Introducción Medicina Psicosomática
Introducción Medicina Psicosomática
Introducción Medicina Psicosomática
Medicina Psicosomtica
Abril 2017
INDICE
La relacin psicosomtica
Modalidades cognoscitivas de la conciencia....................................................21
Lenguaje de rganos.......................................................................................30
2
El problema de la relacin psicosomtica en la medicina
Von Weizsecker
La enfermedad como una transformacin de aquello que ocupa un lugar en el espacio y que
llamamos materia constituye un trastorno de la forma y la funcin, un trastorno fsico, qumico,
anatmico, fisiolgico; todas estas son categoras que englobamos cuando decimos sntoma
orgnico o somtico.
Materia e historia, por ejemplo, son interpretaciones de un mundo al cual nos acercamos con las
nociones predeterminadas de espacio y de tiempo; sin estas ltimas nociones es imposible
definir aquellas. La solucin de un problema, de un experimento, la respuesta, se halla
inevitablemente condicionada por la manera de plantearlo, por el modo especfico en que se
formula la pregunta. El pensamiento, el descubrimiento, la cultura, tomados en particular y
desde un cierto ngulo, pertenecen a una poca, constituyen una parte de aquello que Walther
Tritsch (1954) denomina el "signo de los tiempos".
Las concepciones antiguas de la enfermedad, mantienen puntos de analoga que configuran una
significacin que supone un pecado, una culpa y un castigo; la causa del padecer queda
relacionada con la trasgresin de las normas instituidas por los dioses, expresin de un demonio
que irrumpe o instrumento de la ira divina. El juicio poda recaer tanto sobre un hombre (como
Prometeo), como sobre una comunidad (la plaga que azota Tebas).
Segn la "historia" que realiza Lan Entralgo (1961), y que debemos suponer "viva" y presente en
cada uno de nosotros, la enfermedad fue considerada en la antigua Babilonia como una culpa, un
pecado espiritual, una impureza moral, que exiga para su resolucin el arte de la adivinacin, ya
que este pecado no era "conocido" por aqul que sufra sus efectos.
Para los griegos la enfermedad era un trastorno de la phisis, la materia natural, por obra de las
"miasmas" o manchas y del dyma o "deshonor", materias malas que deban ser eliminadas
mediante la "catarsis", un medio fsico de exoneracin. Su causa primera es un castigo de los
dioses por haber transgredido la ley moral. La diferencia con el enfoque de los asirios, consistir
3
en que la higiene de la enfermedad para el asirio es primariamente espiritual y para el griego,
primariamente somtica. O sea que la medicina de Galeno vuelve a encontrar al pecador en el
que sufre de una enfermedad orgnica, sin embargo, mientras que para el asirio el enfermo era
ante todo un pecador, para Galeno el pecador es ante todo un enfermo.
El advenimiento del cristianismo introduce una variante. Si bien puede decirse que Dios castiga
el pecado con la enfermedad1, lo ms importante de la interpretacin cristiana parece residir en
que la enfermedad posee un sentido: poner a prueba a la criatura de Dios y ofrecerle la ocasin
de merecer el cielo. La enfermedad adems, deba ser sobrellevada con una actitud de paciencia
y resignacin (paciente, etim: el que soporta males Corominas, 1980-)
Si para los asirios babilnicos la teraputica fue la adivinacin del pecado espiritual, para los
griegos la catarsis de las materias malas y para los cristianos la comunin con Dios, para el
pensamiento cientfico occidental, esta teraputica es una tcnica de combate, precisa y definida,
con la causa. Este combate entre el mdico y la causa se desarrolla en el hombre que sufre la
enfermedad y que debe convertirse en espectador pasivo de la teraputica.
Llegamos as a nuestro tiempo, uno de cuyos signos est constituido por lo que Lan Entralgo
(1950) denomina "voluntad de plenitud histrica", plenitud que a nuestro juicio contiene en su
esencia un enfoque atemporal que incluye y revaloriza actitudes "pasadas" frente a la
enfermedad y que contempla y respeta posibilidades "futuras", teniendo en cuenta que unas y
otras constituyen representaciones de una realidad que vive y obra en nuestro presente.
A modo de sntesis, transcribimos la definicin de enfermedad que nos trae Lan Entralgo: La
enfermedad es un modo de vivir aflictivo, anmalo y reactivo a una alteracin del cuerpo que
hace imposible la vida biolgica (enfermedad letal), impide o entorpece transitoriamente la
realizacin de la vida personal (enfermedad curable) o la limita de un modo penoso y definitivo
(enfermedad incurable, residual o cicatricial). (Lan Entralgo, 1965)
En nuestra poca Freud nos introdujo otra vez, y desde un nuevo ngulo, en la consideracin del
sentido de la enfermedad, que cobra as significado como una forma de lenguaje.
1
Si Adn y Eva no hubiesen violado la ley divina, su descendencia habra crecido y progresado exenta del dolor y las
enfermedades.
2
Inclusive hasta los datos percibidos acsticamente eran referidos a imgenes, por ejemplo el nombre estetoscopio de
stethos, pecho y skopein, ver.
4
puro instrumento de pesquisa y se convertir en agente teraputico. Freud introduce en
medicina, con importancia y significacin inditas, la psicoterapia verbal.
La obra de Freud ha realizado una sntesis del profundo sentido de las medicinas semticas
antiguas y la del Cristianismo, ya que ha demostrado la existencia de una relacin entre el
trastorno fsico de la neurosis y los sentimientos de culpabilidad 3 de la persona que la
padece. En el fondo de toda dolencia neurtica, entran en juego las creencias morales del
enfermo, cualesquiera que stas sean.
Las teoras acerca de la enfermedad y la teraputica dependen de los famosos criterios de "salud
y enfermedad". En teora se acepta plenamente la integracin mente cuerpo, mientras que en la
prctica opera de manera inconsciente el consenso predominante (generalmente indiscutido
porque no es explcito) de que la enfermedad equivale a la distorsin o descompostura de un
mecanismo que es necesario restaurar.
Todos los que ejercemos el arte de curar, de una u otra manera, nos guiamos por una
determinada imagen del hombre que configura en nuestro interior una verdadera "antropologa
latente"4, que es la que determina en gran parte la lnea que toman nuestras investigaciones. Por
ejemplo, la antropologa latente que domin las investigaciones de la psiquiatra durante ms de
100 aos, por la cual toda enfermedad era un fenmeno biolgico primario que deba tener su
causa en lo orgnico, la llev a la bsqueda de las alteraciones materiales perceptibles,
descuidando as la comprensin de la dramtica presente en la vida del sujeto.
El modo de explicar las relaciones del mundo material era un modo lgico, racional, fundado en
el nexo causal. El juzgar un hecho como material o como inmaterial dependa de que pudiera
determinrselo o no por el camino de la medicin, y con este criterio se consideraban fenmenos
racionales y fenmenos irracionales, que eran considerados de menor significacin dentro de la
valoracin cientfica reinante.
De ah los desesperados esfuerzos de la psicologa por convertir el alma en algo cuantitativo, por
convertirse ella misma en una ciencia cuyo objeto fuera mensurable para, de esta manera,
emular los xitos de las ciencias de la naturaleza.
3
Aqu podemos aplicar la nocin de pecado como la transgresin de las creencias morales sobre la que se sustenta la
existencia personal del individuo y en cuya virtud cobra sta unidad y sentido.
4
como la calific el antroplogo de Basilea, Hans Kunz.
5
del campo de estudio y, en el mejor de los casos, se transforma en un producto secundario del
organismo fsico.
El mdico formado en la escuela de las ciencias naturales se inclina a postular que los procesos
orgnicos son de naturaleza PRIMARIA, y que de ellos, DE ALGUNA MANERA, nacen los
procesos psquicos. Pero el caso es que este "de alguna manera" nunca pudo ser explicado
satisfactoriamente.
Pensamos que hay dos lneas para comprender esta dificultad. La ntima compenetracin de las
funciones corporales por un lado y de las percepciones, sensaciones, pensamientos, fantasas,
etc., por otro, es algo que evidentemente se oculta al hombre porque ste nunca puede, de un
modo completo, convertirse en OBJETO, sino que siempre es, al propio tiempo, SUJETO que
mientras obra, piensa, o ejercita su fantasa, no puede simultneamente observarse a s mismo 5.
De modo que pasado el momento de observacin se comprende lo que ha ocurrido en un
determinado proceso psquico, pero no se sabe cmo ste ha llegado a tener lugar.
El otro motivo que nos impide llegar a una solucin definitiva del problema de la relacin alma
y cuerpo, estriba en el hecho de que se procede a realizar una separacin que no es pertinente.
Por ejemplo, se observa el proceso en virtud del cual un estmulo excita los ojos, se describe la
transmisin de la excitacin a travs de los rganos sensoriales, para llegar por fin a sealar el
lugar del sistema nervioso central en que tal estmulo se convierte en percepcin.
5
Dicho con otras palabras, el sujeto vive lo CUALITATIVO; lo que el sujeto percibe fuera de ese apasionante movimiento
de la vida, como dice von Weizsecker, es CUANTITATIVO.
6
slo puede expresarse activamente dando forma a su mundo circundante, como por ejemplo,
dibujando en las paredes de una gruta, sino que tambin puede cumplir esos mismos procesos de
creacin dentro de s mismo. Toda funcin creadora no es, en su origen, una funcin consciente.
Comienza el hombre por formarse una imagen interior que desea comunicar y compartir,
proyectndola y dndole forma en el mundo exterior. Cuando siente obstruido esa va para
volcar todo lo que sus fantasas, deseos y necesidades le acicatean, puede emprender el camino
de la resignificacin de dichos impulsos. Si no logra dicha resignificacin, el padecimiento
somtico puede asumir la expresin del mensaje bloqueado, a travs de lo que denominamos el
LENGUAJE DE ORGANOS.
Cuando aparecen teoras como la de von Weizsecker acerca de que "todo lo psquico tiene su
correlato corporal, todo lo corporal tiene sentido psicolgico imaginamos cules podran ser las
consecuencias tericas de tal concepcin. Una de ellas podra ser, an para los mdicos, la de
aceptar un pluralismo de energas creadoras en la vida humana: la esfera psquica engrana con la
somtica y sta impone a la fantasa sus leyes naturales.
Qu temen los detractores de esta concepcin que representa una ampliacin del campo visual?
1 que no pueda tenerse un acabado dominio sobre los fenmenos que se enuncian;
Estas reflexiones nos recuerdan que el problema de la relacin cuerpo y alma ha dejado de
constituir el objeto de una controversia acadmica en la que se discute la validez de distintas
teoras, para convertirse en el elemento central del pensamiento acerca del sentido o la falta de
sentido de la vida humana, pero no slo de la vida humana en abstracto sino de nuestra vida, de
la vida de cada uno de nosotros.
6
Freud demostr que los sntomas histricos podan ser ledos como signos de un lenguaje crptico similar al de los sueos.
Weizsaecker y Groddeck comprendieron que toda enfermedad del cuerpo poda ser contemplada de una manera idntica, es
decir, que poda ser interpretada como un smbolo lingistico.
7
Alexander ha formulado el concepto de que cuerpo y alma seran slo dos formas de expresin distintas de un proceso
nico, de un mismo sistema biolgico. No es posible ver en esta concepcin una relacin psicosomtica propiamente dicha,
dado que en rigor en ella se concibe a la psique como un fenmeno derivado de lo somtico.
7
Podemos mencionar a Arnaldo Rascovsky, que en 1948 publica la Patologa psicosomtica; la
publicacin de Gnesis psicosomtica y tratamiento de las lceras gstricas y duodenales y El
dolor de cabeza de Angel Garma en 1954 y 1958 respectivamente. Junto con esto es necesario
mencionar artculos publicados por Rascovsky, Aberastury, Pichn Rivire, Marie Langer, etc.
Todos estos autores dejaron algo as como una enunciacin de principios, constituido por la
idea bsica de que todo trastorno es psicosomtico, rechazando la idea de que hay
enfermedades psicosomticas y otras que no lo son.
Psicoanalistas posteriores cuentan en su produccin cientfica con trabajos que establecen
correlaciones entre trastornos somticos y otros procesos estudiados por la teora psicoanaltica
general, o bien se aplican a especialidades mdicas determinadas. Como ejemplo podemos
mencionar: Medicina Psicosomtica en Pediatra de M.Bekei (1965), Psicologa y Cncer de
J.Schavelzon, J. Bleger, L.S. de Bleger, M. Langer, I. Luchina (1965), Psicologa del embarazo,
parto y puerperio de R.Soifer (1971).
A partir de la dcada del 60 comienzan a publicarse los trabajos de Luis Chiozza que ms tarde,
vern la luz en una prolfica obra.8 Las teoras desarrolladas por Chiozza poseen sus races
principales en Freud, Weizsecker, Groddeck y Racker. Entre los autores argentinos que ms lo
han influido, se hallan Angel Garma, Arnaldo Rascovsky (con sus investigaciones en
psicosomtica y el psiquismo fetal) y Fidias Cesio (con sus trabajos sobre el letargo y la
contratransferencia).
La lectura de los trabajos de Chiozza, revela el desarrollo de una teora coherente y profunda que
proporciona adems un mtodo el Estudio Patobiogrfico destinado a investigar los
significados de los trastornos somticos, las condiciones de su aparicin y su teraputica. Su
teora brinda una concepcin que permite ampliar y profundizar en sus aspectos ms esenciales,
la enunciacin de Weizsecker acerca de que las enfermedades somticas constituyen en la vida
de los seres humanos, acontecimientos que poseen sentido biogrfico.
8
Entre sus libros podemos mencionar Un estudio del hombre que padece, en col., edicin CIMP-Kargieman, Buenos
Aires (1970); Psicoanlisis de los trastornos hepticos, Ed. Kargieman (1970-1998); Cuerpo, afecto y lenguaje, Ed.
Paids (1976-1998); Ideas para una concepcin psicoanaltica del cncer, en col., Biblioteca del Centro de Consulta
Mdica Weiszecker, Ed. Paids (1978); Trama y figura del enfermar y del psicoanalizar, Ed. Paids (1980);
Psicoanlisis: presente y futuro, Ed. CIMP-Weiszecker (1983); Por qu enfermamos? Ed. Alianza l, (1986-1993);
Opiniones sobre la Psicologa, en col., Ed. Adip (1986); Los afectos ocultos en... Ed. Alianza (1991-1998); Dilogo
psicoanaltico sobre psicosomtica, Ed.Alianza, (1992- 1998); Psiche corpo malattia Fabrizio Franchi, Teda Edizioni,
Roma, Italia, (1993); Los sentimientos ocultos en..., Alianza Editorial, (1993); Del afecto a la afeccin, Ed. Alianza
(1997); Un lugar para el encuentro entre Medicina y Psicoanlisis, Ed. Alianza (1995-1999); Luis Chiozza CD Obras
Completas, Folio In Contex, (1996); Cuando la envidia es esperanza, Ed. Alianza (1998); Hacia una teora del arte
psicoanaltico, en col., Ed. Alianza (1998); La transformacin del afecto en enfermedad, Ed. Alianza (1998); Una
concepcin psicoanaltica del cncer, Ed Alianza, (2000); Presencia, transferencia e historia, Ed. Alianza, (2000). Las
cosas de la vida. Composiciones sobre lo que nos importa, Ed. Libros del Zorzal. 2005. [La segunda fecha indica la
ltima edicin publicada del libro que se menciona].
8
Escuela Argentina de Medicina Psicosomtica
La expresin medicina psicosomtica fue utilizada por primera vez por J.C. Heinroth en 1818,
quien acua el trmino psicosomtico para describir las pasiones sexuales sobre la
tuberculosis, epilepsia y cncer. Ms tarde, en 1876 Maudsley, quien tambin lo usa, escribe
Si la emocin no se libera se fija sobre los rganos y transforma su funcionamiento.
Posteriormente es introducida al psicoanlisis, por Flix Deutsch.
La acepcin ms rigurosa del trmino MEDICINA PSICOSOMTICA que hemos hallado hasta
el momento, es la que describe Lan Entralgo como una orientacin de la medicina general que
intenta que toda intervencin mdica (clnica o quirrgica) as como todo juicio clnico,
incluyan la visin psicoanaltica (la consideracin de los afectos inconscientes) de lo que le
ocurre al enfermo y a las vicisitudes de sus relaciones tanto con su contexto familiar y social,
como con su mdico.
Es habitual que tanto la orientacin mdica tradicional como muchas de las nociones
psicoanalticas corrientes, se basen en una concepcin mecanicista y determinista de las
enfermedades, en las cuales impera una explicacin lgica de los sntomas como EFECTOS que
son productos de una CAUSA.
9
La mayora de los autores, sostienen que las enfermedades psicosomticas son aquellas constituidas de un modo
psicogentico o sea, las producidas por una causa psquica. Otros, como Chiozza, no ven en la relacin psicosomtica una
relacin forzosa de causa-efecto, sino que se comprende a lo psquico y lo somtico como las dos caras de una misma
moneda.
9
Trastornos SOMATOGENETICOS: son las llamadas PATONEUROSIS y comprenden los
trastornos psquicos provocados por una enfermedad orgnica o investidos de significacin
psicolgica a posteriori. Lo opuesto, segn O. Fenichel (1964), sera la pato-curacin, en
donde una neurosis desaparece con la irrupcin de una enfermedad orgnica.
Las preguntas que el modelo de pensamiento causal deja sin responder son:
1) por qu la enfermedad se produce en un determinado momento y no en otro
2) por qu algunos individuos enferman ante la presencia del agente etiolgico (por ej.
virus) y otros no lo hacen
3) por qu una enfermedad puede tener distintas evoluciones o localizaciones
4) por qu se producen distintos resultados con una misma teraputica
La medicina tradicional con la inclusin de otros factores, como el terreno ha logrado casi que
la idea de causa nica deje lugar a la pluricausalidad. La posicin causalista nos permite
comprender enfermedades pero no enfermos.
Sin descartar la utilidad de la relacin causa-efecto que tantos progresos tcnicos ha aportado,
Chiozza, basndose en Freud, destaca en cambio, el concepto de condiciones necesarias y
condiciones suficientes. El ejemplo que aporta Freud acerca de la tuberculosis es claro: as
como sin bacilo de Koch no hay TBC, este por s solo no basta para producirla, ya que se lo
encuentra en personas que no padecen esta enfermedad. Por lo tanto, el bacilo de Koch no es la
causa de la TBC, es una condicin necesaria pero no suficiente.
La ciencia utiliza palabras como esencial o idioptico con las cuales califica a determinadas
enfermedades para darnos la ilusin de que conocemos su origen. Hay conceptos como los de
constitucin, herencia o debilidad yoica, que nos permiten postergar la respuesta y
conservar nuevamente la imagen de comprensin del problema.
Este conocimiento nos brinda acceso a nuevas posibilidades teraputicas, ms all de cualquier
polmica estril acerca del origen orgnico, psquico o social de la enfermedad considerada.
Una vez abandonada la idea de que lo nico importante es encontrar LA CAUSA, una vez
reivindicado el derecho de cada campo del conocimiento a enfocar con luz propia y particular el
10
objeto de estudio, es posible volver, desde un ngulo complementario, a la investigacin del
POR QUE.10
La pregunta por qu, dotada de una raigambre afectiva, posee en el enfermo una respuesta
inconsciente que codetermina siempre el motivo actual de la consulta.
La primera de dichas afrentas sera la sufrida con la revolucin copernicana, que lo saca de la
posicin majestuosa que ocupaba hasta ese momento en el centro del universo.
Lo expresado por Freud nos sugiere que la posibilidad de encontrar un significado, una
motivacin psicolgicamente comprensible, a las enfermedades somticas, podra llegar a
constituir, la cuarta injuria narcisista, ya que nos dejara privados del ltimo baluarte de
que disponemos para lograr una transaccin entre la necesidad de expresar y la necesidad de
mantener inconscientes determinados conflictos, afrenta por la cual, si la enfermedad
constituye un lenguaje, quedamos desnudos en nuestra conflictiva ante el intrprete.11
Un ejemplo clnico nos permitir comprender mejor las razones que determinan estos
sentimientos.
10
...la lgica ya no es una cualidad del universo, sino un estadio provisorio en la evolucin progresiva del intelecto humano,
y entre los instrumentos con los cuales aprehendemos la realidad, la poesa y la matemtica poseen un valor epistemolgico
similar. La relacin entre un smbolo y su referente adquiere una dignidad pareja con la de la relacin causa efecto. El
propsito de nuestra investigacin nos conduce, pues, a estudiar, junto a la alteracin fsica del cuerpo, las vicisitudes
histricas de la vida anmica. (extrado de Chiozza Los afectos ocultos en... pg. 11)
11
la investigacin psicoanaltica de las enfermedades somticas al descubrirnos el drama ntimo que se oculta en cada
trastorno desnuda pblicamente nuestra vida privada, nos despoja de los recursos de la adaptacin en sus nuevos reductos e
impone un nuevo esfuerzo creativo a nuestra represin. (Chiozza, El psicoanlisis y la medicina, 1975. Obras Completas
CD)
12
este caso clnico est tomado del libro Por qu enfermamos de Chiozza (op.cit.)
11
Disminuye nicamente cuando el paciente levanta la mano por encima de la cabeza con la
palma hacia adelante y el codo hacia afuera. La radiografa de cuello muestra que el espacio
entre la quinta, sexta y sptima vrtebras se halla muy disminuido de modo que se deduce un
pinzamiento del nervio mediano cuyas fibras atraviesan la columna cervical e inervan a los
dedos afectados.
El dolor urente, muy intenso, aumenta. A partir de esta situacin y en unos pocos das, se agotan,
uno tras otro, los sucesivos recursos teraputicos: analgsicos, antiinflamatorios, miorrelajantes,
sedantes, calor local, reposo, collar inmovilizador del cuello.
El dolor no cede y el enfermo se desespera. Una inyeccin local, realizada con fines paliativos
sobre el plexo braquial derecho, se demuestra efectiva en la anestesia de la mano pero el alivio
del dolor es incompleto. Por esta razn el traumatlogo, decide solicitar la consulta con un
colega que posea formacin psicoanaltica.
Si repasamos lo visto hasta aqu, vemos que habiendo llegado a este punto, tenemos una
explicacin lgica de los sntomas como EFECTOS QUE DERIVAN DE UNA CAUSA:
suponemos que una compresin mecnica produce la excitacin de un nervio. Esta excitacin es
experimentada como dolor porque se realiza sobre las fibras nerviosas que transmiten
especficamente esa sensacin. El conjunto de los sntomas corresponde adems al territorio
inervado por el mediano, que es el nervio comprometido. La existencia de esta compresin
puede tambin explicar la disminucin del dolor en la posicin anteriormente mencionada.
Pero el enfermo adems de poseer un cuerpo que funciona como un delicado mecanismo de
relojera, es un hombre que vive una existencia cargada de emociones que son personales,
propias de su manera de ser particular.
Por esta razn el colega consultado por el traumatlogo parti de un enfoque diferente para la
comprensin de la situacin patolgica. Su pensamiento permaneci voluntariamente alejado
de la preocupacin por establecer un juicio acerca de la mayor o menor eficacia de la causa
mecnica para producir o explicar el conjunto de la sintomatologa y de la evolucin del
tratamiento.
Es importante insistir en este punto. Si nuestro pensamiento se orienta hacia la determinacin de
las causas, sean psquicas o somticas, permaneceremos alejados de la posibilidad de
comprender los motivos, es decir el SENTIDO DE LA ENFERMEDAD EN FUNCION DE LA
TRAYECTORIA DE UNA VIDA.13
Luego de una entrevista prolongada con el paciente, el psicoanalista, que conoca los
antecedentes previamente mencionados, nos ofrece una interpretacin de los hechos que, LEJOS
DE SER INCOMPATIBLE CON LA ANTERIOR, puede ser contemplada como la otra cara de
una misma moneda.
