Cristifideles Laici

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CRISTIFIDELES LAICI esta llamada ha sido la consigna fundamental confiada a todos los hijos e hijas de la

Iglesia, por un concilio convocado para la renovacin evanglica de la vida cristiana.


Esta consigna no es una simple exhortacin moral, sino una insuprimible exigencia
del misterio de la Iglesia. Ella es la Via elegida, por medio de la cual los sarmientos
viven y crecen con la misma linfa santa y santificante de Cristo; es el Cuerpo
Mstico, cuyos miembros participan de la misma vida de santidad de su Cabeza, que
es Cristo; es la Esposa amada del Seor Jess por quien l se ha entregado para
santificarla (cf. Ef. 5, 25 ss.), es el mismo Espritu que vive y obra en la Iglesia, con
el fin de comunicarle la santidad del Hijo de Dios hecho hombre.
Es urgente, hoy ms que nunca, que todos los cristianos vuelvan a
emprender el camino de la renovacin evanglica, acogiendo generosamente la
invitacin del apstol a ser santos en toda la conducta (1 Pe. 1, 15). El Snodo
extraordinario de 1985, a los veinte aos del conclusin del Concilio, ha insistido
muy oportunamente en esta urgencia: Puesto que la Iglesia es en Cristo un misterio,
debe ser considerada como signo e instrumento de santidad (). Los santos y las
EXHORTACIN APOSTLICA POST-SINODAL DE SU SANTIDAD
santas han sido siempre fuente y origen de renovacin en las circunstancias ms
JUAN PABLO II SOBRE LA VOCACIN Y MISIN DE LOS
difciles de toda la historia de la Iglesia. Hoy tenemos una gran necesidad de santos,
LAICOS EN LA IGLESIA Y EN EL MUNDO
que hemos de implorar asiduamente a Dios.
Todos en la Iglesia, precisamente por ser miembros de ella, reciben y, por
LLAMADOS A LA SANTIDAD:
tanto, comparten la comn vocacin a la santidad. Los fieles laicos estn llamados a
La dignidad de los fieles laicos se nos revela en plenitud cuando
pleno ttulo, a esta vocacin sin ninguna diferencia respecto a los dems miembros
consideramos esa primera y fundamental vocacin, que el Padre dirige a
de la Iglesia: Todos los fieles de cualquier estado y condicin estn llamados a la
todos ellos en Jesucristo por medio del Espritu: la vocacin a la santidad, o
plenitud de la vida cristiana y la perfeccin de la caridad; Todos los fieles estn
sea la perfeccin de la caridad. El santo es el testimonio ms esplndido de
invitados y deben tender a la santidad y a la perfeccin en el propio estado.
la dignidad conferida al discpulo de Cristo.
La vocacin a la santidad hunde sus races en el Bautismo y se pone de
El Concilio Vaticano II ha pronunciado palabras altamente luminosas
nuevo ante nuestros ojos en los dems sacramentos, principalmente en la Eucarista.
sobre la vocacin universal a la santidad. Se puede decir que, precisamente
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Revestidos de Jesucristo y saciados por su Espritu, los cristianos son en la vida profesional y social ordinaria. Por tanto para que puedan responder a su
santos, y por eso quedan capacitados y comprometidos a manifestar la vocacin, los fieles laicos deben considerar las actividades de la vida cotidiana como
santidad de su ser en la santidad de todo su obrar. ocasin de unin con Dios y de cumplimiento de su voluntad, as como tambin de
El apstol Pablo no se cansa de amonestar a todos los cristianos para servicio a los dems hombres llevndoles a la comunin con Dios en Cristo.
que vivan como conviene a los santos (Ef. 5, 3). Los fieles laicos han de considerar la vocacin a la santidad, antes que como
La vida segn el Espritu, cuyo fruto es la santificacin, suscita y una obligacin exigente e irrenunciable, como un signo luminoso del infinito amor
exige de todos y de cada uno de los bautizados el seguimiento y la imitacin del Padre que los ha regenerado a su vida de santidad. Tal vocacin, por tanto,
de Jesucristo, en la recepcin de sus Bienaventuranzas, en el escuchar y constituye un componente esencial e inseparable de la nueva vida bautismal, y, en
meditar la Palabra de Dios, en la participacin consciente y activa en la vida consecuencia, un elemento constitutivo de su dignidad. Al mismo tiempo, la
litrgica y sacramental de la Iglesia, en la oracin individual, familiar y vocacin a la santidad est ligada ntimamente a la misin y a la responsabilidad
comunitaria, en el hambre y sed de justicia, en el llevar a la prctica el confiadas a los fieles laicos en la Iglesia y en el mundo. En efecto, la misma santidad
mandamiento del amor en todas las circunstancias de la vida y en el servicio vivida, que deriva de la participacin en la vida de santidad de Iglesia, representa ya
a los hermanos especialmente si se trata de los ms pequeos, de los pobres aportacin primera y fundamental a la edificacin de la misma Iglesia en cuanto
y de los que sufren. Comunin de los Santos. Ante la mirada iluminada por la fe se descubre un
grandioso panorama: el de tantos y tantos fieles laicos a menudo inadvertidos e
SANTIFICARSE EN EL MUNDO: incluso incomprendidos; desconocidos por los grandes de la tierra, pero mirados con
La vocacin de los fieles laicos a la santidad implica que la vida amor por el Padre. Hombres y mujeres que, precisamente en la vida y actividades de
segn el Espritu se expresa particularmente en su insercin en las realidades cada jornada son los obreros incansables que trabajan en la via del Seor; son los
temporales y en su participacin en las actividades terrenas. De nuevo el humildes y grandes artfices por la potencia de la gracia de Dios, ciertamente-, del
apstol nos amonesta diciendo: Todo cuanto hagis, de palabra o de obra, crecimiento del Reino de Dios en la historia.
hacedlo todo en el nombre del Seor Jess, dando gracias por su medio a Adems se ha de decir que la santidad es un presupuesto fundamental y una
Dios Padre (Col. 3, 17). Refiriendo estas palabras del apstol a los fieles condicin insustituible para realizar la misin salvfica de la Iglesia. La santidad de
laicos, el Concilio afirma categricamente: Ni la atencin de la familia ni la Iglesia es el secreto manantial y la medida infalible de su laboriosidad apostlica y
los otros deberes seculares deben ser algo ajeno a la orientacin espiritual de de su mpetu misionero. Slo en la medida en la que la Iglesia, esposa de Cristo, se
la vida. A su vez los Padres sinodales han dicho: La unidad de vida de los deja amar por l y le corresponde, llega a ser una madre llena de fecundidad en el
fieles laicos tiene una gran importancia. Ellos, en efecto deben santificarse Espritu.

