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Autor: Hedwig Krammer | Fuente: Adaptacin del texto original

de Fernando Pascual
El aborto:
Hay palabras que de slo orlas dan miedo, una de ellas es:
aborto. Se ha dicho tanto y hay tantas opiniones encontradas
sobre el aborto provocado, que de seguro ya mejor ni piensas y
prefieres dejar el tema de lado.

LO QUE AH SE MUEVE NO ES UN OBJETO, ES UN


SER HUMANO

El aborto:
Hay palabras que de slo orlas dan miedo, una de ellas es:
aborto. Se ha dicho tanto y hay tantas opiniones encontradas
sobre el aborto provocado, que de seguro ya mejor ni piensas y
prefieres dejar el tema de lado.

Pero tanto el no pensar, como dejar el tema de lado, son


posturas muy cmodas no crees? Conviene que ests
enterada(o); que tengas opiniones propias, porque de lo que s
puedes estar segura(o) es que en cada aborto muere un poco
una madre y deja de nacer un hijo...

SI EL QUE ROBA ES UN RATERO, EL QUE ABORTA ES ASESINO


Quien se aventura a tener una relacin sexual sin saber que es
muy probable que en ella se d vida a un nuevo ser, es un
irresponsable! Por muy duro que se escuche y rollos que te
digan, la vida de un individuo comienza en el momento de la
fecundacin.

En ese momento empiezas a ser hombre (como especie). Por lo


tanto, en cada aborto es eliminado un ser humano. Es decir, se
comete un homicidio. S, as como lo oyes, un homicidio!!!
QUINES ESTN A FAVOR DE LA MUERTE? PERDN, DEL
ABORTO
Sin embargo, muchos abortistas no aceptan esta conclusin.
Quiz para ello, necesitan afirmar que existen seres humanos
menos hombres.

Me explico: el embrin hasta el da 14, o hasta el primer mes, o


hasta las primeras 12 semanas, no es plenamente hombre. De
este modo, este grupo establece discriminaciones segn las
cuales unos embriones (los que cumplen ciertas
caractersticas) pueden ser protegidos, mientras que otros no.

Hay otros defensores del aborto que reconocen que el embrin


o el feto, son seres humanos. Pero aaden en seguida que
estos individuos se encuentran en desarrollo hasta antes de
nacer; y as, son menos importantes que un ser humano ya
nacido. Pero si este es el argumento, debes recordar que ests
en estado de desarrollo hasta los 17-20 aos.

Algunos otros abortistas llegan a decirte que existen casos en


los que el embrin o feto atenta contra los derechos, la libertad
o la salud de la madre. En esos casos, afirman que debera ser
lcito el aborto.

No obstante, lo mnimo que se exige a cualquier persona es que


intente proteger el bien de quien pide slo un poco de
paciencia y un mucho de ayuda para poder continuar una vida
que ya existe y que no podemos eliminar sin cometer una grave
injusticia.

Desde luego, no todos defienden el aborto de la misma manera.


Unos quieren permitirlo slo en algunos casos especiales
como: violacin o peligro de la vida de la madre.

Otros (seguramente pocos), defienden el aborto totalmente


libre y gratuito para cualquier mujer y en cualquier momento,
sin que nadie pueda oponerse al derecho absoluto de la mujer
sobre su cuerpo y lo que pueda originarse dentro de ella.
A FAVOR DE LA VIDA
En el grupo de los que van contra todo tipo de aborto
provocado, hay una gran unidad en el rechazo del aborto, pero
no la hay a la hora de ofrecer los motivos de su postura. Unos
dicen que van contra el aborto porque la vida es sagrada desde
su concepcin.

Otros, afirman que no sabemos si la vida es o no sagrada, pero


en cuanto vida humana merece el respeto y la proteccin que
podamos ofrecer todos, tanto la familia como la sociedad. Un
tercer grupo, simplemente, respeta cualquier vida biolgica
(desde las plantas a los animales) y cree que la vida del
embrin humano, por ms pequea que sea, es digna de
respeto.

LOS BANDOS SE UNEN...


Aunque las posiciones sean muy distintas entre unos y otros,
puedes encontrar un punto que une normalmente a los dos
bandos (abortistas y no abortistas); todos estn convencidos
de que nadie tiene el derecho de eliminar ninguna vida humana
inocente.

En las discusiones sobre el aborto tendras que reconocer este


aspecto que une para evitar dar vueltas sobre el aire. Casi
ningn abortista admitira que al pedir la legalizacin del
aborto pide una excepcin a esta regla universal.

ENTONCES, LA GRAN PREGUNTA SERA...


Dnde radica la diferencia de los dos grupos? En que algunos
piensan que abortar no significa matar a ningn ser humano
inocente, mientras que otros s creen que en cada aborto se
comete un homicidio. Para resolver este problema, deberamos
contestar esta pregunta: cundo empieza un ser humano a ser
humano?
LO QUE ES INNEGABLE ES QUE...
El debate sobre el aborto no debe dejar de lado verdades que
nos ofrecen el mundo de la ciencia y del derecho. Pero, debe
integrar -y quiz esto sea lo ms importante- esos sentimientos
que nacen en casi todas las mujeres que perciben algo nuevo
en su seno.

No importando la edad: aunque sea adolescente, aunque no


est casada, aunque ya haya tenido otros hijos; el instinto
materno indica que lo que "all" se mueve no es un objeto, sino
un hijo, un ser humano.

PARA QU LLEGAR A ESE PUNTO?


No puedes olvidar esta verdad sin cometer una grave injusticia
hacia tantas mujeres que lloran porque se les hizo fcil un
aborto que, en el fondo de su corazn, no queran.

Tal vez desde esa experiencia de quien abort y gime por haber
perdido a ese hijo que empezaba a vivir puedas construir un
debate sobre el aborto que te lleve, con serenidad y con
justicia, a promover una cultura del amor, de la acogida y del
respeto A todos, aunque algunos ocupen ahora un poco de
espacio en el seno de una mujer necesitada de apoyo y de
esperanza.

Autor: Jos Mara Iraburu | Fuente:


http://infocatolica.com/blog/reforma.php
El aborto y el P. Carlos Novoa, S. J.
El padre Jos Mara responde al sacerdote Carlos Novoa.

En Colombia, ante la propuesta de legislar


El aborto y prohibiendo la despenalizacin del aborto, se han
el P. Carlos alzado fuertes resistencias, como era previsible,
Novoa, S. J.
Autor: Conferencia Episcopal Espaola | Fuente: Conferencia
Episcopal Espaola
Los catlicos ante el aborto
Qu entiende la Iglesia por aborto?

La Iglesia Catlica entiende por aborto la muerte


provocada del feto, realizada por cualquier
mtodo y en cualquier momento del embarazo
desde el instante mismo de la concepcin. As ha
sido declarado el 23 de mayo de 1988 por la
Comisin para la Interpretacin Autntica del
Cdigo de Derecho Cannico.

La cuestin del aborto provocado, es slo un


Los catlicos problema cientfico, poltico o social?
ante el
aborto Ciertamente, no. Esta cuestin es, desde luego,
un problema cientfico, poltico y social grave.
Pero tambin es, y en gran medida, un serio problema moral
para cualquiera, sea o no creyente.

Tenemos los catlicos obligaciones adicionales acerca de la


cuestin del aborto, respecto de los no catlicos o no
creyentes?

Todo hombre y toda mujer, si no quieren negar la realidad de


las cosas y defienden la vida y la dignidad humanas, han de
procurar por todos los medios lcitos a su alcance que las leyes
no permitan la muerte violenta de seres inocentes e
indefensos. Pero los cristianos, entre los que nos contamos los
catlicos, sabemos que la dignidad de la persona humana tiene
su ms profundo fundamento en el hecho de ser hijos de Dios y
hermanos de Jesucristo, que quiso ser hombre por amor a
todos y cada uno de nosotros.

