Feminicidio o Autodestrucción de La Mujer
Feminicidio o Autodestrucción de La Mujer
Feminicidio o Autodestrucción de La Mujer
Autora:
Mara del prado esteban diezma
flix rodrigo mora
Imagen de Portada:
Nicoletta Toms
Editado por:
Aldarull Edicions
www.aldarull.org
ISBN: 978-84-938538-8-4
FEMINICIDIO
O
AUTO-CONSTRUCCIN
DE LA MUJER
Volumen I:
Recuperando la historia
FEMINICIDIO
O
AUTO-CONSTRUCCIN
DE LA MUJER
Primera parte
EXORDIO
humana como la familia -que es hoy el ltimo resto de lo que fue una trama
de vinculacin social compleja y plena- que desaparecer para que asciendan
las nuevas organizaciones de encuadramiento del infraindividuo futuro:
ejrcito, empresa y organismos burocrticos.
Nuestra idea bsica es que estas cuestiones pertenecen al rango de
los grandes problemas humanos que, por ello, trascienden las ideologas
y partidismos y que su remedio requiere de la confluencia de muchas
corrientes de pensamiento en pos de la rehumanizacin y recuperacin del
sujeto histrico capaz de superar la fractura entre los sexos para poder
pensar en una sociedad sin Estado, una tarea que solo ser posible si la mujer
es sujeto participante de forma plena.
Si, como dice Sneca, solo en la adversidad se hallan las grandes lecciones
del herosmo, hoy estamos en la mejor disposicin para recuperar la mujer
heroica capaz de de emerger desde las ruinas de la sociedad presente para
regenerar la vida como vida humana.
PRLOGO:
PRECISIONES SOBRE
EPISTEMOLOGIA
Simone Weil
George Orwell
amplia, necesaria para construir la base pre-poltica del ser humano, sin
la cual no se puede ser persona. Por eso lee a los filsofos y pensadores
ms destacados de Occidente, los reflexiona, comprende y extrae de ellos,
con el pertinente espritu crtico, lo mejor. Lejos de dejarse encerrar en los
feminicidas manuales y catecismos adoctrinadores para mujeres, supo
elevarse a las cumbres ms altas del pensamiento y el saber, sin dejarse
manipular por demagogias sexistas. De ese modo mostr cul es la va de la
emancipacin femenina.
Con todo ello se autoconstruy como mujer-ser humano mltiple y plural,
que, adems, se compromete con la revolucin. Por ello participa en nuestra
guerra civil unindose a la columna Durruti, lleva una existencia rigurosamente
moral, asctica y entregada al servicio del otro, se enrola en la Resistencia
antinazi y escribe sobre arte, historia, poltica, economa, condicin obrera,
filosofa, religin y otras varias materias ms, no siempre con acierto pero
s a menudo. As se hizo una persona admirada, querida y respetada, a la
que muchos hombres acudan en busca de orientacin y consejo (basta leer
la parte de su correspondencia publicada para comprobarlo), dado que la
tenan por mejor y superior a ellos, lo que manifiesta hasta qu punto supo,
con su vida limpia, entregada a la gran causa de la verdad y esforzada, asestar
un golpe demoledor a la misoginia cotidiana.
Todo eso lo hizo, tambin, porque se mantuvo alejada de la sinrazn
feminista, a la que dedic un desdn prctico continuado. En efecto,
no se dej encerrar en el presidio de los problemas de las mujeres ni
menos an en la autodestructiva crcel del odio androfbico, que aniquila
psquicamente, repudiando la demagogia, la mentira, el fanatismo, el espritu
burgus y la anticultura de aqulla. Por eso fue sabia, buena, inteligente, no
sexista, revolucionaria y libre.
El libro que la lectora o lector tiene ante s est hecho, en lo metodolgico
o epistemolgico, siguiendo los procedimientos de Simone Weil, en varios
aspectos, no slo en los ya tratados. Otro ms, decisivo, es el aprecio que
tuvo por la experiencia directa, por los hechos y la realidad, como reflexin
sobre la prctica personal y tambin social, mostrndose siempre abierta a
entender el mundo desde la vivencia de los otros, escuchando, aprendiendo
y compartiendo. Super el estrecho universo de las teoras y los libros,
ponindose en marcha para conocer por propia experiencia aquello que la
interesaba comprender con objetividad. Por eso se hace trabajadora manual
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 17
llama Espaa proviene del Cdigo Civil de 1889. ste fue elaboracin
de un parlamento elegido por sufragio restringido, el cual exclua de toda
participacin poltica, incluso formal, al 95% de los varones y al 100% de
las mujeres, de manera que ni siquiera en ese sentido, tan insustancial, puede
ser obra de los hombres en general, pues lo fue slo de una minora de
varones de las clases altas. Analizar esto es la va hacia una comprensin
objetiva y fundamentada del patriarcado, pero a ello se niega rotundamente
el feminismo, que necesita de lo irracional, puesto que medra explotando
despiadadamente las emociones negativas de las mujeres, victimismo
obsesivo, temor pnico y odio convulsivo, y de los varones, sentimientos de
culpa, vergenza de s y necesidad angustiosa de expiacin.
As las cosas tuvimos que hacer un complejo, largo y duro trabajo de
investigacin fctica, aterica y puramente experiencial de lo que realmente
ha sido y es el patriarcado.
Enorme importancia tiene demostrar que no hay misoginia en nuestros
fueros municipales y cartas de poblacin de los siglos IX-XIII. Nos hubiera
gustado citar muchos ms de estos documentos pero no es posible por
motivos de tiempo y espacio, as que nos hemos limitado a unos pocos. Esto
nos llev a inquirir en la naturaleza no sexista del cristianismo revolucionario,
asunto bastante menos innovador, ya que es sabido desde siempre que fue en
gran medida un movimiento de mujeres, adems de esclavos, libres pobres y
otros oprimidos por el aparato estatal romano.
Similar funcin tienen las novedosas reflexiones sobre la imagen de
la mujer en El Quijote, que expresa cul era la vida de las fminas en los
ambientes populares en el siglo XVI, lo que contribuye a refutar la idea
central del neomachismo feminista, que el patriarcado est en el mundo
popular desde siempre y que slo puede ser desalojado de ah por el Estado.
O dicho en plata, que slo la represin judicial y policial a gran escala de los
varones de las clases populares, que segn tales soflamas son atvicamente
machistas, violadores, agresores y asesinos de mujeres, puede garantizar la
seguridad de stas. Que tal interpretacin es rigurosamente falsa se desprende
de los datos aportados.
Lo mismo significan los muchos estudios particulares que ofrecemos,
bien documentados y contrastados, sobre la condicin real de las mujeres en
la extinta sociedad rural popular tradicional, viva hasta hace slo unos pocos
aos. Lo que el feminismo arguye sobre el mundo rural, sin aportar pruebas
20 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
y atropellando lo expuesto por las mujeres que en aqul han vivido, es una
expresin ms de la inquina de la modernidad estatal, urbana, tecnolgica y
capitalista contra l, incluso cuando ya ha sido no slo vencido sino tambin
aniquilado.
Todo apunta a que es la modernidad, el progresismo y el Estado
contemporneo, estatuidos aqu por la Constitucin de 1812, los que han
establecido el patriarcado y el machismo contemporneos. Lo prueba la
inclemente misoginia emergida de la revolucin francesa, referencia y gua
de la modernidad mundial. En investigar este asunto hemos invertido
bastante tiempo, mostrando las disposiciones anti-femeninas decisivas de
dicha revolucin, lo que es ocultado por casi todo los estudios sobre ella.
Tales fueron recogidas en el Cdigo Civil francs de 1804, an hoy vigente
aunque modificado.
Que la modernidad, el progreso, el desarrollo econmico y el Estado
de bienestar son causas de misoginia queda avalado por el hecho de que
hoy son los pases nrdicos donde es mayor la violencia contra las mujeres,
como muestran las estadsticas.
Hemos estudiado la principal denuncia de la misoginia, estructural
y teorizada, de la revolucin francesa, la Declaracin de derechos de la
mujer y la ciudadana, 1791, obra de esa valerosa e inteligente mujer que fue
Olimpia de Gouges, guillotinada por el republicanismo jacobino a causa de
sus imputaciones.
Hemos indagado la ideologa anti-femenina del republicanismo espaol,
as como de la izquierda (excluida CNT), concluyendo que la forma como
conceban a las mujeres era ms degradante, que la de la derecha y la Iglesia, lo
que ayuda a explicar que aqullas apoyasen, en 1936-1939, ms al franquismo
que a la causa republicana. El anlisis aterico ha desvelado algo decisivo,
que el feminismo actual, de tipo izquierdista (el PSOE es el principal partido
feminista de Espaa), es la versin neomachista del machismo propio de esa
ideologa antao.
Por tanto, es seguro que no es de los varones de las clases populares de
donde ha emergido el machismo sino de las instituciones del Estado, de la
modernidad toda, del Cdigo de 1804 y de su copia espaola, el de 1889, ya
citado, as como de los partidos, los progresistas e izquierdistas sobre todo.
No es el pueblo el reservorio de machismo ni de neomachismo sino las
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 21
como subhumanos.
Para ser exitosa, toda religin poltica ha de evitar que sus adeptas
y adeptos conozcan la realidad tal cual es, por ejemplo ocultando datos,
escamoteando estadsticas o manipulndolas conforme a los fines deseados,
como se hace habitualmente en lo referido a la violencia sexista. Esto se vive
como algo lgico pues si la propia causa es El Bien y todo vale para hacerla
triunfar, por qu andarse con escrpulos y tonteras? En esa atmsfera
de delirio y supersticiosa obcecacin todos los valores de la vida civilizada,
comenzando por el respeto al otro, caen a tierra ante el desprecio general de
la creyente grey.
Por otro lado, no puede olvidarse que el fanatismo es hoy muy rentable,
y que quienes lo practican nadan en la abundancia. El Estado, y las grandes
empresas multinacionales, a travs de sus Fundaciones, sobre todo,
subvencionan con sustanciosas sumas al feminismo en tanto que religin
poltica. Como es sabido, la Fundacin Rockefeller se jacta de haber
desempeado una funcin de primera importancia en la promocin de aqul.
Lo mismo sucede con los servicios secretos de diversos Estados. Pero lo
fundamental se hace a la luz del da, por medio de las instituciones estatales,
antes con el Ministerio de Igualdad y hoy con la Secretaria de Estado de
Igualdad y los innumerables Observatorios, organismos autonmicos
y municipales y programas transversales que se desarrollan en todas las
instituciones del Estado, desde el ejrcito hasta el sistema educativo.
Cules son los objetivos de la religin poltica feminismo? Al parecer,
ocho: 1) mega-oprimir, encanallar y deshumanizar a las mujeres, lo que
equivale a consumar el feminicidio, 2) crear un enfrentamiento civil sin
precedentes entre varones y mujeres, el 50% de la poblacin contra el otro
50%, para realizar el dicho divide y vencers, 3) convertir definitivamente
a las fminas en mano de obra dcil, motivada y barata, para elevar la cuota
de ganancias de la patronal privada y estatal, 4) incorporar en masa a las
mujeres al ejrcito, 5) rebajar an ms la tasa de natalidad, meta biopoltica
que el tndem Estado-capital lleva persiguiendo desde hace 40 aos, 6)
destruir a los varones a travs de sentimientos de culpa muy potentes y
bien interiorizados, 7) conseguir que estos asuntos en modo alguno sean
comprendidos por la gente de la calle y, 8) Incorporar a un ncleo de
mujeres muy motivadas a los rganos de gestin y de poder legitimando el
despotismo poltico por ese procedimiento.
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slo mujer y no ser humano (en una humanidad compartida al cien por cien
con el varn), es la forma principal como aqul comete feminicidio. De
ah se deriva la anulacin de las capacidades reflexivas de las fminas, que
es la meta primera del sistema de dominacin hoy, a realizar a travs de su
instrumento especfico en este asunto, el grupo de poder, presin y negocios
feminista.
Se engendra as una rotura fundamental en la humanidad, devenida ahora
en mujeres y hombres y desapareciendo el espacio comn de ser personas,
espacio cuya dimensin es construccin histrica concreta y al que la cultura
occidental ha dotado de un alto grado de dignidad y respeto. El ser mujer
queda as vaciado de contenido y lo femenino puede ser reconstruido desde
cero por el aparato de poder. En ese renacimiento protervo de la mujer hay
dos ideas esenciales introducidas por el feminismo, una es que el mbito
de la libertad femenina es el soma, por ello el control del cuerpo es la
reivindicacin ms importante. Pero lo fisiolgico, separado de lo psquico,
lo emocional, lo relacional, lo volitivo, lo experiencial y lo poltico no es
ya, propiamente, una forma de lo humano. Destruida su integralidad, la
mujer no puede aspirar a la libertad en ningn mbito, no es ya, en realidad,
ni siquiera duea de su cuerpo. No obstante esta idea es muy valiosa para
imponer la desnatalidad obligatoria porque se hace coincidir con la exigencia
de ser emancipadas de la maternidad y justifica el aborto como imposicin
poltica y econmica.
Es ste un reduccionismo que concibe a la mujer como hembra, igual
que el machismo ms ultramontano, y niega de facto que tenga mente, alma.
Recusar la equiparacin deshumanizadora entre mujer y hembra, propia del
viejo patriarcado, resulta tan importante como rechazar su identificacin,
igualmente negadora de su integralidad personal, con mano de obra, con
asalariada o profesional, que es lo propio del nuevo patriarcado. La segunda
cuestin es el rechazo fbico del varn que tiene como consecuencia negarse
a aprender sus contribuciones a lo comn e idntico entre los dos sexos, lo
humano y rehusar aportar personal y colectivamente al acervo de la cultura
universal.
Anteriormente vimos que Weil, lejos de dejarse llevar por auto-
aniquiladoras consideraciones androfbicas, se construy como ser humano
mujer con copiosas lecturas de los autores varones, a quienes cita a menudo.
As se hace referencia para multitud de hombres, que leen sus escritos para
30 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
eficacia.
El victimismo es elemento sustancial para ahogar las capacidades
intelectuales y morales de la personas, de manera que es pieza clave en la
epistemologa del feminismo. Si se es vctima y slo vctima, esto es criatura
menor de edad, doliente, pasiva, irresponsable, que espera su liberacin de
otros y que mercadea exhibiendo sus reales o pretendidas llagas a la caza de
ventajas materiales supuestamente compensatorias, no se es ser humano con
dignidad y autorrespeto, que todo lo espera de s y que se atreve a liberarse
por s mismo, sin delegar esta tarea en ninguna instancia superior.
El victimismo hace del sujeto objeto, le reifica y priva de la condicin
de ser humano. Es una ideologa perfecta para destruir todas las cualidades
de la persona, y el poder constituido la utiliza con gran xito contra las
minoras oprimidas. Y, hay algo en el feminismo que no sea victimismo?,
no se ha elevado ste en l a procedimiento epistemolgico fundamental?
Concebir a la mujer como ser humano integral pasa por repudiar su
pretendida condicin de vctima, vale decir, de actor secundario y sujeto
pasivo de la historia y del presente, reafirmando su centralidad y su plena
capacidad de pensar por s, facultad siempre en oposicin a la de lloriquear y
culpabilizar a otros, con negativa a asumir las propias responsabilidades, en
los tiempos pretritos y en el presente.
Las vctimas gimotean y se quejan, implorando la proteccin de los fuertes,
de las autoridades; los seres humanos reflexionan, se hacen responsables,
trazan planes, confeccionan programas, y pasan a la accin. Las vctimas
son dbiles y los seres humanos tienen la capacidad de la fortaleza para
resistir al mal y, an sucumbiendo ante l, hacerlo con dignidad y grandeza.
El victimismo feminista busca despojar a las mujeres de sus capacidades
naturales: inteligencia, autonoma, fortaleza, responsabilidad, abnegacin,
comunalismo, disposicin para servir, pensamiento estratgico, valenta,
grandeza tica y combatividad, sobre todo de la inteligencia porque es la
fuente de la que surge todo ello.
Una refutacin sustantiva del victimismo reside en lo que el presente libro
demuestra, que las mujeres son tan responsables del patriarcado como los
varones, si bien de diferente forma. Este decisivo hecho histrico, que est
ms all de toda duda, las invita a asumir sus responsabilidades. Por tanto,
ya no hay agravios histricos de los que extraer beneficios ahora, siempre
envenenados. La necesaria cosmovisin de liberacin femenina que se ha de
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 33
lado toda ensoacin narcisista para hacer frente a la dura realidad de las
propias carencias y limitaciones. Eso es ser persona, eso es formar parte de
lo humano, y todo lo dems es caer y caer por un pozo sucio, maloliente y
sin fondo, que deshumaniza y que, por tanto, destruye a la mujer en lo que
de ms valioso posee, la facultad reflexiva.
Ni las mujeres ni los varones estn ms all del bien y del mal. El
feminismo lo exige para la mujeres con un doble propsito, destruirlas y
lograr para s una patente de corso con el que ampliar su poder y beneficios
como grupo corporativo. Pero las personas, las mujeres lo mismo que
los hombres, no pueden ser, en primer lugar, sujetos de derechos sino de
deberes. Ordenar la propia vida desde un sistema de deberes y obligaciones
autoimpuestas es necesario para edificarse como seres humanos integrales.
De nuevo hemos de recordar la magnfica crtica de Simone Weil a la retrica
de la revolucin francesa sobre los derechos, un producto ideolgico
con una capacidad enorme de daar a los seres humanos. La exigencia
de derechos sin deberes es cosa de dspotas, de sujetos sin moralidad, de
bandoleros, de fascistas.
Dos incitaciones an ms rotundas a no pensar las realiza el aparato de
poder feminista de manera habitual. Una es hacer que se interiorice la nocin
de que, dado que el Estado cuida de la mujer y la atiende en todo, para qu
necesita cavilar, para qu conocer y saber, para qu la verdad, puesto que el
poder mximo de la sociedad, el Estado, se ha hecho feminista, y se declara
deseoso de otorgar a manos llenas bien, dicha y felicidad a las mujeres? Esta
formulacin es copia exacta de la del patriarcado clsico si donde ahora
pone Estado se coloca el vocablo marido, o pater familias.
La segunda, de cruda y spera catadura, viene a sealar que lo que las
mujeres necesitan no es saber ni verdad ni pensamiento, tampoco moralidad
y sociabilidad, que lo que les urge es tener ms y ms poder, econmico,
meditico y poltico, y que en consecuencia el espritu de medro, el deseo de
ascenso social y la codicia, adems de la amoralidad, son en ellas virtud antes
que maldad. sa es, expuesta de manera descarnada, la ideologa de la nueva
burguesa feminista que aprovecha la urgente necesidad que el Estado-
capital tiene de sobredominar y destruir a las mujeres en tanto que seres
humanos para cobrarse lo ms caro posible sus impagables servicios a aqul.
Para la mujer media la ideologa del medro a toda costa est dirigida a
crear fminas esclavas de sus jefes y jefas en las empresas, pobres criaturas
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 37
de construir la mujer-nada.
El Estado feminista se ha propuesto extirpar en las mujeres las capacidades
reflexivas, para lo cual est poniendo en marcha, desde hace mucho,
numerosos productos ideolgicos y variadas operaciones de ingeniera
social, invirtiendo en ello docenas de miles de millones de euros. La meta
final es negar a la mujer como ser pensante y autodeterminado. Si el Concilio
de Man, ao 586, puso a debate si las mujeres tenan alma, concluyendo a
pesar de todo que s, ahora asistimos a una maniobra mucho ms ambiciosa,
hacer de las fminas seres que no piensan, sin cerebro, justamente lo
contrario de lo que Simone Weil fue y de lo que el presente texto preconiza
por encima de cualquier otra meta.
Para probarlo ah estn las mujeres de cuota del partido feminista por
antonomasia, el PSOE, aupadas a puestos de supuesta responsabilidad por
motivos demaggicos, de una pasmosa incapacidad general, asombrosa
incultura, falta completa de recursos reflexivos e insustancialidad psquica.
El designio del feminismo es realizar en la prctica el juicio del quiz mayor
terico del machismo en la contemporaneidad, P.J. Moebius, sobre que
la mujer es una dbil mental fisiolgica. Su meta es culminar la demolicin
refundadora de las mujeres, destruirlas como seres humanos para rehacerlas
como seres subhumanos.
El esfuerzo por la verdad construye a las mujeres. Su olvido las destruye.
Las mujeres han de contribuir de forma decisiva a la gran tarea de eliminar
el poder como disvalor para que se expanda la verdad como valor.
Lo cierto es que al realizar el libro que tienes ante ti hemos procurado
evitar incurrir en los defectos epistemolgicos sealados, porque nos
hubieran condenado a la incapacidad, al error y al fracaso. Para la autora
y el autor ha sido agradable, lo reconocemos, haber esclarecido en algo
problemas de bastante importancia, gracias al mtodo del anlisis aterico
y de la investigacin como bsqueda imparcial de la verdad posible en los
hechos y la experiencia. Y para advertirte de los peligros que acechan y de
las posibilidades que existen, querida lectora o lector, hemos incluido este
Prlogo, de contenido gnoseolgico. Esperamos que te sea til.
40 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
SIMONE DE BEAUVOIR,
MISOGINIA Y MENTIRAS
PARA CONSTRUIR
LA MUJER NUEVA
sistema legal patriarcal del franquismo, sino los jerarcas del rgimen, con
la decisiva ayuda de la Seccin Femenina (donde estaban organizadas las
mujeres del aparato estatal y de la burguesa, con ms de medio milln de
afiliadas, defensoras acrrimas en ese tiempo del patriarcado), tras vencer
en una guerra y posguerra en la que ms del 90% de sus vctimas fueron
hombres y menos de un 10% mujeres. Notable desproporcin que debe
ser explicada, porque significa que el fascismo fue resistido mucho ms por
los varones que por las fminas, a pesar su supuesta sobre-opresin6. Todo
esto es elemental, as pues, por qu esta autora, y con ella tantos y tantas,
lo niegan y ocultan? De esa forma se culpa a la otra vctima, el varn, y se
exculpa al victimario de unos y otras, el aparato estatal. El hombre de las
clases populares queda como chivo expiatorio de lo que es obra de las elites
gobernantes y la burguesa.
Donde el error se transforma en enormidad ideolgica y doctrinal es
en su crtica del embarazo, cuando expone, por ejemplo, que la gestacin es
un trabajo fatigoso que no ofrece a la mujer ningn beneficio individual y le exige, por
el contrario, pesados sacrificios. Es evidente que para la autora el amor, sobre
todo el amor heroico practicado por la gran mayora de las mujeres cuando
son madres, en forma, al mismo tiempo, de prctica, conviccin, volicin y
emocin del desinters, la generosidad, la magnanimidad, el sacrificio y el
esfuerzo longnimo, no slo no cuenta, sino que adems es repudiable. As,
al tratar de la maternidad slo logra articular salmodias marcadas por un
extremado egotismo y solipsismo, cien por cien burgueses en su descarnada
bsqueda del inters individual, o lo que el poder constituido presenta como
tal.
Destruir el amor en la mujer (y en el hombre) es imperioso para que
pueda ser reducida a mano de obra, que es el nico objetivo considerado
en el texto, lo que es sealado con acierto por Sylviane Agacinski. Es
esclarecedor que la escritora exponga tales atrocidades acerca de la gestacin
y guarde silencio sobre los padecimientos, humillaciones y degradaciones
casi infinitas que el trabajo asalariado provoca a la mujer (y al varn) da tras
da, incluidas las violaciones de mujeres que tienen lugar en las empresas
capitalistas, sobre las que el feminismo guarda un silencio sepulcral, como
expresin poltica que es de los intereses fundamentales del gran capital. De
ese modo estamos obligados a creer que son las hijas e hijos los que daan y
expolian a las mujeres, no sus verdaderos explotadores, la clase empresarial
44 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
segundo sexo.
El izquierdismo sigue haciendo una lectura interesada del citado
libro (a pesar que aqu fue celebrado y seguido por la Falange y la Seccin
Femenina bajo el franquismo, como luego se mostrar), lo cual invita a
considerar si es un disparate o algo, en realidad, coherente con la autntica
naturaleza de esta corriente poltica, su ala radical tanto como la institucional,
puesto que en los hechos dicha obra es una apologa del capitalismo, a la
vez que un llamamiento a las mujeres a destinar la totalidad de sus vidas y
energas al servicio del orden constituido. Cabe extraer una conclusin, que
tal tendencia poltica es, en lo ms esencial, pro-capitalista.
Es inapropiado terminar este estudio de la epistemologa de la que
es, seguramente, la obra cumbre de la religin poltica ms representativa
del siglo XX sin prestar atencin a algunos elementos claves de la
ideologa de la autora y sin referirse a un texto suyo, fundamental aunque
poco conocido. Nos referimos a Faut-il brler Sade? (Privilges), de
1955, que se puede traducir como Es necesario condenar a la hoguera
a Sade?. Su lectura es reveladora y prueba que Simone de Beauvoir se
inspira, al idear y escribir, en la obra del marqus, al que defiende con
encarnizamiento. No es posible entrar en la crtica pormenorizada de los
muchos errores y pifias del citado texto, que acreditan una vez ms el
mediocre nivel intelectual de su autora, demasiado ocupada en perorar sin
tregua, incrementando vertiginosamente con ello su cuenta de resultados,
como para estudiar algn asunto a fondo, slo sealaremos que ese sujeto,
al que idolatra, es un proto-fascista virulento y un misgino atroz, para
quien el rapto, tortura y asesinato de un sinfn de mujeres, supuestamente
con fines ldicos, es lo ms codiciado. Por lo dems la respuesta al
interrogante formulado en el ttulo es sencillo: no, no hace falta llevar a la
hoguera a Sade, basta con repudiar, criticar y denunciar sus ideas, que es
justamente lo que la autora de El segundo sexo no hace, sino que, para
ms escarnio, las defiende y ensalza.
De Beauvoir reconoce que el denominado por algunos y algunas
divino marqus tiene como componentes ideolgicos sustantivos el
egosmo, la tirana y la crueldad, pero, lejos de repudiar por ello su obra,
encuentra en tales perversiones el motivo para exaltarla, lo que indica cules
son sus creencias ntimas y metas verdaderas, que desea sean tambin las de
una elite de mujeres oligarcas y adineradas, dotadas de un poder excepcional
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 49
nuevo y mucho ms eficaz a las mujeres de las clases populares, tanto como
a sus compaeros varones.
Hay un asunto ms en la apologa de Sade que hace S. de Beauvoir y no
puede ser pasado por alto. Desde la revolucin industrial de finales del siglo
XVIII los estudiosos del rgimen de fbrica han sealado que las mujeres
eran violadas impunemente, la mayora de las veces, por los patronos y sus
agentes, que convertan talleres y fbricas en espacios para el terror sexual.
Hoy la situacin sigue siendo la misma pero empeorada: muchos empresarios
y empresarias, varones y lesbianas, continan abusando sexualmente de sus
empleadas con diversas agravantes. Una, que la disolucin de la familia, de
los grupos de amistad, de los colectivos de apoyo mutuo y de otras formas
de sociabilidad natural estn dejando a la mujer sola ante el burgus o la
burguesa y, por tanto, ms vulnerable que nunca, pues no hay que olvidar
que la unin hace la fuerza. Otra, que al hacer depender de manera tan
absoluta a la mujer del trabajo asalariado, queda atada de pies y manos a los
empresarios-empresarias y su despiadada gente, de tal modo que le resulta
cada vez ms difcil escapar de ser forzada impunemente, atroz destino
que ha de sufrir adems en riguroso silencio si desea mantener el puesto
de trabajo del que depende absolutamente. En tercer lugar, la apologa del
trabajo asalariado que realiza el feminismo, en contraposicin con el no
menos penoso e indeseable estatuto de ama de casa, crea las condiciones
para que una buena porcin de mujeres se entreguen con resignado fatalismo
a los abusos carnales, sdicos, de jefes y jefas.
Finalmente, la incorporacin de fminas a puestos directivos y
empresariales contribuye a empeorar las cosas, al colaborar con sus colegas
varones en el rgimen de terror sexual, como procedimiento para dominar
y disciplinar a la mano de obra femenina a travs del miedo, o, en el caso de
una parte de las lesbianas, servirse de l con fines especficamente erticos.
Todo ello es indirectamente bendecido por la autora de El segundo
sexo de dos modos. Primero, porque calla al respecto, al hacer su ciego
e irracional encomio del trabajo asalariado, a pesar de la vasta literatura
sociolgica que, desde hace siglos, vincula salariado femenino y estupro
de masas, comenzando por el Manifiesto del Partido Comunista, de C.
Marx y F. Engels, en su parte II, aunque este texto frivoliza la cuestin,
a la que hurta el horror sin lmites que posee, seguramente debido a la
misoginia de sus dos autores. Segundo, porque, tomando como expresin
particular a Sade presenta la violacin sistemtica y a gran escala de mujeres
52 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
como algo natural, parte del orden lgico del mundo y a aqullas como
seres destinados a ser forzados impunemente por los sujetos investidos de
autoridad, y a admitir con resignacin su destino.
Dicho de otro modo, mientras se presenta al varn cuando es su
compaero, su pareja, amigo, camarada o amante, como enemigo por
antonomasia de la mujer trabajadora, el capitalista, que en muchas ocasiones
es un violador en masa, adems de un dspota y un explotador (tambin, en
la mayora de los casos, todava un varn), es mostrado como el redentor de
la mujer, al proporcionarle, con el sistema de esclavitud asalariada, la va para
escapar de la dependencia marital. La cosa es tan tremenda que la vigente
Ley de Violencia de Gnero castiga con rigor cualquier demasa, real o
inventada, en el seno de la relacin heterosexual de pareja, pero no considera
violencia machista los numerosos abusos, forzamientos y agresiones sexuales
que padecen las mujeres trabajadoras en las empresas por el hecho de ser
mujeres, pues los varones con poder econmico y poltico son intocables,
mientras que la infeliz turba de los hombres sin poder se ven convertidos en
chivo expiatorio de la neo-opresin femenina, y en blanco de su legislacin,
que, so pretexto de hacer justicia a los violentos que son slo unos pocos, ha
desatado una ola represiva que conduce a miles de inocentes a la crcel y los
despoja de sus bienes, dejndoles en la pobreza y arrebatndoles a sus hijos
e hijas y a menudo, empujndoles al suicidio.
