Revista de HISPANISMO FILOSÓfico19 PDF
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S U M A R I O
PRESENTACIN 5
ARTCULOS
NOTAS
RESEAS 191
Vocales: Toms Albaladejo, Juana Snchez-Gey Vanegas y Gabriel Aranzueque por la Universidad
Consejo Asesor:
UNIVERSIDAD AUTONOMA
DE MADRID
Depsito Legal: M 33083-1996
ISSN: 11368071
Fotocomposicin: COMPOBELL, S.L.
Colaboran en este nmero:
Natalia Bustelo
(Universidad Nacional de La Plata)
Carlos Oliva
(Universidad Nacional Autnoma de Mxico)
Pedro Calafate
(Universidade de Lisboa
Centro de Filosofia da UL)
Mieczyslaw Jaglowski
(Universidad de Olsztyn)
Helio Carpintero
(Real Academia de Ciencias Morales y Polticas)
UNIVERSIDAD AUTONOMA
DE MADRID
Abstract: The purpose of this paper is to examine Alfonso Reyess exile in Madrid between
1914 and 1924 in relation with the Spanish generation of 1898 (Miguel de Unamuno, Azorn,
Valle-Incln, Po Baroja) as well as of 1914 (Jos Ortega y Gasset, Ramn Gmez de la Serna,
Eugenio DOrs, etc.). Reyes achieved a friendship with these Spanish counterparts, because he
shared with them a time of national crisis in his case he had to flee from the Mexican Revolution
in 1913. Reyes was also very aware of the need to modernize the Spanish language literature. That
is why Reyes, like Unamuno and Ortega, became a reference of modernity, a literary master for
the intellectual community both of Mexico and the rest of Hispanic American countries.
Keywords: Alfonso Reyes, Generation 1989, Generation of 1914, Mexican Revolution,
Spanish essay, Mexican essay.
L
a dcada madrilea de Alfonso Reyes fue tan vivaz y rica en consecuencias
que se trata del contacto cultural ms importante entre un escritor mexicano
y la intelectualidad espaola en la primera mitad del siglo XX. Cuando Reyes
Mxico ha dejado de existir. All no hay gobierno, ni propiedad privada, ni existencia in-
dividual jurdica, ni tribunales, ni registro civil. Se han destruido millones en valor de
inmuebles en slo la capital. Fenmeno nico en las guerras civiles de Amrica y que en las
del mundo slo hace recordar la inevitable Revolucin Francesa. [] Qu surgir de este
extrao desastre? Volver a haber civilizacin en Mxico?5.
Mxico, para Pedro Henrquez Urea, haba dejado de existir en 1914 con el triunfo
de la Revolucin constitucionalista de Venustiano Carranza, cuando las multitudes bra-
vas de a caballo invadieron la capital sin saber muy bien lo que queran, como lo delata
el encuentro entre Pancho Villa y Emiliano Zapata en el palacio de Chapultepec. La
vieja aristocracia mexicana haba huido, y con ella buena parte de sus intelectuales. Para
Alfonso Reyes, uno de esos exiliados, Mxico ya haba dejado de existir el da en que
mataron a su padre: el 9 de febrero de 1913, en vsperas de la conspiracin para derrocar
el gobierno revolucionario (legtimamente constituido) de Francisco I. Madero. En su
texto Oracin del 9 de febrero, el escritor mexicano sentenci: Todo lo que salga de
m, en bien o en mal, ser imputable a ese amargo da6. Me pregunto si no podra ha-
blarse, por lo tanto, de una decadencia mexicana para la circunstancia de la generacin
del Ateneo de la Juventud, contempornea a la generacin espaola del 14. Slo que
la decadencia de Mxico fue aun mucho ms honda que la de Espaa. Y otorg otras
honduras a la obra de Reyes, distintas a las de Ortega, y distintas tambin a la obra de
sus colegas mexicanos como Jos Vasconcelos y Martn Luis Guzmn.
No era tan fcil, en el caso de Reyes, el lenguaje efectivo, directo y enftico de
Ortega. Parte de su reticencia potica obedeca a que su padre, el general Bernardo
Reyes, no slo haba sido el fiel gobernador de los estados del norte de Mxico duran-
te la dictadura de Porfirio Daz y el candidato ms apto para sucederlo si se hubiera
presentado en las elecciones de 1910. Tambin estuvo detrs del golpe militar para
derrocar al gobierno revolucionario de Madero, y aunque cay asesinado antes de
que se consumara el golpe de Estado, su nombre qued asociado a los victimarios, al
dictador Porfirio Daz y al golpista Victoriano Huerta, es decir, a los enemigos de la
Revolucin, a los reaccionarios, a los malos. Los buenos, en cambio, se convirtieron
en nombres de calles y monumentos: Madero, Zapata, Villa y Carranza. Detenerse de-
masiado en las intenciones de su padre para derrocar a Madero, conspiracin en la que
tambin particip su hermano Rodolfo Reyes, le hubiera impedido a Alfonso Reyes
insertarse en el discurso hegemnico que domin en Mxico a lo largo del siglo XX,
el de la Revolucin. Prefiri sublimarlo, segn Octavio Paz, a travs de la escritura de
su poema dramtico Ifigenia cruel (1923):
5
HENRQUEZ UREA, P., y REYES, A., Epistolario ntimo (1906-1946), tomo II, recopilacin de Juan
Jacobo Lara, Santo Domingo, Universidad Nacional Pedro Henrquez Urea, 1983, p. 81.
6
REYES, A., Oracin del 9 de febrero, Memorias, OC XXIV, Mxico, FCE, 1990, p. 39. [Este texto
fue escrito en Buenos Aires en agosto de 1930, pero que dej indito en vida y que slo se public pstu-
mamente].
Quiz no sea innecesario recordar que este poema es, entre otras muchas cosas, el smbolo
de un drama personal y la respuesta que el poeta intent darle. Su familia perteneca al
ancien rgime. Su padre haba sido ministro de la guerra del gobierno de Porfirio Daz y su
hermano mayor, el jurista Rodolfo Reyes, era un profesor universitario y un polemista de
renombre. Ambos fueron conservadores y enemigos del gobierno revolucionario de Made-
ro [] As, la situacin de Alfonso Reyes no era muy distinta a la de Ifigenia: el hermano
le recuerda que la venganza es un deber filial; y rehusarse a seguir la voz de la sangre es
condenarse a servir a una diosa sanguinaria Artemisa en un caso, la Revolucin mexicana
en el otro. Ifigenia decide quedarse en Turide, y Reyes se pone al servicio del rgimen
revolucionario7.
Pero no fue de un da para otro en que Reyes se puso al servicio del rgimen
revolucionario. De 1914 a 1919 no tuvo ningn vnculo con el gobierno mexicano.
Slo hasta 1920, cuando el movimiento de lvaro Obregn, Adolfo de la Huerta y
Plutarco Elas Calles derroc el rgimen de Venustiano Carranza, Reyes, gracias a la
intervencin de Jos Vasconcelos, entonces rector de la Universidad Nacional, se vin-
cul al cuerpo diplomtico en la Legacin de Madrid. De manera que no fue, como lo
matiza el historiador Javier Garciadiego, un exiliado poltico voluntario8. Luego del
triunfo del Ejrcito Constitucionalista de Carranza en julio de 1914, Reyes no pudo
asomarse por Mxico so pena de que lo mataran. Desde el 4 de diciembre de 1913,
en el peridico El Constitucionalista, Carranza haba expedido una ley segn la cual
se ordenaba castigar con la pena de muerte [] al general Victoriano Huerta, a sus
cmplices, a los promotores y responsables de las asonadas militares operadas en la
capital de la repblica, en febrero del corriente ao [1913] [y] a todos aquellos que
de una manera oficial o particular hubieran reconocido o ayudado, o en lo sucesivo
reconocieren o ayudaren, al llamado Gobierno del General Victoriano Huerta9. El
haber aceptado del gobierno de Huerta el nombramiento de segundo secretario de la
Legacin de Mxico en Pars en agosto de 1913 y, sobre todo, el ser el hijo del re-
accionario general Bernardo Reyes, no lo convertan, si volva a Mxico, en el ms
susceptible de ser fusilado?
Pas un ao triste en Pars entre agosto de 1913 y septiembre de 1914, sin escri-
bir nada creativo como no fueran artculos de filologa para la Revue Hispanique,
que diriga en la capital francesa el hispanista Raymond Foulch-Delbosc. El 15
de julio de 1914 el Ejrcito Constitucionalista de Carranza derroc el gobierno
golpista de Huerta, y todo el Cuerpo Diplomtico mexicano acreditado en Europa
qued cesado. En agosto, en medio del estallido de la Primera Guerra Mundial,
Reyes se vio despedido y sin sueldo, sin poder regresarse a Mxico ni quedarse
en un Pars asediado por las bombas alemanas. A principios de septiembre cruz
la frontera hasta San Sebastin en compaa de su esposa Manuela Mota y de su
7
PAZ, O., El jinete del aire: Alfonso Reyes, Generaciones y semblanzas. Dominio mexicano, OC
IV, ed. del autor, Mxico, Crculo de Lectores-FCE, 2006, p. 228.
8
Javier Garcieadiego, Alfonso Reyes y Espaa: exilio, diplomacia y literatura, en Reyes, Borges,
Gmez de la Serna. Rutas trasatlnticas en el Madrid de los aos veinte, comp. de Julio Ortega, Mxico,
Grupo Editor Orfila Valentini-TEC de Monterrey, 2011, p. 84. [Las itlicas son mas].
9
Tomado de RAMREZ RANCAO, M., La reaccin mexicana y su exilio durante la Revolucin de 1910,
Mxico, UNAM, 2002, pp. 5-6.
hijo en brazos Alfonso Reyes Jr. Desde all decidi aventurarse a Madrid a probar
suerte. As se lo hizo saber a su amigo Pedro Henrquez Urea:
No me queda ms que Espaa. A Mxico, jams. Madrid es campo mediocre, pero quin
sabe? [] Quiz por aqu realizo el ideal de desvincularme de Mxico por una era. Tengo
cierta fe. [] Si logro algo, traslado all mis libros en cuanto pueda y, desde luego, mi
familia. Corro el riesgo inminente de morirme de hambre10.
[] es un hecho que las convulsiones mejicanas han trado al rezago espaol algunos
hombres de aquella tierra dotados de excelentsimas fuerzas intelectuales y morales: son
literatos, artistas, tcnicos, etc. El desorden fatal de su patria los ha puesto impensadamente
en difcil situacin ante la vida. [] Nada de pensiones porque no se trata de invlidos.
[] No habra mejor medio de aprovechar esas fuerzas intelectuales dentro de nuestra
sociedad? No son acciones como esta que proponemos la verdadera poltica hispanoame-
ricana, y todo lo dems retrica, y sobre todo, retrica mala? [] No sera una obra espa-
ola tratar a esos mejicanos en destierro de modo que Espaa no sea tal destierro para ellos
sino una ampliacin de su pueblo13.
10
Carta de AR a PHU, San Sebastin, 19 de septiembre de 1914, Alfonso Reyes / Pedro Henrquez
Urea. Correspondencia I. 1907-1914, ed. de Jos Luis Martnez, Mxico, FCE, 2004, p. 478.
11
REYES, A., Historia documental de mis libros, OC XXIV, o. c., p. 177.
12
Citado por PEREA, H., La rueda del tiempo. Mexicanos en Espaa, Mxico, Cal y Arena, 1996, p.
54.
13
Citado por PEREA, H., ib., pp. 55-56. [La cita original est en Editorial, Espaa, 2 de diciembre de
1915, facsimilar I, p. 537].
Alfonso Reyes no slo ley esta propuesta de la editorial del semanario Espaa,
donde ya trabajaba enviando algunas reseas cinematogrficas, sino que la asumi de
modo personal.
Y en la escuela platnica se nos da como empresa de toda cultura: salvar las apariencias,
los fenmenos. Es decir, buscar el sentido de lo que nos rodea. Preparados los ojos en el
mapamundi, conviene que los volvamos al Guadarrama. Tal vez nada profundo encontre-
mos. Pero estemos seguros de que el defecto y la esterilidad provienen de nuestra mirada.
Hay tambin un logos del Manzanares: esta humildsima ribera, esta lquida irona que lame
los cimientos de nuestra urbe lleva, sin duda, entre sus pocas gotas de agua, alguna gota de
espiritualidad15.
respuesta a Meditaciones del Quijote (1914) de Ortega, puesto que asuma la interpre-
tacin de la realidad espaola, no tanto desde la filosofa o sociolgica, sino desde la
tradicin literaria16. Esto no le impidi a Reyes, segn el crtico colombiano, analizar
a su modo el contexto sociopoltico espaol. Ya el propio Reyes haba dicho, en sus
primeros Apuntes sobre Jos Ortega y Gasset (1916), que en Meditaciones del Qui-
jote haba visto un fin esencialmente poltico, no literario; que a Ortega le interes ver
el mundo no como l es sino como le convena17.
Con todo, ciertas afinidades entre la sensibilidad de Reyes y Ortega con respecto a
la realidad espaola pueden comprobarse, sin necesidad de forzar nada, en algunos es-
critos de ambos, fechados entre 1914 y 1917, es decir, durante los aos de la Primera
Guerra Mundial. En el primer tomo de El Espectador (La Lectura, Madrid, 1916), lo
que ms celebraba Ortega de la narrativa de Po Baroja tambin lo celebraba Alfonso
Reyes: la capacidad de observacin, condicin que propona como esencial para el
autntico escritor:
El primer mandamiento del artista, del pensador es mirar, mirar bien el mundo en torno.
Este imperativo de contemplacin, o amor intellectualis, basta a distinguir la moral del
Espectador de la que establecen los activistas, no obstante sus mltiples coincidencias18.
16
GUTIRREZ GIRARDOT, R., Alfonso Reyes y la Espaa del 27, en Literatura hispanoamericana del
siglo XX: mmesis e iconografa, ed. de Guadalupe Fernndez Ariza, Mlaga, Servicio de Publicaciones
de la Universidad de Mlaga, 2003, p. 24. [Este libro rene los trabajos del II Curso de Literatura Hispa-
noamericana del siglo XX, celebrado en la Universidad de Mlaga entre los das 4 y 8 de marzo de 2002].
17
Vase de REYES, Apuntes sobre Jos Ortega y Gasset, Los dos caminos, Simpatas y diferencias.
Cuarta serie, OC IV, Mxico, FCE, 1956, p. 260.
18
ORTEGA Y GASSET, J., Ideas sobre Po Baroja, El Espectador I, OC II, Madrid, Alianza-Revista de
Occidente, 1983, p. 98. Vase tambin ORTEGA Y GASSET, J., Ensayos sobre la generacin del 98 y otros
escritores espaoles contemporneos, Madrid, Revista de Occidente-Alianza, 1981, p. 121.
19
De AR a PHU, Madrid 3 de julio de 1916, Alfonso Reyes / Pedro Henrquez Urea. Correspon-
dencia I. 1907-1914, o. c., p. 263.
20
Citado por REYES, A., Historia documental de mis libros, o. c., p. 193.
Calle de Alcal o de Toledo. Mujeres rudas o finas. Todas hermosas. Una tras otra con una
frecuencia desesperante. Ritmo inagotable, meloda de ojos y cabelleras, marcha infinita de
los pies. Un mareo, una fuga general de deseos, hasta que no os quedis fros y perfectos,
como el mismo cristal. No conozco mejor prueba de la escala platnica que el ver desfilar
por Madrid las mujeres bellas. Cada una pone una nota propia al concierto22.
21
Vase de ORTEGA Y GASSET, Esttica del tranva, El Espectador I, o. c., pp. 33-39.
22
REYES, A., Cartones de Madrid, o. c., p. 78.
23
ORTEGA Y GASSET, J., La voluntad del barroco, El Espectador I, o. c., p. 98.
24
Ib., p. 224. [El texto al que se refiere Reyes, en efecto, est firmado por H. Peseux-Richard, M.
Felipe Trigo, Revue hispanique: recueil consacr ltude des langues, des littratures et de lhistoire
des pays castillans, catalans et portugais, t. 28, n. 74, 1913 , pp. 317-389].
lesco contra Felipe Trigo (antes de que se suicidara). El artculo de DOrs, firmado con
el pseudnimo Xenius, se titula Il pensieroso, Le penseur y El preocupado / Noticias
de la Repblica de las Letras, y, en efecto, est publicado en el semanario Espaa el
12 de enero de 1915. Lo curioso es que DOrs no hace tampoco ninguna mencin a
Felipe Trigo en su artculo, como no sea por alusiones a su pose pesimista o fatalista:
Por lo visto, al ser un novelista de mucho xito entre las clases populares, Felipe
Trigo no gozaba de mucha estima entre los crculos intelectuales, donde ms bien
era tomado con irona y con burla. Reyes deduca, entre burlas veras, que Felipe
Trigo no supo ligar unas frases con otras, ni unas pginas con otras. Pero s unos
libros con otros26. Trigo era todo lo opuesto al ideario esttico del mexicano: en
lugar de seguir el secreto de la perfeccin artstica (recurdese el consejo que Orte-
ga le dio a Reyes), emprender obras algo inferiores a nuestras capacidades, este
novelista populachero puso su obra algo por encima de sus medios artsticos27.
El tiempo parece haberle dado la razn a Ortega y a Reyes: de ser un novelista de
mucho xito en su tiempo, Trigo est casi olvidado en el actual. De ah que Reyes lo
dejara sin nombre en El suicida.
El ente abstracto que encarna aquel novelista suicida [Felipe Trigo] tambin cauti-
v a Unamuno, a juzgar por la carta que, el 2 de junio de 1917, le dirigi a Reyes en
acuse recibo de un ejemplar de El suicida:
lo he ledo y con provecho. Lo tom con inters desde que empec su lectura pues cuando
se mat el pobre Felipe Trigo el culto a la vida, as, con letra mayscula, lleva a la muerte
pens escribir sobre ello. Veo que tenemos muchas lecturas comunes y aficiones parecidas.
He anotado algunos pasajes de sus ensayos con nimo de comentarlos alguna vez. Cun-
do? No lo s. Me gusta el gnero y me gusta como usted lo trata. Acaso haya demasiada
literatura. Algo ms de misticismo activo estara mejor29.
Qu hacer para producir la catarsis, la onda del viento saludable? Echarnos a la calle
cuanto antes, arrojarnos a un ro, desbocar el auto, atropellar gentes, domar potros, ir de un
hombre a otro, chocar con las cosas del mundo, desahogar, en fin, todo ese vaho y toda esa
bruma en que naufraga la dignidad humana. No hay morbo psicolgico que resista a una
conflagracin continental, a una guerra europea: los gases asfixiantes de las trincheras son
menos dainos que los de la chimenea domstica31.
misma poca como la noluntad nacional. Los espaoles, deca, slo parecen querer
que se les deje morir en paz. Morir, no vivir:
Espaa no quiere nada fuera de s misma, es decir, no quiere nada. No quiere dominio
territorial; no quiere dominio espiritual tampoco. No quiere soar ensueos que dar a los
dems. Duerme sin soar. [.] No hay noluntad nacional, no hay conciencia nacional,
porque no hay voluntad internacional, no hay conciencia internacional entre nosotros32.
En el centro de la vida terica al menos del soldado hay un misticismo: el soldado como
tipo ideal debe estar dispuesto a dejar ciudades y comodidades, familias y aun la vida mis-
ma al toque del clarn []. Por oposicin a este misticismo al aire libre, el misticismo de la
celda es insano []. El guerrero todo se da33.
Estoy tan ocupado que tiemblo por m sinceramente. Pronto le enviar nuevas publicacio-
nes mas. Dioses! Qu furia se ha apoderado de m? Yo soy vctima de algo o de alguien
que me va empujando por detrs. Digo como Horacio al Dios: Adnde me llevas tan lleno
de tu mismo?35.
32
UNAMUNO, M. DE, La noluntad nacional, Artculos olvidados sobre Espaa y la Primera Guerra
Mundial, ed. de Christopher Cobb, Londres, Tamesis Book Limited, 1976, p. 13-15. [Artculo original-
mente publicado en El Imparcial, 22-III-1915, es decir, por la poca en que Reyes planeaba El suicida].
33
REYES, A., El suicida, o. c., p. 274.
34
Ib., p. 276.
35
REYES, A., Epistolario Alfonso Reyes Jos M. Chacn y Calvo, ed. de Zenaida Gutirrez-Vega,
Madrid, Fundacin Universitaria Espaola, 1976, p. 29.
Antes, en otra carta a Genaro Estrada, su nico amigo estable dentro de la buro-
cracia mexicana y quien ms tarde facilit sus nombramientos diplomticos desde de
la Secretara de Relaciones Exteriores, le haca una lista de todo lo que haba escrito
en Madrid durante 1917:
Estoy fatigadsimo. Considere Ud. que es diligente y sabe lo que cuesta el trabajo lo que
llevo publicado en un ao (o hecho, y sin publicar, pero entregado al editor):
1. Visin de Anhuac (Convivio, Costa Rica).
2. El Suicida.
3. [traduccin de] Ortodoxia, de Chesterton. ([editorial] Calleja).
4. [edicin y prlogo] del Arcipreste de Hita (Calleja. Lo tiene Ud?)
5. [biografa de] Fray Servando.
6. [traduccin de] El Derecho Internacional del porvenir, del francs de Alejandro l-
varez, que fue un compromiso con Fombona, y traduje yo solo, aunque aparecern su
nombre y el mo.
7. [prlogo de] El Peregrino en su patria, de Lope (Casa Nelson, Edimburgo. No s cun-
do saldr. Ni pruebas tengo an).
8. [edicin y prlogo de] Juan Ruiz de Alarcn, La verdad sospechosa y Las paredes oyen
(La Lectura. Se imprimir por octubre).
9. [edicin y prlogo de] Pginas escogidas de Quevedo (Calleja: ahora corrijo pruebas).
10. Pginas escogidas de Ruiz de Alarcn (tambin para Calleja. No s cundo comenzarn
a imprimirlo).
11. Cartones de Madrid ([editorial] Cultura, no s, etc.)
A esto aada Ud. artculos de ocasin en los peridicos, y una coleccin sobre el Cine que
algn da publicar (yo soy ese FSFORO de los peridicos madrileos que invent y puso
a la moda la crtica de Cine. Ahora la hacen todos, y aun en Mxico veo artculos Por la
pantalla, que recuerdan mi ttulo Frente a la pantalla). A esto aada Ud. los delicadsimos
trabajos aunque de fruto escaso y recndito de la Revista de Filologa Espaola, para la
que formo tambin la Bibliografa trimestral, que se publica sin mi nombre. [] Y aada
Ud. finalmente, mil cosas ms que se me olvidan. Vivo de la pluma, y es vida dura mientras
no se arregle aquello, y esto36
Reyes ya dejaba traslucir esta suerte misticismo activo, incesante, como si la lite-
ratura fuera para l como una fuerza divina o sobrehumana, segn le contaba a Pedro
Henrquez Urea: Trabajo con ahnco. No me basta la luz del da, y la fatiga de la
noche me encuentra sobre el yunque. Con esto, casi no tengo malos pensamientos37.
A qu tipo de malos pensamientos se refera? La falta de malos pensamientos, por
fortuna, no hace que se avinagre o se amargue el tono de sus libros. La frescura de su
prosa parece como si los hubiera acabado de escribir ayer. Reyes se despoj de esa
actitud de andar sin voluntad propia o con noluntad, dira Unamuno, consumido en
fanatismos sin revisin crtica, desdeoso de la imaginacin creadora. En el texto Di-
36
Carta de Alfonso Reyes a Genaro Estrada, fechada en Madrid el 2 de septiembre de 1917, en Con
leal franqueza. Correspondencia entre Alfonso Reyes y Genaro Estrada (1916-1927), vol. I, ed. de Serge
I. Zetzeff, El Colegio Nacional, 1992, pp. 31-32.
37
REYES A., Carta a Pedro Henrquez Urea, Madrid, diciembre 14 de 1916, Epistolario ntimo
(1906-1946), o. c., p. 111.
De 1833 a 1923, en noventa aos, 118 diferentes gobiernos, o al menos, Presidentes del
Consejo. Slo del armisticio ac, de 1918 a 1923, diez cambios. Los jefes de partido se
transmiten unos a otros los problemas sin tiempo de resolverlos. [] Las crisis que deter-
minan los cambios parecen venir de causas extraas a la vida poltica ostensible y parla-
mentaria: pactos secretos entre los prohombres, interferencias clandestinas como los vetos
de los grupos militares desde 1917, etc. [] Y el saldo: regionalismo cataln, terrorismo,
crisis social, hemorragia africana, problema ferroviario, Juntas Militares y desgobier-
no. [] Algo a la vez trgico y grotesco: la esttica del esperpento, de Valle-Incln, que
vio ms hondo de lo que parece40.
Lo cierto es que ya desde 1917, en los Cartones de Madrid, Reyes vena sealan-
do un defecto muy espaol: el excesivo popularismo que conduca al anarquismo, el
desprecio por el orden y las jerarquas intelectuales. No lo denunciara Ortega, ms
tarde, en La rebelin de las masas? Como stiras, como una puesta en ridculo de esa
38
REYES, A., El suicida, o. c., p. 231.
39
GUTIRREZ GIRARDOT, R., o. c., p. 42.
40
REYES, A., Momentos de Espaa. Memorias polticas 1920-1923, Archivo de Alfonso Reyes, n. 3,
Mxico, Imprenta Barri, 1947, pp. 5-6.
41
RODRGUEZ PADRN, J., Alfonso Reyes y el Madrid posible, en Anales de literatura hispanoameri-
cana, Universidad Complutense de Madrid, 1993, n. 22, p. 207.
42
En aquella exposicin, Rivera expuso cinco cuadros de estilo cubista: La naturaleza muerta con
damajuana (hoy en National Gallery of Art, Washington); Paisaje de Mallorca (Coleccin particular); El
arquitecto Jess T. Acevedo (Museo de Arte Alvar y Carmen Carrillo Gil, Ciudad de Mxico); Retrato de
Gmez de la Serna (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires), y El rastro (Museo de Dolores
Olmedo, Ciudad de Mxico). Para las noticas de esta exposicin, vase de GARCA GARCA, I., Orgenes de
las vanguardias artsticas en Madrid (1909-1922), Crdoba, Fundacin Provincial de Artes Plsticas Ra-
fael Bot, 2004, pp. 58-79. Vase tambin de BAOS BRAVO, M. (ed.), El arte espaol del siglo XX, Madrid,
CSIC, 2001, p. 232.
43
Vase de GMEZ DE LA SERNA, R., Automoribundia (1888-1948), OC XX, ed. de Iona Zlotescu. Revi-
sin de los textos por Juan Pedro Fernndez. Coordinacin documental de Pura Fernndez. Con el asesora-
miento de Jos-Carlos Mainer, Barcelona, Crculo de Lectores, Galaxia Gutenberg, 1998, pp. 295-296.
44
REYES, A., Cartones de Madrid, o. c., p. 67.
ha inventado Goya45. Cabe resaltar otra de sus frases de grueso calibre: Espaa
es una deformacin grotesca de la civilizacin europea46. El crtico Jess Rubio
Jimnez, puesto a analizar a fondo la relacin entre Goya y Valle-Incln, consider
que el inters del escritor gallego por el pintor aragons naci tras la lectura del
poema A Goya de Rubn Daro (incluido en su poemario Cantos de vida y espe-
ranza, Madrid, 1903), y por los exposiciones que de los Desastres de la guerra y de
las Pinturas negras empezaron a abundar en Madrid a propsito del estallido de la
Primera Guerra Mundial47.
A partir de esta asociacin entre los Caprichos goyescos y el esperpento de Valle-
Incln me atrevo a sugerir que Reyes, en Cartones de Madrid, contribuy al nacimien-
to de este gnero nuevo. No me deja de parecer un gran acierto que en el texto dcimo
sexto de este libro, Valle-Incln, telogo, el mexicano ya se atreviera a dibujar una
caricatura del escritor espaol a la manera de un esperpento:
Don Ramn es una figura rudimental, de fcil contorno: el mirarlo incita a dibujarlo: con
dos circulitos y unas cuantas rayas verticales queda hecha su cara (quevedos y barbas); y
con cuatro rectas y una curva, su mano derecha (ndice, cordial, anular, meique y pulgar).
Cara y mano: lo dems no existe, o es slo un ligero sustentculo para esa cara y esa mano.
De hecho, nada ms necesita el maestro definidor: la cara es el dogma, y la mano es el
comentario48.
5. Oxigenacin cosmopolita
Cartones de Madrid retrata la capital espaola que vio Reyes entre 1914 y 1917, y
buena parte aparece sumida en la pobreza, asediada de pordioseros y pcaros. Relatos
de viajeros ms o menos contemporneos a Reyes reconfirman esa realidad: Rubn
Daro reportaba el 4 de 1899, en Espaa contempornea, para La Nacin de Buenos
Aires, algo muy parecido: los mendigos, desde que salto del tren, me asaltan bajo
cien aspectos []49. Tambin en Treinta aos de mi vida, la memorias del periodista
guatemalteco Enrique Gmez Carrillo, hay todo un captulo dedicado a los mendi-
gos de Madrid50. El novelista Po Baroja registr igualmente en sus memorias esta
abundancia, y la encontr paralela a la de bohemios y desempleados, poblacin que se
haban acentuado a comienzos del siglo XX, segn l, por la crisis de 1898:
45
VALLE-INCLN, Luces de bohemia, Austral, Madrid, 1968, p. 132.
46
Ib., p. 106.
47
Vase de RUBIO JIMNEZ, J., Valle-Incln: caricaturista moderno. Nueva lectura de Luces de bohe-
mia, Madrid, Editorial Fundamentos, 2006. [Vase especialmente el primer captulo: El esperpentismo
lo ha inventado Goya, pp. 21-52].
48
REYES, A., Cartones de Madrid, o. c., p. 85.
49
DARO, R., Espaa contempornea, OC II, Madrid, Afrodisio Aguado SA, 1950, p. 40.
50
Vase de GMEZ CARRILLO, E., La miseria en Madrid, en Treinta aos de mi vida, Ed. Jos de
Pineda, Ciudad de Guatemala, 1974, p. 342.
[] probablemente por el vaco hecho por los polticos a todos los que no fueran sus ami-
gos, y quiz tambin por la perdida de las colonias, que naturalmente restringi el nmero
de empleos en Espaa, al verse tantos hombres en las proximidades de los treinta aos sin
oficio, sin medios de existencia y sin porvenir, se desarroll, principalmente en Madrid, una
bohemia spera, rebelde, perezosa, maldiciente y malhumorada. [] Toda Espaa se de-
dicaba por entonces a la gitanera con fruicin. [] Espaa tena entonces una inclinacin
marcada por lo populachero51.
Ay, si Espaa se decidiera a confiar un poco en s misma, a esperar ms de los actos que
de los epigramas! Entonces la vida espaola se hara ms penetrable a las preocupaciones
superiores. La redentora revisin que data del 98, aunque combata un mal de ensimis-
mamiento, ha trado al fin otro mal del mismo linaje. Tanta introspeccin acusadora ha
acabado por crear una atmsfera sofocante, de cuarto cerrado. No vendra mal abrir las
ventanas. [] No vendra mal pensar en Amrica.54
Tal vez la nica diferencia notable entre Alfonso Reyes y los miembros de la ge-
neracin del 98 y del 14 haya sido su visin y hasta continuidad de Marcelino
Menndez Pelayo, el controvertido fillogo de Santander. Desde el primer libro de
Reyes, Cuestiones estticas, hay ya dos textos dedicados concretamente a la literatura
espaola: La Crcel de amor de Diego de San Pedro, novela perfecta y Sobre la
esttica de Gngora. Otros dos, Las canciones del momento y De los proverbios
y sentencias vulgares, delatan sus conocimientos en el Romancero tradicional y en
otros autores del siglo de oro, como Garcilaso y Fray Luis de Len. Pero lo que ms
asombra de Cuestiones estticas es que, para precisar algunos puntos de Crcel de
amor o bien ciertos juicios sobre la esttica de Gngora, o incluso para darle autoridad
a sus opiniones sobre el teatro ateniense, haya varias citas in extenso de Marcelino
Menndez Pelayo.
Aun ms, para reforzar la tesis de su conferencia El paisaje en la poesa mexicana
del siglo XIX, que public como un folleto aparte en 1911, Reyes se apoy de nuevo
en el incomparable maestro de la crtica espaola, sosteniendo que el aporte prin-
cipal de la poesa americana ha de buscarse en los elementos del paisaje, a travs de
los periodos de la historia americana: el esfuerzo civilizador de la conquista, luego la
55
GMEZ DE LA SERNA, R., Prlogo, en MESONERO ROMANOS, R. DE (El Curioso Parlante), Escenas
matritenses, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1942, p. 13.
56
REYES, A., Cartones de Madrid, o. c., p. 88.
y los comentarios que en 1860 Julin Sanz del Ro hizo de Das Urbild der Menscheit
(Ideal de la humanidad para la vida) marc el punto de entrada del krausismo en
Espaa. Catedrtico de Historia de la Filosofa de la Universidad Central de Madrid,
Julin Sanz del Ro sent las bases de lo que ms tarde sera el Instituto Libre de En-
seanza. El krausismo lata detrs del impulso de la creacin de nuevas instituciones
culturales, pues conceba el Estado como el principal patrocinador de la cultura. Slo
que cuando el krausismo espaol cruz el ocano hasta Mxico, a pesar de muchas
similitudes con el positivismo, no conquist del todo la mente de los educadores.
Algunos advirtieron que el krausismo disminua aun ms la formacin humanista sin
ofrecer tampoco ninguno avance en el conocimiento de las ciencias naturales.
Justo Sierra trat de aplicar el krausismo sin suerte entre los estudiantes mexica-
nos: Los procedimientos dialcticos, el vocabulario y el estilo causan en los alumnos
profunda sorpresa y desconcierto, hacindoles penetrar en las regiones de la metafsi-
ca pura63. A tal grado elev Sierra sus crticas contra el krausismo que, segn Antoln
Snchez Cuervo, lleg a simpatizar con la opinin de los catlicos, para quienes tal
sistema pedaggico degeneraba en una filosofa errnea con visos de secta pseudo-re-
ligiosa64. Si en Justo Sierra hubo un amague de simpata conservadora, en Menndez
Pelayo fue decisiva su simpata con la opinin de los catlicos, y entre 1876 y 1882
sostuvo una polmica con los krausistas.
En la primera de las tres epstolas que se cruz con ellos, y que conforman su
libro La ciencia espaola, Menndez Pelayo aclar que no se trataba de oponerse a
la exageracin innovadora con otra exageracin reaccionaria, sino en profundizar
qu tanto haba de ciencia, valga la redundancia, en nuestra historia cientfica y an
en una gran parte (no despreciable por cierto) de la literaria65. Crtico del sistema
educativo de las universidades espaolas por los programas positivistas que imponan
los krausistas, a quienes vea como meros transmisores de corrientes importadas, Me-
nndez Pelayo prefiri reconcentrarse en la investigacin bibliogrfica, en la historia
literaria que crey mucho ms til. Siendo director de la Biblioteca Nacional de Es-
paa le envi una carta a Leopoldo Alas Clarn, el 8 de abril de 1898, confesndole
con ofuscacin que los krausistas son un grupo de fanticos a quienes nunca pude
tragar, como usted sabe muy bien, y a quienes creo el mayor obstculo para el pro-
greso intelectual de Espaa66. No se podra pensar lo mismo de los positivistas, de
los cientficos en Mxico? De ah que muchos aos despus, en su madurez creativa,
Reyes comprendiera el espritu reaccionario de Menndez Pelayo:
Bien quisiera don Marcelino ser todava ms generoso; pero quiere la fatalidad que el
momento histrico le atraviese una verdadera valla. Pues, qu figura hacen a sus ojos los
63
Citado por SNCHEZ CUERVO, A., Krausismo en Mxico, UNAM, Mxico, 2004, p. 73.
64
Vase ib., p. 274.
65
MENNDEZ PELAYO, M., La ciencia espaola, De re bibliographica, Madrid, Consejo Superior de
Investigaciones Cientficas, 1946, p. 58.
66
Citado por MORN ARROJO, C., Menndez Pelayo: hacia una nueva imagen, en Menndez Pe-
layo. Hacia una nueva imagen, Ponencias del Seminario del mismo ttulo celebrado en la Universidad
Internacional Menndez Pelayo, Santander, 2-6 de agosto, bajo la direccin de Manuel Revuelta Saudo,
Santander, 1983, p. 18.
liberales? Hacen, nada menos, figura de krausistas; en cierta manera, descastadores de las
virtudes nacionales y aun de la preciosa herencia lingstica. Cmo pedir al humanista que
no viva ante ellos medio sublevado, y por aqu, apoyndose siempre en el pie que descansa
sobre el territorio todava conservador? Hay, pues, una niebla de poca que contribuye a
impedirnos la visin clara67.
Pequea conclusin
67
REYES, A., Reconciliacin de Menndez Pelayo, en Los trabajos y los das, OC IX, Mxico, FCE,
1997, p. 408.
68
Id.
69
BORGES, J. L., La escritura del Dios, El Aleph, Prosa completa 2, Madrid, Bruguera-Emec, 1985,
p. 324.
Dolores Franco: Espaa como preocupacin70. O bien caber en el corpus que Pedro
Lan Entralgo analiz en el segundo tomo de su libro Espaa como problema. Desde
la generacin del 98 hasta 193671.
La pregunta por el problema de Espaa sigue flotando en nuestro tiempo y
seguir flotando porque los problemas autnticos, al decir del aforista colombiano
Nicols Gmez Dvila, no tienen solucin sino historia72. Alfonso Reyes no pensa-
ba en Espaa como Estado, sino como la nacin fundadora o definidora del mundo
hispnico. Jos Martnez Ruz, Azorn, lo hizo notar al afirmar, en mayo de 1924,
que Alfonso Reyes mereca el homenaje de la literatura independiente de Espaa, de
la literatura selecta, no sancionada por el Estado, pero s profunda y genuinamente
nacional, arraigada en la Nacin73. Es decir, Azorn ya consideraba a Reyes un es-
critor espaol, un escritor de la nacin hispnica fundada en la lengua y en la cultura.
70
Vase de FRANCO, D., Espaa como preocupacin. Antologa, presentacin de Azorn, Madrid, Edi-
ciones Guadarrama, 1960.
71
Vase de LAN ENTRALGO, P., Espaa como problema. Desde la generacin del 98 hasta 1936, Ma-
drid, Aguilar, 1956.
72
Vase de GMEZ DVILA, N., Escolios a un texto implcito, seleccin de Franco Volpi, Bogot, Vi-
llegas Editores, 2011.
73
MARTNEZ RUZ, J., Azorn, La personalidad literaria de Alfonso Reyes, en Pginas sobre Alfon-
so Reyes. Vol. I. Primera parte, comp. de Alfonso Rangel Guerra, Mxico, El Colegio Nacional, 1996, p.
65. [Artculo publicado originalmente en La Prensa, Buenos Aires, 18 de mayo de 1924].
Resumen: El presente artculo analiza la primera recepcin del filsofo cataln Eugenio
dOrs que se realiza en la Argentina. A travs de la reconstruccin de las rutas y los actores
intervinientes en esa recepcin, as como de los intereses que guiaron la edicin, la cita y la
llegada de dOrs a ese pas, se busca iluminar el proceso de apropiacin de unas ideas pensadas
en principio para otras latitudes. Para ello el artculo se detiene especialmente en los dos grupos
juveniles participantes de la Reforma Universitaria e interesados en las corrientes filosficas
antipositivistas: el Colegio Novecentista de Buenos Aires y la agrupacin Crdoba Libre de
Crdoba.
Palabras clave: Colegio Novecentista, Crdoba Libre, Eugenio dOrs, Filosofa antipositi-
vista, Reforma Universitaria.
Abstract: This paper analyses the early reception of the Catalan philosopher Eugenio dOrs
in Argentina. In order to shed light on the process of appropriation of a set of ideas originally
developed with a different context in mind, the paper reconstructs the routes and actors that
took part in its reception and explores the interests that guided the publication and quotation
of dOrss texts in Argentina, as well as the trip organized for the philosopher himself to visit
the country. The process was led by two student groups that participated in the Reforma Uni-
versitaria and were interested in the anti-positivist philosophies: the Colegio Novecentista of
Buenos Aires and the group Crdoba Libre of Crdoba.
Keywords: Colegio Novecentista, Crdoba Libre, Eugenio dOrs, Antipositivist Philoso-
phy, Reforma Universitaria.
Introduccin
L
os conflictos estudiantiles que hacia 1918 se producen en la ciudad de Crdoba,
Argentina, marcan el inicio del movimiento latinoamericano de la Reforma
Universitaria, y junto a l la emergencia de la juventud universitaria como un
nuevo actor poltico. Entre los elementos que estructuran la expresin ideolgica ar-
gentina de la Reforma suele destacarse la combinacin de un juvenilismo arielista con
el antipositivismo difundido por el filsofo madrileo Jos Ortega y Gasset. ste ha-
ba visitado la Argentina en 1916 para pronunciar una serie de conferencias en las que
sentenci la caducidad del positivismo y la emergencia de una nueva sensibilidad
ligada al neokantismo1.
Si bien con el correr de los aos Ortega trama slidos vnculos con la intelectua-
lidad portea (sobre todo a travs de la relacin entre su Revista de Occidente y la
revista Sur que edita en Buenos Aires el grupo de Victoria Ocampo), durante el primer
periodo de la Reforma (1918-1922), aos en que los jvenes reformistas realizan el
mayor avance en la concrecin de sus reivindicaciones, Ortega disputa su puesto de
referente europeo del movimiento latinoamericano con el filsofo cataln Eugenio
dOrs. En 1921, ante el arribo de dOrs a nuestro pas, adverta desde Crdoba el poeta
y lder reformista Arturo Capdevila:
[] el clima espaol de debate y cuestionamiento, del que Ortega y dOrs eran lderes de
exportacin hacia Amrica Latina, vendra tambin en la revista Espaa, dirigida por Luis
Araquistain; en ediciones de la Revista de Occidente, como Psicologa de la edad juvenil
de Spranger, y en discursos de incitacin juvenilista como los del profesor de derecho penal
de Madrid, Luis Jimnez de Asa3.
Durante el primer cuarto del siglo XX, Eugenio dOrs (1881-1954) se erige en el
intelectual ms influyente de Catalua. Adems de desplegar una intensa actividad
3
CNEO, D., La reforma universitaria (1918-1930), Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1976, p. XIV.
4
Cf. ROCA, D., Prlogo, DORS, E., Introduccin a la Filosofa. Curso de Eugenio dOrs sobre la
doctrina de la inteligencia, Buenos Aires, Publicacin del Centro Universitario, 1921, pp. 19-21.
5
Cf. FUENTES CODERA, M., El campo de fuerzas europeo en Catalua. Eugeni DOrs en los primeros
aos de la Gran Guerra, Lleida, Pags editors, 2009.
6
Fundado en 1916 en Barcelona, el Institut se propone construir una gran biblioteca de Catalua, una
escuela de bibliotecarias y una red de bibliotecas populares. DOrs es el Secretario del Institut hasta 1921
y organiza all su Seminario de Filosofa, el que en 1919 consigue contar con las lecciones del resonado
filsofo britnico Bertrand Russell. Cf. DAZ-PLAJA, G., El combate por la luz. La hazaa intelectual de
Eugenio dOrs, Madrid, Espasa-Calpe, 1981.
Breve y fugaz. La verdadera cultura, repito, es la que nos lleva a Espaa. En estos prop-
sitos, justo es recordar la labor de la Institucin Cultural Espaola, que tanto bien hace a
Espaa y a la Repblica Argentina. Esta entidad llev hombres jvenes, que causaron gran
7
NAL ROXLO, C., Borrador de memorias, Buenos Aires, Plus Ultra, 1978, p. 159.
8
Entre 1914 y 1919 el Ateneo agrup a estudiantes de las distintas facultades de la Universidad de
Buenos Aires y lleg a contar con ms de trescientos socios, muchos de los cuales tuvieron un rol protag-
nico en los inicios de la Reforma Universitaria. Los jvenes editaron veintids nmeros de la revista Ideas
(1915-1919) y diecinueve de Clarn (1919-1920), un quincenario que se inspir en el semanario Espaa
de Araquistain. Cf. BUSTELO, N., Arielistas, atenestas y novecentistas. Los jvenes revisteros porteos en
los inicios de la Reforma Universitaria, Los trabajos y los das, 3, 2012, pp. 12-40. Sobre la relacin del
Ateneo con la renovacin espaola vase BIAGINI, H., Entre Espaa y Nuestramrica, La contracultura
juvenil. De la emancipacin a los indignados, Buenos Aires, Capital Intelectual, 2012, pp. 181-218.
Destellos orsianos
[] tena por hermano mayor, muy querido y muy respetado, a Benjamn Taborga, espritu
extraordinario, poeta excelente, estudioso de singularsimo saber. Juntos nos iniciamos en
la elegancia filosfica y estilstica de Eugenio DOrs, campen antipositivista que nos asen-
t en el antipositivismo ya adquirido en otros crticos y filsofos europeos, dorados por no-
sotros en las noches constantes de la Biblioteca Nacional. En DOrs conocimos el trmino
9
SENZ, M., El catedrtico don Mario Senz, El Sol, 24/04/1925.
10
Con esta institucin, fundada en Buenos Aires en 1912 en homenaje a Menndez y Pelayo, se for-
maliza el padrinazgo que la intelectualidad espaola busca mantener en Argentina y del que da cuenta la
visita de Rafael Altamira en 1909 y al ao siguiente la de Adolfo Gonzlez Posada, profesores ambos de la
Universidad de Oviedo. La Institucin se encarga de coordinar la llegada de distintos representantes de la
Junta de Ampliacin de Estudios de Madrid. En 1916, ante la imposibilidad de que Unamuno viaje a Bue-
nos Aires, la Institucin Cultural financia la llegada de Ortega; en 1917 llega el matemtico Rey Pastor.
Si bien el viaje de dOrs es financiado por la Universidad Nacional de Crdoba, la Institucin Cultural se
encarga de las conferencias del filsofo en Buenos Aires.
novecentista (que Taborga us por primera vez en unas Glosas novecentistas publicadas
por m en El Hogar) con el significado del seny o sabidura dado por el Glosario11.
democrtico que rega en la Argentina desde 1912 y que en 1916 haba llevado por
primera vez a la presidencia del pas a un representante de las clases medias. Taborga
revisa la doctrina del sufragio libre y la concepcin de los derechos del hombre en que
aquella se apoya para proponer un derecho funcional, o bien una democracia fundada
en un sufragio que privilegia el conocimiento poltico y que una vez ms siguiendo
a Gabriel se adelantaba a la concepcin poltica que nos ha trado el rgimen ruso
de los soviets15.
Sin la marca orsiana conferida por Taborga, esa matriz filosfica superadora del
positivismo y del liberalismo, que se aboca tanto al estudio del espritu ms all de la
funcin cientfica como al diseo de un proyecto poltico ms all del contractualis-
mo, ya haba ingresado a la Universidad de Buenos Aires. Sus difusores principales
se encontraban en la carrera de Filosofa de la Facultad de Filosofa y Letras: en su
ctedra de tica y Metafsica el abogado y poltico Rodolfo Rivarola expona las co-
rrientes neokantianas y en la ctedra de Historia de la Filosofa el mdico devenido
filsofo Alejandro Korn analizaba, adems del neokantismo, la filosofa de Bergson.
Pero para que se produjera una reaccin antipositivista capaz de desplazar al cienti-
ficismo de las aulas haca falta an una fuerza juvenil colectiva como gustaba decir
al joven Adolfo Korn Villafae, hijo mayor de Alejandro Korn y protagonista de ese
proceso-, o bien una suerte de vanguardia filosfica16. Esa conversin tiene lugar a
mediados de 1917 cuando, por iniciativa de Gabriel (entonces un joven periodista y
estudiante de filosofa), un grupo de jvenes porteos funda el Colegio Novecentista.
Discutiendo con la versin que circula hasta la actualidad de que el Colegio fue
obra de Alejandro Korn, afirmaba Gabriel:
El inventor y el creador del Colegio Novecentista fui yo, al margen del Ateneo Universi-
tario, del grupo Ideas (revista en que sin embargo colabor) y del propio Don Alejandro,
todava actuante individual en Filosofa y Letras de Buenos Aires; y lo invent y lo cre
sin directiva alguna de Ortega y Gasset, a quien haba conocido personalmente unos meses
antes, y cinco aos antes de que viniese DOrs, si bien inspirado en su obra17.
Ya en 1916, los hermanos espaoles Taborga y Gabriel escriben juntos una de-
fensa de Ortega, quien acababa de ser atacado en la seccin de Psicologa y Fi-
losofa de la mencionada revista Nosotros por Alberto Palcos, uno de los jvenes
15
GABRIEL, J., o. c., pp. 155-156.
16
En su estudio sobre la recepcin argentina de Kant, Dotti identifica al Colegio Novecentista con
el primer vanguardismo filosfico, el que encuentra una prolongacin en el grupo de la revista Ini-
cial (1923-1927). Ambos, junto a Coriolano Alberini, Alfredo Franceschi, Jacinto J. Cuccaro, Ral V.
Martnez, Nimio de Anqun, Alberto Rougs, Lidia Peradotto, Carlos Astrada, principalmente, habran
conformado las figuras de ruptura dentro de la reaccin antipositivista argentina. Por su parte, Korn y
Rivarola junto a Antonio Dellepiane, Ernesto Quesada, Juan Chiabra, los matemticos Camilo Meyer y
Carlos Dieulefait, y Enrique Butty representaran las figuras de mediacin. Esta reaccin tendra como
marca comn la vuelta a Kant desde encontradas doctrinas filosficas como el neoidealismo, el neocri-
ticismo, el neokantismo, el actualismo, el intuicionismo y las filosofas de la vida. Cf. DOTTI, E., La letra
gtica. Recepcin de Kant en Argentina, desde el romanticismo hasta el treinta, Buenos Aires, Facultad
de Filosofa y Letras, 1992.
17
GABRIEL, J., Verdadera historia del Colegio Novecentista, La Libertad Creadora, 2, 1943, p. 313.
Por su parte, Palcos identifica este tipo de planteos con la filosofa mstica, acu-
sacin que tambin se registra recurrentemente en el mximo referente argentino de
la cultura cientfica, Jos Ingenieros, as como en su reconocido discpulo Gregorio
Bermann, en los directores de Nosotros y en general en los simpatizantes del Partido
Socialista Argentino21. Contina Palcos afirmando que el problema de Ortega es que:
[...] no est bien empapado en la mdula de las doctrinas evolucionistas y [por ello] no es
-
lucionismo, lejos de hallarse en decadencia, pueden considerarse como las dos conquistas
22
.
Si bien Palcos reconoce que la cultura cientfica est siendo cuestionada por la
barbarie que despliega la Gran Guerra, no duda de que se trata de un eclipse pasajero
que no debe conceder la instalacin de filosofas que descartan el estudio determinista
18
Durante 1914 este joven estudiante de medicina es el director de los cinco nmeros de la revista
portea Ariel, rgano del centro homnimo en el que se renen jvenes universitarios asociados al po-
sitivismo y al socialismo, y que se proponen difundir la ciencia entre los obreros. Durante 1917 Palcos
dirige la Revista Socialista. Publicacin mensual de doctrina y crtica socialista y cultura general, y al ao
siguiente el peridico La Internacional. rgano del Partido Socialista Internacional (grupo que en 1921
se convierte en el Partido Comunista Argentino). Asimismo, en los primeros aos de la Reforma, Palcos
busca que el movimiento estudiantil inscriba sus reclamos dentro de la lucha de clases y se gue por el
socialismo revolucionario.
19
Sostiene Palcos: Ortega y Gasset es un artesano infatigable de esa Espaa nueva, de esa Espaa
por venir. En sus obras niega la existencia de una cultura espaola e incita a construirla. Cada nacionalidad
constituye un ensayo particular de la vida, segn Ortega y Gasset, y en ese sentido anhela que la Espaa
forje la suya sobre moldes ms amplios que los actuales. Ortega y Gasset advierte la subversin de los va-
lores en Espaa y pugna por su renovacin, PALCOS, A., Jos Ortega y Gasset. El sentido de la filosofa,
Nosotros, 87, 1916, p. 202.
20
Ib., p. 205.
21
Sobre el itinerario intelectual de Ingenieros, Bermann, Alfredo Bianchi y Roberto Giusti (los dos
directores de Nosotros), cf. TARCUS, H. (comp.), Diccionario biogrfico de la izquierda argentina. De los
anarquistas a la nueva izquierda (1870-1976), Buenos Aires, Emec, 2007, pp. 312-316; 61-63.
22
PALCOS, A., o. c., p. 205.
Novecentismo quiere ser suerte de nombre o sea de la actitud mental de unos cuantos
hombres de hoy nuevos y del Novecientos a quienes no conforma ya el catn espiritual
vigente. [] Afectos, sin embargo, a nuevas maneras de pensamiento y con nuevos matices
de sensibilidad, reputan insuficiente la explicacin positivista y aspiran a columbrar hori-
zonte mental ms amplio que sea a un tiempo mismo crtica y superacin23.
asisten por las tardes al doctorado en las nubes que ofrece la Facultad de Filosofa
y Letras, por las maanas se aseguran sus futuros ingresos con una profesin liberal.
Y he aqu una interesante marca distintiva: mientras los jvenes ligados al socialis-
mo y el cientificismo como Palcos y Bermann eligen la Facultad de Medicina, los
novecentistas se interesan por la diletante Facultad de Derecho (no es el caso de
Taborga y Gabriel que viven del periodismo, pero s el de Casares, Korn Villafae,
Bonet, Gache, Pessolano, No y Malagarriga)25. Asimismo, la mayora de los miem-
bros del Colegio haban colaborado en la revista Nosotros e integraban el mencionado
Ateneo de Estudiantes Universitarios. El principal animador de este grupo recuerda
que discutan:
[] extensa y acaloradamente los asuntos del Ateneo y de Ideas, mxime cuando el saram-
pin novecentista empez a atacar a Korn Villafae y a Rohde, conspirando su difusin
endmica segn creamos contra el progreso de nuestra entidad. No fue as, sin embargo,
y pese a ciertos debates ruidosos que sostuvimos con sus corifeos, lo indudable es que al
fundarse el Colegio Novecentista, mantuvimos frente a l una neutralidad cordial y hasta
benvola26.
En definitiva, los animadores del Colegio son jvenes que ya vienen construyen-
do un espacio de sociabilidad e intervencin desde la condicin de universitarios
comprometidos con los ideales grecolatinos y con la posibilidad de una poltica que
corrija los males del parlamentarismo. Pero mientras el Ateneo rene a estudian-
tes de distintas facultades porteas que se interesan por una formacin integral y
se referencian en la Residencia de Estudiantes de Madrid, el Colegio, en cambio,
convoca a jvenes que, tambin interesados en esa formacin, reaccionan contra la
invasin del cientificismo en el mbito de la filosofa y de las letras, una reaccin
para la que encuentran una gua en las noticias que llegan del Seminario de Filo-
sofa de dOrs y en la difusin que viene realizando el residente Manuel Garca
Morente. A este joven filsofo espaol corresponde dos textos muy influyentes entre
los noventistas porteos: el estudio introductorio a la edicin de El hombre que tra-
baja y que juega y la introduccin a La filosofa de Henri Bergson27. En efecto, los
tres primeros Cuadernos reproducen el estudio de Morente sobre dOrs; asimismo,
25
A ste pertenece la primera traduccin al espaol de uno de los libros seeros de los antipositivistas,
La Evolucin Creadora (1910) de Henri Bergson; la traduccin aparece en 1912 por la editorial madrilea
Renacimiento. Por otra parte, el joven abogado y estudiante de letras Julio No era desde 1912 el secreta-
rio de Nosotros, y en el momento en que firma el manifiesto novecentista ya haba iniciado una estrecha
amistad con Ortega, con quien haba realizado el viaje que lo llev de regreso a Madrid en 1916.
26
MONNER SANS, J. M., Historia del Ateneo de Estudiantes Universitarios (1914-1920), Buenos Aires,
Mercatali, p. 18. A pesar del recuerdo de Monner Sans, la neutralidad y benevolencia entre los grupos pa-
rece no haber sido tal hacia 1919, pues ante la crisis poltica que produce la huelga portea de la Semana
Trgica el Ateneo promueve un socialismo antiparlamentario y proletarizante, mientras que el Colegio se
muestra partidario de un antiparlamentarismo jerarquizante y catlico.
27
Este libro, compuesto de la conferencia en francs impartida por Bergson en la Residencia y un
ensayo de Garca Morente, es otra de las naves que enva la institucin madrilea, pues llega en la edi-
cin de las Publicaciones de la Residencia de Estudiantes de 1917. Recordemos que por intermediacin
de Coriolano Alberini (junto con Korn el referente ms destacado del antipositivismo argentino) Garca
Morente se refugia en Argentina durante 1939.
en el discurso inaugural del Colegio Gabriel cita el texto sobre Bergson y el primer
Cuaderno reproduce El positivismo y el espritu, un breve texto que los jvenes
extraen de La filosofa del hombre que trabaja y que juega para poner a circular en
la escena portea como una suerte de programa de renovacin antipositivista.
Sobre el cientificismo sostenan los novecentistas en el primer prrafo de sus Estatutos:
Para los odos de la poca, la crtica a Ingenieros y sus discpulos no poda ser ms
clara. Los orsianos porteos se enfrentan a la moral sin dogmas y a la pretensin de
fijar normas al hombre desde la ciencia, tarea que aquel organizaba colectivamente a
travs de su Revista de Filosofa (1915-1929)29. y haba sistematizado en su exitoso
El hombre mediocre (1913) y en Hacia una moral sin dogmas (1917). Si bien im-
portantes protagonistas de la Reforma se sienten interpelados por lo que Ingenieros
defina como un idealismo experimental, los novecentistas optan por un idealismo
que parte del reconocimiento de una libertad que excede la determinacin cientfica.
Como mencionamos, para ello retoman La filosofa del hombre que trabaja y que jue-
ga y construyen como canal de expresin los Cuadernos del Colegio Novecentista30.
Estos Cuadernos tienen una grfica notoriamente similar a la de los Quaderns
que edita en Barcelona el grupo orsiano, al punto que aquellos pueden ser concebi-
dos como una suerte de versin local de stos. Aunque no se conserva ninguna carta
cruzada entre el grupo cataln y el porteo, a travs del epistolario entre dOrs e
Ingenieros sabemos que el cataln se escriba con Gabriel31. Pero adems los Qua-
derns y el Glosari testimonian que el mismo dOrs busc alimentar el inters de los
28
Cuaderno, 4, 1918, Buenos Aires, p. 181. Destacado nuestro.
29
Sobre el proyecto intelectual de la revista vase BIAGINI, H., Introduccin, La Revista de Filosofa.
Cultura, Ciencia y Educacin (1915-1929). ndices, Buenos Aires, Academia Nacional de Ciencias, 1984,
pp. 5-13; y ROSSI, L., Los proyectos intelectuales de Jos Ingenieros desde 1915 a 1925: la crisis del po-
sitivismo y la filosofa en la Argentina. Prlogo a la edicin fascimilar de Revista de Filosofa, Cultura,
Ciencia y Educacin, Quilmes, Universidad Nacional de Quilmes, 1999, pp. 13-62.
30
El Colegio edita nueve Cuadernos, aparecidos entre julio de 1917 y diciembre de 1919. Sin una
publicacin, el grupo contina reunindose para dar vida al Colegio al menos hasta 1923. El nico estudio
sobre esta publicacin realiza una minuciosa reconstruccin de las corrientes culturales que conviven en el
grupo; a pesar de ello, no trabaja con el ltimo cuaderno ni tiene en cuenta la atraccin que ejerce en el grupo
la filosofa de DOrs, cf. EUJANIAN, A., El novecentismo argentino: reformismo y decadentismo. La revista
CUADERNO del Colegio Novecentista, 1917-1919, Estudios Sociales, 21, 2001, Santa Fe, pp. 83-105.
31
En la carta con que d'Ors iniciaba el contacto con Ingenieros aquel contaba: Por una carta de Jos Gabriel
me he enterado ms especialmente de las simpatas que usted ha tenido la generosidad de manifestar en torno
de algunos incidentes de vida poltica de Barcelona, que me conciernen (19/10/1920; Fondo Jos Ingenieros,
CeDInCI).
jvenes porteos por su filosofa: los Quaderns correspondientes a enero de 1918 re-
sean elogiosamente el ensayo de Taborga publicado en el segundo de los Cuadernos
porteos;32 y ese mismo ao aparece en el Glosari un dictamen novecentista en el
que dOrs no ahorra en halagos a Taborga y el Colegio. El texto, que circula en Buenos
Aires a travs de los Cuadernos, sostiene:
Ante la muerte de Taborga, a fines de 1918, DOrs encuentra una nueva oportuni-
dad de halagar en el Glosari a su discpulo argentino.
Ms all de este vnculo con los Quaderns, en el campo intelectual porteo los Cua-
dernos aparecen como la contracara del proyecto de Ingenieros y, especialmente, de
la difusin que el estudiante Gregorio Bermann realiza en la Facultad de Filosofa y
Letras. Es que los novecentistas se enfrentan no slo a las tesis deterministas sea en su
variante biolgica o en la econmica que deban repetir para aprobar los exmenes de
la facultad, sino tambin a la difusin de un cientificismo socialista que el joven disc-
pulo de Ingenieros y futuro activista de la Reforma vena realizando desde Verbum, la
publicacin del Centro de Estudiantes de la Facultad de Filosofa y Letras, y luego desde
la presidencia de ese centro. En efecto, Bermann llega a la presidencia del Centro un
mes antes de la fundacin del Colegio cuando, luego de un acalorado conflicto entre los
estudiantes, Rohde debe renunciar al cargo que haba asumido en abril de 1917. Luego
de su renuncia, Rohde ironiza en la revista del Ateneo de Estudiantes sobre el perfil de
estudiante difundido por Bermann, y en junio de ese ao acepta la propuesta de Gabriel
de fundar un Colegio Novecentistas. Rohde no slo es uno de los dieciocho jvenes que
firman el manifiesto del Colegio, sino que adems, entre 1918 y 1923, lidera el grupo34.
Pero ese enfrentamiento entre aquel discpulo de Ingenieros y los novecentistas
no concierne nicamente a la relacin entre ciencia y filosofa. El idealismo nove-
centista tambin desconfa del liberalismo y de la versin economicista del socia-
lismo que difunde el grupo de Ingenieros: para el Colegio el ochocientos a superar
32
El espacio, la geometra y la lgica (a propsito de una crnica de Amado Nervo) por Benjamn Tabor-
ga. Colegio Novecentista (agosto de 1917), Quaderns destudi IV, 3, vol. I, 1918, pp. 303-307. En ese nmero
tambin se publica la lista de ingresos a la Biblioteca del Consejo de Pedagoga, a partir de esa lista sabemos
que desde entonces los dos primeros Cuadernos estaban disponibles en la biblioteca.
33
Con esas otras publicaciones DOrs alude a la primera de las Publicaciones del Colegio Novecen-
tista, La otra arcadia: versos de Tefilo de Sais (seudnimo de Taborga), editada a comienzos de 1918.
Seguramente, DOrs redacta su Glosari con la publicacin a la vista, pues a continuacin trascribe el epi-
grama a Vctor Hugo que aparece en la ltima parte del libro. Cf. Un juicio de Eugenio DOrs (Xenius),
Cuadernos 6, 1918, p. 198.
34
Si bien el ltimo nmero de los Cuadernos est fechado en diciembre de 1919, el Colegio funcio-
n, al menos hasta 1923, en unas reuniones mensuales en casa de Rohde. Quien da testimonio de esas
reuniones es el novecentista Alberto Ripa Alberdi: en su respuesta a la encuesta sobre la nueva generacin
literaria que realiza Nosotros en 1923, Ripa Alberdi menciona a esas reuniones platnicas como uno de los
eventos literarios porteos ms prometedores, sobre todo por su clasicismo enfrentado al vanguardismo de
la revista Martn Fierro.
La solucin cientfica [propuesta por Marx] no resuelve sino una parte del problema y
exige para completarse una solucin tica. [ ] Urge fundar las aspiraciones econmicas
de la sociedad actual en una tica que sea expresin ideal de una personalidad consciente
y libre. Solamente valores ticos y estticos, no valores econmicos, pueden dignificar la
condicin humana35.
35
Cuaderno, 4, 1918, pp. 5-7.
36
Ver sobre todo CASARES, T., El maximalismo y KORN VILLAFAE, A., Carta. Contestacin a la pas-
toral de S. S. I. fray Zenn Bustos, Obispo de Crdoba, ambos en Cuadernos, 7, 1919, pp. 41-49 y 50-52,
respectivamente. Ver tambin El Colegio Novecentista y el conflicto universitario de La Plata, Cuadernos,
9, 1919, pp. 209-211. Coriolano Aberini recuerda que hubo fuertes discusiones una vez que se inicia la Re-
forma Universitaria y refiere a un alzamiento exitoso de la minora catlica del Colegio contra la mayora
liberal, vase Alberini, C., La reforma universitaria y la Facultad de Filosofa y Letras, Escritos de filosofa
de la educacin y pedagoga, Mendoza, UNC/FFyL, 1973, pp. 88-91. Para una inteligente reconstruccin
de la trayectoria temprana de varios novecentistas, vase VASQUEZ, K., Intelectuales y poltica: la nueva
generacin en los primeros aos de la reforma universitaria, Prismas, 4, 2000, pp. 59-75.
37
GABRIEL, J., o. c., p. 314. En el noveno y ltimo Cuaderno, aparecido en diciembre de 1919, figu-
ran como integrantes del Colegio: Luis Magnani, Santiago Biggi, Juan Probst, Jorge M. Rohde, lvaro
Melin Lafinur, B. Ventura Pessolano, Toms D. Casres, Leopoldo G. Vastella, Carlos C. Malagarriga,
Juan Rmulo Fernndez. Corresponsal Quilmes, Dr. Adolfo Bazn. Es decir, slo permanecen cuatro
de los miembros fundadores. El nico artculo que aborda la sociabilidad del Colegio, adems de
En cuanto a Gabriel, aunque en los treinta simpatiza con Trotzki y con el bando
anarquista de la Guerra Civil Espaola, durante los veinte sigue interesndose por la
difusin de dOrs y del orsismo de Taborga. En esta dcada sus espacios de interven-
cin son la Asociacin Cristiana de Jvenes y el grupo Renovacin de La Plata (que
orienta Alejandro Korn y que en 1931 se afilia al Partido Socialista). Pero adems
Gabriel publica en 1921 La educacin filosfica, una recopilacin de sus artculos que
ofrece como una carta de presentacin del orsismo argentino a su maestro que visita la
Argentina38. A su vez, el libro lleva el prlogo de otro orsiano, Ernesto Laclau (padre
del reconocido filsofo contemporneo). En 1921 este joven profesor de la Facultad
de Derecho dicta una conferencia en memoria a Mitre que, adems de comenzar con
un epgrafe de Xenius, utiliza la periodizacin cultural de dOrs para interpretar la
filosofa poltica argentina: la ilustracin de Bernandino Rivadavia habra tenido los
defectos intelectualizantes sealados por dOrs, mientras que el romanticismo de la
generacin del 37 habra abandonado la razn, para producirse una sntesis con la
llegada del novecentismo, o bien de un idealismo que subordina la ciencia a la tica.
Anbal Ponce resea la conferencia (editada junto a la presentacin de Korn Villafae
por la editorial Nosotros, bajo el ttulo Filosofa poltica argentina) en la Revista de
Filosofa. El discpulo de Ingenieros advierte la impronta orsiana de Laclau, pero tam-
bin la rivalidad entre esa lectura y la ms ligada a la sociologa, que haba desplegado
Ingenieros en La evolucin de las ideas argentinas (1917).
Por su parte, Ingenieros que no se cansa de ironizar sobre la seudo-filosofa
kantiana y bergsoniana se interesa fuertemente en la renovacin espaola y en la
labor desempeada all por dOrs. En ese sentido, la vinculacin del novecentismo
con el cientificismo de Ingenieros ofrece una buena muestra de las distintas varia-
bles involucradas en todo proceso de recepcin de ideas. Pues, como vimos, los no-
vecentistas rivalizan con el cientificismo y socialismo de Ingenieros, al tiempo que
los discpulos de ste encuentran claras muestras de que dOrs asigna un espacio
mayor al espritu y a la metafsica del que est dispuesto a conceder el idealismo
experimental de Ingenieros. A pesar de ello, ste mantiene contacto epistolar con
el cataln e incluso le escribe pidiendo autorizacin para publicar sus textos en la
Revista de Filosofa39. Este vnculo filosfico estar fuertemente promovido por las
sostener que el grupo deja de intervenir en junio de 1919, desconoce los diversos espacios que aqu
venimos reconstruyendo e incluso no consigna una sociabilidad identificada con el socialismo cient-
fico a la que se opone el Colegio. En el mismo sentido, sorprende la caracterizacin del conjunto del
movimiento de la Reforma como una reaccin antipositivista cuando, como ha reconstruido Graciano
para el caso platense, el ala socialista cientfica tuvo un prolongado e indiscutido protagonismo, cf.
FUENTES CODERA, M., El Colegio Novecentista: un espacio de sociabilidad entre el reformismo argen-
tino y la posguerra europea, Prismas, 16, 2012, pp. 195-197; GRACIANO, O., Entre la torre de marfil y
el compromiso poltico. Intelectuales de izquierda en la Argentina (1918-1955), Bernal, Universidad
Nacional de Quilmes, 2008.
38
Adems durante 1920 Gabriel dicta en la Asociacin de ex alumnos del Colegio Nacional de La
Plata un curso sobre la pedagoga expuesta por DOrs en los Quaderns catalanes y con esos apuntes
elabora La pedagoga idealista de Eugenio DOrs, un artculo aparecido en el tercer nmero de Huma-
nidades. Publicacin de la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Plata (julio de 1922). Para
una biografa de Gabriel, cf. TARCUS, H., o. c., pp. 229-231.
39
Ingenieros publica en Nosotros, en Revista de Filosofa y en Verbum. rgano del Centro de Estu-
diantes de Filosofa y Letras artculos sobre las nuevas producciones intelectuales espaolas (luego reco-
afinidades polticas: tanto Ingenieros como dOrs simpatizan por entonces con la
Revolucin Rusa; asimismo ambos estn preocupados por el despliegue de una tica
que guarde una relacin fluida con las ltimas teoras cientficas40. Esta ltima co-
incidencia es la que lleva en 1921 a Enarda, un discpulo ecuatoriano del argentino,
a equiparar las Proposiciones relativas al porvenir de la filosofa de Ingenieros con
la filosofa de dOrs.
Por otra parte, si Taborga y Gabriel son quienes se interesan por una superacin
del liberalismo desde un novecentismo que no se atemoriza ante los soviets ni siente
nostalgia ante una organicidad social perdida, Toms Casares, Jorque Max Rohde y
Adolfo Korn Villafae son parte de la minora catlica que termina orientado al Co-
legio y asociando al novecentismo con la bsqueda de una aristocracia social y una
amalgama catlica. A ello se suma que desde los veinte Casares se convierte en el ms
importante divulgador de la filosofa neotomista y tiene una participacin protagnica
en los Crculos de Cultura Catlica. Por su parte, Rohde deviene un importante refe-
rente de la crtica literaria argentina; admirador del clasicismo de Menndez Pelayo,
se enfrenta a las vanguardias y propone un rescate de la literatura argentina a partir
de principios esttico-moralizantes reactivos a la modernidad41. Finalmente, Korn Vi-
llafae consigue erigirse en el embajador de DOrs en la Argentina, pero adems,
en su prolongada trayectoria como jurista ligado al constitucionalismo nacionalista y
antiliberal, sigue alentando el novecentismo orsiano. 1925 lo encuentra participando
del pequeo grupo de La Plata Digenes que dirige Antonio Herrero. Al igual que el
Colegio, este grupo se propuso la revisin de la cultura nacional desde un antilibera-
lismo organicista, y en esa intervencin cont con el saludo de la revista oficial del
fascismo italiano42.
Asimismo, desde unos aos antes de la fundacin de Digenes, Korn Villafae
protagoniza el ala filosfica o idealista de la Reforma, en la que tambin se en-
cuentran figuras no ligadas al novecentismo, como Juan B. Tern, Homero Gugliemi-
gidos en su libro La cultura filosfica en Espaa). Por otra parte, con la autorizacin de DOrs Ingenieros
publica en la Revista de Filosofa de enero de 1922 Belleza y Verdad, la leccin de clausura del curso
que dOrs dicta en 1921 en Crdoba.
40
En octubre de 1920, cuando DOrs ya se ha comprometido con la Universidad de Crdoba para
visitar la Argentina pero no puede cumplir con la fecha, inicia correspondencia con Ingenieros. En su carta
DOrs se presenta afn al proyecto filosfico de Ingenieros, pero tambin seguro de saber de qu lado de
la barricada se haba colocado [Ingenieros] en las luchas de nuestros das. Entre otras cosas esa lucha
haba involucrado la defenestracin que en enero de 1920 realiza la Asamblea General de la Mancomu-
nidad a DOrs por sus simpatas obreristas, y el cataln le agradece al argentino las generosas simpatas
manifestadas en la Revista de Filosofa (19/10/1920; Fondo Jos Ingenieros, CeDInCI).
41
Cf. GASQUET, A., El tradicionalismo estetizante de Jorge Max Rohde, Oriente al sur. El orientalis-
mo literario argentino de Esteban Echeverra a Roberto Arlt, Buenos Aires, Eudeba, 2007, pp. 233-267.
42
Nucleo di idee, dentro de Rassegna del pensiero latino en Crtica fascista. Revista quindicinale
del fascismo, 13, 1928, p. 259. Agradezco el dato a Horacio Tarcus. El grupo Digenes public una pequea
revista entre 1925 y 1928 y el libro Ideario Nuclear (1928). Por otra parte, Korn Villafae seguramente sea
el ms prolongado defensor del novecentismo en la escena local. Adems de publicar, durante los veinte, sus
textos (novelas y ensayos) como una coleccin de Cuadernos novecentistas, en 1953 edita otros dos cua-
dernos titulados Pginas Novecentistas, las que traman una continuidad con las tres cartas novecentistas
aparecidas en 1917 en los Cuadernos. Desde su condicin de estudiante, Korn Villafae criticaba en esas
cartas la legitimidad intelectual de los profesores Antonio Dellepiane, Juan Garca y Paul Groussac.
ni, Manuel Cruz y Carlos Cossio. ste ltimo es el autor del primer estudio sobre las
corrientes filosficas de la Reforma Universitaria. Elaborado originariamente en 1923
como tesis doctoral, el texto circula desde 1927 en una versin ampliada bajo el ttulo
La Reforma Universitaria o el Problema de la Nueva Generacin, y se transforma en
una defensa de la recepcin del neokantismo y especialmente del idealismo impulsa-
do por Korn Villafae. Por su parte, Tern tambin expone sus argumentos a favor del
idealismo: en 1931 publica Espiritualizar la educacin, un ensayo que, en sintona
con Korn Villafae, declara que la verdadera generacin de la Reforma se constituye
en el repudio de la generacin liberal de 1880 y la simultnea propuesta de un conte-
nido social y humanista distante de los dos sucesores de la tradicin romntica, esto
es, el populismo mstico y la dictadura del proletariado.
A partir de los conflictos en Crdoba, Deodoro Roca deviene uno de los ms desta-
cados referentes del ala radicalizada de la Reforma. En 1920 los reformistas cordobeses
consiguen muchas de sus reivindicaciones, entre ellas que Roca est al frente de la cte-
dra de Filosofa General de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universi-
dad Nacional Crdoba, ctedra que hasta entonces haba difundido corrientes ligadas al
catolicismo. Desde esa ctedra y sus artculos Roca emprende la orientacin ideolgica
de la Reforma, y para ello no slo propone el estudio de la filosofa novecentista sino
que busca que dOrs visite la universidad. Mas precisamente, hacia 1920 inicia corres-
pondencia con DOrs con el propsito de que la sensibilidad renovada de la Argentina se
nutra de la exposicin sistemtica de la Doctrina de la Inteligencia. Financiado por esa
universidad, dOrs llega a Buenos Aires en julio de 1921 y permanece en el pas cuatro
meses. Dicta cursos sobre los distintos aspectos de su filosofa, primero en Crdoba y
luego en La Plata, Santa Fe, Buenos Aires y finalmente en Montevideo43.
Ante la inminencia de la visita, aparecen dos breves ediciones porteas de escritos
de dOrs: Las obras y los das por Ediciones Mnimas y Del Glosario de Eugenio
dOrs por Cuadernos quincenales de Arte, Ciencias y Letras. A la llegada del filso-
fo la revista Nosotros organiza uno de sus ya tradicionales banquetes; los oradores son
tres representantes de la reaccin antipositivista: el novelista exitoso Manuel Glvez,
el reconocido filsofo Alejandro Korn y su discpulo platense Ripa Alberdi, quien
43
Slo las conferencias de Buenos Aires fueron financiadas por la mencionada Institucin Cultural
Espaola. Los resmenes de las siete primeras lecciones dictadas en la Universidad de Crdoba, junto
al discurso del decano Pedro Rovelli y el de Roca, fueron publicados en 1921 en Buenos Aires. En 1948
los Anales de la Institucin Cultural Espaola editan una versin completa de esas lecciones y de las pro-
nunciadas en Buenos Aires y en La Plata. Para una descripcin del contenido de los cursos, vase http://
www.unav.es/gep/dors/cronologia15.htm.
asume la representacin del Colegio44. A su turno, DOrs declara que la tarea nacional
es esculpir la juventud, el nuevo y mximo monumento de la Repblica Argentina, y
no duda en afirmar: Es ello vuestro, bien vuestro, pero tambin un poco mo. Porque
el ritmo que ha sosegado clsicamente su impulso y le ha permitido alcanzar la noble-
za, es ni lo ignoro ni lo oculto, como no lo ocultis ni lo ignoris vosotros un ritmo
que un da dictaba mi propio corazn (Nosotros, n 147, agosto de 1921, pp. 512-
513). Esta poco modesta autocolocacin de mentor de la renovacin argentina parece
ser una constante en el vnculo que dOrs entabla con sus discpulos argentinos. En
efecto, en las memorias que ya citamos Nal Roxlo ofrece una sarcstica descripcin
de su visita al maestro:
Por otra parte, si bien la revista Nosotros organiza el banquete, ello no quita que,
en el mismo nmero en que reproduce los elogios a dOrs, publique La filosofa
del seor Eugenio DOrs; de los lmites de la filosofa y la literatura, un artculo de
Gregorio Bermann en el que ya desde el ttulo retoma el tipo de crticas al antiposi-
tivismo que Alberto Palcos haba formulado en ocasin de la visita de Ortega46. Ni
Bermann ni Ingenieros ni otras figuras identificadas con el cientificismo socialista
asisten al banquete; sin embargo, como mencionamos, Ingenieros intenta un en-
cuentro con el cataln. En una de las cartas que se cruzan para planear ese encuen-
tro, Ingenieros aclara que no concurri por las distancias ideolgicas que lo separan
de los organizadores, al tiempo que busca convencer a dOrs de que l mantiene
las mismas distancias con los porteos que lo agasaja. Escribe el argentino: Me
ha sorprendido un poco su vaga sospecha de que alguna divergencia ideolgica me
apartara de Ud.; creo poder asegurarle que muy pocas personas, aqu, estn ms de
44
ste se haba sumado al Colegio a mediados de 1918. Desde entonces tambin difunde las corrien-
tes del idealismo antipositivista en la Universidad de La Plata: hasta su muerte en 1923 es profesor ayu-
dante en la ctedra de filosofa que dicta Alejandro Korn. Para muchos esa muerte temprana imposibilit
que se convirtiera en el sucesor del maestro. En cuanto al movimiento reformista, su participacin en la
Federacin Universitaria de La Plata lo lleva a presidir la comitiva que representa a la juventud argentina
en el primer Congreso Internacional de Estudiantes, realizado en Mxico a fines de 1921. Esa participa-
cin se prolonga en una gira latinoamericana financiada por el estado mexicano, en la que Riba Alberdi
entabla amistad con importantes figuras del progresismo reformista como Pedro Henrquez Urea y Jos
Carlos Maritegui. Sellada esa amistad, Maritegui seala a Ripa Alberdi como el lder modlico de la
Reforma en La Reforma Universitaria, ensayo que en 1928 aparece dentro de los clebres Siete ensayos
de interpretacin de la realidad peruana.
