El Tarot Astronomico de Court de Gebelin
El Tarot Astronomico de Court de Gebelin
El Tarot Astronomico de Court de Gebelin
CAPÍTULO XVI
EL TAROT ASTRONÓMICO
Astronomía egipcia — Las cuatro estaciones — Los doce meses — Los treinta y seis
decanatos — Los planetas — Relaciones absolutas con el Tarot — El Juego de Tarot
(sus orígenes, sus alegorías) — Figura conteniendo las aplicaciones del Tarot a la as-
tronomía — Clave de los trabajos astrológicos de Christian — Adaptación del
arqueómetro de Saint-Yves D'Alveydre — El Tarot astronómico de Court de Gébelin.
EL TAROT ASTRONÓMICO
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2
2° Los doce signos del zodíaco
3° Los 36 decanatos
Cada estación se divide en tres meses; pero cada mes se divide en tres
decanatos o períodos de 10 días. Para determinar cuáles son las
láminas del Tarot que corresponden a estas nuevas divisiones, bastará
con que recordemos las relaciones que existen entre las figuras y los
números de los arcanos menores. Si elegimos, por ejemplo, el rey,
sabremos que esta figura gobierna las láminas: As, 2 y 3, además del
primer ternario. Tendremos entonces las relaciones siguientes: rey de
Bastos, signo zodiacal Aries.
AS 1° Decanato o decanato activo del mes. Decanato creador,
iod.
DOS 2° Decanato o decanato pasivo del mes. Decanato formador,
conservador, hé.
TRES 3° Decanato o decanato equilibrante, vau.
CUATRO Transición del tercer decanato de la serie actual al primer
decanato de la serie siguiente.
3
4
(Relaciones de los 12 signos con los órganos del cuerpo)
Supuesto que cada decanato gobierna 10° del zodíaco y representa una
cierta fracción del mes, cada uno de los arcanos menores —
representando a su vez un decanato— gobernará una cierta fracción del
año:
As de Bastos 21 a 30 de marzo
3 de Bastos 31 de marzo a 9 de abril
2 de Bastos 10 a 19 de abril, etc.
DE LOS PLANETAS
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indicados en el cuadro de la página anterior. Este cuadro permite
descifrar los trabajos de Cristian (Historia de la Magia) y los de Ely Star
(Los Misterios del Horóscopo) sobre la astrología. También indican las
correspondencias astronómicas del Tarot. Veamos su construcción:
Las cuatro figuras del arcano 21 representan las cuatro estaciones del
año y los cuatro colores del Tarot. El centro de la lámina corresponde a
los siete planetas. Entre ambos se desenvuelve la elipse del zodíaco,
clave de las influencias de los arcanos mayores (planetas) sobre los
arcanos menores (decanatos). Como vemos, este cuadro es no
solamente un sistema de interpretación del Tarot, sino también una
verdadera clave del mismo.
Para demostrar la correspondencia entre nuestras propias deducciones
y las dadas por los bohemios, transcribimos a continuación un extracto
publicado por Vaillant (Historia de los Bohemios).
Si se nos dijera que existe en nuestros días una obra del antiguo Egipto,
un libro que se salvó del incendio que redujo a cenizas sus magníficas
bibliotecas y en el que se trata de las más puras doctrinas, referentes a
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ciertos asuntos muy importantes, es seguro que una gran mayoría se
apresuraría en conocer un libro tan extraordinario y precioso. Si a esto
añadimos que el tal libro se ha divulgado en una gran parte de Europa y
que desde hace siglos está al alcance de todo el mundo, la sorpresa
sería todavía mayor; pero llegaría a su colmo si afirmáramos que jamás
se sospechó de su origen egipcio, que le tenemos muchas veces entre
las manos sin saberlo, que nadie se ha preocupado en descifrar una sola
de sus hojas, y que el fruto de tan elevada sabiduría es considerado
como un conjunto de figuras extravagantes sin mérito alguno. ¿No se
diría que deseamos divertirnos a costa de nuestros lectores?
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PUES BIEN, ESE LIBRO EXISTE
DIVISIÓN
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sello de la inmortalidad y en el cual, todos los pueblos del mundo, se
han inspirado.
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ARTÍCULO I
Si este juego, que ha permanecido mudo para todos los que le conocen,
se ha revelado a nuestros ojos, no ha sido como resultado de una
profunda meditación ni del deseo de poner orden en su caos aparente,
sino simplemente por obra del azar. Invitados hace algunos años, para
visitar a la esposa de un amigo nuestro, que acababa de llegar de
Alemania o de Suiza, la hallamos empeñada en una partida de naipes.
—Jugamos a un juego que seguramente usted no debe conocer.
—Es posible. ¿De cuál se trata?
—Del juego del Tarot.
—Tuve ocasión de verlo jugar cuando era muy joven, pero no tengo la
más mínima idea de su contenido.
—Es una rapsodia de figuras a cual más extraña y original. Por ejemplo,
observe ésta.
Se tuvo cuidado en elegir una de las más extraordinarias y sin relación
aparente con el título que ostentaba: El mundo. La miro y de inmediato
reconozco la alegoría. Los jugadores interrumpen la partida y se
apresuran a mostrarme quien una carta, quien otra. En un cuarto de
hora el juego fue estudiado, explicado y declarado egipciano. Pronto nos
convencimos que no éramos victimas de nuestra imaginación. Nuestro
conocimiento de la civilización egipcia nos aseguraba haber hallado un
libro de muy antiguo linaje, escapado quien sabe cómo de la barbarie
de los invasores, de los incendios accidentales, del tiempo y de la
ignorancia, mucho más desastrosa todavía.
