Libro de Miguelo

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HISTORIA D

LA EDUCACIN
FSICA
Y EL DEBQRTE
A TRAVS DE
LOS TEXTOS

U.L.P.G.C. PPU
."^
HISTORIA DE LA EDUCACIN
FSICA Y EL DEPORTE
A TRAVS DE LOS TEXTOS
MIGUEL A. BETANCOR LEN
CONRADO VILANOU TORRANO

HISTORIA DE LA EDUCACIN
FSICA Y EL DEPORTE
A TRAVS DE LOS TEXTOS

PPU
Ul.P.G.C.

Barcelona, 1995
See: Historia de la Educacin
Dirigida por: Claudio Lozano

Primera edicin, 1995

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del


Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin parcial o
total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la repro-
grafa y el tratamiento informtico y la distribucin de ejemplares de ella median-
te alquiler o prstamo pblicos.

Del Estudio preliminar y la compilacin:


Miguel A. Betancor Len y Conrado Vilanou Torrano

PPU, S.A.
Promociones y Publicaciones Universitarias, S.A.
Marqus de Campo Sagrado, 16. 08015 Barcelona
Tfno. (93) 442-03-91 Fax (93) 442-14-01

Diseo cubierta: Caries Riu

I.S.B.N.: 84-477-0477-7
D.L.: L-614-1995

Imprime: Poblagrfic, S.L. Av. Estaci, s/n. La Pobla de Segur (Lleida)


Los compiladores de esta Historia de la Educacin Fsica y el deporte a
travs de los textos hacen constar su expreso agradecimiento a las edi-
toriales Akal, Alianza Editorial, Altafulla, Biblioteca de Autores Cris-
tianos, Bruguera, Castellote, Ctedra, Edaf, Editora Nacional, Edito-
rial Mateu, Editorial Mediterrneo, Espasa-Calpe, Fondo de Cultura
Econmica, Grados, Grijalbo, Labor, PPU, Sarpe, as cmo a todas
aquellas otras tanto pblicas como privadas, que han posibilitado
con su generosa colaboracin la elaboracin de esta antologa.
NDICE

Prlogo, de Francisco Rubio Royo 11


Estudio preliminar 13
Homero (La Ilada. Juegos en honor de Patroclo) 69
Homero (Odisea. Ulises participa en los juegos de los feacios) 74
Sfocles (Electra. La muerte de Orestes en la carrera de carros)... 79
Jenofonte {La educacin de los espartanos) 81
Pndaro (Olmpica I. A Hieran de Siracusa) 83
Platn (La Repblica. Sobre la educacin gimnstica de los guar-
dianes) 86
Platn (La Repblica. Sobre las mujeres guardianes y su educa-
cin gimnstica) 97
Aristteles (La Poltica. La educacin de los jvenes: la gimnasia) 100
La Biblia (Fragmentos) 101
Virgilio (La Eneida. Juegos funerarios en honor del padre de
Eneas) 102
Juvenal (Stiras. Fragmentos) 112
Cayo Suetonio (Los Doce Csares. Julio Csar y Calgula ofrecen
espectculos de varios gneros) 113
Plutarco (Sobre la educacin de los hijos. Fragmentos) 116
Testamento con institucin de combates pugilsticos (s. II d.C.) 116
El espaol Diocles, "as" de los circos romanos 117
Epitafio del auriga Eutyches 120
Luciano de Samosata (Anacarsis o sobre la gimnasia. Fragmen-
tos) 120
Taciano (Discurso contra los griegos. La contrata de gladiadores) 126
El Disgesto del emperador Justiniano (De los jugadores a juegos
prohibidos) 127
San Isidoro de Sevilla (Etimologas. Acerca de la guerra y los jue-
gos) 129
Pseudo Isidoro (De la educacin) 133
Poema del Mo Cid (El torneo o lid entre los caballeros del Cid y
los infantes de Carrin) 135
Libro de los juegos de Ajedrez, dados y tablas, compuesto por
Alfonso X el Sabio (Prlogo) : 136
Cdigo de las Partidas. Ley VII (De cmo el rey Don Femando era
bien acostumbrado en siete cosas) 138
Ramn Llull (Libro del orden de caballera. Sobre el oficio de ca-
ballero) : 139
Len Bautista Alberti (De la familia. Educacin fsica de los
nios) 143
Elio Antonio de Nebrija (La educacin de los hijos. Fragmentos
sobre las atenciones y cuidados de los cuerpos de los nios).... 144
Baltasar de Castiglione {El cortesano ha de ser diestro en el ejerci-
cio de las armas) 145
Juan Luis Vives (Dilogo XXIL Comparacin de los juegos de Va-
lencia con los practicados en Francia) 148
F. Rabelais (Garganta y Pantagruel. Cmo Garganta fue some-
tido por Poncrates a una disciplina que le haca aprovechar
todas las horas del da) 152
N. Wynmann (Colymbetes o el arte de nadar. Fragmentos del di-
logo sobre la natacin entre Pampiro y Erotes) 155
San Ignacio de Loyola (Constituciones de los Colegios. Para con-
servar la salud y fuerzas del cuerpo) 157
Cristbal Mndez (El libro del ejercicio y sus provechos. Frag-
mentos) ^ 158
Antonio Scaino (Tratado del juego de pelota. De las varias moda-
lidades del juego de pelota) 159
Giovanni Maria Bardi (Discurso sobre el juego del ftbol floren-
tino. Fragmentos) 164
Jernimo Mercurialis (Arte Gymnstica. Qu es gimnstica y
cuntas son sus especies) 168
Montaigne (Ensayos. De la educacin de los nios) 172
Juan Arias Dvila Puertocarrero {Del juego de caas) 173
Juan de Torquemada (Veintin Libros Rituales de Monarqua
Indiana. Del juego de la pelota, del Palo, de los Matachines y
Patolli) 174
Juan de Mariana (Del Rey y de la institucin real. Del ejercicio
del cuerpo) 177
Reminiscencias olmpicas en la literatura espaola del Siglo de
Oro 179
Toms de Campanella (La Ciudad del Sol. Fragmentos sobre la
educacin y procreacin) 180
Luis Pacheco (Algunas de las cien conclusiones o formas de sa-
ber de la verdadera destreza) 182
Sebastin de Covarrubias {Pelota, trinquete) 184
Diego Saavedra Fajardo (Fragmentos de la empresa tercera) 185
Milton (De educacin. Su ejercicio) 188
J. Locke (Pensamientos acerca de la educacin. Sobre la salud y
la natacin) 190
Rousseau (Emilio o de la educacin. Sobre el ejercico natural)... 193

8
Cayetano Filangieri (Ciencia de la legislacin. Reglas generales
sobre la educacin fsica de la primera clase) 194
Los filantropinistas (Basedow, Salzmann, Guts Muths) 198
Kant (Pedagoga. Fragmentos de la educacin fsica) 200
Josefa Amar y Borbn (Discurso sobre la educacin fsica y mo-
ral de las mujeres. Fragmentos) 205
Condorcet (Tercera memoria sobre instruccin pblica. Las fies-
tas deben ser medios indirectos de instruccin) 205
Cabarrs (Carta II. Sobre los ejercicios corporales) 208
Jovellanos (Bases para la formacin de un plan general de ins-
truccin pblica. Educacin fsica) 209
Jovellanos (Memoria para el arreglo de la polica de los espect-
culos. Juegos de pelota) 211
Instituto Militar Pestalozziano de Madrid. Instalaciones 212
Adolfo Corti (El arte de la natacin Terico-Prctica. De la nata-
cin con la nica ayuda de los miembros) 213
JuUien de Paris (Ensayo general de educacin fsica, moral e in-
telectual. Extracto sobre el curso de gimnstica del coronel
Amors) 215
Pablo Montesino (Curso de Educacin. Mtodos de Enseanza y
Pedagoga. Tercera poca de la educacin fsica) 221
Juan Manuel Ballesteros (Curso elemental de instruccin de cie-
gos. Educacin fsica de los ciegos) 223
Spencer (La educacin fsica, intelectual y moral. De la educa-
cin fsica) 224
D.G.M. Schreber (Manual popular de gimnasia de sala. Regla co-
mn a todos los ejercicios) 229
Pedro Carlier (Tratado de gimnasia mdica y civil. Idea general
de los aparatos constantes) 234
Jos Monlau (Nociones de fisiologa e higiene. Sobre los baos) 236
Jos de Letamendi (La gimnstica cristiana. Principios y plano) 238
ngel Mosso (La educacin fsica de la juventud. La educacin
militar y los batallones escolares) 243
Ministerio de Fomento. Ley por la que se crea la Escuela Central
de Profesores y Profesoras de Gimnstica (1883) 248
Francisco Giner de los Ros (Los problemas de la educacin f-
sica) 249
Ministerio de Fomento. La enseanza de la gimnstica en los
Institutos (1894) 252
Fernando Lagrange (El ejercicio en los adultos. La gimnasia: los
sistemas francs y sueco) 259
Jos Castillejo (La educacin en Inglaterra. Los juegos y depor-
tes. La vida universitaria en Oxford y Cambridge) 262
Los juegos de pelota para las seoritas (1894) 268
Fierre de Coubertin (Los Juegos Olmpicos de Atenas, 1896) 269
Bartolom Apolinario (Colegio de San Jos. Objeto de la clase de
prvulos, 1896) .' 274
Saturnino Garca y Hurtado (Fundamentos de la Gimnstica
Mdica. Gimnasia mdico-mecnica o de Zander) 275
Estatutos de la Real Sociedad Gimnstica Espaola (1926) 278
Badn Powell (Escultismo para muchachos. Promesa y ley
Scout) 279
Georges Hebert (El cdigo de la fuerza. El mtodo natural) 282
Federico Gonzlez Deleito (Manual de Gimnasia Sueca. La lec-
cin de gimnasia sueca) 284
Isaas Bobo-Diez (Educacin fsica terico-prctica. Gimnasia
deportiva: sus ventajas e inconvenientes) 288
Miguel de Unamuno (Boyscouts y Footballistas) 290
S. Prezzolini (Los sokol) 294
Hitler (Mi lucha. La fortaleza fsica en el deporte) 297
Jos Mara Garca Sim (Vademcum gimnstico. Juegos gim-
nsticos) 301
Cndida Cadenas y Campo (Sobre educacin fsica femenina.
Proyecto para establecer una Escuela o Seccin Superior de
Educacin Fsica Femenina) 304
Gregorio Maran (Sexo, trabajo y deporte. Significacin biol-
gica y categora del deporte) 307
Directorio Militar. Orden circular dictando normas relativas al
Servicio Nacional de Educacin Fsica y premilitar (1930).... 310
Educacin fsica y nacionalsocialismo: directrices (1937) 314
Jvenes! La educacin fsica en Alerta!! 317
Consejo Nacional de Educacin premilitar fsica y cultural de la
juventud (1937-1938) 319
J. Llongueras. El ritmo en Jaques-Dalcroze 321
Ley de Educacin Fsica (Elola-Olaso. Fragmentos del discurso
ante las Cortes, 1961) 323

10
PRLOGO

Resulta gratificante presentar, a manera de prlogo, un trabajo antolgi-


co como el que han realizado los profesores Miguel ngel Betancor, de la
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, y Conrado Vilanou, de la Uni-
versidad de Barcelona. En efecto, felizmente contaremos, a partir de ahora,
con una seleccin de las mejores y ms representativas pginas de la litera-
tura, tanto clsica como especficamente deportiva, sobre la historia de la
educacin fsica y del deporte.
Hay que destacar que los autores de esta compilacin no se han limitado
a un simple acarreo de materiales dispersos, sino que se han preocupado
igualmente de su adaptacin y traduccin en algunos casos por primera
vez a la lengua castellana, presentando asimismo un notable estudio pre-
liminar en el que, adems de analizar algunas de las posibles explicaciones
que justifican el origen de las prcticas fsico-corporales humanas, ofrecen
pistas y claves interpretativas para leer y comentar con fruicin y placer este
florilegio literario-deportivo, a travs del cual se pueden otear algunas de las
siluetas y de los episodios ms significativos de la historia de la educacin
fsica y del deporte.
El mrito de libros como el que ahora presentamos consiste en rescatar
y recuperar, a modo de amena lectura, parte de una cultura fsica que parti-
cipa, tambin, del patrimonio de nuestra civilizacin occidental. En un
mundo tan intelectualizado como el nuestro, y en el que el deporte se presen-
ta generalmente como un simple fenmeno de masas, es bueno que haya
quienes como Betancor y Vilanou recuerden la importancia y trascen-
dencia de una cultura fsica que, como rezaban los postulados clsicos, for-
jaba armnicamente a travs de la unin de lo fsico e intelectual, de lo
corporal con lo psquico y mental aquellos ideales integrales de formacin
humana de la antigedad grecolatina.
En efecto, no slo el ideal de la "calocagatha" helnica que invitaba al
cultivo simultneo de la belleza esttica y de la bondad y perfeccin tico-
moral, sino tambin el conocido aforismo latino de "mens sana in corpore
sano" (acuado porJuvenal en su famosa stira dcima como un autntico
programa alternativo de vida frente al mundo fcil y disipado de la Roma
imperial), apelaban a este sentido integral y holstico de la educacin huma-
na que, por desgracia, muchas veces se tuerce en favor de planteamientos
excesivamente intelectualistas y en beneficio de criterios pragmticos y uti-

11
litarios que slo buscan, ms all de una completa y adecuada formacin
humana, la pura y simple eficacia instrumental.
No ha de extraar que dos profesores de las Universidades de Las Palmas
de Gran Canaria y Barcelona se hayan hermanado para una tarea como la
que ahora presentamos. Si la Ciudad Condal ha demostrado una vocacin
deportiva y olmpica inquebrantable ya Barcelona dese organizar unos
Juegos Olmpicos en 1936 que se tomaron finalmente, por unos avatares
histricos bien conocidos, en una Olimpada Popular, la ciudad de Las
Palmas de Gran Canaria, y ms concretamente, su Universidad, desde su
reciente creacin, han mostrado un gran inters por la educacin fsica y el
deporte. Su Instituto de Educacin Fsica de Canarias, transformado hoy
en la actual Facultad de Ciencias de la Actividad Fsica y del Deporte, es uno
de sus centros ms activos y con mayor proyeccin.
Tambin, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ha estado aten-
ta a todo tipo de eventos deportivo-culturales. Baste recordar, a ttulo de
ejemplo, las Jomadas de Juegos y Deportes Autctonos, realizadas en 1988,
y cuyas actas fueron publicadas por esta misma Universidad posteriormen-
te. Y qu decir del Primer Congreso Internacional de Historia del Deporte,
dependiente de la ISHPES (International Society for the History ofPhysical
Education and Sport), organizado en colaboracin con el Excmo. Cabildo
Insular de Gran Canaria en 1991. De esta forma, creemos que nuestra Uni-
versidad ha sabido alternar y combinar el gusto y cuidado por nuestras pro-
pias cosas y tradiciones, es decir, nuestros estimados juegos y deportes au-
tctonos, con una necesaria y til perspectiva general e intemacionalista.
De seguro que este tipo de experiencias, a pesar de las dificultades del
momento, continuarn. Hoy presentamos esta obra, editada en rgimen de
coedicin con la Editorial PPU (Promociones Publicaciones Universitarias)
de Barcelona. Deseamos, pues, que nuestra ciudad, nuestra isla, nuestra
universidad, puedan acoger desde su privilegiada situacin atlntica, otras
iniciativas, estudios, proyectos y trabajos de calidad y temple similar al que
han manifestado, en esta ocasin, mis amigos y compaeros universitarios
Betancor y Vilanou. Gracias a empresas como la suya, y con el esfuerzo de
todos, rehabilitaremos, muy posiblemente, el estatuto y prestigio de esa cul-
tura fsica, patrimonio qu duda cabe de la historia de la humanidad.
FRANCISCO RUBIO ROYO
Rector de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

12
ESTUDIO PRELIMINAR

Pocos han sido los autores espaoles preocupados por recoger los
textos ms significativos de la historia de la educacin fsica y del de-
porte'. Este libro pretende paliar, en la medida de sus posibilidades,
este vaco. Y lo desea hacer con una doble voluntad: confiando que
puede coadyuvar a un mejor conocimiento y comprensin del fenme-
no deportivo, y con la intencin de poner en las manos del pblico en
general, y especialmente en las de las nuevas generaciones universita-
rias, una obra que colme, siquiera de forma parcial, una de la ms acu-
ciantes ausencias del actual mercado editorial. Pretendemos que esta
compilacin de textos permita, a modo de manual, el acceso a las fuen-
tes de la educacin fsica y del deporte.
Desgraciadamente la historia de la educacin, materia arraigada en
los planes de Ciencias de la Educacin, slo se ha preocupado de la
educacin fsica marginalmente, considerando los juegos, la gimnasia
y el deporte como un simple recurso didctico de la accin educativa,
sin una consideracin entitativa substancial, lo que ha redundado ne-
gativamente en el fomento y cultivo de esta disciplina. El libro que pre-
sentamos desea contribuir a la consolidacin de este tipo de trabajos,
abriendo brechas y roturando campos que deberan ser cultivados, en
un futuro inmediato, de una manera sostenida y sistemtica.
A la luz de su historia el deporte puede iluminarse con otros enfoques
y perspectivas. Es cierto que, para muchos, el deporte contina siendo
una pura y simple expresin apasionada de la agresividad humana. Pero
esta interpretacin reduccionista el deporte circunscrito a un mero epi-
sodio de la psicologa de masas se nos antoja insuficiente. Pensamos
que el deporte, como cualquier otra manifestacin fsico-deportiva (por
ejemplo, la danza y los juegos), constituye una magnfica expresin cultu-
ral presente en cualquier civilizacin. Se impone, pues, realizar un tre-

1. Sera injusto olvidar, con todo, los esfuerzos realizados por diversos estamentos y
organismos en favor de este tipo de publicismo. Cabe destacar de manera significati-
va la labor realizada en los ltimos tiempos por el Instituto Nacional de Educacin
Fsica de Madrid que ha divulgado buena parte de su fondo bibliogrfico. Sealamos
nicamente a ttulo de recordatorio las siguientes obras: Deporte y Lectura, 1571-
1932 (Madrid, INEF, 1988) y Catlogo del fondo antiguo. Siglos XVI-XIX (Madrid,
Biblioteca del INEF. 1989). Igualmente hay que mencionar el libro de ANTONIO GALLE-
GO MORELL, Literatura de tema deportivo. Madrid. Editorial Prensa Espaola. 1969.

13
mendo esfuerzo de comprensin a fin de captar, en sus mltiples facetas
y modalidades, la radical esencia del fenmeno depotivo. Posiblemente
el deporte no goza de buena salud, pero nadie podr negar su condicin
de manifestacin cultural enraizada en lo ms profundo del quehacer hu-
mano, y que supera, con mucho, las connotaciones espectaculares y con-
sumistas con que comnmente se presenta.

1. SOBRE EL ORIGEN Y NATURALEZA DEL DEPORTE: ALGU-


NAS TEORAS

Muchos han sido los historiadores y antroplogos que han formulado


teoras e interpretaciones intentando explicar, desde una u otra perspec-
tiva, el surgimiento e institucionalizacin de las actividades fsicas y de-
portivas. Es evidente que el hombre en cuanto ser vivo ha realizado
desde siempre, y al igual que los restantes miembros del reino animal,
una actividad motora. Sin embargo, el ejercicio fi'sico humano no se re-
duce a un mero fenmeno biolgico. Nadie negar la existencia de un
potencial fisiolgico que determina en cada momento de la evolucin
desde los primates hasta los homnidos la motricidad humana. Pero
la presencia del hombre sobre la faz de la tierra no se limita a una simple
adaptacin biomecnica, sino que tambin contempla una inequvoca di-
mensin cultural que bebe en las mismas fuentes de la humanizacin.
Fue durante el Paleoltico cuando apareci el hombre actual, conoci-
do como Homo Sapiens. Este propici unas culturas tcnicamente avan-
zadas que le permitieron un desarrollo efectivo de las tcnicas de caza.
Ese hombre cazador del paleoltico da forma a una incipiente expresin
artstica. Se trata de la pintura rupestre. Como significan los antroplo-
gos, resulta muy difcil dilucidar con qu motivaciones y finalidades ac-
tuaban los creadores de aquellas representaciones catalogadas actual-
mente como arte. Las dos hiptesis bsicas facilitar la caza y asegurar
la fertilidad se refieren a formas de intervenir y modificar la realidad
natural, plasmadas fsicamente dentro de estructuras mgico-religiosas.
Y es a partir de esta constatacin histrica la presencia de un ser
humano que practica la caza como forma de subsistencia, que posee
un sistema de creencias vinculado en gran parte al totemismo y que
expresa un tanto ingenuamente sus capacidades artsticas cuando la
consideracin histrica de la actividad fsica humana se problematiza.
La prehistoria nos asegura el hecho, pero las diferentes hermenuticas
lo interpretarn de manera diversa. Unos primarn los aspectos reli-
giosos y artsticos, mientras que otros resaltarn las condicionantes
utilitarias y materiales. Con todo, estos enfoques no agotan el abanico
de las posibles explicaciones, que se ven ampliadas y enriquecidas, a

14
su vez, con la incorporacin de nuevas perspectivas socio-culturales.
En cualquier caso no se puede dudar, a estas alturas, que las activida-
des fsicas y deportivas se pierden entre los mismos orgenes de la civi-
lizacin humana, constituyendo una dinmica presente en la mayora
de culturas conocidas.
Nosotros en esta introduccin daremos noticia, sinttica y es-
quemticamente, de buena parte de las teoras que historiadores y an-
troplogos han fraguado con el fin de justificar la gnesis de los ejerci-
cios fsicos y corporales. Es obvio que no contamos nicamente con
los datos suministrados por la historia. La antropologa, y en especial
la etnologa, nos facilitan un gran nmero de informaciones referi-
das a juegos tradicionales y deportes autctonos que ayudan al ras-
treo de unos orgenes que se remontan insistimos de nuevo a los
primeros momentos del quehacer humano.
Existe, con todo, prevencin ante este tipo de generalizaciones que
intentan dar una explicacin de la gnesis del deporte en los albores de
la humanidad. Maxwell L. Howell en un curso profesado en la State
University de San Diego, durante el curso 1977-78, manifestaba que las
investigaciones llevadas a cabo hasta entonces slo permitan un cono-
cimiento parcial de los juegos, deportes y actividades fsicas desarro-
lladas por las diferentes civilizaciones antiguas^. Es por ello que mu-
chos autores renuncian a presentar una generalizacin, habida cuenta
que cualquier nuevo aporte podra modificar toda posible interpreta-
cin global. Howell se muestra prudente, quiz en exceso. Denuncia en
su trabajo una serie de hechos y circunstancias que aconsejan al histo-
riador no slo a ser receloso y cauto en sus conclusiones, sino incluso
a suspender cualquier emisin de juicio. En cualquier caso la historia
exige en nuestra opinin no slo un trabajo heurstico, de recogida
y acopio de materiales, sino tambin una hermenutica que, a pesar de
riesgos y limitaciones, no debe ser abandonada en modo alguno.

1.1. Interpretaciones ldico-festivas

Abundan ciertamente las teoras que relacionan el juego y la cultu-


ra, y por ende con el deporte, tal como lo confirma la existencia de una
abundante literatura sobre el particular. En efecto, ante la cuestin del
juego se han tomado diversas actitudes que oscilan entre el desprecio
o simple rechazo, por motivos puritanos, ascticos, msticos o moralis-
tas la identificacin de lo festivo con el paganismo no ha sido infre-
cuente, hasta su total aceptacin en base a razones de ndole antro-
polgica o psicolgico-pedaggica.

2. MAXWELL L. HOWELL, "Rflexions sur la place des sports, des jeux et des activi-
ts physiques durant 1' Antiquit", en JEAN PAUL MASSICOTTE et CLAUDE LESSARD,
Histoire du Sport de 1' Antiquit au XIX sicle. Sillery, Qubec. Presses de V Universi-
t du Qubec. 1984, pp. 9-19.

15
Comnmente se reconoce a Schiller como a uno de los primeros
defensores del juego. Desde comienzos del siglo pasado se ha tematiza-
do, de manera sistemtica, el juego. Como muy bien ha visto Molt-
mann slo a partir del momento en el que el hombre se vio obligado a
trabajar disciplinada y racionalmente en empresas industriales cada
vez mayores, y a desterrar de su mundo laboral lo jocoso como algo
desfasado, el juego ha constituido un problema terico. De aqu, pues,
que las reflexiones sobre el juego nazcan "a impulsos de la nostalgia
romntica o utpica de la simplicidad de un mundo infantil perdido o
an no alcanzado"^.
El romanticismo, sin duda, puso de relieve las posibilidades libera-
doras del juego y de las manifestaciones festivas que haban entrado en
una profunda crisis durante la modernidad. En efecto, durante toda la
Edad Media tenan lugar gran nmero de fiestas y manifestaciones l-
dicas, pero el profundo sentido puritano de la reforma protestante aca-
b con ambas. Su desaparicin ha escrito Harvey Cox* seala un
significativo cambio de acento en la cultura de Occidente: un debilita-
miento de la capacidad de nuestra civilizacin para la fantasa y la fies-
ta. La tica del trabajo, del esfuerzo y del ahorro de la Reforma tal
como relat Weber en su clsico libro sobre La tica protestante y el
espritu del capitalismo acab imponindose por doquier. De ma-
nera ms o menos simultnea se gener una dimensin racional del
ser humano que, al proclamar la excelencia del pensamiento si-
guiendo los postulados del cartesianismo, cercenaba todo cuanto de
festivo y fantstico haba en el hombre.
El mundo de la diversin y de lo festivo tena, pues, sus horas con-
tadas. Pero no slo eso. Tambin el sentido y la significacin de la fies-
ta ha perdido hoy por hoy su primigenia significacin. Cox apunta
que nuestras fiestas ya no cumplen, como antes ocurra, el cometido
de ponernos en conexin con el despliegue de la historia csmica o con
los grandes fastos de la aventura espiritual del hombre.
Probablemente como rechazo a este estado de cosas se ha reivindi-
cado, desde distintos lugares, la dimensin ldica y festiva del ser hu-
mano. Si Huizinga ha hablado del homo ludens, otros autores, como
Cox, han resaltado el elemento festivo del hombre configurando de
esta manera un homo festivus. Ambos modelos homo ludens,
homo festivus participan de una visin fantstica, soadora, libre y
visionaria del mundo, en abierta oposicin al pragmatismo utilitario e
instrumentalista dominante en nuestros das.
La hiptesis de un homo ludens que, a travs del juego, crea la
cultura viene de lejos. Si bien los trabajos de Huizinga sobre el homo

3. J. MOLTMANN, Un nuevo estilo de vida sobre la libertad, la alegra y el juego.


Salamanca. Ediciones Sigeme. 1981, pg. 117.
4. H. COX, Las fiestas de locos (Para una teloga feliz). Madrid. Taurus. 1972.

16
ludens se remontan a comienzos del siglo XX, otros autores tambin,
desde diferentes campos y esferas, han utilizado el recurso ldico para
dar razn de la actividad intelectual humana. La misma filosofa del
segundo Wittgenstein, articulada alrededor de los juegos del lenguaje,
se hace ms comprensiva desde esta perspectiva. En definitiva, el jue-
go se ha convertido finalmente en un insoslayable principio hermenu-
tico de interpretacin que puede ser aplicado como demostr Witt-
genstein al abordar la filosofa del lenguaje a los diversos sectores de
la actividad humana. Despus de Wittgenstein la categora del juego se
aplic a otros contextos, desde la lgica a la matemtica, desde la geo-
metra a la filosofa. Incluso la misma teologa a travs del pensa-
miento de Jrgen Moltmann o Hugo Rahner, por ejemplo ha pro-
puesto el acceso a lo sagrado desde lo ldico, ya que la misma tesis del
homo ludens remite a un Deus ludens, esto es, a un Dios creador que,
libremente y sin necesidad alguna, crea el mundo.
Quienes apelan al valor del juego reivindican una cierta fantasa
pueril. En el fondo de la dimensin ldica hay alguna cosa que supera
la realidad experiencial y que transciende al tiempo y a la muerte. Lo
ldico aparece como un signo de transcendencia, como sueo de amor
y herosmo, tal como defendi el mismo Huizinga en El otoo de la
Edad Media. Fue en esta obra donde Huizinga desarroll, por primera
vez, su tesis en torno al juego como elemento generador de cultura. En
efecto, al abordar el ideal caballeresco tardo-medieval Huizinga resal-
taba la importancia del juego y del deporte.
La visin que Huizinga tiene del deporte medieval es ciertamente
sugestiva. Para Huizinga el deporte medieval, y en primer trmino el
torneo, tenan unos evidentes componentes dramticos y erticos. La
seduccin del amor romntico no se experimenta slo en la vida, sino
tambin en los juegos y espectculos. Por ello el deporte medieval y
muy especialmente el torneo contenan una profunda significacin
dramtica y ertica. He aqu sus palabras: "el deporte conserva en to-
dos los tiempos este elemento dramtico y ertico: en un actual cam-
peonato de remo o de ftbol hay valores efectivos propios del torneo
medieval, en un nmero mucho mayor de lo que acaso se imaginan
equipos y espectadores. Pero mientras que el deporte moderno ha re-
trocedido hacia una simplicidad y belleza naturales, casi griegas, es el
torneo medieval, o al menos el del ltimo perodo de la Edad Media,
un deporte de ropaje pesado y sobrecargado de ornamentacin, en el
cual se ha trabajado y dado forma tan deliberadamente al elemento
dramtico y romntico, que cumple, por regla general, la funcin del
drama"'.

5. HUIZINGA, J., El otoo de la Edad Media. Estudios sobre las formas de la


vida y del espritu durante los siglos XIV y XV en Francia y en los Pases Bajos.
Madrid. Revista de Occidente. 1945, pp. 110-111.

17
Posteriormente el mismo Huizinga insisti sobre estas primeras in-
tuiciones sistematizndolas en su clsico libro Homo Ludens, conclu-
yendo que todas las manifestaciones culturales tienen su base en el
juego*. La tesis central de Huizinga es muy sencilla: la cultura nace en
forma ldica. El juego revela su presencia no slo en formas competi-
tivas como la guerra, sino en las ms altas manifestaciones de la vida
humana: ritos, cultura, saber, justicia y poesa. De este modo, el dere-
cho, la ciencia, la misma filosofa, las artes, en fin, todo cuanto de cul-
tural ha generado el ser humano encuentra su razn ltima en el jue-
go. El hecho ldico se manifiesta as como el primer acontecimiento
humano generador y promotor de cultura, ejecutado como si estuviera
al margen de la vida ordinaria, pero que, a la larga, genera un mbito
segregado^ con sus propias coordenadas espacio-temporales y sus re-
glas, del que nacen las diversas instituciones humanas.
Huizinga traza en su libro una visin panormica, a travs de la
cual columbramos las sucesivas siluetas ldicas habidas en la historia:
Roma, Edad Media, Renacimiento, Barroco, siglo XVIII y Romanticis-
mo. Pero con el siglo XIX irrumpe el prosaico principio del utilitaris-
mo, propio de la industrializacin y del maquinismo, que suspende la
labor creativa del juego en beneficio de los intereses econmicos del
capital.
Y a partir de aqu se genera una extraa paradoja: el ochocientos
que ver emerger con una extraordinaria fuerza al deporte, asistir,
lamentablemente, a una especializacin que afectar de manera perni-
ciosa a su misma esencia ldica. El deporte ya no es un juego. Ha ido
perdiendo paulatimanente su dimensin dramtica y fantstica, ine-
quvoco signo de la libertad humana, tomando visos de una seriedad
que ha acabado por encorsetar al mismo deporte. El deporte, as pues,
se va alejando de la esfera ldica para caer en una profesionalizacin
ms o menos comercializada. De hecho el mismo sentido competitivo
que ha contaminado la dimensin ociosa, ldica y gratuita del deporte
ha acabado por pervertir, igualmente, todas las manifestaciones de la
cultura humana. La organizacin del mundo contemporneo ha impe-
dido la accin libre y provechosa de ese aliento vivificador que es el
juego. En fin, los ideales de trabajo, la racionalizacin de la misma
vida humana, los criterios de eficacia, la bsqueda de la mejor marca
y resultado, apenas dejan resquicio alguno para la presencia del ele-
mento ldico en el deporte actual.
Con su teora Huizinga descarta las diferentes explicaciones que
desde la biologa y la psicologa han pretendido dar cuenta del juego:
ni el exceso de energa vital, ni la tendencia a la imitacin, ni la nece-
sidad de distraccin, justifican la existencia del juego. Para Huizinga

6. J. HUIZINGA, Homo ludens. Madrid, Alianza Editorial. 1972.

18
todas estas teoras slo explican parcialmente el fenmeno del juego.
De este modo piensa que el estadio, el templo, la escena, el tribunal,
seran por su forma y funcin diferentes espacios definidos y separa-
dos donde se juega bajo el amparo y cobijo de unas reglas estableci-
das previamente. Podemos concluir que en opinin de Huizinga el
hombre hace cultura y como mnimo as ha sucedido hasta el siglo
pasado a travs del juego, o si se quiere, el hombre ha humanizado
la naturaleza por medio de las actividades ldicas.
Tambin Roger Caillois mantiene la tesis central de Huizinga el
juego es un hecho primordial de la cultura humana pero profundi-
zando en algunos aspectos. En un artculo publicado en 1946, Roger
Caillois criticaba la excesiva atencin otorgada por Huizinga a las es-
tructuras externas del juego, con olvido de las actitudes ntimas que
confieren al comportamiento humano una significacin ms precisa^.
Este formalismo se evidencia en la identificacin, un tanto audaz, que
Huizinga establece entre lo ldico y lo sagrado. Para Caillois no son
situaciones simtricas. Una cosa es la liturgia simblica y ritual, y
otra, muy distinta, la actitud personal de cada uno de los participantes
en el ceremonial que no puede entenderse a la vista exclusiva del com-
ponente ldico. Pero a pesar de estas limitaciones "Homo Ludens es
una obra discutible en la mayora de sus afirmaciones, aunque abre
caminos extremadamente fecundos a la investigacin y al pensamien-
to", escribir Caillois* cabe el honor a Huizinga de haber analizado
magistralmente varios de los caracteres fundamentales del juego, y de
haber demostrado la importancia de su papel en el desarrollo mismo
de la civilizacin.
Caillois discrepa de la definicin dada por Huizinga sobre el juego. En
Homo Ludens se caracteriza al juego como una actividad libre, sentida
como ficticia y situada al margen de la vida cotidiana, capaz, sin embar-
go, de absorber totalmente al jugador; una accin desprovista de todo
inters material y de toda utilidad, que acontece en un tiempo y espacio
expresamente determinados, y que se desenvuelve con orden a unas re-
glas establecidas y suscita en la vida las relaciones entre los grupos huma-
nos. Para Caillois semejante definicin es demasiado amplia y de corto
alcance. Por ello nos ofrece una nueva definicin que rectifica, acotando
y ampliando segn los casos la dada por Huizinga. Ah la tenemos:
una actividad libre, separada, incierta, improductiva, reglamentada y fic-
ticia.

7. La crtica de R. Caillois a las teoras de J. Huizinga apareci, bajo forma de artcu-


lo "Jeu et sacre", en la revista Confluences, nnj. 10, marzo de 1946, pp. 66-77. Tambin
fue incluido, a modo de apndice, en su libro L'homme et le sacre. Pars. Gallimard.
1963, pp. 199-213.
8. R. CAILLOIS, Teora de los juegos. Barcelona. Seix Barral. 1958.

19
Ciertamente la finura y sagacidad de Caillois es notoria. Su estudio
pormenorizado de los juegos no atendiendo nicamente a los aspec-
tos formales favoreci la elaboracin de una clasificacin de los jue-
gos en cuatro rbricas segn predomine la competicin, el azar, el si-
mulacro o el vrtigo, estableciendo la siguiente nomenclatura: agn,
alea, mimicry e ilinx. Para Caillois dar preferencia a un tipo u otro de
juego contribuye a decidir el porvenir de una civilizacin. En este sen-
tido propone una correspondencia entre juego y sociedad. "No es ab-
surdo leemos en Teora de los juegos intentar el diagnstico de
una civilizacin partiendo de los juegos que de manera particular pros-
peran en ella. En efecto, si los juegos son factores e imgenes de cultu-
ra, se sigue que, en cierta medida, una civilizacin, y, dentro de una
civilizacin, una poca puede caracterizarse por sus juegos".
Caillois supone que en las sociedades primitivas han dominado los
juegos en los que predomina el simulacro y el vrtigo los llamados
mimicry e ilinx, mientras que en las culturas desarrolladas organi-
zadas y jerarquizadas tienen especial predicamento los juegos ago-
nsticos y de azar. En las primeras el simulacro y el vrtigo, o si se
quiere la pantomima y xtasis, aseguran la cohesin del grupo. En las
segundas sociedades de contabilidad la competicin y el tantear la
suerte propician y favorecen una hipottica quiebra de la estructura
estamental.
Comprobamos la pervivencia, en la sociedad del antiguo rgimen, de
un gran nmero de juegos y fiestas. Peter Bruegel pintar en el siglo XVI
un mundo de juego. Rembrandt dibujar el golf en pleno siglo XVII. Ja-
cobo I public en 1618 un Libro de los Deportes, en el cual animaba a
sus subditos, con desprecio del puritanismo reinante, a continuar con
sus juegos en los domingos. El mismo Goya, entre nosotros, insistir
sobre esta temtica a fines del XVIIP. Pero las prohibiciones tambin se
suceden sin cesar. Autoridades civiles y eclesisticas publicarn conti-
nuados interdictos en este sentido. Todos censurarn la violencia que
acompaa, por lo general, la prctica de los diversos juegos.
El trabajo, como hemos visto, es revalorizado en perjuicio del juego.
Paralelamente se produce una privatizacin del espacio en unas ciuda-
des que, a raz de la explosin demogrfica, crecen rpidamente. La es-
colaridad implantada a gran escala a partir del siglo XIX separa la
infancia del mundo de los adultos. Se descubre la alteridad del nio. El

9. Sobre este punto vanse los artculos de JUAN MESTRE, "Goya o los juegos y
recreos de una sociedad espaola", en Deporte 2.000, nmeros 64 (Mayo 1974) y 65
(Junio 1974), pp. 6-9 y 66-71 respectivamente. Tambin puede consultarse al respecto la
comunicacin de la profesora MARA TERESA GONZLEZ AJA, "Les jeux dans la pein-
ture de Goya", en Sports, Arts et Religions, UFRSTAPS de 1' Universit de Pars X Nan-
terre, pp. 206-214. La temtica taurina en Goya ha sido abordada monogrficamente por
B. REMACHE BENJAMN en el libro Goya y los toros, Zaragoza, Heraldo de Aragn.
1988.

20
juego tendr, pues, un espacio y un tiempo determinado. Todo parece
indicar que hemos pasado de una sociedad ociosa a otra laboriosa, o si
se quiere, de una sociedad que juega a otra que trabaja y hace deporte.

1.2. Juego y deporte

Para muchos historiadores el deporte surge como una consecuen-


cia de los juegos. De hecho se habla, incluso, de una transicin histri-
ca de los juegos a los deportes. Bertrand During en un reciente trabajo
ha analizado con detenimiento y precisin cmo se efecta este proce-
so en la Francia contempornea'". Tambin Cario Bascetta autor de
una interesante y sugestiva compilacin de textos sobre los juegos y
deportes los sita en una misma perspectiva".
Es cierto que la distincin entre juego y deporte no es del todo nti-
da, al existir, entre ambos, aspectos comunes pero tambin dispares.
Una de las ltimas aproximaciones al tema ha sido la realizada por
Carmen M. Barreto que, en un magnfico estudio sobre Juegos, De-
portes y Cultura, ha constatado que entre juego y deporte slo existen
sutiles detalles'^.
Esta investigadora apunta que el concepto de juego abarca toda ac-
tividad ldica, con reglas propias y un componente competitivo, que
requiere algo de esfuerzo fsico. El deporte quedara incluido dentro
de esta categorizacin, impidiendo, por tanto, una clara distincin
conceptual entre ambos trminos. Con todo existe para esta auto-
ra una diferencia: su institucionalizacin. Mientras el deporte impli-
ca una actividad fsica agotadora, una agresividad y un enfrentamiento
continuado y reglamentado previamente, el juego apela a una dinmi-
ca abierta, informal, capaz de adaptaciones y cambios constantes.
Otra divergencia radica en la profesionalizacin que rodea al de-
porte. Podramos decir, de acuerdo con esta argumentacin, que el de-
porte es la perversin del juego a travs de la sistemtica introduccin
del rendimiento corporal. Ciertamente el deporte ha asumido buena
parte de los valores del liberalismo econmico. La estima progresiva
del trabajo, la consideracin de nuevas categoras como la importan-
cia del factor tiempo, la competitividad mercantil e industrial, entre

10. B. DURING, Des Jeux aux sports. Repres et documents en histoire des acti-
vits physques. Pars. Vigot. 1984. Vase tambin la obra colectiva, presentada por AL-
FRED WAHL, Des Jeux et des sports. Actes de Colloque de Metz, 26-28 septembre
1985. Metz. Centre de recherche histoire et civilisation de 1' universit de Metz. 1986. No
puede silenciarse tampoco el reciente libro de Jos Antonio Gonzlez Alcantud, Tracta-
tus ludorum. Una antropolgica del juego. Barcelona. Anthropos. 1993.
11. Vase, al respecto, la introduccin de CARLO BASCETTA al libro Sport e Giuo-
chi. Trattati e scritti dal XV al XVIII seclo. Milano. Edizioni II Polifilo. 1978.
12. CARMEN MARINA BARRETO VARGAS, "Juegos, deporte y cultura: una visin
antropolgica", en Juegos y deportes autctonos de Canarias, Instituto de Educacin
Fsica de Canarias-Universidad de Las Palmas, 1990, pp. 17-27.

21
otras muchas circunstancias, inciden, de una u otra manera, en la g-
nesis y consolidacin de la prctica deportiva.
Desde un prisma antropolgico las posibilidades del juego superan,
con mucho, a las del deporte. Nos explicaremos. El juego potencia la
identidad del grupo social en el que se practica. Como fenmeno de
cohesin y solidaridad grupal favorece el desarrollo de los sentimien-
tos comunitarios. El juego aparece como un mecanismo de identidad,
que evoca y consolida la historia del grupo social que lo practica'^.
Llegados a este punto se impone una reflexin aunque fugaz, no
menos importante sobre la significacin y perspectivas de los llama-
dos juegos o deportes autctonos que se vienen practicando desde
tiempo ha en diferentes lugares de nuestra geografa. Precisamente
nuestro archipilago canario es rico en este tipo de tradiciones. El sal-
to del pastor, el juego del palo, el garrote, el levantamiento del arado,
la pelotamano de Lanzarote, constituyen entre otros muchos un
buen ejemplo de lo que decimos. En cualquier caso su prctica debe
substraerse hoy ms que nunca a las tentaciones de un folklorismo
turstico preocupado nicamente por su explotacin comercial.
Muchas han sido las reflexiones efectuadas sobre el mantenimiento
y pervivencia de aquella rica variedad de formas ldicas ^juegos a fin
de cuentas que procedentes de la primitiva vida insular han llegado
hasta nosotros. Mencin especial merece nuestra lucha, de la que tan-
tas cosas bellas se han dicho y escrito. Aqu y ahora nos interesa resal-
tar esta dimensin social que no ha pasado desapercibida a estudiosos
y tratadistas.
En este sentido hay que rememorar unas breves palabras, debidas a
Salvador Snchez "Borito", que a pesar de su concisin, reflejan con ex-
actitud y precisin la funcin social de los juegos y deportes tradiciona-
les. "Sea cual sea el origen de nuestra lucha escribe Salvador Sn-
chez el hecho cierto es que ha arraigado en las Islas Canarias, someti-
da a las ms variadas influencias, consecuencia de nuestra situacin
geogrfica, asumida como legado cultural e indestructible, signo de
identidad de nuestro pueblo y patrimonio inalienable del mismo'"'*.
Igualmente, una de las ltimas contribuciones historiogrficas al
tema de la lucha canaria ha dejado constancia de este aspecto social,
inherente a cualquier juego. Jos Rivero Gmez en la presentacin a su
Antologa de la Lucha Canaria resalta acertadamente este cariz so-
cializador, entendido como afirmacin de una personalidad colectiva,

13. Como ejemplo de las posibilidades metodolgicas de este tipo de enfoques cita-
mos el excelente estudio de JEAN-MICHEL MEHL, "Le jeu de paume: un lment de la
sociabilit aristocratique la fin du Moyen Age et au debut de la Renaissance", en Sport-
Histoire, 1, 1988, pp. 19-30.
14. Entre las muchas obras de SALVADOR SNCHEZ "BORITO" citamos La lucha
canaria y otras luchas del mundo (Las Palmas, 1985), Temas de lucha canaria (Las
Palmas, 1987) e Historias y vida: la lucha canaria (Las Palmas, 1988).

22
que ha acompaado la institucionalizacin de la lucha canaria en
especial durante el siglo pasado bajo la proteccin y benfico patro-
nato de una incipiente burguesa ilustrada''.
Muy diferente es la significacin del deporte contemporneo. Al
margen de su institucionalizacin y profesionalizacin, el deporte po-
see unas connotaciones propias que le confieren sociolgicamente
hablando unos aspectos significativos y peculiares. Para muchos el
deporte moderno expresa simblicamente la filosofa de una sociedad
competitiva. Bajo esta perspectiva el deporte implica comportamien-
tos agresivos que facilitan la aparicin de conflictos sociales. Visto de
esta manera el deporte constituye una especie de contra-sociedad.
Mientras la sociedad tiende a prevenir la violencia, el deporte de ma-
nera consciente o inconsciente la fomenta.
Como hemos visto los juegos contribuyen a fomentar la solidaridad
grupal. Por su parte el deporte con sus manifiestas dosis de compe-
titividad y agresividad nos aboca a un mundo fragmentado en el que
priva el gusto por la excelencia particular de cada uno de los conten-
dientes, ya sean individuales o colectivos. El entrenamiento intensivo
y continuado ausente en los antiguos juegos confiere, asimismo,
una especial fisonoma al deporte actual. Su creciente tecnificacin y
especializacin, as como una irreversible tendencia a la superacin
constante de marcas y rcords, pergea un horizonte desconocido en
pocas pasadas. Los atletas griegos tambin buscaban la victoria y el
reconocimiento pblico de su hazaa deportiva, pero sin preocuparse
de guarismos ni registros.
Todo ello ha generado una actitud crtica respecto al deporte que,
adems, se presenta como una va de evasin. El deportista revive en
muchas ocasiones el mito de la eterna juventud que lo substrae mo-
mentneamente de lo efmero de la vida humana. Pero no termina
aqu la cosa porque el deporte se revela como un substituto de la reli-
gin. El deporte es hoy una religin laica, o si quiere, civil. Nadie pue-
de olvidar que la gnesis y xito de algunos deportes ah est el caso
del baloncesto articulado a travs del YMCA va ligado a ciertas con-
fesiones religiosas. En cualquier caso hoy el fenmeno deportivo, y
muy especialmente el olimpismo, constituyen dinmicas que pueden
ser interpretadas tal como hacen determinadas escuelas sociolgi-
cas desde una perspectiva religiosa: para estos autores el deporte
debe ser considerado como una manifestacin ms del "sagrado"'*.

15. JOS RIVERO GMEZ, Antologa de la Lucha Canaria. Cabildo Insular de


Gran Canaria. Consejera de Deportes. Coleccin Museo y Centro de Estudios del Depor-
te de Canarias. 1990.
16. Como estudios recientes que comparten esta tesis citamos entre otros los
siguientes trabajos: B. W. W. AITKEN, "The emergence o bom-again sport", en Studies
in Religin, 1989, 18, nm. 4, pp. 391-405 y J. MOLTMANN, "Olympie entre la politique
et la religin", en Concilium, 1989, nm. 225, pp. 121-130.

23
Pero a pesar de todas estas caractersticas que inciden un tanto ne-
gativamente en la configuracin del deporte en l sociedad actual,
existen otras manifestaciones deportivas deporte como recreacin,
educacin o salud que ofrecen otros horizontes ms halageos. El
deporte tambin atesora unas innegables posibilidades formativas y
pedaggicas que se han hecho palmarias desde los tiempos de Thomas
Arnold. Ms adelante insistiremos sobre el tema. Aqu en este apar-
tado slo nos ha interesado resaltar que en la base de los deportes
modernos existen, por lo comn y regular, juegos tradicionales.
Pero no queremos concluir este epgrafe sin insistir de nuevo
en un punto importante: la conexin existente entre los juegos agons-
ticos apelando a la clasificacin presentada por R. Caillois y las
prcticas deportivas contemporneas. En ambos se da un espritu de
lucha. El agn desde la Grecia arcaica aparece como la forma pura
del mrito personal, expresando esa inequvoca voluntad de ser el pri-
mero, el mejor, el ms rpido o el ms fuerte. Nosotros herederos de
la tradicin cultural occidental somos hijos de un pasado en el que
siempre gustaron los juegos agonsticos.

1.3. Los juegos agonales base de la actividad fsico-deportiva

Hasta ahora hemos reflexionado sobre las distintas interpretaciones


ldicas que han significado la importancia del juego como elemento pro-
motor del deporte. Seguidamente abordaremos aunque brevemente
un tipo particular de juegos, a saber, los juegos agonales. Por su especial
relevancia les situamos en un punto intermedio, entre lo ldico y lo reli-
gioso, habida cuenta que traslucen esta doble naturaleza.
La importancia del agn para la cultura griega est fuera de toda
duda. Un anlisis de las distintas manifestaciones festivas helnicas
evidencia la impronta del elemento agonal tal como ha demostrado
el profesor Rodrguez Adrados no slo en los juegos, sino tambin en
el origen del teatro'^. Juegos y teatro comparten aspectos comunes:
son rituales de ascendencia religiosa en los que est presente la dimen-
sin agonal.
Los griegos, a los que convenimos en reconocer como creadores del
deporte, desconocieron el empleo de la palabra "deporte". Utilizaban el
trmino gimnasia para designar aquellos ejercicios destinados a la
atencin del cuerpo humano. He aqu reproducida su frmula: gimna-
sia para el cuerpo, msica para el alma. La gimnasia siempre ocup un
lugar destacado en la paideia helnica, que pretenda formar buenos y
bellos ciudadanos. Su objetivo era claro: obtener excelentes atletas. Y
justamente la raz etimolgica de la palabra atleta derivada de atln,

17. FRANCISCO RODRGUEZ ADRADOS, Fiesta, comedia y tragedia. Madrid.


Alianza Editorial. 1983.

24
"premio de una lucha" pone al descubierto que sus ambiciones peda-
ggicas no eran simples cuestiones higinicas o estticas, sino una
irrenunciable preocupacin existencial, engarzada a lo ms profundo
e ntimo de la concepcin griega de la vida y de la muerte.
El atleta era el mejor garante de la seguridad de la polis, de sus
habitantes, de sus privilegios y de sus dioses. Esta exigencia de fortale-
za corporal tiene como teln de fondo un halo agonstico, que entron-
ca con los ritos y cultos funerarios practicados en pocas arcaicas. La
historia del pensamiento despus de la aparicin de estudios e inves-
tigaciones tan notables como el libro de E. Rhode sobre la idea de alma
y la inmortalidad entre los griegos" as lo confirma. No hay duda
posible: los juegos agonales recordemos, a ttulo de ejemplo, las hon-
ras tributadas en memoria de Patroclo y cantadas en la Ilada fue-
ron, en primer lugar, ceremonias funerarias, costumbre que nunca lle-
g a desaparecer del todo y que, en el perodo posthomrico, se desa-
rroll con el fin de conmemorar las fiestas de los hroes, y ms tarde,
las de los dioses, combinndose de tal forma que acabaron por estable-
cerse a intervalos regulares.
No cabe duda, pues, que los juegos organizados anualmente en
toda Grecia, los pticos, los olmpicos, los nemeicos y los stmicos, fue-
ron, en un principio, agones funerarios. Esta ascendencia agonstica
define la misma naturaleza del deporte. El griego, ser individual que
nicamente encuentra su vocacin de servicio en el crculo de las leyes
de la polis, persigue la excelencia, la "arete", con una inquebrantable
voluntad de triunfo sobre los dems. Y ah radica exactamente una de
las caractersticas definitorias del espritu deportivo, porque el deporte
sin lucha es un simple juego, y si pierde su condicin ldica se trans-
forma tal como ocurre actualmente en el deporte de alta competi-
cin en un simple y vulgar, pero bien retribuido, trabajo.
Sin embargo la ascendencia funeraria no slo se detecta entre los
griegos, sino tambin est presente en la tradicin histrica romana.
Nos referimos concretamente a la gladiatoria que, a pesar de sus orge-
nes confusos parece tener relacin con los rituales funerarios. La san-
gre de los gladiadores afirma Roland Auget" era derramada en
18. E. RHODE, Psique. La idea del alma y la inmortalidad entre los griegos. M-
xico. Fondo de Cultura Econmica. 1983.
19. Sobre la historia de la gladiatoria y el mundo de los espectculos romanos existe
una extensa bibliografa. Seleccionamos a continuacin algunos ttulos: R. AUGET, Los
juegos romanos. Barcelona. Aym. 1972; S. BARTHELEMY - D. GOUREVITCH, Les
loisirs des Romains. Pars. Socit d' Edition d' Enseignement Suprieur. 1975; J.C.
GOLVIN - CH. LANDES, Amphitheatres & Gladiateurs. Pars. Presses du CNRS. 1990;
Lo sport nel mondo antico. Ludi, muera, certamina a Roma. Roma. Edizioni Qua-
sar. 1987; L. ROBERT, Les gladiateurs dans l'Orient grec. Bibliothque de 1' Ecole
pratique des Hautes Etudes, fase. 28. Pars. 1940; A. TEJA, L' esercizio flsico nell' anti-
ca Roma. Roma. Edizioni Studium. 1988; G. VILLE, La Gladiature en Occident, des
origines la mort de Domitien. Bibliothque des Ecoles Fran?aises de Rome et d' At-
hnes, fas. 240. Roma. 1981.