Por eso los catlicos, si vivimos nuestra fe, valoramos en toda


su dimensin el drama terrible del aborto como un atentado
contra esta dignidad sagrada. Ms que de obligaciones
adicionales, pues, habra que hablar de una ms profunda y
plena comprensin del valor de la persona humana, gracias a
nuestra fe, como fundamento para nuestra actitud en favor de
la vida, ya que sabemos que el olvido de Dios lleva con ms
facilidad al olvido de la dignidad humana.

Como catlica, en qu incurre una persona que realiza o


consiente que le realicen un aborto?

Quien consiente y deliberadamente practica un aborto, acepta


que se lo practiquen o presta una colaboracin indispensable a
su realizacin, incurre en una culpa moral y en una pena
cannica, es decir, comete un pecado y un delito.

En qu consiste la culpa moral?

La culpa moral es un pecado grave contra el valor sagrado de


la vida humana. El quinto Mandamiento ordena no matar. Es un
pecado excepcionalmente grave, porque la vctima es inocente
e indefensa y su muerte es causada precisamente por quienes
tienen una especial obligacin de velar por su vida.

Adems, hay que tener en cuenta que al nio abortado se le


priva del Sacramento del Bautismo.

Qu es una pena cannica?

La pena cannica es una sancin que la Iglesia impone a


algunas conductas particularmente relevantes, y que est
establecida en el Cdigo de Derecho Cannico, vigente para
todos los catlicos.

En qu pena cannica incurre quien procura un aborto?

El que procura un aborto, si sabe que la Iglesia lo castiga de


este modo riguroso, queda excomulgado. El Canon 1398 dice:
"Quien procura un aborto, si ste se produce, incurre en
excomunin Latae sententiae"

Por otra parte, el Canon 1041 establece que el que procura un


aborto, si ste se consuma, as como los que hayan cooperado
positivamente, incurre en irregularidad, que es el impedimento
perpetuo para recibir rdenes sagradas.
Qu quiere decir incurrir en excomunin?

Significa que un catlico queda privado de recibir los


Sacramentos mientras no le sea levantada la pena: no se puede
confesar vlidamente, no puede acercarse a comulgar, no se
puede casar por la Iglesia, etc. El excomulgado queda tambin
privado de desempear cargos en la organizacin de la Iglesia.

Qu quiere decir que una excomunin es Latae sententiae?

Con esta expresin se quiere decir que el que incurre en ella


queda excomulgado automticamente, sin necesidad de que
ninguna autoridad de la Iglesia lo declare para su caso
concreto de manera expresa.

Significa algo especial la frase "si ste -el aborto- se


produce"?

S. Quiere decir que, para que se produzca la pena de


excomunin, el aborto debe consumarse, es decir, el hijo ha de
morir como consecuencia del aborto. Si, por cualquier
circunstancia, el aborto no llega a consumarse, no se producir
la excomunin, aunque se dar el pecado.

En el caso del aborto, quines incurren en la pena de


excomunin?

Si se dan las condiciones que configuran la pena de


excomunin, en este caso quedan excomulgados, adems de la
mujer que aborta voluntariamente, todos los que han prestado
colaboracin indispensable a que se cometa el aborto: quienes
lo practican, quienes los ayudan de modo que sin esa ayuda no
se hubiera producido el aborto, etc.

Qu razn de ser tiene que el aborto est condenado por una


pena cannica tan grave como es la excomunin?

La razn de ser de esta norma es proteger -tambin de esta


manera, no slo con la catequesis y la recta formacin de la
conciencia- la vida del hijo desde el instante mismo de la
concepcin, porque la Iglesia se da cuenta de que la frgil vida
de los hijos en el seno materno depende decisivamente de la
actitud de los ms cercanos, que son, adems, quienes tienen
ms directa y especial obligacin de protegerla: padres,
mdico, etc. Luego, cuando el nio nazca, estar ya adems
protegido de alguna manera por la sociedad misma.

La Iglesia ha entendido siempre que el aborto provocado es


uno de los peores crmenes desde el punto de vista moral. El
Concilio Vaticano II dice a este respecto: "Dios, Seor de la
vida, ha confiado a los hombres la insigne misin de proteger la
vida, que se ha de llevar a cabo de un modo digno del hombre.
Por ello, la vida ya concebida ha de ser salvaguardada con
extremados cuidados; el aborto y el infanticidio son crmenes
abominables" (Const. "Gaudium et Spes").

Pero ya que en los ltimos aos cada vez hay ms Estados que
permiten el aborto, no habra sido un gesto de benevolencia
de la Iglesia el haber mitigado las penas para los catlicos que
aborten?

La Iglesia pudo haber cambiado, en la ltima y profunda


revisin del Cdigo de Derecho Cannico culminada en 1983, la
pena de excomunin que pesa sobre los que procuran
conscientemente un aborto, pero no lo hizo as precisamente
porque en las ltimas dcadas se ha producido en todo el
mundo una acusada relajacin de la sensibilidad de las gentes
(y tambin de muchos creyentes) hacia este crimen. Y si bien
esta mayor laxitud social, que ejerce una presin cierta sobre
las conciencias, puede disminuir la gravedad del delito en
algunos casos, una atenuacin de la pena habra suscitado,
inevitablemente, la errnea idea de que la Iglesia considera
hoy el aborto provocado como menos grave que antes, cuando,
evidentemente, no es as.

La Iglesia es Madre y Maestra; como Madre, es lenta para la ira


y fcil para el perdn, pero como Maestra no puede desvirtuar
el depsito de la doctrina legado por Dios, y no puede decir que
est bien lo que est mal, ni puede dar pie a que nadie suponga
que acta de esta manera.

Puede suceder que alguna persona consienta o colabore en un


aborto y no incurra en excomunin?

S. Dado que en Derecho Cannico no existe delito si no hay


pecado grave, hay circunstancias en las que no se incurre en
esta pena, que requiere plena imputabilidad. Por ejemplo, no
quedan excomulgados los que procuran un aborto si ignoran
que se castiga con la excomunin; los que no tengan
conciencia de que abortar voluntariamente es pecado mortal;
los que han intervenido en un aborto forzados con violencia
irresistible contra su voluntad o por miedo grave; los menores
de edad...; en general, los que han obrado sin plena advertencia
y pleno consentimiento.

En el caso de que un mdico (o un anestesista o una


enfermera), por no estar dispuesto a realizar este tipo de
intervenciones, fuese despedido y padecieran necesidad l y su
familia, podra colaborar?

Nunca se puede colaborar de modo positivo en la comisin de


un acto que va contra la ley de Dios, que hay que obedecer
antes que a la ley de los hombres. El catlico que se halla en
esta situacin tiene la obligacin grave de ampararse en el
derecho a la objecin de conciencia, aunque esta actitud pueda
acarrearle represalias.

El profesional sanitario cristiano ha de tener presente, adems,


que si es conocida su condicin de creyente puede provocar un
grave escndalo si colabora a la prctica de abortos.

Si los familiares de ese profesional son tambin cristianos,


tienen la responsabilidad humana y moral de ayudarle a
sobrellevar las dificultades, apoyarle en sus decisiones y hacer
causa comn con l en esos momentos de tribulacin. Y esta
responsabilidad alcanza tambin a sus amigos y colegas, si son
cristianos y quieren vivir autnticamente su fe, as como a los
miembros de la comunidad catlica en que el profesional
sanitario se desenvuelva.

Y qu ha de hacer el resto de las personas que trabajan en un


hospital donde se practican habitualmente abortos?
Esas personas han de poner todos los medios lcitos a su
alcance para que se dejen de practicar abortos. En cualquier
caso, han de negar su colaboracin directa a esas acciones.

No es la doctrina catlica sobre el aborto una dura doctrina,


que muy pocos podrn seguir?