El aspecto ligero y frívolo de este libro es, sin duda alguna, lo que lo ha
preservado de la destrucción, permitiendo que llegue a nuestras manos
en toda su pureza original. Como es natural, ignorantes del valor de su
contenido, nadie se preocupó de mutilarlo.
Pero era ya tiempo de redescubrir el sentido alegórico de su contenido,
destinado a mostrar al mundo la pujanza de la sabiduría antigua que
supo cifrar en un simple juego de cartas las más altas enseñanzas de su
civilización.
Como ya dijimos, el Tarot está compuesto de 77 cartas (algunas veces
de 78) dividido en cuatro colores o palos. A fin de que nuestros lectores
puedan seguir nuestra explicación con toda comodidad, hemos hecho
grabar los triunfos y los cuatro ases, correspondientes a cada color, o
palo, llamados por los españoles. Espadas, Bastos, Copas y Oros.
Los colores
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Los colores corresponden a las cuatro clases sociales en que se hallaba
dividida la nación egipcia. Las ESPADAS corresponden a la clase
soberana: la nobleza; las COPAS al sacerdocio; los BASTOS a la
maza de Hércules y la agricultura; los OROS al comercio, cuyo
emblema es el dinero.
Este juego está basado en el número septenario
Siete, el número sagrado por excelencia, es la base fundamental de
este juego. Cada color está compuesto de dos septenarios. Los triunfos
suman en total tres septenarios. El total de cartas es igual a 78 (77
cartas numeradas y una que lleva por número el cero y a la que se
conoce con el nombre de El Loco). Ahora bien, todo el mundo sabe que
el siete era el número clave y sagrado, al cual referían los egipcios los
elementos de todas las ciencias que conocían. El fúnebre aspecto de la
carta 13 nos demuestra, mejor dicho, nos confirma el origen egipcio de
la misma.
Por otra parte este juego tiene que ser necesariamente de origen
egipcio, puesto que está basado en el número 7; que corresponde a las
cuatro clases en que se hallaban subdivididos sus habitantes; que el
mayor de los triunfos traduce algunas características de aquel país, por
ejemplo: los dos supremos Hierofantes —hombre y mujer
respectivamente—, Isis, Tifón, Osiris, la Casa de Dios, el Mundo, los
Canes —correspondientes a los trópicos—, etcétera.
Inventado por un hombre de genio, antes o después del juego de
ajedrez, y reuniendo en sí lo útil a lo agradable, ha llegado hasta
nosotros desde el fondo mismo de los siglos. Último sobreviviente de la
cultura y del saber de un magno imperio, ha servido de entretenimiento
a casi todas las civilizaciones, sin que el profundo simbolismo de sus
láminas haya sido jamás develado.
Tratemos de investigar por cuáles rutas misteriosas este juego
admirable ha llegado hasta nosotros. En los primeros siglos de la iglesia
cristiana, los egipcios gozaban de gran prestigio en Roma; sus
ceremonias y el culto de Isis eran muy conocidos, es por lo tanto lógico
que lo fuera también el juego que nos ocupa.
Por mucho tiempo, este juego quedó circunscripto a la península itálica.
Más tarde, cuando la alianza entre Italia y Alemania, fue divulgado en
este último país. El pacto entre Italia y el condado de Provenza, como
asimismo el asiento de la Corte de Roma en Avignon, permitió que fuera
conocido también en la Provenza y en Avignon. Y si se detuvo a las
puertas de París, ello fue debido a la superficialidad de las damas
francesas, que no lograron simpatizar con el aspecto algo tosco y
extravagante del juego.
Sin embargo, el Egipto no ha logrado alcanzar los frutos de su ingenio.
Reducido al más deplorable de los servilismos, a la más profunda
ignorancia; privados de todas sus artes, sus habitantes no serían
capaces de fabricar una sola carta del Tarot.
Si las cartas francesas, mucho menos complicadas, requieren el trabajo
asiduo de una gran cantidad de personas y el concurso de artes muy
diversas, ¿cómo habría podido ese pueblo desafortunado conservar las
suyas?
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Nombres orientales conservados en este juego
1. TAROT
El nombre de este juego es egipcio; se halla compuesto del vocablo
TAR, que quiere decir vía, camino; y de Ro, ROS, Rog, que significa REY,
REAL; es pues, equivalente a camino real de la vida, Y, en efecto, se
relaciona con la vida de los ciudadanos, puesto que representa las
distintas clases en que aquellos se dividían. Además el Tarot contiene
todos los acontecimientos que pueden transcurrir en la vida de cada
uno de los componentes de esas clases, señalándoles los guías físicos y
morales que gobiernan sus destinos: el rey, la reina, el sacerdote, el sol,
la luna, etcétera.
Les enseña también por medio del jugador de cubiletes y la rueda de la
fortuna, que el hombre debe escudarse en la virtud para sortear las
transiciones del destino.
2. MAT
Mat es la palabra oriental, sinónimo de asesinado, herido, partido, etc.;
en el idioma italiano quiere decir loco. Es curioso que al loco se le suela
llamar cabeza partida.
3. PAGAD
Se llama (Pagad) al jugador de cubilete. Esta palabra, desconocida en
las lenguas occidentales, es también de origen oriental. Pag, quiere
decir jefe, maestro, señor; y Gad, equivale a fortuna. Es por esto que el
jugador de cubilete ostenta en su mano la varita de Jacob o la verga de
los magos, que lo hacen dueño del destino.