25
memoria de los muertos. De este modo la sangre vertida en honor de
los fallecidos, adems de operar una benfica regeneracin moment-
nea, poda asegurarles una supervivencia permanente, es decir, gene-
rar una autntica divinizacin. Si esta interpretacin es exacta presu-
pone, naturalmente, una influencia extranjera. Los romanos orquesta-
ron todas sus representaciones sobre el reino de ultratumba de
prestado, a travs de los ejemplos griego y etrusco.
La aportacin autctona latina consisti en transformar, a travs
de un proceso de desmitificacin, el rito en vulgar espectculo. En
efecto, muy pronto la gladiatoria perdi su carcter de agn funerario
para convertirse, en primer lugar, en un rito sin mito, y posteriormen-
te, en un simple festival cruento para el deleite de la masa. En cual-
quier caso, los combates de gladiadores fueron promovidos durante
mucho tiempo como mnimo hasta el siglo II a. C. por iniciativa
privada al margen del patrocinio de las autoridades pblicas.
As pues el munus combate de gladiadores, al igual que los jue-
gos agonales practicados por los helenos, presentan una genealoga co-
mn: honrar la memoria de los muertos. Son juegos ritualizados que
giran alrededor de la esfera de lo sagrado que, a travs de su institucio-
nalizacin, irn secularizndose hasta perder, en un momento deter-
minado, su primitiva significacin cultual. Algunos de estos aspectos
sern analizados, con mayor atencin, en el apartado siguiente.

1.4. La religin generadora de las actividades fsico-deportivas

La historia del deporte ha resaltado, en mltiples oportunidades, su


origen religioso. Cari Diem ha construido una de las mejores Historia
de los deportes existentes partiendo precisamente de esta hiptesis^".
A nuestro entender, la aparicin de estas interpretaciones que atis-
ban las manifestaciones fsico-deportivas desde perspectivas rituales y
cultuales hay que conectarla con la implantacin y consolidacin, a
comienzos de este siglo, de una nueva disciplina cientfica: la fenome-
nologa de la religin.
Aplicada al estudio del hecho religioso, la fenomenologa es una
forma de conocimiento que mejora aquellas interpretaciones anterio-
res que enfatizaban aspectos como la magia J. G. Frazer en La rama
dorada o que la reducan a una simple variable sociolgica E.
Durkheim en Las formas elementales de la vida religiosa. Para
superar estos enfoques un tanto simplistas y sesgados se aplic al
hecho religioso la reduccin fenomenolgica husserliana o "epoj". De
este modo el fenomenlogo, al atenerse al hecho, pona entre parnte-
sis todo juicio sobre su verdad y valor. Al liberarse as el investigador
de cualquier tipo de prejuicio relativo al valor del hecho, acceda a una

20. CARL DIEM, Historia de los deportes. Barcelona. Luis de Caralt. 1966.

26
consideracin prxima e inmediata del hecho rehgioso sin interferen-
cias de ningn tipo.
Entre los cultivadores de la fenomenologa de la religin descuellan
una serie de nombres R. Otto, G. Van der Leeuw, Mircea Eliade, G.
Mensching, etc. que continan siendo obligado punto de referencia
bibliogrfica para cualquier estudioso que, vido de curiosidad y sin
prejuicio alguno, desee escudriar la compleja estructura y la multipli-
cidad de formas que ha revestido, en cualquier momento y ocasin, la
experiencia religiosa. Gracias a estos trabajos e investigaciones lo sa-
grado cobra un nuevo sentido que ya no puede circunscribirse a un
simple "mysterium tremens", sino que profundiza en la hierofana de
lo sacro y su contacto con el hombre.
La fenomenologa de la religin distingue, en la actitud religiosa del
ser humano, dos niveles: una dimensin exttica o de recogimiento, a
la que sigue una esperanza salvfica. El hombre reconoce algo como
misterioso y desea obtener de ese misterio, que aparece como total-
mente otro, ayuda, proteccin, en fin, salvacin. Este reconocimiento
provoca una inmediata respuesta en el hombre, que se articular a tra-
vs del culto. Y ese culto tal como resaltar Cari Diem debe mucho
a la condicin corporal del ser humano. Esta circunstancia determina
que todos los actos humanos incluso los procedentes de sus faculta-
des espirituales necesitan de la mediacin y la expresin corporal.
La actitud religiosa no es una excepcin. De ah que el hecho religioso
comporte en todas sus manifestaciones histricas una serie de accio-
nes, con su consiguiente elemento corporal, como expresin de la acti-
tud religiosa emanada de la persona afectada.
La Historia de los Deportes de Diem comienza con una afirma-
cin rotunda: todos los ejercicios corporales fueron inicialmente actos
de culto. Esta es en apretada sntesis la tesis que Diem mantiene a
lo largo de su amplia obra, ilustrada, por otra parte, mediante numero-
sos ejemplos extrados de la antropologa y de la etnologa. Para este
autor los hombres primitivos interpretaron su existencia como un re-
galo de los dioses, motivo por el cual, cualquier gesto o accin huma-
na, por sencilla que sea, es analizada como una manifestacin de esa
experiencia religiosa. El hombre primitivo percibe el mundo y las fuer-
zas que lo controlan como una totalidad, sin cortes ni cesuras. Para
granjearse la confianza y proteccin de los dioses exterioriza una serie
de rituales en los que ocupan un lugar preferente los ejercicios fsicos.
De esta forma va formalizndose el culto, a modo de un sistema
reglado que dinamiza aquellas acciones que satisfacen y complacen la
furia de los espritus. Todo empieza con un simple gesto, a modo de
ademn de ruego y splica. Despus se pasa a movimientos ms com-
plejos. Este tipo de manifestaciones constituyen segn observa Cari
Diem una expresin espontnea de lo festivo, acto de comunicacin
entre lo espiritual y corporal, esto es, un arte tal como lo definieron

27
Goethe y Schelling. Diem apela a un sinfn de ejemplos ah est el
juego de pelota de las culturas mesoamericanas o laiucha de bastones
de Australia que vienen a probar la significacin religiosa que con-
fiere el hombre primitivo a sus actividades fsicas y corporales.
Es obvio que todas estas prcticas pretendan dominar la naturale-
za. Por ello este origen ritual es ms palpable en las fiestas de las esta-
ciones, en especial las de la primavera, ya que su objeto es el de propi-
ciar la fecundidad y la afirmacin de la vida. En este contexto sobresa-
len los ritos agrarios que revelan, de una manera dramtica, el
misterio de la regeneracin vegetal. Tanto en la tcnica agrcola como
en el ceremonial y aqu seguimos a Mircea Eliade el hombre inter-
viene directamente. Esta vinculacin de las comunidades agrarias a
los ciclos temporales explica muchas de las fiestas relacionadas con el
trnsito del ao viejo al ao nuevo, con la expulsin de los "males" y la
regeneracin de los "poderes", ceremonias que aparecen por doquier
en perfecta simbiosis con los ritos agrarios. Desde esta perspectiva hay
que contemplar las luchas rituales que surgen, a modo de enfrenta-
miento, entre el verano y el invierno. Este tipo de representaciones
aparecen en diferentes geografas, finalizando, naturalmente, con la
victoria del verano ^'.
Las luchas ceremoniales aparecen en muchsimas religiones. La lu-
cha es, por s misma, un ritual de estimulacin de las fuerzas gensicas
y de la vida vegetativa. Esos enfrentamientos que en tantos sitios tie-
nen lugar con motivo de la primavera o de las cosechas deben su
origen, sin duda, a la concepcin arcaica de que los golpes, las compe-
ticiones, los juegos brutales entre grupos, etc., incrementan y poten-
cian la energa universal.
Hay que significar la importancia que tiene el modelo, el arquetipo
en el que estas prcticas se basan. Todos estos ritos se efectan porque
"in illo tempore" fueron realizados por ciertos hroes, y ahora se revi-
ven conforme a las normas rituales que entonces se instauraron.
Es verdad que la tesis de Cari Diem bebe en las fuentes romnticas
e idealistas, tan estimadas por la tradicin filosfica germana. Recibi
influencias inequvocas como las de Goethe, Schiller y Schleierma-
cher, entre otros autores neohumanistas. Y nadie puede olvidar el pa-
pel desempeado por todos ellos en el tratamiento dado al hecho reli-
gioso. Frente a los planteamientos racionalistas de un Hume o un Vol-
taire, los pensadores alemanes fijarn su mirada sobre los elementos
no racionales del hecho religioso, abriendo camino a la conviccin,
claramente expresada por Schleiermacher de que la religin es un do-
minio especfico de la conciencia y de que, por tanto, no puede ser
comprendida ms que por s misma.

21. Sobre el particular MIRCEA ELIADE, Tratado de Historia de las Religiones.


Morfologa y dinmica de lo sagrado. Madrid. Cristiandad. 1981, en especial pp. 323-
325.

28
La solucin teolgica para explicar el origen de la actividad fsica
y deportiva contina concitando, todava hoy, los esfuerzos de sa-
bios e investigadores. En fecha reciente diciembre de 1988 tuvo
lugar un Congreso Internacional, organizado por la Universidad de Pa-
rs X-Nanterre, cuya convocatoria responda al siguiente rtulo: depor-
tes, artes y religin, y que tena por objeto detectar las mltiples rela-
ciones existentes entre estas tres esferas de la vida humana, conexio-
nes, por otra parte, que no se reducen nicamente a la antigedad,
sino que tambin son visibles en pocas ms prximas, y que superan
el mbito estricto de la cultura occidental para afectar, igualmente, a
diversas prcticas y tcnicas corporales genuinas de las tradiciones
orientales ^^.

1.5. La danza como expresin cultual

La hiptesis que sita la danza como base de las actividades fsicas


y deportivas puede ser interpretada como una extensin de las teoras
religiosas. Tambin, en este caso, la fenomenologa de la religin ha
resaltado, en mltiples ocasiones, la importancia de la danza sagrada.
Como muchas veces se ha recordado, la danza que es culto y arte al
mismo tiempo transforma las formas del cuerpo y de la sexualidad
en valores mgicos, religiosos, econmicos y artsticos. Gerard Van
der Leeuw ya puso de manifiesto, en su momento, que la danza para el
hombre primitivo es al propio tiempo trabajo y goce, deporte y culto.
La accin sagrada comporta dosis de servicio, y uno se mueve en el
servicio. El cuerpo recibe un impulso rtmico. El hombre primitivo, en
todo el mundo, baila cuando nosotros oraramos y cantaramos ala-
banzas. La danza no es, pues, una ocupacin esttica que exista junto
a otras ocupaciones. Es un servicio divino que constituye un medio
capital de expresin ".
Recogiendo estas aportaciones, Ulrich Popplow propone que los
orgenes del deporte hay que rastrearlos en la danza. Este autor nos
invita en sus trabajos a un viaje retrospectivo a las cuevas y cavernas
del hombre primitivo, a fin de recaudar informacin a travs de las
pinturas y de los restos arqueolgicos sobre la vida religioso-espiri-
tual del Paleoltico. A partir de los datos recogidos representaciones
murales de hechiceros danzando, huellas humanas en el suelo de las

22. GILBERT ANDRIEU, Sports, arts et Religions. Sous la direction de... Editions
C. R. Staps Pars X. 1989.
23. G. VAN DER LEEUW, Phnomenologie der Religin, Tubinga, 1933. Existe
tambin traduccin castellana: Fenomenologa de la religin. Mxico. Fondo de Cultu-
ra Econmica. 1964. Sobre la danza G. Van del Leeuw escribi en 1933 In dem Himmel
ist ein Tanz. Ueber die religiose Bedeutung des Tanzas und des Festzuges. Una sn-
tesis puede encontrarse en la Fenomenologa de la Religin, versin castellana, pp.
358-364.

29
profundidades junto a restos seos de animales, etc., Popplow hilva-
na su teora que estriba en enlazar el origen de los ejercicios fsicos
con la aparicin de una danza sagrada, explcita desde los tiempos de
la prehistoria. Las cuevas eran los lugares sagrados de los hombres de
la era glacial, y en ellas el hombre danzaba cultualmente^".
As pues la danza sera la forma primigenia del ejercicio fsico cor-
poral, y por ende, del deporte. Conviene recordar que la danza, debido
a sus connotaciones religiosas est presente en muchos procesos ini-
citicos de los que seguidamente nos ocuparemos.

1.6. Los ritos de iniciacin

Existe una amplia bibliografa sobre esta temtica^'. Desde hace


tiempo la antropologa ha fijado su atencin sobre estos ritos de paso,
extendidos universalmente en el mundo primitivo, y que todava hoy
son identifcables en muchos lugares. Se suelen distinguir dos grandes
formas de iniciacin: los ritos de pubertad, por los que los jvenes ob-
tienen el acceso a lo sagrado, al conocimiento de los secretos de la co-
munidad y a la sexualidad, y las iniciaciones destinadas a conferir a
una persona una funcin especial en relacin con lo sagrado. Atju nos
interesan lgicamente las primeras.
Mircea Eliade en su libro Iniciaciones Msticas^^ detalla, con ajus-
tada precisin, el cuadro inicitico que comprende una serie de fases
bajo el esquema general de segregacin, muerte y resurreccin. El ne-
fito rompe con el mundo natural para acceder al mundo de la cultura
y civilizacin de la tribu. Pues bien, en el desarrollo del proceso inici-
tico comprobaremos la existencia de ciertas pruebas corporales, abo-
cadas a verificar la fortaleza y resistencia fsica de los iniciados. Se les
priva, en ocasiones, de dormir, comer o beber. En otros lugares apare-
ce la crueldad, siendo azotados los novicios sin poder expresar mues-
tra de dolor alguna. Se les somete tambin a las picaduras de los ani-
males, a la comezn provocada por determinadas plantas venenosas,
etc. Excesos de esta ndole acarrean, a veces, la muerte del muchacho.
Restos de estas prcticas iniciticas son observables en la frrea disci-
plina espartana implantada por Licurgo que exiga, entre otras cosas,
el endurecimiento en el dolor. El joven lacedemonio era obligado a vi-
vir durante un ao en las montaas, cuidando de no ser visto por nadie

24. ULRICH POPPLOW, "Origen y comienzos de los ejercicios fsicos", en Citius.


Altius. Fortlus.. Madrid, XV, 1973, pp. 136-154.
25. Sobre ritos de iniciacin pueden consultarse, entre otras, las siguientes obras:
ARNOLD VAN GENNEP, Los ritos de paso. Madrid. Taurus. 1986; JEAN LA FONTAI-
NE, Iniciacin. Drama ritual y conocimiento secreto. Barcelona. Lerna. 1987; J. RES
y H. LIMET, Les rites d' initiation. Actes du CoUoque de Lige et de Louvain la-Neuve,
20-21 de novembre de 1984. Homo Religiosas 13. (Louvain-la-Neuve). Centre d' Histoire
des Religions. 1986.
26. MIRCEA ELIADE, Iniciaciones msticas. Madrid. Taurus. 1975.

30
y procurndose sustento. Como vemos la iniciacin comporta impor-
tantes dosis de lucha asctica, a la que tendr que responder satisfac-
toriamente el adolescente.
La importancia de los ritos de pubertad no ha pasado desapercibida
a los historiadores de la educacin fsica y del deporte. Hace ya unos
aos los profesores norteamericanos Deolbold B. Van Dalen y Bruce L.
Bennet, con la colaboracin de Elmer Dayton Mitchell, elaboraron una
notabilsima A world History of Physcal Education, cuya primera
edicin data de 1953, y en la que se analiza la historia de la educacin
fsica desde la triple perspectiva cultural, filosfica y comparativa^^. La
obra fue reeditada, no sin razn, en 1971, contina siendo hoy un libro
de inexcusable consulta para todo aquel lector preocupado por la mar-
cha de la educacin fsica desde los tiempos primitivos hasta mediados
de nuestro siglo. Nos interesan aqu las consideraciones, incluidas en
un primer apartado, rotulado sintomticamente "la educacin fsica en
una educacin para la supervivencia". Dos eran las funciones de la
educacin fsica en un primer momento: security skills and con-
formity conduct. As pues la educacin fsica, parte importante y ne-
cesaria de la educacin general, atenda, de manera prioritaria, a estos
fines: facilitar destrezas y habilidades que garantizasen la seguridad y
proteccin del grupo, transmitiendo a su vez unas pautas de compor-
tamiento que conformasen la conducta de las nuevas generaciones en
consonancia a los usos y costumbres de la colectividad en cuestin.
Bajo esta perspectiva cobran especial relevancia tanto la iniciacin
como los ritos de pubertad. Para D. B. Van Dalen y B. L. Bennett la
educacin fsica no se limita nicamente a la ceremonia inicitica,
pero encuentra en ella uno de sus ms fieles exponentes. El grupo, si
quiere sobrevivir, ha de procurar no verse amenazado con la presencia
de nios dbiles y enfermizos. Hay que potenciar la capacidad fsica de
los jvenes. Para fomentar una conciencia comunitaria se adoptan m-
todos diversos, como la prctica de ritos y fiestas religiosas. Todo ello
para desarrollar la identidad y cohesin del grupo. En tales celebracio-
nes la fuerza y habilidad habran alcanzado un papel importante. Se
practicaban juegos y se organizaban diversas competiciones. Cultiva-
ban igualmente las danzas, especialmente las que ayudaban a una efi-
caz socializacin, como las guerreras.
Quien ha vuelto a formular, ms recientemente, la tesis que detrs
de la prctica fsico-corporal se encuentra el rito de iniciacin ha sido
Bernard Jeu, quien en su obra Anlisis del deporte^' argumenta que
de la misma manera que la competicin est al final de la vida en los
agones funerarios, tambin se encuentra al otro extremo, momento

27. Deobald B. VAN DALEN, Bruce L. BENNETT, A world history of physical edu-
cation. Cultural, Philosophical, Comparative. Prentice-Hall, Inc., Englewood Cliffs,
New Hersey. 1971. (Segunda edicin).
28. BERNARD JEU, Anlisis del deporte. Barcelona. Bellaterra. 1988.

31
que marca y define el nacimiento social, es decir, la incorporacin de
las nuevas generaciones al mundo de los adultos. Jeu analiza sin la
profundidad de un Eliade los ritos de iniciacin que han llegado has-
ta nosotros. De este modo percibimos cmo la iniciacin, bajo la for-
ma de un combate ritual, menudea en las pginas de la literatura uni-
versal.
Con este bagaje, Jeu sostiene la hiptesis de que fueron los ritos de
paso, propios de la adolescencia, los que desencadenaron los grandes
juegos griegos. La leyenda del Hrcules cretense, fundador de los jue-
gos olmpicos, vendra a avalar esta teora que ensalza la competicin
inicitica. La iniciacin no es slo un mecanismo de cohesin social,
sino tambin un banco de pruebas donde el joven debe demostrar su
vala personal, mediante la superacin de una serie de obstculos que
requieren una meritoria preparacin fsica. El mismo procedimiento
de expresar la excelencia individual mediante la competicin se hace
patente en los ritos de acceso al matrimonio. Nadie olvida los esfuer-
zos de Ulises por recuperar a Penlope, ni tampoco el famoso rapto de
las sabinas, que ya el mismo Ortega y Gasset sac a colacin para ilus-
trar su magnfico ensayo sobre El origen deportivo del estado^'.
Precisamente Ortega y Gasset tambin subraya la importancia de la
juventud en las tribus primitivas. Para nuestro polgrafo las tribus apa-
recen divididas en tres clases sociales que no son, a su entender, eco-
nmicas como preferira la tesis socialista, sino la clase de los
hombres maduros, la de los jvenes y la de los viejos. Los jvenes de
dos o tres hordas prximas argumenta Ortega deciden, impulsa-
dos por un instinto de sociabilidad, juntarse y vivir en comn. El vita-
lismo orteguiano detecta en estas empresas juveniles, que conducirn
a la construccin de las llamadas "casas de los solteros", un gusto ine-
quvoco por las cosas secretas y misteriosas. Para Ortega en esas aso-
ciaciones juveniles, de carcter hermtico, se cultivan las destrezas vi-
tales de la caza y la guerra con un severo entrenamiento. Ortega plan-
tea una conexin entre diferentes aspectos rebelda juvenil, ansias
de aventura, simbolismo y rituales mgicos emparentados con el mun-
do de la caza y sus divinidades, etc., generando todo ello una especie
de "clubes" o agrupaciones juveniles que introducirn en la marcha de
la historia fenmenos tales como la exogamia, la guerra, la disciplina
de entrenamiento o los festivales de danzas enmascaradas.
La genialidad de Ortega es de difcil contrastacin histrica. No
aporta citas, ni apela a argumentos de autoridad. Desconocemos las
fuentes antropolgicas y etnolgicas que utiliz en tan creativo ensa-

29. ORTEGA Y GASSET. J. Obras Completas. Madrid. Alianza Editorial. Revista de


Occidente. 1983. Tomo II, pp. 607-623. Sobre este ensayo vase MUOZ ARNAU, J. A.,
Sobre el origen y sentido deportivo del Estado y de la Poltica, en Ctedras Universi-
tarias de Tema Deportivo Cultural, n 11, 1973 (Universidad de Navarra - DNEFD), pp.
11-24.

32
yo. Pero al margen de ello, estructur la dialctica existente entre las
diferentes generaciones tema tpico de la mentalidad orteguiana a
travs de un enfrentamiento entre las asociaciones juveniles organi-
zadas tal como hemos indicado y las sociedades de adultos o mayo-
res, ejemplarizadas en el Senado. Ortega enaltece el dinamismo de esta
sociedad juvenil que danza y combate, que lucha, ama y guerrea, y
que, a fin de cuentas, est integrada por deportistas. De esta manera
nuestro filsofo explica el origen de la fratra, anterior a la misma polis
griega, y que no es ms que la clase de edad de los jvenes orquestada
en asociacin de fiesta y guerra. En Atenas la fratra desaparecera r-
pidamente, circunstancia que no se dio en una Esparta, anclada en la
estricta observancia de la tradicin, y que instrumentara durante
siglos una vida militar alrededor de las fratras. La misma efeba
practicada en Atenas tal como describe Aristteles en su obra sobre
la constitucin de Atenas vendra a significar una pervivencia de
esas sociedades juveniles, y muy especialmente, una reminiscencia de
los antiguos ritos de iniciacin que han perdurado, de una u otra for-
ma, en nuestra cultura.

1.7. La iniciacin en la tradicin oriental

Y no podemos concluir las referencias genricas sobre los ritos de


iniciacin sin dar alguna noticia, siquiera somera, sobre los procesos de
iniciacin presentes tambin en la cultura oriental. Pero no adelantemos
acontecimientos y vayamos por partes. En primer lugar hay que consta-
tar que la cultura oriental presenta una cosmovisin y unos valores muy
diferentes a los nuestros. Bemard Jeu apunta que las formas de pensa-
miento propias de Oriente el budismo y el taosmo, principalmente
aparecen como doctrinas alejadas, en principio, de la competicin de-
portiva, tal como la entendieron los antiguos griegos. Pero por una espe-
cie de paradoja han llegado tambin al deporte y a la competicin. Tam-
poco podemos olvidar la impronta de determinadas tcnicas por ejem-
plo, el yoga como camino de salvacin propias del tesmo oriental.
La sabidura oriental se presenta como una globalidad, un todo ho-
mogneo, en una especie de ley csmica en la cual el hombre se diluye.
Ah el vivir substituye al pensamiento lgico-racional helnico, y la ex-
periencia mstica lo llena todo demandando una comprensin intuiti-
va de las fuerzas que rigen el Universo. El budismo original, tal como
lo ense su fundador, podra definirse como un sistema tico-psicol-
gico que persigue la realizacin del inmenso potencial del ser humano,
abandonando deliberadamente aquellos postulados teolgicos y las
elucubraciones metafsicas para concentrarse en aquello que cada uno
puede hacer, y ha de hacer por s mismo sin que nadie pueda hacerlo
por l para liberarse y alcanzar la paz, la sabidura, la iluminacin,
en fin, el nirvana.

33
Para conseguir esta liberacin el budismo recomienda, en distintos
textos, tcnicas de control y regulacin de la respiracin. De este modo
el cuidado de la respiracin es uno de los ejercicios de meditacin ms
aconsejados, puesto que propicia la tranquilidad necesaria y la con-
centracin suficiente para acceder a una vida mstica. Esta especie de
gimnasia, ignorada en Occidente, ha sido practicada en Oriente desde
tiempo inmemorial. Cuando Buda viva hace unos dos mil quinien-
tos aos ya estaba muy de moda y los gurs de aquella poca ense-
aban ejercicios combinados para adquirir un dominio casi absoluto
del juego de la aspiracin y expiracin.
Y estas tcnicas de respiracin estn relacionadas con diversas for-
mas de iniciacin, que tampoco son ajenas a un autntico espritu de-
portivo. El tema ha sido tratado por varios autores. Alexandra David-
Neel en su libro Iniciaciones e iniciados del Tbet' identifica los
msticos tibetanos como deportistas espirituales. Es verdad que esta
denominacin escribe esta autora les conviene mejor que cual-
quier otra. Sea cual fuere el intrincado camino mstico por el que se
adentran, la lucha es dura y el juego no carece de peligro.
La importancia de la respiracin como acto psicosomtico ha me-
recido, recientemente, un estudio monogrfico del profesor Xjilbert
Andrieu. En el seno del Congreso que sobre deportes, artes y religin
tuvo lugar en Larnaca, durante el mes de diciembre de 1.988, Andrieu
present una interesante ponencia sobre este tema". Sus reflexiones
no se limitan a los aspectos teraputicos de la respiracin como instru-
mento de interiorizacin personal, sino que son extensivas a otros
campos y tcnicas. Analiza diversas simbologas como los mitos de
Hrcules y Narciso que han desempeado influencias arquetpicas.
Analiza las diferentes maneras de respirar. Mientras un ritmo respira-
torio rpido nos conduce al combate, la inmovilidad nos aboca al inti-
mismo y al conocimiento divino. Bajo este doble aspecto las prcticas
corporales podran clasificarse en dos grandes epgrafes. En cualquier
caso, Andrieu nos propone una alternativa armnica entre estas ten-
dencias.
Tambin la fenomenologa del combate inicitico aparece en el
yoga, palabra que etimolgicamente deriva de la raz "yuj" de donde
tambin proceden las voces latinas "jungere" y "jugum". As podra
interpretarse como aquel procedimiento para ligarse, anudarse, atarse
al circuito csmico. Mircea Eliade en varias obras ha profundizado en
la naturaleza inicitica del yoga'^. En la India todos los sistemas filo-

30. ALEXANDRA DAVID-NEEL, Iniciaciones e iniciados del Tbet. Buenos Aires.


La Plyade. 1976.
31. GILBERT ANDRIEU, "La respiration reflet de nos aspirations", en Sports, Arts
et Religions, obra citada, pp. 20-33.
32. MIRCEA ELIADE, Patanjali et le Yoga. Pars. Editions du SeuiL 1960. Tambin
MIRCEA ELIADE, Yoga. Inmortalidad y libertad. Buenos Aires, Plyade. 1977.

34
soeos son iniciaciones enseadas de manera oral, bajo la direccin de
un yogui. El yoga responde al esquema tpico de muerte y resurrec-
cin, representada ahora como una liberacin que nos acerca y aproxi-
ma al nirvana, esto es, al ser puro, al absoluto, a lo incondicionado y
trascendente, inmortal e indestructible.
Para las culturas hinds el yoga es un medio, no un fin en s mismo.
Con su traslado a Occidente el yoga ha perdido buena parte de sus ge-
nuinas caractersticas, convirtindose en unas simples tcnicas de re-
lajacin alejadas de su sentido primigenio.

1.8. Las teoras materialistas

Frente aquellas interpretaciones que han vinculado el nacimiento


del deporte a la esfera de lo sagrado, han surgido otras que, por contra,
significan las condiciones materiales que inciden en la aparicin, y
consiguiente institucionalizacin, de las prcticas fsico-corporales.
Aqu ya no interesa la dimensin trascendente del ser humano, ni su
capacidad de xtasis ante fenmenos misteriosos y desconocidos. Para
quienes defienden esta postura los antecedentes del deporte hay que
rastrearlos entre las distintas respuestas dadas por los hombres a lo
largo de la historia a sus necesidades de subsistencia.
Nos encontramos instalados en una sociologa de ascendencia mar-
xista que apela al trabajo como nica explicacin del acontecer huma-
no. Es evidente que desde esta perspectiva la aparicin del deporte
puede analizarse en dos momentos histricos bien diferenciados: pri-
meramente, en el contexto de la prehistoria, e igualmente, en sus rela-
ciones con la sociedad capitalista moderna.
Los historiadores del deporte marxistas han destacado en sus an-
lisis la etapa de la prehistoria. Para estos autores, la historia burguesa
ha olvidado a posta la gnesis de los ejercicios fsico-deportivos puesto
que las primitivas prcticas corporales exteriorizan la dinmica de la
sociedad de clases. Con estas premisas no ha de extraar que autores
como W. Eichel y G. Lukas que desarrollaron investigaciones bajo el
patrocinio de la recientemente desaparecida Repblica Democrtica
Alemana dirigiesen su atencin hacia el lugar que ocupaban los ejer-
cicios corporales en la sociedad prehistrica.
Este tipo de interpretaciones sometidas a los fines e intereses del
movimiento deportivo popular, arraigado hasta hace poco en los pa-
ses de la Europa oriental, participaban de una antropologa que pre-
tenda acabar con la consabida dicotoma occidental que divide al ser
humano entre cuerpo y alma. La inmortalidad del alma definida por
los pitagricos, asumida por la filosofa platnica, consagrada por el
cristianismo y actualizada de nuevo por el racionalismo, era vista
como la genuina expresin del espritu burgus que, desde los tiempos
de la Grecia clsica, sancionaba la existencia de una sociedad esta-

35
mental que aceptaba sin escrpulo alguno tal como hace Aristteles
en su Poltica la esclavitud como un fenmeno natural. No podemos
olvidar la actitud del filsofo estagirita frente a los ejercicios corpora-
les: el cuerpo del esclavo, a fin de prestar su mxima colaboracin en
las ocupaciones rudas y violentas ha de poseer una gran fortaleza mus-
cular, mientras que el hombre libre ha de cultivar su cuerpo con vistas
a la mejora de aquellas cualidades que atienden a los fines superiores
del espritu humano.
Frente al ideal contemplativo del sabio grecolatino trtese del fi-
lsofo-rey platnico o del resignado estoico helenstico, se impone
una nueva cosmovisin antropolgica heredera de las aportaciones de
Feuerbach, Marx y Engels. Se recupera la tradicin materialista del
pensamiento occidental, iniciada por el atomismo de Demcrito y de-
sarrollada por la sabidura epicrea. No podemos olvidar que Marx re-
dact su tesis en filosofa sobre la diferencia entre la filosofa de la
naturaleza de Demcrito y la de Epicuro.
Precisamente Epicuro pensador helenista que cabalga entre los
siglos IV y III antes de Cristo trata de eliminar la dualidad alma-
cuerpo, reduciendo toda posibilidad de conocimiento a los lmites es-
trictos de la corporeidad. Se rechazan, de este modo, los esfuerzos de
la filosofa griega platnica y aristotlica, principalmente para ex-
plicar la existencia de un mundo eidtico, situado al margen y sobre el
mundo de las cosas sensibles. El epicureismo trajo consigo no slo un
retorno a la sensacin como fuente de conocimiento sino tambin una
vuelta al cuerpo. Para Epicuro no hay una simple primaca del cuerpo,
porque todo es cuerpo, constituido por tomos.
A la vista de esta tradicin monista que subraya la unidad orgnica
del hombre, Marx construye su humanismo materialista que define al
ser humano como un "homo faber". La actividad material es la que de-
termina la conciencia de los hombres, y no al revs. De este modo la
produccin de las ideas, las representaciones simblicas y religiosas,
dependen directamente de las relaciones materiales que se dan entre
los hombres. El modo de produccin de la vida material condiciona el
proceso social, poltico y espiritual de la vida humana. As pues, el con-
dicionamiento de la supraestructura ideolgica depende de la estruc-
tura econmica.
En consecuencia, los hombres empezaron a distinguirse de los ani-
males cuando comenzaron a producir sus propios medios de subsis-
tencia. Por lo tanto, la esencia del hombre reside en su accin produc-
tiva. La primera actividad histrica del hombre consiste en la creacin
de los medios adecuados para satisfacer sus necesidades vitales. La sa-
tisfaccin de una necesidad genera otras necesidades. Y por esta mis-
ma dinmica, cuando aumentan las necesidades y por ende, la produc-
tividad, aparece la divisin del trabajo.

36
De conformidad con esta filosofa los criterios que distinguen los
movimientos corporales, comunes al hombre y al animal, quedan dife-
renciados en funcin del principio del trabajo. Los movimientos cor-
porales en la tradicin marxista el trmino ejercicios fsicos es subs-
tituido por el de ejercicios corporales del hombre deben ser conside-
rados en el marco del proceso de produccin. "Los ejercicios
corporales escriba W. Eichel han nacido del proceso de produc-
cin. En su origen formaron una unidad natural con el proceso pro-
ductivo. Por eso las caractersticas diferenciadoras de los ejercicios
corporales son las mismas que las del trabajo: intencionalidad de fines
y utilizacin de aparatos"'^.
Esta interpretacin materialista se presenta de manera dialctica,
es decir, dinmicamente a travs de la historia. El materialismo se
convierte as en un materialismo histrico que distingue en la forma-
cin econmica de la sociedad diferentes modos de produccin: asiti-
co, antiguo, feudal y burgus. As pues, los ejercicios corporales han
evolucionado de forma paralela a los modos de produccin dominan-
tes en cada etapa histrica. Con esta perspectiva puede construirse una
historia de la educacin fsica y del deporte que comprendera distin-
tas fases o etapas, en cada una de las cuales el ser humano habra de-
sarrollado unos ejercicios especficos, como consecuencia de las exi-
gencias materiales de cada momento histrico.
De esta forma se conectan los ejercicios fsicos a los distintos mo-
dos de produccin. El primitivo cazador ejercita su cuerpo de manera
diferente al hombre agricultor. El lanzamiento de la jabalina, las dan-
zas y ceremonias de la cacera mgica seran as los ms antiguos ejer-
cicios corporales del hombre, cuya datacin se remontara a unos
70.000 aos. Por su parte, el hombre pescador fomentara las tcnicas
del arpn. El perfeccionamiento de las tcnicas de caza y pesca incidi
en la evolucin de los ejercicios fsico-corporales. Hace 24.000 aos,
aproximadamente, surga una nueva arma arrojadiza: la flecha impul-
sada por las cuerdas de un arco. Estas prcticas, vinculadas como ve-
mos a los modos de produccin, fueron seguramente ejercitadas en
ocasiones con vistas a la mejora de los rendimientos.
En cualquier caso la revolucin neoltica comport un cambio en
las costumbres de nuestros antepasados. El nomadismo del primitivo
cazador fue sustituido por el sedentarismo del agricultor. En este pun-
to la crtica materialista introduce un nuevo elemento de anlisis: la
sistematizacin de una educacin corporal consciente ligada a los ri-

33. WOLFGANG EICHEL, "El desarrollo de los ejercicios corporales en la sociedad


prehistrica", en Citius. Altius. Fortius., XV, 1973, pp. 95-134. Vase, asimismo, de este
mismo autor y en colaboracin con WILHELM BEIER, HARRY MHNEL, WOLFGANG
PAHNCKE y LOTHAR SKORNING, Illustrierte Geschichte der Korperkultur. Berln.
Sportverlag. 1983. 2 vols. Sobre el tema de los ejercicios corporales en la sociedad prehis-
trica, vase el primer volumen, pp. 11-23 especialmente.

37
tuales de acceso a las sociedades o bandas juveniles. En el marco de
esta vida tribal surgen las primeras competiciones deportivas ^juegos
y danzas que acaban por convertirse en centros aglutinadores de la
vida social. Segn esta interpretacin, en este ambiente naceran casi
todos los juegos de pelota.
Los ejercicios corporales adquirieron una dimensin militarista en
la etapa final de la sociedad prehistrica. Los anlisis marxistas han
reparado en la influencia que sobre los ejercicios corporales tuvo la
aparicin de la guerra, que se puso al servicio de la economa. La gue-
rra interpretada por los clsicos como un fenmeno natural ha de
estar al servicio de los hombres libres. Recordemos las palabras escri-
tas por Aristteles en el libro primero de su Poltica: "de modo que
tambin el arte de la guerra ser en cierto modo un arte adquisitivo,
puesto que la caza es una parte suya. Y sta debe practicarse frente a
los animales salvajes y frente a aquellos hombres que, si bien han na-
cido para ser gobernados, se niegan a ello, en la conviccin de que esa
guerra es justa por naturaleza"^''. Todo ello gener una notable trans-
formacin: lo que era preparacin para el proceso productivo se con-
virti en entrenamiento para la batalla. Naci, de esta forma, la prime-
ra forma especializada de educacin corporal: la militar. "
La conclusin a la que llegan los historiadores marxistas del depor-
te, al analizar el desarrollo de los ejercicios corporales en la sociedad
prehistrica, puede resumirse en estos dos puntos: los ejercicios cor-
porales fueron un medio bsico para mejorar la capacidad productiva
del hombre, y ua parte importante del proceso educativo humano en-
tendido como preparacin para la guerra. Choca, con todo, que estos
mismos postulados fueron, durante dcadas, los ejes del sistema de-
portivo imperante en los pases socialistas del Este de Europa. La
construccin del socialismo real exiga la dependencia de los ejercicios
corporales del mundo laboral y militar. Sin embargo, existan diferen-
cias notorias. Mientras los pueblos primitivos realizaban sus ejercicios
espontneamente, ahora, bajo la frula socialista se impona un estu-
dio cientfico y sistemtico del fenmeno deportivo al servicio de la
nueva sociedad comunista.
Ahora bien, la crtica marxista no slo ha analizado el origen y de-
sarrollo de las actividades corporales en el marco de la sociedad pre-
histrica, sino que tambin ha estudiado la dinmica deportiva en la
poca contempornea. Cabe citar aqu la obra de Beo Rigauer, Sport
und Arbeit, aparecida en 1934 y vertida recientemente al ingls, que
profundiza en las relaciones existentes entre la moderna sociedad in-
dustrial y el deporte^'. Para este tipo de trabajos el deporte aparece

34. ARISTTELES, La Poltica. Edicin preparada por Carlos Garca Gual y Aure-
lio Prez Garca. Madrid. Editora Nacional. 1977, pg. 61.
35. B. RIGAUER, Sport and work. New York. Columbia University Press. 1981.

38
como un fenmeno tpicamente burgus. Las distintas caractersticas
del deporte competicin, especializacin, promocin social, etc.
son interpretadas como otras tantas dimensiones del mercantilismo
reinante en la sociedad occidental. El deporte constituye una nueva
religin laica al servicio de los intereses econmicos del mundo libe-
ral-burgus, que promueve una cultura del trabajo que exalta una serie
de valores consolidados precisamente desde los tiempos de las revolu-
ciones polticas y cientficas de los siglos XVIII y XIX.
Con estos presupuestos la imagen del deporte resultante es, en ver-
dad, pesimista. La tica deportiva, con su moral competitiva y su exal-
tacin del esfuerzo y la fatiga, reflejara el mejor y ms genuino espri-
tu agonstico de la sociedad capitalista. En esta directriz hay que re-
cordar que una de las ms radicales crticas vertidas contra el deporte
contemporneo apareci en la revista francesa Partisans, pocos meses
despus del famoso Mayo de 1968'*. De hecho la polmica vena de
tiempo atrs. En nmeros anteriores, publicados en 1964 y 1966, J. M.
Brohm insert una serie de trabajos de sociologa deportiva, en los que
censuraba la poltica deportiva que mantena, por aquellas calendas, el
Partido Comunista francs.
Estas crticas pretendan demostrar que el deporte no slo trasluce
las categoras ideolgicas burguesas, sino que tambin se encuentra
mediatizado estructuralmente por el aparato de estado. Por otra parte,
los redactores de Partisans estaban abiertos a otras corrientes de pen-
samiento como el psicoanlisis. Se segua el ejemplo de Wilhem Reich,
autor de aquel famoso libro sobre La lucha sexual de los jvenes,
cuya edicin francesa y espaola se encuentra prologada precisamente
por Jean Marie Brohm'^. La obra de Reich es una dura crtica contra la
represin sexual juvenil. De este libro se aprovechan algunos concep-
tos la represin sexual como una preparacin directa para la frustra-
cin y el trabajo alienado que se trasladarn posteriormente al mun-
do del deporte.
As pues, el deporte desde una perspectiva freudomarxista apa-
rece como un conjunto organizado de prcticas masoquistas, encami-
nado a neutralizar los deseos sexuales de los jvenes y adolescentes. La
satisfaccin sexual es reemplazada por una constante sublimacin de
la fatiga y del esfuerzo corporal. De este modo, el sistema deportivo
promovido y controlado por la burguesa capitalista est al servi-
cio de la alienacin y de la represin de la juventud. En fin, el deporte
es el nuevo opio de la sociedad contempornea que acta a modo de

36. Esta polmica fue recogida en un volumen publicado en 1972, por la casa Maspe-
ro de Pars, bajo el siguiente epgrafe: Sport, culture t rpression. Posteriormente apa-
reci la edicin espaola Partisans. Deporte, cultura y represin. Barcelona. Editorial
Gustavo Gili. 1978.
37. W. REICH, La lucha sexual de los jvenes. Prlogo de la edicin francesa por
Jean Marie Brohm. Buenos Aires. Granica editor. 1972.

39
un poderoso mecanismo coercitivo, con la intencin de reprimir cual-
quier posible manifestacin crtica y liberadora. D esta forma el de-
porte se identifica, entre otros posibles trminos, con opresin, some-
timiento y dominacin.
No ha de extraar pues que, influidos por este contexto ciertamente
hostil, la actitud de muchos intelectuales de la poca, respecto al fen-
meno deportivo, fuese de omisin y olvido, cuando no de abierto re-
chazo y sistemtico desprecio. Es verdad que el nihilismo apocalptico
de Partisans posee, todava hoy, adeptos y seguidores. El mismo Jean
Marie Brohm ha insistido en sus crticas. Su Sociologa poltica del
deporte'* ha actualizado los planteamientos anteriores, extendiendo
sus censuras a los pases de la antao rbita socialista que en su opi-
nin no eran ms que sociedades de un capitalismo estatal totalitario.
De este modo el deporte "socialista" se equipara estructuralmente al
deporte "capitalista". Esta actitud resulta lgica y normal si considera-
mos, adems, que ya las primeras polmicas de Brohm surgieron fren-
te a las concepciones reformistas defendidas, en su momento, por el
Partido Comunista francs.
De hecho nos encontramos ante posturas irreconciliables. Por un
lado, aquellos que defienden la viabilidad de la educacin fsica" y de la
prctica deportiva como vehculo de mejora y optimizacin social. Los
que as piensan ven en el deporte un instrumento al servicio de la coe-
xistencia pacfica entre pueblos y culturas, que propicia la adquisicin
de un conjunto de virtudes cvicas que contribuyen decididamente a la
mejora de la humanidad. El fenmeno olmpico cobra, desde esta pers-
pectiva, una especial relevancia.
Pero esta solucin reformista no es compartida por quienes como
Brohm reivindican una alternativa radical e iconoclasta. El mismo
Brohm ha denunciado la falacia del mito olmpico''. En efecto, en
nombre de una sociedad ms humana, reclaman una educacin fsica
y una prctica deportiva orientadas hacia el desarrollo integral del
hombre, y no hacia su especializacin y robotizacin. Fieles a la mejor
de las tradiciones del humanismo materialista, herederos del pensa-
miento revolucionario marxista, columbran la formacin de un hom-
bre libre de cualquier pretensin alienadora, y entre las que cabe situar
en lugar preeminente los mecanismos de represin corporal, sean
de la ndole y naturaleza que fueren.

1.9. La guerra como origen del deporte

En el apartado anterior, al referirnos a las interpretaciones mate-


rialistas sobre el origen del deporte, ya hemos dejado constancia de

38. J. M. BROHM, Sociologa poltica del deporte. Mxico. Fondo de Cultura Eco-
nmica. 1982.
39. J. M. BROHM, Le mythe Olympique. Pars. Christian Bourgois. 1981.

40
que los ejercicios fsico-corporales tomaron, en la sociedad prehistri-
ca, un sesgo y un talante militarista. Tal como hemos sealado ms
arriba, los anlisis marxistas han relacionado deporte, guerra y econo-
ma. Igualmente hemos significado que la guerra era considerada por
los clsicos antes hemos aportado el ejemplo de Aristteles como
algo ciertamente natural.
Como vemos la ascendencia militarista de las prcticas deportivas
no constituye una fenomenologa de nueva planta. En efecto, a partir
de la constatacin, y consiguiente aprobacin de una dialctica entre
amo y esclavo, se puede llegar como hace el mismo Aristteles a la
aceptacin de la guerra y de la esclavitud como algo natural. Para Aris-
tteles tal como se deduce de los primeros captulos del libro prime-
ro de la Poltica las diferencias entre los hombres estn determina-
das por naturaleza, y no por convencin. A partir de aqu se puede de-
rivar una concepcin de derecho natural que legitima no slo la
guerra, sino tambin la esclavitud, esto es, la apropiacin de los prisio-
neros capturados en las guerras y contiendas. De igual modo queda
entronizado situados en esta perspectiva el derecho del ms fuerte
a imponer su poder y autoridad sobre los ms dbiles.
No ha de extraar, pues, que Aristteles fuese preceptor de Alejan-
dro. Lejos quedaban las tesis ms humanitarias de raz estoica y
cristiana que exaltaran los valores del pacificismo. Por ello, es lgi-
co que, durante siglos, se teorizara a favor de la conveniencia, legitimi-
dad y utilidad de las guerras. En cualquier caso, el militarismo ha
constituido, hasta poca reciente, uno de los principios motores de la
humanidad. Las tesis de la bondad natural del hombre, ancladas en
una antropologa optimista, son ciertamente recientes. Slo a partir de
la idea del buen salvaje, o de la misma proyeccin de las utopas sobre
el Nuevo Mundo, emerge una visin pacfica del hombre y de todo
cuanto le rodea. Pero no seamos ilusos. Todava en plena modernidad,
cuando Daniel Defoe escribe su Robinson aquel relato que deba ser
el nico libro de lectura para el Emilio de Rousseau el militarismo
campea por doquier. El Robinson, despus del naufragio de su buque,
convierte su isla en un sofisticado fortn. Todo parece indicar que ni el
mismo Robinson pudo substraerse a una concepcin pesimista y beli-
cista del hombre y de la misma humanidad.
Por ello abundan, posiblemente, opiniones que no slo relacionan
la prctica deportiva con el militarismo, sino que adems presentan al
deporte como una simple domesticacin de la guerra. De hecho quie-
nes defienden esta postura se sitan en una perspectiva antropolgica
que bebe en las fuentes del pensamiento maquiavlico y hobbesiano.
La tesis de fondo, el punto de referencia ltimo de toda esta argumen-
tacin, no es otro que el de considerar al hombre como un enemigo
para el mismo hombre. El "homo homini lupus" de Hobbes est, de
alguna manera, presente en todo este tipo de interpretaciones.

41
El estado de naturaleza hobbesiano tan lejos del idlico y utpico
rousseauniano est articulado a partir del principio de la guerra. En
efecto, en el estado de naturaleza no hay justicia, ni moralidad. El ni-
co criterio de actuacin es el egosmo, y el nico bien, la propia con-
servacin y provecho. Cada hombre es para los dems un enemigo
presto a disputar y compertir en el banquete de la vida. La lucha es,
pues, inevitable y el resultado un estado permanente de guerra de to-
dos contra todos. En el estado de la naturaleza slo impera el "bellum
omnium contra omnes". El estado de la naturaleza se asimila, de esta
forma, a un estado de guerra permanente en el que nicamente cabe
pensar en la autodefensa y en la rapia.
Hobbes, tan alejado y distanciado del pensamiento aristotlico,
coincide en este punto con el estagirita, puesto que ambos defien-
den la legitimidad de la guerra. Aristteles desde su filosofa natural,
Hobbes a partir de la teorizacin del estado de naturaleza. Tal como
desarrolla en el Leviatn, y en el De Cive, todo individuo est legiti-
mado a hacer todo cuanto sea necesario para conservar su vida. Pero
existe, tambin entre ambos, una importante diferencia. Mientras
Aristteles acepta y necesita la guerra para construir su Poltica, Hob-
bes desea por todos los medios acabar con este estado naturarbelige-
rante que ejemplariza, por otra parte, en la guerra del Peloponeso,
en las guerras de los Treinta aos o en las discordias civiles inglesas
del siglo XVII aunque sea a expensas de ese dios, totalitario y abso-
lutista, que a fin de cuentas es el estado del Leviatn. La sociedad ci-
vil, surgida a consecuencia del contrato social establecido entre los
distintos individuos, garantiza la paz social sometiendo las voluntades
al nico imperio del soberano.
No creemos que ste sea el momento oportuno para profundizar en
la teora poltica de Hobbes'"'. Para nuestros objetivos nos es suficiente
constatar la existencia, en el pensamiento de Hobbes, de un trnsito
del estado natural, donde slo "reinan las pasiones, la guerra, la pobre-
za, el miedo, la soledad, la miseria, la barbarie, la ignorancia y la cruel-
dad", a un estado civil, donde, por el contrario, seorean "la paz, la
seguridad, las riquezas, la decencia, la elegancia, las ciencias y la tran-
quilidad"'".
Pues bien, el mismo esquema que utiliz Hobbes para dar cuenta y
razn del nacimiento de la sociedad civil y del estado, puede servir
para ilustrar la tesis de aquellos autores que sostienen, por su parte,

40. Sobre el pensamiento poltico de Hobbes existen diversos estudios recientes. Ci-
tamos, entre otros, A. CRUZ PRADOS, La sociedad como artiflcio. El pensamiento
poltico de Hobbes. Pamplona. Eunsa. 1986; N. BOBBIO, Thomas Hobbes. Barcelona.
Paradigma. 1991; as como la reedicin del clsico estudio de F. TOnnies, Hobbes, Ma-
drid. Alianza Editorial. 1988.
41. T. HOBBES, Del ciudadano, Captulo X, 1. Citado a travs de la versin de En-
rique Tierno Galvn y M. Snchez Sarto, Del ciudadano y Leviatn, segn edicin de E.
Tierno Galvn. Madrid, Tecnos. 1991, pg. 12.

42
que el nacimiento del deporte aparece vinculado a la guerra, ya sea
como una preparacin para ella, o como simple domesticacin de la
misma. En efecto, el deporte puede ser entendido como una prctica
fsica de carcter premilitar, tal como ha acontecido en muchos mo-
mentos de la historia.
No hay duda alguna. En mltiples ocasiones la educacin fsica y el
deporte ha asumido una evidente e inequvoca dimensin premilitar.
El modelo pedaggico de una Esparta ideal, convertida en una ciu-
dad-campamento, ha sido observado a menudo. La misma institucio-
nalizacin de discurso gimnstico a lo largo de todo el siglo XIX
tiene mucho que ver con esta visin militarista de la educacin fsica,
que establece una especie de puente entre la gimnstica escolar y la
militar, entre la escuela y el cuartel. Estudios recientes, como los rea-
lizados por diferentes historiadores M. Spivak, P. Arnaud, entre
otros"*^ as lo parecen confirmar.
Por nuestra parte constatamos que las sucesivas contiendas blicas
franco-alemanas acaecidas, como mnimo desde los tiempos de Napo-
len, han influido decididamente en la educacin fsica. En efecto, el
revanchismo tiene mucho que ver en el fomento y desarrollo de la edu-
cacin fsica contempornea. Cmo entender si no la aparicin del
movimiento gimnstico germano de los "turnen". Los estados-nacin,
del signo que sean, beben en las fuentes de este militarismo que a la
larga incidir en la implantacin de la gimnasia como prctica escolar.
Una de las tentaciones ms comunes de las dictaduras de cualquier
tiempo y lugar ha sido la de seguir a pies juntillas un modelo de la
educacin fsica entendido precisamente como preparacin premili-
tar. Justamente esta misma terminologa de "premilitar" es la que cir-
cul en Espaa durante la vigencia del directorio militar del general
Primo de Rivera.
Pero la educacin fsica y la prctica deportiva no slo han servido
como preparacin para la guerra, puesto que el mismo deporte ha sido
presentado, en ms de una ocasin, como una domesticacin de la
guerra. La idea no es nueva, y puede rastrearse, por tanto, desde la
misma antigedad. En efecto, el paso de un estado de guerra a una
sociedad civil donde se practica deporte coincide, de alguna manera,
con el esquema ideal trazado por el mismo Hobbes para describir el
trnsito de un estado natural belicoso a un estado social y civil donde
sea posible, como mnimo, una coexistencia ms o menos pacfica.
Es evidente adems que la interpretacin del deporte como domes-
ticacin de la guerra no constituye ninguna novedad, habida cuenta

42. M. SPIVAK, Les origines militaires de 1' ducation physique en France


(1744-1848). Ministre d' Etat. Charge de la Defense Nationale. Etat Major de 1' Arme
de Terre. Service Historique. Chateau de Vincennes. 1972; P. ARNAUD, Le militaire,
l'colier, le gimnaste. Naissance de 1' ducation physique en France (1869-1889).
Presses Universitaires de Lyon. 1991.