El enfermo es un hombre de 45 aos de nacionalidad alemana, que se siente despreciado y
exigido por una esposa que le reprocha su escasa capacidad de progreso econmico. Todos los
das en la mesa y todas las noches en la cama experimenta el sentimiento de que su mujer no lo
desea ni lo respeta como esposo y jefe de la familia. Dentro de la firma comercial en la cual
trabaja esperaba un futuro mejor y se siente cada vez ms defraudado. Por sus manos de cajero
desfilan los millones ajenos que deseara poseer. Logra a duras penas que el resentimiento y la
envidia que experimenta por sus empleadores, familiares de su mujer, no se transparente en su
conducta y aparezca en su conciencia. Pocos das antes de que se desencadenara su dolor, un
amigo de los dueos de la firma, que tambin trabajaba en ella, sustrajo una importante suma de
dinero. Esta sustraccin, contra las expectativas del paciente y a pesar de que el dinero no pudo
recuperarse, fue perdonada. Entonces, por primera vez, se asom a la conciencia del enfermo el
deseo de robar; deseo enormemente angustiante y, por lo tanto, reprimido.
13
Siendo los trastornos en todos los casos, y a un mismo tiempo, del cuerpo y del alma, la visin del cuerpo nos oculta el
alma y la visin del alma nos oculta el cuerpo.
12
La mano culpable es la que hoy duele. El dinero le quema en la punta de los tres dedos con los
cuales cuenta, cotidianamente, los billetes de banco. La posicin en la cual el dolor disminuye
corresponde a un gesto inconciente con el cual simboliza su inocencia. Cada vez que lo realiza
se abstiene, mgicamente, de meter la mano en la caja tentadora.
El esclarecimiento de esta situacin surgi de la capacidad del mdico psicoanalista para
comprender el simbolismo de los sntomas, su vinculacin con los episodios biogrficos, las
expresiones espontneas e involuntarias y los sentimientos movilizados en la relacin entre
mdico y paciente.
Durante la conversacin con el enfermo estos contenidos inconscientes se fueron haciendo ms
claros. Qued convenida una entrevista posterior a los fines de resolver y elaborar esta situacin
de un modo ms completo. El paciente no concurri a la entrevista. Hizo saber, de manera
indirecta, que el mdico estaba completamente equivocado en el enfoque de su enfermedad y
que otro colega en los ltimos das lo haba curado de su dolor mediante la administracin oral
de un medicamento. El contenido de este medicamento, de ms est decirlo, era idntico a uno
de los tantos que se le haban suministrado antes sin ningn resultado.
Es comprensible que tanto para el mdico como para el enfermo hubiera sido preferible que una
explicacin mecnica de la enfermedad, los eximiera de una incursin desagradable en la
intimidad de un por qu que siempre, de alguna manera, sera experimentado como una
violencia impdica.
Una incursin que les obliga a revivir, en la relacin mdico paciente, las mismas emociones14
penosas que una vez fueron rechazadas, pagando como precio de esa represin la enfermedad.
El rechazo del enfermo ante sus deseos inconfesados de robar le hace retroceder, con la misma
fuerza de la honestidad que regula su conducta, ante una interpretacin que, por el tiempo breve
y las condiciones en que debi ser realizada, no pudo tener la sutileza y la amplitud necesarias
para poder ser bien elaborada.
Sin embargo el objetivo teraputico y eso es lo importante, qued acabadamente cumplido en
cuanto al motivo actual de la consulta.
Freud nos aconsejaba distinguir entre las parlisis motrices orgnicas y las histricas segn que
el territorio comprometido estuviera encuadrado por los lmites de una zona de inervacin o, por
el contrario, correspondiera a la imagen mental de una parte del esquema corporal. El ejemplo
clnico citado aqu, nos permite comprobar que este criterio no puede ser absoluto, o en todo
caso, no puede utilizarse para sostener que los trastornos orgnicos carecen de un lenguaje
similar al de la histeria.
Hemos intentado a travs del caso clnico presentado mostrar tambin, como los trastornos
corporales OCULTAN AFECTOS, en el sentido de que un determinado trastorno orgnico
14
Cuando se reprimen determinadas emociones se manifiestan a travs del aparato que forma parte de la expresin normal
de esa emocin, o sea que la enfermedad no es otra cosa que el retorno a la conciencia de aquello reprimido sin xito.
13
aparece como un proceso de descarga que sustituye y evita a un particular desarrollo
afectivo15.
Cuando un paciente sufre de insomnio, angustia o una impotencia genital, estamos habituados a
reconocer que las mltiples circunstancias de su vida como persona tienen una participacin
preponderante en su enfermedad.
Muchas veces pensamos que la constelacin biogrfica ha dejado de actuar una vez que hizo
eclosin la enfermedad. La evidencia de nuestros sentidos contribuye a este engao.
Cuando la enfermedad altera la materia que llamamos cuerpo y aparece un epitelioma sobre la
piel que antes estaba sana, tendemos a pensar que el trastorno ya se realiz y ahora el tumor se
halla emancipado de la causa que lo produjo. Sin embargo, el trastorno que altera la forma y el
cuerpo va ms all de la materia captable por medio de los rganos sensoriales y de los aparatos,
como el microscopio, que amplan el campo de accin de los sentidos.
Si pensamos en el hecho de que en unos pocos das ni uno slo de los tomos que constituyen
nuestro cuerpo, permanece en l, sino que todos ms o menos rpidamente son reemplazados
por otros que ocupan su lugar, reconstruyndonos de este modo totalmente cada pocas semanas
(con materiales obtenidos de nuestros alimentos), nos damos cuenta que el epitelioma o aquel
otro tumor que comprime el esfago, no permanece, materialmente hablando, sino que se recrea
continuamente, como el mismo cuerpo, a partir de nuevos tomos de la misma sustancia.
15
Cada particular y diferente alteracin del cuerpo que podamos identificar como tpica y universal, sea fisiolgica o
patolgica, configura un significado inconsciente, tan tpico y universal como ella, que es su propio y particular significado
especfico, o sea que a todo trastorno orgnico especfico, le corresponde, paralelamente, como la otra cara de la misma
medalla una fantasa especfica inconsciente, impedida de manifestarse como tal pero de la cual, dicha alteracin
orgnica es smbolo y conmemoracin.
16
La enfermedad expresa o simboliza las vicisitudes del momento biogrfico que la persona atraviesa y ocurre en lugar de
los sentimientos que se prefieren ignorar, configurando la solucin que el individuo ha encontrado, y su desaparicin, por
s sola, restablece el problema que se estaba viviendo. Dicho de otra manera: lo que se calla con los labios no slo puede
expresarse con gestos y actitudes sino tambin con el funcionamiento normal o enfermo de los rganos. Cada enfermedad
distinta, representa en el escenario de la vida ntima, un drama diferente, tan tpico como la enfermedad misma. Este drama
oculto en la enfermedad nos ensea que vivimos siempre, lo sepamos o no, para alguien a quien dedicamos lo mejor de
cuanto hacemos, y que llevamos oculto dentro nuestro una vocacin de trascendencia, cuya insatisfaccin nos arruina.
(Chiozza, Por qu enfermamos, 1986. Obras Completas CD)
14
Este tipo de pensamiento nos habla de una idea o plano, en este caso tumoral, que cada da
mantiene el propsito inconsciente o no de continuar manteniendo la materia biolgica que lo
conforma. Dicho de otra manera: lo que PERMANECE en un trastorno orgnico es su fantasa,
su idea, no su materia. Esto no implica un optimismo fcil acerca de la posibilidad de
modificacin de los rganos enfermos mediante la teraputica psicoanaltica, pero s una nueva
apertura terica hacia esa posibilidad.
Recordemos aqu las palabras de Nietzche que cita Watzlavick: ... el que posee un porqu para
vivir, soporta casi cualquier cmo.
15
La especificidad en las enfermedades psicosomticas
Localizacin de la enfermedad
Para que la localizacin de una enfermedad somtica, cualquiera que ella sea, resulte
psicolgicamente comprensible, es necesario que se haya descubierto alguna de las siguientes
relaciones las cuales, bajo su distinta apariencia, conducen hacia una misma realidad de fondo.
1) El significado "primario" o especfico del rgano afectado debe formar parte del
significado de la crisis biogrfica actual. Esto equivale aproximadamente a lo que
Freud denominaba, para el caso de la histeria, "conversin simbolizante", porque la
zona afectada se prestaba especialmente para expresar simblicamente, en trminos
lingsticos, el conflicto psquico implicado. (por ej. la astasia abasia 20 de Isabel de R. y
su dificultad para andar por la vida)
3) El conflicto psquico que configura la crisis biogrfica actual resulta "atrado" por un
complejo inconciente que en su momento, produjo un trastorno del rgano actualmente
implicado. Esto equivale aproximadamente a lo que Freud denominaba, en la histeria,
17
Especialmente Susan Isaacs que afirma que la fantasa es el corolario mental del instinto.
18
De acuerdo con la teora psicoanaltica de las series complementarias, un conflicto o una frustracin actual, inicia el
camino regresivo de la excitacin hacia los distintos puntos de fijacin, en este caso, embrionarios-fetales.
19
El enfoque psicosomtico de Chiozza revaloriza las ideas de Freud de considerar a cada rgano o proceso corporal como
poseedor de 3 capacidades:
1) de erogeneidad, como fuente de excitacin que da lugar al impulso instintivo
2) de erotizacin, como agente de la descarga instintiva sobre el objeto externo u otra parte del cuerpo
3) la de constituir una zona histergena, como objeto que recibe las cargas de potenciales energticos de otras zonas.
20
Estado histrico en el que el enfermo no puede permanecer de pie ni caminar sin asistencia.
16
"solicitacin o complacencia somtica", la huella mnmica de un suceso pretrito que
fue experimentado en su momento filo u ontogentico a plena cantidad.
Cuando en el historial de Isabel de R., Freud (1895) nos habla de las condiciones que determinan
la eleccin del rgano, adems de la complacencia somtica y la simbolizacin, se refiere al
mecanismo de la conversin simbolizante.
Cuando opera este mecanismo, la eleccin del rgano queda determinada por la capacidad de
este rgano para representar simblicamente la fantasa que permanece inconsciente.
Esta capacidad se halla en la base de lo que aos ms tarde se denominar el lenguaje del
rgano, por el cual el rgano habla, interviene en la conversacin, ya que constituye uno
de los mltiples dialectos del inconsciente.
Nos interesa subrayar especialmente que Freud, en el mismo historial de Isabel, afirma que la
conversin simbolizante afecta tambin a rganos de la vida vegetativa, tales como el corazn o
el aparato digestivo: Llego incluso a creer que es equivocado afirmar que la histeria crea por
simbolizacin tales sensaciones, pues quiz no tome como modelo los usos del lenguaje, sino
que extraiga con l sus materiales de una misma fuente.
En Lo inconsciente (1915) seala que todo rgano o parte del cuerpo se arroga la
representacin global o general de todos aquellos procesos en los cuales interviene de una
manera preponderante.
En Una teora sexual (1905), en Los instintos y sus destinos (1915) y en El problema econmico
del masoquismo (1924), realiza Freud, sucesivamente, las siguientes observaciones:
1) pueden funcionar como zonas ergenas todos y cada uno de los rganos;
2) del examen de los fines del instinto21 pueden ser deducidas las diversas fuentes orgnicas
que le han dado origen, y
3) todo proceso algo importante aporta algn componente a la excitacin general del instinto
sexual.
Agreguemos adems, que en varios de sus trabajos, por ejemplo en Ms all del principio de
placer (1920), nos transmite un concepto amplificado de lo psquico inconsciente, como algo
que es posible atribuir a las formas biolgicas ms simples.
En 1938, en el Esquema del psicoanlisis, plante las dos hiptesis fundamentales del
psicoanlisis, la primera de las cuales se refiere a la localizacin (la vida anmica es la funcin
de un aparato espacialmente extenso y compuesto por varias piezas) 22 y en la segunda, que es
21
Freud hace especial hincapi en el hecho de que los instintos no poseen en s cualidad alguna; lo que los diferencia y les da
cualidades especficas es su relacin con las fuentes somticas (zonas ergenas) y sus fines.
22
Las nociones que tenemos de ese aparato psquico las hemos adquirido estudiando el desarrollo individual del ser
humano. A la ms antigua de esas provincias o instancias psquicas la llama Ello, trmino tomado de Groddeck. Dice
Freud que el Ello contiene todo lo heredado, lo innato, lo constitucionalmente establecido es decir los instintos
originados en la organizacin somtica que alcanzan en el Ello una primera expresin psquica, cuyas formas an
desconocemos.
17
de nuestro inters aqu por su referencia a lo somtico nos dice: las series psquicas
CONCIENTES forman cadenas de significacin a las cuales le faltan algunos eslabones, y la
psicologa, por este motivo, se vio forzada a crear la idea de que estas series interrumpidas se
hallaban vinculadas entre s por un concomitante somtico. La segunda hiptesis fundamental es
que estos pretendidos concomitantes somticos, expresados en trminos de un significado
que cierra la brecha de la cadena psquica conciente, no son otra cosa que lo psquico
inconciente, o mejor dicho, lo genuinamente psquico23, porque la conciencia es un carcter
accesorio que se agrega a algunos de ellos solamente 24.
Ms aun, cuando decimos siguiendo a Weizsaecker, que todo lo corporal posee un sentido
psicolgico, no presuponemos la existencia de un contenido psicolgico que se convierte en uno
corporal, sino que la existencia misma del fenmeno somtico constituye una conducta dotada
de sentido psicolgico. Por eso sostenemos que LA ESTRUCTURA O PROCESO CORPORAL
y LA FANTASIA INCONCIENTE ESPECIFICA DE AQUEL, SON UNA Y LA MISMA
COSA VISTA DESDE DOS PUNTOS DE VISTA DIFERENTES25.
Chiozza llama fantasa especfica a la relacin unvoca existente entre ambas realidades.
Este concepto de fantasa especfica presupone la existencia de un sujeto significante
inconsciente que posee la capacidad de manifestarse a travs de un lenguaje que utiliza como
medios tanto a la palabra o el gesto, como el sntoma, el trastorno, la forma, la funcin o el
desarrollo26.
Afirmar la presencia de un sujeto significante inconciente, implica haber tomado conciencia de
la existencia de alguien que inconscientemente se comunica, que habla, dibuja o imprime
un lenguaje, que transfiere formas ideales y las encarna, las materializa en s mismo, en el
mundo o en el otro. Implica simultneamente alguien que escucha, que se afecta, o que
interpreta un mensaje, alguien que contratransfiere.
Si las nociones de materia e historia, que forman parte de los modos de captacin del cuerpo y
de la mente, derivan de las nociones de espacio y tiempo, que de acuerdo con Freud, emanan del
funcionamiento de nuestro sistema consciente preconsciente, cabe afirmar que el inconsciente
configura un diferente ser de la existencia.
23
Aquello que la psicologa de la conciencia categoriza como acompaante fsico de un acontecimiento mental, el
psicoanlisis lo categoriza como lo genuinamente psquico, es decir, lo que posee un significado psicolgico
independientemente de si es conciente o inconciente.
24
Esto es lo que hace Freud cuando al contemplar los trastornos fsicos de la histeria como se contempla un jeroglfico,
interpret su significado inconciente, y consigui de este modo, restablecer la continuidad de sentido, interrumpida, de
algunas series psquicas concientes. Actualmente, cuando nos encontramos frente a un jeroglfico somtico sin la clave que
nos posibilite su lectura, nuestra resistencia aprovecha la ocasin para negarle el carcter de escritura.
25
O lo que es igual a decir que podemos interpretar los fenmenos psicolgicos a partir de la finalidad de las funciones que
integran la totalidad del cuerpo.
26
Este concepto se relaciona con el Ello que describe Groddeck como creador de formas.
18
Este ser es capaz de manifestarse a la conciencia como acontecimientos somticos o psquicos,
pero las fantasas inconscientes no pueden categorizarse, en s mismas, como un fenmeno
psquico, somtico o psicosomtico27.
Por obra de su capacidad para irradiar un lenguaje, esta configuracin dinmica constituye lo
que Portmann denomina una INTERIORIDAD. Lo inconsciente, sea sustancia, funcin o
proceso, es desde este punto de vista, una fantasa dotada de interioridad.
Con respecto a la utilidad del concepto de fantasas especficas se puede resumir en dos
posiciones. Si creemos que es imposible describir en cada trastorno un conflicto especfico, toda
investigacin psicosomtica pierde en el acto su principal razn de ser, ya que la coexistencia de
un componente psicolgico inespecfico, en cualquier enfermedad, y aun su coparticipacin
gentica, parecen estar hoy ms all de toda duda.
27
La enfermedad en s misma, no es fsica ni psquica. Conceptualizamos como fsico lo que logramos percibir con los
sentidos, y como psquico lo que posee como cualidad la significacin. Un hombre se enferma porque se oculta a s
mismo una historia cuyo significado le es insoportable. Su enfermedad, adems es un representacin simblica que procura
inconscientemente alterar el desenlace de su historia.
19
Todo rgano o
Todo proceso algo
importante aporta
F parte del
algn componente a cuerpo se
arroga la
a la excitacin
general del n representacin
total de los
instinto sexual
t procesos en
los que
a interviene de
manera
s preponderante
Concomitantes
somticos: lo a Lo psquico
psquico inc. es
inc. atribuible
equivale a lo a las
que la formas
conciencia
registra como
e biolgicas
ms
cuerpo s simples
p
e
c
Todos y cada
uno de los
Lenguaje de f rganos
rganos: uno de
los mltiples i pueden
funcionar
dialectos del
Inc.
c como zonas
ergenas
a
20
La relacin psicosomtica
Una fsica que da origen a las ciencias naturales, deriva de la percepcin ejercida por los
rganos de los sentidos e incluye todo lo que percibimos como materia;
Otra, histrica, que sustenta las ciencias del espritu y deriva de las vivencias internas.
Ambas verdades, dado que responden a una supuesta unidad constitutiva inconsciente que es
la misma para ambas, pueden ser comparadas metafricamente a las dos caras de una misma
moneda cuyo espesor se mantiene constante precisamente porque el dibujo en una cara se
corresponde a una concavidad en la otra. Entonces cualquier cambio en una cara debe
forzosamente acompaarse de un cambio equivalente en la otra, y ambos cambios no son en
realidad, otra cosa que el cambio del mismo dibujo que representa en la metfora, la unidad
inconsciente.
Ambas caras no pueden ser contempladas simultneamente, pero sabemos sin embargo, que
cualquier inespecificidad o arbitrariedad en la relacin que vincula los cambios en los
relieves de ambas caras, ser slo una apariencia superficial derivada de nuestra insuficiencia
perceptiva (para el caso de la cara material) o interpretativa (para el caso de la cara eidtica).
28
La postura filosfica kantiana nos dice que el orden y la coherencia que vemos en la naturaleza son los que nosotros le
imponemos o sea que las cosas en s, nunca pueden ser conocidas tales como son, slo pueden conocerse como se dan en la
experiencia o sea, determinadas por las formas de nuestro pensamiento. La realidad tal como existe fuera de nuestra
experiencia est siempre ms all de nuestro alcance. Nunca nos ser posible conocer el mundo tal como es en s mismo,
como existe fuera de nuestros modos de conocer. Conocer el alma es tan imposible como conocer el mundo.
21
Lo inconciente no reprimido es incognoscible por definicin, y por lo tanto no posee o no
podemos atribuirle, existencia o cualidades psquicas o materiales 29.
Sus manifestaciones se organizan en nuestra consciencia bajo la forma de dos estructuraciones
conceptuales diferentes.
La que se hace presente a nuestra percepcin sensorial, y posee por lo tanto, caracteres
organolpticos, se organiza en el conjunto de representaciones que llamamos materia,
fsico o cuerpo, y designa a los existentes a los cuales se atribuye realidad material.
CUERPO PSIQUE
Fsica Historia
Materia Ideas
Causa Significado
Cmo? Por qu?
Tcnica Palabra
29
Contiene entre otras, las ideas inconscientes, los smbolos heredados universales y tpicos que se manifiestan como
formas o funciones corporales.
22
Si tomamos en cuenta todas las implicaciones contenidas en esta conceptualizacin,
comprendemos que lo que nuestra percepcin califica de alteracin somtica 30, sujeta a las
relaciones de causa-efecto (tal como acostumbra a considerar la medicina tradicional) puede
ser, adems, comprendida al estudiar la vida del sujeto y sus emociones, como un proceso pleno
de significacin, de sentido o de historia.
Es posible por lo tanto sostener que todos los trastornos son (como el hombre) psicosomticos,
independientemente de cual sea nuestra capacidad para percibir un cambio fsico o leer una
significacin creada por ese proceso, y resignarnos cuando consideramos una transformacin
como inexpresiva a la evidencia de nuestra insuficiencia momentnea para comprender su
lenguaje.
Buscar en cada alteracin fsica su significado inherente y propio es en cambio, una actitud
fructfera31. Tambin lo es, el buscar en cada mutacin de significado un proceso fsico
especfico.
Cuando nos proponemos descubrir las fantasas inconcientes especficas de una determinada
funcin o trastorno corporal, no utilizamos solamente el material clnico que podemos extraer
de la sesin psicoanaltica32 o del estudio de una Patobiografa, sino tambin:
Las expresiones del lenguaje habitual (palabras, refranes, dichos), la literatura, la poesa
Los orgenes etimolgicos de las palabras,
Los mitos33, el folklore, los usos, costumbres y cancioneros de los pueblos, las fbulas,
La antropologa
El funcionamiento orgnico con los conocimientos que provienen de la anatoma, histologa,
embriologa, fisiologa, patologa, etc.
Y en general todas las formas de la realizacin simblica a las cuales podamos acceder.
Buscamos la coincidencia de un significado que, de este modo, a travs de ese mltiple anclaje
en ms de una fuente, queda identificado como la fantasa propia de una funcin determinada o
como el guin especfico de una precisa alteracin somtica.
30
Somtica es la manera en que lo psquico inconsciente es percibido desde la conciencia cuando no se logra hacer
consciente su significado histrico.
31
Actitud semejante a la que Freud adopt frente a las parlisis histricas.
32
Porque las asociaciones del paciente son insuficientes para abordar el estudio de los smbolos universales, dado que dichas
asociaciones surgen de su propia historia, son resignificaciones individuales, o sea que no acceden al significado primario de
los smbolos (los smbolos son producto de sucesos filogenticos y no se constituyeron a partir de acontecimientos
personales). La dificultad para comprender estos niveles de representacin simblica, muy anteriores al advenimiento de la
palabra, es la misma que se encuentra para vencer las resistencias que provienen de la represin primaria y la fisura creada
por el trauma del nacimiento, que nos separan del acceso al psiquismo fetal.
33
Dado que ellos constituyen los sueos de la humanidad.
23
mientras que el fenmeno psquico, se manifiesta cada vez que el observador obtiene una
respuesta con respecto al sentido o significado psicolgico de ese fenmeno, o sea, cuando se
hace comprensible en la conciencia de un observador. Aquello que es asimblico para algunos,
puede desde este enfoque, ser comprensible en su sentido para otros.