LIBRO DE THOT
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el rey, hijo de Thot—, no sea otra cosa que el hijo de su genio y la
historia de los reyes del Egipto1.
Esta vieja cosmogonía, ese libro de TA-ROSH, ligeramente alterado,
parece haber llegado hasta nosotros a través de las cartas que hoy
conocemos por el mismo nombre, ya sea que la concupiscencia lo haya
conservado para engañar el ocio o que la superstición lo haya
preservado de las injurias del tiempo, los misteriosos símbolos que
servían, como a los magos de antaño, a engañar la credulidad de las
gentes.
Los árabes transmitieron este libro a los juegos de los españoles y los
soldados de Carlos V lo llevaron a Alemania. Estaba compuesto de tres
series superiores, representación de los tres primeros siglos: el de oro,
el de plata y el de bronce, estando cada uno compuesto de siete cartas.
Como la escritura egipcia se leía de izquierda a derecha, la carta 21 que
ha sido numerada con cifras modernas, es precisamente la primera y
debe tenerse en cuenta para la debida interpretación de la historia; es
también la primera carta del juego de Tarot y del método de adivinación
para lo cual servían estas antiguas imágenes.
En fin, hay todavía una carta, la 22, sin número ni potencia, pero que
aumenta el valor de las que le preceden, es el cero de los cálculos
mágicos, se la conoce con el nombre de La Locura.
1
Ver también el ALTOTAS, de Cagliostro, tan bien estudiado por el doctor Marc Haven en su libro:
El Maestro desconocido.
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A la memoria del H. BERTRAND, VEN
CAPÍTULO XVII
EL TAROT INICIATICO
EL TAROT INICIATICO
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invariables, sino que se produce del uno al otro un continuo movimiento
descendente, en el cual el Espíritu deviene Materia —por las
desintegraciones sucesivas expresadas por la idea, la voluntad y el
cosmos. Es lo que constituye la creación.
Pero dado que el cosmos se halla en movimiento evolutivo —como lo
demuestra la ciencia— y puesto que, según ella, este movimiento
tiende palmariamente hacia una síntesis progresiva que espiritualiza a
los seres complicándolos cada vez más, el esquema precedente no
expresa sino la mitad del universo, la descendente; es necesario
añadirle la otra mitad para que retrotraiga el átomo, Omega, al principio
opuesto, Alfa, a través de las síntesis progresivas de las vidas
individuales. Es el progreso, continuación de la creación.
Así, el universo se nos muestra como una corriente circular cuya
orientación es necesariamente inversa en los dos arcos opuestos; del
polo positivo Alfa al polo negativo Omega, la corriente desciende: de la
involución, el descenso del Espíritu en la materia; del polo negativo
Omega al polo positivo Alfa, la corriente asciende: es la evolución, la
espiritualización de la materia; llegaremos luego a su descripción.
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En efecto, su análisis no se completa con los 10 términos que nos han
conducido al cosmos, equilibrio dinámico de la fuerza y la materia. Este
cosmos puede analizarse a su vez en dos principios, que la ciencia nos
muestra en conflicto en los movimientos de la materia, a saber: el
activo y el pasivo (masculino y femenino de los organismos, ácido y
base de la química, polos opuestos de la electricidad, etcétera).
Es tan sólo en su equilibrio absoluto que reside la materia
completamente inerte, el polo inaccesible exactamente opuesto al Alfa:
Omega del universo.
Los ocultistas han representado esta 4a tetraktis, cuyo primer término
es el cosmos (la tetraktis del mundo inferior, infera, los infiernos),
mediante los arcanos 11, 12 y 13. El último, aquel que lleva el número
13, tan generalmente temido, merece destacarse. Se denomina la
MUERTE y la RESURRECCIÓN: es allí, efectivamente, donde reside la
inercia absoluta, pero es también allí donde la involución se detiene y la
evolución comienza, puesto que el equilibrio de los dos principios activo
y pasivo no persiste jamás.
Esto parece contradecirse con la observación precedente: que la
descripción de la iniciación, es decir la reascensión, comienza en el
arcano 10 y no en el 14. Pero no es así: En la evolución, el ser debe
tomar en sentido inverso, para efectuar la síntesis, todos los planos a
través de los cuales el Alfa se ha desintegrado en el curso de la
involución. El hombre, es la resultante de un trabajo de este género
anterior a su estado presente, pero este trabajo, que lo ha elevado
desde el Omega hasta el plano de la voluntad, no es consciente para él;
lo ha recorrido, primeramente bajo la presión fatal de la fuerza pura,
después del instinto, de los deseos, de las pasiones; por lo tanto no
conoce su solución anterior, y, no obstante: ¿de qué manera podría él
transformarse en el dueño de cualquiera de esos mundos, sin
conocerlos a todos por igual? Su primera operación en la iniciación será,
pues, el redescender hasta sus orígenes en la evolución, entrar en
conocimiento en sus diversos grados, de todas sus fuerzas, de los
variados seres que la atravesaron, de hundirse, por así decirlo, hasta las
raíces de la vida, hasta la muerte, y de aprender a dominarla.
Como lo demostraremos, esto no es una metáfora; el neófito no puede
llegar al ejercicio certero, voluntario, de las facultades trascendentes sin
obtener previamente el dominio de las fuerzas que producen la ilusión y
que amenazarían su propia vida; sin alcanzar la inercia y vencerla. Es
necesario que como el Cristo, modelo del hombre regenerado, expire
sobre la cruz y resucite al tercer día, es decir después de haber
descendido los tres últimos grados representados por los arcanos 11, 12
y 13 hasta la sima de los infiernos, para enfrentarse con la muerte y
dominarla.
