Julio Arostegui Historia Vivida
Julio Arostegui Historia Vivida
Julio Arostegui Historia Vivida
2 Timothy GARTON ASH, History of the Present. Essays, sketches and despatches from Europe in
the 1990s, Londres, Allen Lane/Penguin Press, 1999, habla de una historia en caliente hecha de en-
trevistas con los protagonistas y resultado de una inmersin en los acontecimientos, que est en la in-
terseccin entre historia, periodismo y literatura
3 Josefina CUESTA, Historia del presente, Madrid, EUDEMA, 1993; Mario P. DAZ BARRADO
(coord.), Historia del tiempo presente. Teora y metodologa, Cceres, Universidad de Extremadura,
1998; Alicia ALTED VIGIL (coord.), Entre el pasado y el presente. Historia y Memoria, Madrid,
UNED, 1995 o el dossier coordinado por Julio ARSTEGUI Historia y Tiempo Presente. Un nuevo ho-
rizonte de la historiografa contemporanesta, Cuadernos de Historia Contempornea, n.o 20, 1998,
pp. 15-105 (con aportaciones de F. Bdarida, M. Trebitsch, M. P. Daz Barrado, M. Vilanova, J.-P. Rioux
y W. Bernecker).
4 Sobre la polisemia de percepciones nacionales de la historia actual, ver Carlos NAVAJAS, Qu es la
historia actual?, en Jos Miguel DELGADO IDARRETA (coord.), Franquismo y democracia. Introduccin a
la historia actual de La Rioja, Logroo, Gobierno de La Rioja/IER, 2000, pp. 13-41 y El regreso de la
verdadera historia contempornea, Revista de Historia Actual, vol. I, n.o 1, 2003, pp. 143-162.
Reseas de libros 329
5 Entre sus trabajos preliminares a la presente obra: La historia reciente o el acceso histrico a
realidades sociales actuales, en J. RODRGUEZ FRUTOS (ed.), Ensear Historia. Nuevas propuestas,
Barcelona, Laia, 1989, pp. 33-52; Sociologa en historiografa en el anlisis del cambio social recien-
te, Historia Contempornea, n.o 4, 1990, pp. 145-172; El presente como Historia (la idea de un an-
lisis histrico de nuestro tiempo), en Carlos NAVAJAS ZUBELDA (ed.), Actas del Primer Simposio de
Historia Actual de La Rioja, Logroo, IER, 1996, vol. I, pp. 17-43; Tiempo contemporneo y tiempo
presente. Una reconsideracin necesaria, en Mario P. DAZ BARRADO (coord.), Historia del tiempo pre-
sente. Teora y Metodologa, Salamanca, Universidad de Extremadura, 1998, pp. 31-45; El anlisis
histrico social y la naturaleza de la historia del presente, en Carlos NAVAJAS ZUBELDA (ed.), Actas del
II Simposio de Historia Actual, Logroo, Gobierno de La Rioja/IER, 2000, pp. 101-135 y La historia
del presente, una cuestin de mtodo?, en Carlos NAVAJAS ZUBELDA (ed.), Actas del IV Simposio de
Historia Actual, Logroo, Gobierno de La Rioja/IER, 2004, vol. I, pp. 41-75.
330 Reseas de libros
de lIHTP, n.o 75, junio 2000, p. 11, la historia muy reciente requiere una prctica radicalmente dife-
rente de los perodos ms antiguos. En un sentido muy sencillo, la historia del presente sera la historia
hecha a base de testimonios orales, la historia de lo vivo y de los vivos.
Reseas de libros 331
9 Javier TUSELL, La historia del tiempo presente: algunas reflexiones sobre el caso espaol, en
Carlos NAVAJAS ZUBELDA (ed.), Actas del II Simposio de Historia Actual, Logroo, Gobierno de La
Rioja/IER, 2000, p. 15.