Casi con estas mismas palabras replicaron los contemporneos


de Jess cuando oyeren su predicacin. Y el mismo Jess nos
dijo que hay que seguir el sendero estrecho para llegar al Reino
de los Cielos. Seguir a Cristo en Su Iglesia no es fcil, pero con
la Gracia de Dios se allana el camino y se superan las
dificultades, por grandes que parezcan. Tambin nos dijo Jess
que furamos a l con confianza, y l nos aliviara de nuestras
angustias.

La doctrina catlica sobre el aborto no proviene de la voluntad


de la autoridad eclesistica, sino que est fundamentada en lo
ms profundo de la naturaleza de las cosas queridas por Dios,
que se expresa en la Ley que l nos ha dado a conocer, y que la
Iglesia tiene la misin de transmitir. Pero la Iglesia cumple
tambin con su deber siendo el mbito en que los cristianos
pueden fortalecer mejor su fe y ser ayudados y estimulados a
vivir ms intensamente su vida cristiana.

Cmo puede levantarse una excomunin, tras haber


colaborado en un aborto consumado?

Si un catlico se encuentra en esta situacin, debe acudir al


obispo o al sacerdote en quien ste delegue. En la prctica,
puede dirigirse a cualquier sacerdote, que le indicar lo que
debe hacer.

Tienen los catlicos, adems de la obligacin grave de no


colaborar en ningn aborto provocado, otras obligaciones en
esta materia?

Todos los catlicos estamos llamados a una vida plena, es


decir, a la santidad, y a contribuir activamente a la extensin
del Reino de Dios en la tierra llevando el Evangelio hasta el
ltimo rincn del mundo. Si todo miembro responsable de una
sociedad que se proclama civilizada tiene el deber de defender
la vida y la dignidad humanas, por muchas ms razones los
catlicos hemos de asumir esta tarea.

Cmo se puede hacer esto, en el caso del aborto?

El lograr que en una sociedad se respete el derecho a la vida es


responsabilidad de todos en su actividad cotidiana, pues todos,
con el ejemplo de su conducta, sus palabras, sus escritos, sus
opiniones, su voto, la educacin de sus hijos, etc., influyen en
lo que se piensa, en cmo se vive Y en lo que se legisla.

Ciertamente, un papel importante corresponde a polticos,


educadores y responsables de medios de Comunicacin social,
por la repercusin que sus palabras o sus acciones tienen en la
colectividad; pero ellos, al tiempo que influyen sobre la
sociedad, son influidos a su vez tambin por ella.

Qu puede hacer para influir en esta materia un cristiano


corriente, un ciudadano normal que ni sale en la televisin, ni
habla desde una ctedra o una tribuna pblica?

Lo primero que cada uno puede y debe hacer para afirmar la


vida es vivir con la conciencia de su dignidad. Slo
afirmaremos la vida de otros si nosotros percibimos la nuestra
en toda su grandeza y si nuestra conducta es coherente con
nuestra conviccin. El ejemplo de Jess, tomando en serio a
cada una de las personas que se encontraba, debe servirnos
para que todos los que se crucen en nuestra vida se sientan
valorados y tenidos en cuenta como seres nicos. Una
afirmacin as de la vida personal en nuestras experiencias
cotidianas har posible que surja, naturalmente, la estima por
todos y cada uno de los seres humanos, tambin los
concebidos y no nacidos. Pero junto a esta actitud general,
caben muchas maneras concretas de trabajar especficamente
en favor de la vida:

Rogando al Seor por los legisladores y los dirigentes


sociales en general, para que sepan comprender que los hijos
concebidos y no nacidos son los ms inocentes y los ms
indefensos miembros de, nuestra sociedad, y que, como ha
dicho repetidamente el Papa Juan Pablo li, nunca se puede
legitimar la muerte de un inocente.

No despreciando el valor moral del dolor y del sacrificio,


cuyo rechazo lleva a justificar cualquier intento de acabar con
lo que se cree que son sus causas, incluidos los ancianos o
enfermos intiles, los deficientes que son una carga o los
nuevos hijos que pueden complicar la vida o disminuir el
bienestar de la familia.

Acogiendo y ayudando, tambin econmicamente, a quienes,


por razn de su maternidad, se encuentran en situaciones
difciles.

Recibiendo con alegra, por duro que pueda ser, al nuevo hijo
enfermo o deficiente que llegue a la familia, como una
bendicin de Dios. Es ejemplar el testimonio de numerossimos
padres cristianos en este sentido.

Reaccionando positivamente ante escritos pblicos o


programas audiovisuales que defiendan la vida humana, y
crticamente ante los que la ataquen.

Orientando el voto hacia las alternativas que merezcan ms


confianza por sus actitudes ante la vida en general, y ante la
cuestin del aborto provocado en particular.

Informando a quienes nos rodean, con caridad, pero con


firmeza y claridad, de la realidad del hijo no nacido y de la
importancia de defender su derecho a vivir.

Los mdicos, en especial los gineclogos, y otros profesionales


sanitarios, empleando los medios tcnicos que permiten que
una madre vea en una ecografa, con sus propios ojos, al hijo
en sus entraas, movindose, nadando, chupndose el dedo. Se
ha dicho que si el vientre de las madres fuera transparente,
muchos veran la cuestin del aborto provocado de otra
manera.

Son slo algunos ejemplos que puedan dar idea del enorme
campo que un cristiano tiene ante s en relacin con este
gravsimo problema.
Es razonable pensar que un da la vida y la dignidad humanas
se respetarn desde la concepcin hasta la muerte?

No es posible contestar rotundamente a esta cuestin, pero


hacia este objetivo deben encaminarse los esfuerzos de todos
los que aspiran a un mundo justo. Las agresiones a la vida
humana, especialmente de los inocentes, han tenido siempre
en la historia consecuencias dramticas. Los cristianos
sabemos que cuando las personas y las colectividades han
reconocido a Jesucristo, este reconocimiento ha supuesto una
afirmacin de la vida sin parangn con cualquier otra cultura.
Por eso debemos empearnos en la extensin de la presencia
de Cristo en la sociedad, porque de este modo los hombres
reconocern su propia grandeza y podrn vivir con una nueva
conciencia propia dignidad. Con el auxilio de Jess y de su
madre, que lo concibi en su seno, y con el ejemplo nuestra
propia vida, ser posible trabajar mejor en defensa de este
ideal.

Autor: Magdalena del Amo


Djame nacer. El aborto no es un derecho
Estamos asistiendo a un cambio social sin precedentes en la
historia. La cultura de la muerte est echando races en el
tejido social de manera casi silenciosa

Un libro clarificador

Estamos asistiendo a un cambio social sin


precedentes en la historia. La cultura de la
muerte est echando races en el tejido social de
Djame
manera casi silenciosa. Que el aborto se haya
nacer. El
admitido como un derecho de la mujer y un
aborto no es
avance ms de la sociedad del bienestar es una
un derecho
prueba de la anestesia generalizada de una
humanidad que ha dejado atrs sus valores y camina sin
rumbo, sin esperanza.
Los pases ricos abortan libremente e imponen sus polticas
demogrficas a las naciones en vas de desarrollo a travs de
la salud reproductiva y las polticas de igualdad. Nada de
esto hubiera sido posible sin los planes de accin acordados en
las Conferencias de las Naciones Unidas y la IPPF, promotora
del aborto para las menores sin consentimiento paterno e
impulsora de la promiscuidad y la masturbacin entre los nios.
Todo ello, claro est, refrendado por gobiernos mal llamados
progresistas.

El libro aborda de manera global el entramado de la cultura de


la muerte con sus diferentes radios, y desvela los aviesos
planes del feminismo de gnero y su pretensin de deconstruir
la sociedad aboliendo la polaridad sexual y propiciando la
destruccin de la familia y la dignidad de los seres humanos.

