El Tarot Astronomico de Court de Gebelin

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Al autor de los estudios histérico-masónicos, TÉDER

CAPÍTULO XVI

EL TAROT ASTRONÓMICO

Astronomía egipcia — Las cuatro estaciones — Los doce meses — Los treinta y seis
decanatos — Los planetas — Relaciones absolutas con el Tarot — El Juego de Tarot
(sus orígenes, sus alegorías) — Figura conteniendo las aplicaciones del Tarot a la as-
tronomía — Clave de los trabajos astrológicos de Christian — Adaptación del
arqueómetro de Saint-Yves D'Alveydre — El Tarot astronómico de Court de Gébelin.

EL TAROT ASTRONÓMICO

Con el fin de mostrar la exactitud de los principios en que descansa la


construcción del Tarot, tomaremos como ejemplo de su primera
aplicación la propia constitución del Universo, según las enseñanzas de
la astronomía.
Sabemos que los egipcios dividían el año en cuatro estaciones, de tres
meses cada una. Cada mes se hallaba compuesto por tres decanatos o
períodos de diez días, lo que da 360 días para el año. Para completarlo
anadían un período de 5 días o (Epacta) situado después de los 30° de
Leo (agosto). Debemos hallar pues en nuestro Tarot:
1° Las cuatro estaciones;
29 Los doce meses, mejor dicho, los doce signos del zodíaco;
39 Los 36 decanatos.
Además cada mes, o también, cada signo está regido por un planeta
como asimismo por cada decanato.

1° Las cuatro estaciones

Las cuatro figuras del Tarot corresponden perfectamente a las cuatro


estaciones. Así, considerando a la lámina 21 como el origen de todas
sus aplicaciones, observaremos que las cuatro figuras de las esquinas
representan los cuatro colores del Tarot, y, en nuestro caso, las cuatro
estaciones del año.
La parte elíptica situada entre las figuras y el centro corresponde al
zodíaco con sus divisiones respectivas. Por último, el centro mismo
corresponde a los planetas que influencian todo el sistema.

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2° Los doce signos del zodíaco

Cada color representa una estación, cada estación se compone de tres


meses, en consecuencia ¿cómo se hallarán representados los meses en
los colores...? Los meses estarán representados por las figuras y las
correspondencias se establecen del modo siguiente:
REY 1° mes o mes activo de la estación. Mes creador, iod.
DAMA 2° mes o mes pasivo de la estación. Mes conservador, hé.
CABALLO 3° mes o mes realizador, equilibrante de la estación, vau.
VALET Transición del tercer decanato de la serie actual al primer
decanato de la serie siguiente.

Hallamos entonces 12 figuras correspondientes a los 12 signos del


zodíaco, a saber:
Rey de bastos Aries
BASTOS Dama Taurus PRIMAVERA
Caballero Géminis
Valet Transición Epacta
Rey Cáncer
COPAS Dama Leo VERANO
Caballero Virgo
Valet Transición Epacta
Rey Libra
ESPADAS Dama Scorpius OTOÑO
Caballero Sagitario
Valet Transición Epacta
Rey Capricornio
OROS Dama Acuario INVIERNO
Caballero Piscis
Valet Transición Epacta

3° Los 36 decanatos

Cada estación se divide en tres meses; pero cada mes se divide en tres
decanatos o períodos de 10 días. Para determinar cuáles son las
láminas del Tarot que corresponden a estas nuevas divisiones, bastará
con que recordemos las relaciones que existen entre las figuras y los
números de los arcanos menores. Si elegimos, por ejemplo, el rey,
sabremos que esta figura gobierna las láminas: As, 2 y 3, además del
primer ternario. Tendremos entonces las relaciones siguientes: rey de
Bastos, signo zodiacal Aries.
AS 1° Decanato o decanato activo del mes. Decanato creador,
iod.
DOS 2° Decanato o decanato pasivo del mes. Decanato formador,
conservador, hé.
TRES 3° Decanato o decanato equilibrante, vau.
CUATRO Transición del tercer decanato de la serie actual al primer
decanato de la serie siguiente.

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(Relaciones de los 12 signos con los órganos del cuerpo)

Supuesto que cada decanato gobierna 10° del zodíaco y representa una
cierta fracción del mes, cada uno de los arcanos menores —
representando a su vez un decanato— gobernará una cierta fracción del
año:
As de Bastos 21 a 30 de marzo
3 de Bastos 31 de marzo a 9 de abril
2 de Bastos 10 a 19 de abril, etc.

Para conocer los días que corresponden a cada decanato se consultará


la tabla dispuesta al comienzo de este capítulo. Esta es la base del Tarot
astrológico que permite disponer las láminas para el horóscopo: mas
como esta particular aplicación nos apartaría del aspecto puramente
científico que nos hemos propuesto seguir, no insistiremos sobre el
particular.
Resumiendo: el Tarot astronómico está representado por los arcanos
menores los cuales determinan el campo en que actuarán los planetas
que nos falta considerar.

DE LOS PLANETAS

En esta exposición del Tarot, los arcanos mayores se hallan re-


presentados por el septenario planetario, el cual obra sobre los tres
mundos (3 X 7=21).
Cada signo zodiacal y cada decanato se hallan gobernados por un
planeta. Las relaciones de los planetas con los signos se hallan

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indicados en el cuadro de la página anterior. Este cuadro permite
descifrar los trabajos de Cristian (Historia de la Magia) y los de Ely Star
(Los Misterios del Horóscopo) sobre la astrología. También indican las
correspondencias astronómicas del Tarot. Veamos su construcción:
Las cuatro figuras del arcano 21 representan las cuatro estaciones del
año y los cuatro colores del Tarot. El centro de la lámina corresponde a
los siete planetas. Entre ambos se desenvuelve la elipse del zodíaco,
clave de las influencias de los arcanos mayores (planetas) sobre los
arcanos menores (decanatos). Como vemos, este cuadro es no
solamente un sistema de interpretación del Tarot, sino también una
verdadera clave del mismo.
Para demostrar la correspondencia entre nuestras propias deducciones
y las dadas por los bohemios, transcribimos a continuación un extracto
publicado por Vaillant (Historia de los Bohemios).

ENSEÑANZAS DE LOS BOHEMIOS SOBRE EL TAROT


ASTRONÓMICO

La carta 21, intitulada el mundo o el tiempo es, en efecto, el tiempo del


santuario y el santuario del tiempo. Representa una corona de flores
dispuesta en óvalo y dividida en cuatro partes mediante igual número
de flores de loto, sostenida por las cuatro cabezas simbólicas que San
Juan copió de Ezequiel y éste de los querubines y serafines de Asiria y
Egipto. La cabeza del águila es el símbolo del Oriente, de la mañana, del
equinoccio de primavera, etc.; la del león, el símbolo del mediodía y del
solsticio de verano; la del buey, el símbolo de la noche, del Occidente y
del equinoccio de otoño; por último, la del hombre es el símbolo de la
noche, del septentrión y del solsticio de invierno.
En el medio de esta corona, que representa el huevo del mundo y
también el mar, el océano, el arca, etc., se halla una mujer desnuda,
esta mujer es la Eva de las escrituras. Tiene un pie levantado, símbolo
del tiempo que pasa. En su mano aprisiona dos bastones, que
simbolizan: la balanza, el equilibrio del tiempo, la justicia de los
hombres, la equivalencia de los días y de las noches, la igualdad del
hombre y de la mujer, etcétera.
Esta EVA es la gran madre (Ava o Ebe) que vierte a los astros (los
dioses-hombres del cielo) y a los hombres (los astros-dioses de la tierra)
el néctar y la ambrosía de la inmortalidad, la sombra y la justicia. Y, en
efecto, el nombre de KUDAS dado por los cretenses a EBE, es la justicia
(Saduk) qué se traduce en MELCHI (Sedek) "como el espíritu del señor"
y de este "espíritu (Eon) del sol": la justicia del tiempo, de los astros y
de la vida humana. En fin. NOÉ luz de la eternidad (Aon).
Desde muy antiguo se ha utilizado este símbolo para personificar a la
naturaleza y también para expresar la síntesis de los segmentos del
círculo y la alianza de los arcos de la esfera, origen del arco de la
alianza de los hebreos. Ha servido igualmente para simbolizar la trans-
formación de una antigua moneda cretense, que había tomado esta
"arca" (alianza de los arcos del cielo) como el "principio de la que
representa el espíritu (Eon) de la eternidad (Aon) de los siglos (Aion) fue
la praeco-justiciae, revelador de la justicia.
El Tarot es una interpretación del libro sideral de Enoc, que es Henochia;
está construido sobre el modelo de la rueda astral de ATHOR, que es
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AS-TAROTH, semejante al OT-TARA hindú, osa polar o ARC-TURA del
septentrión; es la fuerza mayor (tarie) sobre la que se apoya la solidez
(ferrale) del mundo y el firmamento sideral de la tierra; en
consecuencia, así como la osa polar llegó a ser el carro del sol, el
carruaje de David y de ARTHUR, es también, la hora (tuche) de los
griegos, el destino (tiko) de los chinos, el azar (tiki) de los egipcios, la
suerte (tika) de los romes; y que girando incesantemente alrededor de
la osa polar, los astros desarrollan sobre la tierra el fasto y lo nefasto, la
luz y la sombra, el calor y el frío de lo cual deriva el bien y el mal, el
amor y el odio, que hacen la felicidad (ev-tuche) y la desgracia (dis-
tuchie) de los humanos.

En efecto, SEPHORA es un armónico de esa tríada (s.f.r ) cuya uniüad, la


esfera (Spheri) del mundo, se traduce mediante la luz (Sapher), la cifra
(Sipher) y la palabra (Sephora) de los hebreos. ror esto se dice de esta
esfera,

CUYA LUZ ES LA VERDAD,

el zodíaco el libro que la encierra, y las estrellas los guarismos y letras


que la nombran; se dice, repetimos, que los ANAKS han obtenido su
TARA, los bohemios su TAROT, los fenicios su AS-THAROT, los egipcios
su ATHOR y los hebreos su THORAH.

DEL JUEGO DEL TAROT

Donde se trata de su origen, se explican sus alegorías y se demuestra


que constituyen la fuente de nuestros actuales juegos de naipes,
etcétera.
COURT DE GÉBELIN

SORPRESA QUE CAUSARÍA EL HALLAZGO DE UN LIBRO EGIPCIO

Si se nos dijera que existe en nuestros días una obra del antiguo Egipto,
un libro que se salvó del incendio que redujo a cenizas sus magníficas
bibliotecas y en el que se trata de las más puras doctrinas, referentes a

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ciertos asuntos muy importantes, es seguro que una gran mayoría se
apresuraría en conocer un libro tan extraordinario y precioso. Si a esto
añadimos que el tal libro se ha divulgado en una gran parte de Europa y
que desde hace siglos está al alcance de todo el mundo, la sorpresa
sería todavía mayor; pero llegaría a su colmo si afirmáramos que jamás
se sospechó de su origen egipcio, que le tenemos muchas veces entre
las manos sin saberlo, que nadie se ha preocupado en descifrar una sola
de sus hojas, y que el fruto de tan elevada sabiduría es considerado
como un conjunto de figuras extravagantes sin mérito alguno. ¿No se
diría que deseamos divertirnos a costa de nuestros lectores?