Dicho lo cual, describamos las doce horas o fases de la iniciación.
21
Esta hora es pues la de la preparación; separa la vida común de la vida
trascendente; se aprende la clase de trabajo a realizar y se decide
realizarlo. Veamos cómo:
La cabeza humana de la esfinge, foco de la inteligencia, dice al neófito:
"Adquiere primero la ciencia que muestra el fin y alumbra el camino". Es
la enseñanza teórica indicada más arriba.
Sus flancos de toro, imagen de la labor ruda y perseverante de la
cultura, le dice: "Sé fuerte y paciente en el trabajo".
Sus patas de león le dicen: "Hay que osar y defenderse de las fuerzas
inferiores".
Sus alas de águila le dicen "y querer elevarse hacia las regiones
trascendentes que tu alma alcanza ya".
La pregunta atribuida a la esfinge griega y la obligatoria respuesta
ofrece una imagen no menos expresiva del hombre y de su finalidad. Es
él el animal que de mañana, es decir en la infancia de la humanidad,
camina en 4 pies (4 es el número de la realización, personifica a la
materia y sus instintos, el mundo sensible), a medio día (es decir en la
edad viril de esta humanidad) marcha sobre 2 pies (2, número de la
oposición, imagen de la ciencia, de sus contradicciones, de sus dudas,
del mundo inteligible) y a la noche (cuando se aproxima el término de la
jornada, anda sobre 3 pies (3, número del mundo divino; 3 ó la trinidad
da la solución de todas las oposiciones, de todas las antinomias
mediante el término superior, síntesis armónica de los dos términos
contrarios).
Apolonio describe esa hora con estas palabras: "aquí el neófito alaba a
Dios, no profiere injurias, no es ya motivo de sufrimiento" —dicho de
otro modo, empieza a conocer la creación en su aspecto teórico y se
ejercita en el dominio de sus pasiones.
Detengámonos un instante en la concordancia de estas diversas
prescripciones.
Hemos visto al hombre alcanzar el arco ascendente, solicitado por las
fuerzas de inercia, inferiores, que acaba de atravesar bajo el impulso del
instinto, y aquellas activas que lo atraen hacia lo alto. Como lo hicimos
observar, éste es el momento en que la lucha debe decidirse por
intervención de la voluntad suficientemente desarrollada por la
evolución, y suficientemente libre como para tomar partido por
cualquiera de los bandos; puede entonces decidirse o por las fuerzas
inferiores, de desintegración, o por las superiores, de síntesis; es a lo
que Ilamamos el mal y el bien: Mal, en efecto, para él porque
redescendiendo volverá a encontrar los vapores de la descomposición y
de la muerte; Bien, al contrario, si remonta, porque gozará en la
realización de sus aspiraciones naturales el conocimiento y el dominio
de la creación.
Ahora bien: ¿en qué lugar del organismo humano se halla instalado el
índice de las fuerzas de inercia?
En el instinto, las pasiones. Por lo contrario, ¿donde está el índice de las
fuerzas activas? En la energía moral, la virtud.
¿Dónde está en la organización humana el índice de las fuerzas
desintegradoras que provocan el retorno a la inercia? En la tendencia al
aislamiento, en el egoísmo. ¿Dónde está, por lo contrario el índice de las
fuerzas integrantes? En la tendencia a la solidaridad, en el altruismo, en
la fraternidad.
22
Ergo, el mundo trascendente se halla abierto para cualquiera que posea
la voluntad (o aun el impulso artificial) suficiente como para triunfar de
las fuerzas que lo defienden; mas desgraciado de aquél que lo aborde
con el corazón pasinoado y egoísta, pues volverá a hundirse en la
corriente de descomposición para disolverse. La naturaleza destruye el
mal; ¡es la ley de selección!
Tan solo aquél cuyo corazón rebose de caridad podrá elevarse,
conforme al verdadero destino del ser humano, a la región de los
principios.
Es por lo que la esfinge prescribe a la par de la voluntad perseverante
del toro, el coraje del león contra las fuerzas pasionales. Y es también
por lo que Apolonio prescribe las reservas y la fraternidad,
conjuntametne con el Evangelio que constituye la fuente de la ley.
Esta es, además de la ciencia, la preparación a la iniciación. Veremos
muy pronto la sanción de esos preceptos.
El neófito suficientemente ejercitado en los preliminares de la primera
hora desciende los tres grados inferiores del siguiente modo:
Segunda hora de Apolonio: Los abismos del fuego; las virtudes astrales
forman un círculo a través de los dragones y el fuego (la cadena
magnética).
El Neófito aprende a conocer la Fuerza Universal que obra en su
organismo y la doble corriente (positiva y negativa) que la caracteriza.
Este conocimiento tendrá su adecuada aplicación en las dos horas
siguientes.
24
ARCANO XVII: LA ESTRELLA DE LOS MAGOS.
25
26
29 Una realización suficiente como para permitir y asegurar el éxito de
los que nos acompañan.
3° La suficiente confianza en las enseñanzas de aquellos que
reconocemos como nuestros maestros.
4° La certeza que de estas fecundas enseñanzas obtendremos los
medios necesarios para ser útiles a nuestros semejantes.
Si queremos triunfar deberemos poner en práctica el consejo de
la esfinge: aumentar el caudal de nuestros conocimientos, al
mismo tiempo que apuntalamos sólidamente nuestra conciencia
moral.