A modo de sntesis, destacaremos los siguientes puntos de importancia dentro del enfoque que
nos hallamos considerando:
a. la existencia psquica y con ella el terreno de los significados, constituye una realidad
tan primaria como la realidad material que constituye el mundo en el cual rigen las leyes de la
fsica. Se trata de una realidad histrica cuya organizacin conceptual, como la de la fsica,
se rige por sus propias leyes y posee sus propios derechos.
d. Del mismo modo que la dificultad de explicar una causa eficiente no implica haber
demostrado su inexistencia, la imposibilidad de comprender un significado de una enfermedad,
no implica haber demostrado su inexistencia.
24
La teora psicoanaltica de los afectos
As como en el trfico de las rutas podemos distinguir la materia que se trafica de los medios de
transporte, y de la intrincada maraa de caminos que se interconectan, tambin podemos, en el
trfico mental, distinguir los afectos de las ideas y de las experiencias (que marcan trayectos
facilitados).34
Solemos creer que lo ms importante de nuestro intelecto, de nuestra capacidad de inteligir (de
leer entre lneas) son las ideas. Pero no es as, porque el concepto de importancia no se aplica
a las ideas, no le es pertinente. Lo nico que, en sentido riguroso y estricto importa, son los
afectos.
Nuestra mente no trafica con ideas, las ideas son los medios de transporte que conducen a los
afectos por las avenidas y caminos que ha trazado la experiencia.
Slo se transporta lo que importa, y este importe es lo nico que se vigila en las fronteras. Es
esto mismo lo que deca Freud cuando afirmaba que el verdadero motivo de la represin es
impedir el desarrollo de un afecto35.
A la represin no le interesa que las ideas pasen o no pasen, slo le molestan cuando a travs de
ellas puede desarrollarse un particular afecto. Si para evitar esto ltimo tiene que bloquear una
idea, la bloquea.
A veces no basta para evitar que llegue un determinado producto o personaje (un personaje es
una persona importante), con impedir el paso del vehculo que lo transporta; a veces es necesario
bloquear, romper o borrar toda traza del camino. Por eso la represin no slo ataca las ideas,
sino que a menudo incluso deforma la experiencia.
Freud ha escrito: ...cuando soamos con ladrones, y tenemos miedo, los ladrones podrn ser
imaginarios, pero el miedo es real. Tambin sostuvo que los afectos son reminiscencias, es
decir que, lejos de corresponder a una situacin actual, constituyen un modo de recordar un
suceso pretrito que permanece fuera de la conciencia.
Los afectos son equivalentes a ataques histricos heredados y universales, porque el suceso
pretrito que conmemoran ha sido un acontecimiento motor que pertenece a la filogenia y que,
en su momento fue justificado36.
34
El presente desarrollo temtico est tomado de Reflexiones sin consenso Chiozza, Obras Completas en CD, 1996
35
Los afectos no se pueden reterner, reprimir, las investiduras salen siempre. Lo que llamamos un afecto reprimido es que
hay un componente afectivo que est bloqueado por la represin y su investidura saldr desplazada sobre otra.
36
Freud afirma que no existen afectos inconscientes en el mismo sentido que existen ideas inconscientes: mientras que en lo
inconsciente las ideas son actuales los afectos son potenciales y se convierten en actuales cuando son investidos por un
montante pulsional, progresando hacia la conciencia como procesos de descarga, cuyas exteriorizaciones ltimas son
25
Justificado quiere decir que era adecuado a las circunstancias vitales en las cuales se desarroll
por primera vez.
El acto motor vegetativo que denominamos afecto es, en cambio, en las condiciones actuales
en que se produce, tan injustificado como un ataque histrico.
Si cuando discuto me pongo colorada, aumenta mi presin sangunea y circula ms sangre por
mis msculos, es porque, en el pasado remoto, lo que es hoy una discusin, era entonces una
pelea fsica para la cual tenan sentido esos cambios corporales (acto motor justificado)37.
De manera que el afecto nos ofrece caractersticas que permiten ubicarlo como una especie de
bisagra que articula los territorios que denominamos psquico y somtico.
Por un lado es un recuerdo psquico, por el otro, una descarga real somtica.
Todo afecto cualitativamente diferenciado, puede ser reconocido precisamente porque posee una
particular figura.
Tanto la accin como el afecto son procesos que descargan, mediante un procedimiento
aprendido o heredado, la excitacin que nace en la fuente del impulso vital.
Cuanto ms eficaz sea la descarga en la accin, menos intensa ser la cuota que se descarga en
el afecto, ya que ambas actividades motoras (la vegetativa y la de la vida llamada de relacin) se
alimentan de una misma energa.
Cada emocin distinta es un movimiento vegetativo que proviene de una excitacin nerviosa que
se realiza de una manera tpica. Esta manera tpica est determinada filogenticamente por una
huella mnmica inconciente, por un registro habitual, que se denomina clave de
inervacin38 y que forma parte de lo que habitualmente llamamos el inconciente no
reprimido.
Cuando sufrimos una enfermedad que se denomina NEUROSIS es porque hemos necesitado
defendernos de un afecto, hacia una determinada persona o situacin, que hubiera sido penoso
experimentar concientemente; de modo que preferimos desplazarlo o transferirlo sobre la
percibidas como sensaciones y sentimientos. La accin eficaz en cambio, obtiene la descarga obrando sobre algn objeto
que pertenece a la vida llamada de relacin.
37
O podramos decir que la emocin crece en proporcin inversa a la eficacia del acto, o tambin que la emocin es
primariamente el testimonio de una ineficacia.
38
Cada afecto se constituiria como un conjunto de inervaciones efectoras, que as como tantas pautas congnitas,
universales y tpicas, seran susceptibles de, a lo largo de generaciones, repetirse una y otra vez y que contienen la repeticin
de un suceso que en la prehistoria fuera accin eficaz.
26
representacin de otra persona o de otra escena. As Juanito, el nio cuya fobia Freud
psicoanaliza, prefiere temer y odiar a los caballos, antes que a su amado pap 39.
En el camino hacia la comprensin del trastorno somtico rescatamos que para el caso de la
conversin40, ya no se tratara de una transferencia de la excitacin puramente psquica a la
inervacin somtica, sino que, si bien no todos los afectos son, estrictamente hablando,
sntomas, todos los sntomas (ya se manifiesten a la conciencia como alteraciones psquicas o
somticas) son afectos, y como tales, estn dotados de un sentido psicolgico y quedan
atribuidos tanto a un lugar del cuerpo como a una alteracin somtica).
Cuando enfermamos mucho peor, de otra manera que se llama PSICOSIS, sucede que, para
evitar el desarrollo de un afecto penoso, necesitamos cambiar y en ocasiones destruir - la
imagen que tenemos de la realidad, alterando nuestro buen juicio acerca de ella. Una madre
que enloquece ante la muerte de su hijo y acuna un pedazo de madera como si fuera un beb,
altera su percepcin de la realidad para poder continuar descargando un afecto de ternura en
lugar de una insoportable tristeza. El afecto puede continuar inclume gracias a la locura.
En ambos modos del enfermar, neurosis y psicosis, ocurre que los afectos se desarrollen o no,
continan manteniendo la coherencia de la clave de inervacin o sea que los afectos originales
se mantienen inclumes.
39
O sea que en la neurosis para impedir evitar sentimientos displacenteros, se destruye la ligadura coherente del afecto
primitivo con la idea frente a la cual dicho afecto fue vivenciado al ocurrir el trauma, tratando de abolir el significado de una
experiencia particular que pertenece a la historia personal del sujeto, suceso traumtico ubicado en la infancia o sea que se
destruye el significado de experiencias personales.
40
Lo que se dice en la histeria es neurtico y cmo se lo dice, es patosomtico.
41
Esta alteracin de la proporcin, por desplazamiento y condensacin de las investiduras, es la responsable de la
deformacin del afecto, deformacin por la cual el afecto se torna irreconocible y aparece en la conciencia como un
trastorno somtico sin significado afectivo. El afecto como tal, en el modo patosomtico de la personalidad, pierde su
coherencia al desestructurarse y descomponerse en sus diferentes inervaciones constitutivas que se derivan entre s las
magnitudes de la carga. Una de ellas se arrogar la representacin del conjunto, y como fenmeno somtico actual, al mismo
tiempo psquico, conserva la conexin con el afecto original impedido de manifestarse a la conciencia. Chiozza considera al
sntoma corporal de la enfermedad somtica, el sustituto desfigurado de un afecto al que simboliza y significa. Segn su
concepto el afecto es desestructurado en su clave de inervacin, perdiendo de este modo la coherencia que permite que la
conciencia lo reconozca como tal. Privado de su sentido, lo psquico genuino es percibido como somtico.
42
La desestructuracin de la clave hace imposible la descarga motora y la incoherencia no permite la descarga como
representacin psquica. El resultado es que una de las inervaciones se arroga la representacin de la totalidad de la clave y
la descarga afectiva se produce a travs de esa inervacin, como trastorno somtico. De este modo, comprender el
significado latente de la enfermedad, implica considerar a qu clave afectiva corresponde el rgano o funcin lesionados,
para poder restablecer la coherencia de la clave y lograr la posibilidad de descarga a travs de otra va. Para que esto sea
posible es necesario comprender la situacin biogrfica que determina la imposibilidad de descarga y el camino de la
desestructuracin.
27
Por este motivo, siempre dentro de una concepcin terica psicoanaltica, preferimos llamar
PATOSOMTICO43 a este modo de enfermar que se diferencia de lo que ocurre en la
neurosis y la psicosis. As como se describe un ncleo psictico de la personalidad, Chiozza
seala que puede definirse un ncleo patosomtico de la misma, constituido por el conjunto
de afectos descompuestos o desestructurados44.
Toda enfermedad somtica puede ser concebida como una descomposicin patosomtica del
afecto locura del afecto -, una desestructuracin hacia la cual deber dirigirse la interpretacin
intentando restablecer la coherencia primitiva mediante la capacidad de reconocer los distintos
componentes como partes de un conjunto significativo que constituye una fantasa especfica, en
los trminos de un deseo o de la finalidad de una conducta.
43
El ncleo patosomtico de la personalidad es el que se halla comprometido en la descomposicin del afecto, inherente a la
patologa corporal y a la existencia en la historia remota del afecto, y de la enfermedad, de un acto pleno de sentido.
44
Los rasgos de un determinado carcter orgnico pueden estar presentes sin el padecimiento somtico correspondiente. La
aparicin de los sntomas ocurre siguiendo los planos de clivaje de la desestructuracin de los afectos cuando su
concientizacin es intolerable y, desde este punto de vista, puede decirse que la regresin activa un ncleo patosomtico
de la personalidad.
28
Naturaleza del desarrollo de afecto: funcin motora o secretora cuya clave de
inervacin est situada en las ideas del inconciente45.
Distintas inervaciones que en su conjunto integran, por ej., el afecto:
Tristeza -llanto:
Clave de inervacin o idea inconciente:
Por
condensacin y
desplazamiento
una inervacin
se arroga la
representacin
Incoherencia: Desestructuracin
del afecto:
imposibilita
imposibilita la
la descarga descarga motora
psquica
Trastorno somtico
(por ej. epfora)
Nadie dira que una persona que llora sufre un trastorno fsico, pero si los fenmenos que
acompaan a la efusin de lgrimas para configurar el llanto, es decir, la tristeza, los lamentos y
los sollozos, permanecieran todos ellos reprimidos, diramos que las lgrimas derramadas
configuran el trastorno ocular de naturaleza fsica que llamamos epfora.
45
A partir de Freud y los posteriores desarrollos de Chiozza, comprendemos los afectos como procesos de descarga a partir
de una estructuracin coherente, en un engrama somtico, que llamamos clave de inervacin, entendida como disposicin
potencial al desarrollo del mismo y que en el hombre representa conductas arcaicas que responden a finalidades del Yo,
universales y congnitas, que a la manera de reminiscencias contienen la repeticin de un suceso que en la prehistoria fuera
accin eficaz. El afecto desestructurado en sus claves de inervacin, incoherente, se puede manifestar en una de sus
inervaciones adquiriendo as el carcter material, orgnico, no reconocido por la conciencia del sujeto o un interlocutor.
29
Lenguaje de rganos
No slo los trastornos histricos y los afectos sino tambin el lenguaje y su significado
(incluyendo en el significado el conjunto entero de lo que llamamos psicolgico) representan (o
extraen sus materiales de) la misma fuente inconsciente.
Cuando decimos entonces que el rgano habla, es porque esa fuente inconsciente47 se expresa a
travs de lo que la conciencia percibe como una transformacin del rgano fsico, as como lo
hace otras veces a travs de un mensaje verbal.
El fenmeno lingstico no slo abarca estos dos extremos de las categoras fsica y psquica,
sino el enorme campo intermedio del afecto y el gesto.
Por lo tanto ambas manifestaciones de una misma unidad constitutiva inconsciente deben
mantener entre s una relacin unvoca. As es como el conocimiento de lo que llamamos cuerpo
enriquecer el conocimiento de lo que llamamos psiquis y viceversa.
Ahora bien, cmo podemos sostener que el sntoma somtico expresa o representa una fantasa
inconsciente cuando estos verbos parecen exigir una suficiente libertad en la eleccin del
signo, el smbolo o el representante, fenmenos que tienen toda la apariencia de una
correspondencia inespecfica arbitraria?. Ms an, sin semejante libertad la transferencia
misma deviene incomprensible, tanto como la posibilidad de sucesivas resignificaciones o la
condensacin y el desplazamiento que forman parte de un proceso primario.
46
Accin eficaz: es aquella capaz de hacer cesar la excitacin que emana de la necesidad, en la misma fuente instintiva.
Siguiendo a Freud sabemos que toda descarga motora que NO constituya una accin eficaz, configura un afecto.
47
Que corresponde en la conciencia tanto al concepto de ese rgano como a un conjunto especfico de significados o
fantasas.
48
Yo digo ante lo patolgico... s, pero no as!... Toda enfermedad tiene un sentido.
30
Consideraciones acerca de la significacin
Aclaremos que entendemos por significacin. Por su origen esta palabra se halla en ntima
relacin con signo. Un signo es una marca o seal que indica algo a alguien. El humo indica la
presencia de fuego, las nubes pueden presagiar una tormenta.
Son los llamados signos naturales, porque son una parte constituyente del fenmeno que
indican. La referencia a ese alguien que interpreta implica la existencia de un sujeto y, por lo
tanto, seala aparentemente de manera inequvoca que la funcin de un signo, por primitiva que
sea, es una funcin mental, o, si se prefiere, una forma de inteligencia.
Interpretar los signos que indican la presencia de objetos y sucesos que pueden ser reconocidos y
frente a los cuales es necesario adoptar una conducta, constituye una funcin primaria de la
inteligencia.
Esta funcin se realiza en un mundo perceptivo (von Uexkull, 1934) que vara recorriendo una
escala que abarca tanto al ambiente montono de la garrapata como a la polifactica
complejidad que constituye el universo del hombre. Pero el ejercicio de la inteligencia no se
agota con esto.
Hay un error en el funcionamiento de la inteligencia primaria que consiste en que el signo que
deba indicar o anunciar la presencia de la cosa es confundido por completo con ella. Se toma la
parte como si fuera el todo (ecuacin simblica).
Se trata de la sutil diferencia entre considerar que el perro segrega sus jugos digestivos porque
cuando suena la campana se prepara ante la proximidad de la comida o que, en cambio, lo hace
porque la percepcin de ese sonido, tal como ocurre con la forma, el color, o el olor del
alimento, le hacen creer que se encuentra frente a l.
Dentro de lo que podemos llegar a considerar como un proceso evolutivo, el signo, que deba
indicar la presencia de la cosa, y gracias precisamente a la posibilidad primaria de ser
confundido con sta pasa posteriormente a sustituirla manteniendo al mismo tiempo la noticia
de que el signo sustituto no es la cosa sustituida.
El signo posee pues, dos funciones. Una de ellas consiste en indicar una presencia actual o
inminente, la otra es simbolizar, representar una ausencia de la cual se posee una imagen.
49
Mientras que el significado es un objeto que ha recibido un signo, el significante es el sujeto que traza el signo sobre el
objeto, que pasa as a quedar significado.
31
Acabamos de decir: ... una ausencia de la cual se posee una imagen y se pone as de
manifiesto que nos falta todava encarar el equvoco que surge del uso habitualmente ambiguo
de la palabra representacin.
Despus del breve recorrido que realizamos, surge con evidencia que el que construye el
smbolo es un sujeto. En esta construccin confluyen en un mismo acto creativo la emisin
de un mensaje y su interpretacin.
La necesidad de interpretar surge porque el signo, indicador de una presencia, slo es una parte
del objeto presente. Y tambin porque el smbolo, como el actor del teatro, se presenta para
representar a un particular ausente.
El segundo, es que el sujeto que construye 51 el smbolo, es decir, el que ejercita la funcin
simblica, puede ser tambin inconciente.
50
Langer distingue el signo como la seal que indica especficamente una presencia, del smbolo que constituye una
representacin que evoca a un particular ausente.
51
En su doble significacin de emisor y receptor
52
Chiozza postula que si las distintas partes del cuerpo representan de una manera inequvoca, determinados contenidos
inconcientes, tales partes o procesos corporales son smbolos universales de dichos contenidos inconcientes.
32
Vamos a terminar este recorrido con una cita de von Uexkull en la que demuestra
admirablemente que toda percepcin compromete inevitablemente una significacin, que bajo la
forma de un concepto, la codetermina. Dice as:
En el tiempo en que Brasides de Metaponto dominaba como exarca en la India, celebrose una
gran reunin religiosa, en la que brahmines y budistas disputaban acerca del ser del alma.
El prncipe griego...se mofaba de los sabios de Oriente, que conversaban con tanto ardor de
cosas invisibles. Entonces se adelant un brahmn y dijo: - Exarca, por qu crees que el alma es
invisible?
El prncipe se ri y dio por respuesta:
- Lo que yo veo es tu cabeza, tu cuerpo, tus manos, tus pies... Acaso tu cabeza es tu alma?
- No - respondi el brahmn.
- O tu cuerpo, o tus manos o tus pies?
Siempre tuvo el brahmn que responder que no.
- Entonces, accedes a que el alma es invisible?
- Seor respondi el brahmn eres un prncipe poderoso y de fijo que no habrs venido a pie
hasta aqu. Viniste a caballo o en coche?
- Vine en coche dijo sorprendido el exarca.
- Es invisible tu coche? pregunt el brahmn.
- En modo alguno dijo rindose el exarca all est, visible para todo el mundo, con cuatro
caballos blancos rabes, enganchados a l.
- Es la lanza el coche? pregunt el brahmn, imperturbable.
- No
- O las ruedas, o el asiento?
El exarca siempre tena que responder que no.
- Ruedas, asiento y lanza los veo bien dijo el brahmn al coche no puedo verlo porque es
invisible.
Esta historia nos muestra, en su sencillez conmovedora, que para ver no basta con mirar. Slo
podemos ver cuando tenemos una idea de lo que busca la mirada. Cuando el dedo que seala
tiene xito en la tarea de indicar una presencia, es porque se comparte la idea de aquello que hay
que ver. Lo que carece de significado es imperceptible.
33
BIBLIOGRAFIA
Corominas, Joan (1980) Diccionario etimolgico de la lengua castellana, Editorial Gredos. Madrid
Chiozza, Luis A. (1980) Trama y figura del enfermar y del psicoanalizar. Ed. Paids, Buenos
Aires.
(2000) Una concepcin psicoanaltica del cncer. Alianza Editorial, Bs. As.
Chomsky, Noam (1975) Reflexiones sobre el lenguaje, Ed. Sudamericana, Buenos Aires. 1977
Deutsch, Flix (1939) The production of somatic disease by emotional disturbance. Williams
and Wilkings, Baltimore
Fenichel, Otto (1964) Teora psicoanaltica de las neurosis. Ed. Paids, Buenos Aires.
Freud, Sigmund (1895) Estudios sobre la histeria, en Obras Completas. Ed. Amorrortu, Buenos
Aires.1976
(1900) La interpretacin de los sueos, op.cit.
Georg Groddeck (1923) El libro del Ello, Ed. Sudamericana, Buenos Aires. 1968
Lan Entralgo, Pedro (1950) Introduccin histrica al estudio de la patologa psicosomtica. Ed.
Paz Montalvo, Madrid
Langer, Susanne (1941) Nueva clave de la filosofa, Sur. Buenos Aires, 1954
Ortega y Gasset (1930) Sobre la expresin Fenmeno csmico en Obras Completas, tomo II,
Revista de Occidente, Madrid. 1968
34
Prez Rioja, J.A. (1971) Diccionario de smbolos y mitos. Ed. Tecnos. Madrid
Portman, Adolf (1960) Nuevos caminos de la biologa, Eds. Iberoamericanas, Madrid. 1968
Tritsch, Walter (1954) Los cambios en las relaciones humanas, en La nueva visin del mundo,
Ed. Sudamericana. Buenos Aires
Uexkull, J. von (1934) Ideas para una concepcin biolgica del mundo. Ed.Espasa Calpe,
Madrid
Weiszcker, Vctor von (1956) El hombre enfermo, Ed. Luis Miracle. Espaa
35
UNA INTRODUCCIN AL ESTUDIO DE LAS CLAVES DE INERVACIN DE LOS
53
AFECTOS
SNTESIS Y CONCLUSIONES
a) El afecto posee las caractersticas de los fenmenos somticos y tambin las de lo psquico.
Por un lado, es una descarga "real", somtica, y por el otro es una reminiscencia, un "recuerdo"
psquico.
b) Los afectos son equivalentes a ataques histricos heredados y universales, es decir, son
reminiscencias, smbolos mnmicos que, lejos de corresponder a una situacin actual,
constituyen un "modo de recordar" un suceso pretrito que permanece fuera de la conciencia.
Este suceso arcaico es un acontecimiento motor que pertenece a la filogenia y que, en su
momento, fue "justificado", es decir dirigido a un fin.
c) Los afectos constituyen una clase determinada de procesos de descarga: son actos motores o
secretores que se realizan en el propio cuerpo, a diferencia de la accin especfica, eficaz, que se
desarrolla sobre el mundo "exterior". La accin y el afecto constituyen una serie
complementaria. Cuanto menos eficaz resulta la accin, mayor es el remanente de excitacin
que se descarga como afecto; cuanto mayor es la eficacia del acto en el mundo exterior, menor
es el desarrollo de afecto.
d) Todo afecto cualitativamente diferenciado puede ser reconocido como tal, precisamente
porque posee una particular "figura". Cada emocin distinta es un movimiento vegetativo, que
proviene de una excitacin nerviosa que se realiza de una manera tpica, determinada
filogenticamente por una huella mnmica inconciente, por un "registro" motor y sensorial
heredado, que corresponde a lo que Freud denomin "clave de inervacin".
e) La clave de inervacin del afecto es una idea inconciente, que determina la particular cualidad
de cada una de las distintas descargas motoras vegetativas que caracterizan a los diferentes
afectos. Cuando un montante de afecto se descarga "desde" la investidura de una clave tpica, es
posible reconocerlo como una determinada emocin.
53
Esta Sntesis pertenece al captulo que con el mismo ttulo publicaron sus autores, los Dres. L. Chiozza, L. Barbero, R.
Salzman y la Lic. Casali en el libro publicado en Cuerpo, afecto y lenguaje. 2a. Ed. Alianza Editorial. 1998. Bs.As.
36
un afecto, sino que percibe una afeccin que interpreta como somtica.
g) Cuando la descarga afectiva se realiza a plena cantidad, se configura un afecto primario, que
corresponde a lo que suele denominarse una "pasin". Si la descarga de una pasin resulta
displacentera para una parte del yo o se genera un conflicto entre emociones contradictorias,
puede surgir la necesidad de atemperar los afectos, proceso que se realiza a travs del trabajo del
pensamiento, es decir, de la ligadura que integra los componentes ideativos del afecto
conflictivo con los de otros afectos o con procesos cogitativos y juicios previos.
