La Naturaleza de La Innovación, Fernando Flores
La Naturaleza de La Innovación, Fernando Flores
La Naturaleza de La Innovación, Fernando Flores
LA NATURALEZA DE LA INNOVACIÓN
Fernando Flores.
“
La historia de la medicina está llena de ejemplos de cura
obtenidas años, décadas e incluso siglos antes de que se
entienda el mecanismo que explica su acción curativa”
Sidney Farber
Comúnmente nos parece que palabras como innovación, calidad, excelencia y
otras describen cualidades, realidades del mundo. Sin embargo, al analizarlas con más
detención nos damos cuenta de que tienen su origen en juicios de valor. La calidad
refiere a algo sin defecto, la excelencia a aquello que se ha hecho
extraordinariamente bien y la innovación a lo nuevo que emerge y que reconocemos
como valioso.
– ¿Cómo?
– ¡Qué genialidad!
-- Más que una genialidad, lo que hizo fue seguir las pautas de trabajo propias de
su laboratorio y sus prácticas de químico.
– En ese tiempo ni siquiera se les tenía un nombre. Habían sido descubiertos hacía
doscientos años por el inventor del microscopio, sin embargo, nadie sabía bien
qué hacer con ellos. Por eso, lo notable fue que Pasteur sospechara que estos
bichos pudieran ser los que producían ese olor a leche agria. ¡Que fueran agentes
químicos! Fue un verdadero fulgor que abrió un nuevo horizonte de posibilidades
ante sus ojos.
-- En medio de esas certezas dominantes debe haber sido muy difícil creerle a
Pasteur.
– Claro. Aunque ese nombre llegó mucho después. Lo que sí ocurrió en ese
momento fue que las noticias de lo que Pasteur estaba consiguiendo se
extendieron entre sus colaboradores y en el mundo científico de la época. Tras
años de trabajo en su laboratorio, consiguió desentrañar el origen bacteriano de
una enfermedad del gusano de seda que amenazaba con destruir esa importante
industria francesa. En seguida, enunció formalmente la teoría microbiana de las
enfermedades infecciosas – esas que antes se llamaban pestes–, abocándose al
estudio de algunas que afectaban a los pollos y al ganado y explorando el
desarrollo de las vacunas, que le valieron uno de sus primeros grandes triunfos
frente a quienes atacaban sus ideas. De hecho, la victoria que cimentó finalmente
su fama fue la prueba en un niño francés y en unos soldados rusos de una vacuna
contra una enfermedad terrible, la rabia.
– Es verdad. Lo que pasa es que comúnmente olvidamos que aquello con lo que
ahora contamos no siempre ha sido así.
Esta breve conversación nos ha permitido ilustrar que aquello que llamamos
innovación es, antes que todo,
la emergencia histórica de nuevas prácticas que
modifican o desplazan a otras ya existentes y que se encarnan en artefactos o en
maneras de relacionarnos u organizarnos. Junto con ello, hemos visto que este
fenómeno involucra a personas que viven en un momento histórico determinado (con
maneras de comprender propias de su tiempo, además de prácticas y equipamientos a
la mano, como la química y el microscopio), que forman parte de un ethos cultural
singular (con maneras de ser, de actuar, de relacionarse) y que tienen la intención de
hacerse cargo de alguna preocupación personal o colectiva. Por ello, afirmamos que
antes que la demostración del genio de un individuo, lo que este diálogo nos muestra
de Pasteur es su capacidad receptiva de una historia que se estaba haciendo y de las
prácticas y preocupaciones que estaban teniendo lugar en su tiempo.
Aunque para quienes lo vivieron era imposible apreciarlo con claridad, hoy
vemos cómo a partir de lo que hemos llamado un fulgor que cambió la conversación
de su época comenzaron a emerger nuevos espacios de posibilidades, con nuevas
explicaciones y nuevas tecnologías, como si en una pieza teatral de pronto cambiará la
iluminación haciendo mutar el escenario y la escena.
No se trató, por cierto, de un efecto inmediato: lo nuevo tenía que abrirse
camino. Así, para aislar, cultivar y clasificar a los microorganismos, para profundizar en
sus observaciones y responder a sus conjeturas, Pasteur requirió de ingeniosos
experimentos y de nuevos instrumentos y técnicas de laboratorio. Solo así pudo
mostrar primero que aquellos que alguna vez fueron simples “bichos” eran agentes
químicos; y a partir de allí, abrir camino a la interpretación de que podían ser también
los causantes de muchas enfermedades.