Sin embargo tas sólo aquellos que llevaron a la práctica estos consejos
saben del intenso esfuerzo que requieren. Ojalá estas líneas tengan la
virtud de provocar en el lector, el deseo y el coraje de repetir estos
esfuerzos.
F. CH. BARLET.
27
Supongamos a estas letras unidas a los arcanos correspondientes y
tendremos entonces la primera clave de la distribución que buscamos.
Para hallar la segunda clave, distribuiremos las láminas en el espacio, y
de inmediato resultará su ubicación en el plano.
Sabemos que el cosmos debe ser concebido como una expansión finita
del punto matemático, es decir del absoluto, el cual poseyendo esta
expansión, contiene en la nada todas las fuerzas o potencialidades.
Dibujemos esta esfera (ver fig. I). Su centro estará determinado por la
lámina O, el loco o el cocodrilo. Esta lámina será el pivote de las
restantes. Todas las láminas, inclusive la O, expresarán las múltiples
propiedades de nuestro universo.
Desde un punto cualquiera de la esfera, que constituirá para nosotros el
polo norte, se iniciará el movimiento, en virtud del cual, veremos a la
creación aparecer sobre la superficie.
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trinidad se repita en todo el septenario de nuestra distribución, la
consideraremos como el origen de los 3 grandes husos, que
representarán los 3 términos de la trinidad, cortando en 3 meridianos la
superficie de nuestra esfera.
A continuación distribuiremos las láminas sobre la esfera, siguiendo el
procedimiento siguiente: el jefe de cualquier trinidad parcial se hallará
en el huso 1; el segundo término se hallará en el huso 2; el término
tercero en el huso 3. En consecuencia, la lámina IV (el emperador
caerá bajo la I; la lámina V (el Papa
caerá bajo la II: la lámina VI (la libertad caerá bajo la III, y esta
segunda serie constituirá sobre nuestra esfera una nueva zona. Una
tercera, más inferior, se hallará formada por las láminas VII, VIII y IX; las
láminas XI y XII ocuparán el ecuador, y las 9 láminas, de XIII a XXI se
distribuirán, como las 9 primeras, en 3 bandas superpuestas sobre el
hemisferio inferior, tal como se ve en la figura 1.
Tenemos ya colocados nuestros 22 arcanos; detengámonos un poco
sobre sus significados: Por encima del ecuador notamos una expansión
cada vez mayor del Polo Norte, representado por los tres planos de la
creación: El divino, metafísico (I, II, III); inteligible, moral (IV, V, VI); y el
físico, el de los atributos generadores o elementos (VII, VIII y IX).
La creación se realiza sobre la línea ecuatorial (X, XI, XII) cuyo primer
término representa, conjuntamente con las láminas precedentes, los 10
sephirot de la cábala.
Debajo del ecuador, mundo de la realización material que se abandona
con la muerte (arc. XIII), la expansión se estrecha, se sintetiza mediante
un movimiento inverso y simétrico al precedente. Los arcanos
siguientes representarán la iniciación llevada hasta sus límites
extremos, la senda por la cual la criatura (Arc. X) retorna de la
multiplicidad a la unidad del espíritu, regresa al punto, al polo del
meridiano, nuevo reflejo del absoluto, hacia el cual ascenderá por el eje
vertical de la esfera.
El neófito, después de su preparación (ciencias positivas, magnetismo y
alquimia, arc. X, XI, XII) reconoce el mundo sublunar (are. XIII, XIV, XV),
después el sistema solar (arc. XVI, XVII, XVIII) y se escapa por el sol en
los abismos del infinito (arc. XIX, XX, XXI).
Es cuanto podemos deducir de esta breve exposición sobre la
distribución práctica de los 21 arcanos sobre un plano (distribución que
el lector deberá reproducir sobre una mesa para obtener de ella todo el
provecho posible).
Bastará con que nos imaginemos a esta esfera vista desde una
distancia considerable, sobre la vertical de su eje; por ejemplo, a la
distancia de la tierra al sol aparecerá solamente el hemisferio superior;
el otro será visto en "transparencia", y aparecerá como un círculo cuyo
ecuador será la circunferencia. Los límites de las 3 zonas superpuestas
se verán como 3 círculos concéntricos; los planos meridianos, vistos en
secciones, aparecerán en forma de 3 rayos igualmente, espaciados,
formando 3 sectores e igual cantidad de arcos. Esta representación, que
los geómetras denominan proyección sobre un plano del ecuador, nos
da la figura 2 (solamente los 4 círculos del medio); para la mayor
claridad de los símbolos se le añade un triángulo equilátero inscripto en
el círculo interior, con los vértices situados en los 3 meridianos. Las
cifras romanas anotadas en el círculo representan los números de las
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láminas, situadas como ya se dijo, y, en consecuencia, indicarán
también su ubicación sobre la mesa: los arcanos del hemisferio inferior
están indicados en la figura mediante cifras de puntos, dentro el mismo
círculo que las precedentes, ya que la zona inferior, vista al trasluz, se
confunde con la superior a causa de su reciproca simetría.
Tenemos ya, en sus líneas generales, la respuesta a nuestra pregunta:
El espíritu desciende mediante tres trinidades del absoluto a la materia
(hemisferio superior). Se realiza mediante la trinidad X (Malchut), XI y
XII (el Ecuador), y vuelve al absoluto mediante una trinidad de síntesis
creciente que constituye el programa humano (hemisferio inferior).
Indicaremos luego algunas de las interpretaciones filosóficas que ofrece
esta distribución; terminemos ahora con nuestros 55 arcanos menores.
Representan especialmente nuestro mundo solar.