En el fondo de ello est la sustancia ltima de la obra de Simone de
Beauvoir, que debe ser inteligida tomando como base la reflexin sobre las
nuevas condiciones sociales creadas a partir de 1945, las cuales permitieron
la sustitucin del rgimen patriarcal por el neo-patriarcal y la exigencia de
una redistribucin del poder entre los hombres y las mujeres de las clases
pudientes. De Beauvoir exige una mayor capacidad de mandar y mayor cuota
de capital para las fminas como ella, ofreciendo a cambio un completo
sistema de ideas para la sobre-dominacin de las mujeres trabajadoras, con
ampliacin de los privilegios, incluidos los de tipo libidinoso, para la clase
empresarial masculina y femenina. Es ese pacto secreto ente feminismo
burgus, el Estado y la clase empresarial el que hace inteligible El segundo
sexo y el resto de la obra de esa autora.
Con tales libros cierto feminismo se adentra en el mundo de lo
monstruoso y espantable, de la apologa ciega y fanatizada de variadas
aberraciones y perversidades (luego desarrolladas por las diversas corrientes),
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 53
la vez el sexo reproductivo y la ertica del amor que de manera natural crean
y reproducen la vida. No podra darse una imagen ms cierta de la autntica
naturaleza de estas corrientes que desean no slo dominar, sino exterminar
la condicin humana en sus sometidos convirtindoles en esclavos perfectos.
Qu se puede pensar de ese feminismo necrfilo y enloquecido, que
proporciona cobertura ideolgica a los monstruos de Ciudad Jurez, Irn,
Ruanda, Pakistn, Palestina o la India, sujetos peores que los fascistas y los
nazis? En pocas ocasiones como en sta el feminismo aparece como aliado
estratgico del machismo ms criminal, con el que le une la cosmovisin
bsica, lo que en la obra de Simone de Beauvoir se pone de manifiesto
con claridad para quien desee verlo, para quienes no estn cegados por los
discursos fabricados por las idecratas a sueldo del sistema ni obnubilados
por las teoras ni corrompidos por las subvenciones.
De Beauvoir no slo es machista en un sentido cotidiano y casero,
sino que en su obra se hace apologa del feminicidio ms cruel, sanguinario
y despiadado, tal como aparece en los libros de Sade (que, no se olvide, son
manuales de instrucciones ms que elucubraciones), pero siendo en este
caso real y no mera literatura. Tras ello est, adems, la verdadera naturaleza
del izquierdismo, el progresismo y el feminismo, los tres ismos que la
autora francesa situ en el centro de su averiada cosmovisin, y que se han
manifestado una y otra vez como elementos de sobre-opresin y espanto,
por ejemplo en la Unin Sovitica, Corea del Norte y en el resto de los
regmenes izquierdistas habidos desde el jacobino hasta el presente.
Por lo dems, a pesar de que nuestras diferencias con el feminismo
son claras y antagnicas en general, nos felicitamos de que en El libro
negro de la condicin de la mujer, escrito buena parte de l por feministas,
sea una aportacin notable a la verdad, a la recuperacin del sentido comn
frente a los teoricismos y doctrinarismos, a la denuncia de lo que padecen
las mujeres en tanto que mujeres-seres humanos en todo el planeta. En
consecuencia, nuestra voluntad de cooperar con el sector del feminismo que
se oriente hacia los principios naturales de la verdad, la equidad, el respeto,
la negacin de todo sexismo, el rechazo a prosternarse delante del Estado, la
desautorizacin de toda subvencin o privilegio y el afecto por las mujeres
tanto como por los varones es slida y bien meditada. Al mismo tiempo,
rebatimos los sermones feministas de dicho texto, siempre aciagos, por
liberticidas y feminicidas.
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 55
rgimen.
Situemos tal acontecimiento en su contexto histrico. Esa aristcrata
public el libro en 1948, esto es, cuando la guerra abierta entre la guerrilla
rural y el rgimen fascista estaba en un momento culminante, con un crecido
nmero de detenidos, torturados, asesinados sobre el terreno y ejecutados
por mandato judicial. En tal marco aquella seora no tuvo ningn problema
en publicar su libro, que ofrece una versin levemente retocada de las
formulaciones de la Seccin Femenina falangista, con la que tuvo una
relacin cercana. La loa que hace de El Segundo Sexo en la segunda edicin
de 1950 no produce reaccin negativa alguna en la censura franquista. En
un momento en que la accin contra el maquis era ya una operacin de
exterminio, nada encuentran de malo los censores en la filosofa feminista
de la autora. Esto es una muestra ms de los numerosos lazos que unen al
feminismo con la extrema derecha, ayer y hoy, dado que ambos coinciden
en lo sustantivo, la frrea voluntad de someter a las mujeres a la estrategia y
biopoltica del ente estatal. Mientras muchos y muchas (el apoyo de la mujer
rural a la resistencia armada fue enorme, y hoy es ya una leyenda) padecan y
moran, en Francia y en Espaa, Simone de Beauvoir triunfaba en los salones
de la aristocracia, en los despachos de los polticos, en las dependencias de la
gran empresa y en los locales de la Falange y de la Seccin Femenina.
Ntese asimismo que la expresin la secreta guerra de los sexos,
que da ttulo al libro, acuada en realidad por O. Spengler, la cual sintetiza
el sistema de ideas del feminismo, pudo circular sin problemas bajo el
franquismo. Esto se explica porque ste, como todo poder estatal, est
vitalmente interesado en expandir y azuzar al mximo el enfrentamiento
entre mujeres y varones, pues de ello depende una parte sustantiva de su
supervivencia.
Entusiasta de El segundo sexo fue tambin Mercedes Frmica,
abogada y miembro de la Junta Poltica de Falange, del que incluy una
resea en Revista de Estudios Polticos en 1950, en la que es calificado
de admirable, libro que fue utilizado por dicha autora para guiar su obrar
como falangista en los aos posteriores12. En realidad, la ntima conexin
entre ese texto y el pensamiento de la extrema derecha europea se realiza
con claridad sobre todo en tres cuestiones: a) la denigracin de la mujer al
satanizar la maternidad, b) su enardecido productivismo, c) el entusiasmo
por Sade.
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 57
LA CONSTRUCCIN DEL
FEMINISMO CONTRA LA
EMANCIPACIN DE LA MUJER
defenderlas y protegerlas.
Entre otras consecuencias terribles de este proyecto se haya la
aparicin de la neo-domesticidad, que prohbe a la mujer ocuparse de
todos los asuntos de la vida y condicin humana, para confinarla en el
par producir-consumir, en tanto que nuevo ngel de la empresa, copia
del viejo ngel del hogar, impidiendo de ese modo que se eleve al uso y
dominio de sus facultades intelectuales, que, slo al considerar el todo de la
existencia humana como objeto de preocupacin, reflexin e intervencin
propia, pueden llegar a alcanzar un mximo de vigor y desarrollo.
Degradada a simple trabajadora asalariada, encuadrada en la empresa a
la que est sometida de forma material y real, queda superlativamente
embotada y embrutecida, no piensa, no comprende, no lee, no debate, no
se ocupa de lo poltico, no se interesa por nada que no sea lo inmediato, a
ras de suelo, cotidiano y provechoso.
La mujer pierde as su condicin humana, al mismo tiempo que su
feminidad, demonizando la maternidad tanto como el afecto por las nias
y nios, asunto en el que actan en perfecta coordinacin el feminismo y
la clase patronal, y por lo cual sta aporta crecidos premios econmicos a
aqul, a travs de fundaciones e institutos de diversa naturaleza, entre los
que destacan la Fundacin Rockefeller y la Fundacin Gates. Con el culto
ciego por el dinero, al que se tilda de emancipador de las mujeres por
procurarles la independencia, se prepara a las fminas para someterse,
ser amorales sin sentido de culpa, venderse y prostituirse a gran escala.
Al obligarlas a vivir en un estado patolgico de terror-odio al varn,
el feminismo lleva al desequilibro mental a una porcin de mujeres, lo
que es una de las causas del consumo a gran escala de psicofrmacos por
stas, as como del auge en flecha del alcoholismo, la drogadiccin y el
tabaquismo entre las fminas ms jvenes. Al confinarlas en los asuntos
de mujeres las enclaustra en un nuevo espacio de neo-domesticidad,
mucho peor que el antiguo, en el que no pueden desarrollarse como seres
humanos. Mientras el feminismo condena la violencia a la mujer en el
seno de la familia, que ciertamente es intolerable cuando existe, calla de
manera absoluta sobre la violencia que padecen las fminas en los centros
de trabajo, lo que significa que apoya por omisin las violaciones que
en ellos tienen lugar: en esto demuestra que est financiado por la clase
patronal.
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 67
silencio cmplice que guarda ante las tesis biologistas. Quienes han hecho
de la androfobia sus seas de identidad deberan explicar de forma clara el
origen del patriarcado. No desean entrar en esta cuestin porque una vez
desechada la explicacin biolgica lo que resalta es que ha sido el Estado el
que lo ha creado y mantenido desde hace milenios, pues quien dice orden
estatal dice patriarcado, o neo-patriarcado, de forma que histricamente la
situacin de las mujeres empeora cada vez que el poder del artefacto estatal
da un salto adelante, por ejemplo, con la revolucin francesa y, cmo no,
con la gran ola de mega-estatizacin de las sociedades occidentales tras la II
Guerra Mundial, en la que hoy estamos.
Un libro que arroja una luz intensa sobre la decisiva funcin opresora
que desempean facciones considerables de las mujeres en las formas ms
atroces del orden patriarcal es Las madres contra las mujeres. Patriarcado
y maternidad en el mundo rabe, de Camille Lacoste-Dujardin. En l su
autora explica cmo en una sociedad patrilineal y patrilocal, de dominio rotundo de
los hombres sobre las mujeres, una categora de mujeres, las madres de los varones, haban
podido desempear el papel de grandes sacerdotisas de este dominio de los hombres y de la
opresin de las mujeres, refirindose a la formacin social islmica norteafricana.
Muestra que las madres de varones adultos, a las que denomina mujeres
dominantes, eran todo un poder fctico sobre las desventuradas jvenes
casaderas o ya casadas. Dicho de manera ms concisa: el patriarcado ms
opresivo se mantiene en esas formaciones sociales debido a la accin de un
numeroso grupo de mujeres, quiz la cuarta parte del total de las fminas
adultas.
En realidad, eso mismo sucede en todas las sociedades patriarcales
y neo-patriarcales. Entre nosotros los cientos de miles de mujeres que en el
franquismo se adhirieron al catolicismo devenido en religin de Estado con
ciega pasin eran las represoras ms notables de las mujeres jvenes. Ello es
enfatizado por algunas de las milicianas veteranas que ofrecen su testimonio
en el libro Pioneras y revolucionarias. Mujeres libertarias durante la
Repblica, la Guerra Civil y el Franquismo, Eullia Vega, las cuales cuentan
que eran sus madres quienes, cuando eran adolescentes o jvenes, solan
exigirles los comportamientos ms recatados y femeninos, mientras sus
padres adoptaban una posicin mucho ms comprensiva y tolerante.
La situacin no ha cambiado en el presente, salvo en las formas.
El neo-patriarcado requiere que exista un bloque de fminas, las
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 71
HIPER-PATRIARCADO, LA
HERENCIA DE LA REVOLUCIN
FRANCESA, EL PROGRESISMO,
EL ANTICLERICALISMO Y LA
IZQUIERDA
prole, lo que culmina resumiendo del modo que sigue: lo repito: en el hogar
domstico, no fuera de l, ha de cumplir la mujer su destino20.
Este asunto es concluyente porque Pi y Margall no es un cualquiera,
sino el ms importante representante del republicanismo espaol, heredero
de la revolucin francesa, el campen del progresismo y el anticlericalismo, el
heraldo de la modernidad en el siglo XIX. Fue, adems, un hombre poltico
que ocup cargos gubernativos muy importantes en la I Repblica, en 1873,
en los que se manifest como verdugo de las clases populares, primero desde
su puesto de ministro de Gobernacin y luego como Presidente y ministro
de Gobernacin a la par. Que una personalidad as expresara una posicin
tan funesta, dirigida a confinar a las mujeres, indica cul era la posicin real
del progresismo y de la izquierda sobre esta cuestin, que se ha mantenido
hasta hoy.
Como vemos el republicano burgus y radical de pacotilla, Pi y
Margall, enva a las mujeres de vuelta al gineceo, en lo que es una admisin
de las perversidades urdidas por la revolucin francesa. Aqul, cuando fue
ministro bajo la I repblica, en el tenso verano de 1873, salv al Estado
espaol de la revolucin, por medio de una represin formidable realizada
por la Guardia Civil y el ejrcito, a sus rdenes y a las de sus compaeros
de partido. De nuevo observamos que contrarrevolucin y patriarcado van
unidos. Hay que comprender la naturaleza militarista de esa misoginia, pues
uno de sus propsitos era hacer de Espaa una potencia colonial ampliando
el nmero de los varones jvenes que podan ser llamados a filas, con las
mujeres reducidas a meros instrumentos de parir y criar.
Otra manifestacin, an de uso universal, de la inclemente misoginia
del progresismo y republicanismo espaol es su calificacin de los aos
1868 a 1874 como sexenio democrtico, debido a que en ese tiempo se
otorg el sufragio universal a los varones, dudoso privilegio perdido en ese
ltimo ao. A la hora de alzar la voz contra tal forma de sexismo machista
(que declara inexistentes o invisibles a las mujeres en dicho acontecimiento
histrico) a nadie parece importar que stas no dispusieran de ese derecho.
Dicha expresin es tan utilizada por fminas dedicadas a la historiografa
como por hombres. Lo hace Carmen Prez Roldn en su abultado libro
El partido republicano federal, 1868-1874, que, manejando con habilidad
cuestiones de segundo o tercer orden, evita la consideracin crtica del
rgimen patriarcal preconizado por el republicanismo progresista espaol,
82 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
lo que es un hecho ms que demuestra que las mujeres son, a menudo, tan
afectas a la misoginia como los varones. De igual forma procede el manual
Historia de las mujeres en Espaa, Elisa Garrido (editora).
Los testimonios de la misoginia perfecta y absoluta preconizada por
lo ms selecto del progresismo e izquierdismo son numerosos. Otro caso es
Pompeu Gener, prohombre del republicanismo federal, que defendi que
en s misma, la mujer, no es como el hombre, un ser completo; es slo el instrumento de la
reproduccin, la destinada a perpetuar la especie; mientras que el hombre es el encargado
de hacerla progresar, el generador de la inteligencia21. Citas como sta, procedentes
de quienes en lo ideolgico y poltico provenan de la revolucin francesa y
el jacobinismo, y que por ello fueron los principales autores de la revolucin
liberal y constitucional espaola, hay infinitas, por lo que no se puede
adjudicar la misoginia a la tradicin, que en su variante popular jams ha
sido misgina.
La Iglesia s ha sido y es patriarcal coincidiendo, aunque de forma
menos agresiva en lo cuantitativo, con el progresismo y el izquierdismo.
Como apndice del aparato estatal tambin ha adecuado su doctrina a los
cambios introducidos por el poder que han transformado los mecanismos
de dominacin de la mujer pasando del patriarcado al neo-patriarcado. La
Iglesia hoy propugna una ideologa levemente distinta de la del progresismo
feminista, pero de ningn modo opuesta a l, pues no se olvide que apoya
decididamente la Ley de Violencia de Gnero, que el trabajo asalariado es
liberador para las mujeres, y su incorporacin al ejrcito y a las policas,
as como el crecimiento del Estado del bienestar que ha destruido la familia.
Dicho de otro modo, en lo sustantivo est de acuerdo con el feminismo,
manteniendo diferencias, ms formales que reales, en la cuestin del aborto
y en algunas otras de segunda importancia.
Uno de los poqusimos estudios que presenta a republicanos y
progresistas como misginos es obra de Mara Pilar Salomn Chliz22.
Comienza presentando el positivismo, desde A. Comte hasta el ltimo de
sus epgonos, con muy escasas excepciones, como campen de la teora
sobre la inferioridad de la mujeres en todos los rdenes, especialmente
en el del pensar, lo que es notablemente grave, dado que el cientismo de
pacotilla de ese autor ocup la mayora del espacio intelectual decimonnico
en Europa, creando una religin poltica muy adictiva y agresiva. Eso iba
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 83
DE LA REVOLUCIN FRANCESA
AL CDIGO CIVIL ESPAOL
DE 1889
pues se crean que todo lo que las mujeres podan y deban hacer era eso,
odiar. Vemos que en ello se hacen antecesores del feminismo, con su lbrega
cosmovisin del odio. Sometidas a la hiper-misoginia de sus maridos estaban
ms faltas de libertad que las meramente sometidas a la misoginia de la
derecha. Esto explica que en la guerra civil las mujeres de los ambientes
catlicos y franquistas desarrollaran capacidades y aptitudes que en modo
alguno manifestaron las de la izquierda. As es, pues en el patriarcado, como
en todo, hay grados.
Quienes creen que la derecha y el clero se limitaban a confinar a la mujer
en el hogar se equivocan lastimosamente; primero, porque eso no sucedi,
como hemos probado, pero tambin por no comprender la complejidad
de la posicin de aqullos en este asunto. Tomemos un libro que expone la
verdad sin comprenderla, Dios, Patria y Hogar. La construccin social de
la mujer espaola por el catolicismo y las derechas en el primer tercio del
siglo XX, de Rebeca Arce, uno de los panfletos feministas con menos rigor
y ms histrinicos, a la vez que ms subvencionados institucionalmente,
que hemos tenido la paciencia de leer. La autora reproduce los tpicos
anticlericales e izquierdistas neo-machistas de siempre sin darse cuenta que
incluso el ttulo, que toma de diversos escritos derechistas de aquel tiempo,
niega lo que pretende probar. En efecto, si antes que el hogar estn Dios y
la patria, eso significa que la mujer tradicionalista ha de estar atenta a esos
valores tenidos por superiores, que debe anteponer a sus deberes como
madre, particularmente en pocas difciles para el uno y la otra. Luego,
se ha de movilizar dejando de lado las tareas caseras y la ideologa de la
domesticidad, en cuanto la causa de Dios y de la patria estn en peligro.
Por lo dems, el carcter multi-subsidiado y pro-gubernamental de ese libro
contribuye a explicar su nfima calidad.
Tal enfoque de la cuestin permite interpretar la colosal movilizacin
de las mujeres que el franquismo logra en la guerra civil, hecho que ha sido
ocultado con la exhibicin de las imgenes de presencia femenina en las
milicias en el primer ao de la guerra, magnficas sin duda, pero que slo
fueron unas escasas miles, mientras que en el otro bando hubo una adhesin
mucho mayor de fminas a tareas a veces tan arriesgadas y heroicas, sino
ms, que las de las milicianas.
Hay otro asunto por dilucidar, las diferencias de calidad entre las
mujeres que se unen al franquismo y las que se adhieren a la repblica, a
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 95
favor de las primeras por lo general (con la excepcin de las que militaron
en el movimiento libertario ajeno a Mujeres Libres). En efecto, en ninguna
ciudad ocupada por Franco se organiz nada que se pareciera, por su calidad
conspirativa, entrega heroica y excelente hacer, al Auxilio Azul, organizacin
femenina falangista que oper en la clandestinidad en Madrid hasta el final
de la guerra, a pesar de las detenciones y los fusilamientos que este colectivo
de mujeres padeci. Semejante hecho debe ser explicado, y no slo narrado,
y a nuestro juicio slo existe un modo de hacerlo. Las mujeres de las
derechas eran ms capaces y autnomas porque gozaban de un grado mayor
de soberana y libertad y por lo tanto posean personalidades ms activas y
creativas que las de los ambientes obreristas, vinculados a los partidos de
izquierda y republicanos.
Efectivamente, cul era la idea que dominaba en la formacin
ms importante de la izquierda, a la sazn, el PSOE? De la lectura de
sus documentos se extrae una conclusin prstina. Ese partido comparta
la anteriormente descrita masa de ideas ultra-misginas segregadas por
los intelectuales positivistas, los verbosos darwinistas y los pedantcratas
progresistas, aunque de vez en cuando tuviera que hacer alguna afirmacin
ms o menos favorable a las fminas, realizada siempre por motivos
oportunistas, tales como atraer mujeres a UGT, lograr que influyeran
favorablemente en los varones en poca de elecciones para aumentar la
clientela del partido en las urnas y, sobre todo, impedir que las fminas se
pasaran en masa a las filas clericales, asunto que aterraba a republicanos e
izquierdistas y que es la verdadera y nica causa de su inters por lo femenino.
En el partido de Pablo Iglesias la mujer era meramente una trabajadora. No
era un ser humano, slo una trabajadora, pero no era tampoco una mujer,
slo una trabajadora. En tanto que tena apariencia externa de mujer era,
para ms escarnio, una criatura trabajadora de muy inferior categora, de
manera que estaba en la parte ms baja de la escala, all donde ya no quedaba
nada de lo humano.
Por eso, despreciada absolutamente, reducida a un estatuto que
lindaba con la pura animalidad, privada de autonoma, condenada al par
produccin-consumo como el todo de la existencia, tena que sentirse muy
incmoda y a disgusto en la organizacin poltica y sindical del socialismo;
la prueba es que su presencia all siempre fue entre nula e insignificante.
Es esclarecedor que, si bien las mujeres estuvieron en la primera fila de
96 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
siguen dcilmente todos los grupos feministas menores, con muy escasas
excepciones.
La esencia ltima del ideario socialista, sindicalista y socialdemcrata
sobre la mujer es que sta no es un ser humano, por supuesto, pero tampoco
una mujer, sino meramente una trabajadora. Ese reduccionismo atroz,
que niega en la mujer su condicin humana y su singularidad femenina al
mismo tiempo, para rebajarla a slo trabajadora, vale decir, a criatura que
consume y produce, que produce para consumir y consume para producir,
y cuyo horizonte vital se ha de limitar al duo producir y consumir, es la
aportacin especfica de la izquierda (en todas sus variantes y gradaciones) y
el progresismo al panten de la misoginia militante y a la extincin de la vida
humana en los sujetos de los dos sexos.
Si se estudia lo dicho y hecho por el par PSOE-UGT desde sus
orgenes hasta hoy, tal enfoque se manifiesta de inmediato. Incapaz de
comprender qu es lo humano, y negado sustancialmente para inteligir qu
es lo femenino, como persona singular y sexuada, se reduce a la construccin
de un monstruo, la trabajadora, que contiene dos negaciones, la de la
humanidad y la de la feminidad. Ello est implcito en la nocin de trabajo
asalariado inventada por la burguesa bajo la direccin del Estado, dirigida a
crear seres slo aptos para la produccin y la remuneracin monetaria que
de ella se desprende; todo lo dems debe ser ignorado y extinguido. Su idea
es la de una mula que trabaja, engulle hierba, cebada y paja, y eso es todo; sin
inteligencia e incluso sin vida sexual (la mula es un hbrido estril y artificial,
por cruce forzado de asno y yegua, un monstruo vaya) ni maternidad, tal y
como propugna ahora el feminismo izquierdista para las fminas.
Frente a esta atrocidad, por desgracia interiorizada por muchsimas
mujeres, es necesario iniciar un proceso regenerador, a la vez personal, social
y poltico, lo que slo es posible desde el propio esfuerzo por abandonar la
semi-humanidad a la que aboca inexorablemente la cosmovisin izquierdista,
recuperando as, a la par, su condicin de mujeres y de seres humanos.
A tal fin, un principio sustantivo es negar legitimidad tanto al producir
asalariadamente como a sus compensaciones espeluznantes, la sociedad
de consumo y el Estado de bienestar, esto es, los santos patronos de todo el
izquierdismo, desde el PSOE al gueto poltico.
100 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
LA CONSTITUCIN DE 1812
LA ABOLICIN POLTICA
DE LA MUJER
aportando un tributo en proporcin a sus haberes, para sufragar los gastos del
Estado (art. 8), que eran sobre todo militares, y con la entrega de su propia
persona, en el caso del varn, obligado a defender la patria con las armas, cuando
sea llamado por ley (art. 9). Corre el texto, que se ocupa en primer lugar de
organizar la recta administracin del Estado y no el bien de la sociedad, mucho
menos el del pueblo, estructurando segn el criterio supremo, el de la razn
de Estado, toda la vida social.
En un examen superficial la misoginia slo se manifest en cuestiones
muy sangrantes pero casi anecdticas, como que se prohibiera a las mujeres
incluso asistir a los debates desde la galera de la Sala de Sesiones, lo que
fue mantenido tambin durante el Trienio Constitucional (1820-1823),
horripilante, desalmado y cuartelero en todos sus actos. No hace falta decir
que ninguno de los 308 diputados que, segn Fernndez Almagro, sesionaron
en las Cortes de Cdiz era mujer. Aquello fue un aquelarre de lo macho y
lo sexista. Mientras eso suceda, millones de mujeres, junto con los varones,
se reunan regularmente, con plenos derechos de opinin, deliberacin,
decisin, ejecucin y control del cumplimiento de los acuerdos, en el concejo
abierto de las aldeas y pequeas poblaciones. Pero la Constitucin de 1812
no reconoce personalidad jurdica al concejo abierto, primer paso hacia su
extincin de facto, hoy realizada ya, pues el que admite la Ley de Rgimen
Local de 1985 es slo una parodia de lo que hubo. Es el parlamento, como
junta tirnica de notables (que extrae su poder no del pueblo, sino de los
fusiles del ejrcito), y no un gobierno por asambleas, lo que se impone en
esa Constitucin, reprimiendo, adems, polticamente a las mujeres, pues
millones de ellas participaban en las asambleas concejiles y ninguna en el
parlamento.
Para garantizar el nuevo statu quo, la Constitucin funda la Milicia
Nacional (art. 362 a 365), que funcion como una autntica organizacin
criminal. A su lado la Inquisicin era poca cosa. Para quien no viva en la
ceguera doctrinaria del sistema es constatable fcticamente que el progreso
ha sido un ascenso de lo militar y lo policial a la vez que de la pretericin
femenina.
La Constitucin gaditana crea la nacin espaola (hay que leer su muy
enftico Captulo I del Ttulo I para comprender bien) como una comunidad
humana no libre, jerarquizada y sometida a unas elites que se expresan en
castellano y que se haban de organizar en la ciudad por excelencia, Madrid,
102 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
para desde all librar una guerra a muerte contra el mundo rural.
El fundamento ltimo del nuevo poder es el aparato militar, esto es,
el uso de la fuerza, a veces conforme a la ley y muchas otras al margen de
ella. Sobre esa base, que instaura los cimientos de poder, se eleva el aparato
aleccionador y propagandstico, la escuela estatal por un lado y la Iglesia por
otro, sin olvidar la universidad. Y en el art. 4 queda amparada la propiedad.
De manera que ya tenemos las dos estructuras de dominio que hacen
inevitable, al ser imprescindible para ellas, el patriarcado, de un tipo u otro,
clsico o moderno: el Estado y la propiedad privada concentrada.
Yendo a lo profundo, lo que viene a sancionar e imponer la
Constitucin de 1812 es un crecimiento descomunal del aparato estatal, esto
es, un incremento del poder de las elites gobernantes y, en consecuencia,
un aumento de la opresin, exclusin y expolio que el pueblo y, por tanto,
las mujeres de las clases populares, padecan. Ese impdico ascenso del
ente estatal se manifiesta sobre todo en lo militar, que es lo ms decisivo,
y tambin en lo judicial, tributario, policial, funcionarial, educativo y
econmico. Hay que hacer observar que todo ello fue por decisin de las
minoras poderhabientes, pues la eleccin de los diputados a Cortes se hizo,
all donde se hizo, por un farragoso y enrevesado procedimiento de sufragio
restringido masculino, de forma que aqullos ni mucho menos fueron
representantes de los varones del pas, sino slo de las minoras con poder,
hombres y mujeres, aunque con diferente peso cada sexo.
El crecimiento del sistema de dominio, dictadura y tirana en general
exiga el desarrollo de la opresin de la mujer en particular, pues todo salto
adelante del poder del Estado (con su correlato de desarrollo del capitalismo)
lleva aparejado un salto adelante de su capacidad para marginar y dominar
a las fminas. Eso significa que desde el patriarcado del Antiguo Rgimen,
mal definido, incompleto en lo jurdico y dbil en la parte ejecutiva, se pas
al patriarcado constitucional, compacto, completo y potentsimo, aunque
hacer la transicin llev, en nuestro caso, bastante tiempo, desde 1812 a
1889. Hay en esto, y en tantas cosas ms, una evolucin histrica regresiva,
que niega la teora del progreso y refuta las fciles y relajantes ideas decididas
a ir reformando, paso a paso, la sociedad, cuando la corriente principal de
la evolucin histrica, desde hace siglos, muestra que vamos a peor, que las
tendencias de la historia en el presente son negativas y declinantes. En la
cuestin de la mujer eso es tan obvio que hay que hacer un ejercicio enorme
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 103
cuarteles, con el fin de adiestrarse para morir y matar por Espaa: tal es
una de las mayores ventajas que el Estado feminista y el feminismo han
proporcionado a las mujeres.
La quinta es la trituracin de las fminas por medio de comportamientos
y formas de vida degradantes y perversas. En efecto, si hasta hace muy poco
el alcoholismo, el uso de drogas ilegales, el tabaquismo y otros males
similares afectaban raramente a las mujeres, por no hablar de la adiccin al
ftbol y a otros groseros espectculos de masas, ahora padecemos un ascenso
en flecha de la incorporacin de estas lacras a la vida cotidiana de millones
de ellas. Lo mismo puede decirse de las drogas legales, los psicofrmacos,
dispensados en colosales cantidades por el Estado de bienestar a las fminas.
La adiccin a productos narcticos mide al mismo tiempo la meterica
degradacin del hecho de ser mujer bajo el Estado feminista y la necesidad
que tiene un nmero cada vez ms numeroso de aferrarse a tales productos
para soportar su nueva y trgica situacin bajo el neo-patriarcado, que sin
duda es mucho peor de lo que era bajo el patriarcado, ya extinguido. Este
deterioro de las condiciones de existencia de la mujer no afecta tan slo a su
vida psquica, sino que est arruinando tambin su vida fsica.
