Alcohol y Trabajo. El Alcohol y La Forma PDF
Alcohol y Trabajo. El Alcohol y La Forma PDF
Alcohol y Trabajo. El Alcohol y La Forma PDF
Alcohol y Trabajo
El alcohol y la formacin de las
identidades laborales
Chile Siglo XIX y XX
Coleccin Investigadores
Editorial Universidad de Los Lagos
Claudio Rosales Urrutia
Programa de Estudios y Documentacin en Ciencias
Humanas
ISBN: 978-956-8709-17-4
Alcohol Trabajo Sectores populares
Impreso en Osorno
La relacin hombre medio en una regin del sur de Chile
NDICE
PRLOGO
6
Prlogo
7
Pablo Artaza Barrios
8
Cristian Eugenio Guerrero-Lira
TRABAJO Y ALCOHOL:
UNA RELACIN CONFLICTIVA. LA EXPERIENCIA
MINERA DE ATACAMA EN EL SIGLO XIX 1
Hernn Venegas Valdebenito
Sin embargo, ninguno de estos factores por s slo habran bastado para
permitir dicha expansin si un factor esencial, como lo era la fuerza de
trabajo, no se hubiese acondicionado satisfactoriamente a las necesidades
que una explotacin capitalista precisaba para su realizacin exitosa. As,
entonces, el trabajo humano aun determinante en una economa tradicional
que se encaminaba hacia moldes de naturaleza capitalista, segua siendo
esencial en los procesos de transicin hacia la modernidad en que ella se
encontraba.
1
Este trabajo forma parte de los resultados del proyecto FONDECYT no.1060176, patro-
cinado por la Comisin Nacional de Investigacin Cientfica y Tecnolgica, CONICYT.
Hernn Venegas Valdebenito
En consonancia con esa definicin, lo que propone este artculo es una re-
flexin en torno a las caractersticas generales de la minera nortina, los
elementos que la definen como una economa transicional y una aproxima-
cin a los que seran sus principales dificultades para asegurar su capacidad
reproductiva. El nfasis se centra en reconocer la necesidad de control sobre
los trabajadores, toda vez que son una pieza central de un modelo econmi-
co que los coloca en el eje de la generacin de riquezas pero que, sin em-
bargo, exhiben un comportamiento que se desva de las necesidades de un
empresariado que necesita de su disciplina y capacidad productiva.
2
Pierre Vayssire, Un siecle de capitalisme minier au Chili. 18301930 (Toulouse: sin
datos de edicin, 1980).
10
Trabajo y alcohol: Una relacin conflictiva
3
Daniel Palma, Historias de cangalleros. La sociedad minera y el robo en Atacama,
1830-1870, en Varios autores, Arriba quemando el sol (Santiago de Chile: Lom Edicio-
nes, 2004); Mara Anglica Illanes, Disciplinamiento de la mano de obra en una forma-
cin social en transicin. Chile, 18401850, Revista Nueva Historia, 12 (1984); Hernn
Venegas, El espejismo de la plata. Empresarios y trabajadores en una economa en
transicin. Atacama 18301870 (Santiago de Chile: Editorial Universidad de Santiago de
Chile, 2008).
4
Censos de la Repblica de Chile, 1854, 1865 y 1875.
11
Hernn Venegas Valdebenito
5
16 de septiembre de 1847; Archivo de Intendencia de Atacama (en adelante, AIA), Vol.
XIII.
6
Corresponsal en Chaarcillo, junio 12 de 1848. El Copiapino (Copiap), 20 de junio de
1848.
12
Trabajo y alcohol: Una relacin conflictiva
7
El Copiapino (Copiap), 20 de junio de 1848.
13
Hernn Venegas Valdebenito
8
El Copiapino (Copiap), 22 de febrero de 1848.
9
El Copiapino (Copiap), 22 de febrero de 1848.
14
Trabajo y alcohol: Una relacin conflictiva
Lo que sin duda fue aumentando a lo menos hasta la dcada de 1870, en que
se inici la etapa final del deterioro de la actividad local. 11
10
El Copiapino (Copiap), 7 de marzo de 1851.
11
Memoria de Intendencia Antonio de la Fuente; 1854; AIA, foja 102.
15
Hernn Venegas Valdebenito
12
El Copiapino (Copiap), 19 de octubre de 1853.
16
Trabajo y alcohol: Una relacin conflictiva
Est claro que en el mundo minero del primer ciclo exportador la necesidad
de trabajo disciplinado y la conducta disipada de muchos de los trabajadores
no era una ecuacin que pudiese equilibrarse fcilmente. Ya est dicho que
en una organizacin laboral de antiguo rgimen, no slo el papel de la fuer-
za laboral era de primer orden, sino que la disposicin de los trabajadores a
abrazar un trabajo permanente y productivo chocaba diametralmente con
formas de vida que entregaban al ocio y a la recreacin una valoracin sig-
nificativa, y por supuesto a los espacios y momentos de la vida en que esos
dos valores ocupaban un lugar central. Por ejemplo, momentos tales como
el Carnaval, las festividades religiosas o la poca de las cosechas, una parte
importante de los trabajadores que haban sido convocados por las tareas
mineras, pero que provenan de una matriz agraria, no estaban dispuestos a
dejarlos pasar. No slo porque eso los liberaba de un mundo que les haba
puesto ms ataduras que libertades, sino porque tambin esta era una forma
de recuperar al menos transitoriamente su conexin con un pasado agrcola
ya distante.
13
Corresponsal de Tres Puntas. El Copiapino (Copiap), 11 de octubre de 1854.
17
Hernn Venegas Valdebenito
14
Chaarcillo, 9 de febrero de 1847; AIA, Vol. LXII.
18
Trabajo y alcohol: Una relacin conflictiva
no vena del broceo de las minas, pero no era esta la causa, sino
el atractivo que ofrecen esos das i la estacin de las frutas. Hoy
principian a regresar los operarios i a restablecerse los traba-
jos. 15
Este fue un fenmeno recurrente hasta bien entrado el siglo XIX, por lo que
el Carnaval estuvo asociado, a pesar del esfuerzo de las autoridades, a disi-
pacin, fiesta y borrachera. En algunas ocasiones, previo a esa festividad
religiosa, se intent tomar algunas medidas disciplinarias y preventivas,
pero lejos de alcanzar su propsito agravaron an ms el fenmeno. Por
ejemplo, se intent rebajar los salarios y aun prohibir la circulacin de lico-
res en los espacios populares. Sin embargo, en el caso de Chaarcillo, los
trabajadores abandonaron sus faenas y se desplazaron a las placillas y sus
chinganas o a los botiquines propios ya de mediados de la dcada de
1850: Casas cuyo comercio es la bebida i el aliciente que presentan un
tapete i los destemplados tonos de una mala guitarra. Cada casa de stas es
un foco de disolucin i un asilo para los vagos. 16
15
Corresponsal de Tres Puntas. El Copiapino (Copiap), 14 de marzo de 1850.
16
Corresponsal de Chaarcillo. El Copiapino (Copiap), 11 de febrero de 1856.
19
Hernn Venegas Valdebenito
17
Corresponsal de Chaarcillo. El Copiapino (Copiap), 29 de febrero de 1848.
20
Trabajo y alcohol: Una relacin conflictiva
18
Mineral de El Romero, 19 de septiembre 1847; AIA, Vol. LXXV.
21
Hernn Venegas Valdebenito
Est claro entonces que este no era un tema fcil de resolver, aun en los
momentos de mayor prosperidad de los minerales, como lo era la dcada de
los cincuenta, quizs el perodo de mayor expansin de la industria minera
local.
Si bien la legislacin que regulaba los asientos mineros seguan siendo las
Ordenanzas de Minas de Nueva Espaa, por lo menos hasta que se dictaron
los cdigos nacionales, tal disposicin era bastante dbil en cuanto a las
restricciones que se establecan entre quienes habitaban los espacios mine-
ros. Por ejemplo, la Ordenanza dispona el libre acceso de todo tipo de mer-
cadera a los asientos minerales y aunque se establecieron algunas restric-
ciones respecto de las bebidas alcohlicas, ellas no dejaron de circular en
dichos espacios. S estaban prohibidos los juegos de azar o de envite, pero
19
Tres Puntas, 3 de diciembre de 1849; AIA, Vol. LXXXVIII.
22
Trabajo y alcohol: Una relacin conflictiva
Tengo noticias que ese mineral i pueblo de Juan Godoy esta pla-
gado de mujeres prostitutas que solo se preocupan del infame tr-
fico de sus cuerpos. Ellas son la causa principal de la desmorali-
20
Reglamento econmico y de polica para los minerales de Chaarcillo, Algarrobito,
Bandurrias i Pajonales; La Serena, 20 de abril de 1841. Archivo Claudio Gay (en ade-
lante, ACG), Vol. XLI. Este reglamento se fund en el expedido por Juan Melgarejo
varios aos antes, ver ACG, Vol. XLI. Juan Melgarejo, Reglamento espedido por el
Gobernador de Copiap para la direccin y arreglo del mineral de Chaarcillo. Copiap,
7 de agosto de 1837, foja 86.
23
Hernn Venegas Valdebenito
zacin que all se nota i de los daos que reciben los propietarios
de minas en sus faenas. Para evitarlos proceda a expulsar de
aquellos lugares a las antedichas mujeres, dndome de ello opor-
tuno aviso [...].
21
Chaarcillo, 1 de mayo de 1848; AIA, Vol. LXXXVII.
22
Asientos de Minas i Placillas. El Copiapino (Copiap), 16 de mayo de 1851.
23
Chaarcillo, 2 de marzo de 1854; AIA, Vol. CXXVIII.
24
Trabajo y alcohol: Una relacin conflictiva
El exceso de bebida fue motivo frecuente para que en los centros mineros se
desataran enfrentamientos entre los trabajadores, por una parte y los empre-
sarios y fuerzas del orden, por otro. Esto fue muy dramtico en aquellos
momentos en que la estabilidad fue puesta a prueba constantemente y en la
que solo bastaba la mnima falta de tacto para que se produjeran explosiones
de rebelda y rabia, atizadas por la embriaguez y la bebida. As sucedi
habitualmente, por ejemplo en el pueblo de Juan Godoy, placilla de Chaar-
cillo, en febrero de 1854, es decir en vsperas del esperado Carnaval se
produjo uno de estos frecuentes desbordes, entonces
Por otra parte, ni los propios encargados del orden se exceptuaban de las
tentaciones del licor y frecuentemente se dieron situaciones paradojales, en
que los guardianes policiales terminaban transgrediendo las propias reglas
que estaban encargados de hacer respetar. As, por ejemplo, cuando el mine-
ral haba empezado a manifestar, haca un tiempo, la curva de su declina-
cin se podan leer informes del subdelegado y encargado del piquete poli-
cial que custodiaba el mineral, como el que sigue: En el momento que he
despachado el correo, sal como de costumbre para ver si se cumpla con lo
mandado; y he encontrado al soldado Santiago Quevedo, que cuidaba dos
presos, ebrio y los presos jugando a las bolas [...]. 26
24
Claudio Prez, Conflicto patricio y violencia popular en Copiap durante la guerra
civil de 1851, Revista de Historia Social y de las mentalidades, Ao X Vol. II (2006),
105-150.
25
Chaarcillo, 6 de febrero de 1854; AIA, Vol. CXXVIII.
26
Tres Puntas, 1 de junio de 1863; AIA, Vol. CCLXXIX.
25
Hernn Venegas Valdebenito
26
Trabajo y alcohol: Una relacin conflictiva
Estas penas fueron acompaadas por multas que sancionaron otros tantos
delitos con una suma aproximada a los 7 mil pesos en los tres aos y medio
en que se realiz el registro carcelario (1850 a 1853), con un total de 1281
casos. A modo de referencia el gremio minero desembols alrededor de tres
mil pesos para atraer a varios cientos de trabajadores del resto del pas para
que se enrolaran en la industria minera. 27
27
Sesiones de la Junta de Minera de Copiap; AIA, Vol. LXXI.
28
El Copiapino (Copiap), 7 de mayo de 1853.
27
Hernn Venegas Valdebenito
Este descarnado anlisis iba de la mano con otro que colocaba su atencin
en la necesidad de mejorar las relaciones laborales y el trato de los trabaja-
dores, es decir transitar ms rpidamente al establecimiento de relaciones
industriales modernas. Claramente se trataba de un llamado extemporneo,
pues faltaba casi medio siglo para que se instalara un debate ms contun-
dente en esa direccin. Tratando se explicarse el robo y otras conductas
desviadas, los editorialistas del peridico local ms influyente afirmaron:
29
El Copiapino (Copiap), 16 de diciembre de 1850.
28
Trabajo y alcohol: Una relacin conflictiva
30
El Copiapino (Copiap), 28 de enero 1850.
29
Hernn Venegas Valdebenito
Como haya sido, la minera nortina entraba en otra etapa tanto ms contra-
dictoria que la anterior, ahora eran los propios empresarios los que relajaban
la disciplina laboral, que en condiciones de decadencia explotaban al mxi-
mo a sus trabajadores, desconociendo incluso todo un cuerpo de medidas
que ellos mismos haban ayudado a disear. As, el desorden y el desarreglo
de los minerales no se hizo esperar, tal como queda expresada en comunica-
ciones de autoridades subalternas que sealaban:
31
Copiap, 1880; AIA, Vol. CCCLXXXII.
32
Chaarcillo, 26 julio de 1858; AIA, Vol. LXXXVII.
30
Trabajo y alcohol: Una relacin conflictiva
33
Noticias del mineral (Chaarcillo), Septiembre de 1864; AIA, Vol. CCLXXXIII.
34
Tres Puntas, 15 de Abril de 1863; AIA, Vol. CCLXXIX.
35
Tres Puntas, 9 de octubre de 1865; AIA, Vol. CCCV.
31
Hernn Venegas Valdebenito
Sr. Intendente.
Doy cuenta a VS que el veinte i ocho del pasado mayo a muerto
en la posada de Llampos del camino que conduce a Copiap el
pen de la mina codiciada Juan Molina natural de Mendoza en
la Repblica Argentina de resultas de unas quemaduras con que
fue herido por la explosin de un tiro que se le revent en la ya
indicada mina. Este individuo ha dejado varias prendas de ropa
usada con un bal que se halla en poder de la subdelegacin i
36
Al Subdelegado de Bulnes; Copiap, octubre 25 de 1862; AIA, Vol. CCLXIV.
37
En el archivo de intendencia se encuentran durante ese perodo numerosos casos de
accidentes con causa de muerte en las minas. Algunos casos se pueden encontrar en
Subdelegacin de Bulnes. Tres Puntas, enero 21 de 1862. AIA, Vol. CCXXXIII; Subde-
legacin de Bulnes.12 de febrero de 1862. AIA, Vol. CCXXXIII; Tres Puntas, 13 de
agosto de 1862. AIA, Vol. CCXXXIII; Tres Puntas, julio 25 1863. AIA, Vol. CCLXXIX;
Tres Puntas, 19 octubre de 1863. AIA, Vol. CCLXXIX; Tres Puntas, 8 abril de 1864.
AIA, Vol. CCLXXIX.
32
Trabajo y alcohol: Una relacin conflictiva
amas una casita que hay en esta placilla que dicen que es de su
propiedad. 38
38
Tres Puntas, 5 de Junio de 1861; AIA, Vol. CXXXVI.
39
El Copiapino (Copiap), 6 de marzo de 1865; AIA, Vol. CCCXC.
33
Hernn Venegas Valdebenito
las que acuda, los que elevaban peticiones a la autoridad central para con-
tener esta vez los abusos de los mineros propietarios, presentndose situa-
ciones tan graves como las que aparecen denunciadas por un subdelegado
local:
Sr. Intendente:
Son tan repetidas las demandas por cobro de salarios que hace a
este juzgado los trabajadores del distrito del Carmen, i tan insufi-
cientes los medios de que puedo echar mano para hacer justicia a
quienes la reclaman, que he determinado dar cuenta a Ud. para
que dicte las medidas mas oportunas que remedien males de gra-
vedad en prejuicio del trabajador y de la minera: Digo insufi-
cientes, porque a una orden de citacin, resulta no encontrarse en
la mina, y cuando se encuentra, que le es imposible dejar aban-
donado todo porque esta solo; otras veces que ya ce les ha dado
su libranza para pagarse en Copiap, en donde no le han pagado,
resultando despus que el dueo se ha presentado en concurso
[...]. 40
40
Subdelegacin de Bulnes, 10 de septiembre de 1862; AIA, Vol. CCXXXIII.
41
Motn y saqueo en Carrizal; Carrizal Alto, febrero 1864; AIA, Vol. CCLXXXIII.
34
Trabajo y alcohol: Una relacin conflictiva
Claramente no era el nico caso y lo que estaba en evidencia era que en una
situacin de crisis eran los propietarios mineros, o algunos de ellos al me-
nos, los que haban relajado el control y las medidas moralizadoras y esta-
ban infringiendo sus propias reglas. Las motivaciones de las medidas son
pocos claras, en algn sentido tal vez apuntaban a disminuir los costos pro-
ductivos, pero al mimo tiempo provocaron una situacin muy inestable, ms
difcil de controlar an en la lejana del desierto nortino, estableciendo una
verdadera espada de Damocles entre los productores que fueron incapaces
de frenar los excesos producidos por el alcohol. La decadencia de la minera
fue a su vez la de los propios productores, empresarios y trabajadores. As
por lo menos queda reflejado en la alerta establecida por El Copiapino, en
febrero de 1864:
Comunicado.
Al seor director de la Compaa inglesa de minas. Permtasenos
llamar su atencin sobre los puntos siguientes, que suponemos
ignora Ud.
En la mina dulcinea de llampos existe un bodegn de licores para
su venta.
A los peones de la faena se les obliga a comprar dos botellas se-
manales a cada uno.
De aqu que la embriaguez que se comunica a los peones de las
dems minas vecinas, las pendencias i los desordenes que son
consiguientes.
Luego vienen las fallas al trabajo. Al operario Belisario Torres se
le hizo pagar once pesos i otra cantidad a Pedro Mancilla. Tendr
Ud. conocimientos de estos ingresos a la faena? En vez pasada a
consecuencia de la embriaguez un trabajador fue maltratado has-
42
Subdelegacin de Bulnes; Tres Puntas, marzo 11 de 1862; AIA, Vol. CCXXXIII.
35
Hernn Venegas Valdebenito
Pareciera, que a fines del periodo, la batalla de los empresarios por mante-
ner el orden, generar trabajadores disciplinados y dispuestos al trabajo per-
manente estaba momentneamente perdida. Haban sido las circunstancias
de crisis, malas decisiones para disminuir costos, as como la imposibilidad
de borrar prcticas culturales ancestrales las que hicieron difcil desterrar el
licor, la fiesta y el desenfreno de los minerales nortinos. As, trabajo y vida
disipada seguirn conviviendo en un mundo en que las relaciones producti-
vas modernas demoraron en asentarse.
43
El Copiapino (Copiap), febrero de 1864.
44
Tres Puntas, Octubre 2 de 1865; AIA, Vol. CCCV.
36
Cristian Eugenio Guerrero-Lira
NOTAS SOBRE LA
RELACIN ENTRE ALCOHOL Y TRABAJO
EN LA FRONTERA SUR DE LA ARAUCANA.
SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 1
Jorge Muoz Sougarret
En las diferentes etapas de las sociedades, hasta hoy en da, hemos pasado
por perodos de construcciones identitarias dependientes de herramientas, o
soportes, no humanos. Durante muchas generaciones hemos vivido una
1
Este trabajo se enmarca dentro del Proyecto Interno de investigacin 0108F (Formas
laborales en una sociedad perifrica: Osorno, 1880-1930) de la Universidad de Los La-
gos.
