MELLONI, J, El Cristo Interior (Barcelona 2010)

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JAVIER M E L L O N I

El Cristo interior
Javier Melloni

EL CRISTO INTERIOR

Herder
ndice

Presentacin 9

I. HORIZONTE 15
1. Venid y lo veris 17
2. T eres mi Hijo, en quien me
Diseo de la cubierta: Michel Tofahrn complazco 23
3. Conviene que yo disminuya
2010, Javier Melloni y l crezca 29
2010, Herder Editorial, S. L.
II. CAMINO 35
a a
I edicin, 3 impresin 1. Muy de madrugada se retir
a orar 37
ISBN: 978-84-254-2701-5
2. Hablaba con autoridad 43
La reproduccin total o parcial de esta obra sin el consentimiento
expreso de los titulares del Copyright est prohibida al amparo de 3. Felices los que eligen ser
la legislacin vigente. pobres 49
4. Buscad el Reino de Dios
Imprenta: Publidisa
y su justicia 55
Depsito legal: SE-5617-2011
Printed in Spain - Impreso en Espaa
5. Te bendigo, Padre, porque
lo has revelado a los sencillos .... 61
Herder 6. La verdad os har libres 65
www.herdereditorial.com 7. Pasad a la otra orilla 71
III. VACIAMIENTO 75 Presentacin
1. Se puso a lavarles los pies 77
2. Tomad y comed 83
3. Que no se haga mi voluntad
sino la tuya 89
4. Este es el Hombre 95
5. Tengo sed 99
6. Padre, perdnales porque
no saben lo que hacen
7. En tus manos entrego
mi espritu
103

107
E n Cristo Jess los cristianos reconocemos
la imagen visible del Dios invisible (Col
1,15). Por medio de l vislumbramos tanto lo
que es Dios como lo que estamos llamados a
IV. GESTACIN 113 ser los humanos: plenitud de receptividad y
1. En un sepulcro nuevo 115 de donacin. En el completo darse de Dios
2. Mujer, por qu lloras?... en Jess y de Jess en Dios se manifiesta el
No me retengas 119 misterio del que todos recibimos gracia
3. Bautizad en nombre del Padre, sobre gracia (Jn 1,16). Los himnos de los
del Hijo y del Espritu 123 comienzos insisten: en l reside la plenitud
4. Yo estar con vosotros hasta de la divinidad (Col 1,19); todo encuen-
el fin de los tiempos 127 tra su recapitulacin en l (Ef 1,10); el
5. El Padre y yo somos uno 131 mismo que descendi ascendi por encima
6. Permaneced en m 137 de los cielos para llenar el universo entero
7. El Espritu os conducir (Ef 4,10). En Cristo se nos muestra nuestro
a la verdad plena 141 destino ltimo, para qu hemos sido trados
a la existencia: para participar de esa misma
EPLOGO 145 plenitud (pleroma) que sobrepasa lo que po-
La realidad es Cristo 147 damos esperar. Como Pablo, deseamos estar
arraigados y fundamentados en l y llegar
Sobre el autor 151 a conocer su amor que excede todo conoci-

9
miento y ser llenados de toda la plenitud de mos a la vida para acoger el darse de Dios y
Dios (Ef 3,19). para convertirnos en matrices de su desple-
La realidad es Cristo (Col 2,17) y lo es garse en el mundo.
en cuanto que los cristianos reconocemos en Cada tradicin religiosa es un camino ha-
l la unificacin de lo divino, de lo humano cia el desvelamiento de lo Real. Los cristianos
y de lo csmico en un mximo de diafana. somos aquellos que hemos sido seducidos por
Esta diafana procede de la transparencia de Jess de Nazaret, quien de tal modo vivi
un modo de ser totalmente descentrado de s abierto al Otro de s, que descubri que esta
que permite establecer la verdadera comunin Alteridad le constitua como su ms profunda
con Dios, con las personas y con las cosas. e ntima mismidad. A travs de l accedemos
Lo que identificamos en Jess est llama- a la revelacin de lo que somos as como so-
do a ser vivido por cada ser humano. Quien mos atrados para que nuestra existencia sea
opera esta transformacin es el Espritu Santo, la ocasin de su transparencia.
la dynamis divina que se derram en Jess, el Las presentes pginas tienen como primer
Cristo el Ungido desde su concepcin soporte otras pginas: los Evangelios que nos
y que est presente en cada persona desde el relatan la vida de Jess el Nazareno, confesado
instante mismo de su aparicin por el mero como el Cristo y el Hijo de Dios por sus segui-
hecho de existir. En la medida que nos abri- dores. En cuanto que hablan de un personaje
mos a esta uncin, nos va cristificando, nos va histrico, remiten a una exterioridad, lejana
transformando en alter Christus. en el espacio y en el tiempo y, como tal, inac-
Si bien hay una cristologa descendente, y cesible; pero, como manifestacin del eterno
otra ascendente, tambin podemos hablar de darse de Dios, somos contemporneos suyos.
una cristologa interior. Interior no significa Cada generacin es equidistante de Cristo y es
ajena al mundo, sino revelacin de lo que el capaz de Cristo. Por medio de esta contem-
mundo alberga. Brota desde dentro de las poraneidad no slo accedemos a su exterior,
cosas y de las personas no como un esfuerzo, sino que le habitamos y somos habitados por
sino como el desarrollo de una semilla (Le l. El trasvase de lo exterior a lo interior se
13,19), como la germinacin de un ncleo produce por la meditacin y la contemplacin
oculto pero siempre presente en todo. Veni- asiduas de tales textos. Nos advienen noticias

10 11
suyas a travs de palabras escritas, y por ello en su encarnacin continua, como continuo es
las consideramos sagradas, porque recogen la tambin el acto creador de Dios. De esto habl
enseanza y los relatos de un camino vivido un fraile dominico hace algunos siglos, Eckhart
anticipadamente por l. La sacralidad del texto de Hochheim, maestro no slo de las letras,
tiene su culminacin cuando transforma al sino, sobre todo, de la vida, pero su exceso
que lo lee. no lo soportaron algunos de su generacin.
Nosotros recurrimos a los Evangelios, tal Tambin Juliana, ermitaa de Norwich, dijo
como para otros caminos existen otros textos. que Cristo era madre, que nos engendraba
En estas pginas vamos a entrar en algunos de en su sangre, que sus llagas eran las oberturas
los nuestros. Son textos iniciticos, que crecen de su matriz. Y Juan, el de la Cruz, aquel fraile
con quien los lee, tal como dijera Gregorio mnimo, mudejardillo de Fontiveros, dijo que
Magno. Crecer significa aqu abrirse y dejarse cuando al alma, estando enamorada, le falta lo
configurar por la forma crstica de la que Jess natural, se infunde en ella lo divino, natural y
es pauta y modelo arquetpico, mysterium co- sobrenaturalmente, porque no se d vaco en
niunctionis de lo pasado, lo presente y lo que la naturaleza.
est por venir, que ya est viniendo en este ir La Iglesia es un jardn con sorpresas donde
y venir por los textos y por la vida hacia l. germinan semillas antiguas que en su da no
Conjuncin de exterioridad e interioridad lo hicieron pero que no murieron, y donde
que va transformando la existencia y va propi- rboles de antao son hoy leos olvidados.
ciando la transparencia de las palabras, de los La Iglesia es ms grande que ella misma, pero
actos y de los gestos, para conducirnos a un no lo sabe. Pone lmites a sus posibilidades.
estado que llamamos santidad. As, a travs Siempre lo ha hecho y contina hacindolo.
de la vida de Jess y de los relatos que nos la Pero las semillas del Evangelio no saben de
transmiten, la forma excede a la forma a la vez estas demarcaciones, y por ello hay Iglesia
que la concrecin es la oportunidad para que ms all de la Iglesia, como hay Evangelio ms
se muestre lo Inmanifestado. Como cristianos all del texto y hay Cristo naciendo en todo
accedemos al Origen de todo lo que es a travs corazn desalojado de s mismo.
de la persona de Jess de Nazaret. La interio- El Cristo naciente est albergado en cada
rizacin de Cristo en cada cual se convierte interior humano. Hay semillas de divinidad

12 13
la llamada a vivir la existencia como plenitud I. HORIZONTE
del recibir y del darse, tal como acontece en
el interior de Dios esparcidas por doquier.
Jess de Nazaret vino a despertarnos y desde
entonces estamos amaneciendo a pesar de tanto
adormecimiento nuestro.

14
1
Venid y lo veris
(Jn 1,39)

U n ro colinda con el desierto. Gente y


voces en la orilla. Palabras contundentes
de un hombre que no adula. Juan, el que ha
alcanzado el favor de Dios tal es lo que
significa su nombre, proviene de un lugar
solitario donde slo hay cuevas, rocas y algu-
nos animales esquivos. Urge al cambio. Sin
concesiones. Hay diferentes gamas de oyentes:
los que llevan tiempo en bsqueda y se han
hecho discpulos de este asceta arisco; los que
acaban de llegar y escuchan entre extraados y
atrados, y los que no acaban de llegar nunca,
entretenidos.
La bsqueda est en las entraas del ser hu-
mano, de nosotros, animales de profundidades
y de anhelos infinitos. Buscamos porque somos
seres abiertos y esa apertura no tiene fin, como
inacabable es el Misterio. Necesitamos escu-
char palabras verdaderas que nos nutran. Las
que pronunciaba ese hombre que coma salta-
montes y vesta con piel de camello resultaban

17
crebles. A pesar de su dureza, anunciaba algo mentos vena a recibir, no a ejercer. Todava
accesible: la oportunidad de recibir un bao no haba llegado su tiempo.
de purificacin y comenzar la vida de nuevo. Algo sucedi entonces en el ro. Algo se
El templo quedaba lejos, en la capital. Muchos abri o se rasg. Algo se revel y luego volvi
no tenan dinero para satisfacer las ofrendas a velarse. Slo Juan y Jess lo percibieron. Por
propiciatorias que se requeran cada ao para esa cercana, por esa afinidad, la tradicin les
aplacar el sentimiento de culpa que generaba atribuye parentesco de sangre.
una estructura religiosa neurotizante. Aquel Juan comprendi que ya no era necesario
viga solitario haba escrutado los signos y senta continuar hablando ni anunciar. Slo le que-
la inminencia del Esperado por su pueblo. daba indicar:
Uno de esos das lleg hasta all alguien Observad. Abrid la mirada interior y
que nadie supo reconocer ni percibir. Un aprended a reconocerle, porque ya est entre
atardecer, el hombre del desierto, acostum- nosotros.
brado a amplios horizontes de silencio, dijo Entre nosotros est siempre, pero no
que haba visto. Qu vio? Un taljah, un podemos, no sabemos o no nos atrevemos
cordero, palabra hebrea que tambin significa a reconocerle. Slo los que tienen la mirada
siervo. No era un len, ni un guila, ni un penetrante, ejercitada en la desnudez del de-
bfalo. Slo un cordero, un siervo que no sierto, pueden percibirlo.
iba a alzar la voz por las calles, ni rompera Dos discpulos escuchan y entienden. Es-
las caas quebradas ni apagara el pabilo que crutan al da siguiente entre la multitud y lo
humea, record de pronto Juan haber ledo identifican por su modo de estar, de respirar,
en algn libro de los profetas. El hombre del de escuchar, de mirar, de moverse. Esperan
desierto no se sinti digno ante tanta pureza, todo el da hasta que Jess se retira. Le si-
ante tanta inocencia. l predicaba un bau- guen y, dndole alcance quin alcanz a
tismo de conversin pero no esperaba que quin?, le interrogan:
acudiera aquel que iba a limpiar las aguas y Maestro, dnde habitas, dnde perma-
llenar de sentido su gesto por el slo hecho neces, dnde tienes arraigado tu ser?
de presenciarse. Juan quiso ser bautizado por Menein es el verbo griego que aparece, el
l, pero el Esperado no accedi. En esos mo- cual es utilizado en el evangelio de San Juan

18 19
cuarenta y cinco veces. Es el verbo joanico por Venid y lo veris.
excelencia. Se refiere a la permanencia del Hijo A Jess no vamos, sino que venimos. Ve-
en el Padre y del Padre en el Hijo, en el corazn nimos a l porque por l regresamos a casa.
de las profundidades trinitarias. La pregunta de Nuestra casa, nuestro lugar original y origi-
los discpulos es la cuestin teologal y existen - nante, es la vida intratrinitaria, en la que tres
cial primordial: son uno porque el Ser es comunin e inte-
De dnde bebes, Seor? De qu te rrelacin en estado de permanente donacin.
autres? Cul es el secreto que hace que desde El Ser uno y nico se nos comunica desde
que te hemos visto no podamos dejar de ir la profundidad de s mismo como Fuente
tras de ti? originaria (Padre), como Receptculo con ca-
La pregunta es el eco de otra pregunta, muy pacidad constitutiva de acoger (Hijo) y como
antigua. La que Dios hizo a Adn en los orge- Flujo constante de devenir para dejar que
nes: Adn, dnde ests? (Gn 2,9). Qued sin los seres advengan (Espritu). Se nos invita a
responder. Sigue estando por contestar porque participar de esta relacin sin que en ningn
no sabemos dnde estamos. Hemos perdido momento hayamos dejado de estar en ella.
la pista del Ser. Sin embargo, l s lo sabe. Por Por esto es un venir. En Dios est contenida la
ello ha venido; y nosotros tambin lo intuimos, realidad toda. No hay realidad fuera de Dios.
porque, a pesar de nuestro extravo, no cesamos Dios es el nombre de lo Real en su estado
de anhelarlo. Estamos en su Cuerpo, que lo es pleno, fontal y final a la vez. En medio, entre
todo. En l somos, nos movemos y existimos la fuente y el mar, est la creaturalidad, el acto
(Hech 17,28). Somos peces en el mar buscando procesual de tomar conciencia de que en El
el ocano. Nuestra sed nos hace escrutar sin nos movemos, somos y existimos.
descanso. Interrogamos a quien nos responde Pero nos agitamos en exceso y olvidamos
a su vez con una pregunta: que somos, y ello nos lleva a mal vivir. Sin em-
Sabis dnde estis vosotros? Qu es bargo, seguimos buscando e indagando. La
lo que realmente estis buscando? humanidad lleva generaciones innumerables
En nuestras mutuas preguntas empeza- acudiendo a la orilla de maestros para beber
mos a encontrarnos. Hasta que nos hace una palabras puras, capaces de despertar, de in-
invitacin: dicar caminos y de iniciar procesos. La voz

20 21
de los maestros de todos los tiempos tiene la 2
sonoridad de ese retorno a casa. Siendo leja- T eres mi Hijo,
nas, resultan extraamente familiares. En ello
reconocemos que estamos ante las palabras
en quien me complazco
verdaderas. Venid y lo veris. A all vamos (Mt 1,17; Me 1,11; Le 3,22)
viniendo, a la inalcanzable profundidad de
nuestra propia cercana. All, que es aqu y
ahora. Pero necesitamos profetas y al Maestro
para que nos lo desvelen. Necesitamos ir tras
ellos para que nos digan que volvemos a la
casa del Ser que est en nuestro ser. Para ello
E l ro se convirti en vado, en brecha, en
paso inicitico. Al sumergirse en aquellas
aguas se abrieron otras, las de lo alto, que se
hemos de aprender a ver, y tambin a escuchar, derramaron en palabras: T eres el Hijo, mi
e interpretar visiones y sonidos. Hijo, mi complacencia, mi receptculo. Todo
l abierto, las pudo recibir.
Experiencia fundante, estructurante de
Jess. A partir de ese momento invocar a
Dios como Abb. Hesed (ternura) y emet(fide-
lidad) ya estaban en la tradicin de su pueblo.
Presente est tambin en la tradicin islmica
como al-rahvnan y al-mhim.
En el Jordn se radicalizan esa expe-
riencia y esa certeza: que nuestro ser, el ser
de todos, est tatuado en las palmas de su
mano (Is 49,16), gestado en las entraas del
Eterno (Is 43,1; Sal 139,13). De ah, de esa
experiencia tenida en las aguas matriciales del
Jordn, brota toda la predicacin de Jess:
el Reino es una categora integral de filiacin
y fraternidad.

