Janson Magia y Rito - El Arte Del Hombre Prehistorico
Janson Magia y Rito - El Arte Del Hombre Prehistorico
Janson Magia y Rito - El Arte Del Hombre Prehistorico
ltimo periodo de glaciacin -antes haba habido tres como mnimo, que alternaron
con otros de temperaturas subtropicales, a intervalos de 25.000 aos poco ms o me-
1nos-. Y el clima reinante entre los Alpes y Escandinavia era semejante al de Siberia y
1Alaska de nuestros das. Enormes manadas de renos y otros grandes herbvoros deam-
1bulaban por llanuras y valles, perseguidos por los feroces antecesores de los actuales
leones y tigres -y por los nuestros propios-. Estos hombres gustaban de vivir en
cavernas o bajo la proteccin de rocas salientes, dondequiera que las encontraban. Se
han descubierto muchos lugares de esta clase, principalmente en Espaila y el sudoeste
de Francia; basndose en las diferencias observadas entre los utensilios y otros restos en
ellos descubiertos, los eruditos han dividido a los hombres de las cavernas en varios
grupos, designando a cada uno por un emplazamiento caracterstico. De ellos, particu-
larmente los llamados auriacienses y magdalenienses descuellan por los notables artistas
que produjeron y por el importante papel que el arte debi de representar en sus existen-
nas.
Altamira y Lascaux
Las obras ms impresionantes del arte paleoltico son las reproducciones de animales,
grabadas, pintadas o talladas en las superficies de las rocas de las cavernas, tales como
el maravilloso Biscmte herido de la cueva de Altamira, en el norte de Espaa (fig. 14). El
animal moribundo se ha desplomado y yace sobre el suelo; sus patas ya no pueden
sostener el peso del cuerpo, y con todo, aun desvalido, tiene la cabeza gacha para defen-
derse. Qu imagen ms viva y natural! Nos sorprende tambin la aguda observacin,
los trazos seguros y vigorosos, el sombreado finamente equilibrado que da bulto 'y
relieve a las formas; pero tal vez nos asombre an ms la expresin de fuerza y dignidad
del animal en su agona. No menos impresionantes, aunque menos cuidados en los
pormenores, son los animales pintados en la cueva de Lascaux, en la regin francesa de
la Dordogne (fig. 15, lm. color 2). Bisontes, ciervos, caballos y otras reses corren a
travs de las paredes y el techo en tropel y salv~e confusin, algunos simplemente
esbozados en negro, otros pintados por completo con brillantes colores de tierra, pero
manifestndose en todos el misterioso sentido de la vida.
Cmo se desarroll este arte extraordinario? Cul era su finalidad? Cmo ha lo-
grado sobrevivir intacto despus de tantos siglos? La ltima de estas preguntas puede
contestarse con relativa facilidad, pues las pinturas nunca se hallan cerca de la boca de
"'
15. Pintura rupestre. (Ver lm. color 2), Lascaux (Dordogne), Francia
una cueva, donde estaran expuestas a ser descubiertas fcilmente (y destruidas), sino
siempre en las profundidades ms recnditas y oscuras, lo ms lejos posible de la entrada.
A algunas de ellas tan slo podemos llegar arrastrndonos por caminos tan intrincados
que no tardaramos en perdernos sin la ayuda de un gua experto. En efecto, la caverna
de Lascaux -circunstancia asaz caracterstica- la descubrieron por pura casualidad, en
1940, unos muchachos de las inmediaciones cuyo perro se haba cado en un agujero
que llevaba a la cmara subterrnea.
Se trata de imgenes escondidas en las entraas de la tierra, lo que probablemente
haba de protegerlas dt: casuales intrusos. Por esto la finalidad de estas representacion_y~
hubo de ser mucho ms trascendente que la de un simple decorad9. Es indudable que
fueron trazadas como parte de un ritual de magia para asegurar el xito de una expedi-
cin cinegtica. Deducimos esto no solamente de su emplazamiento oculto y de las lneas
que quieren representar lanzas o flechas, trazadas con frecuencia apuntando a los anima-
les, sino tambin de la forma peculiar y desordenada en que aparecen superpuestas !as
figuras (como en la fig. 15). Es de creer que para los hombres de la primera Edad de
Piedra no exista una clara distincin entre la imagen y la realidad; al trazar la represen-
tacin de un animal pensaban que era el propio animal, pretendan ponerlo a su alcance
y matando)) la imagen crean matar a su espritu vital. As, una imagen muerta)) perda
su potencia una vez llevado a cabo el ritual de su sacrificio y no resultaba por ello
necesario temerla llegado el momento de reanudar el ataque. La magia produca efecto,
no cabe dudar de ello; los cazadores, cuyo valor se vea as fortificado, haban de tener
ms xito cuando se lanzaban a derribar aquellas bestias formidables con sus primitivas
armas. A:n hoy en da, no ha desaparecido la base emocional sobre la que se asienta
44 Historia general del arte
este tipo de magia. Solemos llevar en la cartera las fotos de nuestros seres queridos
pol'q_ue dio rios proporciona la sensacin de que se hallan presentes, y no resulta extrao
rompertties fotografas cuando aquellos que se ven representados en ellas han pasado a
convertirse en objeto de nuestro odio.