Jorge Muoz Sougarret
ideologa del alcohol, un culto etlico, ya sea que fuese permitido o prohibi-
do, aquel siempre fue parte de la discusin. La cultura occidental, construi-
da sobre las bases de la masculinidad, entr en seria contradiccin cuando
percibi lo complejo de desembarazarse de tales conceptos en su bsqueda
de avanzar hacia la industrializacin. El alcohol que haba estado tan ligado
a la constitucin de los grupos de homosociabilidad incluso durante pe-
rodos permitido slo dentro de esos grupos, puntal de los futuros gre-
mios y agrupaciones obreras, ahora apareca como una barrera que impeda
el avance de la sociedad. Avance que deba nacer de la regeneracin indivi-
dual como social. 2
2
Para el caso nacional han sido diversos los autores que se han referido a las relaciones
sociales que se forman, y consolidan, en torno al consumo de alcohol, por ejemplo:
Laureano Figueroa, El estilo de los bebedores (contribuciones al estudio de su lxico),
Atenea, 349-350 (1954); Jorge Pinto, Tras la huella de los parasos artificiales. Mineros
y campesinos de Copiap, 1700-1850, Proposiciones, 20 (1991); Milton Godoy, Fiesta,
borrachera y violencia entre los mineros del Norte chico. 1840-1900, Revista de Historia
Social y de las Mentalidades, 7 (2003); Juan Ricardo Couyoumdjian, Una bebida mo-
derna: La cerveza en Chile en el siglo XIX, Historia, no. 37 Vol. II (2004). Mientras que
para el contexto internacional podemos citar, por ejemplo, los trabajos de Jessica Warner,
Shifting categories of the social harms associated with alcohol: Examples from late
medieval and early modern England, American journal of public health, Vol. LXXXVII
no. 11 (1997) e Historical perspectives on the shifting boundaries around youth and
alcohol. The example of pre-industrial England, 1350-1750, Addiction, 93 (1998); Thor
Norstrom, Effects on criminal violence of diferents beverage types and private and
public drinking, Addiction, 93 (1998); Jonathan White, The slow but sure poyson: The
representation of Gin an its drinkers, 1736-1751, Journal of british studies, 42 (2003);
Jos Luis Luzn, Comer y beber en la Habana colonial, Caravelle, 71 (1998); Manuel
Moreno, Aguardiente y alcoholismo en el Mxico colonial, Cuadernos
hipanoamricanos, 424 (1985) y Myriam Munn, Drinking in tango lyrics: An approach
to myth and meaning of drinking in argentinian culture, Contemporary drug problem, 28
(2001), entre otros.
38
Notas sobre la relacin entre alcohol y trabajo
Para la regin que nos interesa examinar, aquel proceso es evidente hacia
fines del siglo XIX pero adquiere un nuevo matiz por el hecho que gran parte
del trabajo realizado fue cancelado con alcohol. Cmo entender aquello?
Cules fueron los motivos para entregar y recibir alcohol a cambio de una
labor? Por qu la sociedad en su conjunto no se present contrara a tales
prcticas? Todas preguntas que dejan un profundo signo de interrogacin si
se busca una respuesta sencilla y descontextualizada. Por lo tanto, no es
posible entender al consumidor sin detenerse en el producto mismo. El
desconocimiento de sus propios ciclos de produccin e intercambio nos
impedira comprender el contexto en que se desenvolvi su consumo. Con-
siderando lo anterior, nos hemos propuesto presentar algunas luces prime-
ramente sobre el mercado laboral que existi en el perodo de estudio dentro
de la regin para, posteriormente, introducirnos en las relaciones que se
produjeron entre el alcohol y el trabajo. Permitindonos as comprender
que, en un contexto inflacionario constante, los diversos trabajadores opta-
ron por recibir los dividendos de su trabajo en bienes no devaluables que,
adems, eran constituyentes de su canasta familiar. Bienes que dentro de un
mercado de intercambios en que la moneda de curso forzoso era escasa,
podan no slo ser traficados de manera conveniente sino, tambin, generar
parmetros de medida para el resto de los productos.
Desde fines del siglo XVII en la frontera sur de la Araucana se haba co-
menzado a gestar un lento proceso de urbanizacin, por el occidente costero
Valdivia y Corral aparecan como los puertos de llegada de los barcos luego
de su paso por el estrecho de Magallanes. Mientras que Osorno y Los Lla-
nos (antigua denominacin de la meseta central) constituyeron puntos de
abastecimiento en el camino real que llegaba a la Isla de Chilo, fin institu-
cional de la Colonia y posterior Repblica. Tal espacio geogrfico reuni a
distintos grupos humanos, en su mayora Mapuche Williche y, en menor
medida, mestizos nacionales como peruanos (exiliados al presidio de Valdi-
via). Las desconfianzas mutuas provocaron que el grupo ms desposedo, el
de los mestizos, tuviera que ser subvencionado desde otras latitudes, al no
poder participar del pequeo, pero constante, trfico de ganados manejado
por los indgenas (a ambos lados de la cordillera).3
3
Jorge Pinto, Integracin y desintegracin del espacio fronterizo. La Araucana y Las
Pampas 1550-1900, en Pinto (ed.) Araucana y Pampas. Un mundo fronterizo en Amri-
ca del Sur (Temuco: Universidad de La Frontera, 1996), 23-25.
39
Jorge Muoz Sougarret
4
Gabriel Guarda O.S.B., Un ro y una ciudad de plata. Itinerario histrico de Valdivia
(Valdivia: Universidad Austral de Chile, 1965), 49.
5
Carmen Norambuena, La inmigracin en el pensamiento de la intelectualidad chilena
1810-1910, Contribuciones cientficas y tecnolgicas, 109 (1995), 78-79.
6
Gilberto Harris Bucher, Emigrantes e inmigrantes en Chile, 1810-1915. Nuevos aportes
y notas revisionistas (Valparaso: Ed. Puntngeles, 2001), 167-183; Gabriel Peralta,
40
Notas sobre la relacin entre alcohol y trabajo
41
Jorge Muoz Sougarret
Junto con lo anterior, buena parte del erario pblico fue destinado a la in-
versin en infraestructura dentro de las villas. Las polticas de distribucin
espacial de las poblaciones dan cuenta de una nueva percepcin de la ciu-
dad, ya no como simple habitacin sino, tambin, como rostro de sus pro-
pios habitantes. Caminos, plazas y senderos fueron creados, o reorganiza-
dos, para presentar una visin ms armnica tanto para los que habitaban
como para el visitante. Muchas veces a costa del desplazamiento forzoso de
8
Tan temprano como en 1850, ya tenemos peticiones (como la de Ernesto Fricke) para la
compra de terrenos pblicos en donde extraer las materias primas e instalar maquinas de
aserrar. Juan Miguel Riesco al Ministro del Interior; sin fecha; Archivo Nacional, Minis-
terio del Interior (en adelante, ANMI), Vol. CCL, Valdivia, foja 206.
9
Prez Rosales culpaba de las perdidas en la produccin maderera a estos trabajadores,
por su [] incorregible incuria ocasionada por la embriaguez. Vicente Prez Rosales,
Memorias sobre la colonizacin de la Provincia de Valdivia (Valparaso: Imprenta del
Diablo, 1852), 28.
10
S al corte de maderas le sumamos los ganados mantenidos para la produccin de las
curtiembres, el terreno arable era escaso. Prez Rosales dice que toda la produccin
cerealera de Valdivia, en 1852, correspondi [] a algunas siembrecillas parciales,
hechas por los pobres en eriales a donde los trabajos del corte de maderas los confinan.
Rodulfo Philippi, Valdivia en 1852, La revista de Chile 74 (1901), 356; Prez Rosales,
Memorias, 21.
11
Roberto Santana, Articulacin entre la cultura de la madera y explotacin durable del
bosque nativo en Chilo. Ideas a partir de una encuesta preliminar, Lder ao 6 no. 9
(2001), 5.
12
El peridico El Correo de Osorno en 1881, frente al auge agrcola exportador del
Departamento, record la situacin anterior: En Osorno, por ejemplo, no hace veinte
aos sembraban y cosechaban apenas lo indispensable para satisfacer sus pequeas exi-
gencias, pues sus productos no tenan salidas y por tanto su mercado careca completa-
mente de importancia. El Correo (Osorno), 5 de marzo de 1881.
42
Notas sobre la relacin entre alcohol y trabajo
Para poder definir de mejor manera la relacin que se produce entre el alco-
hol y las formas laborales es necesario que realicemos una clara divisin
entre los espacios de anlisis, ya que marcan tanto la percepcin de perte-
nencia fsica como cultural de un individuo. La divisin entre los ambientes
rurales y urbanos se ubica en aquella contraposicin directa entre formas de
percepcin de qu es el trabajo, quines deben realizarlo y cmo o por qu
se intercambia por alcohol, la pregunta que gua el presente trabajo.
13
Vicente Prez Rosales en 1852, en su calidad de Intendente, describe con orgullo al
Ministro del Interior como la zona cercana al embarcadero de Valdivia ha sido hermo-
seada y mejorada a costa de la expulsin de los antiguos asentamientos que en ella se
ubicaban. Asentamientos descritos por l como [] ranchos andrajosos e inmundos, i
colocados de un modo tan irregular que hacia muchas veces intransitable aquella insopor-
table localidad. Prez Rosales, Informe al Ministro del Interior, El Araucano (Santia-
go), 27 de diciembre de 1852, 1.
43
Jorge Muoz Sougarret
Para terminar aquel cuadro podemos decir que durante la segunda mitad del
siglo XIX los consumos de licores comenzaron a variar segn estos fueran
realizados en los ambientes rurales o en los urbanos. Con aquello no quere-
mos decir que la chicha de manzana no hubiera sido bebida en las ciudades
o viceversa con los licores industriales sino, ms bien, fue desplazada frente
a un producto que era ms barato. En las ciudades el aguardiente apareci
ms barato ya que casi no se produca chicha, lo que obligaba a importarla
desde los campos circundantes. Pero tal encarecimiento del costo apareca
subjetivo frente a la imposibilidad de ser consumida durante los inviernos,
al ser dependiente de las cosechas estivales, mientras que los licores indus-
triales podan ser producidos durante todo el ao. Las diferencias arriba
presentadas nos permiten comprender la dicotoma que se genera al momen-
to de relacionar tales bebidas con el medio laboral, las faenas, la percepcin
de las mismas e, incluso, los espacios en que se realizan estuvieron influen-
ciados por la diferencia entre los licores de consumo habitual en los campos
como en las ciudades.
14
Couyoumdjian, Una bebida, 333.
15
Recordemos que durante las primeras legislaciones referentes al alcohol, especialmente
en el mbito impositivo, la cerveza estuvo ajena de tal pago hasta 1916. Siendo aquello
en mayor medida respuesta a las presiones de los industriales y de sectores polticos con
intereses en tales industrias. Marcos Fernndez, Los usos de la taberna: Renta fiscal,
combate al alcoholismo y cacicazgo poltico en Chile. 1870-1930, Historia no. 39 Vol.
II (2006), 402-405.
44
Notas sobre la relacin entre alcohol y trabajo
16
Carlos Keller, Revolucin en la agricultura (Santiago de Chile: Zig-Zag, 1956), 434.
17
De tal manera entendemos el por qu muchas de tales reuniones adoptan nombres
ligados a la sexualidad, como es el caso de la preparacin de chicha de manzana, en la
Isla de Chilo, que se le denominaba la maja. Alfredo Weber, Chilo. Su estado actual,
su colonizacin, su porvenir (Santiago de Chile: Imprenta Meja, 1903), 49.
18
Gustave Verniory escribi as: El vicio capital de los indios es la borrachera. Toda es
ocasin de absorber alcohol hasta rodar por el suelo. Gustave Verniory, Diez aos en
Araucana 1889-1899 (Santiago de Chile: Universidad de Chile, 1975), 68; Sergio Villa-
lobos, Contacto de britnicos y araucanos en las dcadas de 1820 y 1830, Mapocho, 36
(1994), 197 y 212.
45
Jorge Muoz Sougarret
19
Philippi, Valdivia, 75, 359-360.
20
Por ejemplo, existen dos pagars o notas entregadas a la familia Geisse de Osorno que
grafican lo antes planteado, y que reproducimos a continuacin: Octubre 7 de 1876.
Seora Filipina Geise. Tenga el bien de entregar a mi hijo Juan el barril de chicha i que
como le dije yo la mitad en dinero i la otra mitad en trabajo ser pagado su importe.
Eleuteria Ruiz y Seor Don Eduardo Geise espero que me haga el favor de mandarme
los galones de chicha que me tiene prometido por los gueyes [sic] que le fui a traer.
Espero de llenarme la pipa de chicha que en otro servicio que le haga le pagar. Alejo
Carcamo 16/7/82 .Coleccin Geisse; Archivo histrico municipal de Osorno, Carpetas
de trabajo nos. 84 y 87, respectivamente. Al hablar de una relacin laboral moderna
entendemos la venta del trabajo cual bien en el mercado, la entrega y adopcin de deberes
y derechos tanto por el trabajador como por el contratante y de una institucionalidad que
mediara entre el capital y el trabajo. Para ahondar en tales postulados ver Juan Carlos
Ynez, Las bolsas de trabajo: Modernizacin y control del mercado laboral en Chile
(1914-1921), Cuadernos de Historia, 26 (2007), 108-109.
46
Notas sobre la relacin entre alcohol y trabajo
21
Tan tardo como en 1892, aun la prensa denunciaba la venta en los despachos, o tien-
das, de licores adulterados. Llamando a la comunidad, y las autoridades, a impedir aque-
llo ya que [] el que los bebe se enloquece de una manera espantosa. La Roca (La
Unin), 26 de marzo de 1892, 2.
47
Jorge Muoz Sougarret
Lo anterior puede ser percibido como una desviacin del modelo rural de
pago con alcohol, siendo la nica variacin profunda que dentro del trabajo
urbano primero se trabaja y despus se bebe. Pero al interior de la sociedad
tradicional que se dio en el sur austral comenzaron a surgir anacronismos
laborales, las industrias no se crearon desde la tradicin artesanal sino que
fueron trasplantadas, sin la preocupacin de la creacin de tcnicos especia-
lizados. Casi todas las labores industriales fueron realizadas por los grupos
familiares dueos de las industrias siendo, generalmente, uno de ellos el
nico capacitado en la elaboracin tcnica ya sea de la bebida alcohlica u
otro producto. Atrs de tal agente tcnico todos los operarios, incluso el
resto de la familia, aparecen como mano de obra no calificada. Aquello
incide directamente al momento de ampliar la produccin, ya que facilit el
cambio de mano de obra familiar por mano de obra contratada en el merca-
do.
22
Estos comerciantes se planteaban claramente contrarios a entregar cualquier tipo de
concesin referente al alcohol. Es as que en 1889 el Gobernador de la Unin hizo firmar
a todos los comerciantes una carta de compromiso que impidiera no la venta sino el
consumo de licor al interior de sus establecimientos, so pena de veinticinco pesos. Aun-
que firmaron, los seores Asenjo y Hott dejaron sentado que no respetaran tal normativa.
El Tren (La Unin), 14 de diciembre de 1889, 3.
23
Constantino Mohr fue identificado por Philippi no slo como el primer sino, tambin,
como el ms importante comerciante de la plaza de Valdivia. Reafirmando aquello el lazo
entre altos comerciantes y el pago en licores de mala calidad o adulterados. Declaracin
de Manuel Altamirano; 17 de junio de 1850; Archivo Nacional; Judicial Valdivia (en
adelante ANJV), Valdivia, legajo 45, no. 7; Philippi, Valdivia, 73, 300.
24
Declaracin de Ambrosio Rivera; 15 de abril de 1851; ANJV, Valdivia, legajo 47, no.
11, foja s/n.
48
Notas sobre la relacin entre alcohol y trabajo
Siendo aquello factible por qu hablar de tales faenas como parte del ciclo
reproductivo de alcohol y trabajo, principalmente porque no podemos olvi-
dar el contexto en que se desenvolvan las fbricas regionales. Ellas eran
parte de una serie de sociedades que tenan inversiones industriales, agrco-
las y comerciales, por lo mismo, aun cuando no cancelaban directamente en
alcohol, estimulaban el intercambio de su sueldo por el mismo. El sistema
ms simple usado por ellos fue la apelacin ante las autoridades de la falta
de moneda menuda para pagar el jornal, as obtenan el beneplcito de la
autoridad para pagar con vales intercambiables en las casas comerciales
ligadas a la sociedad comercial duea de la industria. Son estas casas co-
merciales las que introducen al alcohol, por tanto estamos frente a un proce-
so indirecto de pago con alcohol. 27
Hasta el momento hemos presentado los motivos que tuvieron los empresa-
rios para pagar a sus trabajadores con alcohol, pero no hemos respondido la
25
Como muestra tenemos el incendio de la caldera en la fbrica de Hofmann y Schhmidt
a las dos de la maana, que fue apagado por los mismo operarios, o la explosin de la
caldera de la fbrica de Justo Hott en Ro Bueno, a las ocho de la maana, que le costo la
vida al hijo de Hott . La Roca (La Unin), 28 de enero de 1893, 31 de julio y 7 de agosto
de 1897, 2, 3 y 2, respectivamente.
26
Ya en los primeros aos de la industrializacin en Valdivia encontramos casos de
trabajadores que realizaban robos de alcohol desde destileras o cerveceras, y que al
momento de ser aprehendidos, no intentaran justificar su actuar sino que lo reivindicaran.
Declaracin de Pedro Jos Santander; 24 de julio de 1855; ANJV, legajo 54, no. 34,
Valdivia, foja 2 y 3.
27
La Roca (La Unin), 3 de diciembre 1898, 2.
49
Jorge Muoz Sougarret
Existen slo unos pocos datos diseminados que nos permitirn reconstruir
los aspectos cotidianos de la dieta de la poblacin del Chile austral siendo, a
nuestro parecer, el informe del Doctor Germn Schneider el ms correcto.
Mdico germano, llegado dentro del flujo migratorio, fue comisionado por
la Intendencia de Valdiva (en 1853) para que realizara un informe sobre la
vida de la poblacin general de la zona, sin distinciones si era urbana o
rural. Dentro de su informe plantea que la dieta habitual era constituida por
harina, papas, arroz, queso y carne de buey o vaca. 28 Una dieta tan cargada
al consumo de protenas y carbohidratos, en donde destaca la falta de fibras,
vitaminas y minerales, es sumamente alta en el aporte calrico. 29 Aumenta-
do por el consumo de los azcares extradas de la ingesta de alcohol, el que
pasa a ser un fuerte complemento calrico cuando falta algn carbohidrato.
Lo anterior debemos considerarlo dentro del contexto de su poca, no segn
los parmetros actuales. Aquella dieta centrada en los carbohidratos es su-
mamente nociva para el sistema nervioso pero comprensible en un ambiente
extremo en que las capacidades fsicas, y el esfuerzo fsico, es la tnica de
todos los trabajos. 30
28
Tal dieta es confirmada por el marino ruso Maximov, aproximadamente diez aos
despus, solamente agregando (para los habitantes ms crcanos a la isla de Chilo) el
consumo de puerco, maz y milcao (preparacin de papa y cebolla). Informe del Doctor
Germn Schneider; 10 de julio de 1853; ANMI, Vol. LXXXI, Valdivia, foja 104; Dia-
rios de Maximov alrededor el mundo. Navegacin en la corbeta Askold de Kronstadt
hasta Bangkok, en Carmen Norambuena y Olga Ulinova (comp., estudios introducto-
rios y notas), Viajeros rusos al sur del mundo (Santiago de Chile: Dibam, 2000), 611.
29
No es somero plantear que en una dieta falta de fibras el proceso digestivo es lento, por
lo mismo, una dieta que incluye fermentos (como la chicha de manzana) aporta un diur-
tico natural que permitira subsanar tal problema. Tan significativo como lo anterior es
que frente a la imposibilidad de obtener agua potable, cualquier tipo de alcohol permite la
desinfeccin correcta de alimentos ya sea antes o durante su deglucin.
30
Solamente como un ltimo dato, para cuantificar el aporte del alcohol en la dieta, un
hombre de entre 15 y 50 aos debera consumir en promedio de 2.300 a 3.000 caloras
diarias (en el caso de una mujer, de 1.900 a 2.200), un litro de cerveza contiene aproxi-
madamente 480 caloras mientras un vaso de aguardiente, de 100 cc., 280 caloras.
50
Notas sobre la relacin entre alcohol y trabajo
31
Durante los primeros perodos de reconversin de la agricultura se produjo un fuerte
aumento en las muertes en las cercanas de Valdivia, Prez Rosales (en 1851) lo atribuye
a un brote de tos epidmica. Siendo comprobado por el informe ya citado del Doctor
Schneider, entre 1850 y 1852 las muertes aumentaron en un veinte por ciento. Prez
Rosales, Memorias, 13; Informe Doctor Germn Schneider, 10 de julio de 1853.
32
El Eco del sur (Valdivia), 13 de noviembre de 1869 y 22 de octubre de 1870; Carta del
Intendente A. Muoz al Ministro del Interior; 5 de septiembre e 1882; ANMI, Vol.
LXXXI, Valdivia, foja 330.
33
Cuando se habla de salario nominal se esta haciendo referencia al salario obtenido en
dinero, o para nuestro caso en el valor de las especies entregadas a cambio, mientras que
el salario real se mide por la capacidad que tiene el trabajador de adquirir en el mercado
bienes de consumo o de servicios. Tal como lo ha visto la teora econmica moderna,
mientras mayor sea el salario real de los trabajadores menos plazas de trabajo estarn
disponibles o sern creadas, por lo mismo, los empresarios (y en su defecto el Estado)
intentarn disminuir los salarios reales para as permitir la entrada de nuevos contingentes
que trabajarn por menos remuneraciones. Permitiendo la pauperizacin general de
amplios contingentes de la poblacin asalariada.