22 23
Se descubri Hijo, fluyendo de Dios, des- cielos no es ms que un modo de hablar de esa
hacindose en tierra y hacindose barro para mismidad inaccesible debida a tanta cercana,
dejarse moldear, no a travs del azar ni de la a tanta simplicidad. T eres mi Hijo, mi com-
necesidad, sino surgido del deseo indecible, placencia, mi descanso, all donde encuentro
primigenio, de un Dios vacindose en amor. un Lugar para poderme dar y manifestarme sin
Entre los humanos una criatura nace porque medida, sin tropezar con ningn obstculo.
dos personas hicieron el amor. Ese amor es La fuente encontr en Jess una concavidad
participacin de ese otro Amor mediante el inacabable donde verterse.
cual Dios nos crea dndonos el ser, su ser. La fe cristiana confiesa que este cuenco
Jess comprendi que los humanos somos no es otro que Dios mismo, porque slo Dios
receptculo y sustancia por medio de los cuales puede contener a Dios. Jess es la conjuncin
Dios puede manifestarse. Qued sobrecogido de Dios en tanto que Hijo en lo Eterno que
de un gozo que le acompa para siempre. se ha hecho hijo en lo humano para despertar
De aqu tambin su libertad frente a una Ley en los humanos la capacidad de reconocer-
que quera poner lmites a ese derramamiento nos como capax Dei, creados para recibir el
sin lmites. verterse de Dios. El bautismo en el Jordn
Jess pudo recibir tanto porque todo l supuso el despertar de la conciencia de Jess
se haba hecho obertura. Haba aprendido a de lo que haba sido desde siempre, para que
vivir as desde pequeo: recibindose de una revelara a los humanos lo que tambin somos
Otredad que descubra en la hondura de s desde siempre: destinados a convertirnos en
mismo. Este lento y progresivo desalojo tuvo el contenido para lo que hemos sido hechos
su eclosin en el momento de recibir el rito recipientes. Siglos ms tarde, una mujer audaz,
de conversin teub que anunciaba Juan. Catalina, hija de Siena, recibi en oracin pa-
Teub, refluir en Dios, en lugar de estar labras semejantes: Hazte capacidad y Yo me
curvado sobre su propia complacencia. Ya no. har torrente.
Y todava menos a partir de ese momento. Ya Despus del sumergimiento en el ro,
no se poda entender a s mismo sin una total Jess fue conducido al desierto para sentir y
referencia a ese Otro de s que estaba en su ms gustar interiormente lo que se le haba revela-
inalcanzable profundidad. La lejana de los do. All creci en lucidez y pudo discernir con

24 25
claridad lo que significaba ser Hijo de Dios de visin transcurre nuestro devenir hacia
y del Hombre. Comprendi tres cosas: que Jess, el recorrido para llegar a ser Hijos,
no se debe hacer un absoluto de las propias viendo y escuchando la manera cmo l vivi:
necesidades convertir las piedras en pan, plenamente abierto y por ello plenamente
porque entonces el manar de la Fuente queda entregado.
obstruido en la corta mirada de la autrrete- Si en el Tabor se da la diafana de la visin,
rencia; entendi que tampoco poda utilizar en otro montculo, en el Calvario, se mostrar
su poder para dominar reinos ni someter a la opacidad, la parte oscura de esa luz. En esa
otros, porque entonces tambin l quedaba oscuridad no hubo palabras. Slo silencio. O
sometido; y que no poda situarse en el lugar tal vez grito ante la sensacin de total aban-
ms alto y tener ideas a su antojo porque desde dono del Verbo extenuado, traspasado. Y es
arriba las cosas y las personas se ven aislada que las imgenes y las palabras, las visiones y
y deformadamente. Jess descubrir que el las audiciones sufren necesarias interrupcio-
lugar del Hijo no es la cspide ms alta, sino nes para hacer posible regiones ulteriores de
lo ms bajo, lo nfimo. El resto de sus aos ir sentido. Palabras e imgenes que son indicios
en busca de ese ltimo lugar, el nico desde el e inicios por donde empezar el camino, pero
cual se puede fundar fraternidad sin que nadie que no son su fin. Por ello, aunque son expe-
quede exterminado o excluido. riencias fundantes, son efmeras. El Jordn y
Segn narran los textos, tiempo ms tarde, el Tabor son brechas para adentrarse, no para
en el Tabor, se oirn unas palabras semejantes quedarse. Tambin la cruz es pasaje.
a las que escuch en el ro, pero esta vez diri-
gidas a otros: ste es mi Hijo. Escuchadle.
La fe hebrea pasa por la audicin. Shem,
Israel, Escucha, pueblo mo. As les fueron
dichas a Pedro, Juan y Santiago, en el Tabor,
las primicias del nuevo Israel. Primero vieron,
luego escucharon. La visin es anticipacin de
plenitud y reposo; la palabra implica camino y
proceso. As, entre la audicin y la esperanza

26 27
3
Conviene que yo
disminuya y l crezca
(Jn 3,30)

D isminuir en Aquel que es para ser en


Quien todo es. Cuando vivimos en la
inautenticidad, nos afirmamos inflexiblemen-
te y ello nos aleja del Ser y nos impide ser.
Ante la presencia de El que es, toda autoafir-
macin se convierte en separacin. Ante El
que es, slo hay deseo de ser en su ser. Por
ello el anhelo de disminuir hasta desaparecer:
Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo
quien vive en m (Gal 2,20). As lo expres
Pablo aos ms tarde, despus de haber sido
tomado en el camino por Aquel de quien
quera haber eliminado todo rastro. Lo haba
perseguido porque intua que iba a trastornar
su vida y, efectivamente, as fue. Tras irrumpir
en su camino, ya no pudo vivir para s mismo,
sino hacia l, para l, en l.
Del mismo modo pas con Juan. Su pre-
sencia le roz y qued trastornado: El que
viene detrs de m ha sido colocado ante m,
porque exista antes que yo (Jn 1,15). Tam-

29
bien en el sufismo hay quienes han sido toca- modo de existencia, renunciando a afirmarnos
dos por Jess. Dice Ibn Arabi: Aquel cuya atrincheradamente para vivir en estado de
enfermedad es Jess no se cura jams. Felices, receptividad y transparencia. La disminucin
pues, aquellos que han enfermado de Jess, de nuestra voluntad de afirmacin deja paso al
porque no sern curados. Muchos son los que Hijo y nos hace Hijos. La filiacin nace de la
han tenido esta enfermedad a lo largo de dos conciencia cada ms ntida de no pertenecerse
mil aos. Todos ellos han querido desapare- a uno mismo, sino de saberse continuamente
cer en l. As fue tambin en los comienzos, recibido. Este despertenecerse hiende regio-
cuando Juan le reconoci. Disminuir. Tales nes hacia la Otredad, una Otredad que nos
son el dinamismo y el secreto del seguimiento: dispone a recibir la alteridad de los dems y
desear perderse en l hasta desaparecer para nos rescata del exilio de vivir blindados.
reaparecer en l y desde l. El conocimiento No podemos resolver la paradoja, slo
se hace amor y el amor, seguimiento. Y qu vivirla, adentrarnos en ella y ser abiertos por
es el seguimiento sino xodo y xtasis para ella: vamos siendo a medida que entregamos
que l tome todo el lugar? nuestro ser, porque el Ser es continuamente
Y esto es as porque l mismo es desapa- cesin de s mismo. Siendo nuestra existencia
ricin, capacit infinie d'effacement, en pala- el don supremo que podemos recibir, slo
bras de Francois Varillon, un jesuta francs. puede sostenerse como don, y, por tanto,
La encarnacin del Verbo, palabra y sentido slo tiene sentido desde la donacin. La ne-
primordiales, implica la penetracin de la po- cesidad de autoafirmacin es un espejismo.
tencia divina en la debilidad humana, lo cual Qu somos o tenemos que no hayamos reci-
supone en l una disminucin. Toda palabra bido? De qu podemos decir que es nuestro?
es insuficiente para referirse a esta inseparable Por ello, para venir a Jess, que es el don que
conjuncin. El manifestarse de Jess como adviene a nosotros, tenemos que rendir el
Hijo aconteci porque su voluntad de afir- yo y dejar de querer ser para configurarnos
macin cedi a la voluntad de donacin. As, por un modo de existir que, siendo aparente
para acercarse al Hijo hay que abandonarse disminucin, es la nica manera de crecer y
en quien nos entrega continuamente su ser. de acceder al Ser. Lo que caracteriza a este
En este dejarnos ir vamos alcanzado otro crecimiento tras la disminucin es que ya no

30 31
se vive a costa de nadie, sino que la existen- paso a El que es y a lo que es. Dejando paso,
cia se concibe con, para y hacia los dems, cediendo, atravesamos la puerta y, entrando
mediante la renuncia a toda voluntad de en el Reino, retornamos a la inocencia de una
dominacin. Abandonados y entregados, po- existencia que vive con la conciencia de que
demos dejarnos moldear para que l imprima todo es don.
la imagen del Rostro original. Disminuir para crecer. Retornar el don
Su Rostro impreso en nuestro rostro no que se nos da en cada momento. Desaparecer
nos despersonaliza, sino que nos transfigura. en esa transparencia y ser baados y recibidos
Cul es el signo de su impronta en nosotros? en esta inocencia. Todo ello es Jess: umbral
Vivir desde la inocencia, renunciando a daar de un modo nuevo de vivir. Por eso hay que
cualquier forma de existencia porque su habi- disminuir ante l y dejar que tome posesin de
tar en nosotros hace que, existiendo, nos de- nuestras personas para poder verdaderamente
mos y dejemos ser en lugar de arrebatar. Vivir llegar a ser.
disminuyndose es vivir sin daar, posibilitan-
do que los dems sean en plenitud, porque es
l quien sella su existencia en cada ser humano
y en cada criatura. Su vida en nosotros hace
que dejemos de constituir una amenaza para
los dems, de manera que seamos ocasin de
ms vida. Para ello hemos de rendir nuestro
yo. Slo as podemos adentrarnos en la vida.
Somos invitados a desalojar todo nuestro
espacio para convertirnos en la ocasin de
su darse. Hay que disminuir para atravesar la
puerta estrecha del Reino (Le 13,24), cuya
estrechez no es otra que el reflejo de nuestra
incapacidad de ceder. La puerta del Reino se
abre por doquier, espaciosamente, cuando
convertimos cada situacin en ocasin de dejar

32 33
II. CAMINO
1
Muy de madrugada
se retir a orar
(Me 1,35)

J ess es un ser horadado. Hay un hueco


constitutivo en l, un espacio abierto que
le impulsa sin cesar a orar. Su vida y su perso-
na son inimaginables sin oracin, aunque los
Evangelios son sobrios en esta materia, como
en todo lo dems. Todo su ser era oracin, re-
ferencia a ese Otro de s en quien se abismaba:
El Hijo no hace nada por s mismo, como
no lo vea hacer al Padre; todo lo que hace el
Padre lo hace el Hijo (Jn 5,19).
Orar es pronunciar el T primordial en el
cual nace la conciencia de un yo que diciendo
T regresa a su matriz originante. Jess llama-
ba Abb a esa Presencia que, habitndole por
dentro, le llevaba continuamente ms all de
s. La palabra Abb contiene las dos primeras
letras del alfabeto, a y b, tambin en hebreo.
Siendo l la Palabra, balbuceaba ante el Silen-
cio los fonemas que le permitan articular todos
los dems vocablos. De la a y de la b de Abb
se desprendan las dems letras que componan

37
las palabras que pronunciaba. Invocando el pueda ser visto desde ese horizonte. De este
Comienzo, convocaba los dos primeros soni- modo, en lugar de un comportamiento activo-
dos de los que emanan todos los dems. reactivo que condena a la repeticin, se podr
Para ello tena que cuidar tiempos diarios dar lo nuevo. Lo nuevo es lo que adviene no
en los que abismarse en ese Otro de s al como resultado de una reaccin, sino como
que se entregaba en adoracin al amanecer fruto de una creacin. Orar da la posibilidad
para continuar hacindolo en el resto de las de co-crear: Todo lo que hace el Padre lo
situaciones de la jornada. Este no-hacer-nada- hace el Hijo. Hacer las cosas desde el Padre
por-s-mismo no es la alienacin de quien no es lo que da impulso al Hijo. Orar implica
sabe asumir la propia existencia, sino todo cambiar de perspectiva y tomar empuje para
lo contrario: orar es conjuntar el centro de actuar bajo la luz que se ha recibido: Lo que
las propias decisiones con el Centro del que he visto estando junto al Padre, de eso hablo
dimana la realidad. Orar significa tomar dis- (Jn 8,38). Orar es abrirse para ver y escuchar
tancia respecto de la inmediatez de las cosas al mismo tiempo, dos modos de recibir, de de-
para percibirlas desde su fondo y discernir su jarse impregnar, para poder configurarse desde
direccin. la raz de modo que el actuar proceda de El.
Orar es pasar de la perspectiva del egocen- Yo le conozco y guardo su palabra (Jn 8,55).
tramiento a ver los acontecimientos y a las per- Por ello, Jess se levantaba muy de madruga-
sonas desde la profundidad de la que emanan; es da: para nutrirse de la Fuente que manaba en
tambin percibirlos desde el final, desde la ple- lo hondo de su persona, lo cual le permita
nitud de lo que todo est llamado a ser, sin los percibir durante la jornada manantiales de la
misma Fuente por doquier.
giros cortos y torpes con los que violentamos la
comprensin de lo que nos rodea. Orar supone La oracin no se contrapone a la accin,
este lento girar de la mirada, de la escucha, de sino que es su complemento. Se requieren
la sensibilidad, de la mente y del corazn tras- mutuamente. La calidad de nuestra accin
puestos, para vivir las diversas situaciones desde depende de la calidad de nuestra oracin y
el origen que las posibilita e impulsa. la calidad de nuestra oracin depende de la
Muy de madrugada, dice el texto. Antes calidad de nuestra accin. Ambas implican lo
de que todo comience, para que cuando suceda mismo: la donacin de s. La relacin de Jess

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con el Padre se nutra de estos tiempos de dentro, ms se abren tambin hacia fuera, en
apartamiento, a la vez que se acreditaba con su atencin a las solicitaciones que nos llegan.
modo de estar entre su gente, despertando en Percibimos la profundidad de lo exterior
ellas el anhelo del Origen y reorientando sus en funcin del espacio que habitamos en
existencias. nuestro interior porque no vemos la realidad
Maestro, ensanos a orar, le pedirn tal como es, sino tal como somos. A mayor
en su momento los discpulos (Le 11,1). profundidad no hay mayor aislamiento o
Cmo oras para que tu ser se transfor- ensimismamiento, sino que aumenta la capa-
me cuando entras en contacto con la Raz que cidad para percibir la hondura de lo que nos
te origina? Por qu a nosotros no nos sucede? rodea. El ser-de-Dios de Jess no se opone a
Qu le falta a nuestra oracin? su ser-para-los-dems, sino que, al contrario,
lo posibilita. La intimidad con Dios no se con-
Y el Maestro, ms que palabras, les ense
trapone a la implicacin con la realidad, ya
la actitud: no hablar mucho sino recogerse
que Dios es quien da consistencia a cuanto
en la profundidad del corazn, all donde la
existe. Cuanto ms plena la unin con Dios,
Fuente est esperando a darse (Mt 6,5-8). De
ms plena tambin la unin con todo lo dems.
nuevo, la trascendencia se une a la inmanencia:
De aqu la lucidez de Jess, el Hijo del hombre,
cuanto ms profunda y serena es la oracin en
que naca a cada momento de las profundi-
la cueva del corazn, ms se percibe la Presen-
dades de lo Real, entregndose en oracin y
cia que ubicamos en los cielos. Qu cielos son
creciendo en libertad.
esos que estn escondidos en la oquedad del
corazn? Qu profundidad es sa que alcanza
la altura y la pureza del firmamento? Qu os-
curidad es la suya que se torna claridad? Qu
silencio es se que se transforma en Voz?
En la casa de mi Padre hay muchas
estancias (Jn 14,2), tantas como grados de
transparencia. Tambin en el corazn hay
muchas moradas y por la oracin aprendemos
a recorrerlas. Cuantas ms se abren hacia
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40
2
Hablaba con autoridad
(Me 1,22)

C uando Jess toma la palabra sorprende


a los que le escuchan. Su hablar pro-
duce una resonancia distinta del hasto que
provocan los funcionarios de la predicacin.
Les nutre esta reverberacin del Verbo que
da sentido a lo que viven. Perciben que tiene
autoridad, no poder. Desprende autoridad
de augere, hacer crecer porque hace a
los dems autores de s mismos. El poder, en
cambio, se ejerce desde la dominacin anulan-
do a los que quedan por debajo. Jess no tiene
ningn cargo externo sobre el que apoyarse
(Me 11,27-33). Su sostn emana de su propia
experiencia y se fortalece a partir de su relacin
con el Fondo del fondo de su existencia. No
tiene ms credencial que estar posibilitando el
acceso a la Fuente que, hacindole crecer a l,
le impulsa a hacer crecer a los dems.
La gente escuchaba a Jess porque Jess,
a su vez, tena la capacidad de escuchar. Esta-
ba atento no slo a lo que suceda dentro de