Reseas de libros 333
tud por los libros y las cuestiones culturales con el fin de conocer y ejercer mejor
sus derechos. A tal objeto destacan la colaboracin y la amplia respuesta del p-
blico a todas estas propuestas en consonancia con los nuevos derechos adquiridos
y la participacin en la vida poltica.
Por ltimo, se ha estudiado tambin un aspecto que nos parece, sin duda, una
de las aportaciones ms interesantes y novedosas de la obra, la accin oficial del
Instituto del Libro Espaol, fundado en 1935 y que pretendi racionalizar la ex-
portacin de libros a Hispanoamrica con la instalacin de depsitos en las prin-
cipales capitales americanas.
En definitiva, estamos hablando de un trabajo muy meritorio que, de manera
paciente, con estilo ameno y con un anlisis de fuentes realmente exhaustivo, nos
acerca a otra cara ms de lo que fue la Segunda Repblica espaola. Ms all de
los numerosos anlisis polticos a los que tan acostumbrados estamos los historia-
dores, Ana Martnez nos presenta un libro bien elaborado, original y con conteni-
dos sumamente valiosos. Un trabajo de investigacin muy serio dentro de una
corriente de investigacin que progresivamente va teniendo ms xito en Espaa,
cual es la de la historia cultural, adentrndose y adentrndonos en esa historia de
la edicin en la poca contempornea que tan bien conoce la autora.
Carlos Larrinaga
Este libro contina, ampla y completa el realizado por el autor en 2002: Entre
Irn y los Alduides. El ferrocarril del Norte y el paso de los Pirineos a mediados
del siglo XIX. Tuve la oportunidad tambin entonces de realizar su resea y recuerdo
haber dejado escrito que, dada la importancia que se ofreca en l al ingeniero Ma-
nuel Peironcely, un personaje que, por otra parte, gozaba de un apellido tan ferro-
viario, se haca necesaria alguna consideracin biogrfica de ms calado. Poco ha
tardado el autor en complacernos y lo ha hecho con creces. Ha contado adems con
la posibilidad, poco frecuente, de poder transcribir un trabajo del propio Peironcely
sobre la conexin ferroviaria con Francia fechado en 1857 o 1858. Dicha transcrip-
cin, seguida de abundantes notas, supone 48 pginas del libro. Lo acompaan dos
captulos, uno biogrfico sobre Manuel Peironcely Maroto y el otro sobre el posible
ferrocarril de los Alduides. Este ltimo contiene en realidad un amplio resumen so-
bre los inicios del ferrocarril en Espaa, donde se inserta el conflicto que suscit la
conexin con Francia y las rivalidades existentes entre los Pereire y los Rothschild
desarrolladas en nuestro pas. Temas todos ellos tradicionales en la historiografa
ferroviaria espaola, y ms ampliamente desarrollados por el propio Larrinaga.
Puede decirse que todo en el libro acompaa y arropa la transcripcin de la
obra de Peironcely, de quien no se termina de saber si su antialduidismo obede-
ce a propio convencimiento o al del personaje enigmtico de quien recibi el en-
Reseas de libros 337
cargo de estudiar la peticin navarra de construir una lnea ferroviaria directa des-
de Pamplona a Bayona por los Alduides. El trabajo de Peironcely fue concienzudo
y documentado, empleando prensa y documentacin de aduanas para sustento de
sus ideas, como se ha avanzado, contrarias a dicho proyecto. Produce pavor pensar
cmo y en qu dbiles criterios se fundaban las pretensiones de algunas corpora-
ciones locales y regionales para sostener peticiones de construccin de grandes y
costossimas infraestructuras. Como demuestra Peironcely, la solidez de las prue-
bas y argumentos de los partidarios de la lnea era mnima y los clculos de previ-
siones de costes de construccin y explotacin artificialmente reducidos, las aten-
ciones de transporte de esa lnea tan abundantes, ya sin ferrocarril, que dirase
comparable a la de mbitos internacionales mucho ms desarrollados. No obstante
lo cual, el proyecto, en la argumentacin de sus defensores, resultaba ser inelucta-
ble. Finalmente, sin embargo, la obra no se llev a cabo.