45
NAL ROXLO, C., o. c., p. 159.
46
Esta confrontacin se reabre en 1940, cuando en una carta abierta publicada en junio de 1940 en
Nosotros Bermann contesta a la crtica que DOrs haba realizado en su libro Tradicin a la conferencia
Psicologa del Fascismo pronunciada por el argentino en Madrid. Bermann recopilada esa carta en 1971
en su libro Conciencia de nuestro tiempo.
Lo probable es que en Buenos Aires al revs que en Crdoba se hayan comedido a admi-
rarle personas que en Espaa seran enemigos militantes de Ud. y de sus ideas; pero eso no
puede evitarlo quien viaja por tierras extraas. Se trata de pequeeces que han invertido en
Buenos Aires y La Plata el sentido inicial de la reforma estudiantil de Crdoba. Invertido,
exactamente.
De todo ello tendremos oportunidad de conversar; y advertir que aqu, como en su terruo,
la poltica actual es un factor de corrupcin e inmoralidad que ha logrado envenenar las
fuentes de renovacin que mayor confianza nos inspiraban al terminar la guerra47.
[] Korn Villafae ocupaba el primer plano en la escena estudiantil. Recuerdo que al vi-
sitarnos Eugenio dOrs, l era quien lo piloteaba entre los estudiantes. Estaba yo una tarde,
a la hora que concurra a la Biblioteca Nacional, mirando un escaparate de librera, cuando
se me acercan por atrs dos personas, una de las cuales me interpela por mi nombre. Eran
Adolfo Korn Villafae y Eugenio DOrs. [] [Korn Villafae] me invit a las dos reunio-
nes de los jvenes con Eugenio DOrs, que l organiz, la primera en casa de Jorge Max
Rohde, donde funcionaba un simposio novecentista, empezando el ao anterior un semina-
rio sobre Dante, y uno de cuyos centenarios conmemoraba la cristiandad; y la segunda, en
la Asociacin Cristiana de Jvenes48.
nmero del Boletn, fechado en setiembre 1921). Este ltimo no slo identifica su
anarquizante reforma pedaggica en el Colegio Nacional de La Plata con la filosofa
de dOrs y las prcticas de la Residencia (una reforma que no logra realizarse, pues
termina primando el grupo contrarreformista que teme a la prdida de las jerarquas),
sino que incluso lleva al filsofo cataln al colegio platense para que pronuncie cinco
lecciones sobre La teora de la cultura.
En discusin con la nota que haba publicado Capdevila en La Prensa ante la lle-
gada de DOrs citada al comienzo de este artculo, Juan lvarez escribe inmediata-
mente despus de la partida del filsofo cataln:
Es de esperar [] que la visita del doctor dOrs produzca muy benficos efectos en cuanto
ha obrado a modo de calmante sobre ciertos ncleos estudiantiles cuya agitacin se estaba
prolongando demasiado. Prestigiosa, de suyo, la palabra del filsofo cataln cobr a este
respecto singular importancia por haber sido precisamente los revolucionarios quienes le
invitaron primero, y sostuvieron luego que su llegada sealaba uno de los ms bellos frutos
del movimiento reformista, dado que tal innovacin jams se hubiera podido introducir con-
servando los viejos ideales de la Universidad. [] DOrs se present a los estudiantes como
un defensor de la tradicin que ellos aspiraban a demoler; y sin embargo, lo han aplaudido52.
52
La Prensa, Buenos Aires, 11/12/1921.
53
En 1922 Alfonso Laferrre, un antiguo miembro del Colegio, escribe El precio de la filosofa, una
breve nota en la que ironiza sobre la demanda de DOrs a la Universidad de Crdoba. Laferrre recopila
la nota en 1928 en su libro Literatura y poltica. Agradezco el dato a Martn Bergel.
54
Este homenaje da lugar a La concepcin spengleriana del derecho, un folleto aparecido en 1924 en
la misma coleccin que el de Simmel, compuesto de una conferencia de Ernesto Quesada y un breve pr-
logo del filsofo cordobs Ral Orgaz. Cf. GRISENDI, E. y REQUENA, P., Dos eventos de recepcin densa en
la Universidad de Crdoba: los homenajes a Oswald Spengler (1924) y Henri Bergson (1936), Actas de
las V Jornadas de Historia de las Izquierdas Las ideas fuera de lugar?, Buenos Aires, noviembre 2009.
Disponible en lnea: www.cedinci.org/VJornadas.htm. Fecha de consulta: 10/12/2012.
Abstract: This paper aims to expound the analytics of human life of Antonio Rodrguez
Huscar. Such analytics is the core of his philosophy. With this end in view, I will first dem-
onstrate the cardinal influence of Ortegas thought on Huscars analytics, as well as the influ-
ences of Husserl and Heidegger on our author. Second, I will examine the principal features of
Huscars analytics.
Key words: analytics, human life, Huscar, Ortega, Husserl, Heidegger.
L
a vida de Antonio Rodrguez Huscar est orientada desde el principio de su
vida adulta hasta el final por su vocacin filosfica y por su encuentro con
Ortega, que marcar para siempre su trabajo intelectual y sin duda algo ms en
su existencia, como expres en muchas ocasiones, aunque las circunstancias fueran
adversas, a lo largo de toda su vida1. Ms an: no slo el encuentro con Ortega, sino
* Este trabajo se enmarca dentro del proyecto de investigacin La Escuela de Madrid y la bsque-
da de una filosofa primera a la altura de los tiempos (FFI2009-11707).
1
Por ejemplo: ... en Ortega en su pensamiento y en su mltiple accin personal llegu a encontrar, al
fin, despus de aos de desorientacin, algo a lo que vala la pena poner la vida, espero que no se entiendan
mis palabras como gratuita beatera, sino como expresin de una profunda conviccin, consciente, madurada,
reflexiva, madurada en muchas horas de meditacin y de ntima controversia: la conviccin de que Ortega
representaba la verdad de nuestra hora y de que en l estaba la clave de nuestro destino. (RODRGUEZ HUSCAR,
A., Semblanza de Ortega, Barcelona, Anthropos/Diputacin Provincial de Ciudad Real, 1994, p. 57).
I.
2
Ib., p. 77. Entre 1931 y 1936, la nica promocin de licenciados en Filosofa de ese proyecto insti-
tucional barrido por la guerra civil y lo que vino despus, se dio, para Huscar, un hecho excepcional en
el mundo universitario: La presencia casi sbita de una filosofa de gran estilo a la altura de los tiempos
y en forma de escuela, en un pas casi desprovisto de tradicin filosfica. (Ib., p. 84).
3
Cfr. RODRGUEZ HUSCAR, A., thos y lgos, Madrid, UNED, 1996, p. 5.
4
Vida con una diosa es el ttulo de la novela que escribe Huscar y presenta al Premio Nadal del ao
1948, logrando ser finalista. La publica en Madrid, en Ediciones Puerta del Sol (1955). La actividad filo-
sfica de Huscar no es la nica, teniendo que contar con su vertiente artstica, como novelista y tambin
como pintor.
Primero y antes que nada, Ortega, aunque no slo Ortega. En gran medida, su
labor filosfica se ve animada en todo momento por el propsito de salvar a Ortega,
lo que para Huscar significa
tratar de ponerlo en su verdad, de hacer que sea lo que en verdad es. Es decir, tratar de
repensar su obra, de ahondar en ella y, a ser posible, de continuarla, desplegando algunas
de sus mltiples potencialidades; promover, en suma, y en la medida de las fuerzas de cada
uno, la germinacin y fructificacin de sus riquezas seminales. No otra cosa pretendemos.5
tible pluralidad de estilos filosficos es una muy clara seal del necesario componente
expresivo de la filosofa y de su resistencia en muchos casos a quedar atrapada en
la jaula de un lenguaje formalizado. Si comparamos los textos ms metafsicos de
Ortega, como Qu es filosofa?, La historia como sistema o La idea de principio en
Leibniz, con thos y lgos, la obra de Huscar que contiene una mayor pretensin de
originalidad, salta a la vista no slo la diferencia de estilo entre maestro y discpu-
lo8, sino tambin su parecido de familia con un libro como Ser y tiempo de Heideg-
ger. La utilizacin repetida de arcasmos, neologismos, cursivas y entrecomillados,
por sealar tan slo un aspecto aparentemente superficial, en la mencionada obra de
Huscar, nos muestra una mayor afinidad estilstica con el Heidegger del libro citado
que con su maestro. Huscar no pretendi escribir el sistema filosfico que Ortega
prometi pero que no hizo, porque a su juicio s se encontraba en sus textos, aunque
velado por otros muchos intereses no genuinamente filosficos; sin embargo, su fide-
lidad a Ortega le condujo a cultivar un terreno filosfico propio, distinto al de Ortega
y al de otros orteguianos, que denominamos analtica de la vida humana. Ortega
siempre est en Huscar, es su referencia fundamental como filsofo, pero potenciado
metafsicamente hasta tal punto que la voz del maestro queda desplazada al menos
en thos y lgos por la propia del discpulo.
La comprensin de un proyecto filosfico inconcluso como el de Huscar exige no
slo referirse a Ortega, sino a otros filsofos y filosofas que forman parte del contexto
en que se inserta su pensamiento. En este sentido, es pertinente aludir aqu al slido
conocimiento de Huscar de la tradicin filosfica en sus principales figuras y en sus
obras cannicas, como prueban los prlogos que escribe para los clsicos de la filo-
sofa publicados en la Biblioteca de Iniciacin Filosfica de la editorial Aguilar9. Pero
sobre todo hay que sealar y resaltar el intenso dilogo con las filosofas de su tiempo,
especialmente la fenomenologa de E. Husserl y la filosofa de la existencia como
la denomina Huscar de M. Heidegger. No menos incidencia tienen estos pensadores
en la elaboracin de su analtica de la vida humana que la que tuvieron en la filosofa
de Ortega, y no poda ser de otra manera por la ascendencia del maestro sobre el dis-
cpulo y, en general, por la omnipresencia de ambos filsofos alemanes en una gran
parte de la filosofa continental de prcticamente todo el siglo XX. Sin embargo, en La
innovacin metafsica de Ortega. Crtica y superacin del idealismo, de modo tajante
Huscar marca las diferencias de su pensamiento y el de Ortega con los dos filsofos
alemanes. Respecto a la fenomenologa, siendo conveniente sealar que se trata de la
fenomenologa transcendental de Ideas I, asume la crtica de Ortega a Husserl en tex-
8
De ello es plenamente consciente Huscar cuando intenta exponer y sistematizar las categoras de
la vida humana de Ortega, por ejemplo en el uso de los trminos hicceidad y nuncceidad para mentar
el doble aspecto espacial y temporal de la vida humana en tanto que esencialmente situada: Ruego se
me perdone la pedantera de estos neologismos tan alejados de la perspectiva lingstica orteguiana,
pero, aparte de que yo no soy Ortega, sino slo un humildsimo intrprete suyo, es que no encuentro otros
abstractos que puedan designar adecuadamente estos dos rasgos. (RODRGUEZ HUSCAR, A., La innovacin
metafsica de Ortega. Crtica y superacin del idealismo, Madrid, Biblioteca Nueva, 2002, pp. 162-163).
9
Estos prlogos fueron reunidos y publicados en Madrid con el ttulo Del amor platnico a la liber-
tad (1957), en la modestsima editorial Puerta del Sol. La obra se reedita en 2009, en Biblioteca Nueva,
siendo su editor Jos Lasaga Medina.
tos como el clebre Prlogo para alemanes10. El acceso a lo originario que, en calidad
de propsito general, puede valer como raz comn de la fenomenologa, la filosofa
de la existencia y la filosofa de la vida humana concebida como realidad radical, no
es logrado por la filosofa de Husserl: la conciencia pura y su esfera de inmanencia no
son la realidad primaria (lo originario), sino el resultado derivado de la depuracin
abstractiva del mtodo de la reduccin; no es lo inmediata y absolutamente dado, sino
una ficcin producto de la reduccin, que se concibe como acto de la imaginacin11.
La fenomenologa, para Ortega y Huscar, es la ltima y ms rigurosa forma del
idealismo, deudora, por tanto, de sus insuficiencias fundamentales. La diferencia con
Heidegger es una cuestin de principio: a pesar de las evidentes semejanzas entre los
significados de algunos de los existenciarios de la exgesis ontolgica del Dasein y el
de algunos de las categoras de la analtica de la vida humana12, el abismo insalvable
se encuentra en el fondo o ltimo plano de ambas perspectivas filosficas, ocupado
en un caso por el ser y en el otro por la vida. Por esta razn, pertenecen a dife-
rentes niveles metafsicos, lo que significa que las filosofas existenciales no han
conseguido todava superar la ontologa13. La superacin de la crisis de la filosofa,
que es la del idealismo, tanto para Ortega como para Huscar, no se encuentra en la
filosofa fundacional contenida en la fenomenologa transcendental de Husserl, que
incurrira, a juicio de Heidegger y de los dos filsofos espaoles, en las insuficiencias
contenidas en los trminos racionalismo, intelectualismo, teoreticismo o idea-
lismo; tampoco del lado de los nuevos ontologismos, como el del Heidegger de
Ser y tiempo, quien, en su analtica existenciaria, entendida como propedutica para
repetir de nuevo, sacndola del olvido y de la pereza del pensar, la pregunta por el
sentido del ser, termina por diluir en la abstraccin la facticidad radical del Dasein, o,
en trminos orteguianos, de la vida humana; y mucho menos de los irracionalismos,
con Nietzsche a la cabeza, o, peor an, de aquellas corrientes filosficas que renuncian
a la radicalidad de la filosofa, de hecho a su genuino sentido, como los analiticis-
mos lingsticos, los empiriologicismos o los estructuralismos14. Con todo, y a
pesar de esas diferencias insalvables, las metafsicas de la vida humana de Ortega y
Huscar no habran seguramente cobrado existencia, aunque fuera slo como esbozo,
que es el caso de Huscar en thos y lgos, sin ese dilogo intenso, profundo y crtico
10
Cfr. ORTEGA Y GASSET, J., Obras Completas, Madrid, Santillana Ediciones Generales y Fundacin
Jos Ortega y Gasset, 2009, v. IX, pp. 154-158.
11
Cfr. RODRGUEZ HUSCAR, A., La innovacin metafsica de Ortega Crtica y superacin del idealis-
mo, o. c., pp. 97-115.
12
Por ejemplo, los parecidos de familia del concepto de temple de Huscar con la Befindlichkeit de
Heidegger, como el propio Huscar nos indica: cfr. thos y lgos, o. c., p. 160. Ms all de los existen-
ciarios, y no ocultadas por el filsofo manchego, son bastante claras las similitudes entre su anlisis del
ahora (nuncceidad) y el de los tres xtasis de la temporalidad de M. Heidegger en Ser y tiempo (cfr.
RODRGUEZ HUSCAR, A., o. c., p. 113; y La innovacin metafsica de Ortega. Crtica y superacin del idea-
lismo, o. c., p. 167). Y tambin las semejanzas entre el concepto que hace suyo de vida humana como
pre-ocupacin de Ortega y el de Sorge (cura, cuidado) de Heidegger (cfr. RODRGUEZ HUSCAR, A., thos y
lgos, o. c., p. 115 y 158).
13
RODRGUEZ HUSCAR, A., La innovacin metafsica de Ortega. Crtica y superacin del idealismo, o.
c., p. 128.
14
Ib., pp. 46-49.
II.
En el comienzo de thos y lgos el filsofo manchego nos indica con toda claridad
aquello que persigue: la investigacin de las condiciones de posibilidad de una lgica
del pensar tico15. Este cuadro incompleto contiene la analtica de la vida humana que
nos ofrece Huscar, dependiente de forma obvia de la metafsica de la razn vital e
histrica de Ortega. ste indica el camino que Huscar recorre en parte, sin llegar al
final: desplegar de forma minuciosa, llenando huecos si fuera menester, y articular
en grado mximo las estructuras constitutivas de la vida humana, con el propsito de
componer un rganon del pensar concreto cuyo rasgo sobresaliente es la mutualidad
entre lgos y thos, su copertenencia esencial. Concebimos la analtica de la vida hu-
mana como el substrato y parte fundamental de la lgica del pensar tico, una analtica
que toma la forma de una teora de las categoras16.
Si nos preguntamos por la razn por la que el objeto de un anlisis categorial de
este tipo es la vida humana o realidad radical, Huscar nos responde de forma clara,
asumiendo la interpretacin de la historia de la filosofa y, dentro de ella, de su propia
filosofa, que hace Ortega: el maestro ha elevado la filosofa a un tercer nivel, entran-
do sta en un tercer estadio despus del realismo (primer estadio) y del idealismo (se-
gundo estadio)17. sta es la innovacin decisiva que a su juicio representa Ortega y que
presupone la crtica del idealismo que ya, en cierta medida, se hace desde un concepto
de vida que orienta la superacin de aqul y, en ltima instancia, la de la tradicin
filosfica misma. Lo que inaugura una nueva perspectiva filosfica que deja atrs o
15
Cfr. RODRGUEZ HUSCAR, A., thos y lgos, o. c., p. 1.
16
Ajustada es, en este sentido, la apreciacin de Juan Padilla Moreno sobre thos y lgos: Dicho
con otras palabras: nos movemos en todo momento dentro del anlisis de la realidad radical que es la vida
humana: con vistas, eso s, al esclarecimiento de la articulacin entre thos y lgos, entre la autenticidad
y la verdad `lgica, la verdad de las cosas. (Ib., p. 179).
17
Huscar propone la idea de perspectiva como la tercera gran metfora en lugar de los Discuros
o dii consentes sealada por Ortega en el captulo IX de Qu es filosofa? (cfr. ORTEGA Y GASSET, J., o.
c., vol. VIII, p. 355) que dialctica e histricamente acoge la pretensin de superar el idealismo, cuya
metfora es la de continente-contenido, el cual, a su vez, desbanc al realismo con su tropo caractersti-
co (sello-cera). Ambos, el realismo y el idealismo, son las figuras paradigmticas con las que Ortega y
tambin Huscar interpretan la historia de la filosofa.
III.
18
RODRGUEZ HUSCAR, A., La innovacin metafsica de Ortega. Crtica y superacin del idealismo, o.
c., p. 94.
19
Cfr. ORTEGA Y GASSET, J., o. c., pp. 364-365.
Son, pues, conceptos que designan no cosas o entes [] sino funciones referenciales,
en la doble dimensin del yo viviente referido a las cosas de su mundo o circunstancia, o
de estos referidos al yo en cuyo vivir se dan o actan y advirtase que esa doble funcin
referencial es, repito, rigurosamente constitutiva de la realidad como tal24.
20
Las exigencias planteadas por una descripcin adecuada de la realidad radical (mi vida) condu-
cen a una revisin y modificacin completa de los conceptos fundamentales de la metafsica clsica y
an de la actual, en tanto en cuanto sta no ha dejado de ser ontolgica (RODRGUEZ HUSCAR, A., thos
y lgos, o. c., p. 55).
21
RODRGUEZ HUSCAR, A., La innovacin metafsica de Ortega. Crtica y superacin del idealismo, o.
c., p. 122.
22
Por derivarse de la existenciareidad, llamamos a los caracteres del ser del ser ah existenciarios.
Hay que distinguirlos rigurosamente de las determinaciones del ser del ente que no tienen la forma del
ser ah, las cuales llamamos categoras. (HEIDEGGER, M., El Ser y el tiempo, trad. J. Gaos. Mxico D.F./
Madrid/Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 1971, p. 56).
23
Huscar prefiere utilizar este trmino al que emplea Ortega (categoras de la vida humana), pues
considera que es menos `comprometido, o al menos que admite con ms facilidad que se le inyecte un
nuevo sentido (Ib., p. 122).
24
Ib., p. 123.
Por ltimo, su movilidad es un rasgo necesario y acorde con una realidad radical
que se caracteriza estructuralmente por su dinamismo y ejecutividad, estando por ello
abiertas a nuevas instancias, aspectos o niveles.
En thos y lgos aparece una consideracin sumaria sobre el mtodo adecuado
para una analtica de la vida humana25. El mtodo combina aspectos fenomenolgi-
cos y hermenuticos en la medida en que contiene dos momentos denominados por
Huscar aprehensin y comprensin. La aprehensin apunta a la captacin inme-
diata del hecho radical en su darse, en este caso a la intuicin siempre incompleta
y provisional de las primalidades o categoras de la vida humana26. La comprensin,
que es el despliegue mediante la interpretacin de lo as intuido, se compone tanto del
anlisis descriptivo de lo inmediatamente dado como de su reintegracin a la totali-
dad de la realidad radical en su complejidad. Esta reintegracin implica interpretar el
sentido de las primalidades atendiendo no slo a sus descripciones, sino tambin al
desvelamiento de sus relaciones con el conjunto de las categoras que componen la es-
tructura dinmica y compleja de la realidad radical. Su carcter ntegro y su urdimbre
dramtica prohibe un anlisis que considere aisladamente cada una de las categoras:
la aprehensin del dato radical debe acompaarse de una comprensin del mismo que
le remite, con el objeto de vislumbrar adecuadamente su sentido, al complejo estruc-
tural que conecta las primalidades componindose y desvelndose el integrum en que
consiste la vida en cada momento. Hermenutico es el mtodo empleado por Huscar
porque la aprehensin y descripcin de cualquier primalidad presupone ya una visin
previa, un cierto conocimiento de esa realidad radical; y, a su vez, esa visin previa
o pre-comprensin slo puede alcanzar su plenitud y concrecin en el anlisis de cada
una de las primalidades27. Las cosas hacen acto de presencia, comparecen ante m, y
por eso puedo aprehenderlas; y la vida transparece a travs de las cosas, percatndome
de ello mediante una comprensin cuyo ltimo sentido no es otro que la autorrevela-
cin de la vida y de su dinamo-estructura constitutiva.
IV.
Lo primero, pues, que ha de hacer la filosofa es definir ese dato, definir lo que es
mi vida, nuestra vida, la de cada cual. Vivir es el modo de ser radical: toda otra
cosa y modo de ser lo encuentro en mi vida, dentro de ella, como detalle de ella y
referidos a ella28.
25
RODRGUEZ HUSCAR, A., thos y lgos, o. c., pp. 18-19.
26
Cfr. tambin al respecto RODRGUEZ HUSCAR, A., La innovacin metafsica de Ortega. Crtica y
superacin del idealismo, o. c., pp. 126-127.
27
Un ejemplo de la condicin hermenutica del mtodo empleado por Huscar es el modo de concebir
la categora de totalidad (omnium) y su complejidad. ste concepto dinmico, dialctico (en el sentido
que da Ortega a la dialctica, que tiene su raz en el significado de la expresin de Dilthey Realdialektik),
no se deja pensar en un solo acto ponente del pensamiento, sino que ha de pensarse como una nocin `en
marcha, esto es, en permanente modus ponendo tollens, afirmndose y negndose alternativamente, en
un ir incesante de la realidad pensada al concepto interpretativo y de se a aqulla, para poder verla por
todos sus lados, en peculiar movimiento perpetuo. (RODRGUEZ HUSCAR, A., thos y lgos, o. c., p. 56).
28
ORTEGA Y GASSET, J., o. c., v. VIII, p. 345.
29
Cfr. RODRGUEZ HUSCAR, A., thos y lgos, o. c., p. 79; y La innovacin metafsica de Ortega. Cr-
tica y superacin del idealismo, o. c., pp. 126-127.
30
Cfr. RODRGUEZ HUSCAR, A., thos y lgos, o. c., p. 22.
Las necesidades humanas son, pues, libres, porque son, en efecto, libremente aceptadas, al
aceptar la vida [...]. Todas, menos una: la de la libertad misma; porque, aunque decidamos
renunciar a ella tambin, renunciando a la vida, en esa misma renuncia estamos afirmn-
dola y ejercitndola. La libertad es, pues, la necesidad humana sensu strictissimo, la nica
constitutivamente irrenunciable.31.
31
Ib., pp. 83-84.
32
Ib., pp. 36-38; y La innovacin metafsica de Ortega. Crtica y superacin del idealismo, op. cit.,
pp. 142-144.
y forma ltima de la vida, respecto a la cual todos los conflictos y contiendas son de-
rivados: el conflicto entre destino y libertad33.
Uno de los rasgos sobresalientes para Huscar de la filosofa de Ortega consiste en
ser una filosofa de la salvacin34. La proyeccin mundana de este carcter sotrico
del pensamiento de su maestro le distingue de la tradicin soteriolgica, centrada so-
bre todo en el alma y viviendo de espaldas al mundo. La mundanidad de la reflexin
filosfica de Ortega y Huscar, que se expresa de modo sobresaliente en la necesidad
de que la salvacin del yo pasa necesariamente por la salvacin de la circunstancia,
como ya precisa Ortega en Meditaciones del Quijote, nos sirve para evitar una primera
serie de errores sobre un concepto tan escurridizo y problemtico como el de vocacin
y para sealar la correlacin entre el yo y las cosas implicada necesariamente en dicho
concepto. Ese fondo insobornable que puede valer como una primera determinacin
de la nocin de vocacin remite tanto al yo como al mundo, al polo subjetivo y obje-
tivo de la realidad radical: tanto el sentido y direccin con los que nos solicita y urge
la instancia como el modo como se percibe su apremio por parte del yo constituyen
los ingredientes esenciales de la vocacin. sta se concibe, entonces, como
La vocacin, entendida como lo que nos llama y convoca, que puede ser seguida,
rechazada o simplemente ignorada, no surge de Dios, la conciencia, la naturaleza o el
ser, sino de la vida misma, mi vida, que liga mediante un lazo indisoluble las cosas y
mi yo, lo que nos pasa y hacemos.
La vida es autodecisoria: el encontrarme viviendo aqu y ahora, en la medida en
que es medularmente un quehacer, un hacerme yo y las cosas pura ejecutividad,
conlleva la constante decisin y eleccin configuradoras del proyecto en que tam-
bin, como otra de sus primalidades, consiste el acto de vivir. Puesto que forzosa-
mente se tiene que hacer algo, y ese algo se nos aparece como un elenco articulado
de posibilidades, estamos condenados a ser libres: decisin y libertad, en este sentido,
no slo son determinaciones fundamentales de la vida humana, sino momentos im-
prescindibles, junto a la verdad, de la estructura etholgica del vivir. Estar forzados a
la accin apunta al doble sentido de necesidad, el fsico (Bedurfniss, la carencia y la
menesterosidad, incluso la indigencia) y el lgico-ontolgico (Notwendigkeit), cuyo
imperio acota el poder decisorio de uno mismo y la eleccin entre el conjunto de
posibilidades dadas. El significado de las categoras tradicionales de la modalidad ha
de modificarse para Huscar en la analtica de la vida humana: la posibilidad no se
33
Cfr. RODRGUEZ HUSCAR, A., thos y lgos, o. c., pp. 47-49.
34
Cfr. RODRGUEZ HUSCAR, A., Una cala filosfica en la obra de Ortega, en Semblanza de Ortega, o.
c., pp. 255-256.
35
RODRGUEZ HUSCAR, A., thos y lgos, o. c., pp. 131-132. Cfr. tambin La innovacin metafsica de
Ortega. Crtica y superacin del idealismo, o. c., pp. 170-171.
ser concebido como un contenido o recipiente vaco y neutro en el que estn las cosas,
sino como un campo de fuerzas entre las cosas y el yo, entre el instar de ellas y mi
hacer, un campo, en definitiva, pragmtico. Poblamiento, como mi circunstancia o
mundo circundante organizado de forma perspectiva, y cualificacin, como la fun-
cin de la circunstancia en mi vida las instancias efectivas de las cosas en mi vida,
las posibilidades que me ofrecen o niegan, confieren la carne y la concrecin de la
determinacin espacial de la vida humana39. Ni el yo ni las cosas estn en el espacio,
contenidos en el aqu: ste es, por el contrario, la coexistencia de lo que me insta y lo
que hago, la urdimbre pragmtica de las cosas y del yo en cada instante.
El ahora es el situs temporal de mi vida, el modo primario de ser temporal (tempo-
reidad) de la realidad radical. Como determinaciones de la situacin, el aqu y el ahora
no son en ningn caso separables, aunque analticamente puedan ser considerados
independientes el uno del otro. En su efectiva vinculacin, el aqu es la estructura del
ahora, y ste el despliegue de la realidad presente que implica el pasado y el futuro,
el punto (mvil) de confluencia en que se va desplegando la continuidad solidaria
que constituye la dinamo-estructura que es la realidad misma40. De los tres aspectos
del tiempo de la vida que nos presenta Huscar la primaca de lo temporeo sobre lo
espacioso, el primado del futuro sobre el presente y el pasado, y el carcter sinttico
del ahora, nos ocuparemos aqu brevemente del tercero, sealando de antemano la
ascendencia que en el tratamiento del ahora o, dicho con otras palabras, del espinoso
problema del tiempo, tienen sobre el filsofo manchego no slo Ortega, sino tambin
Husserl y Heidegger. Frente al concepto objetivo de tiempo entendido como sucesin
de instantes, formando una serie en la que cada punto es independiente del que le ante-
cede y del que le sigue, Husserl nos abre las puertas a la comprensin de otro tiempo,
el subjetivo, que constituye, confiriendo unidad a todos los actos intencionales, el n-
cleo de la estructura intencional de la conciencia. El tiempo subjetivo es llamado por
Husserl presente viviente (lebendige Gegenwart): una unidad en perpetuo flujo que
genera horizontes de pasado y de futuro, la presencia en la que se mantiene el pasado
como pasado en el presente y se pre-tiene el futuro en el presente a modo de pro-
tencin anticipadora. Como tiempo vivo, el ahora es para Huscar esencialmente
sinttico en mltiples sentidos, de los cuales nos interesa la sntesis entre coexistencia
y sucesin implicada en todo ahora, en virtud de la cual coexisten en cada instante
el pasado (antes-ahora), el presente (ya-ahora) y el futuro (despus-ahora). El ahora
y el aqu, como indicadores de la situacin en la que se encuentra la realidad radical,
son mbitos poblados y cualificados, como hemos visto, y no determinaciones geom-
tricas o fsicas. sta es la razn por la que el ahora de la vida humana constituye un
entramado o plexo que implica todos los xtasis de la temporalidad (Heidegger)41,
sin el cual los instantes quedaran desligados y disuelta la estructura dinmica y dra-
mtica de la vida humana. La conciencia del ahora en la que se tiene experiencia de la
situacin temporal de todo acto de vivir es referencial o traslaticia, lo que quiere
decir que el movimiento del ahora liga intencionalmente el presente con el pasado y
39
Cfr. RODRGUEZ HUSCAR, A., thos y lgos, o. c., pp. 99-101.
40
Ib., p. 114.
41
Ib., p. 113.
42
Ib., p. 120.
43
Salvar a Ortega: tratar de ponerlo en su verdad, de hacer que sea lo que en verdad es. Es decir,
tratar de repensar su obra, de ahondar en ella y, a ser posible, de continuarla, desplegando algunas de sus
mltiples potencialidades; promover, en suma, y en la medida de las fuerzas de cada uno, la germinacin y
fructificacin de sus riquezas seminales. No otra cosa pretendemos. (RODRGUEZ HUSCAR, A., Semblanza
de Ortega, o. c., p. 145).
44
Ib., p. 136.
Resumen: Este estudio interdisciplinario aporta nuevas referencias hispnicas a Karl Jas-
pers anteriores a la posguerra, que diversifican y matizan su recepcin. Su polifactica obra
circul en distintos campos: la medicina especialmente la psiquiatra, la psicologa, la peda-
goga, la filosofa, la sociologa, la poltica, la religin, el arte, la literatura... Por otra parte, su
verstil pensamiento fue usado, a veces bastante distorsionadamente, por autores de tendencias
contrapuestas. En particular, Allgemeine Psychopathologie (1913), obra reeditada en alemn y
en francs, se convirti en un manual de referencia, pero Die geistige Situation der Zeit (1931),
un libro actual, divulgativo y polmico publicado dos aos despus en traduccin castellana de
Ramn de la Serna, ampli la celebridad de Jaspers.
Palabras clave: Karl Jaspers, existencialismo, filosofa, psicologa, medicina, ideologa,
arte, literatura.
Abstract: This interdisciplinary study provides new Hispanic references to Karl Jaspers prior
to the postwar, which diversify and qualify his reception. His multifaceted work circulated among
various fields: medicine especially psychiatry, psychology, pedagogy, philosophy, sociology,
politics, religion, art, literature... On the other hand, his versatile thought was used, sometimes
quite distortedly, by authors of opposite trends. In particular, Allgemeine Psychopathologie (1913),
republished in German and in French, became a reference manual, but Die geistige Situation der
Zeit (1931), a modern, informative and controversial book published two years later in a Spanish
translation by Ramn de la Serna, increased Jaspers celebrity.
Key words: Karl Jaspers, Existentialism, Philosophy, Psychology, Medicine, ideology, Art,
Literature.
1. Introduccin
A
mediados de los cuarenta Sartre construy el existencialismo como movi-
miento, acaparando la tradicin filosfica existencial, no sin enconadas po-
lmicas. Los autores enmarcados en esta tendencia en la mayora de casos,
como el de Jaspers, a pesar suyo obtuvieron de ello una mayor proyeccin social,
1
El presente artculo se inscribe en los proyectos FFI2011-2505 y HAR2012-36204-C02-02.
Guerra Civil, con sus diversas vicisitudes polticas. Adems, debera estudiarse mo-
nogrficamente el influjo de Jaspers en los distintos pases hispanoamericanos, donde
he encontrado tambin abundantes referencias, aunque me circunscribir a las de los
exiliados.
No entrar tampoco en meras analogas entre autores hispnicos y Jaspers. Por
ejemplo, se han encontrado similitudes incluso con Juan de la Cruz y ngel Ganivet5.
Sin pretender la exhaustividad, me limitar a analizar algunas referencias explcitas a
Jaspers, que clasificar en distintos campos, los cuales se entrecruzan.
alemana y espaola desde 1898 hasta 1936, Frankfurt am Main / Madrid, Vervuert / Iberoamericana,
2000, p. 223-237.
5
SEGURA MUNERA, J., Trascendente y trascendencia. Aproximacin entre Jaspers y San Juan de
la Cruz, Pensamiento, n 42, 1986, pp. 283-317, y OLMEDO MORENO, M., El pensamiento de Ganivet,
Madrid, Revista de Occidente, 1965, en que, adems de referirse espordicamente a Jaspers, le dedica
incluso un captulo (pp. 104, 263, 303, 318, y 331-336). Para poner tambin un ejemplo mdico, A. Oriol
i Anguera, en su contribucin al libro colectivo August Pi i Sunyer. Lhome i la seva obra, Barcelona, IEC,
1966, p. 22, considera que este doctor se avanz cincuenta aos a su tiempo estableciendo una antro-
pologa que fructific en los capitostes de la filosofa actualssima, Heidegger y Jaspers.
6
P. ej., ha tomado su nombre el Karl Jaspers Centre for Advanced Transcultural Studies de la Uni-
versidad de Heidelberg.
7
Fue reeditado, revisndolo por el autor, en 1920, 1923 y 1946. En 1928 se public la versin fran-
cesa de Kastler y Mendousse revisada por Sartre y Nizan, mientras que la primera traduccin castellana,
de Saudibet y Santilln, no se edit hasta 1950-1951, en Buenos Aires.
su carrera universitaria. No fue hasta la dcada de los treinta cuando sac a la luz una
serie de obras que sistematizan ms su pensamiento filosfico: adems de las con-
sagradas a Weber (1932), Nietzsche (1936) y Descartes (1937), Philosophie (1931,
si bien con fecha del ao siguiente), las cinco conferencias de Vernunft und Existenz
(1935) y Existenzphilosophie (1938), en cuya segunda edicin (1956) aclarar que
haba acuado este trmino en sus clases a mediados de los aos veinte, antes de que
Fritz Heinenann publicara Neue Wege der Philosophie (1929), pero que siempre pro-
cur que no se convirtiera en un clich.
Cuando ya tena muy avanzada Philosophie, escribi, por encargo de la clebre
coleccin Gschen, Die geistige Situation der Zeit, obra acabada en septiembre
de 1930, aunque no se public hasta octubre del ao siguiente. En 1933 se edit en
versin castellana de Ramn de la Serna [Espina], que prescindiendo del trmino
jaspersiano situacin, la titul Ambiente espiritual de nuestro tiempo8. La public la
Editorial Labor, en cuyo proyecto encajaba perfectamente:
Divulgar con la mxima amplitud el conocimiento de los tesoros naturales, el fruto del
trabajo de los sabios y los grandes ideales de los pueblos, dedicando un estudio sobrio,
pero completo, a cada tema, e integrando con ellos una acabada descripcin de la cultura
actual9.
Por otra parte, como rese ya Esteban Salazar Chapela, el libro, en un momento
convulso, se convirti en un espejo espiritual, que reflejaba la sensacin de insegu-
ridad desde la angustia vital jaspersiana10.
3. La medicina y la psicologa
12
N 21, 1-2-1922, pp. 124-126. En HERNNDEZ MERINO, A. M., De la pintura psicopatolgica
al arte como terapia en Espaa (1917-1986), dir. M. Corella Lacasa / A. Rey Gonzlez, tesis doctoral
presentada en el Departamento de Comunicacin Audiovisual, Documentacin e Historia del Arte de la
Universitat Politcnica de Valncia, 2000, pp. 328-230 <http://hdl.handle.net/10251/5846>, se comenta
SACRISTN, J. M., Genialidad y psicopatologa, Madrid, Biblioteca Nueva, [1949], libro en que se cita
Strindberg und van Gogh.
13
La doctrina de Freud en los pueblos latinos, La Pluma, n 23, 1.4.1922, pp. 238-243.
14
Vol. I, 1924, p. 95.
15
Sobre un proceso alucinatorio reflejo, Para la casustica de las alucinaciones de la visin
del movimiento, Archivos de Neurobiologa, vol. IV, 1924, pp. 118-138 y 209-214, y Diagnstico
diferencial entre psicosis manaco-depresiva y esquizofrenia, Mlaga, Sur, 1929, inaugurando los Su-
plementos de Archivos de Neurobiologa. Este trabajo, reeditado por dicha revista, vol. XXXVI, 1973,
pp. 359-412, dada su extensin, no se public en las actas de la III Reunin de la Asociacin Espaola
de Neuropsiquiatras celebrada en Bilbao en 1928 (Barcelona, Santiago Vives, 1930), en que s figura la
otra ponencia sobre el tema, presentada, independientemente, por Jos Sanchis Bans, en que se men-
ciona a Jasper[s], a travs de un artculo de Wilmann, para ponderar el rico yacimiento de vivencias
esquizofrnicas del clebre caso Schreber (p. 27), comentado ya por Freud. Vid. GUILA I PALANQUES,
E., De una cuestin preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis: una lectura a travs del caso
Schreber, dir. J. Bachs, tesis doctoral, UAB, 1997. GONZLEZ DE PABLO, ., La introduccin de la obra
psiquitrica de K. Jaspers, pp. 579-580, comenta el primero y el ltimo de los trabajos de Sacristn
citados. Diagnstico diferencial entre psicosis manaco-depresiva y esquizofrenia fue reseado por La-
fora en Archivos de Neurobiologa, vol. IX, 1929, pp. 179-180, resaltando el referente de Jaspers. Vid.
tambin LZARO, J., Historia de la Asociacin Espaola de Neuropsiquiatra (1924-1999), Revista de
la Asociacin Espaola de Neuropsiquiatra, n 75, diciembre 2000, p. 435, adems de diversos estudi-
os sobre Archivos de Neurobiologa.
16
Estudio psicolgico del cubismo y expresionismo, Archivos de Neurobiologa, vol. III, 1922, p.
[119]. Aquel mismo ao lo public como opsculo la Junta para la Ampliacin de Estudios e Investiga-
ciones Cientficas y se recoge, con variantes, en LAFORA, G. R., Don Juan, los milagros y otros ensayos,
Madrid, Alianza Editorial, 1975 (19271), pp. 115-155. En la introduccin de L. Valenciano, se indica que
Lafora dio una conferencia sobre el tema en Buenos Aires. La Pluma, n 25, junio 1922, p. 381, resea otra
en el Ateneo de Madrid con el ttulo de Ensayo de interpretacin psicolgica del cubismo. Vid. tambin
HERNNDEZ, A. M., De la pintura psicopatolgica al arte como terapia en Espaa, pp. 294-309, PESET, J.
L., Genio y desorden, Valladolid, Cuatro, 1999, p. 166, y diversos escritos sobre las vanguardias.
17
Estudio psicolgico del cubismo y expresionismo, pp. 139-141.
18
Psicologa moderna y psiquiatra, Archivos de Neurobiologa, vol. V, 1925, p. 91.
19
Archivos de Neurobiologa, vol. XIV, 1934, pp. 291-292 y 313. Ya ha sido comentado por GONZLEZ
DE PABLO, ., La introduccin de la obra psiquitrica de K. Jaspers, p. 581.
20
P. ej., El mecanismo gentico de las alucinaciones, Archivos de Neorobiologa, vol. VI, 1926,
pp. 46-66, La anorexia psicogentica de las mujeres adolescentes, Archivos de Neorobiologa, vol. VII,
1927, pp. 121-123, y Comentarios al juicio sobre el asesinato de la seorita Hildegart. La paranoia ante
los tribunales de justicia, Luz. Diario de la Repblica, 20-6-1934, p. [3]. Se ha referido ya a los dos
primeros artculos GONZLEZ DE PABLO, ., La introduccin de la obra psiquitrica de K. Jaspers, pp.
579-581. Vid. Tambin LAFUENTE, E., Un trabajo indito del Dr. Lafora sobre la personalidad, Revista de
Historia de la Psicologa, vol. XV, n 3-4, 1994, p. 166.
rada a lo que llaman psicologa comprensiva27. Por otra parte, tena en contra a los
somatistas. A raz de la Contribucin al estudio del esquizoide, de Justo Gonzalo,
pero con el ttulo general de Antropologa existencial y psiquiatra, Dionisio Nieto
discrepa de la exclusin por Jaspers de la psicopatologa de las ciencias naturales, si
bien le complace que se d cuenta de la inconveniencia de aplicarle planteamien-
tos filosficos28. Gonzalo le replica que Jaspers, el gran animador de la psiquiatra
actual, cuando critica el prejuicio filosfico en psicopatologa, como critica tam-
bin el somtico y otros ms, se refiere a lo estril de las construcciones filosficas
en la psiquiatra del siglo pasado, mientras que proclama que solo una cultura
filosfica permite una comprensin y una reflexin fecundas en la psiquiatra29.
Ramon Sarr, en la comunicacin La renovacin de la psicoanlisis por la nueva
antropologa de la VI Reunin de la Asociacin Espaola de Neuropsiquiatras cele-
brada en Granada en 1932, adems de remitir a las crticas jaspersianas del freudismo,
anunci que, con Luis Valenciano, dedicara una ponencia al Valor de las nuevas
orientaciones antropolgicas para la psicoterapia en el prximo encuentro, que tena
que celebrarse en Oviedo en 193430.
As fue, si bien la VII Reunin tuvo lugar en Madrid en 1935. En ella, Sarr ex-
puso que las tendencias antropolgicas superan las psicoanalticas, dado que donde
se descubren conexiones significativas conscientes huelgan las inconscientes31. Entre
los que optan por la interpretacin de la conciencia, destaca a Jaspers, que, alejndose
de Nietzsche y de Heidegger y entroncando con Kierkegaard al que, en las confe-
rencias de Groninga, recogidas en Vernunft und Existenz, considera por antonomasia
el filsofo de nuestro tiempo, recupera la dimensin de lo infinito en la esencia
del hombre, con la dilucidacin de la existencia (Existenzerhellung). Rechazando la
multiplicidad de interpretaciones simblicas con una cita de Bayle a travs de Jaspers,
27
N 1, enero 1933, pp. 51-52.
28
Respectivamente, Archivos de Neurobiologa, vol. XIV, 1934, pp. 1-17, y vol. XV, 1935, pp. 412-414.
29
Contestacin al Dr. Nieto, Archivos de Neurobiologa, vol. XV, 1935, p. 419. As y todo, en esta
misma revista, poco despus se public un artculo de P. lvarez Nouvilas, Consideraciones sobre la
psicologa del nio, en que se insista en las reservas de Jaspers respecto a la aplicacin de la filosofa a
la psiquiatra (p. 445).
30
Revista Mdica de Barcelona, vol. XIX, n 117, septiembre 1933, p. 253. En la ponencia sobre
el Valor de las pruebas mentales en psiquiatra, presentada en la sesin de trabajo de la Societat
de Psiquiatria i de Neurologia de Barcelona el 23 de mayo de 1931, haba relacionado con Jaspers el
planteamiento de Emili Mira, a quien ya me referir, de considerar tan til un interrogatorio suficien-
temente extenso como una larga serie de tests (ibid., vol. XVII, n 92, agosto 1931, p. 177, y Archi-
vos de Neurobiologa, vol. XII, 1932, pp. 229-230). Sobre la primera publicacin, adems de estudios
centrados en otras especialidades, vid. PETROL CLOTET, E., Neurologa y Revista Mdica de Barcelona,
Gimbernat, vol. IV, 1985, pp. 231-242; BUQUERAS I BACH, F. X. / MASSONS I ESPLUGAS, Josep M., Revista
Mdica de Barcelona. Dotze anys al servei de la medicina, Gimbernat, vol. XXII, 1994, pp. 11-28;
BUQUERAS I BACH, F. X.; BUQUERAS CARBONELL, M., La presncia del doctor Emili Mira i Lpez a la
Revista Mdica de Barcelona, Gimbernat, vol. XXX, 1998, pp. 53-67, y diversas comunicaciones o
psters presentados en la XII Trobada dHistria de la Cincia i de la Tcnica celebrada en Valencia
entre el 15 y el 18 de noviembre de 2012.
31
Valor de las nuevas orientaciones antropolgicas para la psicoterapia, Archivos de Neuro-
biologa, vol. XVI, 1936, pp. 418, 427 y 430-431. . Gonzlez de Pablo se ha referido a este artculo, as
como a la parte de la ponencia de Valenciano, en La introduccin de la obra psiquitrica de K. Jaspers,
pp. 581-582.
40
Barcelona, Salvat, 1935, caps. III, VI, VII, VIII, IX, X y XV. Ya se ha comentado en La Escuela
de Heildelberg y el proceso de institucionalizacin de la psiquiatra espaola, p. 236. En la posguerra, se
reedit el libro y se resumi en Psiquiatra bsica.
41
Salamanca, Tesitex, 1997, pp. 20-21, 36 y 77.
42
Buenos Aires, Kapelusz, 1963, pp. 133-137. Vid. tambin MOREU, . C., Presncia de la psi-
coanlisi a lobra dEmili Mira, en Emili Mira. Els orgens de la psicopedagogia a Catalunya, Barcelona,
Universitat de Barcelona, 1998, p. 101, y ORTEGA-MONASTERIO, L., Lanlisi existencial a la me-
dicina catalana, p. 221.
43
Mis recuerdos de Mira como psiquiatra, Revista del Departamento de Psiquiatra de la Facultad
de Medicina de Barcelona, vol. I, 1973, p. 40. Vid. tambin SNCHEZ LZARO, J., La escuela psiquitrica
catalana, en HUERTAS, R. / ROMERO, A. I. / LVAREZ, R., coord., Perspectivas psiquitricas, Madrid, CSIC,
1987, p. 101.
44
El anlisis existencial en la medicina catalana, p. 221, en que apunta adems el magisterio
de Irazoqui sobre Carles Balls Pascual, que present a Jaspers en la seccin dedicada a los clsicos
de la Revista de Psiquiatra de la Facultad de Medicina de Barcelona, vol. XXXI, n 4, 2004, pp.
206-210.
45
Monografies Mdiques, n 92, 1935, p. 32. Sobre esta publicacin peridica, vid. la comunicacin
de Vicent Morera Sob y Enrique Perdiguero-Gil presentada en la XII Trobada dHistria de la Cincia i
de la Tcnica.
46
IRAZOQUI VILLALONGA, E., Delimitacin actual del grupo de las esquizofrenias, Revista Mdica
de Barcelona, vol. XXIV, n 140, agosto 1935, p. 122, y Archivos de Neurobiologa, Vol. XV, 1935, p. 579.
47
IRAZOQUI VILLALONGA, E., Planteamientos y orientaciones de la psicologa en la esquizofrenia,
Archivos de Neurobiologa, vol. XVI, 1936, p. 318.
48
Vid. DRR-ZEGERS, O., Der Einfluss der Heidelberger Psychiatrie auf den spanisch-sprechenden
Raum y . GONZLEZ DE PABLO, La introduccin de la obra psiquitrica de Karl Jaspers (1883-1969)
en Espaa, La Escuela de Heildelberg y el proceso de institucionalizacin de la psiquiatra espaola y
Sobre la gnesis del orden psiquitrico en la posguerra espaola.
49
VALLEJO NGERA, A., Sobre las bases para la calificacin de las remisiones teraputicas de la
demencia paraltica, Archivos de Neurobiologa, vol. VII, 1927, pp. 66, 67 y 71. Cita Allgemeine Psycho-
pathologie, 3 ed., pp. 333, 335 y 337.
50
VALLEJO NGERA, A., Propedutica clnica psiquitrica, Barcelona, Labor, 1936, pp. 195 y 301-
302. En Psicopatologa de la conducta antisocial, Accin Espaola, n 83, enero 1936, p. 184, adems
de la similitud con Jaspers de referirse a la psicologa de las multitudes, que no es tal psicologa, sino
un fenmeno de contagio psquico, aduce, a fin de ilustrar la dificultad de definir la afectividad, la
hiperblica conclusin jaspersiana: Denominamos sentimientos a todo aquello que no sabemos llamar
de otra manera.
51
VALLEJO NJERA, Dr. Las aptitudes pedaggicas del maestro, El Avisador Numantino, n 5489,
15-9-1937, p. [4].
52
La valoracin del delito y la nocin de justicia en los delincuentes alienados, Revista Mdica de
Barcelona, vol. XXIII, n 136, abril 1935, pp. 302-303 y 324. Se cita la 3 ed. de Allgemeine Psychopathologie.
53
Adems de diversos estudios sobre l, vid. su Descargo de conciencia (1930-1960), Barcelona,
Barral, 1976.
54
Se edit dos aos despus, con el ttulo de Dilthey, Jaspers y la comprensin del enfermo mental,
Madrid, Paz Montalvo, 1955. Vid., entre abundantes estudios, GORROTXATEGI, P., Pedro Lan, el incitador
o maestro de Luis Martn-Santos <http://www.euskonews.com/0437zbk/gaia43702es.html>; GONZLEZ
DE PABLO, ., El sentido de la enfermedad en la obra de Luis Martn-Santos, Asclepio, vol. L, 1, 1998,
pp. 79-10, y LZARO, J., Vidas y muertes de Luis Martn-Santos, Barcelona, Tusquets, 2009, pp. 75-78 y
120-124.
55
Labor. rgano de Falange Espaola Tradicionalista y de las J.O.N.S., n 277, 9-8-1937, p. 8.
56
N 2, octubre 1937, pp. 164-169, reeditado en URIBE LACALLE, E., ed., Jerarqua. La revista negra
de la Falange. Pamplona 1936-1938, Madrid, Barbarroja, 2011, pp. 261-266. En este libro, pp. 401-415,
se reproduce tambin la comparacin por Lan de Quevedo y Heidegger, Jerarqua, n 3, 1938, pp. 197-
215. Se han referido ya a estos artculos MERMALL, Th., La Retrica del humanismo. La cultura espaola
despus de Ortega, Madrid, Taurus, 1978, pp. 33-34, y BARRERO PREZ, O., La novela existencial espaola
de posguerra, Madrid, Gredos, 1987, p. 22. En el proyecto editorial de la revista anunciado en los dos
primeros nmeros de la misma, figura el libro de Lan Antropografa o Estudio de la persona humana.
Primera contribucin a una psicologa de la personalidad, del que se ofrece un esquema ya muy desarrol-
lado (reedicin citada, pp. 157-158 y 281).
57
Un mdico ante la pintura, Vrtice. Revista Nacional de la Falange, nos 7-8, diciembre 1937-en-
ero 1938, s. p.
58
Obras, Madrid, Plenitud, 1965, p. 615.
Rafael Huertas interpreta del mismo modo la insistencia en Jaspers de sus profeso-
res . No obstante, felizmente, la ascendencia jaspersiana, revitalizada por el auge del
66
existencialismo, no qued reducida, a esta coercin, sino que, confluyendo con otras
tendencias, actu de estmulo fructfero tambin para diversos psiquiatras, en mayor
o menor medida, disidentes67.
Antonio Rodrguez Lpez concluye que el eslogan de Kraepelin La psiquiatra
es medicina resume el pensamiento de la mayora de los autores espaoles, con las
aportaciones que a la clnica suministra la fenomenologa de Jaspers, aunque, como
hemos visto, su recepcin presenta muchos matices68. Por otra parte, como ha subra-
yado ngel Gonzlez de Pablo, ms all de la psiquiatra, Jaspers fue elaborando una
filosofa de la enfermedad, del hombre enfermo y de la relacin mdico-enfermo69.
Incluso Misael Bauelos, a pesar de su deriva racista, en Los principios fundamen-
tales del arte clnico, lo cit para advertir que, adems de la capacidad tcnica, es
imprescindible la tendencia a auxiliar a sus semejantes, una amplia concepcin del
mundo y una gran bondad esencial70.
4. La filosofa
66
Entrevista con Rafael Huertas, Revista de la Asociacin Espaola de Nueva Psiquiatra, n 72,
1999, p. 665.
67
Vid., p. ej., ORTEGA-MONASTERIO, L., Lanlisi existencial a la medicina catalana, pp. 221-222.
Entre los psiquiatras citados destaca Delf Abella, que rese muy elogiosamente Dilthey, Jaspers y la
comprensin del enfermo mental, de Martn-Santos, en Revista de Psiquiatra y Psicologa mdica de
Europa y Amrica Latinas, t. II, n 4, 1955, p. 399, y que public Lorientaci antropolgica existencial
de la psiquiatria (Premio Doctor Mart i Juli en 1961), Barcelona, Institut dEstudis Catalans, 1962.
68
Antropologa cultural, en LPEZ-IBOR, J. J. / LEAL CERCS, C. / CARBONELL MASI, C., Imgenes de
la psiquiatra espaola, Barcelona, Glosa, 2004, p. 102, libro en que se hallan otras referencias a Jaspers.
69
La medicina en la obra de K. Jaspers, p. 506.
70
Valladolid, Cuesta, 1928, p. 123. Este captulo, De cmo nos comportaremos en la prctica frente
al enfermo y la sociedad, se reprodujo en La Esfera, n 770, 6-10-1928, pp. 34-35, relacionando sus
planteamientos con la sensibilidad social de la medicina propugnada por Lafora. En el Manual de pa-
tologa mdica dirigido por Bauelos, hay un apartado del tambin profesor de la Universidad de Val-
ladolid J. M. Villacin sobre las Enfermedades mentales, con diversas referencias a Jaspers (Barcelona,
Editorial Cientfio-Mdica, 19392, vol. II, pp. 275-453). Bauelos ser uno de los impulsores de la eu-
genesia franquista, incluso invocando a Hitler, como ilustra Revoluciones polticas y seleccin humana,
Valladolid, Santarn, 1937, p. 25.
71
Las ltimas tendencias de filosofa en Alemania, La Gaceta Literaria, n 33, 1-5-1928, p. 3.
Sobre la revista, vid. particularmente BASSOLAS, C., La ideologa de los escritores. Literatura y poltica en
La Gaceta Literaria (1927-1932), Barcelona, Fontamara, 1975.
do su fascinacin por Ortega con las opiniones de este en unas lecciones tituladas
La razn histrica, impartidas en Buenos Aires en 1940 y editadas pstumamente
en las Obras completas72. En ellas, Ortega establece cuatro ensayos para fundar la
filosofa en la nueva idea de vida, que clasifica cronolgicamente: 1 el de Dilthey,
2 el suyo, dado a conocer en cursos universitarios y en dos o tres publicaciones
breves hechas en Inglaterra y en Alemania, 3 el de Jaspers y 4 el de Heidegger73.
No contento con pretender anticiparse a Jaspers, nacido el mismo ao que l, lo
descalifica como un psiquiatra, un mdico, que a destiempo se transmut a la fi-
losofa e hizo una interpretacin con ciertos atisbos, pero insuficiente por falta de
tcnica74. Jaime Franco ya ha observado tambin que la contribucin de Ortega en
1953 al septuagsimo aniversario de Jaspers, que forma parte de una reflexin inici-
ada como eplogo a la Historia de la filosofa de Julin Maras, tiene escasa relacin
con el pensamiento jaspersiano75.
Jos Antonio Maravall, entonces joven discpulo de Ortega, firm la resea de
Ambiente espiritual de nuestro tiempo en la Revista de Occidente76. El carcter de
la obra se adecua a sus intereses sociolgicos, pero Maravall hace un gran servicio a
su maestro al resaltar la anterioridad de planteamientos orteguianos similares. Remi-
tiendo al artculo de Ortega En el trnsito del cristianismo al racionalismo, editado
poco antes en esta misma revista (n 123, septiembre de 1933), enmarca el libro en
la crisis de la poca y especialmente en el temor de indeterminacin. Asimismo,
afirma, rotundamente, que el verdadero original de las ideas de Jaspers estaba
publicado en espaol en El tema de nuestro tiempo (1923) y en La rebelin de las
masas (1929), de Ortega, en que se diagnosticaba ya el fracaso de la cultura hiertica
racionalista cultura de la tcnica y las masas, colocando enfrente una cultura vital.
Maravall incluso sentencia que todo el libro de Jaspers, en busca del hombre que
se es a s mismo totalmente, parece encontrarse bajo el signo de amplitud y unidad
de una frase brotada en cabeza espaola: La vida impone a todas sus actividades un
imperativo de integridad77.
No eran infundados los temores de Ortega a ser asimilado a Jaspers. Por ejemplo,
Ferenc Olivr Brachfeld, inversamente a Maravall, lo acus de inspirar su seamos
72
Recepcin hispnica de K. Jaspers, pp. 522-523. ORTEGA Y GASSET, J., Obras completas, vol. IX,
Madrid, Taurus, 2009, pp. 474-557.
73
Ib., pp. 517-518.
74
Ib., p. 518.
75
Ib., pp. 581-620. Recepcin hispnica de K. Jaspers, p. 523.
76
KARL JASPERS: Ambiente espiritual de nuestro tiempo. Editorial Labor. Barcelona, Revista de
Occidente, n 125, noviembre 1933, pp. 215-220. Vid. tambin CAMAZN LINACERO, J. P., La crisis europea
en Revista de Occidente (1923-1936), Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, vol. XIII, 2000, pp. 369-391,
y WERZ, N., El diagnstico del tiempo en Curtius, Jaspers y Ortega, en Las influencias de las culturas
acadmicas alemana y espaola desde 1898 hasta 1936, pp. 75-90. Aos despus, Maravall consagrar
un libro a Ortega en nuestra situacin, Madrid, Taurus, 1959.
77
Ib., p. 220. No se precisa que la cita corresponde a la primera de las obras de Ortega mencionadas,
que, segn el autor, se remonta a una clase inaugural del curso 1921-22. Vid. ORTEGA Y GASSET, J., Obras
completas, vol. III, Madrid, Taurus, 2006, pp. 600 y 559. En el ao siguiente, las ediciones de esta revista
publicaron un libro que ha sido considerado un precedente del diagnstico de los tiempos modernos: Los
caracteres de la edad contempornea, de Fichte, en traduccin de Jos Gaos.
78
Un clerc que no ha trat. Romain Rolland, Mirador, n 364, 6-2-1936, p. 6, y Ha mort un
gran socileg. Ferdinand Tnnies (1855-1936), Mirador, n 387, 13-8-1936, p. 6. Vid., entre otros
estudios, HUERTAS CLAVERIA, J. M., Mirador, la Catalunya imposible, Barcelona, Proa, 2000; SINGLA CA-
SELLAS, C., Mirador (1929-1937). Un model de peridic al servei duna idea de pas, Barcelona, Institut
dEstudis Catalans, 2006; IBARZ, V. / VILLEGAS, M., Ferenc Olivr Brachfeld (1909-1967): un psiclogo
hngaro en Barcelona, Revista de Historia de la Psicologa, vol XXIII, n 3-4, 2002, pp. 265-275;
OBERST, U. / IBARZ, V. / LEN, R., La psicologa individual de Alfred Adler y la psicosntesis de Olivr
Brachfeld, Revista de Neuro-psiquiatra, vol. 67, n 1-2, marzo-junio 2004, pp. 31-44; LLANAS, M. /
PINYOL, R., Lactivitat de Ferenc Olivr Brachfeld a Catalunya: algunes notcies, en FALUBA. K. / SZIJJ,
I., ed., Actes del Catorz Colloqui Internacional de Llengua i Literatura Catalanes, vol. I, Publicacions
de lAbadia de Montserrat, 2009, pp. 295-307, y CARPINTERO, H., Ortega y la psicologa individual de
Adler. Una nota histrica, Revista de Estudios Orteguianos, n 24, mayo 2012, pp. 109-126.
79
Vid., p. ej., WINECOFF DAZ, J., The Major Themes of Existentialism in the Work of Ortega y Gasset,
Chapel Hill, The University of North Carolina Press, 1970, y GRAHAM, J. Th., A Pragmatist Philosophy of
Life in Ortega y Gasset, Missouri, University of Missouri Press, 1994.
80
Mxico, Club del Llibre Catal, 1945, p. 68.
81
De la bellesa. Iniciaci als problemes de lesttica, disciplina filosfica, Barcelona, Institut
dEstudis Catalans, 1936, p. 225. Edicin facsmil: Barcelona, Llibres de Glauco / Laertes, 1988.
82
Situation fondamentale et situations limites chez Karl Jaspers, en KOYR, A. / PUECH, H.-Ch. /
SPAIER, A., ed., Recherches Philosophiques, vol. II, Pars, Boivin, 1932-1933, pp. 317-348, recopilado
en MARCEL, G., Du refus la linvocation, Pars, Gallimard, 1940, pp. 284-326. En dicha biblioteca, se
conservan ejemplares con el ex libris de Mirabent de este tomo de la revista y de obras de Jaspers: Des-
cartes et la philosophie, Pars, Flix Alacan, 1938, y Ambiente espiritual de nuestro tiempo, adems de
otras publicadas ya en la posguerra.
83
No se precisa que procede de Le moi et son destin, Pars, Montaigne, 1936, p. 117; en la p. 111,
figura la otra cita, inspirada en el estudio de Marcel mencionado, p. 339.
Cree que el Arte es orden. La fantasa intenta restablecer la cohesin por medio de las
imgenes, de modo anlogo a como la filosofa lo intenta por medio de los conceptos. As,
una Kuntsphilosophie no es una filosofa sobre el Arte, sino un pensamiento en el Arte,
dentro del Arte. Pero ni la metafsica ni el Arte son confines de la verdad. El Arte es un
medio intuitivo, una simblica, un mito, de la transcendencia, gracias a la inmanencia del
acto humano86.
Otro discpulo de Serra Hunter, Joaquim Xirau, en unas Notas sobre la fenomeno-
loga filosfica de Husserl publicadas en 1924, resalta, sin mencionar todava a Jas-
pers, que esta tendencia ha contribuido poderosamente a la formacin de profesores
tan eminentes como Ortega y Morente, de los que fue alumno87. Aos despus, en
un artculo sobre Husserl, aade que, adems de los epgonos, destacan Max Scheller
y Heidegger y que ha influido decisivamente en representantes de las ms diversas
escuelas: Nicolai Hartmann, Lask, Pfander y, mencionado en ltimo trmino, Jaspers,
que, a pesar de las coincidencias en algunos planteamientos, no le merecer una gran
atencin88. Lo explica en parte que, en Lo fugaz y lo eterno, sentenciar que, aunque
con otras races, influjos heterogneos y conclusiones en muchos puntos opuestos, no
es posible dejar de percibir la amplia convergencia de las llamadas filosofas existen-
ciales e historicistas Jaspers, Heidegger... con los postulados del relativismo in-
dividual, sociolgico e histrico (desde Simmel a Spengler, desde Dewey a Andr
Gide), en los que hallan su fundamento las graves perturbaciones de la conciencia
moral y poltica del mundo contemporneo89.
84
Sobre la esttica del existencialismo, Revista de Ideas Estticas, vol. XI, n 42, abril-mayo-junio
1953, p. 175-180. Esta publicacin haba dedicado ya un artculo, de E. Agudo, a El existencialismo y la
esttica, vol. VII, n 26, abril-mayo-junio 1949, pp. 163-187.
85
Sobre la esttica del existencialismo, p. 175.
86
Ib., p. 177.
87
Revista de Pedagoga, n 30, 1924, pp. 201-208 y 256-261, recopilado en sus Obras completas, vol.
III-2, Rub, Anthropos / Madrid, Fundacin Caja Madrid, 2000, pp. 5-16, y en CASADO, . / SNCHEZ-GEY,
J., ed., Filsofos espaoles en la Revista de Pedagoga (1922-1936), Santa Cruz de Tenerife / Las Palmas
de Gran Canaria, Idea, 2007, pp. 243-261.
88
Husserl, Revista de Catalunya, vol. XVIII, n 93, diciembre 1938, pp. 541-542, recopilado en
Obras completas, vol. III-2, pp. [17]-28. Se repite en La filosofa de Husserl (1941), Buenos Aires, Tro-
quel, 1966, p. 9, recogido en Obras completas, vol. III-1, Rub, Anthropos / Madrid, Fundacin Caja
Madrid, 2000, p. 164.
89
Mxico, Centro de Estudios Filosficos de la Facultad de Filosofa y Letras, 1942, pp. 87-88, recopi-
lado en sus Obras completas, vol. I, Rub, Anthropos / Madrid, Fundacin Caja Madrid, 1998, p. 292.
antinomias sin fin experimentada, tras Bergson, por Jaspers, Whitehead, W. James,
Gabriel Marcel y el propio Wahl al intentar pensar la realidad, dada la distancia
entre esta y el intelecto100.
En aquel mismo ao public su tesis doctoral, Psicologa de las situaciones vita-
les, cuyo ttulo puede hacer pensar ya en Jaspers101. De todos modos, lo cita tan solo
en una nota de la Introduccin:
temporal de lsser, Revista de Catalunya, n 136, enero 1999, pp. 7-18. Las polmicas entre Gaos y
Nicol, adems de comentarse en diversos escritos, han sido estudiadas tambin monogrficamente.
100
La marcha hasta lo concreto. Misticismo y realidad, La vocacin humana, p. 99.
101
La introduccin est fechada en marzo de 1941 y el libro figura como acabado de imprimir el 20 de
septiembre. Nicol obtuvo el doctorado el 31 de octubre (REIDI MARTNEZ, L. M. / ECHEVESTE GARCA, M. de
L., ed., La Facultad de Psicologa de la Universidad Autnoma de Mxico. Treinta aos a la vanguardia,
Mxico, UNAM, 2003, p. 23).
102
Mxico, El Colegio de Mxico, 1941, p. XXII. En el prlogo a la segunda edicin, corregida,
resalta que cuando public su libro la nueva filosofa existencial estaba representada por Heidegger y
un poco menos por Jaspers, mientras que los existencialistas ms populares eran todava desconocidos,
y que los verdaderos antecedentes de una psicologa de las situaciones vitales son Dilthey y Spranger, si
bien el libro responde a motivaciones que proceden de Bergson (Mxico, FCE, 1963, pp. 9-10).
103
Psicologa de las situaciones vitales, 1 ed., p. XXII. En la p. 130, se pone como ejemplo de situ-
acin lmite la del hombre que abandona su pas. No obstante, SIGUN, M., Eduard Nicol. Orgens del
seu pensament, en TERRICABRAS. J. M., ed., La filosofia dEduard Nicol, Gerona, Ctedra Ferrater Mora,
2010, pp. 16-26, sugiere que, en buena parte, el libro podra ser producto del bagaje, real o figurado, que
se llev al exilio.
Pero de esa existencia piensa Jaspers que no hay un sistema posible, como ya lo haba
sostenido Kierkegaard. La realidad no puede ser pensada como tal. El sistema de la exis-
tencia dependera de la compresin del ser en s; y como esta compresin es imposible,
el acto existencial de filosofar sobre la existencia es un acto siempre inseguro, proble-
mtico. Tenemos que afirmar lo impensable, y esto deja la existencia en una situacin
precaria, abocada siempre a una negacin de s misma: en todo momento tenemos que
estar eligiendo entre la nada y el ser. Pero no hay solo este problema, que Jaspers advierte
en la trama de la existencia. Hay el peligro que corre su propia filosofa de contradecirse
a s misma en la medida en que avance. Pues no hay manera de idear cmo liberarse de la
dificultad que ella misma se ha creado. Cmo es posible filosofar sobre un dominio de
la realidad que la filosofa empieza por decir que es impensable directamente, inconcep-
tuable, irreductible a sistema? La obra de Jaspers, ya muy copiosa no constituye acaso
un sistema de la existencia, ms coherente an que el de Kierkegaard, y no refuta por ello
su mismo principio?106.
104
Respectivamente en La idea de lhome, La Nostra Revista, n 14, febrero 1947, pp. 44-45, y La
literatura existencial y la generacin perdida, El Nacional, 3-8-1947, ambos recopilados en Las ideas y
los das, pp. 77-81 y 131-136.
105
Historicismo y existencialismo. La temporalidad del ser y la razn, Madrid, Tecnos, 1950, pp. 342
y 235. En el fondo de Mirabent mencionado, se conserva un ejemplar de este libro con una amical dedica-
toria autgrafa del autor. No he detectado variantes de los pasajes citados en las ediciones de 1960 y 1981.
106
1a ed., pp. 238-239.
107
Ib., p. 239.
108
Cctel de verdad, Madrid, Literatura, 1935, pp. 19-20.
109
Ib., pp. 91-92.
110
Obras selectas, vol. II, Madrid, Revista de Occidente, 1966, pp. 51, 340 y 430. Vid. tambin
la entrada dedicada a Jaspers de su Diccionario de la filosofa, vol. II, Madrid, Alianza, 1980, pp.
1932-1937.
111
El maestro en el erial. Ortega y Gasset y la cultura del franquismo, Barcelona, Tusquets, 1998, pp.
403-404. Vid. tambin FRANCO, J., Recepcin hispnica de K. Jaspers y Jaspers en perspectiva.
112
Una conferencia de Sanchis Bans. La poltica, vista por un psiquiatra, Luz. Diario de la Rep-
blica, n 18, 27-1-1932, p. 7.
113
Toda Espaa, clase media, La poca, n 29701, 27-2-1935, p. 1.
114
VILANOU I TORRANO, C., Joan Roura-Parella. Unitat i varietat del seu pensament, en MONSERRAT I
MOLAS, J. / CASANOVAS, P., ed., Pensament i filosofia a Catalunya, vol. III, Barcelona, INEHCA / Societat
Catalana de Filosofia, 2004, p. 40, e id., Juan Roura-Parella (1897-1983) y los orgenes de la pedagoga
universitaria en Catalua, Pedagoga y educacin ante el siglo XXI, Madrid, Universidad Complutense,
2005, p. 192.
La tcnica y su conciencia social, junto a la proletarizacin, han disuelto los antiguos idea-
les de la universidad. An sigue siendo el primer principio de la institucin universitaria
la unin de la investigacin y de la enseanza; pero se ha trasformado en investigacin y
enseanza de tcnica, de cosas. Sigue an siendo la expendedora de ttulos; pero ya no es
la formadora de hombres y la madre robusta de grandes ideales119.
las resistencias sociales y ambivalencias erticas es tan intensa que hasta en hombres
normales se percibe ms tarde tambin una rotura de continuidad en el sentimiento de
su personalidad121.
Adoptando, en cambio, una perspectiva religiosa, Francisco Alayde y Vilar, al
plantearse la relacin entre la religin y el pensamiento filosfico contemporneo,
atendiendo especialmente al impulso vital y purificador de la fenomenologa, cita,
entre otras obras orientadas a determinar la esencia de la filosofa, Psychologie der
Weltanschauungen, de Jaspers.122. Destaca que su autor, siguiendo los requisitos fe-
nomenolgicos, constituye una disciplina autnoma consciente de s misma, del
mismo modo que la esencia de la religin nos asegura que la sensacin religiosa es
algo originario y que no puede hacerse derivar de ninguna otra cosa.
En Accin Espaola, Juan Domnguez Berrueta destaca tres afirmaciones del
Ambiente espiritual de nuestro tiempo que, dentro de su peculiar estilo, dejan adivi-
nar una certera orientacin hacia la fe divina, descontextualizndolas de modo que
resulten ms afines a la revista:
Se olvida lo que es esencial [...] por la solicitud exagerada hacia lo existencial, que casi
siempre y de modo concreto se traduce en ansia de lograr el poder a corto plazo. Para eso
se sustituyen las grandes continuidades espirituales por la mltiples tareas prcticas, bu-
rocrticas, publicitarias, utilitarias, reclamsticas. Al convertir en funcin el aparato ms o
menos gigantesco de una accin religiosa o poltica, la colectividad enrolada se va despren-
diendo poco a poco de sus races sustantivas. Del pasado al futuro cuanto es permanente
121
Sobre la actividad psquica de la angustia (la angustia primitiva), Archivos de Medicina, Ciruga
y Especialidades, vol. XXXVII, 1934, p. 343.
122
La fe religiosa y la filosofa actual, Boletn de la Universidad de Granada, n 16, diciembre
1931, pp. 392, 395 y 404.
123
Ser uno mismo, Accin Espaola, n 44, 1-1-1934, p. 845-846. Se remite a la traduccin caste-
llana, p. 194, 207 y 184, respectivamente.
124
Ib., p. 844-845.
En esta misma publicacin, Paul Ludwig Landsberg, traducido por Eugenio maz,
contrapone Jaspers, sobre todo por su nocin de comunicacin (remitiendo a Phi-
losophie, V, 11), a la filosofa de Heidegger, cuyo Mitsein no albergara el amor,
como tampoco la fe ni la esperanza126.
En cambio, en Religin y Cultura, la revista de los padres agustinos de San Lo-
renzo del Escorial, Flix Garca celebra la agudeza extraordinaria y gran vigor ana-
ltico de Ambiente espiritual de nuestro tiempo, pero lamenta el punto de mira, que
implica el gran error de suponer caducado el pensamiento cristiano127.
En el diario catlico barcelons El Mat, el crtico literario comparatista Ramon
Esquerra considera til dicho libro como una sntesis de la preocupacin creciente
por el futuro, que, tras el hito de la I Guerra Mundial, ha culminado en el debate
sobre la decadncia de la civilitzaci occidental, expresin que casi coincide con
el ttulo del clebre libro de Oswald Spengler: Der Untergang des Abendlandes128.
De todos modos, considera que, adems de circunscribirse a algunos aspectos (en
especial, la conciencia de poca y la hegemona de la tcnica y de las masas, con sus
repercusiones polticas, pedaggicas, artsticas, cientficas y filosficas) y de tender
al clich, est limitado por el carcter marcadamente filosfico y el lenguaje tcnico,
de lo que deduce que llegar tan solo a un pblico minoritario. Ms taxativa es toda-
125
S. M., R., Crtica y milagro, Cruz y Raya, n 21, diciembre 1934, p. 100-101. Este artculo se
reproducir en La poca, n 29718, 19-3-1935, p. 3. Vid. tambin BCARUD, J., Cruz y Raya, 1933-1936,
Madrid, Taurus, 1969, p. 35-37.
126
Experiencia de la muerte, Cruz y Raya, n 26, mayo 1935, p. 43.
127
Vol. XXV-XXVI, 1934-1935, p. 441. Hay otras referencias a Jaspers en la revista.
128
Diagnstics del temps, El Mat, n 1462, 3-2-1934, p. 9, recopilado en el apartado Conscin-
cia de la crisi de ESQUERRA, R., Lectures europees, Barcelona, La Revista, 1936, pp. 167-168, libro
reeditado con una introduccin de T. Iribarren: Barcelona, LAlb, 2006, pp. 208-211. Vid. tambin
VALL, X., Lexistencialisme als Pasos Catalans abans de la postguerra, pp. 160-161, e id., La contri-
buci de lexistencialisme a lengatjament, en CARB, F. / JIMNEZ, D. / REAL. E. / ROSSELL, R. X., ed.,
Les literatures catalana i francesa: postguerra i engagement, Barcelona, Publicacions de lAbadia de
Montserrat, 2000, p. 432; LLUCH, C., La novel.la catlica a Catalunya. Precedents terics (1925-1936),
Barcelona, Crulla, 2000; MOLLA RODRGUEZ, G., Ramon Esquerra (1909-1938?). Geografia vital i cr-
tica dun esperit comparatista, dir. X. Pla, tesis doctoral presentada en la Universitat de Girona, 2010,
pp. 619-620.