Hasta ahora la esperanza de vida de la mujer al nacer ha sido, en la prctica
totalidad del planeta, bastante ms alta que la del varn; algunos autores han
querido ver en ello una mayor calidad y resistencia del organismo femenino,
pero estudios recientes apuntan que la salud femenina est sufriendo un
quebranto fenomenal asociado al crecimiento de hbitos y conductas
dainas de los que las mujeres haban estado alejadas en el pasado33. Esto
comenzar a hacer evidente que el neo-patriarcado implica un crecimiento de
la opresin y un deterioro de la condicin de la mujer en todos los rdenes,
tambin en el fsico; en definitiva, un empeoramiento de su vida respecto
al patriarcado. Ello es lgico pues la sobremortalidad masculina, que es hoy
todava una realidad, se corresponde en buena medida con el hecho de que
los trabajos peligrosos y la guerra han sido histricamente ocupaciones
varoniles. Adems, las condiciones de existencia masculinas tenan una
fuerte proyeccin sobre el equilibrio psquico, pues el varn se vea forzado
a participar del mal y la iniquidad proveniente del Estado en mucha mayor
medida que la mujer, hecho que ha mantenido el suicido masculino en cotas
muy altas, en nuestro caso con una proporcin de 3:1. La incorporacin de
la mujer a esas infames formas de existir devengar una suerte de justicia
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 105
negativa por la cual los dos sexos se equilibrarn en los daos y los excesos
de la opresin pero sin mirarse, acercarse ni entenderse el uno al otro.
LA CODIFICACIN DEL
PATRIARCADO EN LA
REVOLUCIN LIBERAL
todas las dems culturas, es una de las grandes tareas de nuestra poca, un
asunto en que se juega el ser o no ser de la humanidad y de lo humano. El
nihilismo cultural, el todo es negativo, se ha elevado a grito de combate de
la reaccin ms agresiva de Occidente, lo que va unido a la admisin beata,
servil y boba de todo lo forneo, incluso de lo ms reaccionario, repulsivo
y tenebroso. A las elites polticas, econmicas, militares e intelectuales del
mundo occidental les pesa su pasado; lo aborrecen y repudian, porque en
su desenvolvimiento la multitud popular ha tenido una participacin que,
aunque limitada, ha sido real; de ah que deseen dar ya el salto a un poder total
y absoluto. Slo los pueblos de Occidente estn, por ello, en condiciones de
defender, salvar y reformular creadoramente su pasado, vale decir, la parte
positiva, aportndolo a la recuperacin de la civilizacin humana.
Por supuesto esto sonar raro a un progresismo tan decadente
y servil intelectualmente que ahora ya slo vive para sustituir la cultura
occidental por una subcultura que recoge lo peor de numerosas tradiciones
negativas, so pretexto de anti-imperialismo. Ello forma parte del proyecto
estratgico del poder occidental en la hora presente, cuando lo positivo
de nuestra cultura es ya visto como excesivo e intolerable, de manera que
el propsito es arrasarlo por completo, reafirmando todo lo que tiene
de funesto y mezclndolo con aportaciones a cual ms horrible tomadas
de culturas y religiones forneas (diremos que el pretexto del racismo
tambin es esgrimido por un neo-racismo an ms aciago que el de antao),
para las que la mujer nunca ha sido nada y nunca ser nada. Lo que est en el
fondo de todo eso es el deseo de aculturar a las masas, una de las metas ms
ansiadas por las elites del poder occidentales para culminar su proyecto de
dictadura perfecta con subhumanizacin integral de los sojuzgados35.
No menos sugerente es el art. 148 que establece la mayora de edad
legal para contraer matrimonio sin consentimiento paterno en los 25 aos
para el varn y en los 21 para la mujer, lo que viene a significar que en
esto las fminas salan mejor libradas que los varones. El art. 203 tiene un
contenido bien singular: los esposos contraen, por el slo hecho del matrimonio, la
obligacin comn de alimentar y educar a los hijos, mandato que impone al varn
un deber, mantener l slo a la familia con aportaciones externas en el caso
de que la mujer sea, como dice la conocida fabulacin, un ama de casa. Por
tanto, en contra de la demagogia feminista, el patriarcado impone deberes
rigurosos a los varones, que han de cumplir si desean evitar la coaccin de la
112 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
ley.
La clave est en el art. 213: el marido debe proteccin a su mujer; la
mujer obediencia al marido, lo que se reafirma para ciertas cuestiones concretas
en el art. 214. Ese intercambio, forzado por la norma legal, de obediencia
por proteccin es la clave del patriarcado, y en el neo-patriarcado actual
permanece, con la nica alteracin de que ahora la mujer es protegida
directamente por el Estado, al que debe obediencia. Si es as tratada, sea por
el marido o el Estado, y debe recompensar a su protector con obediencia, es
porque se la considera como menor de edad, dbil, incapaz e irresponsable.
En consecuencia, la renuncia a toda proteccin (como la ahora otorgada por
la Ley de Violencia de Gnero y por varias otras leyes destinadas a realizar
la discriminacin positiva de las fminas, todo lo cual es un paternalismo
sexista que acongoja) es la precondicin de la negacin de toda obediencia,
vale decir, de la libertad interior y exterior, espiritual y de accin, de las
mujeres. En esto reside nuestra principal diferencia con el feminismo.
ste slo ha modernizado el patriarcado, sustituyendo al marido por
el Estado, mientras que la autora y el autor del libro que ahora tiene ante s
el lector pretendemos abolirlo por completo rompiendo la infame relacin
de proteccin-obediencia que destruye a la mujer como ser humano, y como
fmina. Miramos a la mujer como persona libre y autodeterminada, como
ser adulto, maduro y responsable, capaz en todos los sentidos de gobernar su
propia vida, no necesitada de tutelas, guas, ayudas, discriminaciones positivas
o protecciones, del padre, del marido ni del ente estatal. En consecuencia,
consideramos al feminismo como una maquiavlica actualizacin de la
ideologa y las prcticas del viejo patriarcado, como un neo-patriarcado
opuesto a la liberacin de la mujer, cuyo artculo nmero uno, no escrito
pero evidente y furiosamente activo, dice el Estado debe proteccin a la mujer; la
mujer obediencia al Estado. Por eso nos decimos partidarios de la emancipacin
femenina, para lo cual declaramos al Estado feminista el enemigo por
antonomasia de las mujeres en el siglo XXI.
El feminismo actual, bsicamente progresista e izquierdista, es una
continuacin actualizada de la horripilante misoginia salida de la revolucin
francesa, una nueva fase de sta, hasta el momento la ltima. En efecto,
en todo manifiesta su origen. Es estatfila de manera rigurosa, en lo que
coincide con dicha revolucin, mero recrecimiento cuantitativo, y sobre
todo cualitativo, del aparato estatal, y se propone aherrojar a las fminas de
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 113
concebir como ser humano integral, pretende que en el futuro sea su propio
instrumento, el del partido republicano y anticlerical, por supuesto dejando
de ser mujer, desfeminizndose. Se ha comparado, con acierto, esta obra de
Michelet con La inferioridad mental de la mujer, de Moebuis, pues ambas
defienden lo mismo a fin de cuentas, que la mujer es una no persona37.
Michelet es tan convulsivamente anticlerical como misgino, lo
mismo que, pongamos por caso, Unamuno, para el que los curas manejan
a las mujeres y las mujeres a los hombres. Todos ellos olvidan, adems, que el
verdadero poder no estaba en la Iglesia sino en el aparato estatal, sobre
todo en el ejrcito y en el capital, mientras que el clero, desde comienzos del
siglo XIX, haba quedado en todos los pases europeos, una vez realizada
la desamortizacin de sus bienes (aqu se hizo entre 1798 y 1836), como
una instancia secundaria de poder. El anticlericalismo es siempre una
forma de militarismo y una apologtica del capitalismo financiero. Crea un
chivo expiatorio para salvaguardar al verdadero poder y, de paso, agrede y
descalifica a las mujeres. Esa combinacin de anticlericalismo y odio a las
mujeres se da tambin en Po Baroja, quien las tiene como incompetentes
para razonar.
Es significativo que se insista en recordar la leyenda del Concilio
de Macn, ao 586, en el que los prelados asistentes pusieron a debate y
luego a votacin si las mujeres tenan alma, ganando por poco la opcin
afirmativa, y se olvide a la patulea hiper-misgina, cientos de autores y
probablemente miles de textos, la mayora extraordinariamente difundidos
a travs de los aparatos acadmicos y escolares, vomitada por la revolucin
francesa y las revoluciones liberales decimonnicas, luego hechos suyos por
el republicanismo, el constitucionalismo, el izquierdismo, el progresismo
ideocrtico y una buena parte del movimiento obrero organizado. En
efecto, cuando Marchal preconiza prohibir que las mujeres aprendan a
leer, lo hace con una doble argumentacin: son intelectualmente inferiores
y han de recibir un trato en consecuencia, de manera que viene a postular
lo que, con todo, el famoso Concilio de Macn rechaz, que las mujeres
carecen de alma, esto es, de pensamiento, sensibilidad, capacidad volitiva y
sociabilidad; en otras palabras, que no son humanas. Se demuestra as que el
anticlericalismo plantea una forma ms radical de exclusin de las mujeres
que la Iglesia catlica.
Lo que dice Marchal lo suscriben casi todos los notables, prohombres
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 117
resulta cuando cada una de las partes supera la crcel del yo, rompe las
barreras que le atan a s mismo, transciende el propio egosmo y se entrega
al servicio del otro desinteresadamente, sabiendo que el otro comparte el
mismo anhelo de servir, dar y atender no menos desinteresadamente. Esa
fusin en el mutuo servicio es el amor.
Pero el Estado no puede admitir el amor, porque, al unificar ste
a las personas, las funde en el todo de la peripecia vital y as, unidas,
pueden resistir mejor y vencer mejor que atomizadas y enfrentadas. Para
existir el ente estatal tiene que dividir y ah est la clave de la particin que
introduce entre varn y mujer en el Cdigo estudiado, mera artimaa de
dominacin, un vulgar recurso de poder. La codificacin liberal manda
que donde hubo compromiso por amor haya nicamente un contrato
legal con obligaciones y deberes.
La mujer, al quedar obligada a la obediencia, sufre una
desestructuracin de s de naturaleza dramtica, pues obedecer es delegar,
es desentenderse, es marginarse. Ms en detalle, obedecer es: 1) no
pensar, 2) no planear ni decidir, 3) quedar confinada en lo insignificativo
y domstico, 4) no asumir responsabilidades, 5) no madurar y, por el
contrario, existir como ser infantilizado, 6) no asumir riesgos viviendo de
manera medrosa y cobarde, 7) hundirse en la pasividad, 8) odiar, 9) vivir
sin libertad. Todo ello tiene una meta indudable: destruir a la mujer en
tanto que ser humano.
Para el varn proteger significa implcitamente: 1) mandar y hacerse
desptico, 2) olvidar la cosmovisin del amor, 3) corromperse por los
privilegios, 4) morir en las guerras, 5) ser inhbil para el afecto, 6) concebir
a la mujer como su inferior en vez de como su igual, 7) no poder contar
con la mujer como aliada vital en la lucha por la libertad de conciencia,
poltica y civil ni tampoco en los avatares comunes de la existencia, 8)
ignorar lo domstico, que es una parte de la existencia, 9) perder la propia
virtud, calidad, dignidad y auto-respeto, hacindose un bruto, un brbaro
cruel y sdico. Semejante batera de propsitos tiene una meta obvia:
destruir al varn en tanto que ser humano.
En consecuencia, el art. 57 del Cdigo Penal de 1889 daa a las
mujeres y a los varones, como comunidad humana y como personas
inclinadas, por naturaleza, a quererse y ayudarse, a respetarse y gozar el
uno del otro, les entrega inermes al despotismo del Estado y les priva as
de los fundamentos necesarios para alcanzar la libertad. El nico que logra
128 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
beneficios muy tangibles de todo ello es el ente estatal. Es lgico que ste,
que se estructura desde el principio de jerarqua, jerarquice la totalidad de la
vida social, comenzando por las relaciones entre los sexos. Por eso mismo
introduce tambin el principio de jerarqua en la economa, imponiendo la
propiedad privada absoluta consustancial al modo capitalista y burgus de
produccin. Y as sucesivamente en todos los mbitos de la vida humana,
y de forma creciente a medida que el ente estatal alcanza ms y ms poder.
En realidad la codificacin liberal es un marcado retroceso, no solamente
respecto al derecho consuetudinario, sino incluso respecto al cannico,
porque exige, por ejemplo, la obligatoriedad de la autorizacin paterna
para el matrimonio, cuestin que no exista para el matrimonio cannico.
Respecto a la desigualdad de los cnyuges en el caso de adulterio, en el que
se impone la mayor penalizacin de la mujer, fue el Tribunal de la Rota el
que lo impugna arguyendo que tal artculo iba contra el principio defendido
siempre por la Iglesia: la igualdad de ambos cnyuges, fundada en la naturaleza de las
personas40
Sin embargo, hay que comprender el orden patriarcal devenido de
ese texto legal tal y como fue exactamente, sin prejuicios ni parcialidad,
dado que es una norma compleja y no se atiene al dogmtico cors
que ha aplicado la ortodoxia del sexismo acadmico. As, en su art. 603
castiga con arresto a los hombres que maltraten a sus mujeres aunque
no les causen lesiones, pena que se impone asimismo a las mujeres que
maltratasen de obra o de palabra a sus maridos. Esto indica que el fin
perseguido era exactamente estatuir una jerarqua y una desigualdad, pero
no permitir el maltrato impune de las mujeres, lo que nada de positivo
aporta al patriarcado y s mucho de negativo, pues le hace ms fcilmente
denunciable.
La falta de libertad del varn en el patriarcado no es menor que la de
la mujer. El propio Cdigo concreta el significado del trmino obedecer
en los arts. 22, 58, 59, 60, 61 y otros. Cada uno de ellos, al mismo tiempo,
instruye a la mujer en qu y cmo ha de practicar la subordinacin,
sumisin y obediencia. El adulterio es considerado de manera diferente
segn sea la mujer o el varn quienes lo cometan, conforme ordena el
art. 448. A la hora de las condenas, el Cdigo Penal cambia de registro, ya
no trata a la mujer como menor de edad y sujeto a proteger, sino que la
pone en igualdad con el varn, o a veces por delante, para ser sancionada
y castigada.
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 129
LA SOCIALDEMOCRACIA Y EL
IZQUIERDISMO.
ACULTURACIN, NEO-
PATRIARCADO, GENOCIDIO Y
FEMINICIDIO
los poderes reales del Estado para dirigir las transformaciones decisivas
de la sociedad, el PSOE. El contenido de estas ideas lo ha desarrollado
especialmente un hombre, que disea el nuevo choque de los sexos segn
el mandato institucional, Miguel Lorente Acosta. En sus libros, supuestos
estudios que son en realidad un vademcum de incoherencias, mentiras y
enunciados de oportunidad, se encuentra el fundamento doctrinal de la
Ley de Violencia de Gnero.
A la Iglesia se le atribuye la responsabilidad principal en la gnesis del
patriarcado en Occidente, al que se presenta como una realidad meramente
ideolgica, es decir, derivada de una ontolgica animadversin hacia la
mujer y no de la organizacin poltica de la sociedad y las necesidades del
Estado y de los propietarios. La Iglesia es causa de la opresin femenina,
sobre todo, en cuanto ha sido, y es, agregado y asociado del aparato del
poder, con una participacin variable segn pocas. Pero han sido las leyes
positivas del Estado las que han cimentado el menoscabo de la condicin
femenina; es el Estado el que ha promulgado tales leyes, el que establece
los instrumentos para aplicarlas y mantenerlas, el que sostiene un aparato
educativo que adoctrina a la sociedad y difunde las ideas que sustentan
el patriarcado. Estos mecanismos han sido creados y mantenidos por la
burguesa, la laica y atea tanto o ms que la creyente (recordemos el fiero
machismo del mencionado campen del atesmo y anticlericalismo de
la modernidad, Nietzsche). Hacer del clero el chivo expiatorio al que se
culpa de todos los males es una frmula demasiado manida para exculpar
al Estado y al capital.
Alrededor de estas ideas se ha creado una subliteratura muy subvencionada,
de nfima vala, y que, en algunos asuntos, llega a ser un insulto a la inteligencia
de las mujeres a las que va dirigida debido a su deplorable calidad, su falta
de rigor, su psima redaccin e incluso por la cantidad de erratas que se
deslizan en sus pginas. De esa categora es El origen histrico de la
violencia contra las mujeres de Pilar Cant (Ed.), un libro confeccionado
por un grupo de profesoras universitarias subvencionadas por el Instituto
de la Mujer y el Ministerio de Igualdad desde 2005. En un estilo tan chato,
superficial y pobre que es autntica mofa del lector o lectora, la autora Mara
Isabel Cabrera apunta que la violencia contra la mujer, toda, se deriva de la
influencia social de la Iglesia catlica sin aportar otra demostracin que su
palabra, expresada en una composicin tan torpe que ms parece redaccin
de colegial.
134 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
que incluyen el uso habitual de la fuerza fsica contra las mujeres. Ignora
y esconde que la violencia contra la mujer est creciendo en el presente,
cuando el mundo tradicional est completamente desaparecido, y lo hace
especialmente entre las generaciones jvenes que no slo no han vivido en
el ambiente de la tradicin, sino que son el producto del sistema educativo
estatal y de la sociedad de la informacin y el conocimiento. Asimismo, al presentar
a las mujeres como incapaces de defenderse, por s mismas y a travs de la
red de relaciones familiares y sociales, incurre en asertos que no prueba,
tomados directamente del arsenal del machismo ms vetusto empeado en
presentar siempre a las mujeres como dbiles, incapaces e inferiores.
El libro que la lectora o lector tiene ahora ante s proporciona,
por el contrario, una abundante bibliografa de anlisis de lo concreto
y experiencial que indica todo lo contrario, desde los fueros y cartas de
poblacin medievales hasta las narraciones hechas por mujeres militantes
en el movimiento libertario antes y en la guerra civil (nos referimos a los
testimonios orales recogidos en Pioneras y revolucionarias. Mujeres
libertarias durante la Repblica, la Guerra Civil y el Franquismo, Eullia
Vega), que no hacen ni una sola referencia a la existencia de violencia
machista contra las mujeres entre las clases populares en la formacin social
anterior a 1936. Ciertamente, haba alguna pero bastante escasa y episdica,
lo que explica que para aquellas fminas pasase desapercibida.
En el estudio Los horrores en el Maestrazgo carlista, de Francisco
Segarra Capsir, se cita una orden del mando carlista sobre un consejo de
guerra y el fusilamiento de tres sujetos; de uno de ellos se dice que fue
ladrn y asesino y cometi el asqueroso e infame crimen de violacin, ntese que
slo se aaden adjetivos al delito de violacin significando que, desde el
punto de vista social es el ms execrable, y que adems se castiga, en este
caso, con la pena de muerte. La afirmacin que hace la ortodoxia acadmica
de que en el pasado las violaciones de mujeres eran habituales y no tenan
castigo es completamente falsa para nuestro entorno cultural-histrico.
Si recordamos el testimonio del ilustrado Martn Sarmiento, en
la sociedad pre-moderna, en el siglo XVIII, slo hubo algunas formas de
sometimiento de la mujer al varn en Andaluca, o ms exactamente, en ciertas
zonas de esta regin, lo que est ligado a varios factores, entre ellos la herencia
islmica, pues no se puede ignorar por ms tiempo que el Corn ordena a
los hombres que confinen y golpeen a las mujeres. Pero el PSOE defiende
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 143
casta empresarial sale muy favorecida pues recibe una mano de obra entregada
y motivada, porque piensa que se est liberando, y dcil y sometida, porque
est aislada de sus iguales, especialmente de los hombres que le producen
miedo y recelo al ser siempre presuntos agresores.
No debemos olvidar que quien detenta el monopolio de la violencia
es el aparato del Estado, y que las polticas contra la violencia de gnero han
permitido legitimar socialmente la existencia de las instituciones represivas
(ejrcito y policas) que aparecen como imprescindibles para perseguir la
otra violencia, ms daina y nefasta segn esta ideologa, la de los hombres
contra las mujeres, justificando adems su crecimiento y potestades. De ello
ha derivado una estampa completamente nueva que borra el odio ancestral
que el pueblo ha tenido a la proterva hueste militar y a la guerra; ahora
las instituciones para la violencia y la represin aparecen como acogedoras
y amables para las mujeres, defensoras de la noble causa de la extincin
del machismo refugiado en el pueblo y sus estructuras, una operacin que
ha permitido la incorporacin en masa de mujeres a las fuerzas armadas,
incluyendo sus cargos y autoridades formales.
La Ley de Violencia de Gnero ha habituado a la poblacin a
encarcelamientos e intervenciones masivas sin ninguna garanta jurdica, lo
que servir de modelo para futuras operaciones de represin de las luchas
populares a descomunal escala. Al dar un tratamiento exclusivamente
represivo, esto es, legal, judicial, policial y carcelario, a un problema tan
complejo como es el de la violencia machista, sin atender a sus causas ltimas
y sin poner sobre la mesa medidas de muy variada naturaleza, en primer
lugar las dirigidas a cambiar de raz el orden establecido, se acostumbra a
las gentes a la idea maligna, especficamente franquista, de que para todos
los grandes problemas de nuestra sociedad basta y sobra con la accin
punitiva de los aparatos estatales, lo que es siempre incierto y en este asunto
mucho ms, como se evidencia en el crecimiento ao tras ao del nmero de
mujeres asesinadas desde que est en vigor la mencionada Ley.
Si la ley seca de EEUU alcoholiz al pas y origin las mafias
que luego se concentraron en el trfico de drogas, la Ley Orgnica sobre
Violencia de Gnero, en vigor desde 2005, disparar las muertes de mujeres
hasta cifras aterradoras, como est sucediendo en realidad. Dicho de forma
compendiada: no existen las soluciones exclusivamente policiales a los ms
graves problemas sociales y si existen es porque crean una situacin an
148 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
y difundi una cosmovisin que niega que las mujeres sean seres humanos,
fundamento ltimo de dicho gran mal social. No olvidemos que, en la
guerra civil, fue un decreto de Largo Caballero, jerarca del PSOE aupado al
gobierno republicano, de septiembre de 1936, el primero que orden que
las mujeres fueran retiradas del frente y devueltas a la retaguardia, a sus
labores que, si bien no se pudo aplicar del todo en ese momento, se hizo ley
exigida al ao siguiente, en particular a partir del ascenso de Juan Negrn al
gobierno, en mayo de 1937.
As las cosas, cuando tras la II Guerra Mundial el viejo patriarcado
manifest estar en contradiccin con las nuevas realidades polticas y
econmicas, el PSOE dio un giro sbito y se hizo feminista, esto es neo-
patriarcal y neo-misgino, hasta el punto de ser hoy el partido feminista
por excelencia en Espaa. Con tal pirueta logra perseguir, de acuerdo con
las nuevas realidades, sus metas sexistas de siempre, ahora ampliadas desde
la opresin simple de la mujer a su completa aniquilacin por el Estado
feminista, del que ha sido y es el principal impulsor.
Lo peor, con todo, de las abominables formulaciones del feminismo
espaol vinculado al PSOE, es que se dirigen a hacer de la mentira el
fundamento de la vida social. Tal es la pretensin desde siempre del sistema de
dominacin surgido de la revolucin francesa y de las revoluciones liberales,
lo que queda estatuido en la Constitucin de 1812, en las leyes orgnicas que
inspir y en las cartas constitucionales que le han dado continuidad en los
dos siglos transcurridos. Indicativo es que este rgimen de dictadura fuese el
que aherroj de la manera ms inclemente a las mujeres con el Cdigo Civil
de 1889, derivado de la Constitucin de la Monarqua Espaola de 30 de
junio de 1876, uno de los clones del texto poltico-jurdico gaditano, lo que
se oculta en sus textos.
La calumnia histrica y la mentira es el fundamento del orden poltico
presente. Lucio Colleti avisa que existi una mentira llamada Unin Sovitica,
en la que creyeron millones y millones de personas, igual que sucede hoy
respecto al feminismo izquierdista. Las grandes construcciones ideolgicas,
o religiones polticas, impuestas por medio del terrorismo verbal y la
intimidacin, devienen siempre en descomunales mentiras, que el tiempo
pone en evidencia. Sin embargo mientras tales falsificaciones perviven en la
sociedad expanden la nesciencia, la injusticia y el mal.
A comienzos de 2011 el nmero oficial de varones condenados
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 153
FEMINISMO, ACULTURACIN,
POLTICAS DE CULPABILIZACIN
E INGENIERIA SOCIAL
En efecto, las utopas, al considerar al ser humano como no es, y las metas
de su obrar como no pueden ser, niegan la posibilidad de la transformacin
cualitativa del sujeto, mujer o varn, y del cuerpo social, por tanto impiden la
eventualidad de construir una sociedad razonablemente libre de patriarcado.
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 169
EN TORNO AL MATRIARCADO
devenidos poderosos, por tanto despticos, al mismo nivel y con las mismas
inclinaciones que los varones. El poder se sirve de ellas para realizar sus fines,
como se sirve del feminismo, en tanto que movimiento, para fortalecerse y
eliminar todo lmite a su accin ilegtima.
Una reflexin aadida es pertinente. Segn la teora del macho
agresivo, una de las lucubraciones ms sin fundamento y ms manipuladoras
del sexismo feminista, que deduce sus formulaciones de la biologa de los
animales (interpretando adems sus comportamientos con tanta ligereza
como arbitrariedad, ms an, con ojos cargados del peor machismo), en vez
de las formas concretas que adoptan las relaciones sociales y los aparatos de
poder (igual que hacan los nazis y racistas en general para argumentar sus
infames doctrinas raciales), el hombre es violento por naturaleza, debido
a que es un comportamiento dictado por sus hormonas y cromosomas,
mientras que la mujer es, asimismo por su naturaleza biolgica, pacfica,
amable y bondadosa, de manera que el aorado rgimen matrilineal fue un
paraso de armona, concordia y serenidad paradisacas, un Edn. Tal como
le suele suceder a todas las teoras, sean de la naturaleza que sean, se aviene
mal con los hechos. En total, en 2011, unas 70.000 mujeres son soldados o
policas en Espaa, cifra que se incrementa bastante deprisa.
El hecho de que millones de mujeres en todo el mundo estn siendo
adiestradas en los ejrcitos y cuerpos policiales para el ejercicio de la fuerza
bruta y la violencia est creando una generacin de fminas brutales y
violentas, como es lgico, del mismo modo que la agresividad fsica de una
minora de varones proviene sobre todo de su encuadramiento, generacin
tras generacin, en los aparatos castrenses, antes por la conscripcin forzada,
que slo obligaba a los hombres y ahora por su mayor presencia en los
ejrcitos y otras instituciones represivas, situacin que pronto se modificar
por el crecimiento meterico del nmero de mujeres en ellos. Hasta ahora
los hombres eran ms dados a la agresin fsica y las mujeres a la agresin
verbal, y esto era una consecuencia de las funciones que desempeaba cada
gnero en la divisin sexual del trabajo impuesta por el patriarcado, pero
con el paso al neo-patriarcado todo est modificndose con enorme rapidez.
Un hito en el desenmascaramiento de la feminizacin del aparato
estatal y sus funciones, en tanto que fuerza impulsora de la violencia fsica
feminista, es el caso de la sargento del ejrcito USA, Lisa Marie Girman,
sancionada en 2004, junto con otros dos camaradas, por torturar a prisioneros
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 173
APORTACIONES SOBRE EL
ORIGEN DEL PATRIARCADO
a las fminas, lo que haca que buena parte de stas escogieran una vida
relativamente agradable (sobre todo porque era y es irresponsable) en
contra de una existencia en libertad, cargada de deberes y responsabilidades,
sacrificada y combatiente. Sea como fuere, lo innegable es que hoy el
nuevo patriarcado contiene tambin un sistema de privilegios que ha de ser
rechazado si se desea que la mujer sea libre, autodeterminada, colectivista,
fraternal, creativa intelectualmente, moral, plena de amor y desinters y, por
tanto, humana de una forma superior.
Las prerrogativas propias del neo-patriarcado son el cebo que se pone
al anzuelo con el que el sistema de dominacin controla, somete, embrutece
y degrada a la mujer hasta el feminicidio, de manera que su denuncia y
rechazo es parte sustantiva de la lucha de las mujeres por su liberacin en
la hora presente. Para terminar este asunto slo nos queda aadir que el
libro citado, aparecido en 1986 en su versin original, es una expresin,
incompleta pero cierta, de un movimiento de liberacin de la mujer
sinceramente emancipador, que hoy ya casi no existe, lo que es a lamentar.
Que el orden patriarcal es una construccin social en que han
participado las mujeres junto con los varones se pone de manifiesto en la
gran movilizacin femenina que se dio en el bando franquista, durante y
despus de la guerra civil, a favor del patriarcado clsico que propugn la
instauracin de la legalidad del deplorable Cdigo Civil de 1889 en toda su
pureza, aunque por pocos aos. Pese a ello, ms de un milln de mujeres
se movilizaron a su favor, una parte de ellas corriendo grandes riesgos,
desde la Seccin Femenina de Falange, las Margaritas de la Comunin
Tradicionalista, Auxilio Azul, Auxilio Blanco, agrupaciones clericales y otras
organizaciones franquistas, es ms, el anlisis cuantitativo de la cuestin
lleva a la conclusin de que probablemente hubo ms mujeres adheridas
activamente al bando faccioso que al antifascista. Tal se pone de manifiesto,
por ejemplo, en que conocemos la existencia de varias potentes, audaces y
muy bien preparadas organizaciones de mujeres fascistas (la ms notable
fue Auxilio Azul) operando en la clandestinidad en el territorio antifascista,
pero no sabemos de ninguna organizacin antifascista de fminas actuando
en la clandestinidad en las reas que quedaron bajo dominio franquista en la
guerra civil, asunto que demanda una explicacin.
Hubo publicaciones de extrema derecha dirigidas por mujeres, como
Aspiraciones y realidades, publicada bajo la II Repblica, de la que fue
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 181
militar. Alcanzar esa cifra no es posible slo con varones, pues la declinante
demografa de Espaa, el enfermo de Europa tras 30 aos de izquierdismo
gubernamental, feminismo obligatorio y progresismo dirigista dedicado a la
persecucin de la maternidad por mor del inters del Estado y el capital, lo
hace inviable, de manera que no hay otra opcin que reclutar mujeres, para
lo cual hay que reformar el patriarcado.