Como nos hallamos aquí en el mundo de la realización, su número o
base fundamental será el 4; es la trinidad manifestada, el nombre divino
de 4 letras IEVE
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Separemos primeramente dos clases de láminas: los valet de cada uno
de los 4 colores los cuales, realizando la trinidad Rey dama
caballero representan la transición del cuaternario al ternario; luego,
el 10 de cada color que es la unidad de realización completa, la unidad
múltiple 1 y O — Malchut.
Los valet, por su participación en el cuaternario y en el ternario, y su
regreso a la unidad por la trinidad, poseen un carácter de universalidad
semejante a la lámina 0 de los grandes arcanos; por lo tanto, los
colocamos en cruz alrededor de esta lámina, y en el centro del círculo
ecuatorial. De esta manera, el centro expresará: mediante la lámina 0 la
unidad original, fuente y meta de la creación; mediante el triángulo, la
trinidad primitiva; mediante los 4 colores, el cuaternario por medio del
cual se realiza; mediante el atributo de los 4 valet, la reducción del
cuaternario al ternario; es decir toda la creación reunida en un punto,
en estado potencial; es la característica del espíritu.
Los 10, al contrario, estarán situados en las extremidades de la cruz
trazada por los valet, fuera de los círculos, como la expresión de la
unidad múltiple en su último término de diferenciación.
En cuanto a las otras láminas, comprenden 3 clases de figuras
correspondientes a los 3 términos de la trinidad; es muy fácil dis-
tribuirlas sobre las 3 partes del plano ecuatorial externo, correspon-
dientes a las 3 divisiones de la esfera:
Los reyes delante la división I
Las damas delante la división E
Los caballeros delante la división V
y dado que hay 4 colores para cada uno de ellos, se producirán 4
subdivisiones naturales en cada una de las 3 divisiones principales;
estas 4 subdivisiones corresponden a los Cetros a las Copas a las
Espadas a los Oros como asimismo al nombre divino de 4 letras
IEVE y forman la transición del ternario al cuaternario.
Queda por colocar los números; bastará hallar sus correspondencias con
los términos de la trinidad:
En fin, un tercer círculo contendrá dentro del mismo orden los 7, los 8 y
los 9. En cuanto a los 10 se hallan situados al exterior, como ya quedó
dicho.
31
32
De este modo se obtiene la distribución representada en las figuras 1 y
2. Veamos ahora su significación:
El átomo viviente en su descenso sobre la esfera ha llegado al punto
representado por el arcano 10; la rueda de Ezequiel que eleva al
hombre y humilla al elemental, el átomo va a instalarse, por así decirlo,
en el mundo material al cual acaba de llegar; desciende primeramente a
través de la década espiritual (Cetros y Copas) recorriendo a su paso los
números cada vez más complejos que se hallan en su camino: rey, 1, 4,
7, después el 10. Mediante este 10, unidad múltiple, límite de la
materialización semejante a las dos partes de la década Cetros-Copas,
toma en sentido inverso el camino que lo volverá a la lámina X,
ascendiendo por las láminas 4, 7, 1, rey de Copas y rey de Espadas,
duada sustancial.
Pero esto es solamente la tercera parte del viaje que el átomo viviente
debe cumplir en el mundo real; en efecto, en esta su primera excursión
a través de la materia, conserva todavía su carácter espiritual, conferido
por la iod clave de la lámina X; ahora debe perder esta característica
para adquirir la de hé que la
sigue. Con tal fin, pasará de la lámina X a la lámina XI el ERMITAÑO,
la LÁMPARA VELADA, para recorrer como lo hizo anteriormente la serie
dualista Cetros-Copas, a través de las damas, los 2, los 5 y los 8, pasar
por el 10 de Copas, y ascender por la segunda serie Espadas-Oros,
hasta el arcano XI, punto de partida de esta segunda excursión.
Por fin desde este último arcano, pasa al XII, el SACRIFICIO, desciende la
serie neutra caballero, 3, 6, 9 de Cetros y de Copas, atraviesa el 10 de
Espadas y el 10 de Oros, y sube por la dualidad Espadas-Oros hasta el
mundo inteligible.
Su viaje a través del mundo material ha terminado; ha recorrido todo el
zodíaco, ahora tendrá que morir; el arcano XIII lo espera y le facilita el
acceso al mundo espiritual, a la Redención.
Penetremos en algunos nuevos detalles de esta distribución:
Ella divide el círculo exterior del ecuador en 3 arcos subdivididos en 4
partes; en total 12 divisiones de diferente carácter. Son los 12 signos
del zodíaco; el primero se sitúa, juntamente con la primera lámina de
los arcanos menores, en el sector espiritual, es decir el rey de Cetros
(piques); el segundo coincide con el rey de Copas, y así sucesivamente
hasta la duodécima.
Una sola observación será suficiente para justificar esta
correspondencia entre el zodíaco y nuestra lámina: anotemos las 12
subdivisiones del círculo sobre el cual están trazadas las 4 letras del
nombre sagrado 3 veces repetido; operación justificada por la
observación anterior de que los colores corresponden a estas letras (ver
fig. 2 el círculo intermedio sobre el cual se hallan grabados los signos
del zodíaco). Reconoceremos de inmediato los cuatro trígonos del
zodíaco correspondientes a los elementos representados a su vez por
los 4 colores.
Trígono de fuego (Aries, Leo, Sagitario) corresponde a los Cetros y a las
letras
en el que predomina el elemento espiritual.