Los intereses econmicos de la provincia de Guipzcoa y, sobre todo, las difi-
cultades tcnicas que el proyecto de Daguenet por el valle pirenaico de los Aldui-
des presentaba lo impidieron. No debe olvidarse el gran debate que el proyecto
suscit en los medios polticos y en la propia prensa, ya que, al fin y al cabo, se
trataba de la unin de Espaa, con Francia, o sea, con Europa. De ah la importan-
cia de este trazado estudiado tan a conciencia por Peironcely. Y en esto radica pre-
cisamente la importancia de la publicacin ahora de este manuscrito indito, ya
que, como bien advierte Larrinaga, en la poca fueron muchos los artculos, folle-
tos y libros editados sobre esta lnea y esta controversia, si bien no todos ellos pre-
sentan la misma calidad. Sin duda, la gran novedad de la obra reside precisamente
en la relevancia del estudio de Peironcely que afortunadamente ahora ve la luz.
Por todos estos motivos, el libro interesar a quienes leyeron el anterior de
Larrinaga, pero no slo a stos. Para cualquier estudioso de la historia ferroviaria,
de la historia de los transportes, de la obra pblica resultar atractivo. Sin duda
adems a todos los lectores que empiecen por esta obra les gustar saber que
existe otro libro del autor que aborda por extenso todos los extremos de esta con-
troversia ferroviaria del XIX. Cada trabajo de este estilo goza de un enorme inte-
rs, resulta necesario saber cmo, por qu, qu criterios se siguieron en la elec-
cin de las grandes obras de construccin de infraestructuras y qu papel jug el
Estado; de nuevo la historia se erige en maestra de vida: cuntas lecciones para
los momentos actuales!
rrente, desde hace al menos dos siglos, aunque con diverso grado de intensidad.
Debe resaltarse que este complejo asunto ha sido tratado en el volumen abarcan-
do un amplio periodo temporal que va desde los primeros diseos territoriales
planteados en las Cortes de Cdiz hasta las consecuencias generadas en la historia
reciente a partir de la Constitucin de 1978.
No es cuestin de entrar aqu en una exhaustiva relacin de los autores que
aportan su contribucin a este monogrfico, pero las pginas escritas por los pro-
fesores Snchez Marroyo, Gay Armenteros, J. A. Lacomba, aparte del propio J.
B. Vilar nos hablan de un conjunto de expertos historiadores que han aportado
su contrastada y experimentada vala. Pero junto a ellos hay otra generacin pos-
terior de contemporanestas tambin ya cada vez ms conocidos por su contribu-
cin a la renovacin historiogrfica actual en Espaa, adems de la colaboracin
de especialistas en otras Ciencias Sociales como la Geografa, el Derecho, la So-
ciologa, etc
La concepcin del volumen ha sido ambiciosa, dedicndose especial impor-
tancia a la articulacin territorial en el XIX y hacindose hincapi en la discusin
sobre la vinculacin de ese modelo con la etapa ilustrada. Se encuentra de forma
comprensible un inevitable y valioso, en este caso ensayo sobre la excepcin
del Pas Vasco foral hasta 1876, pero hay tambin estudios sobre regionalismos
perifricos menos conocidos a lo largo del XIX y del XX.
