Familia Unesco
Familia Unesco
Familia Unesco
en Amrica Latina
y el Caribe
6
INDICE
Introduccin 5
Anexos 187
3
Introduccin
Introduccin I 5
prcticas clientelares o por la separacin entre la dirigencia y
las bases, o bien por una despolitizacin de la sociedad civil. A
la opcin partidaria como mecanismo de organizacin se
oponen los movimientos sociales, cada uno reclamando su
autonoma e identidad propia.
La disminucin de recursos que, como producto de la
crisis econmica, vienen sufriendo los Estados de la regin, les
ha obligado a modificar la naturaleza del apoyo estatal a los
sectores populares. Hoy, cada vez m s , los gobiernos
abandonan las polticas de carcter asistencia! sin que existan
alternativas claras en cuanto a la participacin de los beneficia-
rios. Esta reorientacin, junto con la crisis de los canales
clsicos de mediacin entre el Estado y la sociedad civil (los
partidos polticos y asociaciones gremiales), ha debilitado la
capacidad de gestin y de conduccin social desde el Estado. Por
ello la bsqueda afanosa de nuevos canales, de nuevas media-
ciones o de interlocutores directos que permitan aglutinar las
mltiples demandas y transformarlas en polticas de desarro-
llo, las cuales no siempre coinciden con las necesidades de la
poblacin m s afectada por la crisis.
El hecho de que la sociedad civil est creando sus propios
instrumentos de representacin social y de negociacin frente
al Estado y de que ste busque incrementar la participacin de
las comunidades en la decisin, organizacin y ejecucin de
polticas, sugiere que algunas de esas nuevas funciones
debern ser asumidas por grupos sociales especficos. Por lo
tanto, el reto es identificar cules grupos condensan o aglutinan
las mltiples demandas sociales.
M s all de los actores directos -movimientos sociales,
partidos polticos, Estado- los cambios ocurridos en la sociedad
civil y en la poltica constituyen hechos trascendentales para
las ciencias sociales. Hay una urgencia de responder a un
cmulo de preguntas de una sociedad que interpela agudamen-
te, de una sociedad fragmentada que busca restituir un nuevo
orden. Es posible articular los distintos movimientos sociales
bajo un proyecto socioeconmico y poltico nico? Quin o
quines esbozaran ese proyecto: los propios actores, agentes
externos, el Estado...? Cmo conformar un sujeto colectivo a
partir de los mltiples movimientos sociales particulares?
Qu elementos de las polticas estatales generan consenso
dentro de los grupos-objetivo y ayudan a impulsar un desarro-
llo?
Algunos autores sostienen que la diversidad de respues-
tas y propuestas de accin que se estn planteando desde los
sectores populares a problemas de distinto orden obliga a
revisar el estado del pensamiento social, sus paradigmas y
correspondientes utopas. Se vive una "carencia de marcos de
interpretacin en tanto ni la acumulacin, ni el desarrollo, ni el
mercado, ni las necesidades humanas son aceptadas consen-
sualmente como principios de legitimidad de las reivindicacio-
nes particulares y, en especial, de las populares. (. . .) E n el
pensamiento social contemporneo se vienen planteando una
serie de giros que abarcan, entre otras cosas, las contraposicio-
nes siguientes: Estado/sociedad civil, partidos polticos/movi-
Inlroduccin I 6
mientos sociales, totalidad social/vida cotidiana, saber
cientfico/saber c o m n , teora/empiria. A la vez se plantean
viejas oposiciones tales como socialismo/democracia o
planificacin/mercado", que reflejan la crisis por la que atravie-
sa el pensamiento social y anuncian nuevas sntesis.1
Este proceso de redefinicin, de cambio, de bsqueda ha
involucrado a disciplinas como la sociologa, la antropologa, la
economa, la demografa y ha provocado rupturas tcnicas,
metodolgicas y tericas con los enfoques tradicionales. D e los
mltiples problemas y temas, hoy en debate, nos interesa
recuperar aqullos que conciernen a la familia. Cundo, cmo
y por qu las ciencias sociales latinoamericanas comenzaron a
ocuparse atentamente de la familia?
Algunos autores coinciden en que el punto de partida se
localiza en los primeros aos de la dcada de 1970, cuando el
nfasis de la investigacin se centr en las migraciones, los
sectores populares, la mujer y la poblacin, desde una perspec-
tiva que tomaba a la reproduccin biolgica y social como eje
analtico. Pero la reproduccin ya no en tanto individuos
aislados, como se la trataba en dcadas anteriores, sino en tanto
grupo, en cuyo caso la familia pas a ocupar un lugar privilegia-
do. Aparecieron, as, conceptos como el de estrategias de sobre-
vivencia que alude a los mecanismos que utiliza la unidad
familiar para asegurar su mantenimiento econmico y su
reproduccin.
Pero este vuelco analtico, este inters por mirar a la
familia desde adentro levant nuevos problemas tericos y
empricos an no resueltos, de los cuales interesa destacar los
siguientes:
Introduccin I 7
tenido singular relevancia los aportes del feminismo y de la
sociologa de la cotidianidad.
Introduccin I 8
Los estudios de caso sobre la situacin de las familias en
Cuba, Ecuador, El Salvador, Mxico, Per, Uruguay y en los
pases del Caribe, anglo y franco parlante, muestran la hetero-
geneidad caracterstica de la regin e ilustran los distintos
modelos familiares que han predominado en el contexto latino-
americano. Ello permite no slo recuperar los rasgos comunes
que articulan esa diversidad sino tambin registrar cmo la
crisis econmica, junto con situaciones nacionales particulares,
est provocando cambios acelerados en la organizacin, roles y
funciones de la familia.
Aunque en esencia la familia contina siendo el ncleo
bsico de la produccin y reproduccin biolgica y social, el
guardin de la memoria histrica de u n grupo, es tambin una
institucin dinmica. El contexto sociocultural y econmico en
el cual est inserta as como factores tnicos y de clase intervie-
nen y se mezclan en su configuracin y evolucin histrica. N o
es lo m i s m o hablar de la familia asentada en las urbes, de la
familia de sectores populares que de la de los estratos medios y
altos.
Los estudios nacionales muestran que los modelos de
familia que han predominado en cada pas o regin responden
a la forma como se ha ido desarrollando la historia y la cultura
de cada pueblo. Pases como Uruguay, cuya poblacin descien-
de de migrantes europeos, darn lugar a un modelo de familia
nuclear permeada por la ideologa de la clase media, distinto al
de aquellos pases donde los factores tnicos profundizan las
diferencias sociales. Tal es el caso de Per, Mxico, El Salvador
y Ecuador, que presentan un alto porcentaje de mestizaje y de
poblacin indgena. E n los sectores campesinos y urbano-
populares de estos pases predomina, m s bien, el modelo de
familia extensa. Este tipo de familias han preservado redes de
solidaridad e intercambio propias de las comunidades in-
dgenas, basadas en lazos de consanguinidad y comunales que
rebasan el ncleo familiar conformado por la pareja y sus hijos.
L a historia del Caribe, en cambio, es la historia de una
pasiva resistencia a la esclavitud que se manifiesta con mayor
fuerza a travs de la cultura, cuya transmisin ocurre en el seno
de la familia. L a composicin tnica y las relaciones que se
establecen en las distintas razas que conforman esa poblacin
imprimen una complejidad singular a la familia caribea. El
modelo c o m n es matrifocal, extenso, en donde la presencia del
hombre oscila entre la convivencia permanente en el hogar y la
presencia pasajera.
Pero lejos de ser una receptora pasiva de los cambios
exgenos, las familias, sobre todo las de menores recursos,
responden de mltiples formas a los retos y demandas sociales.
E n toda la regin han aparecido o se han fortalecido estrategias
familiares tendientes a cubrir las necesidades bsicas del
ncleo, tales como el sobretrabajo, la migracin interna e inter-
nacional, el infraconsumo, la ampliacin de las actividades de
produccin y comercio informales, a veces ilegales, a cargo de
empresas familiares, la recuperacin y fortalecimiento de anti-
guos mecanismos de intercambio de bienes y servicios no m o n e -
tarios, la mayor participacin de mujeres y nios en el trabajo.
Introduccin I 9
Estos mecanismos que adopta la unidad familiar para
enfrentar las restricciones econmicas impuestas por la crisis,
la somete a u n continuo y acelerado proceso de adaptacin/
resistencia que la transforma internamente, proceso que no
est exento de conflictos, ya que el proyecto del ncleo puede o
no coincidir con los intereses individuales de cada miembro.
D e los estudios nacionales se desprende que actualmen-
te las familias viven u n m o m e n t o de transicin en toda la
regin, una recomposicin que anuncia la aparicin de estruc-
turas y funciones renovadas. Mientras en Mxico las autoras
sealan que el agotamiento del patrn de desarrollo adoptado
desde la segunda guerra mundial transform rpidamente la
estructura familiar, en Uruguay la ruptura abrupta de la insti-
tucionalidad democrtica en los aos 70 disolvi las slidas es-
tructuras familiares que haban venido consolidndose desde
principios de siglo. L a autora del artculo sobre El Salvador
seala que la guerra que vive el pas desde 1981 ha provocado
una desestructuracin familiar que se expresa tanto en la eli-
minacin fsica de sus miembros cuanto en la destruccin de
antiguos valores y el surgimiento de nuevos. E n el estudio sobre
la familia peruana, la autora destaca que Per es u n pas
sometido a sucesivas crisis econmicas desde los aos 50 que lo
han sumido en una situacin social y poltica conlictiva. Aade
que es u n pas donde reina la informalidad en la vivienda, la
industria, el transporte, el comercio, donde acta u n m o -
vimiento armado desde 1980, con la izquierda como la segunda
fuerza poltica, con desempleo, represin, y una notable con-
centracin de la poblacin nacional en los centros urbanos sobre
todo en Lima, la capital. Esta desarticulacin social eviden-
temente afecta a la estructura familiar, especialmente en los
sectores populares urbanos.
Introduccin I 10
Si bien la institucin familiar puede constituir desde el
punto de vista analtico "un campo desde el cual se divisan y
dentro del cual se proyectan todas las instituciones de la
comunidad en sus fallas y aciertos", elegirla como sujeto de
accin de las polticas estatales no est exento de peligros.
Convocar la participacin unitaria de miembros, cada uno de
los cuales puede ser portador de intereses particulares, signifi-
ca aglutinar dentro de u n ncleo heterogneo demandas y
proyectos distintos y a veces contradictorios, para cuya expre-
sin esos sujetos pueden elegir otros canales sociales.
Los artculos de este volumen representan u n primer
desafio en la bsqueda de alternativas m a n c o m u n a d a s m s
libres y h u m a n a s para las familias de la regin.
Introduccin I 11
Amrica Latina:
Ana Jusid
literatura sobre
amilia en los aos
setenta y ochenta
Amrica Latina I 12
E n los estudios de la primera parte de la dcada anali-
zada se insiste en la necesidad de investigar y/o actuar sobre los
sectores m s alejados de los benefcios del desarrollo; en pocos
casos se estudia o discuten temas relacionados con familias de
capas medias o altas.
Amrica Latina I 13
entonces circunscrito a la fecundidad, se ampli y aparecieron
al menos cuatro concepciones.
1. El comportamiento reproductivo de los individuos
que afecta, positiva o negativamente, a la fecundidad (por ej. se-
xualidad, procreacin, etc.).
2. La reproduccin de la poblacin en general considera-
da como u n proceso dinmico. La interrelacin entre natalidad,
mortalidad y migraciones, vista a travs de grupos de indivi-
duos distribuidos por edad y espacialmente, que reflejan las
transformaciones de la sociedad.
3. La reproduccin de la fuerza de trabajo que subordina
el problema de la poblacin a la dinmica del capitalismo en
nuestras sociedades. Dentro de esta posicin propone estudiar
la reproduccin de la poblacin para suplir al capital; natalidad,
mortalidad y migraciones se redefinen bajo esta perspectiva.
La segunda focaliza la reproduccin de la fuerza de trabajo en
cuanto reproduccin de los individuos que la integran; trata,
por lo tanto, la calificacin de la m a n o de obra y los costos que
ello implica para la familia.
4. Reproduccin de la sociedad o de las clases sociales
de la cual forma parte la reposicin de los individuos. El
conjunto social garantiza la reproduccin de las condiciones
individuales de existencia y determina la posicin de los in-'
dividuos en el sistema de clases sociales.
Susana Torrado4 trata sobre una perspectiva analtica
que rescata el vnculo entre lo macrosocial y lo microsocial a
travs de u n enfoque que gira en torno al concepto estrategias
familiares de vida (EFV) o estrategias de supervivencia fami-
liar (ESF). Este concepto se refiere a ciertos comportamientos
econmicos y extraeconmicos que permiten a los miembros de
una U F asegurar la reproduccin biolgica y social de sus
miembros.
El enfoque ligado a las estrategias familiares ha sido
usado en Amrica Latina por varios autores." As, por ejemplo,
Mara Coleta, en su libro A produo d a vida, investiga los
procesos a travs de los cuales una parcela de la clase trabaja-
dora repone cotidianamente su existencia. Desde este punto de
vista, la familia constituye una unidad domstica a partir de la 4. Susana Torrado. La
cual se organizan las estrategias de supervivencia. Coleta familia como unidad de anlisis en
censo y encuestas de hogares.
seala que su posicin se inspira en la concepcin de Meyer Metodologa actual y prospectiva en
Fostes acerca de la familia." Amrica Latina. Buenos Airea, Cen-
E n los estudios sobre la mujer es donde se ha destacado tro de Estudios Urbanos y Regio-
nales, 1983; Susana Torrado. El en-
el trabajo domstico y el rol de la mujer en la reproduccin de foque de las estrategias familiares de
la fuerza de trabajo en las sociedades capitalistas latinoameri- vida en Amrica Latina. Orientacio-
canas. A d e m s de stos y los enfoques sobre poblacin, los dos nes terico metodolgicas. Buenos
Aires. C E U R , 1985 (Cuadernos n*2).
ejes alrededor de los cuales se ha movido el pensamiento de la
5. La revista Demografa y
poca sobre la familia, se est produciendo un encuentro entre Economa dedica el vol. 5, n"2 de
aquellas perspectivas que analizaban a los seres humanos 1981 a esa temtica.
desde lo individual con aqullas que slo lo observaban desde lo S. Marta Coleta. A produo
da vida. A mulher nas estrategias de
general. Haciafinalesde la dcada de 1970 se manifiesta una sobrevivencia da familia trabalha-
tendencia a relacionar el m u n d o subjetivo, de las imgenes y dora na agricultura. Tesis de Docto-
representaciones, con el m u n d o objetivo. rado en Sociologa. Sao Paulo, Facul-
tad de Filosofia, Letras y Ciencias
Por u n lado, la sociodemografa comienza a sostener la H u m a n a s de la Universidad de Sao
necesidad de investigar sobre unidades familiares o grupos de Paulo, 1981.440 p
Amrica Latina I 14
individuos. Por otro lado hay una insistencia en estudiar temas
no solamente econmicos u objetivos, como los llama Mara
Quartim de Moraes, 7 sino tambin los subjetivo. Se desarro-
llan investigaciones sobre las representaciones, el imaginario,
los afectos. Sin abandonar la perspectiva social, se recurre a
categoras provenientes del psicoanlisis y de lafilosofia.Esta
ptica es notoria en las obras de Tania Salem, Gilberto Velho y
en autoras feministas como Beatriz Schmukler.'
Las investigaciones sobre el tema de la familia han
ganado carta de ciudadana al aparecer como u n campo de
confluencia entre distintas disciplinas, enfoques tericos, pers-
pectivas analticas y preguntas sobre un universo considerado
an parte de la esfera privada, separado de lo pblico, del todo
social. Cada una de las maneras de ver a la familia ha contribui-
do al esclarecimiento de la multidimensionalidad y multide-
terminacin del objeto, cuya comprensin an est distante.
Cristina Fuku y La Bruschini sostienen que u n a sntesis
7. Mari Quartim de Monte.
Familia e feminismo. Cadernos de
sobre el tema de la familia slo ser posible cuando esta unidad
Pesquisa, (Fundacin Cario Cha- de anlisis deje de ser u n recurso explicativo o una categora
gas), n*37, mayo 1981. adicional de anlisis.
8. Beatrix Schmudder. Fa-
milia y dominacin patriarcal en el
capitalismo. E n DtbaUi obre la
mujer en Amrica Latinay el Caribe. Los estudios gubernamentales
snt; Tania Salem. O velho c o novo.
Um estudo de papeis e conflictos
familiares. Petrpolis, Editora Vo- E n los estudios gubernamentales el nfasis est dirigido
sea, 1980; Idem. Familia em cama- hacia las zonas o sectores considerados problemticos. Los
das medias: uma reviso da gobiernos y agentes estatales encargados de disear las pol-
literatura reciente. Boletim do M u -
seu Nacional (Rio de Janeiro), n* 26, ticas parten de una visin de lo que debiera ser la sociedad.
1986; Idem. Filhos do milagre. Cien- U n dato importante en la historiografa de los trabajos
cia Hoje, vol. 5, n* 26, Julio-agosto, sobre familia generados por los gobiernos es el Encuentro
1986; Ana Maria da Silva Dias. Fa-
milia e trabalho na cafeicultura. Ca- Mundial de Poblacin celebrado en Bucarest en 1974, despus
dernos da Pesquisa (Fundacin Car- del cual fueron creadas muchas instituciones relacionadas con
los Chagas), n*37, mayo 1981; Gil- la temtica de la familia y de la poblacin: consejos nacionales
berto Velho. Parentesco, individua-
lismo e acusaes. E n Gilberto Velho
de poblacin, instituciones privadas de estudio de la poblacin
y Srvulo A . Figueira (coord.). Famii y planificacin familiar, ote. Estas instituciones, teniendo en
lia, psicologia e sociedade. Rio de cuenta las caractersticas particulares de sus pases, buscaron
Janeiro, Editora Campus Ltda.,
1981.
aplicar las resoluciones generales del Encuentro." Si bien esta
9. Cristina Fukui; lia Brus- temtica ha estado relacionada fundamentalmente con intere-
chinl. E m crise a familia? Temas em ses gubernamentales, la movilizacin creada a su alrededor ha
debate. Cadernos da Pesquisa (Fun- impulsado la investigacin y a los propios investigadores.
dacin Carlos Chagas), n*S7, mayo Elsa Lpez y Guadalupe Salas" escriben que luego de la
1981.
10. C O N A P O . Catlogo de Conferencia de Bucarest (1974) se Uev a cabo en Mxico (1975)
Publicaciones. Mxico, septiembre una reunin regional. All se reconoci la libertad de decisin de
de 1986; Idem. Manual de Familia. las personas en cuanto a la formacin de la familia, aunque se
Mxico, Julio de 1986; C O N A P O . La
poltticadepoblacinenlosplanesdt acept el derecho del Estado afijaruna edad mnima para el
desarrollo. Mxico, 1976-1983; Luis matrimonio. Se reconoci tambin el derecho de los cnyuges a
Sobrevilla. Politica de poblacin y contraer matrimonio con libre y pleno consentimiento, y el de
programas de planificacin familiar
en el Per. Cuaderno n* 6, C O N A P O ,
todas las parejas e individuos a decidir libre y responsablemen-
agosto 1984. te el nmero y espadamiento de sus hijos y a disponer de la
11. Elsa Lpex; Guadalupe informacin, educacin y medios necesarios para ello. Ello
Salas. Consideraciones sobre la implica, que los Estados, deben respetar y asegurar, indepen-
politica de poblacin y la familia.
Trabajo presentado en el Seminario dientemente de sus objetivos demogrficos generales, el dere-
sobre Grupos Domsticos, Familia y cho de las personas a decidir de manera libre, informada y
Sociedad en el Colegio de Mxico, responsable, el nmero y espaciamiento de sus hijos.
Julio de 1982.
Amrica Latina I 15
Los pases que promuevan una elevacin de los niveles
de fecundidad no deben limitar los servicios de planificacin
familiar, en tanto aqullos que deseen u n descenso n o deben
recurrir a medidas que atenten contra los derechos humanos.
Sin embargo, las autoras plantean tres preguntas
relativas a la viabilidad de estos acuerdos11. Son viables los
procedimientos tico-jurdicos en el marco de la realidad lati-
noamericana? Existen en Amrica Latina polticas globales de
desarrollo a las que puedan integrarse las polticas de
poblacin? Si las respuestas son afirmativas, en qu medida
las polticas de desarrollo permiten disear, en su interior, una
poltica de poblacin y a travs de qu metodologa?
Las autoras opinan que, en ocasiones, las declaraciones
pecan por su nivel de abstraccin de la realidad, ya que no es de
esperar que u n a alta proporcin de la poblacin d e los pases
8ubdesarroIIado8 tome decisiones "libres" cuando o son anal-
fabetos o su asistencia escolar h a sido escasa.
Amrica Latina I 16
rado, tiempo libre, reposo. Seala que la imposibilidad de
sustituir a la mujer en la reproduccinfisiolgica,la baja pro-
ductividad h u m a n a durante siglos y la reproduccin aislada y
privada de la fuerza de trabajo, motivaron prcticas sociales
que reducen la movilidad de la mujer y la encauzan primordial-
mente a la reproduccin de la fuerza de trabajo.
Algunos estudios sobre trabajo domstico y estrategias
de supervivencia, entre ellos al trabajo de Garca, M u o z y
Oliveira,1* muestran cmo los hogares de sectores populares en-
frentan las condiciones de vida difciles mediante la parti-
cipacin familiar en la actividad econmica. Para esta posicin,
el hogar, entendido como una unidad domstica, es una instan-
cia quefiltrala demanda y regula la oferta de fuerza de trabajo
en el mercado.
Amrica Latina 1 17
que han partido de u n momento espacial: la vivienda. Para
ellos la familia excede a la unidad domstica pues suele incluir
a miembros cercanos -hijos, padres, hermanos- que habitan en
otros hogares. Ello lleva a tomar en cuenta un aspecto vincula-
do con la reproduccin: la solidaridad familiar manifestada en
prestaciones econmicas o en otras formas de ayuda entre
miembros de una m i s m a familia que habitan en viviendas dife-
rentes y, en general, a los vnculos solidarios que trascienden
los marcos espaciales de la unidad domstica.
Elizabeth Jelin20 utiliza tambin la idea de unidad
domstica, pero aclarando que la familia tiene u n sustrato
biolgico ligado a la sexualidad y a la procreacin. Por lo tanto,
constituye la institucin social que regula, canaliza y confiere
significados sociales y culturales a estas dos necesidades.
Sostiene que la familia est incluida en una red m s amplia de
relaciones, obligaciones y derechos de parentesco. S u impor-
tancia va m s all de normar la sexualidad y lafiliacin.T a m -
bin constituye u n grupo social que coopera econmi-camente
en las tareas cotidianas ligadas al mantenimiento de la unidad
domstica, combinando las capacidades de sus miembros y los
recursos para desarrollar la produccin y consumo. L a familia
-dice- constituye la base del reclutamiento de las unidades
domsticas. As los lmites entre u n a y otra son m u y per-'
meables.
Amrica Latina I 18
M a r k Poster, historiador norteamericano" cuya in-
fluencia es notoria en alguno de los materiales consultados, de-
linea los elementos adecuados para la construccin de u n a
teora de la familia, con el propsito de tornarla intelegible,
para lo cual define categoras que permitan estudiarla emp-
ricamente. U n a argumentacin bsica de su obra es la idea de
que la historia de la familia es discontinua e incluye no una sino
varias estructuras familiares distintas y complejas que no
pueden ser correlacionadas, de manera reduccionista, a u n a
sola variable, sea ella la modernizacin, el patriarcado, el capi-
talismo o cualquier otra.
Amirica Latina I 19
Virginia Gutirrez*7 sostiene que la institucin de la
familia constituye u n campo desde el cual se divisan y dentro
del cual se proyectan todas las instituciones de la comunidad en
sus fallas y en sus aciertos. Focaliza, m s que ninguna, las
incidencias del devenir social conformando u n punto clave en su
cambio. Los diversos modos de entender, de escribir, definir y
pensar la familia, manifiestan que an est lejos una sntesis.
Julio Bello sostiene que la importancia de la familia va m s all
de las diferencias ideolgicas o polticas**. Reconoce, sin e m -
bargo, que la familia no es un concepto unvoco pues se expresa
de diferentes maneras en diferentes culturas. Afirma que la
realidad familiar dista de ser uniforme y est influida por
diversos factores sociales, polticos, econmicos, religiosos y
culturales.
L a familia como mediacin, como nexo, como unidad
domstica, la familia como el locus de la reproduccin social e
individual de la fuerza de trabajo; la familia como categora
histrica; la familia como la clula bsica de la sociedad, son
algunas de las formas de definirla e interpretarla. E n el VIII
Encuentro Anual de A N P O C S , se plantearon tres puntos alre-
dedor de los cuales se propone iniciar una discusin sobre el
tema. Qu les falta a las Ciencias Sociales para definir la
familia?; la dificultad de pasar de lo vivido a lo pensado; y la
historicidad de esa dificultad. E s posible que estas ideas sur-
gidas en 1984 an sigan en pie.
Amrica Latina t 20
Weiss-Altaner explica que los portadores de las rela-
ciones neoclsicas son familias y empresas vinculadas entre s
por medio de mercados de insumos y productos. Las familias
venden su tiempo a las empresas y stas venden productos
finales a las familias. Los consumidores buscan aumentar al
m x i m o la satisfaccin personal o utilidad que derivan de su
consumo y del uso de su tiempo. Las empresas tratan de obtener
el m x i m o de ganancias. E n la presencia de mercados perfectos
la sociedad alcanza el equilibrio. El modelo neoclsico presupo-
ne que los individuos buscan el m x i m o de utilidad subjetiva,
el clsico plantea la pugna entre grupos sociales. E n vez de
mirar a las personas como entes radicalmente solitarios y
opuestos a la sociedad, la atencin recae en la reproduccin del
sistema econmico, los procesos productivos, las reglas de
distribucin y la desigualdad de poder. Los individuos no de-
saparecen en esta perspectiva; slo dejan de ser tomos. Weiss-
Altaner sostiene que con el salto de Malthus a Ricardo y M a r x ,
los guarismos del anlisis demogrfico cobraron u n sentido
poltico, social e histrico, que la prctica actual de la d e m o -
grafa no puede ocultar.10
Amrica Latina I 21
Segn Mara Coleta, el inters por la familia gan
mpetu afinesde la dcada del 60, pero, sobre todo, en la del 70.
Sostiene que en esos aos se hizo una revisin crtica de las
perspectivas adoptadas en el tratamiento de las principales
cuestiones que ocupaban a los cientistas sociales. Golpeada la
perspectiva desarrollista, la crtica se encamin hacia la for-
mulacin de alternativas que pudiesen dar cuenta de las for-
maciones perifricas. L a autora plantea que marginalidad,
dependencia, produccin capitalista de relaciones no capitalis-
tas de produccin fueron nociones que reivindicaron el estatuto
terico de temas como la pobreza urbana y el crecimiento
demogrfico, por su importancia en la reorientacin de los
estudios sobre familia. Estos estudios resurgen por el inters
de verificar en qu medida las condiciones particulares de in-
sercin de los sectores subalternos en la produccin social
podran dar cuenta del aparente atraso en la integracin eco-
nmica, social e ideolgica de vastos contingentes poblaciona-
les, especialmente en el medio urbano.
La nocin de "estrategias de supervivencia" surge para
explicar los mltiples modos que usa el trabajador para asegu-
rar la manutencin de su familia. Con ella se pone de manifiesto
la importancia de los lazos familiares y de la familia en la
obtencin de medios de vida.*4
Eunice D u r h a m escribe que slo desde hace poco, cuan-
do se retom las cuestiones referentes a la reproduccin de las
condiciones de produccin, fue posible ubicar de un m o d o m s
adecuado las investigaciones de la familia. As como en lo po-
ltico e ideolgico la defensa de la familia apareca siempre, y
todava aparece, como bandera de los sectores m s conserva-
dores de la sociedad, en el terreno cientfico los estudios sobre
la institucin familiar estaban restringidos a la tradicin posi-
tivista, a aquello que los marxistas acostumbran llamar l a
ciencia burguesa"." D e esta manera, contina la autora, la
familia era objeto de u n doble ataque. D e un lado, los segmentos
m s intelectualizados de la sociedad denunciaban los aspectos
represivos de la organizacin familiar, resaltando su papel de
instrumento de dominacin de los hombres sobre las mujeres y
de los adultos sobre los jvenes. La consideraban como un im-
pedimento a la libertad individual y al pleno desarrollo de la
persona. Por otro lado, su estudio se lo atribuan a investiga-
dores contaminados por la ideologa burguesa cuya intencin
era ocultar la lucha de clases.
Esta visin de la familia, segn D u r h a m , est rela-
cionada con una ptica de la produccin en sentido estricto, que
domin por m u c h o tiempo tanto la literatura de inspiracin
marxista como la llamada burguesa.
Para entender la persistencia de esa concepcin y
valoracin de la familia en las sociedades capitalistas -escribe
D u r h a m - es necesario comprender su papel en la sociedad
industrial, as como las transformaciones por las que pas. El
desarrollo de la sociedad capitalista destruy a la familia en
cuanto unidad de trabajo productivo, con la creacin del tra- 34. M . Colet. A produo da
vida..., op. cit.
bajador libre, separado de los instrumentos de produccin y de 35. E . Durham, A familia
su familia. El mercado, a su vez, individualiz al consumidor al | operara..., op. cit.
Amrica Latina I 22
identificarlo como aqul que compra, individualmente las
mercancas destinadas a la satisfaccin de sus necesidades.
Eunice D u r h a m explica que a medida que esta ptica de mer-
cado perme a la sociedad y a las explicaciones de la m i s m a , la
familia se evanesci, una vez que no figuraba explcitamente, ni
como productora ni como compradora de mercancas.
Amrica Latina I 23
temente se h a comenzado a incorporar, en la regin, anlisis
demogrficos de las familias u hogares. U n primer esfuerzo por
entender la participacin familiar en la actividad econmica,
con base en agregados de hogares, es la investigacin de
Humberto M u o z y Orlandina de Oliveira.** El inters princi-
pal de este estudio, realizado en la ciudad de Mxico en 1970, es
analizar cmo la organizacin familiar afecta la participacin
de hombres y mujeres en la actividad econmica. Los autores
afirman que los hogares constituyen una instancia mediadora,
con dinmica y efectos propios, que redefine las exigencias de
m a n o de obra impuestas por la demanda de mercado de trabajo.
Carlos Brambila Paz** en su trabajo sobre "Migracin y
formacin familiar en Mxico" analiza cmo la creciente urba-
nizacin afecta a los procesos de formacin familiar (momento
del matrimonio, nmero de hijos y espaciamiento entre hijos,
etc.). U n a de las conclusiones a las que llega el autor es que las
mujeres que emigran solteras desde el medio rural a las
ciudades tienen m s posibilidad que otros inmigrantes de
posponer el matrimonio y restringir su fecundidad.
Amrica Latina I 24
de femineidad anticonvencional, que cuestiona ante los hijos
los valores morales y las creencias naturalistas acerca del
gnero.
El trabajo "Crisis y adaptacin: hogares de Guadalaja-
ra"41 plantea que las unidades domsticas han podido sobrelle-
var la crisis, gracias, sobre todo, a la implementacin de una
estrategia colectiva de trabajo. As ha aumentado el nmero de
miembros, lo cual puede deberse, ms que a nuevos nacimien-
tos, a la incorporacin de otras personas al hogar (maridos y
esposas de los hijos). Tambin observaron una tendencia en las
unidades domsticas encabezadas por mujeres a incorporar
otros miembros a fin de restituir elasticidad y aumentar los re-
cursos.
E n u n trabajo de C E P A L de 1984 se explica que las
condiciones a las que hacen frente las mujeres, especialmente
en los sectores m e n o s favorecidos de la sociedad, no las ataen
en forma exclusiva sino que reflejan los problemas de toda la
sociedad. "La importancia del tema -sealada tantas veces por
mandatos y resoluciones internacionales y regionales- radica
fundamentalmente en el papel esencial que cumple la mujer en
las estrategias de supervivencia y socializacin de sus fami-
lias, en su aporte a la produccin y reproduccin del sistema
social con un volumen notable de trabajo remunerado y no re-
munerado; y en su participacin en las luchas urbanas como
grupo de presin o como parte de los movimientos sociales m s
amplios por reivindicaciones asociadas con las condiciones de
vida de sus grupos". ** Estas reflexiones intentan insertar el
tema de la mujer de los estratos bajos latinoamericanos en el
contexto ms amplio del desarrollo social de la regin, tratando
de vincular las transformaciones de las ltimas dcadas con la
conformacin del sector urbano popular y su papel en so-
ciedades de constitucin nacional tarda.
Amrica Latina I 25
zadas por el capitalismo, pero en las que grandes sectores de la
poblacin funcionan con una lgica productiva no capitalista, o
sea, en u n n m e r o m u y grande de naciones llamadas "en de-
sarrollo", el crecimiento y la distribucin espacial de la pobla-
cin se contradicen con las necesidades de desarrollo capita-
lista. Las altas tasas de crecimiento demogrfico y de migracin
hacia las ciudades constituyen u n factor conflictivo para la
reproduccin poltica y econmica del sistema. Margulis sos-
tiene que es la n o generalizacin del capitalismo lo que deter-
mina tales comportamientos demogrficos. El hecho de que los
hijos constituyan u n a garanta para la supervivencia, y que
esta estrategia familiar influya en el plano social (desempleo,
conflictos y presiones sobre el aparato poltico) pone de mani-
fiesto algunas de las contradicciones a este nivel entre la re-
produccin del capital y la reproduccin social de la vida.
Frente a la crisis actual y profunda de la regin, que
pone en tela de juicio la totalidad del modelo, la C E P A L sostiene
que la persistencia de situaciones de desigualdad, agravadas
por la crisis, puede precipitarei comportamiento de algunos
sectores sociales a grados extremos con u n contenido poten
dalmente explosivo. A pesar del panorama incierto, en el
estudio de C E P A L se apunta que en la escena latinoamericana
aparecen elementos como los cdigos de comunicacin, si bien
no de intereses, que con el tiempo podran constituirse en alia-
dos para programas comunes junto a la incorporacin de la
juventud y el desarrollo de nuevas solidaridades. Para la
C E P A L , la participacin de los sectores populares urbanos es
u n elemento fundamental en la orientacin de los cambios so-
ciales y en la creacin de bases para nuevas formas de or-
ganizacin social que hagan posible la formulacin y aplicacin
de estilos de desarrollo diferentes.
Teresita de Barbieri y Orlandina de Oliveira dicen que
cuando la situacin de desempleo y contraccin salarial se pro-
longa por meses y aos, los recursos se van agotando. L a
intensificacin del trabajo tiene lmitesfsicosy psquicos; la
diversificacin de las actividades de los miembros de la familia
encuentra obstculos en el mercado de trabajo; las posibili-
dades de prestacin de servicios domsticos remunerados es-
casean cuando los sectores medios reducen sus patrones de con-
s u m o ; la contraccin de los gastos de consumo tiene lmites bio-
lgicos y psicolgicos. Cuando 15 personas comparten un cuarto
sin luz, ropa, etc., pueden debilitarse hasta las pautas de so-
lidaridad familiar y grupai de ayuda m u t u a , que los sectores
populares urbanos utilizan en Amrica Latina como parte de
sus tradiciones culturales. Cuando dos o m s familias se juntan
para enfrentar vivienda, infraestructura domstica, etc.,
pueden incrementarse los conflictos y tensiones intrafamilia-
res. Por ltimo sealan que la prdida de esperanzas de mejora
por parte de los sectores m s pobres frente al visible proceso de
ostentacin de riqueza de los sectores m s privilegiados, puede
llevar al suicidio, filicidio, u n a agudizacin del conflicto y de la
violencia anmicas, lo cual propicia manifestaciones espon-
tneas de protesta, vandalismo, robo, saqueo, alcoholismo, dro- 46. T . de Barbieri; O . de Oli-
veira, Reproduccin de la fuerza...,
gadiccin, etc., que ya han proliferado en Amrica Latina.4* Las op. cit.
Amrica Latina I 26
autoras sealan que estudios realizados en E E . U U . sobre los
efectos de la gran depresin muestran que los varones, al
perder su trabajo, se sienten suprfluos y frustrados, incapaces
de responder al rol masculino de proveedores de la familia. Esta
prdida de status, junto a la intensificacin del papel de la m u -
jer, gener tensiones adicionales en la relacin entre gneros,
reforzando los roles sexuales tradicionales e intensificando el
antifeminismo. Segn las autoras, en Amrica Latina todava
no hay evidencias de que el aumento de la participacin de la
mujer en el trabajo domstico y como soporte emocional de su
familia, se refleje en una disminucin de los valores machistas,
en una valorizacin social del trabajo femenino y en un mayor
respeto a la mujer.