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PUES BIEN, ESE LIBRO EXISTE

Lo repetimos, ese libro egipcio, único vestigio de sus soberbias


bibliotecas, existe; y es tan común que ningún sabio se ha dignado
ocuparse de él. Antes de nosotros nadie sospechó su ilustre origen. Este
libro está compuesto por 77 páginas y también por 78, dividido en cinco
clases, cada una de las cuales ofrece aspectos tan variados cuanto
instructivos y entretenidos. Digámoslo de una vez: este libro es el
TAROT. Juego desconocido en París, es verdad, pero en cambio muy
conocido en Italia, Alemania y hasta en la Provenza, y, tan original por el
aspecto de las figuras, como por la variedad y multiplicidad de las
mismas.
A pesar de su extraordinaria difusión, nada se sabía de sus extrañas
figuras, y su origen, que se pierde en la noche de los tiempos, es tal que
se ignoraba cuándo y en qué lugar se lo había inventado ni los motivos
en virtud de los cuales se había reunido un conjunto de figuras tan
extrañas, y al parecer sin ilación, de tal modo que ninguna persona
había logrado resolver el enigma que encerraba.
Por otra parte este juego ha llamado tan poco la atención, que ningún
sabio se ha dignado mencionarlo en los estudios que se han realizado
sobre las cartas. Tan sólo nos han citado las cartas francesas, usadas en
París, y cuyo origen es relativamente moderno —con lo que se han dado
por satisfechos—. Generalmente se confunde el origen de un
conocimiento con el país que nos lo reveló por vez primera. Es
precisamente lo que hicimos notar al hablar de la brújula: los griegos y
los romanos nos han transmitido por igual las características de este
instrumento, motivo que confunde la pureza de su origen.
Mas la forma, la disposición y el arreglo de este juego —como así
también el aspecto simbólico de sus figuras— se corresponden de tal
manera con las doctrinas civiles, filosóficas y religiosas de los antiguos
egipcios, que no podemos evitar de reconocerlo como la obra maestra
de ese pueblo de sabios. Únicamente ellos pudieron ser los autores de
ese juego, digno rival del juego de ajedrez, inventado por los hindúes.

DIVISIÓN

Mostraremos las alegorías contenidas en las cartas de este juego, las


fórmulas numéricas que lo componen, de qué modo ha llegado hasta
nosotros, sus relaciones con un monumento chino, cómo dieron origen a
las cartas españolas y las relaciones de estas últimas con las francesas.
Daremos también, a continuación de este ensayo, sus aplicaciones a las
artes adivinatorias —lo que debemos a las gentiles indicaciones de un
oficial, gobernador de la Provenza— el cual ha descubierto en este
juego —con una sagacidad que le honra— los principios aplicados por
los egipcios en el arte de la adivinación. Estos principios son los que
distinguieron las primitivas bandas de este pueblo, impropiamente
llamado Bohemio, que se diseminaron por toda Europa y cuyos vestigios
se hallan en nuestros actuales juegos de cartas, si bien muy pobres en
figuras y, en consecuencia, bastante aburridos.
En cambio, el juego egipcio brilla por lo apasionante de sus láminas que
abarcan todo el Universo y las etapas múltiples de la vida humana de
ese pueblo único y sabio, que trasuntaba en cada una de sus obras el

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sello de la inmortalidad y en el cual, todos los pueblos del mundo, se
han inspirado.

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ARTÍCULO I

ALEGORÍAS QUE OFRECEN LAS LÁMINAS DEL TAROT

Si este juego, que ha permanecido mudo para todos los que le conocen,
se ha revelado a nuestros ojos, no ha sido como resultado de una
profunda meditación ni del deseo de poner orden en su caos aparente,
sino simplemente por obra del azar. Invitados hace algunos años, para
visitar a la esposa de un amigo nuestro, que acababa de llegar de
Alemania o de Suiza, la hallamos empeñada en una partida de naipes.
—Jugamos a un juego que seguramente usted no debe conocer.
—Es posible. ¿De cuál se trata?
—Del juego del Tarot.
—Tuve ocasión de verlo jugar cuando era muy joven, pero no tengo la
más mínima idea de su contenido.
—Es una rapsodia de figuras a cual más extraña y original. Por ejemplo,
observe ésta.
Se tuvo cuidado en elegir una de las más extraordinarias y sin relación
aparente con el título que ostentaba: El mundo. La miro y de inmediato
reconozco la alegoría. Los jugadores interrumpen la partida y se
apresuran a mostrarme quien una carta, quien otra. En un cuarto de
hora el juego fue estudiado, explicado y declarado egipciano. Pronto nos
convencimos que no éramos victimas de nuestra imaginación. Nuestro
conocimiento de la civilización egipcia nos aseguraba haber hallado un
libro de muy antiguo linaje, escapado quien sabe cómo de la barbarie
de los invasores, de los incendios accidentales, del tiempo y de la
ignorancia, mucho más desastrosa todavía.
El aspecto ligero y frívolo de este libro es, sin duda alguna, lo que lo ha
preservado de la destrucción, permitiendo que llegue a nuestras manos
en toda su pureza original. Como es natural, ignorantes del valor de su
contenido, nadie se preocupó de mutilarlo.
Pero era ya tiempo de redescubrir el sentido alegórico de su contenido,
destinado a mostrar al mundo la pujanza de la sabiduría antigua que
supo cifrar en un simple juego de cartas las más altas enseñanzas de su
civilización.
Como ya dijimos, el Tarot está compuesto de 77 cartas (algunas veces
de 78) dividido en cuatro colores o palos. A fin de que nuestros lectores
puedan seguir nuestra explicación con toda comodidad, hemos hecho
grabar los triunfos y los cuatro ases, correspondientes a cada color, o
palo, llamados por los españoles. Espadas, Bastos, Copas y Oros.

Los colores

En páginas anteriores se hallan dibujados los cuatro ases. A, representa


el as de Espadas, adornado con una corona entrelazada por dos palmas;
C, el as de Copas, con la apariencia de un castillo, tal como los que
figuran cincelados en muchas copas antiguas; D, el as de Bastos, de
apariencia pesada y rígida; B, el as de Oros, rodeado de guirnaldas. "
Cada color se compone de 14 cartas: diez cartas se hallan -numeradas
del 1 hasta el 10 inclusive y las cuatro restantes no llevan número, y
son: el rey, la reina, el caballero y el escudero o valet.

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Los colores corresponden a las cuatro clases sociales en que se hallaba
dividida la nación egipcia. Las ESPADAS corresponden a la clase
soberana: la nobleza; las COPAS al sacerdocio; los BASTOS a la
maza de Hércules y la agricultura; los OROS al comercio, cuyo
emblema es el dinero.
Este juego está basado en el número septenario
Siete, el número sagrado por excelencia, es la base fundamental de
este juego. Cada color está compuesto de dos septenarios. Los triunfos
suman en total tres septenarios. El total de cartas es igual a 78 (77
cartas numeradas y una que lleva por número el cero y a la que se
conoce con el nombre de El Loco). Ahora bien, todo el mundo sabe que
el siete era el número clave y sagrado, al cual referían los egipcios los
elementos de todas las ciencias que conocían. El fúnebre aspecto de la
carta 13 nos demuestra, mejor dicho, nos confirma el origen egipcio de
la misma.
Por otra parte este juego tiene que ser necesariamente de origen
egipcio, puesto que está basado en el número 7; que corresponde a las
cuatro clases en que se hallaban subdivididos sus habitantes; que el
mayor de los triunfos traduce algunas características de aquel país, por
ejemplo: los dos supremos Hierofantes —hombre y mujer
respectivamente—, Isis, Tifón, Osiris, la Casa de Dios, el Mundo, los
Canes —correspondientes a los trópicos—, etcétera.
Inventado por un hombre de genio, antes o después del juego de
ajedrez, y reuniendo en sí lo útil a lo agradable, ha llegado hasta
nosotros desde el fondo mismo de los siglos. Último sobreviviente de la
cultura y del saber de un magno imperio, ha servido de entretenimiento
a casi todas las civilizaciones, sin que el profundo simbolismo de sus
láminas haya sido jamás develado.
Tratemos de investigar por cuáles rutas misteriosas este juego
admirable ha llegado hasta nosotros. En los primeros siglos de la iglesia
cristiana, los egipcios gozaban de gran prestigio en Roma; sus
ceremonias y el culto de Isis eran muy conocidos, es por lo tanto lógico
que lo fuera también el juego que nos ocupa.
Por mucho tiempo, este juego quedó circunscripto a la península itálica.
Más tarde, cuando la alianza entre Italia y Alemania, fue divulgado en
este último país. El pacto entre Italia y el condado de Provenza, como
asimismo el asiento de la Corte de Roma en Avignon, permitió que fuera
conocido también en la Provenza y en Avignon. Y si se detuvo a las
puertas de París, ello fue debido a la superficialidad de las damas
francesas, que no lograron simpatizar con el aspecto algo tosco y
extravagante del juego.
Sin embargo, el Egipto no ha logrado alcanzar los frutos de su ingenio.
Reducido al más deplorable de los servilismos, a la más profunda
ignorancia; privados de todas sus artes, sus habitantes no serían
capaces de fabricar una sola carta del Tarot.
Si las cartas francesas, mucho menos complicadas, requieren el trabajo
asiduo de una gran cantidad de personas y el concurso de artes muy
diversas, ¿cómo habría podido ese pueblo desafortunado conservar las
suyas?

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Nombres orientales conservados en este juego

Los nombres conservados en este juego prueban también su origen


oriental, por ejemplo: Tarot, Mat (loco) y Pagad.

1. TAROT
El nombre de este juego es egipcio; se halla compuesto del vocablo
TAR, que quiere decir vía, camino; y de Ro, ROS, Rog, que significa REY,
REAL; es pues, equivalente a camino real de la vida, Y, en efecto, se
relaciona con la vida de los ciudadanos, puesto que representa las
distintas clases en que aquellos se dividían. Además el Tarot contiene
todos los acontecimientos que pueden transcurrir en la vida de cada
uno de los componentes de esas clases, señalándoles los guías físicos y
morales que gobiernan sus destinos: el rey, la reina, el sacerdote, el sol,
la luna, etcétera.
Les enseña también por medio del jugador de cubiletes y la rueda de la
fortuna, que el hombre debe escudarse en la virtud para sortear las
transiciones del destino.
2. MAT
Mat es la palabra oriental, sinónimo de asesinado, herido, partido, etc.;
en el idioma italiano quiere decir loco. Es curioso que al loco se le suela
llamar cabeza partida.
3. PAGAD
Se llama (Pagad) al jugador de cubilete. Esta palabra, desconocida en
las lenguas occidentales, es también de origen oriental. Pag, quiere
decir jefe, maestro, señor; y Gad, equivale a fortuna. Es por esto que el
jugador de cubilete ostenta en su mano la varita de Jacob o la verga de
los magos, que lo hacen dueño del destino.

LIBRO DE THOT

El deseo de aprender se desarrolla en el corazón del hombre a medida


que su espíritu atesora nuevos conocimientos; la necesidad de
conservarlos y la ambición de transmitirlos exigió la creación de un
alfabeto característico. La paternidad de este alfabeto es atribuida
generalmente a Thot, conocido también con el nombre de Mercurio. Las
letras de este alfabeto no eran, como los nuestros, meros signos
convencionales para la estructuración de las palabras sino que se
trataba de un sistema de imágenes, mediante el arreglo de las cuales se
exponían las ideas y conceptos más profundos.
Es lógico suponer que el creador de estas imágenes debió ser también
el primer historiador conocido. En efecto, se dice que Thot pintó a los
dioses, esto es, que describió las obras de la creación o potencia
suprema, a la que añadió algunos conceptos morales. Parece ser que
este libro fue llamado AS-TAROSH; de A, doctrina, ciencia y de ROSCH:
Mercurio; todo lo cual y junto al artículo (T) quiere decir: cuadro de la
doctrina de Mercurio. Mas como ROSCH quiere decir también comienzo,
el nombre TA-ROSCH, fue consagrado especialmente a la Cosmogonía;
así también como la ETHOTIA: Historia de los Tiempos, fue el título que
dieron a la Astronomía. Y puede ser que ATHOTES —que se define como

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el rey, hijo de Thot—, no sea otra cosa que el hijo de su genio y la
historia de los reyes del Egipto1.
Esta vieja cosmogonía, ese libro de TA-ROSH, ligeramente alterado,
parece haber llegado hasta nosotros a través de las cartas que hoy
conocemos por el mismo nombre, ya sea que la concupiscencia lo haya
conservado para engañar el ocio o que la superstición lo haya
preservado de las injurias del tiempo, los misteriosos símbolos que
servían, como a los magos de antaño, a engañar la credulidad de las
gentes.
Los árabes transmitieron este libro a los juegos de los españoles y los
soldados de Carlos V lo llevaron a Alemania. Estaba compuesto de tres
series superiores, representación de los tres primeros siglos: el de oro,
el de plata y el de bronce, estando cada uno compuesto de siete cartas.
Como la escritura egipcia se leía de izquierda a derecha, la carta 21 que
ha sido numerada con cifras modernas, es precisamente la primera y
debe tenerse en cuenta para la debida interpretación de la historia; es
también la primera carta del juego de Tarot y del método de adivinación
para lo cual servían estas antiguas imágenes.
En fin, hay todavía una carta, la 22, sin número ni potencia, pero que
aumenta el valor de las que le preceden, es el cero de los cálculos
mágicos, se la conoce con el nombre de La Locura.