Acostumbrados a la demagogia institucional, que presenta su actuar
como una accin desinteresada en pro de la liberacin de la mujer y que
la engaa con su propaganda ofrecindola derechos sin deberes, prebendas
sin contraprestaciones y beneficios sin obligaciones, lo expuesto puede ser
incomprensible y, ms an, inaceptable, pero es rigurosamente objetivo. La
incorporacin en 1989 de las mujeres al ejrcito espaol actual, de voluntarios
remunerados, de mercenarios sin alma dispuestos a hacer todo lo que se les
ordene slo por la paga, es el punto culminante de la metamorfosis del
viejo rgimen patriarcal. Ahora estamos en una etapa nueva. El Estado, que
ante todo sirve a su propio inters, no lo ha hecho de forma altruista, sino
para satisfacer del mejor modo posible sus necesidades militares; y lejos de
aportar a las mujeres ventajas egostas sin contrapartidas, las ha introducido
en lo ms espeluznante, el ejrcito y las guerras imperialistas57.
En realidad, el patriarcado moderno, tal como se constituye para
librar las guerras napolenicas, entr de facto en crisis general slo cien aos
despus, en la I guerra mundial, cuando los acontecimientos mostraron que
el enorme poder de matar y aniquilar de la accin militar contempornea
haca problemtico su mantenimiento, contando exclusivamente con
los hombres. Ello llev a alguno de los pases beligerantes, sobre todo
Inglaterra, a dejar en suspenso de forma parcial el patriarcado mientras dur
dicha contienda, incorporando a cientos de miles de fminas a la industria
blica y a los puestos inferiores del salariado estatal, sobre todo. Lo mismo
hizo EEUU en la II Guerra Mundial e incluso lo intent asmismo la
Alemania nazi al final de la conflagracin, mucho menos apta para ello, no
por razones ideolgicas (grandes masas de mujeres manifestaron sentirse
identificadas con el nacional-socialismo), sino porque al no tener colonias
no poda usar tropas provenientes de ellas, como sus adversarios, lo que la
vedaba distraer a las mujeres de las tareas reproductivas. La Rusia zarista
cre unidades militares femeninas ya avanzada la contienda, que llegaron a
luchar en el frente en la I guerra mundial, con sus propios mandos, mujeres
192 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
entre los sexos, quiz con la excepcin de una parte del territorio andaluz,
por la herencia islmica.
La antecitada reflexin del conde de Campomanes, tendente a aliviar
la presin del patriarcado sobre quien ms padeca esta lacra, la urbana gente,
se apoyaba en argumentos econmicos, pero sobre ellos prevalecieron los de
naturaleza militar y poltica, por lo que nada se hizo desde las instituciones,
ms bien al contrario, pues las cada vez ms enconadas guerras con las
potencias europeas dominantes en la poca, as como el desarrollo del
ejrcito permanente desde principios del siglo XVIII, lo hacan inviable. La
comunidad vecinal deba ser extinguida, sus usos igualitarios abandonados,
las mujeres deban quedar adscritas a sus funciones reproductivas y los
hombres a las blicas, siendo stos obligados por el Estado a prevalecer
sobre aqullas, para confinarlas en las obligaciones que impone el poder y
como expresin del orden cerradamente jerrquico de toda la sociedad, de
donde proviene la esencia del enfrentamiento entre unas y otros. En ese
marco, ampliado a escala europea, hay que situar la promulgacin del texto
que fija con mayor precisin el rgimen patriarcal en Occidente, el intolerable
Cdigo Civil francs de 1804, tomado de inmediato como modelo a seguir
en todos los pases.
An as, en la gnesis del patriarcado existen cuestiones importantes
que todava carecen de una explicacin suficiente. Que su propsito
fuera nica, o incluso principalmente, el fomento de la natalidad suscita
muchas reservas, primero, porque a menudo no era ste el efecto logrado
y, segundo, porque se conocen sociedades (las del norte peninsular, sin ir
ms lejos, en la Edad Media alta y central) en las que no exista patriarcado
y tenan una demografa muy pujante, sin duda bastante ms elevada
que en el sur islmico, rigurosamente patriarcal (al parecer, el rgimen de
harn fue bastante ineficiente en este terreno). Asimismo, el franquismo,
a pesar de que instaur un patriarcado riguroso, no alcanz nunca ndices
demogrficos apreciablemente elevados, lo que debe explicarse por la
resistencia, activa y sobre todo pasiva pero efectiva, de las clases populares
a dicha ignominiosa institucin, los hombres no menos que las mujeres.
Luego no hay argumentos bien fundamentados y slidos para admitir que
la promocin de la natalidad sea la causa del patriarcado, como factor causal
nico y fundamental, aunque podemos aceptar sin ponerlo en duda que
siempre ha sido importante concausa.
198 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
LA INSTAURACIN DEL
PATRIARCADO MODERNO.
EL CDIGO CIVIL FRANCS
DE 1804 Y EL CODIGO CIVIL
ESPAOL DE 1889
puede decir, por tanto, que la poltica para las mujeres del Directorio, la II
Repblica y el franquismo es una y la misma, con inesenciales diferencias
debido a los cambios histricos acaecidos y a la verborrea especfica de cada
una de esas formaciones polticas. Finalmente es el franquismo el que, en su
segunda etapa, desmonta lo sustancial del patriarcado60 para abrir camino al
rgimen neo-patriarcal actual, en donde el feminismo desempea las mismas
funciones que la Seccin Femenina en aqul.
En efecto, la experiencia de la I Guerra Mundial, 1914-18, haba
mostrado que la rgida pretericin de las fminas estatuida por la revolucin
francesa y sus productos jurdicos, como el ultramisgino Cdigo de 1804,
ya no se adecuaba bien a las necesidades estratgicas de los aparatos de
mando, dominio y gobierno, dado el desarrollo que haba alcanzado el arte
de la guerra as como las espeluznantes consecuencias originadas por la
ciencia y tecnologa a su servicio.
Francia en aquella contienda puso sobre las armas a 8,4 millones de
varones entre 18 y 55 aos, de los que 1,35 murieron y 3,5 millones fueron
heridos, es decir, el 60% de los movilizados fallecieron, quedaron mutilados
o con lesiones graves, porcentaje espeluznante que expone bien a las claras
cuales son los privilegios que disfrutan los varones de las clases populares
bajo el patriarcado. Tales datos significan que no haba hombres suficientes
para librar guerras de tan aterradoras intensidad y dimensiones, por tanto
era necesario llamar a filas a las mujeres, por no hablar de las necesidades
de mano de obra para la industria militar. En una primera fase se pens
que stas podan hacerse cargo de tareas secundarias pero decisivas en la
industria de guerra e incluso las fuerzas armadas, pero para emanciparlas
de sus funciones reproductivas tena que darse otro elemento ms: que las
colonias y neocolonias, a travs de la emigracin, proporcionaran la mano de
obra necesaria. Esto llev al auge de los movimientos sufragistas, alentados
desde arriba, de los que luego sali el feminismo, que casi siempre ha sido
una poltica e ideologa de Estado.
El viejo patriarcado jacobino y napolenico, copiado en todo del
romano, qued herido de muerte, si bien no desahuciado todava, con la
Gran Guerra, 1914-1918. Esto, examinado en Espaa, llev al rgimen
republicano, tan militarista como cualquiera de ellos (recordemos que
mantuvo y reforz la dominacin colonial sobre Marruecos), especialmente
el francs, a sentar las bases polticas y jurdicas para futuras movilizaciones
204 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
EL PATRIARCADO Y LA GUERRA
que es la guerra injusta, que les ha sido impuesta por el Estado, el mismo
que ha infligido a las fminas su peculiar marginacin. En la contienda
de 1914-18 murieron el 27% de los varones franceses entre 18 y 27 aos,
mientras que el nmero de mujeres fallecidas por dicha conflagracin fue
insignificante. Eso, se mire como se mire, expresa un privilegio descomunal,
que no niega la otra cara de la condicin femenina, pero que no puede ser
ocultado para maximizar el discurso victimista, tan provechoso para las y
los profesionales de la cosa, en particular para las y los que usufructan las
Ctedras de Gnero, origen de un sinnmero de perversiones de la mente
y monstruosidades doctrinales realizadas al mandato de quien les financia,
el aparato estatal. Es envilecedor y destructivo para la condicin femenina
mirar el mundo bajo el prisma deformado de la patologa de la queja, sin
entender, dolerse y compadecerse de las cargas terribles que atribularon al
otro sexo.
La guerra es peor que la muerte, como expuso un soldado francs,
tras unas semanas padeciendo el horror sin lmites de la lucha en primera
lnea durante la mencionada contienda: si hubiera sabido que esto es la guerra,
si va a ser as todos los das, prefiero que me maten enseguida. Lo que explica que
los supervivientes retornaran a retaguardia, como dice otro soldado que lo
vivi, destrozados de cuerpo y de mente: tales eran las pretendidas prerrogativas
que el patriarcado otorgaba a los hombres y que, ciertamente, no disfrutaban
las fminas.
En efecto, los varones movilizados tenan que sufrir las condiciones
climticas a la intemperie, o alojados en cuevas y chabolas infectas, cubiertos
de polvo y atormentados por la sed en verano, hundidos en el fango en las
pocas de lluvias y bajo la nieve, escarcha y hielo en invierno, devorados
siempre por los piojos, tomando una alimentacin escasa y repugnante,
viviendo entre los cuerpos de camaradas y amigos descuartizados, con las
entraas al descubierto, la masa enceflica desparramada por el suelo y
los miembros amputados y esparcidos por las explosiones, con un hedor
insufrible, que haca vomitar e impeda comer y dormir, en medio de nubes
de moscas y moscardas sacindose con los cadveres, en verano cubiertos
de gusanos y en todas las estaciones devorados por las feroces ratas de
las trincheras que, a menudo, comenzaban a morder y arrancar trozos de
carne a los moribundos abandonados en la tierra de nadie antes de que
hubieran expirado. Los heridos que estaban en lugares batidos no podan ser
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 209
choques armados con la poblacin autctona, que dejaron 300 soldados del
ejrcito espaol fallecidos y unos 500 heridos graves, sin olvidar el miedo
y las terribles condiciones que padecieron los hombres que cumplieron
all la mili, muchas decenas de miles en esos aos. Ello pone en evidencia
la otra cara, para los infortunados varones de las clases populares, del
ominoso patriarcado franquista, lo cual suele olvidarse. ste, con todos sus
horrores, proporcion un privilegio fundamental y valiossimo a las mujeres,
precisamente el de no ir al ejrcito y no ir a guerras injustas y espantosas,
como la descrita. El neo-patriarcado, ha liberado a las mujeres de ese
privilegio, hacindolas iguales a los varones en esto, las ha hecho carne de
can e irn a matar y a morir en las guerras que vienen, que sern muchas
sin duda. No abogamos por el privilegio patriarcal de la domesticidad frente
a la vida militar, creemos que las mujeres y los hombres deben compartir las
vicisitudes de la vida en todos los sentidos, pero la ideologa neo-patriarcal no
slo ha incorporado a la mujer al horror de la guerra, sino que ha quebrado
de forma importante el antimilitarismo en las clases populares, donde fue
dominante hasta hace unos decenios con fundamental participacin de las
mujeres.
Otra prerrogativa femenina bajo el patriarcado clsico fue la de quedar
exentas de los trabajos ms duros, agotadores, insalubres y peligrosos, que
formaban parte de las obligaciones naturales de la condicin masculina y
que una buena parte hoy siguen siendo realizados por varones, por ejemplo,
construccin, minera, obras pblicas, pesca y otros, que son, adems, los que
ms accidentes laborales originan. Ello contribuy a que desde hace siglos
la esperanza de vida de las fminas fuera mayor, situacin que se conserva
en 2010, 84,1 aos para ellas y 77,7 para los hombres. Esta ventaja tender
ahora a desaparecer, siendo una ms entre las varias que el neo-patriarcado
est arrebatando a las mujeres, que incorporadas al ejrcito, introducidas en
la pesadilla del trabajo asalariado, reprimidas en su maternidad, sin hijos-
hijas, y forzadas a aborrecer al varn, a la vez que le envidian y plagian en
todo, estn adquiriendo sus funestos hbitos de vida, en sus manifestaciones
peores: alcoholismo, drogadiccin, tabaquismo, tensin psquica permanente,
soledad obligatoria, depresin crnica con gran consumo de psicofrmacos,
fijacin manitica en el espectculo deportivo, psima dieta y otras, con sus
secuelas de enfermedades del corazn, mentales y varias ms.
Si la vida del hombre (mejor dicho, del hombre ms depravado, o
214 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
LA MUJER Y LA REVOLUCIN EN
LA ALTA EDAD MEDIA HISPANA
todo ansa constituirse como aparato de poder, por tanto, como aliado del
existente, lo que explica su carcter reaccionario, explcito en los stirnerianos
que repudian la nocin de revolucin, E. Armand, por ejemplo, y es la mejor
manera de proteger y defender el Estado y el capitalismo. Lo expuesto no
significa que en la lucha contra el poder constituido quede excluida la tica,
ni mucho menos, pero ya es otra moral, de diferente naturaleza.
Antes se ha citado a San Juan como primordial argumentador
de que la esencia de Dios es el amor, s, pero no puede ignorarse que,
probablemente, sea tambin autor del Apocalipsis, una obra combativa
que preconiza el arrasamiento de Roma, lo que excluye el pacifismo. Esa
dualidad de la cosmovisin cristiana es de sentido comn, pero lo principal
es su insistencia en el amor en el seno de la comunidad de los iguales, como
exhorta San Pablo, servos por amor los unos a los otros, no os olvidis de hacer
el bien y de ayudaros mutuamente, formulaciones que contienen un slido
repudio del orden constituido, pues arguyen que la existencia social ha de
tener como fundamento la ayuda mutua, no la intervencin del Estado
ni su consecuencia inevitable: el odio universal de unos seres humanos a
otros. El aprendizaje del amor, despus de haber vivido en la sociedad del
aborrecimiento universal, era una tarea ardua en la que se avanz mucho,
pero quiz no lo bastante, dentro del movimiento cristiano revolucionario.
La reflexin ltima es que, cuanto mayor sea el amor entre los iguales
oprimidos, ms poderosa ser la accin subversora del orden constituido,
pues la unidad as lograda contendr y har posible el mximo de dao
para el poder. De ello se desprende que todos los reaccionarios, en especial
las y los adoradores del ente estatal, corrompen y degradan al pueblo con
ideologas del odio entre pares como lo son, por ejemplo, el nietzscheanismo
y el feminismo.
La negacin del sistema patriarcal por el cristianismo ha de situarse
en ese marco. Aunque la ortodoxia poltica lo oculta, invitamos al lector o
lectora a que consulte cualquier estudio responsable de historia del primer
cristianismo, basado en las fuentes y no en los dogmas de la modernidad,
para hacer acopio de datos y juicios sobre el tratamiento no sexista, militante
contra el patriarcado romano, que aqul otorg a la mujer. De hecho sta
fue un componente decisivo, y muy activo, de sus formas asociativas, las
fraternidades, lo que se pone en evidencia en el altsimo nmero de mujeres
cristianas encarceladas, torturadas y muertas por el poder estatal de Roma,
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 231
les hara menos sandios, ms modestos y mucho mejores. Quiere decirse que
la crtica, cuando no se complementa con la autoevaluacin y la bsqueda de
enseanzas positivas, cuando es un ejercicio de destruccin pura, impide el
acercamiento a la verdad.
El argumento fundamental de la ortodoxia acadmica en esta
cuestin es la famosa cita, supuestamente de San Pablo, en la epstola a los
romanos, exhortando a las mujeres a someterse y a obedecer a sus maridos.
Por lo general, no se dice que va unida a similar peticin destinada a los
esclavos a subordinarse a sus amos, y a los sbditos en general a ser sumisos
para con el emperador de Roma (esto se hace de forma tan descarada que
salta a la vista que se trata de una interpolacin posterior).
Se atribuyen a San Pablo 14 epstolas, incluidas hoy en el canon del
Antiguo Testamento, pero desde la Iglesia catlica hasta los estudiosos
ms independientes conceden que una parte, variable segn los diversos
eruditos, son falsificaciones posteriores. En concreto, se tienen como
espurias, con seguridad, las epstolas a los hebreos, la segunda a Timoteo y a
Tito y la segunda a los tesalonicenses, mientras que se sospecha que lo sean
la epstola a los colosenses y la dirigida a los efesios. Asimismo, las misivas
tenidas por autnticas no estn exentas de numerosas interpolaciones y
alteraciones, y tambin supresiones, de manera que slo un estudio crtico
histrico concreto de cada uno de ellas, prrafo a prrafo, puede indicar su
grado de fiabilidad.
Se admite que fueron elaboradas a mediados del siglo I,
aproximadamente; pues bien, si en su redaccin original hubieran tenido
unos contenidos tan reaccionarios, tan rgidamente institucionales y
patriarcales, el cristianismo se habra desacreditado y jams habra llegado a
ser un movimiento poderoso, lo que logr por su decidida naturaleza anti-
sistema. Adems, de ser autnticos tales recitados de atrocidades, hay que
explicar qu motivos pudo tener el Estado romano para encarnizarse contra
el cristianismo, con persecuciones que hicieron correr la sangre a raudales,
las peores de tipo poltico, religioso o social que conoci el imperio. Es ms,
no se comprendera por qu el mismo Pablo, ciudadano romano y hombre
culto bien provisto de recursos intelectuales, fue detenido y ejecutado por
sus ideas, hacia el ao 58, si era tan fervoroso del poder imperial, patriarcal,
partidario del esclavismo y reverente como sostienen algunos textos
feministas escritos, como es habitual en ellos, sin conocimiento del asunto
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 233
tratado.
En efecto, si Pablo hubiera dicho somtanse todos a las autoridades
constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, en la epstola a los
romanos, no se podra explicar su ejecucin por el poder judicial-militar
de Roma. Es esclarecedor que en la mencionada epstola se cite a varias
mujeres con la mayor solicitud, desde Febe, a la que se califica de diaconisa
y se presenta como mujer extraordinariamente influyente y respetada, hasta
Prside, pasando por Mara y otras varias ms, con la particularidad que una
buena parte de ellas aparecen solas, sin un varn a su lado, como fminas
autnomas y valoradas por s mismas.
En la epstola a los efesios, atribuida a San Pablo pero, como se dijo,
de la que se sospecha sea en su totalidad una falsificacin posterior, se lee,
sed sumisos los unos a los otros en el temor a Cristo. Las mujeres a sus maridos, como
al Seor, porque el marido es cabeza de la mujer y poco despus se encuentra
esclavos, obedeced a vuestros amos de este mundo con respeto y temor. En la espuria
epstola a los colosenses se encuentran frases casi idnticas. Tal como est
construido el discurso es una repeticin de lo que expone Aristteles en
Poltica (ya estudiado en otra parte de este libro), en donde el destino
(inferior) de la mujer queda vinculado al del esclavo, de forma que quien
fabric esta epstola era seguidor, o al menos atento lector, de aqul pero
no cristiano. Por lo dems, si el orden esclavista y el patriarcal son buenos
equivale a decir que el Estado romano, que garantiza ambos, lo es, de manera
que este texto est haciendo un llamamiento al conformismo poltico, lo
cual entra en contradiccin con todo lo que sabemos del comportamiento
real de los cristianos reales en los tres primeros siglos.
En efecto, stos rechazaban el Estado romano, se negaban a enrolarse
en el ejrcito, repudiaban sus tribunales, consideraban ilegtimas sus leyes
y tenan por perversa su nocin de propiedad privada. Su cosmovisin se
basaba en cinco ideas primarias: 1) amor de unos a otros, 2) asambleas, 3)
propiedad colectiva, 4) igualdad de todos los seres humanos, sin distincin
entre hombres y mujeres ni entre libres y esclavos ni entre romanos y no
romanos, 5) vida autoorganizada, por tanto, sin ente estatal. Adems, tales
textos, que fueron reescritos a trompicones por los agentes intelectuales del
Estado romano en el siglo IV, en medio de una gran tensin, pues deban
conservar parte del mensaje original cristiano para ser crebles y, al mismo
tiempo, falsificar su significado profundo de la forma ms eficaz, estn
234 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
las mujeres cllense en las asambleas, que no les est permitido tomar la palabra; antes
bien, estn sumisas como tambin la Ley lo dice. Si quieren aprender algo, pregntelo a
sus propios maridos en casa, pues es indecoroso que la mujer hable en las asambleas.
Este prrafo es, todo l, una metedura de pata de los falsificadores del
siglo IV, que se descubren aqu. Dado que el vocablo iglesia, tomado del
griego, significa slo asamblea, no se comprende de entrada la distincin que
se hace entre Iglesias, con mayscula, y asamblea, dado que en realidad
ambas en el primer cristianismo eran sinnimos. Pero ya no lo eran en el
siglo IV, cuando se haba creado unas Iglesias institucionales, que vivan
de los estipendios que desde Constantino les pasaba el Estado romano, y las
asambleas que an realizaban los fieles ms adheridos al ideario cristiano,
que eran adems extraordinariamente apreciadas, y muy recordadas, hasta el
punto de formar parte de las seas de identidad del cristianismo verdadero.
Por tanto, la citada epstola, supuestamente redactada a mediados del siglo
I, se est refiriendo a una situacin que entonces no exista, pero que s se
daba en la IV centuria! Eso evidencia en qu momento fue interpolado este
bufo pargrafo.
Lo mismo sucede con la cuestin de la participacin femenina en las
asambleas. No se comprende bien que las mujeres fueran a las asambleas
para no poder expresarse en ellas, pues haba una frmula ms coherente,
que no asistieran. Pero esto chocaba tan frontalmente con la tradicin
cristiana primitiva, en que las mujeres estaban en ellas con todos los
derechos, que el falsificador del texto eligi una frmula incoherente pero
pretendidamente conciliadora e intermedia: que asistieran pero mudas,
asunto bastante difcil de realizar en la prctica, como es de sentido comn.
Con todo, el plumfero no debi sentirse muy seguro de la credibilidad
de lo que estaba reescribiendo e invoc la autoridad de la Ley, esto es,
del Antiguo Testamento, indudablemente patriarcal, porque en el Nuevo
Testamento, an no falseado a fondo al parecer, no logra hallar nada que
justifique el patriarcado, lo cual dicho sea de paso, prueba que la alteracin
de los contenidos de la primera epstola a los corintios se hizo al comienzo
de todo el proceso tergiversador de los escritos cristianos. Es grotesco que
estas mujeres mudas no sean citadas en ningn otro lugar. Sin embargo, en
la epstola comentada se salva una de las ideas centrales del cristianismo
autntico, haced todo con amor, de un potencial subversivo incalculable, y
por eso mismo hoy repudiada con furor por esa coalicin ultra-reaccionaria
236 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
que las fminas tuvieron en l, de manera que podemos estar seguros que
al retocar los documentos fundacionales tras Nicea se procur, como es
lgico, rebajar todo lo posible el protagonismo femenino, para adecuarlos al
rgido patriarcado romano.
La cosmovisin cristiana ofrece en nuestra historia una imagen de la
mujer completamente ajena a la domesticidad y la sumisin. En la imaginera
castellana, por ejemplo, impresionan algunas figuras femeninas como las de
Juan de Juni (Siglo XVI) por la potencia y energa fsica y la profundidad
emocional con que se simboliza a la mujer. La solidez y musculatura de
las caritides de la Capilla de los Benavente en Medina de Rioseco, obra
de Jernimo y Juan del Corral expresan igualmente una mirada sobre el
mundo de lo femenino que no es la de la misoginia patriarcal clsica. La
mujer fuerte, entregada a grandes obras y luchas titnicas es representada
en la figura de las mrtires que encarnan a toda la comunidad cristiana en
su momento de mayor combate contra el mal personificado en Roma. Es
comn en los retablos de los siglos XV al XVII encontrar figuras de mrtires
como Santa Catalina o Santa Brbara que aparecen con la espada, con el
doble significado de haber muerto a espada y presentarse armadas para la
batalla por el bien.
Esa revolucin anti-patriarcal se logr sin intervencin del Estado,
sin la cooperacin de leyes, jueces, policas y crceles, sin ensaarse con
los varones de las clases populares, esto es, viviendo al margen y en contra
del Estado, por un impulso desde abajo que alter cualitativamente las
mentalidades y persuadi a millones, con aserciones pero sobre todo con
el testimonio y la vida vivida. Lo as logrado otorga a la cultura occidental
cristiana unas peculiaridades nicas, cualitativamente diferentes de las de
buena parte de la cultura europea anterior, por ejemplo, la griega, que reclua
a las mujeres en el gineceo, hacindolas ajenas a la vida poltica, cultural y
social, y donde slo podan ser visitadas por los parientes ms prximos.
En el seno de este rgimen patriarcal, en lo esencial igual al de Roma, estaba
proscrita la pasin amorosa, y al sexo se le asignaba una nica funcin, la
reproduccin. No haba, ni poda haber, enamoramiento, tampoco pasin
genital entre los esposos, los varones la obtenan con esclavas y prostitutas,
nunca con sus parejas. Pero el amor y el enamoramiento eran desconocidos
como fusin entre los sexos pues eran nicamente atributo de la relacin
entre los hombres en forma de amistad.
240 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
en todo aparecen al nivel que los varones, con ambos sexos unificados en
el esfuerzo por realizar el programa revolucionario del monacato cristiano,
antes pergeado. ste, que enraza sobre todo en los pueblos libres del norte
de la pennsula Ibrica, mal romanizados y por ello poco acostumbrados al
despotismo estatal, ocasion a partir del siglo VIII una sociedad nueva, libre
y revolucionaria, por tanto, sin patriarcado. Es la revolucin de la Alta Edad
Media hispana.
Una exposicin basada en el anlisis fctico de documentos de la poca
y no en el habitual juego acadmico de admitir y rechazar teoras y deducir
especulativamente desde ellas, es el libro Historia de Zamora. Zamora en
el siglo X, de Mara Luisa Bueno Domnguez, que hace un estudio brillante
y persuasivo de la condicin de la mujer en esta poblacin en ese tiempo
e ilustra lo inapropiado de las teorticas ortodoxas, que definen tal orden
social a travs de la categora, politiquera e incluso meramente calumniosa,
del feudalismo y el mito perverso de la Edad Oscura ignorando los
hechos y los datos. En contra de todo ello, lo que esa autora localiza en las
fuentes documentales de la poca, para dicha centuria en el territorio leons,
es una mujer con plena libertad civil, que no est sometida a las reglas del
patriarcado, de donde se ha de inferir que ste, para las fminas de las clases
populares, no exista.
Claro que el mundo acadmico debera ponerse de acuerdo sobre
la definicin sustantiva de ese orden social, pues mientras para los autores
jacobinos es feudal (esto lo exponen los seguidores de una ideologa, el
jacobinismo, que es una forma temprana de fascismo), para otros, como es el
caso de John Keane, en The life and death of Democracy, en las Cortes de
Len de 1188 se inicia la democracia contempornea, segn dicho autor el
primer sistema parlamentario en el mundo, opinin compartida por algunos
ms. Ciertamente, esto ltimo no es correcto, ni mucho menos, comenzando
porque el parlamentarismo no slo no es un rgimen democrtico, sino
que se manifiesta como una dictadura de las elites polticas, empresariales,
mediticas y acadmicas. Pero, con todo, es menos errneo que la doctrina
infamante del feudalismo que aparece en todos los manuales estatales
escolares. Las formulaciones de Keane permiten ver de un modo nuevo,
con respeto y simpata, esa formacin social, que es la realizacin prctica, si
bien incompleta e imperfecta, del ideario cristiano original.
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 243
viriis quan mulieres, toto concilio pariter, formulacin que expone cmo era, en lo
referente al gnero, el rgano mximo de autogobierno popular, el concejo
abierto medieval. Un diploma de vila, de 1146, se refiere a todo Concilio de
avila virorum et mulierem y el influyente fuero de Njera (La Rioja), de 1076,
declara estar, atencin a esto, elaborado y promulgado por todo el vecindario
tan viris, quam mulieribus. Podramos aadir muchas ms citas similares,
y extendernos tratando sobre cartas forales medievales particularmente
entusiastas de la libertad de las fminas, como la de Escalona (Toledo), fuero
viejo de Alcal de Henares (Madrid) o Medinaceli (Soria), pero dado que no
deseamos cansar a la lectora o lector, lo dejamos aqu.
Hay, cmo no, algunos textos misginos supuestamente de la poca, la
carta puebla de Benavente (Zamora), por ejemplo, pero ello es consecuencia,
con gran probabilidad, de que nos ha llegado en una reelaboracin tarda,
posterior a 1300, y, por tanto, tambin a la redaccin del cdigo de Las
Siete Partidas por el rey Alfonso X y su equipo de jurisconsultos que, como
expone Manuel Aranda, introducen una concepcin patriarcal de la familia,
antes desconocida entre el pueblo llano, al ser una recuperacin del derecho
romano en ese tiempo (segunda mitad del siglo XIII), que haca mucho que
se haba extinguido en la pennsula Ibrica entre las clases populares69.
Es importantsimo constatar que Alfonso X introduce (o lo intenta
por el momento, pues el proceso culminar despus de su fallecimiento) tres
elementos que siempre van unidos: el patriarcado, el Estado y la propiedad
privada romanista, esto es, absoluta. La clave est en el componente nmero
dos, el Estado. Quienes olvidan esta cuestin deben recordar que de las
asechanzas, malfetras y conspiraciones de aqul y sus herederos en el trono
result el fin del sistema de concejo abierto en villas y ciudades, con el
correspondiente robustecimiento de la institucin de la Corona (mdula del
ente estatal en ese tiempo) y la instauracin como gobierno municipal del
concejo cerrado con regidores designados por el rey. De ello provino, como
consecuencia inevitable, el patriarcado.
Con ignorancia o malicia se suele citar el fuero de Cuenca como
ejemplo de lo muy patriarcal que fue la sociedad comunal, concejil y
consuetudinaria con monarqua propia de nuestro medioevo, desde el siglo
VIII hasta finales del XIII. Es cierto que aqul tiene elementos claramente
patriarcales, as como homfobos, pero lo que no se hace es mostrar con
honradez la excepcionalidad de ese texto legal, as como sus peculiares
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 247
Estado islmico, que las capturaba en sus sangrientas aceifas estivales y las
venda a los harenes del todo el mundo rabe, asunto que quiz explique ms
y mejor que cualquier otra cuestin la resistencia armada al Estado andalus
de los pueblos libres del norte70.