Amrica Latina I 27
contexto argentino: la poblacin rural de Santiago del Estero.48
Esta provincia ha sido una proveedora permanente de m a n o de
obra para las regiones m s desarrolladas del pas. L a inquietud
central de la investigacin gira en torno al mantenimiento de
altas tasas de fecundidad en u n contexto nacional m u y m o -
dernizado. Los autores consideran que la persistencia de los
patrones de alta fecundidad no puede ser totalmente elucidada
a partir de los argumentos sobre educacin y "modernidad", ni
tampoco por la necesidad de contar con grandes contingentes de
m a n o de obra para alcanzar la subsistencia en agriculturas de
baja eficiencia tecnolgica. Sugieren recuperar la tradicin de
estudios econmicos y antropolgicos campesinos, inaugurada
por Chayanov, quien remarc, por u n lado, los aspectos coope-
rativos de ese sistema productivo, y, por el otro, present la
conducta laboral como una adecuada combinacin de trabajo y
descanso en trminos del tamao de la fuerza de trabajo
familiar. Luego de resear y discutir otras posiciones, los
autores explican los altos y desiguales niveles de fecundidad en
trminos de modelos d e conducta reproductiva, donde la
estructura y composicin de los hogares, la migracin, la
insercin en el mercado laboral y los patrones de fecundidad se
integran coherentemente.
Otros autores, como Soledad Gonzlez Montes, analizan
el ciclo domstico campesino y los cambios ocupacionales; "
Murilo Kuschnik trata la reproduccin entre productores cam-
pesinos, planteando preguntas relativas a la organizacin
familiar; concluye que el campesinado m s que u n nmero de
variables econmicas es u n m o d o de vida.10 Barbosa Almeida11
sostiene que los estudios realizados en el campo de la sociologa
y de la antropologa econmica en la ltima dcada colocaron a
la familia rural en una posicin destacada, indita hasta el m o -
mento. Cuestiones tradicionalmente antropolgicas como pa-
trones de casamiento, herencia, familia y parentesco se reval- 48. Floreai Forni; Roberto
orizaron por los debates sobre los destinos del agro brasileo. Benencia. Estrategia rurale de re-
produccin con alta fecundidad: fa-
Mario Margulis" dice que, en Mxico, las altas tasas de milia troncal y trabajo y migracin
crecimiento demogrfico y la elevada migracin externa e in- por relevos. La situacin demo-
terna se relacionan con la presencia de un vasto sector campe- grfica de una regin nibdesarro-
llada en un pais moderno. Santiago
sino que no est plenamente sujeto a la lgica del capitalismo, del Estero, Argentina. Buenos Aires,
y cuya reproduccin se opera, por lo menos en parte, en condi- C E I L - C O N I C E T , 1985. (Documento
ciones no capitalistas. La produccin campesina, sostiene, ope- de trabajo n 15).
ra con una productividad baja, a costa de la no valorizacin de 49. Soledad Gonzlez Montes.
parte de la fuerza de trabajo que emplea. Ello es "posible" pues El ciclo domstico campesino y los
cambio ocupacional. Xalatlaco
utiliza la fuerza de trabajo familiar; no necesita pagar la fuerza 19331974. Tercera Reunin
de trabajo asalariada a los precios de mercado, ni valorizar su Nacional sobre la Investigacin
capital con la tasa media de ganancia. L a unidad campesina Demogrfica, Mxico, 3-6 noviembre
1986.
"puede" operar con una racionalidad diferente, y esto le ha per-
50. Murilo Kuschnick, U A M ,
mitido sobrevivir, a pesar de los escasos medios de produccin Azcapotzalco. Algunas considera-
de que dispone y de su dificultad para acumular. ciones respecto al problema de la
reproduccin entre productos
campesino. Trabajo presentado en
L a familia e n la ideologia la Tercera Reunin Nacional sobre
Investigacin Demogrfica, Mxico,
3-6 noviembre 1986.
E n una revisin de la literatura reciente sobre las capas 51. M . Barbosa de Almeida,
medias, Tania Salem escribe que las perspectivas de las clases Redescobrindo a familia..., op. cit.
62. M.Marguli, Reproduccin
sociales y de la estratificacin social no dan cuenta de las social de . . . . op. cit.
Amrica Latina I 28
discontinuidades observables en trminos de ethos y de visin
del m u n d o . N o niega que las diferencias econmicas permiten
establecer demarcaciones significativas entre los grupos, pero
insiste en que deben estar asociadas a otras distinciones de
carcter m s simblico. Cuando esas distinciones son tenidas
en cuenta, las fronteras que demarcan los diferentes segmentos
de las capas medias asumen contornos distintos de aqullos
establecidos basndose solamente en criterios socioeconmi-
cos. Segn la autora, buena parte de la literatura examinada se
inscribe en el paradigma individualismo/jerarqua tanto para
calificar la visin del m u n d o o la moralidad prevaleciente en el
universo investigado, cuanto para caracterizar el m o d o a travs
del cual se verifica la construccin social de la persona o de las
identidades; sean individuales o familiares, en el segmento
elegido para la investigacin. L a ideologa individualista se la
asocia a lo moderno (el individuo tiene preeminencia sobre el
todo) y la ideologa jerrquica a lo tradicional (la totalidad tie-
ne preeminencia sobre las partes), con lo cual se concluye que
hay dos "tipos ideales" de familias en las capas medias: las tra-
dicionales y las modernas. Sin embargo, para la autora, el
contraste entre las ideologas individualista y jerrquica no es
nico ni permanente ya que hay una tensin constante entre los
elementos ideolgicos de ambos paradigmas.1*
Eunice D u r h a m , hablando de conciencia e ideologa en
la clase obrera, plantea que estudiar la reproduccin de la
fuerza de trabajo implica estudiar ese proceso dentro de los
patrones de existencia histricamente determinados, tal como
son concebidos por la poblacin. Desde esa perspectiva m s
amplia, la familia puede ser definida como unidad social
donde se realiza la reproduccin del trabajador. Decir unidad
de reproduccin implica decir unidad de consumo, no el lla-
m a d o consumo productivo sino el consumo propiamente dicho;
esto a su vez implica una unidad d e rendimientos; en ese
sentido es tambin una unidad de produccin de valores de uso
(cocinar, lavar, remendar, etc.). E n esta perspectiva la familia
ya no es m s una institucin sin funciones ni en desaparicin,
sino que reaparece como unidad de reproduccin, produccin,
rendimiento y consumo.
Tratndose de una unidad de vida social articulada
internamente por la referencia a fines y valores, la pro-
blemtica pasa al terreno de lo "vivido-humano" y se aproxima
al campo de la ideologa. Traduciendo la manera por la cual las
personas conciben su insercin en la vida social y orientan su
prctica colectiva, la ideologa consiste en la atribucin e in-
tegracin de significados -escribe D u r h a m - esto es, en u n in-
tento constante de darle sentido a la vida de las personas
transformndolas en sujeto. Dentro de esta concepcin se
plantea estudiar la familia e n la ideologa. Pero como es al
nivel de la experiencia inmediata, es a travs del m o d o por el
cual las personas viven su condicin de clase que es posible
encontrar los elementos para entender las representaciones y
valores, es necesario agregar una perspectiva m s : la de que la
53. T . Salem, Familia em ideologa se constituye tambin e n la familia. As, para
camadas..., op. cit. Eunice D u r h a m , la familia es el lugar de la construccin de los
Amrica Latina I 29
proyectos, de la memoria y de la historia vivida que no puede ser
sustituida por la historia formal. E s tambin lugar de
transformaciones.M
Dentro de esa posicin se encuentra tambin aqulla
que sostiene que en la tradicin sociolgica, la familia aparece
como el estudio de las condiciones de vida o como una ins-
titucin social, ptica insuficiente ya que no incluye aspectos
fundamentales como las imgenes, las representaciones, los
modelos, el imaginario y el intercambio de los afectos, que
marcan y caracterizan lo cotidiano de las diferentes clases
sociales."
La revisin bibliogrfica presentada ilustra que el tema
de la familia est en discusin. Los trabajos demuestran el
abanico de posiciones e inquietudes tocadas por las ciencias
sociales. Los autores adscriben la familia a una u otra esfera de
lo social -econmica, poltica, ideolgica-. Urbanizacin, crisis,
industrializacin, sectores populares, campesinado, son los te-
m a s alrededor de los cuales comienzan a girar los estudios sobre
familia en Amrica Latina. A m o d o de sntesis se podra decir
que el inters se dirige, fundamentalmente, a las familias de los
proletarios y de los sectores populares urbanos, y a las familias
campesinas, estudiando diversos aspectos: la fecundidad, las
estrategias de negociacin, las redes de solidaridad y ayuda
m u t u a , la articulacin de la economa campesina, el rol de la fa-
milia en las sociedades capitalistas latinoamericanas, la
participacin de la mujer, etc. La familia an no se ha constitui-
do en u n objeto de estudio en s m i s m o quiz porque, como
sealan Fukui y Bruschini, una visin m s global ser posible
cuando las unidades familiares tengan relevancia como objeto
de estudio y no slo como un recurso explicativo o una categora
adicional de anlisis."
La literatura trabajada muestra la bsqueda de explica-
ciones m s satisfactorias y profundas a fenmenos que afligen
y cuestionan los modelos de desarrollo vigentes; es tambin el
reflejo de interrogantes relacionadas con el funcionamiento de
la sociedad y la creacin de significados.
Amrica Latina I 30
trabajos de reflexin crtica se reconoce la presencia de otros
tipos de familia. L a segunda es el reconocimiento de que la
urbanizacin, la industrializacin, la migracin, son centrales
para comprender y actuar sobre reas pertinentes a la familia.
Los trabajos piensan, cuestionan o proponen acciones estatales
en un contexto latinoamericano caracterizado por el desarrollo,
si bien en algunos se crtica el estilo de desarrollo imperante.
Amrica Latina I 31
tsis social. Este conocimiento permite el diseo de polticas y
estrategias que moderen esos costos. Invita a profundizar y
discutir sobre los elementos que fundamentan las distintas
concepciones de la institucin familiar y las distintas
concepciones de la sociedad deseada.*1
Tambin, Luis Leero" critica la convencin internacio-
nal utilizada para identificar la familia, la m i s m a que la asocia
con el m o d o nuclear-conyugal (padres e hijos solteros viviendo
bajo el m i s m o techo), al que supuestamente responde la unidad
residencial "normal" de la mayora de familias contempor-
neas. Este modelo, segn Leero, utilizado por los arquitectos
de la vivienda y de la ciudad, por la seguridad social y por la
psicologa clsica, no corresponde a la realidad de nuestras
familias. Leero opina que hay que invertir el proceso por el
cual se ha presentado hasta ahora el ideal de progreso. Sostiene
que el sentido de la planeacin familiar y del m o d o de vida
grupai debe basarse no en el modelo de la familia pequeo-
burguesa (nuclear-conyugal-atomizada), ni en el m o d o de vida
annimo de la megalopolis capitalista, sino en el que proviene
de la estructura histrica de resistencia y subsistencia familiar
de nuestros pueblos. Para ello propone u n conjunto de pistas
para una posible poltica de poblacin en la que las familias
sean consideradas como sujetos activos de la m i s m a .
Segn Leero, en los programas de familia predomina
una ideologa familstica, cuando se afirma que el grupo fami-
liar es la clula de la sociedad. Este familismo idealista no
siempre se traduce en acciones prcticas, bien sea porque se
queda a u n nivel moralista y normativo o bien porque hablar
hablar de la familia en general encubre la real desigualdad y las
necesidades diversas de unas y otras unidades familiares,
segn su ubicacin en la estructura social. Tambin puede ser
que no se apliquen los principios enunciados -escribe- porque la
problemtica de tantas familias es tan grande que todo acaba
por quedarse -en el mejor de los casos- en buenas intenciones.
Es frecuente que las actividades estn teidas de u n paterna-
lismo burocrtico, que ve a las "familias pobres" como familias
infantiles que slo requieren proteccin y servicios.
Amrica Latina I 32
Reconociendo la recesin econmica por la que atraviesa el pas,
se insiste en atender principalmente a la familia. Los nios
entre 0 y 6 aos, que segn los datos estadsticos s u m a n m s de
11 millones, son los m s afectados y vulnerables. Se seala que
los programas sociales tienden a ver a la familia de manera
fragmentaria, ofreciendo apoyos eventuales a sus hijos, aisln-
dolos de la convivencia con los padres (para la familia situada
en el lmite crtico de la supervivencia). Y se plantea la nece-
sidad de recuperar la concepcin de familia como unidad de
satisfaccin de las necesidades bsicas del ser. L a poltica de
asistencia social del Brasil pretende ahora recuperar el sentido
de participacin como fundamental en el desarrollo de las acti-
vidades del gobierno. As, se propone articularse con los grupos
comunitarios; desarrollar formas regionalizadas de atencin y
preservacin de la familia; respetar las formas culturales; y
maximizar la eficiencia de los recursos materiales, humanos e
institucionales.
E n los estudios gubernamentales dedicados a la
temtica de poblacin tambin es posible encontrar las mis-
m a s ideas eje alrededor de las cuales gira la produccin guber-
namental dentro del planteado respeto a los derechos humanos
y a la libertad de decisin. As, en el Manual de la Familia publi-
cado por el C O N A P O de Mxico se sostiene que "se est toman-
do conciencia de la grave responsabilidad que representa el te-
ner hijos y la correspondiente obligacin de criarlos y educarlos
convenientemente; se lucha ya por el ideal de lograr que la
familia propicie el bienestar y el desarrollo personal de sus
miembros". "
E n el Plan de Desarrollo del Ecuador (1985-1988) se
propone una poltica general de desarrollo poblacional en el
contexto del mejoramiento de la calidad de vida, en particular
de los sectores de menores ingresos y orientada a influir en las
corrientes demogrficas internas del pas y en las concentracio-
nes urbanas. Se mencionan algunas actividades puntuales pa-
ra alcanzar esta meta: 1 ) desarrollar estudios sobre planifi-
cacin familiar y mtodos de regulacin de la natalidad, m e -
diante una regulacin natural de la familia; 2) realizar estudios
sobre la mujer, familia y dinmica demogrfica; 3) efectuar un
inventario sociodemogrfico; 4) capacitar al personal guber-
namental en aspectos relativos a poblacin y desarrollo, entre
otros."
E n Fecundidad, Anticoncepcin y Planificacin, el doc-
tor Urbina Fuentes, Director General de Planificacin F a -
miliar de la Secretara de Planificacin y Asistencia (Mxico),
explica que a cuarenta aos de promulgada la primera ley de
poblacin (1936) sus objetivos de poblar el territorio ya se
M. CONAPO. Manual de la haban cumplido. E n la medida en que los ndices de mortalidad
familia..., op. cit. haban descendido notablemente, la nueva poltica demogr-
68. ConaejoNackmal de Desa- fica, expresada en la ley general de 1974 busca, entre otras
rrollo. Plan Nacional de Desarrollo.
Programa y proyecto para el dea- cosas, disminuir el nivel de la fecundidad, de tal manera que la
rrollo de l recurmo* humano. Qui- tasa anual de crecimiento de la poblacin se reduzca."
to, CONADE, 1986. Luis Leero*7 comenta que los programas "para" la
M. C O N A P O , Reunin Nacio-
nal..., op. dt.
familia, conducidos y realizados por u n personal burocrtico
7. Mem. perteneciente a las grandes instituciones oficiales produce, in-
Amrica Latina I 33
versamente a lo buscado, u n a contraccin de las familias
apoyadas. L a s familias sienten q u e se les expropia su
capacidad inherente para resolver sus propios problemas.
Casi se podra decir que deben pedir permiso y ayuda para todo:
para comprar y ocupar u n terreno y construir su casa; para
disponer de luz, agua y drenaje; para educar a sus hijos a travs
de la escuela; para obtener trabajo; para divertirse, rezar, etc.
Planear "para" la familia y n o "con" la familia es el
problema del cual se derivan las resistencias y recelos de los
afectados. El inters de las familias, en su diversidad de situa-
ciones, queda relegado debido al supuesto pasivismo, a la incul-
tura y al tradicionalismo conservador, considerado como lejano
al progreso del pas... Este autor propone una poltica demo-
grfica "con" la participacin de las familias que contemple las
siguientes dimensiones: 1) una participacin del mbito
comunitario; 2) movilizaciones sociales mltiples -la clase so-
cial, sectores de actividad, crculos sociales, grupos con intere-
ses culturales, dentro del sistema institucional civil y pblico;
3) impulsin familiar en las polticas de poblacin participati-
va, etc.
Hasta la dcada de los sesenta, la poltica de poblacin
de los planes de desarrollo del Per no explicita una preo-
cupacin del Estado por atender los aspectos demogrficos, m s
all de los aspectos censales. Durante los aos setenta, sin
embargo, se desencadena u n crecimiento acelerado de la pobla-
cin, intensas corrientes migratorias y una desproporcionada
urbanizacin frente a u n estancamiento del agro, razones por
las cuales las autoridades empiezan a tomar seriamente en
consideracin la variable demogrfica. E n 1974, con ocasin de
la Conferencia Mundial de Poblacin, el gobierno peruano reco-
noci oficialmente la existencia de u n problema poblacional,
como consecuencia de u n acelerado crecimiento."
E n Costa Rica, el servicio de planificacin familiar fue
primero una iniciativa privada (1966). E n 1968 el gobierno asu-
mi la responsabilidad del programa como u n medio para forta-
lecer a la familia y proteger la salud de la mujer, que est en el
centro de gran parte de las polticas de poblacin."
U n a de las publicaciones del Centro de Estudios de
Polticas de Populao e Desenvolvimento- O Segundo Brasil,
sostiene que cualquier programa de cambio social, sea ste
global o parcial, no puede prescindir de la incorporacin de pen-
samientos, objetivos y actividades tanto de la mujer como del
hombre. 70
Amrica Latina I 34
lucin de la mujer en el campo del trabajo y de la educacin, y
su tasa de fecundidad. E n este sentido, el modelo de familia que
se proyecta para u n a sociedad m s desarrollada es aqulla
donde la mujer tenga una posicin igualitaria, u n menor n m e -
ro de lujos y una mejor distribucin de las tareas domsticas y
econmicamente productivas de la pareja. Verucci dice que las
tasas de natalidad han decado en Brasil en los ltimos 10 aos
con un control demogrfico coercitivo, aunque la planificacin
familiar sea una reivindicacin de las mujeres brasileas.
Cynthia Sarti71 sostiene que los cambios en la condicin
femenina en los ltimos aos se relacionan con los cambios
registrados en la familia. As, el deterioro en la calidad de vida,
cambios en la dinmica demogrfica, disminucin de la tasa de
fecundidad, la acelerada urbanizacin y la creciente m o n e -
tizacin de la produccin agrcola, la intensificacin de las mi-
graciones y consecuente atomizacin de las familias, el a u m e n -
to de la participacin de las mujeres casadas en el trabajo
asalariado fuera del hogar, y el mayor acceso a los medios de
comunicacin de masas son factores que contribuyen a elevar el
costo econmico y el cuidado y educacin de los nios. Por ello
se vuelve imperioso limitar los hijos, independientemente de la
accin directa del Estado. La mayor disponibilidad de medios
de control de la natalidad tambin favorece ese proceso. H a n
cambiado las costumbres en los tipos de casamiento, se eviden-
cia una mayor tendencia a la secularizacin y u n aumento de las
separaciones legales y del n m e r o de mujeres jefe.
Sobre el tema de las mujeres-jefe, C a r m e n Barroso
explica que el 25% o 30% de todos los domicilios del m u n d o estn
dirigidos por mujeres y que esas familias constituyen u n a parte
sustancial de las capas m s pobres de todos los pases. Barroso
elige a la unidad domstica para el estudio de esta categora de
mujeres ya que considera que la unidad domstica es crucial en
la reproduccin de la fuerza de trabajo. Caracterizadas desde la
imagen de la familia nuclear, stas son familias incompletas.
Estudiando a las mujeres-jefe se puede llegar a comprender el
extrao fenmeno, presente en la mayora de las mujeres de
preferir una familia dirigida por u n hombre.
Barroso seala que Blumberg y Garca (1977) presentan
una teora interesante para explicar la emergencia y persis-
tencia de familias dirigidas por mujeres. Comprendiendo el
fenmeno en trminos de pequeas diferencias de oportunida-
des de subsistencia para hombres y mujeres de u n a m i s m a
clase, diferencias que ocurren m s frecuentemente en los gru-
pos econmicos marginados. Esa conceptualizacin, a pesar de
sus ambigedades, parece representar u n paso adelante en
relacin con las tradicionales interpretaciones de patologa
social que condenaban a las familias dirigidas por mujeres.
Barroso afirma que las familias dirigidas por mujeres son
engendradas por condiciones de marginalidad econmica, y
constata q u e el fenmeno es predominantemente urbano.
Este ltimo hecho tambin ha sido constatado en otros pases
y tal vez pueda ser explicado por las relaciones de trabajo en el
71. Cynthia Sorti. A mulher campo que, menos individualizadas, tornan an m s difcil la
no Brasil. Relatrio para U N I F E M ,
mayo-1986. sobrevivencia de la familia que no tenga jefe hombre.
Amrica Latina I 35 ,
Sobre infancia y juventud
Amrica Latina I 36
favelas no forman parte del conocido fenmeno. Explica que la
mayora de la bibliografa existente insiste, extensivamente, en
la patologa de la desviacin, marcando la inconformidad y la
transgresin, sin decir prcticamente nada sobre los patrones
de socializacin conducentes al m u n d o del orden. Observa que,
en los casos por ella estudiados, encontr patrones de socia-
lizacin y disciplina para el crecimiento de los hijos: los jvenes
estudian, trabajan y se recrean en la favela o en sus alre-
dedores. Existe u n control maternal (horarios, amistades y
tareas) y una solidaridad familiar para afrontar la economa del
hogar y el cuidado de los menores cuando las madres estn
ocupadas fuera del hogar.
E n relacin con el rol que cumple la asistencia social,
Luis Leero Otero71 opina que para el esquema funcionalista la
asistencia social juega u n rol que contribuye al equilibrio y
buena marcha de la sociedad, cubriendo la desadecuacin de
situaciones que se le escapan al sistema. Criticando esta posi-
cin seala que si la asistencia social slo es vista como un pa-
liativo para que el sistema actual siga funcionando aparente-
mente bien, se estarn invirtiendo los trminos h u m a n o s del
problema, con vistas a asegurar al sistema antes que a los mar-
ginados. Luego presenta u n conjunto de supuestos bsicos para
una asistencia social renovada.
Julio Bello, en el artculo antes citado, se plantea u n
conjunto de preguntas acerca de los destinos de la institucin
familiar en el marco del desarrollo:
- Es indispensable para el logro de mejores con-
diciones de vida transitar por las etapas de crisis y cues-
tionamiento o hay posibilidades de hacerlo por caminos
m e n o s riesgosos y dolorosos?
- Qu caractersticas de la institucin familiar pueden
rescatarse y preservarse como propias de su esencia y
necesarias para el desarrollo personal y social, y cules
son susceptibles de modificarse o desaparecer?
- Puede responderse lo anterior sin discutir valores y
sin plantearse la sociedad futura deseada?
- La crisis de la institucin familiar cuestiona los
resabios de antiguas creencias o cuestiona el sentido del
desarrollo tal cual lo conocemos?
- Qu poder tienen las familias c o m o sujeto y objeto del
desarrollo para influir en el sentido y profundidad de los
cambios que implica?
Estas preguntas estn presentes de una u otra manera,
en gran parte de la literatura de la regin. E s lcito plantear que
su tratamiento importa para la formulacin de polticas y la
implementacin de programas destinados a la familia, sobre
todo si se la piensa como sujeto activo y participante.
76. Inatituta Jaliscense de
Asistencia Social. La asistencia to-
rio! renovada. Mxico, Instituto
Mexicano de Estudio* Sociales, octu- El papel d e la Iglesia
bre-1984. (Ideario manual elaborado
por Luis Leero).
76. Simn Schwartxman. A E n cuanto a la Iglesia Catlica, el caso de Brasil es bas-
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familia. Cadernos de Pesquisa
(IUPERS) n*37,mayol981.
decreto-ley "Estatuto de la Familia". A u n q u e el decreto no lleg
Amrica Latina I 37
a promulgarse, suscit una polmica que polariz a los sectores
m s conservadores de la dcada del 30, entre ellos a la Iglesia
Catlica, y que revela la importancia de la normatizacin de la
familia para el Estado autoritario. El autor sostiene que la
dcada del 30 fue u n perodo de intensa movilizacin de los
grupos m s militantes del catolicismo brasileo, que trataban
de imprimir al pas algunas caractersticas que consideraban
indispensables para la consecucin de sus ideales. El sistema
educacional y la legislacin referente a la institucin familiar
eran, posiblemente, sus reas principales de preocupacin. Se
planteaba, por ejemplo, reducir la natalidad por ser el mayor
flagelo que puede amenazar una nacin y llevarla al suicidio
social. Se sugera u n a reduccin progresiva del trabajo fe-
menino fuera del hogar (la mujer que trabaja afuera, funcio-
nara u obrera, o no es madre, o no es buena madre, o no es
buena funcionara). Se planteaba que el salario familiar permi-
te la vuelta de la mujer a casa con una mentalidad renovada. Se
afirmaba la necesidad de luchar contra el urbanismo, ya que los
grandes centros son hostiles a la familia, etc.
E n el trabajo "Mensagem ao povo de Deus" de la Arqui-
disesis de Rio de Janeiro, presentado en el Primer Congreso de
la Familia realizado en 1984, se apunta que: "El material rea>
lectado, tanto en la reflexin de los grupos de base como durante
los trabajos del Congreso es inmensamente rico y complejo. La
Comisin Arquidiocesana de la Pastoral Familiar se compro-
mete a estudiarlo con la ayuda de especialistas, para la elabo-
racin ulterior de un documento m s estructurado y complejo".
E n el documento se analizan los problemas de la realidad actual
que determinan alteraciones interpersonales o grupales: el
anonimato de las grandes ciudades; las condiciones de subde-
sarrollo; la poltica antinatalista y su efecto sobre diversos
sectores (educacin, vivienda, salud, trabajo, medios de comu-
nicacin social, situacin religiosa).
Conclusiones
Amirica Latina I 38
productora social de la vida, de imgenes, de significados, de
ideologa, etc.; h a n polemizado sobre el rol femenino, la opre-
sin y el deseo de transformacin de la familia en un espacio de
creacin y libertad; han interrogado sobre la eficacia o la
justicia de los estilos de desarrollo imperantes.
La produccin es polmica y muestra una bsqueda, no
slo temtica sino tambin terica y metodolgica. C o m o lo han
sealado varios autores, se ha recorrido desde la economa
neoclsica y el funcionalismo hacia la economa clsica y el m a r -
xismo, nutrindose con el feminismo, el psicoanlisis y la teora
de la dependencia.
Dice Quartim de Moraes que l a ciencia fortaleci ele-
mentos importantes para la comprensin de la cuestin de la
familia. S u m a n d o los nuevos estudios en el rea de la economa,
antropologa, psicoanlisis y sociologa se perciben m s las
dimensiones del tema, pero no se consigue elaborar todas las
dimensiones en u n a sntesis y, principalmente, descubro que
existen dos discursos paralelos: aqul que habla de la familia
desde el punto de vista de sus condiciones materiales, y otro que
camina en la esfera de las representaciones, de lo simblico. L a
familia, en el primer discurso, permanece distante de quien
habla, creando la ilusin de objetividad: es u n discurso mascu-
lino. El segundo habla de las emociones, del espacio afectivo,
termina por ser u n espacio femenino. Y como en la vida real,
estos discursos se cruzan pero tienen dificultades para fundir-
se"."
D e la literatura emergen u n conjunto de sugerencias e
impresiones:
Amrica Latina I 39
Bibliografa
Amrica Latina I 40
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pobladores, movimiento poblacional y democratizacin).
Amrica LaHna I 53
La familia y la crisis
econmica en el
Uruguay
Mara M .
Camou
Patricia Chiesa
Introduccin
Uruguay I 54
ltimo hacemos u n a sntesis donde planteamos algunas pre-
guntas que pueden constituir lneas futuras de investigacin.
Evolucin histrica de la
familia en el Uruguay
Uruguay I 55
rudimentario hacia u n puerto, va de salida de todos los
productos de la regin, comprendiendo las provincias ar-
gentinas.
Esta necesidad econmica se vio respaldada por u n a
superestrutura ideolgica acorde que mistific la maternidad y
la fecundidad, sin ofrecer a la mujer otra alternativa de
realizacin social. Durante este perodo la poblacin femenina
fue minoritaria (el censo de 1860 registra u n 4 4 % de mujeres);
esta desproporcin con la poblacin masculina muestra u n a
tendencia decreciente determinada por la inmigracin, con ne-
ta predominancia masculina. * L a escasez de mujeres en u n pas
que necesitaba brazos justificaba asignarles u n rol eminen-
temente reproductor.
L a vida cultural del pas reflejaba esta marcada
"mentalidad familiar". Si bien la concentracin urbana era alta
para la poca, ni Montevideo, m u c h o m e n o s las ciudades del
interior, tenan el carcter de gran ciudad. Predominaba an
u n a mentalidad aldeana: escasa concurrencia a los eventos
pblicos; gran influencia de la Iglesia Catlica; alto grado de
analfabetismo y u n predominio de la cultura oral, basada en la
tradicin. El origen marcadamente campesino de la inmigra-
cin acentu este carcter.
Uruguay / 56
urbanizaciones y europeizaciones de hbitos y mentalidades a
travs de la inmigracin".
Sin embargo, las caractersticas de las familias y la
cantidad de ncleos familiares variaban en forma acentuada en
las diferentes regiones del pas. E n el norte, donde estaba la m a -
yor cantidad de grandes estancias con ganadera extensiva, se
registr el mayor nmero de madres solteras y una emigracin
femenina del campo a la ciudad, cuatro veces mayor que la
masculina. E n los departamentos cercanos a Montevideo, don-
de predominaba la agricultura explotada en pequeos esta-
blecimientos por grupos familiares, la emigracin de mujeres y
hombres fue equilibrada. L a gran estancia alambrada exclua
por completo a la mujer y, por lo tanto, a la familia, ya que se ne-
cesitaba pocos peones para producir. L a granja agrcola, en
cambio, ofreca mejores condiciones para la estabilidad
familiar, trabajo remunerado para ambos cnyuges y una
mayor densidad de habitantes que, a su vez, actuaban como fac-
tores de presin social y de preservacin de las tradiciones.
Otro indicador del cambio operado en las caractersticas
de la familia y en su importancia dentro de la sociedad fue el
incremento de la participacin femenina en el mercado laboral.
E n un trabajo se seala que a partir de 1908 aument la par-
ticipacin de la mujer en el trabajo remunerado fuera del
hogar.7 Esta participacin alcanz niveles relativamente altos
para la poca (17% en 1908). Segn las autoras los factores que
facilitaron ese incremento fueron la urbanizacin, la tercia-
rizacin y la industrializacin, los mismos que abrieron
posibilidades de trabajo en reas en las cuales la mujer poda
participar. La ocupacin laboral de la mujer es u n fenmeno
tpicamente urbano. diferencia de otros pases latinoame-
ricanos con economas agrcolas, donde la mujer participa del
trabajo en el campo, el meido rural uruguayo con su "gran es-
tancia" exclua a la mujer.
En qu medida influy este fenmeno en la familia?
Analizando las estadsticas de la ocupacin femenina en el
perodo 1880-1914, S. Rodrguez Villamil * seala que el 71% de
mujeres que trabajaba eran solteras, el 17% casadas, el resto
viudas y casos no especificados. Otro dato de inters es la alta
proporcin de extranjeras (65% uruguayas frente a 35%
extranjeras, mientras que en el total de la poblacin femenina
las extranjeras slo ocupaban el 26%). D e all puede inducirse
que la distribucin natural de roles dentro de la familia con la
mujer fundamentalmente como a m a de casa no se haba modi-
ficado esencialmente. M s bien las cifras parecen indicar que al
crecer la proporcin de mujeres en la sociedad (de u n 44% en
1860 a u n 51% en 1908), y al postergarse la edad del casa-
miento, muchas mujeres debieron salir a trabajar porque an
Ibid., p.61. no se haban casado (el 77% de la m a n o de obra femenina tena
7. Susan Prate* y Graciela menos de 35 aos) o bien porque no llegaban a casarse nunca.
Tagliorettl. Participacin de la mu- La alta proporcin de mujeres extranjeras en el campo laboral
jer en el mercado de trabajo uru- parece responder a u n a etapa de asentamiento de la familia
guayo. Caractersticas bsicas y
evolucin reciente. Montevideo, inmigrante, marcada por una gran inseguridad econmica;
C I E S U , 1980. (Documento no. 27). esta proporcin disminuy en las dcadas posteriores a medida
8. S. Rodrguez, El trabajo fe- que consolidaba su status social.
menino... op. cit., p.107.
Uruguay I 57
Si bien numricamente, la incorporacin de la mujer al
mercado de trabajo era todavia incipiente y esencialmente ex-
cluyente de la familia, fueron notorias las repercusiones cultu-
rales y sociales de este nuevo fenmeno. El feminismo en Uru-
guay surgi en esta poca, influido en parte por las corrientes
migratorias y por los acontecimientos europeos y estadouni-
denses. Este fenmeno, hasta hoy escasamente estudiado, re-
volucion - por lo menos en el plano de las ideas y la cultura de
la clase intelectual media y alta la imagen de la mujer al cues-
tionar su rol "natural" de madre y a m a de casa.*
Uruguay I 58
accidentes de trabajo para mujeres y nios; la "ley madre" que
establece la maternidad como causal jubilatorio, etc. El primer
batllismo fue el propulsor de estas leyes proteccionistas, que se
mantuvieron en las dcadas siguientes salvo en el perodo de
crisis m s aguda.
L a expansin econmica
Uruguay I 59
L a crisis econmica (1970 -1984)
Uruguay I 60
La inversin aument, no por un incremento del ahorro
e inversin internas, sino debido a los capitales externos
invertidos a corto plazo, que se retiraron cuando las condiciones
fueron desfavorables. Las familias comenzaron a ahorrar en
1981, cuando el modelo entr en declive. Los grupos m s ricos,
cuyo ingreso s se increment, lo desviaron a u n consumo
suntuario y, m s tarde, expatriaron sus capitales.
Actividad laboral
Uruguay I 61
doce horas diarias para mantener su nivel salarial y no para
alimentarlo).
C o m o adems se adelanta la edad en la que hombres y
mujeres entran al mercado laboral (Cuadro 1), el ncleo
familiar no logra sustentar a sus jvenes, quienes deben aban-
donar sus estudios para contribuir a mantener el ingreso
familiar. Esto acrecienta el grado de frustracin del ncleo,
pues no logra cumplir con una funcin pautada por las normas
culturales y sociales vigentes hasta el momento.
Sistema educativo
Uruguay I 62
100 matriculados en primer ao de primaria durante el perodo
autoritario, entren slo 7 a primer ao universitario en 1980 y
9 en 1983 (cohortes tericos entre 1968-1980 y 1971-1983)."
La agudizacin de la desercin escolar refleja u n a
reaccin de la familia por mantener su ingreso. Los nios o j-
venes que desertan de la enseanza se incorporan, o por lo
menos procuran hacerlo, a la actividad laboral alterndose los
roles, ya que el nio o adolescente en lugar de estudiar debe
trabajar; tampoco en este aspecto la familia puede cumplir el rol
asignado o culturalmente aceptado. M u c h a s veces los hijos no
alcanzan el nivel educativo de sus padres y esto es vivido por el
ncleo familiar como u n retroceso.
R . Bayce seala la notoria feminizacin de la matrcula
como otro fenmeno educativo resultante de la crisis econ-
mica. Esto corresponde al aumento de la participacin femeni-
na en el mercado de trabajo. La mujer se quiere capacitar rpi-
damente para poder participar en el mantenimiento del ingreso
del hogar. El aumento de la cobertura a nivel preprmario tam-
bin est ntimamente vinculado al incremento de la partici-
pacin de la mujer en el mercado de trabajo.
Uruguay I 63
posibilitaran el funcionamiento adecuado. E n consecuencia,
decay la eficienca, eficacia y calidad de los servicios sociales
brindados a la poblacin.
E n 1980, cuando se hizo m s visible el deterioro social,
el gasto del Estado en poltica social fue m s bajo, menor an
por el rpido deterioro del nivel de vida en sectores cada vez m s
amplios de la poblacin. Esta falta de eficacia y eficiencia
contribuy, a la vez, a la cada del nivel de vida de la poblacin,
sobre todo cuando se trataba, ahora s, de grupos de familias en
condiciones de pobreza absoluta.