3) Casi todas las investigaciones realizadas sobre la fisiologa de los afectos se refieren a la
relacin entre el sistema nervioso y los cambios motrices, secretorios, vasculares, etc. que
configuran la descarga emocional y giran alrededor de dos teoras principales: las perifricas,
que vinculan la emocin con las reacciones vscero-glandulares, y las centrales, que sostienen
que la emocin est condicionada por el sistema nervioso.
5) Es posible distinguir entre las pasiones, los sentimientos atemperados y las denominaciones
verbales impasibles. Aunque los afectos son tpicos y universales, y es posible concientizarlos
sin intermediacin de la palabra, la carencia de vocablos alusivos a las variedades y matices de
las distintas emociones determina que no podamos referirnos a ellas claramente durante los
37
procesos de comunicacin y pensamiento. La investigacin psicoanaltica de los trastornos
somticos ha conducido a descubrir afectos que, por lo habitual, no son reconocidos o
nominados como tales. Por ejemplo el sentimiento de ignominia, de desmoronamiento, de
propiedad, de infraccin, de estar en carne viva, o de estar escamado.
7) Consideramos que cada una de las emociones bsicas nuclea un grupo de afectos
emparentados entre s, que comparten algunos signos fsicos de una clave de inervacin comn y
presentan otros diferentes, que le otorgan un matiz particular. Por ejemplo, la clera, la ira, la
furia, la rabia, el enojo, el enfado, el rencor, el encono y el resentimiento, son distintas
emociones que integran un mismo grupo afectivo. A partir de la polaridad de amor y odio, que
postulaba Freud, pensamos que la tristeza y la alegra se constituyen, predominantemente, como
vicisitudes del amor, y el miedo y la clera, como vicisitudes del odio.
8) Weizsaecker disea un pentagrama ptico, configurado por cinco sentimientos que encuadran
el sentido de toda vida humana. Se constituye con aquello que se quiere, se puede, se debe, se
tiene permiso de, o se est obligado a SER, justamente porque todava NO SE ES. Los afectos,
como ataques histricos universales y congnitos, no slo conmemoran un acontecimiento
filogentico caracterizado por el sufrir una carencia, sino que, como hemos visto, perpetan, en
el presente, una falta que testimonia el grado de fracaso de una accin eficaz, fracaso que se
resignifica con una eficacia secundaria gracias a que el afecto adquiere un nuevo sentido como
acto de comunicacin.
9) Freud aproxima la metapsicologa del dolor psquico a la del dolor fsico, hasta un punto en
que casi las convierte en coincidentes. El dolor corporal, tal como ocurre con todo afecto, no
permanece, en lo inconciente, como actualidad, sino como una disposicin potencial que slo
"se produce" durante la descarga. Y, adems, no slo depende, para "su produccin", de la
magnitud de sus investiduras, sino que puede impedirse mediante la sustraccin de las
investiduras de atencin, o el desplazamiento de los montantes de excitacin sobre una clave de
inervacin que determina un cambio en la cualidad de la descarga afectiva.
10) Freud afirma que el dolor anmico surge como consecuencia de la intensa investidura que
deriva de una necesidad actual insatisfecha, "desesperada" y traumtica, del objeto aorado y
ausente, que se experimenta como un dao, mientras que la angustia es el producto de una
vivencia de peligro que slo es posible cuando la necesidad no es actual. Seala que en los
procesos de duelo el examen de la realidad exige realizar el doloroso trabajo de "perder" al
objeto de una aoranza incumplible, desligndose de l en todas las situaciones en que fue
asunto de una investidura elevada.
38
11) La etimologa y el significado de las palabras "duelo", "pena", "afliccin" y "pesar", que
comprometen los sentimientos de culpa, castigo y condena, muestra que el proceso de duelo se
integra en una serie continua en uno de cuyos extremos se halla la enfermedad que obtiene su
nombre del sentimiento llamado melancola, caracterizado por una forma de tristeza "vaga,
profunda, sosegada y permanente" en la cual predominan la amargura y el humor bilioso.
12) El estado de necesidad aorante, que puede manifestarse como desamparo, y que motiva, en
opinin de Freud, la experiencia que se denomina "dolor psquico", constituye adems el
fundamento de un grupo de afectos emparentados, todos ellos, con la nostalgia y el anhelo, tales
como la ambicin, los celos, la tristeza, la penuria, el sentimiento de condena y, tambin, la
culpa y la vergenza.
13) El llanto, en el cual confluyen la efusin de lgrimas, los sollozos, y los gritos o lamentos,
integra distintos estados emotivos y puede adquirir formas distintas, pero se configura, en su
origen, como un acto motor arcaico especficamente vinculado con el doloroso proceso de
desinvestir recuerdos.
14) La alegra supone un encuentro gratificante con el objeto "bueno", tanto sea interno como
externo, que se acompaa de una vivencia de plenitud, equivalente al sentimiento de que "nada
falta". Se constituyen de este modo los parmetros que determinan el incremento del sentimiento
de autoestima, el cual, como producto de la vivencia de haber cumplido con los mandatos del
ideal, constituye el exacto inverso de la culpa. Dumas distingue la alegra activa, que despierta
un sentimiento de bienestar, de ligereza y de potencia, con la sensacin de que el cuerpo entero
participa de ese sentimiento, y la alegra pasiva, una alegra inerte que, en su forma aguda, los
msticos denominan "arrobamiento". El sentimiento de estar contento, equivalente del estar
satisfecho, se vincula, originalmente, con la patologa ampollar y con la capacidad de esperar
"conteniendo" a la pulsin.
15) Darwin describe que, cuando remos a carcajadas, las mandbulas se mueven con un temblor
que las agita de arriba hacia abajo. El ruido de la risa es producido por una inspiracin profunda,
seguida de una contraccin de tipo espasmdica de los msculos torcicos y del diafragma.
Darwin y Morris escriben que la reaccin de la risa podra ser una evolucin de la del llanto,
como una seal secundaria producida subsiguientemente. La risa parece decir: "reconozco que
el peligro no es real", por consiguiente se convierte en una seal de juego. La risa es una manera
de sobrellevar la angustia y requiere del ingenio creativo; junto con el humor y con el juego es
expresin del proceso terciario. Para Darwin, Dumas y Morris la manifestacin ms tpica de la
alegra es la sonrisa. Freud sostiene que la sonrisa aparece por primera vez en el lactante
satisfecho y saciado cuando, adormecido, suelta el pecho.
16) Entre los signos fsicos del miedo, y de otras emociones emparentadas, tales como el temor,
el terror, el horror, el pavor, el pnico, el espanto, etc., encontramos: hipotona muscular,
parlisis, temblor, estremecimiento, taquicardia, bradicardia, sncope cardaco, aumento del
metabolismo glcido, taquipnea, apnea, sequedad de las fauces, exoftalmia, midriasis,
sudoracin fra, horripilacin, relajamiento de esfnteres anal y vesical. Los signos del miedo
activo pertenecen a un acto motor, justificado en la filogenia, de huida o de defensa; los del
miedo pasivo forman parte de actitudes arcaicas de sumisin y de entrega.
17) Freud seala que el uso lingstico correcto cambia el nombre de la angustia cuando le ha
encontrado un objeto, sustituyndolo por el de miedo. La angustia es un estado afectivo cuyas
inervaciones ms frecuentes y ntidas son las que sobrevienen en los rganos de la respiracin y
39
en el corazn. Tal vez la estenocardia forme parte de la genuina y primaria clave de inervacin
de la angustia. Su cualidad particular deriva de que se trata de un "resto perdurable" que se
reactiva en las situaciones de peligro conmemorando el trauma magno constituido por la
"congoja" propia del nacimiento, fuente y modelo de la angustia. Entre las vivencias cercanas a
la angustia y el horror, distingue a lo siniestro u ominoso, representante actual, de las vivencias
prenatales. Se trata de lo otrora familiar, entraable, que, extraado, deviene no familiar,
extrao. La palabra "aborrecer", que deriva del trmino "horror", origina al vocablo
"aburrimiento", denunciando que, en el trasfondo de ese estado afectivo se oculta una vivencia
de horror que estudiamos en relacin con el asco, el letargo y las fantasas hepatoglandulares,
como derivado de una sobrexcitacin encubierta que no encuentra su descarga.
18) Los signos fsicos propios de la clera y de otras emociones emparentadas, tales como el
enojo, la ira, el furor la rabia, la indignacin, etc., pertenecen a un acto motor, filogenticamente
justificado, de preparacin para el ataque y la lucha contra el enemigo. Entre esos signos
encontramos: hipertona muscular, taquicardia, hipertensin y vasodilatacin o vasoconstriccin
perifricas, taquipnea, disnea, aumento del metabolismo glcido, brillo de los ojos, midriasis y
ojos inyectados, rubor o palidez, interrupcin de la digestin, sudor.
19) A partir de su mayor o menor proximidad con las reacciones de ataque y lucha contra el
enemigo, es posible establecer una gradacin dentro de este grupo afectivo. La ira, la clera y la
furia parecen corresponder a un grado mayor de fortaleza yoica y pueden acompaar a acciones
eficaces de ataque o de castigo al adversario. La rabia, el enojo, el resentimiento, etc., parecen
compadecerse con un sentimiento de debilidad o de impotencia yoica para realizar un ataque o
una defensa que resulte eficaz.
20) Las palabras que, tanto en castellano como en ingls, nominan a cada uno de los afectos que
integran este grupo, suelen ser consideradas como sinnimos o equivalentes. En el estudio de la
etimologa encontramos, sin embargo, una va de acceso que nos introduce en los distintos
matices de su significacin y en algunos de sus signos fsicos especficos. Por ejemplo, la
palabra "clera" relaciona a ese afecto con el ataque biliar envidioso, la palabra "rabia" lo
aproxima, en cambio, a un componente oral vinculado a la accin de morder y a la emisin de
gritos.
Conclusiones
2) El sistema lmbico coordina y modula las distintas emociones. Los procesos de pensamiento,
que dependen de los circuitos cerebrales de retroalimentacin negativa, atemperan los afectos.
Pero los sentimientos, y con ellos las importancias que constituyen la significancia del
significado, se originan y, al mismo tiempo adquieren cualidad, en el funcionamiento propio de
cada uno de los rganos, funcionamiento en el cual se apuntala la pulsin que origina al deseo.
3) De modo que podemos afirmar que no slo la significancia, sino su representante cogitativo,
simblico, a pequea investidura, es decir el significado, no proviene, en primera instancia, del
cerebro o del sistema nervioso de un organismo evolucionado, sino que, por el contrario, se
origina, como se origina el afecto, en el conjunto entero del cuerpo y de la diversidad de sus
40
metas parciales, integradas jerrquicamente de acuerdo con un lenguaje, una prescripcin de
desarrollo, y un esquema de organizacin, que se hallan contenidos por entero en la cadena de
ADN, cadena que posee las caractersticas "idiomticas" de un cdigo.
41
ACERCA DE LO PATOSOMATICO EN LA HISTERIA54
La histeria, arquetipo de todas las neurosis, considerada a la luz de las ideas de Chiozza
(Chiozza, 1976) acerca de las vicisitudes del afecto en la enfermedad somtica, nos muestra un
perfil poco conocido.
En la histeria, el afecto, separado de la idea, desaparece como tal, se destruye su coherencia al
descomponerse en sus diferentes inervaciones. Sigue los destinos del afecto en la enfermedad
somtica o la parte patosomtica de la personalidad.
Podramos preguntarnos entonces: la histeria es una neurosis que cursa como si hubiera una
enfermedad somtica?...o la parlisis histrica es una enfermedad somtica verdadera?...Las dos
cosas sern ciertas si las vemos como las dos caras de una misma moneda. El sntoma histrico
como toda realidad objetiva no posee unilateralmente los atributos de lo psquico o lo somtico,
sino que ello depende del modo de percibirlo en la conciencia (Chiozza, 1976b).
Es posible pensar que la incredulidad vigente acerca de la realidad material del trastorno
somtico en la histeria, sea heredera del escepticismo acerca del concepto de conversin, como
mecanismo transformador de una cosa en otra cosa, como algo psquico que verdaderamente
se transforma o convierte en somtico.
La particularidad de que lo especialmente comprometido en la histeria sean los rganos de la
vida de relacin: sistema muscular estriado, rganos sensoriales, lo gestual, nos lleva a pensar
que lo que se dice en la histeria es neurtico y cmo se lo dice, es patosomtico.
Quizs esto mismo lo lleva a Chiozza a decir: ...la histeria constituye un campo intermedio
entre la neurosis y la enfermedad somtica... si bien en la histeria ocurre una descomposicin
patosomtica de la coherencia del afecto, los remanentes o equivalentes afectivos resultantes
derivan de un suceso que perteneci a la infancia individual y constituye, por lo tanto, una
mmica expresiva que conserva suficiente proximidad con la conciencia como para poder
recuperar su coherencia a travs del recuerdo, como parte de un acto originariamente
justificado.
El afecto actual, que como proceso de descarga se expresa y se vivencia en el sntoma somtico,
representa, transaccionalmente, de manera modificada a un afecto original, reprimido, que sigue
permaneciendo en lo inconciente como disposicin potencial. En la resignificacin particular de
cada vida, se re-configuran nuevos patrones de conducta o claves de inervacin, a partir de las
mltiples combinaciones posibles de los elementos puros, las pasiones o afectos primarios que
los constituyen. En rigor, seran afectos atemperados por el proceso de culturacin. Creo que a
esto se refiere Chiozza cuando habla de los remanentes o equivalentes afectivos resultantes.
54
Trabajo presentado por el Dr. Jos Ma. Pinto en el Simposio de 1981 del CIMP
42
As como el sntoma histrico contiene la historia del suceso traumtico infantil (Freud, 1926),
las resignificaciones de la vida individual, le otorgan un primer sentido, todava desunido del
conjunto, a cada uno de las manifestaciones somticas en la enfermedad.
Con alguna frecuencia logramos articular estos primeros sentidos, configurando nuevas
totalidades y avanzando espiraladamente en la bsqueda de nuevas significaciones. En trminos
de significaciones podemos comprender la histeria, pero hay algo en ella que trasciende esta
comprensin.
Se trata de aquello comn a todas las histerias, que no se configura como parte de una historia
personal sino que es el molde preformado de la histeria, donde habrn de volcarse las
experiencias individuales y adquirir una forma de comunidad.
Descriptivamente, lo igual en todas las histerias son los sntomas tpicos, los grandes ataques
histricos son todos iguales.
Tras una apreciacin ms detallada encontramos otra similitud, adscripta al componente
motrico o estuporoso predominante, agitacin o inmovilidad. Uno de estos dos modos est
presente de manera ms o menos perceptible en todos los sntomas histricos, quizs
sealndonos, por esta misma razn, el mejor camino para introducirnos en lo verdaderamente
especfico de esta enfermedad.
Se trata entonces de estudiar la histeria con la metodologa propia de las fantasas especficas.
Un hombre no consigue estar a la altura de las terribles vivencias de la guerra. Es sorprendido un
da en las trincheras corriendo de un lado para otro, poco antes ha tenido una grave conmocin;
es evacuado, tiene un ataque convulsivo, lo llevan al Hospital Militar. Es dado de baja.
Se trata de una caracterstica reaccin biolgica que existe en toda la serie animal, desde el ser
unicelular hasta el hombre (Jennings, J. 1936). Cuando un infusorio se acerca a la zona en donde
se ha calentado el agua, reacciona con una superproduccin de vivaces movimientos, hasta que
uno de stos lo aleja de la zona peligrosa, luego sigue avanzando tranquilamente. Una abeja o un
pjaro apresados en una habitacin no se recluyen en un rincn para meditar sobre su situacin,
ni estudian sistemticamente ventanas y puertas para descubrir alguna salida, sino que dirigido
el vuelo instintivamente hacia la luz, ejecutan una serie desordenada de movimientos, como en
un ataque, hasta que uno de ellos le permite pasar casualmente por alguna abertura al aire libre.
De inmediato vuela tranquilizado.
Un etlogo, W.Kohler, describe dos modos de reaccin presentes en toda la escala zoolgica y
que Lpez Ibor traduce como tempestad de movimiento y reflejo de inmovilizacin. Creo,
siguiendo a Kreschmer (1947) que tienen gran relacin con los problemas de la histeria.
La tempestad de movimientos, es una reaccin tpica de animales expuestos a situaciones que
amenazan su proceso vital. Todos los movimientos que puede ejecutar el animal se repiten en
una serie cerrada. Si entre esos los numerosos movimientos hay uno que casualmente lo aleja de
la zona peligrosa, prosigue con toda tranquilidad. La tempestad de movimientos facilita la
eleccin de una, entre todas las posibilidades motricas, sobre la base de la utilidad situacional.
Por ser una accin instintiva que se produce de un modo totalmente esquemtico, sin adaptacin
precisa a la especial situacin del individuo, esa agitacin motrica parece carecer a menudo de
sentido, aunque lo tenga.
Ahora bien, en el curso de la evolucin animal tal agitacin motrica de sobresaltos en tanto que
reaccin defensiva, va retrocediendo cada vez ms hasta situarse en un segundo plano. Este tipo
de reaccin arcaica, va siendo recubierto por otras formaciones ms recientes y en general ms
tiles. En los perros, y an ms claramente en los monos, encontramos conatos de bsqueda
sistemtica de soluciones y de reflexin ms tranquila, esto es, de menor eco motrico. En el
hombre adulto el tipo de reaccin dominante ante nuevas situaciones, es la accin selectiva y
reflexionada; slo en determinadas circunstancias reacciona tambin l con tempestad de
movimientos. Con otras palabras, el ensayo, el probar, va desplazndose gradualmente de afuera
a dentro, de la motilidad perifrica al S.N.C., de la escala de los movimientos a la escala de los
43
grmenes de esos movimientos, de la descarga primaria a la accin eficaz, de la identidad de
percepcin a la identidad de pensamiento.
En qu condiciones encontramos en el hombre la pura tempestad de movimientos?.
Ante todo, bajo la accin de intensos sobreestmulos. Una muchedumbre sorprendida por una
catstrofe se comporta igual que el pjaro encerrado. Gritos, temblores, convulsiones, carreras
sin sentido. Si entre los varios movimientos ejecutados, hay uno que casualmente sustrae al
individuo de la zona de catstrofe, se tranquiliza. Solemos llamar a esta reaccin, histrica.
BIBLIOGRAFA
Lpez Ibor, J.J. 1966 Las neurosis como enfermedades del nimo. Ed. Gredos. Madrid
44
SOBRE LA RELACIN ENTRE LA HISTERIA DE CONVERSIN
Y LA ENFERMEDAD SOMTICA55
Georg Groddeck
Introduccin
A fines del siglo pasado la histeria era considerada una neurosis en el sentido etimolgico del
trmino, es decir, una degeneracin del sistema nervioso. Esta degeneracin estaba a su vez
vinculada con la sfilis, una enfermedad heredo-degenerativa de contagio sexual, que aportaba
sus connotaciones morales al trmino degeneracin. Si bien por su etiologa era considerada una
enfermedad orgnica, sus manifestaciones, difciles de explicar por la anatoma nerviosa, eran
consideradas "mera simulacin y exageraciones". El desprecio ocultaba el temor por algo que,
ya entonces, pona en crisis la epistemologa de las ciencias naturales; hasta los estudios de
Charcot, la histeria haba sido la bte noire de la medicina (Freud, 1895d*).
A partir de las enseanzas de Charcot y Bernheim, Freud (junto con Breuer), comienza una
exploracin anmica de los fenmenos corporales de la histeria que arroja sorprendentes
resultados. Desde aquellos das, el xito obtenido en la exploracin psquica de la histeria nos ha
llevado, poco a poco, a confundir el mtodo de exploracin con la etiologa de la histeria; esta
confusin entre teora y tcnica obliga a Freud a formular una advertencia:
"Aquellos colegas que juzgan puramente psicolgica mi teora de la histeria (...) deducirn de
este ensayo que su reproche transfiere ilcitamente a la teora lo que constituye un carcter de la
tcnica. Slo la tcnica teraputica es puramente psicolgica; la teora no deja de apuntar a las
bases orgnicas de la neurosis, si bien no las busca en una alteracin anatomo-patolgica..."
(1905e [1901]*, pg. 99).56
Sin embargo, haciendo odos sordos a esta advertencia, en nuestros das, el consenso general
considera a la histeria una afeccin psquica. Actualmente, los fenmenos corporales de la
55
Trabajo del Dr. Gustavo Chiozza que mereci el segundo lugar en el Premio ngel Garma 1996 de la Asociacin
Psicoanaltica Argentina. Se halla publicado en Cuerpo, afecto y lenguaje. 2a. Ed. Alianza Editorial. 1998. Bs.As.
56
Aparentemente Freud entra aqu en una contradiccin. Cules seran las "bases orgnicas" que no deben buscarse en una
"alteracin antomo-patolgica"? Como comprenderemos ms adelante, a travs de una cita de Groddeck, Freud se refiere
aqu a lo nervioso que, en aquella poca era considerado un cierto interregno entre lo psquico y lo somtico. No cabe duda
que esta concepcin, que orillaba los lmites del dualismo cartesiano, buscaba un "tercer existente" que diera cuenta de la
relacin psique-soma
45
histeria se explican considerando la existencia de un "mecanismo", la conversin, por el cual un
conflicto psquico es traspuesto en un sntoma corporal (Laplanche y Pontalis, 1967). Pero... Es
esto lo que pensaba Freud, acerca de la histeria; acerca de la conversin?
Como sabemos, cada vez que se intenta comprender desde lo anmico los fenmenos corporales
se tropieza con un problema de difcil solucin: el problema de la relacin psique-soma. Para
este problema la epistemologa dualista resulta insuficiente, ya que en el mismo instante en que
nos preguntamos por la relacin psique-soma, nos hemos ubicado ya, fuera del modelo dualista.
Un modelo que considera dos nicos existentes nunca podr dar la respuesta a una pregunta que
contiene ya, tres tipos de existentes distintos: lo psquico, lo somtico y lo que, ni psquico ni
somtico, relaciona ambos existentes.
A poco de avanzar en sus investigaciones sobre la histeria, Freud, enfrentado con este problema,
necesit valerse de formulaciones que, segn Chiozza (1991b [1989]), trascienden la
epistemologa dualista; es decir, formulaciones que pertenecen a una epistemologa distinta del
dualismo cartesiano. El desarrollo de estas formulaciones condujo a Chiozza a la interpretacin
psicoanaltica del trastorno orgnico, considerando que el cuerpo (como forma, funcin y
desarrollo) posee un significado (Chiozza, 1984a [1970] y Weizsaecker, 1946).
46
La conversin: Instrumento terico o mecanismo biolgico?
Chiozza (1991b [1989]) sostiene, que la obra freudiana "cabalga", por decirlo as, entre dos
epistemologas distintas; una, la ms explcita, por considerar dos rdenes de existencia ntica
(el psquico y el somtico), es dualista; la otra, a diferencia de la anterior, trasciende ambos
rdenes en un nico existente. De esta manera, los distintos conceptos freudianos pueden ser
divididos segn correspondan a una u otra epistemologa. Dnde ubicaremos al concepto de
conversin? Qu piensa el psicoanlisis hoy? Qu pensaba Freud?
