien es el
que verdaderamente la mantenía, y le daba todos los bienes de la tierra. ¡Bienes que ella entrega-
ba en ofrenda a Baal! 11-15: estrategia semejante a la anterior, pero más radical: la esposa será
privada de todos sus bienes. Será castigada duramente, por no reconocer quien es el que en ver-
dad le da todas las cosas de las cuales dispone. Esto la hará quedar en vergüenza, deshonrada;
situación que podría hacerla recapacitar y volver a su legítimo marido. 16-17: tercera estrategia
enteramente diversa a las dos anteriores. Yahveh se dejará conmover por su amor e intentará el
camino de volver a seducir al pueblo. Le hablará a la esposa infiel al oído, la llevará a los lugares
donde conocieron la felicidad (el desierto, lugar de la «luna de miel»), la volverá a llenar de rega-
- 18-25: esperanza de una futura restauración. Como resultado del proceso anterior se da
por supuesto el cambio de la esposa infiel y su vuelta a Yahveh, como aparece insinuado en el
v.17. Este trozo propone la esperanza, lo que Dios hará en favor de su pueblo el día que este se
decida a volver a Él. Por tres veces se vuelve a la expresión «[Y sucederá] aquel día». Veamos en
detalle. 18-19: la esposa se volverá a su verdadero marido, y el nombre de los baales ya ni siquie-
ra volverá a mentarse. 20-22: Yahveh establecerá con Israel una suerte de nuevo matrimonio, o
de nueva alianza, con mucha mayor plenitud y radicalidad que la primera: «Te haré mi esposa
para siempre; te desposaré con justicia (sedeq) y en derecho (mišpat), en amor (hesed) y en com-
pasión (rajamin); te desposaré en fidelidad, y tú conocerás al Señor» (2,21-22). 204 Allí le devol-
verá todos los bienes de la tierra, y entre ellos se establecerá una nueva relación, fundamentada
en los más hondos valores de la Alianza. 23-25: volverá la fertilidad. Los nombres de los hijos
serán recuperados positivamente. Israel volverá a responder, diciendo a Yahveh: ¡Mi Dios!
1
3 Yahvé me dijo: «Disponte de nuevo a amar a una mujer que ama a otro y comete adul-
terio. Así ama Yahvé a los hijos de Israel, mientras ellos se vuelven a otros dioses y gustan
2
de las tortas de uva». Yo la adquirí por quince siclos de plata y carga y media de cebada.
3
Y le dije: «Vivirás conmigo mucho tiempo sin prostituirte ni ser de ningún hombre; tampoco
4
yo me uniré a ti». Porque los israelitas se quedarán durante mucho tiempo sin rey ni prín-
203
Este es el sentido de la alusión al Valle de Akor. En Josué 2,24-26 se relata una grave infidelidad de Israel en ese
lugar, la que sirve para explicar su nombre de «Valle de desgracia». Este lugar de pecado y de castigo Yahveh lo
revertirá el puerta para una esperanza nueva. Esta esperanza es alegría, momento de canto y de danza festiva,
como han señalado los antiguos comentaristas judíos. Incluso de regocijo entre los esposos.
204
Los vv. 21-22 son de mucha carga teológica. El verbo «desposar» se usa sólo para referirse al primer matrimonio,
al matrimonio de una doncella. Para Yahveh todo lo anterior ha pasado, ha desaparecido. Este matrimonio será
definitivo. Y será vivido según dos pares de valores, que están planteados en paralelo: justicia ( qedec / sedeq) –
derecho (+æPº$im / mišpat) y amor (desex / hesed) – compasión ({yimAxar / râjamin). Entre ambos pares de valores se
da un paralelismo, que evita entender los primeros en sentido jurídico. Hesed es un término de altísima carga teo-
lógica, que alude al vínculo de intimidad y solidaridad que establece una profunda relación de amistad. Es la
lealtad intransable que debe teñir la verdadera amistad. Râjamin es un término que alude a las entrañas maternal-
es, lo que le da una carga propiamente femenina y mucha intensidad.
205
En este sentido, se mantiene fiel al sendero abierto por Amós. Existen así críticas de carácter social de nivel am-
plio, que afectan a la globalidad del pueblo (cf. 4,1-3; 6,7 - 7,7; 8,14), otras más directamente dirigidas a sus au-
toridades: reyes y sacerdotes (cf. 4,4-10; 5,1-7; 6,9; 7,3-7; 8,4.10; 13,9-11), y también hay oráculos contra la vac-
ilante política internacional (cf. 5,13-14; 7,8-12; 8,8-9; 12,2).
b. Rechazo del culto de los baales. No sólo el culto está contaminado, sino que Israel está
directamente entregado al culto de los baales. A esta idolatría de Israel Oseas la llama prostitu-
ción (cf. 4,10-19; 9,1; 10,1-9; 13,1-3):
10
4 Comerán, pero no se saciarán; se prostituirán, pero no proliferarán, porque han aban-
11
donado a Yahvé para dedicarse a la prostitución. ¡El vino y el mosto hacen perder el sen-
12
tido! Mi pueblo consulta a su madero, y su palo les instruye; un espíritu de prostitución los
13
extravía, se prostituyen y prescinden de su Dios. Sacrifican en las cimas de los montes,
queman incienso en las colinas, bajo la encina, el chopo o el terebinto, ¡porque es buena su
14
sombra! Sí, sus hijas se prostituyen y sus nueras cometen adulterio, pero no castigaré a
las hijas de ustedes porque se prostituyen, ni voy a castigar a sus nueras porque cometen
adulterio, porque ellos son quienes acuden donde esas prostitutas y sacrifican con las muje-
15
res consagradas a la prostitución. ¡Y el pueblo, ignorante, se pierde! Si tú, Israel, te prosti-
tuyes, que no sea culpable Judá. ¡No vayan a Guilgal, no suban a Bet Avén, no juren «por
16
vida de Yahvé»! Si Israel se ha desmandado como una vaca brava, ¿los va a apacentar
17
ahora Yahvé como a un cordero en el prado? Efraín se ha unido a sus ídolos, ¡pero déja-
18
lo! Se retiran a sus borracheras, se prostituyen más y más, prefieren la Ignominia a su
19
Prez; pero el viento los cerrará en sus alas y se avergonzarán de sus sacrificios.
1
10 Israel era Vid frondosa, acumulaba frutos: cuanto más fruto producía, más multiplica-
2
ba los altares; cuanto mejor era su tierra, mejores estelas construía. Su corazón está divi-
dido, pero ahora lo van a pagar; él romperá sus altares, demolerá sus estelas. 3 Entonces
dirán: «No tenemos rey, porque no hemos temido a Yahvé, y el rey, ¿qué nos podría ha-
4
cer?» Pronuncian palabras, juramentos falsos, pactan alianzas, y el juicio brota y florece
5
como hierba venenosa en los surcos del campo. Tiemblan por el becerro de Bet Avén los
habitantes de Samaría; sí, su pueblo hace duelo por él, sus sacerdotes se agitan por él, ¡por
Esta crítica religiosa se encuentra sintetizada en la célebre frase de Oseas 6,6: «Porque yo
quiero amor, no sacrificio, conocimiento de Dios, mejor que holocaustos».206 Se pone un paráme-
tro para medir el valor del culto: el culto no vale por sí mismo, no es una forma de intentar domi-
nar a Yahveh, sino que el culto se justifica sólo en cuanto vaya acompañado, o mejor, sea origen,
de la misericordia y del conocimiento de Yahveh. Si esto falla, el culto pierde todo valor. Pasa a
ser un tranquilizador de conciencia o un intento de dominación de Dios.
Lo que Oseas anhela para Israel es el conocimiento de Yahveh. Este implica:
• El reconocimiento de las grandes acciones salvíficas obradas por Yahveh en favor de su pueblo
(cf. 8,14; 9,10; 11,3; 13,4-6); en definitiva, el reconocimiento de que es Él quien da lo necesa-
rio para la vida (cf. 2,10).
• Pero, por sobre todo, el conocimiento de Yahveh debe traducirse un nuevo tipo de comporta-
miento, que no conduzca a buscar salvación lejos de Yahveh, en un juego de alianzas con los
reinos vecinos (cf. 5,13; 14,4).
• Esto permitirá el establecimiento de un nuevo tipo de Alianza entre Yahveh e Israel. Una alian-
za de una intimidad anteriormente desconocida, fundada en el amor, la justicia y la misericor-
dia, y que hará de Israel el pueblo de Yahveh (cf. 2,3.21-22.25; 11,10-11).
• Pero el más hondo pecado de Israel está en que dice conocer a Yahveh, pero en verdad no lo
conoce (cf. 6,3; 8,2-3). Por eso, en el horizonte están las nubes del castigo de Dios contra el
pueblo pecador (cf. 9,7a; 10,10.14a; 11,6; 9,17; 14,1).
En Oseas este proceso crítico se expresa también en forma de una aguda mirada sobre la
historia de Israel. El profeta revisa con cuidado la historia de Israel, pero no para poner de relieve
sus dimensiones salvíficas, sino más bien su carácter pecaminoso. Desde siempre Israel ha sido
un pueblo pecador. Incluso la monarquía es vista en toda su ambigüedad, como forma a la vez de
presencia de Dios y de pecado (cf. 3,4; 10,15; 13,10-11).
Esto le lleva a un juicio severo contra Israel. Para Yahveh, Israel es como primicias de la
vid o de la higuera, pueblo especialmente querido y cuidado, pero que rápidamente se corrompió
206
Texto citado en Mateo 9,13; y 12,7, como clave interpretativa de los preceptos legales del Antiguo Testamento.
Pero en contraste con esta historia de rebeldías aparece en toda su nitidez el amor plena-
mente gratuito y casi incomprensible de Yahveh. Yahveh ama a su pueblo gratuitamente, por
pura misericordia (14,5: «Yo sanaré su infidelidad, los amaré gratuitamente, pues mi cólera se ha
apartado de él»). Esto encuentra su última explicación en que Yahveh no es hombre, dispuesto a
descargar su ira, sino el Dios Santo, cuyas entrañas de misericordia se conmueven, y está siempre
dispuesto a perdonar (11,7-9: «Mi pueblo se ha acostumbrado a apostatar de mí; cuando invocan
a lo alto, nadie los levanta. ¿Cómo voy a entregarte Efraím? ¿Cómo voy a dejarte a tu suerte, Is-
rael? ¿Voy a entregarte como Admá, y tratarte como Seboín? Mi corazón se convulsiona dentro
de mí y al mismo tiempo se estremecen mis entrañas. No daré curso al furor de mi cólera, no vol-
veré a destruir a Efraím, porque soy Dios, no un hombre; el Santo en medio de ti, y no es mi de-
seo aniquilar»). La santidad y transcendencia de Yahveh, que es lo que lo distingue de los baales,
es la causa última de este actuar marcado por el amor. En este punto el mensaje de Oseas alcanza
su cumbre teológica: «La proclamación por parte de Oseas del amor de Dios ofrecido al hombre
en su doble vertiente de matrimonio y de filiación, de un Dios que ama simplemente porque es
Dios, reconducirá siempre la teología y la piedad a lo esencial». 207
«El menaje de Oseas es desconcertante, porque distante de nuestra lógica religiosa basada
en la secuencia pecado-conversión-perdón. La gran novedad de Oseas es la inversión de este or-
den: el perdón precede a la conversión. Es decir, Dios perdona antes de que pueblo (la mujer, el
hijo) se convierta. Lo perdona incluso en el caso de que no se convierta. Dios perdona siem-
pre».208 Deberemos esperar hasta los tiempos de Ezequiel y la crisis del Exilio para encontrar un
desarrollo más amplio de este horizonte teológico.
«Surge una pregunta: ¿Cayó en saco roto el mensaje de Amós y Oseas? La respuesta es
clara: No. Antes de que Samaria cayera, algunos fugitivos alcanzaron Judá, Allí divulgaron el
mensaje profético y alentaron la conversión de Jerusalén. Lentamente, fueron convocando un
grupo de discípulos; y, con el paso del tiempo, confeccionaron los libros de Amós y Oseas para
207
EDMOND JACOB & C.-A. KELLER & SAMUEL AMSLER Osée, Joël, Abdias, Jonas, Amos. Neuchâtel: Delachaux &
Niestlé 1992; p.16.
208
NURIA CALDUCH-BENAGES I profeti, messaggeri di Dio. Bologna: Dehoniane 2013, p. 41.
209
FRANCESC RAMIS DARDER Los profetas. Estella: Verbo Divino 2010, p. 55.
210
Concretamente: JOHANN CHRISTOPH DÖDERLEIN (1745-1792) Jesias, ex recensione textus hebraei ad codd.
quorundam mss. & versionum antiquarum latine vertit. Altdorf: 1775; y JOHANN GOTTFRIED EICHHORN (1753-
1827) Historisch-kritischen Einleitung in das Alte Testament. Leipzig: 1780-1783. Como suele pasar en este tipo
de materias, los grandes exégetas judíos del Medioevo, principalmente españoles, percibieron bien estos proble-
mas y les dieron soluciones muy semejantes a las actuales. Este caso concreto, la división entre los dos bloques
de Isaías fue propuesta por Moisés ben Samuel Ibn Gekatilla (siglo XI) y Abraham Ibn Ezra (Toledo, 1092-
1167). Lo mismo planteó el filósofo Baruch Spinoza (1632-1677).
211
BERNHARD DUHM (1847–1928), exégeta alemán del Antiguo Testamento. En su comentario sobre Isaías publica-
do en 1892 (Das Buch Jesaia übersetzt und erklärt), propone la división del libro aquí señalada.
212
Esto es lo que hacen la casi totalidad de los comentarios del libro de Isaías, que incluso confían a autores diversos
el comentario de cada una de ellas.
213
Como defendía la Pontificia Comisión Bíblica en su respuesta «Sobre la índole y el autor del libro de Isaías», del
28 junio 1908. Ver CARLOS GRANADOS y LUIS SÁNCHEZ NAVARRO (eds.) Enquiridion bíblico. Documentos de la
Iglesia sobre la Sagrada Escritura. Madrid: BAC 2010, números 276-280.
214
Por ejemplo, se ha dicho se trataría de textos de profetas que llevaban el nombre de Isaías, común en la época,
pero sin ningún tipo de vínculo entre ellos. Alguno sugiere que en el rollo donde estaban escritas las profecías de
Isaías quedaba un espacio libre, que se empleó para anotar las profecías de un profeta anónimo (es el planteam-
iento de R.H. PFEIFFER Introduction to the Old Testament. New York: Harper 1948, pp. 447-448).
215
J. Vermeylen, inscribiéndose fundamentalmente en esta corriente, propone una comprensión global del origen del
libro en cinco pasos, que resume así: «Estas son la etapas según las cuales yo creo poder reconstruir las etapas
mayores de la formación del gran libro de Isaías 1-66:
En el punto de partida se encuentran dos colecciones independientes: (1) el Proto-Isaías, cuya base está constitui-
da por los oráculos del profeta del siglo VIII, y (2) una pequeña colección deutero-isaiana. (3) Hacia el 480, el
Proto-Isaías fue objeto de una importante reelaboración, que atestigua una relectura escatológica de la obra y en
particular subraya el juicio de Yahveh sobre el mundo pagano y su capital Babilonia. La colección deutero-
isaiana, que transmite un mensaje teológico-político destinado a vincular a la población judía con Ciro, no fue
afectada por esta relectura.