El Estado pas de polticas sociales dirigidas a la pro-
teccin y apoyo de los ncleos familiares en el perodo de la ex-
pansin econmica, a una poltica ineficaz de servicio social. E n
el Uruguay de las "vacas gordas", como popularmente se conoce
al perodo de expansin, la salud era un aspecto relativamente
resuelto para las familias, a travs de la atencin mutual. E n el
perodo de crisis muchas familias tuvieron que abandonar el
sistema mutual quedando fuera de la cobertura de los servicios
de salud. Asimismo, entre 1973 y 1980 las cesantas y jubi-
laciones sufrieron una prdida real del 11%. E n s u m a , los
gastos dedicados a servicios sociales fueron dirigidos, no a los
sectores desprovistos de la sociedad, sino a reforzar la imagen
poltica del rgimen.
Medios de comunicacin
Uruguay I 64
Comportamientos de la
familiafrentea la crisis
Uruguay I 65
feminizacin de las tasas laborales y educativas nos hace
pensar que la mujer debi abandonar el hogar, hasta entonces
dirigido y atendido fundamentalmente por ella. L a falta de
sustitutos para sus tareas, sobre todo en las capas populares, y
lo abrupto de este cambio afect la calidad de vida, espe-
cialmente de los nios.
Otro recurso que encontraron las familias para m a n -
tener sus ingresos ha sido la sobrecarga laboral del hombre, que
h a tenido una incidencia negativa dentro del ncleo. Tambin
la temprana entrada de los jvenes al mercado de trabajo acta
como factor desestabilizante. Todos los miembros de la familia
se ven forzados a asumir nuevas responsabilidades no elegidas
y la ausencia de alguno de los miembros, o a complementar la
imposibilidad del jefe de la familia de cumplir su funcin de
soporte econmico.
Los sectores de m s bajos ingresos h a n modificado el
esquema tradicional de vivienda, el consumo y las redes de
intercambio con otras unidades familiares. Muchos jvenes se
casan y continan habitando en la vivienda paterna, o los
matrimonios ya establecidos deben incorporar a miembros de la
anterior generacin, debido al descenso brutal de las jubila-
ciones. Otras familias han subalquilado piezas para aumentar
el ingreso reduciendo el espacio habitacional de la familia. E n
las capas populares se elimin todos los gastos suntuarios y se
disminuy el nivel nutricional (por ejemplo, aument el con-
s u m o de fculas). Parecera ser que la mujer que trabaja ha
adquirido u n mayor poder de decisin en la distribucin del
ingreso familiar. Tambin h a aparecido u n nuevo fenmeno
especialmente en los complejos habitacionales que agrupan a
numerosas familias: el intercambio de ropa, alimentos, dinero,
informacin, que adopt una estructura propia como son las
cooperativas de consumo, los comedores populares, etc. Cabra
preguntarse si esta nueva pauta de comportamiento no con-
tribuir a modificar el carcter marcadamente aislado de la
familia tradicional uruguaya.
Conclusiones
Uruguay I 66
intra y extra familiares. Los valores que la sociedad trasmite a
travs de sus canales no son compartidos y se genera una
disociacin dentro de la sociedad.
N o s preguntamos hasta qu punto se mantiene en el
Uruguay actual el modelo de familia nuclear de tipo clase media
originado en la expansin econmica, y hacia dnde conducen
las transformaciones observadas en este perodo de crisis. Cabe
preguntarse tambin cules sern las repercusiones de las
estrategias de supervivencia de las familias y en qu medida la
incorporacin de la mujer al mercado de trabajo o la mayor
solidaridad entre los ncleos familiares de sectores populares
pueden trastocar el modelo clsico de familia.
Para responder a estas preguntas es indispensable
profundizar en el estudio de la familia, ya que sistematizando
estos puntos podran realizarse estudios comparativos con
otros pases latinoamericanos que viven realidades similares.
Bibliografa
Uruguay I 67
C E P A L ; N N . U U . Los jvenes y el empleo en Montevideo. Montevideo,
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Uruguay I 68
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Familia y crisis
econmica en Mxico Mara del Pilar
Muriedas
Introduccin
Mxico I 70
Tambin se describe e interpreta el papel que juega, y las
alternativas que presentan distintas instituciones estatales,
polticas y religiosas en el desarrollo y comportamiento de estos
ncleos familiares. A d e m s se discute las repercusiones de la
crisis econmica en la vida de las familias, sobre todo de las
clases populares, y de las respuestas organizativas y polticas
de estas clases. E n las conclusiones se plantean algunas ideas
acerca de las perspectivas de la familia como instancia bsica
de organizacin de la sociedad.
Mxico I 71
E n cambio la familia de clase media se constituye
predominantemente como familia nuclear; no necesita ampliar
los lazos familiares pues cubre sus necesidades a travs del
salario y mantiene cierta autonoma en su lugar de residencia
y en su consumo.
Mxico I 72
E n muchos casos los dueos de las tierras proporcionan
alojamiento temporal al jornalero y su familia en viviendas
improvisadas, donde el hacinamiento y la promiscuidad son
altos. La vida cotidiana familiar es difcil y compleja; la mujer,
aparte de trabajar en el campo, se hace cargo de las tareas do-
msticas, los nios tienen pocas posibilidades de acudir a la
escuela. Los ndices de alcoholismo en estas comunidades
temporales son m u y altos, lo cual incrementa la inestabilidad
emocional y acarrea problemas de toda ndole en las familias.
Son estos obreros agrcolas los que padecen las peores
condiciones de vida en Mxico. Debido a su constante movilidad
y aislamiento, existen pocas alternativas de organizacin. El
ltimo censo de poblacin y vivienda realizado por la Secretara
de Programacin y Presupuestofijaen 4.5 millones la cifra de
jornaleros (19.5% de la poblacin rural mexicana).
Otro tipo de emigracin es la de los nativos que
abandonan en pas hacia los Estados Unidos, no tanto por falta
de empleo sino para mejorar sus niveles de vida: los braceros.
"Datos obtenidos de investigadores mexicanos que entrevista-
ron a cientos de miles de emigrantes afinalesde los setenta,
demuestran que los trabajadores migratorios no se cuentan, en
su mayora entre los m s pobres de Mxico, ni tampoco son los
m s propensos a permanecer desempleados, ni tampoco son los
menos educados... no se encuentran en la parte inferior de la
pirmide social. D e ah puede inferirse que la migracin que
sale de Mxico representa la transferencia de una importante
inversin por parte de Mxico... en forma de capital h u m a n o a
los Estados Unidos".* El status ilegal de los emigrantes y la
constante amenaza de deportacin aseguran a la economa
norteamericana el pago de salarios por debajo de lo establecido
para la fuerza de trabajo local.
Los cambios que la migracin provoca en la vida familiar
varan conforme al tipo de desplazamiento.4 El emigrante es-
tacional viaja solo, con parte de la familia o con la familia
completa. E n los primeros casos la madre asume la jefatura, y
los miembros que permanecen, las funciones de los que se van.
La migracin temporal m s difundida es la ocasional; ocurre
una vez en la vida y por esta razn el migrante rara vez viaja con
la familia. Los datos muestran que la organizacin familiar no
se afecta con esta migracin. Cuando el desplazamiento es re-
currente, el trabajador pasa la mayor parte del tiempo fuera de
su comunidad; regresa slo para las fiestas del pueblo,
ceremonias rituales y crisis familiares. Esta migracin no es
funcional en la familia nuclear, que slo podr subsistir si se
relaciona con otros parientes. E n la migracin continua viaja
toda la familia (usualmente nuclear) siguiendo las estaciones
de los cultivos, sin establecerse en sitio alguno. Finalmente, en
3. J a m e s Cockcroft. La
migracin y la internaciona- la migracin permanente hay un cambio definitivo de residen-
donalaein de la lucha obrera. cia de los trabajadores y sus familias a las reas que ofrecen
Cuadernos Polticos (Mxico), n* 35, ventajas, sobre todo en lo que respecta al empleo.
enero-marzo 1983,p. 77.
4. Gustavo Lpez. La casa La contribucin de los braceros al desarrollo social y
dividida. U n estudio de caso sobre la econmico de sus comunidades es relativa; si bien se elevan los
migracin a Estados Unidos en u n niveles de vida de los emigrantes y sus familias, la inyeccin de
pueblo mkhoacano. Mxico, Colegio
de Michoacn, 1986. dlares agrava la inflacin de las comunidades de origen.
Mxico I 73
Las condiciones de existencia de estos mexicanos son
menos deplorables que las de los jornaleros agrcolas. Sin e m -
bargo sufren inestabilidad emocional por la discriminacin en
E E . U U . ; por su deseo permanente de volver a su comunidad y
de reunirse con su familia; por querer seguir siendo mexicanos,
aun cuando viven una acelerada aculturacin que modifica su
lenguaje, formas de vestir, comportamiento, y su vida familiar
tradicional.
Mxico I 74
Entre los proletarios no existe u n solo tipo de familia;
una minora que percibe mejores remuneraciones tiende hacia
la nuclearization y, en los ltimos tiempos, hacia la dismi-
nucin del nmero de hijos, en tanto que entre el grupo de
menores ingresos, las familias son extensas. A u n q u e la moder-
nidad ha introducido algunos cambios (principalmente en las
aspiraciones y nivel de escolaridad de los hijos y en el rol de la
madre), los valores tienden a conservarse intactos representan-
do el prototipo de la familia mexicana: el padre como jefe, la
madre reponsable del hogar, los hijos debern obediencia a los
padres mientras vivan bajo el techo paterno, etc.
Las dos terceras partes de las familias pobres urbanas
estn compuestas por obreros y trabajadores de servicios. D e
esta poblacin, el 77% es m a n o de obra masculina y el 23% fe-
menina. 7 Esta gran m a s a de familias trabajadoras lucha por
reproducirse en condiciones de extrema dificultad, ya que los
servicios estatales (educacin, salud, seguridad social, vivien-
da, transporte, etc.) as como los salarios son m u y deficitarios.
E n el estudio citado" se caracteriza a las familias obreras
urbanas segn sus ingresos y su ciclo vital. E n las que perciben
mayores ingresos es menor la incidencia de esposas trabajado-
ras; los hijos tienen posibilidades de aumentar los aos de
estudio y de alcanzar, en ocasiones, carreras tcnicas. D e este
grupo sale poca m a n o de obra femenina a la industria y el 42%
de las mujeres se dedican a actividades no manuales, mejor
remuneradas (secretarias, archivistas, recepcionistas, telefo-
nistas, etc.). Entre los varones el grado de escolaridad no es
suficiente para ascender de nivel. As la formacin de la gran
capa de trabajadoras de la industria se debe no slo a los
procesos migratorios sino tambin a los mecanismos de
realimentacin generacional.
E n cambio entre las familias con menores ingresos
aumenta el nmero de mujeres trabajadoras, disminuye el
nivel escolar, y se incrementa la participacin de los miembros
en las actividades productivas. Los hombres ingresan al contin-
gente obrero, y un 48% de las mujeres desempea actividades
manuales no obreras y poco remuneradas (personal de servicio,
empleadas domsticas, afanadoras, etc.); el 39% son obreras y
el 13% desempea actividades no manuales. E n ese estudio se
concluye que la m a n o de obra femenina es la que provoca mayor
heterogeneidad en la familia obrera.
Las familias jvenes no pueden recurrir al trabajo de los
hijos pues son pequeos; la nica que podra incorporarse al
trabajo productivo es la mujer-madre, pero no puede o tiene
mayores dificultades de hacerlo, debido a las tareas domsticas
y al cuidado de los menores. E n estos casos, la mujer desempea
trabajos mal remunerados y en horarios que se ajusten a sus
posibilidades (lavado de ropa ajena, comercio ambulante, con-
feccin de vestidos, etc.) con lo que ayuda a completar el ingreso
familiar. Lo contrario sucede con las familias "viejas" en donde
7. Brgida Garda. Demogra- s se puede encontrar m a n o de obra disponible, aunque el caso
fa y condicione de oda. Mxico, Si- de la madre-esposa se asemeja al de la familia joven, ya que
glo XXI, 1984. (Coleccin El obrero debido a su edad tiene pocas posibilidades de encontrar trabajo
mexicano)
8. Ibid., pp.23-39.
remunerado y estable fuera del hogar.
Mxico I 75
L a familia d e clase media
Mxico I 76
L a familia burguesa
Mxico I 77
igualdad plena de derechos de la mujer y el hombre. Sin
embargo, responsabiliz slo a la mujer de "la organizacin y
desarrollo de la familia". L a Constitucin mexicana establece
que el Estado debe proporcionar educacin gratutita, protec-
cin, salud y vivienda digna. E n cuanto al matrimonio, el
Cdigo Civil establece que la mujer puede contraer matrimonio
a los 14 aos y el hombre a los 16 siendo necesario el consen-
timiento de sus padres en tanto no cumplan la mayora de
edad.1" Entre los derechos y obligaciones de los cnyuges se
encuentran el hacer vida en comn y cohabitar, lafidelidady la
asistencia mutua. El matrimonio puede realizarse bajo el
rgimen de sociedad conyugal o por separacin de bienes. Las
causas de divorcio legalmente establecidas son: el adulterio
probado, que el hombre intente prostituir a la mujer, las
amenazas, los ultrajes y la violencia contra la m i s m a , el aban-
dono injustificado del hogar por m s de seis meses, el que uno
de los cnyuges cometa actos inmorales para corromper a los
hyos, o el mutuo consentimiento, entre otras.
La legislacin mexicana establece la proteccin de la
familia, en tanto institucin encargada de la reproduccin y
mantenimiento de los individuos en la sociedad. Sin embargo,
dos son las principales objeciones que pueden hacerse al corpus
legal.
1. Este corpus no contempla las diferencias y problemas
que origina la desigualdad social y econmica ni los cuestiona-
mientos introducidos por la cultura moderna. Resulta decidor
que en los ltimos seis aos se haya rechazado sistemtica-
mente las propuestas de legislar en pro del aborto.
2. N o ha existido, en la mayora de los casos, voluntad
poltica para implementar la proteccin social que establece ni
suficiente organizacin para exigirla.
Mxico I 78
zonas marginadas rurales y urbanas. D e los mltiples progra-
m a s de trabajo del DIF, cabe resaltar tres, por estar m s ligados
a la organizacin de la vida familiar, basados en la participa-
cin organizada de la poblacin: el Programa de Integracin
Social y Familiar, el de Asistencia Social Alimentaria y el de
Promocin del Desarrollo Comunitario.
E n el primero se realizan campaas de orientacin fa-
miliar para motivar en las parejas el sentido de responsabilidad
hacia su cnyuge y hacia sus hijos as como el uso responsable
del ingreso familiar; tambin se promueve la planificacin fa-
miliar. " E n el segundo se distribuye raciones alimentarias
destinadas a la poblacin escolar y a las mujeres gestantes y
lactantes y se dona semilla y pies de cra para la constitucin de
huertos y granjas familiares.w A travs del tercero - Promocin
del Desarrollo Comunitario - se pretende mejorar la higiene fa-
miliar y comunal; disminuir las tasas de morbilidad y morta-
lidad por enfermedades infecciosas; y estimular la autogestin
comunal con la realizacin de faenas comunitarias para el
mejoramiento del medio ambiente, la vivienda y los servicios
bsicos de la comunidad. "
Estos programas son promovidos en los 1167 Centros de
Desarrollo de la Comunidad (CDC), distribuidos en todo el pas
(cifra a todas luces insuficiente para la poblacin que intenta
cubrir); en ellos participan los Comits de Desarrollo Comuni-
tario integrados por miembros de la poblacin atendida. Se pre-
tende, segn lafilosofade este organismo, hacer partcipe a la
poblacin en la solucin de sus problemas y en la conduccin de
la sociedad. Sin embargo, por las caractersticas propias del
Estado mexicano y sus instituciones gubernamentales, estos
programas por lo general reproducen los mismos vicios de la
poltica social dominante, en donde impera el burocratismo, el
principio de autoridad, la corrupcin y la antidemocracia.
E n estudios recientes realizados en torno a los servicios
que presta el D I F en las reas urbano-marginales * se puede
observar que los Comits de Desarrollo Comunitario son ins-
tancias organizativas conformadas, en su mayora, por madres
de familia que buscan principalmente satisfacer sus necesida-
des bsicas (leche a bajo costo, desayunos infantiles, servicios
de lavadero, etc.), a travs de los servicios que prestan los C D C
del DIF. A cambio de estos servicios, estas mujeres se ven en la
necesidad de acatar las disposiciones de los directivos del DIF,
contraviniendo, en muchas ocasiones, sus intereses: la asisten-
cia forzosa a las actividades de orientacin familiar; el pago de
cuotas por servicios que legalmente debieran ser gratuitos; las
aportaciones en especie y trabajo para la construccin y m a n -
tenimiento de infraestructura innecesaria, la participacin
obligatoria en los actos polticos de apoyo al partido en el poder,
etc. C u a n d o estas disposiciones son criticadas, las a m a s de casa
se ven sujetas a sanciones que van desde sealamientos indivi-
17. Ibid.. p.lO. duales, hasta el retiro definitivo de la dotacin de leche y dems
18. Ibid., pp.18-19.
servicios.
19. Ibid., pp.20-21.
20. SIPAM.Estudio decaso de N o obstante, existen algunos casos de Comits que han
los centros de desarrollo a la comu-
nidad del D E F . Mxico, 1986. (Mi-
resistido estas arbitrariedades, manteniendo sus instancias de
meo). organizacin en forma independiente, que han luchado y logra-
Mxico / 79
do controlar los servicios de los Centros de Desarrollo de la C o -
munidad.
Planificacin familiar
Mxico I 80
L a Iglesia
L o s partidos polticos
Mxico I 81
se insertan el Partido Accin Nacional (PAN), el segundo en
influencia en el pas, y el Partido Demcrata Mexicano ( P D M ) .
3) Los partidos de oposicin de izquierda entre los que se en-
cuentran el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT),
el Partido Socialista Unificado de Mxico ( P S U M ) y el Partido
Mexicano de los Trabajadores ( P M T ) .
Los partidos en Mxico carecen de polticas especficas
para la familia, aunque todos han incluido en sus programas las
demandas de la mujer en tanto madre ( a excepcin del P R M
y P D M ) . L a ideologa machista ha permeado la vida partidaria,
por lo que actualmente las mujeres militantes, en particular las
de los partidos de izquierda, exigen una mayor participacin. Al
m i s m o tiempo estn luchando por que se materialicen las
condiciones necesarias para que se enriquezca su militncia,
como son: la creacin de centros de desarrollo infantil, empleos,
la socializacin de las tareas domsticas, la ampliacin de
servicios, etc.
E n cuanto a las acciones en beneficio de la mujer hay
diferencias entre las 3 corrientes principales.17 El P R I declara
la necesidad de establecer un sistema nacional de guarderas
infantiles para que las mujeres con hijos puedan ejercer su
derecho al trabajo. Tambin afirma que se debe orientar sobre
la maternidad responsable. Los partidos de oposicin de dere-
cha pugnan por que el Estado proporcione ayuda econmica a
las familias de escasos recursos y por el fortalecimiento de la
famila dentro del patrn establecido por los cnones religiosos
(razn por la cual se oponen al aborto). E n materia de edu-
cacin, se manifiestan en contra del supuesto monopolio esta-
tal. Los partidos de oposicin de izquierda propugnan la crea-
cin de centros infantiles a los que tengan acceso las madres
trabajadoras, estudiantes, profesionales y a m a s de casa; el
derecho de la mujer campesina a la tierra con iguales prerro-
gativas que el hombre y su incorporacin a las organizaciones
agrarias y sindicales; la conformacin de leyes estrictas contra
el maltrato a los hijos, la legalizacin del aborto y por que se
cumpla lo establecido por la Constitucin en materia social.
As, aunque los partidos no hayan definido especfica-
mente una poltica de apoyo a la familia como tal, incluyen en
sus programas reivindicaciones que la involucran.
Mxico I 82
te casi diez aos entr en crisis, dejando al descubierto el ca-
rcter dependiente y vulnerable del modelo de desarrollo im-
plementado.
"Hasta 1981, el crecimiento del PIB fue 2,5 veces supe-
rior al de la poblacin, pero en 1982 y 1983 se registraron de-cre-
mentos del -0,5 y -5,3%. As el producto per capita de 1984 fue
igual al de 1979... U n quinquenio entero de estancamiento.M
Otro estudio n sostiene que el nivel del PIB real per capita
alcanzado en 1981 se mantendr hasta 1988. El panorama se
agrava con el derrumbe de los precios internacionales del pe-
trleo, producto bsico de la canasta de exportacin y sustento
principal de la economa nacional.
E n los ltimos 10 aos, el desempleo abierto ha pasado
de alrededor del 5% a cerca del 15% de la fuerza de trabajo (ms
de 3.5 millones de personas en 1985). A corto y mediano plazo
la situacin tender a agravarse, toda vez que la economa no
podr generar el milln de empleos requeridos para ocupar a los
jvenes que se incorporan al mercado del trabajo cada ao.-
El salario real de 1985 fue apenas el 65% del de princi-
pios de 1982 * como resultado de las polticas de topes salariales
que el gobierno acord en las negociaciones con el Fondo
Monetario Internacional (FMI).,
E n materia de precios, la poltica del gobierno ha agudi-
zado an m s el deterioro del poder adquisitivo. D e 1982 a la
fecha, el aumento de precios autorizado por el gobierno muchas
veces fue superior a los precios no controlados. A d e m s el
nmero de productos cuyo precio requiere autorizacin es cada
vez menor y se pretende que en u n plazo de dos aos m s
desaparezca todo tipo de control.
C o m o resultado del convenio con el F M I , el gobierno ha
venido eliminando los subsidios al consumo que representaban
un apoyo importante al gasto familiar de los sectores m s
necesitados de la poblacin. E n el marco de la poltica de aus-
teridad, tambin ha reducido el presupuesto destinado a inver-
sin y a obras de beneficio social, tocando una actividad que tra-
dicionalmente funcion como vlvula de escape a los problemas
de desempleo.
La equivocada concepcin gubernamental, que h a
credo que reduciendo la parte proporcinal del gasto social re-
montar el dficit pblico y con ello podr pagar la impagable
deuda externa, ha trado consecuencias profundamente nega-
tivas en la educacin. D e 1982 a 1986 se redujo en m s de u n
40% el gasto pblico destinado a este rubro, lo que provoc u n
aumento del costo social: en 1986 el gasto familar destinado a
lo educativo fue un 52% a diferencia del 15% que gastaban las
28. Hctor Aguilar C . E l costo familias en 1979. Las cuotas de inscripcin, el pago por servicios
del futuro. Nexos (Mxico) n 100,
abril 1986, p.19.
escolares, as como los precios de los libros aumentaron enorme-
29. Pedro Aspe y Javier Beris- mente; la educacin pblica que constitucionalmente es un de-
tin. Hacia una primera estimacin recho de todos los mexicanos, se ha visto conculcada, sobre todo
de la evolucin de la desigualdad en en los sectores de bajos ingresos. Anualmente desertan de la
Mxico. Mxico, H A M , 1982.
30. Carlos Tello. La crisis en
escuela primaria aproximadamente 400 mil nios y el ndice de
1985. Saldos y opciones. E n Gonz- eficiencia terminal es de 52%, segn datos de la Secretara de
lez Casanova, P.; Aguilar H . (coord.). Educacin Pblica. Asimismo, desde 1982 el gobierno ha incre-
Mxico ante la crisis. Mexico, siglo mentado los requisitos de ingreso escolar, sobre todo en los
XXI, 1985, pp.405-406.
Mxico I 83
niveles medio superior y superior; as, los hijos de los trabaja-
dores alcanzan, a lo s u m o , niveles tcnicos medios."
A pesar de que en los ltimos aos las polticas guberna-
mentales en materia de salud hablan insistentemente de la ex-
tensin de la cobertura de los servicios sanitarios, la reduccin
de los presupuestos pone en duda esa voluntad poltica. Las in-
formaciones de la Secretara de Salud indican que m s de 11 mi-
llones de habitantes no tienen acceso a ninguna atencin mdi-
ca. Segn el Programa Nacional de Salud, en 1983 se recort un
25% del presupuesto del sector salud y en 1984 u n 18%. L a
proporcin del PIB destinada al gasto en salud del sector p-
blico fue de 1,6% en 1984, cuando la Organizacin Mundial de
la Salud seala un 4% del PIB como mnimo en cualquier pas
para poder otorgar servicios de salud a toda la poblacin. El m a -
yor impacto de estos recortes recae sobre el gasto operativo (ba-
jos salarios al personal de salud y aparato administrativo) y, en
menor medida, sobre el de inversin.
Con la crisis es cada vez m s lejano poder cubrir el
dficit habitacional estimado en seis millones de viviendas. Por
el contrario, tiende a incrementarse como consecuencia de las
polticas que aplica el gobierno en lo que se refiere a la cons-
truccin de casas, otorgamiento de crditos, control de rentas,
ataque a los especuladores urbanos, etc. Los recursos estatales
canalizados a las viviendas decrecen cada ao y los requisitos
y costos vuelven imposible la adquisicin de una casa entre las
familias de trabajadores.
El terremoto de septiembre de 1985 agrav el problema
habitacional, ya que miles de casas y edificios de departamen-
tos quedaron destruidos o inutilizados; slo en el D . F . hubo que
reconstruir 58 mil viviendas, de las cuales faltan todava 30 mil.
Las instituciones oficiales encargadas de asuntos de vivienda -
I N F O N A V I T , F O V I S T E , F O N I A P O - no han podido enfrentar
las carencias y rezagos antiguos, ni las necesidades m s ur-
gentes que aparecieron a raz del sismo.
Algunos grupos de colonos organizados han tratado de
resolver sus necesidades habitacionales creando cooperativas
y participando activamente en el diseo y edificacin de sus
viviendas. Algunas experiencias han sido exitosas pero difciles
de replicar y generalizar. El elevado costo de los materiales
para construccin, la escasez y costo del crdito, la especulacin
con los terrenos en las ciudades, entre otros factores, constitu-
yen barreras difciles de superar para la mayora de la po-
blacin.
Por el momento, no hay indicios de u n cambio en la
poltica econmica del gobierno. El mensaje de A o Nuevo del
Presidente Miguel de la Madrid fue interpretado como una
reiteracin de la lnea adoptada: sujecin a las polticas fijadas
por el F M I como requisito indispensable para el otorgamiento
de nuevos crditos; no a la moratoria de la deuda; recorte al
gasto pblico, especialmente al presupuesto de gastos sociales;
puertas abiertas a la inversin extranjera; respaldo al capital; 31. Axel Dldriksaon. Planea-
don y educacin en el Mxico de loa
escaso control de precios y una poltica de austeridad que la 80. Perfile Educativoe (Mxico,
emprende, principalmente, contra los salarios. U N A M ) , n* 6.1985.
Mxico I 84
Respuestas d e las familias ante la crisis
Mixteo I 8 5
Ante u n Estado que a corto plazo no puede dar soluciones
satisfactorias a las demandas sociales, es de prever que la m o -
vilizacin popular crezca cada vez m s y se exprese en el terreno
poltico, en una lucha por la ampliacin de los espacios de par-
ticipacin en la toma de decisin.
Conclusiones
Mxico I 86
Bibliografa
Aguilar C , Hctor. El costo del futuro. Nexos (Mxico) n* 100, abril 1986.
Mxico I 87
Loma, Peter. La crisis de la familia. Mxico, Premia Editorial, 1983.
Mxico I 88
Ecuador:
la familia del sector
popular urbano
Luca Carrion L .
Introduccin
Ecuador I 89
en u n campo "especializado", antes que en u n medio, a travs
del cual se puede aquilatar con mayor propiedad el carcter y
el impacto de las transformaciones socioeconmicas de las d-
cadas recientes.
Las referencias empricas que h e m o s utilizado para
sustentar el anlisis han sido recogidas de trabajos que, indi-
rectamente, a travs de temticas como el empleo, el sector
informal, los nios, tocan a la familia. La reflexin, por lo tanto,
no se apoya en resultados obtenidos de u n a investigacin di-
recta.
L a decisin de abordar aspectos tericos y metodolgicos
en referencia a la familia popular urbana se debe, en parte, a
que es en este sector donde son m s visibles los cambios ope-
rados en la familia ecuatoriana de la ltima dcada. A d e m s , la
mayor parte de las demandas al sistema poltico proviene de los
sectores urbanos, lo cual le otorga una vigencia particular. Si
bien en el sector rural esa capacidad de presin es m s difusa,
llamamos la atencin sobre la necesidad de realizar inves-
tigaciones en el Ecuador, que incorporen las formulaciones te-
ricas recientes, en relacin con el estudio de la famila campesi-
na e indgena.
Ecuador I 90
44.5%. Pero esos movimientos migratorios en Guayaquil, y en
menor medida en Quito, son esencialmente intra-urbanos; la
poblacin de bajos recursos se ha desplazado hacia las zonas pe-
rifricas de las urbes, debido al crecimiento de la zona in-
dustrial en los lmites urbanos, los intentos de rehabilitacin
del centro histrico de Quito y la concentracin de actividades
"modernas" en el centro de Guayaquil.
U n a segunda particularidad del caso ecuatoriano es que
la explosin urbana no se produce nicamente en las dos
principales ciudades del pas: Quito y Guayaquil. La poblacin
urbana tambin crece rpidamente en las ciudades interme-
dias, sobre todo en el Litoral. "Con excepcin de El Salvador, el
Ecuador es el pas de Amrica Latina donde existe la m s alta
proporcin de poblacin urbana que vive en las ciudades de
menos de 100.000 habitantes: alrededor del 35% contra 22% en
Colombia, 20% en el Per y 17% en Argentina".
Para entender el escenario en el que se desenvuelve la
familia popular urbana en el Ecuador, es necesario tomar en
cuenta dos procesos opuestos que ocurren en un lapso de menos
de dos dcadas. Al incremento acelerado del gasto pblico
durante los aos 70, que explica en buena parte el crecimiento
desmesurado de las ciudades y la consecuente segregacin
territorial, le sigue la brusca cada de la economa nacional en
1983, tendencia que contina en los aos siguientes. D e acuer-
do con el criterio de J. Moneada, junto al comportamiento
errtico del producto interno bruto, el cuadro que configura la
crisis actual est marcado "por una serie de deformaciones y
problemas que hacen verdaderamente difcil todo intento de
reactivacin". Aparte del dficit que soporta el sector pblico, la
cada en la reserva monetaria internacional y un ndice inflacio-
nario sin precedentes, la poblacin enfrenta los m s altos
niveles de desocupacin en la historia del pas. * La crisis se m a -
nifiesta tambin en la prdida de la capacidad redistributiva
del Estado, lo que en el plano poltico se traduce en una dbil
capacidad de concentracin y en la prdida de legitimidad de los
sistemas institucionales de mediacin entre el Estado y la
sociedad civil.
La magnitud del crecimiento urbano y la persistencia de
la crisis adquieren mayor significacin, desde el punto de vista
de la familia, si se considera que el crecimiento global de la
poblacin ecuatoriana (2.9% anual) es m s alto que el promedio
latinoamericano (2.4%); una de las consecuencias de la ele-
vacin en las tasas de fecundidad es que un gran porcentaje de
la poblacin est compuesto por nios. El indicador de de-
pendencia para Ecuador en 1982 es 84.8%, siendo ste m s ele-
vado que el promedio en Amrica Latina (78.8%). *
Diversos estudios de hogares sobre los sectores popula-
res urbanos realizados en el pas han sealado que las carac-
tersticas internas de la familia, entre ellas su estructura socio-
6. C E D I , op. d t , pll.
7. J. Moneada. La* perspec- demogrfica, son diversas y estn influidas por una serie de
tiva* de la criai econmicay el nuevo factores tales como el origen y modalidad de losflujosm i -
gobierno. Quito, C E P L A E S , 1988. gratorios, la forma de acceso a la vivienda, los patrones
(mecanografiado).
culturales, a los cuales haremos referencia. Otros factores, no
8. C E P A R ; C A S , op. cit.,
p.26.
menos importantes, como el ciclo vital y su relacin con el tipo
Ecuador I 91
de actividad, el nivel educativo, no sern considerados en este
artculo.
Ecuador I 92
distinta a la de sus padres. La mayora accede a la vivienda a
travs del arrendamiento y de otros arreglos (casi el 80% del
promedio en los dos barrios estudiados).10 Estas familias,
naturalmente, enfrentan una vulnerabilidad m u y particular
ante eventuales incrementos de los arriendos o renovacin de
las viviendas, hecho que las obliga a trasladarse hacia barrios
m s pobres forzando, an m s , el rompimiento de redes de ayu-
da familiar. E n los barrios de consolidacin temprana, sin e m -
bargo, parecen predominar las formas familiares extensas.
Se menciona, en el estudio de C I E S E - I N N F A , un efecto
particular del proceso urbano que se exacerba con la crisis: la
atencin y cuidado de los nios, donde la familia extensa juega
un papel sustantivo. Se seala, por ejemplo, que en los barrios
de Guayaquil, los hijos de ms de la mitad de las familias
extensas que comparten residencia, permanecen bajo el cuida-
do de familiares, amigos o vecinos; y u n 29% dependen del
cuidado de sus hermanos mientras sus madres trabajan o
atienden el hogar. E n un barrio de Quito, donde la familia nu-
clear es numricamente relevante, cambia la situacin en cuan-
to al manejo de los hijos; hay mayor atribucin centrada en la
figura de la madre (57%); recurren a nexos familiares o de amis-
tad u n 29% y a instituciones externas u n 10%. Es, segn los
autores, en la familia nuclear donde se presenta con mayor agu-
deza el problema del cuidado de los menores.
Parecera ser que la reconstitucin y/o persistencia de la
familia extensa en el mbito urbano es una estrategia para
enfrentar los rigores de la crisis, y que su mantenimiento o des-
truccin estn condicionados por los procesos urbanos. Si bien
existen influencias culturales acarreadas por el proceso mi-
gratorio, que inciden en la organizacin familiar de los sectores
populares, no pueden ser vistas simplemente como una prolon-
gacin de formas tradicionales.
Ecuador I 93
las formas de comportamiento del mercado laboral: su dife-
renciacin y segmentacin; los desiguales ingresos que re-
sultan de ello; aspectos institucionales y legales como son el
acceso a prestaciones, subsidios, entre otros. Numerosos estu-
dios comparativos han abordado el sector informal urbano, a
partir de las caractersticas que presentan las pequeas e m -
presas familiares. E n este caso, el trabajo no estara mediado
por una relacin salarial, en tanto no existe una separacin
entre esa actividad y la propiedad de la unidad productiva, su-
m a d o a la m n i m a capacidad de acumulacin de estas empresas
y a una baja productividad.
El proceso de urbanizacin, as como las respuestas de
los principales actores, entre ellos la familia popular, que ge-
neran e integran este proceso, son el resultado de una compleja
interrelacin de factores, uno de los cuales es la forma de
insercin al mercado de trabajo. Otros elementos no menos im-
portantes, y que ya hemos mencionado, son el origen y la forma
que toman losflujosmigratorios; la forma de acceso a la vivien-
da de acuerdo con el tipo de barrio y de ciudad; la existencia o
no de servicios; la composicin demogrfica y estructura fami-
liar; aspectos culturales e ideolgicos. D e manera que, como
seala Ribadeneira, " no se puede hablar indistintamente de
sectores populares urbanos y del sector informal, si bien ste es
tal vez, numricamente, la expresin m s sinificativa de aqul,
en los momentos actuales. Es en esta confluencia de elementos
de lo que constituye lo popular urbano que adquiere actualidad
el estudio de la familia o, puesto de otra manera, las estrategias
de subsistencia y reproduccin familiares.
La pertinencia de tomar a la familia como unidad de
anlisis no reside tan slo en el reconocimiento de que la re-
produccin de la fuerza de trabajo se da bajo el marco insti-
tucional de la familia y que, por lo tanto, es ste el mbito donde
se planifcalas estrategias de subsistencia de este grupo. Este
planteamiento constituye, de hecho, u n avance que permite
romper el cerco artificial, tradicionalmente levantado entre las
esferas de la produccin y la reproduccin. Quedarse ah, sin
embargo, puede llevar -como de hecho sucede con numerosos
estudios recientes sobre el sector informal- a privilegiar el an-
lisis de las estrategias a partir de la ptica del ingreso familiar.