6. El arte y la literatura
129
N. P., Nicolas Berdiaeff: Cinq mditations sur lexistence. Solitude, Socit et Communaut.
Trad. du russe par Irne Vild Lot. Col. Philosophie de lEsprit. d. Montaigne. Pars, 1936, vol. V,
n 18, mayo 1937, pp. 346-347. Vid. tambin P., Jeanne Hersch: Lillusion philosophique. Lib. Flix
Alcan. 1936, Revista de Psicologia i Pedagogia, vol. IV, n 16, noviembre 1936, p. 377. Se han ocu-
pado de esta publicacin peridica: SIGUAN, M., La psicologia a Catalunya, Barcelona, Edicions 62,
1981; DELGADO, B., La Revista de Psicologia i Pedagogia de Barcelona, Perspectivas Pedaggicas,
vol. XII, n 49, 1982, pp. 47-70; SAIZ ROCA, M. y D., La Revista de Psicologia i Pedagogia como
fuente documental primaria para la comprensin de los inicios de la Psicologa Aplicada en Espaa, II
Congreso Oficial de Psiclogos. rea 1. Psicologa y Profesin, Madrid, Colegio Oficial de Psiclogos,
1990, pp. 90-94; VILLEGAS BESORA, M. / IBARZ SERRAT, V., La Revista de Psicologa i Pedagoga de
Barcelona (1934-1937), Revista de Historia de la Psicologa, vol. XIV, n 1, 1993, pp. 1-13; LOZANO
SEIJAS, C., El meu seminari de pedagogia de la Universitat Autnoma de Barcelona (1933-1938),
Comunicacions de les II Jornades dHistria de lEducaci en els Pasos Catalans, Ciutat de Mallorca,
Departament de Pedagogia de la Facultat de Filosofia i Lletres, 1978, pp. 130-131...
130
Miscelnea apcrifa. Notas sobre Juan de Mairena, Hora de Espaa, n 13, enero 1938, p. 14,
fechadas en Valencia, en diciembre de 1937. En Carta a David Vigotsky. Leningrado, Hora de Espaa,
n 4, abril 1937, p. 8, haba detectado ya el florecimiento en Europa de una metafsica existencialista.
Disponemos de diversos estudios sobre la relacin de Antonio Machado con el existencialismo. Simone
de Beauvoir atribuye el lanzamiento, a inicios de 1943, del trmino existentialiste a Gabriel Marcel, (La
force de lge, Pars, Gallimard, 1987, p. 625).
131
N 9078, p. 1.
Sap, en aquest punt, donar una categoria filosfica a temes sovint menyspreats per banals;
de fet, compleix amb un deure, que, en gran o petita escala, acompleixen les ments ms
clares del nostre temps i que consisteix a cercar-ne una definici, extraient-la dels smpto-
mes que semblant anecdtics, com lesport, o la moda o el cinema poden portar-nos a
conclusions categriques132.
132
D.-P., G., Catleg i finestra, Mirador, n 275, 10-5-1934, p. 6. Este artculo no se recoge en
DAZ-PLAJA, G., Primers Assaigs. Primers viatges. 1929-1935, Barcelona, La Paraula Viva, 1974, aunque
figura otro con este mismo ttulo sobre cine (pp. 83-84). La glosa de Ors, Simmel, se public en La Veu
de Catalunya, n 4665, 14-5-1912, p. 1, y se halla recopilado en Glosari 1912-1913-1914. Amb la srie
Flos Sophorum, Barcelona, Quaderns Crema, 2005, pp.156-158. Sin embargo, en la versin catalana,
aunque se habla de la picanta sabor duna entremeliadura, se califica a Simmel dagut, picante en
la versin castellana de Alfons Maseras: Pginas del Glosari de Xenius. 1906-1917, Madrid, Saturnino
Calleja, 1920, p. 197.
133
Agradezco la consulta del fondo personal de G. Daz-Plaja depositado en la Reial Acadmia de
Bones Lletres de Barcelona a su familia, particularmente a su hija Ana.
134
Retrato de un escritor, Barcelona, Pomaire, 1978, pp. 173-174.
135
Barcelona, Aym, 1966, p. 131.
136
Ib., p. 179. En particular, calific de existencialista la poesa de posguerra de su amigo Dmaso
Alonso, que lo desaprob.
137
En el captulo Existencialismo y denuncia de su Literatura hispnica contempornea, Mallorca, La
Espiga, 1963, p. 369, lo sita entre los existencialistas catlicos, resaltando la nocin de Trascendencia.
7. Conclusiones
Resumen: En el artculo comparo las tradiciones filosficas y literarias que se han dado en
Latinoamrica, a partir del siglo XIX y que se han consolidado como parte fundamental del
latinoamericanismo. El objetivo es crear un mapa conceptual y bibliogrfico del desarrollo,
la historia y la situacin actual de diversas filosofas y literaturas formadas en Latinoamrica,
bajo la tesis de la divisin de esta tradicin en sus despliegues barrocos y romnticos.
Palabras clave: Historia de las Ideas, Filosofa de la Liberacin, Codigofagia y Antropofagia,
Literatura latinoamericana, Oralidad y Escritura.
Abstract: In this article, I compare the philosophical and literary traditions that, since the
nineteenth century, have taken place in Latin America. These traditions became a fundamental
part of Latinamericanism. The main objective is to create a bibliographic and conceptual map
of development, history and the current status of various Latinamerican philosophies and
literatures. All this since the central thesis of the division of this tradition in its baroque and
romantic deployments.
Key words: History of Ideas, Philosophy of Liberation, Antropofagia and Codigofagia,
Latin American Literature, Orality and Writing.
L
a llamada literatura latinoamericana es un fenmeno acotado en el tiempo,
tiene su origen en el siglo XIX y parece alcanzar sus ltimas sntesis en los
tardos lustros del siglo XX; es similar al fenmeno de la llamada filosofa
latinoamericana, que se cultiva y construye en un perodo y bajo un proceso similar,
dependiente de las formas nacionales de constitucin de la regin y tendiente, cada
vez de forma ms acentuada, a establecerse como una rama de la historia de las ideas
romnticas1. Quiz podemos decir, en un intento de fijar fechas y seales, que los lti-
mos textos, ya crticos de estas tradiciones pero an codificados dentro de las mismas,
sean Los detectives salvajes (1998), de Roberto Bolao, en el terreno de la ficcin; La
crtica de la razn latinoamericana (1996), de Santiago Castro Gmez, en la filoso-
fa; y el importante libro de ngel Rama La ciudad letrada (1984), en el campo de la
crtica literaria2.
En tanto se discute y acaso establece esta hipottica periodizacin, resurgen en
el panorama contemporneo otras formas filosficas y literarias que fueron opacadas,
brutalmente en el siglo XX, por el intento de agrupar bajo alguna norma esencial la
vida cultural de la regin. Bsicamente, se trata de las llamadas filosofas y literaturas
originarias, en las que se revitaliza el perodo pico del siglo de la conquista (1492-
1521) y, de forma muy densa por sus componentes y vigencia social, las literaturas
y filosofas de corte barroco y neobarroco. Estas ltimas abrevan directamente del
largo siglo donde se constituye el proceso de mestizaje latino y anglo-americano,
1
Es importante recalcar que por literatura y filosofa latinoamericana entiendo aquellas manifesta-
ciones que se constituyen junto a los procesos de regionalizacin que generan las independencias del siglo
XIX. Para una perspectiva diferente, en la que se estudia el fenmeno bajo la presuncin de que Latino-
amrica slo es una geografa dada en el tiempo, vanse, en especial, los enfoques sajones, por ejemplo:
CASTRO-KLAREN, SARA (ed.), Latin American Literature and Culture, (USA-UK, Blackwell, 2008). Hart,
Stephen M, A Companion to Latin American Literature, (USA-UK, Tamesis, 2007). NUCCETELLI, SUSANA,
OFELIA SCHUTTE Y OTVIO BUENO (eds.), A Companion to Latin American Philosophy, (Wiley-Blackwell,
USA-UK, 2010). Asimismo, para una perspectiva de larga duracin pueden consultarse las siguientes
obras en espaol: BOHRQUEZ, CARMEN, ENRIQUE DUSSEL Y EDUARDO MENDIETA (eds.). Historia del Pen-
samiento Filosfico Latinoamericano, del Caribe y Latino (1300-2000), (Mxico, Siglo XXI Editores,
2009) y los importantes cuatro volmenes de la Historia de la literatura hispanoamericana, de JOS
MIGUEL OVIEDO, (Madrid, Alianza, 1995-2001). Respecto a las relaciones entre filosofa y literatura en
Latinoamrica existen muy pocos trabajos, puede verse el libro de JORGE J. E. GRACIA Y MIREYA CAMU-
RATI , Philosophy and Literature in Latin America. A critical Assessment of the Current Situation (Albany,
State University of New York Press, 1989). Si bien en este libro se desdoblan en dos bloques los temas, por
un lado los estudios sobre filosofa y, por otro, sobre literatura, existe ya un intento de buscar relaciones
tericas y prcticas de las disciplinas. Un breve trabajo que explora las ideas filosfica en la literatura de
la regin fue escrito por JESS AGUILAR, Philosophy and Latin American Literature, pp. 372-383, (en
NUCETTELLI, A Companion to Latin American Philosophy, loc. Cit).
2
Las primeras ediciones de los tres textos son las siguientes: RAMA, NGEL, La ciudad letrada. Ha-
nover, Ediciones del Norte, 1984. CASTRO-GMEZ, SANTIAGO, Crtica de la razn latinoamericana. Barce-
lona, Puvill Libros, 1996. BOLAO, ROBERTO, Los detectives salvajes. Barcelona, Anagrama, 1998. Sobre
el libro de Rama, en la cuarta de forros, escribe Mario Vargas Llosa esta importante observacin: En esas
visiones de conjunto derroteros, evoluciones, influencias, experimentados por escuelas o generaciones
de uno a otro confn probablemente nadie desde la audaz sinopsis que intent Henrquez Urea ha
superado a ngel Rama.
Podramos hablar de todo un perodo histrico, de un largo siglo XVII, que comenzara, por
decir algo, con la derrota de la Gran Armada a finales del siglo XVI (1588) y que terminara
aproximadamente con el Tratado de Madrid, de 1764; de una poca que comenzara con
el primer signo evidente de su desmoronamiento, cuando la Espaa borbonizada aniquila
el estado de los guaranes inspirados por los jesuitas al ceder a Portugal una parte de sus
dominios de Sudamrica fecha que al mismo tiempo subraya la destruccin del incipiente
mundo histrico latinoamericano, iniciada cuando el imperio, empeado en una remoder-
nacin que prometa salvarlo, pretendi hacer de su parte americana una simple colonia3.
y que, en la primera mitad del siglo XXI, parece estar mucho ms ligada a una
postura de retrica poltica y de emergencia econmica. Dicha postura slo
dbilmente se desenvuelve, contrariamente a como se percibiera alrededor de
la Revolucin cubana (1959), como un despliegue cultural.
b) Cmo esta nocin se abandona en gran parte de las obras literarias y filosficas,
a la par que, bajo otros ropajes como el de la globalizacin, el cosmopolitis-
mo, la decolonizacin, el fenmeno barroco, el factum del mestizaje, el estilo
realista o neorrealista, la narrativa histrica o de gnero resurge o muta la
tentacin de volver a situar un discurso reflexivo y ficcional dentro del juego
regional de la identidad, el poder y la creacin de sentido5.
En este contexto, ms que insistir en pensar las formas en que se sigue postulando
la idea de la literatura o la filosofa latinoamericana, es pertinente ver su constitucin
dentro de la historia de la ideas y se concrecin en el fenmeno de sentido que, si bien
sigue teniendo hasta ahora como hecho rector una identidad que se desdobla en los
idiomas espaol y portugus, cada vez encuentra una diversidad formal ms radical,
tanto lingstica como cultural, que hace imposible el establecimiento de una idea rec-
tora de pensamiento o imaginacin dentro de la regin que llamamos Latinoamrica6.
5
Dos libros pueden mostrar este interesante movimiento de permanencia y cambio de sentido del
discurso latinoamericanista que, como suele ocurrir, se construyen desde convocatorias discursivas ligadas
a la academia norteamericana: MENDIETA, E. (ed.) Latin American Philosophy. USA, Indiana University
Press, 2003. MILLN-ZAIBERT, E. Y SALLES, A., The Role of History in Latin American Philosophy, USA,
State University of new York Press, 2005.
6
Otro ejemplo de lo que se ha sealado, la diversidad formal en el terreno semitico y cultural de la
Amrica latina, tiene que ver con las literaturas francfonas y anglfonas de las Antillas. Un texto que ex-
plora, desde la crtica y el ensayo literario, una parte de la riqueza y diversidad de la literatura antillana fue
escrito por SERGIO UGALDE QUINTANA: La potica del cimarrn: Aim Csaire y la literatura del Caribe
Francs, CNCA, Mxico, 2007.
7
Ambas formas, aqullas que derivan de la idea de raza y por lo tanto plantean las ideas de mestizaje
a partir de las metforas de la ciencia, como aqullas que desconectan la idea de raza y derivan en estudios
de tipo formal y semitico pueden rastrearse en las obras de Alfonso Reyes y Fernando Ortiz. El primero
es muy radical en su lectura semitica de decodificacin de smbolos, por ms que no puede ocultar, fa-
talmente, un racismo contra los pueblos indgenas. En especial, vase ltima Tule (Obras completas XI,
Mxico, FCE, 1960). Ortiz por su parte, quien pone en juego la nocin de transculturacin que retomar
especialmente ngel Rama, comienza con un recalcitrante distanciamiento de la idea de raza para final-
mente regresar a sta. Su libro ms trascendente es Contrapunteo cubano del tabaco y el azcar. Trabajos
relevantes sobre estos dos autores seminales en el pensamiento latinoamericano, y sus obras referidas, son:
En el primer sentido, se gestan los estudios que han entendido el fenmeno a partir
de la metfora naturalista del mestizaje cultural. Esta metfora, que es un desarrollo
necesario al pensar el mestizaje a partir de una identidad racial, fue comprendida en
estos trminos por el filsofo Bolvar Echeverra,
[] la idea del mestizaje cultural como una fusin de identidades culturales, como una
interpenetracin de sustancias histricas ya constituidas, no puede hacer otra cosa que dejar
fuera de su consideracin justamente el ncleo de la cuestin, es decir, la problematizacin
del hecho mismo de la constitucin o conformacin de esas sustancias o identidades, y del
proceso de mestizaje como el lugar o el momento de tal constitucin.
La metfora naturalista del mestizaje no puede describirlo de otra manera que: a) como la
mezcla o emulsin de de molculas o rasgos de identidad heterogneos, que, sin alterar-
los, les daran una apariencia diferente; b) como el injerto de un elemento o una parte de
una identidad en el todo de otra, que alterara de manera transitoria o restringida los rasgos
del primero, o c) como el cruce gentico de una identidad cultural con otra, que traera
consigo una combinacin general e irreversible de las cualidades de ambas8.
Desde esta perspectiva cientista o cientfica, se han derivado las metforas de la fi-
losofa y la ficcin eclctica, heterognea, hbrida, yuxtapuesta, transcultural e incluso
los desarrollos contemporneos, de influencia norteamericana, que crean conceptos
derivados de las teoras posmodernas, poscoloniales o decoloniales, como los de
filosofa o literatura transmoderna o transhistrica9. Uno de los problemas centrales
de estas teoras, clave para entender la idea substancial de una identidad latinoa-
mericana reflejada en su literatura o en su filosofa, es que los fenmenos quedan
descritos en funcin, precisamente, de una idea romntica, y en muchos sentidos
decimonnica, que en aras de postular una identidad substancial subsume el comple-
jo fenmeno material y concreto de los comportamientos que se desenvuelven dentro
de Latinoamrica.
ROJAS, R., Contra el homo cubensis: transculturacin y nacionalismo en la obra de Fernando Ortiz, en
Cuban Studies. Volume 35, 2004, pp. 1-23. BIRKENMAIER, A., Entre filologa y antropologa: Fernando
Ortiz y el Da de la Raza, en Antpoda. No. 15, julio-diciembre, 2012, pp. 193-218. GUTIRREZ GIRARDOT,
La imagen de Amrica en Alfonso Reyes, Madrid, nsula, 1955.
8
ECHEVERRA, B., o. c., pp. 30-31.
9
Libros clsicos al respecto son el ya citado Contrapunteo cubano del tabaco y el azcar de Fernando
Ortiz (La Habana, Jess Montero editor, 1940); Transculturacin narrativa en Amrica Latina, de ngel
Rama (Mxico, Siglo XXI, 1982); Culturas hbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad,
de Nstor Garca Canclini (Mxico, Grijalbo, 1989) y Escribir en el aire: ensayo sobre la heterogeneidad
socio-cultural en las literaturas andinas, de Antonio Cornejo Polar (Lima, Editorial Horizonte, 1994). Cabe
sealar, como se ha hecho, que esta crtica literaria, al igual que las filosofas y literaturas de corte natura-
lista, ya incubaba una crtica interna. En este caso, la ambigedad est en la misma obra del iniciador de la
metfora, Ortiz, y de uno de los ms brillantes continuadores, Cornejo Polar. Como lo recuerda Rafael Rojas
en el texto citado esta autocrtica se encuentra en dos ensayos, respectivamente, de Fernando Ortiz y Cornejo
Polar: Por la integracin cubana de blancos y negros y Mestizaje e hibridez: los riesgos de las metforas.
Respecto a las relaciones entre el pensamiento en Latinoamrica y las teoras coloniales y poscoloniales,
donde destacan las obras de Anbal Quijano, Enrique Dussel y Walter Mignolo, vase el artculo de OFELIA
SCHUTTE, Philosophy, Postcoloniality, and Posmodernity, en NUCCETELLI, SUSANA, OFELIA SCHUTTE Y OTVIO
BUENO (eds.), A Companion to Latin American Philosophy, pp. 312-326. Estas ideas han llegado a una de sus
ltimas formulaciones en el libro de MIGNOLO: The Idea of Latin America, USA, Blackwell, 2005.
Montaigne reconoce que el solo contraste entre el Antiguo y el Nuevo Mundo lo despert
a esa comprensin para todas las doctrinas que Bacon y Shakespeare aprendern de l, ese
perdn, esa caridad. [] Dispuesto siempre a abrir la ventana de la paradoja, se le antoja
preguntarse si, despus de todo, la civilizacin acostumbrada no sera un inmenso desvo;
[] si las costumbres no tendran tan slo un fundamento relativo. Y acaba as por descu-
brir el refinamiento y el arte entre las poblaciones ednicas del Tup-Guaran. Es cierto, se
deca Montaigne, que aquellos indgenas son canbales, pero no es peor que comerse a sus
semejantes el esclavizar y consumir, como lo hace el europeo, a las nueve dcimas partes de
la humanidad? Amrica tortura a sus prisioneros de guerra; pero Europa, piensa Montaig-
ne, se permite mayores torturas en nombre de la religin y de la justicia10.
En este canibalismo radicalizado y explosivo es que hay una impronta barroca que
desata la antropofagia11. sta sera, metafricamente, el acto de asimilacin, ritual y
simblica, de la cultura occidental. El trmino se va construyendo en una compleja
relacin, mediante las herramientas de las vanguardias europeas, entre la necesidad
de un pasado que tiene elementos trgicos e incuestionables de ah en parte la pre-
ponderancia de la historia en el pensamiento latinoamericano y un presente que se
comprende, primariamente, con metforas de una espacialidad que debe ser interveni-
da y reconstruida. El espacio de Amrica se piensa entonces como barbarie, paraso,
desierto, laberinto, utopa o distopa12. Es en cierto sentido una impostacin futurista.
Sin embargo, la idea de la antropofagia no decae en ningn esencialismo libertario
o decadente y por esto se aleja del clsico paradigma del siglo XIX entre civilizacin
10
REYES, A., ltima Tule. Obras completas XI, Mxico, FCE,1960, pp. 58-59.
11
Sobre la metfora del Calibn dentro del pensamiento y la teora en Latinoamrica, vase: RODO,
JOS ENRIQUE CAMILO, Ariel. Los motivos de Proteo, (Prlogo: Carlos Real de Aza. Edicin y cronolo-
ga: ngel Rama. Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1993). FERNNDEZ RETAMAR, Calibn, apuntes sobre la
cultura en nuestra Amrica, (Mxico, Editorial Digenes, S. A., 1972). MORSE, RICHARD M. El espejo de
Prspero. Un estudio de la dialctica del Nuevo Mundo, (Mxico, Siglo XXI, 1982). MONSIVIS, CAR-
LOS , Civilizacin y Coca-Cola, (en Nexos. No. 104, agosto de 1986. pp. 19-29). C OSTA L IMA , L UIZ , A
fico oblqua e The Tempest, (en Pensando nos trpicos. Rio de Janeiro, Rocco 1991. pp. 99-118). DE
LA S IERRA DE LA V EGA , C ARLOS A NTONIO , La ltima tempestad. Shakespeare y Amrica latina, (Mxico,
FNCA-ICM, 2000). OLIVA MENDOZA, CARLOS, El naufragio del Calibn, (en La creacin de la mirada.
Ensayos sobre literatura latinoamericana. Mxico, Editorial Verdehalago/INBA, 2004, pp. 43-66).
12
Vase al respecto, SCHEINES, GRACIELA, Las metforas del fracaso, (Ediciones Casa de las Amri-
cas, La Habana, 1991). Pueden consultarse, para el estudio de dos casos especficos en la literatura, mis
libros: Literatura y azar. Cuatro ensayos sobre Borges, (Mxico, Coordinacin de Bibliotecas-Gobierno
del Estado de Coahuila, 2011) y Deseo y mirada del laberinto. Julio Cortzar y la potica de Rayuela,
(Mxico, CONACULTA y Universidad Autnoma Benito Jurez de Oaxaca, 2002).
Es, metafricamente, al deglutir las formas del arte de Europa que estos escritores
brasileiros figuran su pasado, y realmente as es como se terminan comportando gran
parte de las y los pensadores en Latinoamrica. Este particular modernismo libera de
una manera alegrica una serie de datos histricos, sociales y tnicos que dan gran
fuerza a sus obras y a su lenguaje. Como seal Antonio Candido, en sorprendente
sintona con Urea, Reyes Lezama e incluso Borges: en el proceso antropofgico exis-
te un sentimiento de triunfo y de encuentro profundo del mestizo que por un momento
rompe la ambigedad fundamental, la de ser un pueblo latino, de herencia cultural
europea, pero tnicamente mestizo, situado en el trpico e influenciado por las cultu-
ras primitivas, amerindias y africanas14.
Esta funcin de resignificacin y produccin de sentido que aporta la propia Euro-
pa se hara desde la devastacin que sufren las culturas y las naturalezas originales de
Amrica desde sus ruinas pero, a la vez, desde la incorporacin de otras culturas,
africanas y orientales, que crean, en un proceso abierto y trgico de modernidad, las
diversas identidades de Latinoamrica. Esta perspectiva insistir en que los procesos
de identidad en la regin, como lo hacen no slo los modernistas brasileiros, sino en
especial las formas barrocas y neobarrocas del pensamiento, se gestan mediante un
proceso violento de devoracin y devastacin de cdigos que debe resolverse en nue-
vas formas culturales y en nuevos paradigmas de vida15.
Codigofagia ha llamado Bolvar Echeverra a este permanente formalismo semi-
tico cultural que se resuelve en la crtica y desmontaje de todo cdigo que intenta
esencializarse, permanecer inmutable en el tiempo. Sera un proceso barroco y fren-
tico, permanente fibrilacin de sentidos, que tiende a eliminar la posibilidad de que
13
COSTA LIMA, L., Pensando nos trpicos, Rio de Janeiro, Rocco.1991, p. 26.
14
CANDIDO, A., Literatura y cultura de 1900 a 1945,Critica Radical. Venezuela, Biblioteca Ayacu-
cho, 1991, p. 220.
15
En dos autores se sintetizan de manera ejemplar los procesos codigofgicos al recrear una estti-
ca de increble profundidad: Jos Lezama Lima y Jorge Luis Borges, Vase simplemente el despliegue
semitico en estas obras: La expresin americana (Mxico, FCE, 2005) y El Aleph (Argentina, Losada,
1949).
todo objeto como la Amrica Latina es un objeto histrico, y un objeto histrico slo puede
ser objeto de una actividad de contenido historiogrfico, de una actividad historiogrfica,
de historiografa. [] presente, pasado y futuro estn cada uno en relacin de construccin
o reconstruccin mutua con los otros dos e historiografa es reconstruccin del pasado
constructiva del presente y del futuro18.
punto de partida de un pensamiento cuyo primordial objeto empieza por ser la Amrica
autctona, aborigen y la colonia en su peculiaridad cultural, nacional, para acabar siendo
la independencia poltica de la misma, y la constitucin y reiterada reconstitucin de los
pases independientes, y, cuando menos, una filosofa original de estos pases19.
16
En estos trminos entiende Bolvar Echeverra el despliegue de su nocin de codigofagia: Las
subcodificaciones o configuraciones singulares y concretas del cdigo de lo humano no parecen tener
otra manera de coexistir entre s que no sea la del devorarse las unas a las otras; la de golpear destructiva-
mente en el centro de simbolizacin constitutivo de la que tienen en frente y apropiarse e integrar en s,
sometindose a s mismas a una alteracin esencial, los restos an vivos que quedan de ella despus. La
modernidad de lo barroco, pp. 51-52.
17
GAOS, J.., El pensamiento hispanoamericano, en Obras completas V, UNAM, Mxico, 1993, p.
26. 1 ed 1944.
18
Ib., p. 26.
19
Ib., p. 34.
Es en este sentido y despliegue que Gaos insiste en que se trata de una filosofa de
corte poltico en el amplio sentido relativo a la comunidad cultural:
Alrededor de este trabajo, que impulsa y sintetiza las ideas en torno a las represen-
taciones histricas de la filosofa en Latinoamrica, se genera toda una serie de ttulos
fundamentales para la consolidacin de las diversas ideas de nacin que se disputan
en la regin. Alrededor de mediados del siglo XX se escribe Las ideas en Cuba (1938)
de Medardo Vitier; El positivismo en Mxico (1943), de Leopoldo Zea; La filosofa
en el Uruguay, de Arturo Ardao (1956)21. Este conjunto de trabajos, que es parte de
la fundacin de la tradicin de la historia de las ideas en Latinoamrica, alcanza su
formulacin terica ms acabada en la disputa entre Salazar Bondy y Leopoldo Zea
sobre la cuestionable posibilidad de que exista la filosofa de Amrica y sobre la
filosofa sin ms22. Esta polmica, descrita por Horacio Cerutti como uno de los
eslabones centrales del pensar filosfico actual en Amrica Latina23 se juega entre
la imposibilidad del desarrollo de una filosofa bajo condiciones de dominacin co-
loniales como indica Salazar Bondy frente a la idea universal de que la filosofa
necesariamente se desarrolla en cualquier sociedad humana. En este ltimo sentido es
que Zea sostiene que una filosofa sin ms, al ejercer su racionalidad intrnseca, se
imbrica, en este caso, con los proyectos de emancipacin. Si intentramos contempo-
rizar estas posturas, podramos decir que, por un lado, se trata de una crtica negativa
radical en el caso de Salazar Bondy que intenta extremar la paradjica negacin
filosfica del ejercicio de un pensamiento, que ya se encontrara codificado dentro de
un modelo decadente de dominacin, para generar una filosofa de la liberacin. Por
el otro el de Zea de una filosofa afirmativa de s misma que articula, a partir su
cosmopolitismo crtico, los contextos de emancipacin. Ambas posturas, claves en la
fundacin tanto de la Historia de las ideas latinoamericanas como de la Filosofa de
la liberacin latinoamericana, han tenido desarrollos complejos y diversos, que van
desde las teoras crticas y utpicas hasta las filosofas multiculturales, poscoloniales
20
Ib.
21
Adems de los textos sealados (VITIER: Cuba, Editorial Trpico; Zea: Mxico, FCE; Ardao: Mxi-
co, FCE) cabe mencionar las siguientes obras: VITIER, MEDARDO, La filosofa en Cuba, (Mxico, FCE,
1948). FRANCOVICH, GUILLERMO, La filosofa en Bolivia, (Argentina, Losada, 1954). SALAZAR BONDY,
AUGUSTO, La filosofa en el Per. Panorama histrico, (USA, Unin Panamericana, 1954). COSTA, CRUZ,
Contribuio histria das idias en Brasil, (Rio de Janeiro, Jos Olimpo, 1956). LARROYO, FRANCISCO,
La filosofa americana: su razn y su sinrazn de ser, (Mxico, UNAM, 1958). SOLER, RICAURTE. Estudios
sobre la historia de las ideas en Amrica Latina, (Panam, Universidad de Panam, 1959).VALLE, RAFAEL,
Historia de las ideas contemporneas en Centro Amrica, (Mxico, FCE, 1960). INGENIERO, JOS, La
evolucin de las ideas argentinas, (Buenos Aires, Futuro, 1961). ZEA, LEOPOLDO, El pensamiento latino-
americano, (2 vols. Mxico, Pomarca, 1965).
22
Vase en especial, BONDY, SALAZAR, A., Existe una filosofa de nuestra Amrica?, Siglo XXI Edi-
tores, Mxico, l988 y ZEA, LEOPOLDO, La filosofa americana como filosofa sin ms, Siglo XXI Editores,
Mxico, l975.
23
CERUTTI, H.., Filosofa de la liberacin latinoamericana, Mxico, FCE, 1983, p. 19.
24
ARDAO, ET AL, La filosofa actual en Amrica latina, Mxico, Grijalbo, 1975. Existe tambin la
importante Declaracin de Morelia. Filosofa e independencia, que es parte del mismo congreso y que
suscriben Enrique Dussel, Francisco Mir Quesada, Arturo Andrs Roig, Abelardo Villegas y Leopoldo
Zea. En dicho documento puede verse ya claramente un punto de conflicto con la primera idea de la filo-
sofa americana de Gaos. Mientras ste sostena la preponderancia poltica, en tanto pedagoga y esttica,
los declarantes acentan la preponderancia para la filosofa de la sociologa y la economa, creando con
esto un acercamiento muy importante con las teoras de la dependencia y las filosofas del marxismo
que imperaba en los aos setenta, este acercamiento, al paso del tiempo, se ha radicalizado por vas muy
diversas. Vase el documento en http://www.ensayistas.org/critica/manifiestos/morelia.htm (consultado el
20 de junio de 2013).
25
Parte del establecimiento definitivo de esta tradicin acadmica se puede observar en las siguientes
obras escritas hacia finales de los aos setenta y principios de los ochenta del siglo pasado: MIR QUESA-
DA , F RANCISCO , Despertar y proyecto del filosofar latinoamericano, (Mxico, FCE, 1974). Z EA , L EOPOL -
DO , El pensamiento americano, (Barcelona, Ariel, 1976). A RDAO , A RTURO , Estudios latinoamericanos,
(Caracas, Monte vila Editores, 1978). SOLER, RICAURTE. Idea y cuestin nacional latinoamericanas. De
la independencia a la emergencia del imperialismo, (Mxico, Siglo XXI, 1980). ROIG, ARTURO ANDRS,
Teora y crtica del pensamiento latinoamericano, (Mxico, FCE, 1981). CERUTTI, HORACIO, Filosofa de
la liberacin latinoamericana, (loc. cit.). GRACIA, JORGE J. E., Latin American Philosophy in the Twentieth
Century, (USA, Prometheus Books, 1986). CERUTTI, HORACIO, Hacia una metodologa de la historia de
las ideas (filosficas) en Amrica Latina, Mxico, (Universidad de Guadalajara, 1986). ARDAO, ARTURO.
La inteligencia latinoamericana, (Montevideo, Direccin General de Cultura Universitaria, 1987). Tres
obras, ya publicadas en la dcada de los noventa, que arrojan nuevas perspectivas al problema de la filoso-
fa latinoamericana son los libros de ARTURO ANDRS ROIG, Rostro y filosofa de Amrica latina, (Argenti-
na, Editorial de la Universidad Nacional de Cuyo, 1993); RAL FORNET BETANCOURT, Estudios de filosofa
latinoamericana, (Mxico, UNAM, 1992) y OFELIA SCHUTTE, Cultural Identity and Social Liberation
in Latin American Thought, (USA, Suny Press, 1993). En la primera dcada del siglo XXI se registran
nuevos trabajos que establecen, cada vez con mayor sofisticacin, esta tradicin acadmica, entre estos:
Diccionario de filosofa latinoamericana, (Toluca, Universidad Autnoma del Estado de Mxico, 2000).
FORNET BETANCOURT, RAL (ed.). Crtica intercultural de la filosofa latinoamericana actual, (Madrid,
Trotta, 2004). ACOSTA, YAMAND, Filosofa latinoamericana y sujeto, (Caracas, Editorial El Perro y la
Rana, 2009). CERUTTI, HORACIO. Doscientos aos de pensamiento filosfico Nuestroamericano, (Bogot,
Ediciones desde abajo, 2011).
lejanos, en la Europa francesa y sajona que modelaba la conducta, aquella que imita-
ban los polticos y los letrados para conseguir la independencia. Entre la Civilizacin
y la barbarie, la narrativa del XIX siempre decide por la primera y con ello la literatura
empieza un penoso exilio de la vida cotidiana34.
No obstante esta distancia, la literatura del XIX es crucial para el imaginario la-
tinoamericano. Lo importante est en lo aleatorio y aun en lo silenciado. El estudio
de la puesta en escena que hace la ficcin es determinante para comprender lo que la
aristocracia de las emergentes naciones latinoamericanas margin del discurso escri-
to. Desde ah, se potencia la que quiz sea la columna vertebral de la literatura latinoa-
mericana: el conflicto permanente entre la oralidad y la escritura35.
Desde este enfrentamiento y con esta historia, la literatura latinoamericana alcanza
su madurez e independencia a finales del XIX. Los movimientos de la regin que im-
pulsan este hecho son el modernismo, el pos-modernismo y la vanguardia. Si bien en
muchos aspectos de ellos la memoria funciona an como un deseo de olvido, (lo im-
portante es el tiempo transcurrido en Estados Unidos y Europa, los idiomas disponi-
bles, el intercambio transnacional y la anhelada metamorfosis definitiva de los pases
latinoamericanos), lo central de estos movimientos no est en la tortuosa relacin con
sus adelantados pares europeos; sino en el rescate de la oralidad, que es, a la vez, el
rescate de la reflexin, la imaginacin, las creencias, las esperanzas y las frustraciones
de los pueblos en sus vidas concretas. Desde Jos Mart, Valle Incln, Horacio Quiro-
ga, Rubn Daro, Federico Gamboa, Leopoldo Lugones, Jos Enrique Rod y Lpez
Velarde, hasta Vicente Huidobro, Jorge Luis Borges, Macedonio Fernndez, Oliverio
Girondo, Xavier Villaurrutia, Jos Gorostiza, Carlos Pellicer, Jorge Cuesta, Mario de
Andrade, Gabriela Mistral, Oswald de Andrade, Pablo Neruda, Alejo Carpentier, Mi-
guel ngel Asturias, Luis Cardoza y Aragn o Cesar Vallejo lo que se observa es que
no existe la posibilidad de una literatura latinoamericana a imagen y semejanza del
canon occidental. Existe, por el contrario, una diversidad irreductible que se filtra en
los relatos escritos y vuelve a fundar la regin en el siglo XX36.
34
Entre las antologas, crticas e historias de este perodo, conocido como el de la literatura romntica
de Latinoamrica, pueden consultarse: LVAREZ, FEDERICO. Romanticismo en Amrica?, (Actas del
Tercer Congreso Internacional de Hispanistas, El Colegio de Mxico, Mxico, 1970). HENRQUEZ UREA,
PEDRO. Las corrientes literarias en la Amrica Hispnica, (Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1949).
LAZO, RAIMUNDO. El romanticismo: lo romntico en la lrica hispanoamericana (siglo XVI a 1970), (Po-
rra, Mxico, 1971). LEZAMA LIMA, JOS. La expresin americana, (Prlogo Irlemar Chiampi, Mxico,
FCE, 1993), MELNDEZ, CONCHA. La novela indianista en Hispanoamrica (1832-1889), (Ediciones de
la Universidad de Puerto Rico, Ro Piedras, Puerto Rico, 1961). YEZ, MIRTA (comp. y prl.). La novela
romntica latinoamericana, (Casa de las Amricas, Valoracin Mltiple, La Habana, 1978).
35
El autor que trabaj y realiz una excelente sntesis del tema es Cornejo Polar en su texto ya referido
Escribir en el aire. Entre las obras que pueden sumarse al tratamiento del tema desde diferentes perspectivas
se encuentran: ALBORNOZ, AURORA, Sensemay: la poesa negra en el mundo hispanohablante, (Madrid, Or-
genes, 1980). ALEMANY, CARMEN, Potica coloquial hispanoamericana, (Alicante, Universidad de Alicante,
1997). DURN, RAFAEL H., De la barbarie a la imaginacin, (Barcelona, Tusquets, 1976). FUENTES, CARLOS,
Valiente mundo nuevo: pica, utopa y mito en la novela hispanoamericana, (Mxico, FCE, 1990). LIENHARD,
MARTIN, La voz y su huella. Escritura y conflicto tnico-cultural en Amrica Latina (1492-1988), (La Haba-
na, Casa de las Amricas, 1990). RAMA, NGEL, Transculturacin narrativa en Amrica Latina, (loc. cit).
36
Dos antologas fundamentales para entender el papel crucial que juegan las vanguardias en Amrica
latina son: Manifiestos, proclamas y polmicas de la vanguardia literaria hispanoamericana, (Edicin, se-
En medio de esta diversidad que muchas veces es opacada por los movimientos
narrativos de la novela de mediados del siglo XX, hay otro tipo de relato que desde el
principio se centra en la descripcin del mundo inmediato: la narrativa sobre la tierra
que tiene su lugar de exploracin en la ancestral relacin con la naturaleza; relacin
que crea significaciones espontneas de gran particularidad y enorme explosividad.
Algunas de las obras que muestran la importancia de esta ficcin son: Los de debajo
(1915) de Mariano Azuela, en Mxico; La vorgine (1924) de Jos Eustasio Rivera,
en Colombia; Don Segundo Sombra (1926) de Ricardo Giraldes, en Argentina; Doa
Brbara (1929) de Rmulo Gallegos, en Venezuela; y Macunama, o heri sem nen-
hum carter (1928) de Mario de Andrade, en Brasil37.
En este sentido, la transmisin del relato ficcional se filtra a travs de una memoria
colectiva y se decanta, densifica y oculta en la tradicin oral; es ah donde ms all
de un mestizaje de formas y estilos, pacfico, se da una codigofagia violenta que hace
permanecer en tensin la relacin entre oralidad y escritura. En esta tensin, en este
encabalgamiento entre los proyectos y representantes de la oralidad y la escritura,
acontece la transmisin cotidiana del imaginario en la regin. El crtico peruano Cor-
nejo Polar, en el trascendente libro que toma el ttulo de un verso de Vallejo: escribir
en el aire, ya sealaba la importancia de la tradicin oral. La memoria en Latinoam-
rica, desde el momento de su fractura fundacional que se escenifica con la conquista a
manos del imperio espaol, no tienen otra alternativa que formarse en un espacio que
ha de borrarse: el de la oralidad, el de la escritura imposible. En esta paradoja es que
acontece la compleja historia de la regin y, justo por este mismo motivo, es que tiene
un enorme potencial ficcional. Las formas de la memoria espontnea no codificada
persisten porque son el elemento central de la resistencia de una cultura que ha sido
negada y destruida constantemente.
Ejemplos de lo anterior son las novelas que se publican alrededor de la primera
mitad del siglo XX. En aquel momento, lo que se observa, ms all de un fenme-
no mercantil inusitado, es la franca apertura de los autores y las autoras al relato de
la vida cotidiana. El escritor y la escritora se dan cuenta del potencial infinito de la
llamada cultura popular. Las obras de Jos Mara Arguedas, Garca Mrquez, Carlos
Fuentes, Julio Cortzar, Jos Donoso, Jos Lezama Lima, Rosario Castellanos y Ma-
rio Vargas Llosa aparecen como un hecho inexplicable dada la increble destruccin
que las rodea, en medio de la suma de dictaduras y conculcacin de proyectos demo-
crticos. Son obras donde la forma novelada ha logrado incorporar el misterio y la
iluminacin del poema y el rigor y ludismo del ensayo. En el canon mundial es la obra
leccin, prlogo, notas y bibliografa NELSON OSORIO T. Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1988). SCHWARTZ,
JORGE, Las vanguardias latinoamericanas. Textos programticos y crticos, (Trad. Estela Dos Santos.
Mxico, FCE, 2002).
37
Vanse las siguientes ediciones, todas stas publicadas por la Biblioteca Ayacucho: GALLEGOS, RMULO,
Doa Brbara, (Prlogo Juan Liscano. Edicin, notas y glosario Oscar Rodrguez Ortiz. Cronologa Mirla Al-
cibades. Bibliografa Rafael ngel Rivas Dugarte, 1977). ANDRADE, MARIO, Macunaima, (Seleccin, prlogo
y notas Gilda de Mello e Souza. Cronologa Gilda de Mello e Souza y Laura de Campos Vergueiro. Traduccin
Santiago Kovadloff y Hctor Olea, 1979). RIVERA, JOS EUSTASIO, La Vorgine, (Prlogo y cronologa Juan Lo-
veluck, 1985). GIRALDES, RICARDO, Don Segundo Sombra, (Prosas y poemas. Seleccin, estudios, bibliografa
y cronologa Luis Harss y Alberto Blasi, 1986). AZUELA, MARIANO, Los de abajo. La lucirnaga y otros textos,
(Seleccin, prlogo y bibliografa Arturo Azuela. Cronologa Jorge Ruffinelli, 1991).
38
La obra ms famosa de Garca Mrquez, se dice que, en este sentido, slo se mide con El Quijote,
es Cien aos de soledad. Mientras que Neruda con Canto general, y sus clebres Veinte poemas de amor
y una cancin desesperada, consagra la poesa escrita en espaol en el siglo XX. Al paso del tiempo otras
figuras van cobrando relevancia. Notablemente los casos de Jorge Luis Borges y Csar Vallejo guardan un
lugar central en el canon occidental de la literatura.
39
Para la revisin de este fundamental perodo de la literatura latinoamericana vase: OVIEDO, JOS
MIGUEL, Historia de la literatura hispanoamericana. 4. De Borges al presente, (Madrid, Alianza, 2001).
RODRGUEZ MONEGAL, EMIR, Narradores de esta Amrica, (Montevideo, Alfa, 1969). BALDERSTON, DAN-
IEL Y M IKE G ONZALEZ , Encyclopedia of Latin American and Caribbean Literature, 1900-2003, (London,
Routledge, 2004). Una reflexin sumaria de las letras, que alcanza en ese momento un lugar central, se
encuentra en JOS LEZAMA LIMA, Sumas crticas del americano, en La expresin americana, pp. 157-
182 (loc. cit.). Y una reflexin que abarca otras artes y formas sociales y culturales puede verse en CARLOS
MONSIVIS, Aires de familia. Cultura y sociedad en Amrica latina, (Anagrama, Barcelona, 2000).
40
Vase, por ejemplo, COLLAZOS, ., CORTZAR, J. Y VARGAS LLOSA, M., Literatura en la revolucin
y revolucin en la literatura. Mxico, Siglo XXI, 1970.
Una de ellas es releyendo, en una cultura popular y vencida, un mito de largo alcance,
en el cual el personaje es siempre secundario. Podramos llamar a esta primera forma
una escritura del silencio. La segunda opera justo de manera inversa, hace hincapi en
la vida habitual del personaje y construye como medio de resistencia la sobredimen-
sin de lo cotidiano. No es una literatura mtica, es una literatura ritual; y no aspira
al silencio, por el contrario, aspira al extravo del caos. En ambas, la forma de resistir
es evadiendo el enfrentamiento. Son en el fondo, ambas, estructuras barrocas que se
niegan al proyecto romntico de proponer una alternativa heroica al proyecto de domi-
nacin. Las formas pueden encontrarse en diversos grados y mezclarse unas con otras.
Pienso en tres breves ejemplos.
El primer caso, el de la escritura que aspira al silencio, se puede observar en la novela
ms importante de la literatura mexicana: Pedro Pramo (1955), de Juan Rulfo. En sta,
el conflicto es ancestral y los hechos ms graves para un individuo siguen sucediendo
despus de la muerte y se narran por siempre; por esto mismo, es posible la felicidad,
el deseo, el amor, el odio, la venganza o la dicha. La derrota es tal y tan antigua que no
tiene caso la desaparicin. ste es el mundo de los vivos y de los muertos, parece decir
Rulfo, nada lo cambiar; por esto mismo, la felicidad y la desdicha acontecen en medio
de una llamada muerte sin fin, de una codificacin tanatolgica del relato literario. Des-
de esta perspectiva, ningn poder poltico puede eliminar nuestra cotidianidad, ningn
hroe puede salvarnos; pero tampoco nadie puede hacernos desaparecer41.
El segundo caso, el de la literatura ritual, puede observarse en dos autores muy
diferentes: Julio Cortzar y Juan Carlos Onetti. Pienso en Rayuela (1963) y en El
astillero (1961)42. En ambas obras lo que existe es la afirmacin del mundo cotidiano,
el de la ciudad, en Cortzar, y el de las ruinas que ha dejado la modernidad y la civi-
lizacin, en Onetti. En los dos mundos, hay una vocacin de permanencia. Existe en
la literatura de Cortzar como deseo de felicidad, erudicin, crueldad, caza, juego y
prdida fatal de la modernidad europea; como construccin de erticas y dialcticas
infinitas y, especialmente, como ejercicio de repeticin frentica en busca de un ele-
mento diferente que destroce el hbito. En Onetti, en cambio, lo que sucede es ms
aterrador. La abulia, el fastidio y el tedio nos llevan a seguir al personaje en su desapa-
ricin implacable. Deja de sentir; olvida el amor, los celos y el temor; y es entonces
cuando crea un mundo desde el azar y la crueldad. Como en la produccin en serie
del capital, los personajes de Onetti repiten sus actos: violan, matan, beben y dejan
de percibir; algunas veces nos cuentan dos o tres versiones de lo sucedido porque el
mismo narrador no sabe realmente qu ha sucedido.
Si bien estas dos formas narrativas eligen desde el principio estrategias diferentes,
hay que sealar que ambas muestran un carcter nihilista. Y esto se debe a la prioridad
que dan al relato oral del mundo cotidiano. En ltima instancia, la oralidad, el habla
diaria, se vuelve nada. Su esencia es desaparecer. Una conversacin slo existe una
vez, y existe para difuminarse.
41
RULFO, J., Pedro Pramo, Madrid, Ctedra, 2012. Similar a estas construcciones son algunas obras
de Alejo Carpentier, por el ejemplo, El reino de este mundo.
42
ONETTI, J. C., El Astillero. Buenos Aires, Fabri Editora, 1961. CORTZAR, J., Rayuela. Edicin cr-
tica de Julio Ortega y Sal Yurkievich. CNCA. Mxico, 1992.
43
FONSECA, R., Agosto, Brasil, Companhia das letras, 1990. MONTEMAYOR, C., Guerra en el paraso.
Espaa, Seix barral, 2002. BELLATIN, M., Saln de belleza, Espaa, Tusquets, 2009.
44
RULFO, J., o. c., p. 156.
Resumen: Procuramos demonstrar a existncia de relaes ativas, nos sculos XVI e XVII,
entre as universidades de Salamanca, Coimbra e vora, no menos intensas do que as existen-
tes entre Salamanca, Valladolid e Alcal, bem como a participao dos mestres portugueses e
espanhis das universidades portuguesas, na sistematizao do conceito de dignidade humana
e na afirmao do conceito de comunidade internacional.
Palavras chave: Paz, Guerra, Justia, Natureza, Imprio.
Abstract: We intend to proved the existence of very active relations in the 16th and 17th
centuries between the peninsular universities of Salamanca, Coimbra and vora, as strong of
the existing ones between the Salamanca, Valladolid and Alcal, and also the part played in por-
tuguese universities by portuguese and spanish masters in the systematization of the concept
of human dignity, in the elaboration of modern international law, and thus in the claim of the
concept of international community.
Key words: Peace, War, Justice, Nature, Empire.
1. Consideraes Preliminares
Se na biblioteca universitria de Coimbra possvel encontrar hoje uma das colees mais
ricas dos mestres salmantinos, tambm entre os fundos espanhis, procedentes dos colgios
maiores de Salamanca, podemos encontrar as mais importantes leituras de Coimbra. Esta
comunicao constante de ideias contribuiu para o progresso da escola e para a consoli-
dao da sua unidade doutrinal1.
Ibidem
comrcio. Consta
Ibidem
A relao do tema da origem e natureza do poder civil com a questo mais vasta da
guerra deriva da tese de que a infidelidade, a idolatria, os crimes contra a natureza ou a
maior rudeza dos outros povos no constituam ttulo legtimo de guerra e escravatura.
5
-
Histria da Companhia de Jesus no Brasil
Janeiro, 1938, pp. 202 e ss.
6
-
o parto segue o ventre . MoLina,
L., De iustitia et iure
7
rebeLo, F., Opus de obligationibus justitiae, religionis et caritatis, Lugudni, 1608.
Logo, nenhuma destas questes, sobretudo o tema mais vasto da infidelidade, poderia
ser invocada para legitimar a guerra movida pelos espanhis ou pelos portugueses
contra as soberanias de alm-mar.
A tese essencial era a de que o poder civil dos infiis e pagos tinha as mesmas
condies de legitimidade que as vigentes entre os prncipes cristos, razo por que
estes no tinham o direito de lho usurpar. Todavia, o poder civil entre os prncipes
cristos era mais perfeito do que entre os pagos, na mesma medida em que, como
ensinava Luis de Molina em vora, fundado em Toms de Aquino, a Graa, no con-
trariando a natureza, aperfeioa-a8.
Quando os professores de Coimbra e vora referem que os ndios da Amrica
eram verdadeiros senhores, no sentido de jurisdio e posse a que correspondia o
termo domnio partem sempre do princpio de que o poder civil, em si mesmo e
na sua natureza, tem origem em Deus, como causa primeira e universal, e no povo ou
comunidade poltica, como causa prxima e imediata.
O poder civil tem origem em Deus, como proclamara So Paulo, ao referir que
no h poder que no venha de Deus (Rom 13), todavia, para os nossos esco-
lsticos da Escola Ibrica da Paz, a no ser em casos raros e extraordinrios, como
verosimilmente ter sucedido com Saul e David, Deus no o transmite diretamente
aos reis e prncipes da Terra. Diremos, ento, que o poder tem origem em Deus
enquanto Ele d ao homem uma natureza social, devendo concluir-se que quem d
a essncia de uma coisa d aquilo que dela se segue, e como o poder civil se segue
necessariamente da essncia social do homem, nesse sentido que dizemos que tem
origem divina.
Por isso, S. Paulo no disse no h rei que no venha de Deus, mas sim no h
poder que no venha de Deus, e embora no Antigo Testamento possamos interpretar
o poder temporal de Saul e David como tendo sido transmitido diretamente por Deus,
devemos, contudo, concluir que na vida civil os homens no se regem por milagres,
nem por casos raros e extraordinrios, mas sim pela razo natural.
Ora o que a razo natural dita neste caso que todas as entidades dotadas de
fim prprio devem possuir em si mesmas as faculdades necessrias para o realizar,
logo, a comunidade poltica deve tambm possuir, em si prpria e na sua natureza,
as faculdades necessrias para realizar o bem comum, que para estes autores define a
finalidade do governo, luz de uma concepo orgnica da sociedade que respeita, ao
mesmo tempo, a dignidade absoluta da pessoa humana.
Ento, nenhum homem, nenhum senado e nenhum povo recebeu diretamente de
Deus poder para dominar outro homem ou outro povo, pois o homem foi criado por
Deus naturalmente livre9, tendo apenas recebido de Deus, de modo imediato, poder
8
-
pode ser invocado para a ocupao violenta dos territrios dos pagos e gentios, no
justificando nem a guerra nem a escravatura. Como dizia Martn de Ledesma nas suas
aulas de Coimbra,
Por outro lado, atendendo natureza e origem do poder civil, no podia ser invoca-
da a tese de que os imperadores romano-germnicos eram senhores do mundo, como
herdeiros que eram dos imperadores romanos, que como tal se proclamavam. No o
eram por direito divino, pois no foi estabelecido por Deus nenhum poder temporal
laico que abarcasse o conjunto da humanidade; no o eram por direito natural, pois
vimos que por natureza o poder radica nas comunidades polticas formadas pelos
homens; no o eram por direito humano, pois nunca houve ttulo de eleio univer-
sal, nem guerra justa de um soberano com o mundo inteiro. Por isso, dir Serafim de
Freitas em 1625, em Valladolid, dissertando sobre o justo imprio dos portugueses
Nenhum imperador, nem de facto nem de direito, tem domnio e jurisdio em todo o
mundo16.
No constitui ttulo legtimo de aquisio de domnio o ato de subjugar os ndios por, per-
suadidos pelos espanhis, responderem que lhes apraz serem sbditos do rei de Espanha:
parece que respondem assim por medo, por a medrosa multido ver sua volta homens
armados, por serem ignorantes e no saberem o que fazem e talvez nem o que os espanhis
querem deles. Todavia, se sem ignorncia e medo, se fizer escolha de um prncipe cristo,
com consentimento do prncipe infiel (se o tiverem), a escolha no invlida ou ilcita. Se
o prncipe infiel discordar, essa eleio s pode ser vlida se ele for tirano, pois neste caso
a repblica pode repudi-lo17.
Quando os espanhis chegam s ndias do a entender aos brbaros que so enviados pelo
rei de Espanha para o seu prprio bem e exortam-nos a que o recebam e aceitem como
senhor; e eles respondem que esto de acordo []. Mas esse ttulo no idneo. Primeiro,
15
LedesMa, Martn de, Secvnda Qvartae
16
Freitas, seraFiM de, De Iusto Imperio Lusitanorum Asiatico, Valladolid, 1625, X, 17.
17
Prez, Ferno, De bello
o. c.
porque evidente que no deveria intervir medo e ignorncia que viciam toda e qualquer
eleio, e isso precisamente o que mais se verifica naquelas eleies [].Por outro lado,
tendo eles os seus prprios governantes e prncipes, no pode o povo, sem causa razovel,
aceitar novos chefes em prejuzo dos anteriores, nem podem os chefes ndios eleger novo
prncipe sem o consentimento do seu povo18.
E se por medo atacarem os cristos, no podem estes utilizar contra eles a pleni-
tude do direito da guerra, pois a agresso poderia ter por base a ignorncia invenc-
vel, quer dizer, no vencvel por meios prprios, e, como tinha ensinado Francisco
de Vitoria19. em Salamanca, podia haver guerra justa de ambas as partes, quando era
manifesto que de uma parte estava o direito e do outro a ignorncia e o medo justifica-
do dos amerndios, vendo homens de porte desconhecido e mais fortemente armados.
Mas repare-se que mesmo em caso de eleio sem medo e ignorncia, ela s seria
vlida se houvesse prvio acordo entre os prncipes gentios e os seus povos, ou entre
os povos gentios e os seus prncipes, remetendo sempre para a tese da soberania inicial
do povo e para a fundamentao do poder civil na razo natural e num pacto transla-
tivo inicial, o qual, uma vez realizado, no poderia ser anulado pela comunidade por
razes de mudana de vontade ou preferncia, mas apenas por motivo de tirania ma-
nifesta. Nos mesmos termos, no poderiam os reis abdicar, sem causa, da autoridade
que a comunidade lhes transmitiu, traindo os termos iniciais do pacto.
J prximo do final do sculo XVII, em 1694, o Padre Antnio Vieira, a maior
figura do pensamento luso-brasileiro do sculos XVII, expressaria de forma eloquen-
te estas concepes sobre a fundamentao jusnaturalista do poder civil, no colgio
jesuta de So Paulo, ao proclamar, contra a vontade dos paulistas e contra o voto dos
seus pares, em texto de extraordinria beleza, que
Assim como o espanhol ou genovs cativo em Argel contudo vassalo do seu rei e da sua
repblica, assim o no deixa de ser o ndio, posto que forado e cativo, como membro que
do corpo e cabea poltica da sua nao, importando igualmente para a soberania e liber-
dade, tanto a coroa de penas como a de ouro, e tanto o arco como o cetro20.
Sendo embora o poder e autoridade dos prncipes cristos mais perfeito que o dos
prncipes gentios e pagos, em si mesmo e na sua natureza nada os distinguia. Essa
foi uma condio para o lanamento das bases da comunidade internacional, melhor
dizendo, daquilo que era comum s comunidades polticas formadas pelos homens, de
18
Vitoria, F. de, Relectio de Indis
19
porte, armados e muito mais poderosos do que eles. Portanto, se movidos por este temor se unirem para
-
h inconveniente de que esta seja considerada guerra justa pelas duas partes, pois que de uma parte est
direitos da guerra contra homens realmente culpados e perversos ou contra inocentes e ignorantes . Ib.
3, 5-7
20
Vieira, antnio, Voto sobre as Dvidas dos Moradores de S. Paulo, 1694.
Erra a opinio corrente [], na medida em que pensa que por Direito Divino necessrio
que exista uma nica soberania laica sobre o mundo inteiro, da mesma maneira que existe
uma nica soberania eclesistica. Porque em primeiro lugar tal no se prova por nenhum
direito divino sobrenaturalmente dado ou revelado []. Em segundo lugar tal no pode
concluir-se por nenhuma razo natural []. Igualmente erra um grande nmero que pensa
que o imperador dos Romanos senhor e rei do mundo e da terra porque o imperador Anto-
nino dissera: Eu sou senhor do mundo [], pois no de presumir que o imperador Anto-
nino de tal modo carecesse de senso que com aquelas palavras significasse a sua convico
de que era senhor da terra inteira, que, nem mesmo dividida ao meio, jamais se submeteu
nem a ele nem a nenhum dos seus predecessores.
Conquanto que seja verdade que se todas as cidades da terra e os governantes delas, aos
quais interessasse, acordassem em que um s fosse eleito governante, rei ou imperador de
todos, seria verdadeiro governante, rei ou imperador aquele a quem a maior parte escolhes-
se [], porque da mesma natureza e espcie o poder com que os reis reinam e o poder
com que a si mesmas se governam as cidades livres21.
2.1. A rudeza dos povos no lhes tolhe a liberdade nem o direito ao domnio de
jurisdio e propriedade
21
azPiLcueta, Martn de, Relectio c. Novit de Iudiciis, Coimbra, 1548, p. 98.
Ainda que algumas naes sejam rudes ou imbecis, no lcito fazer-lhes a guerra ou
ocupar as suas terras22.
Por sua vez, nas suas lies de vora, ensinava Luis de Molina:
Nem sequer cumpre discutir se justa causa de guerra submeter uma nao por ser brbara
ou incivilizada e mais disposta para ser governada por outros e educada nos bons costumes
do que para reger-se a si mesma. Mesmo quando no faltem autores que afirmem ser esta
razo suficiente para submeter todos os brasileiros e os demais habitantes do Novo Mundo,
assim como os africanos, reduzindo-os escravatura, sendo que, como escravos, todos os
seus bens passariam para os seus senhores, sendo privados das suas terras. Como j referi,
de maneira alguma estamos perante causa suficiente para legitimar a escravatura23.
Ao negar esta tese sobre a guerra justa contra os povos mais rudes, seguida de
escravatura, no podiam estes autores deixar de enfrentar a tese aristotlica sobre a es-
cravatura natural24, explanada no livro da Poltica, distinguindo-a da escravatura legal.
Um dos que enfrentou decisivamente a questo, na escola de Salamanca, foi Domingo
de Soto, na sua obra intitulada De iustitia et iure, publicada em 1556, sustentando que
do texto de Aristteles apenas podia concluir-se que podemos repelir pela fora e
submeter ordem aqueles que, como feras, andam errantes sem respeito algum pelas
leis do pacto, invadindo o que alheio por onde quer que passem25.
A interpretao de Soto, mestre de Alcal e Salamanca, far escola, pois a encon-
tramos, com pequenas alteraes que no atingem a substncia, tanto em Martn de
Ledesma como em Fernando Prez. Ledesma ensinara na Universidade de Coimbra
que o que dizia Aristteles deveria ser entendido a respeito daqueles homens que vi-
viam maneira das feras, no respeitando as leis do pacto que institui o poder civil:
Esses tais podem ser submetidos pela fora e coagidos a obedecer a alguma ordem,
no, porm, todos os homens que so rudes e agrestes26.
J Fernando Prez, no seu manuscrito latino sobre a guerra, limitar tambm, de
forma drstica, o alcance possvel da tese de Aristteles: tal deve entender-se no
porque por natureza exista escravido [], caso contrrio seria lcito obrigar escra-
vido homens por sua natureza no menos rudes e boais que por vezes nascem entre
ns27.
22
LedesMa, Martn de, Secunda Quartae
23
MoLina, L. de De iustitia et iure
24
aristteLes, Poltica,
25
soto, d. de, De iustitia et iure
26
LedesMa, Martn de, Secvnda Qvartae
27
Prez, Fernando
Esta afirmao do princpio de reciprocidade, fazendo valer para o seio das socie-
dades crists da Europa o que queramos fazer valer para as sociedades dos outros po-
vos, um dos princpios sempre presentes na Escola Ibrica da Paz. Alis, Bartolom
de Las Casas servira-se deste mesmo argumento na sua polmica com Juan Guins
de Seplveda, em Valladolid, conferindo-lhe particular brilhantismo, ao lembrar ao
Doutor Seplveda que no tempo da dominao romana tambm a gente hispnica
era fera e brbara, sendo ento de lhe perguntar se lhe pareceria bem que os roma-
nos fizessem repartio dos hispanos, dando a cada tirano a sua parte, como se fez
nas ndias, para que, apoderando-se da prata e do ouro que ento havia na Hispnia,
perecessem todos os nossos avs em suas almas e corpos28. Logo, tanto em termos
sincrnicos como diacrnicos, as normas que valiam para um povo, deveriam valer
para os demais.
Ainda neste domnio, tanto quanto me dado conhecer, o autor que levou mais
longe a crtica a Aristteles foi o jesuta espanhol Jos de Acosta, missionrio no
Mxico e no Peru, que em Salamanca publicou a obra De Procuranda Indorum Salute
(1588), e que a dado passo corta com o Estagirita, ao proclamar que o que este escreve
na Poltica sobre a escravatura natural em nada nos deveria preocupar, por estar fora
da dignidade filosfica
No devemos preocupar-nos demasiado com o que Aristteles escreveu mais por motivos
de adulao do que de filosofia29.
28
Las casas, b. de, Controversia com Seplveda
29
acosta, JosePh de, De Procuranda Indorum Salute
30
cano, MeLchor, De Dominio Indorum -
Perea, Luciano.
2.2. A punio dos crimes contra o gnero humano: a proteo internacional dos
direitos da pessoa humana
Porm, havia uma linha vermelha, como em toda a ordem jurdica, que caso fosse
ultrapassada justificava a interveno armada contra outros Estados ou povos, uma li-
nha a partir da qual se passava da rudeza para a barbrie, intolervel luz dos critrios
e valores universais do gnero humano. Falamos dos sacrifcios humanos aos dolos
ou da morte de seres humanos inocentes com o exclusivo intuito de serem comidos,
qualificados como crimes contra o gnero humano.
Com efeito, qualquer povo, cristo ou gentio, mesmo que no nos ofendesse ou
agredisse diretamente nas nossas terras ou nas nossas pessoas, cometia uma agresso
insuportvel contra ns e contra o conjunto do gnero humano se violasse o direito
vida e integridade fsica de pessoas inocentes, fossem quem fossem, estivessem
onde estivessem e tivessem o soberano que tivessem, pois ento os seus prncipes
no seriam j soberanos, mas tiranos, e luz do direito de resistncia ativa podiam e
deviam ser destitudos.
Nestes casos, o sangue dos inocentes era um grito universal de socorro que deveria
ser ouvido e impedido pela guerra, se no existissem mais alternativas, em nome da
dignidade do gnero humano e com a legitimidade conferida pela autoridade universal
do orbe, o totus orbis de Francisco de Vitoria, que transformava cada ser humano em
primeiro fundamento da comunidade internacional.
Ensinava, por isso, Vitoria em Salamanca que
O orbe inteiro, que de certo modo constitui uma nica Repblica, tem poder para promul-
gar leis justas e convenientes para todos, como so as leis do Direito das Gentes. Segue-se
que pecam mortalmente os que violarem o Direito das Gentes, seja na paz seja na guerra
[]. No lcito a um reino particular no querer ater-se ao direito das gentes, pois foi
promulgado pela autoridade do orbe inteiro31.
contra o direito natural matar inocentes, quer indgenas quer estrangeiros, ou para com-
los ou para sacrific-los aos dolos. Pelo que, se se objetar que todos estes brbaros con-
sentem voluntria e livremente naquele ritual, e no se pratica injustia contra quem anui,
responde-se [] que eles no tm por si direito para poderem entregar-se a si ou os seus
morte. Em segundo lugar, responde-se que eles praticam uma gravssima injustia, pelo
que podem ser vencidos por ns, que fazemos parte do gnero humano, na sua condio de
injustssimos agressores do gnero humano.34.
Por outro lado, entendia-se tambm que a noo de proporcionalidade dos meios
deveria ser respeitada, por no ser aceitvel combater o terror com o terror, causando
maiores danos do que os que se pretendiam evitar, de modo a impedir o que hoje cha-
maramos terrorismo de Estado.
Por isso, tambm, a guerra movida contra um Estado em defesa dos direitos e da
dignidade da pessoa humana no era uma guerra conduzida para recuperar algo nosso,
mas para defender os inocentes enquanto pertenciam ao gnero humano, logo, no era
legtimo a quem declarava uma guerra com base neste ttulo, apoderar-se dos bens do
adversrio, reduzindo esses povos escravatura em seu proveito.
No havia, na esfera internacional, em virtude da referida concepo organicista,
uma plenitude sem limites da soberania dos Estados, como tambm no podia consi-
derar-se que, na mesma ordem internacional, a nica regra a ter em conta fosse a da
sobrevivncia.
A ordem jurdica internacional no procedia em exclusivo dos Estados e no es-
tava encerrada nas suas leis, pois, como defendeu Martn de Ledesma, se a guerra
fosse conveniente para um Estado, mas prejudicial Humanidade, ela seria, por isso,
manifestamente injusta35.
Assim se lanaram as bases de um princpio de garantia internacional de proteo
dos direitos naturais e da dignidade da pessoa humana, postulando que h no mundo
dos homens, das sociedades e na vida interna dos Estados um mnimo tico inultra-
passvel, cujo desrespeito justificava o direito de interveno humanitria, pela via
das armas, embora depois de admoestao e como ltimo recurso. Ento, o ser huma-
no possua um estatuto supranacional que o transformava em primeiro fundamento da
comunidade internacional.
33
Ib., p. 50.
34
Prez, Fernando, o.c.
35
LedesMa, Martn de, Secvnda Qvartae
36
ViLLey, MicheL, O Direito e os Direitos Humanos
37
Perea, L., De Bello contra Insu-
lanos, Corpus Hispanorum de Pace, vol.
38
Mezzanotti, GabrieLa, Direito, Guerra e Terror
39
Mas no eram apenas estes textos bblicos a ecoar no contexto de humanizao das
aes do soldado, como tambm o princpio estabelecido por Francisco de Vitoria,
luz do qual No lobo o homem para o homem, seno homem43, ao contrrio do
que posteriormente declararia o fundador do Estado Leviat. E em ser homem, de-
veria assumir-se sempre como tal, na sua plenitude, obedecendo aos ditames da recta
ratio, respondendo no s no foro externo da lei como tambm no foro interno da sua
conscincia.
Lembra ento Fernando Prez que sendo claros os indcios da injustia de uma
guerra, no foro externo os soldados, mesmo os de mais baixa graduao, no devem
ser escusados, como to-pouco no foro ntimo ou sacramental44. E se a convico
sobre a injustia da guerra for formulada j depois de iniciadas as hostilidades,
Todos, quer sbditos quer no sbditos, por maior diligncia que primeiro se faa e boa
f com que comearem a combater, so obrigados a desistir da guerra logo que tiverem a
certeza de que a guerra injusta45.
Todos os soldados, quer sbditos quer no sbditos, se a guerra encerra uma clara injus-
tia, no podem avanar com o rei para a guerra. E prova-se porque eles veem claramente
que no podem ir, logo, se vo, vo contra a conscincia, e, por consequncia, pecam
mortalmente46.
Se ao sbdito consta a injustia da guerra, no lhe lcito lutar, nem mesmo por mandato
do prncipe48.
43
Vitoria, F. de, De Indis
44
Prez, F., De Bello, o. c
45
Ibidem
46
so doMinGos, antnio de, De Bello
47
siMes, P., Annotationes in materiam bello
48
Vitoria, F. de, Relectio de iure belli
Os prncipes [dos brbaros] so obrigados, por direito natural, a amar os espanhis. Logo,
no lhes ser lcito impedi-los de procurar o seu bem-estar, na condio de que no sejam
prejudicados os cidados e os naturais do pas51.
lcito aos espanhis estabelecerem relaes comerciais com os brbaros, desde que tal
comrcio no seja feito em prejuzo da ptria dos mesmos brbaros [], pois parece ser
tambm de direito das gentes que os estrangeiros podem ter relaes comerciais, desde que
sem prejuzo para os nacionais53.
Um dos mestres de Salamanca e Alcal que deu um colorao muito especial a este
direito de peregrinar e viajar por territrios alheios, a que estava associado o jus com-
mercii, foi Merchor Cano, limitando tais direitos condio do bem-estar dos naturais
dessas terras e ao jus amicitiae:
O primeiro ttulo [legtimo de presena dos espanhis na Amrica] funda-se no direito na-
tural de sociedade e de comunicao. De facto, foi dado pelo direito das gentes a qualquer
<homem> a possibilidade de viajar para onde quiser, desde que sem injria ao prximo
[] e o oposto seria desumano. Por isso, se existirem alguns que probam viajar e atuem
com crueldade, incorrem em crime de injria. Mas se porventura os ndios nos fizerem
alguma vez esta injria, tal se deve, por um lado, ao facto de serem pusilnimes, e por outro
ao facto de os espanhis no aparecerem como viajantes, mas como invasores. A no ser
que se designe Alexandre Magno como viajante54.
Faz parte do direito das gentes poder qualquer pessoa viajar por terra alheia e negociar entre
quaisquer povos, e tambm se quer ser cidado em alguma cidade, contanto isto se faa sem
qualquer dano ou simulao e desde que os mesmos no sejam inimigos55.
Sublinha tambm Pedro Simes que importa respeitar o direito natural de socieda-
de e comunicao, bem como o direito ao comrcio, sempre na condio de da no
haver prejuzo para os nacionais e de o mesmo ser desenvolvido de forma pacfica,
considerando justa causa de guerra quaisquer impedimentos violentos a estes direitos.
52
Vitoria, F. de, De Indis
53
O. c.,
54
cano, M., De dominio indorum
do manuscrito latino in Corpus Hispanorum de Pace Luciano Perea, p. 579.
55
so doMinGos, antnio de, o. c.
O papa pode, sem injustia contra algum, recomendar a seu talante, aos prncipes que lhe
aprouver, a funo da pregao evanglica entre aqueles brbaros e, por esse motivo, sem-
pre que se fizer mister proibir aos cristos o citado trato comercial57.
No mesmo sentido vai Pedro Barbosa58: o prncipe, com causa justa, pode apartar-
se do direito das gentes, considerando a doao papal aos espanhis e portugueses
como causa justa para proibir a navegao e o trato comercial a outros prncipes e
povos, na medida em que tinha em vista um direito do papa e da sua Igreja: a pregao
universal.
Mais explcito, a este respeito ser Frei Serafim de Freitas, no seu livro sobre o
Justo Imprio Asitico dos Portugueses, publicado em Valladolid em 1625, onde d o
quadro explicativo:
3. A crtica da teocracia
va-se igualmente a questo do poder e autoridade do papa para doar os domnios dos
outros povos e para invocar, contra eles, o brao armado dos prncipes cristos.
Como j vimos, para os nossos escolsticos de Coimbra e vora, todo o poder vem
de Deus pelo povo, tese que, partida, contradizia a tradio decretalista da teocracia.
Esta limitao do poder papal, conduzida por jesutas e dominicanos das Uni-
versidades de Salamanca, Alcal, Valladolid, vora e Coimbra, exercia-se em plano
de vincada adversidade e a este tema se dedica Martn de Azpilcueta na sua referida
Relectio de Coimbra.
Era o caso, muito citado pelos autores desta Escola, do Bispo de Silves do sculo
XIV, lvaro Pais, que apoiado no cardeal Henrique Segsio60, sustentava a tese de que
o papa era dominus orbis no temporal e no espiritual, na qual viria a basear-se uma
tica colonial de conquista e subjugao dos gentios da Amrica.
lvaro Pais, tal como a maioria dos teocratas dos sculos XIV e XV, tinham a seu
favor a interpretao mais literal61. da Extravagante do papa Bonifcio VIII, escrita
em 1302, intitulada Unam sanctam. Nos termos desta Extravagante podia ler-se que
quem nega que em poder de Pedro se encontra a espada temporal, no toma em
ateno as palavras do Senhor, quando disse: Embainha a espada? e, mais adiante,
sublinhava Bonifcio VIII que em poder da Igreja encontram-se tanto a espada espi-
ritual como a temporal.
Ento, para lvaro Pais, o papa tem jurisdio universal em todo o mundo, no
s nas coisas espirituais, mas tambm nas temporais [] porque assim como h um
s Cristo, sacerdote e rei, senhor de todas as coisas, assim tambm h um s vigrio-
geral seu na terra e em tudo []. O papa vigrio no dum puro homem mas de Deus
[]; logo, tambm pertencem ao papa a terra e a sua plenitude <porque> Cristo con-
cedeu os direitos dos dois poderes a S. Pedro62.
A enquadrar esta plenitude do poder papal estava a tese de que o poder poltico
provm de Deus atravs do papa, pelo que o poder do imperador e dos demais prnci-
pes seculares era-lhes concedido diretamente pelo pontfice romano e no pelo povo,
ao contrrio do que defendiam Vitoria, Surez, Molina e os demais autores da Escola
Ibrica da Paz.
J quanto a Henrique de Susa (ou Segsio), cardeal ostiense, em quem o autor
galego se apoiava, sustentava que, com a vinda de Cristo, o poder civil dos infiis,
gentios e pagos foi-lhes retirado e transferido para a o seu vigrio e cabea da Igre-
ja63, razo por que o domnio de jurisdio e propriedade entre os infiis era de todo
ilegtimo.
Sublinhe-se, no entanto, que um dos pontos culminantes destas concepes teocr-
ticas, no final da idade mdia, foi a obra de Egdio Romano, intitulada De ecclesiasti-
60
seGusio, enricus de (hostiensis), In tertium Decretalium librum commentaria, cap. 8, n. 14-16.
61
-
Relectio,
ca sive de summi pontificis potestate64, escrita no incio do sculo XIV, onde defende
que foi o poder espiritual que instituiu o poder temporal, razo por que s os reinos
que reconhecem o papa como instituidor so legtimos.
Para Egdio, a verdadeira justia, fundamento do poder poltico, s existe naquela
repblica cujo fundador e governador Cristo, mas nada est sob o governo de Cristo
se no estiver sob o sumo pontfice que vigrio de Cristo. Logo, os povos que no
reconhecem a autoridade do sumo pontfice no so legtimos possuidores dos seus
bens nem os seus reis legtimos governantes. S pelo batismo o homem pode possuir
legtimo domnio e por isso os infiis no so legtimos possuidores.
Foi com base em concepes desta natureza, relativas ao senhorio universal do
papa que se fundou uma linha de atuao e expanso imperial cujo melhor exemplo
foi seguramente o Requerimiento, no qual se formalizaram as concluses da Junta
de Valladolid (1513), mandada reunir pelo rei de Espanha, Fernando de Arago, e
que constituiu, para o caso espanhol, o manifesto da Coroa que os conquistadores
deveriam ler aos ndios antes da abertura das hostilidades, vindo a transformar-se na
frmula final da nova ideia de justia colonial65.
Foi o contedo deste documento que Francisco de Vitoria rebateu ponto por ponto,
seguido pelos seus continuadores dos dois lados da fronteira ibrica.
Entre os termos do Requerimiento constava a obrigao dos povos americanos
reconhecerem o senhorio universal do papa no temporal e no espiritual, ou seja, nas
palavras de L. Perea: O Requerimento proclamava o senhorio universal do papa,
a doao pontifcia das ndias aos reis de Espanha e o mandato que lhes foi imposto
para evangelizar e predicar a f crist aos habitantes das terras descobertas e a desco-
brir. Em virtude destes ttulos senhorio universal do papa, delegao poltica, nica
e exclusiva, em favor da monarquia espanhola e direito a evangelizar e predicar a f
catlica o imperador deveria ser reconhecido como soberano sobre os reis e caciques
das ndias66.
No caso estritamente portugus no seria de mais citar aqui as concesses do papa
Nicolau V, ao rei de Portugal D. Afonso V, em 1454, quarenta anos antes de Tordesi-
lhas, na qual determinava que s os portugueses podiam navegar para as terras desco-
bertas pelo Infante D. Henrique, confirmando ao rei de Portugal o direito de invadir e
conquistar quaisquer terras de sarracenos e pagos, apropriando-se delas para si e seus
sucessores, aplicando-as em utilidade prpria, podendo reduzir os infiis a perptua
servido, sem que a ningum, mesmo cristos, seja lcito intrometer-se, sem vnia do
Rei de Portugal, nos seus descobrimentos e conquistas67.
Mas todos os textos que aqui publicamos defendem uma tese diferente: o papa
no senhor do mundo e no pode dar aos reis peninsulares os territrios dos outros
povos que nunca pertenceram aos cristos, nem transferir para os Cristos as suas
soberanias; o poder civil vem de Deus atravs do povo e no atravs do papa; com a
64
roMano, eGdio, Sobre o Poder
Eclesistico, trad. boni, L.a. de Petrpolis, 1989.
65
Perea, L., La Idea de Justicia en la Conquista de Amrica, Madrid, 1992, p. 35.
