Principios Europeos Derecho Tributario
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Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Adriano Di Pietro*
1.Los principios en la formacin del ordenamiento europeo y las
competencias en materia tributaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
2.Los principios para la dinmica de los ordenamientos y la transformacin
europea de los sistemas tributarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
3.La interpretacin de los principios por el ordenamiento y los principios
para la interpretacin de los ordenamientos tributarios nacionales . . . . . . 17
4.De la interpretacin a la integracin fiscal: la evolucin del papel de
los principios en el ordenamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
5.Los principios jurdicos y su papel en la progresiva integracin de los
sistemas tributarios nacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
6.De los principios jurdicos a los principios generales: el papel de las
tradiciones jurdicas nacionales en la creacin de un espacio jurdico
europeo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
parte primera
PRINCIPIOS COMUNES
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autor
ndice???
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ndice
parte segunda
PRINCIPIOS COMUNITARIOS
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ndice
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ndice
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ndice
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Introduccin
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Con los principios fue creada la Comunidad Europea, sin ser conscientes de ello. Las
disposiciones con las cuales el Tratado de Roma haba querido definir el papel de las nue-
vas instituciones tenan un carcter jurdico. Un papel que, en la evolucin de los Tratados,
habra sido progresivamente formalizado, reforzando el procedimiento constitutivo de la
originaria Comunidad Econmica Europea, con la atribuciones de competencias por los
Estados. Sin embargo, la competencia tributaria nunca ha obtenido, en los distintos Trata-
dos europeos, un explcito reconocimiento, a pesar de que los principios jurdicos se han
ido progresivamente afirmando y consolidando con un valor constitucional, hasta ser obje-
to de un protocolo especfico, primero en el Tratado de Maastricht y luego en el de Lisboa.
De ah, la dificultad de dar una completa y precisa definicin al principio de atribucin
sobre el cual, desde el Tratado de Roma, se ha basado toda la arquitectura jurdica de la
Unin Europea. Aqulla con la cual se ha creado un ordenamiento totalmente original por
su soberana organizativa y su capacidad de coordinacin, con una dinmica de integracin
progresiva entre los ordenamientos, en funcin, primero, de la integracin econmica, y,
despus, del espacio jurdico europeo afirmado en el Tratado de Lisboa.
En todos estos aos, por tanto, el destino y la eficacia de los principios jurdicos en
materia tributaria han estado confiados al objetivo de la integracin econmica que, ya
desde el Tratado de Roma, haba puesto, explcitamente, el primer y originario lmite al
poder tributario estatal. Aqul que requera, con la armonizacin de la imposicin indirec-
ta, modelos impositivos de origen europeo, sustrayndolos de las regulaciones nacionales.
Ms all de este importante lmite, la integracin econmica ha permanecido, de todas
formas, como un objetivo jurdico que, por su amplitud, habra podido afectar a todos los
sectores tributarios y no solo aqullos caracterizados por modelos impositivos y aplicativos
de los impuestos indirectos. La fiscalidad, de hecho, ha mantenido una amplia posibilidad
de incidir sobre los objetivos de integracin econmica, una vez considerada, en el plano
europeo, la eficacia econmica del ingreso tributario ms que su funcin financiera, que
era la que le haba caracterizado en las tradiciones jurdicas nacionales.
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Con esta dificultad irresuelta en materia tributaria resulta incierta la delimitacin de las
competencias que, en nombre de la subsidiariedad, afirmada ya en el Tratado de Roma, habra
sido necesaria definir. De nuevo, debera haber sido la integracin econmica la que tendra
que haber definido las actuaciones que deberan haber sido competencia de la Unin Europea,
all donde la integracin no se hubiese podido alcanzar en grado suficiente por los Estados
miembros, ni a nivel central ni a nivel regional o local, sino slo por la Unin, en funcin del
alcance o de los efectos de la actuacin en materia tributaria. Por tanto, en nombre de la sub-
sidiariedad, la integracin econmica, por un lado, ha sido sustrada de la competencia de los
Estados, tambin por sus efectos en materia tributaria, si bien con el lmite de las medidas
europeas necesarias para su eficacia normativa y aplicativa; por otro lado, ha impuesto a los
Estados la plena responsabilidad de hacer efectivas las medidas normativas y de aplicacin
adoptadas por la Unin Europea en sus competencias reconocidas, tambin en materia tribu-
taria. Una obligacin, sta, coherente con la leal colaboracin que constituye otro principio
jurdico de la arquitectura institucional de la Comunidad, primero, y de la Unin, despus.