Correspondencias del alfabeto hebreo (Tarot) con el jeroglífico de Pasas.

1
Ver también el ALTOTAS, de Cagliostro, tan bien estudiado por el doctor Marc Haven en su libro:
El Maestro desconocido.

14
15
A la memoria del H. BERTRAND, VEN

CAPÍTULO XVII

EL TAROT INICIATICO

Trabajos de Ch. Barlet sobre el particular — Involución y Evolución — Las Horas de


Apolonio de Tyana — Las fases de la iniciación descriptas por el Tarot — Los nombres
divinos en el Tarot.

EL TAROT INICIATICO

APLICACIONES DEL TAROT A LAS DOCTRINAS TEÓRICAS Y


PRÁCTICAS DE LA INICIACIÓN

A continuación damos in extenso un trabajo muy interesante de nuestro


camarada Ch. Barlet. Los lectores podrán así verificar las
correspondencias existentes entre sus conclusiones y las nuestras.
En la antigüedad los hombres de ciencia eran también grandes sabios,
testigos: Pitágoras, Platón, Aristóteles; en cambio, en nuestros días la
ciencia y la sabiduría se buscan sin lograr encontrarse, o se encierran
en un conflicto mortal: la cuestión religiosa.
Lo absurdo de esta separación se trasluce al estudiar las obras de los
filósofos positivistas preocupados en edificar una síntesis del saber
científico moderno. Mientras el aforismo fundamental del cual parten es
que el hombre no puede actuar sino en el mundo de los fenómenos, sus
libros testimonian una tendencia cada vez mayor en trascender, mal
que les pese, los límites que se habían impuesto; arrastrados por esa
misma naturaleza que aman y conocen mejor que nadie en sus
manifestaciones finales.
Podríamos compararlos a los insectos encerrados detrás de los cristales
de una ventana: se desesperan, divisan claramente los rayos que deben
conducirlos a la fuente de toda luz, pero no pueden escaparse de su
prisión. Los espiritualistas, en cambio, libres y como perdidos en el
océano luminoso, navegan sin brújula, incapaces de hallar el rayo
conductor que desespera a los positivistas.
Existe no obstante una escuela que promete guiar a los unos, liberar a
los otros y dirigir a ambos hacia el ansiado foco de la verdad; escuela
desconocida, poco frecuentada, mas cuyos maestros han demostrado
poseer una ciencia vastísima: la TEOSOFÍA, verdadero espiritualismo
positivo por mucho tiempo conservado en los antiguos misterios,
transmitido con más o menos pureza por los cabalistas, los místicos, los
templarios, los rosacruces y los masones, a menudo degenerada como
cualquier doctrina que se divulga prematuramente, mas siempre oculta
en el fondo de todas las religiones y cuidadosamente cultivada en
muchos santuarios ignorados, siendo la India su foco principal.
El secreto de la Teosofía, para conciliar la ciencia con la metafísica, se
halla en un cierto desarrollo práctico de las facultades humanas capaces
de ampliar los límites de la certeza. Ensayemos por lo pronto de
comprender sus posibilidades.
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El examen atento de los métodos científicos, por muy positivos que
parezcan, prueban que existe evidencia o certeza solamente en los
axiomas, y que el andamiaje frágil y cambiante de nuestras ciencias,
edificado sobre esta base inquebrantable, se debe totalmente a la
intuición, de la cual son instrumentos la observación y la experiencia.
Por otra parte, el campo de la percepción directa en el cual se ejerce la
intuición es susceptible de extensión; es lo que demuestran los
fenómenos del hipnotismo y magnetismo (tormento de la ciencia
moderna) en los cuales los limites de la materia opaca, del espacio y del
tiempo se hallan suprimidos en una medida variable pero incontestable.
En fin, en este campo de las facultades trascendentes, la percepción no
siempre se aproxima a la certeza invencible que caracteriza el axioma,
dado que, entre los sujetos hipnotizables o magnetizables, la lucidez
material presenta una serie de matices, que se repiten, en el orden
intelectual, entre las fantasías de una imaginación desordenada y las
revelaciones sublimes del genio verdaderamente inspirado.
No escapamos entonces de los datos positivos de la observación y de la
experiencia al afirmar que la percepción física e intelectual del ser
humano, es capaz de sobrepasar la sensación y el juicio ordinario que,
en las regiones trascendentales que puede alcanzar, resulta pasible de
mayor o menor certeza. Esta afirmación ofrece nuevos horizontes al
conocimiento humano, una jerarquía de nuevas causas inmediatas, y la
perspectiva de una progresión indefinida para la ciencia.
Ahora bien, la Teosofía enseña al hombre el entrenamiento que le
permitirá abordar esas regiones trascendentales de la percepción,
preservándolo al mismo tiempo de las ilusiones a través de las fuerzas y
los nuevos seres que hallará; esta enseñanza constituye la iniciación
propiamente dicha.
El ligero esbozo que daremos, cuya imperfección deberá el lector
atribuir al estudiante que lo formula, nos dará, al menos, una idea de los
principios que unen la Religión y la Filosofía, la Sabiduría y la Ciencia, en
la Teosofía.
La iniciación comprende dos partes diferentes pero solidarias; La Teoría
de los recursos y de las necesidades de su comienzo, que el neófito
admite siempre a beneficio de inventario, —conjuntamente con la
reserva absoluta de su libertad de pensamiento—; y la práctica, en la
que se ejercita, bajo la dirección de sus maestros, en el entrenamiento
físico, intelectual y moral que debe transformarlo en un iniciado.
La Teoría, primera enseñanza de la Teosofía, es tal como quedó
indicada; es ella la que aporta el material de las publicaciones
teosóficas: no caigamos entonces en el error de creernos iniciados por
el solo hecho de poseer algunos libros de uso público; su conocimiento
puede ser una preparación excelente, pero nada más.
Estas teorías se hallan diseminadas en una multitud de libros más o
menos conocidos, más o menos accesibles; pero son contados los que la
exponen con la suficiente simplicidad y método para que su conjunto
guste a todos los debutantes. Esta primera dificultad, motivada
principalmente por el estado actual de las mentes, que dificulta la
enseñanza regular, corresponde también a la diversidad de las
inteligencias.
Unas, predispuestas a las doctrinas teosóficas, obtienen inmediato
provecho de cualquier detalle; otras, al contrario, no pudiendo
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aceptarlas "a priori" en su conjunto, penetran voluntariamente por una
puerta secundaria que les convenga especialmente, pero que
frecuentemente las obliga a un largo rodeo a través de nuestras
ciencias filosóficas.
En consecuencia, los comienzos serán siempre variables, exigiendo la
dirección de algún compañero más avanzado, capaz de discernir el
estado intelectual y moral del aspirante.
En el tratado elemental de ciencias ocultas de PAPUS, se hallará una
excelente bibliografía de las obras teosóficas. He aquí, presentada en
conjunto, una serie de estudios, algo larga tal vez, pero segura, capaz
de establecer una transición adecuada entre el positivismo y la
Teosofía.
Los hechos: estudiar: Richet, — D'Assier, — Liebeault, — Philipps, —
Dupotet, — Reichenbach, — Mesmer, etcétera.
Las hipótesis de conjunto: Comte, — Stuart Mili, — Ribot, — Spencer, —
Taine, etcétera.
Los filósofos: Del Prel, — Hartmann, — Schopenhauer, — Hegel. — Se
hallará gran provecho en los más antiguos: Espinosa, — Leibnitz, y
hasta la antigüedad: Aristóteles, — Platón, — los neo-platónicos, — los
pitagóricos, — después los sabios místicos modernos: Wronsky, — Fabre
D'Olivet, — Lucas, etcétera.
Nos hallamos entonces en plena Teosofía.
Esta serie requiere sin embargo algunos retoques, correlativamente al
carácter y aptitudes científicas del estudiante. Sin embargo es necesario
mostrar algunos aspectos de esta teoría para la mejor inteligencia del
asunto; el lector no deberá olvidar que el método de exposición es
privativo del autor de este artículo, y con él los errores en que pudiera
incurrir.
Las ciencias positivas dan como última fórmula del mundo sensible; no
hay materia sin fuerza; no hay fuerza sin materia.

Fórmula incontestable, pero incompleta si no se le añade el comentario


siguiente:

1° La combinación de lo que llamamos fuerza y materia se presenta en


variadas proporciones después de lo que podría denominarse la fuerza
materializada (la roca, el mineral, el cuerpo químico simple) hasta la
materia sutilizada o materia fuerza (el grano de polen, el
espermatozoide, el átomo eléctrico); la materia y la fuerza aunque no
nos sea posible aislarla, se presenta entonces como el límite
matemático extremo y opuesto (o de signo contrario) de una serie en la
que no vemos sino algunos términos intermediarios; límites abstractos
pero indubitables.

2° Los términos de esta serie, es decir, los individuos de la naturaleza,


no son jamás estables; la fuerza, cuyo carácter es la movilidad, arrastra,
como a través de una corriente continua, de uno a otro polo, la materia
esencialmente inerte, que se acusa por una contracorriente de retorno.
Es así, por ejemplo, como un átomo de fósforo, extraído por el vegetal
de los fosfatos minerales, constituirá el elemento de una célula cerebral
(materia sutilizada) para regresar por desintegración al reino mineral
inerte.
18
3° El movimiento, resultado de este equilibrio inestable, no es
inarmónico; ofrece una serie de armonías coordinadas, a las que
llamamos leyes, y que se sintetizan a nuestras miradas en la ley
suprema de la evolución.
La conclusión se impone: Esta síntesis armoniosa de fenómenos, es la
manifestación evidente de lo que denominamos una voluntad.
Ergo, según la ciencia positiva, el mundo, es la expresión de una
voluntad que se manifiesta por el equilibrio inestable, pero progresivo
de la fuerza, y la materia.
Se traduce por este cuaternario:

I. VOLUNTAD (origen simple)


II. FUERZA (Elemento de la voluntad polarizada)
III. MATERIA
IV. EL MUNDO SENSIBLE
(Resultado de su equilibrio instable, dinámico)

El método positivo no nos permite detenernos aquí: es preciso todavía


analizar la voluntad. Observemos que este análisis, que el lector
realizará fácilmente con la ayuda de un texto de sicología, nos conduce
(a través de los dos términos opuestos, afirmación y negación) a una
nueva causa superior de apariencia simple, la idea, que el análisis
descompondrá todavía en conciencia e inconciencia, para ascender —
sin que pueda sobrepasarlo— a ese término absoluto, el uno, a la vez
conciente e inconciente, afirmativo y negativo, fuerza y materia,
innombrable, incomprensible para el hombre.

Designemos este término supremo por ALFA, y el átomo material por


OMEGA, tendremos, según nuestro análisis, como representación del
universo la siguiente serie de cuaternarios jerárquicos:

Los términos extremos. Alfa y Omega, Espíritu y Materia, igualmente


inaccesible a la inteligencia humana en su infinita grandeza y pequeñez
infinita2, no solamente están reunidos por cadenas intermediarias
2
El primero, alfa Uno, es un infinitamente grande, integración de OMEGA. El segundo, omega,
múltiple compuesto de un número infinito de elementos infinitamente pequeños; análisis de alfa.