Tras publicar Djame nacer , recibo abundante


correspondencia de personas de todo el mundo
manifestndome su grado de alarma por el cariz que est
tomando la cultura de la muerte. A menudo me pregunto cmo
hemos estado tan dormidos, cmo hemos podido permanecer
impasibles mientras el enemigo trabajaba afanosamente. Es
tarde ya? Es posible la esperanza? S, la hay; pero habr que
trabajar duro, sin descanso y desde todos los frentes: desde los
plpitos a los centros de enseanza; desde las asociaciones de
vecinos a los parlamentos. Y con todas las armas: la pluma, el
micrfono, la cmara y la viva voz. Cada uno desde su tribuna o
rincn.

En el libro abordo el entramado social de la cultura de la


muerte cuya consecuencia ms atroz es el asesinato de un ser
inocente, con premeditacin, tortura previa y sin juicio. El
aborto es la accin ms abominable de cuantas puede cometer
un ser humano. La aceptacin social del aborto es lo peor que
le ha sucedido a la sociedad del siglo XXI. Que un hecho tan
deleznable sea considerado como un derecho de la mujer no
tiene precedentes en la historia.

Es cierto que siempre ha habido abortos, pero nadie jaleaba tal


pecado y a nadie cabal se le hubiera ocurrido que una accin
as poda ser considerada como buena y un logro de una
sociedad avanzada. No lo es. El aborto, lejos de ser un avance
de la sociedad del bienestar y una accin progresista, nos
retrotrae a etapas de barbarie ya lejanas en el tiempo. El
aborto es el genocidio del siglo XXI pero a diferencia de otros,
ya juzgados, y de los que nos sentimos avergonzados, ste es
legal, silencioso y cuenta entre sus defensores con una buena
parte de la clase intelectual que a su vez coadyuva con la
casta poltica de la izquierda en la retroalimentacin de su
agitprop rutinario.

Pero, cmo hemos llegado al estado actual? Cmo en un


espacio tan corto de tiempo hemos interiorizado cuestiones
que atentan contra el derecho natural y contra nuestra propia
naturaleza? En el libro omito el anlisis minucioso del proceso
de descristianizacin que tuvo sus comienzos con la
Ilustracin, y parto directamente de los idelogos de la cultura
de la muerte, personas de gran relevancia intelectual dentro
del pensamiento mal denominado progresista, que pasaron a la
historia como iconos de la civilizacin. Reich, Kinsey, Mead,
Sanger o Beauvoir abogaban por la eutanasia, la eugenesia, y el
aborto como control de la poblacin. Sus ideas cultura de la
muerte pura y duracontaminaron el feminismo con ideas
aviesas y falsas conductas naturales que, con el tiempo,
forjaran a los nuevos lderes de la transgresin.

Feminismo de Gnero

Apoyado por el movimiento queer y el lobby gay o rosa, el


feminismo de gnero es una ideologa deformante y
descabellada que atenta contra la propia naturaleza. Este
conjunto de asertos contra-natura concibe la dualidad hombre-
mujer no como una relacin de amor sino como una lucha de
poderes donde la mujer es una vctima del sistema patriarcal a
travs de los siglos. Este movimiento lidera en la actualidad el
cambio social de inversin de valores. No se trata de un grupo
desorganizado que grita y reivindica buscando titulares. No. Su
mtodo es manipulador y silencioso que utiliza eufemismos y
disfraza sus acciones perversas de programas de accin
contra la discriminacin de la mujer. Kate Millet fue su
principal ideloga. La Ley de Violencia de gnero espaola
injusta e ineficaz a todas lucesest redactada de acuerdo a
estas premisas.

El feminismo de gnero marca las directrices de la Federacin


Internacional de Planificacin de la Familia (IPPF, por sus siglas
en ingls), la mayor promotora de abortos del mundo, matriz a
su vez de los centros de orientacin y planificacin familiar
instaurados en todo el mundo, a donde acuden nuestras
adolescentes y mujeres adultas a que les organicen su vida
sexual, dentro de una lnea hedonista y utilitarista. Esta
ideologa marca asimismo las pautas de las Conferencias de
las Naciones Unidas. Los planes de accin acordados en los
encuentros celebrados en los diferentes pases tienen rango de
leyes internacionales, y pretenden estar por encima de la
soberana de los estados. Y as es, de facto.

La ideologa de gnero propone la abolicin de la polaridad


sexual, la instauracin del sexo polimorfo (no dos sexos sino
cinco), el aborto libre y gratuito, la desaparicin del
matrimonio, la familia y la religin, y que el Estado tenga la
patria potestad de los hijos, arrogndose ste el derecho de
educar-ideologizar en los valores? del laicismo. Estos
objetivos deben estar cumplidos para el 2015, segn dejaron
establecido en la Conferencia de Buenos Aires 30-15, celebrada
en el 2007.

Las vctimas del aborto

En el aborto hay varias vctimas. La principal, sin ninguna duda,


es el beb que es privado de su derecho a la vida. Hay que
aadir a esto el dolor fsico que sufre el beb abortado. Los
expertos en dolor perinatal aseguran que el feto experimenta
dolor, y aconsejan que en los abortos de ms de 21 semanas
EG se aplique a la madre anestesia general. Los colectivos
proabortistas, sin embargo, prefieren desor las ltimas
investigaciones y agarrarse a la ciencia rudimentaria y
positivista que indica que las conexiones tlamo-corticales no
se establecen hasta la semana 32 EG. Existen espurios
intereses en que las mujeres y la sociedad en pleno
continen engaadas para poder seguir manipulando sus
conciencias.

La segunda vctima es la mujer, que sufre una serie de


secuelas, enmarcadas en lo que se ha dado en llamar Sndrome
postaborto, un tipo de Sndrome de estrs post traumtico. El
Sndrome postaborto existe aunque no est categorizado,
debido, en parte, a la presin de la industria abortista y de los
colectivos proabortistas que presionan para impedir la
publicacin de especmenes en publicaciones cientficas.

El aborto est relacionado con el suicidio, el cncer de mama,


la ruptura de pareja, los malos tratos y la adicin al alcohol y a
las drogas. Las mujeres que abortan tambin pueden sufrir
otros trastornos como vmitos, fiebre alta, problemas
gastrointestinales y alimenticios, hemorragias, infecciones,
embolias, trombosis o esterilidad.

En los ltimos aos se han realizado estudios importantes que


ponen de manifiesto las consecuencias del aborto. El doctor
Joel Brind, profesor de la Universidad de Nueva York y director
del Breast Cancer Prevention Institute, de la misma ciudad,
manifiesta que los ltimos estudios basados en datos
biolgicos y endocrinolgicos revelan que hay una tasa elevada
de cncer de mama entre las mujeres que han abortado en el
primer trimestre. Otro estudio dirigido por el citado doctor
concluye que las mujeres que se haban realizado un aborto
antes de su primer embarazo completo tenan un 50 por ciento
ms de riesgo de desarrollar cncer de mama, mientras que en
las que se lo practicaron despus de haber dado a luz, el
aumento era del 30 por ciento. Estos dos ejemplos son slo una
muestra. En el libro abundo sobre otros estudios realizados
recientemente.

Ya han empezado a aparecer artculos pronosticando que en un


futuro muy prximo las mujeres empezarn a demandar a los
responsables de sus abortos, por las consecuencias que les
han acarreado, de la misma manera que se hace hoy con las
compaas tabaqueras.

No falta en el libro una relacin de historias de mujeres que


tras someterse a un aborto, lejos de sentirse liberadas,
sufrieron en carne propia las terribles secuelas aludidas unas
lneas ms arriba. Cada ao, el 15 de mayo vivo el cumpleaos
del hijo al que mat. Nunca he podido tener una autntica paz,
aunque luego he tenido tres hijos ms, manifiesta la
protagonista de uno de los casos. Y es que, como dice el
profesor Rilke, es ms fcil sacar al hijo del tero que de la
mente.