No se han puesto en discusin, en esta difcil tarea de definicin de las competencias en
materia tributaria, ni el poder impositivo, ni la funcin financiera. Ambas han permanecido
como prerrogativas estatales, en coherencia con la responsabilidad poltica de los Estados en
sus propios territorios, que no ha cambiado, porque se reconoce como ms cercana a los
ciudadanos.
Adems, los Estados quisieron garantizar que las competencias de la neonata Comuni-
dad Europea no excediesen los lmites necesarios para conseguir los objetivos que, enton-
ces, eran todos funcionales a la integracin del mercado. Aquellos mismos objetivos que
los Estados compartan en nombre de la leal colaboracin y que habran concurrido a rea-
lizar garantizando, en suma, la coherencia con sus propios sistemas jurdico-tributarios con
el objetivo primario de la constituida Comunidad Econmica Europea. Por esto, los Estados
han aceptado lmites a su propia soberana y, de modo explcito, a la soberana impositiva
en los impuestos indirectos. Para esto, tambin habran, por tanto, orientado progresiva-
mente la interpretacin de las disposiciones fiscales que finalmente estaban, directa o
indirectamente, afectadas por el ordenamiento europeo.
Por tanto, resulta difcil imaginar en materia tributaria, tambin despus del Tratado de
Lisboa, una distribucin estable de las competencias que no resulte confiado adems de al
proceso de armonizacin de la imposicin indirecta, a la aplicacin misma de los principios
de atribucin, subsidiariedad, proporcionalidad, leal colaboracin sobre los que se fundaba
la arquitectura jurdica europea. De la interpretacin y de la aplicacin de estos principios
depende todava hoy la competencia tributaria, con una distribucin variable que, en con-
traste con la creciente importancia de las opciones y de los regmenes impositivos naciona-
les sobre la integracin econmica europea, puede alterar la propia funcin de los princi-
pios jurdicos de la Unin Europea. A estos se les intima para que definan los lmites de la
competencia en materia tributaria cuando, en cambio, deberan haber asegurado su cohe-
rente y uniforme aplicacin en toda la Unin Europea.
Difcil imaginar, sin principios, la evolucin continua de las relaciones de los sistemas
tributarios con el ordenamiento europeo, de acuerdo con una dinmica que parece todava
imparable. De hecho, los principios, al mismo tiempo, han inspirado y orientado el difcil y
complejo proceso de integracin econmica que ha afectado tambin al sector fiscal y a los
ordenamientos tributarios nacionales. La dinmica de estos aos de experiencia con la plena
y completa integracin econmica ha evidenciado como ha sido determinante la contribucin
de los principios bien para definir la relacin entre el ordenamiento europeo y los nacionales;
bien para inspirar una dinmica hacia la integracin jurdica que ha afectado tambin al sec-
tor tributario; bien para dar a tal evolucin una eficacia estable y penetrante en los ordena-
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mientos nacionales que no slo se ha referido a los modelos impositivos y a los regmenes
fiscales. Una dinmica que ha terminado por afectar a los ordenamientos nacionales en todo
su conjunto, ms all de las especficas previsiones, primero, de las fuentes comunitarias y
de las de la Unin, despus.