19
invariables, sino que se produce del uno al otro un continuo movimiento
descendente, en el cual el Espíritu deviene Materia —por las
desintegraciones sucesivas expresadas por la idea, la voluntad y el
cosmos. Es lo que constituye la creación.
Pero dado que el cosmos se halla en movimiento evolutivo —como lo
demuestra la ciencia— y puesto que, según ella, este movimiento
tiende palmariamente hacia una síntesis progresiva que espiritualiza a
los seres complicándolos cada vez más, el esquema precedente no
expresa sino la mitad del universo, la descendente; es necesario
añadirle la otra mitad para que retrotraiga el átomo, Omega, al principio
opuesto, Alfa, a través de las síntesis progresivas de las vidas
individuales. Es el progreso, continuación de la creación.
Así, el universo se nos muestra como una corriente circular cuya
orientación es necesariamente inversa en los dos arcos opuestos; del
polo positivo Alfa al polo negativo Omega, la corriente desciende: de la
involución, el descenso del Espíritu en la materia; del polo negativo
Omega al polo positivo Alfa, la corriente asciende: es la evolución, la
espiritualización de la materia; llegaremos luego a su descripción.

En conclusión, por lo que al hombre se refiere:


La ciencia nos lo muestra sobre el arco ascendente y ya muy lejos del
polo negativo, puesto que se halla a la cabeza de los tres reinos
terrestres. Pertenece en consecuencia al mundo sensible del universo;
el movimiento impresionante de la ciencia certifica igualmente el lugar
que ocupa en el mundo intelectual; pero al mismo tiempo, sus errores,
sus incertidumbres, las enormes lagunas de su saber, como asimismo
sus pasiones, demuestran acabadamente que aquí no es ya el amo
absoluto. En cuanto al mundo divino, lo concibe, lo presiente, pero
apenas si logra atisbarlo recurriendo a la fe más bien que a la ciencia.
El hombre es, por lo tanto, un ser que ha logrado alcanzar en su
reascensión la región intermedia y sobre todo un sector vecino al centro
de aquélla; su lugar está en el medio del arco ascendente, entre los
seres superiores y los inferiores de la creación, dominando a los unos,
dominado por los otros, entre el ángel y la bestia.
Situación necesariamente penosa a causa de la igualdad de dos fuerzas
contrarias que retardan la ascensión, verdadero punto muerto que es
necesario vencer mediante un esfuerzo especial.
La iniciación es la enseñanza que facilita, llegado ese momento, la
eclosión de la crisálida humana. Nos hallamos ahora en las condiciones
necesarias para comprenderla.
Los antiguos, con la pujanza de su genio sintético, habían simbolizado el
conjunto de la involución y de la evolución mediante una serie de 22
figuras plenas de significado, que constituye lo que los ocultistas
denominan los 22 arcanos mayores.
Considerando a las 10 primeras como una descripción de la involución,
hallaremos en las restantes las fases sucesivas de la iniciación, tal como
las describen las doce horas (o sentencias) atribuidas al célebre
Apolonio de Tyana, y que enumeraremos a continuación.
Para mayor claridad, deberemos volver por un instante sobre la
evolución:

20
En efecto, su análisis no se completa con los 10 términos que nos han
conducido al cosmos, equilibrio dinámico de la fuerza y la materia. Este
cosmos puede analizarse a su vez en dos principios, que la ciencia nos
muestra en conflicto en los movimientos de la materia, a saber: el
activo y el pasivo (masculino y femenino de los organismos, ácido y
base de la química, polos opuestos de la electricidad, etcétera).
Es tan sólo en su equilibrio absoluto que reside la materia
completamente inerte, el polo inaccesible exactamente opuesto al Alfa:
Omega del universo.
Los ocultistas han representado esta 4a tetraktis, cuyo primer término
es el cosmos (la tetraktis del mundo inferior, infera, los infiernos),
mediante los arcanos 11, 12 y 13. El último, aquel que lleva el número
13, tan generalmente temido, merece destacarse. Se denomina la
MUERTE y la RESURRECCIÓN: es allí, efectivamente, donde reside la
inercia absoluta, pero es también allí donde la involución se detiene y la
evolución comienza, puesto que el equilibrio de los dos principios activo
y pasivo no persiste jamás.
Esto parece contradecirse con la observación precedente: que la
descripción de la iniciación, es decir la reascensión, comienza en el
arcano 10 y no en el 14. Pero no es así: En la evolución, el ser debe
tomar en sentido inverso, para efectuar la síntesis, todos los planos a
través de los cuales el Alfa se ha desintegrado en el curso de la
involución. El hombre, es la resultante de un trabajo de este género
anterior a su estado presente, pero este trabajo, que lo ha elevado
desde el Omega hasta el plano de la voluntad, no es consciente para él;
lo ha recorrido, primeramente bajo la presión fatal de la fuerza pura,
después del instinto, de los deseos, de las pasiones; por lo tanto no
conoce su solución anterior, y, no obstante: ¿de qué manera podría él
transformarse en el dueño de cualquiera de esos mundos, sin
conocerlos a todos por igual? Su primera operación en la iniciación será,
pues, el redescender hasta sus orígenes en la evolución, entrar en
conocimiento en sus diversos grados, de todas sus fuerzas, de los
variados seres que la atravesaron, de hundirse, por así decirlo, hasta las
raíces de la vida, hasta la muerte, y de aprender a dominarla.
Como lo demostraremos, esto no es una metáfora; el neófito no puede
llegar al ejercicio certero, voluntario, de las facultades trascendentes sin
obtener previamente el dominio de las fuerzas que producen la ilusión y
que amenazarían su propia vida; sin alcanzar la inercia y vencerla. Es
necesario que como el Cristo, modelo del hombre regenerado, expire
sobre la cruz y resucite al tercer día, es decir después de haber
descendido los tres últimos grados representados por los arcanos 11, 12
y 13 hasta la sima de los infiernos, para enfrentarse con la muerte y
dominarla.
Dicho lo cual, describamos las doce horas o fases de la iniciación.

El arcano 10, primera hora de la serie, corresponde al plano actual del


hombre. El símbolo de este arcano es la esfinge que defendía la entrada
del mundo egipcio; el neófito descendía entre las patas al subterráneo
que debía conducirlo al santuario, a través de una serie de pruebas,
imagen y noviciado del descenso precitado.

21
Esta hora es pues la de la preparación; separa la vida común de la vida
trascendente; se aprende la clase de trabajo a realizar y se decide
realizarlo. Veamos cómo:
La cabeza humana de la esfinge, foco de la inteligencia, dice al neófito:
"Adquiere primero la ciencia que muestra el fin y alumbra el camino". Es
la enseñanza teórica indicada más arriba.
Sus flancos de toro, imagen de la labor ruda y perseverante de la
cultura, le dice: "Sé fuerte y paciente en el trabajo".
Sus patas de león le dicen: "Hay que osar y defenderse de las fuerzas
inferiores".
Sus alas de águila le dicen "y querer elevarse hacia las regiones
trascendentes que tu alma alcanza ya".
La pregunta atribuida a la esfinge griega y la obligatoria respuesta
ofrece una imagen no menos expresiva del hombre y de su finalidad. Es
él el animal que de mañana, es decir en la infancia de la humanidad,
camina en 4 pies (4 es el número de la realización, personifica a la
materia y sus instintos, el mundo sensible), a medio día (es decir en la
edad viril de esta humanidad) marcha sobre 2 pies (2, número de la
oposición, imagen de la ciencia, de sus contradicciones, de sus dudas,
del mundo inteligible) y a la noche (cuando se aproxima el término de la
jornada, anda sobre 3 pies (3, número del mundo divino; 3 ó la trinidad
da la solución de todas las oposiciones, de todas las antinomias
mediante el término superior, síntesis armónica de los dos términos
contrarios).
Apolonio describe esa hora con estas palabras: "aquí el neófito alaba a
Dios, no profiere injurias, no es ya motivo de sufrimiento" —dicho de
otro modo, empieza a conocer la creación en su aspecto teórico y se
ejercita en el dominio de sus pasiones.
Detengámonos un instante en la concordancia de estas diversas
prescripciones.
Hemos visto al hombre alcanzar el arco ascendente, solicitado por las
fuerzas de inercia, inferiores, que acaba de atravesar bajo el impulso del
instinto, y aquellas activas que lo atraen hacia lo alto. Como lo hicimos
observar, éste es el momento en que la lucha debe decidirse por
intervención de la voluntad suficientemente desarrollada por la
evolución, y suficientemente libre como para tomar partido por
cualquiera de los bandos; puede entonces decidirse o por las fuerzas
inferiores, de desintegración, o por las superiores, de síntesis; es a lo
que Ilamamos el mal y el bien: Mal, en efecto, para él porque
redescendiendo volverá a encontrar los vapores de la descomposición y
de la muerte; Bien, al contrario, si remonta, porque gozará en la
realización de sus aspiraciones naturales el conocimiento y el dominio
de la creación.
Ahora bien: ¿en qué lugar del organismo humano se halla instalado el
índice de las fuerzas de inercia?
En el instinto, las pasiones. Por lo contrario, ¿donde está el índice de las
fuerzas activas? En la energía moral, la virtud.
¿Dónde está en la organización humana el índice de las fuerzas
desintegradoras que provocan el retorno a la inercia? En la tendencia al
aislamiento, en el egoísmo. ¿Dónde está, por lo contrario el índice de las
fuerzas integrantes? En la tendencia a la solidaridad, en el altruismo, en
la fraternidad.
22
Ergo, el mundo trascendente se halla abierto para cualquiera que posea
la voluntad (o aun el impulso artificial) suficiente como para triunfar de
las fuerzas que lo defienden; mas desgraciado de aquél que lo aborde
con el corazón pasinoado y egoísta, pues volverá a hundirse en la
corriente de descomposición para disolverse. La naturaleza destruye el
mal; ¡es la ley de selección!
Tan solo aquél cuyo corazón rebose de caridad podrá elevarse,
conforme al verdadero destino del ser humano, a la región de los
principios.
Es por lo que la esfinge prescribe a la par de la voluntad perseverante
del toro, el coraje del león contra las fuerzas pasionales. Y es también
por lo que Apolonio prescribe las reservas y la fraternidad,
conjuntametne con el Evangelio que constituye la fuente de la ley.
Esta es, además de la ciencia, la preparación a la iniciación. Veremos
muy pronto la sanción de esos preceptos.
El neófito suficientemente ejercitado en los preliminares de la primera
hora desciende los tres grados inferiores del siguiente modo:

ARCANO XI: LA FUERZA

Segunda hora de Apolonio: Los abismos del fuego; las virtudes astrales
forman un círculo a través de los dragones y el fuego (la cadena
magnética).
El Neófito aprende a conocer la Fuerza Universal que obra en su
organismo y la doble corriente (positiva y negativa) que la caracteriza.
Este conocimiento tendrá su adecuada aplicación en las dos horas
siguientes.

ARCANO XII: LA GRAN OBRA

Tercera hora de Apolonio: Las serpientes, los canes y el fuego. Primera


manifestación de la fuerza aplicada exteriormente a la materia inerte
para efectuar las transmutaciones: LA ALQUIMIA. Alcanzando este grado
práctico, el neófito debe, en lo moral, estar dispuesto al sacrificio
completo de la personalidad. Usando la terminología alquímica,
diremos que debe haber destruido por el fuego su naturaleza fija a fin
de volatilizarla.

ARCANO XIII: LA MUERTE

Cuarta hora de Apolonio: "El neófito vagará de noche entre los


sepulcros. Experimentará el horror de las visiones. Se entregará a la
magia y a la goecia".
Es la nécromancia, utilización de las fuerzas para el dominio de los seres
inferiores: elementales (organismos a punto de sintetizarse) y
elementarios: restos cadavéricos en desorganización.
En lo moral, el neófito debe morir para la vida ordinaria a fin de renacer
en la vida espiritual. El hombre celeste surgirá de los despojos del
hombre terrestre.
Se ha alcanzado el fondo del universo. El neófito se halla en los límites
del aura terrestre: atmósfera sublunar que envuelve al planeta y que
23
constituye el depósito de los elementos de su vida. Helo aquí en el
momento terrible en que debe abandonar la tierra para lanzarse al
océano del espacio; crisis terrible a la que se consagrarán dos períodos.
El primero es transitorio.

ARCANO XIV: LAS DOS URNAS, (los fluidos terrestres y celestes)

Quinta hora de Apolonio: "Las aguas superiores del cielo".


Se adquiere el conocimiento de las corrientes astrales que circulan en el
aura planetaria, tal como en la segunda hora se adquirió el
conocimiento de la fuerza anterior a su manifestación en la hora
siguiente.

