Clase 23 Seminario 5
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Resumen
Segunda de tres entregas que recogen la relacin entre demanda y deseo.
Fundamentalmente, es la cuestin del Falo la que aqu se aborda. "Significante del
deseo" situado en un "ms all de la demanda" fundamental; permite articular la
cadena significante en el sujeto neurtico. Desde la dialctica demanda-deseo Lacan
podr interrogarse adems por la cuestin del fantasma, el acting-out, y la
identificacin.
Podemos leer en Freud algo fundamental: el deseo humano est delineado en tanto su
relacin al significante. Abordar esto es posible a travs de un anlisis, en que un
analizante trata de capturar dichos significantes elaborando algo de su significacin.
La obra freudiana trata de enfatizar la relacin de tensin del hombre con respecto a
su naturaleza, tensin introducida por la palabra. Entre estos significantes, aquel que
articula dicha relacin del hombre con la vida, es el significante del falo. ste es el que
permite a su vez la relacin del hombre y el significado: la vida se toma en esta
vertiente.
La dificultad esencial que presenta el deseo al sujeto neurtico es su localizacin,
siempre en un ms all al respecto de una demanda. Y es que esta demanda slo
puede articularse a nivel simblico, lo que introduce una imposibilidad de satisfaccin
completa: la necesidad puede quedar cubierta, pero la demanda siempre se sita en
un ms all, causa de deseo. A la vez, hay un ms ac del deseo respecto a la
demanda: y es que sta siempre apunta a un imposible de satisfacer, en tanto es
demanda de amor al ser del Otro, ese ser que no se puede otorgar. Hay dos caras de
la demanda entre las que se estructura el deseo: la demanda de la satisfaccin de la
necesidad (el plano de significado), y la demanda significante. En tanto articula ambos
lugares, no queda otra forma de comprender el asunto que concebir el deseo como
deseo del Otro. Puesto que la demanda se dirige a Otro, el deseo solo puede
constituirse en este lugar; sin embargo, este Otro, en tanto es sujeto, tiene tambin un
deseo propio, y la respuesta a este deseo es lo que organiza la neurosis del sujeto
demandante.
Si en la histeria hay una identificacin al deseo del Otro, en la neurosis obsesiva la
respuesta frente al deseo del Otro se da de otra manera. Veamos:
La histeria no desea un objeto. El deseo del sujeto histrico es un deseo de deseo,
una exigencia de desear, y en este punto ubica el deseo del Otro. Su posicin es aqu
la de objeto, identificada a un otro, un alter ego, y por ello distante de un ideal del yo.
Esta identificacin se produce en torno a la problemtica del deseo que presenta este
otro, que la histrica identifica con el suyo propio.
En cuanto al problema del obsesivo con el deseo, se ha trabajado en el psicoanlisis
desde la solucin parcial que ofrece el fantasma. Pero, qu es lo fantasmtico aqu?
Hay algo de lo imaginario, dice Lacan. Lo imaginario es algo que Lacan reduce aqu a
la imagen narcisista, en la cual presenta la polivalencia entre agresividad (los
fantasmas sdicos son habituales en el obsesivo) y erotismo.
En el fantasma, articulado por Lacan, hay algo fundamental de la imagen del otro, que
viene ya en la demanda previa a la palabra, o en la lnea que delimita al infans del ser
hablante. Pero es fundamental no olvidar que el fantasma es en s una narracin, una
historia, en la que el sujeto se incluye, las ms de las veces enmascarado. De ello, la
definicin del fantasma que se da aqu es sencilla: lo imaginario capturado en cierto
uso del significante. Pero hay que aadir un elemento que interviene a su vez, en tanto
instrumento: el falo, en tanto significante, apuntando a un determinado significado,
particular al sujeto.
El obsesivo, en anlisis, habla de dudas, prohibiciones, temores. A partir de ciertas
intervenciones teraputicas, o de la tentativa del sujeto por solucionar su problemtica,
surge algo de lo fantasmtico, que tiene en estos sujetos un cariz fascinante a la vez
que invasivo de su vida psquica. Estos acontecimientos se califican de sdicos, por
llamarlos de alguna manera, pero lo interesante aqu es tratar de comprender el papel
econmico que juegan. En torno a ellos se organiza algo de la relacin con el Otro.
En todo caso, dichos fantasmas no se realizan sino excepcionalmente, y suponen una
vivencia decepcionante para el sujeto. La relacin del obsesivo con su objeto de deseo
tiene que ver con esta imposibilidad de acceder al objeto sin que el propio deseo
decaiga, hasta desaparecer. El obsesivo es as un Tntalo.
La otra cara del obsesivo pasa por un pedir permiso, permanentemente situado en la
dimensin de la demanda en tanto goce. Un pedir permiso que se sustenta en las
exigencias vidas del supery. Esto nos dice mucho sobre la posicin del obsesivo
frente a su propia demanda: se anula la dialctica con el Otro, para elevarle a un lugar
en el que se dependa de l totalmente. Aqu surge la negativa, articulada
inevitablemente al permiso.
El supery se hace muy presente en la clnica del obsesivo, en tanto sntoma. Es
fundamental aqu comprenderlo en relacin a la demanda, demanda que aunque en
un primer momento se dirige a un Otro absoluto (podemos pensar la situacin del nio
con la madre), luego accede a un ms all. Es el punto de la palabra, aquel que sita
la demanda imposible de colmar, que no admite respuesta sea cual sea sta.