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l, sino en torno a l, y ello le haca captar lo reconoca en Jess proceda de la referencia
que vivan sus contemporneos. Escuchaba incesante a las personas en nombre de un Dios
y saba interpretar lo que haba en el interior que quera que cada uno creciera desde la pro-
de ellos aunque slo fueran balbuceos de fundidad de s mismo con y hacia los dems.
anhelos difusos e intermitentes que volvan a Su libertad ante la Ley acabar costndole la
desaparecer en el inconsciente. Jess se acer- vida. El orden establecido no pudo soportar
caba a las personas y no tema ser salpicado la desautorizacin que supona para ellos este
por sus angustias o sus incoherencias, ni tema escuchar a cada uno.
ser contagiado por sus enfermedades ni se El comportamiento de Jess plantea algo
escandalizaba por sus comportamientos. Tan fundamental a toda religin y a toda sociedad:
solo se acercaba y escuchaba. Escuchaba sin Dnde se funda la legitimidad de las normas
cansarse y sin juzgar, slo tratando de enten- colectivas? Dnde acaba la libertad y comien-
derlas. Cuanto ms escuchaba ms entenda za la arbitrariedad?
y cuanto ms entenda ms se poda acercar Los seres humanos vivimos en comunidad
de un modo sanador y revelador para ellas. y en ella somos confrontados con la alteridad.
Despus se retiraba y meditaba lo que haba Este estar-con-los-dems ayuda a objetivar
escuchado para comprenderlo todava mejor y criterios y actitudes que pueden ser demasiado
devolverlo interpretado. Por ello, sus palabras subjetivos o parciales. La tentacin de toda ins-
tenan una densidad y una claridad en las que titucin es ponerse a la defensiva y absolutizar
se reconocan quienes acudan a orle hablar. su posicin frente a los que cuestionan el orden
Esta lucidez le llev a hacer nuevas inter- establecido. Entonces entran en pugna poder
pretaciones de la Ley. Toda norma trata de y libertad. Jess se opuso al poder en nombre
poner cauce al comportamiento humano para de la defensa del ncleo irreducible de cada
hacer viable la vida en comunidad. En prin- persona, particularmente de los que quedaban
cipio, la ley nace de la atencin a las diversas excluidos por unos principios implacables que
situaciones para velar por el bien comn, pero se atribuan a Dios pero que provenan de otros
intereses mezquinos.
con frecuencia acaba favoreciendo a los que la
custodian. Entonces, ciega y muda, se convierte Jess era consciente de que haba que
en una usurpacin. La autoridad que el pueblo evangelizar tanto la mente como el corazn

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para que cada cual sea discernidor de su com- palabra humana dejando pasar todo su dina-
portamiento. Como nadie est libre de caer mismo y transformando la realidad. De aqu
en la arbitrariedad y en la autojustificacin, que la palabra de Jess sanara y liberara de
hay que estar permanentemente abiertos y demonios y de otras contaminaciones.
despiertos para que se purifiquen los criterios Escuchar su palabra y reconocerle como
y las motivaciones, tanto personales como Palabra significa recibir la fuerza de ese Verbo
institucionales. Para ello necesitamos palabras creador que sigue pronuncindose en cada
verdaderas. Captamos su cualidad y su fuerza uno de nosotros y que permite a las personas
por los efectos que dejan en nosotros. Eso desplegarse desde su verdad, convocando sus
es lo que suceda con los que escuchaban a posibilidades latentes pero en tantas ocasio-
Jess: perciban que cada palabra que sala nes ignoradas o dispersas.
de l era un sorbo que les nutra y que les
remita a s mismos avivando lo mejor que
haba en ellos.
Por otro lado, lo que oan era creble
porque Jess deca lo que pensaba y realizaba
lo que deca. Se atreva a vivir segn lo que
haba vislumbrado en los momentos de mayor
claridad. De la unificacin de su persona ema-
naba una infrecuente energa que despertaba
el deseo de tener la misma autenticidad y la
misma coherencia entre pensamiento, palabra
y accin que existan en l.
Lo mismo nos sucede ante personas que
estn comprometidas plenamente en aquello
que dicen. Entonces la palabra humana par-
ticipa de la Palabra de Dios, dabar Tahvh,
la cual tiene el don y la energa de realizar lo
que expresa. El Verbo creador confluye con la

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3
Felices los que
eligen ser pobres
(Mt 5,3)

L as bienaventuranzas, pronunciadas sobre


un monte, tienen el carcter de una teofa-
na y constituyen unas de las pginas ms bellas
de la sabidura universal. Hablan de una felici-
dad extraa que se abre camino en medio de
la adversidad y de la contradiccin. Cada frase
es un pasaje, una pascua, donde se extrema la
paradoja: las tierras de escasez se revelan como
tierras de plenitud. N o hay otro modo de
alcanzar lo divino que a partir de lo humano
mismo, yendo a su fondo ltimo, perforando
la cascara que se resiste.
Cada bienaventuranza comienza en pre-
cariedad y termina en completud: el vaco del
tener se convierte en plenitud del ser (Mt
5,3); por el llanto solidario con los que pade-
cen se llega a ser consolado (Mt 5,4); por la
desposesin, los humildes se convierten en
la capa de humus frtil que cubre la tierra (Mt
5,5); el deseo de que haya justicia anuncia las
primicias de una humanidad nueva (Mt 5,6);

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el descentramiento de poner el corazn en la una eleccin libre, como una actitud. Nues-
miseria ajena se convierte en capacidad para tro instinto nos hace huir de ambas. Jess,
recibir a Dios en la propia miseria (Mt 5,7); en cambio, hizo elogio de las dos. No slo
la transparencia de la mirada que no juzga ni elogi a los pobres, sino que se hizo pobre-
compara, sino que acoge incondicionalmente, za. Ser pobre implica todo lo contrario de la
se convierte en percepcin de que Dios est voluntad de poder. El Reino no se puede
presente en toda situacin (Mt 5,8); la pre- desligar de su Rey, que reina en pobreza,
ocupacin por la paz hace partcipes de una porque el Rey de ese Reino es ese Ser pobre
fraternidad sin fronteras, en esa difcil tarea de absolutamente desprendido de s. Su realeza
reconciliar a los humanos (Mt 5,9); los que es dejar ser. Su misma realeza es su pobreza.
son fieles a causas justas, ms all de las mo- No tiene nada. Slo es y deja ser. Se trata del
das y de los cambiantes intereses, son felices tzimtzum, el retraimiento de Isaac de Lauria
porque tienen el absoluto dentro y fuera de s y de la mstica juda posterior, segn la cual
mismos, aunque sean perseguidos porque se Dios se retira para dejarnos ser. Su pobreza
anticipan a sus tiempos, tal como sucedi con es el espacio de nuestra posibilidad. Cuando
los profetas y con Jess (Mt 5,10-11). nos hacemos pobres, abrimos un lugar para
Todo ello son imgenes de la humanidad que l se haga realidad en nosotros y tome
transfigurada a partir de la humanidad desfigu- nuestra existencia desalojada de modo que
rada, el trnsito entre el todava no y el ya s. haya tambin espacio para los dems. Nuestra
En ese largo trayecto transcurre la existencia pobreza nos hace uno con l al renunciar a
de cada cual y de la humanidad entera. Este toda otra posesin que no sea l.
traspaso, esta pascua, no se hace por otro Las riquezas sobre las que nos afirmamos
camino que por la misma realidad en la que son la prueba de que estamos incompletos:
cada uno se halla. necesitamos cosas para ser. El tener es la marca
La pobreza es la primera de las bien- de nuestra incompletud. El no tener, en cam-
aventuranzas, el umbral que permite acceder bio, es el signo de una plenitud. La pobreza se
a las dems y al Reino. Es su condicin de convierte as en la participacin del ser desnudo
posibilidad. En Lucas se trata de una pobreza de Dios, que esn tener. El pobre, al no poseer
real (Le 6,20); en Mateo se presenta como ni apropiarse de nada, comparte la riqueza de

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Dios que es su no-tener. Al no poseer, no est Tanto las bienaventuranzas como el Rei-
fragmentado, lo cual le permite establecer no son transconfesionales. Son actitudes que
nuevas relaciones con las personas y con las acercan a todos los seres humanos. Su carcter
cosas. Desaparecen la depredacin, el abuso universal es lo que hace que muchas veces
y la marginacin en un reordenamiento social sean ledas en encuentros interreligiosos. Nos
donde la pobreza es bendicin porque libera convocan ms all de nuestros pequeos re-
de la avidez y de la competitividad. cintos en una tierra pura de la que hablaban
Revestidos de pobreza, cada cual se puede ya los profetas de Israel: En el monte santo
sentir identificado con alguna de las dems nadie har dao y todos estarn llenos del co-
bienaventuranzas. La vida humana se desplie- nocimiento de Dios como las aguas colman el
ga por alguno de estos caminos. La felicidad mar (Is 11,9). Para nosotros, los cristianos,
plenitud es alcanzada a partir de la mis- Jess no slo est en ese monte, sino que es
ma situacin aparentemente opaca. La clave ese monte. l es la base, la falda y la cima,
est en el modo de vivir cada circunstancia: accesible para los que empiezan a caminar y
Felices los limpios de corazn, porque vern atrayendo desde lo ms alto a lo que el ser
a Dios (Mt 5,8). Una mirada descentrada y humano puede aspirar.
desapropiada que descubre la Presencia que
se gesta en cada cosa y en cada persona.
Fue precisamente su limpieza de corazn
lo que permiti a Jess transmitir tal visin del
mundo, porque sus ojos y sus palabras penetra-
ban la realidad y alcanzaba a ver la humanidad
por venir. Las bienaventuranzas recuerdan
que sin-los-dems no hay acabamiento. Slo
a travs del darse es posible acceder al Reino y
al Rey del Reino, que est identificado con los
ms desposedos (Mt 25). Es la donacin lo que
introduce en el mbito de Dios, no el nombre
que le demos (Mt 7,21-22; Le 6,46).

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4
Buscad el reino de Dios
y su justicia
(Mt 6,33)

D ios est grvido del mundo y el mundo,


de Dios. Son indesligables. Jess cele-
bra esta unin a travs del sacramento del
instante. Frente a un futuro continuamente
diferido, vive en un hoy lleno de Presencia.
A esta presencia y a esta energa divinas que
actan en el mundo Jess las llama el Reino.
Un Reino, maluk, que los judos identificaban
con el Gran Shalom, la llegada de una paz
que abarca los diversos mbitos: el personal,
el familiar, el comunitario, el poltico y tam-
bin el csmico, donde todo volvera a su
inocencia original. Jess anuncia la llegada de
este Reino, pero ello requiere una conversin
integral. Porque ese Reino no es simplemente
la culminacin de todos los anhelos, sino su
transformacin. El Reino que anuncia es un
estado de comunin con la humanidad y con
la naturaleza, donde la identidad de cada cual
no es usurpacin de la ajena, sino su posibili-
tacin, y donde cada existencia es cauce de las

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dems porque se saben participes de la energa sufrimiento y se acerca a la ms desapercibida
divina: creacin y engendramiento continuos, de las personas. En el Reino, la sensibilidad
impulso incesante del ser. De aqu los signos se agudiza.
que acompaarn la predicacin de Jess, que El Dios que est en las personas tambin
no son otros que la restitucin de las personas est en las cosas, en las entraas de su crea-
y de las cosas a su estado original, donde no cin. Su presencia la perciben los pjaros que
hay fragmentacin. Por ello, los enfermos eran revolotean confiados sin sembrar ni segar y
sanados al ponerse en contacto con l. la captan las flores que crecen en los prados
El Reino de los Cielos est entre voso- y en los mrgenes de los caminos sin hilar
tros (Le 17,21). Entos es la palabra que ni trabajar (Mt 6,25-33). La naturaleza se
aparece en el texto, que tambin se puede despliega sin agobiarse porque vive inmer-
traducir por en. En y entre son inseparables sa en esta presencia. El Reino de Dios es
e irrenunciables. Se requieren mutuamente la revelacin de la inmanencia de Dios que
porque el Reino est presente en todo y en brota por doquier. Slo hay que abrirse para
todos, haciendo saltar las dualidades, as como percibirla. Esta apertura conduce a vivir con
las instancias opresoras, tanto internas los autenticidad: Buscad el Reino de Dios y su
bloqueos psicolgicos como las externas justicia y lo dems se os dar por aadidura
el pecado social estructural. El Reino de (Mt 6,33). La justicia consiste en reconocer
Dios no se identifica con un lugar determi- la sacralidad de cada ser y de cada existencia,
nado, porque est en un horizonte de inso- lo cual lleva a instituir un nuevo orden social,
bornable inocencia y fraternidad. No estando donde el dominio y la apropiacin dejen paso
sujeto a clculo (Le 17,20-21), dinamiza una a la reciprocidad.
calidad de ser y de existir que da preferencia La justicia del Reino es la adecuacin
a los ltimos, introduciendo as las categoras de cada cosa y cada persona a su lugar. Este
de Dios en la historia. Esta preferencia por lugar es el retorno al estado original, lo cual
los pequeos y los excluidos se refleja en ml- supone que cada criatura se descubre unida
tiples pasajes, donde la compasin de Jess a la Fuente, y se abre a la celebracin de esa
brota como participacin de la pasin de un reciprocidad. La justicia del Reino consiste
Dios que se hace presente en toda forma de en que cada ser goce de las condiciones de

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existencia que le permitan irradiar el Fondo He venido para prender fuego a la tierra, y
que custodian. Es posibilitar que cada persona cunto deseara que ya estuviera ardiendo!
transparente su capacidad teofnica, de modo (Le 12,49). A la vez, emerge silenciosa y len-
que las condiciones sociales sean reflejo de esa tamente desde el interior de la realidad, como
relacionalidad. Toda existencia en el Reino la levadura fermenta un saco de harina (Mt
emana de la relacin y para la relacin; todo 13,33) o como crece un grano de mostaza
brota desde los dems, con los dems y hacia (Mt 13,31). La categora del Reino nos intro-
los dems. Cada ser se desvela como un reflejo duce en otro orden del tiempo que no tiene
del ser de Dios, en el reconocimiento de ese que ver slo con el porvenir, sino tambin, y
Origen y de ese Fondo de los que cada forma sobre todo, con el presente. En palabras de
es receptculo. Tagore, no temis nunca el instante, dice
La justicia del Reino consiste en vivir en la voz de lo Eterno. O, como se ha dicho,
este estado de receptividad, abiertos a esa el cristiano es quien no tiene esperanza del
Presencia que calma el vaco que nos con- futuro, sino de lo Invisible. Lo Invisible, el ya
vierte en seres agresivos y que hace saltar en s, est presente pero tiene que abrirse. Esta
mil pedazos la armona del Reino cuando no apertura se pone en juego en la cualidad del
sabemos cmo colmarlo. Paz y justicia se dan ahora vivido en estado de entrega, la cual debe
la mano en la medida en que la justicia atiende llegar a todos los mbitos humanos y de las
a las relaciones verdaderas entre los humanos; dems criaturas de la naturaleza. As se har
entonces la paz, el Gran Shalom, brota como visible el Reino.
su resultado ms espontneo. La paz es la
aadidura inmediata, la concomitancia que se
nos da por vivir en la justicia del Reino. Esa
armona invisible que se hace visible por las
relaciones verdaderas es cauce de la Presencia
que impregna los vnculos entre los humanos
y los dems seres vivos que nos rodean.
En la situacin actual del mundo, este
orden se ha de violentar para que advenga:

58 59
5
Te bendigo, Padre, porque
lo has revelado a los sencillos
(Mt 11,25)

E l estremecimiento de gozo con que Jess


pronunci estas palabras proceda de la
evidencia de que es inmensamente simple
percibir a Dios: es apertura infinita perma-
nentemente ofrecida. Su darse es su revelarse,
a cada instante, en cada momento. Los que
viven abiertos los pobres y los sencillos
lo perciben. El corazn inocente, disponible
como el de un nio, es el nico que puede
recibirlo. En palabras de Mara Zambrano,
todo es revelacin, todo lo sera de ser re-
cibido en estado naciente. En cambio, el
pensar y el saber altivos interfieren con cons-
trucciones de la mente que opacan y limitan
esa apertura.
Nuestra capacidad de conocer est en
relacin con nuestra disponibilidad ante la
vida. Para conocer hay que abrirse, lo cual
implica dejar entrar. Y para eso hay que
desprenderse. Cuanto ms se est prendido
sabios y entendidos ms difcil es ese

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desalojo. Hay que abandonarse, recuperar la que es captado por la mente o por los sen-
inocencia y llenarse de gozo por la irrupcin tidos. Slo convirtindose en Hijo, en puro
de tanta Presencia. receptculo, se puede conocer a Dios como
A Dios slo se le puede conocer desde Origen de todas las cosas y de uno mismo.
Dios. Como es vaciamiento continuo de su Slo desde este Origen se puede percibir
propio ser, slo se le puede conocer vacin- cmo es engendrado el propio ser y todo lo
dose de uno mismo, espacindose para dejarle existente. Por ello, el conocimiento entre El-
lugar. Por ello, la revelacin se da en los pe- que- Engendra y el Engendrado es recproco
queos, en los que viven cediendo su ser de y cuanto mayor es la apertura, mayor es la
modo que permiten la manifestacin del Ser. comprensin. Abrirse a Dios es dejarse dar a
Esta pequenez es la que permite no usurpar el luz en cada instante naciente.
misterio de las cosas ni de las personas. Dejar Slo el amor propicia esa apertura para
ser a Dios, al mundo y a los dems es lo que que se d el conocimiento, y el conocimiento
permite que se revelen y que muestren todos impulsa entonces a ms amor. As lo compren-
sus matices y su hondura sin que la propia de Ignacio de Loyola cuando propone pedir
mirada los contamine. En cambio, cuando conocimiento interno de Jess para que ms
estamos saturados de nuestras propias ideas, le ame y le siga. Amor y conocimiento son
omos pero no entendemos y miramos pero dos dinamismos de salida y de retorno, de
no vemos (Is 6,9-10). xtasis y enstasis, que se unifican en el tercer
Nadie conoce al Hijo, sino el Padre, y ojo u ojo interior, que es donde se recibe la
nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a revelacin, en un desalojo cada vez mayor y
quien el Hijo quiera revelrselo (Mt 11,27). ms profundo. Este adentramiento que sucede
Ocultar y desvelar son las dos caras de la entre el Padre y el Hijo, el puro darse del uno
misma realidad. Lo que es perceptible y lo en el otro, es lo que trata de comunicar Jess
que queda por percibir estn siempre ante y lo que le estremece de gozo.
nosotros, debido a la inagotabilidad de lo La tradicin entiende que esta intimidad
Real. La lnea que los separa avanza o retro- entre el Padre y el Hijo es comunicada por
cede segn el grado de apertura. Conocer es aquel en Dios que llamamos Espritu. De este
con-nacer, dejar que se engendre en uno lo modo, Pablo puede decir: A nosotros Dios

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nos lo ha revelado por el espritu, porque el 6
espritu lo explora todo, incluso las profundida- La verdad os har libres
des de Dios (ICo 2,10). El Espritu se lo va re-
(Jn 8,32)
velando en la medida en que el espacio interior,
cognitivo y afectivo, va siendo tomado por El.
Entonces, estando Dios en Dios, se va dando
el conocimiento de uno mismo y de Dios en la
persona que se va desalojando de s.