Verosímilmente (4) hacia el 445 estas dos colecciones fueron reunidas por un redactor que ve en la obra empren-
dida por Nehemías el clarear de una nueva era para Sión. Él lee en el Proto-Isaías el anuncio de los duros acon-
tecimientos vividos por Jerusalén hasta ese momento, pero lee también en la colección deutero-isaiana el anuncio
de una restauración de la ciudad, precisamente esa restauración de la cual él es un testigo lleno de esperanza. En
verdad, él ya encontraba ese doble mensaje en los capítulos 1-2 del Proto-Isaías, particularmente en el poema so-
bre la ciudad fiel, rechazada pero a la cual se ha prometido una restauración (1,21-26) y en la visión del pacífico
ascenso de todas las naciones hacia Sión (2,2-4). Él va a unir ambas colecciones, presentándolas como una suce-
sión histórica. Para asegurar esta vinculación recurre a diversos medios: introduce la segunda parte de su obra con
el anuncio de una palabra de consolación (40,1-3.5), que viene a continuación de la palabra de condenación situ-
ada al inicio del libro (1,2-20); enriquece los oráculos de Isaías 1-39 y sobre todo de Isaías 40-55 con numerosos
comentarios y complementos; finalmente, corona el conjunto con un gran cuadro redaccional (56-66) que re-
sponde a los caps. 1-2. El Trito-Isaías, por tanto, no contiene los oráculos de un tercer profeta anónimo, discípulo
del Deutero-Isaías, sino que es necesario reconocer en él la obra escrita mediante la cual el redactor de tiempos de
Nehemías prolonga su reflexión a partir de Isaías 1-55.
Con (5) posterioridad al tiempo de Nehemías, la obra aún será objeto de relecturas que afectarán esta vez al con-
junto de 1-66.» (JACQUES VERMEYLEN «L’unité du livre d’Isaïe» en JACQUES VERMEYLEN (ed) The Book of
Isaiah. Le livre d’Isaïe. Les oracles et leurs relectures. Unité et complexité de l’ouvrage. Leuven: University
Press 1989; pp.52-53).
216
El manuscrito hebreo más antiguo, que contiene los profetas es el Códice de Apelo, de inicios del siglo X.
217
Se trata de un rollo de 7 metros de largo por 20 cm de alto, formado por 17 pieles de animal cosidas entre sí, y que
contiene 54 columnas de textos, con 29 líneas cada una. En él se contiene todo el texto de Isaías. Se lo conoce
con la sigla técnica de 1QIsaa. En la misma gruta aparecieron fragmentos de otro texto de Isaías, al cual se desig-
na como 1QIsab, que contiene 46 capítulos. En otras grutas se han encontrado otros 21 manuscritos, de diversas
extensiones, con textos de Isaías.
218
«Puesto que esta versión es realmente libre, parafrástica e interpretativa, algunos estudiosos han sospechado la
existencia de una Vorlage distinta del TM, aunque en la actualidad se tiende a explicar las variantes como el re-
sultado de un proceso consciente de puesta al día y actualización por parte del traductor» JOSEPH BLENKINSOPP El
libro de Isaías 1-39. Salamanca: Sígueme 2015, p. 86.
219
La tradición judía y después la cristiana han señalado que Isaías habría muerto martirizado en tiempos del rey
Manasés (687-642). Habría sido cortado por la mitad con una sierra (Hebreos 11,37 se hace eco de esta tradi-
ción). La iconografía cristiana suele representarlo con estos atributos.
220
Notar que se trata del mismo listado de reyes que aparece en Oseas 1,1.
221
Su nombre es «Tukulti-apal-ešara III», y a veces se lo designa con el sobrenombre de «Pulu». En español en oca-
siones es transcrito como Tiglatpileser. Teglatfalasar se destaca por su inventiva militar. Mejoró substancialmente
los carros de guerra y la estructura de los escudos usados por los soldados. Dotó a los soldados de botas militares
que les permitían desplazarse con una seguridad hasta entonces desconocida. Isaías 9,4 se hace eco del impacto
emotivo que produjo esta innovación en las prácticas militares. Esta altísima técnica militar facilitó sus triunfos
en la región siro-palestinense.
222
Salmanasar es la transcripción española del nombre «Šulmân-ašarid V»; Sargón la transcripción de «Šarru-kênu
II»; Senaquerib la transcripción de «Šin-ahê-eriba».
223
2 Reyes 16,7-9: 7 Ajaz envió mensajeros a Teglatfalasar, rey de Asiria, con esta misiva: «Siervo tuyo e hijo tuyo
soy. Emprende una campaña y líbrame de manos del rey de Aram y del rey de Israel, que se han alzado contra
mí». 8 Ajaz tomó la plata y el oro que se encontraba en el templo de Yahvé y en los tesoros del palacio real y lo
envió como regalo al rey de Asiria. 9 El rey de Asiria atendió su demanda, marchó contra Damasco, la conquistó,
deportó (sus habitantes) a Quir y mató a Rasón.
224
2 Reyes 16,10-18: 10 Cuando el rey Ajaz fue a Damasco a recibir a Teglatfalasar, rey de Asiria, y vio el altar que
había en Damasco, envió al sacerdote Urías un modelo del altar y un proyecto para su reproducción. 11 El sacer-
dote Urías construyó el altar conforme a las instrucciones enviadas por el rey Ajaz desde Damasco; (de esta for-
ma el sacerdote Urías construyó el altar, antes incluso de que el rey Ajaz regresara de Damasco). 12 Cuando, a su
regreso de Damasco, el rey vio el altar, se acercó y subió a él, 13 quemó su holocausto y su ofrenda y vertió su li-
bación sobre el altar, que asperjó con la sangre de los sacrificios de comunión. 14 Respecto al altar de bronce que
estaba ante Yahvé, lo retiró del lugar que ocupaba ante el templo, entre el (nuevo) altar y el templo de Yahvé, y
lo instaló al lado norte del (nuevo) altar. 15 Después el rey Ajaz ordenó al sacerdote Urías: «Sobre este gran altar
quemarás el holocausto de la mañana y la ofrenda de la tarde, el holocausto y la ofrenda del rey, el holocausto, la
ofrenda y las libaciones de todo el pueblo del país. Aspergerás (el altar) con la sangre de todos los holocaustos y
la sangre de todos los sacrificios. En cuanto al altar de bronce, yo decidiré». 16 El sacerdote Urías hizo cuanto el
rey Ajaz le había ordenado.
17
El rey Ajaz desmontó los paneles de las basas y retiró la pila que estaba encima. Bajó también el Mar que esta-
ba sobre los bueyes de bronce y lo colocó sobre un pavimento de piedra. 18 En atención al rey de Asiria tuvo que
retirar el estrado del trono construido en el templo de Yahvé y la entrada exterior del rey.
225
2 Reyes 19,35-37: 35 Aquella misma noche el Ángel de Yahvé avanzó e hirió en el campamento asirio a ciento
ochenta y cinco mil hombres. Al amanecer eran todos cadáveres. 36 Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campa-
mento y regresó a Nínive, quedándose allí. 37 Mientras estaba celebrando el culto en el templo de su dios Nisroc,
sus hijos Adramélec y Saréser lo mataron a espada. Huyeron al país de Ararat y su hijo Asaradón reinó en su lu-
gar.
226
2 Reyes 18,14-16: 14 Ezequías, rey de Judá, envió este mensaje a Senaquerib, a Laquis: «He cometido un error;
déjame tranquilo y soportaré cuanto me impongas.» El rey de Asiria impuso a Ezequías, rey de Judá, el tributo de
trescientos talentos de plata y treinta talentos de oro. 15 Ezequías entregó todo el dinero que se encontraba en el
templo de Yahvé y en los tesoros del palacio real. 16 En aquella ocasión Ezequías rompió las puertas del santuario
de Yahvé y los batientes que Ezequías, rey de Judá, había revestido de oro, y los entregó al rey de Asiria.
227
La mirada asiria de lo sucedido está narrada en los Anales de Senaquerib: «Por cuanto Ezequías de Judá no se
sometió a mi yugo, puse sitio a 46 de sus ciudades fortificadas, fuertes amurallados y numerosas aldeas en sus
cercanías; [las] conquisté por medio de bien elaboradas rampas [de tierra]... Saqué [de ellas] 200.150 personas,
jóvenes y viejos, hombres y mujeres, [así como] caballos, mulas, asnos, camellos, incontable ganado mayor y
menor, que tomé como botín. A él mismo lo hice prisionero en Jerusalén, su residencia real, como si fuera un pá-
jaro en su jaula. Lo rodeé con terraplenes para hacer la vida imposible a quienes abandonaban las puertas de la
ciudad... Así reduje su país y todavía aumenté el tributo y las ofrendas katru [debidas a mí como a su] soberano;
fue una imposición [posterior] añadida al tributo antes [señalado] que se me debe entregar anualmente. Ezequías
mismo... cuando sus tropas irregulares y escogidas lo hubieron abandonado, me envió, más tarde, a Nínive, mi
señorial ciudad, 30 talentos de oro, 800 talentos de plata, piedras preciosas, antimonio, grandes trozos de piedra
roja... sus hijas, sus concubinas y sus músicos, hombres y mujeres» (texto integro en J. B. PRITCHARD (ed.) An-
cient Near Eastern Texts Relating to the Old Testament. Princeton: University Press 1969, p. 288.
228
La cronología del reinado de Jotam es muy compleja, porque actuó como regente de su padre Ozías, largamente
enfermo de lepra. Su regencia posiblemente inicia el 759.
229
Para entender apropiadamente la propuesta realizada por Isaías de una actitud de confianza frente a los ataques es
útil recordar que en la antigüedad la estrategia militar se basaba en armas defensivas: murallas y fosos; y no en
armas ofensivas, como es en la actualidad (bombas, misiles…). Y desde este punto de vista, las murallas de Jeru-
salén, unidas a su situación geográfica, le daban mucha seguridad. Era una ciudad que solo se podía conquistar
por medio de largos asedios.
230
El asunto de la fecha exacta de la muerte de Ajaz y del inicio del reinado de Ezequías es un asunto discutido. Hay
quienes señalan que Ajaz habría muerto el 727, y que en ese momento habría comenzado a reinar Ezequías, como
menor de edad. Eso supondría que en los primeros años hubo un regente, del cual desconocemos los datos. Eso
supondría dividir el reinado de Ezequías en dos períodos: el de la minoría de edad (727-715), en el cual el reino
está en manos de un desconocido regente, que continúa la política de Ajaz, y el período de la mayoría de edad, en
el cual el rey actúa desde sus propios criterios. El asunto no está resuelto ni en un sentido ni en otro.
231
JOSÉ LOZA VERA Introducción al profetismo. Isaías. Estella: Ed. Verbo Divino 2011, p. 180.
232
JOSÉ LOZA VERA Introducción al profetismo. Isaías. Estella: Ed. Verbo Divino 2011, p. 181.
233
J. L. Sicre intenta una reconstrucción de los diversos momentos de la actividad de Isaías, atribuyendo a cada uno
de ellos los diversos oráculos (cf. JOSÉ LUIS SICRE Introducción al al profetismo bíblico. Estella: Verbo Divino
2011, pp. 218-224). A su juicio lo que «parece seguro (es): a) que Isaías se opuso decididamente a la rebelión
desde los primeros momentos; b) que condenó la alianza con Egipto; c) que consideró la invasión asiria como
justo castigo por la actitud del pueblo; d) que, a pesar de lo anterior, prometió la salvación de Jerusalén; e) que la
actitud posterior del pueblo volvió a desilusionarlo» (Ibid p. 224).
234
Este ordenamiento no sigue un criterio cronológico, sino que parece corresponder a un cierto «esquema tipo» que
se impuso para el ordenamiento de los materiales de los grandes profetas. Encontramos esquemas semejantes en
Ezequiel (1-24: amenazas y castigos; 25-32: oráculos contra las naciones; 33-37: promesas de restauración. Y en
38-39 y 40-48 dos apéndices) y en Jeremías, tal como lo ordenan los LXX (según la numeración de los LXX: 1-
25: amenazas y castigos; 26-36: oráculos contra las naciones; 37-38: oráculos de esperanza. Y dos apéndices en
39-51 y 52).
235
GERHARD VON RAD Teología del Antiguo Testamento. t. II: Teología de las tradiciones proféticas de Israel. Sa-
lamanca: Sígueme 2000; p.187.
236
De este hecho arranca una discusión erudita, a mi entender mal planteada, respecto de si este sería un relato de
vocación o un relato de misión. De algún modo es ambas cosas. Y quizá por eso mismo no está situado al inicio
del libro, sino en el cap. 6. En todo caso, se debe señalar que en él se recoge la experiencia de los primeros años
de actividad profética de Isaías.
239
Toda esta temática puede vincularse expresamente con otra línea de pensamiento muy característica del Antiguo
Testamento: ver a Dios acarrea la muerte para el ser humano (cf. Génesis 32,31; Éxodo 33,20; Jueces 6,22-23).
Isaías reinterpreta acá este tema en una clave propiamente moral.
240
Es un texto ampliamente citado en el Nuevo Testamento: Marcos 4,12 // Mateo 13,14 // Lucas 8,10; Hechos
28,26-27; Juan 12,38-41. Es un texto usado para explicar el rechazo del Israel histórico.
241
Una traducción en este sentido, en parte influenciada porque se está traduciendo el texto de los LXX, es la que se
da a propósito de Mateo 13,14b-15 en algunas versiones recientes: «Así se cumple en ellos la profecía de Isaías:
Ustedes oyen, pero no comprenden, y por más que miran no ven, pues se endureció el corazón de este pueblo, sus
oídos escucharon con dificultad y sus ojos se cerraron, no sea que vean bien con los ojos, oigan bien con los oí-
dos, entiendan con el corazón, se arrepientan y yo los sane» (CELAM Biblia de la Iglesia en América. Madrid:
PPC 2015). «En el caso de ellos se cumple lo que dijo el profeta Isaías: Por más que escuchen, no entenderán, por
más que miren, no verán. Pues la mente de este pueblo está entorpecida, tienen tapados los oídos y han cerrado
sus ojos, para no ver ni oír, para no entender ni volverse a mí, para que yo no los sane.» (SOCIEDADES BÍBLICAS
UNIDAS Biblia de Estudio, Dios habla hoy. Sociedades Bíblicas Unidas: 1994). «Por mucho que oigáis no enten-
deréis, por mucho que veáis no percibiréis: Porque está embotada la mente de este pueblo; son duros de oído, han
cerrado los ojos para no ver con los ojos ni oír con los oídos ni entender con la mente ni convertirse para que yo
los cure.» (J. MATEOS y L. ALONSO SCHÖKEL (eds.) Nuevo Testamento. Madrid: Cristiandad 1987 [2ª ed.]).