43
que ya los griegos instituyeron diferentes treguas con el fin de garanti-
zar la celebracin de sus distintos juegos y competiiones deportivas.
De hecho la misma idea de tregua surge tambin en otros momen-
tos de la historia de Occidente, por ejemplo, durante la Edad Media. El
xito de las justas y de los torneos medievales, su extensin y prolifera-
cin, se fundamenta, en buena medida, en las diversas medidas de ca-
rcter religioso y poltico encaminadas a limitar los das lcitos para
guerrear. El nacimiento del deporte medieval se vinculara, por ende,
a un cierto cambio de estilo de vida. Las visiones histricas de Ortega
y Huizinga se acoplaran, muy posiblemente, a este tipo de interpreta-
ciones que contraponen a la rudeza medieval, el gusto y la finura de la
incipiente sociedad burguesa de los siglos XIV y XV. Las mismas orda-
las, o juicios de Dios, de tanto predicamento en otra hora pierden su
sentido. El derecho de los pueblos brbaros basado en el duelo deja
paso a nuevas concepciones jurdicas inspiradas en la restauracin del
derecho romano, y que implican procedimientos procesales para subs-
tanciar cualquier tipo de litigio. As pues, y de conformidad con recien-
tes contribuciones de la historiografa del deporte, se puede sostener la
tesis de que el deporte es una consecuencia inmediata de la domestica-
cin de la guerra''^.
Incluso, por extensin, la perviviencia de determinadas prcticas
deportivas, como el boxeo y la misma esgrima, podran argumentar a
favor de la tesis del deporte como domesticacin de la guerra. Aquello
que antiguamente era un combate a muerte queda reduelo ahora a una
prctica, ms o menos reglamentada, que pervive por una serie de ra-
zones de diversa condicin (apuestas, ofensas no previstas en los orde-
namientos jurdicos, etc.). Pero no slo eso. Tambin aqu cabra aa-
dir ciertas tcnicas lanzamiento de jabalinas, flechas, etc. emplea-
das por los pueblos cazadores. Comnmente, la caza ha estado
vinculada a la guerra. A fin de cuentas la vida de Esparta puede ser
considerada como un sistema de vida de pueblo cazador que subsiste
tardamente en un contexto cultural ciertamente evolucionado. La
misma tesis de Sagan, por ejempo, abuntara en esta direccin.
Las historiografa ms reciente ha abundado en este tipo de inter-
pretaciones. Especialmente determinado tipo de literatura sociolgica
insiste en resaltar el trasfondo violento del deporte. En un estudio re-
ciente Eric Dunning, discpulo aventajado de Elias, pone de relieve, de
nuevo, las relaciones entre el deporte y la guerra. Ambos "implican ti-
pos de conflicto que se entrelazan sutilmente con formas de interde-
pendencia, cooperacin y formacin de grupos nosotros-ellos", tal

43. En este sentido nos hacemos eco aqu de la ponencia presentada por el historia-
dor alemn Heiner Gillmeister al Congreso Internacional de la International Society for
the History Physical Education and Sport, celebrado en Las Palmas en 1991. Vase una
sntesis de la misma, "The written challenge in the medieval tournament and its conti-
nuation in modem traditional games", en ISHPES BuUetin, Lovaina, 3, 1991.

44
como ha sugerido el mismo Norbert Elias'*''. Y no slo so. Tambin el
deporte ha sido presentado como substituto y sucedneo de la delin-
cuencia. En cualquier caso Dunning se lamenta del hecho que la socio-
loga no ha asumido cientficamente el tema del deporte, a pesar de los
numerosos indicadores que resaltan su importancia social.

1.10. Las teoras biologicistas

Las interpretaciones y enfoques biologicistas poseen tambin una


larga tradicin ya que se fraguaron al correr del siglo XIX. Tal como
seal oportunamente Joaquim Xirau la aparicin de la biologa y la
historia, a comienzos del siglo pasado, coincidi con una profunda re-
visin de los conceptos que sobre la ciencia se tenan desde la poca
del Renacimiento. La mentalidad cientfica decimonnica se enrique-
ci con la aportacin de dos nuevas ideas fundamentales, a saber, la
idea de la evolucin y la idea del progreso, es decir, la experiencia de la
temporalidad"'.
La ciencia moderna, desarrollada a partir del modelo descriptivo y
eterno de las matemticas, se abre con la experiencia de la tempora-
lidad a planteamientos diacrnicos. Bajo el impulso de la biologa y
de la historia, el mundo aparece como el resultado, constantemente
transitorio, de una evolucin temporal. Se ha pasado de un paradigma
esttico, racionalista y fsico-matemtico que a fin de cuentas ser
todava el modelo del neopositivismo a otro radicalmente dinmico
que intenta explicarlo todo desde la evolucin. En efecto, cualquier he-
cho, por nimio que sea, se observa desde el prisma del cambio y de la
mutacin. Como ilustra el mismo Xirau las formas vitales son, de esta
manera, simples brotes de la evolucin csmica. El mundo no es algo
fijo e inmutable, sino una realidad que cambia sin cesar. La historia de
la ciencia, entendida como lo hace Kuhn en La estructura de las re-
voluciones cientficas, pretende explicar justamente en su acontecer
histrico esa evolucin quebrada, en el caso de Kuhn, por las distin-
tas revoluciones cientficas, y consiguientes paradigmas del saber hu-
mano.
Sin entrar en polmicas la actitud Kuhniana ha sido cuestionada
en mltiples ocasiones podemos convenir, como mnimo, que la his-
toria se constituye como ciencia de la evolucin del hombre sobre la
tierra, mientras que la biologa lo hace como ciencia de la evolucin
vital. Puede establecerse, entre ambas, un puente que vincule lo vital
con lo histrico, o si se quiere, lo natural con lo cultural. El hombre es
un ser vivo que vive entre los otros seres de la creacin. Vive con ellos

44. N. ELIAS y E. DUNNING, Deporte y ocio en el proceso de la civilizacin.


Madrid. Fondo de Cultura Econmica. 1992.
45. J. XIRAU, "Lo fugaz y lo eterno", en Amor y Mundo y otros escritos. Barcelona.
Pennsula. 1983.

45
en un medio natural, estando sujeto por ende a las mismas leyes de la
naturaleza.
Si se acepta que las funciones orgnicas no tienen otra finalidad
que la de contribuir al mantenimiento del ser vivo, a su fortalecimien-
to y preparacin para la lucha por la vida, se puede establecer un co-
rrelato tal como hace, por ejemplo, Spencer entre biologa y edu-
cacin fsica, en el sentido que la formacin de los jvenes ha de ser
conformada de acuerdo con el principio de la lucha por la existencia y
en vistas a la adaptacin al medio, ya que Spencer, al igual que Dar-
win, sostena que una vez que el medio ha actuado sobre el ser vivo,
produciendo estructuras y rganos diferenciados, la seleccin natural
favorece la adaptacin de los ms aptos.
Para el biologicismo que a fin de cuentas no deja de ser otro re-
duccionismo ms o menos radical las cosas no slo se pueden expli-
car, sino que adems deben ser configuradas prospectivamente segn
los principios que se desprenden de este parmetro natural, porque
tambin el hombre est sujeto a las mismas leyes orgnicas que rigen
a los dems animales. Siguiendo a Spencer se puede decir que la pri-
mera condicin que ha de tener cualquier hombre ser la de ser un
buen animal. Slo as prepararemos a la juventud para una adecuada
adaptacin al medio y para la consiguiente seleccin natural.
Fiel a este ideario biologicista, Spencer aconseja en su libro Educa-
tion intellectual, moral and physical, aparecido en 1861, y vertido al
castellano en diferentes y sucesivas ediciones desde 1879, que la edu-
cacin fsica, abandonando los procedimientos artificiales, ha de con-
formarse a la naturaleza''*. La frmula spenceriana puede resumirse, si
se quiere, en un slo axioma: confiar ms en la naturaleza, y menos en
el hombre porque, a medida que conocemos las leyes de la naturaleza
y de la vida, nos percatamos de lo errneas que son nuestras opiniones
en materia formativa.
Todo ello recuerda qu duda cabe al naturalismo rousseaunia-
no. Parece como si de los dos mundos complementarios el de lo na-
tural y el de lo cultural, el de lo dado y el de lo construido, el de lo
crudo y lo cocido hubiese que eliminar todo aquello que se ha aadi-
do a la naturaleza. Desde este preciso momento lo dado por naturaleza
se constituye en nico punto de referencia.
En efecto, Spencer aborda la educacin fsica considerando, en pri-
mer lugar, los vicios y defectos que se derivan de unos hbitos higini-

46. H. SPENCER, De la educacin intelectual, moral y fsica. Sevilla. Imprenta de


R. Baldaraque. 1879. En 1880 se public otra edicin (Madrid. Imprenta de Manuel G.
Hernndez), que fue corregida y aumentada en 1884 a la vista de la versin inglesa de
1883. El xito de la obra continu, publicando la casa editorial F. Sempere y Compaa
de Valencia una nueva versin en 1900, a la que seguieron dos nuevas ediciones, en 1901
y 1908 respectivamente, lanzadas al mercado por D. Appleton y Compaa de Nueva
York. De este modo, entre 1879 y 1908, se registran un total de seis ediciones.

46
eos equivocados. De conformidad con una tradicin emprica que vie-
ne de lejos como mnimo desde la poca de Locke Spencer plantea
una reforma radical de la educacin. La escasa alimentacin, la defi-
ciencia del vestido y la restriccin de los juegos infantiles son los cau-
santes de la debilidad fsico-corporal. La solucin como hemos vis-
to es sencilla: dejar que la naturaleza siga su propio curso. Slo des-
de aqu es posible entender la crtica spenceriana a la gimnasia que a
sus ojos es un puro artificio.
Pero es obvio tambin que las teoras biolgicas poseen una dimen-
sin sociolgica. Junto al evolucionismo biolgico, de ascendencia
dai-winista, se da un evolucionismo sociolgico. Ya sabemos que el
evolucionismo biolgico, despus de las contribuciones lamarkianas,
se articula alrededor del principio de la seleccin natural defendido ya
por Darwin en 1859 en El origen de las especies. El evolucionismo
sociolgico va ms all, habida cuenta que participa, de alguna mane-
ra, del gusto por la previsin positivista. Al evolucionismo sociolgico
posiblemente ms dentista que cientfico le interesa el pasado
como propedutica de cara al futuro, porque en ltimo trmino la
evolucin no slo afecta a la realidad orgnica sino tambin a la inor-
gnica, esto es, a la sociedad que segn la enciclopedia del saber del
positivismo comteano exiga una fsica social preludio de la actual so-
ciologa.
La lgica biolgica lo acaba explicando todo desde el principio de
la evolucin de la especie. No han de extraar tampoco estas secuelas
sociolgicas del evolucionismo porque, a fin de cuentas, el mismo Dar-
win fragu su teora de la seleccin natural a la vista de las doctrinas
demogrficas de Malthus. Fue una teora demogrfica la que permiti
a Darwin formalizar su teora sobre el origen de las especies a partir de
aquella infinidad de datos que haba recogido como naturalista duran-
te su periplo alrededor del mundo a bordo del Beagle.
Como vemos las teoras sociobiolgicas beben en las fuentes de la
demografa, esto es, de los estudios poblacionales. En lo tocante a una
disciplina sectorial como la historia de la educacin fsica y el deporte
conviene reparar en tal circunstancia, ya que a partir de la supuesta e
hipottica relacin entre lo biolgico concretada en puntos como el
de la lucha por la vida o la misma seleccin natural y lo social la
suerte de las distintas poblaciones y culturas se pretende dar cuenta
y razn de la gnesis de la educacin fsica y del deporte. Vistos bajo
esta perspectiva los ejercicios fsico-corporales no seran ms que res-
puestas que el hombre ha lanzado histricamente a fin de adaptarse al
medio y salir airoso en su combate por la lucha por la vida. A fin de
cuentas para este tipo de pensamiento biologicista slo los ms aptos
son capaces de sobrevivir. Pero no slo so, porque la previsin huma-
na exige continuar practicando aquellos ejercicios ms convenientes
segn las condiciones que determinan a cada cultura con el fin de

47
conseguir una mejor adaptacin al medio, es decir, una mejor prepara-
cin fsica que garantice con xito la superacin de las dificultades que
impone la dinmica de la lucha por la vida.

2. APROXIMACIN TERMINOLGICA-CONCEPTUAL

2.1. Educacin fsica y deporte

Convencidos que el deporte constituye un fenmeno extendido uni-


versalmente y considerando que, por esas mismas razones, la atencin
corporal ha ocupado, desde antiguo, un lugar preferente en la educa-
cin y formacin humana, hemos credo oportuno elaborar el presente
libro. Sabemos que las limitaciones son muchas y que una seleccin
siempre comporta cotas de arbitrariedad. Nuestra tarea, sin embargo,
ha estado presidida por una voluntad didctica, deseosos de presentar
una compilacin de textos que pueda servir eficazmente de punto de
apoyo y gua de lectura a un curso introductorio a la Historia de la
Educacin Fsica y del Deporte. Pero la misma estructura de esta obra
que pretende reunir una serie de textos, de variada ndole y proce-
dencia, elegidos discrecionalmente entre la inmensa produccin litera-
ria universal pomporta dificultades.
Por otra parte, la misma apertura temtica a la educacin fsica y al
deporte puede inducir, en ocasiones, a confusiones. Educacin fsica y
deporte son trminos de una extraordinaria riqueza semntica, que si
bien en ocasiones son utilizados unvocamente como si designaran
un mismo tipo de actividades, no es menos verdad que poseen igual-
mente campos de significacin no slo distintos, sino tambin en oca-
siones opuestos: son reas muy prximas pero que difieren en muchos
aspectos.
Sobre el concepto de deporte se han dado mltiples definiciones.
Pierre de Coubertin, en su Pedagogie Sportive, lo defina como aquel
culto voluntario y habitual del ejercicio muscular intensivo, motivado
por el deseo de progreso y que puede llegar hasta el riesgo"*^. Descuella
sobremanera el carcter cultual al cual ya nos hemos referido am-
pliamente en el epgrafe anterior que Coubertin confiere al deporte.
En aquella ocasin Coubertin, que escribi su Pedagogie Sportive en
1922, aceptaba adems que el deporte, al practicarse colectivamente,
asume una dimensin tica que se manifiesta a travs de una comu-

47. PIERRE DE COUBERTIN, Pedagogie sportive. Histoire des exercices spor-


tifs. Action morale et sociale des exercices sportifs. Preface de Georges Rioux. Pars.
J. Vrin. 1972.

48
nin integral que acta como valioso agente de perfeccionamiento mo-
ral y social. As pues el deporte, al margen de los aspectos puramente
fisiolgicos y motrices, acaba siendo presentado como una autntica
escuela para la convivencia democrtica, puesto que para Coubertin
no hay mejor forma de manifestar la cooperacin humana que la deri-
vada de la prctica deportiva.
Por otra parte, el mismo Coubertin presentaba el deporte como el
mejor antdoto para evitar los enfrentamientos y las luchas sociales.
Con una actitud ciertamente reformista crea que el deporte sera un
magnfico lugar de encuentro para los jvenes de todo el. mundo, sin
distincin de procedencia, raza o clase social. Asimismo la prctica de-
portiva contribuira al mantenimiento y consolidacin de la estructura
familiar, favoreciendo la adquisicin de una conciencia laboral y pro-
piciando una especie de cruzada antialcohlica.
El deporte era presentado como antdoto y remedio de todos los
males sociales. En efecto, el deporte entendido como culto volunta-
rio y habitual incorpora una tica estoica ya que su prctica implica
unos valores de lucha, sufrimiento y combate, propios, por otro lado,
de una actitud agonstica. En definitiva, el deporte, y por extensin el
mismo olimpismo, no son ms que cultos al trabajo y al esfuerzo que
no olvidan como mnimo sobre el papel la perfectibilidad moral y
social del individuo y de la sociedad.
No es ste el momento oportuno para trazar la historia del movi-
miento deportivo y olmpico posterior a Coubertin, pero no estar de
ms constatar, una vez ms, que aquel viejo ideal moralizador ha pasa-
do a mejor vida. A estas alturas toda aquella voluntad educadora y for-
madora suena a cosa caduca. Cuando la frrea competicin apasiona,
cuando el deseo de victoria arrastra a todos deportistas y espectado-
res, cuando la violencia campea a sus anchas en los estadios, cuando
el gusto al propio cuerpo seorea por encima de cualquier otra consi-
deracin y posibilidad, cuando el desprecio a la propia vida intenta
justificar el riesgo y la aventura, no es ninguna bagatela eso como
mnimo es lo que pensamos recordar esa dimensin humanstica del
deporte.
Es obvio que desde este horizonte pedaggico-humanstico todo
lo reformista que se quiera las diferencias entre deporte y educacin
fsica no son difanas. De ah procede, en buen medida, la confusin
entre ambos conceptos. Por otra parte el mismo Coubertin fue un pe-
dagogo que, inspirado en los mtodos educativos seguidos en las
escuelas inglesas (Oxford, Cambridge, etc.), desarroll un ideario de-
portivo, ciertamente burgus y liberal, pero con una inquebrantable
voluntad pedaggica de naturaleza neohumanista. No en balde Cou-
bertin era amigo personal de Michel Bral uno de los grandes sabios
humanistas de la Francia finisecular quien, entre otras cosas, le
puso en antecedentes sobre la gesta de los hroes de Maratn.

49
Hoy todava se da, sobre todo a nivel coloquial, la identificacin
entre deporte y educacin fsica, que a menudo s relaciona para
complicar ms, si cabe, las cosas con gimnasia. Con todo, el deporte
actual posee una serie de notas entre las que no se encuentra necesa-
riamente la dimensin educativa. Haciendo una abstraccin podemos
caracterizar mnimamente cualquier prctica deportiva como aquella
situacin motriz codificada, debidamente institucionalizada y reglada
por un conjunto de normas previamente establecidas.
Pero es obvio que estas notas no agotan las posibilidades del depor-
te. Nos encontramos ante un trmino polismico que aglutina activida-
des fsicas bien contrastadas. Para superar esta situacin de indefini-
cin apelamos al recurso de las clasificaciones, esto es, al estableci-
miento de diversas tipologas que renen bajo cada rbrica diversos
aspectos de la prctica deportiva. De esta manera se abre un amplio
abanico de epgrafes (deporte competicin, deporte aventura, deporte
alto rendimiento, deporte recreacin, deporte salud, deporte escolar,
deporte turismo, deporte ocio, etc.) que poseen, en cada caso, una se-
rie de connotaciones propias y caractersticas.
Con todo, y a fin de bosquejar una clasificacin operativa, Cagigal
propona hace unos aos reducir todo este amplio aspecto tipol-
gico en dos nicas categoras, a saber, la del deporte-espectculo, inte-
grada por aquellas manifestaciones deportivas que resaltan los as-
pectos relacionados con la competicin y la profesionalizacin, y el
llamado deporte para todos que englobara aquellas actividades enca-
minadas a potenciar la salud y el ocio de quienes las practican'*'.
Tambin la educacin fsica est abierta a las ms variadas orienta-
ciones. En cada momento histrico y en cada lugar la educacin fsica
ha adquirido unas caractersticas singulares. En ocasiones ha tomado
una direccin mdico-higinica. En otras situaciones ha tenido un ses-
go claramente militarista. Los valores estrictamente pedaggicos han
dominado en muchos momentos. Incluso estas tres directrices (mdi-
co-higinica, militarista y pedaggica) han convivido sincrnicamente
a menudo.
En cualquier caso, y al margen de otras posibles consideraciones,
los objetivos principales de la educacin fsica apuntan, en un sentido
muy amplio, hacia los siguientes fines: desarrollo corporal equilibra-
do, preparacin para el fomento de las actividades perceptivo-motoras
y estimulacin de la dimensin tico-moral.
Como vemos la educacin fsica est al servicio y ah radica pre-
cisamente una de sus caractersticas ms preciadas de la formacin
global de la persona humana. Con todo, somos conscientes que las
concepciones sobre la educacin fsica han evoluciondo al correr de la

48. JOS MARA CAGIGAL, Cultura intelectual y cultura fsica. Buenos Aires. Ka-
pelusz. 1979.

50
historia. Nadie puede dudar de la existencia de una educacin fsica
militarista, que no slo es reconocible en la antigedad Esparta,
como modelo sino tambin rastreable en poca reciente a travs, por
ejemplo, de la gimnasia militarista. Ah estn los batallones escolares
recomendados por los distintos redactores de los informes pedaggi-
cos de la Revolucin francesa, potenciados despus del fracaso militar
de Sedn en 1870, o los programas fsico-deportivos preconizados, en
la dcada de los aos treinta, por el fascismo italiano o el nacional-so-
cialismo alemn'".
Pero la sempiterna presencia de soluciones militaristas no impide
el desarrollo de otras tendencias, como la educacin fsica de corte m-
dico-higinica cuyos orgenes se remontan tambin a la poca clsica.
Hipcrates y Galeno sentaron los cimientos de una tradicin recupera-
da felizmente por el humanismo renacentista. Precisamente fueron los
mdicos y filsofos del siglo XVI Mercurial y Rabelais, a la cabeza
quienes propalaron la legtima existencia de una gimnasia higinica,
de corte propedutico, encaminada a la conservacin y mejora de la
salud.
De hecho la misma acuacin del trmino educacin fsica se vin-
cula a esta tradicin mdico-higinica. En efecto, despus del publicis-
mo ilustrado de Locke, aparece en 1762 coincidiendo con la publica-
cin del Emilio rousseauniano el primer libro que incorpora en su
ttulo la expresin "educacin fsica". Se trata de la Dissertation sur
l'ducation physique des enfants depuis leur naissance jusqu' a
l'ge de leur pubert de J. Ballexserd. Esta orientacin mdico-higi-
nica, potenciada a lo largo de los siglos XVIII y XIX, al abrigo de las
polticas demogrficas expansionistas, tendr en la gimnasia sueca de
Ling una magnfica continuacin. La gimnasia sueca, tan extendida
durante dcadas en los ambientes y crculos educativos, ha gozado de
un justo y merecido prestigio, si bien tambin ha concitado, por su
falta de alicientes y estmulos, crticas y censuras.
Sin embargo, para muchos la educacin fsica encuentra su identi-
dad justamente en la vertiente formadora, es decir, en su vocacin pe-
daggica. Es obvio que quienes recurren a la educacin fsica como
preparacin para la guerra o como medio de preservacin de la salud
corporal no niegan sus posibilidades pedaggicas, pero acaban por su-
peditarla a los idearios polticos o sanitarios. Quienes, en cambio, se

49. Entre los recientes estudios y trabajos que analizan las relaciones entre la cultura
fsica y los sistemas polticos totalitarios de la Europa de los aos treinta anotamos, a
continuacin, la siguiente seleccin: HAJO BERNETT, Sportunterricht an der natio-
nalsozialistischen schule. Der Schulsport an d e m hoheren Schulen Prensbens
1933-1940. Sant Augustin. Verlag Hansricharz. 1985; HAJO BERNETT, Der weg des
sports in die nationalsozialistische diktatur. Schomdorf. Hofmann. 1983; LORENZ
PEIFFER, Tumunterricht im dritten reich. Erzienhung fr den krieg?. Koln. Pahl-
Rugenstein Verlag. 1987; J. L. GAY-LESCOT, Sport et ducation sous Vichy (1940-
1944). Presses Universitaires de Lyon. 1991.

51
mantienen fieles a la tradicin pedaggica de la educacin fsica dispo-
nen de magnficos ejemplos y antecedentes donde inspirarse.
En efecto, ya la misma paideia griega contemplaba una formacin
integral del hombre que sintetizaba, en perfecta simbiosis, la dimen-
sin tica y corporal de la persona humana. La "arete" helnica propo-
na un ideal educativo armnico, en el que se combinaba la belleza
fsica con la bondad tico-moral configurndose un modelo pedaggi-
co ciertamente excelente. Esta era la finalidad de la calocagatha,
aquel ideal de perfeccin que alternaba lo bello (kalos, en griego) con
lo bueno (agathos, en griego) y que constituye tal como ha indicado
la profesora Calino la actualizacin de todas las virtualidades del es-
pritu humano, la formacin ms perfecta de la personalidad, esto es,
el hombre en su plenitud.
Pero tal armona se quebr rpidamente. La progresiva profesiona-
lizacin del deporte entre los griegos, la secularizacin de la vida, el
descrdito en que cayeron los mismos atletas a partir del siglo IV antes
de Cristo, la misma crisis de la poca helenstica, el entronque con las
tradiciones orientales, un sinfn de factores ms, contribuyeron al de-
clive y desaparicin final de este ideal educativo de carcter integral.
Entre las causas pedaggicas que incidieron en la crisis de ese ideal
educativo hay que significar, en lugar preferente, las consecuencias
originadas por la intelectualizacin progresiva de los programas esco-
lares.
Ciertamente la teora de la educacin platnica ha generado toda una
actitud hostil y contraria al cultivo del cuerpo humano. Platn, como los
sofistas, proclamaron la superioridad de lo intelectual sobre lo corporal.
Y este divorcio se consum definitivamente durante la Edad Media. La
misma tradicin hebraica, los primeros pasos del cristianismo, la in-
fluencia del pensamiento neoplatnico, impidieron la consolidacin de
pedagogas corporales. Lo espiritual acab por invadir todas las esferas
de la accin humana. Slo despus de la rehabilitacin de los ideales
pedaggicos clsicos durante el Renacimiento, y del publicismo del em-
pirismo y del naturalismo pedaggico, ha sido posible acabar con el las-
tre ocasionado por el desprestigio del cuerpo humano.
Finalmente las nuevas corrientes pedaggicas, desarrolladas a par-
tir de los principios del movimiento de la Escuela Nueva generados
a comienzos del actual siglo, han posibilitado el reencuentro armo-
nioso de lo fsico, intelectual y moral a fin de pergear una autntica
formacin completa del hombre. Pero al exaltar algunos pedagogos,
como Spencer, los beneficios pedaggicos derivados del deporte nos
hallamos, de nuevo, ante un solapamiento, cuando no identificacin,
entre educacin fsica y deporte.

52
2.2. Deporte, gimnasia y educacin fsica

Comnmente se cree que la palabra deporte es un trmino incor-


porado del ingls. Segn esta interpretacin se tratara de una simple
adaptacin al idioma castellano de un anglicismo. Sin embargo, estu-
dios filolgicos recientes ha demostrado que deporte posee una ascen-
dencia que entronca con la aparicin de las primeras lenguas romni-
cas. En efecto, ya en el latn clsico aparece la expresin disportat,
utilizada por el mismo Cicern. Posteriormente las distintas lenguas
neolatinas lo tomaron como un trmino propio.
A estas alturas, pues, nadie duda de la procedencia latina de la pa-
labra deporte. Sobre este punto el malogrado Jos Mara Cagigal reco-
noca que a pesar de que el origen latino del trmino deporte parece
ntido, "ha existido bastante confusin, de la que hemos participado
casi todos los apasionados por el tema, sin esclarecer con suficiente
documentacin las fuentes (en este fallo incurren culturalistas tan
eminentes como Ortega y Gasset y Cari Diem), hasta que Miguel Pier-
navieja public su riguroso estudio Depuerto, deporte, protohistoria
de una palabra"'". La conclusin a la que llega Piernavieja en su estu-
dio despus de efectuar un anlisis histrico-comparativo entre el
provenzal, el castellano, el cataln y el francs no es otra que la de
confirmar la filiacin latina de la palabra.
Del estudio analtico-comparativo de Piernavieja se deduce que, en-
tre las significaciones ms reiterativas del trmino deporte, destacan
las de diversin (comprobada en 23 ocasiones) y ejercicio fsico (con-
firmada en 13 oportunidades). Siguen, a mucha distancia, la de diver-
sin obscena (6 veces), la de paseo (4 ocasiones), la de burla (3 veces)
y la de juego amoroso (nicamente en 2 expresiones). Ante esta situa-
cin Cagigal apostilla que, ya desde su origen, la palabra deporte lleva
asociadas estas dos ideas: la de diversin y la de ejercicio fsico. As
pues, nos encontramos ante una expresin que, apelando a su sentido
originario, significa "diversin en forma de ejercicios".
Por otra parte, los estudios de eminentes fillogos como los de J.
Corominas confirman esta misma procedencia. Gracias a estos tra-
bajos sabemos que deporte deriva del antiguo deportarse, que se uti-
lizaba durante la baja Edad Media como sinnimo de divertimento o
descanso, tal como aparece en la mayora de literaturas surgidas a ori-
llas del Mediterrneo occidental.
En efecto, la expresin deporte la encontramos ya presente en la
literatura castellana de primera hora al ser empleada annimamente
en el Poema del Mo Cid o por el mismo Gonzalo de Berceo. Tambin

50. J. M. CAGIGAL, "Deportes. I. Estudio general", en Gran Enciclopedia Rialp.


Tomo VII. Madrid. 1972, pg. 400. El estudio de M. Piernavieja "Depuerto, deporte, pro-
tohistoria de una palabra" fue publicado en la revista Citius, Altius, Fortius, Madrid,
VIII, fase. 1 y 2, 1966, pp. 5-190.

53
lo emple Llull en cataln. Igualmente aparece en el Decamern ita-
liano. El primitivo deportarse tom una significacin ldica y festiva,
pudindose interpretar muy posiblemente como aquella accin de
salir fuera de las ciudades, extramuros, allende las murallas, con la
intencin de gozar del solaz recreo de los ejercicios fsico-corporales.
La existencia ^junto a las ciudades de lugares donde se practicaban
las justas y los torneos medievales (actividades que cabran bajo ver-
bos generados por aquel entonces como bohordar o bornear) confir-
mara indirectamente esta hiptesis.
Con todo, la opinin aportada por Ortega a pesar de su posible
falta de rigor filolgico nos interesa por las connotaciones, de carc-
ter vitalista, que confiri al trmino deporte. Ortega y Gasset a
modo de nota a pie de pgina a su estudio Sobre la caza, apunta que
la palabra deporte fue introducida en la lengua comn a partir del uso
que haca de la misma la marinera mediterrnea que, a una vida ma-
rtima penosa y azarosa, contrapona una existencia agradable y diver-
tida en los puertos^'. De ah tambin procedera al margen de lo
acertado o no de la interpretacin etimolgica orteguiana el sentido
ldico y festivo del deporte entendido como diversin.
Por otra parte parece confirmado que el trmino deporte cay en
desuso durante el perodo comprendido entre los siglos XVI y XVIII.
Cuando los ingleses asentaron las bases y reglamentos de los distintos
deportes utilizaron el trmino sport, que haban importado anterior-
mente del continente, para designar aquellos ejercicios desarrollados
al aire libre. Al introducirse y consolidarse la prctica deportiva en Es-
paa, a fines del siglo XIX, se adopt momentneamente la moda pa-
sajera del trmino sport, para recuperar finalmente el trmino depor-
te cuya definicin, en su primera acepcin, todava invoca este origen
anglosajn al rezar como sigue: recreacin, pasatiempo, diversin, o
ejercicio fsico, por lo comn al aire libre'^. Como seala Corominas,
el entender el deporte como actividad, comnmente al aire libre, con
objeto de hacer ejercicio fsico, es un calco del ingls sport, y todava
faltaba en el Diccionario de la Academia en 1884. Slo en una am-
pliacin terminolgica posterior de la definicin se dio cabida a la idea
de competicin, individual o colectiva, reglada por unas normas pre-
viamente establecidas.

51. ORTEGA Y GASSET, J., A "Veinte aos de caza mayor", del Conde de Yebes,
Obras Completas. Madrid. Alianza Editorial. Revista de Occidente. 1983. Tomo III, pg.
429.
52. Diccionario de la Lengua Espaola. Vigsima edicin. Madrid. Real Academia
Espaola. 1984. Tomo primero, pg. 454. Significamos que la segunda acepcin de de-
porte tambin insiste en este mismo aspecto, al presentarlo como aquel "ejercicio fsico,
por lo comn al aire libre, practicado individualmente o por equipos con el fin de superar
una marca establecida o de vencer a un adversario en competicin pblica, siempre con
sujeccin a ciertas reglas".

54
Como vemos la definicin de deporte insiste en el condicionante
circunstancial del espacio, esto es, en el hecho de que el deporte se
practica generalmente al aire libre. Sabemos que cualquier actividad
humana est regida y determinada por la doble categora antropolgi-
ca del espacio y del tiempo. Todos conocemos lo importante que resul-
tan las condiciones y dimensiones espaciales para la prctica de los
ejercicios fsico-corporales. Tambin la climatologa, de una u otra
manera, ha influido en el fomento y desarrollo de las diversas especia-
lidades deportivas. El nacimiento de determinados deportes como el
baloncesto o el voleibol, surgidos en el ambiente escolar de. la Y.M.C.A.
hace escasamente unos cien aos no puede deslindarse de los aspec-
tos que estamos comentando.
En cualquier caso, la introduccin de la expresin aire libre en la
definicin de deporte se puede entender precisamente a la luz de la
evolucin histrica. Efectivamente, el deporte moderno se institucio-
naliza siguiendo los pasos del modelo britnico, es decir, como prcti-
cas corporales desarrolladas generalmente al aire libre. Ejemplos
como el del atletismo, ftbol, rugby o remo modalidades deportivas
enraizadas slidamente en la vida inglesa del siglo XIX confirman
esta asercin.
Hoy, ciertamente, parece algo ftil e incluso grotesco el vincu-
lar la esencia del deporte a una categora tan aparentemente aleatoria
como la del aire libre. Pero si nos situamos a travs de una especie
de tnel del tiempo en las coordenadas histricas de hace un siglo
aproximadamente entreveremos que tal connotacin no era, en ver-
dad, absurda, ni gratuita.
En efecto, si examinamos la evolucin de la educacin fsica, a par-
tir de su implantacin en la segunda mitad del siglo XVIII, advertimos
que, despus de una primera etapa higinica surgida a raz del publi-
cismo mdico-sanitario ilustrado, se consolida, a lo largo del siglo
XIX, un discurso fsico-corporalista que enfatiza las virtudes y exce-
lencias de la gimnasia. La gimnasia, como promotora de una serie de
valores de carcter fsico y cvico-moral, fue un eficaz instrumento pe-
daggico utilizado no tan slo en la escuela, sino tambin en los cuar-
teles y academias militares, as como recurso teraputico y ortopdico.
Por otra parte, la pedagoga social se sirvi desde sus comienzos
de la gimnasia. Las fiestas de todo tipo promovidas tanto por el pu-
blicismo rousseauniano como por los idearios revolucionarios ape-
laron constantemente a las paradas y concentraciones atltico-gimns-
ticas. Se pretenda recuperar, de alguna manera, la austeridad y fruga-
lidad de las viejas costumbres lacedemonias.
Pero todava hay ms. Sanos permitido sealar que la gimnasia
fue el discurso corporal asumido tanto por los idelogos de la revolu-
cin francesa Condorcet es un magnfico testimonio como por los
polticos liberales del siglo XIX que al fin y a la postre protagoni-

55
zarn la construccin del estado moderno. La gimnasia como nuevo
cdigo o lenguaje corporal, abocado al fortalecimiehto fsico de la ju-
ventud favorecer y propiciar la unificacin de las actitudes y ex-
presiones gestuales y corporales. No es casual, pues, que el xito de la
gimnasia se d durante la poca de las grandes codificaciones (jurdi-
cas, mtricas, monetarias, etc.).
En efecto, el estado moderno la Francia jacobina como modelo
aspira a la centralizacin y homogeneizacin de todas las cosas. El de-
recho a la diferencia tan preciado, por otra parte, por la cultura post-
moderna no tiene lugar, ni sentido en el siglo XIX. De la misma for-
ma que la alfabetizacin por medio de la enseanza de la lectura y
escritura codificar el lenguaje hablado y escrito, y los catecismos
polticos y constitucionales divulgarn una nueva moral pblica secu-
larizada y estandarizada a travs de los distintos derechos y deberes de
los ciudadanos, tambin la gimnasia mostrar ese poder codificador y
unificador que, a la larga se revelar tambin, como un mecanismo
etnocida. La institucionalizacin sistemtica de la gimnasia conlleva
quermoslo o no la lenta desaparicin de aquellos juegos, as
como de aquellas destrezas y habilidades fsico-corporales, que de ma-
nera tradicional pervivan en la sociedad del antiguo rgimen. ''
Slo despus de la extensin de los distintos idearios gimnsticos
centrados alrededor de las grandes escuelas y tradiciones gimnsti-
cas el deporte fue considerado a partir de las experiencias pedag-
gicas inglesas como una posible alternativa vlida a la gimnasia. Se
ha acusado generalmente a la gimnasia de someter a sus practicantes
a una disciplina frrea y rigurosa, que deja pocas posibilidades para
una expresividad corporal libre y espontnea. De ah que quienes han
defendido los valores pedaggicos del deporte han resaltado, frente a
la rigidez gimnstica, la libertad de accin deportiva que favorece, asi-
mismo, una tica de autodominio y autorresponsabilidad, que no es
otra cosa que una versin de aquel self-goverment ingls tan preciado
a los ojos de educadores y pedagogos.
De hecho, si examinamos el proceso histrico que nos lleva de una
difusin gimnstica generalizada consolidada hacia rnediados del si-
glo XIX a otra incipiente, pero finalmente mayoritaria prctica de-
portiva proceso desarrollado en el perodo de entresiglos y que ha
dado lugar a un magnfico libro que describe buena parte de este pro-
ceso^', se constatan las razones que justifican la presencia de la ex-
presin al aire libre que, con tanto ahnco e insistencia, persiste en la
definicin de deporte.
En efecto, no sin ciertas dosis reduccionistas podemos presentar el
enfrentamiento entre los partidarios y detractores de la gimnasia es

53. J. ULLMAN, De la gymnastique aux sports. Histoire des doctrines de 1' du-
cation physique. Pars. Vrin. 1989.

56
decir, de aquellos que defendan la viabilidad del deporte como una
discusin, incluso, topogrfica. El gimnasio, que empez instalndose
originalmente al aire libre, acab circunscribindose a consecuencia
de una serie de avatares histricos que tienen mucho que ver, por
ejemplo, con la propia historia de los turnen creados por Jahn en Ale-
mania, durante la primera mitad del siglo XIX a un lugar o espacio
cerrado. En el caso de Jahn parece que ello fue motivado por la conve-
niencia de ocultar ante las autoridades alemanas un activismo
gimnstico ultranacionalista. En otras ocasiones debi ser aconsejable
por los escasos espacios libres existentes en el interior de las ciudades,
lo cual determin que en muchas ocasiones los establecimientos
gimnsticos se refugiasen en pisos y locales cerrados, con escasa salu-
bridad y lejos de los beneficios derivados de una correcta y adecuada
aireacin y ventilacin de las distintas estancias y dependencias. No es
casual, pues, la opinin de quienes sostienen que los descubrimientos
microbiolgicos de Pasteur y Koch asentaron un duro revs a la suerte
de la gimnasia.
Pero no podemos olvidar que la historia de la gimnasia viene de
lejos, y que en modo alguno puede reducirse a la poca contempor-
nea. En efecto, ya los griegos designaron los ejercicios corporales con
el trmino gimnasia, reconocindola adems como una parte esencial
de la misma paideia. Es evidente que la gimnasia es algo consustan-
cial e inherente a la cultura helnica. Cada polis dispona de uno o ms
gimnasios. Los filsofos como Platn y Aristteles recomendaban
su prctica. Los textos de estos autores recogidos en la presente an-
tologa as lo confirman. Tambin los mdicos como Hipcrates y
Galeno insistan sobre su conveniencia y utilidad.
La gimnasia signo claro de helenizacin perdur durante si-
glos. La misma literatura patrstica est repleta de alusiones al tema
gimnstico. Para los padres del cristianismo la gimnasia entendida
como ejercicio y entrenamiento adquiere una dimensin espiritual
como se comprueba a travs de los innumerables textos que aportan
las fuentes patrsticas. Es lgico, pues, que un autor imbuido de ideas
griegas como Filstrato propusiese, en el siglo II d. C, la restauracin
de la gimnasia'''. Sin embargo, sta entr en declive durante la Edad
Media, y slo fue rescatada por el humanismo renacentista que, si-
guiendo al pensamiento clsico, reivindic el restablecimiento del Ua-

54. Del tratado de Filstrato sobre la gimnasia existen varias ediciones, aunque no
tenemos conocimiento de ninguna traduccin castellana. Hasta el momento hemos con-
tabilizado las siguientes versiones: Philostratei Libro de gymnastica quae supersunt,
nunc primun edidit et interpretatus, C. L. Kaysek. Heildelbergae, JCB. Mohr. 1840; Sur
la gymnastique. Ouvrage dcouvert, corrige, traduit en franfais pour le premire fois
par Minoi de Mynas. Pars. H. Bossange et fils. 1858: Traite sur la gymnastique. Texte
grec accompagn d' une traduction en regard et de nostes par C. Darember. Pars. F.
Didot. 1858; Philosptratus ber Gymnastik, von Julius Juthner. Leipzig und Berlin. B.
G. Teubner. 1909.

57
mado "arte gimnstico". De hecho, la gimnasia ha sido presentada du-
rante siglos como un autntico arte. Aristteles ya calificaba en va-
rios lugares de su obra la gimnasia con el apelativo de arte. De acuer-
do con esta misma tradicin el clebre tratado de Mercurial fue rubri-
cado con este mismo rtulo: De arte gymnastica. Todava los
diccionarios etimolgicos latino-espaoles del siglo XIX identificaban
la gimnstica (trmino que prevaleca sobre el de gimnasia) con un ars
gymnastica de evidentes resonancias clsicas.
Pero al margen de los trabajos de Mercurial con la recuperacin
ideal del gimnasio griego segn la reconstruccin de Vitrubio, fue-
ron autores del siglo XVIII los que, influidos por el empirismo lockea-
no, el naturalismo rousseauniano y el filantropinismo, pusieron las ba-
ses de la moderna gimnasia. En efecto, las iniciativas a partir de la
segunda mitad del siglo XVIII se suceden de forma continuada. Ba-
sedow funda en Dessau (1774) el famoso Filantropinum, que tanto
admiraron, entre otros, ilustrados de la talla de un Lessing vase, a
ttulo de ejemplo su sugestiva propuesta sobre La educacin del g-
nero humano (1780) y el mismo Kant en su tratado de Pedagoga.
En contra de la moda imperante en su poca, los alumnos del Fi-
lantropinum iban sin peluca viejo smbolo, a estas alturas, de una
aristocracia decadente, con los cabellos cortados, y vestan ropa hol-
gada a fin de practicar juegos y ejercicios fsicos. Entre los discpulos
de Basedow cabe citar a Salzman y Guths-Muths. Se puede considerar
a Guths-Muths como al padre de la gimnasia moderna que divulg me-
diante la publicacin de varias obras entre las que descuella su
Gymnastik fr die Jugend, inventando adems diversos instru-
mentos y aparatos y adecuando los ejercicios de acuerdo con la edad,
sexo y constitucin de los individuos.
Mientras tanto Pestalozzi incorporaba la gimnstica en los distin-
tos programas de los centros pedaggicos que tuvo a su cargo, siguien-
do la gradacin de los ejercicios propuesta por Guths-Muths. No hay
que silenciar la tarea del dans Nachtegall, quien despus de estudiar
en Alemania, desarroll las ideas de Guths-Muths adaptndolas con tal
xito y fortuna que hacia 1803 existan ya en Dinamarca unos cuatro
mil practicantes. Poco despus Ling discpulo de Nachtegall pro-
mover su ideario higinico-gimnstico basado en observaciones ana-
tmicas y fisiolgicas.
Sin embargo, en castellano se acept la voz gimnasia muy poste-
riormente, ya que slo desde 1884 la Academia admite su uso, circuns-
tancia que confirma que la implantacin de los ejercicios gimnsticos
en Espaa constituye un fenmeno tpicamente ochocentista.
Con todo, no podemos silenciar los primeros pasos de aquel refor-
mismo ilustrado que de la mano de Godoy, valedor del Real Instituto
Militar Pestalozziano, y de su director, el famoso coronel Amors, tan-
to hizo por la divulgacin y extensin de la prctica gimnstica no slo

58
en Espaa sino tambin en Francia. Y decimos expresamente gimns-
tica porque por aquellas calendas esta expresin fruto de una adap-
tacin directa de la voz latina gymnastica estaba ms generalizada
que la de gimnasia, que slo se impuso hacia fines del siglo XIX. To-
dava en 1843 la Academia empleaba el trmino gimnasia para desig-
nar los ejercicios fsicos de la antigedad, es decir, el arte de la lucha y
de los ejercicios corporales. Incluso hoy pervive de alguna manera
esta tradicin, ya que el actual Diccionario de la Academia contina
definiendo la gimnasia quiz como una simple remora del pasado
como el "arte de desarrollar, fortalecer y dar flexibilidad al cuerpo por
ciertos ejercicios".
Pero al margen de estos avatares lingsticos ilustrativos, por
otra parte, de una realidad social siempre cambiante, conviene repa-
rar en la misma etimologa de la palabra ya que a travs de ella evoca-
mos algo tan sabido como la forma con que los griegos cultivaban su
cuerpo, esto es, desnudos. En efecto, la raz etimolgica de gimnasia
nos remite a la voz griega gimnos que significa desnudo.
Esta cuestin ha generado, desde antiguo, incesantes controversias
de difcil solucin. Todava hoy la historiografa debate las posibles
motivaciones que provocaron la eliminacin hacia mediados del si-
glo V a. C. de las pequeas prendas que cubran las partes ntimas de
los atletas''. Sin nimo de polemizar y al margen de posibles contro-
versias, parece estar demostrado que el desnudo integral slo se insti-
tucionaliz en las competiciones atlticas a partir del perodo clsico,
es decir, desde los tiempos de Tucdides y Platn.
Con todo, la gimnasia helnica posea unas connotaciones propias
y caractersticas (pedaggicas, estticas, cvico-polticas, cultuales y
religiosas, etc.) distintas a las que nos sugiere una concepcin, ms o
menos actualizada, de la misma. As, la gimnasia se presenta, hoy en
da, bajo una perspectiva plural y diversa, en verdad polismica. Por
ello puede ser relacionada con toda justicia con la misma educa-
cin fsica hasta el punto que, en ocasiones, ha sido identificada y con-
fundida con ella, como si gimnasia y educacin fsica fuesen conceptos
equivalentes. Igualmente son viables las conexiones entre deporte y
gimnasia, ya que tambin existe una gimnasia deportiva practicada
individual o colectivamente que, lejos de los clsicos objetivos edu-
cativos e higinicos, exhibe como cualquier otra manifestacin de-
portiva las genuinas caractersticas del deporte de competicin.
Como estamos viendo las relaciones entre gimnasia y educacin f-
sica vienen de lejos y podran dar lugar a varios estudios y trabajos
monogrficos. De hecho, la gimnasia se aclimat en cada cultura y en

55. Vase, por ejemplo, la Etica a Nicmaco, libro tercero, captulo cuarto. Adems
sobre el tema de la desnudez atltica puede consultarse, entre la amplia literatura exis-
tente, el libro de JEAN-PAUL THUILLIER, Les jeux athltiques dans la civilisation
trusque. Ecole Franfaise de Rome. Palais Farnse. 1985, especialmente pp. 369-412.

59
cada situacin histrica de una manera concreta y especfica. No es
este el momento, ni es nuestra intencin, describir ahora y aqu, de
manera pormenorizada y detallada, toda esta dinmica, pero no estar
de ms recordar recogiendo cosas dichas ms arriba que la im-
plantacin de la gimnasia, y por ende de la educacin fsica, debe mu-
cho por ejemplo al pedagogismo neohumanista germano que, de
alguna manera, tambin bebe en las fuentes del mundo clsico.
En efecto, la recuperacin de las ideas clsicas no fue slo una em-
presa del Renacimiento sino tambin del neohumanismo alemn que
columbra, en el mundo griego, un doble modelo tico y esttico. La
pedagoga alemana acabar por estudiar y promover la gimnasia, a
partir del supuesto de que el desenvolvimiento del cuerpo es tan nece-
sario como el del espritu para conseguir una educacin completa e
integral.
Y esta nueva vuelta a los clsicos debe mucho a hombres como
Winckelman que, arrastrados por una inquebrantable pasin arqueo-
lgica, revivirn, en pleno siglo XVIII, el gusto por un idealizado esp-
ritu helnico que promover una esttica exaltadora de la excelencia
suprema de la belleza de la figura humana. Es lgico, pues, que desde
esta perspectiva se ensalzaran aquellos ejercicios corporales que se
practicaban en los antiguos gimnasios griegos y que ahora son presen-
tados, por una naciente historia del arte, como uno de los grandes mo-
numentos de la antigedad. Esta mitificacin olmpica del arte ejerci
una notable influencia sobre la tradicin artstica posterior, de marca-
da tendencia neoclsica, y que, de alguna manera, subsisti hasta la
reaccin nietzscheana. Este mismo gusto artstico lo encontramos, por
ejemplo, en la filosofa del arte de Hiplito Taine.
Pero la gimnasia tom insistimos de nuevo una casustica sin-
gular y diferenciada en cada sitio. Antes hemos aludido al modelo se-
guido en Francia y que, en buena medida, se irradi a otras geografas
limtrofes como la espaola o la italiana. En Alemania, en cambio, la
gimnasia acab mezclndose con los sentimientos nacionales. El siste-
ma alemn tena ideas claras: la escuela deba formar los soldados de
una nacin emergente. El pedagogismo nacionalista derivado del idea-
lismo fichteano encontr en la obra de Jahn padre de la gimnasia
con aparatos el oportuno correlato gimnstico.
De la misma forma que la literatura exaltaba los valores de la poe-
sa pica alemana; la historia magnificaba las gestas y proezas de los
antiguos germanos; la geografa mostraba la riqueza natural y las po-
sibilidades econmicas de una Alemania pujante que aspiraba, inclu-
so, a ser autrquica; la msica cantaba el amor a la patria; la gimnasia
siguiendo las directrices trazadas por el mismo Jahn en Die deuts-
che Tumkunst, se pona al servicio de la preparacin fsica del fu-
turo soldado. As pues, la educacin alemana se orquest sobre la base
de un espritu profundamente nacionalista.

60
Esta misma concepcin nacionalista teida, por contra, de una
germanofobia manifiesta se encuentra presente igualmente en el
movimiento gimnstico de los sokols, que durante la segunda mitad
del siglo pasado organiz en Praga el profesor TJTS con la intencin de
conseguir la independencia de los pueblos eslavos. El movimiento so-
kol que de una u otra forma ha perdurado hasta poca reciente
constituye un modelo gimnstico paraescolar, que moviliz durante
dcadas buena parte de la juventud centroeuropea, y cuya experiencia
y tradicin fue recogida y continuada, de alguna manera, en los pases
de la rbita socialista^*.
En cualquier caso, y al margen de sta o aquella adaptacin espec-
fica nos interesa resaltar el hecho de que la educacin fsica se institu-
cionaliz como mnimo en la Europa continental en clave gimns-
tica. No es extrao que as fuera. Si la escolarizacin constituye una
empresa tpicamente burguesa, es lgico que la gimnasia entendida
como conjunto de ejercicios para el desarrollo y agilidad corporal
acabara incorporndose durante el siglo XIX al curriculum escolar.
Precisamente, la obligatoriedad de la gimnasia como materia esco-
lar se implant, en un primer momento, en la enseanza secundaria,
es decir, aquella que estaba destinada preferentemente a la formacin
de los hijos de la burguesa.
En efecto, la enseanza de la gimnasia entra en los liceos franceses
a partir de 1868. Diez aos ms tarde con la ley De Sanctis la gim-
nasia ser obligatoria en la enseanza secundaria italiana. Tambin
entre nosotros despus de infinitas indecisiones, y no sin la oposi-
cin de los sectores conservadores partidarios del carcter optativo y
no obligatorio de la gimnasia acabar imponindose como una asig-
natura obligatoria eso s, un tanto devaluada junto al dibujo du-
rante la ltima dcada del siglo pasado.
Entre la inmensa maraa de disposiciones legales y administrativas
tendentes a promover y consolidar la enseanza de la gimnasia en Es-
paa descuella entre otras iniciativas la creacin de la Escuela
Central de Gimnasia, fundada en 1883 y suprimida por dificultades
presupuestarias en 1892. Precisamente en esta recopilacin antolgica
hemos incluido diferentes textos que pueden ayudar al seguimiento de
todo este proceso de institucionalizacin que est jalonado por mil y
una empresas y propuestas que, en algn caso, no dejan de ser curio-
sas y sintomticas. Ah est, por ejemplo, la proposicin del catedrti-
co de medicina a la sazn de la Universidad de Barcelona Jos de
Letamendi sobre los principios y planos de una posible y aconsejable
gimnstica cristiana. No hay duda posible: la gimnasia se convertir

56. Sobre el movimiento sokol puede consultarse el reciente libro coordinado por
DIETHELM BLECKING, Die slawische Sokolbewegung. Beitrage zur Geschichte
von Sport und Nationalismus in Osteuropa. Dortmund. Forschungsstelle Ostmitteleu-
ropa. 1991.