Llama la atencin, atendiendo al hilo cronolgico que sigue este tomo, al-
gn artculo sobre el final del franquismo y la transicin que abre perspectivas
nuevas muy sugerentes para la investigacin en el futuro. Como es lgico, a
partir de ah se entra en la discusin sobre el modelo autonmico actual con
aportaciones sobre diversos casos: el cataln, gallego, castellano-leons, valen-
ciano, andaluz dedicndose especial atencin a los dos modelos insulares,
balear y canario. Son contribuciones que apelan por ser eso que se llama histo-
ria inmediata a la memoria de muchos, y que adems de esa funcin, constitu-
yen sntesis necesarias o estudios de un aspecto monogrfico relevante. En con-
junto, pues, el lector tiene acceso a un panorama muy diverso que entra
plenamente en la Historia del Tiempo Presente, debindose destacar que una
gran parte de los artculos estn escritos por contemporanestas que aportan la
especial mirada de la historiografa sobre temas que se pueden, y deben, estu-
diarse tambin desde nuestra disciplina y no slo por especialistas de otras reas
de conocimiento.
Todo ello se complementa como es lgico, dado el lugar donde se edita
esta publicacin con una dedicacin especial a lo referente a la regin murcia-
na cuya articulacin territorial a travs de la era contempornea se analiza en va-
rios artculos de notable entidad. Como contrapunto a este marco regional, se
completa el monogrfico con estudios relativos a la historia de la articulacin te-
rritorial en Iberoamrica de mayor o menor amplitud territorial o temtica. Por
otro lado, y ya en relacin con Europa, se trata tambin de un caso concreto en la
historia del federalismo.
Este interesante monogrfico se cierra con un abrumador nmero de pgi-
nas dedicadas a amplias notas crticas, recensiones y notas bibliogrficas. Es-
Reseas de libros 339
tos ltimos apartados resultan especialmente tiles para tener una gua de pu-
blicaciones recientes en el panorama contemporanesta espaol. Es una tarea
til en medio del desbordante crecimiento de las publicaciones historiogrficas
y que supone un considerable esfuerzo por parte de varios profesores que inte-
gran el rea de conocimiento de Historia Contempornea de la Universidad de
Murcia.
En fin, lo importante es que este volumen aporta una serie de estudios muy
concienzudos para entender de forma globalizadora uno de los asuntos que ms
nos ocupa como ciudadanos y como historiadores; y que previsiblemente tambin
nos ocupar en el futuro.
Juan Gracia Crcamo
tuvo aplicacin hasta la segunda dcada del siglo XX. Sin embargo los socialistas
se ganaron la representacin de los trabajadores de las minas, que constituyeron
su nica presencia de masas, su nica vanguardia obrera, en palabras de Michel
Ralle. De su mano, desbordada por los requerimientos y las actuaciones de los
trabajadores, se gestionaron las huelgas generales de 1890, 1892, 1903, 1906 y
1910 e infinidad de conflictos parciales. A pesar del no reconocimiento patronal
de los comits de huelga, los socialistas, y Perezagua singularmente, persiguie-
ron y obtuvieron la mediacin de agentes del Estado (que no los de la Diputa-
cin Provincial, controlada por la oligarqua), casi siempre favorable a los traba-
jadores.
En las fbricas siderrgicas el fracaso del activismo socialista, con el empeo
personal de Perezagua de por medio, result patente. En otros lugares lo hemos
achacado a la fabulosa competencia ejercida por los patronos paternalistas y toda
su batera de agentes e instituciones. El sindicalismo all tuvo los pies de barro
hasta que se acometi con perspectiva de industria conjunta y moder sus actua-
ciones (Sindicato Metalrgico de UGT, 1914). Dicho de otra manera, cuando Fa-
cundo Perezagua haba perdido su liderazgo, que an as intent movilizar en pos
de la radicalizacin de los conflictos laborales. Aqu cabe referirse a la prolonga-
cin del paro de 1922 en las factoras de Altos Hornos de Vizcaya, provocada por
la intransigencia comunista ante la pretensin patronal de rebaja salarial del 20%.
La huelga slo acab cuando los socialistas recuperaron su direccin y negocia-
ron, en un contexto de acercamiento a los empresarios dinsticos, una rebaja al-
ternativa del 8%.