66
b., pp. 35 e 36
67
santarM, Visconde de Quadro Elementar das Relaes Polticas e Diplomticas de Portugal
,vol. X, Lisboa, 1866, p. 53.
vinda de Cristo e a fundao da igreja, o poder civil no passou para as mos do papa
e dos cristos; Cristo foi rei temporal mas de tal modo que a ningum tirou o que lhe
pertencia e no deu a Pedro as duas espadas; o papa apenas tem poder temporal direto
sobre os territrios da Igreja; o papa nem sequer tem poder espiritual sobre todos os
povos do mundo, mas apenas sobre os povos que pertencem ao redil da Igreja; em
relao aos homens e povos que ainda no aceitaram a f pela via do batismo apenas
lhe assiste o direito de lhes anunciar pacificamente o Evangelho e apenas possui a ju-
risdio necessria para invocar o auxlio da espada temporal dos prncipes cristos, a
fim de remover os obstculos que se interpuserem a este direito; o papa no possui au-
toridade para mover a guerra a quaisquer povos invocando o ttulo de infidelidade ou
o castigo dos pecados da idolatria e de pecados contra a natureza; o papa no possui
poder temporal, mas possui poder indireto sobre as coisas temporais em ordem ao fim
espiritual, podendo, luz desse direito, doar o monoplio da navegao e comrcio
aos legados por ele escolhidos como meios que so para o fim espiritual da pregao
e evangelizao.
A todos estes autores, sem exceo, impunha-se a pergunta de S. Paulo, na 1
Epstola aos Corntios: Porventura compete-me a mim julgar os que esto de fora?
(1Cor 5, 12). So Paulo aceitava o direito dos cristos castigarem os cristos, mas
negava-lhes, como a si prprio, autoridade para castigarem os que esto de fora,
deixando a Deus tal juzo.
Esta era a pedra angular da Escola Ibrica da Paz que, com Vitoria68 e Soto69 em
Salamanca, Molina70 e Fernando Rebelo71 em vora, Surez72 e Navarro73 em Coim-
bra, limitavam o poder da cabea da Igreja em que todos comungavam, em nome da
68
Relectio de Indis
2, 7-9.
69
1946, p. 435.
71
-
Carta aos Corntios rebeLo, Fernando, De
bello
72
Principatus Politicus
73
Status et Planctus Ecclesiae
azPiLcueta, Martn de, Relectio C. Novit. De
Iudiciis, in Operum
liberdade natural dos homens e das comunidades por eles constitudas, repugnando-
lhes que o Deus da paz e do perdo mandasse mover a guerra entre os que O no
adoravam, derramando o sangue dos seus filhos.
E quanto ao direito e dever de predicar o Evangelho a toda a criatura, cumprindo
o mandato divino, disse tambm o Divino Legislador que enviava os seus apstolos
como ovelhas entre lobos e no como lobos entre ovelhas.
No significava isto que os pregadores se no fizessem acompanhar de soldados
defensores, quando tal se revelasse necessrio para sua defesa e conservao da f
entre os que aceitassem livremente o batismo, mas como disse o Professor da Univer-
sidade do Mxico Alonso de Veracruz, em 1553:
Se isto puder ser feito sem privar os infiis do seu domnio e sem priv-los das suas terras
e campos, no seria de modo algum lcito o envio de tais soldados74.
74
Veracruz, aLonso de, De Iusto Bello contra Indos Quaestio IV, Undecima Conclusio.
75
Vitoria, F., De Indis
76
surez, F., -
77
soto, d. de Relectio Sapientissimi Magistri Fratris Dominici de Sotode Dominio
1535, 34,5.
proyecto cultural que miraba de frente hacia la repblica de lengua espaola. Con esto, el concepto de mo-
dernizacin implcito demostraba la conveniencia impostergable de acabar con el aislamiento y combatir
los nacionalismos estrechos, estriles, as como fomentar el pensamiento crtico mediante el conocimiento
tanto de los clsicos como de los modernos coyunturales, p. 333.
3
Ib., p. 89. Con mucho sentido trae Daz Arciniega al recuerdo del lector la explicacin de las ra-
zones de este paso, en una entrevista realizada por un reportero bonaerense a Coso Villegas con motivo
del lejano Primer Congreso Internacional de Estudiantes (Mxico, 1921). A la pregunta de si Amrica
puede aspirar a poseer una cultura propia responda Villegas: La Amrica Latina integra un continente
de magnficas posibilidades y de grandes reservas espirituales; no estamos gastados, en cambio poseemos
marcada tendencia a dejarnos dominar por la influencia extranjera, y esto es lo que debemos combatir,
no desdeando, por supuesto, la cultura de carcter universal que tiene un valor nico, sino dando forma
concreta a nuestras legtimas aspiraciones de llegar a poseer un plantel de intelectuales que ahonden en
la psicologa americana, tan rica en matices, y que vuelquen en el libro los contornos precisos de nuestra
verdadera personalidad latinoamericana () A propsito de una pregunta similar completaba Coso Vi-
llegas: Cuando Amrica ha conquistado su independencia poltica y econmica descubre que an le falta
la independencia intelectual. Se vive en este aspecto en una actitud de coloniaje., pp. 89-90 y 91.
4
Ib., p. 289
5
Traducida del alemn por vez primera en 1950, dispongo de la cuarta reimpresin de 1988.
blicadas a lo largo de los cuarenta. Por su parte, Jos Medina Echavarra traduce la
muy importante obra Diagnstico de nuestro tiempo, de Mannheim. Y de esta poca
es la muy influyente obra de Marcel Bataillon, Erasmo y Espaa, publicada en fran-
cs en 1937, que vio la primera edicin en lengua espaola en 1950, en traduccin
de Antonio Alatorre, uno de los ms significados traductores de Fondo de Cultura
Econmica durante aquellos aos intermedios. Por lo que ha significado la figura de
Rubn Landa, profesor de tantos exiliados y mexicanos en el Colegio Luis Vives,
cuando antes lo fue en Salamanca, Segovia y El Escorial, recordemos la traduccin
de los vols. I-III de la obra de Cole, Historia del pensamiento socialista, publicada en
el cambio de dcada hacia los sesenta. Todos estos libros figuran en las bibliotecas
de varias generaciones de profesores, intelectuales y personas cultas en Espaa y en
los pases de lengua espaola, lo que da muestra de la importancia del Fondo en la
conformacin cultural, cientfica y filosfica en los aos inmediatamente posteriores
a la Guerra Civil Espaola y a la segunda gran guerra as como en aquellos tambin
decisivos para el continente americano. Y, por supuesto, esta labor ha continuado y
contina hasta el ao en que se cumplen los ochenta aos de la fundacin de la matriz
con una lista de ttulos que muestra el ingente esfuerzo humano y empresarial que
representa Fondo de Cultura Econmica6.
En el otoo de 1948 se produce el relevo, sin pausa, de Coso por Arnaldo Orfila
Reynald, un argentino que realiz una inmensa labor de consolidacin y difusin. A
lo largo de dieciocho aos, hasta mitad de los sesenta, adems de continuar la lnea
iniciada por Coso Villegas, se produjo un incremento de la orientacin americana de
la editorial con la publicacin de obras de autores de lengua espaola y fue, al final de
ese tiempo, cuando se creo la filial espaola. La sustitucin de Orfila produjo algunas
convulsiones internas y escisiones que dieron lugar a la creacin de la editorial Siglo
XXI, y stas se sumaron a cambios naturales en la edicin y distribucin que han ido
cambiando progresivamente aquel culto por el libro: desde las fotocopias a las plata-
formas digitales. Sin embargo, nada ha modificado sustancialmente el rumbo, excepto
aquello que los tiempos demandan.
Pero lo ms importante de este largo y crucial periodo, desde la perspectiva de la
filosofa en lengua espaola, fue este camino de doble sentido que supuso la expan-
sin de la editorial a Argentina, Chile y a otros pases americanos a la que se aadi
el salto a Espaa junto con la sensibilidad por la obra propia de autores americanos y
espaoles. Aunque lentamente al comienzo, la filial espaola se sum a este proyecto,
sobre todo a partir de 1973. Hasta ese momento, FCE haba ido construyendo una ex-
celente Biblioteca Americana con obras de Acosta, Bartolom de las Casas, Andrs
Bello, Carpentier, Pedro Henrquez Urea, Silvio Zavala y la Historia moderna de
Mxico, desarrollada durante nueve aos (1948-1957). Y, sin dejar de atender la obra
traducida, incorporando autores como Neill o Erich Fromm, tan ledos en los sesenta,
se llev a cabo una importante labor de edicin de escritores nacionales: Juan Jos
Arreola, Juan Rulfo, Francisco Rojas, Fernando Bentez, Octavio Paz, Antonio Caso,
Leopoldo Zea, O`Gorman, Carlos Fuentes junto a los espaoles Cernuda y Max Aub
6
Me remito al largusimo captulo del libro de Daz Arciniega titulado Oficio y beneficio donde da
cuenta, aunque imposible hacerlo de manera exhaustiva, de la labor traductora de la editorial, pp. 284-326.
7
Ib., p. 249.
8
VARGAS, RAFAEL, La esencial Mara Elena Satostegui en La Gaceta del Fondo de Cultura Econ-
mica, n 508, abril 2013, pp. 13-14.
9
LOZANO, ANTONIO, Medio siglo de Fondo en Espaa; ESTEFANA, JOAQUN, Javier Pradera y el
Fondo, Ib., pp. 6-10 y p. 8. Ver tambin del mismo autor, La educacin intelectual de una generacin,
El Pas, 20 de noviembre de 2013, p. 29.
10
UNAMUNO, M. DE, Antologa. Seleccin e introduccin de Jos Luis Aranguren, Madrid, FCE, 1964.
Existe edicin de 2007 con un Eplogo de Pedro Cerezo
11
PRADERA, J., Una aventura grotesca y kafkiana, La Gaceta, o. c., pp. 16-17.
su existencia por nombre. Y no era tan fcil encontrar los libros del Fondo! Su busca
tena toda la emocin del coleccionismo y el agridulce sabor de una semiclandestini-
dad, a decir verdad nada peligrosa12.
A Javier Pradera, quien ces a finales de 1966, siguieron otros gerentes y personas
muy reconocidas en aquellos aos en torno, primero, al sesenta y ocho con la llegada
de cultura francesa en grandes dosis, base de los que seran aos de transformacin
intelectual que, despus, daran paso al cambio poltico a mediados de los setenta. El
Fondo desempe entonces un papel tan intelectual como simblico, al ser casi de
hecho la embajada de Mxico en Espaa (a partir de la muerte de Franco se restable-
cieron con normalidad esas relaciones diplomticas), y apoy desde esa posicin de
relevancia la avanzada cultural que llev a la transformacin de la filial espaola en
una sociedad editorial con facultades para distribuir (comercializar) y editar libros.
Por esos aos tuvo gran relevancia Federico lvarez, figura destacada del exilio y re-
sidente en Mxico13 quien era el responsable de toda la sucursal y mantuvo su labor
gerencial hasta 1983 y fue una persona clave en la consolidacin de la presencia inte-
lectual del Fondo tanto como en la extensin de la red comercial que alcanz un buen
nmero de ciudades espaolas, tras Barcelona, donde FCE tuvo presencia desde 1964.
Fue, pues, a comienzos de la dcada de los setenta cuando la distribucin de libros
aument con ttulos emblemticos como la traduccin de la Historia de la Pedagoga
de Abaggnano y Visalbeghi, a cargo de Jorge Hernndez Campos14, al tiempo que se
pona en marcha una meta esperada: la publicacin de obras y autores espaoles sin
que se resintiera la lnea cosmopolita, mantenida por la editorial desde sus inicios.
Si revisamos el Catlogo de autores y temas espaoles. 50 aos de la filial espa-
ola15 podemos comprobar que este objetivo ha alcanzado un buen nivel y junto a
escritores muy reconocidos, los filsofos e historiadores del pensamiento ocupan un
espacio relevante en el Fondo. Sin ser exhaustivos, recordemos nombres y obras de
inters. En primer lugar los que podemos llamar modernos: Jos Luis Abelln, El
exilio filosfico en Amrica. Los transterrados de 1939, versin actualizada de su obra
pionera de 1966: Filosofa espaola en Amrica (1936-1966), publicada entonces por
Ediciones Guadarrama y Seminarios y Ediciones (1966); Jos ngel Ascunce, Euge-
nio maz: hombre, obra y pensamiento (1990); Manuel Cruz, Los filsofos y la poltica
(1999); Carlos Gurmndez, el escritor uruguayo-espaol del que FCE ha publicado
varios ttulos de gran inters y entre los que sobresale su Tratado de las pasiones
(1986); Pedro Ribas y Fernando Hermida, editores de Unamuno: cartas de Alema-
nia (2002), fruto de una detallada investigacin que serva para corregir algunos de
los tpicos que han tachado a Unamuno de antieuropeo; Javier Muguerza, Desde la
12
ARANGUREN, J.L., Tradicin y vanguardia en una obra cultural, La Gaceta del Fondo de Cultura
Econmica, 106, junio de 1963, p. 4. Reproducido por DAZ ARCINIEGA, o.c., p. 255
13
En el reciente Congreso de la Asociacin Filosfica de Mxico celebrado en la ciudad de Morelia
los das 7 al 12 de abril de 2014, Federico lvarez pronunci la conferencia de apertura, 75 aos del
exilio republicano en Mxico en el coloquio sobre Pensamiento Iberoamericano que ha coordinado Am-
brosio Velasco.
14
Mxico/Madrid/Buenos Aires, FCE, 1964. Las reimpresiones casi anuales alcanzaron la quinta al final
de esa dcada, la que he manejado con amplitud a lo largo de tantos aos dedicado al mundo educativo.
15
Mxico, FCE, 2013.
rales, el poeta de Litoral, que fue un colaborar directo de la editorial, ha publicado dos
obras: La rama viva (1940), Jornada hecha poesa (1953). Especialmente relevante es
la figura de Eugenio maz, traductor, colaborador de FCE, autor de una obra impor-
tante que habr de merecer mayor atencin en un futuro prximo. Ya mencionamos
su libro sobre El pensamiento de Dilthey, editado tempranamente por El Colegio de
Mxico (1946) y por FCE en 1979 y Luz en la caverna: introduccin a la psicologa
y otros ensayos que lleva un prlogo de Alfonso Reyes y Jos Gaos. Editado en 1951
por vez primera, ha sido reimpreso por FCE-Espaa en 2009. A estas dos obras debe
aadirse Topa y utopa (Ensayo y prosa varia) (1946). Fallecido tempranamente, Eu-
genio maz fue un traductor riguroso y un historiador relevante.
En el catlogo de FCE hay un libro bien significativo para quienes se iniciaban en
el estudio de la filosofa krausista en las tempranas fechas de los aos sesenta junto
con Eloy Terrn quien public sus Textos Escogidos de Sanz del Ro en 1968 y pocos
ms por aquellas fechas. Me refiero a Juan Lpez Morillas y su libro El krausismo
espaol: perfil de una aventura intelectual (1956), reeditado y revisado en 1980. Pro-
fesor en Brown University, trabaj sobre este tema durante los aos 1950-1951 en
archivos espaoles y europeos, iniciando un camino cuyos orgenes conviene recordar
para saber de dnde venimos. Deca Lpez Morillas, ya en los aos cincuenta, lo
siguiente: El tema de la europeizacin de Espaa no es, ni mucho menos reciente.
Surge, ya claramente, en el siglo XVIII; persiste, aunque oscurecido por preocupacio-
nes ms perentorias, durante la primera mitad del siglo XIX; y encuentra, por fin, en
la doctrina importada por Julin Sanz del Ro la posibilidad de articularse en escuela
militante. No estriba, pues, la novedad del krausismo en abogar por la europeizacin
de Espaa, sino en identificar a Europa con la visin racional del mundo y, de confor-
midad con tal identificacin, en tratar de orientar la cultura espaola en direccin al
racionalismo (p. 129). Esta correccin al tradicional adanismo, que an nos invade,
debe ser recordada para evitar un defecto que ha sido persistente y que amenaza con
impedir que nos ubiquemos correctamente en el tiempo que nos corresponde vivir y
con ello legar a los descendientes un desfase o un anacronismo.
La figura de Jos Medina Echavarra comienza a ser reconocida tras aos de silen-
cio. El Fondo edit ya en 1943 su libro Responsabilidad de la inteligencia: estudios
sobre nuestro tiempo con introduccin de Luis Ignacio Sainz. El libro ha tenido varias
reediciones hasta la publicada con motivo del 70 aniversario del exilio en la coleccin
Pensar en espaol con un ndice analtico de Javier Suberbiola.
Eduardo Nicol ha merecido una atencin importante del Fondo. Nueve son las
obras editadas: Historicismo y existencialismo (1941), Metafsica de la expresin
(1957), Los principios de la ciencia (1965), El porvenir de la filosofa (1972), La idea
del hombre (1977), La reforma de la filosofa (1984), Crtica de la razn simblica:
la revolucin en filosofa (1982), El problema de la filosofa hispnica (1998)16. Todas
las obras cuentan con reediciones abundantes. No falta una obra de Gustavo Pittaluga,
el mdico de origen italiano, que estuviera en el proyecto inicial de la fundacin de
Institutos de Higiene: Temperamento, carcter y personalidad (954) que cuenta con
siete reimpresiones.
16
Esta ltima publicada inicialmente en Tecnos, 1961.
17
Buenos Aires, Publicaciones del Patronato Hispano Argentino de Cultura, 1943.
18
Publicado inicialmente en la editorial Orin, 1946.
19
DAZ ARCINIEGA, V. o. c. pp. 395-396. Esta misma distincin recibi la UNAM en 2009. Se cumplan
ese ao los setenta del exilio de 1939 y un siglo de la refundacin moderna de la Casa de Estudios,
fundada inicialmente como Real Pontificia Universidad de Mxico por Fray Alonso de la Vera Cruz hacia
1553.
20
Ib., p. 328.
A tres aos vista, seguimos hoy celebrando la aparicin de las Obras reunidas
del filsofo donostiarra Eugenio maz Echeverra (San Sebastin, 1900-Veracruz,
1951), publicadas en dos volmenes por El Colegio de Mxico (2011)1, con ocasin
del sesenta aniversario de su fallecimiento, uno de los dos hogares intelectuales del
pensador durante su destierro mexicano. Dos tomos en los que se recoge la prcti-
ca totalidad de su produccin original ordenada conjugando criterios cronolgicos
y temticos. Bajo el encabezamiento de Ensayos y notas, el primero de ellos (691
pp.) se inicia con los escritos (ensayos, presentaciones, introducciones, etc.) corres-
pondientes al periodo anterior a la Guerra Civil espaola (1933-1936) agrupados bajo
tres epgrafes que identifican las revistas en las que publicara maz: Cruz y Raya, de
la que fue secretario, Diablo Mundo y Revista de Occidente. A stos les siguen una
nueva edicin de su obra Topa y utopa2 as como de la pstuma Luz en la caverna3,
entrambas, recopilaciones de textos breves y miscelneos. El volumen se cierra con
unas Pginas adicionales, en las que se incluyen otros textos de muy diversa proce-
dencia e ndole (Espaa peregrina, Letras de Mxico, Cuadernos Americanos, etc.),
y con dos entrevistas periodsticas de gran valor. En el segundo (571 pp.) se agrupan
las obras del filsofo relativas a las dos principales reas de estudio y dedicacin inte-
lectual durante la ltima etapa de su exilio americano: el pensamiento del portentoso
erudito y pensador historicista alemn Wilhelm Dilthey (1833-1911) y la Psicolo-
ga (dos campos, como se sabe, ntimamente relacionados). Abre este libro Asedio a
Dilthey. Un ensayo de interpretacin4, trabajo que anticipa El pensamiento de Dilthey.
Evolucin y sistema5, la obra imaziana ms acadmica y orgnica, que le sigue6. A
1
Las referencias de localizacin de las acotaciones de este texto se consignan con las iniciales OR
seguidas de indicacin de volumen (I/II) y de las pginas correspondientes.
2
Primera edicin en FCE, 1946.
3
Primera edicin en FCE, 1951.
4
Primera edicin en El Colegio de Mxico, 1945.
5
Primera edicin en El Colegio de Mxico, 1946.
6
ste es el texto crtico-filosfico ms importante de maz. Para calibrar su valor, Javier Garciadiego,
introductor de estas Obras reunidas, se hace eco de las palabras del historiador exiliado Jos Miranda,
quien ya avisaba en 1951 de que se trataba de el primer gran estudio sistemtico sobre Dilthey hecho por
un pensador hispanoamericano (Presentacin, OR, I, pg. 28), un juicio que en el momento presente
se nos antoja ya un tanto parco si atendemos al parecer de otros estudiosos. As, por ejemplo, Alain Guy
constata a este respecto que Obsrvese que en la fecha de su aparicin, El pensamiento de Dilthey fue
la primera obra del mundo en tratar el conjunto del diltheyanismo (Historia de la Filosofa Espaola,
Barcelona, Ed. Anthropos, 1985, pg. 485).
7
IMAZ, E., Espaa y la cultura, Luz en la caverna, OR, I, p. 487.
8
En el ejemplar del segundo volumen al que hemos podido tener acceso observamos la existencia de
un grave error de encuadernacin entre las pginas 98 y 159 (El pensamiento de Dilthey), lapso en el que
Una de las primeras sensaciones que puede transmitir al lector no avisado la edi-
cin de Obras reunidas posiblemente completas es lo reducido de su conjunto,
sugiriendo el retrato de un escritor escasamente prolfico. De ser as, la impresin
no es engaosa. En comparacin con otros pensadores que compartieron su misma
circunstancia histrica, y a tenor de lo que hoy conocemos de su potencial intelectual,
Eugenio maz produjo muy poco (evidentemente, si se descarta como obra propia
sus cuantiosas traducciones). La razn de este hecho merece un apunte clarificador:
habitualmente se ha dado cuenta del mismo recurriendo al lugar comn de que sus
labores como traductor, todo lo comprometidas y excelentes que se quiera, no dejaron
de ser ms que una dedicacin de mera subsistencia que cop un tiempo que l hu-
biese preferido consagrar a s mismo. Aunque sea difcil negar esta evidencia, sin
embargo, aqu tambin es posible que haya algo ms. Javier Garciadiego, a cuyo cargo
est la introduccin de Obras reunidas, as lo sugiere en el ttulo de su presentacin,
estableciendo una comparacin, como poco, curiosa: Eugenio maz: el Scrates del
exilio. Breve semblanza biogrfica9. Ni que decir tiene que al aludido no le hubiese
agradado lo ms mnimo un paralelismo tan altisonante, empero, aunque resulte exce-
sivo, el parangn puede que se ajuste bastante a la realidad. En efecto, contamos con
numerosos testimonios de que maz no mostr nunca demasiada inclinacin hacia las
labores acadmicas y eruditas, de que era un pensador ms dado a la palabra viva que
a la letra o al discurso ex cathedra, por as decirlo, ms al gora que al plpito e, inclu-
so, ms a la reunin de amigos, al conventculo ntimo de ideas, que a la plaza pblica.
Una preferencia con la que a todas luces casa el estilo de su prosa, la cual, sin rehuir
la profundidad, resulta muy poco magistral, antes bien, posee el tono del discurso
hablado, aqul que persigue a cada instante el fogonazo espoleador del apotegma in-
terrogador, ms cercano, sin duda, a las revueltas mayuticas del gran ateniense. Que
a maz le costaba escribir, invirtiendo mucho tiempo en la redaccin de sus propios
textos es un hecho conocido que aade verosimilitud a este socratismo insinuado
por Garciadiego. Un modo de ser filosfico que, si benefici a quienes lo conocieron
y trataron, nos priv a las generaciones futuras de poder contar con un volumen ms
extenso y clausurado de obras originales.
Dejando a un lado impresiones generales, es menester referirse tambin a otros dos
aspectos de esta edicin de Obras reunidas, slo en apariencia, meramente formales y
secundarios. El primero de ellos, la sobria belleza de la misma, que a buen seguro hu-
biese hecho las delicias del autor, poco dado a la alharaca sapiencial y con un sentido
del pudor que le hizo siempre desdear toda profusa demostracin y pavoneo del inte-
lecto maz no fue nunca solemne ni pedante10 para l, todo un indicio de pobreza
Jos Luis Abelln14. Fue este trabajo aislado, valioso por su excepcionalidad ms que
por la repercusin que alcanzara en su momento, el que, no obstante, puso las bases
de lo que habra de llegar dos dcadas ms tarde con las impagables investigaciones
y publicaciones de Jos ngel Ascunce e Iaki Adriz en Espaa. A ambos debemos,
aparte de la reedicin prcticamente completa de la obra de maz,15 la publicacin de
su primera y, hasta la fecha, nica biografa,16 as como de uno de los primeros estu-
dios sistemticos sobre su pensamiento17. Toda una laboriosa empresa de recuperacin
a la que no tard en sumarse tmidamente el Fondo de Cultura Econmica18 y que tuvo
su broche de oro en un congreso internacional celebrado en el campus donostiarra de
la Universidad del Pas Vasco con ocasin del primer centenario del nacimiento del
filsofo (Eugenio maz en su centenario: San Sebastin, 1900-Veracruz, 195119). Si a
partir de este instante puede decirse que la figura y la obra de maz dejaron de ser des-
conocidas, despertando el inters de numerosos investigadores y estudiosos, con todo,
la escasa incidencia de esta restauracin al otro lado del ocano, principalmente en lo
que a la reedicin de su obra se refiere20, llev a El Colegio de Mxico a plantearse la
posibilidad de volver publicar todos sus escritos en una obra conjunta, proyecto que
ha acabado materializndose en las presentes Obras reunidas, una realizacin edito-
rial merced a la cual si es cierto que toda memoria es reunin y toda reunin,
memoria hoy podemos afirmar que el olvido de maz ya es, definitivamente, cosa del
pasado. Por otro lado, como decimos, esta nueva edicin de sus textos, reunificados
y reordenados, ha venido a apuntalar definitivamente la preservacin de su legado
intelectual, mrito que debe atribuirse a la constitucin de un genuino conjunto o
corpus, algo no enteramente alcanzado por las ediciones de Ascunce y Adriz. maz
dej su obra inconclusa y dispersa. En el momento presente, para lo primero ya no hay
remedio, para lo segundo, s. Si se nos permite la imagen un tanto macabra: sus Obras
reunidas han acabado por rescatar tambin al pensador de su estado de descomposi-
cin, dndole nuevo cuerpo, resucitndolo efectivamente para los tiempos venideros.
Aunque no sea ste el lugar ni el momento de profundizar en el pensamiento de
Eugenio maz, cuyas coordenadas filosficas podran referenciarse con unos cuantos
14
Madrid, Guadarrama (Seminarios y Ediciones), 1967. Obra con una segunda edicin muy modifi-
cada en 1998: El exilio filosfico en Amrica. Los transterrados del 39, Mxico, FCE.
15
En Topa y utopa. Eugenio Imaz II; edicin y prlogo de Jos ngel Ascunce, San Sebastin, Mun-
daiz, Universidad de Deusto, 1988; Luz en la caverna. Eugenio Imaz III; edicin y prlogo de Jos ngel
Ascunce, San Sebastin, Mundaiz, Universidad de Deusto, 1988; La fe por la palabra. Eugenio Imaz I;
edicin y prlogo de Jos ngel Ascunce, San Sebastin, Mundaiz, Universidad de Deusto, 1989; En
busca de nuestro tiempo. Eugenio Imaz; edicin y prlogo de Iaki Adriz, San Sebastin, J. A. Ascunce
Editor, 1992.
16
ASCUNCE, J. A., Topas y utopas de Eugenio Imaz. Historia de un exilio; Barcelona, Editorial An-
thropos, 1991.
17
ADRIZ, I., Eugenio maz: una filosofa de la vida. Conciencia y espiritualidad, San Sebastin,
Universidad de Deusto, 1995.
18
Con ASCUNCE, J. A. (compilador), Eugenio Imaz: Hombre, obra y pensamiento; Madrid-Mxico,
FCE, 1990.
19
Las actas de este congreso fueron publicadas por la Editorial Saturrarn con el ttulo de Eugenio
Imaz. Asedio a un filsofo (Jos ngel Ascunce y Jos Ramn Zabala [Coordinadores], San Sebastin,
2002; 398 pp).
20
As se reconoce en la Nota previa, OR, I, p. 12.
Esperemos que, al menos de manera pstuma, estas Obras reunidas de maz pue-
dan servir tambin para suturar un tanto las profundas heridas del pensador donostia-
rra. Sea as o no, en cualquier caso, el lector hallar en ellas al filsofo nuevamente
reunido. Un pensador que, de tan apegado al suelo, sali despedido hacia el ter, no en
montura clavilea sino, parafraseando al propio maz, en cohete que echa chispas.
No pudo ser de otro modo; a los genuinos aventureros del pensamiento la tierra siem-
pre se les antoj cielo.
21
Sobre la crucial relevancia intelectual de la guerra en el pensamiento de maz vase el iluminador
artculo de Antoln Snchez Cuervo, Eugenio maz y la guerra contra la guerra., Arbor, CSIC; Vol. 185,
N 739 (2009); 1035-1044.
22
El pensamiento de Dilthey, OR, II, pp. 404-405.
hablaba de la Guerra Civil porque se aceptaba que revisitarla, o bien pona en riesgo
al pas de repetir su pasado ms traumtico o, sencillamente, haba dejado de tener
ninguna influencia en el presente. Tener a Blanco Aguinaga como profesor y luego
como director de mi tesis doctoral me convirti en investigadora y profesora, pero
tambin cambi definitivamente la forma en que, desde entonces, entiendo la historia
de Espaa y mi relacin con ella.
Como intelectual del exilio republicano, Blanco ha sufrido la caracterstica margi-
nacin historiogrfica de los que no pudieron pertenecer a la tradicin cultural de un
solo pas. Aunque la mayor de parte de su trabajo crtico y de creacin literaria est
publicado en Espaa, su difusin se ha visto perjudicada por la idiosincrasia de la po-
sicin de Blanco: un autor que no vive en el pas, cuyos temas desbordan el mbito na-
cional y poco tienen que ver con los de quienes seran sus compaeros de generacin
en Espaa: la llamada generacin del medio siglo, con una presencia no continuada en
la universidad y en la vida pblica espaola. Las mismas problemticas se repiten en
Mxico, donde s comparti experiencias e intereses generacionales muy relevantes
con otros nios del exilio republicano convertidos en creadores literarios: Jos Pas-
cual Bux, Csar Rodrguez Chicharro, Toms Segovia, Luis Rius, entre otros. Sin
embargo, su temprana marcha a los Estados Unidos trunc tambin esta filiacin. Es
en su literatura donde ms se explicita la presencia del exilio como conformadora
de una visin angustiosamente desplazada del mundo. Crisis de identidad y destierro
y con ellas memoria, distancia y ausencia estn presentes en novelas y relatos como
Un tiempo tuyo, Carretera de Cuernavaca, Esperando la lluvia de la tarde o En voz
continua. Sin embargo, es necesario reivindicar ese margen como un valor, porque en
su ir y venir hizo posible una trayectoria extraordinaria en la que se retroalimentaron
vocacin crtica y literaria, conviccin poltica y extraordinarias circunstancias hist-
ricas. Testimonio de ello son sus apasionantes memorias en dos tomos, Por el mundo
(2007) y De mal asiento (2010). Su posicin gozne hizo posible una tarea poltico-
intelectual transnacional que la convierte en excepcional. El valor de su legado merece
que reconsideremos los moldes taxonmicos que aplicamos, a veces sin reflexionar,
para catalogar y valorar lo que de importancia hay en la produccin cultural, intelec-
tual y poltica de quienes vieron condicionadas sus vidas por la necesidad de exiliarse
de Espaa al fin de la Guerra Civil.
Llegu a Valencia a finales de septiembre de 1961 para iniciar los estudios en Filo-
sofa y Letras. Entonces, los dos primeros aos de la carrera eran comunes a todas las
especialidades: en el mbito filosfico, en el primero exista una materia de Funda-
mentos de Filosofa; y, en el segundo, otra de Historia de los Sistemas Filosficos.
Yo iba equipado, entre otras cosas, con el manual de Milln Puelles, que un amigo
malagueo me haba prestado tras usarlo l en Madrid. Con la mejor intencin, me
dijo al drmelo: Ya vers lo til que te va a resultar para pasar Fundamentos. Para
aqullos que no llegaron a conocerlo, hay que decir que el libro de Milln se mova
dentro de la Escolstica ms pura y dura. Mas a la semana de estar en Valencia, un
compaero del Colegio Mayor San Juan de Ribera de Burjasot, donde resida, que ya
haba terminado el primer curso, en un gesto de inslita solidaridad con un novato,
me facilit el programa de Fundamentos, cuyo autor me coment era un cate-
drtico interesante que no haca mucho haba llegado a la Universidad valenciana
y que tena por nombre Carlos Pars. Yo lo estuve hojeando detenidamente, y aquello,
para mi sorpresa, era otro mundo; no tena nada que ver con la Escolstica, en la que
haba estado sumergido durante el Bachillerato. Haba temas de lgica moderna,
temas de ndole antropolgica, temas que relacionaban la filosofa con la ciencia y con
la tcnica (Carlos Pars haba publicado ya Fsica y Filosofa, Ciencia, conocimien-
to, ser y Mundo tcnico y existencia autntica), temas, en fin, en estrecha vecindad
con la sociedad y con la ciencia que se mova a nuestro alrededor. Era, en suma, un
programa muy sugestivo y eficaz incitador de inquietudes filosficas. Nunca olvidar
que en este primer curso entr, por ejemplo, en contacto con un concepto, que me
impact grandemente, como fue el del racionalismo prometeico, una de las ideas
ms fecundas, en mi opinin, del pensamiento de Carlos Pars, que resulta de una gran
utilidad y de una extraordinaria rentabilidad para comprender el verdadero espritu de
la cultura moderna. Asimismo, la nocin del hombre como animal cultural encerra-
ba una gran proyeccin antropolgica. Honda huella dejaron tambin en m ese curso
su valoracin de la historia del pensamiento espaol, sin anteojeras ideolgicas; su
crtica de la actitud gratuita y un tanto esnobista de importar pensamientos forneos,
aun cuando la operatividad de tales pensamientos en nuestro contexto nacional fuera
ms que discutible; o su visin de Unamuno desde perspectivas entonces poco tran-
sitadas. Su papel renovador de la arcaica situacin filosfica en la Espaa de la poca
era incuestionable.
1
No queremos hacer aqu una biografa intelectual de Carlos Pars en sentido estricto, que por lo
dems es fcil encontrar en otros sitios. l mismo ha dejado escritas unas Memorias publicadas y una bio-
grafa solvente en el blog que mantuvo en Internet. Slo queremos hablar de los perfiles de su personalidad
que nos ha tocado vivir ms de cerca, en definitiva, de recuerdos personales.
Se trataba de desarrollar una actividad filosfica abierta a los grandes problemas de nuestro
mundo, no de proseguir la filosofa, que ya satirizaba Bacon, aqulla que, como la araa,
teje la tela a partir de su propia sustancia. Y en este sentido, mi trabajo ya haba marcado
unas lneas claras: la relacin del pensar filosfico con la ciencia y la tcnica, los problemas
del ser humano y la sociedad, en una antropologa filosfica, y tambin el rescate del pen-
samiento espaol del sepulcro en que haba sido hundido.
ciencia y una historia del pensamiento espaol. Result un Plan de Estudios verdade-
ramente innovador, que ms tarde fue imitado poco a poco por otras Facultades.
En los primeros aos, sobre todo en los dos primeros, en que la Autnoma estaba
ubicada en el Retiro madrileo, la vida del nuevo departamento era muy activa, e in-
telectualmente muy estimulante y enriquecedora, a la par que la convivencia humana,
a pesar de las diferencias ideolgicas, resultaba altamente gratificante. Aspectos que
con el devenir de los tiempos y las reformas administrativas fueron desapareciendo.
La verdad es que se trataba de un ambiente que no tiene nada que ver con el que hoy
reina en la universidad. Una vez a la semana, nos reunamos en un seminario, que
comenzaba a las cuatro de la tarde y se prolongaba a veces hasta la diez de la noche,
hora en que los bedeles nos daban el ltimo aviso. En las sesiones se discutan una
o dos ponencias y se daba informacin bibliogrfica sobre los libros y artculos re-
cientemente aparecidos que presentaban mayor inters. Los debates eran intensos y
vibrantes. Destacaban tres alineamientos: los dialcticos, los analticos y los nietzs-
cheanos. Tras las sesiones, bamos a menudo a cenar al restaurante Gambrinus, sito en
la calle Zorrilla, donde los participantes queran rendir homenaje a la vieja Univer-
sidad Libre, que Carlos Pars junto a Miguel Snchez Mazas y otros amigos haban
fundado aos atrs.
Durante los primeros meses de su estancia en Madrid, mientras buscaba una vi-
vienda apropiada para la familia, Pars se hosped en el Colegio Mayor Diego de
Covarrubias, dirigido entonces por el poltico Fernando Surez. En ese tiempo se alo-
jaba tambin aqu el historiador cataln Antoni Jutglar. Jutglar haba venido a Madrid
como profesor invitado por Jos Antonio Maravall para impartir unos cursos en su c-
tedra. Varias veces comimos juntos en dicho Colegio Mayor Pars, Jutglar y el que esto
escribe. Antoni Jutglar sacaba siempre en la sobremesa, como tema de conversacin,
sus gestiones, hasta entonces sin resultado, de cara a dirigir en el Ateneo de Madrid un
seminario sobre el siglo XIX espaol. En cierta ocasin, Carlos Pars le coment, en
tono humorstico pero que hoy aparece como premonitorio- , si yo fuese presidente
del Ateneo no tendras ningn problema. Finalmente, Jutglar pudo llevar a cabo su
propsito, empresa en la que colabor con l. El contacto con Jutglar me haca recor-
dar a otros discpulos de Vicens Vives, como el inolvidable Joan Regl i Campistol, a
los que tuve como profesores de Historia de Espaa en Valencia, profesores que junto
a Carlos Pars eran el punto fuerte de los Cursos Comunes de la carrera en la ciudad
del Turia.
Por lo que respecta a los avatares de la historia del pensamiento espaol, hay que
sealar un intento de incorporacin frustrada. En octubre de 1971 lleg a Madrid
Rafael Prez de la Dehesa para disfrutar un ao sabtico. Tanto para el profesor Pedro
Ribas como para m, Prez de la Dehesa, por los trabajos ya realizados sobre Costa,
Unamuno o el Grupo Germinal, era nuestra principal referencia en esta especialidad
debido a su modo de hacer historia de las ideas. Era, sin duda, el pionero en abordar
los problemas del pensamiento espaol con una metodologa histrico-cientfica, muy
alejada del ensayismo imperante. Constitua un verdadero despropsito que un inves-
tigador de este calibre no estuviera dentro de la Universidad espaola. l lo deseaba
desde haca tiempo. A tal fin, el profesor Julio Bayn y yo mismo fuimos una tarde a
la casa de Carlos Pars en General Pern, en mayo de 1972, para presentrselo y ver la
manera de que entrara en la Autnoma. Pars se mostr muy receptivo y prometi ha-
cer todo lo que estuviera en su mano, pero las trabas burocrticas de rigor impidieron
tal posibilidad. Desgraciadamente, su prematura muerte le hizo desaparecer pronto
del escenario hispanstico.
En suma, a modo de hilo conductor de estos recuerdos, quisiera destacar que la
figura de Carlos Pars est presente en mi memoria como la de un hombre dedicado
plenamente a la vida universitaria, como la de un autntico maestro en el sentido ms
profundo del trmino, ejerciendo siempre una funcin renovadora de la institucin
universitaria, a pesar de todos los obstculos polticos y burocrticos, sobre todo en
los primeros tiempos, a los que no dud en enfrentarse sin miedo. Como l mismo
manifiesta en las citadas Memorias, fue la Universidad el eje perenne de mi vida
(pg. 191).
PEDRO RIBAS
Universidad Autnoma de Madrid
Conoc a Pars en 1968, una vez terminados los cursos de doctorado y tesina en
la Universidad Complutense. Fue una suerte para m descubrir que l se hallaba en
Madrid preparando la puesta en marcha de una nueva universidad, la Autnoma de
Madrid. En ese mismo ao haba propuesto yo al catedrtico de Metafsica de la Com-
plutense realizar la tesis sobre Unamuno. El catedrtico me respondi que Unamuno
no era filsofo y que, por tanto, deba buscar otro tema. Con el nimo por los suelos,
fui a hablar con Pars, que acababa de publicar Unamuno: estructura de su mundo
intelectual. Enseguida acogi con inters mi propuesta de tesis, y as se convirti en
director de ella, lo cual signific tambin, pasados los trmites correspondientes, ser
seleccionado para formar parte del grupo inicial de profesores de filosofa de la nueva
universidad. Asist, ya como profesor contratado (PNN), a las clases que daba Pars de
la asignatura Fundamentos de Filosofa, cuya explicacin no tena nada que ver con
el texto de Milln Puelles, ni por su contenido, ni por su mtodo. All apareca ya con
claridad su teora del hombre como ser indigente y no programado.
El departamento se convirti enseguida en un ncleo vivo de debates e inquie-
tudes. All se hablaba muy poco de oposiciones y de intrigas acadmicas. El hecho
mismo de crear una universidad nueva, de configurar un nuevo plan de estudios, dando
contenido a un renovado enfoque de la filosofa, generaba un ambiente estimulante,
en el que profesores y estudiantes debatan temas e intercambiaban bibliografa para
ampliarlos. Comparado con la Facultad burocratizada y medievalizante del franquis-
mo, aquello era un mbito vivo de experiencias, lecturas y debates de los que se bene-
ficiaban tanto estudiantes como profesores. A las sesiones del departamento asistan a
menudo profesores de las Facultades de Ciencias de la propia universidad y tambin
profesores de otras universidades, como Jess Mostern o Miguel ngel Quintanilla.
All conocimos a varios profesores exiliados, como Garca Bacca o Ferrater Mora.
Snchez Vzquez estuvo tambin, gracias a la buena relacin que Pars haba esta-
blecido desde 1963, con ocasin del Congreso Mundial de Filosofa, celebrado en
Mxico, aunque la relacin propiamente dicha comenz en 1972. En la entrevista que
Teresa Rodrguez de Lecea hizo a Snchez Vzquez en 1995 afirma ste que los es-
paoles que asistieron a tal congreso fueron los primeros filsofos del interior con los
que tuvo contacto. Aunque en realidad dice eran la caverna, no en el sentido pla-
tnico, sino poltico. El nico potable, valga la expresin, era Carlos Pars. Snchez
Vzquez vino tambin para el homenaje a Pars que, bajo el ttulo Congreso sobre
Tcnica y Ciencia, se celebr en la Universidad Autnoma en 1992. Y dice Snchez
Vzquez en la mencionada entrevista: Por cierto, durante el Congreso citado conoc
a su compaera, Lidia Falcn. Y result que yo haba conocido en Espaa, antes de la
guerra, a su padre, que era un escritor y revolucionario peruano muy conocido, Csar
Falcn, ntimo amigo del famoso Maritegui.
El departamento dirigido por Pars sufri una dura represin en el periodo en que
fue rector Julio Rodrguez. En 1972 fueron expulsados siete de los catorce profesores
PNNs que lo formaban. Julio Rodrguez no se atrevi a expedientar a un funcionario
como Pars (s lo destituy de director del departamento), pero expulsar a los PNNs
era cosa fcil, ya que su contrato de servicios careca de todo apoyo jurdico. Este
captulo fue muy importante en la suerte de aquel departamento, el cual, a pesar de la
dispora a que se vieron forzados sus miembros, logr recomponerse progresivamen-
te, si bien la desdichada divisin de reas oblig a escindir lo que era el grupo inicial y
a traer nuevos catedrticos (nuevos directores de departamento), que tenan muy poco
que ver con el innovador proyecto inicial, el ideado por Pars.
Para m fue Pars un filsofo consecuente, adems de una persona respetuosa y
elegante. Su sentido del humor se asentaba en un pensamiento que, tras la irona,
hurgaba siempre en lo trgico, ya sea en el carcter de expsito del ser humano (lo
resalta muy bien en su estudio sobre Unamuno), ya sea aludiendo a la irracionalidad
de su comportamiento. Al mismo tiempo, la tcnica y la ciencia representan el lado
prometeico, el que abre la posibilidad de crear un mundo realmente humano, justo,
sin servidumbres de sexos o clases. Pars encarna, en su pensamiento, una forma
comprometida de filosofar. No entiende la filosofa como profesin que solo se ejerce
en las aulas, sino como un reto que obliga a participar con energa en la transforma-
cin de la sociedad en que vivimos. En este sentido, conviene recordar que l fue,
probablemente, el primer catedrtico que organiz durante el franquismo un ciclo
de conferencias sobre Marx en la universidad. Me refiero al ciclo, celebrado en la
Universidad de Santiago, en 1958, y publicado en 1961 con el ttulo Introduccin al
pensamiento marxista. Pars trata ah al marxismo como una corriente filosfica que
ha nacido de las concepciones progresistas modernas y que se basa en una cosmologa
segn la cual la naturaleza, como la historia, opera por saltos. Salvo error mo, es la
primera vez, durante la dictadura de Franco, que el marxismo fue considerado pbli-
camente, no como degeneracin o enfermedad mental (Vallejo Ngera) o como una
ideologa poltica antiespaola (Comn Colomer), sino como una corriente filosfica.
En aos posteriores, ya comprometido con el PCE y progresivamente desligado del
cristianismo, su militancia se centr en los temas que haba destacado siempre: el
hombre como viviente que viene al mundo no condicionado por pautas, por tanto,
carente de naturaleza, pero autor de historia; el hombre como parte de la naturaleza,
por tanto, responsable de ella; el hombre como creador de herramientas, de tcnica, la
cual puede aplicarse a la construccin de un hbitat humano, pero tambin, como ha
ocurrido y sigue ocurriendo, de artefactos de guerra, a la tanatocracia. Pars nos deja,
aparte del recuerdo de un gran maestro universitario, una coleccin de libros de los
que se puede aprender mucho.
Yo que no soy indgena, tuve siempre la sensacin de que habra un valor y una posibili-
dad de acercamiento al otro, que era el indgena, desde mi punto de vista, es una forma
que supera mi propio cerco individual. Esto que estoy diciendo es una experiencia perso-
nal. Porque yo creo que la reflexin filosfica siempre tiene como ltima raz experiencias
personales, vividas. Experiencias que si son vividas intensamente vuelven ms fuerte la
manera racional en que tratamos de vivir con ellas. Entonces creo que estas experiencias
personales son las que no se borran en toda la vida y son las que dan lugar al razonamiento1.
en la concepcin que los no indgenas han tenido sobre lo indgena para forjar una
idea constitutiva de identidad cultural mexicana. Muestra con dramatismo la profunda
contradiccin entre una admiracin desmedida y un desprecio igualmente desmedido.
Cuando se les ve en los trminos de las propias culturas, a los indgenas se les reco-
noce su grandeza, pero cuando se les interpreta desde la cultura europea, esa misma
cultura se ve como demonaca o miserable.
Esa misma contradiccin se muestra en el proceso de Independencia. A los criollos
les parece que los nicos que son capaces de construir una identidad nacional mexi-
cana son ellos mismos, desde la intelectualidad, desde su quehacer cultural. Pero los
mismos criollos se dan cuenta de que la identidad de Mxico la tienen que forjar a
partir de una interpretacin de lo indgena, desde el indigenismo histrico. Y no slo
ello, sino una contradiccin ms: para los intelectuales y los dirigentes criollos de la
Independencia, el indio del pasado es el que tiene grandeza, mientras que el indio vivo
del presente es miserable, ha cado en una profunda degradacin social, intelectual,
fsica y hasta moral. Esta fue la filosofa de lo mexicano que preocup a Villoro.
Estas contradicciones son los verdaderos y profundos traumas de Mxico a travs
de su historia. Quizs el carcter no resoluble de estos problemas y su apariencia de
pseudoproblemas desde la filosofa analtica llev a Villoro a abandonar la filosofa
de lo mexicano y a concentrarse en una filosofa ms rigurosa y de reconocimiento
mundial: la filosofa analtica. Esto represent para Villoro un cambio radical, que
l concibe como un cambio en el ambiente filosfico de Mxico. En una mesa de
discusin, en 1967, sobre el sentido de la filosofa en Mxico, en la que tambin par-
ticiparon Alejandro Rossi, Leopoldo Zea, Abelardo Villegas y Jos Luis Balcrcel,
Villoro reconoci que no hay una tradicin de filosofa mexicana y que el esfuerzo
desarrollado por l y por otros de sus colegas en torno a la filosofa de lo mexicano no
ha tenido seguidores:
No podra verse en este cambio una nueva ruptura con una tradicin propia? Para emplear
el lenguaje de Samuel Ramos, no estaramos ante otra forma de imitacin de filosofas
ajenas? Confieso que no encuentro mucho sentido a estas preguntas. No puede hablarse de
ruptura con una tradicin propia, porque sencillamente en Mxico no existe una tradicin
filosfica actualmente vigente. La hay, sin duda, en el campo de la ideologa poltica, pero
no en el de la filosofa. Los filsofos en nuestro pas no han constituido una escuela. Quin
sigue actualmente el monismo esttico de Vasconcelos o el existencialismo de la ca-
ridad de Antonio Caso? Tampoco la corriente de filosofa de lo mexicano form una
escuela, porque no dio respuesta a las cuestiones fundamentales de la filosofa, ni pretendi
hacerlo. Lo interesante sera preguntar: por qu es esto as? Y la respuesta no se hara es-
perar: por falta de rigor, por carencia de suficiente profesionalismo. Las generaciones ms
jvenes no siguieron a Caso, a Vasconcelos o a Ramos, no por desvo de lo propio o espritu
imitativo, sino porque no encontraban en ellos el rigor y el nivel de pensamiento de otros
filsofos. Slo habr una escuela de filosofa propia cuando alcancemos un nivel cientfico
en filosofa semejante al de los pases ms avanzados. El punto de arranque de una tradicin
Filosfica no est en la especificidad o peculiaridad de un pensamiento, sino en la fuerza y
hondura de su reflexin crtica2.
2
VILLORO, L., El sentido actual de la filosofa en Mxico, en Revista de la Universidad de Mxico,
mayo 1968, p. IV.
La propuesta de mayor rigor analtico representa una ruptura con la propia concep-
cin de la filosofa del maestro de todos ellos: Jos Gaos. No porque careciera de rigor,
sino porque l mismo no conceba a la filosofa hispanoamericana con caractersticas
de ensayo que conjuga el estilo literario, la reflexin histrica, la proyeccin pedag-
gica y el compromiso poltico. Ese tipo de filosofa desarrollada magistralmente por
Villoro en sus primeras obras sobre Mxico pareca decepcionar al propio Villoro, de
ah su giro analtico que culmina con la publicacin de su clsico libro Creer, Saber,
Conocer (1982), probablemente el libro de epistemologa ms influyente escrito por
un autor iberoamericano. Desde luego que Villoro no rechaza todos los temas antes
tratados sobre el indigenismo histrico y las ideologas polticas que han transforma-
do a Mxico, lo que plantea es la necesidad del rigor metodolgico en su tratamiento.
Pero, de hecho, su giro analtico ciertamente alej a Villoro del anlisis crtico de los
grandes problemas de la realidad de Mxico y del mundo. No obstante, tambin en
esta etapa Villoro se preocup por darle un sello de originalidad iberoamericana a la
filosofa analtica y para ello fund, junto con Alejandro Rossi y Fernando Salmern,
Crtica. Revista de filosofa iberoamericana.
Pero su periplo epistemolgico y analtico, ciertamente brillante, no dura mucho
tiempo. A mediados de los 90, con su libro El Poder y el Valor Villoro vuelve con
nuevas ideas y propuestas a la cuestin central de la tica y la poltica y, en especial,
a la cuestin indgena, que, para entonces, ha cambiado en Mxico y en el mundo
entero a raz del movimiento zapatista con el cual Villoro se involucra intensamente.
De ese involucramiento resulta su libro Estado Plural, pluralidad de culturas (1998)
donde, adems del problema indgena, se plantea en toda su amplitud la cuestin de la
diversidad cultural como fundamento de crtica al estado mexicano.
Desde los Grandes momentos del Indigenismo, Villoro se percat de que la con-
cepcin de lo indgena tiene una dimensin intrnsecamente tica y poltica y en la
medida que al indgena se le define por otros, desde fuera de su cultura, se le domina,
se le somete.
Villoro ve con claridad el precio que tenan que pagar las culturas indgenas, al
ser incorporadas contra su voluntad a la historia universal, desde los tiempos de la
Conquista:
Presenta Amrica dos superficies en un mismo ser: Una que llamaremos interna escapa
como tal a la iluminacin de la historia universal y adquiere sentido por sus propias sig-
nificaciones. Otra que rebasa la individualidad para trascenderla hacia una realidad ms
amplia la primera dimensin de su ser el indio aparece inocente, en la segunda culpable y
demonaco...3.
Luis Villoro tiene toda la razn al encontrar los orgenes del indigenismo desde el
momento mismo de la Conquista y, sobre todo, en sealar que en el Mxico indepen-
diente el indigenismo se transforma, radicalmente, de protector a exterminador de las
culturas indgenas, pues ya no se trata de adaptar lo indgena a los moldes occidenta-
les, sino de abatir las culturas para integrar a los antes indios junto con todos los mexi-
3
VILLORO, L., Los grandes momentos del indigenismo, Mxico, El Colegio de Mxico, Colegio Na-
cional, Fondo de Cultura Econmica, 1998, p. 102.
canos por igual, ya no a una historia universal, sino simplemente al Estado Nacional
Mexicano. Al nacer el Estado Nacional, los indios son decretados inexistentes. Desde
la Constitucin de 1824 y hasta la fecha, se ha escamoteado su pleno reconocimiento
como indgenas. Para ser mexicanos tienen que dejar de ser indgenas, abandonar sus
lenguas originarias, su educacin, y culturas propias, sus formas de vida.
Estado plural, pluralidad de culturas, escrito despus del levantamiento zapatista,
representa, como decamos antes, una nueva interpretacin de la relacin entre los
pueblos indgenas y el Estado mexicano. Precisamente en el captulo sobre el Derecho
de los pueblos indios a la autonoma, Villoro retoma esta crtica al indigenismo que
estaba ya presente cincuenta aos atrs en Los Grandes Momentos del Indigenismo:
Desde el siglo XVI, los pueblos indios de Amrica han sido, para criollos y mestizos, lo
otro, lo otro juzgado y manipulado para su explotacin o, por lo contrario, para su reden-
cin, nosotros somos quienes los utilizamos, pero tambin quienes pretendemos salvarlos,
pero tambin lo es el indigenismo, que pretende ayudar a su liberacin. Mientras seamos
nosotros quienes decidamos por ellos, seguirn siendo objeto de la historia que otros hacen.
La verdadera liberacin del indio es reconocerlo como sujeto, en cuyas manos est su pro-
pia suerte; sujeto capaz de juzgarnos a nosotros segn sus propios valores, como nosotros
los hemos siempre juzgado; sujeto capaz de ejercer su libertad sin restricciones, como
nosotros exigimos ejercerla. Ser sujeto pleno es ser autnomo. El problema indgena
slo tiene una solucin definitiva: el reconocimiento de la autonoma de los pueblos indios4.
Autonoma, es para ellos soberana que plantean en su derecho a pactar con el Estado las
condiciones que permitan su sobrevivencia y desarrollo como pueblos, dentro de un Estado
multicultural5.
Luis Villoro seala varias facultades del derecho de autonoma, tales como practi-
car y cultivar tradiciones religiosas, usos y costumbres jurdicas y polticas, siempre
y cuando no violen derechos fundamentales de la constitucin nacional, preservar
4
VILLORO, L., Estado Plural, pluralidad de culturas, Mxico, Paids-UNAM, 1998, p. 79.
5
Ib., p. 95.
pueblo ante la historia con gran optimismo, pero tambin con fundamento histrico
y filosfico y con compromiso social. Como humanista, Villoro se suma a esta lucha
de los pueblos indios por construirse libremente su lugar en la nacin mexicana y en
la historia universal, sin que para ello tengan que pagar el alto costo de renunciar a
sus identidades indgenas como lo ha exigido el Estado Nacional Mexicano desde la
independencia hasta nuestros das.
Para Luis Villoro la lucha de los pueblos indgenas, especialmente los pueblos ma-
yas de Chiapas, representa ya, hoy en da, la realizacin de una utopa centenaria, no
slo para ellos, los indgenas, sino para todos los pueblos del mundo que anhelan una
sociedad ms justa, libre, democrtica y, en pocas palabras, una vida digna y plena:
Empec diciendo: otra visin del mundo es posible; ahora terminar afirmando que,
frente a la visin de la modernidad occidental, ese otro mundo posible ya est aqu,
ahora, en pequeo, en las juntas de buen gobierno de la zona zapatista... No como
utopa sino como un lugar real existente11.
Gracias Luis Villoro por tu riguroso optimismo filosfico, que conforme te acerca-
bas a tu muerte, se haca cada vez ms y ms fuerte, desafiante y emancipador.
11
VILLORO, L., Tres retos de la sociedad por venir, Mxico, Siglo XXI, 2009, p. 71.
las situaciones sociales y polticas y los modos de funcionamiento de las ideas poltico
-filosficas en Espaa, en Polonia, en los pases de Europa Central y Oriental y de la
Amrica Latina. A pesar de las considerables distancias geogrficas entre todas estas
reas del mundo, Grski perciba muchas similitudes histricas, polticas, culturales
y sociales en diferentes prcticas poltico-sociales y nacionales, lo cual le permiti
pensar en una comunidad de los destinos de estos pases. En la base de sus anlisis de
la herencia histrica y de la actualidad poltica de los pases lejanos estaba siempre su
intento por establecer conclusiones sobre el futuro poltico-social de su propio pas y
de las regiones vecinas.
Sus investigaciones se basaban en los mtodos desarrollados por la llamada
Escuela de Varsovia de la Historia de las Ideas y se orientaban, a menudo, a la
consecucin del objetivo que consista en identificar las creencias filosficas y asig-
narlas a sus autores de manera perfectamente contextualizada. Estas ideas soportan
los rumbos del cambio social en una u otra sociedad y, por ello, deben ser situadas
adecuadamente en la historia, lejos de concepciones abstractas o puramente espe-
culativas. Esta predileccin es palpable no slo en estas obras, en los cuales el pro-
fesor Grski medita sobre los sistemas filosfico-ideolgico-politicos (como, por
ejemplo, ocurri en el caso del pensamiento marxista cubano), sino tambin en las
publicaciones dedicadas a los sistemas tericos, expuestos desde una perspectiva
ms amplia. Ese fue tambin el caso de sus obras magistrales sobre la filosofa de
M. de Unamuno y J. Ortega y Gasset. Grski, un hombre sensible y delicado, aun-
que nunca exhiba ostensible sus simpatas polticas e ideolgicas, se inclinaba a las
ideas progresistas y se identificaba con el pensamiento que llamamos de izquierdas.
Ah situaba valores por los que siempre mostraba su convencimiento, con un senti-
do muy estricto, tales como la libertad, el pluralismo, la democracia, la justicia y la
sociedad civil. Esta actitud (aunque discreta, ms bien terica y no relacionada con
la pertenencia a ningn grupo poltico) no era siempre en Polonia cmoda, sobre
todo tras el rechazo en 1989 del marxismo como la ideologa del comunismo estatal
burocrtico.
Las obras del profesor Grski sorprenden por su frescura, revelan su extraordinaria
curiosidad y erudicin incomparable, y de estas virtudes se aprovechaban sus valores
ms importantes: la objetividad y los ms altos estndares de honestidad intelectual.
Incluso las primeras obras suyas de la decada de los aos setenta del siglo pasado, a
pesar del paso del tiempo y a pesar de las nuevas investigaciones llevadas a cabo por
otros estudiosos en el rea abierta por l en la ciencia polaca, siguen manteniendo
su vigencia. A travs del trabajo de Grski en Polonia se cre un crculo de inves-
tigadores involucrados en los estudios del pensamiento espaol y latinoamericano.
Constantemente as se lo reconocen los investigadores ms jovenes, a los cuales hasta
hace poco introduca en el mundo cientfico. El profesor Grski, quien fue director
de dos tesis de doctorado, incluyendo la tesis del autor de estas palabras, form parte
de tribunales en ms de treinta tesis de doctorado, y lo mismo debe decirse del post-
doctorado (habilitaciones) y del profesorado.
El modo y el estilo de su forma de trabajar, as como su admirable benevolencia,
establecieron altas metas para la comunidad de los estudiosos polacos del pensamien-
to espaol y latinoamericano. Nos corresponde trabajar por conseguir alcanzarlas.
aos 50, el contacto estrecho y fecundo con el profesor Hans J. Eysenck, en Ingla-
terra, transformaron la mentalidad del licenciado en filosofa en un estudioso de la
psicologa social y de la personalidad. Pinillos ha contado en varias ocasiones que su
formacin londinense con Eysenck le abri los ojos a la nueva realidad de una ciencia
positiva de la mente y la conducta, con una estructura epistemolgica slida, y con un
campo inacabable de temas.
No haba psicologa en Espaa. Era preciso no perder tiempo y restaurarla. Haba
habido una importante tradicin en los aos veinte y treinta, con contactos internacio-
nales y una primera psicotecnia eficaz para los procesos de seleccin y orientacin de
aprendices , estudiantes, conductores... Germain y sus colaboradores Miguel Sigun,
Mariano Yela, Francisco Secadas, Jos Luis Pinillos, Manuel beda, OP. comienzan
el proceso de institucionalizacin de esta ciencia que es, al tiempo, una amplsima
profesin. La fundacin de la Escuela de Psicologa y Psicotecnia, en 1953, marca un
hito en el proceso. Y se comienza la tarea, absolutamente imprescindible, de poner en
las manos de los futuros profesionales una serie de test e instrumentos de evaluacin
que permitan llegar a tener un conocimiento metdico y tcnico de los sujetos cuyas
caractersticas psicolgicas sean relevantes para el anlisis y resolucin de cada situa-
cin a resolver.
En el caso de Pinillos, su aportacin ms conocida vino a ser un test clnico de per-
sonalidad, el CEP, que se utiliz mucho en los aos cincuenta y sesenta, y que , signifi-
cativamente, era una reelaboracin adaptada de uno original de Eysenck, no carente de
originalidad. Tambin trabaj en cuestiones de seguridad vial, en psicologa del trabajo
y en exploraciones acerca de estereotipos sociales relacionados con las regiones espa-
olas. Pero sobre todo, en 1955 llev a cabo una investigacin sobre las actitudes y va-
loraciones que hacan los estudiantes acerca del rgimen poltico y de la actuacin de la
Iglesia Catlica en la vida espaola, y los resultados fuertemente negativos e insatisfac-
torios para las gentes del establishment le crearon ms de un problema al investigador,
que se haba atrevido a analizar con datos reales la situacin del pas.
Los discpulos de Germain fueron, por otro lado, los promotores de la psicologa
en la Universidad. La escuela que se haba creado haca de la psicologa un diploma al
que se acceda desde otra carrera previa educacin, medicina, derecho.... Haba que
llegar a hacer psicologa desde el principio, y con las mismas bases biosociales con
que se la estudiaba en el resto de Europa. En 1968 se consigui vencer el rechazo que
las autoridades del rgimen franquista tenan hacia ese estudio positivo y naturalista
de la subjetividad humana. Se inici como una especializacin de Filosofa y Letras y,
cada vez con velocidad creciente, vino a convertirse en una licenciatura independiente
en 1980. Los estudiantes optaron en gran nmero por la nueva carrera. Los primeros
catedrticos vivieron aos de tensin, para ir poniendo en pie unos estudios comple-
jos, dotarlos de medios, crear un cuerpo de profesores, y al cabo, lograr formar unos
primeros profesionales con calidad y rigor. Y todo eso se pudo hacer gracias al tesn
de los primeros maestros.
Yela tuvo una primera ctedra en Madrid, Pinillos en Valencia, y Sigun en Barce-
lona. As se ech a andar. Desde el principio aparecieron miles de estudiantes vidos
de formacin especializada. En el mundo americano, tras la II Guerra Mundial, ha-
ba cobrado enorme fuerza la psicologa fuertemente naturalista y antimentalista del
En una psicologa que empezaba, como la espaola, all por la mitad del siglo,
cuando ya se haban recorrido muchas etapas en laboratorios y departamentos occi-
dentales, la labor de impulso, de orientacin y de seleccin que hicieron los discpulos
de Germain, y muy destacadamente Pinillos, Yela y Sigun, ha hecho posible nuestro
presente, de gran desarrollo, completa actualizacin e importantes escuelas de inves-
tigacin situadas en la vanguardia de nuestra ciencia.
La ciencia es un gran sistema estructural que produce conocimiento, nos da saber
y nos proporciona dominio sobre el universo. En ese sistema se han de cumplir muy
diversas funciones. Las de orientacin, de estimulo y de gua son funciones clave.
Para cumplirlas hay que saber de ciencia, pero tambin hay que entender de hombres,
de personas. Hay que ser un maestro.
Pinillos lo ha sido, y hemos sido conscientes de que eso era as. Reconocimientos
como el Premio Prncipe de Asturias en Ciencias Sociales (1986), una decena de doc-
torados honoris causa, acadmico de la Real Academia Espaola y de la de Ciencias
Morales y Polticas, y el afecto general que su persona suscitaba, lo prueban. Hoy so-
mos muchos los que trabajamos y nos sentimos animados en nuestro quehacer gracias
al recuerdo, vivo y efectivo, de su personalidad activa de algn modo en nosotros. Su
nombre y su obra son ya piezas esenciales en la tradicin de nuestra psicologa, que
avanza con paso firme gracias a innumerables profesionales e investigadores.
ROVIRA GASPAR, MARA DEL CARMEN, SANTULLANO, LUIS A., Arraigos y exilios.
Dos utopas mexicanas del siglo Antologa. Por Carmen Servn Dez
XIX. Francisco Severo Maldonado y (p. 316)
Ocampo y Juan Nepomuceno Adorno. SERRA PUCHE, MARI CARMEN; MEJA
Por Jos Luis Mora (p. 300) FLORES, FRANCISCO; SOLA AYAPE,
RUIZ CALVENTE, MARTN, D. Antonio CARLOS (EDS.), De la posrevolucin
Machado, profesor. La educacin en mexicana al exilio republicano es-
su poca y en la nuestra. Por Ana paol. Por Antoln Snchez Cuervo
Azanza Elo (p. 302) (p. 318)
RUIZ ORTIZ, MARA, Pecados y vicios en SUANCES MARCOS, MANUEL, Marcelino
la Andaluca Moderna (Siglos XVI- Menndez Pelayo. 100 aos despus.
XVIII). Un retrato mvil de la vida Por Gerardo Bolado (p. 320)
cotidiana. Por lvaro Castro Sn- TERUEL, JOS, Los aos norteamericanos
chez (p. 304) de Luis Cernuda. Por Carlos Vadillo
SNCHEZ DE ANDRS, LETICIA Y PRESAS, Buenfil (p. 322)
ADELA (ED.), Msica, Ciencia y Pen- TORRE, GUILLERMO DE, De la aventura
samiento en Espaa e Iberoamrica al orden. Seleccin y prlogo de Do-
durante el siglo XX. Por Antonio No- mingo Rdenas. Por Jos Luis Mora
tario Ruiz (p. 307) Garca (p. 325)
SNCHEZ DE ANDRS, LETICIA, Pasin, VEGA REN, LUIS, La fauna de las fa-
desarraigo y literatura: el compositor lacias. Por Gerardo Bolado (p. 327)
Robert Gerhard. Por Mara Nagore VV.AA., Andrs Laguna, un cientfico es-
Ferrer (p. 308) paol del siglo XVI, Por Juan Manuel
SANTASILIA, STEFANO, Simbolo e Corpo. Moreno (p. 328)
A partire da Eduardo Nicol. Por Ro- VV. AA., Gua Comares de Ortega y
berto Dalla Mora (p. 310) Gasset. Por Felipe Gonzlez Alc-
SANTESMASES, ANTONIO GARCA Y LA RO- zar (p. 332)
CHA RUB, MANUEL DE (COORDS.) Luis Humanitas, LXVIII, 1-2, Mara Zam-
Gmez Llorente: educacin pblica y brano: la poltica come destino co-
socialismo. Por Manuel David Espi- mune. Por Elena Trapanese (p.
nel Ramrez (p. 312) 339)
es ahistrico (p. 75). Tanto ese dualis- del sujeto, lo que le obliga a revisar el
mo como esa ahistoricidad sern dura- tributo que Hegel paga a la razn uni-
mente criticados por Hegel, quien en su versal por no haber considerado los con-
dialctica sigue la lnea racionalista de dicionantes materiales de ella. Tal es la
Kant, pero dotando de movimiento al inversin de Hegel realizada por el autor
concepto, gracias a lo cual la filosofa de El capital. En palabras del profesor
se convierte en un proceso espontnea- lvarez, Hegel no se libera nunca del
mente dinmico, en automovimiento, peso de la teologa cristiana. Marx se
en superacin incesante. La filosofa distancia de esta perspectiva acercndo-
de Hegel, que en este libro tiene un se al actuar de los individuos y viendo
papel central, posee la ventaja de cap- las condiciones histrico-terrenales en
tar el movimiento (la vida, la historia, que actan. Aunque Marx ha sido acusa-
el devenir) mucho ms adecuadamente do tambin de determinista, uno de los
que el logicismo kantiano, pero con el distintivos bsicos de su materialismo
inconveniente de convertir la vida, el consiste precisamente en sealar que
movimiento y la misma naturaleza en los hombres, aunque siguen sufriendo
concepto: La razn no tiene para He- la historia como destino, tienen en sus
gel un valor meramente regulativo, sino manos la posibilidad de convertirla en
constitutivo de la realidad (p. 106), con tarea suya. Como indica tambin el au-
lo cual conocer es conocerse a s mis- tor, segn Marx, no existen ms fines
mo, una especie de solipsismo, por ms ni propsitos en el mundo que los que
que en Hegel se trate de un yo universal. los hombres se plantean para s mismos
Si alguna vez la filosofa se elev a al a partir de sus luchas y de las posibili-
ideal terico de los griegos, al cosmos dades de su tiempo. (p. 139) Queda as
noets, y a la contemplacin intelectual muy oportunamente destacada la pers-
como culmen al que puede aspirar el pectiva prctica que introduce Marx y
hombre, tal filosofa es la de Hegel: vida que lo convierte en un autor cuya filo-
como movimiento de la idea; el absolu- sofa es irreductible al pensamiento sin
to como resultado de pasos dados por la ms: Marx es el filsofo de la praxis.
razn desde la certeza sensible hasta la Esta praxis, en el sentido nada pragm-
conciencia autotransparente. Y tampoco tico que l da a la palabra, es la dimen-
falta en Hegel una captacin interesante sin que inserta al sujeto humano en su
de la condicin social del individuo, no terrenalidad, uniendo as la esfera te-
tanto por el mitificado captulo cuatro rica con una prctica que, si muestra la
de la Fenomenologa (demasiado caba- miseria y opresin en que se desenvuel-
lleresco-medieval el reconocimiento del ve la vida de la mayora, muestra tam-
otro), sino por la filosofa del derecho, bin la potencia que los hombres tienen
donde el individuo queda insertado en en sus manos para cambiar el mundo.
la sociedad y el Estado. Por ello partir Cambiarlo es cosa de la prctica guiada
Marx de los planteamientos hegelianos por la teora. Sorprende que el autor no
para criticarlos debido a su idealismo, aluda aqu a Snchez Vzquez, que es-
pero reconociendo que Hegel es figu- cribi desde el exilio de Mxico un ex-
ra esencial por la riqueza del mtodo celente libro sobre esta cuestin, pero lo
dialctico. Marx penetra a fondo en los cierto es que el profesor lvarez apunta
elementos que constituyen la conciencia a lo esencial de la tesis de Snchez Vz-
quez. Y sorprende que Marx suponga superior, si no he contado mal, a las dedi-
un rechazo de la tradicin humanista cadas a cualquier otro filsofo.
(p. 195), cuando l representa la reivin- El escenario siguiente nos lleva a
dicacin de lo humano por excelencia, Heidegger, ante el cual el autor no ocul-
la dignidad, la creatividad, la polis como ta su escasa simpata, debido a que el
lugar de educacin y expansin de esa filsofo de la Selva Negra propone una
creatividad. En otros pasajes del libro filosofa contra el sujeto, antiilustrada,
hay una valoracin positiva del huma- antimoderna y reaccionaria, segn la
nismo. cual no cabe hablar finalmente sino del
Consecuente con su favorable visin misterio y del designio del ser, as como
de la Ilustracin y del sujeto humano de su carcter inefable. (pp. 398-399)
como portador de razn y conciencia, Ser s mismo no es ser consciente, sino
el autor no puede celebrar filosofas de atender a la llamada del ser, reconocer la
tendencia irracionalista, como las de culpa (la finitud) y evitar a los dems, ya
Schopenhauer o Nietzsche. A este ltimo que solo separadamente de los dems
le reprocha un biologismo de base y un puede el individuo ser autntico. (p.
aristocratismo carente de sentido social, 411) La intersubjetividad, como la vida
puntos ambos que hacen de l un filsofo social, queda desvalorizada. Y lo peor
reaccionario, premoderno, antiilustrado. es, como indica el autor, que en Heideg-
El repudio del nihilismo more nietzs- ger no cabe una propuesta de emancipa-
cheano se compagina bien con el de un cin, de transformacin social, ya que la
vitalismo de base telrica a lo Heidegger, existencia inautntica es determinacin
Spengler o Schmitt, pero tambin permi- esencial del Dasein. Desde una ideali-
te ver la ambigedad que conlleva el tr- zacin de la Grecia antigua, al estilo ro-
mino vida empleado por autores como mntico, Heidegger rechaza la sociedad
Dilthey. En relacin con la filosofa de la moderna y la tcnica, a las que opone
vida se sita el pensamiento de Ortega, el mundo campesino, mientras repudia
nico filsofo de lengua espaola al que la autonoma del sujeto, el cual queda
el autor consagra unas pginas. subordinado a un destino que nada tiene
No poda faltar una mirada a la fe- que ver con la decisin o eleccin cons-
nomenologa de Husserl en la visin del ciente, lo propio de una criatura, finita,
sujeto dentro de las distintas corrientes s, pero dotada de razn, una razn con-
filosficas, dado que todo el proyecto de tra la que Heidegger propone su deriva
Husserl se puede interpretar como una irracionalista. Por cierto, en relacin
filosofa del sujeto. (p. 321) Pero en su con Heidegger hay una reivindicacin
pretensin de redefinir el sujeto cartesia- del humanismo como portador de la
no, la fenomenologa husserliana vuel- libertad, como defensor de la libre ini-
ve al idealismo, ya que, en definitiva, la ciativa del hombre en cuanto sujeto que
conciencia, aunque sea conciencia de, no piensa y acta, frente a un uso negativo
llega a una verdadera alteridad, no sale de del concepto de humanismo, de tanto
s misma. De todas formas, una prueba arraigo en la cultura de lengua espaola,
de que el autor considera relevante la fe- empezando por Vives.
nomenologa de Husserl y sus derivacio- Las cincuenta pginas dedicadas a
nes en el debate sobre el sujeto es que le Heidegger no tienen desperdicio. Casi
dedica ms de sesenta pginas, nmero dira que significan darle una importan-
cia excesiva, pero quiz es oportuno el nando diferentes perspectivas casi como
esfuerzo de clarificacin desmitificadora en una sinfona se combinan las aporta-
de estas pginas en un ambiente como el ciones de diferentes instrumentos, una
nuestro, entre tantos adoradores de la fi- verdadera kaleidofona. En relacin a
losofa irracionalista, la de Heidegger o este texto hay que afirmar, ya desde el
la de Schopenhauer. Tras un minucioso principio, que nos encontramos frente
anlisis de la cuestin del sujeto en Sartre al ttulo de un emblemtico caso de no-
y Merlau-Ponty, el autor dirige su aten- men omen. El volumen escrito por Artu-
cin a la Escuela de Frankfurt. Tambin ro Aguirre se presenta como el encuentro
aqu parece muy oportuno el reproche entre diferentes voces y perspectivas,
dirigido a los frankfurtianos por su rece- todas ellas conectadas por la necesidad
lo ante el pensamiento ilustrado, aspecto de dar cuenta del destino de la filoso-
que los emparenta con Heidegger, por fa. Es ste el marco de la kaleidofona
ms que ellos defiendan la emancipacin como posible bestiario (sta la palabra
del individuo respecto de la industria cul- que usa el autor remitindose a la tradi-
tural y respecto de la razn instrumental. cin medieval y, a la vez, llevndonos a
Pero destacar el elitismo de la filosofa de pensar directamente en Cortzar) de las
Adorno y el pesimismo de su propuesta expresiones filosficas que siempre son
crtica, que empaa un tanto la innegable vibraciones de la razn, y siempre tie-
lucidez de esta, es algo que conviene re- nen su propia sonoridad y eco. En este
saltar, pues la crtica a la Ilustracin, que espacio tan dinmico cuanto responsa-
tanto abunda entre posmodernos, es en blemente construido se colocan todos los
nuestro pas como bendecir la ignorancia artculos que materialmente estructuran
porque ella nos libra de los sinsabores el volumen como la reflexin sobre el
que provoca el ansia de saber. Por ello es cuerpo a partir de Nancy y Agamben, el
tambin de alabar la sutil crtica que el anlisis del fenmeno del exilio enten-
autor realiza de la izquierda heidegge- dido como la otra cara (casi oculta) de
riana, un oximoron con el que alude a la misma fundacin de la comunidad, la
los Derrida, Deleuze, Foucault. Para ms problemtica de la mirada como aper-
detalles lean el libro del profesor lva- tura al espectculo del mundo, toda
rez, acadmico, quiz excesivamente la reflexin relativa al manifestarse del
alemn, pero lleno de anlisis incitantes, asombro como un momento fundamen-
siempre con la bandera de la razn por tal de la generacin cultural, etc. Se trata
delante, la humilde herramienta con la slo de algunos de los temas que abarca
que contamos los humanos. esta serie de artculos.