61
en manos del naciente liberalismo en un instrumento ms de mo-
dernizacin y, por ende, de reformismo regeneraciohista.
De este modo la suerte de la gimnasia en la Europa continental el
caso francs y espaol, e incluso italiano, son ciertamente ilustrativos
y representativos de toda esta dinmica depende de los objetivos de
un sistema poltico que proclamar, entre sus bienes ms preciados, la
obligatoriedad de la escuela y del servicio militar. La gimnasia ser,
pues, el discurso fsico preferido por todos. Maestros y militares se lan-
zarn a un publicismo gimnstico continuado. Todo apunta hacia una
misma direccin: fortalecimiento corporal y fomento de los sentimien-
tos patriticos y de los deberes cvico-militares.
Como estamos viendo gimnasia y educacin fsica integran desde
tiempo ha un binomio. En efecto, parece como si el trmino gimna-
sia se identificase, en ocasiones, con el de educacin fsica. De hecho,
se han dado las condiciones histricas, sociolgicas y pedaggicas ne-
cesarias para que se generase tal situacin. Algunos de los textos in-
cluidos en la presente antologa como los estatutos de la Real Socie-
dad Gimnstica Espaola de 1926 son una buena prueba de lo que
decimos.
Existe sin duda alguna una cierta ambigedad y ambivlalencia
en la terminologa empleada, por lo que no se puede aceptar sin
ms la simple identificacin entre gimnasia y educacin fsica a
pesar de los muchos motivos que propician tal confusin puesto que
la misma gimnasia ha tomado, a lo largo de la historia, formas y mo-
dalidades que no han sido asumidas necesariamente desde la peda-
goga.
En efecto, sin negar la existencia de una gimnasia educativa han
surgido otras especialidades como la gimnasia mdica de carcter fi-
siolgico, correctivo o teraputico; la gimnasia de cmara, que con
una finalidad higinico-esttica puede ser practicada en nuestro pro-
pio domicilio particular con la ayuda, incluso, de la radio y de la tele-
visin; la gimnasia rtmica, difundida especialmente a partir de la obra
de Jaques-Dalcroze y que atesora indudables posibilidades pedaggi-
cas; la gimnasia social o voluntaria cuya finalidad estriba en la mejora
de la salud pblica y que est emparentada con la tradicin gimnstica
sueca; la gimnasia artstica; la gimnasia acrobtica y sin nimo de
ser exhaustivos otras ms, tal como ha demostrado Langlade en su
libro sobre la Teora General de la Gimnasia^^.

57. ALBERTO LANGLADE / NELLY R. DE LANGLADE, Teora de la Gimnasia.


Buenos Aires. Stadium. 1983.

62
3. APROXIMACIN METODOLGICA

Como posible introduccin previa a la lectura de los textos histri-


cos que contiene esta compilacin antolgica ensayamos seguidamen-
te una aproximacin histrica-metodolgica con la intencin de recor-
dar del modo ms breve y conciso posible algunas de las cosas ms
relevantes que, seguramente, conviene tener en cuenta a la hora de
leer, comentar e interpretar los textos reunidos en esta obra.
No ha sido nuestra intencin elaborar un manual de historia de la
educacin fsica y del deporte ms o menos convencional. Tampoco
aspiramos a trazar una descripcin completa y detallada de las carac-
tersticas de cada una de las fases o perodos histricos por las que ha
atravesado nuestra disciplina. Pergeamos estas notas a modo de mo-
desta proposicin propedutica, a fin de que puedan servir especial-
mente a lectores noveles, y poco versados en estas lides como sim-
ples sugerencias didcticas para una primera toma de contacto con los
pasajes seleccionados.
Lejos de aceptar una sola interpretacin de los distintos textos que
componen este libro, somos de la opinin que cada uno de los frag-
mentos incorporados puede leerse de manera distinta segn la pers-
pectiva u horizonte de comprensin que se adopte. En efecto, dada la
riqueza de escuelas, filosofas y tradiciones historiogrficas existentes
y que perfilan el sentido de la historia de una u otra manera (positivis-
mo, historicismo, materialismo histrico, idealismo, escuela de los
Anales, historia de las mentalidades, etc.), y considerando asimismo
la pluralidad de variables que han incidido, a lo largo de la historia, en
la evolucin de la educacin fsica y del deporte (culturales, antropol-
gicas, geogrficas, pedaggicas, religiosas, polticas, militares, econ-
micas, ideolgicas, biolgicas, mdico-higinicas, demogrficas, so-
ciolgicas, estticas, tcnicas, materiales, etc.), podemos concluir que
la exgesis resultante ha de ser, lgica y necesariamente, diversa y plu-
ral. Las pretensiones de una interpretacin unvoca se nos antojan
como excesivamente pretenciosas.
Por otra parte, la educacin y el deporte se encuentran inscritos
como hechos sociales que son en un marco vital humano. Resulta,
por tanto, difcil por no decir imposible abstraerse hasta el punto
de posicionarse ante estos mismos fenmenos con una objetividad ab-
soluta, semejante a la supuesta y pretendida asepsia que exhiben los
cientficos en sus laboratorios de investigacin. El hombre, cuando in-
terpreta y eso lo sabemos como mnimo desde Heidegger, jams
interpreta una realidad sea fsica o humanstica desde el vaco. Es
cierto que la objetividad cientfica constituye siempre una aspiracin
irrenunciable, pero hemos de convenir que este legtimo deseo aparece
como algo extremadamente complejo de alcanzar.

63
En realidad la misma seleccin de datos o hechos en esta ocasin
se tratara de textos histrico-pedaggicos, fragmentos literarios y do-
cumentos de variada ndole no es nunca del todo neutral, porque
cualquier empresa taxonmica responde a unos criterios de seleccin
y clasificacin prefijados expresa o inconscientemente de antema-
no. El sacar a colacin unos textos, y el silenciar otros, comporta indu-
dablemente alguna que otra dosis de arbitrariedad.
Y a pesar de los esfuerzos realizados por conseguir la eliminacin
de todo tipo de prejuicios, lo cierto es que la crtica histrica difcil-
mente puede substraerse al influjo de estos condicionantes. El moder-
no pensamiento hermenutico gestado al abrigo del romanticismo
alemn y de la filosofa del lenguaje ha insistido repetidamente so-
bre estos aspectos. En cualquier caso parece demostrado que la histo-
ria humana no puede leerse, ni interpretarse, con los mismos criterios
que se aplican comnmente al mundo de los hechos fenomnicos. De
ah que Dilthey, recogiendo la divisin kantiana entre fenmeno y nou-
men, sealara que mientras las ciencias de la naturaleza explican la
realidad, las ciencias del espritu aspiran a su comprensin.
Sabemos que, a veces, existe una gran distancia entre el text(^ literal
y sus posibles significaciones. No es extrao, pues, que la hermenuti-
ca contempornea surgiese a partir de la revisin bblica. De esta ma-
nera, continuas y repetidas lecturas y relecturas de un mismo texto,
pueden revelar aspectos, cuestiones y dimensiones que no se haban
detectado, ni planteado, ni siquiera intuido, en un primer acercamien-
to. Por ms que nos esforcemos por extraer de los textos interpretacio-
nes vlidas y aceptables, siempre cabe la posibilidad de descubrir y
desvelar mbitos y enfoques desapercibidos inicialmente. La labor
hermenutica como tremendo esfuerzo comprensivo se presenta
as como una empresa inagotable.
Pero hay que ser cautos y evitar, en la medida de lo posible, el ries-
go que comportara una interpretacin totalmente libre, al margen de
las referencias textuales. Tampoco las lecturas pueden reducirse a sim-
ples parfrasis. Poco tenemos que aadir a la forma y manera de reali-
zar un comentario de texto de carcter histrico, pero quiz, no est de
ms, recordar que siempre es aconsejable actuar de conformidad con
un mtodo que nos asegure hasta donde sea factible el buen fin de
nuestra tarea. No se trata de definir, de antemano, mecanismos de
anlisis que puedan ser aplicados automticamente en todas y cada
una de las situaciones, sino de aconsejar la observancia de unas mni-
mas exigencias procesuales y procedimentales que pueden ser aplica-
das, provechosa y benficamente, a la lectura de los textos en cuestin.
Y si bien las lecturas siempre sern personales nunca podr exis-
tir un modelo universal de lectura y comentario, bueno sera que se
siguiesen una serie de pasos que, de acuerdo con las recomendaciones
al uso, podramos concertar en una serie de tems. Es conveniente pre-

64
cisar de entrada aquellos trminos especializados que pueden apa-
recer en el texto, fijando a continuacin la idea o ideas principales con-
tenidas en el mismo y explicitando, asimismo, la estructura y la forma
de exposicin seguida en el texto. Hay que dar razn del contexto (obra
a la que pertenece, poca, pensamiento y evolucin del autor, historia
de la cuestin planteada, influencias recibidas, su posible originalidad,
influencias posteriores, etc.) hasta donde sea posible, analizando crti-
camente las ideas y tesis que aparecen en el texto (su vigencia pasada
y actual, su posible recuperacin, etc.), y emitiendo a modo de con-
clusin una opinin personal sobre la impresin que ha causado el
referido texto.
Es obvio que cada una de estas secuencias puede explicitarse con
precisin puntillista. No creemos que sea sta nuestra tarea. Slo he-
mos pretendido recordar algunos de aquellos pasos que se hacen indis-
pensables para desarrollar correctamente una exgesis histrica. Pero
repetimos que no hay en el terreno de la hermenutica recetas uni-
versales. Cada hecho o acontecimiento histrico comporta una din-
mica singular y especfica. La comprensin de estos mismos hechos
implica la apreciacin de diversos elemento (polticos, culturales, fi-
losficos, sociolgicos, etc.) que sern considerados y estimados per-
sonalmente.
Por otra parte, la historia de la educacin fsica y el deporte carece
como mnimo entre nosotros de una tradicin consolidada. Slo a
partir de los aos sesenta y al socaire de una magnfica revista como
era Citius, Altius, Fortius se empez a cultivar en Espaa rigurosa-
mente. Como otras muchas historias sectoriales se encuentra toda-
va hoy enfrascada en discusiones epistemolgicas que, a pesar de
ser necesarias, consumen muchas energas. En cualquier caso, la his-
toria general tampoco ha ayudado suficientemente. En efecto, las re-
ferencias que sobre nuestra materia aparecen en los manuales y trata-
dos histricos vigentes son espordicas, cuando no inexistentes. Tuvo
que ser Huizinga al presentar la historia como aquella forma espiri-
tual en que una cultura rinde cuentas de su pasado'* quien se perca-
tase de la importancia y transcendencia histrica del deporte.
Sin embargo de un tiempo a esta parte la historia en cuanto dis-
ciplina acadmica ha manifestado su inters no sin cierta reticen-
cia por la educacin fsica y el deporte. Pero esta situacin de aban-
dono y dejadez ha generado, en ms de una ocasin, un publicismo
histrico-deportivo de carcter testimonial y anecdtico, al margen de
la imprescindible y obligada contextualizacin general, ya que la histo-
ria no lo olvidemos aspira a un conocimiento integral y global de
la vida humana. Para algunos la historia del deporte ha sido un simple.

58. J. HUIZINGA, El concepto de la historia y otros ensayos. Mxico. Fondo de


Cultura Econmica. 1940, pp. 95-97.

65
pero meritorio, acopio de datos, fechas, marcas, guarismos, estadsti-
cas, proezas, nombres y resultados, desmarcado del conjunto de las
estructuras sociales que determinan y condicionan, en cada momento
histrico, el pasado humano.
Con todo las cosas van cambiando en los ltimos tiempos. De este
modo la historia de la educacin fsica y del deporte se est labrando
un lugar propio en el panorama genrico de las ciencias histricas.
Precisamente hace unos aos se cre la International Society for the
History of Pysical Education and Sport (ISHPES), que recogiendo
experiencias anteriores (HISPA e ICOSH) instal su sede en la Univer-
sidad Catlica de Lovaina. Los sucesivos congresos, conferencias re-
gionales y nacionales, organizados hasta el momento confirman la im-
portancia cientfica que est tomando nuestra disciplina.
Pero la suerte de la historia de la educacin fsica ha ido pareja,
tambin, a la de la misma historia de la educacin y de la pedagoga. Y
por esta misma dependencia ha sido tratada de manera accesoria y
marginal. En efecto, al historiador de la educacin le haban interesa-
do hasta fecha reciente los aspectos ideolgicos y filosficos de la
educacin. La misma ascendencia filosfica de la pedagoga universi-
taria ^vinculada desde su origen a las antiguas Facultades de Filoso-
fa y Letras ha precipitado una situacin que, a la larga, ha lesionado
y perjudicado las lecturas pedaggico-corporales de la educacin.
El cuerpo humano ha sido un gran olvidado. Slo de un tiempo a
esta parte se ha iniciado una lenta, pero irreversible, recuperacin. No
hay duda posible. La educacin como mnimo desde la poca de Pla-
tn ha sido una empresa cada vez ms pensada, esto es, ms intelec-
tualizada. A la primitiva arete aristocrtica, de talante fsico-corporal,
nacida en un contexto de cultura hablada y estimulada pedaggica-
mente a travs de las acciones arquetpicas de los hroes homricos,
sigui una concepcin del hombre tamizada por una cosmovisin pe-
daggica lgico-racional. Ya Aristfanes, en su comedia Las nubes,
satiriz hasta el extremo de ridiculizar al mismo Scrates el trn-
sito de una educacin clsica, gimnstica y caballeresca, a otra educa-
cin moderna mucho ms intelectualizada y alejada de las arenas de
las palestras y de los gimnasios.
Tanto el intelectualismo tico-moral socrtico como el idealismo
platnico, e incluso el mismo nfasis racional del logos aristotlico,
acabaron por asestar un duro revs a aquella tradicional educacin f-
sico-corporal gestada al abrigo de una ancestral literatura pica. Lo
intelectual acabar invadiendo todas las esferas de la vida humana.
Las diversas teoras del conocimiento, as como las distintas filosofas
prcticas, dependern nica y exclusivamente de la reflexin y es-
peculacin teortica. La historia posterior con la incorporacin de
los valores de la tradicin judeo-cristiana reafirm el abandono de lo
corporal.

66
Es lgico, por tanto, que la historia de la educacin al estudiar
una realidad secularmente intelectualizada haya olvidado el discur-
so fsico-corporal. Slo despus del humanismo renacentista y de las
corrientes filosficas modernas empirismo y naturalismo, principal-
mente ha sido posible una recuperacin pedaggica del cuerpo hu-
mano. Hoy, felizmente, la historia de la educacin y de la pedagoga se
ha abierto a la consideracin y estudios de estos temas, aunque a
estas alturas los resultados continan siendo exiguos. De todas for-
mas parece que, de un tiempo a esta parte, nos encontramos en el buen
camino''.
Sabemos que la tarea que proponemos constituye un reto de difcil
solucin. Tratar en pie de igualdad y en idnticas condiciones tanto la
educacin fsica como el deporte no es, de suyo, una empresa sencilla
pero constituye un objetivo-tendencia a la que hemos de acercarnos si
no queremos caer en planteamientos y visiones sesgadas y unilaterales
que destaquen como en ms de una ocasin acontece una de las
dos dimensiones en detrimento de la otra.
Pero como cualquier otra nueva disciplina la historia de la educa-
cin fsica y del deporte no slo debe afrontar cuestiones de talante
epistemolgico y metodolgico, sino que existen tambin otras urgen-
cias que afectan, por ejemplo, al captulo de las fuentes. En efecto, la
historia de la educacin fsica y del deporte necesita quiz en Espa-
a ms que en cualquier otro sitio catlogos, repertorios, biblio-
grafas, colecciones legislativas, fondos documentales y otros instru-
mentos similares que pongan a disposicin de los investigadores e his-
toriadores todo un caudal de materiales e informaciones que se
encuentran desperdigados por doquier, a fin de que una vez ordenados
y sistemizados puedan ser consultados de manera rpida e inmediata.
Ciertamente que ha transcurrido mucho tiempo desde que Rufino
Blanco elabor solitariamente, en la soledad de archivos y bibliotecas,
aquella magnfica y sorprendente Bibliografa General de la Educa-
cin Fsica en la que se propona reunir sistemticamente todos aque-
llos estudios y trabajos que, desde diferentes perspectivas (biologa,
antropologa, anatoma, fisiologa, higiene, pedagoga, etc.), interesa-
sen a la educacin fsica. Unas veinte mil referencias aparecan ya en
aquella obra elaborada a comienzos del siglo XX, y que una serie de
avatares que tienen mucho que ver con las consecuencias derivadas
de la primera gran guerra retrasaron su publicacin hasta 1927*".

59. Cabe felicitarnos de la reciente aparicin, por ejemplo, de las actas de la XIV
ISCHE (International Standing Conference for the History of Education) Conferen-
ce 1992. Education, Physical Activities and Sport in a historical perspective. Barce-
lona. 1992 (2 volmenes).
60. BLANCO GARCA, R., Bibliografa general de la Educacin Fsica. Madrid.
Librera y Casa Editorial Hernando. 1927.

67
Pero al margen de esta circunstancia no podemos olvidar la impor-
tancia que tiene la documentacin para el desarrollo de cualquier dis-
ciplina cientfica. Desgraciadamente los materiales que otros recogie-
ron de manera abnegada y paciente han tenido entre nosotros
suerte desigual. La misma trayectoria de la magnfica biblioteca del
Gimnasio Coln de Barcelona, que con tanto ahnco reuni aquel in-
signe propagandista de la gimnasia que fue Amadeo Llaveras y Rovi-
rosa, es un buen ejemplo de lo que decimos.
En cualquier caso, y en la medida de nuestras limitadas posibilida-
des, intentamos con esta antologa poner en las manos del pblico lec-
tor una primera aproximacin temtica. Sabemos que las limitaciones
son muchas y que la obra en s tanto en lo que concierne a su con-
cepcin como a su contenido es manifiestamente mejorable. Pero se
trata e insistimos de nuevo de una primera entrega que esperamos
poder mejorar en prximas ediciones. Obras de corte similar son co-
munes, desde tiempo ha, en literaturas vecinas. En efecto, compilacio-
nes parecidas se han editado en francs, en italiano y en portugus*'.
Era hora pues que alguien se atreviese y en verdad que nuestra osa-
da es mucha a proponer en lengua castellana una seleccin de algu-
nos de los pasajes ms significativos de la historia de la educacin fsi-
ca y del deporte*^. Por todo ello esperamos del amable lector la mxi-
ma comprensin y benevolencia, y tambin, desde luego, sus
estimables sugerencias y propuestas.

61. Sobre este tipo de literatura recordamos, por ejemplo, los clsicos libros de M.
BERGER y E. MOUSSAT, Anthologie des textes sportifs de 1' antiquit. Pars. Graset.
1927; as como el de G. PROUTEAU, Anthologie des testes sportifs de la littrature.
Pars. Ed. Dfense de la France. 1948. Con referencia a la literatura italiana citamos,
entre otros, las siguientes obras: CARLO BASCETTA, Sport e Giuochi. Trattati e scritti
dal XV al XVIII seclo. Milano. Edizioni II Polifilo. 1978; Antologa della Letteratura
Sportiva Italiana. Roma. Societ Stampo Sportiva. 1984; P. VIOTTO, Storia antologica
der Educazione Fisica in Italia. Testi. Leggi. Istituzioni. Milano. Universita Cattoli-
ca. 1983.
62. Esta obra no hubiera podido realizarse sin la ayuda y colaboracin de Amparo
Alonso, Ulises Castro Nez, Nuria Ferret, Manuel Ramrez y Jos Luis Snchez Hernn-
dez. A todos ellos nuestro ms sincero agradecimiento.

68
HOMERO (S. IX-VIII a.C.)
La Iliada
Juegos en Honor de Patroclo

Aquilea. Toma, anciano; sea tuyo este presente como recuerdo de


los funerales de Patroclo, a quien no volvers a ver entre los argivos. Te
doy el premio porque no podrs ser parte ni en el pugilato, ni en la
lucha, ni en el certamen de los dardos, ni en la carrera; que ya te abru-
ma la vejez penosa.
As diciendo, se lo puso en las manos. Nstor recibilo con alegra,
y respondi con estas aladas palabras:
Nstor. S, hijo, oportuno es cuanto acabas de decir. Ya mis
miembros no tienen el vigor de antes; ni mis pies, ni mis brazos se
mueven giles a partir de los hombros. Ojal fuese tan joven y mis
fuerzas tan robustas como cuando los epeos enterraron en Buprasio al
poderoso Amarinceo, y los hijos de ste sacaron premios para los jue-
gos que deban celebrarse en honor del rey. All ninguno de los epeos,
ni de los pillos, ni de los magnnimos etolos, pudo igualarse conmigo.
Venc en el pugilato a Clitomedes, hijo de Enope, y en la lucha, a Anceo
Pleuronio, que os afrontarme; en la carrera pas delante de Ificlo, que
era robusto, y en arrojar la lanza super a Fileo y a Polidoro. Slo los
hijos de Actor me dejaron atrs con su carro porque eran dos, y me
disputaron la victoria a causa de haberse reservado los mejores pre-
mios para este juego. Eran aqullos hermanos gemelos, y el uno gober-
naba con firmeza los caballos, s, gobernaba con firmeza los caballos,
mientras el otro, con el ltigo, los aguijaba. As era yo en aquel tiempo.
Ahora los ms jvenes entren en las luchas; que ya debo ceder a la
triste senectud, aunque entonces sobresaliera entre los hroes. Ve y
contina celebrando los juegos fnebres de tu amigo. Acepto gustoso
el presente, y se me alegra el corazn al ver que te acuerdas siempre
del buen Nstor y no dejas de advertir con qu honores he de ser hon-
rado entre los aqueos. Las deidades te concedan por ello abundantes
gracias.
As habl, y el Pelida, odo todo el elogio que de l hizo el Nelida,
fuese por entre la muchedumbre de los aqueos. En seguida sac los
premios del duro pugilato: condujo al circo y at en medio de l una
mua de seis aos, cerril, difcil de domar, que haba de ser sufridora
del trabajo, y puso para el vencido una copa de doble asa. Y estando en
pie, dijo a los argivos:
Aquilea. Atrida y dems aqueos de hermosas grebas! Invitemos a
los dos varones que sean ms diestros a que levanten los brazos y com-
batan a puadas por estos premios. Aquel a quien Apolo conceda la
victoria, reconocindolo as todos los aqueos, conduzca a su tienda la
mua sufridora del trabajo, y el vencido se llevar la copa de doble asa.

69
As habl. Levantse al instante un varn fuerte, alto y experto en el
pugilato: Epeo, hijo de Panopeo. Y poniendo la mano sobre la mua
paciente en el trabajo, dijo:
Epeo. Acerqese el que haya de llevarse la copa de doble asa, pues
no creo que ningn aqueo consiga la mua, si ha de vencerme en el
pugilato. Me gloro de mantenerlo mejor que nadie. No basta acaso
que sea inferior a otros en la batalla? No es posible que un hombre sea
diestro en todo. Lo que voy a decir se cumplir: al campen que se me
oponga le rasgar la piel y le aplastar los huesos; los que de l hayan
de cuidar qudense aqu reunidos, para llevrselo cuando sucumba a
mis manos.
As se expres. Todos enmudecieron y quedaron silenciosos. Y tan
slo se levant para luchar con l Euralo, varn igual a un dios, hijo
del rey Mecisteo Talaynida, el cual fue a Tebas cuando muri Edipo y
en los juegos fnebres venci a todos los cadmeos. El Tidida, famoso
por su lanza, animaba a Euralo con razones, pues tena un gran deseo
de que alcanzara la victoria, y le ayudaba a disponerse para la lucha:
atle el cinturn y le dio unas bien cortadas correas de piel de buey
salvaje. Ceidos ambos contendientes, comparecieron en medio del
circo, levantaron las robustas manos, acometironse y los fornidos
brazos se entrelazaron. Crujan de un modo horrible las mandbulas y
el sudor brotaba de todos los miembros. El divino Epeo, arremetiendo,
dio un golpe en la mejilla de su rival, que le espiaba, y Euralo no si-
gui en pie largo tiempo, porque sus hermosos miembros desfallecie-
ron. Como, encrespndose la mar al soplo del Breas, salta un pez en
la orilla poblada de algas y las negras olas lo cubren en seguida; as
Euralo, al recibir el golpe, dio un salto hacia atrs. Pero el magnni-
mo Epeo, cogindole por las manos, lo levant; roderonle los compa-
eros y se lo llevaron del circo arrastraba los pies, escupa espesa
sangre y la cabeza se le inclinaba a un lado; sentronle entre ellos,
desvanecido, y fueron a recoger la copa doble.
El Pelida sac despus otros premios para el tercer juego, la penosa
lucha, y se los mostr a los daos: para el vencedor, un gran trpode,
apto para ponerlo al fuego, que los aqueos apreciaban en doce bueyes;
para el vencido, una mujer diestra en muchas labores y valorada en
cuatro bueyes, que sac en medio de ellos. Y estando en pie, dijo a los
argivos:
Aquilea. Levantaos los que hayis de entrar en esta lucha.
As habl. Alzse en seguida el gran Ayante Telamonio y luego el
ingenioso Odiseo, fecundo en ardides. Puesto el ceidor, fueron a en-
contrarse en medio del circo y se cogieron con los robustos brazos
como se enlazan las vigas que un ilustre artfice une, al construir alto
palacio, para que resistan el embate de los vientos. Sus espaldas cru-
jan, estrechadas fuertemente por los vigorosos brazos; copioso sudor
les brotaba de todo el cuerpo; muchos cruentos cardenales iban apare-

70
ciendo en los costados y en las espaldas, y ambos contendientes anhe-
laban siempre alcanzar la victoria y con ella el bien construido trpode.
Pero ni Odiseo lograba hacer caer y derribar por el suelo a Ayante, ni
ste a aqul, porque la gran fuerza de Odiseo se lo impeda. Y cuando
los aqueos, de hermosas grebas, ya empezaban a cansarse de la lucha,
dijo el gran Ayante Telamonio:
Ayante Telamonio. Laertada, del linaje de Zeus; Odiseo, fecundo
en ardides! Levntame, o te levantar yo, y Zeus se cuidar del resto.
Habiendo hablado as, lo levantaba; mas Odiseo no se olvid de sus
ardides, pues dndole por detrs un golpe en la corva, dejle sin vigor
los miembros, le hizo venir al suelo, de espaldas, y cay sobre su pe-
cho: la muchedumbre qued admirada y atnita al contemplarlo. Lue-
go el divino y paciente Odiseo alz un poco a Ayante, pero no consi-
gui sostenerlo en vilo, porque se le doblaron las rodillas y ambos ca-
yeron al suelo, el uno cerca del otro, y se mancharon de polvo.
Levantronse, y hubieran luchado por tercera vez, si Aquileo, ponin-
dose en pie, no los hubiera detenido:
Aquileo. No luchis ya, ni os hagis dafo. La victoria qued por
ambos. Recibid igual premio y retiraos para que entren en juego otros
argivos.
As dijo. Ellos le escucharon y obedecieron, pues en seguida, des-
pus de haberse limpiado el polvo, vistieron la tnica.
El Pelida sac otros premios para la velocidad en la carrera. Expuso
primero una crtera de plata labrada, que tena seis medidas de capa-
cidad y superaba en hermosura a todas las de la tierra. Los sidonios,
eximios artfices, la fabricaron primorosa; los fenicios, despus de lle-
varla por el sombro ponto de puerto en puerto, se la regalaron a Toan-
te; ms tarde, Euneo Jasnida la dio al hroe Patroclo para rescatar a
Lican, hijo de Pramo, y entonces Aquiles la ofreci como premio, en
honor del difunto amigo, al que fuese ms veloz en correr con los pies
ligeros. Para el que llegase el segundo seal un buey corpulento y pin-
ge, y para el ltimo, medio talento de oro. Y estando en pie, dijo a los
argivos:
Aquileo. Levantaos los que hayis de entrar en esta lucha.
As habl. Levantse al instante el veloz Ayante de Oileo; despus,
el ingenioso Odiseo, y, por fin, Antloco, hijo de Nstor, que en la ca-
rrera venca a todos los jvenes. Pusironse en fila y Aquileo les indic
la meta. Empezaron a correr desde el sitio sealado, y el Oilada se
adelant a los dems, aunque el divino Odiseo le segua de cerca.
Cuanto dista del pecho el huso que una mujer de hermosa cintura re-
vuelve en su mano, mientras devana el hilo de la trama, y tiene cons-
tantemente junto al seno, tan inmediato a Ayante corra el divinal Odi-
seo: pisaba las huellas de aqul antes de que el polvo cayera en torno
de las mismas y le echaba el aliento a la cabeza, corriendo siempre con
suma rapidez. Todos los aqueos aplaudan los esfuerzos que realizaba

71
Odiseo por el deseo de alcanzar la victoria, y le animaban con sus vo-
ces. Mas cuando les faltaba poco para terminar la c'arrera, Odiseo or
en su corazn a Atenea, la de ojos de lechuza:
Odiseo. yeme, diosa, y ven a socorrerme propicia, dando a mis
pies ms ligereza.
As dijo rogando. Palas Atenea le oy, y agilitle los miembros to-
dos y especialmente los pies y las manos. Ya iban a coger el premio,
cuando Ayante, corriendo, dio un resbaln pues Atenea quiso perju-
dicarle en el lugar que haban llenado de estircol los bueyes mugi-
dores, sacrificados por Aquileo, el de los pies ligeros, en honor de Pa-
troclo, y el hroe llense de boiga la boca y las narices. El divino y
paciente Odiseo le pas delante y se llev la crtera, y el preclaro Ayan-
te se detuvo, tom el buey silvestre, y, asindolo por el asta, mientras
escupa el estircol, habl as a los argivos:
Ayante de Oileo. Oh dioses! Una diosa me da los pies; aquella
que desde antiguo acorre y favorece a Odiseo cual una madre.
As dijo, y todos rieron con gusto. Antloco recibi, sonriente, el l-
timo premio, y dirigi estas palabras a los argivos:
Antloco. Os dir, argivos, aunque todos lo sabis, que los dioses
honran a los hombres de ms edad, hasta en los juegos. Ayante es un
poco mayor que yo; Odiseo pertenece a la generacin precedente, a los
hombres antiguos, dicen que es ya de edad provecta, pero vigoroso, y
contender con l en la carrera es muy difcil para cualquier aqueo que
no sea Aquileo.
As dijo, ensalzando al Pelida, de pies ligeros. Aquileo respondile
con estas palabras:
Aquileo. Antloco! No en balde me habrs elogiado, pues aado a
tu premio medio talento de oro.
As diciendo, se lo puso en la mano, y Antloco lo recibi con ale-
gra. Acto continuo el Pelida sac y coloc en el circo una larga pica,
un escudo y un casco, que eran las armas que Patroclo haba quitado a
Sarpedn. Y puesto en pie, dijo a los argivos:
Aquileo. Invitemos a los dos varones que sean ms esforzados a
que, vistiendo las armas y asiendo el tajante bronce, pongan a prueba
su valor ante el concurso. Al primero que logre tocar el gallardo cuerpo
de su adversario, le rasgue el vientre atravesndole la armadura y le
haga brotar la negra sangre, darle esta magnfica espada tracia, ta-
chonada con clavos de plata, que quit a Esteropeo. Ambos campeones
se llevarn las restantes armas y les daremos un esplndido banquete
en nuestra tienda.
As dijo. Levantse en seguida el gran Ayante Telamonio y luego el
fuerte Diomedes Tidida. Tan pronto como se hubieron armado, sepa-
radamente de la muchedumbre, fueron a encontrarse en medio del cir-
co, deseosos de combatir y mirndose con torva faz, y todos los aqueos
se quedaron atnitos. Cuando se hallaron frente a frente, tres veces se

72
acometieron y tres veces procuraron herirse de cerca. Ayante dio un
bote en el escudo liso del adversario, pero no pudo llegar a su cuerpo
porque la coraza lo impidi. El Tidida intentaba alcanzar con la punta
de la luciente lanza el cuello de aqul, por encima del gran escudo. Y
los aqueos, temiendo por Ayante, mandaron que cesara la lucha y am-
bos contendientes se llevaron igual premio; pero el hroe dio al Tidida
la gran espada, ofrecindosela con la vaina y el bien cortado ceidor.
Luego el Pelida sac la bola de hierro sin bruir que en otro tiempo
lanzaba el forzudo Eetin: el divino Aquileo, el de los pies ligeros,
mat a este prncipe y se llev en las naves la bola con otras riquezas.
Y puesto en pie, dijo a los argivos:
Aquileo. Levantaos los que hayis de entrar en esta lucha! La pre-
sente bola procurar al que venciere cuanto hierro necesite durante
cinco aos, aunque sean muy extensos sus frtiles campos, y sus pas-
tores y labradores no tendrn que ir por hierro a la ciudad.
As habl. Levantse en seguida el intrpido Polipetes; despus, el
vigoroso Leonteo, igual a un dios; luego, Ayante Telamonada, y, por
fin, el divino Epeo. Pusironse en fila, y el divino Epeo cogi la bola y
la arroj, despus de voltearla, y todos los argivos se rieron. La tir el
segundo, Leonteo, vastago de Ares. El gran Ayante Telamonio la despi-
di tambin, con su robusta mano, y logr pasar las seales de los an-
teriores tiros. Tomla entonces el intrpido Polipetes, y cuanta es la
distancia a que llega el cayado cuando lo lanza el pastor y voltea por
encima de la vacada, tanto pas la bola el espacio del circo; aplaudie-
ron los aqueos, y los amigos del esforzado Polipetes, levantndose, lle-
varon a las cncavas naves el premio que su rey haba ganado.
Luego sac Aquileo azulado hierro para los arqueros, colocando en
el circo diez hachas grandes y otras diez pequeas. Clav en la arena,
a lo lejos, un mstil de navio despus de atar en su punta, por el pie y
con delgado cordel, una tmida paloma, e invitles a tirarle saetas, di-
ciendo:
Aquileo. El que hiera a la tmida paloma, llvese a su casa todas
las hachas grandes; el que acierte a dar en la cuerda sin tocar el ave,
como ms inferior, tomar las hachas pequeas.
As dijo. Levantse en seguida el robusto caudillo Teucro y luego
Meriones, esforzado escudero de Idomeneo. Echaron dos suertes en
un casco de bronce, y, agitndolas, sali primero la de Teucro. Este
arroj al momento y con vigor una flecha, sin ofrecer a Apolo una he-
catombe perfecta de corderos primognitos; y si bien no toc al ave
negselo Apolo, la amarga saeta rompi el cordel muy cerca de la
pata por la cual se haba atado a la paloma: sta vol al cielo, el cordel
qued colgando y los aqueos aplaudieron. Meriones arrebat apresura-
damente el arco de las manos de Teucro, acerc a la cuerda la flecha
que de antemano tena preparada, vot a Apolo sacrificarle una heca-
tombe de corderos primognitos, y viendo a la tmida paloma que daba

73
vueltas all en lo alto del aire, cerca de las nubes, dispar y le atraves
una de las alas. La flecha vino al suelo, a los pies de 'Meriones, y el ave,
posndose en el mstil del navio de negra proa, inclin el cuello y aba-
ti las tupidas alas, la vida huy lejos de sus miembros y aqulla cay
del mstil a lo lejos. La gente lo contemplaba con admiracin y asom-
bro. Meriones tom, por tanto, las diez hachas grandes, y Teucro se
llev a las cncavas naves las pequeas.
Luego el Pelida sac y coloc en el circo una larga pica y una calde-
ra no puesta an al fuego, que era del valor de un buey y estaba deco-
rada con flores. Dos hombres diestros en arrojar la lanza se levanta-
ron: el poderoso Agamenn Atrida y Meriones, escudero esforzado de
Idomeneo. Y el divino Aquileo, el de los pies ligeros, les dijo:
Aquilea. Atrida! Pues sabemos cunto aventajas a todos y que as
en la fuerza como en arrojar la lanza eres el ms sealado, toma este
premio y vuelve a las cncavas naves. Y entregaremos la pica al hroe
Meriones, si te place lo que te propongo.
As habl. Agamenn, rey de hombres, no dej de obedecerle. Aqui-
leo dio a Meriones la pica de bronce, y el hroe Atrida tom el magn-
fico premio y se lo entreg al heraldo Taltibio.
HOMERO, LA ILIAD A.
Edicin de Julio Palli.
Barcelona. Bruguera. 1979

HOMERO (S. IX-VIII a.C.)


Odisea
Ulises participa en los juegos de los feacios

Odme, caudillos y seores de los feacios! Ya hemos gozado del


bien distribuido banquete y de la ctara que es compaera del festn
esplndido; salgamos y probemos toda clase de juegos. As tambin el
husped contar a los suyos al volver a casa cunto superamos a los
dems en el pugilato, en la lucha, en el salto y en la carrera.
As habl y los condujo y ellos les siguieron. El heraldo colg del
clavo la sonora ctara y tom de la mano a Domdoco; lo sac del m-
garon y lo conduca por el mismo camino que llevaban los mejores de
los feacios para admirar los juegos. Se pusieron en camino para ir al
agora y los segua una gran multitud, miles. Y se pusieron en pie mu-
chos y vigorosos jvenes, se levant Acroneo, y Ocalo, y Elatreo, y

74
Nauteo, y Primneo, y Anqualo, y Eretmeo, y Ponteo, y Poreo, y Ton,
y Anabesineo, y Anfalo, hijo de Polineo Tectnida. Se levant tambin
Euralo, semejante a Ares, funesto para los mortales, el que ms sobre-
sala en cuerpo y hermosura de todos los feacios despus del irrepro-
chable Laodamante. Tambin se pusieron en pie tres hijos del egregio
Alcnoo: Laodamante, Halio y Clitoneo, parecido a un dios. Estos hi-
cieron la primera prueba con los pies. Desde la lnea de salida se les
extenda la pista y volaban velozmente por la llanura levantando polvo.
Entre ellos fue con mucho el mejor en el correr el irreprochable Clito-
neo; cuanto en un campo noval es la distancia de dos muas, tanto se
les adelant llegando a la gente mientras los otros se quedaron atrs.
Luego hicieron la prueba de la fatigosa lucha y en sta venci Euralo
a todos los mejores. Y en el salto fue Anfalo el mejor, y en el disco fue
Elatreo el mejor de todos con mucho, y en el pugilato Laodamante, el
noble hijo de Alcnoo. Y cuando todos hubieron deleitado su nimo
con los juegos, entre ellos habl Laodamante, el hijo de Alcnoo:
Aqu, amigos, preguntemos al husped si conoce y ha aprendido
algn juego. Que no es vulgar en su natural: en sus msculos y piernas,
en sus dos brazos, en su robusto cuello y en si gran vigor. Y no carece
de vigor juvenil, sino que est quebrantado por numerosos males; que
no creo yo que haya cosa peor que el mar para abatir a un hombre por
fuerte que sea.
Y Euralo le contest y dijo:
Has hablado como te corresponde. Ve t mismo a desafiarlo y ma-
nifistale tu palabra.
Cuando le oy se adelant el noble hijo de Alcnoo, se puso en me-
dio y dijo a Odiseo:
Ven aqu, padre husped, y prueba t tambin los juegos si es que
has aprendido alguno. Es natural que los conozcas, pues no hay gloria
mayor para el hombre mientras vive que lo que hace con sus pies o con
sus manos. Vamos, pues, haz la prueba y arroja de tu nimo las penas,
pues tu viaje no se diferir por ms tiempo; ya la nave te ha sido bota-
da y tienes preparados unos acompaantes.
Y le respondi y dijo el muy astuto Odiseo:
Laodamante! Por qu me ordenis tal cosa por burlaros de m?
Las penas ocupan mi interior ms que los juegos. Yo he sufrido antes
mucho y mucho he soportado. Y ahora estoy sentado en vuestra asam-
blea necesitando el regreso, suplicando al rey y a todo el pueblo.
Entonces, Euralo le contest y le ech en cara:
No, husped, no te asemejas a un hombre entendido en juegos,
cuantos hay en abundancia entre los hombres, sino al que est siempre
en una nave de muchos bancos, a un comandante de marineros mer-
cantes que cuida de la carga y vigila las mercancas y las ganancias
debidas al pillaje. No tienes traza de atleta.
Y lo mir torvamente y le contest el muy astuto Odiseo:

75
Husped! No has hablado bien y me pareces un insensato. Los
dioses no han repartido de igual modo a todos sus amables dones de
hermosura, inteligencia y elocuencia. Un hombre es inferior por su as-
pecto, pero la divinidad lo corona con la hermosura de la palabra y
todos miran hacia l complacidos. Les habla con firmeza y con suavi-
dad respetuosa y sobresale entre los congregados, y lo contemplan
como a un dios cuando anda por la ciudad.
Otro, por el contrario, se parece a los inmortales en su porte, pero
no lo corona la gracia cuando habla.
As tu aspecto es distinguido y ni un dios te habra formado de otra
guisa, mas de inteligencia eres necio. Me has movido el nimo dentro
del pecho al hablar inconvenientemente. No soy desconocedor de los
juegos como t aseguras, antes bien, creo que estaba entre los prime-
ros mientras confiaba en mi juventud y mis brazos. Pero ahora estoy
posedo por la adversidad y los dolores, pues he soportado mucho gue-
rreando con los hombres y atravesando las dolorosas olas. Pero aun
as, aunque haya padecido muchos males, probar en los juegos: tu
palabra ha mordido mi espritu y me has provocado al hablar.
Dijo, y con su mismo vestido se levant, tom un disco mayqr y ms
ancho y no poco ms pesado que con el que solan competir entre s los
feacios. Le dio vueltas, lo lanz de su pesada mano y la piedra reson.
Echronse a tierra los feacios de largos remos, hombres ilustres por
sus naves, por el mpetu de la piedra, y sta sobrevol todas las seales
al salir velozmente de su mano. Atenea le puso la seal tomando la
forma de un hombre, le dijo su palabra y lo llam por su nombre:
Incluso un ciego, forastero, distinguira a tientas la seal, pues no
est mezclada entre la multitud sino mucho ms adelante; confa en
esta prueba; ninguno de los feacios la alcanzar ni sobrepasar.
As habl, y se alegr el sufridor, el divino Odiseo gozoso porque
haba visto en la competicin un compaero a su favor. Y entonces
habl ms suavemente a los feacios:
Alcanzad esta seal, jvenes; en breve lanzar, creo yo, otra piedra
tan lejos o an ms. Y aquel entre los dems feacios, salvo Laodaman-
te, a quien su corazn y su nimo le impulse, que venga ac, que haga
la prueba puesto que me habis irritado en exceso en el pugilato o
en la lucha o en la carrera; a nada me niego. Pues Laodamante es mi
husped: Quin luchara con el que lo honra como husped? Es un
hombre loco y de poco precio el que propone rivalizar en los juegos a
quien le da hospitalidad en tierra extranjera, pues se cierra a s mismo
la puerta. Pero de los dems no rechazo a ninguno ni lo desprecio, sino
que quiero verlo y ejecutar las pruebas frente a l. Que no soy malo en
todas las competiciones cuantas hay entre los hombres. S muy bien
tender el arco bien pulimentado; sera el primero en tocar a un hombre
enviando mi dardo entre una multitud de enemigos aunque lo rodea-
ran muchos compaeros y lanzaran flechas contra los hombres. Slo

76
Filoctetes me superaba en el arco en el pueblo de los troyanos cuando
disparbamos los aqueos. De los dems os aseguro que yo soy el mejor
con mucho, de cuantos mortales hay sobre la tierra que comen pan.
Aunque no pretendo rivalizar con hombres antepasados como Hera-
cles y Eurito Ecaliense, los que incluso con los inmortales rivalizaban
en el arco. Por eso muri el gran Eurito y no lleg a la vejez en su
palacio, pues Apolo lo mat irritado porque le haba desafiado a tirar
con el arco.
Tambin lanzo la jabalina a donde nadie llegara con una flecha.
Slo temo a la carrera, no sea que uno de los feacios me sobrepase; que
fui excesivamente quebrantado en medio del abundante oleaje, puesto
que no haba siempre provisiones en la nave y por esto mis miembros
estn flojos.
As habl, y todos enmudecieron en silencio. Slo Alcnoo contest
y dijo:
Husped, puesto que esto que dices entre nosotros no es desagra-
dable, sino que quieres mostrar la vala que te acompaa, irritado por-
que este hombre se ha acercado a injuriarte en el certamen pues no
pondra en duda tu vala cualquier mortal que supiera en su interior
decir cosas apropiadas. ...Pero, vamos, atiende a mi palabra para
que a tu vez se lo comuniques a cualquiera de los hroes, cuando co-
mas en tu palacio junto a tu esposa y tus hijos, acordndote de nuestra
vala: que obras nos concede Zeus tambin a nosotros continuamente
ya desde nuestros antepasados. No somos irreprochables pgiles ni lu-
chadores, pero corremos velozmente con los pies y somos los mejores
en la navegacin; continuamente tenemos agradables banquetes y cta-
ra y bailes y vestidos mudables y baos calientes y camas.
Conque, vamos, bailarines de los feacios, cuantos sois los mejores,
danzad; as podr tambin decir el husped a los suyos cuando regrese
a casa cunto superamos a los dems en la nutica y en la carrera y en
el baile y en el canto. Que alguien vaya a llevar a Demdoco la sonora
ctara que est en algn sitio de mi habitacin.
HOMERO, ODISEA.
Edicin preparada por Jos Luis Calvo.
Madrid. Editora Nacional. 1976

77
Escenas de diferentes especialidades atlticas (lanzamiento de disco,
de jabalina) practicadas por los griegos desde la poca homrica.

78
SFOCLES (S.V A.C.)
Electra
La muerte de Orestes en la carrera de carros

PEDAGOGO. Digo, como acabo de hacerlo, que Orestes ha muer-


to.
ELECTRA. Estoy muerta, infortunada!, ya nada soy.
CLITEMESTRA. (A Electra.) T ocpate de tus asuntos. Y t, ex-
tranjero, dime la verdad, de qu modo muri?
PEDAGOGO. He sido enviado para esto y todo te lo contar. Ha-
biendo llegado aqul al famoso certamen, orgullo de Grecia, a la bs-
queda de los premios deficos, cuando oy el agudo pregn del hombre
que proclamaba la carrera pedestre, de la que se celebraba la primera
prueba, se present radiante, objeto de admiracin para todos los pre-
sentes. Habiendo igualado a la brillantez de su natural el resultado de
la carrera, sali llevando el muy honroso galardn de la victoria.
No s cmo contarte unas pocas hazaas y victorias entre las mu-
chas realizadas por semejante hombre, pero entrate de una sola cosa:
de cuantas pruebas hicieron proclamar los jueces se llev los premios
de la victoria. Se le consider dichoso cuando fue celebrado como ar-
givo y como Orestes su nombre, hijo de Agamenn, el que en otro
tiempo reuniera el famoso ejrcito de la Hlade. Y as estaban las co-
sas. Pero cuando alguno de los dioses se propone hacer dao, ni aun
siendo fuerte se puede uno librar.
Al otro da, cuando a la salida del sol tena lugar la prueba de la
carrera de carros, aqul se present entre numerosos aurigas. Uno era
aqueo, otro de Esparta, dos eran libios, conductores de carros uncidos.
El era el quinto entre stos, con yeguas tesalias. El sexto proceda de
Etolia, con potras alazanas. El sptimo era de Magnesia. El octavo,
con blancos caballos, de estirpe eniana. El noveno, venido de Atenas,
la ciudad fundada por los dioses. Otro, beocio, completaba el dcimo
carro.
Habindose colocado donde los jueces encargados les haban desig-
nado por sorteo y donde estaban dispuestos los carros, se lanzaron al
son de la trompeta de bronce. Al mismo tiempo que excitaban a gritos
a los caballos, agitaban las riendas en sus manos. Todo el estadio se
llen del estrpito de los trepidantes carros. El polvo se elevaba hacia
el cielo. Todos mezclados a la vez, no escatimaban las picas para que
cada uno de ellos pudiera sobrepasar los bujes de los otros carros y a
los caballos que relinchaban. Al mismo tiempo el aliento de los corce-
les espumeaba e irrumpa en torno a sus espaldas y a las ruedas en
movimiento.
Aqul, estando justo al pie del ltimo poste, acercaba una y otra vez
el cubo de la rueda hasta rozarlo y, al tiempo que dejaba ms suelto al

79
caballo uncido de la derecha, retena al que estaba en su lado. Al prin-
cipio todos los carros estuvieron en pie, pero despus los caballos del
eniano se precipitan con fuerza, desbocados y, al volverse, terminando
la sexta vuelta y ya en la sptima, chocan de frente con el carro barceo.
Entonces, a causa de un solo infortunio, se destrozan y se caen unos
sobre otros, y toda la llanura de Crisa se llen de restos de carros vol-
cados. Al darse cuenta, el diestro conductor de Atenas se aparta hacia
afuera y se detiene, dejando que pasen por el centro los carros y caba-
llos mezclados en confusin. Orestes, que mantena los potros al final
porque confiaba en la ltima vuelta, avanzaba el ltimo. Pero cuando
ve que ha quedado solo aqul, haciendo resonar im agudo chasquido
en las orejas de los rpidos corceles, se lanza en su persecucin.
Y avanzaban igualados los dos en los troncos, sacando desde los
carros, unas veces uno y otras el otro, la cabeza. En todas las dems
vueltas se mantuvo erguido con seguridad, derecho, el infortunado, en
un carro tambin derecho. Despus, suelta la rienda izquierda en un
momento en que el caballo est doblado y tropieza con el extremo de
la meta sin advertirlo. Rompi por la mitad el extremo del eje y cay
desde la baranda del carro. Se enrosca en las bien cortadas riendas. Al
caer l al suelo, los caballos se dispersaron por en medio de laxista.
Cuando la multitud le ve derribado, prorrumpe en gritos de lamen-
to por el joven que, habiendo realizado semejantes hazaas, alcanza
ahora tales infortunios. Arrastrado unas veces por el suelo y otras apa-
reciendo las piernas por el aire, hasta que los otros conductores, rete-
niendo con esfuerzo la carrera de los caballos, lo soltaron cubierto de
sangre, de modo que ninguno de sus amigos hubiera podido recono-
cerle, si hubiera visto el desdichado cuerpo.
Despus de quemarle en una pira, unos hombres focences designa-
dos para ello traen en una pequea urna de bronce un gran cuerpo que
slo es miserable ceniza, para que obtenga enterramiento en la tierra
paterna. Tales son los hechos, dolorosos para narrarlos, pero, para no-
sotros que los vimos, la ms grande de todas las desgracias que yo he
contemplado.
SFOCLES, ElECTRA.
Madrid. Credos. 1981

80
JENOFONTE (CERCA 430-DESPUS DE 369 A.C.)
La Repblica de los Lacedemonios
La educacin de los espartanos

Los dems griegos consideran conveniente que tambin las donce-


llas lleven una vida apacible, trabajando la lana. Pues bien, de las que
son as criadas, cmo esperar que puedan dar vida a nada grande?
Licurgo, por el contrario, pens que para proveerse de ropas basta con
las esclavas, y que para las mujeres libres la ms importante misin, a
su parecer, es la procreacin de los hijos; orden, pues, en primer lu-
gar, que el sexo femenino ejercitase no menos que el masculino su
cuerpo; y adems, instituy certmenes de ligereza entre las mujeres...
Por mi parte, una vez que ya he acabado de hablar acerca de lo de
la prole, quiero poner tambin en claro el modo de educacin que unos
y otros usan. Pues de los dems griegos, los que se ufanan de educar
inmejorablemente a sus hijos, tan pronto como los nios son capaces
de comprender lo que se les dice, sin prdida de tiempo ponen a unos
criados en calidad de pedagogos para que cuiden de ellos, y con la mis-
ma prisa los envan a la escuela para que aprendan letras, msica y
gimnasia; ablandan adems con el calzado los pies de los nios, y lle-
van la molicie a sus cuerpos entre los pliegues de los mantos; y toman
el apetito de los nios por medida de lo que deben comer. Licurgo, en
cambio, en lugar de permitir que cada cual, particularmente, hiciera
de unos esclavos los pedagogos de sus hijos, orden que ejerciera el
poder sobre los nios, uno de los que desempean los ms altos car-
gos, que es precisamente el que recibe el nombre de paidnomo; y di-
le autoridad para reunir a los nios y para observarlos y castigar con
dureza al negligente. Asignle tambin a unos jvenes en calidad de
mastigforos, para que castigasen a los nios cuando fuera preciso; de
modo que un gran respeto y una absoluta obediencia juntamente all
concurren. Adems, en lugar de ablandar los pies con el calzado, orde-
n que los endurecieran andando descalzos, pues pensaba que, si de
este modo se ejercitaban, mucho ms fcilmente escalaran las alturas,
y con mayor seguridad bajaran las pendientes, y saltaran y brincaran
lo mismo en longitud que en altura con mayor ligereza. Y opinaba que,
en lugar de envolverse muellemente en mantos, deban acostumbrarse
a no llevar sino un solo vestido en cualquier poca del ao, consideran-
do que as estaran mejor dispuestos a afrontar tanto el fro como el
calor. Y en cuanto a la alimentacin, orden que en las excursiones
dispusiera cada irn de una cantidad tal, que no les expusiera a sentir
la pesadez de la hartura, ni les hiciera, por otra parte, desconocer lo
que es pasar necesidades; porque crea que los as educados podran
mejor, si necesidad tuvieren, soportar la falta de vveres, y resistiran
durante ms tiempo con la misma racin, si as se les ordenase; y no

81
necesitaran de un selecto condimento, sino que estaran mejor dis-
puestos a cualquier clase de comida, y viviran, en fin, ms saludable-
mente. Pens, adems, que un gnero de alimentacin que d esbeltez
al cuerpo, hacindole crecer en estatura, conviene ms que una dieta
que le ensanche desmesuradamente. Y para que no pasaran tampoco
hambre excesiva, si bien no les permita coger sin esfuerzo lo que ne-
cesitaran, les autoriz, en cambio. Licurgo a que robaran algo para
poner remedio a su necesidad...
Parceme que debo hablar tambin del trato amoroso con los ni-
os, ya que tambin esto, en cierto modo, concierne a la educacin.
Pues bien, los dems griegos, o viven juntos hombre y muchacho, tal
los beocios; o bien, como los eleos, alcanzan con liberalidades el favor
de los jvenes; y hay tambin quienes prohiben en absoluto a los ena-
morados hablar con los nios. Mas Licurgo disinti por completo de
todos estos pareceres, y si alguno, siendo l mismo como se debe ser,
prendado del espritu de un muchacho, intentaba hacer de l un amigo
sin tacha y vivir en su compaa, aprobbalo Licurgo y juzgaba este
modo de educacin el ms conveniente. Pero, en cambio, tuvo por
suma torpeza el denotar apetencia de la belleza de un joven, y as orde-
n que en Lacedemonia los enamorados se abstuvieran de tratar con
los nios, del mismo modo que se abstienen los padres de los hijos o
los hermanos entre s en los placeres amorosos. Ahora bien, que haya
quienes no pueden creer esto, no me admira ciertamente; porque, en la
mayora de las ciudades, las leyes no se oponen al apetito de los que
gustan de los jvenes.
Con esto queda explicado el modo de educacin laconio y el de los
restantes griegos. Con cul de ellos se hacen los hombres ms obedien-
tes, ms respetuosos y ms moderados en lo que serlo conviene, exam-
nelo el que quiera.
JENOFONTE. LA REPBLICA DE LOS LACEDEMONIOS.
Edicin de Mara Rico.
Madrid. Instituto de Estudios Polticos. 1957

82
PNDARO (S.V A.C.)
Olmpica I
A Hieran de Siracusa, vencedor en la carrera de caballos

Excelsa es el agua; pero el oro, cual fuego ardiente,


se destaca en la noche por encima de la riqueza que al hombre enorgu-
llece.
Si los juegos deportivos proclamar
deseas, corazn mo,
no trates t ya de contemplar
en pleno da astro luminoso, a travs del ter yermo, ms clido que el
sol,
ni nosotros un certamen superior al de Olimpia cantaremos,
lugar de donde procede el himno, por muchos entonado, que envuelve el
ingenio
de los poetas, para que canten
al hijo de Crono cuando lleguen al prspero
hogar bienaventurado de Hiern,
quien ostenta el cetro dictaminador en la fructfera
Sicilia, recolectando los capullos de todas las virtudes,
mientras resplandece a la vez
en lo ms exquisito del arte musical
con diversiones como las que nos renen
a los hombres con frecuencia alrededor de su mesa hospitalaria.
Vamos! Descuelga del clavo la forminge doria,
si es verdad que la gloria Pisa y de Ferenico
someti tu espritu a dulcsimas inquietudes
cuando junto al Alfeo se lanz a la carrera
sin que su cuerpo en su transcurso fustigado fuera
y fundi a su amo con su victoria,
al rey siracusano de ecuestres aficiones!
Reluce su fama
en la colonia, por sus hombres clebre, del lidio Plope.
Por ste sinti pasin el poderoso Posidn,
el que la tierra conduce, cuando Cloto lo sac del inmaculado caldero
provisto de un brillante hombro de marfil.
En verdad que es mucho lo asombroso!
E incluso puede acontecer que los rumores
de los mortales, habladuras adornadas con abigarradas
ficciones, trasgrediendo el relato verdadero, nos engaen por com-
pleto.
El Encanto, que apresta para los mortales todo lo que les es grato,

83
como adems les aporta honra, tambin consigue que se crea lo in-
creble
las ms de las veces;
y los das restantes
son sus testigos ms cualificados.
Decoroso es que el hombre slo tenga palabras hermosas acerca de los dioses,
pues as ser menor su culpa.
Hijo de Tndalo! En contra de lo dicho por mis predecesores afirmar
que, cuando tu padre invit a los dioses al muy irreprochable
festejo en su querida Spilo,
para ofrecerles un banquete en reciprocidad,
entonces el del brillante tridente te arrebat,
domeados sus sentidos por el deseo, y en ureo carro
te subi a la morada excelsa de Zeus, el muy honorado;
all en posterior ocasin
lleg tambin Ganimedes
para prestar a Zeus el mismo servicio.
Como visible no eras y a tu madre,
por ms que te buscaban, los hombres no te devolvan,
uno de tus envidiosos vecinos dijo en secreto
que, desmembrado con un cuchillo, te haban arrojado al agua en su ex-
tremo
hervor por obra del fuego,
y que en la mesa, en un segundo reparto de carnes,
te haban troceado y devorado.
Imposible me resulta llamar glotn a un bienaventurado! Me aparto de
ello!
Cuntas veces la miseria ha cado en suerte a los maledicentes!
En verdad que si hubo un mortal honrado
por los vigas del Olimpo, se fue Tntalo, mas no pudo digerir
su gran fortuna, y por causa del hartazgo
se gan un castigo espantoso, la pesada
piedra que sobre l colg el Padre:
el continuo deseo de apartarla de su cabeza
le hace perder el rumbo de la felicidad.

sa es la clase de vida, sin remedio, que lleva en continuo suplicio,


cuarto castigo, junto a otros tres, porque rob
a los inmortales y dio a sus congneres convidados
el nctar y la ambrosa,
que fueron instrumento de su inmortalidad.
Mas si alguien espera ocultar
sus obras a los dioses, yerra.
Por ello los inmortales arrojaron a su hijo de nuevo
a la bsqueda de la efmera raza humana;

84
y cuando, al alcanzar la flor de su edad,
el vello cubri de sombra su barbilla,
brot en l la inquietud por un oportuno matrimonio:
de su padre el de Pisa a la gloriosa Hipodama
conseguir. Acercse solo al mar gris en la oscuridad.
Llam a voces al de profundo estruendo,
el del poderoso tridente. ste
se le apareci cerca, junto a los pies.
Djole: Vamos! Si es que los amables dones de la Cipria,
Posidn, producen algn efecto maravilloso,
traba la lanza broncnea de Enmao,
encamname sobre tu velocsimo carro
hasta la Elide y acrcame a la victoria,
pues ya ha matado a trece pretendientes
para aplazar el matrimonio
de su hija! El peligro grande no admite a un hombre cobarde.
Si hemos de morir, por qu preparar en vano
una vejez sin gloria sentados en la oscuridad,
privados de todo lo bello?
A m me corresponder esta hazaa.
Y t concdeme su realizacin segn quiero.
As dijo; y no quedaron sin cumplimiento
las palabras con que le conmovi. El dios le honr
con el don de un carro ureo y de caballos de infatigables alas.