Obstfeld (1978) se ocupa de estudiar la conversin en varios autores postfreudianos. Para todos
ellos la letra de Freud es clara: existe un mecanismo al que llama conversin, por el cual algo
psquico se trasmuda en algo corporal. Tal es el acuerdo, que el Diccionario de Psicoanlisis
(Laplanche y Pontalis, 1967) define conversin como un mecanismo de formacin de sntoma
por el cual un conflicto psquico se traspone en un sntoma corporal.
Mientras que algunos autores adhieren a la existencia de un mecanismo tal, la idea de que algo
psquico se trasforme en somtico gener el desacuerdo de algunos de sus seguidores. Entre los
primeros, Fenichel desarrolla el concepto de conversin diferenciando el sntoma conversivo del
sntoma organoneurtico, y considera adems otro orden de conversiones para las enfermedades
psicosomticas a las que llama pregenitales. Ferenczi, Rangell, Deutch y muchos otros
comparten esta concepcin de la conversin atribuida a Freud y rubricada en el Diccionario de
Psicoanlisis (Obstfeld, 1978).
Entre los que disienten con la existencia de un mecanismo tal se encuentra Chiozza (1978c
[1977-1978]), quien al respecto sostiene que el concepto de conversin de la excitacin anmica
en inervacin somtica "en mrito de las ideas que el propio Freud desarrollara (...) slo puede
ser mantenido si lo utilizamos en un sentido figurado o metafrico. Lo dudoso consiste en
suponer que haya algo que en s mismo, ms all de su apariencia consciente, deje de ser
psquico para comenzar a ser somtico o viceversa. Tambin para Weizsaecker la conversin es
slo una forma de hablar o de representarse un mecanismo inexistente que tiene su origen en un
pensamiento causalista (cit. por Obstfeld, 1978). Obstfeld, basndose en estos autores, considera
la conversin un proceso imaginario.57
Una excepcin a todos estos autores es Bleger (1965) ya que opina que el fenmeno de la
conversin fue correctamente interpretado por Freud, pero que se han derivado de l
conclusiones falsas ya que no se trata de "una transformacin de un fenmeno psquico en uno
somtico por la conversin de una energa"; sostiene que "el fenmeno somtico es tambin tan
psicolgico como el contenido mental (...) el hecho de que un fenmeno pueda desaparecer y
aparecer otro en su lugar no significa la transformacin de contenidos y s la expresin de un
mismo hecho en distintas reas" (pg. 58) .
En otra oportunidad (Chiozza, G., 1993a) sostuve que luego de una lectura detallada de los
escritos freudianos es excesivo afirmar, fuera de toda duda, que Freud pensaba en la conversin
como un mecanismo de transposicin de energa psquica en somtica. Si bien es cierto que en
un primer anlisis de la cuestin todo parece indicar que la teora de la conversin ha "nacido"
de una epistemologa dualista, si continuamos reflexionando encontramos afirmaciones de Freud
57
Es difcil interpretar el pensamiento de un autor slo por su palabra escrita. Para ser justos con Chiozza dudo que piense
que Freud creyera "realmente" en un mecanismo de transposicin, ya que ms adelante, en la misma cita, Chiozza llama la
atencin sobre la reiterada utilizacin de las comillas que en la obra de Freud acompaan al trmino conversin. Sin nimo
de ser taxativo dir que lo que la palabra escrita de Chiozza permite interpretar es que la palabra escrita de Freud habla de un
mecanismo. Lo cual es cierto... pero, como veremos, incompleto.
47
que nos llevan a dudar de esa primera impresin, al vincular la conversin con los afectos - a la
vez psquicos y somticos -, con la teora de la expresin de las emociones propuesta por
Darwin, o con el proceso de la simbolizacin inconciente - la conversin por simbolizacin -.
Segn Strachey la primera mencin que hace Freud del trmino es en su artculo sobre Las
neuropsicosis de defensa; all, en un prrafo destinado a comparar la histeria de conversin con
las fobias y las representaciones obsesivas, describe brevemente a la conversin con estas
palabras:
Sin embargo, la primera exposicin detallada del concepto, aparece en la epicrisis del historial
clnico de Emmy von N., y all presenta a la conversin de un modo diferente:
"Aqu uno ya no puede negarse a tomar en cuenta unas cantidades (aunque no mensurables), a
concebir el proceso como si una suma de excitacin llegada al sistema nervioso se traspusiera en
un sntoma permanente (...) en aras de la brevedad escogemos el trmino conversin para la
trasposicin psquica en un sntoma corporal permanente..." (Freud, 1895d*, pg. 105)
Mientras que en la primer cita toca el tema de la conversin brevemente, la segunda constituye
la "presentacin" del trmino; y aqu Freud no parece pensar en la existencia de un mecanismo
por el cual algo psquico se traspone en somtico; ms bien parece valerse de la utilizacin
metafrica de un trmino (al cual coloca entre comillas) para resolver un fenmeno del cual no
puede dar cuenta conceptualmente (Freud, 1909d*); fenmeno que podra describrselo como si
lo psquico se traspusiera en somtico, "... vale decir [el sntoma] figuraba una trasmudacin
(conversin)..." (Freud, 1904a*, pg. 237). O dicho en otras palabras del mismo Freud: "... los
sntomas de los histricos (...) son el sustituto -la transcripcin, por as decir- de una serie de
procesos anmicos..." (Freud, 1905d*, pg. 149).
58
Lo cual implica una cierta contradiccin con la definicin del trmino "conversin" ya que si el sntoma no es "realmente"
somtico, entonces no hay una "verdadera" conversin de una cosa en otra.
48
Abona esta teora el hecho de que la conversin, aqu entre comillas, aparecer luego en
numerosas oportunidades destacada en cursiva, lo cual permite suponer que Freud quera darle
un sentido particular al trmino, diferente al sentido lato del lenguaje lego, que define
conversin como accin y efecto de convertir o convertirse, o mutacin de una cosa en otra
(Diccionario de la lengua espaola, 1990).
No cabe duda que la mayora de sus seguidores han pasado por alto este "como si" otorgndole a
la conversin un nico sentido en la obra de Freud: el de un mecanismo de transposicin de lo
psquico a lo somtico que existe ms all de la conciencia del que observa. En otras palabras,
con el paso del tiempo, a la "conversin" se le han cado las comillas. Volver sobre el tema de
la conversin ms adelante, al ocuparme de la simbolizacin.
El problema de la histeria
Para las ciencias naturales, apoyadas en una epistemologa dualista, la histeria no representa un
problema terico. Como vimos, en nuestros das, se ha descartado la antigua etiologa orgnica
de la histeria. Ya no se concibe la neurosis como una afeccin del sistema nervioso; ms bien se
la considera un trastorno psquico, en general de etiologa traumtica (en sentido psicolgico), o
se la explica por la teora de las series complementarias (Freud, 1900a [1899]*).
El problema de la relacin psique-soma toca los lmites del dualismo cartesiano, y por lo tanto
no se puede resolver; pero s se lo puede trascender al emplear una epistemologa que considera
49
un nico existente incognoscible y, por lo tanto, ni psquico ni somtico en s. La conversin
aqu ha dejado de ser un cambio de "esencia", para ser una discontinuidad "conceptual" en la
observacin; el problema de la conversin ha quedado atrs. Para este nuevo enfoque el
problema no es la conversin... sino la histeria misma!
Si psquico y somtico no son ya cualidades del existente en s mismo sino categoras que
establece la conciencia al "observarlo"; si podemos ver lo "psquico" del trastorno orgnico en su
significado inconciente, y podemos ver lo "somtico" de una fobia en los cambios corporales de
la angustia, por qu en los sntomas de la histeria de conversin no podemos ver lo "somtico"
tal como lo vemos en la enfermedad orgnica o en los afectos de la neurosis? Cual es la
diferencia entre lo que llamamos conversin a lo corporal en la histeria y alteracin corporal en
la enfermedad somtica? Si lo que desde la anterior epistemologa dualista se diferenciaba como
cuerpo real y cuerpo imaginario son ambos para esta nueva epistemologa construcciones,
cmo se relacionan una y otra construccin? El significado del trastorno orgnico, la fantasa
especfica, es slo... histeria de conversin?
Lo somtico en la histeria
La pregunta por lo somtico en la histeria, lejos de ser una novedad, ya haba preocupado a
Freud desde sus primeros escritos. Parte de la dificultad para encontrar la respuesta radica en
que la formulacin de la pregunta reintroduce el dualismo cartesiano y con l, el problema de la
relacin psique-soma. Otra dificultad adicional es que la terminologa se vuelve insuficiente;
vemos que en los escritos freudianos se utiliza el adjetivo "somtico" para designar tanto al
sntoma histrico como al trastorno al que segn se dice la histeria simula.
a) La posibilidad de encontrar, en un futuro, una alteracin orgnica "real" que hasta hoy halla
escapado a los recursos diagnsticos actuales. Esta alteracin (neuronal o qumica) debera
poder explicar (lo cual parece bastante difcil) el por qu de las diferencias entre los trastornos
somticos y los histricos que hacen parecer a estos ltimos simples simulaciones.
Este ha sido el planteo, hasta hoy infructuoso, de las ciencias naturales las que, adems de
considerar dos realidades nticas distintas (psquico y somtico) consideran a la materia la
realidad fundamental y a lo psquico solo un derivado secundario de lo material. Por lo tanto,
consideran que lo psquico de la histeria debe tener un fundamento orgnico. De optar por este
enfoque, nosotros psicoanalistas, deberemos esperar que la biologa eche luz sobre el problema
de lo somtico en la histeria.
b) El otro posible enfoque consiste en pensar que el actual distingo entre enfermedad somtica e
histeria de conversin es menos tajante de lo que hasta hoy se lo ha considerado. Es decir, que
una parte de la histeria, tal cual la conocemos, es alteracin somtica; o dicho de otro modo que
una parlisis histrica no es algo por entero diverso a una parlisis orgnica. Si bien este enfoque
parece contradecir el distingo tan claro entre parlisis motrices e histricas (Freud, 1893c [1888-
1893]*), tenemos derecho a sospechar, junto con Groddeck, que se trata ms de un distingo de
clasificacin que de naturaleza.
Pero... Qu pensaba Freud al respecto? Sus puntos de vista son cambiantes y pasan de uno a
otro enfoque. A veces nos hace recordar las palabras de Groddeck acerca de ese "incierto
50
interregno" entre lo psquico y lo orgnico, "lo nervioso". Pero del mismo modo que hicimos con
la conversin, distinguimos entre estos conceptos algunos que corresponden a sus primeras
aproximaciones al tema, de otros ms tardos; unos que tocan el tema "de pasada", de otros que
profundizan la cuestin.
"... no se han hallado para esta enfermedad alteraciones (anatmicas) perceptibles del sistema
nervioso, y, adems, ni siquiera cabe esperar que algn futuro refinamiento de las tcnicas
anatmicas pudiera comprobarlas. La histeria descansa por completo en modificaciones
fisiolgicas del sistema nervioso, y su esencia debera expresarse mediante una frmula que
diera razn de las relaciones de excitabilidad entre las diversas partes de dicho sistema" (Freud,
1895d*, pg. 45).
"... puesto que slo puede haber una sola anatoma cerebral verdadera, y puesto que ella se
expresa en los caracteres clnicos de las parlisis cerebrales, es evidentemente imposible que
esta anatoma pueda explicar los rasgos distintivos de la parlisis histrica" (Freud, 1893c [1888-
1893]*, pg. 205).
Pero la ltima palabra no ha sido dicha; aos ms tarde, en "Fragmento de anlisis..." (Freud,
1905e [1901]*) observamos cmo Freud va cambiando de opinin acerca de las supuestas
modificaciones de la excitabilidad del sistema nervioso (aunque nunca abandon del todo esta
hiptesis). En el "Eplogo" hablando de la etiologa de la histeria sostiene que:
"... la teora en modo alguno deja de apuntar a las bases orgnicas de la neurosis, si bien no las
busca en una alteracin anatomo-patolgica; cabe esperar encontrarse con una alteracin
qumica, pero, no siendo ella todava aprehensible, la teora la sustituye provisionalmente por la
funcin orgnica. Nadie podr negar el carcter de factor orgnico que presenta la funcin
sexual, en la cual yo veo el fundamento de la histeria as como de las psiconeurosis en general.
Conjeturo que una teora de la vida sexual no podr evitar la hiptesis de que existen unas
determinadas sustancias sexuales de efecto excitador" (Freud, 1905e [1901]*, pg. 99).
Lo somtico ha dejado de ser un misterioso factor nervioso, ahora est representado por la
propia funcin del cuerpo:
"La intensa activacin de esta zona ergena a temprana edad es, por tanto, la condicin para la
posterior solicitacin somtica de parte del tracto de mucosa que empieza en los labios" (Freud,
1905e [1901]*, pg. 47).
El papel que desempea la solicitacin somtica es aclarado en ese mismo artculo, al examinar
la tos y la afona de Dora:
"Son los sntomas de la histeria de origen psquico o somtico? (...) Esa pregunta (...) no es
adecuada. El estado real de las cosas no est comprendido en la alternativa que ella plantea (...)
todo sntoma histrico requiere de la contribucin de las dos partes. No puede producirse sin
cierta solicitacin somtica brindada por un proceso normal o patolgico en el interior de un
rgano. Pero no se produce ms que una sola vez (...) si no posee un significado psquico, un
sentido. (...) Para la terapia, las destinaciones dadas dentro del material psquico accidental son
51
las ms importantes; los sntomas se solucionan en la medida que se explora su intencionalidad
psquica. Una vez que se ha removido lo que puede eliminarse mediante un psicoanlisis, es
posible formarse toda clase de ideas, probablemente acertadas, acerca de las bases somticas,
por lo general orgnico-constitucionales, de los sntomas" (Freud, 1905e [1901]*, pg. 37).
La solicitacin somtica, que bien puede ser la excitacin sexual (el afecto), acta como una
huella de facilitacin somtica sobre la que luego se expresarn, aprovechndose de esta va
facilitada, otros significados inconcientes correspondientes a vivencias psquicas accidentales.
Contina el texto:
Si quisiramos ahora, siguiendo lo expuesto, concluir esta seccin afirmando que lo somtico en
la histeria consiste en la solicitacin somtica, habramos vuelto al punto de partida: una
52
concepcin dualista segn la cual el "paquete global" de la histeria se reparte entre nuestros dos
conceptos: lo somtico en la conversin por solicitacin somtica y lo psquico en lo que Freud
llamaba la conversin mnmica. El problema dualista del "misterioso salto de la mente al
cuerpo" se reintroduce al intentar explicar cmo se relacionan la solicitacin somtica con la
conversin mnmica; en definitiva, el problema de la conversin.
Bajo esta pregunta subyace hoy, luego de un siglo, la antigua pregunta: "Son los sntomas de la
histeria de origen psquico o somtico? (...) Esa pregunta (...) no es adecuada. El estado real de
las cosas no est comprendido en la alternativa que ella plantea" (Freud, 1905e [1901]*, pg.
37). Mucho ms fructfero que intentar responder esta pregunta, que obviamente reintroduce el
dualismo cartesiano, resultar traer a la luz el malentendido que ella contiene. Creo que este
malentendido encuentra su justificacin, otra vez, en el origen mdico del psicoanlisis.
El problema, a mi entender, surge del prejuicio de considerar que, mientras que la enfermedad
somtica, valga la redundancia, es somtica, la histeria, si no es puramente psquica, es, a lo
sumo, un misterio. Y este prejuicio se apoya tanto en el malentendido acerca del concepto
freudiano de conversin al que nos referimos, como en una excesiva fe en los criterios que
utiliza la ciencia mdica para determinar qu es somtico y qu no lo es.
Confundidos, como tantas veces lo estuvo Freud en este difcil tema, se nos ha pasado por alto
que no podemos preguntarnos por lo somtico de la histeria y luego afirmar que histeria y
enfermedad somtica son cosas distintas, sin entrar en una contradiccin. Sea lo que fuere lo que
estamos buscando cuando nos preguntamos por lo somtico de la histeria (la qumica neuronal o
la anatoma general), siempre nos remitir, como somtico, al concepto de cuerpo que
contempla el psicoanlisis a travs de su segunda hiptesis fundamental (Freud, 1940a [1938]*,
Chiozza, 1974a [1972], 1991b [1989]).
Creo que si podemos deshacer este malentendido daremos un importante paso hacia una teora
ms unificada; es decir, no slo la comprensin psicoanaltica del trastorno orgnico, que
inevitablemente alude al diagnstico mdico, sino a la comprensin psicoanaltica de lo que se
presenta a la conciencia del que observa (mdico, psicoanalista o paciente) como sntoma
corporal; dejando de lado consideraciones ajenas al campo de observacin psicoanaltico acerca
de si existe o no "sustrato material demostrable".
No sobrestimemos entonces el juicio que hace la medicina desde una epistemologa que hemos
tenido que descartar, acerca de qu es "realmente" somtico y qu solamente lo "parece".
Seamos fieles a nuestra segunda hiptesis fundamental (Freud, 1940a [1938]*), y reexaminemos
53
el problema de la histeria considerando que llamamos somtico a lo que se presenta a la
conciencia privado de su significado inconciente (Chiozza, 1991b [1989]).
En este punto, viene a nuestro auxilio recordar que Freud plantea tambin, un tercer tipo de
conversin al que llama conversin por simbolizacin. En esta, psquico y somtico se integran
de un modo tan inseparable que resulta difcil pensar, como lo hace Freud al hablar de
solicitacin somtica, en una va de facilitacin por un lado, y por otro un significado nuevo y
distinto que aprovecha esa va para expresarse. La conversin por simbolizacin nos reconduce,
otra vez, a la teora de los afectos; y tal vez examinando el papel de los afectos en la etiologa de
la histeria podamos esclarecer el enigma al que aluda Freud.
"... consideramos los sntomas histricos como unos afectos y unos restos de excitaciones de
influencia traumtica sobre el sistema nervioso (...) Ahora bien, en la histeria estamos
habituados a descubrir que una parte considerable de la suma de excitacin del trauma se
trasmude en un sntoma puramente corporal. Este es el rasgo de la histeria que durante tanto
tiempo estorb concebirla como una afeccin psquica" (Freud, 1895d*, pg. 105).
En sus "Cinco conferencias..." (Freud, 1910a [1909]*) vuelve a enfatizar el papel de los afectos
en la etiologa de la histeria de modo an ms contundente:
... estamos en vas de obtener una teora puramente psicolgica de la histeria, en la que
adjudicamos el primer rango a los procesos afectivos" (pg. 15).
59
Cabe recordar, en este mismo sentido, que para Freud, a diferencia de las dems neurosis, en la histeria de conversin, la
represin acta de manera exitosa: el afecto desaparece de la conciencia. "Una represin como la del caso de la fobia a los
animales puede definirse como radicalmente fracasada. (...) A una apreciacin por entero diversa del proceso represivo nos
fuerza el cuadro de la genuina histeria de conversin. Lo sobresaliente en ella es que consigue hacer desaparecer por
completo el monto de afecto. El enfermo exhibe entonces hacia sus sntomas la conducta que Charcot ha llamado la belle
indiffrence des hystriques." (Freud, 1915d, pg.150).
54
Qu diferencia hay entre la conversin y la desestructuracin patosomtica del afecto?
(Chiozza, G., 1993a, 1994a).
"Los destinos de esos afectos, que uno poda representarse como magnitudes desplazables, eran
entonces lo decisivo tanto para la contraccin de la enfermedad como para el restablecimiento.
As result forzoso suponer que aquella sobrevino porque los afectos desarrollados en las
situaciones patgenas hallaron bloqueada una salida normal, y la esencia de su contraccin
consista en que entonces esos afectos estrangulados eran sometidos a un empleo anormal. En
parte persistan como unos lastres duraderos de la vida anmica y fuentes de constante
excitacin; en parte experimentaban una trasposicin a inusuales inervaciones e inhibiciones
corporales que se constituan como los sntomas corporales del caso. Para este ltimo proceso
hemos acuado el nombre de conversin histrica" (Freud, 1910a [1909]*, pg. 15).
55
El afecto es estrangulado, sofocado, retenido; es decir, impedido de acceder a la
conciencia. La ausencia del afecto en la conciencia, observada desde antiguo en los pacientes
histricos, es lo que se ha descrito como la belle indiference (Obstfeld, 1978, Pinto, 1981, G.
Chiozza, 1994a). Si bien la histeria de conversin es considerada una neurosis, la retencin del
afecto, la belle indiference y los sntomas corporales, la diferencian claramente de las dems
neurosis. En palabras de Freud (1905e [1901]*):
Si la conversin, como modo de tramitar el afecto a los fines de evitar su acceso a la conciencia,
se diferencia del modo de represin propio de las neurosis es similar al modo "patosomtico"
del enfermar? O existe otro modo de tramitar el afecto, propio de la conversin, distinto a los
mencionados?
En qu consiste la conversin?
Sostuvimos al principio que el concepto de conversin fue formulado por Freud, en la primera
poca, como un concepto "provisorio"; un "como si" terico, formulado en "aras de la
brevedad". Apoyara esta hiptesis que Freud, en alguna otra oportunidad se volviera a ocupar
del tema con ms detenimiento. Un examen detenido de cmo podramos concebir esa supuesta
trasposicin de lo psquico en somtico aparece en 1910, en "Cinco conferencias..." (Freud,
1910a [1909]*). All, hablando de la conversin del afecto estrangulado dice:
"Lo corriente y normal es que una parte de nuestra excitacin anmica sea guiada por el camino
de la inervacin corporal, y el resultado de ello es lo que conocemos como expresin de las
emociones..." (Freud, 1910a [1909]*, pg. 15).
Es decir, que en condiciones normales una parte de nuestra vida anmica se expresa a travs del
cuerpo; esto constituye los afectos. O dicho de otro modo, los afectos, en condiciones normales,
son la trasposicin de una parte de la vida anmica a lo corporal. Si la interpretacin que hago es
correcta, Freud describe al afecto y a la conversin en los mismos trminos: la trasposicin de lo
anmico a lo corporal; por lo tanto podemos decir que los afectos son una conversin normal.
Pero veamos cmo contina Freud, ese mismo prrafo:
"Ahora bien, la conversin histrica exagera esa parte del decurso de un proceso anmico
investido de afecto; corresponde a una expresin mucho ms intensa, guiada por nuevas vas, de
la emocin".
En otras palabras, podemos decir que en la histeria de conversin, para defenderse de un afecto
insoportable, se lo exagera. Pero esto solo no basta para satisfacer la represin, ya que la
conciencia es capaz de reconocer los afectos independientemente de su magnitud de investidura.
Todava falta una pieza: esa expresin exagerada del afecto debe estar guiada por nuevas vas,
as, de ese modo se hace irreconocible para la conciencia. En la conciencia encontramos solo...
una belle indiference.
56
Si partimos de la ausencia del afecto en la conciencia que asemeja la histeria de conversin a la
enfermedad somtica (segn la entiende Chiozza), y sustituimos "inervaciones corporales" por
"clave afectiva inconciente" y "mucho ms intensa y guiada por nuevas vas" por "deformada", la
concordancia entre conversin y desestructuracin patosomtica es muy llamativa. Veamos otro
ejemplo; en esta ocasin Freud se ocupa de la represin en la histeria de conversin.
"A una apreciacin por entero diversa del proceso represivo nos fuerza el cuadro de la genuina
histeria de conversin. Lo sobresaliente en ella es que consigue hacer desaparecer por completo
el monto de afecto. El enfermo exhibe entonces hacia sus sntomas la conducta que Charcot ha
llamado la belle indiffrence des hystriques. (...) El contenido de representacin de la agencia
representante de pulsin se ha sustrado radicalmente de la conciencia; como formacin
sustitutiva y al mismo tiempo como sntoma se encuentra una inervacin hiperintensa
somtica en los casos tpicos unas veces de naturaleza sensorial y otras de naturaleza motriz,
ya sea como excitacin o como inhibicin. El lugar hiperinervado se revela a una consideracin
ms atenta, como una porcin de la agencia representante de pulsin reprimida que ha atrado
hacia s, por condensacin, la investidura ntegra." (Freud, 1915d, pg.150).
