Kropotkin, Piotr - Somos Lo Suficientemente Buenos
Kropotkin, Piotr - Somos Lo Suficientemente Buenos
Kropotkin, Piotr - Somos Lo Suficientemente Buenos
Piotr Kropotkin
1888
Una de las objeciones ms comunes al comunismo es, que los seres hu-
manos no son lo suficientemente buenos como para vivir en una situacin
comunista. Que no se someteran a un comunismo obligatorio, y que an no
estn maduros para el comunismo libre anarquista. Que siglos de educacin
individualista les ha vuelto demasiado egostas. Que la esclavitud, la sumi-
sin ante el fuerte, y el trabajo bajo el ltigo de la necesidad, les ha vuelto
inadecuados para una sociedad en la que todos fuesen libres y no supiesen de
obligacin excepto de la que resulta de un compromiso adoptado libremente
para con los dems, y de la desaprobacin si no cumpliese con tal compromi-
so. Por lo tanto, se nos dice, es necesario un estado intermedio de transicin
de la sociedad como un paso hacia el comunismo.
Viejas palabras en una forma nueva; palabras dichas y repetidas desde el
primer intento de toda reforma, poltica o social, en toda sociedad humana.
Palabras que omos antes de la abolicin de la esclavitud; palabras dichas
veinte y cuarenta siglos atrs por quienes gustan demasiado de su propia
quietud como para gustar de cambios rpidos, a quienes la osada de pen-
samiento les aterra, y quienes no han sufrido suficiente por las injusticias
de la sociedad presente como para sentir la profunda necesidad de nuevas
soluciones!
Los seres humanos no son lo suficientemente buenos como para el comu-
nismo, pero lo son para el capitalismo? Si todos los seres humanos fuesen
bondadosos de corazn, amables, y justos, nunca se explotaran los unos a
los otros, aunque poseyeran los medios para hacerlo. Con seres humanos
como tal la propiedad privada del capital no sera un peligro. El capitalista
se apresurara a compartir sus ganancias con los trabajadores, y los trabaja-
dores mejor remunerados con aquellos que sufren por causas ocasionales. Si
los seres humanos fuesen previsores no produciran terciopelo y artculos de
lujo mientras se requiera alimento en los poblados: no construiran palacios
mientras an existan tugurios.
Si los seres humanos tuviesen un sentimiento de igualdad profundamente
desarrollado no oprimiran a otros seres humanos. Los polticos no engaa-
ran a sus electores; el parlamento no sera una caja de parloteos y trampas,
y los policas de Charles Warren se rehusaran a apalear a los oradores y
auditores de la plaza de Trafalgar. Y si los seres humanos fuesen corteses,
respetuosos de s mismos, y menos egostas, incluso un mal capitalista no
sera un peligro; los trabajadores pronto le habran reducido al papel de un
simple administrador-de-camaradas. Incluso un rey no sera peligroso, por-
que las personas le consideraran meramente como un semejante incapaz
de hacer mejor trabajo, y por ende encomendado a firmar estpidos papeles
para enviarlos a otros excntricos que se hacen llamar reyes. Pero los seres
humanos no son tales prjimos libres de mente, independientes, previsores,
amorosos y empticos como nos gustara verles. Y precisamente, por eso,
no deben seguir viviendo bajo el sistema presente que les permite oprimir y
explotar a otros. Tomemos, por ejemplo, a aquellos sastres sacudidos por la
miseria que desfilaron el pasado Domingo en las calles, y supongamos que
uno de ellos haya heredado cien libras de un to en Amrica. Con esas cien li-
bras es seguro que no comenzar una asociacin productiva para una docena
de semejantes sastres abatidos por la misera e intentar mejorar su condicin.
Se volver un explotador. Y, por lo tanto, decimos que en una sociedad don-
de los seres humanos son tan viles como este heredero es muy difcil para
l rodearse de sastres sacudidos por la miseria. Tan pronto como pueda les
explotar; mientras que si estos mismos sastres tuviesen un vivir asegurado,
ninguno de ellos sudara para enriquecer a su ex-camarada, y el joven explo-
tador no se convertira en la muy mala bestia en la que seguro se convertira
si sigue siendo un explotador.
