Boletín de Filología 49 #2

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11568p - Boletin filologia XLIX 2 2014.

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XLIX
Universidad de Chile
ISSN 0067-9674 versin impresa
ISSN 0718-9303 versin electrnica

Boletn de

TOMO
FILOLOGA
fundado en 1934 por Rodolfo Oroz

BOLETN DE FILOLOGA
TOMO XLIX
Nmero 2
2014

N 2

FACULTAD DE FILOSOFA Y HUMANIDADES


DEPARTAMENTO DE LINGSTICA
2014
Universidad de Chile

ISSN 0067-9674 versin impresa


ISSN 0718-9303 versin electrnica


Boletn de
FILOLOGA
fundado en 1934 por Rodolfo Oroz

TOMO XLIX
Nmero 2
2014

Facultad de Filosofa y Humanidades


DEPARTAMENTO DE LINGSTICA
Santiago de Chile
FACULTAD DE FILOSOFA Y HUMANIDADES
Decana
Mara Eugenia Gngora

DEPARTAMENTO DE LINGSTICA
Directora
Susana Serra Seplveda

B O L E T N D E F I L O L OGA
Director
Abelardo San Martn Nez

Comit Editorial
Andrs Gallardo (Universidad de Concepcin, Chile)
Miguel ngel Garrido (Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, Espaa)
Michael Metzeltin (Universidad de Viena, Austria)
Marianne Peronard (Pontificia Universidad Catlica de Valparaso, Chile)
Magdalena Viramonte de valos (Universidad Nacional de Crdoba, Argentina)
Hiram Vivanco Torres (Universidad de Chile)

Consejo Cientfico Asesor


Nelson Cartagena (Universidad de Heidelberg, Alemania)
Lilia Ferrario de Orduna (Universidad de Buenos Aires, Argentina)
Juan Antonio Frago (Universidad de Zaragoza, Espaa)
Salvador Gutirrez Ordez (Universidad de Len, Espaa)
Gnther Haensch (Universidad de Augsburgo, Alemania)
Alfredo Matus Olivier (Universidad de Chile)
Humberto Lpez Morales (Academia Puertorriquea de la
Lengua Espaola, Puerto Rico)
Francisco Moreno Fernndez (Universidad de Alcal de
Henares, Espaa)
Hernn Urrutia Crdenas (Universidad del Pas Vasco, Espaa)

Secretario de Redaccin
Daro Rojas Gallardo

El Boletn de Filologa de la Universidad de Chile est incluido en las siguientes


bases de datos:
MLA. Modern Language Association International Bibliography
Latindex
Social Planning/Policy & Development Abstracts
America History and Life
SciELO Chile (Scientific Electronic Library Online)

Los contenidos del Boletn de Filologa pueden consultarse en la pgina electrnica:


http://www.boletinfilologia.uchile.cl/
Presentacin

El Boletn de Filologa de la Universidad de Chile es una revista del


Departamento de Lingstica de dicha universidad consagrada a la
publicacin de artculos cientficos originales de lingstica y filologa
hispnicas y que est abierta a los desarrollos ms recientes de la teora
y los mtodos de las ciencias del lenguaje que tengan incidencia en los
estudios sobre la lengua espaola. Adems de artculos originales, que
van desde notas breves hasta artculos ms extensos, se reciben trabajos
que den cuenta del estado del arte en un tpico lingstico determinado y
reseas de libros. Fundado en 1934, el Boletn de Filologa constituye la
revista latinoamericana de lingstica y filologa ms antigua en el mbito
de la hispanstica. La periodicidad de la revista es bianual (un nmero cada
semestre) y se aceptan trabajos en espaol, ingls, francs y portugus.
Los trabajos considerados para su publicacin en el Boletn de Filologa
son sometidos a un sistema de arbitraje doble ciego que contempla la
evaluacin de un mnimo de dos informantes (externos al Comit Editorial
y a la institucin editora de la revista) acerca de su originalidad y solidez
cientfica. Los contenidos del Boletn de Filologa constituyen consulta
indispensable para los estudiosos del espaol peninsular y de Amrica,
as como para los interesados en los desarrollos de la teora y el trabajo
emprico en lingstica en su sentido ms amplio.
Presentation

Edited by the Departmento de Lingstica of the Universidad de Chile,


Boletn de Filologa is mainly devoted to research in Hispanic linguistics
and philology, though contributions on new theoretical developments and
important methodological innovations in all areas of linguistics are also
welcome. In addition to original essays ranging in length from short
research notes up to major reports, the journal publishes review articles
and book reviews. Founded in 1934, Boletn de Filologa, the oldest
periodical devoted to Hispanic linguistics and philology, has traditionally
encouraged publications from abroad, notably from Europe and America.
The journal is published biannually (one number each semester) and
the principal languages of publication are Spanish, English, French,
and Portuguese. Boletn de Filologa is a double-blind peer reviewed
publication (the referees having to be from outside the Editorial Board).
It is essential reading for those interested in linguistic research in Spanish,
both Peninsular and American, as well as in theoretical and empirical work
in linguistics its widest sense.

Apresentao

O Boletn de Filologa da Universidad de Chile uma publicao do


Departamento de Lingstica da referida universidade consagrada
publicao de artigos cientficos originais de lingustica e filologia
hispnicas e est aberta aos desenvolvimentos mais recentes da teoria e dos
mtodos das cincias da linguagem que se relacionam com os estudos da
lngua espanhola. Alm dos artigos originais, que vo desde notas breves
a artigos mais extensos, se aceitam trabalhos que dem conta do estado da
arte em um determinado tpico lingustico, assim como resenhas de livros.
Fundado em 1934, o Boletn de Filologa constitui a revista latinoamericana
de lingustica e filologia mais antiga no contexto hispnico. A periodicidade
da revista de uma em cada semestre e se aceitam artigos em espanhol,
ingls, francs e portugus. Os trabalhos considerados para publicao no
Boletn de Filologa so submetidos a um sistema de arbitragem duplo
cego por parte de um mnimo de dois avaliadores (externos ao Comit
Editorial e instituio editora da revista) sobre sua originalidade e
qualidade cientfica. Os contedos do Boletn de Filologa constituem
consulta indispensvel para os estudiosos do espanhol peninsular e da
Amrica, assim como para os interessados nos desenvolvimentos da teoria
e no trabalho emprico da lingustica num sentido mais amplo.
Boletn de Filologa
Tomo XLIX
Nmero 2
2014

ndice

Nmero monogrfico

REPRESENTACIONES SOCIALES DEL LENGUAJE EN HISPANOAMRICA

Rojas, Daro, Cristin Lagos y Marco Espinoza. Presentacin 13

A rtculos
Arnoux, Elvira Narvaja de. Hacia una gramtica castellana para la escuela
secundaria: opciones y desplazamientos a mediados del siglo XIX 19

Babel, Anna M. The role of context in interpreting linguistic variables 49

Del Valle, Jos. Lo poltico del lenguaje y los lmites de la poltica


lingstica panhispnica 87

Hauck, Jan David. La construccin del lenguaje en Paraguay: fonologas,


ortografas e ideologas en un pas multilinge 113

Huisa Tllez, Jos Carlos. Representaciones sociales a travs del lenguaje


en la lexicografa hispanoamericana decimonnica 139
Ojeda, Patricia y Javier lvarez. Elementos para la construccin social
del chedungun a partir del discurso en torno a la lengua de hablantes
bilinges de la VIII Regin 161
Olate, Aldo y Mario Bernales. Variedades del castellano en interaccin.
mbitos de uso y actitudes en una comunidad rural 187
Oroo, Mariela. La escuela y la lengua en la construccin de la identidad
nacional uruguaya: los libros de lectura usados en la escuela pblica
en los aos 40 del siglo XX 215
Pozo, Valeria. Percepcin sociolingstica de los peruanos residentes en
Chile acerca de su variedad del espaol en interaccin con el espaol
chileno 237

Quesada Pacheco, Miguel ngel. Divisin dialectal del espaol de Amrica


segn sus hablantes. Anlisis dialectolgico perceptual 257

Wrth, Melanie. Cartografas de la ciudad. Representacin y estilizacin


lingstica en mapas mentales de Buenos Aires 311

Reseas
Luis Fernando Lara. Historia mnima de la lengua espaola por Natalia
Villarroel 353

Elvira Narvaja de Arnoux y Susana Nothstein (eds.). Temas de


glotopoltica. Integracin regional sudamericana y panhispanismo
por Mariana Zegers 357
Semblanza del Prof. Dr. Nelson Cartagena Rondanelli
(Santiago, Chile, 01-02-1937 / Worms, Alemania, 08-11-2014)

Leopoldo Sez Godoy


Universidad Catlica Silva Henrquez, Chile

A consecuencia de un derrame cerebral, falleci en Worms (Alemania), el


Prof. Dr. Nelson Cartagena Rondanelli, miembro cofundador de la Sociedad
Chilena de Lingstica, uno de los lingistas chilenos ms brillantes y de
ms destacada trayectoria internacional. Se necesitan mritos y cualidades
excepcionales para llegar a ocupar un lugar relevante en el exigente mundo
acadmico alemn. Cartagena los tena. Quienes recorrimos junto a l, da
a da, una etapa del camino apreciamos su inmensa capacidad de trabajo,
su slida formacin lingstica, su rigor analtico, su amplia generosidad
acadmica y humana, su desbordante alegra de vivir, su obsesin por hacer
contribuciones relevantes a la cultura chilena, su constante disposicin
docente, su incontenible pasin por la conversacin.
Cartagena se form en la mejor educacin pblica: Instituto Nacional,
Instituto Pedaggico de la U. de Chile (Lengua y Literatura Espaola) y
posteriormente en Alemania en la U. de Bonn (Fontica Experimental y
Romanstica) y en la U. de Tubinga (Romanstica, Lingstica general e
indogermnica) en la que se doctor (1986) con el profesor Eugenio Coseriu.
Inici su carrera acadmica como ayudante (1962) y profesor auxiliar
(1965) en el Instituto Pedaggico de la U. de Chile; mientras estudiaba en
Alemania, fue Lector de lenguas iberoamericanas en la U. de Tubinga. A
su regreso a Chile, fue nombrado Catedrtico y Director del Departamento
de Lingstica en la U. de Concepcin (1969-1974). Entre 1975 y 1977 fue
contratado como Codirector del proyecto de gramtica contrastiva alemn-
espaol en el Institut fr Deutsche Sprache (Mannheim, Alemania). Entre
1977 y 1980, EE. UU.: Profesor de Lingstica Espaola y Romance en la
Universidad de Temple, Filadelfia. Retorno definitivo a Alemania: 1980,
Profesor de Lenguas Romances en la Universidad de Ciencias Aplicadas
(Worms); 1982, Profesor de Ciencia de la Traduccin en el Instituto de
Traduccin e Interpretacin (ID) de la Universidad de Heidelberg. Durante
veinte aos fue Director del Departamento de Espaol y, en dos perodos,
director de este Instituto.
Cartagena desarrollaba a gran nivel las funciones universitarias clsicas:
docencia, investigacin, difusin y, adems, tena grandes capacidades para
la gestin acadmica.
No rehua, a l ms bien le atraan, las investigaciones de peso, de larga
elaboracin, y no cejaba hasta que sus resultados llegaran a ser publicados,
aunque el proceso tardara aos. Perseverancia y paciencia. As, la que
culmin en su obra fundamental, se inici en 1965, termin en 1969 y lleg a
publicarse en 1972. Sentido y estructura de las construcciones pronominales
en espaol, su tesis doctoral, tiene un prlogo de Eugenio Coseriu y uno de
sus numerosos reseadores es Bernard Pottier.
El proyecto de una gramtica contrastiva alemn-espaol, que dirigi
junto a H. M. Gauger, se inici en 1975, el equipo termin su trabajo en 1977
y l continu con una tenacidad a toda prueba hasta la publicacin de los
dos tomos finales que aparecieron en Duden Verlag en 1989: Vergleichende
Grammatik Spanisch-Deutsch. Teil I von Nelson Cartagena. Phonetik
und Phonologie, Nominalflexematik. Verbalflexematik. Verbalphrase,
y la segunda parte: Vergleichende Grammatik Spanisch-Deutsch. Teil
II. Nominal- Pronominalphrase. Wortbildung. Zusammenfassung der
wichtigsten grammatischen Unterschiede. Von Inhalt zu den Formen.
Falsche Freunde.
Y en el campo de la traduccin, en 2009 public otra obra maciza: La
contribucin de Espaa a la teora de la traduccin. Introduccin al estudio
y antologa de textos de los siglos XIV y XV.
Sus obras no lingsticas constituyen una valiosa contribucin a la historia
cultural de Chile, preocupacin que es una caracterstica de su generacin
universitaria: la edicin semifacsimilar de El crepsculo, Peridico literario
y cientfico. Santiago, 1 de junio de 1843 a 1 de agosto de 1844, coeditada
por Ins Gonzlez, su esposa y permanente colaboradora, y la documentada
y minuciosa La publicacin de traducciones de libretos de pera en Chile.
Entorno histrico y recuento bibliogrfico. 1844-2012, que exigi una larga
y pesada investigacin, actualmente en prensa.
En esta lnea de aporte al desarrollo cultural de Chile se inscribe Teora
del lenguaje (1972) una seleccin de textos que realiz para el Centro de
Perfeccionamiento, Experimentacin e Investigaciones Pedaggicas del
Ministerio de Educacin.
Sus numerosos artculos (83) se caracterizan por su slida documentacin
y su rigor metodolgico. Estas investigaciones estn fuertemente ligadas
a su labor docente. Abordan dos lneas fundamentales: morfosintaxis
del espaol (el sistema verbal, las construcciones pronominales) y la
traduccin (referentes culturales especficos, realia, traduccin espaol-
alemn, historia de la traduccin). Pero tambin tratan temas de lingstica
textual, comparada, computacional; semntica, fontica, filologa, gramtica
histrica, onomstica, lexicologa
Las investigaciones de Cartagena se publicaron en prestigiosas editoriales
europeas y se difundieron en revistas especializadas internacionales. Por ello,
numerosas universidades e instituciones culturales de Europa y Amrica
lo invitaron a dictar charlas, conferencias, clases magistrales, cursos: El
Colegio de Mxico, U. Autnoma de Nuevo Len (Monterrey), U. Nacional
Autnoma de Mxico (UNAM), State University of New York at Stony
Brook, U. Libre de Berln, U. de Npoles, U. de Amberes, U. de Gante, U.
Autnoma de Madrid, U. de Salamanca, U. de Santiago de Compostela,
U. Jaume I, Castelln, U. de Mlaga, U. de Valencia, U. de Valladolid, U.
Complutense de Madrid, U. Nacional de Crdoba (Argentina), U. Nacional
de Cuyo/Mendoza, U. Nacional de Tucumn, Instituto Berta Vidal de Battini
(Salta), U. Catlica de Salta, U. Nacional de Jujuy, U. Nacional del Noreste
(Resistencia), U. de Chile, U. Catlica Silva Henrquez (Santiago, Chile),
Academia Chilena de la Lengua, Pontificia Universidad Catlica de Chile,
U. de la Frontera (Temuco, Chile), U. de Concepcin
Cartagena colabor con varias revistas especializadas. Fue Coeditor
de RLA. Revista de Lingstica Terica y Aplicada (U. de Concepcin,
Chile), Coeditor de la Serie de Monografas Vario Lingua. Nonstandard-
Standard-Substandard de la Editorial Peter Lang; miembro del Consejo de
Lynx. A Series in Linguistics and World Perception. (U. of Minnessota y de
la U. de Valencia); Livius. Revista de Estudios de Traduccin (U. de Len,
Espaa); Sendbar, Boletn de la Escuela Universitaria de Traductores e
intrpretes de Granada; Espaol Actual; MonTI (Monografias de Traduccin
e Interpretacin) (U. de Alicante, Jaume I de Castelln y Valencia); Boletn
de Filologa (U. de Chile).
Fue miembro activo de diversas sociedades cientficas y culturales:
Sociedad Chilena de Lingstica, de la que fue cofundador, Director y
Secretario Ejecutivo; Academia Chilena de la Lengua; PILEI (Programa
Interamericano de Lingstica y Enseanza de Idiomas); Asociacin de
Filologa y Lingstica de Amrica Latina (ALFAL); Asociacin Alemana
de Hispanistas; Sociedad Espaola de Historiografa Lingstica.
Adems, entre otros cargos, fue Coordinador y Director de los Programas
ERASMUS y SOCRATES ES de Intercambio Acadmico de la U. de
Heidelberg y la Unin Europea.
Nos ha dejado un lingista ejemplar y una persona excepcional. La
lingstica chilena est de luto.

Linguista sum; linguistici nihil a me alienum puto


Roman Jakobson

La Reina, Santiago, 8 de noviembre de 2014


Boletn de Filologa, Tomo XLIX
Nmero 2 (2014): 13-16

Nmero monogrfico

REPRESENTACIONES SOCIALES DEL LENGUAJE EN HISPANOAMRICA

Presentacin

Daro Rojas *, Cristin Lagos y Marco Espinoza


Universidad de Chile, Chile

Los modelos mentales acerca del lenguaje compartidos por los miembros
de un grupo cultural, que les sirven como mecanismo de apropiacin y
percepcin social de la compleja realidad lingstica, han sido estudiados
bajo varias denominaciones y distintos enfoques terico-metodolgicos:
ideologas lingsticas (Kroskrity 2010), culturas lingsticas (Schiffman
1996) o teoras populares del lenguaje (Niedzielski y Preston 2003),
entre otras. Asimismo, han sido abordados en el marco de los estudios del
metalenguaje (Coupland, Jaworski y Galasiski 2004; Gonzlez, Casado
y Esparza 2006) y en las aproximaciones que adoptan el concepto de
glotopoltica (Arnoux 2000). Estas aproximaciones asumen, en mayor o
menor medida, una visin antropolgica del fenmeno lingstico, de manera
que su inters principal no es tanto el lenguaje en s mismo sino el lenguaje
como instrumento simblico de construccin de identidades y relaciones
sociales (Bourdieu 1985).
Adems de su dimensin antropolgica, la relevancia de aproximarse
desde los estudios del lenguaje a estos modelos mentales radica en que,
como seala Edwards (2011: 59), cualquier consideracin del lenguaje
en su contexto social necesita tener en cuenta nociones como creencia,
percepcin o actitud. Los seres humanos no solo hablamos sino que tambin

*
Para correspondencia, dirigirse a: Daro Rojas ([email protected]), Departamento de
Lingstica, Facultad de Filosofa y Humanidades, Universidad de Chile, Av. Capitn Ignacio
Carrera Pinto 1025, 3er piso, uoa, CP 7800284, Santiago, Chile.
14 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

reflexionamos acerca de nuestro principal instrumento comunicativo y


hacemos valoraciones de las conductas idiomticas propias y de los dems.
Por otra parte, se ha comprobado que las representaciones que los hablantes
se hacen de su instrumento comunicativo influyen en el cambio lingstico
(Tuten y Tejedo-Herrero 2011), en el aprendizaje de lenguas (McGroarty
2010; McKenzie 2010) y en el mantenimiento, desaparicin o revitalizacin
de idiomas (Pauwels 2004). Moreno Fernndez, sin ms rodeos, apunta que
la percepcin subjetiva cumple una funcin esencial en el origen, desarrollo,
cambio y desaparicin de las variedades lingsticas (2012: 213).
Reconociendo la importancia intrnseca de este tipo de investigacin, as
como el creciente inters que ha ido concitando en los ltimos aos entre
los estudiosos del lenguaje (Blommaert 1999; Del Valle 2007; Del Valle
y Arnoux 2010; Kroskrity 2000; Kroskrity y Field 2009; Mar-Molinero y
Stevenson 2006; Schieffelin, Woolard y Kroskrity 1998; entre otros), nos
propusimos convocar a un nmero monogrfico del Boletn de Filologa que
aglutinara estudios en torno a las representaciones sociales del lenguaje y
las lenguas en Hispanoamrica, realizados desde diversos enfoques terico-
metodolgicos.
El panorama sociolingstico relevante para este nmero monogrfico,
Hispanoamrica, se encuentra dominado por el espaol, lengua de los
colonizadores europeos, al cual han quedado socialmente subordinadas, en
la mayora de los pases, una serie de lenguas indgenas con distintos grados
de vitalidad. A esto se suman lenguas internacionales cuya presencia se
debe a la globalizacin, como el ingls, y una serie de lenguas y variedades
minoritarias que se oyen en boca de inmigrantes, en zonas fronterizas o
en situaciones de contacto lingstico y cultural. Todas estas variedades
lingsticas coexisten en un complejo entramado de relaciones sociales,
culturales, polticas y econmicas. En consecuencia, existe un amplio
abanico de temas que pueden ser abordados desde la perspectiva propuesta,
especficamente en el caso de Hispanoamrica, mbito geopoltico y cultural
que ofrece aristas an poco exploradas, tales como las representaciones del
lenguaje en situaciones de migracin o las influencias mutuas entre culturas
lingsticas indgenas y no indgenas, entre muchas otras.
Los trabajos incluidos en este nmero monogrfico, atingentes a diversas
zonas de Hispanoamrica (pero sobre todo al Cono Sur), dan cuenta de
una buena parte de dichas posibilidades. Algunos artculos abordan las
representaciones subjetivas de la variacin espacial del lenguaje, sea a nivel
del continente (Miguel ngel Quesada Pacheco, Divisin dialectal del
espaol de Amrica segn sus hablantes. Anlisis dialectolgico-perceptual)
o en relacin con una zona geogrfica ms delimitada (Melanie Wrth,
Cartografas de la ciudad. Representacin y estilizacin lingstica en mapas
PRESENTACIN / Daro Rojas, Cristin Lagos y Marco Espinoza 15

mentales de Buenos Aires). Otros trabajos abordan representaciones que


emergen en situaciones de contacto interlingstico o interdialectal en Bolivia
(Anna M. Babel, The role of context in interpreting linguistic variables),
Paraguay (Jan David Hauck, Fonologas, ortografas e ideologas en
el Paraguay. La construccin del lenguaje en un pas multilinge) o en
Chile, y en este ltimo caso a propsito de contextos rurales (Aldo Olate
y Mario Bernales, Variedades del castellano en interaccin. mbitos de
uso y actitudes en una comunidad rural; Patricia Ojeda y Javier lvarez,
Construccin social del mapudungun a partir del discurso en torno a la
lengua de hablantes bilinges de la VIII Regin) o urbanos (Valeria Pozo,
Percepcin sociolingstica de los peruanos residentes en Santiago de Chile
acerca de su variedad de espaol en interaccin con el espaol chileno).
Tampoco podan faltar contribuciones sobre las dimensiones histrica
y poltica de las representaciones de la lengua espaola, vehiculadas
por instrumentos lingsticos (en el sentido de Auroux 2009), sean estos
gramticas escolares (Elvira Narvaja de Arnoux, Hacia una gramtica
castellana para la escuela secundaria: opciones y desplazamientos a mediados
del siglo XIX), diccionarios (Jos Carlos Huisa, Representaciones sociales
a travs del lenguaje en la Hispanoamrica decimonnica: nosotros y ellos
en la lexicografa de provincialismos) o libros de lectura (Mariela Oroo,
La escuela y la lengua en la construccin de la identidad nacional uruguaya:
los libros de lectura usados en la escuela pblica en los aos 40 del siglo
XX). La dimensin poltica de las acciones institucionales sobre la lengua
espaola recibe atencin en el trabajo de Jos del Valle, Lo poltico del
lenguaje y los lmites de la poltica lingstica panhispnica.
Agradecemos a los autores por su generosidad y voluntad de participar
en este nmero monogrfico del Boletn de Filologa, as como a los
evaluadores por las valiosas sugerencias que hicieron para mejorar los
artculos. Finalmente, queremos destacar que concebimos esta instancia
como uno de los prolegmenos del Primer Congreso Latinoamericano de
Glotopoltica, que tendr por sede la Facultad de Filosofa y Humanidades
de la Universidad de Chile (en la capital, Santiago), y que se realizar los
das 13 y 14 de agosto de 2015. Esperamos que la lectura de este volumen
(principalmente a travs de las preguntas que deja abiertas) pueda acrecentar
el inters por la perspectiva que lo articula y, en consecuencia, por el referido
encuentro acadmico.
16 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Referencias bibliogrficas

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ARTCULOS
Boletn de Filologa, Tomo XLIX
Nmero 2 (2014): 19-48

Hacia una gramtica castellana para la escuela


secundaria: opciones y desplazamientos
a mediados del siglo XIX

Elvira Narvaja de Arnoux *


Universidad de Buenos Aires, Argentina

Resumen

En la dcada del cincuenta del siglo XIX se publican en el mbito


hispnico gramticas destinadas al nivel medio del sistema educativo,
que deben definirse respecto de las que van a circular por la escuela
primaria. Participan no solo en la consolidacin de las subjetividades
nacionales (gracias a la difusin de la lengua comn) sino tambin
en el disciplinamiento social (determinando la norma a la que deben
ajustarse las prcticas) y en la reproduccin de las estructuras sociales
(formando a los miembros de la lite). El artculo se centra en el tramo
referido a la sintaxis en cuatro textos aparecidos respectivamente en
Buenos Aires, Santiago de Chile, Guanajuato y Madrid. Se consideran
las unidades que establecen, el tratamiento de las figuras y el anlisis
que proponen en la ejercitacin o en la ilustracin recapituladora. El
estudio permite apreciar las orientaciones que se van delineando pero
tambin las diferentes perspectivas respecto del saber gramatical,
de su funcin en la escuela secundaria y del sujeto que asiste a ella.

* Para correspondencia, dirigirse a: Elvira Narvaja de Arnoux (elviraarnoux@gmail.


com), Instituto de Lingstica, Universidad de Buenos Aires, Capitn Ramn Freire 2323, 2
6, CP 1428, Ciudad Autnoma de Buenos Aires, Argentina.
20 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Palabras clave: gramticas castellanas, escuela secundaria, enseanza


de la sintaxis, figuras, anlisis gramatical.

Towards a Castilian grammar for secondary schools: choices


and displacements in the mid 19th century

Abstract

Some Castilian grammars intended for use in secondary school are


published in the decade of 1850. These grammars must be understood
in relation with those used in primary school. They participate in
the consolidation of national subjectivities (thanks to the spread
of the common language), in social disciplining (determining the
standard to be met by the practice) and in the reproduction of social
structures (educating the members of the elite). The present paper
refers to the subject of syntax in four texts published respectively in
Buenos Aires, Santiago, Guanajuato and Madrid. We consider the
units established in the grammars, the treatment of figures and the
analysis they propose in exercises or in recapitulating illustrations.
The study allows us to appreciate the guidance offered by grammars
but also the different perspectives on grammatical knowledge, on its
function in secondary school and on the subject who attends school.

Keywords: Castilian grammars, secondary school, teaching of syntax,


figures, grammatical analysis.

Recibido: 27/10/14 Aceptado: 17/11/14

Las gramticas en lenguas vernculas europeas tuvieron un extenso desarrollo


desde el Renacimiento. En muchos casos estaban ligadas a emprendimientos
u objetivos pedaggicos, a los que los textos gramaticales se referan de una
u otra manera. En una primera etapa se justificaban porque facilitaban el
aprendizaje del latn y de las otras lenguas modernas o la enseanza de la
lengua propia como lengua extranjera. Pero con la progresiva afirmacin
de los Estados nacionales, la enseanza del idioma patrio se consider, con
diferentes grados de explicitacin, un instrumento de difusin y construccin
del imaginario de lengua comn homognea, uno de los pilares que sostenan
a aquellos. Incluso en el campo de las gramticas generales este proceso se
evidenci en el paso del estudio de los principios generales aplicables a las
diversas lenguas a la enseanza de la gramtica de una lengua fundada en
los principios de la gramtica general (Arnoux 2012a).
Hacia una gramtica castellana... / Elvira Narvaja de Arnoux 21

La enseanza de la gramtica de la lengua propia interviene, as, en


la formacin de las subjetividades nacionales que los Estados requeran,
pero tambin en la normalizacin disciplinaria propia de las sociedades
modernas. Si consideramos con Michel Foucault (2006) la importancia
de los procesos de normalizacin en el desarrollo de aquellas, es evidente
que las gramticas constituyeron, a la vez que dispositivos generadores de
subjetivacin, instrumentos de disciplinamiento de las prcticas lingsticas
y de distincin de los grupos sociales. Al proponer una descripcin de la
lengua, prescriban los modos legtimos y permitan diferenciar a aquellos
que los dominaban de los que tenan un manejo precario. Muchas gramticas
plantean la posibilidad de jerarquizacin de los sujetos a partir del dominio
del uso correcto y la exclusin se justifica en el no sujetamiento a lo normal,
es decir, en la anormalidad de las prcticas censuradas. No es casual que
fuera la gramtica para la escuela secundaria, mbito en el que se formaran
los futuros ciudadanos (y particularmente en el siglo XIX las lites que se
haran cargo del aparato estatal), un saber necesario dentro del dispositivo
educativo de regulacin, regularizacin y homogeneizacin de las conductas
lingsticas, iniciado en la escuela primaria. Adquiere en ese sentido un poder
poltico en tanto destinado a sostener la gubernamentalidad de la sociedad a
partir de la conduccin de los comportamientos y de la formacin de aquellos
que deberan ejercerla. En relacin con estos, la enseanza de la gramtica
debera estimular, adems, la capacidad de abstraccin (asociada con la
delimitacin de clases lingsticas ms all de la diversidad de realizaciones)
y el reconocimiento de jerarquas sintcticas, entrenamientos que podran
proyectarse a otros mbitos.
En la dcada del cincuenta del siglo XIX aparecen en diversos lugares
del mundo hispnico manuales de gramtica que se proponen para el tramo
medio del sistema educativo antes de su expansin, consolidacin y, en
algunos casos, centralizacin estatal, que va a tener lugar en la segunda mitad
del siglo. Si bien ya han aparecido otros textos de este tipo en los pases
considerados, particularmente en Espaa, en esta dcada se definen con
mayor claridad los destinatarios a los que se apunta, lo que va a dar lugar a
dos clases de gramticas (que se muestran, por ejemplo, en el Eptome y en el
Compendio acadmicos que separan oficialmente los dos niveles): por un
lado, las que atienden a los alumnos que cursan las primeras letras y, por el
otro, las que contemplan a aquellos que asisten a los aos superiores o a los
cursos preparatorios para la universidad, a los que van a ser formados como
maestros e, incluso, a aquellos que necesitan una orientacin normativa en
relacin con la escritura. En relacin con el segundo, grupo esto se evidencia
en el cuerpo gramatical en la consideracin de secuencias que exceden la
oracin simple (que es el marco al que va a restringirse la gramtica de
22 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

la escuela primaria) y en la necesidad de referirse a signos de puntuacin


variados, punto y coma, parntesis y rayas, propios de los textos complejos,
en los cuales habitualmente la pausa sintctica fuerte marcada por el punto
cierra una secuencia que puede integrar varias proposiciones.
La necesidad de atender a la diversidad de pblicos se haba expresado en
las gramticas mayores, como la de Bello y la de la Academia de 1854, en la
implementacin de recursos tipogrficos para diferenciarlos pero esto mostr
rpidamente su escasa eficacia, de all la necesidad de operar editorialmente
la separacin y de definir desde el Estado su mbito de difusin. En el Ro
de la Plata, por ejemplo, en relacin con la escuela primaria, la gramtica
de Marcos Sastre de 1857 es uno de los primeros exponentes del tipo de
gramtica destinada a ese nivel y que cuenta con apoyo oficial, es decir,
que est autorizada y recomendada para circular por el aparato educativo
(Arnoux 2013).
Hemos elegido, en este trabajo, cuatro gramticas destinadas a lo que
globalmente podemos designar como los aos superiores y hemos enfocado
el tramo de la sintaxis para ver las opciones que se les presentaban a los
autores de gramticas en relacin con las unidades que deban considerar,
con las figuras (que resultaban de la tensin entre los esquemas gramaticales
cannicos y las prcticas discursivas), y con los ejemplos y orientaciones
pedaggicas tal como se planteaban en los tipos de anlisis propuestos.
Las vacilaciones y diferencias as como los aspectos comunes exponen las
distintas temporalidades en las que se inscriban las diversas zonas del saber
gramatical y las representaciones de gnero y de sujeto escolarizado que
orientaban las decisiones que se tomaban. La bsqueda de una gramtica
adecuada a este nivel se evidencia en la afirmacin progresiva de una
perspectiva gramatical, diferente de la lgica y de la retrica (disciplinas con
las que la gramtica dialogaba, particularmente en el espacio escolar), que
encuentra en la zona de la sintaxis la posibilidad de desplegarse. Los textos
nos permiten entrever, entonces, un panorama de las diferentes perspectivas
existentes en ese momento respecto de cmo debe encararse la enseanza
de la sintaxis en esa etapa del proceso educativo.

Los textos abordados y algunos datos contextuales

Hemos seleccionado, as, cuatro manuales para la enseanza media


publicados en distintas ciudades del mundo hispnico en esa dcada:
Hacia una gramtica castellana... / Elvira Narvaja de Arnoux 23

Principios elementales de gramtica castellana recopilados de los mejores


autores. Dispuestos para el uso de la juventud por D. V. (Buenos Aires,
1851), Compendio de gramtica castellana, compuesto y arreglado a las
doctrinas de la Gramtica del Sr. D. Andrs Bello de Jos Olegario Reyes
(Santiago de Chile, 1854), Compendio de la gramtica castellana, con
anotaciones para la ilustracin de los profesores de primeras letras de
Mathieu de Fossey (Guanajuato, 1855), y el Compendio de la gramtica
de la lengua castellana, dispuesto por la Real Academia Espaola, para
la segunda enseanza (Madrid, 1857). El trmino compendio en el
ttulo de los ltimos tres parecen sealar cierta estabilizacin en relacin
con la enseanza media, que consagra la RAE y que dominaron en las
reformulaciones pedaggicas que se hicieron de la gramtica de Salv
(Mourelle-Lema 1968) o en las de Gmez Hermosilla (Lpinette 2008) o
Bello (Blanco 1997).
El caso emblemtico es el Compendio de la RAE, derivado de la
gramtica acadmica de 1854, que tiene el estatuto de texto oficial, ya que
la Ley Moyano, Ley de Instruccin Pblica de 1857, establece en el artculo
88 que la Gramtica de la Academia es texto obligatorio y nico para la
enseanza pblica, mostrando el profundo vnculo en ese momento de la
RAE con el aparato estatal (Arnoux 2012b). Se afianza as el proceso de
centralizacin del sistema educativo que haba sufrido diversos avatares pero
que implica en esa etapa la uniformizacin de los textos didcticos que van
a circular por aquel. Si bien existen textos anteriores para la enseanza de la
lengua nacional en el nivel medio, con mayor o menor apoyo institucional,
el gesto sealado muestra la importancia que ya tiene para las polticas
estatales. En relacin con la enseanza del castellano en el sistema educativo
un hito importante haba sido en 1813 el Informe de la Junta creada por la
Regencia para proponer los medios de proceder al arreglo de los diversos
ramos de Instruccin Pblica elaborado por Manuel Jos Quintana, donde
el castellano se impone como materia de estudio en los niveles primario y
secundario y como lengua oficial en la Tercera enseanza (la Universidad)
(Calero Vaquera 2008: 19-20). Se afirmaba as con un peso y un alcance
mayores las decisiones anteriores, particularmente la de Carlos III en 1780,
en la que estableca que no se admitiera a los alumnos a estudiar latinidad
si no estaban bien instruidos en la gramtica espaola. En la dcada del
cuarenta del siglo XIX, por otra parte, ya se haban organizado los institutos
de enseanza media distribuidos en tres categoras: los superiores en los que,
adems de los correspondientes a la enseanza media, se cursaban estudios
del nivel de la licenciatura y del doctorado en Filosofa; los institutos de
enseanza media propiamente dichos; y los que impartan solo los primeros
aos de la enseanza media (Lpinette 2008: 326).
24 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

En los pases hispanoamericanos ya existan escuelas que extendan la


educacin primaria o que preparaban para la universidad pero eran escasas
y estaban claramente destinadas a la formacin de la elite. Si bien esta
orientacin sociolgica se mantuvo, a medida que avanzaba la segunda
mitad del siglo se tendi a integrar progresivamente a otros sectores por
requerimientos de las transformaciones sociales, entre otros, el avance de la
sociedad industrial y la mayor ampliacin del aparato estatal. En la dcada
del cincuenta, en lo que va a ser el territorio de la Repblica Argentina se
reactiva, en el nivel secundario, el Colegio de Ciencias Morales en Buenos
Aires, se crea el Colegio de Concepcin del Uruguay en entre Ros, se
mantiene el Colegio Monserrat en Crdoba, se funda en Tucumn el Colegio
de San Miguel, en Jujuy el de Dolores y en Corrientes el Colegio Argentino
(Solari 2006). Pero el mayor impulso se da a partir de 1863 con la creacin
de Colegio Nacional de Buenos Aires a partir del de Ciencias Morales y la
creacin de los de Catamarca, Salta, San Juan, Tucumn y Mendoza hasta
completar en 1898 la fundacin de diecisiete colegios nacionales en el pas
(Puiggrs 2013).
En Chile, la Universidad, fundada en 1842, tena responsabilidad sobre
todo el sistema educativo en el marco de la importancia creciente asignada a
los diferentes niveles de enseanza, de lo cual eran prueba no solo la creacin
de escuelas primarias sino la puesta en marcha del sistema secundario a
partir del Instituto Nacional, al que se agregan en 1849 ocho colegios ms.
El compendio de Reyes indica en la primera edicin de 1854 la aprobacin
universitaria: Conforme a lo acordado por el Consejo en sesin del 21 del
que rije, a virtud del precedente informe, se aprueba para texto de enseanza
el Compendio de Gramtica Castellana escrito por D. Jos Olegario
Reyes. Cuenta con la firma del rector, Andrs Bello, a cuyas doctrinas
se haba atenido el texto. Cuando se lo publica en Buenos Aires en 1868,
luego de trece ediciones en Chile, se seala la distancia que tiene con otros
que no se asientan en criterios bien definidos: defectuosos mtodos que
hoy se emplean para la enseanza del idioma patrio, tales como Fernndez,
Alemani, Pujol y el ms rutinario de todos de Herranz y Quirs, que jams
podrn suministrar a los estudiantes del ramo principios fijos sobre nuestra
lengua (IV). A esa distancia se haba referido Juan D. Vico, con pareja
evaluacin, en su informe de inspeccin al Colegio del Uruguay (Entre Ros)
en 18631. En l se sealan las diferencias entre los libros de texto disponibles

1
En Memoria presentada por el Ministro de Estado en el Departamento de Justicia,
Culto e Instruccin pblica al Congreso Legislativo de 1863, Buenos Aires: Bernheim y
Boneo: 71-72 (la referencia est en Blanco 2005).
Hacia una gramtica castellana... / Elvira Narvaja de Arnoux 25

destacando la existente entre los antiguos, sobre todo el manual de Herranz


y Quirs (Madrid, 1834 2) que tuvo numerossimas reediciones y que circul
ampliamente, y el texto de Bello o sus reformulaciones, la primera de las
cuales es la citada de Reyes.
Los otros dos textos que integran nuestro corpus, si bien no parten de
un texto gramatical consagrado, tambin muestran el intento de atender a
la conformacin y futura ampliacin del sistema medio de enseanza. De
uno de los autores, de Fossey, hemos podido encontrar datos biogrficos que
dan cuenta de sus vnculos con la puesta en marcha del sistema educativo
en Mxico3. Pero del otro, no hemos podido identificar el nombre del autor
a partir de las iniciales D. V. (tanto Fermn Chvez 1973, como Juan Mara
Gutirrez 1915, lo citan de la misma manera sin aclaracin alguna).
Mathieu de Fossey es un francs que muy joven se afinc en Mxico
ejerciendo como docente tanto en la capital como en Oaxaca, Guanajuato,
Colima y Guadalajara, entre otras ciudades. En la portada del Compendio
se presenta como catedrtico de gramtica general e idioma castellano en
el Colegio Nacional de Guanajuato, exdirector de las Escuelas normales de
ambos sexos del mismo Estado y del territorio de Colima, miembro titular de
la imperial Academia de Dijon y corresponsal de varias sociedades literarias.
En el peridico El siglo XIX, el 12 de marzo de 1843 hay un aviso de la
apertura del Gimnasio Polgloto Cientfico, que se inicia diciendo Don
Mateo de Fossey, antiguo director del primer colegio francs establecido
en Mxico, despus de varios aos de ausencia, siempre consagrados a la
enseanza, ha vuelto a esta capital para fundar una nueva casa de educacin.
Su actuacin como docente en el mbito privado es conocida pero tambin
sus vnculos con la educacin pblica, tal como lo seala al presentarse.
Su preocupacin por la formacin de maestros lo llev a intervenir en la
fundacin de la Escuela Normal de Guanajuato en la dcada del cuarenta
por designacin del gobernador Octaviano Muoz Ledo (Mungua Escamilla
2010), a quien le dedica su gramtica sealando espero que la juventud
mejicana y los que se quieran dedicar a la enseanza de las primeras letras,
sacarn igualmente de mi obra unos conocimientos que adquiriran muy
difcilmente sin el socorro de ella. Moreno de Alba (2006) cita a de Fossey
entre los gramticos no mexicanos que alcanzaron prestigio durante la
segunda mitad del siglo XIX, sealando las varias ediciones de su obra (por

2
Parece tener ya en 1837 una edicin argentina (Juan Mara Gutirrez, Origen y desarrollo
de la Enseanza Pblica Superior en Buenos Aires ).
3
Agradezco el generoso aporte bibliogrfico de Brbara Cifuentes en relacin con las
actividades de De Fossey en Mxico.
26 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

ejemplo, la tercera, de 1874, posterior a su muerte acaecida en 1870). Nos


da, adems, datos ilustrativos de las publicaciones de gramticas escolares
en la poca de De Fossey sealando que haba adaptaciones de la GRAE y
de Salv pero no haba ediciones mexicanas de Bello ni se haban preparado
compendios de su gramtica.
D. V., por su parte, no nos suministra datos personales e incluso firma
su Introduccin como Compilador. Ya en el ttulo haba sealado que
eran principios elementales [] recopilados aunque no d datos sobre
las fuentes. Insiste en que sus destinatarios son los jvenes estudiantes,
la juventud estudiosa y ansiosa de saber. Inicia la introduccin con una
crtica global a las gramticas existentes, que precisan grandes reformas,
ya porque tratan en sus pruebas de un modo tan superficial que no dejan la
ms remota idea, ya porque no estn en nada conformes con las luces del da,
y porque carecen de ciertos principios que son de absoluta necesidad. La
perspectiva ilustrada adoptada (las luces del da) se afirma tambin en el
elogio del mtodo: el mtodo de la construccin que es el ms fcil, obvio
y elegante hasta hoy conocido 4; el mtodo que seguimos aqu es el que
est en prctica en los ms clebres establecimientos de Europa y Amrica.
El tratamiento de las fuentes a las que expresamente remiten las
gramticas estudiadas es distinto. Dos de los textos, el de Reyes y el
Compendio de la Academia, parten, en cada caso, de un texto sobre el cual
se operan reformulaciones de distinto tipo: el primero adapta la gramtica de
Bello y el otro reduce la de la RAE de 1854 suprimiendo determinados tramos
(Arnoux 2012b). Las operaciones realizadas sobre las fuentes muestran dos
concepciones del sujeto al que se dirigen, ya que el texto acadmico opera
por supresin con lo cual dogmatiza el pensamiento gramatical expuesto en
la fuente al excluir tramos que razonadamente dan cuenta de las opciones
realizadas, mientras que el de Reyes hace una adaptacin de la teora de
Bello construyendo un texto que atiende a la nueva situacin, que es lo que
finalmente va a dominar en las reformulaciones pedaggicas. Los otros dos
corresponden, como sealamos, a autores individuales que se presentan
integrando fuentes diversas (explicitadas o no) ya sea desde el mismo ttulo
o en los paratextos iniciales o en las notas a pie de pgina. Este ltimo es el
recurso que utiliza de Fossey para indicar sus fuentes: en la seccin sintaxis,
Mata y Araujo, Girault Duvivier, Nol y Chapsal, Clemencin, Martnez
Lpez y Salv. D. V., en cambio, si bien se presenta como compilador no
seala los autores en los que se bas.

4
En las citas de los textos gramaticales actualizo la ortografa.
Hacia una gramtica castellana... / Elvira Narvaja de Arnoux 27

En todos los casos, los textos exponen, a su manera, la tensin entre


el saber gramatical con sus diversas orientaciones, por un lado, y la
representacin del sujeto que va a ser escolarizado en este nivel y la funcin
que se le asigna en l a la enseanza gramatical, por el otro. Recordemos
que el ensear a pensar sostuvo insistentemente la presencia en esta rea
de los principios de la gramtica general 5, que a criterio de sus defensores
simplificaba el aprendizaje gramatical y evitaba la memorizacin de reglas,
pero esta opinin haba sido ya discutida, sobre todo por Bello (Arnoux
2008). Para este gramtico, el desarrollo de las actividades intelectuales
no surga de centrar el estudio en el vnculo entre lenguaje y pensamiento,
que por otra parte no permita estudiar lo especfico de cada lengua, sino
por el despliegue de un discurso razonado que diera razn de los hechos
lingsticos y aplicara criterios atentos a la racionalidad moderna, es decir,
criterios uniformes y econmicos. As, una explicacin gramatical racional,
y no los principios generales del lenguaje, iba a formar intelectualmente a
los jvenes y esa formacin podra proyectarse a otras reas. Asimismo, la
gramtica se fue perfilando como una herramienta para el aprendizaje de la
escritura y la lectura de textos complejos, en lo cual los temas tradicionales
de concordancia, particularmente, pero tambin de construccin y rgimen
colaboraban. A ello deba agregarse el estudio de las subordinadas en las
oraciones complejas, ampliando la categora de las incidentes al definir otros
tipos y, ms adelante, de la coordinacin en las compuestas, aspectos propios
de este nivel de enseanza ya que la escuela primaria iba definiendo su lmite,
como dijimos, en la oracin simple. Estos requerimientos llevaron a que
ingresara el concepto retrico de perodo que permita introducir el de oracin
(tal como se lo considerara luego como segmento cuya autonoma sintctica
y sentido completo estaban marcados en la escritura por el punto), y a que
se estabilizara el de complemento, dando lugar a diversas clasificaciones.

5
La presencia de la gramtica general vari segn los pases, en lo que incidieron las
decisiones que se tomaban en el campo educativo. Garca Folgado (2006: 657) recuerda para
Espaa el Reglamento General de Instruccin Pblica de 1821, que regulaba por primera
vez la segunda enseanza, introduce la gramtica general, adems de la gramtica castellana
y la latina, en un plan oficial.
28 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Sobre la sintaxis y sus unidades

En D. V., la caracterizacin de la sintaxis deriva de un razonamiento previo


en el que la reunin de las palabras sirve para la expresin del pensamiento,
apoyndose en las versiones difundidas de las gramticas generales:

Si cada palabra de una lengua denota una idea de la cual es signo


representativo, su reunin sirve para expresar un pensamiento completo.
Mas la reunin de las palabras no es enteramente arbitraria: antes bien
est sujeta a reglas determinadas. La Sintaxis, que prescribe estas reglas,
trata por consiguiente del modo de unir las palabras para expresar bien
los conceptos o para formar la proposicin (99)6.

El decurso que sigue es de lo ms simple a lo ms complejo: de las palabras


a la proposicin, del signo a cuya idea remite la palabra al pensamiento
completo. Ambas series articulan la perspectiva lgica (centrada en el
pensamiento) y la gramatical (que organiza las unidades lingsticas). La
sintaxis, que atiende a esto ltimo, no es meramente descriptiva sino tambin
prescriptiva ya que determina las reglas que unen las palabras para expresar
bien los conceptos o para formar la proposicin. Esta ltima se presenta
como la unidad que expresa un sentido completo (caracterstica semntica
de la oracin tal como se va perfilando). La enunciacin de un concepto
requiere de reglas que la sintaxis determina. La insistencia en la relacin
lenguaje/pensamiento es propia de las gramticas generales pero el criterio
de la progresiva articulacin de los trminos (que puede inferirse de las reglas
de reunin de las palabras) expone algn desajuste derivado de fuentes
anteriores y persistentes que parten de una concepcin lineal y no jerrquica
que describe la estructura del enunciado considerando un orden dado y en
gran medida no permutable (Luis 1997), salvo cuando se hacen intervenir
las figuras. Pero tambin permite desplazar la proposicin como esquema
abstracto a la superficie discursiva, espacio de la enunciacin gramatical del
pensamiento. Los requerimientos pedaggicos, vinculados a la enseanza
del texto escrito, inciden posiblemente en esa orientacin del razonamiento,
lo que tambin se evidencia en lo que seala luego:

Mas como la proposicin es susceptible de combinarse con otras,


suspendiendo la conclusin del sentido hasta que se haya determinado


6
En la cita de las fuentes pongo entre parntesis el nmero de la pgina correspondiente.
Hacia una gramtica castellana... / Elvira Narvaja de Arnoux 29

el de estas partes intermedias, deben examinarse los diferentes casos en


que se verifica esta combinacin (100).

De all que defina en esta presentacin perodo, proposicin principal,


proposicin incidente, proposicin referencial y complemento, atendiendo,
en primer lugar, a los espacios mayores del anlisis:

Perodo es la reunin de dos o ms proposiciones ligadas entre s y


dependientes de la proposicin principal.
Proposicin principal es aquella cuyo rgimen o complemento pone
trmino al perodo, y de la cual dependen las dems proposiciones.
Proposicin incidente es la que est unida a algunos de los trminos de
la principal, por medio de un relativo.
Proposicin referencial es la que se liga al sentido o concepto de la
principal por medio de conjunciones o frases conjuntivas (100).

Luego, aborda el complemento entendido como aquello que modifica


el sentido de alguno de los trminos de la proposicin (100) o el rgimen
directo o indirecto de cada una de las proposiciones (101), al que le agrega
el predicado (que en gramticas posteriores ser el predicativo) cuando
es un adjetivo o un sustantivo adjetivado que se refiere al sujeto (101).
Para clasificar los complementos se apoya en la perspectiva latinizante de los
casos por ser posiblemente la ms difundida y lo que le permite diferenciar
funcin de construccin: el complemento es de tres modos y gua a cuatro
casos, directo o acusativo, indirecto o dativo, de preposicin u ordinario
en los casos genitivo o ablativo (103). El ltimo engloba diversidad de
posibilidades: es el conjunto de dos o ms palabras que modifican el sentido
del signo o palabra a que se ligan (104). Finalmente, atiende a la definicin
lgica de la proposicin en sujeto y predicado considerando las dos ideas
de la que consta (101) pero insiste en la perspectiva funcional al referirse
al ncleo del sujeto (sustantivo o palabra que haga su oficio). Muestra
de las vacilaciones en los criterios adoptados es la presencia de trminos
que remiten a clases de palabras y a tipos de modificadores; por ejemplo,
al referirse a los modificadores del verbo habla de adjetivo, complemento
o adverbio.
Reyes considera tambin la articulacin de las palabras entre ellas
(enlace i conexin) en el marco de la frase entendida como oracin, como
proposicin y como sintagma (en relacin con este ltimo, Bello habla de
frase sustantiva, adjetiva y adverbial y frases complementarias). Conviven,
as, representaciones asociadas con diferentes momentos: la proposicin de
las gramticas generales, el perodo retrico que va a dar lugar a la oracin
tal como las gramticas pedaggicas posteriores la han conocido ligada
30 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

claramente a lo escrito y unidad jerrquicamente superior del anlisis, y la


frase como combinatoria primera que se integrar luego en el pensamiento
gramatical estructuralista como constituyente inmediato. Pero en todos los
casos se atiende a la manifestacin discursiva:

Debiendo considerarse las palabras en la sintaxis segn el enlace i


conexin que tienen unas con otras, se han designado con los nombres
de periodo, proposicin, complemento, predicado, sujeto i atributo las
diferentes frases que pueden formarse con aquellas (64).

Lo que le interesa marcar son los marcos y las unidades que debe tratar
la sintaxis, diferentes de las clases de palabras ya que corresponden a
las funciones (complemento, predicado, sujeto y atributo) que surgen
de la descomposicin de la oracin, designacin usada por Bello y que
en Calleja, desde la perspectiva de los idelogos, era el pensamiento
expresado (Haler 2012: 26). Calero Vaquera (2007) seala que el trmino
de complemento, que hace visibles las dependencias intraoracionales,
no aparece en la gramtica castellana hasta el siglo XIX y se vincula con
el alejamiento de los conceptos de caso y rgimen. Reyes reconoce en
relacin con el verbo: complemento directo o acusativo, indirecto o dativo
y ordinario. Para el reconocimiento del directo, por ejemplo, recurre a
la sustitucin pronominal (lo, la) o a la transformacin pasiva, es decir,
a criterios netamente sintcticos. El perodo, por su parte, es necesario
para considerar aquello que supera la enunciacin de la proposicin que
se expondra en la oracin simple. Bello, del cual parte, ya haba hablado,
como sealamos, en lugar de perodo, de oracin (mostrando el paso de
la retrica a la gramtica) distinguindola de la proposicin que puede no
tener sentido completo (aunque articule sujeto y predicado o atributo) y
que puede carecer de autonoma sintctica; desplaza as la gramtica de la
proposicin a la de la oracin dndole a esta ltima el estatuto de marco del
anlisis sintctico ya que la proposicin puede conformar una oracin o no.
La proposicin se desprende de su estatuto lgico, que Bello elude como
una de las orientaciones de su obra, y pasa al gramatical:

Se llama oracin toda proposicin conjunto de proposiciones que


forman sentido completo: de que est alfombrada la ribera es proposicin
perfecta pero no es oracin (308: 84) 7.

7
En las citas de Bello se indican entre parntesis primero el nmero del apartado y luego
el de la pgina.
Hacia una gramtica castellana... / Elvira Narvaja de Arnoux 31

Reyes retoma la misma definicin, sin el ejemplo, y se la asigna al perodo


prefiriendo tal vez la forma lxica ms difundida en el mbito escolar y
que permite articular arte de escribir y gramtica. Asimismo reconoce
los tipos de proposiciones desde el punto de vista sintctico teniendo en
cuenta la autonoma o la dependencia: absoluta o independiente, principal
o subordinante, incidente o subordinada. Lo importante es que parte de una
sintaxis enfocada en el marco de la oracin y no de los temas tradicionales
de concordancia y rgimen que atendan a unidades menores y a sus vnculos
en un caso, correspondientes a los accidentes de ciertas partes variables
de la oracin; en el otro, a la dependencia de un segmento respecto de uno
anterior.
Las vacilaciones sealadas muestran una etapa de transicin en la cual
la concepcin nueva de la sintaxis convive con cristalizaciones anteriores.
El mismo Bello al comenzar su gramtica dice que la concordancia y el
rgimen forman la construccin o sintaxis, utilizando una equivalencia
tradicional basada en la traduccin al latn del griego (que ya haba dejado
de lado Du Marsais que diferenciaba las relaciones sintcticas que en el latn
establecan los casos de la colocacin de las palabras en la oracin) pero que
a Bello posiblemente le permita separar lo restrictivo que regula la gramtica
de los juegos que el hablante puede dar a su enunciado. Adems redefine los
trminos indicando niveles en la restriccin gramatical, ms dbil en un caso
que en el otro la concordancia o armona que entre varias clases de ellas
(las palabras) ha establecido el uso, y su rgimen o dependencia mutua (6:
2) a la vez que introduce la regulacin del uso. Por otra parte, asociar el
rgimen a la dependencia mutua lo independiza del orden (las palabras que
estn antes rigen, las que estn despus son regidas).
De Fossey, al comienzo de su parte segunda, De la sintaxis, seala el
orden de exposicin que va a seguir:

Ya dimos a conocer en la parte anterior ciertas propiedades de las voces:


trataremos ahora de asignar a cada una de ellas el lugar que le corresponde
respecto de su enlace con otras, dndole una denominacin que indique su
funcin en la proposicin. Pero antes diremos algo de lo que se entiende
por concordancia, rgimen, construccin de las partes de la oracin, y
sintaxis natural y figurada (64).

La sintaxis se presenta como una prolongacin de la analoga (incluso va a


cerrar el tramo con sintaxis de las partes de la oracin) y no deja de lado los
aspectos tradicionales (concordancia, rgimen, construccin) pero introduce
el tema de la funcin y plantea como marco la proposicin, siguiendo en esto
la tradicin de las gramticas generales para las que constituye el modelo
segn el cual se establece toda enunciacin, el resto se desprende de esto
32 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

por reduccin o explicitacin (Chevalier 1968). Al referirse a la proposicin


indica que es el nombre que se le da a la oracin si es simple, ya que si es
compleja se la llama perodo, en la que los miembros se pueden convertir en
otras tantas proposiciones (68), lo que se determina a partir de la presencia
de un verbo conjugado, y estas proposiciones son principales (absolutas
o relativas) o incidentes (en lo que engloba todo tipo de proposicin
subordinada). Oracin y funcin son marcas de lo que se va a imponer
en la enseanza escolar de la gramtica. Como sealamos, la designacin
perodo, vinculada con la tradicin retrica, va a tender a desaparecer del
espacio gramatical (aunque nuestros autores, en general, no puedan eludirla)
y la de proposicin a concentrarse en las subordinadas. La insercin de la
construccin como parte de la sintaxis expone el desplazamiento que se
ha ido dando de la identificacin a la consideracin de aquella como una
temtica peculiar interna a la sintaxis (Calero Vaquera 1986).
El Compendio usa oracin como enunciacin o proposicin, aunque
cuando indica los tipos sigue a la gramtica acadmica de 1854 (que, a su vez,
retoma en esto la de 1796, Gmez Asencio 2014) que seala al clasificarlas
en primeras y segundas:

[] veamos cuntas y cules son las oraciones que resultan de los


preceptos anteriores, que es lo mismo que reducir a ciertas frmulas las
varias proposiciones o enunciaciones que sirven para declarar nuestros
pensamientos (165).

Oracin, en este caso, es el enunciado de un esquema gramatical que resulta


del tipo de verbo que la gobierna (transitivo, intransitivo, activo, reflexivo,
impersonal) y del orden lineal de los constituyentes y de la aparicin
(primeras) o no (segundas) de los segmentos esenciales, en lo que incide
posiblemente la vieja nocin de la oratio perfecta (Stefanini 1994). En ese
desarrollo se introducen las oraciones de relativo:

Cuando el pensamiento que se quiere declarar no se puede comprender


en una oracin, sino que ha de ir pendiente de una a otra, se introduce
un pronombre relativo, y de l toma este nombre la oracin, v.gr.: Pedro,
QUE EST VIAJANDO, desea aprender (112).

Cuando ambos textos, la fuente y el que la reformula, suministran los


ejemplos de sintaxis regular y figurada nos encontramos con perodos
no designados como tales. La enseanza gramatical, profundamente ligada
a la enseanza de la escritura, no puede dejar de lado los segmentos que
marcan la unidad semntica y la autonoma gracias al punto y que llevan a
la formulacin moderna de la oracin [phrase en el original] como conjunto
Hacia una gramtica castellana... / Elvira Narvaja de Arnoux 33

jerarquizado de proposiciones que forman un sentido completo (Seguin


1993: 459).
A la sintaxis se refieren en estos trminos:

Sintaxis es el rden y la dependencia que las palabras deben tener


entre s para formar la oracin. Este rden es de dos modos, regular
y figurado. Regular se llama aquel en que se siguen estrictamente las
reglas gramaticales; figurado es el que se observa para dar ms vigor y
elegancia las oraciones, usando algunas licencias que se llaman figuras
adornos de la oracin.
[] Los principios generales de la Sintxis no figurada, se reducen
tres, concordancia, rgimen y construccin.

Se anuncian al hablar de orden y dependencia las partes tradicionales:


construccin para lo primero, concordancia y rgimen para la segunda. La
distincin entre regular y figurado le permite diferenciar el espacio de las
reglas (obligatorias sobre todo en la concordancia y el rgimen) y el de la
posible libertad del hablante asociada a la construccin.
Si bien todos los textos atienden a la subordinacin y a lo que se va a
designar como oracin compleja, aunque los tipos que contemplan varen, no
se considera la compuesta, generada por la coordinacin o yuxtaposicin de
proposiciones del ms alto nivel sintctico. En ese sentido, Gmez Asencio
(1987) ya haba sealado su introduccin tarda en la reflexin gramatical
hispnica.

eN TORNO A LAS FIGURAS

El tema de las figuras constituye un resto persistente de la reflexin sobre el


orden en las gramticas de las lenguas vernculas europeas. La necesidad
de establecer un orden natural o directo impone, a la vez, frente a la
construccin diversa de las producciones verbales, considerar lo que lo
transgrede pero que no puede dejar de ser admitido, de all que se lo asocie
con valoraciones extragramaticales: las figuras dan mayor elegancia o vigor
a las frases. La reflexin sobre las figuras y, sobre todo, el hiprbaton va
a permitir atender, adems, con mayor precisin las colocaciones de los
modificadores en relacin con un ncleo y considerar las diferencias de
sentido que en algunos casos, como los de colocacin del adjetivo, implican.
En las otras figuras que se relevan, las transgresiones muestran tambin
34 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

requerimientos pragmticos o de perfilamiento del referente o de cambios


en la funcin natural de una palabra o en el valor temporal del verbo.
D. V. reconoce cuatro figuras:

1 hiprbaton o inversin del orden natural; 2 pleonasmo o aumento


de palabras; 3 elipsis o supresin de palabras; y 4 silepsis o falta de
concordancia (111).

El marco en el que las aborda es la construccin, entendida como el orden


en el que se colocan las palabras, aunque la inversin sera la nica que
estrictamente correspondera a ello: aquella en la que por dar a las palabras
elegancia o energa las trasladamos o invertimos en orden contrario al que
sigue la operacin mental. Se sigue en este caso, segn el autor, que se
inscribe en una larga tradicin, un orden arbitrario o artificial, opuesto al
natural en el que el orden cannico sera sujeto, verbo activo, complemento
acusativo, dativo y ordinario; si el verbo es de otro tipo, se prescribe el
siguiente orden los complementos ordinarios que lo modifiquen debern
colocarse despus del adjetivo que se refiere al sujeto y antes del adverbio
si concurren este y aquel en la proposicin (111).
Reyes se refiere tambin a las figuras en el apartado sobre la construccin,
pero es el cierre de una larga exposicin sobre la colocacin del adjetivo
respecto del sustantivo, tanto las facultativas como las obligatorias, y de los
modificadores del verbo:

En la construccin del verbo notaremos que, si es activo, se coloca


inmediatamente despus de l el complemento indirecto, despus el
ordinario i ltimamente el adverbio, siempre que no sea el negativo no,
pues en caso de serlo deber colocarse antes del verbo (79).

Destina un fragmento importante a la ubicacin de los pronombres clticos


(designados segn su posicin como afijos o enclticos). El desarrollo se
acompaa de una dimensin normativa marcada, en la que sigue a Bello
(932: 245):

[nota] Cuide el institutor de hacer notar a sus alumnos las construcciones


viciosas me se, te se, que hemos odo hasta en personas educadas, diciendo
vg: me se fue, te se- olvid.

Condena tambin un uso ligado a gnero o registro:

Cuando el sujeto precede al verbo se emplearn precisamente afijos y


no enclticos. Es un vicio decir el libro caysele de las manos, en vez
de se le cay, como dicen los escritores correctos (79).
Hacia una gramtica castellana... / Elvira Narvaja de Arnoux 35

El tema de las figuras le permite, entonces, atender a fenmenos gramaticales


importantes como la colocacin del adjetivo o de los clticos. La perspectiva
que adopta en el tratamiento de la construccin es amplia, ya que reconoce
fenmenos ms restrictivos debido al cambio de significado que la posicin
del trmino implica, al uso habitual o a criterios normativos pero admite el
juego del hablante:

El orden que deben guardar los afijos y enclticos o el negativo no


con respecto al verbo, y ciertos adjetivos con relacin al sustantivo es
necesario para la correccin del lenguaje; pero no sucede lo mismo con las
dems palabras que modifican al verbo o al sustantivo, dependiendo esto
del giro que cada cual quiera darle para su mayor fuerza y elegancia (79).

La introduccin de las figuras, insoslayable en la medida en que todava


persiste en el espacio gramatical el tema de la construccin natural o artificial,
se hace as tambin a partir del hiprbaton pero articulado claramente con
los vnculos sintcticos que ha sealado antes:

Colocando las palabras segn las reglas establecidas obtendremos la


construccin natural; e invirtiendo su orden, en los casos en los que no
se opongan dichas reglas, resultar la construccin artificial, es decir, la
figura llamada hiprbaton (80).

A ella siguen las que haba enunciado tambin D. V., que se hallan
autorizadas por el uso, y ocurren con ms o menos frecuencia en castellano:

Si suprimimos una o varias palabras que pueden sobreentenderse, tendr


lugar la figura llamada elipsis.
Si aumentamos una o varias palabras para dar ms fuerza o energa a la
expresin, tendremos la figura llamada pleonasmo.
Finalmente, si faltamos a las reglas de concordancia, para el mejor sonido
de las palabras o para darles su verdadero sentido, se cometer la figura
llamada silepsis (80).

En el cierre del apartado, la dimensin normativa vuelve a aparecer, sensible


a los requerimientos de las prcticas escolares, ya que seala que hay dos
vicios que vemos cometerse a cada paso, particularmente por la gente vulgar,
y con los cuales no transigir jams la buena locucin: el barbarismo y el
solecismo (80).
De Fossey integra tambin el tema de las figuras en el tramo destinado
a la construccin, que le va a permitir hablar de sintaxis natural y sintaxis
figurada, pero no restringindose a la problemtica del orden:
36 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

La sintaxis natural es la colocacin de las palabras y oraciones segn el


orden natural de las ideas; y sintaxis figurada es aquella que para mayor
elegancia de las oraciones permite algunas licencias, ya alterando el orden
de las palabras, ya omitiendo unas o aadiendo otras, ya quebrantando
las reglas de concordancia (66).

A las figuras indicadas por los otros autores agrega la enlage, figura que
parte de la idea de que las palabras pertenecen naturalmente a una clase (no
que pueden cumplir funciones distintas):
Enlage es la figura por la cual se pone una parte de la oracin por otra,
como: el saber aprovecha en todas ocasiones es preciso conocer el
porqu de las cosas el s de las nias; en cuyos ejemplos saber, porqu
y s hacen veces de nombres (67).

El Compendio abre la parte de la sintaxis refirindose al orden regular,


retomando la tradicional concepcin de que va adelante lo que tiene
antelacin por naturaleza, dignidad o importancia (93). Encara la sintaxis
figurada luego de un extenso desarrollo del tema de la construccin y de
los tipos de oraciones. En esas partes anteriores opone la construccin al
rgimen por la mayor libertad que en aquella puede tener la colocacin de
las palabras. Seala las posibilidades de acompaamiento del sustantivo
y del verbo y se detiene en la construccin del verbo con el pronombre,
que es como en el caso de Reyes la zona donde se despliega la dimensin
normativa. Por un lado, en relacin con los pronombres de tercera persona
en dativo y acusativo:
El modo de usar el pronombre de tercera persona en dativo y acusativo
de singular y plural, es lo que ofrece mayor dificultad, por las diversas
opiniones que sobre el particular han seguido y siguen todava escritores
de nota. La Academia, habiendo de optar entre ellas, se ha atenido a la
ms autorizada sealando la variante le para dativo singular de masculino
y femenino []
Para el acusativo en gnero masculino se admiten indistintamente el le
y el lo. Podr pues decirse: Antonio compuso un libro y lo imprimi, o
le imprimi, mientras con el transcurso del tiempo no d la costumbre
marcada preferencia al lo sobre el le, o viceversa (108).

Se refiere tambin, entre otros, a la colocacin de los clticos:


Cuando los pronombres personales son trminos de los verbos, se
usan en su construccin antepuestos o pospuestos, y as se dice: ME
amas; -TE aborrecen; -SE estiman; -ME duermo; y tambin: masME;
aborrcenTE; estmanSE; durmoME.
Hacia una gramtica castellana... / Elvira Narvaja de Arnoux 37

Recomendamos, no obstante, una prudente sobriedad en la prctica de


posponer el pronombre al verbo, porque de ella suelen resultar vocablos
de ingrato sonido (109).

Ese desarrollo previo lleva a la siguiente caracterizacin de la sintaxis


figurada, en la que aparecen otros casos adems del que altera el orden:

Sintaxis figurada o adornada es aquella que, para mayor energa y


elegancia de las expresiones, permite algunas licencias en la regular,
ya alterando el orden y colocacin de las palabras, ya omitiendo unas,
ya aadiendo otras, ya quebrantando las reglas de la concordancia.
Estas licencias, autorizadas por el uso, se llaman figuras o adornos de
la oracin (113).

Analiza luego las cuatro tradicionales (hiprbaton, elipsis, pleonasmo y


silepsis) a las que agrega la traslacin, ejemplificada a partir de datos de la
situacin:

Se hace uso de esta figura cuando a ciertos tiempos de los verbos se da


una significacin que ordinariamente no tienen; por ejemplo, cuando a
un deudor se le dice: ME HAS DE PAGAR, en vez de pgame; a un
criado: ME TRAERS, en lugar de treme un vaso de agua; a un amigo:
maana SALGO, esto es, saldr para Segovia (122).

En relacin con el hiprbaton trata sobre todo la colocacin de los adjetivos,


las formas de tratamiento, los relativos. El uso general, la prctica o los buenos
escritores aparecen como los orientadores para las dobles posibilidades:

Los vocablos cierto, pobre, mero, simple, y algunos ms, deben preceder
o seguir a los sustantivos o adjetivos con que conciertan, segn el
concepto en que se emplean, pues tienen ms de uno: la prctica es para
esto gua suficiente.

El comentario final sobre esta figura deja de lado el esquematismo de las


gramticas y muestra el inters que para el aprendizaje de la escritura tiene
la reflexin sobre el discurso:

Otras muestras de inversin gramatical pudiramos aadir, sin que


ellas solas sirviesen de seguro norte a la juventud estudiosa para no
extraviarse en el empleo del hiprbaton, figura a que tanto se presta la
lengua castellana, y en la cual es por lo mismo muy ocasionado el abuso.
A falta pues de reglas ms precisas, recomendamos el estudio de los
buenos escritores y el trato con personas doctas; pero advirtiendo de paso
que no suele consentir la prosa muchos de los giros que dan gala y bro
38 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

a los versos, o que excusa lo artificioso de su construccin. Por ltimo,


conviene tener muy presente que a las dotes de elegancia, vehemencia
y eufona, debe en todo caso preferirse la de la claridad, sin la cual son
superfluos todos los dems adornos del lenguaje (118).

En relacin con la elipsis, los criterios para su uso son, en gran medida,
pragmticos: esta figura requiere que las palabras omitidas sean de aquellas
que suple sin trabajo la persona con quien se habla, y que con la brevedad
de la clusula se evite la redundancia y pesadez que en otro caso tendra
(119). Los ejemplos, en este caso, provienen de la vida cotidiana y de las
relaciones cara a cara: A veces los vocablos omitidos por la figura elipsis
se suplen con el gesto o con la accin, lo cual es ms fcil de comprender
que de explicar (120).
Del pleonasmo se resalta su funcin intensificadora: se emplea para dar
ms fuerza a la expresin, y para que a las personas que nos oyen no quede
duda alguna de lo que les queremos referir o asegurar (120). Y en cuanto a la
silepsis se insiste en el centramiento en la referencia: es porque atendemos
a lo que representan, y no a lo que dicen. As, por ejemplo se usa cuando
no concertamos los verbos en el nmero singular con nombres colectivos
del mismo nmero, sino en plural con la multitud que representan (121).

eJEMPLOS Y ORIENTACIONES
PEDAGGICAS PARA EL ANLISIS

Los textos proponen modelos de anlisis que ilustran y tienden a fijar


los conceptos desarrollados. Entre el anlisis gramatical, que define la
naturaleza y funcin de las palabras aisladas y el anlisis lgico, que define
la naturaleza y funcin de las proposiciones (Chevalier 1979), se dan
opciones y combinaciones diversas. El segundo se va orientando a lo que
en la escuela secundaria se afirmar como anlisis sintctico, que privilegia
jerrquicamente los miembros de la oracin. Los ejemplos, sean o no de
autor, provienen de la tradicin escrita. Los enunciados elegidos exponen
modelos de comportamiento individual o poltico, remiten a un universo
discursivo prestigioso o ponen en contacto al estudiante con personajes o
escenas de un espacio histrico que debe conocer. Su funcin formativa
acompaa estas muestras de lengua destinadas al anlisis.
Hacia una gramtica castellana... / Elvira Narvaja de Arnoux 39

D. V., bajo el ttulo Ejemplo de un periodo, delimita, primero, las


proposiciones. El segmento destinado al anlisis tiene como es habitual un
fin formador o moralizante que refuerza la enseanza escolar de la gramtica:

El joven, que tiene aplicacin al estudio, consigue ilustrar su


entendimiento, cuando no da entrada a los vicios, que le perturban y
desmoralizan.

Se desplaza entre lo gramatical y la perspectiva lgica, ya que si bien delimita


las proposiciones y se refiere al complemento no reconoce como cierre de la
oracin / perodo la marca de puntuacin sino lo que considera nuclear del
sentido (privilegiando una jerarqua entre las proposiciones que no atiende
a la primera separacin entre sujeto y atributo/predicado) y no contempla
en esta etapa a la incidente inserta en la referencial:

En este ejemplo la palabra que pone trmino al periodo es entendimiento,


las dems solo sirven para ilustrar dicho rgimen. La proposicin
principal es el joven consigue ilustrar su entendimiento: la incidente,
que tiene aplicacin al estudio: la referencial, cuando no da entrada
a los vicios, que le perturban y desmoralizan: y el complemento es el
rgimen directo e indirecto de cada una de las proposiciones citadas (101).

Reducido el perodo a las proposiciones que lo integran, enuncia, luego,


lo que es descomponer una proposicin, es decir, en la tradicin de las
gramticas logicistas determinar primeramente las dos ideas de que consta:
esto es la del sujeto y la del atributo. Seala las clases de palabras que
corresponden a cada una, sustantivo o palabra que haga su oficio y verbo,
e indica los posibles modificadores: en un caso, adjetivo, complemento y
proposicin incidente; en el otro, adjetivo, complemento o adverbio.
En la parte final del tramo destinado a la sintaxis expone el anlisis
analgico y sintctico, al que llama anlisis gramatical (en el que domina la
caracterizacin palabra a palabra) y, luego, el anlisis de las proposiciones.
En el primero usa el sistema de cuadros a cuatro columnas; en el analgico
cada columna se ubica luego de poner la palabra (por ej., placeres), su
naturaleza (sustantivo), su especie (abstracto), su modificacin (masculino
plural), es decir, que se caracteriza cada palabra en s. En el sintctico
introduce en la primera columna no palabras sueltas como en el anterior sino
articuladas en una frase, lo que permite en la columna su especie agregar a
concreto, determinativo, calificativo, otras posibilidades: transitivo (para el
verbo) o invariable (para la preposicin). Reemplaza su modificacin por
sus funciones atendiendo a los vnculos sintcticos de una palabra con otra:
T (sujeto de leers), leers (designa la accin de t), la (determina leccin),
40 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

leccin (complemento directo de leers). El anlisis de las proposiciones


lo encara a travs de preguntas y respuestas posibles en el mbito de la
clase, privilegiando el significado (este criterio cuya larga tradicin escolar
conocemos se distancia del criterio sintctico tal como Bello lo plantea).
Abundan las indicaciones para el que ensea. Al que se le proponen las
preguntas que le permitirn al estudiante determinar en un primer momento
las funciones:

Dcesele al discpulo que explique analticamente todas las palabras de


esa proposicin. Comience as: 1 quin es un sabio? [en ese hombre
es un sabio] Ese hombre (sujeto determinado por medio del adjetivo
determinativo ese), 2 Qu es ese hombre? Un sabio (atributo del
sujeto hombre, adjetivo calificativo y complemento directo del verbo es).
El plan no puede ser ms simple ni parecer con ms claridad. Debe
ponerse gran cuidado para conocer y distinguir el verbo transitivo del
intransitivo, esto se conseguir con preguntarse: -1 Quin hace, hizo
o har? Quin o qu es, fue o ser hecho?

Bajo el ttulo de prctica a partir de un enunciado se despliegan las


preguntas y respuestas. Se estimula; adems, la manipulacin de los
segmentos para efectuar comprobaciones gramaticales, cuya operacin
fundamental es la reduccin / transformacin a la estructura bsica de la
proposicin:

El honor y el dinero son apetecibles


P. Nombrad las partes de esa frase.
R. El honor y el dinero, sujeto compuesto y gramatical; son, verbo
sustantivo; apetecibles, atributo simple y gramatical.
P. Qu razn hay para llamar compuesto al sujeto?
R. No da idea de dos sujetos distintos?
P. Es verdad. Haced de suerte que no parezca compuesto ese sujeto.
R. Tengo que sacar dos proposiciones, sirvindome para cada una de
ellas del mismo atributo y poniendo el verbo en singular.
P. Mostrad cmo.
R. El honor es apetecible.- El dinero es apetecible.
P. Por qu ponis el verbo en singular?
R. Porque en singular est el sujeto honor (120).

Cierra la exposicin con un suplemento a la sintaxis, en el cual bajo la


forma dialgica aborda algunos aspectos que pueden plantear dificultades,
por ejemplo, en relacin con el gnero de los sustantivos:
Hacia una gramtica castellana... / Elvira Narvaja de Arnoux 41

R. Adoptar semejante doctrina fuera reconocer variacin en el gnero


mismo; es decir, en el sexo, y ya se ve el error, pues que ni el masculino
puede ser femenino, ni este masculino. Cuando se dice que hombre es
un sustantivo, si vara hacindose plural en la voz hombres, no puede
llamarse variacin suya la voz mujer, sustantivo de distinto nombre y de
distinto gnero, aunque a la propia especie pertenece (124).

Finalmente, expone su objetivo didctico:

Bastan los precedentes ejemplos para que el maestro ordene un sistema


de anlisis razonada, escogiendo aquellas sentencias que ms a propsito
le parecieren. Es nuestro objeto indicar un mtodo de enseanza til y
sencillo (129).

Reyes escapa al esquematismo de los ejemplos armados por el gramtico y


en la parte destinada a mostrar el anlisis propio del mbito escolar recurre
a un fragmento de Iriarte, autor de fbulas que tuvieron amplia difusin,
reconociendo la importancia del desarrollo del gusto literario en la escuela
secundaria y su propia filiacin ilustrada. Propone el ejemplo de un perodo
en verso analizado lgicamente:

All en tiempo de entonces,


Y en tierras muy remotas,
Cuando hablaban los brutos
Su cierta jerigonza,
Not el sabio Elefante
Que entre ellos era moda
Incurrir en abusos
Dignos de gran reforma.
(Iriarte)

Como la construccin de este perodo es artificial: por consiguiente se


ha cometido la figura llamada hiprbaton se hace la transformacin a la
construccin natural (pensada como necesaria para poner en orden las
ideas, que constituye tambin un objetivo de la enseanza media): El
sabio Elefante not que, incurrir en abusos dignos de gran reforma era moda
entre ellos, all en tierras muy remotas, y en tiempo de entonces, cuando
los brutos hablaban su cierta jerigonza. El texto potico permite en su
transformacin destacar los dos tipos de construccin y hacer posible un
anlisis que atienda a la jerarqua y dependencia de los constituyentes. El
primer paso es el reconocimiento de las proposiciones: El sabio Elefante
nota que, proposicin principal; incurrir en abusos dignos de gran reforma
era moda entre ellos, all en tierras muy remotas y en tiempos de entonces,
42 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

proposicin incidente principal, y cuando los brutos hablaban su cierta


jerigonza, proposicin incidente secundaria (80). Pero esto es insuficiente
ya que el autor seala que la unin de la oracin (perodo) es superior a
aquella primera divisin, de all que haya que partir del recorte entre sujeto
(El sabio Elefante) y predicado (el resto) que es en el marco de la oracin
el primer nivel de anlisis, cuyo alcance supera el de cada proposicin ya
delimitada. La designacin del todo es vacilante ya que se usa periodo, al
inicio, o proposicin: Como las tres proposiciones que hemos enumerado
tienen una conexin tan ntima, que no podramos separarlas sin dejar
incompleto el sentido, es de necesidad analizarlas como si formasen una sola
proposicin. Todo el detenido desarrollo que sigue consiste en la divisin,
que va a ser habitual en el estructuralismo, en constituyentes inmediatos
jerarquizados aunque est ausente el dispositivo grfico de cajones y en
la utilizacin de un criterio funcional. Ejemplificamos con un fragmento:

La primera palabra del atributo es not, que concierta con el sujeto en


nmero y persona, y que, como verbo activo, est modificado por el
complemento directo que incurrir en abusos, &a: este complemento
consta de trmino solo y su palabra principal es que, sustantivo neutro
y anunciativo de la proposicin incidente incurrir en abusos, &a. El
sujeto de esta proposicin es incurrir en abusos dignos de gran reforma;
y el atributo lo que queda del perodo. El elemento principal de sujeto
es incurrir, el cual viene modificado por el complemento ordinario en
abusos dignos de gran reforma; este complemento consta de preposicin
y trmino, preposicin en y trmino abusos dignos de gran reforma;
palabra principal de este trmino abusos, modificado por la frase adjetiva
dignos de gran reforma, palabra principal de esta frase dignos modificado
por el complemento ordinario de gran reforma, que consta de preposicin
y trmino, preposicin de y trmino gran reforma; palabra principal del
trmino reforma, modificada por el adjetivo gran apocopado.

Son evidentes la ausencia de rasgos latinizantes, la importancia asignada al


armado gramatical y no lgico del perodo y la proximidad con el anlisis
sintctico por constituyentes inmediatos, tal como va a implementarse en la
escuela secundaria varias dcadas despus, en el cual se va de las unidades
sintctico funcionales mayores a las ms pequeas.
De Fossey propone un anlisis de lexigrafa antes de tratar la sintaxis.
Elige tambin una fbula de Iriarte y va caracterizando cada palabra: a,
preposicin; la, artculo determinado, femenino singular; Pulga, nombre
comn, femenino singular, usado con el sentido de nombre propio; En
la sintaxis, despus del desarrollo de las funciones, cuya larga enumeracin
muestra que considera ms las relaciones de proximidad de los segmentos
Hacia una gramtica castellana... / Elvira Narvaja de Arnoux 43

que las jerrquicas (sujeto, verbo determinante, rgimen directo, calificativo,


atributo, complemento indirecto, complemento posesivo, complemento
comn, determinado comn, determinado posesivo, determinado supino y
palabras intercalares o incidentes), propone el cuadro de un modelo de
anlisis de sintaxis que divide una oracin en proposiciones en la primera
columna; en la segunda, separa los sintagmas de cada una sin un criterio
jerrquico pero transformando la construccin en directa; y, en la tercera,
le asigna las funciones. El ejemplo es: Vino cierto da un padre de familia a
ver a Aristipo (principal absoluta), que era uno de los mayores filsofos de la
Grecia (incidente explicativa), le suplic (principal relativa) que admitiese
a un hijo suyo en el nmero de sus discpulos (incidente determinativa).
Ejemplificamos con el primer tramo (75):

Un padre sujeto
de familia complemento posesivo
vino verbo determinante
a ver determinado supino
a Aristipo rgimen directo
cierto da (es decir en cierto da) complemento comn

Luego presenta una tabla sinptica de los seis casos en que puede hallarse
el nombre en la proposicin (76), poniendo primero el equivalente en
castellano y separando en singular y en plural utilizando un sustantivo
animado y otro inanimado para mostrar la diferencia en el acusativo:

Sujeto o nominativo El padre El libro


Complemento posesivo o genitivo Del padre Del libro
Complemento indirecto o dativo Al padre o para el padre Al libro o
para el
Rgimen directo o acusativo Al padre El libro
Vocativo Padre, padre Libro, libro
Complemento comn o ablativo Con, sin, de, por, &c.el p. Con..el libro.

En el Compendio, el modelo de anlisis est inserto en el tramo


correspondiente a la sintaxis figurada. Se parte de un ejemplo de construccin
regular: Don Alonso, Rey de Aragn, deca que ganaba el afecto de los
vasallos buenos con la justicia, y que ganaba el afecto de los vasallos malos
con la clemencia.
El anlisis, predominantemente lineal, combina categoras de distinta
procedencia: la tradicin latinizante de los casos, las clasificaciones de
oraciones suministradas por la misma gramtica (primeras y segundas)
y las categoras asociadas con los aspectos tradicionales de construccin,
44 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

concordancia y rgimen. Cito el comienzo del anlisis en el que revisa las


categoras consideradas en los apartados anteriores:

En este ejemplo, que consta de tres oraciones, ligadas una a otra, se


observan con toda exactitud las reglas del rgimen y construccin regular.
El nombre propio D. Alonso, nominativo de todas, est colocado en
primer lugar, y con las palabras Rey de Aragn, que le particularizan,
precede al verbo deca, al cual sigue la conjuncin que, formando ella
y el resto de la clusula otras dos oraciones que sirven de acusativo a
la primera y en las cuales se observa el mismo orden. Los sustantivos
afectos, vasallos, justicia y clemencia, llevan antepuestos sus artculos
correspondientes, unos masculinos y otros femeninos, unos en nmero
singular, en plural otros. El verbo determinante deca, regido por el
nominativo Alonso, se halla en tercera persona del pretrito imperfecto
del indicativo, concertado con l en nmero y persona, y lo mismo el
verbo determinado ganaba que, con el auxilio de la conjuncin que, se
une dos veces al verbo deca, del cual es regido (114).

Invirtiendo la operacin de Reyes, al anlisis sucede el fragmento de autor


(Saavedra, Empr. 22), que ejemplifica la construccin figurada:

Pues este mismo ejemplo pasa a ser de construccin figurada en uno


de los autores clsicos de nuestra lengua, que escribe: Deca el Rey D.
Alonso de Aragn que con la justicia ganaba el afecto de los buenos,
y con la clemencia el de los malos. Es de construccin figurada esta
clusula, porque se altera el orden natural, anteponiendo el verbo deca
al nominativo Alonso; la preposicin con (114).

El ejemplo, propio de la literatura poltica, remite a la historia nacional


y a la concepcin de gobierno, tendiendo a formar desde ese lugar las
subjetividades estatales.

Conclusin

La dcada del cincuenta del siglo XIX es un tramo interesante para indagar
en la enseanza de la gramtica en la escuela secundaria, ya que preludia la
expansin de este nivel, para la cual son necesarios textos destinados a los
jvenes que se desprendan de los que apuntan globalmente a las primeras
letras. Partir de un corte sincrnico para estudiar algunos de sus exponentes
Hacia una gramtica castellana... / Elvira Narvaja de Arnoux 45

permite identificar en ellos perspectivas compartidas as como tendencias que


se van definiendo, aspectos que todava no se reconocen, desplazamientos
en el tratamiento de viejos temas que esbozan las nuevas preocupaciones,
vacilaciones y bsquedas. Consideramos con Delesalle y Chevalier (1986:
15) que toda obra gramatical escolar es un espacio no clausurado que tiende
a resolver en conjunto postulaciones difcilmente sistematizables, de all
que relacionemos varias de aquellas producidas en la misma dcada para
vislumbrar el interdiscurso de poca. Si bien nos hemos detenido en cada uno
de los textos en relacin con los ejes de contraste elegidos, los abordaremos,
entonces, conjuntamente para sealar las orientaciones que nos parecen ms
significativas y respecto de las cuales se irn definiendo los textos posteriores.
As como podemos reconocer distintas temporalidades en las que se inscriben
los saberes gramaticales, tambin podemos pensar en los aspectos que sern
retomados en diferentes momentos y lugares a lo largo de ms de un siglo y
por obra de diferentes factores. Por ejemplo, el criterio sintctico dominante
en la gramtica de Bello se impondr, aunque no en forma homognea ni
continua, en Argentina gracias a las reformulaciones pedaggicas (de las
cuales hemos atendido a la de Reyes), pero tambin al recurso al texto
fuente (que circular por algunos establecimientos secundarios), al retome
operado por la Gramtica Castellana (1938-1939) de Amado Alonso y
Pedro Henrquez Urea (Arnoux 2001) y a su recuperacin por parte del
estructuralismo. Esta perspectiva convivir con otras, acadmicas o que se
combinan con postulados de las gramticas generales, segn las relaciones
de fuerza del campo educativo y gramatical.
En la etapa considerada, la oracin va conceptualizndose como unidad
gramatical reconocible en la escritura con sus rasgos de sentido completo
y autonoma sintctica marcada por el punto. Se pasa as de una gramtica
de la proposicin a una de la oracin. El perodo es la categora que sirve
para el paso de la proposicin lgica, expresin de un juicio, a la oracin
ligada en trminos generales a la actitud del hablante, de lo cual una primera
aproximacin es reconocer tipos como oracin interrogativa, expositiva,
imperativa, a lo que marginalmente los textos se refieren. La necesidad de la
enseanza en este nivel de la lectura y la escritura de textos complejos hace
ingresar otros tipos de subordinacin adems de las proposiciones de relativo
modificadoras de un ncleo sustantivo (como en D. V. la proposicin
referencial). La nocin de complemento permite esta ampliacin y anuncia
a su vez lo que ser el complemento circunstancial, introducido en algunos
casos como complemento ordinario, restringido a modificador del verbo
construido con preposicin.
El tema de las figuras si bien es una herencia de la reflexin gramatical
desencadenada por el problema del orden en las lenguas vernculas europeas
46 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

deviene, gracias a la presencia de figuras diferentes del hiprbaton, el lugar


para pensar los efectos de sentido ligados a la colocacin de los trminos
(particularmente del adjetivo), la variacin en el juego de los clticos,
las modalidades de enunciacin determinadas por factores pragmticos,
la modulacin estilstica o la diferencia entre perfilamiento del evento y
concordancia gramatical. La enlage, por su parte, permite insistir en la
relacin funcin / clases de palabras, que las gramticas generales haban
planteado y que se va a imponer cuando lo hagan los criterios sintcticos
en la definicin de las clases.
Las zonas destinadas al anlisis muestran las vacilaciones respecto de las
operaciones intelectuales requeridas por este nivel educativo. Encontramos,
por un lado, el anlisis gramatical (centrado en las palabras) y el lgico
(que atiende a las proposiciones), ya transitados, que se amplan con la
determinacin de las funciones, aunque de segmentos aislados linealmente.
Tambin reaparecen, por el otro, las operaciones de ordenamiento sintctico
requeridas para el anlisis de textos particularmente complejos como son
los poticos (Arnoux 2012a). Pero lo importante es la aceptacin gradual
de los espacios mayores, sujeto y atributo / predicado (no aplicados solo a
la proposicin sino a la oracin / perodo) como marco del anlisis. A esto
sigue la delimitacin de ncleos y modificadores y, en relacin con estos,
el establecimiento de diferentes clases y la utilizacin de sustituciones y
transformaciones para el reconocimiento de los regidos por el verbo. As
como el anlisis tripartito (sujeto / verbo / atributo) ya es dejado de lado, la
coordinacin entre proposiciones del nivel primero del anlisis no ha hecho
todava su entrada. La ejercitacin es vista, por algunos, como la posibilidad
de ir de las estructuras mayores a las unidades menores recorriendo
jerrquicamente la superficie discursiva sin dejar huecos ni apelar a la elipsis.
Otros privilegian una determinacin lineal de las unidades y la consideracin
de cada proposicin por separado, desdeando la concepcin global de la
oracin. Los textos destinados a este nivel debern optar, lo que implica
tambin optar por un modo de pensar que se podr aplicar a otros objetos.
Habamos sealado, desde una perspectiva glotopoltica, que las
gramticas participan en la construccin del imaginario nacional naturalizando
la representacin de una lengua comn, que disciplinan las prcticas gracias
a la norma que exponen y que intervienen en la estructura de clases formando
diferencialmente a la poblacin. En relacin con el sector que asiste, en la
primera etapa, a los establecimientos de enseanza secundaria se tender,
asimismo, a desarrollar la capacidad de abstraccin, la aplicacin de criterios
racionales (regulares y econmicos), el reconocimiento y apropiacin
de las formas prestigiadas por los buenos escritores y la habilidad de leer
y escribir textos complejos. A alcanzar esos objetivos en la formacin de
Hacia una gramtica castellana... / Elvira Narvaja de Arnoux 47

la lite se orientan, aunque por trayectos diferentes y con mayor o menor


nfasis, los textos gramaticales que estudiamos.