Lo que el ojo humano no vio


ni el odo oy,
L a verdad que nos libera es saber que no
procedemos del capricho de la nada, del
azar o de la necesidad, sino de una Fuente in-
ni el corazn humano imagin, decible de amor, permanente y continua, que
eso prepar Dios para los que le aman Jess experiment manando de una profundi-
(1CO2,9). dad que llam Abb. Saber que procedemos
de tal Origen nos abre a una confianza y a
La vida intratrinitaria est en la profundidad una libertad siempre por inaugurar. De esta
de todo ser humano, en una inalcanzable verdad brota libertad porque nos revela que la
cercana. La trascendencia divina slo es leja- existencia es puro don dado para dar. Lo que
na para nuestro ego. Cuando se produce el nos impide ser libres es el temor a perdernos.
vaciamiento entonces se da el desvelamiento, Vivimos aferrados a todo sin saberlo, en estado
la revelacin. de shock. Si descubrimos que la existencia es
don, no hay nada que podamos perder, por-
que nunca lo hemos tenido. Slo somos sus
depositarios. Vivir as nos libera. Pero esta ver-
dad, que es libertad, es difcil de alcanzar y est
pendiente de ser desplegada en sus mltiples
mbitos y matices: en los complejos enredos
con nosotros mismos, en nuestras relaciones
de dominacin o de dependencia de los de-

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ms, en el significado que damos a nuestras libres y cuando somos libres damos miedo,
creencias y en los cdigos de comportamien- dijo hace algunos aos Jacques Gaillot, un
to que hemos aprendido para contenernos, obispo francs que fue depuesto porque mo-
creando identidades tanto personales como lestaba con sus posicionamientos.
colectivas en las que quedamos constreidos. La libertad de Jess procede de vivir en la
Con frecuencia quedamos atrapados en todo evidencia de que cada instante de existencia
ello en lugar de ser alas que nos impulsen a brota del darse libre y gratuito de Dios. No hay
alcanzar mayores horizontes. nada que perder y tampoco nada que ganar,
La capacidad liberadora de la verdad con- porque la vida es pura gratuidad. De aqu nace
siste en conectarnos con la Presencia que da una libertad soberana que no procede de la
consistencia a cada momento, posibilitando arbitrariedad, sino de la gratitud. Esta libertad
que alcancemos el ncleo de cada situacin, es fuente de lucidez, lo cual permite adentrarse
persona y cosa sin aterrarnos a ellas. Cuando en ms mbitos de esa Verdad que se propaga
estamos arraigados en lo real, podemos fluir por doquier. En palabras de Hadewijch de
y co-crear. En cambio, la inautenticidad hace Amberes, mujer libre del siglo xm: El alma es
que vivamos en un mundo falso en el que nos un camino por el que se abre paso la libertad
replegamos para defendernos por temor a la de Dios desde lo ms profundo de s mismo;
prdida. y Dios es el camino por el que se abre paso la
Qu es la verdad?, pregunt el go- libertad del alma hacia el fondo inalcanzable de
bernador romano ante el Hombre que con Dios, que, sin embargo, alcanza el alma en lo
su llamada a la libertad amenazaba cualquier ms profundo de s. La libertad nos adentra
forma de poder y que por eso haba sido en- en el mbito de Dios y abre espacios indecibles
cadenado. Pilatos tena la Verdad ante sus ojos de comprensin y de actuacin. Pero somos
pero no pudo reconocerla porque no estaba seres escasos y, cuando tenemos o compren-
dispuesto a correr el riesgo de ser libre. Las demos algo, queremos retenerlo, y as vamos
cadenas que ligaban a Jess no eran sino la perdiendo parcelas de existencia. La libertad
exteriorizacin de su propio encadenamiento que viva Jess le permiti ir ms all de los
a un rol del que no poda prescindir. Ser libres convencionalismos sociales y religiosos de su
tiempo porque beba directamente de la Fuente.
es una ardua tarea. Tenemos miedo de ser

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Sus contemporneos no pudieron tolerar la Su vida no la perdi, sino que la gan para
interpelacin a vivir a la intemperie. todos, para que dejemos de vivir atrapados en
El conocimiento de la verdad se revela el temor de perder la propia individualidad.
como una aventura que implica a la totalidad Habiendo renunciado a vivir entre lmites, nos
de la persona. Por eso, la verdad transforma: invita a participar de la libertad sin lmites que
porque llega a la raz donde se forma nuestra proviene de vivir desde Dios.
percepcin de la realidad. Pero esa verdad est
apenas comenzada. Vivir en verdad nos libera
de las diferentes dependencias que bloquean
nuestro potencial. La libertad brota del fondo
de Dios, de Dios como ab-solutus, desligado,
sin vnculos que le condicionen. Cuando se
est en el fondo de esa verdad, que es la de
sabernos en Dios como emanacin de su pro-
pia donacin, uno se desliga de todo aquello
que le impide alcanzar el fondo luminoso de
su persona y desparecen los miedos que nos
privan de acoger mayor realidad.
La libertad abre ms mbitos de existencia
y adentra en profundidades insospechadas tan-
to de Dios como de uno mismo y del mundo.
Si la fuente de la libertad est en saberse de
Dios y en Dios, todo est abierto, todo est
por ser recorrido, todo es posible y todava
queda mucho por explorar. De aqu la audacia
de Jess y de las personas que han descubier-
to lo esencial. El precio de su libertad fue su
vida. Jess perdi su vida individual (bis) para
ganar la libertad de la Vida (Zo) de Dios.

68 69
7
Pasad a la otra orilla
(Mt 14,22; Me 6,45; Jn 6,17)

S iempre hay otra orilla por alcanzar. Qui-


siramos haber llegado, pero no es as,
por fortuna y para salvacin nuestra. Llegar
supone detenerse, reducir la realidad a nues-
tras categoras. Cmo podramos pretender
haber llegado a Aquel cuyo ser no tiene con-
fines? Por ello, Jess impuls a sus discpulos
a pasar a la otra orilla cuando pensaban que
le haban alcanzado.
En la primera orilla se haba realizado el
signo de la multiplicacin de los panes. Pero
este milagro haba provocado malos entendi-
dos. Lo que para Jess significaba el preludio
de la abundancia de los tiempos mesinicos a
causa del contagio del compartir fue interpre-
tado por la multitud y por los discpulos como
los poderes y los prodigios de un mago. Ha-
ban satisfecho su hambre pero sus deseos no
haban sido cuestionados. Nuestras hambres
son polimorfas. No slo nos empuja la legti-
ma necesidad de pan, sino que otras avideces

71
inacabables nos agitan, nos desesperan y nos carne si es que realmente quieren la Vida (Jn
endurecen. Aclamaron a Jess como rey, pero 6,32-58). La multitud se alborotar porque
rey de un reino muy estrecho. l se sacude no ha dado el paso de reconocer la propia
enseguida de ese polvo porque reconoce la voracidad y abrirse a la alteridad de Dios y de
pegajosidad de convertirse en un soberano los dems. Siguen buscando a Jess para que
de esclavos. Jess no crea dependencias ni se les sacie con cosas, mientras que l slo pue-
hace dependiente. Es el Seor y el Mesas, s, de darles su propia persona. Y eso no es algo
pero ms all de nuestras categoras. Qu fcil que entretenga el hambre, sino que invierte
sera tener un rey a nuestro antojo! Bastara la direccin del deseo: de la autoposesin al
con adorarlo para creer que le complacemos y recibirse del Otro y entregarse a los otros:
as tambin nos autocomplaceramos porque A m me ha enviado el Padre, que vive, y yo
nos aseguraramos un lugar cerca del trono. vivo gracias al Padre; del mismo modo, quien
Qu fcil sera tenerlo a nuestro alcance, me come vivir gracias a m (Jn 6,57). La
disponible para cuando lo necesitramos. ansiedad que provoca la necesidad se desplaza
Cambiaran nuestras necesidades y entonces hacia la receptividad del T, lo cual se con-
tambin cambiaramos de rey. vierte en capacidad de donacin del propio
Jess se retir para discernir lo que haba yo. El verdadero vivir no es estar pendiente
pasado y dej solos a sus discpulos para que del propio pan comieron, pero murieron
atravesaran el lago. Fue su primera noche (Jn 6,58), sino recibirlo para entrar en esa
oscura, desconcertados de que su lder no se vida de Dios: el Padre vive y yo vivo gracias
hubiera sumado a su entusiasmo. En la oscu- al Padre. Y esta vida es puro ofrecimiento,
ridad, en plena tempestad, viven la angustia don total.
de sus propios temores y la frustracin de sus El Cristo interior pertenece al orden
expectativas. A tientas hacen su primera trave- del ser, no del poseer. Este giro nos deja a
sa hacia otra orilla, su primera experiencia de la intemperie. Pero slo as podemos ir al
discontinuidad entre sus ideas y las de Jess, encuentro de un Dios que no sea invencin
entre sus horizontes y los horizontes de Dios. nuestra sino irrupcin de S mismo. Hay que
Esto les capacitar para no escandalizarse dejar la orilla de la avidez para alcanzar la
cuando Jess se ofrezca a s mismo como orilla de la donacin, as como tambin hay

72 73
que desprenderse de nuestras expectativas III. VACIAMIENTO
mesinicas y de nuestras ideas preconcebidas
de Dios elaboradas por nuestras necesidades
psicolgicas y mentales. Mientras no sea as,
slo proyectaremos nuestro mundo sobre el
Infinito. La noche en el lago es el vaco que
se abre entre lo construido por nosotros y lo
que est por mostrarse ms all de nuestros
minsculos recintos.
Hay noches menores y noches mayores.
Este primer episodio es una noche menor,
porque el lago que baa ambas orillas toda-
va es el mismo. Esta travesa es preparacin
para la radical discontinuidad que supondr la
Pascua, pesash, paso inicitico, donde se habr
de alcanzar otra Orilla, ms all de todo lago
que podamos concebir. Habiendo dejado la
primera playa, se est algo ms preparado para
una travesa mayor.

74
1
Se puso a lavarles los pies
(Jn 13,5)

C abiendo que el Padre lo haba puesto


' ' O todo en sus manos, y que haba venido
de Dios y que a Dios volva [...], tras haber
amado a los suyos que estaban en el mundo,
los am hasta el extremo (Jn 13,3.1). No es
que el Padre lo hubiera puesto todo en sus
manos, sino que Jess era esas mismas manos,
su extensin, su manifestacin. En ese venir
de Dios y volver a Dios, todo queda colma-
do de donacin por parte del mismo Dios.
El itinerario llega aqu al lugar ltimo y ms
bajo: a los pies de la humanidad. Con este
gesto, la revelacin prosigue, se intensifica
en una direccin insospechada.
El Maestro convertido en Siervo. Alzamos
la mirada y no lo vemos, porque ha descen-
dido. Los cielos estn vacos de poder. Para
encontrarlo hay que buscar por abajo, hay que
decrecer, abajarse hasta lo nfimo. Entonces
lo hallamos a nuestros pies. Quisiramos
postrarnos ante l, pero ha sido l quien se ha

77
postrado antes ante nosotros. Esto es lo que como l supo hacer en diversos momentos
fascin a Carlos de Foucauld: Jess ocup de su vida cuando se dej ungir los pies por
el ltimo lugar y nadie podr arrebatrselo. una prostituta (Le 7,37-38) o por Mara en
Este abajamiento ha atrado a todos los seres Betania (Jn 12,1-3). En ambas situaciones fue
inocentes de este mundo como el nico lugar criticado. En el primer caso, porque trans-
posible donde pueden restaurarse las relacio- greda las normas sociales y, en el segundo,
nes entre los humanos. porque no se comprendi la gratuidad de
Abundan los verbos: Se levant de la tanto perfume derramado. Tampoco Pedro
mesa, se sac el manto, se ci una toalla, lo poda admitir ahora. Si el Maestro y Seor,
verti agua en un recipiente y empez a lavar que tena que mandar y dominar, se rebajaba y
los pies de sus discpulos (Jn 13,3-5). Dios, se humillaba de este modo, en qu quedaban
ms que amor, es amar. Dios no es un sustan- el poder y el seoro que Pedro, como lder,
tivo esttico en el que lo podamos retener, esperaba algn da tener?
sino el dinamismo inabarcable del que todo Pero la fuerza de este gesto tiene un alcan-
procede y al que todo vuelve y del que todas ce todava mayor, porque habla del ser mismo
las existencias son participacin. de Dios: El que me acoge a m acoge al que
Para percibirlo as tienen que alterarse me ha enviado (Jn 13,20) y quien me ve a
nuestras imgenes de Dios y dejar que se m ve al Padre (Jn 14,9). Es Dios quien se
muestre all donde nosotros no lo sabemos ver. abaja en Jess. He aqu la crtica ms radical a
Por ello, el lugar del esclavo se convierte en el toda imagen mtica de Dios que le invista de
lugar del rey, del Rey de aquel Reino donde la poder. No es que la divinidad se rebaje, sino
donacin sustituye a la dominacin, posibili- que la divinidad est abajo, libre de toda pre-
tando que el otro pueda llegar a ser s mismo. tensin, sostenindonos desde nuestra base.
Ya no hay amo ni esclavo. El Seor que ha Ello supone un giro de ciento ochenta grados
elegido ser siervo libera tanto al amo como al para cualquier tentacin o error de omnipo-
esclavo de sus mutuas dependencias de estar tencia que podamos tener. Ya no podemos
siempre dominando o sometindose. atribuirlo a Dios para justificarnos. Su gesto
El gesto de Jess implica la reciprocidad nos impulsa a descender siempre ms abajo
del dar y recibir, del amar y dejarse amar, tal hasta desaparecer en lo ms pequeo. Jess,

78 79
como encarnacin del vaciamiento de Dios, alteridad porque la ignora, sino en la obertura
viene de lo mximo y va a lo mximo, y en este de quien se sabe siempre en y hacia los dems
proceso pasa por lo nfimo. En este abajamien- porque se reconoce a s mismo como ocasin
to hasta lo ltimo nos incorpora a todos en del darse de Dios. Se habr de atravesar las
su retorno al llenarnos con el vaciamiento de tinieblas de esta alteracin. Habr que des-
s mismo (Ef 4,9 y Fil 2,7). As vamos siendo cender hasta lo ms oscuro para renacer a esta
alcanzados por rfagas del Reino que alteran nueva comprensin. Pero antes de ello Jess
nuestras categoras de primero y ltimo, de iba a dejar otro gesto.
grande y pequeo, de arriba y abajo, porque
todo est inmerso y contenido en l.
Siguiendo este movimiento seremos to-
mados por aquella extraa felicidad del Reino:
Felices vosotros si hacis lo mismo. Difcil
libertad la de ponerse a servir renunciando a
los propios derechos. Pero en este estadio del
seguimiento ya se ha empezado a compren-
der que no hay derecho alguno que reclamar
porque todo es percibido como recibido. Sa-
bemos que procedemos de ese Fondo vaco y
libre y que slo se vuelve a El si vivimos en un
continuo desalojo de nosotros mismos.
Todo ello es preludio de los acontecimien-
tos que se precipitarn a partir de aquella
noche, donde el ser humano est llamado
a reconvertir su imagen de Dios y a com-
prenderse de otro modo a s mismo. Slo
perdindonos podemos reencontrarnos en
un nuevo modo de existencia que ya no est
fundado en una autoafirmacin que invade la

80 81
2
Tomad y comed
(Mt 26,26)