La vertiente poltico-electoral del socialismo vizcano durante el liderazgo
de Perezagua evolucion del aislacionismo a ultranza a la aceptacin reticente
de la conjuncin con los republicanos, segn los autores. Sin embargo, el mis-
mo Perezagua que haba defendido las candidaturas exclusivamente obreras en
el II Congreso del PSOE de agosto de 1890 en Bilbao y que se opuso en 1903
a la alianza con los republicanos propuesta entre otros por Antonio Garca
Quejido, protagoniz en 1907 un precedente de la conjuncin. El volumen no
lo contempla. Debe contemplarse en relacin con la campaa lerrouxista para
contrapesar por la izquierda la alianza de la Unin Republicana con los regio-
nalistas catalanes (Solidaridad Catalana). Aquel invierno tocaba renovar los
puestos correspondientes a los distritos de Bilbao y Guernica en la Diputacin
Provincial. Perezagua integr una candidatura republicano-socialista en el pri-
mero que fue derrotada por el voto del rea rural a la carlo-ntegro-nacionalis-
ta, pero que consigui asiento en la institucin para el republicano Rafael
Alonso por la minora.
El episodio no encaja del todo en la percepcin del lder obrerista volcado en
la vida societaria como nica valedora eficaz de la mejora de las condiciones de
vida de los trabajadores. Para las siguientes elecciones provinciales, en 1911, el
socialista que integr la candidatura y se aupara al cargo en el seno de la conjun-
cin, fue Indalecio Prieto, quien previamente haba superado dentro de su partido
a Perezagua. En los aos siguientes ste actu contra la alianza, personificada en
la persona del empresario republicano Horacio Echevarrieta, contra el cual y an-
Reseas de libros 343
tes contra su padre Cosme haba desarrollado huelgas y de quienes haba recibido
campaas persecutorias. El socialismo prietista avanzaba por la senda de la mo-
deracin, que haba de encumbrar a su lder a la cspide de la conjuncin y de las
aspiraciones democrticas a escala espaola. El viejo lder, en cambio, fue expul-
sado del partido.
La presencia de Facundo Perezagua en candidaturas y cargos pblicos no al-
canz las cotas de su sucesor y contrincante en el Partido Socialista. Ciertamente,
las condiciones para obtener xitos en el perodo de su liderazgo deben medirse
con otra vara. Las candidaturas a Cortes por Bilbao las asumi personalmente Pa-
blo Iglesias, y luego los republicanos. Perezagua acometi la misin imposible de
derrotar al grupo Chavarri en el distrito de Valmaseda, donde estaba enclavada la
zona minera. El libro dedica especial atencin a la que fue principal representa-
cin socialista, las concejalas en el ayuntamiento de Bilbao. Aqu s brill el
moldeador. Electo en 1891, no pudo ocupar el cargo por su condicin de no pro-
pietario. Solucionado este inconveniente legal, volvi al consistorio en 1895-
1898 y 1902-1905. Volvera en la dcada siguiente, dentro de los equipos de go-
bierno vinculados a la conjuncin. En sus programas de actuacin destacaron las
luchas contra la corrupcin y por la supresin de los impopulares impuestos de
consumos. Todava ocup el cargo de vuelta al partido, entre 1918 y 1921, cuan-
do apoy la escisin tercerista y despus comunista.
La ltima etapa de su vida transcurri en el difcil anonimato de una ciudad
mediana como Bilbao. La prensa quiso dar simbolismo a su fallecimiento for-
zando su fecha exacta, la primavera de 1935. El da Primero de Mayo falleci
el veterano lder obrerista Facundo Perezagua. A la conduccin de su cadver
asisti ayer una imponente muchedumbre de gentes, predominando el elemento
obrero, abri el diario El Liberal. El magnfico aporte grfico del volumen con-
sigue comunicar precisamente una de las caractersticas del tiempo del movi-
miento que Perezagua contribuy decisivamente a fundar, las masas mismas.