51
Jorge Muoz Sougarret
34
Durante un juicio contra los imputados de realizar intercambios con monedas falsas, se
interrog a un platero de la villa valdiviana sobre cmo se realizaba tal falsificacin. La
precisa descripcin nos demuestra la facilidad de su ejecucin: Hacindose una especie
de cajita, a la cual se le pone abajo una mezcla compuesta de una tierra muy fina que
suele haber a la orilla de los ros, i de un poco de agua, i luego se pone dentro de dicha
cajita una peseta de plata buena, i se tapa con otra cajita que contenga igual mezcla; por
manera que queden sealada el cuo de la peseta buena en ambas mezclas. Despus de
esto se saca dicha peseta i por un aujerito [sic] pequeo que han de tener las cajitas se le
echa el estao derretido, de lo que viene a resultar una peseta de estao (Declaracin de
Jos Ramrez; 28 de febrero de 1850; ANJV, legajo 44, foja s/n).
35
La Caja de Colonizacin tuvo pingues presupuestos para la inversin en los ramos
tanto industriales como agrcolas, siendo entregados todos va prstamos. Aunque origi-
nalmente deban ser solamente para los colonos, en las papeletas enviadas al Ministerio
del Interior a su reverso se pueden leer prstamos a altos representantes criollos (revisar
por ejemplo: Documentos remitidos al Ministerio del Interior; 1853; ANMI, Vol.
CCLXIX, Santiago de Chile).
52
Notas sobre la relacin entre alcohol y trabajo
* La canasta bsica fue calculada segn los siguientes productos: Trigo, Harina 1
clase, Cebada, Papa y Buey en pie
** Los espacios vacos dan cuenta que no se pudo recabar datos para tales aos
Fuente: Tabla realizada por el autor basndose en los Cuadros uno y dos, incluidos en los
anexos
36
Witold Kula, Problemas y mtodos de la historia econmica (Barcelona: Pennsula,
1977), 202-203.
37
El problema habitacional no aparece en ninguna de las crnicas de la poca, segn
nuestro parecer, por dos motivos. Primero, la gran cantidad de terrenos rurales baldos (al
menos hasta fines del XIX) y segundo, la habitacin espontnea en los lmites urbanos.
Por lo mismo, el problema habitacional no pareciera ser un gasto considerable, ya sea en
renta o arrendamiento, del presupuesto familiar. Sobre el vestuario no existen motivos tan
claros como para eliminarlo de los gastos pero es pertinente recordar que la vestimenta
habitual del obrero (campesino como urbano) se mantuvo durante gran parte del siglo XIX
invariable. Siendo la manta la prenda principal, mantas que, principalmente por la tradi-
cin Mapuche Williche, deban ser confeccionadas por las mujeres. As, al menos segn
las fuentes recabadas, la incidencia del vestuario tambin sera menor dentro de la eco-
noma familiar. Quizs el nico factor que incidira habra sido el uso de lea para cale-
faccin y la coccin de alimentos, pero en la prensa local slo hacia fines del XIX se
encuentran informaciones con los precios de las carretadas de aquel producto. Por lo
anterior, es de suponer, que anteriormente la lea era extrada de los bosques o boquetes
cercanos a la ciudad, o de los cauces de los ros, por los propios consumidores sin media-
cin de otro agente econmico.
53
Jorge Muoz Sougarret
En una economa con limitado manejo, y flujo, de circulante son otros los
bienes que son ocupados para tales labores. Si comparamos la Tabla arriba
presentada con el Cuadro uno (incluido en el anexo) podremos observar que
el alcohol (junto con los cueros de buey) mantuvo sus precios durante el
perodo de estudio. Es ms, Weber plantea que en 1900 una botella de
aguardiente en Chilo llegaba a valer un peso, por tanto un barril que era
comprado en Valdivia a mximo 10 pesos (con un peso de 119 litros
aproximadamente) poda ser reducido hasta por diez veces su valor. 38 Las
sociedades industro-comerciales debieron mantener los precios de sus pro-
ductos congelados ya que, recordmoslo, el consumo regional se orientaba
principalmente haca las bebidas caseras por sobre las industriales. Aun
cuando su papel preferencial en el mercado de las materias primas (nico
comprador), abarataba sus costos reales aquello no explica que hubieran
mantenido sus precios bajos. Pocos ejemplos existen de industriales que
adopten tal actitud comercial por libre albedro, su objetivo era claro, a toda
costa deban mantener sus cuotas de participacin en los mercados urbanos.
La influencia rural de gran parte de la poblacin urbana la haca propensa a
los consumos tradicionales, siendo as, las bebidas industriales debieron
competir con su nica arma, el precio. 39
38
Quizs el caso de Paul Treutler sea el ms conocido pero existieron una serie de comer-
ciantes que se trasladaban a los puntos alejados de la regin para intercambiar alcohol y
otros productos, de igual forma fueron habituales los facilitadores en la Isla de Chilo
que durante los inviernos prestaban segn el sistema de rayas a las familias (tal cual lo
vimos antes, con rayas de tiza en una puerta o pared). Luego durante los veranos trasla-
daban a los hombres a las islas menores o al actual Aysn para que extrajeran maderas
para cancelar as su deuda. Weber, Chilo ,151.
39
Durante una discusin sobre las nuevas leyes impositivas creadas por el ejecutivo para
tasar los licores, los productores plantean que el costo real de una botella de aguardiente
era de 15 centavos. Por tanto, para un producto que llegaba a comercializarse en el mer-
cado a casi siete veces su valor de produccin, la incidencia de los aumentos inflaciona-
rios poda ser absorbida por la disparidad entre costo de produccin y precio de venta. De
igual manera, nos parece que la exposicin de Luis Riveros sobre las fuertes fluctuacio-
nes de los licores hacia fines del siglo XIX no puede aplicarse en la regin a estudio, ya
que no existira un libre mercado de competencia que impulsara ya sea a la disminucin o
alza de los precios. Sino que existi un crtel de productores que en completo acuerdo
estabilizaron el precio del licor en niveles sostenibles a lo largo del tiempo y de las crisis
54
Notas sobre la relacin entre alcohol y trabajo
Consideraciones finales
55
Jorge Muoz Sougarret
42
Jean Baudrillard, Per una critica della economia politica del segno (Miln: Mazotta
editore, 1974), 117-118.
43
Amit Bhaduri, La estructura econmica de la agricultura atrasada (Mxico: FCE,
1987).
44
Tan simple ecuacin de desigualdad laboral ha sido estigmatizada, desde fines del siglo
XVIII, como una muestra de lo corruptible de las clases laborales ms desposedas, ya que
pudiendo trabajar largas jornadas continuas prefieren participar solamente de forma
espordica. Aun ms si los dividendos de aquellas jornadas laborales son dilapidados
rpidamente. Es entendible, desde la perspectiva actual, la mantencin de aquel discurso
por las elites econmicas industriales de su momento pero es incomprensible que dentro
de ciertos sectores de la historiografa se mantengan tales discursos sin percibir las rela-
ciones laborales desiguales que esconden.
56
Notas sobre la relacin entre alcohol y trabajo
45
Bhaduri, La estructura 21-24 y 38, respectivamente; Ramn Domnguez, en 1867,
planteaba las diferencias entre los distintos tipos de inquilinos en Chile: Existen, pues,
en la Repblica tres clases de inquilinos o individuos que se dedican a las faenas de la
agricultura: unos que son muy semejantes a los sirvientes domsticos i que residen en las
provincias del norte; otros, los verdaderos inquilinos, que participan de libertad i de
servidumbre; por ltimo los del sur, que an cuando desempean obligaciones mui pare-
cidas a las de los verdaderos inquilinos, son pequeos propietarios enteramente dueos de
sus acciones. Ramn Domnguez, Nuestro sistema de inquilinaje. Memoria para obtener
el grado de Licenciado de la Facultad de Leyes i Ciencias polticas (Santiago de Chile:
Imprenta del Correo, 1867), 35 y 44-45.
57
Jorge Muoz Sougarret
46
El mismo proceso, con ciertos matices, es presentado para algunas regiones agrcolas
empobrecidas del siglo XX, en Keith Griffin, Concentracin de tierras y pobreza rural
(Mxico: FCE, 1983), 343-344.
47
Jacques Chonchol, Sistemas agrarios en Amrica Latina. De la etapa prehispnica a la
modernizacin conservadora (Santiago de Chile: FCE, 1996), 169-170; Jos Bengoa,
Historia social de la agricultura chilena Tomo II Hacienda y campesinos (Santiago de
Chile: Ediciones Sur, 1990), 184-195; Miguel Angel Vega, El aporte alemn al progreso
de Chile, Anales de la Universidad de Chile, 109-110 (1958); Isabel Montt, Breve histo-
ria de Valdivia (Buenos Aires: Francisco de Aguirre, 1971), 149-150, entre otros.
48
En 1898 en la ciudad de Osorno pagaban patente cinco expendios de licores sobre
quince grados y setenta y siete menores a tal gradacin, mientras que en los sectores
rurales crcanos a la ciudad eran cuatro y diez, respectivamente. El Obrero. rgano del
Partido Conservador (Osorno), 4 de Septiembre 1898, 3-4; El Damas (Osorno), 10 de
Marzo 1894, 3.
58
Notas sobre la relacin entre alcohol y trabajo
Pero aquel proceso urbano durante su parto a fines del siglo XIX vino acom-
paado de terribles hermanos, el hacinamiento y la enfermedad. Aquello es
evidente para el caso de la ciudad de Osorno, la cual al estar erigida en la
confluencia de dos ros (Rahue y Damas) fueron y son sus riberas los
lugares de asentamiento preferencial que ocuparon los nuevos migrantes y
los sectores ms pobres de la urbe. Pero tambin cercanos a los ros se en-
contraban las diversas industrias, ellas no slo utilizaban las aguas sino que
expulsaban sus desechos al cauce.
Aquel al ser utilizado para el consu-
mo humano acab generando
cclicas emergencias sanitarias, las
que sumado al hacinamiento y la
mala infraestructura de tales
rancheros ribereos, provocaron a
principios de la dcada de 1890 un
rebrote de viruela que asol a estas
familias. 50 Siendo la falta de agua
potable un factor evidente y, como
antes lo mencionamos, el alcohol sin
importar su gradacin elimina un
alto porcentaje de bacterias, diversos
sectores comerciales se aprovecha-
ron de esto para incentivar un au-
mento en las cuotas de consumo en
estos sectores. Indistintamente con
que aparecieran diversos artculos en
la prensa que recomendaban el
alcohol frente al agua en perodos de
crisis higinicas, en 1886 frente a la
posibilidad de la llegada del clera a
la ciudad el peridico El Damas no
slo incluy un anuncio de la fbrica
de Jorge Hube en donde se deca que
bebiendo una botella de cerveza al
da se prevendra de la clera sino
que lo reafirm en un artculo
agregndole tintes cuasi cient-
ficos. 51
49
Domnguez, Nuestro sistema, 42-43.
50
El Damas (Osorno), 18 de Abril 1884, 3 y 23 de Mayo 1891, 2.
59
Jorge Muoz Sougarret
La cuestin social austral, de fines del XIX y principios del XX, no res-
ponde a un patrn nico de industrializacin, tradicionalmente asociado a la
inmigracin germana. El trabajador-jornalero decimonnico casi imposi-
ble llamarle obrero de la zona austral participaba de un mercado amplio
de captacin de mano de obra pero reducido en su entrega de beneficios.
Los actores locales del perodo mantuvieron una lectura tradicional de los
problemas sociales (estigmatizacin y condena) sin percibir los cambios
vertiginosos que se sucedan y la elite, en particular, estar desprovista de
herramientas tericas para comprender las nuevas orientaciones de los mo-
vimientos populares.
51
El Damas (Osorno), 18 de Diciembre 1886, 2; La Voz de Osorno (Osorno), 18 de
Marzo 1899, 3.
60
Notas sobre la relacin entre alcohol y trabajo
Anexos
Cuadro Uno: ndices de precio de diversos productos de una canasta bsica,
confeccionado con datos fraccionados obtenidos para las villas de Valdivia, La
Unin, Ro Bueno y Osorno*
Buey 12 28 45
1,5 a
Cerdo 6
2,5
Aguardiente Anisado 12 7 7
(barril)
Puro 34% 5,5 6
0,28 4 10 1,80 10
Doble
(galn) (barril) (ciento) (docena) (ciento)
Cerveza**
0,18 3
Sencilla 7 (ciento) 7 (ciento)
(galn) (barril)
Galn 1 1
Chicha Barril 4 2
Botella 0,1
Cuero Buey 10 10
* Todos los precios han sido convertidos a pesos de ocho reales de plata.
** Por no encontrar un ndice fidedigno de conversin de las medidas de peso, hemos optado
por mantener las divisiones que manifiestan los mismos datos obtenidos.
Fuentes: Tabla realizada por el autor basndose en los siguientes datos: Informacin
de Ignacio Luco al Intendente; sin fecha 1850; ANMI, Vol. CCL, Valdivia, foja 197;
Philippi, "Valdivia" 75, 355; El Araucano (Santiago de Chile), 4 de abril de 1853,
p.4; El Eco del sur (Valdivia), 4 de diciembre de 1869, p.13; El Correo (La Unin),
15 de marzo de 1879, p.3; El Damas (Osorno), 3 de abril y 18 de diciembre de
1886, pp. 2 y 3, 16 de abril de 1887, p. 2, 12 de abril y 10 de mayo de 1890, pp. 2 y
3, 30 de mayo de 1891, p. 2 y 10 de febrero de 1894, p.3; La Unin Liberal (Osor-
no), 23 de abril de 1890, p. 2; El Ro Bueno (Ro Bueno), 22 de octubre de 1887,
p.1; La Locomotora (La Unin), 21 de diciembre de 1889, p.2; La Pampa (Ro
Bueno), 10 de septiembre de 1890, p.3
61
Jorge Muoz Sougarret
Cuadro Dos: ndice con los salarios nominales, tanto para las faenas rurales
como urbanas, confeccionado con datos fraccionados obtenidos para las villas
de Valdivia, La Unin, Ro Bueno y Osorno
Fuentes: Tabla realizada por el autor basndose en los siguientes datos: Philippi,
Valdivia, 75, 359; Prez Rosales, Memoria sobre emigracin, inmigracin i colo-
nizacin (Santiago de Chile: Imprenta de Julio Belin i Cia., 1854), 53-54; Vctor
Snchez Aguilera, Historia del pasado de Osorno. La gran ciudad del porvenir,
Tercera parte, disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras
/12478309 722361506098435/p0000004.html; Recibo no. 12; 29 de Enero 1885;
Archivo Nacional, Intendencia de Llanquihue, Vol. LXXVI, Osorno, foja s/n; Julio
Prez Canto, La industria de Valdivia. Noticias histricas i estadsticas (Santiago de
Chile: Imprenta Cervantes, 1894), 14-17; Gabriel Peralta, Historia econmica y
urbana de Osorno (Osorno: Impresor ed., 1991), 196; Weber, Chilo, 122 (nota al
pie).
La Tabla fue realizada usando como base principal los Cuadros arriba expuestos,
pero ya que existan vacos entre los aos de anlisis hemos optado, para el caso de
la canasta bsica, mantener los precios en los aos en que no se presentaban datos.
Aun cuando Gert Wagner (Trabajo, produccin y crecimiento, la economa chilena
1860-1930, Documento de Trabajo IE-PUC, no. 150 (1992), disponible en: http:
//www.economia.puc.cl/index/paginas_profesor.asp?id_pagina=71&id_profesor=26
&id_seccion=4&id_subsecciones=118), plante que para el perodo siempre la
cebada se mantuvo a precios ms bajos que el trigo, en la regin a estudio y debi-
do a la produccin cervecera su precio estuvo equiparado al del trigo. Por tanto, si
nos apegamos a aquello, hemos estimado una variacin levemente inferior a la
vvida durante el perodo. Aquello fue realizado como medio de correccin frente a
posibles fallas en los datos recabados.
62
Cristian Eugenio Guerrero-Lira
Chile es aun, bajo muchos aspectos, una aristocracia poltica, que entra en las primeras fases
de una revolucin social provocada por el conocimiento que las clases trabajadoras empiezan
a adquirir gradualmente de su poder
Mr. Leo S. Rowe 2
Palabras iniciales
1
El ttulo de este trabajo se inspira en el breve pero sugerente estudio Sobre la intempe-
rancia en la bebida, Pastoral del Illmo. y Rmo. Seor Arzobispo de Santiago, Dr. D.
Mariano Casanova, (Santiago de Chile: Imprenta Catlica de Manuel Infante, 1889) y en
los anlisis ms actuales de la temtica que realiza Marcos Fernndez en Historia Social
del Alcoholismo en Chile, 1870-1930: Polticas prcticas representaciones (tesis docto-
ral, Pontificia Universidad Catlica de Chile, 2005), 323-343.
2
La cuestin social. Un hecho evidente. Boletn de la Sociedad Nacional de Agricultu-
ra [en adelante, BSNA] (1908), 9.
Patricio Herrera Gonzlez
En ambos casos hemos credo, a veces con demasiada vehemencia, que solo
ellas ocupan un lugar central y les debemos otorgar un sitial en nuestras
disquisiciones. Es por eso que al cumplirse el bicentenario de nuestra for-
macin sociopoltica republicana, seguimos gestando tributos a esa dicoto-
ma (revolucionario o indomable, santo o hroe), pero sin percatarnos que
todos en algn momento de nuestras vidas, hemos de tener experiencias en
una o ms subculturas o minoras, donde hay mnimas o inexistentes barre-
ras entre una cultura y otra. Por tanto, eso nos hace pensar que en el pasado
la situacin pudo haber sido mucho ms fluida de lo que estamos dispuestos
a creer y que no podemos descuidar los proyectos histricos de ningn
grupo, pues no se trata de hacer historia de minoras de manera aislada. De
lo contrario seguiramos ensanchando la brecha entre aquellos que son
64
Trabajar para beber o beber para trabajar
3
Jorge Rojas, Los trabajadores en la historiografa chilena: balance y proyecciones,
Revista de Economa y Trabajo, 10 (2000), 57.
4
Jorge Barra, El movimiento campesino chileno, en Barra, Temas laborales (Santiago
de Chile: INSORA, 1969), 8.
5
Tanto estudios incentivados por la Sociedad Nacional de Agricultura como el propio
Boletn de la SNA estuvieron al corriente de los problemas en el campo con su mano de
obra, de sobremanera entre 1850 y 1910. Por tanto resulta inconsistente esta afirmacin
de Barra, ms aun cuando un ao antes de su libro Gonzalo Izquierdo publicara Un
estudio de las ideologas chilenas. La sociedad de agricultura en el siglo XIX (Santiago
de Chile: Universidad de Chile, 1968). Una investigacin que, desde ese momento y
hasta el presente, se transformar en un referente para conocer los grandes problemas que
vean tanto los agricultores como los ilustrados de la poltica en las zonas rurales y el
campesinado.
65
Patricio Herrera Gonzlez
6
Barra, El Movimiento Campesino, 10.
7
Barra, El Movimiento Obrero en Chile (Santiago de Chile: Ediciones de la Universidad
Tcnica del Estado, 1971), 54.
8
La aplicacin de la reforma agraria dio pie a numerosos estudios e investigaciones,
entre 1967 y 1973, que se hicieron sobre la estructura de propiedad, sus consecuencias
sociales y las condiciones polticas que favorecieron las transformaciones en el campo.
Signific un avance sustancial, sin embargo, todos ellos se focalizaron en el siglo XX y
sin relacin entre la historia y las ciencias sociales. Al respecto destacan los autores,
Henry Landsberger y Fernando Canitrot, Iglesia, intelectuales y campesinos, (Santiago
de Chile: INSORA, Editorial del Pacfico, 1967); Almino Affonso et. al., Movimiento
campesino chileno, (Santiago de Chile: ICIRA, 1970); Brian Loveman, Antecedentes
para el estudio del movimiento campesino chileno: pliegos de peticiones, huelga, y sindi-
catos agrcolas, 1932-1966 (Santiago de Chile: ICIRA, 1971); El mito de la marginali-
dad: participacin y represin del campesinado chileno, (Santiago de Chile: ICIRA,
1971); El campesino chileno le escribe a su excelencia (Santiago de Chile: ICIRA, 1971);
Mario Gngora, Origen de los inquilinos en Chile Central, (Santiago de Chile: Editorial
Universitaria e ICIRA, 1960 y 1974 respectivamente) y Horacio Arnguiz, La situacin
de los trabajadores agrcolas en el siglo XIX en Estudios de historia de las instituciones
polticas y sociales, (Santiago de Chile: Facultad de Derecho Universidad de Chile,
CESO, Editorial Jurdica, 1967).
9
Barra, El movimiento campesino, 14.
10
Luis Vitale, Interpretacin marxista de la historia de Chile Tomo V (Barcelona: Edito-
rial Fontamarra, 1980), 62.
66
Trabajar para beber o beber para trabajar
11
Gabriel Salazar, Labradores, peones y proletarios (Santiago de Chile: Lom Ediciones,
2000), 159.