De la desgracia de estas mujeres, aparte de las leyes progres


y el relativismo moral imperante, son culpables los aborteros
que tan alegremente manejan sus instrumentos de tortura y
muerte, y cuyas cuentas corrientes suelen crecer en
proporcin a su falta de escrpulos para cercenar vidas
humanas. Afortunadamente, de vez en cuando se produce el
milagro y algn abortero se torna en defensor de la vida.
Testimonios de arrepentidos es el ttulo de un captulo que
describe algunas de estas historias llenas de esperanza. Como
la del doctor Nathanson, responsable de ms de 50.000
abortos, que dej de practicarlos cuando vio a travs del
ultrasonido cmo una bebita de diez semanas hua del
instrumento asesino y se replegaba contra la pared del tero,
su santuario. A partir de ese momento, el doctor Nathanson
dedic su vida a dictar conferencias, impartir cursos y a
entrevistarse con parlamentarios para sacudir sus conciencias
y convencerles de que el aborto es contrario al progresismo y
que un Gobierno no puede promulgar leyes contra el derecho a
la vida.

Algunas veces, el deseo de vivir es tan grande que ni las


prostaglandinas ni las soluciones salinas son eficaces. En
estos casos los bebs nacen vivos, aunque con unas
deficiencias que los limitan el resto de sus vidas. El caso de
Gianna Jensen es mundialmente conocido. A pesar de haber
nacido con un kilo de peso y estar aquejada de varios
problemas neurolgicos est muy contenta de haber
sobrevivido al aborto y es activista provida.

Aunque a lo largo de las pginas se van dando pinceladas de lo


que considero deben ser los valores que deben regir la Cultura
de la Vida, al final lo concreto en la propuesta de una vida
ordenada y plena, permitindome incluso dirigir una carta a los
polticos en la que les aconsejo que no se dejen manipular y
presionar redactando y promulgando leyes contra la vida.

A pesar de la denuncia constante y del cuadernillo de fotos


como colofn mostrando la cruda realidad del aborto, no es un
libro derrotista. Muy al contrario, es un canto al orden natural,
a la vida, al amor y a la familia.

El libro, transversalmente evangelizador, est escrito desde la


fe y desde el convencimiento de que la vida humana, aparte de
un bien jurdico y social es un don de Dios y hay que
preservarla desde el momento de la concepcin hasta la
muerte natural.
Autor: n/a | Fuente: Sacerdos.org
Absolucin al aborto en la confesin
Caso pastoral

El Caso

Soy un sacerdote encardinado en la dicesis de


Roma, y me encuentro en una dicesis a cuatro
Absolucin al horas de Roma. Estoy en el confesionario de la
aborto en la parroquia de otro sacerdote, amigo mo, que
confesin dentro de diez minutos celebrar un matrimonio.
Una mujer de unos 35 aos entra en el confesionario y, por su
actitud, deduzco que no se ha confesado en mucho tiempo.
Esta mujer me ha dicho que est casada y tiene dos hijos.
Antes de casarse, 15 aos atrs, ella ha abortado (no
confesado). Esta mujer viene de otra dicesis, a cuatro horas
de distancia. Ella es amiga de los esposos y quisiera recibir la
comunin durante la Misa.

Aparentemente, se encuentra en un momento de gracia que la


ha impulsado a entrar en el confesionario. Como sacerdote
romano, yo tengo el permiso de absolver el pecado de aborto
dentro de la ciudad de Roma, sin necesidad de recursos
especiales, pero ahora me encuentro en otra dicesis, y hablo
con una mujer que pertenece a una tercera dicesis.

Dos son mis dudas: en lo que respecta a la absolucin y en lo


que respecta a la remocin de la excomunin cmo debo
proceder?

Premisa a la respuesta
El problema presentado refleja desgraciadamente situaciones
reales, que se repiten con trgica frecuencia, ya sea por la
corrupcin de las costumbres, ya sea por la terrible prdida del
sentido de la sacralidad de la vida humana desde la concepcin
hasta su muerte natural. Para intentar una respuesta debemos
atender a dos aspectos: a) canonstico (con base en la teologa
sacramental) y b) pastoral.
Es evidente que la importancia de la solucin es, finalmente,
principalmente pastoral; pero el presente desarrollo - que no
tiene pretensiones acadmicas tiene que ser profundizada
especialmente desde el punto de vista canonstico, que es
condicionante de las actuaciones pastorales.

A) Aspecto canonstico:

El Sacramento de la Penitencia, en el momento conclusivo, el


de la absolucin, o, en la penosa hiptesis de la indisposicin
del sujeto, de la retencin de los pecados, se celebra mediante
una sentencia, un juicio. De hecho, Nuestro Seor, en la
institucin misma del Sacramento, ha conferido a los
apstoles, y a travs de ellos a sus sucesores en el orden
sacerdotal, el poder de perdonar o retener los pecados,
reconciliando de este modo a los pecadores con Dios y con la
Iglesia, dando noticia de autoridad sobre la imposibilidad, en
las circunstancias, de la reconciliacin. Y este poder es
explcitamente ligado, segn la palabra misma de Jess, con la
operacin del Espritu Santo, que ste no es arbitrario, sino
subordinado a la gracia del mismo Espritu Santo, gracia que es
misterio de santidad, de sabidura, de justicia superior. Se trata
por lo tanto de u poder a ejercitar per modum iudicii. Pero el
juicio no el juicio de ndole puramente lgico-cognoscitiva,
sino aqul con reales efectos sacramentales y, en sentido
eclesiolgico, social supone una autoridad de aquel que debe
pronunciar el juicio sobre aqul en relacin del cual se emana
el juicio mismo.

A propsito, es indispensable conocer las enseanzas del


Concilio de Trento: Sesin XIV, De Sacramento Penitentiae,
cap.2 DB 1671; cap.5, DB1679; cap. 6, DB 1585; Can. 9, DB
1709. De estos principios y motivos de ndole teolgico, deriva
que el poder de perdonar los pecados no es de necesidad
presente en todos los sacerdotes vlidamente ordenados, sean
obispos o presbteros, sino slo en aquellos que con el poder
derivante de la Sagrada Ordenacin, tienen adems aquel
conferido a la Iglesia en su ordenamiento jerrquico potestas
clavium y de la Iglesia misma, siempre en su ordenamiento
jerrquico, a aquellos que no participan de ella por divina
institucin. Por lo tanto, originariamente el poder de perdonar
los pecados pertenece a aquellos que en la Iglesia tienen el
poder de gobierno: el Sumo Pontfice en plenitud, sin lmites ni
relativamente al territorio, ni relativamente al nmero de fieles,
ni relativamente a las materias que deben ser sometidas en la
confesin sacramental al juicio de la Iglesia. Del mismo modo
los obispos, supuesta la comunin jerrquica con el sumo
Pontfice, como pastores de una porcin de la Iglesia, definida
con criterio territorial, o personal, o ritual y con determinadas
limitaciones establecidas por la suprema autoridad.

En los dems (obispos que no cubren un oficio de gobierno


pastoral y los pastores) el poder de perdonar o retener los
pecados deriva de una concesin hecha o del sumo Pontfice o
de un obispo. Tal concesin puede hacerse con disposicin
general de ley, o con un acto particular, y esto puede ser o la
colacin de un oficio que comporte dentro de un cierto mbito
la cura de almas, o con una delegacin.

Esperada esta necesaria subordinacin jerrquica del poder de


absolver o retener los pecados, queda claro que el poder mismo
puede ser limitado en los sujetos que no detentan la potestad
suprema. El lmite puede referirse a la extensin territorial o
personal en relacin con los fieles, hacia los que el poder
sacramental debe ser ejercitado; los contenidos de la
acusacin sacramental; la duracin en el tiempo del poder
mismo, etc.