L a particin del pan es el gesto en el que la


tradicin cristiana reconoce la actualiza-
cin de Jess. Sobrepasados pero sintindonos
convocados una y otra vez, seguimos celebrn-
dolo dos mil aos despus con la esperanza
de ser configurados por l. Estamos ante un
signo primordial y un arquetipo universal: el
pan partido y el pan compartido frente al pan
arrebatado y estrilmente almacenado para es-
cndalo de los pobres de la tierra. El instinto de
supervivencia nos convierte en depredadores.
Cristo nos viene a buscar en donde estamos.
Conoce nuestra hambre y cmo nos ciega y
embrutece cuando no la satisfacemos. Viene al
encuentro de nuestras pulsiones ms primarias
para encauzarlas a un estadio superior.
En el marco de la cena de pascua juda
Jess introduce un gesto proftico hecho de
tres verbos: tomar, partir y repartir. Resuenan
los tres verbos del lavatorio de los pies: tomar
el pan se corresponde con levantarse; partirlo,

83
con sacarse la tnica, y repartirlo, con ponerse mismo modo, el talento enterrado queda
a lavar los pies. Es el ritmo ternario del ser. estril, como el grano de trigo que no muere
Tomar el pan implica asumirse y aceptar (Jn 12,24). Somos para darnos. Tal es la ra-
la propia vida. Cada cual debe hacer suya la zn de existir: refluir desde nuestro ser hacia
porcin de existencia que le ha sido confiada. los dems. Pero partirse no es dividirse. En
El pan contiene costra y miga, duricia y blan- cada trozo sigue habiendo la misma calidad
dura, todo un rico relieve hecho de barrancos de pan, tal como Cristo est plenamente en
y frondosas espesuras, cascadas y tarteras, abis- cada fragmento. Partirse no es desintegrarse,
mos y cimas. Es el paisaje de nuestro caminar sino desplegarse, compartir el ser que se es.
que hemos de aprender a recorrer, reconocer Pero ello no se produce sin desgarro, sin algn
y asumir. Hemos de hacer nuestra la existencia tipo de prdida o de muerte, como sucedera
continuamente. No podemos delegarla a otros. si preservramos intacta la propia forma. Hay
Debemos trabajar nuestra parte, apostarla. que dejarse abrir.
Se nos confa una porcin que es puesta en Repartir. El darse expande el ser, lo
nuestras manos, como se dice en la parbola irradia y perpeta ms all de s mismo. La
de los talentos (Mt 25,14-30). Este tomar no fractura de la particin alcanza a los dems
es un arrebatar: Dio gracias y lo bendijo, haciendo que uno ya no viva en s mismo ni
transmiten los textos. No es una apropiacin para s mismo, sino en, para y hacia los otros.
agresiva ni defensiva, sino una aceptacin agra- El pan se adentra en cuerpos y vidas ajenos y
decida de los dones y las aptitudes recibidos, los alimenta, y as alcanza la plenitud de su ser
as como de nuestras limitaciones, dolores y pan: cuando, desapareciendo, se ha conver-
heridas con todo lo que implican y posibili- tido en energa para otras vidas. As Jess: su
tan. Asumirlo es el punto de partida. Slo as cuerpo-pan se convierte en nuestro cuerpo,
podemos darnos. y l ya no est fuera, sino dentro. Lo mismo
Partir. El pan llega a ser plenamente pan el vino-sangre: la copa existe para contener
cuando se abre y desprende toda su fragancia. y para verter. De all procede la sangre de la
Un pan sin partir queda encerrado y aislado nueva alianza, la sangre del perdn que nos
en su propio contorno, olvidado en un cajn; libera de quedar retenidos en nosotros mis-
se reseca y acaba hacindose incomible. Del mos, bloqueados y crispados en la defensa de

84 85
nuestros campos de trigo, de nuestras vias est asociado al Padre, en cuanto que todo
y nuestras bodegas. La sangre derramada es procede de El; a El remite el recibir y asumir
la vida entregada sin retener nada. Existencia el propio ser manando del Origen. Partir es
vertida, ofrecida por el Hijo a travs del cual abrir, lo cual evoca el engendramiento del
se est dando la Fuente que le origina. El Hijo, que es el revelarse del Padre, su desper-
Cordero se ofrece para evitar que haya otras tenecerse comunicndose, su manifestarse
vctimas. Su inocencia nos embriaga desper- perdindose, y repartir es expandir, lo cual
tando el anhelo de vivir sin daar a nadie ni a se corresponde con la irradiacin del Espritu
nada. Intoxicados por la fragancia de ese pan y que se extiende ms all de los lmites de cada
por el aroma de ese vino, podemos empezar a contorno. Cada una de las tres Personas est
olvidarnos de nosotros mismos y entregarnos en las dems, posibilitndolas e impulsn-
como l en los dems. dolas. La energa de los tres verbos revela la
Al mismo tiempo, en cada eucarista se estructura tridica de lo Real, el desplegarse
produce una transfiguracin csmica de los de la vida en estos tres tiempos del ser y del
objetos comensales y de los alimentos que estn existir: asumirse, entregarse y expandirse. O,
servidos: el trigo y las uvas, y, a travs de ellos, dicho de otro modo, llenarse y vaciarse para
la tierra, la lluvia y el sol, las estaciones del ao, vivirse ms all de s.
el trabajo de tantas y de tantos... Todo conspira Participar de la eucarista implica aden-
para convertirse en materia de cristificacin. La trarse en este dinamismo que se va profundi-
vida se revela y se celebra como un manar con- zando a medida que se participa de l. Y as se
tinuo, incontenible, como un derramamiento va dando una doble transustanciacin: la del
de posibilidades que proceden del ser mismo pan y el vino en cuerpo y sangre del Cristo
de Dios a travs de esas sustancias primordiales. csmico y la de nosotros, depredadores, en
Y todo ello en el contexto de la gran metfora holgajas y copas de donacin.
de la Pascua juda: el paso de la tierra de la re-
tencin la esclavitud en Egipto a la tierra
de la donacin, que mana leche y miel.
En estos tres verbos todava hallamos ms:
la resonancia del Dios tri-unitario. El tomar

86 87
3
Que no se haga mi
voluntad, sino la tuya
(Le 22,42)

L as opciones del ser humano se extienden


entre dos confines: Edn y Getseman.
All, en el Paraso, el jardn mtico que atra-
viesa todas las edades y todos los lugares, el
ser humano no supo ni sabe aceptar sus lmi-
tes. Hemos recibido la vida como don pero
somos incapaces de esperar a recibir el fruto
del rbol que hay plantado en el centro del
jardn. Ese fruto es intocable porque indica
el ncleo sagrado de cada persona y de cada
cosa. La prohibicin es un modo de asegurar
la demarcacin de los lmites para que nadie
se apodere del cofre que cada uno custodia.
La avidez nos impacienta y acabamos inva-
diendo el espacio ajeno, arrebatando un don
que no nos pertenece, sino que est confiado
a la alteridad. Se desintegra as la armona del
Paraso y nos condenamos a nosotros mis-
mos a vivir en el exilio. Sospechamos unos
de otros y nos acusamos mutuamente por
nuestras transgresiones entre rboles muti-

89
lados sin frutos que nos nutran ni hojas que son sus dinamismos. El endiosamiento lleva
nos cobijen. a la absolutizacin del yo, mientras que la
No podemos apropiarnos de la vida. No divinizacin conduce a su olvido en el T de
podemos arrancarla. Slo la podemos recibir. Dios y de los otros, en una donacin cada vez
En Getseman, el Hijo del hombre renuncia mayor. En Jess reconocemos la divinizacin
a su pulsin de apropiacin hacer su vo- del hombre, no su endiosamiento. Aceptar
luntad a toda costa para entregarse a una ser la voluntad del Padre le supone dejar de
Voluntad que le sostiene. Getseman est a autoafirmarse frente a los que le quieren exter-
las puertas de Jerusaln, ciudad de la paz, minar. Los diversos poderes conspiran contra
puerta del Paraso para la tradicin hebrea. el Inocente que anuncia un modo de vivir
Para pasar por ella hay que ceder a la propia sin poder. Se desatan los miedos ancestrales
voluntad de afirmacin y renunciar a toda de los hombres acostumbrados a ejercer con
forma de arrebatamiento: No vine a hacer violencia su voluntad para protegerse de la
mi voluntad, sino la voluntad del que me ha agresin de otros.
enviado (Jn 5,30); el que me envi est La cruz es un rbol sin hojas que se alza
siempre conmigo, porque yo hago siempre en el exilio, fuera del Edn y de las murallas
lo que es de su agrado (Jn 8,29). de Jerusaln. De l colgar un Fruto que
Pero este hacer la voluntad de Dios es mordemos y arrebatamos de nuevo, pero del
todava un verbo incompleto. Lo que est en madero desnudo se abrirn las heridas que de-
juego no es hacer la voluntad de Dios, sino ser jarn entrar en la inocencia perdida. Son pasaje
su voluntad. Y sta no es otra que Dios llegue a hacia la vida porque han sido hendidas en una
ser todo en todos (ICor 15,28). Paraello,las carne que ha renunciado a vivir para s. Sobre
criaturas se han de desalojar de s mismas. Tal es las ramas del rbol pende el cuerpo del Siervo-
el misterio de existir: se nos da el ser a travs de Cordero. El Fruto de este rbol es medicina
una existencia individual para que aprendamos para las naciones (Ap 22,2), porque nos sana
a abrirnos, de modo que, convertidos en recep- precisamente all donde estamos heridos de
tculos, seamos la manifestacin de su Ser. muerte. El Inocente, al renunciar a imponer su
Sutil es la frontera semntica que separa la voluntad, nos cura porque permite manifestar
divinizacin del endiosamiento, pero opuestos lo que es el ncleo de nuestra enfermedad: esa

90 91
pulsin de apropiacin que nos impide perci- espacio le llevar a morir, porque sus adver-
bir cualquier modo de alteridad porque nos sarios no estn dispuestos a renunciar a nada
hace prisioneros de nuestra avidez. Renunciar de lo que han conquistado, a nada de lo que
a nuestra voluntad es desgarrador en un exi- han arrebatado.
lio en el que para sobrevivir nadie se atreve a Slo as podr advenir lo nuevo. Slo re-
dar el primer paso de ceder. Hay que dejarse nunciando a la propia voluntad, Getseman
atravesar por la luz del Paraso que tiene forma puede convertirse en el jardn del Reino.
de espada de fuego (Gn 3,24) para proteger
la entrada, de modo que ninguna afirmacin
impura del yo tenga acceso y pueda devastar
el rbol de la vida. Dejando caer las diversas
formas de autocentramiento, se reestablecen
las relaciones sin egos. De otro modo no se
entra en el Reino, sino que seguimos estando
en el exilio. En el Paraso no hay sitio para
los yoes, sino que es un estado de existencia
donde se pronuncia siempre un t antes que
decir yo.
En Getseman, Jess recibe esa fuerza de
donacin que le permite olvidarse de s mismo.
Se dispone a vaciarse para convertirse en la
copa que ha dado a beber. No se le ahorran
las etapas comunes que viven los humanos, las
fases del duelo antes de que pueda abando-
narse: rebelin, negociacin, depresin y,
finalmente, rendicin. Nada le es evitado al
Hijo del hombre porque precisamente para y
por esto lo es. Rendir el yo es terriblemente
doloroso. Sabe que ceder del todo el propio

92 93
4
ste es el Hombre
(Jn 19,5)

M irando a los ojos de los hijos de los hom-


bres se sabe si han comido y comen del
sacramento del Bfalo o si, por el contrario,
participan del sacramento del Cordero. Por su
mirada se puede saber de qu nutren su ser.
Despus de ser juzgado impunemente, de
ser insultado, azotado y humillado, el Inocente
es expuesto ante la multitud, representando al
nmero indecible de vctimas que han sido ma-
sacradas por los comensales del banquete del
Bfalo. Qu hay en el ser humano que lo hace
capaz de humillar y torturar hasta aniquilar a
su semejante? Qu oscuras fiebres se desatan,
qu pesadillas podemos llegar a provocarnos
mutuamente?
Ecce Homo, ste es el Hombre, evoca
el ttulo del relato autobiogrfico de Primo
Levi sobre los campos de concentracin, Si
esto es un hombre. Lleg la noche, y fue una
noche tal que se saba que los ojos humanos
no habran podido contemplarla y sobrevivir,

95
se lee en un lugar determinado. El autor acab Se ha dicho que el dolor es sacralidad
suicidndose. salvaje. Nos sana de su salvajismo mirar cmo
Ante el horror del mal y del sufrimiento, Jess, atravesado de dolor, traspasa ese dolor
la fe cristiana se queda en silencio contem- dejndose abrir porque todo l es pasaje de
plando el abajamiento de Dios: Siendo de la donacin de Dios. Nos salva fijar nuestra
condicin divina, se vaci de s mismo to- mirada en l, el Ecce Homo, dejndonos a la
mando la condicin de esclavo [...] y se abaj vez mirar por sus ojos mansos y profundos.
hasta la muerte, hasta una muerte de cruz As, sus heridas nos van sanando (Is 53,5).
(Fil 2,6-8). Dios, en Cristo, nos alcanza en el Por medio del padecimiento, lleg a la
lugar ms nfimo hasta desaparecer. Hay que perfeccin (Heb 2,10). Perfeccin significa
dejarlo descender hasta el inframundo de la completitud, culminacin de lo que estaba
historia personal y de la historia colectiva y ser llamado a ser y a revelar: que todos somos
restituidos desde all. Slo as la anstasis de uno, que el destino de uno es el destino de
Adn y Eva representada en los iconos orto- todos, aunque en la superficie vivamos ais-
doxos ser completa. Para que este rescate sea ladamente y en soledad cada situacin. Su
total, nada puede quedar al margen. El Hijo identificacin y su solidaridad con el dolor
del hombre tiene que identificarse con todas humano lo convirti en el hambriento, en el
las situaciones humanas e infrahumanas que preso, en el enfermo, en el desnudo segn se
vivimos y que nos provocamos unos a otros. nos mostrar al final de los tiempos. Vaciado
De aqu que tuviera que conocer en su propia de su individualidad, se convirti en todos
carne el dolor deshumanizador de las vctimas. para revelarnos que somos uno.
Nada le fue ahorrado. Aun siendo Hijo, Comprender que el sufrimiento puede
aprendi a obedecer por lo que padeci (Heb ser camino de transfiguracin constituye una
5,8). Obedecer (ob-audire) significa escuchar de las claves de nuestra fe y tambin de la
la realidad en lugar de huir de ella, una ardua experiencia humana universal. Con frecuen-
tarea que los humanos tenemos que aprender cia hemos de llegar hasta lo ms oscuro para
cada vez. Afrontar lo que se le presentaba sin poder despertar; hemos de tener delante el
rebelarse, sino entregndose, es lo que permi- resultado de nuestros ms sombros apetitos
ti que la opacidad fuera horadada. para poder darnos cuenta de hasta dnde nos

96 97
podemos deformar y descubrir el dao que 5
causan y que nos causan nuestras pulsiones Tengo sed!
cuando no las sabemos contener.
(Jn 19,28)
Slo el Cordero que sangra puede abrir
los sellos que mantienen cerrado el Libro de
la Vida (Ap 5). La Vida no puede ser forzada
o arrancada. La vida slo puede volver a la
vida por el don que hacemos de ella. Nunca
ha sido nuestra. Nadie se puede apropiar de
lo que no comienza ni acaba, aunque en cada
uno de nosotros tome el contorno de nuestro
J ess haba pedido de beber a una samaritana
junto a un pozo despus de una jornada de
camino por regiones desrticas. Ahora, al final
rostro y de nuestra existencia. Esta donacin de la jornada de su vida, vuelve a tener sed en
es participacin de la entrega que Jess hace un desierto ms hostil: colgado de la cruz,
de s y de la que Dios hace de s mismo en l. experimenta la ausencia de todo consuelo.
Por ello, slo el Cordero degollado puede, La sed de Jess en la cruz es, primeramente,
con su sangre roja y lquida, diluir la cera sed de agua. El ser humano es contingente, so-
tambin roja pero endurecida que impide abrir metido a la carencia y a la necesidad. El cuerpo
el pergamino sin rasgarlo. Si lo forzramos, de Jess, deshidratado por el sudor y la prdi-
se nos desgarrara entre las manos como el da de sangre, no permite poetizar. Su privacin
fruto del rbol del Paraso. El Cordero des- acuciante evoca las necesidades primarias que
ciende libremente y se expone como nica urgen a muchos y que desatendemos despreo-
alternativa. As se rehumaniza el ser humano: cupadamente. Jess tiene, pues, sed de agua.
sostenindose en la mansedumbre de la no- Pero tambin de mucho ms. Su sed es el deseo
violencia ante el ataque deshumanizador del que Dios tiene del ser humano y el ser humano
agresor deshumanizado. de Dios, sea cual sea el nombre que le d a su
aspiracin ltima. Jess est extendido entre
ambas sedes: de lo humano y de lo divino. Su
ser tendrico le hace desear juntar las dos orillas
de las que l es puente.