12
Salazar, Labradores peones y proletarios
67
Patricio Herrera Gonzlez
Se trata de una propuesta envolvente, pero que una vez ms queda en deuda
con esos subordinados. Quizs, a diferencia de otros investigadores, su
trabajo se inserta en una historia social rural, pero que se trunca cuando el
foco de la obra est transversalizado por el poder hacendal, que le es til no
13
Salazar, Labradores peones y proletarios, 174.
14
Jos Bengoa, Historia social de la agricultura chilena. El poder y la subordinacin
Tomo I (Santiago de Chile: Ediciones Sur, 1988).22.
68
Trabajar para beber o beber para trabajar
15
Bengoa, Historia social de la agricultura chilena, 278.
16
En este sentido resultan interesantes las contribuciones que se han realizando en las
investigaciones identitarias, de enfoque culturalista, de los grupos campesinos. Al respec-
to ver los trabajos de Jaime Valenzuela, La chingana un espacio de sociabilidad campe-
sina, Boletn de Historia y Geografa, 7 (1990) y Diversiones rurales y sociabilidad
popular en Chile central: 1850-1880, en Varios autores, Formas de Sociabilidad en
Chile, 1840-1940 (Santiago de Chile: Ed. Vivaria, 1992); Fernando Purcell, Diversiones
y juegos populares. Formas de sociabilidad y crtica social. Colchagua, 1850-1880
(Santiago de Chile: Dibam, 2000) y Marcos Fernndez, Pobres, borrachos, violentos y
libres: notas para la reconstruccin de identidades masculinas populares en el siglo XIX,
en Jos Olavarra y Rodrigo Parrini (eds.), Masculinidad/ Identidad, sexualidad y familia
(Santiago de Chile: FLACSO-UAHC, 2000).
69
Patricio Herrera Gonzlez
17
Igor Goicovic, Surco de sangre, semilla de redencin. La revuelta campesina de la
tranquilla (1923), en Goicovic, Sujetos, mentalidades y movimientos sociales en Chile,
(Via del Mar: CIDPA, 1998), 179.
18
James Morris, Las elites, los intelectuales y el consenso. Estudio de la cuestin social y
el sistema de relaciones industriales en Chile, (Santiago de Chile: Editorial del Pacfico,
1967), 80.
19
Julio Pinto et. al., Historia contempornea de Chile Tomo II (Santiago de Chile: Lom
Ediciones, 1999), 103.
70
Trabajar para beber o beber para trabajar
20
Gonzalo Vial, Historia de Chile Vol. 1 Tomo II (Santiago de Chile: Zig-Zag, 1996),
497.
21
BSNA (1869), 241.
22
Marcial Gonzlez, La moral del ahorro. Revista Chilena (1877), 108. En Sergio Grez
(recopilacin y estudio), La cuestin social en Chile. Ideas y debates precursores
(1804-1902) (Santiago de Chile: Dibam, 1995), 21-22.
71
Patricio Herrera Gonzlez
23
Al respecto numerosos estudios dan cuenta del fenmeno: Teodoro Schneider, La
agricultura en Chile durante los ltimos cincuenta aos (Santiago de Chile: Imprenta
Barcelona, 1904); Jorge McBride, Chile su tierra y su gente (Santiago de Chile: Editorial
Universitaria, 1938); Rafael Baraona et al., Valle de Putaendo (Santiago de Chile: Uni-
versidad de Chile, 1961); Jean Borde y Mario Gngora, Evolucin de la propiedad rural
en el Valle de Puangue (Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1956) y Arnold Bau-
er, La sociedad rural Chilena. Desde la conquista espaola hasta nuestros das (Santiago
de Chile: Editorial Andrs Bello, 1994).
24
Ramn Domnguez, Nuestro sistema de inquilinaje (Santiago de Chile: Imprenta del
Correo, 1867).
72
Trabajar para beber o beber para trabajar
25
Manuel Jos Balmaceda, Manual del hacendado chileno (Santiago de Chile: Imprenta
Franklin, 1875), 127-128.
73
Patricio Herrera Gonzlez
trabajador agrcola a la tierra y el patrn, pero que tena sus nuevas condi-
ciones producto de las modificaciones en la relacin capital-trabajo, donde
el jornal, la productividad y el rendimiento, la compulsin laboral, la estrati-
ficacin de clase, la dominacin social capitalista y venta de la fuerza de
trabajo ya eran parte del acontecer campesino. No fue extrao que esta
jerarquizacin se prestara para el control y la competencia de unos sobre
otros, de esta forma el hacendado intentaba reforzar su poder para contra-
rrestar la autonoma que le ofrecan inquilinos y peones en sus desplaza-
mientos por los puestos de trabajo, pero tambin entre haciendas, aldeas e
incipientes urbes. El castigo fsico fue paulatinamente cediendo a las multas
en salario: Al inquilino y pen que falte al trabajo se le cargar como multa
el jornal de da y medio. Los aperos y herramientas que pierdan o rompan
por descuido o mal tratamiento debern pagarlas los peones. Se impondrn
severas penas a los peones que salten cercas, abran gateras [agujeros] o
pisen los sembrados. 26
26
Balmaceda, Manual del hacendado chileno, 120-121.
27
El inquilinaje en el Departamento de Caupolicn. BSNA (1871), 387.
28
Balmaceda, Manual del hacendado chileno, 118-120.
74
Trabajar para beber o beber para trabajar
29
Lauro Barros, Ensayo sobre la condicin de las clases rurales en Chile. Memoria
presentada al concurso de la exposicin internacional de 1875 (Santiago de Chile: Im-
prenta Agrcola de Enrique Ahrens y Cia, 1875).
30
Domnguez, Nuestro sistema de inquilinaje, 42.
31
La emigracin. BSNA (1872), 240.
32
Augusto Orrego Luco, La cuestin social, en La Patria (Valparaso), 1884. En Grez,
La Cuestin social, 323.
33
Faltan brazos. BSNA (1888), 321.
75
Patricio Herrera Gonzlez
La denuncia es lapidaria con las clases laboriosas y sin distingo para la urbe
y el campo. Todos han cado y estn a la deriva. Familia, ahorros, control
del alcohol, la fuente laboral y los rendimientos productivos se vean tras-
34
Colonia penal agrcola. BSNA (1872), 446.
35
El impuesto al alcohol. BSNA (1873), 392-394.
76
Trabajar para beber o beber para trabajar
36
Los trabajadores del campo. BSNA (1870), 358.
77
Patricio Herrera Gonzlez
37
Los trabajadores del campo chilenos. BSNA (1870), 381.
38
La emigracin. BSNA (1871), 369.
78
Trabajar para beber o beber para trabajar
39
La emigracin. BSNA, 364.
40
Emigracin de trabajadores chilenos al Per. BSNA (1871), 340.
41
Emigracin de trabajadores chilenos al Per. BSNA, 341.
79
Patricio Herrera Gonzlez
Los efectos del alcohol sobre el trabajador, expresados en sus bajos rendi-
mientos y ausencias a las faenas se hicieron frecuentes. Los hacendados
creyeron encontrar remedio en la polica rural, la introduccin de cdigos
rurales y en sermones de moralidad familiar difundidos por los sacerdotes.
Sin embargo, ninguna de esas estrategias dio el resultado esperado, pues los
medios ya no eran los mismos como consecuencia de la alteracin sufrida
en las relaciones laborales derivadas de las nuevas condiciones sociales y
econmicas. No result extrao, entonces, que los hacendados tuvieran que
introducir como pago de salario el alcohol. Buscaban as civilizar su con-
sumo en las tareas del campo y producir una mano de obra estable, dispues-
ta a volver al trabajo sin interrupciones y abandono de sus puestos. Fue
entonces, en el valle central y zona sur multiplicndose esta medida, por
ejemplo, el salario en Aconcagua, era carne, porotos, pan, un tercio de litro
de vino y 30 centavos al da. 43
42
Alimentacin de los trabajadores rurales. BSNA (1873), 51.
43
Fundos Modelos. BSNA (1901), 362.
44
Origen social del alcoholismo. El Agricultor (Cunaco) Ao I no. 4, 1903.
80
Trabajar para beber o beber para trabajar
45
Alcoholismo y locura. El Agricultor (Cunaco) Ao I no. 7, 1903.
46
La ltima copa. El Agricultor (Cunaco) Ao I no. 11, 1903.
81
Patricio Herrera Gonzlez
47
La cuna de la pobreza. El Agricultor (Cunaco) Ao I no. 12, 1903.
48
Suceso sangriento en El Carmen de Huechuraba. El Agricultor (Cunaco) Ao I no.
15, 1903.
82
Trabajar para beber o beber para trabajar
49
Supresin de das de fiesta. BSNA (1903), 844-845.
83
Patricio Herrera Gonzlez
partes. 50 Mientras tanto, los hacendados sacaban cuentas y las prdidas eran
evidentes:
50
Al respecto el trabajo de Juan Carlos Yez Entre el Derecho y el deber: el San
Lunes en el ideario laboral chileno (1900-1920), Revista de Historia y Geografa, 18
(2004). A pesar de que su objeto de estudio son los obreros de la urbe, quedan claro las
coincidencias del fenmeno que l interpreta con lo acaecido en el campo para el mismo
periodo. Otros trabajos relativos a la temtica son los de Marcos Fernndez, Historia
Social del Alcoholismo en Chile y Los usos de la taberna: Renta fiscal, combate al
alcoholismo y cacicazgo poltico en Chile, 1870-1930, Historia, no 39, Vol. II (2006).
51
Represin del alcoholismo. BSNA (1909), 134-135. Se calcula, segn estudio de
Jorge Porter, citado en las pginas del Boletn, que para el 1905 hubo en Chile 205.000
detenidos de los cuales 174.000 eran por ebriedad, correspondiente al 85 % del total. Los
crmenes tenan su origen en el alcohol, estimados en un 85% y los hospicios, enfermos y
desvalidos en un 75% estaban vinculados con la bebida.
84
Trabajar para beber o beber para trabajar
nos. Mientras los primeros buscaban con estas modalidades de pago generar
estabilidad y seguridad laboral, los segundos crean que su autonoma y
desplazamientos se restringan, en la medida que la presencia de la pulpera
al interior de las haciendas los alejaba de la visita a los poblados y a la
compra desregulada a comerciantes ambulantes. Condiciones que no des-
agradaban a los patrones que vean alejarse la posibilidad de la agitacin en
sus haciendas.
52
Las pulperas rurales. BSNA (1908), 404. Gonzalo Vial en su Historia de Chile hace
alusin a la prctica de tener alcohol en la hacienda para atraer a sus trabajadores a las
pulperas para venderlo o pagarles en alcohol (Vol. I Tomo II, 511-512). Por su parte,
Ramn Subercaseaux, emblemtico hombre pblico en sus Memorias de Ochenta aos,
Tomo II, capitulo LII (Santiago de Chile: Editorial Nascimiento, 1936, 66- 67), sealaba
con desmoralizacin cmo los hacendados dejaban que sus despacheros al interior y al
exterior de la hacienda vendieran alcohol a sus trabajadores. Por ltimo Nicols Palacios,
viajando por las granjas inglesas, se lamentaba amargamente cmo los hacendados chile-
nos en sus pulperas elaboraban alcoholes caseros de peras pasadas, melones, papas,
vallico y luego los vendan a sus trabajadores en los despachos. Raza Chilena Tomo II
(Santiago de Chile: Editorial Chilena, 1918), 221.
85
Patricio Herrera Gonzlez
fbrica. Pero eran razonables desde sus evidencias si pensamos que las
viejas estructuras del campo se haban remecido con la irrupcin de masas
de campesinos antiguos y modernos que estaban menos dispuestos a
comportarse de forma sumisa y naturalmente pobres. No cabe duda, enton-
ces, que el sistema hacendal comenz a verse amenazado, de ah que el
patrn considerara a la pulpera como una estrategia de fortalecer los lazos
paternalistas. Sin embargo, fueron asociadas por los contemporneos como
un depsito de vicios, en que el juego, la embriaguez y la usura arruinaban
moral y materialmente al trabajador, pero igualmente funestas para el pa-
trn:
Es un criterio profundamente perturbado el del hacendado que
cree que es necesario permitir el juego y la embriaguez para te-
ner y retener trabajadores. Desde luego, no podr tener nunca
buenos trabajadores, por que los tahres y borrachos no lo son
nunca; y enseguida, ni aun malos como son, podr retenerlos,
porque los viciosos son esencialmente vagabundos, y enseguida,
porque el juego y la embriaguez son pendientes incontenibles del
delito, y en cualquier momento esos individuos cometen algn
crimen que los obliga a huir [] Como hemos insinuado, de la
embriaguez y el juego a la delincuencia, no hay ms que un pa-
so; un paso que no solo es fcil, sino que es inevitable. El garito
y la taberna, y la pulpera rural es una y otra cosa son las
antesalas obligadas del presidio. 53
Difcilmente, bajo esta forma de proceder, los hacendados haran permane-
cer por mucho tiempo a sus trabajadores en las faenas del latifundio, pues a
juzgar por un experto como Frederick Le Play citado por el Boletn de la
SNA en 1908 las relaciones laborales perdurables estaban sustentadas en
la seguridad que otorgaba la permanencia y el respeto a los compromisos
sustrados por ambas partes. Esto no sucedi en el campo chileno, pues las
desconfianzas eran mutuas y las experiencias de clase que acumulaba el
campesinado, aun sin un lenguaje especfico y maduro en la que exprese sus
aspiraciones, lo situaran al igual que los obreros organizados de la urbe, la
pampa salitrera y los trabajadores de puerto y obras pblicas en la lucha por
la expansin del capitalismo en la periferia, por tanto ya no eran marginales
en esta historia. De hecho la cuestin social ya integraba al campo en su
discurso, pues se reconoca el anhelo de reforma que nace verdaderamente
del campesino, que tena el impulso de reivindicacin, de protesta, que
aunque censurado en la forma, tena un fondo de justicia que no poda ser
desatendido, a fin de que la solucin del problema social venga por el
camino de la equidad, del orden y de la armona, y no por medio de los
53
Las pulperas rurales. BSNA (1908), 404-405.
86
Trabajar para beber o beber para trabajar
54
La cuestin social, un hecho evidente. BSNA (1908), 9.
55
La cuestin social. La accin pblica y la privada. BSNA (1908), 74.
56
La cuestin social. BSNA, 70-71. Al respecto Juan Carlos Yez ha hecho un estudio
heterodoxo sobre la cuestin social y obrera en Chile, entre 1900-1920. En su principal
estudio, Estado consenso y crisis social. El espacio pblico en Chile, 1900-1920 (Santia-
go de Chile: Dibam, 2003), demostr que hubo esfuerzos tempranos de legisladores,
dirigentes de partidos y organizaciones de trabajadores en consensuar una legislacin
sociolaboral, lo que habra generado un Estado dispuesto a construir un marco donde lo
social tuviese cabida, como poltica pblica, y desde ah favorecer una intervencin social
en pro de las mejoras laborales sociales y polticas de las clases populares. Ver, adems,
sus artculos Antecedentes y evolucin histrica de la legislacin social de Chile entre
1906 y 1924, Revista de Estudios Histrico-Jurdicos, 21 (1999); La oficina del trabajo
(1907-1924), Mapocho, 48 (2000) y Discurso revolucionario y prctica de conciliacin.
Notas sobre el movimiento popular-obrero (1887-1924), Boletn de la Academia Chile-
na de la Historia, 112 (2003).
87
Patricio Herrera Gonzlez
57
La emigracin. BSNA (1871), 366.
58
La emigracin. BSNA, 371.
88
Trabajar para beber o beber para trabajar
89
Patricio Herrera Gonzlez
No existe excusa para seguir pensando que fue una realidad inalterable,
laboral, social y polticamente durante el siglo XIX e inicios del XX, menos
que la ausencia de revueltas o de movimientos sociales y polticos les con-
fiere un estatuto menor o que sencillamente no constituyen una fuerza social
moderna. Queda claro que los trabajadores del campo dejaron progresiva-
mente, durante el siglo XIX, de ser campesinos sumisos e indemnes a la
modernizacin y aunque el orden social en el que vivan todava perfilaba
rasgos tradicionales, jerrquicos y paternalistas, sus ideas y mtodos de
autodefensa individual y colectiva se comenzaban a fraguar en sus despla-
zamientos libres, en sus exigencias salariales, en el trabajar menos pero
ganar ms, o al menos obtener los mismo pero en menos tiempo, dejando
espacio al esparcimiento y la embriaguez. Tambin comenzaron a reclamar
por la extensin de la utilizacin de maquinarias en las faenas del campo y,
quizs, por qu no pensar que muchos de los desperfectos o mal usos de las
mquinas, debido segn los hacendados a la ignorancia de los campe-
sinos, fueron mecanismos de protesta para no perder el valor del salario
conquistado, junto con recordar a los propietarios que no se podan perder
los derechos tradicionales. 59
Resulta paradojal, entonces, que mientras la historiografa en las ltimas
dos dcadas ha profundizado e intensificado la gran historia popular del
movimiento obrero urbano durante el siglo XIX y primeros aos del XX,
descuidando la trayectoria institucional y legislativa del siglo XX, 60 para la
historia del movimiento campesino las investigaciones, mayoritariamente,
se hayan concentrado en el periodo de 1920 y 1970, dejando insuficiente-
mente abordado o sencillamente un vaco en los procesos acaecidos en el
siglo XIX, el cual se hace necesario desentraar para hacer una gran historia
de los trabajadores.
59
E. P. Thompson ha desarrollado la idea de que el pueblo llano, frente a la nueva
sociedad industrial, recordaba a las autoridades y ricos, a travs de los motines de subsis-
tencia, el rol que aun jugaba la economa moral tradicional en el contexto de una econo-
ma de mercado. Al respecto se pueden ver Costumbres en comn, (Barcelona: Critica,
2000); Tradicin revuelta y consciencia de clase: estudio sobre la crisis de la sociedad
preindustrial, (Barcelona: Crtica, 1989) y La formacin de la clase obrera en Inglaterra,
(Barcelona: Crtica, 1989).
60
Al respecto los estudios de Juan Carlos Yez ya citados son una demostracin de los
caminos que hay que emprender. En la misma senda se sita Sergio Grez, quien en la
ltima dcada ha comenzado a investigar la formacin del movimiento popular urbano
durante comienzos del siglo XX, destacando sus trabajos: El escarpado camino hacia la
legislacin social: debates, contradicciones y encrucijadas en el movimiento obrero y
popular (Chile, 1901-1924), Cuadernos de Historia, 21 (2001); Autonoma o escudo
protector? El movimiento obrero y popular y los mecanismos de conciliacin y arbitraje
(Chile, 1900-1924), Historia, 35 (2002) y Los anarquistas y el movimiento obrero. La
alborada de la Idea en Chile, 1893-1915 (Santiago de Chile: Lom Ediciones, 2007).
90
Cristian Eugenio Guerrero-Lira
Introduccin
1
En lo que sigue se pretende dar cuenta sintticamente de enfoques tericos e historio-
grficos vinculados a grosso modo a autores como E.P. Thompson, Michel Foucault,
Roger Chartier, Joan W. Scott y Patrick Joyce. Para una sistematizacin de cada una de
las proposiciones somos deudores del texto de Miguel ngel Cabrera, Historia, Lenguaje
y Teora de la Sociedad (Valencia: Frnesis, 2002).
Marcos Fernndez Labb
92
Las puntas de un mismo lazo
93
Marcos Fernndez Labb
94
Las puntas de un mismo lazo
Uno de los elementos del consumo de bebidas alcohlicas que nunca dej
de sorprender a los sectores ms acomodados de la sociedad chilena fue la
capacidad de los trabajadores nacionales de gastar gran parte de sus salarios,
ganados a costa de reconocidos esfuerzos, en emborracharse. De forma
sistemtica y masiva, una semana tras otra, en cualquier paraje y funcin
que estuvieran cumpliendo, los peones carrilanos, los obreros del salitre, los
campesinos y los vendedores ambulantes urbanos, siempre tenan dinero,
tiempo y voluntad para iniciar jornadas de ebriedad que no se limitaban a un
da o dos, sino que por lo general superaban ese tiempo. Y ello a pesar de
que el precio de los licores subiera, o como dej en evidencia la aplicacin
de impuestos especficos a partir de 1902, se encareciera su valor como
parte de una poltica pblica destinada a desincentivar el consumo. 2 Esta
situacin la utilizacin de los magros recursos obtenidos producto del
trabajo en el beber inmoderado antes que en el sustento familiar serva
tambin para trasmitir el abandono que de sus responsabilidades parentales
haca el trabajador borracho, postergando por el consumo de alcohol cual-
quier tipo de deber y mandato de provisin que pudiese mantener con su
prole y su familia. Ello dar espacio a que el Estado se atribuyese este tipo
de funciones durante el tiempo de reclusin en un asilo que se ordenara para
el ebrio consuetudinario. Del mismo modo, esta negligencia domestica ser
una de las puertas de entrada ms evidentes para el ingreso de los recin
instalados servicios sociales en el centro de la familia popular, a partir de la
dcada de 1920. 3
De esa forma, las representaciones sociales que la elite chilena construa
sobre los trabajadores aficionados al alcohol conjugaba al mismo tiempo el
descuido familiar y la falta de responsabilidad con los deberes laborales, y
an ms, con la escasez de brazos que pareci afectar a las industrias y
labores chilenas a partir de la guerra contra Per y Bolivia y la anexin de
las provincias salitreras a mediados de la dcada de 1880. 4 De esta carencia
de fuerza laboral, que pretenda ser llenada por medio de la inmigracin
europea, daba cuenta una editorial de la publicacin temperante, al indicar
que no poda esperarse que este tipo de remedios la importacin de traba-
jadores extranjeros mejorasen las condiciones econmicas del pas, en
tanto los obreros nacionales siguiesen inmersos en la borrachera y la degra-
2
Sobre el particular de la legislacin tributaria aplicada a las bebidas alcohlicas, sus
objetivos y lmites, ver de mi autora Los usos de la taberna: renta fiscal, combate al
alcoholismo y cacicazgo poltico en Chile. 1870-1930, Historia no. 39, Vol. II (2006),
369-429.