De hecho, han sido los principios los que inicialmente han inspirado la armonizacin
fiscal para despus consentir la superacin de los lmites de la competencia atribuida. En
definitiva, los principios han concurrido para afirmar plenamente la primaca del ordenamien-
to europeo tambin all donde habra sido difcilmente imaginable una consecuencia fiscal
en la aplicacin del Derecho de los Tratados. Realmente, la soberana impositiva no habra
podido, ni permanecer dentro de los lmites en la que la haba puesto el modelo originario
de relaciones entre los ordenamientos, ni confiarse a una subsidiariedad que, dada la pleni-
tud de la soberana impositiva nacional y ante la falta de una competencia especfica europea,
habra constituido un obstculo casi insuperable para la integracin europea: la que, una vez
definida como objetivo primario de la armonizacin haba animado la rpida evolucin de
los Tratados, con efectos tambin sobre el sector tributario. De aqu, la progresiva relativiza-
cin de la soberana impositiva que, en la dimensin interna, se haba siempre afirmado como
absoluta, pero que si hubiese permanecido as, habra hecho difcil el objetivo de la integra-
cin econmica y habra debilitado la primaca jurdica que lo acompaaba. Por tanto, la
soberana impositiva habra de medirse con un objetivo tan importante y siempre incisivo con
la dinmica de integracin jurdica de los ordenamientos, alterando los trminos mismos de
la relacin entre los ordenamientos. sta, definida originariamente por el modelo del Tratado
de Roma, est fundada sobre los lmites fijados en la cesin de soberana de los Estados en
razn slo de las competencias y de los objetivos necesarios para la creacin de una Comu-
nidad Econmica. La propia dinmica de la integracin econmica ha requerido, finalmente,
una implicacin de los ordenamientos tributarios, en su totalidad y con su complejidad, que
no habra podido ser definida a priori. En cambio, habra requerido, como de hecho ha suce-
dido, de una verificacin continua de los modelos impositivos y de los regmenes tributarios
nacionales. Slo as se habra podido garantizar la plena aplicacin y la segura compatibilidad
de su transposicin nacional. Este marco relativo deba estar siempre inspirado y ponerse en
apoyo del orden jurdico del mercado que la integracin econmica exiga tambin en el
campo tributario, en nombre de principios asimilados y jurdicamente fundados, como la
neutralidad, la justa competencia, la prohibicin de discriminacin por residencia y de res-
triccin de las libertades econmicas. Cuanto ms se han afirmado stos, gracias tambin a
su creciente eficacia jurdica, ms difcil ha sido proporcionar los lmites de soberana de los
Estados miembros. stos, de hecho, han sido superados continuamente por la misma din-
mica econmica, haciendo difcil graduarlos a la originaria proporcionalidad de las compe-
tencias europeas y, con sta, tambin a la eficacia de los otros principios jurdicos. La difusin
de estos ltimos ha crecido progresivamente, as como su eficacia, tambin en una distribu-
cin variable de competencias como en la materia tributaria. As, su papel de fundamento y
garanta de la primaca del ordenamiento europeo ha permitido su penetracin y difusin en
los sistemas tributarios nacionales. Una eficacia a la que no se habra podido oponer una
soberana impositiva nacional que continuase a permanecer o a afirmarse como absoluta,
como en las tradiciones jurdicas nacionales. Habra debido, en cambio, respetar los objetivos
a conseguir, en nombre de una integracin econmica, a medida que estos se extendan, en
coherencia con la dinmica econmica del mercado europeo. sta, de hecho, intimaba, en
coherencia, una eficacia igual de la dinmica jurdica nacional, en funcin siempre de una
mayor integracin con el ordenamiento europeo.
En estos aos de definicin dinmica de las relaciones entre los sistemas tributarios y el
ordenamiento europeo, la funcin de los principios ha sido constante. Ha ido, ms all, de un
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las directivas y, por otro lado, la funcin econmica de la armonizacin que, impuesta por
condicionantes europeos, su slo elemento literal no habra podido por s slo realizar.
Las garantas del ordenamiento europeo, que la armonizacin fiscal habra debido rea-
lizar, han tocado al Derecho derivado donde era ms evidente la relacin entre los ordena-
mientos. Esto, por tanto, se ha convertido en un importante banco de pruebas de los
principios sobre los que la Carta Europea haba querido fundar la creacin de un ordena-
miento propio y con los cuales haba querido definir la integracin econmica, en la varie-
dad y en la particularidad de los instrumentos fiscales a utilizar.
Con una combinacin coherente con la sistematizacin del mismo ordenamiento euro-
peo, la subsidiariedad, en este caso, ha sido superada por efecto de la sujecin que, con la
armonizacin, impona el Tratado, la primaca de la integracin econmica en el mbito de
la imposicin indirecta.