Sojuzg la violencia de Enmao y a la doncella como cnyuge;


engendr seis hijos, caudillos esforzados en sus virtudes,
y ahora comparte esplndidas ofrendas cruentas,
yacente cabe el curso del Alfeo,
en tumba que culto recibe junto a un altar por muchos visitantes frecuentado.
La gloria
de Plope desde lejos nos contempla, en los certmenes
de las Olimpiadas, donde se dirime la velocidad de las piernas
y la madurez valiente de la fuerza.
El vencedor, para el resto de su vida,
conserva meliflua bonanza
por mor de sus proezas; el galardn que se conserva en cotidiana suce-
sin
es el ms excelso que a cualquier mortal sobreviene.
Mas yo he de coronar a aqul con el modo ecuestre
en meloda eolia.
Persuadido estoy
de que no he de llegar a adornar con los gloriosos pliegues de mis himnos
a ningn husped que a un tiempo sea del bien conocedor
y en podero superior a los actuales.

85
Un dios protector se ocupa, Hiern,
de tus inquietudes con solicitud por ello; y si presto no te deja
tengo la esperanza de que una victoria
an ms dulce, lograda con raudo carro, he de celebrar cuando
encuentre camino de palabras que sea mi aliado,
al llegar junto al Cronio, desde lejos visible. La Musa, es cierto,
alimenta con vigor su ms poderosa flecha
para m. Diversa es la grandeza en cada uno; pero la ms escogida
guarda su cima
para los reyes. Ya no mires ms all.
Que t puedas hollar un tiempo as de excelsitud
y que yo me vea en compaa de los vencedores,
en otras tantas ocasiones, siendo renombrado por mi poesa entre los
griegos por doquier!
PNDARO, OBRA COMPLETA.
Edicin de Emilio Surez de la Torre.
Madrid. 1988. Ctedra. Letras Universales.

PLATN (428-348/7 A.C.)


La Repblica
Sobre la educacin gimnstica de los guardianes

Ahora bien, despus de la msica los jvenes deben ser educados


por medio de la gimnasia.
Es lo que corresponde.
Por lo tanto, tambin en ese sentido hay que educarlos, desde ni-
os, toda la vida. Te dir lo que pienso sobre este asunto, pero exam-
nalo t tambin. No creo que, aun cuando el cuerpo est en condicio-
nes ptimas, su perfeccin beneficie al alma; pero en el caso inverso
un alma buena, por medio de su excelencia, har que el cuerpo sea lo
mejor posible. Y t qu opinas?
Lo mismo que t.
Pues entonces, si hemos atendido suficientemente nuestro espri-
tu y le transferimos el cuidado ms preciso de lo que concierne al cuer-
po, y nosotros indicamos slo las pautas, para no extendernos en dis-
cursos, actuaremos correctamente?
Sin duda.

86
Ya hemos dicho que los guardianes deban abstenerse de embria-
garse; porque para cualquiera es ms admisible que para un guardin
la embriaguez y la prdida de la nocin del lugar de la tierra en que
est.
En efecto dijo Glaucn, sera ridculo que un guardin nece-
sitara a su vez de un guardin.
Y en lo que a los alimentos concierne? Pues nuestros hombres
son atletas que toman parte en la competicin ms importante. No lo
crees?
S lo creo.
Y ser el modo actual de ejercitarse el adecuado a ellos?
Tal vez.
Sin embargo, es algo somnoliento y peligroso para la salud. O no
ves que se pasan la vida durmiendo, y, si se alejan un poco del rgimen
prescrito, estos atletas padecen grandes y violentas enfermedades?
S, lo veo.
Entonces se necesita un tipo de ejercicio ms adecuado a nues-
tros guerreros atletas, quienes, como los per^-os, deben estar siempre
alertos y aguzar al mximo ojos y odos, y aun cuando sufran muchos
cambios durante las campaas sea de agua y diversos alimentos, sea
de calores solares y de tormentas invernales han de gozar de una
salud resistente.
Estoy de acuerdo.
En tal caso, la mejor gimnasia no estar hermanada con la m-
sica que hace un momento describamos?
Qu quieres decir?
Pienso en una gimnasia simple y adecuada especialmente en lo
que concierne a la guerra.
Y cmo ser?
Eso lo hemos aprendido de Homero. Sabes que, cuando sus h-
roes comen en campaa, no los alimenta con pescado, ni aunque estn
junto al mar o en el Helesponto, y tampoco con carne hervida, sino
slo asada, que es la que ms fcil pueden procurarse los soldados.
Porque, como se suele decir, en todas partes es ms fcil proveerse del
fuego solo que dar vueltas de un lado a otro llevando potes.
Ms fcil, en efecto.
Y en cuanto a dulces, creo, Homero jams los menciona. Y esto
es algo que los dems atletas saben: si han de mantener su cuerpo en
forma deben abstenerse de todos los alimentos de esa ndole.
No slo lo saben bien sino que efectivamente se abstienen de
ellos.
Y no creo, mi querido amigo, que apruebes la mesa siracusana ni
la variedad de platos sicilianos, salvo que opines que estas cosas son
correctas.
No, no opino eso.

87
En tal caso, tambin censurars a los hombres que, debiendo
mantener su cuerpo en forma, tengan una joven corintia como concu-
bina.
Claro que s.
Y las afamadas delicias de la pastelera ateniense?
Necesariamente.
Pienso que haramos una comparacin correcta si cotejramos
semejante alimentacin y todo ese rgimen de vida con la meloda y
con el canto compuesto donde caben todas las armonas y todos los
ritmos.
De acuerdo.
Ahora bien, la variedad produce intemperancia en un caso, en el
otro enfermedad; en cambio la simplicidad en la msica genera mode-
racin en el alma, y la simplicidad en la gimnasia confiere salud al
cuerpo.
Es muy cierto.
Pero si en el Estado abundan la intemperancia y las enfermeda-
des, se abren muchos tribunales y casas de atencin mdica, y la argu-
cia judicial y la medicina son veneradas solemnemente cuando'incluso
muchos hombres libres ponen su celo intenso en ellas.
Y no puede ser de otro modo.
Sin duda, no podrs dar con una prueba mayor de una educacin
pblica viciosa y vergonzosa que la que ofrece la necesidad de mdicos
y jueces hbiles, no slo por parte de gente vulgar y de los trabajadores
manuales, sino tambin por quienes se jactan de haber sido educados
de forma liberal. Y no te parece vergonzoso y una importante prueba
de la deficiente educacin la necesidad, por falta de justicia y de recur-
sos propios, de apelar a otros en calidad de amos y jueces?
Es lo ms vergonzoso.
Pues dime si no te parece ms vergonzoso an esto: cuando al-
guien pasa la mayor parte de su vida en los tribunales, como acusado
o acusador, y, lo que es peor, a causa de su ignorancia de lo valioso, se
persuade de que debe enorgullecerse de su habilidad para el delito y de
su capacidad para dar toda clase de vueltas, recorrer todos los recove-
cos y escapar, doblndose como un mimbre, a fin de no afrontar la
justicia. Y esto por cosas de poco o ningn valor, mientras desconoce
cunto ms bello y mejor es organizarse la vida de modo que no tenga
necesidad de un juez semidormido.
S, me parece que esto es ms vergonzoso an.
Y en lo que concierne a la necesidad de la medicina prosegu,
no a causa de heridas ni de una de esas enfermedades que acometen
anualmente, sino por obra de la pereza y del tipo de vida que ya hemos
descrito, se llenan, como si fueran estanques, de corrientes y de vien-
tos, obligando a los ingeniosos Asclepadas a poner a estas enfermeda-

88
des nombres como 'catarros' y 'flatulencias'. No te parece tambin
vergonzoso?
S, en realidad sos son nombres de enfermedades, recin inven-
tados y absurdos.
A mi ver, nada de eso haba en tiempos de Asclepio. He aqu la
prueba: cuando sus hijos estaban en Troya y vieron a Eurpilo herido,
no censuraron a la mujer que le dio a beber vino de Pramno salpicado
con harina de cebada y con queso fresco rallado, que parece ser infla-
matorio, ni han censurado a Patroclo por proceder de ese modo.
Y sin embargo dijo Glaucn, era una bebida absurda para
quien estuviera en esas condiciones.
No tan absurda repuse si reflexionas que, antiguamente se-
gn se dice, antes de Herdico, los Asclepadas no practicaban el
arte de atender enfermedades, la medicina actual. Herdico, que era
maestro de gimnasia y cay enfermo, mezcl la gimnasia con la medi-
cina, con lo cual se atorment primeramente y al mximo a s mismo,
y despus a muchos otros de sus sucesores.
De qu manera?
Haciendo que su muerte fuese lenta. En efecto, al atender cuida-
dosamente su enfermedad, que era mortal y no pudo curar, vivi toda
su vida sin tiempo para otra cosa que no fuera su tratamiento mdico,
torturndose si llegaba a apartarse en algo de su rgimen habitual, y
as lleg a la vejez, muriendo duramente a causa de su sabidura.
Bello presente la aport su arte!
El que es natural para quien no sabe que Asclepio no mostr a sus
descendientes esta clase de medicina, no por ignorancia ni inexperien-
cia, sino porque saba que para todos los ciudadanos de cada Estado
bien ordenado hay asignada una funcin que necesariamente deben
cumplir, y nadie tendra tiempo para enfermarse y pasar toda la vida
ocupado en su tratamiento mdico. Es algo que, absurdamente, noso-
tros advertimos cuando se trata de los artesanos, y lo pasamos por
alto, en cambio, si se trata de gente rica y que parece dichosa.
Cmo es eso?
Cuando un carpintero est enfermo, pide al mdico que le libere
de la enfermedad, sea bebiendo alguna pocin que lo haga vomitar o
evacuar excrementos, sea recurriendo a una cauterizacin o a un corte
con un cuchillo. Pero si se le prescribe un rgimen largo, hacindole
ponerse en la cabeza un gorrito de lana, y todo lo que sigue a esto,
pronto dir que no tiene tiempo para estar enfermo ni le es provechoso
vivir as, atendiendo a su enfermedad y descuidando el trabajo que le
corresponde. Y despus de eso se despedir de ese mdico y emprende-
r su modo de vida habitual, tras lo cual se sanar y vivir ejerciendo
su oficio; o en caso de que su cuerpo no sea capaz por s solo de resis-
tir, morir y quedar liberado de sus preocupaciones.

89
Tal parece ser la medicina que corresponde aplicar a ese tipo de
hombre.
Y acaso eso no es as porque tiene una funcin tal que, si no la
realiza, no le resulta provechoso vivir?
Es evidente.
El rico, en cambio, podemos decir que no tiene una funcin pro-
pia que, si fuera a abandonarla, su vida carecera de sentido.
Podemos decirlo.
No has odo cmo dice Foclides que, cuando ya se cuenta con
medios de vida, se debe practicar la virtud?
Por mi parte, opino que la deberamos practicar tambin antes.
Pero no vamos a pelearnos por ese punto arg, sino, ms
bien, a instruirnos si eso de practicar la virtud debe ser ocupacin pro-
pia del rico a tal punto que la vida carezca de sentido para ste si no
puede ocuparse de ella, o bien si ese cuidado de las enfermedades que
impeda al carpintero y a los otros artesanos pensar en su propio oficio
no es un obstculo para cumplir con la exhortacin de Foclides.
S, por Zeus, probablemente lo que ms impida cumplir con ella
es la exagerada atencin del cuerpo ms all de la gimnasia conjn. Es,
en efecto, algo molesto tanto en la administracin de la casa como en
las expediciones militares o en el desempeo de cargos sedentarios en
la ciudad.
Pero la mayor de las dificultades que acarrea prosegu con-
cierne a toda clase de aprendizajes, pensamientos y reflexiones acerca
de s mismo, ya que se imagina siempre cefaleas y mareos, y se acusa
a la filosofa de generarlas. De modo que all donde exista ese cuidado
de las enfermedades ser un obstculo en todo sentido para que la vir-
tud sea practicada y para que sea puesta a prueba, pues hace que la
persona crea estar siempre enferma y nunca deje de lamentarse por el
estado de su cuerpo.
Es natural.
Y podremos decir que Asclepio conoca estas cosas, y ha tenido
en cuenta a aquellos que mantienen sanos sus cuerpos gracias a la na-
turaleza y a su rgimen de vida, y slo son afectados por alguna enfer-
medad bien delimitada, pues para ellos y en tal condicin ha revelado
el arte de la medicina y, para no perjudicar los asuntos polticos, les
prescribi pociones e incisiones que expulsaran las enfermedades sin
cambiar la dieta habitual. En cambio, en los casos en que los cuerpos
estn totalmente enfermos por dentro, no intent prolongar la desdi-
chada vida de los enfermos por medio de dietas, que incluyeran eva-
cuaciones e infusiones graduales, ni hacerles procrear hijos semejan-
tes a ellos, probablemente. Ha pensado, en efecto, que no se deba cu-
rar al que no puede vivir en un perodo establecido como regular, pues
eso no sera provechoso para l ni para el Estado.
Hablas de Asclepio como si hubiese sido un estadista.

90
Es patente que lo era. Y tambin sus hijos: no ves cmo revela-
ron su bravura en la guerra de Troya, a la vez que emplearon la medi-
cina del modo que he descrito? Recuerda que, cuando una flecha de
Pndaro le produjo a Menelao una herida,

chuparon sangre de sta y le aplicaron un remedio calmante.

Pero no le prescribieron lo que despus de eso deba beber o comer


como tampoco a Eurpilo, pensando que tal remedio era suficiente
para curar a varones que, antes de las heridas, haban sido sanos y
ordenados en su rgimen de vida, aunque se diera el caso de que en ese
momento estuvieran bebiendo alguna mezcla. Y pensaban que la vida
de alguien enfermizo e intemperante por naturaleza no sera de prove-
cho ni para s mismo ni para los dems, por lo cual no se le deba apli-
car el arte de la medicina ni llevar a cabo tratamiento alguno, ni aun-
que fuese alguien ms rico que Midas.
Muy ingeniosos fueron los hijos de Asclepio, segn lo que dices.
Es lo que corresponde a la realidad, auqque los autores de trage-
dias y Pndaro no compartan nuestra opinin y digan que Asclepio,
hijo de Apolo, fue seducido con oro para que curara a un hombre rico
que estaba por morir, por lo cual fue abatido por un rayo. Pero noso-
tros, conforme a lo dicho, no les creeremos ambas cosas a la vez. En
efecto, si era hijo de un dios, no se envilecera por ganar dinero; y si se
envileciera por ganar dinero, no sera hijo de un dios.
Eso es muy cierto respondi Glaucn. Pero dime, Scrates,
qu piensas acerca de esto: no es necesario que el Estado cuente con
buenos mdicos? Y stos han de ser, sin duda, aquellos que han trata-
do a la mayor cantidad de hombres sanos y de hombres enfermos; an-
logamente, buenos jueces sern los que han tenido que vrselas con
toda clase y naturaleza de hombres.
Claro que pienso que debe tener buenos mdicos! Pero sabes a
quines considero tales?
Slo si me lo dices.
Puedo intentarlo; aunque, con una misma frmula, has pregunta-
do por dos cuestiones distintas.
Cmo es eso?
Por un lado, los mdicos que lleguen a ser ms hbiles sern
aquellos que, junto al aprendizaje de su arte, ya desde nios han tenido
contacto con la mayor cantidad posible de cuerpos en muy malas con-
diciones de salud, y ellos mismos han padecido toda clase de enferme-
dades y no son de constitucin muy sana. No creo, en efecto, que al
cuerpo se lo cure con el cuerpo, ya que, de ser as, no se podra permi-
tir a los mdicos estar enfermos ni enfermarse nunca. Pero es por me-
dio del alma que curan al cuerpo, y el alma no puede curar nada si es
enferma o se enferma.

91
Es correcto.
Por otro lado, en cambio, amigo mo, un juez gobierna el alma
por medio del alma, y no conviene que su alma se haya educado y fa-
miliarizado con almas perversas, ni que haya pasado por toda clase de
injusticias, habindolas cometido ella misma a fin de probar por s
misma las injusticias de los dems, tan perspicazmente como en el
caso del cuerpo enfermo. Por el contrario, es necesario que carezca de
experiencia y de contacto con caracteres viciosos ya desde joven, si ha
de ser honesto y discernir sanamente lo que es justo. Por ello los hom-
bres decentes parecen ingenuos cuando jvenes, y son engaados con
facilidad por los indecentes; porque no poseen dentro de s mismos
patrones similares en rasgos a los de los perversos.
Ciertamente, eso es lo que suele suceder.
Por ello el buen juez no debe ser joven sino anciano: alguien que
haya aprendido despus de inucho tiempo cmo es la injusticia, no por
haberla percibido como residente en su propia alma, sino como algo
ajeno que ha estudiado en almas ajenas durante largo tiempo, un mal
cuya naturaleza ha logrado discriminar por medio de la ciencia, sin
tener que recurrir a la experiencia propia.
Ese parece ser el juez ms excelente.
Un buen juez, en todo caso, que es lo que queras saber; pues el
que tiene un alma buena es bueno. En cambio, el hombre hbil y pron-
to para pensar mal de los dems, siendo l mismo autor de numerosas
injusticias y creyendo ser astuto y sabio, cuando trata con gente simi-
lar a l parece hbil y precavido, pues atiende a los patrones que posee
dentro de s. Pero cuando se relaciona con gente buena y de mayor
edad resulta estpido, con su desconfianza inoportuna y su incapaci-
dad de reconocer el carcter sano, por no tener dentro de s los respec-
tivos patrones que lo guen. Pero como con mayor frecuencia se halla
con hombres perversos que con hombres decentes, pasa ms por sabio
que por ignorante ante los dems y ante s mismo.
Es muy cierto.
Ahora bien, el juez que debemos buscar es el bueno y el sabio, no
el otro; la maldad, en efecto, jams se conocer a s misma ni a la vir-
tud; la virtud, en cambio, con el tiempo alcanzar el conocimiento si-
multneo de s misma y de la maldad. Por consiguiente, el sabio ser
el hombre virtuoso, pienso, y no el malvado.
Estoy de acuerdo contigo.
En tal caso, corresponde que se dicte en nuestro Estado una ley
relativa a los mdicos, tal como los hemos descrito, y otra relativa a los
jueces, de modo que los ciudadanos bien constituidos sean atendidos
tanto en sus cuerpos como en sus almas. En cuanto a los otros, se de-
jar morir a aquellos que estn mal constituidos fsicamente; y a los
que tengan un alma perversa por naturaleza e incurable se los conde-
nar a la muerte.

92
Bien ha sido mostrado que esto es lo mejor, tanto para los que
padecen el mal como para el Estado.
Respecto de los jvenes prosegu, es evidente que se cuidarn
de no tener que enfrentarse con los jueces, para lo cual se servirn de
aquella msica simple que decamos engendra moderacin.
Claro que s.
Y no preferir el msico practicar gimnasia siguiendo los mis-
mos pasos, de modo que no necesite en nada de la medicina, excepto
en casos de fuerza mayor?
Me parece que s.
En cuanto a la gimnasia misma y a los esfuerzos que requiere, los
llevar a cabo dirigiendo la mirada hacia el lado fogoso de su naturale-
za, de modo de estimularlo; y no hacia la fuerza fsica, como hacen los
dems atletas, que administran sus comidas y ejercicios en vista al vi-
gor muscular.
Muy correcto.
Pues bien, Glaucn, los que han instituido la educacin por me-
dio de la msica y de la gimnasia no lo han hecho, como algunos
creen, para cuidar por medio de sta al cuerpo y por medio de aqulla
al alma.
Y, si no,para qu?
Es probable que haya instituido ambas formas de educacin para
cuidar al alma.
Cmo es eso?
No te has percatado de que quienes practican gimnasia durante
toda la vida, sin prestar atencin a la msica, estn dispuestos anmi-
camente de un modo muy distinto al de quienes estn dispuestos de la
forma inversa?
A qu te refieres?
A la rudeza y rigidez, por un lado, y a la molicie y a la dulzura,
por otro.
Por cierto, que los que practican la gimnasia de forma exclusiva
se tornan ms rudos de lo debido, y los que cultivan slo la msica se
vuelven ms blandos de lo que les convendra.
Y sin embargo aad, la rudeza es producida por el lado fogo-
so de la naturaleza; la cual, si es criada correctamente, puede llegar a
ser valenta, pero si es puesta en tensin extrema, se convierte natural-
mente en dureza y brutalidad.
As me parece.
Pues bien no es acaso la dulzura peculiar de la naturaleza que
ansia saber? No hay que dejarla relajar de modo que se vuelva ms
blanda de lo debido, sino que, educndola bien, se lograr que sea sua-
ve y ordenada.
^As es.

93
Y decamos que los guardianes deben poseer por naturaleza am-
bas cosas.
Efectivamente, deben poseerlas.
Y no es necesario tambin que armonicen ambas entre s?
Por supuesto!
Y el alma del hombre en la cual armonicen, no ser un alma
sabia y valiente?
Ciertamente.
Y la del hombre en que no armonicen, no ser ruda y cobarde?
Con seguridad.
En tal caso, cuando alguien se abandona a la msica de modo tal
que el sonido de la flauta hechice su alma y fluya a travs de sus odos
como de un embudo, para or armonas como las que hemos descrito,
dulces, suaves y plaideras, y pasa toda su vida canturreando y disfrutan-
do las canciones, lo primero que le ocurre es que, si cuenta con alguna
fogosidad, sta se vuelve dctil como el hierro, y de rgida e inservible se
hace til. Pero si contina sin resistir al hechizo, su fogosidad pronto se
disuelve y se funde, hasta consumirse, como si cortaran los nervios del
alma misma, y el hombre se convierte en un guerrero pusilnime.
Muy cierto.
Esto se cumple rpidamente si ya desde un comienzo se trata de
alguien desprovisto de fogosidad por naturaleza; si en cambio tiene
fogosidad, se le debilita el nimo y lo vuelve inestable, de modo que se
irrita rpidamente por poca cosa y de la misma manera es aplacado.
De all que tales hombres lleguen a ser dscolos e irascibles en lugar de
fogosos, por hallarse colmados de descontento.
S.
Ahora, si un hombre se ejercita con asiduidad en la gimnasia y se
alimenta con festines opparos, dejando de lado la msica y la filoso-
fa, no suceder primeramente que el buen estado corporal lo llene de
orgullo y buen nimo y lo har ser ms valiente de lo que era?
Sin duda.
Y en el caso de que no se ocupe de ninguna otra cosa y que de
ningn modo se relacione con la Musa? Si existe dentro de su alma
algn deseo de aprender, no sucede que, puesto que no gusta de
aprendizajes ni de indagaciones, ni participa de discusiones ni de otras
cosas que pertenecen a la Musa, ese deseo se debilita, se ensordece y se
enceguece, porque no ha sido despertado ni alimentado, en medio de
sensaciones que no han sido purificadas?
De acuerdo.
Tal hombre se convertir, creo, tanto en un enemigo de la razn
como en un extrao a la Musa, y no acostumbrar a persuadir por me-
dio de argumentos sino por la violencia y la fuerza, como una fiera,
para conseguir sus propsitos, y vivir en la ignorancia y en la inepti-
tud para la convivencia, falto de todo sentido del ritmo y de la gracia.

94
As es.
Creo incluso poder decir que algn dios ha concedido a los seres
humanos estas dos artes, la de la msica y la de la gimnasia, con miras
a estas dos cosas: la fogosidad y el ansia de saber. Por lo tanto, no con
miras al cuerpo y al alma, excepto en forma accesoria, sino de modo
que ambas alcancen un ajuste armonioso entre s, despus de ponerse
en tensin adecuadamente y adecuadamente relajarse, hasta llegar al
punto ms conveniente.
Efectivamente.
En tal caso, aquel que combine la gimnasia con la msica ms be-
llamente y la aplique al alma con mayor sentido de la proporcin ser el
que digamos con justicia que es el msico ms perfecto y ms armonioso,
con mucha ms razn que el que combina entre s las cuerdas.
Es muy probable, Scrates.
Pues bien, querido Glaucn, no necesitaremos en nuestro Esta-
do un supervisor siempre atento a esto, si queremos preservar la es-
tructura bsica de dicho Estado?
Ciertamente lo necesitaremos, y que sea lo ms capaz posible.
^Ya tenemos entonces las pautas de su crianza y educacin. Para
qu habramos de describir las danzas de los alumnos, o las caceras, o
las persecuciones con perros, o las competiciones hpicas y gimnsti-
cas? Pues es evidente que esas actividades deben ajustarse a aquellas
pautas, y por lo tanto no es difcil descubrir su modalidad.
No es difcil, probablemente.
Bien. Y despus de esto, qu ser lo que tenemos que decidir?
No deberemos referirnos a quines de los ciudadanos ya aludidos
han de gobernar y quines han de ser gobernados?
Pues est claro.
Que los ms ancianos deben gobernar y los ms jvenes ser go-
bernados, es patente.
Es patente, en efecto.
Y no lo es tambin que quienes deben gobernar han de ser los
mejores de aqullos?
S, eso tambin.
Pero los mejores agricultores no son acaso los ms aptos para la
agricultura?
S.
Entonces, si nuestros gobernantes deben ser los mejores guardia-
nes, no han de ser acaso los ms aptos para guardar el Estado?
Efectivamente.
PLATN, lAREPBLICA, en Dilogos, IV.
Edicin de Conrado Eggers Lan.
Madrid. Credos. 1986

95
Cermica helnica con escenas de lucha correspondienU
a la poca clsica griega.
prieon
96
PLATN (428-348/7 A.C.)
La Repblica
Sobre las mujeres guardianes y su educacin gimnstica

Y para hablar debemos ahora retornar a lo que, en aquel momen-


to, le corresponda el turno en nuestra exposicin. Pero tal vez sea co-
rrecto proceder as: que, una vez completada la actuacin masculina,
se cumpla a su vez la femenina, mxime dada tu exhortacin a ello.
Porque, en mi opinin, no hay, para hombres nacidos y educados de la
manera que hemos descrito, otro modo recto de posesin y trato de sus
hijos y mujeres que el de seguir en conformidad con el impulso que
originariamente le hemos imprimido. Y en nuestro discurso nos he-
mos esforzado en establecer a estos hombres como guardianes de ga-
nado.
As es.
Sigamos con la comparacin, entonces, y dmosles la generacin
y la crianza de modo similar, y examinemos si nos conviene o no.
En qu sentido?
En ste: creemos que las hembras de los perros-guardianes de-
ben participar en la vigilancia junto con los machos, y cazar y hacer
todo lo dems junto con stos, o bien ellas quedarse en casa, como si
estuvieran incapacitadas por obra del parto y crianza de los cachorros,
mientras ellos cargan con todo el trabajo y todo el cuidado del rebao?
Deben hacer todo en comn, excepto que las tratemos a ellas
como ms dbiles y a ellos como ms fuertes.
Pero se puede emplear a un animal en las mismas tareas que
otro, si no se le ha brindado el mismo alimento y la misma educacin?
No, no se puede.
Pues entonces, si hemos de emplear a las mujeres en las mismas
tareas que a los hombres, debe enserseles las mismas cosas.
S.
Y tenemos que a los hombres se les ha brindado la enseanza
tanto de la msica como de la gimnasia.
As es.
Por consiguiente, tambin a las mujeres debe ofrecrseles la en-
seanza de ambas artes, as como las que conciernen a la guerra, y
debe tratrselas del mismo modo que a los hombres.
Por lo que dices, es probable.
Claro que tal vez muchas de las cosas que, contra lo acostumbra-
do, exponemos parezcan ridiculas si se las pone en prctica.
S, por cierto.
Pero qu es lo ms ridculo que ves en ellas? No es obviamente
el hecho de que las mujeres hagan gimnasia desnudas en la palestra
junto a los hombres, y no slo las jvenes sino tambin las ms ancia-

97
as, como esos viejos que se ejercitan en los gimnasios cuando estn
ya arrugados, y gustan de la gimnasia, aunque presenten un aspecto
desagradable?
S, por Zeus! Parecera ridculo, al menos en las actuales cir-
cunstancias.
Con todo, puesto que nos hemos propuesto hablar, no debemos
temer las pullas de los graciosos, digan cuanto digan y lo que digan
sobre tal transformacin referente a la gimnasia y a la msica, y no
menos al manejo de armas y a la equitacin.
Tienes razn.
Ms bien, dado que hemos comenzado nuestra exposicin, hay
que avanzar hacia el aspecto spero de la ley en cuestin, y les rogare-
mos a aquellos graciosos que dejen de lado sus bromas, y que se pon-
gan serios y recuerden que no hace mucho tiempo a los griegos
como ahora a la mayora de los brbaros les pareca que era vergon-
zoso y ridculo mirar a hombres desnudos. Slo cuando comenzaron a
hacer ejercicios gimnsticos los cretenses primeramente, y despus los
lacedemonios, les fue posible a los chistosos de entonces ridiculizar
todas esas cosa. No lo crees?
S.
Pero despus de que la experiencia revel a los hombres que era
mejor desnudarse que cubrir todo el cuerpo, pienso, lo que pareca ri-
dculo a los ojos se desvaneci por obra de lo que, a la luz de la razn,
se mostr como excelente. Y esto ha puesto de manifiesto que es un
tonto aqul que considera ridculo otra cosa que el mal, y quien trata
de mover a risa mirando como ridculo cualquier otro espectculo que
el de la locura y el de la maldad, y que, a su vez, se propone y persigue
seriamente otro modelo de belleza que el del bien.
PLATN, LA REPBLICA, en Dilogos, IV.
Edicin de Conrado Eggers Lan.
Madrid. Gredas. 1986

98
Estatua que representa a una participante en las carreras femeninas celebradas
en la poca clsica.

99
ARISTTELES (348/3-322 A.C.)
La Poltica
La educacin de los jvenes: la gimnasia

Ahora bien, en la actualidad, entre las ciudades que ms parecen


cuidarse de los nios, las unas fomentan en ellos una disposicin atl-
tica, perjudicial para las formas y el crecimiento del cuerpo, mientras
que los Lacedemonios, aunque no han cometido tal error, los embrute-
cen a fuerza de trabajos penosos, en la creencia de que eso es lo ms
apropiado para fomentar el valor. Sin embargo, como se ha dicho mu-
chas veces, no se ha de poner la atencin en conseguir esto como nico
ni como principal objetivo, y si se apunta a ello, ni siquiera eso se con-
sigue. Pues ni en los dems animales, ni en los pueblos brbaros vemos
que el valor se d en los ms salvajes, sino ms bien en los de carcter
ms sereno y parecido al del len. Hay muchos pueblos brbaros pro-
clives a la matanza y a la antropofagia, como los aqueos y henocos
que habitan en torno al Ponto y otros brbaros del continente, algunos
tan salvajes como stos y otros ms, que estn dedicados a la piratera,
y sin embargo no participan del valor. Por lo dems sabemos que los
mismos Lacedemonios aventajaron a los dems mientras fueron los
nicos en dedicarse a una esforzada disciplina, pero ahora son inferio-
res a otros tanto en las competiciones atlticas como en las guerras.
Pues antes no se distinguan por el hecho de ejercitar a sus jvenes en
ese sentido, sino porque ellos los entrenaban y los otros no.
De modo que lo noble y no lo bestial debe asumir el primer papel.
Ya que ni el lobo ni ninguna de las dems fieras afrontara un riesgo
noble y s en cambio un hombre valiente. Los que permiten a los nios
dedicarse en exceso a estos ejercicios, mientras que los dejan sin edu-
car en lo necesario, los embrutecen en realidad al hacerlos tiles para
esta nica funcin de la vida poltica, y para ello, como dice el texto,
an peor que otros. Se debe juzgar a los Lacedemonios, no por sus
hechos de antao, sino por los de ahora. Ya que ahora tienen competi-
dores en la educacin, mientras que antes no los tenan. Que hay que
servirse de la gimnstica y de qu modo ya est reconocido: hasta la
adolescencia deben practicarse ejercicios gimnsticos ligeros, evitan-
do las dietas rigurosas y los esfuerzos violentos, para que no haya nin-
gn impedimento al desarrollo. Prueba no pequea de que pueden
causar ese impedimento es el hecho de que entre los vencedores olm-
picos puede uno encontrar tan solo dos o tres Lacedemonios, hombres
o nios, que hayan obtenido la victoria, porque al ejercitarse desde j-
venes han perdido su vigor a causa de tan forzados ejercicios. Despus
de haber dedicado tres aos a partir de la pubertad a otras enseanzas,
entonces conviene que ocupen el perodo siguiente de su vida en los
ejercicios fatigosos y con un rgimen alimenticio riguroso. No se debe

100
ejercitar a la vez la mente y el cuerpo, ya que cada uno de estos ejerci-
cios resulta contrario al otro en sus efectos; el trabajo del cuerpo es un
obstculo para la mente y el de sta para el cuerpo.
ARISTTELES, LA POLTICA.
Edicin preparada por Carlos Garca Gual
y Aurelio Prez Jimnez.
Madrid. Editora Nacional. 1977

LA BIBLIA
Macabeos, Libro I (Siglo II A.C.)
Helenizacin de las costumbres israelitas

En aquel tiempo se dejaron ver unos inicuos israelitas, que persua-


dieron a otros muchos dicindoles: Vamos, y hagamos alianza con las
naciones circunvecinas: porque despus que nos separamos de ellas,
no hemos experimentado sino desastres.
Pareciles bien este consejo.
Y algunos del pueblo se decidieron, y fueron a estar con el rey, el
cual les dio facultad de vivir segn las costumbres de los gentiles.
En seguida construyeron en Jerusaln un gimnasio segn el estilo
de las naciones.
Y abolieron el uso o seal de la circuncisin, y abandonaron el Tes-
tamento, o Alianza santa, y se coligaron con las naciones, y se vendie-
ron como esclavos a la maldad.
LA SAGRADA BIBLIA
Traducida de la Vulgata Latina por Flix Torres Amat.
Barcelona. 1983

101
LA BIBLIA
Primera epstola de San Pablo a Timoteo (s. I, ao 65) en
la que el Apstol aconseja que los cristianos se absten-
gan de practicar ejercicios ginuisticos al modo de los
gentiles

4.8. Pues los ejercicios corporales sirven para pocas cosas, al paso
que la virtud sirve para todo, como que trae consigo la promesa de la
vida presente y de la futura, o eterna.
LA SAGRADA BIBLIA
Traducida de la Vulgata Latina por Flix Torres Atnat.
Barcelona. 1983

VIRGILIO (S.I A.C.)


La Eneida
Juegos funerarios en honor del padre de Eneas. Descripcin de
la regata, de la carrera a pie, del pugilato o combate del cesto,
del tiro con arco y de la parada ecuestre infantil

El da esperado haba llegado y ya los caballos de Faetonte traan


con la serenidad de su luz la novena Aurora, y la noticia, y el renombre
del ilustre Acestes haban atrado a los moradores de los pueblos veci-
nos; en alegre tropa llenaban la ribera dispuestos a ver a los de Eneas
unos, y preparados otros para tomar parte en la competicin. Primero
se ponen a la vista y en medio del recinto las recompensas, trpodes
sagrados y verdes coronas, y palmas, premios para los vencedores y
armas y vestidos teidos de prpura y un talento de plata y otro de oro;
y desde lo alto de un montculo una trompeta anunci el comienzo de
los juegos. Cuatro naves de igual potencia elegidas de entre toda la flo-
ta inician la lucha con sus pesados remos. Mnesteo con fuerte equipo
de remeros conduce a la veloz Pristis, Mnesteo, poco despus talo, de
quien tom su nombre el linaje de los Memmios; Gas, el de gran tama-
o, capitanea la enorme Quimera, semejante a una ciudad, a la que
impulsan los jvenes troyanos en triple fila; sus remos se levantan en

102
tres rdenes; Sergesto, de quien obtuvo su nombre la casa de los Ser-
gios, navega en la gran Centauro, y Cloanto, de donde surgi tu estirpe,
romano Cluentio, en la azulada Escila.
En medio del pilago, a lo lejos, frente a la espumosa costa hay una
roca que recubierta a veces por las aguas es golpeada por las hincha-
das olas, cuando los Cauros invernales ocultan los astros; en poca de
calma su superficie permanece silenciosa, se eleva sobre las olas inm-
viles y constituye una plataforma gratsima para los somorgujos que
gustan de calentarse al sol. El venerable Eneas coloc aqu, a manera
de hito, una verde encina de frondoso ramaje para que sealase a los
marineros dnde haban de dar la vuelta y de bordear el islote con un
largo rodeo. Entonces sortean los puestos y los capitanes mismos res-
plandecen a lo lejos sobre las popas cubiertos con oro y prpura; el
resto de la juventud se corona con ramas de lamo y brillan sus hom-
bros desnudos ungidos con aceite. Se sientan en los bancos y los bra-
zos se ponen tensos sobre los remos; esperan atentos la seal y la an-
siedad y un impaciente deseo de alabanzas hace presa en sus corazo-
nes exultantes hacindolos saltar. Despus, cuando la lmpida
trompeta dej or su son, todos se lanzaron sin tardanza desde sus l-
neas de partida; el clamor de los marinos hiere los aires, las aguas vol-
teadas por sus brazos dirigidos hacia atrs se cubren de espuma. Hien-
den acompasadamente las olas dejando tras s un surco y toda la su-
perficie del mar se abre sacudida por los remos y por los espolones de
tres dientes. En un combate de bigas no recorren tan precipitadamente
la campia, ni se lanzan tan impetuosamente los carros desde su cr-
cel, ni, una vez impulsadas hacia adelante las caballeras, sacuden con
tal violencia las flotantes riendas los aurigas, ni se inclinan as con sus
cuerpos dispuestos a golpear. Entonces todo el bosque resuena con el
aplauso y los gritos de los espectadores y con las voces de aliento de los
partidarios y el recinto de la ribera propaga su voz y las colinas devuel-
ven el eco de su clamor.
Gas logra sobrepasar a los dems y surca el primero las olas en
medio de las ovaciones de la multitud; despus le sigue Cloanto, mejor
con los remos, pero la lentitud de su pesada barca lo retiene. Tras s-
tos, a igual distancia, Pristis y Centauro se esfuerzan por lograr ventaja
una sobre la otra; y ora lo consigue Pristis, ora la gran Centauro ven-
cindola la deja atrs, ora navegan ambas a una y con sus popas uni-
das, y surcan con su larga quilla las saladas aguas. Y ya se acercaban
al escollo y llegaban a la meta cuando Gas, a la cabeza y vindose
vencedor a media carrera, instiga con sus palabras a Menetes el piloto
de la nave: Por qu te me desvas tanto a la derecha?, dirige hacia
aqu la derrota; cete al borde y deja que el extremo del remo roce por
la izquierda las rocas; que los otros se dirijan a alta mar. Dijo; pero
Menetes temiendo los peascos invisibles desva la proa en direccin a
las olas del pilago. Dnde vas tan apartado?, le dice de nuevo, c-

103
ete a las rocas, Menetes. Gas lo llamaba de nuevo a gritos y he aqu
que ve a su espalda a Cloanto persiguindolo de cerca y ocupando ya
una zona muy prxima. Este, inclinndose ms al interior, toma ro-
zando el camino de la izquierda entre la nave de Gas y los sonoros
escollos y sbitamente sobrepasa al primero y, dejada atrs la meta,
domina las tranquilas aguas. Entonces un enorme dolor penetr en los
huesos del joven, las lgrimas baaron sus mejillas y sin tener en cuen-
ta su propia dignidad y la vida de sus compaeros, arroja de cabeza al
mar desde lo alto de la popa al indolente Menetes; l mismo se encarga
como piloto del gobernalle, l mismo como capitn anima a los hom-
bres e inclina el timn en direccin a la costa. Menetes, cuando por fin
logr salir a flote desde lo profundo del abismo, pesado ya por su edad
e impedido por sus empapados vestidos, subi hasta la cima del esco-
llo y se sent en la parte seca de la roca. Los Teneros se rieron de l al
verlo debatirse y nadar y se "ren al verlo vomitar las saladas aguas...
Entonces el hijo de Anquises, despus de convocar a todos segn la
costumbre, por medio de la gran voz de un pregonero declara vencedor
a Cloanto y corona sus sienes con verdes ramas de laurel y ordena lle-
var como regalos a cada una de las naves tres novillos a elegir y vino y
un gran talento de plata. Aade unos premios especiales para los capi-
tanes mismos: para el vencedor, una clmide bordada en oro en torno
a la cual corre abundante la prpura de Melibea formando un doble
meandro; se ve bordado all al regio muchacho que en los frondosos
bosques del Ida fatiga impetuoso y con actitud jadeante, con la jabali-
na y la carrera a los veloces ciervos; el ave que lleva las armas de Jpi-
ter lo arrebata precipitadamente por los aires desde el Ida con sus cur-
vas garras: en vano sus viejos guardianes tienden al cielo sus palmas y
el ladrido de los perros se eleva furioso a las brisas. Al que a continua-
cin por su valor ocup el segundo puesto le regala, para que la posea
y le sirva de adorno y proteccin en la lucha, una coraza tejida con
flexibles mallas de triple hilo de oro, que l mismo, vencedor, haba
arrebatado a Demleo junto al impetuoso Simunte bajo los altos mu-
ros de Ilio. Con dificultad, debido al gran nmero de sus mallas, los
servidores Fegeo y Sgaris la llevaban apoyndola sobre sus hombros;
Demleo en cambio, en otro tiempo, persegua, cubierto con ella, a la
carrera, a los troyanos que huan a la desbandada. Como tercer premio
ofrece dos aguamaniles de bronce y dos vasos de plata con figuras en
relieve. Y ya todos as recompensados y orgullosos de sus galardones
se retiraban con sus sienes ceidas con cintas purpreas, cuando, ha-
biendo logrado a duras penas desprenderse del cruel escollo gracias a
su gran habilidad, despus de haber perdido los remos e impotente por
disponer solamente de una fila de remeros, Sergesto conduca su nave,
sin honor, en medio de las risas. Como muchas veces una serpiente
sorprendida en una calzada, sobre la cual ha pasado cogindola de tra-
vs una rueda de bronce, o a la que, golpendola con una pesada pie-

104
dra, ha dejado medio muerta y mutilada un caminante y, en vano tra-
tando de huir, hace con su cuerpo grandes roscas dando muestras de
furor con una parte, ardientes los ojos, e irguiendo audaz su cuello
silbante; la otra parte quebrada por la herida la retiene mientras se
apoya con esfuerzo sobre sus nudos y se repliega sobre s misma: con
anloga tentativa de sus remeros se mova lentamente la nave; se hace
a la vela sin embargo y con las velas desplegadas penetra en el puerto.
Eneas recompensa a Sergesto con el premio prometido, contento por
la salvacin de la nave y porque le hayan sido devueltos sus compae-
ros. Se le entrega una esclava que no desconoce las labores de Mi-
nerva, de raza cretense, Floe, y dos gemelos que ella alimenta a sus
pechos.
Finalizada esta competicin, el piadoso Eneas se dirige a una cam-
pia cubierta de csped a la que rodeaban bosques que se extendan
sobre un crculo de colinas; en medio del valle haba un coso semejan-
te al de un teatro; el hroe se encamin a all rodeado por una escolta
de muchos miles y se sent sobre un estrado. Aqu invita con recom-
pensas a aquellos que quieran competir en i;-pida carrera y propone
los premios. Acudieron de todas partes, mezclados, Teucros y Sicanos,
Niso y Eurialo los primeros, Eurialo clebre por su belleza y su lozana
juventud, Niso por su piadoso amor hacia el muchacho; despus los
sigue el regio Diores de la noble estirpe de Pramo; a ste lo seguan a
una Sali y Patrn, el primero Acarnanio, el segundo de la sangre arca-
dia de una familia de Tegea; despus dos jvenes trinacrios. Elimo y
Panopes, acostumbrados a los bosques, compaeros del anciano Aces-
tes, adems muchos otros a los que una fama desconocida ha dejado
en la oscuridad. Eneas en medio de ellos habl despus as: Grabad
esto en vuestros nimos y prestadme gozosa atencin. Ninguno de este
grupo marchar sin ser recompensado por m. Dar a cada uno dos
brillantes dardos de Cnosos de pulido hierro y un hacha de dos filos de
plata cincelada. Todos tendrn esta recompensa comn. Los tres pri-
meros recibirn otros premios y ceirn su cabeza con dorada rama de
olivo. El primer vencedor, que reciba un caballo con bonitos jaeces; el
segundo, un carcaj amazonio lleno de flechas de Tracia rodeado de un
largo cinturn de oro y sujeto con un broche de pulida gema; el terce-
ro, que marche contento con este casco arglico.
Una vez que hubo dicho esto, ocupan sus puestos y, escuchada s-
bitamente la seal, abandonan la barrera y recorren vidamente el es-
pacio, desplegndose como una nube: todos mantienen sus ojos fijos
en la lnea de llegada. Se destaca el primero y se distingue a lo lejos por
delante de todos los corredores Niso, ms ligero que los vientos y que
las alas del rayo; prximo a l, pero prximo a gran distancia, sigue
Sali; y despus, dejado un espacio, viene el tercero Eurialo; a Eurialo
lo sigue Elimo; he aqu que a continuacin a la zaga de ste vuela y le
pisa ya casi los talones Diores echndose sobre su hombro; y si hubiese

105
faltado mayor recorrido, deslizndose lo hubiese adelantado o hubiese
dejado indecisa la victoria. Y ya casi se aproximabah fatigados al final
del trayecto y a la misma meta de llegada cuando Niso resbala infeliz
en un pequeo charco de sangre que, derramada cuando por casuali-
dad se haban sacrificado unos novillos, haba humedecido el suelo y
la verde hierba. Entonces el joven triunfante ya como vencedor no
pudo afirmar en el suelo sus pasos titubeantes, sino que cay hacia
adelante en medio del inmundo fango y de la sangre sagrada. No se
olvid sin embargo de Enralo, no se olvid de sus amores; pues alzn-
dose sobre el lodo resbaladizo se puso delante de Sali y ste cay ro-
dando sobre la espesa arena; se adelanta rpidamente Enralo y por un
favor de su amigo se pone victorioso a la cabeza y vuela en medio de
los aplausos y de una entusiasta ovacin. Despus llega Elimo y ahora
Diores es el tercer vencedor. Entonces Sali llena con sus clamores
todo el concurso del inmenso anfiteatro y los rostros de los principales
sentados en las primeras filas y reclama que se le devuelva el honor
que le ha sido arrebatado a traicin. El favor pblico y sus conmovedo-
ras lgrimas, y su valor, ms grato por mostrarse en un cuerpo hermo-
so, protegen a Enralo. Lo apoya y grita con profunda voz Diores, que
se habra aproximado a la victoria y habra llegado a conseguir el lti-
mo premio intilmente, si se le otorgara a Sali el honor del primero.
Entonces el venerable Eneas dice: Vuestros premios, jvenes, se man-
tendrn fijos y nadie alterar el orden de la victoria; pero same permi-
tido compadecerme de la desgracia de un amigo inocente. Y hablan-
do as da a Sali un cuero enorme de un len de Getulia cubierto de
pelo y con uas de oro. Niso entonces dice: Si tan grandes premios
obtienen los vencidos y te compadeces de los que han cado, qu re-
compensas dignas dars a Niso, que hubiese merecido con honor el
primer premio, si la fortuna enemiga que derrib a Sali no me hubie-
se derribado?. Y mientras deca estas palabras mostraba su rostro y
sus miembros manchados de hmedo barro. El excelente padre le son-
ri y orden que le trajesen un escudo, obra de Diduman, arrancado
por los Daos de la puerta sagrada de Neptuno, y recompens al no-
ble joven con este extraordinario regalo.
Despus, cuando la carrera finaliz y distribuy los premios, dijo:
Ahora, si alguno abriga en su pecho valor y bro, que avance y alce sus
brazos con las palmas cubiertas por el cesto. As dice, y propone para
esta lucha un doble premio: para el vencedor un toro con la frente cu-
bierta por bandas de oro, y una espada y un valioso casco como con-
suelo para el vencido. Y no transcurre ni un instante. Inmediatamente,
haciendo gala de sus poderosas fuerzas, muestra su rostro y se levanta
con gran murmullo por parte de los espectadores Dares, el nico que
sola antes luchar contra Pars, y el mismo que haba derribado ante el
tmulo en que reposa el gran Hctor al victorioso Butes, de cuerpo
gigantesco, que se jactaba de descender de la familia brebricia de Ami-