Ahora bien, a este propsito se debe recordar que en relacin


con los fieles, que corren peligro de muerte, cesan todas las
limitaciones, sea las relativas a la extensin territorial o
personal, sea relativas al contenido de la confesin
sacramental: es decir, cualquier sacerdote vlidamente
ordenado, en cualquier situacin cannica, puede y debe
administrar el sacramento de la penitencia a cualquier fiel que
corra peligro de muerte, sea cual sea la condicin cannica del
fiel mismo. Salus animarum, suprema lex.

Excluidos los casos de peligro de muerte, las limitaciones


relativas a la extensin, o mbito de la jurisdiccin
sacramental son obvias. El sumo Pontfice, como premisa, no
tiene lmites jurisdiccionales; los cardenales de la santa Iglesia
romana tienen ex lege la facultad de absolver en toda la tierra;
los obispos, incluso los titulares, igualmente ex lege, tienen la
facultad de absolver en toda la tierra, con el nico lmite, en el
mbito de la legitimidad y no de la validez, de una eventual
oposicin por parte del obispo local; por ley cannica, quien
tiene la facultad de absolver en conexin con un oficio
(penitenciario, prroco, capelln militar, etc.) puede confesar
vlidamente en todas partes; as quien tiene la facultad
delegada pero estable; salvo oposicin por parte de la
autoridad diocesana local (y aqu ad validitatem) en relacin
con los fieles no "sbditos" del confesor vase el canon 508
CIC. Pero tal extensin reposa sobre una concesin ex lege:
originariamente el poder de absolver por s mismo se extiende
slo cuanto se extiende la jurisdiccin, ex officio, o delegada,
atribuida al sujeto o por la suprema autoridad o por la autoridad
diocesana. No entramos aqu en el problema de la jurisdiccin
dada por los superiores religiosos a sus sbditos religiosos,
pero tngase presente que los religiosos, como penitentes,
pueden siempre libremente disfrutar de la jurisdiccin atribuida
a un sacerdote confesor de la Santa Sede o de la Autoridad
diocesana.

Pero, como se ha dicho, las limitaciones pueden referirse


tambin al contenido de la acusacin sacramental: y aqu la
consideracin versa tcnicamente sobre las "reservas" o
"casos reservados". Vase a propsito, en sede doctrinal, el
Concilio de Trento, captulo 7 del Decreto sobre el Sacramento
de la Penitencia, DB 1686, 1687, 1688. Ahora bien, tales
reservas pueden ser relativas sea al pecado in se et per se
considerado, sea al pecado en cuanto que comporta una
censura de excomunin o interdicto. A partir de 1983, en la
Iglesia latina no se dan ms pecados reservados ratione sua,
es decir, no hay reserva al poder de absolver determinada por
la ndole intrnseca del pecado. Se dan, por el contrario,
pecados cuya absolucin es sustrada al confesor ordinario por
motivos de la censura. En las Iglesias de rito oriental, no se dan
censuras ex lege, sino slo por acto del Jerarca y, por lo tanto,
no se dan pecados reservados ipso iure ratione censurae, pero
se dan dos pecados reservados ratione sui (el de la violacin
directa del sigilo sacramental y el de la absolucin del propio
cmplice en acto externo contra el sexto mandamiento).

La reserva puede impedir la absolucin a cualquier ministro del


Sacramento inferior al romano Pontfice: se trata de cinco
censuras para el rito latino (casos de sacrilegio externo contra
el santsimo Sacramento de la Eucarista, ca. 1367 CIC; de
violencia fsica contra el sumo Pontfice, can. 1370 CIC; casos
de absolucin del propio cmplice en pecado externo contra el
sexto mandamiento, can. 1378, pr. 1, en conexin con el
canon 977; violacin directa del sigilo sacramental, can. 1388,
par. 1 CIC; y de dos pecados reservados ratione sui de las
Iglesias de rito oriental. O tambin puede impedirla slo al
confesor que no tenga potestad episcopal, o analogada (como
en el caso de los superiores mayores religiosos con respecto a
sus sbditos). Los casos de reserva ligada a la censura no
reservada a la Santa Sede son numerosos, y no pueden ser aqu
enumerados. Sin embargo, se recuerda que entre stos est el
delito de aborto, del que tratamos en este caso concreto. Pero
antes de pasar al caso concreto es necesario hacer unas
ltimas consideraciones.

Las reservas tienen el objetivo de crear un obstculo y un freno


con relacin a aquellos delitos, gravsimos, que son objeto de
la reserva misma; stas adems aseguran una necesaria
uniformidad de tratamiento en la solucin definitiva de aquellos
casos; y ayudan a los mismos penitentes en cuanto que les
proporcionan, con la intervencin de la autoridad competente,
la posibilidad de madurar, sabidura para aceptar con equilibrio
y mansedumbre las decisiones, y favorecen el sentido de la
subordinacin, hecha de fe y de obediencia sobrenatural, a la
jerarqua de la Iglesia. Pero la Iglesia, Madre solcita, quiere
que no slo llegue la eficacia de la que se habla aqu, sino
tambin que, en cuanto es posible, la reconquista de la gracia
de Dios y de la amistad con la Iglesia misma, sea obtenida
tambin antes de la solucin definitiva por parte de las
instancias cannicas competentes (Santa Sede, para las
materias a ella reservadas, y per todas la dems materias: en
concreto recurso a la Penitenciara apostlica; autoridad
diocesana o del Superior mayor religioso, para las materias no
reservadas a la Santa Sede).

La Iglesia, por lo tanto, ha establecido para los fieles de rito


latino el canon 1357 CIC, en virtud del cual tambin un
confesor no provisto de las facultades anteriormente dichas
puede absolver de cualquier pecado, ligado con una censura,
con tal que sta no haya sido declarada, y con tal que al
penitente resulte duro quedarse sin la gracia de Dios durante el
tiempo necesario para recurrir a la autoridad competente; esto
tambin en lo que se refiere a las censuras reservadas a la
Santa Sede. Pero el penitente tiene la obligacin de recurrir a
la autoridad competente (la Penitenciara Apostlica
competente en cualquier hiptesis; la autoridad diocesana - o
del superior religioso- para los casos no reservados a la Santa
Sede) bajo pena de recada en la censura si no lo hace - en va
ordinaria- dentro del plazo de un mes. Ahora bien, es evidente
que el confesor debe hacer lo que est en su mano para inducir,
con la gracia de Dios, al penitente a concebir aquel dolor, que
autorice a usar el canon; y debe prestarse para hacer el
recurso. Adems todos los obispos, incluso los titulares,
pueden absolver sacramentalmente de las censuras no
reservadas a la Santa Sede establecidas por ley y no
declaradas (los cardenales, obviamente, lo pueden en cuanto
investidos del carcter episcopal).

Igualmente pueden absolver los penitenciarios, sea los del


captulo canonical, sea los establecidos para otros motivos por
la autoridad competente, como, por ejemplo, los penitenciarios
de las baslicas patriarcales de Roma. Y finalmente pueden
absolver los sacerdotes a los que, o la Santa Sede o la
autoridad diocesana, hayan conferido la facultad, se
comprende dentro del mbito de la facultad concedida a ellos:
la autoridad diocesana no puede conceder la facultad relativa a
las censuras reservadas a la Santa Sede, mientras que la Santa
Sede puede concederla en cualquier hiptesis. Cuando se trata
de obispos en foro interno, de penitenciarios, y eventualmente
de confesores a quienes, como aqu se dice, hayan recibido las
facultades de la Santa Sede o del obispo, no se le exige el peso
del recurso. No se puede por el contrario absolver en foro
interno en fuerza del canon 1357 de la censura de la
suspensin.