La idea predominante de este enfoque es que el trabajo de los
miembros de la unidad familiar, dentro del sector informal, est
inducido por la necesidad de alcanzar ingresos familiares que
no proporcionan los salarios mnimos estipulados en el sector
formal. "En esta dinmica, poco importa la actividad concreta
que realice cada miembro de la unidad familiar, sino los efectos
generales de la combinacin de sus actividades". 12 Esta
perspectiva lleva implcitas algunas implicaciones que parecen
importantes tocar en la discusin. La primera es que se esta-
blece una valoracin funcional del individuo por su capacidad
de generar recursos. La segunda es que el ingreso hace de la 11. J.C. Ribadeneira, Micro-
empresa: reformismo capitalista vs.
familia una unidad monoltica y constituida en torno a las fun-
sectores populares. Quito, 1987.
ciones de produccin y consumo. C o m o unidad social se enten- 12. R . Unila. Crtica a una
dera, adems, a la familia nicamente a travs de su respuesta visin neoliberal del sector informal.
a las condiciones de mercado. Cuadernos C E P L A E S (Quito), n* 1,
1988, p.17.
Ecuador I 94
Con este planteamiento, sin duda, se deja de lado u n
anlisis poltico de las relaciones "domsticas", es decir de las
opciones y contribuciones que esta estructura social especfica
presenta para sus miembros en diferentes perodos estratgi-
cos de sus vidas y segn se trate de hombres, mujeres o nios.
Es pues importante, incluso para la definicin de polticas
orientadas a segmentos especficos de la poblacin, compren-
der, como argumenta Jeln, que en el caso de las mujeres "las
tasas de participacin, sus variaciones y tipos de trabajo, se en-
cuentran obviamente ligadas a sus posiciones dentro del hogar.
A n m s , el rol domstico predominante de las mujeres define
tambin las caractersticas de las ocupaciones que tienden a
desarrollar".1*
E n el estudio citado de C I E S E - I N N F A M se seala que la
ocupacin de las mujeres muestra u n alto grado de inestabili-
dad, pues un 40% desempea trabajos eventuales de baja remu-
neracin, en tanto que slo un 11 % est vinculado a trabajos es-
tables. Se seala, adems, que existe una correlacin entre el
grado de estabilidad de la ocupacin del jefe el hogar (proba-
blemente relacionado con el nivel de ingreso) y la ocupacin de
la mujer. Tambin constatan que la mujer en Guayaquil est
m s ligada al mercado laboral que en Quito. Esto podra expli-
carse por el mayor nmero de madres solas existentes all, y por
el significativo nmero de uniones libres e inestables en cuyo
caso las mujeres deben asumir la jefatura del hogar. M
Las oportunidades de empleo y el comportamiento del
mercado de trabajo tambin estn marcados por una segmen-
tacin donde persisten criterios de raza y gnero, lo cual evi-
dencia, segn M . Prieto, "que el capitalismo no logra romper las
diferencias de status entre los trabajadores, ni colocar en u n
plano de igualdad a todos ellos en el plano laboral".M Tambin
se ha destacado que la mujer tiende a emplearse en el sector
terciario de la economa. Analizando las caractersticas del
empleo femenino en la ciudad de Quito en el perodo 1974-1982,
M . Prieto " establece que es en las categoras trabajadores de
servicios personales, empleados de oficina y comerciantes
donde la participacin de la mujer adquiere mayor importan-
cia, mientras que el resto de grupos ocupacionales se mantiene
estable en cuanto a la divisin por gneros. Adicionalmente
apunta que el ingreso percibido por las mujeres est por debajo
del de los varones; cerca del 48% de las mujeres trabajadoras
percibe ingresos por debajo del salario mnimo vital, frente al
27% de los varones.
13. E . Jeln. La. mujer y el mer-
cado de trabajo urbano. Estudios E n consecuencia, para que el aumento de la participa-
C E D E S (Buenos Aires), vol. 1, n 6, cin femenina, evidenciada en las estadsticas recientes, cons-
1978, p.7.3. E . Jeln. La mujer y el tituya una va de mejoramiento, debe estar acompaada de
mercado de trabajo urbano. Estudios
C E D E S (Buenos Aires), vol. 1, n 6, cambios no tan slo en las opotunidades que ella tiene en el mer-
1978. p.7. cado de trabajo, sino tambin se requiere modificar la conven-
14. C E S E ; I N N F A , op. cit., cin social, poco realista, de que el espacio natural de la mujer
p.85-87. corresponde al m u n d o privado del trabajo domstico.
15. Ibid.
16.' M . Prieto. Cambios en la Por cierto que este desfase entre el ideal normativo y la
composicin del trabajo femenino en realidad social ocurre tambin en el caso de los nios, particu-
la ciudad de Quito. Ecuador Debate larmente en los sectores populares, dependiendo del tipo de
(Quito-CAAP), n' 11,1986, p.155.
17. Ibid, p.160-161. unidad domstica al que pertenezcan y del tipo de actividad que
Ecuador I 95
realizan los padres. Los sectores populares urbanos de inmi-
grantes incorporan valores urbanos que otorgan creciente im-
portancia a la educacin formal, como el nico mecanismo de
movilidad social. E n la realidad muchos de los hijos de estas
familias, en particular aquellos que han sufrido el abandono del
padre o de ambos progenitores, o aquellos cuyos padres tienen
una situacin laboral inestable, tiene que asumir responsabili-
dades domsticas tales como el cuidado de sus hermanos m e -
nores y/o incorporarse prematuramente a algn tipo de trabajo
informal.M
D e los ejemplos citados se puede concluir que nicamen-
te a travs del anlisis interno de la familia -asignacin de roles
y estructuras de poder- se puede determinar las diferentes rela-
ciones que mantienen sus miembros con estructuras sociales
m s amplias, o, para usar la expresin de Ribadeneira," "la real
funcin social que tanto la bsqueda de empleo, como la ins-
talacin de actividades econmicas autogeneradas tiene para
los propios sujetos". E n la perspectiva de las estrategias fami-
liares de los sectores populares urbanos, as como de otras pro-
puestas analticas entre las que se destaca el rea de estudios
de la mujer, existe hoy consenso de que el empleo es insuficiente
como ptica de anlisis. Se mencionan otros aspectos no menos
importantes y que tienen que ver con las estrategias no-
monetarias que intervienen en el interior de la familia.
Y aqu cabe mencionar dos aspectos, uno de carcter te-
rico y el otro que surge de la observacin emprica. E n los diver-
sos trabajos, que abordan el tema de la familia desde una pers-
pectiva de gnero *, se cuestiona las concepciones dualistas de
la sociedad que establecen una ruptura entre el m u n d o privado
domstico (reproduccin) y el m u n d o pblico (produccin)
recuperando la naturaleza del trabajo femenino, tanto en el
mercado laboral como en las actividades desarrolladas en el se-
no del hogar. E n cuanto a la importancia del trabajo domstico,
ajuicio de Jeln "est fuera de discusin que en la actualidad,
el trabajo domstico juega un papel vital en el mantenimiento
y reproduccin de la fuerza de trabajo y por lo tanto debe ser to-
m a d o en cuenta cuando se analiza el conjunto de la produccin
social". El aporte de estos trabajos, entonces, h a sido el de
desafiar aquellas definiciones convencionales utilizadas en la
investigacin tales como "trabajo", "ingreso" y actividad "do-
mstica" vs. "participacin productiva" que subyace en las
estadsticas nacionales e internacionales." El segundo aspecto
que surge m s bien de la observacin emprica es que el proceso
de urbanizacin, junto con la crisis, desencadenan una serie de
mecanismos y nexos de carcter afectivo, econmico (mone-
tarios y no-monetarios) y social, que forman parte de la estra-
tegia de subsistencia familiar.
18. C I E S E ; I N N F A . op. cit.
partir de la consideracin de las estructuras familia- 19. J . C . Ribadeneira, op. cit..
res -extensas o nucleares- se puede establecer, por ejemplo, de p.l2.
20. A . Rico de Alonso. La fami-
qu manera y hasta qu punto las funciones sociales especficas lia en Colombia: tipologa!, criais y el
del padre o de la madre son asumidas por otros miembros de la papel de la mujer. E n E . Bonilla. Mu-
familia. D e acuerdo con el estudio realizado por C I E S E - jer y familia en Colombia, p.35-64.
I N N F A , son tres los espacios donde actan con m s fuerza las Bogot, Plaza y Jane, 1985.
21. E . Jeln. La mujer y el mer-
estructuras informales familiares y de parentesco: la socia- cado... op. cit., p.ll.
Ecuador I 96
lizacin y el cuidado de los nios, la obtencin de la vivienda, y
el traspaso de bienes (herencia y vestuario principalmente).
Vale la pena advertir, sin embargo, que si bien estos m e -
canismos alternativos son extremadamente importantes para
los sectores populares en el marco de la crisis, tambin estn
presentes en otros estratos sociales. U n estudio realizado sobre
estrategias familiares en barrios de Quito y Guayaquil, de-
muestran que las redes de solidaridad, montadas sobre nexos
de consanguinidad, parentesco o amistad, tambin persisten
con similar intensidad entre las familias de los estratos medios
y altos. ** Por ello, es preciso relativizar la importancia de las
redes de solidaridad pues, adems de que no son exclusivas de
los sectores de m s bajos ingresos, slo se circunscriben al c u m -
plimiento de ciertas funciones relacionadas fundamentalmen-
te con la transmisin de valores y normas y con la socializacin
de los hijos.**
A nuestro juicio no basta constatar que existen funcio-
nes de apoyo generadas por las familias. Es necesario identifi-
car cules son los condicionamientos de clase (diferenciacin so-
cial) que denen esas funciones.
Ecuador I 97
filiacin al que pertenece una unidad familiar (contexto fami-
liar), otros grupos sociales o instituciones presentes en el barrio
o la comunidad (contexto barrial o comunal), en el mercado de
trabajo y el acceso a la vivienda (aspectos bsicos del empla-
zamiento urbano)". M
E n el anlisis de las estrategias de los sectores popula-
res, la estructura y organizacin familiar toman diferentes for-
m a s dependiendo del contexto socioeconmico. La familia es al
m i s m o tiempo el resultado y el canalizador de procesos sociales
m s amplios; es tambin el espacio donde se concentran inte-
reses divergentes, a m e n u d o contrapuestos. A n m s , los sus-
tentos ideolgicos de la familia, las particularidades culturales,
las relaciones que se establecen entre cnyuges, entre padres,
entre padres e lujos, son aspectos crticos de tomar en cuenta,
si se quiere llegar a una comprensin de esa diversidad de uni-
dades sociales que llamamos familia. Porque el efecto de los
cambios socioeconmicos que han caracterizado a esta ltima
dcada, ha marcado la tendencia hacia la individualizacin de
las relaciones de los sujetos, o de grupos que no son necesa-
riamente la familia, con la sociedad.
Volviendo al caso ecuatoriano y poniendo a prueba
nuestra aseveracin, podemos sealar algunos elementos que
se desprenden de varios estudios realizados en el pas. Si toma-
mos el comportamiento de la fuerza de trabajo y la generacin
de actividades productivas en Ecuador, encontramos que la ca-
racterizacin, implcita o explcita, que se hace de actividades
asociadas al sector informal o m s bien al fenmeno microem-
presarial, como unidades de produccin familiar, tiene un signo
distinto en la realidad. E n un estudio realizado en Guayaquil se
seala que, en su gran mayora, los establecimientos dedicados
al pequeo comercio son unipersonales y estn manejados
preferentemente por mujeres. M
D e igual manera, si tomamos otros indicadores prelimi-
nares de ocupacin " encontramos que en la categora "trabaja-
dores familiares sin remuneracin", el nmero de personas es
m u y reducido. All se establece que el 93.31 % de las mujeres que
trabajan, percibe u n a remuneracin monetaria. Igual con-
clusin se desprende de u n estudio realizado sobre los mina-
dores de basura en Quito y Guayaquil. M Si bien en este estudio
sealan las diferencias regionales asociadas a la estructura
familiar y a la ocupacin de los otros miembros de la familia, en
general se registra un porcentaje m u y alto de trabajo individual
y u n a presencia igualmente significativa de trabajo infantil.
Desde otro ngulo, si consideramos el nmero de perceptores de
25. CESE; I N N F A . op. cit.,
ingreso por familia, encontramos coeficientes m u y similares p.12-13
para los barrios estudiados en Guayaquil y Quito: 1.6 y 1.5 2. C E P E S I U . Proyecto de
respectivamente. * apoyo a mieroempresarias del SIU
de Guayaquil, Guayaquil, 1987,
Si bien es cierto que los ejemplos citados cuestionan el p.16.
planteamiento de la familia como unidad productiva, no se debe 27. Loa dato se obtuvieron de
desestimar que en las cifras exista una sub-representacin de una encuesta de empleo en la ciudad
de Quito, realizada en 1988, que an
la participacin femenina; es bien conocido que esta partici- no se publica.
pacin con frecuencia es subvalorada por las mismas mujeres. 28. I N F O C . Minadore de
Lo expuesto permitira afirmar, para propsitos de basura en Quito y Guayaquil. 1987.
29. JJ>. Prez Sinz, op. cit.,
anlisis (construccin de tipologas), que la obtencin de un in- p.16..
Ecuador I 98
greso familiar constituye el sentido de las estrategias de sub-
sistencia en medios como los urbanos. Cada miembro de la
familia, sin embargo, enfrenta individualmente, y con cierta
autonoma, la organizacin y ejecucin de sus actividades labo-
rales, las decisiones de gastos e, incluso, las relaciones infor-
males de amistad, parentesco, clientelismo, etc. que intervie-
nen o forman parte de la estrategia laboral. E s decir, cada in-
dividuo se inserta en diferentes redes de relaciones sociales que
pueden o no coincidir con las de otros miembros de la familia.
La idea de individualizacin no se refiere exclusivamen-
te a los individuos, sino tambin a la unidad familiar respecto
a otras unidades de este tipo o al barrio. C o m o consecuencia del
rpido proceso de urbanizacin "cada una de las unidades fami-
liares est envuelta en una red de nexos separados, en el contex-
to de instituciones no conectadas; cada una con una funcin es-
pecializada de asistencia paternalizada (...) con frecuencia se
encuentra que la dinmica urbana ha diluido la del barrio". *
Aunque la tendencia a la individualizacin es m s evidente en
las relaciones externas a la familia, tambin est presente en el
mbito intrafamiliar, puesto que los nexos sociales que cada
miembro de la familia establece son bidireccionales.
Son pocos los estudios especficos realizados en el pas
sobre el manejo de las actividades bsicas ligadas al manteni-
miento cotidiano de la familia, tales cono el manejo del presu-
puesto familiar. Existen algunos indicios, apoyados por traba-
jos realizados en otros pases, de que en el interior de la familia
son pocas las prcticas centralizadas. Cuando se considera la
unidad de residencia, resulta difcil pensar en la existencia de
un "pool familiar" que concentra y organiza los distintos aportes
de los miembros (ingresos, bienes y/o servicios). M s bien vale
la pena indagar si, como seala Jeln, la contribucin de cada
uno de los miembros al mantenimiento c o m n de la unidad
"vara segn el tipo de obligaciones y deberes hacia fuera que
cada miembro tiene".n Es frecuente encontrar en las ciudades
de la costa, la conformacin de una familia de hecho, bajo un
arreglo conocido como "compromiso". Estas son uniones sexua-
les reconocidas por parientes y vecinos, en las cuales se espera
que el hombre adquiera responsabilidades econmicas hacia la
mujer y los hijos. E n un compromiso, al igual que un matrimo-
nio formal, la unidad familiar lleva el apellido del padre y la
madre, aunque la cohabitacin puede ser intermitente. E n el
caso de que el hombre tenga otras uniones o compromisos,
dividir su tiempo y recursos entre los dos hogares. n
Dijimos que la composicin de la familia, (extensas,
90. CESE; INNFA, op. cit., ampliadas o nucleares), el tener o no ingreso propio y los roles
p.302-323. adscriptivos segn edad y sexo, determinan la posicin indivi-
31. E . Jelin. Comentarios y
anotaciones sobre la unidad dual de cada miembro en la familia. Todos estos aspectos de-
domstica en relacin al Proyecto fienen, por ejemplo, en qu medida padre y madre intervienen
PISPAL. Snt. en la socializacin de los hijos. Cuando se trata de una unidad
32. S. Scrimshaw. A study of familiar extensa, la relacin fundamental de socializacin pue-
changing values fertility and
socioeconomic status among urban de darse entre tos/sobrinos, abuelos/nietos, etc. Si se trata de
inmigrant's. E n D . Browman y R . familias nucleares en las cuales padre y madre trabajan fuera
Schwan (eds.). Peasants, primitive del hogar o de familias truncas, la relacin efectiva puede darse
and proletarian, p.346. La Haya-
Par, Mouton. 1979. entre madre e hijos (por asignacin de roles), o entre los hijos y
Ecuador I 99
personas/instituciones externas a la familia (guarderas, es-
cuelas). Alternativamennte, el resultado puede ser la atribu-
cin a los nios de roles que les son ajenos. E n el estudio de
C I E S E - I N N F A se destaca la elevada proporcin de nios que,
ante la ausencia, por trabajo, del padre y de la madre, o por
abandono de uno de los padres, deben cuidarse solos o, a su vez,
cuidar a sus hermanos menores. D e los casos estudiados, en un
20.8% de hogares los hijos permanecen solos o bajo el cuidado
de sus hermanos; en u n 35.8% de casos son otros familiares
(afines y consanguneos) los que asumen esta tarea; la madre
est a cargo directamente en un 31 % y, con menor importancia,
aparecen otras instituciones y vecinos. **
Ecuador I 100
Estado. E n la prctica, sin embargo, las acciones emprendidas
por el aparato pblico en materia de vivienda son insuficientes.
E n los ltimos aos han proliferado lotizaciones promovidas
por personas que, haciendo uso del trfico de influencias, con-
travienen las reglamentaciones municipales. **
La disminucin de la participacin del Estado en el
patrn de ocupacin urbana es evidente si se considera que, de
1974 a 1977, el 23.6% de las viviendas fue construdo o finan-
ciado por el sector pblico de Guayaquil, el 10% por el sector
privado y el 66.4% por el sector llamdo informal.M
Otras manifestaciones de la dimensin poltica que
encierra el problema de la poblacin urbana se evidencian en el
vasto segmento de la poblacin ubicada en actividades "infor-
males". Este segmento opera fuera del control y regulaciones
que se ejercen a travs de la legislacin laboral, sindicatos
obreros, seguridad social, crdito, etc. Los mecanismos institu-
cionales se tornan inoperantes, en tanto que un porcentaje
importante de la poblacin est desvinculado, en trminos ad-
ministrativos, del aparato formal. Los partidos polticos dejan
de ser el canal de representacin popular, dando paso a la con-
solidacin del discurso populista. Tambin los sectores popu-
lares desarrollan mecanismos de negociacin propios que sue-
len ser desarticulados y voltiles. C o m o menciona Unila, "a
m e n u d o el barrio y sus organizaciones constituyen la nica
forma de expresin de las reivindicaciones de trabajadores au-
tnomos. E n esta dimensin se canaliza la d e m a n d a por vi-
vienda, agua, luz, transporte, salud, que conforma parte fun-
damental de las necesidades bsicas". M Tambin en muchos
casos, la ausencia de representatividad poltica de determina-
dos sectores sociales puede generar situaciones disgregadoras
del "orden social" (bandas juveniles, tomas de tierra, etc.).
N o llama la atencin, entonces, el inters de organismos
pblicos y privados nacionales e internacionales por promover
programas de crdito, capacitacin, etc. para los sectores po-
bres de la ciudad.
Es en esta dimensin poltica que puede entenderse la
necesidad que tiene el Estado de retomar la administracin de
la sociedad a travs de la familia como agente intermediario.
Esta concepcin no es nueva. Y a en las polticas de desarrollo
rural de los aos 60 y 70 y en los trabajos elaborados bajo esta
perspectiva se realiz u n esfuerzo por sacar a la palestra la
dinmica de las relaciones domsticas. Detrs del enfoque co-
munal, colectivo, presente en los programas de desarrollo rural,
subyaca la figura de la familia. E n ese entonces, sin embargo,
se hizo evidente el desencuentro entre los programas que
partan de u n modelo oficial de familia y las expectativas e
intereses de los sujetos involucrados. As, las familias portado-
ras de particularidades culturales, regionales, etc., respondan
de manera distinta a las expectativas oficiales.
Pese a la crisis que limita el gasto estatal, en Ecuador la
34. H. Godard, op. t., p.i25. explosin en la ltima dcada de programas sociales dirigidos
36. R. Aguirre. Estado y vi- a la familia, cualquiera que sea la orientacin poltica del
vitnda enGuvyaquU. En H. Godard, gobierno de turno, ponen en evidencia una preocupacin que va
m
39. ' R. unila, op. cit., p.37 ^ & U de unacuestin de desarrollo. Esta preocupacin noes
Ecuador I 101
gratuita. Surge paralela a los inevitables desajustes, derivados
de los cambios acelerados que experimenta la sociedad actual.
C o m o expresa Anunciata Valdez: "El Estado interviene cada
vez m s dentro de las funciones de la familia para verificar el
cumplimiento de las obligaciones de alimento, vivienda, edu-
cacin, etc., lo que antes era inaceptable". " Al m i s m o tiempo y
aunque parezca contradictorio, los programas que empieza a
impulsar el Estado en los ltimos aos no corresponden a
servicios directos clsicos de un modelo de seguridad social. Lo
que se perfila es u n inters por aprovechar la capacidad social
instalada apelando, para ello, a ciertasfigurasdentro de la fa-
milia para que cumplan determinadas funciones. Por ejemplo,
se destaca el papel de la madre en el campo de la salud.
Muchos de los programas dirigidos a la familia se
ajustan a diseos de instituciones internacionales de desarrollo
y han sido aplicados en algunos pases de la regin. Tal es el caso
del Programa de Reduccin de la Mortalidad y Morbilidad In-
fantil ( P R E M I ) , los programas de crdito a mujeres microem-
presarias, el programa de Derecho Internacional que es recien-
te y que comienza con el tema de la adopcin de menores, entre
otros. Tambin es interesante sealar la tendencia creciente de
impulsar, con el aval del Estado, la creacin de agrupaciones,
instituciones, fundaciones y programas no-gubernamentales
que tienen mayor aceptacin comunitaria para llevar a cabo
programas dirigidos a la familias o a grupos sociales especficos:
nios, mujeres jefes de hogar, etc.
El inters del Estado por incursionar dentro de los
lmites de la familia tiene tambin su correlato en el campo del
Derecho. U n a prueba de ello es la aparicin de una nueva co-
rriente en la regin cuya intencin es introducir reformas al
Derecho de Familia. Este, hasta hace poco, estuvo integrado al
Derecho Privado, particularmente al Derecho Civil, con lo cual
los lmites del poder estatal se detenan en la puerta del hogar.
E n los ltimos aos, en Ecuador, por una iniciativa del Minis-
terio de Bienestar Social, se levanta la preocupacin por
innovar el Derecho de la Familia, proponiendo una codificacin
especial. Este hecho sugiere que en la actualidad, como seala
Calvento, "se abre camino la tesis de que los organismos ju-
risdiccionales y administrativos pueden intervenir en diversas
circunstancias para mantener el orden familiar y para realizar
una labor preventiva con nimo de coadyuvar al fortaleci-
miento de la familia. Este terreno ha dejado de ser algo privado
para tomar en forma creciente u n mayor rol de las instituciones
del Estado...".M
L a argumentacin que se usa en favor de la reforma de
las leyes es explcita y se encuentra resumida en las palabras
37. A . Valdes. Situacin de la
del doctor Calvento "...a los naturales problemas que amenazan mujer en la familia. En Memorias del
la cohesin de la familia, hoy se s u m a n innumerables proble- Seminario: bases para la revisin del
m a s del orden social, puesto de manifiesto por los centenares de derecho de la familia en el Ecuador,
p.m. Quito. MBS, CIM. CECIM,
miles de familias que viven en condiciones infrahumanas de vi- 1987.
vienda, de salud, de higiene, de educacin, en el interior de 38. U . Calvento. El derecho de
nuestros pases y en la periferia de las grandes ciudades. la familia latinoamericana. E n Me-
A d e m s de estos riesgos de carcter social, penden hoy sobre la morias del Seminario: bases para la
revisin del derecho de la familia en
familiariesgosprovenientes del orden social. Indudablemente el Ecuador, op. cit., p.44.
Ecuador I 102
que la problemtica de la familia no es una materia que presen-
te un inters exclusivamente jurdico-legal, sino que es una ma-
teria saturada de profundas motivaciones ticas, morales y
sociales". **
La tercera vertiente que promueve, en Ecuador y en
otros pases de Amrica Latina, la devolucin jurdica y social
del status a la familia, como una va para acercarse a la igual-
dad entre los sexos, es la que toma fuerza con los movimientos
femeninos. Dentro de esta corriente, sin embargo, estn repre-
sentados intereses y perspectivas diversas. Por un lado, la de
quienes se esfuerzan por construir un discurso para legitimar
un rea de intervencin social. Por el otro, una posicin diferen-
te de la que proviene del Estado y que plantea la necesidad de
introducir cambios en las relaciones de poder que existen den-
tro de las instituciones primarias como la familia. C o m o seala
Astelarra, "apuntan precisamente a la necesidad de una recon-
ceptualizacin de la poltica, para incluir tambin en ella las
relaciones de poder que existen en la vida cotidiana". ** Esta po-
sicin busca superar la situacin de exclusin que, como grupo
social, sufren las mujeres en los mbitos cvico, poltico, econ-
mico y psicolgico.
Conclusiones
Ecuador I 103
blicas por la familia tiene por detrs la necesidad de recuperar
la capacidad de administracin de la sociedad a travs de insti-
tuciones intermedias como la familia.
Los pocos estudios que existen en el pas sobre la familia
la abordan desde distintas pticas y a travs de una diversidad
de temas como son la informalidad, el sistema educativo, los ni-
os, entre otros. Es, por lo tanto, evidente la necesidad de avan-
zar en una reflexin especfica que trate de unificar los distintos
enfoques.
El surgimiento de nuevas reas temticas en las Cien-
cias Sociales como es el de la informalidad y el creciente inters
por la familia plantea u n reto. E n primer lugar, procurar que el
esfuerzo intelectual no se limite a establecer nuevas taxono-
mas. E n segundo lugar, evitar la reificacin de conceptos desa-
rrollados a partir de relaciones particulares producidas hist-
ricamente. Tambin aparecen algunos interrogantes respecto a
las polticas estatales y su renovado inters por la familia.
Cules son los efectos polticos implcitos en sus programas?
Qu capacidad tiene el Estado, en la de crisis actual, de con-
cretar su oferta de redistribuir la capacidad de gestin de los
sectores sociales?
Surge, entonces, la necesidad de abordar los nuevos te-
m a s a partir de un enfoque multidisciplinario que incorpore los
aportes de una amplia g a m a de disciplinas y propuestas ana-
lticas: la historia social, los estudios de campesinado, el pen-
samiento feminista, entre otros. U n a de las consecuencias
lamentables de manejar los temas aisladamente ha sido desa-
provechar la informacin y experiencia acumuladas, en el
diseo de polticas y programas de desarrollo. La investigacin
emprica ha aportado nuevo conocimiento sobre el efecto que el
mercado laboral, el acceso a la vivienda, las polticas de ajuste
econmico y de bienestar social, la migracin y otros, tienen
para los procesos "domsticos".
E n aos recientes se han conseguido importantes avan-
ces en el campo de la familia. Entre otros aspectos se ha reco-
nocido que el comportamiento de cada individuo en el mercado
laboral es insuficiente para entender la compleja diversidad de
factores que forman parte de las estrategias de los sectores
populares; y de que los mbitos de la produccin y la repro-
duccin son dos reas de existencia y actividad h u m a n a estre-
chamente vinculadas.
Al m i s m o tiempo, se ha criticado la nocin de que la fa-
milia es una unidad de consenso en la cual sus miembros tienen
objetivos e intereses comunes. E n esta visin subyace un m o -
delo ideal de familia donde todo comportamiento o forma de or-
ganizarse que no responda a esta idea constituye una distor-
sin, una irregularidad que atenta contra la existencia m i s m a
de la familia.
Por ello consideramos necesario definir cules son las
unidades de anlisis socialmente significativas en una socie-
dad, cmo se constituyen, cul es su composicin interna, la dis-
tribucin de poder, las funciones y responsabilidades diferen-
ciales de quienes la integran y dems, en relacin con otras
unidades. Tambin es necesario enfatizar que la familia, con
Ecuador I 104
diverso nivel de cohesin y permanencia, como cualquier otra
unidad social, llmese barrio o comunidad, debe ser vista como
parte y resultado de u n proceso social. E s pues necesario
completar el anlisis de las unidades (micro) con el anlisis de
los procesos (macro), y tanto una como otra deben ser objeto de
atencin.
Por ltimo queremos destacar el hecho de que las distin-
tas corrientes y perspectivas que hemos utilizado -El Estado, el
Derecho-, a su m o d o legitiman lafigurade la familia. La nica
corriente que cuestiona a la familia como unafigurasocial pre-
constituida a nivel ideolgico y que pone el acento en las rela-
ciones de poder que existen en su interior es el feminismo. Cabe,
entonces, preguntarse hasta qu punto, la centralidad de la
familia en el pensamiento social y en las polticas no implica po-
tencialmente un retroceso o una traba para el movimiento de
mujeres.
Bibliografa
Ecuador I 106
Familia y crisis
Diana Avila
econmica en el Per
Paillette
Per I 107
de los pases andinos y las de los pases que tuvieron una fuerte
inmigracin europea o entre los que buena parte de la poblacin
es negra.
Consideramos que en nuestros pases la familia debe ser
analizada como unidad de produccin y reproduccin dentro del
sistema social, destacando la funcin que cumple en los proce-
sos individuales de socializacin y apoyo afectivo, as como en
el mantenimiento de la vida de sus integrantes. D e esta m a n -
era, la familia est atravesada por las contradicciones de la so-
ciedad en que se desenvuelve, lo que necesariamente condicio-
n a su existencia.
Por la crisis econmica y social de los pases latinoameri-
canos, en los ltimos aos no se han estado dando las condi-
ciones necesarias para el desarrollo integral de los miembros de
la familia, lo que indudablemente est interviniendo en todas
las esferas de la vida social. Funciones que debieran resolverse
socialmente, estn siendo asumidas por las familias y, aqu, la
mujer juega un rol importante, como eje de la vida familiar, en
la socializacin de los lujos, en la relacin de pareja, y en las
relaciones con la comunidad. Con la crisis econmica y social
estn cambiando las relaciones familiares, se est trastocando
sus dinmicas normales.
E n este artculo presentamos una visin de la familia
peruana tomando como ejemplo la familia urbano marginal,
quizs la m s golpeada por la crisis, aunque las familias de la
clase media tambin han sido duramente afectadas.
Presentamos, en primer lugar, una caracterizacin de la
familia peruana usando la informacin existente. U n a de las
limitaciones de este trabajo es la pobreza de las estadsticas
sobre familia en el pas, como tambin lo es no contar con infor-
macin de primera m a n o . Luego esbozamos los rasgos princi-
pales del desarrollo de la economa peruana, a fin de propor-
cionar el marco necesario para el anlisis de la familia urbano-
marginal, tratada a continuacin. Finalmente delineamos las
propuestas del gobierno actual frente a la crisis del pas y las
estrategias de sobrevivencia que adoptan las familias urbano-
marginales en las poblaciones.
La familia peruana
Per I 108
Fernando Fuenzalinda seala que: "El ayllu de u n
hombre es su familia extensa, pero tambin su linaje y proba-
blemente su parentesco bilateral, los miembros de su comuni-
dad, la gente de su provincia, etc. L a simultnea aplicacin de
todos estos trminos a m s de un nivel de organizacin parece
ser u n rasgo caracterstico del Per meridional, en donde el
lenguaje runa-simi ha sufrido menos contaminacin"1 Bernard
Mishkin, desde una perspectiva m s antropolgica y basn-
dose en su trabajo de campo en la comunidad de Kauri-Cuzco,
sostiene que la comunidad indgena est compuesta de varas
familias extendidas, cada una de las cuales afirma su origen, a
pesar de haber vivido en asociacin estrecha por largos pero-
dos. La familia quechua, segn l, es bilateral, con cierto nfasis
patrilineal y funcional como unidad econmico-social y religio-
sa.1 Aade que la composicin familiar de los quechuas es
variada. Generalmente se encuentra u n a pareja de abuelos, los
padres, en algunos casos algn hermano del padre y su familia
inmediata y los hijos. E n muchas comunidades slo vive la
pareja, los hijos. E n muchas comunidades slo vive la pareja,
los hijos y a veces los abuelos.
Per I 109
L a familia c a m p e s i n a d e la sierra
Cuadro 1.
T a m a o de la familia segn tipo de hogares,
por reas urbana y rural.
Familia urbana
Per I 110
campesina es compartida por padre y madre durante los prime-
ros aos. Y a a los 7 y 8 aos se asume la diferenciacin sexual:
la madre prepara a la nia campesina en las actividades
domsticas y el padre al nio en las tareas del campo. E n la ciu-
dad las tareas de socializacin estn en manos de la madre, por
cuanto el padre se ausenta al trabajo a tempranas horas y
regresa en la noche. Esto se agudiza con la crisis ya que los pa-
dres utilizan los fines de semana para "cachuelear", es decir,
hacer trabajos independientes o cortos, que les reporten algn
ingreso extra.
Per I 111
aos son casados, el 17,4 % convivientes, el 10 % solteros, el 9,5
% viudos, el 2,4 % separados y el 0,7 divorsiados. El porcentaje
de jefes hombres en calidad de casados y convivientes supera al
de mujeres, mientras que el porcentaje de viudas es superior al
de viudos (Cuadro 3).
L a mujer representa el 50 % de la poblacin total del
Per y el 73% de los analfabetos. Las analfabetas estn concen-
tradas en los departamentos de Apurmac, Ayacucho, Caja-
marca, Cuzco, Huancavelica, Hunuco y Puno. D e la poblacin
desocupada el 40% est conformado por mujeres; este porcen-
taje aument considerablemente desde 1972, cuando slo era
27%. L a mayor parte de esas mujeres desempleadas est
buscando trabajo por primera vez y muchas no participan en la
P E A , porque realizan tareas parciales y de carcter eventual,
lo que les permite conciliar mejor la generacin de ingreso con
las tareas domsticas y el cuidado de los hijos. Por otra parte,
el promedio de ingreso de la mujer es inferior al del hombre en
cualquiera de las ramas de actividad.
C u a d r o 2.
Tipo de hogar segn rea urbana o rural (1981)
Cuadro 3
Jefe d e familia segn sexo y estado civil.
Per I 112
familiares no remuneradas; el 30% son trabajadoras inde-
pendientes; el 30% son empleadas de oficina; y el 9% son obre-
ras. Esto indicara que m s de la mitad estaran al margen de
los regmenes legales que precautelan los derechos de los tra-
bajadores (seguridad social, salarios mnimos, 8 horas de jor-
nada laboral, licencia de maternidad, etc).
La tasa global de fecundidad en 1981 fue de 5,2 hijos por
mujer, un porcentaje inferior al de 1972 (6,1%). Sin embargo, el
31% de las mujeres en edad reproductiva declar tener m s
hijos de lo deseado; el nmero ideal sealado por ellas seran 2
hijos.*
E n rigor, la mujer peruana ha estado poco presente en
las polticas de los distintos gobiernos. A u n cuando se ha ha-
blado de amparar y fortalecer a la familia peruana, poco o nada
se ha hecho por brindarle oportunidades reales de integrarse
plenamente y en igualdad de condiciones a la vida activa,
econmica, poltica y social del pas.
Otro aspecto negativo es el alto porcentaje de uniones
conyugales tempranas. Entre los 15 y 19 aos u n 9% de la
poblacin ya ha contrado algn tipo de compromiso conyugal.
Entre los 20 y 24 aos esa proporcin sube el 40%. E n los de-
partamentos de la selva, las uniones conyugales en edades
tempranas son m s frecuentes y alcanzan porcentajes superio-
res al 15% entre los jvenes entre los 15 y 19 aos y superiores
al 50% entre los 20 y 24 aos. El 10% de las mujeres entre los
15 y 19 aos ya son madres. E n los departamentos de la selva
esta situacin llega al 20%.
Dinmica d e la familia
Per I 113
por el otro. Algunos estudiosos le atribuyen a esta familia un
fuerte machismo que hace que el padre no se relacione con los
hijos; por lo tanto no se dedica a ellos ni contribuye a su forma-
cin y educacin.
E n la familia igualitaria o compaera el padre sigue
siendo el principal proveedor de los bienes para la familia, pero
las decisiones se toman por acuerdo del grupo familiar; el
dilogo es rico y la disciplina resulta entonces de un acuerdo en-
tre la madre y el padre, que es explicado a los hijos. El padre de-
m a n d a a m o r y est pronto a ofrecer amor a cambio; los hijos es-
peran seguridad y amor; los miembros de esta familia se sien-
ten parte de una agrupacin slida y cohesionada.