Se nos dice que somos demasiado serviles, demasiado pretenciosos, como
para situarnos bajo instituciones libres; pero nosotros decimos que ya que
por cierto somos tan serviles ya no debemos seguir ms bajo las institucio-
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nes presentes que favorecen el desarrollo del servilismo. Vemos que britni-
cos, franceses, y americanos despliegan el ms desagradable servilismo hacia
Gladstone, Boulanger, o Gould. Y concluimos que en una humanidad ya do-
tada de tales instintos serviles es muy malo tener a las masas forzosamente
privadas de una educacin ms elevada, y obligada a vivir bajo la presente
injusticia en riqueza, educacin, y conocimiento. Una instruccin ms eleva-
da y una igualdad de condiciones seran los nicos medios para destruir los
instintos serviles heredados, y no podemos nosotros comprender cmo los
instintos serviles pueden convertirse en argumento para mantener, incluso
por un da ms, la desigualdad de condiciones; para rechazar la igualdad de
instruccin para todos los miembros de la comunidad. El espacio es limita-
do, pero sometamos al mismo anlisis cualquiera de los aspectos de nuestra
vida social, y vern que el presente sistema capitalista y autoritario es absolu-
tamente inapropiado para una sociedad de seres humanos tan imprevisores,
tan rapaces, tan egostas, y tan serviles como lo son ahora. Por lo tanto, cuan-
do omos a personas diciendo que los anarquistas imaginan a los seres huma-
nos mucho mejores de como realmente son, nos preguntamos simplemente
cmo personas inteligentes pueden repetir aquel absurdo. No decimos aca-
so continuamente que el nico medio para volver a los seres humanos menos
rapaces y egostas, menos ambiciosos y menos serviles al mismo tiempo, es
eliminar aquellas condiciones que favorecen el crecimiento del egosmo y la
rapacidad, del servilismo y la ambicin? La nica diferencia entre nosotros y
aquellos que formulan la objecin anterior es esta: Nosotros no exageramos,
como ellos, los instintos inferiores de las masas, y no cerramos nuestros ojos
complacientemente a los mismos malos instintos en las clases altas. Man-
tenemos que ambos, dominadores y dominados se pudren con la autoridad;
ambos, explotadores y explotados se malogran con la explotacin; mientras
nuestros oponentes parecen aceptar que existen unos panes de dios los go-
bernantes, los empleadores, los lderes quienes, con gusto, previenen que
los seres humanos malos los gobernados, los explotados, los conducidos
se vuelvan peores de lo que son.
Ah est la diferencia, y es una muy importante. Nosotros admitimos las
imperfecciones de la naturaleza humana, pero no hacemos excepciones pa-
ra los dominadores. Ellos s lo hacen, aunque a veces inconscientemente, y,
debido a que nosotros no hacemos tal excepcin, nos dicen ellos que somos
soadores, que somos poco prcticos.
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Una antigua disputa, aquella entre los prcticos y los poco prcticos,
los supuestamente utopistas: una disputa que se renueva ante cada cambio
propuesto, y que siempre termina en la total derrota de quienes se autodeno-
minan personas prcticas.
Muchos debemos recordar la disputa que se propag en Amrica antes de
la abolicin de la esclavitud. Cuando se defendi la completa emancipacin
de los negros, los prcticos solan decir que si a los negros ya no se les obli-
gara a trabajar mediante el uso de los ltigos de sus amos, no trabajaran
en absoluto, y pronto se volveran una carga para la comunidad. Los ltigos
gruesos podan ser prohibidos, decan, y el grosor de los ltigos podra ser
reducido progresivamente por la ley a media pulgada primero y luego a una
pequeez de unas pocas dcimas de pulgada; pero algn tipo de ltigo debe
mantenerse. Y cuando los abolicionistas dijeron tal como decimos nosotros
ahora que el goce del producto de la propia labor sera un inductor mucho
ms poderoso para el trabajo que el ms grueso de los ltigos, tonteras, mi
amigo, les dijeron tal como se nos dice ahora. No conoces la naturaleza
humana! Aos de esclavitud les ha vuelto imprevisores, flojos y serviles, y la
naturaleza humana no puede cambiarse en un da. Ests impregnado, claro,
con las mejores intenciones, pero ests siendo poco prctico.