Tiene algo de emocionante contemplarlas, con vestimentas que remiten a las r-
gidas distinciones de clase, en parajes urbanos tan familiares para la inmensa
mayora de los vascos.
En la persona de Facundo Perezagua se materializa la dificultad, generali-
zada para las clases trabajadoras espaolas y ms en las de filiacin socialista
y comunista, de acercarse al individuo ms all de su faceta pblica (compa-
ero). Ni autobiografas, ni diarios, ni correspondencia. La vida privada que-
da al margen. Los autores chocan con un muro que slo se entreabre con mni-
mas referencias de prensa. Desde luego su austeridad y su carcter, hosco y
soberbio, responden a un tipo de hombre, especie de retrato de la clase obrera
vizcana. El aliment su fama combativa con enfrentamientos pblicos como
los protagonizados con el lder republicano Gaspar Leguina en 1895 en el ple-
no del Ayuntamiento de Bilbao y con el presidente de la Diputacin Provincial
de Vizcaya, Luis Salazar, durante las negociaciones con motivo de la huelga
minera de 1910.
Rafael Ruzafa
344 Reseas de libros
CANAL, J.; PCOUT, G.; RIDOLFI, M.: Socits Rurales du XXe si-
cle. France, Italie et Espagne. cole franaise du Rome, Rome, 2004,
418 pginas. ISBN 0223-5099
La cole franais de Rome y bajo la direccin de los autores arriba citados
presenta en el nmero 331 de su Collection una completa recopilacin de trabajos
centrados en el estudio de las sociedades rurales de la primera mitad del siglo XX
en el arco mediterrneo europeo occidental: Francia, Italia y Espaa. Ninguna de
las tres categoras (temtica, cronolgica y espacial) que conforman resulta irrele-
vante; responden, por el contrario, a los criterios y pautas que haban regido la
convocatoria y la celebracin del Coloquio internacional sobre el tema Le societ
rurali nel XX secolo. LEuropa meridionale e mediterranea, celebrado en Viterbo
en mayo de 1999. Claro que, en realidad, tanto el Coloquio como la publicacin
que reseamos son, de algn modo, la continuacin reformulada, de un proyecto
que haba tenido ya su primera concrecin en un encuentro anterior celebrado en
febrero de 1997, y cuya temtica se haba centrado en La politisation des cam-
pagnes au XIXe sicle. France, Italie, Espagne et Portugal.
La consideracin del espacio mediterrneo occidental como un espacio la-
broussiano dotado de los elementos de continuidad y de diversidad suficientes
como para permitir anlisis, al mismo tiempo, integrales y matizados es el hilo
conductor que pone en relacin intrnseca a ambos proyectos; es, sin duda, el ele-
mento de continuidad que los une. Pero la publicacin que nos ocupa no debe ser
entendida como una simple herencia pasiva o mimtica de aquel primer esfuerzo.
Los autores tratan ahora de completarlo adecuando sus inquietudes y reformulan-
do el mbito de anlisis. Interesa la realidad campesina, pero ahora se da un giro
importante en su cuestionamiento. Aceptando que el estudio de la realidad cam-
pesina como mbito de desenvolvimiento y anclaje de movimientos polticos ha
contado ya con un amplio tratamiento, los directores de la publicacin tratan aho-
ra de centrar la mirada en un campo menos conocido: el del estudio expreso de
las propias sociedades campesinas. Pero no queda aqu ese esfuerzo. Si el nexo de
relacin entre campesinado y movimientos polticos ha encontrado un mbito
cronolgico especialmente favorable en los avatares histricos del siglo XIX, se
opta ahora por centrar el anlisis de las sociedades campesinas en un marco cro-
nolgico distinto y muy poco atendido: el que transcurre fundamentalmente a lo
largo de la primera mitad del siglo XX.