L a familia desptica suele ser la m s alejada del m u n d o
externo, sus miembros establecen relaciones externas indi-
vidualmente, aunque muchas veces lo hacen con el objetivo de
escapar de la casa, de una familia que les resulta opresiva. El
aislamiento tambin est presente, aunque en menor medida,
en la familia patriarcal. E n cambio la familia igualitaria es la
que m s se relaciona con el medio externo. E n este tipo de
familia es m s frecuente la participacin en grupos de la
comunidad, de la iglesia, culturales y esparcimiento. Las visi-
tas a otras familias y el intercambio son m sricosy promovidos
en el grupo familiar.
H a y quienes plantean que existe una familia interme-
dia entre patriarcal e igualitaria, que se dara m u c h o m s en las
poblaciones urbano-marginales; el componente patriarcal y los
lazos de intercambio trados de la comunidad campesina al so-
meterse a la crisis y a las necesidades de sobreviviencia en la
urbe, generaran otro tipo de relaciones.
Per I 114
sinnmero de situaciones intermedias, relacionadas entre s de
varas formas. E s claro que un desarrollo de este tipo no permi-
ti una distribucin igualitaria de los beneficios, ni de los ingre-
sos; tampoco propici una integracin relativamente homog-
nea de las distintas zonas del mercado. E n el centro m i s m o de
las grandes ciudades se reprodujo rpidamente u n sector de la
poblacin que, al no contar con una ocupacin estable, multi-
plic la oferta de pequeos y diversos oficios. Las cifras de sub-
empleados empezaron a aumentar ao a ao.
E n los aos 70 Per vivi el auge espectacular y efmero
de la harina de pescado; hacia el 70 este rubro daba cuenta del
32% de las exportaciones; la actividad pesquera transform de
u n da para otro el paisaje de la costa: surgieron nuevas acti-
vidades que desplazaron antiguas formas de pesca, se moviliz
una importante m a s a de poblacin y se lig directamente las
caletas de pescadores a los vaivenes del mercado mundial. E n
ese m i s m o perodo se explotaron importantes yacimientos mi-
neros, que sellaron la importancia de la minera en el comercio
exterior peruano y constituyeron centros de decisin del capital
extranjero norteamericano. La manufactura creci, a la par que
se daba u n decaimiento de la agricultura. U n a razn m s para
que la poblacin del campo quisiera acercarse a las ciudades en
busca de mejores oportunidades.
Con estos cambios se engrosaron las filas de la clase
obrera y de los estratos medios (empleados, profesionales, tc-
nicos y empleados pblicos). Los grupos empresariales tambin
aprovecharon la oportunidad que les ofreca u n mercado inter-
no en expansin.
El colapso de la pesca despus de 1972, en pleno gobier-
no del General Juan Velasco, junto con el deterioro de los tr-
minos de intercambio del volumen fsico de las exportaciones
produjo serios efectos. Para complicar an m s las cosas se en-
carecieron las importaciones de trigo y petrleo. A partir de
1975 aument la produccin para exportacin lo cual abri
posibilidades a la industria, pero en ese m o m e n t o el endeuda-
miento externo haba comenzado tambin a incrementarse.
(Cuadro 4).
El gobierno militar sin lugar a dudas represent u n
parntesis en el control absoluto que por aos mantuvo la bur-
guesa. Los primeros aos, esta administracin estuvo libre de
desequilibriosfiscalesy de problemas de balanza de pagos. Se
aplicaron medidas reformistas que iban provocando u n retrai-
miento de nuevas inversiones del capital extranjero y an del
nativo y aument la inversin pblica, sobre todo en las empre-
sas estatales. Hasta 1974 la produccin y los ingresos a u m e n -
taron.
Sin embargo, la respuesta de la burguesa no estuvo a la
altura del reto lanzado por el gobierno (del 70 al 74 las inversio-
nes crecieron a una tasa menor que el PBI). L a reforma agraria
cre u n clima de desconfianza que propici la fuga de capitales.
Por otro lado la campaa del gobierno de Velasco que planteaba
el fin de la lucha de clases y la creacin de organizaciones popu-
lares paralelas a las ya existentes, aisl al gobierno de traba-
jadores y empresarios. E n 1974 la balanza comercial cerr con
Per I 115
u n dficit de 400 millones de U S dlares. Las importaciones
alcanzaron volmenes sin precedentes, lo que se agrav al ao
siguiente con el deterioro de los trminos de intercambio. E n
1976 el dficitfiscalllegaba al 6,3% del PBI. A partir de ese ao
y ya con el gobierno de Francisco Morales Bermdez, se empe-
zaron a aplicar las polticas de estabilizacin y a partir de 1978,
sefijuna poltica econmica ortodoxa, en acuerdo con el Fondo
Monetario Internacional (FMI).
Cuadro 4
Crecimiento del producto bruto interno por sectores
econmicos (1970-79, variacin porcentual)
Per I 116
E n 1985, el primer semestre del gobierno de Alan Garca
Prez, la economa creci a 1,5% (por debajo del promedio de
Amrica Latina), se aplic una poltica de control de precios,
que logr detener la inflacin y el dficit del sector pblico fue
el m s bajo desde 1980.
Durante 1986 el PBI creci a una tasa superior al 8%.
Tres factores estimularon ese crecimiento: la suspensin del
pago de la deuda externa, la prdida registrada en las reservas
internacionales y una apropiacin y transferencia de recursos
de los exportadores y ahorristas a los consumidores y produc-
tores para el mercado interno, que indujeron una reactivacin
de los sectores de manufactura y construccin. Sin embargo, ese
crecimiento estuvo fundamentalmente sustentado en el uso de
la capacidad instalada, lo que hace pensar que dificilmente al-
gunas ramas podrn seguir creciendo a ese ritmo.
Las previsiones para 1987 indican que el ritmo de cre-
cimiento se mantendr el primer semestre pero declinar en el
segundo. La inflacin llegar al 100% y se aplicar una poltica
salarial m s restrictiva, lo que liquida las expectativas de mejo-
ras de parte de los trabajadores. U n a muestra es el paro nacio-
nal exitoso del 19 de mayo.
La familia urbano-marginal
L a ciudad de L i m a
Per I 117
na dej de ser un lugar familiar; viviendas modestas se apian
alrededor de toda la ciudad; una multitud de talleres, pequeos
negocios, ejrcitos de vendedores ambulantes de todo tipo de
productos y miles de lneas de pequeos microbuses invaden las
calles; los cerros que bordeaban lima estn cubiertos de casi-
tas, de todas las formas y materiales.
L i m a absorbe una de las m s altas proporciones de
migrantes del pas. L a construccin de carreteras, la radio, los
problemas de tenencia de la tierra en el campo, el estanca-
miento del agro, las posibilidades de conseguir mejores remu-
neraciones y otros atractivos hicieron que las migraciones del
campo a la ciudad se consolidaran y que las grandes ciudades,
sobre todo Lima, se convirtieran en lo que vemos hoy da,
ciudades cuya infraestructura nunca estuvo preparada para
recibir tanta gente que demandaba empleo, servicios, etc.
U n a vez en Lima, los migrantes, adems de tolerar la
mala recepcin que les daban los limeos, tuvieron que crear los
mecanismos adecuados para construir su vivienda, trabajar,
etc. Para enfrentar el sistema optaron por vas ilegales afinde
conseguir objetivos legales, como hacer una pequea empresa,
construir una casa, lo que se viene llamando en diversos estu-
dios la informalidad. Hernando de Soto en su libro El Otro
Sendero, sostiene que en el Per de hoy, el 48% de la poblacin
econmicamente activa y el 61,2% de las horas hombre estn
dedicadas a actividades informales, que contribuyen con el
38,9% del PBI registrado en las cuentas nacionales.
Per I 118
El baile y la msica con sus distintas variantes re-
gionales son otra manifestacin del rescate y mantencin de su
cultura, como lo son las comidas y costumbres. Hoy da residen
en Lima los mejores compositores y exponentes de la msica
andina. La T V y sobre todo las radios locales de los Pueblos
Jvenes son los principales medios de difusin de su cultura.
U n a de las muestras m s interesantes de la simbiosis que se da
entre la cultura urbana (costea) y la cultura de la sierra es la
msica llamada "chicha", mezcla de la cumbia y el huayno
serrano. Los msicos folcloristas y artistas ms reconocidos
critican la chicha por su falta de riqueza frente a la msica an-
dina, y no le reconocen un gran aporte en cuanto a creatividad.
N o obstante, todos reconocen que la "chicha" es u n fenmeno
masivo.
La violencia
Per I 119
V E S tiene algunas caractersticas especiales, su composicin
social es la m i s m a que la de cualquier Pueblo Joven de Lima.
V E S se form a raz de una invasin de terrenos en la
zona de Pamplona durante el gobierno militar de Velasco. Este
gobierno negoci con los invasores para que abandonaran esos
terrenos a cambio de otros que les don en la Tablada de Lurn,
a 20 K m de Lima, u n arenal desierto donde no haba abso-
lutamente nada. Con el lema de "porque no tenemos nada lo
haremos todo" surgi V E S . E n u n primer momento el gobierno
de Velasco y los sectores m s avanzados apoyaron el proyecto
de una ciudad autogestionria que deba contar con un gobierno
comunal el cual deba organizar los servicios de salud y edu-
cacin. Con el golpe militar de Morales Bermdez y la com-
batividad del pueblo de Villa El Salvador, que exiga en las ca-
lles el apoyo a su Pueblo Joven, el proyecto autogestionario
perdi el apoyo estatal. H o y da V E S h a cumplido 16 aos, ha
sido candidata al Premio Nobel de la Paz y le acaban de en-
tregar el Premio "Concordia" Prncipe de Asturias. Cuenta con
u n Municipio de izquierda creado durante el gobierno de Be-
lande.
Organizacin comunal de V E S
Cada manzana de 24 lotes elige su dirigente entre los a-
dultos mayores de 18 aos. Los dirigentes de 16 manzanas se
juntan y crean un grupo residencial que elige una directiva; los
secretarios generales de los grupos residenciales eligen la
directiva de la Comunidad Autogestionria de Villa El Sal-
vador ( C U A V E S ) , una organizacin comunal democrtica que
ha servido de ejemplo a otros Pueblos Jvenes del pas. Los
cargos directivos de grupo y de la C U A V E S contemplan secre-
tarios de salud, educacin, produccin, servicios, comerciali-
zacin y vigilancia. Estn abocados a la realizacin de u n Plan
General de Salud y de Educacin aprovechando de la noto-
riedad alcanzada por V E S con el premio "Concordia'' Prncipe
de Asturias. C o m o cuentan con apoyo de organismos inter-
nacionales y del gobierno, han retomado la construccin del
parque industrial y han colocado la primera piedra de la Uni-
versidad de V E S . Las C U A V E S mantienen una estrecha
relacin con el Municipio y hay el acuerdo de que las leyes
aprobadas por la C U A V E S adquieren el carcter de leyes
municipales.
Existen en V E S numerosas organizaciones de jvenes,
agrupaciones culturales, clubes de madres, comedores popu-
lares, m s o menos en la m i s m a proporcin que en otros Pueblos
Jvenes.
La poblacin total de V E S en 1984 era 168.077 habi-
tantes, un nmero superior al de 16 de las 24 capitales de depar-
tamento del pas. La proporcin hombre-mujer es similar a la
nacional: 50,8% son hombres y 49,2% son mujeres. El 67% de la
poblacin es menor de 25 aos. Entre la poblacin de 18 a 25
aos hay m s mujeres que hombres, lo que implicara, segn
dicen los dirigentes de C U A V E S , que los jvenes salen a
estudiar y las mujeres se quedan con sus padres.
Per I 120
E n V E S hay 34.105 familias y la composicin familiar
promedio es de 4,9 miembros por familia. E n 1983, la tasa
nacional bruta de natalidad fue de 37 por mil y en V E S fue de
41 por mil; la tasa de mortalidad bruta en V E S fue de 6,7 por mil
y a nivel nacional fue de 10,7 por mil. E n relacin con la edu-
cacin, el 4,3% de los adultos mayores de 18 aos es analfabeto;
el 47,8% tiene educacin primaria; el 39,3% tiene educacin se-
cundaria y el 8,7% tiene educacin superior.
Jefes de familia
Per I 121
salir de su Pueblo Joven a las seis de la m a a n a . Casi todos ha-
cen horas extras, lo que implica qu retornan al hogar, luego de
largas horas de viaje, a las 7 u 8 de la noche.
Los trabajadores independientes no tienen u n horario
jo, pero la mayora trabaja m s de 8 horas. Por ejemplo, un tra-
bajador que tiene que comprar en La Parada (mercado m a y o -
rista), empieza su jornada a las 5 de la m a a n a . Algunos que tie-
nen puesto de peridicos o de lustrabotas en el centro de Lima,
duermen en sus puestos por razones de seguridad. Con el toque
de queda implantado en 1986, quienes trabajan en servicios en
Lima o compran en el mercado, deben dormir en su centro de
trabajo y retornar a su casa a las 5 de la m a a n a cuando se
levanta el toque de queda. Pese a este sacrificio, ni los afortu-
nados que tienen trabajo estable puede cubrir la canasta de bie-
nes bsica, estimada en 300 U S dlares mensuales para una
familia promedio, en m a y o 87 (el ingreso mnimo legal fue 42
U S dlares en ese mes).
Esto genera tensiones indudables: "la situacin de la
familia repercute sobre la salud, mediante las ansiedades que
asocian a la inseguridad y al conflicto, o la depresin leve, com-
paera de la pobreza"10. L a insatisfaccin permanente y la
frustracin abren las puertas a la violencia, al alcoholismo, y a
otras situaciones que perturban sustancialmente la vida fa-
miliar.
Aunque nos hemos referido al jefe de familia en gnero
masculino, en los casos de familias incompletas con jefes de
familia mujeres, la situacin es an m s angustiante por la
explotacin que sufre la mujer en nuestro medio. Las jefas de
familia tienen que ausentarse, lo cual implica que no queda
nadie en el hogar o que algn pariente o persona se encarga de
los nios.
Los estudios realizados en distintos Pueblos Jvenes de
Lima, indican que en la mayora de mujeres, incluso las que
tienen nios pequeos, busca otros tipos de actividad cuando el
trabajo del jefe de familia es inestable e insuficiente. Por las
caractersticas de la poblacin femenina en los barrios margi-
nales, y por la necesidad de estar presente en el hogar, las m u -
jeres tratan de encontrar trabajos cerca del hogar y por pocas
horas.
La situacin de los hijos, de los jvenes y de los nios,
tambin es difcil. La incapacidad de los padres para cubrir las
necesidades bsicas los obliga a salir a trabajar a temprana e-
dad. Los jvenes, por lo general, abandonan los estudios y los
nios sufren los peligros de la calle en una ciudad violenta como
Lima, con lo cual se distorsiona su proceso de socializacin y
aprendizaje. E n las poblaciones marginales muchos nios sa-
len a repartir pan antes de ir al colegio. La diputada Ilda Urizar
( A P R A ) calcula que en el Per trabajan medio milln de nios.
Per I 122
Marco legal y programas de gobierno
dirigidos a la familia
Per I 123
macin de la sociedad de gananciales, pero no reconoce derecho
alimentario ni sucesorio a la pareja. El Cdigo Civilfijque en
caso de disolucin de vnculo, por peticin unilateral, el juez, a
peticin del abandonado, concediera una pensin alimenticia o
indemnizacin.
E n la actualidad existe en el Parlamento un proyecto de
ley que trata de corregir algunos de los vacos del Cdigo Civil
en el tratamiento del concubinato, a fin de brindar una mayor
proteccin a las madres y sobre todo a los hijos habidos en estas
uniones.
L a asuncin a la Presidencia de la Repblica de Alan
Garca Prez abre, sin lugar a dudas, una nueva pgina en la
historia del pas: el A P R A tiene la oportunidad de implementar
su modelo de cambio social. Alan Garca inici su gobierno con
el anuncio de no m s del 10% de las exportaciones para pagar
la deuda externa, y se sentaron las bases para un plan de emer-
gencia a fin de reactivar la economa y detener la inflacin. Sin
embargo, segn el Instituto Nacional de Planificacin, las difi-
cultades a superar en 1987 eran serias: "...algunos aspectos
propuestos no han sido atendidos debidamente, y en otros in-
cluso podran haberse acentuado ciertas distorsiones. Tal es el
caso de la reactivacin econmica, que ha tenido u n carcter
generalizado, dinamizndose ramas de actividad no priorita-
rias y con alto contenido importado, lo cual ha significado una
reduccin drstica de las reservas internacionales, al coincidir
con el deterioro de los precios internacionales con una reduccin
de las exportaciones manufactureras dado el incremento de la
demanda interna; lo que de continuar en los prximos aos,
ocasionar nuevamente u n estrangulamiento por balanza de
pagos. E n algunos casos se ha dado incluso un importante
incremento de la inversin en ramas no prioritarias, lo que de
continuar acentuara las distorsiones en la estructura de ofer-
ta.
Por otro lado, el ritmo de crecimiento del sector agrario
(3.6%), si bien es superior al ritmo de crecimiento de la
poblacin, dado el alto porcentaje del ingreso familiar destina-
do a la alimentacin, no ha sido suficiente para atender la m a -
yor d e m a n d a alimenticia y ello ha derivado en mayores impor-
taciones y alzas de precios que las previstas.
Qu se plantea el gobierno para solucionar los proble-
m a s de los sectores menos favorecidos?
El Plan Nacional de Desarrollo a Mediano Plazo (1986-
1990) del Instituto Nacional de Planificacin propone cuatro
puntos bsicos para mejorar la distribucin del producto del
trabajo y el consumo de los grupos mayoritarios.
1. Intensificar los Programas de Apoyo del Ingreso T e m -
poral P A I T a nivel urbano y rural.
2. Establecer un Fondo Nacional de Subvenciones para fa-
milias en situacin crtica.
3. Concertar mecanismos para vender paquetes de pro-
ductos prioritarios en las reas urbano-marginales y en
el medio rural andino.
4. Racionalizar la accin de los diferentes organismos p-
blicos, comunales y privados que brindan apoyo ali-
Pen I 124
mentado, privilegiando el intercambio de alimentos por
trabajo, salvo en los programas dedicados a la madre y
al nio.
Junto a estas medidas plantea: una adecuacin de los
salarios al alza del costo de vida; una disminucin de la presin
tributaria indirecta; y u n mejoramiento de las asignaciones
para salud y educacin. Sin embargo, el rea de vivienda no es
ni siquiera mencionada, pese a que los datos presupustales
indican que este rubro se ha mantenido igual desde 1985. A u n -
que existen mayores recursos para salud y educacin, hasta la
fecha no han habido grandes cambios ni programas para m e -
jorar los servicios brindados a los sectores m s deprimidos.
E n el Plan de Corto Plazo del Instituto Nacional de
Planificacin se plantean tambin cuatro aspectos en relacin
con el desairlo y proteccin del grupo familiar, que no signifi-
can cambios mayores.
1. Impulsar la paternidad responsable principalmente a
travs de los medios de difusin en zonas urbano-mar-
ginales y rurales, que guarden armona con la poltica
de poblacin.
2. Revisar y evaluar la legislacin existente respecto a la
proteccin de los miembros del grupo familiar.
3. Ampliar los programas de orientacin a la familia y de
educacin a los menores desarrollando talleres con par-
ticipacin de la comunidad.
4. Ampliar la cobertura de los programas preventivos y de
asistencia para la ocupacin constructiva del tiempo li-
bre.
Tambin existen una serie de programas del gobierno
orientados a mejorar la situacin de la mujer, el nio y la familia
en los sectores urbano-populares (Anexo 1 ).
Quizs la Iglesia en el Per es la nica organizacin
social que se plantea un mensaje, u n rescate de la familia como
unidad bsica de la sociedad.
La Iglesia que representa L. Metzinguer y una serie de
sacerdotes vinculados a la Teologa de la Liberacin, tiene una
gran presencia social y poltica en el trabajo barrial. E n los
Pueblos Jvenes las comunidad cristianas de base juegan roles
interesantes en la capacitacin, integracin y concientizacin
de amplios sectores de poblacin. L a Iglesia fue la primera que
estableci los comedores populares en las parroquias, all por
1978. Proyectos de proteccin a la niez, a los nios trabaja-
dores, apoyo a talleres artesanales y clubes de madres son otras
de sus actividades en los barrios, as como la defensa de la vida
y de los derechos h u m a n o s en el pas.
La Iglesia peruana no slo es Iglesia de avanzada, tiene
siempre u n mensaje de unidad, de dilogo, de fortalecimiento
para la familia cristiana. Los principales canales de trabajo de
la Iglesia en el campo de la falmilia urbano-marginal han sido
las comunidades cristianas de base y la pastoral familiar. Los
clubes de madres y comedores, asesorados por religiosas se
plantean la educacin familiar, para que todos los miembros de
la familia comprendan y apoyen el trabajo o las actividades de
la mujer fuera de la casa.
Per I 125
Sin embargo, por la crisis del pas, el espectro religioso
h a cambiado. Por m u c h o tiempo, se h a vinculado la religin
catlica a lo tradicional lo cual ha dejado u n espacio para la
aparicin de otras iglesias en las zonas marginales. As, la
Asociacin Evanglica de la Misin Israelita del Nuevo Pacto
Universal, otras confesiones carismticas, las populares bea-
titas, no santificadas por el Vaticano como la Melchorita, y la
Sarita Colonia, han ido reemplazando a los santos originales de
la Iglesia Catlica.
U n pas donde la informalidd reina en la vivienda, en la
industria, en el trasporte, en el comercio; con u n movimiento
armado actuando desde 1980 en casi todo el pas; con la iz-
quierda como segunda fuerza poltica y a la cabeza de todas las
organizaciones populares; con unas fuerzas policiales que ha-
cen huelgas y marchan con consignas aprendidas en la repre-
sin de estudiantes y trabajadores; con una deuda externa de
m s de 14.500 millones de dlares americanos; con tasas de e m -
pleo y subempleo que llegan al 60%; con presencia del narco-
trfico; con varios departamentos a cargo del m a n d o poltico
militar de las fuerzas armadas; con desapariciones y violacin
de los derechos humanos, donde se fusilaron cerca de 300 pre-
sos polticos sin que pasara nada, es indudablemente u n pas
difcil de entender y m s an de sacar adelante. E n este con-
texto; la familia est impregnada de esas contradicciones y
traspasada por la crisis como lo estn el ejercicio de las leyes y
los programas de apoyo a los sectores populares.
Per I 126
las familias urbano-marginales por administrar su precaria
situacin dentro de la crisis. El objetivo central es la prepa-
racin colectiva de los alimentos, que al satisfacer parte de las
necesidades de algunas familias, constituyen u n apoyo al
ahorro y liberan a la mujer de parte de la carga domstica. Las
mujeres que dirigen los comedores no son las m s pobres sino
las que tienen u n a situacin familiar estable. Muchas veces,
cuando esta situacin cambia y la mujer debe buscar recursos
para su familia, abandona la dirigencia pues ya no puede
dedicar tanto tiempo a esas actividades.
La participacin de la mujer en el comedor rompe el
funcionamiento familiar tradicional, pues ya no prepara en su
casa los alimentos para el esposo y los hijos. Algunas compran
la comida para la familia pero preparan la del marido, otras no
participan por oposicin del marido. Pero hay que reconocer
que, a travs de los comedores populares, se mejora la dieta
alimenticia y se ampla el m u n d o de la mujer ya que se relaciona
con otra gente y cuando participa en la gestin administrativa
debe capacitarse y tomar decisiones. Al haberse constituido los
comedores populares como una organizacin masiva, las m u -
jeres estn ganando u n espacio en las organizaciones comu-
nales para plantear sus demandas y reivindicaciones; incluso
han creado organizaciones de segundo grado que agrupan co-
medores.
Otras alternativas de sobrevivencia desarrolladas por
las familias urbano-marginales son la cooperacin y el trabajo
comunitario, va su organizacin barrial, para resolver pro-
blemas de salud, educacin y en algunos casos vivienda. H o y
da la mayora de programas asistenciales basa su desarrollo en
la organizacin popular. La crisis ha hecho que se brinde asis-
tencia a cambio de trabajo, por ejemplo. Esto obliga a los sec-
tores populares a trabajar en condiciones a veces injustas que
las aceptan por la desesperacin de las familias.
Pese a todas las limitaciones sealadas los programas
del gobierno ayudan a paliar a las familias la crisis. El Pro-
grama de Apoyo Materno-Infantil, por ejemplo, soluciona u n
problema real a un grupo de madres, aunque sea por un perodo
corto. Sin embargo, ninguno de los programas representan
soluciones a mediano plazo.
Los planteamientos de las organizaciones populares, el
apoyo de la Izquierda Unida, los comedores populares, los comi-
ts del Vaso de Leche deben ser analizados junto con las orga-
nizaciones populares de los barrios afinde recoger los elemen-
tos positivos de estas organizaciones en beneficio de la familia
urbano-marginal.
Conclusiones y recomendaciones
Per I 127
Los ltimos resultados econmicos hacen pensar que la crisis,
algo detenida en 1985-86, va a agravarse.
La desigual distribucin del ingreso, el alza incesante
del costo de vida, la falta de una infraestructura de servicios que
permita a los sectores menos favorecidos solucionar sus nece-
sidades de salud, vivienda, educacin y servicios de luz, agua y
desage, han generado una situacin explosiva en las ciudades,
que es donde mayores posibilidades se ofrece a la poblacin.
Las migraciones han provocado u n a simbiosis de lo
andino y urbano-costeo en Lima, entre las familias urbano-
marginales. Estas recogen las tradiciones andinas de coo-
peracin y trabajo comunal; desarrollan expresiones propias en
la cultura y buscan nuevas formas de organizacin en sus ba-
rrios, m s democrticas y participativas que las que el Estado
les ofrece.
El Estado no ha podido solucionar las demandas de las
poblaciones marginales, sus programas asistenciales no llegan
a vislumbrarse como alternativas ni a mediano, ni a largo plazo.
Por esta incapacidad, las familias urbano-marginales h a n
adoptado a travs de sus organizaciones, distintos mecanismos
para resolver sus problemas, tales como las actividades inscri-
tas dentro del sector informal, la autoconstruccin de viviendas
y los planteamientos de autogobierno vecinal.
La violencia cotidiana, la delincuencia, el narcotrfico,
el terrorismo y la represin de las fuerzas armadas y policiales
son otras manifestaciones de la crisis actual, que sin lugar a
dudas afecta centralmente a la familia.
Frente a ello, no existen planteamientos reales para
avanzar en la construccin de una nueva familia, capaz de for-
talecerse en la actual situacin de adversidad y de asumir la
bsqueda de soluciones para s, y para la sociedad. E n los pro-
gramas del gobierno y otras instituciones, la familia aparece
mediada por programas de apoyo a la madre o los nios, todos
de corte asistencial.
L a Izquierda Unida, que a s u m e las alternativas del m o -
vimiento popular en los barrios y en las distintas esferas,
tampoco presenta una estrategia que englobe a la familia: ni si-
quiera tiene una clara definicin de su papel en la sociedad que
se plantea construir. Tratan la familia a travs de otras pro-
blemticas como la mujer, los nios, los movimientos sociales.
Algo similar ocurre con los partidos polticos. L a propuesta m s
clara respecto de la familia es la que hace la Iglesia a travs de
las comunidades cristianas de base.
La crisis trastoca la dinmica familiar tradicional con
violencia. Los miembros de la familia se ven obligados a buscar
soluciones anrquicamente. N o hay mensajes, ni un trabajo de
apoyo en el campo ideolgico, en la educacin, que ayuden a pro-
cesar adecuadamente dentro del ncleo familar los cambios dic-
tados por la crisis. La bsqueda de recursos para cubrir las
necesidades bsicas se convierte en el objetivo central del
ncleo familiar, amenazado con destruir la vida familiar de
amplios sectores de la poblacin.
Es claro que no se puede pretender cambios en la familia
sin que se cambien las estructuras de la sociedad en la que se
Per I 128
halla inmersa. N o obstante, es necesario desarrollar algunas
acciones para enfrentar la problemtica familiar de la po-
blacin urbano-marginal y de otros sectores afectados dura-
mente por la crisis.
Es imprescindible estudiar los efectos de las al-
ternativas de sobrevivencia sobre la articulacin de la familia,
su dinmica y su perspectiva, analizando distintos tipos de fa-
milia, en distintas zonas y con informacin de primera m a n o .
Las investigacioens deben abarcar no slo a la familia urbano-
marginal sino a otros sectores de la sociedad afectados por la
crisis, como son las clases medias.
El acercamiento a la familia debe hacerse desde distin-
tas pticas mediante u n enfoque multidisciplinario con especia-
listas en los temas de familia, mujer, nios, trabajo y movimien-
tos sociales.
Hace falta tambin analizar las relaciones en el interior
de la familia, en el marco de la crisis y teniendo en consideracin
las alternativas de sobrevivencia a las que se ven sujetas las
familias urbano-marginales. Con esta informacin sera posi-
ble identificar qu tipo de familia se quiere promover y cules
son los mejores caminos para desarrollar esa promocin.
Sera importante racionalizar los recursos de institu-
ciones y organismos internacionales que trabajan estos temas,
para evitar la gran dispersin y, a veces, repeticin de trabajos,
como es el caso de los estudios sobre comedores populares que
tratan los mismos problemas. Tambin es necesario centralizar
esfuerzos y coordinarlos afinde mejorar la informacin esta-
dstica existente sobre familias que serviran de base para futu-
ros estudios. Asimismo es imprescindible intercambiar expe-
riencias entre los pases de Amrica Latina que han realizado
estudios sobre familia.
Anexo 1.
Per I 129
Programa Alimentario Escolar. El objetivo es brindar
desayuno escolar (un vaso de leche y u n pan diariamente). Las
madres de familia se organizan para las compras de los ingre-
dientes que faltan, y para preparar y entregar el desayuno. Es
promovido por el gobierno central, Ministerios de Agricultura
y Educacin con alimentos donados por A I D .
Programa de Atencin Integral a la Madre y al Nio.
El objetivo es brindar atencin primaria de salud en tpicos
construidos por la comunidad, organizacin y capacitacin de
promotoras de salud, que operan desde los tpicos y en sus m a n -
zanas, no reciben pago alguno. Promueven: el gobierno central;
Ministerios de Salud, Trabajo y Educacin con convenio con
U N I C E F . Dentro de este programa se incluye u n programa no
escolarizado de educacin inicial en la m i s m a rea del tpico de
salud ( P R O N O E I ) ,
Programa deAlfabetizacin promovido por el gobierno
central en convenio con O F A S A que dona los alimentos. Las
mujeres asisten a clases dos veces por semana; tres veces por se-
m a n a realizan trabajos de limpieza e infraestructura (cuatro
meses cada grupo).
Vaso de Leche. El objetivo es brindar un vaso de leche
a cada nio. Las mujeres organizan la distribucin y prepa-
racin. Promueve el gobierno municipal; fue iniciado por el M u -
nicipio a cargo de IU; ahora hay dificultades con el programa,
que fue bandera de la izquierda en sus campaas electorales.
Contribuyen con la leche los gobiernos de Holanda, U R S S y la
Comunidad Econmica Europea. Existe una Coordinadora de
Comits del Vaso de Leche que busca en la actualidad recono-
cimiento del nuevo municipio.
Programa Municipal de Apoyo a los Comedores
Populares. El objetivo central era mejorar la calidad de la
comida, eliminar a los intermediarios para las compras de los
alimentos, a la vez que capacitar a las mujeres en nutricin y
manejo de los comedores. Agrupaban a u n mnimo de tres co-
medores. Promueve el gobierno local, Municipio de Lima. Esto
tambin ha variado con el cambio de gobierno local en noviem-
bre ltimo.
Comedores Populares cuyo objetivo es aunar recursos
para solucionar el problema del hambre; lo promueven orga-
nizaciones femeninas de base y la Iglesia Catlica a travs de
parroquias y alimentos donados por C A R I T A S . El costo del
m e n cubre el costo de los alimentos no donados. Las mujeres
organizadas en comisiones de trabajo realizan las distintas
tareas, en algunos casos la organizacin y direccin es externa.
Programa de Apoyo al Ingreso Temporal (PAIT). El
objetivo es brindar un ingreso mnimo a los sectores m s po-
bres; se desarrolla a nivel urbano y rural, pero hasta 1987 el
programa rural estaba m u y atrasado. Est dirigido a hombres
y mujeres, aunque participan mayoritariamente mujeres. Fun-
ciona en pueblos jvenes y en distritos marginales. El pago es
un sueldo mnimo a veces pagado todo en dinero; al principio se
pagaba la mitad en alimentos y la mitad en dinero. Los tra-
bajadores participan por perodos de 3 meses solamente y
desarrollan tareas de infraestructura y saneamiento, funda-
mentalmente.
Per I 130
Progrcana de Emergencia (PROEM). Se crean pla-
nillas temporales en la empresa privada, afinde que los e m -
presarios contraten m s personal, y por tanto ofrezcan m s
empleo sin la carga de estabilidad laboral que la ley, emitida por
este mismo gobierno, otorga como derecho de los trabajadores.
Crditos Chicha: El Instituto de Desarrollo del Sector
Informal (IDESI), asociacin civil sinfinesde lucro promovida
por el gobierno central, otorga crditos al sector informal. Se
trata de montos pequeos que pueden ser m s grandes en la
medida en que pagan el primer prstamo, piden otro y as... Se
forma un "grupo de solidaridad" de ambulantes o trabajadores
del sector informal y todos piden crdito; si alguno del grupo no
paga, los dems deben hacerse cargo de la deuda. Todos deben
trabajar en el mismo oficio. Los crditos pueden comenzar con
50 dlares y en los sucesivos prstamos pueden llegar hasta
m s de 500. Los prestatarios son, por lo general, pequeos arte-
sanos, talleres, vendedores ambulantes; slo requieren sus do-
cumentos de identidad bsicos. El IDESI sefinanciacon fondos
de gobiernos europeos; en su primer ao ha prestado a 10.000
trabajadores en Lima y a 5.000 en provincias. A d e m s del prs-
tamo deben asistir a unas charlas de capacitacin.
Bibliografa
Barcelli S., Agustn. Breve historia econmico-social del Per. Bajo las leyes
de la dependencia econmica. Lima, 1981.
Castillo Ros, Carlos. Los nios del Per: clases sociales, ideologa y poltica.
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Per I 131
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Per I 132
Pinzas Garca, Teobaldo. La economa peruana 1959-1978. Lima, Instituto de
Estudios Peruanos, 1981.
Per I 133
Familia y crisis en
El Salvador de hoy Amrica
Rodrguez
Familia y desarrollo
capitalista en El Salvador
El Salvador I 134
legislacin social abrieron mejores condiciones para la
reproduccin de la familia. Algunos indicadores ilustran este
cambio. E n los aos 50 y 60 el ndice de analfabetismo dis-
minuy sensiblemente si se lo compara con 1930. Los ndices
pasaron de 73,8 en 1930, a 60,9 en 1950 y a 49,2 en 1960, segn
los censos oficiales respectivos.
Durante la dcada de 1960 el nivel de desempleo fue
relativamente bajo, particularmente entre 1966 (3,0) y 1968
(5,1) perodo que corresponde al m o m e n t o de mayor auge del
Mercado C o m n Centroamericano ( M C C A ) . Esta tendencia
cambi en la dcada de los 70, sobre todo a partir de las su-
cesivas crisis del sistema econmico que se presentaron en
1969,1973, etc. Esta crisis estructural empez a tener explo-
sivas manifestaciones afinesde la dcada de los setenta provo-
cando profundas transformaciones en la familia.
El argumento que se sostiene a lo largo de las pginas
que siguen es que en El Salvador la problemtica de la familia
est siendo determinada por la guerra y que cualquier otra ex-
presin de la crisis agudiza los efectos de esta determinacin.
Luego de bosquejar los rasgos de la crisis, contexto en el que se
desarrolla la familia salvadorea actual, ligamos los procesos
clave de ese contexto a las repercusiones que han tenido en la
familia. A continuacin observamos las consecuencias psico-
sociales y las polticas pblicas implementadas. E n las con-
clusiones presentamos algunas ideas que pueden abrir lneas
de reflexin y de investigacin que contribuyan a solucionar la
dramtica situacin de la familia salvadorea actual. El estado
de la informacin, los escasos estudios realizados en torno a la
familia salvadorea de hoy, particularmente en su dimensin
econmica, no permiten avanzar m s all.