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Boletn de Filologa, Tomo XLIX
Nmero 2 (2014): 49-85

The role of context in interpreting linguistic


variables

Anna Babel *
The Ohio State University, EE. UU.

Abstract

This article focuses on the use of contact features as social indexes in


a Quechua-influenced variety of Spanish in central Bolivia. I suggest
that context of use is important in producing social meaning, and
indeed that context can redefine the indexical relationship between
any particular sociolinguistic variable and its social referent or
referents (Eckert 2008; Silverstein 2003). Spanish-Quechua contact
features, acting as part of a system or pattern of enregistered features,
do not have a single indexical meaning. Rather, their meaning is built
through contrast to or congruence with the expected forms of speech
for a speaker or group (Agha 2007; Babel 2011). These expected
forms of speech are related to a listeners personal experience with the
speaker over time, and with their conceptions of the types of speech
that members of certain groups engage in. I argue that speakers form
expectations about typical distributions of linguistic features, but that
the interpretations of these patterns are highly context dependent and
produced through microlevel interactional dynamics. Through these
types of social negotiations, we can observe a system that produces
meaning at a variety of scales and over a variety of dimensions, as
part of a constantly shifting mosaic of linguistic performance.

*
Para correspondencia, dirigirse a: Dr. Anna M. Babel ([email protected]), Department
of Spanish and Portuguese, The Ohio State University, 298 Hagerty Hall, 1775 College Rd.,
Columbus, OH 43210, USA.
50 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Keywords: Bolivian Spanish, Andean Spanish, indexicality,


enregisterment, language contact, context.

La importancia del contexto en la interpretacin de las


variantes lingsticas

Resumen

Este artculo se enfoca en el uso de los rasgos de contacto como


ndices sociales en una variedad del espaol influenciado por el
quechua en Bolivia central. Propongo que el contexto del uso
es importante al producir el significado social de las variantes
sociolingsticas, adems el contexto puede redefinir la relacin
indicial1 entre cualquier variable sociolingstica determinada y su
referente o referentes sociales (Eckert 2008; Silverstein 2003). Los
rasgos de contacto quechua-espaol funcionan como parte de un
sistema o de un patrn de rasgos registrados2, no tienen un nico
significado, sino que su significado se construye por un contraste o
una semejanza con las formas esperadas del habla de una persona o de
un grupo social (Agha 2007; Babel 2011). Estas formas esperadas
del habla se relacionan con la experiencia personal del oyente con el
hablante en el trascurso del tiempo, tanto como sus concepciones de
las variedades del habla que utilizan los miembros de determinados
grupos. Por ende, argumento que los hablantes forman expectativas
acerca de las distribuciones tpicas de los rasgos lingsticos, pero
que las interpretaciones de esos patrones dependen fundamentalmente
de los contextos, y se producen a nivel de la micro-dinmica de
las interacciones. A travs de esta clase de negociaciones sociales
podemos observar un sistema que da un significado a una gama de
niveles y a varias dimensiones, como parte del mosaico dinmico
de la actuacin lingstica.

Palabras clave: espaol de Bolivia, espaol andino, indexicalidad,


registro, contacto de lenguas, contexto.

Recibido: 10/04/14 Aceptado: 08/07/14

1
Indexical relationship.
2
Enregistered features.
The role of context in interpreting linguistic variables / Anna Babel 51

Introduction3

Language users interpretation of linguistic features at the microinteractional


level is built through contrast to and congruence with large-scale semiotic
systems of interpretation. The interpretation of particular features always
takes place against the backdrop of an understanding of typical patterns
of interaction, not only at the community level, but also for social groups
and even individuals. In this article, I describe the construction of social
meaning in a Quechua-influenced Bolivian dialect of Spanish. In this
context, the use of Quechua contact features gains meaning in concrete
interactions by particular individuals as representatives of particular social
groups. I demonstrate that the same contact features used by individuals
identified with different groups results in differing social interpretations
and characterizations of the speaker. This work contributes to the existing
literature by complementing formal studies of language contact in the
Andean region (e.g. Escobar 2000; Snchez 2004) and by extending the
literature on Bolivia, which has been relatively under-studied as a contact
zone. Following Godenzzi (2005, 2011), this work brings a microcontextual
perspective to existing work on sociolinguistics and language ideologies in
the Andes (Alb 1970; Howard 2007).
Sociolinguists and linguistic anthropologists have long been involved in
deciphering just how social and semiotic patterns are generated, how they
shift, and how they change. Over the past forty years, critiques of variationist
sociolinguistics have led to shifts in the focus of sociolinguistic research.
Early variationist work linked linguistic variables to broad demographic
categories (e.g. Labov 1972a; Labov 1972b); later work examined variables
realization in social networks (Milroy & Milroy 1997). Still other studies
have shown the ways in which linguistic variables participate in identity
and social identification (Bucholtz & Hall 2004; Eckert 2000; Kuipers 1998;
Rampton 1995), and, more recently, the way that social structures, such as

3
My heartfelt thanks, first and foremost to the consultants who participated in this project,
especially the Avila family; to the editors for bringing this volume together; to an anonymous
reviewer for constructive comments on the manuscript; and to Mary Rose for her sharp editorial
eye and suggestions on flow and clarity. Karen Lopez Alonso generously proofed and edited
my Spanish abstract. Thanks to Sally Thomason, Bruce Mannheim, Robin Queen, Judy
Irvine, and Steve Dworkin for their comments on an earlier version of this work. Parts of this
research were funded by a National Science Foundation Graduate Research Fellowship, by
the Rackham Graduate School of the University of Michigan, by the Ohio State University,
and by the Freiburg Institute for Advanced Studies.
52 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

clan, are constructed through local practices (Stanford 2009). Linguistic


behavior, it seems, is as fluid and context-dependent as other forms of social
action.
Eckert (2012) suggests that sociolinguistics has developed in three
waves. The first wave includes quantitative variationist study of the
relationship between sociolinguistic variables and social groups. This wave
took for granted fixed, relatively static social groups and tried to establish
statistical correlations between sociolinguistic variables and the speech of
those groups. The second wave is an ethnographic approach, which takes
the study of language as social practice, an approach that emphasizes the
constructed nature of group-ness. The third wave, still in emergence, sees
language as stylistic practice, in which variation is part of a social semiotic
system that speakers use not just to reflect an identity, but to construct both
that identity and the broader field of meaning (94). An important component
of the third wave approach is the flexible system of indexical meaning that is
captured in the concept of the indexical field (Eckert 2008). Sociolinguistic
variables do not have a single meaning; rather, they may be interpreted in
a variety of ways, based on the context in which they are used and who is
listening. Likewise, demographic categories such as gender and social class
are constructed, not predetermined (Eckert 2012).
Linguistic features are not only part of a language system; they are
signs that link to systems of social interpretation and positioning. Agha
(2000; 2004; 2007) holds that the indexical processes of context-based and
person-based variation are essentially related. He defines enregisterment as
processes whereby distinct forms of speech come to be socially recognized
(or enregistered) as indexical of speaker attributes by a population of
language speakers (2005: 38). Registers of speech are composed of
bundles of linguistic features that are associated with a particular semiotic
cluster. Registers, then, are generated through a process that links forms of
speech, for example, co-occurrence patterns, to particular types of people
and situations. Speakers may shift rapidly through different registers as
they reference a variety of styles or personae, or they may conform strictly
to the conventions of a particular written or spoken genre. These practices,
these choices, take on meaning only within the context of a particular social
and semiotic system.
In the following sections, I show how the concepts of indexicality and
enregisterment can be used to interpret the incidence of Quechua contact
features in a variety of Andean Spanish spoken in Bolivia. I examine the way
that co-occurrence patterns are contextualized through their relationships to
social groups, settings, and personae. In previous work, I demonstrated that
linguistic indexes are distributed in predictable ways across social contexts
The role of context in interpreting linguistic variables / Anna Babel 53

and that they are used in predictable patterns by different types of speakers
(Babel 2010). These patterns are tendencies, not absolutes. Highly skilled
speakers use contact features in novel and unexpected ways, and listeners
take these tendencies into account when evaluating their interlocutors.
Because of the social knowledge that people hold about surrounding patterns
of speech, less proficient speakers use of contact features may be categorized
as mistakes, while in the speech of more fluent language users the same
feature may be evaluated as a strategy. Listeners evaluate language use
based on their expectations of co-occurrence patterns for particular speakers,
in particular situations. I demonstrate this by analyzing evaluations of the use
of contact features that are produced by speakers who belong to two different
sociolinguistic categories, Spanish-dominant speakers from the local Santa
Cruz valleys (vallunos) and Quechua-dominant migrants from the Western
Bolivian highlands (collas). Quechua-dominant speakers are evaluated as
less able speakers, undesirable neighbors, and unknowledgeable about the
relevant context of speech. Spanish-dominant speakers, even when they
use the same contact features, are framed as knowledgeable and deserving
participants in the interactions that I observed.
In this article, I also draw on a body of existing sociolinguistic work
on the languages of the Andes. Most of this literature focuses on Peru
and in particular on large urban centers such as Lima and Cuzco. From
a macrolinguistic perspective, it has been well established that Andean
languages are generally stigmatized in relation to Spanish (Coronel-Molina
& Grabner-Coronel 2005; Howard 2007), Likewise, contact-influenced
varieties of Spanish are less prestigious than elite varieties, which are spoken
almost exclusively in urban contexts. However, there is variation within this
generalization; Escobar demonstrates that Andean Spanish is not monolithic
by identifying grammatical differences between L1 Quechua speakers and
L1 Spanish speakers in Peru (1988; 1992; 1994). De los Heros (1999) finds
that although national prestige is centered in the upper-class Spanish variety
spoken in Lima, regional elite standards are also highly rated in the regions
in which they are used. From a different and wider theoretical perspective,
Godenzzi (2005) demonstrates that in both historical and contemporary
discourses, the use and interaction of language practices is fundamentally
rooted in the exercise of power.
Early studies of Bolivian sociolinguistics typically take a dialectological
or first wave variationist perspective. Alb (1970) demonstrates that language
practices are closely related to social factors, and that the two are predictive
of each other through an implicational scale. Gutirrez Marrone (1980)
links the use of particular types of language to social groups, such as gente
decente, birlochos, cholos, and indios, and she notes that language
54 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

mixture is associated with cholos, though she characterizes attitudes toward


indigenous languages as ambivalent.
At a level of more detailed social and linguistic analysis, contact features
have been shown to play a role in the construction of identity and stance.
Escobar (1998) finds that stance and interpersonal relationships are a driving
factor in the use of contact features borrowed from Quechua, such as the
diminutive and the use of evidentials. De los Heros (2001) takes a step into
the third wave in her close analysis of the sociolinguistics and pragmatics
of gender in Lima and Cuzco, noting Los individuos manipulan la lengua
para construir su identidad de gnero. Ellos saben que la identidad se crea
con una continua negociacin en cada acto de participacin social 4.
De los Heros (2008), analyzing the use of language in hair salons in Lima,
finds differences in the use of contact features depending on the topic and
the type of establishment. Zavala (2011) finds that students in Cuzco who
show evidence of Quechua contact features in their speech are strongly
stigmatized, and that they internalize this language attitude. Finally, in the
context of migration, Ambadiang et al. (2009) find that young Ecuadorian
migrants to Spain associate Ecuadorian Spanish strategies both with identity
as an Ecuadorian and with a contrast between Ecuadorian politeness and
Spanish rudeness. These studies take Quechua contact features of Andean
Spanish to be tools that speakers use in social positioning.
Recent work has emphasized the role of language use in constructing
urban spaces and identities. Godenzzi (2008) demonstrates that speakers use
linguistic features of contact varieties of Spanish, among other linguistic
resources, in order to construct the spatial organization of the city of Lima
and their own place in it. Firestone (2013) demonstrates that migrant youth
in Ayacucho use Quechua language and practices in order to construct an
urban Andean identity. Firestone notes that Quechua and Spanish exist along
a continuum in the context of Lima, an observation that echoes Pfnder
(2009)s characterization of the hybrid grammar of Quechua and Spanish
in Cochabamba.
This article contributes to the existing literature in two ways. First, I
turn the focus from Peru and urban centers to rural Bolivia, where Quechua
contact features in Spanish are available as a resource for producing social
categories at a local level. Secondly, this article draws on the aforementioned
characterizations of Andean Spanish as a flexible and creative resource for

4
Individuals manipulate language to construct their gender identity. They know that
identity is created through a constant negotiation in every act of social participation (translation
A. Babel).
The role of context in interpreting linguistic variables / Anna Babel 55

social positioning, but turns the focus to the interpretation rather than the
production of sociolinguistic indexes.
The main idea of this article is that meaning is produced in relationship
with context, both social and linguistic. This claim is in line with existing
work that views the creation of sociolinguistic meaning as a type of creative
practice. However, it moves beyond existing work by examining linguistic
features as part of an interrelated web or pattern of meaning. This pattern
encompasses both a variety of sociolinguistic indexes and other ways
of producing of social meaning, such as dress, migration history, and
identification as a language speaker. I use contact features as a case study
to gain a foothold, a point of entry, into this complex relationship. In the
examples I examine from my data, the same contact features are interpreted
differently when they are produced by speakers who identify with different
social categories. Even when they use exactly the same contact features,
women who are from the local area surrounding the Santa Cruz valleys
(Valles Cruceos) and who identify as native Spanish-dominant speakers
are evaluated favorably, while women who are Quechua-dominant and come
from the Western highlands are evaluated negatively. These evaluations
are in line with a group of beliefs, discourses, and practices that strongly
differentiate between these two groups in the local context.
To interpret my data, I use the concepts of indexicality, enregisterment,
and the semiotic field. Indexicality refers to the relationship between
linguistic signs and particular social referents (Eckert 2008; Silverstein
2003). Linguistic signs are not neutral, but rather are linked to other social
characteristics through indexical relationships. Enregisterment is a process
by which language varieties and linguistic signs are linked to particular types
of social figures or practices (Agha 2007). Because sociolinguistic indexes
are linked to specific types of people through the process of enregisterment,
the characteristics they evoke or refer to can be understood in different ways
depending on the type of person who uses them. Finally, the semiotic field
is an overarching structure that organizes social and linguistic practices into
a coherent system of meaning. Both linguistic and non-linguistic material
participates in a broader system of social meaning that constitutes the
semiotic field.

Tools and Methods

I approach the class of enregistered features that I examine using close


ethnographic and linguistic analysis. Ethnographically, I present each
56 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

speaker as a member of a social group and in a particular speech situation.


Linguistically, I focus on features that local language users understand to
be typical of this contact variety of Spanish. Local language users link these
contact features to a semiotic system that contrasts Spanish, youth, mestizo
heritage, modernity, education, urban life, and masculinity with Quechua,
tradition, indigeneity, rural areas, and uneducated older women.
The data come from a contact variety of Spanish spoken in central Bolivia,
in a town that I identify by the pseudonym Iscamayo. In this agricultural
area, Quechua-dominant bilinguals from the western valleys and highlands
(collas) historically have been and continue to be in close contact with
Spanish-dominant speakers from the local Santa Cruz valleys (vallunos).
The data were collected from interviews, meetings, and conversations
over an eleven-month period in 2008. I recorded two types of interviews:
language ideologies interviews, to discuss ideas that people held about
languages and ways of speaking; and kitchen practices interviews, to discuss
cooking practices with women participating in a development project. In
interviews, I attempted to direct the conversation by following a printed
page of questions and placing the recorder in conspicuously plain view.
The meetings were formal community meetings, usually of local political
organizations, though I also recorded mothers club meetings, parent-teacher
organizations, and other meeting contexts such as a baptismal class offered
by local Catholic nuns. Speech that I obtained during meetings tended to be
formal and on-the-record. I usually requested permission to record during the
meeting and then sat near the head table to record the speech produced by
the groups officers. The conversations were much more varied in character
than interviews or meetings but were always undirected conversations
generally recorded at the participants home with people who were very
comfortable with me. Unlike interviews, I was never the only or even the
primary interlocutor in conversations.
For my analysis, I selected the second ten minutes of each recording
for transcription. When the second ten minutes was not appropriate for
transcription due to noise or other factors, I moved to the third ten minutes.
Recordings that did not meet the twenty-minute threshold were not analyzed
for this corpus. In all, I had recordings and transcriptions of 16 meetings,
16 interviews, and 16 conversations. The data discussed here were taken
from these 480 minutes of transcribed recordings. I gathered the data using
a Marantz PMD-620 recorder, and I transcribed them in consultation with
a native speaker, using Atlas.ti, a qualitative analysis software tool. A more
detailed description of the methodology can be found in Babel (2010).
I had worked in the community for six years at the time of data collection,
including several periods of long-term immersion. Many of my consultants
The role of context in interpreting linguistic variables / Anna Babel 57

were close friends or family members, and virtually all of them knew me
quite well through work and kin links that I developed throughout my time in
the field. Though their self-identification as Spanish-dominant or Quechua-
dominant speakers varied, the great majority of my consultants were native
or very fluent speakers of Spanish. Each speaker is discussed in more detail
in the Data section.
The speakers that I discuss here are all women. While I recorded both
women and men during my fieldwork, I had richer, stronger, and more
egalitarian relationships with women in my field site than with men due
to local gender norms. Therefore, the bulk of my recordings, and often the
most interesting data, come from talk with women. Because gender, through
the filter of the particular conditions of my data collection, adds another
dimension to variation, I decided to draw only from my conversations with
women in order to make as close a comparison within these cases as is
possible with data collected in recordings of natural events.

The Semiotic System

In the Andes, Quechua and Spanish have been in contact for nearly five
hundred years, and in the local valleys that include Iscamayo, they have
been in contact since the early 17th century. Due to this long-term contact
and the persistence of large groups of Quechua speakers, especially in
Bolivia, Quechua contact effects on Spanish have been demonstrated at every
level of linguistic structure (Calvo Prez 2000; de Granda 2001; Escobar
2000). However, Andean Spanish varies along social and geographical axes
(Escobar 1988; Escobar 1994; Klee 1996), including the speakers language-
learning history and identification as a language speaker (Howard 2007). In
Bolivia, styles of speech reliably link speakers to particular towns, forming
microdialects that people from the local area quickly recognize.
The contact features I discuss are among the most recognizable and least
common features used in the Spanish of my field site. Speakers tend to be
very conscious of them and to use them in parodies and jokes, as well as in
natural discourse. They also carry a strong stigma (cf. Lipski 2004: 132).
Nevertheless, they are employed under certain social conditions across social
and linguistic groups.
I use the term semiotic field to describe a complex geography of social
signification that encompasses not just language, but also styles of dress,
58 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

political stances, gender expression, migration and residence patterns, and


even emotions and affective stances. The semiotic field is an umbrella of
meaning that enfolds but also structures the relationships of different kinds
of social signs to each other. The things that my consultants do or say, and
the ways that they do or say them, can be linked to different subsections
of the broader semiotic field. Contact features, in general, are associated
with a bundle of features that are grouped under the traditional semiotic
complex, a complex that includes links to older people, women, and people
from the countryside (see also Babel to appear-b). However, this general
association does not always hold in the same way for all people or, indeed,
for all contact features (Babel 2011). It is the context of use, and peoples
expectations of language users from particular social groups, that picks out
a set of meanings based on language use in any particular discourse setting.
This set of meanings depends greatly on experience with language and social
groups and may not be identical for all listeners, though it is similar enough
that we can observe large-scale patterns and areas of general consensus.
The contact features described here participate in a semiotic field linking
them to a complex of features that includes traditional styles of dress (such
as use of the pollera, a gathered skirt), and to Quechua-dominant speakers,
the rural countryside, indigenous heritage, and individuals with little formal
education. Under certain conditions, they may also be linked to hospitality,
respect, and expressions of affect (anger, sorrow, empathy, humor, mocking).
Contact features, then, participate in a pattern of enregisterment (Agha
2007; Babel 2011), in which they are linked to the speech of those most
likely to have contact influence, such as older women, people from the rural
countryside, and immigrants from the western highlands. These features tend
to be used most often in informal, relaxed conversational contexts among
family and friends. While many of Iscamayos residents recognize and use
contact features as markers of a distinct local identity, constant waves of
migration produce a long-term language contact situation. In this context,
social groups not only have different language abilities and histories, but
also are understood to orient differently towards features associated with
Quechua and speakers with significant contact influence. Thus, Quechua-
dominant immigrants with little experience with local Spanish are understood
to use contact features because of interference from a first-language base.
In contrast, Spanish-dominant speakers from the local area use many of the
same features, but these are interpreted as markers of rurality or a traditional
identity.
The social division between Quechua-dominant western highlanders
and Spanish monolingual eastern lowlanders is pervasive and highly salient
throughout Bolivia (Bergholdt 1999; Hurtado 2005; Stearman 1987). In the
The role of context in interpreting linguistic variables / Anna Babel 59

region of Iscamayo, lying as it does on the border between highlands and


lowlands, people constantly reinforce this dichotomy even as they claim
to stand outside it: We are neither cambas nor collas. Many local people
note, however, that historically the town and its surrounding areas have
been populated by people from the west, often Quechua-dominant speakers.
While Iscamayo maintains a strong identity as a Spanish-speaking town,
and Quechua-speaking migrants usually shift to Spanish within a generation
or two, there is persistent influence from Quechua in local speech patterns.
Locals say that the town is dominated by collas, but many have encountered
cambas only through their own migration to the eastern lowland city of Santa
Cruz and surrounding areas. Therefore, the most relevant distinction for local
people is not between cambas and collas, but between colla migrants and
Spanish-dominant locals, who are often themselves the children of migrants.
These Spanish-dominant locals identify themselves as vallunos, valley
people, emphasizing their roots in the Santa Cruz valleys.

Contact Features

Quechua contact features are some of the most salient linguistic characteristics
that are associated with local speakers and styles of speech. In this article,
I analyze the use of some of these contact features and compare their use
across the two social groups, vallunos Spanish-dominant people from the
local [Santa Cruz] valleys and collas Quechua-dominant people from the
western highlands. A description of the contact features that I discuss in
this article can be found in the following paragraphs.
Quechua has a very regular penultimate stress pattern. The default stress
pattern in Spanish is also penultimate stress, but there are more exceptions
in Spanish than are found in Quechua (Escobar 1976). Often, words without
penultimate stress in normative Spanish are used with penultimate stress
in the contact variety of Spanish spoken in Iscamayo as a way of invoking
the traditional semiotic complex. For example, the proper name ngela is
pronounced as Angla, or pltano banana becomes platno.
One of the most salient, most iconic markers of Quechua speakers in
Spanish is the influence of the Quechua three-vowel system, a, i, u, with
backed allophones in the context of uvular q and glottalized consonants,
on the Spanish five-vowel system a, e, i, o, u. Speakers tend to use vowel
raising of e and o to i and u, and they also hypercorrect, using vowel
60 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

lowering of i and u to e and o. This phenomenon affects Spanish-speakers


as well as Quechua-speakers. For a discussion of this phenomenon, labeled
motosidad, see Cerrn-Palomino (2003: 37-64).
Both Spanish and Quechua tend to have CV syllable structure, but
Quechua is much more regular; often, both Spanish-dominant and Quechua-
dominant speakers create CV syllable structure in Spanish diphthongs. For
example, they insert a glide in the verb traer to bring, making it trayer, or
they change ie diphthongs to e, changing bien well to ben.
Leveling irregularity in verb paradigms, such as the diphthongization
in verbs like tiene he has [from tener, becoming tene] and entiende
he understands [from entender, becoming entende], is a common L2
phenomenon. Because Quechua does not have a distinction between /e/ and
/i/ in these contexts, these features are probably also related to phonological
influence from the Quechua three-vowel system (Calvo Prez 2008; Mendoza
2008).
Consonants also bear traces of Quechua contact. Because Quechua does
not have contrastive voicing, // (orthographic b or v) is often realized as
[w] by speakers with contact influence. In addition, speakers commonly
use a nonstandard realization of /f/ as a bilabial voiceless fricative [], or
more accurately, [w], with lip rounding. This allomorph of the labiodental
/f/ also appears in rural varieties of archaic Spanish. While Quechua does
not have a labiodental fricative, /f/ is usually borrowed into Quechua as /
ph/. It is possible that some degree of variation in /f/ comes from Quechua
speakers, but it is at least as probable that it has an archaic Spanish source.
This feature is strongly associated with orientation to a traditional, rural
lifestyle and with Quechua-dominant speakers in contemporary Bolivia.
At the morphological level, nonstandard gender and number
agreement is common in Andean varieties of Spanish (Snchez 1996).
Variable number and gender agreement, including variation in the
interpretation of collective nouns, is often associated with speakers who
have contact influence (Martnez 2009). An abundance of diminutives is
typical of Andean Spanish, as it is of contact varieties of Spanish throughout
Latin America (Escobar 1994). Prosodic influence from Quechua is also
common (Muntendam 2011), and women with Quechua influence tend to
speak in a higher phonetic register. Under certain circumstances, falsetto
voice is utilized by both women and men (Alb 1970; Babel 2011).
At a lexical level, loanwords from Quechua, especially in toponyms,
plants, animals, agriculture, cooking practices, child-raising, weaving,
swear words, and nicknames are also commonly used by individuals, both
bilinguals and monolinguals, who have contact influence (cf. Adelaar &
Muysken 2004: 590-591).
The role of context in interpreting linguistic variables / Anna Babel 61

In this article, I consider contact features from a variety of levels of


linguistic structure because they all participate in the construction and
interpretation of the semiotic field around social categories such as valluno
local Spanish-dominant speaker and colla Quechua-dominant speaker
from the Western highlands. It is necessary to consider multiple features
together because language users perceive sociolinguistic indexes not in
isolation, but as part of a pattern of linguistic features that are associated
with social groups. In turn, these patterns of sociolinguistic features work
together in the construction of a complex system of social categorization.
Expectation plays a crucial role in social evaluation.

Data

In the following section, I compare and contrast the use of contact features
across two social groups: collas, Quechua-dominant speakers from the
western highlands; and vallunos, speakers from the local valleys. All the
speakers are middle-aged to older women. This is the group in the local
context who have had least access to formal educational contexts and who are
most tightly linked to traditional lifestyles of agriculture in the countryside.
First, I discuss three speakers who were described to me as collas.
This term, often meant to be unflattering, indicates that the speakers are
Quechua-dominant immigrants from the western highlands. Lorenza learned
Spanish as an adult, after moving with her husband and young children to
Iscamayo. She comes from the western highlands of the Cochabamba region,
wears pollera, speaks primarily Quechua, and works with her husband in
agriculture. Her husband is a fluent bilingual who uses primarily Quechua in
the home. Beatriz immigrated from the altiplano with her husband, a highly
educated bilingual teacher, and she runs a store on the main street. Most of
her social networks are with Quechua speakers, and although her Spanish is
fluent, she has notable L2 influence, especially in vowels and prosody. Like
Lorenza, she wears pollera, but as a wealthy woman of the altiplano region,
the style and cut of her clothes is noticeably different; the fabric is richer and
heavier, with several ruffled layers, and the skirt is longer and fuller with
layers of petticoats underneath. Emilia is a fully competent bilingual from
the Cochabamba valleys who speaks Spanish with her husband and children.
She does not wear pollera, but rather the inexpensive pants and skirts of
women who are described as de falda straight skirt-wearers.
62 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Next, I discuss three women who are Spanish-dominant speakers from the
local valleys. These women were born and raised in the rural area surrounding
Iscamayo, and are identified as vallunos valley people, meaning that they
are local residents. All three show significant contact influence in their daily
speech, but they were never described to me as anything less than perfectly
fluent Spanish-speakers. Antonia is in her late seventies and wears pollera.
She grew up in a Spanish-speaking household but is a fluent L2 Quechua
speaker. She works with her husband in agriculture outside the town of
Iscamayo. Braulia, in her late sixties, is a monolingual Spanish-speaker.
She wears a straight skirt, and though she lives in the town of Iscamayo,
she maintains close ties with the countryside through frequent trips to
her estancia, a property in the mountains. Prima, in her fifties, wears a
straight skirt and speaks Spanish. She does not speak Quechua, though she
understands some. She grew up relatively far away, in a different set of
valleys, but she has lived in Iscamayo for all of her adult life. She lives in
town and works in agriculture with her husband.
All six of these speakers have considerable Quechua-contact influence in
their linguistic performance, yet my consultants characterized colla speakers
as unwelcome, unfriendly, and less proficient in Spanish than local speakers.
The Quechua contact features in the speech of the local vallunos, on the
other hand, is understood to index a local identity and to participate in these
speakers politeness strategies.

Collas: Lorenza

Lorenza, a Quechua-dominant speaker, learned Spanish as an adult after


moving with her husband and young children to Iscamayo. She can be
identified as a colla, a bilingual western highlander, by a number of social
indexes: she comes from the western highlands, wears pollera gathered
skirt, speaks primarily Quechua, and works with her husband in agriculture.
Her husband is a fluent bilingual who uses primarily Quechua in the home.
Lorenza consistently uses phonetic variants which mark her as an L1
Quechua speaker, in particular, the use of [w] for //, the [w] variant of /f/,
stress shift on the lexical item vibra snake (normatively vbora), and
variable vowel height. She has frequent influence from the Quechua three-
vowel system, and sometimes hypercorrects. Lorenza levels verb paradigms,
using the forms entendo, entenden instead of entiendo, entienden, and
vienendo for viniendo. Lorenzas speech also shows extensive morphological
interference in Spanish, especially in the following areas: (1) grammatical
and natural gender categories (2) number, pronouns, and address forms, and
(3) verb conjugation.
The role of context in interpreting linguistic variables / Anna Babel 63

Lorenza and I are friends, and we often stop on the street to chat with
each other or visit each others houses. On this occasion, Lorenza and I
spoke in her house. She had offered to give me a Quechua lesson, and
after speaking for a while in Quechua, we returned to Spanish to continue
conversing. In the transcript below, Lorenza explained the differences
between Quechua speakers from different regions of Bolivia to me, focusing
on the negative characteristics of people from the Cochabamba valleys (she
is from Omereque). Only the two of us were present for this conversation.

Transcript 1: Lorenza

1. S: Ms habladoras son. Libre 1. S: Theyve got bigger mouths.


habla todos, estn, ms feos They all talk excessively,
est hablan. Esos vallunos. theyre, they talk uglier. Those
people from the valleys.
2. A: Aaah, ms feos? 2. A: Aaah, uglier?
3. S: Ms feos se est hablan. 3. S: They talk uglier.
4. A: Mmm 4. A: Mmmm
5. S: Huuu! Tratan, despues, 5. S: Whuuu! They scold you,
mmmm! Unas vibras son. then, mmm! Theyre snakes.
6. A: (Laughs) 6. A: (Laughs)
7. S: El Omereques no es. 7. S: The person from Omereque
isnt like that.
8. A: Ah ya ya 8. A: yeah, yeah, yeah
9. S: No es as. 9. S: Theyre not like that.
10. A: Ms calladito? 10. A: Theyre quieter [less
gossipy]
11. S: Ms calladito es. El valluno 11. S: Theyre quieter. The valley
es, huucha, graves son. person is, whuuu, theyre awful.
12. A: Hm 12. A: Hm
13. S: Hm. Malas algunas. Si no 13. S: Hm. Some of them are
saba, enton, despus de, vos mean. If you dont know, then,
est, no entenda nada, no ve, after, youre, didnt understand
el Quechua, no ve, nadita no anything, right, Quechua, right,
entende? you dont understand even a
little?
64 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

14. A: Ah ha, ah ha, 14. A: Uh-huh, uh-huh


15. S: Enton pa Ud. noms est, con 15. S: Then they [talk] about you,
Quechua, in Quechua
16. A: Ah ha 16. A: Uh-huh
17. S: Feo tratan! 17. S: They scold ugly!
18. A: hmmmm! 18. A: hmmmm!
19. S: Feo tratan! 19. S: They scold ugly!
20. A: Al que no entiende? 20. A: To someone who doesnt
understand?
21. S: No entende. 21. S: Doesnt understand.

In this passage, multiple nonstandard features appear, such as nonstandard


agreement (line 1, 13) and verb conjugation (line 13, 21). These features,
as well as nonstandard /f/ and stress shift, are in boldface in this transcript.
Lorenza uses nonstandard /f/ on the lexical item feo in Lines 1, 17, and 19.
In Line 5, she uses penultimate stress marking for the lexical item vibra
snake, malicious person.
Despite the fact that virtually all Spanish speakers use all of these features
occasionally, Lorenza is seen as an unskilled speaker because she uses these
features frequently, indeed, pervasively, and with no particular sociolinguistic
or contextual pattern. Other consultants characterized Lorenza as a poor
speaker of Spanish, and their imitations of her speech included her lack of
gender and number agreement, gender and number mismatches, and vowel
height, all of which are stereotypical characteristics of second-language
Spanish speakers. There is no one single feature that marks her as a Quechua
speaker. Rather, it is the combination of these features that does so.

Collas: Beatriz

Beatriz is a merchant. She runs a store on the main road, alongside many
similar stores, several of which are also run by highly educated, relatively
wealthy bi- or multilingual schoolteachers. She speaks good Spanish, but
it seems to be laborious for her, and she has the telltale high pitch of an L1
Quechua-speaking woman5. For me, the most notable L2 feature of Beatrizs

5
I do not know why so many Quechua-speaking women speak in this high phonetic
register, but it can be one of the most telling signs of an L2 Spanish speaker. Even Doa
The role of context in interpreting linguistic variables / Anna Babel 65

Spanish is her vowel quality; although she consistently distinguishes


between high and low vowels, her low vowels are higher than the usual
Spanish targets. In addition, as can be seen in Transcript 2, her grammatical
constructions are fairly simple. She misses an article before papel paper
and inters interest and she uses penultimate stress on the word ultmo,
as opposed to normative antepenultimate ltimo. The repetition of cuatro
cuatro cuatro cuatro four [by] four [by] four [by] four would also sound
more natural in Quechua than in Spanish.

Transcript 2: Beatriz
B (Beatriz), F (Froiln)

1. B: La palabra, de esa parte yo 1. B: May I have the floor. On


le he preguntado aqu mas al this front, I recently asked
ultmo ahorita, la, all, a Doa um, Doa Mariela, I asked her,
Mariela le he preguntado no right? If were not going to
ve? Si no vamos a presentar present paper how much will
papel cunto va a ser inters? [the] interest be? It will be one
Un punto mas va a ser ms point more, she said, yes or
inters, nos dijo, si o no, a ver? no, right? And you are hearing
Y estn escuchando Uds. Yo me now. I have asked. And
he preguntado. Y adems en besides in Santa Rosa, theyre
Santa Rosa, no estn sacando not getting [loans] with papers.
con papel. Entre ellos se han Theyre guaranteeing among
garantizando, cuatro cuatro themselves, four four four four.
cuatro cuatro.
2. F: Pero seora, si vamos a 2. F: But maam, if were going to
presentar el plano, present the design,
3. B: Si, por eso 3. B: Right, exactly.
4. F: Ya est aprobado por el 4. F: Its already approved by the
consejo, la directiva nos va a council, the officers will [?]
balar
5. B: Claro 5. B: Of course.

Lorenza, who has an unusually low-pitched voice in Quechua, sounds shrill when she speaks
Spanish.
66 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Beatrz speaks up in a meeting after her husband, the president of the group,
comes under heavy fire from audience members regarding the difficulties
in the plan for the members of the meeting to get loans for the construction
of their houses. In Iscamayo as in much of the Andes, community offices
are often ostensibly held by men, but it is tacitly understood that the job
involves the combined efforts of a married couple. Beatriz speaks using
proper meeting etiquette, but her sentence construction is choppy, and
she phrases her first several sentences as questions. An audience member
responds, somewhat patronizingly, calling her seora maam and patiently
reviewing aspects of the deal with her. Beatrz responds defensively in
Turns 3 and 5, saying Right, exactly, and of course, in response to the
insinuation that she does not adequately understand what is going on. As
the wife of the leader of this group, it is unlikely that she is unaware of the
subtleties of the matter under discussion.
It is unusual for Quechua-dominant bilingual women to speak up in
meetings. Beatrz was motivated to do so by a series of highly charged
attacks on her husband. In Transcript 2, others frame her contributions as
ill-informed and irrelevant, that is, as inappropriate to the meeting setting,
at least in part because of her lack of skill in Spanish oratory, as manifested
through the contact features in her speech.

Collas: Emilia

Emilia comes from the rural western highlands. Now in her sixties, she has
lived in Iscamayo for most of her life, since she was married as a young
woman. Her husband is a Spanish-speaking farmer; they use Spanish in
the home, and their grown children are all monolingual Spanish speakers.
Emilia commented to me that she grew up speaking Quechua. Her stories
show that her father was a bilingual and a person of importance in the
community, a landowner with plenty of cattle and an abundance of kin and
ritual kin relationships.
While Emilias Spanish is fluent and easily understandable, she
consistently uses enregistered contact features such as the [w] realization
of /f/. Her realization of vowels is irregular; sometimes she raises o and e,
and sometimes she hypercorrects, lowering i and u. These changes are
occasional in her speech, occurring in only five sentences over the ten
minutes of transcribed conversation. Once or twice, she misses gender
marking, referring to esas borrachos those (fem.) drunks (masc.) and una
noms se ha casado only one (fem.) has married, using the feminine form
of one to refer to her son.
The role of context in interpreting linguistic variables / Anna Babel 67

Transcript 3 shows Emilia employing a high density of enregistered


features. She is describing how her father, as ritual godparent to a young
married couple, resolved disputes between his ahijados godchildren. Vowel
raising or lowering in Turns 1 and 2 is underlined and marked with boldface.
Emilia spoke to me in her home, during an interview that I carried out with
her and her husband. Emilias husband is a distant relative of my husband,
who calls him uncle, and he knew me well from projects I worked on with
him during my Peace Corps service. I knew Emilia a little less well, but she
was still comfortable speaking with me and seemed eager to be interviewed.
In this interview, we talked mainly about their children and their family
history. Emilias husband, who interpreted our interview as a formal occasion,
wanted to talk about the Bible, which he had been studying because of the
influence of an evangelical church. Emilia, however, preferred to chat with
me informally about her family and her upbringing. In the full transcript, it
is clear that there is some tug-of-war between the two to determine which
interpretation of our conversation is more appropriate. The three of us sat
in their patio chatting, occasionally interrupted by people who came to buy
small items from the store they ran out of their home.

Transcript 3: Emilia
E (Emilia), A (Anna)

1. E: Nosotros sabamos, como 1. E: We used to, since we were


wawas ramos, una pelea se just children, there was a fight
haca para ahijados carajo. between godchildren by golly.
Venieron a quejarse. Como They came to complain. How
este, este, padrinos, ese es. this, this, the godparents, thats
Yaaa, y le daban con un chicote it. Yaaa, and they hit him with a
ellos. A quien que tena culpa whip. Whoever was at fault they
leee wasqueaban ahi. Hacan whipped him there. They made
arrodillar- them kneel
2. Arrodillense ahi! Perdnese de 2. Kneel here! Beg forgiveness
su mujer! Tiene que perdonar of your wife! You must ask
de su mujer, porque ha pegado! forgiveness of your wife,
Y as que le perdonaban; ya, because [you] hit [her]! And
primerito tienen que darlo so they forgave each other; yes,
wasca! (laughs) but first they had to be whipped!
68 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

3. Wasca le daban, y despus ya 3. They whipped them, and then


haca perdonar, le haca abuenar they were made to forgive each
ahi, mi papa, de ah tiene que other, they made up to each other
haber, lo que sea, aunque sea there, my father, then there had
mote con queso, como a nosotros to be, whatever, even if just corn
no nos faltabamos nada, nos with cheese, since we never
faltaba, la este, vacas lla lacked for anything, we lacked,
this, cows out there,
4. A: ah-ha 4. A: Uh-huh
5. E: Y queso cada uno, una bola 5. E: And cheese, he put a ball of
pona sobre el mote, de ah tiene cheese over the corn, and they
que hacer comer el uno al otro, had to feed each other, like that.
al otro as. Eso era. That was the way it was done.
6. N: Eso era seguro una forma de 6. N: That must have been a form
of,
7. E: Abuenarse, claro! 7. E: Making up, of course!
8. N: Reconciliacin! (chuckles) 8. N: Reconciliation! (chuckles)

In Transcript 3, Emilia both narrates and quotes her father dealing with
the errant godchildren. She uses loanwords from Quechua such as waska
whip, rope (Turn 1, 2), mote boiled corn (Quechua muti, in Turn 3) and
wawa child, baby (Turn 1). She uses unusual constructions for Spanish.
For example, while she begins with the reflexive se in Perdonese de su
mujer Beg forgiveness of your wife, the reflexive disappears in the next
sentence, Tiene que perdonar de su mujer You must ask forgiveness of
your wife, and she omits a clitic where one would ordinarily have occurred,
porque ha pegado! because [you] hit [her]! (Turn 2). She uses the semantic
convergence hacer causative extensively in this excerpt (Turns 1, 3, 5),
each time with a different agent. Likewise, her vowel height (underlined
and in boldface) is inconsistent throughout the reported dialogue, part of
which is reproduced here; at first she raises vowels, then she lowers them.
This feature is gradient, and I marked only those instances that were clearly
higher or lower than normal Spanish targets. Because this feature is so
sociolinguistically salient, and such a strong index of Quechua speakers,
even a few occurrences are highly significant, and language users pick up
on them quickly.
Turns 7 and 8 are also interesting with respect to the use of contact
features. Emilia uses the word abuenarse to make up, to make good,
The role of context in interpreting linguistic variables / Anna Babel 69

from the Spanish root bon- good. This word is fairly common in Latin
American Spanish, but is not recognized by the Diccionario of the Real
Academia Espaola (DRAE 2001). There is a cluster of Quechua words
for reconciliation: allitupanakuy, allipanakuy, allinyanakapuy, allinyay.
All of these use the root alli- good, usually translated into Spanish as
bueno good, and many involve the reflexive verb construction -ku, which
parallels the Spanish -se in abuenarse. Emilias husband (N) jumps in to
explain that this was a form of reconciliacin reconciliation, a relatively
high-flown vocabulary term. In doing so, he constructs himself as a more
educated, elegant speaker than his wife.
Emilia was consistently identified as a colla, a Quechua-speaker, and
a migrant from the west by her neighbors in Iscamayo. This evaluation is
certainly related to the way she talks; however, it is also a way of expressing
antipathy related to petty rivalries with her neighbors. Emilia owns a business
selling chicken; her husband is a local farmer. In a separate conversation
with a neighbor of Emilias, the neighbor complained that Emilias business
selling chickens attracted vermin to the area around the house. The neighbor
gossiped that she had complained directly to Emilia, and Emilia responded
by saying, If youre so envious of me, then you can support me. The
neighbors interlocutor responded, Colla es pues Its that shes a colla.
Through this comment, Emilias (allegedly) rude and unneighborly behavior
is linked to her status as a bilingual from the highlands of Cochabamba.

Collas: Summary
People who are identified as collas are expected to have L1 Quechua
interference, despite their different histories, circles of interaction, and
Spanish language abilities, and the three collas I have discussed here
meet these local expectations. Lorenza speaks primarily Quechua and has
persistent L1 contact features in her speech despite her friendships with
Spanish-speakers. Beatriz is a merchant who interacts with her customers in
both languages and supports her husbands political role. Finally, Emilia is
a highly fluent Spanish-speaker who manipulates the use of contact features
to voice different characters in her narrative.
There is a close relationship between classification as a language speaker
and evaluation of a persons social worth or appropriate sphere of influence.
In comments about these speakers language abilities, others characterize
them not just as poor Spanish speakers, but also as inconsiderate neighbors,
and as people who are ignorant of important aspects of political discussions.
A common characterization of the speech of Quechua speakers is that it is
atravesado crossed, in the sense that logs laid across a stream are crossed
at right angles to the main flow of water. The DRAE gives two alternate
70 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

definitions for this term that are relevant to the interpretations of colla
speech described here. Atravesado can also mean having bad intentions or
a bad character or, in the Andes, mulatto or mestizo 6. A consultant gave
me a polite gloss for the word: someone who has learned Spanish when
theyre already grown, who speaks Quechua as a first language. These links
between perceived use of language, ethnicity, and character are pervasive
in the Andean context.
However, contact features in themselves are not sufficient to show
that a speaker is Quechua-dominant, or any of the associated personal
characteristics that this entails. In the following sections, many of the same
features that I identify in the speech of people who were identified to me
as collas appear in the speech of Spanish-dominant speakers who are from
the local valleys.

Vallunos: Prima

Prima is a Spanish-dominant speaker in her sixties. She wears a straight skirt,


not a pollera, and she lives in the center of town. Like many women of her
age, she was raised in the local rural highlands and moved to Iscamayo as
an adult; her husband is a successful farmer who owns valuable farmland
near town. Other informants identified Prima as a local, i.e., a person from
the valleys, and I never heard her characterized as a poor or inept speaker.
Prima frequently uses contact features in her speech, and I was surprised
to learn that she knows no Quechua at all, because an older sister wears
pollera and is a fluent bilingual. She uses the [w] variant of /f/ and stress
shift quite regularly in relaxed speech, along with loanwords and prosodic
features, such as a high f0, that are linked to contact. On separate occasions,
she expressed discomfort with speaking in formal situations and reluctance to
be recorded (see Babel to appear-a for a more detailed discussion of shame
and reluctance in womens language use). This linguistic self-consciousness
is clear in the contrast between the two excerpts I present below.
I interviewed Prima on a couple of different occasions during my
fieldwork; she was my landlady, as I rented a room in her house, and a
family friend of my husbands. We spoke on a daily basis throughout this
fieldwork period. In Transcript 4, taken from an interview about language
ideologies that I carried out in her kitchen with her husband present, she

6
Retrieved from the Web, 28/7/2014. Diccionario de la Real Academia Espaola,
Vigsima Segunda Edicin. http://lema.rae.es/drae/?val=atravesado
The role of context in interpreting linguistic variables / Anna Babel 71

is on her best linguistic behavior, talking about her hope that her children
would study English.

Transcript 4: Prima
P (Prima), A (Anna), N (Nicols, Primas husband)

1. P: En cambio yo harto he deseado 1. P: On the other hand, I have


que mi hija antes entre a estudiar always wished that my daughter
ingls. would study English.
2. A: Mhm 2. A: Mm-hmm
3. P: Tambin, Nelly, Nestor, y as 3. P: Also, Nelly, Nestor, and so on,
como que, all. Si hay, no ve, over there. There is, isnt there, to
para llevar, puro ingls, no ve? study, just English, right?
4. A: Hay 4. A: There is.
5. P: Hay, pues, pa salir y, de, 5. P: There is, to graduate and, be
profesora de ingls estn, no ve? an English teacher theyre there,
right?
6. A: Si, si, si. Hay eso. 6. A: Yes, yes, yes. There is that.
7. P: Y, ellos, no han tenido inters. 7. P: And they, werent interested.
Igual el Henry. Ha hecho dos, tres Henry was the same. He did two,
meses, parece, ingls, three months, I think, of English,
8. A: Mhm 8. A: Mm-hmm
9. P: Y de ah lo ha dejado tambin. 9. P: And then he stopped too.
Porque ya tambin, no poda Because at that point, too, he
alcanzar, si, couldnt [afford], and,
10. A: M, si. 10. A: Mm, yes.
11. N: M 11. N: M
12. P: Yy, lo ha dejado as. Y, es bien 12. P: Aand, so he just stopped. And,
es saber [el in]. De los dos. its good to know [En-]. Both.
13. A: A ha 13. A: Uh-huh
14. P: Entender. 14. P: To understand.

In Transcript 4, Prima uses formal-sounding phrases such as en cambio on


the other hand and as como que on the other hand (Turns 1, 3, underlined).
She also uses tambin twice in Turn 9; tambin is used and over-used when
72 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

speakers are trying to establish a formal register (Babel 2011). Three aspects
of her speech suggest that Prima is monitoring her speech. She is fairly
dysfluent; she corrects herself in Turn 12; and she phrases her statements as
questions in Turns 3 and 5. In the first line, Primas e vowel is slightly raised
(boldface), but there are no other phonological or morphological contact
features in this segment. Later in the conversation she asks me, Usted va a
pasar clases alll, a su idioma de Usted, o no? Will you [formal] be teaching
classes innnn, in your [formal] language, or not?. The use of the formal
person Usted, which she rarely used with me in more casual settings, is one
more sign of a formal style of speech, and she draws attention to this by
using the explicit pronoun twice in this short sentence. She certainly does
not need to use the formal pronoun with me, a much younger woman and a
social subordinate. Rather, she uses it to cast herself as a polite and educated
person in an effort to live up to the interview context.
Prima varies her use of contact features to fit different situations. In
Transcript 5, she makes suggestions about how to improve the cooking stove
that she obtained from an NGO. On this occasion, we sat outside near her
wood stove, as my husband replaced some metal parts that had deteriorated
on the NGO-supplied stove. He was within earshot but did not participate in
the conversation. I played the role of a representative of the NGO, running
through a cooking-practices questionnaire with her. In Transcript 3, she
responded to the question, How could the stove be improved?

Transcript 5: Prima
P (Prima), A (Anna)

1. P: Y yo deca, Anita, sabs que 1. P: I was thinking, Anita, you


deca? know what I was thinking?
2. A: Mhm 2. A: Uh-huh?
3. P: Que si no hubiera tenido el 3. P: What if it didnt have the
ladrillo, fuera solamente el brick, if it were just the metal
fierro, [ring].
4. A: Mhm 4. A: Uh-huh
5. P: Eso ms bien quera yo Anna 5. P: Thats what I was thinking,
decir. Que tenga solamente ese instead, Anna. That it should just
fierro, y tena las patitas, que no have the metal [ring], and the
tenga el ladrillo para que, tenga feet, and not the brick so that it,
ms campito adentro! Si asicito has more space inside! Its this
es el campito! tiny, that space!
The role of context in interpreting linguistic variables / Anna Babel 73

6. A: Mm, ya ya ya ya. 6. A: Mm, yeah, yeah, yeah.


7. P: No ve? Mientras ms campito, 7. P: Right? When theres more
ms ponimos leita y ms space, we put more wood and it
bracea, ms calda va. burns better, it heats more.

Although Prima has a number of serious complaints about the stoves, she
is worried that direct criticisms might be offensive or might place me in a
difficult position. She invokes our close relationship through an intimate
address form, using the vos conjugation of the verb sabs, the diminutive
Anita, and a pronounced [w] in the words fuera and fierro (Turns 3 and 5).
She uses the raised-vowel form of sabs [sabs] you know and ponemos
[ponimos] we know (Turns 1 and 7). She also uses negative politeness
strategies, focusing on the fact that it is just me that is giving this advice,
using subjunctive verb forms in Turn 3, and a proliferation of diminutives
in Turns 5 through 7: patitas little feet, campito little space, and leita
little sticks.
Prima uses these features to index a close personal relationship, one
that for her is rooted in tradition and in traditional values of respect and
politeness. While the features themselves are very similar to those found in
the speech of Quechua-dominant speakers, Primas varying use of contact
features over different social contexts is part of her construction as a more
skilled speaker; this type of stylistic variation is typical and expected of
local Spanish-dominant speakers.

Vallunos: Antonia

Antonia, a woman in her eighties, lives just outside of town, across the river.
She dresses in the traditional, hand-sewn pollera and black fedora-style hat
of the valleys. She learned Spanish as a first language in her family home,
but she was then raised by a Quechua-speaking aunt after being orphaned as
a pre-adolescent. She understands Quechua and can speak it when necessary
but says that she does not speak it well, and she speaks exclusively Spanish
with her family members. While Antonias close associates know that
she is a Spanish-speaker, people who have seen her about town or know
her only casually sometimes expressed surprise to me that she does not
consider herself a Quechua speaker. I surmise this has to do with her strong
identification with the traditional complex in other aspects of her person,
such as her dress and her longtime residence in an area that is considered
isolated from Iscamayo. In addition, her heavy use of contact features could
lead to this conclusion.
74 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Antonia uses enregistered phonological contact features including [w]


and the v/w alternation. She uses penultimate stress marking more frequently
than other speakers I have recorded. As can be seen in Transcript 6, she also
uses semantic convergence variables such as pues, tambin and deciabmos
(Turn 1), and she uses the contraction ande (Spanish adnde) in Turn 7,
where normative Spanish would have dnde. In Turn 5 she preposes the
subject, Marciana. All these features are linked to the traditional semiotic
field through enregisterment.
Antonia is a member of my husbands family. On this occasion, a group
of close family members were seated around the kitchen table in my home,
preparing to have a meal. Antonia addressed this group of close family
members in this excerpt.

Transcript 6: Antonia
A (Antonia), J (Juana), G1 (Gerardo)

1. A: Dir pues, ella tambin, Tu 1. A: She must be saying, too,


ta es, le deciabmos al finado Shes your aunt, we used to
Germn, que es, el Gabriel. say to the deceased Germn, I
2. J: Ha a, ha a. mean Gabriel.
3. A: Qu va a ser mi ta pues. 2. J: Mm-hmm, mm-hmm.
Qu le voy a decir ta yo. Si yo 3. A: I dont believe shes my
soy ms grande, ella que me aunt. I wont say aunt to her.
est diciendo to a m. If Im bigger, she should be
4. G1 & J: (laughing) saying uncle to me.
5. A: La Marciana era esa. 4. G1 & J: (laughing)
6. J: Nunca ms se ha sabido esa 5. A: That was Marciana.
mujer, no? Otra que no quiere 6. J: Weve never heard anything
parientes es. else about that woman, have
we? Shes another one that
7. A: Ande ha dicho que est? Ha doesnt want relatives.
hecho estudiar, en la, 7. A: Where did they say she is?
8. G1: No, ha, She studied, in the,
9. A: en Beln. 8. G1: No, she-
9. A: In Beln.

The signs that index a person as lower class or country and open them
to rude treatment and discrimination extend to practically everything about
them, including their name. In Transcript 7, the speakers continue talking
The role of context in interpreting linguistic variables / Anna Babel 75

about Marciana, a distant relative who has moved to the city. Juana opens
a discussion of name-changing.

Transcript 7: Antonia
J (Juana), A (Antonia), N (Noln)

1. J: No dizque se llama Marciana 1. J: Apparently shes not called


ahora, no? Que dizque que se Marciana now, right? What do
llama? they say shes called?
2. A: Que se- 2. A: That she
3. N: F(w)austina se llama ella. 3. N: Shes called F(w)austina.
4. A: F(w)austina? 4. A: F(w)austina?
5. J: No es Faust-, Que dice que se 5. J: Its not Faust- What is she
llama? Vi-cki, no s qu dice, called? Vi-cki, I dont know
ha cambiado de nombre! Ya what they say, she changed
no es Juliana. No, la Juliana, la her name! Shes not Juliana
Juliana es la que se ha cambiado anymore. No, Juliana, Julianas
de nombre. La Marciana creo the one who changed her name.
que sigue noms con ese I think Marciana still has the
nombre. same name.

In this segment, Antonias daughter, Juana, ridicules people who try to


change their names as a sign of being modern people, making fun of Julianas
transformation into Vicki, a very trendy, almost teeny-bopper kind of name.
Noln, Antonias adult grandson and Juanas son, jokes that the woman
changed her name to Faustina, a name which is even more indexical of
old-time country ways than her original name, Marciana. To add color to
the joke and emphasize the names country-ness, he pronounces Faustina
with the [w] variant. In Turn 4, Antonia, who uses this variant consistently,
misses both the iconic [w] feature and the indexical linkage of the name
Faustina to the idea of being traditional, rural, backwards, and rooted in
the countryside; in short, she does not get the joke.
For Antonia, a speaker in her seventies who is strongly oriented to
the traditional semiotic complex, using the [w] variant is not an index of
anything. By invoking the traditional semiotic complex with his use of [w]
on the old-timey name Faustina
, Antonias grandson creates an indexical layer that his
mother, but not his grandmother, recognizes and responds to. However, he
does not intend to target his grandmother with this joke; while Antonia is a
traditionally-oriented older woman with roots in the countryside, her position
76 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

as a native Spanish speaker and close family member exempts her from the
negative evaluations that are commonplace for collas.

Vallunos: Braulia

Braulia is in her seventies, and she lives in the town of Iscamayo, close to
her children. However, she continues to own land in the high rural regions
surrounding town. Until the year of my fieldwork, when she bowed to
pressure from her children and decided she was too old, she used to walk
the six to eight hours to visit her estancia on a regular basis. Braulia wears
pants and skirts, not pollera, and she is a native speaker of Spanish. She says
she does not speak or understand much Quechua. Braulia uses enregistered
features such as the [w] variant of /f/ on a regular basis, as in Transcript 8,
where she discusses her (lack of) schooling.
On this occasion, Braulia, another member of my husbands family,
had stopped by our house to chat on her way to gather firewood. She took
a chair to our patio and spoke at length with my husband and me about her
childhood, as children and dogs played at our feet.

Transcript 8: Braulia
B (Braulia), A (Anna)

1. B: De habilidad era. Igual era yo 1. B: He was good at it. I was, too.


p. Con l. Los nicos ramos As good as him. We were the
los dos que sabamos mascito de only two that were any good at it.
eso. De eso la Catoco una vez About that Catoco once when he
haya ido l, le dijo, Por qu no went, she said, Why didnt you
ha puesto a la escuela? As como put [her] in school? Look at me,
yo elay no he aprendido, hace I never learned, its necessary.
falta. De esa manera le haya, Thats how, he came [...] and he
le haya venido [...] un aito nos put us in primary school for just
ha puesto a la escuela. Despus one year. Then the next year he
otro ao ya no ha querido. wouldnt.
2. A: Esos aos pues las mujeres 2. A: In those years girls didnt go,
no iban, no? did they?
The role of context in interpreting linguistic variables / Anna Babel 77

3. B: No. Pa qu va a servir? me 3. B: No. What good does it do?


dijo. Pa qu, en qu les va a he told me. For what, what is
servir el estudio? No va a servir studying going to do for you? It
de nada, nos dijo. Y tanto hace wont do anything, he told us.
falta. Es como si uno fuera And its so necessary. Its as if
ciego, no? (intake) A m me da one were blind, isnt it? (intake)
pena y rabia me hace que, que It makes me so sad and it makes
tanto a ver no hemos aprendido. me angry that, that there was so
Yo era, de habilidad era. much we never learned. I was, I
was good at it.

Throughout the transcript, as on the words falta and fuera in this segment
(Turns 1 and 3, in boldface), Braulia uses the [w] variant of /f/. She also uses
ingressive airflow, a Quechua contact feature, to complement her expression
of anger and regret that she was never allowed to go to school (Turn 3).
In Transcript 9, recorded on the same occasion, Braulia begins to tell a
story about shepherding her parents sheep in when she was young; this is
typically a job for a pre-adolescent child. She describes her frustration when
the vultures came to steal her lambs.

Transcript 9: Braulia
B (Braulia), A (Anna), N (Noln)

1. B: La ltima lomita donde 1. B: The very last ridge where I


yo sala a cuidar las owejas would come out to take care of
arriiiba, una loma era, ah el, el the sheep up hiiiiigh, there was
witre me quitaba los corderos. a ridge, the, the vulture would
take the lambs from me.
2. A: (laughs) 2. A: (laughs)
3. B: Cuidando 3. B: Shepherding
4. N: El condor se come los 4. N: The condor eats the lambs.
corderos.
5. B: Eese condor grande que es, 5. B: Thaats it, the big condor.

In the sentence reproduced here, she uses [w] in owejas [owejas]


(normatively [oexas]) sheep, as well as for witre [Spanish buitre]
vulture, shown in boldface. This is an especially interesting choice, because
the Quechua loanword sucha vulture is in common use in this area. I would
suggest that using the Spanish word indexes her Spanish-language family
78 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

background, while using the Quechua phonology indexes the traditional


activity and setting. In a following turn, my husband substitutes the word
condor 7, which she picks up and uses for the rest of the conversation.
However, the v/w alternation, unlike [w], is relatively uncommon for
Braulia. Indeed, later in the same transcript (not reproduced here), she uses
the normative allophone of /v/, [], in oveja sheep. These linguistic features
contribute to the way that Braulia frames her description of this particular
activity, with its strong associations with her past and with the traditional
activity of shepherding.
The following segment of the same story, in Transcript 10, also includes
abundant enregistered features, such as the Quechua-origin loanword marka
[held in] ones arms (Turn 3) and the -abmos verb form (Turn 9). In
addition, Braulia uses ya (Turn 3, 5), causative hacer (Turn 3), and singular
mass noun harto oveja lots of sheep (Turn 3, 7) in this segment of discourse.

Transcript 10: Braulia


B (Braulia), A (Anna)

1. B: De mi delante se lo alzaba. El 1. B: Right in front of me he would


corderito, en su pata lo alzaba y pick it up. The lamb, with his
lo llevaba. Balaaaando foot he would pick it up and take
it away. Baaaaa-ing.
2. A: (laughs) 2. A: (laughs)
3. B: Iba en su patita as un trecho, 3. B: He would have it in his foot
de ah lo largaba al suelo, ya se like that a little ways, then he
mora el cordero. Ya yo alzaba, would drop it to the ground,
ya no serva ya. Pa que ande. the lamb would be ready to die.
Tena que llevar en mi marka, When I picked it up, it was no
a la casa haca llevar. Mi mama good anymore. To walk. I had
me pegaba, p me deca, por qu to carry it in my arms, I would
no,, si las ovejas eran haarto, have it taken to the house. My
desparramadas, p uno por alla mother hit me, she said, why
arriba, uno no va a estar en didnt you,, but there were so
seguida, amontone y amontone! many sheep, spread all over the

7
A condor, of course, is not the same animal as a vulture; the speaker goes on to describe
the enormous size of these birds, justifying this word choice.
The role of context in interpreting linguistic variables / Anna Babel 79

place, one way up there, one


cant be right behind, herding
and herding!
4. A: Mhm 4. A: Mm-hmm.
5. B: Hasta que corramos enton 5. B: By the time we ran up they
no haba, estaba leeejos ya, were gone, they were far away,
corra, hasta eso el condor vena I would run, by then the condor
ya. Ya me quitaba. Grave he would come. He would take
sufrido ah, cuidndoles a esas them away. I suffered awfully
ovejas. Tanto. there, taking care of those sheep.
So many.
6. A: Hartos eran [entonces] 6. A: There were lots [then]
7. B: Haarto eran. De ah nos 7. B: There were loooots. Then we
hemos venido, vendido toditas came this way, sold all the sheep.
las ovejas. El patrn nos ha The landowner ran us off, from
vaqueado, de ah, el patrn era there, the owner of all that land
de todo ese terreno ah. Nos up there. The landowner ran us
vaque el patron. Vyanse a off. Go somewhere else, he
otro lado, nos ha dicho. told us.
8. A: Por que? 8. A: Why?
9. B: Es que ya tenamos oveja 9. B: Its that we had too many
harto, ganado teniabmos; se sheep, we had cattle; he got
molest de eso. Se molest de angry about that. He got angry
eso. about that.

Braulia uses some enregistered features, such as the [w], consistently in her
speech. Others, such as the v/w change, she uses selectively. In Transcript
10, we can observe that Braulia uses increased semantic, morphological, and
phonological enregistered features when talking about traditional activities in
the past. In Braulias speech, like Emilias, there is an emergent, higher level
of indexicality that draws on linguistic features to evoke characteristics of
her past in the rural countryside. Their interlocutors clearly understand these
uses of contact features as an acceptable sociolinguistic strategy, in contrast
to their evaluation of Emilia as anti-social or of Beatriz as ignorant. Indeed,
my husband, a local Spanish-dominant speaker, suggested that I record this
conversation as a historical record of the olden days.
80 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Vallunos: Summary

In this section, I have described the way that three speakers use enregistered
features to mark traditional activities, to voice speakers from the past, and to
manage a polite, intimate register in contrast to a formal one. These speakers
are all older women, much like the colla women described in the previous
section. Their use of contact features is somewhat different from that of the
colla speakers, however. For example, there are relatively few examples
of morphological contact influence. However, these women and the colla
women use contact features in similar ways. Antonia, like Lorenza, seems
to be unaware of the indexical value that the phonological contact features
she produces have for other listeners. Braulia, like Emilia, uses contact
features in order to invoke a time and an activity in the rural past. The
major difference is in the uptake, or anticipated uptake from the audience.
While Emilia is characterized as a poor speaker and a poor neighbor in part
because of her use of contact features, Prima uses contact features in order
to construct a polite relationship. While Beatriz is framed as a person who
has no business speaking in a meeting, Braulias audience listens to her
attentively and suggests that her narrative should be recorded for posterity.
In the case of local valley speakers, unlike the Quechua speakers, contact
features become reinterpreted as enregistered features or indexes of a
traditional orientation. They are not linked with a lack of ability or a lack of
neighborliness; quite the reverse. They are used by speakers and understood
by their interlocutors to index the complex that includes rural life, womens
sphere, traditional crafts and occupations. The meanings attached to these
features is not pre-determined and common across all contexts and speakers,
but rather comes out of contrast with typical patterns of use for particular
speakers and groups.

Conclusion

In this article, my central claim is that social meaning, in particular, the


value of linguistic indexes as markers of social categories, is produced in
relationship with context. I situate this work in relationship to sociolinguistic
studies that hold that language use is a creative practice in which speakers
not only respond to identity categories but also actively engage in creating
and interpreting those social categories. In this process of interpretive
work, signs are meaningful only in relation to the context in which they are
The role of context in interpreting linguistic variables / Anna Babel 81

produced. This context includes language users pre-existing notions about


the social categories to which particular speakers belong, and it affects
the interpretation that listeners give to any particular instance of linguistic
practice. I argue that context is essential to producing and interpreting social
meaning, in language as in other symbolic systems.
Throughout this article, I have used the concepts of the semiotic field,
indexicality, and enregisterment to discuss the place of contact features
in a linguistic landscape. These theoretical concepts offer a useful way to
approach variation in Spanish in particular and in situations of language
contact in general. A key contribution of this work is to consider language
use not just in terms of the production of linguistic features, but also in terms
of perceptions and interpretations of language use in the community. Indeed,
the social context of the community and the beliefs held by language users
are an essential element of analysis in this work.
Much of the existing literature that has used the theoretical concepts I
reference has focused on North America, on higher education, or on large
urban areas, such as Lima, Peru. In this article, I have brought these concepts
to bear on rural Bolivia. Holding age, class, and gender constant, I have
compared the language use of Quechua-dominant vs. Spanish-dominant
women, and how their actions are interpreted within the larger field of
social meaning that is produced in the local area. This is important, since
systems of interpretation may work very differently in different types of
cultural systems.
There is no single contact feature or even group of contact features that
distinguishes the linguistic practice of collas Western highlanders from local
vallunos people from the Santa Cruz valleys. Rather, it is a combination of
large-scale patterns of language use and, especially, social expectations and
stereotypes about language users that guide the interpretation of any given
feature for a particular interaction in a particular context. The incidence of
linguistic features varies over social contexts and social groups, and speakers
learn language not with or in, but as context. In this sense, variationist studies
that examine the correlations between language use and pre-determined
social categories are essential in that they give us an idea of the kinds of
patterns that language users encounter when they form expectations about
the relationship between linguistic features and social groups. This study
takes up where previous studies leave off, by examining the way that subtle
differences in these patterns can affect a listeners perception of particular
speakers or of particular instances of speech.
While context is important when we consider all kinds of linguistic
signs, it is especially salient when we talk about contact features. Contact
features work as part of a larger system that brings together large-scale
82 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

ideologies about language and particular instances of language use by


particular speakers. Traditionally, scholars have thought of language contact
as focusing on the interaction between linguistic elements that have origins in
different language systems, with different political and historical antecedents.
However, when we shift our focus to the situated use of language by speakers,
we must see these linguistic elements as a set of resources that speakers use
in order to position themselves with respect to social categories. Finally,
we must attend not only to the way that people speak, but also to the way
that their speech is taken up and interpreted. In the data I have presented in
this article, a contact features meaning depends not only on the history and
associations related to that feature, but also on the history and positioning
of the speaker who uses that feature. Like other sociolinguistic indexes,
contact features require context to fill in the blanks.
In Iscamayo, as in any part of the world, there is no single template
of speech into which features fit; likewise, there is no single meaning
associated with the use of contact features, outside their use in concrete
interactions by particular individuals as representatives of particular social
groups. Speakers form expectations about typical distributions of linguistic
features, but more than that, the interpretations of these patterns are highly
context-dependent and produced through micro-level interactional dynamics.
People are not exposed to language, but to particular communicative
situations, and their linguistic competence reflects their experience not only
with language, but also with contexts and interlocutors.

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Lo poltico del lenguaje y los lmites de la


poltica lingstica panhispnica

Jos del Valle *


The Graduate Center, City University of New York, EE. UU.

Resumen

En este artculo se presenta la glotopoltica y los modelos de


articulacin del lenguaje y la poltica que propone. Desde esta
perspectiva se analiza la poltica lingstica panhispnica a partir
de un corpus formado por los paratextos de las principales obras
codificadoras producidas por la Real Academia Espaola y la
Asociacin de Academias de la Lengua Espaola. El anlisis muestra
el anclaje ideolgico de estas polticas y de los discursos que las
exponen en los esquemas conceptuales de la democracia liberal.
Finalmente, utilizando las crticas de Chantal Mouffe al pensamiento
pospoltico, se contrasta el rgimen de normatividad de las academias
con lo revelado por dos episodios en los que miembros de la RAE y
de la ASALE se ven obligados a polemizar con agentes lingsticos
que operan desde otras instituciones. Y, a raz del contraste, se
concluye exponiendo una limitacin fundamental en el discurso de
autolegitimacin de las academias.

Palabras clave: panhispanismo, glotopoltica, normatividad, consenso,


pospoltica.

*
Para correspondencia, dirigirse a: Jos del Valle, Ph.D. Program in Hispanic and Luso-
Brazilian Literatures and Languages ([email protected]), telfono: 1-212-8178410, The
Graduate Center, City University of New York, 365 Fifth Avenue, New York, NY 10016, USA.
88 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Thepoliticalin language and the limitations of panhispanic


language policies

Abstract

In this article, we present glottopolitical studies and the models


through which this subdiscipline articulates language and politics.
From a glottopolitical perspective, we analyze the panhispanic
language policy through a corpus of texts that includes the paratextual
elements of the principal linguistic works produced by the Royal
Spanish Academy and the Association of Academies of the Spanish
Language. The analysis shows that these policies and discourse
are ideologically anchored in the conceptual structure of liberal
democracy. Finally, using Chantal Mouffes critique of post-political
thought, we contrast the academies linguistic regime with two
episodes in which members of RAE and ASALE engaged in polemics
with other institutions. This comparison allows us to conclude by
exposing the limitations of RAE and ASALEs discourses of self-
legitimization.

Keywords: Panhispanism, glottopolitical studies, normativity,


consensus, post-political.

Recibido: 28/07/14 Aceptado: 24/10/14

Representacin del lenguaje y glotopoltica

Tal como se adelanta en el anuncio de este nmero especial, el estudio


de las representaciones sociales del lenguaje se puede abordar desde
distintas ubicaciones terico-metodolgicas. La glotopoltica, a pesar de la
heterogeneidad interna que presenta y que enseguida describiremos, demarca
coherentemente una de estas posiciones en tanto que al identificar su objeto le
otorga estatus especial precisamente a las representaciones del lenguaje. Hay
algo, sin embargo, que singulariza a esta aproximacin y es la interpretacin
de tales representaciones en un contexto definido en trminos eminentemente
polticos: Glottopolitique est ncessaire pour englober tous les faits de
langage o laction de la socit revt la forme du politique [Glotopoltica
es necesario para abarcar todos los hechos del lenguaje en los que la
accin de la sociedad reviste la forma de lo poltico] (Guespin y Marcellesi
1986: 5, traduccin nuestra). As justificaban Guespin y Marcellesi, en un
Lo poltico del lenguaje y los lmites de la poltica... / Jos del Valle 89

artculo fundacional, la adopcin de un trmino que confiriera personalidad


disciplinaria a un conjunto de proyectos de investigacin que, aunque tenan
en comn el haber articulado el lenguaje con la poltica, no haban sido
objeto conjuntamente de un esfuerzo de teorizacin.
En un conciso recorrido por la historia del campo, Elvira Narvaja de
Arnoux (2000) destaca la formacin, a partir de los aos cincuenta, de tres
corrientes que van conformando los protocolos de una de las subdisciplinas
que alimentan el desarrollo de la glotopoltica: la poltica y planificacin
lingstica. La primera corriente, cuya aparicin se sita tras la Segunda
Guerra Mundial, responde a condiciones creadas por la divisin del mundo
en reas de influencia estadounidense y sovitica, respectivamente, y por
los procesos de construccin nacional asociados a la descolonizacin
de frica y Asia. Desde esta perspectiva, se procede a crear un aparato
terico y metodolgico que permita describir el perfil sociolingstico de
una comunidad para, a la vez, orientar la toma de decisiones polticas que
incidan o afecten tal perfil. Se discute la naturaleza de la estandarizacin, se
debate en torno a categoras tales como esquizoglosia o diglosia y emerge
el concepto de bilingismo armnico como principio ideal de ordenamiento
lingstico que pretende reconocer y compatibilizar el valor de las lenguas de
identificacin tnica o nacional y la necesidad de promover el conocimiento
de las lenguas internacionales1.
Una segunda corriente, que cuaja a partir de los aos sesenta y que
estara estimulada por los procesos de defensa de los derechos civiles de las
minoras, adopta una posicin reivindicativa y crtica de la corriente anterior
al denunciar el modo en que aquella propone modelos de organizacin
lingstica que perpetan las jerarquas propias del colonialismo. Desde esta
posicin, se cuestionar el concepto de bilingismo armnico y se avanzar
la idea de que el contacto es conflicto. Subrayemos este punto que tendr
relevancia especial al final del presente artculo citando el modo en que
Guespin y Marcellesi lo expresaban:

Il faut remarquer quil [le concept de planification linguistique] en va de


mme du concept de conflit linguistique; toute planification linguistique,
dans une socit de clases est ncessairement la politique linguistique
dune classe sociale dominante, tout en rsultant dune compromis [Hay
que sealar que [el concepto de planificacin lingstica] va de la mano
del concepto de conflicto lingstico; toda planificacin lingstica, en

1
Buenos ejemplos de esta corriente nos los ofrecen, por ejemplo, Haugen (1972) o
Kaplan y Baldauf (1997).
90 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

una sociedad de clases, es necesariamente la poltica lingstica de una


clase social dominante, y todo es producto de un compromiso] (Guespin
y Marcellesi 1986: 14).

Adems de afirmar el carcter conflictual del contacto, desde esta perspectiva


se propondrn, en los contextos pertinentes, procesos de estandarizacin
(normativizacin y normalizacin) de lenguas histricamente minorizadas
que reclaman la introduccin de mecanismos de discriminacin positiva
en su favor 2.
La tercera corriente que seala Arnoux, que adquiere mayor dimensin
ya hacia finales del siglo veinte, est ligada a los procesos polticos y
econmicos de integracin regional, a la formacin de redes de interaccin
transnacionales y a los flujos de capital, gente e informacin tpicamente
asociados con la globalizacin. Se negocian, en esta fase, tensiones entre
el valor cultural, poltico y econmico de las lenguas en los mercados
lingsticos regionales, nacionales y globales; las minoras lingsticas
universalizan su reivindicacin y engarzan sus discursos con los de los
derechos humanos; y se organizan industrias lingsticas en torno a, por
ejemplo, la enseanza de lenguas extranjeras, la terminologa y la traduccin3.
En todas estas corrientes, el lenguaje se piensa como un mbito de la
vida social susceptible de ser objeto de la accin poltica, y su estudio se
plantea como un encuentro entre una suerte de cartografa sociolingstica
y un tipo especial de ingeniera social. Se estudia el perfil sociolingstico
de las comunidades para identificar qu tipo de intervenciones sobre el
lenguaje podrn contribuir, en cada caso, a construir una conciencia grupal
o nacional, a fomentar transacciones y lealtades internacionales, a facilitar
el funcionamiento del aparato del Estado o a crear condiciones para el
desarrollo econmico. Al revisar el desarrollo de la poltica y planificacin
lingstica, nos encontramos ante proyectos de investigacin fuertemente
ligados a los protocolos de las ciencias sociales de perfil ms positivista
y a teoras estructurales-funcionales del lenguaje. Se piensan las lenguas
como entidades discretas, claramente diferenciadas; se las teoriza como
estructuras de varios niveles que corresponden a distintos contextos y
cometidos sociales; y esta organizacin estructural-funcional se proyecta

2
Vanse como ejemplo las fuentes citadas en Arnoux (2000); sobre todo en las notas
25 y 26.
3
Aqu se podra pensar en las actividades y trabajos del Instituto Cervantes sobre el
espaol en el mundo recogidos en los anuarios (http://cvc.cervantes.es/lengua/anuario/). Otra
serie de ejemplos son los artculos incluidos en Maurais y Morris (2003).
Lo poltico del lenguaje y los lmites de la poltica... / Jos del Valle 91

fractalmente a los espacios plurilinges donde la coexistencia entre lenguas


es posible solo gracias a la clara diferenciacin de los contextos apropiados
para el uso de cada una de ellas4.
Ya hemos sealado que el trabajo que se asocia con estas corrientes se
identifica por medio de la etiqueta poltica y planificacin lingstica y
en l la poltica se concibe como el conjunto de espacios institucionales
asociados al gobierno de un territorio la mayora vinculados al aparato del
Estado donde se negocia y se ejerce el poder y desde donde se establecen
las normas que rigen la vida de la comunidad. Desde esta perspectiva la
dimensin poltica del lenguaje se manifiesta precisamente en esos lugares
y en esas oportunidades en las que se produce una accin consciente y
explcita sobre lo que hemos llamado el perfil lingstico de la comunidad.
Es posible, sin embargo, proponer una articulacin ms abarcadora de
la relacin entre lenguaje y poltica, es decir, proponer una ampliacin del
espectro de situaciones en que se manifiesta la condicin poltica del lenguaje
y su relacin con la distribucin de poder. Ya Arnoux (2000: 98-99) sealaba
en el artculo citado la existencia de una lnea de investigacin histrica
en relacin con las polticas lingsticas que reclamaba la relevancia del
lenguaje en mltiples dimensiones de la vida poltica de las naciones, una
relevancia que se manifestaba no solo en la accin poltica sobre la lengua
sino en la pertinencia de la praxis lingstica y metalingstica en el terreno
de la poltica. Esta lnea y su voluntad historificadora daba lugar al ingreso
al archivo en busca de textos que se iban a tratar no solo como documentos
sino tambin como discursos susceptibles de ser ledos a contrapelo por el
ojo glotopoltico y desde una epistemologa de la sospecha.
Otra articulacin tambin amplia de lenguaje y poltica se le debe a
John Joseph, quien, en su libro Language and Politics (2006), atiende no
solo a la participacin del lenguaje en la organizacin de los asuntos del
Estado sino tambin en la negociacin de cualquier situacin en la que
haya una distribucin desigual del poder (Joseph 2006: 20). La suya es
una propuesta detallada y el ttulo de las secciones en que divide su captulo
introductorio es revelador del espectro de zonas en que se manifiesta la
condicin poltica del lenguaje: The politics of different ways of speaking
[La dimensin poltica de las diferentes formas de hablar], The politics of
talking to others [La dimensin poltica del hablarle a otros], The politics
of what the language is [La dimensin poltica de qu es la lengua],

4
Marilyn Martin-Jones se refiere a esta lnea de trabajo como perspectiva estructural-
funcional (1989).
92 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

The politics of which language to speak [La dimensin poltica de decidir


qu lengua hablar], The politics of policing the language [Las polticas de
vigilancia del lenguaje], Language, thought and politicians [El lenguaje,
el pensamiento y los polticos], Language and choice [El lenguaje y la
capacidad de decisin] y Conclusion: Language is political from top to
bottom [Conclusin: el lenguaje es poltico de arriba abajo].
Evidentemente, esta amplia tipologa de manifestaciones de la dimensin
poltica del lenguaje configura un objeto de estudio que, en buena medida,
coincide con el proyecto expuesto por los ya mencionados Guespin y
Marcellesi:

Le concept de glottopolitique englobe la fois les politiques


concertes et les relais, conscientes ou inconscients, actifs ou passifs,
de ces politiques. Ainsi, le fait glottopolitique va des actes minuscules et
familiaux jusquaux interventions les plus considrables [El concepto
de glotopoltica abarca a la vez las polticas planificadas y los efectos
conscientes o inconscientes, activos o pasivos de esas polticas. As, el
hecho glotopoltico incluye desde actos minsculos y familiares hasta
otros de mayor consideracin] (1986: 15).

Para estos autores, glotopoltica ofrece la ventaja de neutralizar la distincin


entre langue y parole (1986: 5) e instala el proyecto en una teora del
lenguaje que lo liga siempre, y por medio de una relacin dinmica, al
contexto. El lenguaje no existe antes del acto en que se manifiesta y se
piensa por ello como una prctica social caracterizada por una glotognesis
permanente (Marcellesi 2003: 158). En consecuencia, los objetos de la
mirada glotopoltica se identifican por medio de trminos tales como
interaccin verbal o discurso, que remiten explcitamente al lenguaje
como accin. Conceptos como el de lengua o dialecto que, de entrada,
evocan la existencia de un sistema lingstico autnomo con respecto a
su materializacin discursiva caen tambin en el mbito de inters de la
glotopoltica, pero como construcciones que responden a las condiciones
histricas precisas de su nacimiento y desarrollo. Nos distanciamos por
tanto de las teoras que objetivan lenguaje como sistema que existe con
independencia de las prcticas en que se manifiesta.
La glotopoltica toma tambin distancia con respecto a las teoras
del lenguaje que privilegian su funcin referencial y comunicativa para
atender, en aras de la visibilizacin de su condicin poltica, a sus funciones
performativas. El t que usa un estudiante al dirigirse al rector de la
universidad no solo significa [segunda personal singular] sino que seala
a un actor concreto en un acto de habla concreto e interviene adems en la
negociacin de identidades sociales jerrquicamente ordenadas. Al decir
Lo poltico del lenguaje y los lmites de la poltica... / Jos del Valle 93

todos los empleados y empleadas la gerente de una empresa no solo


se refiere a la presencia de personas del sexo masculino y femenino bajo
su supervisin sino que pudiera estar tomando una posicin en relacin
con polticas de reivindicacin de la igualdad entre mujeres y hombres
en el mbito laboral. Al publicar un diccionario del espaol de Mxico
como veremos ms adelante no solo se est representando una variedad
del espaol hablado en este pas sino que se pudiera estar afirmando el
derecho de este pas a gestionar el idioma autnomamente y la capacidad
para hacerlo. En cada caso, el sintagma sealado (t, los empleados y
empleadas y diccionario del espaol de Mxico) adquiere pleno sentido
social en tanto que discurso, es decir, en tanto que aparece utilizado en
contextos precisos y conectado a identidades y relaciones sociales siempre en
proceso de negociacin. A esta conexin nos referimos como indicialidad, la
propiedad que hace que el valor de un enunciado no est solo en su dimensin
referencial sino en su capacidad para sealar elementos del contexto de la
enunciacin, indicar identidades sociales y construir relaciones entre los
interlocutores (Hanks 2000).
La indicialidad est directamente conectada con otra propiedad del
lenguaje que resulta tambin central para la glotopoltica: la normatividad5.
Ntese que, al anclar el estudio del funcionamiento del lenguaje en la
accin conjunta de la referencialidad y la indicialidad, se problematiza la
transparencia semntica que se le supone a las lenguas, sobre todo a aquellas
que estn altamente codificadas. El pleno significado de los enunciados,
como acabamos de decir, depende no de una relacin biunvoca y fija entre
significantes y significados sino de las condiciones de orden pragmtico,
cultural, social, poltico en que se producen. De ah que los individuos
hablen (o escriban) segn su orientacin hacia el contexto de la interaccin,
segn el modo en que lo conciban y segn cmo quieran posicionarse en
relacin con l. Al usar el lenguaje siempre orientamos nuestra produccin
verbal en funcin de un contexto de normas socialmente constituidas y
esta orientacin liga inexorablemente lenguaje y metalenguaje, es decir, la
prctica lingstica a las expectativas que puedan existir sobre el modo en
que van a ser interpretadas. Desde esta perspectiva, el lenguaje no existe
aparte del modo en que se concibe y se habla de l (Joseph 2006: 20),
y uno de los espacios donde por definicin se habla del lenguaje y de su
normatividad son las academias de la lengua.

5
Concibo la normatividad en la lnea marcada por Cameron (1995) y Taylor (1997).
94 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

La poltica lingstica panhispnica

En el presente artculo dirigiremos nuestra mirada glotopoltica hacia


la Real Academia Espaola (RAE) y la Asociacin de Academias de
la Lengua Espaola (ASALE) 6. Nos centraremos, en concreto, en las
ltimas dos dcadas, es decir, en el periodo caracterizado por lo que las
propias instituciones bautizaron como poltica lingstica panhispnica y
describieron as:

Las funciones atribuidas tradicionalmente a las Academias de la Lengua


consistan en la elaboracin, difusin y actualizacin de los tres grandes
cdigos normativos en los que se concentra la esencia y funcionamiento
de cualquier lengua y que aseguran su unidad: la Ortografa, el
Diccionario y la Gramtica. Hasta hace algunos aos, el modo de
alcanzar esos objetivos se planteaba desde el deseo de mantener una
lengua pura, basada en los hbitos lingsticos de una parte reducida
de sus hablantes, una lengua no contaminada por los extranjerismos ni
alterada por el resultado de la propia evolucin interna. En nuestros das,
las Academias, en una orientacin ms adecuada y tambin ms realista,
se han fijado como tarea comn la de garantizar el mantenimiento de
la unidad bsica del idioma, que es, en definitiva, lo que permite hablar
de la comunidad hispanohablante, haciendo compatible la unidad del
idioma con el reconocimiento de sus variedades internas y de su evolucin
(ASALE 2004: 3).