De la censura ligada al delito del aborto por privilegio ab


immemorabili pueden absolver los confesores pertenecientes a
las rdenes mendicantes (dominicanos, franciscanos,
agustinos, carmelitas, mercedarios, trinitarios, siervos de
Mara, mnimos, etc.).

Siempre por la necesidad de proveer al bien de las almas, en


circunstancias de cualquier modo anlogas a las consideradas
por los latinos del canon 1357, cae la reserva para los dos
pecados reservados ratione sui del Cdigo de los cnones de
las Iglesias orientales. En lo que se refiere al aborto, se
recuerda que la censura alcanza a los autores y a los
cooperadores cuando el aborto se ha verificado, es decir
effectu secuto.

B) Aspecto pastoral

El confesor debe prudentemente verificar si el penitente haya


cometido el delito, al cual se refiere la censura, en las
condiciones por las que la relativa ley penal se vuelve
operante, o si haya actuado en presencia de circunstancias
eximentes (menor de edad, ignorancia invencible,
inadvertencia, violencia que quite el ejercicio de la libertad,
etc.). Debe, de todos modos, estimular al penitente al dolor
perfecto, por el cual aun no pudindose impartir la absolucin,
l vuelva a alcanzar la gracia de Dios, pero, en esta hiptesis,
expresamente advirtiendo que no puede acercarse a la
Sagrada Comunin, ni siquiera cuando sea cierto (por cuanto
pueda ser humanamente cierto!, cosa que no debiera
presumirse fcilmente) de haber concebido el dolor perfecto de
los pecados. Debe verificarse si se da lugar a la aplicacin del
canon 1357, para la absolucin con el peso del recurso; y si no
se da lugar a la aplicacin de tal recurso, deber indicar al
penitente la necesidad de acudir a quien est provisto, por
oficio o por concesin, de las facultades necesarias; o de
esperar que l, el confesor, reciba (oralmente o por escrito) las
facultades de quien corresponda. Es obvio, sea en este caso,
sea en el caso de la aplicacin del canon 1357 que para el
recurso necesario, el confesor tendr que referir el caso
callando del todo el nombre del penitente.

La respuesta al caso

Ahora podemos proponer la solucin del caso concreto. La


penitente tendr que ser amonestada para que, en el lmite
razonablemente posible, se acuse no slo del pecado de
aborto, sino tambin de todos los otros pecados mortales
cometidos desde la ltima absolucin vlida, si el pecado de
aborto fue callado conscientemente en confesiones anteriores,
que en esta hiptesis fueron confesiones sacrlegas y no
cancelaron los pecados; o si incluso no se volvi a confesar
despus de este pecado.
Tendr que ser invitada a recibir la absolucin en fuerza del
canon 1357, si su dolor es como el canon lo exige (el deseo de
recibir la comunin slo por amistad hacia los dos esposos, no
sera de por s un argumento suficiente, ya que
desgraciadamente hoy por hoy muchos se acercan a la
comunin por motivos de conveniencia social); y estimularla al
dolor sincero. En el caso concreto se le debe dar una cita para
recibir los mandatos de la autoridad competente o se le debe
pedir la direccin para comunicarlo por escrito. Tambin es
posible invitarla a acercarse a quien tiene el poder de
absolverla (obispo, penitenciario, religioso mendicante,
sacerdote delegado, como en el caso de Roma, en donde todos
los confesores tienen la autorizacin de la Vicara a levantar la
excomunin ligada al aborto). Se le debe invitar a no recibir en
ese momento la comunin, aun cuando haya sido absuelta, si
(por hiptesis improbable) sea conocido su delito de aborto y
no se pudiera mostrar convenientemente la absolucin
recibida. Finalmente prescrbase una penitencia, que
corresponda a las posibilidades fsicas, psicolgicas,
culturales de la seora, y preferentemente, si es posible, que
pueda reparar en la misma especie, por ejemplo ayudando a
madres en dificultad, ayudando a la infancia, etc.

En el caso del aborto, si el penitente es de sexo masculino,


tngase presente que interviene no slo la excomunin, que se
levanta como en el caso hipotizado, sino tambin la
irregularidad, que se debe levantar y que compete slo a la
Santa Sede (en foro interno, la Penitenciara Apostlica). Puede
ocurrir que uno pueda ser absuelto de la excomunin pero que
permanezca en situacin irregular. En este caso, sea que se
trate de una persona ordenada in sacris, sea que se trate de
una persona que quiera ascender a las rdenes sagradas (en
este caso con extrema prudencia! El delito podra ser signo de
no verdadera vocacin, de falta de idoneidad) el confesor
ofrzcase para presentar el recurso, siempre callando el
nombre del penitente.

Autor: Csar Valdeolmillos Alonso | Fuente: Anlisis Digital


El grito silencioso
La Divina Naturaleza, hizo del vientre de la mujer, el ms frtil
campo destinado a dar el ms maravilloso y sobrenatural fruto
de la creacin

Yo imagino que el grito de esos pobrecitos que son


asesinados antes de nacer, debe llegar hasta Dios
Madre Teresa de Calcuta

El doctor Gerome Lejeune, uno de los mayores


genetistas de la historia, fue invitado por el Senado
de Francia hace unos veinte aos, para que
El grito ofreciese su documentada opinin sobre el tema
silencioso del aborto. Una de las opiniones fuertemente
arraigada en dicha cmara, era la que sostena que hay
embarazos que deben ser interrumpidos, cuando los
antecedentes o el pronstico parecen ser irreversiblemente
malos.

Cuando se le otorg la palabra al Dr. Lejeune, plante un caso:


"Tenemos dijo un matrimonio en el que el marido es
sifiltico terciario incurable, y adems decididamente
alcohlico. La mujer est desnutrida y sufre tuberculosis
avanzada. El primer hijo de esa pareja muere al nacer; el
segundo sobrevive, pero con serios defectos congnitos. Al
tercer hijo le ocurre lo mismo y se le suma el hecho de ser
infradotado mentalmente. La mujer queda embarazada por
cuarta vez. Qu aconsejan ustedes hacer en un caso as?". Un
senador del bloque socialista manifest categricamente que
la nica solucin para evitar males mayores, era practicar un
"aborto teraputico" inmediato. Lejeune hizo un largo y notorio
silencio; baj la cabeza por unos segundos en medio de su
expectante mutismo; volvi a alzarla y dijo: "Seores
Senadores, pnganse de pie, porque este caballero acaba de
matar a Ludwig van Beethoven".

El hecho real al que acabo de referirme, podra aplicarse a


otros muchos de similares circunstancias, que tuvieron
despus por protagonistas a personajes muy clebres en la
historia de la humanidad, lo que desmonta de forma irrefutable
la justificacin de un asesinato bajo el mal llamado aborto
teraputico.

Y es que, como deca en el primer artculo que dediqu a este


tema, Cuando nace un nio, nace un mundo nuevo, y su
aniquilacin, constituye la destruccin irreparable de parte del
futuro del universo. Es igual que llegue a ser un genio o no. Lo
verdaderamente importante, es que es un ser humano nico e
irrepetible, que vivir si le dejamos, en un mundo que puede o
no ser exactamente igual al nuestro, pero que siente y que
padece, que tiene sus ilusiones y sentimientos, que ama y le
gusta sentirse amado y que en el fondo, desea ser aceptado y
har todo lo posible por integrarse en nuestra sociedad.

Demaggicamente se suele argumentar por aquellos que


fomentan la cultura de la muerte aborto y eutanasia que es
inhumano no legalizar el "aborto teraputico"; que este debera
realizarse cuando el embarazo pone a la mujer en peligro de
muerte o de un mal grave y permanente.