242
Un buen ejemplo de esta explicación: «Hay aquí un hebraísmo no sólo de expresión sino de pensamiento. No se
trata solamente de una torpeza en la elección de un vocabulario que no logra expresar nítidamente la distinción
entre aquello que es permiso de Dios y aquello que es voluntad divina. Existe una confusión entre ambos domi-
nios. Para el israelita no hay oposición entre dos afirmaciones aparentemente incompatibles: que Dios endurece el
corazón del Faraón (Éxodo 4,21; 7,3; etc.) y que el Faraón mismo se empecina (Éxodo 7,1.3-4.22; 8,15; etc.).
Dios y el Faraón son dos causas simultáneas del endurecimiento del corazón. Pero ellos no parecen serlo de la
misma manera. Nosotros diríamos, en lenguaje moderno, que Dios manifiesta y sanciona un endurecimiento del
cual el hombre es el responsable. Lo mismo se puede decir de la misión de Isaías: los oyentes no son inocentes
del hecho que Dios endurezca sus corazones, por el contrario, su pecado es develado, manifestado por la predica-
ción del profeta. Esta teología, lejos de ser repudiada por el Nuevo Testamento, es retomada por Jesús (Mateo
13,13) y por sus discípulos (Mateo 13,14ss; Hechos 28,25ss; cf. Juan 12,39-40) para explicar el rechazo de los
judíos.» PAUL AUVRAY Isaïe 1-39. Paris: Gabalda 1972, pp. 90-91.
243
«Isaías fue enviado a proclamar la palabra de Dios a un pueblo que no estaba dispuesto a escucharla. Aunque trató
de hacerles ver y comprender, ellos, empezando por Ajaz, siguieron sus propios criterios, no los del Señor. De
allí el resultado paradójico de su predicación: la palabra de Dios anunciada por el profeta, al no ser escuchada ni
obedecida, deja a sus oyentes más ciegos y endurecidos de lo que habían estado antes de oírla» SOCIEDADES BÍ-
BLICAS UNIDAS Biblia de Estudio. Dios habla hoy. 2013, nota a Isaías 6,10.
244
Así sugiere interpretar este texto la Biblia de Jerusalén: «Esta frase, muy semítica en su forma, no significa que el
endurecimiento del pueblo sea directamente querido por Dios; está previsto por Dios, entra en sus designios, y
por lo mismo no debe desanimar al profeta» (Biblia de Jerusalén. Bruxelles: Desclée de Brouwer 1967 1, nota a
Isaías 6,10). «La predicación del profeta tropezará con la incomprensión de sus oyentes. Los imperativos aquí
empleados no deben engañar; son el equivalente de indicativos; cf. 29,9: Dios no quiere esta incomprensión, la
prevé y sirve a sus designios. Manifiesta el pecado del corazón y precipita el juicio.» (Biblia de Jerusalén. Bil-
bao: Desclée de Brouwer 20094, nota a Isaías 6,10).
245
El relato «ha sido reunido como una representación cuidadosamente formulada de la afirmación de que Isaías ha
sido admitido en el consejo divino, de que, por ello, conoce los planes divinos, y de que ha sido encargado de lle-
var a cabo esos planes en el mundo de la política de Judá y de la política internacional. Así, pues, el “mensaje” es
Este relato vocacional aparece como una suerte de condensado de lo más original de la
teología de Isaías. Aquí están presentes cuatro temas que le son muy queridos: (1) la santidad de
Dios, y (2) frente a ella la conciencia del pecado personal y colectivo, (3) la necesidad de un seve-
ro castigo al pueblo infiel, (4) pero a la vez la esperanza de salvación a partir de un resto. De esto
hace una experiencia personal Isaías, y en ello está lo más hondo de su vocación. «La experiencia
de la vocación abre a Isaías a un mundo nuevo. De las verdades tradicionales, de la piedad juve-
nil, pasa a captar el gran plan de Dios con respecto a su pueblo». 247 El encuentro con la descon-
certante santidad de Yahveh es lo que constituye a Isaías como profeta. Y este será el eje articu-
lador de su profecía.
10.3.2. Oráculos de los primeros 12 capítulos de Isaías
Ya hemos señalado con anterioridad la extrema complejidad que plantea la exégesis de
los oráculos de Isaías. Dentro de este conjunto, los oráculos de los primeros tiempos, reunidos
básicamente en los capítulos 1-12, son algo más fácil de analizar. Presentaremos una breve sínte-
sis de algunos de los temas importantes presentes en ellos.
a. Crítica social y religiosa. En sus primeros tiempos, Isaías comienza predicando seve-
ramente contra la corrupción reinante en el reino de Judá. Su mensaje no es particularmente no-
que la misión era obra de Dios y que su fracaso había sido previsto y predispuesto, de modo que no podía culpar-
se al vidente» JOSEPH BLENKINSOPP El libro de Isaías 1-39. Salamanca: Sígueme 2015, p. 223.
246
La expresión «el Santo de Israel» es usada 13 veces en Isaías, 10 en el deutero Isaías, 2 en trito Isaías, y 5 en resto
de los libros del Antiguo Testamento.
247
JOSÉ LUIS SICRE Introducción al profetismo bíblico. Estella: Verbo Divino 2011, p. 217.
Israel vive una situación anárquica, en la cual va perdiendo todos sus puntos de apoyo.
Sus autoridades son ineptas, y nadie quiere comprometerse con la suerte del país. Yahveh enta-
blará un juicio contra las autoridades que han conducido al pueblo a esta catástrofe, en la cual se
está machacando el rostro de los pobres (3,1-15: «… Ustedes han depredado la viña, en sus casas
se oculta el despojo de los pobres. Pero, ¿qué les importa? Machacan a mi pueblo y muelen el
rostro de pos pobres, oráculo del Señor Sebaot»).
Al igual que a Amós, a Isaías molesta profundamente el lujoso pasar de las elegantes se-
ñoras de Jerusalén, vestidas con elegancia, que no se dan cuenta que bajo tan lujosos ropajes está
la miseria y la hediondez del país: Isaías 3,16-24:
16
3 Dice Yahvé: «Por ser altivas las mujeres de Sión, por andar con el cuello estirado, ha-
ciendo guiños con los ojos; por caminar a pasitos menudos, haciendo sonar las ajorcas de
17
sus pies, rapará el Señor el cogote de las mujeres de Sión; Yahvé destapará su desnu-
18 19
dez». Aquel día quitará el Señor el adorno de las ajorcas, los solecillos y las lunetas; los
20
aljófares, las lentejuelas y los cascabeles; los peinados, las cadenillas de los pies, los ce-
21 22
ñidores, los pomos de olor y los amuletos, los anillos y aretes de nariz; los vestidos pre-
23
ciosos, los mantos, los chales, los bolsos, los espejos, las ropas finas, los turbantes y las
24
mantillas. Por debajo del bálsamo habrá hedor; por debajo de la faja, soga; por debajo de
la peluca, calvicie; por debajo del traje, arpillera; por debajo de la hermosura, vergüenza.
La vida lujosa de los que amontonan casas y campos, de los que viven en orgías y em-
briagueces, de los que con sus influencias tuercen la justicia, merece duros calificativos por parte
248
Este tema lo desarrolla el Deuteronomio con la imagen de tener ojos para ver a Dios (Deuteronomio 29,3), a un
Dios que siempre está actuando cercanamente (Deuteronomio 4,29; 30,14).
Porque Israel se acerca a Dios de un modo inapropiado, torciendo el culto. De tal modo
que el pueblo no recibe la sabiduría de Dios que le permita tener un corazón que comprenda sus
caminos; ojos que vean y oídos que escuchen. «Solo hay arpas y cítaras, pandero y flauta en sus
libaciones, y no contemplan la obra de Yahveh, no ven la acción de sus manos» (5,12). Por su
realeza y su santidad Yahveh condena la injusticia, denunciando el atropello de los débiles y
oprimidos. La injusticia pone en evidencia que existe un «desconocimiento» de Yahveh. La res-
puesta apropiada al Dios santo es la fe; la adhesión incondicionada a su designio de amor y a su
presencia salvífica en la historia (cf. 30,1-5; 31,1). Lo que Dios pide a su pueblo es justicia
(+fPº$im / mishpat) y rectitud (hfqd
f ºc / sedaqah). Si faltan a estos grandes principios, es porque se
trata de un pueblo que ha perdido su identidad. Y en ese caso Yahveh ejecutará su juicio por me-
dio de las naciones paganas, que obedecen sus órdenes (5,26-30; 7,18-20; 10,5-6).
● Como intento de síntesis de las dimensiones anteriores, Isaías llega a una serie de imá-
genes que le sirven para caracterizar la situación de Judá. En ellas se muestra la fuerza del poeta
y la profundidad del profeta. Israel son hijos creados por Dios, que se han rebelado contra Él, al
punto que se comportan peor que un buey o un asno, que al menos saben reconocer a sus amos
(1,2-3: «… hijos crié y saqué adelante, pero se rebelaron contra mí. Conoce el buey a su dueño, y
el asno el pesebre de su amo; pero Israel no conoce, mi pueblo no discierne»). Son un pueblo al
que Yahveh ha azotado hasta el extremo, al cual ya no le queda ninguna parte sana en su cuerpo,
pero que así y todo no se convierten (1,4-7: «… Han abandonado a Yahveh, han despreciado al
Santo de Israel, le han dado la espalda. ¿Dónde golpearlos ya, rebeldes contumaces? La cabeza
está toda enferma, todo el corazón debilitado. De la planta del pie a la cabeza no queda en él cosa
sana: golpes, magulladuras, heridas frescas, ni cerradas ni vendadas, ni ablandadas con acei-
te…»). La guerra está asolando hasta tal extremo al país, que ya las mujeres ni siquiera encuen-
tran un varón que les deje descendencia; es un pueblo que se acaba (3,25 – 4,1).
Una imagen particularmente lograda es la comparación de Israel con una viña, amada y
cuidada con particularísimo cariño por Yahveh, pero que no da fruto, defraudando a su dueño.
Así sucede con Israel, del cual Yahveh esperaba justicia y hay iniquidad, honradez y hay alari-
dos: Isaías 5,1-7:249
1
5 Voy a cantar a mi amigo la canción de su amor por su viña. Mi amigo tenía una viña en
2
un fértil otero. La cavó y despedregó, y la plantó de cepa exquisita. Edificó en medio una
249
La imagen tendrá importantes ecos en el Antiguo Testamento. Entre ellos: Jeremías 2,21; Ezequiel 15,1-8; 19,10-
14; Salmo 80[79],9-19; Isaías 27,2-5. También está presente en el Nuevo Testamento; en la parábola de los viña-
dores homicidas (Marcos 12,1-12 // Mateo 21,33-44 // Lucas 20,9-19); y en la alegoría de la vid (Juan 15,1-6).
c. Anuncio del Mesías y de una esperanza para Israel. La percepción de las vacilacio-
nes que vive Judá en este conflicto lleva a Isaías a profetizar que Yahveh le dará a Israel una roca
firme y definitiva, en la cual pueda afirmarse sin temores. Esta roca es un ungido (áhyi$æm / mas-
híah = xristo¢j / christós = mesías) de la familia de David, por lo tanto rey, en el cual reposará el
Espíritu de Yahveh. Este ungido será enteramente justo, e implantará en la tierra la justicia de
Yahveh, esa justicia que se nota principalmente en el respeto por el pobre, que no tiene como
defenderse. La justicia del mesías será de tal magnitud que provocará un resurgimiento de la
misma naturaleza, y un retorno al estado de paz paradisíaco.
Los grandes textos mesiánicos de Isaías son dos: 9,1-6; y 11,1-9:250
1
9 El pueblo que andaba a oscuras percibió una luz cegadora. A los que vivían en tierra e
2
sombras una luz brillante los cubrió. Acrecentaste el regocijo, multiplicaste la alegría: ale-
3
gría por tu presencia, como la alegría en la siega, como se regocijan repartiendo botín.
Porque el yugo que les pesaba y la coyunda de su hombro —la vara de su tirano— has roto,
4
como el día de Madián. Porque la bota que taconea ruidosa y el manto empapado en san-
5
gre serán para la quema, pasto del fuego. Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se
nos ha dado. En su hombro traerá el señorío, y llevará por nombre: «Maravilla de Conseje-
6
ro», «Dios Fuerte», «Siempre Padre», «Príncipe de Paz». Grande es su señorío, y la paz
no tendrá fin sobre el trono de David y sobre su territorio, para restaurarlo y consolidarlo por
la equidad y la justicia, desde ahora y hasta siempre. El celo de Yahvé Sebaot piensa ejecu-
tar todo eso.
1 2
11 Dará un vástago el tronco de Jesé, un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre
él el espíritu de Yahvé: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza,
3
espíritu de ciencia y temor de Yahvé. Y se inspirará en el temor de Yahvé. No juzgará por
4
las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, con rectitud a
los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus
250
Otro par de oráculos presentes en estos capítulos parecen ser de origen post exílico: 4,2-6 y 11,10-16.
Estos textos se sitúan sobre el telón de fondo de la percepción de este pueblo que necesita
ser purificado (1,25-26), hasta quedar sólo un pequeño resto (10,20-23: «Aquel día el resto de
Israel, los liberados de la casa de Jacob, ya no se apoyarán en su agresor; se apoyarán con firmeza
en Yahveh, el Santo de Israel. Un resto volverá, el resto de Jacob, al Dios guerrero. Que aunque
sea tu pueblo, Israel, numeroso como la arena del mar, solo un resto de él volverá. El exterminio
decidido rebosa justicia. Porque es un exterminio decidido lo que el Señor Sebaot realizará en
medio de toda la tierra»). Este pequeño resto que quede necesita que se le regale una piedra angu-
lar, sólida, que evite sus inseguridades y vacilaciones (28,16-17a: «Por tanto, esto dice el Señor
Dios: “Voy a poner por fundamento en Sión una piedra selecta, angular, preciosa, que sirva de
base: quien tenga fe no vacilará. Pondré la equidad como plomada y la justicia como nivel»).251
Esta posibilidad de renovación está íntimamente ligada a Jerusalén, respecto de la cual se
visualiza un esplendor escatológico, en un texto de muchísima influencia en la historia religiosa
de Israel y del cristianismo: Isaías 2,1-5:252
1 2
2 Visión que tuvo Isaías, hijo de Amós, tocante a Judá y Jerusalén. Sucederá en días
futuros: el monte de la Casa de Yahvé se afianzará en la cima de los montes, se alzará por
3
encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, acudirán pueblos numerosos. Di-
rán: «Vengan, subamos al monte de Yahvé, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos
enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos». Pues de Sión saldrá la Ley, de Je-
4
rusalén la palabra de Yahvé. Juzgará entre las gentes, será árbitro de pueblos numerosos.
Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará la espada na-
5
ción contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra. Adelante, Casa de Jacob, camine-
mos a la luz de Yahvé.
251
Esta temática de la piedra angular el Nuevo Testamento la refiere a Jesús: Mateo 21,44; Efesios 2,20; 1 Pedro 2,4-
8; y en alguna medida también al apóstol Pedro: Mateo 16,18.