98 99
Tenemos sed de Dios, sed de ser y sed del intoxican. A pesar de todo, no se extingue
Ser, y Dios tiene sed de nosotros, sed de que nuestro anhelo por lo verdadero. Esta sed de
le alcancemos, sed de que seamos humanos l, este clamor irresistible, es la ocasin para
y hermanos, y de que no dejemos a los de- discernir la cualidad y la direccin de nuestros
ms pasar ms sed. En el exilio del ser, este deseos. Para ello, hemos de confrontarnos con
anhelo se experimenta en forma de carencia el rostro desfigurado del Crucificado y de los
radical, de tormentosa necesidad. Es tarea de crucificados de la tierra. Slo as se puede ma-
todos atendernos en nuestras necesidades, nifestar en toda su radicalidad lo que sucede
interpretarlas, adivinarlas antes de que sea cuando nos saciamos con otras bebidas que
demasiado tarde. apagan la sed primordial.
La paradoja del grito de Jess es que con Seguimos teniendo sed de esa Otredad que
su sed nos da de beber: Quien tenga sed que nos constituye. Somos seres carentes hechos
se acerque; el que quiera que coja de balde de anhelos infinitos. Slo Dios puede saciar esa
agua viva (Ap 22,17). Las aguas primordiales brecha inacabable que hay en nosotros y que
brotan del rbol de la Vida que da doce frutos, l mismo ha abierto al habernos hecho a ima-
uno para cada mes. Y las hojas del rbol sirven gen suya. Tenemos sed de que se restaure en
para curar a las naciones (Ap 22,2). Ello suscita nosotros el Rostro original. Siendo su imagen,
nuestro anhelo: Dicen el Espritu y la esposa: slo El puede colmar lo que ansian ver nuestros
"Ven!". Dice el que escucha: "Ven!" (Ap ojos, or nuestros odos, palpar nuestra piel,
22,17). Desde el cielo se desea a Jess para saborear nuestro paladar. Por ello, tenemos sed
que traiga consigo a la humanidad completa y de l. Deseo de lo nico necesario, anhelo de
desde la tierra la esposa del libro del Apoca- ser embriagados de lo divino.
lipsis se tiene tambin anhelo de Jess para Nos ofrece entonces el vino, que se de-
que nos sumerja en su divinidad. Tenemos sed rrama por el cliz de su cuerpo. Quin es
de que venga Quien revela la plenitud de lo que capaz de acercarse a beber de la sangre que le
somos pero que tantas veces desaparece en os- hacemos derramar? Qu extrao intercambio
curas fuerzas que nosotros mismos desatamos. es el de este vino que sangra por su cuerpo
Hemos bebido por un momento de la Fuente para calmar nuestros ms hondos anhelos y
pero nos hemos retirado. Otros brebajes nos colmarnos del infinito darse de s mismo? Al

100 101
perder sangre tiene sed de que tengamos su 6
sed y bebamos lo que la provoca: su darse. Padre, perdnales porque
Atrados por la bebida que recorre su cuerpo
y gotea hasta nosotros, nos acercamos con no saben lo que hacen
besos tmidos para sorber algo de l. (Le 23,34)
Jess tiene sed de que nos embriaguemos
de la sed de su darse para que seamos dona-
cin como l. Slo as podremos entrar por
las puertas que l abre. Desea que bebamos
de l y compartamos con l el amor que le
permite derramarse en la cruz posibilitando
E n hebreo, perdonar (slh) significa verter,
rociar. La cruz es un manantial por don-
de ese perdn se derrama. La etimologa de
un nuevo modo de existencia. Tiene sed de la palabra latina, perdonare, tambin aporta
que entremos por la puerta que l abre porque luz. Per es un prefijo de sobreabundancia
sabe que es la nica que puede conducirnos que, adherido a donare, redimensiona su
a la vida que anhelamos. Al ser rasgado su significado: dar sin medida, sin lmites, sin
pecho man agua y sangre (Jn 19,34), los proporcin respecto al que recibe. Slo en
lquidos de la placenta que nutren a la nueva Dios es posible esta generosidad inagotable, y,
criatura. Por ello, Cristo tambin es madre. Su por ello, en la mentalidad bblica nicamente
sangre proviene de la matriz que nos permite El tiene la capacidad de perdonar. No porque
renacer. detente un poder que no quiera compartir,
Ven, Seor Jess, y aplaca nuestras sedes! sino porque es la Fuente del ser capaz de re-
Que tu sed sea nuestra sed para que no tenga- crear incondicionalmente una y otra vez sin
mos otras sedes. Mtenos tu presencia y tu agotarse a s mismo. Perdonar es seguir dando
figura!, que sin ti no podemos vivir. y la donacin de Dios est aconteciendo en
Jess. All donde nosotros matamos, l res-
ponde dndose todava ms. Cuanto mayor es
nuestra capacidad de destruccin, mayor es su
donacin. No hay venganza ni juicio por parte
de Dios, slo su per-don, un don mayor.

102 103
El perdn no disimula el mal, sino que nes. No sabemos lo que hacemos cuando nos
comporta su ms radical superacin. El mal, negamos a recibir este perdn, porque que-
en cualquiera de sus formas, es la destruccin damos todava ms acorralados en un crculo
de la vida provocada por la absolutizacin del que se va estrechando ms y ms.
yo que lleva a devorar todo lo que se opone a All donde nosotros llevamos hasta el
ese autocentramiento. Cuando entramos en extremo nuestro instinto de muerte, l abre
su espiral, dejamos de saber lo que hacemos y las puertas de la vida. Jess, invocando este
va aumentando nuestra capacidad de devasta- perdn por nosotros, se convierte en el canal
cin. Ciegos de angustia y de dolor, seguimos por el que Dios puede llegar hasta nosotros.
destruyendo y autodestruyndonos. Frente a El Siervo-Cordero nos libra de la pulsin
ello, se alza el Crucificado, el Hombre-Dios, de apropiacin y depredacin origen de la
inerme, desarmado, desnudado de todo. oscuridad del mundo con su manso y de-
Con los brazos extendidos no slo implora el terminante ofrecimiento. El Crucificado nos
perdn de Dios, sino que es ese perdn que salva permaneciendo tenazmente no-violento
lo excusa todo, lo aguanta todo, lo soporta en medio de nuestros arrebatos, indicando el
todo, lo espera todo (ICor 13,7). Recibirlo nico camino que puede detener esa devas-
nos sana porque nos roca con el ungento tacin. Es alzado para atraer a todos los seres
del Ser que nos restituye a nosotros mismos. hacia s (Jn 12,32). Esa atraccin no es una
Mltiples pasajes de la vida de Jess hablan nueva sustraccin, no es un nuevo empode-
de esta transmisin del perdn sanador que ramiento, sino la revelacin de la nica salida
rescata del ensimismamiento infernal que nos posible: el ofrecimiento de s mismo.
asfixia. Jess ha renunciado a toda pretensin
Tendemos a ver la cruz como una ame- de decir m o mo. Nuestra ignorancia
naza o una condena, cuando precisamente es est en detentar el yo como una posesin. El
una revelacin. Nos apartamos de ella en lugar yo de Jess est en el Padre y en los dems.
de adentrarnos en lo que all se nos ofrece. El Su yo es ese vaciamiento, ese per-don que le
sentimiento de culpa nos encierra en nosotros atraviesa porque est abandonado de s. No-
mismos y nos convierte en seres blindados, sotros, en cambio, queriendo retener el ser,
enzarzados en mutuas e inacabables acusado- lo desgarramos. No sabemos lo que hacemos

104 105
porque no sabemos lo que somos. Somos la 7
oportunidad del darse de Dios. Cuando alcan- En tus manos
zamos a saberlo se calman las confusiones y las
compulsiones que surgen de nuestro olvido.
entrego mi espritu
La ansiedad provocada por la ignorancia nos (Le 23,46)
hace dirigir nuestra angustia contra los dems,
agredindonos mutuamente hasta destruir-
nos. El per-don que invoca Jess desde la cruz
es el don de recordarnos nuestra esencia para
que nos reconozcamos receptculos del Ser.
Cuando olvidamos que slo llenando de Dios
E n el modo de morir se refleja cmo hemos
vivido. En ese ltimo momento recoge-
remos todo lo que hemos sido. En palabras
nuestra carencia constitutiva podemos colmar de Rilke: Seor, da a cada cual su muerte,
nuestro vaco, nos convertimos en fieras y nos su muerte adecuada, una muerte que salga
lanzamos unos contra otros. verdaderamente del fondo de nuestra vida...
Mientras tanto, el Inocente permanece Porque nosotros, los mortales, no somos
alzado, contemplando el paisaje desolado de ms que la corteza y la hoja. Y todo tiende,
nuestra autodestruccin, atrayendo la mirada entre los humanos, como el fruto natural,
hacia l para recordarnos tanto lo que somos hacia la gran muerte que cada cual lleva en
como lo que podemos provocarnos los unos a s. Jess muri como vivi. Su muerte fue
los otros cuando lo olvidamos. la culminacin de su vida. La fuerza salvfica
El juicio de Dios sobre el mundo es, pues, de la Pasin no radica en que Jess sufriera y
su perdn. Y el perdn de Dios al mundo es la muriera, ya que todo ser humano ha de pasar
resurreccin de Jess. Per-donando, Dios nos por el sufrimiento y por la muerte, sino en
asume en Jess. Jess es el perdn del Padre, cmo sufri y en cmo muri: totalmente
es Dios mismo dndose en l una y otra vez descentrado de s, excusando a sus agresores,
para que podamos retornar a travs de l. sin rencor, sin desesperarse, aunque, segn la
versin de Mateo y Marcos, muri con un
grito desgarrador. Con grito o sin grito, no sa-
bemos. Ambos modos son significativos. Unos

106 107
preferirn la emisin de ese grito porque vern mismo que aparece cuando Jess es entre-
condensados en l los clamores de la humani- gado a los que van a crucificarle (Jn 19,16).
dad. Otros preferirn su omisin porque en Estamos ante la misma extrema pasividad,
ese silencio reconocen la aceptacin pacificada ante la misma no-resistencia. Entregndose
del absurdo del dolor, de la injusticia y de la a s mismo, Jess transmite el Espritu. El
muerte. Cada evangelista pone sus acentos Espritu es el dinamismo intradivino que
porque los contextos de las comunidades para nos introduce en el misterio de Dios a travs
las que escribieron eran diferentes, como son de Jess. En el cuarto evangelio, Cruz, Re-
diversas las sensibilidades segn las personas, surreccin y Pentecosts son simultneos. Son
los lugares y los tiempos. diversos aspectos del mismo acontecimiento,
Pero este grito-silencio no es exterior a las diversas notas del mismo acorde.
Dios, sino interior. Es el grito y el silencio Jess, entregando su espritu, renuncia a
de Dios a Dios abarcando a todos los seres. todo adjetivo y a todo pronombre posesivos.
Nada sucede fuera de Dios, sino en Dios. La Ya no le queda nada suyo. Con su muerte ha
Trinidad ad intra sigue existiendo en el mo- trascendido por completo su individualidad.
mento de la cruz vertida ahora radicalmente A partir de ese momento entra en otro estado
haca afuera. En ia cruz ms que nunca. El de existencia. Perder nuestro yo nos provoca
silencio de Dios en la cruz es su suprema pnico y una angustia indecible. Sin embargo,
manifestacin, expuesto en puro vaciamiento, este despojo es el nico pasaje para alcanzar
sostenindolo todo e indicando que el nico otra forma de vivir que est ms all del yo.
modo de reconocerlo es entrando en ese Slo rindindonos, abandonndonos del todo,
mismo despojo. Hablamos de cosas que nos podemos acceder a un modo de ser que est
exceden, pero nos atrevemos a hacerlo porque ms all de nuestra autorreferencia. Para ello
esta fe ha dado vida a muchas generaciones hemos de aceptar nuestra muerte. La cruz es
que nos preceden y seguir dndola a las que el lugar de encuentro de dos vaciamientos: lo
nos sucedan. divino en lo humano y lo humano en lo divino.
En el evangelio de Juan se dice: Jess, Tal confluencia abre las puertas a la Vida.
inclinando la cabeza, entreg el espritu (Jn En el momento en que Jess expira, el
19,30). El verbo utilizado es paradidomi, el centurin romano, un pagano, exclamar:

108 109
ste s que era el hijo de Dios (Mt 27,54). exclusivo ni excluyente. Muere porque fue
En el evangelio de Mateo se trata de la pri- matado por los que no aceptaron esa forma
mera confesin cristolgica despus de la de abierta de existir. Por su muerte en cruz,
Pedro (Mt 16,16). Del mismo modo que el expulsado de la ciudad mesinica que no le
centurin romano tiene la disponibilidad in- reconoce como mesas, la va queda abierta
terior de corazn para reconocer el destello para siempre. All donde nosotros cerramos, la
de lo divino ms all de su religin, tambin cruz abre. La cruz es una obertura inacabable
nosotros estamos llamados a la misma obertu- e inalcanzable frente a los muros que nosotros
ra: a reconocer ms all de nuestro sistema de alzamos. Cmo abre la cruz? Suscitando la
creencias destellos de donacin, se den donde entrega. Por ella nuestra vida es liberada y el
se den y con el nombre que sea. El universal Dios que parece oculto dejando morir a Je-
fulgor cristofnico acontece en toda forma de ss se revela presente al sostenerle del modo
vivir y de morir donde uno ha dejado de ser como muere.
el centro para convertirse en pasaje de vida
para los dems. En otras tradiciones tambin
se habla de esta extincin para poder entrar
en la realidad plena: fan en el islam, Gran
Muerte en el budismo zen, etctera. Las tra-
diciones religiosas acompaan al ser humano
en la oscuridad de la prdida y conducen a la
apertura infinita que se abre tras ella.
Estamos ante una de las mayores paradojas
de nuestra fe: como cristianos no podemos
apropiarnos de Quien es absoluta desapro-
piacin de s. Jess, siendo el camino para la
vida, nos impulsa a reconocer los dems ca-
minos hacia la misma Vida que estn abiertos
en la medida en que en ellos tambin se da
la desapropiacin. En Jess no hay ningn yo

110 111
IV. GESTACIN
1
En un sepulcro nuevo
(Jn 19,41)

E l sepulcro representa el trnsito entre lo


antiguo y lo nuevo. Al cerrarse el atarde-
cer del viernes se acababa un ciclo. Al abrirse
la madrugada del domingo se inaugura un
comienzo. Cuentan los relatos que las mujeres
quedaron confundidas y llenas de espanto al
encontrar la tumba vaca cuando iban a acabar
de embalsamar el cuerpo de Jess. Les haban
arrebatado el nico consuelo que les quedaba.
Corrieron a comunicarlo al resto del grupo.
Pedro y Juan se apresuran a ver qu ha suce-
dido y Juan llega antes que Pedro. Con este
adelantamiento se est significando que la
comprensin cristolgica que tena la comu-
nidad jonica era ms audaz que las dems,
representadas por Pedro. Con todo, Juan le
deja paso, por respeto a su autoridad y a su
ancianidad. Pedro entra, ve los lienzos que
envolvan el cuerpo de Jess, pero no com-
prende. Juan, en cambio, entr, vio y crey
(Jn 20,8). Este saber interpretar los signos es

115
la tarea siempre por retomar de la experiencia nible, inocente, libre. La vaciedad como po-
creyente, tanto personal como comunitaria. sibilidad, como fecundidad: Feliz t, llena
Las seales estn ah, en el vientre abierto del de gracia, porque ests vaca de ti misma. Tu
mundo. Signos que pueden sernos mudos y espacio interior te hace matriz del Verbo, de la
detenernos en el pasado, o que pueden ser Palabra por la cual Dios se historiza. As como
umbral de nuevas significaciones. Volvemos las entraas de Mara albergaron el primer naci-
una y otra vez al sepulcro, al lugar donde miento de Cristo, las entraas de la tierra y de
tuvimos las ltimas pistas o noticias de Al- la historia albergan las semillas de su segundo
guien. All podemos quedarnos con las viejas nacimiento. Tenemos a Cristo dentro de noso-
interpretaciones o bien podemos disponernos tros esperando resucitar. La naturaleza sabe de
a que irrumpa lo indito. algunas transformaciones: la relacin que existe
El Sbado Santo es el tiempo de un emba- entre la semilla y la planta (ICor 15,35-49)
razo: el segundo engendramiento de Cristo. o entre el gusano y la mariposa. Continuidad
Si la gestacin de Jess fue la introduccin de en la casi absoluta discontinuidad. Si tenemos
Dios en la carne humana, en el Sbbat se gesta imgenes de ello en la misma naturaleza, por
la divinizacin del ser humano y de la historia qu no dejar abiertas metamorfosis de un orden
en la carne de Dios. El sepulcro es el vientre de superior?
la tierra donde ha sido depositado el cadver Seguimos corriendo en la madrugada de
de Jess. En ese cuerpo inerte, torturado y la humanidad. Unos van ms rpido y otros,
deformado, se producir una metamorfosis. ms lento. Pero la comunin entre unos y
All se divinizar la materia. Toda la creacin, otros no debiera perderse, porque todos somos
contenida en la corporeidad de Cristo, est convocados por los mismos signos que tienen
llamada a resucitar. El Verbo se ha hecho carne significaciones latentes. La piedra se corre y
para que la Carne se divinice. Todo ello suce- se abre un espacio que engendra lo nuevo.
de secreta y simblicamente entre el Sbbat y Lo Inesperado irrumpe desde ese vaco. La
el alba de una nueva creacin. La tierra est interrupcin ha sido necesaria para que se
amenazada y embarazada de resurreccin. diera un cambio de nivel. Por ello, era virgen
El sepulcro era nuevo, precisan los textos, el sepulcro, para que esa oquedad recibiera con
como virgen era el vientre de Mara. Dispo- toda su capacidad la semilla de lo indito.