106
co, y lo haba tendido moribundo sobre la dorada arena. Tal alza Da-
res, dispuesto a iniciar el combate, su cabeza altiva y exhibe sus an-
chos hombros y blasona, tendindolos alternativamente, sus brazos y
sacude las brisas con sus golpes. Se busca un rival para ste; y nadie de
entre tan gran multitud se atreve a hacer frente a aquel hombre y a
armar sus manos con el cesto. Por tanto lleno de alegra y pensando
que todos renuncian a la victoria, se plant ante los pies de Eneas, y,
sin detenerse ms, sujeta al toro por uno de sus cuernos con su izquier-
da y dice as: Hijo de una diosa, si nadie se atreve a lanzarse a la lu-
cha, cundo podr retirarme de aqu?, hasta cundo consideras con-
veniente retenerme? Da orden de que me lleve mis presentes. Al mis-
mo tiempo todos los Dardnidas asentan con murmullos de
aprobacin y pedan que se le entregase la recompensa prometida.
Entonces Acestes castiga duramente con sus palabras a Entelo que
estaba sentado cerca de l sobre un verde lecho de hierba: Entelo, en
vano en otro tiempo el ms valiente de los hroes, vas a permitir tan
pacientemente que tan grandes premios sean obtenidos sin ninguna
lucha? Dnde tenemos ahora a aquel dios, a aquel Erix, maestro a
quien vanamente recuerdas? Dnde tu fama extendida por toda Sici-
lia y aquellos despojos que colgabas en tu morada?. A esto l respon-
di: El miedo no ha apartado de m el deseo de honor y la gloria; pero
mi sangre helada est embotada por la pesada vejez y mis fuerzas que-
brantadas estn yertas en mi cuerpo. Si yo tuviera ahora aquella juven-
tud que tuve antao y confiado en la cual se jacta ahora este malvado,
hubiese acudido, no movido por la recompensa y por el hermoso novi-
llo ciertamente, no son los premios lo que me interesa". Despus de
hablar as, arroj al centro dos cestos de enorme peso con cuyas spe-
ras correas el duro Erix haba acostumbrado cubrir su mano y ceir
sus brazos para presentar combate. La muchedumbre qued muda de
estupor: los cestos hechos con siete grandes cueros de enormes bueyes
estaban endurecidos con aplicaciones de hierro y plomo. Ms atnito
que ninguno se queda el propio Dares y los rechaza enrgicamente, y
el magnnimo hijo de Anquises voltea de un lado y de otro aquella pe-
sada masa y los enormes repliegues de las correas. Entonces el anciano
deja salir de su pecho estas palabras: Qu pasara, si alguno hubiese
visto los cestos y las armas del mismo Hrcules y la terrible lucha que
tuvo lugar en esta misma costa? Estas armas llevaba ya hace tiempo
tu hermano Erix (todava puedes verlas manchadas de sangre y de tro-
zos de cerebro), con stas hizo frente al gran Alcides y a stas estaba
yo acostumbrado, mientras una sangre mejor me daba fuerzas y la
vejez envidiosa todava no me haca encanecer extendindose por mis
sienes. Pero si el troyano Dares rechaza estas armas nuestras y en esto
est de acuerdo el piadoso Eneas y lo aprueba Acestes que es quien
me incita al combate, luchemos con armas iguales. Te hago gracia de
las armas de Erix (abandona tu miedo) y despjate t de los cestos

107
troyanos. Diciendo esto, desprendi de sus hombros su doble manto,
descubri los enormes msculos de sus miembros, sus poderosos hue-
sos y sus brazos y se detuvo, enorme, en medio de la arena. Entonces
el venerable hijo de Anquises tom cestos iguales y ci con iguales
armas las manos de ambos. Inmediatamente los dos se alzaron apo-
yndose sobre las puntas de los pies y sin dar muestras de temor levan-
taron sus brazos a las brisas celestes. Echaron hacia atrs sus erguidas
cabezas para esquivar los golpes y entrelazaron las manos y trabaron
combate, mejor por la agilidad de sus pies y por la confianza que le da
su juventud el uno, ms poderoso por la contextura y la fortaleza de
sus miembros el otro; pero al anciano sus pesadas rodillas le flaquean
hacindole estremecerse y una respiracin fatigosa agita sus podero-
sos miembros. Ambos luchadores se lanzan en vano numerosos ata-
ques, reiteran los numerosos golpes sobre sus huecos costados y hacen
resonar profundamente el pecho de su rival, y su mano trata de encon-
trar blanco repetidas veces en torno a los odos y las sienes y sus man-
dbulas crujen bajo los pesados golpes. Entelo se mantiene en pie con
su gran masa, inmvil por el esfuerzo mismo, y con ojos vigilantes evi-
ta los ataques inclinando su cuerpo. El otro como quien ataca con m-
quinas de guerra una elevada ciudad o en armas asedia un castillo que
se alza en la montaa y con astucia se acerca ora a esta entrada, ora a
aqulla, y recorre despus todo el lugar y lo acosa vanamente con nu-
merosos asaltos. Entelo irguindose tiende hacia adelante su diestra y
la levanta en alto; su enemigo veloz previene el golpe que se le viene
encima y lo esquiva hurtando con agilidad su cuerpo; Entelo lanza sus
fuerzas al viento y l slo, por su propio peso, cay pesadamente a tie-
rra con toda su mole, como cae a veces en el Enmanto o en el alto Ida
un hueco pino privado de sus raices. Agitados por la pasin se levantan
los Teneros y la juventud trinacria; el clamor sube hasta el cielo y Aces-
tes acude corriendo el primero y compasivo levanta del suelo al amigo
de su misma edad. Pero el hroe, sin detenerse por la cada y sin asus-
tarse, vuelve al ataque con mayor mpetu y la ira aviva su esfuerzo;
entonces la vergenza y la conciencia de su valor encienden sus fuer-
zas y enardecido persigue precipitadamente a Dares por toda la llanu-
ra, redoblando los golpes ya con la derecha, ya con la izquierda. Ni
tregua, ni descanso. Como las nubes cargadas de abundante granizo
producen un ruido seco y repetido sobre los tejados, as el hroe con
frecuentes golpes sacude y voltea repetidas veces con una y otra mano
a Dares.
Entonces el venerable Eneas no permiti que su ira fuese ms lejos
y que Entelo acumulase ms clera en su cruel nimo, sino que puso
fin a la lucha y apart de ella al agotado Dares consolndolo con sus
palabras y le dijo lo siguiente: Infeliz, qu locura tan grande se ha
apoderado de tu espritu?, no ves que vuestras fuerzas son desiguales
y que los dioses te han vuelto la espalda? Cede a la divinidad. Dijo y

108
con su voz dio fin al combate. Unos fieles amigos se llevan hacia las
naves a Dares que arrastraba sus maltrechas rodillas y mova a uno y
otro lado la cabeza arrojando por su boca espesa sangre y mezclados
con la sangre sus dientes; llamados por Eneas recogen el casco y la
espada y dejan a Entelo la palma y el toro. Entonces el vencedor enso-
berbecido por la victoria y satisfecho con el toro dice: Hijo de una
diosa, y vosotros, Teucros, ved qu fuerzas tuve en mi cuerpo cuando
era joven y de qu muerte habis salvado y librado a Dares. Dijo y
plantndose frente al morro del novillo que era el precio de la victoria,
echando hacia atrs su mano, descarg desde arriba el cesto en medio
de sus dos cuernos, y su cerebro salt en pedazos por entre sus huesos:
el buey es derribado y tembloroso cay a tierra sin vida. El aadi ade-
ms estas palabras: Te ofrezco, Erix, en lugar de la muerte de Dares
esta vctima ms agradable. Ahora, vencedor, abandono el cesto y mi
arte.
En seguida Eneas invita a competir con la rpida saeta a los que
quieran y anuncia los premios y con su fuerte mano endereza el mstil
de la nave de Seresto y suspende de lo alto, atndola con una cuerda,
una paloma que bate alas como blanco al que dirijan el hierro. Acudie-
ron los varones y un casco de bronce recogi en su interior las papele-
tas con los nombres para el sorteo; en medio de un favorable clamor
correspondi el primer turno, antes que a los dems, a Hipocoonte, el
Hirtcida, a ste lo sigui Mnesteo el vencedor en el combate naval,
Mnesteo coronado con verde ramo de oliva. El tercero es Euritin, tu
hermano, oh ilustrsimo Pndaro, que habiendo recibido en otro tiem-
po orden de violar un tratado, disparaste el primero un dardo en medio
de los Aqueos. El ltimo en el fondo del casco qued el nombre de
Acestes que se atrevi a intentar tambin l con su mano aquel juego
de jvenes. Entonces los competidores, cada uno en la medida de sus
vigorosas fuerzas, encorvan los flexibles arcos y sacan los dardos de
sus carcajes, y hiende rpida las brisas, la primera, mientras la cuerda
produce un estridente sonido, la flecha del joven hirtcida y llega y se
queda clavada en la madera del mstil situado enfrente. Tembl el
mstil y el ave asustada manifest su temor agitando las plumas y todo
el aire reson con el fuerte batir de sus alas. Despus se detuvo con el
arco tendido mirando a la altura con los ojos y el arco fijos a un mismo
tiempo en el blanco el impetuoso Mnesteo. Pero no fue capaz el des-
graciado de alcanzar al ave con su saeta, rompi los nudos y la cuerda
de lino con los que atada por una pata penda de lo alto del mstil; la
paloma volando huy en direccin a los Notos y a las negras nubes.
Entonces rpido Euritin que tena ya su dardo tendido en el arco des-
de haca tiempo preparado, invoca a su hermano ofrecindole votos y
siguiendo con sus ojos al ave, que feliz ya en el abierto cielo bata sus
alas, la atraves en medio de una negra nube. Aqulla cay exnime y

109
abandon su vida entre los astros etreos y devuelve al caer la flecha
que la haba alcanzado.
Solamente quedaba Acestes, que, aunque ya tena perdido el pre-
mio, dispara no obstante venerable su dardo a las brisas celestes ha-
ciendo gala de su arte y de su arco sonoro. Entonces se ofreci a la
mirada de todos los presentes un prodigio sbito y que sera de gran
augurio; lo prob despus un extraordinario acontecimiento, y la voz
aterradora de los adivinos interpret los presagios demasiado tarde.
Pues la flecha, mientras volaba en medio de las nubes transparentes,
comenz a arder, marc con una estela de fuego su trayectoria y desa-
pareci consumindose en la brisa sutil: como muchas veces corren las
estrellas desprendindose del cielo y en su vuelo dejan tras de s una
cabellera. Los nimos de los Trinacrios y los Teucros quedaron pasma-
dos de estupor y dirigieron sus splicas a los dioses y el gran Eneas no
rechaz el presagio, sino qufe abrazando al gozoso Acestes lo colma de
esplndidos regalos y dice: Toma, padre; pues el poderoso rey del
Olimpo manifest con estos auspicios su deseo de que fueses honrado
a despecho del azar. Tendrs este regalo que perteneci al anciano An-
quises en persona, una crtera adornada con figuras en relieve, que
hace tiempo el tracio Ciseo dio como un gran regalo a mi padre Anqui-
ses para que lo conservase como recuerdo suyo y como prenda de su
afecto. Hablando as, le cie las sienes con verde laurel y proclama a
Acestes, antes que a ningn otro, primer vencedor. Y el buen Euritin
no sinti envidia porque aqul fuese preferido a l en el honor, aunque
l haba sido el nico que haba abatido al ave de lo alto del cielo. Es
premiado en tercer lugar el que rompi la cuerda y el ltimo el que
clav el mstil con la voladora saeta.
Pero el venerable Eneas, cuando todava no se haba puesto fin a la
lucha, llama junto a s al hijo de Epito, ayo y compaero del joven Julo
y le dice as al odo confidencialmente: Ea, ve y dile a Ascanio que si
ya tiene consigo dispuesta su tropa de muchachos y ha organizado las
carreras de caballos, que se ponga al frente de los escuadrones para
honrar a su abuelo y se muestre en armas. Dice. El mismo ordena que
toda la multitud desparramada a lo largo del circo se aparte y que el
campo quede despejado. Avanzan los jvenes y resplandecen igual-
mente ante los ojos de sus padres sobre sus caballos dciles al freno, y
toda la juventud de Trinacria y de Troya deja or un murmullo al con-
templarlos en su marcha. Todos tienen, segn la costumbre, su cabello
cubierto por una corona de podadas ramas, cada uno lleva dos lanzas
de madera de cornejo con punta de hierro, y algunos, ligeros carcajes
a la espalda; sobre su pecho, rodeada en torno a su cuello, discurre una
flexible cadena de oro. Corren de un lado para otro en total tres escua-
drones de jinetes mandados cada uno de ellos por un jefe; siguiendo a
cada uno de stos se destacan formando dos filas doce muchachos con
dos escuderos. El primer pelotn de jvenes es el que orgulloso va a las

110
rdenes del pequeo Pramo, que lleva el nombre de su abuelo, ilustre
descendencia tuya, Polites, destinada a aumentar la gloria de los ta-
los; monta un caballo tracio de dos colores cubierto de manchas blan-
cas, que muestra altivo las blancas puntas de sus patas y una blanca
frente. El segundo jefe es Atis, de donde obtuvieron su estirpe los Atios
del Lacio, el pequeo Atis, nio muy querido por el tambin nio Julo.
Destacando entre todos por su belleza avanza, el ltimo. Julo sobre un
caballo sidonio que la hermosa Dido le haba regalado como un re-
cuerdo y prenda de su amor. El resto de la juventud cabalga sobre ca-
ballos de Trinacria del anciano Acestes. Los troyanos reciben con un
aplauso a los temblorosos muchachos y se alegran al contemplarlos y
reconocen en ellos los rostros de sus antepasados. Despus que alegres
recorrieron sobre sus caballos toda la pista ante la mirada de los suyos,
dispuestos ya, el hijo de Epito desde lejos les dio la seal con un grito
acompaado de un trallazo. Las dos filas de igual nmero de jinetes se
separan y desdoblados los grupos, forman de cada lado tres medios
pelotones y a una nueva llamada dan media vuelta y lanza en ristre
presentan ataque. Despus inician ora una carga, ora un repliegue, ha-
cindose frente a distancia y describen crculos que se entrecruzan
mutuamente y con sus armas ofrecen un simulacro de lucha; y ya hu-
yendo muestran sus espaldas, ya atacan volviendo sus lanzas al enemi-
go, ya avanzan todos a una hecha la paz. Como dicen que en otro tiem-
po en la elevada Creta el laberinto encerraba entre sus paredes sin nin-
guna abertura el camino y el trazado engaoso y equvoco de sus mil
encrucijadas, cuyo recorrido, imposible de fijar e irremontable, borra-
ba las seales del que intentaba retroceder, as van dejando marcadas
sus huellas los hijos de los Teucros en su carrera y entremezclan en el
juego huidas y combates, semejantes a delfines que surcando la lquida
superficie cortan nadando el mar Crpato y el de Libia y juegan entre
las olas. Ascanio fue el primero que, cuando rode con murallas Alba
Longa, renov esta costumbre de las carreras y este tipo de competi-
ciones y ense a los primitivos latinos a celebrarlas del mismo modo
que l en persona las haba celebrado cuando era un nio, y con l la
juventud troyana; los Albanos ensearon a los suyos; de aqu las reci-
bi despus la gran Roma y conserv esta tradicin de los antepasa-
dos; ahora el juego se llama Troya y los nios ejrcito troyano. As fi-
nalizaron las fiestas celebradas en honor de un padre sagrado.
VIRGILIO, LA ENEIDA.
Traduccin y estudio preliminar de
Dulce Estefana. Barcelona. PPU. 1988

111
JUVENAL
Stiras

Stira VI: crtica a las mujeres que practican ejercicios gimnsticos

Son muchas las que manejan las armas, las atletas que se ensayan
en la esgrima, descargando mandobles sobre el servidor paciente, es-
cudo al brazo. Actan en los Juegos Olmpicos e, incluso como profe-
sionales, en el circo. Qu honestidad puede guardar una mujer que
ostenta un casco en la cabeza, que abdica de su feminidad?

Stira X: "mens sana in corpore sano"

Una mente sana en un cuerpo sano es lo nico que debemos pedir a


los dioses. Yerran los que les piden el cumplimiento de sus gustos, ig-
norando qu es lo que verdaderamente les conviene, cosa que slo co-
nocen los dioses y que no niegan a los mortales. ,
Pues que se acude a los templos con rogativas, no sacrifiques las
sagradas entraas de un lechn para conseguir lo que ha de perjudi-
carte. Hazlo para aquello que te indico. Pide un alma que no albergue
el temor de la muerte, que sepa gozar de los bienes de la naturaleza,
que aleje de s la maldad y los apetitos groseros, ignore la iracundia,
sea capaz de soportar con entereza los rudos trabajos y las calamida-
des de la existencia, y prescinda de los deleites del vicio y de los festi-
nes de Sardanpolo. La virtud es el nico cauce de la vida tranquila. Tu
prestigio, Oh Fortuna!, se extinguir si la prudencia presidiese nues-
tros actos, pues slo a nuestra sensatez debes el que te coloquemos a la
altura de la divinidad.
JuvENAL. Stiras.
Madrid. Editorial Mediterrneo. 1973

112
CAYO SUETONIO
Los Doce Csares
Julio Csar y Calgula ofrecen espectculos de vanos gneros
(siglos I A.C. I D.C.)

XVIII. Dio con frecuencia combates de gladiadores, unos en el anfi-


teatro Tauro, otros en el campo de Marte, y present en ellos grupos de
luchadores de frica y de Campania, elegidos entre los nis famosos.
Cuando no presida personalmente tales espectculos, encargaba ha-
cerlo a los magistrados o a sus amigos. Dio tambin juegos escnicos,
numerosos y variados, algunas veces durante la noche y a la luz de una
inmensa cantidad de antorchas. Distribua entre los espectadores rega-
los de todas clases y hasta cestos llenos de pan y carne. En una de estas
distribuciones, viendo enfrente de l a un caballero romano que coma
su parte con mucho apetito y alegra, hizo llevarle la suya; observando
ms lejos a un senador, digno mulo del caballero, le envi el nombra-
miento de pretor extraordinario. Los juegos que dio en el Circo dura-
ron algunas veces desde la maana a la noche, teniendo por interme-
dios ya una cacera de animales africanos, o bien una carrera troyana.
Algunos espectculos de stos fueron notables, especialmente por es-
tar sembrada la arena de bermelln y polvo de oro, y porque los carros
eran guiados slo por senadores. Otros, en fin, se dieron repentina-
mente, como el da en que, examinando desde el palacio Gelotino los
preparativos comenzados en el Circo, accedi a la peticin que le diri-
gieron algunos desde lo alto de las casas menianas.
XIX. Ide adems un gnero de espectculos superior a cuanto se
haba visto hasta entonces. Hizo construir en el mar, entre Baias y Puz-
zola, en un espacio de cerca de tres mil seiscientos pasos, un puente
formado por doble fila de navios de transporte trados de todos los ma-
res, sujetos con anclas y cubiertos en parte con pavimentos cuya forma
recordaba la va Apia.
Durante dos das no hizo ms que pasar y volver a pasar por aquel
puente; el primero, en caballo magnficamente enjaezado, llevando
una corona de encina en la cabeza, el escudo en una mano y la espada
en la otra, y vistiendo una clmide bordada de oro; a la maana si-
guiente, con traje de auriga, en un carro arrastrado por dos famosos
caballos. En esta ocasin le preceda el joven Daro, que perteneca a
los rehenes de los partos y le seguan su guardia pretoriana y sus ami-
gos en carretas. Han considerado algunos que imagin aquel puente
con objeto de emular a Jerjes, tan admirado por haber tendido uno en
el estrecho de Helesponto, mucho ms corto que el de Baias: otros, que
quiso impresionar con la fama de aquella gigantesca empresa a la Ger-
mania y Bretaa, a las que amenazaba con la guerra; no ignoro todo

113
esto; pero siendo yo todava nio, o decir a mi abuelo que la razn de
aquella obra, revelada por los criados ntimos de palacio, fue que el
matemtico Trasilo, viendo que Tiberio vacilaba en la eleccin de su-
cesor y que se inclinaba a su nieto natural, haba afirmado que Cayo
no sera emperador mientras no atravesara a caballo el golfo de
Baias...
XXXIX. Tambin dio espectculos de varios gneros: combates de
gladiadores, representaciones en todos los barrios de la ciudad, a car-
go de actores de todas las naciones y en todos los idiomas; dio, ade-
ms, juegos en el circo, luchas de atletas y un simulacro de combate
naval. En el Foro combatieron entre los gladiadores, Furio Leptino, de
familia pretoria, y Q. Calpeno, que haba formado parte del Senado y
defendido causas delante del pueblo. Los hijos de muchos prncipes de
Asia y de Bitinia bailaron la danza prrica. El caballero romano Dci-
mo Liberio represent en los juegos una mmica de su composicin,
percibiendo quinientos sestercios y un anillo de oro; pasando despus
desde la escena, por la orquesta, a acomodarse entre los caballeros. En
el circo ensanchse la arena por ambos lados; se abri en tomo un foso
(el Euripo), que llenaron de agua, y muy nobles jvenes corrieron en
aquel recinto cuadrigas y bigas, o saltaron en caballos amaestriados al
efecto. Nios divididos en dos bandos, segn la diferencia de edad, eje-
cutaron los juegos llamados troyanos. Dedicronse cinco das a luchas
de fieras, y ltimamente se dio una batalla entre dos ejrcitos, en la
que participaron quinientos peones, trescientos jinetes y cuarenta ele-
fantes. Con objeto de dejar a las tropas mayor espacio, haban quitado
las barreras del circo, formando a cada extremo un campamento. Los
atletas lucharon durante tres das en un estadio construido ex profeso
en las inmediaciones del campo de Marte. Abrise un lago en la Codeta
menor, y all entablaron combate naval birremes, tirremes y cuatrirre-
mes tirias y egipcias abarrotadas de soldados. El anuncio de estos es-
pectculos haba atrado a Roma abundante nmero de forasteros, la
mayor parte de los cuales durmi en tiendas de campaa, en las calles
y plazas; muchas personas, entre ellas dos senadores, fueron aplasta-
das o asfixiadas por la multitud.
CAYO SUETONIO. LOS doce cesares.
Sarpe. Madrid. 1985

114
m

Carreras de carros practicadas por los griegos y continuadas en Roma y Bizancio.


PLUTARCO (-50 d.c. - -120 d.c.)
Sobre la educacin de los hijos

XXIV. No es, por consiguiente, de ningn valor descuidar el ejerci-


cio fsico de los cuerpos, sino que, enviando los nios a casa del maes-
tro de gimnasia, los ejerciten bastante, por una parte, en bien de la
agilidad de los cuerpos y, simultneamente por otra, para la robustez;
pues la base de una hermosa vejez es la buena complexin de los cuer-
pos en los nios. En efecto, as como durante el buen tiempo conviene
preparar las cosas contra la tempestad, as durante la juventud, depo-
sitar, a manera de provisin, la disciplina y la cordura para la vejez. Y
es necesario administrar de tal manera el trabajo del cuerpo que no,
por ponerse demasiado secos, renuncien al cuidado de la educacin;
pues, segn Platn, "el sueo y el cansancio son enemigos de la ins-
truccin." Y por qu estas cosas? Me apresuro a decir lo que es ms
importante de las cosas dichas. En efecto, hay que educar a los nios
para los combates militares, ejercitndose en el lanzamiento de dar-
dos, en el lanzamiento de flechas y en la caza. Pues "los bienes de los
vencidos "en las batallas" estn puestos como premio de combate para
los vencedores." Por otra parte, la guerra no admite un estado corporal
criado en forma sedentaria; por lo contrario, el soldado delgado, habi-
tuado a los combates, rompe las falanges de los atletas obesos.

PLUTARCO. SOBRE LA EDUCACIN DE LOS NIOS.


Edicin de Juan Reyes. Mxico. Universidad
Nacional Autnoma de Mxico. 1986

TESTAMENTO CON INSTITUCIN DE COMBATES


PUGILSTICOS
Siglo II D.C.
Museo Arqueolgico de Barcelona

Lucio Cecilio Optato, hijo de Lucio, de la tribu Papiria, centurin


de la legin VII Gemina Feliz y centurin de la legin XV Apolinar,
licenciado con todo honor por los emperadores Marco Aurelio Antoni-
no y Aurelio Vero, Augustos, allegado por los barcinonenses a sus con-

116
ciudadanos inmunes, elevado a los honores edilicios, duunviro tres ve-
ces, flamen de Roma, de los dioses y de los Augustos, quien hizo un
legado a la comunidad barcelonesa en estos trminos: dono, lego y
quiero que se entreguen 7.500 denarios, de cuyos intereses al 6% quie-
ro que se d todos los aos un espectculo de pgiles el 10 de junio,
por la suma de 250 denarios, y que el mismo da se suministre a las
termas pblicas para el pueblo aceite por un importe de 200 denarios.
Este donativo quiero que se emplee en la forma indicada con la condi-
cin siguiente: que mis libertos e igualmente los libertos de mis liber-
tos y libertas a quienes correspondiere el honor del sevirato sean dis-
pensados de todas las cargas del sevirato. Y si alguno de ellos fuere
requerido para su cumplimiento, entonces dichos 7.500 denarios man-
do que pasen a la comunidad tarraconense, bajo el mismo aspecto que
arriba consta de espectculos a celebrar en Tarragona. En el lugar
otorgado por decreto de los decuriones.

PABLO PIERNAVIEJ^
CORPUS DE INSCRIPCIONES
DEPORTIVAS DE LA ESPAA ROMANA.
Madrid. D.N.E.F. y D. I.N.E.F. 1977

EL ESPAOL DIOCLES, "AS" DE LOS CIRCOS


ROMANOS (SIGLO II D.C.)

C. Apuleius Diocles, agitator del bando rojo, de nacin espaola, de


la Lusitania, con cuarenta y dos aos, siete meses y veintitrs das. Co-
menz corriendo en la faccin alba siendo cnsules Acilius Avila y
Cornelius Pansa. Su primera victoria la tuvo corriendo por el bando
blanco, siendo cnsules M. Acilius Glabrio y C. Bellicius Torquatus.
Comenz a correr en la faccin verde, siendo cnsules por segunda vez
Torquatus Asprenas y Annius Libo. Venci por vez primera, corriendo
por el bando rojo, en el consulado de Laenas Pontianus y Antonius Ru-
finus. Resumiendo: Condujo cuadrigas durante veinticuatro aos, co-
rriendo 4.257 veces, venciendo 1.462 y de ellas 110 en carreras de ho-
nor celebradas a comienzo de la fiesta. En carreras de un solo carro
por cada uno de los cuatro bandos, venci 1.064 veces, de ellas 92 ve-
ces en certmenes en los que se disputaban premios en dinero: Estas
ltimas s'e distribuyen as: 32 victorias en las que el premio era de
30.000 sestercios, de ellas, tres con carros tirados por seis caballos; 29

117
victorias en las que el premio consisti en 50.000 sestercios; de ellas,
una con carros tirados por siete caballos; tres victorias con premio de
60.000 sestercios. En carreras en las que por cada faccin corran dos
carros, venci 387 veces; cuatro de ellas ganando un premio de 15.000
sestercios y corriendo con carros de tres caballos. En carreras en las
que cada bando corra con tres carros, triunf 51 veces. Obtuvo pre-
mios de varias clases en 1.462 carreras; segundos premios, 861 veces;
terceros, 576 veces; cuarto, una sola vez, y con premio de 1.000 sester-
cios, y no se clasific 1.351 veces. Con el bando azul venci 10 veces;
con el blanco, 91, de ellas dos con sendos premios de 30.000 sestercios.
Gan en total 35.863.120 sestercios, venciendo con carros de dos caba-
llos que ya haban triunfado en mil o ms carreras, tres veces, de ellas
corriendo una en la faccin de los blancos y dos en la de los verdes. Se
mantuvo a la cabeza desde el comienzo hasta el fin de la carrera, ven-
ciendo al final, 815 veces; p&s del segundo lugar al primero ganando
la carrera, 67 veces; fue dejado atrs, recuperando luego el primer
puesto y ganando al final de la carrera, 36 veces. En otros gneros de
certmenes triunf 42 veces. En carrera difcil gan al final, con un
ltimo esfuerzo, 502 veces; de ellas, 216 corriendo para los verdes, 205
para los azules y 81 para los blancos. Hizo que nueve caballos llegasen
a alcanzar cada uno ms de cien triunfos, y que dos caballos alcanza-
sen cada uno 200 victorias. Segn consta en las actas de su faccin,
Avilius Teres fue el primero que consigui llegar a las 1.011 victorias,
de las que [...] fueron ganadas en un solo ao. Pues bien. Diocles fue el
primero que en un solo ao lleg a alcanzar 1.000 victorias, venciendo
103 veces; de ellas, 83 en carreras de un solo carro por color. A ms de
ello, acreciendo la gloria de sus mritos, super a Thallus, de su misma
faccin, primero que en el bando rojo [...]. Pues bien. Diocles, el ms
destacado de todos los agitatores, en un ao venci 134 veces llevando
en el lado izquierdo un caballo ajeno; de ellas, 118 fueron certmenes
en los que corra un carro por cada color. Con ello Diocles super a
todos los agitatores de todos los colores que hayan tomado parte nun-
ca en juegos circenses. De todos fue percibido y admirado el hecho de
que en un solo ao, corriendo con un caballo ajeno en el lado izquierdo
y dos en el centro, donde iban los caballos Cotynus y Pompeianus, ven-
ciese 99 veces, una de ellas jugndose un premio de 60.000 sestercios,
cuatro de 50.000, uno de 40.000 y dos de 30.000 sestercios [...] de la
faccin verde, venci 1.025 veces, siendo el primero desde los ms re-
motos tiempos de Roma que venci en siete carreras con premios de
50.000 sestercios. Pero Diocles superndolo y llevando en su cuadriga
a tres caballos ajenos Abigeius, Lucidus y Paratus, venci ocho veces
en carreras en las que el premio era de 50.000 sestercios. Asimismo,
superando a Communis, Venustus y Epaphroditus, tres agitatores mi-
liarios de la faccin azul, que lograron vencer 11 veces en carreras de
50.000 sestercios de premio. Diocles, llevando en el centro de la cua-

118
driga a los caballos Pompeianus y Lucidus, logr vencer en carreras
cuyos premios eran de 50.000 sestercios ms de 12 veces [...] de la fac-
cin verde, vencedor 1.025 veces, y Flavius Scorpus vencedor en 2.048
carreras, y Pompeius Musclosus, vencedor en 3.559 certmenes, tres
agitatores que en junto vencieron en 6.632 carreras, llevndose de ellas
28 premios de 50.000 sestercios, a todos aventaj Diocles, el ms so-
bresaliente de todos los agitatores, ya que logr triunfar en 1.462 ca-
rreras, de ellas 29 premiadas con 50.000 sestercios. Con nobilsimo es-
plendor brilla el nombre de Diocles al ver que si Fortunatus, de la fac-
cin de los verdes, corriendo con el caballo vencedor de nombre
Tuscus logr 386 victorias y de ellas nueve de 50.000 sestercios de pre-
mio, Diocles, corriendo con el caballo vencedor Pompeianus, en slo
152 victorias obtuvo 10 premios de 50.000 sestercios y uno de 60.000.
Diocles descoll alcanzando nuevas marcas registradas antes de l, ga-
nando un solo da dos carreras de 40.000 sestercios de premio con ca-
rros tirados por seis caballos y an ms [...] con un tiro de siete caba-
llos uncidos entre s, espectculo nunca visto hasta entonces con tal
nmero de caballos, gan un certamen de 50.000 sestercios y descoll
victorioso con Abigeius y sin ltigo; sali victorioso de otros concursos
con premios de 30.000 sestercios. Y como estas novedades se vieron
entonces por vez primera, Diocles se adorn de doble gloria. Segn se
dice, el que va a la cabeza de todos los agitatores miliarios es Epaphro-
ditus, agitator de la faccin azul, el cual, en tiempo de nuestro empe-
rador Antoninus Pius Augustus, venci 1.467 veces, de ellas 940 en ca-
rreras de un solo carro por faccin. Pues bien. Diocles, sobrepasndo-
le, result vencedor en 1.962 carreras, de ellas 1.064 de un solo carro
por color. En estos mismos tiempos Pontius Epaphroditus venci 467
veces en carreras malas, ganadas en un arranque final. Pues bien, Dio-
cles, con este mismo modo de victoria, obtuvo el triunfo 502 veces. El
agitator Diocles en este ao venci 127 veces, de ellas 103 con los ca-
ballos Abigeius, Lucidus y Pompeianus uncidos en el centro de ellas
[...] entre destacados agitatores vencieron muchas veces llevando de
introyugos a Afer; Pontius Epaphroditus, de la faccin azul, venci con
Bubalus 134 veces; Pompeius Musclosus, del color verde, con el caba-
llo [...] sali victorioso en 115 carreras. Diocles, empero, sobrepas a
todos, resultando vencedor con Pompeianus 152 veces, de las que 144
lo fueron en carreras de un solo carro por faccin. Y, aumentando su
gloria, obtuvo 445 victorias llevando como introiugi cinco caballos:
Cotynus, Calata, Abigeius, Lucidus y Pompeianus, de las 397 ganadas
en carreras de un solo carro por color.

VEINTICINCO ESTAMPAS DE LA ESPAA ANTIGUA.


Antonio Garca Bellido.
Madrid. Espasa-Calpe. 1967

119
EPITAFIO DEL AURIGA EUTYCHES (S.II D.C.)
Palacio Arzobispal de Tarragona

Al auriga Eutyches, de 22 aos. Flauius Rufinus y Sempronia Dio-


fanis a su siervo que bien lo mereca. Descansan en este sepulcro los
restos de un auriga principiante, bastante diestro, sin embargo, en el
manejo de las riendas. Yo, que montaba ya sin miedo carros tirados
por cuatro caballos, no obtuve permiso, con todo, para conducir ms
que los de dos. Los hados, los crueles hados, a los que no es posible
oponer resistencia, tuvieron celos de mi juventud. Y, al morir, no me
fue concedida la gloria del circo, para evitar que me llorara la fiel afi-
cin. Abrasaron mis entraas malignos ardores, que los mdicos no
lograron vencer. Te ruego, caminante, derrames flores sobre mis ceni-
zas: tal vez t me aplaudiste mientras viva.

CORPUS DE INSCRIPCIONES
PABLO PIERNAVIEJA,
DEPORTIVAS DE LA ESPAA ROMANA
Madrid. D.N.E.F. y D. I.N.E.F. 1977

LUCIANO DE SAMOSATA (S.II D.C.)


Anacarsis o sobre la gimnasia
Fragmentos

ANACARSIS. A santo de qu. Soln, hacen esas pamemas vues-


tros jvenes? Unos entrelazndose doblan las piernas una bajo otra,
otros resuellan y se ahogan y se revuelcan entremezclados por el barro
como jabales. Y desnudndose antes de empezar los vea yo, se
frotaban con aceite y se daban friegas en plan totalmente pacfico el
uno al otro por turno. No s qu les pasa despus que empiezan a em-
pujarse y, con la cabeza ligeramente agachada, juntan sus frentes y se
topan como los carneros. Y fjate, aquel que te estoy sealando coge y
levanta al otro por las dos piernas y lo deja caer al suelo; va entonces
y, cayendo sobre l, no lo deja levantarse; al revs, lo vuelve a empujar
contra el barro; por ltimo, entrelazndole las piernas bajo el vientre y
echndole el antebrazo bajo la garganta lo estrangula al pobrecillo,
quien, a su vez, lo golpea en el hombro suplicndole, pienso yo, que no

120
lo ahogue del todo. Y no tienen empachos, y no por motivo del aceite
con el que se untan, en ponerse perdidos, sino que sin que se les
note ya la locin, rebozndose a base de bien en una plasta de barro y
sudor, a mi, al menos, se me antojan ridculos, pues se escurren uno de
las manos del otro como las anguilas.
Otros, en el prtico del patio, se dedican a hacer lo mismo, si bien
stos no en el barro, sino que preparndose un profundo montn de
arena, debajo en el hoyo, se salpican unos a otros y, adems, delibera-
damente se echan polvo por encima al modo de los gallos como si as
fueran a estar menos escurridizos a la hora de trabarse, siendo as,
pienso yo, que la arena absorbe la grasa y permite al rival agarrarse
mejor en seco.
Otros, levantndose de golpe, recubiertos de polvo, acosndose, se
ponen a darse golpes y pisotones. Ese de ah, el pobrecillo, parece que
va a echar fuera los dientes, as tiene la boca hecha una plasta de arena
y sangre; le han pegado, segn ves, un puetazo en la mejilla. Pero la
autoridad competente ah presente, no los separa ni interrumpe la lu-
cha por el vestido que lleva parece que es uno de los arcontes; al
revs, los azuza y ovaciona al que ha dado el puetazo.
Otros, en otros tantos lugares, desentumecen los msculos, al tiem-
po que saltan como si corrieran sobre el propio terreno; saltan juntos
bien alto, al tiempo que dan patadas al aire.
Quiero saber qu ventajas reporta el hacer todo eso, porque a m el
asunto me parece ms bien de locos, y no hay nadie capaz de conven-
cerme, as, de buenas a primeras, de que quienes actan de ese modo
no estn un poco tocados.
SOLN. Con toda razn, Anacarsis, todo eso te ha causado esa
impresin. Se trata de cosas extraas y totalmente distintas de las cos-
tumbres escitas; exactamente igual que las cosas que tienes que apren-
der y vuestras costumbres nos resultaran chocantes a nosotros los
griegos, si alguno de nosotros las estuviera conociendo como t ahora.
Pero, no tengas miedo, amigo mo. Lo que estn haciendo no obedece
a la locura; no se dan puetazos ni se rebozan en el barro, ni se echan
la arena encima por humillar al rival; antes bien, todo eso tiene una
utilidad no desdeable y proporciona a los cuerpos un vigor nada in-
significante. Si te quedas algn tiempo en Grecia, como creo que ha-
rs, t tambin sers, dentro de poco, uno de esos tipos cubiertos de
barro o de polvo; ya vers cmo el tema te va a resultar entretenido y
til a un tiempo.
ANACARSIS. Quita, quita. Soln; a lo mejor a vosotros os podra
resultar todo eso entretenido y provechoso. En lo que a m respecta, si
alguno de los vuestros me diera ese trato, que sepa que no llevamos en
vano el sable corto ceido al cinturn. Pero, dime, qu nombre le dais
a estas evoluciones? O qu diremos que estn haciendo?

121
SOLN. El lugar en s, Anacarsis, se conoce entre nosotros con
el nombre de gimnasio, y es un recinto sagrado de Ajjolo Licio; ya ests
viendo su estatua: el cuerpo apoyado sobre la columna; lleva un arco
en el brazo izquierdo, mientras que el derecho, doblado por encima de
la cabeza, da a entender que el dios est descansando de alguna tarea
muy penosa. De los ejercicios gimnsticos, el que se practica en el ba-
rro se llama boxeo y tambin lo practican los que estn en el polvo; al
levantarse de un salto e intercambiar golpes lo llamamos lucha libre.
Pero tenemos, adems, otras modalidades deportivas: boxeo, lanza-
miento de disco y saltos; de todas ellas organizamos competiciones; el
vencedor es considerado el mejor de los de su modalidad y se lleva los
trofeos.
ANACARSIS. Y en qu consisten vuestros trofeos?
SOLN. En los Juegos de Olimpia, una corona de olivo silvestre;
en los Juegos de Corinto de pino; en Nemea, de apio; en Delfos, man-
zanas consagradas de Apolo, y entre nosotros en las Panateneas, el
aceite que se extrae del olivo sagrado. De qu te res, Anacarsis? Es
que te parecen poca cosa?
ANACARSIS No, Soln, los trofeos que has mencionado me pa-
recen fenomenales, para quienes los establecieron muy dignos de ser
loados en base a tanta generosidad y, para quienes compiten muy de
tener en cuenta que rivalicen por conseguir trofeos de esta ndole, has-
ta el extremo de pasar tantas fatigas para obtener manzanas o apios y
de correr el riesgo de quebrarse o estrangularse entre s. Como si no
estuviera en la mano de quien le viniera en gana comprar sin molestia
alguna buena cantidad de manzanas, o tejerse una corona de apio o de
pino sin tener que ponerse la cara perdida de barro, ni sin que le pe-
guen sus rivales una patada en el estmago.
SOLN. Amigo mo, nosotros no nos fijamos en la simplicidad de
los trofeos; son smbolos de la victoria y distintivo de quienes son los
vencedores. La fama que va aparejada a los que han vencido merece
muchsimo la pena, y por alcanzarla, quienes buscan fieramente la glo-
ria que se deriva de los esfuerzos dan por bueno, incluso, el recibir
patadas. Y no se da gratis; antes bien, quien aspira a ella tiene que
hacer frente a muchas situaciones difciles en los comienzos hasta es-
perar el resultado positivo y favorable, que se deriva de tantos sacrifi-
cios...
Si fuera la poca, Anacarsis, de Juegos Olmpicos o stmicos o Pa-
nateneos, los propios acontecimientos se encargaran de demostrarte
que no nos tomamos en vano tanto inters por ellos. As, hablando,
nadie lograra imbuirte del placer que proporcionan los ejercicios que
all se desarrollan, con la misma fuerza que si, sentado all, en medio
de los espectadores, presenciaras cualidades de hombres, bellezas de
cuerpos, contexturas asombrosas, tcnicas depuradas, resistencia in-
domeable, arrojo, rivalidad, voluntades indmitas y un indecible afn

122
por alcanzar la victoria. Estoy seguro de que no dejaras de ovacionar
y de animar y de aplaudir.
ANACARSIS. S, por Zeus, Soln, ni de rerme de todo eso, ni de
burlarme, adems. Todo lo que enumeraste, las excelencias, las condi-
ciones fsicas, las bellezas, el arrojo, veo que lo estis echando a perder
a cambio de nada; vuestra patria no corre peligro ni vuestra tierra es
saqueada, ni se meten con vosotros vuestros amigos ni vuestros veci-
nos. As que si, como dices, los competidores son la flor y nata, resul-
taran ser el hazmerrer, en la medida en que hacen en vano todos esos
esfuerzos y pasan todos esos apuros y afean su belleza y su contextura
con la arena y con el aspecto de sus semblantes, total para, si resultan
vencedores, ser dueos de una manzana o de un ramo de olivo me
complace estar haciendo mencin constante al tipo de trofeos; por
cierto, dime, todos los que compiten los consiguen?
SOLN. En absoluto; slo uno de entre todos, el triunfador.
ANACARSIS. Entonces, Soln, hay tantos que realizan tales es-
fuerzos por lo incierto y remoto de la victoria y sabiendo que el vence-
dor ser uno y slo uno, y los derrotados, en cambio, muchos, reciben,
los unos, pobrecillos, golpes y los otros heridas, total para nada?
SOLN. Anacarsis, parece que no te has parado nunca a pensar
sobre la forma correcta de llevar una ciudad; no tendras en el bando
del desprecio las ms hermosas de sus costumbres. Si te importara un
poco saber cmo debe gobernarse una ciudad de la mejor manera y
cmo deberan llegar sus ciudadanos a ser los mejores, elogiaras, sin
reservas, esos ejercicios gimnsticos y la rivalidad con que rivalizamos
por ellos, y sabras que entremezclado en esos esfuerzos hay mucho de
positivo, aunque te parezca que se esfuerzan para nada.
ANACARSIS. He venido. Soln, a vuestra patria atravesando tan
gran extensin de tierra y surcando el enorme y tormentoso mar Euxi-
no, sin otra finalidad que la de poder aprender las leyes de los griegos
y comprender bien vuestras costumbres, y de estudiar a fondo la mejor
forma de gobernar una ciudad. Por eso, fundamentalmente te eleg a ti
de entre todos como amigo y anfitrin, por tu fama, pues no paraba de
or que t eras el autor de leyes, y el inventor de las mejores normas y
el introductor de comportamientos muy positivos y, en una palabra, el
diseador de un sistema de gobierno. As que no deberas tardar en
ensearme y hacerme discpulo tuyo. Porque yo gustosamente sentado
a tu lado sin comer y sin beber, en la medida en que t puedas aguan-
tar hablando, escuchara con la boca abierta tu disertacin sobre la
poltica y las leyes.
SOLN. No es fcil, amigo, explicar brevemente todos los pun-
tos. Si voy por partes, irs conociendo cada tema, cules son nuestros
puntos de vista sobre los dioses, sobre los antepasados, sobre los ma-
trimonios y sobre otros temas. Te voy a explicar ya las ideas que tene-
mos sobre los jvenes, y cmo los tratamos en cuanto empiezan a com-

123
prender qu es lo que es mejor, y a tener cuerpo de adulto y a asumir
duros trabajos, para que comprendas por qu razrt hemos propuesto
para ellos estos ejercicios fsicos y les obligamos a endurecer su cuer-
po, no slo para las competiciones, a fin de que puedan llegar a conse-
guir trofeos, pues son unos pocos de entre todos quienes los alcanzan,
sino, ms bien, intentando que de ello se derive algo positivo para toda
la ciudad y para ellos mismos. Est establecida para todos los buenos
ciudadanos otra competicin y una corona no de pino, ni de olivo, ni
de apio, sino una corona que contiene en s la felicidad del hombre; me
estoy refiriendo a la libertad de cada uno en el plano personal y a la de
la patria en el plano colectivo, a la riqueza, a la fama, al disfrute de las
fiestas nacionales, a la seguridad de los familiares; en una palabra, a
todo lo mejor que los hombres puedan pedirles en sus rezos a los dio-
ses para s. Todo eso est entretejido en la corona a que aludo y se
deriva de la competicin aquella de cara a la que realizan los ejercicios
y los esfuerzos...
Los duros ejercicios que no sirven para nada, Anacarsis, los cons-
tantes revolcones en el barro, las fatigas en la arena al aire libre, todo
eso es lo que nos proporciona defensa frente a los rayos del sol, y as,
ya no nos hace falta un sombrero que impida que el rayo deje s huella
en la cabeza.
Vayamos, pues. Y no tienes por qu asentir y confiar en todas las
leyes que yo te vaya diciendo, sino que, en el momento en que te parez-
ca que he dicho algo que no es correcto, inmediatamente das tu punto
de vista contrario y proseguimos la conversacin. Porque en uno de
estos dos puntos no fallamos: o a ti te convenceremos firmemente tras
sacarte todo lo que crees que debes replicar, o a m se me pone de
relieve y se me ensea que no tengo un punto de vista correcto al res-
pecto. Y en ese punto a la ciudad le faltara tiempo para mostrarte su
agradecimiento. Cuanto puedas ensearme y cuantos cambios me con-
venzas para hacer en mis esquemas mentales revertirn en beneficio
de ella. Yo no puedo ocultarle nada, sino que al punto acudir al medio
de la gente y tomando asiento en la Pnix les dir a todos: Atenienses,
he redactado para vosotros las leyes que me pareca seran ms positi-
vas para la ciudad, pero ese extranjero que tenis ah sealndote a
ti, Anacarsis, un escita culto, cambi mis ideas y me ense otras ma-
neras mejores de formacin y de comportamiento. Quede constancia es-
crita de ese hombre como benefactor de la ciudad y erjasele una estatua
de bronce junto a los hroes epnimos o en la ciudad junto a Atenea. Y
estte seguro de que la ciudad de los atenienses no se avergenza de
aprender de un brbaro y extranjero lo que le viene bien...
Probablemente has visto a algunos hombres tocando la flauta y a
otros que cantan con ellos de pie, en crculo; esos cnticos y sones de
flauta no carecen de utilidad; impregnando su espritu de todos ellos y
otros por el estilo, se van haciendo mejores. Y sus cuerpos que es,

124
precisamente, lo que ms deseoso estabas de escuchar los entrena-
mos de la siguiente manera. Dejndolos desnudos, como te dije, cuan-
do ya no son blandos y estn totalmente conformados, solemos acos-
tumbrarlos primero a las inclemencias del tiempo, habitundolos a
cada una de las estaciones, de modo que no les moleste el calor, ni
desfallezcan ante el fro; despus, los untamos con aceite y dems ma-
sajes para que tengan mayor elasticidad. Y si pensamos que el cuero
suavizado por el aceite se hace ms difcil de romper y ms duradero,
siendo como es algo muerto, sera absurdo que no pensramos que un
cuerpo, que tiene an una vitalidad, no puede ponerse en mejor forma
por accin del aceite. A partir de aqu, habiendo inventado modalida-
des diversas de ejercicios gimnsticos, y adjudicndoles profesores es-
pecializados, les enseamos a uno a boxear, a otro a practicar lucha
libre, para que se acostumbren a resistir la dureza y a afrontar los gol-
pes y a no volver la cara por miedo a las lesiones. Con eso logramos en
ellos dos tiles objetivos para nosotros: se consigue que hagan frente al
peligro con nimo crecido sin preocuparse de sus cuerpos, al tiempo
que se hacen fuertes y resistentes. Quienes de ellos pelean juntando
sus cabezas ligeramente inclinados aprenden a caer sin hacerse dao y
a levantarse de golpe, a empujarse, a trabarse, a revolverse, y a resistir
que los ahoguen y a levantar en volandas al rival; tampoco stos estn
poniendo su empeo en una actividad intil, sino que realizan una ad-
quisicin nica, primordial e indiscutiblemente importantsima: sus
cuerpos se hacen ms impermeables al dolor y ms resistentes al cur-
tirse en ejercicios de esa dureza. Y hay otra cosa, no de despreciar: de
resultas de ello se tornan diestros si llega el momento de tener que
echar mano de los conocimientos que aprendieron, en la guerra. Es
evidente que un hombre as trabndose con un enemigo lo tira al suelo
enseguida hacindole una llave. Y si cae, sabr levantarse del modo
ms fcil. Todo eso, Anacarsis, lo preparamos con vistas a una compe-
ticin, la competicin con armas, y pensamos echar mano de hombres
entrenados en este tipo de ejercicios, ya que, primero, relajando con
masajes sus cuerpos desnudos y entrenndolos, conseguimos hacerlos
ms vigorosos y resistentes, ligeros y elsticos y, al mismo tiempo, pe-
sados para sus contrincantes. Te das cuenta, creo, de lo que viene des-
pus: qu clase de hombres sern con armas, cuando sin ellas les me-
ten el miedo en el cuerpo a sus contrincantes. Y no exhiben una gordu-
ra fofa y blancucha o una delgadez acompaada de palidez como
cuerpos de mujeres marchitados por la sombra, agitados, empa-
pados en sudor y jadeantes bajo el casco, sobre todo, si como aho-
ra, el sol de medioda cae abrasador. Qu podra hacerse con
unos hombres que tienen sed y no aguantan la polvareda, y que
si ven sangre al punto se descomponen y prefieren morir antes
que verse con una flecha clavada y llegar a las manos con los
enemigos?.

125
Los ejercitamos en la carrera, acostumbrndolos a resistir en larga
distancia y hacindoles adquirir ligereza para recorrer muy deprisa
corta distancia. Y no una carrera sobre una superficie lisa y resistente,
sino en arena profunda donde no es cosa fcil apoyar el pie, ni mante-
ner el equilibrio, pues se resbala cuando se mete alguna piedrecilla por
debajo. Tambin los ejercitamos en el salto de longitud y, si llega el
caso, de cualquier tipo de obstculos, llevando, incluso, pesas en am-
bas manos del tamao de ellas. Rivalizan tambin en ver quin lanza
la jabalina ms lejos. Tuviste, asimismo, ocasin de ver en el gimnasio
un objeto circular de bronce, parecido a un pequeo escudo sin sopor-
te, ni correas; como estaba all en medio lo probaste y te pareci pesa-
do y difcil de coger precisamente por lo delgado que es. Tambin lan-
zan ese objeto al aire y a lo lejos, a ver quin consigue llegar ms lejos
y rebasar a los dems. Ese duro ejercicio fortalece sus hombros y pro-
porciona elasticidad a sus extremidades...
Estas son, Anacarsis, las razones por las que entrenamos a los jve-
nes, creyendo que sern el da de maana buenos guardianes de la ciu-
dad y que vivirn en libertad, unos con otros, capaces de derrotar a los
enemigos si les atacan; infundirn un cierto temor a nuestros vecinos,
de modo que la mayora de ellos se inclinen ante nosotros y nos pa-
guen tributos. En la paz echamos mano de ellos para actividades mu-
cho ms positivas, pues ni rivalizan en absoluto en desfachateces, ni
por falta de actividad se vuelven arrogantes, sino que se dedican a ac-
tividades de esa ndole y en ellas ocupan todo su tiempo. Y, como ya
seal, el bien comn, la felicidad suprema de la ciudad, consiste en
eso: cuando nuestra juventad preparada estupendamente para la paz y
para la guerra parezca afanarse en lograr los objetivos ms nobles.