Et Salvador I 135
Cuadro 1
El Salvador: a y u d a financiera norteamericana y
transferencias privadas (millones de dlares)
Ayuda
EE.UU. 113.6 182.2 241.9 325.7 310.7
Transfe-
rencias 17 17 40 44
4. I N F O R P R E S S Centroa-
Costos de Reproduccin del Ncleo Familiar mericana. La guerra en el Salvador.
Informe especial, snt.
Los datos de u n documento de la Asociacin D e m o - 5. Asociacin Demogrfica
SalvadorefiaJVoMemaa de la fami-
grfica Salvadorea* muestran algunos de los principales lia salvadorea. Documento presen-
problemas de la familia salvadorea, tales como: bajo nivel de tado al Seminario sobre la Familia
ingreso; fuerte carga familiar; alta incidencia de la familia Salvadoreft. San Salvador, 1983.
matriarcal; alta incidencia de la unin de hecho y del nmero de 6. FNUAP, CELADE, Minis-
terio de Planificacin / Salvador es-
hijos ilegtimos; alto ndice de analfabetismo; desnutricin y en- timaciones y proyecciones de po-
fermedades infantiles; ausentismo escolar, abandono, trabajo blacin para 1950-2025. Noviembre
infantil, etc. 1986. E n este trabajo se actual iza las
variables determinantes del creci-
Aparte de que datos m s recientes elevaran sustan- miento demogrfico, pero no existen
dalmente la dimensin de estos problemas,' este enfoque elude estadsticas especficas sobre la fa-
la existencia de procesos determinantes en la familia salva- milia.
El Salvador I 136
dorea como la guerra, los refugiados, y los desplazados
internos.
Detengmonos en los datos econmicos que afectan
directamente a los ncleos familiares como la evolucin de
precios, salarios y empleo, etc. L a relacin entre precios y
salarios tuvo una evolucin inversa entre 1980 y 1984 (Cuadro
2).
Cuadro 2
El Salvador: ndice de precios y salarios
Et Salvador I 137
Papel de la guerra e n la desintegracin del ncleo familiar
El Salvador I 138
casos estos controles tienden a volverese permanetes, lo que
muestra las dificultades que enfrenta la poblacin civil para
adquirir los bienes mnimos indispensables para su subsis-
tencia.
Resulta, as, difcil hablar de "la familia" usando concep-
tos tradicionales. E n las zonas conflictivas, familias enteras
han sucumbido durante los bombardeos o la huida hacia zonas
m s seguras. Se dan casos de nios que al verse hurfanos o so-
los, encuentran hogares sustitutos, con otros nios, familias o
personas adultas que los acogen. E n todo caso, las circuns-
tancias de guerra, de calamidad, pero ante todo los mecanismos
impulsados por las organizacioens polticas, a travs de los
centros de produccin, educacin y salud del Poder Popular,10
permiten la satisfaccin colectiva de esas necesidades. E s pro-
bable que en el marco de condiciones tan particulares se estn
desarrollando experiencias que, en el futuro, puedan orientar
la atencin de la familia.
El 12 de febrero de 1981, el Socorro Jurdico del Arzobis-
pado seal que haban 75.000 personas entre refugiados y des-
plazados, las cuales han sido ubicadas en "pueblos estrat-
gicos", afinde llevarles un control estricto, pues el gobierno las
considera "subversivas". E n esa fecha haba 92.500 refugiados
en el exterior: en Honduras 40.000, en Mxico 40.000, en Belice
10.000 y en Costa Rica 2.500. La mayora de los refugiados eran
campesinos que, al huir de sus cantones, han abandonado u n
pedacito de tierra, quedando sin casa, sin alimentos, sin ropa,
sin nada. E n algunos refugios, el hacinamiento en locales redu-
cidos y encerrados aumenta la problemtica existencial. Para
1984," el nmero de desplazados internos ascenda a 467.366.
El estudio realizado por Segundo Montes seala que desde el
punto de vista demogrfico, la pirmide poblacional de los afec-
tados est distorsionada: hay u n dficit de varones adultos y
una proporcin mayor a la normal de jvenes que accedern a
la edad productiva, lo que va a generar un excesiva presin labo-
ral y un incremento en la tasa de dependencia.
Esta trgica experiencia va a pesar en la personalidad
de los nios, cuyo proceso de socializacin es anormal, mientras
el desarraigo y la desadaptacin crecen, la autoestima, la con-
ciencia y la identidad se debilitan. L a dependencia se profun-
diza en los refugios donde no existen formas que organicen la
supervivencia colectiva.
H a y tambin otro tipo de emigracin producto de la
crisis econmica, que se manifest en forma explosiva desde
1980. E n 1985 se calculaba un total de 500.000 migrantes sal-
vadoreos en Estados Unidos; la inmensa mayora eran tra-
bajadores indocumentados en bsqueda de mejores horizontes
econmicos y polticos. Pero este importanteflujomigratorio no
10. Daniel Camacho y otros. responda exclusivamente a exigencias de tipo econmico; en
El movimiento popular en Centroa- mayor o menos medida se sumaban los efectos del terror psico-
mriea. San Joa, Editorial Univer- lgico ante el ambiente de muerte y represin. Muchos salieron
sitaria Centroamericana, 1985.
11. Segundo Monte. El pro- del pas para evitar ser enrolados durante los reclutamientos
blema de lo desplazado y los refu- forzados.
giado en El Salvador. Revista E C A
(San Salvador), N * 447-448, enero-
Indudablemente en la conciencia de muchos salva-
febrero 1986. doreos y norteamericanos permanece el recuerdo de las muer-
El Salvador I 139
tes de los migrantes salvadoreos durante su travesa por el
desierto de Arizona, o en u n frigorfico donde se ocultaban para
traspasar las frontera. L a mayora de migrantes proceden de
los sectores m s pobres, y muchos de las zonas conflictivas si-
tuadas en el mbito rural, lo que nos indica que los sectores m s
bajos de la escala social son los m s afectados por la crisis.
L a amenaza del regreso de los indocumentados repre-
senta no slo u n peligro para la estructura econmica (en 1985
slo los ingresos de la produccin cafetalera, $400 millones,
superaron a las ayudas familiares enviadas desde los Estados
Unidos), sino que su incidencia va m s all de lo econmico. Los
nuevos hbitos, valores, costumbres, adquiridos por esos traba-
jadores indocumentados repatriados, podran traer nuevos pro-
blemas de adaptacin y funcionamiento dentro de la familia.
El Salvador I 140
obstante existen experiencias sociales q u e explican la
bsqueda de un sistema de valores acordes a la realidad, tales
como las de las Comunidades Eclesiales de Base, o de las or-
ganizaciones polticas en las zonas de guerra (lo que ha dado en
llamarse "poder popular"). Enfrentamos una situacin de ano-
mia generalizada, que se agudiza entre los sectores de pobla-
cin m s afectados por la guerra. L a familia como forma bsica
de la organizacin social est encarando cambios difciles de in-
terpretar y medir.
Martn Bar analiza la temtica de la ideologa fami-
liar11 en 1984, estudiando familias de los sectores medios en
San Salvador. Concluye que si bien los juicios de principio, los
valores tradicionales familiares, tienden a presentar un carc-
ter conservador, los concretos, los referidos al funcionamiento
prctico de la familia, tienden a ser m s progresistas. Esto indi-
cara que la crisis tocara la ideologa familiar, m s que la es-
tructura familiar.
L a sociedad salvadorea est inmersa en u n agudo con-
flicto social en en el que se acuan nuevas concepciones, nuevos
valores, pero tambin la guerra es u n a experiencia traumtica
que genera antivalores, la destruccin, la desintegracin. E n
medio de esto creemos que la estructura familiar tambin est
sufriendo serias transformaciones.
U n o de los aspectos m s relevantes es el desplazamiento
del concepto individualista de familia, en donde el peso recae en
la reproduccin de la familia nuclear, hacia una concepcin
m s amplia y social de la familia. Esto estara dando como re-
sultado una familia ampliada en la que los lazos de consan-
guinidad no son la nica mediacin para el logro del funcio-
namiento social. Por supuesto, ste es un resultado de las condi-
ciones sociales imperantes en El Salvador, independiente de la
voluntad incluso de los sectores que se han visto obligados a
entrar en este nuevo tipo de relaciones.
Los resultados de una guerra que ha cobrado la vida de
m s de 60.000 personas y ha desplazado a u n tercio de pobla-
cin ofrecen un cuadro desolador, si pensamos que muchas fa-
milias han enfrentado las diferentes manifestaciones de la vio-
lencia: desaparicinfsica,tortura o ausencia del jefe de la fami-
lia.
As, las familias procedentes de zonas conflictivas tien-
den a ampliar su concepcin familiar, acogiendo en su seno a pa-
rientes prximos o lejanos. La cohesin interna de estos grupos
familiares permite u n alto grado de funcionalidad y solidari-
dad. Los que han quedado vivos valoran altamente la relacin
de familiaridad, al identificarse y compartir sus penurias y sus
dificultades. Por amistad, una familia que h a corrido mejor
suerte puede acoger en su seno al hurfano.
U n estudio realizado entre familias procedentes de zo-
nas conflictivas residentes en San Salvador14 seala que, en la
13. Ignacio Martn Baro. La
ideologa familiar en El Salvador. mayora de casos, la bsqueda de satisfaccin se concentra en
Revista E C A (San Salvador) N 450, el interior de la familia. El sistema familiar tiende a extender
abril-1986. sus vnculos para protegerse del medio y a compartir el tiempo
14. U C A . Boletn de Psicolo- libre con los dems miembros de ese sistema. As, debido a las
ga. San Salvador, Vol. V , N 20,
abril-junio 1986.
frecuentes capturas, enfrentamientos, muertes y desaparicio-
El Salvador I 141
ns en la vecindad, los miembros tienden a salir todos juntos, o
al menos en grupos, para m a y o r seguridad.
E n las familias de zonas conflictivas se presenta una
tendencia al desorden adaptativo: como estn m s propensas a
recibir ataques del medio, eso produce u n estado permanente
de alerta que se manifiesta en el descontrol de la capacidad de
adaptacin dentro del sistema familiar; esto redunda e n con-
troles tirnicos m s que reflexivos.
L a investigacin de la U C A tambin mostr que los pa-
trones de comunicacin eran adecuados, excepto entre las
familias que habitaban en zonas conflictivas. Los resultados en
zonas no conflictivas mostraban, en trminos generales, m a y o -
res niveles de adaptabilidad, cohesin y comunicacin.
Los efectos de la crisis afectan de manera diferente a las
distintas clases sociales; algunos sectores sentirn y reac-
cionarn con m s fuerza frente a los efectos polticos de la crisis
y otros frente a los econmicos. Pero pensamos que en los sec-
tores m s bajos de la escala social, ambas reacciones son fuer-
tes, pues son los m s afectados por la represin, la guerra y tam-
bin por la crisis econmica. E s por eso que la mayora de los mi-
grantes indocumentados en los E E U U . , que alcanzan el medio
milln de personas, son de extraccin baja, rural o urbana.
Los problemas sociales derivados de estas fuertes pre-
siones sobre la familia han elevado los tradicionales ndices de
criminalidad, alcoholismo, drogadiccin, desviaciones y abusos
sexuales, vagancia, delincuencia, etc. L a violencia introyectada
e n la conciencia social y la crisis de valores, lleva a una crueldad
e irrespeto h u m a n o y social, tendencia que se expresa en todos
los sectores sociales, desde los miembros de clases privilegia-
das, hasta los sectores indigentes.
Et Salvador I 142
La Constitucin de 1945 traz con mayor claridad la con-
cepcin sobre la familia, pero en la prctica es m u y poco lo que
se lleva a cabo; su aplicacin hubiera exigido un nivel de m o -
dernizacin y desarrollo de la estructura econmica y del Es-
tado que todava no haba sido alcanzado.
Sin embargo, con la modernizacin e industrializacin
que se inici en los aos 50, se desarroll una legislacin fami-
liar m s profunda. El Rgimen de Derechos Sociales de la Cons-
titucin de 1950 regula en materia de "familia, trabajo, segu-
ridad social, cultura, salud pblica y asistencia social". Segn
Guidos Vejar,1* trata ante todo de regular las condiciones que
permiten mantener bajo control la fuerza laboral del pas. E n
este perodo se crea la Procuradura General de Pobres, que e m -
pieza a desarrollar una atencin especial a los problemas fami-
liares y surgen organismos dedicados a la atencin de la niez.
Las Constituciones posteriores han ampliado la cober-
tura sobre esta base. As, por ejemplo, la Constitucin de 1962
redujo la jornada de trabajo de los menores de 16 aos (de 36 a
34 horas semanales) y ampli el derecho a constituir sindicatos
en las instituciones autnomas y semiautnomas.
La Constitucin de 1983 establece que la familia es la
base fundamental de la sociedad, seala adems que la falta de
matrimonio no afectar el goce de los derechos de los hijos
nacidos dentro o fuera del matrimonio y de los hijos adoptivos,
quienes tendrn los mismos derechos. Sobre trabajo y segu-
ridad social, norma las indemnizaciones, la formacin profe-
sional, la sala cuna y extiende la seguridad social a trabaja-
dores agrcolas y domsticos. Tambin crea el Banco de Traba-
jadores y el derecho universal a sindicalizarse.
Si bien es cierto que la legislacin contiene, al menos for-
malmente, los elementos bsicos para garantizar la reproduc-
cinfsicay social de la familia, en la prctica los logros son
sumanente limitados. Por ejemplo, la ley del Seguro Social no
cubre a las familias de los trabajadores, cuestin que en algu-
nos sectores ha sido motivo de protestas y planteamientos rei-
vindicativos.17 Las mismas autoridades de salud han re-
conocido un alto dficit provocado por una deuda del Estado y
las cuotas patronales.
El derecho a la educacin, la cultura y la salud son plan-
teados en cada una de estas Constituciones, derechos que en la
prctica cada da se ven menos efectivos. Sobre todo a partir de
1980 los presupuestos sociales gubernamentales han venido re-
15. Rodolfo Gmez. El Estado, ducindose paulatinamente a favor de los gastos militares.
la constitucin y loa derechos socia-
le. Revista E C A (San Salvador), N * Entre 1983-1985 los gastos asignados a defensa y seguridad as-
423-424, enera-febrera 1984. cendieron de 21,4% a 31,6%, proyectndose u n 36% para 1986."
1C. Rafael Guidos Vejar. El E n cambio los gastos en obras pblicas descendieron del 11,2%
papel del Estado en el proceso de in-
duatrialuodn. Indito.
en 1983, al 1% en 1985; educacin y salud pblica del 27% en
17. Otear Morales. Las de- 1983, al 21,1% en 1984 y ascendieron al 25,2% en 1985 (Informe
manda laborales de los traba- del Ministerio de Hacienda).
jadores salvadoreos. Revista E C A
(San Salvador), N * 409, enero-octu- El deterioro en la atencin de los problemas sociales se
bre 1982. presenta de una manera meridiana. El Ministro de Educacin
18. Fernando Snchez. Crisis ha informado: "... m s de un milln de salvadoreos mayores de
y poltica econmica de la democra- 10 aos son analfabetos; existen 730 escuelas de educacin b-
cia cristiana. Revista E C A (San Sal-
vador). N * 453. julio 1986. sica cerradas y u n dficit de 2.000 maestros respecto a la de-
El Salvador I 143
m a n d a , y u n a enorme escasez de pupitres y material
didctico..."1* L a reduccin de los gastos en salud se ha dado
cuando 6 0 de cada mil nios mueren antes de cumplir u n ao;
6 de cada 1 0 presentan algn grado de desnutricin; y hay slo
4 camas de hospital y 3 enfermeras graduadas por cada 10.000
habitantes.
Algunas proposiciones
El Salvador I 144
Esta desestructuracinfsicay funcional afecta en for-
m a desigual a los distintos sectores sociales, y sus res-
puestas son diferentes. Los sectores m s bajos en la
escala social han sufrido con mayor intensidad los efec-
tos de la desestructuracin de sus familias. Por eso son
ellos quienes han contribuido m s al desarrollo de u n
nuevo sistema de valores sustituyendo el concepto indi-
vidualista de la familia, en donde el nfasis recae en la
reproduccin de la familia nuclear, por otro m s amplio
y social: el de familia ampliada.
2. L a causa fundamental de este proceso de desestruc-
turacin familiar es la guerrra; la crisis econmica slo
agrava y profundiza este proceso.
3. L a desestructuracin familiar trae como consecuencia
daos psicosociales, la destruccin de valores culturales
y sociales (algunos irrecuperables), ocasiona una ano-
mia generalizada y agudiza los problemas sociales en el
pas. Algunas de estas negativas consecuencias slo co-
mienzan a vislumbrarse en este momento. L a proble-
mtica familiar en El Salvador no puede, en lo sucesivo,
abordarse con los criterios imperantes antes del desplie-
gue de esta crisis global.
4. D e continuar el conflicto social y la guerra, pueden pro-
ducirse daos irreparables en la estructura y el funcio-
namiento familiar del pas con repercusiones negativas
para la reproduccin social. Esto a pesar de que se estn
conformando nuevas concepciones en torno a la familia.
5. Cuando cese la guerra, es indispensable efectuar u n
anlisis profundo de los daos en la estructura familiar
para poder impulsar polticas correctas en este campo.
Esta tarea constituye ya u n reto para los organismos
interesados en la problemtica de la familia.
D e nuestra caracterizacin de la desestructuracin fa-
miliar podra desprenderse u n nuevo planteamiento
que debera ser profundizado. Sostenemos que la guerra
ha afectado m s a los sectores sociales pobres quienes
han desarrollado relaciones de solidaridad, un factor po-
sitivo que constituye la base para construir una nueva
cultura popular en el pas. D e ser cierta la anterior
apreciacin, proporcionara pistas para pensar en la
nueva familia salvadorea a construir despus de la
guerra. As, por ejemplo, una reinterpretacin simblica
de esta guerra permitira avanzar hacia una reflexin
colectiva que ayude a superar los daos ya ocasionados.
Los aportes de las ciencias sociales son fundamentales
en este esfuerzo. Este camino slo ser viable bajo u n
nuevo gobierno que efectivamente haga de la paz su
principal objetivo y se proponga constituir una sociedad
totalmente diferente.
6. D e cualquier forma, la estructura y la funcin tradi-
cional de la familia salvadorea han sido rotas, y esto
abre posibilidades para su reconstitucin bajo u n a
nueva perpectiva.
El Salvador I 145
Bibliografia
El Salvador I 146
Fernndez, Agustn. Boletn de Piscologa (San Salvador, U C A ) , Vol. V , N *
20,1986. p. 85-96.
El Salvador I 147
Snchez, Fernando. Crisis y poltica econmica de la democracia cristiana.
Revista E C A (San Salvador), N 453, julio 1986.
ANEXO 1
El Salvador t 148
Y a en 1985, la crisis econmica empieza a golpear con
fuerza a la sociedad salvadorea: los diferentes "paquetazos"
que se han aplicado, la devaluacin del coln, el desempleo, el
cierre de las empresas, de fuentes de trabajo. Otro factor que ha
influido notoriamente en el desempleo es el terremoto; al caerse
muchos locales de trabajo, la gente ha debido desplazarse a
otros lugares; de la ciudad se han trasladado al interior del pas
(principalmente a Santa A n a y Santa Tecla), porque se queda-
ron sin vivienda. La desintegracin familiar, no slo puede ser
entendida por la prdida de un miembro, sino tambin por el de-
terioro de la forma de vida de la familia; muchas veces viviendo
dentro de un mismo lugar, la problemtica es tan aguda que los
miembros del grupo familiar no tienen posibilidades de comu-
nicarse.
Despus del terremoto se cayeron miles de aulas, lo que
ha obligado a organizar el trabajo de la escuela pblica en tres
turnos durante el da, y cada turno slo asiste tres das a la
semana. A d e m s del deterioro del proceso educativo que esto
provoca, ha aparecido dentro de la poblacin escolar una alta in-
cidencia de enfermedades venreas, infecciosas, por el uso de
los mismos servicios por nios y adultos en los diferentes tur-
nos. Es necesario analizar las repercusiones dentro de la fami-
lia de una situacin como sta, donde la salud y la educacin al-
canzan altos grados de deterioro. Estos servicios nunca fueron
eficientes, pero ahora el terremoto los ha destruido; la gente, ca-
si siempre las mujeres, tiene que buscar dnde atender a sus hi-
jos, provocando una prdida de tiempo y recursos.
La fuerte represin tiene ahora una forma nueva: las
migraciones forzosas de la poblacin que el rgimen considera
la base de la guerrilla; al llevarlas a otros lugares las desar-
ticulan, las diezman. Muchos de los migrantes a E E . U U son
gente procedente de las zonas conflictivas; no es el caso de las
migraciones a E E . U U . de los 60-70 conformadas por personas
de clase media; ahora tambin los campesinos toman esa opcin
y para que ellos se lancen a una aventura como E E . U U . , con los
temores a la ciudad, es porque la situacin les es insoportable.
E n u n diagnstico realizado en 1987 por U N I C E F y
Desarrollo Juvenil Comunitario en el sector rural del oriente
del pas (Morazn y la Unin), se constat que muchos lugares
estaban habitados fundamentalmente por mujeres, la mayora
de varones estaba en los E E . U U .
El Salvador I 149
privadas. Esta gente busca otros trabajos, lo cual repercute en
la familia, por las dificultades para atender las necesidades
econmicas y por el poco tiempo para compartir y, por lo tanto,
conformar una real unidad familiar; esto aunado al stress que
caracteriza la conflictividad del momento; y no estamos
hablando de personas que tienen algn tipo de participacin
gremial, no necesariamente de oposicin. Podra imaginarse lo
que ocurre en el sector obrero, que da a da sale a las calles con
sus demandas. Aunque la familia sea unida, una participacin
poltica m s comprometida trae implicaciones emocionales y
familiares m s complejas. La gente no puede estar junta, con la
represin, la amenaza, la gente a veces debe irse de sus casas...
esconderse.
Nosotros trabajamos con mujeres obreras; hace poco
hicimos u n seminario; la mayora eran casadas, unas tenan
maridos que tambin eran sindicalistas, otras no, pero vivan
una problemtica casi normal en nuestro pas, el machismo,
que influye en la inestabilidad familiar (los hijos abandonados).
La Procuradura no tiene ningn recurso de amparo, no tiene
medios para reclamar a los padres; muchas veces los hombres
no tienen trabajo, no tienen cmo responder a las sentencias,
por m u y justas que sean. La gente que trabaja en la Procuradu-
ra dice que se halla en u n callejn sin salida: llaman a la gente,
hacen los reclamos, pero de nada sirve.
El Salvador I 150
medidas estaban tomando ante los bombardeos, la muerte de
tanto nio. Eso fue evadido. Decan que algunos nios eran
llevados al "Centro Tutelar", cuando eran rescatados, pero n o
queran quedarse all, se escapaban, por la "promiscuidad y el
abuso sexual de unos nios sobre otros, los mayores sobre los
menores". E n resumidas cuentas, no han hecho m u c h o .
El Salvador I 151
eclesiales estn haciendo algo, pero es mnimo con respecto a la
dimensin de los problemas.
L a gente est condicionada psicolgicamente por la
guerra. Los ruidos subterrneos del terremoto les hicieron pen-
sar, en u n primer momento, que se trataba de u n bombarde.
Las gente defiende su vida, pero los mecanismos de defensa a
los que tiene que recurrir son antihumanos; entonces viene to-
da la delincuencia, te pueden asaltar y nadie hace nada por
evitarlo. A muchos esta situacin no les importa mientras no
sean los agredidos. E s u n a deshumanizacin.
Sin embargo, durante el terremoto se pudieron observar
algunos comportamientos positivos como el grado de organiza-
cin y de unidad familiar y comunal. Se cocinaba en la calle, se
organiz grupos de vigilancia, se atraves vehculos para evitar
el latrocinio. Pero la situacin supera el momento...
Otra cosa que considero importante es el papel de las
Iglesias, de la Iglesia Catlica, la E m m a n u e l , la Primera Iglesia
Bautista, la Iglesia Luterana, que ayudan realmente a los nece-
sitados. Sin embargo, tambin han proliferado las sectas que
ejercen u n a accin completamente alienante. Son el mayor
escape para la mujer y tambin para los hombres; su prctica
es contrainsurgente: son pacificadoras. Cuando se agudizan las
contradicciones, cuando se siente que algo estalla, llega un re-
presentante, u n pastor de esa secta y llena el Estadio, incre-
ble! Ah la gente se manifiesta con u n histerismo que expresa
todo lo que no puede sacar normalmente. Incluso Duarte se h a
entrevistado con los pastores visitantes. U n o de los ltimos
lleg en u n m o m e n t o de crisis de los partidos polticos, de
huelgas, paros, manifestaciones.
El Salvador I 152
ANEXO 2
El Salvador I 153
hecho integrarse m s . C o m o son zonas donde no hay luz, el
grupo se rene desde temprano y se dedica a actividades tra-
dicionales, a juegos de familia antiguos y no a las diversiones co-
m u n e s de la zona urbana. Sera importante hacer una investi-
gacin a fondo ya que los datos son escasos.
Los desplazados tambin tienden a unificarse; el hecho
de traerlos de sus lugares de origen a una realidad ajena, los
desorienta. El hecho de haberlos removido de sus comunidades
de origen, donde ellos haban alcanzado una identidad social,
un prestigio, u n espacio; el traerlos y ubicarlos en una determi-
nada zona dificulta el surgimiento de nuevas formas de organi-
zacin social. C o m o la crisis es total, los valores y las formas de
organizacin tradicionales no desaparecen totalmente, pero
tampoco surgen nuevas formas de organizacin social. All est
el problema, no se h a considerado u n nuevo grupo familiar.
El Salvador I 154
enemigo, ponindolo como el agresor, el enemigo... El nio e m -
pieza a encontrar en todos un enemigo potencial. Porque aqul
identifica a la izquierda, pero tambin son identificados como
enemigos los de un determinado Partido. Entonces cules son
los amigos? Todo se presenta en una forma negativa, u n "no-
haga", y as se reproduce la socializacin. El futuro de los nios
va a ser m s agresivo.
Existe una dosis excesiva de agresividad, de hosquedad,
recelo, todo es violencia y la nica respuesta es violencia. U n
ejemplo: una domstica dej de trabajar en San Salvador con un
permiso por dos meses : como no regres en el tiempo convenido,
su patrona decidi ir a buscarla. Al encontrarla, la empleada le
cont que una enemiga la haba atacado con una "cuma" y le
haba dejado invlida una mano. Pese a que la haba denun-
ciado ante el juez que la haba identificado, el juez le haba
dicho: "No se puede hacer nada, estamos en guerra, as que
slvese quien pueda". L a persona que la haba acompaado
pidi un consejo al juez quien le dijo que poda tomar sus
acciones por su cuenta para no quedarse con eso....
El odio que se est promoviendo se est demostrando en
la conducta del nio, lo que aparejado a la gran miseria, que no
es buena consejera de formas de condescendencia o integracin,
conducen a arrebatar, a quitar para poder sobrevivir. Se tiende
a desarrollar u n a mentalidad hipercrtica, pero negativa,
destructiva.
El Salvador I 155
La familia
cubana Niurka
Prez Rojas
Elena Daz
Gonzlez
Cuba / 156
rasgos y problemas que afectaban a la familia cubana, sobre
todo a los hijos y a la mujer. E n una comunicacin de la Alianza
Nacional Feminista se abogaba por "reconocimientos de los
derechos del nio, igualdad absoluta sobre los hijos ilegtimos
y los naturales; igualdad civil entre la mujer y el hombre".
Tambin el Comit Ejecutivo Permanente del Tercer Congreso
Femenino solicitaba "la igualdad absoluta entre la mujer y el
hombre no slo ante la ley sino en cada uno de los cdigos, tanto
en los que se organizan las relaciones familiares y conyugales,
como los que determinan las sanciones de carcter penal y el
ejercicio correlativo de comparecer ante los tribunales ( . . . )
Aplicacin del seguro y descanso de maternidad, estableci-
miento de creches que faciliten el trabajo de la madre obrera, etc
(...) Obligacin de los centrales y propietarios de la facilitacin
de viviendas higinicas que no amenacen la salud de las m u -
jeres y sus hijos. Establecer una proteccin especial para las
empleadas y oficinistas impidiendo tanto en su caso como en el
de las obreras las cesantas originadas por el embarazo; fijar
como principio organizativo de la administracin la idoneidad
del empleado sin distincin de sexo".* Y solicitaba "garantizar
5. Diario de Sesiones de la los derechos de los hijos equiparndolos a los emanados de las
Asamblea Constituyente. La H a -
bana. V . L . , N L X , Sesin decimo- uniones extra-conyugales a los surgidos del matrimonio leg-
cuarta (Plenria) 8 marzo 1940, p. 8. timo, no debiendo especificarse en la inscripcin, planteando la
. dem., p. 11-12. investigacin de la paternidad y obligando a los padres a
7. dem., p. 11-12.
8. LowryNelson.uroJCuix reconocer a los hijos habidos fuera del matrimonio los mismos
(2da ed.). The University of Minne- derechos que los tenidos en l".1
iota Presa, Inters especial para es-
te trabajo tiene el capitulo 10, p. 174- As, en la Constitucin de 1940 qued establecida la
20. igualdad de la mujer y la de los hijos ilegtimos. Sin embargo,
ff. Agrupacin Catlica Uni- el texto constitucional, para que tuviera curso legal, exiga
versitaria. Encuesta de trabaja-
dores rurales 1956-1967. Economa leyes complementarias que nunca fueron votadas por el C o n -
y Desarrollo (La Habana), N 12, sejo. Estas reivindicaciones quedaron, como muchas otras, en
Julio-agosto 1972, p. 188-213. La di- el papel.
reccin de la revista inserta u n a pre-
sentacin crtica a este documento
El trabajo de Lowry Nelson,* realizado en 1945-1946,
en la cual se expone algunas de sus estudi problemticas similares a las escogidas por la Foreign
Insuficincias tcnicas e ideolgicas. Policy Association. A travs del anlisis de 742 familias en 11
10. Ins Reca; M a . del Carmen reas rurales brind algunas apreciaciones acerca de las dife-
Callo. 1 estado actual de las inves-
tigaciones sobre familia en Cuba. rencias entre familias urbanas y rurales, segn su posicin
Ponencia presentada en la V Confe- social. E n 1956-1957, la Agrupacin Catlica Universitaria
rencia Cientfica de Ciencias Socia- realiz una encuesta entre trabajadores agrcolas que aportaba
les, Universidad de La Habana, fe-
brero 1987 (Mecanografiado). datos sobre el nivel de vida de sus familias.*
11. Sonia Catass. Caracte- Los estudios postrevolucionarios sobre la familia, como
rsticas de los ncleos familiares en grupo social, comenzaron en la dcada del 70. El censo de 1981
dos reas en estudio: Plajea de la R e -
volucin y Yateras. E n Niurka Prez
recoge, por primera vez en la historia censal del pas, u n an-
Rojas (comp.). Seleccin de lecturas lisis amplio de la composicin familiar y desagrega los hogares
sobre familia y poblacin en Cuba y segn tipo (unipersonal, familia bsica, extendido y compues-
Amrica Latina, p. 204-236. La H a - to). E n una investigacin reciente sobre la familia cubana, las
bana, 1986; Niurka Prez Rojas.
Caractersticas eociodemogrficas autoras clasifican las investigaciones existentes de acuerdo con
de la familia cubana 1963-1970. La la metodologa y objetivos planteados y por el tipo de enfoque:
Habana, Editorial de Ciencias So- demogrfico, psicolgico o sociolgico.10
ciales, 1979; dem. Anlisis y resul-
tados de la aplicacin de u n cues- Entre los trabajos de carcter demogrfico se encuen-
tionario de hogares de Marianao. E n tran el de Sonia Catass y los de la autora de este artculo." Si
Niurka Prez Rojas (comp). Selec- bien en estos estudios predomina el enfoque demogrfico, tam-
cin de lecturas sobr familia y po-
blacin en Cuba y America Latina, bin se aportan elementos sociolgicos en u n intento de inte-
p. 168-181. La Habana, 1986. gracin an no logrado. Angela Casaas y Monika Krausse han
Cuba I 157
estudiado, desde u n a perspectiva sociolgica, algunas cues-
tiones que afectan a la familia.u Otros autores como Oriestela
Medina, Mara Elena Real, Eugenio Balar han privilegiado
una ptica sociolgica para analizar la familia."
Algunas limitaciones que presentan los estudios sobre
la familia en C u b a son: la falta de integracin de las diferentes
perspectivas o enfoques disciplinarios y la ausencia de una ho-
mogeneidad conceptual. Justamente, una investigacin sobre
el perfeccionamiento de la vida familiar, dirigida por la Acade-
mia de Ciencias con u n grupo interdisciplinario y cuya termi-
nacin h a sidofijadapara 1990, busca esa integracin y desa-
rrollo conceptual.
Cuba I 158
en este ao que transcurre, a realizar lo que pudiramos llamar
u n esfuerzo verdaderamente heroico: era el esfuerzo de llevar
a cabo los planes de la economa con la mitad de las importa-
ciones en divisas convertibles que se consideraban impres-
cindibles; y (...) con la cuarta parte de las importaciones pro-
cedentes de esa rea que hicimos en el ao 1984, porque en 1984
fueron alrededor de 1.500 millones de dlares, de unos dlares
que entonces valan m s que ahora (...). D e m o d o que si com-
paramos las importaciones de 1987 en divisas convertibles con
las de 1984, es prcticamente la cuarta parte". Las medidas
m s revelantes propuestas por la Asamblea Nacional afinesde
1986" fueron : el aumento del precio al transporte y el alza de
la tarifa de servicio elctrico, ambas vinculadas al consumo de
petrleo; pese a ello, el precio del transporte urbano, que subi
de 5 centavos a 10, contina siendo uno de los m s baratos del
m u n d o , y la tarifa elctrica no es excesivamente cara. Otras
medidas m s concretas y con menor repercusin sobre la po-
blacin son, por ejemplo, la sustitucin en algunos comedores
obreros del consumo de arroz por papas, o la disminucin de la
asignacin gratuita de leche a algunos becados de medio litro a
u n cuarto de litro diario.
Junto a estas medidas, se tomaron otras compensato-
rias para proteger los ingresos de las capas populares, tales
como incremento de 5,00 pesos en los pensionados de menos de
100 pesos mensuales y el aumento de salarios a sectores obreros
especficos.
El proceso de transformaciones estructurales en Cuba
persigue promover el crecimiento de la economa simultnea-
mente con la elevacin de la calidad de vida de la poblacin.
Calidad de la vida implica, adems de la satisfaccin de las ne-
cesidades h u m a n a s bsicas, alimentacin, abrigo, vivienda,
tambin garantizar la salud, educacin, seguridad de la socie-
dad, recreacin cultural, alegra, dignidad.
E n esta serie de aspectos, decisivos para el ncleo
familiar, desempean un papel esencial la educacin y la salud.
El acceso al conocimiento es un requisito indispensable para
medir el desarrollo y un elemento esencial para profundizar la
participacin consciente de los hombres en el proceso de trans-
formacin social que persigue el desarrollo. E n 1958 m s de 1
milln de cubanos eran analfabetos, en 1961 se erradic el anal-
fabetismo, y en la actualidad todos los nios en edad escolar tie-
nen garantizada la educacin que es gratuita, segn datos del
Ministerio de Educacin en 1986. E n la enseanza media hay
m s de un milln de estudiantes, la mitad de ellos becados. E n
cada estudiante de secundaria bsica en el campo, la sociedad
invierte cada ao alrededor de 620 pesos. Los estudiantes beca-
dos reciben albergue, asistencia mdica, transporte, ropas, cal-
zado y alimentacin sin costo alguno para su familia. El pre-
supuesto para la educacin en 1958 fue de 74 millones de pesos,
11 pesos como promedio por cada habitante del pas; en 1986 ese
presupuesto fue de m s de 1655,2 millones de pesos, 166 pesos
por cada habitante. U n o de cada tres habitantes de nuestro
IS. Gramma. Resumen te- pas, estudia. H a y algunas cifras aproximadas de lo que sig-
manal, fio 22 r N16, abril 1987, p. nificara para el presupuesto familiar asumir los gastos de un
11
Cuba I 159
lnjo que asiste seminterno en primara, o becado en el preu-
niversitario, o costear una carrera universitaria, donde muchas
veces los jvenes reciben estipendios o becas completas y
gratuitas.1"
Tampoco es posible medir con exactitud el significado
del acceso a los servicios de salud, pero algunos datos del M i -
nisterio de Salud (1987) ayudan a ilustrar los logros en este
campo. El ndice de mortalidad infantil es el 13,6 por mil na-
cidos vivos en 1986; hay u n mdico por cada 443 habitantes; se
ha erradicado terribles azotes de la infancia como la difteria, el
paludismo y la poliomelitis; y la esperanza de vida es 75 aos.