En lo especfico, por lo que concier-
Pedro Ribas ne a la filosofa hispnica, destacan los
escritos sobre el exilio y sobre la edu-
cacin en los cuales se hacen preemi-
AGUIRRE MORENO, ARTURO, Kaleidofo- nentes las referencias a un protagonista
na. Violencia, exilio y este su mundo, de la historia del pensamiento espaol,
Mxico, Edaf-Buap, 2013, 184 pp. sobre todo desde el punto de vista del
exilio filosfico del 1939: Eduardo
Un amplio abanico de voces, una mi- Nicol. Las referencias a este autor, que
rada al paisaje en la cual se van combi- ya se pueden encontrar en los artculos
El nivel red podra pensarse como un testable a la hora de presentar las tesis
nuevo nivel de realidad, situado entre el emergentistas y el desarrollo del inters
inorgnico y el cultural, que se desarrolla de Ferrater por las tecnologas a lo lar-
paralelamente a los dems niveles y que go de sus ltimos aos de vida. Por otra
contribuye a ampliarlos. Su particularidad, parte, y ms importante an, en su libro
sin embargo, no estara solamente en los Borrell mantiene una actitud ya inusual
elementos que lo constituyen, en su orga- en los ensayos filosficos: la de indicar
nizacin o en el marco conceptual que le dnde est la pregunta, antes que ofrecer
da sentido, sino, sobre todo, en el hecho de su propia respuesta. Por eso la obra resul-
que se trata de un nivel de realidad com- ta tan estimulante y anima el lector a bus-
pletamente artificial, en cuanto existe so- car soluciones alternativas a las propues-
lamente a partir de la accin del hombre. tas. Borrell no se esconde nunca detrs
Esta ltima afirmacin de Borrell de la contradiccin, sino que la pone de
hace temblar el edificio ferrateriano: manifiesto, es ms, la seala sin temores.
en efecto, por un lado es innegable que En las pginas del libro de Borrell no se
el nivel red no puede reducirse a otros respira dogmatismo sino verdadero afn
niveles (por ejemplo al cultural, que de conocer y preguntar filosficamente.
podramos considerar ms prximo), No habra mejor manera para homena-
puesto que presenta fenmenos muy jear a Ferrater que leyendo y re-leyendo
propios y especficos (como la interac- su obra, con rigor y seriedad, sin miedo a
cin entre mquinas, donde los sujetos ampliar el horizonte de sus planteamien-
de la accin comunicativas no son su- tos originarios. Por eso, la obra que aqu
jetos pertenecientes al nivel orgnico). reseamos se demuestra totalmente me-
Tambin es verdad que el nivel red es recedora del importante premio ganado.
el nico que cabe definir como artifi-
cial, esto es, creado por iniciativa de Roberto Dalla Mora
algo o alguien externo: mientras en la
descripcin de los dems niveles Ferra-
ter haca hincapi en el hecho de que un CASTILLA URBANO, FRANCISCO, El pensa-
nivel emerga del otro espontaneamen- miento de Juan Gins de Seplveda.
te, evitando as explicar cmo, desde Vida activa, humanismo y guerra en
dnde y por qu (o por quin) emerge el Renacimiento, Madrid, Centro de
el nivel fsico que ofrece los elementos Estudios Polticos y Constitucionales,
comunes a todos, la realidad del fen- 2013, 318 pp.
meno Internet nos obliga a plantearnos
radicalmente esta cuestin. Juan Gins de Seplveda naci en
Concluyendo, diremos que no es este 1490 en la localidad cordobesa de Pozo-
un libro exento de problemas. Se puede blanco. Aunque faltaban dos aos para
no estar de acuerdo con las conclusiones que Coln emprendiera su memorable
del autor y, de hecho, se puede contra- viaje, y algunos aos ms para que en Es-
decirlo en varios puntos. Sin embargo, paa se iniciasen las polmicas sobre la
no hay que olvidar lo que es realmente licitud o ilicitud de la conquista del Nue-
meritorio en este ensayo: antes que nada, vo Mundo, su nombre aparece vinculado
ofrece una labor histrico-filosfica ri- irremisiblemente a las disputas sobre las
gurosa y documentada y, por ello, incon- Indias. Mas, en medio de toda esta po-
ve como el arquetipo de la natura que las eterna son los elementos constitutivos
diferentes formaciones culturales crean. de este contexto. La dimensin del tiem-
El fenmeno del paisaje corresponde a po en la que se sumerge el individuo es
este smbolo y se basa en la interaccin radicalmente diferente de la temporalidad
entre el individuo y su medio ambiente ordinaria, porque se refiere a la eternidad
natural. Los tipos diferentes de esta rela- extratemporal. La unificacin mstica con
cin en cada una de las pocas histricas, el ser se efecta en la contemplacin del
separan las organizaciones culturales paisaje montaoso, en el sentimiento de
que estn comprendidas como unidades la extratemporalidad y en la experiencia
morfolgicas. En la tercera parte, los au- trascendente del silencio.
tores analizan la concepcin del paisaje El captulo quinto se ocupa de los tex-
postulada por los miembros de la gene- tos escritos por Jos Ortega y Gasset, la
racin de 98. La actividad de este movi- figura ms famosa y eminente del pen-
miento literario coincide con la pintura samiento espaol. Si seguimos el orden
de Ignacio Zuloaga, el famoso pintor del lgico de la interpretacin, podemos ver
Pas Vasco. Segn los autores, para com- que el problema del paisaje en Ortega
prender el arte de esta figura prominente puede ser comprensible desde el punto
del postimpresionismo espaol, hay que de vista de su obra entera. El concepto de
tener en cuenta la funcin esttica, antro- la unidad en relacin con la experiencia
polgica y sociolgica que los conceptos del paisaje tiene gran importancia en la
de destino y de descendiente tienen en su obra de Unamuno y de Ortega, pero hay
universo artstico. De este modo, se des- algunas diferencias fundamentales. En
cubre la relacin especfica entre el indi- Unamuno la esencia de la unidad meta-
viduo y el paisaje que caracteriza el arte fsica es irracional; Ortega, por el con-
de Zuloaga, expresando perfectamente la trario, busca y encuentra el origen de la
experiencia de la existencia genuina es- sntesis ontolgica en el terreno de la ra-
paola. Los autores subrayan que el pin- cionalidad. El fundamento de su razona-
tor poda dibujar el destino tpicamente miento es la aplicacin de los principios
espaol por medio de la representacin metodolgicos creados por Husserl en
autntica de las caractersticas originales su fenomenologa para resolver los pro-
que constituyen el paisaje castellano. blemas ms actuales de la Espaa con-
El tema del cuarto captulo es el con- tempornea. El objetivo de estos esfuer-
cepto de paisaje en Miguel de Unamuno. zos es la europeizacin de la identidad y
El pensador, que es conocido como uno del pensamiento espaol. Esta intencin
de los representantes de la vida trgica, se manifiesta en su forma concreta en
ve en el encuentro del individuo con el las meditaciones sobre el fenmeno del
paisaje una experiencia primordial que es bosque y del Escorial, donde las dimen-
responsable del sentido metafsico de este siones de superficie (la actitud mediterr-
acontecimiento. El orden csmico del nea) y de la profundidad (el pensamiento
ser en su unidad inherente se manifiesta alemn o germano) estn sintetizadas
en el fenmeno del sueo. El sueo y el y determinan la estructura ontolgica
paisaje forman una unidad sinttica. De del ser humano: la entidad que es finita,
este modo, es posible revelar y conocer histrica y por eso capaz de constituir
el mundo interno del sujeto. Los trminos su mundo proyectando su posibilidades
de la historia intrnseca y la tradicin existenciales. La experiencia intraperso-
nal de la vida humana tiene una unidad analizan estos problemas en las obras de
sinttica y se manifiesta en el sentimiento unos filsofos bien conocidos, represen-
del asombro. Esta disposicin ontolgica tantes de la cultura alemana y espaola.
es diferente del sueo en Unamuno, por- El libro incluye estudios y ensayos re-
que procede del funcionamiento de la ra- lativamente breves, escritos en espaol
zn discursiva. y alemn. Por eso, los textos analizados
La conclusin de los razonamientos pueden ser considerados como produc-
es, al mismo tiempo, solemne y pesimis- tos de dos tradiciones intelectuales que
ta. Revelando el misterio del ser, el en- muestran diferencias cruciales con res-
cuentro con el paisaje otorga al individuo pecto a sus mtodos de pensamiento.
la donacin ms preciosa que l no pue- Son estas el pensamiento alemn (que
de obtener de ninguna otra manera. Sin podemos considerar como pensamiento
embargo, la civilizacin organizada por del Norte) y la actitud mediterrnea (el
la tcnica moderna est ejecutando la pensamiento del Sur). La separacin
matanza del Ser de las entidades, en un definitiva de dos provincias filosficas
grado ms y ms creciente. As, amenaza (el Norte y el Sur) es un momento muy
gravemente la unidad, la preciosidad y importante inherente al pensamiento
la integridad, que es uno de los atributos histrico-filosfico de Csejtei y Juhsz.
ms importantes que caracterizan nues- Las investigaciones del libro analizan las
tro encuentro con el paisaje. La muerte obras filosficas de Miguel de Unamu-
de estos valores causar la desaparicin no, Jos Ortega y Gasset, Francisco de
de la medida ms importante e infalible Vitoria, Pedro Lan Entralgo, Friedrich
de nuestra humanidad. Nietzsche, Sren Kierkegaard, Karl Jas-
pers y el pensamiento posthegeliano.
Tth Gbor La primera parte del libro escrita
en espaol, contiene estudios sobre la
concepcin de la muerte en la filosofa
DEZS CSEJTEI-ANIK JUHSZ, Varia- de Nietzsche, la interpretacin de Don
ciones a los temas de la muerte, el Quijote por Unamuno y Ortega, la con-
paisaje y el otro hombre: Caminos cepcin del otro hombre en Francisco
filosficos- Philosophische Wege, de Vitoria y Pedro Lan Entralgo, la fi-
Gdll -Mriabesny , Editorial At- losofa del paisaje de Unamuno y la in-
traktor, 2013, 258 pp. fluencia de Descartes sobre la filosofa
madura de Ortega y Gasset. La segunda
Este libro puede ser considerado parte incluye ensayos escritos en alemn
como un nuevo resultado de la actividad sobre temas ms o menos semejantes,
filosfica de Dezs Csejtei y Anik Ju- pero hay tambin elementos nuevos, por
hsz. El objetivo principal de los autores ejemplo unas concepciones de la muerte
ha sido la sntesis de los temas ms im- representadas por la filosofa de la vida y
portantes dentro de la rama de la historia la existencia. Csejtei y Juhsz piensan que
de la filosofa espaola y alemana. Los la concepcin de la muerte de Nietzsche
autores buscan y analizan el significado es uno de los momentos ms decisivos
filosfico y hermenutico de las siguien- en el movimiento de la filosofa de vida.
tes cuestiones: la muerte, el paisaje y el Ponen de relieve que la finitud del ser hu-
problema del otro hombre. Los textos mano es un elemento constitutivo en la
obra entera de Nietzsche. La crtica de la anlisis del fenmeno del bosque, que los
concepcin socrtica y cristiana cumple autores tratan como un momento constitu-
su funcin esencial con respecto a la opo- tivo en la interpretacin de Meditaciones
sicin entre la muerte (y vida) autntica del Quijote. El otro elemento crucial es el
e inautntica que realizada en las circuns- horizonte universal del sentido que orga-
tancias de la vida cotidiana. La cumbre de niza el proceso en que intentamos com-
la inautenticidad se manifiesta en la figura prender la variedad inagotable del mundo
del ltimo hombre que es primordial- circundante: La vida adquiere un sentido
mente incapaz de la creacin autntica y universal a travs de la hermenutica (p.
original. La autosuperacin realizada por 37). El ensayo siguiente intenta revelar el
el carcter superhumano, transciende la significado filosfico de la relacin inter-
mediocridad general y forma un estado subjetiva. Csejtei y Juhsz buscan un tr-
aristocrtico que sirve para la fundacin mino medio en la obra de ambos pensa-
de la nueva realidad humana. En la filo- dores que pueda fundar la estructura de la
sofa de Nietzsche esta oposicin gana su intersubjetividad. Estos son la voluntad
sentido desde el punto de vista hermenu- del encuentro en Vitoria y la nostridad
tico. Los autores afirman que su concep- en Lan Entralgo. Los autores prestan ma-
cin de la muerte tiene un horizonte pri- yor atencin a los escritos de Lan Entral-
mordial hermenutico que es la condicin go en los que el problema del encuentro
ms importante del proceso que mantiene con el otro hombre aparece en el contexto
la permanente autocreacin de la vida. En de la Conquista. A lo largo de este aconte-
el texto siguiente podemos leer el anlisis cimiento la otredad del otro hombre poda
detallado de la interpretacin orteguiana manifestarse al individuo con claridad.
de Don Quijote. El momento central es Los autores afirman que el enfoque de los
la relacin entre el sujeto humano y su argumentos de Lan Entralgo es la actitud
medio ambiente con respecto a la com- personal hacia el otro hombre que revis-
prensin hermenutica del mundo circun- te la relacin intersubjetiva con aspectos
dante. Los autores ponen de relieve que el morales. Este estado es interpretado como
pensamiento de Ortega est en estrecha la oposicin radical de las circunstancias
conexin con el programa de la ontologa mantenidas por las normas institucionales
fundamental elaborada por Heidegger en de la sociedad (en primer lugar por el de-
su obra titulada Ser y tiempo, pero opi- recho), que permiten relaciones basadas
nan que el pensamiento de Ortega es ms en conexiones instrumentales. En este
primordial. El captulo pone gran nfasis problema se refleja, tambin, la famosa
en la actitud que caracteriza la esencia separacin kantiana entre legalidad y mo-
del pensamiento pblico y tambin de la ralidad. El tema del captulo siguiente es
filosofa espaola. Se trata de la superfi- la concepcin filosfica y literaria del pai-
cialidad que significa la falta de profun- saje en Miguel de Unamuno, quien ve en
didad en relacin con la comprensin de el encuentro del individuo y el paisaje una
la realidad externa. El contrapunto de esta experiencia primordial que es responsable
actitud es la sensibilidad hacia la inmensi- del sentido metafsico de este aconteci-
dad profunda del mundo exterior, que es miento. El orden csmico del Ser en su
la caracterstica ms importante del pen- unidad inherente se manifiesta en el fen-
samiento autntico. Este esfuerzo de Or- meno del sueo. El sueo y el paisaje for-
tega se manifiesta inmediatamente en su man una unidad sinttica. De este modo,
losofa tica y, vinculada a ellas, de una del autor para el acto de su investidura
teora de la legitimidad (o de la ilegitimi- como doctor honoris causa por la Univer-
dad) ms referida a la filosofa jurdica y sidad de Alicante el 30 de mayo de 2008,
poltica. Elas Daz aboga por la regla distincin que logr junto a la de otros
de las mayoras, con el justo respeto ha- iusfilsofos de envergadura como Robert
cia las minoras y a las posibilidades de Alexy, Eugenio Bulygin y Ernesto Garzn
consenso, lo que se ha de articular, a su Valds. All, sirviendo de apoyo su valioso
juicio, desde la autonoma de la concien- itinerario filosfico-intelectual, plantea ya
cia individual y de su libertad, esto es, que una de las ms importantes implica-
desde el reconocimiento del ser humano ciones del realismo constituye, sin duda,
como agente moral. El Estado social y su asentamiento sobre una genrica con-
democrtico de Derecho se alimentara, cepcin terica iuspositivista (en cuanto
conforme a ello, desde esos dos pivotes delimitacin descriptiva respecto del de-
sobre los que gravita: el imperio de la ley, recho positivo) pero a la vez siempre en
que es expresin de la voluntad popular, tensin con la ineludible dimensin crtica
y la proteccin de los derechos humanos. (en cuanto propuesta prescriptiva y de va-
Como el propio Elas Daz reconoce loracin tica de aquel). Elas Daz pare-
en la obra, el fallecimiento de su fra- ce identificarse en esta obra con el positi-
ternal amigo y colega, Gregorio Peces- vismo incluyente o inclusivo que no slo
Barba, en julio de 2012, fue el detonante pone en evidencia la necesidad de incluir
de que concibiera la elaboracin de una la moral como criterio en los sistemas ju-
segunda parte para este libro que reco- rdicos modernos desarrollados, sino la
gera no slo un artculo sobre los aspec- necesaria interrelacin entre la teora del
tos ms destacables del pensamiento de derecho y la teora de la justicia. Se trata-
Peces-Barba, que ms adelante comenta- ra, en definitiva, de construir el derecho
r, sino tambin otros trabajos (algunos desde los valores bsicos de la autonoma
publicados, otros todava inditos, pero moral individual, del ser humano como
todos revisados) con los que pretendera agente moral y del proyecto inacabado
enriquecer el contenido del libro, al estar que conforma en trminos jurdico-pol-
todos ellos en conexin directa o indirecta ticos el denominado Estado democrtico
con las ideas expuestas en la primera parte de Derecho.
de la obra. Aunque efectivamente el libro El segundo captulo Del normativis-
pudiera dar la impresin de parecer es- mo al realismo crtico Por qu obedecer
cindido en dos partes claramente diferen- al Derecho? Leyes, jueces, ciudadanos,
ciadas e independientes, dichas partes se nos advierte de cmo el realismo crtico
complementan mutuamente logrando una en ningn caso debera ser confundido
verdadera unidad en su estructura interna con el sociologismo (Duguit, Hauriou,
y es que, como precisa el propio autor, el Gurvitch, Gierke, Kantorowicz, Ehrlich)
realismo crtico versa sobre condiciones y es que el primero asume el normativis-
objetivas y personas individuales que han mo considerando imprescindibles tanto
contribuido con sus crticas y autocrtica la vigencia como la validez mientras que
al desarrollo de este paradigma. el segundo degenera en el antinormativis-
El primer captulo Razones e histo- mo. Asimismo, Elas Daz recuerda que
rias para una filosofa jurdica y poltica el poder del Derecho le viene a l gracias
tiene como contenido principal la leccin a la sociedad, los poderes sociales, poder
desde el que se construir un poder cons- y participacin (a mi juicio, sin duda, las
tituyente con auctoritas, capaz de regular vas ms legtimas) pero tambin por las
conflictos de fuerzas e intereses. Es fun- del engao, la corrupcin o, incluso, el
damental insiste el autor que las leyes terror (ilegtimas e injustas en diversidad
se cumplan por los ciudadanos y se apli- de escalas y, por desgracia, a veces, en
quen por los jueces partiendo de que el parcial convivencia y connivencia con las
sometimiento a la ley es la condicin pre- del modelo anterior).
via del Estado de Derecho. Resulta por El captulo cuarto Estado democr-
ello necesario aprender que la teora y tico de Derecho. Constitucin, Legisla-
prctica de la justicia puede ser abordada cin y Jurisdiccin se centra en el tema
desde tres planos: legitimidad legalizada, ya vislumbrado en las pginas finales del
legitimidad socialmente eficaz (legitima- anterior. Como no todo poder ni todo
cin) y legitimidad crtica, todos impres- Derecho es en igual medida legtimo,
cindibles por la interrelacin existente lo que ahora Elas Daz se pregunta es
entre ellos. qu medios e instrumentos normativos e
El tercer captulo de esta primera par- instituciones tenemos a nuestro alcance
te La revolucin kelseniana: El Derecho para que la potestas se convierta en auc-
y el Poder. Legitimidad y Teora de la toritas o, con palabras de Weber, se pase
Justicia, como el mismo ttulo indica, de Macht a Herrschaft. Antes que nada,
analiza la cuestin de la revolucin en interesa recordar, a juicio del autor, que
el pensamiento kelseniano, a partir de la Constitucin exige la existencia de una
la obra Teora general del Derecho y del declaracin de derechos y una organiza-
Estado, libro en el que el jurista austriaco cin del principio de separacin de pode-
abarcaba el posible cambio de la norma res, lo que recordaba ya el art. 16 de la
bsica. Elas Daz se sirve de Kelsen no Declaracin francesa de los derechos del
slo para estudiar crticamente su con- hombre y el ciudadano de 1789.
cepcin del derecho sino para explicar El Estado constitucional de Derecho
que quien da validez (eficaz) al Derecho es imperio de la ley y, en consecuencia,
es el poder. Esto es lo que, a mi juicio, imperio de la Constitucin frente a to-
otorga validez y no exclusivamente mera dos los poderes, incluido el judicial. Con
vigencia y legal existencia al Derecho. palabras de Elas Daz, todo Estado de
Con Kelsen (a pesar de Kelsen?) se pue- Derecho sera as, a la vez, Estado cons-
de llegar, como se ve, a los aledaos mis- titucional, legislativo, administrativo y
mos del poder. Y es que, como l mismo judicial, de Derecho. Ello, en realidad,
recuerda, obedecer al Derecho es, al final, le sirve al catedrtico de Filosofa del
obedecer al poder, en la lnea defendida Derecho para criticar a los neoconstitu-
por Hermann Heller. Es importante que cionalistas en la medida en que infrava-
los ciudadanos tengamos presentes que loran el papel de las instituciones legis-
la legitimacin tiene una raz emprica y lativas democrticas y adems porque
que ese seguimiento o aceptacin social los principios y valores constitucionales
de los ordenamientos se puede conseguir quedan a merced del poder judicial. Una
por vas, no todas ellas en igual medida de las tesis principales que defendera, a
legtimas: por las de la autonoma mo- mi modo de ver, con verdadero acierto
ral, el convencimiento y la argumenta- el realismo crtico de Elas Daz es que
cin racional, es decir, la libre decisin el Parlamento es el primer y prioritario
un libro que tenga unidad interior, haga razn en su esfuerzo por dar cuenta del
una propuesta clara e inteligible y man- problema del conocimiento y, vinculado
tenga los polos de la reflexin y la ac- a l, de la realidad como presencia acti-
cin prctica interconectados de manera va en la que se desenvuelve el ser huma-
coherente. no. En este sentido, el lector encontrar
Un libro as requiere madurez, mas una reflexin con la que sintonizar para
una madurez cincelada por el uso de la buscar una instalacin equilibrada en
razn, salvaguardada esta de dogmatis- esa realidad a la que no puede renunciar.
mos o simplificaciones, es decir, de los Finalmente, el libro del profesor Ferraz
dos extremos que peor le sientan a la filo- no elude, ms bien lo contrario, los pro-
sofa. Los primeros la conducen a un m- blemas subyacentes a la accin moral
bito no deseado pues la sacan de la histo- a cuya clarificacin dedica una parte
ria para situarla en planos trascendentes sustancial de este grueso -no obstante,
que corresponden a otras experiencias liviano por lo bien escrito que est- vo-
humanas que, si bien, colindan con la lumen. Termina con una reflexin fuer-
filosofa, no son filosofa. Las segundas te sobre los problemas del capitalismo
derivan la filosofa hacia el mbito que actual mostrando que la filosofa no se
ocupan otras formas de comunicacin reduce a ser un saber teortico sino im-
que no estn exigidas por el argumento y, plicado en la accin humana.
ni siquiera, por la reflexin. Consta el libro de cuatro partes, cada
Mas para situarse en ese punto equi- una dotada de su propia unidad, de tal
distante que no descomprometido- es forma que pueden leerse casi de manera
preciso tener un buen conocimiento de autnoma, para formar, entre todas ellas,
la historia de la filosofa y, en no menor una slida unidad en la bsqueda de la
medida, de la herramienta que constituye pregunta subyacente en el ttulo que, si
el filosofar a la altura del tiempo, como formulado en forma afirmativa, conlle-
hubiera dicho el maestro Ortega y con l va implcitamente una interrogacin.
buena parte de sus discpulos. La primera parte, Mitologa, Filosofa,
Este libro de Antonio Ferraz rene Ciencia (un poco ms de cien pginas)
ese difcil equilibrio para establecer en ofrece, al lector atento, muchos matices
las proporciones justas una aproxima- en los grandes tpicos acerca de la natu-
cin al pensar filosfico que, remitiendo raleza misma de la filosofa, su relacin
a los orgenes y al desarrollo histrico con el mito, su aproximacin a la ciencia
de la filosofa, sea til al ser humano en Grecia, la trasmisin medieval, a la
en el siglo XXI. No es, pues, un libro revolucin de los astrnomos en torno a
de historia de la filosofa pero el lector los comienzos de la modernidad hasta los
aprender mucha y buena historia; no interrogantes y los cambios heredados de
es, tampoco, un libro de filosofa de la la mentalidad ilustrada que, sin embar-
historia que vincule la historia a la vi- go, no elimin la mentalidad mitolgica
gencia de uno u otro autor pero el lec- como pueden comprobar los habitantes y
tor obtendr informacin de muchos de visitantes que cada ao inundan la noble
los autores ms importantes. En defini- villa de Santiago de Compostela.
tiva, no es, en absoluto, este libro una Dedica el profesor Ferraz unas seten-
sucesin de autores o doctrinas sino una ta pginas a explicar qu sea conocer y
reflexin que muestra el desarrollo de la lo hace en dilogo con las aportaciones
que ha ido haciendo la epistemologa y, dar los mil y ms problemas a los que se
sobre todo, la propia ciencia fsica. Quiz enfrenta la bsqueda de un camino segu-
se echa en falta en este apartado una re- ro, libre de dogmatismos y banalidades
ferencia a las aportaciones realizadas por como sostenamos al comienzo de la
las ciencias humanas o sociales: la psico- razn moral. El lector se confronta en es-
loga, la psicologa social o la sociologa tas pginas con la suavidad propia de la
que abordan problemas de conocimiento razn que no levanta la voz a todas las
de realidades sociales de naturaleza dis- cuestiones que le asaltan como ser que
tinta a la fsica. Valga esta consideracin ha de tomar decisiones entre la libertad,
siguiendo la llamada a la humildad con la necesidad, la historia que tiene a su es-
que termina su autor este segunda parte. palda y el futuro como esperanza. De su
La tercera parte est dedicada a la punto de equilibrio depender que como
realidad como problema. Casi otras ser humano se realice. Los dos epgra-
cien pginas en las cuales el lector en- fes que anteceden al final y al eplogo son
contrar referencias a todas aquellas claves para sostener la arquitectura per-
cuestiones con las que se confronta este sonal y social: La poltica para la edu-
problema central en la historia de la fi- cacin y la educacin para lo humano.
losofa que remite al adentro, al afuera, Breve pero sustancial esta referencia a la
a la necesidad, a los ideales, a la materia educacin como clave del proceso de la
y sus niveles, a las fronteras de la propia realizacin o del hombre como ser hu-
filosofa, principalmente a la que aborda mano que lleva a realizar y no a destruir
la experiencia religiosa. Prcticamente como norma suprema en un desarrollo
un tratado, dicho en el mejor sentido, equilibrado de las cualidades que nos de-
de la mejor filosofa como acceso a lo finen. Aqu adquiere sentido su alegato
planteado por filsofos/cientficos (o vi- breve, sin levantar la voz pero sin bajarla
ceversa) y como ejercicio metodolgico tampoco, contra el capitalismo que impe-
(o prctico) de cmo se debe filosofar dira ese desarrollo por cuanto rebaja la
hoy. Curiosamente, mientras las dos pri- condicin humana al nivel de los valores
meras partes concluyen con un resumen, mercantiles. Algo de esto ya plante Ni-
esta termina con el abordaje de una cues- col en un viejo artculo, Propiedad y co-
tin problemtica, formulada de manera munidad, en su comentario comparativo
afirmativa: Dios es incomprensible, lo de Locke y Francisco Suarez.
que conduce al lector a enfrentar su de- Interesante el eplogo una pgina
seo que le vincula a la necesidad de que con que cierra su libro de cuatrocientas.
la vida tenga sentido por lo que Dios de- Una llamada a la humildad: soy hijo de
bera existir con la imposibilidad de que muchas realidades venidas del inmen-
haya una razn evidente. Una toma de so espacio y del tiempo ms remoto y
posicin valiente que nos lleva a la radi- vivo en un mundo humano que no es el
calidad misma de la filosofa, es decir, mo y que no es plenamente humano.
de la razn humana y sus lmites. Gratitud por lo primero, esfuerzo, con-
La cuarta parte viene casi exigida por fianza en la razn creadora por lo segun-
las dos anteriores. Junto al conocimiento, do. Si Zambrano desde la razn poti-
la accin que, tratndose del ser humano, ca hablaba del hambre como base de la
ha de ser moral (o amoral). Ms de ciento esperanza que habra de saciarla, Ferraz
treinta pginas son necesarias para abor- desde la razn cientfica no renuncia a
En Ortega y Heidegger, Gaos insiste Huelga decir que el Prof. Lasaga cum-
en la idea de que el filsofo ms influyente ple con creces el objetivo explcitamente
en la obra de Ortega es el autor de Ser y declarativo y expositivo de su introduc-
Tiempo. Gaos resume las crticas que el cin: exento de afn polmico o crtico,
madrileo dirige al alemn, para despus de modo que el lector se encuentre inme-
realizar su propia valoracin crtica. El diatamente con Gaos, sus ideas y sus jui-
Leibniz de Ortega resume las tesis conte- cios. Dejo para otra ocasin las posibles
nidas en La idea del principio de Leibniz consideraciones crticas que aquellos me
dividiendo el libro en dos partes claramen- hayan suscitado (p. 50). Huelga tam-
te diferenciadas a su parecer. A la primera bin decir con cuanta fruicin esperamos
de estas partes se dedicar en este artcu- la lectura de dichas consideraciones
lo, mientras que la segunda ser objeto de
La ontologa de Ortega segn Leibniz. Sonia Ester Rodrguez Garca
Para Gaos la primera parte es una investi-
gacin histrico-crtica de marcado carc-
ter lgico en torno al principialismo de GARCA PREZ, ARCADIO, La Escuela
Leibniz. Pero aqu no residir el verdadero Ilustrada Salmantina: Miguel Mar-
inters de Ortega, ni tampoco el de Gaos, tel (1784-1835), Eds. Universidad de
quien se vuelca en la segunda parte: la ex- Salamanca/Universidad Nacional de
posicin de la ontologa y la filosofa de la Educacin a Distancia, Madrid, 2013,
historia del propio Ortega. Gaos volver 334 pp.
a sealar la importancia de Heidegger en
el pensamiento de Ortega y realizar una Esta obra es fruto de una tesis doc-
contracrtica a las objeciones que este l- toral cuyo propsito fue realizar un es-
timo dirige al primero. tudio exhaustivo sobre el ilustrado Mi-
Por ltimo, en Obras inditas de guel Martel, pensador que ejerci gran
Ortega: Qu es filosofa? Gaos se influencia en los albores del siglo XIX
centra en la exposicin de la filosofa espaol y, especialmente, en el contex-
de la filosofa de Ortega. Este artculo to salmantino. Deslumbra el caudal de
supone el complemento a los anteriores, archivos que el profesor Arcadio Garca
profundizando en la idea de qu hacen Prez ha rastreado para desentraar to-
los filsofos y por qu y cmo lo hacen. dos los documentos que puedan aportar
Gaos reconstruye la filosofa de Ortega el menor detalle sobre Martel y la Es-
en funcin de cuatro partes sugeridas por cuela Ilustrada de Salamanca -tema en el
el propio Ortega, partes que despus co- que aos hace que es ya una autoridad-
mentar y criticar. evidenciando desde la primera pgina la
Estamos, pues, ante un conjunto de enorme faena culminada en un robusto
textos que merece la pena releer y re- trabajo de investigacin que seguramente
pensar sobre la base de la relacin que sea el ms completo sobre este pensador.
mantuvieron en vida estos dos grandes fi- Asimismo, todos los datos que se han re-
lsofos, as como atendiendo a la contex- cogido, no slo sobre Martel sino tam-
tualizacin de los escritos de Gaos sobre bin sobre la apasionante poca en que
Ortega en funcin del momento intelec- vivi, han sido puestos en armona con el
tual y profesional que nuestro transterra- objetivo de hacer un poco ms inteligible
do estaba viviendo. el efervescente inicio del siglo XIX espa-
los domicilios salmantinos, y en los que cido por nadie para ser declaradamente
se contaba a menudo con Toribio Nez, antiestalanista y antisovitico. Razones
Ramn de Salas, Justo Garca y otras ho- las tenan, ideolgicas, filosficas y, casi
norables personalidades. Cabe acentuar siempre, en el fondo, de orden biogrfi-
que la formacin de Martel en la Orden co, personal, todas labradas en ese ma-
Teatina fue escolstico-tomista [] pero traz dramtico que fue la Guerra Civil,
en Martel se observa por todas partes un algo que les diferencia en ciertos aspec-
espritu renovado, que puede observarse tos, a mi modo de ver, de cierto antico-
en el idioma, en el mtodo y en el conte- munismo de saln que poda florecer en
nido (p. 235). Esta renovacin del que la Europa en reconstruccin.
fuera profesor en el Colegio de Filosofa La autora seala, con razn, lo cer-
de Salamanca culmina en la asuncin de tero y ajustado que era, por parte de
la filosofa sensista que se vino desarro- los miembros del Congreso, afirmar, y
llando en la Ilustracin ms all de los denunciar, la existencia de numerosos
Pirineos, y bajo cuyo prisma comprende campo de concentracin en la Unin
tanto la metafsica como la moral. Sovitica, bajo el yugo de Stalin, y la
En definitiva, la figura de Martel es la eliminacin sistemtica de millones de
del representante de la Ilustracin espa- personas, esos hombres de ms para
ola, esto es, la de un religioso que, des- el rgimen, enemigos que generaba el
de su puesto de docente en Salamanca, propio sistema (como la anti-Espaa
ha tomado parte en la poltica de su tiem- en el primer Franquismo), que le hicie-
po y ha tratado de conciliar las corrientes ron ver a Lefort que estbamos ante un
renovadoras extranjeras con la identidad totalitarismo, cierto, distinto del nazi. Tal
cristiana de Espaa. El esfuerzo por res- vez, Olga hubiera podido mencionar y
catar a este miembro de la Escuela Ilus- explicar brevemente los diferentes pro-
trada salmantina la cual ocupa, no obs- cesos, en Francia, en los que se ventila
tante, un espacio reducido en la obra ha el sistema concentracionario a la luz
puesto de manifiesto que Martel es uno pblica y que son decisivos en el desen-
de los smbolos de la fructfera concordia canto de bastantes comunistas de buena
entre el Liberalismo y la Tradicin. fe y que abren los ojos de las mentes ms
despiertas de la poca, por ejemplo la de
Carlos Rivas Mangas Edgar Morin: el proceso de Kravchenko,
en 1944, el de Lazlo Rajk, en el 49, y el
de David Rousset, al ao siguiente.
GLONDYS, OLGA, La guerra fra cultural Pero, al mismo tiempo, Olga Glondys
y el exilio republicano espaol, Ma- muestra los claroscuros de un centra-
drid, CSIC, 2012, 369 pp. lismo democrtico, que est detrs, de
manera discreta, como en filigrana, de las
Olga Glondys desentraa, al princi- decisiones globales de la revista, hacien-
pio de su libro, la gnesis de la seccin do de los redactores unos pjaros libres,
hispnica, por as decirlo, del Congreso algo ingenuos, en una jaula cuyas rejas
por la Libertad de la Cultura. Muestra no se ven, por lejanas que estn, pero que
hasta qu punto el ncleo del Congreso existen, a mi modo de ver. Olga no se
(Madariaga, Gorkn, Iglesias y Araquis- queda aqu sino que, adems de mostrar
tin) no tena necesidad de ser conven- el poco peso de las temticas latinoame-
ricanas en la revista, cuando en principio cho ms serio que una supuesta actitud
estaba destinada sobre todo a esas po- angelical e irresponsable, tal y como lo
blaciones, subraya lo desconectado que vean los congresistas, o una preten-
estaba el equipo de la redaccin de las sin irrealizable de estar equidistante
verdaderas preocupaciones de los ameri- de ambos lados. Los del CLC se que-
canos de habla espaola. Los esfuerzos, daban muchas veces, no siempre, con
moderados, destinados a corregir estos unas cuantas loas a la civilizacin occi-
errores fueron baldos. Luego vendra dental en un momento precisamente en
Castro, el Che y Salvador Allende y es que se produca la descolonizacin, en
que, como lo dijo anteriormente Albert que Lvi-Strauss publicaba sus clebres
Camus, hablando de Europa, pero que se Tristes Trpicos, en que se proceda a una
podra aplicar con mucha ms razn para crtica y relativizacin de las conquistas
Iberoamrica, lo que alimentaba el co- de la susodicha civilizacin: violencia
munismo, y en general el marxismo, no colonial, racismo, imperialismo, etc.
era la manipulacin de los Partidos Co- Se quedaban tambin con unas cuantas
munistas ni el KGB, sino la insoportable pinceladas radiantes sobre el progreso
injusticia social que haba en esos pases. tecnolgico en el momento en que, en
Olga Glondys muestra que el Con- palabras de Michel Serres, se pona en
greso fue muy crtico con los llamados marcha una tanatocracia, a base de bom-
terceristas, los que no queran casarse bas nucleares y napalm.
ni con el bloque atlntico ni con el Pacto Tal vez Olga Glondys hubiera podi-
de Varsovia. Muestra tambin que quiso do desarrollar ms la cuestin del euro-
atrarselos, por ejemplo a Benedetti y a pesmo, tratada no obstante, de soslayo,
Camus. Este ltimo era respetado, pero cuando habla del Congreso de Munich
no era considerado realmente del lado de 1962. Y es que el federalismo euro-
de la barricada occidental, por lo me- pesta forma parte del credo poltico de
nos hasta 1956 y ni siquiera entonces. Madariaga y de muchos miembros de los
El tercerismo era una amplia posicin Cuadernos (as como de un federalismo
poltica, muy permeable y sin fronteras aplicado al caso espaol), credo slido y
claras, en donde caban todos los mati- visionario, para esa poca, pero ese fede-
ces posibles. Nace con la declaracin de ralismo europeo tambin tiene una ver-
noviembre del 47, firmada por Camus y sin tercerista. Me refiero, por ejemplo,
Sartre. Este ltimo deja de estar en el es- a la Sociedad Europea de Cultura, diri-
trecho filo de la navaja de la tercera va gida por Umberto Campagnolo, en la que
a partir del 51-52, a raz de la Guerra de estuvo por un tiempo Camus hasta que
Corea. Los del Congreso, obviamente, lo vio, en 1952, el tercerismo de ese grupo
tratan ya, lgicamente, como compaero algo escorado hacia el bloque sovitico,.
de fila de los comunistas, pero no lo era ltimo punto a tratar: el del famoso
antes. Es ms, durante la Segunda Guerra puente con la oposicin liberal, ms o
Mundial e incluso hasta el 47 fue bastan- menos tibia, del interior. Olga demues-
te apoltico. tra que el Congreso apoy por medio de
Creo que Olga Glondys, tal vez por becas, y otro tipo de ayudas, a bastantes
razones de espacio, tal vez por no ser su intelectuales del interior. Los ayudaron y
temtica principal, deja de lado las razo- se dejaron ayudar. La ayuda fue en mu-
nes de la tercera va que era algo mu- chos aspectos positiva de cara a un en-
GMEZ MONTERO, JAVIER (ED.), Ethos & que tuvo Europa y la crisis de la cultura
Polis: Europa y la ciudad en el pen- occidental en las reflexiones de la filso-
samiento de Mara Zambrano, Kiel, fa espaola.
Editorial Ludwig, 2014, 153 pp. Por su parte, Mercedes Gmez Ble-
sa, abriendo la primera seccin, escribe
Durante los das 6, 7 y 8 del mes sobre Las grietas de la ciudad y en su
de diciembre de 2011 se celebr en la reflexin realiza un viaje en el tiempo a
Universidad de Kiel (Alemania) un travs de tres figuras simblicas: la ciu-
Simposio Internacional sobre Europa dad soada, la ciudad lograda y la ciu-
y la ciudad El pensamiento de Mara dad perdida que se corresponden con el
Zambrano en su contexto europeo. La Madrid de los aos veinte, el Madrid de
crnica sobre la celebracin de dichas la II Repblica y, finalmente, el Madrid
conferencias, a cargo de Elena Trapane- vencido por el fascismo. Le sigue un tex-
se, apareci ya en el n 17 de la Revista to que firma la profesora de la UNAM,
de Hispanismo Filosfico en septiembre Julieta Lizaola y que lleva por ttulo:
de 2012. Ciudad y sacrificio. En l, la autora es-
Dos aos ms tarde, la editorial Lud- tudia las reflexiones que Zambrano hizo
wig acaba de publicar las Actas de dicho sobre tres elementos clave: el racionalis-
Congreso si bien estos trabajos ya esta- mo, la religiosidad y la tragedia llegando
ban disponibles con anterioridad gracias a la conclusin de que el pensamiento
a la edicin online de la Universidad de zambraniano, siempre esperanzador, no
Kiel: http://www.uni-kiel.de/symcity/ ha perdido vigencia y nos sigue sirvien-
ausgaben/04_2013/index.html. do para repensar los conflictos polticos
Ahora, la edicin impresa incluye contemporneos.
tambin la siguiente ponencia que no Por su parte, Elena Trapanese en su
apareca en la edicin digital: Simboli- comunicacin sobre la La escritura de
zacin del exilio y sacrificio asumido en la memoria en Mara Zambrano e Italo
La tumba de Antgona de Ute Seydel. Calvino nos invita a adentrarnos en las
Forman todas ellas un conjunto de es- obras de estos dos autores y nos recuer-
tudios ms completo, que ser muy apre- da cmo la prdida de la fe en la ciudad
ciado por los estudiosos del pensamiento -que para Zambrano es el lugar que ms
de Mara Zambrano. se asemeja a la persona- resulta correla-
Los trabajos publicados se agrupan tiva a la prdida de creencia en la fuerza
bajo dos epgrafes: I. El sujeto y la ciu- conciliadora que posee la palabra. Ciu-
dad y II. Europa el sujeto y la escritura. dad y palabra seran centros fronterizos y
Abre las dos reas temticas el art- la escritura de la memoria el mar que los
culo de Javier Gmez-Montero: Ethos y rescatara para que no quedasen aislados.
Polis: Apuntes sobre el pensamiento de Podemos leer, a continuacin, el tex-
Mara Zambrano. Un texto en el que el to: Tiempo y espacio en Delirio y Des-
autor, profesor en la Universidad de Kiel, tino, de Susanne Niemller. En esta
organizador del Congreso, adems de ser ponencia su autora hace un recorrido por
el editor del libro, estudia con detalle las el clebre libro autobiogrfico de Mara
distintas reflexiones que realiz Zambra- Zambrano Delirio y destino, para descu-
no sobre las ciudades en las que vivi, al brir que nos encontramos con algo ms
tiempo que nos recuerda la importancia que una simple autobiografa, pues, a
mana, pero Saaevedra incardina la vo- de Maquiavelo que fue objeto de perse-
luntad humana en la providencia divina cucin inquisitorial prohibindose el 7 de
que conoce pero no determina nuestras agosto de 1800.
actuaciones. Enrique Ujaldn Bentez parte de los
Moiss Gonzlez Garca parte de la planteamientos del pensamiento liberal
figura de Quevedo para contraponerlo a espaol y su pretensin de construir un
Maquiavelo. Encuadra al primero den- Estado nacional moderno. Seala que
tro del grupo de los eticista por su po- Maquiavelo no fue un referente para el
sicin a la razn de Estado de Maquia- pensamiento liberal, pero s fue un pen-
velo, ya que sus propuestas parten de sador clave para posibilidad de un pensa-
sus preocupaciones ticas y religiosas. miento y una poltica liberal.
Para Quevedo, segn el profesor Gonz- Ambrosio Velasco Gmez contra-
lez, Maquiavelo es un autor satnico al pone el pensamiento maquiaveliano al
sostener que la poltica de este consista pensamiento poltico del mundo hispano
en una evidente divinizacin del poder, del siglo XVI. En concreto, El Prncipe
que se convierte en un fin en s mismo. de Maquiavelo y El prncipe cristiano de
Destaca tambin al intelectual crtico y Pedro de Ribadeneyra. ste ltimo pre-
discrepante que, en ocasiones, aparece tenda ensear a los prncipes a conservar
Quevedo, sobre todo frente a los abusos y gobernar sus estados segn las leyes de
y atropellos que presenta el poder, tanto Dios.
poltico como religioso. Jorge Velzquez Delgado se centra en
Antonio Rivera Garca analiza la la historia de la recepcin de El Prncipe
razn de Estado en Mrtir Rizo (1592- en Latinoamrica, planteando que sta
1642) y concretamente su obra Norte de es una asignatura pendiente y que an
Prncipes a lo largo del captulo y presen- est por escribir. Sobre todo resalta la
ta tambin su aparente antimaquiavelis- urgencia de la constitucin de la unidad
mo, ya que en algunos momentos rescata latinoamericana que implica la asimila-
algunos planteamientos maquiavlicos. cin de su experiencia y su legado para
En definitiva, Mrtir Rizo representa al no caer, seala el autor, en las fauces del
sector de la literatura poltica que esta- Leviatn.
ba en condiciones de llegar ms lejos en La oportunidad de esta obra es sig-
la introduccin de la nueva y heterodoxa nificativa, ya que en ella se recogen
razn de Estados. distintos planteamientos de especialis-
Andrs Martnez Lorca recupera la tas acadmicos, un acierto por parte de
figura de Baltasar Gracin y su crtica los coordinadores, todo un abanico de
poltica. Caracteriza a Gracin como un cuestiones necesarias para comprender
tpico representante del Barroco espaol la presencia de Maquiavelo en Espaa
y su ideologa catlica y, por este motivo, y en Amrica Latina y, sobre todo, la
enemigo declarado del maquiavelismo recepcin de El Prncipe en ambos es-
como buen jesuita; como escritor crpti- pacios tras el recorrido histrico de su
co, y como pensador crtico. presencia desde su publicacin hasta
Rafael Herrera Guilln nos recuer- nuestros das. En este sentido, coinci-
da la figura de Antonio Eximeno, como do con el profesor Velzquez en que la
referente del antimaquiavelismo en la historia de la recepcin de esta obra en
Ilustracin Espaola y su obra Espritu Latinoamrica an est por escribir, al
mismo tiempo que comparto la oportu- pone o de sus formas de trabajo porque,
nidad de criticar la dualidad moral pre- en ltimo caso, llegaban a plantear la
valeciente en el lado oscurantista de la supresin de la propia tica. En lo que
sociedad capitalista, y cuyo principal respecta a lo primero, desde el campo
terico fue el gran florentino, ya que vi- de la tica se ha puesto a veces en duda
vimos en un mundo en que la poltica la relevancia de los estudios cientficos
muestra su peor cara, comprobamos que para el mbito moral pero desde hace ya
se utilizan las armas de destruccin ma- tiempo se puede apreciar un nimo de
siva en multitud de zonas del planeta y sana confluencia en muchos investiga-
se abusa de la informacin para abultar dores e investigadoras algo similar a lo
el poder militar del adversario y de esta que puede estar pasando en la relacin
forma justificar la invasin y la tropela con disciplinas como la sociologa o
y, al mismo tiempo, se arrogan el amor la biologa como demuestra la orien-
a la paz, a la democracia y a los dere- tacin de los textos contenidos en este
chos humanos. Es, por tanto, necesaria volumen.
una reelectura crtica del pensamiento En segundo lugar, la cuestin ms po-
de quien se especializ en la patologa lmica en parte, porque recuerda a una
de la guerra para entender lo que est polmica anterior, la que se produce en la
sucediendo en nuestro entorno social dcada de los aos setenta del siglo pasa-
y poltico a nivel mundial en nuestra do en torno a modelos de reduccin de la
poca. Esta compilacin de estudios tica a comportamientos sociales evoluti-
tambin contribuye precisamente a esta vos, la de la reduccin de lo moral a lo
comprensin didctica, si se me permi- neurolgico, cobra su formulacin ms
te, de las claves, los entresijos, vaivenes provocadora en teoras que limitan la ti-
y encrucijadas en los que nos vemos in- ca al resultado de procesos qumicos que
mersos en la actualidad. tienen lugar en el cerebro. Frente a ello,
cabe apuntar dos lneas que se manifies-
Francisco Javier Cruz Lendnez tan en el libro coordinado por Linares y
Gonzlez y que vienen a recordarnos que,
desde el estricto respeto del trabajo cient-
GONZLEZ, JULIANA Y LINARES, JOR- fico, un reduccionismo metodolgico bien
GE (COORDS.), Dilogos de biotica: entendido puede explicar las perspectivas
nuevos saberes y valores de la vida, macro desde el anlisis de lo micro, de-
Mxico, Fondo de Cultura Econmi- dicando atencin especfica a cada nivel
ca/Universidad Nacional Autnoma de estudio y a los diversos mecanismos de
de Mxico/Facultad de Filosofa y integracin (as lo afirman expresamente
Letras, 2013, 663 pp. Rosaura Ruz, Ricardo Noguera y Lilia-
na Valladares en la primera ponencia del
Los descubrimientos que la neuro- libro, aunque es de resear que no todos
loga y las llamadas neurociencias han los autores comparten esta postura, o no,
realizado desde el ltimo cuarto del si- al menos, en la misma medida).esta pers-
glo XX han supuesto un desafo para la pectiva se completa, por otra parte, con
filosofa y especialmente para la tica, la aceptacin del hecho de que ninguna
tanto porque podan suponer un cuestio- aproximacin ni la neurolgica, ni la
namiento de lo que la teora moral pro- sociolgica, ni la psicolgica ni ninguna
GONZLEZ RAMREZ, DAVID (ED.), Lienzos poltica espaola de finales de los aos
de la escritura. Sinfonas del recuer- 30. A pesar de sus varios intentos, no
do. El magisterio de ngel Valbuena pudo salir exiliado, por lo que fue depu-
Prat, Mlaga, Analecta Malacitana, rado y perseguido por la dictadura fran-
2012, 482 pp. quista, estando tambin a punto de ser
fusilado por los milicianos en Barcelona
Tal y como augura su ttulo, se trata por ir cantando en latn, ya que pensa-
de una de esas obras que nos insertan en ron que se trataba de un cura (p. 38). En
una poca, en un ambiente intelectual y 1943 fue reintegrado en la Universidad
en un hombre. En estas 482 pginas se de Murcia, donde fue catedrtico hasta
ha intentado comprender la vida y obra 1964, cuando oposit y gan una ctedra
de ngel Valbuena Prat (1900-1977), el en Madrid, en cuya Universidad haba
maestro de la historiografa literaria es- sido ayudante en su juventud. La con-
paola pero que fue, adems, historiador, secuencia de ello fue que este continuo
poeta, crtico literario y novelista. Gran peregrinaje por universidades espaolas
esfuerzo ha realizado su coordinador, le impidi crear escuela (p. 42), aun-
David Gonzlez Ramrez, para que esto que no contar con eminentes discpulos.
sea posible y las varias y diferentes par- Acontecimientos histricos, recuer-
tes que la componen suenen realmente dos, imgenes, ancdotas, entrevistas
de manera sinfnica. Enumerar tan slo se entrelazan en estas pginas, al igual
el ndice, con los captulos que lo inte- que lo hacen el hombre y el intelectual,
gran y los autores de los mismos, supera el amigo y el catedrtico, el abuelo y el
el espacio permitido a la resea. Por este escritor. Esto se percibe especialmente
motivo, sealar las principales vas de en la segunda parte del libro, donde fa-
anlisis lanzadas sobre esta eminente fi- miliares, amigos, discpulos hablan de
gura de la tradicin literaria espaola. y desde don ngel. l mismo tiene voz
Somos de los que pensamos que vida dentro de este volumen, ya que se inser-
y obra son caras de una misma moneda, tan varias entrevistas donde el maestro
as, el libro comienza con Una biografa nos habla de s mismo y del panorama
en tres actos, en la que se nos sumerge intelectual que le toc vivir. Sus juicios
en la vida de Valbuena Prat; son realmen- y opiniones sobre la Generacin del 98,
te de inters sus aos de estudiante, de la del 14, la del 27, nuestros principales
opositor y, posteriormente, de profesor. dramaturgos son de gran inters a la
Conocido por la mayora, o al menos as hora de justipreciar nuestro pasado cul-
debera ser, como autor de la ms bri- tural, literario e intelectual. En ellas se
llante y personal Historia de la literatura percibe especialmente su inters y dedi-
espaola (p. 12), este cataln de naci- cacin al teatro, tema sobre el que publi-
miento recibi su primera formacin en c gran nmero de obras, por lo que no
Huesca y Badajoz, licencindose en la podemos dejar de mencionar dos de sus
Universidad Central de Madrid, ciudad principales libros sobre el teatro espaol,
donde conoci a Menndez Pidal, Ma- Historia del teatro espaol y Literatura
nuel B. Cosso, etc. Valbuena Prat ocu- dramtica espaola. Su pasin y dedi-
p ctedras en diferentes universidades cacin a la figura y obra de Caldern de
espaolas como La Laguna o Barcelona, la Barca, en un ambiente dominado por
donde perdi su ctedra por la situacin la figura de Gngora, iniciaron una co-
rriente de recuperacin del inters por el 15). Y qu mejor para ello que tener
autor de La vida es sueo. A su pasin como mxima un viejo proverbio caste-
por Caldern se une la del Quijote, obra llano con el que da comienzo este libro,
de la que afirma que siempre le ha im- nunca mucho cost poco.
presionado (p. 46). La tercera y ltima
parte del volumen est dedicada a la obra Gemma Gordo Piar
escrita de Valbuena Prat, tanto la realiza-
da desde su faceta de fillogo como la de
literato, historiador y editor. Destacan los HERNNDEZ, LUIS RAFAEL Y ESTEBAN,
anlisis de algunos de sus libros como el NGEL, Claves del pensamiento mar-
de Jos Lara Garrido sobre la Historia de tiano. Ensayos polticos, sociales y lite-
la literatura espaola (1937), sobre su rarios, Madrid, Verbum, 2013, 219 pp.
poemario Dios sobre la muerte (por Ta-
nia Domnguez), o el que versa sobre su Nos agrada dar noticia de la presen-
estudio del teatro espaol en el Siglo de te antologa de escritos de Jos Mart,
Oro, realizado por Francisco J. Dez de no slo por la envergadura intelectual
Revenga. Se incluye entre ellos el episto- del autor de los mismos, cuya lectura es
lario cruzado Valbuena-Gili i Roig, hasta casi un deber, sino por el hecho de que se
ahora indito (por Gonzlez Ramrez). haya realizado en Espaa, lo cual revela
Clausura el libro una memoria bibliogr- el inters por el cubano en el mbito cul-
fica de la obra de Valbuena Prat. tural espaol y porque nos permite tener
Destacar que este volumen ha conta- acceso a sus textos de carcter poltico
do con el beneplcito y la ayuda de los ms importantes como son La Repbli-
familiares de Valbuena Prat, dando ejem- ca espaola ante la Revolucin cubana,
plo de colaboracin entre investigadores El tratado comercial entre los Estados
y familiares que se encuentran y se unen Unidos y Mxico, Vindicacin de
para originar la imagen ms completa y Cuba, El Congreso de Washington,
certera de su punto de unin, don ngel La Conferencia Americana, La con-
Valbuena Prat, contribuyendo mutua- ferencia monetaria de las Repblicas de
mente al mejor conocimiento del mismo, Amrica, Con todos y para el bien de
algo que por desgracia no es la tnica todos, Manifiesto de Montecristi y su
general. ms famoso ensayo, Nuestra Amrica.
La idea de este volumen surgi tras A lo largo de sus pginas, Mart no slo
el homenaje que se le rindi en Murcia defiende la unidad de toda Amrica Lati-
(2000) al Maestro Valbuena con motivo na para luchar por la independencia de lo
del centenario de su nacimiento. En l, su que todava eran colonias espaolas sino
editor y coordinador se propuso originar que en ellos aparece tambin la denun-
un volumen homogneo y totalizador cia explcita de los afanes imperialistas
que sirviese de bisagra entre los estu- de Norteamrica y la manera en que el
dios precedentes [] y los que estn por cubano plantea y organiza la revolucin,
venir. Pero como bien dice Gonzlez proclamando una guerra necesaria y sin
Ramrez, la mejor forma de homenajear odios, que no slo liberara a Cuba de
al maestro es releer su obra, reflexionar Espaa sino a Espaa de s misma, del
sobre sus principios, sus orientaciones, oprobio al que la tena sometida su co-
sus intuiciones y sus conclusiones (p. lonialismo.
Pero, adems de estos artculos y en- nio Prez Bonalde, y una resea al libro
sayos capitales que hemos destacado, el Historia de la Amrica Central de Jos
volumen aglutina escritos que no suelen Milla que Mart titula El Popol Vuh de
ser transitados por los lectores o estudio- los quichs donde con el comentario a
sos de la obra del revolucionario cubano, la cosmogona de los quichs queda pa-
como son Maestros ambulantes, A tente la preocupacin del cubano por los
aprender en las haciendas, El plato de orgenes de las culturas americanas y por
lentejas o Nueva exhibicin de los pin- lo especfico de las mismas para que sea
tores impresionistas, donde evidencia mantenido y continuado. El volumen se
su fervor por el arte moderno y sintetiza cierra con una de sus denominadas car-
las caractersticas del por entonces na- tas-testamento, dirigida a su amigo Ma-
ciente movimiento pictrico (p. X). En nuel Mercado el da antes de morir.
los dos primeros, en coherencia con su Estos veintisiete ensayos, no todos
idea de que la cultura es una forma de aqu mencionados, nos muestran otras
libertad, explica la necesidad de educar facetas que no son lugar comn a la hora
a todos, llevando el progreso y la cultura de hablar de su obra o pensamiento. Tal
al campo, lo que implica adaptar la ense- diversidad de escritos de Mart nos ayu-
anza al nuevo medio natural y humano. dan a componernos una idea ms certera
Bien podemos percibir en esta obra del mismo, ya que anan la imagen de
que el pensamiento de Mart no slo est orador y patriota a la de escritor y
referido al mbito poltico-social sino periodista, la de revolucionario a la de
tambin al literario y a la conexin e in- artista.
terdependencia entre ambos, como que- Esta recopilacin est acompaada y
da claro en Oscar Wilde, Emerson, precedida de un estudio preliminar que
El poeta Walt Whitman o Propsitos. contiene una semblanza biogrfica de
Revista Venezolana donde aparece su Mart (que ayudar a los no iniciados
definicin de literatura y en el que po- en su obra a contextualizar y, por ende,
demos percibir su voluntad descoloni- comprender la mejor) y una bibliografa.
zadora a la vez que avisa de la necesi- En funcin de esta variedad y rele-
dad de ser originales en la construccin vancia de los escritos seleccionados y la
de un mundo nuevo, con los elementos acertada, clara y sinttica introduccin a
heredados de la colonia (p. XI). Consi- los mismos, el ttulo del volumen, Claves
derado por muchos el padre del moder- del pensamiento martiano, queda ms
nismo literario, transcender el aspecto que justificado, conteniendo escritos que
formal del mismo. Su lenguaje y estilo no se suelen encontrarse en otras antolo-
sern tambin parte y forma de su praxis gas sobre el autor y que tienen una enor-
revolucionaria ya que nunca cay en el me vala no slo porque nos ayudan a co-
literatismo, aunando forma y contenido, nocer el pensamiento del Apstol, un pe-
belleza e ideologa, siendo un comuni- riodo fundamental de la historia de Cuba
cador que aprovechaba el idioma y sus y de las relaciones de sta con Espaa
mltiples recursos para iluminar y con- y Estados Unidos, sino tambin porque
mover (p. VII). muchas de sus propuestas y reflexiones
Junto a estos artculos y ensayos apa- tienen hoy plena actualidad y vigencia.
recen, tambin, el prlogo que Mart
hizo al Poema del Nigara de Juan Anto- Gemma Gordo Piar
HIBBS, SOLANGE ET BALLEST, JACQUES, jor. La autora recuerda, con acierto, que
Le voyage comme source de con- el viaje en este tipo de relatos se conver-
naissance et dutopies aux XIXe et au tir en un pretexto para exaltar, frente a la
XXe sicles, Hispania, 31, 2013, 209 decadencia existente, una sociedad ideal,
pp. lo que ejemplifica con la referencia, entre
otros, a Descripcin de la Sinapia, Penn-
Este nuevo volumen coordinado por sula en la Tierra Austral, una ficcin an-
Solange Hibbs y Jacques Ballest apa- nima que fue descubierta, azarosamente,
rece como una continuidad de la obra entre los manuscritos de Campomanes o a
publicada en 2011 en la misma editorial Viaje a Selenpolis, corte desconocida de
bajo el ttulo Le temps des possibles (Re- los habitantes de la tierra, adaptacin que
gards sur lutopie en Espagne au XIXe en 1804 hace Antonio Marqus de una
sicle). En esta ocasin, las diferentes obra francesa, exponente ineludible de la
reflexiones sobre las utopas filosficas, literatura del imaginario y del exotismo.
literarias, cientficas y sociales tienen El anlisis riguroso que propone
como hilo conductor el viaje como fuen- Jacques Ballest de Viajes del joven
te de conocimiento y de utopas. Desde Florentino (1830), de Perfecto Ganda-
un punto de vista cronolgico, los viajes rias, invita al lector a reflexionar sobre
y exploraciones evocados abarcan tanto una nueva concepcin del viaje como
el siglo XIX como el XX y permiten al aprendizaje vital; a travs del estudio
lector deambular por unos siglos en los del periplo educativo al que se enfrenta
que, como muy bien indicaba Solange Florentino en su bsqueda de un mundo
Hibbs en la presentacin de la obra, el mejor, Ballest repara en la proyeccin
homo viator se encamina hacia el en- paradjica del personal principal de este
cuentro con el otro. El florilegio de auto- relato de aventuras como alter-ego fic-
res estudiados es amplio y permite a su cional de Gandarias para quien el viaje
vez establecer una metonimia del viaje no sobrepasar sin embargo el estadio de
en ese desplazamiento por las ideas y imaginacin.
el conocimiento que la lectura de cada Una perspectiva ms ntima del viaje
una de las once aportaciones de este li- como desplazamiento que permite al ser
bro sugiere al respecto. La primera de las humano regresar a sus orgenes es lo que
contribuciones ha de atribuirse a Grego- destaca Carole Fillire en su estudio so-
rio Morn quien en su estudio titulado bre la obra de Leopoldo Alas Clarn. En
Utopa y poder reflexiona sobre los el acercamiento analtico a esta clebre
orgenes fundacionales del concepto de figura literaria C. Fillire incide en cmo
utopa como aspiracin de libertad y su el viaje se convertir para Alas Clarn en
compleja vinculacin con el poder. una travesa a menudo dolorosa que lleva
En un segundo captulo, Elena de hacia el conocimiento en la bsqueda de
Lorenzo lvarez ahonda en los relatos una utopa poltica y social.
fantsticos, crnicas de viajes, guas y En el siguiente captulo, Analle
manuales de finales del siglo XVIII para Evrad retoma la dimensin imaginati-
poner de manifiesto la inevitable vincu- va del viaje a travs de Julin de Casal
lacin con el clsico Utopie de Toms (1863-1893), poeta y escritor cubano
Moro, nuevo modelo narrativo que per- cuyo rechazo hacia su Habana natal to-
mitir al viajero describir un mundo me- mar forma de admiracin ntima hacia
(1895). El anlisis de la novela mostrar cado, los dibujos de Hans Bellmer antes
cmo las ambiciones y luchas de poder de ser llevados al grabado, muy especial-
convertirn la utopa en distopa y slo mente aquellos que hizo para la segunda
la msica, garante de una bsqueda de edicin de Historia del ojo de Bataille.
espiritualidad, lograr favorecer la recon- Y todo ello pasando por la relacin de
ciliacin entre ciencia y conocimiento. un literato, el propio Bataille y un pintor
En su conjunto, todos los estudios al que Jimnez quiere reivindicar como
muestran un gran rigor, lo que asegura al autnticamente pictrico, y ms exacta-
lector un viaje, en su sentido ms amplio mente, visual, como Ren Magritte. Es
e ntimo, por el pensamiento, el conoci- decir, pasamos del desentraar terico
miento y la percepcin de la utopa en los de los manifiestos surrealistas, algo as
siglos XIX y XX. como una puesta en claro de su filosofa,
a la documentacin del papel a contra-
Grupo Toulouse corriente de Bataille, en todo caso, un
surrealista heterodoxo; de ah, a la des-
literaturizacin de Magritte, para al final
JIMNEZ, JOS, La imagen surrealista, mentar a Bellmer.
Madrid, Trotta, 2013, 94 pp. El formato, antes lo mencionamos,
tambin es sucinto. Y, adems, elegante,
Sucintos ttulo y formato el del pe- intercala ilustraciones, cuando lo son pro-
nltimo libro de Jos Jimnez. El ttulo, piamente, en el segundo y el tercero de los
a pesar de su brevedad, resulta de lo ms captulos, y las sita al final cuando lo sus-
enjundioso, pues puede tener y tiene dos tancial son las propias imgenes y lo ad-
significados. Por un lado mienta la ima- yacente e ilustrativo es el texto inicial que
gen que el surrealismo ha proyectado de nos ofrece escolios de las impresionantes
s mismo como movimiento. Por otro, y y conmovedoras nias con falo.
ste es ms propiamente el sentido que El surrealista es un sujeto de dudosa
el autor quiere conferirle al ttulo, la filiacin. Tal y como seala Bataille y
imagen surrealista es el tipo de imagen se hace eco Jimnez, Nadie pertenece
que aspira a configurarse, a exteriorizar- ya a este movimiento, y todo el mundo
se y a documentar aquello que llamaba siente que habra podido formar parte
Breton la autntica dinmica del pensa- de l (p.9). Quizs porque, tal y como
miento. afirmaba Breton en el primer Mani-
El libro se compone de cuatro cap- fiesto del surrealismo, la imaginacin
tulos que, aunque tratan de temas distin- jams perdona, ya sea por su omnipre-
tos: La imagen surrealista, Bataille, sencia, ya sea por su capacidad de dar
Magritte y Bellmer, guardan una lugar a lo insospechado sin lmite algu-
apreciable continuidad. Casi podramos no marcado por la lgica o la moral. Y
decir que hay una interesante secuencia, he ah, en la imaginacin, donde radi-
que va de lo ms terico, el esclareci- ca el gozne magno del surrealismo y la
miento de lo que para Jimnez es ima- posibilidad de generacin de la imagen
gen surrealista (algo que Jimnez hace que es el punto principal del libro de
muy en consonancia con su teora de las Jimnez y que es a su vez imagen dia-
imgenes del hombre y de las imgenes lctica: La imagen nos hace acceder a
dialcticas benjaminianas) a lo ms apli- la suprarrealidad misma, es, a la vez.
reciente reedicin, por parte de Virginia nista, aunque las dos se expresen segn
Trueba Mira, de los textos que Mara modalidades y posiciones enunciativas
Zambrano consagr al personaje de Ant- diferentes. En esa perspectiva, el prlogo
gona. Contiene Delirio de Antgona, pu- no pone en peligro el carcter dramtico
blicado en Orgenes en 1948, Antgona o de la obra sino, al contrario, participa en
de la guerra civil (1958) y, tambin, otros l, dando a la herona una visibilidad pre-
textos o manuscritos, algunos inditos, via, colocndola ya en un espacio teatral.
que acompaan a la escritura de La tum- El anlisis muestra que son muchos los
ba de Antgona, obra publicada aos des- elementos que alejan este texto, jams
pus (1967). El recurso a esa vista pano- claramente inserto en una sola catego-
rmica permite a la crtica presentar La ra genrica del teatro. La segunda par-
tumba de Antgona como el resultado de te, sin embargo, la ms dramatizada, se
un largo proceso de maduracin literaria asimila ms a cuadros poticos con est-
y filosfica, hiptesis que funciona como tica simbolista. De la misma manera los
clave para toda la lectura. La introduc- fragmentos responden a una tonalidad
cin resita brevemente a la filsofa ma- ms pattica que propiamente dramti-
laguea en el contexto difcil de la pos- ca. No obstante, la obra puede tambin
guerra y del exilio cuando escribi esos ser calificada de dramtica en razn de
textos. Zambrano hace de Antgona una la genealoga trgica, en la cual se inscri-
encarnacin viva de su Razn potica. be, dialogando con Sfocles. Representa
Por eso, necesita reescribir su historia una accin, un drama segn La Potica
para corregir el error de interpretacin de Aristteles, una accin, si bien de tipo
(Zambrano), vehiculado por la obra de particular, inicitica y filosfica. Ant-
Sfocles. El anlisis pone de relieve las gona est representada sobre un camino
diferentes acomodaciones literarias y fi- de resistencia, sostenida por la fuerza y
losficas que permiten a Zambrano ofre- la performatividad de su logos (a la vez
cer a la herona ese nuevo nacimiento. pensamiento y lenguaje). En este senti-
El primer captulo trata del carcter do, la hibridacin genrica del texto es
genrico y problemtico de ese texto, el resultado de la voluntad del autor de
compuesto de un prlogo de tipo anal- dar vida a ideas filosficas, encarnndo-
tico, seguido por doce fragmentos po- las a travs de palabras y de inscribirlas
ticos y teatrales. Camille Lacau St Guily de manera carnal en espacio teatral.
muestra la necesidad de pensar juntas dos Notamos que la utilizacin de teoras
partes que aparecen tan diferentes y dis- modernas sobre el teatro (postdramticas
tintas. En efecto, resulta de esa hibrida- por ejemplo), con las cuales el texto de
cin, genrica y discursiva, un verdadero Zambrano comparte ciertos elementos,
himno a la polifona que corresponde a habra podido enriquecer la perspectiva
una ntima conviccin de la autora. Ma- aqu adoptada.
tizando anlisis precedentes, Camille La- El segundo captulo parte de la etimo-
cau St-Guily muestra que, en el prologo loga supuesta de la palabra tragedia
de La tumba, la voz autoral desempea dada por Jean-Pierre Vernant, como Can-
un papel anlogo al del coro trgico anti- to del macho cabro, el espectculo pro-
guo, al menos si nos apoyamos sobre una ducido por el poeta trgico para obtener
lectura nietzscheana. Inseparable de ella, el animal (premio del concurso) o el grito
la voz autoral sostiene la de la protago- del animal sacrificado en el momento del
festival de teatro en honor de Dionisos. rio est descrita en nuestro libro como
En Zambrano, a causa de su sacrificio, es una paralgica (lgica heterodoxa que
Antgona quien asume todos los errores explica la singularidad de un logos pa-
de su familia, y es ella quien se acerca radoxal porque no propiamente lgico).
al macho cabro. Est presentada como El delirio permite a la filsofa malague-
un chivo expiatorio (segn la teora de a acceder a esferas inexploradas por la
Ren Girard). Despus, Camille Lacau filosofa moderna, juzgada demasiado
St Guilyse interroga sobre la pertinencia conceptualista.
de aplicar a esa obra la teora de la catar- El captulo cuarto, siguiendo a Annick
sis aristotlica: cmo una obra que re- Allaigre-Duny, muestra que La tumba
presenta a una herona ms apolnea que de Antgona no puede estar considerada
dionisaca, quien al final se duerme sim- slo como una reescritura de la tragedia
plemente como la Virgen, podra purgar de Sfocles sino que implica su completa
las pasiones? El anlisis ayuda a enten- reelaboracin. El fin de la obra antigua,
derlo. Pone de relieve los efectos parti- juzgada mrbida y nihilista (una lectu-
culares de esa tragedia sin violencia, y se ra un poco extrema segn nuestro aviso),
sita en un tiempo poscatastrfico y pos- explicara la necesidad, para la filsofa,
dramtico. La tumba de Antgona crea de escribir una nueva tragedia (Zam-
una catarsis de un nuevo tipo, provocada brano). Esa Antgona moderna, como
por el grito y el dolor de la herona pero rescatada, dispone, en la reescritura, de
sin sangre. As, es cmo, de manera ma- un espacio discursivo suplementario. Ha-
yutica, Antgona permite a ella y a los bla despus de su condena a muerte en
otros nacer a otra cosa. La segunda parte Sfocles desde un lugar simblicamente
de dicho captulo est dedicada a la des- marcado, una tumba, que paradjica-
cripcin de una herona ms mstica que mente va a permitirle volver a nacer por
trgica. Su representacin implica en el la fuerza de su propia palabra. Esa parte
lector-espectador una toma de conciencia analiza las diferencias principales entre el
de tipo diferente de la catarsis trgica. texto y su hipotexto principal, mostrando
El captulo siguiente considera La los estrechos vnculos con el contexto de
tumba de Antgona en su dimensin de escritura y los efectos sobre el sentido de
manifiesto filosfico. Muestra de qu la obra moderna. El texto pone en escena
manera las opciones discursivas, elegi- un camino de exilio y de soledad que se
das por Zambrano, la puesta en escena acaba con una reapropiacin del espacio
de una herona de carne y hueso (como de la tumba y de su destino. A travs de
dice Unamuno), la expresin de su in- Antgona, Zambrano desarrolla, segn la
terioridad, la utilizacin de un lenguaje crtica, una fenomenologa del exilio.
musical con acentos poticos y misterio- Para analizar la evolucin de la figura
sos, que Camille Lacau St Guily presenta mitolgica, Camille Lacau St Guily usa
como una lengua prelgica (en una lectu- de dos principales claves de anlisis: el
ra otra vez nietzscheana), todos esos ele- fenmeno de la hispanizacin del mito
mentos responden a un posicionamiento (principalmente considerado desde el
que quiere reconciliar filosofa con tea- punto de vista del dialogo posible con Fe-
tro, poesa y msica. Zambrano expresa derico Garca Lorca) y el de la cristiani-
as una voluntad de sobrepasar, ir ms zacin (ms desarrollado en el siguiente
all del orteguismo. La forma del deli- captulo).
afinidades y, a la vez, las grandes dife- encuentro entre los dos pensadores: el
rencias. Lo ms interesante es la opcin momento auroral. Ya desde el principio,
metodolgica de la autora, que decide la autora nos hace notar cmo Mara
empezar este itinerario de comparacin Zambrano, en su afinidad electiva hacia
e interpretacin considerando propia- Ortega y Nietzsche, quiere dar comien-
mente el caso de Mara Zambrano, lec- zo a un pensamiento de la aurora, enten-
tora de Nietzsche y, por esto, tambin dido no como reflexin categorial o me-
intrprete. La atencin de la filsofa ditacin a propsito de los sentidos que
espaola, como bien subraya la autora, este trmino pueda asumir en el campo
est dirigida, sobre todo, hacia la que, en de la filosofa, sino como un dejar salir
Nietzsche, toma el nombre de cuestin a la luz el momento auroral en cuanto
auroral, momento antiheroico que ms momento constitutivo. As, la pensadora
tiene que ver con la fundamental condi- puede afirmar que, en todos sus escri-
cin trgica de la existencia. Esta es la tos, lo que se deja entrever es siempre la
razn por la cual, siguiendo el itinerario aurora. Queda evidente que el momento
fragmentado trazado por la filsofa es- auroral es momento del claroscuro, de
paola, el trabajo propuesto por Elena la penumbra, experiencia que la misma
Laurenzi no puede constituirse como una Zambrano, en el 1987, declaraba haber
reconstruccin sistemtica sino como un reconocido como el punto de partida y,
mostrar, a travs del tiempo, el conti- a la vez, la base de todo su filosofar. Y,
nuo dilogo existente entre la reflexin como queda bien expuesto en este libro,
zambraniana y la obra de Nietzsche. Un desde entonces la filsofa espaola con-
dilogo que se presenta ms como un en- centrar toda su atencin hacia esta luz
cuentro de afinidades, a pesar de las di- filosfica que nunca desemboca en una
ferencias, que como un enfrentamiento claridad manifiesta sino que siempre se
cientfico. Lo que la misma autora llama va enraizando mas dejando percibir los
amistad estelar. movimientos que quedan a la base de
Como ya queda especificado en la la humana existencia, pero nunca per-
introduccin, Nietzsche y Ortega cons- mitiendo conceptualizarlos de manera
tituyen los dos grandes puntos de refe- apodctica. As es como, siguiendo a
rencia de la filsofa espaola, que ya Nietzsche ms que a Ortega, como su-
desde sus primeros escritos evidencia braya Laurenzi, Zambrano considera la
una atencin hacia el pensador alemn. filosofa como un descender entre los
No se trata, sin embargo, de un mero in- nudos ms trgicos de la existencia para
ters historiogrfico, elaborado a partir poderlos rescatar a travs de la luz del
de categoras conceptuales comunes, pensamiento. Una luz que nunca podr
sino, como subraya la misma Laurenzi, quitarles su carcter trgico pero que,
de un acercarse vital: la necesidad de ensendolo como constitutivo, en con-
encontrar figuras que puedan orientar la traposicin a la difana luminosidad del
propia existencia y el propio meditar. Se pensamiento sistemtico, lo reconoce
trata de ir ms all de la exposicin te- como fundamental y, ms, fundamental-
rica hasta un contacto vital que lleva a la mente humano. La comparacin entre la
intimidad con el autor. As, el itinerario pensadora espaola y el filsofo alemn
seguido por la autora abre a lo que es se hace ms interesante, e importante,
el tema fundamental, o sea, el punto de cuando la cuestin de la crisis del pen-
sentados el ballet Icare de Serge Ligar, el and Draupadi, versa sobre la compara-
papel pintado de Matisse Icare y el poe- cin entre dos personajes femeninos de
mario Disperso de Mrio de S-Carnei- diferentes culturas y sus funciones en la
ro. En una interesante reflexin, la autora construccin y deconstruccin de una
propone que el mito de la cada, en los nacin. Finalmente, como cierre de este
dos primeros casos, tiene connotaciones primer bloque, tenemos el trabajo de Ma-
positivas, mientras que en el ltimo, el nuel Ferro The myth of Adamastor in
autor queda identificado con el trasfondo postmodernity. Between legend and art,
mtico y no puede superar la frustracin fiction and history, en el que presenta
existencial. Francisco Molina Moreno, dos tratamientos diferentes del gigante
en el sexto captulo de esta primera parte Adamastor, personaje de Los Lusadas,
titulado Homenaje a la Sirena de Varso- uno por Vasco Graa Moura y el otro, por
via, propone un acercamiento a la figu- E. S. Tagino. Ambos tratamientos resul-
ra de la sirena que aparece en el escudo tan ser una racionalizacin del mito del
de la capital de Polonia. Tras haber sido siglo XVI en poca posmoderna.
tomada de la mitologa clsica, su pres- El segundo bloque, Cine y televisin
tigio proviene, segn Molina, de su uso (pp. 131-243), comienza con el traba-
en la herldica y la escultura autctonas, jo de Esther Bautista Naranjo Sustrato
lo que ha creado una tradicin mtica in- mtico del cine mudo y primeras reescri-
dependiente y propia en el pas eslavo, turas flmicas del mito de don Quijote.
atribuyndole un carcter protector. En En l, descompone el mito del personaje
el siguiente captulo, Inmersos en el creado por Cervantes para reducirlo a
laberinto, Gema Navarro Roig presen- tres mitemas esenciales: la ensoacin
ta una visin bien estructurada sobre el libresca, el idealismo visionario y el he-
laberinto como metfora y smbolo. El rosmo anacrnico e individual, para pos-
estudio se centra en las artes plsticas, teriormente analizar su influencia en tres
concretamente en la obra de varios artis- pelculas del siglo XX: The Vagabond,
tas del siglo XX: Michael Ayrton, Robert Sherlock Jr. y The Artist. Leon Burnett
Morris, Richard Long, Michelangelo en el segundo captulo, Puer Aeternus:
Pistoletto, Lika Mutal y Motoi Yamamo- Child of Modernity, examina algunas
to. En el que es el octavo captulo, Mito de las lecturas ms importantes que el ar-
clsico grecolatino en la poesa y el arte quetipo del nio ha vivido a lo largo de la
espaoles de vanguardia, Andrs Orte- historia. La figura aparece llevndose un
ga Garrido plantea el anlisis de lo que a dedo a la boca, y el autor compara varias
priori puede parecer una contradiccin: obras en las que as se muestra, pero con
la relacin del mito con las vanguardias. diferentes significados, a saber, la estatua
No lo es tanto si consideramos las pre- de Ramss II en el templo de Tanis, la
guntas que el autor se plantea: el mito representacin, derivada de esta, del dios
permite a las vanguardias hacerse con griego Harpcrates, y ms recientemen-
un trasfondo slido, mientras que estas, te, en la obra de Odilon Redon y la pel-
a su vez, aportan al mito variedad de tra- cula 2001: Una odisea en el espacio. A
tamientos. El penltimo captulo, escrito continuacin, en Etapas del mito zom-
por Sanghita Sen e Indrani Mukherjee bi. Pelculas, libros y videojuegos, Jor-
y titulado Deconstructing Gendered ge Fernndez Gonzalo presenta un breve
Myths from Mexico and India: Malintzin estudio sobre estos monstruos canbales
hispanoamericana, como crtico litera- Generacin del 14. Sus miembros, con el
rio y como historiador de nuestra filoso- riesgo de no mencionar a todos, son Jos
fa. El programa podra incluso titular- Ortega y Gasset, Juan Ramn Jimnez,
se Historia de la Actividad Cientfica Eugenio dOrs, Luis de Zulueta, Manuel
en la Historia de la Espaa Moderna y Azaa, Gregorio Maran, Ramn P-
Contempornea. La segunda cont con rez de Ayala, Manuel Azaa, Luis Ara-
las intervenciones de Rosa Fernndez quistin, Lorenzo Luzuriaga, Amrico
Lera y Jos M. Gonzlez y vers sobre Castro, Jos Moreno Villa, Fernando de
la necesaria actualizacin del sentido y los Ros, Federico de Ons, Julin Bes-
de la funcin de la Biblioteca Menndez teiro, Enrique Dez-Canedo, Salvador
Pelayo y de su Boletn, claves para la di- de Madariaga, Manuel Garca Morente
vulgacin, no slo de los estudios que se y Rafael Cansinos-Assns. Todos y los
generan sino tambin del rico patrimo- que falten, seala Francisco Jos Martn,
nio que atesora. merecen una distincin acorde con su in-
fluencia.