3
Mara Anglica Illanes, Cuerpo y Sangre de la poltica (Santiago de Chile: Lom Edi-
ciones, 2007).
4
Interesante compilacin de estudios sobre el particular es aquel editado por Carmen
Norambuena Carrasco, Faltan o sobran brazos? Migraciones internas y fronterizas
(1850-1930) (Santiago de Chile: Editorial Universidad de Santiago, 1997).
95
Marcos Fernndez Labb
dacin. 5 Por todo ello, las familias trabajadoras se hacan ms pobres, y con
ellas, el conjunto del pas, puesto que [...] la condicin verdadera de una
nacin se puede juzgar por la de la gente proletaria. Si existe el progreso
verdadero, se ver como tambin progresa la plebe.6
Ya a fines del siglo XIX, los observadores comentaban que la abundancia de
trabajo y por ello la mayor disposicin de dinero, se reflejaba no en un me-
joramiento de las condiciones de vida de los obreros, sino en el aumento de
las cantidades de alcohol que se comerciaban en cada rincn del pas: [...]
el mayor consumo de alcoholes coincide en el ao 1889 con la gran activi-
dad que en ese ao toman los trabajos de ferrocarriles, puentes, canaliza-
cin, i toda clase de edificios pblicos. 7 Esta situacin llev a algunos
observadores a proponer la necesidad de diferenciar al comprender al
trabajo y el capital como factores equitativos en la tarea de la produccin
al trabajador ebrio del resto de sus compaeros, en tanto [...] no se vislum-
bra bien el derecho del borracho a reclamar una asimilacin cualquiera con
el hombre de labor. 8 Por otro lado, con este tipo de opiniones se consoli-
5
Durante los ltimos cinco aos nuestro gobierno ha invertido millares de pesos en el
fomento de la inmigracin. En la guerra contra el Per y Bolivia perecieron un nmero
muy subido de trabajadores, y luego se not una considerable escasez de brazos []
Pero, mientras se impulsaba la llegada de inmigrantes para atender a las necesidades del
pas, los trabajadores chilenos, que son ms fuertes y enrgicos, estn desapareciendo del
campo del trabajo a causa de la embriaguez y la bebida de licores venenosos y mortferos.
Ninguna persona que tenga en el corazn el ms mnimo sentimiento de piedad para con
sus desgraciados semejantes puede mirar sin la ms profunda tristeza la condicin de la
gente trabajadora. La Cinta Azul (Santiago), no. 2, julio 1891.
6
La Cinta Azul (Santiago), no 12, mayo de 1892. Poco antes, se citaba a un empresario,
quien aseguraba que sus trabajadores gastaban al menos el cuarto de sus salarios en
licores.
7
Hermgenes Prez de Arce, Alcohol i alcoholismo. Primera parte de la memoria pre-
sentada al certamen del Ministerio de Hacienda (Santiago: Imprenta Nacional, 1899),
66-67. En el mismo sentido apuntaba la opinin expresada en el Mensaje Presidencial
que daba inicio a la discusin parlamentaria conducente a la redaccin de la primera ley
de alcoholes en el pas: La holgura que ha creado a las clases trabajadoras el aumento
relativamente considerable de sus salarios debiera ser una fuente de bienestar para sus
familias i la base del descanso que todos anhelan en los ltimos aos de la vida; pero
desgraciadamente la falta de principios morales i econmicos, hace que esas mismas
holgadas condiciones, facilitando la ebriedad sean, por el contrario, un medio de perver-
sin que perturba la paz del hogar i lleva a l la corrupcin i la miseria. Boletn de
Sesiones Ordinarias del Senado (en adelante, BSOS), 1895. Sesin del 14 de junio de
1895, 41.
8
Francisco de Bze. El alcoholismo. Estudio y estadstica. Dedicado al seor Don Do-
mingo Amuntegui Rivera, Ministro de Justicia e Instruccin Pblica (Santiago: Impren-
ta Moderna, 1897), 2. Poco despus, en una memoria de medicina se indicaba: [...] un
borracho es indigno del respeto i de las consideraciones que se le deben a la gente buena,
desapareciendo as la igualdad ante la lei sobre la cual est basado el progreso social.
Moiss Loyns C. Alcoholismo inveterado como causa de degeneracin hereditaria.
96
Las puntas de un mismo lazo
97
Marcos Fernndez Labb
11
Eduardo Lira E., Apuntes de Higiene Chilena (Santiago de Chile: Imprenta Gutemberg,
1884), 75-83.
12
Una obra provechosa en alto grado se hara impidiendo los avances tan terribles como
fatales del alcoholismo, que cada da aumenta ms i ms entre el pueblo, sobre todo en el
campo donde el trabajador tiene muy contadas distracciones inocentes. I como conse-
cuencia de esto, no trabaja el da lunes i a veces el martes de la semana. Boletn de la
Sociedad Nacional de Agricultura (en adelante, BSNA), Vol. XIX, no. 20 (1888), 632.
13
Benjamn Dvila L., El alcoholismo i la reglamentacin de las bebidas alcohlicas
(Santiago de Chile: Imprenta Nacional, 1899), 38.
14
Adeodato Garca V., Alcohol i bebidas alcohlicas. Consecuencias que del uso de
ambos se desprende, Revista Chilena de Higiene (en adelante, RChH), Tomo VI (1900),
322-363. Ese mismo ao, otro autor agregaba: [...] es obvio que los patrones, industria-
les, prefieren en sus faenas al abstinente sobre los moderados, porque aquellos no faltan a
sus deberes, mientras que los ltimos, no es extrao que celebren semanalmente el pro-
verbial San Lunes i hasta el San Martes, con perjuicio del empresario. Estanislao del
Canto, Conferencia sobre el Alcoholismo (Santiago de Chile: Imprenta Moderna, 1900),
25.
15
BSNA, Vol. XXXII, no. 45 (1901), 943-946.
16
Hctor Fuentes P., Estudio mdico-legal sobre el alcoholismo. Memoria de prueba para
optar al grado de licenciado en la Facultad de Leyes y Ciencias Polticas de la Universi-
dad de Chile (Santiago de Chile: sin datos de edicin, 1907), 33.
98
Las puntas de un mismo lazo
17
Daniel Feli., El trabajo y las huelgas de obreros (Valparaso: Imprenta de la Patria,
1873), 11.
18
Adeodato Graca V., El alcohol i las bebidas espirituosas. Su reforma legal i social
(Santiago de Chile: Imprenta, Litografa i Encuadernacin Barcelona, 1898), 125.
19
El obrero educado e inteligente trata de independizarse mediante su trabajo i sus
ahorros, se labra una posicin brillante, hace feliz a su familia i engrandece a su patria.
Nadie ignora que hace desarrollarse en todas las clases sociales el sentimiento de digni-
dad i el respeto ciego por el honor. Lyons C., Alcoholismo, 46.
20
Comentarios a la pastoral, pp. v-vi.
99
Marcos Fernndez Labb
21
Algo de moral, La Defensa (Coronel), 18 de septiembre de 1904. En Ximena Cruzat
y Eduardo Devs (recopiladores), Recabarren. Escritos de Prensa Tomo I (1906-1913)
(Santiago de Chile: Nuestra Amrica Terranova Editores S.A., 1986), 176.
22
Reconociendo la vastedad del campo historiogrfico al que hacemos alusin, nos
parecen representativos de cada una de estas perspectivas: Gabriel Salazar V., Labrado-
res, peones y proletarios (Santiago de Chile: Lom Ediciones, 2000); Mara Anglica
Illanes, Azote, salario y ley. Disciplinamiento de la mano de obra en la minera de
Atacama (1817-1850), en Chile Des-centrado (Santiago de Chile: Lom Ediciones,
2003); Sergio Grez, Autonoma o escudo protector? El movimiento obrero popular y
los mecanismos de conciliacin y arbitraje (Chile, 1900-1924), Historia, 35 (2002). Una
excelente sntesis y presentacin de este tipo de bibliografa es la que hace Julio Pinto V.,
en el tercer tomo de la Historia Contempornea de Chile, en co-autora con Gabriel
Salazar (Santiago de Chile: Lom Ediciones, 2002).
100
Las puntas de un mismo lazo
101
Marcos Fernndez Labb
23
A similar conclusin se ha llegado al estudiar el impacto de la tributacin sobre las
bebidas alcohlicas en el ingreso salarial de los trabajadores de Inglaterra en la misma
poca, quienes no dejaron de invertir parte significativa de ste en embriagantes, a costa
de la adquisicin de otro tipo de bienes asociados con el bienestar familiar. Por lo tanto,
la imposicin del tributo a la larga degrad an ms sus condiciones materiales de vida.
A. E. Dingle, Drink and Working-Class Living Standards in Britain, 1870-1914, The
Economic History Review, Vol. XXV, no. 4 (1972), 608-622.
24
A conclusiones muy similares, en trminos de reconocer al consumo excesivo de
bebidas alcohlicas no como una estrategia contraria a la proletarizacin, sino que como
un elemento de continuidad entre formas de trabajo anteriores a sta y las nuevas condi-
ciones laborales propias de la Revolucin Industrial, llega para el caso de Alemania
James S. Roberts en Drink and Industrial Work Discipline in 19th Century Germany,
Journal of Social History, Vol. XV, no. 1 (1981), 25-38.
102
Las puntas de un mismo lazo
25
La importancia de las tabernas como centros de reunin y sociabilidad entre pares,
como espacios de relacin entre vecinos as como institucin destinada al disfrute del
escaso tiempo libre de los trabajadores de inmigracin reciente en los Estados Unidos es
destacado en el trabajo de Jon M. Kingsdale, The Poors Mans Club: Social Functions
of the Urban Working-Class Saln, American Quarterly, Vol. XXV, no. 4 (1973), 472-
489. Evidentemente, la nocin aqu presentada de prctica cultural es deudora de los
planteamientos del historiador britnico E.P. Thompson.
103
Marcos Fernndez Labb
26
Salazar, Historia de la acumulacin capitalista en Chile (Santiago de Chile: Lom
Ediciones, 2003).
27
Illanes, La revolucin solidaria. Las sociedades de socorros mutuos de artesanos y
obreros: Un proyecto popular democrtico. 1840-1910, Chile Des-centrado, 263-361.
28
En 1913 un autor expresaba, sintetizando de alguna forma lo recin indicado: [...]
poner pronto atajo al derroche que primero de su salario, en seguida de los bienes doms-
ticos y por ltimo del producto del trabajo de la mujer y de los hijos, se hace en nuestra
clase obrera, y an en la acomodada, por consecuencia del alcoholismo. Juan Andueza
L., Condicin Jurdica del ebrio. Memoria de prueba para optar al grado de Licenciado
en la Facultad de Leyes y Ciencias Polticas (Valparaso: Imprenta Royal, 1913), 15.
104
Las puntas de un mismo lazo
29
A lo largo de esta investigacin no hemos podido diferenciar posiciones con respecto al
tema del abuso de las bebidas alcohlicas entre los trabajadores en las distintas corrientes
de organizacin poltica y gremial del movimiento popular, por lo que podemos suponer
como representativas las que expondremos en las pginas que siguen. Sin embargo,
puede no ser errneo considerar que existieron posturas distintas, y ms an, que el tema
de las restricciones al consumo de alcoholes haya sido motivo de debate a su interior.
Para el caso del Partido Laborista ingls, una investigacin certifica este tipo de discusio-
nes, prevaleciendo en su lnea poltica la abstencin de opinin, postergando la reflexin
al respecto al momento de la toma del poder. Stephen G. Jones, Labour, Society and
the Drink Question in Britain, 1918-1939, The Historical Journal, Vol. XXX, no. 1
(1987), 105-122.
105
Marcos Fernndez Labb
30
La Cinta Azul (Santiago), no. 34, junio de 1894. Con respecto al movimiento tempe-
rante en el periodo, ver de mi autora La virtud como militancia: las organizaciones
temperantes y la lucha anti-alcohlica en Chile, 1870-1930, Cuadernos de Historia, 27
(2007), 125-158.
31
La Temperancia (Valparaso), enero de 1895.
32
La Temperancia (Valparaso), febrero de 1895.
106
Las puntas de un mismo lazo
ciente como para ingresar a la arena poltica y luchar por la mejora de sus
condiciones de vida. Pero solo una vez recuperada la sobriedad. 33 Del mis-
mo modo, se recordaba al movimiento mutualista la necesidad de instalar el
rechazo al alcoholismo entre sus afiliados, como forma de prevenir las en-
fermedades y muertes que segaban tantas existencias obreras. 34
Con el paso de los aos, la constitucin de crculos de temperancia en me-
dio de las organizaciones populares parece haber aumentado, en tanto que,
en el ao de 1907, un comentarista contemporneo expresaba con esperanza
que [] gran nmero de sociedades de temperancia florecen entre nuestra
clase obrera [], junto con la indicacin en gran cantidad de estatutos
mutualistas de la exigencia de la abstinencia alcohlica. Y llegaba a contar
cerca de noventa de este tipo de agrupaciones comprometidas en la lucha
contra el alcoholismo, tan solo en la ciudad de Santiago. 35 Es decir, y de
forma paralela al desarrollo de un denso movimiento asociativo popular, los
principios de la temperancia, y ms all de ellos, el diagnstico de los per-
juicios provocados por la ingesta inmoderada de licores se haca parte de las
metas de las agrupaciones trabajadoras. Por ello, se instalaba al tema del
alcoholismo en los marcos de la lucha poltica-social de este tipo de organi-
zaciones, como quedaba demostrado por el hecho de que, en 1913, y en el
plano de un encuentro de coordinacin entre asociaciones de trabajadores de
la Patagonia chilena y argentina, se mencionase como parte de los acuerdos
comunes a desarrollar, junto al fomento a la instruccin y el ahorro popular,
la lucha contra el alcoholismo. 36 Del mismo modo, pero ya en 1916 y a
poco de finalizar la reforma a la ley de alcoholes de 1902, el Congreso So-
cial Obrero haca llegar una solicitud al Parlamento en el sentido de que
fuesen aplicados a las bebidas alcohlicas los ms altos impuestos posi-
bles. 37 As mismo, una vez electo presidente de la Repblica, el propio
33
En el contexto de la realizacin de una concentracin contra el gobierno convocada por
la Confederacin Obrera, y mostrando en principio su apoyo a las reivindicaciones plan-
teadas, un peridico temperante expresaba: Asistieron cuatro o cinco mil chilenos; pero
de estos unos dos mil al menos estaban borrachos i tan bulliciosos que no dejaban a los
oradores hacerse or. Razn tuvieron las autoridades para rodear a los manifestantes de
gente armada. Parece pues, que la digna Confederacin Obrera ha perdido su tiempo. De
la asamblea a que convoc al pueblo no sabemos que haya resultado algo de provecho, i
esto es, indudablemente, porque fue secundada por un pueblo que se ha hecho desprecia-
ble por vicioso, i a quien el gobierno mira con profundo desprecio i le ha mandado atro-
pellar en esta i en repetidas ocasiones. El Abstinente (Santiago), septiembre de 1897.
34
El Abstinente (Santiago), mayo de 1898.
35
Daniel Bernales L., Comentarios sobre la Lei n 1.515. Memoria de prueba para optar
al grado de licenciado en la Facultad de Leyes y Ciencias Polticas de la Universidad de
Chile (Santiago de Chile: Imprenta i encuadernacin Universitaria, 1907), 16.
36
El Trabajo (Punta Arenas), 18 de mayo de 1913. Agradezco esta referencia, as como
muchas de las que siguen, al historiador Alberto Harambour R.
37
Boletn de Sesiones Extraordinarias de la Cmara de Diputados, 1915-1916, sesin
115 en 21 de marzo de 1916, 3016.
107
Marcos Fernndez Labb
38
El alcoholismo i las enfermedades sociales juzgados por el Presidente de la Repblica,
la Iglesia, la Ciencia Mdica i el Proletariado Chileno (Santiago de Chile: Imprenta
Universitaria, 1921), 9.
39
El alcoholismo i las enfermedades, 10-15.
40
Como ejemplo de este tipo de actividades podemos citar la realizacin de un concurso,
por parte de la FOCH en 1923, convocando a la elaboracin de un texto dramtico que
sirviera de insumo educativo y moralizador. La obra de teatro ganadora, titulada Amargu-
ras de la Vida, escrita por el actor y autor aficionado Luis Ayala Poblete, fue estrenada
con ocasin del 1 de mayo de 1923 en el Coliseo de los Tranviarios. Luis Ayala Poble-
te, Amarguras de la vida. Comedia cmico-dramtica en un acto que obtuvo el primer
premio en el concurso hecho por la Federacin Obrera de Chile en Santiago, 1923.
Teatro Social Chileno (Santiago: Talleres Grficos, 1924).
108
Las puntas de un mismo lazo
41
El alcoholismo i las enfermedades sociales, 10-15.
42
El alcoholismo i las enfermedades sociales, 10-15.
43
Claridad. Peridico Semanal de Sociologa, Crtica y Actualidades. rgano Oficial de
la Federacin de Estudiantes de Chile (Santiago), mayo 13 de 1922. Agradezco esta
referencia a la historiadora Leonora Reyes.
44
Bernardo Gentlini, El Alcoholismo. Artculos ilustrativos para una campaa anti-
alcohlica, (Santiago de Chile: Imprenta La Compaa, 1930), 75-77.
109
Marcos Fernndez Labb
45
El Socialista (Punta Arenas), 27 de abril de 1920.
46
El Magallanes (Punta Arenas), 25 de mayo de 1920.
47
Enrique Zaartu P., En defensa de la raza, de la viticultura y de la solucin prctica
del problema del alcoholismo. Por el Senador de Concepcin Sr. Enrique Zaartu Prieto
y por el Sr. Armino N. Galanti, Director de Industrias de la Provincia de Mendoza. Liga
Chilena de Higiene Social, (Santiago de Chile: sin datos de edicin, 1926), 54.
48
El Esfuerzo (Puerto Natales), 27 de julio de 1924.
49
Vida Nueva (Santiago), mayo de 1926.
50
Proyecto de Reforma de la Ley de Alcoholes. Redactado por el Dr. Carlos Fernndez
Pea por encargo de las tres instituciones [Asociacin de Educacin Nacional, Liga
110
Las puntas de un mismo lazo
111
Marcos Fernndez Labb
ro. 51 Poco antes, y con motivo de las fiestas patrias, recomendaba a los
trabajadores, para alcanzar un grado mayor de bienestar y cultura, []
beber con mucha moderacin, respetar a la mujer, a los nios, a los hom-
bres, sufrir por la desgracia ajena, como cosa propia; ahuyentar las groser-
as, buscar el buen gusto, sera un smbolo de la vida y de amor que debieran
llevar en sus costumbres todos los seres. 52 A los pocos das de esta decla-
racin, en donde la sobriedad auguraba de alguna forma los beneficios de
un mundo mejor, Recabarren public en un peridico de Antofagasta una
nota que resume con claridad la opinin que el dirigente obrero tena con
respecto a la industria del alcohol, sus consumidores y sus propietarios. Con
el significativo ttulo de Doa Embriaguez, el texto rezaba as:
Todo el mundo reconoce que el vicio de la embriaguez es el peor
de los vicios, porque l acarrea todas las fatales consecuencias que
abruman a la humanidad.
Casi es creencia general que el pobre bebe ms que el rico, pero
esto es un error. Lo que el rico gasta en una noche, muchas veces,
el pobre no lo alcanza a gastar en un ao. Ms das en el ao pasa
borracho el rico que el pobre. Y si esto no se nota es porque los ri-
cos son menos que los pobres y an ms resistentes en atencin a
su alimento mejor.
Si los pobres se dieran exacta cuenta del mal irreparable que se
hacen a s mismos con el vicio de la embriaguez y si sintieran un
poco de ms amor por sus familias, no trepidaran en abandonar
este vicio.
El licor les quita el trabajo, el pan, el vestido y el hogar y an el
honor.
Da pena considerar que innumerables seres sufren las consecuen-
cias del vicio.