El objeto (en tanto anal, oral, o genital) ocupa un lugar fundamental en el
ordenamiento psquico del sujeto. El entorno (Umwelt) se percibe desde dicho
ordenamiento (relacin del objeto con el fantasma). El objeto preponderante en la
estructura, refracta, dice Lacan, dicha Umwelt. Es as que entorno y objeto no pueden
pensarse por separado, independientes. Incluso en el infante podemos ya hablar de la
relacin al objeto, constitutiva de una realidad. Esta visin est muy lejos del autismo
onanista que se le supone. No hay retorno a estadios anteriores de la organizacin
pulsional infantil en Lacan.
Estas manifestaciones que parecen regresiones a la infancia, retornos al objeto, se
presentan desde la demanda. Es la demanda en transferencia durante el anlisis, en
tanto significante, la que presenta el valor pulsional determinado desde el objeto. Esto
inevitablemente quiere decir que de cierta manera el objeto queda, ya en la infancia,
apresado de cierta forma por el significante. Por ejemplo, la demanda articulada desde
el objeto oral presenta el deseo en trminos de absorcin. Podemos pensarlo como
una fijacin, y puede ser viable permitirle al sujeto que regrese a esa demanda. Pero
no se trata de compensar la insatisfaccin de una demanda oral no satisfecha,
aportndole un significante o compensando tal demanda. La demanda insatisfecha en
el pasado no se puede compensar por la palabra. Intervenir de esa forma impide al
sujeto acceder a como se estructur su relacin con el Otro. El inters de pararse en
ese punto es que seala algo de la dificultad de relacin con el Otro, y por tanto algo
de la modalidad de deseo del sujeto.
El obsesivo soluciona su barrera frente al deseo (siempre evanescente) colocando el
lugar del deseo prohibido, imposible. Coloca en ese lugar al Otro. Esta estrategia no
permite en absoluto apaciguar el deseo, extinguirlo, sino todo lo contrario: mantenerlo.
Entrever esto es complicado, pues el obsesivo no tiene intenciones claras: en efecto,
junto al deseo aparece la agresividad, el temor a la venganza. Pero esto es solo
superficial: lo que se encuentra detrs es que el deseo oscila entre excesivo (y por
tanto agresivo) y limitado (por miedo a la agresin que el otro podra ocasionar).
La teora analtica hasta ese momento, equiparaba, en la relacin del sujeto al otro;
demanda y deseo.. La hiancia abierta por la palabra, precisamente donde Lacan sita
al deseo, queda anulada si aceptamos dicha equiparacin; en tanto pensamos el
deseo como algo que surge a partir de la necesidad de satisfaccin.
El altruismo, en tanto oblatividad destinada a satisfacer la demanda del otro, era la
meta para el psicoanlisis de la poca, dando pie a pensar que se haba llegado a la
organizacin genital. Habra una profunda satisfaccin en satisfacer la demanda del
otro.
Para Lacan, esto es simplemente un fantasma obsesivo. Con este movimiento,
dejamos pasar el problema fundamental que el deseo plantea en la estructura del
sujeto. El fantasma del obsesivo no es ms que que el Otro consienta a su deseo.
Pensar el final del anlisis desde aqu supone alimentar este ideal obsesivo, el "no
hagas a los dems lo que no quieras que te hagan a ti", algo no siempre til para ir por
la vida, como se puede entrever en la relacin sexual. Si el analista se mantiene en
esta posicin imaginaria, tentando de salvar al "otro" paciente en tanto su semejante,
es que en el fondo trabaja desde el fantasma obsesivo. La solucin propuesta sera la
salida oblativa, la buena conciencia, la fantasa de colmar la demanda del Otro. Esto
es una maniobra equivocada, pues reemplaza la sintomatologa particular del
neurtico por otra, que viene del analista, que le viene al pelo, pero resulta si cabe
ms mortfera. En efecto, la pregunta por el deseo no queda consumada sino abolida,
y retornar bajo diversas formas sintomticas.
Las hazaas del obsesivo se dan cuando estn presentes tres elementos: un Otro al
que pedir permiso ("en nombre de tal cosa, se lo merece"), el propio obsesivo y un
rival al que batir. El obsesivo es tanto ms capaz en esto como fuerte su deseo por lo
que persigue. Pero el efecto del supery es que la tarea escogida es agotadora. La
hazaa le permite al neurtico dominar su angustia.
Sin embargo, la hazaa del obsesivo es ficcin hasta cierto punto, pues lo realmente
peligroso, esto es la muerte; siempre se encuentra en otra parte, muy distante de lo
que se pone en juego. La muerte est en el campo del Otro, aquel Otro al que se erige
en tanto juez, testigo de la situacin. El otro que est en el papel de rival, es un otro
con el que el obsesivo se identifica, con el que se puede intercambiar; por ello
precisamente no supone un verdadero riesgo. El objetivo ltimo del obsesivo es
mantener al Otro.
Lacan ha introducido dos de los puntos fundamentales de apoyo del sujeto, de la
estructura de su defensa: el fantasma y el lugar del Otro. Hay an otro ms que se
introduce en esta clase 23: el acting out. El acting out no puede pensarse desde el
sntoma, desde la repeticin. Hay algo enigmtico en su presentacin, lo que nos
indica que tiene una vertiente significante, que demanda interpretacin. Es ste un
acto que trata de resolver un problema: el de la demanda y el deseo. En todo caso, es
diferente de un acto fallido, en tanto ste es algo del orden del sntoma.
El acting out se presenta como algo altamente imprevisto e inmotivado. Adems, est
aqu siempre presente algo del objeto en tanto material. Por ello, y por que se presenta
como una narracin, es equivalente en cierto modo a un fantasma.
Adems, un acting out es un mensaje dirigido al analista, en tanto est en su lugar,
pero algo desubicado. En el acting out hay una tentativa de aclaracin, que apunta a
que la demanda es insuficiente para dar cuenta de la relacin del sujeto al significante.