Dios Los Cría. Leonardo Castellani

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Dios los cra

Tres que siempre andan juntos, la Vbora, el Zorrino y el Perezoso, se juntaron un da para
murmurar del mundo.
-Aqu ni hay iniciativa ni hay progreso -dijo el Perezoso-, ni nada. Ustedes conocen muy bien mis
aspiraciones y mis sublimes y patriticos ideales -el Perezoso es bicho de grandes proyectos-; y sin
embargo a m se me tiene por un fracasado. Y as, quin va a emprender ninguna cosa? Busque
usted peones: dnde los encuentra? Y si los encuentra, cmo los hace trabajar? Busque usted
socios: todos son una punta de ladrones. Por eso no los busco... Ponga usted una industria, y qu?
A m, que me gusta hacer las cosas en grande y no andar con miserias, me vienen ofreciendo
capitalitos de mala muerte... La culpa la tiene el Gobierno, no ms... En fin, que a usted si es un ruin
y un mediocre, todo el mundo le ir detrs; pero si es hombre de grandes aspiraciones, lo
arrinconan, lo persiguen, lo postergan, y lo obligan a pasarse la vida tumbado sobre una rama,
comiendo lo que est a mano y durmiendo como se pueda... todo el da.
-Y lo peor de todo -dijo la Vbora-, es que le huyen a uno y le cobran horror. Los que hemos nacido
con un corazn hecho para ser amados sufrimos mucho con eso. Yo no tengo ningn amigo y todos
me aborrecen. Y as, perseguida de todos y sin el calorcito de la amistad, aunque sea ms buena que
el mo-mo y ms tierna que una avispa, concluye por agriarse y hacerse fra y maligna y solapada y
cobarde y hasta negra y fea, con la bilis, el veneno y la mala sangre que le hacen a una criar por
dentro con tanta ingratitud. Mis antepasados se cuenta que eran brillantes y coloridos como la
culebra, y no barrosos y repulsivos como yo. Hasta con mi marido andamos distanciados; y de todos
mis hijos, ni uno solo ha sido capaz nunca de venir a cobijarse con su madre y agradecerle el ser
que le dio. Cierto que yo no s si habrn nacido. Yo dej los huevos confiados al sol que los
empollara, y me march, porque vaya tambin usted a criar vboras en el seno, como dice el refrn,
para recoger veneno! -A m -terci el Zorrino-, lo que me repudre es el desprecio de los otros. Siete
aos llevo en este pajonal, y nadie me trata, nadie me visita, nadie me convida... Vengo yo por una
picada y todos se apartan sin hablarme; y no hay bicho de pelo o pluma que venga a anidar en la
vecindad del lugar donde yo vivo. A m la soledad me mata; pero la prefiero a la compaa de esos
sucios que parece que de puro asquerosos andan huyendo de la gente para no mostrar el tufo.
Y as por el estilo, quejndose de todos, se pasaban las horas muertas. Pero la murmuracin no
alimenta y los chismosos siempre acaban aborrecindose. Un buen da se pelearon los tres y se
separaron, no sin haberse antes cantado las verdades bien clarito a grito limpio e insulto seco, como
comadres de conventillo. Al Perezoso le dijeron que l era el haragn; a la Vbora, que la mala y
perversa era ella; y al Zorrino, que si se oliese a s mismo no sentira la hedentina de los otros. Y a
cada uno, que cada cual es hijo de sus obras.
Pero ninguno de los tres se dio por entendido y han seguido hasta el da de hoy quejndose del
mundo entero.
Leonardo Castellani Fbulas extractadas de "Camperas"

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