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Volvamos de nuevo a la imagen bblica: el brotar y el expanderse de solamente cristianos, sino Cristo (). Pasmaos y alegraos: hemos sido hechos
los sarmientos depende de su insercin en la vid. Lo mismo que el Cristo!
sarmiento no puede dar fruto por s mismo, si no permanece en la vid, as La dignidad cristiana, fuente de igualdad de todos los miembros de la
tampoco vosotros si no permanecis en mi. Yo soy la vid, vosotros los Iglesia, garantiza y promueve el espritu de comunin y de fraternidad y, al mismo
sarmientos: El que permanece en m y yo en l, ese da mucho fruto, porque tiempo se convierte en el secreto y la fuerza del dinamismo apostlico y misionero
sin m no podis hacer nada (Jn 15, 4-5). de los fieles laicos. Es una dignidad exigente; es la dignidad de los obreros de Dios a
Es natural recordar aqu la solemne proclamacin de algunos fieles trabajar en su via. Grava sobre todos los laicos leemos en el Concilio- la gloriosa
laicos, hombres y mujeres, como beatos y santos, durante el mes en el que se carga de trabajar para que el designio divino de salvacin alcance cada da ms a
celebr el Snodo. Todo el Pueblo de Dios, y los fieles laicos en particular, todos los hombres de todos los tiempos y de toda la tierra.
pueden encontrar ahora nuevos modelos de santidad y nuevos testimonios de
virtudes heroicas vividas en la condiciones comunes y ordinarias de la LOS JVENES, ESPERANZA DE LA IGLESIA:
existencia humana como han dicho los Padres Sinodales: Las Iglesias El Snodo ha querido dedicar una particular a los jvenes. Y con toda razn.
locales y sobre todo las llamadas Iglesias jvenes, deben reconocer En tantos pases del mundo, ellos representan la mitad de la entera poblacin y, a
atentamente entre los propios miembros, aquellos hombres y mujeres que menudo la mitad numrica del mismo Pueblo de Dios que vive en esos pases. Ya
ofrecieron en estas condiciones (las condiciones ordinarias de vida en el bajo este aspecto los jvenes constituyen una fuerza excepcional y son un gran
mundo y estado conyugal) el testimonio de una vida santa, y que puede ser desafo para el futuro de la Iglesia; en efecto, en los jvenes la Iglesia percibe su
ejemplo para los dems, con objeto de que, si se diera el caso, los propongan caminar hacia el futuro que la espera y encuentra la imagen y la llamada de aquella
para la beatificacin y canonizacin. alegre juventud, con la que el Espritu de Cristo incesantemente la enriquece. En este
Al final de estas reflexiones, dirigidas a definir la condicin eclesial sentido el Concilio ha definido a los jvenes como la esperanza de la Iglesia.
del fiel laico, retorna a la mente la clebre exhortacin de San Len Magno: Leemos en la carta dirigida a los jvenes del mundo el 31 de marzo de 1985:
Agnosce, Christiane, dignitatem taum. Es la misma admonicin que San La Iglesia mira a los jvenes; es ms, la Iglesia de manera especial se mira a s
Mximo, Obispo de Turn dirigi a quienes haban recibido la uncin del misma en los jvenes, en todos vosotros, a la vez, en cada una y en cada uno de
santo Bautismo: Considerad el honor que se os hace en este misterio! vosotros. As ha sido desde el principio desde los tiempos apostlicos. Las palabras
Todos los bautizados estn invitados a escuchar de nuevo estas palabras de de San Juan en su Primera Carta pueden ser un singular testimonio: os escribo
San Agustn: Alegrmonos y demos gracias: hemos sido hechos no jvenes, porque habis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijos mos, porque