252
Texto casi idéntico a Miqueas 4,1-5.
253
No confundir a este profeta con Miqueas ben Yimlá, profeta que actuó en el reino del norte hacia el año 800; y del
cual habla 1 Reyes 22,1-40.
254
En 4,6-8 aparece por primera vez el tema de las ovejas dispersas y de los pastores, que posteriormente desarrolla-
rán Sofonías 3,19 y Ezequiel 34,1-30. Es un tema que será importante para la cristología neotestamentaria.
255
Este tema del «resto de Israel» es compartido por Miqueas (4,7; 5,2; 5,6-7) y por Isaías (4,3; 6,13; 7,3; 10,19-21;
38,5-6; 37,4).
256
Texto citado en Mateo 2,6 y Juan 7,42.
257
Este texto inspira el canto de la adoración de la cruz en la liturgia del Viernes Santo.
258
Temática de Miqueas 7,6 es retomada por el Nuevo Testamento en Mateo 10,35-36 // Lucas 12,53, en el contexto
del material Q del discurso de misión.
259
Texto citado en el cántico neotestamentario del Magnificat: Lucas 1,73
260
BENITO MARCONCINI (ed) Profeti e apocalittici. Leumann, Torino: Elledici 2007, p. 128
1
5 En cuanto a ti, Belén Efratá, la menor entre los clanes de Judá, de ti sacaré al que ha
2
de ser el gobernador de Israel; sus orígenes son antiguos, desde tiempos remotos. Por
eso, él los abandonará hasta el momento en que la parturienta dé a luz y el resto de sus
3
hermanos vuelva con los hijos de Israel. Pastoreará firme con la fuerza de Yahvé, con la
majestad del nombre de Yahvé su Dios. Vivirán bien, porque entonces él crecerá hasta los
4
confines de la tierra. El vencedor futuro de Asiria. Él será la paz. Cuando Asiria invada
5
nuestra tierra, y pise nuestro suelo, le opondremos siete pastores y ocho capitanes. Ellos
pastorearán a Asiria con la espada, y al país de Nemrod con el acero. Él nos librará de Asi-
ria, cuando invada nuestra tierra, y pise nuestro territorio.
1
6 Escuchen lo que dice Yahvé: «¡Levántate, llama a juicio a los montes y que las colinas
2
escuchen tu voz!» Escuchen, montes, el juicio de Yahvé, presten oído, cimientos de la tie-
3
rra, pues Yahvé entabla juicio con su pueblo, se querella contra Israel: «Pueblo mío, ¿qué
4
te he hecho? ¿En qué te he molestado? Respóndeme. Pues yo te saqué del país de Egip-
5
to, te rescaté de la esclavitud y mandé delante de ti a Moisés, Aarón y María. Pueblo mío,
recuerda lo que maquinaba Balac, rey de Moab, y lo que le contestó Balaán, hijo de Beor, ...
6
desde Sitín hasta Guilgal, para que comprendas la justicia de Yahvé». «¿Con qué me pre-
sentaré ante Yahvé y me inclinaré ante el Dios de lo alto? ¿Me presentaré con holocaustos,
7
con terneros de un año? ¿Aceptará Yahvé miles de carneros, miríadas de ríos de aceite?
8
¿Ofreceré mi primogénito por mi delito, el fruto de mis entrañas por mi propio pecado?»
«Se te ha hecho saber, hombre, lo que es bueno, lo que Yahvé quiere de ti: tan sólo respe-
tar el derecho, amar la lealtad y proceder humildemente con tu Dios».
1
7 ¡Ay de mí, que me parezco a las recolecciones de verano, a las rebuscas de la vendi-
2
mia! ¡Ni un racimo que comer, ni una breva de las que me gustan! ¡Los fieles han desapa-
recido del país, no queda un justo entre los hombres! Todos planean asesinatos, cada cual
3
tiende trampas a su hermano. Adiestran sus manos para el mal: el príncipe impone exi-
gencias, el juez actúa por soborno, el poderoso declara su propia codicia y él y ellos lo tra-
4
man. Su bondad es como un cardo, su rectitud como un espino. ¡El día del juicio y de su
5
inspección ha llegado! ¡Ahora vendrá su desgracia! ¡No se fíen del compañero, no confíen
6
en el amigo; guarda las puertas de tu boca, de la que duerme en tus brazos! Porque el hijo
deshonra al padre, la hija se alza contra su madre, la nuera contra su suegra, y los enemi-
7
gos de cada cual son los de su casa. Pero yo aguardo a Yahvé, espero en el Dios de mi
salvación: mi Dios me escuchará.
261
De MARIO LIVERANI Más allá de la Biblia. Historia antigua de Israel. Barcelona: Crítica 2005, p. 236.
262
«Jeremías vive en uno de los períodos más turbulentos de la historia del Próximo Oriente Antiguo. Fue testigo de
la caída de un gran imperio y del nacimiento de otro mucho más grande. Trastornado por su desorden interno, el
reino de Judá, que estaba entonces en manos de reyes que dejaban mucho que desear, encontró su perdición al re-
sistirse a esta fuerza históricamente avasalladora» GUY P. COUTURIER COUTURIER «Jeremías» en BROWN, RAY-
MOND E. & FITZMYER, JOSEPH A. & MURPHY, ROLAND E. (eds.) Nuevo comentario Bíblico San Jerónimo. Anti-
guo Testamento. Estella: Verbo Divino 2005. p. 406.
263
Este episodio, narrado en 2 Reyes 23,4-24 es un paso crucial de la llamada Reforma deuteronomista. Se tiende a
identificar el texto encontrado en este momento con nuestro actual libro del Deuteronomio; o al menos con las
secciones fundamentales del mismo.
La decadencia Asiria va unida a un movimiento social que implica un cambio radical en
los centros de poder. Asiria se desintegra velozmente. Por breves momentos Egipto parece reco-
brar una cierta preeminencia. Pero quienes en verdad van a surgir como potencia incontrastable
con los babilonios. Ellos conquistan Nínive en el año 612,264 acabando con el otrora poderoso
imperio Asirio. En el 609 los babilonios comienzan a enfrentar a Egipto. En las escaramuzas gue-
rreras de la época muere Josías, en manos de los egipcios, cerca de Meguido (2 Reyes 23,29-30:
«En sus días [de Josías] el faraón Necó, rey de Egipto, marchó hacia el río Éufrates, donde el rey
de Asiria. El rey Josías le salió al paso, pero, en cuanto le hizo frente, Necó lo mató en Meguidó.
Sus hombres condujeron su cuerpo en carro desde Meguidó, lo trasladaron a Jerusalén y lo ente-
rraron en su sepulcro. El pueblo del país tomó a Joacaz, hijo de Josías, y lo ungieron y proclama-
ron rey, en lugar de su padre»).
La muerte de Josías puso a Israel ante el despeñadero final.265 Los reyes que siguieron
fueron simples títeres en manos de los imperios de turno. La mayoría de ellos tuvo un final trági-
co. En el año 598/597 Jerusalén cayó por primera vez en manos de los babilonios. Buena parte de
los grupos dirigentes del país fueron deportados a Babilonia, entre ellos el depuesto rey Joaquín
(quien vivió muchos años desterrado en Babilonia; cf. 2 Reyes 25,27-30; Jeremías 52,31-34).
También partió al exilio Ezequiel, aunque aún no había iniciado su actividad profética. El rey
Sedecías, impuesto por los babilonios intentó salvar los últimos restos del reino, pero Jerusalén
cayó definitivamente en manos de los babilonios el 587/586, siendo incendiada y arrasada. Es el
inicio del destierro en Babilonia, y de la diáspora, la dispersión de los judíos por el mundo.
2. Josías (639-609)
264
El anuncio de la ruina de Nínive es el contexto directo de la actuación del profeta Nahúm. Su pequeño libro es un
canto de gozo por la ruina de la ciudad sanguinaria, que por tanto tiempo humilló a Israel: «¡Tu herida no tiene
remedio, tu llaga es incurable! Los que tienen noticias tuyas baten palmas contra ti; pues ¿sobre quién no cayó sin
tregua tu maldad?» (Nahúm 3,19).
265
La actividad profética de Habacuc debe situarse, verosímilmente, entre los años 609-597. Es decir, entre la muer-
te de Josías y la primera caída de Jerusalén en manos de los babilonios. Se trata, por tanto, de un libro marcado
por el dominio egipcio sobre Judá, en conflicto con el creciente y arrasador desarrollo de babilonia. La impresión
causada en Israel por los babilonios está bien expresada en este texto: «Pienso movilizar a los caldeos, un pueblo
cruel y fogoso, que recorre las anchuras de la tierra, para adueñarse de países lejanos. Es terrible y espantoso, im-
pone su ley y su poder; son más raudos que panteras sus caballos, más ágiles que lobos esteparios. Sus jinetes ga-
lopan, vienen de lejos sus jinetes, vuelan como águila que se lanza a devorar. Llegan todos para hacer violencia,
son sus rostros ardientes, como viento del este, amontonan cautivos como arena» Habacuc 1,6-9.
266
En hebreo, rá(án / na’ar = muchacho, término que se ha prestado a que los comentaristas precisen edades muy
diversas: desde los 17/18 a los 25/30 años de edad. Puede significar desde «niño» a «joven en edad militar».
267
La fecha exacta, sin embargo, es discutida. Hay quienes niegan que Jeremías haya tenido algún tipo de actividad
profética en tiempos de Josías. Y que, por lo mismo, su vocación sería posterior al 609. Parece razonable mante-
ner la fecha tradicional: el año 13 del rey Josías (1,2).
268
«En Jeremías se disocian el hombre y el cometido profético, llegando a graves tensiones que amenazan toda su
profesión de profeta. El ministerio de profeta, en su forma tradicional, entra en grave crisis a causa de esa esci-
sión entre el hombre y el profeta. Por ser hijo de su tiempo, ya no era posible que Jeremías se rindiese a la volun-
tad de Yahveh; tenía que preguntar, tenía que comprender. Compartió con muchos de sus contemporáneos la sen-
sibilidad, vulnerabilidad y agresividad frente a la problemática religiosa. Su espiritualidad tenía incomparable-
mente más matices que la de Amós o Miqueas. Hay también en él una rebeldía, un revolverse contra los golpes
del destino, que los tiempos precedentes, más sumisos todavía en la fe, hubieran soportado probablemente con
más resignación. Por un lado estaba unido a Yahveh, y le estuvo sometido como solamente lo podía estar un pro-
feta; pero por otro tenía que abrirse a la libre reflexión, y la amplitud de sus reflexiones teológicas muestra preci-
samente cuan seriamente tomó esa postura espiritual, que propiamente caía ya fuera de su vocación profética.
Desde este punto de vista hay que considerar a Jeremías como un fruto tardío en la serie de los profetas.» GER-
HARD VON RAD Teología del Antiguo Testamento. t. II: Teología de las tradiciones proféticas de Israel. Sala-
manca: Sígueme 2000; p. 256.
269
Como dice un autor: «El profetismo, tomado en su conjunto, constituye la espina dorsal del Antiguo Testamento
... El profeta por excelencia, aquel que nos va a permitir intuir un poco la experiencia vivida de estos hombres y
su rol en la historia es, sin duda posible, Jeremías» (ANDRÉ RIDOUARD Jérémie, l’épreuve de la foi. Paris: Cerf
1983 p. 7). WILLIAM L. HOLLADAY Jeremiah. A Commentary on the Book of the Prophet Jeremiah. Minneapolis:
Fortress Press 1989, tomo 2, pp. 80-95 buenas indicaciones sobre el impacto producido por Jeremías, desde el
impacto en sus contemporáneos hasta el impacto en el Nuevo Testamento.
270
Al cual se hace referencia en Jeremías 36,2-8; 36,32. Provendría de los años 605/604.
271
«El libro es producto de una tradición que valoró a Jeremías como profeta verdadero de YHVH en una época muy
convulsionada de su historia, guardó a lo largo del tiempo historias y palabras relacionadas con él y con otros
personajes como Baruc, y moldeó estas tradiciones siguiendo la promesa del Deuteronomio de un nuevo profeta
como Moisés» MERCEDES GARCÍA BACHMANN «Jeremías» en LEVORATTI, ARMANDO J. (ed.) Comentario Bíbli-
co Latinoamericano. Estella: Verbo Divino 2007. Antiguo Testamento, Tomo 2, p. 333.
Como es evidente, este debate se vincula al asunto del valor histórico o «autenticidad» de
los diversos textos del libro de Jeremías. Hay un amplio abanico de posiciones que van desde
negar el valor histórico de casi todos los textos, hasta aceptar la historicidad de la enorme mayo-
ría de ellos. La tendencia predominante afirma con claridad la autenticidad de oráculos poéticos,
presentes en los capítulos 1 – 25. Los textos cuya autenticidad habitualmente es puesta en cues-
tión de modo más radical son los llamados «discursos deuteronómicos» del profeta.277 Se los
272
El texto masorético es un octavo más extenso que el de los LXX; es decir el hebreo tiene unas 2.700 palabras más
que el griego, según los cálculos de KARL HEINRICH GRAF Der Prophet Jeremia. Erklärt. Leipzig: T. O. Weigel
1862, LVII + 632 pp. Cf. p. XLIII.
273
En la actualidad, el texto de ordena a partir del orden del texto hebreo. En cuadro adjunto ver diferencias. En las
notas marginales de la Biblia de Jerusalén está anotadas las correspondencias entre ambos órdenes del texto.
274
Por ejemplo: la fórmula «dice/declara Yahveh» aparece 170 veces en el hebreo, y en el griego solo 100 veces. La
expresión «Yahveh de los ejércitos» está 82 veces en el hebreo, y solo 26 en griego. El nombre del rey Nabuco-
donosor aparece 36 veces en hebreo y solo 13 en griego. Datos tomados de A. CONDAMIN Le livre de Jérémie.
Paris: Gabalda 1936, p. XXX.
275
Prevalece la opinión de que el texto hebreo subyacente a la traducción de los LXX es más antiguo. El texto maso-
rético sería una colección de textos más tardía, ampliada por seguidores y admiradores de Jeremías.
276
Los datos de este cuadro están tomados de A. CONDAMIN Le livre de Jérémie. Paris: Gabalda 1936, pp. XXX-
XXXI
277
Que corresponden básicamente a la «Fuente C», en la clasificación de SIGMUND MOWINCKEL Zur Komposition
des Buches Jeremia. Kristiania: Jacob Dybwad 1914; 67 pp. Cf. p. 31.
278
A esta lista se podría sumar los siguientes textos: 4,19-21; 8,18-23; 10,19-23; 14,17-18; 15,13-14; 16,1-9; 17,5-8;
23,9. «Atendiendo a su forma y a su contenido, [estos textos de las Confesiones] son muy distintos unos de otros.
Sólo tienen de común que no se presentan como palabras de Dios a los hombres, sino que son una sedimentación
del diálogo del corazón» GERHARD VON RAD Teología del Antiguo Testamento. t. II: Teología de las tradiciones
proféticas de Israel. Salamanca: Sígueme 2000; p. 251.