Entendindolo as, el paso que sigue nos lleva, inevitablemente, a reunir bajo un nico concepto
a la histeria de conversin y a la enfermedad somtica.
La afirmacin anterior nos asombra; parece contradecir mucho de lo que actualmente pensamos
sobre la histeria de conversin. Pero si recordamos los conceptos de Freud acerca de la
solicitacin somtica, pensar en los sntomas histricos como enfermedad somtica ya no nos
resultar tan incompatible con la descripcin que Freud hace de la histeria de conversin. 60
Recordemos que Freud sostiene que la solicitacin somtica est siempre presente en el sntoma
histrico. Que la solicitacin somtica es el trastorno orgnico; que es, tambin, el factor
sexual, y que la reiterada estimulacin de las zonas ergenas es la solicitacin somtica (Freud,
1905e [1901]*).
Tambin afirma otras cosas que deberemos luego armonizar; por ejemplo que la solicitacin
somtica "presta la va" para la conversin de lo psquico, que un significado nuevo, "accidental"
y "distinto" se vale de la solicitacin somtica para expresarse. O que una vez interpretado el
sntoma histrico queda "en el fondo" el basamento "orgnico-constitucional".
60
"... el carcter particular de la histeria, que la diferencia de otras psiconeurosis" es la "solicitacin somtica que
procura a los procesos psquicos inconcientes una salida hacia lo corporal. Cuando este factor no se presenta, el estado
total ser diverso de un sntoma histrico, (...) tal vez una fobia o una idea obsesiva; en suma, un sntoma psquico"
(Freud, 1905e [1901]*, pg. 38).
57
La conversin por simbolizacin
La conversin por simbolizacin es tal vez uno de los conceptos ms profundos del
psicoanlisis. Segn el mismo Freud (1895d*), la comprensin de un caso particularmente rico
en simbolizaciones, el caso de Ccilie M., fue el que le permiti alcanzar una mayor inteleccin
de la histeria, al punto de motivarlo a escribir, junto con Breuer, la "Comunicacin preliminar".
Constituye, adems, un punto clave en la teora psicoanaltica de los afectos, sobre el que se
apoya Chiozza para comprender psicoanalticamente el trastorno orgnico.
Recordemos entonces, este historial: Ccilie M. comienza el tratamiento con Freud aquejada por
una neuralgia facial "limitada a las ramas segunda y tercera del trigmino, y como haba sin
lugar a dudas uratemia, y un rheumatismus acutus no del todo claro, (...) el diagnstico de
neuralgia gotosa era casi natural" (Freud, 1895d*, pg. 189). Dado el fracaso del tratamiento
mdico y el xito de la supresin del sntoma por sugestin hipntica, Freud comienza "a dudar
de la autenticidad de esa neuralgia". 61
Ms tarde, el mtodo catrtico descubre la gnesis del sntoma en una larga serie de vivencias de
ofensa, en las que la paciente sinti como si hubiera recibido una bofetada; as, se lleg hasta
la primera vivencia en la cual "no se encontr simbolizacin alguna" sino ms bien una
asociacin temporal por simultaneidad. "La gnesis de la neuralgia en este momento ya no sera
explicable si uno no supusiera que padeca a la sazn de dolores leves en los dientes o la cara"
(pg. 191).
"Ese parece un ejemplo contundente, casi cmico, de gnesis de un sntoma histrico por
simbolizacin mediante la expresin lingstica. No obstante (...) preferira otra concepcin. En
esa poca la paciente padeca de dolores...".
"Toda una serie de sensaciones corporales, que de ordinario se miraran como de mediacin
orgnica, eran en ella de origen psquico o, al menos, estaban provistas de una interpretacin
psquica. (...) Haba una ntegra serie de sensaciones y representaciones que corran paralelas, y
en la cual ora la sensacin haba despertado a la representacin como interpretacin de ella, ora
la representacin haba creado a la sensacin por va de simbolizacin; y no pocas veces era por
fuerza dudoso cul de los dos elementos haba sido el primero" (pg. 192-3).
61
Sostuvimos en otra parte del trabajo que las parlisis motrices histricas y orgnicas no tenan un distingo tan tajante
como, a veces, se quiere ver. En "Algunas consideraciones con miras al estudio comparativo de las parlisis motrices
orgnicas e histricas" Freud (1893c [1888-1893]*) afirma siguiendo a Charcot que la histeria no produce neuralgias
faciales o son extremadamente raras. Esto deja pocas posibilidades: o el diagnstico de histeria de Freud era errneo, o
Charcot estaba equivocado, o Freud tena mucha suerte al haber tratado dos casos (Ccilie y Dora), o histrico y somtico
son dos puntos de vista para una misma neuralgia facial.
62
Aqu el uso del trmino simbolizacin no debe confundirnos. Se refiere a que tal vez sea incorrecto pensar en dos
existentes separados, donde el primero simboliza al segundo, al modo de una "trasferencia figural"; Freud prefiere pensar
que el sntoma (soma) y la expresin lingstica (psique) constituyen, en su fuente inconciente, un nico existente (afecto).
58
Chiozza (1991b [1989]) sostiene que cuando lo psquico inconciente penetra en la conciencia
privado de su significado lo categorizamos como somtico; y que cuando restablecemos ese
significado inconciente, el trastorno "desaparece" de nuestra conciencia y deja lugar a la
comprensin del drama vital al que representa. Esto nos permite comprender por qu a medida
que Freud progresa en la comprensin del sntoma histrico se le hace cada vez ms difcil
separar lo psquico de lo somtico; cmo cada vez ms, el afecto (con sus significados y sus
sensaciones corporales) va siendo rescatado del destino que la represin le impuso, para tomar
un lugar central en la escena.
Las conclusiones no pueden demorarse ms; en un extenso y ltimo prrafo con el que concluye
los "Historiales clnicos" escribe:
"Yo sostengo que el hecho de que la histrica cree mediante simbolizacin una expresin
somtica para la representacin de tinte afectivo es menos individual y arbitrario de lo que se
supondra. Al tomar literalmente la expresin lingstica, al sentir la espina en el corazn o la
bofetada (...) como un episodio real, ella no incurre en abuso de ingenio, sino que vuelve a
animar las sensaciones a que la expresin lingstica debe su justificacin. Cmo habramos
dado en decir, respecto del afrentado, que eso le clav una espina en el corazn, si la afrenta
no fuese acompaada de hecho por una sensacin precordial interpretable de ese modo, y se la
reconociera en esta? (...) Todas estas sensaciones e inervaciones pertenecen a la expresin de
las emociones, que, como nos lo ha enseado Darwin, consiste en operaciones en su origen
provistas de sentido y acordes a un fin; por ms que hoy se encuentren en la mayora de los casos
debilitadas a punto tal que su expresin lingstica nos parezca una trasferencia figural (...), y la
histeria acierta cuando restablece para sus inervaciones ms intensas el sentido originario de la
palabra. Y hasta puede ser incorrecto decir que se crea esas sensaciones mediante simbolizacin;
quiz no haya tomado al uso lingstico como arquetipo, sino que se alimenta junto con l de
una fuente comn" (bid. pg. 193).
Todava debemos examinar otro punto ms. Una parte de nuestra vida anmica, los afectos, son
desde lo corporal una serie de cambios vegetativos que se experimentan como sensaciones
somticas. En la histeria de conversin as como en la enfermedad somtica, esas sensaciones
aparecen, exageradas y deformadas, como sntomas corporales; son el sustituto desfigurado del
afecto reprimido.
Cada afecto visto desde sus inervaciones corporales posee una figura tpica determinada por su
clave de inervacin inconciente. Estas claves de inervacin, de inervaciones vegetativas, son
huellas mnmicas heredadas y han sido configuradas de manera tpica en la filogenia. En el
pasado filogentico los afectos fueron acciones plenas de sentido y acorde a fines; hoy, en el
presente ontogentico, se repiten injustificadamente ya no como acciones voluntarias sino como
actos motores vegetativos, los afectos (Freud, 1926d [1925]*).
Esta concepcin permite comparar a los afectos con los ataques histricos; mientras que los
afectos son ataques histricos universales y congnitos, los ataques histricos son afectos
individuales y adquiridos en el pasado infantil; seran como afectos neoformados, acciones cuyo
fin se remonta a la infancia individual. En otras palabras, mientras que los afectos son la
repeticin actual de acciones filogenticas, los ataques histricos son la repeticin actual de
acciones infantiles, es decir, ontogenticas (Freud, 1926d [1925]*).
59
considerar al afecto como accin, las diferencias entre filogenia y ontogenia vuelven a separar lo
que, con tanto trabajo, habamos reunido. Debemos entonces ocuparnos ahora del papel que
desempea el pasado infantil.
La conversin mnmica
Si bien existe una diferencia entre filogenia y ontogenia, saber en qu consiste esa diferencia es
bastante difcil, ya que el psicoanlisis concibe a la herencia en el sentido lamarckiano (Freud,
1937c*). Segn la herencia de los caracteres adquiridos, la ontogenia, transcurrido un tiempo,
formar parte de la filogenia. Lo que hoy es un acto motor voluntario ser, en un futuro, un
automatismo vegetativo; y lo que hoy es vegetativo alguna vez, en el pasado, fue un acto motor
voluntario.
Por ejemplo, mientras se esta aprendiendo a realizar un acto motor voluntario se requiere de la
plena participacin de la conciencia. Una vez aprendido, se lo podr ejecutar con cierta
independencia de la conciencia; constituye un automatismo. La teora supone que, de
mantenerse su utilidad, luego de generaciones, la independencia de la conciencia es total; pasa
entonces a constituir, en las nuevas generaciones, un acto motor reflejo; y as, hasta convertirse
en un acto vegetativo.
En mi opinin, esta distincin es, sobretodo, conceptual; por ejemplo R. Taylor (citado por
Chiozza y col., 1991b [1990]) siguiendo el criterio evolutivo divide la anatoma cerebral en
cuatro cerebros distintos por su antigedad; como si la evolucin dejara su impronta en forma
de oleadas sucesivas.
Pero si filogenia y ontogenia forman una serie continua que solo se diferencia bien en los
extremos, lo mismo ocurrir con la diferencia entre conversin por simbolizacin y mnmica; o
entre una alteracin orgnica y su imitacin sine materiae en la histeria (si es que tal
posibilidad existe). Resulta entonces ms fcil establecer la diferencia entre una enfermedad
somtica como la hipertensin que compromete actos motores vegetativos, de un sntoma
histrico como la parlisis braquial de Ana O. que compromete actos motores voluntarios. La
primera halla su justificacin en acciones del pasado filogentico mientras que la segunda se
justifica en el pasado infantil. Una es universal, la otra es individual. Pero qu ocurre si
queremos diferenciar una enfermedad somtica que compromete actos motores voluntarios, de
60
las llamadas histerias vegetativas? Lo que, hasta ahora, pareca una divisin tajante comienza a
confundirse.
Tambin Freud se vio en dificultades para explicar la conversin mnmica en el caso de las
histerias vegetativas. Resulta imposible diferenciar somtico de histrico, de un modo algo
convincente, cuando se trata de sntomas como los vmitos, las nauseas, la sudoracin o las
palpitaciones. La mayora de estos sntomas configuran lo que Freud llam los sntomas tpicos:
"Si en un caso de histeria hemos reconducido realmente un sntoma tpico a una vivencia o a una
cadena de vivencias parecidas, por ejemplo, un vmito histrico (...), quedaremos
desconcertados si, en otro caso de vmito, el anlisis nos descubre una serie de vivencias
supuestamente eficaces de ndole por entero diversa. (...) Podemos, por cierto, esclarecer
satisfactoriamente el sentido de los sntomas neurticos individuales por su referencia al
vivenciar, pero nuestro arte nos deja en la estacada respecto de los sntomas tpicos, con mucho
los ms frecuentes. (...) Es difcil suponer una diversidad fundamental entre una y otra clase de
sntomas. Si los sntomas individuales dependen de manera tan innegable del vivenciar del
enfermo, para los sntomas tpicos queda la posibilidad de que se remonten a un vivenciar tpico
en s mismo, comn a todos los hombres" (Freud, 1916-1917 [1915-1917]*, pg. 248).
No todos los sntomas tpicos son vegetativos; el gran ataque histrico es tambin tpico (Pinto,
1981). Tampoco todos los sntomas vegetativos son necesariamente tpicos; lo que s podemos
afirmar es que los sntomas vegetativos de la histeria no pueden ser suficientemente esclarecidos
por su referencia al vivenciar individual.
Especificidad e inespecificidad
Nos hemos propuesto en este trabajo examinar la concepcin habitual que opone histeria de
conversin a enfermedad orgnica; al hacerlo nos fuimos encontrando con otras polaridades, o,
mejor dicho, con otras formas en que se expresa la misma polaridad: filognesis y ontognesis,
vegetativo y motor voluntario, conversin por simbolizacin y conversin mnmica, sntoma
tpico y sntoma particular, universal e individual. Vemos que la polaridad es la misma, slo
cambia el terreno en que ella se manifiesta. Cambiaremos, una vez ms, el terreno para poder
esclarecer algo ms acerca de esta aparente oposicin.
61
especficos. Deber, al mismo tiempo, descartar otros elementos; aquellos que hacen de ese
hipertenso un caso particular, nico e inespecfico.
La especificidad es, como dice Chiozza, el medio vaso lleno, inseparable del medio vaso
vaco de la inespecificidad. Pero an la metfora del vaso es insuficiente para expresar la
indisoluble unin que existe entre ambos. No se trata slo de que los elementos especficos se
acompaen de otros inespecficos, sino que los mismos elementos especficos se presentan
siempre de un modo particular; lo que lo hace especfico o inespecfico es nuestra concepcin.
Pinto (1981, 1994) utiliza una metfora muy lograda para ejemplificar la resignificacin
individual de las vivencias universales; afirma que el camino de lo individual a lo universal no
es en lnea recta sino en una serie de sucesivos espirales donde, en cada vuelta, al progresar de
un nivel a otro, lo que en un nivel apareca como universal, en el siguiente, aparece como
individual.
Hasta ahora hemos logrado parangonar los conceptos que tenemos de histeria de conversin a
aquellos con los cuales Chiozza comprende el significado inconciente especfico de la
enfermedad somtica. Parangonamos la solicitacin somtica a los trastornos somticos
perceptibles y la conversin por simbolizacin a la desestructuracin patosomtica del afecto.
Deberamos entonces encontrar un correlato conceptual, en la teora de Chiozza, para aquello
que, en trminos de Freud, alude al vivenciar individual, la conversin mnmica; pero antes
hagamos un breve repaso de lo desarrollado hasta aqu.
Muchas veces era imposible establecer una diferencia tajante entre los sntomas corporales de la
histeria y los orgnicos; ya por falta de alteraciones materiales en sntomas presuntamente
orgnicos, como tambin por la objetivacin de las mismas en sntomas considerados histricos.
El otro problema surgi al encontrar sntomas corporales tpicos, que se repetan en uno y otro
caso de histeria, para los cuales era poco convincente suponer experiencias traumticas
individuales e idnticas.
Para resolver el primero de los problemas, cre el concepto de conversin por solicitacin
somtica, segn el cual, el sntoma histrico no puede producirse sin la participacin de un
proceso normal o patolgico en el interior de un rgano (Freud, 1905e [1901]*). Unas veces lo
describe como un trastorno orgnico que "debilita" el rgano, favoreciendo la expresin del
conflicto por esa va de facilitacin; otras, en cambio, como un aumento de la erotizacin del
rgano que presta la va para la conversin.
62
Para resolver el segundo problema, el de los sntomas tpicos, crea un concepto mucho ms
logrado que el anterior, la conversin por simbolizacin. Segn este concepto, el sntoma
corporal de la histeria, puede expresar tambin vivencias universales, valindose de las
sensaciones somticas que, hoy debilitadas, constituyen el origen mismo de los afectos (Freud,
1895d*); los afectos son como unos ataques histricos universales y heredados, que
conmemoran vivencias filogenticas (1926d [1925]*).
El sntoma histrico, explica Freud, es la exageracin (por conversin) de las vas de inervacin
de los afectos (Freud, 1910a [1909]*); de modo tal que el afecto queda retenido (la belle
indiference) y en la conciencia slo se registra la sensacin somtica exagerada que, sin la
vinculacin con el afecto que le da origen, aparece como un sntoma corporal inexplicable
(Chiozza, G., 1994a, 1994b).
Junto a estos dos conceptos de conversin se encuentra todava el primero, segn el cual el
sntoma simboliza un suceso del pasado infantil, al que da el nombre de conversin por
asociacin mnmica. Y agrega Freud que las tres formas de conversin, se hallan presentes en
todo sntoma, o en mis palabras (Chiozza, G., 1994b) son tres maneras distintas de
comprender un mismo sntoma corporal.
Llegamos as a una conclusin inevitable: para Freud, todo sntoma corporal histrico es a la vez
un proceso orgnico perceptible (solicitacin somtica), una sensacin somtica que, como parte
de un afecto, simboliza una vivencia universal filogentica (conversin simbolizante) y como
recuerdo, un suceso traumtico infantil, individual ontogentico (conversin por asociacin
mnmica).
Vimos que Freud partiendo de los recuerdos reprimidos, encuentra en los afectos (el genuino
motivo de la represin) la clave para comprender los procesos somticos, ya presentes -como
solicitacin somtica- en el sntoma histrico. Pero Freud no contina esos desarrollos. Mientras
que estimula a quienes, como Groddeck y Weizsaecker, centran su inters en los procesos
somticos y augura para el psicoanlisis un futuro promisorio en ese terreno, no desea, al
parecer, exponer al psicoanlisis a ms crticas que las que ya tena por parte del establishment
cientfico de su poca.
El rgano (o la funcin), como zona ergena, es fuente de un impulso que, como tal, configura
un deseo. En la medida que ese deseo no se satisface, la pulsin, descargada en el propio yo, se
63
experimenta como un afecto. Cuando este afecto se desestructura en su clave de inervacin
aparecer el sntoma corporal, afectando el rgano fuente. Siguiendo a Freud (1915c*), cuando
afirma que del examen de los fines de la pulsin puede deducirse la fuente, la relacin entre el
sntoma corporal y el afecto al que representa es especfica; esta especificidad est dada por la
pulsin como fantasa inconciente.
Interpretar el sntoma corporal del trastorno orgnico no es slo interpretar la fantasa especfica
(Chiozza, G., 1996a). El vivenciar filogentico nos ayudar a comprender la relacin entre el
rgano (o la funcin) comprometido y el afecto al que simboliza; pero la interpretacin que hace
conciente el afecto reprimido, debe contemplar la resignificacin individual de aquello
universal. Interpretar el afecto universal, en el contexto de esa particular historia, compuesta por
personajes igualmente particulares. A este aspecto de la interpretacin solemos referirnos con el
concepto de resignificacin secundaria. Es este concepto, segn creo, el correlato terico al
concepto de conversin mnmica planteado por Freud para la histeria de conversin.
Dos puntos de partida para la comprensin psicoanaltica del sntoma corporal: Las ideas de
Freud y las ideas de Chiozza
Si bien ambos autores, Freud y Chiozza, toman distintos puntos de partida, las conclusiones a las
que ambos arriban, parecen ser muy similares. Creo que sera til, en este punto, puntualizar las
similitudes entre ambas teoras.
En la teora de Freud (1910a [1909]*), la conversin, exagerando las vas de inervacin del
afecto estrangulado, produce el sntoma corporal; el afecto desaparece de la conciencia, estado
que ha sido descrito como belle indiference. En ambas teoras el sntoma corporal es un sustituto
del afecto reprimido (retenido, estrangulado, desestructurado). El afecto se expresa a travs del
sntoma corporal, y este ltimo simboliza al primero.
En tanto que en ambas teoras el sntoma corporal es el sustituto de un afecto, en ambas teoras
podemos establecer un nexo significativo entre el sntoma y un suceso particular de la historia
del que lo padece. Este nexo se establece a travs de los recuerdos del paciente que han sido
reprimidos.
64
Freud se refiere a esto como un suceso traumtico, de naturaleza sexual. Chiozza describe este
nexo diciendo que la enfermedad es un captulo de la biografa del sujeto que la padece. La
teora de Freud contempla este nexo en el concepto de conversin mnmica, mientras que la
teora de Chiozza se vale del concepto de resignificacin secundaria. 63
Ambos autores (en este punto Chiozza siguiendo a Freud) consideran al afecto una ataque
histrico universal y heredado, donde las sensaciones somticas que componen al afecto fueron
en el pasado filogentico actos motores justificados.
Algunos ejemplos
Para comprender mejor las similitudes entre ambas teoras intentaremos aplicar, hasta donde los
datos lo permitan, los conceptos de un autor, a los casos clnicos del otro.
Empezaremos por Freud, tomando el caso de Elizabeth von R. El acabado anlisis que hace
Freud permite comprender los distintos aspectos del sntoma. Desde el punto de vista de la
resignificacin secundaria veremos en el sntoma corporal el captulo que se oculta de esa
particular biografa: el recuerdo de las vivencias en que el padre de Elizabeth apoyaba sus
hinchados pies sobre las piernas hoy parestsicas. Al mismo tiempo, podemos comprender la
fantasa especfica (hasta cierto punto), en el smbolo universal, heredado, de las piernas y el
caminar como smbolo de avanzar en la vida.
Agreguemos algunos elementos ms. Avanzar en la vida es, en el lenguaje del inconciente,
acercarse al padre; adems, debemos tener en cuenta el importante significado ertico de las
piernas que, como dos guas, conducen hacia los genitales (Chiozza y colab., 1991e [1990]). Si
recordamos el conflictivo enamoramiento que Elizabeth tena con su padre, y con cunta culpa
vivi el empeoramiento de l cuando ella se alej para asistir al baile con su pretendiente,
tendremos ms elementos para comprender por un lado, el efecto que tuvo sobre ella el
acercamiento al cuado, tras la muerte de la hermana (lo individual); y por el otro, como las
parestesias simbolizan el intento de negar la excitacin incestuosa, justamente en las piernas,
smbolo privilegiado de la seduccin femenina (lo universal). 64
63
Suele pensarse que si interpretamos un trastorno por sus resignificaciones secundarias, si bien es teraputicamente til, la
interpretacin, en cuanto al contenido, no es del todo exacta. Pensamos que el significado secundario "no es" el adecuado ya
que "no tiene que ver" con el primario. Habitualmente se ejemplifica esto diciendo que, junto a su significado primario, un
clculo biliar podra, secundariamente, representar una fantasa de embarazo a feto muerto (Chiozza, 1984a [1970]). Pero
esta concepcin no resiste un segundo anlisis. Cmo la re-significacin, a diferencia de lo que su nombre indica, puede no
tener ninguna relacin con la significacin? Afirmar eso sera sostener que el inconciente es azaroso. La investigacin de las
litiasis (Chiozza y Grus, 1993a [1992]) revel treinta aos despus que el ejemplo de Chiozza (si se quiere, al "azar" en su
momento) estaba revestido de una significacin especfica entre clculo, embarazo y muerte. Tomar, pues, el concepto de
resignificacin secundaria, entendindolo en el sentido de las resignificaciones individuales de lo universal. Si recordamos
que universal e individual forman una serie continua (Pinto, 1981), la distancia entre las resignificaciones secundarias y el
significado primario, ser, lgicamente, variable
64
En el "baile" se condensan, otra vez, estos dos trminos: las piernas como rgano motor, que aporta los recuerdos
ontogenticos, y la sexualidad en tanto el baile es un smbolo universal del coito.