Comprender que la asistencia mdica, adems de gratuita,
ofrece u n a seguridad total, por la calificacin mdica y la con-
fianza en el personal; recibir la m s esmerada atencin que in-
cluye procedimientos tan complejos como el transplante de r-
ganos, significa m u c h o m s que u n ahorro econmico; forman
parte de la salud mental de una poblacin que se sabe segura.
L a revolucin posee ya 5.000 mdicos de la familia, nueva ins-
titucin que cumple cabalmente este objetivo; todas las gestan-
tes se someten a pruebas que detectan las malformaciones y
brindan la posibilidad de interrumpir el embarazo si as se de-
sea.
E n la salud intervienen adems medidas sanitarias,
higiene del medio ambiente e indicaciones de alimentacin y
nutricin. E n 1984, la poblacin cubana consuma u n promedio
de 2.963 caloras diarias y 79.8 gramos de protenas, casi la
mitad de origen animal. Todos los nios reciben u n litro diario
de leche hasta los 7 aos, al precio de 25 centavos, y se puede
adquirir libremente ese producto en el mercado paralelo a 1
peso el litro. Tambin se garantiza a toda la poblacin la carne,
granos, arroz y otros productos esenciales para la alimentacin,
segn los hbitos tradicionales del consumo. Pero en el mercado
paralelo se ofertan todos esos productos -excepto la carne de
res- a precios superiores y sin lmite alguno. Muchos productos
como los huevos o el pescado dejaron de ser racionados hace
aos, considerando u n precio bajo y estable. Si en una etapa
inicial, el racionamiento fue u n a necesidad dictada por la
escasez, hoy es una forma de garantizar una distribucin m-
nima e igualitaria y de responder a los hbitos establecidos. El
pueblo ha asimilado como suyo el derecho a comer satisfactoria-
mente tres veces al da; esta conciencia es tambin parte de la
vida familiar, es u n elemento de la conducta cotidiana y colec-
tiva que adquiere nuevos rasgos. D e este m o d o la familia cuba-
na no sufre la inestabilidad que genera la constante oscilacin
de precios o reajustes internos que exige la actual crisis econ-
mica.
Cuba I 160
censal cubano estaba formado por 4,86 personas como prome-
dio; en 1970 por 4,46 y en 1981, por 4,1 personas". E n este l-
timo ao correspondieron 4,0 para la zona urbana y 4,4 para la
rural."
E n 1981 haba 2.351.000 ncleos en 2.363.400 viviendas
particulares (2.291.000 eran viviendas ocupadas por residen-
tes permanentes), donde radicaban 2.412.500 familias bsicas,
es decir 1,00 ncleo y 1,02 familias bsicas por vivienda, pro-
medios prximos uno del otro.1' El 86,7% de los residentes son
familias bsicas. El 56,1 % integra las familias de la metrpolis,
ciudades y pueblos, donde u n 9,6% est fuera de familia,
mientras que en poblados de menos de 2.000 habitantes y en
zonas de viviendas dispersas slo el 3,2% est fuera de familia*0.
E n estos datos se refleja el problema de la vivienda en las
ciudades, aunque, sin lugar a dudas, en las reas urbanas exis-
te una mayor independencia familiar que en las reas rurales."
La tendencia de la famila cubana actual es reducir el
nmero de hijos. Trabajos recientes, entre ellos el de Alfonso
Farns y el de Fernando Gonzlez, demuestran este fenmeno
que, naturalmente, tiene relacin con las transformaciones re-
volucionarias, sobre todo con la incorporacin de la mujer al
trabajo, hecho que se ha acelerado a partir de la dcada de los
setenta.**
Desde 1978, segn el trabajo de Farns, los niveles de
17. Repblica de Cuba, Comi- fecundidad en Cuba estn por debajo del simple reemplazo
t Estatal de Estadstica*. Censo de perspectivo de generaciones.** E n 1981, la tasa bruta de repro-
poblacin y viviendas de 1981. Vol.
16, tomo 1, p. CXXI. duccin (TBR) fue de 0,78 hijos por mujer; en 1984 era de 0,87
18. Elizabeth Cruz Vera. hijos por mujer y en 1985 tuvo el de 0.94.*4 " E n 1982, de quince
Composicin de la familia rural cu- pases seleccionados con baja fecundidad slo cuatro tienen una
bana. Facultad de Planificacin de la T B R menor que Cuba. E n el campo socialista todos tienen va-
Economa Nacional y Economa de la
Industria. lores superiores a ella".** Pero este descenso ha estado asociado
19. Redblica de Cuba, Censo a un rejuvenecimiento de la fecundidad. " E n la dcada de 1980
de poblacin... op. cit., p. C X D L la mujer cubana tiene menos hijos que en pocas anteriores; pe-
90. Ibid., p. C X D C .
ro alrededor del 60 por ciento de ellos los tiene antes de los 25
21. En estos momentos El Go-
bierno Revolucionario ha emprendi- aos y algo m s del 25% son concebidos con menos de 20 aos
do u n programa de construccin de (...). Llama la atencin la importancia que tienen la fecundidad
viviendas a largo plazo, usando fuer- entre 15 y 19 aos, pero m s an, en trminos relativos, entre
za de trabajo voluntaria (microbriga-
das) 12 y 14 aos. Este ltimo grupo tiene prcticamente la m i s m a
22. Alfonso Farns Morejn. importancia relativa que el de m s de 40 aos".**
La declinacin de la fecundidad y sus
perspectivas en el contexto de los
E n el prximo epgrafe se tratan algunos de los factores
procesos demogrficos en Cuba. Re- que han incidido en este comportamiento.
sumen de la tesis para optar por el
grado cientfico de candidato a doctor
en Ciencias Econmicas. La Habana,
Centro de Estudios Demogrficos, Funciones y roles de la familia cubana
Universidad de U Habana, 1985;
F e m a n d o Gonzlez Quiones. La Desde el punto de vista jurdico, la revolucin ha inten-
participacin de la mujer en la fuerza
de trabajo y la fecundidad en Cuba. tado cambiar la familia tradicional. E n los Cdigos de la Fa-
Un estudio sobre poblacin y desa- milia, de la Niez y la Juventud,*7 al m i s m o tiempo que se cam-
rrollo. Resumen de la tesis para op- bia el esquema de supeditacin de la mujer en el hogar, y que
tar por el grado de candidato a doctor
en Ciencias Econmicas. La Habana, se otorga los mismos deberes y derechos a ambos cnyuges en
Centro de Estudios Demogrficos, la formacin de los hijos, tambin se establecen los deberes y
Universidad de La Habana, 1986. derechos de los hijos con sus padres. El Cdigo de Familia, entre
27. Cdigo de la Niez y la
Juventud. Suplemento del Peridico
otras cuestiones, regula el matrimonio y la unin voluntaria y
Juventud Rebelde, 6 febrero 1978. libremente concertada de un hombre con una mujer; elimina las
Cuba I 161
causales de separacin; establece la igualdad de todos los hijos
independientemente del estado civil de los padres; dispone las
regulaciones sobre la pensin alimenticia entre parientes;
plantea que "los cnyuges en la medida de las capacidades o po-
sibilidades de cada uno, deben participar en el gobierno del ho-
gar y cooperar al mejor desenvolvimiento del m i s m o " . "
D e esta forma, el planeamiento jurdico del Estado So-
cialista Cubano marca los objetivos a los que se aspira, pero la
realidad todava muestra sus diferencias.
E n las investigaciones actuales en torno a los roles fa-
miliares aparece que la autoridad real la ejerce la madre. El tra-
bajo de la sociloga ngela Casaas, antes citado, confirm la
importancia del rol materno entre las familias urbanas, tal co-
m o haba mostrado para el rea rural la investigacin de la
Foreign Policy Association.
Patricia Ares 29 comprueba que es la madre la formadora
de hbitos en los nios; que stos reproducen los roles tradicio-
nales establecidos para madre y padre; que, en general, el pa-
dre mantiene una actitud pasiva ante los problemas del hogar
y de los nios; y que la funcin afectiva se pierde en algunas fa-
milias, cuando sus miembros llevan una vida independiente.
La jefatura femenina se ha incrementado de 9,6% en
1953 a 19,7% en 1981 . M Este aumento debe ser mayor si se tiene
en cuenta que, por las limitaciones de vivienda, la mujer divor-
ciada o separada permanece en el hogar de los progenitores
donde la jefatura formal en general, es masculina. Al comparar
las tasas de jefatura masculina con las femeninas en los censos
de los aos 1953 y 1981, se constata la disminucin de la tasa
de jefatura masculina en todos los grupos de edades, salvo entre
los mayores de 55 aos.*1 El aumento de la jefatura femenina
puede estar relacionado con el aumento de la proporcin de
mujeres divorciadas. E n 1979, las divorciadas representaron el
76,87% de los jefes de ambos sexos, clasificados segn estado
conyugal."
E n el trabajo citado de Fernando Gonzlez se comprob
que durante 1970 las mujeres casadas modificaron radical- 28. Repblica de Cuba, Cdigo
de la familia op.cit., captulo 2, ar-
mente sus pautas de participacin pues sus actividades se in- ticulo 26, p. 19.
crementaron m s que en ninguna otra de las situaciones. El 29. Patricia Area Muxio. Estu-
nivel alcanzado por las casadas de la zona urbana, medido en dios de rasgo disfuncionales de
aos bruto de vida activa ( A B V A ) , pas de 9,4 a 20,7 entre 1970 nuestra familia cubana actual. Po-
nencia presentada en el X X I Con-
y 1981. Asimismo la proporcin de mujeres econmicamente greso Interamericano de Psicologa,
activas, entre los 25 y 29 aos, se elev de 26,7% a 60,4% en el La Habana, julio 198
m i s m o perodo. Entre las casadas de la zona rural tambin se 30. Republica de Cuba, Censo
de poblacin y viviendas. ., op. cit.,
produjo u n cambio notable, pues el nivel se elev de 3,6 a 10,5 cuadro 70, p. 128.
A B V A y las tasas mximas alcanzaron el 35% de las mujeres 31. Elaboradas a partir de
entre los 20 y 34 aos." El autor mostr que en 1981 "ms de la Niurka Rojas, op. cit., cuadro 7, p. 35,
mitad de las mujeres se ocupaban en la planificacin y el y Anuario Demogrfico de Cuba, op.
cit. tabla 1, p. 7 y tabla 8, p. 18-21.
control, la docencia y la investigacin, la medicina y las ac- 32. Repblica de Cuba: Co-
tividades administrativas (...), la cuarta parte en el comercio, la mit Estatal de Estadsticas, Direc-
alimentacin pblica y la prestacin de servicios (...) mientras cin de Demografa. Encuesta Demo-
que slo algo m s de la dcima parte trabajaban como obreras grfica Nacional 1979. Caractersti-
cas de los ncleos y la familia. M a y o
en la industria y la construccin (...) y un 6,5% por ciento como 1981. Cuadro 12, p. 18.7
obreras agropecuarias''.** 33. Fernando Gonzalez, op.
Los cambios ocurridos en la participacin laboral de la cit., p. 18.
mujer le permiten aportar ingresos a la organizacin familiar, 34. Ibid., p. 20-21.
Cuba I 162
lo que tiende a repercutir, de alguna manera, en los roles que
cada uno de los miembros de la familia debe asumir E n el caso
de las mujeres divorciadas o separadas la legislacin vigente
obliga a dar una pensin alimenticia. El Cdigo de Familia esta-
blece que debe ser "proporcional a la capacidad econmica de
quien los d y a las necesidades de quien los reciba".** N o obs-
tante, algunos hombres tratan de evadir esta situacin o con-
sideran que con una pensin pequea cumplen con la responsa-
bilidad que tienen hacia sus hijos; entonces es la mujer la que
tiene que enfrentar la totalidad de las obligaciones familiares.**
Los cambios en las funciones de la familia han llevado a
una mayor independencia de los hijos. Entre los factores que
han ido posibilitando esta independencia podemos considerar
las becas y las campaas protagonizadas por la juventud, tales
como la de alfabetizacin, maestros voluntarios, recogida de ca-
f, Isla de la Juventud, el campismo popular (en este ltimo se
han incorporado tambin las familias). Otro factor es la par-
ticipacin de los jvenes en sus organizaciones polticas y de
masas (Unin de Jvenes Comunistas, Federacin Juvenil de
Enseanza Media, Federacin Estudiantil Universitaria), en
las cuales toman decisiones con independencia de sus relacio-
nes con la familia.
Sin embargo, la familia no est plenamente preparada
para actuar en correspondencia con esa independencia. U n a de
las consecuencias es el rejuvenecimiento de la fecundidad. A -
parte de los peligros que para la vida de una adolescente pue-
de tener el embarazo, estn los de carcter social, tan graves co-
35. Repblica de Cuba, Cdigo m o el primero. E n 1982 m s de 20.000 jvenes haban abando-
de familia, op. dt, artculo 127, p. 48. nado sus estudios por matrimonios, embarazos, etc.*7 E n 1981,
36. Mirta Rodrguez Calde- una de cada cuatro muchachas cubanas entre 15 y 19 aos es-
rn. Se puede o no se puedet Gran-
m a , 19 de noviembre 1986, p. 2. taba casada, unida, divorciada o separada.** La mayora de los
37. Sonia Catania Cervera; matrimonios jvenes suelen terminar en divorcio o separacin
Alfonso Faras Morejn; Fernando lo cual trae consecuencias dainas para los hijos. "Estos nios
Gonzlez Quiones; Jos Urna Ote- nacen y crecen en desventaja social y emocional, pues carecen
ro. La reproduccin de la poblacin y
el desarrollo socio-econmico en de un medio familiar completo y apropiado a losfinesde su ade-
Cuba. Ponencia presentada en la V cuada educacin".**
Conferencia Cientfica de Ciencias
Sociales, Universidad de La Habana, Si bien la familia cubana cumple una funcin importan-
lebrero 1987, p. S3, que cita a N a - te en la trasmisin de nuevos valores revolucionarios, tambin
tividad Guerrero. La educacin se- ha sido trasmisora de los viejos valores. Los grandes cambios
xual en la joven generacin. La H a -
bana, Editora Poltica, p. 29.
sociales que ha implicado la revolucin, entre ellos el derecho a
38. Sonia Catass Cervera, la igualdad de la mujer, han producido algunos resultados con-
op. cit., p. 53. tradictorios en la esfera ideolgica. El trabajo de Mnika
39. Ibid., p. 53 Krausse40 descubre algunos hechos que reflejan la trasmisin
40. Monika Krausse. Algunos
temas fundamentales sobre educa- de viejos valores desde el hogar. La autora seala que an pre-
cin sexual. Editorial Cientfico-Tc- valece y es admitida la idea de que la mujer debe tener hijos en-
nica, 1986, p. 12; Hortencia Romero; tre los 15 y 19 aos, u n rasgo de la etapa en que a las jvenes se
Natividad Guerrero. Aproximacin les preparaba ideolgicamente exclusivamente para el matri-
al conocimiento del nivel de infor-
macin y actitud hacia algunos as- monio. A los varones, se les impulsa y les inculcan en el hogar
pectos de la sexualidad y la relacin las relaciones sexuales en edades tempranas, como tradicio-
de pareja en pioneros "Jos Marti" nalmente se haca. N o se orienta a los hijos en las custiones re-
del segundo nivel. E n Estudios sobre
aspectos de la lucha ideolgica en lacionadas con la sexualidad. A las hijas no se les habla de m e -
Cuba, p. 56-76. Centro de Investiga- dios anticonceptivos por la creencia de que si no los conocen, o
ciones Psicolgicas y Sociolgicas, no tienen cmo adquirirlos, no van a tener relaciones sexuales.
Academia de Ciencias de Cuba, El estudio de Hortencia Romero y Natividad Guerrero40
1986.
muestra que la menarqua y la eyaculacin en los jvenes
Cuba I 163
estudiados ocurren cuando estn cursando el quinto, sexto o
sptimo grado. Sin embargo, la mayora de las muchachas que
est sufriendo estos cambios biolgicos no obtiene de sus padres
informacin alguna. La investigacin revela que tanto el padre
como la madre dan respuestas tajantes, imperativas o gene-
ralmente prohibitivas, cuando intentan entablar una conversa-
cin sobre los temas relacionados con el amor, la relacin de
pareja y la sexualidad. E n las reas rurales algunos padres
prohiben la literatura sobre esta temtica, publicada para los
adolescentes y jvenes. El sistema general de enseanza no
provee a los adolescentes de la informacin bsica sobre la
sexualidad y el ambarazo, hasta despus del llamado desa-
rrollo. Aunque priman los valores trasmitidos por la familia, la
investigacin refleja la aparicin de una tica comunicada por
los medios masivos y por la escuela. La mayora de los sujetos
estudiados consiente que los miembros de la pareja mantengan
sus amistades (96,4%); consideran que el amor debe ir acom-
paado del respeto mutuo (93,6%); que las muchachas no deben
limitar sus actividades sociales por el noviazgo (53,3%); afir-
m a n que se debe consultar con su pareja las decisiones que
tengan implicaciones para ambos (75,3%). Slo un 27,5% est
en desacuerdo con que su pareja debe adaptarse a su forma de
ser o de lo contrario no llegaran al entendimiento.
Sin embargo, el peso de los valores trasmitidos por el
hogar incide en la reproduccin de la subordinacin de la mujer.
El 52,2% de los sujetos -hembras y varones- afirmaron que los
hombres nunca podrn realizar los quehaceres del hogar con la
m i s m a destreza que las mujeres. Este juicio se confirm cuando
los muchachos sealaron que las muchachas, ya sean familia-
res, novias o simples compaeras, asumen la responsabilidad
de lavar la ropa de sus compaeros en los perodos de la escuela
al campo o en los internados. Las muchachas se mostraron
orgullosas al afirmar que ellas s hacen estas tareas, aunque
acusaron a los varones de que nuncan las ayudan en nada, y que
mientras ellas trabajan ellos practican deportes o descansan, y
que cuesta trabajo hasta que les provean agua para lavarles sus
ropas. Los varones expresaron su capacidad para realizar estas
tareas, pero aadieron que si hay mujeres, no tienen la obli-
gacin de hacer tareas que habitualmente ellas desempean en
sus hogares.
E n relacin con la virginidad y las relaciones prematri-
moniales, u n 67,6% plante que la ausencia del himen no es un
obstculo para que una muchacha sea a m a d a y respetada; un
70,3% rechaz el culto a la virginidad y apoy las relaciones pre-
matrimoniales sustentadas en el amor recproco; un 56,7% re-
chaz el criterio de que una muchacha soltera que no es virgen
es una inmoral; un 89,7% consider normales las relaciones se-
xuales entre jvenes que se a m a n y se respetan; mientras un
67,2% de los sujetos plante que los jvenes prefieren casarse
con muchachas vrgenes. Puede inferirse que los sujetos ac-
ceden a que la mujer tenga contacto ntimo antes de ir al matri-
monio, pero la mayora de ellos prefieren desflorar a su futura
esposa, a pesar de que hacen todo lo posible por obtener de sus
novias todo lo que accedan a ofrecerles (estn o no enamorados
Cuba I 164
de ellas). L a iniciativa para las relaciones ntimas, segn la
respuesta de u n 75,1%, parte del muchacho.
Las entrevistas grupales revelaron que la infidelidad es
una conducta tpica de los varones; la mayora tiene dos o m s
novias, a veces en la misma aula. Cuando alguna se percata de
su rival, se producen altercados entre ellas, defendiendo su de-
recho sobre el novio. Los varones alegaron que el muchacho que
no tenga varias novias no es hombre, porque el hombre tiene
que aceptar todo lo que se le proporcione.
Conclusiones
Bibliografa
Cuba I 165
Ares Muxio, Patricia. Estudio de rasgos disfuncionales de nuestra familia
cubana actual. Ponencia presentada en el XXI Congreso Interameri-
cano de Psicologa, La Habana, julio 1987.
Nelson, Lowry. Rural Cuba (2da ed.) The University of Minnesota Press, sf.
Cuba I 166
Repblica de Cuba. Publicacin Oficial del Ministeriode Justicia. Cdigo de
familia. La Habana, 1975.
Cuba I 167
La familia del Caribe:
respuestas a la
transformacin
econmica y social
Sonia M . Cuales
Introduccin
Caribe I 168
Para que en los pases del Caribe el desarrollo econmico
tenga una faz h u m a n a es crucial valorar la cultura caribea en
su sentido m s amplio. Sin esto, el pueblo caribeo carecer de
la fuerza y la confianza requeridas para conformar y definir el
desarrollo endgeno.
Lo expuesto en este trabajo es u n primer intento por
enfocar el concepto de familia en el contexto caribeo, desde
una nueva perspectiva, que considera las respuestas humanas
en una sociedad en transformacin. El objetivo de este esfuerzo
analtico es generar y alimentar un debate que lleve a una mejor
comprensin de las fuerzas que dan forma a la sociedad caribe-
a y que influyen en su desarrollo o estancamiento.
L a familia caribea
Caribe I 1 6 9
El trmino comunidad lo utilizamos de u n a manera
heterodoxa. Incluimos all a los miembros de distintos tipos de
grupos sociales y culturales y observamos cules son los lazos
que los unen. As, por ejemplo, los miembros de u n "steel band"
conforman un tipo de comunidad; los sindicatos, grupos religio-
sos. T h e Best Village"1 y algunos sectores del movimiento de
mujeres pueden ser considerados como comunidades, en este
sentido. Los lazos que unen a estos grupos tienen ciertas carac-
tersticas particulares que determinan las acciones y respues-
tas de cada comunidad.
Cualquier intento por estudiar la respuestas de la "fami-
lia", bien sea como grupo unido por lazos de parentesco, o bien
como comunidad, debe tener presente que la poblacin caribea
no es homognea. Por el contrario, est conformada por grupos
raciales y tnicos que han vivido diferentes trayectorias hist-
ricas y de clase. As, por ejemplo, es m u y importante considerar
las diferencias lingisticas dentro del Caribe angloparlante. E n
otras palabras, la regin caribea es una unidad heterognea
en la cual deben reconocerse tanto sus puntos fuertes como sus
debilidades. E s necesario recuperar tanto la historia de cada
grupo racial o tnico en el momento de arribo al Caribe, como los
procesos de reconstruccin posterior de la familia. Las familias
de cada grupo tnico asentado en el Caribe h a n vivido un
proceso de transformacin en cuanto a su estructura y fun-
ciones. Se han modificado las relaciones hombre-mujer; los m a -
trimonios y parejas formadas entre miembros de distintos
grupos tnicos han dado lugar a un amplio espectro de mezclas
raciales y culturales. Estos factores estn presentes dentro de
las dos definiciones usadas en este trabajo.
Familia
Caribe I 170
irresponsable y ausente en las estructuras familiares. Porque
hasta hace poco en todos los estudios sobre familia se conside-
raba que el hombre era u n visitante pasajero, unafigurairres-
ponsable, marginal y ausente en la familia, lo cual generara es-
tructuras de personalidad inestables que afectaran la relacin
entre el hijo y la madre y la estabilidad de la familia en general.
El nuevo enfoque recupera los nexos entre los hermanos, los
vnculos familiares ampliados, las relaciones con sujetos que
han participado en prcticas de prstamo de hijos y con los de
hogares donde la madre est ausente y existe solamente la
relacin padre-hijo, destacndolos como factores importantes
en la constitucin o mantenimiento de la estabilidad. Estos
puntos de vista contrarrestan la nocin de que los hogares
matrifocales o aquellos donde la madre est ausente carecen de
estabilidad, pero de una estabilidad cuyo modelo se basa en la
familia nuclear.1
Otro asunto que ha ocupado a los estudiosos de la
familia caribea y que sigue preocupando a los legisladores,
educadores, psiclogos y trabajadores sociales es la incidencia
de nacimientos ilegtimos. Las cifras indican que entre el 50 y
el 80 por ciento de los nios nacidos en el Caribe son ilegtimos.
E n un simposio sobre el tema, realizado en Curazao en 1987, se
inform que segn una investigacin efectuada en 1985, el 50%
de los nios nacidos en la isla era ilegtimos. Dorian Powell* se-
ala que aproximadamente el 70% de todos los nacimientos en
el Caribe ocurre dentro de parejas no legalizadas. Los argu-
mentos y explicaciones de los autores que analizaron las
estructuras familiares del Caribe en las dcadas del 50 y 60,
aducan que la causa de las elevadas tasas de ilegitimidad se
deba a la promiscuidad de los negros. Segn Herskovits sta
2. Esta opinin fue ex-
es una herencia de los esclavos que vinieron de frica, donde se
presada por la Dra. Rosina Wilta- practicaba la poligamia. Hoetink, en cambio, observ que a los
hire-Brodber, quien est realizando esclavos no se les permita casarse; los responsables del nio
u n estudio sobre las migraciones en eran el a m o y la madre, nunca el hombre. Dubois y Frazer des-
el Caribe.
3. Dorian Powell. Caribbean tacan la separacin de la mujer y el hombre durante el perodo
w o m e n and theirrasponeesto fami- del comercio de esclavos. E n relacin con el lapso posterior a la
liar experiences. Social and Econo- esclavitud, Smith seala que el antiguo esclavo no poda encon-
mic Studies, vol. 35, n' 2, junio 1986,
p. 83-130.
trar una fuente de ingresos que le permitiera sustentar a una
4. A J . Marks. M a n vrouw familia; en consecuencia, procreaba pero no se casaba con la
en Huishoudgroep, D e Afro-Ameri- madre. Oscar Lewis busca una respuesta en la "cultura de la
kaanse familie in the samenlivingin pobreza" que segn l, obligaba a la mujer a concebir una y otra
Curaao, Leiden, 1973; Stanford N .
Gerber; K n u d Rasmusen. Further vez con diferentes hombres, tratando de encontrar alguno que
reflections on the concept of matri- pudiese cuidar de ella y de sus hijos.4 Tambin se consideraba
focality and its consequences for que para los hombres caribeos es m u y importante tener sus
social science research. E n Arnaud
F . Marks y Rene A . Romer (eds). Fa-
propios hijos; cuando una mujer que ya es madre se relaciona
mily and kingship in Middle con u n hombre, ste suele pedirle que tenga u n hijo con l. Si
America and the Caribbean, p. 676- despus de tenerlo, el hombre se va, tendr que hacer lo m i s m o
687. Leiden, 1978; Stanford N . Ger- con el prximo y finalmente ser una mujer soltera con muchos
ber (ed.). The family in the Carib-
bean. Puerto Rico, 1973. hijos. Esta situacin persiste hoy en da entre algunos grupos
6. L . Mathewa; S.G. Lee. sociales. La explicacin histrica de la matrifocalidad en el C a -
Matrifoality re-considered: the ca- ribe incluye la tesis de que esta estructura familiar es una for-
se of the rural afro-guyanese family. m a caribea de un desarrollo trunco o interrumpido de las es-
E n Arnaud F. Marks y Rene A . R-
m e r (eds). Family and kingship in tructuras africanas.B
Middle America and the Caribbean. Durante mucho tiempo, la mayora de los autores,
Leiden, 1978. vinculados como estaban a sus puntos de referencia, se aferr
Caribe I 171
a tres criterios bsicos de anlisis: la residencia c o m n del
grupo; la cooperacin econmica; y el papel de la reproduccin.
N o obstante, a medida que avanzaba la investigacin, estos
criterios se volvieron insostenibles; entonces se introdujo la
distincin entre familia y hogar.* Solien, por ejemplo, encontr
que algunos hogares no incluan a u n a familia tal como se la
define de ordinario; los hogares y las unidades familiares m u y
a m e n u d o no coincidan; el padre en algunas ocasiones sola
vivir con su propia madre y en otras unidades residenciales vi-
van sobrinas o sobrinos, u n hermano soltero o una ta anciana.7
E n este sentido, las transformaciones de la sociedad
tienen efecto y modifican las familias y los hogares. L a ilegiti-
midad generalizada y el elevado nmero de nios, por ejemplo,
a m e n u d o han generado la prctica del prstamo de nios entre
parientes o amigos. L a transferencia del padre al "guardin*
generalmente se considera como una conducta normal y tiene
lugar fuera de formas institucionales, tales como adopcin y
proteccin. Los adultos, parientes o no, que viven dentro o fuera
de la casa, en el m i s m o pas o en el exterior, completan el sis-
tema familiar y realizan varias funciones que incluyen la aten-
cin al nio, el suministro de recursos para su educacin, la
transmisin de normas y valores culturales y, en general, todas
las responsabilidades relacionadas con el nio que han reci-
bido. Los padres pueden o no recibir una compensacin del
guardin o corresponder al favor prestando ciertos servicios a
la persona que recibe al nio. Los padres reciben compensacio-
nes principalmente cuando en estas situaciones intervienen
personas de diferentes clases sociales; entonces se trata de un
canje, casi de una transaccin comercial. E n ocasiones el prs-
tamo de nios tambin ocurre con facilidad sin que haya ningn
motivo econmico. U n nio puede ser transferido a u n familiar
o amigo que no tenga hijos; el hijo de u n familiar muerto puede
ir a vivir con u n pariente o amigo cercano de los padres, despus
de pasar temporadas con esa persona; los nios pueden formar
parte de otro hogar que no sea el de sus padres por lapsos pro-
longados; especialmente durante la infancia, para poder asistir
a la escuela, servir de compaa o por cualquier razn prctica
o emocional. Parece entonces que los arreglos familiares son
respuestas de adaptacin a las circunstancias econmicas,
sociales, culturales y ecolgicas. Los patrones de poblamiento,
las transformaciones estructurales en el campo, los cambios en
los patrones de ocupacin y otros aspectos de la vida, modifican
la familia y los hogares.
El prstamo de nios tambin puede considerarse como
parte de u n amplio rango de los sistemas de apoyo que existen
histricamente en la sociedad caribea. Estos sistemas con-
templan, por ejemplo, acciones colectivas para construir una
casa o para trabajar la tierra, por las que no se recibe una com- 6. Edith Clarke. M y mother
who fathered m e : study ofthe fami-
pensacin material. ly in three selected communities in
E n el caso de las actividades agrcolas, esos sistemas de Jamaica. Londres, 1957.
apoyo afectan las formas de propiedad familiar de la tierra. E n 7. Nancie L. Solien. House-
hold and family in the Caribbean.
el Caribe, todos los hijos, sean o no de u n matrimonio, sean o no E n Michael Horowitz (ed.). People
de la m i s m a madre o del mismo padre, heredan la tierra de un and cultures of the Caribbean. N e w
propietario o propietaria que muere. La forma en que funciona York, 1971.
Caribe I 172
el sistema contradice las leyes de la herencia, basadas en los
sistemas legales de la Madre Patria (Inglaterra, Pafses Bajos)
vigentes en la regin. La cultura del pueblo ha creado normas
especficas que rigen el uso y transmisin de las tierras, las
mismas que contribuyen a la solidaridad y cohesin de la
familia. Los miembros se vinculan entre s a travs de una serie
de actividades repetitivas que exigen la cooperacin y el ajuste
mutuo. Segn la prctica cultural, la tierra de la familia no
puede ser vendida*
Algunas prcticas establecidas histricamente como la
que se acaba de citar, y la dificultad para alejarse de sus valores
culturales y sociales, constituyen la respuesta de la familia a las
leyes, reglamentos y nuevas polticas gubernamentales, que no
consideran, como deberan, dichas prcticas. As, la respuesta
familiar suele estar determinada por el choque entre sus insti-
tuciones culturales y el orden establecido. Esto es cierto no slo
en el caso de las leyes que rigen la propiedad de la tierra y la he-
rencia, sino tambin en la administracin de la seguridad
social, cuyas reglas ignoran las realidades sociolgicas y cultu-
rales de los sistemas familiares u hogares.
Las instituciones y las manifestaciones culturales en el
Caribe reflejan en cierta medida el desarrollo de formas de
resistencia individual y colectiva al esclavizamiento,' que es
una constante entre los pueblos caribeos. E n un nivel indivi-
dual estas formas estn relacionadas con las funciones de la fa-
milia, y en u n nivel m s amplio, por la comunidad.
L a complejidad de la familia y de la comunidad caribea
es consecuencia de las diferentes historias sociales vividas por
distintos grupos raciales y tnicos que conforman ese pueblo
caribeo. S u fusin, mezcla y reconstruccin estuvieron mar-
cadas por la discriminacin y las desigualdades. La poblacin
de origen africano tiene u n a historia sin poder, frente a los de
origen europeo o asitico. Mientras stos pueden recuperar los
nombres de sus antepasados, el pueblo afrocaribeo no puede
hacerlo, ya que no tiene origen y, en consecuencia, aparente-
mente no existe; no tener u n nombre refleja su experiencia de
esclavizamiento, que repercute en las relaciones entre las
razas, independientemente de su fusin y mezcla que pueden
ser accidentales. Cuando el punto de referencia no es la cultura
asitica o la occidental, se supone que la persona es ignorante.10
Entre los afrocaribeos la duda persiste en la raz del alma, tal
como lo dijo Franz Fanon," hecho que ahonda la complejidad de
8. Edith Clarke. Land tenu- las familias y de las comunidades en el Caribe, especialmente
re and the family in four selected
communities in Jamaica. E n M i -
cuando la fusin y la mezcla se institucionalizan a travs del
chael Horowitz (ed.). Peoples and matrimonio y la procreacin. M u y poco se ha investigado sobre
cultures of the Caribbean, p. 201- la solidaridad interna o cohesin de estas nuevas formaciones
243. N e w York, 1971. familiares, sobre su capacidad de adaptacin a las transfor-
9. El trmino esclavizamien-
to se utiliza en higar de esclavitud maciones de una sociedad en la cual tienen que sobrevivir y
para enfatizar que las personas tra- funcionar como personas. Autores como A i m Csaire y Franz
das al Caribe desde Africa no eran es- Fanon entregan sugerencias que ayudan a comprender esta
clavos en ese continente, sino que
fueron esclavizados en el Caribe.
problemtica. Fanon cita la historia de Mayotte Capecia para
10. Jean Casimir. La cultura ilustrar que el autntico amor entre u n a mujer negra y u n
oprimida. Mxico, 1980, p. 66. hombre blanco sigue siendo inalcanzable, si antes no se ha
11. Franz Fanon. Black skin, eliminado ese sentimiento de inferioridad que parece ser el
white marks. N e w York, 1982. p. 66.
Caribe I 173
indicador de la visin del m u n d o que tienen los negros. E n Je
suis Martiniquaise, Capecia formula una observacin profun-
damente inquietante: " M e hubiera gustado estar casada, pero
con u n hombre blanco. U n a mujer negra, nunca es respetable
a los ojos de un blanco, an cuando la quiera. Y o lo aprend".ia
A d e m s del prejuicio racial en la conciencia del blanco,
la esclavitud dej u n legado lamentable: asociar la nocin de
blancura con la riqueza y el poder. A los negros se les ha incul-
cado u n prejuicio contra s mismos y la negrofobia, la autodis-
criminacin. Muchas mujeres antillanas suean con tener un
lujo ilegtimo de un hombre blanco.1* As pues, la persona negra
que se propone ascender socialmente lo hace mutilando dra-
mticamente su identidad, la identidad de su existencia hist-
rica. Divorciada de los valores originales, la persona negra to-
m a la blanca como modelo de identificacin, como la nica po-
sibilidad de convertirse en persona.14
Comunidad
Caribe I 174
maciones sociales. L a corriente hacia Holanda continu hasta
hace poco, aunque no se conoce si se ha mantenido el mismo pa-
trn de matrimonios de la generacin anterior.
El conjunto de "steelband", que se aproxima a una insti-
tucin familiar, es m s que un grupo musical. Sus miembros
estn vinculados por el poder que encuentran en el instrumento
y en la banda para darse valor como personas. Refleja una res-
puesta de los negros del Caribe a la falta de poder, como el boxeo
lo es a travs de la lucha individual. Pertenecer al "steelband"
les otorga privilegios, status e identidad; con los aos, han res-
pondido, en tanto que comunidad, a las transformaciones de la
sociedad. Los cambios en la calidad de la vida comunitaria, de-
bido en parte al influjo de elementos externos, han dado nueva
forma a los conjuntos de "steelband". Los incentivos materia-
les, que favorecen ciertos roles y excluyen otros, afectaron la
divisin del trabajo dentro de las bandas. Para que un grupo de
"steelband" pueda tocar en la calle, que es el sitio tradicional de
presentacin, hay que transportar los tambores; as en el grupo
hay no solamente "intrpretes" sino tambin "cargadores de
tambor". Hasta hace poco ambos eran igualmente importantes,
pero ahora la situacin cambi: los intrpretes son m s impor-
tantes que los cargadores. E n consecuencia, todos quieren
tocar y m u y pocos quieren cargar el equipo. La penetracin de
la msica de disc-jockeys y el uso de amplificadores tambin ha
alejado a las bandas de la calle. Las bandas, a su vez, han cre-
cido e incluyen a numerosos msicos, no necesariamente de la
m i s m a comunidad. C o n estos cambios, la banda ya no es la or-
questa de la comunidad, la cual en cierta forma interpreta y
canta sus vidas, tal como dijera Lovelace,M pero el nexo de apoyo
todava subsiste.