ARCANO XV: TIFÓN, (el huracán eléctrico)

Sexta hora de Apolonio: "Aquí es necesario mantenerse quieto, inmóvil,


a causa del temor".
El neófito se expone a la doble y potente corriente fluídica del espacio
interestelar, que arrolla sin miramientos al imprudente o al ignorante,
pero que eleva al fuerte suficientemente purificado. Silencio, prudencia,
coraje.
Según vuestros méritos, seréis arrebatados como San Pablo, o de lo
contrario os expondréis a la locura, la hechicería, y hasta a la
espiritualización del mal. Será el sabbat o el éxtasis.
El lector deberá prestar la máxima atención a este solemne instante del
ocultismo práctico, tan bien descripto por Lytton en su novela (Zanoni)
con el nombre de "El Guardián del Umbral". Se llega a este umbral por
vías muy diversas: el haschich, los narcóticos, los hipnóticos, las
prácticas de la mediumnidad espirita; mas desgraciado de aquél que se
asoma a este umbral sin haber triunfado en su larga y penosa labor
preparatoria.
El próximo arcano nos muestra los resultados que pueden esperarse.

ARCANO XVI: LA TORRE FULMINADA.

Séptima hora de Apolonio: "El fuego reconforta los seres animados, y si


algún sacerdote, hombre suficientemente purificado, lo roba y luego lo
proyecta; si lo mezcla al óleo santo y lo consagra, logrará curar todas
las enfermedades con sólo aplicarlo a la parte afectada".
La irresistible corriente abate al hombre que la desafía desde las
elevadas cimas terrestres. Si el temerario carece de la pureza
necesaria, sufrirá la acción de las fuerzas desorganizadoras en la justa
proporción de su indigencia moral e intelectual (misticismo incoherente,
locura, muerte o desintegración completa, figurada por el genio del mal:
el Diablo).
Si en cambio hubiera merecido habitar las regiones superiores, este
bautismo de fuego le dará los poderes del mago. Las fuentes de la vida
terrestre se hallarán a su disposición. Llegará a ser terapeuta.
Entonces conocerá y dominará los espacios celestes en la misma forma
como conocerá y dominará la esfera terrestre. Tres horas se consagran
a esta exploración.

24
ARCANO XVII: LA ESTRELLA DE LOS MAGOS.

Octava hora de Apolonio: "Las virtudes astrales de los elementos, de las


simientes de todo género".
Estamos en la región de los principios del sistema solar. La vida se
aclara; su distribución desde el centro solar hacia todos los planetas y
sus recíprocas influencias, son al fin entendidos en todos sus detalles.
Es a lo que los ocultistas llaman correspondencias. El iniciado alcanza
los más profundos conocimientos de la Astrologia.

ARCANO XVIII: EL CREPÚSCULO.

Novena hora de Apolonio: "Aquí nada terminado todavía". El iniciado


aumenta su percepción hasta sobrepasar los límites del sistema solar,
"más allá del zodíaco". Llega al umbral del infinito. Alcanza los límites
del "mundo inteligible". Se revela la luz divina y con ella aparecen
nuevos temores y peligro".

ARCANO XIX: LA LUZ RESPLANDECIENTE.

Décima hora de Apolonio: "Las puertas del cielo se abren y el hombre


sale de su letargo".
La idea aparece al alma regenerada del iniciado; como se dice en
ocultismo: surge el "Sol espiritual". Mediante un nuevo renacimiento
entrará en el mundo divino y allí será inmortal.
Dos pagos hay que efectuar para llenar el más alto destino humano.

ARCANO XX: "EL DESPERTAR DE LOS MUERTOS".

Undécima hora de Apolonio: "Los ángeles, los querubines y los serafines


vuelan con rumores de alas; hay regocijo en el cielo, despierta la tierra
y el sol, que surge de Adán".
Son las jerarquías del mundo divino que se manifiestan sobre nuevos
mundos y cielos. El iniciado no volverá a morir; se ha hecho inmortal.

ARCANO XXI: LA CORONA DE LOS MAGOS.

Duodécima hora de Apolonio: "Los cohortes del fuego se aquietan".


Nirvana. Regreso definitivo al ALFA. Resumamos en un cuadro las doce
horas de la iniciación.
Sería inútil destacar las dificultades que presentan cada una de estas
horas. Por otra parte, el tiempo que demandan hasta su total realización
no solamente puede contarse en años sino también por vidas, y aun por
centenares de siglos.
Del conocimiento de estas horas podemos esperar lo siguiente:
1° Un amplio progreso en la dirección de nuestras más hermosas
esperanzas.

25
26
29 Una realización suficiente como para permitir y asegurar el éxito de
los que nos acompañan.
3° La suficiente confianza en las enseñanzas de aquellos que
reconocemos como nuestros maestros.
4° La certeza que de estas fecundas enseñanzas obtendremos los
medios necesarios para ser útiles a nuestros semejantes.
Si queremos triunfar deberemos poner en práctica el consejo de
la esfinge: aumentar el caudal de nuestros conocimientos, al
mismo tiempo que apuntalamos sólidamente nuestra conciencia
moral.
Sin embargo tas sólo aquellos que llevaron a la práctica estos consejos
saben del intenso esfuerzo que requieren. Ojalá estas líneas tengan la
virtud de provocar en el lector, el deseo y el coraje de repetir estos
esfuerzos.
F. CH. BARLET.

EL NOMBRE DIVINO EN EL TAROT


Por F. CH. BALLET.

El conjunto de símbolos que conocemos con el nombre de Tarot, se


halla distribuido en una serie de 78 láminas o cartas, en vez de
condensarse en una única figura sintética. La razón que informa esta
distribución obedece a los múltiples significados (a la vez teológicos,
cosmológicos, psicológicos y adivinatorios) que contiene, y a que esta
multiplicidad resulta de las combinaciones y permutaciones que pueden
efectuarse con las 78 láminas. Semejante disposición no es la menos
atrayente de esta obra maestra, pues a ella se añade el movimiento, es
decir la vida, que falta por lo general en todas las representaciones
gráficas; esto sin contar la variedad de sus manifestaciones que
abarcan el número, la palabra, la forma y el color.
Podemos entonces hacer hablar al Tarot cuando hallamos algunas de
sus innumerables combinaciones, es decir, cuando sabemos disponer
sobre una mesa una parte o la totalidad de sus láminas, en el orden que
corresponde.
Preguntémosle, por ejemplo, qué es la creación desde el punto de vista
humano, es decir qué es la vida del gran todo y en qué medida debe y
puede participar en ella. El Tarot, considerado en su conjunto (22
arcanos mayores y 56 menores) nos contestará al punto, tal como
vamos a demostrarlo citando algunas de las profundas interpretaciones
que ofrece.
Para obtener esta enseñanza, recordemos, primeramente que las tres
primeras láminas del Tarot expresan la trinidad, al mismo tiempo que
constituyen la clave de los 22 arcanos mayores, los cuales, abstracción
hecha del O— no son otra cosa que una séptuplo repetición de esta
trinidad. Recordemos también que la lámina IV, cuarto término de la
tetraktis divina es, a la vez, la realización de la trinidad vuelta a la
unidad y el primer término de la trinidad siguiente. De acuerdo a lo que
antecede, las cuatro primeras láminas representarán el nombre divino
de cuatro letras (IEVE), de tal manera que si repetimos siete veces la
trinidad para obtener la serie completa de los 21 arcanos mayores, los
números y las letras se hallarán en la siguiente relación:

27
Supongamos a estas letras unidas a los arcanos correspondientes y
tendremos entonces la primera clave de la distribución que buscamos.
Para hallar la segunda clave, distribuiremos las láminas en el espacio, y
de inmediato resultará su ubicación en el plano.
Sabemos que el cosmos debe ser concebido como una expansión finita
del punto matemático, es decir del absoluto, el cual poseyendo esta
expansión, contiene en la nada todas las fuerzas o potencialidades.
Dibujemos esta esfera (ver fig. I). Su centro estará determinado por la
lámina O, el loco o el cocodrilo. Esta lámina será el pivote de las
restantes. Todas las láminas, inclusive la O, expresarán las múltiples
propiedades de nuestro universo.
Desde un punto cualquiera de la esfera, que constituirá para nosotros el
polo norte, se iniciará el movimiento, en virtud del cual, veremos a la
creación aparecer sobre la superficie.

Alrededor de este punto, reflejo del centro, situaremos sobre la esfera


los tres primeros arcanos: I (el mago, el espíritu II (la ciencia, la
sustancia III (el amor, la potencia fecunda, el ser y para que esta

28
trinidad se repita en todo el septenario de nuestra distribución, la
consideraremos como el origen de los 3 grandes husos, que
representarán los 3 términos de la trinidad, cortando en 3 meridianos la
superficie de nuestra esfera.
A continuación distribuiremos las láminas sobre la esfera, siguiendo el
procedimiento siguiente: el jefe de cualquier trinidad parcial se hallará
en el huso 1; el segundo término se hallará en el huso 2; el término
tercero en el huso 3. En consecuencia, la lámina IV (el emperador
caerá bajo la I; la lámina V (el Papa
caerá bajo la II: la lámina VI (la libertad caerá bajo la III, y esta
segunda serie constituirá sobre nuestra esfera una nueva zona. Una
tercera, más inferior, se hallará formada por las láminas VII, VIII y IX; las
láminas XI y XII ocuparán el ecuador, y las 9 láminas, de XIII a XXI se
distribuirán, como las 9 primeras, en 3 bandas superpuestas sobre el
hemisferio inferior, tal como se ve en la figura 1.
Tenemos ya colocados nuestros 22 arcanos; detengámonos un poco
sobre sus significados: Por encima del ecuador notamos una expansión
cada vez mayor del Polo Norte, representado por los tres planos de la
creación: El divino, metafísico (I, II, III); inteligible, moral (IV, V, VI); y el
físico, el de los atributos generadores o elementos (VII, VIII y IX).
La creación se realiza sobre la línea ecuatorial (X, XI, XII) cuyo primer
término representa, conjuntamente con las láminas precedentes, los 10
sephirot de la cábala.
Debajo del ecuador, mundo de la realización material que se abandona
con la muerte (arc. XIII), la expansión se estrecha, se sintetiza mediante
un movimiento inverso y simétrico al precedente. Los arcanos
siguientes representarán la iniciación llevada hasta sus límites
extremos, la senda por la cual la criatura (Arc. X) retorna de la
multiplicidad a la unidad del espíritu, regresa al punto, al polo del
meridiano, nuevo reflejo del absoluto, hacia el cual ascenderá por el eje
vertical de la esfera.
El neófito, después de su preparación (ciencias positivas, magnetismo y
alquimia, arc. X, XI, XII) reconoce el mundo sublunar (are. XIII, XIV, XV),
después el sistema solar (arc. XVI, XVII, XVIII) y se escapa por el sol en
los abismos del infinito (arc. XIX, XX, XXI).
Es cuanto podemos deducir de esta breve exposición sobre la
distribución práctica de los 21 arcanos sobre un plano (distribución que
el lector deberá reproducir sobre una mesa para obtener de ella todo el
provecho posible).
Bastará con que nos imaginemos a esta esfera vista desde una
distancia considerable, sobre la vertical de su eje; por ejemplo, a la
distancia de la tierra al sol aparecerá solamente el hemisferio superior;
el otro será visto en "transparencia", y aparecerá como un círculo cuyo
ecuador será la circunferencia. Los límites de las 3 zonas superpuestas
se verán como 3 círculos concéntricos; los planos meridianos, vistos en
secciones, aparecerán en forma de 3 rayos igualmente, espaciados,
formando 3 sectores e igual cantidad de arcos. Esta representación, que
los geómetras denominan proyección sobre un plano del ecuador, nos
da la figura 2 (solamente los 4 círculos del medio); para la mayor
claridad de los símbolos se le añade un triángulo equilátero inscripto en
el círculo interior, con los vértices situados en los 3 meridianos. Las
cifras romanas anotadas en el círculo representan los números de las
29
láminas, situadas como ya se dijo, y, en consecuencia, indicarán
también su ubicación sobre la mesa: los arcanos del hemisferio inferior
están indicados en la figura mediante cifras de puntos, dentro el mismo
círculo que las precedentes, ya que la zona inferior, vista al trasluz, se
confunde con la superior a causa de su reciproca simetría.
Tenemos ya, en sus líneas generales, la respuesta a nuestra pregunta:
El espíritu desciende mediante tres trinidades del absoluto a la materia
(hemisferio superior). Se realiza mediante la trinidad X (Malchut), XI y
XII (el Ecuador), y vuelve al absoluto mediante una trinidad de síntesis
creciente que constituye el programa humano (hemisferio inferior).
Indicaremos luego algunas de las interpretaciones filosóficas que ofrece
esta distribución; terminemos ahora con nuestros 55 arcanos menores.
Representan especialmente nuestro mundo solar.
Como nos hallamos aquí en el mundo de la realización, su número o
base fundamental será el 4; es la trinidad manifestada, el nombre divino
de 4 letras IEVE