116 117
Cada palabra, cada texto, cada compren- 2
sin o formulacin es una semilla-cuerpo que Mujer, por qu lloras?...
muere para renacer en un nivel ms difano de
significacin. Sucede de pronto, sin esperarlo.
No me retengas
Se aparta la piedra e irrumpe lo que haba (Jn 20,15.17)
germinado en silencio. Cada cual est llama-
do a dejar que se geste Cristo en su interior
y permitir que l llene del todo ese vaco. El
sepulcro es cuna de vida nueva, de humanidad
inaugurada por una Presencia naciente. Todo
est grvido de resurreccin.
E s necesario concluir bien los duelos. De
otro modo, corremos el peligro de que la
inercia del pasado nos prive de reconocer lo que
adviene. El llanto de Mara Magdalena ante el
sepulcro vaco expresa el desgarro ante lo que
hemos perdido. Por ello, nos es tan cercano su
dolor y nos conmueve tanto su desconsuelo. Le
ha sido arrebatado su mundo. Con la muerte
de Jess y la desaparicin de su cuerpo ya no
le queda nada de lo que daba sentido a su vida,
nada de lo que le haba devuelto la razn de
existir.
Nuestros llantos, como el suyo, la mayora
de las veces son por nosotros mismos. Queda-
mos atrapados en la angustia de la prdida y
se alarga nuestro dolor, incapaces de acoger lo
que nace a travs de esa privacin. Lo indito
irrumpe de un modo tan ajeno a lo que cono-
cemos que somos incapaces de reconocerlo.
Slo conocemos re-conociendo. Las imgenes
que tenemos nos sirven a la vez que nos privan

118 119
para recibir lo que adviene. No tenemos dnde nuestras posibilidades latentes y tambin de
incorporar lo que es demasiado nuevo. la realidad toda hacia una nueva espaciosidad.
Necesitamos referentes. La presencia de Los relatos de las apariciones son irrupciones
Jess para Mara y los primeros discpulos haba de una Presencia que es externa e interna a
sido tan cercana, tan clida, tan tangible. Pero la vez, cuyos efectos son siempre los mismos:
eso era slo el primer paso de un seguimiento abrir frente a la cerrazn, desplegar frente al
que iba a llevarles mucho ms lejos de lo que replegamiento, impulsar frente a la inercia y a
haban previsto, a un modo de comprender a la regresin. No ardan nuestros corazones
Dios, a s mismos y al mundo completamente mientras nos explicaba las Escrituras? (Le
distinto. Todo haba desaparecido de pronto, 24,32). Nuevas significaciones que se ilumi-
sin darles tiempo a reaccionar. Como Mara, nan con los fulgores de otra luz.
tambin nosotros lloramos la prdida de de- Necesitamos ser alcanzados en nuestra
terminadas imgenes de Dios, as como asisti- hondura, all donde mente y corazn son
mos a un duelo colectivo por la disminucin uno, para recibirle y reconocerle no slo
de la relevancia del cristianismo. Nos cuesta resucitado, sino tambin resucitando. Esta
sostenernos en este vaco. Esta tristeza nos irrupcin adviene, pero hay que disponerse y
impide reconocer las nuevas manifestaciones dejarse afectar de manera que transforme la
del Resucitado, con formas y nombres que no totalidad de nuestra persona: la afectividad y
son los nuestros. la inteligencia, la memoria, la sensibilidad y el
Lo Nuevo adviene de un modo inespera- deseo. Hay que dejarse tomar por los efectos
do y al mismo tiempo extraamente familiar. de la resurreccin y que nos vayan abriendo a
Siendo el Totalmente Otro, es al mismo tiem- realidades inditas que ya estn aqu pero que
po la mismidad de lo que siempre ha sido y no sabemos ver.
somos sin saberlo. Por ello, nos conmueve Soltamos pero seguimos aferrados. El
cuando nos roza. El Resucitado pronuncia amor con el que nos damos es el mismo con
la sustancia de nuestro ser y la despierta. El el que retenemos. Mara Magdalena, si bien
reconocimiento se produce en el centro de reconoce con un gozo limpio a Jess y se
cada cual, all donde sentimos que es invo- postra ante l, tambin lo retiene y lo recla-
cado nuestro nombre. Al despertarnos, abre ma. Este doble movimiento de aclamacin y

120 121
reclamacin, de entrega y de posesin, est en 3
toda frmula de fe. Por un lado, nos acerca al Bautizad en nombre del
misterio en la medida en que nos permite po- Padre, del Hijo y del Espritu
nerle nombre y forma, pero al mismo tiempo
lo limitamos y empequeecemos en la misma (Mt 28,19)
formulacin que nos acerca a l.
Seguimos atados a inercias que nos frenan.
En esta pascua colectiva que estamos pasando
nos resistimos a quedarnos sin imgenes de
Dios. Tenemos la tentacin de retener las
antiguas y ello nos priva de un Dios mayor.
E n la ltima escena del evangelio de Mateo,
Jess confa a los suyos la misin de bauti-
zar a todos los pueblos en nombre del Padre,
La resurreccin de Jess nos introduce en un del Hijo y del Espritu (Mt 28,19). Bautizar
dinamismo que apenas ha comenzado. El nue- proviene de baptitzo, sumergir. Jess enva
vo estado de existencia que inaugura no puede a sumergir la realidad toda en la toma de
agarrarse entre las manos, ni con los sentidos, conciencia de su fondo divino (Padre), en la
ni con la mente, ni con las palabras, ni con los capacidad de fraternidad (Hijo) y en el impul-
conceptos. Podemos indicarlo en lontananza, so plenificador del mundo (Espritu). Bautizar
y para ello disponemos de los dogmas, que no no significa, pues, hacer acopio de cristianos,
son frmulas estticas en las que pudiramos sino colaborar a que haya ms personas que
encerrar a Dios, sino seales en el camino que participen de este triple dinamismo que recoge
indican una direccin a seguir para adentrarnos el ritmo ternario de la realidad.
en un Misterio siempre mayor. Toda palabra o Bautizar en el Padre impulsa a referir to-
formulacin sobre Dios es slo un balbuceo, das las cosas a la inagotabilidad del Misterio
un comienzo, nunca un acabamiento que a l del que procedemos. Invocar a Dios como
lo pudiera contener y a nosotros detener. padre es slo uno de los modos posibles para
evocar el Fondo ltimo de la realidad. En la
Trinidad cristiana, la persona del Padre se
identifica como el vrtice de la trascendencia
absoluta. Utilizamos el trmino padre, pero

122 123
hoy tambin se le invoca como madre. Padre diversas tradiciones incluidas las llamadas
y madre son dos imgenes antropomrficas ateas, a-teas de muchas formas inautnticas de
tomadas de nuestros progenitores biolgicos creer en Dios se preocupan por la causa
para referirnos a la Ultimidad que lo crea de los dems.
todo. Pero habra otros muchos modos para Bautizar en nombre del Espritu significa
evocar el Misterio insondable de lo real. El interpretar los acontecimientos de la historia
bautismo en el Padre indica la va mstica, desde el dinamismo plenificador. Ello supone
el impulso a abrirse a esta Profundidad y a discernir e identificar en el mundo los signos de
perderse en ella. Cuanto ms pleno sea el esta transformacin y colaborar con su impul-
sumergimiento, mayor ser la capacidad de so creador. Del mismo modo que el Espritu,
reconocer los diversos nombres o no-nombres Ruah, sobrevol como un inmenso albatros
con los que la humanidad se ha referido y se sobre los ocanos de la vacuidad dndole
refiere a ella. forma, su aleteo contina configurando la ma-
Bautizar en el Hijo significa recordar a teria y conduciendo los procesos de la historia
los humanos que somos receptculos de ese hacia su divinizacin. Abrirse al dinamismo
manantial incesante del Ser y que somos gotas del Espritu supone dejarse sorprender por
que componemos el Mar. La conciencia de esa fuerza que no sabes de dnde viene ni
recibir continuamente el don de existir en a dnde va (Jn 3,8); un impulso que unas
tanto que hijos permite establecer nuestras veces tiene la potencia devastadora de un hu-
relaciones en fraternidad, atendiendo a la racn y otras se manifiesta como la brisa suave
alteridad del hermano. Ya que procedemos del Horeb (IRe 19,11-13). El Espritu que
todos de la misma Fuente y participamos de ungi a Jess convirtindole en Christs es el
la misma vida, podemos sentirnos solidarios mismo que recibimos nosotros y que recibe
de las diversas causas justas de la tierra y el mundo para hacernos capax Dei. Nosotros
compartir los anhelos y los clamores de nues- y el mundo somos la prolongacin de Cristo,
tros hermanos los humanos. As se abre la de esta uncin del Espritu que nos convierte y
va tica y somos llamados a recorrerla hasta convierte al mundo en escenario de una nueva
el final. Bautizar en el Hijo significa tam- humanidad, de manera que los cautivos recu-
bin descubrir y celebrar el modo en que las peren la libertad, los ciegos vuelvan a ver, los

124 125
oprimidos sean liberados y advenga un tiempo 4
nuevo para la humanidad (Le 4,18-19). Yo estar con vosotros
Toda accin, a cualquier nivel, participa de
la accin del Padre que engendra al Hijo en el hasta el fin de los tiempos
Espritu. Todo lo que realizamos forma parte (Mt 28,20)
del engendramiento del Hijo y colabora a que
Dios sea todo en todos. Este triple bautismo
lleva al cristianismo ms all de s mismo. En
vez de tener nostalgia del pasado, descubri-
mos que tenemos nostalgia del futuro, de un
futuro que todava est por venir a la vez que
E l ascender de Cristo a los cielos es un modo
de expresar que en l ya hay una plenitud
acabada. Al mismo tiempo sigue permanecien-
ya est aqu. El dinamismo trinitario est en do en el mundo, atrayndolo todo hacia esa
todo momento presente, porque Dios no est plenitud: Yo estar con vosotros hasta el fin de
en ningn all, sino en la ms pura inmediatez los tiempos (Mt 28,20). El cielo no est arri-
del aqu y del ahora. Bautizar sumergir es ba, sino que indica un estado en el que todas
abrir lo que ya es, desbloquear lo que ya est las cosas y las personas gozan de completud.
entre nosotros para que lo podamos recibir. Ahora bien, existiendo el ya s, hay extensos
Pero cmo podramos bautizar si antes pramos de todava no. Por ello, a la vez que
nosotros no hubiramos sido bautizados? se produce la ascensin, con la misma fuerza
Cmo podemos sumergir la realidad en los Evangelios se refieren a la permanencia de
Dios si antes no estamos nosotros anegados Jess en la historia.
en l? As, la llamada a bautizar es al mismo Su arraigo en el mundo para impulsar el
tiempo una invitacin a adentrarnos ms y Pleroma implica que el mundo es la prolonga-
ms en el misterio tri-unitario de la realidad, cin de su Cuerpo llamado a participar de ese
que continuamente emerge de un Fondo in- nuevo estado de existencia que es la resurrec-
asible (Padre) creando vnculos (Hijo) en un cin. Jess resucitado es la primicia de la nueva
dinamismo interminable de transformacin Creacin, la levadura puesta en la masa de la
(Espritu). Slo entregados a este misterio historia para fermentarla de esa nueva forma
podremos ser la ocasin de su extensin. de vida. Estamos slo en el comienzo, en el

126 127
inicio de ese grano de mostaza enterrado en la ga cada vez mayores entre los humanos. El
tierra que apenas ha empezado a germinar. Lo mundo est atravesado por dos polos: por un
reconocemos en esa planta con tiernas hojas lado, padecemos interrupciones, opacidades,
que llamamos Iglesia, para referirnos slo a absurdos, dolor y muerte, y, por el otro, se
nuestro territorio conocido. nos dan experiencias de luz, sentido, gozo y
El Cristo total es mucho ms que el acabamiento. El cosmos y la historia estn en
cristianismo. Tal como lo conocemos actual- proceso y coexisten ambos registros. Cristo
mente, el cristianismo es el resultado de tres est aqu, permaneciendo en todo ello hasta el
conjunciones: la espiritualidad hebrea, la for- acabamiento de este desarrollo, sostenindolo
mulacin griega y, en el caso del catolicismo, desde el interior y atrayndolo desde el final en
la organizacin romana. Al salir al encuentro colaboracin con la dynamis del Espritu.
de otras culturas y tradiciones en un planeta La historia es la continua encarnacin, ges-
irreversiblemente global, descubrimos que el tacin y maduracin de lo divino en la materia.
cristianismo puede adquirir otras formas que Jess de Nazaret es el Rostro concreto de este
no somos capaces de imaginar en este mo- darse de Dios al mundo, en espera de que el
mento. Asistimos a una crisis de lo que hemos mundo se reconozca en Dios. Este proyecto
conocido hasta ahora, pero ello no implica una est preparado desde antes de la creacin
crisis o un acabamiento de lo crstico. del mundo (IPe 1,20). Adquiere diversas
Qu es lo crstico del cristianismo que formas segn sea el marco histrico y cultural,
va ms all de cualquier forma histrica o y captamos unas u otras manifestaciones en
cultural con que pueda expresarse? Aquello funcin del desarrollo de nuestra conciencia
que desvela el acontecimiento pascual: que la y de la apertura de nuestro espritu. Ningn
vida vivida como donacin atraviesa la muerte receptculo, palabra, concepto o smbolo
inaugurando una forma nueva de existencia. pueden agotarlo. Pero, a la vez, necesitamos
La resurreccin revela el ser mismo de Dios: palabras, conceptos y smbolos que nos lo ha-
plenitud del Ser que da su ser para dejar ser gan accesible. Al requerirlos, tenemos el riesgo
en plenitud. Todo aquel o aquella que vive en de quedar detenidos en ellos e incapacitarnos
donacin y como donacin participa de Cristo para reconocer este dinamismo crstico en otras
y del dinamismo que suscita actos de entre - expresiones que no sean las nuestras. El en-

128 129
cuentro entre las religiones posibilita que nos 5
ayudemos mutuamente a descubrir las formas El Padre y yo somos uno
diversas en que su Presencia se manifiesta y su (Jn 10,30)
proyecto se despliega. Esta Presencia no se
identifica por la forma particular que toma,
sino por lo que impulsa: la apertura a ms
realidad por medio de la entrega. La perma-
nencia de este dinamismo en el mundo hasta el
final de los tiempos engendra santidad y hace
profetas y amigos de Dios en cada generacin
(Sab 7,27).
N o hay otra razn de existir que estar
llamados a participar de la experiencia
y la existencia no-dual de Jess con el Abso-
luto. Le omos decir repetidamente: Yo y
el Padre somos uno (Jn 10,30); El Padre
est en m y yo en el Padre (Jn 10,38); Yo
estoy en el Padre y el Padre est en m (Jn
14,11). En el yo de Jess estamos todos. As
lo dice explcitamente y por tres veces: Que
todos sean uno, como T, Padre, ests en
m y yo en ti, que tambin ellos en nosotros
sean uno (Jn 17,21.22.23). Este ser uno no
se refiere nicamente a estar unidos entre
nosotros, formando su Cuerpo, sino a ser
uno con Dios como l es uno con la Fuente.
Esta insistencia en que participemos en su
experiencia y en su naturaleza nos introduce
en la teologa de la divinizacin. Estamos en
la alta cristologa del cuarto evangelio que
se eleva como un guila por encima de los
sinpticos.