Adems de lo anterior, la neutralidad y la justa competencia han contribuido a garan-
tizar la aplicacin de modelos impositivos armonizados, delimitando el residual poder
impositivo nacional en la transposicin de la directiva, en la adopcin de formas de impo-
sicin que se pudieran superponer al IVA y los aranceles aduaneros, como las exacciones
de efecto equivalente, en la regulacin de las formas y de los procedimientos de aplicacin
de los modelos armonizados que podran excluir la neutralidad o limitar la competencia.
Finalmente, la efectividad sirve para extender la obligacin de compatibilidad de las
opciones impositivas nacionales o de los correspondientes regmenes ms all de los mode-
los armonizados. De hecho, era necesario evitar que las legislaciones nacionales pudieran
limitar u obstaculizar la integracin econmica europea, bien actuando sobre las libertades
econmicas, restringindolas a travs de regmenes fiscales trasfronterizos, bien provocan-
do discriminaciones sobre las rentas de los residentes y no residentes, o bien alterando las
condiciones de competencia en el mercado europeo, concediendo reducciones o beneficios
fiscales slo a algunos operadores o slo en determinados territorios. De hecho, en todos
estos casos la relacin con el ordenamiento europeo de los sistemas tributarios nacionales
ha descendido ms all de los lmites de las competencias atribuidas al Derecho derivado,
con la inicial previsin de la armonizacin de los impuestos indirectos. Los Estados no
habran podido sustraerse al deber de leal colaboracin cuando ste, en nombre de la
integracin econmica, impona sus limitaciones a la soberana e impeda establecer obst-
culos normativos que no fuesen proporcionados a los intereses nacionales apreciados en
cuanto tales por el ordenamiento europeo. Sea prueba de ello la afeccin directa de las
rentas transnacionales donde la subsidiariedad, justificada por la falta de competencia en
materia de impuestos sobre la renta, ha debido plegarse a la primaca del ordenamiento,
cuando se trataba de afirmar las libertades que caracterizan de manera original la creacin
del mercado interno al cual se dirige el ordenamiento europeo.
La efectividad, en este caso, asume la garanta de los lmites impuestos a las opciones
nacionales que inciden directamente sobre las relaciones transnacionales e indirectamente
sobre las nacionales. La proporcionalidad est al servicio de la reduccin de eventuales
mrgenes de apreciacin normativa de los Estados para limitar la aplicacin de los regme-
nes nacionales que pudieran estar en conflicto con las libertades econmicas y por tanto
habran sido incompatibles con la efectividad con la que stas fueron inspiradas. La leal
colaboracin ha sido til para urgir a los Estados a que desmantelen progresivamente aque-
llas medidas fiscales nacionales que, regulando rentas transnacionales, resultasen incompa-
tibles con las libertades econmicas, una vez que stas, habran reducido el espacio de
autonoma normativa nacional en nombre de los principios jurdicos, de acuerdo con una
frtil exposicin desarrollada de manera original por la jurisprudencia del Tribunal de Jus-
ticia. Se ha tenido as, en aos, una confirmacin ulterior del papel que la interpretacin
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Han sido los principios jurdicos los que han guiado a los jueces en una interpretacin
de las normas internas que fuese europea, un esfuerzo que ha implicado siempre mayores
sectores de los sistemas fiscales nacionales. Los mismos principios tambin han obligado a
los jueces nacionales a un mayor juicio riguroso sobre las normas fiscales internas para
verificar que fuesen compatibles con el ordenamiento europeo o para proceder eventual-
mente a su inaplicacin.
El xito de los principios ha sido tambin el xito de la jurisprudencia: sta ha sostenido
su eficacia, en la visin de la integracin fiscal, con una fuerza cada vez ms vinculante, dada
precisamente por los principios de derecho que refuerzan su afirmacin frente a todos los
jueces y no slo con los de remisin. Con los principios jurdicos se procede a la integracin
de los ordenamientos; sobre ellos se funda tambin el juicio de compatibilidad de las medidas
nacionales que en lugar de estar confiada a los jueces nacionales se acompaa cada vez ms
de manera ms frecuente con la solucin interpretativa del Tribunal de Justicia.