279
En Jeremías, «los acontecimientos futuros se describen desde el punto de vista de un hombre que, recibiéndolos
anticipadamente, sufre hasta el límite de su capacidad. ¡Qué objetivos y distantes se muestran en comparación los
vaticinios de los profetas más antiguos, aun cuando hablen con el máximo afecto! En Jeremías se hace patente un
sentimiento de solidaridad con el pueblo amenazado y también con la tierra amenazada.» GERHARD VON RAD
Teología del Antiguo Testamento. t. II: Teología de las tradiciones proféticas de Israel. Salamanca: Sígueme
2000; p. 245.
280
Habitualmente se estima que pertenece al rollo del año 604.
281
«Bastará con decir, para presentar las características de su testimonio, que Jeremías fue profeta durante los cua-
renta años que llevaron a Israel de los piadosos y entusiastas tiempos de la reforma de Josías a las horas trágicas
en que se derrumbaban, con las murallas de una Jerusalén incendiada, las ilusiones de un pueblo apegado a sus
quimeras más que a aquel solo que podía salvarle de verdad. La experiencia de Jeremías es la de un observador
que creía al hombre capaz, gracias a las múltiples luces y recursos que su religión le ofrece, de salvarse y que
descubre la radical imposibilidad de semejante salvación. Había creído que el pecado de Israel era curable, que
no ponía fundamentalmente en causa la Alianza con Dios; poco a poco, descubre que no queda ninguna esperan-
za de conversión eficaz del pueblo culpable. El pecado está demasiado visceralmente incrustado en la humanidad
para que esta salvación pueda realizarse de otro modo más que mediante un acto decisivo de Yahveh solo. La re-
lación amistosa de Israel y Dios está comprometida sin remedio, tanto, que sólo queda desear el gesto eficaz que
restablecerá al pueblo en una Alianza, esta vez infrangible, y definitiva» ALBERT GELIN & LOUIS MONLOUBOU &
TH. CHARY «Los libros proféticos posteriores» en CAZELLES, HENRI (ed.) Introducción Crítica al Antiguo Testa-
mento. Barcelona: Herder 1981, p. 435.
282
Jeremías 36,1-8: 1 El año cuarto de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, dirigió Yahvé estas palabras a Jeremías:
2
Toma un rollo de escribir y apunta en él todas las palabras que te he comunicado tocante a Israel, a Judá y a to-
das las naciones, desde la fecha en que te vengo hablando —desde los tiempos de Josías hasta hoy—. 3 A ver si la
Casa de Judá se entera de todo el mal que he pensado hacerle, de modo que abandone cada cual su mal camino, y
entonces pueda yo perdonarles su culpa y su pecado. 4 Llamó, pues, Jeremías a Baruc, hijo de Nerías, y apuntó
Baruc al dictado de Jeremías todas las palabras que Yahvé le había hablado, en un rollo de escribir. 5 Dio Jere-
mías a Baruc estas instrucciones: «Yo estoy detenido y no puedo ir al templo de Yahvé. 6 Así que ve tú y lee en
voz alta las palabras de Yahvé que yo te he dictado y que has apuntado en el rollo. Léelas en público, en el tem-
plo de Yahvé, aprovechando un día de ayuno. Y las lees también ante todos los de Judá que vienen de sus ciuda-
des. 7 A ver si presentan sus súplicas a Yahvé y abandona cada cual su mal camino, porque grande es la ira y la
cólera con las que ha hablado Yahvé a este pueblo». 8 Baruc, hijo de Nerías, hizo todo lo que le había mandado el
profeta Jeremías: leyó en el templo de Yahvé las palabras de Yahvé que estaban escritas en el libro.
283
JOSÉ LUIS SICRE Introducción al profetismo bíblico. Estella: Verbo Divino 2011, p. 267.
Los otros profetas de su tiempo, que desde la perspectiva narrativa de Jeremías son «fal-
sos profetas», no aceptan este mensaje y se oponen frontalmente a Jeremías. Para ellos es imposi-
ble que Dios cese de ofrecer paz y felicidad a su pueblo. Por este modo de predicar son conocidos
con el nombre de «profetas de paz» o de salvación; mientras que Jeremías aparece como un
anunciador de desgracias. El gran problema de este momento consiste en saber quién predica la
auténtica Palabra de Dios (cf. 23,9 – 29,32). Tal como argumenta Jeremías en el debate con el
284
JOSÉ LUIS SICRE Introducción al profetismo bíblico. Estella: Verbo Divino 2011, p. 268.
285
El celibato de Jeremías no es un signo de consagración a Dios, sino un signo profético que anuncia la condena de
Israel. En esta situación, ya no tiene sentido engendrar hijos; no tiene sentido procrear vida nueva.
286
Este grupo emigrado a Egipto hacia el año 580 es la raíz de la numerosa e importante comunidad judía establecida
en Alejandría, a partir de la cual se elaborará la traducción del Antiguo Testamento al griego (Septuaginta, o
LXX). La comunidad judía de Egipto desarrolló una interesante re-lectura de la tradición bíblica desde la cultura
helenista, de la cual da testimonio Filón de Alejandría.
289
A estos capítulos a veces se los ha llamado «Libro de la consolación», y a los capítulos 32-33 se los considera
como un complemento de los mismos. Estos oráculos, lo mismo que los de los capítulos 2 y 3 están dirigidos
primitivamente al reino del Norte (Israel), y están marcados con un ansia de reunificación de los dos reinos. La
única época en la cual es posible situar el origen de estos textos es el reinado de Josías (antes de 609), tiempos de
renovación religiosa y de entusiasmo por una revitalización espiritual de Judá.
290
Con posterioridad, estos capítulos fueron «actualizados» y complementados con nuevos textos para ponerlos en
relación con el también destruido reino de Judá; por ejemplo: 30,4; 31,27.31. Lo mismo se puede decir de los ca-
pítulos 2 y 3.
291
La tradición afirma las lágrimas de Raquel, pero no por la muerte de sus hijos, sino por su carencia. Raquel, espo-
sa preferida de Jacob, es la madre estéril que por fin consigue dar a luz a José (Génesis 30,24), y muere dando a
La primera parte del oráculo mantiene un tono legal, mientras la segunda penetra hasta el
corazón. La nueva alianza será indefectible, porque inscrita en lo más profundo del ser humano y
servirá para ratificar la fidelidad del Señor. La alianza del Sinaí parece haberse mostrado ineficaz
para convertir al pueblo y ya no vale; la situación teológica (e histórica) es más dura de lo imagi-
nado inicialmente. La idea tan radical de una nueva alianza no volvió a ser propuesta en el Anti-
guo Testamento.293 Hay quienes ven algunas afirmaciones del segundo Isaías como correcciones
a esta osadía teológica de Jeremías: «La palabra de nuestro Dios permanece para siempre» (Isaías
40,8): «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo y no vuelven allá sino después de empapar la
tierra, de fecundarla y hacerla germinar..., así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a
mí vacía» (Isaías 55,10); y las afirmaciones de que Dios ratificará una «alianza eterna» con su
pueblo (cf. Isaías 55,3; 61,8).
En este mismo contexto de esperanza se debe situar el oráculo que habla de un rey jus-
294
to. De un descendiente de David que practicará el derecho y la justicia. «Miren que vienen
días, oráculo de Yahveh, en que suscitaré a David un Germen justo: reinará un rey prudente,
practicará el derecho y la justicia en la tierra. En sus días estará a salvo Judá e Israel vivirá en
seguro. Y éste es el nombre con que le llamarán: Yahveh, justicia nuestra» (23,5-6).
luz a Benjamín (Génesis 35,16). Los dos hijos de Raquel guardan cierta relación con Egipto, pues uno fue vendi-
do por sus hermanos, el otro exigido a cambio de alimentos (Génesis 45,14). Jeremías es de la tribu de Benjamín.
292
Aunque es muy debatido el tema de su «autenticidad». Podría ser un texto posterior al profeta.
293
Sólo volvemos a encontrar la idea de una Nueva Alianza en dos grupos disidentes de la ortodoxia judía: los ese-
nios y los cristianos. Ver, principalmente, 1 Corintios 11,25; Lucas 22,20 Hebreos 8,6-13. Cf, además: 2 Corin-
tios 3,6; Gálatas 4,24-26; Hebreos 9,15. Ezequiel, más o menos contemporáneo con Jeremías, insiste en la in-
teriorización de la Alianza y en el cambio del corazón humano, pero no en el tema de una Nueva Alianza (cf.
Ezequiel 36,25-28).
294
Jeremías conoció a cinco reyes reinando en Jerusalén, y solo habla bien de Josías, en 22,15. Es decir, su mirada de
los reyes históricos que le tocó conocer es bastante negativa.
297
Un caso semejante de banquete sacrificial para condenar un crimen se da en el episodio del profeta Elías y la Viña
de Nabot (1 Reyes 21,12-13).
«Sofonías denunció, como los grandes profetas del siglo VIII, las diversas transgresiones
contra Dios y contra el prójimo. Atacó la idolatría cultual, las injusticias, el materialismo, la des-
preocupación religiosa, los abusos de las autoridades, las ofensas cometidas por los extranjeros
contra el pueblo de Dios. Y dijo claramente que esta situación era insostenible, que provocaría
inevitablemente el castigo. Pero Sofonías no se complace en condenar. Como buen discípulo de
Isaías, considera la destrucción como paso a la salvación. Del árbol talado saldrá una semilla san-
ta (Isaías 6,13). De la ciudad rebelde, manchada y opresora saldrá un resto que se acogerá al Se-
ñor (3,13). Por eso, a pesar de sus terribles denuncias, la lectura de Sofonías no sobrecoge. Se
convierte más bien en estímulo para la acción, en agente de cambio. Es lo que él pretendió con su
actividad: fomentar la reforma de Josías».299
La importancia del tema de la pobreza en el espíritu para el Nuevo Testamento, nos per-
mite un excursus sobre el vocabulario usado:
298
Este tema tendrá varios ecos en el Antiguo Testamento: Isaías 61,1; 66,2; Zacarías 9,9; Salmos 18,28; 25,9; 34,3-
7; 37, 14; etc. También está presente en el Nuevo Testamento: Mateo 5,3.5; 11,29; Lucas 4,18. Es también el te-
ma de fondo del canto del Magnificat (Lucas 1,46-55).
299
LUIS ALONSO SCHÖKEL & JOSÉ LUIS SICRE DÍAZ Profetas. Introducciones y comentarios. Madrid: Ediciones
Cristiandad 1985, p. 1.112.
6. $fr / rash = ser pobre, en un sentido social, sin referencia a otras características humanas o
religiosas. 21 usos en el AT, habitualmente en textos más antiguos. Ver: 1 Samuel 18,23; 2
Samuel 12,1.3.4; Salmo 82,3.
El resto del libro (2,1 – 3,19) lo forman dos unidades más, unidas entre sí por una inclu-
sión: la maldad de Nínive que atraviesa a todo el mundo (3,19), pero no volverá a atravesar a
Judá (2,1). Las dos partes se unen en la mención de la insaciable voracidad asiría (2,13.14; 3,1).
El capítulo 2 manifiesta su cohesión en dos señales. La contraposición del mensajero en Judá
(2,1)300 y la carencia de pregoneros de Nínive (2,14) es la primera. La segunda, la repetida ani-
quilación de Nínive (2,1.14). El capítulo 3 lo abre una fuerte colección de epítetos contra la ciu-
dad (3,1: «sanguinaria y traidora, repleta de rapiñas, insaciable de despojos») y lo cierra una re-
flexiva afirmación sobre su alcance universal («¡Tu herida no tiene remedio, tu llaga es incurable!
Los que tienen noticias tuyas aplauden contra ti, pues ¿sobre quién no cayó sin tregua tu mal-
dad?», 3,19). Se debe reseñar la percepción del colorido y del fragor en la descripción de la gue-
rra (2,4-11; 3,2-3), el movimiento continuo dentro de la ciudad (2,2.4-11) o la utilización y desa-
rrollo de ciertas imágenes, como el león voraz e impasible (2,12-14) o la langosta, numerosa pero
pasajera (3,15-17).
Las descripciones que Nahúm hace de la guerra son impresionantes por su vivacidad, al
punto que por momentos parece haber una complacencia en la violencia guerrera:
1
2 ¡Miren por los montes los pies del mensajero que anuncia la paz! Celebra tus fiestas,
Judá, cumple tus votos, que ya no volverá a pasar por ti Belial: ha sido extirpado del todo.
2
¡Avanza un destructor contra ti! ¡Monta guardia en el baluarte, vigila el camino, cíñete la
4
cintura, redobla tu fuerza! … El escudo de sus bravos es rojo, valientes vestidos de escar-
lata; brillan como fuego sus carros cuando están en formación; se impacientan los jinetes.
5
Furiosos los carros por las calles, se precipitan en medio de las plazas, su aspecto es de
6
antorchas, se lanzan como el relámpago. Se da la voz a los capitanes; en su marcha se
300
El versículo 2,1 se abre con la fórmula del anunciador de buenas noticias, que retomará Isaías 52,7, y que el Nue-
vo Testamento aplicará a los anunciadores de Buenas Noticias (Hechos 10,36; Romanos 10,15).
301
LUIS ALONSO SCHÖKEL & JOSÉ LUIS SICRE DÍAZ Profetas. Introducciones y comentarios. Madrid: Ediciones
Cristiandad 1985, pp. 1.076-1.077.
15. Habacuc - qUQabAx / Javaqúq = ¿el que abraza / el que lucha? // ¿una planta: la albahaca?
302
JESÚS MARÍA ASURMENDI RUIZ «Nahum» en LEVORATTI, ARMANDO J. (ed.) Comentario Bíblico Latinoameri-
cano. Estella: Verbo Divino 2007. Tomo 2. Antiguo Testamento, p. 540.
303
JESÚS MARÍA ASURMENDI RUIZ «Habacuc» en LEVORATTI, ARMANDO J. (ed.) Comentario Bíblico Latinoameri-
cano. Estella: Verbo Divino 2007. Tomo 2. Antiguo Testamento, pp. 545-546
304
Este Salmo está incluido entre los Himnos veterotestamentarios de la Liturgia de las Horas.
El diálogo entre el profeta y el Señor consta de dos lamentaciones del profeta (1,2-4;
1,12-17) y dos respuestas del Señor (1,5-11; 2,1-4). Al plantear el problema de la justicia el pro-
feta se queja de la impasividad de Dios: «¿Hasta cuándo, Yahveh, pediré auxilio sin que tú escu-
ches, clamaré a ti “¡Violencia!” sin que tú salves?» (1,2). Se trata de un reclamo de justicia que
trae a la memoria las confesiones de Jeremías y el libro de Job. La respuesta sitúa el problema en
el orden internacional: el Señor suscita un pueblo que «sacará adelante el derecho» (1,7), pero da
la impresión de que este pueblo se le escapa a Yahveh de las manos, se sobrepasa, al punto que
«su fuerza es su dios» (1,11). La desmesura del imperio parece ser el motivo del segundo lamen-
to: «¿Por qué ves a los traidores y callas cuando traga el impío al que es más justo que él? Tratas
a los hombres como a peces del mar, como a reptiles que no tienen dueño» (1,13-14). La segunda
respuesta plantea el tema del tiempo en la recepción y en el cumplimiento de la palabra divina. El
profeta se mantiene vigilante para captarla y graba su contenido en espera del cumplimiento.305
2
[Primera lamentación] 1 ¿Hasta cuándo, Yahvé, pediré auxilio, sin que tú escuches, clama-
3
ré a ti: «¡Violencia!» sin que tú salves? ¿Por qué me haces ver injusticias, mientras tú mi-
4
ras la opresión? ¡Ante mí hay rapiña y violencia, se suscitan querellas y discordias! Pues la
ley se desvirtúa, no se hace justicia. ¡El impío asedia al justo, por eso se pervierte la justicia!