El licor es la puerta de la crcel, del prostbulo y hasta levanta pa-
tbulos.
La afrenta de este vicio solo la recibe el pobre. El rico queda libre.
Pero de la embriaguez sacan un beneficio aquellos caballeros ricos
que se llaman Errzuriz, Tocornal, Urmeneta, Subercaseaux, Con-
cha y Toro y otros que son los ricos grandes fabricantes de vinos y
otros licores. Todos estos como patrones y como gobernantes de
Chile hacen su agosto fomentando la embriaguez pues as explotan
doblemente al pueblo.
51
El Trabajo (Coquimbo), 12 de noviembre de 1904. Tomo I, 182. Todas las referencias
que siguen a la obra periodstica de Luis Emilio Recabarren han sido extradas de la
compilacin realizada por Cruzat y Devs, Recabarren. Escritos de prensa Cuatro tomos.
Por ello, las pginas que se indiquen corresponden a esta obra.
52
La Defensa (Coronel), 18 de septiembre de 1904. Tomo I, 176.
112
Las puntas de un mismo lazo
53
El Martimo (Antofagasta), 24 de septiembre de 1904. Tomo I, 55.
54
La responsabilidad de la familia popular en la expansin del alcoholismo no quedaba
fuera del anlisis de Recabarren, y en particular sus condiciones de vida, como lo indica-
ba en un texto de 1910: La vida del conventillo y los suburbios son la escuela primaria
obligada del vicio y del crimen. Los nios se deleitan en su iniciacin viciosa empujados
por el delictuoso ejemplo de sus padres cargados de vicios y de defectos. El conventillo y
los suburbios son la antesala del prostbulo y de la taberna. Ricos y pobres a travs de
un siglo de historia republicana, en Cristin Gazmuri, El Chile del Centenario, los
ensayistas de la crisis (Santiago de Chile: Pontificia Universidad Catlica de Chile,
2001), 268.
55
A fines de ese mismo ao de 1904, en otro medio de prensa escriba: Antes de com-
prarle al rico una copa de licor que destruye tu cuerpo y tu salud, compra los peridicos
y folletos de ideas proletarias que ilustren tu alma y la purifiquen con un bao de verdad
y amor humano. El Trabajo (Coquimbo), 26 de noviembre de 1904. Tomo I, 63.
113
Marcos Fernndez Labb
56
La Voz del Obrero (Taltal), 2 de julio de 1909. Tomo II, 50-51. Poco tiempo despus
acotara a lo anterior: La burguesa de este pas ha sido la que ha creado la prostitucin
poltica, la trata de blancos! Para ella toda la responsabilidad. Para ella toda la condena-
cin. Acaso alguno se atrevera a condenar al pueblo, que miserable, andrajoso y ham-
briento, corrompido y vicioso acepte una moneda en cambi de esa soberana que l no
comprende, ni sabe para qu le sirve?. Ricos y pobres, 275.
114
Las puntas de un mismo lazo
57
La Voz del Obrero (Taltal), 5 de julio de 1909. Tomo II, 52-53.
58
La Voz del Obrero (Taltal), 9 de julio de 1909. Tomo II, 55-56.
59
El Despertar de los Trabajadores (Iquique), 21 de marzo de 1914. Tomo III, 17-18.
60
El Despertar de los Trabajadores (Iquique), 26 de marzo de 1914. Tomo III, 20.
61
El Despertar de los Trabajadores (Iquique), 12 de mayo de 1914. Tomo III, 30.
62
El Despertar de los Trabajadores (Iquique), 30 de agosto de 1914. Tomo III, 46-47.
Algo despus nombraba [] el alcohol y el juego, las dos plagas amadas por los dem-
115
Marcos Fernndez Labb
Catlica, que con sus ritos religiosos no haca ms que confundir y engaar
a los trabajadores, y en la instancia precisa del bautismo, emborracharlos a
ms no poder, como parte de una tradicin en la que [] gariteros y tah-
res, rufianes y prostitutas, taberneros y alcohlicos, son hermanos en Jesu-
cristo, que han recibido el bautizo, que el clero llama leo santo.63 Y a
algunas organizaciones obreras, [] an llamadas de resistencia que fo-
mentan y comercian con el alcohol, dentro de sus propios locales, organi-
zando veladas con ese objeto. Este proceder es demasiado criminal, porque
este comercio se hace precisamente en los das que la ley ordena el cierre de
las tabernas. 64
116
Las puntas de un mismo lazo
68
El Despertar de los Trabajadores (Iquique), 25 de marzo de 1915. Tomo III, 86.
69
El Socialista (Antofagasta), 20 de agosto de 1918. Tomo III, 154.
70
El Socialista (Antofagasta), 24 de agosto de 1918. Tomo III, 156.
71
El Socialista (Valparaso), 11 de septiembre de 1915. Tomo III, 170. Poco tiempo ms
adelante, resaltaba la misma idea: Toda asociacin obrera debe combatir prcticamente
y con intransigencia la inclinacin alcohlica de sus asociados. Si no lo hace, jams
atraer bienestar para sus asociados que vegetarn sumidos en todas las desgraciadas
consecuencias del vicio: Pobreza, enfermedad, degeneracin, falta de compaerismo,
indiferencia por el propio y por el ajeno bienestar. El Socialista (Valparaso), 18 de
marzo de 1916. Tomo III, 177.
72
El Socialista (Antofagasta), 13 de julio de 1919. Tomo IV, 23.
117
Marcos Fernndez Labb
118
Las puntas de un mismo lazo
tuaban tanto al discurso que las representaba, como las costumbres que le
daban significacin.
119
Marcos Fernndez Labb
Fotografa, supuesta, de
Christiano Geisse. Osor-
nino que emigr y traba-
j en las faenas mineras
del norte chileno. Se
puede observar el uso
simblico de la identidad
minera, tanto por el traje
como por el vaso de
alcohol que sostiene en
su mano izquierda y la
tinaja que descanza a su
costado.
(Fotografa gentileza de
Milton Godoy Orellana)
120
Cristian Eugenio Guerrero-Lira
Introduccin
1
Marcos Fernndez Labb, La ley es nada, la sed es todo. The Clinic (Santiago), Ao
8, 9, Septiembre de 2007, 55.
2
Definida por Ortega y Araya como [...] una denominacin acuada para referirse a la
profunda crisis originada en el creciente antagonismo de los sectores sociales que comen-
zaron a emerger en la escena a partir del ltimo cuarto del siglo XIX los grupos medios
y el proletariado minero y urbano y los tradicionalmente dominantes. Luis Ortega y
Pamela Araya, Economa poltica y polticas econmicas durante la Repblica Salitre-
ra 1880-1914, Contribuciones Cientficas y Tecnolgicas, 116 (1997), 157; Vase,
asimismo, James O. Morris, Las lites, los intelectuales y el consenso. Estudio de la
cuestin social y el sistema de relaciones industriales en Chile, (Santiago de Chile:
Editorial del Pacfico, 1967); Sergio Grez Toso (comp.), La cuestin social en Chile.
Ideas y debates precursores (1804-1902) (Santiago de Chile: Dibam, 1995); Julio Pinto
Vallejos, Cuestin social o cuestin poltica? La lenta politizacin de la sociedad popu-
lar tarapaquea hacia el fin de siglo (1889-1900). En Pinto, Trabajos y Rebeldas en la
Pampa Salitrera. El ciclo del salitre y la reconfiguracin de las identidades populares
(18501900) (Santiago de Chile: Editorial Universidad de Santiago, 1998), 227-312.
Eduardo Godoy Seplveda
3
Mario Garcs Durn, Crisis Social y Motines Populares en el 1900 (Santiago de Chile:
Lom Ediciones, 2003), 90.
4
Marcos Fernndez Labb, La virtud como militancia: Las organizaciones temperantes
y la lucha antialcohlica en Chile. 1870-1930, Cuadernos de Historia, 27 (2007), 125-
158.
5
Respecto a las Sociedades de Socorros Mutuos vase el artculo de Mara Anglica
Illanes, La revolucin solidaria. Las sociedades de socorros mutuos de artesanos y
obreros: un proyecto popular democrtico. 18401910. En Chile Des-centrado (Santiago
de Chile: Lom Ediciones, 2003), 263-361; Sergio Grez, La trayectoria histrica del
mutualismo en Chile (18531990). Apuntes para su estudio, Mapocho, 35 (1994), 239-
315.
6
Sergio Grez, De la regeneracin del pueblo a la huelga general. Gnesis y evolucin
histrica del movimiento popular en Chile (1810-1890) (Santiago de Chile: Dibam,
1997), 442.
7
El historiador Sergio Grez Toso plantea que hacia 1907, ya se haba provocado un
cambio en el ethos colectivo en el seno del movimiento obrero y popular. En sus pala-
122
El discurso moral de los anarquistas chilenos en torno al alcohol
bras: Si hasta fines del siglo XIX, la cultura, el proyecto y el ethos colectivo del movi-
miento popular organizado poda sintetizarse en la aspiracin a la regeneracin del
pueblo, hacia la poca del bao de sangre de la escuela Santa Mara, el movimiento
obrero ya enarbolaba la consigna ms radical de la emancipacin de los trabajadores .
Grez, 1890-1907: De una huelga general a otra. Continuidades y rupturas del movimien-
to popular en Chile. En Pablo Artaza et al, A 90 aos de los sucesos de la Escuela Santa
Mara de Iquique (Santiago de Chile: Lom Ediciones, 1998), 135-136.
8
Segn lo estipulado por el historiador Sergio Grez en Los anarquistas y el movimiento
obrero. La Alborada de la Idea en Chile, 18931915, (Santiago de Chile: Lom Edicio-
nes, 2007), 113-134.
9
Vase el trabajo del autor, 1907 (Iquique) y 1913 (Valparaso): Debacle y rearticula-
cin. Dos hitos en la historia del movimiento obrero-popular chileno. Ponencia presen-
tada en el II Encuentro de Historiadores A cien aos de la masacre de la Escuela Santa
Mara de Iquique (1907-2007), 19 de diciembre de 2007, Universidad Arturo Prat,
Iquique. Mesa 7: Historia Comparada 2.
123
Eduardo Godoy Seplveda
10
Como bien seala el historiador argentino Juan Suriano en su estudio sobre el anar-
quismo porteo de comienzos del siglo XX. Suriano, Anarquistas. Cultura y poltica
libertaria en Buenos Aires 1890-1910 (Buenos Aires: Editorial Manantial, 2001).
11
Diversos historiadores han coincidido en sealar que entre fines del siglo XIX y prime-
ras dcadas del XX los trabajadores se vieron afectados en su poder adquisitivo por una
galopante inflacin. Ver, entre otros, Peter De Shazo, Urban workers and labour unions.
Chile, 19021927 (Madison: University of Wisconsin Press, 1982); Garcs, Crisis Social.
124
El discurso moral de los anarquistas chilenos en torno al alcohol
12
El historiador Juan Carlos Yez matiza los planteamientos historiogrficos que sea-
lan que los sectores dominantes fueron reacios a reconocer la existencia de la cuestin
social y, de paso, minimizaron la importancia de las primeras leyes sociales. Juan Carlos
Yez, Antecedentes y evolucin histrica de la legislacin social de Chile entre 1906 y
1924, Revista de Estudios Histrico-Jurdicos, 21 (1999) y del mismo autor, Estado,
consenso y crisis social. El espacio pblico en Chile, 1900-1920 (Santiago de Chile:
Dibam, 2003).
13
Para la Matanza de la Escuela Santa Mara de Iquique vase, Eduardo Devs, Los que
van a Morir te Saludan, Historia de una masacre, Escuela Santa Mara de Iquique (San-
tiago de Chile: Editorial Documentas, 1989); Mario Garcs, Crisis Social y Motines
Populares en el 1900 (Santiago de Chile: Lom Ediciones, 2003) y Grez, La guerra
preventiva: Santa Mara de Iquique. Las razones del poder, Mapocho, 50 (2001), 271-
280. Vase por ltimo nuestro artculo conmemorativo La Matanza de la Escuela Santa
Mara de Iquique: A 99 aos hoy (1907-2006), publicado en dos partes en el Boletn de
Filosofa del Colegio Polivalente Cardenal Ral Silva Henrquez, Filosofar T (Santia-
go), nos. 5 y 6, (2006)
14
Jorge Rojas, Los trabajadores en la historiografa chilena: balance y proyecciones.
Revista de Economa y Trabajo, 10, (2000).
15
Garcs, Crisis Social, 82.
16
Garcs, Crisis Social, 81.
125
Eduardo Godoy Seplveda
17
Cristina Moyano Barahona, Cultura poltica y universos discursivos del movimiento
obrero ilustrado. Chile en los albores del siglo XX, disponible en: http://www. palimp-
sestousach.cl/numero3/int2.htm
18
Vase el escrito de Benito Rebolledo No s por qu nos llambamos anarquistas. O
nos llamaban (Carta a Fernando Santivn). Texto integro en Grez, Los anarquistas, 346-
356.
19
Benito Rebolledo, Resurreccin. Tierra y Libertad (Casablanca), segunda quincena
mayo de 1905.
20
Abstente del alcohol. Tierra y Libertad (Casablanca), segunda quincena julio de
1905.
126
El discurso moral de los anarquistas chilenos en torno al alcohol
21
Moyano, Cultura poltica.
22
M.J. Montenegro, Enfermedades sociales. Tierra y Libertad (Casablanca), 19 de
junio de 1904, 1.
23
La nueva redencin, Tierra y Libertad (Casablanca), segunda quincena febrero de
1905.
24
Vase los siguientes artculos publicados en el peridico Tierra y Libertad de Casa-
blanca: Afuera la carne, primera quincena marzo de 1905; El vejetarianismo, segun-
da quincena de marzo de 1905; 12 razones contra la alimentacin de carne, primera
quincena abril de 1905; 'Remedio. Preventivo y curativo contra el alcoholismo, segun-
da quincena abril de 1905; Benito Rebolledo, Resurreccin, segunda quincena mayo de
1905; La alimentacin quimvora, primera quincena julio de 1905; Abstente del alco-
hol, segunda quincena julio de 1905, entre otros.
25
Algunos sealaban que la revolucin parta en el estmago. Por ejemplo, Jos Salga-
do terminaba su poema Jente Pobre con la siguiente nota: Todo el que aspire a ser
127
Eduardo Godoy Seplveda
libre, debe empezar por libertarse de su estmago. Esto se consigue siguiendo un rgimen
natural de vida. Tierra y Libertad (Casablanca), segunda quincena abril de 1905.
26
La nueva redencin, Tierra y Libertad (Casablanca), segunda quincena febrero de
1905.
27
El historiador Julio Pinto Vallejos ha sealado que la influencia anarquista en el seno
del movimiento de trabajadores no denota necesariamente una ausencia de discurso
poltico, sino ms bien un rechazo a los trminos en que ste era definido por el orden
oligrquico. Posteriormente seala, corroborando lo anterior, que el propsito anarquis-
ta de no reconocer al Estado ni a las instituciones era de todas formas un acto poltico,
basado en un antagonismo explcitamente discursivo no muy presente en rebeldas popu-
lares anteriores. Asimismo, sus postulados sobre el orden social alternativo, ms justo y
mejor organizado implicaban una construccin programtica que slo cabe definir como
poltica>@ Ser anarquista, era sin lugar a dudas, ser poltico. Pinto, Cuestin social o
cuestin poltica?, 255-256.
28
Suriano, Anarquistas, 41.
128
El discurso moral de los anarquistas chilenos en torno al alcohol
29
Respecto a estos conceptos, vase, entre otros clsicos del anarquismo, Pedro Kropot-
kine, La Conquista del Pan (Valparaso: Ediciones Congreso de Unificacin Anarco
Comunista, sin fecha) y el texto compilatorio, Proudhon, Bakunin, Kropotkin y Otros,
Ideario Anarquista. Prlogo de Susana Aguilar (Buenos Aires: Longseller, 2004).
30
Alberto Harambour Ross, La Sociedad en Resistencia de Oficios Varios y el Horizon-
te Anarquista, 1911- 1912, en Luca Stetcher y Natalia Cisternas (editoras), Amrica
Latina y el Mundo. Exploraciones en torno a identidades, discursos y genealogas (San-
tiago de Chile: Universidad de Chile, 2005), 192.
31
Luis Vitale y Julia Antivilo, Beln de Srraga, Precursora del feminismo hispano
americano (Santiago de Chile: Editorial CESOC, 1999); Adriana Palomera y Alejandra
Pinto (comp.) Mujeres y Prensa Anarquista en Chile (1897-1931) (Santiago de Chile:
Editorial Espritu Libertario, 2006).
32
El da 27 de octubre de 1912 connotados anarquistas efectuaron un meeting de repudio,
en la capital, para protestar por la matanza de mapuches en Forrahue (Departamento de
Osorno) perpetrada pocos das antes por Carabineros, producto del desalojo de indgenas
de tierras en disputa con un latifundista. Entre los principales oradores cratas se encon-
traban Pedro Ortzar, Luis A. Pardo, Laureano Carvajal, Sabino Seplveda y Carlos
Guerrero (presidente del comit organizador de la manifestacin). Para mayores antece-
dentes sobre la matanza y sus repercusiones vase, Jos Vergara del Solar, La matanza de
Forrahue y la ocupacin de las tierras huilliche (tesis de Licenciado en Antropologa,
Universidad Austral de Chile, 1991).
33
Grez, Los anarquistas; Godoy, 'Sepan que la Tirana, 79.
129
Eduardo Godoy Seplveda
34
Cuando hablamos de discursos menos elaborados y sistemticos, al igual que Grez, nos
referimos principalmente a que dichas temticas no fueron maduradas desde el punto de
vista ideolgico por todo el horizonte crata, sino que ms bien por algunos de sus cua-
dros militantes, a diferencia de las temticas referidas a la dicotoma capital/trabajo.
Asimismo es preciso sealar que la prensa crata de la primera dcada del siglo XX, es
fragmentaria, ya que muchas de sus ediciones salan cuando podan, lo que dificulta
abordar dichos discursos de forma ms profunda con las fuentes existentes. Vase, Grez,
Los anarquistas, 141.
35
Vase la crtica crata en, El carnaval. La Batalla (Santiago), segunda quincena enero
de 1913, 1. De challa, designacin proveniente de la palabra quechua cchallatha, que
designa el rociar o asperjar. Rodolfo Lenz, Diccionario etimolgico (Santiago de Chile:
Imp. Cervantes, 1904), 242. Mara Anglica Illanes define a la fiesta de la chaya como
una expresin sincrtica entre la celebracin indoamericana de la fertilidad de la natura-
leza y el carnaval mediterrneo. Seala adems, que la fiesta de la chaya con sus calleje-
ras aspersiones de agua, harina y papel, era la explosin de la sensualidad corporal que
interrumpa la normatividad social, laboral y religiosa, antesala de la cuaresma cristiana.
Para mayores antecedentes, especialmente la lucha contra la chaya y otras expresiones
populares desde la clase dominante, vase: Censura, desacato y simulacro. Expansin e
implosin cultural en Chile republicano, 1800-1900, en Illanes, Chile Des-Centrado.
36
Concepto tomado, al igual que el de va de oxigenacin, del trabajo de Eduardo
Corts y Jorge Rivas, Ms all de lo sacrificial: Distracciones, evasiones y espirituali-
dad en la cultura popular urbana. Santiago, 1905-1908, Contribuciones Cientficas y
Tecnolgicas, 127 (2001), 107-121.
37
Godoy, 1907 (Iquique).
130
El discurso moral de los anarquistas chilenos en torno al alcohol
38
Corts y Rivas, Ms all de lo sacrificial, 115.
39
Grez, De la regeneracin; Corts y Rivas, De forjadores a prescindibles: El movimien-
to obrero popular urbano y el Partido Democrtico. Santiago 1905-1909 (tesis de licen-
ciatura en Historia y Geografa, Universidad de Santiago, 1999).
40
El alcoholismo y el juego. La Reforma (Santiago), 28 de noviembre de 1906. El
nfasis es nuestro. Citado en Corts y Rivas, Ms all de lo sacrificial, 115.
41
Micaela Navarrete y Toms Cornejo (compilacin y estudio), Por historia y travesura.
La Lira Popular del poeta Juan Bautista Peralta (Santiago de Chile: Dibam, 2006).
131
Eduardo Godoy Seplveda
Ahora, es preciso sealar que si bien el alcoholismo era considerado por los
cratas como una lacra social, condenable en tanto sustraa al proletariado
fuerzas para llevar a cabo la tan anhelada revolucin social, era percibido,
por algunos grupos y cuadros militantes, al mismo tiempo, como una va
de oxigenacin (viable) frente a las inclementes condiciones laborales y de
vida. As lo manifestaban los anarquistas del peridico El Siglo XX, al sea-
lar que el obrero halla en el alcohol un anestsico para sus dolores fsicos y
42
Juan Bautista Peralta, Lira Popular. Citado en Corts y Rivas, Ms all de lo sacri-
ficial, 117.