En al-Andalus no hubo nada parecido al concejo abierto, pues el poder
lo ejercan el califa, dspota indiscutido, y sus altos oficiales, sobre todo los
jefes militares, ni se conoci forma alguna de propiedad colectiva, faltando
los sistema de apoyo mutuo voluntario, ni hubo milicias populares ni juicios
por asamblea desde el derecho consuetudinario ni, como consecuencia y a
la vez causa de todo ello, las mujeres participaron lo ms mnimo en la vida
poltica, econmica y social, en paridad con los hombres. Esto es reconocido
incluso por un musulmn notable, si bien disidente y perseguido, al igual
que sus discpulos, por el Estado islmico andalus (creador de un feroz
aparato inquisitorial siglos antes de que existiese en el norte), Averroes (Ibn
Rusd), que en un escrito de 1194 admiti que los territorios del sur eran
ms pobres y atrasados que los del rgimen concejil, foral, consuetudinario
y comunal con monarqua, en parte por el lastimoso estatuto que otorgaban
a las mujeres.
As es, en la derrota final del Islam hispano esto fue una cuestin de
primer orden, no comprendida por los historiadores oficiales. Era aberrante,
incluso por razones demogrficas y econmicas, que los riqusimos jerarcas
islmicos tuvieran harenes de cientos o miles de mujeres, adquiridas en el
mercado en su gran mayora y confinadas all como desolados, estriles,
embrutecidos e intiles objetos de lujo. Es el caso de Abd al-Rahman III
que, segn se admite, lleg a disponer de 6.300, a las que daba un trato muy
cruel, sdico a menudo. As pues, en aquella sociedad existi la forma ms
extrema de patriarcado.
La diferencia entre los pueblos libres del norte y el despotismo
islmico del sur se puso de manifiesto hasta en el juego de ajedrez. Como
es sabido, en la versin islmica medieval la reina no exista, siendo el visir o
primer ministro del califa quien ocupaba su lugar en el tablero. En la versin
cristiana del juego, la reina, como expone la historiadora Mara Jess Fuente,
tena autoridad por derecho propio, no por delegacin del monarca, siendo,
adems, la ficha ms poderosa en movilidad y en capacidad de intimidar y
eliminar a las del contrario.
El romnico ertico de la mitad norte peninsular simboliza
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 251
las mujeres del medioevo de las milicias concejiles, aunque nos inclinamos
por la segunda apreciacin. S podemos afirmar que, a nuestro entender,
en una sociedad libre del futuro aqullas han de quedar obligadas a
realizar todas las tareas necesarias para el desenvolvimiento de la vida
social, las de autodefensa y milicianas tambin, en igualdad rigurosa con
los hombres. Esto, que por imperativos de equidad, ha de ser compatible
con la autosuficiencia demogrfica, para no expoliar a otros pueblos,
exige una reorganizacin general de la vida en sociedad de naturaleza
extraordinariamente revolucionaria, a fin de que las mujeres, sin reprimir su
maternidad, participen en la vida poltica, econmica y cultural en igualdad
de condiciones con los varones. Ello no es fcil, como lo prueba que no lo
consiguiera el orden concejil y comunal del pasado (que apart a las fminas
del servicio de armas) y que lo excluya tajantemente el actual (que libera a
las mujeres de los pases ricos a costa de las de los pases pobres, incorpora a
la poblacin femenina a las funciones militares, pero lo hace prohibindolas
de facto, la maternidad y la sexualidad).
Es, pues, un desafo formidable, a resolver por futuras sociedades
revolucionarias que ahora ya tiene que ser propuesto como meta necesaria e
inexcusable de un verdadero programa de liberacin real e integral de todas
las mujeres del planeta, de todas, no de algunas. Por lo dems, si desacertada
fue la no participacin de las fminas en las milicias concejiles, decisin de
la que stas fueron tan responsables como los varones, no lo fueron menos
otras medidas de aquella formacin social, como la de permitir la existencia
de monarqua. Finalmente, que la mayor parte de las mujeres del medioevo
no desearan participar en la guerra justa contra la sociedad esclavista islmica
tiene poco de novedoso, la misma decisin tomaron muchos siglos despus,
en 1936-1937, la gran mayora de las mujeres en el bando antifranquista,
rehusando tambin ir a la batalla. En un caso y en otro se equivocaron
gravemente.
No sera justo terminar este apartado sin citar a Isabel de la
Cruz, ideloga principal del ltimo colectivo conocido continuador
del cristianismo revolucionario que ha existido en nuestro pas, el
iluminismo castellano del primer tercio del siglo XVI, quiz vinculado
al movimiento comunero, que fue aniquilado por la Inquisicin a partir
de 1524, publicando un edicto condenatorio, un ao despus, que har
desaparecer en las crceles secretas del Santo Oficio, entre aquel ao y
256 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
masculino.
Tal es el caso de Dorotea, de la que Amrico Castro dice que
muestra la mayor independencia y libertad de pensamiento. As es, se presenta
como mujer enrgica pero templada y reflexiva que piensa y razona antes
de actuar. Comienza expresando el profundo amor que la tenan sus padres
y cmo siempre supo que ellos me casaran con quien yo ms gustase74. Es ella
quien decide tener relaciones sexuales con don Fernando a quien espeta,
segn la costumbre castellana: en tanto me estimo yo, villana y labradora, como
tu seor y caballero. Conmigo no ha de ser de ningn efecto tus fuerzas, ni han de tener
valor tus riquezas, ni tus palabras han de poder engaarme, ni tus suspiros y lgrimas
enternecerme. A esta mujer, a la que Cervantes presenta como una autoridad
en conocimientos de libros de caballera, tan segura de s misma, tan rotunda
en su discurso, tan soberana en todos los aspectos de la vida, tambin en
el sexual, Salvador de Madariaga le dedica un captulo de su Gua para el
lector del Quijote que titula Dorotea o la listeza. En l destaca su facilidad
de palabra, tan sugestiva por su rapidez como por su propiedad, de una viveza excepcional
de observacin y comprensin; as como una inteligencia muy hecha a manejar ideas.
Sera muy difcil que un personaje as se construyera sobre la base de la nada
en una sociedad en la que las mujeres fueran sometidas de forma tan rgida
como pretende hacernos creer la ortodoxia acadmica dispuesta a rehacer la
historia y la literatura segn su deformado credo.
Las virtudes de Dorotea no son excepcionales, pues tan resuelta y
decidida como ella se presenta Marcela que, aunque su to y todos los del pueblo
se lo desaconsejaban, dio en irse al campo con las dems zagalas del lugar y dio en guardar
su mesmo ganado. Marcela hace un discurso sobre la libertad y el amor de
contenido y envergadura filosfica: el verdadero amor no se divide y ha de ser
voluntario y no forzoso () tengo libre condicin y no gusto de sujetarme a nadie. Tal
discurso lo hace ante un grupo de hombres que escuchan con un respeto,
no fingido ni de cortesa, sino autntico.
Las mujeres reales en Cervantes, todas, Dorotea, Marcela, Zoraida
la mora, Altisidora, etc., son mujeres soberanas, enrgicas y hasta soberbias
en la defensa de sus libertades, no buscan proteccin, no demandan
privilegios, no las veremos cobardes ni apocadas, incluso las ms rsticas,
Aldonza Lorenzo, Maritornes, Torralba, Teresa Panza, son mujeres fuertes,
espontneas, despiertas y avispadas en la brega de la vida; Luscinda, mujer
volcada en la pasin amorosa, entregada al amor por Cardenio, no es con todo,
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 259
EL LIBERALISMO Y EL FASCISMO
ANTE LA CUESTIN FEMENINA
hace algn autor poco avisado y quiz no del todo inocente, pues no hay
que olvidar que destruir todas las formas de convivencia y relacin natural,
desde los grupos de amigas y amigos hasta la familia, es necesario para que el
capital y el Estado logren un mximo de presencia y poder, tarea que ahora
est realizando el feminismo, entre otros, con notable xito, por desgracia.
Es verdad que no en todos los lugares las fminas eran polticamente
activas y protagonistas, en algunos el concejo aldeano en su fase ltima
de degradacin se someta a la presin de la ideologa patriarcal, la oficial
del Estado y de la Iglesia, y se converta en msera y misgina reunin de
cabezas de familia, aunque esto no era lo ms comn, incluso si aparece
escrito en algunos reglamentos u ordenanzas municipales decimonnicos,
debido a la presin de las autoridades del Estado liberal siempre misginas
de manera furiosa, pero en la prctica, las mujeres asistan (por ejemplo, las
viudas lo hacan siempre) incluso en las peores condiciones de prevalencia de
la ideologa patriarcal. Unas interesantes reflexiones sobre la degeneracin
del concejo abierto, ya a principios del siglo XX, en diversos aspectos se
encuentran en El Valle de Igua, de Daniel L. Ortiz, por ello nadie debe
de extraarse que en ciertas ocasiones se llegara incluso a la exclusin de la
mujeres, aunque, por lo general, ms sobre el papel que en la realidad.
Cuando un sistema de ideas, afecte al asunto que afecte, se impone
desde arriba, suele ser admitido por muchas y muchos. Es ms, la ideologa
patriarcal clsica era apoyada igualmente por una cierta fraccin de mujeres
(que estaba ms cerca del clero que los varones, siendo por ello ms
permeables al machismo eclesistico) y de hombres. Del mismo modo hoy
el sexismo oficial, el feminista, penetra en varones (alguno de los peores
panfletos de ese contenido son obra suya, por ejemplo de Miguel Lorente, el
principal idelogo del movimiento feminista hoy en Espaa, por encima de
cualquier mujer) tanto como en el elemento femenino, pero tambin existe
una proporcin de mujeres que lo rechaza de plano. Lo expuesto explica que
en los aos del primer franquismo las mujeres fueran mucho ms religiosas
que los varones, por tanto ms misginas que stos, segn los estereotipos
del anticlericalismo, asunto de una enorme importancia que demanda una
cuidadosa investigacin, pero que impugna el victimismo, chovinismo de
gnero y angelismo feminista.
Un libro que desmonta los errores, malentendidos y meras calumnias
sobre el mundo agrario pre-moderno, heredero del monacato cristiano
272 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
manera. Ahora no hay sino enfermedad; a uno le duele la cabeza, a otros las canillas,
todo el mundo est mareado.
Se ha de observar que todas las mujeres entrevistadas (menos una que
se declara ama de casa) aparecen como practicantes de un oficio (a veces de
dos), igual que los varones, y ninguna habla de las tareas caseras y maternales,
ni de los hijos y el marido. Se refieren a sus trabajos y experiencias de la
vida, a observaciones sobre la destruccin de la naturaleza, desde la tierra
hasta el mar, a la salud. Su mundo no est limitado por la ideologa de la
domesticidad, que entre ellas no existe. Por supuesto, no hay la ms mnima
referencia a que padecieran marginacin o exclusin por ser mujeres, mucho
menos violencia. Hablan de los varones como de sus queridos y respetados
compaeros, con los que comparten lo bueno y lo malo de la vida en pie
de igualdad pero sin ellas dejar de ser mujeres y ellos de ser hombres. Es a
destacar que en su mundo ni siquiera la divisin del trabajo por gneros estaba
demasiado marcada, pues muchos oficios eran intersexuales. Slo pone una
nota discordante, en un par de testimonios, el desarrollo del capitalismo
en la isla, que hace que en algunos casos se hable de trabajos muy duros,
inhumanos, y mal remunerados realizados en el pasado por hombres, pero
eso anuncia la destruccin del mundo rural popular tradicional por fuerzas
ajenas a l.
Algunas personas que vivieron ese mundo llegan a una idealizacin
de un pasado aorado por sus aportaciones espirituales sobre todo. En
Estampas etnogrficas del noroeste de Tenerife, Manuel J. Lorenzo
Perera, concluye que son las estampas de una poca en la que segn la opinin
ampliamente compartida- haba ms respeto, ms cario y en que la vida era ms bonita,
en este texto se recoge la investigacin sobre la cultura de la sal en Canarias
a travs del estudio de las lajas de La Caleta de Interin. Esta labor, a la que
se le asigna la categora de cultura porque no es tan slo un trabajo sino
que estructura las costumbres de la comunidad, es labor femenina, pues es
la mujer quien controla y domina todo el proceso. Las lajas de sal que eran
posedas por la mayor parte de las familias del vecindario son propiedad de
la mujer y se heredan por va femenina de madres a hijas o nueras. Todo el
trabajo era dirigido por las mujeres desde la extraccin a la comercializacin
que se haca llevndola a pagos cercanos o distantes e intercambiando
su producto por otros propios de esas zonas y, aunque la propiedad era
privada, el trabajo se haca colectivamente repartiendo a partes iguales lo
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 281
bailan tomadas por el talle mientras una improvisada orquesta hace msica
y un grupo de adultos y nios contempla risueo el baile. Lo que cautiva y
fascina es la expresin de jbilo, exaltacin y ardor tumultuoso de la pareja
ms joven, que est tomada de perfil, intenssima emocionalidad expresada
por ella tanto como por l, as como el vertiginoso movimiento, lograda
integracin y sentido comunal de la escena en su totalidad, con la otra pareja
casi de espaldas ambos, por lo que no se alcanza a observar sus rostros,
que se suponen no menos pasionales. Si el alma de la fiesta popular, que es
fiesta convivencial, pudiese fotografiarse, con toda su estremecedora carga
de intensa diversin y loco entusiasmo, cuyo meollo son las muy buenas y
estrechsimas relaciones existentes entre varones y mujeres, sobre la base del
respeto y amor mutuos, podramos decir que aqu se ha realizado.
En las fotos puede encontrarse informacin objetiva de valor
inestimable sobre la realidad del pueblo. El estudio serio, si se hiciera, de la
documentacin fotogrfica histrica nos proporcionara datos valiossimos
para comprender la realidad del pasado. Un ejemplo son las pertenecientes a
la fototeca de la diputacin de Huesca91 en las que nos podemos extasiar con
la alegra que desprenden las cinco mujeres fotografiadas durante la siega en
los aos de la guerra civil, con la estampa de la aventadora cuya imagen es
tan expresiva que parece que podemos tocar el aire que la envuelve y que
cerca su figura con miles de granos de cereal o con la bellsima fisonoma
de la adolescente en la vendimia. Las fotos de grupo tomadas en el campo,
en el quehacer o en los momentos de descanso, presentan un mundo de
seres cuya dignidad y alto autoconcepto, como mujeres y como hombres,
es perceptible en las instantneas. Pero no habr financiacin para un
trabajo que se situara en las antpodas de la ortodoxia, y, desgraciadamente,
toda labor de investigacin es hoy dependiente de las instituciones pues la
indagacin del pasado por puro amor a la verdad est casi desaparecida en
el presente.
Un autor que sabe vincular la libertad de la mujer en el pasado
inmediato con las cuestiones de clase es Pablo Vela Jimnez en la monografa
Vida cotidiana de un pueblo peculiar: Baos (S. XIII-XIX), referido a
Baos de Montemayor (Cceres). Al tratar sobre la familia y el matrimonio
en esta poblacin, con documentacin que alcanza desde el siglo XVIII
hasta el XIX, y al investigar el rgimen jurdico familiar advierte que en
las capas populares haba ms libertad, al no pesar los factores econmicos, de
284 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
manera que lo que importaba eran los gustos de la pareja, o como mucho
las recomendaciones de la propia familia. Ciertamente, mientras entre las elites
el amor apenas contaba, por lo general, al quedar ahogado por el inters,
en el pueblo era el factor fundamental que atraa y una a las mujeres y a los
hombres, la familia, en efecto, hacia recomendaciones pero no impona nada,
respetando la eleccin amorosa, que era considerada como algo que deba
proceder de lo ms ntimo de las emociones, pasiones y voliciones de las
personas, de las mujeres tanto como de los varones.
Otra interesante aportacin de esta obra es que seala la menguada
tasa de natalidad que se daba en esa comarca cacerea, tanto a mediados del
XVIII, cuando no llegaba a 2 hijos por unidad familiar, como a mediados
del XIX, fecha en que no alcanzaba los 2,5. Esto, que es bien conocido para
cientos o miles de ncleos habitados, por lo que se puede extrapolar a la gran
mayora de los pueblos de la pennsula Ibrica para esas fechas, contribuye a
refutar la srdida especie de que la vida ntima y reproductiva de las familias
la estableca el clero, y que las mujeres geman aplastadas por una natalidad
desbordada. La natalidad ms alta registrada en los tratados de demografa
son 4,75 hijos por mujer en 1900, lo que tampoco es abrumador, para unas
fminas apoyadas y ayudadas por la familia extensa, pero incluso ese dato
es probable que est sobrevalorado. S era una carga en las ciudades, donde
la familia extensa se haba extinguido ya y la mujer estaba sola con su prole,
pero en ellas la natalidad sola ser ms baja, y mucho mayor la mortalidad
infantil.
Otro estudio del mundo tradicional, ste de singular importancia
al haber sido el autor agricultor durante toda su vida, es En la Tierra de
Campos (Memorias de un labrador), de Modesto Celada Vaquero, 2006.
Se refiere al respeto del que gozaba la mujer entre los varones, a su libertad
amatoria y a su participacin en las principales tareas agrcolas, tales como la
siega, para indicar a continuacin que su propia madre era experta segadora,
aadiendo con orgullo lo que sigue, para dar una idea de la agilidad de mi madre
con la hoz, dir que en dos horas seg unos 1.250 metros cuadrados...Tuvo, sin duda,
buenos maestros, y mucha prctica y agilidad. Examinemos esto. En primer lugar,
destaca el orgullo de Modesto, un varn, ante la capacidad profesional y
asombrosa potencia fsica, difcilmente encontrable entre varones, de una
mujer, su madre. No hay ni la ms minscula sombra de reproche por hacer
tareas supuestamente impropias de su sexo, todo lo contrario, ni en l ni en
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 285
una sociedad de ngeles sin la marca de la realidad humana; basta con que
el mal no se haga obligatorio como sucede en la sociedad moderna, con que
pueda elegirse la vida con libertad relativa y equilibrada con los iguales. En
esas condiciones la existencia depende de la trama electiva de la persona y
la comunidad y el lado oscuro de la realidad puede ser comprendido tanto
como limitado.
La desintegracin de las estructuras de vida y la cultura de la ruralidad
ha sido una prdida inconmensurable, un declive colosal de las condiciones
de existencia del pueblo. La desaparicin de los sistemas de apoyo mutuo,
del trabajo integrado en la vida, de la crianza compartida en el seno de la
familia extensa y la vecindad, de la auto-organizacin del tiempo, las tareas
y labores y de la actividad no especializada, entre otros, ha supuesto una
merma de la calidad de su vida, constatable empricamente en el deterioro de
su salud psquica. Un trabajo perturbador para la satisfecha conciencia del
progresista medio es el de Marcos Lorenzo Galicia en liquidacin. Feridas
no mapa antropolxico93 en el que la investigacin sobre el proceso de
desarticulacin del mundo rural gallego (el que ms tiempo ha pervivido de
la pennsula) se entrecruza con su propia historia biogrfica y la reflexin
sobre su identidad. El examen de la emigracin desde la aldea gallega a la
gran ciudad es, en palabras del autor, un etnicidio, una tragedia que afecta de
modo particular a las mujeres entre las que se generaliz el uso de ansiolticos
llegando la tasa de enfermedades mentales severas al 25%. El porcentaje de
suicidios pas de ser el ms bajo del Estado espaol a multiplicar por tres la
media estatal. Este experimento de desestructuracin social, de desarraigo
fenomenal, vivido en primera persona, hace del trabajo de Lorenzo un
documento de excepcional valor para entender la gran conmocin que la
desaparicin de ese universo cultural y existencial ha supuesto. Podemos
comprender a travs del anlisis de los particulares, como en este caso,
la verdadera naturaleza de la calumnia que el progresismo izquierdista ha
urdido contra el mundo tradicional, una mentira que es el instrumento para
la demolicin del sujeto premoderno, cuya unidad y complejidad de ser y
estar en el mundo, es incompatible con el desarrollo del capitalismo. Para
la mujer este paso, un autntico salto en el vaco, equivale a la muerte de su
forma existencial como persona, es decir, es feminicidio.
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 295
LA MODERNIDAD MISGINA
1882 casi todas las escuelas de prvulos estaban dirigidas por fminas. En
fecha similar se abri a las mujeres la posibilidad de trabajar en la sanidad,
como matronas y practicantes. En realidad, las congregaciones femeninas
religiosas, las monjas, siempre haban realizado estas tareas, y otras varias
ms, tiles y productivas, de manera que ello era poco novedoso, aunque s
muestra el gran retroceso que haba significado para las mujeres la revolucin
francesa y las revoluciones liberales, con su luntica pretensin de confinarlas
absolutamente en el hogar, principalmente para destruirlas como seres
humanos, del mismo modo que el feminismo busca confinarlas ahora en el
salariado, la nueva forma que adopta la ideologa de la domesticidad, la ms
efectiva forma de realizar el feminicidio, como muerte de la humanidad de la
mujer, que desde sus orgenes busca el Estado liberal y constitucional.
En 1868 se autoriz el acceso de las fminas a algunas carreras
universitarias, as que a finales de siglo ya haba un pequeo grupo de
mujeres con ttulos acadmicos. Pero detrs de tales providencias, que para
nada mejoraron la vida del 99,9% de las mujeres, sometidas a un afrentoso
sistema patriarcal-estatal, estaban las necesidades estratgicas del Estado en
rpido crecimiento y el capital, que se vala de aquellas para robustecerse y
expandirse, por lo que, a fin de cuentas, tales, en apariencia emancipadoras,
fueron funestas para el conjunto de las y los oprimidos. Las disposiciones
expuestas sirvieron tambin para suavizar el sistema patriarcal a las hijas
y esposas de la burguesa, los altos funcionarios, el poder judicial, los
acadmicos-funcionarios y los mandos militares, pero a las mujeres del
pueblo no les afectaron en modo alguno, asunto que parecen olvidar algunas
estudiosas, siempre propensas a hablar de las mujeres en abstracto, como
grupo homogneo, violando con ello la verdad fruto de la observacin ms
elemental.
El movimiento obrero, en algunas de sus secciones, ensay
formulaciones que parecan oponerse a la dominacin de la mujer, en sintona
con el sufragismo y primer feminismo. sas tenan, por un lado, un cierto
componente positivo, pero por otro se fundamentaban en una concepcin
simplista, errada y pragmtica que consider conveniente la incorporacin
de las mujeres a la vida fabril porque ello incrementara el nmero de los
proletarios y acelerara el desplome del capitalismo. Enfoque que no tiene en
cuenta que ms mujeres (o varones) en la produccin asalariada robustece
al capital, permitindole, al mismo tiempo, reforzar los aparatos estatales
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 297
con fminas, por lo que tal perspectiva ha de ser tenida por infundadamente
optimista, adems de equivocada, pues es el desarrollo de la conciencia y no
tales o cuales cambios sociales, no tales o cuales luchas por mejoras dentro
del sistema, lo que har quiz posible el fin del capitalismo.
En un segundo momento, a partir de mediados del siglo XX, los
llamados partidos del proletariado se limitaron a admitir el credo feminista
sexista sin ms, perdiendo la oportunidad de disear creativamente un
camino para la superacin del patriarcado. Desde luego, la solucin no es
ni el hogar ni el salariado, ni la empresa ni el cuartel, sino una revolucin
que cree una sociedad cualitativamente diferente, sin trabajo neo-esclavo
ni gineceos ni sexismo de un tipo u otro, con hombres y mujeres igualados
en lo poltico y civil sin perder la propia mismidad, y manteniendo entre
s relaciones de afecto, hermandad y mutuo enamoramiento, con libertad
de conciencia, poltica y civil equitativa para todas y todos, con formas de
convivencia y relacin de tipo natural muy desarrolladas, los grupos de ayuda
mutua, las cuadrillas de amigas y amigos, la familia extensa.
Para el anlisis de la cuestin de la mujer en el franquismo y los
fascismos hay que sentar una premisa inicial: la misoginia de uno y otros es la
misma que la establecida por las revoluciones liberales, por el infausto cdigo
napolenico y sus mmesis locales. Lo que el franquismo hizo en materia
legal fue aplicar con rigor el muy misgino Cdigo Civil parlamentarista y
constitucional de 1889, obra seera del progresismo decimonnico, lo que
pone una vez ms de manifiesto que en lo que importa, parlamentarismo y
franquismo son la misma cosa. Al ser los fascismos sistemas a la vez muy
militaristas y extraordinariamente productivistas y al darse en los pases
europeos preteridos, por un motivo u otro, en el desarrollo del capitalismo
(salvo Alemania), que adems carecan de colonias de donde extraer soldados
y mano de obra, desarrollaron un sexismo agresivo y obsesivo, que tena,
como exponemos, bases objetivas slidas, no siendo meramente una forma
de ideologa, como se pretende por lo general.
El franquismo, para dotarse del material blico adecuado y para
financiar sus desvaros imperiales, tuvo como una de sus principales metas
la ms rpida industrializacin del pas, para proporcionarse tanto soldados
como recursos econmicos y tecnolgicos. En contra de los tpicos urdidos
por el poder acadmico, fue mucho ms una ingenierocracia que un rgimen
clerical. Desarroll la industria tanto como pudo, lo que exiga la utilizacin
298 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
ofrece una relacin de 315 mujeres procesadas por el Tribunal Popular y Jurado
de Urgencia de Almera por desafeccin, desacato, espionaje y alta traicin a la Repblica
(1936-1939). Considerando que los servicios policiales republicanos
probablemente slo lograron detener al 10-15% de las fascistas que operaban
en la clandestinidad, es legtimo concluir que stas fueron no una minora,
sino un bloque de varias miles, en unas condiciones en las que tal proceder
era sumamente peligroso e incluso temerario para la integridad personal,
como lo manifiesta el elevado nmero de detenciones. Es a destacar que en
esa provincia, y en todo el territorio leal, durante los aos de la guerra estuvo
activo en la clandestinidad el llamado Socorro Blanco, otra organizacin
pro-franquista formada sobre todo por fminas.
El estudio de los casos ms conocidos que aparecen en el libro
de Sofa Rodrguez muestra que la extraccin social por un lado y el
compromiso poltico, ideolgico y religioso, es decir la conciencia, por otro,
fueron los factores causales decisivos, mientras que el sexo-gnero tuvo
una importancia mnima. En efecto, las mujeres de las clases altas y medias,
junto con las de las clases populares adheridas a opciones reaccionarias,
se movilizaron de manera casi unnime a favor del bando franquista (que
era el ms explcitamente patriarcal), al mismo tiempo que censuraban y
amenazaban con furor a las fminas que estaban en las filas del antifascismo.
Esto muestra que muy por encima del conflicto entre los sexos estn los
factores clasistas y las cuestiones relacionadas con el poder, por lo que la
denominada solidaridad femenina es una entelequia cuando lo que est
en juego son las cuestiones decisivas del poder, la propiedad, la hegemona
ideolgica y el gobierno.
Aade la autora que tras la guerra fueron a menudo mujeres las que
exigieron a las autoridades franquistas que castigasen con el mayor rigor a
los presos antifascistas, lo que llev a una parte de stos a la sala de torturas
y al paredn. Concluye con una frase bien cierta: hechos como estos demuestran
que, en adelante, las mujeres de los aos treinta dejaran de ser calificadas de forma
unnime como seres inocentes y devotas vestales del hogar, valoracin de lo ms
misgina adems de rotundamente falsa, dicho sea de paso. Como se ha
dicho antes, lo que esta autora expone sobre Almera es aplicable a todas y
cada una de las provincias que estuvieron bajo el poder de la II Repblica en
un momento u otro de la contienda99.
Un mrito aadido del trabajo de Sofa Rodrguez es aportar en el
310 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
y programa.
Es nauseabundo que cuando Evelyne Sullerot se refiere a la
incorporacin masiva de las mujeres a las fbricas de municiones en la
Gran Guerra, 1914-1918, nada diga de la responsabilidad que contrajeron
los millones de fminas que fueron dciles y sumisas en las factoras,
haciendo posible la prolongacin de dicha carnicera (slo lamenta que
las jornadas fueran agotadoras y los salarios no muy generosos), y que en
nada le preocupe la colaboracin real y objetiva de tales trabajadoras con la
matanza que se estaba produciendo en el frente y con las muertes (incluidos
mujeres y nios) en la retaguardia . Ese desalmado egosmo de gnero, que
es una de las seas de identidad del feminismo, y una forma de machismo
(pues ensea a las mujeres a ocuparse de sus asuntos, a no considerar la
totalidad de los problemas de la vida social, a ignorar su responsabilidad, lo
mismo que tena por norma el viejo patriarcado), transforma a una parte de
las fminas en seres sobremanera obedientes y complacientes, aunque slo
con los empresarios y el poder constituido.
Hay otros muchos textos similares editados legalmente bajo el
franquismo, alguno ya citado. En particular Lidia Falcn, feminista ntima
del franquismo, adems de Carta a una idiota espaola, de 1974, tiene entre
otros Mujer y sociedad, de 1969, antes de fundar el tan efmero y fracasado
como chocarrero y reaccionario Partido Feminista. Todos stos han hecho
su contribucin a hacer de la mujer mano de obra mansa y disciplinada para
el capital, lo que la est degradando y devastando (deshumanizando a gran
escala) de una manera quiz irreversible, como ya hizo con los varones. En la
misma direccin va el libro de M Aurelia Capmany el feminismo ibrico,
publicado en 1970, esto es, cuando el franquismo estaba an en su apogeo,
que desde la impunidad que le otorg la censura del rgimen se permite
infamar sdicamente a los varones de las clases populares, conforme a la
cosmovisin exterminacionista que es propia en estas autoras. Que esos
libros fueran legales entonces indica que sus contenidos no eran opuestos a la
ortodoxia del fascismo espaol, lo que es otra prueba ms de la coincidencia
esencial entre fascismo y feminismo androfbico.
El franquismo implement para la mujer una poltica que, en general,
es tergiversada por la historiografa progresista y de izquierda, que opera con
tpicos ideolgicamente provechosos para s, sin prestar apenas atencin
a la cuestin de la objetividad, el rigor y la verdad. En las condiciones
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 319
la libertad.