Teraputico procede de "terapia", que significa curar y el


aborto, no solamente no cura nada, sino que mata
directamente a un ser humano inocente e indefenso y produce
unas secuelas sicolgicas en la madre, que perdurarn durante
toda su vida. Por otro lado, el cdigo de tica mdica, seala
que en el caso de complicaciones en el embarazo, deben
hacerse los esfuerzos proporcionados para salvar a madre e
hijo y nunca tener como salida la muerte premeditada de uno
de ellos, porque eso convertira a los mdicos cuya misin es
preservar la vida curando las enfermedades en sicarios a
sueldo.

Pero, de momento, no es mi intencin demostrar las falacias


del incongruente y mal informado?, progresismo. Porque el
asesinato, jams puede constituir ninguna forma de progreso.

El objetivo de mis ltimos artculos, es concienciar a quien


tenga la oportunidad de leerme, del valor que tiene toda vida
humana; del decisivo y noble papel que desempea la mujer en
la transmisin de la existencia; concienciarla de que, a quien
lleva no lo que lleva dentro de su vientre, no es su propio
cuerpo simplemente est alojado en l y por tanto, no tiene
el menor derecho a decidir sobre una vida que no es la propia;
del irremediable dao que de por vida se hara as misma, de
atentar contra la inocente criatura que ella misma ha creado;
de que alumbrando a ese nuevo ser, justifica su propia razn de
ser como mujer, que es la ms noble misin y la culminacin
del privilegio de que la dot la naturaleza. En definitiva, porque
la muerte solo significa destruccin, una vez ms, quiero
transmitir un mensaje positivo de amor, fe, fortaleza y
esperanza.

Sin embargo, no podemos ignorar la existencia de un opresivo y


arbitrario progresismo que persigue el logro de una sociedad
amorfa, mediante la despersonalizacin del individuo, la
eliminacin del t y el yo, con todo lo que de excepcional
conllevan estos conceptos; la supresin de marido y mujer,
sustituyndolo por cnyuge A y B. Partiendo de este principio,
en el trascendente acto de la procreacin, ya no seremos
padre y madre, sino progenitor A y B. Realmente nos
estamos dando cuenta de la profunda gravedad que constituye
esta perversin del lenguaje y a donde nos puede conducir esta
deshumanizacin en el futuro, si llegamos a aceptarlo como
algo normal y cotidiano? Entre otras muchas consecuencias, si
con el paso del tiempo, esta forma de pensar prende en la
sociedad, se producir un vaco insensibilizador que nos
conducir a la nada, con capacidad de contagiarlo todo, lo que
permitir al Estado, el adueamiento de los derechos
fundamentales del ser humano, convirtindose en seor
absoluto y manipulador de cuerpos y conciencias, ltimo fin del
totalitarismo laicista.

Quienes patrocinan, fomentan y legislan basndose en estos


bastardos e insolidarios intereses ideolgicos y econmicos,
estn colocando a Espaa en la primera lnea del sacrificio
infantil, presentando el aborto como un derecho y liberacin de
la mujer. Una liberacin que, al marginar a los padres, deja sola
a una nia de diecisis, diecisiete aos al fin y al cabo una
adolescente que necesita la proteccin de quienes
verdaderamente la aman y deben velar por proteccin y por su
bien aterrada por las consecuencias de una relacin sexual
inmadura, para que elija sola un futuro en el que solo estar
acompaada de por vida, por la angustia, el sentimiento de
culpabilidad, la ansiedad, los terrores nocturnos, la depresin,
los trastornos de alimentacin o de su vida sexual futura,
secuelas que habitualmente aparecen y permanecen, incluso
aos despus de haber abortado.

La ministra de Igualdad?, Bibiana Ado, dijo el 18 del pasado


mes de mayo: "Un feto es un ser vivo, pero no podemos hablar
de ser humano"(1).

Lo que una mujer lleva en su seno materno desde el mismo


instante de la concepcin, es un nuevo ser humano en
desarrollo y no solamente un ser vivo. Como si de un embrin o
un feto humano, pudiese surgir una salamanquesa.

El Dr. Bernard Nathanson, gineclogo norteamericano, cuenta


en su autobiografa haber realizado ms de 60,000 abortos. En
su libro confiesa que era un paria en la profesin mdica. Se
me conoca como el rey del aborto Llegu incluso a abortar a
mi propio hijo", declar el mdico en una conferencia llorando
amargamente. Ese suceso cambi su vida. Dej la clnica
abortista y pas a ser jefe de obstetricia del Hospital de St.
Lukes. La nueva tecnologa del ultrasonido haca su aparicin
en el mbito mdico. El da en que Nathanson escuch el
corazn del feto en los monitores electrnicos, comenz a
plantearse por vez primera "qu era lo que estbamos haciendo
verdaderamente en la clnica". Decidi reconocer su error y en
la revista mdica The New England Journal of Medicine,
escribi un artculo sobre su experiencia con los ultrasonidos,
reconociendo que en el feto exista vida humana desde el
mismo momento de la concepcin. Inclua declaraciones como
la siguiente: "el aborto debe verse como la interrupcin de un
proceso que de otro modo habra producido un ciudadano del
mundo. Negar esta realidad, es el ms craso tipo de evasin
moral". Haba llegado a la conclusin de que no haba nunca
razn alguna para abortar: el aborto es un crimen. Con los
ultrasonidos hizo un documental que llen de admiracin y
horror al mundo. Se titulaba "El grito silencioso". Nathanson
haba abandonado su antigua profesin de "carnicero humano".
Hoy, Bernard Nathanson, es un judo convertido al catolicismo.

Por activa y por pasiva, Bibiana Ado, la ministra que ha


promovido el nuevo proyecto de Ley del aborto, ha tratado de
justificar el mismo, argumentando que es para evitar que vaya
a la crcel aquella mujer que aborte. Ciertamente no se conoce
un solo caso en que por este hecho se haya aplicado tal
condena, pero s es cierto que la mujer que aborta, queda para
siempre aprisionada entre rejas; las rejas morales de su propia
culpabilidad, que en algn recoveco de su alma, le aprisiona y
no le deja dormir.

En cualquier tipo de circunstancias en las que se produzca un


embarazo, la respuesta no est en el raciocinio, si no en las
indescriptibles sensaciones de amor y de ternura que ese
nuevo ser que la madre alberga dentro de s misma, le hace
sentir.

Cuando una mujer se encuentra ante un embarazo en


circunstancias adversas, hemos de tener en cuenta que es un
ser humano, que tiene que enfrentarse, en medio de su ntima
soledad, al dilema de escoger entre la Vida o la muerte; ahora
le llaman Derecho Reproductivo. Este dilema no lo comparte,
lo decide en medio de la desesperacin, la angustia y el miedo,
y cuando finalmente decide por la muerte del hijo, lo hace en
medio de un dolor indescriptible, sin que nadie le informe
adecuadamente de que la vida le ofrece otras salidas y de que
en ese momento se est embarcando en la nave de un drama,
en la que se ver prisionera y navegar durante el resto de sus
das.

Hundir en ese abismo a una criatura que se enfrenta a una


incertidumbre tan trgica, no es otorgarle un derecho, ni
abrirle las puertas de una embaucadora liberacin: es una
autntica villana, tras la que se esconden infames intereses.

Todos los cientficos y clase mdica, coinciden en el hecho


incuestionable en que, ante el atroz ataque que un beb sufre
el transcurso de un aborto provocado, el nio reacciona ante el
dolor e incluso emite lo que muchos han llamado, el grito
silencioso. Silencioso porque no se escucha fuera de su
hbitat natural, pero que su infinito dolor ante la salvajada que
con l se est cometiendo, nunca dejar de escuchar el
corazn de su madre.

La Divina Naturaleza, hizo del vientre de la mujer, el ms frtil


campo destinado a dar el ms maravilloso y sobrenatural fruto
de la creacin. No permitamos que tan prodigioso origen de la
vida, el aborto lo convierta en un lbrego atad, reino eterno
del dolor y del silencio.

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