Vemos que esta narrativa de autorrepresentacin ancla la accin


estandarizadora en un sujeto plural (las academias) que se manifiesta
en torno a un punto de inflexin (hasta hace algunos aos versus en
nuestros das): hay un antes en la vida de estas instituciones, caracterizado
por la defensa de la pureza del idioma y el protagonismo de la RAE, y un
despus (se puede considerar que la Ortografa de 1999 da el pistoletazo de
salida) en que el propsito es salvaguardar la unidad por medio del trabajo

6
La RAE se cre en 1713 y, por iniciativa de esta, a partir de 1870, se empezaron a
crear academias correspondientes de la Espaola en Amrica. En 1951 se celebr en Mxico
el primer congreso que las reuni a todas y, aunque la Espaola no asisti por prohibicin
gubernamental, los congresos continuaron, ya con participacin de la RAE, y fue cristalizando
la Asociacin de Academias de la Lengua Espaola. Vase Garca de la Concha (2014) y
Zamora Vicente (1999) para la historia institucional. En Del Valle (2013) se trata el primer
congreso y los efectos de la ausencia espaola.
Lo poltico del lenguaje y los lmites de la poltica... / Jos del Valle 95

colectivo y el abrazo de la diversidad. En otras palabras, aunque la defensa


de la unidad y prestigio del idioma ha estado siempre entre los objetivos de
la RAE, lo que singulariza la fase panhispnica que se inaugura a finales
del siglo veinte es la accin mancomunada y la normatividad policntrica:
toda iniciativa normativa se describe como intervencin no de la RAE sino
de la RAE y la ASALE y la proteccin de la unidad lingstica se afronta no
desde el purismo y la imposicin de la uniformidad sino, al contrario, desde
el reconocimiento del cambio y la alabanza de la diversidad.
Subrayemos, en la imagen acadmica que emerge del fragmento citado
arriba, que la unidad del espaol es condicin imprescindible para la
existencia de una comunidad panhispnica. Y es aqu donde, como hemos
argumentado en trabajos previos (Del Valle y Gabriel-Stheeman 2004;
Del Valle 2007), se halla la clave para la interpretacin ideolgica de las
representaciones de la lengua y de las instituciones que por ella velan
que sostienen estas polticas: la declarada voluntad de ponerse al servicio
de un proyecto de construccin de comunidad liga la accin acadmica de
los ltimos aos al histrico movimiento panhispanista (Del Valle 2011;
Seplveda 1994). Es precisamente esta versin del panhispanismo como
estrategia de posicionamiento geopoltico de Espaa y la centralidad que el
movimiento le confiri a la lengua lo que nos invita a analizar la produccin
ya desde el ltimo tercio del diecinueve de un sistema lingstico-ideolgico
al cual nos referimos como hispanofona: un conjunto articulado de
representaciones del espaol que cobra sentido al ser ledo ideolgicamente
en relacin con un proyecto poltico asociado a la construccin de un
imaginario nacional espaol y panhispnico7.
El contexto en que el panhispanismo y la hispanofona se movilizan a
finales del siglo veinte y principios del veintiuno lo hemos trabajado en los
textos ya citados y no nos extenderemos aqu en presentarlo. Sealaremos
solo que est asociado a la integracin de Espaa en la rbita atlntica
(OTAN) y europea (UE) de los aos ochenta, a la formacin de grupos
empresariales fuertes en el mismo periodo y a la proyeccin del capital
espaol hacia los liberalizados mercados latinoamericanos a partir de los
noventa. Es este contexto el que le confiere sentido al esfuerzo de la RAE
por fortalecer el vnculo con las academias americanas, la colaboracin de
todas en la actividad normativa y, muy especialmente, su compromiso con
la produccin de nuevas representaciones de la lengua que participen ms

7
El concepto de ideologa hispanofnica (Del Valle 2007) deriva de trabajos sobre
ideologas lingsticas tales como Schieffelin, Woolard y Kroskrity (1998) y Joseph y Taylor
(1990).
96 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

felizmente que en el pasado en la colocacin estratgica de Espaa ante sus


intereses en la Amrica hispanohablante.

La legitimidad normativa de las academias:


descriptivismo, autoridad y consenso

Aunque son muchas las zonas del archivo por las que ingresar al anlisis
de las representaciones de la lengua espaola producidas en la formulacin
e implementacin de la poltica lingstica panhispnica, la ms obvia es
quizs el conjunto de textos codificadores producidos por las academias
desde que adoptaron esta poltica. Para el presente artculo hemos revisado
los siguientes: la Ortografa (RAE, 1999), el Diccionario panhispnico de
dudas (RAE y ASALE 2005), la Nueva gramtica de la lengua espaola
(RAE y ASALE 2010a), la nueva Ortografa de 2010 (RAE y ASALE
2010b), un manual acadmico para el buen uso del idioma (RAE y ASALE
2013) y la historia de la Academia escrita por su exdirector Vctor Garca de la
Concha (2014). Si bien los textos en s y la norma que proponen son centrales
para comprender la propuesta panhispnica, tambin lo es la estructura
paratextual que arropa a cada uno de ellos, en tanto que nos ofrece una serie
de expresiones metalingsticas en las que se puede apreciar el modo en
que las academias quieren ya no solo representar la lengua cuya custodia
asumen sino tambin desplegar una estrategia de autorrepresentacin que
las autorice y les confiera legitimidad.
Como ya sealamos, el aspecto acaso ms evidente y previsible del
discurso que emerge de estos textos es la orientacin del conjunto de
academias y su esfuerzo normativo hacia la idea de unidad en la diversidad,
lema oficioso de la corporacin y eje conceptual de las polticas lingsticas
panhispnicas. Sin embargo, de la lectura de los textos normativos recientes
extraemos otras tres ideas que nos permiten profundizar en su anlisis
glotopoltico. En primer lugar, la actividad de las academias se presenta
como respuesta a una demanda de los hablantes y como satisfaccin de una
necesidad expresada desde abajo.
En consecuencia, la labor acadmica se proyecta con vocacin popular y
ambicin de llegar a todos los espacios, geogrficos y sociales, de la comunidad
hispanohablante. En segundo lugar, se expone reiterada y meticulosamente la
estructura del sistema diseado para facilitar la colaboracin interacadmica.
Con ello, adems de fortalecer el perfil panhispnico, se proyecta la imagen
de una compleja pero ordenada organizacin de profesionales de la lengua
Lo poltico del lenguaje y los lmites de la poltica... / Jos del Valle 97

ocupados en la gestin de su normatividad. Tercero, se produce una norma


que, por un lado, pretende representar la totalidad del idioma y que, por
otro, emerge de un delicado equilibrio entre la responsabilidad normativa
de la academia y el descriptivismo que asocia el proyecto a los protocolos
de la ciencia del lenguaje.
Ya la Ortografa de 1999 apuntaba en estas direcciones. Para empezar,
aunque tmidamente, haca su aparicin el panhispanismo: estaba an
firmada solo por la RAE, pero adverta en la portada de que se trataba de una
Edicin revisada por las Academias de la Lengua Espaola. Adems, el
prlogo anunciaba las lneas que se habran de seguir en los aos siguientes:

Han sido muchos los hispanohablantes que en los ltimos tiempos se han
dirigido a la Real Academia Espaola solicitando aclaraciones de normas
ortogrficas, planteando dudas y sugiriendo, en fin, la conveniencia de
presentar la Ortografa de un modo ms sistemtico, claro y accesible
Los detallados informes de las distintas Academias han permitido
lograr una Ortografa verdaderamente panhispnica (RAE 1999: XIII).
Es de justicia que las ltimas palabras sean de gratitud a los lingistas
que han colaborado con nosotros y, sobre todo, a las Academias hermanas
que, con su diligente, minucioso y esmerado trabajo de revisin, han
enriquecido el texto y han sancionado esta obra como la Ortografa de
la comunidad panhispnica (RAE 1999: XIX).

Ms all, por tanto, de la afirmacin de la hermandad acadmica y su servicio


a la comunidad panhispnica, se va perfilando desde este texto una relacin
orgnica que une a las academias entre s y a estas con los hablantes. Es
en este sentido que se justifica la publicacin del manual ortogrfico como
respuesta accesible a la expresin de dudas y peticin de aclaraciones por
parte de los hablantes. Al mismo tiempo, vemos surgir un complejo agente
normativo de lingistas y academias que ofrecen detallados informes y
realizan un diligente, minucioso y esmerado trabajo de revisin.
Una expresin ms llamativa an de este modelo de accin normativa
sera el Diccionario panhispnico de dudas (DPD) publicado en 2005 y
firmado, ahora s, por la RAE y la ASALE. La seccin de presentacin de
este libro reproduca casi literalmente el inicio del prlogo a la Ortografa
pero matizaba an ms la relacin entre academias y hablantes:

Centenares de hispanohablantes de todo el mundo se dirigen a diario


a la Real Academia Espaola, o a cualquier otra de las que con ella
integran la Asociacin de Academias de la Lengua Espaola, exponiendo
sus dudas sobre cuestiones ortogrficas, lxicas o gramaticales y
pidiendo aclaracin sobre ellas. Buena parte de esas personas conocen y
98 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

consultan de ordinario alguno de los manuales de correccin idiomtica,


diccionarios de dudas o libros de estilo existentes, pero quieren or de
manera directa la voz propia de las Academias, que tienen secularmente
reconocida la competencia de fijar la norma lingstica para el mundo
hispnico (RAE y ASALE 2005: XI).

En el DPD, por tanto, no solo se legitima la accin normativa de las


academias presentndola como satisfaccin de una necesidad expresada
por los hablantes sino que se ancla el poder de la institucin en la voluntad
de estos (quieren or) y en la autoridad que le han traspasado a la
corporacin a lo largo de los siglos (secularmente reconocida). Resulta
de particular inters el modo en que el DPD define esta relacin orgnica
entre hispanohablantes y academias a travs de la discusin de la norma:

La norma, que el Diccionario acadmico define como conjunto de


criterios lingsticos que regulan el uso considerado recto, no es algo
decidido y arbitrariamente impuesto desde arriba: lo que las Academias
hacen es registrar el consenso de la comunidad de los hispanohablantes
y declarar norma, en el sentido de regla, lo que estos han convertido en
hbito de correccin, siguiendo los modelos de la escritura o del habla
considerados cultos (RAE y ASALE 2005: XI).

Aqu se ha dado un paso ms en la consolidacin de las academias como


custodios autorizados de la norma que representa el orden lingstico en
tanto que tal norma viene desde abajo de los hispanohablantes que han
quedado constituidos en pueblo del que emana el poder y resulta de un
proceso caracterizado por el consenso.
Pocos aos despus, cuando se public la Nueva gramtica de la
lengua espaola en 2010, se profundiz aun ms en el fortalecimiento de
esta estrategia y de la visin de la norma que conllevaba. Como siempre,
se afirm, por encima de todo, el panhispanismo: No es solo una obra
colectiva, resultado de la colaboracin de muchos, sino tambin una obra
colegiada, el ltimo exponente de la poltica lingstica panhispnica
(RAE y ASALE 2010a: XL). Se declar tambin de nuevo el compromiso
con los hablantes y la voluntad de que todos se sintieran interpelados y a
todos fuera accesible el texto gramatical: Se ha entendido, en suma, que la
mejor forma de que la gramtica acadmica llegue a todos El espaol de
todo el mundo es su lema de presentacin es construir distintas versiones
del texto y adaptarlas a los ms variados destinatarios (RAE y ASALE
2010a: XLVI). Se insisti tambin en la amplia, inclusiva y altamente
profesionalizada organizacin que gest, produjo, corrigi y aprob la
gramtica: despus del congreso de academias de 1998, se acabaron de
Lo poltico del lenguaje y los lmites de la poltica... / Jos del Valle 99

constituir las comisiones especiales de gramtica en cada academia e Ignacio


Bosque (de la Espaola) fue designado ponente. Tras el congreso de 2002 se
aprobaron las lneas fundamentales del nuevo texto gramatical y se cre una
Comisin Interacadmica que coordinara Guillermo Rojo (de la Espaola)
y en la que estaran representadas las reas lingsticas establecidas por la
ASALE (parafraseo de RAE y ASALE 2010a: XL).
Finalmente, se trata con detalle la norma a partir del reconocimiento de la
ya mencionada tensin inherente a un texto que se propone como descriptivo
y normativo a la vez: ha existido siempre en el tratado acadmico cierta
tensin entre teora y norma, o entre descripcin y prescripcin (XLII).
En la seccin titulada Antecedentes y presentacin, resulta evidente la
impronta descriptiva de la Gramtica:

Describir las construcciones gramaticales propias del espaol general,


as como reflejar adecuadamente las variantes fnicas, morfolgicas y
sintcticas que una determinada comunidad puede considerar propias de
la lengua culta, aun cuando no coincidan enteramente con las opciones
favorecidas en otras reas geogrficas. Registrar aquellas variantes
conversacionales de la lengua no estndar atestiguadas en el mundo
hispnico, siempre que estn bien documentadas y tengan inters para
la descripcin de las estructuras morfolgicas o sintcticas [La
gramtica es] una obra detallada, incluso meticulosa, que atiende a las
diferencias que se establecen en funcin de reas dialectales, niveles
de lengua y registros Presta especial atencin a la descripcin de
las principales variantes fnicas, morfolgicas y sintcticas de todas
las reas hispanohablantes, as como a los matices de significado y las
condiciones de uso que caracterizan un gran nmero de construcciones
(ASALE, nfasis en el original).

Parece difcil ser ms inclusivo en la elaboracin de la norma. Se representa


la lengua a travs de una compleja taxonoma de criterios organizativos y
variedades lingsticas: reas dialectales, niveles del lenguaje, registros,
condiciones de uso, el espaol general, el espaol culto y variedades
conversacionales. El objetivo es documentarla en su totalidad y no dejar ni
un resquicio de la lengua sin registrar en el mapa gramatical. Era tan intenso
este deseo que los publicistas del nuevo libro encontraron la etiqueta ideal:
la gramtica del espaol total8.

8
En estos prrafos parafraseo la lectura de la Nueva gramtica que propuse en Del Valle
2009.
100 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Sin embargo, como adelantbamos arriba, este compromiso descriptivo


no est reido con la funcin normativa de las academias. La Nueva
gramtica reitera lo afirmado en textos anteriores y se plantea como objetivo
dar respuesta a posibles dudas sobre cuestiones normativas. Pero este
abrazo simultneo de descriptivismo y normatividad impone exigencias
notables al proceso de autolegitimacin, ya que durante la elaboracin
de gramticas de vocacin normativa en las que se adopta el uso como
criterio de seleccin de la variedad que servir de base a la norma, resulta
particularmente sensible y con frecuencia polmica la decisin sobre qu
usos seleccionar. La RAE y la ASALE resuelven el dilema afirmando haber
sido capaces de saltarse el proceso de seleccin. Nos dicen que se limitan a
describir, reflejar y registrar la lengua en su totalidad. Sin embargo,
aunque la base de la gramtica sea la lengua en su totalidad y la accin del
gramtico una mera descripcin, la normatividad no desaparece: el espaol
no se representa simplemente como una estructura gramatical sino como
un sistema de mltiples normas situacionales, locales y generales. Desde
esta perspectiva, la norma pareciera emerger directamente del pueblo y ser,
por lo tanto, previa a la participacin acadmica en el proceso normativo.
Este modelo de norma y esta visin de la normativizacin se vean
reforzados en el ao 2013, cuando las academias dieron a luz un libro titulado
El buen uso del espaol. A pesar del perfil ms explcitamente normativo
que exhibe el libro desde el ttulo mismo, la publicacin nos ofreca un
texto ms que dejaba en evidencia no solo la vocacin panhispnica y el
reconocimiento del carcter policntrico del espaol sino el deseo de las
academias de exhibir su comunin con el pueblo. De nuevo se responda a
las dudas con voluntad abarcadora al declarar el libro destinado a la inmensa
mayora, a todos los hablantes que experimentan dudas o incertidumbres
ortogrficas o gramaticales ante la lengua (RAE y ASALE 2013: XVI).
Pero, sobre todo, se afirmaba el origen popular y democrtico de la norma
que las academias benvolamente gestionan:

Aunque los juicios sobre la norma se asocian a imposiciones y preceptos,


las academias adoptan siempre una actitud positiva. Son conscientes de
que promover y educar es ms efectivo que prescribir y censurar. Dan
a conocer a los hablantes las normas que ellos mismos han aprobado en
plebiscito cotidiano, porque tienen la seguridad de que el buen uso del
espaol favorecer su desarrollo personal y social (RAE y ASALE,
2013: XVI).

La cobertura que hizo el diario madrileo El Pas de la presentacin resulta


sumamente reveladora en este sentido. El titular anuncia LA REAL
ACADEMIA SE ECHA A LA CALLE y la autora del artculo relata
Lo poltico del lenguaje y los lmites de la poltica... / Jos del Valle 101

impecablemente acaso con cierta irona el deseo acadmico de comunin


con el pueblo:

Como nacientes estrellas del rock and roll, micrfono en mano y cruzando
el estrado con esa energa propia de los subidones de adrenalina, los
acadmicos de la Real Academia Espaola coquetean sin complejos con
un lenguaje nuevo y quiz algo impropio: el del espectculo de masas.
ayer 300 jvenes llegados en autobuses desde Len y Madrid asistieron
a un acto que pretenda no solo anunciar el nuevo beb de la casa sino
una nueva frmula de comunicacin entre los cientficos de la lengua y
los usuarios de la calle (Fernndez-Santos 2013).

La poltica lingstica panhispnica


y la elisin de lo poltico

Desde el marco glotopoltico que adoptamos, podramos ahora realizar un


anlisis crtico que visibilizara las contradicciones internas y las debilidades
factuales del rgimen de normatividad creado por la RAE y la ASALE9.
Podramos, pongamos por caso, reparar en que, por mucho que se insista en
la relacin de igualdad entre academias y en la autora colectiva de todas las
obras normativas, no es la ASALE quien las firma, sino la RAE y la ASALE,
indicio claro de la persistencia de una estructura jerrquica en la que la
Espaola ocupa lugar superior. Podramos tambin interrogar esa supuesta
igualdad a travs del examen de los procedimientos de trabajo colectivo
y a partir, por ejemplo, del hecho de que en la elaboracin de la Nueva
gramtica fueron dos acadmicos de la RAE (Ignacio Bosque y Guillermo
Rojo) quienes protagonizaron el esfuerzo creador y organizativo. Podramos
tambin cuestionar el inocente consenso que se atribuye a los hablantes como
mecanismo de produccin de un sistema de normas lingsticas y (inspirados
por Bourdieu 1982) sealar cmo ese sistema es uno entre muchos
mecanismos que contribuyen a la reproduccin de la desigualdad social y

9
Al hablar de un rgimen de normatividad debemos reconocer la deuda debida a Paul
V. Kroskrity y al ttulo del libro sobre ideologas lingsticas por l editado: Regimes of
Language. Optamos por la utilizacin de este trmino por sugerir la inscripcin de la norma
y de su elaboracin en un espacio poltico, es decir, en un orden de poder y en un juego de
distribucin desigual de recursos (en este caso, lingsticos).
102 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

econmica. Podramos, finalmente, someter a examen la representatividad,


autoridad y legitimidad de las academias revisando con cuidado los procesos
por medio de los cuales fueron creadas y se reproducen10. Quin, cundo y
por qu se crean las academias? Quin y cmo elige a sus miembros? Quin
y cmo las autoriza? Son estos protocolos propios de una organizacin que
se autorrepresenta como democrtica?
Es precisamente esta ltima interrogante la que ms nos interesa en
esta ocasin porque, en los discursos por medio de los que se describe
y legitima el rgimen lingstico acadmico hallamos una inquietante
reproduccin (inquietante en vista de las contradicciones apuntadas en el
prrafo anterior) de las estructuras conceptuales generales de la democracia
liberal. Recordemos que el orden lingstico representado por la norma
acadmica es producido se nos dice por los propios hispanohablantes,
quienes, a la vez, autorizan a las academias para gestionar y proteger ese
orden. Notemos tambin que la produccin de la norma ocurre segn
las narrativas expuestas por consenso democrtico, el mismo consenso
que informa la gestin y proteccin de la norma que llevan a cabo las
academias. Estamos ante una rplica del concepto liberal de la poltica que
va emergiendo en el trnsito de la antigedad a la modernidad: el orden
poltico no tiene ya su origen en la superioridad racional del rey-filsofo (o
en la moral del monarca absoluto) sino que se proyecta desde abajo en un
proceso de autorizacin de alienacin de los derechos individuales en una
institucin de gobierno que requiere de un espacio pblico para el ejercicio
de la negociacin y el consenso (Mackenzie 2009: 21-50).
Notemos adems, como decamos arriba, que las academias parecen poco
preocupadas por examinar el modo en que se genera la norma (apenas la
describen, reflejan y registran) y lo interpretan sin ms como una suerte de
libre mercado lingstico en el cual los intercambios proceden sin traumas
apenas regulados por las prcticas consensuales de los hablantes y la benvola
gestin de las academias. En este rgimen lingstico, la dimensin poltica
de la lengua reside, por un lado, en la evidencia de las relaciones que existen
entre las academias y otras organizaciones que se inscriben en el mbito de
la accin gubernamental y, por otro, en la lgica de la autorizacin desde
abajo y en la prctica del consenso.
En un libro aparecido en los primeros meses de 2014, Vctor Garca de
la Concha director de la RAE entre 1998 y 2010 y del Instituto Cervantes
a partir de 2012 repasa la historia de la institucin y dedica un captulo a

10
El trabajo ms representativo y detallado en esta lnea crtica es Senz y Alberte (2011).
Lo poltico del lenguaje y los lmites de la poltica... / Jos del Valle 103

la poltica lingstica panhispnica (en cuyo diseo e implementacin fue l


mismo una figura trascendental). Dos aspectos de ese captulo merecen ser
subrayados en el contexto del desarrollo del presente argumento. En primer
lugar, describe en detalle el anclaje de la accin acadmica en el terreno de
la poltica gubernamental:

Todas ellas [las 46 visitas institucionales realizadas a Amrica entre


1999 y 2010] contaban con el respaldo personal de S. M. el Rey y el
apoyo de nuestras embajadas e incluan un programa cuidadosamente
preparado, con sesiones de trabajo en las Academias, visitas a los jefes
de Estado, reuniones con los titulares de diversos ministerios, as como
encuentros con los mximos responsables de las universidades de cada
pas apoyo imprescindible para la labor acadmica y de los medios
de comunicacin a fin de dar visibilidad social a esa tarea (Garca de la
Concha 2014: 361).

En segundo lugar, da por zanjado cualquier pasado de disenso y explica la


domesticacin de la discrepancia por medio de la creacin de un dispositivo
acadmico abierto a todos y comprometido con el consenso (la palabra en
s aparece cinco veces en el captulo):

Quedaban superadas viejas rencillas del pasado y, sin renunciar al debate


y a la reivindicacin de lo propio, se apostaba por una accin en comn
(Garca de la Concha 2014: 362).
Diccionarios, Gramtica y Ortografa han sido y son el centro de atencin
de un trabajo mancomunado en el que todas las fases de elaboracin de
una obra nacen del consenso en el que se asienta la autora comn (Garca
de la Concha 2014: 371).

La llamativa reiteracin del consenso as como la ambicin explcitamente


totalizadora de las acciones acadmicas revelan lo que, en la lectura que
aqu proponemos, es el fundamento ideolgico ms profundo de la poltica
lingstica panhispnica: su efecto paradjicamente antipoltico, su impronta
erradicadora de la tensin constitutiva de la norma lingstica y de la
comunidad que en ella se pretende anclar. De cara a la realizacin de este
anlisis, nos han inspirado ciertos aspectos de la obra de la politloga Chantal
Mouffe, concretamente su crtica de lo que denomina el Zeitgeist pospoltico,
la distincin que propone entre la poltica y lo poltico y la centralidad que
confiere a las relaciones conflictuales en el desarrollo de la democracia. En
primer lugar, Mouffe se posiciona frente a las versiones contemporneas del
liberalismo que proclaman el fin fundamentalmente tras la cada del muro
de Berln de las confrontaciones ideolgicas significativas y la reduccin
104 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

de la poltica a la mera gestin de un orden que garantice los derechos


individuales y el funcionamiento del libre mercado:

Los conflictos partisanos pertenecen al pasado, y el consenso puede


ahora obtenerse a travs del dilogo. Gracias a la globalizacin y a la
universalizacin de la democracia liberal, podemos anticipar un futuro
cosmopolita que traiga paz, prosperidad y la implementacin de los
derechos humanos en todo el mundo (Mouffe 2007: 9).

En este modelo no existe un afuera del orden democrtico liberal y de los


intereses que representa. Toda discrepancia es interna y se resuelve por
medio de un proceso consensual, ya est caracterizado por la voluntad de
maximizacin de beneficios de cada una de las partes que negocian o, en
versiones menos mercantiles (en general asociadas con Jrgen Habermas),
inspirado por una racionalidad comunicativa de base tica (Mouffe 2007: 20).
La distincin entre la poltica y lo poltico le permite a Mouffe visibilizar
lo elidido por la mirada pospoltica. El conjunto de prcticas y discursos
institucionales que ordenan la comunidad y velan por su funcionamiento
(lo que se vendra a asociar comnmente con el aparato del Estado y con
espacios gubernamentales) son lo que Mouffe identifica como la poltica. El
conjunto de situaciones en las que se manifiestan y visibilizan las exclusiones
constitutivas del orden comunitario y las relaciones de antagonismo que
generan se identifican, en cambio, como lo poltico.

La distincin nosotros/ellos, que es condicin de la posibilidad de


formacin de las identidades polticas, puede convertirse siempre en el
locus de un antagonismo. Puesto que todas las formas de la identidad
poltica implican una distincin nosotros/ellos, la posibilidad de
emergencia de un antagonismo nunca puede ser eliminada (Mouffe
2007: 23).

Las identidades polticas (como los fonemas) se definen por oposicin. Al


tiempo que surge una identidad, surge un espacio exterior a esa identidad y
se generan jerarquas y condiciones para el funcionamiento de la colectividad
que privilegian a unos excluyendo a otros (Mouffe 2000: 51-73; 2007:
15-40). En las versiones liberales de la poltica democrtica, se elide con
vocacin hegemnica esa exclusin constitutiva y se lleva a cabo una
constante negacin de la existencia de sujetos colectivos alternativos que, al
hacer visibles las limitaciones del consenso, puedan representar un desafo
al orden comunitario establecido.

La tpica comprensin liberal del pluralismo afirma que vivimos en un


mundo en el cual existen, de hecho, diversos valores y perspectivas
Lo poltico del lenguaje y los lmites de la poltica... / Jos del Valle 105

que debido a limitaciones empricas nunca podemos adoptar en su


totalidad, pero que en su vinculacin constituyen un conjunto armonioso
y no conflictivo. Es por eso que este tipo de liberalismo se ve obligado a
negar lo poltico en su dimensin antagnica (Mouffe 2007: 17).

El reconocimiento del carcter fundamental de esta relacin antagnica que


nunca se puede resolver y solo se puede, en el mejor de los casos, canalizar
en una perenne articulacin conflictual es la base, en la obra de Mouffe,
de un modelo de democracia alternativo al liberal.
Volvamos ahora al rgimen de normatividad de la RAE y la ASALE.
Hemos visto a lo largo del presente artculo la formacin de un dispositivo
institucional de gestin de la lengua y la meticulosa construccin de
una norma lingstica que estas instituciones codifican en una serie de
textos concretos. Hemos visto que las propias instituciones normativas se
autorrepresentan y representan la norma que producen como emanados de
la comunidad de hispanohablantes que autoriza a las academias y genera,
por medio del consenso (de un plebiscito cotidiano), la norma que aquellas
apenas registran y gestionan. Hemos visto la pretensin de totalidad, de
representar a todo aquel que pertenezca o quiera pertenecer a la comunidad
hispanohablante, y hemos notado que es precisamente la va del consenso
la que se pretende que legitime ese afn totalizador.
Frente a esta visin de la poltica de la lengua, proponemos aqu que
la elaboracin de todo sistema normativo da igual que est fundado en
prcticas lingsticas que se ordenan en una, dos o ms lenguas tiene su
origen en operaciones de inclusin y exclusin, y se despliega imbricado
en procesos de formacin de imaginarios colectivos, por lo mismo, siempre
disputados. Sugerimos tambin que se ha de cuestionar crticamente la
representatividad democrtica de las academias, que, por su naturaleza, son
instituciones exclusivas (en la doble y a la vez unitaria acepcin del trmino).
El hecho es que, frente a esta pretensin de representatividad total y
armona panhispnica, existen espacios glotopolticos antagnicos donde
se visibiliza el dficit democrtico del rgimen lingstico acadmico.
Nos referimos a espacios donde se hallan momentos polticos, episodios
polmicos de ruptura de la ideologa hisponofnica que se proyecta,
ambiciosa, como pensamiento nico de la lengua. Me referir, para concluir,
a dos de estos eventos.
En el ao 2010, la Academia Mexicana de la Lengua (AML),
correspondiente de la Espaola y miembro de la ASALE, public el
Diccionario de Mexicanismos que haba sido dirigido por Concepcin
Company. Este acontecimiento editorial pona broche de oro a un proyecto
que hunda sus races tanto en la historia lingstica de Mxico como en la de
106 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

la asociacin de academias de la lengua. Tal empresa haba sido concebida ya


por los miembros originales de la institucin mexicana tras su fundacin en
1875 (Cifuentes 2013). Se trata de un proyecto que, aunque nace de uno de
los rganos del complejo acadmico que proclama la igualdad panhispnica,
resulta revelador de los puntos ciegos de su discurso de autorrepresentacin:
reproduce la estructura jerrquica del conjunto de academias, es decir, un
sistema que sita a la Espaola en el centro de la organizacin y a cargo de
coordinar la construccin de la norma de todos, y a las academias americanas
en la periferia del sistema (pero sin salirse del mismo) a cargo del registro
de particularidades excluidas de la norma central. El hecho es que este
antiguo proyecto, que tan visible haca la desigualdad inherente al modelo,
se presentaba con orgullo en 2010, en plena era panhispnica de discursos
de igualdad y consenso que ya hemos descrito. Pero al punto de ruptura no
se llegara solo por lo visible de esta contradiccin sino por una operacin
de elisin ideolgica extrema perpetrada en el prlogo al afirmar su autora:
Es, hasta donde la Academia tiene noticia, el primer intento por recoger el
lxico cotidiano del espaol actual, hablado y escrito de Mxico (Academia
Mexicana de la Lengua 2010: XVI). Se exclua de esta manera tan simple el
monumental proyecto coordinado por Luis Fernando Lara, del Colegio de
Mxico, y su resultado, el Diccionario del espaol de Mxico (http://dem.
colmex.mx/). Se trataba, insistimos, de una elisin ideolgica extrema, a la
cual as nos referimos porque, en su exceso, acababa revelando precisamente
aquello que pretende ocultar11. Lara decidi manifestarse, salir a la carga
y, en la revista cultural Letras libres, denunciar el ninguneo del que haban
sido objeto su institucin el Colegio de Mxico, l y su equipo:

Sorprendente afirmacin, si consideramos que los fillogos mexicanos


que forman parte de la Academia conocen suficientemente el estudio que,
sobre la base de los dos millones de apariciones de palabras del Corpus del
espaol mexicano contemporneo (1921-1974), ha venido dando lugar a
una serie de diccionarios que en noviembre de 2012 se coronaron con el
Diccionario del espaol de Mxico (El Colegio de Mxico), el segundo
diccionario integral del espaol basado en una concepcin nacional el
primero fue el Diccionario integral del espaol de Argentina, Buenos
Aires, Tinta Fresca, 2008 y no perifrica de la lengua. Un vocablo que
aparentemente debe el espaol a los mexicanos es ningunear: Concepcin
Company y sus colegas de la Academia se muestran muy hbiles en

11
El concepto de elisin ideolgica corresponde al de erasure que, en ingls, proponen
Irvine y Gal (2000).
Lo poltico del lenguaje y los lmites de la poltica... / Jos del Valle 107

el ninguneo del conjunto de estudios y publicaciones del equipo del


Diccionario del espaol de Mxico (Lara 2011a: 69).

Aprovech, adems, Lara la oportunidad para cuestionar el concepto de


mexicanismo que la AML defina por contraste con el espaol peninsular,
concretamente, de su variedad castellana (Academia Mexicana de la Lengua
2010: XVI). Qu sentido tiene examinar el lxico mexicano por contraste
solo con la variedad castellana? Si de hacer una comparacin de todas las
variedades del espaol se tratara, tendra ms sentido lexicogrfico, deca
Lara, compararlas todas en pie de igualdad. El arreglo actual que se revelaba
en el Diccionario de mexicanismos supona la reproduccin de una estructura
organizativa de perfil neocolonial:

Por lo que se ve, ni a la Academia Mexicana, ni a la Espaola y las dems


les interesa una comparacin de esta clase. Ms bien se trata de perpetuar,
en la conciencia de los hispanohablantes, la distincin entre un espaol
metropolitano y los espaoles coloniales impulsando la publicacin
de diccionarios de americanismos, peruanismos, etctera, sin contar con
suficientes datos comparativos (Lara 2011a: 69).

Denunciaba as el servilismo de la AML y la lgica centro-periferia que


sostena el rgimen de normatividad que las academias correspondientes se
prestan a legitimar. La respuesta de Lara dio inicio a una fascinante polmica,
principalmente librada entre l mismo y Company, que dur varios meses12.
Pero valga esta breve exposicin para hacer notar este momento antagnico
que, materializado en espacio tan prominente de la esfera pblica como
Letras Libres, visibiliz la autonoma de las instituciones mexicanas (en este
caso el equipo del Colegio de Mxico) con respecto al sistema de academias
y su plena capacidad para gestionar la lengua desde el cierre nacional y al
margen, completamente al margen, de las adherencias institucionales que
conlleva el ideologema de la unidad en la diversidad.
El segundo evento al que nos vamos a referir se produce en Espaa
en marzo de 2012. Ignacio Bosque, miembro destacado de la RAE ya
mencionado arriba por su papel rector en la elaboracin de la Nueva
gramtica, haca pblico a travs del ya citado diario El Pas un texto
titulado Sexismo lingstico y visibilidad de la mujer y presentado
como perteneciente al gnero del informe. El texto, en el momento de su

12
El primer artculo crtico de Lara aparece en la bibliografa como Lara (2011a), la
respuesta de Company como Company (2011a), la nueva rplica de Lara como Lara (2011b).
Otra crtica es Zaid (2011) y una nueva rplica de Company es Company (2011b).
108 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

publicacin, haba sido suscrito por todos los acadmicos de la RAE, de


nmero y correspondientes, presentes en la sesin del 1 de marzo de ese ao
y consista en una agresiva impugnacin de una serie de guas y manuales
que, en los ltimos aos de la primera dcada del siglo veintiuno, se haban
publicado promoviendo usos no sexistas del lenguaje. Citaremos, a modo
de orientacin, algunos ttulos: Gua para un uso del lenguaje no sexista
en las relaciones laborales y en el mbito sindical. Gua para delegadas y
delegados (publicado por la Secretara Confederal de la Mujer de Comisiones
Obreras y por el Ministerio de Igualdad en 2010); Gua de uso no sexista
del lenguaje de la Universidad de Murcia (publicado por la Unidad para
la Igualdad entre Mujeres y Hombres de la Universidad de Murcia en
2011); Gua sindical del lenguaje no sexista (publicado por la Secretara de
Igualdad de la Unin General de Trabajadores en 2008); Igualdad, lenguaje
y Administracin: propuestas para un uso sexista del lenguaje (publicado
por la Conselleria de Bienestar Social de la Generalitat Valenciana en 2009).
No deja de ser notable el hecho de que, a pesar de la ubicuidad de
prcticas de higiene verbal (Cameron 1995) mayormente ajenas a la
Academia, fuera precisamente sta la que la RAE decidiera convertir en
objeto merecedor de un ataque tan abierto. Estas guas y manuales son
manifestaciones concretas de la higiene verbal en las cuales la prctica
normativa viene asociada a la reivindicacin de igualdad por parte de un
colectivo histricamente discriminado. Lo revelador del caso y de la polmica
que sigui a la aparicin del informe a efectos de la presente argumentacin
es la aparente emergencia de un complejo agente glotopoltico conformado
por movimientos feministas, sindicatos de izquierdas, universidades y
espacios institucionales a nivel local y de comunidad autnoma. A travs
de los ttulos y de las organizaciones que asumen la publicacin de estas
guas, se vislumbra la emergencia de un rgimen de normatividad y una
institucionalidad de la lengua completamente ajena al entramado acadmico
y a su ideologa hispanofnica. Y ah radica acaso la ruptura ante la cual
la Academia siente que no puede abstraerse y opta por atacar confiando,
suponemos, en su capacidad de victoria sobre este adversario particular ante
la opinin pblica. Pero esa victoria y no estamos en posicin de juzgar
si se produjo o no resulta irrelevante, pues la ruptura est en la afirmacin
de la inconmensurabilidad de ambos proyectos, en la articulacin de un
antagonismo que no acepta las reglas del juego hegemnicas del discurso
panhispnico y fuerza a las instituciones que lo producen a desvelar lo
poltico de su condicin, su necesario anclaje en operaciones de exclusin.
Lo poltico del lenguaje y los lmites de la poltica... / Jos del Valle 109

Conclusin

En este artculo, partimos situndonos en el marco terico-metodolgico


de la glotopoltica y, al hacerlo, reivindicamos una concepcin generosa
de la tipologa de situaciones en que se manifiesta la condicin poltica
del lenguaje. No solo en las acciones del aparato del Estado y de las
organizaciones gubernamentales sobre la lengua se observa esta condicin,
sino tambin en un amplio espectro de discursos y procesos de interaccin
verbal por medio de los cuales se constituyen subjetividades e identidades
colectivas relevantes para el orden poltico de una comunidad. Desde
esta perspectiva, proyectamos nuestra mirada hacia la poltica lingstica
panhispnica diseada e implementada por la RAE y la ASALE.
As, visitamos acciones institucionales sobre la lengua al discutir la
estructura de las academias y los protocolos que siguen en su gestin de
la normatividad y nos acercamos tambin a los discursos producidos en
el proceso examinando, principalmente, la estructura paratextual de las
obras codificadoras. Ms all de la lectura ofrecida en trabajos anteriores
en los que habamos relacionado la poltica lingstica panhispnica con
el desarrollo del nacionalismo espaol y asociado el panhispanismo con
discursos y prcticas neocoloniales exploramos en este artculo el anclaje
ideolgico de las academias tanto del modo en que representan la norma
como el modo en que se representan a s mismas en la filosofa poltica
liberal.
Vimos que las academias se presentan explcitamente como legtimas
gestoras del idioma autorizadas por los hispanohablantes y comprometidas
con la accin mancomunada basada en el consenso. Vimos adems que el
desarrollo de la norma se les atribuye a los propios hispanohablantes, quienes
proceden tambin al hacerlo de acuerdo con el consenso democrtico. Las
academias seran simples registradoras de una norma que emerge de la
comunidad hispanohablante. Nuestro anlisis revel, en definitiva, que la
poltica lingstica panhispnica se fundamenta ideolgicamente en una
concepcin consensual de la poltica y en una declarada fe en el potencial
normalizador y unificador de la accin combinada de la racionalidad
gramatical y de la buena voluntad.
Finalmente, pusimos el pie en el espacio del antagonismo donde se revela
la condicin precaria e inestable de todo orden social y, en el caso que nos
ocupa, de todo rgimen de normatividad lingstica. En la ltima seccin,
visitamos brevemente dos polmicas que dejan en evidencia los lmites de la
poltica lingstica panhispnica al hacer visible el hecho de que esta opera
inevitablemente por medio de exclusiones. Concluimos que es posible la
110 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

existencia de un afuera de la poltica lingstica panhispnica y que surge


inexorablemente en toda oportunidad en que la exclusin se hace extrema.
Concluimos que es un hecho la construccin de imaginarios alternativos
de la lengua anclados ya sea en proyectos que, como el de Luis Fernando
Lara en El Colegio de Mxico, reivindican la soberana nacional, o que
responden, como en el caso de las guas para el uso no sexista del lenguaje,
a las inquietudes de movimientos de resistencia a la discriminacin.
Acaso deba ser una de las misiones centrales de la glotopoltica el
reconocimiento de lo poltico del lenguaje de la condicin antagnica de
todo rgimen de normatividad lingstica y, por ende, de toda comunidad.
Acaso ese reconocimiento deba ser el eje articulador de polticas lingsticas
orientadas a la construccin de un espacio pblico comunicativo polifnico
que negocie la paradoja original consciente de la incapacidad de resolverla
y que sospeche, siempre, de formulaciones unvocas de la democracia como
consenso que conduce a la unidad total y perfecta.

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Boletn de Filologa, Tomo XLIX
Nmero 2 (2014): 113-137

La construccin del lenguaje en Paraguay:


fonologas, ortografas e ideologas en un pas
multilinge

Jan David Hauck *


University of California, Los Angeles, EE. UU.

Resumen

En este articulo se analiza una controversia sobre la inclusin de la


lengua guaran en el sistema de educacin bilinge en Paraguay. La
controversia es el resultado de la compleja realidad socio-lingstica
del pas: El guaran es lengua oficial y un emblema importante de
la identidad nacional, pero tambin una lengua de estatus inferior al
castellano, lo que se conoce como situacin de diglosia. Adems,
los hablantes tienen actitudes negativas sobre sus propias prcticas
del habla, siendo caracterizadas por fenmenos de convergencia y
mezcla. Esto, algunos estudiosos lo identificaron como diglosia
de segundo grado entre prcticas discursivas cotidianas y la
construccin ideolgica del guaran real de la comunidad del
habla. En una medida controversial, planificadores lingsticos del
gobierno acreditaron una versin hbrida del guaran que permitira
prstamos del espaol para remediar esta situacin y facilitar la
enseanza del guaran, acercando la versin oficial al habla cotidiano.
Esta medida caus un debate incesante sobre la versin del guaran

*
Para correspondencia, dirigirse a: Jan David Hauck ([email protected]), Department
of Anthropology, University of California, Los Angeles, 341 Haines Hall, Box 951553, Los
Angeles, CA 90095, USA.
114 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

que se debera usar en la enseanza. Se utilizar este debate aqu


para explorar las ideologas lingsticas dominantes en el pas,
responsables tanto de las dificultades en la educacin bilinge como
de las ambigedades en el uso y en las actitudes acerca del guaran.

Palabras clave: purificacin, hibridacin, lengua estndar, educacin


bilinge, ideologa lingstica, guaran paraguayo.

The construction of language in Paraguay: Phonologies,


orthographies and ideologies in a multilingual country

Abstract

This paper analyzes a controversy about the inclusion of the


Guaran language in the bilingual education system of Paraguay.
The controversy is the result of the countrys complex socio-
linguistic reality: Guaran is an official language and an important
emblem of national identity, but also a language of inferior status to
Spanish, which is known as a situation of diglossia. Moreover the
speakers have negative attitudes towards their own speech practices,
characterized by phenomena of convergence and mixing. This, some
scholars identified as a second order diglossia between everyday
discourse and the speech communitys ideological construction of
real Guaran. In a controversial measure, government language
planners have accredited a hybrid Guaran version that would
allow language borrowings from Spanish to remedy this situation
and to facilitate the teaching of Guaran, bringing the official version
closer to everyday speech. This measure caused a heated debate about
the version of Guaran that should be used in education. The debate
will be used here to explore the dominant language ideologies in the
country that are responsible for the difficulties in bilingual education
and for the ambiguities in the use of and attitudes towards Guaran.

Keywords: purification, hybridization, standard language, bilingual


education, language ideology, Paraguayan Guaran.

Recibido: 04/09/14 Aceptado: 16/10/14


La construccin del lenguaje en Paraguay... / Jan David Hauck 115

Introduccin 1

El Paraguay, como otros pases que fueron conquistados y colonizados,


ha sido objeto de fuertes arrebatos culturales. Que nuestro pueblo
mantenga su lengua, es un fenmeno que demuestra nuestra lucha
constante y sostenida de resistencia cultural.
Flix de Guarania (2008: 19)

El mantenimiento de la lengua guaran en Paraguay es sinnimo de la


resistencia a la asimilacin cultural y la dominacin extranjera. En los
discursos sobre la identidad nacional se destaca frecuentemente el papel del
guaran en la lucha por la independencia y en las guerras de la Triple Alianza
(1864-70) y del Chaco (1932-35): no solo como medio de comunicacin y
lengua secreta, sino que tambin como el smbolo unificador ms importante,
emblema de la cultura nacional paraguaya (Corvaln 1981; Steckbauer
1999). Segn su mito de origen, la nacin paraguaya tiene sus races en las
poblaciones indgenas de la historia precolonial y hablar su lengua constituye
una seal de continuidad cultural (Potthast 1999; Gynan 1998). En las
palabras del poeta y escritor paraguayo Flix de Guarania (1924-2011):
Nadie puede dejar de reconocer que somos mestizos, que corre en nuestras
venas sangre guaran, nuestra alma pertenece a la guaraniedad eso no se
puede negar, por eso hay que salvar el guaran (de Guarania 2008: 19).
Ciertamente, la historia y la situacin actual del guaran son bastante
particulares: Paraguay es el nico pas latinoamericano donde se logr
mantener una lengua indgena a pesar de 500 aos de contacto con el
castellano, lengua del colonizador, y esta lengua, el guaran, no solo es
hablada por la mayora de la poblacin, sino tambin reconocida como
lengua oficial en todo su territorio, en condiciones iguales al castellano. Pero
no es solo eso lo que hace a Paraguay un lugar privilegiado para estudiar
las representaciones sociales del lenguaje. No obstante lo arriba sealado,
Paraguay tambin se conoce en la literatura por su diglosia (Ferguson 1959),
la asimetra en el estatus y uso de sus dos lenguas, reflejando la desigualdad
socio-econmica y de gnero discursivo (Fishman 1967; Meli 1973).
De acuerdo con esta situacin, el uso del guaran est limitado a las reas

1
Agradezco a Cristin Lagos sus valiosos comentarios y correcciones siendo yo el nico
responsable del uso que he hecho de las sugerencias y de cualquier error o malinterpretacin.
116 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

rurales y el sector ms desfavorecido econmicamente o a la comunicacin


informal; asimismo el castellano est asociado a la comunicacin pblica y
formal y a los sectores de estatus socio-econmico ms alto en los centros
urbanos (Gynan 1997, 2001). Por eso, muchos autores estn de acuerdo con
de Guarania (2008) en cuanto a que la lucha para el rescate del guaran
an contina. Sin embargo, las opiniones difieren sobre cmo lograrlo.
Para algunos, lo que est matando al guaran es la castellanizacin (de
Guarania 2008: 19), esto es, la incorporacin indiscriminada de palabras
provenientes del espaol (Cadogan 1958: 23; Galeano Olivera 2004) lo
que se debera remediar a travs de la enseanza. Para otros, mientras que
los prstamos atestiguan la vitalidad de la lengua (Meli 1992: 185), lo que
es preocupante es justamente la discrepancia entre la lengua hablada y los
modelos de referencia de la educacin (de Granda 1980/81; Corvaln 1981;
MEC 2001: 192-196). Esta preocupacin surge de la observacin de que,
a pesar de la funcin identitaria del guaran, existen actitudes negativas
que los paraguayos atribuyen a sus propias prcticas del habla (de Granda
1980/81:804; Meli 1992: 185), las cuales dada la larga historia de contacto
entre las dos lenguas se caracterizan por un amplio espectro de fenmenos
de convergencia lingstica (de Granda 1996; Kallfell 2010).
Ya en el 1980, en este mismo Boletn, Germn de Granda (1980/81)
advirti acerca de la emergencia de un tipo de diglosia de segundo nivel entre
prcticas discursivas cotidianas y la construccin ideolgica de un guaran
puro por la comunidad de hablantes. Tal constatacin la realiz al criticar
un programa de alfabetizacin en guaran que se estaba elaborando, en ese
entonces, usando un guaran cientfico en la enseanza, distante de las
normas de uso de la lengua, sobre todo porque incorporaba una gran cantidad
de neologismos. Durante los ltimos 30 aos, este programa fue modificado
varias veces (Corvaln 1999; Gynan 2001; MEC 2001), pero los debates
acerca de la educacin bilinge no han cesado. Y aunque los actores y las
alianzas entre ellos cambiaron, el frente principal de batalla sigue siendo
entre los defensores de una versin pura del guaran y los partidarios de
una versin hbrida, esto es, una versin que permitira la inclusin de
prstamos del castellano en el discurso guaran. Esta controversia forma la
base del anlisis que sigue.
En esta tarea, debo anticipar, mi intencin no ser defender una posicin
u otra. Ms bien, ser mostrar que lo que subyace a ambos proyectos,
aparentemente opuestos, son presuposiciones epistemolgicas compartidas,
las que probablemente estn en la base del fracaso de ellos al enfrentar
la compleja realidad sociolingstica del Paraguay. Mi tesis es que, ms
all de sostener una postura purista e hibridista sobre la lengua,
respectivamente, ambos proyectos emplean estrategias de purificacin,
La construccin del lenguaje en Paraguay... / Jan David Hauck 117

aunque diseadas de manera diferente. Tal anlisis permitir aadir una


nueva interpretacin a la literatura sobre el bilingismo paraguayo que, tal
vez, contribuya a entender mejor la gran paradoja del guaran, esto es, al
mismo tiempo ser un objeto de orgullo nacional y uno de estigma social
(Mortimer 2006: 69, traduccin propia).
El anlisis se basa en datos recolectados en los aos 2005 y 2006 2. Desde
entonces hubo algunas modificaciones en el programa de educacin bilinge,
sin que eso haya apaciguado los nimos3. Los cambios recientes afectan
una parte del argumento, por lo que una parte de mi anlisis ya no se aplica
a la situacin actual. Sin embargo, estimo que aquello no resta pertinencia
a las conclusiones a las que arribo; al contrario, estos cambios recientes lo
que hacen es confirmar mi anlisis de la situacin, implicancia sobre la que
volver al final del artculo.
El modelo terico que va a guiar este trabajo es el de ideologas
lingsticas 4, del que presentar algunos aspectos que van a enmarcar la
discusin que sigue. Tras esto, continuar con unas consideraciones histricas
acerca del guaran y de la educacin bilinge en el Paraguay, para luego
concluir con el anlisis de la controversia actual sobre su normativizacin
en el sistema educativo5.

2
Los datos que recolect incluyen entrevistas con representantes de rganos
gubernamentales e instituciones privadas involucradas en la educacin bilinge y la enseanza
del guaran, materiales didcticos, y discusiones en los medios y trabajos acadmicos sobre
el tema. La investigacin form parte de mi maestra en antropologa. En este ensayo estoy
revisitando y expandiendo una parte de mi tesis (Hauck 2009).
3
Pude acompaar el desarrollo de la situacin desde cerca por haber continuado
trabajando en el Paraguay en otro proyecto, a saber, un proyecto de documentacin lingstica
de la lengua ach, lengua indgena hablada en la parte oriental del pas (ver: http://dobes.mpi.
nl/projects/ache/).
4
Ver la introduccin a este volumen para una discusin del concepto de ideologa
lingstica en relacin con otros enfoques. Woolard y Schieffelin (1994), Woolard (1998) y
Kroskrity (2010) ofrecen introducciones comprehensivas del tema.
5
Es pertinente esclarecer de antemano que mi inters aqu no es lo que se conoce como
las actitudes (socio-)lingsticas de los hablantes en s, i.e., el carcter, el estatus y el prestigio
que los hablantes atribuyen a diferentes lenguas. Aunque importante tambin, me voy a limitar
en este artculo a otra dimensin de las ideologas lingsticas, a saber, lo que Kroskrity (1998)
define como ideologa lingstica dominante (ver seccin siguiente), el modelo del lenguaje
subyacente que es importante para entender los problemas y las controversias alrededor de la
educacin bilinge en el Paraguay. Es sobreentendido que ideologas dominantes, a su vez,
influencian e informan las actitudes sobre las lenguas. Para el lector interesado especficamente
en los detalles de las actitudes de los hablantes refiero a los estudios existentes (Choi 2003;
Gynan 1998, 2004; MEC 2001; Mortimer 2006; Sol 1996).
118 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Ideologas lingsticas y el trabajo


de purificacin e hibridacin

Una definicin del lenguaje siempre es, implcita o explcitamente, una


definicin de los seres humanos en el mundo (Williams 1977: 21, traduccin
propia). Esta declaracin de Raymond Williams constituye uno de los
supuestos axiomticos de las investigaciones sobre ideologas lingsticas,
a saber, que las ideas sobre el lenguaje nunca se refieren solamente a ste,
sino que, antes bien, ellas vinculan el lenguaje con la identidad personal y
de grupo, con la esttica, con la moral y con la epistemologa (Woolard y
Schieffelin 1994: 56, traduccin propia). Esto es lo que la nocin de ideologa
lingstica trata de captar: la forma en que la estructura y el uso del lenguaje
estn relacionadas con el contexto socio-cultural.
Siguiendo a Paul Kroskrity (2010), sintetizando varias discusiones
existentes (Silverstein 1979; Woolard y Schieffelin 1994; Woolard 1998),
concibo ideologa lingstica como el conjunto de ideas, creencias y
sentimientos sobre el lenguaje y su carcter. El trmino lenguaje se debe
entender aqu como un concepto inclusivo, abarcando lenguas, registros,
gneros y estilos, fenmenos como code-switching, y tambin la idea o el
concepto de lenguaje en s mismo. Las ideas sobre unas formas lingsticas
se pueden extender para influir en la percepcin y el uso de otras formas,
convirtindose en ideologas lingsticas dominantes (Kroskrity 1998).
Adems, lo que plantea el modelo es que suposiciones acerca de cualquier
lengua o forma de hablar particular necesariamente dependen de ideas acerca
de lo que el lenguaje en general es; y el concepto del lenguaje a su vez
depende de las ideas especficas acerca de las lenguas particulares.
La importancia de las ideologas lingsticas para entender la naturaleza
y complejidad de situaciones de contacto lingstico, bi- y multilingismo
ha sido reconocida ampliamente (al respecto, ver los artculos en Makihara y
Schieffelin 2007; Kroskrity y Field 2009), ya que es en el mbito ideolgico
donde se producen las asociaciones de diferentes lenguas con las identidades
tnicas y culturales de los hablantes (Kroskrity 1999) y las valorizaciones de
estas. Elemental en este contexto es el concepto de indexicalidad, proveniente
de la filosofa de Charles S. Peirce (1998 [1893-1913]: 273ff). Con este
concepto se busca entender cmo las formas lingsticas pueden sealar o
constituir un ndice de aspectos del contexto socio-cultural, incluyendo
los grupos de hablantes (Silverstein 1976; Ochs 1990). De la misma manera
que los trminos decticos, los pronombres personales o los marcadores
temporales son ndices que tienen referentes cambiantes, la pronunciacin, la
voz, el acento o las variables del estilo pueden ser ndices de la proveniencia,
La construccin del lenguaje en Paraguay... / Jan David Hauck 119

del gnero, o de la relacin entre los hablantes. As, diferentes cdigos


en contextos multilinges sealan/indican, inevitablemente, diferentes
aspectos sociales y culturales de los hablantes y grupos de hablantes. Estas
asociaciones entre ndices lingsticos y sus referentes socio-culturales son
mediadas semiticamente por las ideologas lingsticas.
Vinculando las lenguas y sus hablantes, las ideologas lingsticas nunca
son ideas neutrales, por lo que toda construccin o definicin del lenguaje
es una construccin interesada, cargada con los intereses morales y polticos
de un grupo social o cultural particular (Irvine 1989: 255; Kroskrity 2010:
195). Es importante sealar, en este sentido, que las ideologas lingsticas
no tienen que ser necesariamente articuladas de manera explcita, sino
que pueden operar tambin por debajo de la conciencia de los hablantes.
Al respecto, Kroskrity (1998) recurre a la distincin entre conciencia
prctica y conciencia discursiva de Anthony Giddens (1979) para pensar
los diferentes grados de conciencia que los hablantes pueden tener de las
ideologas lingsticas. Giddens (1979: 6) relaciona la conciencia discursiva
que los actores tienen de los sistemas sociales en los que participan con
el grado de control sobre dichos sistemas. De esta manera, cuanto ms
tengan los actores conciencia discursiva de las estructuras dominantes,
ms control podrn ejercer en el desarrollo de los eventos6. Siguiendo este
razonamiento, Kroskrity (2010: 198, traduccin propia) sugiere que altos
niveles de conciencia discursiva estn correlacionados con contestacin
activa de ideologas lingsticas, y por el contrario, la conciencia prctica
est correlacionada con ideologas relativamente indiscutibles, altamente
naturalizados, y definitivamente dominantes.
En lo que sigue me dedicar a un complejo ideolgico en particular,
rotulado como ideologa de lengua estndar (cf. Milroy y Milroy 1985;
Lippi-Green 1997), y, especficamente, de un estndar concebido como
homogneo y puro. Este complejo se ha consolidado como el modelo
hegemnico del lenguaje en las sociedades occidentales y se ha impuesto
tambin en el Paraguay, tal como mostrar ms adelante. A modo de
definicin, Lippi-Green (1997: 64, traduccin propia) caracteriza la ideologa
de lengua estndar como una tendencia hacia un lenguaje abstracto,
idealizado y homogneo, que es impuesto y mantenido por las instituciones
dominantes y que designa el lenguaje escrito como su modelo, pero que
ha sido elaborado, en primer lugar, a partir del habla de la clase media

6
Argumentos paralelos de la teora social se encuentran en los trabajos de Williams
(1977) y Bourdieu (1985 [1982]).
120 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

alta. A su vez, por purismo lingstico, siguiendo a Makihara (2007: 50,


traduccin propia), se entender la insistencia en la pureza o correccin de
formas lingsticas, evitando la influencia de otras lenguas. Generalmente
el purismo se impone por las instituciones que controlan la estandarizacin
de las lenguas, como academias lingsticas o instituciones de enseanza.
Como ha demostrado Michael Silverstein (1996: 285, traduccin propia),
en la medida en que las prcticas lingsticas estandarizadas alcanzan una
hegemona explcitamente reconocida sobre la definicin de las normas
de la comunidad, otros usos lingsticos llegan a ser evaluados tambin
con referencia a este estndar (1996: 287). As, formas sincrticas del
habla y usos heterogneos del lenguaje son evaluados negativamente por
su disconformidad con el estndar. Es esta ideologa la que es responsable,
en gran parte, de la jerarquizacin entre formas lingsticas subyacente a
las situaciones de diglosia.
El anlisis ms comprehensivo del advenimiento de esta ideologa, y
de las polticas de desigualdad incorporadas en ella, fue hecho por Richard
Bauman y Charles Briggs (2003) en su libro Voices of Modernity. En esta
obra se basan en el argumento de Bruno Latour (2007 [1991]), quien propone
que la llamada modernidad no nace del surgimiento de las ciencias o del
pensar cientfico per se, sino mas bien de la produccin de un gran divisor
entre el mundo natural y el social un proceso que este llama el trabajo
de purificacin junto a su constante mediacin y traduccin el trabajo
de hibridacin. Bauman y Briggs, por su parte, expanden este argumento
planteando que el gran divisor no se produjo solo entre los reinos de la
naturaleza y de la sociedad, sino que adems esta purificacin fue de la mano
de la construccin del lenguaje como dominio autnomo en beneficio de la
representabilidad cientfica y poltica transparente.
Filsofos como John Locke y otros convirtieron el lenguaje en un medio
de representacin preciso, neutral, depurado de todas las referencias a su
uso por gente inculta en su vida cotidiana, tal y como lo exigan las nuevas
ciencias de la naturaleza y las nuevas formas de organizacin poltica. Fue
este modelo del lenguaje el que sirvi como matriz para la creacin de
las lenguas estndar de los Estados-nacin emergentes. Pero as como la
purificacin de naturaleza y sociedad era vulnerable a la proliferacin de
hbridos por medio del inevitable trabajo de traduccin (Latour 2007 [1991]),
la purificacin del lenguaje era vulnerable a la hibridacin por medio de su
funcin indexical. Esto es, aunque desvinculadas en teora de sus conexiones
con un cierto lugar, ciertas personas y sus condiciones de produccin, las
lenguas estndar, supuestamente neutrales y desinteresadas, en la
prctica se transformaron en los ndices del estatus social de sus creadores:
la lite intelectual. Al mismo tiempo, las maneras del habla no-estndar
La construccin del lenguaje en Paraguay... / Jan David Hauck 121

fueron transformadas en marcadores de irracionalidad, ignorancia, fracaso


escolar e idoneidad para trabajos de prstamo de servicios sin porvenir
(Bauman y Briggs 2003: 7, traduccin propia), ndices de los pobres, las
mujeres, la clase trabajadora, y los no-europeos. Hablar la modalidad estndar
garantizaba la participacin libre en la esfera pblica de la sociedad y, por
tanto, era la prctica que se esperaba de todos los sujetos. As, la habilidad
de subordinarse a prcticas discursivas especficas determinaba el acceso a
la esfera pblica y el nivel en el que uno estaba habilitado a hablar, en el
sentido que le da Gayatri Spivak (1988). De esta forma, las lenguas estndar
fueron convertidas en instrumentos poderosos para controlar la inmigracin
y movilidad social hacia arriba (Bourdieu 1985 [1982]).
Distinguimos aqu dos niveles de purificacin/hibridacin entonces:
uno es la construccin (purificacin) del lenguaje como lenguaje y su
concomitante e inevitable vulnerabilidad a la hibridacin indexical; y el otro
es la purificacin de una lengua (cualquiera) y la concomitante construccin
de prcticas lingsticas impuras o hbridas. Entonces, construcciones
lingsticas e indexicalidades particulares son el producto de una concepcin
del lenguaje de fondo, que lleg a ser la ideologa lingstica de estndar
monoglsico (Silverstein 1996) en los Estados-nacin modernos y tambin
el modelo cientfico del lenguaje para las investigaciones lingsticas.
Proliferaron las crticas a este paradigma, ejemplificado en los trabajos
de Ferdinand de Saussure y sus seguidores (Derrida 1971 [1967]; Deleuze
y Guattari 1994 [1980]; Bourdieu 1985 [1982]). Segn Bourdieu (1990), el
paradigma sufre de lo que el llama la falacia escolstica: El proyecto de de
Saussure (1945 [1916]) pretenda abandonar el principio de representacin
para su modelo semitico. Concibindolo como mecanismo de articulacin
entre trminos cuyo significado reside en la diferencia con otros trminos,
surge el lenguaje (langue) como objeto independiente del mundo real y
de su uso (parole). Sin embargo, al mismo tiempo que el lenguaje llega
a ser una entidad inteligible, aunque esta ya no representa un mundo pre-
o extra-lingstico, una relacin representacional surge de nuevo como
analoga estructural entre el sistema de lenguaje universal y las prcticas del
habla cotidianas, heterogneas e hbridas, de las cuales es supuestamente
el modelo (Krmer 2001: 104-105). As, el habla inevitablemente se torna
en una representacin del primero. En la terminologa de Clifford Geertz
(1973 [1966]: 93), el modelo de la realidad llega a ser el modelo para la
realidad, lo que, obviamente, resulta en una desventaja para la realidad,
pues el habla, por definicin siempre ser algo incompleto, imperfecto y
deficiente. Y tanto como era por medio de la escrita que de Saussure pudo
demostrar la autonoma de la langue, es con referencia a esta que se mide
la divergencia del habla.
122 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Para entender la paradjica existencia de este complejo ideolgico en un


pas tan heterogneo lingsticamente como el Paraguay, lo relacionar con
otro concepto que va a completar el repertorio terico con el que podemos
analizar esta situacin: lo que Jean y John Comaroff (1991), a partir de su
trabajo en Sudfrica, llaman la colonizacin de la conciencia, esto es, los
efectos que la descalificacin y desautorizacin de epistemologas indgenas
que suele acompaar a las polticas coloniales e imperiales tienen en los
sujetos coloniales y poscoloniales; y, tambin, en tanto modo en que la
resistencia local est moldeada por los discursos hegemnicos importados
(ver Mignolo 2000). En relacin con la resistencia lingstica en contra de
lenguas hegemnicas, se ha observado en muchas regiones del mundo que
el activismo a favor de lenguas minoritarias o marginalizadas muchas veces
depende de y reproduce las ideologas dominantes del lenguaje que formaban
parte de las polticas que llevaron a la opresin de las lenguas en cuestin
(Woolard 1998: 17). Especialmente, las ideas de purismo lingstico una
parte esencial de la retrica de mantenimiento lingstico muchas veces
se asemejan a las de las ideologas de estndar monoglsico occidentales,
basadas en modelos logocntricos del lenguaje (Derrida 1971 [1967];
Whiteley 2003). Estos modelos, muchas veces, se oponen a ideologas
de tradiciones orales que se destacan por su nfasis de la diversidad, la
variabilidad, la contextualidad y la performance (Bauman y Briggs 1990),
pudiendo crear una brecha entre el uso cotidiano de la lengua en cuestin
y una variedad oficial purificada, perjudicando, sin pretenderlo, el uso de
esta y llevando al conflicto generacional y a la resistencia al mantenimiento
lingstico.

El guaran en Paraguay: bilingismo con diglosia

Shaw Gynan (2001: 78, traduccin propia) atribuye una buena parte del
mrito (o de la culpa) de la supervivencia del guaran al sistema de la
encomienda y a los misioneros franciscanos y jesuitas entre los siglos XVI
a XVIII. La encomienda era una institucin mediante la cual se conceda a
un colonizador un grupo de indgenas que deban trabajar y pagar tributos
para el encomendero. En el marco de este sistema, el concubinato con
mujeres guaranes y la poligamia, alentados por los gobernadores, fueron
factores decisivos para el mantenimiento del guaran, puesto que los
hijos aprendan guaran de sus madres (Gynan 2001: 79; Meli 1992). Al
La construccin del lenguaje en Paraguay... / Jan David Hauck 123

mismo tiempo, en oposicin a la encomienda, los misioneros franciscanos


y, despus, jesuitas se empearon en el proselitismo en la lengua guaran
en las famosas reducciones, los pueblos misionales (Meli 1986, 1992).
Eso no solo contribuy al mantenimiento del guaran sino tambin a lo que
Bartomeu Meli (1986) llama la conquista y reduccin del guaran, i.e.,
su estandarizacin y textualizacin.
La posicin del guaran como el idioma principal de Paraguay se vio
consolidada despus de la independencia en el 1811. En el conflicto con
Argentina, que no quera reconocer la secesin de Paraguay, los gobernadores
dependieron del apoyo de la poblacin guaran-hablante, al punto que el
dictador Jos Gaspar Rodrguez de Francia decretara que los europeos y
criollos deberan casarse con mujeres de ascendencia guaran (Potthast
1999: 350-352; Gynan 2001: 81-82). En las guerras de la Triple Alianza
(1864-1870) y del Chaco (1932-1935), la lengua fue usada como santo y
sea en las batallas, se publicaron peridicos en guaran para ser distribuidos
entre los soldados, cantos y msica sirvieron de entretenimiento al ejrcito
y las arengas fueron en guaran (Corvalan 1981: 180; Lustig 1999). As,
el guaran se convirti en la lengua de la liberacin nacional y un cono de
la identidad paraguaya.
Sin embargo, y a pesar de este significado histrico, la poltica hacia
el guaran siempre ha sido ambigua, pues, aunque fuese considerado
caracterstica cultural importante, su empleo qued limitado al uso oral y,
principalmente, a la literatura de carcter folklrico, tal como lo expresa
Lustig (1999: 363): Desde finales del siglo XIX la lengua guaran se
ha transformado en un smbolo de la identidad paraguaya sin que esto
haya favorecido mucho su oficializacin o su uso real como medio de
comunicacin en los mbitos reservados tradicionalmente al espaol.
La explicacin a esta ambivalencia en la consideracin del guaran puede
encontrarse en el histrico patrocinio de la lite criolla gobernante a las
poblaciones rurales guaran-hablantes a cambio de su lealtad poltica, sin
que la lite comenzase a utilizar la lengua guaran (Gynan 2001: 85). Esto se
volvi ms explcito en el tiempo de la guerra del Chaco, cuando el guaran
fue prohibido en la escuela mientras que el castellano fue prohibido entre los
soldados (Steckbauer 1999: 384-385). La elevacin del guaran al estatus de
lengua nacional por el dictador Alfredo Stroessner en el 1967 tambin debe
ser entendida en este contexto (Meli 1992: 173). La nica lengua oficial
era y continuaba siendo el espaol, ya que la alfabetizacin y la educacin
eran solamente en castellano. Es a partir de este derrotero histrico que
debemos interpretar la descripcin usual de la situacin del Paraguay como
de bilingismo con diglosia (Fishman 1967). Aunque los guaran-hablantes
124 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

son la mayora de la poblacin7, y no obstante la nueva constitucin pos-


dictadura estableci igualdad lingstica de iure, el castellano sigue siendo
la lengua dominante de facto (Gynan 2001). El guaran, aunque sea valorado
positivamente como emblema nacional, es a la vez un ndice de bajo nivel
educacional, ignorancia, subdesarrollo y ausencia de progreso.
Esta ambigedad y aparente carcter contradictorio entre las
representaciones sociales acerca del guaran se explican por la coexistencia
de diferentes ideologas lingsticas, aspecto que no debe causar extraeza,
toda vez que los tericos del modelo entienden el carcter mltiple de
las ideologas lingsticas en tanto cada comunidad tambin presenta
una pluralidad de divisiones sociales (Kroskrity 2010: 197). Y esto es lo
que se observa en Paraguay: la asimetra entre las dos lenguas guaran y
castellano refleja la asimetra entre clases sociales y localidades, pero, al
mismo tiempo, el guaran distingue el Paraguay de los pases vecinos por lo
que es un smbolo positivo para la representacin de la identidad nacional.
Esta ambigedad de su funcin indexical garantiza que los debates sobre
el guaran no cedan. Frente a este panorama, con el fin de remediar su
estatus inferior, varias propuestas para la inclusin del guaran en el sistema
educativo han surgido durante los ltimos 30 aos. En la siguiente seccin
revisar el desarrollo de la educacin bilinge en Paraguay, para as analizar
posteriormente las controversias actuales en torno a esta situacin.

La educacin bilinge

A pesar de que la mayora de los alumnos en el Paraguay tenan el guaran


como lengua materna, no se le us en la enseanza hasta el ao 1983; incluso
hubo tiempos donde su uso en la escuela fue prohibido completamente
(Gynan 2001: 93; MEC 2001). Las crticas al escaso rendimiento escolar
y al alto nivel de desercin escolar (Corvaln 1981; de Granda 1980/81)
finalmente llevaron a la incorporacin del guaran al sistema educativo en el
1983 (Corvaln 1999: 20). De manera heurstica, siguiendo lo que establece
Gynan (2001), distinguir tres fases en la educacin bilinge en el Paraguay:
el modelo de transicin (1983-1992), el modelo de mantenimiento (1994-

7
El 29% de la poblacin fue clasificada como guaran-hablante, el 53% como bilinge
y el 10% como hispano-hablante (Gynan 2007).
La construccin del lenguaje en Paraguay... / Jan David Hauck 125

1999) y la fase actual (1999-presente). Discutir las primeras dos aqu,


reservando la fase actual y sus controversias para la seccin final.
El modelo de transicin estaba orientado al cambio progresivo hacia
el castellano usando el guaran para facilitar el aprendizaje de ste (MEC
2006: 8-9). Toda vez que la meta era castellanizar a la poblacin monolinge
guaran, lo que se haca era continuar la poltica anterior de castellanizacin
directa y perpetuar el estado de diglosia (Meli 1986: 264). Sin embargo,
al evaluarlo histricamente, aun con respecto a la competencia en castellano
los resultados fueron claramente negativos y el programa resulto en un
mayor nivel de repitencia y desercin, y sobre todo en un bajsimo nivel de
rendimiento educativo (Corvaln 1999: 20).
Solo despus de la cada de la dictadura de Stroessner, en 1989, el modelo
anterior fue reemplazado por el modelo de mantenimiento, implementado
con el Plan Nacional de Educacin Bilinge en 1994 (Comisin Nacional
de Bilingismo 1997), teniendo como meta lograr un sistema bidireccional
completamente equilibrado (Gynan 2001: 87; MEC 2006). El modelo
reflejaba la nueva constitucin posdictadura de 1992, que defina ambos
idiomas como oficiales en igualdad de condiciones (Paraguay 1992).
Planteaba que, al entrar en la escuela, los educandos aprenderan a leer y
escribir primero en su lengua materna, sea sta el guaran (sobre todo en reas
rurales) o el castellano (en las ciudades), y su respectiva segunda lengua sera
usada para la enseanza, progresivamente, hasta un equilibrio del 50 por
ciento en el noveno grado (Comisin Nacional de Bilingismo 1997; MEC
2006). Aunque el programa fue bienintencionado, los resultados distaron
mucho de ser satisfactorios (Gynan 2001: 76), siendo la ausencia de recursos
y la falta de experiencia algunos factores para su fracaso. Sin embargo, la
razn principal fue que la poblacin se mostr reacia a su implementacin
(MEC 2001). Este rechazo fue causado, por un lado, porque el guaran no
tena utilidad para la movilidad social que la poblacin guaran-hablante s le
atribua al castellano (al ser la lengua de la lite y una lengua internacional), y,
por otro lado, porque la versin del guaran que se us distaba de las normas
del uso de esta lengua. Respecto a esto ltimo, dado que el programa fue
diseado para producir hablantes bilinges coordinados que pudieran usar
el guaran y el castellano en cualquier situacin con habilidad semejante,
manteniendo los cdigos de los sistemas separados (MEC citado en Gynan
2001: 97), la formacin de palabras estaba restringida a races guaran, lo que
caus la emergencia de una cantidad considerable de neologismos con los
que los hablantes no tenan familiaridad (MEC 2001: 192). As, finalmente,
aunque se le atribua alto prestigio a esta versin del guaran, que se asociaba
con el guaraniete, el guaran real tradicional, ella present un obstculo
para alcanzar a las metas educativas (MEC 2001, 2006).
126 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Como he sugerido arriba, la realidad sociolingstica de Paraguay es


mucho ms compleja que los trminos bilingismo o diglosia sugieren.
El llamado guaraniete, el guaran tradicional puro, es ms un smbolo de
referencia que una lengua que realmente se escucha en el discurso cotidiano,
y existen opiniones divergentes sobre su forma real (de Granda 1988; Lustig
1999; Meli 1986, 1992). Sin embargo, todos estn de acuerdo en que lo que
se habla en Paraguay hoy en da no lo es. El discurso cotidiano se caracteriza
por un amplio espectro de fenmenos de contacto lingstico como el code-
switching, el code-mixing y la convergencia lingstica (de Granda 1988,
1996). El trmino que se usa para esta lengua es jopara, la palabra guaran
que designa una mezcla o un conjunto de cosas diferentes. Meli (1992: 184)
escribe: No es tarea fcil definir qu tipo de lengua es ese jopara, ya que la
falta de normatividad es tan marcada que desafa cualquier categorizacin.
Hay muchos estudios que muestran que la mayora de situaciones donde
ocurre code-switching o mixing, no estn caracterizadas por una falta de
normatividad. El cmo, el cundo y el dnde cambiar los cdigos sigue
esquemas claros y los valores simblicos que se atribuyen a una lengua o
a un cdigo, y al hecho de cambiar en s mismo, son importantes (Woolard
2004; Auer 1998). En Paraguay eso tambin es as (de Granda 1988, 1996;
Kallfell 2010). No obstante, el punto importante es que la idea de una falta
de normatividad existe y es eso que lleva a la gente a condenar su propia
forma de hablar 8.
Hablamos mal el guaran se escucha frecuentemente. Tal como se
ha relatado en referencia a otras situaciones donde el contacto prolongado
entre dos lenguas llev a prcticas discursivas sincrticas (Hill y Hill 1986),
aunque se ve natural cambiar entre los dos idiomas, la gente menosprecia
la mezcla como uso de lenguaje incorrecto e imperfecto (Meli 1992: 185;
Mortimer 2006: 60)9. Esta es otra dimensin de la paradoja del Paraguay: la
valorizacin positiva que el guaran recibe como smbolo nacional contrasta
especficamente con las actitudes negativas que los paraguayos tienen con
respecto a sus prcticas del habla cotidiano. Entonces, a pesar de que el
imaginario nacional asocie el guaran con la resistencia a la asimilacin
cultural, no parece haber podido resistirse a una cierta asimilacin lingstica-
ideolgica. Aun en un pas bilinge como Paraguay, la opinin popular
sobre las lenguas est dominada por la ideologa del estndar monoglsico.

8
No todos los estudiosos del bilingismo paraguayo comparten esta visin pesimista
(cf. Gynan 2001, 2004).
9
Es ms que eso: ya no hablamos bien el guaran (citado en Meli 1992: 185, nfasis
en el original) indica un ideal perdido de alguna versin original del guaran.
La construccin del lenguaje en Paraguay... / Jan David Hauck 127

Las muchas palabras incorporadas al guaran desde los tiempos jesuitas


atestiguan que tal ideologa es diametralmente opuesta a una ideologa
tradicional sincrtica (Kroskrity 2009), aunque sea con referencia a la
primera que las prcticas discursivas cotidianas sean evaluadas hoy en da.
Por esta razn es que de Granda (1980/81) entregaba argumentos en contra
de la incorporacin de un guaran puro en la enseanza, en tanto aquello
profundizara las actitudes negativas y reproducira recursivamente una
diglosia entre estas y el guaran acadmico 10. Investigaciones en varios
contextos han mostrado que construir la pureza de una lengua verncula
puede perjudicar la misma, por medio de crear un abismo entre el uso
cotidiano de ella y una variedad oficial purificada que se ensea en la escuela.
Esto puede llevar a la inseguridad lingstica (Labov 1966) de los hablantes
y as incitar el desplazamiento lingstico (ver Kroskrity y Field 2009).
En una medida controversial, planificadores lingsticos del Ministerio de
Educacin y Cultura han intentado responder a este desafo, acreditando una
versin nueva hbrida del guaran para el uso en las escuelas. Al anlisis
de esta versin me dedicar en la seccin final.

Fonologa, ortografa y la modernizacin


de la educacin bilinge

En 1999, el Ministerio de Educacin y Cultura del Paraguay (MEC)


reformul el programa de educacin bilinge considerando dos dimensiones:
(a) su flexibilizacin con relacin a la distribucin y nivelacin de las dos
lenguas (MEC 2001: 195); (b) la versin del guaran que se usara en la
enseanza. Sobre esto ltimo, respondiendo a las crticas y dando cuenta de
las prcticas del habla cotidianas, el MEC permiti la inclusin de trminos
castellanos en el discurso guaran en tanto fueran integrados a la estructura
guaran. El trmino que el MEC usa para estos prstamos es jehea, otra
palabra guaran para mezclar (cf. Boidin 2000). Segn la definicin del
MEC el jehea, en oposicin al jopara, es el prstamo lexicolgico integrado

10
De Granda (1980/81: 804) usa el trmino doble diglosia interna con lo que se refiere
no a la existente, segn algunos, en la relacin espaol-guaran y s a la que podra generarse
entre variantes altas y bajas de cada una de estas lenguas, con las graves consecuencias que
de ello se derivaran en los mbitos lingstico y sociocultural e, incluso, en el poltico. Aqu
me limito a comentar sobre la situacin del guaran.
128 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

a la estructura fonomorfosintctica del guaran. Al integrarse a esta estructura


ya forma parte, de hecho, del corpus lexical del guaran y cumple con las
normativas ortogrficas de esta lengua (MEC 2006: 68). Jopara lo define, en
cambio, como prstamo lexicolgico no integrado a la estructura fonolgica
y/o morfosintctica del guaran (2006: 68). Por sincdoque jehea lleg a
designar la variedad del guaran en s, que permite estos prstamos.
Los siguientes son algunos ejemplos de materiales didcticos publicados
por el MEC (morfemas provenientes del castellano en negrita)11:

(1)
Amongurusu kudrope ...
A-mo-kurusu kudro-pe
1S-caus-cruz cuadro-loc
Marc con X en los cuadros ...

(2)
Arrestakuaaiteremaningo.
A-rresta-kuaa-itere-ma-ningo
1S-restar-know-mucho-pfv-emph
Ya s muy bien como restar.

(3)
Edivuha ha ekopia letrakuera ne kuaderno-pe.
E-divuha ha e-kopia letra-kuera ne kuaderno-pe
2S.imp-dibujar y 2S.imp-copiar letra-pl 2S cuaderno-loc
Dibuj y copi las letras en tu cuaderno.

(4)
Ajesareko ha aipapa [dibujito de pelota] ova kartnpe.
A-jesareko ha ai-papa [dibujito de pelota] o-va kartn-pe
1S-atender y 1S-contar --- hay-nom cartn-loc
Observo y cuento las [dibujito de pelota] que hay en cada cartn.

11
Leyenda: lnea 1: texto original; lnea 2: morfemas (negrita indica morfemas prestados
del castellano); lnea 3: glosa interlinear; lnea 4: traduccin libre. CAUS: causativo; COMP:
comparativo; COMPL: completivo; EMPH: marcador enftico; FUT: futuro; IMP: imperativo;
LOC: locativo; NOM: nominalizador; PFV: perfectivo; 1,2,3 persona; S: singular; PL: plural.
Fuente: Ejemplo (1) de Medio Natural y Salud. aangareko kuaa hagua and rekoha
ha ande reta rehe. 1 grado. E.E.B. 2009; ejemplos (2) y (4) de Matemtica. andekatupyry
hagua papapykurape. 1 grado. E.E.B. 2009; ejemplos (3), (5) y (6) de Picha aepyr
Trazando un Camino; todos publicados por el Ministerio de Educacin y Cultura del Paraguay,
Asuncin.
La construccin del lenguaje en Paraguay... / Jan David Hauck 129

(5)
Eskrivimi ne kuaderno-pe mbohapy ksa ndegustavva ...
Eskrivi-mi ne kuaderno-pe mbohapy ksa nde-gusta-v-va
Escribir-pol 2S cuaderno-loc tres cosa 2S-gustar-comp-nom
Por favor, escrib en tu cuaderno las tres cosas que ms te gusten ...

(6)
Ko rape reikuata tkstopa guaranme ha avei kastellnope.
Ko ra-pe rei-kua-ta tksto-pa guaran-me ha avei kastellno-pe
este da-loc 2S-saber-fut texto-compl guaran-loc y tambin castellano-loc
Hoy vas a aprender un texto entero en guaran y en castellano.

Los materiales muestran claramente la intencin del MEC de adaptar el


guaran de la enseanza a la forma del habla que se usa en el da a da. Sin
embargo, no tuvieron una buena acogida. Entre las crticas que se suscitaron,
muchas seguan el esquema de ideologas lingsticas puristas, que ven en
el jehea la corrupcin y degeneracin del guaran 12. Ya explor los peligros
inherentes en estas ideologas en la seccin anterior. Pero hay otras crticas
ms interesantes de evaluar en tanto sealan los problemas subyacentes
de la propuesta. Para presentar este anlisis, previamente debemos revisar
algunos aspectos de la fonologa del guaran.
La estructura silbica cannica del guaran es (C)V(V). No existen las
slabas que terminan en consonantes o grupos consonnticos con excepcin
de oclusivas prenasalizadas sonoras [mb] <mb> or [nd] <nd> y la secuencia
[nt] <nt>. Las palabras jehea provenientes del castellano en la forma en que
estn representadas en los ejemplos arriba no respetan esta regla. Escritos
en ortografa guaran, pero con la intencin de reproducir su forma original,
presentan una dificultad para el hablante nativo. La palabra <tksto> por
ejemplo tiene la estructura CVCC.CV. Esta no es natural para el hablante
nativo, ya que incluye una secuencia de tres consonantes, k-s-t. Lo mismo
ocurre con la palabra <eksponnte>, VCC.CV.CVC.CV. Uno de los crticos
observa:

[L]o mximo que un Guarani-hablante podr decir es ey-po-n-nte, pero


nunca eksponnte. Por esta misma razn, es incorrecta la nueva palabra

12
Uno de los crticos escribe: [L]os jehea del Guarani y del castellano no son otra cosa
que la fiel demostracin de nuestra pereza intelectual y de nuestro conformismo social. En
el fondo, el intento hoy de aceptar el jehea en la educacin no es otra cosa que la alegre
aceptacin de nuestra mediocridad lingstica e intelectual (Galeano Olivera 2004, nfasis
omitido).
130 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

provlma en lugar de provlma, el paraguayo dir polma (po-


l-ma) (Galeano Olivera 2004).

Ndaipori paulma, no hay problema, es un dicho que se escucha


frecuentemente en Paraguay, evidencia de que s se hace amplio uso de
prstamos del castellano en el discurso guaran. Pero estos prstamos se
incorporan justamente no respetando la estructura fonolgica de la lengua
base. Eso fue, probablemente, el esquema que domin el contacto lingstico
desde tiempos jesuticos (Meli 1986). El lxico guaran incluye una gran
cantidad de tems provenientes del castellano, como vaka, kavaju, kesu
(vaca, caballo, queso, respectivamente), que atestiguan la actitud receptiva
del guaran a la incorporacin de elementos de otra lengua, pero siempre
adaptndolos a su estructura fonolgica13. Particularmente, no se toleran
grupos consonnticos, tal como lo evidencian las palabras kurusu (cruz) o
kavara (cabra), que fueron adaptadas por medio de epntesis voclica. Ms
aun, no solo los prstamos son adaptados a la fonologa del guaran, sino
tambin aspectos fonticos de la variedad de castellano hablada en Paraguay.
Como demuestran estudios de esta (de Granda 1988: 92; Penner et al. 2009:
409), los paraguayos tienden a pronunciar el primer segmento de grupos
consonnticos en general como la vocal central cerrada [], representada en
la ortografa guaran como <y>. Las secuencias <sk>, <kt>, <ks>, o <st>
por ejemplo: oscuridad se pronuncia como oycuridad; excelente como
eyselente 14.
Considerando este panorama, podramos hablar de dos tipos de
ideologas lingsticas dominantes tradicionales: una ideologa sincrtica,
que favorece la incorporacin de elementos lxicos, y una ideologa de
conservacin fonolgica del guaran, que impacta la realizacin fontica
de prstamos castellanos y tambin el discurso castellano en general.
Volviendo a los materiales escolares, estas observaciones demuestran, en
primer lugar, que los parmetros del Ministerio de Educacin y Cultura no
son consistentes, pues las nuevas palabras no se integraron en la estructura
fonomorfosintctica del guaran como la definicin del jehea pretende.
Simplemente se escriben como si fueran palabras guaran, lo que muestra
que se confundi la fonologa con la ortografa. As, mientras que siguen

13
El contacto lingstico entre lenguas amerindias en la poca precolonial es un tema que
sigue siendo insuficientemente explorado, tambin por ideologas lingsticas profesionales
que toman lenguas homogneas como su base.
14
Eso es solo un ejemplo de la influencia del guaran sobre el castellano (cf. Penner et
al. 2009).
La construccin del lenguaje en Paraguay... / Jan David Hauck 131

la ideologa sincrtica, incorporando prstamos, las palabras jehea van


en contra de la ideologa lingstica de conservacin fonolgica, ya que
es justamente la incorporacin de los prstamos a la estructura fonolgica
del guaran la que distingue la forma particular del sincretismo lingstico
paraguayo. Es eso lo que los nuevos materiales didcticos no logran. De
esta manera, en vez de ser una forma ms cercana a las normas de uso de la
lengua, el nuevo guaran jehea otra vez define un estndar que se aleja del
discurso cotidiano. Materiales anteriores que usaron el guaraniete, el guaran
puro, tradicional, fueron criticados por la creacin de neologismos, pues
restringieron la formacin de palabras a races guaranes. Estaban basados
en una definicin de una lengua estndar que toma como parmetro el lxico,
mantenindolo libre de influencias castellanas. El jehea, aunque permitiendo
la inclusin de prstamos, en realidad no es un hbrido, sino otra forma
de un estndar puro y homogneo, solo que en este caso se define a travs
de la ortografa.

Conclusin

En virtud del anlisis expuesto, no solo el guaraniete (el guaran purificado


de prstamos) es un guaran puro entonces. El jehea tambin, aunque
diseado para ser una versin similar a la lengua hablada, hbrida, debido a
una confusin de la ortografa con la estructura fonolgica, se convirti en
una versin pura ms. Ambas versiones nacen de una ideologa lingstica
dominante de estndar monoglsico que subyace a la planificacin lingstica
en Paraguay. Esta ideologa se opone a ideologas de sincretismo lexical y
de conservacin fonolgica que han influenciado el desarrollo de la lengua
guaran a lo largo de su historia de contacto con el castellano. En contra
de los defensores del guaraniete, el guaran siempre ha estado abierto a
prstamos del castellano, pero no manteniendo la estructura fonolgica de
estos, como proponen los partidarios del jehea. As, las dos versiones son
invenciones artificiales, que no se parecen a las lenguas habladas por el
pueblo paraguayo. No sorprende, por tanto, que ambas fueran rechazadas.
Sin embargo, dependiendo del punto de vista, tanto el guaraniete como el
jehea tambin son versiones hbridas, porque incorporan palabras nuevas,
neologismos en un caso, hispanismos en el otro. Bauman y Briggs (2003:
5, traduccin propia) plantean que la pureza clasificatoria en s misma
es una construccin epistemolgica, y cada forma pura tambin puede
ser concebida como hbrida de una manera u otra. En vez de clasificarlas
132 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

como pura o hbrida, ms bien podemos identificar en ambos proyectos


procesos de purificacin y procesos de hibridacin al mismo tiempo.
Siguiendo el anlisis de la produccin de la modernidad propuesto por
Latour (2007 [1991]) y expandido por Bauman y Briggs (2003) para incluir
la construccin moderna del lenguaje, podemos observar en Paraguay los
mismos mecanismos de produccin y purificacin de las lenguas estndar,
aptas para (y adaptadas a) la inclusin en el sistema educativo, que, a su vez,
transforman las maneras del habla no-estndar en ndices de irracionalidad
e ignorancia. Por medio del trabajo de purificacin ideolgica, las versiones
puras del guaran y del castellano producen la impureza de la forma de
hablar cotidiana de la gente. El jopara no es solamente concebido, sino ms
bien construido como hbrido, al mismo tiempo que se define lo que es el
estndar correcto en los libros escolares, sea este castellano, guaraniete o
jehea. Como vimos arriba, en oposicin a este ltimo, que incorpora los
prstamos de manera supuestamente ordenada y organizada, el jopara es
definido por el MEC como prstamo lexicolgico no integrado (2006: 68,
cursivas son mas) a la estructura fonolgica del guaran.
El jehea es un ejemplo perfecto del proceso por el cual el habla, que
se cree representada en la lengua escrita segn de Saussure y la lingstica
moderna, se convierte en una representacin del modelo escrito. ste fue
construido supuestamente representando la forma en que las personas hablan,
pero tan pronto como ha sido estandarizado, normativizado, e incorporado
en el sistema de educacin a travs de los materiales didcticos, se convierte
en el modelo a ser representado por el lenguaje cotidiano. De esta manera,
del modelo de la realidad se transforma en el modelo para la realidad. As,
el ideal escrito produce y enfatiza la diferencia de la forma del habla de
las personas. Esto no solo es una falacia escolstica, como dira Bourdieu
(1990), sino poltica lingstica. Adems, dado el vnculo indexical entre
guaran e identidad nacional, construyendo el habla cotidiano (jopara) por
su diferencia con el guaran (guaraniete o jehea), se establece una relacin
negativa con la representacin de esta.
Tras estas propuestas est la idea del guaran y castellano como
estndares monoglsicos homogneos que se emplea como un instrumento
de purificacin del habla. Y ms que eso: en un clima intelectual cada vez
menos favorable a la planificacin lingstica purista, la pureza simplemente
se transfiere a otro nivel. En el jehea ya no se est midiendo la pureza por
medio del lxico, ya que han sido permitidas palabras castellanas, sino que
por la ortografa, que pasa a ser el nuevo parmetro utilizado para garantizar
la existencia purificada de un estndar lingstico. Por ello, la nueva versin
parece ser solo un componente ms en los mecanismos que contribuyen
al mantenimiento de las fronteras que separan los que hablan y escriben
La construccin del lenguaje en Paraguay... / Jan David Hauck 133

correctamente de los que no. El acceso a la esfera pblica es as regulado


por la capacidad de subordinarse a las prcticas del habla estandarizadas.
La vigencia del jehea, tal como he descrito arriba, fue relativamente
corta. Se revisaron los materiales y se realizaron nuevos estudios que
llevaron al MEC a cambiar su poltica nuevamente en 2008 y 2009. Como
resultado de esto, aunque se siguen usando prstamos en los materiales, ya
no se escriben en la ortografa guaran y se usa la ortografa de la lengua
base, el castellano. Es demasiado temprano para hacer predicciones sobre la
eficiencia o el fracaso de tales materiales, por lo que debemos estar pendientes
a prximos cambios para futuras revisiones. Sin embargo, el hecho de que
el mismo MEC abandonara la enseanza del jehea otra vez, resulta en una
contundente confirmacin del anlisis presentado.
La planificacin lingstica en Paraguay puede tener como objetivo
pretendido fortalecer el guaran y lograr la equidad funcional entre las dos
lenguas oficiales. Sin embargo, las formas en que las lenguas de enseanza
estn diseadas resultan contraproducentes para este objetivo (basta pensar
en la confusin de un nio que tiene que aprender las mismas palabras dos
veces con diferentes ortografas). Basadas en una ideologa lingstica de
estndar monoglsico, camuflada en Paraguay por la retrica de bilingismo,
en vez de combatir la situacin de diglosia y contribuir a una revalorizacin
del guaran reinvirtindolo con el capital simblico del cual ha sido privado,
ambas versiones amplan la brecha entre las prcticas lingsticas cotidianas
y las habilidades lingsticas necesarias para la representacin de la identidad
nacional. As, alimentan las actitudes negativas de las personas en contra del
jopara, irregular, imperfecto, e imposible de clasificar. No es de extraar
entonces que la gente opine hablamos mal. De esta manera, mientras que
la persistencia del guaran podra leerse como resistencia a la asimilacin
lingstica hacia la lengua colonial, la poltica lingstica paraguaya fomenta
la asimilacin ideolgica. La conciencia lingstica ha sido colonizada con
la ideologa occidental hegemnica del estndar monoglsico purificado,
perpetuada por una educacin, que aunque sea bilinge, construye las
lenguas educacionales a partir de su diferencia con la manera de hablar de
los otros del sujeto moderno.