Que el franquismo se reduzca en este campo a aplicar la legislacin del
liberalismo constitucional muestra lo obvio: que uno y otro son, en esencia,
lo mismo. Para velar eso la autora, vagamente, se refiere a que era el peso de la
tradicin lo que estaba en la base de la misoginia poltico-jurdica franquista,
juicio que es rigurosamente incierto y que construye la ideologa oficial y
obligatoria del actual rgimen sobre el asunto, que todas las mujeres y todos
los hombres deben creer acrticamente.
Ya en la segunda mitad de los aos 40, diversas personalidades y
entidades ligadas al falangismo y a la Seccin Femenina exigieron que se
revisara la legislacin patriarcal, atenuando sus efectos haciendo diversas
campaas de prensa, que tuvieron un eco inmenso en la opinin pblica,
entre las que El segundo sexo de Simone de Beauvoir era la obra de
referencia, celebrada y recomendada por todos menos por la Iglesia. Lo
que se propona era la reforma de la legislacin vigente en lo que tena de
pretericin legal de la mujer, lo cual era lgico, porque la realidad mundial tras
1945 era muy diferente a la existente en 1939. El ruidoso natalismo de esta
fecha (ms verbal que real pues bajo el franquismo la tasa de natalidad fue
siempre reducida) se haba transmutado en un muy virulento industrialismo
y desarrollismo, alteracin que demandaba modificaciones legales, sociales e
ideolgicas. De ah result la ley de 24 de abril de 1958 que otorgaba alguna
capacidad jurdica mayor a las mujeres, en lo que fue un primer paso para ir
desmontando el Cdigo Civil de 1889, proceso seguido de la norma legal de
22 de julio de 1972. Tal impulso culmin en una nueva y ya muy completa
alteracin de aqul con la ley de 29 de abril de 1975, an en vida de Franco.
Todo ello fue timoneado por la Seccin Femenina, que cumpli uno de los
designios del feminismo de la mejor manera posible: pasar del patriarcado
al neo-patriarcado, transfiriendo de facto la titularidad y ejercicio de la patria
potestad desde el varn al Estado.
Para facilitar la incorporacin de las mujeres al trabajo asalariado (en
el no asalariado -agrario, ganadero y artesana domstica-, su participacin
haba sido siempre decisiva), segn los intereses del capital, se promulg
la ley de 22 de julio de 1961, directamente promovida por la Seccin
Femenina, que afirm, igual que sigue haciendo el feminismo hoy, que tal
logro se haba alcanzado venciendo las resistencias arcaicas y rutinarias. Tras
aquella vino la ley de 28 de diciembre de 1966 y el decreto de 20 de agosto
322 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
masa de mujeres que formaban parte del rgimen, las que pertenecan a
la Seccin Femenina, ocupaban altos cargos estatales109, eran funcionarias,
abogadas, notarias, registradoras, novelistas afectas al franquismo, etc., por
lo tanto su objetivo no era confinar a la mujer, sino solamente enfrentar a
las mujeres y los hombres del pueblo, introduciendo la desigualdad donde
la costumbre popular haba practicado siempre el equilibrio y la igualdad
bsica respetando la singularidad.
Con todo, hay que admitir que nunca existi en realidad, dejando a un
lado los aos de posguerra, 1939-1950, un patriarcado riguroso y completo,
aunque s contradictorio y fragmentario, en lo que se denomina Espaa,
sobre todo porque concit una gran oposicin en el seno del pueblo. En
verdad, tampoco lo hubo en ese periodo, pues la intransigencia popular,
manifestada en la resistencia antifranquista armada (que fue muy fuerte en
el campo, dbil en las ciudades e inexistente entre las capas medias urbanas,
que han sido la base social del feminismo hoy, como antao lo fueron del
franquismo), poltica, cultural y social, lo impidi. En dicha brega anti-
misgina los varones estuvieron en primera fila, al mismo nivel que las
mujeres, no obstante secciones minoritarias pero influyentes de stas, las
tristemente famosas beatas, cayeron bajo la influencia del clero catlico
afecto al rgimen, que las convirti al ideario patriarcal ms militante;
desde esa ideologa fue fcil luego la adhesin de una porcin de ellas al
feminismo, que es nicamente una actualizacin de su cosmovisin, de la
que es heredero.
Quines eran las beatas? Se ha de entender por tales a colectivos
de mujeres ultra-religiosas, formalmente dirigidas por el clero parroquial y
estrechamente vinculadas a las autoridades franquistas (alcaldes, Falange,
somatn en las reas en que exista y Guardia Civil), que operaron en
muchos pueblos y barrios desde el final de la guerra civil a los primeros aos
del parlamentarismo, durante ms de cuatro decenios por tanto. Todava
hoy quedan algunos restos organizativos y personas, ya muy ancianas, que
participaron en esa operacin de ingeniera social. Sus objetivos eran espiar
y fiscalizar las vidas ajenas, linchar por medio de la palabra, la murmuracin
y la calumnia a quienes disintieran, imponer una religiosidad fantica y
puramente externa, velar por las buenas costumbres, mantener ante todo
una actitud represiva, negativa y castradora, expandir su fobia hacia el
sexo, difundir una ideologa universal del aborrecimiento de todos a todos,
324 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
que la familia pasara a ser una unidad de consumo en lugar de una unidad de
afectos, vnculos, relaciones y vida en comn en la que lo productivo serva
a las necesidades de sus miembros sin ser fin en s mismo.
Las beatas, con sus maquinaciones, denuncias, chismorreos y
agresiones verbales aterrorizaban a los pueblos o barrios y llegaron a ser
un poder fctico imbatible, y que se ejerca sobre todo contra las mujeres
que no se plegaban a sus atrocidades, a las que perseguan, calumniaban y
linchaban. Su especialidad fue un uso atroz e implacable de la palabra en
el mbito de lo pblico y de lo privado al mismo tiempo, lo que se puede
denominar terrorismo verbal continuado, en lo que tambin coinciden con
el feminismo actual.
Hay que tener en cuenta que el odio es la cosmovisin fundante
del fascismo y tambin desempea esa funcin respecto a la legitimacin
del capitalismo y del Estado. Para que esas formas perversas de relacin
entre los seres humanos prosperen, el odio es imprescindible, ah se sita el
meollo mismo de la voluntad de poder y el afn de explotar a los otros en
la produccin. Por eso que el Estado feminista pretenda crear unas mujeres
colapsadas por el odio, rebosantes de animadversin hacia todo, en primer
lugar hacia el amor y cuya existencia se justifica odiando.
Las beatas lograron algo temible, aunque de una manera slo
inicial, que luego el feminismo ha llevado a sus ltimas consecuencias, esto
es, transferir el amor de las mujeres por los hijos y la familia extensa hacia
el capital y el Estado, al mismo tiempo que abrir un abismo entre varones
y fminas, que antao no exista en las clases populares, aunque s entre las
capas medias y las elites, el cual en el presente cada da se agranda ms. Bajo
la direccin del clero se concentraron en destruir la ideologa del amor, en
convertir a las mujeres a una cosmovisin de la desconfianza, la sospecha,
el victimismo y la violencia verbal. No hace falta repetir que fueron, en
todo, un antecedente del movimiento feminista hoy existente, incluyendo
estar dirigidas por varones, los prrocos y sacerdotes, funcin que ejercen
hoy los intelectuales orgnicos del Estado feminista, los cuerpos de altos
funcionarios, los mandos del ejrcito, los polticos profesionales y la gran
banca, instituciones hasta el momento ampliamente masculinas.
Un rasgo a destacar de las beatas, compartido al cien por cien con el
feminismo, era su inmoralidad, la de ste, de tipo anticlerical y la de aqullas
de naturaleza clerical. En primer lugar, redujeron lo tico al mbito de la
326 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
LAS MILICIANAS
EN LA GUERRA CIVIL
(la mujer) as, y reconociendo su propio valor como mujer, prefiri cambiar el fusil por la
mquina industrial, y la energa guerrera por la dulzura de su alma de mujer. Es esta
frase una obra maestra de la siempre mendaz cacofona feminista. Primero,
porque en esas circunstancias la principal manera de mostrar el valor de
las mujeres era yendo al frente, no retirndose de l. Segundo, porque no
fue la mujer la que prefiri no ir, sino que tal decisin la tomaron por
ella el gobierno republicano y las organizaciones feministas, Mujeres Libres
tambin. Y, tercero, porque lo de la dulzura de su alma de mujer, adems
de una cursilada es una atrocidad machista que atribuye a las mujeres un
estereotipo dirigido a apartarla de las tareas, servicios y obligaciones que
forman parte ingnita e inexcusable de su quehacer liberatorio, por duras y
tremendas que sean.
En efecto, no hay ninguna evidencia de que el alma de mujer contenga
ms o menos dulzura que el alma del varn y, en cualquier caso, en aquellas
circunstancias histricas ambos sexos deban compartir igualitariamente en
todo las cargas de la guerra, comenzando por el servicio de armas. El tpico
machista que esgrimen Mujeres Libres es una concrecin del victimismo
feminista habitual, segn el cual las fminas son dulces por naturaleza y
los hombres violentos, de donde deduce el feminismo, igual que el peor
de los machismos, que la mujer no puede ser autnoma y duea de s porque
sus propias condiciones se lo impiden, de modo que debe solicitar la
ayuda del Estado, para que con sus cuerpos policiales, aparatos judiciales
e instituciones carcelarias, la proteja de los hombres, predestinados por
su biologa a ser siempre agresivos, violadores, dominadores y homicidas.
Dicho de otro modo, en cuanto se rasca un poco en el feminismo surge el
machismo ms bufo.
Desde luego si la dulzura est en el alma de la mujer tambin deba
estarlo en la de Pilar Primo de Rivera cuando diriga su pistola contra otras
mujeres; en las de las fminas fascistas que apremiaban a las autoridades
militares en y despus de la guerra civil para que ejecutaran an ms
prisioneros antifranquistas, la gran mayora hombres, pero en algunos casos
mujeres; en las de las beatas cuando acosaban sin piedad a otras mujeres
y cuando las denunciaban a la Guardia Civil y a las escuadras de matones
de Falange; y por supuesto en las 6.000 integrantes de Auxilio Azul cuando
creaban las condiciones imprescindibles para que salieran todas las noches los
francotiradores fascistas clandestinos (pacos) a ametrallar a la poblacin
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 351
civil madrilea, los cuales de vez en cuando hacan blanco en mujeres, nias
y ancianas120. Las jefas de Mujeres Libres, atiborradas de ttulos acadmicos
y sabidura de pacotilla, adems de cursis y machistas no tenan ni idea de
cmo es el mundo real. De ese modo, qu podan ensear a sus sufridas
discpulas que fuera verdadero? Por supuesto, la dulzura hoy tampoco
se manifiesta en la mayora de las mujeres adeptas a la fe feminista, cuya
principal funcin psquica es el odio a todos y todas, con fines totalitarios y
exterminacionistas.
Es significativo que, al estudiar el asunto de las milicianas en 1936-
1937, coincida que las mujeres aquejadas del feminismo ms androfbico
sean al mismo tiempo las que se opusieron obstinadamente a ir al frente
y, trasladndonos al momento presente, sean las feministas ms crispadas
y estridentes quienes se niegan a condenar el comportamiento de las
organizaciones feministas de entonces, que prohibieron a las mujeres tomar
las armas, y las que suelen considerar apropiada su retirada del campo de
batalla. Quienes justifican la no participacin de las mujeres en una contienda
justa como la que se iniciaba en 1936, por contra, apoyan hoy la entrada de
la mujer en un ejrcito que se despliega por numerosas zonas del planeta en
acciones ilegtimas de dominacin sobre otros pueblos. No es incongruencia
como podra parecer, sino el lgico desenlace de unas ideas y una prctica
siempre a favor del Estado y sus razones.
Esto evidencia lo que es, en realidad, la androfobia, una de los peores
expresiones de misoginia, que insulta y culpabiliza a los varones en general
como una cortina de humo tras la que ocultar su defensa del orden social
constituido y su oposicin, especficamente misgina, a la liberacin de la
mujer a travs de la nica va posible, la asuncin por sta de todas sus
obligaciones, responsabilidades y deberes, tambin los ms duros, en el
mbito de la vida poltica y civil, en paridad con el varn. En efecto, la
libertad es un esfuerzo, un combate y una conquista, no una ddiva ni un
don ni una gracia otorgada. Decir que el Estado emancipa a las mujeres es
proponer que stas sean siervas del Estado, y a eso se reduce el feminismo,
lo que lo sita en las antpodas del movimiento de liberacin de la mujer.
Por esa razn se opusieron a que las mujeres fueran al campo de batalla a
conquistar en l, con padecimiento, arrojo, abnegacin y sangre, su propia
emancipacin.
Veamos cmo fueron realmente los acontecimientos. Expone Carmen
352 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
jurdico, no biolgico, hasta el punto que a partir del siglo II fue corriente
sustituir la concepcin de hijos por su adopcin, realizada conforme a la
voluntad del pater familias, particularmente en las clases altas.
A la mujer no se le confinaba para garantizar una paternidad segura,
sino que era un pretexto para apartarla de la vida activa y responsable, de
la preocupacin por los problemas todos de la vida social y de la condicin
humana. Confinada en el gineceo, entregada absolutamente al mbito de lo
domstico, quedaba anulada (al menos en la intencin de las y los creadores
del patriarcado) como ser capaz de intervenir, reflexionar, decidir y actuar
en los asuntos trascendentes, polticos, estratgicos, econmicos, jurdicos,
militares y otros. Esto, como es lgico, se cumpla de manera imperfecta (el
patriarcado siempre ha tenido muchos inconvenientes, muchos detractores,
hombres igual que mujeres, por su misma perversa artificiosidad y ha
encontrado muchas resistencias, grandes, medianas y pequeas, en los
varones tanto como en las fminas), pues las mujeres de las minoras
adineradas escapaban en buena medida a su frula y en la base de la pirmide
social las clases populares resistan y pugnaban para hacer de la pareja una
relacin de amor y no una jerarqua de dominacin.
Las causas ltimas del patriarcado no estn en la biopoltica ni en
la determinacin de un heredero fiable (mucho menos en el sistema
hormonal masculino como arguye el nazi-feminismo), sas son, con mucho,
motivaciones secundarias o simples pretextos, sino en efectuar el control,
apartamiento, embrutecimiento y nadificiacin de la mujer, a la que se asigna
un mbito de existencia tan limitado, el domstico, que no puede realizarse
como persona y no alcanza a ser sujeto humano capaz de gobernar y auto-
gobernarse.
La maternidad no era en s misma una limitacin ni una traba para que
la mujer fuese sujeto poltico y pblico, salvo que se conciba de una manera
exagerada, enfermiza y extravagante, es decir, de forma machista clsica o
renovada. Con trampas como sta las elites gobernantes neutralizaban a la
mitad de las clases populares, las mujeres, al mismo tiempo que envilecan
a la otra mitad, los hombres, al obligarse a actuar como policas contra las
fminas. Con ello stas, a travs del hbito y el amaestramiento, quedaban de
forma radical excluidas de las funciones de reflexin y evaluacin, de toma
de decisiones y direccin de la vida social, lo mismo que los hombres que,
tambin aislados de sus compaeras, perdan la posibilidad de multiplicar
356 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
sin renunciar a ninguna, sin permitir que se les confine en los renovados
quehaceres limitativos y envilecedores propios del neo-patriarcado. No hay
asuntos especficos de las mujeres puesto que todo lo que atae a la humana
condicin les concierne, algunos de una manera peculiar, sin duda, otros de
manera indiferenciada con el varn. Los unos y los otros deben ser objeto
de su atencin, en amorosa cooperacin con los hombres.
Sin romper con el machismo feminista no hay ninguna posibilidad
de que las mujeres avancen por el camino de su emancipacin: tal es la
precondicin fundamental de ulteriores progresos.
Acudamos, para afirmar lo expuesto y argumentado, al testimonio
de una veterana de las milicias populares de las mujeres, Area Carmona,
recogido en La mujer en la guerra civil espaola por Carmen Alcalde:
yo conservo el mejor recuerdo de todos mis camaradas de lucha. Todos ellos me han
tratado con un respeto y un cario del que seran incapaces los seores y los seoritos. La
afirmacin esclarece una cuestin terminante, desarrollada en otras partes de
la presente obra: la misoginia es clasista, como expone Area. Mientras que
los hombres que compartieron con ella los dursimos pero heroicos avatares
de la lucha armada la respetaron siempre, y lo hicieron todos, los varones
de las clases altas hubieran actuado de manera muy diferente. Esta mujer
combatiente avala nuestra tesis de que el machismo es cosa de las clases altas,
y que el pueblo, cuando fue pueblo y no populacho, no conoci esa lacra
(por desgracia ahora las cosas ya no son tan claras). En consecuencia, no
es un integrante de la tradicin, como preconiza la nueva vulgata feminista,
sino de la modernidad estatal y burguesa.
360 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
que destaca la aventura ministerial que mantuvo durante seis meses, que
posteriormente consider equivocada y, ms an, su admisin de la retirada
de las mujeres armadas de los teatros de operaciones a partir del otoo
de 1936, lo que fue un dislate monumental cuya consideracin autocrtica
requiere una reflexin muy cuidadosa.
Por lo dems, ya La Revista Blanca, tan representativa del
anarcosindicalismo de aquel tiempo, haba publicado numerosos artculos
de crtica y denuncia del feminismo123, a menudo provenientes de la
inspiracin de Soledad Gustavo, esa gran pensadora. En su edicin de
1-10-1924 la misma Federica Montseny escriba uno titulado Feminismo
y humanismo, en el que se encuentra una frase esclarecedora: Feminismo?
Jams! Humanismo siempre! Propagar un feminismo es fomentar un masculinismo, es
crear una lucha inmoral y absurda entre los dos sexos, que ninguna ley natural tolerar.
Es significativo que esta mujer, notable escritora, destacada dirigente de
masas y finalmente la primera mujer ministra de lo que se conoce como
Espaa, fuera anti-feminista.
El feminismo, en lo que se denomina Espaa, era ya una realidad
activa desde haca mucho al iniciarse la guerra civil y contaba con un gran
nmero de libros y publicaciones. En 1924 la concejala madrilea Celsia
Regia, que haba accedido a ese cargo gracias a la normativa electoral
promulgada por la Dictadura del general Primo de Rivera124 , haba fundado
la Unin del Feminismo Espaol, colectivo dirigido al asistencialismo y a
la difusin del odio sexista. A comienzos de siglo una organizacin de la
derecha ms rancia, la Lliga Catalana, que luego cooper con el franquismo,
estableci una Seccin Femenina de carcter feminista y se podran traer
otros casos ms.
El carcter profundamente reaccionario y abiertamente misgino
de todas estas formaciones llev al movimiento libertario a rechazar sin
ambages el feminismo, al que con razn tena por un instrumento del capital
y del orden estatal. Pretender que puede haber un feminismo proletario
es un contrasentido, pues la esencia del feminismo es odiar a los hombres
y amar a los patronos, que liberan a la mujer al proporcionarle trabajo
asalariado, con cuyos ingresos se emancipa de la supuesta dependencia del
varn. Si se odia a los varones qu lucha es posible una vez que las clases
populares se han escindido mitad por mitad? Y si el Estado libera a las
fminas, qu sentido tiene su participacin en la revolucin dado que sin
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 363
triunfe sobre unas y otros. Esa unin se ha de hacer renunciando las mujeres
tanto como los varones al sexismo en cualquiera de sus manifestaciones,
lo que se debe de plasmar en un programa admitido por los dos sexos-
gneros para la liberacin integral de las mujeres. La emancipacin femenina
no puede materializarse si no es como afluente del caudal universal de la
libertad humana.
El movimiento libertario, que en s y por s ha sido y es componente
importante del movimiento de liberacin de la mujer, exhorta a las fminas a
no ser paternalistas consigo mismas, a no ser machistas con la propia persona.
Ello se traduce en evitar la auto-conmiseracin, la auto-complacencia y la
pena por s mismas, as como no acudir al fcil expediente de culpar a los
hombres de todo, eludiendo las propias responsabilidades y obrando como
seres infantilizados que de antemano renuncian a la libertad, dado que sta
es inseparable de la responsabilidad. Asumir responsabilidades y deberes,
admitir los propios errores, tener una voluntad sinceramente autocrtica,
atreverse a todo, demandar para s las tareas ms duras y manifestarse
siempre como personas llenas de valenta, espritu reflexivo, amor al amor
y fuerza transformadora es el camino de la propia liberacin, conforme a la
idea libertaria, y tambin con el sentido comn, que es lo ms importante,
lo que est en contradiccin antagnica con el victimismo feminista, que
confina a la mujer en la queja y en el llanto, en el odio y la pasividad, en la
denuncia del varn y la dependencia del Estado, esto es, la deja donde la
puso el patriarcado moderno en el siglo XIX.
Hay que recordar lo antes expuesto por Carmen Alcalde, que
precisamente porque no era feminista, el movimiento libertario fue el que
ms contribuy a la incorporacin de la mujer a la lucha armada en los inicios
de la guerra civil. Y lo hizo porque era revolucionario, esa es la clave de la
cuestin, entonces y ahora. Por el contrario, quienes repudian la revolucin,
siendo su monomana vivir a la sombra del Estado, han de traicionar la causa
de la emancipacin total de la mujer.
Es estimulante la posicin de Federica Montseny acerca de la
maternidad, expuesta, entre otros, en un artculo de expresivo ttulo, Mujer
sin hijos, rbol sin fruto, rosal sin rosas127, en el que desarrolla la idea de que
los hijos son parte sustantiva de la vida de una mujer, de manera que sin ellos
sta queda incompleta, no realizada. Eso es bastante diferente a la ortodoxia
triunfante en nuestros das que considera a los nios y nias con prevencin
374 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
signific ese mismo derecho concedido a los varones en 1890, pues aqulla
era una dictadura poltica del Estado, la oligarqua terrateniente y el gran
capital, exactamente como lo haba sido la monarqua, aunque con otros
ropajes polticos. Vega olvida que la Repblica otorg el derecho al voto
a las fminas para integrarlas ms efectivamente en el sistema de dictadura
y poder manejarlas mejor, no para hacerlas ms libres, antes al contrario, y
que mantuvo vigente lo sustancial del Cdigo Civil de 1889, que legisla la
marginacin de la mujer, esto es, que configura jurdicamente el patriarcado.
Por tanto, esta autora, por mor de su posicin poltica reaccionaria, niega
la lucha de liberacin de la mujer, al declarar que la forma republicana de
patriarcado es buena y aceptable.
La autora, acudiendo al bien conocido paternalismo feminista,
copiado del machista, exculpa de toda responsabilidad a las mujeres, sin
atreverse a poner sobre la mesa la cuestin decisiva, a saber, dado que nadie
impeda a las mujeres avanzar hacia las tareas de mayor responsabilidad,
como queda demostrado por los casos de Federica, Teresa, Soledad y un
largo etctera, por qu muy pocas lo hacan? Su argumento es que slo
mujeres extraordinarias podan, pero tan chusca salida de tono retrata a la
autora, porque se trata, en efecto, de que las fminas superen la ideologa de
la mediocridad y la irresponsabilidad, partes sustantivas del patriarcado, para
que se atrevan a todo y se responsabilicen de todo, en vez de culpar a los
hombres y esperar pasivamente a que los asuntos les sean dados resueltos.
De nuevo constatamos que la ideologa feminista es idntica, en lo esencial,
a la patriarcal. Esta cuestin se plantea en los mismos trminos en el asunto
de las milicianas, pues si hasta septiembre de 1936 nada ni nadie impeda
su alistamiento en masa, muy al contrario, por qu tan pocas mujeres
tomaron el fusil? Esperar que las mujeres se hagan cargo de sus vidas
sin considerar autocrticamente, de manera reflexiva y valiente, su propio
pasado resulta incoherente, y es, de facto, dejarlas a merced del paternalismo
y asistencialismo estatal propio del neo-patriarcado, con el feminismo
ejerciendo de nuevo pater familias.
La nica va para superar la especial situacin de sometimiento que
padecen las mujeres es que adopten una posicin de severidad, exigencia y rigor
consigo mismas, en lo intelectivo, volitivo, tico y convivencial, sin permitirse
escapismos victimistas, siempre infantilizantes e irresponsabilizadores. Por
eso la ideologa de la mujer-vctima es componente sustantivo del arsenal de
380 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
que perteneca antes del inicio de la guerra: ramos una gran familia... haba un
espritu de fraternidad, de solidaridad entre nosotros tan bello! ramos anarquistas de
verdad. Era muy bello. Ese deseo de ayudarnos, ese amor que sentamos por los dems,
esos deseos de superarnos... los muchachos, no s si volver a ver una generacin como esa
tan bella de muchachos. Dos cosas resaltan en la frase; una que se refiere al afn
de superacin imperante entonces, lo que est en oposicin al bien conocido
espritu de auto-indulgencia y auto-complacencia, al que se podra tildar de
chauvinismo de gnero, con que el feminismo busca asfixiar y destruir el
vigor espiritual de las mujeres. La otra es el juicio tan magnfico, saturado
de generosidad y afecto, de Concha sobre sus camaradas varones, sin hacer
excepciones, sobre todos ellos. Una afirmacin ms de Concha a glosar es
sea hombre o sea mujer el pensamiento es se. Un sentido de la tica y adaptar tu vida
a esa tica... no cometer actos que vayan contra la moral. Yo as defino el anarquismo,
que est en abierta oposicin a la amoralidad moderna, otra trapacera
dirigida a culminar el feminicidio, pues las mujeres encanalladas que el
Estado desea construir ya no son seres humanos, slo monstruos. Concha,
como revolucionaria, comprende la centralidad de la rectitud moral en la
persecucin del ideal de la creacin de una sociedad libre, autogobernada y
autogestionada, sin Estado ni capitalismo.
Eullia Vega est decidida a confundir femenino con feminismo,
para hacer creer que todo lo concerniente a las mujeres es cosa del
feminismo, que pretende representar a aqullas y hacerse cargo de la defensa
de sus intereses. No hace falta decir que semejante formulacin margina
y niega a las mujeres, convirtindolas en rehenes del feminismo, a da de
hoy una simple fraccin del aparato estatal, sin ms sustancia propia que
la que le concede el presupuesto del Estado. Tal es una copia de las aciagas
funciones que en el patriarcado otorgaba al pater familias, que tena como
dudoso privilegio representar a su esposa, hablando en nombre de ella y
anulndola en todo. La autora tiene ante s un movimiento, el libertario, en
el que la emancipacin de la mujer se entenda de otra manera, como una
cosmovisin y un movimiento activo en el cual varones y mujeres cooperaban
en la mejora colectiva y personal de todas y todos en el proceso de preparar
primero y luego realizar la revolucin. Que Vega oculte y tergiverse todo
esto le pone en evidencia.
La citada autora escribe esta estupefaciente frase: segn ella (Luca
Snchez Saornil, una de las dirigentes de Mujeres Libres) los militantes eran
382 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
machistas pues en los hogares de las familias anarquistas predominaban (sic) tambin
las ideas patriarcales. Esto, dicho suavemente, es una falsedad y una calumnia
por tanto, como ha quedado claro en los muchos testimonios que hemos ido
aportando. Haba, cierto es, ideas y comportamientos patriarcales, como no
poda ser de otro modo, dado que unas y otros formaban parte de la poltica,
legalidad e ideologa dominantes, pero ni era un problema fundamental
ni tampoco estaban circunscritos a los varones. Ya hemos visto como las
censuras de las fminas entrevistadas se dirigen ms contra mujeres que
contra varones, en esta cuestin (Concha Liao, por ejemplo, enfatiza que
era su madre la que le obligaba a realizar las tareas caseras tenidas por de
mujeres, aserto que se hallar en varios casos).
Por lo dems, cmo puede hacer esa perversa acusacin Luca
Snchez, que olvida la naturaleza rotundamente patriarcal de la II
Repblica, sostenedora contra viento y marea del Cdigo Civil de 1889,
y que despus del 19 de julio de 1936 no toma las armas ni llama a las
fminas a que lo hagan ni resiste a la poltica de los hombres al frente, las
mujeres a la retaguardia? Luca Snchez Saornil, ocult sus innobles acciones
a favor del orden constituido y la subordinacin femenina difamando a los
varones. Y respecto a Vega, cmo puede deleitarse con tales fanfarrias neo-
machistas cuando patrocina, como se ha mostrado, la II Repblica, obra del
movimiento ms machista de nuestra historia, el republicanismo jacobino,
progresista y burgus admirador de la revolucin francesa, esa explosin
de desprecio y odio infinitos a las mujeres, de donde result el insufrible
Cdigo francs de 1804, la biblia de la misoginia contempornea?
Lo que significa esto en ltima instancia tiene que ser puesto en
evidencia. El aserto de Snchez, que Vega respalda, viene a sostener que los
varones del movimiento libertario deben ser descalificados por machistas,
esto es, que Durruti, Ascaso, Garca Oliver, Mart Ibaez y tantos otros no
valan nada, dado que eran dominadores misginos de las mujeres, no se
sabe bien si en su actividad poltica y sindical o en el seno de su vida familiar
o en ambas. Los testimonios de numerosas mujeres anarcosindicalistas,
varios citados, niegan, no obstante, una y otra vez esas calumnias.
Ahora bien, eso no es todo; Vega expone que frente al machismo de
los varones del anarcosindicalismo se elevaban las pretendidas maravillas
de la II Repblica en lo referente a las mujeres. Pero quin haba otorgado
stas? No otros que los hombres de los partidos republicanos y del PSOE
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 383
dentro. Una vez que es puro detritus, una mera apariencia de ser humano,
sin capacidades ni habilidades ni relaciones y vnculos se hace manso
instrumento del Estado por necesidad.
El odio es uno de los procedimientos fundamentales para perpetrar
el feminicidio. De ste proviene en lo ms sustantivo la miseria poltica,
intelectiva, emocional, moral, cultural y convivencial del feminismo, que por
su naturaleza se transmite a quienes, mujeres o varones, no se oponen a l.
Terminaremos este apartado vituperando otra expresin ms de
la ausencia de capacidad reflexiva y sentido tico de quienes se someten
a la ortodoxia doctrinal del sexismo poltico. Expone E. Vega en el
libro examinado que Mujeres Libres propona, para la mujer obrera, la
emancipacin de la explotacin capitalista y de la opresin patriarcal. Pero cmo
iba a realizarse eso sin la participacin activa y militante, con esfuerzo,
sufrimiento y sacrificio, de la mujer en todas las tareas y formas de accin?
