Sara Ma Go
Sara Ma Go
Sara Ma Go
Sí, sí, eso creo que siempre ocurrió, pero se entendía como ley de la
propia vida. Ahora es un sistema, es decir que un ser humano se convirtió en
algo desechable y no hay más que ver, si hay una crisis económica, lo primero
que se hace es poner a la gente de patitas en la calle, y se acabó. En lugar de
reorganizar sistemas se va a la parte más débil de la estructura, que es el ser
humano, y se dice: “tu ya no eres necesario, vete”. Cuando, al contrario, el ser
humano debería ser la prioridad absoluta. Lo que pasa es antes uno dejaba de
ser necesario a los 70 o 60 años, pero ahora puede ocurrir que uno no es
necesario a los 35 e, implacablemente, el sistema te dice, fuera.
Hay que pagar un precio muy alto y lo peor de todo es que no todo el
mundo puede pagarlo, porque para que uno se arriesgue a enfrentarse con un
tren, se necesita unas cuantas condiciones y no todos las tienen. Ellas son, por
ejemplo, un trabajo independiente, y uno casi siempre es un ser dependiente.
Siempre hay dependencias directas o indirectas, aunque el mundo siempre ha
sido duro, pero es que hoy vivimos en un mundo durísimo y, que en el caso de
esta novela, que de eso estábamos hablando, La caverna, alguien que ha
llevado toda su vida con un trabajo y que llega un momento en que te dicen, lo
que tú haces no importa al mundo donde sigues viviendo, tu estás equivocado:
“tu ya no tienes nada que ver con este mundo, porque haces lo que a nosotros
no nos interesa. Por lo tanto, fuera”. Esto es impresionantemente duro, y si
fuera algo que ocurriera una vez u otra, qué más da, pero no, esto ocurre todo
el tiempo, y lo peor de todo es que, entretanto, se pierden especies animales y
vegetales, hay algo que también se está perdiendo, que es la utilidad del ser
humano. Cuando digo la utilidad del ser humano, esto significa el respeto por el
ser humano, que debería la sociedad aceptarlo durante todo el tiempo que
viva, y no como algo que tiene un tiempo de utilidad y, que terminado ese
periodo, ese ser se descarte, se deseche.
Para tener una actitud tan crítica con la religión, le ha dedicado mucho
tiempo ¿verdad? El evangelio según Jesucristo, y no hay novela donde no
haya más de alguna referencia a la religión.
Hay gente que cree que pasa lo siguiente en la vida: a eso de los 14,
15 años el que no es revolucionario tiene hasta una contradicción biológica.
Luego, por ahí, cerca de los 24, 25, se comienza a relativizar la situación. Ya a
los 30 y muchos otros antes, por supuesto, llegan a lo que hemos llamado
aburguesamiento. Usted tiene 80 años y no ha recorrido en lo absoluto ese
camino, se ha mantenido como dice la gente, en sus trece.
No, no. Yo no estoy tan seguro que a los 14 ó 15 años, era el año
1937, fuera un revolucionario. Seguro que no lo era. Viví en una familia pobre y
muy limitada en lo económico y cultural. La entrada en la política y la acción
clandestina, se han hecho más tarde. Pero bueno, lo cierto es que dentro de
dos meses yo cumpliré 80 años, y hace un tiempo alguien me preguntaba, y
usted, ¿cómo se definiría? Bueno, buscar una definición para decir yo soy esto
o aquello no es fácil, prefiero decir cómo es que me miro a mi mismo. Entonces
diría esto: “cuanto más viejo, más libre, y cuanto más libre más radical”.
Agradezco a la vida o a las circunstancias que, en primer lugar, la edad - la
vejez para decir la palabra correcta - no me ha amargado, pero es que lo que
tengo es una muy buena salud, mi cabeza funciona, mi cuerpo funciona, mi
capacidad de indignación, de protesta se mantiene intacta, mi capacidad de
trabajo no ha disminuido. He terminado hace dos semanas una novela,
entonces lo único que yo puedo sentir, aunque no sé cuánto tiempo durará, es
que soy libre y estoy vivo, y quizá como nunca, precisamente por ese sentido
de libertad. Me permito decir lo que yo quiera en cualquier circunstancia y a
quien sea, y si hay consecuencias para aguantar, pues aquí estoy para
aguantar. A mí nadie me calla. Que no lo intenten siquiera porque no lo
lograrán. Llegado a los 80 años y poder no solo decir esto o estar viviendo, es
pues es un privilegio que no cambiaría por nada.
No. Eso que nosotros llamamos escepticismo, es algo que llevo dentro
desde siempre. A mí me dicen que soy un pesimista, que soy un escéptico, y
yo digo que sí, porque el mundo no me da ningún motivo para ser optimista,
ninguno. Cada cuatro segundos en este planeta una persona muere de
hambre. Así que no hay derecho para que alguien diga que es optimista.
Puede que lo sea en su vida particular si tiene salud, si tiene empleo, si tiene
una familia. Son motivos para ser optimista, pero no puede quedarse mirando
sólo a los suyos, tiene que observar qué es lo que pasa en su entorno, y lo que
pasa en su entorno es esto: Cada cuatro segundos una persona muere de
hambre. Cuando en un tiempo como este en el que hay muchas cosas, como
que están tratando de ir a la Luna, a Marte, yo tengo que decir, aunque pueda
parecer reaccionario, me arriesgo como siempre, que a mi lo que es la
aventura espacial, me importa un pepino, porque antes yo había hecho un
referencia a la prioridad, a la prioridad absoluta que es el ser humano, por lo
tanto, que alguien se muera de hambre es una obscenidad. Lo obsceno no es
la pornografía, sino que alguien se pueda morir de hambre; que ello ocurriera
en la Edad Media, bueno, no teníamos medios, cada uno debía aguantar su
palo, pero ahora, las condiciones para que eso no ocurra existen y, en todo
caso, la eventualidad de un desastre del mundo en el plan ecológico,
climático, social es una desgracia y parte de esa desgracia es culpa nuestra y
no estamos haciendo nada para impedirlo, o para que no evolucione en la
dirección al desastre.
Usted dice que la novela Ensayo sobre la ceguera no termina con una
nota optimista. La última frase de la novela, cuando la mujer del oculista se
acerca a la ventana y mira al cielo, lo ve todo blanco, ella cree que cuando
todos estamos recuperando la visión, ella la pierde, y entonces baja la mirada
y, ¿qué es lo que ve?, se dice con la siguiente frase: “La ciudad aún estaba
allí”, es decir, que el final es el siguiente: “¿habéis aprendido la lección? La
ciudad todavía está aquí. Si habéis aprendido la lección, esto no volverá a
ocurrir. Yo, ciudad, que es el lugar donde vosotros vivís, todavía está aquí,
esperando”
Hay expectación. El libro, sobre todo lo que está diciendo es que si no
cambiáis, no recuperaréis jamás la vista. Pero puede ocurrir que la ceguera
sea mundial, porque definitivamente hay una ceguera, que no haya nadie, o
que no haya tiempo, o que no haya circunstancias, para que alguien pueda
decir, pero, ¿adónde vamos?