130 131
A travs de Jess los cristianos reconocemos el sentido de lo que llamamos la encarnacin de
que lo divino se ha manifestado en lo humano Dios, que es inseparable de la divinizacin de lo
para que lo verdaderamente humano se reco- humano. Este doble movimiento de descenso
nozca divino. Como en Dios no hay tiempo, el y de ascenso se hace a travs de la donacin y
que una vez se haya introducido en lo humano de la conciencia.
significa que est en lo humano desde siempre, Si los Evangelios contienen este crescendo
aunque en nosotros se manifiesta en forma de en la comprensin que los discpulos tienen so-
proceso. A travs de Jess estamos llamados a bre la persona de Jess, tambin en la reflexin
participar plenamente de esta unin. Unin dogmtica de los cuatro primeros siglos se
que no disminuye la trascendencia divina, percibe esta progresin. Y debera seguir cre-
sino que revela la identidad ltima de nuestra ciendo. Donde culmina la cristologa comienza
naturaleza y de la realidad toda. una nueva antropologa. Jess es la revelacin
Jess es el ser humano plenamente desa- de lo que somos todos. De este modo, pode-
lojado en el que todo su espacio es de Dios y mos decir con el Maestro Eckhart: El Padre
para Dios porque todo l se sabe proveniente me engendra en tanto que Hijo. Pero todava
de Dios. Jess es lo que acontece cuando al- digo ms: no slo me engendra en tanto que
guien se abre plenamente a la accin de Dios. su Hijo, sino que me engendra en tanto que l
Entonces es recreado, prolongado una y otra mismo, y l se engendra en cuanto a m y a m
vez. Como Dios es el Ser que contiene a todos en cuanto a su ser y su naturaleza. Y es que,
los seres, ser espacio de Dios en Dios significa en la fuente ms interior, brotamos del Esp-
espaciarse para los dems y recibir cada ins- ritu; all hay una Vida, un Ser y una Obra.
tante y cada cosa como una teofana. Nos cuesta aceptar que estamos llamados
Tal es el misterio que haba sido mantenido a participar de la misma experiencia y la misma
oculto durante siglos enteros y que ha sido re- naturaleza de Jess. Tambin sus interlocuto-
velado ahora, en la plenitud de los tiempos (Rm res se turbaron, escandalizaron o resistieron.
16,25-26). Esta plenitud se da siempre que Jess les tuvo que recordar: No est escrito
este misterio se manifiesta. Estamos llamados en vuestra Ley: "Yo dije: sois dioses"? (Jn
a participar de la esencia de Cristo Jess por el 10,34). Pero no lo pudieron aceptar, como
mismo don que l participa de la nuestra. Tal es tampoco lo hicieron cuando les ofreci comer

132 133
su carne (Jn 6,53-66). Qu dura es esta blindada y slo es posible la yuxtaposicin.
doctrina! (Jn 6,60). Se retiraron y volvieron Tampoco se trata de la unin fusional que
para eliminar a Quien tuvo la audacia de pro- lleva a la confusin: 1 = 1. Hablamos de una
ponerlo. La conciencia de nuestra precariedad diferencia en la identidad y de una identidad
y nuestra mezquindad hace que digamos como en la diferencia que mantiene y hace fecunda
Pedro despus de la pesca en el lago: Aprtate la unidad: 1 x 1 = 1. Ver a Dios tal cual es
de m, Seor, que soy un pecador! (Le 5,8). significa que cuando le vemos nos vemos a
Podemos quedarnos en la orilla, sin adentrar- nosotros mismos y que cuando l nos mira
nos en el agua profunda, o podemos escuchar se ve a s mismo, sin separacin ni disolucin.
las palabras de Jess: Remad mar adentro Alma, buscarte has en M, y a M buscarte
(Le 5,4). En las profundidades de ese Mar hay has en ti, deca santa Teresa en boca de Dios.
unos peces que no nadan por la orilla y cuyas De este modo, estamos ms all de la dualidad
entraas contienen un tesoro: el sello de nues- que nos separa y del monismo que nos con-
tra imagen y nuestra semejanza divinas. Cristo funde. Lo que veremos es la totalidad de lo
Jess nos impulsa a ir a mar abierto y echar las Real de la que formamos parte en un xtasis
redes en el fondo de nuestras aguas. de mismidad.
Ahora ya somos hijos de Dios, pero to-
dava no se ha manifestado lo que seremos.
Cuando se manifieste, seremos semejantes a
l, porque lo veremos tal como es (ljn 3,2).
Esta manifestacin futura no se refiere slo
a la otra vida, sino tambin a la claridad de
sta. No conocemos el alcance de ser hijos.
La filiacin indica participacin en el mismo
linaje, una misma identidad en la diferencia.
Una diferencia que no es distancia, sino dis-
tincin de los contornos de cada ser. Hay un
modo de vivir la especificidad que perpeta
la dualidad: 1 + 1 = 2 . Aqu la identidad est

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Permaneced en m
(Jn 15,4)

S lo si nos mantenemos en el modo de ser


de Jess, el sabernos uno con Dios no ser
un delirio, sino un impulso a vivir como l,
perdiendo nuestra autorreferencia. En el en
m de Jess se oculta toda la profundidad de
la realidad que se va desvelando en la medida
en que nos vamos desalojando de nosotros mis-
mos y adentrando en l. Cuando la presencia de
Cristo en nosotros es correspondida con nues-
tra entrega a l, permanecemos recprocamente
en el otro y nos vamos haciendo uno.
Hemos dicho desde el principio que a
Cristo no vamos, sino que venimos. Venimos
a l porque regresamos a casa. Es nuestro lu-
gar primordial, nuestro hogar original donde
somos plenamente nosotros mismos, imagen
hecha semejanza de Dios. Jess nos revela lo
que somos. Su existencia es una invitacin a
participar de la vida que existe en el interior
de la Trinidad en el que el darse es recibirse
y recibirse es darse, formando una unidad in-

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separable a travs de una continua y creciente no podis hacer nada (Jn 15,5). l es la sa-
relacin. De aqu la insistencia en esta mutua via que nos nutre. Los racimos forman parte
permanencia, tan recurrente en el cuarto de la vid, son su fruto. Existen porque estn
evangelio. conectados a las ramas y stas al tronco, y el
Permanecer en Jess supone alcanzar una tronco est arraigado en la tierra. El Padre es
nueva calidad de existencia, desde las races la tierra donde el Hijo tiene echadas sus ra-
de nuestro ser hasta cimas que no somos ces, races celestes como en el mito de Platn
capaces de imaginar. Este permanecer cris- y de muchos otros pueblos; pero tambin
tificante nos descentra de nosotros mismos: terrestres por el efecto de la encarnacin. El
Ya no soy yo, sino Cristo quien vive en m Hijo se pierde en las profundidades de Dios
(Gal 2,20). El propio vivir es la ocasin para a la vez que se manifiesta en la materia que
que Cristo pueda vivir. Permanecer en l es la trabaja para hacerse transparente. Somos en la
ocasin de su extensin en m y su permanen- medida en que nos mantenemos en Jess. El
cia en m es la ocasin de mi extensin en l. arraigo en su persona supone la participacin
As se prolonga el misterio de la encarnacin en su secreto.
y nos adentra en una experiencia cada vez ms Al mismo tiempo que Cristo es la vid,
honda que unifica la relacin entre Creador y tambin es el fruto que nos alimenta: Quien
criatura, y nos abisma en la vida intradivina. come mi carne y bebe mi sangre permanece
Somos invitados a participar en la exhalacin en m y yo en l (Jn 6,56). Su sangre es el
y la inhalacin continuas de Dios en Dios y de vino de la vid y la sustancia de nuestro propio
Dios hacia la creacin. Jess es la anticipacin racimo. El es nosotros y nosotros somos l,
de nuestra plenitud en Dios, la revelacin de sin separacin ni confusin. Sin separacin,
que nuestro ser brota de Dios a cada instante, porque l es nuestra sustancia, pero sin confu-
en cada palabra, en cada acto, en cada paso que sin, porque todava no somos l, sino que hay
damos y en cada respiracin que realizamos. infinito camino por recorrer sin que podamos
Todo es ocasin para ser llenado de esa Presen- agotar el misterio de Cristo que nos constituye
cia que se da a medida que nos damos. desde una misteriosa e inaccesible alteridad.
Quien permanece en m y yo en l da Esta permanencia crece y se despliega a
fruto y fruto en abundancia, porque sin m cada paso. Como sucede con el desarrollo

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isomtrico de las plantas, cuanto ms hondas
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sus races, ms altas sus ramas. El arraigo El Espritu os conducir
en Cristo permite que tengamos un pie del hasta la verdad plena
comps bien firme en l para que con el otro (Jn 16,13)
podamos recorrer y celebrar el crculo de la
diversidad de formas de habitar en Dios. Al
mismo tiempo, ese centro no est fijo en nin-
guna parte porque se halla en la profundidad
de todo. La obertura del comps est colmada
por el Espritu que nos permite reconocer el
L a economa del Hijo deja paso a la eco-
noma del Espritu, decan los Padres
griegos. Oiko-nomos, el cuidado de la casa,
pleroma de Cristo en sus mltiples manifes-
el hogar del mundo, es encomendado al
taciones.
Espritu. Tambin lo dijo Joaqun de Fiore
en plena Edad Media: estamos en la era del
Espritu. Si Cristo es la Forma acabada de
Jess y de lo humano, el Espritu es el dina-
mismo que sigue actuando en cada persona
y en la historia para que se d ese mismo
acabamiento. La humanidad toda y las cosas
son conducidas hacia su plenitud y van siendo
ungidas, cristificadas, por el mismo Espritu
que ungi a Jess. As se prolonga la accin
del Cristo interior que se hace exterior al
incidir sobre el mundo y actuar en la historia
conducindola a su plenitud.
El Espritu es el dinamismo que brota de
la relacin que hay entre el Padre y el Hijo,
entre las profundidades de Dios y su manifes-
tacin; es el dinamismo-presencia que permite

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comprensin de las cosas que percibimos como
ir abriendo realidades desde lo que es anterior verdaderas en la medida en que nos abren a ms
a la forma (el Padre) hacia la gestacin de las vida. Hacerse receptivo al Espritu y dejarse
formas (el Hijo). El Espritu es un flujo con- conducir implica ser capaces de acoger ms
tinuo a partir de la inconmensurabilidad de realidad y desplegar ms aspectos de ella.
lo Indecible que permite ir comprendiendo Cristo Jess es la mediacin del Origen,
el desvelarse de lo real. Para recibirlo hay que de la Fuente inagotable del ser, porque todo
estar abierto y disponerse a dejarse conducir l se ha convertido en pasaje. De su aliento
por su irrupcin imprevisible que no sabemos brota el Espritu, sin que por ello el Espritu
de dnde viene ni a dnde va (Jn 3,8). Si lo deje de manar de toda existencia abierta.
supiramos, no habra revelacin ni apertura a Lo propio del cristianismo es recibir esta
ms verdad por desvelar; estaramos slo ante uncin a travs de Jess, confesado como el
la repeticin de lo ya conocido. Las verdades Ungido por excelencia, el Esperado de Israel,
de la fe son comienzos, no lmites. Son indi- pero ello no impide el reconocimiento de su
caciones de caminos para alcanzar horizontes paso por otras vas tambin abiertas; bien al
donde ya no hay camino. Hay ms realidad contrario, lo posibilita. Porque el Espritu
ms all de las frmulas acuadas. Recorrerla es siempre uno y el mismo: un dinamismo
en verdad y de forma sagrada permite hollar que suscita ms dinamismo reverberando de
con ms libertad territorios que estn todava un Fondo de donacin continua. La verdad
por explorar. Buscando mis amores [...] pa- a la que conduce el Espritu es el reconoci-
sar los fuertes y fronteras [...] toda sciencia miento de que donde hay vida vivida desde
trascendiendo, dej escrito Juan de la Cruz, la donacin, est su Presencia, ms all del
al cual la desmesura del amor le haba conver- nombre que le pongamos. Como cristianos
tido en transgresor. lo captamos a partir de Jess, que, adentrn-
Lo propio del Espritu es hacer porosa la dose en nosotros, se convierte en el Cristo
materia, abrirla a la Presencia e impregnarla de interior. Ungindonos permite abrirnos a la
ella. Al dejarnos ungir por el Espritu, nuestra captacin de esta accin y esta uncin uni-
rigidez cede y lo que era muro se hace cuenco; versales. Como seres en vas de cristificacin,
eso nos dispone como receptculo, como Jess. somos conducidos por el Espritu para que
Sobre ese espacio desalojado se extiende una

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podamos reconocer su actuacin-uncin ms
all de nuestra mediacin en el dinamismo EPLOGO
de otras formas.
El crculo trinitario hace que la progresiva
extensin de la verdad no sea una confusa deri-
va, sino una expansin sin que el centro por el
que avanzamos quede anulado. Al contrario,
es profundizado, susceptible de ms posibi-
lidades y significaciones. Dios es una esfera
infinita cuyo centro se halla en todas partes y
su circunferencia, en ninguna, dice una sen-
tencia antigua. Quien vive abierto tiene acceso
a ese centro que el Espritu expande por do-
quier, lo cual se reconoce en la calidad de una
existencia descentrada de s. Los signos son:
amor, alegra, paz, comprensin, benignidad,
bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio
de uno mismo (Gal 5,22). Estos mansos atri-
butos del ser humano transformado son signo
de que en l se ha gestado el Cristo interior y
que en l se ha abierto camino por la verdad
hacia la Vida (Jn 14,6). Al final, el criterio de
veracidad viene dado por la calidad de nuestra
existencia. Vivir segn la verdad conduce a un
modo de ser transfigurado en comunin cre-
ciente con la Presencia que funda lo Real.

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La realidad es Cristo
(Col 2,17)

A travs de Cristo Jess, los cristianos llega-


mos a conocer que el ser de Dios es su
entregarse. La realidad es el darse de Dios.
Entregndose, hace participar a todos los se-
res de su Ser. Cristo es el nombre que, como
cristianos, damos a esa realidad. En l fueron
creadas todas las cosas, por medio de l y
con miras a l; l es ante todo y todo tiene en
l su consistencia (Col 1,16-17). En Cristo
Jess se da la conjuncin de los dos polos
que configuran lo existente, el vnculo entre
lo invisible y lo visible: desde Dios, Cristo es
el Verbo y el Rostro que emerge a partir de
las profundidades de aquel que en la Trinidad
llamamos Padre, el Deus absconditus; desde
nosotros, Jess manifiesta la culminacin del
ser humano y de todo lo creado.
Cristo Jess es donde y en quien lo es-
condido de Dios y lo escondido de nosotros
se manifiestan. Pero esta manifestacin sigue
velada porque todava hay mucho por des-
velar.

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tambin la gestacin del Cristo histrico y cs-
Nuestra vida est escondida con Cristo mico que abarca la realidad completa, es algo
en Dios (Col 3,3). Nuestro estar ocultos en que nos estremece y que apenas atisbamos.
Dios y ante nosotros mismos se convierte Cada individualidad es una clula del Cristo
en revelacin a travs del Cristo naciente. l es total llamada a alcanzar la plenitud mediante la
nosotros plenificado y nosotros somos l en entrega de lo que se le ha confiado: Crezca-
gestacin hasta que alcancemos el Ser total, mos en todos los sentidos hacia l [...] segn la
cuando Dios ser todo en todos (ICor energa distribuida a cada miembro para lograr
15,28). Dios podr ser todo en todos porque la plena formacin del cuerpo en el amor
toda existencia estar desalojada de s misma, (Ef 4,15-16). Tal es el Pleroma de Cristo que
tal como Dios est desalojado de s y por ello estamos llamados a constituir entre todos, a la
es fuente continua de vida. Tal es el Pleroma vez que cada uno contiene el todo.
donde se recoger todo. La energa propia de cada miembro no
En Cristo Jess, este proceso ha sido com- slo se refiere a las personas, sino tambin
pletado. Yo soy el alfa y la omega, el primero a la aportacin de cada tradicin religiosa.
y el ltimo, el principio y el fin (Ap 22,13). Estar llamados a crecer hacia l en todos los
Entre los dos extremos se extiende su Cuerpo sentidos y desde todas las direcciones significa
al que nos incorporamos en la medida en que estar abiertos a descubrir cmo se nombra este
vamos creciendo en capacidad de entrega. Al proceso en las dems tradiciones, as como en
mismo tiempo que Cristo es acabamiento, es la mentalidad secular. Tal dinamismo es ese
comienzo. Donde l acaba, empieza todo. l modo de existencia que conduce a la donacin
posibilita que comencemos. Su acabamiento de s, potenciando la existencia ajena, lo cual
engendra lo nuevo. Su acabar es nuestro nos hace participar de la vida de Dios.
empezar. Como cristianos, exclamamos: Ven, Se-
Nada existe aisladamente, a la vez que cual- or Jess! (Ap 22,20). Y l nos responde: Yo
quier parte de Dios es Dios en su totalidad. La vengo en la medida en que vosotros vens a
realidad es constitutivamente relacional y Dios m. Nuestro venir a l pasa por vivir del modo
mismo es relacin, tri-unidad, en el interior y como l vivi, dejando que se siga encarnando
en el exterior de s mismo. Comprender que en nosotros. Vamos hacia El-que-viene. As se
la gestacin del Cristo interior en cada uno es
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Sobre el autor
va gestando el Cristo interior y vamos siendo
engendrados como prolongacin suya en el Javier Melloni (Barcelona, 1962) es jesuta, doctor en
desarrollo del cosmos y de la historia, acer- Teologa y licenciado en Antropologa Cultural, adems
cando esos cielos nuevos y esa tierra nueva de miembro de Cristianisme i Justicia y profesor en la
que laten en la calidad de nuestro existir. Facultad de Teologa de Catalua. Vive en la Cova de
Sant Ignasi (Manresa), donde acompaa y reflexiona
sobre las diversas manifestaciones de la experiencia de
Dios. Est especializado en mstica comparada y dilogo
interreligioso, y es autor de diversas publicaciones.

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