La idea general en torno a la que se articula la obra y la estructura interna
consiguiente que rige el orden de exposicin de los trabajos permite localizar in-
mediatamente los mbitos conceptuales y metodolgicos bsicos en torno a los
que estos se organizan. En realidad, se podran ordenar en torno a una proclama-
cin de intenciones (avant-propos) y cinco ejes vertebradores.
Se inicia la obra con un primer bloque compuesto por tres trabajos que tra-
tan de centrar preocupaciones y valoraciones en torno a la historiografa rural
contempornea de cada uno de los tres pases sujetos a estudio: hasta qu punto
las preocupaciones historiogrficas no han desertado de la mano de las so-
ciolgicas y polticas de su compromiso con el mundo rural, bsicamente el
Reseas de libros 345
grfico o bien por otros motivos de ndole poltica, lo cierto es que en las histo-
rias generales del Pas Vasco (o Euskal Herria o Vasconia, como el lector guste)
el espacio concedido a este territorio y el tratamiento dado al mismo ha sido de-
cepcionante y francamente subalterno. Tal vez influyera no poco precisamente el
hecho de que hasta la dcada de 1970 el panorama historiogrfico alavs era, bas-
tante desolador. Por lo que hace a la produccin propia de la provincia, el punto
de referencia inevitable era la obra del erudito ilustrado Joaqun Jos de Landzu-
ri, que marc en buena medida la labor de los autores del siglo XIX e inicios del XX
que abordaron la historia alavesa con criterios localistas y metodologa no excesi-
vamente crtica: Ricardo Becerro de Bengoa, Eulogio Serdn, Ladislao Velasco,
etc. Por otra parte habra que tener en cuenta obras decimonnicas de marcos es-
paol o vasco que aportaban una visin sobre el espacio y el tiempo en lava; me
refiero al muy intencional artculo sobre la provincia redactado por el director de
la Academia de la Historia Francisco Martnez Marina para el Diccionario hist-
rico-geogrfico de Espaa (1802), la informacin alavesa contenida en el Diccio-
nario de Pascual Madoz (1845-50) y la de la Geografa general del Pas Vasco-
Navarro, dirigida por F. Carreras y Candi (1911-1921). La profunda renovacin
metodolgica que se produjo en la historiografa vasca en esta dcada de 1970,
afect tambin a lava, si bien de forma algo ms tarda, en la medida en que las
estructuras acadmicas tardaban en asentarse. Lgicamente la mayor parte de la
produccin historiogrfica alavesa de las dos ltimas dcadas del pasado siglo
fueron monografas de temtica y mbito sectorial, pero tampoco faltaron los in-
tentos de sntesis general, singularmente la coleccin dirigida por Armando Lla-
nos, titulada lava en sus manos (1983-84) y la dirigida por Antonio Rivera,
lava. Nuestra historia (1996).
Lo mejor y lo peor que puede decirse de una obra de esta naturaleza es que
est marcada precisamente por el carcter colectivo de la misma. Las diferentes
adscripciones historiogrficas e ideolgicas de sus autores, los diferentes trata-
mientos textuales, recurriendo unos al puro discurso, basados otros en abundantes
notas y referencias, cuadros estadsticos, mapas, etc. producen, por una parte, una
cierta sensacin de dispersin, aunque por otra de riqueza. Cada autor escribe, cla-
ro, sobre lo que mejor conoce y eso es positivo en el sentido de que su sntesis est
basada en una notable solvencia. Pero, inevitablemente descuida o simplemente
obvia aspectos que conoce peor y que en una sntesis de este tipo deberan quedar
reflejados. En este sentido, tanto el captulo V (redactado por Ernesto Garca Fer-
nndez), como, sobre todo el VII (a cargo de Rosario Porres) y el XI (a cargo de
Javier Ugarte) evidencian el esfuerzo por ofrecer una sntesis que ofrezca equili-
bradamente aspectos territoriales, demogrficos, econmicos, poltico-institucio-
nales y culturales. Por el contrario, el resto de los captulos se organizan sobre una
base preferentemente de historia poltica y evenemencial. Esto no opera necesaria-
mente en detrimento de uno u otro modelo, sino que evidencia la distinta sensibili-
dad y marco de preocupaciones de unos y otros autores. No obstante, las diferen-
cias de tratamiento en algunos casos pueden llegar a producir cierta estridencia.