Si las mujeres no conquistaban su libertad en el frente de batalla, que era la
tarea del momento en 1936-1937, cmo iban a derribar y superar la opresin
patriarcal y forjarse como personas de calidad? Es de una misoginia ominosa
esperar que fueran los hombres quienes derrotasen al ejrcito mandado por
F. Franco y otorgasen, luego, a las mujeres la libertad.
Lo diremos una vez ms: la libertad no se recibe de nadie, ni de los
varones ni menos an del Estado, se conquista por s, en sus expresiones
colectivas e individuales.
386 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
George Orwell
NOTAS
educadasenlasumisinporelrgimendeFranco,perolosvaronesno?Enlaescuela
alosniosselesenseabaigualmenteaserdciles,aunquedeotraformayconotros
contenidos. A la vez, la educacin en el sometimiento se imparta en cuartelillos y
comisaras,dondeeranllamadoslosvaronesmuchomsquelasfminaspararecibir
amenazas y palizas, que en algunos casos ocasionaban la muerte, sin ignorar las
crcelesycamposdetrabajo,enlosquehabamsdenuevehombresporcadamujer
internada. Un tercer lugar de educacin para la sumisin masculina era el servicio
militar,delquelasmujeresestabanabsolutamenteexcluidas,porsuerteparaellas,en
el cual se combinaba el adoctrinamiento con el amaestramiento y el uso de la fuerza
por la oficialidad y sus cabos de varas. Finalmente, en la fbrica, ms visitada por
los varones que por las mujeres, todos, sin distincin de sexos, estaban obligados a
entregarseaunadelaspeoresformasdehabituacinalasubordinacin,ladisciplina
fabril. En el hogar el hombre era obligado a hacer de pater familias por ley, y la
mujer a someterse a l, por la misma ley.Tales textos no slo enfrentan a los varones
con las fminas sino que, sobre todo, faltan a la verdad.
7 Esa fase est analizada enEllas solas. Un mundo sin hombres tras
laGranGuerra,VirginiaNicholson,aunqueevitaexponerconlanecesariafranqueza
queesemundosinhombreshabaresultadoenInglaterradeldescomunalnmerode
bajas(muertos,grandesmutilados,heridosgraves,enfermosquefueronfalleciendo,
varonesqueenloquecierondemanerairreversible,etc.)habidasenlaguerrade1914-
1918, y tambin en las muchas contiendas coloniales anteriores y posteriores, de
maneraqueelcensode1921registraunexcedentede2millonesdefminasjvenes,
guarismo que mide el nmero de hombres muertos en las guerras imperialistas
y coloniales y, secundariamente, en los accidentes de trabajo y enfermedades
profesionales, varones el 95% an hoy, lo que expresa otro de los privilegios del que
handisfrutadoydisfrutanlasmujeresenelpatriarcadoclsico,porpocotiempo,pues
suequiparacinalosvaroneslasigualarenlasdiversasnocividades.Porejemplo,en
la obra grfica crtica de George Grosz y de otros autores alemanes de principios de
losaos20sonhabitualeslosmutilados,lamayoradeellosconvertidosluegoenlos
mendigosmsmiserablesydesamparados.Loquesesvalioso,almostrarlaadhesin
al orden constituido y al militarismo del feminismo, es que aquella autora titule un
captuloElesplndidoejrcitodelasmujeres,paraloarelesfuerzoeconmico,sobre
todo industrial, que hicieron aqullas en los aos 20, pues de l provino el rearme
que llev a la II Guerra Mundial. Por lo dems, tampoco es exacto que las mujeres,
enesetiempo,estuvieransolas:obedecanlasrdenesdelasautoridadesestatalesy
de la clase empresarial, casi todas ellas masculinas. Nicholson tampoco se da cuenta
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 395
dequeloporellaexpuestocontieneimplcitalaconclusindequeparamantenerun
militarismo de muy alto nivel el sistema patriarcal era inadecuado, de donde sale el
alareaccionariadelfeminismo,desdesusorgenesunameracreacindelEstadoyde
la gran corporacin multinacional. Otro texto que vincula feminismo y militarismo
es el de Geraldine M. Scanlon,La polmica feminista en la Espaa contempornea
(1868-1974),cuyaautorasefelicitaporqueenlaGranGuerralasmujeresingresaron
enlosserviciosdesanidadencalidaddeenfermeras,enloscuerposdeserviciosauxiliares
femeninosdependientesdelEjrcito,laMarinaylasFuerzasAreas,ylomsimportante,
sustituyeronaloshombresenlaindustriaparaquestospudieraniralaguerra(sic!).
Eso viene a significar que no importa a quien sirva el trabajo de las mujeres, basta
con que se d, con que sea. Desde luego, eso es rebajar a las mujeres a la condicin
debestiasdelaborquesecontentanconelactodetrabajarsinpreguntarseelporqu
y para qu de su obrar. Una vez ms vemos que el feminismo termina siempre en el
terreno de la peor misoginia, a saber, prohibiendo a las mujeres el acto de pensar.
queesunaformaespecficamentemisginademarginarlas,deapartarlasdeunaparte
significativa de las cuestiones decisivas de la vida social.
13 Muchostrabajospuedencitarsealrespecto,especialmenteclaroen
este tema esDerechos polticos de las mujeres europeas: balance de las dos guerras
mundiales, Odile Rudelle, en Enciclopedia histrica y poltica de las mujeres.
Europa y Amrica, Christine Faur (dir), Madrid 2010.
PrezdeYnestrosa,seexponequealgunasdelastumbasmejorabastecidasdearmas
defensivas y ofensivas de dicha necrpolis, fechada en los siglos VII-VI antes de
nuestra era, son enterramientos de mujeres. No debe interpretarse esto como que
la Celtiberia fuese matriarcal, pues nada al respecto dicen los historiadores griegos
y romanos, muy bien enterados siempre, sino que en ella no se daba el patriarcado,
no existiendo discriminacin por razones de sexo, aunque aqullos callan sobre
si las mujeres celtberas portaban armas e iban a las batallas, lo que s afirman de
otros pueblos peninsulares prerromanos, wetones, vacceos, gallegos y brcaros. La
razn de la falta de sexismo y de la ausencia de patriarcado en Celtiberia es que no
exista el Estado. Considerar que la historia de la humanidad ha sido homognea
en lo de la opresin de la mujer es un aserto sin fundamento, pues lo cierto es que
se han alternado periodos muy diversos. Para la pennsula Ibrica, los pueblos del
centro y norte, sin aparatos estatales, no conocieron el patriarcado hasta la llegada
de los imperios conquistadores, griegos, cartagineses y, sobre todo romanos. Roma
constituylaprimeragransociedadpatriarcalconocidaenelreapeninsular,sibien
no logr imponer esta institucin a los pueblos del norte, poco y mal romanizados.
El trabajo Sistemas de gnero entre los pueblos prerromanos, Elisa Garrido
Gonzlez, en Historia de las Mujeres en Espaa, Elisa Garrido (ed.), abunda en lo
expuesto,aadiendodatosdesumointers,comolaparticipacindelasmujeresde
laCeltiberiaenlossistemasdeauto-gobiernoasambleariospropiosdeesaformacin
social; y tambin cita casos especficos en los que aqullas tomaron las armas para
defenderse de las legiones. La conclusin es la ya mencionada: no hubo patriarcado
en los pueblos pre-romanos del centro y norte de Hispania. ste se dio cuando se
introdujo con el Estado y la propiedad, no antes, por los imperios conquistadores,
cartagineses y, sobre todo, romanos. Ello es una excelente exposicin histrica de
la naturaleza real del patriarcado, que debe ser investigada en la experiencia y no
inventada a priori, como hace el feminismo.
18 Unadescripcindelavastsimaprensaparamujeres,especializada
o general (los diarios ms importantes solan publicar regularmente suplementos
dirigidos a la mujer), que crea la sociedad liberal desde la primera mitad del siglo XIX,
comovehculoesencial,juntoconlaescuelaestatal,paralaimposicinideolgicadel
patriarcado, se puede encontrar en Historia del periodismo en Espaa 3. El siglo
XX: 1898-1936, Mara C. Seoane y Mara D. Siz. Para el presente, un testimonio
impresionantedecmoesenconcretolamanipulacindelasmentesenlasociedad
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 401
noseladebeensearquecasisuexclusivofineselmatrimonio,frasequedesautoriza
los argumentos histricos y actuales del feminismo anticlerical, hoy en el poder.
Consecuentemente,demandalainstruccinplenadelamujer,hastalauniversidad,
y exige que se le permita incorporarse a bastantes trabajos fuera del hogar, todos
asalariados,haciendoinclusounarelacindeprofesionesalasquesepuedededicar
la mujer. En el texto hay muy pocas referencias, y las existentes son vagas y dbiles,
a las funciones hogareas y maternales de la mujer. Se refiere favorablemente alas
mujeres que han dado gloria a su patria y a su sexo, comenzando por Isabel I de
Castilla y Teresa de Jess, y, para los tiempos modernos elogia a Madame Curie, a la
que pone como ejemplo por haber recibido el Nobel de fsica en 1903. Su lema es
defender a la nia en la escuela, a la joven en el taller y en el aula y a la mujer en todos
losmomentos.Alabaalasjvenesinglesasquecondujeronambulanciasmilitaresen
la Gran Guerra, Alude a Len XIII y termina demandando el derecho de voto para
las fminas lo que, por cierto, no haca ni el socialismo ni el progresismo en esos aos,
los cuales en la cuestin femenina eran la caverna por antonomasia. Otra obra de
contenidos coincidentes esEl Feminismo de ayer, el de hoy... el de maana, Juana
Salas, 1925.
27 Por otro lado es demostrable que son legin las mujeres que
defienden la misoginia ms casposa, por ejemplo, EstherVilar enEl varn domado,
quiz el libro ms insultante para la mujer jams escrito, dejando a un lado los textos
nazi-feministas androfbicos. Incluso enUn siglo de antifeminismo, de Christine
Bard, se tiene que admitir a regaadientes que las mujeres llegan a ser tan machistas
comoloshombres.Enlseleequeelsexismo(misgino),queparecepoderesperarseen
loshombrestambinloencontramosenlasmujeres,desdeBertheBernagehastalasesposas
militantes en el Frente Popular. Cierto, y la denuncia por machistas de las seoras
de la izquierda francesa es algo que valoramos mucho en ese texto, por lo dems tan
desenfocado
Moebius pero ahora dirigido contra los hombres, con afirmaciones como que stos
se han vuelto peligrosospara las mujeres, los nios yotras cosas vivientes(sic),
o sea, que son alimaas a las que hay que erradicar. Nos preguntamos si tambin
sonpeligrosospara Rich los hombres que desde el Ministerio (ste sigue siendo
mayoritariamente masculino) le han editado su libro en Espaa. De hecho, el
discurso androfbico es el nuevo rostro del patriarcado adecuado a las condiciones
del siglo XXI, primero porque priva a las mujeres de su aliado natural, sin el cual no
puederealizarseelcambiosocialintegral(revolucin)imprescindibleparaponerfin
a la marginacin de las mujeres. En efecto, enfrentar a las mujeres con los hombres
paraaislarlaspolticamenteespartesustantivadelprogramaneo-patriarcaldemega-
dominacinycompletaaniquilacindeaqullasporelEstadofeminista.Ensegundo
lugar,porquealinyectartantoodioenlasfminasloqueesthaciendoesprepararlas
para integrarse en los aparatos militares y policiales, con cuyo fortalecimiento el
Estado y el capital se hacen cada vez ms eficaces, robustecindose as el rgimen
neo-patriarcal que les es imprescindible. Tercero, porque la obra de esta feminista
convulsionada por el aborrecimiento va dirigida a exterminar a los hombres, por un
lado, y a triturar a las mujeres por otro, siendo un ejemplo acabado de incitacin al
feminicidio. Provoca risas que Rich se las d de subversiva y antisistema, pues
enesecasocmoesquelasmsvetustasinstitucionesespaolaseditansustextos?
Esa creencia en que se hacenrevolucionesdesde el sistema de dominacin y a su
favor, es lo que une a la autora con los fascismos y otras formas de revoluciones
desde arriba. Moebius ayer y Rich hoy: el patriarcalismo cambia de formas e incluso
el sexo de sus agentes, pero slo para afirmarse mejor en las nuevas condiciones.
Desdeluego,esefeminismotieneademsunaconsecuenciamuyconvenientepara
elpoderconstituido,quesubliminalmenteridiculiza,desprestigiaydesautorizaalas
mujeresconsusenormidades,socapadedefenderlas.Finalmente,laprimeraedicin
de la obra de Moebius en castellano, 1906, lleva prlogo de una mujer, Carmen de
Burgos Segu, Colombine, escrito enrevesado pero respetuoso y asertivo con la
obra prologada, una muestra ms de la decisiva intervencin de las mujeres a favor
del patriarcado, incluso del grotesco e insultante en grado superlativo. En efecto,
sin el apoyo de las mujeres no puede darse ni el patriarcado ni el neo-patriarcado.
Eso explica la existencia hoy del movimiento feminista. Se ha de aadir, en honor
a la verdad, que Carmen de Burgos aparece como dirigente feminista enHistoria
de las mujeres en Espaa. Siglo XX, Josefina Cuesta Bustillo (dir.), donde se lee lo
quesigue:frutodelaramificacinyampliacindelmovimientofeministaenMadrid
se crean en 1921 la Cruzada de Mujeres Espaolas y la Liga Internacional de Mujeres
IbricaseHispanoamericanas,ambaspresididasporCarmendeBurgos,yunpocoms
408 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
adelanteseofreceunasemblanzabibliogrficadelaautora.Enestecasoesobvioque
el machismo ms intolerable y el feminismo coinciden en una misma persona. En
realidad, no hay diferencias sustantivas entre el uno y el otro, slo de formas, muy
notables, pero no de fondo y mucho menos de designios.
de la obra, un canto a las seoras y seoritas ricas y aculturadas, cien por cien
burguesas, que dieron soporte a esa dictadura del Estado y del capital que fue la II
Repblica Espaola. Como es de sentido comn, Mercedes Gmez yerra al calificar
dedemocrticoel rgimen republicano, pues ningn sistema parlamentarista y
partitocrtico lo es ni puede serlo, menos an el instaurado por decisin de las elites
econmicas, militares y polticas espaolas en 1931, que fue extraordinariamente
represivo y policial.Tampoco puede serdemocrticoun rgimen que coexiste con
el capitalismo, pues la libertad civil, por no hablar de la libertad de conciencia y de
la libertad poltica, no es con l cohonestable. En la cuestin de la mujer la autora
se atreve a susurrar que la concesin del derecho de sufragio a las mujeres elimin el
patriarcado,aunqueluegohadedarmarchaatrs,alexaminarlaextensalegislacin
republicana especficamente misgina. El voto, cuando el poder real, econmico,
poltico y militar est en manos de las minoras que controlan el aparato del Estado y
lasgrandesempresasycorporacioneseconmicas,noeslibreparalamujerniparael
varn,reducindosesuesenciaaunprocedimientoparaintegraralasclasespopulares
enlasinstitucionesyasoprimirlasmsymejor.Alloarlasmaravillassupuestamente
otorgadas por la II Repblica a las fminas, la autora, olvida acontecimientos como
los de Arnedo (La Rioja) en enero de 1932, donde la Guardia Civil reprimi una
manifestacindetrabajadorasytrabajadoresdelcalzado,matandoacuatromujeres,
un nio y un varn en el acto, y dejando cincuenta y un heridos ms, de los que seis
fallecieron posteriormente (uno de ellos mujer) y otras muchas y muchos quedaron
mutilados o lisiados (consultarLa Repblica en la plaza: los sucesos de Arnedo de
1932, Carlos Gil Andrs). De la peculiar naturaleza de aquel rgimen lo dice casi
todoqueelnicoimputado,eltenientealmandodelafuerza,resultaseabsuelto.Esa
carniceracontramujeresnofuelanicaquerealizelinmisericordeaparatorepresivo
republicano. En todas ellas: Castilblanco, CasasViejas,Yeste, sin olvidar Asturias en
1934, las mujeres fueron ametralladas, o detenidas y torturadas. Con todo, el libro
quemejordescubrelastrapacerasdelaautorafeministaesLaGuardiaCivildurante
la Repblica y el 18 de julio, de Juan Blzquez Miguel, una descripcin minuciosa
pero incompleta, provincia a provincia, de las actividades violentas del Institutito
Armado, lo que permite conocer las muchas fminas que fueron vctima del terror
republicano, y frentepopulista, en 1931-1936. Recordemos algunos casos. En vila
capital, en junio de 1934, una manifestacin de mujeres se enfrenta con valenta a
la Guardia Civil, que responde matando a una e hiriendo a otra en una descarga. En
junio de 1932, estando en el gobierno republicanos y socialistas, la Guardia Civil
disparacontraunamanifestacindefminasenLavern(Barcelona),dejandoheridas
a 16. En Arroyomolinos de Len (Huelva) el pueblo, dirigido por una mujer, se
410 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
de Sade, en particular Las 120 jornadas de Sodoma para comprender que todo
esto, antes que otra cosa, es poltica, dominio y terror para reafirmar y expandir la
soberanadelaselitesconpoder.Elfeminismoesco-responsabledevariasmanerasde
loqueestsucediendoenesoscentrosdeexterminiodemujeres,sobretodo,porque
con su apologa de Simone de Beauvoir hacen aceptable la obra de Sade, que gua
tales prcticas. Tambin, porque al tildar el trabajo industrial fabril de liberador
de las mujeres, bendice el marco social en el que tienen lugar, que en Ciudad Jurez
es el escalofriante universo de las maquilas (fbricas y manufacturas a gran escala),
recientementecreadas,entrecuyasobreras,mega-explotadasehiper-degradadas,
losSadelocales,probablementegrandesempresarios(tambinpresentadoscomo
liberadoresde las fminas), altos funcionarios y mandos policiales, escogen a sus
vctimas. Trata tambin el trgico asunto de aquella ciudad mejicana, Manifiesto
contra el feminicidio, de Melissa W. Wright aunque, en vez de partir de la realidad
tal cual es, sigue en lo epistemolgico la errada senda de tomar ciertas teoras como
componente base fundamental, el marxismo y el post-estructuralismo, para luego
hacerdeduccionespretendidamentelgicas.Loscontenidosdelaobraseresienten
gravemente,comoeradeesperar,conesaescolsticaypedantemaneradeenfocarlos
problemas. La realidad ha de comprenderse desde la realidad misma, sin teoras, sin
axiomasfundantes,sinnadaquenosealaexperienciavivida.Taleselprocedimiento
cognoscitivo habitual en el ser humano no maleado por la academia, esto es, por el
poder constituido.
34 Elmitodeunospueblosindgenastodobondad,asamblearismo,
igualitarismo,generosidad,nocompetitividad,ecologismoeinocenciaatropellados
por la maldad de Occidente (al que se presenta torticeramente como un bloque
412 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
homogneo, sin diferenciar entre los Estados y las elites y los pueblos y las clases
populares)esunainfundamentadaconstruccinideolgicaelaboradaporlosaparatos
depropagandaoccidentalescontemporneos,quetienecomometaladestruccinde
lo positivo de la cultura occidental y la aculturacin definitiva de sus multitudes.
Sea como fuere, lo indudable es que se basa en una acumulacin de inexactitudes,
narracionesinventadasyvulgaresfalsedades,deapologadeprcticasreaccionarias,
neo-racismo y retrica victimista, que no soporta un anlisis objetivo. El libro
Negro de la condicin de la mujer, dirigido por Christine Ockrent, obra excelente
variasvecescitada,muestraqueeltratoquehoyseotorgaalasmujeresennumerosas
sociedadesnooccidentalesesintolerable,nosloenlasislmicassinotambinenla
India,elfricanegra,culturasindgenasamericanasytantasotras.Allelpatriarcado
tieneenelpresenteuncarcterterroristaycriminaldeformahabitualsiendomucho
peor,engeneral,queeldeOccidente.Tomemos,adems,untextodeanlisishistrico
hecho con rigor e imparcialidad, El imperio comanche, de Pekka Hmlinen.
Frente a la verborrea indigenista actual, por lo general racismo anti-blanco, el
autor explica que la etnia comanche construy, desde comienzos del siglo XVIII, un
imperio, que agredi e incluso extermin en algn caso a otras tribus vecinas, que
era una sociedad esclavista siendo la captura y comercializacin de esclavos una de
sus actividades econmicas ms lucrativas, que convirti la caza de bisontes en un
gran negocio dirigido no al autoconsumo sino a la venta de sus pieles en el mercado,
lo cual en mucho contribuy al colapso de los rebaos de esos hermosos animales,
lo que llev al caos al imperio comanche por falta de recursos primarios en el ltimo
tercio del XIX, tras ms de siglo y medio de imperialismo agresivo y sanguinario,
conquistador,misginoyesclavista.Elanlisisdelrudsimopatriarcadoqueconoci
la formacin social comanche es uno de los mejores logros del libro. Explica que
existi un sistema de poligamia inextricablemente unido al orden esclavista, el cual
haca de las mujeres mano de obra al servicio de los varones ricos y poderosos de
la tribu, que podan mutilar y matar a sus esposas en determinados supuestos. Ese
patriarcado, como sucede siempre, iba unido a una creciente estratificacin social
y, sobre todo, al desenvolvimiento del ente estatal, ya constituido en sus fases
iniciales.Encontradelasinterpretacionesingenuamenteecologistasdelospueblos
indgenas, tan en boga entre gentes que lo que ms les agrada es auto-engaarse
y ser engaadas con mitos, fabulaciones y leyendas sin fundamento, las fuentes
histricasmuestranquelanacincomancheocasionunacatstrofeecolgicacon
lasobrecazadebisontesyelsobrepastoreodeequinos,susdosexpresionesprincipales
de riqueza dirigida al mercado y al lucro junto con los esclavos y, sobre todo, las
esclavas (Jared Diamond, enColapsoy otros de sus libros, trata numerosos casos
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 413
sean las que fueren, y combativa contra todas las formas de mentira, opresin (con
la padecida por la mujer en primersimo plano) y mal, sean tambin las que fueren.
Un dato ms proporcionado por alguna de las informantes de Carmen Alcalde,
citadas enMujeres en el franquismo, es el trato terrible, despiadado y sdico que
lossoldadossenegalesesenroladosenelejrcitofrancsproporcionaronalasmujeres
antifranquistasconfinadasenloscamposdeconcentracindeesepas.Servilismo
hacia sus oficiales?, racismo anti-blanco? No lo sabemos. Sea como fuere, poner fin
a todas las formas de racismo, y no slo a algunas de ellas, pasa por denunciar hechos
como ste.
37 Unodelosmuyescasoslibrosque,ademsdeestarbien,aunqueno
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 415
suficientemente,documentado,ligaanticlericalismoyodioalamujer,sosteniendo,
si bien con algo de encogimiento y falta de valenta, que en el progresismo y el
izquierdismo lo sustantivo es la cosmovisin machista, lleva por ttuloLas palabras
de otro hombre. Anticlericalismo y misoginia, Manuel Delgado Ruiz.
dondesonmsricasycaractersticaslaspeculiaridadesdelpueblo.Segnestasautoras,
el Cdigo Civil de 1851, mucho ms fiel al modelo francs, no pudo ser impuesto al
pueblo,demodoqueelde1889eselresultadodeunretrocesodelaselitesmandantes.
47 ElDerechoCannico,aprobadoenelconciliodeTrento,estableca
queentrelascondicionesparacontraermatrimonioseencontrabanelconsentimiento
mutuo,ladeseableperonopreceptivaautorizacinpaternaylapublicacinpreviade
los esponsales, en Historia de las mujeres en Espaa, Elisa Garrido (editora). Tal
equivaleadecirquelalegislacineclesisticaestablecaunmatrimoniorazonablemente
libre, por amor. Ello fue cambiado a peor por la legislacin laica constitucional y
progresista, que mantuvo leyes promulgadas por Carlos III y Carlos IV conforme
a los ideales de la Ilustracin, hasta 1855, las cuales ordenaban que para contraer
matrimonio,losvaroneshasta25aosylasmujereshasta23,necesitabandelicencia
paterna, aunque dicha normativa no es particularmente sexista, al penalizar ms al
hombre que a la mujer. Es sta una prueba ms de lo que signific la revolucin
liberalcomoinjerenciacrecientedelEstadoenlavidaparticularyprdidadelibertad
para las clases populares. Ciertamente, el anticlericalismo burgus en boga, una
burda apologtica del Estado laico y del capitalismo, en tanto que religin poltica
decarcterultra-conminativo,haceimposiblelaobjetividadenelanlisis,cegandoa
muchas y a muchos con sus mendacidades.
49 Losdatosquehemosutilizadoprovienendelasfuentessiguientes.
Historia de las Mujeres en Espaa. Siglo XX, Josefina Cuesta Bustillo (dir.); Pilar
Toboso Snchez, en El origen histrico de la violencia contra las mujeres, Pilar
Prez Cant (ed.); datos proporcionados por las diversas instituciones del Estado
feminista, Instituto de la Mujer, Ministerio de Igualdad y Secretaria de Estado de
Igualdad. Cifras sobre poblacin del INE.
insuficiente.PorelloGottfriedcitaconrepugnancialaenormidaddeunareaccionaria
notable, en tanto que intelectual al servicio del poder, Susan Sontang, con la cual la
susodichaproclamaqueOccidenteeselcncerdelahumanidad,expresinseera
delgenocidioculturalqueestllevandoaefectoelpoderconstituidooccidentalenla
horapresente.Taleshoylaconsignadequienesquierencrearunnuevototalitarismo
al lado del que los viejos fascismos sern cosa de risa y cuyo fundamento es la
aculturacin completa y la subhumanizacin integral de las masas occidentales. A
esa meta se dirige tambin el feminismo, con la culpabilizacin, por machista,
del pasado cultural y social. Ntese que, al mismo tiempo, ese feminismo es, como
manda el orden establecido en Occidente hoy, islamfilo, dato que lo aclara casi
todo. Empero, los libros de Gottfried estn lastrados por un excesivo ideologicismo,
en ellos falta el anlisis de las causas polticas, militares, geoestratgicas, histricas,
demogrficas, biopolticas y econmicas de lo que describe y, a veces, denuncia.
delapersonaydestruccindelohumano.LoindudableesqueenOccidente,incluso
en los peores momentos y dejando a un lado ciertos territorios, la mujer ha recibido
y recibe mejor trato que en la gran mayora de las culturas, y eso es un timbre de
gloria para nuestra cultura. La fraseel amor maternal no es excusa para la flaqueza
es magnfica y contiene en s misma toda una cosmovisin emancipadora, contra el
patriarcado y el neo-patriarcado, contra el machismo vulgar y el feminismo.
sometidasideolgicamentealfeminismosonsumisas,pasivasyobedientesalpoder
constituido en grado superlativo.
57 Prcticamentetodosloslibrosdelfeminismoandrofbicoocultan
esta obvia realidad: que el feminismo ha introducido a las mujeres en los ejrcitos
imperialistas,ylashahechosoldadosdeejrcitosopresivos,imperialistas,ilegtimos.
Una muestra es Las mujeres y las guerras, de Mary Nash y Susanna Tavera (Eds.)
en el que lee quefeminismo y antimilitarismo tienen tanto en comn (tanto como
militarismoypatriarcado),queslodebeseparrselesaefectosdecatalogacincuasi-
entomolgica. Desde luego, publicar esto en 2003, cuando haca ya aos que
numerosospaseshabanincorporadoalasmujeresasusfuerzasarmadas,(incluidolo
queelpoderconstituidollamaEspaa)conlaentusiastaanuenciadelagranmayora
del movimiento feminista, es carecer de honradez intelectual. Es ms, dado que sus
autoraspredicanlaguerradelossexos,cmopuedenllamarsepacifistas?Perdiendo
toda conexin con la realidad, definen la violencia armada como monopolio
masculino, calificando a la mujer de pacfica de manera esencial y al hombre de
violento, lo que muestra qu grado alcanza la agresin verbal a los varones en estas
altasfuncionariasintelectualesdelEstado.Asuntomspatticocontempladodesdeel
presente,cuandoquizunas70.000mujeresformanparteyadeloscuerposmilitares
y policiales del Estado espaol, nmero que crece muy deprisa, y cuando ha habido
una ministra de Defensa, que ha metido a Espaa en dos guerras, la de Afganistn
y la de Libia, en las quenuestrasmujeres soldados estn contribuyendo a matar a
las fminas autctonas de los pases agredidos por el feminismo militarista y militar.
Pero el sexismo ms belicoso aparece en el texto de BrigitteTerrasson, incluido en el
citado libro, sobre forzamiento de mujeres en tiempos de guerra, el que presenta a
todoslosvaronescomovioladorespotencialesdeseososdeconvertirseenvioladores
defacto.Esesalaimagenespeculardelsexismomachista,queaseveraquelasmujeres
disfrutan cuando son violadas, e incitan a ello porque siempre lo anhelan. Una vez
msobservamosqueambossexismosseentreganaladifusindehorriblescalumnias
destinadas a enfrentar a mujeres y varones en beneficio del orden vigente. Nadie
puede ignorar que incluso la legislacin de la sociedad patriarcal ha penado con las
ms severas sanciones, a menudo con la pena de muerte, la violacin. Contra uno
y otro sexismo est la verdad fcticamente comprobada: ni todos los hombres son
424 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
violadores,nitodaslasmujeresdisfrutancuandosonvioladas,puestanpatolgicos
comportamientos, en los hechos, son cosa de minoras muy reducidas. Un asunto
ms es que millones de mujeres en EEUU, Francia, Inglaterra, Alemania, Austria,
Rusia, Italia y otros pases beligerantes en las dos guerras mundiales participaron en
el esfuerzo de guerra trabajando en las industrias militares, en las tareas auxiliares
del frente y, en algunos casos, en puestos de combate, de manera que lejos de ser
todas ellas antimilitaristas por naturaleza, las que no resistieron y se opusieron
fueron co-responsable de aquellas carniceras. Negar, en este asunto o en cualquier
otro, la responsabilidad de las mujeres es practicar el paternalismo y el victimismo,
tratndolas como a menores de edad. Eso es machismo. Por lo dems, ya en la II
Guerra Mundial hubo mujeres combatiendo con las armas en la mano en Alemania,
la URSS y otras potencias. Ahora bien, la peor apologa de la violacin la hacen a
veces mujeres, no varones, por ejemplo Sandra Torralba (El Mundo, 29-6-2010),
sostiene quela violacin en grupo... es... una fantasa ma y de muchas mujeres. El
maniquesmo sexista es de tal calibre en el presente que este aserto, necio, falso y
calumniosoparalasmujeresajenasalmasoquismoymachismomsturbios,lopuede
decir una mujer sin que nadie proteste, jams un hombre, de modo que ahora el
Estado utiliza sobre todo a mujeres para agredir y manipular a las mujeres, y cada vez
ms.