Dividiremos nuestras láminas en cuatro secciones: los 4 colores del


juego de cartas: piques, corazones, tréboles y diamantes, o, según su
nombre hieroglífico —mucho más significativo— Cetros, Copas, Espadas
y Oros.
Todo es dual en este mundo de equilibrio inestable, cuyo reboso no
podrá alcanzarse sino regresando a la trinidad que lo originó.
Así estas cuatro divisiones fundamentales van a dividirse en dos
duadas: una espiritual, la otra material, cada una de ellas compuestas
por un principio masculino y otro femenino, a saber:
Duada espiritual: los Cetros (piques, triángulo pleno, masculino) ; las
Copas (corazones, triángulo abierto, femenino) ; atributos religiosos.
Duada material: las Espadas (tréboles, triángulo lobulado) y los Oros
(diamantes, triángulo doble); atributos del guerrero y del artesano.
A estas 4 divisiones de colores corresponden otras 4, las de las figuras,
compuestas a su vez de dos duadas; a saber:
Rey y dama.
Caballero o combatiente, y valet.
En cuanto a los números que siguen a estas figuras, nos llevan a otra
consideración, de mucha importancia para la distribución de nuestras
láminas.
Si 4 es la cifra fundamental de estos arcanos menores, símbolos de
nuestro mundo, no debemos olvidar que se relacionan también con la
trinidad de la cual emanan. Es necesario que volvamos a encontrar el
elemento ternario, después de los colores y las figuras, que han
constituido la base de nuestro mundo; los números, que constituyen su
esencia, reflejarán los sephirots y mediante ellos el acto de la creación;
en efecto, se detienen en el número 10, abarcando 3 trinidades además
de la decena, Malchut, que los resume.
Es necesario también que nuestra distribución tenga en cuenta los dos
números, 3 y 4, combinándolos de manera de poder utilizar todos los
elementos que acabamos de enumerar. Explicaremos cómo podremos
hacerlo (seguir la figura 1 sobre el plano del Ecuador proyectado fuera
de la esfera):

30
Separemos primeramente dos clases de láminas: los valet de cada uno
de los 4 colores los cuales, realizando la trinidad Rey dama
caballero representan la transición del cuaternario al ternario; luego,
el 10 de cada color que es la unidad de realización completa, la unidad
múltiple 1 y O — Malchut.
Los valet, por su participación en el cuaternario y en el ternario, y su
regreso a la unidad por la trinidad, poseen un carácter de universalidad
semejante a la lámina 0 de los grandes arcanos; por lo tanto, los
colocamos en cruz alrededor de esta lámina, y en el centro del círculo
ecuatorial. De esta manera, el centro expresará: mediante la lámina 0 la
unidad original, fuente y meta de la creación; mediante el triángulo, la
trinidad primitiva; mediante los 4 colores, el cuaternario por medio del
cual se realiza; mediante el atributo de los 4 valet, la reducción del
cuaternario al ternario; es decir toda la creación reunida en un punto,
en estado potencial; es la característica del espíritu.
Los 10, al contrario, estarán situados en las extremidades de la cruz
trazada por los valet, fuera de los círculos, como la expresión de la
unidad múltiple en su último término de diferenciación.
En cuanto a las otras láminas, comprenden 3 clases de figuras
correspondientes a los 3 términos de la trinidad; es muy fácil dis-
tribuirlas sobre las 3 partes del plano ecuatorial externo, correspon-
dientes a las 3 divisiones de la esfera:
Los reyes delante la división I
Las damas delante la división E
Los caballeros delante la división V
y dado que hay 4 colores para cada uno de ellos, se producirán 4
subdivisiones naturales en cada una de las 3 divisiones principales;
estas 4 subdivisiones corresponden a los Cetros a las Copas a las
Espadas a los Oros como asimismo al nombre divino de 4 letras
IEVE y forman la transición del ternario al cuaternario.
Queda por colocar los números; bastará hallar sus correspondencias con
los términos de la trinidad:

Los cuatro 1, detrás de los reyes;


Los cuatro 2, detrás de las damas;
Los cuatro 3, detrás de los caballeros;

después, en el círculo siguiente:

Los cuatro 4, detrás de los reyes y los 1;


Los cuatro 5, detrás de las damas y los 2;
Los cuatro 6, detrás de los caballeros y los 3.

En fin, un tercer círculo contendrá dentro del mismo orden los 7, los 8 y
los 9. En cuanto a los 10 se hallan situados al exterior, como ya quedó
dicho.

31
32
De este modo se obtiene la distribución representada en las figuras 1 y
2. Veamos ahora su significación:
El átomo viviente en su descenso sobre la esfera ha llegado al punto
representado por el arcano 10; la rueda de Ezequiel que eleva al
hombre y humilla al elemental, el átomo va a instalarse, por así decirlo,
en el mundo material al cual acaba de llegar; desciende primeramente a
través de la década espiritual (Cetros y Copas) recorriendo a su paso los
números cada vez más complejos que se hallan en su camino: rey, 1, 4,
7, después el 10. Mediante este 10, unidad múltiple, límite de la
materialización semejante a las dos partes de la década Cetros-Copas,
toma en sentido inverso el camino que lo volverá a la lámina X,
ascendiendo por las láminas 4, 7, 1, rey de Copas y rey de Espadas,
duada sustancial.
Pero esto es solamente la tercera parte del viaje que el átomo viviente
debe cumplir en el mundo real; en efecto, en esta su primera excursión
a través de la materia, conserva todavía su carácter espiritual, conferido
por la iod clave de la lámina X; ahora debe perder esta característica
para adquirir la de hé que la
sigue. Con tal fin, pasará de la lámina X a la lámina XI el ERMITAÑO,
la LÁMPARA VELADA, para recorrer como lo hizo anteriormente la serie
dualista Cetros-Copas, a través de las damas, los 2, los 5 y los 8, pasar
por el 10 de Copas, y ascender por la segunda serie Espadas-Oros,
hasta el arcano XI, punto de partida de esta segunda excursión.
Por fin desde este último arcano, pasa al XII, el SACRIFICIO, desciende la
serie neutra caballero, 3, 6, 9 de Cetros y de Copas, atraviesa el 10 de
Espadas y el 10 de Oros, y sube por la dualidad Espadas-Oros hasta el
mundo inteligible.
Su viaje a través del mundo material ha terminado; ha recorrido todo el
zodíaco, ahora tendrá que morir; el arcano XIII lo espera y le facilita el
acceso al mundo espiritual, a la Redención.
Penetremos en algunos nuevos detalles de esta distribución:
Ella divide el círculo exterior del ecuador en 3 arcos subdivididos en 4
partes; en total 12 divisiones de diferente carácter. Son los 12 signos
del zodíaco; el primero se sitúa, juntamente con la primera lámina de
los arcanos menores, en el sector espiritual, es decir el rey de Cetros
(piques); el segundo coincide con el rey de Copas, y así sucesivamente
hasta la duodécima.
Una sola observación será suficiente para justificar esta
correspondencia entre el zodíaco y nuestra lámina: anotemos las 12
subdivisiones del círculo sobre el cual están trazadas las 4 letras del
nombre sagrado 3 veces repetido; operación justificada por la
observación anterior de que los colores corresponden a estas letras (ver
fig. 2 el círculo intermedio sobre el cual se hallan grabados los signos
del zodíaco). Reconoceremos de inmediato los cuatro trígonos del
zodíaco correspondientes a los elementos representados a su vez por
los 4 colores.
Trígono de fuego (Aries, Leo, Sagitario) corresponde a los Cetros y a las
letras
en el que predomina el elemento espiritual.
Trígono de tierra (Tauros, Virgo, Capricornio) correspondiente a las
Copas y a las letras a saber: dos E. del nombre de 3 letras y la E

33
final del nombre de 4 letras —carácter esencialmente femenino,
sustancia, mas de orden superior.
Trígono de aire (Géminis, Libra, Acuario), correspondiente a las Espadas
y a las letras y en el que predomina el elemento masculino de
segundo orden.
Trígono de agua (Cáncer, Scorpius, Piséis), correspondiente al Oro y a
las letras
que comprenden, esta vez, dos veces la E final del nombre de
cuatro letras y la E del nombre de tres letras; característica dominante,
lo femenino inferior.
Mas dejemos los arcanos menores librados a la investigación del lector;
nos llevarían demasiado lejos; volvamos sobre ciertos aspectos de los
arcanos mayores.
Observemos primeramente cómo los 3 sectores principales conservan y
reproducen en todas sus partes los caracteres que les son propios.
En el primero, el de la letra iod el espíritu, se hallan los NÚMEROS
unitarios: I, IV, VII, X (repetidos en los arcanos menores); como FIGURA,
los reyes; como COLOR, los Cetros; en el ZODÍACO, las líneas recorridas
por el sol encima del ecuador, desde la primavera hasta el solsticio.
En el segundo sector (-1) el principio sustancial, se hallan los NÚMEROS
femeninos II, V, VIII, IX (repetidos en los arcanos menores) ; como
FIGURA, las damas; como COLOR, las Copas; en el ZODÍACO, los cuatro
signos que recorre el sol hacia el ecuador; estación de la mies y la
vendimia, fecundidad en todos sus aspectos.
En el tercer sector el Hijo. el Elemento, están los nombres sagrados
que participan de los dos órdenes precedentes III, VI, IX; como FIGURA,
el caballero; como COLOR, los Oros del mundo práctico y también las
Espadas, que cierra el sector precedente; en el ZODÍACO, los signos que
el sol recorre en el hemisferio Sud; nuestro invierno, tiempo durante el
cual se consumen los productos, de renovación del ciclo siguiente;
Navidad se halla en el medio; el renacimiento en los hielos de la
muerte; el tiempo durante el cual el HIJO nace en un mundo inferior
para reanimarlo.
El nombre divino no se halla solamente inscripto en la serie de los
círculos concéntricos sino que se lee también sobre los radios comunes
a estos círculos, tanto en sentido descendente como ascendente.
El primer sector lo da sin transposición, tal como se ve en la fig. 2. En el
segundo sector, el nombre divino se halla precedido de la letra
femenina E, la Madre, y en seguida se une a ella: E, IEVE, IE (ver la
figura).
En el tercero, comienza con la letra del HIJO y termina con la del PADRE:
VE, IEVE.
Partiendo de estas observaciones, vamos a preguntar a los símbolos de
las láminas cuáles son las diferentes maneras de pronunciar el Nombre
divino y las diferentes manifestaciones, en el cosmos, de cada una de
estas cuatro letras. Interroguemos más bien al Espíritu de estos
símbolos, en vez de sus números, de sus colores o de sus formas, que
es lo que nos preocupó especialmente hasta aquí. Siguiendo el orden de
nuestra distribución hallaremos:

34
En el mundo divino: arcanos I, II, III, IV, la tetraktis divina, compuesta
por:
1° el ser absoluto;
2° la conciencia del absoluto;
3° el amor o potencia fecundante;
4° la realización de las virtualidades del absoluto.

En el mundo de las leyes:


arcano V, la ley que relaciona a lo creado con lo increado (el iniciador, y
también el temor);
VI (la libertad, la belleza), la ciencia del bien y del mal, conciencia de la
ley;
VII (la gloria); dominio del espíritu sobre la materia; potencia fecunda de
la ley; VIII (justicia absoluta, victoria) realización de la ley.