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Boletn de Filologa, Tomo XLIX
Nmero 2 (2014): 139-159

Representaciones sociales a travs del


lenguaje en la lexicografa hispanoamericana
decimonnica

Jos Carlos Huisa Tllez *


Johannes Gutenberg-Universitt Mainz, Alemania

Resumen

Este artculo parte de una propuesta de anlisis relativamente


reciente de la primera lexicografa hispanoamericana despus de la
independencia, que consiste en asumir una estrecha relacin entre
la elaboracin, difusin y recepcin de los primeros diccionarios
del espaol americano en cuanto produccin cultural de la elite
criolla, y los procesos histricos y socio-polticos de la poca.
Sobre esta base, se postula la existencia de una unidad del discurso
lexicogrfico, a pesar de la diversidad de obras y autores, que es
posible entrever y caracterizar. Se analizan, en consecuencia, los
mecanismos que en este discurso se ponen en funcionamiento
para ofrecer representaciones sociales en el plano poltico y en el
puramente social, cuyo papel en una poca de formacin nacional
es definitorio. Tal anlisis se ejemplifica con la lectura y comparacin
de las dos obras ms caractersticas, el Diccionario de chilenismos
(1875) de Zorobabel Rodrguez y el Diccionario de peruanismos.
Ensayo filolgico (1883-84) de Juan de Arona.

*
Para correspondencia, dirigirse a: Jos Carlos Huisa Tllez ([email protected]),
Johannes Gutenberg-Universitt Mainz, Welder Weg 18, 55099 Mainz, Alemania.
140 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Palabras clave: diccionario de chilenismos, diccionario de


peruanismos, formacin nacional, Juan de Arona, lexicografa
hispanoamericana, representaciones sociales, Zorobabel Rodrguez.

Social representations through language in 19th century


Spanish American lexicography

Abstract

This article departs from a fairly recent approach to the analysis of


the first Hispano-American lexicography after the independence
from Spain, consisting in a close relation between contemporary
historical and socio-political processes and the elaboration, diffusion
and reception of the first dictionaries of American Spanish, cultural
products created by the creole elite. On this basis, a general unity of
lexicographic discourse, despite the visible and described diversity
in works and authors, is proven. Consequently, the use of social and
socio-political representations, whose role is defining in nation-
building, is analyzed. The proposed analysis is exemplified by the
reading and comparison of the two most representative works, the
Diccionario de chilenismos (1875) by Zorobabel Rodrguez and the
Diccionario de peruanismos. Ensayo filolgico (1883-84) by Juan
de Arona.

Keywords: dictionary of chilenisms, dictionary of peruanisms,


national formation, Juan de Arona, Spanish American lexicography,
social representations, Zorobabel Rodrguez.

Recibido: 11/05/14 Aceptado: 17/08/14

1. Introduccin: el estudio actual de la


lexicografa hispanoamericana del siglo XIX

La atencin prestada por la filologa actual a las obras lexicogrficas del


espaol americano elaboradas en el siglo XIX se escinde en dos percepciones
claramente contrapuestas. Por un lado, los criterios metodolgicos seguidos
por los primeros autores siguen siendo utilizados en gran medida en la prctica
diccionarstica sin que se plantee previamente ninguna reelaboracin terica
que apunte a los objetivos que un diccionario del siglo XXI debe plantearse
Representaciones sociales a travs del lenguaje... / Jos Carlos Huisa T. 141

en cuanto obra de consulta1. Se repiten, as, principios ya fosilizados por el


paso del tiempo, por ejemplo, el hecho de tomar como punto de referencia el
diccionario acadmico para decidir qu elementos lxicos se registrarn o no,
y la acumulacin indiscriminada del mayor nmero de unidades sin importar
su nivel de frecuencia o de uso actual. Todava se piensa, por lo dems, que
los diccionarios de este tipo estn ntimamente relacionados con el orgullo y
la identidad supuestamente nacionales de los hablantes de la variante regional
registrada. La segunda perspectiva es de signo completamente contrario y
constituye una reaccin a la situacin que acabamos de sealar. Se parte
aqu de la certidumbre de que la primera lexicografa hispanoamericana
corporeiza la eleccin de un modelo por completo inadecuado, tanto en su
poca como con mayor razn en la actualidad, porque posterga un modelo
integral que no parte de la comparacin entre el habla propia y un espaol
general o peninsular, comparacin originada, segn esta reflexin, por la
aceptacin tcita de la diferencia e inferioridad de los dialectos americanos
frente al de la exmetrpoli 2.
Esta segunda postura cientfica frente a los orgenes de la lexicografa
hispanoamericana, cuya evaluacin es pertinente para este trabajo, deja de
lado dos cuestiones esenciales en el plano historiogrfico: en primer lugar,
la situacin del espaol americano en el siglo XIX en cuanto resultado del
trasplante de la lengua y de su contacto con otras indgenas que atraviesa,
a partir del hecho histrico de la independencia, un proceso todava poco
estudiado de configuracin de normas nacionales antes inexistentes, gracias
al cual, por cierto, se hizo visible la variacin que los diccionarios registran.
En segundo lugar, se descuida el hecho de que esta primera lexicografa
surge en medio de un proceso de formacin nacional, del que constituye
finalmente una clara manifestacin, lo que no solo explicara el registro
de elementos propios de un determinado pas los llamados -ismos, sino
tambin las caractersticas estructurales de los mismos diccionarios. Al
prestarle atencin a estos dos elementos, la explicacin y evaluacin del
fenmeno lexicogrfico hispanoamericano se amplan a horizontes que el
investigador antes no haba entrevisto.
Una de las preguntas que desde este punto de vista el investigador debe
plantearse se vincula ntimamente con la nocin de discurso y la relacin

1
Claras excepciones son aquellos proyectos de largo aliento que se dedican a la
lexicografa integral, como el que dirige Luis Fernando Lara en El Colegio de Mxico, y a
una moderna lexicografa diferencial-contrastiva, llevada a cabo en concreto por el equipo
de Reinhold Werner en la Universidad de Augsburgo en Alemania.
2
Ver, especialmente, Lara (1990).
142 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

dialctica que este mantiene con la sociedad, no solo en cuanto a temas


lingsticos en s mismos sino especialmente en cuanto a la manera en que
por medio de estos se filtran representaciones en un plano social. Siguiendo
tal desiderata, revisaremos a continuacin de qu forma el ambiente socio-
poltico en una poca de formacin nacional jug un papel decisivo en la
elaboracin de los diccionarios y qu tipo de representaciones sociales
encontramos en ellos a partir de aquel. Nos serviremos para la presentacin de
ejemplos de los dos casos ms prototpicos de la serie de obras a las que nos
referimos: el Diccionario de chilenismos (1875) de Zorobabel Rodrguez y el
Diccionario de peruanismos. Ensayo filolgico (1883-84) de Juan de Arona.

2. La formacin nacional como factor decisivo

La variacin del lxico del espaol americano frente al peninsular y a lo


largo del continente ya era visible mucho antes del siglo XIX. La novedad
en la lexicografa posterior a la independencia es el punto de referencia para
el registro de las unidades lxicas que establecen los autores, esto es, los
pases recin constituidos, cuestin que nos induce a determinar algunas
pautas para la crtica de esta prctica, las que mencionamos a continuacin.
Debido a la determinacin de los pases como punto de referencia,
estos primeros diccionarios constituyen el resultado de un primer impulso
patritico, lo que se expresa directamente en sus pginas, no solo en las
palabras preliminares sino tambin en el mismo cuerpo lexicogrfico. Dice
Arona para poner un ejemplo ya en las primeras palabras de su trabajo:
Su autor la empez [la obra] en Lndres por los aos de 1860, cuando
aunados los recuerdos de la ptria y la vivacidad de sentimientos de los
veinte aos, buscaban en todo forma para manifestarse (V). En el caso de
Zorobabel Rodrguez, la situacin es todava ms clara: como parte de un
objetivo mayor de mejora del pas, al inicio de su obra plantea el objetivo
pedaggico de ella en el marco de la recin instaurada repblica.
Tambin debemos reparar en una clara formacin identitaria que se
lleva a cabo de la mano de una descripcin filolgica; as, se asume y se
fortalece la idea de un espaol de los peruanos, por ejemplo, que da por
hecha la idea de una entidad en teora bien determinada, los peruanos. Tender
decididamente en el plano de la lengua pero tambin en el social a una
homogeneizacin interna en cada pas y a una diferenciacin con el resto de
pases es consustancial a este proceso. Sintomtico resulta que la elaboracin
Representaciones sociales a travs del lenguaje... / Jos Carlos Huisa T. 143

del primer diccionario general de americanismos el de Malaret de 1925


fuera posterior y tuviera un manifiesto objetivo filolgico.
No es difcil pensar, siguiendo este orden de ideas, en un tinte ideolgico
que se filtra en el registro lexicogrfico decimonnico, lo que conlleva asumir
la existencia de ideas nacionales o nacionalistas como base que sostena esta
prctica, no solo en el sentido que la historiografa tradicional ha concluido
esto es, especialmente, el orgullo nacional como impulso del registro de
peculiaridades lxicas propias sino tambin en el sentido estrechamente
relacionado con la formacin concreta y real de una nacin que se reconoce
como correlato de una comunidad determinada claramente y de un Estado
recin fundado, de tal manera que resalte la modelacin de las sociedades
en los inicios de la poca independiente.
No olvidemos, por otro lado, que en este marco se integran tambin
elementos propios de la lexicografa de regionalismos. Uno de ellos es
la normatividad justificada en su poca por el temor a la prdida de la
unidad idiomtica, proveniente, a su vez, del paradigma biologicista al
uso, de lo que resulta una lexicografa prescriptiva nacional que apunta
a las correcciones de habla con el fin de mejorar la educacin en un pas.
Ejemplos de ello son Correcciones de defectos de lenguaje, para el uso de
las escuelas primarias del Peru (1874) de Miguel Riofro y especialmente
el Diccionario de chilenismos 3. Otro elemento que se reelabor en una
situacin de formacin nacional fue la inclinacin enciclopdica que el
registro del lxico americano haba mostrado desde mucho antes del siglo
XIX y que tena como finalidad bsicamente la explicacin de trminos de
realia o en una forma un tanto ms compleja la evangelizacin. En la
lexicografa que revisamos, se supera este paradigma y se apunta a objetivos
identitarios ms amplios.

3
Tampoco Arona escapa a esta corriente y se refiere con frecuencia a procesos de
corrupcin (lo que en la poca se puede entender ms como transformaciones), prdida
y degradacin dentro del habla peruana, aunque no hace ninguna referencia directa a la
educacin. Innumerables ejemplos de ello se pueden encontrar a lo largo de sus Observaciones
generales previas al cuerpo del diccionario; en este, por el contrario, encontramos muy pocos
casos y en ellos se muestra una actitud bastante menos crtica.
144 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

3. El discurso lexicogrfico
hispanoamericano del siglo XIX

El estudio del discurso, en trminos generales y salvando la gran amplitud


de perspectivas desde las que se lleva a cabo, se plantea en primer lugar la
determinacin y descripcin de sus dimensiones y estructuras. El inters de
los investigadores no se restringe, sin embargo, a estos elementos, sino que
tambin se presta atencin, muchas veces de manera central, al aspecto social
del discurso, entendido aquel como la relacin dialctica entre el discurso y
la sociedad concreta en la que se genera4. En un nivel concreto, esto ltimo
significa que en el discurso especialmente en aquel de las elites se repiten
y se refuerzan modelos ya establecidos de relaciones sociales, y se ofrecen
otros nuevos que se quieren imponer. Dicho de otro modo, se asume en este
orden de ideas que las relaciones de poder o de dominacin en una sociedad
tiene un fuerte componente discursivo, cuyo anlisis escapa al campo
puramente lingstico. Un anlisis crtico del discurso no solo describe esta
situacin de manera neutra, sino que adems pone de relieve la relacin
existente entre el discurso y personas de carne y hueso en situaciones reales
y concretas de convivencia social, y llega a tomar posicin frente a ellas,
alertando del peligro que supone la filtracin en un determinado discurso
de elementos ideolgicos que perpetan o buscan perpetuar formas sociales
de dominacin.
Desde esta perspectiva de anlisis, en el caso de los diccionarios
elaborados en un momento de formacin nacional resulta necesario
profundizar en algunos aspectos fundamentales. El primero de ellos lo
constituye el dominio que se ejerce sobre el discurso. As, se tienen que
poner en primer plano, por un lado, el hecho de que los autores se arrogan
la facultad de establecer y describir el habla correspondiente, y, por otro, la
manera misma en que lo hacen, cuestiones sobre las que normalmente no se
reflexiona y que ni se describen ni interpretan, aceptando su ocurrencia de
manera natural. Mucho ms importante es sealar un hecho recurrente en
estas primeras obras: el paso de un mbito filolgico, en el que la autoridad
del autor puede aceptarse, a uno mucho ms amplio en el que este se permite
comentar cuestiones centrales de la sociedad en la que vive. En otras palabras:
el dominio ganado a partir de la cuestin filolgica autoriza de cierta manera

4
La bibliografa sobre el estudio del discurso es amplsima; aqu basta con mencionar
a van Dijk (2000a) y (2000b).
Representaciones sociales a travs del lenguaje... / Jos Carlos Huisa T. 145

al lexicgrafo hispanoamericano del siglo XIX a referirse tambin a temas


sociales. Aqu no se tiene que perder de vista, sin embargo, que este paso que
hoy da resultara forzado era bastante normal en una poca en la que era
comn la participacin poltica de los intelectuales. No obstante, se trata de
un aspecto determinante en la evaluacin que estas obras merecen, porque
conlleva precisamente un peligro del que un anlisis crtico quiere alertar:
si asumimos que los primeros lexicgrafos pertenecen a la elite cultural y
econmica de la sociedad postindependentista en concreto, los criollos que
heredan la administracin colonial y el poder coercitivo, est claro que los
modelos que repetirn y difundirn a travs de sus obras estarn claramente
marcados por un sesgo ideolgico propicio para ella.

3.1. El discurso lexicogrfico hispanoamericano


del siglo XIX como un tipo de discurso

Emprender un anlisis que se preocupe por la forma en que se expresan


a travs del discurso lexicogrfico hispanoamericano los procesos y las
estructuras sociales y culturales del siglo XIX independiente parte de la
premisa de que existe una unidad discursiva entrevista a travs de las
diferentes obras individuales. Si bien en estas se pueden distinguir diversos
objetivos especficos, es posible determinar claramente tal unidad a partir,
en principio, de factores externos claramente reconocibles y que ya hemos
ido apuntando: en el plano histrico, la recin ganada independencia pero
de fuerte legado colonial; en el cientfico, la preocupacin por el devenir de
la lengua espaola en la Amrica poscolonial. En cuanto a una disposicin
interna, esta unidad se caracteriza adems por los siguientes elementos:

a) La descripcin, no siempre exclusivamente en trminos lingsticos,


del espaol de un determinado pas y de sus peculiaridades frente a una
norma general o penisular por parte de la elite culta de las sociedades
hispanoamericanas decimonnicas. La pertenencia a esta elite, por
cierto y como veremos ms adelante, no es de ninguna manera un
detalle supefluo. Significativa resulta, por ahora, la clara conciencia
que los autores tienen de pertenecer a una corriente lexicogrfica
definida, la de los provincialgrafos de Amrica como dice Arona,
y que se hace explcita normalmente en las palabras de presentacin
de cada obra.
b) La presuposicin de un grupo humano relativamente homogneo
identificado con un Estado (por ejemplo, los peruanos o los
146 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

chilenos), cuya habla se describe como relativamente uniforme, de


tal manera que, conscientemente o no, se participa en un proceso
de construccin nacional. Tal identificacin unvoca resulta ser en
esencia una construccin discursiva que no se corresponde de forma
necesaria con la realidad de los hechos, esto es, la existencia tanto de
distintas sociedad y hablas dentro de un pas. En los casos en los que
se alude directamente a sociedades y hablas marginales, se acenta
con determinacin esta ltima caracterstica.
c) El contraste propuesto entre diferentes hablas hispanas y tambin
entre las sociedades correspondientes (que corresponden, a su vez, a
los diferentes pases).
d) La forma lexicogrfica de los textos, bastante alejada de las normas
y pautas establecidas por la lexicografa al uso en otras latitudes,
especialmente en Europa, que los autores conocan muy bien.
Mientras que para un estudio filolgico es ciertamente interesante
describir este desapego a una tcnica lexicogrfica determinada en
favor de un estilo ms bien periodstico, en nuestro caso debemos
reparar en que precisamente gracias a este estilo la subjetividad del
autor se hace bastante ms visible. Esto deja la puerta abierta a que
el autor rebase el mbito filolgico y que llegue a tratar cuestiones
sociales, aunque el solo ttulo de diccionario o de obra filolgica no
lo prevea, lo que tiene finalmente importantes consecuencias en la
recepcin de la obra por parte de la sociedad.
e) El carcter dirimente mucho ms que solo descriptivo de la opinin
del autor, tanto en cuestiones lingsticas, en principio, como tambin
en cuestiones sociales.
f) Una alta capacidad de difusin y de asimilacin. La palabra escrita y
publicada juega un papel esencial en la aceptacin y popularizacin
de los juicios expresados a travs del discurso. La posesin del medio
el registro escrito como su edicin e impresin por parte de los
autores constituye una muestra y un uso claros del poder social por
parte de la elite culta.
Representaciones sociales a travs del lenguaje... / Jos Carlos Huisa T. 147

4. Representaciones sociales

Antes de pasar a la lectura de los diccionarios que revisamos, vale la pena


recordar una cuestin histrica elemental: la sucesin de los diferentes
estadios por los que atraves el continente desde finales del siglo XVIII hasta
la plena instauracin de los Estados actuales en un sistema republicano no
fue la misma que podramos encontrar en otros lugares del planeta.
En principio, no nos encontramos aqu ante la evolucin de un sentimiento
nacional que desencadena la independencia de Espaa. Por el contrario,
es la cada de la metrpoli debido a la invasin francesa la que pone en
cuestionamiento en mbitos criollos y tras un primer momento de clara
fidelidad la unidad de las colonias con la corona y la legitimidad de aquella.
Hay que tener en cuenta, adems, que en cuanto a aspectos comerciales y
econmicos, incluso sociales, haba una clara diferencia entre la postura de
los criollos en determinadas zonas cntricas de larga tradicin colonial, como
Lima, y en zonas perifricas, de tal manera que el sentimiento independentista
adems de otras razones, como el componente poblacional, por ejemplo
no poda ser el mismo. La independencia constituy, as, un paso histrico
con consecuencias ms administrativas la toma del poder econmico y
coercitivo por parte de las elites criollas, que de reconocimiento identitario;
de hecho, elementos tan esenciales como la religin y la lengua, incluso los
rasgos tnicos, no funcionaron como diferenciadores entre los miembros de
tales elites y los peninsulares5.
El final de las guerras de independencia dio paso a una formacin del
Estado sobre una base social reducida y, en general, excluyente que
deba consolidar el cambio poltico-administrativo y, a la vez, determinar
con claridad componentes que fueran comunes a un pas pero que los
distinguiera del resto. Esta es la razn por la que comienza una larga poca
de produccin de elementos identitarios, desde smbolos de la patria hasta

5
En contra de lo dicho en este prrafo, por mucho tiempo la historiografa
hispanoamericana parti de la asuncin contraria, la de la existencia de un espritu nacional
que habra desencadenado la independencia. Sobre esta confusin, dice Chiaramonte: Se
trata, en suma, de las derivaciones an vigentes del criterio de proyectar sobre el momento
de la Independencia una realidad inexistente, las nacionalidades correspondientes a cada
uno de los actuales pases iberoamericanos, y en virtud de un concepto, el de nacionalidad,
tambin inexistente entonces, al menos en el uso hoy habitual. Un concepto que se impondra
ms tarde, paralelamente a la difusin del Romanticismo, y que en adelante ocupara lugar
central en el imaginario de los pueblos iberoamericanos y en la voluntad nacionalizadora de
los historiadores (Chiaramonte 1997: 145).
148 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

manuales de historia o geografa, pasando adems por uno de los elementos


ms prototpicos, la literatura6. Desde este punto de vista, resulta claro el
papel que jugaron los diccionarios de provincialismos y el alcance simblico
que tuvieron, muchas veces olvidado por la historiografa actual.
Con este teln de fondo, identificaremos y describiremos a continuacin
las representaciones sociales ms importantes en las dos obras lexicogrficas
prototpicas del perodo que estudiamos, la de Zorobabel Rodrguez y la de
Juan de Arona. Planteamos para ello dos planos distintos: aquel en que se
representan elementos polticos y aquel en que se representan determinados
grupos humanos del pas. En el primer caso, se evala de qu manera se
evidencia en los textos lexicogrficos el proceso de establecimiento de una
determinada forma de gobierno y en qu medida el autor lo comenta y lo
interpreta. En el segundo, la manera en que aquel se posiciona desde el punto
de vista lingstico pero tambin social frente a tales grupos humanos. En
ambos casos, resulta esencial no perder de vista que si bien se analizan autores
y textos individuales, la vitalidad del discurso con el que nos encontramos
goza de un alcance social bastante mayor.

4.1. La impronta poltica7

Uno de los elementos definidores del siglo XIX hispanoamericano lo


constituye el establecimiento del sistema poltico en los pases recin
formados. Como se sabe, este proceso se vio interrumpido repetidas
veces debido a guerras civiles que enfrentaban a grupos de poder locales
organizados a partir de caudillismos, de fuerza creciente desde la cada
del gobierno colonial central y el desplazamiento de lealtades a falta de un
rey. En el plano de las ideas polticas, sin embargo, es posible apreciar la
fuerte presencia del pensamiento liberal, proveniente en gran medida de
Cdiz, que haba marcado la independencia y que intentaba dirigir, en una
lucha frontal contra el pensamiento conservador, la constitucin poltica
hispanoamericana, si bien sin prestar mucha atencin a la situacin real de
la sociedad y ajeno al hecho de que no ocurra una transformacin profunda

6
Ver, por ejemplo, Burucua y Campagne (1994) y para el caso peruano, los ensayos
de McEvoy (1999). Todo lo anterior se corresponde con una dicotoma ya clsica en la
historiografa: identidad poltica/identidad cultural. Como decimos, en nuestro caso la
identidad cultural se afianz solo a partir de establecerse la primera; ver Guerra (2003). Sobre
la formacin del Estado nacional latinoamericano, ver Annino (1994) y (2003).
7
El tema de este apartado se desarrolla con mayor detenimiento en Huisa (2013).
Representaciones sociales a travs del lenguaje... / Jos Carlos Huisa T. 149

de los medios de produccin8. En un nivel historiogrfico, es productivo, no


obstante, superar esta clsica confrontacin entre el pensamiento liberal y
el conservador y, ms bien, asumir la existencia de un categora operativa,
el republicanismo, para entender el devenir poltico hispanoamericano del
XIX 9.
Volviendo al proceso formativo de la poca y a nuestro tema, salta a la
vista de un lector atento que las formas en que aquel se imprime en las dos
obras lexicogrficas que ahora tomamos como casos de estudio es distinta,
lo cual es en gran parte resultado del diferente nivel en el que se encontraban
ambos pases en la consolidacin de la repblica: mientras que en Chile se
puede hablar hacia el momento de la elaboracin de estos diccionarios de
un Estado en un proceso adelantado de formacin (basta recordar, como
ejemplo, el papel organizativo que se le da a Diego Portales), el proceso
peruano iba un tanto retrasado debido a las diferentes guerras civiles y a la
importancia de los caudillos locales (Manuel Pardo, la figura ms relevante
de la proceso republicano en Per, cobra mayor importancia solo entre las
dcadas del 60 y del 70).
As, vemos que Zorobabel Rodrguez alude directamente y desde un
primer momento al sistema republicano establecido en el pas y corporeizado
en el Presidente al decir en su dedicatoria: El autor de este libro tiene a
honra dedicarlo respetuosamente al Presidente de la Repblica, para quien
est reservada la gloria de promulgar la lei que establezca en Chile la libertad
de enseanza i de profesiones (VI). La consabida postura poltica del autor,
a caballo entre el conservadurismo y el liberalismo, tanto en cuestiones
polticas y sociales como especialmente econmicas puede explicar el papel
de la ley en cuestin en los debates polticos10. Aqu resulta interesante
tambin si queremos ver la manera como se manifiesta en el diccionario

8
Esto ltimo puede sintetizarse en el concepto de modernizacin tradicionalista, con el
cual se explicara el proceso peruano tras la independencia: La modernizacin tradicionalista
es una verdadera modernizacin; lo que significa que introduce elementos nuevos dentro de
la sociedad tradicional y la transforma. Pero, al mismo tiempo, esta sociedad no se desprende
de ciertos elementos antiguos o tradicionales que permanecen como aspectos nucleares,
en torno a los cuales se organiza la modernizacin. En todo proceso de modernizacin es
evidente que subsisten muchos elementos del pasado. Pero en la modernizacin tradicionalista
los elementos que subsisten no son relegados a la periferia del proceso como rezagos de un
pasado que desaparece gradualmente sino que se constituyen en los elementos centrales del
proceso (de Trazegnies 1987: 106).
9
Para el caso peruano, ver McEvoy (1997) y (2001).
10
Sobre esto, ver Correa (1997) y (1999). Aqu queda claro lo dicho lneas arribas: el
comportamiento poltico de Rodrguez se explica mejor por un espritu republicanista que a
partir de una cerrada clasificacin liberal/conservador.
150 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

el devenir poltico de aquel entonces que, ya muy entrado el siglo XIX las
elites hispanoamericanas todava continuaran haciendo hincapi en la idea
ilustrada de la educacin como medio de progreso y que todava fuera una
espinosa tarea pendiente para ella determinar el papel que deba cumplir el
Estado en esa cuestin. En torno de esta, de hecho, gira de forma determinante
la concepcin y la elaboracin de la obra. Rodrguez no deja de sealar sin
ninguna reserva la necesidad de la buena enseanza de la gramtica en una
poca de formacin nacional, criticando severamente la situacin actual: La
incorreccin con que en Chile se habla i escribe la lengua espaola es un mal
tan jeneralmente reconocido como justamente deplorado (VII). Digamos
de paso en este momento que el caso de Arona es radicalmente distinto:
ni la educacin ni un supuesto teln de fondo republicano y de formacin
nacional juegan algn papel explcito en la concepcin y elaboracin de
su obra. Se refiere a su trabajo, ms bien, como un estudio filolgico que
tiene como fin encontrar los verdaderos peruanismos en el habla peruana11.
Tras una lectura atenta, resulta evidente que la representacin del
componente poltico de la sociedad que nos muestra Rodrguez tiene una
fuerte carga institucional. Esta imagen de un sistema dentro del que se
desarrolla la vida social y poltica atraviesa varios artculos del diccionario.
Son recurrentes algunos elementos sintomticos: definiciones de conceptos
polticos, por ejemplo pelucn (conservador) y pipiolo (liberal); claras
referencias a la formacin nacional, por ejemplo, nuestra sociedad recien
salida de la crislida (s. v. capuchino, -a); la apelacin constante a la
naturaleza republicana del pas y del continente, por ejemplo, la Amrica
espaola y republicana (s. v. bagual), todas las repblicas latino-
americanas (s. v. rocambor) o la capital de la repblica (s. v. calduda); etc.
Como es bastante comn en la lexicografa hispanoamericana
decimonnica se echa mano aqu tambin de categoras polticas en una
especie de smil, para adentrarse en temas puramente lexicolgicos. Uno
de los casos ms prototpicos dicho sea de paso, es el de Ricardo Palma,
para quien la determinacin del uso de las unidades lxicas debe ser una
consecuencia de la democracia popular antes que de la soberana imposicin
acadmica. En la obra de Rodrguez tambin ocurre esto, si bien en una
intensidad bastante menor, al decir varias veces:

11
Interesante es, por cierto, como veremos ms adelante que este objetivo filolgico
apunta sobre todo a demostrar la fuerte raz castiza que los peruanismos tienen, lo que tambin
tiene consecuencias en las representaciones sociales que el diccionario ofrece.
Representaciones sociales a travs del lenguaje... / Jos Carlos Huisa T. 151

I vaya que el soberano pueblo tiene razon contra el seor Vicua, i que
est bien dicho los Carreras! (s. v. apellidos en plural).
Sea de ello lo que fuere es lo cierto que en la Amrica republicana, donde
somos demasiado demcratas para hablar de plebeyos, somos bastante
caballeros para no tener un vocablo que nos permita designar a las
personas de baja alcurnia sin acudir a las sutiles distinciones de indios,
mestizos, zambos i [sic] mulatos (s. v. chino, a, amento, ero, era, ito, a).
Es ste un provincialismo americano de corrientsimo uso, que no
ha tenido sinembargo [sic] todava el honor de ser reconocido por la
Academia, como si la ilustre corporacin tuviese empeo en seguir con
las nuevas palabras de estos pases, la misma poltica pachorruda que
el gobierno de Madrid sigue con los nuevos estados que surjieron [sic]
de la guerra de independencia. Solo en este ao ha reconocido la de la
repblica de Venezuela! (s. v. chancaca).

La imagen de la situacin poltica que nos ofrece Arona es de otro signo


y su elaboracin es ms compleja: la consecucin del objetivo filolgico
mencionado lo lleva sistemticamente y casi sin solucin de continuidad a que
exprese su opinin duramente crtica e irnica sobre el proceso formativo
republicano. La presentacin de la situacin lingstica hispanoamericana
en sus Observaciones generales es un ejemplo perfecto:

Si nos figuramos en nuestra mente el aspecto del idioma castellano en la


America espaola, nos parecer ver el vasto lecho de un ocano exhausto.
All hay de todas los naufrajios; riquezas completas, riquezas truncas;
sries de despojos hermosos y por acaso bien ordenados; montones de
restos informes, heterogneos, revueltos; lo arcaico dndose de coces
con lo flamante; resultado todo de los dos grandes naufrajios, el de la
civilizacin indjena que desapareci hace tres siglos con la conquista, y el
de la espaola que se perdi al comenzar el presente con la emancipacin;
y de los pequeos naufragios poco menos que diarios, de estas nuevas
Repblicas, fiscales, sociales, polticos, morales, etnogrficos, con lo que
ha acabado de perderse lo poco salvado, y se ha aumentado la confusin
(XXIV-XXV).

Esta imagen decadente y criticable es una constante en la obra. En la


Introduccin, que recoge un texto publicado en la prensa ya en 1870, dice
con poca sutileza:

El espaol, que est lejos de ser la ms culta de las lenguas modernas, ha


sido ms irrepestuoso que el ingls y el francs, y hecho un verdadero
republicano, ha roto con el pasado ahuyentado de su ortografa la th, la
152 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

ph, la y griega vocal, en las voces de origen griego, y hasta la x y el trans,


que hoy son casi siempre s y tras (XLIII).

Tambin en la representacin de los agentes polticos, la representacin del


sistema es distinta en cada caso. Mientras que en Rodrguez la preocupacin
lexicogrfica est en primer plano y controla de cierta manera la subjetividad
del autor, en Arona la crtica al sistema, esta especie de antirrepublicanismo,
se cuela a cada momento, de tal forma que la definicin lexicogrfica es de
tipo subjetivo. Veamos, por ltimo, un ejemplo de cada uno:

Aun cuando lo mejor en materia de apodos es no usarlos, ya que la mala


costumbre subsiste, es preciso reconocer que los de pipiolo i pelucon
tenan sobre los que en la actualidad usan los guerrilleros de la poltica
la doble ventaja de ser nacionales i expresivos (s. v. pipiolo, ismo, aje).
[El capitulero es] El hombre de las elecciones populares, el que dispone
de la gente (cuadrillas y turbas) y de los cubiletes para sacar avante [sic]
un candidato la diputacin la presidencia de la Repblica.
El capitulero es unas veces de segundo rden, y entonces como tipo
social gira entre los galleros y mozos crudos. Otras veces es de mejor
alcurnia, y una vocacin irresistible reveces de fortuna lo arrastran
esa especulacin, porque bien visto no es ms. Y as como el actor
fuerza de interpretar al autor se ha l mismo autor dramtico; as como
el boticario de tanto manosear recetas se lanza espedirlas y se convierte
en mdico, y asi como es raro el cajista que degenera en periodista, llega
un da en que el capitulero se dice anchio sono poltico; y como toda la
enciclopedia y carrera universitaria que se necesita para figurar en este
ramo es habilidad prctica, el capitulero no tarda en ser uno de nuestros
prestigiosos (s. v. capitulero).

Las diferencias entre las representaciones polticas que ambos diccionarios


nos ofrecen son bastante claras y segn nuestro parecer constituyen una
manifestacin del punto en que se encontraba cada elite en el proceso de
constitucin e implantacin del modelo de gobierno.

4.2. Grupos humanos en la sociedad

La representacin de los distintos grupos humanos en el pas correspondiente


es un elemento muy visible en esta primera lexicografa hispanoamericana,
si bien en distintos grados a partir de cuestiones idiosincrsicas, como ocurre
en los dos casos que estamos revisando. Insistamos en la idea que dirige
nuestras reflexiones aqu: est claro que el panorama social que estas obras
Representaciones sociales a travs del lenguaje... / Jos Carlos Huisa T. 153

filolgicas muestran no es de ninguna manera aquel que se corresponde


fielmente con los hechos reales lo que por cierto es casi imposible, incluso
si nos enfrentramos a obras documentales, sino que es resultado de la
mirada desde una determinada perspectiva social e ideolgica. En este orden
de ideas, la mediacin que constituye el discurso de los lexicgrafos cuya
capacidad de generar, afianzar y difundir representaciones sociales podemos
observar y evaluar es determinante, porque a travs de tales representaciones
sociales accedemos al imaginario de la elite criolla decimonnica.
Veamos dos trminos definitorios en este plano. Por un lado, roto en el
diccionario chileno:

Esta palabra no es propiamente un chilenismo, porque una de sus


acepciones castizas es andrajoso, zarrapastroso.
Tngase, s, como una peculiaridad de nuestro uso el servirnos de aquella
voz para designar a la jente de ltima clase, a la misma cuyos individuos
son llamados cholos en el Per, i lperos en Mjico (s. v. roto).

y cholo en el peruano:

Una de las muchas castas que infestan el Per; es el resultado del


cruzamiento entre el blanco y el indio. El cholo es tan peculiar la costa,
como el indio la sierra; y aunque uno y otro se suelen encontrar en
una y otra, no estn all ms que de paso, suspirando por alzar el vuelo;
el indio por volverse sus punas y su llama, y el cholo por bajar la
costa, ser diputado, magistrado presidente de la Repblica; porque,
sin duda por exageracin democrtica, los primeros puestos de nuestro
escenario poltico han estado ocupados con frecuencia por cholazos de
tomo y lomo. Es pues un grandsimo error creer que con decir cholo est
designado el pueblo peruano, como lo estn en Mjico y Chile cuando
se dice el lpero y el roto. El cholo aqu no es ms que un individuo del
pueblo, o de la sociedad, o de la poltica (s. v. cholo).

Este caso se debe explicar apelando a la disparidad entre ambas obras


en cuanto a la carga subjetiva que presenta el discurso lexicogrfico.
En Rodrguez, si bien esta no est complemente ausente fijmonos en
la asuncin indiscutible de pertenencia que no se explica, es evidente
que lo que ocupa el primer plano es la materia filolgica o por lo menos
lexicogrfica del artculo, esto es, la explicacin del uso y la designacin, y
la presentacin de equivalentes. En Arona, por el contrario, la preocupacin
filolgica o lexicogrfica es prcticamente inexistente y el artculo resulta
ser una descripcin enteramente subjetiva. Notemos, de paso, la alusin
consabida al sistema republicano.
154 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Sugerente resulta tambin plantear la cuestin de la manera en que se


establece una relacin directa entre la voz del autor, tambin entendida como
la de una entidad ms amplia, y los grupos humanos a los que se refiere.
Rodrguez utiliza sistemticamente el posesivo para referirse a grupos
distintos al suyo: [...] pero no lo es atrasarse en el sentido que le dan
nuestros guasos en frases como stas: [...] (s. v. atrasarse), Para concluir
solo agregaremos haber oido mas de una vez a nuestros guasos i gafianes usar
botado en el sentido de[...] (s. v. botado), Comer maqui i sacar huira, es
un adajio mui expresivo que usan nuestros guasos para indicar que [...] (s.
v. huira,o), En casos tales suelen decir nuestros rotos que ha visto burros
negros (s. v. burros negros (verlos)), Uno de los innumerables verbos
con que nuestros rotos llaman su distraccion favorita de embriagarse (s. v.
curarse), etc. Esta forma retrica de apropiacin del otro lo que esconde
muchas veces un trato de inferior o de menor de edad es un fenmeno
bastante usual incluso hoy en da y coincide con marcadas diferencias
sociales que consciente o inconscientemente se resaltan. En nuestro caso,
no es pertinente una interpretacin mayor; ms bien, tengamos en cuenta
sobre todo la cuestin concreta de la apelacin a este recurso retrico en el
tipo de discurso que estudiamos y las consecuencias de su recurrencia en la
construccin de la representacin de estos grupos sociales.
Este comportamiento es infrecuente en el caso de Arona y los ejemplos
son contados: Si algunas de nuestras cholas zambas viniendo caballo
del campo se atan el sombrero, con un pauelo para que no se les vuele,
llamarmos eso barbiquejo por analoga solamente (s. v. barbiquejo) y
Es uno de los mil modos que nuestra plebe tiene de lucir la desaforada
libertad y la animal felicidad de que rebosa (s. v. quimba). Encontramos,
ms bien, un claro distanciamiento desde un nosotros actualizado tambin
por otros pronombres personales y posesivos bastante definido12 que se
corresponde con el habla que la obra describe y con la representacin social
de la elite criolla. Esta diferenciacin entre nosotros y otras instancias es un
reflejo de la coincidencia de las diferencias sociales y econmicas con las
tnicas en el Per decimonnico, y que tiene como base aquella distincin
entre repblica de indios y de espaoles sobre la que estaba organizada la
administracin colonial. De esta forma, en el discurso de Arona categoras
como los indios o los negros, por ejemplo, siempre forma parte de los otros.
Dicho sea de paso, en el caso de Zorobabel Rodrguez casi nunca se apela

12
Fuera, claro, del plural de autora y de la autodesignacin como hispanoamericano o
hablante del espaol americano, especialmente frente a los peninsulares, elementos compartidos
con la obra chilena.
Representaciones sociales a travs del lenguaje... / Jos Carlos Huisa T. 155

a estas identificaciones tnicas, de tal manera que se ofrece una imagen de


unidad, probablemente consecuencia de la realidad de los hechos es posible
decir que la complejidad tnica chilena es mucho menor que la peruana,
pero de la cual todava es vlido dudar, en cuanto se trata finalmente de una
representacin que se pone sobre la mesa a travs del discurso.
Volvamos al distanciamiento impuesto por Arona desde un nosotros que
acta como categora operativa en su discurso y se identifica sin ningn
reparo con los peruanos por antonomasia:

Los peruanos de hoy, que ms mnos directamente recibimos educacin


europea, y que por la sangre, el idioma y los nombres de familia nos
sentimos atrados al viejo mundo y nos amamantamos en el amor de
Grecia y Roma, mirando con indiferencia, con frialdad y hasta con desden
la civilizacin incaca, que en realidad no es mas que una tradicin,
debemos advertir que as como los negros racionales les ofende el color,
asi esa civilizacin que hoy menospreciamos no tuvo ms baldon que el
haber carecido de letras humanas, como dira Garcilaso (s. v. incas).

Este distanciamiento tambin se basa en criterios geogrficos: el discurso


se ubica en Lima y desde ella se hace referencia a otras zonas del pas, de
lo cual se generan dos claras dicotomas sobre las que giran casi todas las
afirmaciones del autor sobre el espaol peruano y la sociedad: Lima/Arequipa
(la segunda ciudad en importancia, por lo menos en la obra) y costa/sierra,
como se ve en los siguientes artculos:

Aguatera.Arequipa. Lo que nosotros llamamos en Lima la tinajera, y


el Diccionario, el tinajero. Aguatero por aguador es comun en Arequipa
y Tacna. En Lima no usamos la desinencia tero; no ser en la palabra
leatero, que as decimos por leador, vocablo que parecera pluscuam
culto en boca nuestra.
Cacharpari.Fiesta nocturna, jarana festejo que se d en obsquio de
alguno que parte al dia siguiente, cuando no es el mismo prximo viajero
el que hace de Anfitrin. Esta costumbre como el nombre lo indica nos
viene de la sierra, en donde es mucho mas corriente que entre nosotros.

La perspectiva del autor desde la que observa y describe la situacin


peruana da paso tambin, escapando de los meros hechos lingsticos, a
una descripcin racial:

Anany!. Arequipa. Ay! De abatimiento y enfermedad. La frecuencia del


sonido en ay y el de la ll mojada liquida dan la lengua quichua una gran
expresion de ternura, que por otra parte parece reflejar la eterna sumisin
de carcter y la eterna sujecion social de la raza que la ha hablado [...].
156 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Est claro que aqu nos encontramos con la consolidacin y difusin de una
percepcin determinada que se basa en un proceso de racializacin13 que
genera o mantiene una situacin de dominacin. Veamos aqu, por ejemplo,
el consabido sabor paternalista que no escapa a este tipo de percepciones:
[] que las ms de las veces es una vasija para beber, como si aquellos
buenos indios hubieran querido mezclar lo til lo agradable(s. v. huaca).
Por ltimo, vale la pena echarle una mirada a la forma como nuestros
lexicgrafos se enfrentaron a la situacin del contacto del espaol con las
lenguas indgenas y cules son las repercusiones en las representaciones
sociales. En el caso de Rodrguez, el papel que cumple el araucano
est bastante claro y no se sale de los lmites impuestos por el objetivo
lexicolgico y lexicogrfico: el prstamo al espaol chileno y su asimilacin
a este. La imagen del espaol chileno, entonces, se ve grabada fuertemente
por estos procesos y no se hace patente ningn tipo de conflicto, como en
el siguiente artculo: Del araucano caru o cari, verde. Al, adoptar nosotros
esta palabra indjena alteramos su significado, pues llamamos cari a la oveja
de lana parda, o albarazada, i alas mantas i ponchos que de ella se tejen (s.
v. cari) y en fragmento del Prlogo:

As ya en adelante no tendr disculpa el escritor que, como casi todos


hasta ahora, sin otro guia que su instinto i juzgando de los vocablos por
el aspecto, subraye i haga publicar en bastardilla como provinciales
muchas voces que son de la mas lejitima cepa espaola, i vice-versa, d
paso franco, como si fuesen castizas, a otras que vienen en linea recta
del quichua o del araucano o de ninguna parte, porque son disparates
de tomo i lomo (IX).

En el caso peruano, la postura que nuestro autor tiene frente a las lenguas
indgenas es clara. Veamos solamente un caso prototpico:

Aimar. Una de las dos grandes lenguas (la otra era el quchua o
quchua) que hablaban los indgenas peruanos la llegada de los

13
En Andrade (2008) y (2009) se ha hecho hincapi en el papel racializador
especialmente en lo referente al cuerpo de las definiciones de Arona, no solo respecto a
los indios sino tambin a los negros. Comparemos, por ejemplo: Cholo.Una de las muchas
castas que infestan el Per; es el resultado del cruzamiento entre blanco y negro. [...];
SacalaguaNombre de una de las infinitsimas castas que pueblan la costa del Per. El la
sacalagua es blanco, rubio y de ojos azules; pero [...].
Representaciones sociales a travs del lenguaje... / Jos Carlos Huisa T. 157

conquistadores espaoles. Los nicos indios que hoy siguen hablando


el aymar son los de Bolivia, los limtrofes del Per 14.

Notemos el uso tanto del pasado imperfecto, era y hablaban, que constatan
que la situacin del presente de la obra es opuesta a la que el artculo
menciona, y el adjetivo nicos para los hablantes actuales, aun cuando en
una poblacin de aproximadamente dos millones de habitantes en el territorio
peruano, el nmero de hablantes de lenguas indgenas no era porcentualmente
insignificante. Notemos, adems, que la nueva configuracin poltica a
partir de los Estados recin creados se superpone a la unidad de una etnia
de mucho mayor pasado. De cualquiera manera, no nos debe sorprender que
en el discurso de la obra las lenguas indgenas jueguen un papel bastante
marginal, lo que constituye un correlato casi natural del ideario del autor,
para quien tanto el espaol como las fuertes races castizas del hablado en
Lima ocupan un primersimo plano.

5. Conclusin

La ampliacin del punto de vista desde el cual se evalan los orgenes de


la lexicografa hispanoamericana, al asumir que las obras correspondientes
antes que meros productos filolgicos resultan ser manifestaciones de
una determinada poca histrica del continente, lleva a una descripcin
y a un anlisis ms profundo del fenmeno. En ese sentido, resulta
necesario prestarle atencin al papel que juega la formacin nacional en
cuanto constitucin poltica y proceso de formacin identitaria, tanto
en la elaboracin como en la recepcin de ellas. Vemos, a partir de este
planteamiento, que el discurso lexicogrfico al que nos enfrentamos ofrece
un cmulo de representaciones sociales provenientes de las elites en el plano
poltico como en el puramente socialque se afianzan y se difunden, proceso
en el que muchas veces no se repara, precisamente porque se asume que
la obra se mantiene dentro de los mrgenes de una contribucin cientfica.

14
Se debe considerar tambin el siguiente artculo: Chinchaysuyo.Un gran dialecto,
que, como las lenguas quchua y aymar, se hablaba en el Per en los dias de la conquista.
[...]. Ms tarde, Arona presenta otro artculo, ahora encabezado por aymar, que vale la pena
revisar.
158 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

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Boletn de Filologa, Tomo XLIX
Nmero 2 (2014): 161-185

Elementos para la construccin social del


chedungun a partir del discurso en torno a la
lengua de hablantes bilinges de la VIII Regin

Patricia Ojeda *
Javier lvarez **
Universidad de Chile, Chile

Resumen

Este artculo tiene por objetivo describir e interpretar el discurso


de los hablantes bilinges en espaol y chedungun en el marco de
una construccin social de la lengua. Consideramos que realizar un
acercamiento a diferentes discursos en circulacin sobre el chedungun
puede posibilitar la comprensin sobre cul es el contenido de las
actitudes, representaciones sociales y lealtades lingsticas de los
hablantes. Los discursos analizados corresponden al de ancianos,
adultos y jvenes bilinges legitimados en sus comunidades. Este
estudio se inscribe en el mbito de la etnolingstica, es de carcter
exploratorio y de enfoque cualitativo. Los datos fueron obtenidos
a partir de entrevistas semi-estructuradas, realizadas en el marco
de trabajos etnogrficos que forman parte de las investigaciones

*
Para correspondencia, dirigirse a: Patricia Ojeda ([email protected]),
Universidad de Chile, Facultad de Filosofa y Humanidades, Programa de Magster en
Lingstica, Av. Capitn Ignacio Carrera Pinto 1025, uoa, Santiago, Chile. Becaria de la
Comisin Nacional de Investigacin Cientfica y Tecnolgica de Chile (CONICYT).
**
Para correspondencia dirigirse a: Javier lvarez ([email protected]),
Universidad de Chile, Facultad de Ciencias Sociales, Programa de Magster en Ciencias
Sociales, Ignacio Carrera Pinto 1045, Of.31, tercer piso, uoa, Santiago, Chile.
162 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Fondecyt Iniciacin 11110362 Caracterizacin etnolingstica


de produccin y reproduccin de la lengua mapuche rural en
comunidades pehuenches de Pitril y Caillaqui, Alto Bo-Bo, y de la
tesis de grado de Magster en Ciencias Sociales, mencin Sociologa
de la Universidad de Chile: Creencias religiosas y chedungun en
las comunidades mapuche en conflicto de la zona de Nahuelbuta.

Palabras clave: construccin social de la lengua, mapudungun y


religin, mapudungun y ontologa de la lengua.

Elements for the social construction of chedungun through


VIII
metalinguistic discourses of bilingual speakers from the
Region of Chile

Abstract

This paper aims at describing and interpreting the discourse of


bilingual speakers of Spanish-Chedungun in the context of an
approach to a social construction of the language. An approach
to different discourses regarding Chedungun may allow the
understanding of the attitudes, social representations and language
loyalties of speakers. We analyzed the discourse of bilingual elders,
adults and young people recognized in their respective communities.
The present qualitative-exploratory study is framed in the field of
Ethnolinguistics. The data was gathered through semi-structured
interviews, as part of ethnographic field work in the Fondecyt
Iniciacin 11110362 Caracterizacin etnolingstica de produccin y
reproduccin de la lengua mapuche rural en comunidades pehuenches
de Pitril y Caillaqui, Alto Bo-Bo, and the Master thesis Creencias
religiosas y chedungun en las comunidades mapuche en conflicto de
la zona de Nahuelbuta.

Keywords: social construction of language, religion and Mapudungun,


the Mapuche language and ontology of language.

Recibido: 15/07/14 Aceptado: 27/10/14

1. Introduccin

El estudio de las representaciones sociales, de las actitudes lingsticas y


de las ideologas lingsticas en torno al mapudungun ha sido abordado en
Elementos para la construccin social... / Patricia Ojeda y Javier lvarez 163

el mbito chileno con el objetivo de desarrollar una perspectiva lingstica


que considere las determinaciones histricas y culturales que operan en
las lenguas, destacando funciones y contenidos que sobrepasan su mera
funcin comunicativa (Mariano et al. 2010; Lagos 2006, 2010 y 2012;
Olate y Henrquez 2010). Desde esta perspectiva, por ejemplo, Chi (2011)
describe la forma en que la lengua maya acta, en algunos casos, como un
filtro de comparacin social, til para caracterizar grupos autodefinidos y
socialmente reconocidos.
El anlisis de las representaciones sociales ha centrado su atencin en el
proceso de cognicin social que subyace en las pautas de comunicacin y de
comportamiento de los individuos, describiendo la forma en que los grupos
y los sujetos configuran la realidad y su modo de estar en ella (Moscovici
1986; Moivas 1994). Por su parte, el mbito de las actitudes lingsticas
se ha interesado, principalmente, en las evaluaciones de aprobacin o
desaprobacin que realizan los hablantes o comunidades de hablantes ante
un rasgo o una variedad lingstica determinada (Moreno Fernndez 2009,
Olate y Henrquez 2010). En esta misma lnea, an ms recientes son los
trabajos que han incorporado el estudio de las ideologas lingsticas, que
examina las creencias implcitas o explcitas sobre dimensiones y usos del
lenguaje y su relacin con los intereses de determinados grupos sociales
(Kroskrity 2010).
En el caso de las lenguas indgenas en Chile,Mariano et al. (2010) y
Lagos (2006, 2010 y 2012) han estudiado las representaciones sociales
en torno al mapudungun de los mapuches urbanos. Sus resultados sealan
que estos conciben esta lengua como una herramienta simblica til para
la construccin de un horizonte de sentido respecto de lo que es ser
mapuche hoy (Lagos 2010: 53). Del mismo modo, para Olate y Henrquez
(2010), las actitudes lingsticas cumplen un rol central en la delimitacin
de comunidades de hablantes y en la difusin de cambios lingsticos. En
su trabajo analizan las actitudes hacia el mapudungun de profesores que
trabajan en colegios donde se imparte el Programa de Educacin Intercultural
Bilinge en zonas rurales de las regiones VIII y IX, en l constatan una
actitud positiva por parte de los profesores hacia la lengua, pues le atribuyen
funciones intertnicas, entendindola como una va de conservacin del saber
ancestral, prevaleciendo este valor simblico por sobre la funcionalidad
comunicativa. Por ltimo, en el mbito de las ideologas lingsticas, Lagos,
Espinoza y Rojas (2013), examinan la relacin entre la ideologa de la lengua
estndar, los intelectuales mapuches y sus negativas consecuencias en la
revitalizacin del mapudungun.
En cuanto a este trabajo, consideramos que al hacer referencia al estado
actual de una lengua minorizada como el chedungun, necesariamente se
164 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

deben tener en cuenta los cambios que se han producido en la estructura


global que define y norma las situaciones de contacto lingstico. Por tanto, el
anlisis de los discursos en torno a una lengua indgena como el chedungun
debe considerar el proceso colonial que enfrent la sociedad mapuche. La
gravitacin de ese proceso es tal que, en muchos aspectos, la relacin entre
las comunidades mapuches y el Estado chileno ha implicado comprenderlo
en el marco de la prolongacin de la situacin colonial que tiene por hito
la Pacificacin de la Araucana (Comisin Verdad Histrica y Nuevo Trato
con los Pueblos Indgenas 2008).
As, este trabajo examina el discurso sobre el chedungun variedad
hablada por los pehuenches de la VIII regin de Chile y los mapuches
de Nahuelbuta (Salas 2006), a partir del testimonio de cinco hablantes
bilinges (competentes en chedungun y en espaol) que presentan distintos
niveles de bilingismo y pertenecen a comunidades de las zonas rurales
del Alto Biobo (Caillaqui y Pitril) y de la ribera noreste del lago Lleulleu
(sector de Rukaanco y Coihueco). Consideramos que analizar el contenido
de los distintos discursos que poseen los hablantes en torno a su lengua
resulta sustancial para lograr el objetivo que nos hemos trazado: entender
las lenguas como una construccin social que se nutre de las creencias,
usos y valoraciones que realizan los propios hablantes sobre ellas. En
este marco, entendemos que las actitudes, representaciones e ideologas
lingsticas que circulan en las comunidades constituyen aspectos parciales
de la construccin social del chedungun. Nuestra propuesta es que para
caracterizar esa construccin social se debe situar esos discursos en funcin
de roles y posiciones que los soportan en las comunidades. Es decir, entender
la diversidad de discursos sobre el chedungun que resultan de comunidades
socioculturalmente desintegradas como consecuencia de la prolongacin
de la situacin colonial que define las relaciones entre sociedad mapuche
y la chilena.
Este estudio se inscribe en el mbito de la lingstica antropolgica, es
de carcter exploratorio y de enfoque cualitativo. Los datos fueron obtenidos
a partir de entrevistas semiestructuradas, realizadas en el marco de trabajos
etnogrficos que forman parte de las investigaciones Fondecyt Iniciacin
11110362 1 y de la tesis de grado de Magster en Ciencias Sociales, mencin
Sociologa de la Universidad de Chile: Creencias religiosas y chedungun
en las comunidades mapuche en conflicto de la zona de Nahuelbuta. Para

1
Fondecyt Iniciacin 11110362 Caracterizacin etnolingstica de produccin y
reproduccin de la lengua mapuche rural en comunidades pehuenches de Pitril y Caillaqui,
Alto Bo-Bo, dirigida por el Dr. Cristin Lagos.
Elementos para la construccin social... / Patricia Ojeda y Javier lvarez 165

este trabajo hemos analizado cinco discursos de sujetos hablantes que estn
validados en su comunidad: una mdica (82), tres comuneros (80, 65, 44),
y un educador tradicional (26).
A continuacin, en el segundo apartado, describiremos los conceptos
a partir de los cuales se abordarn los discursos de los hablantes, los que
comprenden: exposicin de los procesos histricos relevantes que explican la
diversidad de discursos en las comunidades mapuches; luego, expondremos
una aproximacin al bilingismo que contribuya a caracterizar a nuestros
entrevistados en esta dimensin. En el tercer apartado referiremos la
metodologa empleada en este trabajo. En la cuarta seccin presentaremos
el anlisis y los resultados de esta investigacin, el que est dividido en
los subapartados: a) Bilingismo: un aspecto de vitalidad lingstica, b)
Chedungun y funcin religiosa y c) Chedungun, lengua y ontologa.

2. Antecedentes

2.1. Perduracin de la situacin colonial: transformaciones


culturales y lingsticas en el trnsito de la sociedad
mapuche reduccional a la postreduccional

En la cultura de las comunidades mapuche del Lleulleu y el Alto Biobo


circulan diferentes discursos sobre el chedungun. Esta heterogeneidad se
explica por mltiples factores histricos, polticos, culturales y lingsticos.
Entre ellos destacan aquellos que refieren a la cosmologa y la religiosidad
tradicional. Estas representaciones se nutren de creencias que sobrevivieron
a la poltica estatal de aculturacin que sucedi a la pacificacin de la
Araucana. Sobreviven en los smbolos y saberes que se vinculan con
las creencias religiosas principales como Chao Dios, el newen (fuerza
primordial), ngen (espritus) (Foerster 1995) que se actualizan en ritos
religiosos como rogativas y sanaciones chamnicas.
Sin ser residuales, los discursos que vinculan la lengua a dimensiones
de las creencias tradicionales religiosas no constituyen un cuerpo articulado
de conocimientos compartidos por todos los miembros de la comunidades,
menos se trata de un saber integrado. La cultura e ideologas que circulan
en la sociedad chilena han penetrado en las comunidades como resultado
de su integracin forzada al mundo wingka. Esta lgica de integracin
opera como una fuerza de desintegracin sociocultural respecto de los
166 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

sistemas simblicos mapuche. Acta, por ejemplo, en la dimensin


lingstica, la ideologa del monolingismo, mediante las instituciones del
Estado, el sistema educativo y los medios de comunicacin. Frente a ella,
la representacin tradicional del chedungun se puede describir como una
ideologa lingstica opuesta, que expresa el punto de vista y los intereses
de los roles y posiciones tradicionales en las comunidades. De esta manera
la construccin social del chedungun es una mirada sincrnica a la disputa
y conflicto entre estas ideologas lingsticas (junto a otras) que revela una
correlacin de fuerzas entre los distintos saberes y poderes que se posicionan
en las comunidades.
Para entender cmo son producidas y recepcionadas dichas ideologas
lingsticas en las comunidades hay que examinar los principales procesos
socioculturales que han atravesado. Es decir, examinar lo que se ha llamado
resistencia cultural mapuche (Bengoa 1985), que hace posible distinguir, al
interior de las comunidades, a los sujetos portadores del saber mapuche y
que, en consecuencia, vinculan la ontologa y la prctica de su lengua con las
creencias tradicionales. En nuestra propuesta consideramos relevante referir
el marco colonial en que se han desarrollado las relaciones entre chilenos y
mapuche a partir de la ocupacin de la Araucana.
Una vez terminada la ocupacin, desplazamiento y derrota militar de
la poblacin, en 1883, el Estado chileno condujo el proceso de reduccin
en comunidades que dur hasta 1929. Paralelamente se va desarrollando la
colonizacin del territorio, de manos de europeos y chilenos. Contrariamente
a los clculos de los polticos chilenos, la sociedad mapuche logr resistir la
desintegracin social y cultural a la que haba sido arrojada por eso proceso
colonial mediante la reorganizacin de sus vnculos econmicos, religiosos
y lingsticos. Aparece lo que en la literatura histrica y antropolgica se
conoce como sociedad mapuche reduccional. La comunidad mapuche
qued en una situacin estructural respecto de la propiedad colonial y la
sociedad chilena, que gener las condiciones para mantener grados de
autonoma frente a esta. Este rasgo fue destacado en los trabajos etnogrficos
de finales de la dcada de 1950 (Faron 1969). Se demostr que frente a
la sociedad chilena la cultura mapuche habra mantenido un equilibrio
estructural (entre integracin y conservacin), permitindole subsistir. Esta
subsistencia logr conformar una estructura cultural diferenciada.
El modo en que se logr fue que las reducciones o comunidades
adaptaron la estructura familiar matrilateral. As, la cesin y recepcin
de mujeres por va materna incentiv la endogamia entre colectividades
interrelacionadas, manteniendo espacios con relativa autonoma. Igualmente,
esta integracin familiar permiti la emergencia de lo que Faron (1969)
llam el congregacionismo ritual mapuche. Este sistema de intercambio
Elementos para la construccin social... / Patricia Ojeda y Javier lvarez 167

de esposas institucionaliz un sistema de intercambio econmico, solidario


(mingako) y asegur la unidad moral de las comunidades, al consagrar el
vnculo religioso en la concurrencia a rituales fundamentales:

Dentro del contexto del orden moral la sociedad mapuche vive en mayor
aislamiento debido a su situacin colonial y es respecto a los valores
morales como debe verse la integracin continuada. La integridad
estructural de la sociedad mapuche es un compuesto de resistencia y
adaptacin (Faron 1969: 243).

La situacin de equilibrio estructural que permiti el surgimiento


de la sociedad mapuche reduccional se modific radicalmente con las
transformaciones globales del agro chileno a partir de la dcada de 1960.
La reforma agraria y la contrarreforma agraria, con los decretos-ley 701, de
1974 (sobre Fomento Forestal) y 2568/2750 de 1979 (divisin de tierras y la
liquidacin de la propiedad comunitaria), generaron el marco jurdico para
que el territorio mapuche se anexe completamente a la sociedad chilena,
mediante la introduccin del capital forestal. As lo demuestran los estudios
ms recientes realizados a partir de datos censales (Saavedra 2006). La
integracin sociocultural de las comunidades respecto al mundo winkga
sera, prcticamente, total.
Sin embargo, estos estudios se equivocan al presumir la aculturacin
total de las comunidades mapuche. Sabemos que la neoliberalizacin del
agro implic al mismo tiempo su ingreso a la globalizacin. La masificacin
de los medios de comunicacin, permite el acceso de las comunidades a
los instrumentos internacionales de reconocimiento cultural. A partir de la
dcada de 1990, surge una reapropiacin y revalorizacin de las prcticas
culturales tradicionales que se haban mantenido latentes en las comunidades
ms apartadas y entre las generaciones ms antiguas. En esa coordenada,
espacial y social, pareciera intersecarse vitalidad lingstica y prctica
religiosa en figuras que ponen en circulacin ese contenido tradicional que
se desliza en cada operacin religiosa, en la observancia de las creencias y
en el uso de la lengua.
En consecuencia, proponemos analizar el discurso de los hablantes,
vinculando las representaciones y creencias que comporta esa ideologa en
su anclaje al contexto sociocultural en que opera2. De acuerdo con Foerster
(1995), la religiosidad mapuche se enmarca en esquemas de reciprocidad
para con los miembros de la comunidad de creyentes y respecto de las figuras

2
Kroskrity llama a este enfoque anlisis ideolgico neutral (2010).
168 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

sagradas. De acuerdo con Durkheim (1982), la distincin sagrado/profano


es constitutiva de los sistemas religiosos. Ms all de las representaciones
que se asignan a uno u otro polo, dicha distincin cumple una funcin
social: refuerza lazos entre la comunidad creyente a la vez que distingue/
separa respecto de quienes no participan de las creencias y ritos. Como
expondremos, el chedungun es representado, por algunos hablantes, como
un don de Chao Ngnechen, y es por lo tanto sagrado, frente al espaol
(wingkadungun) que es considerado profano. El carcter sagrado de la lengua
mapuche permite que su manipulacin ritual por el ngepin (sacerdote) y la
machi (chamn) en el guillatn, tenga eficacia simblica. La integracin de
la comunidad de creyentes (a base de esquemas de reciprocidad) es reforzada
toda vez que el desarrollo de una liturgia en chedungun, durante el nguillatn,
acerca a los participantes (que en su mayora no son hablantes).
Desde esta perspectiva, sera factible entender que la eficacia ritual del
chedungun tiene que ver con la legitimidad de quienes asumen el rol de
sacerdotes en el guillatn. Dicha legitimidad est dada, como hemos dicho,
en su carcter de hablantes. Esta relacin entre palabra y ritual es examinada
por Bourdieu (2001). Para que el ritual funcione debe haber una delegacin
de la palabra a quien est legitimado para actuar en nombre de la comunidad
cltica constituida en l.

La eficacia simblica de las palabras slo se ejerce en la medida en que


quienes la experimentan reconocen que quien la ejerce est autorizado
para ejercerla. (...) Reside as totalmente en la conviccin de que esa
delegacin constituye los cimientos mismos del ministerio, esa ficcin
social, conviccin que es mucho ms profunda que las propias creencias
y misterios que el ministerio profesa y garantiza (Bourdieu 2001).

Asimismo, proponemos complementar la matriz sociocognitiva que subyace


al concepto de ideologas lingsticas, junto con sugerir un dilogo con
la propuesta de la epistemologa del hablante (Teillier 2013), en cuanto
esta postula que la lengua es una construccin social que configura un
mbito de realidad social dentro de los lmites de las posibilidades de
autocomprensin que la constituyen como mundo y cultura. En este sentido,
la epistemologa del hablante permitira reconstruir la lengua en contextos
sociales complejos, marcados por la modernizacin capitalista. Igualmente,
consideraremos algunos elementos del llamado giro ontolgico llevado a
cabo recientemente en la antropologa cultural. Este enfoque postula la
necesidad de profundizar en los procesos de simbolizacin de la realidad
de los grupos indgenas, ir a sus cosmologas donde se articulan smbolos
y significados que remiten a su existencia en el mundo y a la relacin entre
naturaleza y cultura que de ah se desprende. En ese sentido, los objetos de
Elementos para la construccin social... / Patricia Ojeda y Javier lvarez 169

la antropologa no seran epistemologas, sino que las ontologas (Viveiros


de Castro 2003).
En esa lnea hemos comparado nuestros resultados con los del trabajo
etnogrfico de Magnus Course (2012) en las comunidades lafkenche del lago
Budi. Course se inscribe en el giro ontolgico y lo utiliza para caracterizar
elementos de la cosmologa mapuche que dan cuenta de un perspectivismo
ontolgico. Uno de esos elementos corresponde a entender que el lenguaje
estara constituido de la misma sustancia de los dems seres de la naturaleza
(uke mapu) y de los seres sagrados (wenumapu). Esa sustancia es el newen
(fuerza). Course, seala que los mapuche parecieran ser conscientes de que
la palabra (dungu) se encuentra saturada de fuerza (newen) que finalmente
distancia cada discurso del control del hablante. La relacin entre palabra y
autoridad en la sociedad mapuche, estara dada justamente porque el newen
contenido en la palabra del jefe, poltico (lonko) y religioso (ngepin). En el
discurso en torno al chedungun de los hablantes que participan de este trabajo,
es posible identificar nociones que dialogan con esta. En el apartado que
sigue, referiremos algunos elementos que contribuirn a la caracterizacin
del bilingismo, considerando un contexto colonial.

2.2. Bilingismo en contexto colonial

El bilingismo en Amrica Latina, as como en el resto del mundo, es una


situacin habitual y no una excepcin como ha pretendido representar con
las ideologas del Estado monolinge (Lastra 1992, Lagos 2010). Entre los
factores que dan lugar a una situacin de lenguas en contacto y el bilingismo,
destacan: los procesos de expansin territorial, los procesos de unificacin
poltica y situaciones poscoloniales en comunidades independizadas con
hablantes competentes en distintas lenguas (Moreno Fernndez 2005).
De acuerdo con Fishman (1988), el bilingismo es un trmino acuado
por la psicologa para dar cuenta del fenmeno individual del habla,
mientras que la diglosia corresponde a la dimensin sociolingstica del
fenmeno, siendo posible bilingismo sin diglosia y viceversa. Enfatizando,
precisamente, la dimensin individual del bilingismo, Weinreich lo define
como la prctica de usar dos lenguas alternativamente (cit. en Lastra 1992:
172). Esta prctica se manifestara en tres tipo de hablantes: a) bilinges
coordinados, quienes mantienen los sistemas o subsistemas lingsticos
separados, b) bilinges compuestos, aquellos que equiparan los dos signos
o subsistemas y, por ltimo, c) los bilinges subordinados, quienes tienden
a subordinar un sistema a otro (Lastra 1992).
170 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Para efectos de este estudio, entenderemos el bilingismo como una


situacin social que designa la coexistencia de dos lenguas en la misma
comunidad (Mounin 1979: 28). Asimismo, incorporaremos los aportes de
la teora de la etnificacin a su compresin general. Este enfoque entiende
el comportamiento bilinge como casos de asimetra lingstica en que
las prcticas de estos sujetos bilinges tienden a variar de acuerdo con el
lugar que estn ocupando en el sistema intertnico (Cardoso de Oliveira
2007). Esta perspectiva resulta pertinente, dado que hemos establecido
que comprendemos la situacin lingstica del chedungun de las zonas del
Alto Biobo y del Lleulleu, y, en particular, el discurso de sus hablantes
en torno a su lengua, como la imagen actual de una variedad lingstica
que se encuentra vinculada a una comunidad que ha ocupado un lugar de
subordinacin en un contexto colonial. As, una caracterstica tpica del
bilingismo en situaciones de colonialismo lo representa el hecho de que
la lengua dominante tiende a relegar a la lengua dominada a su uso privado
(Lagos 2010), tal como ocurre en las comunidades estudiadas.
En la tradicin lingstica es posible identificar una perspectiva que
considera el bilingismo o la alternancia de cdigo como una deficiencia.
Tal es el caso de los anlisis de Bloomfield (cit. en Milroy y Muysken
1995). Tambin en esa lnea se encuentra el trabajo de Weinreich realizado
en la dcada de 1950, focalizado en la tipificacin estructural, sobre todo
en el plano lxico del bilingismo (Lastra 1992). A conclusiones similares
llegaron los desarrollos de la psicologa educacional conocida como
semilingualism, donde se sostena que los nios bilinges padecan un
dficit comunicativo, en tanto, por su condicin, no manejaban ninguna de
las dos lenguas completamente y por lo tanto no alcanzaban los procesos
cognitivos complejos que les permitiera integrase a los sistemas educativos
tradicionales. Como contraparte a estas visiones, Gumperz (cit. en Lastra
2012) sostiene que la alternancia de dos lenguas corresponde a un recurso
de expresin del hablante y no una limitacin.
Emparentado con el concepto de bilingismo, figura el de alternancia
de cdigos. Se define como el uso alternado de dos lenguas en el discurso o
dentro de la misma oracin sin que se observe influencia de la segunda lengua
en las secciones en que se utiliza la primera. Igualmente, Weinrech, en un
punto intermedio entre bilingismo y alternancia de lenguas, identifica una
nueva dimensin en los hablantes, la define como una predisposicin anmica
en que las lenguas se convierten en una causa y un smbolo en s mismas,
esta preferencia tambin incluye la tendencia a utilizar dicha lengua; a esta
preferencia la denomina lealtad lingstica (Lastra 1992). Estos conceptos
expuestos sern de utilidad al momento de caracterizar aspectos de los
hablantes que contribuyeron en este trabajo que presentaremos a continuacin.
Elementos para la construccin social... / Patricia Ojeda y Javier lvarez 171

3. Metodologa

3.1. Caractersticas de las zonas estudiadas

Esta investigacin se llev a cabo en las comunas de Alto Biobo y Contulmo,


ambas de la octava regin. Alto Biobo es una comuna cordillerana de la
Provincia de Biobo. Tiene 9.078 habitantes, de los cuales el 71% se declara
mapuche pehuenche3. Se trabaj en las comunidades de Pitril y Caillaqui.
La primera se extiende por el cajn del Queuco, desde el Estero Otu por
el norte, Estero Boquiamargo y ro Turbio por el sur, el ro Queuco por el
poniente, y las veranadas de Nepn por el oriente. Posee 407 habitantes, de
los cuales un 75% se considera pehuenche. La comunidad de Caillaqui se
emplaza en las cercanas de Ralco y cuenta con un total de 637 habitantes,
de los que un 85% se considera de origen pehuenche4.
En Contulmo, provincia de Arauco, el trabajo se llev a cabo en la zona
del lago Lleulleu, emplazado en la cordillera de Nahuelbuta. Concentra una
alta densidad de poblacin mapuche (2626 personas) que corresponde al
15% de la poblacin indgena de la provincia de Arauco5. La zona del lago
Lleu posee una extensin de 670 kilmetros cuadrados. Histricamente se ha
identificado a la poblacin mapuche de la zona del Lleulleu como lafkenche,
por su cercana con las comunidades de la costa (Tira). En la actualidad
muchos rechazan esa identidad, identificndose como mapuche simplemente
o mapuche-lleulleuche. El trabajo de campo se realiz en las comunidades
de Rukaanco y Calbullanca Nahuelqueo. La primera se emplaza a 26 km
al sur de la comuna de Contulmo, en la ribera noreste del lago Lleulleu.
Se encuentra a dos kilmetros de la localidad de Huillinco, donde viven
mayoritariamente familias chilenas. El plano bsico de la comunidad tiene
una extensin de 125 hectreas (sin contar territorio recuperado a partir
de 1998) y viven 22 familias en su interior. La comunidad Calbullanca
Nahuelqueo se ubica unos 10 kilmetros al oeste de Rukaanco, en el sector
de Coihueco. El lugar se encuentra bastante aislado y se accede por caminos
no pavimentados. Es una comunidad joven, se constituy legalmente el 2013.

3
Encuesta CASEN 2006.
4
En ambas comunidades, la actividad econmica est dada, principalmente, por la
ganadera y agricultura a pequea escala, y turismo. Las vas de acceso son de regular calidad,
situacin que se repite y agrava cada vez ms a medida que se avanza por el cajn del Queuco.
5
Ministerio de planificacin y cooperacin, 2001.
172 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Habitan unas 20 personas en su interior, siendo la familia Calbullanca el


lof (linaje) principal.

3.2. Sujetos participantes

La seleccin de informantes fue intencional, buscando encontrar sujetos


con caractersticas especificadas previamente. Se procedi por muestreo de
tipo bola de nieve, a partir de informantes principales en ambas zonas que
ayudaran a localizar a los sujetos que cumplieran las caractersticas buscadas.
En Alto Biobo los informantes principales fueron directores de escuelas
rurales y, en la zona del Lleulleu, el vocero de la comunidad Rukaanco.
La distribucin de participantes corresponde a tres hablantes pertenecientes
a las comunidades de la comuna Alto Biobo y dos de las comunidades de
la zona del lago Lleulleu en la comuna de Contulmo.
Los participantes del estudio deban cumplir con el siguiente perfil:

1. Autodefinirse como mapuche, pehuenche o lleulleuche.


2. hablantes bilinges en chedungun y espaol.
3. Ocupar roles y posiciones validados por sus comunidades.

3.3 Tcnicas de recoleccin y procesamiento de los datos

Se utiliz un enfoque cualitativo y una aproximacin etnogrfica (seis


estadas en terreno de tres a cinco das en las comunidades seleccionadas).
Se aplicaron entrevistas semiestructuradas en las casas de los entrevistados
o en fogones contiguos a sus hogares, primando una situacin comunicativa
formal. Las preguntas fueron formuladas en espaol y las respuestas de
los entrevistados fueron expresadas en espaol, alternancia entre espaol-
chedungun y segmentos completamente en chedungun. Se solicit a los
sujetos entrevistados referirse a los siguientes tpicos:

a) qu significa hablar y comunicarse en chedungun,


b) situaciones en que resulta deseable hablar chedungun,
c) situacin de la lengua entre los jvenes de la comunidad,
d) relacin entre ser pewenche/mapuche y hablar chedungun.

Los datos fueron procesados con asistencia del software Atlas.ti, utilizando
tcnica de codificacin de acuerdo a la de la teora fundamentada:
Elementos para la construccin social... / Patricia Ojeda y Javier lvarez 173

codificacin abierta, axial y selectiva. Generacin de categoras centrales


y unidades de sentido.

4. Resultados

4.1. Bilingismo: un aspecto de la vitalidad lingstica

La situacin lingstica actual del mapudungun en Chile es de un progresivo


desplazamiento funcional en favor del espaol (Lagos 2005 y 2012; Ziga
2007). En la zona del Alto Biobo y del Lleulleu es el espaol la variedad
que domina en los espacios pblicos (escuela, municipalidad, biblioteca),
perdurando la lengua nativa, principalmente en el mbito privado tal como
suele ocurrir en contextos de friccin tnica. La subsistencia del chedungun,
en muchos casos, termina siendo una decisin familiar en que los padres
establecen si transmitir o no la lengua a las nuevas generaciones. De acuerdo
con el testimonio de los sujetos que participaron de la investigacin, en
esta decisin influyen tanto su propia trayectoria como hablantes de lengua
indgena marcada por la discriminacin, como la escasa presencia de los
espacios de dominio de uso del chedungun que, en trminos prcticos, reduce
las posibilidades efectivas de emplearlo con funcionalidad comunicativa.
Teniendo en cuenta el estado actual de esta variedad, resulta pertinente
interpretar la cualidad de bilinges de nuestros entrevistados como un tipo
de lealtad lingstica que contribuye a caracterizar de forma complementaria
los datos cuantitativos sobre vitalidad que circulan en la actualidad (Lagos
2005; Ziga 2007; Gundermann, Canihuan, Clavera y Fandez 2008)
que tienden a excluir la perspectiva en torno a la lengua de los usuarios.
En este sentido, coincidimos con las observaciones expuestas por Teillier
(2013), quien critica el predominio de enfoques cuantitativos para medir
vitalidad lingstica. Como contraparte, propone incorporar una dimensin
cualitativa que se busque superar la dicotoma academia-comunidad
estudiada, para esto, sugiere la reconstruccin de una epistemologa del
hablante que explore los puntos de vista de los sujetos que conforman las
comunidades lingsticas a fin de establecer un dilogo entre estos y su
realidad socio-cultural. Adscribiendo a estos planteamientos, ahondaremos
en las valoraciones y funciones que los hablantes bilinges en chedungun
y espaol de la zona del Alto Biobo y Lleulleu atribuyen a la lengua nativa
para inscribirlos en una construccin social del chedungun.
174 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Los sujetos que participaron en este trabajo presentaban distintos niveles


de bilingismo: entrevistado 1 (E1): bilinge coordinado, L1 chedungun;
entrevistado 2 (E2): bilinge compuesto, L1 chedungun; entrevistado 3 (E3):
bilinge pasivo, L1 espaol; entrevistada 4 (E4): bilinge subordinado, L1
chedungun; entrevistado 5 (E5): bilinge subordinado, L1 chedungun. Por
su parte, los entrevistados de mayor edad (E2 y E5) presentaron una alta
frecuencia de alternancia de cdigo:

Mucha gente nueva wekeche cambia letuykimtulaydew chedungun


(la gente joven est cambiando, ya no saben su idioma), entonces as
estamos perdiendo como, como le dijera porcionada de mapuche (E2).
chedungun le voy a decir kieke che, kiekengvtram, kiekedungu,
kieke (alguna spersonas, algunas conversaciones, algunos asuntos,
algunos) 6 tal como el objeto, no es igual al que hablan los que viven
cerca de los lafquenche (E5).

La motivacin de la alternancia de cdigo espaol/chedungun y los segmentos


expresados completamente en chedungun deben considerar las restricciones
que la situacin comunicativa de entrevista implica, en que el objeto y tpico
conversacional es, precisamente, la lengua. Sin embargo, al margen de este
contexto, es innegable que este tipo de alternancia de cdigo refleja, en los
mismos sujetos, los efectos de la prolongacin de las relaciones coloniales
en las comunidades mapuches. Este efecto desintegrador tambin puede
ser ledo como una valiosa muestra de lealtad lingstica en un contexto
de claro desplazamiento y baja vitalidad de la lengua, siendo un dato que
contribuye a conformar la epistemologa de los hablantes. Esta alternancia
de cdigos lejos de ser una deficiencia o una interferencia (Lastra 1992),
en el caso de los mapuches de la VIII regin simboliza una resistencia a la
aculturacin impuesta por el mundo winkga 7. Esta perspectiva se confirma,
adems, explcitamente con sus testimonios:

6
Agradecimientos a Antonio Chihuaicura, quien tradujo los segmentos en chedungun.
7
Con esto no queremos establecer, necesariamente, que la lealtad hacia el grupo sea
ms alta entre quienes mantienen su lengua en perjuicio de quienes no. En este punto,
concordamos con Fishman (1988), cuando seala que parece ser que la lealtad al grupo
puede ser similarmente (si no ms) ubicua y continuar tanto con el mantenimiento lingstico
como sin l (Fishman 1988: 151). Tal es el caso de las agrupaciones de mapuches urbanos
que habitan en la Regin Metropolitana y que participan activamente de organizaciones que
promueven la identidad tnica sin ser necesariamente hablantes (Lagos 2012).
Elementos para la construccin social... / Patricia Ojeda y Javier lvarez 175

ichechedunguken, vychekewvneluenewtachaw dios, feyniekefi, che


amun, pen che, dungukentaikewvn, nvtramkaken chedungun meu,
komchemyewvn, chem, chemamon, akuntameu, amonpiken, chedungun
mu miawken, wingkadungun newetopakelan (E5)
[Yo suelo hablar en chedungun, el Chaw Ddios me dio la lengua de la
gente, eso es lo que tengo, donde voy, donde veo a las personas, suelo
hablar mi lengua, suelo conversar en chedungun, todo los obsequios,
que, donde voy, de donde vengo, voy suelo decir, ando con chedungun,
el wingkadungun no lo hablo mucho.]

Como elemento constitutivo de esta lealtad figura la relacin que establecen


algunos hablantes en entender el chedungun como un regalo de Chao dios
(E5) o como una enseanza que proviene de la naturaleza (E1). Esta visin
coincide con los datos proporcionados por Olate et al. (2013), quienes
examinan la alternancia de cdigos en una comunidad de la zona lafkenche;
los resultados sealan que los eventos comunicativos donde ms se habla la
lengua mapuche son de carcter ceremonial: machitun con 60% y ngillatun
con 80%; adems, el palin con 60% (Olate et al. 2013: 272). Informacin
que se corrobora con lo expresado por nuestros entrevistados: si ese en
chedungun se llama, en la rogativa, el ngillatun se llama ngillanmaun de los
mapuche. Ah tenemos que orar los puros mapuche (E4), configurndose
como una dimensin central en la construccin social de la lengua. Nos
referiremos en extenso a esta nocin en el prximo apartado.

4.2. Funcin religiosa del chedungun

En el discurso de los hablantes de la zona del Alto Biobo y de la ribera


del lago Lleulleu se advierte una relacin entre la conservacin de las
creencias mapuches y el mantenimiento del chedungun; es por este motivo
que analizamos los discursos en torno a la lengua nativa que refieren a este
vnculo. Esta asociacin configura, junto con otros elementos, la construccin
social del chedungun que se ha propuesto describir en este trabajo. Para
analizar estas representaciones tradicionales, referiremos, brevemente, su
estado en un escenario que ha sido descrito como de aculturacin sistemtica
(Saavedra 2006) y de prdida de vitalidad de la lengua verncula (Ziga
2007, Salas 2006, Lagos 2012) producto de la perduracin de la situacin
colonial en las relaciones entre sociedad chilena y comunidades.
Aunque resulta apropiado hablar de desintegracin sociocultural de
las comunidades (respecto de lo que se ha llamado sociedad mapuche
reduccional) la idea de aculturacin puede resultar superficial, dado que no
considera los ajustes y adaptaciones de la cultura y lengua mapuche respecto
176 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

de la cultura wingka. De acuerdo con Bengoa (1985), desde la reduccin de


la poblacin mapuche en comunidades existira una cultura de resistencia, en
la que la cultura mapuche se habra rigidizado y ritualizado como estrategia
para subsistir a la integracin forzada por la sociedad chilena.
A pesar de la cultura de resistencia, parece indudable que las comunidades
han experimentado un proceso de cristianizacin y castellanizacin de
su poblacin, producto de su integracin a los esquemas productivos
nacionales y la migracin a las ciudades. Sin embargo, el awingkamiento
de las comunidades ha sido resistido por un sector que conserva su cultura y
lengua tradicionales. En las comunidades, esto ha permitido la reapropiacin
y revalorizacin de esas prcticas tradicionales. En ese contexto, los
ms ancianos, quienes ocupan roles y posiciones asociadas a la cultura y
religiosidad mapuche, adquieren un estatus de sostenedores de la cultura:

Que me salgan algunas palabras mayores digamos en esta parte. Y me


van a decir t de a dnde saliste si estai recin creciendo y te falta
mucho para conocer. Claro, a m me falta mucho pa conocer. Yo no
puedo pasar a llevar a un anciano que quizs es mucho ms que yo (E1).

En relacin con esto, cabe mencionar que los pueblos amerindios que
experimentaron situaciones de colonizacin presentan, con el advenimiento
de la globalizacin, una actitud de revalorizacin de sus prcticas culturales
tradicionales, sobre todo, respecto de sus lenguas vernculas. Las tribus
yokut y mono en Estados Unidos (Kroskrity 2013) han presenciado una
estrategia de reapropiacin de sus narrativas orales, de carcter ritual,
que combina el rescate de sus manifestaciones latentes, as como de las
recolecciones etnogrficas de principios del siglo XX. Eso se traduce en un
mayor estatus de los ancianos, quienes an hablan la lengua verncula y
conocen las narrativas tradicionales. Entre los mapuche, la revaloracin de
la cultura y en particular la lengua, ha significado un mayor estatus asociado
a los roles tradicionales, especialmente chamanes, mdicos y autoridades
locales. Para los ms jvenes en las comunidades ese sector tradicional
asume la condicin de kimche (personas sabias8), cuyo indicador ms claro
es la cualidad de hablante de la lengua: el chedungun se habla, a travs
de tienen que conocer el el kimn o la sabidura que a nosotros nos
dejaron, porque para hablar chedungun uno tiene que tener conocimiento,
un consejo o alguna historia (E1).