Estamos dando vueltas al eterno debate que surge siempre en torno a estas obras
de tipo generalista y de alta divulgacin: si es ms conveniente acentuar la espe-
348 Reseas de libros
Como ya he indicado arriba la obra es, en buena medida, hija de las especia-
lizaciones de sus autores y en este sentido aprecio algunas carencias que no pue-
do por menos que comentar. Est claro que la preocupacin central de la mayor
parte de stos es la poltico-institucional, algo menos la econmica y social y es-
casamente la cultural. El mbito de lo superestructural queda as infratratado.
Ernesto Garca Fernndez y Rosario Porres son los nicos autores que introducen
un captulo especfico relativo a la mentalidad, pensamiento y cultura. Jos Mara
Portillo se refiere exclusivamente a la peripecia de la ilustracin en lava y en
concreto a los principales impulsores de la Bascongada en este territorio: Foron-
da, Samaniego y Landzuri. Jos Mara Ortiz de Orruo menciona casi de pasada
la poca dorada de la cultura vitoriana, cuando esta capital se convierte en lo que
se denominaba la Atenas del Norte. Javier Ugarte introduce algunos elementos
culturales significativos dentro del discurso general que compone y el resto de los
autores prcticamente ignora estos aspectos. Especialmente sintomtico me pare-
ce el tratamiento que se ha dado a la lengua, uno de los aspectos culturales ms
determinantes. Agustn Azkarate trata, a mi modo de ver muy correctamente, el
tema de la vasconizacin de la depresin vasca en la tardoantigedad e inicios de
la alta Edad Media, que l mismo califica de espinoso e ideologizado. Ernesto
Garca Fernndez, refirindose a la caracterizacin lingstica de lava en la
Edad Media central admite que se hablaban o conocan al menos tres lenguas: el
latn, el romance y el vascuence. Incluso es muy posible que en algunas aldeas
alavesas, de las estribaciones del Gorbea e incluso de la Llanada alavesa, hubiese
campesinos que no supiesen hablar castellano (p. 151). Esta valoracin entra en
manifiesta contradiccin con lo que otros autores indican y Rosario Porres re-
cuerda (pp. 262-263) sobre el carcter vascfono de los dos tercios de la pobla-
cin alavesa a los inicios del siglo XVIII y la consiguiente preocupacin de algu-
nos obispos, hasta bien avanzado este siglo, por el hecho de que una parte
importante la feligresa no conoca otra lengua que la vasca y a la que, por lo tan-
to, era necesario catequizar en esta lengua. Es en la segunda mitad del siglo XVIII
cuando se produce una erosin continuada del euskara y an as se mantena viva
en 22 de las 53 hermandades que componan la Provincia. Se haba producido,
pues, una revasconiquizacin de lava entre los siglos XII y XVIII, o es que la pon-
deracin lingstica ofrecida para la poca medieval est realizada muy a la baja?
En cualquier caso, este especto de la cultura ni siquiera es mencionado por el res-
to de los autores.
Todas las objeciones y matizaciones que aqu se han hecho y otras que se
puedan hacer a la estructuracin y contenidos de este libro no empecen que ste
cumpla sobradamente con las pretensiones anunciadas por su director, Antonio
Rivera, en la introduccin del mismo: realizar una visin de lo que en la actuali-
dad conocen los historiadores sobre la historia de lava, el llamado estado de
la cuestin, hasta que una futura revisin la readecue conforme al desarrollo
historiogrfico. Mientras tanto esta Historia de lava cumple sobradamente ese
objetivo.
Mikel Urquijo