65
Podemos intentar un anlisis similar para el brote de esclerosis en placas de Albertina. 65 No sera
tan difcil encontrar recuerdos infantiles vinculados a las piernas; inclusive similares escenas de
eficacia traumtica donde la fijacin incestuosa al padre juega un papel tan importante como en
el caso de Elizabeth. Estaramos observando la biografa de Albertina desde el punto de vista de
la conversin mnmica (aquello que para Chiozza es la resignificacin secundaria, el captulo de
un biografa oculta en el cuerpo).
Veramos por ejemplo los recuerdos de los paseos a caballo con el padre en los que ste le
manifestaba el amor que senta por ella, o el significado que tuvo en su vida aquella sentencia de
su madre cuando le deca que ella haba nacido del muslo de Jpiter; o incluso el recuerdo de
cuando vio el pene del padre, recuerdo desplazado y simbolizado en las piernas. Si pensamos en
este ltimo recuerdo, no resulta difcil pensar que, mucho antes de que aparecieran los signos y
sntomas de su enfermedad, cualquiera hubiera diagnosticado de histrico el sntoma de la
frigidez.
En el caso del melanoma el aspecto individual del sntoma adquiere una importancia particular;
no slo permite comprender la localizacin y el momento de aparicin del sntoma (la
metstasis del tumor), sino que otorga a la interpretacin esa carne que a la idea le falta. 66
"Poco tiempo despus, en el lugar donde debe haber entrado en contacto con su hijo durante el
abrazo traumtico, aparecen los ndulos que corresponden a las metstasis del melanoma
extirpado. Sus clulas metastsicas representan adecuadamente el remanente de excitacin
narcisista. As, dentro de una fantasa hermafrodita, niega de manera omnipotente sus
sentimientos de prdida y abandono, reiterados ahora en la relacin con su hijo" (Chiozza,
1986a, pg. 108).
Examinamos ya cmo conceptualizan, uno y otro autor, los datos que la conciencia recoge del
sntoma corporal; primero por el aferente del recuerdo y luego por aquel otro de la sensacin.
Nos falta an la percepcin que es donde se encuentra, justamente, el origen del problema de la
histeria. En el caso de la enfermedad somtica, obviamente, la percepcin estar dada por el
trastorno orgnico. Pero en la histeria, hay alteracin orgnica?
65
Vase Con los cables pelados en Por qu enfermamos? (Chiozza, 1986a).
66
Vase Un lunar inocente en Por qu enfermamos? (Chiozza, 1986a).
66
Y no siempre el hallazgo de una alteracin somtica o la certeza de su ausencia, es lo que
rubrica el diagnstico de enfermedad somtica o histrica, respectivamente. Muchas veces basta
la suposicin o la sospecha, y en esto influye de manera determinante en la medicina, cun
evidente se haga el nexo con las motivaciones anmicas. 67
En otras palabras, el diagnstico diferencial toma, para la medicina dualista, dos variables: lo
somtico y lo psquico; una inversamente proporcional a la otra. Cuanto ms evidente se revele
el nexo entre un determinado sntoma y las motivaciones psquicas, ms se dudar de su
"realidad orgnica", y el diagnstico se inclinar hacia un origen "emotivo". Inversamente,
cuanto ms patentes se muestren las alteraciones orgnicas de un sntoma, ms se dudar de la
influencia del llamado "factor psquico".
Inmerso en esta confusin, Freud crea el concepto de solicitacin somtica; a veces para
designar una enfermedad orgnica que, al debilitar el rgano, presta la va para la conversin.
Otras veces habla de un proceso normal o patolgico en el interior del rgano, que atrae el
conflicto para s. Tambin afirma que la intensa estimulacin del rgano puede ser la
solicitacin somtica.
Por eso creo que este problema de si en la histeria hay o no hay alteracin somtica, es ms
mdico que psicoanaltico. Y no slo por el hecho de que para el psicoanalista, en la sesin, la
interpretacin de un sntoma corporal (observado o referido por el paciente) no vara segn
exista o no alteraciones materiales "reales" (que tampoco, desde su propio encuadre, puede
objetivar). Sino porque el concepto psicoanaltico de somtico es diverso al de la medicina
positivista.
67
Recordemos que en el historial de Ccilie M., dado el fracaso del tratamiento mdico y el xito de la supresin del sntoma
por sugestin hipntica, Freud comienza "a dudar de la autenticidad de esa neuralgia" (Freud, 1895d*, pg. 189).
68
Resulta interesante observar que, frente a lo incompresible, siempre se recurre a los conceptos de azar y de debilidad
constitucional. En este primer ensayo de explicacin, Freud considera que el rgano debilitado se presta para representar,
arbitrariamente, un conflicto cualquiera (1905e [1901]*). Algo igualmente ingenuo ocurre en la otra orilla del ro, cuando las
teora psicosomticas (tan de moda desde hace un tiempo) consideran un dficit en la capacidad de simbolizacin como una
"debilidad psquica"; aquello que no logra ser "mentalizado" - explican estos autores - se descarga inexpresivamente en un
sntoma psicosomtico "arbitrario".
69
Esta afirmacin merece aclaraciones y un ejemplo, ya referido, bastar. Al percibir la presencia de mucus y lgrimas en el
rostro de otro puedo pensar (con razn o sin ella) que padece una enfermedad somtica, un resfro; cuando descubro que
llora (conciente o inconcientemente), las lgrimas y el mucus siguen all, presentes a la percepcin (aunque su importancia,
en mi atencin, disminuye notablemente) pero la enfermedad somtica en mi conciencia "desaparece", cediendo su lugar a lo
que ahora comprendo como un drama vital.
67
estas ideas, cuando comprendemos el significado inconciente de un sntoma corporal, la
enfermedad somtica "desaparece" en la conciencia del observador, para dejar lugar al drama
vital que se ocultaba y se expresaba en ella.
Qu ocurre si aplicamos nuestro concepto de somtico a esta separacin entre los sntomas
corporales "orgnicos" y los "histricos"? Sera muy osado pensar que cuanto ms transparente
es el significado oculto tras el sntoma corporal, tanto menos "somtico" nos parece el sntoma?
Los mismos vmitos que en un interrogatorio rpido hacen pensar en una gastroenteritis, pueden
hacer pensar en una histeria luego de conversar ms prolongadamente con el paciente. Si una
indigestin la referimos a un determinado alimento es, para nosotros, "somtica", pero si la
referimos a la presencia de un determinado comensal, ser, entonces, "psquica".
Enfermedad somtica e histeria de conversin se han disputado el mismo terreno: los sntomas
corporales. Las teoras habituales conceden la victoria a la enfermedad somtica, y dejan para la
histeria el terreno del cuerpo imaginario. Desde una epistemologa que trasciende la dualidad
cuerpo-mente, la distincin habitual se hace inaceptable. Lejos de afirmar que enfermedad
somtica e histeria de conversin son lo mismo, sostenemos que constituyen dos modos de
enfocar un existente nico: lo que la conciencia percibe como el sntoma corporal.
68
corporales de la histeria de conversin sern conceptualizadas como enfermedad orgnica
(solicitacin somtica) cuando el encuentro entre observador y existente se d,
preponderantemente, a travs de la percepcin; sern conceptualizadas como histeria cuando se
d a travs del recordar, de la historia en el sntoma (conversin mnmica); y como una unidad
psicosomtica inseparable, un drama vital, una temtica, en definitiva, un afecto, cuando se lo
reconoce por las sensaciones, es decir, reconocer al sntoma como la sensacin que forma parte
de un particular afecto (conversin por simbolizacin).
A veces percibimos solamente una alteracin del cuerpo que nos resulta inexplicable (aunque
mejor sera decir incomprensible), pensamos entonces en una enfermedad somtica que, a
nuestros ojos, no se relaciona con la vida anmica del que la padece y, por lo tanto, le es ajena,
proviene del exterior. Si se trata de un resfro pensaremos en un virus, si se trata de un mareo
pensaremos en un sndrome vertebro-basilar.
Otras veces la relacin entre el trastorno y algn acontecimiento histrico de la vida del sujeto
(por ejemplo el casamiento de un hijo) nos aparece en primer plano; si, adems los registros
perceptivos son dbiles (por ejemplo un mareo), pensamos entonces en que el trastorno no es
real, sino histrico (simulado). Si, en cambio, los registros perceptivos son suficientes (por
ejemplo un resfro) solemos pensar en una somatizacin, es decir, la expresin inespecfica de
un conflicto vital en un trastorno orgnico. La particularidad del trastorno no se explica por las
circunstancias vitales sino al revs, stas ltimas aprovechan el trastorno para expresarse tal
cual intent explicarlo Freud, en un comienzo, a travs de la solicitacin somtica.
Cuando, por fin, podemos comprender al trastorno corporal como expresin de un drama vital,
lo percibido deja de ser un trastorno para convertirse en un gesto (el alma en el cuerpo), es
lenguaje simblico, es la expresin de un afecto; es, tambin, una fantasa.
En otras palabras, cuando vemos un sujeto llorar por la prdida de un ser querido, pensamos en
el duelo; ni llora con el cuerpo ni llora con el alma; simplemente llora. Cuando vemos a un
sujeto llorar, pero que no se siente llorando ni se siente triste, pensamos en un trastorno
orgnico, un resfro; el sujeto ha perdido el afecto; llora y no sabe que llora. Si en cambio el
sujeto al que vemos llorar, se siente llorando, pero no sabe por qu, pensamos en un trastorno
psquico, una melancola; el sujeto ha perdido el recuerdo; llora, sabe que llora, pero no sabe por
qu llora.
A esta altura, como corolario de lo que llevamos dicho, esta pregunta resulta inevitable; y su
respuesta servir de conclusin al trabajo. Dados nuestros antepasados mdicos, partimos del
prejuicio de considerar que existen, ms all de nuestra conciencia, dos tipos diferentes de
sntomas corporales, los somticos y los histricos. Las mismas teoras que revisamos explicitan
ocuparse de distintos asuntos, Freud de la histeria, y Chiozza de la enfermedad somtica.
Tambin nos resulta antiptico mezclar nuestros ms valiosos conceptos de fantasa especfica o
de lenguaje corporal o de simbolizacin, con un concepto como el de conversin; concepto que,
un tanto malentendido, nos parece primitivo y de corte dualista. Tampoco nos gustara que
alguien pensara que los sntomas corporales que interpretamos siguiendo el concepto de fantasa
especfica son... simplemente "histeria". Aqu, volviendo un poco al materialismo positivista,
nos parece que la histeria es... menos seria, o menos "real".
69
Pero dejando de lado estas cuestiones de prejuicios y malentendidos, y tratando de responder a la
pregunta con argumentos fundamentados, slo encontramos una respuesta, que expondremos a
travs de algunas afirmaciones:
1) La pregunta por la relacin psique-soma, que durante tanto tiempo ha estorbado el intento de
comprender psicoanalticamente los sntomas corporales, no puede ser respondida en el marco
de la epistemologa dualista, ya que, la misma pregunta est considerando tres realidades nticas
y no dos. Lo psquico, lo somtico, y aquello que, ni psquico ni somtico, los relaciona.
3) Podemos alcanzar una teora unificada para la interpretacin psicoanaltica del sntoma
corporal. Esta teora ha sido formulada por dos autores, Freud y Chiozza, cada uno en sus
propios trminos.
4) El sntoma corporal es, en todos los casos, el sustituto de un afecto reprimido. Como toda
formacin de compromiso, el sntoma corporal expresa y oculta (es decir, simboliza) al afecto
desalojado de la conciencia (prdida de la coherencia del afecto para Chiozza; belle indiference,
para Freud).
8) Siguiendo la segunda hiptesis fundamental del psicoanlisis, todo sntoma corporal es una
fantasa inconciente especfica que se presenta a la conciencia privada de su significacin. La
interpretacin psicoanaltica, al restablecer el sentido reprimido, transforma el sntoma corporal
en un drama vital (individual) centrado alrededor de un afecto (universal); en otras palabras, en
lo genuinamente psquico.
9) Desde este concepto de lo somtico, surgido puramente del campo de observacin del
psicoanlisis, no se diferencian los sntomas corporales en ms o menos somticos, sino en ms
o menos comprensibles.
70
10) Cuando la comprensin del sntoma corporal alcanza su grado mximo, se restituye a la
conciencia lo inconciente reprimido, integrndolo en una cadena significativa donde lo universal
se comprende en el contexto de lo individual. En otras palabras, todo sntoma corporal es, una
vez comprendido, un significado universal en el contexto de lo particular.
11) Cuando el sntoma corporal no se comprende en su sentido, aparece como algo que proviene
desde el exterior; un sinsentido, lo somtico. Cuando se puede comprender el sntoma en el
contexto de una vida particular, aparece como representante de un recuerdo; lo psquico.
Cuando se comprende lo universal y especfico, aparece como representante de un afecto. Una
vez superada la incomprensin lo psquico y lo somtico, como en todo afecto, aparecen
indisolublemente unidos.
A los fines de mostrar la utilidad clnica que puede brindarnos una teora unificada acerca del
sntoma corporal que prescinda de diagnsticos diferenciales que el psicoanalista, durante la
sesin, no puede hacer, quisiera repetir aqu, de manera resumida, un ejemplo que present en
otra oportunidad (Chiozza, G., 1995a).
Construiremos, entonces, una situacin clnica hipottica en la que el sujeto que interpreta ser,
en el ejemplo, un analista; el objeto de la interpretacin, ser un sntoma corporal que presenta
un paciente, y el contexto en el que se formularn las distintas interpretaciones, ser una sesin
de anlisis.
Resta an elegir el sntoma corporal que, en el ejemplo, haremos objeto de los distintos niveles
de interpretacin. Debe ser un sntoma lo suficientemente libre de connotaciones previas como
para que no excluya a priori, alguna de las interpretaciones en favor de otra; ni tan "objetivo" ni
tan "subjetivo". Tomaremos, entonces, como ejemplo a la TOS, ya que es tanto sntoma
(sensacin somtica) para el paciente como signo (percepcin) para el analista. Adems puede
ser interpretado como alteracin orgnica, como irritacin histrica o, incluso, como acto
fallido. Como arco reflejo, se encuentra a mitad de camino entre lo vegetativo y lo motor
voluntario; y por lo tanto entre filogenia y ontogenia. 70
70
La interpretacin que har de este sntoma en el ejemplo est basada en aproximaciones previsibles que no pretenden la
validez de una significacin primaria. A los fines de simplificar el ejemplo tomar solamente el aspecto de irritacin tusgena
y no el de la dinmica respiratoria. Tampoco es esencial que el analista del ejemplo disponga de la fantasa especfica del
sntoma corporal a interpretar, ya que su contratransferencia puede orientarlo satisfactoriamente. Este trabajo no trata sobre
la tos sino sobre la interpretacin de los sntomas corporales en la tcnica analtica, y el sntoma elegido puede ser sustituido
por cualquier otro. El lector interesado en la fantasa especfica inconciente de la tos puede encontrar algunas hiptesis en
"Fragmento de anlisis de un caso de histeria" de Freud (1905e [1901]*), "Psicopatologa de la tos" de Fenichel (1944) y
en "Aproximacin al significado de la tos" de Dayen y Obstfeld (1993).
71
percibe la tos, al principio, como una perturbacin que ni deja hablar al paciente ni lo deja a l
or lo que este "dice". No interpreta, al principio, la tos como contenido manifiesto sino como un
fondo en el que se presenta la figura que es para l, en este momento, el discurso verbal del
paciente.
Como vemos esta primera interpretacin no surge de la comprensin psicoanaltica del sntoma
sino, ms bien, de la incomprensin. Tal cual se desprende de la segunda hiptesis fundamental
del psicoanlisis (Freud, 1940a [1938]*), privado de su sentido, lo psquico genuino es percibido
como somtico (Chiozza, 1991b [1989]).
La sesin prosigue, y la tos, poco a poco va dejando de ser fondo para ir convirtindose en
figura. As, dificulta cada vez ms el hablar del paciente, el analista debe esperar a que el
paciente termine de toser para poder comprender el contenido manifiesto, y en ocasiones debe
repetir sus interpretaciones ya que el paciente, mientras tose, no las puede or. El analista
comienza a irritarse ya que siente que lo que el paciente haba comenzado a decir antes de toser
no es lo mismo que contina diciendo luego de terminar de toser; tambin siente que cuando
debe repetir su interpretacin esta se encuentra ya fuera de timing.
Ahora puede notar que el paciente tose como un modo de defenderse inconcientemente de las
interpretaciones que no puede escuchar, o de las asociaciones que no desea revelar. Comprende
tambin que una actitud similar debe adoptar el paciente frente a su esposa. Es muy probable
que en este punto, por haber superado una resistencia en su comprensin, acuda a la memoria
del analista un recuerdo relacionado con esta situacin; en trminos tericos diramos que se
trata del "recuerdo reprimido". Recuerda, por ejemplo, que el padre del paciente padeci, desde
joven, de bronquitis crnica, y era por lo tanto un gran tosedor. Recuerda tambin las frecuentes
peleas entre los padres del paciente y la actitud desvalorizadora (incluso desalentadora) que la
madre del paciente tena hacia su esposo.
El analista, a partir del recuerdo, ha podido enlazar en una cadena significativa al sntoma con
una vivencia de la vida del paciente; una vivencia individual, ontognica y adquirida. A partir de
ahora el sntoma corporal tiene, para el analista, un sentido en la vida de ese paciente; expresa,
por ejemplo, que el paciente vivencia un acontecimiento actual (la pelea con la esposa) de
acuerdo a un modelo adquirido en su infancia, es decir "repite en lugar de recordar". En este
punto, el analista, lo sepa o no, esta interpretando la histeria de conversin en el sntoma. Si en
71
Muchas veces se apoya esta interpretacin en el hecho de que el paciente refiere una consulta anterior con el mdico
clnico en la que los signos fsicos enlazados al sntoma han sido objetivados.
72
este punto la sesin terminara y el analista debiera conceptualizar tericamente el sntoma que
ha interpretado, podra recurrir a distintas teoras:
1) Si el analista da poco crdito a los registros perceptivos que acompaan al sntoma, podr
pensar que la tos no era "real", sino "simulada". Este espritu es el que anima a Freud cuando,
frente a los dolores de estmago de Dora, le pregunta "A quin copia usted en eso?" (Freud,
1905e [1901]*, pg. 35). Segn esta interpretacin del sntoma corporal, histeria de conversin y
enfermedad somtica son conceptos opuestos, y mutuamente excluyentes. En esta teora, una
interpretacin lograda debera acabar con el sntoma. Esta interpretacin es la ms frecuente
frente a sntomas poco "objetivos" como una parlisis en manguito, o muy "subjetivos" como las
nuseas. Ocurre tambin cuando el paciente refiere que el clnico "no ha encontrado nada
orgnico".
2) Si, en cambio, cree en la tos como el producto de una alteracin orgnica real, puede pensar
que:
72
Tanto el concepto freudiano de solicitacin somtica, como el concepto de somatizacin, tan difundido en nuestros das,
surgen de una particular combinatoria de los distintos aferentes en la conciencia del observador, en el contexto de una teora
que considera realidades distintas a la histeria de conversin y a la enfermedad somtica. Podramos describir tal
combinatoria del siguiente modo: se percibe un signo fsico y, al mismo tiempo se comprende la resignificacin secundaria (a
la que se considera una utilizacin neurtica del trastorno orgnico "real") pero no se comprende el significado primario, es
decir, la fantasa inconciente especfica (universal).
73
los efectos teraputicos de la interpretacin, mientras que una permite el recordar, la otra
permite el revivir - abreaccin del afecto (Freud, 1895d*) -.73
Todo analista deber recorrer el camino evolutivo que el analista del ejemplo recorre en la
sesin; primero en la teora y luego en las vivencias contratransferenciales. Si partimos de la
percepcin como nico dato significativo, independientemente de nuestra formacin terica,
veremos en el sntoma el trastorno orgnico, es decir, el "cuerpo".
Al llegar a este punto, siguiendo la ley fundamental haeckeliana (Racker, 1957a), habremos
recorrido ontognicamente el mismo desarrollo que debi recorrer el Psicoanlisis y que
heredamos hoy, "filogenticamente", a travs de los conceptos tericos de aquellos que nos
precedieron.
73
Es interesante destacar que Freud (1905e [1901]*), interpretando la tos de Dora, recorre los mismos pasos evolutivos que
el analista de nuestro ejemplo. Al comienzo piensa en un catarro de causa orgnica, ms tarde, al comprender la utilizacin
que Dora hace de su sntoma en relacin a las ausencias del Sr. K. (pg. 36) interpreta lo individual en el sntoma, lo que he
llamado el punto de vista de la Histeria de Conversin. Dentro de este mismo nivel, en ciertos momentos parece dudar de la
"veracidad" de la tos al afirmar que Dora, a travs de la tos imita al padre (pg. 72). Slo ms tarde, apunta a la
simbolizacin inconciente universal al plantear la hiptesis de que toda tos simbolizara al coito per os (pg. 43).
74
BIBLIOGRAFIA
BATESON, Gregory (1948-69) "Metlogos", en Pasos hacia una ecologa de la mente, Ediciones
Carlos Lohl, Buenos Aires, 1976, pgs. 27-84.
(1972) Pasos hacia una ecologa de la mente, Carlos Lohl, Bs. As., 1976.
BLEGER, Jos (1965) Psicologa de la conducta, Eudeba, Buenos Aires, 1965.
CHIOZZA, Gustavo (1993a) "La conversin, fenmeno o concepto?", Simposio 1993, Quintas
Jornadas del CWCM, Buenos Aires 1993.
(1994a) "Histeria de conversin y enfermedad somtica: algunos interrogantes", Simposio
1994, Sextas Jornadas del CWCM, Buenos Aires 1994.
CHIOZZA, Gustavo (1994b) "Reconsideraciones sobre la histeria de conversin" (sin publicar)
Presentado en el CWCM, Buenos Aires, agosto de 1994.
(1995a) "Tres orgenes de la contratransferencia en la interpretacin de los sntomas
corporales", Simposio 1995, Sptimas Jornadas del CWCM, Buenos Aires, 1995 y presentado en el
Istituto di Ricerca Psicossomatica Psicoanalitica Arminda Aberastury, de Perugia, Italia, febrero de
1995.
(1995d) "El sntoma corporal para la teora psicoanaltica" (sin publicar) Presentado en el
CWCM, Buenos Aires, junio de 1995.
(1996a) "De la sinopsis a la resignificacin en el Estudio Patobiogrfico", Simposio 1996,
Octavas Jornadas del CWCM, Buenos Aires 1996 y en Hacia una teora del arte psicoanaltico, Luis
Chiozza, Alianza Editorial, Buenos Aires, 1998, pg. 359-366.
CHIOZZA, Luis (1963a) Psicoanlisis de los trastornos hepticos, (Comunicacin preliminar), Luis
Chiozza, Artes Grficas Luro, Buenos Aires, 1963.
(1963b) Cuando la envidia es esperanza (Historia de los primeros tres aos de un tratamiento
psicoanaltico), Luis Chiozza, Impresiones Norpa, Buenos Aires, 1963; Psicoanlisis de los trastornos
hepticos (2. Edicin)
(1964a) "La envidia como una fantasa heptica y sus relaciones con la mana y la psicopata",
en I Congreso Interno y IX Simposium de la Asociacin Psicoanaltica Argentina, APA, Buenos Aires,
1964, pg. 247-260; Psicoanlisis de la mana y la psicopata, A. Rascovsky y D. Liberman, Ed.