8
Kimn: conocimiento, sabidura; kimche: persona sabia.
Elementos para la construccin social... / Patricia Ojeda y Javier lvarez 177

Asimismo, quienes son hablantes tienen la cualidad de ser especialistas


de la lengua, poseedores de un capital simblico y religioso reconocido en
las comunidades indgenas. Montemayor (2013) ha descrito este proceso de
especializacin lingstica en distintos grupos indgenas de Amrica Latina
en el que la lengua deviene en: un arte de composicin, [que] tiene funciones
precisas, en particular la de conservar conocimientos ancestrales a travs de
cantos, rezos, conjuros, discursos o relatos (Montemayor 2013: 6).
En el mapudungun, por ejemplo, esa especializacin y modalidad
compositiva se manifiesta en la circulacin de gneros discursivos orales
con caractersticas estables, como los epew: relatos ficticios, generalmente,
protagonizados por animales, cuya objetivo es didctico o de entretencin:
Aqu pasaba lo mismo. Aunque no haba trfico ni nada, igual los paps
elegan en las tardes ensearnos, contarnos epew por ejemplo. A esa hora
mi pap me haca esa era como una clase as (E1).
Dado que en el pensamiento tradicional mapuche el chedungun es un don
de Dios, es parte de la creacin sagrada, junto a la vestimenta, el alimento, los
animales y dems seres que habitan la naturaleza (uke mapu): chedungun
les ser entregado a ustedes, as tendrn conocimiento de chawngvnechen,
como han sido dejados, tendrn acceso al conocimiento por el chedungun
(E2).
De esta manera, la palabra (dungu) es concebida dentro del orden
cosmolgico como el hablar de la tierra (mapu dungu) y hablar de la persona
(che dungu). El orden cosmolgico, como creacin divina es sagrado. La
lengua, como parte de ese orden, tambin es sagrada. En este sentido, la
entrevistada E4, mdica (lawentuchafe) de 80 aos seal que a ella le
gustaba hablar su lengua con sus amigos y familia porque esa es la lengua
que Dios nos dej y que hablarla es agrado en Dios, justamente porque la
vinculacin con las representaciones sagradas no puede sino producirse en
chedungun. El castellano, wingkadungun, es representado como profano,
carente de potencial semitico para vincular al mapuche con los seres
sagrados en los que cree.
Siguiendo la tradicin mapuche, ella utiliza el espacio onrico del sueo
(peuma) para obtener el lawen (conocimiento etnobotnico). En su peuma
aparece una machi muy hermosa que le seala qu problema mdico tiene
o tendr algn ser querido, qu hierbas utilizar y dnde encontrarlas. Esa
machi, dice la mdica, le habla en chedungun. Si ella no fuera hablante
sera imposible la experiencia en el peuma. Lo mismo en sentido contrario;
cuando le reza a Chao Ngnechen y sus espritus en la tierra (ngen) ella tiene
el don de ser escuchada, y eventualmente favorecida, porque sus plegarias
son en chedungun. A diferencia de la gran mayora de su comunidad, que
178 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

no es hablante, ella remarca su newen (poder) en la representacin de que


Chao dios no lo recibe en wingkadungun(E4)9.
La representacin religiosa del chedungun que circula en las comunidades
tiene una dimensin activa, que tiene efectos sobre la comunidad de
creyentes. Est sancionado que quien oficia en el guillatn debe ser un
ngenpin (dueo de la palabra), normalmente un lonko o un machi. Para
la comunidad de creyentes constituida en ese ritual de fertilidad (rogativa)
los aspectos discursivos de la liturgia (la peticin a Chao Ngnechen para
que asegure buenas cosechas10) deben ser ejecutados en chedungun. Una
liturgia en castellano corre el riesgo de profanar las figuras sagradas llamadas
a presentarse en el rito. En los relatos de nuestros entrevistados de la zona
del lago Lleulleu, la experiencia numinosa, los aspectos mgicos e inefables
de la creencia en el guillatn se produce cuando Chao Ngenechen enva los
pulunkos (mensajeros) que se comunican con la machi. El rol de dungu
machife, (traductora de la machi) expone la voluntad del Chao Dios al
traducir para los participantes no hablantes el mensaje recibido por la machi.
Ocurre, entonces, que la manipulacin ritual del chedungun tiene eficacia
simblica; entre los participantes, la mayora no hablantes, el chedungun
actualiza lo sagrado, aparece como un instrumento mgico por el cual
los seres divinos manifiestan su voluntad. Incluso E4, al comienzo de la
entrevista plante el inconveniente de conversar con un wingka acerca del
chedungun. Ella advirti que, por ser hija de una machi se le haba transmitido
un poder, en este caso del lawen. Seal, entonces, que se limitara al mnimo
a hablarnos en chedungun, y lo hara mayormente en wingkadungun ()
porque mi poder mo no es bueno que le vaya entrenado por una y otra parte
su mapudungun (E4).
En sus relatos, los jvenes del Lleulleu que participan del guillatn se
autoexcluyen de los roles importantes en el ritual. Asumen el papel de kuriche
(kuri, negro) que se constituye en una especie de coro, en los mrgenes
del rehue (lugar dnde se efecta e guillatn) y siguen las instrucciones del
Ngenpin y de la machi. Dada la importancia de la rogativa para asegurar
buenas cosechas, no quieren profanar con el castellano a los pulonkos que

9
En la tradicin religiosa mapuche la carrera chamnica se inicia por la presencia
temprana (en la infancia) de signos que indican que tiene el don. El primero es el peuma,
tener sueos reveladores y el perimontun (visin reveladora). El segundo es la exposicin a la
enfermedad, sobre todo entre las machi que en su combate al mal que enferma a las personas,
se exponen a las fuerzas del mal. De ah que una machi pueda, eventualmente, hacer el mal
en la forma de brujera (Foerster 1995).
10
En la zona del Alto Biobo se le pide a Antrey, Millarey y Kyenmay (E1).
Elementos para la construccin social... / Patricia Ojeda y Javier lvarez 179

son llamados a la ceremonia para que lleven el mensaje a Dios. Los pulonkos
solo escucharan en chedungun.
En nuestra investigacin aparece un discurso complementario a la
idea de que el chedungun es un don de Chao Ngnechen. Es el caso del
entrevistado E1, un joven educado en el pensamiento tradicional-religioso
mapuche (no presenta la trayectoria de aculturacin por conversin al
cristianismo). Es bilinge competente en chedungun y espaol, su primera
lengua es chedungun. Su representacin de la lengua postula el origen
onomatopyico11 de la lengua mapuche. Desplazamiento desde el don Chao
Dios a la uke mapu que aporta los sonidos y expresiones primordiales de esa
lengua. Esta perspectiva viene a confluir con una aparente tendencia a en las
lenguas indoamericanas de adscribir a la teora onomatopyica del lenguaje
(Unesco 1990, Montemayor 2013, Sierra 2010). En el caso del mapudungun,
destaca el anlisis de Navarro (2014), quien realiza un examen del lxico
etnobiolgico de la lengua mapuche en la regin patagnica argentina,
confirmando una importante presencia de lxico en que es posible distinguir
motivaciones en el plano del significante. Sin embargo, lo interesante, desde
el punto de vista de la antropologa lingstica, es que la creencia en el origen
onomatopyico del chedungun muestra una continuidad con la concepcin
tradicional de la lengua. As, E1 seala que el chedungun es una enseanza
de la naturaleza. Su discurso expresa un trnsito en la representacin del
origen de la lengua que va del padre (Chao) que crea y entrega todo a la
madre (uke). Este entrevistado teoriza respecto de un estadio originario
en que las personas, colocadas en estado de naturaleza, como animales,
empiezan a relacionarse con ella y a nombrarla:

Si eran como animales no ms. Uno recoga comida pa ac. El otro iba
pa all. Era como que como unos animalitos que buscaban comida
sobre la tierra, lo que nos dejaba no ms. Entonces, ellos empezaron a

11
Cabe sealar que la teora onomatopyica del lenguaje figura como un antecedente
importante de la tradicin lingstica, considerada por la historiografa como un debate
primitivo de la Grecia Antigua entre el convencionalismo y naturalismo (Robins 1980, Mounin
1968). Un autor emblemtico en la configuracin de la lingstica moderna que retoma esta
discusin es el propio Ferdinand de Saussure, estableciendo que la arbitrariedad del signo
y su carcter no motivado es una propiedad central del signo lingstico (2012 [1916]). En
cambio, Sapir, contemporneo de De Saussure, se refiere al origen onomatopyico como
un nivel legtimo de estudio. Indica que en las lenguas europeas como el ingls o el alemn
abunda un lxico proveniente de sonidos de la naturaleza, caracterstica que no tendran las
lenguas nativas de Estados Unidos. Posteriormente, esta afirmacin ser desmentida (Navarro
2014).
180 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

observar la naturaleza, identificaron algunas cosas, ellos lo nombraron.


Como que ah surgi algunas palabras, fue surgiendo el chedungun (E1).

En su relato, adems, nos proporciona el siguiente ejemplo:

Por ejemplo, camino. En chedungun se dice rp, pero r rp.


Entonces cuando yo digo r. La palabra viene por ejemplo, uno cuando
camina emite un sonido (onomatopeya de caminar sobre camino de
tierra). Ah tienes rp. Entonces son palabras que vienen de la naturaleza,
porque son sonidos que emite el hombre cuando camina sobre la tierra
(E1).

A modo de sntesis, es posible afirmar que la funcin religiosa que los


hablantes proyectan sobre el chedungun, junto con constituir un factor de
mantenimiento de la lengua, contribuye a perfilar una ontologa lingstica
que sobrepasa la mera funcin comunicativa o instrumental visin propia
del pensamiento occidental ofreciendo, de este modo, elementos tiles
para comprender la relacin entre los miembros de esta comunidad y
el chedungun y, de paso, ampliar los horizontes a partir de los cuales se
conciben las lenguas. Esta dimensin ontolgica ser desarrollada en el
siguiente apartado.

4.3. Chedungun, lengua y ontologa

La preocupacin por la ontologa que comportan las distintas cosmologas en


el mundo ha sido introducida por el antroplogo brasileo Eduardo Viveiros
de Castro. En su anlisis de las culturas amaznicas, el autor descubre que
las diferencias con el pensamiento occidental no solo son epistemolgicas
(relativas a como se conoce la realidad), sino que tambin involucran una
concepcin distinta respecto del ser (ontologa) de la naturaleza. En lugar
de la distincin entre sujeto y objeto (hombre y naturaleza) de la cultura
occidental, los miembros de las comunidades amaznicas conciben un
mundo compuesto por mltiples subjetividades humanas. Viveiro de Castro
denomina a este giro ontolgico perspectivismo:

la condicin original comn entre animales y humanos no es la


animalidad, sino la humanidad. En la gran divisin mtica no es tanto la
cultura la que se aleja de la naturaleza como esta que se aparta de aquella
(Viveiros de Castro 2003: 204).
Elementos para la construccin social... / Patricia Ojeda y Javier lvarez 181

El perspectivismo ha mostrado su pertinencia en el anlisis de distintas


cosmologas amerindias que comparten nociones ontolgicas distintas de las
occidentales. En el caso mapuche, el trabajo etnogrfico de Magnus Course
(2012) aplica este enfoque en comunidades lafkenche del lago Budi. Su
trabajo presta especial atencin, justamente, a la concepcin mapuche de su
lengua desde la cual, a su juicio, se evidencia una ontologa perspectivista.
Course analiza distintas dimensiones de la lengua mapuche a partir de las
cuales se desprenden diferencias ontolgicas respecto de la lengua y cultura
occidentales.
Se ubica la lengua cosmolgicamente como parte de la creacin sagrada.
Vimos tambin que para los mapuche de ambas zonas la palabra no es una
atributo exclusivo de la persona, sino que se manifiesta en distintos seres
de la naturaleza y del wenumapu (espacio de los seres sagrados). En la
cosmologa religiosa mapuche la lengua no es un instrumento que permite
enunciar la naturaleza sino un estado de dialogo, en ambos sentidos, con
ella. Esta concepcin contradice las ideologas lingsticas dominantes en
occidente que representan el lenguaje como un instrumento de comunicacin
de los hablantes12. Una cascada, un zorro o una simple piedra son portadores
de la palabra:

nosotros, la palabra de nosotros estamos en mapu, en mapudungun. No


es chileno, porque decir mapu, porque uno naci de la tierra, por eso el
mapuche se llama mapuche porque naci como nace un rbol as naci
uno en la tierra (E4).

El chedungun, en este caso, expresara la inversin del antropocentrismo


occidental: el logos est en la naturaleza no en la cultura. Extiende la
humanidad a la naturaleza. Course seala que aquello configura los elementos
perspectivistas de la cosmologa mapuche. El newen sera un proceso
emergente por medio del cual distintas entidades llegan-a-ser (Course 2012).
Para Course, la palabra (dungu) est constituida de newen. De ah que, para
el mapuche, el intercambio lingstico va ms all de lo que los individuos
quieren decir. La palabra conecta con el newen de la persona, su intencin y
bondad ocultas que de alguna manera se reflejan en el poder de sus palabras.
La idea de que la palabra posee un exceso de fuerza significa para Course
que la autoridad, en la sociedad mapuche, se constituye en la relacin de

12
La sobredeterminacin de la realidad en la lengua no es percibida por la conciencia
occidental ni las ideologas lingsticas. Segn el sentido comn, el lenguaje es transparente,
vehiculiza la intencin del hablante. Pero la realidad del lenguaje es ms obtusa.
182 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

los individuos con la palabra. Relacin que se manifiesta en el ritual. Dicha


afirmacin se vincula con los datos recolectados en esta investigacin.
Por ltimo, cabe sealar que asumir que existe y circula, a pesar de la
desintegracin sociocultural, un pensamiento ontolgico entre los mapuche
tiene varias implicancias. Es posible pensar que desde esa matriz el presente
cosmolgico del mapuche sea uno en el que la tierra y la lengua se extinguen
inevitablemente. En los testimonios analizados subyace un pesimismo,
fatalidad respecto del destino de la lengua. En consecuencia, no est
garantizada en ese ncleo tradicional una fuerza para oponer a la prdida de
vitalidad, como supone la teora de la etno-vitalidad de la lengua (Giles et
al., cit. en Teillier 2013). Para hallar ncleos de resistencia lingstica, nos
parece, se debe examinar, necesariamente, otras concepciones circulantes
sobre la lengua, por ejemplo, la reapropiacin del pensamiento tradicional
por parte de los mapuches urbanos que ven en este una estrategia poltica
til para la defensa conjunta del territorio y la lengua.

5. Conclusiones

En este trabajo hemos propuesto el concepto de construccin social de la


lengua para describir la relacin entre las mltiples representaciones sobre
el chedungun que circulan en las comunidades mapuche. El concepto
permite relacionar esas representaciones a las posiciones y roles en las
comunidades, de forma que se revelan como ideologas lingsticas y
tambin como inscripciones en la religin y cosmologa mapuche. Por
otro lado, la perspectiva acerca de la prolongacin de la situacin colonial
en las relaciones entre sociedad chilena y comunidades admite historizar
esas representaciones sobre el chedungun en trminos de los efectos
de esa relacin. As, por ejemplo, tanto la presencia del bilingismo, la
subordinacin al espaol, como las representaciones religiosas acerca del
chedungun son una expresin de la fuerza desintegradora que suponen las
relaciones coloniales.
El contenido de dichas representaciones revela una profusa red de
significados y smbolos asociados a la lengua mapuche. Esa subordinacin
del castellano respecto del chedungun resulta paradjica habida cuenta del
desplazamiento funcional y reduccin de sus dominios de uso. La paradoja
es an mayor dado que la prdida de vitalidad de la lengua implica para
los pocos hablantes un reconocimiento (kimche), un capital simblico en
Elementos para la construccin social... / Patricia Ojeda y Javier lvarez 183

las comunidades. Se produce, entonces, que la manipulacin ritual del


chedungun tiene eficacia simblica: acerca a las participantes a lo sagrado,
a la naturaleza y a los ancestros.
Estas representaciones del chedungun revelan, adems, una dimensin
ms profunda, de orden cosmolgico, manifestando elementos de lo que
ha sido llamado ontologa perspectivista. De acuerdo con los miembros
de las comunidades, la palabra (dungu) pareciera ser comn a los seres
naturales y sobrenaturales distribuidos en el espacio natural y mtico. Esta
unidad lingstica de los seres disuelve la distincin sujeto-objeto (cultura
y naturaleza) en cuanto los ltimos (animales, plantas ros, etc.) son sujetos
de palabra (mapu-dungu). Mltiples hablantes suponen mltiples puntos de
vista; no hay en ese marco de referencia la idea de una naturaleza comn,
estable, pasiva como la que se constituye en el pensamiento occidental.
Creemos que las representaciones religiosas y los elementos
perspectivistas contenidos en la construccin social del chedungun
pueden resultar tiles para distintos campos de investigacin lingstica y
antropolgica. Primeramente, consideramos que el estudio de la vitalidad de
esa lengua debe integrar otras dimensiones, tales como el aspecto religioso
y cosmolgico de sus representaciones, porque estas le dan una fuerza de
resistencia particular como supone la teora de la etnovitalidad de la lengua
(Giles et al., cit. en Teillier 2013).
Por ltimo, estimamos que para hallar ncleos de resistencia lingstica,
resultara necesario ampliar el repertorio de sujetos representativos de las
distintas perspectivas ideolgicas que configuran la sociedad mapuche en
la actualidad, es decir, caracterizar ntegramente cmo se est construyendo
socialmente la lengua mapuche en las comunidades. Para ello, se deben
examinar otros relatos sobre la lengua, pues este estudio examin,
principalmente, el discurso en torno al chedungun de sujetos pertenecientes
a comunidades rurales que mantienen las creencias religiosas mapuches
tradicionales.

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Nmero 2 (2014): 187-213

Variedades del castellano en interaccin.


mbitos de uso y actitudes
en una comunidad rural1

Aldo Olate Vinet *


Mario Bernales Lillo **
Universidad de La Frontera, Chile

Resumen

Se presenta la dinmica sociolingstica de usos de la variedad del


castellano estndar y del castellano local hablado en una comunidad
monolinge2 rural. Se analiza la interaccin lingstica entre las
variedades en dominios vinculados con los mbitos de uso, eventos
comunicativos y lugares. Se reporta, adems, el uso del castellano
local en la comunidad y las percepciones de los hablantes frente a las

*
Para correspondencia, dirigirse a: Aldo Olate Vinet ([email protected]), Centro de
Investigacin Lenguas, Cognicin y Cultura. Instituto de Estudios Indgenas, Departamento
de Lenguas, Literatura y Comunicacin: Avenida Francisco Salazar 01145, casilla 54 D.
(Temuco), Chile.
**
Para correspondencia, dirigirse a: Dr. Mario Bernales Lillo (mario.bernales@ufrontera.
cl), Departamento de Lenguas, Literatura y Comunicacin: Avenida Francisco Salazar 01145,
casilla 54 D. (Temuco), Chile.
1
En este artculo se presenta parte de la tesis doctoral del primer autor: y despus,
lo estaban mirando a la rana. La competencia lingstico-comunicativa del castellano en
escolares de una comunidad bilinge mapuche/castellano. Tesis para optar al grado de Doctor
en Lingstica, Universidad de Concepcin, 2012.
2
Agradecemos a todos los participantes de este estudio, pertenecientes a la comunidad
de La Generala. Sin su colaboracin esta investigacin no se hubiese concretado.
188 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

formas estandarizadas y rurales. La informacin se obtuvo por


medio de la aplicacin de un cuestionario sociolingstico dirigido
a 20 habitantes de la zona cordillerana de Nahuelbuta, adscritos a
la comunidad de La Generala, Santa Juana, VIII Regin del Biobo.
Los datos proporcionados permiten la descripcin de los procesos
interactivos existentes entre los sociolectos y la proyeccin de los
lugares donde se usan estos registros del castellano. Tambin se
aportan datos sobre el proceso de conservacin de la variedad y las
actitudes lingsticas hacia la variedad de castellano local practicado
en la comunidad.

Palabras clave: interactividad lingstica, variedad rural, percepciones


de uso, mbitos de uso, sociologa del lenguaje.

Varieties of Spanish in interaction: Domains of use and


attitudes in a rural community

Abstract

This research exposes the interaction between two varieties of


Spanish spoken in the monolingual rural context. We analyse the
interaction of standard and rural Spanish in use domains related with
communicative events and social spaces. We present the perception
that speakers have on the rural and standard register. The data were
obtain through the application of sociolinguistic questionnaire answer
by twenty speakers that live in La Generala, community located on
the Nahuelbuta mountain range near to Santa Juana, Biobo region.
The results allow as to describe the interactive processes between the
varieties. We show the places where the speakers use this registers
and some data about de linguistic attitude toward local Spanish.

Keywords: linguistic interactivity, rural variety, perceptions of use,


domains of use, sociology of language.

Recibido: 31/03/14 Aceptado: 20/05/14


Variedades del castellano... / Aldo Olate V. y Mario Bernales L. 189

1. Introduccin

Describir la interaccin lingstica de las variedades estndar3 y rural


del castellano en zonas rurales es una tarea que no se ha realizado an en
los estudios sociolingsticos nacionales. No existen trabajos sobre usos
de sociolectos rurales que consideren el factor geogrfico, la interaccin
lingstica y el tipo de comunidad como focos de anlisis. Existen, sin
embargo, diversos estudios lingstico-descriptivos del nivel fontico que
describen y comparan sistemticamente la variedad rural con la variedad
urbana (Soto Barba 2007, 2011; Cid y Cspedes 2008, entre otros).
Las descripciones fonticas y fonotcticas de los estudios de Soto
Barba (2007 2011) y Cid y Cspedes (2008) muestran la existencia de una
marcada diferencia entre el castellano urbano y el rural. Estas se centran en
la variacin consonntica y voclica, en el dominio fontico-acstico, y en
la simplificacin segmental, en el contexto del discurso semiespontneo,
desde un marco fonotctico y discursivo. Los trabajos citados anteriormente
son solo ejemplificaciones, pues existe un cmulo de estudios nacionales
que adoptan un enfoque puramente lingstico-descriptivo y de tendencia
variacionista.
En general, estas descripciones lingsticas se concentran en la lengua
per se 4, desconociendo el trasfondo lingstico-funcional y sociolgico de la
variedad y los contextos en los que se utilizan los registros ms estndar
y rurales. En este sentido, los trabajos descriptivos dejan de lado varios
componentes de la situacin comunicativa, entre ellos podemos nombrar:
las percepciones y representaciones que tienen los hablantes de su propia
habla, los mbitos de uso donde se utiliza un registro u otro, los eventos
comunicativos ntimos y pblicos que se generan en la comunidad, el
reconocimiento de la variedad, entre otros.
Las descripciones lingsticas desestiman los antecedentes sociolin-
gsticos, que son fundamentales para construir el escenario de usos de las
variedades estndar y rural. En este dominio, los datos vinculados a la

3
Consideramos que el espaol estndar es una variedad que se emplea en registros
formales de comunicacin. Por ello, el lector encontrar, en ocasiones, un uso sinonmico de
las nociones de estndar y formal, ya que, desde nuestro punto de vista, el uso del espaol
estndar se da en el registro formal y en contextos institucionalizados.
4
Coincidimos con Rojas (2012a) en la crtica que se hace sobre los estudios lingstico-
descriptivos.
190 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

sociologa del lenguaje son piezas relevantes para edificar el marco general
en el que aparece y se usa una u otra variedad.
Una perspectiva novedosa es presentada por Rojas (2012b, 2012c),
quien, en el marco del proyecto LIAS, aborda el fenmeno de las actitudes
lingsticas respecto de la correccin idiomtica. Desde su perspectiva,
las representaciones y actitudes de los hablantes resultan cruciales para
comprender tanto la construccin de ideologas e identidades como la
formacin de prejuicios y estereotipos sociales.
En el presente estudio, se ha analizado la percepcin que tienen
los hablantes de los registros usados en la ruralidad, considerando la
nocin de interaccin de las variedades en un marco geosociocultural de
desarrollo. El concepto de interaccin se entiende aqu como las dinmicas
de complementariedad y antagonismo establecidas entre dos lenguas o
variedades en un espacio social determinado (Godenzzi 2007). La relacin
que ocurre en este caso es entre dos sociolectos que se adscriben a tradiciones
distintas. Por un lado, el castellano del campo, una variedad que se basa en
la oralidad tradicional y conservadora (Contreras y Bernales 2007; Contreras
y Bernales 2012), por otro, el castellano estndar, una variante que ocupa
espacios institucionales ms formales y urbanizados. La tarea consiste, por
tanto, en analizar las percepciones de los hablantes, generando un panorama
de la situacin interactiva que se da entre la variedad rural y la estndar
en una comunidad rural.

2. marco de referencia

El concepto de interaccin lingstica (Godenzzi 2007) ha resultado muy


productivo para describir las relaciones que se establecen entre dos lenguas
o variedades en un espacio geosocial determinado. La nocin es til para
caracterizar los usos alternantes de las lenguas en situaciones de bilingismo
social. Adems, resulta gravitante para proyectar la formacin de variedades
de habla producto de las condiciones de interaccin establecidas entre
las lenguas y las variedades en un marco geosociocultural determinado
(Olate et al. 2013). Siguiendo a Durn y Ramos (1989: 97), el habla, el
contacto lingstico y las caractersticas sociolingsticas de los pueblos son
determinados por hechos histricos de naturaleza sociocultural. En estas
circunstancias, la lengua se convierte en un agente que se desplaza en la
arena social dentro de determinadas posiciones, condicionando la conducta
sociolingstica (Durn y Ramos 1989).
Variedades del castellano... / Aldo Olate V. y Mario Bernales L. 191

El hablante, en este espacio geosociocultural, utiliza sus modalidades


de habla, las cuales ocupan posiciones relativas en el marco histrico del
desarrollo de la relacin entre los cdigos o variedades (Ervin-Tripp 1973a,
1973b, 1973c). En el dominio sociocultural, los hablantes especializarn
las funciones de las variedades, articulando actitudes y comportamientos
culturalmente motivados, lo que provocar la diferenciacin de estas.
En cuanto a la interaccin entre sociolectos o registros, la investigacin
ha sido mnima, varios estudios se han proyectado desde la perspectiva
variacionista seguida por Silva Corvaln (2001), plasmada en Cid y Cspedes
(2008) y Soto Barba (2007, 2011). En esta misma lnea estn los trabajos de
Salamanca y Valverde (2009); Figueroa (2008); Tassara (1993-1994); Tassara
(1992); Valdivieso (1983) entre otros. La perspectiva dialectolgica, en
tanto, es reportada en los trabajos de Contreras y Bernales (2007); Contreras
(2009) y Contreras et al. (2012).
En esta ltima lnea, el factor geogrfico es importante, por lo que se han
generado diversos trabajos relacionados con la variedad rural en situacin
de lateralidad (Contreras y Bernales 2007; Contreras et al. 2012; Contreras
2009). Estas investigaciones describen los sociolectos en diversos niveles
lingsticos y los explican en funcin de la dinmica oralista tradicional y
conservadora que se da en los contextos rurales. En estos estudios se destaca
la modalidad expresiva de la lengua, que en este caso es la oralidad, en la
cual se plasman la sabidura tradicional y la funcin social de los textos
orales que existen en la comunidad (Contreras y Bernales 2007).
Una lnea incipiente ha sido propuesta por Rojas (2012a, 2012b, 2012c,
2012d), quien ha examinado las percepciones de los hablantes santiaguinos
respecto de (1) las actitudes lingsticas frente a la correccin idiomtica
(Rojas 2012b), (2) las actitudes lingsticas y las variedades geogrficas del
espaol de Chile (Rojas 2012a); y (3) las actitudes lingsticas y la correccin
idiomtica en el espaol de pases hispanohablantes (Rojas 2012c). Estos
trabajos presentan una slida metodologa y un corpus amplio. Explicitan,
por otro lado, la valoracin, ideologas y prejuicios que tienen los hablantes
sobre el espaol de Santiago, de regiones y de la zona hispanohablante.
Las miradas que se posicionan sobre la variedad de castellano rural,
en general, salvo contadas excepciones, como la sostenida desde la
dialectologa, no se interesan por los dominios sociolingsticos ni por
explicaciones basadas en criterios socioculturales. La interpretacin y el
anlisis de los comportamientos lingsticos se proyectan, de manera a
priori, desde la lengua. El dato emprico es desarraigado de la situacin
social y es comparado in abstracto frente al habla estndar. Del mismo
modo, los supuestos y las conclusiones propuestas se reducen a explicaciones
192 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

fundamentadas en la variable nivel sociocultural (Soto Barba 2007, 2011) y


en el concepto de variante lingstica (Cid y Cspedes 2008), por ejemplo.
Un estudio ms cercano a la situacin sociocultural es el de la interaccin
lingstica, el cual puede abordarse desde tres dominios: (1) estudio de los
eventos comunicativos y mbitos de uso en un marco geosociocultural
determinado, que permite evidenciar la utilizacin de las variedades en
los distintos mbitos comunicativos; (2) la mantencin, conservacin y
desplazamiento de los registros, los cuales son constreidos o difundidos
en funcin de la transmisin de tradiciones y costumbres intracomunitarias;
(3) el reconocimiento de las condiciones de interaccin donde se generan las
variedades, las cuales se restringen al contexto histrico, social y cultural
que se desarrolla en las comunidades de habla. Los dominios reseados no
impiden construir una descripcin lingstica ligada a la caracterizacin del
producto lingstico emergente a partir de las condiciones de interaccin
desarrolladas en el espacio histrico y geosociocultural.
En este sentido, el modelo de anlisis atiende la crtica sostenida por Alvar
(1978), quien afirma que los estudios sociolingsticos pueden tender hacia
la lingstica descriptiva la cual omite las diferencias interpersonales y pone
atencin en la lengua como un todo o hacia la visin sociolgica extrema,
la cual nos lleva a un idealismo. Todo lo anterior debe entenderse en relacin
con los procesos analticos que se generan durante la investigacin, pues
si se abstraen los hechos o las dinmicas interpersonales, se deja de lado la
condicin social de la lengua, mientras que si se especifica al individuo y
su sistema se omite el uso de la colectividad.
De acuerdo con nuestro punto de vista, el enfoque basado en la
interactividad permite avanzar hacia la descripcin de la coexistencia
de las variedades en el contexto social y, a la vez, permite proyectar, en
funcin de las condiciones histricas, sociales y geogrficas de uso de las
variedades en la comunidad, las caractersticas lingstico-comunicativas
generales del sociolecto. Aunque este ltimo punto requiere, necesariamente,
de pruebas lingsticas que permitan caracterizar la variedad situada en el
marco geosociocultural.
Las variedades, por tanto, emergen de marcos histricos, geogrficos,
sociales y culturales que determinan las esferas de actividades lingstico-
comunicativas de la comunidad, generando un repertorio comunicativo
anclado en la comunidad que puede ser rural, urbana, bilinge, entre otras
posibilidades (Saville Troike 2005).
Antes de caracterizar o comparar fsica y/o estructuralmente una variedad
con otra, debe articularse el panorama general de los usos funcionales de las
variedades rural y urbana en la arena de la interaccin social. Para lograr
ello, hemos concebido dos unidades que permiten desarrollar un anlisis
Variedades del castellano... / Aldo Olate V. y Mario Bernales L. 193

contextualizado de la situacin de convivencia de los sociolectos. Nos


referimos a los mbitos de uso y eventos comunicativos y a las percepciones
de los hablantes sobre los usos de las variedades.

2.1. mbitos de uso y eventos comunicativos

Si bien el tema de los mbitos de uso se inscribe en el fenmeno de


la mantencin o cambio/desplazamiento lingstico en situaciones de
bilingismo (Fishman 1982), creemos que aunque nuestro estudio no
implique una situacin de bilingismo, igualmente apunta sobre un
componente del fenmeno que se relaciona con el uso habitual del lenguaje
en el espacio y tiempo social. Este hecho considera la variacin en el uso
del lenguaje en el marco de la comunidad y en los mbitos y dominios en
que se utilizan los sociolectos.
Resulta particularmente trascendente para nuestro estudio la variacin
en los mbitos de uso, sta se refiere a los espacios del comportamiento
idiomtico donde se observan cambios de sociolectos en trminos de
dominios de uso lingstico (Fishman 1982).
En funcin de lo anterior, lo importante es describir la variacin de los
sociolectos y los mbitos de uso reconocidos en la comunidad, con el objeto
de relevar los casos en que una variedad se utiliza con mayor frecuencia
entre los agentes comunitarios.
Un mbito de uso se relaciona con los contextos institucionales y
culturales que hay en la comunidad. Estos designan y clasifican las
situaciones de interaccin y la frecuencia con la que ocurren. De este modo,
los mbitos de uso son tiles para conocer la preferencia de los hablantes
hacia el uso de una variedad u otra en el marco de los sucesos culturales
adscritos a su comunidad. Para Fishman un mbito es:

Una estructura sociocultural abstrada de los temas de comunicacin,


relaciones e interacciones entre los que se comunican y los lugares donde
se lleva a cabo la comunicacin de acuerdo con las instituciones de una
sociedad y las esferas de actividad de una cultura, de manera tal que el
comportamiento individual y las pautas sociales puedan distinguirse y,
sin embargo, relacionarse entre s (1974: 384).

La designacin de un mbito de uso implica el conocimiento de la dinmica


sociocultural de los ambientes estudiados en determinados momentos
histricos de la comunidad.
194 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Un trmino que puede considerarse sinnimo de mbito es el de


dominio. Los dominios, al igual que los mbitos, son puntos de anclaje de
los sistemas de valores vinculados al uso de una lengua por contraste con
otra. El dominio es una abstraccin que se refiere a esferas de actividades
donde se combinan tiempos, lugares y papeles sociales especficos (Romaine
1996). Los dominios son determinados por los temas de discusin, por las
relaciones de roles y por el espacio fsico o lugar donde ocurre la interaccin
(Saville Troike 2005).
Por otro lado, a diferencia de los mbitos de uso, el evento comunicativo
se refiere al momento y lugar concreto en los que ocurre un acto
comunicativo. Por lo general, los eventos comunicativos ocurren en el seno
de la comunidad y los hablantes que en ellos interactan deben adecuarse
pragmtica y sociolingsticamente al acontecimiento en cuestin. Una
situacin comunicativa mantiene una configuracin general consistente
de actividades. En el contexto del evento comunicativo ocurre el suceso
comunicativo, que es una entidad ilimitada, pues el suceso puede comprender
desde una llamada telefnica hasta un ritual formal. Para los objetivos de
esta investigacin hemos restringido la nocin de suceso comunicativo al
mbito ntimo-tradicional y formal (Saville Troike 2005).
En sntesis, los mbitos se proyectan sobre los espacios fsicos y las
instituciones culturales donde ocurren las interacciones, mientras que
los eventos o situaciones comunicativas se vinculan con patrones de uso
culturalmente ms regulares, que implican una mayor lealtad lingstica y
un escenario cultural formal definido.

2.2. Percepciones de los hablantes sobre los usos


de las variedades. Actitudes lingsticas

Las actitudes lingsticas son unidades psicolgicas5 complejas que


involucran conocimientos, sentimientos y comportamientos, dimensiones
sensibles a factores situacionales (Kristiansen 1997). Cumplen un papel
importante en la variacin lingstica de la sociedad, pues entregan
informacin vinculada a valores sociales, prejuicios, construccin de

5
El concepto de actitud proviene de la psicologa y se interpreta como tendencia
tendencia sicolgica que se expresa mediante la evaluacin de una entidad particular con
algn grado de aprobacin o desaprobacin (Rojas 2012b: 71).
Variedades del castellano... / Aldo Olate V. y Mario Bernales L. 195

estereotipos y posiciones de los hablantes en los grupos sociales, entre otros6


(Silva Corvaln 2001).
Las actitudes lingsticas se distinguen de las generales, pues en ellas hay
una referencia explcita a la lengua. Los hablantes rara vez tienen libertad
para elegir las actitudes que deben tener hacia la lengua o variedad. Este
aspecto nos lleva a sostener que las actitudes se adquieren como un factor
de pertenencia de grupo, son determinadas por la cultura e influenciadas por
la estructura social de la comunidad. La canalizacin de estas se produce a
partir de enunciados valorativos o juicios sociolingsticos, los cuales son
entendidos como percepciones que tienen los hablantes sobre el lenguaje.
(Saville Troike 2005).
Por otro lado, Moreno Fernndez (2012) afirma que las actitudes y
creencias son importantes en los procesos de acomodacin comunicativa de
los hablantes. Estos se posicionan en su entorno social a partir de los procesos
perceptivos que vivencian. Dichos procesos implican la percepcin de los
discursos ajenos, la percepcin del manejo de la cortesa, la percepcin de
la tendencia ideolgica de los hablantes en el marco de sus propios modelos
contextuales.
El concepto de actitud lingstica es til para entender la interfaz
lenguaje-sociedad, en el sentido de que las actitudes lingsticas son
comportamientos que ocurren en la esfera de lo pblico (Rojas 2012b; Garret
2001). En esta dimensin, se observan tres ejes: (1) creencias; (2) emociones
y (3) comportamientos; elementos que se perfilan como indicadores de la
valoracin/percepcin que tienen los hablantes sobre una lengua o variedad
lingstica y a travs de los cuales se observan los aspectos sociales que
afectan el uso de las lenguas o variedades (Rojas 2012b).
El diseo de anlisis propuesto en este estudio es de tipo directo, pues
se les pregunta explcitamente a los sujetos sobre aspectos vinculados a las
variedades de lengua u otros objetos lingsticos. Los instrumentos utilizados
para este tipo de anlisis son los cuestionarios (Rojas 2012b; Garret 2010).
En el plano analtico, en este estudio se revisa el componente cognitivo de
las actitudes. Lo que se observa a partir de las creencias o ideas que motivan la
valoracin o juicio sobre la variedad que tienen los hablantes (Rojas 2012b).
Este componente ilumina la manera en que ciertos aspectos del entorno son

6
Una cuestin relevante se vincula con el hecho de que casi toda la investigacin
sobre actitudes ha sido guiada por la psicologa social del lenguaje, relegando el dominio
sociolingstico a un plano secundario. Lo anterior se debe a la integracin inadecuada de
este fenmeno en el rea (Garret 2001).
196 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

comprendidos por los integrantes de una comunidad7 de habla. En nuestro


caso, los hablantes expresan sus valoraciones y creencias en funcin de las
respuestas que dan a interrogantes vinculadas con el habla rural y el habla
urbana. A partir de estas repuestas, se articulan categorizaciones pertinentes
que muestran las valoraciones y representaciones de los hablantes sobre la
variedad.

2.3. Comunidad de habla

El fenmeno aqu en estudio se aborda en el marco de una unidad definida


socialmente, pues se busca describir la situacin del castellano en una
comunidad de habla. Antes de definir el concepto, se debe desarrollar la
idea de comunidad lingstica, nocin utilizada para designar los grupos
cuyos miembros participan por lo menos de una variedad lingstica y de
las normas para su uso adecuado (Fishman 1982, Gumperz 1974).
Las diferencias entre comunidades lingsticas y comunidades de habla
las encontramos en Moreno Fernndez (2005), quien sostiene que los
hablantes pertenecientes a una comunidad lingstica hablan una lengua en
un momento histrico determinado y la hablan en un territorio determinado.
A diferencia de la comunidad de habla, en la que, adems de la lengua, se
comparte un sistema de orientacin cultural y sociolingstico.
Una diferencia importante que debe destacarse se relaciona con los
conceptos de sprechbund y el sprachbund. El primero se traduce como el
vnculo de habla, mientras que el segundo se refiere al vnculo de lengua.
Las comunidades lingsticas comparten un vnculo de lengua, pero no
necesariamente hacen lo mismo con el vnculo de habla (Romaine 1996).
En cuanto a la idea de comunidad de habla, esta no es coextensiva con
la de comunidad lingstica, pues la primera implica compartir una serie de
normas y reglas sobre el uso de la lengua, hablamos de comunidades que
comparten ciertas normas para interactuar (Romaine 1996).
Las comunidades de habla tienen en comn un conjunto de valores
sociolingsticos, tales como: actitudes lingsticas, valoracin de hechos
lingsticos y patrones sociolingsticos (Moreno Fernndez 2005). En las

7
Seguimos el concepto de modelo cultural reseado por Rojas (2012b), quien lo extrae
de la antropologa cognitiva. Segn este, un modelo cultural es una representacin del mundo,
la cual es aceptada y compartida por una comunidad o grupo humano, ayudando de este modo
a comprender el entorno.
Variedades del castellano... / Aldo Olate V. y Mario Bernales L. 197

comunidades lo importante es la interaccin interna y externa, lo que puede


caracterizar una comunidad como abierta, es decir con interaccin social y
econmica plena con sus vecinos o, por el contrario, como cerrada, la cual
es resistente a influencias forneas y presenta lmites claros producto de la
solidaridad lingstica de sus integrantes (Aikhenvald 2001, 2006).
Vemos que la nocin de comunidad de habla no presenta lmites
lingsticos, sino sociales, pues implica compartir una serie de elementos
que estn anclados en los sistemas de valores de los integrantes que
pertenecen a la comunidad. Las comunidades de habla se caracterizan por
tener algo significativo en comn, constituirse como una unidad fsicamente
delimitada de personas que comparten unidades de roles, sistemas de valores
y comportamientos sociolingsticos, tener una cultura compartida, tener un
nombre nativo con el que se identifican, una red social de contacto, entre
otros (Saville Troike 2005).
En las comunidades interesa estudiar la interaccin lingstica, las
funciones sociales del lenguaje, aspectos que operan como elementos que
marcan las fronteras de la comunidad. El rol de la lengua o variedad puede
ser el de mantener la identidad de las diferentes comunidades de habla
insertas dentro de unidades mayores.

2.4. Habla local y habla regional

Desde una visin dialectolgica, Godenzzi (2003) asume la existencia de


contextos sociolingsticos que se definen en relacin con el uso de una
variedad o lengua. De este modo, a diferencia de Godenzzi, quien reconoce
la lengua indoamericana ms el castellano local y el estndar, en nuestro
estudio consideramos el castellano local y estndar. El primero se entiende
como la variedad que se practica en la comunidad, siendo fundamentalmente
verncula, el segundo, como el registro formal utilizado a nivel regional y
vinculado al modelo nacional promovido por el Estado.
La competencia de los hablantes se definir en funcin del grado de
exposicin que tienen frente a estos registros. Si seguimos esta dinmica, y
replicamos parcialmente el modelo de Godenzzi (2003), tenemos diversas
situaciones a las cuales los hablantes pueden acceder: (1) situaciones en las
que hay alta frecuencia de uso de la variedad de castellano local (CL) y baja
frecuencia del castellano estndar (CE) [+CL CE]; (2) contextos en los que
hay alta frecuencia de uso del CL y media del CE [+CL CE]; (3) escenarios
con frecuencia alta del CL y alta del CE [+CF +CE]; (4) situaciones con
frecuencia media de CL y CE [ CL +CE] y (5) contextos con frecuencia
baja de CL y alta de CE [-CL +CE].
198 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

La exposicin significativa de los hablantes a cualquiera de estas


variedades del castellano repercutir en el registro desarrollado por los
integrantes de una comunidad. El comportamiento lingstico-comunicativo
del hablante que vive en estas comunidades no puede ser regular ni menos
an predecible. La problemtica, por tanto, debe entenderse en los trminos
de un continuo sociolectal.

3. la investigacin

3.1. Objetivo de la Investigacin

El objetivo de este estudio es describir y analizar la situacin de interaccin


lingstica de dos variedades del castellano en una comunidad rural bilinge.
Dicha descripcin se bas en el estudio de las percepciones de los hablantes
respecto de los mbitos de uso, eventos comunicativos y actitudes frente a
los sociolectos vinculados.

3.2. Mtodo

3.2.1. Participantes

La muestra estuvo formada por 20 adultos habitantes de la comunidad


rural La Generala, lugar en el que habitan 70 familias, constituidas por 250
personas, aproximadamente. La comunidad presenta una alta densidad de
poblacin hispano-criolla y est ubicada a 34 kilmetros al sur de Santa
Juana hacia la cordillera de Nahuelbuta.
Los criterios de inclusin fueron dos: (1) ser originario de la comunidad
y (2) tener algn pariente en la escuela de la comunidad.

3.2.2. Instrumento

Se utiliz un cuestionario sociolingstico de elaboracin ad-hoc denominado


Registros y literacidad del castellano y sus variantes sociolectales en la
ruralidad, consistente en un total de 36 preguntas distribuidas en tres
secciones: a) Datos de Identificacin, b) El habla de la comunidad y c)
Leer y escribir.
Variedades del castellano... / Aldo Olate V. y Mario Bernales L. 199

3.3. Resultados

3.3.1. El castellano estndar versus el castellano local

A continuacin se describirn los resultados obtenidos del anlisis de las


respuestas referidas al Hablar bien castellano. El objetivo es establecer
los lugares y eventos de la comunicacin donde los hablantes hablan bien
castellano y los lugares y eventos donde no lo hablan bien. Para ello,
se confeccionaron tres preguntas. La primera busc establecer los lugares
donde se habla bien castellano Cundo se debe hablar bien castellano?
Los lugares o eventos escogidos como opciones fueron: (1) Escuela, (2)
Posta, (3) Iglesia, (4) Casa, (5) Pueblo/Ciudad, (6) Velorio, (7) Camino,
(8) Fiesta, (9) Siembra/Cosecha. Los hablantes respondieron en base a
la eleccin de uno de los cuatro valores de frecuencia considerados: Casi
siempre, A veces, Casi nunca y No responde. En la tabla 1 se observan los
porcentajes de frecuencia obtenidos para cada lugar o evento comunicativo.
Los lugares donde se debe hablar bien castellano son: la Escuela con un 95%
(Casi siempre), en segundo lugar est la Posta que tiene en la frecuencia
Casi siempre un 85% de eleccin. La Iglesia tiene un 80%, la Casa tiene un
75%, el Pueblo/Ciudad un 65%. Ms atrs estn el Velorio con un 60% y
el Camino con un 45%. De estos dos ltimos lugares, la opcin Casi nunca
junto con la categora A veces promedia 35% para velorio y 50% para camino.
Estos porcentajes indican que en estos ltimos espacios de la comunicacin
hay cierto grado de alternancia entre la prctica del castellano estndar y
el sociolecto de la comunidad.
Por otro lado, las opciones Fiesta y Siembra/Cosecha tienden a frecuencias
que implican el uso de la variedad no estndar o de la comunidad. As,
por ejemplo, el 40% de los participantes opt por la frecuencia Casi nunca
en el dominio Fiesta y un 25% eligi la opcin A veces. Ambas categoras
promedian un 65% frente a un 30% de la etiqueta Casi siempre. En la
Siembra/Cosecha, en tanto, se prefiere la categora Casi nunca, en un 50%
de los casos, mientras que la frecuencia A veces tiene un 20%.

Lugares Escuela Posta Iglesia Casa Pueblo Velorio Camino Fiesta Siembra
Ciudad Cosecha
Lengua +B +B +B +B +B +B +B +B +B
Casi 95 85 80 75 65 60 45 30 25
Siempre
A veces 0 10 15 15 25 15 25 25 20
200 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, NMERO 2, 2014

Casi 0 0 0 5 5 20 25 40 50
Nunca
No 5 5 5 5 5 5 5 5 5
responde
Tabla 1. Porcentajes de lugares donde se habla bien el castellano

Si se establece un continuo, encontramos en un extremo instituciones


culturales tales como la escuela, la posta y la iglesia, en las cuales se usa
un registro +formal, mientras que en el otro extremo, estn los eventos
vinculados a espacios de interaccin ms ntimos y tradicionales, inscritos en
prcticas oralistas tradicionales. Las explicaciones para este comportamiento
pueden encontrarse en torno a la idea de registros formales estndar y
registros orales tradicionales no estndar. Segn los datos, posiblemente
en las instancias formales las presiones normativistas son ms evidentes,
mientras que en las instancias ms ntimas y tradicionales las presiones no
son tales.
En la segunda pregunta se les solicit a los participantes que escogieran
los tres lugares/eventos donde se habla bien castellano. Los opciones de
lugares que deban escoger fueron: (1) Escuela, (2) Iglesia, (3) Ciudad, (4)
Casa, (5) Trabajo, (6) Amigos,(7) Fiesta. En el grfico 1 se observa que el
95% de los entrevistados escogi la Escuela, el 90%, la Iglesia y el 75%
eligi la Ciudad. La opcin Casa tuvo un 50%, mientras que el Trabajo, un
45%. Las opciones Amigos y Fiesta solo alcanzan un 15%. Dichas elecciones
son coherentes con los datos arrojados por la pregunta anterior y corroboran
el planteamiento de un continuo que va de lo ms formal e institucional a
lo menos formal y ms ntimo.

Grfico 1. Lugares donde se prefiere hablar bien castellano


VARIEDADES DEL CASTELLANO... / ALDO OLATE V. Y MARIO BERNALES L. 201

Frente a estas preguntas se articul una tercera interrogante que busc


evidenciar algn nivel de conciencia frente a la existencia de una variedad
de castellano no estndar y regional, reconocido como Castellano
acampao. Para corroborar la existencia de dicho sociolecto se hizo la
siguiente pregunta: se habla acampao en la comunidad? Las posibilidades
de respuesta fueron: Casi siempre, A veces, Casi nunca.
En el grfico 2 se reportan los porcentajes de respuestas. All se aprecia
que un 30% de los entrevistados estim que Casi siempre se habla acampao
en la comunidad. Por otro lado, un 60% consider que A veces se habla
acampao. Estos indicadores explicitan la conciencia de los hablantes de la
comunidad, pues admiten la existencia de un registro particular y aceptan la
etiqueta de Castellano acampao. Por otro lado, los datos revelan tambin
que esta variedad est sujeta a situaciones comunicativas particulares,
que seguramente se restringen a mbitos de uso ntimos, informales y
tradicionales.
Al corroborarse la existencia de este sociolecto, resta indagar sobre los
lugares donde se habla acampao y la interaccin de esta variedad con el
registro estndar. Adems, debe darse cuenta de la prctica efectiva de este
sociolecto por parte de los nios que viven en la comunidad.

Grfico 2. Se habla acampao en la comunidad?


202 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, NMERO 2, 2014

3.3.2. El registro local, su interaccin y uso

De acuerdo con los datos analizados en el apartado anterior, se asume la


existencia de una variedad de castellano particular, propia de la comunidad.
Esta variedad se conoce con el nombre de Castellano acampao o Habla
criolla. Este registro es parte de la comunidad rural y su uso es efectivo en
diversas instancias. En este marco, se articularon una serie de preguntas que
apuntaron hacia el uso de esta variedad en diversos contextos o situaciones
comunicativas.
La primera pregunta que se dirigi hacia ese objetivo fue Cundo
se habla acampao? El anlisis de esta interrogante arroj tres categoras
generales: Se habla acampao en la cotidianeidad, Se habla acampao en las
fiestas tradicionales y No responde. Los resultados pueden apreciarse en el
grfico 3, donde se observa que un 25% de los entrevistados no respondi
la pregunta, mientras que un 40% sostuvo que este sociolecto se habla en
las fiestas tradicionales (trillas, siembra, cosecha, mingacos).
Por otro lado, un 35% afirm que este registro se usa en la cotidianeidad
de la comunidad. En total, un 75% de los encuestados afirma que el castellano
del campo se usa en contextos ntimos y tradicionales. Este dato evidencia la
interaccin entre el castellano local (Godenzzi 2003) y el castellano estndar.
Dicha interaccin ocurre, al igual que en casos bilinges (Olate et al. 2013),
en torno a los mbitos de uso, los lugares, la interaccin generacional y los
temas de conversacin.

Grfico 3. Cundo se habla acampao?


VARIEDADES DEL CASTELLANO... / ALDO OLATE V. Y MARIO BERNALES L. 203

La segunda pregunta que gua esta seccin se relaciona con las razones del
habla acampao. La interrogante generada en este dominio fue Por qu
se habla acampao? Las categoras obtenidas en este contexto fueron de
tres tipos: Se habla acampao por costumbre, Se habla acampao por falta de
educacin y No responde.
Un 45% de los encuestados afirm que se habla acampao por costumbre,
mientras que un 30% sostuvo que es por falta de educacin. El 25% restante
no respondi la pregunta. Estos datos, presentados en el grfico 4, indican
que la prctica de este registro constituye un comportamiento lingstico
habitual en la comunidad. Por otro lado, la categora falta de educacin
debe interpretarse como falta de contacto con la variedad estndar, es
decir, los hablantes de la comunidad tienen poca interaccin con el modelo
estandarizado que se practica en la ciudad.
Si aceptamos la intuicin anteriormente propuesta, entonces la categora
Se habla por falta de educacin se deduce de la falta de interaccin de
los hablantes con modelos de habla urbanos. Lo que genera un modelo o
variedad situado, producido por factores geogrficos, sociales y culturales.
Esta variedad situada se establece como vehculo de comunicacin entre
los integrantes de la comunidad.

Grfico 4. Por qu se habla acampao?

Los datos reportados hasta el momento nos llevan a presentar la pregunta


que da cuenta de la interaccin entre el castellano estndar y el castellano
del campo. Esta pregunta se enfoca a los mbitos y lugares donde se habla
204 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

acampao y se articul de la siguiente manera: Dnde se habla acampao


y con qu frecuencia? Se presentaron 10 lugares/mbitos donde se puede o
no hablar acampao, estos lugares son: (1) Cosecha, (2) Siembra, (3) Camino,
(4) Fiesta, (5) Velorio, (6) Casa, (7) Pueblo8, (8) Escuela, (9) Iglesia, (10)
Ciudad. Las opciones de frecuencia generadas son: Casi siempre, A veces
y Casi nunca. En la tabla 2 puede observarse el porcentaje de uso del
Castellano acampao en los lugares de la comunidad.

Lugares Cosecha Siembra Camino Fiesta Velorio Casa Pueblo Escuela Iglesia
Ciudad
Lengua +CL +CL +CL +CL +CL +CL +CL +CL +CL
Casi 85 80 65 55 40 35 5/0 0 0
Siempre
A veces 15 15 15 25 30 35 25/25 45 55
Casi 0 5 20 25 30 30 70/75 55 45
Nunca
Tabla 2. Porcentaje lugares donde se habla Castellano acampao
CL: Castellano Local (Castellano acampao)

Como puede apreciarse, los lugares donde se habla acampao con mucha
frecuencia son fundamentalmente tres: Cosecha (85%), Siembra (80%) y
Camino (65%). Tambin se practica con frecuencia este registro en la Fiesta
y en el Velorio, donde la combinacin Casi siempre y A veces alcanza un
75% y un 70%, respectivamente. En el otro extremo estn las categoras
que se vinculan con el modelo formal (Pueblo, Escuela, Iglesia y Ciudad),
donde las opciones Casi nunca y A veces predominan.
Proyectando los datos de este grfico con los presentados en las tablas
1 (lugares donde se habla bien castellano) y 2 (lugares donde se prefiere
hablar bien castellano), podemos articular ciertas predicciones que dan
cuenta de los mbitos donde se practica la variedad campesina. En el cuadro
1 se observa el uso del castellano estndar y del castellano rural. Aqu, el
signo [+] indica uso ms frecuente y el signo [-] debe interpretarse como
uso menos frecuente.

8
En el caso de este estudio, los pueblos a los que aludimos con esta opcin son Santa Juana
y Nacimiento. La categora ciudad, en tanto, est reservada para Concepcin y Talcahuano.
VARIEDADES DEL CASTELLANO... / ALDO OLATE V. Y MARIO BERNALES L. 205

Lugares/Registros Estndar Local


Formal
Escuela [+] [-]
Posta [+] [-]
Iglesia [+] [-]
Casa [] []
Pueblo/ciudad [+] [+]
Velorio [-] [+]
Camino [-] [+]
Fiesta [-] [+]
Siembra/cosecha [-] [+]

Cuadro 1. Uso del castellano estndar y del acampao


entre los integrantes de la comunidad

3.3.3. El registro local y su uso entre los nios

Otro aspecto que se analiza se relaciona con la prctica de esta variedad


por parte de los nios de la comunidad. En este contexto se les formul la
siguiente pregunta a los entrevistados: Los nios del lugar hablan castellano
acampao? Las alternativas para esta interrogante fueron: Casi siempre, A
veces y Casi nunca. Los resultados se observan en el grfico 5.

Grfico 5. Los nios hablan castellano acampao?


206 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, NMERO 2, 2014

Como puede apreciarse, los nios de la comunidad utilizan con frecuencia


el castellano rural un 30% (Casi siempre), mientras que el 50% (A veces) lo
usa con menor frecuencia. Los datos anteriores reflejan que los nios utilizan
esta variedad. Sin embargo, la interrogante que aparece a continuacin es
dnde y con quin lo utilizan. La respuesta la podemos extraer de la siguiente
pregunta: Por qu cree usted que hablan as? Las categoras obtenidas
fueron: los nios hablan as por imitacin, los nios hablan as por falta
de educacin, los nios hablan as por imitacin a la ciudad y no responde.
El 15% de los encuestados no respondi esta pregunta. Las otras tres
categoras se distribuyen de la siguiente manera: un 10% de los entrevistados
afirm que los nios hablan esta variedad por falta de educacin. Por otra
parte, un 20% sostuvo que los nios hablan el registro por imitacin a la
ciudad y, finalmente, un 55% plante que los nios hablan castellano rural
por pura imitacin. En el grfico 6 pueden observarse los resultados de este
anlisis.

Grfico 6. Razones del habla rural de los nios

Como bien se sostuvo, la idea de falta de educacin se entiende como falta


de socializacin con el modelo urbano o, en otras palabras, falta de contacto
con formas ms estandarizadas. Por otro lado, la opcin de imitacin
del habla de la ciudad puede entenderse en el marco del fenmeno de la
ultracorreccin, es decir, los nios intentan imitar el habla modlica,
provocando situaciones en las que articulan un modelo sper correcto.
Variedades del castellano... / Aldo Olate V. y Mario Bernales L. 207

En cuanto a la opcin imitacin, la reflexin aqu nos gua hacia la


categora Costumbre, reportada ms atrs. La imitacin es por costumbre,
se produce por efecto del uso e interiorizacin del modelo particular y
oralista que se practica en la comunidad. El dato reportado indica que los
nios interactan activamente en las situaciones donde se utiliza el modelo
rural. Ellos mismos, seguramente, utilizan ese registro en sus conversaciones
informales (en el recreo, en las fiestas tradicionales y en otros espacios). En
sntesis, los nios practican y manejan el castellano rural, esto lo hacen por
imitacin a los modelos adultos, oralistas y tradicionales que tienen en la
comunidad, es decir, ellos se acostumbran a la forma de hablar que existe
en su entorno familiar rural.

4. conclusiones

A continuacin presentaremos algunas conclusiones que organizamos en


torno a cinco ejes. El primero se vincula, muy en lo general, con la idea de
emergencia y generacin de la variedad del castellano acampao en un
contexto geogrfico, social y cultural determinado. El segundo eje considera
la interaccin entre el registro estndar y el rural, tomando en cuenta los
factores que permiten la conservacin y uso de la variedad del campo. El
tercer mbito se vincula con el uso de la variedad rural en el contexto de
desarrollo actual de la comunidad. El cuarto dominio aborda el problema
desde la nocin oralidad/escritura. Finalmente, se desarrolla una breve
discusin en el marco de las percepciones promovidas entre los entrevistados.

4.1. Generacin de la variedad

Hay varias ideas que deben considerarse en el presente apartado. Por un


lado, el castellano rural se posiciona como una variedad que se genera por
la condicin de lateralidad de la zona en que se asienta la comunidad. Este
factor repercute directamente en la consolidacin de un sociolecto areal,
contribuyendo para ello, los factores histricos, sociales y culturales.
En otro plano, los habitantes de estas zonas tienen vnculos relativos
con los habitantes de zonas demogrficamente ms densas y urbanizadas
(Contreras 2009), esta relacin irregular incide en la adopcin de un
modelo singular que se ha configurado histricamente en el seno de la
comunidad.
208 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

4.2. Interaccin de las variedades

Hay una interaccin regular entre el estndar y el registro local. Esta


interaccin tambin repercute en la consolidacin y adopcin del modelo
rural, ya que se observa una divisin en los mbitos y lugares de uso entre
el registro estndar y el ms ntimo o rural. De este modo, las instituciones
adscritas a los grandes centros urbanos (Escuelas, Posta, Iglesia) se
constituyen como espacios donde se reproduce el modelo ms formal y
estandarizado. Por otro lado, en las Fiestas tradicionales, en el Camino,
en la Casa se practica la variedad local.
Las razones dadas para la conservacin y mantencin de la variedad de la
comunidad son fundamentalmente dos: la variedad se perpeta por costumbre
y por falta de educacin. La discusin en este dominio fue propuesta a
partir de dos ideas clave. En primer lugar, la nocin de falta de educacin
la entendemos en funcin del contacto o socializacin parcial con modelos
de la ciudad. En segundo lugar, la idea de costumbre la entendemos en el
marco de las dinmicas, hbitos y actividades que acontecen histricamente
en la comunidad.
En relacin con las ideas sostenidas por Godenzzi (2003), quien afirma
la existencia de tres variedades de castellano en las comunidades andinas,
la variedad que emerge en las condiciones geosociales apuntadas en nuestro
trabajo se constituye como una variedad local, que se diferencia de la regional
y de la estndar. Esta variedad local se distingue por ser particular y situada,
su emergencia se debe a las condiciones de produccin del modelo que se
ha articulado histricamente en la comunidad.

4.3. Uso y desuso de las variedades

Haciendo un paralelo de la situacin de interaccin mapuche/castellano


(Olate et al. 2013), la relacin entre el castellano rural y el estndar
genera productos lingsticos particulares o singulares. Estos productos
se constituyen a partir de las condiciones de interaccin entre ambos
registros. La variedad, con seguridad, tiene sus particularidades lingstico-
estructurales, las cuales pueden ser atribuidas a distintos factores, a saber:
(1) factor histrico de contacto con la lengua mapuche, (2) factor histrico
de desarrollo alejado de centros urbanos, (3) factor histrico de desarrollo
de actividades hispano-criollas, (4) factor oralidad en la comunicacin entre
los agentes de la comunidad.
Variedades del castellano... / Aldo Olate V. y Mario Bernales L. 209

Otros datos que deben tenerse en cuenta, para la proyeccin de estudios


en esta misma lnea, se vinculan con ciertos factores que afectan el uso de
la variedad rural. Por un lado, existe, al igual que en el caso rural bilinge,
una tendencia al envejecimiento poblacional (Olate et al. 2013). Es decir, en
la comunidad, los adultos y jvenes migran a centros urbanos ms grandes
y las actividades tradicionales son dejadas de lado. En este punto, diversos
estudios dialectolgicos (Contreras y Bernales 2007; Contreras et al. 2012)
confirman la progresiva extincin de actividades tradicionales tales como: la
trilla, los mingacos, la construccin de molinos, las adivinanzas, los cuentos
fantsticos, entre otros.
Otro factor que promueve el desuso de la variedad rural se encuentra en
la evangelizacin protestante que ocurre en esta comunidad. Los habitantes
de la comunidad adscritos a esta religin desconocen las actividades
tradicionales anteriormente nombradas y promueven la censura de este tipo
de fiestas tradicionales.
La tecnologa tambin constituye un foco de desuso de la variedad de
campo, esto debido a que la electricidad lleg a la zona a principios del ao
2000. Este tipo de energa permite la adquisicin de diversos artefactos
tecnolgicos: computadoras, televisores; elementos todos que permiten
reproducir modelos de habla estndar.

4.4. Relaciones entre la oralidad/escritura

Un aspecto importante en esta reflexin se relaciona con la dinmica oralidad/


escritura, pues es indudable que los dominios de uso del castellano del campo
y del estndar se relacionan con prcticas de tendencias ms oralistas frente
a otras ms escriturales, respectivamente. Con ms especificidad, podemos
referirnos al fenmeno de la literacidad, entendida como una prctica social
que no se restringe nicamente al aprendizaje tcnico-alfabtico dado en
mbitos educativos tradicionales, sino que se proyecta sobre la incorporacin
de la conciencia letrada en sociedades/comunidades de tradicin oral (Zavala
2002).
La tradicin oral asume que la comunicacin no es algo fugaz y
espontneo, sino algo que se conserva de forma duradera. La oralidad es
una condicin de la comunicacin que a la mente alfabetizada le resulta muy
difcil de describir y conceptualizar porque todas nuestras terminologas y
todas las metforas empleadas se han extrado de una experiencia marcada
por la escritura y que nosotros damos por sentada (Havelock 1986: 98).
210 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

4.5. Percepciones y valoraciones de la variedad

La implementacin de este cuestionario sociolingstico nos permiti


pesquisar las percepciones que tienen los hablantes sobre dos formas de habla
utilizadas en una comunidad rural: el Castellano acampao y el estndar.
Observamos que los hablantes son conscientes de la existencia del sociolecto,
pues lo reconocen y utilizan en diversos espacios comunicativos de la
comunidad. Este aspecto se evidencia al aceptar la etiqueta propuesta para
la variedad Castellano acampao e incluirla en los eventos comunicativos
de la comunidad. La valoracin de la variedad rural puede inferirse de los
mbitos ntimos en que se utiliza y de los procesos de transmisin que se
establecen, ya que tambin es producido por los nios de la comunidad.
Los hablantes sealan que el Castellano acampao funciona en
las actividades cotidianas y en las fiestas tradicionales. Este modelo de
habla surge por costumbre, pues se usa en la cotidianeidad, y por falta
de educacin, categora que puede interpretarse como una percepcin
negativa hacia la variedad. Esta valoracin se articula en el marco de una
comparacin de los mbitos de uso en que se reproduce una u otra variedad
o en relacin con la poca interaccin de la variedad rural con el modelo
estandarizado utilizado en la ciudad, en mbitos institucionales.
Finalmente, las percepciones observadas son corroboradas al notar que
la variedad es difundida entre los nios, quienes, seguramente, adoptan el
sociolecto en los diversos contextos donde se utiliza en la comunidad.
Para finalizar, el objetivo de este trabajo fue describir las dinmicas
interactivas que se desarrollan entre el castellano local (variedad usada
en el campo) y el castellano regional (variedad usada en la ciudad) y
las percepciones que tienen los hablantes sobre dichos sociolectos. Las
dinmicas comunicativas que se dan en el seno de la comunidad reflejan dos
variedades claramente diferenciadas, por una parte, se explicita la existencia
de una variedad ntima vinculada a la tradicional oral y, por otro lado, existe
una variedad estndar que se utiliza en mbitos institucionales.
La pregunta que sigue se vincula con el efecto que el mbito
geosociocultural ejerce sobre la competencia lingstica de los hablantes,
quienes modifican la lengua que se practica en la comunidad. Este tema
puede ser abordado en otro estudio y por medio de otros instrumentos.
El presente trabajo es una aproximacin parcial al fenmeno, pues falta
indagar en algunos dominios, por ejemplo: gneros discursivos o textos que
circulan en la comunidad, competencia lingstico-comunicativa de hablantes
modelos, etnografa de la comunidad, entre otros. Sin embargo, creemos
que representa un primer paso, necesario para generar otras investigaciones
que comparen las dinmicas de interaccin entre los sociolectos en diversas
Variedades del castellano... / Aldo Olate V. y Mario Bernales L. 211

comunidades rurales monolinges de Chile. Sin lugar a dudas, este trabajo es


un aporte, tanto en cuanto a las referencias discutidas como en la metodologa
aplicada. Este trabajo, en su conjunto, muestra un acercamiento novedoso
a los estudios nacionales sobre el bidialectalismo, especialmente en el
dominio rural.

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Boletn de Filologa, Tomo XLIX
Nmero 2 (2014): 215-236

La escuela y la lengua en la construccin


de la identidad nacional uruguaya: los libros
de lectura usados en la escuela pblica
en los aos 40 del siglo XX

Mariela Oroo *
Universidad de la Repblica, Uruguay

Resumen

Las polticas lingsticas que apuntan a la promocin de determinadas


lenguas o variedades de lenguas como vehiculares de la educacin
y de los valores nacionales, sustentan y generan representaciones
que se transmiten mediante distintos tipos de discursos. Un tipo
particular de polticas lingsticas, representaciones y discursos sobre
las lenguas es aqul que se origina en el marco de los procesos de
construccin de la nacionalidad. Este trabajo analiza el lugar que
se le adjudic a la lengua en la consolidacin del Estado nacional
uruguayo y del ciudadano en los aos 40 del siglo XX, as como
el modo en que se articul el lenguaje con otros referentes de la
nacionalidad, en la serie de libros de lectura de Roberto Abadie y
Humberto Zarrilli, textos oficiales del sistema escolar en este perodo
de consolidacin y expansin estatal. El anlisis se contextualiza con
otros documentos educativos de la poca. El estudio muestra el modo

*
Para correspondencia, dirigirse a: Mariela Oroo ([email protected]) Instituto
de Lingstica, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin, Universidad de la
Repblica. Magallanes 1577, Montevideo, Uruguay.
216 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

en que la escuela, mediante la enseanza de la lengua, se encarg de


difundir representaciones nacionalistas, y tuvo un lugar destacado
en la construccin de la identidad nacional.

Palabras clave: representaciones sociolingsticas, escuela, libros de


lectura, espaol, nacionalismo, Uruguay.

School and language in the construction of the Uruguayan


national identity: the reading books used in the elementary
school in the 40s in the 20th century

Abstract

Abadie and Zarrillis books belong to the 40s in the 20th century.
This period relates to the consolidation of citizenship. The purpose
of this research is to study the sociolinguistic representations in
Abadie-Zarrillis reading books, as well as the documents about
education related to them.
Collected data is considered according to the periods stated
establishing the socio-historical and educational contexts. I study
the relationship between language, nation and citizenship. School
and language have played an important role in the construction of
the national identity.

Keywords: sociolinguistic representations, elementary school,


reading books, Spanish, nationalism, Uruguay.

Recibido: 31/03/14 Aceptado: 20/05/14

1. Introduccin

Las polticas lingsticas que apuntan a la promocin de determinadas


lenguas o variedades de lenguas como vehiculares de la educacin y de los
valores nacionales sustentan y generan representaciones que se transmiten
mediante distintos tipos de discursos. Un tipo particular de polticas
lingsticas, representaciones y discursos sobre las lenguas es aqul que
se origina en el marco de los procesos de construccin de la nacionalidad.
En el caso de Uruguay, este proceso implic la elaboracin de un modelo
lingstico y cultural forjado en torno a representaciones homogeneizadoras,
La escuela y la lengua en la construccin... / Mariela Oroo 217

que tuvieron al lenguaje como uno de sus protagonistas. En este proceso, el


sistema educativo en general y los textos escolares para la enseanza de la
lengua en particular ocuparon un rol central.
En este trabajo analizo el lugar que se le adjudic a la lengua en la
consolidacin del Estado nacional uruguayo y del ciudadano en los aos
40 del siglo XX, as como el modo en que se articul el lenguaje con otros
referentes de la nacionalidad, en la serie de libros de lectura de Roberto
Abadie y Humberto Zarrilli, textos oficiales del sistema escolar en este
perodo de consolidacin y expansin estatal. Contextualizo el estudio con
otros documentos educativos de la poca: La educacin del pueblo (obra
pedaggica del director del Consejo de Enseanza Primaria y Normal, Jos
Claudio Williman, 1937), el Programa escolar para las escuelas urbanas
de 1941 y los Anales de Instruccin Primaria (publicacin mensual del
Consejo) 1.
En el plano poltico, los libros se enmarcan en las dictaduras del doctor
Gabriel Terra y del arquitecto y general Alfredo Baldomir (1933-1943); en
el plano educativo, en la consolidacin del sistema escolar, con la reforma
liderada por el arquitecto Jos Claudio Williman (a partir de la intervencin
del sistema escolar por decreto de 1933). En este perodo, el contexto
internacional determin fuertemente la situacin nacional. La dictadura de
Terra se caracteriz por un endurecimiento de las polticas inmigratorias,
como consecuencia de la crisis econmica mundial de 1929, que tambin
reorient las polticas sociales estatales para frenar el intervencionismo
popular del batllismo (Filgueira et al. 2003) y acrecent el conflicto social:
en este perodo se aprobaron la ley n 8868 (conocida como la ley de
indeseables) de 1932, la Constitucin de 1934 y la ley n 9604 de 1936
para dificultar el ingreso de inmigrantes al pas2. Estas medidas parecen
haber tenido el efecto deseado. Segn se indica en los Anales (Anales de
Instruccin Primaria, poca II, Tomo VI, 1945: 267-268), la poblacin
inmigrante fue aumentando desde 1900 hasta 1930 (por ejemplo, en 1908
ingresaron al pas 20.769 inmigrantes; en 1912, 25.928 y en 1929, 27.285).

1
El estudio forma parte de mi tesis de maestra sobre Las representaciones
sociolingsticas en textos escolares de la educacin primaria uruguaya: las series de libros
de lectura de Vsquez Acevedo, Figueira y Abadie-Zarrilli (FHCE- UDELAR).
2
La ley de indeseables estableca causales de inadmisin y de expulsin de
extranjeros, aunque poseyeran carta de ciudadana nacional. La Constitucin de 1934 dispuso
algunas restricciones con respecto a la entrada de inmigrantes que padecan enfermedades
fsicas o mentales y no tenan una adecuada conducta moral. La ley n 9604, adems de
ratificar las trabas puestas por la ley de indeseables, aadi otras nuevas como los factores
polticos o la necesidad de poseer un certificado consular.
218 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Pero a partir de ese ao, las cifras descendieron abruptamente (en 1931
ingresaron al pas 4.646 inmigrantes; en 1933, 1.687 y en 1935, solamente
414) 3. En este perodo predomin entonces una ideologa conservadora con
connotaciones xenofbicas, dirigida por Terra y fuertemente influenciada
por las ideas nazi-fascistas de la Europa de entreguerras (Ruiz 2008b).
En trminos poltico-educativos, el perodo coincide con una
reorientacin pedaggica contraria a la Escuela Nueva 4 mediante la reforma
educativa liderada por el arquitecto Jos Claudio Williman. En los aos
30 y 40 del siglo XX, el valor cultural y simblico de la escuela primaria
formaba ya parte de la identidad nacional 5; para quienes estaban en el poder
era un instrumento para controlar y encauzar las formas de convivencia
colectiva y moldear el imaginario nacionalista. En ese sentido se impuls una
reorientacin patritica (Williman 1937) para defender un nacionalismo
extremo. La reorientacin patritica buscada por Williman se enmarcaba
en una revolucin cultural que supona la reforma de la escuela pblica. El
proyecto de reforma educativa de Williman est expuesto en La educacin
del pueblo, el extenso prlogo a la memoria del organismo correspondiente
al ao 1937. Williman propona eliminar la orientacin pedaggica de la
Escuela Nueva e implantar la educacin para el esfuerzo, acompaada
por la enseanza del sentimiento patritico, base de la unidad nacional;
este aspecto era fundamental para un pas amenazado continuamente en su
pureza nacional por una inmigracin heterognea y en su integridad nacional
por su reducido poder fsico (CNEPN 1935: 11, 29-30). Para lograr su
objetivo tambin estimaba necesario reorganizar la formacin docente para
rectificar la formacin espiritual de los futuros maestros (op. cit.: 30).

3
Aunque no contamos con censos nacionales entre 1908 y 1963, en los Anales de
Instruccin Primaria de 1945 (poca II, Tomo VIII, n 3 y 4) se consigna una poblacin total
de 2.100.000 habitantes, una cuarta parte de los cuales eran inmigrantes.
4
La Escuela Nueva surgi en Europa y en los EE.UU. Tom como referencia el
pragmatismo pedaggico de John Dewey, quien desarroll el principio de la educacin para
la accin, frente a la clsica educacin para la instruccin (Bralich 1987). En Uruguay
fue tema de congresos de inspectores y de concursos, y a partir de una resolucin del 15 de
junio de 1928 sus autores fundamentales (John Dewey, Olive Decroly y Mara Montessori)
integraban los programas de didctica y pedagoga en la formacin de maestros (Legislacin
escolar, Tomo X). Esta orientacin pedaggica empez a tener mayor relevancia en la educacin
pblica desde inicios de 1930 cuando el doctor Santn Carlos Rossi asumi la direccin del
CNEPN (Memoria del CNEPN 1933).
5
Para un estudio del lugar de la escuela y la lengua en la construccin de la identidad
nacional uruguaya durante el ltimo cuarto del siglo XIX, cfr. Oroo (2012) y (2013).
La escuela y la lengua en la construccin... / Mariela Oroo 219

2. La serie graduada de libros de lectura


de Roberto Abadie y Humberto Zarrilli

Los textos escolares usados para la enseanza de la lengua forman parte de


los discursos institucionales producidos en el marco de polticas lingsticas
instrumentadas a travs del sistema educativo. La declaracin de un libro
como de uso oficial en las escuelas o la realizacin de un concurso para
tal fin suponen un fuerte control sobre los contenidos y la forma de los
textos (incluyendo la variedad lingstica a usar). Las representaciones
sociolingsticas que transmiten los textos escolares influyen en el
comportamiento y las creencias de sus destinatarios.
Las representaciones sociolingsticas (Boyer 1991, 2003; Arnoux y
Del Valle, 2010) son un tipo de representacin social que involucra ideas
socialmente compartidas acerca de una lengua. Se trata de diseos ms o
menos complejos del universo social que los discursos sobre el lenguaje
construyen, aunque hablan slo del lenguaje (Arnoux y Bein 1999: 9). Como
sealan Arnoux y Del Valle (2010: 3), por un lado, se refieren a objetos
lingsticos (lenguas, variedades, hablas, acentos, registros, gneros, modos
de leer o de escribir, etc.) y [], por otro, implican evaluaciones sociales de
esos objetos y de los sujetos con los que son asociados. Las representaciones
sociolingsticas evalan y categorizan socialmente a un individuo o grupo
social, en funcin de sus comportamientos lingsticos. Al vincular el orden
lingstico con el orden social, mostrando cmo se articulan, permiten
comprender e interpretar otros aspectos de la realidad social.
En el proceso de conformacin de los Estados nacionales, los textos
escolares constituyeron un dispositivo normativo altamente institucionalizado
y eficaz en la consolidacin lingstica de la comunidad. A travs de ellos
en forma simultnea se indican las maneras de decir socialmente admitidas
y se excluyen otras, y se define lo correcto y aceptable en comportamientos
y prcticas que exceden el mbito del lenguaje (Arnoux 2008; Arnoux y
Del Valle 2010).
El poder de los textos escolares radica justamente en la escritura. La
ciudad escrituraria (Rama 1998) permite, gracias a su cultura impresa,
la existencia de la comunidad imaginada (Anderson 1993) nacional que
pretende desconocer la diversidad de los grupos que la constituyen. El poder
de la escritura se observa en su capacidad de crear el objeto, a la vez que
habla de l; para el caso que interesa a este trabajo, la capacidad de crear el
Estado nacional, el ciudadano y la lengua nacional a la vez que habla de ellos.
Los libros de lectura de Abadie-Zarrilli tal como leemos en sus
respectivas portadas comienzan a utilizarse en las escuelas con carcter
220 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

de textos oficiales en 1941, como resultado de haber ganado un concurso


organizado por el Consejo Nacional de Enseanza Primaria y Normal a
tales efectos.
Humberto Zarrilli (Montevideo, 1898-1964) fue maestro, escritor y
se desempe como docente en los Institutos Normales. En 1920 fue
designado redactor-traductor de las revistas oficiales del Consejo Nacional
de Instruccin Primaria, de cuya direccin se hizo cargo desde 1921 por
ms de veinte aos. Roberto Abadie Soriano (Montevideo 1896- 1992) fue
maestro y se desempe como docente en todos los niveles del sistema
educativo estatal. Abadie produjo cambios profundos en la doctrina y prctica
de la educacin uruguaya, especialmente en lo referido a la alfabetizacin,
la educacin de adultos, rural y para ciegos. Abadie y Zarrilli tenan en los
aos 40 del siglo XX una reconocida trayectoria en la elaboracin de libros
de lectura y de lenguaje para las escuelas pblicas uruguayas.
Para cada ao escolar (de primero a cuarto) hay un libro de lectura para
el alumno y otro para el maestro: Libro primero de lectura, Libro segundo
de lectura, Libro tercero de lectura y Libro cuarto de lectura. El libro para
el alumno contiene nicamente textos. El libro para el maestro, adems de
los textos, contiene indicaciones didcticas en las que se especifica cul
es el inters de la lectura, vicios de diccin, comentario moral, reglas
u observaciones ortogrficas, ejercicios de pronunciacin, uso del
diccionario, explicacin de modismos, y/o ejercicios de redaccin,
para cada lectura. Cada libro ya sea en su versin para el alumno o para el
maestro comienza con un extenso prlogo de sus autores en el que explican
el Plan del libro. Las lecturas que componen los libros fueron escritas en su
mayora por sus autores para cumplir los propsitos pedaggicos de cada
leccin; se trata en gran parte de textos en prosa.
Los libros de lectura analizados se corresponden con la formulacin de
un nuevo programa para las escuelas urbanas: el programa escolar de 1941,
que contemplaba los siguientes contenidos: Aritmtica y Geometra; Idioma
Nacional; El hombre y la naturaleza: Anatoma, Fisiologa e Higiene;
Moral; Historia; Cultura cvica; Geografa; Fsica, Qumica y Mineraloga;
Dibujo; Trabajos manuales; Canto; Cultura fsica (Consejo de Instruccin
Primaria 1957). El programa tambin recoga la preocupacin patritica de
Williman, especialmente en algunas materias:

Ha preocupado preferentemente a esta Comisin el programa de Idioma


Nacional, [aunque] los programas de Moral, Historia y Educacin Cvica,
han merecido de parte de la Comisin una atencin de preferencia, por
razones que no escaparn al criterio del Honorable Consejo. Los ideales
de nacionalidad, patriotismo, honestidad y civismo deben determinar el
La escuela y la lengua en la construccin... / Mariela Oroo 221

centro de toda educacin que tienda a la formacin de la personalidad


(Consejo de Instruccin Primaria 1957: 5 y 7).

En los libros de lectura de Abadie-Zarrilli, las referencias al lenguaje son


mltiples y comprenden aspectos tan diversos como el lugar de la lengua en
la construccin de la nacionalidad, recomendaciones lingsticas vinculadas
con el comportamiento social, la relacin entre lenguaje, pensamiento y
conocimiento, y el valor de la lectura y la escritura.

3. La lengua en la consolidacin del


estado nacional uruguayo

Como referente de la nacionalidad, la lengua aparece mencionada junto con


otros aspectos como el arraigo al territorio, el orgullo por la historia de los
antepasados y la defensa de las tradiciones6. El idioma nacional (fuera de
toda discusin, el castellano) acompaa la defensa de la nacionalidad en el
marco de la educacin patritica. En este contexto de exaltacin patritica
los inmigrantes y sus lenguas comenzaron a ser juzgados como elemento
disolvente de la nacionalidad.
En el Plan de cultura patritica para la formacin de maestros, aprobado
en 1938, se indicaba como una orientacin docente la orientalidad: por
sobre los rencores y rivalidades de los partidos polticos, de las ideologas
enemigas y de las diversidades religiosas est la unin de todos los uruguayos
en el amor a la Patria, en la resolucin de defenderla y en las realizaciones
efectivas para engrandecerla (Anales de Instruccin Primaria, poca II,
Tomo I, 1938: 74). En consecuencia, se entenda que los uruguayos (y en
especial los maestros, a quienes estaba dirigido este texto) debemos estar
siempre alertas sobre nuestras costas y fronteras y tener en cuenta El
frente interno: profilaxis social ejercida por la Polica. Exaltacin de la lucha
contra los indeseables, los corruptores, los disolventes y los que atacan las
estructuras esenciales de la nacin (op. cit.: 74).
En el Plan de cultura patritica se represent al maestro como elemento
fundamental de la educacin:

6
A propsito, ntese que estos rasgos son tambin privilegiados en la construccin de
identidades tnicas.
222 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Cualquiera sea el plan, cualesquiera sean los programas y los mtodos,


y contando adems con instalaciones perfectas, la escuela fracasar
siempre, fatalmente, si no se cuenta con el factor maestro. En cambio,
un buen maestro har siempre obra, aun teniendo en contra los otros
factores (Williman 1937: 76).

Por ello, el inters en desarrollar un plan que le permitiera cumplir su funcin


siguiendo la nueva orientacin escolar.
La prensa oficialista de la poca evalu en trminos positivos la aplicacin
de este plan de cultura patritica y mostr especial preocupacin por la
presencia de inmigrantes en el pas. En un artculo publicado en El Debate
el 15 de mayo de 1938, titulado Accin profundamente patritica, se
sealaba la enorme trascendencia patritica de la medida (en Anales de
Instruccin Primaria, poca II, Tomo I: 1938: 58). Otro artculo publicado
en El Pueblo el 10 de mayo de 1938, titulado Fortalezcamos en el espritu
del nio el amor a la Patria, expresaba:

Si siempre fue indispensable fortalecer el sentimiento patritico en


el espritu de sus educadores y de los educandos, ms evidentemente
necesario es hacerlo ahora, en que corrientes exticas, aluviones
inmigratorios y desdichadas imitaciones de ideologas extranjeras
procuran debilitar la personalidad nacional, negando el culto patritico
[]. La escuela uruguaya debe contrarrestar la infiltracin extica
y la perniciosa indiferencia respecto al sentimiento y el concepto de
nacionalidad, y el maestro uruguayo, a su vez, debe iniciar su jornada,
como el militar, con una ntima invocacin a la patria y una ltima
promesa de lealtad a la bandera que representa al pas y flamea sobre su
aula (En Anales de Instruccin Primaria, poca II, Tomo I: 1938: 54).

En este perodo se exacerb la funcin simblica de la bandera y el himno


nacionales como referentes de la nacionalidad. En este sentido hubo varias
disposiciones del Consejo de Primaria que establecieron en forma detallada
cundo y cmo deba izarse el pabelln patrio, y el modo de cantar el himno
nacional.
La lengua acompa este tipo de acciones. Una resolucin del Consejo
de Primaria fechada el 3 de mayo de 1939 estableci que en los actos
realizados para conmemorar fechas patrias, no podrn cantarse himnos
de pases extranjeros ni figurar la bandera de ningn pas extranjero, ni se
usar otro idioma que el idioma nacional (Legislacin escolar, Tomo XII,
1942: 358). La lengua nacional es un factor recurrente en la conformacin
de la nacionalidad y, as como los inmigrantes no formaban parte de la
nacin, tampoco lo hacan sus lenguas. De todos modos, el hecho de que
La escuela y la lengua en la construccin... / Mariela Oroo 223

fuera necesario reglamentar el uso del idioma nacional en un acto escolar,


caracterizado por la formalidad y el protocolo, muestra que efectivamente
se hablaban en Uruguay tambin otras lenguas diferentes al espaol.
La relacin entre nacin, democracia, escuela y lenguaje, establecida en
los documentos pedaggicos generales que orientaron la educacin primaria
en este perodo, condiciona las caractersticas de los libros de lectura de la
poca.

3.1. El Plan de los libros de lectura de Abadie y Zarrilli

En el Plan, Abadie y Zarrilli explican el procedimiento seguido para la


elaboracin de sus libros de lectura y su doble funcin: didctica como
instrumento educativo para la enseanza de la lengua (Abadie y Zarrilli,
Libro cuarto, Plan, 1946: V) e ideolgica como propaganda patritica
o a favor de los ideales nacionalistas (op. cit.: IX):

Sabido es que en la mayora de los hogares toda la biblioteca est


construida por los libros que los nios llevan de la Escuela. Estos libros
son ojeados por los padres y, muchas veces, ledos por ellos. Este hecho
obliga a los autores del libro de lectura y al Estado que lo aprueba, a
darle, adems de su condicin didctica, la de instrumento de propaganda
a favor de los ideales nacionalistas (Abadie y Zarrilli, Libro cuarto,
Plan, 1946: IV).

Abadie y Zarrilli reconocen que las medidas que se instrumentan desde el


sistema educativo tienen un alcance muy grande. No solo porque como ya
hemos observado a travs de decretos, circulares y reglamentaciones puede
recomendarse y hasta a obligarse a los docentes a cumplir con determinadas
directivas, sino porque a travs del sistema educativo puede llegarse a un
nmero muy importante de la poblacin; como sealan estos autores, los
libros de lectura no son ledos nicamente por los escolares sino tambin
por sus padres.
Los ideales del libro de lectura son la moral y la patria, vinculada
con la conservacin de su Idioma:

LA MORAL INDIVIDUAL, FAMILIAR Y SOCIAL, a travs de la


nobleza del hombre y de sus esfuerzos por superarse indefinidamente,
de los afectos familiares y del trabajo, la perseverancia, el estudio y la
solidaridad humana; y LA PATRIA, [], a travs de la conservacin de
su Idioma, el conocimiento de su Geografa y de su Historia (op. cit.: VII).
224 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Para alcanzar esos ideales es importante que los libros de lectura generen
en los escolares el arraigo al territorio y el orgullo por la historia de los
antepasados (componentes bsicos de toda nacin).
Abadie y Zarrilli otorgan a la literatura nacional un lugar importante en
la difusin de estas ideas nacionalistas: nos decidimos a hacer un libro que
contuviera, adems de las pginas que debamos redactar nosotros mismos,
una verdadera antologa de prosistas y poetas preferentemente uruguayos
(Abadie y Zarrilli, Libro cuarto, Plan, 1946: VI). A travs de la literatura
se espera que el alumno conozca la belleza de nuestra tierra, la emocin
de nuestra historia, el encanto de nuestro folklore y la grandeza del alma
nacional (op. cit.: VI). Tambin se equipara el rol de los poetas y escritores
con la de los hroes nacionales, como referentes de la nacionalidad: Tan
verdad es esto, que todos lo aceptamos subconscientemente al equiparar la
gloria de los escritores y poetas, con la de los hroes, fundadores de nuestra
nacionalidad (op. cit.: IX). Como se seal ms arriba, los escritores
crean el relato nacional, al construir y difundir con sus obras los referentes
de la nacionalidad. En este marco, el idioma nacional se concibe como
un medio importante para desarrollar el amor a la Patria. En la cita que
sigue se sealan las funciones instrumental (tcnica indispensable para la
vida) y simblica del lenguaje (referente de la nacionalidad), esta ltima
asociada adems a la prescripcin (profanacin o delito de lesa-patria su
empleo indebido):

La enseanza del Idioma Nacional, adems de su carcter de tcnica


indispensable para la vida, es medio eficaz para desarrollar el amor a
la Patria. Da llegar en que el Idioma se considere tan sagrado como
los smbolos, y que se estime, como profanacin o delito de lesa-patria,
su empleo indebido, tanto en su forma oral, como en su forma escrita
(op. cit.: IX).

En una lengua de estandarizacin pluricntrica como la espaola (Fontanella


1992), la denominacin idioma nacional demarca las fronteras lingsticas
tanto en relacin con Espaa como con otros pases hispanohablantes. Este
parece ser el inters en el perodo estudiado: en el programa escolar de 1941
el captulo dedicado a la enseanza de la lengua se titula Idioma Nacional
y, como se acaba de sealar, en los libros de lectura de Abadie y Zarrilli se
entiende que uno de los medios para desarrollar el amor a la Patria (Libro
cuarto, Plan, 1946: VII) es la enseanza del idioma nacional.
El siguiente texto, que Abadie y Zarrilli redactaron especialmente para
su libro cuarto de lectura y que titulan Patria, permite observar el estrecho
vnculo que se establece entre el espaol como lengua comn (el mismo
idioma) y la nacin uruguaya:
La escuela y la lengua en la construccin... / Mariela Oroo 225

Aqu, donde t vives, donde viven tus padres, donde vivirn tus hijos.
Aqu, donde todos hablan el mismo idioma que te ense tu madre con
las palabras ms dulce que oirs en tu vida.
Aqu, donde la gloria que representa la bandera, imagen de nuestro
brillante cielo, es tu propia gloria.
Aqu, donde aprenders a ser libre y a respetar la libertad de los otros,
es tu patria.
Pronuncia con amor su nombre: Repblica Oriental del Uruguay.
Honrando a la patria, honras a tus mayores y te honras a ti mismo (Abadie
y Zarrilli, Libro segundo, 1944: 71).