Esto ha ocurrido para los diversos sectores tributarios. Ha afectado a la imposicin
patrimonial, la del patrimonio neto de las sociedades de capital, por los efectos econmi-
camente equivalentes a los de un impuesto indirecto sobre las aportaciones de capital.
Tambin en varios aspectos aplicativos a los impuestos indirectos que gravan la concentra-
cin de capitales, como los de los pagos efectuados para cubrir prdidas, a los bonos, a las
formas de imposicin compatibles en cuanto reconocidas de carcter remunerativo.
Un xito jurisprudencial coherente con el papel que los principios jurdicos han asu-
mido en el desarrollo de la integracin jurdica en Europa. Los efectos sobre los sistemas
tributarios han sido ciertamente ms incisivos que lo que la simple eficacia interpretativa
habra podido satisfacer. De hecho, de los principios jurdicos han dependido los mejores
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integracin que se revela cada vez ms incisivo. Una dinmica que ha permitido consolidar
la primaca del ordenamiento sin deber recurrir al necesario recorrido que el proceso de
creacin normativa impona y que en el sector tributario estaba secuestrado por la poltica
y por el consenso unnime.
Con la afirmacin del principio de confianza han crecido las responsabilidades de los
legisladores y de las administraciones nacionales al transponer y al aplicar respectivamente
el Derecho tributario nacional, cada vez ms integrado en el ordenamiento europeo. La
confianza requiere preliminarmente una seguridad en que la formulacin legislativa o la
elaboracin de los actos administrativos sea clara y comprensible, as como se exige a las
reglas de Derecho interno. No obstante, este principio alcanza a la interpretacin, en par-
ticular, la de la Administracin. sta, al garantizar una aplicacin imparcial de las normas
nacionales, en todo el territorio nacional, cada vez ms influidas por el ordenamiento euro-
peo, sobrepasa los confines administrativos naturales de la tradicin nacional para consti-
tuir, de acuerdo con la interpretacin europea, la mejor garanta de aplicacin administra-
tiva del Derecho europeo. Con tal responsabilidad la obra de la Administracin genera una
confianza que est tutelada ante las variaciones interpretativas que, si bien son admisibles,
no pueden sin embargo exponer al contribuyente a consecuencias perjudiciales. stas, ya
tuteladas en algunos ordenamientos, como el italiano, ante las sanciones, deberan alcanzar
tambin al crdito tributario, all donde la nacional se refiera a situaciones originadas por
el ordenamiento europeo en la ms amplia acepcin que sigue a la integracin actualmen-
te emprendida. Ni siquiera cuando la confianza est fundada sobre elecciones legislativas
puede eficazmente oponerse a la efectividad si esta se discute por una alteracin de la
competencia provocada por beneficios o reducciones fiscales que atribuyan una posicin
de ventaja econmica a una categora de contribuyentes. Ni siquiera la firmeza jurdica,
asegurada por la cosa juzgada, ha podido eficazmente oponerse a la afirmacin de la efec-
tividad, tampoco cuando la aplicacin de la medida fiscal favorable hubiera estado justifi-
cada por la confianza legislativa: coherente y justificada por la pertenencia de los contribu-
yentes al ordenamiento nacional.
La buena fe ha conocido una vitalidad interrumpida que, en tiempos ms recientes, ha
servido para salvaguardar el derecho a la deduccin del IVA, incluso en los casos de operacio-
nes subjetivamente inexistentes, en las que los operadores econmicos implicados no podran
ignorar, con una comprobacin diligente, el papel econmico efectivo de su vendedor.
La seguridad ha definido establemente los parmetros de la integracin del orden jur-
dico que representa el objetivo que el Tratado de Lisboa define como espacio jurdico de
justicia, libertad y seguridad y que la Unin est obligada a perseguir despus de veinte
aos de mercado europeo. Tal principio no asegura slo la primaca del ordenamiento
europeo, como ha sucedido con la integracin econmica sino que concurre a la cada vez
ms rpida integracin entre los ordenamientos tambin en el campo tributario. La seguri-
dad, en el nuevo orden jurdico que el Tratado de Lisboa define, se ha convertido en una
responsabilidad compartida entre la Unin Europea y los Estados. La primera, para la apli-
cacin uniforme del Derecho europeo y los segundos para la aplicacin del Derecho deri-
vado, en particular, de conformidad con la interpretacin europea que vincula cada vez ms
a jueces y Administraciones. Los beneficiarios son cada vez ms los ciudadanos y por tanto
tambin los contribuyentes, que son los destinatarios del orden jurdico de libertad, justicia
y seguridad que representa el nuevo objetivo de la Unin.