5
[Primera respuesta] 1 Miren a las naciones, contemplen, queden estupefactos, atónitos:
6
voy a hacer una obra en los días de ustedes en la que no creerían si se la contasen. Pien-
so movilizar a los caldeos, un pueblo cruel y fogoso, que recorre las anchuras de la tierra,
7 8
para adueñarse de países ajenos. Es terrible y espantoso, impone su ley y su poder; son
más raudos que panteras sus caballos, más ágiles que lobos esteparios. Sus jinetes galo-
9
pan, vienen de lejos sus jinetes, vuelan como águila que se lanza a devorar. Llegan todos
para hacer violencia, son sus rostros ardientes, como un viento del este, amontonan cauti-
10
vos como arena. Se burla de los reyes, los soberanos le sirven de irrisión; se ríe de toda
11
fortaleza, levanta un terraplén y la toma. Después cambia el viento y desaparece, culpa-
ble por hacer de su fuerza su dios.
12
[Segunda lamentación] 1 ¿No eres tú desde antiguo, Yahvé, mi Dios, mi santo? ¡Tú no
306 13
mueres! ¡Para juzgar lo pusiste, Yahvé, oh Roca, fiscal lo nombraste! Tus ojos puros no
pueden ver el mal, eres incapaz de contemplar la opresión. ¿Por qué ves a los traidores y
305
Al final de esta segunda respuesta está la célebre expresión «Sucumbirá quien no tiene el alma recta, mas el justo
por su fidelidad vivirá» (2,4), que cita Pablo en Romanos 1,17 y Gálatas 3,11, dándole intensa carga teológica.
Ver también Hebreos 10,38.
306
Referencia al pueblo de los caldeos / babilonios que están haciendo presente el juicio de Dios.
307
JOSÉ MARÍA ABREGO DE LACY Los libros proféticos. Estella: Verbo Divino 1993, p. 185
308
JOSÉ LUIS SICRE Introducción al profetismo bíblico. Estella: Verbo Divino 2011, p. 308.
309
Luego de la muerte del rey Josías en la batalla de Meguido (609) el faraón egipcio, Necao, impuso como rey a
Joaquin. Aunque puesto en el trono por los egipcios, hacia el 603 Joaquín debió someterse a los babilonios, y pa-
garles tributo. Cuando, posteriormente, dejó de pagar los tributos, los babilonios asediaron Jerusalén y la tomaron
por una primera vez, durante el breve reinado de su hijo Jeconías (cf. 2 Reyes 24,10-17). Resultado de esta con-
quista de la ciudad en el 597 es la deportación a Babilonia de un grupo importante de judíos, de las «cabezas del
pueblo», junto al depuesto rey.
310
Ver, en relato vocacional: 1,28: «Se parecía al arco iris que aparece en las nubes los días de lluvia: tal era el as-
pecto de este resplandor a su alrededor. Parecía la gloria de Yahvé. A su vista caí rostro en tierra y oí una voz que
hablaba»; 3,12: «Entonces, el espíritu me levantó y oí a mis espaldas el estruendo de un gran terremoto: “Bendita
sea la gloria de Yahvé desde su morada”».
311
En el pasado este punto ha sido muy debatido, pero actualmente se vuelve mayoritariamente a valorar esta hipóte-
sis, que es la tradicional.
312
En decenios recientes Ezequiel «ha estado de moda» para analizar sus supuestos desequilibrios psicológicos; y
también para imaginar la presencia de extraterrestres en su ministerio, especialmente en el relato de la vocación.
cia. Ezequiel es una personalidad tremendamente lúcida, de gran sensibilidad, que vive en una
época en la cual el mundo se está acabando, y frente a la cual él se siente con obligaciones de
centinela (3,16-21; 33,1-9).313 Esta gigantesca responsabilidad hace pasar a Ezequiel por fuertes
momentos de tensión psíquica, que lindan en lo anormal. Sin embargo esto parece ser habitual en
este tipo de situaciones, en que una persona carga con una gravísima responsabilidad.314
1 2
33 Yahvé me dirigió su palabra en estos términos: «Hijo de hombre, habla a tus compa-
triotas y diles: Supongamos que ordeno a la espada que ataque un país, y que la gente de
3
ese país escoge a uno de los suyos y lo ponen como centinela; y que éste, al ver que la
4
espada ataca el país, toca el cuerno para advertir a la gente. Si resulta que alguien oye
bien el sonido del cuerno, pero no hace caso, de suerte que la espada sobreviene y lo mata,
5
sólo él será responsable de su muerte. Como ha oído el sonido del cuerno y no ha hecho
6
caso, será responsable de su muerte. En cambio, el que haya hecho caso salvará su vida.
«Si, por el contrario, el centinela ve venir la espada y no toca el cuerno, de suerte que la
gente no es advertida, y la espada sobreviene y mata a alguno de ellos, éste perecerá por
su culpa, pero pediré cuentas de su muerte al centinela.
7
«A ti, también, hijo de hombre, te he hecho yo centinela de la casa de Israel. Cuando oi-
8
gas una palabra de mi boca, les advertirás de mi parte. Si yo digo al malvado: ‘Malvado,
eres reo de muerte’, y tú no hablas con él para advertirle que deje su conducta, él, el malva-
9
do, morirá por su culpa, pero te pediré cuentas a ti de su muerte. Si, por el contrario, ad-
viertes al malvado que se convierta de su conducta, pero él no se convierte, morirá él debi-
do a su culpa, mientras que tú habrás salvado tu vida.
313
La imagen del profeta como hepoc / sofe = centinela tenía ya algunos antecedentes en contexto profético: 2 Samuel
18,24 -27; 2 Reyes 9,17-21; Oseas 5,8; 6,5; Isaías 21,6; Habacuc 2,1; Jeremías 6,17.
314
«Podría pensarse que el ministerio de Ezequiel, a pesar de todas las dificultades, fue sencillo en el fondo, ya que
precisamente se trataba de mostrar a ese pueblo su estado de perdición. Pero sorprendentemente nos tropezamos
con que el profeta tiene una función complicadísima; ya que fue el único entre los profetas al que se ordenó pene-
trar en la especialísima situación religiosa de sus oyentes, mediante una gran agilidad espiritual. Es decir, su pro-
fesión de profeta tenía una especie de cláusula adicional, en virtud de la cual se ampliaba su ministerio en un sen-
tido especial: fue nombrado centinela, guarda, vigilante de la casa de Israel. Su vocación fue modificada en el
sentido de que no solamente debía transmitir una palabra divina, sino que después de haber recibido el mensaje
de condenación, ha de advertir a sus habitantes como un atalaya que desde un muro de la ciudad anuncia la ame-
naza de algún peligro» GERHARD VON RAD Teología del Antiguo Testamento. t. II: Teología de las tradiciones
proféticas de Israel. Salamanca: Sígueme 2000; p. 288.
315
«Gracias a los datos que nos ofrece su libro, podemos situar exactamente el ministerio de Ezequiel entre los años
593 y 571. Este período es uno de los más trágicos de toda la historia de Israel: las instituciones desaparecen y se
hace indispensable una reflexión radical para que el pueblo logre sobrevivir. En esta época se lleva a cabo un giro
decisivo en la historia de Israel: las cosas ya no serán las mismas después de la caída de Jerusalén». JESÚS MARÍA
ASURMENDI Ezequiel. Estella: Verbo Divino 1982, p. 6.
319
CLAUDE WIÉNER El segundo Isaías. El profeta del nuevo Éxodo. Estella: Verbo Divino 1980, pp. 7-8.
320
GERHARD VON RAD Teología del Antiguo Testamento. t. II: Teología de las tradiciones proféticas de Israel. Sa-
lamanca: Sígueme 2000; p. 279
321
«Ezequiel hunde sus raíces en la tradición sacro-sacerdotal. De ella tomó las categorías fundamentales de la con-
cepción sagrada del mundo; es decir: lo santo y lo profano. Al mismo tiempo tomó también de ella una base am-
plia de normas, nunca pasadas de moda, que regulan la vida del hombre para conducirlo hasta la proximidad de lo
santo.» GERHARD VON RAD Teología del Antiguo Testamento. t. II: Teología de las tradiciones proféticas de Is-
rael. Salamanca: Sígueme 2000; p. 282.
322
«Mi santo nombre»: 20,39; 36,20.21.22; 39,7.25; 43,7.8.
323
El profeta es llamado «hijo de hombre»: 2,1.3.6.8; 3,1.3.4.10.17.25; 4,1.16; 5,1; 6,2; 7,2; 8,5.6.8.12.15.17;
11,2.4.15; 12,2.3.9.18.22.27; 13,2.17; 14,3.13; 15,2; 16,2; 17,2; 20,3.4.27; 21,2.7.11.14.17.19.24.33; 22,2.18.24;
23,2.36; 24,2.16.25; 25,2; 26,2; 27,2; 28,2.12.21; 29,2.18; 30,2.21; 31,2; 32,2.18; 33,2.7.10.12.24.30; 34,2; 35,2;
36,1.17; 37,3.9.11.16; 38,2.14; 39,1.17; 40,4; 43,7.10.18; 44,5; 47,6 .
Yahveh restaura al pueblo no en referencia a los méritos del pueblo, sino en honor a su
propia gloria; es decir, a su propia condición divina. Dios actúa movido por su santidad y por el
amor a su pueblo, expresado en la alianza: 36,22-23:
22
36 Por eso, di a la casa de Israel: Esto dice el Señor Yahvé: No hago esto por conside-
ración a ustedes, casa de Israel, sino por mi santo nombre, que ustedes han profanado en-
23
tre las naciones adonde fueron. Yo santificaré mi gran nombre, profanado por ustedes en-
tre las naciones; y las naciones sabrán que yo soy Yahvé —oráculo del Señor Yahvé—
cuando vean que me sirvo de ustedes para manifestarles mi santidad.
324
La imagen de entender la relación entre Dios y su pueblo como la de un pastor con su rebaño tiene amplia presen-
cia en la Biblia: Miqueas 5,4; Jeremías 23,1-4; Isaías 40,11; 44; 63; Zacarías 11; 13; Salmo 23(22); 78(79); y en
el Nuevo Testamento: Mateo 9,38 // Lucas 10,2; Juan 10; 21,15-17; Hechos 20,18; Efesios 4,1; 1 Pedro 5,2.
Más adelante, ante la incapacidad del pueblo para convertirse, confirmada con la destrucción de
Jerusalén, Ezequiel anuncia que es Dios mismo quien deberá actuar transformando en corazón
humano: 11,19-20:
19
11 Les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo; quitaré de su carne el
20
corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que caminen según mis precep-
tos, observen mis normas y las pongan en práctica, y así sean mi pueblo y yo sea su Dios.
325
Ezequiel fundamenta esta afirmación en un amplio análisis de la historia de Israel como una historia de las trans-
gresiones del pueblo, de una incapacidad profunda para la obediencia. Ver las tres miradas globales que Ezequiel
hace de la historia de Israel: 16,1-63; 20,1-44; 23,1-49.
326
En ese momento Israel reconocerá realmente que Yahveh es Dios. Cf. 6,7.10.13.14; 7,4.9.27; 11,10.12;
12,15.16.20; 13,9.14.21.23; 14,8; 15,7; 16,62; 20,5.7.12.19.20.26.38.42.44; 22,16; 23,49; 24,24.27; 25,5.7.11.17;
26,6; 27,3; 28,22.23.24.26; 29,6.9.16.21; 30,8.19.25.26; 32,15; 33,29; 34,27.31; 35,4.9.15; 36,11.23.38;
37,6.13.28; 38,23; 39,6.7.22.28. Esta alianza prometida se cumplió en Cristo, quien siendo de condición divina se
hizo hombre. En Cristo Dios se hace hombre y el hombre se hace Dios. Con Cristo el corazón de la humanidad
queda dirigido hacia Dios desde su mismo interior.
2. Una nueva moral de responsabilidad personal: en este nuevo Israel, que no será más el
Israel-entidad-político-geográfica, habrá una responsabilidad personal: el que peque, ese será
condenado. Ya no se dirá más: «Los padres comieron el agraz, y los hijos sufren la dentera». 327
No cabe ilusionarse en consideraciones generales sobre la vida del pueblo. Cada uno es perso-
nalmente responsable de su rechazo a Dios. En esto Ezequiel evoluciona mucho respecto de la
anterior mentalidad de una responsabilidad moral compartida diacrónica e sincrónicamente
(14,12-23; 18,1-32; 33,12-30). Pero al mismo tiempo Ezequiel plantea una fuerte afirmación de
que Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (cf. 18,21-23; 33,10-11:
«Y tú, hijo de hombre, di a la casa de Israel: Ustedes andan diciendo: ‘Nuestros crímenes y nues-
tros pecados pesan sobre nosotros; por causa de ellos nos consumimos. ¿Cómo podremos vivir?’
Pues diles: ‘Por mi vida —oráculo del Señor Yahvé—, que yo no me complazco en la muerte del
malvado, sino en que el malvado se convierta de su conducta y viva. Conviértanse, conviértanse
de su mala conducta. ¿Por qué han de morir, casa de Israel?’»). Ezequiel preludia el Nuevo Tes-
tamento, para el cual la conversión a Dios es un acto radicalmente personal.
327
Este refrán popular sintetiza el planteamiento profético para superar la postura tradicional según la cual los hijos
deben expiar los pecados de los padres (cf. 1 Samuel 2,31-34; 2 Reyes 5,27). El refrán en Ezequiel 18,2; y ante-
riormente en Jeremías 31,29-30.
328
Se trata de un tema con antecedentes en Oseas 10,1; y un importante desarrollo en Isaías 5,1-7. Es usada como
imagen de fondo en Jeremías 2,21; 5,10; 6,9; 12,10. Tiene ecos posteriores en Salmo 80,9-17 e Isaías 27,2-5. La
imagen de la vid tiene una fuerte presencia en el Nuevo Testamento. En la parábola de los viñadores homicidas
(Marcos 12,1-12 // Mateo 21,33-44 // Lucas 20,9-19) y en la alegoría de la vid (Juan 15,1-6).
329
La descripción de 17,23 ciertamente influye en la parábola del grano de mostaza (Marcos 4,30-32 // Mateo 13,31-
32 // Lucas 13,18-19).