En este contexto, los inmigrantes y sus lenguas se visualizan como obstculos


para afianzar la nacionalidad y el idioma nacional. Para contrarrestar el
problema, en la construccin imaginada de la comunidad (Anderson 1993),
el gaucho se representa como figura mitolgica capaz de aglutinar la
poblacin y lograr la unidad nacional, amenazada por el confuso y amorfo
oleaje que continuamente amenaza barrer lo que nos es propio (Abadie y
Zarrilli, Indicaciones didcticas, Libro cuarto, 1946: 52):

[] el nico elemento aglutinante que puede presentar nuestra joven


nacionalidad, es la figura legendaria del gaucho y, a travs de ste, la del
charra7. [] No olvidemos: la unidad nacional griega estaba basada en
sus mitos comunes. Nosotros tenemos un mito, mezcla de realidad y de
leyenda: el gaucho (op. cit.: XIII).

El gaucho es el hombre que defiende y construye la Patria (Abadie y


Zarrilli, Libro segundo, Indicaciones didcticas, 1944: 47); nuestro tipo
nacional (Abadie y Zarrilli, Libro cuarto, 1946: 71).
De este modo, la figura del gaucho se opone a la de los inmigrantes
reales: No siendo la poblacin vegetativa la nica de nuestro pas y teniendo
an esta misma la caracterstica de proceder de razas extranjeras, estamos
expuestos a perder el carcter nacional (Abadie y Zarrilli, Libro cuarto,
Plan, 1946: XIII).

7
La ausencia de una explicacin sobre la desaparicin de los indgenas muestra el
proceso de naturalizacin u opacamiento de una situacin de violencia tnica como fue su
exterminio, congruentemente con lo que seala Renan (1987 [1882]: 7-8) en relacin con el
olvido y el error histrico como factores esenciales en la construccin de una nacin. En una
lectura se dice, por ejemplo: Hace mucho tiempo el Uruguay estaba habitado por indios.
[] Estos indios eran salvajes. [] Ya no existen indios (Abadie y Zarrilli, Libro segundo,
texto, 1944: 103).
226 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

En el Plan analizado se establece una oposicin entre los que pertenecan


a razas extraas o extranjeras (Abadie y Zarrilli, Libro cuarto, 1946:
IV) y los que formaban parte de nuestro pueblo. Asimismo, se advierte
sobre la amenaza que podan representar los escolares hijos de inmigrantes
por los valores que sus padres podan transmitirles en relacin con su patria
de origen, que entre otros aspectos incluira el menosprecio por el idioma
nacional (nuestro idioma):

Un elevado porcentaje de nuestros escolares proceden de razas extraas y


muchos de ellos no son ni siquiera nacidos en el pas. Esta circunstancia
hace que los padres inculquen a sus hijos, como es natural, el amor a
los hroes de su pas de origen, y que lleguen a ms, como lo hemos
comprobado, es decir, que menosprecien a los nuestros a causa del
reducido escenario en que actuaron. Y no slo pasa esto con respecto a
nuestros hroes militares y cvicos, sino tambin, con lo que se refiere a
nuestra literatura, a nuestras artes, a nuestras industrias y an a nuestro
idioma y a las costumbres de nuestro pueblo (op. cit.: IV).

En el Plan, los atributos autctonos se evalan como positivos e incluso


excepcionales, en oposicin a los extranjeros:

Evaluacin de lo nacional Evaluacin de lo extranjero


la belleza de nuestra tierra (Abadie y razas extraas (op. cit.: IV)
Zarrilli, Libro cuarto, Plan, 1946: VII) menosprecien a () nuestros [hroes],
la emocin de nuestra historia (op. () a nuestra literatura, a nuestras
cit.: VII) artes, a nuestras industrias y an a
el encanto de nuestro folklore (op. cit.: nuestro idioma y a las costumbres de
VII) nuestro pueblo (op. cit.: IV)
la grandeza del alma nacional (op. cit.: para que haya menos ingratos entre los
VII) que cobijamos (op. cit.: IX)
Da llegar en que el Idioma se considere el confuso y amorfo oleaje que
tan sagrado como los smbolos (op. cit.: continuamente amenaza barrer lo que
IX). nos es propio (op. cit.: XIII).

Se construye un nosotros apuntalado en el uso reiterado del pronombre


posesivo de primera persona plural (nuestros hroes, nuestra literatura,
nuestro idioma, nuestras costumbres); se opone un nosotros
integrante y constructor de la nacin uruguaya, a un ellos extranjero,
invasor, amenazante y peligroso. Ellos son bsicamente los inmigrantes.
Esta construccin dicotmica de la patria se extiende al lenguaje: idioma
nacional versus lenguas extranjeras. Como seala Di Tullio (2003: 107), al
La escuela y la lengua en la construccin... / Mariela Oroo 227

imponerse el imperativo patritico, el idioma nacional se convierte tambin


en el lazo con la tradicin y expresin visible de la nacionalidad frente a
los inmigrantes; en la medida en que es la lengua de la enseanza estatal,
tambin el idioma nacional se constituye en el instrumento de nacionalizacin
de los extranjeros (op. cit.).

3.2. La lengua en la formacin del modelo de ciudadano

Williman segua la tradicin vareliana 8 al sealar que la escuela deba


encargarse de formar al ciudadano: Aceptamos como principio que la
educacin del pueblo debe preparar al individuo para ser ciudadano de
una repblica (Williman 1937: 33). No obstante ello, Williman tena una
concepcin conservadora y elitista de la educacin; consideraba que todos
los ciudadanos deban ser educados en una cultura mnima pero solo
algunos deban alcanzar niveles superiores:

[] la enseanza primaria y la secundaria deberan ser recibidas por todos


los individuos, luego se produce una clasificacin de stos, dirigindose
una parte a las actividades manuales u oficios, otra a la funcin de
empleados comerciales o administrativos y otra mucho menor hacia las
profesiones (op. cit.: 20).

La enseanza deba estar al servicio de una estructura socio-econmica,


donde cada persona deba ocupar un lugar predeterminado. Los peones,
braceros y obreros (op. cit.: 20-21), poseedores solo de una cultura
mnima, deban estar al servicio de los ciudadanos de excepcin: la
investigacin cientfica [] pudo ser posible cuando algunos hombres
estuvieron en condiciones de dedicarse enteramente a observar y a reflexionar,
gracias a que otros hombres se encargaron de resolverles a aquellos los
otros problemas de la vida (op. cit.: 16). Para Williman, los ciudadanos de
excepcin constituan una pequea seleccin, imprescindible para que toda
sociedad alcanzara la cultura superior. Y resuma: las sociedades que, por
una mala interpretacin de la igualdad social, se han opuesto a la existencia
de esa seleccin, han cado en la cultura inferior (op. cit.: 21).

8
El sistema escolar estatal uruguayo se estructur a partir de 1877 con la reforma liderada
por el pedagogo Jos Pedro Varela. Sus principios centrales (obligatoriedad, gratuidad, laicidad)
continan vigentes.
228 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Los libros de lectura de Abadie y Zarrilli no reflejan tan claramente, sin


embargo, la concepcin elitista de la educacin que expresaba Williman en
La educacin del pueblo (1937). Tal vez porque los autores no estaban de
acuerdo con la propuesta de Williman, tal vez porque la educacin primaria
a la que se orientaban los libros estaban dentro de la cultura mnima que
deban recibir todos los ciudadanos, tal vez por la dificultad de trasladar esa
concepcin a libros de lectura pensados para ser usados en un sistema escolar
que no haca excepciones ni categorizaciones de alumnos, salvo las del nivel
educativo o ao escolar, o porque aunque hubiera cambiado la orientacin
de las autoridades del Consejo de Educacin Primaria y Normal, la tradicin
instalada no admita cambios sustanciales de concepcin. Sea como sea, las
ideas fundamentales de Williman no se perciben, como sealamos, en los
libros de lectura estudiados.
A continuacin presento la relacin que se establece en los libros
de lectura entre el lenguaje y otros aspectos que se consideran valiosos
para la construccin del ciudadano (lectura y escritura, patriotismo y
moral, comportamientos sociales adecuados, conocimiento y claridad de
pensamiento).

3.2.1. La educacin patritica y la enseanza moral

En el marco de la educacin patritica del perodo y en consonancia con lo


observado en los apartados anteriores, el programa escolar de 1941 indicaba
que los ideales de nacionalidad, patriotismo, honestidad y civismo deben
determinar el centro de toda educacin que tienda a la formacin de la
personalidad (Consejo de Instruccin Primaria 1957: 7). Para ello, en el
programa de Idioma Nacional se propona trabajar muy especialmente con
el tema La Patria (op. cit.: 22).
Los libros de lectura de Abadie-Zarrilli cumplen cabalmente con lo
indicado en el programa, con una inclusin de textos seleccionados para tal
fin. Para inculcar el sentimiento patritico deba agregarse a los comentarios
poticos y folklricos [de las lecturas], la exaltacin patritica (Abadie y
Zarrilli 1943: 7) por medio de la emocin 9: Creemos, y as lo demostramos,
que la nica manera de lograr la educacin patritica es por el camino de
la emocin (Abadie y Zarrilli 1944: 13) y consideran que la lectura es el
medio de despertar la emocin, cuestin que ya haba sido sealada por

9
El componente emocional de los discursos nacionalistas uruguayos tambin aparece
en perodos posteriores, tanto con gobiernos dictatoriales (Barrios y Asencio 2003) como
democrticos (Oroo y Pugliese 2008).
La escuela y la lengua en la construccin... / Mariela Oroo 229

Williman (1937: 58): Ser posible provocar la emocin, especialmente en


la lectura, en la ancdota y el relato ejemplares, en los que intervengan el
desinters, el amor al prjimo, la franqueza y todos los sentimientos y los
procedimientos morales que despiertan admiracin.
En el programa escolar de 1941 tambin se indica el valor de las lecturas
escolares para la enseanza de la moral:

Del ambiente moral de la escuela, del ejemplo de la maestra, de las


conversaciones ocasionales, de las lecturas, biografas y lecciones de
historia y de las clases especiales de moral, se derivarn, no slo las
normas prcticas correspondientes a la conducta moral de estos nios,
sino que se pondr el fundamento de un criterio moral que afirmarn,
con la experiencia y con la capacidad de juzgar y de emocionarse ante
lo bello y lo noble de la vida (Programa de Moral, 5.o ao: 42).

En relacin con el valor de las lecturas para la enseanza moral, Abadie


y Zarrilli explican que una de las conquistas alcanzadas por la escuela
uruguaya fue la de sustituir el leer por leer por el leer para aprender
(Libro primero, Plan, 1943: 7), entendiendo este concepto solamente en su
sentido moral: Sin que ninguna leccin tenga el aspecto de pgina instructiva
o moralizadora, que tanto fastidia a los nios, todas ellas conducen, por
sugestin o por emocin, a la adquisicin de una verdad o a la simpata por
la realizacin del bien (Abadie y Zarrilli, Libro primero, Plan, 1943: 9).
La excelencia moral se considera una cualidad de los hroes nacionales;
de este modo se vincula la enseanza moral con la educacin patritica:

Nada contribuye tanto a despertar el amor a la Patria, como la certeza de


que ste es un pas en que abundan los hombres de alta jerarqua moral e
intelectual. Por eso, el mejor medio de educacin patritica es la Historia
humanizada, no simplemente cronolgica, donde cada episodio de la vida
de los grandes patriotas sea un estimulante, un ejemplo que cada uno de
nosotros quisiera imitar (Abadie y Zarrilli, Libro segundo, Indicaciones
didcticas, 1944: 76).

3.2.2. Urbanidad y buenos modales

Aunque en los libros de lectura y en los programas escolares del perodo


se vincula fundamentalmente la enseanza de la lengua con la enseanza
moral y patritica, en algunos casos tambin se la relaciona con la correccin
social; as, por ejemplo, forma parte de los buenos modales comportarse
correctamente en la mesa y no intervenir en las conversaciones de los adultos:
230 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

S agradable en la mesa []. No intervengas en las conversaciones de


los mayores. [...] elogia los platos que ha preparado tu madre con tanto
trabajo y deseo de agradar. T puedes pagar a tus padres ese esfuerzo
demostrndoles, en la mesa, que eres un nio delicado y bueno. A cambio
de todo lo que te dan no te piden ms que esto. Y se lo vas a negar?
(Abadie y Zarrilli, Libro segundo, texto, 1944: 39).

El mensaje es que un comportamiento semejante transforma al nio en buen


hijo. Se pretende moldear a un nio sumiso frente a la autoridad, amable
y fundamentalmente autocontrolado, sobre todo en la expresin de sus
sentimientos y pensamientos: Si quieres ser agradable s como el sol. []
guarda para ti las manchas y da tu luz, tan slo, a los dems. Transforma
tus arrebatos en sonrisas y dulces palabras. S generoso y s amable como
el sol (Abadie y Zarrilli, Libro tercero, texto, 1944: 3).
Un referente importante de este comportamiento es el hroe nacional,
Jos Artigas: Todo su aspecto era varonil, sin dejar por ello de ser corts y
afable (Abadie y Zarrilli, Libro tercero, texto, 1944: 82).
La obediencia a los mayores y el respeto a la autoridad son muy valorados.
La obediencia, que implica autocensura y autocontrol (en todos los aspectos,
incluyendo el lenguaje), es un atributo imprescindible de todo sujeto pasible
de control y regulacin, por lo que se la representa como el origen de otros
valores sociales, como la salud, la bondad, la inteligencia y la felicidad.
Por ejemplo:

El amor a los padres se demuestra obedecindolos


La nica manera que tienen los nios de demostrar que quieren a sus
padres, es obedecindolos.
La obediencia, adems de ser una prueba de amor, es la salvaguarda de
la salud y an de la vida de sus hijos.
Los padres conocen los peligros a que estn expuestos sus hijos.
Obedeciendo sus consejos, el nio los evita y ahorra a sus padres, que
lo quieren tanto, muchos dolores.
Se puede ser nio sano, inteligente, bueno, alegre, nada ms que con
obedecer a los padres.
Los nios no deben tan slo cumplir aquellas rdenes cuya ejecucin
es un placer, sino tambin aquellas que exigen dominar un capricho o
privarse de algo que les agrada.
Tampoco deben obedecer a regaadientes o mostrando mala cara, cuando
la obediencia implica sacrificio (Abadie y Zarrilli, Libro cuarto, 1946:
54).
La escuela y la lengua en la construccin... / Mariela Oroo 231

La prudencia, el recato y la honradez en todos los aspectos, incluyendo la


lengua, son valores fundamentales: La honradez y la prudencia en la accin
y en la palabra (Programa de Moral, 3.o ao: 40).
El objetivo de la obediencia, la prudencia y la honradez era lograr un
comportamiento puro, tanto en lo moral, como en lo lingstico y social:
Pureza en los pensamientos, palabras y acciones (Programa de Moral, 6.o
ao, p. 45). Mediante este comportamiento se alcanzara la salud (fsica,
moral y social), imprescindible para alcanzar la felicidad. El resultado sera
entonces la creacin de un nio perfecto:

Las acciones
Qu te parece que hago para estar tan sano?
Ya s que dirs que madrugo, me bao, me desayuno sin glotonera, que
hago ejercicios, que obedezco a mis padres, que juego sin molestar a
nadie, que ro y canto en lugares y en horas oportunas, que trabajo con
gusto en la Escuela y en mi casa, que estudio, que almuerzo bien, que
paseo al aire libre, que respiro por la nariz, que me limpio los dientes y
me acuesto temprano.
Todas estas acciones y muchas ms hago para estar sano.
Pero como esto slo no basta para ser un nio completo, realizo otras
acciones para ser bueno y para ser inteligente.
Si hablo con mis padres me dirijo siempre a ellos con cario.
Si me piden algo, obedezco y tambin sonro.
Si mi hermano o un compaero me resulta terco, no lo imito, antes bien,
cedo.
Si una leccin me resulta difcil, no renuncio a comprenderla, sino que
me empeo ms para aprenderla.
Qu placer siento entonces!
Estas y otras acciones son las que hacen a un nio perfecto (Abadie y
Zarrilli, Libro tercero, 1944: 92-93).

De este modo, los nios eran adoctrinados para asumir un rol pasivo de
ciudadanos, respetuosos de la jerarqua familiar y escolar.

3.2.3. Lenguaje, conocimiento y pensamiento

El programa de Idioma Nacional de este perodo (1941) relaciona la


correccin en el lenguaje con la expresin del conocimiento, en el entendido
de que hablar con correccin facilita la expresin correcta del pensamiento:

Durante todas las horas de clase acostmbrese al nio a una expresin


cuidada y correcta, aunque sin afectacin, hacindole comprender que,
232 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

en la mayora de los casos, es tan importante el poseer un conocimiento


como la correcta expresin del mismo (Programa de Idioma Nacional,
Lenguaje, 3.o ao: 24).

El vnculo que se establece entre lenguaje, conocimiento y pensamiento


guarda relacin con la propiedad de intelectualizacin de la lengua
estndar (Garvin y Mathiot 1974) que, gracias a sus caractersticas lxicas y
gramaticales, permite formulaciones precisas y rigurosas y si es necesario
abstractas, en otras palabras, una tendencia hacia la expresin cada vez ms
precisa y definida (op. cit.: 305).
Se entiende que la escuela debe destacar la importancia de hablar bien;
expresarse con correccin debe transformarse en una necesidad para el
estudiante:

Al terminar la Escuela Primaria, los alumnos deben sentir la necesidad de


expresarse bien en la conversacin corriente, as como en la exposicin
de sus conocimientos y en las respuestas concretas y precisas a cualquier
pregunta que se les formule (Programa de Idioma Nacional, Lenguaje,
6.o ao: 31-32).

El modelo de correccin cultural de los estudiantes es el maestro, quien


deba poseer una cultura de cierta extensin y de cierta altura, un panorama
completo del mundo comprendiendo los asuntos de ms importancia y sus
recprocas relaciones (Williman 1937: 78). Esta posicin se refleja en las
indicaciones didcticas de los libros de lectura estudiados, que colocan al
maestro como modelo de correccin; es el encargado de evaluar el habla
de los nios y corregirla, ofrecindose l mismo como modelo, lo que
le impona a su vez la exigencia de apropiarse y de transmitir la norma
lingstica ejemplar.
Los libros de lectura estudiados tambin se encargaron de difundir
el modelo de ejemplaridad lingstica. En otro trabajo (Oroo 2011) he
sealado que en sus libros de lectura Abadie y Zarrilli admiten algunos rasgos
lingsticos locales10 (el seseo en general y el yesmo en todos los contextos
salvo la lectura en voz alta), pero niegan el voseo como modelo de correccin,
que se representa en trminos puristas como un vicio de diccin, junto

10
El proceso de estandarizacin pluricntrica del espaol implic la consolidacin de
algunos rasgos lingsticos que se constituyeron en normas regionales. Dos de ellos conllevan
una fuerte identificacin rioplatense: el yesmo rehilado y el voseo. El seseo, compartido
con el resto de Amrica y con el espaol del sur de Espaa y de Canarias (Fontanella 1992),
tambin caracteriza al espaol rioplatense.
La escuela y la lengua en la construccin... / Mariela Oroo 233

con otros fenmenos comunes al habla corriente de nuestro pueblo. Por


ejemplo: Procrese que los alumnos no cometan los siguientes vicios de
diccin, que son tan comunes en el lenguaje corriente de nuestro pueblo:
No debe decirse [] Vos quers, Vos sos [] Debe decirse T quieres, T
eres (Abadie y Zarrilli, Libro tercero, 1944: 37).
El purismo de estilo predominante privilegi en general los usos cultos y
proscribi los fenmenos lingsticos populares. Retomando la dicotoma
ya planteada por Bello (1859 [1847]), se acept lo local solo si formaba
parte del habla culta. Los fenmenos citados como incorrectos refieren
bsicamente a variacin sociolectal no necesariamente diatpica. La mayor
parte de las observaciones prescriptivas corresponden a fenmenos fnicos,
que comprenden aspectos vinculados con la pronunciacin de diptongos
y hiatos (gevo por huevo, pior por peor, etc.), grupos consonnticos
(frustado, almiro, por frustrado, admiro, etc.), terminaciones de
participios (colorao por colorado, etc.) y uso de s final de palabra (lo
clavele por los claveles, etc.), entre otros11. A nivel morfolgico se destaca
la referencia a fenmenos verbales vinculados con diptongaciones (apreta
por aprieta, etc.) y conjugaciones de verbos irregulares (haiga por haya,
etc.), adems del voseo (vos sos por t eres, etc.). Cabe destacar que las
representaciones nacionalistas y xenofbicas analizadas en este artculo no
se reflejaron en una prescripcin de rasgos o lenguas migratorias, ya que no
hay sealamientos puristas contra posibles extranjerismos (cfr. Oroo 2011).

4. Consideraciones finales

Este trabajo ha mostrado cmo las representaciones y polticas lingsticas


en el Uruguay de los aos 40 del siglo XX respondieron al contexto histrico
en que fueron difundidas. Las circunstancias polticas, econmicas, sociales,
educativas e ideolgicas del contexto en que aparecieron y circularon los
documentos analizados se reflejan en las representaciones sociolingsticas
que difunden.

11
En algunos casos, los fenmenos fnicos involucran tambin la morfologa (las
terminaciones de participios) y morfosintaxis (s final de palabra en los casos de sintagmas
nominales plurales).
234 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

En los aos 40 del siglo XX, la escuela y la enseanza de la lengua


tuvieron un rol central como modeladores del imaginario comunitario.
La escuela fue vista como un instrumento idneo para consolidar el
Estado uruguayo a travs de la difusin de representaciones nacionalistas,
incluyendo el lenguaje. Mediante la enseanza en espaol y del espaol
se difundieron representaciones sobre un modelo de pas y de ciudadano.
Uruguay fue representado como una nacin homognea, con un
nacionalismo exacerbado y xenofbico que reflejaba la posicin del
gobierno en relacin con el contexto internacional. Mediante la educacin
patritica y el uso de los libros de lectura como propaganda patritica se
buscaba defender la nacionalidad contra la amenaza extranjera. El gaucho
(nuestro tipo nacional), junto con el territorio, la historia, las tradiciones
y el espaol (referente lingstico exclusivo de la nacionalidad; el idioma
nacional), fueron los referentes locales, en oposicin a los inmigrantes.
En este sentido llama la atencin que no se haga referencia alguna a la
poblacin luso-hablante (y al portugus), minora lingstica histrica del
pas. La crisis econmica y el cambio ideolgico en el organismo directivo
de la educacin favorecieron asimismo la representacin de la poblacin
inmigrante en trminos negativos, visualizndola como problema, aun
cuando era numricamente inferior a la del siglo anterior.
La escuela fue concebida como un lugar central para moldear al ciudadano,
de ah el inters en reorientarla a las nuevas concepciones imperantes. La
reforma escolar de Williman consideraba que la educacin deba formar
ciudadanos de excepcin. Sin embargo, los libros de lectura de Abadie
y Zarrilli no reflejaron los aspectos centrales de esta concepcin, sino que
relacionaron la enseanza de la lectura y de la escritura fundamentalmente
con la educacin patritica. Adems de su funcin alfabetizadora,
los libros de lectura se usaron como instrumentos para inculcar al nio
los valores modernos. El contexto poltico imperante de restriccin de
libertades individuales exacerb esta posicin, que se encarg de difundir
la obediencia y el autocontrol extremos como ejemplares. El modelo
social se acompas con el modelo lingstico, reforzndose mutuamente.
El nio deba internalizar una ideologa nacionalista (el patriotismo), pero
tambin purista (modelos de correccin). Los libros de lectura funcionaron
como guardianes pblicos del uso (Milroy y Milroy 1985), al transmitir
determinados comportamientos sociales y lingsticos como ejemplares, y
evaluarlos negativamente en caso de ser transgredidos.
La escuela y la lengua en la construccin... / Mariela Oroo 235

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Nmero 2 (2014): 237-256

Percepcin sociolingstica de los peruanos


residentes en Chile acerca de su variedad del
espaol en interaccin con el espaol chileno

Valeria Pozo *
Pontificia Universidad Catlica de Chile

Resumen

El presente estudio da cuenta de la percepcin sociolingstica que


tienen los peruanos residentes en Chile de la comuna de Santiago
respecto a su variedad del espaol en contacto con la chilena. Para
recoger los datos se aplic una encuesta directa a 30 personas que
cumplieran con los requisitos de haber nacido en tierras incaicas,
llevar al menos un lustro de residencia en Chile y ser mayor de
18 aos de edad. Dentro de los hallazgos obtenidos se revel que,
segn los encuestados, sociolingsticamente existe una situacin
paradjica por parte de los peruanos, pues, mientras consideraban
que los chilenos valoraban ms su variedad del espaol, antes que
la local, y hacan de la suya la ms prestigiosa, se sentan empero
disminuidos socialmente al recibir malos tratos y discriminacin
por parte de ellos. Es en consecuencia de esto, que los peruanos
trataran de aproximarse al espaol chileno, dejando de lado su propia
variedad, con el fin de pasar desapercibidos y encajar en la sociedad
en la que ahora residen.

*
Para correspondencia, dirigirse a: Valeria Pozo P. ([email protected]), Veintiuno de Mayo
024, La Cisterna, CP 7990447, Santiago, Chile.
238 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Palabras clave: percepcin sociolingstica, espaol peruano, espaol


chileno, variedades lingsticas en contacto.

Sociolinguistic perception of Peruvians living in Chile about


their variety in interaction with Chilean Spanish

Abstract

This study will reveal the sociolinguistic perception that Peruvians


living in Santiago de Chile have regarding their own dialect of
Spanish in contact with the Chilean dialect. To collect the data, a
direct survey was applied on 30 people that met the requirements of
being born in Peru, having at least five years of residence in Chile and
being over 18 years old. Among the findings that were obtained it was
revealed that, according to survey respondents, there is a paradoxical
sociolinguistic situation: while Chileans considered valuable the
Peruvian variety of Spanish, making it more prestigious than the
local dialect, Peruvians feel socially diminished when receiving
mistreatment and discrimination by Chileans. Therefore, Peruvians
try to accomodate to Chilean Spanish and they leave aside their own
variety, in order to go unnoticed and fit in the Chilean society.

Keywords: sociolinguistic perception, Peruvian Spanish, Chilean


Spanish, language varieties in contact.

Recibido: 15/07/14 Aceptado: 20/10/14

1. introduccin

El estudio de percepciones sociolingsticas se torna necesario para


comprender cmo los hablantes de una determinada comunidad lingstica
ocupan la lengua en su uso social y en los contextos en los que interactan.
As tambin, en cmo actan frente a la variacin lingstica de la que son
portadores y al cambio lingstico al que se exponen en su comunicacin con
el otro, describiendo de qu forma perciben estos las lenguas que conocen
y utilizan para su desarrollo diario (Moreno Fernndez 2012:18).
A pesar de su importancia en el mbito de nuestra lengua hispana,
investigaciones a nivel internacional que abarquen este tipo de temtica
son an escasas. Sin embargo, poco a poco ha ido cobrando auge esta rea
Percepcin sociolingstica de los peruanos residentes... / Valeria Pozo 239

de la lingstica, pues en la actualidad es posible hallar algunos estudios


que han abordado tangencialmente el tema. Como Caravedo (2009) en
Italia, quien examina el rol de la percepcin como proceso cognoscitivo
central en el estudio de la migracin, durante el proceso de adquisicin de
la variacin lingstica de la lengua local, como tambin de la adaptacin
del individuo/grupo en la sociedad receptora. Castillo y otros autores (2010)
en Venezuela, investigan acerca de la percepcin que possen una cierta
cantidad de hablantes ante una determinada expresin de uso frecuente al
interior de sus fronteras. En Espaa, Siqus et al. (2008) observaron cul era
la percepcin que posean nios inmigrantes en la comunidad de Catalua
en relacin con el aprendizaje de la lengua catalana como segunda lengua,
entre otros.
En el caso de Chile, una de las investigaciones que ms se han acercado
al tema de percepcin es la de Rojas (2012), quien se enfoca netamente en
la percepcin y valoracin que tienen los hablantes de la capital chilena
con respecto a la variacin geogrfica del espaol a lo largo de todo el pas
en tres dimensiones valorativas: similitud, calidad, y agrado en diferentes
situaciones y contextos. Tambin destaca la investigacin, dentro esta misma
rea, de Oteza (2007), quien se interioriza por analizar qu percepciones
lingsticas tiene un grupo de hablantes bilinges universitarios que vive en
Estados Unidos, cuya lengua materna/heredada es el espaol y no el ingls.
Como se dijo anteriormente, pese a que este tema ha encontrado un
incipiente espacio dentro de nuestra sociedad, se cree que an es escaso,
por lo que se pretende, sea por medio de esta investigacin en conjunto
con otras, no solo ampliar un nuevo nicho investigativo acerca de cul es
la percepcin que tienen los peruanos residentes en Chile respecto a su
variedad peruana, sino tambin indagar qu opinan de la chilena y qu
prejuicios tienen del contacto que surge entre ambas en tierras en que ellos
no figuran ser los locales.

2. marco conceptual

Halliday plantea que estudiar el contexto en estudios lingsticos es


fundamental porque ayuda a comprender la eleccin que prefieren los
hablantes al momento de interactuar con otros en una situacin determinada
(1978: 213). Gee, por su parte, define contexto como un amplio conjunto de
factores que acompaan al lenguaje en uso (2004: 29), por lo que debiera
240 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

hablarse de contextos de uso. Estos incluiran el ambiente material,


la gente presente (lo que saben y creen), el lenguaje que viene antes y
despus del enunciado, las relaciones sociales de la gente involucrada, su
etnicidad, gnero, identidades sexuales, culturales, histricas, y los factores
institucionales a los que estn supeditados. Por lo tanto, si la comunicacin
y la lengua son, en esencia, sustento y producto de las relaciones
interindividuales de un contexto determinado, es necesario explicitar, desde
esta rea de investigacin, los factores extralingsticos que inciden en el uso
de la lengua, como: la variacin y el cambio lingstico, la acomodacin y la
eleccin de una lengua por sobre otra, as como tambin, las implicaciones
y consecuencias lingsticas en ciertas organizaciones y contextos sociales.
Caravedo, desde la concepcin de Labov, dice que el espacio
sociolingstico solo se remite a particularidades geogrficas ms que a
localizaciones de variantes lingsticas (2003: 51). No obstante, ella cree
que los hablantes tienen una percepcin ms amplia del espacio sea de tipo
suprarregional, nacional o incluso transnacional que la variante diatpica
reconocida por el otrora lingista de la variacin. Es decir, para Caravedo
el espacio configura un universo que contempla los aspectos psicosociales
de los individuos centrales y sus interacciones con otros grupos dentro y
fuera de la localidad de residencia, por lo que estos no estaran sujetos
a un suelo en especfico, sino ms bien sera algo trasladable en funcin
del movimiento que los hablantes hagan por s mismos: los individuos
desarrollan en general una percepcin muy refinada de lo propio y de lo
ajeno que los hace inmediatamente diferenciable, incluso para el hablante
comn que no es de ese lugar (2004: 1122). Es decir, en esa nueva localidad
no solo se ha ubicado el hablante fsicamente, sino que, de forma inherente,
ha trasladado su cultura, sus tradiciones. No obstante, Caravedo agrega que
dentro de la definicin de espacio, existe una dimensin de tipo social
ms que meramente geogrfico y una de tipo simblico-cognoscitivo frente
a lo que se consideraba netamente como objetivo. El contenido social dara
cuenta del carcter colectivo del lenguaje, mientras que contenido simblico-
cognoscitivo hara referencia a cmo el propio hablante conceptualiza el
espacio en el que se inserta, confirindole un significado sentimental al
lugar al que pertenece. Es decir, todo hablante, sea cual fuere su origen,
tiene como referencia el propio espacio social, que con contenidos laxos o
especficos, da sentido a aquello que considera como propio y mantiene
la diferencia con hablantes de distinta procedencia.
Aquella distincin que se establece entre uno y otro grupo constituye,
segn Moreno Fernndez, lo que se denomina comunidad de habla, dado
que se conforma por un conjunto de hablantes que comparten al menos
una misma lengua (2009: 23). Lo que los hara fcilmente reconocibles
Percepcin sociolingstica de los peruanos residentes... / Valeria Pozo 241

entre s, pues se rigen bajo normas y cdigos de aceptacin y segregacin


de similar naturaleza, en la que juzgan y tipifican a los emisores de otras
variedades segn sus actitudes y percepciones lingsticas (Labov 1990: 73;
cf. Blas Arroyo 2008: 109). Por lo tanto, se habla de dialectos en contacto
cuando dos o ms dialectos de una misma lengua convergen en un espacio
lingstico determinado. De esas situaciones surgen entonces fenmenos
lingsticos que afectan a todos los niveles de la lengua, divididos en tres
grupos: los primeros tratan la interferencia, convergencia, prstamo lxico
y calco lingstico, que en la lengua se presentan tras el acercamiento con
otra de diferentes caractersticas; los segundos, se refieren al uso de varias
lenguas, a la eleccin de una lengua especfica, a la sustitucin de una lengua
por sobre otra, y a la alternancia de lenguas que suelen darse en contextos
bilinges; el tercero, en cambio, relata las variedades derivadas del contacto
de lenguas y del surgimiento de otras nuevas como: las lenguas pidgin, las
lenguas criollas y lenguas medias, que conocidas tambin como de frontera o
transicin, se caracterizan por el colinde que existe entre dos o ms idiomas
que estn cercanos geogrficamente.
En consecuencia con ello, cabe aclarar que en una sociedad en la que dos
o ms lenguas conviven, suelen presentarse situaciones de indecisin de uso
de una lengua que est por sobre la otra, como ocupar la de menor uso solo
para situaciones especficas o bien, derogar su uso totalmente. Esta eleccin
de lengua, segn Herman, depende de tres situaciones psicolgicas a las que
se expone el hablante confundido (Herman 1983:186; cf. Moreno Fernndez
2009: 235). La primera est relacionada con las necesidades propias del
hablante, la segunda estara sujeta a la actividad en la que se desenvuelve
ese hablante, y, la tercera, a las caractersticas del grupo social del que
proceda ese individuo. Sin embargo, hay que tener en consideracin que
existen ciertas comunidades con dialectos en contacto, que demuestran una
resistencia por mantener la lengua de origen frente a la que es predominante.
Esta lealtad lingstica, como se le ha denominado, ha estado presente en
ciertos contextos en defensa y supervivencia de la lengua materna que est
prxima a expirar. Por el contrario, existe tambin lo que se ha denominado
deslealtad lingstica, referida cuando los hablantes, gobernados por un
sentimiento de vergenza y desarraigo cultural, reniegan de su lengua de
origen con la finalidad de integrarse a la comunidad que ahora los recibe.
Blas Arroyo, por su parte, ha determinado esta conducta como la actitud
lingstica que posee el hablante ante ciertas situaciones, es decir, las
posturas crticas y valorativas que los hablantes realizan sobre fenmenos
especficos de una lengua (2008: 322), entendido tambin como aquello
que piensan los hablantes sobre las mismas, o bien sobre sus variedades
dialectales o sociolectales con los que se comunica. En palabras de Lpez
242 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Morales, es el estado de disposicin que tiene un hablante, quien acta


de manera especfica ante un estmulo dado (2004: 277). Sin embargo, las
actitudes lingsticas tienen que ver no solo con lo que a las lenguas se refiere,
sino que tambin con la identidad de los grupos que las manejan. Puesto que
existe una relacin entre lengua e identidad, esta ltima ha de manifestarse
en las actitudes de los individuos hacia esas lenguas y sus usuarios.
Segn Moreno Fernndez, la identidad es entendida como aquello
que permite diferenciar a un grupo de otro, configurado por medio de dos
instancias: la primera de forma objetiva, se caracteriza por las instituciones
que la componen y las costumbres culturales que practican; y, la segunda,
de manera subjetiva, configura la idea de diferenciacin de sus miembros
respecto de los dems usuarios con los que conviven (2009: 143). Por lo
tanto cuando se determina qu uso es ms prestigioso que otro es en acuerdo
con la apreciacin subjetiva de la comunidad de habla que lo protagoniza.
Este prestigio, considerado una actitud, es segn el mismo autor, una
concesin de estima y respeto hacia individuos o grupos que renen ciertas
caractersticas y que lleva a la imitacin de las conductas o creencias de esos
individuos o grupos (1990: 187), que desde la perspectiva de los usuarios,
ser lo que l cree es lo correcto y lo que considere ms prestigioso, pues
sin caer en usos prescriptivos, se rige por un uso ms estilstico, dentro de
lo aceptable que considera para s.
Con respecto a lo anterior, vale decir que uno de los pilares donde se
cimentan las bases de la actitud lingstica es la conciencia sociolingstica,
la cual condiciona la manera de actuar que se tiene frente a un determinado
estmulo o situacin sociolingstica (2009: 177). Es decir, el hablante, ante
ciertos hechos que le afectan o conciernen, establece un patrn de conducta
que le hace discernir entre aquello que est bien y aquello que no lo est en
absoluto. Por ejemplo, los hablantes saben cules son los usos lingsticos
que su comunidad de habla prefiere y cul rechaza, por lo que estos tienen
la posibilidad de escoger qu uso es ms apropiado ante una determinada
ocasin y cules son los que podran afectar sus intereses. En relacin a ello,
una de las consecuencias directas que subyace de esto es la seguridad y la
inseguridad lingstica. La primera se presenta cuando el uso del hablante
coincide con lo que l considera correcto o adecuado. La segunda, en cambio,
surge cuando el uso no concuerda con la actitud de aceptacin o rechazo
dejando aparecer la dubitacin en el hablante de no saber actuar ante una
determinada situacin a la que se enfrenta.
Todo esto estara condicionado, segn Caravedo, a la percepcin
lingstica, pues es este el mecanismo cognoscitivo esencial en el proceso de
adquisicin/aprendizaje lingstico, que permite tanto la captacin sensorial
como conceptual de una lengua (2009: 24). Moreno Fernndez, por su parte,
Percepcin sociolingstica de los peruanos residentes... / Valeria Pozo 243

dice que la percepcin es la respuesta valorativa que se obtiene despus


de recibir un mensaje o un estmulo cualquiera, bajo los criterios que la
cultura y la comunidad de habla han impuesto para categorizar aquello como
bueno o malo (2009: 184). En este sentido, el autor reconoce tres planos
diferentes en los que se halla la percepcin: el primero hace referencia a la
realidad social a la que pertenece el hablante; el segundo, a las variaciones
lingsticas de las que es protagonista; y, el tercero, al contacto lingstico
al que se expone de manera constante (2012). En definitiva, son los entornos
socioculturales aquellos que otorgaran los valores a la lengua y que de
acuerdo con la norma establecida por ellos mismos, sern aceptados o
rechazados dependiendo del grado de proximidad o alejamiento que tengan
con la comunidad de habla, y de lo relevante que sea para la configuracin
identitaria del grupo.
Con respecto a las variedades de espaol a que se hace alusin ms arriba,
cabe decir que existen, en la actualidad, unas que poseen ms prestigio que
otras, dependiendo de quien haga referencia de ellas. Para no crear confusin
y evitar los juicios subjetivos de la lengua, se ha ideado la Teora prototpica
de la lengua espaola, en la que se establecen diferentes categoras mentales
relacionadas con sus variedades dialectales (Lpez 1997: 193; cf. Moreno
Fernndez 2012: 244), dividida en tres niveles: en el nivel bsico, en el que se
encuentran los diferentes tipos de espaol que se reconocen en el continente
americano, estn por ejemplo, el chileno, peruano, argentino; mientras
que en el segundo, en el nivel superodinado, se encontraran categoras
ms generales, compuestas por subcategoras que presentan caractersticas
similares como su ubicacin espacial, por ejemplo: el espaol boliviano
y el peruano, que generalizado bajo un mismo rtulo estaran bajo la
clasificacin de espaol andino; y, en un tercer nivel, est el subordinado,
que se categoriza por las variedades de acuerdo con su localidad geogrfica,
como el espaol santiaguino, mendocino o madrileo, que con una
homogeneidad relativa dentro de su pas, se diferenciaran unos de otros de
una manera muy tenue.
244 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

3. metodologa

3.1. sujetos de la muestra

Para analizar la percepcin sociolingstica que tiene parte de la comunidad


peruana en la comuna de Santiago, se encuest, de forma azarosa, a 30
individuos en el centro de Santiago. Ellos, empero, deban cumplir con
tres requisitos: haber nacido en tierras incaicas, residir al menos 5 aos en
Chile y ser mayores de 18 aos de edad. Esto se consider para establecer,
principalmente, diferencias sociolgicas y lingsticas entre el lugar de
origen y la comunidad receptora, as como tambin para que el encuestado
evidenciara los cambios que ha ido adquiriendo y abandonando en un
tiempo significativamente largo alejado del terruo. Se cree, adems, que la
mayora de edad es una edad pertinente para discernir las posibles similitudes
y diferencias que existen o podran presentarse en ambas variedades
lingsticas. Cabe destacar que se escogi la comuna de Santiago para realizar
este estudio, por ser ella la que concentra la ms alta tasa de inmigrantes
en el pas, sobre todo los de origen peruano (Hidalgo y Torres 2009: 309).
Dado el carcter exploratorio de nuestro estudio, no se asign una
representatividad proporcional demogrfica del pas, sino ms bien se analiz
un pequeo porcentaje de ella que sirviera de piloto a posibles proyectos
futuros.

3.2. Instrumento de la recoleccin de datos

Para medir la percepcin lingstica que tenan los hablantes de origen


peruano en contacto con la variedad chilena en Santiago de Chile se utiliz
el mtodo directo (Moreno Fernndez 1990). Este mtodo consiste en
preguntar cara a cara, de encuestador a encuestado, acerca de cules son
las preferencias, opiniones y percepciones de habla de ellos mismos en
tierras que no son las natales. Para la recoleccin de esos datos se utiliz de
instrumento una encuesta de diecinueve preguntas, dividida en dos partes.
La primera parte de dicho instrumento consiste en una ficha personal del
encuestado, en la que se indagan datos como cul es su sexo, qu edad tiene,
cuntos aos lleva en Chile, cul es su ocupacin y qu nivel de instruccin
alcanz, de manera que entregue una visin panormica acerca de cul es su
realidad socioeconmica y cultural con la que se desenvuelve en el centro
de la capital. Cabe destacar que las preguntas de esta seccin contienen
Percepcin sociolingstica de los peruanos residentes... / Valeria Pozo 245

respuestas cerradas que van entre dos y nueve alternativas, dependiendo de


la informacin que se desea recabar.
La segunda parte, en cambio, contiene catorce preguntas acerca de cmo
perciben los encuestados su habla de origen en contacto con la local. Las
primeras tres preguntas de esta seccin sirven para romper el hielo, empatizar
con el encuestado y reunir informacin acerca de cules fueron los principales
motivos que lo incitaron venir a Chile, as como tambin si se siente cmodo
vivir en nuestro pas y si Santiago es distinto a su lugar de procedencia,
de manera que el encuestado sienta confianza y conteste con la mxima
sinceridad posible. Luego, las preguntas que van desde la 4 a la 12 consisten
netamente en el objeto de estudio de percepcin sociolingstica. En esta
parte de la encuesta, por medio de preguntas cerradas, los encuestados elicitan
opiniones acerca de su habla peruana en Santiago con respecto al lugar del
que provienen como tambin en su interaccin con la chilena, pasando
revista si se han sentido discriminados por ser peruanos y si consideran que
su variante del espaol se ha transformado a travs de los aos en que han
permanecido fuera de sus fronteras. Casi todas estas preguntas se presentan
con solo dos alternativas de manera de hacer ms precisa la informacin que
se est recopilando. Finalmente, las dos ltimas preguntas, 13 y 14, son de
tipo abierta, no obligatorias, en la que los encuestados tienen la posibilidad
de desarrollar argumentos que complementen la informacin antes dada y
en la que se intenta dar cuenta del porqu de sus respuestas anteriores.
En cuanto a lo que a la toma de muestra se refiere, esta fue aplicada en
las medianas del casco histrico del centro de Santiago en el permetro que
va de norte a sur y poniente a oriente entre las calles San Pablo a Catedral, y
Bandera a Veintiuno de mayo, respectivamente. La seleccin de las personas,
que contestara la encuesta se realiz en forma azarosa a gente que iba
deambulando libremente por lugares pblicos, como tambin a gente que
se encontraba en su lugar de trabajo. Cabe destacar en tanto que previo a la
toma de muestra fue necesario validar el instrumento con cinco personas1. Se
les tom la encuesta como si fueran parte del estudio para ver si presentaba
errores como ambigedad o imprecisin. Dado que no hubo problemas de
ese y de ningn tipo se procedi a seguir con los pasos posteriores.
La toma de muestra se realiz en alrededor de seis horas de un da viernes
del mes de julio de 2013. Cada encuesta realizada en forma individual demor
aproximadamente quince minutos en promedio por persona. Vale decir, esta

1
Los resultados vertidos en la toma de muestra piloto no fueron considerados dentro de
los resultados totales de este estudio.
246 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

interaccin fue siempre mediada por el encuestador, quien, tomando nota


de las respuestas del encuestado, reproduca de manera textual al papel las
respuestas cerradas y abiertas que el encuestado verta, sin tomar posicin
alguna sobre lo que estaba escuchando.
Quienes cumplan el rol de exploradoras de la investigacin y, en
consecuencia, encargadas de recabar la informacin que se necesitaba para
este estudio, respondan al perfil de dos mujeres estudiantes de cuarto ao
de la Licenciatura en Letras Hispnicas, que con formacin consistente
en el rea de lingstica, podan comprender la finalidad de este estudio y
transmitirla a los diferentes encuestados sin apreciaciones de ningn tipo,
sino ms bien, que su resultado enriqueciera un campo de la sociolingstica
que no ha sido abordado recientemente. Para ello se les hizo una breve
capacitacin acerca de qu se quera recopilar con la encuesta, a quines
haba que acudir, qu requisitos deban cumplir los encuestados y cmo y
dnde deba aplicarse el instrumento.

3.3. Procedimiento de anlisis

Las respuestas suministradas por cada integrante que particip en la muestra


fue procesada en una plantilla de datos en Excel, en la que se concentraron
todas las contestaciones registradas anteriormente por las exploradoras.
Luego, en dicha matriz se tabularon los datos obtenidos y se sacaron los
porcentajes de cada categora que, organizados en tablas, evidenciaron de
manera ms clara y precisa, las tendencias que predominaban, en aquel
entonces, en una parte de la comunidad peruana acerca de su variedad
lingstica en el corazn de Santiago.

4. anlisis

Al procesar los resultados totales obtenidos en cada una de las preguntas


de la encuesta se evidencian porcentajes que reflejan diferentes situaciones
acerca de cmo se sienten los peruanos en Chile, cmo miran ellos nuestra
variedad de habla y si creen que esta variedad se ha mezclado con la que
ellos portaban desde su tierra de origen.
Percepcin sociolingstica de los peruanos residentes... / Valeria Pozo 247

4.1. presentacin y discusin de los resultados

4.1.1. Rasgos sociolgicos: Traslado, recepcin de la comunidad inmigrante


y diferencias entre culturas
Tabla 1. Motivacin de trasladarse a Chile

1. Usted hace aos que ya reside en Chile,


cul fue el principal motivo de su traslado?
a) Econmico 63%
b) Poltico 0%
c) Tena a mi familia aqu 30%
d) Porque me gusta Chile 7%

Esta parte de la encuesta refiere a la percepcin sociolgica que tienen los


hablantes, pues se comienza por preguntar cul fue la principal motivacin
que gatill el xodo de su tierra natal hacia Chile. De un total de 30
encuestados, un 63% dijo que lo haba hecho por motivos econmicos,
pues necesitaban de trabajo para su supervivencia; mientras que un 30%
dijo haberse venido por su familia, pues en turbas migratorias anteriores se
haban desplazado a estas tierras en busca de un mejor porvenir; y solo un
7% dijo que lo haba hecho porque le gustaba nuestro pas. No obstante,
nadie afirm que su estada se debiera a motivos polticos, como exilio,
amenazas de muerte, entre otros.

Tabla 2. Recepcin y diferencias con el lugar de origen

2. Se siente cmodo en Chile?


a) S 87%
b) No 13%
3. Considera que Santiago es distinto a su lugar de
origen?
a) S 90%
b) No 10%

Luego, cuando se pregunta acerca de si se siente cmodo en nuestro pas, sea


el motivo que fuere por el que se vino, la respuesta de la mayora fue que s lo
estaba, lo que representa al 87% de la poblacin estudiada, frente a un 13%
248 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

que dijo no estarlo. Posteriormente, cuando se les pregunta si considera que


Santiago es distinto al lugar de donde proviene, un 90% respondi que s lo
era, mientras que solo tres personas (10%) dijeron no considerar diferencia
alguna entre el lugar del cual emigraron con la capital chilena.

4.1.2. Percepcin sociolingstica: cmo perciben los peruanos su variedad


del espaol en contacto con la chilena en el centro de Santiago

Tabla 3. Percepcin sociolingstica del espaol


peruano en interaccin con el chileno

Considera que en Santiago se habla distinto a su lugar


de origen?
a) S 83%
b) No 17%
1. Con respecto a su habla peruana en Chile considera
que an es distinta a la que utilizan los chilenos?
a) No 90%
b) S 10%
2. Qu espaol prefiere, el hablado en Per o el hablado
en Santiago de Chile?
a) Espaol hablado en Per 87%
b) Espaol hablado en Santiago de Chile 13%

En la pregunta 4 se puede observar que los peruanos perciben el habla


chilena como una variedad distinta a la peruana, puesto que el 83% de los
encuestados respondi considerarla diferente a la de su lugar de origen, frente
a un 17% que dijo no hallar diferencia entre ambas localidades. Por lo que
se infiere que gran parte de la poblacin estudiada percibe y est consciente
de que entre el habla chilena y la peruana existen diferencias lingsticas
reconocibles al odo andino.
En la pregunta 5, el 90% de los peruanos dijo no considerar su habla
peruana diferente a la que se habla en Chile, frente a un 10% que s dijo
reconocer hablar distinto a los locales. La percepcin de similitud de la
variedad peruana al habla chilena, de parte de los encuestados, podra deberse
al largo tiempo que llevan viviendo en nuestro pas, entre cinco aos o ms,
con lo que se demuestra que ellos han adquirido nuestra variedad debido
al constante roce al que se enfrentan a diario. Cabe destacar en tanto, que
estas cifras no solo muestran que los peruanos residentes en nuestro pas
Percepcin sociolingstica de los peruanos residentes... / Valeria Pozo 249

se consideran de una comunidad idiosincrtica diferente, sino que adems


se identifican con una comunidad de habla distinta a la que aqu se utiliza,
pese a que ambas culturas, tanto la chilena como la peruana, comparten el
mismo idioma.
En la pregunta 6 se puede evidenciar, de acuerdo con los porcentajes
entregados, que cuando se le pregunta a los representantes del pueblo inca
acerca de qu espaol prefieren: el de Per o el hablado en Chile, un 87%
contesta preferir el hablado en el pas vecino, mientras que solo un 13% dice
preferir el hablado aqu. Por lo que queda de manifiesto que los residentes
peruanos demuestran una lealtad lingstica con su lugar de procedencia,
pues pese a no figurar como los naturales de esta tierra, an mantienen un
vnculo de cercana e identidad con su variedad materna.

Tabla 4. Percepcin sociolgica basada en la experiencia

Usted se ha sentido alguna vez discriminado por ser peruano?

a) S 40%
b) No 60%

Considera que el espaol peruano es valorado en nuestro pas?

a) S 90%
b) No 10%

Desde un punto de vista ms sociolgico, se les pregunt a los encuestados


si en su condicin de inmigrante peruano han percibido diferencias en el
trato hacia ellos, al punto de sentirse discriminados por parte de la poblacin
chilena por el hecho de haber nacido en tierras andinas. La tabla 4 muestra
que el 60% de los encuestados dijo no haberlo sentido nunca, frente a un 40%
restante, que dijo s haberse sentido discriminado alguna vez. Por lo que se
infiere que a partir de las respuestas de quienes dijeron no haberse sentido
discriminados nunca por el hecho de ser peruanos, podra ser producto de
que se consideran ya parte de la sociedad chilena con igualdad de derechos
y parte de su comunidad de habla tambin sin que ellos lo manifiesten
abiertamente. Por lo que comienza a vislumbrarse una asimilacin con la
cultura local y un desprendimiento inconsciente de la cultura de origen, sin
que los mismos protagonistas lo perciban de manera tal.
Sin embargo, pese a los resultados anteriores en que los encuestados
manifiestan sentirse discriminados al interior de las fronteras chilenas, se
muestra que solo tres personas (10%) consideraron que su variedad del
250 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

espaol no era valorada en Chile, frente a un 90% que dijo percibir que su
espaol peruano s lo era. En consecuencia, se cree que existe una situacin
paradjica en la percepcin sociolingstica de los peruanos en su relacin
con los chilenos, pues mientras algunos creen ser discriminados por su lugar
de origen y otros dicen no sentirlo, lo cierto es que s perciben una aceptacin
de su variedad de habla pese a ser peruana. Por lo que se considera existira
una valoracin de tipo lingstica al pueblo peruano, de parte del chileno,
que avalara an ms la apreciacin que tienen los andinos de su variedad del
espaol frente a la local. En consecuencia, de acuerdo con estas cifras, podra
determinarse que los chilenos concederan un cierto prestigio lingstico a
la variedad peruana, puesto que as lo perciben sus protagonistas.

Tabla 5. Identificacin en la variedad

9. Cuando usted est hablando con chilenos, en el centro


de la ciudad de Santiago, cree que habla como:
a) Peruano 23%
b) Chileno 17%
c) Peruano-chileno 60%
10. Desde su experiencia, el habla peruana en contacto
con la chilena sufre transformaciones?
a) S 70%
b) No 30%
11. Cree que estas transformaciones son positivas o
negativas?
a) Positivas 68%
b) Negativas 32%
12. Considera usted que existe algn tipo de expresin
o chilenismo que lo haga sentir mal por el hecho de ser
peruano
a) S 50%
b) No 50%

Al plantear a los encuestados (la pregunta 9) acerca de cmo era su habla


cuando se comunicaban con chilenos en el centro de la capital, un 60% de
ellos contest que lo haca como peruano-chileno, un 23% como peruano
y el 17% como chileno. Por lo que se evidencia la aparicin de un hbrido
lingstico, entre la variedad peruana y chilena, puesto que los encuestados
Percepcin sociolingstica de los peruanos residentes... / Valeria Pozo 251

reconocen hablar con elementos de ambas culturas. Fenmeno que se


entiende, segn Moreno Fernndez (2009), como transculturacin, ya que
los participantes de esta encuesta no se identifican ni con la cultura de origen
ni con la de la sociedad que les ha dado acogida. En el caso de los peruanos,
el hecho de residir y convivir con chilenos todo el tiempo ha hecho que su
espaol adquiera vocablos que son tpicos de esta zona, adoptndolos a su
vocabulario y utilizndolos inconscientemente sin distincin de habla alguna.
Este hecho lleva poco a poco a la asimilacin de la comunidad receptora y por
ende al desprendimiento de la cultura de origen, replicndose en respuestas
en las que ya dicen estar sintindose peruano-chilenos como tambin en las
que admitan, abiertamente, estar hablando ya como un chileno ms dentro
de esta cultura.
Posteriormente, dado el gran tiempo que llevan los encuestados en Chile,
al menos cinco aos, se procedi a preguntarles, en base a su experiencia, si
consideraban que su habla peruana haba sufrido transformaciones al estar en
permanente contacto con la local en tierras chilenas. Tal como lo muestra la
tabla 5, en la pregunta 10, un 70% de los encuestados dice s haber percibido
estas transformaciones, mientras que solo un 30% asegura no haberlo sentido
as. Los resultados que representan a las 19 personas que respondieron
afirmativamente reflejan que reconocen en su variante del espaol un rasgo
propio que los identifica como peruanos, demostrando una arraigada lealtad
lingstica que se resiste a los posibles cambios; frente a otros, que dijeron
s percibir modificaciones en su habla, sea por una deslealtad lingstica
inconsciente o premeditada, o bien, producto del constante roce con chilenos
que hace inevitable la adopcin de algunos chilenismos. No obstante, existe
la posibilidad tambin de que quienes respondieron en forma negativa, lo
hayan hecho debido a que no logran distinguir ambas variedades lingsticas,
puesto que ambas provienen de la misma cuna idiomtica, el espaol.
La pregunta 11 muestra de qu tipo es la transformacin lingstica,
positiva o negativa, que dicen percibir los peruanos cuando hallan cambios
en su variedad del espaol. Un 68% de los encuestados dice percibir aquellas
transformaciones de forma positiva, frente a un 32% que dice creer que son
negativas. De igual modo que la pregunta anterior, quienes aprecien estas
transformaciones positivamente estarn aceptando poco a poco los modismos
y expresiones propias del habla chilena en su variedad, en seal de que estn
asimilndose a la cultura en la cual residen, pues pareciera ser ese el medio
de entrada a la cultura local que los identificara como uno ms de ellos.
En cambio en la pregunta 12, tal como lo muestra la tabla 5, se present
una paridad en sus respuestas al preguntar a los encuestados si consideraban
que exista alguna expresin o chilenismo que los hiciera sentir mal por el
hecho de ser peruano. Frente a este contexto, un 50% afirmaba que s las
252 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

haba, frente a la otra mitad que afirmaba no percibir ninguna. En el caso


de aquellos quienes consideraron que s haba expresiones que les causaran
dao, de ndole xenfobas, se cree que es porque mantienen an un lazo
identitario con la cultura de origen y cualquier tipo de agresin a ella les
ofende. Los otros, en cambio, el no percibirlos puede deberse a dos razones:
que no prestan mayor atencin a los dichos peyorativos a los que se exponen
a diario, porque no les interesa lo que digan los dems y se evitan todo tipo de
enfrentamientos, o bien es porque se han desprendido ya de los rasgos de su
cultura de origen, impidindoles reconocer cualquier insulto hacia la misma.

4.1.3.Percepcin sociolingstica: qu expresiones o chilenismos les afecta


emocionalmente por su condicin de peruano e inmigrante

De la pregunta anterior se desprende una pregunta abierta de carcter


voluntario que al igual que todas las anteriores solo fue respondida por
la mitad de los encuestados. Es decir, solo quince personas de treinta
dicen reconocer expresiones, emitidas por los chilenos, que les afectan
emocionalmente. Esta no voluntad de responder esta parte de la encuesta, ms
que al desinters, se especula que se debe porque afecta el lado emocional
de los encuestados. Por un lado, podra ocasionarles ira al rememorar malos
recuerdos, o bien, pena por los tratos crueles de los que han sido vctima
por su condicin de inmigrantes.

Tabla 6. Expresiones y/o chilenismos que molestan a los peruanos encuestados


Expresin N de personas que dijo le Porcentaje %
molestaba esa expresin
Peruano/a culiao/a 8 53,3 %
Peruano/a tena 2 13,3 %
que ser
Cholo/a 2 13,3 %
Come ratas/ 2 13,3 %
come palomas
P 1 6,7%
TOTAL: 15 99,9%

La mayora de quienes respondieron esta pregunta, con un 53,3% de


la poblacin, coincidieron en que la expresin peruano culiao les
molestaba emocionalmente porque los menospreciaba por su origen incaico.
Seguidamente aparecieron expresiones como peruano/a tena que ser,
Percepcin sociolingstica de los peruanos residentes... / Valeria Pozo 253

cholo/a y comerratas/comepalomas, representando al 13,3%, con dos


personas cada una. Finalmente, solo una persona, representando al 6,7%, dijo
sentirse estigmatizado por los chilenos al usar el pe en alusin a la variante
de pues caracterstica de los peruanos y caricaturizada por muchos como
muletilla tpica del pueblo andino.
Las respuestas recabadas en esta encuesta muestran que, pese a percibirse
prestigiosos lingsticamente, los peruanos residentes en Chile se sienten
disminuidos por los miembros de la cultura local, puesto que los agreden
verbalmente con expresiones peyorativas que los estigmatizan socialmente.
Esto se observa en el hecho de que la mitad de los encuestados coincidi
en una misma respuesta sin mediacin alguna de parte de las encuestadoras
que condicionara sus respuestas. Es decir, cada respuesta fue dada de
manera espontnea, por lo que se concibe existe una conducta constante
en los chilenos que discrimina y estigmatiza a los del pas vecino por
su condicin de inmigrante-peruano. Lo que quedara demostrado con
expresiones xenfobas y descalificadoras emitidas por los chilenos, en la
que ellos figuraran como los superiores por ser dueos de las tierras, o bien,
porque hay un pasado histrico-poltico en el que ellos se perfilan como los
vencedores, entre otras diferencias.
Ahora bien, cuando se les pregunta a los peruanos acerca de por qu las
expresiones, antes dichas, les causan incomodidad, muchos de ellos dicen
que en el caso de peruano culiao es porque se sienten inferiores a los
chilenos, puesto que la consideran una expresin agresiva. En el caso de
peruano/a tena que ser y la muletilla pe, piensan que son expresiones
xenfobas que los discriminan por el hecho de ser de origen incaico, en el
que creen socialmente no estar en igualdad de condiciones frente a un chileno
cualquiera. En cuanto a la expresin cholo/a, los peruanos perciben que es
una discriminacin de tipo racial que los juzga por su color de piel, pese a
que en Chile tambin se encuentra ese tono cutneo. No obstante, parecieran
aceptarla, puesto que consideran que por ser ellos los forneos tienen menor
derecho a opinar, permitindoles a los chilenos que los agredan verbalmente
por su apariencia fsica como por otras caractersticas que los perfile como
peruanos. Este hecho hace vislumbrar que no solo se sientan disminuidos
socialmente, pese a ser ms prestigiosos lingsticamente, sino que adems
renieguen de su identidad cultural, provocndoles inseguridad lingstica
al momento de comunicarse con chilenos. Finalmente, ante la expresin
comerratas o comepalomas sostienen que es una locucin sumamente
peyorativa que los hace sentir inferiores y estigmatizados por el hecho de
concentrarse en un lugar poblado por palomas, como la Plaza de Armas o
la Catedral; o bien, por pertenecer a un grupo estigmatizado de pobre al
que solo le alcanzara para comer ratas dada su abundancia en los suburbios,
254 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

donde ellos residen, como tambin por ser quienes con ms frecuencia se
presentan en las zonas carentes de la ciudad; y, por ser gratuitas y estar al
alcance de cualquier condicin econmica, incluso la de ellos, los pobres.

5. conclusiones

Al trmino de este estudio se puede concluir que los peruanos encuestados


muestran preferir ms su espaol peruano por sobre el chileno, as como
tambin dicen percibir un aprecio, por parte de estos ltimos, en el uso de
su variedad lingstica. Este aprecio y apego por su variedad idiomtica
podra deberse a la herencia cultural que se vivi durante la poca colonial
americana, en las localidades cercanas al virreinato limeo (de Granda
1994: 62). Esta institucin, como entidad territorial de la Corona espaola
en Amrica, se convirti en la principal sede receptora de nobles y letrados
oriundos de la Pennsula, que con su acento y dominio de la lengua
concedieron prestigio a esta variedad lingstica heredada hasta nuestro
das (Quesada 2002). En este sentido, los resultados son coherentes con el
prestigio que dicen reconocer los andinos a su variedad del espaol frente
al espaol chileno, as como tambin una cierta lealtad lingstica cuando
reconocen estar a favor de su variedad materna en lugar de sustituirla por la
que rige a los santiaguinos. Sin embargo, ocurre una situacin dicotmica
cuando se les pregunta acerca de cmo perciben ellos su habla cuando lo
hacen con los chilenos, puesto que la mayora responde que lo hace como
peruano-chileno. Ante esta situacin, se evidencia en los encuestados una
cierta inseguridad lingstica en el uso de su variedad materna, ya que se
observa un relativo abandono de ella, producto de una asimilacin cultural
que ha ido ocurriendo de manera inconsciente que solo algunos perciben, o
bien, porque la lengua pareciera ser la puerta de entrada que les permitira
insertarse al modelo que predomina. En palabras de Caravedo, la lengua es
el objeto central en la supervivencia y en la integracin social del individuo
que comparte con otros (2009), por lo que determinara como algo natural
la conducta que estn teniendo los peruanos, de desprenderse de su variedad
natal para adquirir la local, en funcin de insertarse sin prejuicios en la
sociedad que les da acogida y en la que ahora residen.
Por lo tanto, pese a que la valoracin idiomtica que adquiere el
espaol peruano en nuestro pas est por sobre la chilena, otorgndole
mayor prestigio, no cobra real importancia en la prctica puesto que se ha
comprobado, a travs de las respuestas vertidas en esta encuesta, que son
Percepcin sociolingstica de los peruanos residentes... / Valeria Pozo 255

otros los factores de tipo extralingstico los que afectan la percepcin que
tienen de s mismos, en este caso es el desprestigio social el que condiciona
el actuar del pueblo peruano a abandonar aquello que le es admirable al
chileno, su variedad de lengua. Es decir, los peruanos al confirmar que se
estn sintiendo chilenos o peruanos-chilenos cuando los locales hablan con
ellos, retrata la tendencia al transnacionalismo e hibridez identitaria que
los gobierna en ese momento, la misma que desembocar en el futuro en
un desprendimiento total de la identidad natal. El porqu de esta situacin
cobra sentido cuando los peruanos reconocen haber sido discriminados, o
afectados emocionalmente por expresiones y/o chilenismos, de ndole
xenfobas, utilizada por los chilenos en ataque racial hacia los forneos.
Por lo que se cree que acrecienta en ellos el deseo de pertenecer an ms a
la sociedad chilena, sin rasgos lingsticos que los perfilen como de origen
incaico, para no tener diferencias de ningn tipo. Ahora bien, hay que tener en
cuenta que dentro de la situacin de extranjero que cobran los peruanos al
emigrar a tierras chilenas, estos ponen en funcionamiento una percepcin de
tipo social, hasta cierto punto desmesurada, que implica asociar su modo de
hablar diferente al de ellos con la finalidad de insertarse a la comunidad que
los acoge y pasar desapercibidos sin ninguna etiquetaque delate su origen.
Para comprender de mejor manera la situacin del espaol peruano frente
a su prejuicio social, se ha de tener en cuenta que, dentro del imaginario
colectivo de los chilenos, la inmigracin peruana para ellos representa un
estigma social reconocible por todos. Pues, tal como lo describe Stefoni
(2002), su grupo social encarna lo que los chilenos denominan actividades
no calificadas, es decir, ocupacin de poco prestigio social dado el bajo
nivel de instruccin que se necesita para practicarla y la despreciable
remuneracin que se recibe una vez realizada, como por ejemplo, la labor
del obrero y la de asesora del hogar, conos de la pobreza que estigmatizan
no solo su bajo nivel de ingreso sino la precariedad en la que se insertan
(Schiappacase 2008). Esto justificara la desvaloracin social que persiste
en el inconsciente colectivo del pueblo chileno hacia la comunidad peruana,
pues son los miembros de estos ltimos los que estn dispuestos, en su
mayora, a ejercer cargos de este tipo, dada su alta oferta laboral y casi nula
capacitacin para poder ejercerla, como tambin por la alta cantidad de
vacantes que no han ocupado los chilenos, al no querer desempearse en
ese tipo de cargos producto del estigma que eso representa.
Por ltimo, se concluye que a pesar de que el espaol peruano se perfila
con ms prestigio que el espaol chileno, los andinos estaran dispuestos
a acomodar sus propias pautas de conducta lingstica mediadas por la
conciencia, con el fin de acomodarse al grupo de la comunidad chilena
y ser identificados como parte de ella (Moreno Fernndez 2009). Estos
resultados se justificaran entonces con la siguiente premisa de Caravedo:
256 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

aprehender el sistema de variacin de la lengua en el pas receptor resulta


crucial en el desarrollo del proceso de adaptacin del individuo/grupo en la
nueva sociedad (2009: 37).

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Divisin dialectal del espaol de Amrica


segn sus hablantes
Anlisis dialectolgico perceptual

Miguel ngel Quesada Pacheco *


Universitetet i Bergen, Noruega

Resumen

El presente estudio traza una divisin dialectal del espaol de Amrica


segn la opinin de sus hablantes, mediante un acercamiento en el
campo de la dialectologa perceptual. Se recogieron datos a travs
de una encuesta que evala similitudes y diferencias acerca de la
forma de hablar de los entrevistados con las de otros pases. De
este modo, se examinan y entrecruzan las opiniones que tienen
los hispanoamericanos de sus propias formas de hablar la lengua
espaola. Adems, se cartografan los resultados en forma de mapas
sintticos que muestren la divisin dialectal de Hispanoamrica
segn la percepcin de los entrevistados (conocidos como mapas
perceptuales, mentales o virtuales). Finalmente, se comparan los
resultados recopilados entre los pases entrevistados.

Palabras clave: dialectologa perceptual, actitudes lingsticas,


sociolingstica, geolingstica, lengua espaola.

* Para correspondencia, dirigirse a: Miguel ngel Quesada Pacheco (miguel.quesada@


if.uib.no), Universitetet i Bergen, Department of Foreign Languages, Postboks 7805,
5020Bergen, Noruega.
258 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Dialectal division of American Spanish according to its


speakers. An analysis from Perceptual Dialectology

Abstract

The present article shows a dialectal division of American Spanish


according to the opinion of its speakers, within a Perceptual
Dialectology approach. Data was gathered through a series of
interviews where speakers mentioned linguistic similitudes and
differences between them and speakers of other countries. These
speakers perceptions and opinions were evaluated and cross-linked.
Besides, their opinions were represented in perceptual or mental
maps. Finally, the results were compared within the different countries
in the survey.

Keywords: perceptual dialectology, linguistic attitudes, sociolinguistics,


geolinguistics, Spanish language.

Recibido: 12/08/14 Aceptado: 13/10/14

1. Introduccin

En Hispanoamrica, los estudios dialectales tienen una larga tradicin que


se remonta a inicios del siglo XX, y los estudios de este tipo han ido en dos
vertientes, las cuales son la dialectologa en s y la geografa lingstica (cfr.
Quesada Pacheco 2010: 179-197). Pero las investigaciones dentro de la
llamada dialectologa perceptual, donde se toma la opinin de los hablantes
acerca de su forma de hablar y se representa en mapas, est apenas en sus
inicios.
De hecho, en el mundo hispnico, el inters por la dialectologa perceptual
se observa a partir del presente siglo en los estudios de Alfaraz (2002) sobre
Cuba, de Serrano (2002) sobre Mxico, de Moreno Fernndez y Moreno
Fernndez (2002) sobre Espaa, el de Puerto Rico y Mxico (Boomershine
2006), el de Venezuela en comparacin con Espaa (Daz-Campos y Navarro-
Galisteo 2009) y el ltimo, de Quesada Pacheco (2013), sobre Costa Rica.
En este sentido, el presente estudio intenta, como objetivo principal,
trazar una divisin dialectal del espaol de Amrica segn la opinin de los
hablantes. Para lograr lo anterior, se pretende llevar a cabo tres objetivos
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 259

secundarios. En primer lugar, realizar un estudio piloto; es decir, un


acercamiento inicial de carcter ms que todo experimental y de conjunto,
en el campo de la dialectologa perceptual en toda Hispanoamrica, tomando
como meta recopilar datos en los 19 pases que tienen el espaol como
lengua oficial, mediante una encuesta acerca de las similitudes y diferencias
que los entrevistados encuentran entre su forma nacional de hablar y la del
resto del continente. En segundo lugar, examinar, a raz de encuestas en el
terreno, las percepciones que tienen los hispanoamericanos acerca de sus
propias formas de hablar la lengua espaola. Como meta de este objetivo
est cartografiar los resultados en forma de mapas sintticos que muestren la
divisin dialectal de Hispanoamrica segn la percepcin de los entrevistados
(conocidos como mapas perceptuales, mentales o virtuales). Por ltimo, se
pretende comparar los resultados recopilados entre los pases, cuya meta es
trazar un mapa general de la manera como todos los informantes perciben y
evalan las diferentes maneras de hablar en el Nuevo Mundo.
Las preguntas directrices que acompaan los objetivos anteriores son
las siguientes:

1. Son los entrevistados capaces de percibir diferencias dialectales?


2. A qu pases o regiones de la Amrica hispana asocian los entrevistados
su manera de hablar?
3. Confirman o refutan las respuestas de los entrevistados los resultados
de los estudios dialectolgicos y geolingsticos realizados en
Hispanoamrica?; o bien, se observa alguna conexin entre las
opiniones de los informantes y las propuestas de divisin dialectal hechas
por los que se han encargado de estudiar la produccin lingstica en el
espacio fsico-geogrfico del continente americano?

El presente estudio representa un esfuerzo por extender esta disciplina a todo


el mundo hispanohablante en general, y al hispanoamericano en particular,
haciendo un trabajo de conjunto, global. Aun as, no pretende ser exhaustivo;
al contrario, se trata ms que nada de un estudio inicial, que d bases para
futuras investigaciones de ms contenido y arroje ms luces acerca de la
concepcin que tienen los hispanoamericanos de su forma de hablar, tanto
dentro de su pas como de los pases vecinos.
260 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

2. Nociones tericas

De acuerdo con Moreno Fernndez,

[l]os hablantes suelen tener una clara conciencia del prestigio de su


variedad y de su lejana, en el uso lingstico y en la interpretacin
de la variacin sociolingstica, respecto de otras variedades. [...]
Los individuos, al hablar entre s, son capaces de distinguir a los que
pertenecen a su misma comunidad de los que son ajenos a ella (1993: 15).

Siendo as la situacin, el lingista estar en condiciones de estudiar y de


medir, en distintas maneras, hasta dnde llega la conciencia de los hablantes
respecto de su forma de hablar y de la de los que lo rodean. Para llegar a esa
meta, el lingista se vale de la disciplina llamada dialectologa perceptual o
perceptiva, la cual, segn Anders, Hundt y Lasch (2010: XI-XIII)1, se ocupa
de responder principalmente las siguientes interrogantes:

1. Cmo imaginan los no lingistas el mapa dialectal de su nacin o


de su regin? A esta pregunta se responde con la cartografa mental o
perceptual; es decir, con el trazado de mapas (o grficos) lingsticos
que condensen en el espacio las respuestas obtenidas.
2. Qu rasgos dialectales destacan los no lingistas? Esta interrogante
tiene como fin agrupar los rasgos dialectales que enumera la gente como
sobresalientes e importantes en la distincin de sus dialectos.
3. Con qu rasgos dialectales asocian los no lingistas los dialectos en
cuestin? Esta pregunta se encarga de la confeccin de rasgos dialectales
por asociacin.

Para Anders, Hundt y Lasch (2010: XII), la pregunta c) es relevante porque


permite reconstruir una parte de la sabidura cotidiana del entrevistado;
adems, queda clara la manera cmo interactan los rasgos dialectales
evidentes (reales) con los rasgos asociados. En otras palabras, se establece
una relacin entre la realidad (los rasgos factuales del dialecto en cuestin)
y la percepcin; de modo que hay una relacin de concordancia cuando se
asocian ciertos rasgos que el dialecto de hecho tiene. Por el contrario, se

1
Es importante acotar que los mencionados autores se refieren ms que todo al mundo
dialectal alemn.
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 261

da una relacin de divergencia cuando se asocian rasgos que el dialecto en


cuestin no posee.
De acuerdo con Iannccaro y DellAquila, la dialectologa perceptual est
en estrecha relacin con la geografa y estudia el lenguaje desde adentro,
from the standpoint of the members of the communities living there
(2001: 265); es decir, desde la perspectiva del hablante mismo, oponiendo
este concepto al estudio del lenguaje desde afuera; o sea, desde el ngulo
de una persona experta, sea dialectlogo o lingista en general.
En este sentido, la dialectologa perceptual no solo es una disciplina
hbrida, a caballo entre dos formas de ver el lenguaje, como son la
sociolingstica y la dialectologa, sino que tambin adopta un papel
interactivo, en vista de que evala de manera cientfica la opinin de los
hablantes, toma su parecer y opiniones (Ianncaro y DellAquila 2001:
266). Adems, dentro de esta disciplina hbrida, no se trata del anlisis
de la variacin interna de la lengua o de los fenmenos concernientes al
idioma, sino que se centra en hbitos lingsticos y nociones acerca de la
identificacin lingstica (Ianncaro y DellAquila 2001, ubi supra).
Contrario a lo que se puede imaginar, la opinin de los hablantes
puede jugar un papel decisivo o muy importante en la confeccin de zonas
dialectales y sus lmites. Si bien el lingista cuenta con los mecanismos y
mtodos para delimitar dichas zonas y sus fronteras, el hablante tiene la
ventaja de que ve el fenmeno desde su experiencia personal o comunitaria.
Siguiendo de cerca a Iannccaro y DellAquila (2001: 266-269), algunas
oposiciones en la manera de apreciar el dialecto o las fronteras dialectales
entre los lingistas y los hablantes se ofrecen en los siguientes axiomas:

1. El lingista propone o impone una divisin dialectal desde afuera.


El hablante reconoce sus propias fronteras desde la experiencia
cotidiana, en contacto con los dems de su comunidad hablante.
2. El lingista construye isoglosas ticas; es decir, objetivamente
vistas y lejanas a la comunidad hablante2. El hablante construye
isoglosas micas; es decir, desde sus propios espacios3.

2
By etic we mean that kind of knowledge and analysis made by an observer who is
alien to the culture and uses concepts and ways of analysis which are external to the culture
itself (Ianncaro y DellAquila 2001: 276, nota 5).
3
Emic, on the other hand, is not only the way of acquiring knowledge typical of the
members who are internal to any culture, but also of whichever type of approach that tires to
account for the vision of ther world peculiar to a certain community (Ianncaro y DellAquila
2001: 276, nota 5).
262 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

3. El lingista teoriza, debate y discute, pone en duda y en crisis


las fronteras dialectales. El hablante las ve como un hecho y
no le perturban, ni siquiera las pone en duda. En este sentido,
Bucholtz et al. tienen razn al afirmar que the distinction between
languages, dialects, and styles, widely recognized as problematic by
sociolinguists, is generally not carefully maintained by nonlinguists
(2007: 348).
4. El lingista aplica mtodos y tcnicas. Por su parte, el hablante aplica
su propia experiencia.
5. El lingista construye fronteras dialectales. El hablante percibe las
fronteras dialectales.
6. El lingista se basa en determinados hechos lingsticos recogidos
in situ, mientras que el hablante se basa en generalizaciones o
estereotipos.
7. El lingista plasma divisiones dialectales estticas, pero el hablante
interioriza divisiones dialectales dinmicas.
8. El lingista toma en cuenta conceptos externos acerca de las fronteras
dialectales. El hablante toma en cuenta la estructura interna de la
comunidad hablante.
9. El lingista justifica las divisiones dialectales en hechos lingsticos
concretos (fontica, gramtica, lxico), pero el hablante traza las
divisiones dialectales, por lo general en hechos no lingsticos, y
muchas veces influidos por factores ideolgicos o sociales.
10. El lingista distingue una zona dialectal 1 de una 2, y hasta divisiones
internas de cada zona dialectal. Por el contrario, el hablante distingue
los que hablan como yo de los que hablan distinto a m, con lo
cual deja de lado posibles divisiones internas.
11. El lingista se concentra en la produccin lingstica en trminos
fonticos, gramaticales, etc., mientras que el hablante se concentra
en la produccin pragmtica y en el valor comunicativo de la lengua.
12. El lingista llega a elevados niveles de racionalizacin y se deja
influir por los asuntos de lengua. El hablante, por su parte, no alcanza
elevados niveles de racionalizacin y se deja influir poco por los
asuntos propios de la lengua.
13. El lingista traza fronteras dialectales con detalle. En el hablante,
sus fronteras dialectales estn trazadas en trminos generales y a
veces borrosos.

Estas diferencias se tienen que dar, ya que, como apunta Moreno Fernndez
(2009: 32), la interpretacin que los hablantes hacen de las formas y
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 263

manifestaciones de su lengua no tiene por qu coincidir con la perspectiva


de los estudiosos del lenguaje. Pero esta relacin diferencial es importante,
ya que, como agrega el mencionado investigador, se da la circunstancia de
que el juicio de los lingistas y los profesores no puede prescindir, sin ms,
de la opinin de los hablantes ni de la percepcin que estos tienen de las
variedades de su propia lengua, entre otras razones porque la existencia de
estas variedades, como tales, depende en gran medida del modo en que las
percibe la comunidad lingstica.
Por otra parte, y segn Ianncaro y DellAquila (2001: 268), las fronteras
dialectales propuestas por los lingistas no siempre calzan con las fronteras
dialectales propuestas por los hablantes. Sin embargo, habr que ver esto con
cautela, ya que el estudio de dialectologa perceptual recientemente hecho
en Costa Rica demuestra que los hablantes, sean cuales sean las razones que
tengan para justificar la divisin dialectal de su entorno, tienen una conciencia
muy clara y profunda de las fronteras dialectales, y muchas veces pueden
llegar a acercarse y hasta a competir con las propuestas por los estudiosos de
la lengua (Quesada Pacheco 2013). Es ms, las opiniones de los hablantes
pueden tener mucho peso en la propuesta o rechazo de determinadas zonas
dialectales sugeridas por los lingistas.
En lneas generales, el fin primordial de la dialectologa perceptual es
tratar la cartografa geolingstica desde la percepcin del hablante, o desde
su conciencia lingstica; no desde su produccin, ni de las inferencias a
que llega el investigador mediante la recoleccin de datos. Esta disciplina
se fundamenta en lo que el hablante siente, opina, cree, de su propia forma
de hablar, o de la forma de hablar de los dems, y emplea como mtodos
de anlisis los que caracterizan a la geografa lingstica, entre otros (cfr.
Stewart 2011: 3). En este sentido, se establece una relacin entre la identidad
lingstica del hablante y su espacio geogrfico, y el producto final son por
lo general mapas virtuales o mentales.
Cuando se habla de mapas mentales, significa que se establece una
oposicin entre lo real y lo virtual; el espacio deja de ser concreto, material,
sea referido a una ciudad, a un pueblo o a cualquier espacio geofsico, para
pasar al espacio simblico, tal como lo define Caravedo:

De modo especfico, en el terreno de las lenguas los hablantes elaboran


sobre la base de creencias transmitidas de generacin en generacin a
las que se aaden las de la propia experiencia vital ideas, no siempre
justificadas ni razonadas sobre el espacio ajeno, en relacin con las
cuales, reconocen y evalan modalidades o dialectos diversos de los
propios. Gran parte de las valoraciones lingsticas se basan en esas
conceptualizaciones que son, en verdad, solo creencias o suposiciones
que no necesariamente tienen correspondencia exacta con una realidad
264 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

fctica, de tal modo que pueden llegar a ser falsas, imprecisas o arbitrarias
(2012: 7-8).

Caravedo (2012: 9) se refiere a tres rdenes en la concepcin del espacio


de una ciudad:

a) El orden material, que tiene que ver con determinadas caractersticas


fsicas y ubicables concretamente;
b) el orden social: en las ciudades hay contenido humano, hay redes
sociales, intercomunicacin entre sus habitantes;
c) el orden mental: las ciudades son lo que la gente piensa de ellas, son
una construccin simblica, de significados, a travs de los cuales se
determinan los valores, todos subjetivos.

En mi opinin, estos rdenes perfectamente se pueden asociar a cualquier


espacio del ser humano, no necesariamente al urbano. En consecuencia, valen
tambin para aplicarlos al presente estudio, el cual no se refiere al espacio
urbano en s, sino a un espacio general, determinado por fronteras polticas.
En resumen, y visto en lneas generales, el estudio emprico del lenguaje
se puede realizar fundamentalmente desde dos ngulos, segn el tipo de
fuentes de datos: a) el emanado de una investigacin que toma en cuenta la
produccin del entrevistado, y cuyos datos se pueden analizar empleando
distintos mtodos (sociolingstica, dialectologa, pragmalingstica, etc.),
y b) el que fundamenta su estudio sobre la base de las opiniones de lo que
dice la gente acerca de su lengua o dialecto (cfr. Preston 1999: xxiii-xxiv;
Jara 2010: 19-24). A su vez, este puede estudiarse desde tres mbitos
disciplinarios autnomos: a) las actitudes lingsticas, b) la lingstica
popular, y c) la dialectologa perceptual.

3. consideraciones metodolgicas

Tal como se ha estado aplicando la dialectologa perceptual en el mundo


hispanohablante, son distintas las maneras como se ha abordado el problema,
tal como se ver en las siguientes lneas.
En primer lugar, uno de los fines de la dialectologa perceptual es
representar los datos recopilados en forma de mapas perceptuales, llamados
tambin mapas mentales. Se les llama mentales porque se basan en la
imaginacin del hablante, no en las inferencias que pudiera hacer el lingista
o dialectlogo al recoger los datos sobre la produccin lingstica de los
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 265

hablantes. Sin embargo, en los estudios de este tipo no siempre se sigue esta
premisa y, por lo tanto, no se representan los datos recopilados en forma de
mapas perceptuales o mentales. Por ejemplo, de los trabajos conocidos hasta
la fecha en el mbito de la lengua espaola, nicamente dos (Serrano 2002 y
Quesada Pacheco 2013) se encargan de hacer mapas; el resto de los autores
consultados (Alfaraz 2002; Moreno Fernndez y Moreno Fernndez 2002;
Boomershine 2006; Daz-Campos y Navarro-Galisteo 2009) presentan los
resultados en forma de cuadros o figuras, y con sus respectivos porcentajes.
Algunos de los autores han empleado mapas vacos, de modo que los
entrevistados los rellenan con trazos que pueden encerrar zonas o subzonas
dialectales. As fue como se trabaj con informantes procedentes de Madrid
en el reconocimiento de variantes dialectales de Espaa, tales como el
canario, el andaluz, el castellano central y el castellano septentrional (cfr.
Moreno Fernndez y Moreno Fernndez 2002).
Tambin se han aplicado encuestas con escalas, de manera que a los
entrevistados se les pregunta, de un nmero X a un nmero Y (por ejemplo,
de 1 a 5), sobre la gradacin en la similitud o diferencia de su propia forma
de hablar con el habla de otras regiones de su pas. Este mtodo fue aplicado
por Moreno Fernndez y Moreno Fernndez (ubi supra) entre los informantes
madrileos.
Respecto de las variables sociales de los entrevistados, es importante
recalcar que, en todos los trabajos de dialectologa perceptual sobre algn
aspecto del espaol, los autores consultados no solo se han esmerado en
adjuntar datos geolingsticos, sino tambin sociolingsticos, tales como
sexo, edad, instruccin formal, adems de su procedencia. Lo anterior, se
podra afirmar, es una novedad respecto de los trabajos clsicos de esta ndole
(por ejemplo, en Sibata [1999] para el Japn y Weijnen [1999] en Holanda),
donde por lo general se tomaba nicamente el origen del encuestado.
En cuanto a la extensin geofsica del objeto de estudio, hay
investigaciones (por ejemplo, Moreno y Moreno, Serrano y Quesada Pacheco,
antes mencionados), donde se encuestaron nicamente personas del mismo
pas Espaa, Mxico y Costa Rica, respectivamente con el fin de obtener
datos solamente de ese pas y para ese pas; es decir, a estas personas se les
ha entrevistado para opinar sobre algn aspecto del espaol de su pas en
particular. Otros trabajos se caracterizan por entrevistar personas de distintos
pases hispanohablantes, sea del continente americano, sea en combinacin
con Espaa (Alfaraz 2002; Boomershine 2006; Daz-Campos y Navarro-
Galisteo 2009). En estos, se tomaron en cuenta aspectos del espaol de dos
o ms pases, de modo que los entrevistados podan dar su parecer no solo
en cuanto a su pas de origen, sino tambin de los dems de la encuesta.
266 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Por ltimo, y en lo concerniente a aspectos lingsticos por estudiar, hay


trabajos que se concentran en datos especficos de algn nivel de la lengua,
tal como sucede con el trabajo sobre la opinin de los hablantes mexicanos
y puertorriqueos en relacin con los fonemas nasal dental /n/, percusivo
/r/ y fricativo alveolar /s/ en posicin final (Boomershine 2006). Otros se
concentran en proponer preguntas abiertas, como sucede en el trabajo de
Quesada Pacheco (2013) con los entrevistados de Costa Rica.
En suma, si bien los trabajos que tocan el espaol, en general, son
bien escasos, estos presentan novedades, tanto en la estructura como en la
metodologa, que no se haban tocado en la dialectologa perceptual de otras
zonas lingsticas, incluso en el mundo anglohablante, donde en los ltimos
aos esta disciplina ha adquirido mucha fuerza.
En lo relativo al presente estudio, los datos se recogieron entre 2008 y
2010, en cada una de las capitales de Hispanoamrica donde el espaol es
lengua oficial, como parte de una investigacin ms global en el campo de las
actitudes lingsticas. Se trata del proyecto Actitudes lingsticas e Identidad
en Hispanoamrica y Espaa, patrocinado por el Consejo Noruego de
Investigaciones y la Universidad de Bergen, donde se aplicaron 400 encuestas
en cada ciudad capital hispanohablante, lo cual da para Hispanoamrica
un total de 7.600 entrevistas, con el fin de estudiar ms que nada aspectos
cognitivos, afectivos y actitudinales o pragmticos entre hispanohablantes,
adems de asuntos que tienen que ver con correccin idiomtica.
Desde la perspectiva diatpica, el cuestionario se dividi bsicamente
en dos mbitos: preguntas que recogen opiniones concernientes al habla del
pas donde se aplic la encuesta, y preguntas con opiniones sobre los dems
pases hispanohablantes. As, dentro de este cuestionario, que constaba de
30 preguntas, se hicieron dos de carcter geogrfico-perceptual en la seccin
llamada Percepciones cognitivo-lingsticas, y se pregunt a las personas
consultadas lo siguiente:

Pregunta 29: Diga/mencione tres pases donde hablan el espaol/castellano


igual o parecido a como usted lo habla.
Pregunta 30: Diga/mencione tres pases donde hablan el espaol/castellano
diferente a como usted lo habla.

En la presente investigacin solamente se estudiar la primera pregunta.