43
Desde el mundo obrero-popular ilustrado, el tipgrafo Luis Emilio Recabarren funda-
dor en 1912 del Partido Obrero Socialista, POS, antecedente del Partido Comunista de
Chile, jugar un rol de suma importancia. Vase, Eduardo Devs y Carlos Daz, El pen-
samiento socialista en Chile. Antologa 18931933 (Santiago de Chile: Ediciones Docu-
mentas, Amrica Latina Libros, Nuestra Amrica Ediciones, 1987); y Ximena Cruzat y
Eduardo Devs (recopiladores), Recabarren, Escritos de Prensa (18981924) Cuatro
tomos (Santiago de Chile: Editorial Nuestra Amrica/Terranova 1986).
44
Rebelde, Sobre el alcoholismo, La Ajitacin (Santiago), 9 de septiembre de 1901, 3.
45
Respecto a la labor de activista de Esteban Cavieres, vase, Esteban Cavieres. La
Luz (Santiago), segunda poca, 6 de enero de 1904, 1.
46
Esteban Cavieres, Por qu soy libertario. La Campaa (Santiago), 9 de febrero de
1902. Texto ntegro en Grez, Los anarquistas, 290.
132
El discurso moral de los anarquistas chilenos en torno al alcohol
47
Capital y trabajo, El Siglo XX (Santiago), 1 de agosto de 1901, 6.
48
Rebelde, Sobre el alcoholismo. La Ajitacin (Santiago), 9 de septiembre de 1901, 3.
49
Rebelde, Sobre el alcoholismo.
50
Capital y trabajo.
51
Capital y trabajo. El nfasis es del original.
133
Eduardo Godoy Seplveda
52
Len Tolstoy, Bebidas-Venenos, Tierra y Libertad (Casablanca), 19 de junio de
1904.
53
Malestar social, El Productor (Santiago), mayo de 1913, 3.
54
Rebelde, Sobre el alcoholismo. La Ajitacin (Santiago), 9 de septiembre de 1901, 3.
55
Rebelde, Sobre el alcoholismo.
134
El discurso moral de los anarquistas chilenos en torno al alcohol
ste, y con su sistema de valores y moral. Moral que a decir del libertario
Agustn Saavedra haba sido prostituida por el sistema econmico vigen-
te, 56 lo cual demostraba el fracaso completo de toda la actual organiza-
cin social as como la ola de desmoralizacin que todo lo invade
como arga tambin el libertario Esteban Cavieres. 57
56
Agustn Saavedra, La moral de hoy. La Ajitacin (Santiago), 24 de octubre de 1902,
3.
57
Esteban Cavieres, Por qu soy libertario. Citado en Grez, Los anarquistas, 290.
58
Para mayores antecedentes vase Alberto Harambour Ross, 'Jesto y Palabra, Idea y
Accin'. La Historia de Efran Plaza Olmedo, en Varios autores, Arriba Quemado el Sol
(Santiago de Chile: Lom Ediciones, 2004).
59
Plaza Olmedo, Pueblo, despertad. La Batalla (Santiago), primera quincena noviem-
bre de 1913, 4. El nfasis es del original.
60
Plaza Olmedo, Pueblo, despertad.
135
Eduardo Godoy Seplveda
61
Plaza Olmedo, Pueblo, despertad.
62
Para los trabajadores ferrocarrileros. La Luz (Santiago), 22 de noviembre de 1901, 2.
136
El discurso moral de los anarquistas chilenos en torno al alcohol
Para los cratas, por tanto, la tarea previa a la revolucin social, es decir a la
emancipacin total de los humanos y en concordancia con su proyecto
sociopoltico y cultural consista en lograr que ellos mismos lograran
instruirse para comprender y criticar todas las ideas y todas las doctri-
nas, 63 renunciando a la taberna y a todos los vicios que embrutecen a los
hombres convirtindolos en seres despreciables. Vicios en los cuales
tambin se inclua a la prostitucin y el juego (los garitos), que estaban
estrechamente ligados al consumo de alcohol.
63
Pablo Pralo, A la gente de buena f. La Batalla (Santiago), primera quincena diciem-
bre de 1913, 2.
64
Magno Espinoza, Prosiguiendo. El crata (Santiago), 1 de febrero de 1900. Citado
en Grez, Teora y prctica de los anarquistas chilenos en las luchas sociales de comien-
zos del Siglo XX, Dimensin Histrica de Chile, 19 (2004-2005), 84.
65
Efran Plaza Olmedo, Pueblo, despertad, 4.
66
Flix Basterra, La propaganda por la conducta. El crata (Santiago), segunda quin-
cena mayo de 1901, 2.
137
Eduardo Godoy Seplveda
Al igual que Silva, al momento del arresto de Plaza Olmedo llam la aten-
cin de sus captores que el detenido no tena vicios, pues ni beba, ni juga-
ba, ni era aficionado a mujeres, y que haba declarado slo haber tomado
un vaso de cognac, antes de perpetrar el atentado, para cobrar valor, des-
tacando categricamente que Plaza Olmedo no estaba ebrio. 68 Igual per-
cepcin tuvieron los tres magistrados que lo escucharon al pronunciar su
alegato (ya que rechaz los servicios de un abogado defensor) en abril de
1914, cuando seal enfticamente que los antecedentes recogidos tras las
investigaciones, lo mostraban como un individuo correcto, libre en absolu-
to de vicios, extrao a las diversiones y [] verdaderamente moral. 69
Dejar los vicios y llevar una vida irreprochable y sana, era segn los
militantes cratas no caer en el juego de la clase dominante. Era no ser parte
de su propia subyugacin. Por tanto, pregonaban a viva voz a travs de su
prensa y sus centros de estudios sociales la emancipacin del ser humano no
slo de la explotacin socio-econmica y poltica a la cual era sometido,
sino que tambin la emancipacin de la alienacin cultural, mental y moral,
para lo cual dejar el alcohol, los vicios asociados y cambiar sus hbitos, era
una transformacin individual de suma importancia que allanaba el cami-
no del ser humano hacia la libertad total. Slo a travs de la auto-
instruccin y prcticas pedaggicas libertarias los trabajadores podran
emanciparse. Este es el llamado que hace desde la crcel Plaza Olmedo,
invitando a los trabajadores a auto-instruirse dejando el alcohol. Desafiaba
al pueblo a despertar y a no ser pasivo, ni indiferente ante la ruindad
67
Citado en Grez, Los anarquistas, 189.
68
Primera Declaracin de Efran Plaza ante el Juez Bianchi. Citado en Harambour, 'Jes-
to y Palabra, Idea y Accin', 157.
69
Declaracin que se condice con la de su casero que le arrendaba una pieza (en la Calle
San Diego, de Santiago) y con la de uno de sus jefes de la Barraca donde trabajaba quin
seal que el acusado era una tipo de conducta irreprochable al que no se le conoca
ningn vicio. Citado en Harambour, 'Jesto y Palabra, Idea y Accin', 173 y 150,
respectivamente.
138
El discurso moral de los anarquistas chilenos en torno al alcohol
Pero para redimirse los trabajadores deban tambin unirse, siendo el alco-
hol (y los vicios asociados) el principal obstculo ya que exacerbaba los
sentimientos individualistas, producto de la enajenacin. Incluso en ms de
una oportunidad, muchos anarquistas criticaron, a travs de la prensa obre-
ra, la pasividad de los trabajadores frente a sus miserias, mientras los ms
osados (los menos) los criticaron verbalmente y de forma pblica. Tal fue el
caso de un orador crata que manifest su rechazo, en un mitin celebrado en
la capital en febrero de 1913, hacia aquellos trabajadores que preferan las
carreras y la taberna a los asuntos de inters socio-econmico y laboral, a
quines calific de idiotas. 72
70
Efran Plaza Olmedo, Pueblo, despertad. La Batalla (Santiago), primera quincena
noviembre de 1913, 4.
71
Le Libertaire (Pars), Sobre la despoblacin. La Batalla (Santiago), 10 de noviembre
de 1913, 3.
72
Perros que ren. La Batalla (Santiago), segunda quincena febrero de 1914, 2.
139
Eduardo Godoy Seplveda
uno que otro que levanta su voz para protesta contra sus patro-
nes, pero cuyas protestas son pocas veces atendidas, por no es-
tar acompaado de los dems. 73
73
E.C. A los obreros. El crata (Santiago), 1 de julio de 1900.
74
Amor, El juego. La Ajitacin (Santiago), 9 de septiembre de 1901, 4. El nfasis es
del original.
75
Luis Nieves, Abajo los tiranos. La Batalla (Santiago), segunda quincena agosto de
1913, 4.
76
Amor, El juego.
77
L.C., A todos los que vivimos de un salario. El Productor (Santiago), abril de 1913,
2.
140
El discurso moral de los anarquistas chilenos en torno al alcohol
Sin embargo, es preciso sealar que a pesar del apoyo que dichos cratas
brindaron a muchas de las iniciativas gubernamentales que tendan a com-
batir el consumo de alcohol de los sectores populares, cuestionaron de igual
modo, la autoridad de las clases dominantes en tanto garantes de la moral-
social predominante. De este modo, si bien los cratas apoyaron el fin lti-
mo de las campaas de saneamiento moral o de salvacin pblica
como fueron denominadas tanto por los miembros de la oligarqua como
por los cuadros obreros ms ilustrados cuestionaron su origen, en tanto
provenan de los mismos que provocaban la miseria popular y depravacin
moral. As lo manifestaba duramente el libertario Luzbel Gasolo, en su
artculo Moralizadores?, publicado en el peridico El Productor, cuando
78
El peridico Tierra y Libertad de Casablanca public en su edicin del 3 de julio de
1904 que en dicha ciudad se haba fundado el da 16 de mayo de 1904 la Liga Anti-
Alcohlica, la cual tena como objeto el socorro mutuo de los asociados, combatir el
alcoholismo, promover, impulsar y favorecer la instruccin, la moralidad y el bienestar de
los asociados, para cuyo fin se abrir una Escuela Nocturna para adultos. Se sealaba
adems en sus estatutos, que la Liga era sin carcter poltico ni religioso, que su dura-
cin era ilimitada y que el nmero de sus socios es indefinido. Vase, Liga Anti-
Alcohlica. Tierra y Libertad (Casablanca), 3 de julio de 1904, 4.
79
Los anarquistas del peridico La Luz fueron muy crticos especialmente de la Ley de
Alcoholes promulgada en 1902. Sealaron que El Estado, por su parte, se regocij ms
todava. Encontr aqu un medio ms de explotacin, y estando facultado por el pueblo
mismo para ponerlo en prctica arroj la ley de alcoholes. La ley esta [no] prohbe la
fabricacin de alcoholes, para impedir con esto que siga alcoholizndose el pueblo, lograr
sacarlo de su miseria, sino que cre un monopolio que favoreci a los grandes capitales, a
los cuales pudo gravar fuertemente sobre la fabricacin y el expendio. Hasta la frac-
masonera, al encontrar aqu un medio de propaganda, est de plceme con esto. Ha
hecho surgir por todas partes sociedades de abstinencia que combaten la embriaguez,
pero con el nico fin de fanatizar al pueblo con sus dogmas, ya que los catlicos estn en
decadencia; en tanto que ayuda al Estado a representar su farsa haciendo creer al pueblo
que la causa de su miseria es la embriaguez y no la explotacin directa del Estado [].
Vase el artculo completo, Tcticas del capital y del Estado. La Luz (Santiago), 15 de
septiembre de 1902, 1.
80
Luzbel Gasolo, Moralizadores?. El Productor (Santiago), mayo de 1913, 3-4.
141
Eduardo Godoy Seplveda
A modo de conclusin
81
Luzbel Gasolo, Moralizadores?.
82
A diferencia de lo sealado por la historiografa marxista (clsica y actual) que ha
relativizado el rol que jugaron los anarquistas en el seno del movimiento obrero y popular
durante las ltimas dcadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX ya que dentro
de sus rgidos anlisis y esquemas previamente establecidos (aprioris ideolgicos), su
accionar y posicin eran consideradas pequeo burguesas (e infantil ultraizquierdistas) y
por ende, contrarrevolucionarias, negando al mismo tiempo el aporte realizado por sus
pensadores a la teora revolucionaria (como la crtica del carcter autoritario de la dicta-
dura del proletariado, la tendencia a la centralizacin y el autoritarismo del Estado).
Vase, nuestra critica a la historiografa marxista clsica en 'Sepan que la Tirana y
vase, asimismo, Luis Vitale, Contribucin a una historia del anarquismo en Amrica
Latina (Santiago de Chile: Editorial Espritu Libertario, 2002) y su texto De Mart a
Chiapas, Balance de un Siglo (Santiago de Chile: Editorial Sntesis-CELA, 1995). Cap-
tulo V: La Influencia del Movimiento Anarquista.
83
Respecto a los procesos de politizacin de los sectores populares, vase, Julio Pinto
Vallejos y Vernica Valdivia Ortiz de Zrate, Revolucin proletaria o querida chusma?
Socialismo y Alessandrismo en la pugna por la politizacin pampina (1911-1932), (San-
tiago de Chile: Lom Ediciones, 2001).
142
El discurso moral de los anarquistas chilenos en torno al alcohol
84
Vase slo como ejemplo, entre muchos otros, el siguiente artculo: J. Mir y Mir (seu-
dnimo), Amor libre. La Ajitacin (Santiago), 24 de mayo de 1902, 1.
85
Grez, Los anarquistas, 183.
143
Eduardo Godoy Seplveda
En suma, para acabar con el capitalismo y los males generados por este
sistema socio-econmico, para los cuadros anarquistas de comienzos del
siglo XX era preciso iluminar (moralizar e instruir) a los explotados,
haciendo patente los vicios que los degeneraban y cambiando su moral por
una antagnica a la hegemnica, basada en el apoyo mutuo y la solidaridad.
De esta forma, despertaran de su oprobioso y oscuro letargo y lucharan por
una sociedad ms justa, ms humana ms libertaria.
144
Cristian Eugenio Guerrero-Lira
LA INDUSTRIA CERVECERA
Y LA ORGANIZACIN DEL TRABAJO:
EL CASO DE LOS REGLAMENTOS DE INDUSTRIA
Juan Carlos Yez Andrade
Introduccin
1
Mara Anglica Illanes, Azote, salario y ley. Disciplinamiento de la mano de obra en la
minera de Atacama (1817-1850), Proposiciones, 19 (1990).
2
Gabriel Salazar, Labradores, peones y proletarios (Santiago: Ediciones Sur, 1985).
3
En un aspecto complementario, y que nos ayuda a comprender ms globalmente este
proceso, Sergio Grez ha demostrado que la evolucin entre las formas peonales de lucha
Juan Carlos Yez Andrade
En este sentido nos parece que el rol que jug la ley como mecanismo de
disciplinamiento de la mano de obra no proviene del mismo cauce histrico
que las modalidades tradicionales de disciplina laboral, sino que se sita en
un plano de ruptura con esa tradicin. No solo porque la ley rompi con el
sentido ambiguo que tenan las relaciones laborales en la transicin al capi-
talismo, 4 sino porque explicit el desequilibrio que toda relacin laboral
comporta. 5 Con ello, frente a una ley laboral inexistente o frente a una le-
gislacin inoperante, no poda esperarse otra cosa que los trabajadores res-
pondieran al castigo y la represin con actos de insubordinacin, apelando,
por ejemplo, a principios bsicos de justicia y de equidad.6 Me parece que
esa es una de las conclusiones que se puede extraer de la extensa literatura
proveniente de la tradicin jurdica que abord el problema de la cuestin
social en Chile y en Europa, en orden a crear un nuevo marco legal y no
solo a reformar uno existente. Esta idea de estar creando algo enteramente
nuevo puede ser parte de la mstica que rode a muchos tesistas de las es-
cuelas de derecho durante la poca.
asociadas con el motn y las propias del mundo proletario (las huelgas y petitorios forma-
les), responde en parte al tipo de produccin urbana que se comenz a desarrollar en
torno a las industrias alimenticias y de servicios, o a las actividades econmicas ms
estables, como las portuarias o de ferrocarriles, las que podan demostrar una larga tradi-
cin organizativa. Sergio Grez, Transicin en las formas de lucha: motines peonales y
huelgas obreras en Chile (1891-1907), Historia, 33 (2000), 160.
4
Las relaciones laborales tradicionales se fundaban a partir de la idea que los sujetos
concurran libremente a un mercado laboral y que compartan el mismo poder negocia-
dor, igualdad inexistente en la realidad.
5
La legislacin laboral no solo no oculta la diferente situacin de poder en la cual se
encuentran trabajadores y empresarios a la hora de negociar sus condiciones, sino que la
hace explcita apareciendo la ley como protectora de la parte ms dbil en esa relacin.
De ah la ruptura, y el avance, de la legislacin laboral con respecto a la legislacin civil.
6
Edward P. Thompson hace referencia a estos principios para explicar los motines de
subsistencia en la Inglaterra del siglo XVIII. Ver, Costumbres en comn (Barcelona:
Editorial Crtica, 2000), 213-293.
146
La industria cervecera y la organizacin del trabajo
7
Es interesante que la historiografa marxista y los economistas liberales se den la mano
en este punto. Para estos ltimos la legislacin de todo tipo, en especial la social, no tiene
ningn efecto en modificar las leyes de funcionamiento de la sociedad (que son las del
mercado) y cuando logran operar terminan afectando a los sectores ms vulnerables. Para
la historiografa marxista la legislacin incluyendo la social es emanada de un Esta-
do que representa los intereses de la clase dominante, por lo que la ley es la dominacin
de una clase sobre otra en su forma ms refinada. Bajo esta lgica no debiera ser de
inters, tanto en una perspectiva liberal como marxista, estudiar la legislacin social,
imponindose lo que un economista alemn denomin la retrica de la intransigencia.
Albert O. Hirschmann, Retricas de la intransigencia (Mxico: FCE, 2004). Para un
planteamiento similar ver el artculo de E. P. Thompson, El imperio de la ley, en Do-
rothy Thompson (ed.), Edward Palmer Thompson (Barcelona: Editorial Crtica, 2002).
8
Al respecto ver los intereses de obreros y patrones frente a la prctica del San Lunes y
la legislacin laboral asociada a la jornada de trabajo en mi artculo Entre el Derecho y
el Deber. El San Lunes en el ideario laboral chileno (1900-1920), Revista de Historia y
Geografa, 18 (2004).
147
Juan Carlos Yez Andrade
La prctica del San Lunes fue la imagen ms viva de esta falta de sujecin
al trabajo y la necesidad de promover por todos los medios un ideario labo-
ral acorde con la produccin industrial moderna. 11 Las comisiones parla-
mentarias del norte salitrero de 1913 y 1919, expresaron este ideario cuando
concluyeron que lo que empobreca a los trabajadores no eran las condicio-
nes laborales sino el hecho de malgastar el producto de su trabajo. 12 Los
juegos de azar, la prostitucin y el alcoholismo aparecan a los ojos de las
autoridades las principales causas de la incapacidad de ahorro de los secto-
res populares. 13
9
Para una visin de ms largo plazo sobre la discusin de la cuestin social, ver Grez
(comp.), La cuestin social en Chile. Ideas y debates precursores (1804-1902) (San-
tiago de Chile: Dibam, 1995).
10
Yez, Estado, consenso y crisis social. El espacio pblico en Chile: 1900-1920 (San-
tiago de Chile: Dibam, 2003).
11
Yez, Legislacin laboral y organizacin productiva. Jornada de trabajo y descanso
dominical en Chile: 1901-1925, Revista de Estudios Histrico-Jurdicos, 26 (2004).
12
Yez, Entre el Derecho y el Deber.
13
He tenido ya ocasin de decirlo que estos pueblos y especialmente el de Punta de
Rieles, viven de tres florecientes industrias, muy nacionales por desgracia, relacionadas
una con otra con relaciones de causa y efecto; estas industrias son la alcoholizacin de los
obreros, la prostitucin desenfrenada, en forma de salvaje comercio de los sexos y el
salteo con despojo a la luz meridiana. Dr. H. Lea-Plaza, El alcoholismo en la regin
salitrera (Santiago de Chile: La Nacin, 1925), 8 (La cursiva es nuestra).
14
Lea-Plaza, El alcoholismo, 8-9.
148
La industria cervecera y la organizacin del trabajo
15
Citado por Elizabeth Hutchinson, Labores propias de su sexo. Gnero, polticas y
trabajo en Chile urbano. 1900-1930 (Santiago de Chile: Lom Ediciones, 2006), 117.
16
La Alborada (Santiago de Chile), 27 de enero de 1907. Citado por Hutchinson, Labores
propias, 136.
17
El Martimo (Antofagasta), 1 de agosto de 1903.
18
La Voz del Obrero (Taltal), 5 de julio de 1909.
149
Juan Carlos Yez Andrade
19
Marcos Fernndez, Historia social del alcoholismo en Chile. 1870-1930 (tesis doctoral,
Pontificia Universidad Catlica de Chile, 2005).