En el mundo físico:
arcanos IX (la Lámpara velada), la luz apagada por las tinieblas de la
sustancia, el espíritu encarcelado en el mundo material, lesod.
X (la Rueda de la Fortuna) que eleva al espíritu caído para traerlo,
juntamente con la materia espiritualizada por él, a su plena potencia,
mediante (la Fuerza), arcano XI, y por (el Sacrificio) arcano XII.

Siguen ahora las fases de la espiritualización.


XIII Primera fase: (la muerte) en el mundo físico.
XIV (las dos Urnas) combinación de los movimientos de la vida.
XV (Tifón, la Magia);
XVI (la Torre Fulminada), la fuerza interplanetaria.
Segunda fase:
XVII (la Estrella relampagueante), la luz interior;
XVIII (el Crepúsculo), el amanecer del sol divino;
XIX (el Sol) central; y
XX (el Juicio), después del cual se obtiene la realización suprema, la
Corona de los Magos.

Como ya dijimos, el nombre divino puede enunciarse también


recorriendo los 3 sectores.
En el primero se encuentran los arcanos I, IV, VII, X. El absoluto, la
realización de sus virtualidades, el dominio del espíritu sobre la materia
y los principios vivificantes del ser. Después, al volver, XII, XVI, XIX y I.
La muerte (la Inercia) la luz astral, el sol central y el innombrable.
En la relación, mediante los principios, de la diferenciación y de la
integración del absoluto.
En el segundo sector, aquel que corresponde a la conciencia del
Absoluto, o la fe, tenemos la serie: V, VIII, IX, XIV; el Hierofante o la
Religión; la Justicia, la Fuerza y la combinación de los movimientos de la
vida, imagen de los Santos místicos de todas las religiones quienes, por
la Fe y la Justicia absoluta, virtudes receptivas, femeninas, adquieren,
sin proponérselo, el poder de realizar prodigios.
Por fin, un tercer sector, el del Amor o poder de fecundidad, tendremos
la serie: IX, Sabiduría y Prudencia; XII, el Sacrificio; XV, el abandono a
35
las fuerzas astrales; y XVIII, el regreso al infinito. En la quintaesencia de
esta serie de esfuerzos activos y pasivos lo que constituye la Iniciación,
la Redención.
Busquemos todavía el nombre divino a través de los tres husos y
hallaremos, por ejemplo, los arcanos I, II, III, IV que muestran la trinidad
divina manifestada por medio de la Belleza y la Libertad en el mundo
intelectual: es la transición del Padre al Hijo
O también I, VI, IX, X: El descenso del Padre en el mundo físico (X)
mediante el Hijo (IV) y Jesod (IX); el verbo hecho carne. Es la Redención,
la serie que, en el Sepher Jesirah representa la columna central de los
Sephirot (Kether, Tiphereth, Jesod y Malchut).
Mas terminemos con estos ejemplos que el lector podrá multiplicar a su
sabor. Digamos tan sólo dos palabras respecto al segundo problema, las
diferentes manifestaciones de cada una de las tres personas de la
trinidad divina.
La iod se encuentra en los arcanos I, V, IX, XII y XIII; en Kether, el
Hierofante y el Ermitaño; preside luego a la Muerte que volverá el
mundo, desde el fondo de la Inercia encerrada en tinieblas a la corona
resplandeciente del Mago, mediante la luz interna.
Notemos de paso que la iod es la única letra cuyas diversas situaciones
forman una espiral completa sobre la esfera, desde el polo norte hasta
el polo sud; símbolo sumamente sugestivo para quien conoce los
misterios de la vida planetaria.
La primera E, la Madre celeste (arc. II), se reproduce en los arcanos VI,
X, XIV y XVIII, es decir la Belleza, la Forma, el Ángel de la Temperancia,
que equilibra los movimientos de la vida, y la aurora del sol divino;
Diana, la Luna.
El V, el Hijo, se halla configurado sobre los diversos planos por los
arcanos III, VII, XI, XV y XIX; el Amor, poder fecundo; el Dominador de la
Materia, la Fuerza, después Tifón, el Bafomet misterioso de los
Templarios, que reúne las fuerzas superiores para verterlas sobre la
Tierra, y por último el Sol central. En una palabra, el Cristo del
Evangelio, Maestro de los Elementos, Verbo hecho carne para
espiritualizar la carne: Ángel del Sol, reflejo divino del Sol Universal.
En fin, la segunda E, la madre terrestre, se halla en los arcanos IV, VIII,
XII, XVI y XX. Realización de las virtudes divinas, y también Misericordia;
Justicia absoluta. Sacrificio, Espíritu fulminado y sufriente, y al fin
Resurrección; la cabeza de la serpiente aplastada bajo el talón de la
mujer, por la fuerza de la abnegación y de la fe resignada.
Basta con seguir estos diversos arcanos sobre la esfera para observar
todavía que la iod contiene tres arcanos superiores (hemisferio norte) y
2 inferiores;
Que la vau contiene tan sólo 2 superiores, además de uno intermedio
(sobre el ecuador);
Y que la E contiene 4 superiores, 2 inferiores y 2 medianos.
Concluyamos estas observaciones, demasiado extensas, con una simple
nota.
Los 3 mundos. Divino, Inteligible y Físico no se hallan solamente en las 3
zonas de la esfera; se reproducen también en la disposición de
conjunto; el mundo divino está en el centro, mediante el Loco del Tarot
y la cruz formada por los 4 colores.

36
El mundo Inteligible se crea por el desarrollo de la esfera (fig. 1) o la
distribución circular de los 21 arcanos mayores (figura 2).
El mundo Físico aparece en el plano exterior del ecuador (figura 1)
mediante la distribución de los 56 arcanos menores, representación del
zodíaco y de los diversos grados de multiplicidad de la Fuerza a través
de la sustancia, hasta el polo opuesto, la unidad negativa, 10.
Además, el conjunto (fig. 1) reproduce la forma del planeta Saturno, con
sus anillos, forma que, según las teorías de nuestra ciencia materialista,
es la manifestación evidente, la demostración de las grandes leyes de
formación de nuestro Universo. A saber: la concentración de la
sustancia al estado radiante, alrededor de un punto de atracción, capaz
da reproducir por condensación progresiva un movimiento de rotación
—particularmente acentuado en el ecuador— en virtud del cual se
producen las estrellas, los planetas, los satélites, descendiendo así de la
nebulosa etérica al átomo; de la nada viviente a la nada inerte, del uno
a la infinita multiplicidad.
Como vemos, el Tarot, producto secular del genio, de nuestros abuelos,
no solamente nos explica la creación en su estado actual, sino también
su historia y hasta su futuro —conjuntamente con la del ser humano,
desde su comienzo— evitando por la combinación de sus símbolos
analógicos copiados a la naturaleza, el escollo contra el cual tropiezan
todas las filosofías, esto es la definición de las palabras, la expresión
perfecta y completa del Verbo en el mundo sublunar.

37
CAPÍTULO XVIII

EL TAROT CABALÍSTICO
Deducciones de Etteilla sobre el libro de Thoth — Ejemplo de aplicación del Tarot a la
Cábala, el Hierograma de Adán por Stanislas de Guaita.

DEDUCCIONES DE ETTEILLA SOBRE EL LIBRO DE THOTH

Vamos a resumir algunas de las conclusiones a las cuales había llegado


Etteilla referente al libro de Thoth (el Tarot).
El nombre de: Libro de Thoth Hermes, dado por Etteilla al Tarot, revela
que nuestro autor conocía su origen egipcio. Este libro está compuesto
de 78 páginas repartidas en cuatro volúmenes.

El 1° comprende 12 páginas
El 2° comprende 5 páginas
El 3° comprende 5 páginas
El 4° comprende 56 páginas

Los 22 arcanos mayores componen 3 volúmenes, el último está


compuesto por los 56 arcanos menores.
Las 56 páginas del último volumen se dividen de la siguiente manera,
de acuerdo con la operación indicada en la primera tirada de cartas.

26 + 17 + 11 + 2 = 56

Las 4 divisiones de estas 56 páginas (los 4 colores) representan


respectivamente:
1° La agricultura.
2° El sacerdocio.
3° La nobleza. La magistratura. Los militares. Los artistas.
4° El pueblo. El comercio.

El libro de Thoth contiene tres partes que son:


22 Triunfos mayores.
16 Triunfos menores (figuras).
40 Láminas inferiores.

Está compuesto igual que un ser viviente, puesto que:


78 es su cuerpo;
3 su espíritu o mediador;
1 su alma.

Si sumamos las 12 primeras páginas de este libro hallaremos el número


total de que se halla compuesto:
1+2+3+4+5+6+7+8+9+10+11+12 =78

Si ahora nos trasladamos a la primera operación dada por nuestro autor,


hallaremos nuevas enseñanzas.

38
El número 78 representa, en efecto, la Sal o el Espíritu incorruptible. El
número 1 (un libro) representa la Unidad, la Divinidad; por último, el
número 26, que secciona el Tarot en tres partes, es precisamente el
número de Jehová

Iod, igual 10
Hé, igual 5
Vau, igual 6
Hé, igual __5__
Total ............ 26

En la primera operación, sobre el paquete de 26 cartas queda 0.


En la segunda operación, del paquete de 17 cartas queda 1, que
representa el punto, dentro del círculo 0.
En fin, en la tercera operación, sobre el paquete de 11 cartas quedan 2,
que representan al hombre.
0. Circunferencia del Universo.
1. El Puente del Centro-Dios.
2. El Macho y la Hembra. El Hombre.
¡Dios, el Hombre y el Universo deducido por los procedimientos místicos
de Eteilla!
No terminaríamos nunca si nos propusiéramos seguir a nuestro autor a
través de sus deducciones; para terminar, conformémonos con ensenar
el sentido que atribuye al número de paquetes puestos aparte.

26. Es el Alma.
17. El Espíritu.
11. El Cuerpo.

Y el resto de las cartas 11 + 11 + 2 = 24 es la vida. Estas páginas


bastarán para mostrar el procedimiento de Etteilla.

APLICACIÓN DEL TAROT A LA CÁBALA


EL HIEROGRAMA DE ADÁN
POR STANISLAS DE GUAITA

AI afirmar que el hierograma de Adán oculta los más profundos arcanos


del Universo, no asombraremos a quienes hayan realizado un estudio
cuidadoso del Sepher Bereschit. Confrontando la admirable traducción
de Fabre D'Olivet con las revelaciones pantaculares del Libro de Tholh,
no es difícil hacer brotar las supremas chispas de la verdad. Daremos a
continuación algunas indicaciones que facilitarán la tarea.

Adán se escribe en hebreo: aleph, duleth, mem.


(primera clave del Tarot: el Mago). Dios y el hombre; el principio y el
fin; la unidad equilibrante.
(cuarta clave del Tarot: el Emperador). El Poder y el Reino; el
cuaternario verbal; la multiplicación del cubo.
(decimotercera clave del Tarot: La Muerte). Destrucción y
Restauración; Noche y Día moral y física; la eternidad y lo efímero; la
pasividad femenina, simultáneamente abismo del pasado y matriz del
porvenir.

39
El análisis ternario del principio insondable, que iod manifiesta en su
inaccesible y sintética unidad, Adán, es, en el fondo, muy semejante al
hierograma Aum, tan famoso en los santuarios hindúes.
En aleph corresponde al Padre, origen de la Trinidad; daleth al Hijo
(al cual la Cábala llama también el Rey) y mem al Espíritu Santo cuyo
cuerpo etérico, constructor y destructor de las formas transitorias,
produce la vida (indestructible e inalterable en su esencia).
He dicho que es el análisis cíclico del principio del cual iod es la
síntesis incccesible.
Un simple cálculo de cábala numérica confirmará esta afirmación:
Reduzcamos las letras a números (método tarótico).

En cábala numérica, el número analítico de Adán es, por lo tanto, 9.