Se pintar un mapa donde se resaltarn los pases que la generalidad de los
informantes caracteriz como los ms parecidos, incluyendo el pas de partida
de la encuesta, tomando como axioma el hecho de que si no mencionaron
otros pases era porque los entrevistados los sentan lejanos o distintos a su
propia forma de hablar.
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 267

Para las ilustraciones, se baj del Internet un mapa mudo, sin colorear 4, de
la Amrica hispana y se redise coloreando cada uno de los pases, los cuales
sirvieron de base para la ilustracin de las zonas dialectales en cuestin.
El anlisis por pases va de norte a sur y de este a oeste, en el siguiente
orden: Mxico, Cuba, Repblica Dominicana, Puerto Rico, Guatemala, El
Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panam, Colombia, Venezuela,
Ecuador, Per, Bolivia, Paraguay, Chile, Argentina y Uruguay.
Por el momento, y en trminos generales, se dejarn de lado las variables
de sexo, edad, instruccin y procedencia urbana de los entrevistados, para
poder aplicarlas en un estudio ulterior.

4. Anlisis de datos por pases

4.1. Mxico

Segn se observa en los datos suministrados por Morett (2014: 894-895),


los pases que los entrevistados mexicanos sienten como ms prximos
por su manera de hablar son Guatemala, Honduras y El Salvador (mapa 1).

4
Disponible en: http://profpriscilalemos.blogspot.no/2012/05/mapa-mudo-america-
latina-politico-8-ano.html.
268 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, NMERO 2, 2014

Mapa 1. Pases de habla similar, segn los mexicanos

Interesante es notar que, despus de los pases mencionados, Espaa tuvo


un lugar significativo en las menciones como pas de habla similar. Segn
lo explica Morett (2014),

[e]n lo que respecta a Espaa, se ubic en segunda posicin dentro de


los pases elegidos como primera respuesta (con casi un 50% menos de
preferencias en relacin con Guatemala). La explicacin podra estar
relacionada con el hecho de que el dialecto mexicano, a decir de Lope
Blanch (1999), es ms apegado que el de Espaa a la lengua histrica,
y muchos entrevistados identificaron el espaol hablado en la pennsula
ibrica ms con la lengua histrica que con los usos lingsticos del siglo
XXI. Tal vez influya tambin el que para muchos la variante europea se
considere la norma a seguir, y la percepcin de similitud obedezca ms
a una aspiracin que a observaciones concretas.
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 269

4.2. Cuba

Los datos que Sobrino et al. (2014: 367-371) destacan sobre la opinin de
los habaneros, coinciden en ver a Venezuela, Puerto Rico y la Repblica
Dominicana como pases con habla similar a los cubanos (mapa 2).

Mapa 2. Pases de habla similar, segn los cubanos


De acuerdo con las autoras (ubi supra),

[m]uy interesante es el hecho de que, con excepcin de Espaa, los pases


que registran un mayor porcentaje integran lo que se considera el Caribe
hispnico, segn estudios dialectolgicos realizados.
270 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

4.3. Repblica Dominicana

Siguiendo la investigacin de Severino (2014), las personas entrevistadas


en Santo Domingo, la capital dominicana, consideran que las personas
del Caribe insular hablan de manera parecida, adems de que sealaron a
Venezuela como de habla similar (mapa 3).

Mapa 3. Pases de habla similar, segn los dominicanos

Severino (op. cit.) aduce que estas naciones comparten entre s muchas
tradiciones religiosas, culturales, sociales y dialectales, lo cual favorece la
valoracin positiva que se tiene de ellos.

4.4. Puerto Rico

La investigacin de Mojica de Len (2014) sobre las opiniones de los


habitantes de San Juan, capital de Puerto Rico, muestran que los entrevistados
sienten que su habla se parece a la de los cubanos, los dominicanos, los
venezolanos y los panameos (mapa 4).
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 271

Mapa 4. Pases de habla similar, segn los puertorriqueos

De acuerdo con Mojica de Len (2014),

[d]e los datos obtenidos puede desprenderse que la variante cubana


es la que ms se asocia con la variante puertorriquea, seguida de
la dominicana, la venezolana y la panamea, lo que evidencia una
conciencia lingstica de los informantes y el reconocimiento de una
zona dialectal; es decir, la unificacin de la cuenca caribea.

4.5. Guatemala

Los datos recopilados en la investigacin sobre la ciudad de Guatemala


(Acevedo y Quesada Pacheco 2014: 653) muestran que los capitalinos
chapines se sienten cercanos al habla de los mexicanos, de los salvadoreos
y de los costarricenses (mapa 5).
272 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Mapa 5. Pases de habla similar, segn guatemaltecos

Segn lo explican los investigadores mencionados (ubi supra), [s]iendo


estos tres pases cercanos a Guatemala, es muy probable que esto refleje el
contacto estrecho que puedan tener los guatemaltecos con los pases vecinos.

4.6. El Salvador

En lo concerniente a San Salvador, la capital de El Salvador, los entrevistados


por Rivera (2014) se reflejan en el habla de los guatemaltecos, los hondureos
y los nicaragenses (mapa 6).
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 273

Mapa 6. Pases de habla similar, segn salvadoreos

Rivera (2014: 524) atribuye esta semejanza a lazos prehispnicos:

Ya antes se dijo que, junto con Honduras, en El Salvador hubo una fuerte
presencia de la cultura y la lengua lencas, que formaban un tronco comn
que se dividi hace cerca de 24 siglos. En el caso de Nicaragua, nacin
con la que tambin hay vnculos lingsticos prehispnicos, es notoria su
presencia como segunda y tercera opcin. Canfield (1960: 85), explica
que hay una unidad fontica entre el espaol de Honduras, El Salvador
y Nicaragua; una unidad que parece haber sobrevivido con el tiempo,
y esta investigacin hace notoria la conciencia que los habitantes de
San Salvador tienen de ello; por lo menos de la presencia de rasgos de
semejanza entre esos tres pases.
274 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

4.7. Honduras

De acuerdo con Hernndez (2014: 767-768), los hondureos asocian su


forma de hablar a la de los salvadoreos en primer lugar; luego a la de
los costarricenses y, en ltima instancia, a la de los guatemaltecos y a los
nicaragenses (mapa 7).

Mapa 7. Pases de habla similar, segn hondureos

Segn Hernndez (2014: 769),

[e]ste estudio nos permite conocer que la actitud hacia territorios vecinos,
especialmente hacia el centroamericano, es muy positiva. Refleja una
identidad global con respecto al espaol hablado en estas zonas. Si
bien es cierto que no hay una uniformidad total, ciertamente el hecho
de compartir rasgos lxicos, fonticos y morfosintcticos ha hecho que
los hondureos se identifiquen con los pases vecinos, reconociendo la
identidad lingstica que nos rodea.
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 275

4.8. Nicaragua

Los informantes entrevistados en Managua, la capital nicaragense, opinaron,


segn los datos recopilados por Zamora (2014: 985-987), que su habla se
parece a la de Honduras, Guatemala, El Salvador y Costa Rica (mapa 8).

Mapa 8. Pases de habla similar, segn los nicaragenses

Lo anterior contina con la tendencia ya vista en los pases anteriores,


segn la cual los centroamericanos perciben su habla como similar, frente
a las hablas del resto de Amrica. Tal como lo dice la autora, con esta
investigacin se demuestra que la poblacin en estudio asemeja el espaol
de Nicaragua al de los pases centroamericanos (Honduras, El Salvador,
Guatemala y Costa Rica), lo cual puede responder a la cercana existente
con estos (Zamora 2014: 987).
276 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

4.9. Costa Rica

Las conclusiones a las que llegan Calvo y Castillo (2014: 270-271) con las
entrevistas llevadas a cabo en San Jos de Costa Rica son que los informantes
capitalinos consideran que el habla costarricense guarda similitudes con las
hablas de Colombia, Panam y El Salvador (mapa 9).

Mapa 9. Pases de habla similar, segn los costarricenses

En cierto sentido, Costa Rica rompe el ritmo de continuidad que se vena


manifestando en todo el Istmo Centroamericano, al no considerar el habla
de los nicaragenses ni la de los hondureos como similar a la suya propia.
Un dato interesante, sin embargo, es que los entrevistados compararon a
Costa Rica con Colombia, lo cual ya se vena percibiendo desde el siglo
XIX, cuando el escritor colombiano Jos Joaqun Borda visit Costa Rica
y afirm lo siguiente:

En las conversaciones que tuve con ellos y con los de la capital (San
Jos), not una perfecta identidad en el acento, lo mismo que en las
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 277

costumbres, con mis paisanos de Cundinamarca y Boyac. All como


en estas tierras se acostumbra acentuar los imperativos, usar el vos en
lugar de t y convertir en diptongos, vocales que deben pronunciarse
separadas y con distinto acento.Pon i los bules, deca un amigo al
pen del puerto, mir que vos sos muy descuidao (Borda 1865: 123).

En esta comparacin, se debe tener en mente que los parecidos corresponden


a las variedades costarricense y colombiana habladas en los respectivos
altiplanos, tomando en cuenta que el habla costera de ambos pases es
distinta.

4.10. Panam

Los datos recopilados por Tinoco (2014: 1039-1041) en Panam apuntan


a comparar el habla de este pas con las de Venezuela, Colombia y Costa
Rica (mapa 10).

Mapa 10. Pases de habla similar, segn los panameos


278 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

De acuerdo con Tinoco (2014: 1040),

[l]o anterior confirma el hecho sealado en otras respuestas, acerca de


que el panameo tiene en comn con el venezolano aspectos culturales,
porque ambos son pases donde se sintetizan diferentes culturas (en el
caso venezolano, la cultura caribea, la suramericana y la africana, y en
el caso panameo, la cultura africana y la caribea). Esto se observa en lo
lingustico. En las respuestas de los entrevistados se aprecia esto cuando
responden: suenan parecido a nosotros. Le sigue Colombia, con una
mencin del 14%. Las circunstancias histricas sin duda nos ligan a este
pas, y aunque tengamos acentos diferentes, las palabras muchas veces
son las mismas. A Costa Rica la pone en tercer lugar un 12,5% de los
entrevistados, quizs por su cercana. Estos dos ltimos pases limitan
con Panam: Colombia por el oriente, y Costa Rica, por el occidente. La
tendencia a elegir los pases que son vecinos y que tienen caractersticas
caribeas (salvo Costa Rica) es evidente.

Con Panam de nuevo se retoma el contnuum lingstico que se haba roto


en Costa Rica.

4.11. Colombia

Los colombianos entrevistados en Bogot por Bernal et al. (2014: 228),


opinaron que su modo de hablar espaol se pareca al de Mxico, Venezuela,
Ecuador y Panam (mapa 11).
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 279

Mapa 11. Pases de habla similar, segn los colombianos

Al igual que con Costa Rica, el mapa continuado de las similitudes dialectales
se pierde con Colombia, pero esta vez a favor de Mxico, pas con el cual
los entrevistados sentan cercana.

4.12. Venezuela

Segn el estudio de Coello (2014), entre los caraqueos, la mayor parte de


los entrevistados encuentra cercana dialectal con el habla de Colombia y
Panam (mapa 12).
280 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Mapa 12. Pases o regiones de habla similar, segn los venezolanos

Aqu es menester aclarar, como apunta Coello, que los entrevistados


dijeron que el espaol colombiano que sentan cercano era el de la costa,
particularmente el de Cartagena:

Las creencias cognitivas sobre las que se basa la opinin de la semejanza


entre la variante colombiana y la venezolana apuntan especficamente a
la variante de la costa colombiana, y no a la bogotana. La semejanza se
reconoce por una misma manera de hablar, especialmente en Cartagena;
especficamente en la costa, y por el uso de expresiones parecidas
y por un acento parecido. Finalmente, el caraqueo reconoce como
similar la variante panamea, la cual es la ms votada en las opciones
1 (33%) y 2 (24,3%).

Lo anterior tiene gran valor porque este parecido entre las hablas caribeas
continentales vena ya documentado desde mediados del siglo XVIII, segn
testimonio de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, dos ingenieros espaoles que
recorrieron en viaje de investigacin las costas de Venezuela, Colombia y
Panam (se respeta la ortografa original):
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 281

Aunque no not en Cartagena lo que voy a decir, fue por tenerlo reservado
para este lugar; y es, que ass en aquella Ciudad, como en Portobelo, y esta
[ciudad de Panam] tienen sus moradores un methodo de prorrumpir las
palabras, quando hablan, bien particular; y ass como hay unos Pueblos,
que tienen arrogancia; otros dulzura; y otros brevedad; este tiene una
floxedad, y desmayo en las vocales tal, que es muy sensible, y molesto
al que le oye, hasta que la costumbre le va habituando a ello: aun mas
sucede en este particular, y es que en cada una de las tres ciudades llevan
distinto methodo en el desquadernamiento, flaqueza, y acento de las
voces, acompaado de diversas sylabas propias de cada uno; no menos
distinguibles entre s, que todas ellas apartadas del estilo, con que se
habla en Espaa (Juan 1748: Parte I, libro II, cap. III; pg. 163-164).

Al igual que Juan y Ulloa, los entrevistados por Coello opinaron que el
parecido se deba a expresiones similares y a un acento parecido.
Como dato digno de apuntar, se observa que los venezolanos no sienten
parecido lingstico con los caribeos insulares, al contrario de lo que estos
opinan, segn se vio en pginas anteriores.

4.13. Ecuador

Los habitantes de Quito entrevistados por Flores (2014: 457-461) opinaron


que los pases que hablaban similarmente a ellos eran Per, Colombia,
Venezuela, Bolivia y Mxico (mapa 13).
282 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Mapa 13. Pases de habla similar, segn los ecuatorianos

Como se puede observar, tambin Ecuador rompe en buena medida con el


esquema del contnuum dialectal perceptual, al opinar que Mxico est dentro
de los pases con habla similar a la suya propia. De acuerdo con Flores, las
personas con estudios universitarios incluyen a Mxico en esta relacin y
sostienen que este dialecto es fcilmente reconocible y se identifican con l
por todo el conocimiento que tienen, gracias a los doblajes de las pelculas
(2014: 461).
Adems, tal como sucede en general con las percepciones dialectales,
Flores (ibdem) apunta que [a]lgunas razones argumentadas son
extralingsticas: son parecidos a nosotros; tenemos las mismas
costumbres y pensamientos; y otras s son de conocimiento lingstico:
tenemos el mismo vocabulario; tenemos el mismo acento.
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 283

4.14. Per

Las personas entrevistadas en Lima opinaron, segn los estudios de Arias


(2014), que el habla suya guarda similitud o cercana con Ecuador, Colombia
y Mxico (mapa 14).

Mapa 14. Pases de habla similar, segn los peruanos

Segn los datos de Arias en cuanto a las preferencias de los limeos por los
pases arriba mencionados,

[l]os informantes consideran que Ecuador tiene una pronunciacin


parecida a la peruana, es decir, los mismos sonidos; que en ese pas
se habla correctamente; que se diferencian solo por el dejo, no muy
marcado, sino ms neutral, y que los dos pases tienen una cultura
parecida, similitudes en la forma de expresarse, de mostrar cordialidad
y porque comparten vecindad. En el caso de Colombia, se prefiere por la
pronunciacin clara, por tener los mismos sonidos y parecida entonacin;
por compartir parte del lxico y por el hecho de tener races y culturas
parecidas, adems de contacto cercano. En el caso de Mxico, se prefiere
284 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

por ser esta la variedad ms conocida, por entender parte del lxico de
uso comn y compartir muchas palabras, por no tener dejo marcado y
por tener cultura parecida y similitudes en la forma de expresarse.

Llama la atencin el hecho de que los entrevistados peruanos sintieran


similitud con Mxico, pero no con los bolivianos, como fue el caso de los
ecuatorianos. Esto en razn de la proximidad geofsica y cultural que podra
mediar por ser pases de la zona andina.

4.15. Bolivia

Para los entrevistados en La Paz, capital de Bolivia, y de acuerdo con los


datos entresacados del estudio de Aguilar (2014: 100-101), los pases que
se asemejan a su propia habla son Per, Mxico y Ecuador (mapa 15).

Mapa 15. Pases de habla similar, segn los bolivianos


Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 285

Tal como opina Aguilar, se entiende que los entrevistados de La Paz hayan
escogido a Ecuador como al Per, por ser pases cercanos a Bolivia. Pero con
Mxico el panorama cambia, y las razones aducidas por los consultados son:

[L]os informantes se identifican ms con el habla de este pas que con


la de otras regiones ms cercanas, posiblemente por la produccin
audiovisual mexicana que se conoce en Bolivia. La influencia de los
medios es un factor importante para esta percepcin y, por supuesto, los
aspectos culturales que comparten ambos pases (Aguilar 2014: 100).

4.16. Paraguay

De acuerdo con el estudio de Chiquito y Saldvar (2014), las hablas hispanas


que los entrevistados de Asuncin, la capital del Paraguay, sienten como
cercana a la suya son las de Argentina, Uruguay, Chile y Mxico (mapa 16).

Mapa 16. Pases de habla similar, segn los paraguayos



286 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Como se puede apreciar, los paraguayos sienten a Uruguay, Argentina y Chile


como de habla similar, pues, tal como afirman Chiquito y Saldvar (ibd.),

Argentina, por ser pas vecino con importantes ciudades fronterizas, es


considerado modelo del habla espaola [...] precisamente por su cercana
geogrfica. El que Uruguay y Chile reciban porcentajes relativamente
altos, completa la percepcin de que los informantes ven el espaol
paraguayo como parte de una variante comn del Cono Sur.

Cosa distinta surge con respecto a Mxico, ya que, como aducen las autoras
(ibdem),

[e]n la primera mencin entre los pases de habla castellana similar


a la paraguaya aparece Mxico (39,8%), una eleccin que no parece
tener una razn plausible, excepto cuando se estudian las explicaciones
que exponen los entrevistados; de estas se infiere que esta eleccin
coincide con las apreciaciones del espaol mexicano en los medios de
comunicacin, en los que, segn los informantes, ese pas comparte con
Paraguay la caracterstica de no tener acento en el habla espaola.

4.17. Chile

Las entrevistas llevadas a cabo en Santiago de Chile por Rojas (2014) indican
que los pases con los cuales los chilenos se sienten cercanos lingsticamente
son Per, Bolivia y Argentina (mapa 17).
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 287

Mapa 17. Pases de habla similar, segn los chilenos

De lo anterior se infiere que los entrevistados aplicaron el principio de la


proximidad, tal como lo explica Rojas:

En general, se puede observar que los pases que tienen ms menciones


son los geogrficamente contiguos o prximos a Chile (la mayora de
Sudamrica: Per, Bolivia y Argentina); a la inversa, los pases que son
mencionados en menos ocasiones son los ms lejanos (Rojas 2014: 161).

A pesar de lo anterior, Rojas (ubi supra) apunta que [e]n este tem las
preferencias se encuentran muy disgregadas, por lo cual no podemos hablar
con certeza acerca de preferencias mayoritarias.
Por otra parte, es significativo el hecho de que, segn lo indicado por
Rojas, el segundo grupo de preferencias apunta a que ningn pas tiene una
forma de hablar espaol que es parecida a la de Chile (14%) (2014: 161).
288 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

4.18. Argentina

Los informes que dan Llull y Pinardi (2014: 45-46) acerca de los pases que
consideran los entrevistados en Argentina como similares a su propia habla,
fue prcticamente uno solo: Uruguay. Luego, a gran distancia, colocaron a
Chile (mapa 18).

Mapa 18. Pases de habla similar, segn los argentinos

Siguiendo las afirmaciones de las investigadoras mencionadas,

[c]omo resulta evidente, la gran mayora (tres cuartas partes del total) se
inclina por Uruguay al momento de encontrar similitudes con el habla
propia (primera alternativa). Con mucho menos valor estadstico, Chile
aparece como segunda opcin, con porcentuales que se ubican en menos
de la mitad de los detectados para el primer caso (Uruguay). Finalmente,
con muy escasa participacin, en tercer trmino predomina la opcin
ninguno (Llull y Pinardi 2014: 45).
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 289

4.19. Uruguay

Segn el trabajo de investigacin de Garca, los uruguayos entrevistados


en Montevideo indicaron a la Argentina como el pas con el cual guardan
mayor similitud lingstica (mapa 19).

Mapa 19. Pases de habla similar, segn los uruguayos

De acuerdo con los datos suministrados por Garca, el porcentaje de


opiniones respecto de Argentina fue tan alto (casi un 90%), que perfectamente
se podra afirmar que no existe otro pas de preferencia por los entrevistados,
que sea digno de ser representado en un mapa dialectolgico perceptual.
290 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

5. Anlisis de conjunto

Empezando de norte a sur, ninguno de los pases centroamericanos, ni


Mxico, mencion a otros pases fuera del Istmo Centroamericano dentro de
los que consideraban pases de habla similar. En consecuencia, todo el Caribe
y toda la Amrica del Sur qued como una zona de habla distinta a Mxico
y Amrica Central. Por otra parte, ningn pas del Caribe ni de Amrica del
Sur considera que tiene un habla similar con algn pas centroamericano (con
excepcin de los panameos), con lo cual se podra hablar de una zona norte,
con Mxico, y centroamericana autnoma, independiente del resto de pases
americanos. A su vez, Mxico y el conjunto de pases centroamericanos
(Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panam) va
formando una especie de gradacin dialectal, de acuerdo con la cual, cada
pas ve similitudes con los pases ms cercanos, pero dejando de lado los
que se alejan del pas en cuestin.
En este sentido, no se podra hablar de una nica zona dialectal perceptual
centroamericana, ya que ninguno de los pases mencion el conjunto de
naciones del Istmo Centroamericano como una zona autnoma, sino los
que estaban ms cercanos. As, los guatemaltecos consideran a Mxico
y a El Salvador como de habla similar; los salvadoreos consideran a los
guatemaltecos, a los hondureos y a los nicaragenses como de habla similar,
pero ya no a los mexicanos. Por su parte, hondureos y nicaragenses
sealaron a todos los pases centroamericanos menos a Panam como de
habla similar, mas los costarricenses s opinaron que Panam y Colombia
eran de habla similar, pero no el resto. En cuanto a Panam, los entrevistados
consideraron que Costa Rica y Colombia se asemejaban a su habla, pero no
el resto de pases hacia el norte del Istmo. Y as sucesivamente.
En lo concerniente al Caribe, los tres pases antillanos Cuba, Repblica
Dominicana y Puerto Rico ven similitudes entre s, de modo que se podra
hablar de un conjunto dialectal perceptual, con lo cual no se puede afirmar
que haya diferencias entre s, como sucede con el Istmo Centroamericano.
Adems, y a diferencia de los centroamericanos, los caribeos opinaron que
dos pases fuera de su regin tenan similitudes con ellos, los cuales son
Panam y Venezuela, razn por la cual se consideran como parcialmente
similares. Fuera de estos, ningn pas fue mencionado como de habla similar,
con lo cual se podra trazar un mapa perceptual caribeo insular y continental.
Respecto de Amrica del Sur, los colombianos y los venezolanos forman
una especie de transicin entre el Istmo Centroamericano, el Caribe insular
y Amrica del Sur, al sealar ambos similitudes entre s y con Panam, pero
no con el resto de los pases suramericanos ni centroamericanos.
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 291

Adems, desde Ecuador hasta Bolivia se observa una especie de zona


dialectal perceptual que tiene su frontera en las tierras bajas de Colombia,
pero que se detiene en Bolivia, lo cual da pie para dividir una regin, la
andina, del resto; o sea, del Cono Sur.
Por otra parte, los pases del Cono Sur ven similitudes entre s, de modo
que se podra hablar, a grandes rasgos, de una zona dialectal perceptual
surea (mapa 20).

Mapa 20. Divisin dialectal perceptual de Amrica


(eje de la reciprocidad)
292 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Del resumen anterior se observan cuatro puntos dignos de tomar en cuenta.


En primer lugar, se cumple el principio de la proximidad, expuesto por
Montgomery, de acuerdo con el cual when respondents are asked to draw
maps of regions or dialect areas, they tend to most frequently draw areas local
to themselves(2012: 639). De esta forma, y aplicado a Hispanoamrica, se
puede afirmar, en general, que un pas ve similitudes con su pas vecino, y
as sucesivamente, de norte a sur del continente americano.
En segundo lugar, y en concatenacin con lo anterior, se observa que los
entrevistados ven similitudes que van formando una especie de contnuum,
de acuerdo con el cual, A se parece a B, B se parece a C y C a D, pero A
no se parece a D. En este caso, se podra hablar de un contnuum dialectal
perceptual.
En tercer lugar, estamos frente a un nuevo fenmeno, el cual he dado
en llamar los parmetro de la reciprocidad y de la no reciprocidad. El eje
de la reciprocidad consiste en que el hablante de un pas A ve similitudes
con los hablantes de un pas B y viceversa; los del pas B sienten lo mismo
respecto del pas A. Lo anterior se puede observar, por ejemplo, con pases
como Guatemala, Honduras y El Salvador, los cuales sienten que hablan
similarmente unos con otros, o con las islas antillanas (Cuba, Repblica
Dominicana y Puerto Rico). El segundo parmetro, de la no reciprocidad,
radica en que A percibe similitudes con B pero no B con A. Esto se da, por
ejemplo, en Guatemala, cuyos entrevistados mencionaron a Costa Rica como
de habla similar, pero los entrevistados de Costa Rica no percibieron que
hablaran similarmente a los guatemaltecos; o bien, con los costarricenses, los
cuales perciben similitudes con los salvadoreos, pero no viceversa. Tambin
se nota en el panorama general suramericano, al mencionar los colombianos,
los ecuatorianos, los peruanos, los bolivianos y los paraguayos, grandes
similitudes con Mxico, pero ninguno de los mexicanos entrevistados
percibi similitudes con los pases suramericanos. Para poder comprender
esta ruptura en la reciprocidad, habr que considerar factores culturales, y que
quiz tengan que ver con el prestigio lingsticos. A manera de ejemplo, se
sabe que los mexicanos tienen ya una tradicin relativamente larga y extensa
de ser exportadores de cultura lingstica propia a travs de la msica, el
cine y la televisin, lo cual pudo haber influido en la percepcin de otros
hablantes (Cuadro 1). Asimismo, se podra explicar por razones histricas,
atenindonos a la clsica divisin dialectal entre tierras altas y tierras bajas
del continente americano, proclamada por Max L. Wagner (1920), como se
ver ms adelante. Por otra parte, hay pases que se mencionaron en varias
ocasiones como similares a zonas relativamente distintas, como es el caso
de Panam, que figura como de habla similar a los pases antillanos, pero
tambin a Costa Rica y a Colombia.
DIVISIN DIALECTAL DEL ESPAOL DE AMRICA... / MIGUEL NGEL QUESADA PACHECO 293

Cuadro 1. Similitudes perceptuales por pases (cuadro general)

Por ltimo, si nos valemos del eje de la reciprocidad (Cuadro 2), se observan
ciertos conglomerados geo-perceptuales que podran, en principio, subdividir
al continente americano en cinco regiones:

1. Mxico y parte norte de Amrica Central (Guatemala, El Salvador,


Honduras y Nicaragua).
2. Parte sur de Amrica Central (Costa Rica y Panam), ms parte norte
de Amrica del Sur (regiones interiores de Colombia y Venezuela).
3. El Caribe insular, ms Panam, y las costas de Colombia y Venezuela.
4. La Regin Andina.
5. El Cono Sur.

Cuadro 2. Similitudes perceptuales por pases (eje de la reciprocidad)


294 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, NMERO 2, 2014

6. DIVISIN DIALECTAL DE AMRICA SEGN LOS LINGISTAS

Son varios los investigadores que han intentado dividir y subdividir todo el
continente americano en zonas dialectales, en cuyos trabajos se desea dar
una visin global, de conjunto, de los rasgos que caracterizan el espaol del
Nuevo Mundo, a la vez que se sealan subreas lingsticas (cfr. Moreno
1993: 11-37). Entre los ms sobresalientes tenemos los que se citan a
continuacin, ordenados cronolgicamente.
Lo que se podra catalogar como prehistoria en el reconocimiento de
zonas dialectales en Amrica lo representa el cubano Juan Ignacio de Armas
y Cspedes, en 1882, cuya intencin, segn Zamora y Guitart (1988: 177-
178), era demostrar que el espaol en Amrica tendera al fraccionamiento,
y que las lenguas antillanas no tuvieron influjo sobre el espaol, para lo cual
inventa falsas etimologas de autnticas voces antillanas (mapa 21).

Mapa 21. Divisin dialectal de Amrica, segn J. Armas Cspedes (1882)


DIVISIN DIALECTAL DEL ESPAOL DE AMRICA... / MIGUEL NGEL QUESADA PACHECO 295

Armas y Cspedes propone, con todo, cuatro zonas dialectales en Amrica:

1. Antillas, Venezuela, Colombia (incluida Panam) y cierta parte de


Amrica Central (pero no dice cul).
2. Mxico y la otra parte de Amrica Central (sin especificar).
3. El Pacfico (sin especificar).
4. La regin rioplatense (Buenos Aires).

La segunda persona en interesarse por una divisin dialectal de Amrica es


Max Leopold Wagner (1920), el cual por primera vez propone una divisin
entre las tierras altas o interiores del Nuevo Mundo y las tierras bajas o
costeras (mapa 22).

Mapa 22. Divisin dialectal de Amrica, segn Max L. Wagner (1920)

Segn Wagner, tal divisin obedece a la colonizacin inicial del Nuevo


Mundo, propiciada en su mayor parte por pobladores andaluces:
296 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Observando con detenimiento, notamos que los pases y regiones con


carcter lingustico meridional espaol son las regiones pobladas primero
y ms persistentemente. En primer lugar las Antillas [...] luego la costa
atlntica de Mxico, Colombia, Venezuela [...] en Argentina igualmente
en la costa [...] Son diferentes, empero, las condiciones de poblamiento
en el interior de Mxico, Amrica Central, Venezuela, Colombia, Per,
Ecuador y Bolivia, donde el espaol se introdujo lentamente (Wagner
1920: 295; traduccin propia).

Las tierras altas o interiores se oponen a las bajas o costeras en una serie
de rasgos fonticos, como el tratamiento de /s/, /R/, /l/ y /n/ implosivas, y
de /d/ intervoclica. As, las tierras bajas presentan un influjo meridional
peninsular ms marcado que las altas. Dicha biparticin dialectal obedece
a dos factores histricos: durante las primeras dcadas de la conquista de
Amrica la empresa estuvo en manos de andaluces; luego, la flota que uni
durante la Colonia a Espaa con Amrica parta principalmente de Sevilla
y estaba controlada por espaoles del Sur.
En 1962, Ramn Menndez Pidal desarroll con mayor detenimiento
la teora expuesta por Wagner respecto de la oposicin entre tierras altas o
interiores y tierras bajas o costeras (Menndez Pidal 1962: 164-165). Wagner
y Menndez Pidal concuerdan en que los andaluces son los responsables de
la macrodivisin del espaol americano en tierras altas o interiores y tierras
bajas o costeras (mapa 22).
En 1921, Pedro Henrquez Urea dio a conocer lo que se puede considerar
el primer intento definido de caracterizacin dialectal de Amrica, bajo tres
criterios: geogrfico, poltico-cultural y de sustrato o de contacto lingstico.
Las zonas que, como dice Henrquez Urea (1921: 360), provisionalmente
me arriesgo a distinguir en la Amrica espaola, son cinco (mapa 23):
DIVISIN DIALECTAL DEL ESPAOL DE AMRICA... / MIGUEL NGEL QUESADA PACHECO 297

Mapa 23. Divisin dialectal de Amrica, segn P. Henrquez Urea (1921)

1. La que comprende las regiones bilinges del sur y sudoeste de los Estados
Unidos, Mxico, y las repblicas de Amrica Central.
2. Las tres Antillas espaolas (Cuba, Puerto Rico y la Repblica
Dominicana, la antigua parte espaola de Santo Domingo), la costa y
los llanos de Venezuela y probablemente la porcin septentrional de
Colombia.
3. La regin andina de Venezuela, el interior y la costa occidental de
Colombia, el Ecuador, el Per, la mayor parte de Bolivia y tal vez el
norte de Chile.
4. La mayor parte de Chile.
5. La Argentina, el Uruguay, el Paraguay y tal vez parte del sudoeste de
Bolivia.

En 1962, Lincoln Canfield (1988: 21) parte de criterios lingstico-histricos


para dividir las regiones americanas en tres etapas, segn el grado de
influencia del andaluz a que fueron expuestas durante la Colonia (mapa 24):
298 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, NMERO 2, 2014

Mapa 24. Divisin dialectal de Amrica, segn L. Canfield (1962)

1. reas de influjo temprano (1550): Mxico (tierras altas), Guatemala,


Costa Rica, tierras altas de Colombia, Ecuador, Per y Bolivia, noroeste
de Argentina y frontera sur de Estados Unidos.
2. reas de influjo medio (1650): Nuevo Mxico, Colorado, El Salvador,
Honduras, Nicaragua, Paraguay, Uruguay, oeste y zona portea de
Argentina, adems del sur de Chile.
3. reas de influjo tardo (1750): Cuba, Puerto Rico, Repblica
Dominicana, Mxico (Parroquia de San Bernardo, Tabasco, Veracruz),
Panam, costa de Colombia, casi toda Venezuela e inmigrantes de Nueva
York y Florida.

En 1964, Jos Pedro Rona sugiri una divisin dialectal de Amrica basada
en los siguientes correlatos fonticos y morfolgicos (220-224):

1. Zonas yestas y estas: Uruguay.


2. Zonas yastas y no estas: Mxico.
DIVISIN DIALECTAL DEL ESPAOL DE AMRICA... / MIGUEL NGEL QUESADA PACHECO 299

3. Zonas no yestas y estas: Paraguay.


4. Zonas no yestas y no estas: Sur de Per.
5. Voseo del tipo A (-is, -is, -s).
6. Voseo del tipo B (-is, -s, -s).
7. Voseo del tipo C (-s, -s, -s).
8. Voseo del tipo D (-s, s, -es [desinencias tonas]).

De la combinacin de los cuatro rasgos anteriores, Rona obtuvo las siguientes


16 zonas dialectales (mapa 25, Cuadro 3):

Mapa 25. Divisin dialectal de Amrica, segn P. Rona (1964)


300 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Cuadro 3. Zonas dialectales de Amrica, segn P. Rona (1964: 222-224)

Zona Yesmo esmo Voseo Forma


1. Mxico (excepto los Estados de Chiapas, s no no -
Tabasco, Yucatn y Quintana Roo),
Antillas, la costa atlntica de Venezuela y
Colombia, mitad oriental de Panam
2. Los estados mexicanos citados, con s s s C
Amrica Central, incluida la mitad
occidental de Panam
3. Costa pacfica de Colombia y el interior s no s C
de Venezuela
4. Zona andina de Colombia no no s C
5. Zona andina de Ecuador s s s C
6. Zona serrana de Ecuador no s s B
7. Zona costera del Per, excepto sur s no no -
8. Zona andina del Per no no no -
9. Zona meridional del Per s no s B
10. Norte de Chile, noroeste de la Argentina no no s B
y los Departamentos bolivianos de Oruro
y Potos
11. El resto de Bolivia no no s C
12. Paraguay (excepto la zona de Concepcin) no s s C
y las provincias argentinas de Misiones,
Corrientes y Formosa
13. El centro de Chile s no s B
14. El sur de Chile y una pequea porcin de no no s B
la Patagonia argentina
15. Las provincias gauchescas de la s s s C
Argentina (aproximadamente, Buenos
Aires, Entre Ros, Santa Fe, La Pampa, Ro
Negro, Chubut y hasta la Tierra del Fuego)
y el Uruguay (excepto la zona serrana y
la fronteriza)
16. Z o n a u l t r a s e r r a n a d e l U r u g u a y s s no -
(Departamentos de Rocha y Maldonado
y parte de Lavalleja y Treinta y Tres)
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 301

Rona (1964: 223) distingue otras siete zonas, las cuales, segn l, tienen
otro componente no contemplado en las zonas anteriores, cual es el contacto
lingstico. Para efectos del presente estudio, no se han tomado en cuenta5.
En 1975, Melvyn Resnick public el primer estudio global del espaol
americano con datos exclusivos del nivel fontico. Su obra comprende
un extenso corpus de cruces de variables tras los que llega a determinar,
mediante oposiciones binarias (+ -), 256 tipos de combinaciones fonticas,
pero ningn mapa dialectal; pues, segn el mismo autor apunta, it is
important to note that the successful organization and comparison of
phonological dialect data does not necessarily require the classification of
the dialects into zones (Resnick 1975: 5).
Resnick trabaj con cuestionarios dirigidos, poniendo a los informantes
a leer frases. Con lo anterior, obtuvo los siguientes ocho rasgos fonticos
(Resnick 1975: 7):

1. Realizacin de /s/ (en palabras como estados).


2. Realizacin de /r/ (perro).
3. Realizacin de /x/ (mujer).
4. Yesmo (call, cay).
5. Oclusivas tras lateral (el beb).
6. Realizacin de /n/ final (corazn).
7. Alternancias de lquidas (mar, mal).
8. Ensordecimiento voclico (leche).

En 1979, Zamora (citado en Zamora y Guitart 1988: 182-183) propone una


nueva divisin dialectal, esta vez basada en nicamente tres rasgos: el fonema
fricativo alveolar sordo /s/ en posicin posnuclear, el fonema fricativo velar
sordo /x/ y el voseo, de cuyos resultados obtiene nueve zonas dialectales
(mapa 26, Cuadro 4).

5
Razn por la cual he incluido el departamento de Concepcin, en el Paraguay, en el
mapa 25, sin dejarlo por fuera, tal como Rona expresa en la zona 12.
302 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, NMERO 2, 2014

Mapa 26. Divisin dialectal de Amrica, segn J.


Zamora (Zamora y Guitart 1988: 182-183)

Cuadro 4. Zonas dialectales de Amrica, segn J. Zamora (Zamora y Guitart


1988: 182-183)

Zona /-s/ /x/ Voseo


I. Antillas; costa oriental de Mxico; mitad oriental de - - -
Panam; costa norte de Colombia; Venezuela, excepto
la cordillera
II. Mxico, excepto la costa oriental y las regiones + + -
limtrofes con Guatemala
III. Centro Amrica: regiones limtrofes de Mxico; mitad - - +
occidental de Panam
IV. Colombia, excepto las costas; regin de la cordillera + - +/-
de Venezuela
V. Costa del Pacfico de Colombia y Ecuador - - +/-
DIVISIN DIALECTAL DEL ESPAOL DE AMRICA... / MIGUEL NGEL QUESADA PACHECO 303

VI. Costa del Per, excepto extremo sur - - -


VII. Ecuador y Per, excepto las regiones en las dos zonas + + +/-
anteriores; occidente y centro de Bolivia; noroeste de
Argentina
VIII. Chile - + +/-
IX. Oriente de Bolivia; Paraguay; Uruguay; Argentina, - + +
excepto el noroeste

Zamora y Guitart (1988: 107-109) tambin propusieron una divisin dialectal


de Amrica en dos regiones: radical y conservadora; divisin que, por lo
dems, est muy cercana a la propuesta por Max L. Wagner (mapa 22).
Por ltimo, est la divisin dialectal propuesta por Philippe Cahuzac
(1980), la cual, a diferencia de las anteriores, se basa en aspectos lxico-
semnticos (mapa 27). El autor recopil 600 palabras que tienen que ver con
el mundo del campo. Las conclusiones a que lleg Cahuzac se sintetizan en
la siguiente divisin dialectal de Amrica:

Mapa 27. Divisin dialectal de Amrica, segn Cahuzac (1990)


304 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

I. Sur de los Estados Unidos, Mxico, Amrica Central, Antillas,


Venezuela, Colombia (no andino) y costa de Ecuador.
II. Venezuela, Colombia, Ecuador, Per, Bolivia, norte de Chile y noroeste
de Argentina (tierras andinas).
III. Chile (menos el norte).
IV. Argentina, Paraguay, Uruguay, Bolivia (llanuras orientales).

Llama la atencin lo cercana que est la propuesta dialectal de Cahuzac a


la que hiciera Henrquez Urea (mapa 23); en realidad, ambos partieron de
aspectos lxicos, solo que Henrquez Urea lo hiciera desde una perspectiva
de contacto lingstico. Pues, tal como afirma este investigador, [e]l
elemento distintivo entre dichas zonas est, sobre todo, en el vocabulario:
en el aspecto fontico, ninguna zona me parece completamente uniforme
(Henrquez Urea 1921: 361). No obstante, a diferencia de sus antecesores,
los resultados a que lleg Cahuzac no le permitieron distinguir entre una
regin caribea insular o continental de Mxico junto con el Istmo
Centroamericano, sino que la ve como un todo.
En resumen, ni los dialectlogos, o estudiosos del espaol americano, ni
los entrevistados para la presente investigacin concuerdan del todo en sus
opiniones. Para poder, sin embargo, acercarnos a una especie de consenso,
deberemos separar los dos principios mencionados en lneas anteriores, los
cuales son el principio de la proximidad y el principio de la no reciprocidad.
En cuanto al principio de la proximidad, se podra afirmar que los
entrevistados concuerdan a grandes rasgos con lo que se ha dicho de la
divisin general del espaol americano, la cual se podra sintetizar en las
siguientes zonas:

1. Mxico y Centroamrica (o sea, sin Panam)


2. El Caribe insular (Cuba, Repblica Dominicana, Puerto Rico) y el Caribe
continental (costas de Venezuela y Colombia, ms Panam)
3. La regin andina: Ecuador, Per, Bolivia, norte de Chile y noroeste de
Argentina.
4. Cono Sur: el resto de Chile, el resto de Argentina, Paraguay y Uruguay.

Respecto del principio de la no reciprocidad, los entrevistados combinaron


otros rasgos que los estudiosos de la lengua anteriormente ni se lo
imaginaban, como era el sentirse prximos a regiones totalmente alejadas.
Es lo que sucede con la regin andina y el Paraguay, cuyos hablantes
declaran tener grandes similitudes con Mxico. Lo anterior se explica por
los medios de difusin (cine, programas televisivos, programas radiales,
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 305

anuncios publicitarios), los cuales hoy en da acortan distancias y hacen que


los hablantes se sientan ms unidos que antes. Sin embargo, a diferencia del
principio de la proximidad, donde las opiniones sobre las similitudes son
por lo general recprocas, en el principio de la no reciprocidad no sucede lo
mismo, ya que es una nacin la que exporta su forma de hablar, y las dems
son receptoras u oyentes. Al contrario, los hablantes de las naciones
exportadoras de habla no han tenido la misma oportunidad de escuchar a
otras naciones ms lejanas.

7. Consideraciones finales

Los datos analizados en el presente estudio permiten inferir los siguientes


puntos. En primer lugar, refuerzan el principio de proximidad expuesto
por Montgomery (antes citado). Si bien en la presente investigacin no se
pidi a los informantes dibujar mapas, las respuestas que dieron tienden
a caracterizar de manera ms frecuente, consistente y detallada los pases
cercanos a su entorno. Sin embargo, esta proximidad no solo deber
entenderse como cercana fsico-geogrfica, sino ms bien en un sentido
ms amplio. Por ejemplo, y tal como lo explica Montgomery (2012: 640),
hay factores que crean proximidad, tales como los medios de difusin y las
redes cibernticas. De ser as, no sera nada raro que eso tambin suceda en
el continente americano, cuando los entrevistados sienten como cercana el
habla de un pas geofsicamente lejano, como sucede con Mxico respecto
a Centroamrica y de los pases andinos.
En segundo lugar, tambin refuerzan el principio del contnuum dialectal.
En vista de que los pases tienden a ver similitudes dialectales con sus
vecinos, la continuidad se muestra a medida que se va trazando una lnea
fronteriza desde Mxico hasta Argentina.
En tercer lugar, y como ya queda mencionado, se observa lo que he dado
en llamar los parmetros de la reciprocidad y de la no reciprocidad, cada
uno con los rasgos distintivos excluyentes que se presentan a continuacin:

a. La reciprocidad marca una relacin de igualdad A B; la no


reciprocidad, por su parte, marca una relacin de desigualdad: A = B
pero B A.
b. La reciprocidad parte del principio de la gradualidad, de la transicin,
de acuerdo con la cual, el habla de un pas se parece a la de su vecino;
306 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

mientras, el parmetro de la no reciprocidad rompe con el esquema de


la gradualidad, y da saltos: el habla de un pas A se puede parecer al
habla de un pas F.
c. La reciprocidad mantiene el principio de la proximidad, antes visto;
pero la no reciprocidad rompe con este principio.
d. La reciprocidad refuerza el clsico contnuum dialectal, el cual, dada la
naturaleza de la presente investigacin, se llamar contnuum dialectal
perceptual (A = B = C = D, pero A D); por su parte, la no reciprocidad
rompe con este contnuum: A = D pero no a B ni a C.
e. En el parmetro de la reciprocidad, las relaciones entre los elementos
son parejas; en cambio, en el de la no reciprocidad las relaciones son
disparejas, y si se quiere, hasta jerrquicas o de prestigio. De acuerdo
con esto, los hablantes de un pas perciben similitudes con los hablantes
de otro pas porque este pas tiene fama de hablar bien o correctamente,
o porque posee ms medios econmicos, o porque tiene buenos medios
tecnolgicos. Lo anterior me lleva a postular una hiptesis de acuerdo
con la cual se observa una especie de jerarqua en el parmetro de la no
reciprocidad, la cual consiste en que los pases pequeos pueden sentir
cercana hacia pases ms grandes, tanto en tamao como en medios
econmicos, pero generalmente no sucede lo mismo de parte de los
pases grandes hacia los pequeos en tamao ni en medios econmicos.

Por ltimo, el presente estudio permite comprobar fehacientemente lo dicho


por Moreno Fernndez en cuanto al conocimiento que tiene una comunidad
de habla respecto de su propia forma de hablar y de la de los dems de su
entorno:

Del mismo modo, los miembros de una comunidad tienen una idea de
la homogeneidad de sus caracteres lingsticos y distinguen qu rasgos
los acercan y cules los separan. En otras palabras, los hablantes saben
si su instrumento de comunicacin es un habla local o si coincide, en
mayor o menos grado, con las hablas de otros lugares, si tiene prestigio
o no lo tiene (Moreno Fernndez 1993: 15).

Queda pendiente para publicaciones futuras aplicar variables sociales a


las opiniones de los no lingistas y ver de qu manera los datos pueden
variar si se ven desde las perspectivas etaria, generacional y sexual. As, las
investigaciones que vengan llegarn con certeza a profundizar en el tema, en
espera de llegar a una visin mucho ms amplia y completa del problema,
y de tomar an ms en cuenta la opinin de los hablantes en la delimitacin
de las zonas dialectales hechas por los expertos.
Divisin dialectal del espaol de Amrica... / Miguel ngel Quesada Pacheco 307

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Boletn de Filologa, Tomo XLIX
Nmero 2 (2014): 311-349

Cartografas de la ciudad. Representacin


y estilizacin lingstica en mapas mentales
de Buenos Aires

Melanie Wrth
Universitt Bern, Suiza / SNF

Resumen

Desde un enfoque constructivista del espacio urbano como producto


social, en el presente artculo presentamos algunos aspectos tericos
y metodolgicos para el anlisis de las representaciones geosociales
y la identidad urbana para luego investigar a partir de una seleccin
de mapas mentales la imagen espacial que los hablantes expresan
a travs de las variedades lingsticas que distinguen, estilizan y
ubican en su cartografa mental de la ciudad. Se trata de un primer
acercamiento a un corpus recopilado en 2013, que permite observar,
por un lado, que la percepcin del espacio urbano est basada en la
fuerte identificacin de los porteos con los barrios de la ciudad y,
por otro lado, que existe en el imaginario colectivo una dicotoma
norte-sur estilizada que se refleja tanto en lo social, como en lo
espacial y lo lingstico.

Palabras clave: espaol de Buenos Aires, dialectologa perceptiva,


mapas mentales, representacin geosocial.

*
Para correspondencia, dirigirse a: Melanie Wrth ([email protected]),
Institt fr spanische Sprache und Literaturen, Universitt Bern, Lnggassstrasse 49, 3012
Bern, Suiza.
312 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Cartographies of the city: Representation and linguistic


stylization in mental maps of Buenos Aires

Abstract

In this article we present some theoretical and methodological


reflections for the analysis of geosocial representations and urban
identity from a constructivist approach, understanding the urban space
as a social product. Based on a selection of mental maps compiled
in Buenos Aires in 2013, we will investigate the spatial image that
the inhabitants of this city express through linguistic varieties they
single out, stylize and situate in their mental cartography. This
analysis shows, first, that the perception of the urban space of the
porteos is based on strong identification with their neighbourhood,
and second, that in the collective imaginary there is a distinctive
dichotomy between north and south that is reflected in the social,
the spatial as well as in the linguistic.

Keywords: Spanish in Buenos Aires, perceptual dialectology, mental


maps, socio-spatial representation.

Recibido: 12/05/14 Aceptado: 18/08/14


Cartografas de la ciudad. Representacin... / Melanie Wrth 313

La configuracin de la ciudad no obedece tanto a un plan arquitectnico


como a una manera particular de ver, sentir y pensar la vida:
es la encarnacin, tangible y material, de una visin de mundo.
Antes de ser piedra, cemento o ladrillo, las ciudades son una imagen.
Octavio Paz (1990)

introduccin 1

Cualquier habitante de cualquier espacio urbano realiza asociaciones con


alguna parte de su ciudad, y sus imgenes estn compenetradas por memorias
y significados (Lynch 1960: 1). Si uno piensa en la ciudad en la que vive,
automticamente surgirn en su mente impresiones, lugares, calles, plazas,
edificios tal vez, o quizs hasta una especie de plano, de cartografa mental
a base de la cual nos orientamos en el espacio. Con algunos de estos lugares
tal vez asociamos vivencias o momentos concretos, de modo que ahora les
atribuimos un valor simblico, y de otros, en cambio, tenemos conocimientos
mucho ms vagos. Algunos los valoramos positivamente, tal vez nos gustara
vivir all, y otros nos causan ms recelo o rechazo. Y muy posiblemente nos
identifiquemos con alguna zona dentro de este espacio, tal vez nuestro barrio
de residencia, por diferentes motivos: quizs porque nos identificamos con
la gente que vive en el mismo lugar, quizs nos gusta la arquitectura, la
oferta gastronmica o cultural, o las comodidades que nos ofrece. Y si nos
sentimos pertenecientes a un lugar, muy probablemente tambin tenemos
una imagen de las personas que viven en otras zonas, de su estatus social,
de su estilo de vida, tal vez de su orientacin poltica y, por qu no, de su
forma de hablar.

1
Este artculo se ha escrito en el marco del proyecto de investigacin La ciudad como
constructo geosocial. Percepcin, representacin y actitud frente a las variedades lingsticas de
la Regin Metropolitana de Buenos Aires, patrocinado por el Fondo Nacional Suizo. Proyecto
nro. 100012_140507 (Cf. http://www.espanol.unibe.ch/content/proyectos_de_investigacin/
index_spa.html)
314 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

1. La ciudad diversidad y conexin


de mundos sociales

Visto desde varias perspectivas, el espacio urbano presenta una dinmica


social extremadamente compleja. La ciudad se caracteriza, principalmente,
por una gran cantidad de personas que viven en un territorio (relativamente)
limitado, por la densidad en la que conviven dentro de este espacio, y la
heterogeneidad de individuos y de grupos que se encuentran en la urbe
(Mac Giolla Chrost 2007: 15). Cities have in common the fact that
they make people more physically accessible to one another, in more or
less shared, limited space (Hannerz 1980: 243). Cabe subrayar aqu dos
aspectos inherentes a la vida urbana que estn relacionados entre s y que
son fundamentales para nuestro trabajo: la diversidad y la conexin (Mac
Giolla Chrost 2007: 14ss.). En tanto espacio de proximidad, de copresencia
y de encuentro, la ciudad rene una multiplicidad de mundos sociales e
identidades urbanas distintos y dinmicos (Mac Giolla Chrost 2007: 17).
Sin embargo, es recin en el encuentro, en la interaccin con el otro, con
el stranger (Mac Giolla Chrost 2007: 15) donde se muestra la diversidad,
donde se negocian jerarquas sociales y apropiaciones espaciales. Esta
presencia del otro es clave para la formacin de identidades urbanas,
para la percepcin tanto de uno mismo como de otros grupos sociales o de
variedades lingsticas, as como para el desarrollo del mapa mental, como
veremos ms adelante.

1.1. El espacio urbano como producto social

Partimos para el presente trabajo de un enfoque constructivista, es decir,


se considera el espacio como producto social, construido y moldeado por
quienes lo habitan, por las imgenes colectivas, sociohistrica y culturalmente
motivadas (Johnstone 2004: 69; Brki 2014: 1) que desarrollan de su entorno,
y sus prcticas sociales. En este sentido, Caravedo sugiere comprender el
espacio desde una dimensin conceptual como espacio mental, refirindose
al hecho de que los espacios, siendo realidades materiales, no tienen el
mismo valor ni las mismas caractersticas para todos los seres humanos
(2012: 7). Para el mbito de la lengua, esto significa que

los hablantes elaboran sobre la base de creencias transmitidas de


generacin en generacin a las que se aaden las de la propia experiencia
vital ideas, no siempre justificadas ni razonadas sobre el espacio ajeno,
Cartografas de la ciudad. Representacin... / Melanie Wrth 315

en relacin con las cuales, reconocen y evalan modalidades o dialectos


diversos de los propios. Gran parte de las valoraciones lingsticas se
basan en esas conceptualizaciones que son, en verdad, solo creencias o
suposiciones que no necesariamente tienen correspondencia exacta con
una realidad fctica, de tal modo que pueden llegar a ser falsas, imprecisas
o arbitrarias (Caravedo 2012: 7s.).

Es decir, el espacio deja de verse como mero territorio de asentamiento


humano (en el sentido de container 2 para las prcticas sociales), sino que
adquiere un valor simblico, producto de una construccin mental en la
que los hablantes tienen una participacin activa3 (Caravedo 2012: 8). El
hecho de que se le atribuya ms importancia a la perspectiva subjetiva de los
hablantes y a la componente mental del espacio no significa, sin embargo,
que se desconozca su aspecto fsico. Al contrario, en la construccin del
espacio, la dimensin fsica entra en una relacin dialctica con la dimensin
subjetiva4. Por eso, Caravedo (2006: 8-10) propone una concepcin del
espacio urbano constituido por tres niveles: el material, el social y el
simblico. El primer nivel corresponde a la materialidad del espacio, a la
ciudad como espacio geopoltico que tiene determinadas caractersticas
fsico-geogrficas y arquitectnico-culturales, ligadas a una historia y a
una tradicin urbanstica y cultural que se contina y evoluciona a travs
del tiempo y est dividido en distritos administrativos (Caravedo 2012:
8). En segundo lugar, el espacio urbano responde a un orden social: las
ciudades son quienes habitan en ellas (Caravedo 2012: 9). Como veremos
en el siguiente captulo, la ciudad rene individuos de diversos orgenes
que se encuentran en redes sociales ms o menos densas, que se identifican
con diferentes grupos sociales y crean, de esta manera, estilos de vida o
identidades distintas que se manifiestan en las prcticas de interaccin de
las que participan da a da dentro del espacio urbano (Brki 2014: 4). Y
por ltimo, en su dimensin simblica, la cual solapa todo lo material, las
ciudades o los elementos del espacio fsico se cargan de significados que sus

2
Vase Gnzel 2010: 192ss.
3
La importancia de la perspectiva subjetiva del hablante en el espacio empez a tratarse
sistemticamente en la sociolingstica con los trabajos de Preston (1999), Johnstone (2004),
Eckert (2000), Fought (2004), Milroy (2004) y Auer (2007).
4
Vase, al respecto, La production de lespace, del socilogo francs Henri Lefebvre
(1974), quien en su obra precursora para la geografa moderna y la concepcin actual del
espacio presenta un modelo tripartito: el espacio percibido, el espacio concebido y el espacio
vivido.
316 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

habitantes les asignan y que van construyendo a travs de sus experiencias


personales y memorias compartidas.

1.2. La identidad social urbana

Ahora bien, si, como hemos apuntado anteriormente, el espacio ha de ser


considerado como una construccin social, la distincin entre medio
fsico y medio social tiende a desaparecer y el entorno pasa a ser no solo
el escenario de la interaccin sino [] un elemento ms de la interaccin
(Valera y Pol 1994: 4). Es decir, la funcin del entorno no se reduce a la de
un marco fsico para la prctica social, sino que se establece una relacin
de dilogo simblico entre individuos y grupos con el espacio, en el que
ste les transmite a sus habitantes determinados significados sociales que
ellos interpretan y reelaboran (Valera y Pol 1994: 4). Sobre esta base,
se construye una identidad social que puede derivarse de un sentimiento
de pertenencia o afiliacin a un entorno o un lugar concreto, junto con el
significado valorativo y emocional asociado a esta pertenencia (Valera y
Pol 1994: 3 y 5). Las categoras que pueden reconocerse como significativas
son, con distinto nivel de abstraccin, la ciudad, la zona, el barrio, e incluso
pueden ser espacios ms reducidos, como por ejemplo manzanas concretas
dentro de un barrio (Valera 1997: 18). Segn Valera y Pol, la identidad
social urbana, que se encuentra en la lnea del concepto de place-identity
desarrollado por Proshansky (1978), consiste en un conjunto de cogniciones
referentes a lugares o espacios que el individuo habita y en funcin de los
cuales desarrolla vnculos emocionales y de pertenencia a determinados
entornos, frente a otros de los que no se siente parte (Valera y Pol 1994: 6).
Este depsito cognitivo vinculado al espacio tambin se puede entender en el
sentido de la representacin social (y socioespacial), concepto desarrollado
inicialmente en el mbito de la psicologa social por Moscovici (1984) y
Jodelet (1982; 1989) y que en las ltimas dcadas ha tenido un desarrollo
conceptual y metodolgico importante en varias disciplinas (de Alba 2011:
7). En trminos muy generales, segn Jodelet (1989: 5), la representacin
social es una manera de interpretar y de pensar nuestra realidad cotidiana.
Concierne a un conocimiento que se constituye a partir de nuestras
experiencias individuales, pero tambin de las informaciones, conocimientos
y modelos de pensamiento que recibimos y transmitimos de generacin
en generacin a travs de la tradicin, la educacin y la comunicacin
social (Jodelet 1989: 5). Este bagaje cultural y social, a su vez, mediatiza
nuestro comportamiento, nuestras relaciones sociales y nuestra percepcin
del entorno que nos rodea (de Alba 2004: 134; 2011: 6). En relacin con
Cartografas de la ciudad. Representacin... / Melanie Wrth 317

el espacio urbano, las representaciones sociales son, en primer lugar, el


producto mental de procesos sociales, econmicos, polticos, culturales e
histricos de la ciudad que se transforma en el tiempo, como tambin de
memorias asociadas a determinados lugares o pertenencias socio-territoriales
dentro de la urbe. Por otra parte, como hemos visto, a travs de los sistemas
de representacin tambin se produce significado determinados elementos
(verbales o no verbales) funcionan como smbolos para determinados grupos
sociales o zonas urbanas y se perciben, interpretan y evalan como tales
(Hall 1997: 16).

1.3. Percepcin y estilizacin

Segn Valera (1997: 20), para que un espacio simblico pueda funcionar como
rasgo constituyente de la identidad urbana, es necesario que sea percibido
por los individuos del grupo como prototpico, es decir, paradigmtico
o representativo de la categora urbana sobre la cual se fundamenta la
identidad social urbana del grupo. De esta manera, la dimensin espacial se
agrega a la serie de elementos estticos y lingsticos que se perciben como
indexicales o salientes para un determinado grupo social. La percepcin es
un proceso cognitivo que, segn lo destaca Caravedo (2013: 8) (desde un
punto de vista lingstico) se define por su carcter selectivo, orientado y
diverso. En primer lugar, debido a la incapacidad de los seres humanos de
aprehender todos los detalles de su entorno o de una lengua, no todos los
fenmenos se perciben de la misma manera:

No todos los rasgos de una lengua son objeto de percepcin, pues la


atencin del hablante solo se puede concentrar en algunos puntos,
precisamente aquellos en que se asocia una forma con un espacio mental
negativo o con un grupo minusvalorado en relacin con una ubicacin
en el espacio urbano (2012: 13).

Esto significa que la percepcin se concentra solo en ciertos aspectos que de


este modo se hacen salientes mientras que muchos otros son desatendidos
(Caravedo 2013: 8). No obstante, la seleccin de ciertos rasgos y el
desapercibimiento de otros no parecen estar regidos por las propiedades de
los fenmenos mismos, sino que la percepcin que un individuo tiene de su
entorno est orientada solo hacia algunos aspectos de este mismo a travs
de agentes externos y sociales (la familia, la escuela, la comunidad y, segn
nuestra opinin, tambin los medios de comunicacin) (Caravedo 2013:
8). Y por ltimo, entrando ya en el nivel de la valoracin que presupone
la percepcin, pero por el otro lado, la percepcin no necesariamente tiene
318 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

que implicar una valoracin un mismo fenmeno de la misma lengua no


siempre es percibido de igual manera por los hablantes de la comunidad y,
adems, puede ser valorado con una actitud muy diferente (Caravedo 2013:
9). Estas valoraciones positivas o negativas de elementos de una lengua,
de un grupo social o de un espacio remontan, otra vez, a la representacin
social que se va formando a lo largo de la vida de un individuo y que acta
como filtro para la percepcin que tiene de su entorno.
Ahora bien, si algunos de estos rasgos percibidos como emblemticos
de un grupo social o un espacio se usan de forma metonmica para referirse
a l o para estilizarlo, se crean estereotipos socioespaciales y lingsticos,
basados en un conocimiento cultural y social compartido (Pmpel-Mader
2010: 35), que se refieren de forma muy generalizada a todo un grupo social
vinculado con una cierta zona o un determinado barrio (Auer 2007: 6).
En lo que sigue nos adentraremos pues en el mapa mental como expresin
de la representacin social y analizaremos, finalmente, cmo salen a la luz las
categoras socioespaciales y los estereotipos lingsticos en estas imgenes
de la ciudad (en nuestro caso, Buenos Aires).

2. Cartografas urbanas el mapa mental


como representacin social

El inters cientfico por cmo personas crean imgenes del espacio que
habitan no es un fenmeno reciente (de Alba 2011: 2). Desde principios
del siglo xx, la orientacin espacial del ser humano se convierte en una
cuestin cada vez ms importante y objeto de estudio para la geografa, la
psicologa y la planificacin urbana (Gnzel 2010: 239)5. Sin embargo, el
estudio experimental de mapas mentales no surge antes de la mitad del siglo
xx, en el campo de la psicologa cognitiva (de Alba 2011: 2). Edward Tolman
(1948) se sirve del trmino cognitive map para describir el comportamiento
sistemtico de ratas en su entorno y est convencido de que este purposive
behaviorism funcionara de igual manera para el ser humano (Gnzel 2010:
240s.). Despus de los experimentos de Tolman, el estudio de la orientacin
espacial se retoma en los aos cincuenta, con un enfoque ms cognitivo:

5
Vase, por ejemplo, Orientation of maps de Frederic P. Gulliver (1908) u On
Fundamental Methods of Orientation and Imaginary Maps de Charles Trowbridge (1913).
Cartografas de la ciudad. Representacin... / Melanie Wrth 319

David Lynch (1960) es el primero en usar el concepto de mapas mentales y la


tcnica de dibujar esquemas sobre un papel para analizar las representaciones
que habitantes de una ciudad se forman de su espacio (de Alba 2011: 2).
Con vistas a cuestiones urbansticas, el autor se dedica al aspecto visual de
ciudades, al significado de su paisaje y sus transformaciones (Riao 2013:
27). La imagen dibujada refleja la relacin de los habitantes con su espacio
de vivencia, de trabajo y de ocio.

Moving elements in a city, and in particular the people and their activities,
are as important as the stationary physical parts. We are not simply
observers of this spectacle, but are ourselves a part of it, on the stage
with the other participants. Most often, our perception of the city is not
sustained, but rather partial, fragmentary, mixed with other concerns.
Nearly every sense is in operation, and the image is the composite of
them all (Lynch 1960: 2).

Su trabajo The Image of the City puede considerarse como estudio


precursor y muy inspirador para el desarrollo terico y metodolgico en
materia de estudios urbanos, y por su metodologa innovadora y las ideas
para analizar las representaciones del espacio urbano ha motivado una
serie de investigaciones acerca de la ciudad en varias disciplinas, como,
por ejemplo, el urbanismo, la arquitectura, la psicologa, o la geografa
(Jackson y Kitchin 1998; de Alba 2009: 12 y 2011: 2). Con el desarrollo de
las ciencias cognitivas, el concepto de mapa cognitivo empieza a tratarse
sistemticamente para investigar cualquier tipo de informacin vinculada
espacialmente (Downs y Stea 1982; 1985). La representacin mental que
remite al espacio se convierte en objeto de estudio (Gnzel 2010: 242):

Cognitive mapping is a process composed of a series of psychological


transformations by which an individual acquires, stores, recalls, and
decodes information about the relative locations and attributes of the
phenomena in his everyday spatial environment (Downs y Stea 1973: 9).

Milgram y Jodelet (1976) realizaron un estudio sobre las representaciones


de Pars en el contexto de esta lnea de investigacin, tratando los mapas
mentales como representaciones sociales y considerando, adems, los
significados sociales, culturales e histricos de la ciudad como factores que
entran en juego en la formacin de imgenes sobre ella (de Alba 2011: 3).
Ya en el trabajo de Peter Gould (1972) sobre preferencias en cuanto a zonas
residenciales en Estados Unidos, que evala imaginarios colectivos sobre
regiones y ciudades, destaca el factor cualitativo de mapas mentales (Gnzel
2010: 245). En consecuencia, la investigacin mediante mapas mentales se
320 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

ocupa cada vez ms de los significados, sentimientos y valores que influyen


en la percepcin de espacios y condicionan la prctica espacial, como lo
repite el gegrafo Rob Kitchin ms tarde, en los aos noventa: Cognitive
maps [] are not just a set of spatial mental structures denoting relative
position, they contain attributive values and meanings (Kitchin 1994: 2).
Esta idea del aspecto evaluador y simblico es clave para nuestro trabajo.
Uno de los pioneros en emplear mapas mentales en la lingstica,
concretamente para el estudio de la percepcin de la variacin dialectal
fue Preston (1989; Long y Preston 1999-2002) quien, interesado en los
conocimientos de personas no expertas sobre las variedades lingsticas,
desarroll la disciplina de la Dialectologa Perceptiva (Perceptual
Dialectology, a veces tambin llamada Folk Linguistics), un cambio de
enfoque de la produccin a la percepcin de fenmenos lingsticos, y
sent as las bases para una larga serie de trabajos vinculados con otras
disciplinas, como por ejemplo, la sociolingstica, la etnografa, la psicologa,
la antropologa social y la geografa6. Partiendo de la pregunta de cmo
perciben y valoran los hablantes de un determinado espacio las variedades
lingsticas propias y ajenas7, Preston trabaja mayormente en una macro-
escala sobre la percepcin de las diferencias dialectales en Amrica del Norte.
En el presente trabajo vamos a centrarnos en un espacio ms limitado,
aunque para un rea urbana s ocupa un terreno amplio y, como gran
metrpolis, representa un espacio sumamente complejo desde una
perspectiva tanto socioespacial como lingstica.

3. La Ciudad de Buenos Aires

La ciudad de Buenos Aires se extiende sobre una superficie algo superior a


los 200 km2 y cuenta actualmente con cerca de tres millones de habitantes
(y aproximadamente trece millones en su aglomerado urbano, el Gran

6
Vase los trabajos reunidos en los dos volmenes de Handbook of Perceptual
Dialectology (Long y Preston 1999-2002).
7
Aunque hay que mencionar algunos lingistas (p. ej. Krefeld y Pustka 2011) que le
critican el no haber trabajado con estmulos de lengua y por tanto reducen el carcter meramente
perceptivo de su trabajo.
Cartografas de la ciudad. Representacin... / Melanie Wrth 321

Buenos Aires) que residen en 48 barrios8. Momento clave para el incremento


poblacional, la urbanizacin y la estructura demogrfica de la ciudad como
se presenta hoy en da fue, como es bien sabido, la inmigracin masiva desde
Europa a finales del siglo xix y principios del siglo xx. En el transcurso del
crecimiento explosivo de la poblacin, Buenos Aires expande su superficie
y consolida un anillo de barrios suburbanos que se convierten en una parte
social, arquitectnica y espacial integrada e integrativa de la ciudad (Luczak
2010: 40). La estructura reticulada de la ciudad latinoamericana funciona
en este proceso como base de planificacin urbana y facilita una expansin
igualada e integrada del espacio (Gorelik 1993: 110). A esta poca se
remonta la formacin de los barrios porteos como elemento de una fuerte
identificacin socioespacial para los habitantes de la ciudad:

A porteos sense of place and urban identity is related immediately to


his or her barrio. [] Urban growth during the nineteenth and twentieth
centuries melded the various neighbourhoods together into a huge urban
expanse, one part seemingly indistinguishable from another. However, the
barrios and their edges and boundaries remain, celebrated in poetry and
tango, and reinforced by fierce rivalries between neighbourhood sports
teams, political affiliations, ethnic divisions, and traditional attitudes.
Indeed, the essence of the barrio has remained relatively unchanged for
over 100 years (Keeling 1996: 211).

Este sentido de pertenencia a un lugar geogrfico que a veces hasta se


expresa en una mitificacin de determinados barrios persiste, como dice
Keeling (1996), hasta hoy en da y sobrepasa aun profundas transformaciones
urbanas. Se trata pues de un rasgo muy anclado en la representacin social
y el imaginario colectivo de los habitantes de Buenos Aires un aspecto que
ha de tenerse en cuenta para el anlisis de los mapas mentales.
A partir de los aos setenta y, de manera ms intensa, en la dcada de los
noventa, las medidas estructurales del Estado entre ellas la implementacin
poco controlada de un modelo econmico neoliberal y la privatizacin de
la planificacin urbana hicieron de la ciudad un espacio economizado,
privatizado y geogrfica y socioculturalmente segregado (Luczak 2010: 53).
Bajo la influencia cada vez ms visible de los procesos de globalizacin,
que entrelazan determinados sectores de la ciudad, particularmente en zonas
de mayor estatus social, con estructuras econmicas, polticas y culturales

8
Cifras basadas en el censo de 2010: http://www.buenosaires.gob.ar/laciudad/ciudad
[24/4/14]
322 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

uniformadoras que traspasan las fronteras nacionales, mientras gran parte


de la poblacin urbana queda excluida de estos procesos, la fragmentacin
y las divergencias socioespaciales dentro de la ciudad se acentan an ms
(Torres 2001: 7; Ciccolella 1999, sin paginacin). Esta reestructuracin del
espacio urbano de Buenos Aires lleva a que el sentimiento de pertenencia y
la identificacin con un determinado barrio, una determinada zona urbana
o un cierto grupo social se vuelvan a reforzar, lo cual se manifiesta en un
conjunto de estilos rasgos estticos, preferencias de consumo, expresiones
culturales, como tambin variantes lingsticas, como demuestra la mencin
de este hablante de Barrio Norte:

Cuando vos escuchs hablar a alguien ya sabs ms o menos de qu


barrio es. Por la forma de vestirse, por la forma de hablar, por la actitud,
por el corte de pelo, por la ropa, por todo9.

En un sistema de distincin social y espacial (Irvine 2001: 22), estos


elementos sirven para crear un contraste entre un nosotros y un ellos
y son interpretados socialmente. Asimismo, muchos de ellos se usan de
manera generalizada para crear estereotipos, como hemos visto. En Buenos
Aires podemos observar una dicotoma de categoras socio-espaciales: el
cheto y el negro.

3.1. Los chetos del norte

Cheto es un vocablo que viene de la palabra lunfarda shusheta, derivada


del genovs sciuscetta (delator, confidente), con el significado de joven
vestido a la moda, elegante, pisaverde, refinado10, o tambin petimetre,
persona que cuida excesivamente de su compostura11. De ah en espaol
se hizo concheto, con el significado de una persona que es frvola y tiene
mucho dinero o se comporta como si lo tuviera (DIEA, s.v. concheto),
y por afresis se dio cheto, con un significado parecido. Se trata de un
estereotipo social y claramente geogrfico respecto de las personas que

9
Esta cita procede de un trabajo de campo anterior, en 2008, en el cual tambin se
realizaron entrevistas y se les hizo a los informantes preguntas sobre las diferencias sociales
y culturales dentro de la ciudad. Vase Wrth, Melanie (2009): La Ciudad como rea
lingstica. Variacin y actitudes en el habla de la Regin Metropolitana de Buenos Aires.
Tesis de licenciatura sin publicar.
10
http://www.todotango.com/spanish/biblioteca/lexicon/s.asp
11
http://www.clubdetango.com.ar/lunfardeando/shusheta.htm
Cartografas de la ciudad. Representacin... / Melanie Wrth 323

viven en los barrios norteos de la ciudad. Este arraigo geogrfico es tan


fuerte y tan convencionalizado que incluso el Diccionario integral del
espaol de la Argentina (DIEA) del ao 2010 da como ejemplo para el uso
de concheto como sustantivo: Es un concheto de barrio norte (DIEA, s.v.
concheto, la negrita es nuestra). Si bien no corresponde a una denominacin
administrativa oficial, barrio norte es una expresin totalmente comn y
frecuente para referirse a la zona nortea de estatus socioeconmico alto de
la ciudad, que incluye el barrio de Recoleta y una parte de Retiro, aunque
existen diferentes puntos de vista en cuanto a las calles y avenidas que marcan
sus lmites12. Pero en el imaginario colectivo, el norte de la ciudad, que en
trminos propiamente geogrficos sera ms bien un noreste, una franja que
comprende los barrios de Belgrano, Palermo, Recoleta y una pequea parte
de Retiro, y la denominacin popular de barrio norte est estrechamente
relacionada con el estereotipo del cheto.
Adems de la ubicacin geogrfica, los rasgos estereotipados del
cheto son de naturaleza tanto no verbales como verbales13. En el plano
extralingstico, por ejemplo, se lo caracteriza con un aspecto fsico ms
blanco y rubio, determinadas preferencias estticas (p. ej. marcas de
ropa) y musicales (msica internacional, electrnica), tipos de deportes
(p. ej. el rugby) o ciertas prcticas de tiempo libre. Al mismo tiempo, se le
atribuye claramente una determinada forma de hablar: en el nivel lxico,
se dice que los chetos usan ms anglicismos, entre ellos, por ejemplo, man,
sorry, fashion, please, que prefieren ciertas palabras ms cultas a otras,
por ejemplo colorado en vez de rojo o traje de bao en vez de malla, y que
presentan mayor frecuencia de muletillas como tipo que, viste, como que,
nada. En el plano fontico son dos los rasgos sobresalientes que se le atribuye
al cheto: en primer lugar, la realizacin sonora de la palatal rehilada, o sea,
[] o [], a diferencia de [], que hoy en da es la variante ms frecuente en
el espaol de Buenos Aires14 , y, en segundo lugar, una forma ms nasal

12
Vase, por ejemplo, http://www.buenos-aires-argentina.info/barrio-norte.html o http://
www.barrio-norte.com/mapa.html
13
Vase, por ejemplo, la pgina http://www.frikipedia.es/friki/Cheto_(tribu_urbana)
[30/3/14], un ejemplo ilustrativo de la construccin popular del estereotipo del cheto. Tambin
destaca el uso de los estereotipos en los medios de comunicacin, particularmente en los
programas cmicos y las publicidades, de las que se podra mencionar, por ejemplo, la de
las Papas Lays: http://www.youtube.com/watch?v=itFB1Ulviu4 y http://www.youtube.com/
watch?v=_C2RL0SFwG8 [5/4/14]
14
Existen varios trabajos acerca de este rasgo caracterstico del espaol porteo. Para
su proceso de ensordecimiento, consltese Donni de Mirande (2000), Chang (2008) o Wrth
(2013).
324 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

de hablar, que se caracteriza de manera extensiva con la metfora como si


tuviera una papa en la boca, expresin que para los hablantes porteos se
ha convertido en lugar comn para referirse a los chetos.

3.2. Los negros del sur

Por el otro lado, el trmino negro hoy en da representa una especie de


contrapunto al cheto. La denominacin negro se remonta a la poca del
desarrollo industrial durante el peronismo de los aos cuarenta, cuando las
personas de ascendencia indgena y de clase social baja que, con el fuerte
incremento de la migracin interna desde otras provincias se trasladaban
a la ciudad de Buenos Aires pasaban a ser denominadas cabecitas negras,
por alusin a su aspecto fsico (Frigerio 2006: 86; James 2012: 6). Esta
construccin cultural claramente desdeosa (James 2012: 6) fue el resultado
de un momento decisivo para la estructura sociodemogrfica de Buenos
Aires: con la aparicin de los obreros de tez morena se vea amenazada la
blanquedad portea y surge una nueva categora que se inserta dentro
de los esquemas cognitivos referentes a las clasificaciones raciales
(Frigerio 2006: 86). Frigerio insiste en la connotacin racial del trmino
cabecita negra para entender su popularidad y su efectividad como
arma estigmatizante (2006: 87). Aunque en la medida en que durante la
segunda mitad de la dcada del 1950 los cabecitas se vean confinados
espacialmente en las villas miserias, la denominacin cabecita negra pas
a ser reemplazada, lentamente, por el mote villero (Frigerio 2006: 87), el
trmino negro permanece an varias dcadas despus. Actualmente se usan
los vocablos negro, negro cabeza o simplemente cabeza para referirse a
cualquier persona de extraccin social humilde, especialmente la que es
tosca y tiene poca cultura (DIEA, s.v. cabecita negra). Segn Frigerio, negro
parece ser el trmino ms vigente, que engloba y a la vez trasciende a sus
precedentes cabecita negra y villero (2006: 87). El uso de la categorizacin
de villero para las personas que vivan en las villas miserias, es decir, en
los asentamientos precarios de Buenos Aires, hoy en da tampoco ya no es
exclusivo para este contexto, sino que se extendi, de manera que sobre
todo en un sentido despectivo, villero puede referirse tambin a cualquier
persona de los estratos sociales bajos. Funciona, por lo tanto, como sinnimo
o complemento de negro. As, se escucha negro y villero para estereotipar
a un mismo grupo, e incluso la combinacin de negro villero. Lo que s se
conserva, sin embargo, es su arraigo geogrfico. Al ser las zonas del sur
y del oeste los destinos de mayor migracin desde el interior del pas, en
el imaginario colectivo se ubican los estereotipos del negro y del villero
Cartografas de la ciudad. Representacin... / Melanie Wrth 325

mayormente en estos sectores urbanos, como tambin podremos observar


en los mapas mentales.
El estereotipo del negro o villero o cabeza tambin incluye varios
elementos estilizados verbales y no verbales. Se refiere a personas de estratos
sociales bajos, muchas veces inmigrantes del interior de Argentina o de
pases limtrofes y/o habitantes de villas miserias. Se les atribuye, asimismo,
preferencias estticas, como por ejemplo, zapatillas deportivas y una gorra,
y, muy particularmente, musicales existe una fuerte relacin del estereotipo
del negro cabeza con la cumbia villera15. En cuanto a su forma de hablar,
se suele decir que hablar a lo negro es hablar con muchos vocativos, como
por ejemplo, gato, guacho, loco, vieja, normalmente precedidos por la
partcula eh (eh loco), un uso marcado de lunfardismos FN y en general,
con un lxico vulgar inspirado por las letras de la cumbia villera. En el plano
fontico, se relaciona el estereotipo con la prdida de la s final (se comen
las eses) y una variante exageradamente sorda de la palatal rehilada [].
Hoy en da, a veces tambin se menciona una jerga tumbera16 (la jerga
de la crcel) como caracterstica del estereotipo del negro de las zonas sur
y oeste de la ciudad.

4. Quiero que me dibujes un esquema


de la capital. Metodologa

La construccin del espacio social a travs de la lengua es un proceso


multidimensional que ocurre en todos los niveles lingsticos. Por lo
tanto, un anlisis de estas dinmicas complejas requiere una metodologa
multidimensional, transdisciplinar y complementaria (Ploog 2009: 282).
Dentro del marco de la Dialectologa Perceptual, en uno de sus trabajos ms
recientes, Preston argumenta que para indagar lo que personas no expertas
piensan sobre lenguas y variedades, cmo las evalan y cmo responden
a variantes lingsticas, se deberan llevar a cabo formas de investigacin

15
Vase tambin la pgina de frikipedia para el estereotipo del negro: http://www.
frikipedia.es/friki/Negro_cabeza [5/4/14]
16
Sirvan como ejemplo algunos blogs individuales: http://blogs.20minutos.es/
enguerra/2010/02/05/diccionario-autumbero-a-argentino/ o http://virgulilla.wordpress.
com/2009/11/05/lunfardo-villero-lenguaje-tumbero-y-otras-yerbas/
326 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

both perceptually and conceptually oriented (2010: 4). Presenta, para


este objetivo, una taxonoma de mtodos que distingue entre formas de
revelar la percepcin y las actitudes lingsticas conscientes o inconscientes,
empleando o no estmulos de lengua hablada (Preston 2010: 24). Como ya
hemos explicado inicialmente, el presente trabajo se integra dentro de un
proyecto de investigacin ms amplio, cuya metodologa busca cumplir con
las sugerencias de Preston y aplica diversas tcnicas que pretenden revelar
la percepcin, las representaciones y las actitudes lingsticas conscientes e
inconscientes de los hablantes de Buenos Aires. La elaboracin de los mapas
mentales constituye solo una parte de todo el procedimiento metodolgico
llevado a cabo en el estudio.
Punto de partida para la recopilacin del corpus fue la variable del
barrio. Una de las principales preguntas de investigacin de nuestro trabajo
era en qu manera difieren la percepcin del espacio urbano as como
de las variedades en el uso del habla dentro de la ciudad segn el barrio
de residencia que, como hemos visto, no solo est muy vinculado con la
estratificacin econmica del rea urbana, sino que tambin acta como
factor importante en cuanto a la identidad y al estilo de vida de los hablantes.
Por eso, sobre la base de la transformacin urbana de Buenos Aires en el
siglo xx y especialmente en las ltimas tres dcadas, se seleccionaron seis
barrios (y partidos del primer conurbano de la Provincia de Buenos Aires)
que por su historia pueden considerarse emblemticos para ciertas formas de
vida en Buenos Aires y que estn geogrficamente distribuidos por el rea
urbana. Adems, estos barrios tambin fueron mencionados por los propios
hablantes a la hora de hablar sobre las diferencias socioculturales que ellos
notaban en la ciudad17: San Isidro, Villa Urquiza, Recoleta, Caballito, La
Boca, Avellaneda. De cada barrio se entrevistaron cinco hombres y cinco
mujeres, nativos de la Ciudad de Buenos Aires, de alrededor de 30 aos. Dado
el enfoque cualitativo de nuestro trabajo, no es el objetivo disponer de una
muestra cuantitativamente representante del total de la poblacin que habita
en cada uno de estos barrios. A diferencia de una investigacin cuantitativa,
no se busca establecer generalizaciones a partir de los datos recopilados, sino
que se trata de delimitar clasificaciones y tipologas mediante un anlisis
profundo y detallado del muestreo. Adems, puesto que estamos interesados
en un estudio sincrnico, nos limitamos a un solo grupo etario de personas
que nacieron todas al final o inmediatamente despus de la Dictadura Militar
(1976-1983). El perodo tras la dictadura significa para Buenos Aires un

17
Estas observaciones tambin provienen de Wrth (2009).
Cartografas de la ciudad. Representacin... / Melanie Wrth 327

momento poltico, econmico y sociocultural muy peculiar y forma una


generacin que vivi conscientemente el sistema econmico neoliberal y las
profundas consecuencias de su colapso. Partiendo de los criterios del barrio
de vivencia y de la edad, los informantes se seleccionaron aleatoriamente, a
travs de la propia red de contactos (friend of a friend18).
Los mapas mentales estn integrados en una entrevista de aproximadamente
1 hora y media de duracin, que comienza con una primera charla semiguiada
en la que se habla sobre el barrio de residencia de la persona, la ciudad de
Buenos Aires, las caractersticas del espaol porteo y si es igual en toda
el rea urbana. Despus de dirigir la atencin del/de la informante sobre la
lengua en Buenos Aires y sus primeras reflexiones o menciones sobre las
diferencias que puede haber en el espacio urbano, se realizan los mapas
mentales. Desde el punto de vista de la geografa social, el mtodo del
mapa mental en su forma clsica no le facilita al/a la informante ninguna
informacin adicional (administrativa, topogrfica o p. ej., referencias a
puntos significativos de la urbe, como edificios conocidos, monumentos,
etc.) que pueda condicionar su grfico. Es decir, al/a la informante se le
presenta una hoja en blanco sobre la que desarrollar su esquema. Nosotros
procedimos de la misma manera: les presentamos a los informantes una hoja
en blanco, les pedimos que dibujaran un esquema de la ciudad y que marcaran
all las zonas donde ellos notaran diferencias en la forma de hablar. En un
segundo paso, se les pidi que explicaran su mapa y que argumentaran por
qu haban delimitado sus reas, y segn qu criterios. Por ltimo, tuvieron
que caracterizar cada una de las reas delimitadas con una palabra.
El hecho de que el/la informante se vea enfrentado/a a la hoja en blanco
y que no tenga ningn punto de referencia para dibujar el mapa puede ser
muy exigente y hasta desbordante. Adems, el resultado depende mucho
de la facilidad de esquematizar y abstraer de la persona entrevistada. No
pocas personas incluso se expresaron en este sentido y se disculparon por
su incapacidad para dibujar (Ah, me mataste. Yo para los dibujos soy
cero. Soy muy malo dibujando. Muy malo. No tengo ni idea. Si tuviera
que dibujar la capital, en mi cabeza en realidad no s bien cmo estara).
Sin embargo, este mtodo representa la forma ms pura del mapa mental,
puesto que cualquier mnima informacin ya significara una influencia para
el resultado. Por otra parte, es justamente la abstraccin y la simplificacin
que puede resultar interesante, porque permite ver el grado de complejidad de
la imagen que una persona tiene de la ciudad, las jerarquas sociogeogrficas

Mtodo desarrollado por Milroy (1987).


18
328 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

que marca (de qu tamao dibuja los barrios, por ejemplo, o la relacin de
tamao del barrio de vivencia en relacin con toda el rea de la ciudad), y la
simplificacin junto con la clasificacin de las zonas delimitadas mediante
una expresin, a su vez, pueden sacar a la luz varios estereotipos sociales,
geogrficos y lingsticos:

The sketch map is not the mental map, but its schema that, given
his abilities, the subject is able to draw. Far from being a group of
unconnected, dis-united signs, the maps form structures where the
elements are related to one another. In spite of distortions, omissions
or additions, the map shows how each resident conceives his city. The
sketch, thanks to its nature as free projection, allows the subject to express
aspects of his representation of the space that could not be materialized
in any other medium. They make it possible to observe the imaginary
dimension of social representation, those archaic, utopian, mythical,
fantastical and emotive elements linked to certain territories (Arruda y
de Alba 2007; de Alba 2011: 5).

En un segundo paso, ahora s, les presentamos a los informantes un mapa de


base con las fronteras administrativas de los barrios de Buenos Aires, sobre el
cual se les pidi que marcaran nuevamente las mismas zonas de diferencias
en la forma de hablar. La eleccin de los barrios como referencia se debe
al hecho de que, como hemos visto, el barrio constituye un elemento de
identificacin central para los habitantes de Buenos Aires y, en segundo lugar,
a que nuestro objetivo era, precisamente, investigar las representaciones y los
estereotipos acerca de distintos modos de hablar vinculados a determinados
sectores sociogeogrficos.
El proceso de trazar los dos mapas mentales fue acompaado por una
charla con la persona entrevistada, durante la cual ella argumentaba su
dibujo y yo preguntaba o le peda ms explicaciones al respecto. Esta meta-
comunicacin se grab y complementa el anlisis del material grfico.
La recopilacin de los mapas mentales es seguido por un experimento
de percepcin en lnea que nos proporciona un corpus de datos que se
analizar de forma cuantitativa y complementar, de este modo, el trabajo
cualitativo; una tarea de imitacin, donde a partir de un texto preparado
anteriormente se les pidi a los informantes que imitaran a una persona de
otro barrio; una prueba de percepcin con estmulos de habla natural de cinco
zonas de Buenos Aires que los informantes tuvieron que ubicar en el rea
urbana y comentar respecto del carcter, el trabajo y el estilo de vida de la
persona que estaban escuchando; y se cierra, finalmente, con una segunda
charla semiguiada de reflexin sobre los temas tratados, de preguntas ms
explcitas sobre estereotipos y actitudes lingsticas en la ciudad de Buenos
Cartografas de la ciudad. Representacin... / Melanie Wrth 329

Aires, sobre el papel del discurso meditico y las expresiones culturales


(particularmente los estilos musicales) en la creacin y el fomento de estas
imgenes y creencias.