Trígono de tierra (Tauros, Virgo, Capricornio) correspondiente a las
Copas y a las letras a saber: dos E. del nombre de 3 letras y la E
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final del nombre de 4 letras —carácter esencialmente femenino,
sustancia, mas de orden superior.
Trígono de aire (Géminis, Libra, Acuario), correspondiente a las Espadas
y a las letras y en el que predomina el elemento masculino de
segundo orden.
Trígono de agua (Cáncer, Scorpius, Piséis), correspondiente al Oro y a
las letras
que comprenden, esta vez, dos veces la E final del nombre de
cuatro letras y la E del nombre de tres letras; característica dominante,
lo femenino inferior.
Mas dejemos los arcanos menores librados a la investigación del lector;
nos llevarían demasiado lejos; volvamos sobre ciertos aspectos de los
arcanos mayores.
Observemos primeramente cómo los 3 sectores principales conservan y
reproducen en todas sus partes los caracteres que les son propios.
En el primero, el de la letra iod el espíritu, se hallan los NÚMEROS
unitarios: I, IV, VII, X (repetidos en los arcanos menores); como FIGURA,
los reyes; como COLOR, los Cetros; en el ZODÍACO, las líneas recorridas
por el sol encima del ecuador, desde la primavera hasta el solsticio.
En el segundo sector (-1) el principio sustancial, se hallan los NÚMEROS
femeninos II, V, VIII, IX (repetidos en los arcanos menores) ; como
FIGURA, las damas; como COLOR, las Copas; en el ZODÍACO, los cuatro
signos que recorre el sol hacia el ecuador; estación de la mies y la
vendimia, fecundidad en todos sus aspectos.
En el tercer sector el Hijo. el Elemento, están los nombres sagrados
que participan de los dos órdenes precedentes III, VI, IX; como FIGURA,
el caballero; como COLOR, los Oros del mundo práctico y también las
Espadas, que cierra el sector precedente; en el ZODÍACO, los signos que
el sol recorre en el hemisferio Sud; nuestro invierno, tiempo durante el
cual se consumen los productos, de renovación del ciclo siguiente;
Navidad se halla en el medio; el renacimiento en los hielos de la
muerte; el tiempo durante el cual el HIJO nace en un mundo inferior
para reanimarlo.
El nombre divino no se halla solamente inscripto en la serie de los
círculos concéntricos sino que se lee también sobre los radios comunes
a estos círculos, tanto en sentido descendente como ascendente.
El primer sector lo da sin transposición, tal como se ve en la fig. 2. En el
segundo sector, el nombre divino se halla precedido de la letra
femenina E, la Madre, y en seguida se une a ella: E, IEVE, IE (ver la
figura).
En el tercero, comienza con la letra del HIJO y termina con la del PADRE:
VE, IEVE.
Partiendo de estas observaciones, vamos a preguntar a los símbolos de
las láminas cuáles son las diferentes maneras de pronunciar el Nombre
divino y las diferentes manifestaciones, en el cosmos, de cada una de
estas cuatro letras. Interroguemos más bien al Espíritu de estos
símbolos, en vez de sus números, de sus colores o de sus formas, que
es lo que nos preocupó especialmente hasta aquí. Siguiendo el orden de
nuestra distribución hallaremos:
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En el mundo divino: arcanos I, II, III, IV, la tetraktis divina, compuesta
por:
1° el ser absoluto;
2° la conciencia del absoluto;
3° el amor o potencia fecundante;
4° la realización de las virtualidades del absoluto.
En el mundo físico:
arcanos IX (la Lámpara velada), la luz apagada por las tinieblas de la
sustancia, el espíritu encarcelado en el mundo material, lesod.
X (la Rueda de la Fortuna) que eleva al espíritu caído para traerlo,
juntamente con la materia espiritualizada por él, a su plena potencia,
mediante (la Fuerza), arcano XI, y por (el Sacrificio) arcano XII.
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El mundo Inteligible se crea por el desarrollo de la esfera (fig. 1) o la
distribución circular de los 21 arcanos mayores (figura 2).
El mundo Físico aparece en el plano exterior del ecuador (figura 1)
mediante la distribución de los 56 arcanos menores, representación del
zodíaco y de los diversos grados de multiplicidad de la Fuerza a través
de la sustancia, hasta el polo opuesto, la unidad negativa, 10.
Además, el conjunto (fig. 1) reproduce la forma del planeta Saturno, con
sus anillos, forma que, según las teorías de nuestra ciencia materialista,
es la manifestación evidente, la demostración de las grandes leyes de
formación de nuestro Universo. A saber: la concentración de la
sustancia al estado radiante, alrededor de un punto de atracción, capaz
da reproducir por condensación progresiva un movimiento de rotación
—particularmente acentuado en el ecuador— en virtud del cual se
producen las estrellas, los planetas, los satélites, descendiendo así de la
nebulosa etérica al átomo; de la nada viviente a la nada inerte, del uno
a la infinita multiplicidad.
Como vemos, el Tarot, producto secular del genio, de nuestros abuelos,
no solamente nos explica la creación en su estado actual, sino también
su historia y hasta su futuro —conjuntamente con la del ser humano,
desde su comienzo— evitando por la combinación de sus símbolos
analógicos copiados a la naturaleza, el escollo contra el cual tropiezan
todas las filosofías, esto es la definición de las palabras, la expresión
perfecta y completa del Verbo en el mundo sublunar.
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CAPÍTULO XVIII
EL TAROT CABALÍSTICO
Deducciones de Etteilla sobre el libro de Thoth — Ejemplo de aplicación del Tarot a la
Cábala, el Hierograma de Adán por Stanislas de Guaita.