330
Esta alegoría de Ezequiel parece estar detrás de los textos joánicos sobre los ríos de agua viva que surgen del seno
del Señor (Juan 7,38), y el agua que surge de su costado (Juan 19,34).
331
Ciro II el Grande (600/575-530), fue rey de Persia desde 559 a.C. hasta su muerte.
a. Yahveh es el creador del mundo (40,12-26). Para el deutero Isaías Yahveh no sólo es
el aliado-redentor de Israel, sino que es propiamente el creador del mundo y de la humanidad
(45,11-12: «Esto dice Yahvé, el Santo de Israel, su modelador: “¿Ustedes pretenden decirme algo
de mis hijos, o instruirme sobre la obra de mis manos? Yo hice la tierra y creé al hombre en ella.
Yo extendí los cielos con mis manos y doy órdenes a todo su ejército”»). De modo más concreto
se afirma que Yahveh es el creador de Israel (43,1: «Así dice Yahvé, el que te ha creado, Jacob,
el que te ha plasmado, Israel. “No temas, que yo te he rescatado, te llamé por tu nombre, y eres
mío”»).
El segundo Isaías da un paso que es transitar desde la doctrina de la redención (l)g /
ga’al) a la doctrina de la creación ()rb / bara’). Afirma con seguridad que Yahveh puede ser el
redentor justamente porque es el creador. Y su obra redentora no será otra cosa que una nueva
creación. A partir de las relaciones de Yahveh con Israel el profeta llega a una nueva compren-
sión de las relaciones entre Yahveh y todos los pueblos. Por esto, para la Biblia creación y reden-
ción llegarán a ser casi como dos facetas de un mismo hecho.
334
«Llegamos en estos cantos a una de las cumbres teológicas del Antiguo Testamento. Nunca se había hablado tan
claramente hasta entonces del valor redentor del sufrimiento. Se admitían las dificultades y contrariedades de la
vida, encontrando en ellas un sentido educativo, pedagógico, pretendido por Dios. Pero no se podía imaginar que
el sufrimiento tuviese un valor redentor en sí mismo. Deuteroisaías proclama por vez primera que si el grano de
trigo cae en tierra y muere, produce mucho fruto. No tiene nada de extraño que la Iglesia primitiva concediese
gran valor a estos poemas y viese anticipados en ellos la existencia y el destino de Jesús.» JOSÉ LUIS SICRE Intro-
ducción al profetismo bíblico. Estella: Verbo Divino 2011, pp. 338-339.
335
Cf. BENITO MARCONCINI El libro de Isaías. 40-66. Madrid: Ciudad Nueva 1999, pp. 29-30.
13
52 Verán a mi Siervo prosperar; será enaltecido, levantado y ensalzado sobremanera.
14
Del mismo modo que muchos quedaron asombrados al verlo —pues tan desfigurado es-
15
taba que no parecía un hombre, ni su apariencia era humana—, así se admirarán muchas
naciones; ante él cerrarán los reyes la boca, pues verán lo que nunca les contaron y descu-
1
brirán lo que nunca oyeron. 53 ¿Quién creyó en nuestra noticia? ¿A quién le fue revelado
2
el brazo poderoso de Yahvé? Creció ante él como un retoño, como raíz en tierra reseca.
No tenía apariencia ni presencia; (le vimos) y carecía de aspecto que pudiésemos estimar.
3
Despreciado, marginado, hombre doliente y enfermizo, como de taparse el rostro por no
verle. Despreciable, un Don Nadie.
4
¡Y de hecho cargó con nuestros males y soportó todas nuestras dolencias! Nosotros le
5
tuvimos por azotado, herido por Dios y humillado. Mas fue herido por nuestras faltas, moli-
do por nuestras culpas. Soportó el castigo que nos regenera, y fuimos curados con sus he-
6
ridas. Todos errábamos como ovejas, cada uno marchaba por su camino, y Yahvé descar-
7
gó sobre él la culpa de todos nosotros. Fue oprimido y humillado, pero él no abrió la boca.
Como cordero llevado al degüello, como oveja que va a ser esquilada, permaneció mudo,
8
sin abrir la boca. Detenido, sin defensor y sin juicio, ¿quién se ocupó de su generación?
9
Fue arrancado de la tierra de los vivos, herido por las rebeldías de su pueblo; pusieron su
tumba entre malvados, su sepultura entre malhechores. Por más que no cometió atropellos
10
ni hubo nunca mentiras en su boca, Yahvé quiso quebrantarlo con males.
Si se da a sí mismo en expiación, verá descendencia, alargará sus días; su mano ejecuta-
11
rá el designio de Yahvé. Después de sufrir, verá la luz, el justo se saciará de su conoci-
12
miento. Mi Siervo justificará a muchos, pues las culpas de ellos soportará. Le daré su par-
te entre los grandes y con poderosos repartirá despojos, pues se entregó indefenso a la
muerte y fue tenido por un rebelde, cuando él soportó la culpa de muchos e intercedió por
los rebeldes.
Exílicos — 586-538
Ezequiel (594-571)
II Isaías (capítulos 40-55) (550-535)
587-538: exilio – concluye con Edicto de Ciro, del año 538 a.C.336
538-333: período persa – sometimiento al imperio persa. Tiempo tranquilo
333-63: período helenista – sometimiento a diversos reinos de raíz griega:
333-320: período macedonio – conquista y dominio de Alejandro Magno (356-323)
320-198: período lágida – bajo el dominio del reino helenista de los Ptolomeos, de
Egipto, con capital en Alejandría, Egipto.
198-142: período seléucida – bajo dominio del reino helenista de los Seléucidas,
con capital en Antioquía, Siria.
142-63: período asmoneo – autogobierno bajo el régimen de los Macabeos: crisis de
esperanza y surgimiento de los hasidim.
63 a.C. – 135 d.C.: período romano – bajo dominio imperial de Roma
Los detalles del desarrollo histórico de este período son muy complejos, y en algunos perío-
dos (especialmente la época persa) difíciles de precisar. Sin embargo hay una tónica mantenida: ha-
bitualmente Israel es un pueblo sometido a imperios más poderosos. Y más radicalmente, no es ya
un pueblo que adquiera su cohesión en base a un territorio común y una autoridad central, como
336
La Biblia ofrece tres versiones de este Edicto: Esdras 1,2-4; 2 Crónicas 36,23; y Esdras 6,3-5. Posiblemente esta
última versión corresponda mejor al dato histórico.
normalmente hacen los otros pueblos. Durante la mayor parte de esta época Israel no tuvo autono-
mía política, ni un territorio que pudiese llamar realmente suyo. Esto planteó al pueblo de Israel la
necesidad de buscar formas de salvaguardar su identidad como pueblo; de modo especial, teniendo
presente su dispersión por el mundo desde los tiempos de inicio del exilio. Habrá comunidades ju-
días significativas en Alejandría, en Babilonia y en Jerusalén, que representan universos culturales
muy diversos. Y a medida que avancen los siglos, habrá comunidades judías en gran parte de las
ciudades del mundo conocido en la época.
Apenas terminado el exilio Israel una parte de los desterrados en Babilonia volvió a Palesti-
na, y encontró su cohesión en la labor de reedificar el Templo. En ese período el pueblo se identifica
como pueblo en la tarea de reedificar el templo, que le permite autodefinirse como una comunidad
cultual. En ese momento el verdadero israelita podía ser identificado como un individuo perte-
neciente a esta comunidad reunida en torno al Templo. En esta entusiasta labor de la primera restau-
ración del Templo y de la ciudad de Jerusalén actúan los profetas Ageo, Proto Zacarías,337 Trito
Isaías,338 y un poco más tarde Malaquías.
Sin embargo, este criterio de identidad es insuficiente, porque no responde a la situación de
los judíos que viven fuera de Jerusalén; y que por este solo hecho parecen estar excluidos del ju-
daísmo. En respuesta a esta problemática de la diáspora, Israel buscó definirse como un pueblo
reunido en torno a la Ley de Yahveh: será entendido como el resto de Yahveh reunido en torno a la
Ley. Será miembro de Israel todo el que tome sobre sí la carga de la Ley. Por lo mismo, Israel em-
prendió la tarea de reordenar todo su patrimonio religioso a partir de la centralidad concedida a la
Ley. Esta persistente acentuación de la Ley es característica del judaísmo. Allí está su fuerza y a la
vez su debilidad. Le dio una fuerte cohesión que le permitió afrontar toda clase de dificultades. Aquí
está también se escondía el gran peligro del formalismo y de un legalismo que puede llegar a vaciar
la Ley de su real valor.339
A partir del hecho de ser una minoría religiosa esparcida por el mundo, que encuentra su
unidad en torno al culto y a la Ley, surgen las estructuras típicas del judaísmo:
El Templo y el sacerdocio, que son los servidores del santuario. Al no existir autoridad civil el
sacerdocio asume un rol de autoridad en Israel, constituyéndose así una suerte de régimen teocrá-
tico. Aunque ciertamente una teocracia sometida al poder político del Imperio de turno, hecho
presente en el respectivo Gobernador o Sátrapa. Es decir, Israel es un grupo simbólicamente cen-
trado en torno al Templo de Jerusalén, en el cual se mantiene el culto sacrificial.
La sinagoga y los escribas. La sobreacentuación de la Ley generó un grupo religioso consagrado
al estudio de la Ley: los maestros de la Ley, o escribas. En razón de la importancia concedida a la
Ley este grupo adquirió un gran poder moral o peso social. La centralidad de la Ley se expresaba
también en el culto sinagogal, que es un culto espiritual; es decir, un culto centrado en la lectura y
337
Se entiende por este nombre al profeta cuyos oráculos están en los caps. 1-8 del libro de Zacarías.
338
Los capítulos 56-66 del libro de Isaías, quizá dejando fuera los capítulos 60-62.
339
En los fariseos de tiempos del Nuevo Testamento podemos reconocer en la práctica estos posibles desvíos.
340
Ver Esdras 9-10. Se busca evitar que la «raza santa» se mezcle con la gente del país (cf, 9,2). «No den sus hijas a
los hijos de este país, ni tomen a las hijas de este país como esposas para sus hijos; no busquen nunca la paz ni el
bienestar de los hijos de este país, a fin de que ustedes puedan hacerse fuertes, comer los mejores frutos de la tie-
rra y dejarla en herencia a sus hijos para siempre. Después de todo lo que nos ha sobrevenido por nuestras malas
acciones y nuestras culpas –y eso que tú, Dios nuestro, has disminuido nuestros crímenes y nos has concedido es-
ta liberación–, ¿hemos de volver a violar tus mandamientos, emparentándonos con esta gente abominable? ¿No te
irritarías tú contra nosotros hasta exterminarnos sin que quedara resto ni salvación?» (Esdras 9,12-14).
341
JOSÉ LUIS SICRE Introducción al profetismo bíblico. Estella: Verbo Divino 2011, p. 317.
342
EVODE BEAUCAMP Los profetas de Israel o el drama de una alianza. Estella: Verbo Divino 1988, p. 22.
343
SAMUEL AMSLER Los últimos profetas: Ageo, Zacarías, Malaquías y algunos otros. Estella: Verbo Divino 1996,
pp. 7-8.
344
Zoroastro o Zaratustra es reconocido como el gran profeta que está al origen del mazdeísmo. Habría actuado en la
primera mitad del primer milenio antes de Cristo, en el norte de Irán.
345
Estas podrían ser lista entregadas al Sátrapa Tatenay entre los años 520 y 515. Los datos apuntan que hacia el año
522 toda Judea tenía solo unos 20.000 habitantes. En tiempos de Nehemías, hacia el 445, Jerusalén sigue estando
semi-despoblada (cf. Nehemías 7,4).
346
JOSÉ MARÍA ABREGO DE LACY Los libros proféticos. Estella: Verbo Divino 1993, p. 232.
347
JOSÉ MARÍA ABREGO DE LACY Los libros proféticos. Estella: Verbo Divino 1993, pp. 282-283
348
Todo este apartado pertenece a Claude Tassin. Tomado de SAMUEL AMSLER Los últimos profetas: Ageo, Zaca-
rías, Malaquías y algunos otros. Estella: Verbo Divino 1996, pp. 62-63
349
«Toseftá»: compilación oral de la tradición judía. Es elaborada contemporáneamente a la Mishná (hacia el 200).
350
Ver el clásico texto de Isaías 65,17; citado en: Apocalipsis 21,1. Ver además Isaías 66,22; y 2 Pedro 3,13
351
Cf. Apocalipsis 12,1-6.7-12.13-17; 13,1-10; 16,13; 20,2. Ver Isaías 27,1; 51,9. Además Nehemías 2,13; Salmo
91,13; Isaías 14,29; 30,6; Jeremías 51,34. El tema de «matar al dragón» tiene una fuerte carga religiosa en toda la
tradición judeocristiana.
352
Este «libro» del Henoc etíope, o 1 Henoc, está compuesto por al menos cinco secciones claramente distintas y de
orígenes diversos:
- «Libro de los Vigilantes» (o «Caída de los ángeles»), capítulos 1 a 36, escrito antes del 160 a. C.
- «Libro de las parábolas» (o «El mesías y el reino»), capítulos 37 a 71, escrito entre segunda mitad del siglo I a.
C. y fines del siglo I d.C.
- «Libro del cambio de las luminarias celestiales» (o «Libro astronómico»), capítulos 72 a 82, escrito entre el 250
y el 190 a. C.
- «Libro de los sueños», capítulos 83 a 90, escrito entre los años 161 y 125 a. C.
- «Carta de Henoc y Apocalipsis de las semanas», capítulos 91 a 105, escrito después del año 135 a. C., proba-
blemente entre el 110 y el 60 a. C.
- más un apéndice con materiales variados, en capítulos 106-108.
353
Ver el conjunto de la literatura henócica en ALEJANDRO DÍEZ MACHO (ed.) Apócrifos del Antiguo Testamento.
Tomo 4: El ciclo de Henoc. Madrid: Cristiandad 1984, 340 pp.
354
La pseudonimia o pseudoepigrafía es poner a nombre de una persona (normalmente famosa) una obra literaria
escrita por otra (normalmente sin fama alguna). Este fenómeno literario era bastante común en la antigüedad.
355
Daniel aparece presentado como un personaje popular bien conocido en Ezequiel 14,14 (junto a Noé y Job) y
28,3.
356
Para el conjunto de estos textos ver JAMES H. CHARLESWORTH (ed.) The Old Testament Pseudepigrapha. New
York: Doubleday 1983-1985. Vol. 1. Apocalyptic Literature and Testaments; Vol 2. Expansions of the “Old Tes-
tament” and Legends, Wisdom and Philosophical Literature, Prayers, Psalms, and Odes, Fragments of Lost
Judeo-Hellenistic Works. L + 995 pp. y 106 pp.