Ahora bien, obtenemos 10 añadiendo a 9 la unidad específica que
vuelve el ciclo a su punto de partida y termina el análisis en la síntesis,
y 10 es el número correspondiente a la letra iod: lo que era necesario
demostrar.
El vocablo hierogramático Adán representará entonces la evolución
nonaria de un ciclo emanado por la iod y que termina en el 10,
regresando a su punto de partida. Principio y fin de todo, iod eterna,
revelada por su forma de expansión triuna.
Vayamos más lejos.
Tenemos pues el derecho (habida cuenta que Adán difiere de iod o de
Wodh como la reunión de los submúltiplos difieren de la unidad) es
decir, siguiendo nuestro análisis:
Si Adán es igual a I.

40
A la memoria del ocultista E. POIREL.

NOTICIAS SOBRE LOS AUTORES QUE SE HAN OCUPADO


DEL TAROT

Raymond Lulle — Cardan — Pastel — Los Rosacruces — Court de Gébelin — Etteilla —


Claude de Saint Martin — J. A. Vaillant — Christian — Eliphas Levi — Stanislas de
Guaita — Josephin Peladan — Tke Platonist — Theosophical publicattions — F. Ch.
Barlet — Poirel — Ely Star — H. P. Blavatsky — Ch. de Sivry — Mathers — Bourgeat —
P. Piobb.

RAYMOND LULLE (1235-1315). Sabio eminente, fundador de un sistema


filosófico, sobre todo de lógica, basado enteramente en las aplicaciones
del Tarot; es el Ars Magna.

CARDAN (JEROME). Nacido en París en el año 1501, muerto en 1576.


Profesor de matemática y de medicina en Bologna. Viajó por Escocia,
Inglaterra, Francia, haciendo curas maravillosas. Su tratado de la
Subtilidad (1550) está basado enteramente sobre las claves del Tarot.

POSTEL (GUILLAUME). Nació en el año 1510 en Dolerie (diócesis de


Avranches). Enviado por Francisco I a Oriente, regresó cargado con
varios manuscritos preciosos y fue nombrado profesor de matemática y
de lenguas orientales en el Colegio de Francia. Murió en el convento de
Saint Martin des Champs el año 1581. Fue uno de los más altos
iniciados del siglo XVI. Halló la clave del Tarot; mas la mantuvo oculta
como lo demuestra su obra: La clave de las cosas ocultas (1580). Sus
libros están en el índex.

LA MISTERIOSA FRATERNIDAD DE LOS ROSA-CRUZ (1604). La Fama


fraterninatis Rosae Crucis (1613) muestra a los iniciados que los Rosa-
Cruces poseían el Tarot, al cual describen del siguiente modo:

Poseen un libro que puede enseñarles todo cuanto se halla en los libros
ya escritos y en los que podrán escribirse en el futuro.
No olvidemos que estos Rosa-Cruces son los iniciadores de Leibnitz y los
fundadores de la Masonería actual, atribuida a Asmhole.

COURT DE GÉBELIN. Nacido en Nimes el año 1725, muerto en París en


1784. Sabio ilustre. Halló el origen egipcio del Tarot. Ver su Mundo
Primitivo (1773-1783).

ETTEILLA (1783). Hemos dado un resumen de sus métodos sobre el arte


de hechar las cartas con el Tarot y de las aplicaciones de este juego a la
Cábala.

CLAUDE DE SAINT MARTIN. El filósofo desconocido. Nació en 1743 en


Amboise, murió en 1803. Discípulo de Martínez Pascualis y de Jacobo
Boëhm, fundador de las órdenes llamadas Martinistas. Su libro: Cuadro
natural de las relaciones que existen entre Dios, el Hombre y el
Universo, está basado estrictamente sobre el Tarot.

41
J A. VAILLANT. Vivió muchos años entre los bohemios y recibió por vía
oral gran parte de sus tradiciones, las que resume en sus obras: Los
Romes, la verdadera historia de los verdaderos bohemios (1853). La
Biblia de los bohemios. Clave mágica de la ficción y de los hechos
(1863).

CHRISTIAN. Bibliotecario del Arsenal. Publicó un manuscrito secreto


sobre el Tarot, mezclando en él sus fantasías personales respecto a la
astrología en su libro: El hombre rojo de las Tullerías (1854).

ELIPHAS LEVI. El maestro contemporáneo del ocultismo que más ha


profundizado el Tarot. Su obra: Dogma y Ritual de la Alta Magia, está
basada sobre el Tarot. Tuvo una vida sumamente novelesca; murió en
1870 dejando, según creo, una hija.

STANISLAS DE GUAITA. Sabio cabalista contemporáneo. Hizo varias


aplicaciones del Tarot a la cábala. Damos en este libro un extracto. Ver
también: En el dintel del misterio (1886), El templo de Satán y la Clave
de la magia negra.

JOSEPHIN PELADAN. Novelista famoso y cabalista eminente. Habla muy


a menudo del Tarot en sus libros (1885-1889).

THE PLATONIST (1886). Revista americana de Ocultismo. Dio un estudio


bastante pésimo sobre las aplicaciones del Tarot a la horoscopia. Este
estudio ha sido reproducido, sin indicar su origen, por la revista
Theosophical Publications (Londres, 1888).

F. CH. BARLET. Uno de los más eruditos escritores que posee el


Ocultismo francés. Transcribimos en este libro uno de sus trabajos sobre
el Tarot Iniciático (1889).

E. POIREL. Ocultista. Editor del Tarot (1889).

ELY STAR. Autor conocido por sus interesantes trabajos sobre la


Astrología. Los misterios del Horóscopo contiene un estudio muy
importante sobre el Tarot y la nueva Onomancia.

H. P. BLAVATSKY. Esta eminente autora se refiere al Tarot en sus libros


(Isis sin velos y la Doctrina Secreta), mas de una manera bastante
superficial y sin ninguna base sintética.

CH. DE SIVRY. Ocultista de mucho talento, conocido principalmente por


sus trabajos sobre la música. Debemos a su gentileza la comunicación
de un resumen sobre nuestro libro.

MATHERS. Autor inglés, publicó recientemente un pequeño tratado de


60 páginas sobre el Tarot en el cual no hay nada original; se trata de un
simple resumen respecto a los autores que se han ocupado del asunto.
Este tratado contempla principalmente el arte de hechar las cartas.

42
BOURGEAT. Ha publicado recientemente un libro sobre el Tarot
adivinatorio.

P. PIOBB. Ha analizado el Tarot en su Formulario de Alta Magia. Ver


también Evolución del Ocultismo.

Estos son los autores que conocemos y que se han ocupado del Tarot.
Puede que omitamos alguno. En tal caso nos apresuramos a presentarle
nuestras excusas.

43
Al autor de "A Brúler", JULES LERMINA.

CONCLUSIÓN

Llegado el término de nuestra marcha debemos echar una ojeada sobre


el camino recorrido a fin de darnos cuenta de la verdadera importancia
de nuestro trabajo.
Viendo a la ciencia materialista desmoronarse, a pesar del esfuerzo de
sus defensores, bajo el impulso irresistible de los nuevos tiempos, nos
vimos en la obligación de constatar la impotencia de los métodos
exclusivamente analíticos y buscar las bases de una síntesis probable,
exigida imperiosamente por todos los estudiosos.
Es entonces cuando la ciencia antigua nos fue revelada como la única
que alcanza este método sintético, base inconmovible de sus
descubrimientos científicos, religiosos y sociales.
Las sociedades secretas encargadas de transmitir este depósito sagrado
perdieron la clave, al igual que los cultos; solamente los Bohemios y los
Judíos han atravesado las generaciones con su biblia a cuestas, éstos
con su Sepher de Moisés, aquéllos con el Tarot, atribuido a Thot Hermes
Trismegisto, la Universidad triplemente jerárquica de la Sabiduría
Egipcia3.
El Tarot se nos ha mostrado como la traducción egipciana del libro de la
iniciación, partiendo, al igual que esta clave —actualmente perdida— de
la Masonería y de las ciencias ocultas.
¿Cómo descifrar este jeroglífico? ¿Cómo descubrir la agrupación
misteriosa de estas láminas?
La facultad de concebir supone implícitamente la facultad de ejecutar,
nos dice Wronski. Convencidos de esta verdad hemos interrogado a la
antigüedad venerable. Las esfinges, mudas para los profanos, han
hablado; los antiguos templos han develado sus misterios, los Iniciados
han respondido a nuestro llamado: cuatro letras enigmáticas nos han
sido reveladas:
El Tarot traduce las combinaciones de IEVE, según nos lo ha demostrado
su análisis; no obstante, a fin de frenar nuestra imaginación, hemos
elegido como punto de partida para nuestro estudio un principio fijo e
inmutable, capaz de prevenir cualquier error: el número.

Hé Vau Hé lod

¡Sagrada palabra que ilumina la cima de todas las iniciaciones, objeto


de respeto y de veneración para los sabios!
Recién entonces hemos abordado el símbolo, y allí también tuvimos
necesidad de orillar algunas dificultades. La historia del Tarot nos ha
mostrado las transformaciones del símbolo al través de los pueblos y de
las épocas, manteniendo, no obstante, la unidad de interpretación.
Por lo tanto, era necesario hallar para el símbolo, un principio
igualmente fijo e inmutable en su combinación, como el hallado para el
número; es precisamente lo que nos propusimos descubrir. El estudio
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Ver San Ivés D'Alveydre, Misión de los Judíos.

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referente al origen de los idiomas nos llevó a determinar 16 jeroglíficos
originales, génesis de los primitivos alfabetos. Las 22 letras hebreas
derivadas directamente de esos 16 jeroglíficos, nos ofrecen una base lo
suficientemente fija para el símbolo, como para evitar cualquier error
involuntario.
Gracias a la aplicación de estos principios, algunas informaciones, de un
carácter muy general, nos fueron facilitadas respecto a la Teogonía, la
Androgonía y la Cosmogonía, y mediante su ayuda pudimos construir un
esquema en el que resumimos el simbolismo del Tarot.
Es entonces cuando quisimos demostrar que el Tarot era precisamente
la clave general que habíamos prometido. Bastarían algunas
aplicaciones para demostrarlo. La Astronomía, es, en razón de sus
principios invariables, el plano de referencia por excelencia, cuando se
quiere determinar el paso de una evolución y se yerra el verdadero
camino, la Astronomía nos recuerda el sentido de la marcha del Sol y
con ello la clave de todas las evoluciones posibles.
Es por no haber comprendido que el Mito solar no era sino la
representación de esta ley general de la evolución, y no la especial ley
de evolución del sol, que los gigantescos trabajos de Dupuis no dieron
resultados prácticos. El método de las ciencias ocultas no es ni la
inducción ni la deducción; sino la analogía, método hoy día desconocido
y que el Tarot nos revela en todo su esplendor.
Hicimos después otras aplicaciones; hubiéramos podido todavía revelar
la clave de la Filosofía, de la Santa Cábala, de la Teosofía, .de la
Fisiología del hombre y del universo; pero hemos preferido dar la clave
y demostrar sus aplicaciones mediante algunos ejemplos, y detenernos
allí.
Nuestro trabajo contiene algunas imperfecciones que hubiéramos
deseado evitar. No obstante nos parece oportuno destacar que, de su
conjunto, se infiere la conclusión evidente: la aplicación de métodos
precisos para el estudio del ocultismo.
Es el conocimiento de las ciencias exactas contemporáneas lo que nos
llevó al estudio del ocultismo; es partiendo del más crudo materialismo,
del cual fuimos un ferviente defensor, como nos vimos empujados a
trascender sus límites. Nos ha quedado de nuestra vieja conformación
materialista el gusto por la metodología. Lo que obstaculiza la
enseñanza de las ciencias ocultas, es la ausencia de método, pues
Lucas había ya hecho notar que es necesario hacer marchar la física a la
par de la metafísica para que se apoyen mutuamente; es lo que
nosotros mismos hemos llevado a la práctica al desarrollar los principios
fijos, tal como los números o las letras hebraicas, paralelamente a los
principios metafísicos: símbolos o conceptos abstractos.
Lo que pierde en general a los ocultistas, es la falta de precisión. Hemos
hecho todo lo que pudimos para evitar este escollo, no sabemos si lo
hemos logrado. El autor no puede juzgar su obra.
Sea lo que fuere, nos hemos visto forzados algunas veces a hablar de
las ciencias ocultas, sin haber tenido el placer de entrar en detalles
explicativos; he aquí porqué dedicamos este libro.

A LOS INICIADOS

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