El derecho de defensa, hoy, define establemente las relaciones de los ciudadanos con
las instituciones europeas. Un reconocimiento formal, establecido por el Tratado de Lisboa
como corolario del derecho a una buena administracin, despus de que durante aos la
jurisprudencia lo haba ofrecido como aplicacin de los principios comunes de las tradicio-
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nes jurdicas de los ordenamientos nacionales que han concurrido as a proteger de mane-
ra eficaz la plena tutela de los derechos garantizados por el ordenamiento europeo. Tal
integracin jurdica progresiva ha revelado la potencialidad del derecho de defensa en el
mbito tributario: de la plena aplicacin de la normativa europea en el sector aduanero, a
la garanta de la eficaz transposicin de los modelos armonizados y de los derechos por
sta asegurados a travs de las administraciones nacionales. No estaba en juego la compe-
tencia, que se limitaba al dato material, sino de nuevo la efectividad de los caracteres que
califican tales modelos, como haba sucedido en el IVA con los caracteres de la generalidad,
de la proporcionalidad al precio y, sobre todo, de la neutralidad.
Gracias a la aportacin de las tradiciones jurdicas nacionales y a la eficacia, en el orde-
namiento europeo, de los principios comunes a los Estados nacionales, la integracin
jurdica europea se ha enriquecido, tambin en el mbito tributario, de principios de alcan-
ce general. Una contribucin sta, de los sistemas tributarios nacionales una vez que sus
correspondientes opciones no slo no son enemigas de la integracin econmica, sino que
se han convertido en funcionales para un nuevo orden jurdico, comn y compartido.
Convertidos en principios generales estos se han aadido a los principios jurdicos en la
proteccin del nuevo orden jurdico: no ya slo el del mercado que haba constituido el
objetivo originario, sino tambin en materia tributaria.
Con los principios generales no slo se juzgan las medidas o los regmenes nacionales
por su compatibilidad con el ordenamiento europeo, as como haba pasado con los prin-
cipios jurdicos, en nombre de la integracin econmica, en la larga y frtil estacin de la
integracin en el ordenamiento europeo de los sistemas tributarios nacionales. A los prin-
cipios generales no les resulta parangonables las medidas econmicas, las que haban
perseguido la neutralidad, competencia y las libertades econmicas en el mercado europeo.
Por tales principios generales, en cambio, pueden ser tutelados los derechos de los contri-
buyentes ante la incierta o discutible transposicin nacional o al sucederse interpretaciones
nacionales o comunitarias o la variedad de medidas administrativas con las cuales se ha
querido dar aplicacin a las normas nacionales o a las europeas. Por los principios genera-
les, por tanto, se exalta el papel de la interpretacin: la orientada por la jurisprudencia
europea para una tutela de los contribuyentes ante los jueces nacionales y la de las Admi-
nistraciones nacionales en el ejercicio de las funciones tributarias, ambas unidas en la nueva
responsabilidad europea. Por los principios generales los contribuyentes pueden requerir
a los Estados el sacrificio de la inaplicacin de las normas nacionales. Esto, segn un exten-
dido parmetro de legalidad que caracteriza el nuevo orden jurdico, el del espacio europeo
de libertad, seguridad y justicia que mide la legitimidad de los actos administrativos y la
legalidad de las normas nacionales. Tales principios generales, por tanto, han asumido la
fuerza jurdica que nicamente la primaca del ordenamiento europeo integrado les ha
podido atribuir, desde el momento que los mismos principios, en el mbito nacional, no
habran logrado ir ms all de los confines del propio ordenamiento. As pueden concurrir
a la creacin de un espacio jurdico europeo, continuando en esa integracin jurdica que,
tambin en el campo tributario, ha caracterizado la larga estacin de los principios jurdicos
y de su efectividad ms evolucionada.
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