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habis conocido al Padre (). Os escribo jvenes porque sois fuertes y la proclamar su Evangelio como nica y sobreabundante respuesta a la ms radicales
Palabra de Dios habita en vosotros (1 Jn. 2, 13). aspiraciones de los jvenes, como la propuesta fuerte y enaltecedora de un
En nuestra generacin al final del segundo milenio despus de seguimiento personal (Ven y sgueme Mc. 10, 21-), que supone compartir el amor
Cristo, tambin la Iglesia se mira a s misma en los jvenes. filial de Jess por el Padre y la participacin en su misin de salvacin de la
Los jvenes no deben considerarse simplemente como objeto de la humanidad.
solicitud pastoral de la Iglesia; son de hecho y deben ser incitados a serlo- La Iglesia tiene tantas cosas que decir a los jvenes, y los jvenes tienen
sujetos activos, protagonistas de la evangelizacin y artfices de la tantas cosas qu decir a la Iglesia. Este recproco dilogo que se ha de llevar a cabo
renovacin social. La juventud es el tiempo de un descubrimiento con gran cordialidad, claridad y valenta- favorecer el encuentro y el intercambio
particularmente intenso del propio yo y del propio proyecto de vida; es entre generaciones, y ser fuente de riqueza y de juventud para la Iglesia y para la
el tiempo de un crecimiento que ha de realizarse en sabidura, en edad y en sociedad civil.
gracia ante Dios y ante los hombres (Lc. 2, 52). Dice el Concilio en su mensaje a los jvenes: La Iglesia os mira con
Como han dicho los padres sinodales, la sensibilidad de la juventud percibe confianza y con amor (). Ella es la verdadera juventud del mundo () miradla y
profundamente los valores de la justicia, de la no violencia y de la paz. Su encontraris en ella el rostro de Cristo.
corazn est abierto a la fraternidad, a la amistad y a la solidaridad. Se
movilizan al mximo por las causas que afectan a la calidad de vida y a la
conservacin de la naturaleza. Pero tambin estn llenos de inquietudes, de
desilusiones, de angustia y miedo del mundo, adems de las tentaciones
propias de su estado.
La Iglesia ha de revivir el amor de predileccin que Jess ha
manifestado por el joven del Evangelio: Jess, fijando en l su mirada, le
am (Mc. 10, 21). Por eso la Iglesia no se cansa de anunciar a Jesucristo, de

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