5. Leer la cartografa mental el


anlisis de los mapas

En lo que sigue haremos un anlisis ms detallado de una seleccin de 6


mapas todos del formato de la hoja en blanco de hablantes de Recoleta
y de La Boca (del total de 120 mapas del corpus). Nos limitaremos a estos
dos barrios porque representan, segn los hablantes (y como veremos
en los mapas), barrios emblemticos para las zonas del norte y del sur,
respectivamente. Sin embargo, los hablantes cuyos mapas estn incorporados
aqu no necesariamente corresponden al nivel social que se atribuye a cada
barrio. Estamos interesados en el componente geogrfico de la percepcin
lingstica, por lo que nuestro principal criterio para la seleccin de los
informantes fue el barrio de vivencia, teniendo en cuenta, por supuesto, que
dentro de cada barrio puede haber heterogeneidad social o socioeconmica.
Se trata de un primer acercamiento cualitativo que tiene como objetivo dar
algunos ejemplos de las representaciones que cualquier habitante de estos
dos barrios de Buenos Aires, sin importar su sexo, puede tener de su espacio
urbano y, sobre todo, de las variedades lingsticas de la ciudad. Para ello, nos
ocuparemos, en primer lugar, del material grfico, que estudiaremos desde
una perspectiva de anlisis de discurso visual, de acuerdo con un modelo
desarrollado por Yvonne Riao (2014: 16) sobre la base de los mtodos
de anlisis visual de Rose (2012). Primero se observar la imagen como
representacin: Qu es lo que muestra? Cul es el contexto del dibujo?
Qu es lo que se visualiza o no se visualiza en la imagen? Segundo, se
estudiar el dibujo como prctica social: En qu manera se organizan los
objetos en la imagen? Cul es la relacin entre ellos? Se pueden distinguir
jerarquas a travs de la distribucin espacial o el tamao de los objetos?
Estos primero dos pasos de anlisis servirn de base para la interpretacin
de la imagen: Cules son los significados que implica? Qu importancia
tienen los objetivos trazados para los informantes? Por qu? Solo en segundo
lugar, y como informacin complementaria al mapa dibujado, agregaremos
los metadiscursos verbales que los hablantes enunciaron a la hora de trazar
su esquema. No obstante, los mapas no se pueden estudiar totalmente
independientes del metacomentario, ya que el proceso de dibujar el esquema
330 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

fue parte de la entrevista, de una interaccin con el hablante, no fue una tarea
que los informantes hayan efectuado a solas. Por eso, no necesariamente se
sentan obligados a poner toda la informacin por escrito, sino que podan
dar explicaciones adicionales acerca de su dibujo.
Veamos, en primer lugar, un mapa sobre la hoja en blanco de un hablante
masculino, de 30 aos, del barrio de Recoleta, mencionado muy a menudo
como emblemtico de un sector social ms alto y un estilo de vida elitista19.
El informante es periodista y actualmente est coordinando el rea de
prensa de escuela que depende del Gobierno Nacional. Casi toda su vida
vivi en Recoleta y a la pregunta de si se identifica con el barrio, contesta:
Mir, te digo la verdad. Yo soy peronista. Y la Recoleta es muy, digamos,
contrapuesta al peronismo. Y soy militante. As que, peor todava. Pero la
verdad que viv toda mi vida ah, le tengo cario al barrio. O sea, no puedo
no tenerle cario. Se percibe entonces cierta ambigedad en el hablante,
quien por un lado se distancia y polticamente hasta se opone al sector social
de Recoleta, pero a la vez creci en este barrio, se identifica con l y no
puede no tenerle cario. Esta situacin hay que tenerla en cuenta para el
anlisis del mapa que dibuja:

Mapa 1: informante masculino, 30 aos, periodista, Recoleta

19
Para ms informacin acerca del barrio: http://www.buenosaires.gob.ar/areas/barrios/
buscador/ficha.php?id=28 [2/4/14]
Cartografas de la ciudad. Representacin... / Melanie Wrth 331

Salta a la vista que se hace una divisin de zonas en el noreste, en el centro y


en el sur. En el noreste se delimitan los barrios de Palermo y Recoleta como
una zona pegada a otra que incluye Retiro y Puerto Madero (los nmeros
14, 2 y 1 se refieren a las comunas a las que pertenecen estos barrios). En
el rea central, el ms grande, no delimita ningn barrio, solo marca una
franja en el oeste que no especifica ms. En el sur distingue los barrios de
Liniers, Matanza, Pompeya, Lugano, Soldati y, marcado con una flecha,
La Boca, pero los incluye todos dentro de una misma zona sur-oeste. Dado
que el hablante viene de Recoleta, no sorprende que ah su mapa sea ms
especfico y que marque las fronteras con los barrios lindantes, mientras que
en las reas ms ajenas generaliza mucho ms. En cuanto al lenguaje, la zona
de Palermo y Recoleta se caracteriza como ncleo cheto que no modula.
Retiro y Puerto Madero, en cambio, aunque tambin caracterizados como
cheto, se sealan con un habla menos impostado. Es decir, Recoleta junto
con Palermo es la zona considerada ms emblemtica para la forma de hablar
cheta. En el centro ubica un lenguaje comn, o sea, no marcado, y en el
sur-oeste nota un lenguaje ms cabeza. A la hora de dibujar, el hablante
precisa su esquema dando explicaciones ms concretas:

(1) S bueno. S hay. Hay diferencias. S s. Vos tens, qu s yo, todo lo que
es la zona norte, tiene una tonada ms cheta. No s cmo... explicarlo,
pero. Se pronuncia ms la ese, eh... hay palabras, qu s yo, es como,
se modula menos, la palabra, no? Me da esa sensacin de como que...
se habla s le dije a Facu que tal y tal cosa bolo, [imita] o sea... qu
bueno que estuvo viste, es un tono ms... ms Mauricio Macri, digamos,
ltimamente. Y despus hay zonas ms... en las zonas ms cabezas
digamos. Se habla ms parecido al conurbano eh, amigo, la concha de
tu madre, [imita] digamos eh... ms tumbero el el lenguaje. Y despus
en el medio tens una zona de clase media que es ms intelectualoide
como habla, por ah. []

Tal como lo dibuja en el mapa, el hablante delimita tres zonas generales


con su respectiva forma de hablar: en toda la zona norte20 nota una tonada
ms cheta, que precisa diciendo, en primer lugar, que se pronuncia ms
la ese. Distingue la zona nortea en relacin con los dems barrios (sobre
todo los del sur), muy frecuentemente asociados con una mayor tendencia
a elidir la s a final de palabra. Es decir, en el norte, en la forma de hablar

20
Suponemos que con la denominacin zona norte se refiere, en este caso, tanto a los
barrios que quedan en el norte del rea de la capital como a la franja suburbana nortea del
conurbano, comnmente llamada Zona Norte.
332 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

del cheto, a diferencia del sur, s se pronuncia la ese. Despus constata que
hay palabras, o sea, se refiere tambin a un lxico caracterstico de esta
zona, aunque no da ejemplos ms concretos. Y por ltimo, diciendo que se
modula menos se mueve en un plano fontico y suprasegmental. Cuando
imita la tonada la compara con un tono ms Mauricio Macri 21, el actual
jefe del Gobierno de la Ciudad, quien se mencion en varias de nuestras
entrevistas como representante de una forma de hablar cheta. No sorprende
que el hablante muestre una conciencia bastante desarrollada respecto de
la forma de hablar que l denomina cheta, porque es la variedad urbana
con la que supuestamente est ms en contacto en su barrio, pero a la vez se
distancia de este lenguaje, lo imita, y lo relaciona con el jefe del Gobierno
de la Ciudad, cuya posicin poltica tampoco comparte.
Por el otro lado, en las zonas que denomina ms cabeza, opina que
la forma de hablar se parece ms a la del conurbano y que se trata de un
lenguaje ms tumbero. Se refiere, en este caso, tanto a una determinada
entonacin y fontica (un tono o una tonada) como tambin a ciertas
expresiones lxicas muy vulgares, de las que menciona algunas en su
imitacin (p. ej., la concha de tu madre).
Finalmente, pasa a tratar el sector medio, que para l constituye la
mayora de los hablantes y que habla ms normal, pero tambin ms
intelectualoide. Atribuye pues al sector medio una forma de hablar ms
comn, menos estilizada, pero, segn su opinin, un poco pseudo-intelectual.
Es decir, igualmente no se inscribe del todo en el rea del centro, sino
que muestra igualmente un leve distanciamiento o una perspectiva desde
afuera, muy probablemente debido a su barrio de origen. De todos modos,
las variedades del centro son mucho menos marcadas y los estereotipos se
refieren principalmente al norte y al sur.
El segundo mapa que queremos analizar es el de una hablante femenina,
tambin de Recoleta, periodista, de 33 aos. La persona vivi el mayor
tiempo de su vida en Recoleta, primero con su familia y despus sola, pero
hace tres aos se mud a Palermo con su pareja. Hoy en da, como afirma
en la entrevista, se identifica ms con Palermo que con Recoleta, porque es
un barrio ms tranquilo, ms verde, de casitas ms bajas. Sin embargo, en
su dibujo no menciona este barrio:

21
Vase su pgina personal http://www.mauriciomacri.com.ar/ y de su partido, el PRO:
https://pro.com.ar/ [10/4/14]
Cartografas de la ciudad. Representacin... / Melanie Wrth 333

Mapa 2: informante femenina, 33 ao, periodista, Recoleta

Lo que se ve es un crculo con la referencia geogrfica de la orilla del


Ro de la Plata (es decir, el norte geogrfico estara en este dibujo a la
izquierda). Dentro del crculo, se distinguen tres zonas: a la izquierda, un
rea denominada zona sur, incluidos los barrios de La Boca y San Telmo.
La forma de hablar de esta zona la caracteriza la informante mediante la
palabra sho, con lo que se refiere a una variante estereotipada ms sorda
de pronunciar la palatal rehilada, en oposicin a la realizacin de la palatal
en otras partes de la ciudad. Despus, en el medio, delimita un cuadro
para el barrio de Recoleta, cuya forma de hablar caracteriza con papa en
la boca. Tercero, ms hacia el norte, dibuja otro cuadro para el barrio de
Caitas, una denominacin no oficial para un sector de muchos negocios,
bares y restaurantes dentro del barrio de Palermo22. Los atributos con los
que la hablante caracteriza esta zona especfica son falso y plstico.
Para entender el significado de estas denominaciones hay que recurrir a las
explicaciones acerca del dibujo:

Para ms informacin consltese http://www.barriolascanitas.com.ar/ [30/3/14]


22
334 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

(2) S s, no la tengo muy clara... No s (se re). Ac est el ro. Eh bueno,


por ac est Recoleta, yo qu s, por ac. No, ac es notorio. Cuando vas
a Recoleta, es notorio. Te pongo papa en la boca. Ehm... Bueno, por
ah la zona de La Boca y eso es una zona ms humilde, tampoco lo tengo
tan claro como hablan en La Boca, eh, pero... Yo. A ver, despus a ver,
por Las Caitas... a Las Caitas lo veo como plstico. Muy plstico. No
s si en la forma de hablar, pero como... como que en... ac est, ac es,
en Recoleta tambin lo veo como un barrio plstico, pero... Las Caitas
ms. Como mucho, mucho operado, viste? Mucha operacin de ciruga
esttica. Pero no s si tiene que ver con la forma de hablar.

Antes de empezar a dibujar, la hablante se disculpa por no tener una imagen


muy clara de la capital. Despus, empieza con el ro como referencia
geogrfica y ubica Recoleta, su barrio de origen, en el centro, diciendo que
ah hay una diferencia notoria en la forma de hablar y que pone papa en la
boca, metfora que se repite para clasificar la variedad lingstica de esta
zona. Siguiendo con su dibujo, traza La Boca, que caracteriza como zona
ms humilde, destacando, como hemos visto, la realizacin ms sorda de
la palatal. Luego hace un salto a Las Caitas, de donde tiene un estereotipo
de plstico, de mucha ciruga esttica que, segn ella, se ve tambin en
Recoleta, pero de forma mucho ms palpable en Las Caitas. Como dice
ella, esta estilizacin no se refiere directamente a una determinada forma
de hablar, pero s a un estereotipo social que se relaciona indirectamente
tambin con cierto uso de habla.
Un poco ms adelante, explicando todava las diferencias lingsticas
que ella nota en la capital, da un ejemplo:

(3) por ejemplo en eh... el hermano de una amiga, fuimos al cumpleaos


de una amiga ma y estaba el hermano y no poda creer la forma en que
hablaba, entends, porque... y genera mucho rechazo esa forma de hablar,
porque... es como que... parece que la persona... para quien no pertenece
es como que... parece que el otro quisiera generar una distancia. Yo, que
estoy un poco del otro lado, entiendo que... bueno, aprendiste a hablar
as, no es tu culpa, es como... es tu forma de hablar, as como en otros
barrios el pronun... se... no s... se pronuncia ms la she o la ese, o, o no
se pronuncia la ese, se comen las eses, viste, como que...

Cuenta de un cumpleaos de una amiga (en Recoleta) cuyo hermano tena,


segn ella, una forma muy extrema de hablar, a tal grado que ella misma,
que tambin es de Recoleta, no lo poda creer. Dice que es un modo de
hablar que genera rechazo para alguien que no pertenece, que parece que
la persona que habla quisiera generar una distancia. Queda muy evidente
el factor de pertenencia, de que si una persona es parte del grupo le va a
Cartografas de la ciudad. Representacin... / Melanie Wrth 335

resultar comn la forma de hablar, no la va a percibir marcada, pero para


alguien que no pertenece causa mucha distancia y mucho rechazo. Al mismo
tiempo, la hablante tambin defiende y justifica al hablante del que cuenta,
porque si aprendi a hablar as, no es su culpa, as como en otros barrios se
pronuncia ms la she o no se pronuncia la ese. Es decir, que la hablante,
movindose entre diferentes grupos sociales o, como ella dice, estoy un
poco del otro lado, percibe los rasgos lingsticos marcados, se distancia
de ciertas formas de hablar pero a la vez las justifica, porque tampoco le
son tan ajenas. Una vacilacin que puede indicar un posible conflicto de
identificacin social.
Veamos ahora un tercer mapa de Recoleta, en el que tambin se hacen
visibles los estereotipos fonticos de la realizacin de la palatal, por un
lado, y la prdida de la s final, por otro. El hablante es masculino, de 27
aos, estudia ingeniera y pas toda su vida en Recoleta, hasta que a los 26
se mud a Nez, un barrio ms en el norte de la ciudad. Dice de Recoleta
que es un barrio de viejos y que los precios estn excesivamente caros
y que le gusta vivir en Nez, pero que tiene toda la familia en Recoleta y
que no quiere desligarse de ese barrio tampoco. Su mapa se distingue de los
que hemos visto hasta ahora:

Mapa 3: informante masculino, 27 aos, estudiante de ingeniera, Recoleta


336 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

El hablante parte igualmente del Ro de la Plata como referencia geogrfica.


Sin embargo, a diferencia de muchos otros, despus no hace una divisin
en barrios, sino que traza las avenidas principales como escalas de un
contnuum de desigualdad social y lingstica. Aunque vacila un poco
con las avenidas que quiere mencionar y su direccin en el mapa, como
se desprende de su explicacin, igual tiene una representacin distinta del
espacio urbano, centrada en las principales vas de trfico y no en la divisin
barrial. En su dibujo tambin marca un contnuum de dos rasgos lingsticos
estereotipados: la papa (en la boca) y la s final. Mediante dos flechas
expresa, por un lado, que en direccin hacia el ro, ms papa hay en la
forma de hablar. Y por otro lado, con otra flecha que va desde el ro hacia el
oeste de la ciudad, indica +s, ms eses en la terminacin, aunque muy
probablemente se haya confundido y haya querido decir menos s o, tal
vez, ms cada de la s en la terminacin, porque sera muy raro que se
expresara completamente en contra del estereotipo comn de que hacia el
oeste y el sur cae ms la s final.

(4) As... Todo este sector es el Ro de la Plata, no? Todo ese... es como... las
formas de hablar para m van junto con el poder... precio inmobiliario. A
medida que vos te alejs del ro, va cayendo el precio, y van cambiando
las formas. Yo lo que siempre digo, son como ponele ac tens
Libertador. Es como vas pasando lneas. Libertador, eh... Libertador
no es la mejor opci... eh, el mejor ejemplo. Eh... Callao... no bueno,
volvamos a Libertador. Libertador, Santa Fe, Crdoba, Corrientes,
Rivadavia, entonces a medida que vos vas cruzando las avenidas, cada
vez ms temprano tens que volver a tu casa (se re). Ms o menos. S.
Yo lo separara as. [...]
Y... yo pondra, para ac, ms eses. Ms eses en la terminacin. Eh...
pero es muy general esto. Ehm para ac, y ms especficamente ac,
eh... ms papa.

En su comentario del mapa, manifiesta tambin un estereotipo social bastante


acentuado: indicando que a medida que vos vas cruzando las avenidas,
cada vez ms temprano tens que volver a tu casa, acompaado de risas,
muestra que en su visin de la ciudad aumenta la inseguridad gradualmente
desde la zona que linda con el ro, considerada como la ms segura, hacia
el sur-oeste de la ciudad. Siendo del barrio de Recoleta y actualmente
viviendo en Nez, el hablante se mueve sobre todo en la franja norte de
la capital la mencionada Avenida del Libertador es una de las avenidas
principales de esta zona y une el barrio de Retiro con Nez. Es el rea
que conoce, donde se siente seguro, y mientras ms se aleja de ah, ms lo
desconoce y ms miedo le da, sin dar ms especificaciones. El tema de la
Cartografas de la ciudad. Representacin... / Melanie Wrth 337

inseguridad y el miedo a moverse en ciertas zonas de la ciudad se presenta


de forma recurrente en nuestras entrevistas, hecho que se debe tambin a
que el tpico actualmente est muy presente en la poltica y en los medios
de comunicacin de Buenos Aires23.
Pero ocupmonos ahora de los mapas mentales de hablantes de otro
barrio, que justamente se considera muchas veces como representante del
sur, de un estrato social ms bajo y, por tanto, de otro estereotipo: La Boca.
En primer lugar, un mapa de una hablante femenina, maestra de secundario,
de 30 aos. La persona vivi toda su vida en el barrio, si bien tiene mucha
movilidad dentro de la capital, debido a sus estudios y diferentes trabajos.
A la pregunta de qu es lo que distingue su barrio, contesta:

(5) Y la pertenencia. Yo siempre pens eso, que es como un barrio de


pertenencia muy fuerte. No solo La Boca, sino los barrios alrededor. Como
que la gente que vive ah se queda ah, no hay... no tienen aspiraciones
de irse a otro lado. Nac, nacs ah, te mors ah, bsicamente. S.

Se nota pues una identificacin muy fuerte con su barrio de vivencia, pero
un conocimiento bastante amplio del mapa de la capital y de los barrios
porteos que, seguramente, se debe a su movilidad geogrfica y, tal vez,
tambin a su formacin profesional como maestra de historia:

Mapa 4: hablante femenina, 30 aos, profesora de historia, La Boca


23
Vase, al respecto Janoschka (2002). Para el tema del miedo en espacios de frontera,
consltese Reguillo (1998).
338 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Al igual que en los mapas anteriores, aparece la referencia geogrfica del


Ro de la Plata en el sureste, complementada, en este caso, por la referencia
del Riachuelo24 en el suroeste (aunque, geogrficamente, ste se ubicara un
poco ms en el sur) que representa la frontera natural entre los barrios del
sur de la capital con los partidos de la provincia de Buenos Aires. Dentro
de la capital, esquematizada con la forma de un crculo, la hablante hace su
divisin tambin a partir de los barrios. As, distingue una zona constituida
por Palermo, Belgrano y Recoleta en el noreste, Devoto, Villa Urquiza y
Villa del Parque en el noroeste, Flores, Paternal, Caballito y Almagro en
el centro, Barracas y San Telmo en el centro-sur y, por ltimo, una franja
que se extiende a lo largo de la frontera sur-oeste de la capital, denominada
marginal, constituida por los barrios La Boca (que no seala de modo
especial), Soldati, Pompeya, Lugano y Mataderos (aunque el orden de
anotacin no corresponde a su ubicacin geogrfica). Es evidente, pues, que
la representacin del espacio urbano de esta hablante, como ya lo hemos visto
en algunos de los casos anteriores, est fuertemente anclada en la divisin
barrial de la ciudad. Veamos ahora de qu manera comenta su mapa:

(6) Y el tema del lenguaje, a ver, cmo podra decirlo... Eh... Y yo creo
que todo responde a lo social, no?, o sea, porque el lenguaje, o sea, de
esta gente de clase alta, por as decirlo, es como un... que ni siquiera es un
lenguaje refinado, no? [] quizs una persona de Palermo, no s cmo
explicarlo, tiene como... s, como variaciones, como dialectos, creo, no
s si se dice as, pero es como un dialecto de esa zona, no? El boludo,
el sorry, fue una poca, no? Como el el... no s. Lo definira as. Y
bueno esta zona, ac te das cuenta realmente la falta de educacin, no?
[] como que todo es eh amigo, dame una moneda eh o... viste, esta
cosa de me como las eses, eh, pronuncio mal las palabras, no?

La hablante subraya reiteradamente que la forma de hablar responde a lo


social y le da importancia fundamental al grado de formacin que una persona
tiene para su capacidad de hablar bien. Influenciada por su profesin,
refirindose a los barrios que ella denomina marginales, especifica que falla
la educacin y que por eso a la gente le cuesta armar oraciones correctas. Dice
que ah es todo eh amigo, dame una moneda, que se comen las eses y
se pronuncian mal las palabras. Por el otro lado, dice que la clase alta tiene
un lenguaje distinto, que primero quiere caracterizar como refinado, pero
corta la frase y dice que ni siquiera es un lenguaje refinado. Es decir, para

24
http://www.atlasdebuenosaires.gov.ar/aaba/index.php?option=com_content&task=vie
w&id=347&Itemid=188 &lang=es [3/4/14]
Cartografas de la ciudad. Representacin... / Melanie Wrth 339

ella la gente de clase alta no habla mejor, sino que una persona de Palermo
(que, por tanto, equipara con una persona de clase alta) tiene variaciones o
dialectos. Menciona, por ejemplo, las palabras boludo o sorry como tpicas
de esta zona en un determinado momento. En la reflexin de la hablante se
nota una conciencia alta de las diferencias sociales y de cmo estas repercuten
en la forma de hablar, intentando, de este modo, no caer en los estereotipos
comunes. No muestra una actitud negativa o de rechazo hacia ninguno de
los dos sectores, sino que explica la forma de hablar de la clase alta a travs
de una cuestin de pertenencia, mientras que en el lenguaje del sur se hace
evidente la falta de educacin.
Otro mapa que muestra de manera muy evidente los estereotipos opuestos
de norte y sur es el de una hablante femenina de 33 aos de La Boca. La
persona es docente en una escuela pblica y hace 10 aos que vive en La
Boca, despus de haber vivido durante mucho tiempo en la Zona Sur de
la provincia de Buenos Aires. Como caracterstico de La Boca tambin
menciona que los habitantes de este barrio se quedan viviendo en el barrio,
no se van a otros lugares, que genera como una cosa de pertenencia.
Por su formacin profesional, la informante tambin presenta un grado
relativamente alto de movilidad geogrfica dentro de la capital, la cual, sin
embargo, no se refleja de la misma manera en su mapa:

Mapa 5: informante femenina, 33 aos, docente en una escuela pblica, La Boca


340 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

Dentro de la capital, que se representa mediante un crculo, vemos otra vez


una divisin de una zona en el noreste que contiene Barrio Norte, Palermo y
Recoleta (aunque, como hemos visto, la denominacin no oficial de Barrio
Norte incluye gran parte de Recoleta) y, por el otro lado, una zona en el
sureste constituida por La Boca, Barracas y Constitucin. Toda el rea del
medio no est clasificada.
Veamos, ahora, algunos fragmentos de su comentario respecto del mapa:

(7) Y no s, ponele por ac por el barrio lo que se estila mucho es el lenguaje


as pibe chorro. Eh gato, eh no s qu [imita], bueno, este... [...] Por ac
por el barrio yo veo, no s aparte estoy muy influenciada por los chicos
de la escuela y que tienen ms ese lenguaje as de la cumbia y todo eso.

En primer lugar, la hablante se refiere a la forma de hablar de su propio barrio


(por ac por el barrio) y menciona que se estila mucho el lenguaje as
pibe chorro. Es decir, presenta el uso de la lengua como parte de un estilo,
un modelo a seguir, el del pibe chorro, otro trmino estereotipado que est
muy relacionado con el del negro o villero, pero se refiere ms a un grupo de
jvenes (masculinos) ladrones25. El trmino se populariz tambin debido a
un grupo de cumbia villera que se llama Los pibes chorros. Segn la hablante,
la cumbia y las letras de los temas de cumbia tienen mucha influencia en
la forma de hablar de los jvenes de su barrio. Menciona, por ejemplo, la
palabra gato, trmino despectivo y con connotacin de agresividad que hoy
en da se usa con funcin de vocativo. Ntese la partcula eh que casi
siempre acompaa los vocativos despreciativos.
En cuanto al modo de hablar de otros barrios, la hablante duda y no quiere
entrar en prejuicios, lo cual es un ndice de que hay un estereotipo respecto
de ese sector que es conocido y sufre estigmatizacin entre los hablantes
porteos. Menciona, luego, que en esas zonas hay pocas expresiones que
pertenecen al lunfardo, de lo que se desprende que el lunfardo, que tiene sus
orgenes en el sur de la ciudad, se sigue asociando con esos barrios26. Adems,
pasando al nivel fontico, la hablante seala una pronunciacin rara o
arrastrada de la ese, rasgo mencionado tambin por otros hablantes, a

25
En la ya mencionada pgina frikipedia, se registra el pibe chorro como un tipo de
villero: http://www.frikipedia.es/friki/Villero [3/4/14].
26
Sin embargo, a pesar de su arraigo en el sur de la ciudad, muchas voces del lunfardo
se extendieron sobre todo el territorio urbano y a todas las capas sociales (vase Teruggi
1979). Habra que realizar un anlisis ms profundo de cules son los lunfardismos que se
generalizaron en el espaol porteo y perdieron su marca socio-geogrfica, y cules todava
mantienen esta connotacin.
Cartografas de la ciudad. Representacin... / Melanie Wrth 341

veces con la indicacin de que se parece ms a la ese de Espaa, o sea,


se percibe ms como variante alveolar. Y por ltimo, volviendo al lxico,
dice que en las zonas norteas no es tan frecuente el uso del che pero
s, en cambio, el emplear las muletillas tipo y tipo que, que ya hemos
mencionado para el estereotipo del cheto.

(8) Se nota por... Qu s yo, a ver cmo decirlo que no sea un prejuicio. No
s, se nota ms en... no s, no hay expresiones, muy pocas expresiones
que de lo que parece tiene como el lunfardo, qu s yo. Y despus hay
como una pronunciacin de la ese que es muy rara, que no s un tipo
ms cercano a la shhhh [imita], no s. Como una pronunciacin ms
arrastrada de la ese, este... Y no usar el che, casi nada, casi nada, eso
seguro. Y... qu otra cosa, y el tipo, tipo que...

El ltimo mapa que queremos someter a nuestro anlisis es el de un


informante masculino, de 32 aos, tambin de La Boca. El hablante estudi
para cocinero y hoy en da trabaja haciendo eventos de cocina en proyectos
sociales. Tambin muestra una fuerte sensacin de pertenencia respecto
del barrio, que l hasta llama enamoramiento. La persona tambin tiene
bastante movilidad social, sobre todo conoce muy bien el norte de la capital
porque juega al rugby en un club en el norte. Veamos ahora su dibujo:

Mapa 6: informante masculino, 32 aos, cocinero, La Boca


342 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

A primera vista, el esquema parece bastante rudimentario. Tiene la forma


de un cuarto, con una lnea recta en el oeste, otra lnea que delimita el norte,
y una lnea ms redonda hacia el sureste, hacia el ro. Las dos lneas cortas
en el sur representan el puente Avellaneda que (desde La Boca) comunica
la capital con Avellaneda en la zona sur de la provincia de Buenos Aires y
que, por tanto, constituye una referencia importante para el hablante de La
Boca. Ya no sorprende la delimitacin de zonas que realiza en su mapa: de
forma relativamente abstracta, marca una zona rectangular en el sur y otra
parecida en el norte, lo cual comenta de forma explcita en su comentario:

(9) Y norte sera, ms o menos... Sera este y oeste. Por ac el ro, y el


norte... No s exactamente dnde terminara, no? Pero ms o menos
De esta parte para all, hacia el norte sera un poco... Pasa que tambin
abarcara Palermo, viste, partes central y centro-norte de la capital. Y
despus el sur, una cosa as, por ac, viste, lo ms pegado al ro, ms
cerca de la provincia, la parte de Avellaneda, teniendo en cuenta que el
mapa est bien... Ac estara el puente. Todo para estos lados... Igual
qu s yo, no s cmo va Palermo en el diagrama este que te hice en el
dibujito, ms o menos es algo as.

Se repite pues la divisin norte-sur con una zona central no muy marcada,
como se ha podido observar en varios casos que hemos analizado en este
trabajo. En cuanto al uso del habla, tambin presenta una estilizacin palpable
entre norte y sur:

(10) Tens, no s, el que habla muy cheto muy, no?, as [imita] en general
se lo identifica con el norte. Despus est el que habla medio cabeza,
viste, eh pibe no s, eh guacho [imita] se lo identifica ms con el
sur, qu s yo, puede ser, pero s, s hay maneras de hablar por zonas.

Al que habla muy cheto, que imita tratando de pronunciar un tono ms


nasal, lo relaciona especficamente con el norte de la ciudad, oponindolo a
una persona que habla medio cabeza y que imita mencionando sobre todo
caractersticas lxicas y que relaciona con el sur. Siendo el hablante de un
barrio del sur y movindose con frecuencia en las zonas norteas, muestra
una conciencia desarrollada de los estereotipos lingsticos. Afirma que s
hay maneras de hablar por zonas, y lo demuestra con los propios estereotipos
que menciona e incluso imita, sin mencionar rasgos concretos, no obstante. El
uso del aumentador muy para clasificar lo que l denomina cheto a diferencia
del adverbio medio para referirse a la forma de hablar cabeza indica que
hay un distanciamiento ms grande hacia el norte, que correspondera con
la identificacin fuerte que presenta respecto de su barrio de vivencia.
Cartografas de la ciudad. Representacin... / Melanie Wrth 343

6. Conclusin

Si bien en el presente trabajo hemos presentado solo un muestreo muy


limitado de nuestro corpus, varios son los aspectos que se pueden desprender
de este primer anlisis cualitativo de los mapas dibujados y los respectivos
metacomentarios de hablantes de dos barrios porteos, Recoleta y La Boca.
En primer lugar, se muestra de manera evidente que la representacin del
espacio urbano bonaerense est estrechamente anclada en los barrios. Con
la excepcin de un informante, todos los hablantes, tanto los de Recoleta
como los de La Boca, trazaron o anotaron la referencia de uno o varios
barrios, y en casi todos se mencionan los dos, o al menos se hace la oposicin
entre norte y sur. Es decir, no hay casos donde se haya dibujado solo uno
de los dos barrios, como tal vez se hubiese podido esperar, ya que no
sorprendera que el propio barrio fuera la referencia primordial, representado
en tamao ms grande, por ejemplo. Para las dos zonas se mencionan,
adems, barrios enigmticos o prototpicos: Recoleta, junto con Palermo,
Belgrano y Nez en el norte, y La Boca, Barracas y San Telmo para el sur.
No obstante, muchas veces en el sur tambin se incluye parte de la franja
oeste, marcando una zona marginal ms amplia. Est claro que la divisin
espacial se basa en la diferencia de estatus socioeconmico. Sin embargo,
hay barrios que son claramente ms marcados por tanto, salientes que otros
en la representacin socioespacial que los habitantes tienen de su ciudad
y de las identidades urbanas. De igual manera acta la estilizacin social
y lingstica: se establece una oposicin entre norte y sur, entre sectores
altos y bajos, entre los que hablan con una papa en la boca y los que se
comen las eses. Para referirse a los habitantes de los barrios norteos existe
un estereotipo totalmente convencionalizado del cheto que tiene un modo
de hablar ms nasal (la papa en la boca). Casi todos los informantes lo
marcaron en el mapa o lo mencionaron explcitamente en su comentario.
Parece que no hay mucho escrpulo en estilizar a este sector social. Lo que
llama la atencin es que los mismos hablantes de Recoleta lo mencionan,
a veces incluso de manera ms tajante, con solo pocas justificaciones en
algunos casos, lo cual demuestra su conciencia al respecto. Por un lado,
puede ser que intenten distinguirse del estereotipo, creando distancia frente
a la forma estilizada. Por el otro lado, tambin es posible que se identifiquen
con este grupo, conscientes de su carga social, justificndose y reforzando su
sentimiento de pertenencia. Esto corresponde, en cierto grado, con el grado de
identificacin con los respectivos barrios. Mientras en La Boca observamos
una sensacin de pertenencia muy fuerte, mencionada reiteradamente como
un rasgo caracterstico del barrio, la vinculacin con Recoleta parece un
344 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

poco ms ambigua, y el cario que los habitantes tienen hacia su barrio


a menudo entra en conflicto con un distanciamiento del sector social que
predomina en esta zona.
Los rasgos lingsticos con los que se caracteriza la forma de hablar del
norte son la nasalidad que, en nuestra opinin, tiene que ver con elementos
suprasegmentales y la calidad voclica (se registra a menudo una variante
ms abierta de la vocal final27), una realizacin ms arrastrada de la s (que
se parece a la s alveolar peninsular), una pronunciacin menos sorda de la
palatal rehilada ([] en oposicin a una [] muy marcada) y, en el nivel lxico,
el uso ms frecuente de anglicismos y de muletillas como, por ejemplo, tipo
que. En lo que se refiere al sur, la denominacin del estereotipo no recae
en una sola palabra prototpica. Se ve que se tiende a evitar el trmino
negro, pero s se usa la expresin cabeza, que tambin implica una nocin
despectiva. Tambin se recurre a denominaciones ms neutras, como esta
zona o sectores ms bajos. Se relaciona este grupo con un lenguaje
tumbero, un lenguaje de la cumbia o un lenguaje pibe chorro, que se
caracteriza sobre todo por el uso de determinado lxico (influenciado por
las letras de la cumbia y la jerga de la crcel, y determinados lunfardismos
que siguen teniendo la connotacin de ser de los ambientes ms bajos),
como, por ejemplo, gato, guacho, pibe, etc. y la prdida de la s final. Igual
como en el caso de los hablantes de Recoleta que mencionan el estereotipo
del cheto, los de La Boca tambin son conscientes de la estilizacin de la
forma de hablar del sur (por ac por el barrio lo que se estila mucho es
el lenguaje as pibe chorro) y lo califican en varias ocasiones como mal
hablar debido a la falta de educacin en esta zona.
Tal como lo hemos definido inicialmente, la identidad urbana se
constituye por un conjunto de elementos estticos, verbales y espaciales
que en el sistema de distincin dentro del espacio urbano se manifiestan y
se acentan siempre en oposicin a un otro. El sentimiento de pertenencia
a un grupo siempre implica la existencia de otro grupo del que uno se
distancia. Esto explica el hecho de que todos los informantes incluidos en
este trabajo hayan mencionado los dos opuestos de la dicotoma norte-sur.
El uno siempre se entiende en relacin con el otro.
Adems, tambin hemos visto que algunos de los elementos que
constituyen las diferentes identidades o los diferentes estilos de vida
estn ms marcados que otros y se usan de manera constante y reiterada

27
La influencia de una variante ms abierta de la vocal final para la percepcin de una
forma de hablar nasal es una hiptesis nuestra que queda por confirmar.
Cartografas de la ciudad. Representacin... / Melanie Wrth 345

para estilizar los dos grupos. La percepcin de determinados aspectos


o fenmenos como salientes para ciertos sectores es un proceso que se
desarrolla sobre la base de un sistema de representaciones geosociales que
los individuos adquieren por su entorno social y que acta como filtro para
su imagen del espacio urbano y los fenmenos que perciben y evalan de
modo positivo o negativo. No debe subestimarse aqu el papel de los medios
de comunicacin. La presencia de estereotipos comunes que se expresan
por una gran cantidad de hablantes de muy distintas zonas de la ciudad casi
literalmente, como, por ejemplo, la metfora papa en la boca o los vocativos
vulgares loco, gato, guacho, etc. precedidos por la partcula eh denota que,
aparte del discurso popular extendido en el espacio urbano, tambin haya
un discurso meditico que fomenta dichos estereotipos28. Sin embargo, el
marco de este trabajo no permite entrar en detalle en esta cuestin. Aqu
nos hemos centrado en la imagen que hablantes de dos zonas urbanas muy
distintas tienen de la ciudad de Buenos Aires, de qu forma esquematizan
esta imagen sobre papel, cules son las representaciones geosociales que se
hacen visibles en este dibujo y cmo se estilizan las diferencias geogrficas,
sociales y lingsticas que los hablantes perciben. Hemos presentado pues
un muestreo de lecturas de la ciudad, que aunque procedan de habitantes de
entornos muy distintos, dejan observar muchos paralelismos y un imaginario
compartido de su espacio urbano.

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28
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346 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

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RESEAS
Boletn de Filologa, Tomo XLIX
Nmero 2 (2014): 353-355

Luis Fernando Lara


Historia Mnima de la Lengua Espaola
Mxico, D.F.: El Colegio de Mxico, Centro de Estudios Lingsticos y Literarios
2013, 578 pginas
ISBN 9786074625035

Como bien plantea el mexicano Luis Fernando Lara, no basta con una sola lectura o
una sola fuente bibliogrfica para darnos por entendidos sobre el extenso panorama
y los diferentes sucesos que han tenido relevancia dentro de la historia de la lengua
espaola. Si bien autores como Ramn Menndez Pidal, Rafael Lapesa o Rafael Cano
han logrado esquematizar cules han sido los procesos que han logrado concretar la
configuracin del idioma espaol actual, estos han abordado el rea de la filologa y
la lingstica histrica desde una perspectiva ms tcnica, lo que ha provocado que
muchas veces estas obras cannicas resulten complejas de comprender a la hora de
ser ledas por un pblico no erudito.
En razn de esto, el objetivo de Lara es ofrecer un relato, ante todo breve,
que provea un anlisis comparativo con respecto al desarrollo de la historia del
espaol, considerando todas las variedades que este idioma posee. Lara se encarga
de construir el proceso de configuracin del espaol de manera que este resulte de
fcil comprensin para sus lectores. De hecho, l mismo seala el carcter didctico
de su obra, que va dirigida a cualquier tipo de pblico, sin necesidad de que el lector
sea un erudito en disciplinas relativas a la lengua. Adems, el autor indica que su
obra es un buen material para que principiantes en ciencias del lenguaje e historia
se enfrenten a nuevos conocimientos, por lo cual va acompaada de una gran
cantidad de mapas, ilustraciones grficas y ejemplos textuales1, los cuales logran
un acercamiento entre la historia que se relata y el lector que se dispone a disfrutar
de esta amena lectura sobre la configuracin del espaol.
Las intenciones del autor van dirigidas hacia la comprensin de la historia de la
lengua espaola, pero desde una perspectiva distinta a la de los estudios tradicionales,
dado que dentro del relato se hace constante alusin a aspectos geogrficos,
demogrficos, sociales, polticos y culturales que forman parte de los factores que
constituyen el escenario en el que se despleg la evolucin de la lengua espaola.
Para lograr su objetivo principal, Lara expone los procesos implicados en la
configuracin de los diversos tipos de espaol, es decir, tanto en el caso del espaol
peninsular como en el del espaol de Amrica, e, incluso, plantea el inters por el
estudio del espaol perifrico o de enclaves menos considerados por los estudios
tradicionales, como es el caso del espaol en Filipinas, por ejemplo. De esta

1
La cantidad de material que Lara ha querido proporcionar al lector justifica la existencia
del DVD que acompaa su obra (el que se encuentra adherido en la tapa posterior del libro) y
que permite al receptor una comprensin ms viva de la historia que el autor intenta transmitir.
354 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

manera, podemos encontrar un relato que revisa los acontecimientos y fenmenos


ms importantes de la historia de la formacin del espaol. El autor relata tanto
los sucesos que corresponden a la historia interna de la lengua espaola como los
pertenecientes a la historia externa, con el fin de dejar en evidencia cules fueron
los factores o acontecimientos sociales e histricos que influyeron en los cambios
lingsticos del espaol a lo largo de su historia.
El contenido de la obra reseada incluye como antecedentes de la configuracin del
espaol a los pueblos que se asentaron en la pennsula ibrica, desde las poblaciones
prehistricas, pasando por los sustratos prerromanos y colonias mediterrneas que,
posteriormente, dieron pie al desarrollo del proceso de colonizacin y expansin
del imperio romano y las diversas fragmentaciones que sufri la lengua latina, hasta
derivar en las conocidas lenguas romance. Por otra parte, la obra de Lara se dedica
a relatar la suerte que ha corrido el romance espaol desde su origen, pasando por
su desarrollo en la pennsula ibrica, donde entra a jugar un rol muy importante el
surgimiento de la Real Academia Espaola, hasta el estado actual de la lengua en el
mundo. Por esta razn, ha sido necesario confirmar y perseguir, de manera sucinta,
el estudio de las variedades del espaol, tema al que se le ha dedicado buena parte
de esta obra, con el fin de dar cuenta del desarrollo y el estado actual de la lengua
espaola en Amrica.
Acerca de este ltimo punto, podramos decir que el autor expone repetidas
veces tres ideas o aspectos que tratan el tema del origen y desarrollo del espaol,
propiamente tal. Dichas ideas tendran la funcin de servir como ejes centrales
para el desarrollo y articulacin del tema que atae a este estudio: se trata de los
conceptos de nacionalismo, unificacin e identidad, concebidos como factores
coordinados que se encuentran totalmente comprometidos en el proceso evolutivo
del espaol, entendindose cada uno de ellos como correlato del otro. La ambicin y
el afn expansionista que surge despus de la Reconquista espaola de los territorios
invadidos por los musulmanes desencadena una serie de acontecimientos y polticas
lingsticas que manifiestan el sentimiento nacionalista del Imperio espaol. Por esta
razn, el autor evidencia cules han sido las tareas lingsticas realizadas detrs de
los grandes procesos expansionistas del Imperio. Ejemplo de esto es el fundamental
aporte del rey Alfonso X y de los Reyes Catlicos, quienes fueron conos propulsores
de los ideales expansionistas de Espaa y quienes utilizaron la lengua como medio
de legitimacin y herramienta para construir imperio, logrando as, implantar este
nacionalismo en todos los territorios conquistados. De esta manera, podr entenderse
que el nacionalismo es un factor importante que permiti la consolidacin del espaol
como lengua oficial, lo que logr la unificacin de los pueblos y la transmisin de
una identidad espaola, que sirve como base para la posterior configuracin de las
identidades particulares de los distintos territorios conquistados en el continente
americano.
Lara destaca el valor que posee la unidad de la lengua, insistiendo en que el
espaol es un idioma que posee una gran cantidad de hablantes en el mundo. Desde
esta perspectiva, el autor plantea que la unidad del idioma espaol est en constante
Historia Mnima de la Lengua Espaola / Luis Fernando Lara 355

peligro de fragmentacin lingstica, lo que se debe a los permanentes intentos por


conservar la unidad y controlar la evolucin del espaol mediante las academias
de la lengua y sus tentaciones autoritarias (p. 436). Por lo tanto, se evidencia una
distincin ms que clara en torno a las variedades existentes del espaol. Uno es
cannico y tradicional, culto y utilizado por las academias, mientras que el otro
corresponde a las variedades hispanoamericanas y de otros enclaves ms perifricos.
De esta manera, Lara deja planteado el problema del enfoque actual que se est
llevando a cabo en el desarrollo de los estudios que ataen a la historia de la lengua.
El craso error radicara en concebir al espaol de Hispanoamrica como un conjunto
de variedades que no pertenecen al proceso histrico y evolutivo de la lengua
espaola en general, ya que las academias siguen creyendo que los espaoles son
los dueos de la lengua (segn Lara), de manera que se dejara afuera la riqueza
de las variedades propias de cada zona americana.
En suma, lo que el autor plantea como tarea pendiente, tanto para los estudiosos
de la lengua como para la propia reflexin del lector no erudito, es la integracin
del espaol hispanoamericano a la rama de los estudios de la lengua, puesto que el
reconocimiento de la tradicin popular de todos los pueblos donde se habla espaol
se transformara en la herramienta para conservar la unidad de la lengua y el pasado
en comn que compartimos todos los que hablamos esta lengua romance.

Natalia Villarroel
Universidad de Chile
[email protected]
Boletn de Filologa, Tomo XLIX
Nmero 2 (2014): 357-361

Elvira Narvaja de Arnoux y Susana Nothstein (eds.)


Temas de glotopoltica. Integracin regional sudamericana y panhispanismo
Buenos Aires: Biblos.
2013, 386 pginas
ISBN 9789876912570

Temas de Glotopoltica aborda la regulacin poltica de las prcticas lingsticas


en Sudamrica, a partir de dos fenmenos particulares: la integracin regional y las
reas idiomticas. La glotopoltica se define como el estudio de las intervenciones
en el espacio pblico del lenguaje y de las ideologas lingsticas que activan y
sobre las que inciden, asocindolas con posicionamientos dentro de las sociedades
nacionales o en espacios ms reducidos, como el local, o ms amplios, como el
regional o el global (9).
El libro abre con una introduccin redactada por las editoras, Elvira Narvaja de
Arnoux y Susana Nothstein, para luego dar paso a doce captulos de distintos autores
en los que se presentan investigaciones enmarcadas en fenmenos glotopolticos.
En la introduccin, las editoras destacan que la glotopoltica subraya la
importancia de estudiar los factores histricos relacionados con el lenguaje, pues
considera que cuando, por una u otra razn, se plantea la cuestin de la lengua esta,
a la vez que oculta, devela problemas que aquejan centralmente a las sociedades
(10-11). En dicho aspecto, las indagaciones de este tipo se sitan en un espacio
esencialmente interdisciplinario. Asimismo, los trabajos que dan forma a este libro
constituyen un desarrollo en la investigacin sobre la regulacin poltica de las
prcticas lingsticas en el marco de esta economa globalizada. En consecuencia, se
abordan los fenmenos de integracin regional y econmica propios del siglo XX y
XXI. El contexto actual exige, por tanto, preguntarnos por las posturas oficiales en
Amrica respecto del reconocimiento de las lenguas indgenas, as como tambin
por el estatus del resto de las lenguas usadas en Iberoamrica, temas que tambin
son tratados en este texto.
En el captulo El canto y la letra. Disputas en torno a la definicin de lo
tradicional en Juan A. Carrizo y Ricardo Rojas, Diego Bentivegna analiza un
conjunto de cancioneros publicados en Argentina durante la primera mitad del
siglo XX, entre los que ocupan un espacio crucial los compilados por Juan Carrizo.
En esta investigacin se estudia el gesto glotopoltico de recopilar la tradicin
oral popular y, de esta forma, intervenir en las disputas simblicas en torno a la
identidad nacional. Se analiza la tensin entre este discurso y el discurso crtico y
acadmico. A partir de las nociones de orden y de hegemona, el autor cuestiona
los planteamientos en torno a aquello que constituye el acervo potico y lingstico
tradicional legitimado. Asimismo, pone especial atencin al quechua, en cuanto al
lugar que los discursos analizados otorgan a esta lengua, en funcin de su relacin
con una tradicin castellana evidentemente hegemnica.
358 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

En el texto Bartomeu Meli, la retrica jesuita y la reduccin de la lengua


guaran, Mateo Niro estudia el carcter oficial del guaran, que se refleja en la
Constitucin de 1992 y en la implementacin escolar de la ley. Lo hace analizando
la reelaboracin de la nocin de reduccin hecha por Bartomeu Meli, uno de los
acadmicos ms prolficos y destacados del Paraguay y () un radical crtico de
las polticas lingsticas oficiales (51). A grandes rasgos, se sostiene que el Estado
paraguayo actual implementa una reduccin escolar, en la que los hablantes no se
reconocen. Se impone, por ende, una versin del guaran sin historia y sin memoria
(13), que afecta el futuro del mismo.
En Polticas lingsticas nacionales y de integracin regional en Amrica
Latina, Roberto Bein estudia la situacin demolingstica de Latinoamrica,
detenindose en los cambios que se han producido respecto del tratamiento de las
lenguas indgenas en los pases latinoamericanos. Igualmente, pone atencin en
aquellas entidades supraestatales que exceden en sus aspectos programticos el
mbito exclusivamente mercantil, como lo son Celac, Unasur y Mercosur. El autor
proporciona el contexto histrico de la formacin de dichas instituciones, al igual que
aborda el estatus de oficialidad de las lenguas en los espacios de integracin regional y
cules operan como lenguas de trabajo. Asimismo, realiza un anlisis sociolingstico
sobre las representaciones asociadas al ingls y al portugus, proponiendo la nocin
de fetiche lingstico para explicar la valoracin de la segunda lengua citada. Por
ltimo, Bein concluye sealando las fronteras y la trascendencia de las polticas
lingsticas en el desarrollo de las identidades. Recalca que estas polticas no son
neutras, y que es preciso atender a las situaciones histricas especficas de cada
territorio para comprender el rol poltico de las lenguas all utilizadas.
En el captulo Representaciones de la lengua espaola: del panhispanismo a la
Comunidad Iberoamericana de Naciones, Andrs Buisn estudia otra institucin
supraestatal, que incluye a Portugal y Espaa: la Comunidad Iberoamericana de
Naciones (CIN). Sus cumbres, cabe destacar, cuentan con la asistencia del rey
de Espaa. El autor analiza cmo los congresos de la lengua espaola han ido
desplazando el eje del panhispanismo al iberoamericanismo, lo que necesariamente
nos lleva a repensar los vnculos entre el espaol y el portugus. El autor parte con
un esbozo de las integraciones regionales que vinculan a los pases que conforman la
CIN, para luego definir el hispanismo y, posteriormente, analizar discursos de dicha
instancia supranacional con el fin de identificar las representaciones discursivas
mencionadas e indagar en la funcin de las representaciones sociolingsticas de la
lengua espaola (94). Finaliza con una breve reflexin respecto de los resultados
obtenidos a la luz de la coyuntura actual.
En el apartado Para un plan de implementacin de la ley de portugus, La
Varela estudia los requisitos necesarios para implementar en Argentina la ley de
enseanza en las escuelas del portugus, la cual establece que todas las escuelas
secundarias del sistema educativo nacional incluirn en forma obligatoria una
propuesta curricular para la enseanza del idioma portugus como lengua extranjera
(18). A partir de un anlisis detallado de la ley, de las posibilidades del sistema
Temas de glotopoltica... / Elvira Narvaja y Susana Nothstein (eds.) 359

educacional y de las dificultades que se enfrentan, la autora concluye, apoyada en


datos estadsticos significativos, que es preciso elaborar propuestas de enseanza del
portugus adecuadas a los distintos contextos y destinatarios. Asimismo, destaca que
es necesario aumentar la cantidad de docentes, garantizar la infraestructura y calidad
de la enseanza, realizar seguimientos y evaluaciones de las acciones implementadas
y, por ltimo, sensibilizar a los diversos actores al respecto.
En Tpicas e ideologas lingsticas sobre lenguas aborgenes en discursos
de la prensa en torno al Bicentenario, Mariana di Stefano y Mara Cecilia Pereira
analizan, a travs del anlisis del discurso, las creencias acerca de las lenguas
aborgenes en textos escritos en la prensa argentina con motivo del bicentenario.
Las autoras identifican una multiplicidad de representaciones sociolingsticas
que regulan los discursos sobre las lenguas aborgenes en la prensa (153). Sin
embargo, dicha pluralidad se basa en dos tpicas principales: la biolgica y la
histrica. Segn la primera, las lenguas son seres vivos, y las aborgenes en particular
son representadas como especies amenazadas. Segn la segunda, las lenguas son
pensadas en el marco de una dinmica histrica y es la historia de la lengua ()
la que fija su grado de legitimidad (172). A partir de la articulacin de tpicas, las
autoras identifican ideologemas que sustentan el discurso y que pueden derivar en
conclusiones diferentes, incluso antagnicas.
En Antecedentes de la poltica lingstica panhispnica: los congresos de la
lengua espaola, Mara Florencia Rizzo analiza el diseo e implementacin de
la poltica lingstica panhispanista en los congresos de la lengua espaola. Cabe
destacar que dicha poltica se fue planificando en los encuentros anteriores al de
Rosario (2004), entre los que sobresale el Congreso de la Lengua de Sevilla, de
1992. All ya se evidenciaba el afn de promover la lengua espaola como lengua
internacional, en conexin con su potencial econmico. En este marco es que se
valora la unidad de la comunidad hispnica y el rol central que cumple la RAE a
este respecto. Si bien en el primer Congreso Internacional de la Lengua Espaola
la participacin de esta institucin fue limitada, ya en el segundo se observan ms
avances, en tanto se conforma el bloque constituido por el Instituto Cervantes, la
RAE y la Asociacin de Academias de la Lengua Espaola (ASALE). Estamos, en
consecuencia, ante una transformacin crucial del paradigma poltico-lingstico: la
necesidad de una norma pluricntrica que asegure la unidad en la diversidad (22).
Los instrumentos lingsticos, como gramticas, diccionarios y manuales de
ortografa, son cruciales a la hora de difundir una poltica lingstica. Desde los
aos noventa del siglo XX, la RAE ingresa en el mercado global de las editoriales,
alindose, en especfico, con el grupo Planeta. En relacin con la ortografa, es
preciso destacar la voluntad reiterada de realizar reformas en este mbito, que se
ha manifestado en diversos momentos de la historia hispanoamericana. En Las
insatisfacciones y representaciones del uso ante la ortografa del castellano, Mara
del Pilar Roca estudia las diferentes perspectivas en la tradicin hispnica acerca
del uso de la ortografa y su nexo con la cultura oral y escrita. Igualmente, la autora
compara las perspectivas de Valds y Nebrija, a partir de las funciones que estos
360 BOLETN DE FILOLOGA TOMO XLIX, Nmero 2, 2014

autores asignan a la escritura y a las reglas lingsticas. Por ltimo, recorre enfoques
que explican algunas divergencias en materia ortogrfica que la RAE an no zanja.
Para resolver tales disensos se precisa de una fuerte voluntad glotopoltica, que tenga
como eje facilitar el acceso a la cultura escrita.
Respecto de los manuales de gramtica, en el texto En torno a la Nueva gramtica
de la lengua espaola, Elvira Narvaja de Arnoux estudia comparativamente la
Gramtica descriptiva de la lengua espaola, publicada el ao 2000, y la Nueva
gramtica de la lengua espaola, publicada el 2009. Igualmente, seala el carcter
oficial de la segunda y, a travs del estudio detallado de su prlogo, identifica algunos
elementos propios de la tradicin gramatical que son omitidos. La autora afirma
que ello responde a la necesidad de este libro de insertarse como una novedad en el
mercado editorial. Asimismo, el anlisis del prlogo permite identificar que en dicho
manual se procura construir un saber gramatical no controversial, que opera con un
imaginario de lengua comn, lo que atena las alusiones a registros, variedades y
situaciones de contacto.
En cuanto a los diccionarios, en La produccin lexicogrfica de la Academia
Argentina de Letras: un anlisis glotopoltico del Diccionario del habla de los
argentinos (DIHA 2003 y 2008), Daniela Lauria estudia la orientacin lexicogrfica
de la RAE, que este ao ha publicado la vigsima tercera edicin de su Diccionario,
en el contexto de la poltica lingstica panhispnica. Destaca que la funcin de las
academias nacionales es la de aportar particularismos. A modo de ejemplo, la autora
aborda la actividad lexicogrfica de la Academia Argentina de Letras y, en particular,
estudia el Diccionario del habla de los argentinos. En tanto se inscribe en el gesto
glotopoltico, el presente escrito proporciona una importante contextualizacin
histrica de su tema de estudio. En este marco, resalta el carcter complementario
que este tipo de obras posee respecto del diccionario acadmico.
En el ltimo captulo referido a instrumentos lingsticos, Representaciones
sobre las normas lingsticas y las lenguas en mbitos del siglo XXI. Las Pautas
de estilo del Congreso Argentino entre manuales y guas de estilo provinciales,
nacionales y regionales, Silvia Nogueira analiza en las Pautas del estilo del
Congreso Argentino los rasgos propios de este gnero. Devela la preocupacin
de dicho manual por la palabra en comparacin con la frase, la apreciacin de un
lenguaje llano que garantice la claridad y precisin de la legislacin y la presencia
en el uso de la lengua de la idea de lo polticamente correcto, centrada en la
utilizacin de un lenguaje no sexista. A nivel normativo, las pautas se condicen con
lo estipulado por la RAE. En sntesis, la representacin que prevalece en el corpus
de estudio es la que vincula la normativizacin del lenguaje institucional con su
claridad democrtica (25).
En el captulo final del presente libro, Pensar el castellano en Internet:
discursos sobre la norma en los foros de WordReference.com, Juan Eduardo
Bonnin relativiza el rol de los instrumentos lingsticos oficiales; como gramticas,
ortografas y diccionarios. Interesado en el operar de este mundo globalizado, en
especial en las prcticas de navegacin virtual, el autor se concentra en los blogs y
Temas de glotopoltica... / Elvira Narvaja y Susana Nothstein (eds.) 361

foros concernientes a la lengua, ya que son sitios predilectos de consulta. A partir


del anlisis de los foros de WordReference.com advierte el espacio descentrado de
la RAE, al mismo tiempo que repara en una insistente inquietud hacia el uso de la
norma en el marco de un discurso que, de forma paradjica, presenta una conciencia
normativa ocasionalmente errtica, imprecisa y descuidada. Asimismo, analiza el
funcionamiento interactivo de los foros, lo que lo lleva a proponer el descentramiento
de la RAE en la reflexin respecto de las polticas lingsticas del espaol, en funcin
de las posibilidades que Internet exhibe.
El anlisis crtico de los instrumentos lingsticos es crucial, pues son
deudores de imaginarios histricos y, de manera simultnea, intervienen a
nivel prctico en las circunstancias y transformaciones de las sociedades
iberoamericanas contemporneas. Asimismo, transportan la creencia de un
patriotismo desterritorializado y despolitizado sobre las lenguas, ideologa que
conviene estudiar con un enfoque interdisciplinario. En trminos ms generales, el
gesto glotopoltico hispanoamericano tambin se constituye como una herramienta
de defensa ante los pases econmicamente hegemnicos. Se instala como una
forma de combate, all donde el capitalismo ha dejado su impronta de extrema
desigualdad e injusticia golpeando ferozmente a los ms vulnerables y debilitando
los entramados polticos (26). Es este contexto, la integracin y la democratizacin,
elementos que se expresan en las consideraciones acerca del lenguaje y en los usos
de la lengua, representan tareas inconclusas en Sudamrica. Las editoras de Temas
de glotopoltica afirman que es preciso pensar desde el sur las polticas lingsticas
de rea idiomtica acompaando los procesos polticos actuales del continente
(26). Surge, entonces, la necesidad de promover nuevos criterios para, a modo de
ejemplo, la elaboracin de instrumentos lexicogrficos y la implementacin de
reformas ortogrficas y gramaticales.

Mariana Zegers
Universidad de Chile
[email protected]
Instrucciones y normas
para la presentacin de trabajos en el
Boletn de Filologa de la Universidad de Chile

Generalidades

Los trabajos deben ser enviados al Secretario de Redaccin del Boletn


de Filologa, Departamento de Lingstica, Facultad de Filosofa y
Humanidades, Universidad de Chile, Av. Ignacio Carrera Pinto 1025, uoa,
Santiago, Chile. Correo electrnico: [email protected]

El proceso de arbitraje doble ciego implica la evaluacin de, a lo menos,


dos especialistas, quienes tienen un plazo de un mes para informar acerca
de la calidad del trabajo en consideracin. Una vez cumplido dicho plazo
el Comit editorial comunica la factibilidad de publicacin de los trabajos
a sus autores. Los evaluadores de cada trabajo deben ser especialistas en el
rea, externos al Comit Editorial y la institucin editora de la revista. Los
aspectos considerados en la evaluacin de los artculos son: 1) relevancia
del tema abordado, 2) originalidad del enfoque adoptado, 3) actualizacin
y consistencia del marco conceptual, 4) adecuacin de la metodologa, 5)
claridad en la presentacin de resultados y 6) redaccin y aspectos formales.

La periodicidad del Boletn de Filologa es bianual o semestral (junio-


diciembre). El plazo para recibir colaboraciones para el primer tomo de cada
ao vence el 31 de marzo y para el segundo, el 31 de agosto.

Los autores recibirn en forma gratuita 20 separatas de su artculo y un


ejemplar del Boletn.

Normas editoriales

1. El Boletn de Filologa publica solo trabajos originales (inditos)


escritos preferentemente en espaol, aunque tambin se reciben trabajos
en ingls, francs y portugus.
2. Toda colaboracin debe remitirse en dos copias, acompaadas de
soporte electrnico, legible mediante procesador de textos Word (97
o superior).
3. Los textos deben ser digitalizados en Times New Roman, tamao 12,
a espacio y medio de interlineado, margen justificado, tamao carta.
4. El trabajo debe especificar con claridad su ttulo y el nombre del (de
los) autor(es), su direccin institucional, nmero telefnico y correo
electrnico.
5. Se pueden remitir colaboraciones a las tres secciones habituales
del Boletn de Filologa: Artculos, Notas y Reseas bibliogrficas.
Ocasionalmente, podr incluirse otra seccin para la publicacin de
materiales de inters cientfico relacionados con la temtica de la revista.
6. El texto de un Artculo y solo en este caso debe venir precedido por
un breve resumen, de aproximadamente media pgina de extensin, en
versin espaola e inglesa. Debern igualmente sealarse entre tres y
seis palabras clave del trabajo, en espaol e ingls.
7. La extensin de los trabajos no debe idealmente exceder los 30 folios, en
el caso de los Artculos (incluidos notas y referencias bibliogrficas), 10
folios en el de las Notas y 5 folios en el de las Reseas bibliogrficas.
8. El trabajo debe estar claramente dividido en secciones y subsecciones
(si fuese necesario) tituladas adecuadamente.
9. Las voces o frases que se desee destacar en una colaboracin sern
sealadas en cursiva. Tal recurso se debe emplear, adems, toda vez que
un signo sea citado (en el texto) metalingsticamente. El significado
de un signo debe mencionarse entre comillas simples.
10. Las citas textuales deben estar entrecomilladas en el cuerpo del trabajo,
en el caso de no exceder las tres lneas. Si las exceden debern aparecer
en prrafo sangrado. Seguido a la cita textual, deber sealarse entre
parntesis el apellido del autor, ao de publicacin y, despus de dos
puntos, nmero(s) de la(s) pgina(s) correspondiente(s). Podr hacerse
uso del mismo recurso para citas indirectas y remisiones. Si el autor
es citado por su apellido en alguna oracin del artculo, la remisin se
limitar a adjuntar el ao de la publicacin y la pgina pertinente.
11. Las notas al texto debern figurar a pie de pgina y numeradas
correlativamente. Los llamados a ellas debern hacerse mediante cifras
voladas, sin parntesis. Las comillas de cierre de citas y las llamadas
a pie de pgina deben anotarse antes de la puntuacin, no despus.
12. Las Referencias bibliogrficas de todo texto se ordenarn de la siguiente
forma:


a) Nombre del autor, comenzando por el apellido. Segn el primero se
ordenar alfabticamente el listado de referencias.
b) Ao de publicacin. En caso de citarse varios trabajos de un mismo autor
publicados el mismo ao, deben distinguirse con letras minsculas tras
el nmero del ao (sin mediar espacio ni coma).
c) Ttulo de la publicacin. Los ttulos de publicaciones autnomas
(libros, revistas) se escribirn en cursiva; los ttulos de las publicaciones
dependientes (artculos y captulos de libros), en caracteres normales.
d) Lugar (ciudad) de la publicacin.
e) Editorial o entidad editora.

13. En el caso de una referencia a un artculo, a continuacin del ttulo debe


remitirse al nombre del volumen y nmero en que ste figura y, como
ltima informacin, a la numeracin de la primera y ltima pginas,
separadas por guin.
14. Todos los trabajos citados en el texto deben incluirse en la seccin
Referencias bibliogrficas de acuerdo con las convenciones
ejemplificadas a continuacin:

Libro:

Lavandera, Beatriz. 1984. Variacin y significado. Buenos Aires: Hachette.

Colaboracin en volumen colectivo:

Frago Gracia, Juan Antonio. 1995. La lengua de los castellano-leoneses


emigrados a Indias. En Csar Hernndez Alonso (coord.). La lengua
espaola y su expansin en la poca del tratado de Tordesillas, pp. 79-
97. Salamanca: Junta de Castilla y Len.

Otra posibilidad es de la siguiente forma:

Martn Zorraquino, Mara y Jos Portols. 1999. Los marcadores del


discurso. En Ignacio Bosque y Violeta Demonte (eds.), pp. 4051-4207.

Adems, en este caso deber incluirse la referencia bibliogrfica completa


del volumen colectivo, que en el ejemplo anterior correspondera a:

Ignacio Bosque y Violeta Demonte (eds.). 1999. Gramtica descriptiva de


la lengua espaola. Madrid: Espasa Calpe.
Artculo:

Serrano, Mara Jos. 1995. Sobre un cambio sintctico en el espaol canario:


del indicativo al subjuntivo y condicional. Hispania 78: 894-905.

Tesis:

Gonzlez, Marina. 2002. Retrica y estilo en la Relacin Autobiogrfica de


rsula Surez (religiosa clarisa chilena 1666 a 1749). Tesis para optar
al grado de Doctora en Filosofa con mencin en Lingstica Hispnica,
Universidad de Chile.

Ponencia:

Rojas Mayer, Elena. 2001. La norma hispnica: prejuicios y actitudes de


los argentinos en el siglo XX. Ponencia presentada en el II Congreso
Internacional de la Lengua Espaola El espaol en la Sociedad de la
Informacin, Valladolid, Espaa.

Documento electrnico:

Contreras, Constantino. 1999. El castellano hablado por mapuches:


rasgos del nivel morfosintctico. Estudios filolgicos 34: 83-98 [en
lnea]. Disponible en http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_
arttext&pid=S0071-17131999003400007&lng=es&nrm=iso [Consulta
01/08/2006].

15. La seccin Referencias bibliogrficas debe incluir solamente trabajos


citados en el texto.
16. Por razones editoriales, los autores debern tener presente que no se
podrn efectuar enmiendas posteriores a la entrega de los trabajos.
17. Sobre cualquier duda respecto a estas normas, dirigirse al Secretario
de Redaccin del Boletn de Filologa.
Correo electrnico: [email protected]
Boletn de Filologa de la Universidad de Chile
Author guidelines

General instructions

Manuscripts should be sent to Secretario de Redaccin, Boletn de Filologa,


Departamento de Lingstica, Facultad de Filosofa y Humanidades,
Universidad de Chile, Av. Ignacio Carrera Pinto 1025, uoa, Santiago,
Chile. E-mail: [email protected]

The double-blind refereeing process implies the evaluation of the manuscript


by at least two specialists, who must send their assessment within a month.
Notification of the decision about the manuscript will then be sent to authors.
The reviewers must be specialists who do not belong to the Editorial Board
or to the editing institution. Papers are evaluated according to: 1) significance
of contents, 2) originality and value for future work, 3) current importance
and consistency of conceptual framework, 4) quality of methodology, 5)
clarity of presentation, and 6) organization and style.

Boletn de Filologa is a biannual publication (June, December). Contributions


to the first issue are received by 31 March and, to the second, by 31 August.

Authors will receive 20 offprints of their articles and one copy of the journal.

Instructions for contributors

1. Submission of an article to Boletn de Filologa is taken to imply that


it has not previously been published. Manuscripts should preferably be
submitted in Spanish, but article are also published in English, French
and Portuguese.
2. A contribution should be submitted as an e-mail attachment (Word 97
or higher). In addition, two paper copies should be sent.
3. Texts should use 12-point Times New Roman font, justified margins,
1.5 spacing between lines, and letter size paper.
4. Manuscripts must specify the title of the article, the name(s) of the
author(s), affiliation, full postal address of the institution, telephone
number(s) and e-mail address(es).
5. Contributions to the three regular sections of Boletn de Filologa:
articles, notes and bibliographical reviews may be submitted.
Occasionally, another section to publish documents of scientific interest
within the thematic field of the journal may be included.
6. The text of an article must be preceded by an abstract of about 150
words, in Spanish and in English. Three to six keywords must be
provided in both languages.
7. The length of the papers should be of about 30 pages in the case of
articles (including notes and bibliographical references), 10 pages for
notes and 5 pages for bibliographical reviews.
8. Papers should be divided into subtitled sections and subsections (if
necessary).
9. Words or phrases which need emphasis should be written in italics.
Italics must also be used when a term is used metalinguistically. The
meaning of terms should be written between single quotation marks.
10. Quotations must be written between double quotation marks within the
text, provided they do not exceed three lines. Longer quotations should
be written as separate indented blocks, with no quotation marks. After
the quotation, the surname of the author, year of publication and, after a
colon, the number(s) of the corresponding page(s), should be indicated.
The same procedure may be used in the case of indirect quotations and
cross-references. If the author is mentioned in the text, the reference
should indicate the year of publication and the corresponding page.
11. Notes should appear as footnotes and numbered consecutively. They
are referred to by superscript numbers, without parentheses. Quotation
marks closing the quote and superscript numbers referring to footnotes
should go before the punctuation marks, not after them.
12. Bibliographical references should be ordered as follows:

a) Author, beginning with the surname. References should be listed


alphabetically by author.
b) Year of publication. Use small letters after the year (without space or
comma) to distinguish different items published in the same year by a
given author.
c) Title of publication. Titles of books and journals should be italicized;
titles of articles and book chapters should be written in Roman typeface.

d) Place (city) of the publication.
e) Publisher.

13. In the case of reference to an article, the title should be followed by


the name of the journal, volume and number. Then the numbers of the
first and the last pages of the article should be included, separated by
a hyphen. In the case of reference to a chapter in a collective volume,
the editor(s) name(s) should be followed by the title of the book and
by the numbers of the first and last pages of the chapter.
14. All the works cited in the text must be included in the Bibliographical
References section according to the conventions exemplified below:

Book:

Lavandera, Beatriz. 1984. Variacin y significado. Buenos Aires: Hachette.

Publication in a collective volume:

Frago Gracia, Juan Antonio. 1995. La lengua de los castellano-leoneses


emigrados a Indias. En Csar Hernndez Alonso (coord.). La lengua
espaola y su expansin en la poca del tratado de Tordesillas, pp. 79-
97. Salamanca: Junta de Castilla y Len.

Or:

Martn Zorraquino, Mara y Jos Portols. 1999. Los marcadores del


discurso. En Ignacio Bosque y Violeta Demonte (eds.), pp. 4051-4207.

Additionally, in this case, a complete bibliographical reference to the


collective volume should be included, as shown below:

Ignacio Bosque y Violeta Demonte (eds.). 1999. Gramtica descriptiva de


la lengua espaola. Madrid: Espasa Calpe.

Article:

Serrano, Mara Jos. 1995. Sobre un cambio sintctico en el espaol canario:


del indicativo al subjuntivo y condicional. Hispania 78: 894-905.
Thesis:

Gonzlez, Marina. 2002. Retrica y estilo en la Relacin Autobiogrfica de


rsula Surez (religiosa clarisa chilena 1666 a 1749). Tesis para optar
al grado de Doctora en Filosofa con mencin en Lingstica Hispnica,
Universidad de Chile.

Paper published in conference proceedings or presented at conferences:

Rojas Mayer, Elena. 2001. La norma hispnica: prejuicios y actitudes de


los argentinos en el siglo XX. Ponencia presentada en el II Congreso
Internacional de la Lengua Espaola El espaol en la Sociedad de la
Informacin, Valladolid, Espaa.

Electronic document:

Contreras, Constantino. 1999. El castellano hablado por mapuches: rasgos


del nivel morfosintctico. Estudios filolgicos 34: 83-98 [en lnea].
Disponible en http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=
S007117131999003400007&lng=es&nrm=iso [Consulta 01/08/2006].

15. The Bibliographical References section should only include publications


cited in the text.
16. For editorial reasons, authors must bear in mind that modifications will
not be accepted after the contribution has been submitted.
17. For further information, please contact the editor of Boletn de Filologa.
E-mail: [email protected]

Instrues e normas para a apresentao de trabalhos
no Boletim de Filologia da Universidade de Chile

Generalidades

Os trabalhos devem ser enviados ao Secretario de Redao do Boletim


de Filologia, Departamento de Lingstica, Faculdade de Filosofia e
Humanidades, Universidad de Chile, Av. Ignacio Carrera Pinto 1025, uoa,
Santiago, Chile. Correio eletrnico: [email protected]

O processo de arbitragem duplo cego implica a avaliao de, pelo menos,


dois especialistas, os quais tem um prazo de um ms para informar sobre
a qualidade do trabalho em considerao. Uma vez cumprido o dito prazo
o Comit Editorial comunica a possibilidade de publicao a seus autores.
Os avaliadores de cada trabalho devem ser especialistas na rea externa ao
Comit Editorial e a instituio editora da revista. Os aspectos considerados
na avaliao dos artigos so: 1) relevncia do tema abordado, 2) originalidade
no enfoque utilizado, 3) atualizao e consistncia do marco conceitual, 4)
adequao da metodologa, 5)clareza na apresentao dos resultados e 6)
redao e aspectos formais.

A periodicidade do Boletim de Filologia semestral (junho e dezembro). O


prazo para receber as colaboraes para o primeiro tomo de cada ano vence
no dia 31 de maro e para o segundo, no dia 31 de agosto.
Os autores recebero de forma gratuita 20 separatas do seu artigo e um
exemplar do Boletim.

Normas editoriais

1. O Boletim de Filologia publica apenas trabalhos originais (inditos)


escritos preferencialmente em espanhol, mas tambm publica trabalho
em Ingls, Francs e Portugus.
2. Toda colaborao deve ser remetida em duas cpias, acompanhadas de
suporte eletrnico, legivel mediante processador de textos Word (97 ou
superior).
3. Os textos devem ser digitados em Times New Roman, tamanho 12,
espao 1,5, margem justificada, tamanho carta.
4. O trabalho deve especificar com clareza seu ttulo e o nome do(s)
autor(es), instituio de filiao e endereo, telefone e correio eletrnico.
5. Podem ser enviadas colaboraes a trs sees habituais do Boletn de
Filologa: Artigos, Notas e Resenhas bibliogrficas. Ocasionalmente,
poder incluir outra seo para a publicao de materiais de interesse
cientfico relacionado com a temtica da revista.
6. O texto de um Artigo e apenas nesse caso deve vir procedido por
um breve resumo, de aproximadamente meia pgina de extenso,
com verso em espanhol e em ingls. Devero indicar entre trs e seis
palavras chave do trabalho, em espanhol e ingls.
7. A extenso dos trabalhos no deve ultrapassar as 30 pginas, no caso
dos Artigos (incluindo notas e referncias bibliogrficas), 10 pginas
para as Notas e 5 pginas para as Resenhas bibliogrficas.
8. Trabalho deve estar claramente dividido em sees e e subsees (se
for necessrio) tituladas adequadamente.
9. As palavras ou frases que queiram destacar sero digitadas em cursiva e
nos termos tcnicos, indicados entre aspas. Tal recurso se deve empregar,
toda vez que um signo seja citado no texto metalingsticamente.
10. As citaes textuais deven estar entre aspas no corpo do trabalho, no
caso de ultrapasar as trs linhas. Se ultrapassarem, devero aparecer
no pargrafo a parte. Seguindo a citao textual, devero apresentar,
entre parntesis, o sobrenome do autor, ano de publicao e, depois de
dois pontos, nmero(s) de pgina(s) correspondente(s). Poder fazer
o mesmo com citaes indiretas e indicaes. Se o autor citado por
seu sobrenome em alguma orao do artigo, a indicao se limitar a
anexar o ano de publicao e a pgina correspondente.
11. Citaes e notas de p de pgina (com numerao correlativa). As
citaes includas no texto, devem ser indicadas entre parntesis. As
aspas finais e as de p de pgina devem vir antes da pontuao.
12. As referncias bibliogrficas de todo o texto devem estar organizadas
da seguinte forma:

a) Nome do autor, comeando pelo sobrenome, seguido da(s) inicial(is) do


nome(s). No caso de varios autores, esta ordem ser invertida a partir do
segundo nome do autor.
b) Ano de publicao. No caso de citar vrios trabalhos de um mesmo autor
publicados no mesmo ano, devem distinguir com letras minsculas depois
do nmero do ano (sem mediar espaos e vrgula).

c) Ttulo da publicao. Os ttulos de publicao autnomas (livros, revistas)
devem estar escritas em cursiva; os ttulos das publicaes dependentes
(artigos e captulos de livros), em caracteres normais.
d) Lugar da publicao.
e) Editora.

13. No caso de uma referncia a um artigo, a continuao do ttulo devem


remitir ao nome do volume e nmero a que este corresponde e, como
ltima informao, a numerao da primeira e ltima pginas, separadas
por travesso.
14. Todos os trabalhos citados no texto devem ser includos na seo
referncias de acordo com as normas exemplificadas a continuao:

Livro:

Lavandera, Beatriz. 1984. Variacin y significado. Buenos Aires: Hachette.

Colaborao em volume coletivo:

Frago Gracia, Juan Antonio. 1995. La lengua de los castellano-leoneses


emigrados a Indias. En Csar Hernndez Alonso (coord.). La lengua
espaola y su expansin en la poca del tratado de Tordesillas, pp. 79-
97. Salamanca: Junta de Castilla y Len.

A outra possibilidade da seguinte forma:

Martin Zorraquino, Maria y Jos Portols. 1999. Los marcadores del


discurso. En Ignacio Bosque y Violeta Demonte (eds.), pp. 4051-4207.

Alm do mais, nesse caso dever ser includa a referncia bibliogrfica


completa do volume coletivo, que no exemplo anterior correspondera a:

Ignacio Bosque y Violeta Demonte (eds). 1999. Gramtica descriptiva de


la lengua espaola. Madrid: Espasa Calpe.

Artigo:

Serrano, Maria Jos. 1995. Sobre um cambio sintctico en el espaol canario:


del indicativo al subjuntivo y condiciona. Hispania 78: 894-905.
Tesis:

Gonzlez, Marina. 2002. Retrica y estilo en la Relacin Autogrfica de


rsula Surez (religiosa clarisa chilena 1666 a 1749). Tesis para optar
al grado de Doctora en Filosofa con mencin en Lingstica Hispnica,
Universidad de Chile.

Palestra:

Rojas Mayer, Elena. 2001. La norma hispnica: prejuicios y actitudes de


los argentinos en el siglo XX. Ponencia presentada en el II Congreso
Internacional de la Lengua Espaola El espaol en la Sociedad de la
Informacin, Valladolid, Espaa.

Documento eletrnico:

Contreras, Constantino. 1999. El castellano hablado por mapuches: rasgos


del nivel morfonsintctico. Estudios filolgicos 34: 83-98 [em linha].
Disponvel em http:// www.scielo.cl/scielo. ph? script= sci_ arttext&pid
=S0071 1731999003400007- &lng=es&nrm=iso [Consulta 01/08/2006]

15. A seo Referncias bibliogrficas deve incluir apenas os trabalhos


citados no texto.
16. Por razes editoriais, os autores devero saber que no ser possvel
efetuar mudanas posteriores entrega dos trabalhos.
17. No caso de qualquer dvida sobre as normas, entrar em contato com
o Secretario de Redao do Boletim de Filologia. Correio eletrnico:
[email protected]
Boletn de Filologa de la Universidad de Chile

Resea histrica y nmeros disponibles

El Boletn de Filologa de la Universidad de Chile es una publicacin del


Departamento de Lingstica dependiente de la Facultad de Filosofa y
Humanidades de dicha corporacin. La Facultad de Filosofa y Humanidades
fue fundada el 14 de noviembre de 1842. Desde su fundacin en 1934
por el Dr. Rodolfo Oroz, la revista se ha consagrado a la publicacin de
artculos, notas y reseas relativos, en lo fundamental, a problemas diversos
de lingstica y filologa hispnicas. Asimismo, aunque en menor escala,
se han publicado estudios sobre folclore, literatura (sobre todo, espaola e
hispanoamericana) y estilstica. El objetivo del Boletn de Filologa es la
difusin de artculos cientficos originales de lingstica y filologa hispnica,
romnica y general y, de este modo, propiciar el intercambio acadmico
en dichas reas del conocimiento. El Boletn de Filologa est dirigido a
estudiosos de la lengua espaola as como a pblico interesado en problemas
de lingstica y filologa, en general. Las funciones de los miembros del
Consejo Cientfico Asesor consisten en apoyar al Comit Editorial y la
Direccin del Boletn de Filologa en la toma de decisiones tendientes al
cumplimiento de su perfil y los objetivos que la publicacin ha definido,
difundir la labor de esta revista en el mbito acadmico internacional y, por
ltimo, pronunciarse, eventualmente, si el Comit lo considerase oportuno,
respecto de la calidad y consistencia cientfica de algunos de los trabajos
sometidos a su consideracin para ser publicado.

El Boletn de Filologa constituye la revista latinoamericana de lingstica


y filologa ms antigua en el mbito de la hispanstica y su prestigio ha sido
reconocido a nivel nacional e internacional. En su ms de medio siglo de
publicacin, han colaborado en las diferentes ediciones de la revista, entre
otros eminentes hispanistas, los siguientes: Amado Alonso, Joan Corominas,
Toms Navarro Toms, Antonio Tovar, Max Leopold Wagner, Yakov Malkiel,
Manuel Alvar, Bertil Malmberg, Bernard Pottier, Harri Meier, Giovanni Meo-
Zilio, J. Donald Bowen, Gnter Haensch, Juan M. Lope Blanch, Germn de
Granda, Humberto Lpez Morales, Guillermo Guitarte, Jos Joaqun Montes
Giraldo, Toms Buesa Oliver, Mara Beatriz Fontanella de Weinberg, Ofelia
Kovacci, ngel Rosenblat, Marius Sala y Tudora Sandru. La periodicidad
de la revista ha sido principalmente anual, aunque por motivos de fuerza
mayor, en ocasiones se han publicado nmeros dobles correspondientes a
dos aos. A partir de 2008, el Boletn de Filologa aument su periodicidad
a dos nmeros al ao (bianual o semestral).

Sucesivas reformas de la estructura de la Universidad de Chile han


motivado cambios en el nombre de la revista, debido a que cada vez ha
quedado adscrita administrativamente a distintas unidades acadmicas. Pese
a ello, constituye una misma serie que responde a las finalidades expuestas
en el Tomo IV (1944-1946).

Boletn de Filologa de la Universidad de Chile


History and available back issues

Boletn de Filologa de la Universidad de Chile is a publication of the


Departament of Linguistics of The Faculty of Philosophy and Humanities
of this university. The Faculty of Philosophy and Humanities was founded
on the 14th of November of 1842. Since its foundation by Dr. Rodolfo
Oroz in 1934, the journal has been mainly devoted to the publication of
articles, notes, review articles and book reviews on Hispanic philology and
linguistics. Likewise, though on a smaller scale, essays on folklore and
Spanish and Hispanic American Literature have been published. Currently
the main goal of the journal is to publish original articles, notes or review
articles on Hispanic linguistics and philology, romance linguistics, and
general linguistics.

Boletn de Filologa is the oldest Latin American journal devoted to


Hispanic linguistics and philology and since its foundation its prestige
has been internationally acknowledged. In its more than a half century of
publication, the following, among others, eminent Hispanists from all over
the world have contributed to the journal: Amado Alonso, Joan Corominas,
Toms Navarro Toms, Antonio Tovar, Max Leopold Wagner, Yakov Malkiel,
Manuel Alvar, Bertil Malmberg, Bernard Pottier, Harri Meier, Giovanni
Meo-Zilio, J. Donald Bowen, Gnter Haensch, Juan M. Lope Blanch,
Germn de Granda, Humberto Lpez Morales, Guillermo Guitarte, Jos
Joaqun Montes Giraldo, Toms Buesa Oliver, Mara Beatriz Fontanella de
Weinberg, Ofelia Kovacci, ngel Rosenblat, Marius Sala y Tudora Sandru.
In the past the journal was published annually. Currently, two numbers of
each annual volume are published.
Successive reforms of the structure of the University of Chile have led
to changes in the name of the journal, as the journal has on occasions been
administratively attached to different academic units. However, Boletn de
Filologa has invariably met the goals set out in Volume IV (1944-1946).

Boletim de Filologia da Universidade de Chile


Resenha histrica e nmeros disponveis

O Boletim de Filologia da Universidade de Chile uma publicao do


Departamento de Lingstica dependente da Faculdade de Filosofia e
Cincias Humanas de dita instituio. A Faculdade de Filosofia e Cincias
Humanas foi fundada em 14 de Novembro de 1842. Desde sua fundao
em 1934 pelo Dr. Rodolfo Oroz, a revista tem consagrado a publicao de
artigos, notas e resenhas relativas, principalmente, a problemas diversos de
lingstica e filologa hispnicas. Da mesma maneira, em menor escala, tem
sido publicado estudos sobre folclore, literatura (principalmente, espaola
e hispanoamericana) e estilstica. O objetivo do Boletn de Filologa a
difuso de artigos cientficos originais de lingstica e filologa hispnica,
romnica e em geral e, dessa maneira, proporcionar o intercmbio acadmico
em ditas reas do conhecimento. O Boletn de Filologa est direcionado
aos estudiosos da lngua espaola assim como ao pblico interesado nos
problemas de lingstica e filologa, en geral. As funes dos membros do
Conselho Cintifico Auxiliar consistem em apoiar ao Comit Editorial e a
Direo do Boletn de Filologa nas decises relacionadas ao cumprimento
de seu perfil e dos objetivos que a publicao definiu, difundir o trabalho da
revista no ambiente acadmico internacional e, por ltimo, se pronunciar,
se o Comit o considerar oportuno, respeito da qualidade dos trabalhos
submetidos.

O Boletn de Filologa constitui a revista latinoamericana de lingstica


e filologa mais antiga no meio da hispanistica e seu prestigio tem
reconhecimento nacional e internacional. Em seu mais de meio sculo de
publicao, tem colaborado nas diferentes edies da revista, entre outros
importantes hispanistas, os seguintes: Amado Alonso, Joan Corominas,
Toms Navarro, Antonio Tovar, Max Leopold Wagner, Yakov Malkiel,
Manuel Alvar, Bertil Malmberg, Bernard Pottier, Harri Meier, Giovanni
Meo-Zilio, J. Donald Bowen, Gnter Haensch, Juan M. Lope Blanch,
Germn de Granda, Humberto Lpez Morales, Guillermo Guitarte, Jos
Joaquim Montes Giraldo, Toms Buesa Oliver, Mara Beatriz Fontanella
de Weinberg, Ofeliz Kovacci, ngel Ronsenblat, Marius Sala y Tudora
Sandru. A periodicidade da revista tem sido principalmente anual, mas por
motivos de fora maior, em algumas ocasies foram publicados nmeros
duplos correspondentes a dois anos. A partir de 2008, o Boletn de Filologa
aumentar sua periodicidade a dois nmeros por ano.

Sucessivas reformas da estrutura da Universidad de Chile tm incentivado


mudanas em nome da revista, devido a motivos administrativos. No en
tanto, contitui uma mesma srie que responde s finalidades expostas no
Tomo IV (1944-1946)

Los volmenes publicados hasta la fecha son los siguientes (The volumes
published so far are the following/ Os volumes publicados at uo presente
so as seguintes):

Anales de la Facultad de Filosofa y Educacin. Seccin Filologa.

Tomo I, Cuaderno N 1 (1934)*


Tomo I, Cuadernos Nos. 2 y 3 (1936)*
Tomo II, Cuadernos No 1 (1937-1938)*
Tomo II, Cuadernos Nos. 2 y 3 (1939-1940)
Tomo III, (1941-1943)*

Boletn del Instituto de Filologa de la Universidad de Chile (BIFUCh)

Tomo IV (1944-1946)*

Boletn de Filologa. Publicaciones del Instituto de Investigaciones Histrico-


Culturales de la Facultad de Filosofa y Educacin de la Universidad de
Chile (BFUCh).

Tomo V (1947-1949)*
Tomo VI (1950-1951)*
Tomo VII (1952-1953)
Tomo VIII (1954-1955) *

*
Volumen agotado.
Boletn de Filologa. Publicaciones del Instituto de Filologa. Seccin del
Instituto de Investigaciones Histrico-Culturales de la Facultad de Filosofa
y Educacin de la Universidad de Chile.

Tomo IX (1956-1957)
Tomo X (1958) *
Tomo XI (1959) *
Tomo XII (1960)
Tomo XIII (1961)
Tomo XIV (1962)
Tomo XV (1963) *
Tomo XVI (1964) *
Tomo XVII (1965) *
Tomo XVIII (1966) *
Tomo XIX (1967)

Boletn de Filologa. Publicaciones del Instituto de Filologa de la Facultad


de Filosofa y Educacin. Universidad de Chile.

Tomo XX (1969) *
Tomo XXI (1970)
Tomo XXII (1971) *

Boletn de Filologa. Departamento de Espaol. Facultad de Filosofa y


Letras. Universidad de Chile.

Tomos XXIII-XXIV (1972-1973)

Boletn de Filologa. Facultad de Filosofa y Letras. Departamento de


Lingstica y Filologa. Universidad de Chile.

Tomos XXV-XXVI (1974-1975)


Tomo XXVII (1976)
Tomo XXVIII (1977)
Tomo XXIX (1978)
Tomo XXX (1979)

Boletn de Filologa. Facultad de Filosofa, Humanidades y Educacin.


Departamento de Lingstica y Filologa. Universidad de Chile.

Tomo XXXI (1980-1981)


Boletn de Filologa. Facultad de Filosofa, Humanidades y Educacin.
Departamento de Lingstica. Universidad de Chile.

Tomo XXXII (1982-1983)

Boletn de Filologa. Facultad de Filosofa y Humanidades. Departamento


de Lingstica. Universidad de Chile.

Tomo XXXIII (1992)


Tomo XXXIV (1993-1994)
Tomo XXXV (1995-1996)
Tomo XXXVI (1997)
Tomo XXXVII (1998-1999)
Tomo XXXVIII (2000-2001)
Tomo XXXIX (2002-2003)
Tomo XL (2004-2005)
Tomo XLI (2006)
Tomo XLII (2007)
Tomo XLIII (2008, Nmero 1)
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Tomo XLIV (2009, Nmero 1)
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Tomo XLV (2010, Nmero 1)
Tomo XLV (2010, Nmero 2)
Tomo XLVI (2011, Nmero 1)
Tomo XLVI (2011, Nmero 2)
Tomo XLVII (2012, Nmero 1)
Tomo XLVII (2012, Nmero 2)
Tomo XLVIII (2013, Nmero 1)
Tomo XLVIII (2013, Nmero 2)
Tomo XLIX (2014, Nmero 1)

Anejos del Boletn de Filologa

Anejo N 1. Ambrosio Rabanales, Introduccin al estudio del espaol de


Chile. Determinacin del concepto de chilenismo. 1953.

Anejo N 2. Ambrosio Rabanales y Lidia Contreras (editores), El habla culta


de Santiago de Chile. Materiales para su estudio, I, 1979.
Valor de volmenes disponibles:
en el pas: $ 15.000; en el extranjero: US$ 50;
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2014

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