Resumen Alabanza A La Disciplina2
Resumen Alabanza A La Disciplina2
Resumen Alabanza A La Disciplina2
El autor presenta doce disciplinas espirituales clasificadas en tres partes: disciplinas internas,
externas y colectivas. Cada una de ellas, nos dice, son disciplinas clásicas que nos pueden
conducir desde nuestra superficialidad hacia la profundidad del reino espiritual.
En nuestra época existe una dificultad práctica al no saber lo que significan esas disciplinas
ni cómo ejercitarlas. Esta incompetencia es propia de nuestro mundo moderno, que conoce
a profundidad los misterios de la ciencia y la tecnología, pero ignora el ABC del alma
humana. Por eso necesitamos aprender algunas técnicas, sin olvidar que la espiritualidad es
mucho más que ellas.
Base teológica del libro: Toda la raza humana padece bajo su condición de pecado. El
pecado también se expresa por medio de hábitos que se arraigan en nuestro
comportamiento. Creer que la voluntad nos libera, es rendir culto idolátrico a ella. La
voluntad, al igual que la ley, solo puede hacerle frente a lo externo. Nuestro cambio interno
es una obra de Dios y se recibe por la gracia. La justicia es un don de Dios concedido a
través de Jesucristo.
Dios es el autor de nuestra transformación y Él mismo nos dio las disciplinas espirituales
como medios a través de los cuales nosotros nos disponemos para recibir su gracia.
Nosotros nos exponemos ante Él para que nos transforme. Sucede como con los
granjeros que no pueden producir granos, pero tienen a su cargo proveer las condiciones
para que estos se produzcan. Quien practica las disciplinas está sembrando para el espíritu
(Gál. 6:8). De allí que debamos hablar del “camino de la gracia disciplinada”.
El propósito de las disciplinas espirituales es dejar que Dios transforme nuestras vidas y
reemplacemos hábitos destructivos por otros que produzcan vida.
Disciplinas internas:
ALABANZA A LA DISCIPLINA. Una Presentación panorámica del libro de Richard J. Foster. Harold Segura C.
2. La disciplina de la oración: Esta es una disciplina dirigida a nuestro cambio interior, pero
también a la transformación de nuestro mundo, porque “orar es trabajar con Dios en la
determinación del futuro” (p. 49). Si oráramos de manera correcta, nuestro mundo sería
distinto. El mundo también se cambia por medio de la oración.
La oración consiste tanto en hablar como en escuchar. En ella escuchamos la voz de Dios y
nos unimos a sus propósitos redentores para el mundo.
4. La disciplina del estudio: Esta disciplina atiende dos clases de libros: los escritos y los no
escritos (la naturaleza, los eventos y las acciones). Estudiar, en este sentido, es observar
con cuidado y reflexionar con profundidad con el deseo de aprender y de transformar
nuestros hábitos y pensamientos. Cuatro pasos se recomiendan para la práctica de esta
disciplina: la repetición, para arraigar hábitos de pensamiento; la concentración, para enfocar
la mente en el tema; la comprensión, para percibir la realidad y penetrar en ella; y la
reflexión, para profundizar en el significado de las realidades percibidas para nuestras vidas.
Disciplinas externas:
6. La disciplina del retiro: Retirarnos no tiene tanto que ver con un lugar como sí con un estado
de la mente y del corazón. Con el retiro se busca estar a solas, no para escapar de la gente,
sino para escuchar mejor a Dios. Esta disciplina está asociada al silencio.
Lo primero que podemos hacer si deseamos ejercitar esta disciplina es aprovechar los
“pequeños retiros” que se presentan cada día (en la mañana o en la noche, por ejemplo).
Otra forma es guardar silencio durante un día entero, o ir a un lugar tranquilo durante
algunas horas con el fin de reorientar las metas de nuestra vida. Uno de sus frutos es tener
más sensibilidad y compasión hacia los demás.
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ALABANZA A LA DISCIPLINA. Una Presentación panorámica del libro de Richard J. Foster. Harold Segura C.
8. La disciplina del servicio: El servicio nos hace libres de “la ley del más fuerte” y nos habilita
para la entrega comprometida hacia los demás.
Al mismo tiempo que Jesús enseñó el servicio, condenó a los fariseos por su manera
arrogante de servir. Ellos servían para impresionar con lo grande y ocupar los primeros
lugares en las estadísticas de la entrega.
Servimos de muchas maneras: cuidando la reputación de otros, siendo compasivos, siendo
hospitalarios, escuchando con atención a los demás, llevando las cargas de los otros, y
hasta dejándonos servir por los demás.
Disciplinas colectivas:
9. La disciplina de la confesión: La confesión pública es, tanto una disciplina como una gracia.
Se practica en la comunidad cristiana entendida ésta como comunidad de pecadores
redimidos que ha recibido la autoridad de perdonar y restaurar (Jn. 20:23). En verdad, la
práctica privada se complementa con la pública, aunque la última ofrece la ventaja sanadora
de sentirse acogido y acompañado por otros.
Esta disciplina corrige nuestra vanidad y nos abre a la gracia sanadora de Dios. “Dios está
creando una Iglesia que abiertamente confiese su fragilidad humana y conozca la gracia de
Cristo que da perdón y poder” (p. 171).
11. La disciplina de la búsqueda de asesoramiento: Dios nos dirige, ya sabemos, por medio
de la Biblia, de las circunstancias y por los estímulos del Espíritu Santo. Sin embargo,
hemos oído muy poco acerca de la dimensión comunitaria de la dirección de Dios para
nuestra vida. Quizá sea el individualismo occidental el que explique mejor nuestro
descuido.
Dios nos guía individual, pero también colectivamente. El asesoramiento colectivo se refiere
a la experiencia de exponernos ante un grupo de cristianos maduros para recibir su consejo
y orientación. De igual manera, los grupos de trabajo ministerial pueden recibir
asesoramiento de parte de una persona o de un grupo de personas. Se actúa así para
buscar la dirección del Espíritu Santo en nuestras vidas.
12. La disciplina del gozo: Jesús inició su ministerio declarando el año del jubileo (Lc.
4:18,19). Esa proclamación, con sus obvias implicaciones sociales, señala hacia el gozo
(júbilo) que viene como resultado de la liberación integral por parte de Dios. Este júbilo nos
hace fuertes y nos permite vivir el seguimiento de Jesús con alegría; de otra manera ese
seguimiento se vuelve ritualista y las disciplinas espirituales se convierten en pesadas
normas de ley.
En la vida cristiana, el gozo es resultado de la obediencia, no de la liturgia festiva desprovista
de compromiso. También llega como resultado de la confianza en Dios.
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ALABANZA A LA DISCIPLINA. Una Presentación panorámica del libro de Richard J. Foster. Harold Segura C.