LUCIANO. ANACARSIS O SOBRE LA GIMNASIA, en Obras, II.


Traduccin y notas por Jos Luis Navarro Gonzlez.
Madrid. Gredos. 1988

TACIANO (SIGLO II D.C.)


Discurso contra los griegos
La contrata de gladiadores

Vi tambin a hombres fatigados por los ejercicios de entrenamien-


to, que llevaban por todas partes el peso de sus carnes. A stos se les
proponen premios y coronas y los agonotetas u organizadores de com-

126
bates los incitan a competir no en accin alguna buena, sino en inso-
lencia y lucha, siendo coronado el que mejor golpea. Y aun eso es lo
menos del mal; lo ms grave, quin no vacilar en explicarlo? Hay
quienes de tal manera se han entregado a la ociosidad, que por disolu-
cin se venden a s mismos para ser matados; el pobre se vende a s
mismo y el rico compra a los que le han de matar; y all se sientan los
espectadores, y los pgiles luchan cuerpo a cuerpo, sin objeto ninguno,
y nadie hay que baje a ayudarles. Acaso son buenas, acciones como
esas que vosotros practicis? El hombre preeminente entre vosotros
rene el ejrcito de asesinos y anuncia pblicamente que va a alimen-
tar a una tropa de bandidos: luego los bandidos mismos salen de su
casa y todos corris al espectculo, primero para ser jueces de la mal-
dad del agonoteta, y despus, de los gladiadores mismos. Y el que no
pudo asistir a la matanza, se entristece por no haber sido condenado a
ser espectador de obras perversas y abominables. Sacrificis animales
para comer su carne y compris hombres para procurar tambin al
alma una carnicera humana, sacindola con los ms impos derrama-
mientos de sangre. Ahora bien, el salteador mata para robar; pero el
rico compra a gladiadores slo para matar.

PADRES APOLOGISTAS GRIEGOS (SIGLO II). Madrid.


Edicin de Daniel Ruiz Bueno.
Biblioteca de Autores Cristianos. 1954

EL DIGESTO DEL EMPERADOR JUSTINIANO (SIGLO VI)


Libro XI, ttulo V
De los jugadores a juegos prohibidos

Ulpiano; Comentarios al Edicto, libro XXIII. Dice el Pretor: Si al-


guno azot, o hizo algn dao a aquel en cuya casa se dice que se
jug a juego de suerte, o se quit en aquel tiempo alguna cosa por
dolo de l, no le dar accin, y castigar al que por jugar a juego de
suerte, causase fuerza, de qualquier modo que la haga.
1.1. Si los jugadores entre s cometiesen rapia, no se les negar la
accin que se da por los bienes que se arrebatan por fuerza;
porque solo prohibi vindicarlos al que los recibe, y no a los
jugadores, aunque estos tambin parezca que son indignos.

127
1.2. Tambin se ha de notar, que si el que los recibe fue azotado, y
padeci dao en algn tiempo, y de qualquiera modo no lo
vindica; pero el hurto hecho en la casa, y en el tiempo que se
jugaba juego de suerte, aunque no lo hiciese el jugador, qual-
quiera que lo haga lo hace sin que pueda ser castigado. Es
cierto que por casa entendemos la habitacin y el domicilio.
1.3. Lo que el Pretor dice, que no ha de dar accin de hurto, he-
mos de ver si solo pertenece a la accin penal, o si tambin
quisiese pedir la exhibicin, o vindicar, o intentar la condic-
cin: y dice Pomponio, que slo se le niega la accin penal: lo
qual no tengo por cierto; porque el Pretor dice absolutamen-
te: Si se hurtase alguna cosa, no dar accin.
1.4. Dice: Castigar al que por jugar a juego de suerte, cometiese
violencia, de qualquiera modo que la cause. Esta clusula
pertenece al castigo del que oblig a jugar, o para que se le
multe, o ponga preso.

2. Paulo; Comentarios al Edicto, libro XIX. Porque suelen algunos


precisar a jugar o al principio, o retenindoles los que pierden.
^
2.1. La constitucin del Senado prohibi jugar dinero, excepto a
la lanza, a la pelota, a correr, saltar, luchar, o pelear por cau-
sa de exercitar la fuerza.
3. Marciano; Reglas, libro V. En cuyos juegos por la ley Ticia, la Pu-
blicia y la Cornelia tambin es lcito hacer apuesta; pero en otros,
como no sea por causa de exercitar las fuerzas, no es lcita.

4. Paulo; Comentarios al Edicto, libro XIX. Se permite a la familia


jugar cosas de comer y beber.
4.1. Si el siervo o el hijo de familias perdiese, le compete la repeti-
cin al padre o al seor: y si el siervo recibiese dinero, se dar
contra el seor la accin de peculio, no la noxal; porque se
pide por el negocio que se hizo; pero no ha de ser obligado a
dar ms de lo que haya en el peculio respect de aquella cosa.
4.2. Contra los padres y los patronos se da por este edicto la repe-
ticin til por lo que se jug a juego de suerte.

EL DIGESTO DEL EMPERADOR JUSTINIANO.


Madrid. Imprenta de Ramn Vicente.
1872-1874. Vol. I

128
SAN ISIDORO DE SEVILLA
Etimologas (Siglo VII)
Libro XVIII. Acerca de la guerra y los juegos

16. De los espectculos

1. A mi entender, se denominan espectculos en su sentido ms


general a los placeres que por s mismos no manchan, pero que pueden
hacerlo por lo que all se desarrolla. Se les llama spectacula porque
estn abiertos a la espectacin de los hombres. Se les denomina tam-
bin ludiera porque se desarrollan en los juegos (ludus) o escenarios.
2. El origen de los juegos fue, segn cuentan, el siguiente: los li-
dios, conducidos por Tirreno, obligado a ceder por la fuerza el reino a
su hermano, se asentaron en Etruria procedentes de Asia. Ya en Etru-
ria, entre otros ritos propios de sus supersticiones, instituyeron tam-
bin espectculos en nombre de la religin. De all los romanos hicie-
ron venir actores oriundos de aquella tierra; y derivndolo del nombre
de los lidios acuaron el vocablo ludi (juegos). No obstante, Varrn
afirma que ludi deriva de lusus (divertimento), porque los jvenes
acostumbraban a divertir al pueblo con la alegra del juego durante los
das de fiesta. Por esto, el juego de los jvenes se pone en relacin con
los das festivos, con los templos y con las creencias religiosas.
3. No voy a aadir nada ms sobre el origen de este vocablo, pues
su raz es la idolatra. Estos juegos (ludi) reciben, indistintamente,
tambin el nombre de liberala, por celebrarse en honor de Liber pater.
Por este motivo hay que considerar la maldad de su origen, para que
no vayas a dar por bueno lo que tuvo su origen en el mal. Los juegos
pueden ser gimnsticos, circenses, gladiatorios o escnicos.

17. Juegos gimnsticos

1. El juego gimnstico consiste en la velocidad y es motivo de glo-


ria para los hombres. El lugar donde se practica se llama gimnasio. All
se ejercitan los atletas y se pone a prueba la velocidad de los corredo-
res. A partir de esta concepcin se aplica el nombre de gimnasio a los
lugares donde se ejercitan casi todas las artes.
2. Antiguamente, los que competan en estos lugares se cean sus
vestiduras con el fin de no verse desnudos. En cierta ocasin, un corre-
dor, al que se le haba desatado el cinturn, cay repentinamente a
tierra y muri asfixiado. Por ello, el arconte Hipomenes permiti, me-
diante un decreto, que desde entonces se ejercitasen todos desnudos. Y
de ah le viene su nombre al gimnasio, porque en el deporte los jvenes
se entrenan desnudos, cubriendo nicamente sus partes pudendas.

129
18. Distintas clases de juegos gimnsticos

Hay cinco clases diferentes de juegos gimnsticos, a saber: salto,


carrera, lanzamiento, fuerza y lucha. El nmero lo explican diciendo
que hubo un rey que tuvo cinco hijos, a quienes orden que se disputa-
sen el reino mediante la prctica de otras tantas clases de competicio-
nes gimnsticas.

19. Sobre el salto

El nombre de saltas (salto) viene a ser como exilire in altum (lanzar-


se hacia lo alto). El salto puede ser de altura o de longitud.

20. Sobre la carrera

La carrera {cursas) debe su denominacin a la velocidad de las


piernas {erara). As, pues, la carrera consiste en la agilidad de los pies.

21. Sobre el lanzamiento

lactus (lanzamiento) deriva de iacere (arrojar). Por eso, a la red de


los pescadores se la llama iaculam. A la prctica de este deporte perte-
necen el lanzar lo ms lejos posible piedras levantadas a pulso, el arro-
jar lanzas de determinado peso y disparar flechas con el arco.

22. Sobre la fuerza

Virtus (fuerza) es la demostracin de la enorme fortaleza en prue-


bas de trabajo y de peso.

23. Sobre la lucha

La lucha {lactatio) recibe su nombre de la accin de trabarse los


costados, en los que se apoyan los luchadores, que en. griego reciben el
nombre de atletas.

24. La palestra

El lugar en que se practica la lucha se llama palestra, nombre que,


segn dicen, deriva de ple, esto es, combate, o bien de pllein, es
decir, movimiento de enorme ruina, precisamente porque en la pe-
lea, agarrndose por la cintura, se golpean violentamente, y esto entre
los griegos se dice pllein. Hay quienes opinan que este tipo de lucha
est imitado de los enfrentamientos entre los osos, pues son los nicos,
entre las fieras, capaces de caminar erguidos, abalanzarse de pronto,

130
retroceder, acometerse uno a otro con las manos y trabarse mutua-
mente como lo hacen los luchadores.

25. Sobre las competiciones

Lo que los latinos denominan certamina, competiciones, es cono-


cido entre los griegos como agones, por la cantidad de pblico que
asista a su celebracin. Y es que a toda reunin y concentracin de
gente se denomina agn; otros opinan que se llaman agones porque se
celebran en lugares circulares o, por as decirlo, en agonios, esto es,
en lugares sin ngulos.

26. Diferentes tipos de competiciones

Los tipos de competiciones que existieron son stos: la potencia de


las fuerzas, la rapidez en la carrera, la destreza en disparar la flecha, el
tiempo que se aguanta permaneciendo en pie, la forma de moverse al
son de la ctara o de la tibia; haba tambin concursos sobre las cos-
tumbres personales, la belleza, el canto; se competa, igualmente, en la
pericia en las peleas terrestres y los combates navales; y haba, asimis-
mo, certmenes en los que se demostraba el aguante de los suplicios.

27. Juegos circenses

1. Los juegos circenses fueron instituidos por motivos religiosos y


para celebracin de los dioses paganos. Por eso, los que asisten a ellos
como espectadores se considera que con su presencia sirven al culto de
los demonios. En efecto, antao, el ejercicio ecuestre era estimado
como algo sencillo, y siendo de uso comn, no se vea en l malicia
alguna; pero cuando su prctica natural se traslad a los juegos, se
convirti en culto a los demonios.
2. Este tipo de competicin est consagrado a Castor y Plux, a
quienes segn cuentan las historias entreg Mercurio caballos. No
obstante, tambin Neptuno est relacionado con los juegos ecuestres:
los griegos lo llaman hppios. Igualmente, Marte y Jpiter tienen caba-
llos consagrados a ellos en los juegos, y ambos presiden las cuadrigas.
3. Estos juegos se denominan circenses, por derivacin del verbo
circumire (correr alrededor), o porque en el lugar donde hoy se sita la
meta, antao se colocaban espadas en torno a las cuales daban la vuel-
ta los caballos; de ah el calificativo de circenses, por las espadas en
torno a las cuales corran (circa enses). En efecto, en la ribera, a la
orilla de los ros, practicaban carreras; y destreza ecuestre se demos-
traba haciendo girar al caballo en torno a esos obstculos. Se piensa
que tal es el origen del vocablo circenses, como si se dijera circa enses
(en torno a las espadas).

131
28. Respecto al circo

1. El circo fue de manera especial consagrado por los paganos en


honor del sol, cuyo templo es el espacio celeste y cuya efigie resplande-
ce en lo alto de semejante templo; pues consideraron que no deba ren-
dirse culto bajo techado a quien se encuentra en el espacio abierto. Se
denomina circo toda la superficie que los caballos suelen rodear: cir-
cuir.
2. Los romanos opinan que el circo se llama as por la vuelta {cir-
cuitus) que describen los caballos, debido a que los caballos corren en
l en torno a las metas. Los griegos, por su parte, aseguran que el nom-
bre deriva de Circe, la hija del sol, quien instituy este tipo de compe-
ticin en honor de su padre, y argumentan que de ella proviene el nom-
bre de circo. Circe fue una maga, hechicera y sacerdotisa de los de-
monios: en la prctica circense se reconocen las obras de las artes
mgicas y el culto de la idolatra.

29. Sobre los ornamentos

1. Los ornamentos del circo son: los huevos, la meta, el obelisco y


las crceles. Los huevos se utilizan en honor de Castor y Plux, quienes
no se avergonzaban de creer que haban nacido de un huevo de cisne,
animal en que se haba transformado Jpiter.
2. Los romanos imaginan que los juegos circenses hacen refe-
rencia a los orgenes del mundo, para justificar con esta interpretacin
las supersticiones de sus vanas ciencias.

30. Las nietas

Con el vocablo meta pretenden, en sentido estricto, designar el


trmino y fin de un espacio, porque lo que se ha medido (emeteri) por
completo tiene en ese punto su final; o quiz sirvan de testimonio al
nacimiento y puesta del sol.

68. Sobre la prohibicin de los juegos de azar

El engao, la mentira y el perjurio y, en definitiva, el odio y la


ruina no estn nunca ausentes de la prctica del juego. Debido a es-
tos depravados aspectos, el juego estuvo prohibido por las leyes duran-
te determinadas pocas.

69. En cuanto a la pelota

1. Se le da el nombre de pila (pelota) en su sentido propio, porque


est llena de pelos (pili). Se la denomina tambin sphaera, derivado de

132
ferr (llevar) o de ferire (golpear). Sobre la clase y peso que deben tener
estas pilas dice Dorcacio: No dejes de reunir pelos de ciervo veloz has-
ta que haya una onza ms de dos libras.
2. Entre los diferentes juegos de pelota se cuentan la trigonaria y la
arenata. La trigonaria se desarrolla entre tres jugadores. La arnala tie-
ne lugar entre muchos: lanzada la pelota desde el crculo del pblico
espectador, haba que arrojarla ms all del espacio marcado, y as se
ganaba un tanto. Se habla de juego del codo cuando dos jugadores,
situados frente a frente y muy cerca uno del otro, golpean la pelota con
los codos casi plegados. Se dice dar pantorrilla cuando los jugadores
intentan golpear la pelota extendiendo la pierna.

SAN ISIDORO DE SEVILLA. ETIMOLOGAS II (Libros XI-XX).


Edicin de Jos Oroz Reta y Manuel A. Marcos Casquero.
Madrid. Biblioteca de Autores Cristianos. 1983

PSEUDO ISIDORO
Siglo VII
De la educacin

ISIDORO. COMIENZAN LOS PRINCIPIOS DE LA EDUCACIN


EXPUESTOS POR SOBREDICHO AUTOR. AMEN

No tanto el prestigio del linaje, cuanto sus buenas costumbres son


las destinadas a destacar el carcter del bien nacido. Deben formarle
sus nodrizas en primer lugar, despus sus maestros con sanos alimen-
tos, y nada deben ensearle libidinoso o vergonzoso, sino que proc-
renle tales ejemplos de estudio que junto con la propia niez vayan
creciendo las promesas de la virtud futura.
Mientras va discurriendo la etapa inicial de la niez conviene ante
todo que se le vayan enseando las primeras letras y slo ms tarde
sobresalga en los estudios nobles y liberales, que conozca el acento de
las slabas y sepa el significado de las palabras. Conviene, con todo,
que en el aprendizaje mismo del canto, estimulando su voz, aprenda a
recitar gradualmente, a cantar suavemente y a no ensalzar nada erti-
co o vergonzoso, sino ms bien a entonar los cantos de los antepasa-
dos, de modo que excitados los oyentes se estimulen hacia la gloria. En

133
estas actividades la forma de las palabras sea transparente y clara y su
sencillez llena de encanto; toda su conversacin difana, toda opinin
equilibrada; sin dificultad en oir, sin tardanza en responder. Tambin
el movimiento de su cuerpo habr de ser constante y mesurado, no
ligero, presuntuoso o desordenado, para que no parezca que imita con
su andar desasosegado las contorsiones mmicas del torso o los gestos
de los bufones que corren de ac para all. Pues un defecto constante
pronto se convierte en hbito. Pero si la naturaleza deforma alguna
cosa, corrjalo la constancia.
Cuando comience a desarrollarse con los aos y a vestirse con las
flores primaverales de la juventud, sea en el apropiado y viril aspecto
de sus miembros, el cuerpo endurecido, los brazos fuertes, y lo que es
ms valioso que sto, ejerza el dominio un espritu ms fuerte que el
propio cuerpo. La pereza o el placer no le arrastren a la ociosidad o la
opulencia, no le ablanden la complacencia en las cosas, ni las riquezas
de sus pedrs le lleven a la indolencia y al lujo, sino que la virtud, como
una maestra, le instruya mediante un esfuerzo continuado y de talen-
to. En esa etapa ejerctese a fondo por las montaas o por el mar y
advertir asombrado un cuerpo satisfecho en el trabajo y unos miem-
bros desarrollados con el esfuerzo. A partir de entonces no debe ya
cobrar fuerzas nicamente en la jabalina o la equitacin, sino tambin
atravesar los campos en la carrera y el salto, cabalgar, lanzar la jabali-
na, luchar, rivalizar con los compaeros en la palestra, recorrer los
bosques, hacer salir las fieras de sus guaridas, ser tambin el primero
o de los primeros en herirlas, cruzar las ms altas cumbres de las mon-
taas y avanzar por pavorosos escollos, competir con las rpidas fieras
en la carrera, con los audaces en fuerza, con los taimados en astucia,
y, en verdad, cuando a partir de ese momento prefiera avanzar hasta el
mar, que no se contente tan slo con seguir las velas ondeantes con sus
ojos, sino que aprenda ora a tomar asiento en el timn, ora, luchando
con el ms ardoroso de sus compaeros, a partir de las olas, a dominar
la violencia de los vientos contrarios y a sobrepasar con los remos los
estrechos opuestos.

JOS MARTNEZ GAZQUEZ,


"Sobre el origen hispano-visigodo
de las institutionum disciplinae",
Faventia 1/1, 1979, pp. 38-39

134
ANNIMO
Poema de Mo Cid (s.XII)
El torneo o lid entre los caballeros del Cid y los infantes de
Carrin. Pedro Vermudez vence a Femando.

Los fideles y el rey ensearon los mojones,


librvanse del campo todos a derredor.
Bien gelo demostraron a todos seys commo son,
que por i serie vencido qui saliesse del mojn.
Todas las yentes esconbraron a derredor,
de seys astas de langas que non Uegassen al mojn.
Sortevanles el campo, ya les partien el sol,
sallen los fideles de medio, ellos cara por cara son;
des vinien los de mi Qid a ifantes de Carrin,
e ifantes de Carrin a los del Campeador;
cada uno dellos mientes tiene al so;
Abragan los escudos delant los caragones,
abaxan las langas abueltas con los pendones,
enclinavan las caras sobre los arzones,
batien los cavallos con los espolones,
tembrar quede la tierra dond eran movedores.
Cada uno de ellos mientes tinet al so;
todos tres por tres, ya juntados son:
cudanse que essora cadrn muertos los que estn aderredor.

Per Vermudoz, el que antes rebt,


con Ferrnt Gongalvez de cara se junt;
firiensse en los escudos sin todo pavor.
Ferrn Gongalvez a don Pero el escudol pass,
prsol en vzio, en carne nol tom,
bien en dos logares el astil le quebr.
Firme estido Per Vermudoz, por esso nos encam;
un colpe regibiera, mas otro firi:
crebant la bloca del escudo, apart gela ech,
passgelo todo, que nada nol vali.
Metil la langa por los pechos, cerca del coragn;
tres dobles de loriga tenie Fernando aquestol prest,
las dos le desmanchan e la tergera finc:
el belmez con la camisa e con la guarnizn
de dentro en la carne una mano gela meti;
por la boca afuera la sngrel sali;
crebronle las ginchas, ninguna nol ovo pro,
por la copla del cavallo en tierra lo ech.

135
Ass lo tenien las yentes que mal ferido es de muort.
En elle dex la lan^a e mano al espada meti,
quando lo vido Ferrn Gon^alvez, conuvo a Tizn;
antes que el colpe esperasse dixo: venfudo so.
Atorgarngelo los fideles, Per Vermudoz le dex.

Poema de Mi Cid. Edicin de Ramn Menndez Pidal.


Madrid. Espasa-Calpe. 1975

LIBRO DE LOS JUEGOS DE AJEDREZ, DADOS Y


TABLAS
Compuesto por orden de Alfonso X el Sabio
Siglos XIII (1283)

Prlogo

Por que toda manera de alegra qui o Dios que ouie f en los omnes
en i naturalmientre, por que pudie en offrir las cueytas x los tr-
balos quandoles uinie fen, por end los omnes bu caron muchas mane-
ras por que e ta alegra pudie en auer complidamientre. Onde por
e ta razn fallaron T fizieron muchas maneras de iuegos t de trebeios
con que alegra en. Los unos en caualgando, a i como boffordar x a
alanzar e tomar e cud T lan^a x tirar con baile ta o con arco, o otros
iuegos de qual manera quiere que ean que e pueden fazer de cauallo;
X como quiere que e to e torne en u u x en pro de fecho de armas por
ue non es e o mi mo llaman le iuego; x los otros que e ffazen de pie,
Ion a i como e gremir, luchar, correr, altar, echar piedra o dardo,
ferir la pellota, x otros iuegos de muchas naturas en que u an los om-
nes los miembros por que ean por ello mas rezios x recibam alegria.
Los otros iuegos que e fazen eyendo ion a i como logar a^edrex x
tablas, X dados, x otros trebeios de muchas maneras. E como quiere
que todos e tos iuegos ion muy buenos cada unos en el tiempo x en el
logar o conuienen; pero por que e tos iuegos que e fazen eyento ion
cutianos, x e fazen tanbien de noche como de dia; x por que las mugie-
res que non caualgan x etan encerradas an a uar de to, x otro i los
omnes que ion uieios x flacos o los que han iabor de auer us plazeres

136
apartadamientre por que non reciban en ellos enoio nin pear; o los
que ion en poder ageno, ai fi como en prifion o en catiuerio o que uan
[obre mar, x comunalmientre todos aquellos que han fuerte tiempo
por que no pueden caualgar nin yr a ca9a ni a otra parte, x han por
fuerza de fincar en las ca fas x bu car algunas maneras de iuegos con
que ayan plazar x e conorten x no eten baldios.
Et por ende nos, don Alffonfo, por la gracia de Dios Rey de Catie-
11a, de Toledo, de Len, de Gallizia, de Seuilla, de Cordoua, de Murcia,
de Jahen x del Algarue, mandamos fazer ete libro en que fablamos en
la manera daquellos iuegos que e fazen mas apue tos, a i como ace-
drex T dados e tablas; x como quier que etos iuegos ean departidos de
mucha maneras, por que el acedrex es mas noble T de mayor mae tria
que los otros, ffablamos del primeramientre. Pero ante que e to diga-
mos, queremos amotrar algunas razones fegunt los abios antiguos
dixieron por que fueran falladas citas tres maneras de iuegos, a i
como acedrex T dados T tablas. Ca obre to dixieron muchas razones
queriendo cadauno mo trar por que fueran fallados e tos iuegos, pero
aquellas que ion mas ciertas e mas uerdaderas ion e tas.
Segunt cuenta en las ytorias antiguas, en India la mayor ouo un
Rey que amaua mucho las abios x tenielos iempre con igo, x fazieles
mucho amenudo razonar obre los fechos que nacien dlas coas. Et
de tos auie y tre que tenien ennas razones. El uno dizie que mas
ualie fe o que uentura, ca el que uiuie por el e o fazie us co as orde-
nadamientre, T aun que perdie e, que no auie y culpa, pues que fazie
lo quel conuinie. Eli otro dizie que mas ualie uentura que eo, ca i
uentura ouie e de perder o de ganar que por ningn e lo que ouie e,
non podrie e torcer dello. El tercero dizie que era meior qui pudie e
ueuir tomando dlo uno X dlo al, ca eto era cordura, ca en el eo
quanto meior era, tanto auie y mayor cuydado como e pudie e fazer
complidamientre; x otro i en la uentura quanto mayor era, que tanto
auie y mayor peligro por que no e co a cierta. Mas la cordura derecha
era tomar del eo aquello que entendiee omne que mas u pro
fuee, X dla uentura guardar e omne de u danno lo mas que pu-
die fe, e ayudar e della en lo que fuee u pro.
Et deque ouieron dichas us razones much affincadas, mandles
el Rey quel aduxie e ende cadauno mu tra de prueua daquello que
dizien, x dioles plazo qual le demandaron, x ellos fueron e x cataron
us libros, cadauno egunt u razn. E quando llego el plazo, uinieron
cadaunos antel Rey con fu mu tra. Et el que tenie razn del eo,
troxo de acedrex con us iuegos, motrando que el que mayor eo
ouie e X e tudie e aper^ebudo podrie uencer all otro. Et el egundo
que tenie la razn dla uentura, troxo los dados, motrando que no
ualie nada el eo i no la uentura, egunt parefcie por la uerte lle-
gando el omne por ella a pro o a danno. El tercero que dizie que era
meior tomar dlo uno x dlo al, troxo el tablero con us tablas contadas

137
T puetas en fus caas ordenadamientre, x con fus dados que las
mouie en pora iugar, egunt e mu tra en e te libro que fabla apar-
tadamientre de to, en que faze entender que por el iuego dellas que el
qui las opiere bien iogar, que aun que la fuerte dlos dados le fea
contraria, que por u cordura podra iogar con las tablas de manera que
equiuara el danno quel puede uenir por la auentura dlos dados.

R. MENNDEZ PIDAL. Crestomata del espaol medieval.


Madrid. Credos. 1965

CDIGO DE LAS PARTIDAS. LEY VIL


De como el rey Don Femando era bien acostumbrado
en siete cosas
Siglo XIII

Comiendo, beuiendo, seyendo, yaziendo, estando, andando, caual-


gando.
Ca l come mesuradamiente, nin mucho nin poco. Esto mismo ffa-
za en el beuer; ca beuye quanto conuene e non en otra guisa, e aun
esto non mucho nin a menudo. Ser sabe en tan buen contenente que
todo omne quel veye connos9e que l era el ssennor de los otros que y
estauan. Jazer e echarsse saba muy apuestamiente e en buen conte-
nente, e dormir; et otros non era dormidor. Estando en pie sse mos-
traua otros por noble omne; ca non estaua sinon a las sazones que
conuene, ass commo quando oye las misas o las otras horas que di-
zen en Santa Eglesia, o quando era en poridat en ssu casa o estando a
pie algunas uezes con algunos buenos omnes que estauan con l. Et
andar de pie otros muy bien; ca nin lo ffaze mucho a menudo nin
mucho de uagar, nin lo husaua de ffazer ssinon quando non lo poda
escusar, ass commo quando yua de vna casa a otra, o ssi ffallaua huer-
to o prado o logar ffermoso por o ouyese sabor de andar por rre^ebir
gasaiado o ssolaz contra los enxecos e trabaios que rrefibe en cuydar
e en ffablar en los grandes ffechos que auya de ffazer. Caualgando se
conpone otros muy bien en ffazerlo otros muy apuestamiente e en
buenas bestias e ffermosas e bien apuestas de ffrenos e de ssiellas; ca
saba yr muy apuesto en la ssiella e leuar los pies en las estriberas e
saber andar por la carrera nin muy de uagar nin muy apriesa, desvin-

138
dose sienpre del camino por non fazer enoio en el rrastro a los omnes
de pie nin a las bestias cargadas.
Et ssin todo esto era mannoso de todas buenas maneras que buen
cauallero deuyese vsar; que l ssabe bien boffordar e alangar e tomar
armas e armarse muy bien e mucho apuestamiente. Era muy sabidor
de cagar toda caga; otros de jugar tablas e ascaques e otros juegos
buenos de muchas maneras; e pagndose de omnes cantadores e sa-
bindolo l ffazer; et otros pagndose de omnes de corte que ssaban
bien de trobar e cantar, e de joglares que ssopiesen bien tocar estru-
mentos; ca desto sse pagaua l mucho e entenda quin lo ffazan bien
o quin non.
Onde todas estas uertudes e gragias e bondades puso Dios en el rrey
don Ffemando porquel fall leal su amigo.

R. MENNDEZ PIDAL. Crestomata del espaol medieval.


Madrid. Credos. 1965

RAMN LLULL (S.XIII)


Libro del orden de caballera
Sobre el oficio de caballero

Al principio, cuando vino al mundo el menosprecio de la justicia


por disminucin de la caridad, fue necesario que la justicia recuperara
su honra por el temor; y por eso se hicieron del pueblo grupos de mil,
y de cada mil fue elegido y escogido un hombre ms amable, ms sa-
bio, ms leal y ms fuerte, y con ms noble espritu, con ms educa-
cin y mejores modales que todos los dems. Se busc entre todos los
animales cul es el ms bello y el que corre ms y que pueda sostener
ms trabajo, y cul es ms conveniente para servir al hombre. Y por-
que el caballo es el ms noble animal y el ms conveniente para servir
al hombre, por eso se eligi entre todos los animales el caballo, y se le
dio al hombre que haba sido elegido entre mil hombres; y por eso
aquel hombre se llama caballero. Cuando se hubo juntado el ms no-
ble animal al hombre ms noble, fue necesario despus que se eligie-
ran y seleccionaran entre todas las armas aquellas que son ms nobles
y ms convenientes para combatir y para defenderse de las heridas y
de la muerte: y aquellas armas se dieron y se hicieron propias del caba-
llero.

139
Quien quiere, pues, entrar en la orden de Caballera debe conside-
rar y meditar el noble principio de la Caballera; y conviene que la no-
bleza de su espritu y su buena educacin se conformen y se armoni-
cen con el principio de la Caballera; pues si no lo haca, sera contra-
rio a la orden de Caballera y a sus principios. Y por eso no es
conveniente que la orden de Caballera reciba a sus enemigos en sus
honras, ni a aquellos que son contrarios a sus principios.
Amor y temor convienen entre s contra desamor y menosprecio; y
por eso fue conveniente que el caballero, por nobleza de espritu y de
buenas costumbres, y por el honor tan alto y tan grande que se le ha
concedido por la eleccin, por el caballo y las armas, fuese amado y
temido por las gentes, y que por el amor volviera la caridad y el buen
trato, y por el temor volviera la verdad y la justicia...
La ciencia y la escuela de la orden de Caballera es que el caballero
haga que a su hijo se le ensee a cabalgar en su juventud; pues si el
hijo, en su juventud, no aprende a cabalgar, no lo podr aprender en su
vejez. Y conviene que el hijo del caballero, mientras es escudero, sepa
cuidar del caballo; y conviene que el hijo del caballero sea antes subdi-
to que seor, y que sepa servir a seor, pues de otra manera no cono-
cera la nobleza de su seoro cuando fuera caballero. Y por eso el ca-
ballero debe sujetar a su hijo a otro caballero, para que aprenda a ta-
llar, y a enjaezar, y las dems cosas que tocan al honor de un caballero.
Coviene que aquel que ama la orden de Caballera, de la misma ma-
nera que aquel que quiere ser carpintero necesita un maestro que sea
carpintero, y aquel que quiere ser zapatero conviene que tenga un
maestro que sea zapatero, igual quien quiere ser caballero conviene
que tenga un maestro que sea caballero; pues de la misma manera es
inconveniente que un escudero aprenda la orden de Caballera de otro
hombre que no sea caballero, que lo sera si el carpintero enseaba al
hombre que quiere ser zapatero.
Igual que los juristas, y los mdicos, y los clrigos tienen ciencia y
libros, y oyen la leccin y aprenden su oficio por doctrina de letras, es
tan honrada y alta la orden de caballero, que no basta que se le ensee
al escudero la orden de Caballera por medio del cuidar del caballo, ni
del servir a un seor, ni del ir contra l a hechos de armas, ni de otras
cosas semejantes a estas, sino todava sera cosa conveniente que se
hiciese escuela de la orden de Caballera y que fuese ciencia escrita en
libros, y que fuese arte enseada, de la misma manera que son ensea-
das las dems ciencias; y que los nios, hijos de los caballeros, apren-
diesen al principio la ciencia que toca a la Caballera, y que luego fue-
sen escuderos, y que anduviesen por las tierras con los caballeros...
El caballero debe cabalgar, hacer justas, jugar la lanza en las lizas,
andar con armas, tomar parte en torneos, hacer tablas redondas, esgri-
mir, cazar ciervos, osos, jabales, leones, y las dems cosas semejantes
a esas que son oficio de caballero, pues por todas estas cosas se acos-

140
tumbran los caballeros a los hechos de armas y a mantener la orden de
Caballera. Por lo cual menospreciar la costumbre y el uso de aquello
por lo cual el caballero est ms preparado para cumplir con su oficio,
es menospreciar la orden de Caballera.
Por tanto, as como todas estas cosas referidas tocan al oficio del
caballero en cuanto al cuerpo, as la justicia, la sabidura, la caridad, la
lealtad, la verdad, la humildad, la fortaleza y la cautela, y otras virtu-
des semejantes a stas, pertocan al caballero, en cuanto al alma. Y por
eso el caballero que usa de esas cosas que tocan a la orden de Caballe-
ra en cuanto al cuerpo, y no usa en cuanto al alma de aquellas virtudes
que son propias de la Caballera, no es amigo de la orden de Caballera,
pues si lo fuera se seguira que el cuerpo y la Caballera seran a una
contrarios al alma y a sus virtudes, y eso no es verdadero.

RAMN LLULL. LIBRODEL ORDEN DE CABALLERA,


en Antologa de Ramn Uull.
Madrid. Direccin General de Relaciones Culturales. 1961

141
i^i^.

=^ J f e
i
1^ -
n ^

^u.^...

El ftbol en Inglaterra en el siglo XIV (segn una antigua pintura).


LEN BAUTISTA ALBERTI (S.XV)
De la familia
Educacin fsica de los nios

A los nios que por su edad son tan dbiles que apenas pueden sos-
tenerse, les conviene permanecer quietos mucho tiempo y ociosamen-
te. Pues estando demasiado erguidos y soportando la fatiga, se debili-
tan ms. Pero a los nios ms fuertes y a todos los restantes la quietud
les hace dao. Este ocio les llena de apata, se tornan plidos, inape-
tentes, perezosos, todo su cuerpo languidece y se tornan somnolientos.
Adems el ingenio, debido al ocio excesivo, se nubla y ofusca; y cada
virtud espiritual se torna inerte y cansada. Por el contrario, el ejercicio
favorece mucho. La naturaleza se vivifica, los nervios se acostumbran
a la fatiga, cada miembro se fortifica y se aligera la sangre. Produce
carnes firmes y musculosas y la inteligencia se muestra rpida y des-
pierta. No es necesario, por ahora, decir todo lo til que resulta el ejer-
cicio y cuan necesario es a todas las edades, especialmente a los jve-
nes. Obsrvese, si no, cmo los nios criados en el campo, al sol, en la
fatiga y al aire libre, son ms robustos que estos nuestros, crecidos en
el ocio y en la penumbra, y como deca Columella, "a los cuales la
muerte no puede agregar nada": estn paliduchos, delgaditos, ojerosos
y cados. Es necesario dedicarlos al ejercicio, tanto para hacerlos ms
fuertes como para no dejarlos dominar por el ocio y la inercia; dedicar-
los a toda cosa viril. As es cmo elogio a aquellos que acostumbran a
sus chicos a andar con la cabeza al aire libre, y los pies desnudos al
fro, a velar hasta avanzada la noche y levantarse antes de salir el sol.
Por lo dems, ofrecerles todo lo que se requiere para la honradez, for-
marlos y vigorizar su cuerpo, acostumbrarlos a estas necesidades, y as
hacerlos ms fuertes. En suma, la costumbre de tales moderadas priva-
ciones, no hace ningn mal y, por el contrario, puede producir un gran
bien. Escribe Herodoto, aquel antiguo griego y amado padre de la his-
toria, que despus de la victoria que Cambises, rey de los persas, obtu-
vo sobre los egipcios, fueron reunidos los huesos de muchos muertos,
huesos que luego se reconocieron fcilmente, a pesar de haber sido
mezclados todos, pues los crneos de los persas con muy pequeo es-
fuerzo se deshacan, mientras que los de los egipcios eran dursimos y
resistan a los golpes, por ms fuertes que fuesen. Y dice que esto era
el resultado de que los persas, ms delicados, usaban la cabeza cubier-
ta y en cambio los egipcios, an desde nios, estaban acostumbrados a
estar bajo los rayos del sol, bajo la lluvia, y por las noches en el invier-
no y al sereno, siempre con la cabeza descubierta. Aqu se ve cunto
vale esta costumbre que ha dado motivo, tambin, a que casi ningn
egipcio haya sido calvo. As quiso Licurgo, aquel prudentsimo rey de
los lacedemonios, que sus subditos se acostumbraban no a comodida-

143
des y cuidados, sino a trabajos fuertes y a las fatigas. No en las plazas,
con diversiones, sino en el campo, con la agricultuta y con los ejerci-
cios militares.

LEN BAUTISTA ALBERTI.


DELLA FAMIGLIA. LIBRO I.
Edic. Bonucci, tomo II, pgs. 73-75

ELIO ANTONIO DE NEBRIJA


La educacin de los hijos
Fragmentos sobre las atenciones y cuidados de los cuerpos de
los nios

Te pregunto, qu se engendrar de aquellos padres que no habi-


tan los cuerpos de sus hijos ni al hambre, ni a la sed, ni al calor, ni al
fro, ni a las dificultades? qu engendrarn quienes satisfacen el ham-
bre dando de comer, y no esperan el momento de la sed para dar la
bebida; quienes durante el invierno habitan en locales recogidos y du-
rante el verano en el suelo fresco; quienes en los meses de invierno se
cubren con vestidos de lana y abrigo, en los meses de verano sudan
an con una tnica sutil y no soportan el calor ni siquiera con un pao
de sedal Conviene, pues que los padres, a quienes corresponde engen-
drar una prole sana, se ejerciten en trabajos moderados para que den
fuerza a aquellos a quienes engendran; y no unas fuerzas propias de
atletas o, por el contrario, de enanos, sino normales y dignas de hom-
bre libre. Los atletas adquieren fuerzas prodigiosas por la dieta ali-
menticia y por la constancia de ejercicios. Entre ellos se cuentan el
crotoniata Miln y el gladiador Tritn. Pero no por ello tuvieron mejor
salud o ms agudo ingenio, puesto que est previsto por la naturaleza
que los hombres de cuerpo robusto sean menos agudos en su inteligen-
cia y los de cuerpo menos robusto brillen ms por su ingenio. Y as,
quienes son ms inteligentes mandan en aquellos que carecen de razn
o inteligencia, y los de cuerpo robusto obedecen a los de mayor in-
genio...
Los mdicos y fsicos ensean que el tiempo ms apto para la gene-
racin es el invierno ms que el verano y cuando soplan los vientos del
norte ms que cuando lo hacen los australes. Las mujeres, no deben
mostrarse perezosas o dejarse llevar de la torpeza desde el momento

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de su gravidez ni entregarse a trabajos sedentarios; han de ejercitarse
ms bien en pequeos paseos domsticos, bajo pretexto de religiosi-
dad, deambulando por los pequeos templos de los suburbios. Alimn-
tense no con comida leve y delicada, sino con alimento slido y nutri-
tivo. Abstnganse, no obstante, del abuso de comidas picantes...
No hay que olvidar lo que Aristteles escribe acerca de las costum-
bres de los galos, quienes sumergen en el ro helado a los nios recin
nacidos, ligados con leves ataduras o paales. Esto ayuda mucho a la
salud del cuerpo y a tolerar las inclemencias de la naturaleza. No se
debe omitir en esta edad el salto, en cuanto conviene a los nios, ni los
gestos y movimientos de todo el cuerpo. Las manos y los brazos no se
coloquen incorrectamente ni en forma indecorosa. No se permite inco-
rreccin en la manera de caminar; ni la cabeza, ni los ojos disientan
del movimiento o inclinacin del cuerpo. Esta quironimia surgi desde
los tiempos heroicos y ha sido colocada por Scrates y Platn como
formando parte de las virtudes cvicas y no omitida por Crisipo al ha-
blar de la educacin de los hijos. La gimnstica, el arte de ungir, de
correr, de ejercitarse en los juegos, en la palestra y en la lucha, las cua-
les estuvieron desde hace tiempo en vigor, no son de desear desmesu-
radamente en nuestro tiempo.

ELIO ANTONIO DE NEBRUA, lA EDUCACIN DE LOS HIJOS.


Estudio, edicin, traduccin y notas
por Len Esteban y Laureano Robles.
Universidad de Valencia. 1981

BALTASAR D E CASTIGLIONE
El cortesano (1528)
El cortesano ha de ser diestro en el ejercicio de las armas

As que, viniendo agora a hablar de la disposicin de la persona,


digo que basta cuanto a la estatura del cuerpo que ni sea en estremo
grande ni sea en estremo pequea, porque entrambas cosas traen con-
sigo una cierta maravilla perjudicial, y suelen los hombres desta suer-
te, as demasiadamente grandes o pequeos, ser mirados casi como
unos monstruos; mas si me preguntis cul destos dos extremos esco-
geria yo antes por menos malo, deciros he que el ser muy pequeo;
porque verdaderamente los hombres estraamente grandes, dems de
ser comunmente groseros, son desmaados y inhbiles para todo ejer-

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cicio de armas y de ligereza, y no querra yo que esta tacha tuviese
nuestro cortesano, antes le conviene mucho tener la persona suelta, y
por eso cumple que sea de buena disposicin y de miembros bien for-
mados, mostrando en ellos fuerza y soltura. Tambin es razn que sea
hbil y ejercitado en todo aquello que en un buen hombre de guerra se
requiere. Destas cosas ternia yo por la ms principal ser diestro en
toda suerte de armas a pi y a caballo, y saberse aprovechar dellas,
conociendo los tiempos y las posturas, y todo aquello en que un hom-
bre se puede aventajar de otro.
Pero entre todas las otras armas se ha de tener principalmente des-
treza en las que ordinariamente se usan entre caballeros; porque stas
no solamente en las guerras, adonde por ventura no hay necesidad de
tantos primores, mas aun en las quistiones particulares, que suelen en-
tre hombres honrados levantarse, son muy necesarias. En especial que
acontece (como cada dia vemos) reir y revolverse un ruido, y all en-
tonces las ms veces no hay lugar de aprovecharse de otras armas sino
de las que en aquel punto os hallis ms a mano; y en tal caso est
claro que, el que fuere ms diestro, estar ms cerca de llevar lo mejor
y con menos peligro. Y lo que algunos dicen que en las afrentas, donde
ms es menester, all todo el artificio y toda la destreza se olvidan, no
lo apruebo; porque, ciertamente los que en tal tiempo pierden el arte,
de creer es que ya de miedo tenan perdido el corazn y el seso. Hace
tambin mucho al caso (segn mi opinin) saber luchar, porque ayuda
en gran manera a todas las armas de pi. Es asimismo bien que entien-
da el cortesano para s y para sus amigos lo necesario en carteles de
batalla, y que sepa hacer buena su querella y aventajarse en los puntos
que hubiere en ella, mostrndose siempre en todo esforzado y pruden-
te. Pero no sea liviano en venir fcilmente a estos desafos, escselos
cuanto pudiere, hasta que le fuerce la obligacin de su honra. Porque,
dems del peligro que estas cosas en s traen, quien a esto se arroja
livianamente sin causa necesaria, tiene muy gran culpa y merece grave
reprehensin, aunque salga bien dello.
Tngase con todo en esto gran aviso, que cuando el hombre est en
los casos desta calidad ya tan adelante que no pueda tornarse atrs sin
vergenza, parezca entonces en los tratos que preceden al pelear, y
despus cuando peleare, muy determinado, muestre presteza y gana y
corazn. No lo haga como algunos que se les va todo el negocio en
palabras y en puntos, y, tocando a ellos el escoger las armas, escogen
las que no corten o que no tengan punta, y rmanse de pies a cabeza
como si hubiesen de esperar doscientos tiros de plvora, y, parecin-
doles que les basta harto no ser vencidos, no curan sino de defenderse
temporizando con sus enemigos, retrayndose y rodeando con tanta
cautela o (por mejor decir) vileza, que la honra, que deste su pelear
llevan, es por lo menos grita de rapaces. Acontceles a estos tales como
a aquellos dos de Ancona que poco h se dieron campo en Perusa, y

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fueron reidos de todo el pueblo. Quines fueron sos? pregunt Gas-
par Pallavicino.
Respondi Csar Gonzaga. Dos primos hermanos. Dijo entonces el
Conde. Antes, segn pelearon, debieran de ser hermanos; y prosigui
diciendo.
Aprovechan tambin las armas en tiempo de paz para diversos ejer-
cicios. Mustranse y hnranse con ellas los caballeros en las fiestas
pblicas en presencia del pueblo, de las damas y de los prncipes. Por
eso cumple que nuestro cortesano sea muy buen caballero de la brida
y de la jineta, y que no se contente con slo tener buen ojo en conocer
un caballo y ser diestro en menealle; mas an trabaje de pasar algo
ms adelante que los otros en todo, de manera que se seale siempre y,
como se lee de Alcibiades, que donde quiera que se hallase llevaba ven-
taja a todos, hasta en aquello en que ellos mayor habilidad tenian, as
este de quien hablamos sea en la propia facultad de cada uno ms es-
celente que todos aquellos con quien tratare. De suerte que en cabalgar
a la brida, en saber bien revolver un caballo spero, en correr lanzas y
en justar, lo haga mejor que los italianos; en tornear, en tener un paso,
en defender o entrar en un palenque, sea loado entre los ms loados
franceses; en jugar a las caas, en ser buen torero, en tirar una vara o
echar una lanza, se seale entre los espaoles. Pero, sobre todo, si
quiere merecer aquella opinin general buena, que tan preciada es en
el mundo, acompae todas sus cosas con un buen juicio y una buena
gracia. Pudense tambin hallar muchos otros ejercicios, los cuales,
aunque no procedan derechamente de las armas, tienen con ellas muy
gran deudo y traen consigo una animosa lozana de hombre. Entre s-
tos son los principales la caza y la montera, que en ciertas cosas se
parecen con la guerra, y sin duda son los pasatiempos que ms convie-
nen a seores y a hombre de corte, y los antiguos los usaban mucho. Si
quisiredes tambin no daa saber nadar, y antiguamente los hombres
principales lo aprendan para muchos casos que pueden ofrecerse.
Hace asimismo al caso tener habilidad en saltar, en correr, en tirar
barra. Porque, dems del provecho que todo esto hace en la guerra,
suele algunas veces atravesarse alguna porfa o competencia en seme-
jantes cosas, y el que entonces se muestra ms hbil queda mejor, es-
pecialmente en la opinin del pueblo, al cual de necesidad ha de tener
respeto el hombre que quiere vivir en el mundo; y, porque lo digamos
todo, es tambin un buen ejercicio el juego de la pelota, en el cual se
conoce claramente la disposicin y soltura del cuerpo, y casi todo
aquello que en los otros ejercicios se vee. Suele asimismo el voltear
sobre una mua o un caballo parecer muy bien, y, puesto que sea tra-
bajoso y difcil, aprovecha ms que otra cualquier cosa para hacer que
el hombre sea lijero y suelto, y dems de estos provechos, si se hace
sueltamente y con buen ademan, es (a mi parecer) una buena vista, y
holgara yo tanto con ella como con otra fiesta.

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As que siendo nuestro cortesano en todos estos ejercicios mas que
medianamente instruido y ejercitado debe contentarse y no curar de
muchos otros que hay como son voltear en el suelo y sobre una cuerda,
y otras tales cosas que no son para hombres de bien, sino para choca-
rreros que andan con ellas ganando dineros por el mundo.
Mas porque ejercitarse siempre en todo esto que hemos dicho no se
podra hacer sin gran fatiga, por ser ejercicios trabajosos, y tambin
continundose demasiadamente enfadaran y perderan aquella fres-
cura y maravilla que hay en las cosas nuevas o en las que se hacen
pocas veces, es necesario mudar a ratos, y con la diversidad remediar
el hasto que anda siempre envuelto en nuestra vida. Por eso quiero
que nuestro cortesano le d algunas veces a otras cosas ms sosegadas
y ms mansas. Y as debe por no causar continamente envidia, y por-
que le tengan por hombre de buena conversacin, hacer todo lo que los
otros hacen con tal que sea lo que hiciere honesto y virtuoso, y que l
se rija siempre con tan buen juicio, que no haga necedades ni locuras,
sino que burle, ra, sepa estar falso, dance y se muestre en todo de tan
buen arte que parezca avisado y discreto, y en nada le falte buena
gracia.

EL CORTESANO.
BALTASAR DE CASTIGLIONE,
Traduccin de Juan Boscn.
Buenos Aires. Espasa-Calpe. 1946

JUAN LUIS VIVES


Las leyes del juego. Dilogo 22
Comparacin de los juegos de Valencia con los practicados en
Francia

BORJA. Y en Francia tenis tambin juegos pblicos?


CENTELLES. Yo no te podra hablar de otras ciudades de Francia.
De Pars te dir que no hay ninguno. Particulares s que hay mu-
chos, en los suburbios de Santiago, San Marcelo y San Germn.
CABANILLAS. Y en la misma ciudad hay uno famossimo conocido
como las Bracas.
BORJA. Se juega all de la misma forma que aqu?
CENTELLES. S, de la misma. Slo que all el maestro de juego pres-
ta los zapatos y los gorros.

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BORJA. Cmo son?
CENTELLES. Los zapatos son de fieltro.
BORJA. Aqu no resultaran tiles.
CABANILLAS.Por el suelo de losas. En cambio, en Francia y en Bl-
gica se juega sobre un pavimento de ladrillos, liso e igual por
todos lados.
CENTELLES. Las gorras de verano son ms ligeras y las de invierno
gruesas y grandes, con una trabilla bajo el mentn, para que con
el movimiento no caigan de la cabeza o cubran los ojos.
BORJA. Aqu no usamos defensa alguna sino cuando hay un viento
ms fuerte.
Pero dime, qu tipo de pelotas usan?
CENTELLES. De viento, como aqu, casi ninguna. Son ms peque-
as que las vuestras y mucho ms duras, hechas de cuero blanco.
La borra no es como en las vuestras, de lana o pao, sino de pelo
de perro. Por lo mismo, raras veces se juega con la palma de la
mano.
BORJA. Entonces cmo golpean la pelota? Con el puo, como las
de aire?
CENTELLES. No, as no, con la raqueta.
BORJA. Hechas de hilo?
CENTELLES. De cuerdas de tripa, como las sextas de la vihuela.
Para jugar tiran una cuerda tensa de un lado a otro, lo mismo
que hacemos aqu cuando jugamos en casa. Lanzar la pelota por
debajo de la cuerda es falta. Las metas estn marcadas a ambos
lados con los nmeros cuatro, quince, treinta y cuarenta y cinco.
Se est en ventaja cuando se hacen dos, tres, etc., es decir, cuan-
do se igualan los tantos. Y la victoria, que es doble, cuando, por
ejemplo, se gana raya y cuando se gana el juego. La pelota, en
cambio, se ha de volver o de voleo o del primer bote; el rebote no
es vlido y se hace una seal all donde golpe.
BORJA. No hay ms juegos que el de la pelota?
CENTELLES. En la ciudad, tantos como aqu o ms. Los maestros,
en cambio, no permiten a los estudiantes ms juegos que ste, si
bien juegan en secreto a los naipes, los nios a las tabas y los
viciosos a los dados. Nosotros tenamos un maestro llamado An-
neo que nos permiti jugar a las cartas sin escondernos. Pero
para ste, y en general para todos los juegos, haba formulado
seis leyes, que haba fijado en una tablilla de su aposento.
BORJA. No tardes en decrnoslas, como nos dijiste las dems cosas.
CENTELLES. Mejor paseando, pues tengo ganas de volver a ver mi
patria, que hace tiempo no veo.
BORJA. Subamos a las muas, as podremos pasear con ms como-
didad y decencia.
CENTELLES. Ni una higa dara yo por esta decencia.