Ignasi Rovir Alemany Estas cartografas, que muestran los
movimientos intelectuales del 14, rela-
cionndolos con las generaciones que les
MARTN, FRANCISCO JOS (ED.), Inte- anteceden y prosiguen, tanto en Espaa
lectuales y reformistas. La genera- como fuera de ella, son necesarias y se
cin de 1914 en Espaa y Amrica, agradecen por permitir comprender me-
Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, jor las influencias, intuiciones y mani-
2014, 255 pp. festaciones del esfuerzo por llegar a la
altura de los tiempos como dese Orte-
Europa se sigue construyendo. No solo ga hace un siglo. Mal definida como una
a partir de los acuerdos polticos claros generacin puente entre las del 98 y 27,
o tmidos sino a partir de la reflexin la del 14 ha ido buscando en peregrina-
sobre las corrientes intelectuales que ali- cin dispar un lugar que la historiogra-
mentan sus races culturales e histricas. fa todava no termina de concederle. Los
El anlisis de las generaciones del lti- miembros de la misma llevaron a cabo
mo siglo resulta un esclarecedor esfuer- proyectos fundamentales en una nacin
zo, desde la atalaya actual, an cuando que necesitaba de manera urgente una
ciertos nacionalismos y una nueva con- configuracin cultural capaz de dialogar
figuracin mundial pueda confundirnos. con la ciencia europea en desarrollo, y
Por eso poner el foco de luz sobre la que impuls a Espaa de tal manera, que
espaola Generacin del 14, sus textos de su inercia todava somos deudores en
y contextos, sus luces y sombres, en fin pleno siglo XXI.
su circunstancia, ha sido el esfuerzo de Inicia el libro Francisco Jos Martn
Francisco Jos Martn y un grupo de es- con un artculo sobre la transnaciona-
tudiosos que publican este libro en la edi- lidad de esta generacin, su vocacin
torial Biblioteca Nueva. europesta y su situacin temporal con
Como seala el editor, los trabajos respecto a los movimientos finisecula-
que se presentan en este volumen son res. Adems de esa precisin sobre la
la respuesta a la necesidad de volver a categora continental de nuestros pensa-
pensar con agudeza sobre el legado de la dores, en el mbito europeo y haciendo
mencin a ciertos episodios como los los cuales se articularon los desarrollos
sucesos de Montjuic en Catalua o el de renovacin y avance de las ciencias
caso Dreyfus en Francia, el autor tam- sociales. Mora realiza una mirada suge-
bin apunta la circunstancia poltica que rente a las bases en las que se edifica la
lleva a la actuacin enrgica de algunos Generacin del 14. Los centenarios que
miembros de la Generacin del 14. Esta se celebran ese ao tambin son descri-
perspectiva sociopoltica es un amplio tos como hitos que motivan proyectos y
soporte que completa el profesor Martn pensamientos en los integrantes de este
con numerosos hechos, como el estreno movimiento. Adems aprovecha el autor
de Electra, el discurso de Canalejas en estas lneas para ofrecer un panorama
el Congreso y el liderazgo poltico de muy enriquecedor sobre la diversidad
Prez Galds. El siguiente captulo tra- de escuelas pedaggicas que llegaron a
ta sobre el movimiento intelectual y la la Espaa del 14, para terminar como
poltica de entreguerras y est escrito buen filsofo con una serie de pregun-
por Paul Aubert. Para este autor son tres tas abiertas que nos dejan pensando.
los hechos que influyen en el contexto Sobre los asuntos culturales de la poca
en el que surge la Generacin del 14: la escribe lvaro Rigaborda quien toma-
cuestin marroqu, la Primera Guerra r una radiografa de la estructura de
Mundial y la Revolucin rusa. Comien- la intelectualidad del 14 determinando
za Aubert su trabajo con una sutil crtica una serie de caractersticas, como aque-
a ciertas interpretaciones del mtodo de lla que imaginativamente seala: Los
las generaciones que terminan tiranizn- intelectuales del 14 no fueron caballe-
dolo. Gracias a esta lectura podremos ros andantes como Unamuno, Costa o
entender mejor las incertidumbres que el Machado, sino oficiales de un moderno
nuevo siglo inspira a los integrantes de ejrcito de intelectuales. (p. 120). Na-
la generacin estudiada. Desde la pers- rra Rigaborda los entretelones de la lla-
pectiva espaola hacia la Primera Guerra mada selecta minora de la Residen-
Mundial y la influencia del conflicto en cia de Estudiantes, creada por la Junta
los intelectuales del momento llegamos de Ampliacin de Estudios, y su inten-
a sus consecuencias y las reacciones que cin de reflejar la excelencia acadmica
inspiraron estos acontecimientos. Ellos custodiada en los Colleges ingleses de
son fenmenos plasmados con acierto Oxford y Cambridge. De manera sucin-
en este segundo captulo. A pesar de la ta, Rigaborda, cuenta los inicios de la
aparente neutralidad de Espaa, la Gran Residencia y su institucin gemela; la
Guerra tendr implicaciones significati- Residencia de Seoritas. La revista Es-
vas en los desarrollos de este grupo de paa, el diario El Sol, El Ateneo de Ma-
intelectuales. A continuacin, el artculo drid, las tertulias de los cafs literarios,
de Jos Luis Mora Garca versa sobre la la Revista de Occidente y la reforma de
educacin y los alrededores epistemol- la Universidad Central son sealadas y
gicos. Mencionados son, por ejemplo, descritas con acierto fundamental para
Giner de los Ros y Manuel Bartolom comprender la concrecin de la energa
Cosso. Esbozados y comprendidos en intelectual que rebasa la Generacin del
esta estructura se encuentran la Insti- 14 y pasa por las contiguas. Jos Luis
tucin Libre de Enseanza y el Museo Villacaas extiende uno de los mbitos
Pedaggico como proyectos cerca de mencionados por el artculo preceden-
intercultural, esto es, que respete la dife- NAESSENS, HILDA, La concepcin del
rencia, pero que no renuncie a la integra- hombre en Jos Gaos y Francisco
cin y a la universalidad humanamente Romero, Mxico, Universidad Aut-
alcanzable. As como la hermenutica noma del Estado de Mxico, 2011,
proporciona un acercamiento a la verdad 371 pp.
mediante el escrito, el dilogo y la accin
dentro de una tradicin y una cultura, as El presente libro ofrece, en mi opi-
puede verse la accin significativa en el nin, un doble inters. Por un parte, cons-
aula. tituye un estudio de antropologa filos-
En una sociedad donde la filoso- fica a propsito de las propuestas de dos
fa ya no tiene impacto, ni siquiera en filsofos del siglo XX que dedicaron a
la formacin de las lites que marcan esta cuestin contribuciones valiosas por
el ritmo del pas, Guillermo Hurtado s mismas. Jos Gaos culmin de hecho
considera urgente una educacin para su obra filosfica ms madura, ambiciosa
la democracia. Siguiendo a Leopoldo y personal, y, en definitiva, su trayectoria
Zea, propone que la filosofa acadmica intelectual, con dos libros voluminosos,
mexicana, sin renunciar a la investiga- ridos y de difcil lectura, complementa-
cin especializada, se comprometa con rios entre s, como De la filosofa y Del
la realidad concreta. hombre, este ltimo publicado en 1970,
La enseanza de la filosofa, entre la poco despus de su muerte un ao antes.
reproduccin y resistencia, implica des- Fue similar el caso de Francisco Romero,
de la perspectiva de Victrico Muoz quien public su Teora del hombre en
Rosales, ver a la filosofa como un ejer- 1952, tras una dilatada y fecunda trayec-
cicio a desarrollar dentro de un contexto toria en la que esta cuestin se haba ido
determinado; no solo como un repensar abordando desde diversas perspectivas y
lo ya pensado. Considera adecuado rom- bajo un enfoque sobre todo fenomeno-
per el individualismo y el aislamiento lgico. Ambos filsofos fueron contem-
para trabajar ms en cuerpos filosficos porneos, compartieron los problemas
colegiados. y los debates de su tiempo, as como la
Un ejemplo del esfuerzo de la comu- creciente relevancia de disciplinas nove-
nidad filosfica, se encuentra la Decla- dosas por entonces como la antropolo-
racin del Observatorio Filosfico de ga filosfica. Ambos se leyeron el uno
Mxico en el Senado de la Repblica al otro y se cartearon, orientaron sus
para el ao 2013, presentada por Ga- respectivas reflexiones a partir de pro-
briel Vargas Lozano y Jos Alfredo To- blemas, inquietudes y referencias teri-
rres. All consideran imprescindible que cas comunes, dando lugar a propuestas
la razn humanstica se difunda en toda diferentes (mayormente centradas en el
la sociedad, para tener un espacio donde sujeto concreto y en sus razones perso-
se luche por la justicia, por la defensa nales intransferibles en el caso de Gaos,
de la opinin ciudadana, construyendo en la apertura a la trascendencia en el de
realmente un pas, mediante el dilogo Romero), pero con cierto aire de familia,
y el reconocimiento de la intercultura- por as decirlo. Pero adems y de ah el
lidad. inters doble ambos fueron pensadores
de lengua espaola y ambos compartie-
Manuel Lpez Forjas ron la circunstancia de la filosofa lati-
Podra echarse tambin de menos, por Parte Carlos Nieto de una perplejidad
otra parte, un planteamiento metodol- muy de cualquier tiempo, ver en nuestro
gico ms personal y creativo, o menos presente y ante nuestro futuro, el naci-
condicionado por la hermenutica ana- miento de fantasmas que se crea haber
lgica de Beuchot, un mtodo sin duda dejado en el pasado. Lo que la razn crti-
de referencia, respetable y valioso, pero ca pareca haber puesto en su sitio, emer-
cuya presencia en este caso pareciera ge de nuevo en sus viejas formas. En las
delimitar en exceso, en algn momento, primeras lneas del ensayo se nos dice:
los cauces de la interpretacin. En todo cuando el mundo occidental crea haber-
caso, se trata de un estudio slido, serio se... instalado en una era posreligiosa... lo
y riguroso que toca autores y problemas sagrado reaparece. Es cierto, lo religio-
neurlgicos de la filosofa iberoamerica- so emerge, tanto en el mundo musulmn,
na del siglo XX. como en el cristiano, incluso dentro de las
comunidades judas. Resulta frecuente
Antoln Snchez Cuervo hablar del Islam como una amenaza para
eso que se denomina con premura como
cultura occidental. Sin embargo, el en-
NIETO BLANCO, CARLOS, La religin con- sayo nos invita a mirar en el interior de
tingente, Oviedo, Ediciones Nobel, las sociedades occidentales y comprobar
2013, 328 pp. cmo estn creciendo movimientos neo
religiosos que suean en teocracias de
Parece que se confirma la hiptesis de baja intensidad donde lo natural est n-
que existen jvenes de todas las edades. timamente relacionado con lo sagrado.
Al menos eso prueba la publicacin del Ante estos hechos el autor no ofrece
ensayo La religin contingente, escrito un manual de accin, ni un libro de au-
por Carlos Nieto desde la juventud de toayuda, ni un libro periodstico escrito
una madurez que no bebe en ningn re- como literatura fungible, sino que desa-
sentimiento sino en la mejor tradicin de rrolla un genuino ensayo filosfico es-
Montaigne. tructurado en una introduccin y cuatro
La tesis fundamental del libro est partes. Un ensayo que resume la reflexio-
contenida en su ttulo, aunque para evitar nes de toda una vida, los puntos de vista
equvocos conviene adelantar que no se aquilatados desde lo personal, lo apren-
pretende analizar un tipo de religin con- dido en el estudio de los clsicos, lo re-
tingente frente a una hipottica religin flexionado en la soledad de las delibera-
necesaria, sino que se presenta como ciones, lo obtenido en las conversaciones
contingente a cualquier religin. Para con amigos, con los ya desaparecidos a
ello el autor adopta un procedimiento travs de sus libros, con los coetneos en
literario arriesgado y valiente, al montar las conversaciones donde la discrepancia
el ensayo sobre dos discursos paralelos, es fuente de creatividad. No le asustara
que se nutren de las reflexiones persona- decir, como Quevedo, con pocos, pero
les y de los trabajos acadmicos. Ambos doctos libros juntos, vivo en conversa-
se alan para tratar un problema que pre- cin con los difuntos, y escucho con mis
ocupa desde la biografa propia del autor ojos a los muertos.
y desde la filosofa que l ha enseado y Comienza el ensayo con una intro-
pensado durante toda una vida. duccin donde, sin dilacin, el autor
expone tanto el punto de partida como que sin duda le han preocupado duran-
las herramientas que va a emplear para te toda su vida intelectual, que coincide
analizar la religin como hecho cultural casi por completo con toda su vida. Para
contingente, no desde el punto de vista l preguntarse por la posicin de la re-
de la antropologa cultural sino desde la ligin exige responder a la pregunta de
tradicin de la filosofa crtica. Esta in- la posicin de la razn, para luego situar
troduccin y la ltima parte titulada La ambas en los contextos de conocimiento,
contingencia de la religin, contienen la ticos y polticos de nuestro mundo.
parte ms genuina del ensayo. En medio, El ensayo podra haber terminado as,
las tres partes restantes presentan sn- pero el autor se adentra en la cuarta parte
tesis personales de tres aspectos claves ya mencionada, cambia el tono del dis-
para entender el devenir de la religin en curso, regresa a la actitud de la introduc-
nuestra cultura. Ya advierte el autor al fi- cin, y nos habla de forma ms directa,
nal de su reflexin que en esta obra se menos acadmica. Regresa la voz que se
habla de una forma casi exclusiva de una pregunta por cuestiones radicales y que
religin, que es la religin cristiana..., lo asegura: una prueba de que la religin
que no quiere decir su anlisis se pueda es contingente se encuentra en que se
aplicar a cualquier religin. Sin embargo, puede vivir sin religin. Sin embargo,
esta apreciacin s sirve para entender la ese poder no expresa ninguna carencia,
primera parte del ensayo, donde se pre- no quiere decir que si no hay ms reme-
senta un resumen histrico de cmo se dio se pueda vivir sin religin, como si su
gest esta religin, de cmo termin co- ausencia fuera una forma de enfermedad,
lonizando la sociedad antigua a partir del asegurando que se podra sobrevivir con
siglo IV. Siguiendo a Quevedo sin preten- ese mal, la arreligiosidad. Todo lo con-
derlo, el autor se inspira en algunos libros trario, la religin es solo una opcin, y
escritos sobre el origen del cristianismo, no optar por ella, optar por un laicismo,
no desea tener en su torre la biblioteca supone elegir una forma de humanismo
universal, sino una seleccin de fuentes en positivo que permite construir una
bien ledas con las que slo trata de ofre- forma sana de cultura donde el ser huma-
cer un esbozo histrico del ascenso del no opta por legitimar una sociedad tica
cristianismo, sin atender a los reclamos y polticamente libre, y por lo tanto, ms
de los apologetas que exigen reconocer humana.
intervenciones divinas en el proceso de La lectura del ensayo deja el buen
fundacin del cristianismo. sabor de boca de desear seguir leyendo,
En la segunda parte da cuenta de pero tambin la conviccin de que el au-
cmo se vio la religin en lo que denomi- tor podra suscribir las palabras del (hu-
na era de la razn, para concluir, casi, manista) Montaigne:
en una tercera parte, donde el autor ana- Me he esforzado por volverme agra-
liza varios de los debates sobre los lmi- dable en la medida que vea gente moles-
tes de la religin habidos durante los dos ta, y ms firme en la medida que la vea
ltimos siglos. En ambas partes Carlos blanda, y ms indulgente en la medida
Nieto muestra el conocimiento reposado que la vea violenta, y ms bueno en la
y reflexivo de la filosofa contempornea, medida que la vea malvada.
orientando siempre el discurso con per-
tinencia hacia un conjunto de problemas Javier Ordez
NOGUEROLES, MARTA, Fernando Savater. de confutar a aquel prelado que tan fa-
Biografa intelectual de un joven fil- tuamente dudaba de la envergadura de
sofo, Madrid, Endymion, 2013, 466 su obra. Aviados estaran los filsofos
pp. si, adems de batallar sin tregua con su
propia insatisfaccin, hubieran de afa-
Quisiera comenzar mi intervencin narse en dar satisfaccin a los obispos!
en este acto dando las gracias por su Pero haba otro clero, sin embargo, al
invitacin a los organizadores del mis- que uno se apresuraba a prevenir con-
mo, encabezados por Victoria Caro. Y, tra la tentacin de darse demasiado
por supuesto, quiero tambin agradecr- fcilmente por satisfechos con la pro-
sela de modo muy especial a la autora duccin savateriana, la por entonces
del libro que presentamos hoy, mi buena presente no menos que la pasada. Me
amiga Marta Nogueroles, quien tuvo la refiero a la Iglesia filosfica constituida
amabilidad de hacerme llegar esta estu- por los compaeros de gremio de Fer-
penda Biografa intelectual del joven nando entre los que yo mismo me con-
filsofo que por lo visto, y reledo, si- taba. Y es que hubiera sido demasiado
gue siendo nuestro tambin buen ami- fcil, en efecto, solazarse en su imagen
go Fernando Savater. Remontmonos, de ensayista brillante adems de pro-
as pues, a aquellos aos venturosos en lfico y verstil cultivador de otros di-
los que filosofa y juventud resultaban versos gneros literarios, etc., etc., etc.
sin ms inseparables en un pas como el para amenguar su talla como filsofo-
nuestro. filsofo, si se nos permite el mal gusto
En un reciente repaso de semejante de echar manos de esa tan campanuda
saga de los un da tenidos por filso- reduplicacin con la que suele desig-
fos jvenes, su autor nuestro colega narse a s mismo quien ejerce de fil-
de la Universidad de Cdiz el profesor sofo a palo seco. No gustaba Fernando
Francisco Vzquez registra all la ale- de autocalificar su propia actividad filo-
gra con la que, en tanto que ya anciano sfica como un zascandileo, zahiriendo
por entonces de la tribu, celebraba yo para colmo con sus puyas la severidad
mismo algo as como la conversin al de nuestro austero menester? Pues de-
racionalismo de un aparente crtico de jmosle por lo tanto en su lugar, esto
este ltimo como Fernando Savater, es, al margen (Que es lo que algunos
afiliacin sa racionalista que todava de sus crticos han pretendido en vano
distaba de estar clara por aquellos aos hacer a veces con l).
noventa del pasado siglo y que a m No creo que semejante ubicacin le
me dio pie para considerar a Fernando haya importado nunca mucho a Savater,
un racionalista enmascarado, algo as que ciertamente ha desdeado frecuen-
como el guerrero del antifaz llamado tes ocasiones de acreditar su vocacin o
a asumir la oposicin filosfica a la sin- su estima hacia la prctica del sacerdo-
razn de la Filosofa Escolstica todava cio filosfico. Pero a los sacerdotes de
dominante en nuestras Facultades de Fi- la filosofa que los hay como en toda
losofa por aquellas fechas. Iglesia, y en sta casi tantos como fie-
Como elegantemente adverta Fer- les s que debiera importarles eso. Pues
nando a la sazn, el propsito de su sera evidentemente injusto por su parte
todava incipiente produccin no era el no saber apreciar que a Savater, como a
Mora Garca, realiza una contribucin ORTEGA MUOZ, JUAN FERNANDO, Tra-
ejemplar a la crtica de la razn totalita- tado de Filosofa Primera: nuevos
ria, la llegada de los intelectuales exilia- estudios de Metafsica a partir de
dos a Mxico y Amrica en general, fue Aristteles, Mlaga, Universidad de
consecuencia de una compleja geopol- Mlaga, 2014, 421 pp.
tica internacional marcada precisamen-
te, entre otras cosas, por el mpetu del Hay ocasiones en las que el ttulo de
fascismo, que evidenciaba claramente la un libro adelanta cabalmente los conte-
crisis del proyecto emancipador y con- nidos que en l se enuncian; otras veces,
tradictoriamente daba vida a una razn sin embargo, slo despus de leer el texto
totalitaria y fascista; hay entre los in- somos capaces de dar cuenta del senti-
telectuales exiliados, quienes efectan do oculto bajo ese rubro inicial. No cabe
un claro distanciamiento de las interpre- duda de que este Tratado de Filosofa
taciones filosficas tradicionalistas que primera exhibe ya desde el ttulo y con
todava hoy intentan regular, prescribir toda rotundidad algunos presupuestos
y patrocinar determinadas interpreta- tericos de los que el autor se servir
ciones de la realidad y que hace ms de a lo largo de una obra comprometida y
cincuenta aos denunciaron en su justa asistida por una personalidad filosfi-
dimensin tanto Eugenio maz como ca reconocible. Este gesto, de estimable
Mara Zambrano, a travs de una agria valenta, queda ordenado en dos grandes
crtica a los intelectuales y a la razn ra- partes que separadamente bien podran
cionalista moderna. gozar de una cierta autonoma por lo que,
No podemos obviar los trabajos que propiamente, podramos reconocer dos
se presentan en esta obra, sus lecturas libros perfectamente trabados pero que
son clave para una proyecto esclarecedor quedan reunidos bajo un mismo rtulo.
de la cultura, de la poltica, de la historia, En la primera parte (Introduccin his-
de la filosofa y de la moral, tiene su pro- trica a la metafsica) el autor realiza un
pio hilo de Ariadna, nada hay acerca de repaso panormico por nuestra tradicin
la significacin real de lo mexicano, ni metafsica, partiendo de los filsofos pre-
de lo espaol, ni de lo iberoamericano, platnicos y detenindose con especial
ni pretenden ofrecer verdades absolutas, pormenor en las figuras de Aristteles y
en cualquier caso, sin pretender ocultar Kant. Esta propuesta desvela, ya desde
que hoy da Mxico es un lugar podrido, el principio, unos presupuestos herme-
que no requiere forjar una historia, ni una nuticos para los que el autor no reclama
cultura propia, porque ya tiene muchas una legitimidad absoluta sino que, como
historias y muchas culturas propias; por advierte en el inicio de esta panormica,
el contrario, dejan claro que hace falta no vendra ms que a esbozar un camino
una Revuelta a la memoria, una Reforma destinado a sondear el horizonte de posi-
del entendimiento humano y la realiza- bilidad actual de la labor metafsica. La
cin del Bien comn para que iniciemos tarea emprendida tiene, por tanto, algo, o
el camino a la Reconciliacin del mundo, mucho de apologtica a favor de aquella
por lo pronto, mexicano, espaol e ibero- ciencia que Aristteles distingui como
americano. filosofa primera.
En esta primera parte el autor realiza
Mara Guadalupe Zavala Silva una lectura crtica no slo de los grandes
PALACIOS BAUELOS, L. (COORD.), Donde menos que por Cicern (Pro Murena,
habita el olvido. Las Humanidades 61; Pro Caelio, 24), para modernizar el
hoy, Madrid, CSED, 2013, 432 pp. plan de estudios que el tardo Medievo
llamaba Studia humanitatis y en el que
se abogaba por el estudio de las lenguas
Planea sobre nuestro mundo, aldea y autores clsicos para formar hombres
global, un problema de largo alcance del cultos y educados. Sus contenidos se
que se vienen ocupando con insistencia agruparon en disciplinas como la filolo-
pensadores representativos de nuestra ga, la historia, la filosofa, la teologa, el
poca, de Heidegger a H. Jonas y de K. arte... La pedagoga renacentista lo refor-
O. Apel a Habermas, sin olvidar a Orte- m como plan de estudios enriquecin-
ga y Gasset. A saber: la relacin entre dolo con aquellos estudios filolgicos
civilizacin tecno-cientfica, con sus re- e histricos que habran de subsumir al
sultados econmicos y polticos crean- plan de Studia divinitatis vigente en la
do desarrollo y bienestar, y la cultura poca anterior. Con el progreso duran-
tico-humanista, con sus valores y sus te la Ilustracin de los saberes realia,
ideales, generando deber y responsabi- de carcter emprico y formalizados en
lidad. Ese problema de largo alcance se frmulas matemticas, creci un rea
proyecta hoy de manera alarmante en un temtica diferente y autnoma respecto
sector destinado a satisfacer demandas a los humaniora, las llamadas ciencias
y soluciones que afectan a las entraas de la naturaleza, que pronto compiten
de nuestra convivencia social: a nuestro con aquellas y se despliegan en ciencias
mundo acadmico, a su configuracin y como la astronoma, la fsica, la qumica,
gestin, a la educacin que acua nuestro la biologa, la geologa, etc. y que disea-
estilo de vida. Y tiene un planteamiento ban la imagen cientfica del cosmos.
concreto: el puesto de las Humanidades Las aejas Humaniora han sido re-
hoy en nuestro sistema docente, especial- bautizadas en las lenguas modernas con
mente en la docencia universitaria. diferentes nombres: los ingleses las lla-
Permtanme un breve apunte histrico man humanities, los espaoles humani-
para contextualizar el problema: en con- dades, los franceses ciencias humanas
traste con la civilizacin tcnico-cientfi- y a veces bellas letras y los alemanes,
ca y su pragmatismo poltico-econmico, endeudados con Hegel y Dilthey, cien-
la cultura tico-humanista (Paidea, Hu- cias del espritu, y a las que contempor-
manitas, Bildung), pretende un sistema neamente se las engloba en las llamadas
educativo que tenga como centro al hom- ciencias sociales e incluso morales. Es de
bre y a las disciplinas que nos hablan de recordar que existe una prestigiosa aca-
l, de sus aventuras en la historia, de sus demia en Espaa que se titula Real Aca-
preferencias axiolgicas, de sus decisio- demia de Ciencias Morales y Polticas.
nes arriesgadas, de sus afanes creadores. Su estudio est encomendado a un elenco
As lo entendieron nuestros clsicos en de disciplinas tales como la filosofa, la
Grecia, nuestro creyentes en el Medievo historia, la filologa, las bellas artes... Las
y nuestro ilustrados en la modernidad. humanidades, por tanto, configuran un
Durante la Ilustracin (Herder, Hum- plan pedaggico reivindicando el prima-
bold) se generaliz el trmino studia do de la cultura y su hermanamiento con
humaniora, frmula aeja acuada nada la ciencia, con el hombre como creador,
temporal, que encuentra en el verso po- PINILLA, RICARDO, Krause y las artes,
tico su privilegiada forma de expresin, Madrid, Universidad Pontificia de
est estrechamente vinculado con las re- Comillas, 2013, 317 pp.
flexiones acerca del papel de la mujer en
la historia y en la cultura. A partir de un El ltimo libro del profesor Ricardo
lcido anlisis de la idea de mujer y de Pinilla Burgos contribuye a la liquida-
lo femenino en Ortega, en particular en cin de una de las grandes deudas de la
su Eplogo al libro De Francesca a Bea- historia del pensamiento filosfico espa-
trice, Parente se aleja de las ideas del ol, adquirida con la figura del filsofo
filsofo y, a travs de las reflexiones de alemn K. Ch. F. Krause (1781-1832),
la pensadora argentina, Victoria Ocampo, en este caso centrndose en su teora
aparece acercarse a un feminismo de la de los estilos y su teora especial de las
igualdad que rechaza cualquier exacerba- artes. Esto no slo cubre un incmodo
cin y que admite la dualidad, la conflic- socavn de nuestra propia historia de la
tividad, no como categoras cristalizadas, filosofa, sino que al mismo tiempo cie-
sino como expresiones del ser humano, rra un proyecto personal iniciado con la
cuya naturalidad la filosofa tendra que feliz publicacin de su estudio sobre El
intentar armonizar con el amor, la amis- pensamiento esttico de Krause (2002),
tad, la colaboracin. obra a la que nos remitiremos en varias
En los dos captulos que cierran el li- ocasiones y que ya vena precedida de
bro, Parente se acerca a la filosofa de Ma- una serie de valiosos estudios que el pro-
ra Zambrano y, sin dejar de dialogar con fesor Pinilla habra iniciado a comienzos
Ortega, da voz a su personal propuesta de la dcada de los noventa, destacando
filosfica: una actitud que, sostenida por entre ellos los trabajos sobre el concep-
la vital curiosidad orteguiana por el to krausiano de drama (1993) o la teo-
deseo de vivir cara a cara con la honda rizacin musical (1998). El tiempo que
realidad contempornea, no es exclusi- sigue hasta la actual publicacin est
vamente poltica, esttica o cientfica, sino trufado de otros profundos e incontesta-
que se caracteriza por ser una actitud de bles trabajos, por ejemplo, sobre el papel
responsabilidad creadora hacia la vida. del arte en la filosofa social de Krause
Es decir, una actitud filosfica que, a tra- como obra fundamental de la humani-
vs de la renuncia al absoluto epistmico, dad (2002) o la recepcin de la Crtica
intenta dar voz y cuerpo a la inextricable del Juicio de Kant en el pensamiento de
mezcla de pensamiento y vida, razn y Krause (2004), delatndose as una firme
sentimiento, cabeza y corazn de la exis- trayectoria de trabajo acadmico muy se-
tencia humana. Siguiendo el camino zig- rio y sugerente que, parcialmente recu-
zagueante, abierto y crtico de Ortega, Pa- perada para la produccin de este libro,
rente no slo mira e interpreta las encres- brilla con luz propia entre sus otras lneas
paduras generadas por las piedrecitas de investigacin.
tiradas por el filsofo, sino que, respon- El mrito de esta obra, sin embargo,
sablemente, elige sus propias piedras y las no descansa nicamente en la excelen-
tira al estanque, invitndonos a la lectura y te factura de su redaccin, el excelente
a la dinamizacin del pensamiento. diseo del aparato crtico o la exquisita
jerarquizacin de contenidos, sino en la
Elena Trapanese propia eleccin de un autor como Krau-
orgenes y los conceptos centrales de su caso, por los modos de lo bello huma-
teora de la belleza, esta nueva obra co- no. El captulo, en gran medida prepa-
mienza con el estudio de la idea de arte ratorio, dedica as numerosas pginas a
bello, pero tomado en su diversidad ori- perfilar una teora general de los estilos,
ginaria y correspondindose as con los con las debidas precauciones y aclaracio-
objetos tratados en la segunda parte de la nes terminolgicas es destacable, por
teora general del arte, en particular, del ejemplo, la distincin krausiana entre los
anlisis de la diversidad del arte segn conceptos de estilo y manera (pp.
el contenido y la forma de lo bello (p. 28-30), dejando paso en seguida al cap-
23), a la luz de un criterio de creacin tulo al engarce entre la teora especial del
artstica que, por evidente, no deja de ser arte con la teora general a partir del con-
quebrantado a veces, sistemticamen- cepto esencial del arte bello como orga-
te: la idea de que la eleccin de la forma nismo vivo de las artes, una relacin de la
ha de encontrar su fundamento siempre que se deducen las ideas de cada arte en
en la esencia de la obra y de la disposi- particular y que, a su vez, se corresponden
cin que el artista expresa (p. 96), y no a con los captulos restantes del libro, don-
la inversa, es decir, elegirse el estilo para de se dedica un estudio detenido a cada
adecuar despus el contenido. arte concreto: el arte bello de la vida (pp.
Krause no realiza una taxonoma de 67-82), donde se trata de la vocacin e
los tipos de belleza, un trabajo que ya ha- imperativo moral del poeta de amar, pro-
bra completado en su propia Esttica y pagar y formar lo bello en todos los rde-
la que Pinilla dedic en su da parte de nes de la vida (p. 81); el arte bello de la
su anterior estudio (2002: pp. 96-103); poesa como el lenguaje del espritu (pp.
tampoco hace una mera clasificacin de 83-120); el arte bello de la msica como
las artes, aun cuando inevitablemente co- lenguaje del nimo (pp. 121-166); el arte
labore en la construccin del panorama bello de la pintura y escultura como artes
reflexivo del s. XIX sobre este asunto, espaciales en fijacin y reposo (pp. 167-
siendo utilsima, a este respecto, la pano- 200; el arte bello de la mmica y la orqus-
rmica que el profesor Pinilla realiza en tica como artes espaciales en movimiento
torno a esa cuestin (pp. 18-21). La idea como expresin del cuerpo (pp. 201-216);
krausiana se refiere ms bien a los mo- el arte bello del drama como expresin
dos generales de arte que surgen segn de la vida y cooperacin de las artes (pp.
los modos de belleza, en otras palabras, 217-247); el arte bello de la arquitectura
se trata de una tipologa y clasificacin como ciencia del embellecimiento de la
general de los estilos y los gneros arts- tierra (pp. 249-287). El principio rector
ticos (p. 24), pero atendiendo al modo de exposicin de las artes se radica en
de belleza del que surgen, lo cual implica que cada una de ellas expresa un mbi-
que no se trata de una parcial y difcil- to de la belleza sensible, pero tambin,
mente universalizable clasificacin de y de forma mediata, la vida del espritu
lenguajes formales o ms propiamente y su belleza (p. 170). En consecuencia,
estilsticos, sino que se plantea la necesi- un estudio particular de cada una de ellas
dad de dar un salto abstractivo profundo contribuye en la ganancia de una mayor
para hallar la esencia del contenido de las perspectiva dentro del sistema.
obras y de lo que expresan como funda- La poesa a la que Krause se refiere
mento de esta parte, rigindose, en este distingue entre poesa interior y poesa
el marco de la teora especial del arte, enfoca, as, hacia la propia vida de los
aun cuando, en efecto, estaba en sus tonos, hallndose su origen no en la for-
intenciones. Esto se debe a la misma ma externa o en la superficialidad de la
amplitud de su obra musicolgica, lo expresin del sentimiento, por adecuado
cual, a juicio de Pinilla y aunque esta que sta sea a su contenido, sino en la
circunstancia complique enormemente misma poesa interior de la que se ha-
su propia labor expositiva hace justi- bl con anterioridad. En esta lnea, los
ficable que [] no se extienda sobre la fenmenos son odos en el exterior, pero
msica en la Esttica, y que no le dedi- escuchados desde el interior. Una prue-
que un desarrollo en la teora especial ba de ello radicara en la capacidad de
del arte (p. 125). Renunciando expl- escuchar y concebir piezas polifnicas,
citamente a hacer un trabajo pormenori- pues aun cuando fsicamente slo nos
zado de toda la teora musical krausiana sea posible emitir sonidos mediante una
al ser, sin lugar a dudas, el arte que ms sola voz, no es menos cierto que dispo-
desarrolla el filsofo alemn-, Pinilla se nemos de la capacidad para escuchar y
va a limitar a elaborar una introduccin concebir varias voces a la vez, lo que se
general e instrumentalmente muy signi- interpreta como condicin de posibili-
ficativa, al permitir a los profanos situar dad de la misma composicin, pues de lo
la msica en el contexto de la teora del contrario el msico slo podra imaginar
arte general krausiana y evaluar la vala y concebir msicas mondicas (p. 122).
de los vectores que se trazan desde sus La originalidad del planteamiento, de re-
intenciones programticas. Por lo dems, sonancias agustinianas y, ms concreta-
la msica se define como la expresin de mente, pitagricas (p. 151), se concret
la vida del nimo en su belleza y desa- en una obra fundamental de Krause, la
rrollo, en este caso, a travs del lenguaje Teora de la msica, a la que se dedica
tonal, pero, al igual que suceda con la una sntesis detenida (pp. 135-141) y
concepcin del lenguaje desde su dimen- en la que se distinguen claramente tres
sin estrictamente comunicativa en opo- partes: (1) filosfico-terica, donde se
sicin a su dimensin interior, operando exponen los conceptos fundamentales
al mismo nivel que la poesa interior, el de la msica en el marco de una filo-
tono al que se va a referir esencialmente sofa general de la misma y que aborda
Krause no ser la vibracin o movimien- con posterioridad el propio Pinilla (pp.
to exterior de los cuerpos cuyo efecto 151-164); (2) fsica-acstica, donde se
sera el sonido, sino que va a dirigirse a expone una teora fsica del tono segn
esa vibracin especfica que, en bella y sus manifestaciones y donde despliega
afortunada formulacin, viene a ser la Krause todo su conocimiento tcnico
expresin de la intimidad de la materia del arte musical; (3) combinacin de (1)
(p. 122). Se trata, como en la poesa, de y (2), donde se abordan los elementos
seguir un camino de descenso en nivel clsicos de la teora musical, entendido
de profundizacin y concrecin desde como un despliegue orgnico de la obra
la vibracin exterior del sonido hacia la musical en el tiempo (p. 137). El cap-
necesidad de trascender la dimensin de tulo, adems de presentar una esplndi-
lo fsico, para alcanzar esa vibracin in- da sntesis de los principales momentos
terior que se encuentra articulada en el bibliogrficos de la teora musical de
sentimiento y el nimo. El captulo se Krause y la formacin de la misma (pp.
al tiempo que presentarlas bajo la forma lo cual hace de este captulo un texto sin
armnica de una sola obra, considern- lugar a dudas original y arriesgado, que,
dose as como una recuperacin fac- por cierto, enlaza con otros de los inte-
tual de la unidad primaria del arte (p. reses acadmicos del profesor Pinilla,
220), pese a que ste no sea su principal expuestos en distintos trabajos mono-
objetivo o, ms bien, el rasgo ms repre- grficos sobre el problema del habitar
sentativo del drama, sino la posibilidad como tarea a la luz de la labor de artistas
de expresar la vida en su desarrollo a como Chillida o filsofos como Heideg-
travs del teatro, la accin y el dilogo ger, Zambrano o Bachelard. Es, sin lugar
(p. 221). a dudas, un texto de compromiso perso-
Uno de los captulos ms originales nal y que no hace sino enriquecer una
del libro es, sin lugar a dudas, el dedica- obra de por s valiosa.
do a la arquitectura, las artes construc- La lectura de este libro tiene la capa-
tivas y la ciencia del embellecimiento cidad de convertir el estudio de la obra
de la tierra, presentado como un eplogo de Krause, filsofo incmodo, en que-
prctico para un pensamiento esttico y hacer inaplazable para quien desea abrir,
donde se abre una lnea de investigacin profundizar y generar nuevos caminos
y experimentacin esttica de presente en la investigacin, en particular, de las
y para el presente. La arquitectura es el artes. Aun cuando no se superen las difi-
arte capaz unir o acoger a otras artes, cultades consustanciales de un pensador
y, a diferencia del drama, con el que no sistemtico como Krause, no es menos
va a entrar en competencia por su voca- cierto que el objetivo de transmitir y
cin unificadora, puede de ser considera- sintetizar con honradez y fidelidad los
do entre el arte bello y el til a un tiem- estudios especficos de las diferentes
po (p. 250, 253-254; 2002: pp. 92-94 y teoras especiales se logra con destreza
109-113), radicando su importancia en el inusitada, concluyndose que tales teo-
estrecho vnculo existente entre la tarea ras no son momentos fundamentales
inexcusable del artista como buscador de derivados directamente de los principios
la belleza y como embellecedor del mun- en un acto previsible, pero tambin ar-
do, en concreto, de la Tierra, siendo el tificioso, sino que las mismas revelan la
sujeto y destinatario activo de este arte capacidad de las artes para, en el ate-
la propia Humanidad (p. 283). La pro- rrizaje de la reflexin en cada una de las
puesta, adecuadamente reorientada por diferentes manifestaciones y problemas
Pinilla en su eplogo, se dirige entonces expresivos, permitirnos descubrir un
hacia la necesidad de repensar la relacin material valioso para el incansable ca-
del hombre con los espacios de la tierra mino de la filosofa krausiana (p. 294),
desde una perspectiva que ana preocu- en especial, la profundizacin en el mis-
paciones estticas, artsticas, ecolgicas, terio de la belleza desde la pluralidad
etc., enfocadas hacia la necesidad huma- de sus modos. El libro, en resumen, se
na del habitar. La sistematizacin de escribe con rigor, calidad y entusiasmo.
la arquitectura, no tratada por Krause con De echarse algo en falta, sera tal vez
tanta profusin como la msica u otras una mayor presencia de textos del propio
artes, es presentada desde una cuidado- Krause, teniendo en cuenta el profun-
sa labor hermenutica a partir de textos do conocimiento que el profesor Pinilla
krausianos muy concretos y dispersos, tiene de los mismos y su innegable don
para seleccionar los ms idneos en aras primer orden que, a pesar de haber sido
de ilustrar una doctrina, idea o relacin rescatados por la importante labor de
especfica. Por lo dems, es una obra que hispanistas filosficos como Antonio He-
se alinea con otras de innegable prestigio redia, Juan Lpez Morillas, Eloy Terrn
sobre Krause, como las de Rafael Orden Abad, Jos Luis Malo, Juan Jos Gil y
Jimnez (1996) o Enrique Urea (1991, otros, siguen hoy sin recibir un merecido
2000 y 2002), y que se complementa es- reconocimiento, tal vez porque la propia
tupendamente con el propio estudio de matriz filosfica de la que partieron sigue
2002 sobre El pensamiento esttico de siendo hoy enormemente desconocida.
Krause del propio Pinilla.
El tradicional desapego que los es- Adrin Pradier
paoles sentimos por nuestros propios
pensadores o las tradiciones en las que
se insertan desaniman a ms de uno a PULEO, ALICIA, Ecofeminismo para otro
iniciarse en el pensamiento de Krause, mundo posible, Madrid, Ctedra (co-
teniendo en cuenta, adems, la falta de leccin Feminismos), 2011, 439 pp.
traducciones y de obras monogrficas
en castellano, salvando honrosas excep- Pero el ecofeminismo no era una
ciones recientes como, entre otras, las ideologa esencialista que debera re-
del propio profesor Pinilla, las de Rafael sultar sospechosa para las gentes de iz-
Orden Jimnez (1996) o Enrique Ure- quierda, sobre todo si profesan alguna
a (1991, 2000 y 2002). Y, pese a todo, forma de constructivismo social? No
hacerse cargo de nuestro propio legado encerraba adems grandes peligros para
implica la adopcin de una perspectiva las mujeres, por situarlas tan cerca de la
que garantice la honestidad intelectual Naturaleza como hubiera podido desear
y el cario de la profesin en el aborda- cualquier patriarca dominador? Quien se
je cientfico de nuestros modos de pen- haya dejado llevar en el pasado por esta
samiento ms ntimos y originales. En clase de prejuicios tiene ahora una buena
este sentido, la filosofa espaola no slo ocasin para reexaminarlos crticamente:
pas de puntillas, sino que se detuvo con se ha publicado por fin un libro en el que
profusin y entusiasmo en la filosofa la profesora Alicia Puleo (de la Univer-
krausiana y en la experiencia krausista, sidad de Valladolid) llevaba largos aos
experiencia que se proyectara con frui- trabajando y que a mi entender est
cin en distintas vertientes no slo aca- destinado a ser una obra de referencia.
dmicas, sino pedaggicas, culturales y Me refiero a Ecofeminismo.
hasta polticas. De este modo, la filosofa La propuesta de la autora se plasma
de Krause sigue siendo, al menos desde en lo que llama un ecofeminismo crtico,
autores como Sanz del Ro (1814-1869), que recoja la herencia del pensamiento
Giner de los Ros (1839-1915), Salme- ilustrado (en la lnea que fecundamente
rn (1838-1908), de Azkrate (1840- abri en nuestro pas Celia Amors) sin
1917), Gonzlez Serrano (1848-1904) o obviar por ello los aspectos problemti-
Gonzlez-Posada y Biesca (1860-1944) cos y sombros de la Modernidad. Alicia
una parada ineludible y una deuda adqui- Puleo busca, nos dice, un ser humano
rida desde hace dcadas, al existir toda reconciliado con los dems seres vivos
una serie de pensadores de accin y de en un momento particularmente dram-
tico de la historia en que la capacidad del que dan respuesta segura a toda pregunta
ecosistema Tierra para sustentarnos est sobre la conducta moral y el sentido de la
desbordada. Intento esta reconciliacin vida. El viejo desierto patriarcal aguarda
con mtodos homeopticos, tratando tras la niebla del relativismo farragoso.
de curar las Luces con ms Luces, utili- (p. 432).
zando algunos elementos fundamentales Los temas tratados son numerosos,
de la Ilustracin para ir ms all de ella y van desvelndose en su articulacin
misma. Su legado de crtica al prejuicio mutua con finura de anlisis y las dosis
y sus ideas de igualdad y autonoma son necesarias de erudicin (nunca gratuita):
una base slida para combatir el sexismo, la diversidad conceptual y poltica de los
el racismo y el etnocentrismo, el clasis- ecofeminismos, la ambigedad de los
mo, la discriminacin por opcin sexual discursos sobre la transgresin que han
y el antropocentrismo (p. 30). proliferado en los decenios ltimos, la
La autora traza con rigor y tenacidad liberacin autntica de Eros en la so-
la genealoga ilustrada del feminismo, el ciedad del riesgo, la ciudadana ecol-
ecologismo y la defensa de los animales gica en clave ecofeminista, la crtica del
no humanos: se trata de recuperar esas androcentrismo y el productivismo en
dos Ilustraciones olvidadas que dieron economa desde las ticas del cuidado, la
lugar a lneas filosficas feministas (sir- orientacin de una educacin ambiental
van como ejemplos seeros Poulain de que supere sus actuales carencias, cmo
la Barre u Olympe de Gouges) o crticas evitar las trampas del multiculturalismo
del antropocentrismo excluyente (y aqu desde la interculturalidad, en qu medi-
cabe mencionar a Maupertuis o Voltaire, da puede interpretarse el activismo eco-
adems del mejor conocido Bentham). logista y animalista de muchas mujeres
Enlazar con esas tradiciones minoritarias como una suerte de huelga de celo al
nos permitir quiz esquivar algunos de patriarcado Acompaemos la pasin
los peligros que acechan a los esfuerzos de la autora, ya hacia el final de su lar-
emancipatorios contemporneos, pues go e inteligente discurso: Hurfanos
corregir no es destruir. La crtica femi- de guas providenciales y despojados
nista al sesgo androcntrico de la ciencia de coartadas teleolgicas, descubrimos
no ha de llevar a una deslegitimacin de nuestra insignificancia en la infinitud del
la razn. Erosionar las bases ilustradas cosmos. En el universo desencantado por
de la Modernidad sin distincin de sus la ciencia, la tcnica y la filosofa, slo
componentes prepara el terreno al retor- una mirada emptica hacia humanos y no
no de las cadenas. El sueo de la razn humanos puede rescatarnos del nihilis-
produce monstruos. Cuando sobrevenga mo. No somos los nicos seres arrojados
el cansancio ante los discursos ininteligi- a cruel vorgine del devenir, poseemos
bles de algunos posmodernos que ocul- el privilegio de conceptualizarlo pero no
tan el vaco conceptual tras la prolifera- la exclusividad de vivirlo. El materia-
cin de las palabras, cuando las mentes lismo filosfico del Siglo de las Luces
hayan perdido el entrenamiento del pen- incluy la consideracin moral hacia to-
sar, agotadas por los vanos intentos de dos los seres vivos capaces de sufrir. Al
encontrar alimento intelectual donde no franquear los lmites de nuestra especie,
lo haba, all estarn esperando los predi- daba un primer paso hacia las ticas eco-
cadores con textos simples e inapelables lgicas contemporneas. Vemos, pues,
ciese en corto la individuacin del be- sus prcticas e instituciones, de sus usos
llator medieval, su desproporcin y su inconscientes. Pone de manifiesto la rai-
rusticidad. El noble guerrero, apegado gambre de nuestros sistemas educativos,
antao a la rudeza de la vida castrense y de nuestra sensibilidad por el gusto y la
a la desmesura del compagnonnage, era esttica del lujo, de muchas de nuestras
inducido hogao a encarnar las buenas formas contemporneas de subjetiva-
maneras del caballero civil, embutido cin, e indica tambin las prdidas, las
de citas, sentencias, auctoritates y exem- derivas semnticas, el diferente modo
pla aportados por la frecuentacin de la en que sigue declinndose hoy en da la
cultura escrita. Quondam seala la im- presunta regula universalissima de la
portancia de textos poco atendidos como arcana corte, su grazia, su aparente des-
De ingenuis moribus et liberalibus stu- cuido y su ajustada mediocrit. Cuenta
diis adulescentiae de Pier Paolo Vergerio cmo la Italia moderna, dominada pol-
o De educatione de Antonio de Ferrariis ticamente por potencias extranjeras, trat
llamado el Galateo en el desarrollo de de persuadir a la Europa del Emperador
una pedagoga general que traslad el Carlos V de la superioridad de su forma,
equilibrio de la armona renacentista y el legtima heredera de la norma clsica, y
buen sentido y el decoro de sus formas a cmo busc conquistar culturalmente, al
la subjetividad del joven aristcrata lla- igual que la antigua Grecia en su trato
mado en un futuro a evidenciar los frutos con Roma, las voluntades de los seores
de esa docencia en su cuidado de s y de espaoles y franceses, imbuidos an de
los otros, bien como prncipe, bien como religiosidad gtica (brbara a los ojos
ministro o magistrado, bien sin ms del Galateo) y ajenos a las bondades de la
como pater familias o gentil cortesano naciente res publica literaria.
honorable. Para ello, para su perfeccin, En lo que respecta a los intereses ms
el palatinus no slo deba encarnar ejem- inmediatos de nuestra revista, Quondam
plarmente el emblema de su linaje, sino subraya el influjo de la Italia aragonesa
practicar las bonae artes, la docta lectura en la diseminacin de esa nueva gram-
de los antiguos y la aguda escritura de los tica del alma humanista, y, sobre todo,
modernos, y todo ello con tal dominio permite poner en contexto de manera
que no se dejase ver el trabajo, la fati- magistral la apropiacin de la paidea
ca de la que hablaba Castiglione, sino la erasmiana en la pennsula ibrica, al
desenvoltura, la sprezzatura de quien ha- igual que obras clave como el Libro de
ba hecho suyas las letras de tal modo que motes de damas y caballeros, de Luis de
cada una de sus acciones, cada prueba de Miln, editado en Valencia en 1535, o el
su ingenio, cada movimiento de su pluma Libro intitulado El Cortesano, del mis-
parecieran estar investidos de una gratia mo autor, publicado en 1561, que slo
proveniente no ya de la majestad trascen- cobran pleno sentido, a su juicio, junto al
dente representada por el princeps, no architexto de Castiglione.
solamente de su potestas vicaria, sino del Por ltimo, es menester resear que
parecer de los otros miembros de la Cor- uno de los protagonistas destacados de
te, de su necesaria alabanza. este trabajo es el siempre elocuente fray
El discurso cortesano narra, por tan- Antonio de Guevara, a quien se dedica
to, la gnesis de lo que ms tarde se de- un buen nmero de pginas, mostrando
nominar sociedad civil, de muchas de igualmente su sintona con la nomologa
de la civilit articulada por el diplomtico horas para aquellos que, rodeados por
de Mantua. Quondam se detiene por ex- la ruindad y el pecado de su condicin,
tenso a comentar el Libro del emperador deseen volver a vivir civilmente, incor-
Marco Aurelio con el relox de prncipes, porando las mximas, los avisos y los
publicado en Valladolid en 1529, slo un proverbios enunciados en su Relox, y ah
ao despus de El cortesano (advirtase, es justamente donde se deja ver su pare-
no obstante, que una edicin previa del cido de familia con los lugares comunes
Libro ureo, no advertida por Quondam, y la mquina del buen sentido de Cas-
haba aparecido un ao antes en la ciudad tiglione. Segn Quondam, as suceder
de Sevilla). Se hace aqu mencin del ex- siempre en Guevara, incluso en el adis
traordinario xito del franciscano en Ita- de su sermn Menosprecio de corte y
lia, Inglaterra y Francia, de las numeros- alabanza de aldea, publicado en 1539,
simas ediciones de las que goz en estos ms de una dcada despus, en la ciudad
y otros pases europeos durante los siglos de Valladolid. Pese a volver a traer a es-
XVI y XVII, a pesar del desproporciona- cena el referente arquetpico de la vida
do grosor del volumen, que lo converta buclica y solitaria del campo, en con-
en un codex casi inmanejable, y se apun- traste con la excesiva curiositas de la ciu-
ta la relevancia poltica que adquiri de dad palaciega, Guevara estara tratando
inmediato, al estar escrito por el predica- de salvar en este libro la posibilidad de
dor e historiador oficial del Emperador, actuar con dignidad e incluso heroicidad
quien tena cometidos sealados en el en la casa del rey, como evidencia el Avi-
aparato del Estado. Guevara evidencia el so de privados y doctrina de cortesanos
inters de Carlos V por unir su figura a publicado junto con el Menosprecio ese
la de Marco Aurelio, a la forma de vida mismo ao, remedium contra la mentira
filosfica del antiguo emperador estoico, estructural del hbitat de la representa-
adaptada ahora, glosada, comentada y no cin y sus mscaras que sabr proveer
poco tergiversada para servir de apoyo de recursos honrados a aquellos vir-
a la moderna educacin de los prnci- tuosos que an estimen su honor, y que
pes cristianos, en clara conexin con el tal vez precisen por ello ser igualmente
speculum de la moralidad erasmiana. Su apreciados, lo que constituye una nueva
libro es clave para comprender tanto la referencia al tpos de la approbatio de
centralidad de la historia como magis- Castiglione.
tra vitae en aquel perodo, la bsqueda No quisiramos dejar de nombrar,
ab antiquo de la cristiandad, como para por ltimo, otros dos importantes traba-
ver ejemplificado de forma magistral el jos incluidos en la compilacin, que ha-
tema del contemptus mundi, del proceso cen an ms interesante si cabe este libro
de degradacin continua de la naturaleza de Amedeo Quondam, que esperamos
humana desde el paraso ednico o desde sea el preludio de nuevas traducciones
la edad de oro, segn los casos, hasta la de su ingente produccin: Del hombre
miseria inmunda del presente teatro de la ocurrente al hombre de ingenio. Apuntes
vanitas, tal como decreta Guevara, anti- sobre las races cmicas de Europa, que
cipando motivos que sern ms caros al recorre la bibliografa de la poca sobre
Barroco. Para Quondam, el franciscano la retrica de ridiculis y el arte del recreo
compone un oratorium inmenso sobre el deleitoso (Bracciolini, Arlotto, Cornaz-
tiempo destructor, un colosal libro de zano, Carbone, etc.), y El cortesano, la
para poder volver a reintegrarnos a ese sin duda, imprescindible porque nos
todo y salir airosos de Este siglo de la muestra, sin tapujos, la verdadera cara
Gran Prueba (as se titula tambin este del capitalismo y del neoliberalismo.
reciente ensayo suyo publicado por Baile
del Sol, Tegueste, Tenerife, 2013), para Marta Nogueroles Jov
lo cual se necesita como apunta en la
presentacin un marxismo sin produc-
tivismo, y un ecologismo sin ilusiones RIVERA GARCA, ANTONIO Y VILLACAAS
acerca de los supuestos capitalismos ver- BERLANGA, JOS LUIS (EDS.), Gonzalo
des. Especial inters tiene uno de los tra- Daz y el archivo de la filosofa espa-
bajos dedicados a la ecologa de Marx y ola, Murcia, Edit.um, 2013, 302 pp.
Engels donde, siguiendo la lnea trazada,
en primer lugar, por su maestro Manuel Entre los aos 1980 y 2003, Gonzalo
Sacristn y continuada luego por su ami- Daz public una obra monumental titu-
go Fernndez Buey, nos muestra la face- lada Hombres y documentos de la filo-
ta ecolgica de la obra de los fundadores sofa espaola. En sus siete volmenes
del marxismo. No menos interesante es (aparecieron, sucesivamente, en los aos
otro de los ensayos titulado Pueden un 1980, 1983, 1988, 1991, 1995, 1998 y
socialista o una comunista del siglo XXI 2003) el investigador fue encontrando
no ser vegetarianos? donde denuncia una ingente cantidad de bibliografa e
sin tapujos los hbitos de consumo que informacin biogrfica de todos aquellos
implican el sufrimiento y el sacrificio autores que hoy consideramos filsofos
de los animales no humanos y que, a su espaoles, y esta labor supuso una de
vez, tienen un impacto muy negativo en las mayores aportaciones en el campo de
la salud, en el medio ambiente y, lo que la investigacin filosfica de finales del
es peor, en el acceso a los alimentos de siglo XX.
buena parte de los habitantes de la Tierra. Diez aos despus de la aparicin del
El libro se completa con una utilsima bi- sptimo y ltimo volumen lo hace Gon-
bliografa para quien quiera ampliar los zalo Daz y el archivo de la filosofa es-
temas abordados en los ensayos. paola, un libro-homenaje tanto al autor
De lo que trata, en definitiva, este como a su obra. Esta categorizacin, sin
libro es de superar la fractura, no solo embargo, no ha de confundirnos: de los
entre la naturaleza y el hombre, sino en- doce artculos que conforman el texto,
tre los propios humanos, para construir slo en los dos primeros (El centro de
lo que Fernndez Buey llam una con- documentacin Gonzalo Daz y Mara
ciencia de especie. Y, para ello, es nece- Dolores Abad en la Biblioteca Saavedra
sario plantear, como nos dice el profesor Fajardo y Gonzalo Daz: su aportacin a
Riechmann, nuevas reglas de juego, tanto la filosofa espaola) nos encontraremos
para la economa como para la relacin con algo semejante a una loa del autor. En
entre seres humanos y naturaleza. ellos, Miguel Andjar Miarro y Juana
Un libro, sin duda, muy valioso no Snchez-Gey Venegas nos ofrecen infor-
solo por el rigor con el que est escrito macin sobre la vida del propio Gonzalo
sino porque trata sobre cuestiones que Daz y sobre el archivo de la Biblioteca
tienen que ver con nuestra propia exis- Saavedra Fajardo que lleva su nombre.
tencia y la de nuestro planeta. Un libro, Cabe notar la importancia de este centro
to cerrado sino como reflejo de muchos Otero para sostener la idea de la cultu-
ecos: desde el prembulo de Arge- ral populism y no popular sovereignty
lles que tendra unidad propia hasta los queda patente como un retroceso frente
discursos intermedios en los debates, a la propuesta galdosiana cuya novela
incluidos los metadiscursos. Todos ellos shows the noble pueblo of Cadiz obser-
conforman crculos que se entrelazan. ving, participating in, and clearly cele-
En este sentido, es muy pertinente su brating the opening of the Cortes. Muy
referencia al que fue discurso sobre la lcida esta contraposicin pues en torno
abolicin de la esclavitud que sera reto- a la idea de pueblo se ha dirimido una
mado por Blanco White en su Bosquejo buena parte de la historia de Espaa.
del comercio de esclavos y reflexiones Los ocho captulos de la tercera par-
sobre este trfico considerado moral, te estn dedicados a mostrar el signifi-
poltica y cristianamente (Londres, cado de constituciones posteriores en el
1814), apenas dos aos despus, con mundo hispnico, sealando la influen-
una informacin precisa sobre los meca- cia que en ellas ha tenido aquella que
nismos de funcionamiento del mercado naci en 1812. Se incluyen aqu estu-
y su necesaria erradicacin. El firmado dios sobre la Nueva Granada y Vene-
por Jordi Roca Vernet sobre la presencia zuela, sobre Colombia (Ccuta, 1821);
catalana durante el trienio liberal, segu- sobre Argentina (en torno a 1860-1862
ramente alcanza mayor inters en estos cuando se produce la unificacin de la
momentos en que se debate de nuevo la Repblica); y sobre los casos de Mxico
representacin de la soberana. en la segunda mitad del siglo XIX y de
La segunda parte contiene cinco ca- Cuba. Por lo que a Espaa se refiere, hay
ptulos que dan cuenta de la simboliza- un captulo dedicado a la Constitucin
cin de la Constitucin gaditana a travs de 1931 y la extensa entrevista realiza-
del arte, incluyendo la propia Exposi- da a Alfonso Guerra, ya mencionada, en
cin realizada con motivo del Congreso que se da cuenta de la intrahistoria de
de Nottingham. Desde la pintura hasta su confeccin y aprobacin con comen-
el teatro pasando por la novela o el cine, tarios y reflexiones sobre el ambiente,
se ofrece una muestra muy interesante las personas que intervinieron, el mo-
del papel desempeado por la pintura, mento histrico en que se confeccion,
el cine o la literatura en la construccin etc. etc. tambin sobre algunos silen-
de los mitos nacionales. Especialmen- cios o interpretaciones personales de un
te sugerente es esa lectura a contraluz momento de la historia de Espaa, tan
que propone Stephen Roberts y que va singular como difcil. Sin duda, un tes-
de adelante hacia atrs, entre el film de timonio muy valioso que debe ser ledo
Luis de Luca, Lola la piconera (1952), con atencin.
basado en la obra de Jos Mara Pemn, Cierra el libro un captulo de Paul
Cuando las Cortes de Cdiz (1934) y el Kennedy, profesor en la Universidad de
Cdiz (1874) de Prez Galds. Esta vi- Bath, en que habla de las reformas que
sin antropolgica en torno a la relacin esta constitucin ha tenido al hilo de la
entre cultura popular pueblo y sobe- crisis econmica . Termina con una re-
rana, con el reaccionario Padre Alvara- flexin digna de tenerse en cuenta tras
do poniendo el contrapunto del discur- sealar la que considera con razn ir-
so frente a la accin del bravo soldado nica, utilizada esta palabra en el muy
noble de la tradicin britnica para se- ROVIRA GASPAR, MARA DEL CARMEN,
alar indirectamente las vueltas que da Dos utopas mexicanas del siglo
la historia. Cierra muy atinadamente XIX. Francisco Severo Maldonado y
con esta reflexin y con ella el libro: Ocampo y Juan Nepomuceno Adorno.
Further proposals to amend the Con- Prlogo de Aureliano Ortega. Univer-
stitution in a federalist direction may sidad de Guanajuato, 2013, 213 pp.
provide a solution to this issue of grow-
ing regionalist demands, which, after Tiene el lector, en sus manos, un libro
the economic crisis itself, constitute the deslumbrante por el contenido de los tex-
most important challenge facing Spain tos rescatados, gracias a la investigacin
in the second decade of the twenty-first duradera y constante de la Dra. Carmen
century. It is therefore to be hoped that Rovira a quien tanto debe el pensamiento
the next major amendment of the Con- mexicano y, por extensin, el pensamien-
stitution does not have to wait as long to americano y espaol. Llega a ellos este
as the first one carried out by Zapatero lector, erudito o simplemente curioso, a
in 2011. It is also desirable that it not be travs de una exhaustiva introduccin,
carried out with the haste displayed on tan documentada como comprometida,
that occasion, which ultimately reflected desarrollada a travs de casi cien pgi-
badly on the state of democracy in both nas que presentan una faceta bien poco
Spain and the EU (pp. 406-407). conocida de la historia de la filosofa
Con seguridad este libro es un can- mexicana durante las dcadas en que se
to a los intentos de quienes, a lo largo conform la identidad del nuevo Estado-
de la historia moderna, y ms concre- Nacin, desde 1820 hasta el triunfo del
tamente a los que soaron y realizaron liberalismo en 1854 y la Constitucin de
la Constitucin de 1812 y a los que han 1857, poco antes de la reforma de Beni-
ido haciendo lo propio con aquellas to Jurez. Tras esa introduccin, el lector
que pueden ser consideradas sus hijas se encuentra con el anlisis de dos tex-
y nietas. Todos pertenecen a la misma tos desconcertantes, uno de cada autor,
tradicin que ha consistido en poner bien diferentes entre s, imprescindibles
la economa al servicio de la poltica, pero coincidentes en los objetivos, para
la poltica al servicio de la moral y conocer uno de los soportes que no quiso
esta, una vez liberada de dogmas, de- renunciar a estar presente en la configu-
jarla vinculada a la conciencia como racin del joven Estado. Carmen Rovira
la facultad que nos hace ser hombres. ha optado por calificarlos de utpicos,
Hombres libres, claro est. Hay una tra- marcando las diferencias con la naturale-
dicin britnica que ha defendido estas za del gnero que en Europa dio nombre
ideas desde hace mucho tiempo. Que el a un pensamiento proyectado a un mundo
grupo de hispanistas que ha diseado el originario, creado mediante la imagina-
libro vea Espaa con estos mismos ojos cin o casi la fantasa y que conocemos
proyecta una idea, basada en la histo- como Utopa. La propuesta de la profe-
ria y no menos en el futuro, que es una sora Carmen Rovira, bien sealada en el
esperanza para esta parte de la Unin prlogo que antecede al libro y que se
Europea que es Espaa. debe a la pluma del profesor Aureliano
Ortega, es mantener esta denominacin
Jos Luis Mora Garca para hablar de un pensamiento que pre-
llegar, por ahora, a este ejemplar estudio. lo que lleva reunindose mensualmente
Disponemos as de un conocimiento ms en beda desde hace una dcada y del
completo de lo que Mxico ha ofrecido que se dio cuenta en la Revista de Hispa-
desde un punto de vista filosfico durante nismo Filosfico (2011).
los aos de su formacin como nacin. Estamos ante una obra que no preten-
Estos discursos dejan ver el contrapunto de llenar ningn hueco en la erudicin
de un pensamiento avanzado y reaccio- machadiana, sino ms bien poner al al-
nario, nacionalista y cosmopolita, atento cance de un pblico amplio las reflexio-
a la ciencia pero sin renunciar al sustento nes que suscita la vida profesoral de
de la religin, deseando mejorar tcnica- Machado, cmo fue su prctica docen-
mente las condiciones de la produccin te y qu planteamiento de la educacin
pero sin renuncia a ciertos atavismos, en subyace a su obra. Desde ah hace una
fin, un eclecticismo rico pero, por ello, reflexin filosfica y coral sobre el mis-
paradjico si no contradictorio, que qui- mo tema en la actualidad. En efecto, uno
z define la identidad mexicana, inca- de los valores del libro es que, adems
paz de renunciar a cualquier realidad que del autor principal, han intervenido otros
tenga algo que ver con el ser humano. docentes. Particularmente, algunos de
Son textos, pues, imprescindibles. idiomas, una profesora jubilada inglesa,
No conviene olvidar el compromiso una profesora argentina, un profesor de
mostrado por la Universidad de Gua- filosofa e, incluso, Martn Ruiz Calvente
najuato al editar este libro por cuanto no ha dudado en sacar el micrfono para
viene mostrando un inters creciente en entrevistar a los usuarios de la educa-
el campo del pensamiento mexicano. cin, alumnos de diferentes niveles del
Buenas razones asisten a la ciudad mine- instituto en el que trabaja y tambin ni-
ra para hacerlo. os de primaria. Encontramos textos en
tres idiomas, lo que realza la originalidad
Jos Luis Mora Garca de esta reflexin pedaggica realizada de
la mano de Machado.
El libro empieza con el estudio de la
RUIZ CALVENTE, MARTN, D. Antonio Ma- experiencia educativa del poeta. A ello
chado, profesor. La educacin en su se dedica la primera parte. Martn se ha
poca y en la nuestra, Baeza, Grupo documentado en profundidad sobre la
M&T Impresores, 2014, 215 pp. trayectoria de Antonio Machado como
estudiante y luego sobre su acceso a la
Se trata del primer libro de Martn docencia como profesor de francs, pri-
Ruiz Calvente, aunque ya ha publicado mero en Soria y luego en Baeza. Ofrece
bastantes artculos de filosofa y es parti- as mismo un captulo sobre los escritos
cipante y contribuyente asiduo de los con- machadianos, en prosa y verso, en los que
gresos de profesores de la especialidad en se hace alusin a la pedagoga o a la edu-
Castilla La Mancha y en Andaluca. Re- cacin en general. Lo ms interesante es,
cuerdo que durante un tiempo codirigi la sin duda, la reflexin pegada al terreno
revista Alfa de la Asociacin Andaluza de que sobre los problemas cotidianos de la
Filosofa. D. Antonio Machado, profesor enseanza realiza Martn Ruiz. No se tra-
es, en cierta medida, uno de los frutos del ta de un discurso pedaggico al uso, sino
grupo de trabajo la Quinta del Mochue- de un intento por compartir experiencias
ellas. Dicha literatura trataba de legislar cionados con la sexualidad que sin em-
y teorizar sobre la conducta apropiada en bargo aqu apenas se tratan, entre otras
materia moral de todas las personas que cosas, porque habitualmente han sido los
componan la sociedad castellana aunque que habitualmente han interesado a los
atendi a ciertos sectores de la poblacin historiadores. Sin embargo, la interven-
ms que a otros, dependiendo mayor- cin de la moral catlica fue mucho ms
mente de la posicin social, su localiza- all de la materia sexual que tambin la
cin rural o urbana, y los oficios a los que intervino, y exhaustivamente y afectaba
se dedicaban. Pues bien, el libro que aqu a todas las esferas, como la economa, la
se comenta realiza una autntica pano- justicia, etc.
rmica de la vida cotidiana andaluza del Dada la heterogeneidad inevitable de
periodo referido a travs de los ojos de una sociedad estamental que contena
los moralistas y confesores de su tiempo muchas desigualdades y donde la mayo-
al tener como fuente documental princi- ra de los individuos estaban condenados
pal la emisin impresa moralstica de los a buscarse la vida muchas veces median-
siglos XVI, XVII y XVIII. As, frailes, te medios poco lcitos, esa conjuncin
confesores, telogos, filsofos, etc. in- entre Iglesia y Estado, entre dogma y
tentaron moralizar exhaustivamente a un ley, emanaba una pluralidad de cdigos
pueblo sometido a un proceso disciplina- que aplicaban las normas morales segn
rio de eficacia relativa que combinaba la el estado u oficio de los penitentes: no
simple represin de la conducta a travs habra una nica moral, ni siquiera una
del Tribunal de la Inquisicin con el do- simple doble moral segn el gnero, sino
minio de los fueros internos a travs de la tambin una moral para el noble, otra
pastoral y de mecanismos como la con- para el soldado, otra del campesino u otra
fesin. Hay en este libro varias historias del artesano. Con ello, los confesores se
entrelazadas debido a esa atencin de los especializaban segn estados o gremio
planos del discurso, la representacin y especfico. El estado de mayor perfec-
la realidad: una historia de los intentos cin era el religioso, seguido del estado
de sistematizacin moral en el contexto de matrimonio, as que sobre este ltimo
de nacimiento, auge y cada del probabi- se estableca un rgido control moral que
lismo a travs de la produccin de obras alcanz su culminacin con el De sancti
de carcter penitencial; una historia de matrimonii del cordobs Toms Snchez.
las apropiaciones cotidianas usando el Por ejemplo, Bartolom de Medina cla-
concepto de apropiacin en la lnea de sific las faltas o errores en el seno del
Foucault y Chartier de esos discursos, y matrimonio en tres grupos: las relativas
con ello, una historia de la vida cotidiana al contrato matrimonial, las relacionadas
de la Andaluca de entonces. con el acto conyugal, y las que concernan
El libro queda estructurado bsica- al gobierno de la casa y la familia. En el
mente en captulos que atienden a los primer caso, los errores podan derivar
diferentes pecados, errores y vicios que de saltarse los preceptos ceremoniales
los moralistas atribuyeron a los diferen- impuestos desde Trento tales como cele-
tes oficios. As, ofrece una perspectiva brar una boda con excesiva ostentosidad,
distinta a lo que uno se poda esperar si por la va del secuestro de la amada sin
se quedase nicamente con el ttulo: el de permiso paterno o por supuesto casarse
una historia de los pecados y vicios rela- sin sacerdote. Haba tambin errores re-
lacionados con la falta de sinceridad y las el imaginario social vinculaba con los
promesas del matrimonio, como el caso judos o los que elaboraban pinturas o
de la impotencia, que perjudicaba la con- lienzos por ejemplo, en materia de con-
tinuidad del matrimonio si persista en el trol iconogrfico.
tiempo, la copulacin contra natura o du- Igualmente, haba pecados y errores
rante la menstruacin, o el uso de medi- propios de los profesionales liberales:
das contraceptivas. Respecto al gobierno mdicos que falsificaban sus ttulos, bar-
de la casa, pues por ejemplo su descuido beros sin preparacin para desempear
por llevar una vida ligera o simplemente sus delicados oficios, jueces corruptos
dedicada al cotilleo especialmente entre o abogados impostores, docentes falsos
las mujeres de las clases altas, o el uso y sin preparacin o que incluan conte-
de alimentos o sustancias pecaminosas, nidos poco piadosos, y estudiantes de
como el chocolate. moral muy relajada, constituan toda una
La mayor parte del libro no obstan- clase media urbana muy susceptible de
te est dedicado a los pecados y vicios verse con su alma ms que condenada.
relacionados con los oficios. As, en el Y otros pecados propios de mercaderes,
captulo dedicado a los artesanos y me- de tahures y casas de juego, buhoneros,
nestrales, Mara Ruiz cataloga la serie de etc. Especial atencin recibieron tambin
faltas asociadas a la produccin, como los soldados, en tanto que gentes itine-
el engao con las calidades (la mezcla rantes, mal pagados y acostumbrados a
de aleaciones baratas y la falsificacin practicar abusos all por donde pasaban,
de la calidad de los metales en el oficio y bastante menor la recibieron los cam-
de los plateros cordobeses por ejemplo) pesinos, pastores o cazadores, a los que
o el abuso con los precios, incurriendo normalmente se les atribuy el origen de
en pecados como la codicia. Adems, era sus faltas y errores a su supuesta inca-
objeto de diatriba moral el carcter me- pacidad intelectual. Siendo muy habitual
cnico o liberal de esas profesiones, pues entre ellos la blasfemia, la Iglesia trat de
de ello dependa la gravedad del trabajo legislar con poco resultado su conducta
en da festivo polmico por ejemplo en indisciplinada y muy apegada a ciertas
el caso de los impresores. Los orfebres tradiciones y visiones de las cosas de ori-
y los que se dedicaban al sector textil gen pagano. Diatribas morales asociadas
eran los que ms literatura generaron a estos temas eran las que giraban en tor-
pues eran los oficios de mayor ascenden- no a la ignorancia de los labradores, lo
cia social, y la mayora de sus pecados cual generaba polmicas entre rigoristas
se asociaban al abuso y el engao. As, y laxistas acerca del grado de pecado o
la representacin de los sastres como tru- culpabilidad de sus errores. Esto permi-
hanes que aspiraban a caballeros, llen te diferenciar entre una moral como se
poesas, refraneros y chascarrillos, como ha visto heterognea aplicada al mundo
aquel de Quevedo: Ved cules son los urbano, sin duda a la que ms se dedi-
sastres que es para ellos amenaza el no c la Iglesia, y una moral vinculada a un
dejarlos entrar en el infierno. Igualmen- mundo rural que era difcil de domear,
te preocuparon labores dedicadas o vin- muchas veces porque era imposible prac-
culadas con la religiosidad, tales como la ticar la misma poltica de la presencia
de los propios orfebres que hay que re- que los administradores de lo sacro prac-
cordar que desempeaban un oficio que ticaron en las ciudades.
del compositor cataln Robert Gerhard; msica y la creacin sonora corre el peli-
el segundo, titulado Nuevos aspectos de gro de sufrir una regresin a tiempos an-
la creacin musical contempornea, ms teriores de la que sera muy difcil volver
extenso que el anterior, repasa diferentes a salir. Este volumen es, por lo tanto, un
aspectos relacionados con el arte sonoro, motivo de confianza y de esperanza para
con la electroacstica, con la espacializa- todos los interesados en la investigacin
cin, o con la siempre presente estela de musicolgica espaola e iberoamericana
la msica atonal y los retos que todava en un sentido amplio.
hoy sigue planteando; el tercero de los
bloques, Identidades, ideologa y cultura Antonio Notario Ruiz
es, tal vez, el ms heterogneo, ya que al-
berga trabajos sobre la danza en Espaa,
la crtica de pera, las identidades musi- SNCHEZ DE ANDRS, LETICIA, Pasin,
cales en dos momentos diferentes de la desarraigo y literatura: el compositor
cultura cubana y mexicana, la huella de Robert Gerhard, Madrid, Fundacin
Wanda Landowska en Espaa o la obra Scherzo, Antonio Machado Libros,
que Robert Gerhard titulaba Flamenco 2013, coleccin Musicalia Scherzo,
en 1943. En cada uno de estos bloques 617 pp.
se pueden encontrar tanto trabajos de
investigadores ya consolidados y sobra- Roberto Gerhard es, indudablemente,
damente conocidos por los especialistas uno de los compositores espaoles ms
como otros que inician su andadura o relevantes del siglo XX, y ya solo por
que estn consolidando en los ltimos esta razn saludamos la aparicin de esta
aos su dedicacin a la investigacin. monografa, surgida por iniciativa de Ja-
No es posible, como es obvio, resear vier Alfaya, admirador y gran conocedor
cada uno de los captulos ni mencionar de la obra de Gerhard, y admirablemente
a todos los autores, pero es imposible no concebida y escrita por Leticia Snchez
referirse a Josep Soler, Ricardo Pinilla y de Andrs. Pero hay adems otra razn
Miguel Salmern en el primer bloque; a para felicitarnos por la publicacin de
Yvan Nommick, Carlos Villar-Taboada, este libro: siendo Gerhard, como resal-
Rubn Lpez Cano y Jos Luis Carles en ta la autora, el nico discpulo espaol
el segundo; y a Victoria Eli Rodrguez, de Schoenberg, un msico innovador y
Consuelo Carredano y Beatriz Martnez arriesgado, pionero en muchos aspectos,
Fresno en el tercero. polifactico y culto, es conocido nica-
Es de desear que esta iniciativa, que mente por un reducido crculo de exper-
comienza con la publicacin de este vo- tos, pero prcticamente ignorado por la
lumen, no finalice nada ms comenzar mayor parte de los aficionados. Y, aunque
como tantas veces sucede por culpa de en los ltimos aos se le han dedicado
coyunturas econmicas que estn trasto- varios congresos y un buen nmero de
cando muchos nobles esfuerzos de inves- artculos cientficos, impulsados espe-
tigacin y creacin en los estudios de las cialmente desde la Universidad britnica
disciplinas humansticas. Lo logrado en de Huddersfield, haca falta un estudio
los primeros aos de la transicin demo- que revisara su figura y la pusiera al al-
crtica espaola en todos los mbitos de cance de cualquier aficionado. En este
investigacin que tienen que ver con la sentido coincidimos con Alfaya cuando
afrontar durante toda su vida. En este sen- Coincidimos con la autora cuando,
tido, adquiere todo su sentido el trmino en su Coda final, aboga por una mayor
desarraigo empleado por la autora en el atencin hacia la msica de Gerhard: La
ttulo de esta monografa. riqueza de su personalidad, su inmensa
Es muy interesante y novedoso el ca- cultura (musical, cientfica, humanstica
ptulo dedicado a analizar la ideologa y y literaria), sus valores y su antidogma-
pensamiento esttico de Gerhard, ya que, tismo, su carcter contradictorio y brutal-
como afirma la autora, en la bibliografa mente sincero y, principalmente, su lega-
existente acerca de Robert Gerhard se ha do musical, en el que Gerhard abord to-
pasado de puntillas acerca de sus princi- dos los gneros con xito y enorme cali-
pios ideolgicos, polticos o religiosos, dad (aunque con escaso reconocimiento),
y estos aspectos no pueden disociarse de hacen de l un compositor enormemente
su actividad compositiva. Este apartado, atractivo, que vale la pena y conocer y,
que trata aspectos tan diversos como su sobre todo, escuchar. Y, efectivamente,
vinculacin con el nacionalismo cataln, tras la lectura de esta monografa nos
su escepticismo, su defensa de la libertad quedamos con ganas de escuchar, de des-
y autonoma individuales o los diferentes cubrir, la msica de un gran msico es-
aspectos tcnico-musicales de un sistema paol y universal con el que an tenemos
de composicin absolutamente personal, una deuda pendiente.
que integra elementos tan dispares como
la utilizacin del material popular e his- Mara Nagore Ferrer
trico aprendido con Pedrell, las tcnicas
seriales fruto del magisterio de Schoen-
berg o su fascinacin por los nuevos pro- SantaSilia, Stefano, Simbolo e Corpo.
cedimiento electrnicos, muestra de ma- A partire da Eduardo Nicol
nera especialmente clara la individuali-
dad de Gerhard frente a la mayor parte de
los compositores espaoles de su poca. Como indica justamente el autor en
Los apartados dedicados a las obras la introduccin al libro que aqu resea-
de Gerhard vinculadas con la literatura mos, en la ltima dcada la reflexin so-
(las canciones, los ballets Ariel y Don bre el cuerpo humano ha alcanzado una
Quijote, la pera La Duea, la cantata relevancia nica en la historia del Pensa-
La Peste o sus piezas de msica inciden- miento filosfico Occidental. Con Sim-
tal), aunque de extensin y profundidad bolo e Corpo Stefano Santasilia nos in-
desigual, plantean un fascinante acerca- troduce en esta rama de la investigacin
miento a las claves esttico-ideolgicas filosfico-antropolgica y, como sugiere
y musicales de la obra de Gerhard, plas- el subttulo del libro, lo hace al hilo de
madas a travs de sus personales acerca- la propuesta filosfica de Eduardo Nicol.
mientos al personaje universal del Qui- En efecto, la obra de este pensador
jote, a las metforas sobre la humanidad cataln exiliado en Mxico es el punto de
extradas de las situaciones camusianas partida, elegido por Santasilia, para aden-
o incluso a los clichs espaolistas a los trarse en la cuestin de las problemticas
que tuvo que plegarse por necesidades relaciones entre cuerpo, expresin sim-
econmicas, tratados habitualmente de blica y comunicacin, cuestin que in-
manera irnica. teres al mismo Nicol y que constituye
puede y tiene que ser trada a colacin a SANTESMASES, ANTONIO GARCA Y LA ROCHA
la hora de investigar temticas afines en RUB, MANUEL DE (COORDS.), Luis G-
la obra de otros autores. mez Llorente: educacin pblica y socia-
As, el libro se compone de otros dos lismo, Madrid, Catarata, 2013, 278 pp.
captulos en los que aade una breve re-
construccin histrico-filosfica de la re- El 5 de octubre de 2012 falleci Luis
lacin entre Eduardo Nicol y Ernst Cas- Gmez Llorente, uno de los dirigentes del
sirer sealando la influencia de ste en PSOE que en los ltimos aos defendi
el pensador cataln y las diferencias fun- con tesn la Educacin para la ciudadana
damentales entre las posturas de los dos dentro del currculo escolar, la cual ahora
filsofos, y concluye con un ensayo de est en riesgo de desaparecer tras la lti-
hermenutica, donde describe el encuen- ma reforma educativa. A raz de su falle-
tro entre el pensamiento de Nicol y el de cimiento, el secretario general de la Unin
Paul Ricoeur, un encuentro deseado que General de Trabajadores (UGT) Cndido
nunca aconteci segn especifica el mis- Mndez propuso hacer un homenaje a su
mo Santasilia pero que, en trminos filo- figura. El evento estuvo coordinado por
sficos, puede resultar muy interesante por Antonio Garca Santesmases, catedrtico
las cuestiones tratadas a lo largo del libro. de Filosofa Poltica de la UNED y ex-
Con Simbolo e Corpo, libro breve portavoz de Izquierda Socialista y Manuel
y gil, Santasilia invita a considerar los de la Rocha Rub, abogado y exportavoz,
momentos cruciales del desarrollo del tambin, de Izquierda Socialista. Ambos
pensamiento de Nicol, al tiempo que va decidieron realizar una recopilacin de
delineando su propia postura frente a la las intervenciones que all se hicieron y
cuestin de la reflexin sobre el cuerpo publicarlas en este volumen. La primera
y su dimensin simblica. Tambin deja parte del libro agrupa aquellos testimo-
claro la importancia de la posicin nico- nios y confidencias relacionados con su
liana con respecto a estas temticas, con- militancia estudiantil antifranquista, el
frontndola sin temor con las de pensado- contacto del homenajeado con el exilio,
res clsicos de la historia de la filosofa su poca como diputado por Asturias y
contempornea como Cassirer y Ricouer. su participacin decisiva en la constitu-
En definitiva, podemos afirmar que cin de Izquierda Socialista. El segundo
tras haber ya publicado una de las me- apartado, el ms amplio, es aquel que re-
jores introducciones al pensamiento de coge los discursos que enfatizaron en su
Eduardo Nicol disponibles en lengua firme compromiso con el mbito de la
italiana (Tra metafisica e Storia. Lidea educacin. En el tercer apartado se seala
delluomo in Eduardo Nicol, Firenze, Le el importante legado que, a juicio de los
Criti Editore, 2010, reseada en el n- participantes, dej para el pensamiento so-
mero 16 de esta misma revista), con Sim- cialista. El libro concluye con unos breves
bolo e Corpo eplogos de los dirigentes y coordinadores
de las organizaciones en las que milit,
- Colectivo Lorenzo Luzuriaga, Federacin
de Trabajadores de la Enseanza (FETE-
pensamiento. UGT), el Partido Socialista (PSOE) y la
Unin General de Trabajadores (UGT).