Aun as, quedan no pocas cosas enigmticas acerca de las pinturas rupestres. Por
qu tienen que estar en lugares tan inaccesibles? La magia cinegtica a la que servan,
no poda haberse practicado con iguales resultados al aire libre? Y por qu poseen una
naturalidad tan maravillosa? No habra sido igual el efecto mgico si el {<sacrificio se
hubiese efectuado en imgenes menos realistas? Conocemos innumerables ejemplos de
prcticas mgicas de pocas posteriores que han exigido solamente las representaciones
ms toscas y esquemticas, como la de dos palos cruzados para significar una figura
humana.
Tal vez cupiera considerar las pinturas de las cavernas magdalenienses como la fase
final de una evolucin que empez como simple magia de muerte en un tiempo en que
abundaba la caza mayor, pero que fue modificando su significado a medida que los
animales empezaron a escasear -existen pruebas de que las grandes manadas se trasla-
daron hacia el Norte al suavizarse el clima de Europa Central-. As, pues, en Altamira
y Lascaux el objetivo principal no era ya matar, sino producir animales -par:'
aumentar el suministro--, acaso mediante rituales peridicos que se repetan un ao tras
otro. Recientemente, se han reconocido imgenes de plantas en ciertas armas asociadas a
los animales (ver lm. color 2). Es posible que los magdalenienses sintieran que deban
practicar su magia fertilizante en las entraas de la tierra porque crean que sta era una
cosa viva de cuyo seno brota toda otra vida? Esta idea nos es familiar por los cultos de
divinidades terrestres de pocas posteriores; no es imposible que su origen se remonte
al Paleoltico. Si realmente es as, ayudara a explicar el admirable realismo de las pin-
turas de las cavernas, ya que un artista que cree realmente estar creando un animal,
es mucho ms probable que persiga esta cualidad que otro que se limita a trazar la
imagen con miras a su sacrificio.
Posibles orgenes
Incluscr"'ciertas pinturas rupestres proporcionan un indicio relativo al origen de esta
tradicin de magia de fertilidad; en muchos casos, la forma del animal parece haber sido
sugerida por la constitucin natural de la roca, de modo que su cuerpo coincida con un
abombamiento o su contorno siga lo mejor posible una veta o una grieta. Todos sabe-
mos que, en ocasiones, nuestra imaginacin nos conduce a ver todo tipo de imgenes
en formaciones casuales tales como nubes o manchas. Un cazador de la Edad de Piedra,
absorto en el peligroso juego del que dependa su supervivencia, se hallaba mucho ms
expuesto a reconocer tales animales sobre la superficie de su cueva as como a atribuir
un profundo significado a su descubrimiento. Tal vez al principio se limitara a realizar
los contornos de aquellas imgenes sugeridas por medio de una rama carbonizada que
coga del fuego, con objeto de que sus compaeros vieran a su vez lo que haba descu-
bierto. Resulta tentador pensar que aquellos que se mostraban particularmente hbiles
en descubrir tales imgenes reciban la consideracin especial de magos-artistas y se vean
libres de los peligros de la cacera para poder as perfeccionar su propia {<caza de im-
genes. Por espritu observador, ms tarde, aprendieron a trazar figuras sin tener que
Magia y rito. El arte del hombre prehistrico 45
acudir, o muy poco, a las formaciones casuales, aunque siguieron sirvindose de este
recurso cuando se ofreca. Un ejemplo elocuente de cstt proceso creador es el notable
Desnudo femenino de la caverna magdalcniense de Penne (fig. 16), una de las raras
reproducciones de la figura humana que conocemos del arte paleoltico (aparentemente,
la fertilidad humana no constitua un problema tan acuciante como lo era la fertilidad
animal). Las piernas y el tronco fueron tallados en los bordes naturales de la roca, de
manera que las formas parecen surgir casi imperceptiblemene de la piedra. El brazo
derecho apenas es visible, y la cabeza parece haber sido omitida del todo, por falta de
cooperacin de la superficie natural. Qu clase de ritual haya podido centrarse en esta
figura, es cosa que slo podemos conjeturar. No obstante, la existencia de ritos troglo-
dticos relativos a la fertilidad, as humana como animal, es confirmada por un grupo
nico de dibujos paleolticos, descubierto durante la dcada de los cincuenta en las pa-
redes de la Cueva de Addaura, cerca de Palermo (Sicilia). Estas imgenes, labradas en la
roca mediante trazos rpidos y seguros, muestran figuras humanas en actitud de danza
acompaadas de animales. Aqu, al igual que en Lascaux, hallamos de nuevo numerosas
capas de imgenes distintas superpuestas (fig. 17).