Bueno, por un tiempo los prcticos tuvieron su propio modo de elaborar
planes para la emancipacin gradual de los negros. Pero, ay!, los planes
probaron ser bastante poco prcticos, y la guerra civil la ms sangrienta
registrada rompi. Pero la guerra result en la abolicin de la esclavitud, sin
ningn perodo de transicin; y ya ven, ninguna de las terribles consecuen-
cias previstas por los prcticos acaeci. Los negros trabajan, son industriosos
y laboriosos, son previsores demasiado previsores, de hecho y el nico
arrepentimiento que se puede expresar es, que el plan defendido por el ala
izquierda del campo poco prctico la igualdad completa y la distribucin
de tierras no se realizara: hubiese ahorrado muchos problemas.
Alrededor del mismo tiempo una disputa similar se propag en Rusia, y
su causa fue esta. Haba en Rusia 20 millones de sirvientes. Por varias ge-
neraciones haban estado bajo la dominacin, o mejor dicho, la vara, de sus
amos. Eran azotados por arar mal sus suelos, azotados para que hicieran el
aseo en sus hogares, azotados por la imperfeccin en el tejido de sus vesti-
mentas, azotados por no casar antes a sus nios y nias azotados por todo.
Servilismo, imprevisin, eran sus supuestas caractersticas.
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Luego vinieron los utopistas y demandaron nada menos que lo siguiente:
completa liberacin de los sirvientes; abolicin inmediata de toda obligacin
de los sirvientes hacia el seor. Ms que eso: abolicin inmediata de la ju-
risdiccin del seor y su abandono de todos los asuntos sobre los que antes
juzgaba, en tribunales campesinos elegidos por los campesinos y que juzga-
ba, no de acuerdo a la ley, que no conocen, sino a sus costumbres no escritas.
Tal era el plan poco prctico del campo poco prctico. Fue tratado como mero
desatino por los prcticos.
Pero felizmente haba en esos tiempos en Rusia una buena cantidad de po-
ca practicabilidad en los campesinos, quienes se sublevaron con palos contra
las armas, y se rehusaron al sometimiento, no obstante las masacres, y por
lo tanto reforzaron el estado mental poco prctico a un grado tal como para
permitir que el campo poco prctico forzara al zar a firmar su plan an
mutilado en algn grado.
Los ms prcticos se apresuraron a abandonar Rusia, para que no les cor-
taran la garganta pocos das despus de la promulgacin de aquel plan poco
prctico.
Pero todo continu bastante bien, no obstante los diversos traspis come-
tidos an por los prcticos. Estos esclavos a los que se les reputaba como
imprevisores, brutos egostas, y dems, desplegaron tan buen sentido, tanta
capacidad de organizacin como para superar las expectativas de incluso los
ms poco prcticos de los utopistas; y en tres aos despus de la emancipa-
cin la fisionoma general de los poblados haba cambiado completamente.
Los esclavos se estaban convirtiendo en seres humanos!
Los utopistas ganaron la batalla. Probaron que ellos eran los realmente
prcticos, y que quienes pretendan ser prcticos eran imbciles. Y el nico
arrepentimiento expresado ahora por todos quienes conocen el campesinado
ruso es, que demasiadas concesiones les fueron hechas a aquellos imbciles
prcticos y egostas estrechos de mente: que el consejo del ala izquierda del
campo poco prctico no haya sido seguido a cabalidad.
No podemos ya dar ms ejemplos. Pero invitamos fervorosamente a quie-
nes gustan de razonar por s mismos a estudiar la historia de cualquiera de
los grandes cambios sociales que han ocurrido en la humanidad desde el le-
vantamiento de las comunas a la Reforma y a nuestros tiempos modernos.
Vern que la historia no es ms que una lucha entre dominadores y domina-
dos, opresores y oprimidos, en la que el campo prctico siempre toma parte
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del lado de los dominadores y los opresores, mientras que el campo poco
prctico toma parte del lado de los oprimidos; y vern que la lucha siem-
pre termina en una derrota final del campo prctico luego de mucha sangre
derramada y sufrimiento, debido a lo que llaman su buen sentido prctico.
Si al decir que somos poco prcticos nuestros oponentes quieren decir que
prevemos la marcha de los eventos mucho mejor que los cobardes prcticos
cortos de vista, entonces tienen razn. Pero si quieren decir que ellos, los
prcticos, tienen una mejor previsin de los eventos, entonces les enviamos
a la historia y les pedimos que se dispongan a concordar con sus enseanzas
antes de realizar tan presuntuosa afirmacin.
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Somos lo suficientemente buenos?
1888
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