Roberto Dalla Mora Adems incluye un lbum fotogrfico.
donde realizara esa labor de apoyo. En su SANTULLANO, LUIS A., Arraigos y exilios.
faceta en el sindicato apoy la posicin de Antologa. Edicin y notas de Antoln
su ejecutiva encabezada por Nicols Re- Snchez Cuervo. Mxico, El Colegio
dondo Urbieta, en temas como la negativa de Mxico, 2012, 362 pp.
a a la permanencia de Espaa en la OTAN.
Tuvo un gran inters en desarrollar un tra- Esta antologa de Antoln Snchez
bajo profundo en el campo ideolgico para Cuervo contribuye de manera sobresa-
dotar de filosofa, de una identidad a los liente a la recuperacin de la figura y
quehaceres cotidianos de los sindicatos. la obra de Luis A. Santullano (Oviedo,
Para Gmez Llorente el socialismo surge 1879-Mxico D.F. 1952), una de las per-
precisamente de una clase que no se sien- sonalidades ligadas al institucionismo de
te oprimida solo por el poder del Estado y la Edad de Plata espaola y una referencia
por el poder de la Iglesia, sino que se sien- intelectual del exilio de 1939 en Mxico.
te oprimida por el poder del dinero, por el Santullano tuvo un destacado papel
poder patronal, por el privilegio social y en la renovacin pedaggica propugnada
que da cuenta, por lo tanto, de que la liber- por la Institucin Libre de Enseanza:
tad real de la mayor parte de los individuos fue primero becario y luego Vicesecre-
tiene que ser protegida frente al poder del tario de la Junta para la Ampliacin de
dinero y el poder patronal. Asimismo la Estudios; ejerci como secretario de las
Repblica era, a su modo de ver, la manera Misiones Pedaggicas en la estela de su
de combatir el caciquismo, simplemente maestro Manuel B. Cosso, y siempre
para algo tan elemental como conseguir se interes por las cuestiones docentes,
unas verdaderas libertades pblicas y un como buen profesor que fue; entre otros
rgimen democrtico honesto. Sus pala- ttulos, tena el de la Escuela Normal. Su
bras, dice Alfonso Guerra, recordaban a dedicacin no se limit a la docencia,
las de Manuel Azaa. sino que abarc un abanico profesional
La figura de Gmez Llorente y sus mucho ms abierto: se encarg de hacer
ideas sobre la educacin, el socialismo y la varias ediciones de clsicos espaoles,
Repblica todava tienen un largo camino escribi novelas y cuentos originales, y
que recorrer en la historia de los derechos se aproxim a los medios de prensa como
sociales en Espaa. Hoy, la reivindicacin experto en Didctica y en Literatura,
de esos derecho es fundamental. Por esa pero tambin como intelectual interesado
razn, la lectura del libro ofrece algunas en los temas de actualidad.
claves histricas para entender los mo- La persona y la obra de Luis A. San-
mentos crticos de la poltica progresista tullano han sido ya objeto de atencin
durante la transicin espaola, de la mano preferente en estudios de Joaquina Rodr-
de sus protagonistas, y anima a continuar guez Plaza, Carmen Servn, Aida Terrn
su lucha. Alfredo Prez Rubalcaba, exse- Bauelos y el propio Antoln Snchez
cretario general del PSOE, afirma que en Cuervo, entre otros. Cada uno de los inves-
momentos como los que corren, de ven- tigadores mencionados dedica su trabajo a
davales contra nuestros valores y nuestros exhumar alguna de las facetas de la figura
principios, la enseanza y el ejemplo de y la presenta en el contexto pedaggico,
Luis son especialmente necesarios. literario e intelectual en que se desenvol-
vi. El libro que ahora tenemos entre las
Manuel David Espinel Ramrez manos constituye una nueva exploracin,
vertidas en realidad, para una mejor com- coeditan esta misma ctedra y el Fondo de
prensin de la Edad de Plata espaola, del Cultura Econmica, y que en los ltimos
exilio mexicano y de la historia de la pe- aos ha dado a conocer ya un buen nme-
dagoga hispnica. De momento ve la luz ros de estudios y reediciones de gran inte-
este libro que se fragu con una beca de El rs. La novedad a la que me refiero y que
Colegio de Mxico a partir de 2001 y bajo el propio ttulo revela no es otra que una
la tutora de Javier Garciadiego; pero, tras cierta genealoga del exilio en cuestin a
este volumen prometedor, el trabajo sobre partir de las herencias de la Revolucin
el intelectual asturiano debe proseguir, mexicana, consumada esta ltima, no ol-
tanto en Espaa como en Mxico; Anto- videmos, apenas un par de dcadas antes
ln Snchez Cuervo abre caminos para un de la emblemtica fecha de 1939. Quiz
mejor conocimiento de la historia del pen- esta novedad no sea tal o sea slo relativa
samiento y de nuestra cultura. para la historiografa mexicana, por razo-
nes obvias, pero s lo es, sin duda, para la
Carmen Servn Dez historiografa de esta orilla, tan habituada
a menudo a descubrir la piedra angular
del pensamiento exiliado del 39 en la obra
SERRA PUCHE, MARI CARMEN; MEJA de Ortega, en las escuelas de Madrid y de
FLORES, FRANCISCO; SOLA AYAPE, Barcelona o de alguna otra ciudad menos
CARLOS (EDS.), De la posrevolucin sonada si es necesario, o en alguna otra
mexicana al exilio republicano espa- referencia capital de la llamada Edad de
ol, Mxico, FCE, 2011, 479 pp. Plata espaola. Sin duda estas referen-
cias genealgicas son indiscutibles, pero
Cuando se cumplen setenta y cinco no son, ni mucho menos, las nicas. Toda
aos de uno de los exilios ms significati- historiografa, ya sea de inspiracin libe-
vos de la Europa de entreguerras, si es que ral o conservadora, tiende por defecto y
no de la Europa del siglo XX, son todava salvo excepciones, hacia el nacionalismo
numerosos y diversos sus aspectos pen- cultural. Pero pocas experiencias como
dientes de explorar. No cabe duda de que la del exilio han cuestionado tanto los
el exilio espaol republicano de 1939 se relatos de nacin vigentes, tan deudores
ha convertido en un tema de referencia en de esa misma historiografa. Si a la histo-
numerosos mbitos y disciplinas, incluida riografa espaola del exilio le ha costado
la historia del pensamiento iberoamerica- tanto y le sigue costando reconstruir
no, de que posee una notoria actualidad y el pasado cultural y poltico de las lti-
de que hasta irradia cierto magnetismo; mas dcadas desde la perspectiva crtica
pero el horizonte de cuestiones y debates e interpeladora del exilio otra cosa bien
que despliega es poco menos que inabar- distinta es incorporarlo a las tradicio-
cable y por eso un criterio objetivo para nes, discursos e ideologas dominantes,
sopesar el valor de un estudio ms sobre que es lo que se hace habitualmente,
el mismo bien podra ser, entre otros, el de ms an le costar dirigir la mirada hacia
la novedad. El enfoque novedoso, adems circunstancias ajenas a la propia nacin,
de amplio y al mismo tiempo preciso, es como la posrevolucin mexicana en este
precisamente uno de los principales ras- caso. La historiografa espaola del exi-
gos de este libro colectivo, publicado en lio filosfico del 39 en Mxico ha tenido
la Biblioteca de la Ctedra del Exilio que a bien algunas veces ms bien pocas y
Njera, Felipe Nieto, Mnica Fernndez infecundidad. (Ib.). La obra, que tiene
Amador y Emilia Martos Contreras, se un carcter divulgativo y didctico, marca
centra mayormente en el papel y en los abiertamente sus fuentes secundarias, y se
debates de formaciones polticas como articula en cuatro partes, enriquecidas con
las liberales y socialistas, a la hora de re- una seleccin de textos de Menndez Pe-
construir o poner al da el proyecto repu- layo y una bibliografa general.
blicano; en militantes emblemticos que La primera parte, Contexto poltico,
alternaban el exilio y la clandestinidad ideolgico y cultural de Menndez Pela-
como Semprn; o en la visin e incluso yo, sigue la Historia crtica del pensa-
participacin poltica de supervivientes miento espaol de Jos Luis Abelln en
que regresaron en los aos de la transi- la descripcin del contexto histrico-po-
cin como Alberti . ltico, y La Espaa inteligible de Julin
En definitiva, con la lectura de este li- Maras en la reconstruccin del contexto
bro cualquier estudioso del pensamiento ideolgico y social. Su elaboracin del
del exilio espaol en Mxico podr co- contexto filosfico y religioso, apoyn-
nocer un poco ms el humus del que se dose en El pensamiento espaol contem-
nutri y entender tambin un poco mejor porneo de Luis Araquistan, defiende
por qu filsofos como Gaos, entre otros, que el krausismo floreci en ese contexto
dedicaron parte de su obra a la filosofa por su empata mstico-religiosa con la
mexicana. tradicin espaola de pensamiento hete-
rodoxo que va desde el erasmismo has-
Antoln Snchez Cuervo ta la Ilustracin; Menndez Pelayo, en
cambio, no vio esa profunda conexin
del krausismo con la mstica espaola
SUANCES MARCOS, MANUEL, Marcelino (p. 36). Este apartado concluye con una
Menndez Pelayo. 100 aos despus. aproximacin a la polmica de la ciencia
Fundacin UIMP-Campo de Gibral- espaola, en la que se apoya tambin en
tar, Grupo Editorial Universitario, la Historia crtica de Abelln.
2013, 158 pp. La segunda parte del libro, tras una
breve aproximacin a su vida, a su per-
En esta breve monografa, Marcelino sonalidad, y a sus fuentes de inspiracin,
Menndez Pelayo. 100 aos despus, el afronta el captulo central, el octavo: El
catedrtico emrito de Historia de la Fi- puesto de Menndez Pelayo en su mo-
losofa Espaola en la UNED, Manuel mento histrico: el intelectual catlico
Suances Marcos, presenta la figura del de la Restauracin, en el que elabora la
historiador montas en cuanto intelec- razn fundamental de su supuesta este-
tual catlico que se emple a fondo en el rilidad que no fue otra, a su juicio, sino
problema radical del siglo XIX espaol: su acendrado e impenetrable catolicismo
hacer la sntesis de tradicin y moderni- romano, refractario a cualquier forma de
dad requerida en aquel momento. (p. 16). heterodoxia, y con ello a la influencia de
El profesor Suances se hace eco de la tesis las tendencias msticas y espirituales re-
procedente de los herederos del 98 litera- novadoras: No vio D. Marcelino que por
rio, segn la cual la plasmacin real de los krausistas corra sangre mstica y que
esa sntesis no fue fecunda (Ib.), y dedica por ello emparentaban con la mejor he-
su estudio a averiguar el por qu de esa terodoxia espaola, que se remontaba al
siglo XVI. Por qu no conect con esa ce concluirse, de haber sido el historia-
mstica? Porque era heterodoxa y perse- dor montas un cristiano liberal en las
guida por Roma y la Inquisicin (p. 72). filas del krausismo, sensible a la tradicin
El profesor Suances sita polticamente a mstico-espiritual libertaria que recorre la
Menndez Pelayo entre el integrismo car- intrahistoria moderna de Espaa!
lista y la Unin Catlica (p. 68), cuando La marcada perspectiva intelectual y
en realidad perteneci a sta agrupacin religiosa con la que el profesor Suances
de Pidal y Mon desde su fundacin y en enfoca la tensin tradicin-moderni-
sus filas lleg a ser diputado y senador del dad en la Espaa contempornea afecta
partido liberal conservador de Cnovas. a esta presentacin de la figura intelec-
La tercera parte, Sntesis de su pen- tual de Menndez Pelayo pues se resiente
samiento histrico y filosfico, elabora de una cierta inadecuacin entre su for-
la concepcin pelayiana de la filosofa, mato, que es el de una introduccin breve
siguiendo principalmente Las ideas filo- y didctica, y su aspiracin discursiva a
sficas de Menndez Pelayo de Muoz demostrar que la esterilidad de la sntesis
Alonso, la concepcin pelayiana de la de tradicin y modernidad, realizada por
historia, apoyndose en Menndez Pe- Menndez Pelayo, radica en su irreducti-
layo. Historia de sus problemas intelec- ble catolicismo romano. Tal vez por esto,
tuales de Lan Entralgo, y la concepcin no queda claro ni el significado, ni el al-
pelayiana de la historia de la filosofa es- cance de esa supuesta infecundidad. Se
paola, siguiendo de nuevo la obra cita- refiere a la proyeccin intelectual de su
da de Muoz Alonso. Me parece forzada figura y de su obra en su tiempo? Afecta
esta sntesis de la concepcin filosfica a la proyeccin, en el nuestro, de su lega-
de Menndez Pelayo, quien se consider do, es decir a su enorme obra histrica y
ms bien un historiador de la filosofa en a la de sus herederos v. g. la obra de Bo-
un perodo crtico, kantiano de la mis- nilla y el desarrollo efectivo de su plan,
ma, y que no tematiz ninguna filosofa, en el caso de la historia de la filosofa
ni la supuso en sus estudios de filosofa espaola? En este ltimo caso, hubiera
espaola, los cuales se desarrollan des- sido necesario precisar el significado y
de sus fuentes documentales en el marco el alcance de esa supuesta infecundidad,
de concepciones historiogrficas como mediante el anlisis de la distorsin que
la hegeliana de ciclo, o la historicista del ha producido su fe catlica fe de car-
carcter histrico-cultural de las filoso- bonero, la llama con Araquistan el pro-
fas, sean sistemticas o crticas. fesor Suances en sus series histricas,
La cuarta parte del libro, titulada clarificar en el estudio de su personalidad
Conclusiones, reconoce, por un lado, las esferas de influencia de sus resortes
la aportacin histrica de Menndez Pe- ntimos, p. e. de su catolicismo, as como
layo que ense a los espaoles a mirar precisar su tipologa intelectual. Pero
la verdad de su pasado tantas veces oculta esto no se hace, o no se hace bien.
por tpicos (p. 122), pero critica, por el La historia de las ideas y de las litera-
otro, al intelectual catlico que no fue ca- turas hispnicas desarrollada por Menn-
paz de someter su fe romana a las exigen- dez Pelayo, y por sus discpulos Bonilla
cias religiosas y culturales de los tiempos San Martn y Menndez Pidal, no fue in-
modernos. Qu sntesis de tradicin y fecunda, ni en su tiempo, ni en el nuestro.
modernidad hubiera tenido Espaa, pare- Los miembros de la generacin del 14 que
mbito para relacionarse con creadores Cernuda arroja luces sobre su propia
nacionales, principalmente con el pintor creacin potica. Al tenor de esta idea, el
Manuel Rodrguez Lozano y con Oc- ensayista afirma que una de las ms lci-
tavio Paz, su protector en Mxico. Por das y originales contribuciones de Cer-
eso, Variaciones sobre tema mexicano nuda para los estudios hispnicos fueron
es, a juicio de Teruel, un libro nico en sus estudios sobre la poesa de Cervantes
el conjunto de la obra madura de Cernu- y Unamuno, pues ejerce las valoraciones
da, una obra particular que revela va- despojado de trivialidades y repeticio-
riaciones sobre las experiencias de un nes crticas, costumbres habituales en
poeta espaol, transterrado en pases de la historia de la literatura espaola. En
habla inglesa, de cuarenta y siete aos este sentido, nos resulta particularmente
de edad, que, al entrar en contacto con interesante el captulo titulado El poe-
su idea del edn, se olvida momentnea- ta crtico. La vindicacin de Cervantes
mente del exilio y otras prdidas. y Unamuno como poetas, segmento en
El estudio del profesor de Literatura el que el estudioso da seguimiento a las
Espaola de la Universidad Autnoma influencias y dialogismos de estos escri-
de Madrid repasa tambin los roces de tores con la propia visin artstica y del
Cernuda con sus compaeros del grupo mundo del escritor sevillano.
del 27, desencuentros y malentendidos Destacable es tambin el captulo fi-
ocasionados por los celos literarios del nal de Los aos norteamericanos de Luis
poeta sevillano hacia figuras como Jorge Cernuda. En el apartado, Teruel diserta
Guilln, Pedro Salinas o Dmaso Alonso, sobre Desolacin de la quimera, poe-
recogidos en epistolarios entre los propios mario que es considerado como el testa-
escritores; a estas fricciones suma Teruel mento potico de Cernuda: en l se hace
la constante percepcin de Cernuda de balance de la vida y se ajusta cuentas con
sentirse menospreciado e ignorado por sus su tiempo. El presentimiento de la muer-
paisanos, una apreciacin equivocada del te cercana y el estado de conciencia de la
poeta, pues su obra no ha sido condenada vejez dota a esta coleccin de poemas de
al olvido, como nunca fue un poeta olvida- una conjuncin temtica que va de la rela-
do. Tampoco descuida el estudioso el tra- cin conflictiva con Espaa hasta sus pre-
bajo ensaystico de Cernuda, una actividad ocupaciones sustentadas en los problem-
ejercida lo seala el autor en el captulo ticos nexos del artista con el mundo. Pese
que dedica a la prosa analtica al amparo a los hundimientos, el creador se redime
de su arte potico, como bien lo expresa el mediante su voluntad imaginativa, ya
bardo en una entrevista a una revista ma- que Cernuda enfatiza el investigador,
drilea, y que Teruel reproduce en su tex- concibe y experimenta que la tentativa
to: la crtica no es para m sino producto potica y la fuerza del desdn son respec-
marginal de la actividad potica. tivamente las nicas formas de salvacin
Nos interesa subrayar la observacin y defensa frente al no saber vivir del poeta
de Teruel sobre la crtica literaria de Cer- verdadero en parte alguna. De acuerdo
nuda, una actividad practicada siempre con la lectura de Jos Teruel, el deseo an-
bajo el paradigma de T.S. Eliot, razn gustiado por huir de la prisin del yo y la
para que el propio poeta se considerara zozobra del ser artstico ante la falta de
un poeta crtico. El acadmico sostie- asideros a su alrededor, es una constante
ne y demuestra que la obra analtica de en todo el itinerario potico de Cernuda.
El genuino legado del creador de Don- esta con una finura y sutileza difciles de
de habite el olvido est ms all de su le- encontrar en otras plumas. De su proceso
yenda superficial y apcrifa; como bien intelectual, de las etapas de su vida y de
refiere el crtico, Cernuda destac por su los encuentros que fue teniendo mante-
honestidad sexual, literaria y poltica que niendo o abandonando a lo largo de su
muestra a un autor entregado a una inque- vida, entre finales de los aos veinte y su
brantable vocacin de poeta, un espritu fallecimiento, acaecido en 1971, nos da
vertical y sensible que supo fusionar la cuenta su editor en una detallada y exten-
esttica con la tica, aunque eso le costara sa introduccin. Un estudio, en definiti-
una situacin marginal ante los predomi- va, de una trayectoria que ana la calidad
nios literarios en el exilio y en Espaa. La de la crtica con la tica. En ese proceso
moral y la lgica cernudianas apuntaron de la aventura al orden que Rdenas
en todo momento hacia la nobleza huma- marca en torno a la fecha de 1936, dej
na; ste es el testimonio de un hombre y de Torre textos de referencia, incluido su
de un esteta que con su vida y obra siem- libro, Literaturas europeas de vanguar-
pre apel a la individualidad por encima dia (1925), algn artculo que result po-
de la visin rampante de la ideologa. lmico como aquel Madrid, meridiano
Alguna vez Cernuda escribi que la intelectual de Hispanoamrica (1927) y
finalidad de su disertacin sobre el autor otros clarividentes como El existencia-
de El Quijote no era descubrir a Cervan- lismo en la literatura (1948). Fue, preci-
tes, sino descubrirnos a nosotros, hom- samente, en este artculo donde puso en
bres de hoy, en Cervantes. A propsito de evidencia las bases ideolgicas del nazis-
lo expresado por Cernuda sobre Cervan- mo, fermentadas muchos aos antes al
tes, el libro de Jos Teruel no solo nos calor del nihilismo existencialista y por
convida a (re)descubrir al poeta andaluz ello se adelant en aos a la posterior po-
en su andadura existencial y literaria por lmica sobre la adscripcin de Heidegger
tierras americanas, sino a descubrirnos a al nacionalsocialismo que algunos han
nosotros mismos en Cernuda. querido deslindar de los fundamentos de
su propia obra.
Carlos Vadillo Buenfil Fue un hombre de equilibrio, prxi-
mo al proyecto que, desde Argentina, se
propici como El puente; intelectual vin-
TORRE, GUILLERMO DE, De la aventura culado, tambin, al proyecto de nsula, la
al orden. Seleccin y prlogo de Do- revista impulsada por Enrique Canito y
mingo Rdenas. Madrid, Fundacin Jos Luis Cano que tan importante papel
Banco de Santander, 2013, 395 pp. desempe para que las relaciones entre
los autores del exilio y quienes haban
Esta magnfica edicin de Guillermo quedado en la Espaa de la posguerra
de Torre, llevada a cabo por el profesor no se despearan, Guillermo de Torre
de la Universidad Pompeu Fabra de Bar- abord siempre que pudo las relaciones
celona, Domingo Rdenas, pone al lector entre esos grupos, buscando su enten-
ante uno de los ensayistas ms brillantes dimiento. Por este motivo, no dud en
con que ha contado Espaa. Iniciado en reivindicar figuras que quedaron ads-
la potica vanguardista, pronto se asent critas al tradicionalismo espaol como
en labores de crtica literaria, realizada Menndez Pelayo (Menndez Pelayo y
las dos Espaas 1943). A este propsito pero no rompa del todo con quienes se
seala Rdenas que adopt una actitud alinearon con los triunfadores, desde Gi-
conciliadora desde la que pudo separar al mnez Caballero con quien colabor en
gigante de la erudicin, equiparable en La Gaceta Literaria, hasta Gmez de la
su capacidad de reconstruccin del pasa- Serna o Eugenio Montes; y con Amrico
do a los grandes historiadores del siglo Castro, Juan Ramn Gimnez, Juan Ma-
XIX los Mommsen, Gibbon, Burkardt o richal, Len Felipe, Juan Larrea, etc. Esas
Macaulay, citados por Torre-, titn ad- dos Gavetas literarias, incluidas en esta
mirable, del que denomina banderizo, edicin, completan otros epistolarios ya
el tradicionalista recalcitrante, el fbico publicados (Las letras y la amistad. Co-
de la heterodoxia (sobre todo catlica), rrespondencia (1920-1958) Alfonso Re-
el reaccionario polemista y rgido, sobre yes-Guillermo de Torre. Edicin de Car-
el que el rgimen franquista haba el mo- los Garca, 2005; Gacetas y meridianos:
numento falaz de un Menndez Pelayo Correspondencia Ernesto Gimnez Ca-
monoltico precursor del nacionalcatoli- ballero/Guillermo de Torre ( 1925-1968),
cismo (p. XLIII). Podramos aadir Ed. de Carlos Garca y Mara Paz Sanz)
que vamos sabiendo que Menndez Pe- son muy ilustrativas de la personalidad
layo fue mejor tratado por la tradicin re- de este espaol que termin emparentado
publicana que por la franquista. No dud, con la familia Borges, que pas una par-
tampoco, en posicionarse en polmicas te importante de su vida en Argentina en
como la mantenida por Julin Maras y dos periodos, el segundo (1937-1971) su
Robert G. Mead. El artculo publicado en etapa definitiva, como califica Domin-
La Torre (Puerto Rico, 1953), Hacia una go Rdenas a estos largos aos en los que
reconquista de la libertad intelectual, mantuvo siempre una actitud inequvo-
propona una posicin equilibrada, que camente contraria al rgimen franquista
no distanciada, entre quienes no admi- desde un liberalismo que fue republicano
tan nada positivo en la Espaa interior, y puede calificarse luego de socialdem-
tras la guerra civil y quienes se reivindi- crata (p. LV). Desde esa actitud cola-
caban como lo hizo el propio Maras. La bor en nsula, en ndice mas, tambin,
clave estaba, lgicamente, en la necesaria en Papeles de Son Armadans, la revista
libertad intelectual que toda vida humana de Camilo Jos Cela, al igual que lo hi-
necesita y con ella el trabajo de creacin cieron otros muchos exiliados, incluida
filosfica, literaria o cientfica. Entraba la propia Mara Zambrano. Y no perdi,
as en una fecha aun bien temprana en un ms bien lo contrario, su dedicacin a las
debate aun por cerrar, al menos en lo que letras americanas que se tradujo en libros
al exilio filosfico se refiere (y, tambin, importantes: Tres conceptos de literatura
muy probablemente al literario como se hispanoamericana (1963); Al pie de las
desprende del libro de Fernando Larraz, letras (1967) y Claves de la literatura
El monopolio de la palabra. El exilio in- hispanoamericana (1968). Al final de su
telectual en la Espaa franquista, 2009). vida le qued, por las letras, su fervor in-
Quiz su adscripcin al grupo de los declinable, ms all de escepticismos o
self-emigred le pona en una posicin fa- presiones desnaturalizadoras (p. LVII).
vorable para conseguir este objetivo, al Una muy cuidada edicin la realizada
tiempo que mantena relaciones con los por Domingo Rdenas, en definitiva, con
representantes ms relevantes del exilio una seleccin de textos basada en el co-
el profesor Granjel, las sugerentes aper- mo. Traductor al latn de primera lnea,
turas hacia entornos histricos de Jon los dos textos en su lengua materna (un
Arrizabalaga, o la sntesis comentada pequeo tratado sobre la peste y el mo-
de Javier Puerto. En el artculo de este numental Dioscrides, mucho ms que
ltimo se aporta, adems, una completa una traduccin) nos ofrecen una escritu-
bibliografa sobre la vida de Laguna. ra incisiva, gil y fresca. No en vano An-
Pgina a pgina, a lo largo del libro tonio Gamoneda afirmaba no entender
vamos construyendo y repasando lo la inclusin de Laguna en la historia de
esencial de Laguna. Acerca de su trayec- la ciencia y no en la de la literatura. De
toria vital, se nos relata la de un hombre esto, no obstante, as como la relacin de
cuya curiosidad y circunstancia le obli- Cervantes con el Dioscrides, algo nos
ga a peregrinar por una Europa en efer- dice Javier Puerto en su artculo.
vescencia; el aprendizaje al lado de los Lo que s aborda una mayora de los
mejores especialistas; el ingente trabajo coautores del libro es la famosa polmi-
como traductor, del griego al latn, es- ca sobre la autora de la novela(?) Viaje
pecialmente; los xitos en el tratamiento de Turqua. Con ms o menos vehemen-
de la peste en la ciudad centroeuropea cia, se opta por Laguna como su autor,
de Metz; la prolongada estancia en Italia en la tesis clsica de Bataillon, supe-
en busca de simples medicinales y todo rando incertidumbres posteriores. Los
sea dicho de posicin social; la partici- trminos de la polmica nos los aclara
pacin en camarillas mdicas de papas y perfectamente Puerto en su artculo.
cortes; la mediacin diplomtica en con- El otro asunto, ligeramente tratado en
flictos entre protestantes y el imperio el texto de Antonio Horcajo, es el del euro-
De su obra, se resalta la actividad es- pesmo de Laguna. Dejando al margen su
pecficamente cientfica. Se reitera aqu y propia vida empapada de geografa euro-
all, como hombre tpicamente renacen- pea, coincidimos con la tesis del nuevo
tista, su apuesta por la racionalidad, en premio Prncipe de Asturias, Joseph P-
un momento donde a menudo es difcil rez, segn la cual nos hallamos ante el pri-
diferenciar la ciencia de la magia, confu- mer europesta de la historia, si entende-
sin en la que el propio Laguna cae oca- mos por Europa una unidad cultural, ms
sionalmente, sin contradiccin si nos ate- all de lo meramente geogrfico o poltico.
nemos al contexto histrico. Se pondera Por ltimo, no se trata con la exten-
su actitud experimental ante el trabajo de sin que requerira un volumen dedica-
campo y ante el enfermo. Se justifica su do a la obra integral de Laguna y no
fidelidad a la anatoma clsica, pese a lo slo a su quehacer cientfico el influjo
cual se le atribuye algn descubrimiento del erasmismo en el mdico segoviano,
novedoso en el sistema urinario. pese a que tal lnea de pensamiento no
De la faceta humanista de Laguna est solo presente en su labor diplom-
hay un par de aspectos importantes que tica o en sus comentarios irenistas, sean
no son tratados especficamente, aunque conciliadores o mordaces, sino en mu-
inevitablemente son apuntados en alguna chas, creemos, de sus actitudes raciona-
de las colaboraciones del libro. Nada que les hacia la actividad teraputica.
objetar, pues se trata de reivindicar al La- En definitiva, estamos ante un libro
guna cientfico. Nos referimos a su capa- confeccionado por especialistas de pri-
cidad literaria y a su conocido europes- mer orden en historia de la ciencia, que
recopila lo que hoy conocemos sobre sofo como la nmina de autores y asuntos
la obra cientfica de Laguna y, cuando que aqu se atienden y se explican basta-
menos, sugiere, a quien as lo estime, ran para augurar xito editorial al libro.
caminos para el conocimiento de nues- No obstante ello, esta compilacin
tros mejores valores intelectuales de la no es una simple reunin acumulativa o
historia. Una obra saludable. yuxtapuesta de breves ensayos sobre un
aspecto u otro de la obra de un filsofo,
Juan Manuel Moreno sino un medido volumen, muy acertado
en el tono, en la seleccin de colabora-
dores y en la estructuracin del mate-
VV. AA., Gua Comares de Ortega y rial. Exceptuando la tarea individual de
Gasset, Ed. de Javier Zamora Boni- cada autor, sobre la que sumariamente
lla. Granada, Comares, 2013, 372 pp. hablar ms adelante, gran parte de este
juicio positivo reside en el editor, Javier
Con la palabra gua queremos sig- Zamora Bonilla, director del Centro de
nificar tanto la persona que nos dirige o Estudios Orteguianos. El planteamiento
acompaa, para mostrarnos la o una di- del volumen no parece inclinarse hacia
reccin, llamar nuestra atencin sobre las una mera antologa, en la cual, el gus-
cosas notables de una ciudad o de un mu- to o la opinin personal del antlogo
seo, cuanto un tratado que nos encamina puede incluso ser causante de una vi-
hacia esos mismos intereses. Material o sin demasiado sesgada de lo ofrecido.
figuradamente. El nmero tres de la ini- Cuntas veces una escuela filosfica, un
ciativa editorial sobre la que ahora damos pensamiento determinado, o simplemen-
noticia, teniendo como precedente inme- te una escuela literaria, han sido recibi-
diato un magnfico volumen sobre Zubiri, dos de manera quizs equvoca por una
est dedicado al pensamiento de Jos Or- seleccin desafortunada o desnivelada.
tega y Gasset. El libro, que por su formato Viceversa tambin, y ello forma parte
y ttulo nos retrotrae a las guas de viaje del juego diacrnico del conocimiento.
con mapas y otras orientaciones tiles que En este caso, el editor ha puesto sobre
se suelen llevar en el automvil o adqui- la mesa el juego metafrico de los cami-
rir antes de un viaje, es una antologa de nos y los mapas de las guas, sin caer en
textos, escritos por especialistas, sobre un enfadoso alegorismo, y nos propone
aspectos diversos de la obra del pensador la posibilidad de elegir distintas rutas,
madrileo. La iniciativa puede ser sim- diferentes aproximaciones, senderos y
plemente atractiva por el tema elegido y hasta callejones, esto es, un cierto para-
su carcter abarcador, escogido y a la vez lelismo con la puesta en valor orteguiana
amplio, que dadas las caractersticas del de su crtica al racionalismo: el hombre,
mundo del siglo XXI, con sus energas en cada perspectiva, construye de nuevo
tan dispersas y sus voraces estmulos, fa- la verdad de cada objeto desde elemen-
vorecen cierto retorno al enciclopedismo tos vitales, sociales o histricos. Pero,
medieval de las summae. Una especie de adentrndonos en el razonamiento, este
resumen, de vademcum, de breviario o perspectivismo no es propio nicamente
de reader, a los que estamos tan acostum- del sujeto que percibe sino un compo-
brados pero que, a menudo, resultan tan nente de la realidad que se nos expresa
tiles para fines acadmicos. Tanto el fil- en cuanto perspectiva. La razn vital e
al arte..., en fin, a una mirada de intere- nantes como la famosa metfora del bos-
ses que, con seriedad y elegancia, posee que de la Herrera tuvo en la evolucin
por su propia naturaleza un principio de de su manera de pensar durante los crucia-
inters que trasciende la recepcin estric- les aos veinte del siglo pasado. Los pri-
tamente filosfica hasta hacerse familiar meros aos treinta, el perodo acadmi-
e ntima a otros saberes como la tcnica, camente ms productivo y filosficamente
la historia o la esttica, por citar algunos. ms decisivo de su biografa intelectual,
Desde estas premisas, la estructura- es responsabilidad de Jos Lasaga Medi-
cin del libro ha tomado cuerpo en un na. En los cursos universitarios de este fin
paralelismo organizador que ana la vida de dcada y hasta la mitad de la siguiente,
y la produccin orteguianas mostrando la las ideas de Ortega cuajan en diferentes
evolucin de su filosofa apegndose, casi cursos acadmicos, predominando Qu
cindose, a las producciones fundamen- es filosofa?, donde el comienzo de la fa-
tales que permiten, sin un sistematismo mosa segunda navegacin a que apel
inmovilista y rgido, explicar las fases ms el autor al final del prlogo a sus Obras
relevantes de un pensamiento en constan- de 1932 no es una promesa de futuro sino
te progresin y crecimiento. De las cuatro la constatacin de que las bases que ha-
partes en que se divide esta gua, es qui- cen de las ideas orteguianas algo propio
zs esta primera la ms uniforme pese a y reconocible (la razn vital e histrica, el
la heterogeneidad de los autores, ya que inters en la vida humana como centrali-
la disposicin diacrnica y la primaca de dad en el acto de filosofar, la bsqueda de
una serie de textos nos retrotraen a la ge- un mtodo...) han sido plenamente desa-
neral, pero segura, descripcin de la cro- rrolladas. Hasta los aos cuarenta, con el
nologa vital y productiva de Ortega, casi hiato doloroso y triste de la Guerra Civil,
en perfecta consonancia. La Biografa de ocupa su espacio Javier Zamora Bonilla.
una filosofa se compone de seis ensayos. En l analiza con detenimiento el concep-
El primero, de Pedro Cerezo Galn, uno to de razn histrica, complemento y co-
de los especialistas determinantes en las rrespondencia enhebrada de la razn vital,
actuales y ms desprejuiciadas interpreta- pues no de otra manera puede enlazarse el
ciones orteguianas, nos acerca a los aos raciovitalismo, desde su rechazo a la razn
de formacin del filsofo, su pasin por cartesiana, con el fluir de la realidad, en
intervenir en el debate sobre Espaa, el tanto razn mvil, viviente, constructiva,
viaje a Alemania y el neokantismo y sus plena de historicidad, enlazando as con
primeras superaciones. Este esquema cli- Vico y despus con Dilthey a travs del
mtico, que cristaliza agrupndose en las mtodo de las generaciones. Durante los
publicaciones de una poca determinada, aos cuarenta predomina en Ortega un in-
y que se repetir en todas las aportaciones, ters especial por establecer los basamen-
llega a su cspide en las Meditaciones del tos de una nueva sociologa a travs de la
Quijote. Javier San Martn dedica su es- teora de los usos. Isabel Ferreiro Lavedn
pacio a los trabajos cercanos a El tema de vuelve a poner de manifiesto que una fi-
nuestro tiempo, aos de transformacin y losofa vital debe atender a la naturaleza
de ruptura, debido a la influencia que la especfica del ser humano en su vertiente
Fenomenologa apuntada ya por Pedro personal y social. La conferencia y cursos
Cerezo al sealarnos la inspiracin del pri- llamados El hombre y la gente sitan a
mer libro de Ortega en momentos culmi- Ortega a la vanguardia de la sociologa y
en debate con los grandes nombres: We- da como consecuencia necesaria de ofre-
ber, Durkheim, Bergson, o Jhering en el cer casi toda su obra en los peridicos. A
mbito del derecho. El hombre, que vive ello dedica su contribucin Ignacio Blan-
inmerso en las fases de ensimismamiento co Alfonso, pues en el artculo del da se
y alteracin, no puede, por ello, vivir sin concentra un modelo de creacin, quizs
sociedad; desde la costumbre, a la poltica un ejercicio necesario de concentracin:
o la cultura, todo se desarrolla en ese m- atenerse a lo que cabe en ese espacio, y
bito de interrelaciones. La contribucin despus ir preparando concntricamente
final, de Agustn Andreu, cierra con una la estructuracin de los libros, que ya no
reflexin sobre el que sera proyectado y podrn desprenderse de una peculiar he-
escrito unitariamente como libro, La idea chura que los hace inconfundibles. Jess
de principio en Leibniz, pstumo como Conill, por su parte, ya se aleja un poco
en el caso de numerosos cursos desde los de lo que pudiera haber sido el tercer
aos veinte, tan centrales para el conoci- trpode de este enfoque quizs la rela-
miento del raciovitalismo. Frente Leibniz, cin entre la oralidad y los gneros de la
creador de una metafsica de bolsillo, escritura y de la filosofa atendidos por
Ortega parece renegar de toda la filosofa Ortega frente al tratado o al manual, ms
occidental que empez preguntndose por propio de un profesor para hacernos re-
el ser, cuando deba de haber iniciado su flexionar sobre las consecuencias a que
andadura hacindose cargo de la vida, es nos conducira una lectura hermenutica
decir, hacindose razn humana y no so- de la razn vital. Inspirado en Nietzsche,
lamente racional. fundado en Dilthey y dirigido, por ello,
La segunda parte de este libro, Esti- hacia su propio giro fenomenolgico, el
lo de un pensamiento abierto, nos invita modo hermenutico de conocer la vida
a otro modo de reflexionar sobre la ma- se impone de manera superadora a la os-
nera de pensar de Ortega: su modo, sus cilacin entre idealismo y subjetivismo
formas o la materialidad de su escritura. desde la nocin de circunstancia hasta
No cabe duda de que cierta sensacin el estudio de la vida humana.
abrumadora en la lectura de los textos de La tercera parte abre una expectativa
nuestro filsofo proviene, no tanto de un hacia algunos Temas orteguianos centra-
oscurecimiento por prurito y mal enten- les en su obra, no adicionales o liminales.
dido, sino de una propuesta admirable de Atencin prestada, por ello, a sus impul-
uso lingstico y estilstico. No es posi- sores conceptos de meditaciones o sal-
ble separar lo que decimos de cmo lo vaciones, estudiados por Jaime de Salas
decimos, as Ortega se ha convertido en y entendidos como la prctica del pen-
un modelo de escritura literaria en la que, samiento situndose en una perspectiva
a veces de un modo escolar, aprendemos vital el problema de Espaa necesaria
construcciones de frase, etimologas o dentro del contexto de cada ser humano.
suma audacia para encontrarlas, usos La naturaleza del, tambin determinante,
metafricos, perodos... Desajuste en el pensamiento poltico de Ortega, las trans-
que no cree Francisco Jos Martn, dando formaciones y sucesiones en su concepto
luz a la difcil paradoja de la recepcin de del liberalismo, desde La rebelin de las
un modo de escritura que pareciendo lite- masas, tambin texto clave en la socio-
ratura es filosofa. Esa propiedad de ele- loga orteguiana, hasta una tercera fase
gancia corts, y tambin de claridad, se ms conservadora siempre dentro de la
dems, el apoyo prestado por instituciones nos tienden una tupida red de referen-
como la Fundacin Mara Zambrano y la cias y relaciones que conecta los temas y
Facultad de Filosofa de la Universidad los personajes esenciales, o simplemen-
Complutense de Madrid. te relevantes, de la obra completa de la
A Jess Moreno Sanz le debemos, autora, llevndonos cuando la ocasin lo
adems, la Nota Introductoria al volumen requiere a los dems volmenes.
y la valiosa y exhaustiva Cronologa de Si para acercarse comprensivamente
Mara Zambrano, que ampla y corrige a escritos de esta naturaleza de cualquier
sus anteriores cronologas, y que por ello escritor lo primero que se requiere es
se puede considerar definitivamente una prescindir de la deformidad de la mito-
herramienta imprescindible para todos los mana, en el caso de Mara Zambrano
que aspiren a investigar y a profundizar en ese requisito se hace imperioso dada la
el pensamiento de la autora. Logro de Go- deslumbrante belleza y seduccin de su
retti Ramrez seran las Presentaciones a escritura, y habida cuenta del inters apa-
cada una de las dos Partes en que la obra se sionante de su peripecia vital en cuanto
divide, la segunda dedicada ntegramente enmarcada en unas circunstancias hist-
a Delirio y destino y a los escritos inditos ricas sin duda complejas y cruciales para
relacionados con este libro. Si la interven- nuestra misma actualidad. Adems nos
cin de Jess Moreno Sanz le aclarara las hemos aqu con una filsofa, y eso
al lector la complejidad de las relaciones por otra parte exige de ella y de sus lec-
temticas entre todo el conglomerado au- tores, en mucha mayor medida que en los
tobiogrfico-confesional aqu publicado y no filsofos, acertar a reconstruir el hilo
los ncleos filosficos capitales de la razn conductor, la unidad que dio sentido a los
potica, los escritos de Goretti Ramrez le mil avatares de su existencia. Porque en
iluminan y le organizan esa complejidad al estas pginas nos encontramos de todo,
encuadrarla adems en los valiosos esque- absolutamente de todo, y al pensador
mas hermenuticos y narratolgicos de la ms que a otro ser humano se le supo-
investigacin actual en torno al gnero au- ne la necesidad y por tanto la capacidad
tobiogrfico. Se tratara sin lugar a dudas de organizar los fragmentos. Se puede
de la valiosa aportacin orientadora de dos decir que el problema del pensamiento
consumados expertos en la obra zambra- zambraniano, tal vez del pensamiento
niana, su contexto histrico-cultural y su en general, sea ese de la unidad. Pero en
significado filosfico. el caso de Mara la unidad haba que lo-
La estructura de la edicin crtica, l- grarla sin domar la suerte sino, al revs,
gicamente, es en lo bsico la misma para dejando ser a las cosas y a las personas
todos los volmenes, ya publicados o en de su vida a travs de su experiencia de
curso de publicacin. Al concluir el tex- ellas. El estilo confesional del saber de la
to de Mara Zambrano en este volumen experiencia atiende a armonizar los acor-
eso sucede nada menos que en la pgina des siempre disonantes de la vida huma-
1115, se aaden unos Anejos, que en el na. Y esa armonizacin, por va filosfi-
caso que nos ocupa incluiran la Descrip- co-potica, es lo que opera la escritura
cin de cada una de las dos Partes y los zambraniana en estos apuntes, artculos,
criterios de la edicin, aparte, claro est, poemas, delirios, autobiogrficos.
de las correspondientes notas al final. En una vida humana se enzarzan el yo
Unas notas de extraordinaria riqueza que y los otros, la subjetividad y la otredad,
primera seccin, que retoma el ttulo del de la escritura como acto de compromiso
fundamental texto de Zambrano de 1930, poltico con la realidad y de la peculiar
rene las aportaciones de M. Nicoletti, F. antropologa que Zambranoo desarrolla a
Ghia, N. Bombacci y L. M. Durante, en partir del concepto de crisis.
las que los autores subrayan el carcter Por ltimo, el fascculo de Humanitas
histrico, temporal, comunitario y liberal se enriquece con un interesante aparta-
de las reflexiones polticas zambranianas. do de documentos con traducciones de
Los textos de S. Bignotti, A. Buttarelli, cartas de Mara Zambrano a Pablo de
E. Nobili, C. Zamboni, W. Tommasi y F. Andrs Cobos y a Jos Ortega y Gas-
Falappa, reunidos en la segunda seccin, set, hasta ahora inditas en italiano y al
se centran en uno de los sentidos fun- cuidado de L. Parente y de E. Trapanese.
damentales de lo poltico en Zambrano: Bien conocido es el intento zambrania-
la relacin de las mujeres con la polis, su no de rehabilitar filosficamente gneros
vnculo material-maternal y fraternal literarios que han quedado al margen,
con la realidad, entendido no como un re- excluidos y hasta humillados por no ser
siduo, sino como algo pasivo y creador al sistemticos, por ser considerados para-
mismo tiempo, fecundo y capaz de ofre- filosficos, literatura y nada ms: entre
cer una alternativa a la lgica tradicional ellos, los epistolarios, gnero que en la
impuesta por los vencedores, de ofrecer vida y en la obra de la filsofa tuvieron
otro trato con la alteridad como en un papel central, pero, pese a esto, poco
el caso de la figura de Antgona. En la estudiado. Los documentos ofrecidos en
tercera seccin, que retoma el ttulo de esta seccin tienen entonces el mrito
otra obra fundamental de Zambrano de no slo de arrojar luz sobre la gnesis
1958, las contribuciones de S. Piromalli, del propio pensamiento zambraniano
R. Mancini y L. M. G. Parente ofrecen en relacin con el pensamiento de sus
reflexiones que ataen a temas centrales maestros e interlocutores filosficos y
del pensamiento de la filsofa velea, literarios, sino tambin el de ofrecer in-
como la hospitalidad, la piedad, las rela- formaciones sobre figuras desafortuna-
ciones entre cristianismo y democracia, damente poco conocidas (como el caso
la dimensin filial de nuestra existencia del maestro Pablo de Andrs Cobos, inte-
y la memoria como factor de responsabi- lectual de gran sensibilidad y figura clave
lidad poltica. La ltima seccin, dedica- del dilogo entre la Espaa interior y los
da al tema de Europa y su agona, recoge exiliados) y detalles sobre figuras como
los textos de S. Zucal, M. Mariani y A. la de Ortega y Gasset a travs de la atenta
Fronza, quienes enfocan su mirada en la y heterodoxa mirada de su discpula.
propuesta zambraniana para la salvacin Humanitas, que en 2012 (LXVII, 3)
de lo humano y de la dimensin comuni- ya haba publicado un indito de la fil-
taria de Europa, a travs de un replantea- sofa espaola sobre Miguel de Molinos,
miento de la relacin con lo divino, con la se configura como un punto de referen-
muerte y con el nacimiento. cia indispensable para todos aquellos que
Cierra el fascculo una seccin titula- quieran acercarse y profundizar en el es-
da Educare e scrivere come atti politici, tudio de Mara Zambrano y de las mlti-
que rene las contribuciones de A. M. ples vertientes de su pensamiento.
Pezzella, A. Fronza y C. Brentari, centra-
das en el anlisis del papel del maestro, Elena Trapanese
CASTILLO FERRER Y RODRGUEZ, MI- joyas que reivindican el libro como obje-
LENA, Diez ensayos sobre Realidad. to de culto, apetecible a la vista y al tacto.
Revista de Ideas (Buenos Aires,
1947-1949), Granada, Fundacin
Francisco Ayala/Universidad de Gra- GARRIDO ARDILA, JUAN ANTONIO (COORD.),
nada, 2013, 271 pp. La narrativa subversiva de Unamu-
no. En el centenario de Niebla (1914-
Los ensayos que componen este vo- 2014), nmero monogrfico de nsu-
lumen fueron presentados en el Simpo- la, 807 (marzo de 2014), 36 pp.
sio Internacional En torno a Realidad.
Revista de Ideas (Buenos Aires, 1947- La obra de Unamuno, en todas sus
1949) que tuvo lugar en Granada los das vertientes, est ms en alza que nunca en-
22 y 23 de febrero de 2013, organizado tre lectores y estudiosos. En el centenario
por la Fundacin Francisco Ayala y por de la publicacin de Niebla, la revista
el Departamento de Literatura Espaola nsula ha dedicado uno de sus monogr-
de la Universidad de Granada. Ser rese- ficos a las novelas de Unamuno, con un
ado de manera ms extensa en el prxi- total de diez artculos que reconsideran
mo nmero de esta revista varios aspectos de la novelstica unamu-
niana. Coordinado por Juan Antonio Ga-
rrido Ardila, uno de los grandes expertos
CHACEL, ROSA, La lectura es secreto. en la obra de Unamuno y, actualmente, el
Prlogo de Ana Muia, Madrid, La mejor conocedor de Niebla, este nme-
linterna sorda, 2014, 319 pp. ro cuenta con las colaboraciones de un
equipo internacional de destacados una-
Esta bella edicin recoge textos de la munistas procedentes de Espaa, Reino
escritora vallisoletana publicados por J- Unido, Estados Unidos, Italia, Suiza y
car en 1989. El lector puede acceder de Dinamarca.
nuevo a escrituras, secretas por haber En el artculo introductorio, Miguel
sido publicadas ac y all, a lo largo de de Unamuno: gnesis de la novela con-
su vida sobre los muchos personajes que tempornea, Garrido Ardila lanza una
conoci, ley y admir. Sin duda, el es- rpida pero detallada mirada a la trayec-
crito poco despus del fallecimiento de toria de la novelstica de Unamuno, de-
Jos Ortega y Gasset de quien se consi- nunciando algunos lugares comunes pre-
der discpula y publicado en La Nacin sentes an en los estudios sobre el tema y
de Argentina es de los ms importantes. apuntando una serie de direcciones para
Este Ortega a otra distancia merece futuros trabajos. Garrido Ardila recuerda
ser ledo de nuevo ahora que se celebra cmo hace solo dos aos Jon Juaristi ca-
el centenario de Meditaciones Mas la lificaba el concepto nivola de broma
fina pluma de Chacel se percibe en cada sin mayor trascendencia, afirmacin que
lnea de cada uno de los textos que se pone como ejemplo de hasta qu punto
leen con verdadero inters. se ha malentendido la idea que Unamu-
Sirva, tambin, esta breve aproxima- no tena de la novela como gnero. Por
cin al libro de Rosa Chacel, como re- el contrario, el coordinador de este vo-
conocimiento a los nuevos editores que lumen nos recuerda la irona del prlogo
estn publicando, con esfuerzo, pequeas de Amor y pedagoga como ejemplo del
tono burln con el que Unamuno se rebe- paratexto en la obra narrativa de Miguel
laba contra los crticos que se resistan a de Unamuno. Una gua intencional, por
aceptar las innovaciones tcnicas. Con el Bndicte Vauthier, estudia la variedad
mismo propsito, explica Garrido Ardi- de prlogos y eplogos en las novelas de
la, Unamuno inventa el trmino nivola, Unamuno para valorar su funcin terica.
con el que se burla de los crticos puris- Ejemplos de intertextualidad unamunia-
tas para decretar que l escribe un tipo de na: moscas, abejas y cochorros, por As-
novela nueva. Esa novela renovada que sunta Scotto di Carlo, pasa revista a las
Unamuno lider en Espaa es la misma alusiones que a los animales del ttulo
que por entonces se publicaba en otros se hacen en varias novelas de Unamuno.
pases de Europa. Para Garrido Ardila, El artculo de Scotto di Carlo se vuelve
las novelas de Unamuno deben conside- una reivindicacin de la originalidad de
rarse hermanas y en muchos casos pre- Unamuno en contra de quienes lo han
cursoras de sus correspondientes euro- descalificado por supuestos plagios, pues
peas (y nombra a autores como Virginia demuestra que el autor vasco reconoca
Woolf, James Joyce y Marcel Proust). La los orgenes de sus citas encubiertas.
nivola, como concepto literario, sera Los dos artculos siguientes alaban la
pues la novela modernista europea, pero profundidad filosfica de las novelas de
tambin una clara precursora de muchas Unamuno. En Ser, existencia y forma en
caractersticas de la novela postmoder- la novela unamuniana, Katrine Helene
nista espaola. Partiendo de esa base, Andersen defiende la idea de que Una-
Garrido Ardila explica la evolucin del muno pens sus novelas como modos de
novelar de Unamuno y cmo fue ensa- expresin de su filosofa. Claves para una
yando diferentes tcnicas modernistas aproximacin a la hermenutica unamu-
como la interiorizacin o la irona. niana, por Gemma Gordo Piar, explica
Esta amplia introduccin se sigue de brillantemente y con gran precisin cmo
los otros nueve artculos, sobre varios el conocimiento que Unamuno tena de la
aspectos de las novelas de Unamuno. hermenutica filosfica result clave para
Unamuno y cmo se hace el gnero de su concepto de la novela como gnero.
la novela, de Jane Neville, relee Cmo se Los ltimos tres artculos estn dedica-
hace una novela para destacar en ella el dos a Niebla como ejemplo superior de las
empleo de la narracin non-eventual, novelas de Unamuno. En El autor-Dios
tpica de la novela modernista europea, a de Niebla: agonismo e irona romntica,
la vez que explica que esa misma carac- Julio Jensen escribe sobre los paralelis-
terstica la sita como la obra precursora mos que hace Unamuno entre la relacin
del postmodernismo. El artculo de Luis autor-lector y la relacin Dios-hombre,
lvarez Castro, Nivola y metaficcin que entiende como una caracterstica ro-
en la narrativa espaola de Vanguar- mntica. La ruptura originaria y sus ecos
dia, tambin alaba a Unamuno como en Niebla, por Sergio Arlandis, repasa
maestro de la metaficcin y recuerda el algunos componentes existencialistas en
nmero de novelistas que otros crticos Niebla. Edward Friedman, en La niebla
han presentado como continuadores de metonmica: Unamuno y yo presenta las
la metaficcin unamuniana, por ejemplo ideas que marcaron el modo en que tradu-
Ramn Gmez de la Serna, Benjamn jo Niebla al ingls, con el ttulo Into the
Jarns, Rosa Chacel, Max Aub, etc. El Mist (Juan de la Cuesta, 2011).
Este nmero de nsula ofrece a los LAVN BEDIA, ROBERTO, Beato de Liba-
lectores interesados por Unamuno un gru- na. Un poltico europeo de su tiempo.
po de ensayos importantes e innovadores Rasgos de su personalidad forjada
que nos ayudan a entender mejor la razn por el entorno muslime y reflejada
de ser de sus novelas. Es una excelente y en las fuentes. Santander, Librucos,
esencial aportacin a los estudios unamu- 2014. pp. 204.
nistas, lograda por el esfuerzo conjunto de
un equipo internacional de profesores, di- Beato de Libana es una apasiona-
rigidos por el buen hacer de Garrido Ardi- da y sesuda revisin de la figura intelec-
la, que se ha convertido ya en un reconoci- tual de ese monje de San Martn de Tu-
do estudioso de las novelas de Unamuno. reno en su contexto hispnico y europeo
del ltimo tercio del siglo VIII. Roberto
Lavn subraya acertadamente la trascen-
HALL, ROBERT H. Y ARELLANO, JOS dencia histrica que tuvo la posicin in-
SALVADOR, La casustica. Una meto- telectual de Beato de Libana en un mo-
dologa para la tica aplicada, Uni- mento crucial para la suerte de Europa
versidad Autnoma de Quertaro/Ed. y de la Pennsula Ibrica. Su denuncia y
Fontamara, 2013, 397 pp. crtica del adopcionismo frente a Elipan-
do y a Flix de Urgel, y su aporte origi-
Incluimos este libro que versa en ge- nal a la formacin del mito de Santiago
neral sobre cuestiones de tica aplicada, como patrono de la Espaa cristiana, re-
ordenados en cuatro secciones, porque presentaron posiciones intelectuales de
en la segunda, Casos y asuntos, recoge enorme proyeccin en la configuracin
un muy interesante captulo firmado por poltica de una Pennsula Ibrica en los
J. Patricia Prez Mungua, titulado La caminos de Europa, pues significaron la
desigualdad en la construccin de la so- apertura del incipiente Reino cristiano de
ciedad del Nuevo Mundo (pp. 191-210). Asturias al Sacro Romano Imperio Ger-
La profesora de la Universidad de Quer- mnico, establecido por Carlomagno, al
taro aborda un tema de gran inters para mismo tiempo que la defensa teolgica
los estudiosos del periodo siguiente a la de su independencia frente a la tendencia
conquista en que se establecieron rela- islamizante del arzobispo de Toledo, sa-
ciones entre dominadores y dominados. tisfecho con los beneficios (dimma) de su
La conclusin a que llega la autora es la connivencia con el dominio musulmn
siguiente: En su conjunto, la poblacin del Emirato independiente de Crdoba.
americana conformada por las distintas
migraciones dadas a partir del siglo XVI
cre un todo desigual que fue constru- LPEZ SENZ, M. DEL CARMEN, Dos fi-
yndose en distintos momentos en los losofas del Sentir: M. Merleau-Ponty
que la vulnerabilidad de sus componen- y M. Zambrano. Perspectiva fenome-
tes variaba del maltrato abierto, al intento nolgica, Saarbrcken, Alemania,
de control y la proteccin, las perspecti- Editorial Acadmica Espaola, 2013,
vas cannica y jurdica permiten compa- 225 pp.
rar derechos y el lugar social que ocup
cada componente segn la distancia que El estudio que M. Carmen Lpez
tenan con Dios y con el rey. Senz ofrece en este libro, lejos de ser
un mero anlisis comparativo entre la PATIO PALAFOX, LUIS AARN, Juan Gi-
obra de Merleau-Ponty y la de Zambra- ns de Seplveda y su pensamiento
no, constituye una reflexin abierta, ri- imperialista, Mxico, Novohispania,
gurosa y fructfera en torno a un tema 2013, pp. 306
filosfico compartido por el fenomen-
logo francs y la filsofa espaola: el Es la segunda edicin del bien cono-
sentir, entendido como una dimensin cido libro de Luis Patio, profesor de la
previa a las tradicionales dicotomas UNAM, quien publicara la primera hace
sujeto-objeto, alma-cuerpo, actividad- ya seis aos. Buena muestra del inters
pasividad. La peculiar y atenta mirada de la obra es que vea ahora una nueva
de la autora reconocida investigadora edicin que el propio autor, confiesa,
en el campo de la fenomenologa nos apenas ha retocado. Los tres primeros
invita a leer las propuestas de ambos captulos del libro estn dedicados a los
pensadores desde una perspectiva con- precedentes sobre la esclavitud y la ser-
ciliadora, que encuentra en el dilogo vidumbre en la tradicin cristiana y los
con las filosofas de Bergson, Husserl y ms inmediatos de la conquista, mien-
Ortega y Gasset entre otros las herra- tras que el ltimo versa especficamente
mientas para interpretar la rehabilita- sobre Gins de Seplveda. Ah reside
cin de lo sensible, el ensanchamien- lo ms importante de esta monografa
to de la razn y el estudio del fenmeno cuyo apartado sobre la polmica india-
de los sueos y del tiempo como puntos na supone una aportacin de fuentes
de contacto entre estas dos figuras clave verdaderamente importante. As lo hace
de la filosofa del siglo XX. notar expresamente para esta edicin la
Dra. Virginia Aspe, directora del pro-
yecto SEP-CONACYT quien amadrina
MARTN LAGO, PEDRO Y MARTN GMEZ, esta investigacin sobre la que se anun-
MARA, Filosofa para despus, Ma- cia su continuacin que aportar ms
drid, Tecnos, 2014, 351, 302 pp. luz sobre la vieja controversia valliso-
letana. Como el propio autor cita en su
Escrito por la profesora de la Univer- introduccin a Francisco Castilla quien
sidad de Salamanca, Mara Martn G- ha trabajado desde Espaa sobre este
mez, y por Pedro Martn Lago, profesor humanista, reconozcamos la inmensa
de Bachillerato, este libro sobre la filoso- labor que en ambos lados se est hacien-
fa y su historia, quiere ser un ensayo de do por esclarecer documentalmente las
cmo filosofar despus de la historia o bases doctrinales sobre las que se basa-
cmo hacerlo desde el reposo y se presen- ron aquellas primeras relaciones entre
ta como una invitacin a leer la filosofa espaoles e indios americanos.
de manera indirecta y sin urgencias. Sus
catorce captulos, el ltimo de los cuales
est dedicado a la filosofa espaola, pre- RODRGUEZ LEAL, SIXTO (COMPILADOR),
tenden explicar la filosofa de la manera Juan Blanco el ltimo filsofo griego,
cmo a los autores les hubiera gustado Madrid, A parte rei, 2012, 301 pp.
que se la hubieran enseado a ellos. Un
ejercicio de reflexin sin pedantera, bien Este libro de filosofa, al modo ma-
escrito y estupendamente editado. chadiano, recoge testimonios de la vida,
la recuperacin del pensamiento portu- periodo del inicio de la misma pero con
gus que tiene una vida muy activa en los matices que l desarrolla con deteni-
el Centro de Filosofa de la mano de su miento en estas pginas.
continuador, el profesor Pedro Calafate. Un buen libro, que se lee con gusto al
Nos hallamos, sin duda, ante una mues- tiempo que se obtiene una visin equili-
tra muy cuidada del estado en que se en- brada de un periodo de la historia de la
cuentra la produccin filosfica de nues- filosofa, clave para entender los siglos
tros amigos portugueses como recono- que han venido despus hasta finales del
cimiento a la trayectoria de un filsofo XX.
de gran formacin, atento a todas las
orientaciones desde su especializacin
en el filsofo alemn, cultivador de la VV.AA., La Institucin Libre de Ense-
tica del deber manteniendo, siempre, el anza y Francisco Giner de los Ros.
gesto amable y humano cuya impronta Nuevas perspectivas, Madrid, Edito-
se percibe en el Centro que deja en le- rial: Fundacin Francisco Giner de
gado. Rigor filosfico y sentido humano los Ros, 2013, 1971 pp.
se anan en este voluminoso libro donde
el lector aprender tanto como sentir el Mencin especial merece la reciente
calor del afecto por el maestro. publicacin de una edicin en tres vo-
lmenes que recoge en orden cronolgi-
co una coleccin de textos de temtica
VILLORO, LUIS, El pensamiento moderno. krauso-institucionista, conjugando los
Filosofa del Renacimiento, Mxico, textos clsicos con algunos textos nove-
FCE/El Colegio Nacional, Coleccin dosos, y en la que se aporta un nuevo
Centzontle, 2013, 171 pp. enfoque a este tema. El eje temtico en
torno al cual se articula esta obra es la
Coincide esta segunda reimpresin Institucin Libre de Enseanza y la re-
de la obra de Luis Villoro, publicada generacin de la educacin en este pe-
por vez primera en 1992, con el falleci- riodo, sobre todo, de la mano del que fue
miento de su autor, acaecido en marzo su principal inspirador y fundador, Fran-
de este ao 2014. Bellamente editada cisco Giner de los Ros. El primer vo-
en la coleccin Centzontle, rene diez lumen aborda el tema del Reformismo
ensayos apoyados en un ndice onoms- Liberal. La Institucin Libre de Ense-
tico y una bibliografa. Son fruto de sus anza y la poltica espaola. El segun-
clases, expuestas a comienzos de los no- do volumen se titula La Institucin Li-
venta, y en ellas Villoro reflexionaba so- bre de Enseanza y la cultura espaola
bre los orgenes de la modernidad en un y el tercer volumen es una Antologa de
momento en que la imagen moderna del textos en la que se recoge una amplia
mundo pareca haber llegado a su final. seleccin de textos histricos que son de
Desde este momento histrico nuestro gran utilidad. En el prximo nmero 20
la reflexin de Villoro sobre la Moder- de la Revista de Hispanismo Filosfico
nidad y sus muchos sentidos adquiere se dedicar una nota extensa a esta obra,
actualidad por el conocimiento que el con motivo del I centenario de la muer-
autor mexicano muestra de la baja Edad te de Don Francisco Giner de los Ros,
Media y el paso al Renacimiento como ocurrida el 17 de febrero de 1915.
Archiwum. Historii Filozofii. I Mysli etc. etc., hasta completar una semblanza
Spolecznej (Archivo de Historia de la justa con la trayectoria del querido cole-
Filosofa y Pensamiento Social), vol ga polaco.