Aparte del arte rupestre a gran escala, los hombres del Paleoltico superior han dejado
tambin dibujos menores, del tamao de una mano, as como tallas en hueso, asta o
piedra, hbilmente trabajadas por medio de herramientas de slex. Las rns antiguas
halladas hasta ahora son unas pequeas figuras procedentes de una caverna del sudoeste
de Alernania. Fueron realizadas en marfil de marnut y datan de hace 30 000 aos. Se
trata de obras tan perfectas que debieron de ser fruto de una tradicin artstica de varios
miles de aos de antigedad. Dificilmente podra un escultor ms reciente haber impro-
visado las grciles y armoniosas curvas del caballo al galope (fig. 18). Largos aos de
uso han llegado a desgastar algunos detalles del diminuto anirnal; no obstante, las dos
lneas que convergen sobre la espaldilla no formaban parte del diseo original. As,
tarnbin este caballo debi de st~r finalmente (<lllUcrtml o (<sacrificado)),
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21. Hechicero cazando canguros. Pintura aborigen de la Tierra de Arnhem Occidental, norte de Australia. Hacia
1900. Corteza de rbol
Magia y rito. El arte del hombre prehistrico 49
JERIC
Nos ofrecen un vehemente anticipo de lo que tal vez nos espera, los recientes ha-
llazgos realizados en la prehistrica Jeric, entre los que figura un grupo de cabezas
magnficamente esculpidas que datan aproximadamente del 7000 a. de J. C. (fig. 22).
Son crneos humanos autnticos, cuyas caras.fueron reconstruidas en yeso t~;:iido, con
conchas marinas como ojos. Ya la sutileza y precisin del modelado, la fina" gradacin
de planos y lneas, el sentido de la relacin entre la carne y el hueso, seran de por s
muy notables, prescindiendo de su remota antigedad. Adems, los rasgos no presentan
un tipo en serie; cada uno posee una expresin individual bien manifiesta.
Por muy misteriosas que sean, estas cabezas neolticas apuntan claramente hacia el
arte mesopotmico (ver la fig. 90); son los primeros precursores de una tradicin del arte
del retrato, que se continuar ininterrumpidamente hasta la cada del Imperio romano.
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CATAL HYK
Las excavaciones que han venido realizndose en <:;::atal Hyk (Anatolia) desde 1961
han sacado a la luz una nueva ciudad neoltica considerada aproximadamente mil aos
ms joven que Jeric. Sus pobladores habitaban en casas agrupadas en torno a patios
abiertos y construidas con ladrillos de adobe y vigas de madera (fig. 24). Puesto que
carecan de puertas, no existan las calles: aparentemente, sus moradores accedan a ellas
a travs del tejado. Su diseo inclua cierto nmero de capillas religiosas (las ms antiguas
de las descubiertas hasta ahora) sobre cuyos muros cubiertos de yeso podemos contem-
plar las primeras pinturas que se sabe hayan sido realizadas sobre una superficie cons-
truida por el hombre. Observamos escenas de caza en las que aparecen pequeas figuras
que rodean a toros y ciervos y que despiertan ecos procedentes de la vieja Edad de Piedra
que nos indican que la revolucin neoltica deba de constituir entonces un acontecimien-
to reciente (fig. 25, lm. color 3). No obstante, ya haba tenido lugar un cambio significa-
tivo: estas escenas de caza ya no representan tanto una actividad cotidiana necesaria para la
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~
.
Mellaart), c. 6 000 a. C. (ver
. lm. color 3)
LA EUROPA NEOLTICA
30, 31. Diosa de la fertilidad de Cernavoda (Rumania) c. 5 000 a. C. Barro cocido, altura 15,8 cms. Bucarest,
Museo Nacional (fotografas de Alexander Marshack)
lientes (entre los cuales no se hallaba para l incluido el rostro). La suave concavidad de
la espalda pone de relieve la globosa convexidad de la parte delantera -muslos, vientre,
brazos y pechos- de un modo digno de cualquier escultor del siglo XX.
Dlmenes y cromlechs
Allende los Alpes, el influjo del Prximo Oriente no se manifest hasta mucho ms
tarde. En Europa Central y Septentrional, una poblacin desparramada sigui llevando
la sencilla vida tribal propia de las pequeas comunidades pueblerinas incluso despus
de la introduccin del bronce y del hierro, siguiendo as hasta unos pocos siglos antes
del nacimiento de Cristo. La Europa neoltica nunca alcanz el nivel de organizacin
social que produjeron la arquitectura de mampostera de Jeric o la densa comunidad
urbana de <;atal Hyk. En su lugar encontramos all monumentales construcciones de
piedra, de un estilo diferente, llamadas megalticas porque constan de enormes bloques o
rocas colocados unos sobre otros sin argamasa. Su finalidad era religiosa ms que cvica
o utilitaria; al parecer, el prolongado y coordinado esfuerzo que su ereccin exiga, poda
lograrse nicamente gracias a la disciplina de una fe religiosa: una fe que, casi literal-
mente, exga que se movieran montaas. Aun hoy en da, estos monumentos megal-
ticos poseen cierto aire inquietante y sobrehumano, como si fuera el resultado del trabajo
de una raza de gigantes ya olvidada.
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33. Stonehenge, hacia 2000 a. de J. C. Dimetro del crculo 29,6 m.; Salisbury Plain,
Wiltshire, Inglaterra
34. Stonehenge (ver lm. color 4). Salisbury Plain, Wiltshire, Inglaterra