Hay que tener en cuenta que la versin del texto legal aqu ofrecida no es la original,
no es la de 1804, sino la vigente de 2004, modificada por el Estado feminista francs,
que ha sustituido el viejo patriarcado por una adecuacin al siglo XXI, mucho ms
sutil y efectiva.
66 Elasunto,tilparacomprenderdemanerarealistaynodoctrinaria
ni victimista el patriarcado, se examina por Clara E. Lida enAgitaciones populares
y toma de conciencia durante el Bienio Constitucional (1854-1856). Un texto
notable, que expone el grado de actividad, participacin, reflexin y combate que
tenan las mujeres en la sociedad popular tradicional, es Auto de oficio para la
averiguacin del tumulto y retencin del trigo hecho por las mujeres:Tordesillas, 1
de septiembre de 1753, Francisco Gonzlez deVillegas. Hoy, al estar mentalmente
aherrojadas por el feminismo en tanto que religin poltica, han perdido muchas
de esas capacidades y cualidades, se han hecho pasivas, conformistas, irreflexivas y
sumisas al poder.
68 Unlibroquesiguelamismalnea,apesardeserdeautorafemenina
y actual, es Isabel II. Una biografa (1830-1904), de Isabel Burdiel, autora adscrita
a la izquierda y al progresismo, por tanto, al feminismo. En l sorprende su nfima
calidad, 943 pginas de futilidades y comineras mal elaboradas y peor escritas, otra
prueba ms de que el aparato acadmico institucional ha entrado ya en una fase
degravedisfuncionalidadyanquilosamiento,probablementeirreversible.Adems
pasma la mojigatera con que trata la vida privada (que en este caso se hace pblica,
dado que numerosos textos, e incluso algunos grabados pornogrficos, hablan de
ella)deIsabelIIconcomentarioscensurantessobrelosdeslicespersonaleseincluso
la depravacin sexual, expresin sta del todo intolerable, de la hija de Mara
Cristina de Borbn-Dos Sicilias (de quien la autora afirma que durante muchos aos
dirigi en la sombra la poltica espaola, lo que es cierto y concreta la realidad
del patriarcado) y Fernando VII. De una mujer se poda esperar ms comprensin
hacia la vida amatoria de otra mujer, pero vemos que no es as. Insistimos en que
la actividad libidinal de las personas, sean quienes sean, ha de quedar al margen de
todo chismorreo, juicio y fiscalizacin, como algo que atae exclusivamente a ella y
a sus ntimos e ntimas, y que en el caso de que se haga pblica, como es el tratado,
ha de ser considerada con comprensin y respeto, sin mojigatera ni pudibundez
represivas. Lo otro es organizar un nuevo Santo Oficio de lo ertico, como preconiza
el movimiento feminista con su frmulalo personal es poltico, aserto totalitario
que niega la necesaria diferenciacin entre la esfera de lo particular y el espacio de
lo pblico, y con la demonizacin de la sexualidad reproductiva y heterosexual en
general, lo que hace siguiendo la biopoltica que ahora necesitan el Estado y la clase
empresarial.
70 Acercadelasespantosascacerasdemujeresconfinescomerciales
realizadas casi cada ao por el Estado andalus en los territorios libres del norte
peninsular, la obra clave es Las campaas de Almanzor, 977-1002, por Rubn
Saez,basadaenfuentesprimariasmusulmanas.TambinAlmanzor.Elazotedelao
mil, Philippe Snac. Sobre las atrocidades que padecan las mujeres en los harenes
islmicos,untextoiluminanteesCrnicadelcalifaAbderramnIIIan-Nasirentrelos
aos 912 y 942 (al-Muqtabis V), obra escrita por el historiador hispano-musulmn
del siglo XI, Ibn Hayyan de Crdoba, que contiene una denuncia serena y elegante
pero implacable de la vida de los dspotas cordobeses, por tanto de sus relaciones
conelgranrebaodedesventuradasmujeres,lamayoradeellascompradas,estoes,
esclavas, que mantena confinadas de por vida. As pues, la apologa de al Andalus,
tan comn en la historiografa ortodoxa, es una defensa de las formas ms terribles
de patriarcado.
71 Losdatosybibliografabsicadeestecomplejoyextraordinariamente
manipulado asunto en Soberana y libertades populares en el romnico rural. El
rgimen concejil y comunal. Los trabajos y los meses. El romnico amoroso-ertico,
Flix Rodrigo Mora.
de dominio de los asuntos que trata y por el apriorismo del que se vale,denunciar
a los hombres sin preocuparse en absoluto por la verdad, esHistoria de la violacin.
Su regulacin jurdica hasta fines de la Edad Media, de Victoria Rodrguez Ortiz,
editado por la Consejera de Educacin y Cultura de la Comunidad de Madrid. La
obra,undesmaadoamontonamientodelostpicosprogresistassobreelpasado,se
hace especialmente virulenta cuando entra en el anlisis de los fueros municipales.
Comienzadiferenciandoelderechoconsuetudinario,luegoforal,delderechoregio,
lo que es correcto e imprescindible, pero pronto olvida tan sabia formulacin para
mezclar lo que tal o cual carta foral estatuye con el derecho ajeno a lo popular y
consuetudinario, el Fuero Real, Las Partidas o el Espculo, cuando no con el Fuero
Juzgo o normas dictadas por el Papado. Es ms, al estudiar los fueros municipales
no realiza la preceptiva investigacin sobre su fecha, validez y autenticidad, dando
por bueno lo que se lee en ellos tal como han llegado hasta nosotros, sin diferenciar
pocas, a pesar de que, como es sabido, hay un antes y un despus del reinado de
Alfonso X (1252-1284). Esa inaceptable metodologa alcanza resultados penosos
con, por ejemplo, el fuero de Zorita de los Canes, que al investigarse manifiesta ser,
muy probablemente, una reelaboracin del texto original realizada en fecha tarda,
seguramente la segunda mitad del siglo XIV, por lo que no puede ser considerado
derechopopulargenuino,adiferenciadeloquedaporsupuestoVictoriaRodrguez.
Tambin, como era predecible, se aferra con fruicin al fuero de Cuenca y a algn
otro de similares caractersticas, ignorando los muchos cientos de fueros y cartas de
poblacinconlosquedifierensustantivamente.Asimismo,usaelprocedimientode
sacar frases del contexto, o bien juzga otras desde el desconocimiento de lo propio
deaquellaformacinsocial,atribuyndolacaractersticasdelaactual.Deesemodo,
la autora se suma a las corrientes reaccionarias que escriben al dictado del odio
hacia nuestro pasado concejil, comunal y consuetudinario, lo cual proviene de su
adhesin al actual rgimen de dictadura poltica, constitucional, parlamentarista y
partitocrtica.Asombra,tambin,quenolocalicefuerosmunicipalesqueserefieran
alaparticipacinparitariadelasmujeresensuelaboracin,niconsideraenabsoluto
el arte romnico amoroso-ertico, con su colosal presencia de la mujer. Finalmente,
la autora es tan hipercrtica con el pasado como acrtica y complaciente con el
presente, conforme a la dogmtica de la teora del progreso, para eso precisamente
inventada, para apologetizar a favor de lo que hoy es, promoviendo el conformismo
y la resignacin. Por nuestra parte, aadiremos que no apoyamos el orden concejil
y comunal hispano medieval porque fuera perfecto, sino porque en un balance de
conjunto manifiesta, hasta la segunda mitad del siglo XIII, ms aspectos positivos
que negativos, con la advertencia que estos ltimos son muchos e importantes.
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 431
profesores-funcionarios,enelmundoruralpopularlasmujeresescoganconlibertad
a sus parejas, sexuales y amorosas, y que el amor mutuo era el fundamento de la
familia campesina (no se olvide que el 90% de las clases populares han vivido en el
mundo rural hasta mediados del siglo XIX), donde no exista la institucin delpater
familia, ni como padre ni como esposo, hasta que el Cdigo Civil de 1889, por la
presin de una legislacin positiva impuesta por la Guardia Civil y el poder judicial,
comenz a introducirlo.
liber a la mujer, sino que la someti a una opresin reduplicada. Y se pueden citar
docenas y docenas de obras similares a la de Barcenilla. Por tanto, el patriarcado no
opera con la nocin de domesticidad hogarea a secas, sino que la complementa
con la de domesticidad del trabajo asalariado. El feminismo defiende esta nueva
domesticidad,msfeminicidaanquelaprimera,dadoqueelcentrodesuprograma
es la destruccin de la mujer, como ser humano y como mujer, para que el Estado y
el capital maximicen su poder.
las mujeres del mundo rural popular disfrutaron de una libertad, incluida la libertad
sexual,queeslegendaria,consultarOatrasopolticodonacionalismoautonomista
galego, Flix Rodrigo Mora. La obra de Emilia Pardo Bazn, tenida por feminista,
incluyejuiciosbastanteinexactosycalumniosossobrelasmujeresgallegas,mientras
que otros de los emitidos por esa autora son ms equilibrados. No obstante, se ha
de recordar que aqulla era condesa y que Alfonso XIII la nombr Consejera de
InstruccinPblicaen1910:elfeminismoessiemprerecompensado,puessuesencia
consiste en ser necesario para pastorear a las mujeres conforme a las necesidades
estratgicas del poder constituido.
que la vida de las mujeres ha empeorado con el paso del viejo patriarcado al nuevo
rgimen, que se ha de calificar de neo-patriarcal. Eso es lo que dice y eso es lo que
defiende el libro que la lectora o el lector tienen ante s. Rita no alcanza a explicarlo
fluidamente pero el mensaje es inequvoco, y tiene toda la razn, lo que equivale a
la descalificacin del feminismo y sus sedicentes conquistas por una mujer con
muchos aos y mucha vida vivida. El segundo encontronazo con el dogma oficial
tiene lugar bastante ms avanzada la entrevista, cuando Rita, tras describir la forma
como las vecinas se ayudaban entre s en el pasado, formando una gran familia de
afectos y servicios, culmina con una comparacin con el presente completamente
crticaparaste:ahoralagente,mepareceamquesomosmsmalosqueantes,loque
Francisco,presente,asienteconunafraselapidaria,msinteresaos...Comonopagues,
no cuentes t de que te haga nadie n. Esto es, la vida de antes era mejor y la gente de
antes era mejor, por tanto, qu mundo y qu personas est construyendo el Estado
feminista y sus agentes, cargadas de teoras y ttulos acadmicos? Desde luego, la
referenciadeFranciscoaldineroesexacta,peroeselmovimientofeministaquienms
lo loa y enaltece, pues dice que con l la mujer selibera, al hacerseindependiente.
No es esa la opinin de Rita, ni tampoco la nuestra. Cuando el feminismo est
obsesionado, literalmente, por hacer de cada mujer un ser egomaniaco, que slo
piensa en s y vive para s, esto es, un burgus perfecto y total, su responsabilidad en
elmalpresenteesformidable.Sielactualordenestcreandoseresmsmalosesseal
dequeestamosanteunsistemacorruptor,perversoydeshumanizador,quecarecede
todalegitimidadyquedebeserderrocadoporunagranrevolucin.Y,enesteorden
pretende el feminismo que ya se ha liberado, o est liberndose, la mujer? Sea como
fuere, lo ms intolerable es la forma como la autora enmienda la plana una y otra vez
a Rita, colocando los dogmas de fe del Estado feminista al lado de las heterodoxas
opiniones de aqulla, en un intento obvio de callarle la boca, como suele hacer el
feminismo, para el cual las nociones de respeto por la otra y el otro, de pluralidad
y vida democrtica no existen, pues es un totalitarismo de tipo burgus-estatal que
slo busca imponerse por la fuerza. Aadiremos, para terminar, que tampoco esta
vez la mujer entrevistada hace ni la ms pequea referencia a que en el pasado haya
sidosometidaarepresionesopersecucionesespecficasporsermujer,muchomenos
a malos tratos o violencia.
2008).
93 CharlaimpartidaenelseminarioAsFeridasdoTerritorio.Xornada
de Filosofa e Paisaxeorganizado polo Ateneo de Pontevedra, en colaboracin co
Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia. Da 27 de xaneiro de 2007, Centro Social
CAIXANOVA.
Hermandad Auxilio Azul Mara Paz, da los nombres de sus dos jefas y de las siete
militantes fascistas que formaban su junta de gobierno y seala queal menos 6.000
mujerescolaborabanconAuxilioAzulenelMadridcercadoporlastropasdeFranco.
Es importante informar sobre este hecho, para quebrar la demagogia feminista en
unodesuscomponentesmsmanipuladores,lapretendidaperfeccinypurezadela
mujer, que siempre ha sido y es vctima y slo vctima, jams verdugo ni tan siquiera
componente activo y creativo de la historia, la otra cara de la moneda del machismo
ms primario. Este caso desmonta dichas majaderas, otorgando a las mujeres el
estatuto que en realidad tienen en la historia real de la humanidad, de sujetos y no
objetos, para bien y para mal, como los varones. El feminismo actual, para velar
su naturaleza de movimiento de extrema derecha de facto, se niega al anlisis de
las organizaciones femeninas fascistas, pues axiomticamente todo lo malo ha de
ser masculino, y en este caso eso no es posible. Lo cierto es que en la guerra civil
militaron ms mujeres en el franquismo que en el antifranquismo, dato que est ah
yquerequiereunanlisismuycuidadosoypormenorizado.Enefecto,nohubonada
en absoluto que se pareciera al Auxilio Azul, pero con contenido antifranquista, en
lasciudadesquedesdeelprimermomentoquedaronbajocontroldelossublevados,
como Sevilla, Zaragoza, Pamplona, Corua,Valladolid y otras, hecho que no puede
explicarse por la menor fuerza de la represin en las urbes republicanas, pues los
asesinatos de masas cometidos en Madrid en el otoo de 1936, de los que fue
responsable principal el luego dirigente del PCE, Santiago Carrillo, y que fueron
cortadoseimpedidosfinalmenteporelmilitantedeCNTMelchorRodrguez,sonlos
crmenesmsimportantes,porelnmerodeultimadosyporlasterriblescondiciones
en las que se realizaron, de toda la guerra civil, entre los que debi haber personas
integradas, o prximas, a Auxilio Azul, pues no se olvide que Carina Martnez Unciti,
fundadora de esa organizacin clandestina fascista, fue fusilada hacia esa fecha por
las milicias populares madrileas, aunque no se conoce, al parecer, los detalles del
suceso, en este caso un acto legtimo segn las leyes de la guerra justa, siempre que
no hubiera habido por medio torturas o sevicias de cualquier tipo hacia la detenida.
Encualquiercaso,elhechodequeexistieraesadesigualdadtannotableenlaentrega
y la militancia a las respectivas causas entre las mujeres fascistas y las republicanas,
ponesobrelamesacuestionesdeunaimportanciadescomunal,queahoranopueden
ser abordadas. Empero, tan escandalosa desigualdad no se dio slo con las mujeres,
puessucedilomismoexactamenteconlosvarones.Algomuygravetienequeestar
en la raz de esta disparidad entre los dos bandos a la hora de admitir por conviccin
interior el esfuerzo y el sacrificio a favor de sus respectivas causas.
444 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
porestarimbuidadelideariosexistamisginosurgidodelarevolucinfrancesaydel
jacobinismo,recogidoluegoporelrepublicanismoburgusylaizquierdaobrerista.
steerarepulsivoparaunabuenapartedelasfminastambin,porqueconstituyun
tipo de militante varn ms o menos contaminado de machismo e incapaz por ello
decomprenderloespecficodelaluchafemeninaporsuliberacin.Contodo,queda
porexplicarporqulasmujeresnocrearonsuspropiasestructurasantifascistassino
estaban a gusto en los partidos de la izquierda; y por qu no se hicieron vanguardia
en la resistencia al fascismo, dejando a un lado a una minora heroica de fminas
indomables.Todo esto indica que las mujeres deben examinar la historia inmediata
con espritu no slo crtico, sino tambin autocrtico, sealando los errores ajenos
tanto como los propios, para no caer en la mentalidad frvola y autocomplaciente
que para ellas preconiza el victimismo feminista que de todos los males hace
responsablealoshombres,rebajandoalasmujeresalacategorademenoresdeedad,
de personalidades infantilizadas, de cosas y no personas. La madurez de las mujeres
slopuede lograrseatravsdelaadmisindesuresponsabilidadhistrica,porduro
odesagradablequeelloresulteenalgncaso.Todolodemsconstituyeelpeordelos
paternalismos, el ms aciago de los machismos.
queescribensonlicenciadas,doctorasoaltasfuncionariasdelEstado,estoes,mujeres
con muchsimo poder, la base social del feminismo. En algunos de los trabajos,
violando la realidad ms obvia, se dice que el franquismo pretenda la reclusin
de las mujeres en el hogar, y en otros se aporta una gran cantidad de evidencias y
datos que indican lo contrario. Por ejemplo, se expone que si en 1940 la poblacin
activa femenina legalmente contabilizada era enEspaade 1,2 millones (en 1930
de 1,1 millones), en 1960 haba pasado a ser de 2,4 millones: en 20 aos se haba
doblado, eso esrecluir a las mujeres en el hogar?Tienen que admitir que en 1975,
ltimo ao del franquismo, el 56% de las mujeres entre 20 y 24 aos trabajaban,
con el aadido de quea menudo el trabajo femenino no quedaba reflejado en las
estadsticas, lo que es muy cierto e indica que en realidad las fminas sometidas a
los horrores del trabajo asalariado eran muchas ms. El libro es una apuesta por la
reduccin de las mujeres a meras trabajadoras, criaturas que ya no son plenamente
ni mujeres ni seres humanos, con el fin de que los empresarios aumenten en flecha
los beneficios y el Estado incremente no menos en flecha sus ingresos tributarios.
En su irracionalidad no explican por qu el Estado, y la Iglesia como parte suya,
se oponan a la incorporacin de las mujeres al trabajo, cuando esto haca muchos
ms amplios sus ingresos, por tanto, su poder econmico. Cuando se refieren a las
mujeres reprimidas por el franquismo olvidan decir que stas no eran feministas: las
feministas estaban cooperando con la Seccin Femenina.
deinfanticidioalalegarquenopodaasumirnifsicanimoralmenteelnacimientode
esenio.Badinterhaabanderado,igualmente,lascampaasmsvirulentascontrala
lactancia materna. En 2012, la revistaJournal of Medical Ethicspublic el artculo
deAlbertoGiubiliniyFrancescaMinervaAfter-birhtobortion,enelquesedefiende
el aborto post-nacimiento, es decir, el infanticidio, en los casos de enfermedad del
nio o nia o por decisin de la madre, cuando considere que no puede hacerse
cargo de la criatura. La apertura de este tipo de polmicas forma parte de complejos
procesos de ingeniera psquica y social pues el hecho de que tal cuestin se discuta,
sita en primer plano la redefinicin del valor de los seres humanos.
una carta en la que afirma que cuando estuvo en Espaa, en 1927, le sorprendi
el alto grado de sumisin y esclavitud de las mujeres aqu; el otro es un artculo
publicado en el n 6 de la revista Mujeres Libres, de diciembre de 1936, en el que
abunda en las mismas consideraciones. Lo primero que llama la atencin es la carga
deandrofobia delltimotexto,enunmomento,finalesde1936,enelqueeransobre
todoloshombres,losqueestabansoportandolasangrientaembestidadelejrcitode
FrancocontraMadrid,pueslasmujeres,mientraspermanecieronenelfrente,fueron
minora. Por lo dems, son los hechos mismos los que refutan a Goldman, porque la
revolucin popular que respondi al golpe de estado militar de 1936, casi nica en
la historia del mundo, manifiesta la salud poltica, moral y convivencial de aquella
formacinsocial.Lasmujeresseincorporaronalatareamilitarporsupropiainiciativa
y, si no hubo ms fue porque manifestaron menos conciencia, voluntad e mpetu
revolucionario que los varones, pero ello mismo evidencia que las clases populares
estaban exentas en lo fundamental (aunque no, como es lgico, en lo secundario, al
serintegrantesdecisivosdelaideologadominante,ellastantocomoellos)desexismo
ymisoginia.Porlodemselartculocitadoesdenaturalezavulgarmenteprogresista,
al estilo burgus e izquierdista, defendiendo la enormidad de que en no se sabe qu
paseslasmujeresyahanconseguidolavictoria,sinnecesidadderevolucin,bajola
dictaduradelEstadoyelcapitalismo,pintorescojuicioquemanifiestalamentalidad
socialdemcratadeGoldman,prximaalanarquismodeEstado.Enrealidadstano
comprendinadadeloquevioyescuchen1927(cuandoestabaactivaladictadura
de Primo de Rivera) y se redujo a repetir los tpicos folklricos, pintorescos y racistas
comunes en la intelectualidad anglosajona contralos pueblos latinos, ignorando,
entre otros muchos datos iluminantes, que aqu las mujeres nunca han perdido su
apellido al casarse, mientras que en los pases anglosajones s. Donde se manifiesta
suinsustancialidadandrfobaymachistaalmismotiempoesenlacombinacinque
hacedeacusacionesabsurdascontraloshombres(queotrostextoscompiladosen
el libro citado condenan vigorosamente) y delolvidode lo ms sustantivo en aquel
momento, esto es, el llamamiento a las mujeres a que tomaran las armas en masa
para ir al campo de batalla contra el ejrcito espaol mandado por Franco. Esto es lo
comnenlapocayenelpresente,pueslaandrofobiafeminista,meramentevolcada
en el logro de privilegios para s, otorgados por el Estado, manifiesta su naturaleza
patriarcal en esta cuestin, debido a que no alentar a las mujeres a movilizarse para
armarseentonces,yolvidartratarautocrticamenteelasuntoenelpresente,deviene
una de las peores expresiones de misoginia, que es exactamente en la que incurre
Goldman. Un libro que refuta el chovinismo anglosajn en esta materia esGnero,
propiedadyempoderamiento:tierra,EstadoymercadoenAmricaLatina,Carmen
454 Feminicidio o Auto-construccin de la mujer
Deere y Magdalena Len (Mjico 2002), que prueba que el grado de libertad que
tenan las mujeres en las leyes de la Corona de Castilla era bastante superior a las
subordinadasalderechoconsuetudinariobritnico,situacinquesemantuvohasta
la revolucin liberal, que sepult a las fminas en un patriarcado ms operativo,
aunque mucho menos, o incluso muy poco, a las de las clases populares. Los
contenidosdetallibrosonotrapruebamsdelparticularniveldeautonomacolectiva
y personal que tuvieron las mujeres en la pennsula Ibrica, en comparacin con el
rgidopatriarcadoquepadecieronenInglaterrayenEstadosUnidos.Ciertamente,el
patriarcadoesconcretoyposeemuchsimosmodosparticularesdemanifestarse,as
como un buen nmero de grados e intensidades. Entenderlo de otra manera, como
algo abstracto y uniforme, es convertirlo en una caricatura doctrinaria. Aportemos
ms datos negadores de los asertos de Goldman. Expone Rosa Mara Capel enLa
mujer espaola en el mundo del trabajo. 1900-1930, que en la Semana Trgica
de 1909 y en la huelga general de 1917, eventos que dejaron docenas de muertos,
cientos de heridos de bala y miles de detenidos cada uno, la participacin de las
mujeres fuemasiva. Por tanto, no haba nada de lasumisinque Goldman crey
ver, extraviadamente.
discursodeesaorganizacindeladelasotrascorrientesfeministas,neo-machistasy
burguesas.Portanto,eselfeminismoelculpabledeeseexecrableactodemisoginia,
y con l todas las que pretenden falsear la experiencia histrica y escribir Diego
donde las milicianas veteranas dicen digo. Ciertamente, es una desvergenza
acusar a los varones milicianos de, pongamos por caso, poner a las milicianas a lavar
cuando las feministas de la poca lo que preconizaban, lisa y llanamente, es que
las mujeres se quedaran en la retaguardia, que no tomaran las armas y no fueran al
frente. Emplazamos a Mary Nash a que aporte algn testimonio fidedigno de las
organizaciones feministas entonces en activo, llamando a las mujeres a ir al campo
de batalla. Una de su peores enormidades es presentar a Mika Etchebhre como
conconciencia feminista, lo que queda desmentido por su comportamiento, pues
de haber sido eso verdad habra seguido las consignas del feminismo de la poca y
habra abandonado el frente de inmediato, cosa que no hizo, lo que evidencia que
era justamente lo contrario: anti-feminista. Adems, aquella gran mujer manifiest
un amor infinito por los hombres que luchaban a sus rdenes, del todo imposible
en una feminista convulsionada por el odio a los varones. Es una grave falta de tica
quedigalamentarelconfinamientodelasmujeresalaretaguardiaynoexpongaque
fue el feminismo, tambin ese ridculofeminismo proletarioque se inventa sobre
la marcha, el que sancion ardorosamente tal asunto por su devocin por el Estado
republicano y su repudio de la revolucin. Asimismo, es grave que guarde silencio
sobre lo conocido por todas y todos, es decir, que el movimiento libertario era no-
feminista y anti-feminista, llegando tan lejos en su androfobia que incluso insina
que tambin Durruti era machista, lo cual dicho por Nash, misgina en grado
destacado, slo puede hacer rer. Al tratar la cuestin de la prostitucin en la guerra
civil,estaautora,cmono,acudealostpicosvictimistas,sensiblerosymiserabilistas
en curso, olvidando lo obvio, que en el terreno de lo inmediato tal lastimosa lacra
es responsabilidad de la mujer que se hace ramera y del varn que paga por tener
sexo, siendo ambos co-responsables en el mismo grado, y que en el plano de lo
estructuralesundeterminadoordensocialelcausantedelaprostitucin.Suaversin
alarevolucinsecombinaconelapoyoentusiastaporelEstadodevenidofeminista,
loqueconvierteaNashencmplicedelaprostitucincomohechosocial.Asimismo,
cmo puede sta hablar delibertad sexualcuando el feminismo es hoy, junto con
las diversas religiones, la institucin ms empeada en poner fin a la autonoma
ertica del sujeto y restaurar la represin sexual con la teora de que los hombres
siempreviolana las mujeres, incluso cuando stas solicitan relaciones amorosas?
Espaola, de 9-12-1931, un texto tan misgino como todos los urdidos por el
progresismo,constitucionalismoeizquierdismo,siempreacaloradamentepatriarcales,
hasta que en los ltimos decenios del siglo XX se hicieron neo-patriarcales, sindolo
con no menos furor. Su artculo 36 otorgabalos mismos derechos electoralesa las
mujeres que a los varones, pero esto, lejos de ser unavance, era una modernizacin
delpatriarcado,yelartculo43,dedicadoalafamilia,tergiversabadescaradamentela
realidad.Enlodemsdichacartaconstitucionalamparayperpetalosustantivodel
aciagoCdigode1889,susdesarrolloslegislativosposteriores,sureflejoenelsistema
educativo y la trama ideolgica montada sobre todo ello, que eran los viveros del
machismo como concepcin y como hbitos sociales. De ah provena la misoginia
cotidiana, en varones y mujeres, no de la biologa masculina. Lo nico que hizo la II
Repblica fue introducir algunas modificaciones en la legislacin que afectaba a las
mujeres, en 1931, siguiendo el camino emprendido por la Dictadura de Primo de
Rivera,estoes,adaptarelpatriarcadoalasnuevasnecesidadesdelaselitesmandantes.
124 Esesteuncasoexpresivodelafuncinmedulardesempeadapor
el ejrcito en el desmantelamiento del viejo patriarcado y la instauracin del neo-
patriarcado,institucinayeryhoyactivamentefeminista,tantoquerecientemente
celebraelda8demarzoenalgunoscuarteles,grotescoeventoqueponedemanifiesto
la colusin, tan ntima, existente entre feminismo y militarismo.
126 CitadaenellibroNosotrastambinhicimoslaguerra.Defensoras
y sublevadas, Carmen Alcalde. Esta cita, y otras muchas que podramos traer, refuta
a las profesoras-funcionarias feministas que, para maximizar su carrera profesional
y sus ingresos monetarios, dicen o, lo que es peor an, insinan torticeramente que
fueronloshombresdelmovimientolibertarioquienesseopusieronalreconocimiento
de Mujeres Libres, porque como hombres, ya se sabe, eran machistas irredimibles.
Ahora queda probado que no, que fue Federica y, con ella, la gran mayora de las
mujeresdeaquellaorganizacin,queveanenesaasociacin ,conbuencriterio,una
operacinpara dividirelmovimientoascomoparadaarsumeollorevolucionario,
dado que en lo programtico era mera socialdemocracia.
129 Esta luminosa asercin que hace del amor fundamento primero
de la vida humana y, por ello, condicin para la existencia de un sujeto que lo sea
plenamente, es tanto ms pertinenente en estos momentos en que el Estado acta
directa e ilegtimemente en su contra. Al respecto, Legislar contra el amor: la Ley
de Violencia de Gnero y la construccin del Estado policial y totalitarioenCon
el Estado o contra el Estado? La liberacin femenina en el siglo XXI. En efecto,
la persecucin del amor para originar una sociedad ya completamente volcada en
el odio, por tanto en la violencia de todos contra todos, es lo que persiguen desde
Mara del Prado Esteban y Flix Rodrigo Mora 461
sus orgenes las teorticas feministas. A ms odio sexista de uno y otro tipo, ms
violencia contra las mujeres (y contra los varones), por tanto, ms negocio para
quienes tienen como especialidad convertir toda nocividad en dividendos, a costa
del dolor y la sangre ajena. Una revolucin liberadora de las mujeres, hecha por ellas
unidas afectuosamente a los varones, ha de instaurar una sociedad de la libertad y,
por tanto, del amor. Esa es nuestra diferencia ms sustantiva, en ltima instancia,
con el feminismo, que es androfbico, militarista, parapolicial, estatoltrico y
exterminacionista de manera connatural.