20
Fernndez, Historia social
21
Reglamento interno de la Cia. Cerveceras Unidas, Depsito Chacabuco (Valparaso:
Imprenta Roma, 1927). En anexo se publica en su integridad este reglamento industrial.
150
La industria cervecera y la organizacin del trabajo
La industria cervecera
22
Estatutos del Sindicato Industrial de Obreros y Obreras Fbrica Ebner de la Cia.
Cerveceras Unidas. Fundado el 19 de julio de 1932 (Santiago de Chile: Imprenta El
Porvenir, S.F), 22.
23
Juan Ricardo Couyoumdjian, Una bebida moderna: la cerveza en Chile en el Siglo
XIX, Historia, 37 (2004).
24
Couyoumdjian, Una bebida moderna
25
Luis Carreo, Carlos Andwanter y la cerveza valdiviana, Espacio Regional, Vol. I
(2004).
26
Patricio Bernedo, Los industriales alemanes de Valdivia, 1850-1914, Historia, 32
(1999).
151
Juan Carlos Yez Andrade
27
Couyoumdjian, Una bebida moderna
28
Sociedad de Fomento Fabril, Breves noticias de sus industrias (Santiago de Chile:
Imprenta Universo, 1918).
152
La industria cervecera y la organizacin del trabajo
29
Recaredo Tornero, Chile Ilustrado (Valparaso: El Mercurio, 1872), 371.
30
Julio Prez Canto, La industria nacional. 1891-1893 (Santiago de Chile: Imprenta
Cervantes, 1893), 15.
31
Julio Prez Canto, La industria nacional. 1894-1895 (Santiago de Chile: Imprenta
Cervantes, 1896), 109.
32
Mariano Martnez, Industrias santiaguinas (Santiago de Chile: Imprenta Barcelona,
1896), 188.
33
Martnez, Industrias santiaguinas
153
Juan Carlos Yez Andrade
Para Mariano Martnez, estas industrias no tenan nada que envidiarles a las
fbricas europeas o norteamericanas:
34
Martnez, Industrias santiaguinas, 189.
35
Segn Patricio Bernedo, la fbrica Andwanter en 1870 ocupaba 50 trabajadores, 300 en
1898 y 900 en 1914. Bernedo Los industriales. En 1901 la fbrica Ebner tena 350
trabajadores. Boletn de la Sociedad de Fomento Fabril, 1, (1901).
36
Julio Prez Canto seala sobre la fbrica Ebner: Da ocupacin a 300 operarios entre
hombres, mujeres y nios en las pocas del ao de gran consumo. Prez, La industria
Nacional. 1891-1893, 17.
37
De acuerdo al mismo Julio Prez Canto, en la fbrica de cerveza de los hermanos
Keller hacia 1896 laboraban 100 trabajadores, siendo la mitad mujeres y nios, todos
chilenos, con la excepcin de un mecnico alemn. Prez, La industria nacional. 1894-
1895.
154
La industria cervecera y la organizacin del trabajo
En relacin con los salarios, hubo una distincin clara en cuanto al nivel de
remuneracin que los trabajadores reciban. Las mujeres en promedio reci-
ban un 50% menos de ingreso que los hombres. De acuerdo al informe de
Julio Prez Canto, hacia 1893 en la fbrica Ebner la mujer ganaba un jornal
de 70 centavos, mientras que los hombres ganaban uno entre $1.30 y $1.50.
En 1896 la fbrica de los hermanos Keller cancelaba un jornal de 1 peso
para los operarios hombres, de 60 centavos para las mujeres y de 50 a 75
para los nios. Este sistema de pago mantenido en el tiempo comenz
a ser considerado abusivo e ilegal de acuerdo a las disposiciones de la ley
de contrato de trabajo de 1924, el que en su artculo 23 estableci que en la
misma clase de trabajo, el salario del hombre y la mujer sern iguales.38
La arquitectura industrial
38
Sobre Contrato del Trabajo (Santiago de Chile: Imprenta Nacional, 1924).
39
Existe toda una corriente de historia social que ha seguido los planteamientos de Mi-
chel Foucault en torno al poder y orden autoritario asociado a las instituciones modernas.
Ver Foucault, Vigilar y Castigar (Mxico: Siglo XXI, 1986). Para el concepto de institu-
cin totalitaria y su extensin al hospital psiquitrico, la escuela y la crcel, ver Erving
Goffman, Internados. Ensayos sobre la situacin social de los enfermos mentales (Bue-
nos Aires: Amorrortu Editores, 1984).
40
Con esto no estamos negando que la industria, como unidad productiva, opera con una
lgica disciplinaria muy similar a la crcel o el hospital psiquitrico, pero dejando en
claro que la industria no es una crcel.
155
Juan Carlos Yez Andrade
As, el pensar en una arquitectura industrial no tiene que ver solo con el
armazn fsico que estaba inundando el paisaje urbano de Chile hacia fines
del siglo XIX y comienzos del XX, sino tambin cmo esa estructura ayud a
modelar los comportamientos de los trabajadores, los cuales aparecen como
operarios y, a la vez, constructores de lo cotidiano. Esto es central a la hora
de comprender la transformacin cultural que realiza el capitalismo en torno
a la fbrica.
41
Illanes, Azote, salario y ley. Nuestro Cdigo Civil reprodujo las disposiciones sobre
contrato de prestacin de servicios contenido en el Cdigo Napolenico.
42
Cartilla sobre disposiciones municipales y policiales. Para el uso de los Inspectores
(Santiago de Chile: Imprenta Diener, 1910).
43
Libreta de Trabajo. Reglamento interno. Fbrica de Puertas y Ventanas La Sud
Americana (Santiago de Chile: Imprenta Lagunas & Quevedo, 1929).
44
Reglamento interno de la Fbrica de Parquets Esperanza 48 (Santiago de Chile:
Imprenta Echeverra, 1931).
156
La industria cervecera y la organizacin del trabajo
Otro aspecto que debi haber sido materia de preocupacin para los super-
visores de cada seccin, fue el tiempo destinado al desayuno y de paso al
de la once. Si este se haca al interior de la industria no deba ser conside-
rado dentro del horario de trabajo. Muchas industrias optaron por prohibir
tal prctica, especialmente cuando se utilizaban las maquinarias para tal
innoble objetivo. As el reglamento de una fundicin prohibi expresamente
el desayuno y once durante las horas de trabajo, siendo despedido el opera-
rio que fuese sorprendido, junto al maestro que hubiese facilitado la fra-
gua. 49
45
Reglamento Interno Fundicin y Fbrica de Jos Robinovitch (Santiago de Chile:
Imprenta U. de Chile, sin fecha).
46
Reglamento interno de la Fbrica Miraflores (Chilln: Talleres La Discusin, 1933), 4.
47
Reglamento Interno de la Fbrica de Confites Volta y Ca., (Valparaso: Fisher Hnos.
Impresores, sin fecha).
48
Es obligacin del obrero, al tocar el primer pito de entrar y prepararse, ponindose su
uniforme, listo para empezar al tocar el segundo pito. Reglamento interno de la Fbrica
Miraflores.
49
Reglamento Interno Fundicin y Fbrica de Jos Robinovitch, 6-7.
157
Juan Carlos Yez Andrade
El objetivo que apuntaban todos los reglamentos, sin distincin, era asegu-
rar que las actividades se realizaran con la mayor concentracin y dedica-
cin posible, aumentando con ello la productividad. Lo nico que se deba
escuchar en la industria era el ruido de las maquinarias. As, aparece enton-
ces, el silencio humano como el estado natural, propio de la produccin. Era
en el silencio que se poda detectar un desperfecto en la mquina, sincroni-
zar las operaciones manuales con el ritmo industrial, estar atento a un even-
to extrao a la produccin, en fin, garantizar una verdadera compenetracin
(comunicacin?) entre la mquina y su operario. Adems, un buen trabaja-
dor era aquel que guardaba un respetuoso silencio, no escuchaba a los agi-
tadores de fbrica y haca or su voz a travs de los conductos regulares que
los propios reglamentos de trabajo establecan: Los supervisores o jefes de
seccin. 50
50
Reglamento Interno de la Sociedad Industrial y Comercial El Tigre (Chiguayante:
sin datos de edicin, 1931).
51
Compaa Cerveceras Unidas. Fbrica Ebner. Reglamento Interno (Santiago de Chile:
Imprenta Universo, 1933). Adems, algunas fbricas se reservaban el derecho de regis-
trar a los operarios cuando lo crea necesario. Reglamento interno de la Fbrica de
Calzado Laborde Hnos. (Santiago de Chile: Imprenta Selecta, sin fecha).
158
La industria cervecera y la organizacin del trabajo
Sin embargo para todos los efectos legales la unidad de medida salarial
sigui siendo el jornal, es decir la cantidad de dinero obtenido en una sema-
na, dividido por la cantidad de das efectivamente trabajados.52
Es por ello que las sanciones en el salario parecieron ser, a los ojos de los
industriales, la mejor forma de garantizar la incorporacin del nuevo ideario
laboral. La legalidad de estas multas se basaban en el derecho de correc-
cin que el Cdigo Civil le asign a determinadas autoridades y que la ley
4.057 de 1924 hizo extensivo a los sindicatos. 53 De acuerdo a los reglamen-
tos, el dinero recaudado en la aplicacin de las multas poda beneficiar
directamente a los trabajadores destacados por su buena conducta, o ser
destinados al Sindicato, para que ste los incorporara en su balance anual de
reparto de utilidades. Para el caso del Reglamento de la Compaa de Cer-
veceras Unidas se sealaba lo siguiente: En caso de aplicarse multas, los
fondos provenientes de ellas se darn como premio a los operarios de mejor
comportamiento, de acuerdo con las disposiciones legales. 54
52
Al respecto ver la interesante discusin sobre el salario diario en el contexto de la
aprobacin de la ley de accidentes del trabajo de 1917. Eugenio Fras Collao, Legislacin
sobre accidentes del trabajo (Santiago de Chile: Imprenta Nacional, 1917).
53
El artculo 554 del Cdigo Civil sealaba: Toda corporacin tiene sobre sus miembros
el derecho de polica correccional que sus estatutos le confieren y ejercern este derecho
en conformidad a ellos. Por su parte, la ley 4.057 sobre sindicatos hizo extensivo este
derecho correccional a los sindicatos, estableciendo que las multas impuestas a los obre-
ros formaran parte del patrimonio del sindicato (Art. 8, inciso 5).
54
Compaas Cerveceras Unidas. Fbrica Ebner, 14.
159
Juan Carlos Yez Andrade
demostracin que seran stos los llamados a corregir las conductas reidas
con el ideario laboral capitalista. 55
Los reglamentos industriales son una buena fuente documental porque, por
lo general, permiten conocer las modalidades de organizacin laboral pro-
pias de la poca, y cules eran las prcticas consideradas contrarias a la
naturaleza del trabajo industrial. El hecho que muchos de estos reglamentos
hayan sido publicados tardamente, bajo el mandato legal de la ley no. 4.053
de Contrato de Trabajo (1924), supone que muchas de sus disposiciones
incorporaran el ideario laboral de la nueva legislacin social, con la lgica
consabida de derechos y deberes. 56 Sin embargo, pese a lo anterior, estos
reglamentos nos permiten comprender las normativas internas de trabajo en
un periodo de transicin entre las modalidades clsicas de disciplinamiento
de la mano de obra y la consolidacin de la moderna legislacin social. Por
ltimo, el hecho que muchas de estas disposiciones hayan estado presentes
en los primeros reglamentos de trabajo, los cuales al ser internos eran con-
siderados de carcter privado y verbales ms que escritos, nos dan una bue-
na oportunidad para analizar la naturaleza evolutiva de los procesos socia-
les.
55
Con ello, dicho sea de paso, se eliminaba una de las causas ms importantes de conflic-
to entre trabajadores y empresarios, como eran las multas al interior de la industria.
56
Al respecto ver, Yez, Entre el Derecho y el Deber.
57
Jacques P. Le Goff, Du silence la parole. Droit du travail, Socit, tat (1830-1989).
(Pars: Calligrammes, 1989), 35.
160
La industria cervecera y la organizacin del trabajo
58
Compaas Cerveceras Unidas. Fbrica Ebner, 14.
59
Reglamento Interno del Laboratorio Salazar & Ney (Santiago de Chile: Imprenta
Selecta, sin fecha), 6.
60
Reglamento Interno para los obreros de la Fbrica y Depsito Central de vestuario y
equipo del Ejrcito de Chile (Santiago de Chile: Imprenta el Comercio, 1941).
61
Reglamento Interno de la Fbrica de Confites Volta y Ca.
161
Juan Carlos Yez Andrade
62
Reglamento Interno de la Fbrica Nacional de Sombreros Cintolesi Hnos. Ltda. (San-
tiago de Chile: Imprenta Gutenberg, sin fecha).
63
Reglamento Interno de la Fbrica de Calzado Laborde Hnos.
64
Reglamento Interno para los obreros de la Fbrica y Depsito Central de vestuario y
equipo del Ejrcito de Chile.
65
Reglamento Interno Fundicin y Fbrica de Jos Robinovitch.
66
Reglamento Interno de la Sociedad Industrial y Comercial El Tigre.
67
Reglamento Interno Fundicin y Fbrica de Jos Robinovitch, 7.
68
Compaas Cerveceras Unidas. Fbrica Ebner. Reglamento Interno, 11.
162
La industria cervecera y la organizacin del trabajo
69
Reglamento Interno de la Sociedad Industrial y Comercial El Tigre.
70
Franois Ewald, LEtat providence (Paris: Grasset, 1986).
163
Juan Carlos Yez Andrade
Conclusiones
71
Ver Robert Castel, Las metamorfosis de la cuestin social (Buenos Aires: Paidos,
1997).
164
La industria cervecera y la organizacin del trabajo
72
Esto aparece ms evidente cuando existen pocos antecedentes de organizacin sindical
en la industria cervecera y, an menos, de huelgas. Esto se podra explicar por la natura-
leza del trabajo industrial. Peter DeShazo lo expone claramente en las siguientes lneas:
Los sindicatos menos efectivos o estables estaban integrados por trabajadores en las
industrias vidriera, textil, cervecera, tabacalera, procesadora de alimentos y fosforera.
Varios factores impedan el crecimiento de los sindicatos. Entre stos se contaban la
naturaleza monoplica de varias de estas industrias, el alto porcentaje de mujeres y nios
empleados, la baja calificacin que la produccin requera y la disponibilidad de rompe-
huelgas. DeShazo, Trabajadores urbanos y sindicatos en Chile: 1902-1927 (Santiago de
Chile: Dibam, 2007), 340.
165
Juan Carlos Yez Andrade
Pero los empresarios no se quedaron con los brazos cruzados. Utilizaron los
mismos reglamentos para desplazar el conflicto inicial entre el capital y el
trabajo hacia las relaciones entre los trabajadores. En primer lugar se co-
menzaron a gratificar con estmulos y premios como refuerzo positivo
todas las conductas que mostraran competencia y lealtad con la empresa.
Sin embargo, muchos no respondieron a esos estmulos condicionados de la
forma ni con la rapidez esperada. Para muchos trabajadores el nico estmu-
lo para soportar una reglamentacin estricta y ser pitiado73 todos los das,
era el salario recibido cada sbado. As, por ejemplo, la concesin hecha por
la Compaa de Cerveceras Unidas de entregar dos raciones de cerveza
cada da El Gallo se fue modificando en el sentido de ser entregada
solamente a aquellos que la merecan, tal como dispuso la misma Compaa
en un reglamento posterior:
El ser excluido de esta racin de cerveza no solo era signo de no haber res-
pondido a las expectativas de la empresa o de incompetencia, sino que ade-
ms significaba ser excluido de uno de los pocos espacios de sociabilidad
promovidos por la Compaa: El compartir dos veces al da un jarro de
cerveza con los compaeros. Cmo enfrentar ese espacio y comunicacin
con aquellos que s tenan la posibilidad de beber cerveza? Marginarse y
continuar con el trabajo? De todas formas parece poco probable que alguien
haya estado dispuesto a sacrificar una parte de su porcin de cerveza para
compartirla con el compaero cado muerto de sed, y si as hubiese
ocurrido parece an ms poco probable que este compaero la hubiese
aceptado.
73
Ser pitiado o trabajar pitiado, corresponde, de acuerdo a la jerga popular de la
poca, a aquellos trabajadores que comenzaban a trabajar llamados por un pito.
74
Compaas Cerveceras Unidas. Fbrica Ebner.
166
La industria cervecera y la organizacin del trabajo
75
Compaias Cerveceras Unidas. Fbrica Ebner.
167
Juan Carlos Yez Andrade
ANEXO
Reglamento Interno de la Cia. Cerveceras Unidas.
Depsito Chacabuco. Ley. 4053. Sobre el Contrato de Trabajo. 76
Nombre: ..................................................................
Apellido paterno: ....................................................
Apellido materno: ...................................................
Sexo: .......................................................................
Edad: .......................... aos: ................................
Lugar de nacimiento: .............................................
Residencia: Calle ............................. N ...............
Ciudad.....................................................................
(Art. 16 de Reglamento sobre Contrato de Trabajo).
TTULO I
De la admisin.
Artculo 1.- Toda persona que ingrese al servicio de este Depsito se compromete a cumplir y
respetar el presente reglamento.
Artculo 2.- Los menores de 18 aos debern traer autorizacin escrita de su padre o madre, o
en su defecto, de la persona o institucin que les tenga a su cargo.
Artculo 3.- los menores de 14 aos y mayores de 12, solo podrn ser admitidos si, adems de
cumplir la clusula anterior, justifican haber cumplido con su obligacin escolar.
Artculo 4.- Ser necesario que presenten los documentos siguientes:
a) Certificado de haber cumplido con la Ley del Servicio Militar Obligatorio, los mayo-
res de 20 aos.
b) Cdula de identidad.
c) Libreta de la Caja de Seguro Obligatorio (Ley 4054) en caso de haber estado traba-
jando en alguna otra parte anteriormente.
d) Certificado de vacuna.
Artculo 5.- Satisfechos los anteriores requisitos, deber firmarse un Contrato de Trabajo, en
duplicado, del cual un ejemplar quedar en poder del operario, y desde este momento queda
ingresado al Depsito.
TTULO II
Del Trabajo.
Artculo 6.- La jornada de trabajo efectivo ser de 81/2 horas diarias durante los das Lunes,
Martes, Mircoles, Jueves y Viernes y de 51/2 horas el da Sbado, de acuerdo con el horario
que figura en el Artculo 8 de este Reglamento.
76
Valparaso, Imprenta Roma, 1927.
168
La industria cervecera y la organizacin del trabajo
169
Juan Carlos Yez Andrade
Artculo 15.- Los operarios ejecutarn su trabajo conforme a las instrucciones de los Jefes
internos o de los correspondientes capataces.
Artculo 16.- En caso de accidente es obligacin del operario accidentado presentarse inme-
diatamente al Encargado de la Clnica de este Depsito para su reconocimiento y atencin
inmediata. Si no pudiera hacerlo por sus propios medios, es deber de sus compaeros inmedia-
tos dar el aviso correspondiente.
TTULO V
Disposiciones generales.
Artculo 17.-El ingreso de operarios al Depsito, as como la suspensin y cancelacin de
Contrato de Trabajo, ser autorizado nicamente por el Administrador de este Depsito.
Artculo 18.- En caso de producirse reduccin o paralizacin de trabajo por fuerza mayor, el
personal ser suspendido en parte o todo, temporal o definitivamente, de acuerdo con las
normas prescritas por las leyes.
Artculo 19.- Los reclamos por dificultades entre obreros y jefes internos o capataces sern
resueltos por el Administrador despus de odas las partes.
Artculo 20.- El monto de las multas que se aplicaren a los operarios por las faltas o perjuicios
de que habla la ley respectiva, se fijar segn sea el valor del dao o perjuicio causado, y
cuando haya dificultad sobre su tasacin se recurrir a los organismos oficiales para solucionar
las dificultades.
Artculo 21.- La racin de cerveza EL GALLO que sin obligacin y voluntariamente
obsequia la Administracin a sus operarios, ser repartida una parte a las 10 horas y la otra a
las 16 horas.
Artculo 22.- El salario mnimo que sirve de base para los jornales normales que se pagan en
este Depsito por las horas sealadas de trabajo, es el siguiente:
A los obreros mayores de 18 aos ............ $ 5.-
A los obreros menores de 18 aos..............$3.50.-
A las obreras...............................................$4.-
Artculo 23.- El pago de jornales se har el da Sbado de cada semana, principiando esta
operacin a las 11 horas .
Artculo 24.- Adems de las disposiciones del presente Reglamento, se declarar que forman
parte de ste todos los preceptos de las leyes sociales vigentes que dicen relacin con el trabajo
del obrero y del patrn.
El Administrador
Este Reglamento ha sido aprobado por la Inspeccin Regional del Trabajo con fecha 5 de
noviembre de 1927.
170
Cristian Eugenio Guerrero-Lira
CONCLUSIN
172
Conclusin
173