Paids, Buenos Aires, 1966, pg. 96-105.
(1970a) Psicoanlisis de los trastornos hepticos, Luis Chiozza, Ediciones Kargieman, Buenos
Aires, 1970, Ed. Paids, Buenos Aires, 1976.
(1970f [1963-1968]) "Ubicacin de lo heptico en un esquema terico-estructural" en
Psicoanlisis de los trastornos hepticos, Luis Chiozza, Ed. Kargieman, Bs. As.
(1970h [1968]) "Los trastornos hepticos como una funcin de la interioridad", en Un estudio
del hombre que padece, Luis Chiozza, Jorge Elenitza, Vctor Laborde, Enrique Obstfeld, Jorge
Pantolini, Ernesto Turjanski, Edicin CIMP-Kargieman, Buenos Aires, 1970
(1970i [1967-1969]) "El contenido latente del horror al incesto y su relacin con el cncer", en
Un estudio del hombre que padece, Edicin CIMP-Kargieman, Bs. As.
(1970j [1968]) "Especulaciones sobre una cuarta dimensin en medicina", en Un estudio del
hombre que padece, Edicin CIMP-Kargieman, Buenos Aires, 1970
(1970k [1968]) "El qu-hacer con el enfermo", en Hacia una teora del arte psicoanaltico,
Luis Chiozza, Alianza Editorial, Buenos Aires, 1998, pg. 45-54.
(1971a) "El significado de la enfermedad" en Peridico Informativo ao 4 n 1, Ediciones
CIMP, Buenos Aires, 1971, pgs 3-7
(1971b) "La interioridad de lo inconsciente" en Peridico Informativo, ao 4, n 2, Ediciones
CIMP, Buenos Aires, 1971, pgs. 15-19.
(1972a) "Apuntes sobre metapsicologa" en "Apuntes para una metapsicologa del
conocimiento mdico", en IV Simposio del CIMP, Buenos Aires, 1972, pg. 31-36
75
(1974a [1972]) "Conocimiento y acto en medicina psicosomtica", en Eidn, ao 1, N 1,
CIMP, Buenos Aires, 1974, pg. 25-42
(1974b) "Estudio psicoanaltico de las fantasas hepticas", en Revista de Psicoanlisis, Tomo
XXXI, N 1 y 2, APA, Buenos Aires 1974, pg. 107-140
(1974c) "El problema psicosomtico y la tcnica psicoanaltica" en Eidn, ao 1, n 2,
Ediciones CIMP, Buenos Aires, 1974, pgs. 7-15
(1974d) "La interpretacin del material", en VI Simposio del CIMP, Buenos Aires, 1974, pg.
37-43
(1975b) "La enfermedad de los afectos", en VII Simposio del Centro de Investigacin en
Psicoanlisis y Medicina Psicosomtica (CIMP), 1975, pg. 79-83
(1975c) "Nota Editorial", en Eidn, ao 1, N 3, CIMP, Bs. As., 1975, pg. 7-13;
(1976a) Cuerpo, afecto y lenguaje, Luis Chiozza, Ed. Paids, Bs. As., 1976.
(1976b [1971]) "Las fantasas especficas en la investigacin psicoanaltica de la relacin
psique-soma", en Cuerpo, afecto y lenguaje, Ed. Paids, Bs. As. 1976
(1976c [1974]) "La transformacin del afecto en lenguaje", en Cuerpo, afecto y lenguaje, Luis
Chiozza, Ed. Paids, Buenos Aires, 1976, pg. 117-123
(1976h) "Prlogo y eplogo" a la primera edicin (de Cuerpo, afecto y lenguaje), en Cuerpo,
afecto y lenguaje, Luis Chiozza, Ed. Paids, Buenos Aires, 1976, pg. 7-14
(1978c [1977-1978]) "El problema de la simbolizacin en la enfermedad somtica", en Revista
de Psicoanlisis, t. XXXV, N 5, APA, Bs. As., 1978.
(1978f) "El corazn tiene razones que la razn ignora", en Trama y figura del enfermar y del
psicoanalizar, Biblioteca del CWCM, Paids, Bs. As. 1980.
(1978g) "Hacia una teora del arte psicoanaltico. Estudio de un episodio en la relacin Dora-
Freud" en IX Congreso interno y XIX Simposium de la APA, 1978.
(1978i [1977]) "Patologa de la transferencia y la contratransferencia", en Psicoanlisis actual,
XII Congreso Latinoamericano de Psicoanlisis, Mxico, 1978. Edit. Asociacin Psicoanaltica
Mexicana, Mxico, 1978, pg. 445-455;
(1979c) "Sobre la forma y la oportunidad del hablar y el callar la transferencia", en X Simposio
del CIMP, 1979, pg. 72-79
(1980a) Trama y figura del enfermar y del psicoanalizar, Luis Chiozza, Biblioteca del CWCM,
Ed. Paids, Buenos Aires, 1980.
(1980c) "Corazn, hgado y cerebro. Introduccin esquemtica a la comprensin de un trilema"
en XI Simposio del CIMP, Ediciones CIMP, 1980, pgs. 128-136
(1981c) "Entre la nostalgia y el anhelo. Un ensayo acerca de la vinculacin entre la nocin de
tiempo y la melancola", en Eidn, ao 8, N 14, CIMP, Buenos Aires, 1981
(1983a) Psicoanlisis: presente y futuro, Ed. CIMP, Buenos Aires, 1983.
(1983e) "La paradoja, la falacia y el malentendido como contrasentido de la interpretacin
psicoanaltica", en Psicoanlisis: presente y futuro, Ed. CIMP, Bs. As, 1983.
(1984a [1970]) Psicoanlisis de los trastornos hepticos (2. Ed.), Biblioteca del CWCM,
CIMP, Buenos Aires, 1984.
(1986a) Por qu enfermamos? La historia que se oculta en el cuerpo, Alianza Editorial,
Buenos Aires, 1986 Alianza Editorial, Buenos Aires, 1997.
(1995g [1983]) "Reflexiones sin consenso", en Luis Chiozza CD, Obras completas de Luis
Chiozza Edicin CD ROM, IN CONTEXT informtica documental, Buenos Aires, 1995/1996.
(1995r [1993]) "El significado y la forma en la naturaleza y en la cultura", en Luis Chiozza CD,
Obras completas de Luis Chiozza Edicin CD ROM, IN CONTEXT
(1995s [1994]) "Recuerdo, repeticin y elaboracin en la crisis actual del psicoanlisis", en
Hacia una teora del arte psicoanaltico, Alianza Ed. Bs.As.1998
76
(1997c [1991]) Los afectos ocultos en... Psoriasis, asma, trastornos respiratorios, vrices,
diabetes, trastornos seos, cefaleas, accidentes cerebrovasculares, (2. Edicin), Alianza Editorial,
Buenos Aires, 1997.
(1998a [1970]) Psicoanlisis de los trastornos hepticos, (3. Ed.) Alianza Ed.,
(1998c [1993]) La transformacin del afecto en enfermedad (2. Ed. de Los sentimientos
ocultos en...), Alianza Ed., Buenos Aires, 1998.
(1998d [1963]) Cuando la envidia es esperanza (Historia de un tratamiento psicoanaltico)
(Segunda Edicin), Alianza Editorial, Buenos Aires, 1998.
CHIOZZA, L.; Laborde, V.; Obstfeld, E.; Pantolini, J. (1966a) "Estudio y desarrollo de algunos
conceptos de Freud acerca del interpretar", en Hacia una teora del arte psicoanaltico, Luis Chiozza,
Alianza Editorial, Buenos Aires, 1998, pg. 19-38.
CHIOZZA, L.; Laborde, V.; Obstfeld, E.; Pantolini, J. (1969a) "La interioridad de los medicamentos",
en I Simposio del Centro de Investigacin en Medicina Psicosomtica, Ediciones CIMP, Buenos
Aires, 1969, pgs. 139-
CHIOZZA, L.y colab. (1970b [1968]) "Una idea de la lgrima", en Un estudio del hombre que
padece. Ed. CIMP-Kargieman, Bs. As., 1970
CHIOZZA, L. y colab. (1983b [1982]) "Las cardiopatas isqumicas. Patobiografa de un enfermo de
ignominia", en Psicoanlisis: presente y futuro, Ed. CIMP, Buenos Aires, 1983, pg. 287-321.
CHIOZZA, L. y colab. (1986a) "Ideas para una concepcin psicoanaltica de la esclerosis en placas",
en Lecturas de Eidn, N 5, CIMP, Buenos Aires, 1986
CHIOZZA, L. y Obstfeld, E. (1991a [1990]) "Psicoanlisis del trastorno diabtico", en Los afectos
ocultos en... Alianza Ed., Buenos Aires, 1991, pg. 106-131
CHIOZZA, L.; Aizenberg, S.; Busch, D. (1991b [1990]) "Cefaleas vasculares y accidentes
cerebrovasculares", en Los afectos ocultos en..., opus cit.
CHIOZZA, L.; Dayen, E.; Salzman, R. (1991c [1990]) "Fantasa especfica de la estructura y el
funcionamiento seo", en Los afectos ocultos en... op.cit.
CHIOZZA, L.; Baldino, G.; Grus, L.; Schupack, H. (1991e [1990]) "Los significados inconcientes
especficos de la enfermedad varicosa", en Los afectos ocultos en ,op.cit.
CHIOZZA, L. y colab. (1991f [1990]) "Una aproximacin a las fantasas inconcientes especificas de la
Psoriasis Vulgar", en Los afectos ocultos en... op.cit.
CHIOZZA, Luis y GREEN, Andr (1992a [1989]) Dilogo psicoanaltico sobre psicosomtica,
Alianza Editorial, Buenos Aires, 1992.
CHIOZZA, Luis y Grus, Ricardo (1993a [1992]) "Psicoanlisis de los trastornos urinarios", en Los
sentimientos ocultos en... Alianza Editorial, Buenos Aires, 1993.
CHIOZZA, L.; Busch, D.; Corniglio, H.; Funosas, M. (1993d [1992]) "El significado inconciente de
los giros lingsticos", en Los sentimientos ocultos en... op. cit.
CHIOZZA, L.; Dayen, E. ; Grus, R. (1995b [1985]) "Esquema para una interpretacin psicoanaltica
de las ampollas", en Luis Chiozza CD, Obras completas de Luis Chiozza Edicin CD ROM, IN
CONTEXT informtica documental, Buenos Aires, 1995/1996.
DARWIN, Charles (1872 a- b-c-d-e-f) La expresin de las emociones en el hombre y en los animales,
Biblioteca de Temas Cientficos Universales, Sociedad de Ediciones Mundiales, Buenos Aires, 1967.
DAYEN, E. y OBSTFELD, E. (1993) "Aproximacin al significado de la tos", Simposio 1993, Quintas
Jornadas del CWCM, Buenos Aires 1993.
De SAUSSURE, Ferdinand (1945) Curso de lingstica general, Losada, Buenos Aires.
DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAOLA (1990) Grupo Editorial Ocano, Barcelona 1990.
DUMAS, George (1933-a-b-c-d-e-f-g-h-i) Nuevo Tratado de Psicologa, Tomo II y III, Ed. Kapelusz,
Buenos Aires, 1957.
EY, Henri y col. (1965) Tratado de Psiquiatra, Toray-Masson, 1978.
FREUD, Sigmund Obras completas, Biblioteca Nueva (BN), Madrid, 1967, 3 tomos.
FREUD, S.* Obras completas, Amorrortu editores (AE), Buenos Aires, 1976, 24 tomos.
77
GARMA, Angel (1944) "La realidad exterior y los instintos en la esquizofrenia", en Revista de
Psicoanlisis, Tomo 2, Nro. 1, APA, Buenos Aires.
(1954) Gnesis psicosomtica y tratamiento de lceras gstricas y duodenales, Editorial
Nova, Buenos Aires.
(1961) Psicoanlisis del arte ornamental, Paids, Buenos Aires.
GRODDECK, Georg (1968) El libro del ello, Sudamericana, Buenos Aires, 1968.
(1969) La Maladie, lArt et le Symbole, Ed. Gallimard, Pars, 1969.
ISAACS, Susan (1950) "Naturaleza y funcin de la fantasa", en Revista de psicoanlisis, Tomo VII,
N 4, APA, 1975.
LANGER, Susanne (1941) Nueva clave de la filosofa, Sur, Buenos Aires, 1954.
LAPLANCHE y PONTALIS (1967) Diccionario de psicoanlisis, Ed. Labor, Barcelona, 1971.
LORENZ, Konrad (1965) Consideraciones sobre la conducta animal y humana, Planeta-De Agostini,
Barcelona, 1985.
MORRIS, D. (1967) El mono desnudo, Hyspamrica Editorial, Buenos Aires - Madrid, 1986.
OBSTFELD, Enrique (1978) "La conversin: proceso imaginario", EIDN, Ao 5 N 9, Bs. As. 1978.
PINTO, J. M. (1981) "Acerca de lo patosomtico en la histeria", EIDN, Ao 8, N 15, Bs. As.
(1994) "Sobre los niveles de significacin en la histeria", Simposio 1994, Sextas Jornadas del
CWCM, Buenos Aires, 1994.
PORTMANN, Adolf (1954) "Los cambios en el pensamiento biolgico" en La Nueva visin del
Mundo, Editorial Sudamericana, Buenos Aires.
(1968) Nuevos caminos de la biologa, Ediciones Iberoamericanas, Madrid.
(1970) "El tiempo en la vida del organismo", en El Hombre ante el Tiempo, Monte Avila,
Caracas.
RACKER, Heinrich (1952) "Observaciones sobre la contratransferencia como instrumento tcnico.
Com. preliminar", en Rev. de Psicoanlisis, N3, APA, Bs. As.
(1957a) Estudios sobre tcnica psicoanaltica, Paids, 1960.
RASCOVSKY, Arnaldo (1957) "Esquema de la organizacin del psiquismo fetal", en Revista de
Psicoanlisis, n4, APA.
(1960) El psiquismo fetal, Paids, Buenos Aires, 1960.
REAL ACADEMIA ESPAOLA (1950) Diccionario manual, Espasa Calpe, Madrid.
STRACHEY, J. (1962) Comentario a "La interpretacin de los sueos", en Sigmund Freud, Obras
Completas, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1979.
(1968a) "Editor's Introduction" to Inhibition Symptom and Anxiety, en Standard Edition,
Hogarth Press, Londres, 1964. Tomo XX, pg. 77.
(1968b) The Complete Psychology Works of Sigmund Freud, Tomo I, The Hogarth Press,
Londres.
TAYLOR, Rattray G. (1979) El cerebro y la mente, Ed. Planeta, Barcelona, 1979, 1980.
TRITSCH, Walther (1954) "Los cambios en las relaciones humanas", en La nueva visin del mundo,
Editorial Sudamericana, Buenos Aires.
UEXKLL, J. von (1934) Ideas para una concepcin biolgica del mundo, EspasaCalpe, Madrid.
WEISZ, Paul B. (1969) La ciencia de la biologa, Omega, Barcelona.
WEIZSAECKER, Victor von (1947) Casos y problemas clnicos. Lecciones de Antropologa Mdica
en la Clnica de Medicina Interna, Pubul, Barcelona, 1950.
(1951) El hombre enfermo, Luis Miracle Editor, Barcelona, 1956.
78
ALGUNAS REFLEXIONES PSICOANALTICAS ACERCA DEL DOLOR74
1) A veces como dolor, otras, como sufrimiento, afliccin, pena, o duelo, desde el cuerpo o
desde el alma, este padecer se hace presente como un componente inevitable de toda existencia
vital.
3) Eso que "no podemos resolver", sera un significado nuevo que no logramos integrar en el
conjunto coherente de significados o "pre-juicios" que llamamos yo. Ese "algo" debe ser
integrado o desechado perentoriamente porque acta como desorganizador de la coherencia del
resto del yo, que siente haber "llegado al colmo".
7) Cada existencia lleva marcado el sello del dolor, como algo que nos impone a cada uno sus
propios lmites y, al delimitarnos, nos permite reconocernos como entidades individuales. A
veces, nos "proyectamos", y "nos duele el Otro", cuando lo sabemos o lo sentimos desdichado.
Desde la identificacin con el que sufre, surge la com-pasin.
10) El yo posee una "proteccin antiestmulo", una especie de membrana que hace las veces de
un envoltorio protector, que protege a los estratos ms profundos de la accin destructiva de los
estmulos externos. Situaciones traumticas son las excitaciones externas que poseen fuerza
suficiente y perforan la proteccin antiestmulo,
11) La "situacin traumtica" para el yo, se puede configurar, desde el punto de vista funcional
tanto desde el "interior' como desde el exterior, cuando los requerimientos de alguno, o todos,
de sus distintos frentes -ello, supery y la realidad- superan su capacidad de soportar esas
74
Sntesis del trabajo presentado por el Lic. Oscar Baldino en la Fundacin L. Chiozza en Noviembre de 1998
79
demandas (endeblez yoica relativa). Es una situacin de desvalimiento discernida, recordada,
esperada, la que se actualizara en cada nueva situacin similar.
12) El dolor acta como una seudo-pulsin cuya meta es el cese de la alteracin de rgano y del
displacer que conlleva. Otro placer, un placer directo, no puede ganarse con la cesacin del
dolor. El dolor es tambin imperativo; puede ser vencido exclusivamente por la accin de una
droga o la influencia de una distraccin psquica.
13) El dolor es diferente del displacer. El displacer expresa la autopercepcin por parte del yo de
una tensin elevada pero modulable. El dolor expresa la autopercepcin de una tensin
descontrolada en un psiquismo perturbado.
14) Hay manifestaciones asociadas al dolor como el grito y los sollozos. Uno de sus
componentes, el llanto, se vincula especialmente con el dolor "psquico" que, a su vez queda
equiparado al duelo y la tristeza. El llanto integra distintos estados emotivos y puede adquirir
formas distintas, pero se configura, en su origen, como un acto motor arcaico especficamente
vinculado con el doloroso proceso de desinvestir recuerdos.
15) El grito formara parte de la clave de inervacin del dolor, aunque no sea especfico de la
misma, afirmacin que podemos hacer extensiva al sollozar. Adems de su carcter de smbolo
del dolor, el grito marca el dolor as como al agente que lo provoca, con su carcter daino y
nocivo. Como accin, procura la descarga tensional y cumple la funcin de un pedido
desesperado de ayuda.
16) El grito del dolor posee un sentido de comunicacin, adquirido secundariamente, cuando el
nio aprende que con su grito modifica el ambiente, de modo tal que motiva a su madre para la
satisfaccin de su necesidad. As el grito se transforma en "accin especfica".
17) El dolor que llamamos "fsico" y el otro que denominamos "pena" o "dolor psquico", ambos
acontecimientos, en cuanto constituyen, en sus "ltimas" manifestaciones, estados de conciencia,
son, por su conclusin, procesos psquicos. Por lo tanto con los adjetivos "fsico" y "psquico",
cuando los aplicamos al dolor, afirmamos, implcita o explcitamente, una teora acerca de su
origen.
18) La diferencia entre dolores corporales y anmicos, tan firmemente afianzada en el lenguaje la
podramos explicar como derivados que corresponderan en lo inconciente, a una fantasa nica,
especfica, de estar perdiendo la coherencia entre las partes constitutivas de una totalidad, algo
que le da sentido de unidad, como un modo particular de la vivencia de desamparo que se
experimenta en el estado de necesidad aorante.
20) El dolor fsico ocurre cuando un estmulo anormalmente intenso, partiendo de la periferia, o
de los rganos internos, vence los dispositivos de proteccin, y acta, entonces, como un
estmulo pulsional continuado del cual es imposible substraerse. El dolor psquico, en cambio,
es la genuina reaccin frente a la prdida de un objeto que, por obra de una necesidad actual,
recibe una investidura intensiva aorante.
80
21) Freud aproxima la metapsicologa del dolor psquico a la del dolor fsico, hasta un punto en
que casi las convierte en coincidentes.
22) El dolor "fsico" y "anmico" son equiparables, ambos poseen las condiciones de afectos; se
vinculan estrechamente con un conjunto de afectos con los cuales comparten algunas de sus
claves de inervacin; dolor psquico tambin estara en afectos como la nostalgia, el anhelo, la
ambicin, los celos, la tristeza, la penuria, y otros.
23) El dolor fsico, en tanto afecto, puede ser contemplado como el monumento conmemorativo,
o la reminiscencia, de un suceso filogentico que en su origen se adecuaba a un fin, y podemos
afirmar que constituye una fantasa inconciente que se expresa mediante claves de inervacin
especficas.
24) En el nexo con la situacin traumtica, frente a la cual uno est desvalido, coinciden peligro
interno y externo, peligro realista y exigencia pulsional. Sea que el yo vivencie en un caso un
dolor que no cesa, en otro una estasis de necesidad que no puede hallar satisfaccin, la situacin
econmica es, en ambos, la misma, y el desvalimiento motor encuentra su expresin en el
desvalimiento psquico.
25) Si nos proponemos encontrar para el dolor una representacin de la situacin traumtica,
efectivamente vivenciada, en la que se experiment el desvalimiento (motor o psquico)
podemos pensar que se hallara en los primeros momentos de la vida individual, es decir, en la
etapa fetal.
26) La protopersecucn, que corresponde a un estadio fetal, es una situacin caracterizada por
la amenaza de desorganizacin que sufre el yo, ante la presencia de estmulos frente a los cuales
resulta relativamente insuficiente. Se corresponde con la vivencia de estar llegando al colmo, de
estar hinchado. Esta situacin equivale, en la teora de Chiozza, a la disociacin del yo y a la
formacin de un ncleo visual-ideal a expensas de lo que era el polo o zona visual-ideal del yo.
27) La situacin traumtica primigenia que el yo ha vivenciado, podra ser aquella en la que se
experimenta avasallado, en la que ha fracasado su capacidad de soportar o aguantar los embates
de las demandas del ello, y debe "fragmentarse" como defensa de la armona de la parte
"coherente", que tiene lugar en la etapa fetal. La intensiva investidura de aoranza del objeto
ausente (perdido), investidura que est en continuo crecimiento a consecuencia de su carcter
irrestaable, crea las mismas condiciones econmicas que la investidura de dolor del lugar
lastimado del cuerpo. Entonces, el yo se encuentra sometido a un acmulo de estmulos
pulsionales a los que no puede darle trmite mediante una accin eficaz, (lo que producira su
descarga y el alivio de la tensin), y llegado a un cierto punto, superan su capacidad de soportar.
29) El acto motor justificado y eficaz en la filogenia denominado autotoma econmica, podra
ser el que se actualizara desde lo inconciente, como un recurso actualmente justificado, pero
ineficaz, en la vivencia afectiva de dolor. Los aportes de varios autores que han encontrado
vinculaciones significativas entre el fenmeno defensivo autotmico que se presenta en la serie
animal y ciertos procesos psquicos, refuerzan la idea de que en el afecto "dolor", como una
81
reminiscencia filogentica de la autotoma, se recurrira a lo que otrora fuera un recurso
ingenioso de la materia viva, eficaz para resolver una situacin adversa que amenaza la
continuidad de la existencia en la armona de su forma.
30) En el dolor estara contenido el deseo de desprendemos del objeto que nos "causa"
sufrimiento, ya se trate una parte corporal doliente, de un ser que nos ha abandonado, o un
proyecto incumplible. Este componente sera el que nos lleva, mediante el examen de la
realidad, a resolver una prdida dolorosa con un duelo adecuado, y recuperar la armona,
mediante la resignacin o resignificacin de nuestra existencia.
82