El 1° comprende 12 páginas
El 2° comprende 5 páginas
El 3° comprende 5 páginas
El 4° comprende 56 páginas
26 + 17 + 11 + 2 = 56
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El número 78 representa, en efecto, la Sal o el Espíritu incorruptible. El
número 1 (un libro) representa la Unidad, la Divinidad; por último, el
número 26, que secciona el Tarot en tres partes, es precisamente el
número de Jehová
Iod, igual 10
Hé, igual 5
Vau, igual 6
Hé, igual __5__
Total ............ 26
26. Es el Alma.
17. El Espíritu.
11. El Cuerpo.
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El análisis ternario del principio insondable, que iod manifiesta en su
inaccesible y sintética unidad, Adán, es, en el fondo, muy semejante al
hierograma Aum, tan famoso en los santuarios hindúes.
En aleph corresponde al Padre, origen de la Trinidad; daleth al Hijo
(al cual la Cábala llama también el Rey) y mem al Espíritu Santo cuyo
cuerpo etérico, constructor y destructor de las formas transitorias,
produce la vida (indestructible e inalterable en su esencia).
He dicho que es el análisis cíclico del principio del cual iod es la
síntesis incccesible.
Un simple cálculo de cábala numérica confirmará esta afirmación:
Reduzcamos las letras a números (método tarótico).
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A la memoria del ocultista E. POIREL.
Poseen un libro que puede enseñarles todo cuanto se halla en los libros
ya escritos y en los que podrán escribirse en el futuro.
No olvidemos que estos Rosa-Cruces son los iniciadores de Leibnitz y los
fundadores de la Masonería actual, atribuida a Asmhole.
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J A. VAILLANT. Vivió muchos años entre los bohemios y recibió por vía
oral gran parte de sus tradiciones, las que resume en sus obras: Los
Romes, la verdadera historia de los verdaderos bohemios (1853). La
Biblia de los bohemios. Clave mágica de la ficción y de los hechos
(1863).
42
BOURGEAT. Ha publicado recientemente un libro sobre el Tarot
adivinatorio.
Estos son los autores que conocemos y que se han ocupado del Tarot.
Puede que omitamos alguno. En tal caso nos apresuramos a presentarle
nuestras excusas.
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Al autor de "A Brúler", JULES LERMINA.
CONCLUSIÓN
Hé Vau Hé lod
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referente al origen de los idiomas nos llevó a determinar 16 jeroglíficos
originales, génesis de los primitivos alfabetos. Las 22 letras hebreas
derivadas directamente de esos 16 jeroglíficos, nos ofrecen una base lo
suficientemente fija para el símbolo, como para evitar cualquier error
involuntario.
Gracias a la aplicación de estos principios, algunas informaciones, de un
carácter muy general, nos fueron facilitadas respecto a la Teogonía, la
Androgonía y la Cosmogonía, y mediante su ayuda pudimos construir un
esquema en el que resumimos el simbolismo del Tarot.
Es entonces cuando quisimos demostrar que el Tarot era precisamente
la clave general que habíamos prometido. Bastarían algunas
aplicaciones para demostrarlo. La Astronomía, es, en razón de sus
principios invariables, el plano de referencia por excelencia, cuando se
quiere determinar el paso de una evolución y se yerra el verdadero
camino, la Astronomía nos recuerda el sentido de la marcha del Sol y
con ello la clave de todas las evoluciones posibles.
Es por no haber comprendido que el Mito solar no era sino la
representación de esta ley general de la evolución, y no la especial ley
de evolución del sol, que los gigantescos trabajos de Dupuis no dieron
resultados prácticos. El método de las ciencias ocultas no es ni la
inducción ni la deducción; sino la analogía, método hoy día desconocido
y que el Tarot nos revela en todo su esplendor.
Hicimos después otras aplicaciones; hubiéramos podido todavía revelar
la clave de la Filosofía, de la Santa Cábala, de la Teosofía, .de la
Fisiología del hombre y del universo; pero hemos preferido dar la clave
y demostrar sus aplicaciones mediante algunos ejemplos, y detenernos
allí.
Nuestro trabajo contiene algunas imperfecciones que hubiéramos
deseado evitar. No obstante nos parece oportuno destacar que, de su
conjunto, se infiere la conclusión evidente: la aplicación de métodos
precisos para el estudio del ocultismo.
Es el conocimiento de las ciencias exactas contemporáneas lo que nos
llevó al estudio del ocultismo; es partiendo del más crudo materialismo,
del cual fuimos un ferviente defensor, como nos vimos empujados a
trascender sus límites. Nos ha quedado de nuestra vieja conformación
materialista el gusto por la metodología. Lo que obstaculiza la
enseñanza de las ciencias ocultas, es la ausencia de método, pues
Lucas había ya hecho notar que es necesario hacer marchar la física a la
par de la metafísica para que se apoyen mutuamente; es lo que
nosotros mismos hemos llevado a la práctica al desarrollar los principios
fijos, tal como los números o las letras hebraicas, paralelamente a los
principios metafísicos: símbolos o conceptos abstractos.
Lo que pierde en general a los ocultistas, es la falta de precisión. Hemos
hecho todo lo que pudimos para evitar este escollo, no sabemos si lo
hemos logrado. El autor no puede juzgar su obra.
Sea lo que fuere, nos hemos visto forzados algunas veces a hablar de
las ciencias ocultas, sin haber tenido el placer de entrar en detalles
explicativos; he aquí porqué dedicamos este libro.
A LOS INICIADOS
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