21.2. El profeta
No se sabe nada del mismo Ageo, a no ser el título de profeta que le da regularmente el
relato (1,1.12; 2,1.10), sustituido una vez por el de mensajero (1,13). Ni siquiera se conoce el
nombre de su padre ni su lugar de origen, al contrario de lo que ocurre con algunos otros profetas
(Amós 1,1; Jeremías 1,1; Zacarías 1,1). No da la impresión de pertenecer a una familia sacerdo-
357
Depende de SAMUEL AMSLER Los últimos profetas. Ageo, Zacarías, Malaquías y algunos otros. Estella: Verbo
Divino 1996, pp. 12-16.
358
Depende de SAMUEL AMSLER Los últimos profetas. Ageo, Zacarías, Malaquías y algunos otros. Estella: Verbo
Divino 1996, pp. 17-29.
22.1. El libro
Los capítulos 1-8 reflejan las intervenciones del profeta Zacarías. Empiezan en la misma
época que el ministerio del profeta Ageo, el segundo año del reinado de Darío, en el mes octavo
(1,1), o sea, en octubre del 520. Pero se prolongan hasta el año cuarto, el 4 del mes noveno (7,1),
o sea, hasta noviembre del 518.
No es excepcional la intervención de dos profetas al mismo tiempo. Aunque con frecuen-
cia se contradecían mutuamente, como ocurrió con Miqueas-benYimlá y los profetas de la menti-
ra (1 Reyes 22,6 ss.) o con Jeremías y Jananías (Jeremías 28). Es curioso que los dos profetas
hablen aquí en el mismo sentido, aunque en sus libros no se encuentre ninguna mención de uno
sobre el otro. En la crónica de la reconstrucción del templo, en el libro de Esdras, la que los seña-
la juntos (Esdras 5,1: «El profeta Ageo y el profeta Zacarías, hijo de Idó, empezaron a profetizar
a los judíos de Judá y de Jerusalén, en nombre del Dios de Israel que velaba sobre ellos»; 6,14:
«Los ancianos de los judíos continuaron reconstruyendo con éxito, según la profecía del profeta
Ageo y de Zacarías, hijo de Idó. Llevaron a término la construcción según la orden del Dios de
Israel y la orden de Ciro y de Darío»).
Ambos profetas se sitúan frente a la misión de reanimar al pueblo en la tarea de la «re-
construcción» de Israel, simbolizada en la reconstrucción del Templo de Jerusalén. En palabras
de Zacarías 8,9-13:
9
8 Así dice Yahvé Sebaot: Recobren el ánimo, ustedes que oyeron esos días las palabras
pronunciadas por los profetas, desde el día en que se echaron los cimientos del templo de
10
Yahvé Sebaot para reconstruirlo. Porque hasta esos días no había paga ni para los hom-
bres ni para el ganado; no había paz para hacer una vida normal, a causa del enemigo, y yo
11
había dado rienda suelta a los enfrentamientos entre los hombres. Pero ahora ya no seré
12
para el Resto de este pueblo como en días pasados —oráculo de Yahvé Sebaot—. Por-
que hay simiente de paz: la vid dará su fruto, la tierra dará sus productos y los cielos darán
13
su rocío; y yo daré en posesión al Resto de este pueblo todas estas cosas. Y del mismo
modo que ustedes fueron malditos entre las naciones, casa de Judá y casa de Israel, así los
salvaré yo, y serán benditos; ¡no tengan miedo, recobren el ánimo!
El libro de Zacarías 1-8 se parece al de Ageo: en ambos el marco literario está constituido
por un relato, las fórmulas de introducción son las mismas y las fechas se indican de manera
análoga (1,1.7 y 7,1). Se observa, sin embargo, que a diferencia de Ageo, a Zacarías le gusta ha-
22.2. El profeta
El redactor presenta al profeta indicando el nombre de su padre y de su abuelo (1,1.7).
Esta filiación en dos grados rompe con la mención de Esdras 5,1, en donde se llama a Zacarías
simplemente hijo de Idó. Como la tradición bíblica conoce unos veinte personajes llamados Zaca-
rías («Yahveh se ha acordado [de su promesa]»), la mención de Baraquías como padre del profeta
parece fruto de una confusión. Puesto que Idó es también el nombre de un sacerdote vuelto del
exilio (Nehemías 12,4), se ha preguntado si Zacarías sería de familia sacerdotal, lo mismo que
Jeremías o Ezequiel. Pero a éstos se les designa como tales; no así a Zacarías. La actitud de Zaca-
rías ante los sacerdotes (7,17) se comprende mejor si no forma parte del clero.
Se puede admitir que es un repatriado del destierro; de ahí su llamada vibrante a huir de
Babilonia (2,10-11), su anuncio de retorno del Señor a Jerusalén (1,16; 2,14), sus perspectivas
sobre el mundo de las naciones (6,1-6; 8,20-23) Y también las curiosas analogías que se han po-
dido señalar entre el escenario de sus visiones y la iconografía religiosa de Babilonia. ¿Le costó
trabajo hacerse escuchar, como suele pasar con los profetas? Podemos suponerlo ante el hecho de
que, en más de una ocasión, insiste en la misión que ha recibido y que se verá confirmada por el
cumplimiento de las promesas que le han encargado proclamar (2,13b; 4,9b; 6,15).
23.1. La colección
La diversidad formal de estas profecías y la ausencia de fórmulas de introducción o de
conclusión no facilitan la distribución de las unidades literarias que constituyen la colección. A
359
Depende de SAMUEL AMSLER Los últimos profetas. Ageo, Zacarías, Malaquías y algunos otros. Estella: Verbo
Divino 1996, pp. 41-48.
360
Depende de SAMUEL AMSLER Los últimos profetas. Ageo, Zacarías, Malaquías y algunos otros. Estella: Verbo
Divino 1996, pp. 36-40.
También denuncia el matrimonio con mujeres extranjeras como una traición religiosa
(2,11), pero su discurso no tiene la virulencia de las críticas de Nehemías ni sobre todo de Esdras.
Su polémica se refiere también a la práctica del repudio (2,14).
10
2 ¿No tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos ha creado el mismo Dios? ¿Por qué
11
entonces nos traicionamos unos a otros, profanando la alianza de nuestros padres? Judá
es culpable de traición; en Israel y en Jerusalén se cometen abominaciones. Porque Judá
ha profanado el santuario querido de Yahvé al casarse con la hija de un dios extranjero.
12
¡Que extirpe Yahvé al hombre que hace tal, incluidos testigo y defensor, de las tiendas de
13
Jacob y de entre los que presentan la oblación a Yahvé Sebaot! Y ustedes hacen otra co-
sa más: cubren de lágrimas el altar de Yahvé, de llantos y suspiros, porque él ya no acepta
14
su oblación, ni la recibe gustoso de sus manos. Y encima ustedes dicen: ¿Por qué? —
Porque Yahvé es testigo entre tú y la esposa de tu juventud, a la que tú traicionaste, siendo
15
así que era tu compañera, la mujer con la que te habías comprometido. ¿No los ha hecho
un solo ser, dotado de carne y espíritu? Y este uno ¿qué busca? ¡Una posteridad dada por
16
Dios! Guarden, pues, su espíritu; no traiciones a la esposa de tu juventud. Pues yo odio el
repudio, dice Yahvé Dios de Israel, y al que encubre con su vestido la violencia, dice Yahvé
Sebaot. Guarden, pues, su espíritu y no cometan tal traición.
Este profeta parece ejercer su ministerio en Jerusalén a lo largo del siglo V, quizás por el
450. Así pues, su mensaje se inscribe entre el de Zacarías 1-8, ligado a los acontecimientos de los
años 520-518, y las dos secciones más tardías de Zacarías 9-14.
En estos capítulos se encuentra una forma más corriente de la profecía: la de los oráculos
pronunciados por Dios mismo. Pero el profeta los introduce a veces mediante un diálogo con sus
oyentes, bien sea haciéndoles una pregunta que los lleva a reflexionar, bien respondiendo a una
cuestión que ellos se plantean. Por ejemplo: «Si yo soy Padre, ¿dónde está el honor que me per-
tenece?» (1,6), o al revés: «¿En qué hemos despreciado tu nombre?» (1,6b), o también: «¿Cómo
hemos de volver?» (3,7). Esto indica la vivacidad retórica de este discurso. Esta forma literaria de
las «palabras de disputa» es un buen criterio para averiguar dónde empieza y dónde acaba cada
una de las predicaciones.
361
Depende de JOSÉ MARÍA ABREGO DE LACY Los libros proféticos. Estella: Verbo Divino 1993, pp. 186-191
364
Depende de SAMUEL AMSLER Los últimos profetas. Ageo, Zacarías, Malaquías y algunos otros. Estella: Verbo
Divino 1996, pp. 30-35.
Esta libertad respecto a las formas literarias clásicas de la profecía y estas repeticiones de
temas tradicionales son características de la profecía tardía, cuya originalidad consiste en combi-
nar y en reelaborar los materiales de la tradición. No se trata ya ahora de la predicación oral pues-
ta posteriormente por escrito. Es una producción literaria concebida y comunicada de antemano
en forma escrita. Esta mezcla de lo viejo con lo nuevo hace difícil fechar esta colección.
Por otra parte, esta parte del libro de Zacarías está formada por dos secciones, dotadas
cada una de ellas de una breve anotación: «oráculo» (9,1 y 12,1). Pues bien, esta misma indica-
ción se encuentra también al frente del libro de Malaquías (Malaquías 1,1).
El carácter heterogéneo de estos capítulos y el aspecto enigmático de algunos pasajes han
llamado la atención de muchos investigadores. Se ha intentado obtener un plan general del con-
junto, que parece obedecer a un esquema complejo de inclusiones. Así, la victoria del Señor so-
bre las naciones vecinas, descrita al comienzo de la colección (9,1-8), encontraría su pasaje co-
rrespondiente en la evocación final de la gran peregrinación de las naciones hacia Jerusalén
(14,16-21). Pero esta estructura es demasiado rígida para dar cuenta de todas las partes.
La diversidad literaria y la utilización de múltiples temas teológicos insinúan la existencia
de una pluralidad de autores, cuyos mensajes habrían sido recogidos por un redactor final que los
organizó según un cierto escenario. Todo lo más puede plantearse la hipótesis de que el relato de
11,4-17, donde se pone en escena el profeta, constituye la conclusión de una primera colección
(capítulos 9-11), que podría proceder de un solo profeta. Esta primera sección habría sido com-
pletada más tarde con otros mensajes, de origen profético diverso. Por eso mismo se habría deci-
dido dar a la colección de los capítulos 9-14 el nombre de Deutero-Zacarías.
En cuanto a inscribir estas profecías en una época particular de la historia, la cuestión si-
gue abierta. Algunas profecías podrían tener su origen en una tradición antigua, como por ejem-
plo el anuncio de la llegada pacífica del rey a Jerusalén (9,9-10; cf. Isaías 9,1-6) o también la
promesa de la reunión de los desterrados de Israel del norte, como en Jeremías (10,10-11; cf. Je-
remías 31).
9
9 ¡Exulta sin freno, Sión, grita de alegría, Jerusalén! Que viene a ti tu rey: justo y victorio-
10
so, humilde y montado en un asno, en una cría de asna. Suprimirá los carros de Efraín y
los caballos de Jerusalén; será suprimido el arco de guerra, y él proclamará la paz a las na-
ciones. Su dominio alcanzará de mar a mar, desde el Río al confín de la tierra.
365
Depende de SAMUEL AMSLER Los últimos profetas. Ageo, Zacarías, Malaquías y algunos otros. Estella: Verbo
Divino 1996, pp. 56-61.
366
Depende de JOSÉ MARÍA ABREGO DE LACY Los libros proféticos. Estella: Verbo Divino 1993, pp. 250-254.
367
Tarsis parece ser el nombre bíblico para referirse al extremo sur de España, la actual región de Andalucía.
30. Daniel – l")yinæD / Daniel = Dios es mi Juez, Juicio de Dios, Dios es el defensor de mi derecho
30.1. Aspectos generales 368
En la Biblia, el libro de Daniel es único en su género. Por otra parte, no ocupa el mismo
lugar en la Biblia hebrea que en la Biblia griega. En la primera, no entra en la categoría de los
«Profetas» (Isaías, Jeremías, Ezequiel y los Doce), sino en la de los otros «Escritos» (Ketubim),
detrás de los Salmos, Job, los Proverbios, los cinco «rollos», y antes de Esdras-Nehemías y de las
Crónicas. En la Biblia griega está colocado entre los cuatro «profetas mayores». Ya en eso obser-
vamos una apreciación secundaria de su género literario, ligada a la de su fecha de composición,
que hay que calcular en función de su contenido interno.
El «profeta» Daniel se dice que comenzó su misión «el año tercero del reinado de Joa-
quín, rey de Judá», cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, se apoderó de Jerusalén, se llevó
los utensilios litúrgicos del Templo para agregarlos al tesoro del templo de sus dioses y deportó a
Babilonia al rey judío y a muchas de sus gentes. De hecho, esta presentación convencional de la
historia se ve desmentida por el final del segundo libro de los Reyes: no hubo ni asedio de Jerusa-
lén, ni saqueo del Templo ni deportación el año 606 a. C. Sólo se sabe que Nabucodonosor, rey
de Babilonia y vencedor de Egipto en Karkemish el año 605, sometió entonces a Joaquín. Este se
rebeló tres años más tarde (602) y vio cómo su reino era saqueado por bandas llegadas de los
pequeños reinos vecinos (2 Reyes 24,1-2). La presentación de las cosas en el libro de Daniel no
tiene otra finalidad que darle al héroe el marco histórico ficticio en el que se desarrollará su acti-
vidad. Por tanto, hay que seguir otro camino para precisar el marco histórico real del libro y los
géneros literarios a los que pertenecen sus diversos capítulos.
368
Depende de PIERRE GRELOT El libro de Daniel. Estella: Verbo Divino 1993 (Cuadernos Bíblicos 79).
369
Depende de L. ALONSO SCHÖKEL y J. L. SICRE DÍAZ Los Profetas. Introducciones y comentario. Madrid: Cris-
tiandad 1980. tomo 2, pp. 1311-1342.
370
Cf. Apocalipsis 22,6-7
371
En Hechos 4,36 y 11,23-24 puede verse la labor consoladora de Bernabé, a quien se denomina ui(o£j para-
klh¿sewj / hyós paracléseôs = hijo de consolación, consolador.
372
Ya Daniel aparece investigando las Escrituras: Daniel 9,2
373
1 Corintios 12,28; Efesios 3,5-6; 4,11
374
Por ejemplo, en Juan 11,51 se señala que el Sumo Sacerdote profetiza por el hecho de ser tal. Cabe destacar ex-
presamente que el vocabulario clásico usado en Grecia para el tema de la adivinación está ausente en el Nuevo
Testamento. Nunca se usa positivamente el verbo mante¿uomai / manteoumai = adivinar (cf. Hechos 16,16), ni se
alude a la estado de alta excitación que permite profetizar a los videntes, el e)nJousiasmo¿j / enthousiasmos.
375
Texto expresamente citado en este sentido en Hechos 2,14ss.
376
Marcos 6,15; Mateo 16,14; 21,11.46; Lucas 7,16.39; 24,19; Juan 4,19; 9,17
377
Mateo 13,57; Lucas 13,33
378
Hechos 3,22 y 7,37