58/2013, Instituto de Filosofa y So- El volumen se cierra con un resumen
ciologa de la Academia Polaca de las de su actividad profesional y la relacin
Ciencias, 390 pp. de publicaciones de Eugeniusz Grski
que proporciona esta visin de su per-
Traemos a estas pginas el volumen sonalidad, al tiempo que se trata de una
que la importante revista de la Acade- herramienta til para futuros estudios.
mia de las Ciencias de Polonia dedica a
la Memoria de quien ha sido gran his-
panista, Eugeniusz Grski. Preparado, FerrolAnlisis, 28, 2013, 365 pp.
inicialmente, como un homenaje a su
trayectoria, su repentino fallecimiento Nos llega el ltimo nmero de esta
lo ha convertido en homenaje pstumo, magnfica revista (algunos de los ante-
absolutamente merecido como recuerda riores ya hemos tenido oportunidad de
su discpulo el profesor Jaglowski en el recomendar en estas pginas) y lo hace
In memoriam que le dedica, en pginas por la amabilidad de Luis Mera, corazn
anteriores de este nmero de la Revista de esta empresa, pues, como recordaba
de Hispanismo Filosfico. Veintitrs son Zambrano, es el corazn, ms que el ce-
los artculos dedicados a su memoria, rebro, la base del pensamiento universal.
entre los cuales el lector podr encon- Y es, precisamente, el corazn el que
trar nombres conocidos del pensamien- sostiene a Luis y a esta hija de papel
to en lengua espaola, tanto de Espaa refinado, cultivado, exquisito, lleno de
como de Amrica, as como de colegas imgenes y de texto cuidado y selec-
polacos del Instituto al que tantos aos cionado. Solo el desconocimiento hace
perteneci. No falta ninguno de los te- que no se aprecien en lo que deben re-
mas que constituyeron su ocupacin e vistas como FerrolAnlisis que acoge
inters en su intensa vida intelectual, in- firmas de mucho nivel, aunque no entre
cluido el que dedica Concha Roldn al en competiciones estriles. Ocho son las
pensamiento del propio Gorski; tampoco secciones en que se dividen los artculos
el dilogo entre Europa y Amrica y los en este nmero, con un importante peso
temas clsicos de la filosofa, entre ellos de la historia. Mas, para los filsofos, es
algunos que implican directamente a la obligado destacar la seccin que, bajo el
historia de Espaa como la polmica de nombre de Carlos Gurmndez, pensador
Valladolid o lo que Francisco Surez sig- tan querido para el grupo editor de la re-
nific como filsofo para la modernidad. vista por buenas razones, est dedicada a
No faltan estudios sobre El Quijote, Una- la figura de la gallega ferrolana, Concep-
muno, la generacin del 98, Ortega, Jos cin Arenal. Seis son los artculos que la
Luis Cano; ni sobre algunos filsofos del conforman y constituyen una aproxima-
exilio como lo fue Ferrater Mora; y, fi- cin completa a la figura de esta mujer,
nalmente, tampoco faltan las reflexiones pionera en la lucha por los derechos de
de orientacin americanista sobre inter- quienes habitan la prisin en algn tiem-
culturalidad, teologa de la liberacin, po de la vida.
y principios estticos que rigen la poti- artes, a fin de generar un dilogo entre las
ca de Jos-Miguel Ulln, a travs de un problemticas concretas abordadas por el
anlisis pormenorizado de las particula- autor y aquellas investigaciones orienta-
ridades que fundamentan su poesa. Para das a interpretar procesos afines.
ello, el estudio se ha centrado no slo en Haciendo especial hincapi en la re-
los libros de poesa publicados por el au- flexin que la esttica ullanesca establece
tor, sino tambin en aquellos otros textos entre arte y realidad, ha sido la compleja
que mantienen una afinidad y dependen- trama de relaciones procedimentales y
cia esttica con respecto a los primeros. de pensamiento descrita por su poesa la
De este modo se ha pretendido solventar que ha guiado el desarrollo de este tra-
las posibles deficiencias que un examen bajo. Asimismo, el carcter inestable de
excesivamente restrictivo del corpus pu- esta escritura es el que ha determinado
diera ocasionar a la hora de comprender una caracterizacin basada en la incerti-
una actividad discursiva poco atenta a la dumbre, multiplicidad y desplazamien-
norma y de lmites difusos. tos poticos planteados por el proyecto
El mtodo de trabajo adoptado ha per- textual de Jos-Miguel Ulln. En este
seguido, pues, respetar en todo momen- sentido, el anlisis y exposicin de ta-
to esa versatilidad que determina a esta les atributos ha quedado dividido en tres
poesa, sin renunciar no obstante a expo- grandes secciones, que componen la es-
ner sus propsitos y principales lneas de tructura de esta tesis doctoral.
actuacin. Asumiendo de esta manera el As, en primer lugar, el estudio se ha
rechazo que la propuesta del poeta mues- ocupado del contexto creativo y terico
tra con respecto a las categorizaciones de que envuelve la poesa de este autor. A
naturaleza firme y excluyente, esta tesis lo largo del captulo que da inicio al tra-
ha buscado profundizar en los ncleos de bajo, se ha profundizado en los ms des-
conflicto esttico a los que se enfrenta: tacados discursos de legitimacin y ex-
la mecanizacin de la experiencia y sus gesis que, durante la segunda mitad del
cdigos representativos, la tendencia a siglo XX, trataron de describir el rumbo
diluir posturas complejas en binomios de la lrica espaola contempornea. El
incompatibles, la normalizacin de las propsito perseguido en esas pginas
hablas o la pugna en favor de lo idntico ha sido el de medir cmo ha incidido el
y reconocible. Tal perspectiva investiga- modo de estructurar la realidad potica
dora responde, por otra parte, a la volun- nacional de tal periodo en el proceso
tad de asumir dos objetivos fundamenta- de formacin y recepcin de la poesa
les: de un lado, destacar la escritura de escrita por Ulln. Se ha intentado clari-
un poeta que fundamenta su reflexin y ficar, pues, cules han sido las dinmi-
prctica esttica en el disenso frente a lo cas formativas de los idearios poticos
consumado y, de otro, hacerlo a travs de ms arraigados en los estudios literarios
diferentes modelos de pensamiento que de nuestro pas para, en un segundo
abogan por una concepcin de la litera- momento, poder ubicar a Jos-Miguel
tura en trminos de produccin crtica de Ulln en relacin a esos mismos para-
sentido en el lenguaje. Ha resultado im- digmas. Tras esta revisin, se ha busca-
prescindible, por ello, apoyar el estudio do comprender ms a fondo el espacio
en el marco crtico y conceptual propor- disfrutado por la poesa del autor dentro
cionado por la Esttica y la Teora de las del mencionado contexto. Para ello, en
el segundo captulo, se han puesto en re- el poeta con un inters subversivo simi-
lacin las principales lneas explicativas lar al que se acaba de describir. El trata-
all constatadas con las categoras que miento irnico de la realidad que plantea
comnmente han proporcionado un re- esta poesa, as como sus figuraciones,
ferente bajo el cual situar al poeta. han ocupado, pues, el quinto captulo del
Las especificidades de esta textuali- trabajo. La irona ullanesca se revela en
dad han posibilitado, de este modo, un este punto como mtodo de pensamien-
slido argumento desde el que valorar to y accin clave en el desarrollo de su
tanto las aportaciones distintivas de su potica. As, desde algunas de las carac-
poesa a la trama literaria espaola, como tersticas propias al proceder irnico la
el lugar otorgado al escritor. De ah que ambigedad semntica, la yuxtaposicin
la siguiente seccin de esta tesis se haya de enunciados muy dispares, la ausencia
dedicado a la que probablemente sea la de sntesis o la incertidumbre lectora el
singularidad ms destacable del trabajo paso hacia otros recursos de irresolucin
potico ullanesco en relacin a la poesa discursiva en la poesa de Ulln se hizo
nacional. En concreto, se trata de la espe- trayecto obligatorio. De ah que, en el l-
cial relevancia que, a travs de la escucha, timo captulo de la tesis, se haya tratado
este poeta otorga al mbito de lo senso- de abordar esos medios escriturales con
rial dentro de sus textos, en una lnea que los que el poeta insiste en el desbarata-
insiste en la alteracin de los regmenes miento de las lgicas significativas de
discursivos de ndole convencional. El carcter normativo y normalizado. En
examen de las derivas experimentadas este sentido, este apartado final no slo
por el predominio de lo visual en la cul- recoge el principal repertorio de mtodos
tural occidental ha permitido evidenciar empleados por el autor, sino tambin una
que esta poesa se propone deslizar los sntesis interpretativa de la potica que
focos de atencin hacia contextos expe- subyace a los mismos.
rienciales con una baja codificacin lite- El estudio se cierra con un epgrafe
raria y que an permanecen ajenos a la de conclusiones en el que se resalta que
normalizacin y su consecuente prdida si bien las formas, tcnicas, materiales,
de contenido del lenguaje administrado. actitudes y propuestas de Jos-Miguel
A este anlisis ha seguido un trabajo por- Ulln responden a una esttica de ca-
menorizado sobre los textos del poeta rcter inestable, donde la variabilidad
desde una perspectiva que destacase ese se erige como principio rector, todo ello
deslizamiento sensorial practicado por su remite sin embargo a una misma preocu-
escritura. Dicho captulo ha pretendido pacin: la capacidad del lenguaje potico
esclarecer las motivaciones que empuja- para alterar los modos de produccin y
ron al autor a ocuparse de ese mbito de recepcin discursiva afianzados en con-
experiencias arrumbadas por la prctica ductas convencionalizadas y conniventes
literaria, as como el tratamiento textual con la supuesta neutralidad de cualquier
que le ha otorgado. enunciacin. Asimismo, junto a una am-
Tras haber atendido a los materiales plia y rigurosa bibliografa, la tesis apor-
ms representativos de su escritura, se ha ta un anexo documental en el que, entre
dedicado la tercera seccin del trabajo a otros materiales, se ofrecen diferentes
examinar aquellos procedimientos de in- textos inditos pertenecientes al archivo
determinacin semntica empleados por personal de Jos-Miguel Ulln.
cia y cuerpo que es anterior a la constitu- acaso se nos escapan, pero que jams de-
cin del yo. La bsqueda y propuesta bemos dejar de buscar. Restableciendo el
de tesis ha consistido en localizar esas lugar central de la identidad del agente
zonas de emergencia o, en terminologa respecto al sentido de su accin, la im-
kantiana, ese tercer trmino que logre portante herencia filosfica de Ricoeur
identificar, unificar y articular la polari- sigue animando a los pensadores actua-
dad o desproporcin prctica de un yo les y futuros, entre tantas otras, tambin
o s mismo autnticamente humano. a la tarea de recuperar y potenciar la res-
Dentro de este programa consistente en ponsabilidad del s-mismo en una poca
explorar, segn Ricoeur, la experiencia especialmente despersonalizada y des-
viva y sus significaciones, hemos es- responsabilizada ante nosotros mismos,
tablecido un dilogo entre disciplinas y ante el otro y ante el propio mundo.
pensamientos mayormente contempor-
neos localizando las distintas estructuras
prcticas del actuar humano. GEMMA GORDO PIAR
Junto a ello, el abordaje de la Recep-
cin del pensamiento de P. Ricoeur en el MIGUEL DE UNAMUNO Y
pensamiento espaol nos ha permitido MXICO.
ampliar el campo reflexivo de la tesis RELACIN Y RECEPCIN
inicial, debido a la poderosa fecundidad
del pensamiento ricoeuriano en el m- Director: Dr. Jos Luis Mora Garca
bito hispnico. No resulta fcil abordar Universidad Autnoma de Madrid
la recepcin del pensamiento de P. Ri- (2013)
coeur en el panorama espaol, debido
principalmente a la diversidad de temas Aunque se ha escrito en numerosas
y preocupaciones que siempre rondaban ocasiones sobre la relacin entre Una-
a un pensador tan inquieto como l. Sin muno e Hispanoamrica, incluso entre
embargo, hemos de reconocer que casi Unamuno y Mxico, no se trata de tra-
la totalidad de temas que preocuparon bajos que aborden definitivamente esta
al pensador francs han sido abordados compleja y omniabarcante relacin. Par-
desde sus mltiples perspectivas en Es- tiendo del punto en que se hallaba la in-
paa (fenomenologa: T. Domingo Mo- vestigacin hasta este momento, se ha in-
ratalla, Manuel Maceiras; hermenutica vestigado en esta tesis la relacin, o ms
general: Marecelino Ags; narratividad/ bien habra que decir relaciones, que se
temporalidad: Mariano Pealver, ngel establecieron entre Unamuno y Mxico,
Gabilondo; hermenutica religiosa: Jos aportando nuevas lneas de reflexin en
M Rubio Ferreres). torno a diferentes cuestiones, abordadas
La respuesta ricoeuriana a la pregunta desde diversos mbitos del saber que no
kantiana qu es el hombre? es, por tanto, deberan ser excluyentes entre s.
el hombre capaz. En efecto, a partir del La intencin primigenia de la tesis
reconocimiento de nuestra pasividad ori- fue la de analizar la relacin e influen-
ginaria, nuestro s-mismo puede tambin cias entre el vasco y autores e intelectua-
empearse en una existencia activa, com- les mexicanos; mas debi ser, enseguida,
prometida la vida del hombre capaz, ampliada para poder abarcar el estudio de
buscando una identidad y un sentido que la relacin entre Unamuno y emigrados
na, como nos muestran los libros de Mi- te y poder seguir hacia adelante, nos he-
guel Alessio Robles y Jos Vasconcelos. mos sentido avocados a llevar a cabo esta
La quinta parte de la tesis corresponde tesis, porque consideramos que sin apor-
a la presentacin y anlisis de los datos y taciones de este tipo cualquier propuesta
resultados obtenidos a travs de diferentes de futuro, investigadora, acadmica y hu-
grficas y diagramas de red. Estas im- mana, no tiene sentido, sin un pasado que
genes resultan no slo sintetizadoras de aceptar, negar, reafirmar o corregir. Y no
los datos e ideas expuestos a lo largo de se trata de una mera negacin o crtica del
la tesis, sino que representan el papel de adanismo sino de una voluntad de verdad,
Unamuno en Mxico en funcin del n- de justicia y legitimacin histrica. La fi-
mero de corresponsales y de la diversidad nalidad de esta tesis, la obtencin de una
de relaciones que mantuvo con ellos. mejor comprensin y conocimiento de la
Completan este trabajo de investiga- verdadera relacin de Unamuno con la
cin varios anexos, entre los que sobre- nacin mexicana, no se entiende sin este
sale la biblioteca mexicana de Unamuno, marco mayor de insercin.
donde se encuentran los ejemplares so-
bre Mxico y de autores mexicanos que
el vasco tena en su biblioteca personal. BEATRIZ GRACIA ARCE
En relacin a la metodologa, se ha
apostado por la combinacin y la com- MARIANO RUIZ-FUNES:
plementariedad, sirvindonos de la meto- INTELECTUAL Y POLTICO
dologa de la historia de las ideas y la de (1923-1953). APORTACIN A LA
redes para llevar a cabo los objetivos pro- MODERNIZACIN DEL SISTEMA
puestos en esta investigacin. La pers- LIBERAL-DEMOCRTICO
pectiva de red intelectual ha modificado EN ESPAA Y PROYECCIN
el planteamiento de anteriores trabajos y INTERNACIONAL DE SU OBRA
ampliado los mtodos y las tcnicas usa-
das. En consecuencia, uno de los obje- Directora: Dra. Carmen Gonzlez
tivos que se han pretendido alcanzar en Martnez
este trabajo ha sido reconstruir y analizar Universidad de Murcia
la relacin que Unamuno tuvo con inte- (2013)
lectuales mexicanos. Para poder realizar
la construccin y anlisis de dicha red Esta tesis doctoral, defendida en Mur-
nos hemos servido de varios programas cia el 29 de julio de 2013, fue evaluada
informticos. por los miembros del tribunal, Drs. Jorge
Como se puede observar por lo arri- Novella, Alicia Alted Vigil, Sandra Souto
ba expuesto, la relacin entre Unamuno Kustrn, Mara Encarna Nicols Marn y
y Mxico fue muy intensa y de conse- Manuel Ortiz Heras; obteniendo la cali-
cuencias importantes para Espaa y para ficacin de Sobresaliente Cum Laude por
Mxico, tanto en relacin al pasado como unanimidad.
al presente. Queda, sin duda, un margen La investigacin aborda la trayecto-
abierto para continuar la investigacin ria poltica e intelectual del Catedrtico
que habr de completarse poco a poco. de Derecho Penal en la Universidad de
Porque la historia se hace y/o rehace Murcia, Mariano Ruiz-Funes, en sus
hacia atrs, para poder transitar el presen- mltiples facetas: como poltico compro-
metido con la II Repblica espaola (po- rdico de Ruiz-Funes a travs del anlisis
nente de la comisin constitucional de de la bibliografa de poca generada por
1931 y dos veces ministro republicano) l mismo en su faceta de profesor uni-
y como activista del gobierno republica- versitario e intelectual preocupado por el
no en el exilio, al tiempo que analiza su mundo y las circunstancias que le toc
trayectoria como intelectual y jurista en vivir: en efecto, la investigacin afron-
el exilio mexicano hasta 1953, fecha de ta los distintos contextos histricos por
su muerte. En el estudio se ha priorizado los que transcurre su trayectoria vital y
la vertiente analtica poltica e intelectual profesional (etapa primorriverista, II Re-
del personaje desde una perspectiva mul- pblica, Guerra Civil y exilio), buscando
tidisciplinar, valorndose el papel de Ma- siempre la aportacin de Ruiz-Funes al
riano Ruiz-Funes en el proyecto liberal- discurrir de estos procesos histricos a
democrtico de la II Repblica y durante partir de su inquebrantable apuesta por
la Guerra Civil, as como su defensa de el republicanismo liberal y democrtico,
la legitimidad republicana en el exilio. tanto en Espaa como en el exilio.
Se presta una especial atencin a la obra Por lo que respecta a las conclusiones
ensaystica y jurdica desarrollada por el de la investigacin, se destaca la aporta-
penalista murciano en el exilio, muestra cin de Mariano Ruiz-Funes en el pro-
de su vinculacin con las corrientes pol- ceso de elaboracin de la Constitucin
ticas y de pensamiento ms humanitarias de 1931, que fue clave para entender la
en su concepcin de la pena de muerte, accin modernizadora subsiguiente lle-
el delito poltico, los crmenes de guerra vada a cabo durante la etapa republica-
o el genocidio, y reflejo de la huella tras- na, as como su contribucin a la Ley de
cendental del exilio republicano en los Congregaciones religiosas, la Reforma
pases que le dieron refugio. Agraria y, ya en plena Guerra Civil, la
La investigacin se fundamenta en el responsabilidad que detent en el Mi-
anlisis exhaustivo del fondo documen- nisterio de Justicia bajo su direccin, as
tal que constituye hoy en da el archivo como su ayuda a la Repblica en guerra
personal de Mariano Ruiz-Funes (depo- como encargado de negocios en Varsovia
sitado en el Archivo de la Universidad de y embajador en Blgica.
Murcia), de una gran riqueza y hetero- El estudio de la figura polidrica de
geneidad de fuentes de poca, lo que ha Mariano Ruiz-Funes favorece, adems,
permitido realizar un estudio pormenori- la consecucin de una visin ms com-
zado de su obra poltica y diplomtica, pleta y diversificada del exilio de 1939
pero tambin de su obra jurdica, pues en Mxico: su obra jurdica y ensaysti-
contamos con los artculos originales me- ca, que constituye una valiosa aportacin
canografiados y manuscritos de su obra al desarrollo y evolucin del Derecho en
jurdica publicada en el exilio. El resul- el exilio, pone en valor lo que este exilio
tado de la investigacin, realizada desde signific, tambin, para el pas de acogida
distintas perspectivas (histrica, jurdi- a travs de las instituciones y organismos
ca, cultural y poltico-social, opcin no con las que Ruiz-Funes estuvo vincula-
muy habitual en la historiografa sobre el do y a las que contribuy a prestigiar:
periodo objeto de estudio, 1923-1953), en Mxico, La Casa de Espaa (despus
muestra como aportacin fundamental El Colegio de Mxico), el Proyecto del
la evolucin del propio pensamiento ju- Instituto de Estudios Penales mexicano,
paso de una imagen positiva de aquel pas La tesis se cierra con una conclu-
a otra negativa, y explica esta evolucin en sin que recalca el inters de la figura de
base a la influencia que sobre Maeztu tu- Maeztu ms all de los parmetros en los
vieron varios autores ingleses de la poca que se le ha estudiado normalmente, esto
y la mala impresin que ellos tenan de su es, la actuacin de la supuesta genera-
propio pas. Tambin se examinan las bre- cin del 98 y el pensamiento tradiciona-
ves fases de japonofilia y germanofilia lista espaol de principios del siglo XX.
de Maeztu durante estos aos, y se conclu- La relacin de Maeztu con Inglaterra nos
ye comparando su tratamiento de la vida y sirve, en un sentido ms amplio, para
la poltica inglesas con el de otro corres- comprender mejor los procesos de trans-
ponsal de la poca, Ramn Prez de Ayala. misin cultural y de creacin de imagi-
El tercer captulo investiga la influen- narios nacionales colectivos, y tambin
cia que tuvo el ambiente intelectual de para llegar a una comprensin ms deta-
Londres post-victoriano en la evolucin llada del pensamiento poltico espaol y
intelectual de Maeztu desde el socialis- europeo de principios del siglo XX.
mo nietzscheano de su juventud hacia el La tesis doctoral de David Jimnez
tradicionalismo de su madurez. El inves- Torres es una aportacin fundamental
tigador explica que hubo dos elementos para comprender a una de las figuras ms
fundamentales en esta evolucin, a saber: ricas y complejas de la cultura espaola
el redescubrimiento de la religin y el re- de principios del siglo XX. Son notables
chazo de las premisas sociales, culturales tanto su reconstruccin del mundo inte-
y econmicas de la modernidad; y sos- lectual post-victoriano en el que se movi
tiene que las influencias principales en Maeztu, como su esfuerzo por cuestionar
ambos aspectos fueron inglesas, no espa- algunas de las interpretaciones ms asen-
olas. En este sentido, el autor conside- tadas acerca de este pensador, ofreciendo
ra que las influencias de Hilaire Belloc, as una imagen mucho ms compleja de
G.K. Chesterton y T.E. Hulme, adems su figura.
de las del gremialismo y el modernismo
religioso ingleses, fueron mucho ms de-
terminantes que las de Ortega y Gasset, LAURA S. MUOZ PREZ
Unamuno o Antonio Maura.
El cuarto captulo examina la relacin INQUISICIN, PODER Y
que Maeztu mantuvo con Inglaterra tras ESCRITURA FEMENINA EN
su regreso a Espaa en 1919. En contra de TIEMPOS DEL CONDE-DUQUE DE
la opinin generalizada (y que el propio OLIVARES (1621-1643): EL CASO
Maeztu quiso extender) de que la influen- DE TERESA VALLE DE LA CERDA
cia inglesa no es importante a la hora de es-
tudiar al Maeztu de los aos 20 y 30, el in- Director: Dr. Jeremy Lawrence
vestigador descubre un amplio abanico de University of Nottingham (U.K.)
instancias en las que Inglaterra y el mundo (2013)
intelectual ingls siguieron influyendo en
su produccin. La ms significativa de s- Esta tesis trata de dilucidar la impor-
tas es la influencia que tuvieron algunos tancia de la mujer en la vida poltica y
pensadores ingleses en la formulacin de cultural de la corte espaola a travs del
la idea de Maeztu de la Hispanidad. caso de Teresa Valle de la Cerda, con-
partido aragons se oponan al compor- manas, incluidas las de los reyes, y tie-
tamiento tirnico de los ministros y esta- ne ms valor que el poder del monarca,
ban a favor de la moderacin del poder de porque un monarca que no sea virtuoso,
la corona. En ello estaba muy vigente el que no busque la felicidad para el pueblo,
impacto que caus El contrato social de merece desprecio. Asimismo, la legitimi-
Rousseau en los ilustrados. dad del poder est basada en la justicia: si
Sus tragedias se adscriben, contra las el rey no es justo, es lcita la rebelin del
tesis espaolas que legitiman el tiranici- pueblo, porque no respeta los principios
dio, a las tesis europeas que lo rechazan que lo legitiman. Cuando el rey no cum-
de un modo radical. La lucha contra la ple su pacto (en trminos de Locke), su
tirana era una caracterstica del siglo poder se convierte en absolutismo y por
XVIII. Los escritores prerromnticos y tanto la reaccin del pueblo no slo es
romnticos intentaban eliminar el clsico justificable sino necesaria.
absolutismo y establecer una conviven- Para Cienfuegos, el fin del estado es
cia cvica; pretendan la defensa de los la consecucin de la felicidad del pue-
valores liberales frente al Antiguo Rgi- blo y la grandeza moral de sus sbditos.
men. Entre los elementos culturales, y en Por ello, el monarca ha de buscar sobre
el teatro sobre todo, se producen dramas todo el ideal de virtud, equidad y justicia
histricos dentro de esta rbita de pen- para todos ellos. La justicia es la mxi-
samiento. De aqu que la guerra de la ma expresin de la razn y consiste en la
Independencia se vea como una mani- aceptacin de los principios de la ley na-
festacin del pensamiento liberal, como tural, un bien supremo que ha de regir las
consecuencia del contacto de los ilus- conductas divinas y humanas. El fracaso
trados con los enciclopedistas franceses del estado radica en la injusticia, porque
ledos y comentados. Asimismo, Cien- cada hombre tiene sus intereses particu-
fuegos conoca la discusin en Espaa lares, y slo puede haber una regulacin
acerca de la naturaleza de la monarqua legtima con arreglo a un derecho que
y la posicin del gobierno; en particular, est por encima de todos.
era consciente de los derechos del pueblo Con la razn, facultad que sofoca las
ante el soberano tirano. iras y envidias, y siguiendo la ley natural,
De Montesquieu toma la idea aris- el monarca ha de luchar por la igualdad,
totlica de que el principio poltico fun- la libertad y la felicidad de los sbditos,
damental es el bienestar del pueblo, as y educarlos en el conocimiento del Bien.
como la eleccin como forma de gobier- Es novedosa la interpretacin pol-
no de la monarqua constitucional; de tica de la monarqua: no la niega como
Voltaire toma la idea de necesidad de la institucin, pero s su manifestacin ab-
tolerancia; de Locke y de la Escolstica, solutista. Disea un soberano virtuoso
la defensa de la ley natural y de los va- que trabaja por el bienestar de su pueblo
lores morales, inamovibles y superiores escuchndolo y dirigindolo, ya que est
a las leyes humanas, as como la idea de convencido de que el poder no viene de
que el poder reside en el pueblo, que lo lo alto sino de la voluntad popular.
delega a sus gobernantes. Sus discursos exponen los valores
El concepto de monarqua que aqu ilustrados del humanitarismo, la virtud y
defiende Cienfuegos es inherente a la la ciudadana, as como el progreso y las
virtud. sta debe regir las acciones hu- reformas para hacer una sociedad mejor.
vasco que se analiza en el sexto captulo lisis del caso ejemplar de un vnculo
de la tesis, donde aparece una y otra vez concreto a su pertinencia significativa en
la degradante calificacin de la erudicin un entorno ms amplio: es decir, postu-
histrico-crtica como versin anloga a la la idea de que Unamuno transform
las ciencias naturales y en especial a la el problema de la legitimidad o no de la
paleontologa. A raz de las propias defi- erudicin en un dilema metafsico sobre
niciones que el joven Menndez y Pelayo la comprensin de la literatura como fe-
haba realizado sobre las funciones par- nmeno de lo muerto o de lo vivo. Para el
ticulares de la historia crtica, Unamuno escritor vasco, el juicio crtico del erudito
consigue producir una analoga burlona pareca ampararse en un poder hegem-
entre el erudito ligado al archivo y el nico que no slo lo habilitaba a decidir
cientfico dedicado a la historia natural, entre lo que se consideraba cannico y
rodeado de fsiles y con ojos slo para lo que no, sino que adems impeda la
ellos. Recurriendo al enfoque foucaultia- actualizacin del campo literario con el
no que revela las deudas entre la filolo- ingreso de la nueva literatura viva y,
ga decimonnica y la historia natural, la an ms, dificultaba cualquier tipo de
investigacin demuestra que personajes interpretacin literaria que buscara la
como el de Joaqun Rodrguez Janssen revalorizacin del descubrimiento vital
(en su breve ensayo homnimo de 1899), de sentidos filosficos personales sub-
su rplica en Antoln Snchez Paparrig- yacentes a las obras ledas. En relacin
pulos (del captulo XXIII de Niebla), o el con esto, la imagen de la Esfinge se torn
protagonista de Don Catalino, hombre para Unamuno en smbolo polismico
sabio (relato de 1915) son avatares sa- de la defensa de una Verdad que poda
tricos que refieren muchas de las crticas mirarse desde varios lados. La investi-
a la figura del erudito y en especial a la gacin demuestra que el erudito (y Me-
de Menndez y Pelayo. Lo interesante es nndez y Pelayo en particular) es descrito
que ms all de si se trata un ataque al varias veces por Unamuno como aquel
santanderino en particular o al arquetipo que evade la mirada del monstruo que
en general Unamuno logra erosionar la custodia la verdad para refugiarse en la
confianza de la erudicin en la reja de indagacin obsesiva de su fisiologa. La
las palabras, en esa cuadrcula histrico- venganza de la Esfinge contra su cegue-
naturalista donde se crea que todo poda ra es la condena por elegir la pereza, la
ordenarse y clasificarse. La obra unamu- ignorancia de los sabios: el aislamiento
niana resulta ejemplar en cuanto a la sos- sapiente de aquel que elige desconocer
pecha que la modernidad plante con res- su realidad histrica para huir al pasado
pecto a la seguridad decimonnica en la por medio de una literatura que a la vez
visin omnipotente, cientfica y artstica a rechaza como cifra de lo vivo. Por eso, la
la vez del crtico historiador. La historio- tesis despega en este punto de la especi-
grafa (literaria) precedente es ironizada ficidad del problema y logra situar a su
por Unamuno justamente debido a su fe objeto como parte del marco contextual
en la potencia reconstructiva de los f- del antiocularcentrismo europeo vigente
siles, de esos objetos caducos entendi- desde fines del siglo XIX.
dos como garantes de un saber en crisis. El trabajo proyecta entonces la idea
A esta altura de su desarrollo la tesis de que las impugnaciones unamunianas
propone un salto cualitativo desde el an- de la obra de Menndez y Pelayo no se
teratura y al concepto de alteridad frente lado, analizar la recepcin de las obras li-
al de identidad; mientras que los cuatro terarias (espaolas e hispanoamericanas)
siguientes se dedican, respectivamente, a traducidas del espaol al turco desde el
la historia de la traduccin en Turqua, a punto de vista socio-crtico y cultural. Y,
las relaciones histricas y socio-cultura- por otro lado, analizar el canon estableci-
les de Turqua con Espaa y los pases de do de estas obras en las instituciones de
Amrica Latina y la recepcin de la li- enseanzas turcas. Asimismo, se identifi-
teratura espaola e hispanoamericana en can los factores principales que inciden
las obras de Y. Kemail Beyatli y Cemil en la traduccin de unas y otras obras
Meric. literarias. Y por ltimo, se establece la
La obra de arte verbal constituye el vinculacin de la cultura de partida a la
componente central del mbito comuni- cultura de llegada a partir de las traduc-
cativo general literario y, como tal com- ciones, de su seleccin, de los gneros
ponente, est situada en un determinado literarios elegidos y de los mundos posi-
contexto de comunicacin, al ser mani- bles literarios que conforman este canon.
festacin fsica del proceso comunicati- Despus de dar lugar a las opiniones
vo que un productor, situado en un de- de distintos crticos y tericos de la litera-
terminado contexto de produccin, rea- tura sobre la recepcin literaria, esa parte
liza frente a un receptor presente en un terica ha sido aplicada a la parte prctica.
contexto especifico de interpretacin. El Gracias al estudio de la recepcin se ha
estudio de las relaciones con la dimen- podido analizar la forma en que fue com-
sin contextual de la obra literaria (que prendida y valorada la literatura espaola
est siempre caracterizada por factores e hispanoamericana en Turqua. El punto
de muy distinta naturaleza, entre los que de partida fue el tema de la alteridad: ha
destacan los histricos, los sociales, los sido analizada la imagen de los turcos en
culturales, los polticos, los econmicos la obra de Juan Goytisolo, y despus se ha
y los geogrficos, entre otros muchos) estudiado el tema del otro en la literatura
ha sido el principal objetivo de algunas turca desde el punto de vista de algunos
manifestaciones de la crtica literaria, autores turcos. Este hecho ha permitido
como la de inspiracin marxista. Y tam- tambin dar a conocer a algunos autores
bin se han ocupado de esta dimensin importantes de Turqua como Omer Se-
de anlisis los estudios realizados des- yfettin, Cemil Meric y Yahya Kemal Be-
de la Esttica de la Recepcin, desde la yatli, que son bastante desconocidos fuera
Deconstruccin, desde la Teora de los de dicho pas. Por otro lado, se ha reali-
Polisistemas y, recientemente, desde los zado un repaso sobre la historia de la tra-
Cultural Studies. duccin en Turqua ya que, como es bien
Sin embargo, en esta tesis doctoral sabido, si no fuera por las traducciones
se ha planteado un estudio innovador, no literarias no se podra hablar de la recep-
realizado an, sobre la recepcin en Tur- cin literaria. Gracias a las traducciones,
qua de la literatura en espaol de Espa- muchas obras de la literatura occidental se
a e Hispanoamrica, para establecer un dieron a conocer en la lengua turca. Pero
canon de esta literatura (que se encuentra quin y cmo decide qu libros se tradu-
recogido en el anexo I) y las relaciones cirn? Los temas polticos son cuestin
que establece con la cultura de llegada. El prioritaria para que los editores se animen
objetivo de esta investigacin es, por un a traducir libros del espaol a otros idio-
litar, conquistador y que a toda costa am- y del nacionalismo mexicano, el periodo
bicionaba el poder poltico y econmico, cronolgico que principalmente se anali-
que denigra y humilla al indgena y que za en esta investigacin se ubica en este
con las argumentaciones de incapacidad primer momento del siglo XVI, que es el
racional trata de arrebatarle sus posesio- mismo tiempo de la imposicin ideolgi-
nes. Y, por otro lado, el grupo humanista ca, del inicio del mestizaje y la coloniza-
que, fundamentando sus posiciones prin- cin novohispana.
cipalmente en los planteamientos de San- Como propuesta terica y metodol-
to Toms, argumentaba que los indgenas gica, se centra la atencin en cuatro de
eran seres cabal y plenamente racionales, los ms brillantes humanistas y pensado-
con una muy particular forma de orga- res espaoles, todos ellos pilares indiscu-
nizacin poltica, econmica y social, tibles de la Escolstica y de la Escuela
que les haba permitido generar una gran de Salamanca que, con su pensamiento e
cantidad de bienes muebles e inmue- innovadoras propuestas, poco a poco fue-
bles, y con una gran cantidad tambin de ron generando una nueva forma de enten-
lenguas, costumbres y tradiciones, todo der e identificar a la Espaa en construc-
esto, testimonio comprensible de la ra- cin que los Reyes Catlicos, Fernando
cionalidad del indgena y por supuesto, e Isabel, haban imaginado. Me refiero
de la legitimidad de sus posesiones y de a Francisco de Vitoria y a Domingo de
sus productos culturales. Soto por la parte peninsular, y a Bartolo-
En el desarrollo del trabajo se seala, m de las Casas y Alonso de la Veracruz,
con claridad, que los indgenas mesoame- por la Nueva Espaa. Los cuatro son,
ricanos eran, como ya se mencion, seres sin lugar a dudas, de lo ms brillante del
totalmente racionales y que fue precisa- pensamiento espaol del siglo XVI y los
mente esa forma de articular la relacin impulsores del humanismo salmantino
naturaleza-cultura lo que les permiti en el Nuevo Mundo. Cada cual desde su
generar una produccin cultural, difcil- posicin, defienden con energa que los
mente comparable con cualquiera de los indgenas son seres totalmente raciona-
grupos naturales que habitaban el conti- les, se enfrentan a la voluntad de la corte,
nente americano. Produccin que, gracias de la realeza y se enfrentan tambin al
a la participacin de personalidades como papado, quien sin argumentos jurdicos,
Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, legtimos y vlidos, trata de otorgarles
Juan de Zumrraga, Toribio de Benaven- poderes y potestades terrenales a los Re-
te, Vasco de Quiroga, Bartolom de las yes Catlicos.
Casas y Alonso de la Veracruz, slo por El trabajo est estructurado en seis
mencionar algunos, poco a poco va a ser captulos, a partir de los cuales podemos
reconocida, valorada y conservada como transitar desde: el Mxico Prehispnico,
tal. De la misma manera se menciona y (capitulo 1); la Espaa Medieval y la
demuestra que el pensamiento escolstico Escolstica (capitulo 2); la Universidad
espaol, emanado de la Escuela de Sala- de Salamanca y la Monarqua Espaola
manca, sienta las bases para la construc- (captulo 3); y el pensamiento humanista
cin del nacionalismo en Mxico. Por lo salmantino en la Nueva Espaa (capitu-
anterior, y con la intencin de destacar la lo 4); hasta la definicin y construccin
influencia de la Escuela de Salamanca en de: el patrimonio en Mxico (capitulo
la construccin del Patrimonio Cultural 5); y el nacionalismo mexicano (capitulo
6). En todos ellos, se utiliza un lenguaje el punto de vista del autor de la investiga-
sencillo (que no simple), y algunas im- cin, no es ms que el desconocimiento
genes que, indudablemente, pueden con por parte del Estado de ese espritu patri-
mayor facilidad ilustrar la intencin prin- tico-nacionalista, y el fortalecimiento de
cipal del documento. ese amorfo pero corrupto sistema polti-
A partir de la alianza matrimonial co-partidista, que desde la primera mitad
de Fernando e Isabel, con la unificacin del siglo XX se ha venido conformando.
de los reinos y con el encuentro, que no Podemos estar seguros que si los
descubrimiento de Amrica, comien- maestros Francisco de Vitoria, Domingo
za un nuevo amanecer en el panorama de Soto, Bartolom de las Casas y Alon-
histrico-filosfico mundial, y un nuevo so de la Veracruz vivieran, mucho trabajo
despertar en los terrenos del pensamien- tendran que desarrollar: las cuestiones
to. El encuentro entre los dos mundos, el del derecho internacional y de gentes, de
Viejo y el Nuevo, sin lugar a dudas ha la racionalidad de los grupos tnicos y
sido uno de los ms importantes, y me desposedos, del derecho a la educacin,
atrevera a decir que el ms importante al trabajo, a la salud, a la seguridad y a
acontecimiento en la historia de la huma- la convivencia nacional; problemas que,
nidad. Por fin el mundo, sus ocanos, sus como ya mencion, en el siglo XVI se pre-
continentes y sus componentes, naturales sentaban de diferente manera y en mayor
y culturales, sern conocidos, estudiados o menor medida, y que siguen vigentes en
y aprovechados por unos, y torpemente el Mxico actual, por lo que, con sus l-
explotados por otros. Los espaoles, en- cidas aportaciones y particular forma de
tonces, por la fuerza, trataron de borrar pensamiento, los maestros salmantinos, a
del imaginario colectivo de la Amrica diferencia de la partidocracia mexicana,
Media los ms de tres mil quinientos en mucho contribuiran para clarificar los
aos de pensamiento, de costumbres, de problemas y para reactivar el espritu na-
tradiciones; y trataron, tambin, de en- cionalista que en aras de la globalizacin
frentar a los naturales de este territorio, y el progreso, muy imperceptible est.
ahora novohispano, con su muy particu-
lar cosmovisin en donde histricamente
se haban desarrollado. Todo eso suceda NIEVES GMEZ LVAREZ
en el Nuevo Mundo durante los siglos
XV y XVI y al mismo tiempo, entre otras MUJER: PERSONA FEMENINA.
cosas, se desarrollaba y fortaleca en Eu- UN ACERCAMIENTO
ropa el fenmeno de la escolstica, disci- MEDIANTE LA OBRA DE JULIN
plina en la cual, principalmente, destacan MARAS
las universidades espaolas de Alcal y,
por supuesto, La Real y Pontificia Uni- Director: Dr. Juan Jos Garca Norro
versidad de Salamanca. Codirector: Dr. Rafael Orden
Con relacin al espritu nacionalista Universidad Complutense de Madrid
que en Mxico impera en la actualidad, (2014)
se concluye el trabajo haciendo una breve
pero serena y rigurosa reflexin en cuanto La reciente tesis doctoral Mujer: per-
a la situacin que el nacionalismo guarda sona femenina. Un acercamiento median-
en el Mxico contemporneo y que, desde te la obra de Julin Maras, presentada por
gan la suya; el mundo donde la obediencia brano. Para alcanzar este horizonte, la fi-
no es ya necesaria porque ha sido susti- lsofa nos propone algunos personajes
tuida por el amor, que lleva a la igualdad. de la literatura cargados de simbolismo:
El mundo de la autoridad y de la libertad Antgona, que es arquetipo de la humani-
concentradas en un solo hombre ser sus- dad; Nina, el personaje de la obra Mise-
tituido por el mundo de la fraternidad. ricordia de Galds; y Job, quien se juega
El tercer captulo consiste en el trato no la existencia de Dios, segn Zambra-
con lo divino. Se presenta un recorrido no, sino la relacin personal con l. Se-
por las manifestaciones de lo divino, ya alar la autora malaguea que el aban-
sean ausentes, desde la negatividad, o dono, aqu, es de mayor transcendencia
presentes desde la revelacin positiva. que la palabra humana, revelndole un
Expresiones de lo divino son: la nada, germen de hombre nuevo.
el amor, la esperanza, etc. Tras el racio- Todo ello constituye el caudal, col-
nalismo hemos de recuperar la piedad, mado de humanismo, que nos sugiere
pues sta es alteridad, y consiste en el Zambrano. Nos conduce a entrar pro-
sentimiento de comunin con las mlti- gresivamente en un proceso de diviniza-
ples manifestaciones de lo real, sin per- cin, de transparencia y lucidez, y esto
der la propia individualidad. La piedad adviene en medio del compromiso tico
es, tambin, interioridad especficamen- con el mundo y con la historia. Porque la
te humana, donde la vida del semejante religiosidad que nos propone Zambrano
est implicada. Se concluye este captulo es dinmica y progresiva, reconciliada
con la creacin de la persona. Todo esto con la vida, muy acorde con la actitud
constituye el nuevo humanismo que nos poltica que conlleva una intencionalidad
propone Zambrano, fundado sobre la mi- transformadora de la realidad social. Una
sericordia y la mstica. religiosidad de la libertad y la solidaridad
El captulo cuarto trata del horizonte a la que dar el nombre de la religin de
del pensamiento religioso de Mara Zam- la luz y del Espritu.
tardofranquismo. An ms difcil para fue una cuestin del todo personal y llena
algunos exiliados fue convivir con las de dificultades materiales, as como psico-
transformaciones mentales de una nueva lgicas. La integracin en la Espaa de-
generacin que llev a cabo el proceso mocrtica, de hecho, se relacion con las
de Transicin; generacin que no haba caractersticas personales y los rasgos de
conocido ni la Segunda Repblica ni la cada exiliado.
Guerra Civil. Sin embargo, gracias a estos encuen-
Sin embargo, una parte del exilio se tros, queremos afirmar cmo no se puede
enfrent al regreso de una manera com- cerrar la cuestin con una simple condena
pletamente original y contribuy a travs de la escasa presencia poltica del exiliado
de memorias, artculos periodsticos y republicano durante la transicin. Es im-
colaboraciones con los medios de co- portante, de hecho, recordar que Espaa
municacin a convertir la experiencia en la segunda mitad de los aos setenta
republicana en algo vivo y actual para la fund su propia imagen en la retrica de
nueva sociedad democrtica. la modernidad y tambin en la decisin de
En otras palabras, si la cultura poltica rehabilitar el legado del exilio cientfico,
heterognea del exilio republicano con- humanista y liberal republicano.
tribuy a la construccin de una cultura Por ltimo, estas conferencias han tra-
democrtica europea y cosmopolita, es tado de poner sobre la mesa algunas ideas
cuando menos sorprendente que la histo- para investigaciones y reuniones futuras.
riografa an no haya mostrado inters en En el futuro, la interpretacin de la ltima
el impacto poltico y cultural global que etapa del exilio tendr que aplicar enfo-
tuvo el regreso del exilio en la cultura de ques internacionales, reflexionando sobre
la Transicin. Por supuesto que hay ex- las contribuciones de exilio a la Transi-
cepciones notables a este respecto, como cin espaola como catalizador de nuevas
los estudios de Josefina Cuesta Bustillo, ideas y perspectivas cosmopolitas, capa-
Inmaculada Cordero Oliveiro, o el recien- ces de superar la grisura franquista.
te congreso del GEXEL en noviembre de
2013 sobre el regreso de los principales Giulia Quaggio
intelectuales republicanos. Tampoco pode-
mos olvidar la extraordinaria labor pionera
de Manuel Aznar Soler y Jordi Gracia. BARBARIE Y CIVILIZACIN:
Se dice comnmente que la socie- UNA DUALIDAD ENTENDIDA
dad espaola del final del franquismo y COMO ESCALA DE GRISES.
de la transicin a la democracia no tuvo CRNICA DEL XVI ENCUENTRO
en cuenta el valor y la fuerza cultural del DE LA ILUSTRACIN AL
exilio. A travs de estas mesas redondas ROMANTICISMO. CDIZ, AMRICA
hemos tratado de poner el claroscuro a Y EUROPA ANTE LA MODERNIDAD
esta declaracin. (1750-1850)
Los relatos de los testigos que acom-
paaron a Ayala, Semprn o Mara Zam- Cdiz. 16, 17 y 18 de octubre de 2013.
brano en su regreso a Espaa, sin duda,
destacaron cmo el retorno, aunque cele- Los Encuentros de la Ilustracin al
brado por las instituciones gubernamen- Romanticismo. Cdiz, Amrica y Euro-
tales de la democracia en el largo plazo, pa ante la Modernidad (1750-1850) han
cindibles para la comprensin histrica, las visiones otorgadas por los conferen-
sociolgica y filosfica de una dualidad ciantes, la imagen de femme fatale que se
compleja que, tal y como Montaigne impondr a principios del siglo XX. De
anunciaba y el conferenciante recogi este modo, qued patente cmo los gran-
magistralmente a modo de conclusin- si des pensadores ilustrados, como Rous-
los salvajes obedecen a las leyes de la seau, Montesquieu, Voltaire o Diderot
Naturaleza, quines son los verdaderos defendan, por una parte, la necesidad de
brbaros?, poniendo de manifiesto cmo la libertad, tambin la sexual, como nece-
lo diferente ha sido pensado de un modo saria y natural; pero cmo, contradicto-
reduccionista, como inferior y no como riamente, posicionaban a las mujeres en
alteridad, diversidad efectiva y deseable. ese otro lado, como objetos sexuales que
Dada la gran riqueza de temas y pro- haban de ser temidos tal y como ilustran
puestas, con el fin de no alargar en ex- las Cartas Persas de Montesquieu.
ceso las intensas jornadas de trabajo, las Durante la tarde de este primer da
sesiones se dividieron en dos salas que, de reunin se trataron (siempre en torno
grosso modo, giraban en torno a la litera- al eje central de barbarie y civilizacin)
tura y el arte en el caso de la Sala Tomasa temas diversos que muestran la riqueza
Palafox, y sobre la historia y la filosofa del Encuentro, tales como el criticismo
en la Sala Argelles. Pese a que la divi- kantiano o los ecos actuales del ideario
sin se justifica desde cualquier punto de civilizador moderno. De un modo ameno
vista, no deja de ser una lstima la impo- para dejar con buen sabor de boca la jor-
sibilidad de escuchar las interesantes in- nada, Alicia Lpez de Jos se encarg de
tervenciones que, en paralelo, discurran ilustrarnos acerca de las estrictas me-
a lo largo de la maana. No obstante, ha didas judiciales que rodeaban los Reales
de hacerse justicia a la excelente gestin Sitios y las desorbitadas penas que su-
de recursos que nos permitir disfrutar frieron en numerosas ocasiones aquellos
del grueso de las conferencias, grabadas que osaron transgredir las normas roban-
para su posterior edicin y publicacin do un conejo o recogiendo algunos frutos
en Youtube y no meramente en una red de los jardines del reino.
interna de la propia universidad permi- Reanudando este XVI Encuentro con
tiendo as que todos tengamos acceso. una nueva jornada que prometa ser tan
Para cerrar esta jornada se estableci interesante como intensa, nuevamente di-
el debate en torno a una mesa redon- vidido por motivos espacio-temporales,
da cuyo ttulo, pese a estar centrado en el pblico pudo disfrutar de aportaciones
la centuria marcada por el Encuentro internacionales como las provenientes
(1750-1850), anunciaba su actualidad de Graz en Austria o de la Universidad
al girar en torno al tema de las mujeres, de Bolonia, que sin duda enriquecen el
concretamente las no europeas, y la vi- plantel de esta consolidada reunin de in-
sin que los ilustrados tenan de ellas. En vestigadores. Paralelamente, el discurso
ella se trataron, entre otros, a los gran- se centr en las controversias bien acer-
des ilustrados franceses y su visin del ca de los archivos dieciochescos, bien en
segundo sexo, pues, en efecto, para ellos torno a la cuestin de la guerra contra los
las mujeres eran el otro sexo, segundo, franceses, tanto respecto a prcticas de
secundario, asociadas a la voluptuosidad cariz civilizado, pero tambin aquellas
y al deseo sexual, anticipndose, segn ms brbaras llevadas a cabo durante esta
guerra por parte de los mandatarios ga- visin ms integrada de las problemti-
ditanos contra los vecinos franceses, as cas, pudiendo los investigadores entrar
como el relato del saqueo de Tarragona en contacto con otros miembros de la es-
por parte de los galos como contrapun- cena acadmica de similares intereses y
to brbaro de su supuesto refinamiento y surgiendo el debate que, al fin y al cabo,
civilizacin. La mesa de discusin logr es lo que se ha de perseguir en jornadas
aunar las diferentes perspectivas historio- como las que estamos presentando. Tras
grficas que nos ensearon una realidad conocer las identidades cubanas, puer-
compleja, imposible de dividir en com- torriqueas, mayas y, en definitiva, ind-
partimentos estancos en dos categoras genas, la segunda mitad de la sesin fue
como podran muy bien ser la de bueno ms al estilo romntico de la novela de
y malo, reinterpretadas en este caso en personaje, tratando los conferenciantes
trminos de civilizado y brbaro. las figuras de Jovellanos, Luis Antonio
Durante la segunda parte de la ma- de Verney y Valentn Foronda, y dndo-
ana, igualmente dividida, los asistentes se por finalizado el segundo da de duro
hubieron de decidir entre los pensamien- trabajo.
tos schopenhauerianos y las expresiones La ltima jornada de Encuentro co-
de la autora gallega Rosala de Castro. menz nuevamente con conferenciantes
Sin duda una difcil eleccin, reforza- de ndole internacional: Polonia, Italia,
da, en cada caso, con temas igualmente Francia y, por supuesto, Espaa, que
sugerentes: los entresijos polticos de la aportaron una visin diferente, desde fue-
Francia entre-revolucionaria y las re- ra, aunque mayoritariamente centrada en
ducciones jesuticas como posible mo- nuestro territorio. A destacar por su no-
delo piloto de la experiencia moderna. Ya vedosa visin de la dicotoma barbarie-
cercanos al almuerzo, los asistentes dis- civilizacin y su propuesta arriesgada,
frutamos de una mesa redonda en torno las ponencias de Nettah Yoeli-Rimmer
a las Fronteras espaolas y formas de y Jos Manuel Ortega Garca. Volvien-
barbarie que, dado el debate que susci- do nuevamente a la filosofa, la segunda
t, se extendi ms de lo previsto como etapa de esta jornada trajo a colacin a
excepcin que viene a confirmar la regla Hegel, la utopa revolucionaria y la filo-
de estricta puntualidad que acompa el sofa de la historia de Hamann. Las ar-
discurso de todas las sesiones, muy de tes tuvieron su cabida una vez ms de la
agradecer por la variedad y riqueza de mano de H. von Kleist, Caspar Friedrich
posibilidades ofrecidas y el corto periodo y Jeremias Gotthelf.
de tiempo para gozar de ellas. La variedad de temas, lejos de instau-
Llegando ya a la tarde del segundo rarse como defecto debido a la posible
da de Encuentro, comenzamos con una incoherencia y fragmentacin interna que
sesin que, a pesar de ser enunciada en podran haber constituido, fue una virtud
el ttulo de la primera ponencia- como de este encuentro expresada en la rique-
pares des-iguales, slo tuvo de ruptu- za de perspectivas que pudimos tener en
ra del binomio el hecho de que presen- cuenta. De un modo u otro, segn el m-
tasen sus investigaciones tres oradores y bito de referencia del que procedan, los
no dos, puesto que nuevamente la orga- investigadores aportaron su granito crtico
nizacin acert en la distribucin de los de arena hacia el consolidado prejuicio
temas y las mesas, contando as con una traducido dicotmicamente en nosotros-
el hecho de que la generacin actual, que na, el hngaro, es puesto en relacin con
piensa ya no tener futuro por causa de la la expresin de los sentimientos. La Dra.
crisis, recurre especialmente al pasado Maria Vamvouri Ruffy, del CLE, propu-
colonial. La Profa. Jolle Marelli, di- so una comparacin estimulante entre un
rectora del programa Traducir el pueblo autor de la Antigedad, Plutarco, y un
y el exilio del Colegio Internacional de autor contemporneo francfono de ori-
Filosofa, present una conferencia titu- gen checo que reside en Francia, Pavel
lada Si me olvido de ti, Babilonia. El Hak. La comparacin abord la cuestin
regreso al exilio, una dialctica poltica de las fronteras. Frente a las obligaciones
sobre el caso complejo de Israel. Partien- y limitaciones que se tiene quedando en
do de los trabajos de Amnon Ephraim la patria, el filsofo antiguo presenta en
Raz-Krakotzkin, que critica vehemente su escrito de consolacin De exilio una
la negacin del exilio (shlilat hagola) concepcin positiva del exilio, que tam-
del sionismo, Marelli coment la situa- bin puede ofrecer ventajas y que sobre
cin en Israel y las tensiones entre las todo da la posibilidad de percibir el mun-
diferentes comunidades (mizraj, sefard, do sin fronteras, siguiendo las pautas de
asquenaz, falasha)) que recibieron y re- la filosofa. El autor moderno ofrece en
ciben acogida en el pas. Como ejemplos cambio una imagen ms bien negativa de
de estos problemas, que acarrean a me- la problemtica del exilio y de las fronte-
nudo prejuicios y desigualdades, Marelli ras, acentuando el desarraigo y el hecho
se bas en dos documentales: Ashkenaz de no encontrar un territorio de acogida.
de Rachel Leah Jones y Route 181: Frag- La doctoranda Myram Olah, tambin del
ments of a Journey in Palestine-Israel de CLE, compar varias poesas del grie-
Eyal Sivan. Las tres ltimas ponencias de go Yannis Ritsos y del hngaro Sndor
la primera jornada trataron de literatura. Weres, cuyas creaciones fueron hechas
El Dr. Alain R. Konan, de la Universidad bajo regmenes de opresin. En sus escri-
Flix Houphouet Boigny (Costa de Mar- tos del exilio, sea exilio por deportacin
fil), habl de Agota Kristof, escritora de o exilio interior, los dos poetas utilizan
origen hngaro exiliada en Suiza desde figuras mitolgicas: Filoctetes, Orestes,
que tena 21 aos. Konan se concentr Persfone, Medea; cada vez con mati-
en su triloga sobre los gemelos Lucas y ces diferentes en funcin de su propio
Claus: Le grand cahier, La preuve y Le contexto. La primera jornada se termin
troisime mensonge. El ponente estudi con una discusin presidida por la direc-
elementos temticos como la frontera y tora del CLE, la Profa. Heidmann, en
el margen, la circulacin o la alteridad; la que hubo la posibilidad de continuar
adems acentu hasta qu punto la prdi- dialogando sobre las presentaciones y
da de una pertenencia a un pueblo supu- ms concretamente sobre la pregunta de
so para Kristof la necesidad de construir cmo comparar las escrituras en exilio.
un espacio de papel, una nueva identidad La segunda jornada comenz con la
basada en el aprendizaje de otro idioma, conferencia titulada El exilio o la otra
el francs. El uso minimalista por parte cara de la patria verdadera de Jos Luis
de Kristof de esa segunda lengua est re- Mora Garca, Prof. Titular de la mate-
lacionado con el exilio en general y con ria Historia del Pensamiento Espaol
la bsqueda de una escritura de la verdad e Iberoamericano en la Universidad
y realidad, mientras que la lengua mater- Autnoma de Madrid. Mora Garca pre-
sent un vasto panorama del exilio en meta con sus primeras traducciones en
Espaa, empezando por las expulsiones alemn y francs, ambas dirigidas a un
de los judos y de los moriscos al inicio lectorado juvenil. Los textos difieren con-
de su fundacin. Se concentr luego en siderablemente y ofrecen imgenes varia-
el exilio tras la Guerra Civil, mencionan- das del exilio segn el pblico destinatario
do una gran cantidad de documentacin y el pas de recepcin. La Dra. Irena Tru-
cuyo inters an no ha sido valorado y por jic, investigadora del Centro de Investiga-
consiguiente estudiado lo suficiente por cin en Literatura Comparada de Pars-
la crtica: correspondencia, entrevistas, Sorbona, trat del Quebec donde durante
tertulias o artculos de revistas como n- los ltimos aos la literatura de migracin
sula. Mora Garca present tanto el lado y exilio pas de ser un fenmeno marginal
de los exiliados como el de los que desde a transformarse en el emblema de la litera-
el interior intentaban superar la ruptura. tura nacional. Como ejemplo, Trujic habl
Desde una posicin que se puede consi- del autor Wajdi Mouawad, un inmigrado
derar como tica, acentu la necesidad de de origen libans que, sin embargo, no se
la tradicin y de la vigencia atacando la considera migrante, sino exiliado. Ms
amnesia colectiva del exilio, amnesia que concretamente, Trujic observ su triloga
an no se ha superado en Espaa. La si- teatral Le Sang des Promesses, constituida
guiente ponencia tambin trat en parte por Littoral, Forts y Incendies y sus ver-
del exilio espaol, ms concretamente de siones cinematogrficas, que abordan el
Mara Zambrano, cuya figura de Antgona tema del exilio haciendo hincapi en los
fue comparada por la doctoranda Nadge problemas comunicativos entre las dife-
Coutaz del CLE con sus representaciones rentes generaciones, sobre todo por causa
por el psicoanalista belga Henry Bauchau. del silencio que se mantiene sobre las ra-
Coutaz present, pues, tambin una com- zones del exilio. La ltima ponencia, del
paracin de diferentes tipos de discurso: doctorando Olivier Wicky, abri la discu-
filosfico por una parte, psicoanalista por sin a la problemtica de la literatura pro-
la otra. Pero tambin el aspecto de los g- ducida en contexto de encarcelacin. Tras
neros literarios y del dilogo intertextual consideraciones sobre la vida en situacin
con los clsicos, en particular con Sfo- de prisin, incluso evocando facetas filo-
cles, fueron objeto de la presentacin, sficas como la ataraxia estoica, Wicky
donde se percibi hasta qu punto cada abord diversos casos concretos de escri-
autor utiliza diferentemente una figura tores del siglo XX, poniendo de relieve las
cuya cara cambia en funcin de la situa- diferentes estrategias de los autores para
cin del autor, de lo que quiere expresar y poder describir y comunicar su situacin.
a quin se dirige. La Dra. Loreto Nez, El coloquio fue clausurado por una
tambin del CLE, habl de No pas nada, mesa redonda sobre cuestiones generales.
que Antonio Skrmeta escribi en el exi- Ello concord con la atmsfera de todo el
lio en Alemania. La obra, destinada a un encuentro, marcado por discusiones ex-
pblico adulto pero tambin juvenil, pre- tensas y dilogos fructuosos entre los par-
senta el exilio desde la perspectiva de los ticipantes, interesados en descubrir nuevos
hijos de exiliados que intentan integrarse enfoques y corpus. En este sentido, se in-
en el pas de acogida, mientras que sus pa- tegraron en el coloquio lecturas de textos
dres insisten en pensar nicamente en su literarios por el actor Jos Lillo: de Pnar
patria. Nez compar el texto de Skr- Selek, una sociloga y autora antimilita-
un fenmeno, entonces, cuya diversidad legiado del estudio del hispanista: Jos
y complejidad desde el punto de vista Bergamn, Rafael Alberti y Ramn Gaya.
poltico, histrico, cultural y literario Merecen tambin una mencin espe-
constituye un tema clave para el estudio cial las sesiones dedicadas a los episto-
del exilio de 1939 y sus consecuencias. larios y a la presentacin de novedades
El Congreso se articul en torno a editoriales, adems del sentido homenaje
algunas lneas de investigacin: los re- a Carlos Blanco Aguinaga, quien sufri
tornos de la segunda generacin (imagi- l mismo el exilio, dedic varios libros a
narios y reales), el insilio (trmino re- la obra de Miguel de Unamuno y ejerci
cin creado por Manuel Aznar Soler para la docencia sobre literatura espaola en
explicar la compleja situacin de quienes diversas universidades norteamericanas.
se quedaron en la Espaa franquista), los El Congreso se ha cerrado con la po-
retornos de ficcin, poticos y teatrales, nencia de James Valender, La Revolu-
los regresos reales y el papel de las re- cin mexicana y la literatura del exilio es-
vistas y de los epistolarios. Se ha dedica- paol, quien ha trazado un puente entre
do una atencin especial a las figuras de Espaa y Mxico que constituye un ele-
Max Aub y de Rafael Alberti. mento ineludible para quienes queremos
En el Congreso, adems de fructfe- dedicarnos a la difcil tarea de reconstruir
ras sesiones de comunicaciones, se han una tesela imprescindible del complejo
presentado ponencias de reconocidos mosaico del exilio de 1939; constituida
investigadores y expertos sobre el tema, por los encuentros, y desencuentros, entre
como la conferencia inaugural de Jos los exiliados y sus pases de asilo.
Luis Abelln, dedicada a la figura de Ma-
nuel Andjar: fundador de la revista Las Elena Trapanese
Espaas, escritor y pensador espaol exi-
liado en Mxico a partir de 1939 y que
utilizando las palabras del propio Abe- CARTA DE PUERTO RICO:
lln no volvi, sino que vino a Espaa ACTIVIDADES ACADMICAS Y
en 1967, para luchar contra el franquis- CULTURALES EN PUERTO RICO
mo y junto a la juventud espaola. 2014
Una aportacin interesante fue, tam-
bin, la de Zoraida Carandell, quien ha Puerto Rico, 2014
propuesto una lectura de Rafael Alberti a
partir de una fundamental distincin en- Hemos decidido llamar esta pequea
tre retornos literarios y regresos fsicos, intervencin que da cuenta de algunas
la cual ha constituido uno de los hilos actividades caribeas Carta de Puer-
conductores del Congreso. to Rico en honor a la seccin que tuvo
Cabe destacar el acta de homenaje Jos Luis Cano bien conocido por su di-
dedicada a Nigel Dennis, catedrtico de reccin de nsula en la revista La Torre
literatura espaola en la Universidad de de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
Saint Andrews (Reino Unido) e impor- Aquel escriba cartas desde una lejana
tante colaborador de GEXEL, ya que, pennsula, hoy nosotros desde una lejana
adems de ser una mesa de testimonios, nsula caribea.
estuvo dedicada a las figuras de tres exi- El Caribe, por su diversidad tnica
liados cuyas obras fueron objeto privi- y cultural, ha sido portal de acogida de
distintos exilios, pero tambin su cuna. hija luego de salir de prisin. Fue una de
Andr Bretn, Gabriela Mistral, Juan las pocas pertenencias que sobrevivieron
Ramn Jimnez, Pedro Salinas, por men- al paso de la frontera hacia Francia tras
cionar algunos, han sido las figuras que estallar la Guerra Civil Espaola.
llegaron al Caribe huyendo de la llama- Tras parar en un campo de concen-
da crisis democrtica. En un tempestivo tracin, la familia Alavedra llega a Pars,
mundo de entreguerras, stos se las arre- donde se encuentra con un devastado y si-
glaron para dejar un legado importante lenciado Casals. Este ltimo propone a su
en la cultura de los pases de acogida; por amigo ir hasta Prades para estar ms cer-
eso su obra sigue viva y palpitante. ca de la frontera y desde ah proporcionar
Exiliado, tambin llega Pablo Casals ayuda a cientos de espaoles conocidas
a tierra materna en 1955. Y por este exi- son las gestiones que realiz Casals con
lio llega a nosotros a 75 aos del fin de el Spanish Aid Refugee que se vieron
la Guerra Civil Espaola el documental obligados a abandonar su pas. Desde el
Un poema en el exilio: El Pesebre de largo exilio en Prades, Alavedra y Casals
Pablo Casals y Joan Alavedra, escrito y cultivarn una gran amistad y un fuerte
dirigido por Alba Gmez Escudero. La sentimiento catalanista que los llevar a
maana del segundo da de abril del pre- trabajar juntos por el sueo de una Es-
sente ao se proyect este documental en paa democrtica. Casals convierte en
el histrico teatro de la Universidad de msica el poema de su amigo, y esta
Puerto Rico, lugar donde hace medio si- composicin se convertir en su pieza
glo se present la pieza que ser el hilo ms famosa con un mensaje de proyec-
conductor de este logrado documental. cin universal: la paz. La composicin de
Galardonada con el premio Ciudad de El Pesebre, comenzada en el exilio triste,
Reus 2012 a la Mejor Pelcula Memori- en el exilio francs, ser culminada en el
mage, Un poema en el exilio es un es- exilio luminoso en Puerto Rico. De ah,
fuerzo realizado por el talento de ambos el oratorio se presentar en 38 ocasiones
lados del Atlntico: por las productoras alrededor del mundo desde Mxico has-
El Cant dels Ocells y Soul Produccions ta Israel como cruzada por la paz, como
en coproduccin con Televisin Catalu- mensaje pacifista en el contexto de la
a y soporte de Puerto Rico Film Com- Guerra Fra. Usando la batuta como es-
mission e Ibermedia Program. Adems, pada, Casals aprovechar su proyeccin
cuenta con la participacin del Instituto internacional y su obra musical como es-
Cataln de Empresas Culturales. tandarte de los valores de la libertad y la
Un poema en el exilio es la historia de democracia. Su compromiso poltico, su
El Pesebre, un poema que trascendi el militancia desde la cultura en la defensa
exilio, un poema que habla de la peripe- de estos valores, le llevar a foros inter-
cia vital de dos hombres, una obra com- nacionales como la Organizacin de las
partida que habla de la lucha de un pueblo Naciones Unidas, donde se present en
deprimido pero esperanzado y deseoso 1958 con gran reconocimiento.
de la trascendente paz. El Pesebre es un Debemos mencionar que este filme
poema compuesto en 1934 por el perio- cuenta con la participacin de la viuda
dista Joan Alavedra quien fue secretario del llamado Maestro, Marta Casals, la
de la presidencia de la Generalitat de Ca- familia de Joan Alavedra, su hijo Maci
talua en tiempo de Companys para su y su nieta Gemma Durand-Alavedra, los
A los 187 aos del nacimiento de coloridas y acertadas de los lderes na-
Betances, el Teatro de la Universidad de cionales. No obstante, en Puerto Rico las
Puerto Rico (UPR) abre sus puertas para respuestas son estriles. De esta manera,
regalar al pueblo la reivindicacin de la Romn demuestra que el conocimiento
figura del proscrito Padre de la Patria y la memoria histrica de un pueblo son
Puertorriquea. El estreno de esta pro- herramientas polticas de doble filo; en el
duccin la noche del pasado lunes 7 de caso de Puerto Rico, el silencio ha sido
abril es la culminacin de una labor de responsable de prolongar un estatus pol-
documentacin y de proceso creativo tico colonial (si olvidamos el eufemismo
iniciado en el 2010. Elocuentes son los de Estado Libre Asociado). Una bienve-
esfuerzos del director del documental al nida musical, mensajes de Tito Romn y
intentar mostrarnos como nunca antes de Flix Ojeda Reyes precedieron a esta
se haba hecho la vida, obra y legado de pieza comprometida que lleva un mensaje
este prcer antillano, desconocido pero a poltico en un lugar tan emblemtico.
la altura de otros pensadores de la regin Estos actos coinciden con la celebra-
como fueron Jos Mart y Eugenio Mara cin del Centenario de la poetisa caribea
de Hostos. Julia de Burgos, famosa por el poema Ro
Una de las virtudes del documental es Grande de Loza y quien a finales de la d-
su llaneza expositiva y su arte animado, cada del treinta del siglo pasado, plasm
que hacen de este un material atractivo su consternacin por las brutalidades de la
para introducir la figura de Betances a Guerra Civil Espaola en varios poemas.
jvenes o a personas que no estn fami- Interesantes cartas, escritos, libros y art-
liarizadas con la vida del revolucionario culos sobre el particular han sido expues-
galeno. Cruciales son las intervenciones tos en la Sala-Archivo Zenobia y Juan Ra-
del Dr. Flix Ojeda Reyes, investigador mn Jimnez de la Universidad de Puerto
acadmico del Instituto de Estudios del Rico bajo el ttulo Julia de Burgos y su
Caribe, adscrito a la Facultad de Ciencias poesa: Presencia viva en Juan Ramn
Sociales de la UPR, y del Dr. Paul Estra- Jimnez y en nuestros poetas.
de, profesor emrito de la Universidad de
Pars VIII, ambos especialistas en la obra Iliaris Avils Ortiz
betancina.
A travs del documental podemos ob-
servar que, ms all de exponer la vida I ENCUENTRO INTERNACIONAL
del pensador puertorriqueo al especta- IDEAS QUE CRUZAN EL
dor, el director intenta llevarnos una de- ATLNTICO: LA CREACIN
nuncia poltica en el mismo, siendo ese DEL ESPACIO INTELECTUAL
uno de los aspectos ms interesantes del HISPANOAMERICANO
documental. Romn se vale de entrevistas
a ciudadanos comunes en las calles fran- Madrid, Facultad de Filosofa UCM 3,
cesas, haitianas, estadounidenses, domi- 4 y 5 de febrero de 2014
nicanas y cubanas, con quienes realiza un
pequeo experimento. Los entrevistados En el marco que supone el proyecto
son preguntados por las figuras histri- de investigacin Biblioteca Saavedra Fa-
cas trascendentales en la historia de sus jardo de Pensamiento Poltico Hispnico
pases, obteniendo respuestas bastante (www.saavedrafajardo.org), en su cuarta
andadura, tuvo lugar la celebracin del I na. Tras una pausa, la sesin se reanud
Encuentro Internacional Ideas que cru- a las doce del medioda con dos nuevas
zan el Atlntico: La creacin del espa- ponencias: la primera, dictada por Laila
cio intelectual hispanoamericano, en la Yousef, de la Universidad Compluten-
Facultad de Filosofa de la Universidad se, tuvo por ttulo Frontera y colonia en
Complutense de Madrid, durante los das el Derecho internacional schmittiano:
3, 4 y 5 de febrero de 2014. El Encuen- el papel vertebrador del Nuevo Mundo
tro se articul en torno a cinco mesas que para la soberana del ius publicum eu-
detallaremos a continuacin. ropeo; la segunda, impartida por Pedro
Para inaugurar el acto, el Decano de Garca Guirao, fue sobre La revolucin
la Facultad de Filosofa de la Universidad empieza por la educacin. Mxico y la
Complutense de Madrid, el doctor Rafael Escuela Moderna de Francisco Ferrer i
V. Orden, tom la palabra, agradeciendo Guardia.
no slo la presencia de los ponentes, sino Tras el descanso para el almuerzo se
particularmente el ahnco del profesor de abri la segunda mesa de la primera jor-
dicha universidad Jos Luis Villacaas, nada: Ilustracin, liberalismo y republi-
alma mater del proyecto; a continuacin, canismo. En el transcurso de la misma,
el propio Jos Luis Villacaas intervino nuevamente dividida en dos sesiones por
para realizar los agradecimientos oportu- medio de una pausa, intervinieron antes
nos y marcar las lneas que se seguiran del descanso Susana Villavicencio (Ar-
durante las jornadas siguientes. La mec- girpolis: la conversin utpica de la
nica fue similar en todas ellas: primero, el repblica en Sudamrica), Lismaco Pa-
desarrollo de las ponencias determinadas rra (La recepcin neogranadina de Ben-
en el programa; a continuacin, debates tham) y Carlos Herrera (Lon Duguit en
sobre las mismas y puesta en relacin con Argentina: sociabilidad y poltica en la
los temas trabajados por los distintos es- recepcin de una teora jurdica). Tras la
pecialistas que acudieron durante todo el interrupcin, una nica ponencia: la de
Encuentro; y, finalmente, una breve reca- Javier Lpez Als, que expuso sus tesis
pitulacin de cada una de las mesas. sobre Mxico y el antiliberalismo euro-
La primera mesa (3 de febrero por peo: el caso del Nuevo vocabulario filo-
la maana) llev por ttulo Humanismo sfico-democrtico de Thjulen. Con ello
y utopa. En el desarrollo de la misma termin el primer da del Encuentro.
tomaron la palabra los siguientes po- La segunda jornada del Encuentro
nentes: Juan Manuel Forte, profesor de (4 de febrero) se inaugur con la tercera
la Universidad Complutense, con su po- mesa del mismo, El ensayismo en Ibero-
nencia Gins de Seplveda: la guerra de amrica. El encargado de abrirla fue el
conquista conforme al derecho natural y profesor de la Universidad Complutense
cannico; Guillermo Garca Urea, de Antonio Miguel Lpez Molina, que habl
la Texas A&M University (EEUU), que sobre Jos Gaos, discpulo e intrprete de
desarroll su texto Reductio. Utopa y Ortega y Gasset. A continuacin tuvo lu-
ciudad en la colonizacin espaola; y gar la ponencia de Antonio Rivera, de la
Federico Ocaa Guzmn, tambin de la misma universidad, La revolucin mexi-
Universidad Complutense, que abord cana en Araquistin y la prensa espao-
La utopa del retorno como problema: la de izquierdas, seguida de Socialismo e
Luis de Len ante la cuestin america- indigenismo en el pensamiento de Mari-
tegui, donde Csar Ruiz Sanjun, igual- rica Latina e India. A continuacin, el
mente profesor de la Universidad Com- ya mencionado Jos Luis Villacaas, de
plutense de Madrid, habl sobre el autor la Universidad Complutense de Madrid,
peruano. Tras una breve pausa de descan- expuso su ponencia Medina Echavarra:
so tuvieron lugar las intervenciones del la recepcin de Max Weber en el final de
brasileo Luciano Vorpagel, que dict su la Guerra Fra. En tercer lugar tom la
ponencia Utopa y Hombre Americano: en palabra Daniel Abraldes, que habl sobre
busca del sujeto histrico, y del mexicano El resurgir agrario del antiperonismo.
ngel Octavio lvarez Sols, que titul Cuestiones de hegemona en el conflicto
su intervencin La muerte del centauro. del campo en el ao 2008; y, para cerrar
Teora y crtica del ensayismo mexicano. el congreso, tuvo lugar la ponencia del
Tras un encendido debate en que apareci profesor de la Universidad Complutense
la figura de Hegel como trasfondo se cerr Rodrigo Castro Orellana, que imparti
la sesin matinal. su ponencia denominada Diferencia co-
La tarde del segundo da del Encuen- lonial y pensamiento fronterizo. El privi-
tro sirvi para desarrollar la cuarta mesa legio de Walter Mignolo.
del mismo: Infrapoltica y populismo. Como no poda ser de otro modo, al
En ella intervinieron Carolina Bruna, trmino de cada mesa y de cada jorna-
con el texto El sujeto frente a la poltica. da se produjeron debates enriquecedores
Apuntes sobre la idea de individualidad que permitieron ampliar las miras de los
en Jorge Millas; Alberto Moreiras, de la participantes en el Encuentro, habida
Texas A&M University (EEUU), con la cuenta de la formacin multidisciplinar
ponencia Infrapoltica y la cuestin del de los distintos ponentes que aqu hemos
cinismo. La obra de Horacio Castella- enumerado. Adems de agradecer a los
nos Moya; Ana Carrasco Conde, de la ponentes, moderadores y asistentes su
Universidad Complutense de Madrid, presencia en el mismo, el Encuentro fina-
que realiz una ponencia con apoyo en liz con una llamada a todos a una segun-
imgenes titulada Poder y territorio: el da edicin del evento que tendr lugar en
caso Brasilia; y, finalmente, Patricia la misma Universidad Complutense du-
Ledesma, que, a raz de ciertos cuadros rante el mes de septiembre del ao 2014.
de Zuloaga, expuso su ponencia Ma-
nuel Glvez con Toledo al fondo. Espaa Rodolfo Gutirrez Simn
como utopa crtica y hogar de las almas
bellas. Tras el debate que sigui se dio
por terminada la segunda jornada. II SIMPOSIO INTERNACIONAL
El ltimo da del Encuentro (5 de SOBRE PENSAMIENTO POLTICO
febrero) slo tuvo intervenciones por la DEL EXILIO ESPAOL DE 1939.
maana en la mesa denominada Post- MARXISMO, SOCIALISMO Y
colonialidad. En primer lugar tom la ANARQUISMO
palabra Alexandra Ortiz Wallner, pro-
cedente de la Frei Universitt de Berln, Madrid, 20 y 21 de febrero de 2014
que habl especialmente de la obra de
Roberto Bolao en su ponencia Aportes Los das 20 y 21 de febrero de 2014
al estudio de los procesos de transferen- tuvo lugar en el Centro de Ciencias Hu-
cia y traduccin en el sur global: Am- manas y Sociales del CSIC este segundo
da con la editorial Librera Diego Marn siones, con el apoyo del Ayuntamiento
y dirigida por Pablo Beneito y Francisco de Murcia, del Festival Internacional de
Martnez Albarracn, nace con un espri- Cine de Murcia IBAFF, y con el de las
tu abierto a trabajos no slo relacionados sociedades MIAS de Oxford, Berkeley
con Ibn Arabi, sino tambin con su este- y, por supuesto, con MIAS-Latina, con
la de influencia y con otras filosofas con sede en Murcia en el Centro Cultural
las que el sufismo pueda tener afinidad. Puertas de Castilla, que es la que organi-
La MIAS-Latina, de quien depende esta za y coordina.
coleccin, invita a filsofos, traductores y En cada edicin del simposio se otor-
otros estudiosos a enviarles sus proyectos. gan dos premios: uno es el Taryumn en
Dragomn cubrir as una laguna al ofre- reconocimiento a la obra acadmica de
cer a los lectores en lenguas latinas, entre difusin del pensamiento de Ibn Arabi,
otras cosas, obras que ahora slo se en- que este ao ha recado en James Wiston
cuentran en otros idiomas y, aunque esto Morris (EEUU) por su labor de traduc-
ya se coment en los pasillos, quizs sirva cin y estudio de la obra del pensador
tambin para promover la re-edicin de murciano. El otro es el premio Barzaj
obras fundamentales, por ejemplo de Asn que se otorga cada ao a un artista cuya
Palacios, en otras editoriales. obra se haya inspirado en Ibn Arabi, y
Otra de las novedades fue la aparicin que este ao ha sido para el cineasta Na-
del primer nmero de la revista de estu- cer Khemir por su documental-ficcin En
dios sobre Ibn Arabi: El azufre rojo. Di- busca de Muhyiddin (2013).
rigida por Pablo Beneito, cuenta con un Durante el Simposio pudimos escu-
comit editorial en el que estn presentes char conferencias con perspectivas muy
profesores y especialistas de diferentes sugerentes que nos propusieron acer-
universidades nacionales e internaciona- carnos a Ibn Arabi desde el cine (Anto-
les. Cuenta tambin con el asesoramien- ni Gonzalo Carb y James W. Morris)
to de Jane Clark y Stephen Hirtenstein, o la psicologa (Marcos Fleury), como
de la MIAS en Reino Unido, y de Suad tambin observar las influencias o con-
Hakim, de la Universidad Libanesa de fluencias del sufismo en Jacob Bhme
Beirut. Al igual que la Coleccin Drago- (Francisco Martnez), en Zambrano (Je-
mn, la revista El azufre rojo nace con el ss Moreno, Vernica Garca, Agustn
nimo de ofrecer sus pginas a artculos Andreu) y en otros autores. Pueden ver el
y traducciones en lenguas latinas relacio- programa y los resmenes de las ponen-
nados con Ibn Arabi y otras tradiciones cias en la pgina de MIAS-Latina: www.
que confluyan con su pensamiento y su ibnarabisociety.es.
poesa. Para presentar proyectos, pueden Como destacaron los organizadores
contactar con los coordinadores a travs en la clausura de este III Simposio, cada
del correo miaslatina@ibnarabisociety. ao aumentan la participacin, el nivel y
es la expectacin. Naci como un acto para-
Se invit tambin a todos los presen- lelo a la sombra del festival de cine Ibaff,
tes a colaborar con la prxima edicin pero ha ido cobrando entidad propia y el
del simposio en el ao 2015, ao en que prximo ao se espera seguir en creci-
se celebrar el 850 aniversario del naci- miento exponencial con nuevas colabo-
miento de Ibn Arabi. Este simposio con- raciones y ms asistentes. Este Simposio
tar, como en todas las anteriores oca- anual es una buena ocasin para ampliar
vira desarrolla sobre los jesuitas criollos lo que han significado estas tradiciones
tanto como, junto al Doctor Velasco, la de la pennsula ibrica y del continente
profundizacin en las doctrinas de la americano. Confiamos mucho en el nue-
Escuela de Salamanca y su vertiente vo tiempo abierto por este congreso, y de
mexicana en la figura de Alonso de la l debern salir grupos que apuesten por
Veracruz han ocupado un lugar relevan- esta lnea y ofrezcan resultados que ayu-
te a lo largo de cinco das. Asimismo den a nuestras comunidades filosficas a
cada vez son ms relevantes los estudios conocerse mejor y a ofrecer propuestas
sobre los pensadores liberales mexica- de entendimiento y cooperacin.
nos del siglo XIX tras la independencia, El Congreso tuvo un colofn solemne
as como los pensadores del siglo XX. con la sesin homenaje al filsofo mexi-
En esta ocasin la figura de Jos Vas- cano Luis Villoro, fallecido el pasado
concelos propici un debate intenso y mes de marzo. Fue realmente emocio-
bien significativo. nante escuchar testimonios de personas
Nunca faltan, ms bien lo contrario, prximas a la persona que todo filsofo
en los encuentros mexicanos, aproxima- es, junto a estudios de colegas que le han
ciones con la filosofa espaola y, desde conocido, que han convivido con l y
luego, ms concretamente con las figu- seguido en su aventura del pensar, des-
ras del exilio por ser stas clave en el de las tareas ms cannicas a aquellas a
marco de relaciones en que se desarro- las que ningn mexicano puede escapar y
llan las relaciones filosficas de ambos que estn vinculadas a las comunidades
pases. Figuras de nuestro siglo XIX indgenas, en el caso de Villoro lo fue la
vinculadas al regeneracionismo com- comunidad chapatista con la que estuvo
partieron espacio con las ms consagra- hondamente comprometido.
das del XX, Unamuno, Ortega, Gaos, Recibieron la medalla de Alonso de la
Nicol, Ferrater Mora, Enrique de Rivas Veracruz el Dr. Len Portilla, cuyo reco-
y Mara Zambrano, y no faltaron refe- nocimiento en Mxico por sus estudios
rencias a contemporneos como Fernn- de antropologa Nahuatl es compartido
dez Buey, filsofo que ha desempeado por la comunidad acadmica; as como
casi toda su vida en Catalua, reciente- el Dr. Labastida, persona de mltiples
mente fallecido. registros en el mundo filosfico y edito-
Este encuentro entre filsofos espa- rial quien cerr la sesin con un discurso
oles y mexicanos, enriquecido con la re- titulado Pensar en espaol.
ferencia al argentino Ezequiel Martnez Clausur el congreso el Rector de la
Estrada, expuesta por el profesor Kzel, Universidad Michoacana, institucin que
como indicbamos anteriormente, y la ha hecho un gran esfuerzo por superar
que no se pudo realizar con la filosofa las dificultades que se presentaron en los
portuguesa por causas puramente perso- tres ltimos das y que apenas se notaron
nales, quiere marcar un nuevo paso en en el transcurrir del congreso gracias al
los estudios de filosofa iberoamerica- esfuerzo del comit organizador y de los
na llevados a cabo, cada vez de manera estudiantes de todos los niveles que pu-
ms internacional, por investigadores sieron generosidad y esfuerzo al servicio
de la comunidad de hispanoparlantes y de esta noble causa.
hablantes de lengua portuguesa que nos
sirva para tener una ms clara visin de Jos Luis Mora
Muy seores mos: En lo sucesivo, y hasta nueva orden, srvanse atender y cargar a mi cuenta los recibos
de 35 que, con periodicidad anual, les presentar a mi nombre la Asociacin de Hispanismo Filosfico.
Firma
Muy Seores mos: En lo sucesivo, y hasta nueva orden, srvanse atender y cargar a mi cuenta los recibos
de 35 que, con periodicidad anual, les presentar a mi nombre la Asociacin de Hispanismo Filosfico.
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