Otro ejemplo de comunidad es el "Best Village", una
expresin dramtica de cultura popular de base comunitaria
originaria de Trinidad y Tobago. El acontecimiento, que tiene
lugar durante un lapso de tres meses, es esperado ansiosamen-
te por todos los pueblos escogidos. Durante muchos aos ha
constituido una competencia cultural entre pueblos del pas. El
espritu de poder y confianza en s m i s m o , que reflejan las pre-
sentaciones de cada pueblo, los une tanto con el grupo del pue-
blo como con la familia del "Best Village" (aproximadamente
120 pueblos de Trinidad y Tobago). El carcter familiar del
"Best Village" se manifest claramente cuando hace poco este
grupo se present como una comunidad, respondiendo a nuevas
decisiones que iban a interferir con esta competencia anual. L a
respuesta de la comunidad del "Best Village" fue organizar y
montar sus presentaciones, independientemente del financia-
miento y del respaldo del gobierno.
L a ltima palabra en complejidades y fascinaciones de
la familia caribea no ha sido dicha todava. Se han citado al-
gunos aspectos para caracterizar algunos sectores de la pobla-
cin que responden a transformaciones sociales. Los siguien-
tes prrafos se refieren a las tendencias actuales del desarrollo
econmico y social del pueblo caribeo. Los aspectos tratados
tienen porfinalidadindicar reas que exigen una reflexin y un
lt. Earl Lovelace. The dragon
cuidadoso anlisis. Algunos autores ya han empezado a hacer-
cant't dance. Essex, 1979. lo.
Caribe I 175
Continuidad en el cambio
Caribe I 176
educacin, particularmente entre las jvenes, llevan cada vez
m s a que busquen empleo e independencia. A d e m s , en todos
los pases se observa una tendencia a contraer matrimonio o a
formar pareja m s tarde. Esto significa que la edad promedio
en la cual la mujer se dedica a ser a m a de casa a tiempo completo
- si es que lo hace - est aumentando. Los nuevos empleos que
pueden crearse en las lneas de montaje de las plantas m a n u -
factureras en las zonas libres probablemente absorbern m a n o
de obra femenina. Las razones de esta preferencia han sido
estudiadas ampliamente.1*
Las polticas de fomento al empleo no han logrado una
mayor igualdad y rangos m s amplios de seleccin, ya que los
grupos en desventaja no estn preparados para contribuir de
manera productiva a la economa. Si bien es cierto que las ex-
portaciones han aumentado en las zonas de procesamiento, ello
ha ocurrido en forma m u y separada del sector manufacturero
local. Este tipo de desarrollo ha sido m s notable en Hait, Re-
pblica Dominicana, Barbados, Santa Luca y Jamaica. Las ex-
portaciones de esta zona comprenden productos ensamblados,
cuyos componentes son todos importados.
E n algunos pases, por ejemplo Jamaica, y en cierta
medida Santa Luca y Dominica, se est desarrollando un co-
mercio internacional de bienes y servicios. L a diaspora del pue-
blo caribeo ha abierto u n mercado externo para las comidas
tpicas, los productos tropicales, las plantas y las especies. Las
familias envan para la venta productos, en pequea escala, a
miembros que residen en los pases de la metrpoli. Algunas de
estas iniciativas familiares se han transformado en empresas
establecidas. E n el caso de Suriname, donde la escasez de pro-
ductos bsicos se ha convertido en u n problema, los miembros
que viven en la metrpoli hacen envos a sus familias. E s inte-
resante observar que el Estado no ha reprimido sino que ha per-
mitido estos intercambios, estableciendo ciertas disposiciones
restrictivas en relacin con el tamao de los paquetes y la
frecuencia de los envos.
Los pases dependientes del petrleo sufrieron, particu-
larmente con la disminucin del precio internacional, que in-
cluso ha llevado al cierre de grandes refineras en Aruba y C u -
razao. E n Curazao, la refinera fue puesta de nuevo en funcio-
namiento bajo u n nuevo sistema.
Los gobiernos reconocen que es necesario aplicar
polticas de desarrollo a fin de utilizar de manera m s produc-
tiva los recursos existentes, particularmente los recursos hu-
manos. D e hecho han probado diferentes polticas econmicas
destinadas a incrementar la eficiencia y a estimular las ex-
portaciones. Desde mediados de la dcada de los 70, se han
debilitado muchas exportaciones tradicionales de la regin.
18. Lynn Boflea. The impact ofwor- Los intentos por encontrar soluciones dentro del mbito de la
king class women' employment on economa internacional no han dado los resultados esperados.
household organixation in Kingston, Algunas medidas propuestas se basan en una serie de acuerdos
Jamaica. Tesia de doctorado. N e w
Jersey, Rutgers University, 1981; comerciales especiales: la Iniciativa de la Cuenca del Caribe
Sonia M . Cuales. W o m e n , repro- (CBI), Estados Unidos, C A R I B C A N , Canad; L o m , C o -
duction and foreign capita] in Cura- munidad Econmica Europea. La Iniciativa de la Cuenca del
cao. CarafMach Forum, vol. 1, n* 2,
1980, p. 75-87.
Caribe est contribuyendo a la creacin de empleos en algunos
Caribe I 177
pases, a travs de acuerdos para instalar plantas manufactu-
reras tipo enclave orientadas a la exportacin en zonas de libre
comercio. Esto ha generado empleo para un grupo de mujeres
no especializadas que, o bien no h a formado parte de la fuerza
de trabajo activa anteriormente, o que sale del sector informal,
especialmente del servicio domstico, para buscar salarios lige-
ramente m s altos en las fbricas. L a consecuencia de las
extrategia8 de rotacin de empleo aplicadas en esas fbricas y
su carcter voltil tienen efectos negativos en la estabilidad del
ingreso en los hogares. Los efectos sociales de los acuerdos de
L o m y C A R I B C A N , as como las respuestas de las familias y
los hogares a estos acuerdos, an no han sido estudiados.
E n trminos sociales, el perodo posterior a la inde-
pendencia derrumb las viejas y rgidas estructuras en las cua-
les todos "conocan su lugar'', determinado por raza-color-iden-
tificacin tnica y origen de clase. Ahora ocurre una situacin
extraa, u n a lucha desesperada de los individuos, cada uno
tratando de hundir al otro en frenticos esfuerzos por eliminar
el competidor y quedar en la cspide cual cangrejos debatin-
dose con frenes en u n barril, olvidando el respeto y la
reputacin.19 El status ha sido reemplazado por el contrato; lo
que uno es suele ser m s importante que quin es uno. El factor
clave para esta transformacin es la enorme expansin de la
educacin. Con el correr de los aos, las instituciones de ense-
anza de la regin y las posibilidades de educacin que ofrecen
las respectivas "madres patrias" han permitido a u n mayor
nmero de personas ascender desde las escalas sociales de los
pobres. Segn Gordon Lewis, la eduacin de masas ha fomen-
tado revoluciones sociales silenciosas.**
Las desigualdades en las esferas econmicas se reflejan
dentro de las familias y de las comunidades. Entre los princi-
pales problemas sociales que afectan a los pueblos caribeos de
hoy estn las drogas, el alcoholismo, la violencia familiar (in-
cesto, agresiones a la esposa, abusos contra los nios y las ofen-
sas sexuales).
Las inadecuadas disposiciones gubernamentales para
controlar estos problemas y los del desempleo, subempleo,
vivienda e inseguridad han llevado a las familias y a las comu-
nidades a buscar soluciones innovadoras, con las cuales sus
miembros estn respondiendo de formas m u y creativas y origi-
nales. Comunidades como S I S T R E N , un colectivo de Jamaica
mejor conocida por su trabajo de teatro popular y talleres dra-
mticos de solucin de problemas, ha atacado desde adentro
necesidades urgentes que afectan a la mujer en la sociedad
jamaiquina y est ampliando su cobertura y su impacto para
incluir a otras partes de la regin.
Los agentes de desarrollo suelen describir las respues-
tas de la poblacin y la crisis como mecanismos o estrategias de
supervivencia familiar. Este es el caso de la integracin de la
familia al llamado sector informal que crece significativamente
19. Meryl James-Bryan.
en el Caribe. Este sector informal incluye actividades econ- Youth in the English-speaking Cari-
micas que sin ser ilegales, no utilizan organizaciones formales bbean: the cost of dependent deve-
para la produccin, distribucin y consumo. U n a persona y su lopment. C E P A L Review, n a 29,
agosto 1986. p. 137.
familia constituyen la unidad bsica de la economa informal; 20. G . Lewis, op. cit., p. 5.
Caribe I 178
sus actividades estn orientadas a la supervivencia econmica,
al bienestar y a la bsqueda de beneficios de una manera su-
m a m e n t e individualista. La comercializacin de legumbres e-
fectuada por mujeres en el Caribe oriental, por ejemplo,
pertenece a esta categora. Las mujeres que realizan esta
actividad han sido llamadas "hucksters", "higglers" traficantes
o especuladoras; adquieren los productos directamente de pe-
queos agricultores, que a m e n u d o residen en reas remotas de
otros pases, y los venden en los pases vecinos. E n los ltimos
tiempos esta actividad tambin incluyeflujoscomerciales de
otros bienes tales como ropa, zapatos y carteras, artculos elec-
trnicos, comestibles y otros materiales. E n algunos casos los
movimientos comerciales van m s all de las fronteras geogr-
ficas del Caribe. Este tipo de economa clandestina est expl-
cita y legalmente sancionada por el Estado. N o obstante, cons-
tituye un aspecto integral de la actividad econmica de una so-
ciedad."
El aumento de la instruccin primaria, las oportunida-
des de educacin, los cambios en los estilos de vida, los patrones
alimenticios, las modas importadas, el mejoramiento de los
medios de transporte y las posibilidades de infraestructura han
propiciado el desarrollo social, en algunos casos. Los miembros
m s ancianos de la familia, particularmente en ciertos grupos
tnicos, participan m u c h o m s en las actividades al aire libre.
Por otra parte, ciertos cambios en las relaciones interpersona-
les dentro de las familias tienen u n efecto confuso sobre sus
miembros. L a respuesta suele ser alejarse de las creencias
religiosas tradicionales y unirse a nuevos movimientos religio-
sos, con frecuencia importados.
D e cualquier manera, la familia debe fortalecer la capa-
cidad de lucha de sus miembros a fin de contribuir al avance de
la sociedad.
Cari* / 179
dirigida a la exportacin; u n a reduccin en los servicios so-
ciales; devaluaciones continuas del dlar jamaiquino; libera-
cin de las importaciones; y eliminacin de los subsidios ali-
menticios y de los controles de precios en los bienes de consumo.
Las consecuencias especficas para los pobres incluyen: 1 ) re-
duccin del ingreso por el aumento del desempleo; 2) aumento
de precios de los productos bsicos, derivados de la eliminacin
de los subsidios para los alimentos y de las devaluaciones; 3) in-
cremento del presupuesto pblico destinado al pago de la deuda
y a gastos militares junto a una disminucin del presupuesto
para servicios sociales.
El deterioro de la calidad de la vida est provocando una
desintegracin de las familias. Las presiones sobre los recursos
familiares y la incapacidad de sus miembros para mantener los
mecanismos de apoyo tradicionales, tienden a afectar las nor-
m a s y valores tradicionales. As las funciones tanto de las fa-
milias como de las comunidades han entrado en una etapa de
mayores transformaciones.
Los hogares estn alterando sus funciones productiva y
reproductiva, para responder a los nuevos patrones internacio-
nales de produccin y generacin de ingresos, entre ellos el e m -
pleo en u n sector manufacturero cuya produccin se destina a
las exportaciones en zonas de libre comercio; la produccin in-
dustrial a domicilio, donde el fabricante entrega productos se-
miacabados para que el trabajador los termine en su casa. El
crecimiento del sector informal tambin ha transformado las
funciones familiares. Este sector abarca u n amplio rango de
actividades econmicas realizadas en forma autnoma por el
trabajador con la colaboracin de los miembros de la familia,
parientes o no.
Pese a estos cambios, se mantienen las funciones re-
productivas tradicionales, tales como atencin de los nios,
obtencin de alimentos para el hogar y participacin en actos
culturales, que siguen siendo importantes en la vida del pueblo
caribeo (asistencia a funerales y velorios, cuidado de los enfer-
m o s y los ancianos, prctica de cultos religiosos, etc). E n Guya-
n a y Suriname, a raz de las restricciones a las importaciones
han aparecido formas nuevas de explotar los recursos locales
para cubrir las necesidades particularmente en el consumo de
alimentos. Asimismo, el trabajo de S I S T R E N en Jamaica, el
Teatro Foro en Curazao, el Proyecto de Tradiciones Indgenas
de Trinidad y Tobago, el grupo M O F O Theatre Unit en Su-
riname, y muchos otros, constituyen mecanismos existosos pa-
ra atacar los problemas econmicos y sociales de la regin cari-
bea.
L a cultura caribea y sus instituciones han constituido
la principal herramienta de lucha de ese pueblo. Las formas
culturales, que han ayudado a mantener la esperanza y a crear
nuestra fortaleza pasada, deben ser valoradas y traducidas por
las familias y las colectividades como elementos de apoyo para
definir el desarrollo endgeno en la regin.
Caribe I 180
Conclusiones
Bibliografa
Caribe I 181
Barrow, Christine. Finding the support: a study of strategies for survival.
Social and Economic Studies, vol. 35, n* 2, junio 1986, p. 131-176.
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A . Romer. Family and Kinship in Middle America and the Caribbean,
p. 588-619. Leiden, 1978.
Caribe I 183
Anexos
Las autoras
Mara M . C a m o u
Montevideo, Uruguay
Luca Carrion
CEPLAES
Los Shyris 218 y Eloy Alfaro
Castilla Postal 6127 CCI
Quito, Ecuador
Sonia Cuales
CEPALC
P.O. Box 1113
Puerto Espaa, Trinidad-Tbbago
Patricia Chiesa
Montevideo, Uruguay
Ana Jusid
Cabrera 3341
Buenos Aires, Argentina
Anexo* I 187
Anexo 1
Objetivos de la reunin
Anexo I 188
relaciones propuestas se identifica como de la m s alta pertinencia, la con-
cepcin de una poltica familiar integral".
Luego de la ceremonia oficial, los participantes eligieron a la Sra.
Virginia Olivo de Celli (Venezuela) como Presidenta de la Reunin, a la Sra.
Mara Eugenia Pen (Costa Rica) como primera Vice-presidenta, a la Sra.
Alba Moreira de Faria (Uruguay) como segunda Vice-presi denta y a la Sra.
Luca Carrion (Ecuador) como relatora.
El representante de la Secretara, Sr. G . Abad-Ortiz, expres su
satisfaccin por la cooperacin recibida de parte de los organismos que cola-
boraron en los trabajos preparatorios de la reunin. Destac la colaboracin
del Centro de Estudios Latinoamericanos ( C E L A ) de P a n a m y el decidido
apoyo brindado por sus sucesivos Secretarios Ejecutivos, Sra. Carmen Mir y
Sr. Marcos Gandsegui. Seguidamente present los temas principales que
guiaron el anlisis de la problemtica de la familia en la reunin y explic la
metodologa adoptada para la realizacin de los estudios nacionales (Anexo 2).
Anexo 2
Temas propuestos por la UNESCO
Temal
Diferenciacin en los roles de la familia en
Amrica Latina y el Caribe
Anexo I 189
Tema 2
Relacin de la familia con las otras
instituciones de la sociedad
Tema 3
Situacin de la familia frente
a la actual crisis de la regin.
Anexo / 190
habiendo pasado el PIB regional de 2280 dlares per capita en 1980 a 2151
dlares en 1987. L a balanza regional de pagos ha registrado un saldo negativo
de 35.000 millones de dlares en 1985 y de 28.000 millones en 1986.
Se han definido diversos factores causales de la crisis, internos y
externos, de naturaleza estructural y coyuntural, as como de ndole eco-
nmica, poltica y socioculturel. E n este contexto, las familias, en particular
las de menores ingresos, han vuelto a asumir un rol de "valor refugio", adop-
tando varas estrategias de supervivencia, tales como la reduccin del con-
sumo, las migraciones internas e internacionales, el desarrollo de formas
novedosas de produccin de bienes y servicios destinadas al autoconsumo o al
mercado "informal". Esto ltimo representaba en 1986 un impresionante 32%
del total del empleo urbano, frente a un estancamiento total en la creacin de
puestos de trabajo en el sector formal.
Sin embargo, esas formas de adaptacin se siguen mostrando insu-
ficientes para permitir a vastos grupos familiares satisfacer sus necesidades,
y el carcter estructural de la crisis agravar esta situacin. Pareciera, por
lo tanto, necesario iniciar una reflexin sobre la posibilidad de impulsar pol-
ticas de desarrollo que, teniendo como centro la satisfaccin de las necesidades
mayortaras de la poblacin, cuenten con la participacin de la m i s m a y se
basen en las capacidades endgenas que se generan a partir de las carac-
tersticas socioculturales de los diversos tipos de familias de la regin.
Sea cual fuere la diferenciacin establecida, la familia ha sido y sigue
siendo uno de los grandes depositarios de la nuclearization social y de la
nocin de autoridad. Pero la crisis econmica de la regin est impulsando una
nueva dinmica social que, en lo que concierne a las familias, cambia los
patrones de produccin, consumo y reproduccin. El mercado laboral ha
sufrido una fuerte contraccin, la prestacin de servicios por parte del Estado
se vuelve cada vez m s limitada, las posibilidades de consumo se han reducido
y las desigualdades econmico-sociales se han acrecentado. C m o h a
respondido y cmo responder la familia a la crisis? C m o instrumentalizar
la crisis m i s m a para que la familia asuma un rol m s importante como im-
pulsadora de desarrollo?
El ncleo familiar ha retomado importancia, en particular entre los
sectores m s desfavorecidos, como "topo" privilegiado para garantizar la
reproduccin y como productora de estrategias innovadoras para enfrentar la
circunstancia. Se estn desarrollando nuevas formas de organizacin comu-
nitario-familiar que faciliten la produccin destinada al autoconsumo, des-
monetarzando el intercambio de bienes y servicios. Se estn creando sis-
temas de produccin capaces de aprovechar los espacios no cubiertos por la
grande y mediana produccin capitalista y garantizar el acceso a ciertos
sectores del mercado. Se estn utilizando formas culturales tradicionales,
tales como la familia extendida, la produccin comunitaria, la autoayuda,
para suplir las carencias que la crisis impide satisfacer por la va de las
relaciones de produccin capitalista. Todo conduce a pensar que la familia
est jugando un rol esencial en la generacin de economas subterrneas
incalculadas e informales.
Otros cambios en la estructura familiar resultan del redescubri-
miento de experiencias culturales tradicionales que se actualizan para
enfrentar situaciones nuevas. L a crisis ha propiciado la aparicin de un
conjunto de protencialidades que pudieran desembocar en soluciones nove-
dosas basadas en las experiencias endgenas de la poblacin afectada, y que
pudieran servir de base para definir, con la participacin de la familia,
propuestas alternativas de desarrollo. Para avanzar, sera necesario analizar
sistemticamente las respuestas de la familia a la crisis y las potencialidades
de esas experiencias para convertirse en polticas coherentes de desarrollo.
Anexo I 191
Tema 4
La familia como agente de desarrollo
L a discusin de este tema central del debate, acerca del cual los ex-
perte podrn igualmente formular las sugerencias que consideren nece-
sarias, podra articularse tomando en cuenta el rol de la familia como pro-
ductora y reproductora de la sociedad y de la cultura.
Tanto la reproduccin vegetativa como la reproduccin social de los
individuos siguen constituyendo el rol comn y fundamental de los diferentes
ncleos familiares, sea cual fuera la especificidad regional. Las polticas de
desarrollo repercuten en estos roles y son adoptadas, modificadas o recha-
zadas en el seno de la familia. Esta no puede considerarse u n receptor pasivo
de tales polticas, pues a partir de ella se generan un conjunto de prcticas que
van suscitando formas particulares de desarrollo, las cuales estn asentadas
en especificidades socioculturales.
U n ejemplomacroscpicoconstituyen las formas de urbanizacin que
adoptan las grandes ciudades de la regin, hacia donde fluyen contingentes
familiares que se ven "expulsados", por razones estructurales, de la zona
rural. E n este proceso de construccin desordenada de la ciudad latino-
americana, se percibe el traslado, junto con la poblacin, de su experiencia
cultural, la cual se refleja en las formas de organizacin social para la adqui-
sicin de la tierra, la construccin de viviendas y, en algunos casos, las
caractersticas arquitectnicas de las mismas.
Esta facultad que tiene la familia de hacer brotar de su seno formas
siempre renovadas de desarrollo, que a menudo resultan tangenciales
respecto de las polticas adoptadas por los Estados, sugiere importantes lneas
de reflexin. Muestran la posibilidad de capitalizar en sentido positivo el fe-
nmeno, haciendo que la familia participe creativamente en la definicin de
las polticas pblicas.
Tal posibilidad implica, por un lado, un conocimiento adecuado de la
relacin entre familia y desarrollo, pero sobre todo exige asegurar su
participacin en la definicin y gestin de sus polticas, como garanta de
lograr u n desarrollo basado en las capacidades endgenas caractersticas de
la regin y centrado en el hombre.
E s sobre todo a travs de la familia que se conserva la memoria
histrica de un grupo social, se perpetan ciertas tradiciones orales y rituales
y se reproducen prcticas sociales. Por ello, todo aporte exterior es tamizado
y normalizado a travs de alguna especificidad socioculturel. Hasta el enorme
impacto del mensaje de los medios masivos, destinado a perceptores indi-
viduales y disociados, es finalmente decantado en el seno de ese ncleo social
esencial. Esto implica que cualquier propuesta de desarrollo ser en gran
partefiltrada,interpretada y adoptada o rechazada a partir de, en, y desde el
reducto familiar.
Las nuevas condiciones y limitaciones que se estn presentando al
desarrollo de la regin han mostrado la necesidad de analizar seriamente
propuestas alternativas que asuman la dimensin cultural. U n o de los
principales depositarios y agentes de esa dimensin sigue siendo la familia.
E n la medida que ese rol sea respetado, y que los "policy makers" lo adopten
como base para sus planes, se puede pensar que la familia, adems de bene-
ficiarse, podr asumir u n rol activo como agente y multiplicador de un desa-
rrollo pensado en funcin de sus caractersticas y necesidades.
Anexo I 192
Tema 5
Perspectivas de la participacin de la familia
en polticas de desarrollo en los campos de
competencia de la U N E S C O
Anexo 3
Relatora de la reunin
Aeros I 193
H u b o acuerdo tambin en que la mayor incorporacin de mujeres y
nios al mercado de trabajo provoca cambios significativos en los roles fa-
miliares.
C o m o objeto de anlisis, la familia en Amrica Latina y el Caribe an
no tiene una definicin conceptual suficientemente elaborada; m s bien
existen mltiples definiciones que responden a enfoques profesionales, ideo-
lgicos y disciplinarios distintos. E n general, se ha tratado a la familia como
categora mediadora para estudiar temas como poblacin, mercado de trabajo,
entre otros.
U n a constante en la mayora de los enfoques ha sido concebir a la
familia bajo un nico modelo -el nuclear-, cuya funcin se circunscribir a la
reproduccin. E n Amrica Latina y el Caribe, sin embargo, la realidad
muestra que existen distintos tipos de familia -unipersonal, nuclear, extensa
o compuesta, y que la reproduccin es slo una de sus funciones. Se plante,
por lo tanto, que al caracterizar la familia se rescate esta diversidad. Hubo
consenso en que el tema debe ser tratado desde una ptica multidisciplinaria
y con una perspectiva dinmica. U n a perspectiva de esta naturaleza implica
prestar especial atencin a aquellas mediaciones que existen entre el m u n d o
privado y el m u n d o pblico rescatando componentes importantes como la
poltica, la cultura y los factores psicolgicos y emocionales. Para ello es
necesario analizarla combinando sus expresiones cotidianas e internas y la
relacin que mantiene con el contexto macrosocial.
Se consider inconveniente circunscribir el rol de la familia al de
agente canalizador de ciertos servicios pblicos para solucionar las nece-
sidades de sus miembros, pues implica otorgarle un papel pasivo frente a la
sociedad. La relacin de la familia con la sociedad se establece a diferentes
niveles. C o m o sorializadora, constrbuye a la insercin de sus miembros en un
espacio socio-productivo determinado. Pero las estrategias que se desarrollan
internamente son mltiples y estn con frecuencia cruzadas por la existencia
de lazos de solidaridad intra e interfamiliares. Entre las familias de los
estratos populares, por ejemplo, las funciones que le son propias estn siendo
colectivizadas a travs de la comunidad. Por lo tanto, es importante conocer
la relacin que mantienen sus miembros con el mercado de trabajo (formal o
informal) as como sus funciones en la reproduccin y el consumo.
Tambin se consider inapropiado concebir a la familia como una
unidad de consenso. Si bien internamente la familia vive en un permanente
proceso de adaptacin y elaboracin de decisiones ligadas a su mantenimiento
y reproduccin y aun cuando, por definicin, se trata de una unidad con
intereses mancomunados, existe una diferenciacin interna en cuanto a los
roles y funciones que desempea cada miembro, en los bienes y servicios que
recibe para su mantenimiento. E n consecuencia, al mismo tiempo que la
familia se mantiene unida por lazos de afecto y mutua necesidad, es tambin
un mbito de lucha y de conflicto.
Anexo I 194
rales m s profundas en la familia y en la sociedad. Asimismo, se anot que las
polticas estatales de asistencia social se han dirigido hacia miembros espe-
cficos del grupo familiar: menores, mujeres, ancianos. E n general la poltica
de desarrollo tal como est concertada, centra su atencin en el ciudadano
adulto y no en la unidad familiar. Pero con la crisis que atraviesa la regin,
y ante la posibilidad de que se mantenga por un perodo prolongado, el Estado
tiene escasa capacidad de mantener polticas asistenciales. M s an, el
modelo de Estado Benefactor pierde viabilidad. Ante la necesidad de racio-
nalizar el uso de recursos cada vez m s escasos surgen propuestas de refor-
mulacin de polticas estatales en las cuales la unidad familiar sera el grupo
meta, y se estableceran mecanismos de apoyo m s directos y acordes con las
necesidades reales de las familias.
Para fortalecer esta tendencia la reunin consider necesario alen-
tar, entre otros, los siguientes procesos:
Fortalecer los mecanismos de intermediacin entre la familia y el
Estado, afinde garantizar que las aspiraciones y demandas del grupo familiar
estn presentes en la definicin y generacin de las polticas pblicas.
Vincular las polticas publicas y los sistemas de decisiones a las ex-
periencias exitosas de organizacin comunitaria, ampliando la posibilidad de
que surjan formas cogestionaras para la solucin de problemas que ataen
directamente a los grupos familiares.
Profundizar la descentralizacin de la gestin pblica a fin de acercar
los niveles de decisin a la prctica cotidiana de las unidades familiares y de
las comunidades.
Propugnar una concepcin de poltica social bidireccional eficiente y
masiva que rescate, de la demanda agregada de los grupos familiares, aquello
que revela el inters general del conjunto social.
Algunos participantes sugirieron el desarrollo de instrumentos nor-
mativos dirigidos especficamente a la familia, tales como la elaboracin de
cdigos de familia y la creacin de sistemas judiciales que tengan en cuenta
los aspectos interdisciplinarios que el tratamiento de esta problemtica re-
quiere.
3. L a familia frente a la
crisis de la regin
E n la reunin se constat que el estilo de desarrollo adoptado en la
regin marca el tipo de impacto que la crisis h a tenido en las diversas
Anexo I 195
estructuras sociales. Se resalt la existencia de tendencias concentradoras de
riqueza en ciertos sectores sociales frente a un proceso generalizado de
pauperizacin de la mayora de grupos familiares, entre ellos los de los
estratos medios.
L a crisis ha afectado tanto la composicin de la unidad familiar como
la distribucin de los roles establecidos entre sus miembros. Se h a incre-
mentado el trabajo de las mujeres y los nios; han aumentado las migraciones
internas e internacionales; varias familias se reagrupan para paliar la aguda
escasez de vivienda, prctica que involucra a varias generaciones y que incor-
pora al ncleo familiar a personas que no estn ligadas por lazos consan-
guneos.
Las respuestas adoptadas por las familias son de dos rdenes. E n
primer lugar se ha incrementado e innovado la organizacin de las unidades
familiares en torno a la defensa de sus necesidades bsicas. Varios casos
nacionales corroboraron esta tendencia, marcada por una mayor solidaridad
del grupo familiar, y u n alto nivel de movilizacin dentro de los grupos po-
pulares urbanos. E n segundo lugar se han consolidado experiencias de
carcter comunitario y se h a n ampliado las estrategias de sobrevivencia
propias de los sectores populares de la regin.
Por ello se consider que la magnitud estructural de la crisis vuelve
necesario identificar, promovery aprovechar ese potencial existente en el seno
de las unidades familiares. E n la intervencin se debera privilegiar las reas
y niveles de decisin m s ligados a la vida cotidiana de las familias, tales como
el municipio, el lugar de trabajo, los sistemas de consumo inmediato, etc.
E n los casos nacionales donde la crisis se agudiza por una situacin
de guerra, de condiciones econmicas insostenibles y de exacerbacin de la po-
breza crtica, se consider indispensable constatar empricamente la magni-
tud de estos fenmenos y sus consecuencias como punto de partida para crear
polticas especiales. La produccin y trfico de drogas fueron igualmente iden-
tificadas como un problema que requiere de un enfoque que se ajuste a la
realidad socioeconmica y cultural de cada pas.
4. L a familia como
agente de desarrollo
Anexo* I 196
7. El incremento notorio del mercado informal: incorporacin de los
miembros a actividades que se desarrollan al margen de los circuitos
comerciales (economa "subterrnea").
Estas estrategias prefiguran la capacidad de resistencia del grupo
familiar y muestran el potencial transformador que posee la familia. Se
propuso realizar u n anlisis m s pormenorizado de esas potencialidades
relacionndolo con las caractersticas especficas de las familias y sus
funciones. Partiendo de u n a concepcin de la familia c o m o lugar en donde, a
partir de lazos afectivos, los individuos definen y transcurren su ciclo vital, y
cuya diferencias estn ligadas a la pertenencia a una etnia, u n a clase o un
gnero, se agrup las estrategias en tres dimensiones intrsecas a la familia.
a) Estrategias ligadas a su funcin biolgica, que se manifiestan en las
decisiones referidas a la reproduccin vegetativa de sus miembros.
b) Estrategias ligadas a su rol socioeconmico, que se reflejan en los
mecanismos utilizados para la satisfaccin de las necesidades bsicas
indispensables para la reproduccin social.
c) Estrategias referidas a la funcin psicosocial y cultural, que ataen
a la formacin y reproduccin de la identidad cultural en el grupo y en
la sociedad.
Esos tres aspectos se encuentran sometidos a situaciones macroes-
tructurales: el Estado y la poltica de desarrollo, que tienen u n a influencia
determinante para revertir esas estrategias en un desarrollo centrado en la
familia.
E n algunos casos el grupo familiar agota la capacidad productiva de
cada miembro, y esto puede significar la destruccin del ncleo familiar. Pese
a ello, a travs de la dimensin cultural, es decir a los patrones de convivencia
h u m a n a , de identidad personal, de la autoestima como persona, raza, pueblo,
del sentido de pertenencia, la familia puede recobrar fuerza desde su propia
identidad. Se constat que en situaciones de crisis extremas, que amenazan
la existencia de la familia (desastres naturales, gobiernos autoritarios,
guerras, etc.), la cultura cumple un rol fundamental en el establecimiento de
identidades comunes que permiten enfrentar las emergencias y salvaguardar
o reconstruir las familias.
Propuestas de investigacin
derivadas de la reunin
Anexo I 197
indagar los cambios de las mismas de acuerdo con el ciclo vital familiar y las
distintas formas de participacin comunicativa, as como las respuestas
innovadoras de la unidad familiar frente a situaciones de crisis externa
(desastres naturales, guerras, etc.).
Estudios culturales sobre los valores y conocimientos endgenos
preservados por la familia, a m e n u d o como forma de resistencia, con miras a
promover su difusin subregional y regional y a potenciar el aporte de las
familias en tanto protagonistas del proceso de desarrollo. Reconociendo la
importancia de la cultura en este proceso, se propuso indagar sobre la po-
tencialidad de la familia latinoamericana y caribea de generar e impulsar
una poltica de desarrollo centrada en aspectos culturales.
Estudios sobre la importancia y evolucin que ha tenido el gasto
social que los gobiernos de la regin han destinado a la familia. Dentro de este
mbito se recomend formular indicadores bsicos de los problemas del
desarrollo h u m a n o integral centrado en el grupo familiar.
Estudios sobre tcnicas de comunicacin popular afinde integrarlas
en programas de educacin no formal dirigidos a la familia.
Propuestas y recomendaciones
a la UNESCO
Formacin
Difusin
Anexo I 198
Promover la elaboracin de microprogramas educativos para la tele-
visin y la radio con elfinde sensibilizar a la poblacin sobre el rol de la familia,
utilizando las capacidades institucionales existentes y con la colaboracin
tcnica de la U N E S C O .
Promover la cooperacin tcnica de la U N E S C O en la produccin de
materia] de difusin popular como audiovisuales, guas metodolgicas, carti-
llas, folletos a cargo de los organismos nacionales especializados.
Documentacin y sistemas
de informacin
Cooperacin interinstitucional
Anexo I 199
Anexo 4
Participantes, Observadores y
Secretaria de la U N E S C O
Participantes
J. Carlos Carafa R .
Consejo Nacional de Poblacin Cooperacin Tcnica Suiza
Avenida 6 de Agosto N * 2592
La Paz, Bolivia
Lucia Carrion
CEPLAES
Shyris 218 y Eloy Alfaro
Quito, Ecuador
Jess Civit
Ministerio de la Familia
Parque Central, Torre Oeste
Caracas, Venezuela
Sonia Cuales
CEPALC
P . O . Box 1113
Puerto Espaa, Trinidad-Tobago
Marco Gandsegui
Centro de Estudios Latinoamericanos "Justo Arosemena" (CELA)
Apartado 6-3093, El Dorado
Ciudad de Panam, Panam
Zobeyda G m e z de Benoit
Instituto Nicaragense de Seguridad Social y Bienestar (INSSRI)
Managua, Nicaragua
Anexo* I 200
Vilma G u z m a n Gutirrez
Centro Mujer y Familia
Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes
San Jos, Costa Rica
Ana Jusid
Cabrera N * 3341
Buenos Aires, Argentina
Lucio Kowarck
Universidad de Sao Paulo-CEDEC
Rua Airosa Galvo 64
Sao Paulo, Brasil
Flora Rodrguez
Presidencia de la Repblica
San Jos, Costa Rica
Observadores
Anexo I 201
Gladys Garca Delgado
Ministerio de la Familia
Parque Central, Torre Oeste
Caracas, Venezuela
Alberto Gruson
Centro de Investigacin en Ciencias Sociales (CISOR)
Apartado 5894
Caracas, Venezuela
Rafael Mazin R.
Programa Regional de Educacin en Poblacin - U N E S C O
Apartado 62090
Caracas, Venezuela
Barry Whalley
Oficina Sanitaria Panamericana (OSP)
Avenida 6a, entre 5a y 6a transversales
Altamira, Caracas, Venezuela
Secretara de la UNESCO
Antonio Pasquali
Subdirector General
Coordinador Regional para Amrica Latina y el Caribe
Director Cresalc
Gonzalo Abad-Ortiz
Consejero Regional de Ciencias Humanas y
Sociales para Amrica Latina y el Caribe
Valentn Koutchko
Especialista del Programa
DEV/EPD
URSHSLAC
Gabriel Bidegain
Consultor U N E S C O
Anexo* I 202
ESTE LIBRO SE IMPRIMI EN EL MES DE SEPTIEMBRE
DE MIL NOVECIENTOS OCHENTA Y OCHO EN EL CEN-
TRO REGIONAL PARA LA EDUCACIN SUPERIOR EN
AMERICA LATINA Y EL CARIBE (CRESALC) DE UNESCO.
EDICIN QUE CONSTA DE 600 EJEMPLARES