149
BORJA. Ni yo tampoco, si he de ser sincero. Pero no s por qu me
parece que eso es lo que ms conviene a nuestras personas.
CABANILLAS. Est bien, pero pensad que somos tres y en las calles
estrechas el mismo gento nos separara. Por ende, tendramos
que interrumpir la conversacin, o alguno de nosotros ni se oira
ni se dara a entender.
BORJA. Pues entonces vayamos a pie. Atravesemos por este callejn
hacia la plaza de Pearroches.
CENTELLES. Fenmeno! Y desde all, por la calle de Cerrajeros y
de Confiteros, desembocamos en el mercado de la fruta.
BORJA. Dirs, ms bien, de las verduras.
CENTELLES. Tanto me da! Los que prefieran comer verduras lo
llamarn verdulera, y los que gusten ms de la fruta, frutera.
Qu hermosura de mercado tan amplio! Y qu buena presenta-
cin de vendedores y mercancas! Qu olor el de estas frutas!
Qu variedad, limpieza y vistosidad! No hay huertas compara-
bles a las que abastecen este mercado. Nada comparable a la ha-
bilidad y diligencia de nuestro concejal y de sus alguaciles para
que ningn comprador se vea defraudado por un vendedor. No
es Honorato Juan aquel que va en la mua?
CABANILLAS. Creo que no. Uno de mis criados que se encontr, no
ha mucho, con l le dej estudiando en su biblioteca. Si hubiera
sabido que nosotros estbamos aqu, habra estado presente en
nuestra conversacin, y habra dejado sus estudios.
BORJA. Formula ya las reglas del juego.
CENTELLES. Apartmonos de todo este gento, dirigindonos por la
plaza de la Virgen de la Merced hacia la calle del Humo y de San
Agustn, donde no hay aglomeracin.
CABANILLAS. No nos alejemos tanto del casco de la ciudad. Suba-
mos, si os parece, al TrastAlt por la calle de la Bollera; de aqu
nos desviamos a la de los Militares (Caballeros) y a la casa de tu
familia. Centelles, cuyas paredes parecen seguir llorando a aquel
hroe que fue el conde de Oliva.
BORJA. O depuesto el luto, quiz celebran que un joven como Cen-
telles est en el lugar de tan gran anciano.
CENTELLES. Qu magnfica la Audiencia con los cuatro tribunales
el del presidente, el civil, el criminal y el de los trescientos
sueldos, que parecen ya vinculados a nuestra familia! Qu edi-
ficios! Qu hermosa ciudad!
BORJA. En ningn sitio como en esta plaza y Audiencia para poder
hablar de leyes. Dnoslas. Ya habr ocasin mejor para alabar y
admirar las maravillas de nuestra ciudad.
CENTELLES. Primera ley: Cundo se ha de jugar. Criado fue el
hombre para grandes cosas, no para bromas y pasatiempos. Los
juegos se inventaron para recreo y solaz del nimo cansado de

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las cosas serias. Se ha de jugar, pues, cuando el nimo o el cuer-
po se hallan fatigados. Y se ha de tomar el juego como se toma el
sueo, la comida, la bebida y otras cosas semejantes que reparan
y renuevan las fuerzas. De otro modo sera vicio, como todo
aquello que se toma a destiempo.
Segunda ley: Con quines se ha de jugar. As como a la hora de em-
prender un viaje o de asistir a un banquete ponderas con cuidado
qu hombres han de acompaarte, de la misma manera has de
ver, a la hora de jugar, si los hombres con quienes juegas te son
conocidos. Pues las personas desconocidas constituyen un peli-
gro y hacen verdadero aquel dicho de Plauto: El hombre es lobo
para el hombre que no sabe cmo es. Que los compaeros sean
graciosos, festivos, joviales, con los cuales no haya peligro de ri-
as ni disputas, en que digas o hagas cosas torpes o indecentes.
Que no profieran juramentos y blasfemias contra Dios, ni den
rienda suelta a palabrotas, no sea que te contagien algn vicio o
mala costumbre. Finalmente, que vengan al juego con la misma
intencin que t, a saber: para edivio y descanso en el trabajo.
Tercera ley: A qu juego se ha de jugar. Ante todo a un juego conoci-
do, pues el desconocimiento del juego no reporta deleite ni al
que juega, ni a los compaeros, ni a los que miran. Luego, que
sea un juego que relaje el nimo y ejercite el cuerpo, si el tiempo
y la salud as lo permiten. A ser posible, que sea un juego en que
no lo decida todo la suerte, y en que la pericia pueda corregir la
casualidad y el azar.
Cuarta ley: Qu se ha de apostar. Ni se ha de jugar sin apostar lo
que no tiene sentido y, adems, carece de aliciente ni se ha de
arriesgar tanto que el juego te inquiete y te turbe de tal manera
que, si pierdes, tengas remordimientos. En tal caso, ms que jue-
go es un tormento.
Quinta ley: Cmo se ha de jugar. Antes de sentarse a jugar piensa
que has venido a distraer tu nimo y que para ello gastas algn
dinero, es decir, compras la recuperacin de la fatiga. Piensa que
el juego es suerte, y que sta es varia, incierta, mudable, comn.
No creas, por tanto, que es un desdoro perder; as que acptalo
con paciencia, sin arrugar el ceo, sin llenarte de tristeza; no
prorrumpas en improperios y maldiciones contra ti, contra los
compaeros o contra alguno de los que estn mirando. Por el
contrario, si ganas, no seas descaradamente mordaz contra el
contrincante, ms bien te mostrars durante todo el juego ale-
gre, chistoso, ocurrente, sin caer en la chabacanera y petulan-
cia. Ni hars la ms mnima insinuacin a nadie de tramposo, de
srdido o avaro; no seas cabezota en la porfa, ni mucho menos
jures. Acurdate de que el juego aunque tengas razn no es
tan importante como para que traigas a l a Dios por testigo. Re-

151
cuerda que los espectadores son como los jueces del juego: acep-
ta su dictamen sin dar seales de desaprobacin. De esta manera
el juego se convierte en placer y tambin educacin grata e inge-
nua de un joven cabal.
Sexta ley: Cunto tiempo. Hasta que sientas tu nimo renovado y
dispuesto a trabajar y que llega el momento de los negocios
serios. Quien diga lo contrario, me parece que obra mal. Ca-
balleros, pensad y obrad as!
BORJA y CABANILLAS. As se har.

JUAN LUIS VIVES. DILOGOS SOBRE LA EDUCACIN.


Traduccin, introduccin y notas de Pedro Rodrguez Santidrn.
Madrid. Alianza Editorial. 1987

F. RABELAIS
Garganta y Pantagruel (1532-1534)
Cmo Garganta fue sometido por Poncrates a una disciplina
que le haca aprovechar todas las horas del da

Se despertaba Garganta hacia las cuatro de la maana. Mientras


se aseaba, le lean alguna pgina de la sagrada escritura en voz alta y
clara, con pronunciacin adecuada a la materia, trabajo que estaba en-
comendado a un pajecillo de Basch, llamado Anagnostes. De confor-
midad con el tema y argumento de esta leccin, muchas veces se entre-
gaba a reverenciar, adorar, rogar y suplicar al buen Dios, de quien la
lectura le haba mostrado la majestad y los juicios maravillosos.
Iba despus a los lugares excusados para hacer la excrecin de las
digestiones naturales, y all su preceptor le repeta lo que le haban
ledo, aclarndole los puntos ms oscuros y difciles.
Al volver miraba si el estado del cielo haba cambiado desde la tar-
de anterior, y comprobaban en qu signos iban a entrar en aquel da el
sol y la luna.
Hecho esto se vesta, peinaba, aderezaba y perfumaba, y mientras
haca estas operaciones, le repetan las lecciones del da anterior. El
mismo las deca de corrido y presentaba casos prcticos, cuya discu-
sin duraba a veces dos o tres horas, pero ordinariamente terminaba
cuando su tocado.

152
Despus le hacan escuchar lecturas durante tres cumplidas horas y
luego salan conversando y discutiendo sobre lo que haba odo: se
iban a Bracque o a los prados, y all jugaban a la pelota, a la palma o a
la billa, ejercitando gallardamente el cuerpo como antes haban ejerci-
tado el alma. Todos sus juegos los presida la ms amplia libertad,
pues dejaban la partida cuando lo tenan por conveniente y cesaban de
ordinario cuando comenzaban a sudar o a cansarse. Luego se enjuga-
ban bien, cambiaban de camisa, y paseando despacio, se encaminaban
a ver si la comida estaba dispuesta...
Salan luego de la casa con un joven gentilhombre de Turena, lla-
mado Gymnasta el escudero, que le enseaba el arte de montar a caba-
llo. Cambiaba para ello de vestidos y montaba sobre un corcel, sobre
un rocn, sobre una yegua, sobre un caballo ligero y le daba cien carre-
ras, le haca voltejear en el aire, saltar las empalizadas y correr en un
crculo a la derecha o a la izquierda. All rompa no una lanza, porque
es la mayor tontera del mundo el decir yo he roto diez lanzas en el
torneo o en la batalla. Esto un carpintero lo hara muy bien; la gloria
ms laudable es la de haber roto con una lanza diez de las del enemigo.
Con su lanza, pues, acerada, flexible y fuerte, rompa un muro, atrave-
saba un arns, abata un rbol, pasaba un anillo, levantaba una silla de
armas o quitaba un guantelete. Todo esto lo haca armado de punta en
blanco.
Si se trataba de caracolear y de hacer moneras sobre un caballo,
nadie poda igualarle; el voltejiador de Ferrara no era ms que un si-
mio a su lado.
Aprendi especialemnte a saltar con destreza de un caballo a otro
sin tomar tierra (a stos los llamaban caballeros desultorios); montaba
sin estribos por cualquier lado con la lanza en la mano y sin brida,
guiaba los caballos a su antojo, pues todas estas cosas estaban puestas
en prctica por la disciplina militar.
Otros das ejercitbase con el hacha, tan bien la blanda en todos
los sentidos, tan bien y limpiamente henda y cortaba en redondo, que
fue reconocido como campen de este arma.
Blanda luego la pica, tajaba con la espada en dos manos (mando-
ble); la bastarda, la espaola, la daga o el pual; armado y desarmado,
con peto, con rodela o con capa era un perfecto esgrimidor.
Corra ciervos, jabales, osos, gamos, lobos, liebres, perdices, faisa-
nes y avutardas.
Jugaba al baln y lo elevaba tan diestramente con los pies como con
las manos.
Luchaba, corra y saltaba, no a tres pasos, ni a paticojuelo, ni como
el alemn, porque segn deca Gymnasta, tales saltos son intiles y de
ningn provecho para la guerra. De un salto salvaba un foso, volaba
por encima de un roble, se elevaba seis pasos sobre una muralla y tre-
paba hasta una ventana a la altura de una lanza.

153
Nadaba en aguas profundas con la corriente o contra ella, de costa-
do, con todo el cuerpo, con slo los pies; con una mano al aire, en la
que llevaba un libro abierto, recorri toda la orilla del Sena sin que
aqul se mojara, arrastrando con los dientes su paca, como haca Julio
Csar.
Despus, con una mano se una con fuerza a un bajel, montaba, y
desde l se tiraba al agua de cabeza, sondeaba las profundidades, reco-
noca las rocas, se sumerga en los abismos y en los golfos, volva al
bajel, lo diriga, lo llevaba con cuidado siguiendo las corrientes o con-
tra ellas, lo detena en las esclusas, llevaba el timn con una mano y
con la otra mova un gran remo, tenda las velas, suba a los mstiles
por las cuerdas, corra sobre las bandas, ajustaba la brjula y contra-
rrestaba las bolinas.
Saliendo del agua de un salto, trepaba sin fatiga a la cumbre de las
montaas, suba a los rboles como un gato, saltaba de uno a otro
como una ardilla, abatiendo las ms gruesas ramas como un nuevo
Miln.
Con dos puales aflados y dos agudos punzones suba a los tejados
de las casas como una rata, bajaba luego de un salto, preparando para
ello los miembros de tal modo, que ningn mal pudiera sufrir en la
cada.
Lanzaba el dardo, la piedra, la barra, la jabalina, el disco y la ala-
barda; manejaba el arco; doblaba con las manos las ballestas ms fuer-
tes, enfilaba con la vista el arcabuz, afustaba el can y tiraba al blan-
co o a los papagayos por encima de la cabeza, por la espalda, de alto en
bajo, de bajo en alto, o de costado como los partos.
Se le ataba un cable desde lo alto de una torre al suelo, y por l
suba con las manos, y bajaba tan limpiamente y con tal seguridad
como si caminase por un prado.
Se le colocaba una gruesa percha entre dos rboles y se colgaba de
ella con las manos yendo y viniendo sin poner pies en tierra, con ex-
traordinaria velocidad.
Para desarrollar el trax y el pulmn, gritaba como todos los dia-
blos. Yo le o una vez llamar a Eudemn desde la puesta de San Vctor
hasta Montmartre. Stentor no dio un grito tan fuerte en la batalla de
Troya.
Para que atemperase los nervios se le construyeron dos gruesos sal-
mones de plomo, que pesaban cada uno ocho mil setecientos qutales,
a los que llamaba mis juguetes. Tomaba cada uno en una mano y los
levantaba sobre su cabeza, tenindolos as inmvil tres cuartos de hora
o ms, pues su fuerza era inimitable.
Jugaba a la barra con los ms fuertes, y cuando le atacaban se man-
tena sobre sus pies tan fuertemente, que nadie poda vencerle, como
se cuenta que haca Miln y, asimismo, imitndole, cerraba en su
mano una pepita de granada y se la ofreca a quien pudiera quitrsela.

154
Invertido as este tiempo, se enjugaba, se frotaba, se refrescaba y se
cambiaba de vestidos; volvan paseando muy despacio, pisando las
hierbas y examinando los rboles y las plantas para comprobar las ob-
servaciones de los que sobre esto han escrito en la antigedad, com
Teofrasco, Dioscrides, Marino, Plinio, Nicandro, Macer y Galeno.

F. RABELAIS, GARGANTA YPANTAGRUEL.


Madrid. EDAF. 1963

NICOLS WYNMANN
Colymbetes o el arte de nadar (1538)
Fragmentos del dilogo sobre la natacin entre Pampiro y
Brotes

PAMP.: No me sorprende, ya que ese paraje tan arenoso se dira que


lo habita el propio Jpiter Cirenaico y que la sagrada roca del Austro
fue trasladada a ese punto. En fin. Brotes, estamos contentos de que
hayas regresado inclume, aunque zarandeado por el Austro. Te servi-
r de escarmiento no slo para viajar con mayor cautela por esas tie-
rras, sino para evitar peligros semejantes en el Agua. S que te gusta
mucho el agua pero no dominas el arte que es en el agua lo que el arte
del gladiador en la palestra o en la guerra. Me refiero a la Natacin.
EROT.: Lo consideras un Arte?
PAMP.: Por supuesto que s, ya que el hombre no lo tiene por natu-
raleza ingnitamente, sino que lo adquiere segn reglas determinadas
y lo perfecciona por el uso.
EROT.: Pero qu utilidad nos reporta ese arte?
PAMP.: Que al sobrevenir el peligro puedas sacar la cabeza del
agua.
EROT.: Suele decirse que se ahogan con ms frecuencia los que sa-
ben nadar.
PAMP.: El vulgo dice muchas necedades. Tambin yo lo he odo de
vagabundos e incivilizados. Aunque fuese cierto no habra que desde-
ar este arte sino culpar a la temeridad que, en este orden, como en
casi todos, resulta peligrossima. De donde se deduce que si la mayor
parte de las artes las aprendemos para el uso y necesidad y no para
ostentacin temeraria, igualmente la Natacin no ha de impulsarnos a
meternos en los remolinos y corrientes, innecesariamente, hasta con-

155
vertirnos en peces o chorrear agua por todas partes como las tortugas
egipcias del Mar Rojo, sino que ha de servir para ehcontrar en ella el
ancla de salvacin en caso de peligro. Quien aprenda a nadar as obra-
r cuerdamente, a mi juicio, segn el ejemplo de los antepasados y las
muestras evidentes e innumerables de la salvacin de tantos.
EROT.: Me ests convenciendo. Y ya slo deseo convertirme en tu
discpulo y novicio en este arte...
PAMP.: Te dir ms... Pienso que hubo un hombre que en sus ratos
de ocio, metido en un ro no muy profundo, imitando al pez en el mo-
vimiento y actitudes del cuerpo, poco a poco accion pies y manos has-
ta ordenarlos como rgano e instrumento de este Arte por el que consi-
gui flotar y que habra de reconocer la posteridad.
EROT.: Quieres decir, tal vez, como las cras de cigea que no
atrevindose a volar todava desde el nido, se elevan un poco con sus
alas ensayando el riesgo de los futuros vuelos.
PAMP.: Exactamente. Ms tarde aquel hombre de la intentona, al
sentirse sano y salvo tras sus ensayos, no cej hasta perfeccionar, con
el diario esfuerzo, su Arte. Basada en estos comienzos la posteridad,
advirtiendo que de ello se derivaban bienes nada despreciables, y que
muchos que antes perecan encontraban su salvacin, especialmente
en verano, segn el autor Vegecio, adoctrin a los jvenes intensamen-
te en la natacin, ya que no siempre los ros brindan puentes para pa-
sar. Enteros ejrcitos en fuga o persecucin se vieron precisados a na-
dar. Otro tanto sucede con los torrentes de las crecidas y los desborda-
mientos repentinos. Por eso los romanos destinaron el Campo Marcio,
junto al Tber, para que caballos y caballeros se ejercitaran en la nata-
cin y los jvenes se limpiaran del polvo y sudor de las armas (igual
que cuando t decas, hace poco, que te ibas a quitar el molesto polvo
que te haba echado encima el Austro) restaurando sus miembros que-
brantados por la carrera y reponiendo las perdidas fuerzas.
EROT.: Bien planeado todo, por Hrcules!
PAMP.: De esta manera, poco a poco, esta habilidad y tcnica de la
natacin entr en el general uso hasta llegar a la frase "ni sabe nadar ni
sabe gramtica", como expresin de la supina ignorancia de quienes no
aprendieron ninguna de las artes buenas. Es decir, que estas dos eran las
primeras que tena que aprender cualquier nio en su ms tierna infan-
cia. A ello alude Suetonio, si no me equivoco, en Augusto y Calgula, a
propsito de cierta persona que no saba nadar, habiendo aprendido lo
dems, como algo absolutamente elemental que todos deban saber.
EROT.: Contino escuchndote.
PAMP.: Los Espartanos tenan, indudablemente, esta enseanza
como principal entre todas. Aficionados a la guerra, endurecan a sus
hijos incluso las nias en la milicia y equitacin, el trabajo y la
caza, para que en la madurez fueran los ms resueltos en arrastrarlo
todo y los ms resistentes en soportarlo.

156
EROT.: Con entereza y previsin, como todo lo suyo. Pero quin te
ense a ti el Arte de la Natacin para llegar a un conocimiento tan
absoluto y perfecto?

NICOLS WYNMANN. COLYMBETES O EL ARTE DE NADAR.


Traduccin de Sabino Amaiz, en Citius, Altius, Fortius,
tomo VIII, julio-diciembre de 1966, fase. 3-4

SAN IGNACIO DE LOYOLA


Constituciones que en los colegios de la compaa de
Jess se deben observar para el bien proceder dellos
(1549-1550)
Para conservar la salud y fuerzas del cuerpo

[74] Cuidado moderado de la salud. Primeramente as como no es de


tener cuidado demasiado de la salud, ni temor demasiado de enfermeda-
des ni otro mal del cuerpo que venir pudiese, as es bien que tengan todos
miramiento conveniente a conservar la salud y fuerzas corporales para el
divino servicio y de los prjimos, que en nuestro modo de vivir son muy
necesarias, donde al contrario, los enfermos antes han menester ser ser-
vidos, etc., y impiden, no alivian ni ajoidan la Compaa.
[87] Hacer ejercicio. Tengan a una mano todos los que en otra
manera no hiciesen ejercicio, algn tiempo en el da (como sera me-
dia hora, y sta antes de comer o de cenar) para ejercitarse corporal-
mente, como sera en barrer, hacer camas, hender o subir lea, limpiar
o tender la ropa, o si otra cosa se ofreciese, que, con ser til a la casa
fuese buen ejercicio; a lo menos si otra utilidad no hay, haya sta de
hacer ejercicio.
[88] Alguna recreacin honesta corporal. Haya tambin alguna
hora para recreacin honesta corporal, como sera despus de comer o
cenar un rato; y entre las horas del estudio alguna relajacin tambin
es til as para el cuerpo como para el mesmo estudio, al cual se toma
con ms disposicin de aprovecharse, cuando ha precedido alguna
moderada recreacin corporal.

SAN IGNACIO. OBRAS COMPLETAS.


Madrid. Biblioteca de Autores Cristianos. 1952

157
CRISTBAL MNDEZ
El libro del ejercicio y sus provechos (1553)
Fragmentos e ideas ms importantes

Definicin del ejercicio.

Movimiento voluntario con el cual el aliento se hace veloz y fre-


cuente. Una fuente de placer, alegra y gran recreacin.

El ejercicio y la salud corporal.

Tres cosas muy notables consigue el cuerpo ejercitado. La primera


que posee una fuerza y grandeza donde estn las virtudes, a lo cual se
sigue una bondad muy fuerte para hacer sus obras; lo segundo, que
tenemos probado que todo aumento de calor corporal preparando la
digestin, ayuda a derramar la salud a todo el cuerpo, y lo tercero, el
movimiento hace abrir los poros del cuerpo, saliendo por ellos las su-
perfluidades.

El ejercicio y la salud del espritu.

El melanclico que con su frialdad y sequedad est triste, descon-


tento y hulgase, con la soledad; haga ejercicio y con este el calor inci-
tado consumir la frialdad... Cuanto ms que lo principal que hay en el
ejercicio es que de l proviene placer, alegra y regocijo, y esto no pue-
de ser sin conservacin de amigos, pues hacindolo el melanclico,
luego perder sus tristezas y ser apartado de sus soledades. Es ver-
dad, sin duda, que para esta enfermedad llamada melancolas no hallo
mejor remedio que el ejercicio moderado, ya que tengo bien provado
ser la salud del cuerpo muy necesaria para conseguir la salud del
nima.

El ejercicio y las mujeres.

Por no hacer ejercicio, vienen a incurrir muchas mujeres en fre-


cuentes y muy graves enfermedades.

Principales ejercicios comunes (deportivos) y sus ventajas.

Jugar a la herradura, herrn o tejo, tirar barra, correr, saltar, bailar,


esgrimir, jugar espada de dos manos, cazar, juego de pelota, o chueca,
o bilorta... Todos estos ejercicios se pueden tomar, pero los ms son
para hombres adultos. Slo cuatro pueden moderadamente usar hom-

158
bres delicados, as como ir a cazar, bailar, jugar birlos y pelota. Ir a
cazar, muchas seoras lo hacen igualmente que jugar birlos y bailar...
En los birlos, cuando corris, se ejercita mucho la mitad del cuerpo
para abajo, y, cuando echis la bola con aquel movimiento, toda la otra
mitad del cuerpo para arriba. En el juego de pelota ejercitis todo el
cuerpo y de tal forma que como l no hay ninguno.

LIBRO DEL EJERCICIO Y SUS PROVECHOS.


Hecho y recopilado por el doctor Cristbal Mndez,
mdico de la ciudad de Jan.
Sevilla. 1553

ANTONIO SCAINO
Tratado del juego de pelota (1555)
Captulos V-VIIIyXVI

Cap. V. De las varias modalidades del juego de pelota

En la clasificacin del juego de pelota existen cuatro apartados


principales, dispuestos en su conjunto de modo que uno es importan-
tsimo, otro es de inferior importancia, y entre estos dos extremos, hay
uno ms importante y otro menos. De donde se sigue que el aspecto
importantsimo contiene el inferior, el menos y el ms importante; y
ste tiene por debajo el menos importante y el inferior; despus, el me-
nos importante comprende en s al inferior, el cual, como inferior de
todos, no tiene otro aspecto por debajo, sino que nicamente est con-
tenido en los dems aspectos.
El aspecto importantsimo es aquel segn el cual se considera el
tipo de pelota, de donde nacen dos clases, ya que puede ser que el jue-
go se haga con pelota maciza o con pelota de viento. El aspecto llama-
do ms importante es aquel por el que se considera el modo de lanzar
la pelota, de donde derivan otras dos clases, puesto que, hacindose el
juego o con la pelota maciza o con la de viento, se puede considerar si
la pelota es lanzada por el jugador con la mano abierta o con el puo
cerrado. El aspecto menos importante es aquel por el que se considera
ms concretamente el modo de lanzar la pelota con el puo cerrado, ya
que sta se puede golpear con el puo cerrado, pero no con ste sino
con algn instrumento tomado en mano como en el juego de la ra-

159
queta o del scanno o bien directamente con el puo enguantado y sin
tomar en mano instrumento alguno como en el juego de puo.
El ltimo aspecto, llamado inferior, es aquel segn el cual se deter-
minan, an ms concretamente, los modos de jugar; porque lanzndo-
se la pelota en cualquier modo, incumbe por ltimo a la consideracin
del intelecto el ver si el juego es hecho al largo o con cuerda, de lo cual
se sigue que sern ocho las modalidades que encontramos en el juego
de la pelota, que son las siguientes: con pelota maciza; con pelota de
viento; a mano abierta; a puo cerrado; sin instrumento alguno; empu-
ando algn objeto; al largo; con cuerda.

Cap. VI. De la diferencia que hay entre la pelota maciza y la de viento

Aunque sea muy clara y notoria la diferencia que hay entre la pelota
maciza y la de viento, no obstante, para no dejar cosa alguna que pu-
diese parecer digna de la presente consideracin, he decidido exponer
brevemente en este lugar el carcter de dicha diferencia. As, hay que
sealar que, adems de la diferencia manifiesta que presentan entre s,
por ser la pelota de viento normalmente mayor que la pelota ijiaciza,
existe an otra diferencia mucho ms importante, y es que la maciza
se llena de borra de lana, de modo que, habindole dado el maestro
artesano la ltima mano, enseguida est lista para jugar y no precisa
de ninguna otra cosa exterior a ella para que salte sobre el suelo, bota-
da por los jugadores, sino que le basta aquella forma slida y redonda
que recibi del maestro cuando por l fue elaborada.
En cambio, la pelota de viento se llena de aire, de forma que, aun-
que terminada por el maestro, no puede ser utilizada enseguida en el
juego; antes es necesrio que con un instrumento de metal o de otro
material, llamado por algunos fuelle, se llene de aire a travs de cierto
agujero grande como el ombligo, contenido en dicha pelota y realizado
muy hbilmente por el maestro artesano; este fuelle es como un canal
por el cual pasase el agua, taponado en su parte mayor por un mango
de madera, en torno al cual se envuelve algo de estopa, de manera que,
llevando hacia atrs dicho mango, el aire entra en el cuerpo del fuelle,
e impeliendo el mismo hacia delante sale fuera por un pequeo canal-
culo, y as se introduce el aire en la pelota a travs del agujero que sta
en s contiene, dentro del cual hay una pequea membrana pegada,
llamada vlvula o bien lengeta, la cual, as como los animales tienen
en el pulmn aquella envoltura que est unida con la arteria por la cual
se respira llamada vulgarmente campanilla y que al abrirse y ce-
rrarse, contribuye a darles vida con la afluencia continua de aire, as
esta membrana interior al agujero de la pelota est tan hbilmente co-
locada, que a travs suyo se introduce la vida dentro de la inerte pelo-
ta, siendo dicha vlvula el camino de entrada y salida del aire hacia
fuera y hacia dentro.

160
Y de este modo la pelota de viento, que antes no estaba preparada,
est ahora preparadsima para saltar y volar por los aires con gran
fuerza, siendo lanzada con algn mpetu por los jugadores. Y de aqu
resulta que dicha pelota se rompe a menudo al dar en algo duro y cor-
tante, lo cual a la pelota maciza no le sucede tan fcilmente; y esto
porque la pelota de viento est llena de aire, que es por naturaleza lige-
rsimo y fcil de desvanecer, y al ser golpeada contra algo duro y cor-
tante, el aire no slo no presta ayuda a mantenerla en su forma, sino
que ms bien es causa, junto al objeto cortante, de que la pelota revien-
te, lo cual sucede an ms a menudo al estar hinchada al mximo,
pues entonces se rompe incluso al dar soble algo liso, cosa que a la
pelota maciza no sucede fcilmente, por ser la lana, de la que est lle-
na, muy flexible y de fcil resistencia a los golpes.
Y si alguien se preguntase cmo es posible que, siento la vlvula la
va por la que se introduce el aire en la pelota, una vez ste introduci-
do, permanece dentro por s mismo no siendo as en la respiracin
de los animales, los cuales continuamente reciben y expulsan aire nue-
vo es de sealar que esto tiene lugar gracias a la membrana colocada
sobre la vlvula, de manera que introducindose el aire, vaporoso y
muy denso, con el fuelle, por s solo no puede salir fuera, al no haber
va de escape si la membrana no est algo levantada, cuando sucede lo
cual el aire sale rpidamente y con gran mpetu. De aqu que los juga-
dores expertos antes de hinchar la pelota, aclaren muy bien el fuelle
con vino o con otro licor vaporoso, a fin de que el aire, condensado de
este modo, una vez introducido se mantenga mejor en la pelota.

Cap. VIL Cuntas y cules son las maneras de jugar a la pelota

Tal vez alguien podra pensar que, as como son ocho los tipos de
juego ya descritos, tambin fuesen ocho los modos de jugar, lo cual no
es ni verdadero ni menos an necesario, ya que la mayora de las veces
en la composicin de una cosa se buscan muchas variantes, como su-
cede con el hombre, a cuya estructura no basta que haya sustancia,
sino que precisa, adems de esto, tener cuerpo, y cuerpo que viva y que
sienta y est, en fin, dotado de la virtud del intelecto: lo mismo sucede
con los modos de juego de la pelota, el cual, se realice con pelota ma-
ciza o con pelota de viento, no puede llevarse a cabo sin la convergen-
cia de otros aspectos, siendo necesario que la pelota se golpee con
mano abierta, con puo enguantado o empuando algn objeto, y que
se haga el juego al largo o bien con cuerda.
En consecuencia, habr seis modos principales de jugar, dos con la
pelota viento y cuatro con la pelota maciza. Entre los de la pelota de
viento, uno se llama juego del baln o bien de puo tanto porque
esta pelota suele aventajar en tamao a todas las dems, como tam-
bin porque se golpea con el puo enguantado; el otro se llama juego

161
de la pelota de scanno, porque se golpea la pelota empuando un ins-
trumento hecho a semejanza de un scanno. Entre los de la pelota ma-
ciza conocida an por muchos como pelota pequea, hay uno lla-
mado juego de la pelota de mano al largo; otro denominado juego de la
pelota de raqueta al largo; el tercero es el juego de mano con cuerda; y
el cuarto y ltimo, el de la raqueta con cuerda.
Tampoco hay que suponer que se multipliquen los modos de jugar
a causa de las varias circunstancias que puedan acompaarlos. As,
aunque entre los hombres hallemos mucha diversidad, no se puede de-
cir por ello que no coincidan entre s en su propia y esencial naturale-
za, del mismo modo que en las maneras de jugar a la pelota, aquellas
que concuerden con los tipos antes mencionados y se muestren simila-
res no sern distintas entre s, a pesar de las diversas circunstancias
que las acompaen. Por esto en el juego llamado de puo se incluir
tambin aquel que antiguamente estaba muy de moda y se realizaba
con una pelota de viento bastante menor y ms ligera que el baln, con
el puo enguantado por una chapa de plomo o de hierro, semejante al
mango de un cuchillo de zapatero esta chapa, tomada en mano, pro-
tega la parte superior del puo, se extenda sobre el brazo, rodeando
la articulacin de la mano con parte de aqul, y hoy da an es utiliza-
da en algunos lugares, porque tal juego coincide casi en todo con el
del baln, que igualmente se golpea con el puo y gran parte del brazo
enguantados. Y si en el juego de cuerda solamente he aconsejado la
pelota maciza, esto es en atencin al baln de puo y a la pelota de
scanno, los cuales resultan incmodos y aun imposibles de adaptar a
las destrezas del juego de cuerda. Soy consciente, sin embargo, que
con la pelota pequea llena de aire se puede hacer, y de hecho se hace,
el juego de cuerda (lo cual en Espaa es muy frecuente) debiendo in-
cluirse tal juego entre los de cuerda.

Cap. VIII. En qu modo se practica el juego de la pelota de puo y el


de la pelota de scanno

En la primera parte de esta obra se ha considerado el modo acos-


tumbrado de jugar a la pelota en general. Ahora conviene hablar de
cada juego en concreto. Y empezando por los de la pelota de viento y,
ante todo, por el baln, digo que para hacer este juego los participan-
tes se cubren uno de los brazos, sea el derecho o el izquierdo, con un
objeto de madera perforado denominado por algunos braceral, por
otros manopla y por otros brazal y trazan en el campo dispuesto
para el partido dos seales, una principal, desde la que se inicia el lan-
zamiento, y otra llamada falta, que se coloca en medio del espacio de
lanzamiento que puedan alcanzar los jugadores, restringiendo el cam-
po, si parece demasiado amplio, con un lmite por lado, y dando co-
mienzo al juego de este modo.

162
Uno de los compaeros del lanzador, teniendo el baln entre las
manos, y una vez recibida la orden, lo manda hacia el lanzador quien,
colocado detrs de la seal principal, con impetuoso movimiento le
sale al encuentro, mientras que el baln viene volando hacia l por los
aires, y lo golpea con el puo y con parte del brazo enguantado con
todas sus fuerzas, lanzndolo lejos de s lo ms posible y mandndolo
hacia la parte de los contrarios los cuales estando hbilmente prepara-
dos, entran en contienda y a menudo sostienen entre ellos las disputas
muy largamente, con admiracin y gran placer de los espactadores y
de los jugadores por el continuo ir y venir del baln, ora a un lado, ora
a otro; este sistema se utiliza tambin en el juego de la pelota de sean-
no, mucho ms pequea que el baln, la cual se golpea con un instru-
mento de madera llamado scanno, tomado en mano, y no con el puo
y brazo enguantados, como en el baln.

Cap. XVI. Del campo mayor con cuerda para el juego de raqueta

El campo para raqueta normalmente se suele hacer mayor que


cualquier otro de mano que sirva para el juego de cuerda, por ser la
raqueta instrumento con la cual fcilmente se lanza la pelota, de modo
que aqu se considera mayor destreza el poner freno moderado a los
golpes que el hacerlos violentos. Pero existiendo para el juego de ra-
queta al uso campos mayor y menor, he pensado que sera muy conve-
niente el presentar grficamente la forma de ambos.
Por lo que se refiere al mayor, nos servir de ejemplo el del Louvre
de Pars, construido con gran arquitectura, bajo el favor del valerossi-
mo y cristiansimo Rey Enrique. Este campo, como a grandeza de rey
corresponde, es de muy notable tamao, delimitado por cuatro bandas
de alto y grueso muro, por lo que debido a los amplios lanzamientos
que en l se pueden hacer, el juego libre resulta en cierto modo magn-
fico y regio; con todo, no es tan largo o tan ancho que se requiera tan
slo esfuerzo y potencia para jugar bien en l, sino que tambin se pre-
cisa de templanza y destreza.
El campo est rodeado desde el interior por una cornisa, que asoma
desde el muro principal hacia fuera por encima del plano del campo,
convenientemente elevada del suelo; est adems rodeado desde el ex-
tremo de la derecha y desde la base, bajo la cornisa, de un bellsimo
prtico, que los franceses llaman galera, muy apropiado tanto para la
reunin de muchos caballeros para poder presenciar y admirar tan
noble y regio encuentro como tambin porque, corriendo la pelota
por encima de la cornisa, los enfrentamientos en el juego se prolongan
ms, con gran placer de jugadores y espectadores.
El muro de la cornisa situado al lado izquierdo es todo macizo, sin
abertura alguna lo cual aun presta ms cmodo entretenimiento al
partido ni vara en s mismo en ninguna parte, excepto en el extremo

163
que se u n e con el m u r o de la cabecera del c a m p o , donde es algo m s
espeso; en aquella parte en que comienza a destacar m s hacia fuera
sobre el lugar de lanzamiento, forma u n a figura llamada por los fran-
ceses tamburin, el cual, sobresaliendo en oblicuo sobre el plano del
c a m p o , es causa de la variedad de golpes que la pelota puede recibir
d a n d o en l, y de m u c h o s y variados efectos que, gracias a la habilidad
de los buenos jugadores, resultan muy hermosos de ver.
Adems de lo dicho, hay unos portillos a la cabecera del c a m p o y,
en el m u r o de la base del vallado, ciertas aberturas, hechas de tal for-
m a que acrecientan en m a y o r medida la destreza de este juego, puesto
que al meter dentro la pelota, se logra la victoria del lanzamiento.
Pero todas las partes, longitud, a n c h u r a y aberturas de las que este
nobilsimo c a m p o est compuesto, sern probablemente m s fciles
de apreciar por todos a partir de la siguiente figura de lo que a m me
resulta el explicarlo con palabras. Solamente advierto esto: que obte-
niendo este dibujo en Francia, medido con pie de rey, no he querido
trasladarlo a otra medida.

ANTONIO SCAINO, TRATTATO DEL GIUOCO DELLA PALLA.


En Sport e Giuochi, Trattati e Scritti del XV al XVIII seculo.
A cura di Cario Bascetta. Milano.
IlPolifo. 1978,11.
Traduccin al castellano de Nuria Ferret.

GIOVANNI MARA BARDI


Discurso sobre el juego de ftbol florentino (1580)
Fragmentos

Definicin de ftbol

Podemos definir lo que es el ftbol y su sustancia as: el ftbol es u n


juego pblico formado por dos equipos de jvenes, a pie y sin a r m a s ,
quienes compiten placenteramente por pasar, al vuelo y ms all del
extremo opuesto, u n baln de aire de t a m a o mediano, la finalidad de
lo cual es la honra. El c a m p o donde se juega debe ser la plaza principal
de u n a ciudad, de m a n e r a que las nobles d a m a s y el pueblo p u e d a n
verlo mejor, plaza en la que se levantar u n a valla de 172 brazas de
largo, 86 brazas de a n c h o y 2 brazas de alto.

164
Nmero de jugadores

Los hombres elegidos para el ftbol deben ser cincuenta y cuatro,


divididos en dos equipos iguales en nmero y valor, la calidad de los
cuales viene determinada por la propia naturaleza humana, puesto que
no todos los hombres son aptos para tal ejercicio al no estar todos do-
tados por la naturaleza para ello, pues como dijo Virgilio:

No todos lo podemos todo

Por tanto, no es apropiada la edad pueril, por ser demasiado tem-


prana; tampoco la senil, pues es demasiado enjuta y no puede sufrir los
sudores y resistir los esfuerzos que, corriendo, chocando, empujndo-
se, es necesario soportar; ni tampoco de la edad juvenil son convenien-
tes aquellos que, o flacos o feos, como los Baronci, o jorobados o cojos
o ciegos o en algn modo mancos o contrahechos, haran el ridculo en
la plaza. Adems de esto, as como la Olimpiada no admita toda clase
de hombres, sino los antepasados de sus patrias y reinos, del mismo
modo en el ftbol, no hay que admitir cualquier gentuza: ni artesanos,
ni siervos, ni gente innoble, infame, sino soldados honrosos, caballe-
ros, seores y prncipes. Sern, por tanto, elegidos para el ftbol, caba-
lleros de 18 a 45 aos ms o menos segn la complexin armonio-
sos, esto es, agraciados, robustos, y valientes y de buena fama, a fin de
que tales campeones sean apreciados y gratos a todo el mundo, y ade-
ms de esto, en todos los ejercicios, de los cuales se hace mencin en
el proemio, adiestrados.

Estacin del ao para jugar al ftbol

Acerca del tiempo en que debe jugarse al ftbol tan slo el sol, due-
o de las horas y jefe del ao, nos aconseja; pues, as como no toda
estacin produce hermosas flores, tampoco todo el tiempo invita a los
jvenes a los placeres de ftbol, ya que siendo este juego de gran es-
fuerzo, no podra resistirse cmodamente fuera de la estacin fra. De-
sarrllese su curso desde las calendas de enero hasta marzo, y despus
descnsese, para volver cada ao a nosotros como hace el sol en el mis-
mo punto. Pero dado que el ftbol es un espectculo tanto ms bello
cuantos ms espectadores tiene, entre esos das, los de las fiestas de
Baco esto es, carnaval dediqense al ftbol por ser ms solemnes.
Adems, puesto que todas las disputas fatigan y debilitan al igual
que un arco estando tenso demasiado tiempo no puede el ftbol du-
rar de la maana a la noche, sino comenzar cuando el sol desciende
sus rayos hacia occidente, y cuando, al ponerse, luce Hspero cercana
la noche, hay que abandonar y dar reposo, ya que entre una y otra ho-

165
ras, a duras penas se pueden soportar tantos sudores, tanto mpetu y
tantos golpes.

Indumentaria del jugador

Las ropas de cada jugador deben ser lo ms sencillas y desahogadas


posible: no le conviene, pues, llevar ms que calzones, chaqueta, gorra
y zapatos ligeros, porque cuanto menos impedido est, tanto ms po-
dr moverse, valerse de sus miembros y ser gil en la carrera. Sobre
todo, procure cada cual tener ropas hermosas, elegantes y que le sien-
ten bien y favorezcan; porque teniendo a su alrededor, observndoles,
las ms bellas damas e ilustres caballeros de la ciudad, aquellos que
comparecen mal ataviados muestran fea imagen; y tanto ms deben
esforzarse por aparecer acicalados y bien a punto en el solemne da de
la librea pues tal da el teatro est ms lleno que nunca de gente y
vestir ambos equipos de ftbol de color distinto, sea de raso, o tercio-
pelo, o tela dorada, segn agrade a los Maestros de ftbol nombrados
por Vuestra Alteza.
Ahora, puesto que la manera de jugar al ftbol es aquello que le
confiere su forma, es preciso decir brevemente cmo se practica, parte
por parte, a fin de que los preceptos que se den lo representen casi
como algo vivo ante los ojos de quienquiera que lea el presente librito.
Primeramente, por tanto, hablaremos del modo de dividir los jugado-
res del ftbol, y despus diremos por qu ste precisa de cuatro tipos
de jugadores, esto es: los delanteros, que pasan la pelota; los defensas,
que retienen dichos delanteros cuando corren en pos de la pelota y to-
man su nombre de la resistencia que les presentan; los medios delante-
ros, que dan vigorosos y certeros golpes al baln; y los medios traseros
que, tras de aqullos, permanecen al contraataque. Puesto que el ft-
bol precisa de estos cuatro tipos de jugadores, es necesario decir de
qu clase deben ser los hombres elegidos para cada uno de dichos
puestos, ya que interesa mucho reparar en todo momento en la apti-
tud. Despus de esto convendr exponer cmo debe cada equipo orga-
nizar su juego en el campo.

Modo de dividir el ftbol sin librea

Jugndose, por tanto, el ftbol sin librea, suenen los tambores y las
trompetas toscanas, invitando alegremente a cada caballero y seor a
formar corro y crculo en el medio del campo, compareciendo con cha-
queta y calzones en el modo en que ms arriba hemos indicado. De
todo este crculo, eljanse dos capitanes: los ms competentes por buen
juicio y por prctica entre aquellos que juegan al ftbol, ya que debien-
do stos reahzar la seleccin, han de tener pleno conocimiento de to-

166
dos los jvenes de la cuidad y saber la naturaleza y el valor de cada
cual.
Vuelvan los capitanes sus ojos y la mente, observando en primer
lugar a todo el mundo, y elijan cuatro medios delanteros por cada
equipo: primero uno que dirija el lado llamado extremo de la zanja,
otro el del muro, despus otros dos que permanezcan en el centro; lue-
go stos escojan los medios traseros, que deben ser tres por equipo.
Los medios delanteros sern los ms robustos y de mayor corpulencia
y, sobre todo, robustsimo y de excepcional lanzamiento debe ser el del
muro; mientras el de la zanja, de gran agilidad y rapidez con la pelota.
Para medios traseros conviene fijarse y elegir los corredores ms velo-
ces y de mucho coraje y gran lanzamiento, por las razones que poco a
poco se alegarn.
Divididos y escogidos todos los medios, eljanse cinco defensas por
equipo, hombres gallardos y fuertes, bravos, robustos y de mucho sa-
ber; sobre todo el ltimo a quien toca defender la parte del campo
que est a lo largo del muro debe ser el hombre ms fornido y robus-
to de todo el equipo compuesto, mientras que aquel que gobierna el
lado del campo llamado la zanja, deber poseer agilidad, destreza y
rapidez con la pelota. Al del medio le es preciso ser veloz; los otros dos
es necesario que, por las razones que despus se dirn, sean especial-
mente bravios. Reprtanse despus los delanteros uno a uno, hasta un
total de quince por equipo; sean stos jvenes veloces, corredores de
gran vigor y muy animosos.

Ordenacin del partido de ftbol

Compuestos en tal manera los dos equipos, cada uno de los capita-
nes se encargar de organizar el suyo de este modo: primero colocar
los cinco defensas por l elegidos a lo largo del extremo de la valla que
tienen a sus espaldas, a 61 brazas y alejados uno de otro 16 brazas; los
dos de los lados se colocarn a 11 brazas del vallado. Detrs de estos
colocar en la segunda hilera los medios delanteros, separados de los
defensas 18 brazas, y distantes uno del otro 21 brazas y de los lados
cercanos al vallado, 11 brazas y media. Detrs de estos cuatro medios
delanteros pondr, por ltimo, los tres medios traseros, alejados de los
medios delanteros 18 brazas, de la valla que est al extremo del fondo
25 brazas, y separados uno de otro 30 brazas; los de los lados se sepa-
rarn del vallado 13 brazas.
Esta ordenacin del ftbol en tres hileras se conoce que fue tomada
de la antigua batalla romana; as, la primera hilera de los defensas es
la ms cerrada, la segunda es ms ancha que sta, y la tercera, ms
abierta que ambas; de modo que, si es preciso, la primera hilera de los
cinco defensas pueda replegarse en la segunda de los cuatro delante-
ros, y sta, en la tercera de los tres medios traseros.

167
Despus de esto, cada uno de los capitanes dividir sus quince de-
lanteros en tres grupos, uno de los cuales se situar delante de su de-
fensa de la zanja, opuesto al defensa contrario; el otro frente al de-
fensa del muro, concntrese y opngase del mismo modo al defensa
contrario; el tercero, permanezca bien unido en el centro, y cudese
que est compuesto por jvenes veloces y vigorosos, por lo que luego se
ver. Antes se colocaban los delanteros de otro modo, esto es, todos en
una hilera, desde el centro del campo hasta el muro; despus de lanzar
la pelota, se sacaban dos por cada equipo, a lo que se llamaba jugar al
contraataque, dndose permiso a cada uno de ellos para jugar a su aire
una vez golpeada la pelota. Pero nosotros consideramos que resulta
ms unificado el juego dividiendo los delanteros en tres grupos, segn
se ha visto, porque estn ms preparados para interceptar cualquier
pelota, vaya al medio o a los lados.
Por tanto, en el presente libro se ver tratada la forma de la vieja
ordenacin y, junto a sta, la que nosotros usamos en la actualidad y
creemos sea la verdadera, antigua, y por todos considerada como la
mejor: de este modo, al igual que los honderos en los antiguos ejrcitos
de romanos, y hoy da, entre los modernos, los arcabuceros atacan las
escaramuzas, son los defensas los primeros en arremeter y enfrentarse
respectivamente con los defensas contrarios.

GiovANNi MARA BARDI. DIRCURSO SOPRA IL GIUOCO DEL CALCIO


FIORENTINO.
En Sport e Giuochi, Trattati e Scritti del XV al XVIII seculo.
A cura di Cario Bascetta. Milano.
II Polifilo. 1978, IL
Traduccin al castellano de Nuria Ferret.

JERNIMO MERCURIALIS
Arte Gymnstica (1569)
Cap. III. Qu es gimnstica y cuntas son sus especies

Concediendo, o conviniendo que son aquellas cuatro partes referi-


das en las que se abraza la facultad de conservar la salud, ningn hom-
bre prudente negar ser la ejercitatoria una parte de la cuarta, supues-
to que si los ejercicios se deben colocar entre otras muchas cosas que
se deben ejecutar y que he declarado en la cuarta parte de la conserva-
toria, es conforme a razn que la jimnstica que trata toda de los ejer-

168
cicios pertenece esta, y ademas nadie podr negar que el conocimien-
to de esta toca al que es mdico contra la opinin de Erasstrato y de
otros, que separan la jimnstica de la medicina, y tanto mas, cuanto
que frecuentemente han dicho Hipcrates, Platn y Galeno que los
ejercicios facilitan para pasar la vida con salud tantos y tan grandes
bienes, cuantos apenas pueden proporcionar ningunos otros recursos.
Y si Hipcrates en el libro de las disposiciones de los hombres escribi
que eran opuestas la jimnsia y medicina puesto que la una necesita de
variedad, la otra no, habl solo de aquella parte de la medicina que
trata nicamente del cuidado de los enfermos, que se ven obligados a
guardar cama, llamada clnica, y aunque sus sucesores Platn y Plutar-
co dijeron haba dos artes que tratan del cuerpo humano, a saber la
medicina y la jimnstica no por esto, a la manera de Erasstrato y sus
secuaces las separaron, sino que lo entendieron as, siguiendo el uso
comn de hablar de los hombres, que las juzgaban diversas, impulsa-
dos no por otra razn sino de que la jimnstica mdica se descubri
despus que la medicina y se uni a sta. Por lo dems deberemos ma-
nifestar que es este arte ejercitatorio, llamado en griego jimnstica,
desde su definicin o descripcin, la que aun cuando Platn explic
claramente, sin embargo, estoy en la persuasin, que ninguno otro
sino nuestro Galeno la defini con ms brevedad y propiedad en donde
dijo; Que la jimnsia es la que conoce las potencias de todos los ejerci-
cios, o ms bien arte jimnstico es la ciencia de poder hacer todos los
ejercicios. En lo que hay que advertir, que Galeno, como acontece a
muchos autores us la palabra ciencia no con propiedad, sino como
comnmente, porque la jimnsia tiene por fin el ejercicio, y las cien-
cias no requieren el mismo fin, no debiendo incluirse indispensable-
mente entre las verdaderas ciencias, aunque por lo dems atienda mu-
chas veces a las causas de los ejercicios de las fuerzas; adems se debe
advertir que Galeno por esta definicin distingui la jimnstica de la
pedotrbica, porque aquella como emperadora atiende y dirije todas
las cualidades de los ejercicios y sus causas, mas esta es como su mi-
nistra; as que era jimnasta el que saba el podero de todos los ejerci-
cios, juzgaba y ordenaba el uso diverso de ellos a los hombres por cau-
sa de su salud y buena constitucin, pero el pedotrbico ejecutaba y
demostraba efectivamente de qu modo se deban y podan hacer, y
Polibio explic este enigma en estos trminos. Los pedotrbicos ense-
an a faltar segn las leyes, a hacer justamente una injuria, a engaar,
hurtar, robar, a usar de la fuerza honesta y torpemente. Si alguno
juzga las acciones de los luchadores y de otros que fueron instruidos
por los pedotrbicos, ver claramente que se asemejan a aquellas que
escribi Polibio, as pues el jimnasta y el pedotriba no fueron lo mis-
mo; sin embargo, llenando algunas veces uno solo el cargo de los dos,
no sin razn juzgaron algunos que estas dos artes eran una, y la mis-
ma, como a veces un mismo sujeto ejerce el oficio de soldado y el de

169
General, mas Galeno quiso que estas fuesen distintas, cuando con su
acostumbrado miramiento llam a la jimnstica el conocimiento de
las cualidades de los ejercicios solamente, lo que es mas noble que el
hacer los mismos ejercicios, y a la pedotrbica la accin prctica de
estos, juzgndola como ms inferior, no de otra suerte que si dijera
que la una era especulativa, arbitro y juez, y la otra prctica, la que
todos las ms veces llamaron con el solo nombre de jimnstica de la
materia de que trataba, como la farmacia, y al modo que siendo dos las
partes de la medicina, especulativa y prctica se entienden frecuente-
mente con el solo nombre de medicina: para que se vea que el jimnsta
es tal cual he manifestado y que se diferencian el jimnsta y el pedotr-
bico, same permitido tambin comprobarlo con el testimonio de Aris-
tteles, quien al principio del libro 4 de los polticos dijo; En todas
las artes y ciencias que hay algn tanto perfectas, no en la parte sino
en el gnero se debe considerar que es lo conveniente a cada gnero,
como cul ejercicio conviene a cada cuerpo, cul es el mejor, y cul es
comn muchas veces a todos, porque la naturaleza ha dispuesto muy
bien que a quien todo ausilia es necesario le convenga lo mejor, esto
toca a la jimnstica. Adems si alguno desea adquirir ciertamente
aquel hbito y ciencia necesario para la pelea en que no est instruido,
no toca menos a la pedotrbica que a la jimnstica facilitar este poder.
Palabras que declaran con bastante claridad, lo uno que Aristteles lla-
m a la jimnstica ciencia casi en el mismo sentido que Galeno, lo otro
tambin que la jimnstica se diferencia de la pedotrbica. Para que los
que abrazan las dos bajo el solo nombre de jimnstica comprendan su
definicin y entiendan la fuerza de una y otra se la daremos as: el arte
jimnstica es cierta facultad que considera la oportunidad de todos los
ejercicios y ensea poniendo por obra la diversidad de stos, ya para con-
servar la buena salud, y ya para adquirir y retener mejor disposicin del
cuerpo. Dije que el fin de este arte era este, no solo por dar una defini-
cin completa y perfecta en lo posible, sino para mostrar que esta cien-
cia es diversa de otras que obtienen semejante forma, porque todos los
juegos de los antiguos tanto griegos como romanos, y aun tambin
toda la misma atltica, y los ejercicios hechos por causa de la guerra
casi se hallaban compredidos todos en la jimnstica mdica, como ma-
nifestar despus separadamente al declarar el lugar que obtuvo la
jimnstica en cada uno de los gneros de ejercicios: sin embargo, dis-
tan en gran manera entre s, y no hay otra causa para esta diferencia,
sino el fin de cada una, en el que todas las facultades se distinguen
segn escribi Aristteles. El fin del juego de los antiguos era cierta
creencia que tenan de que con ellos complacan a los dioses tanto
como con una promesa, y servan tambin para diversin del pueblo, a
quien alagaban la repblica, reyes y emperadores y para que los hom-
bres a quienes recreaba este deleite, se contuviesen sin traslimitar sus
deberes, por lo que Plinio escribi que se tenan en tanta estimacin a

170
los que se ejercitaban en los juegos, que cuando ellos comenzaban era
costumbre levantarse aun el senado, tenan el derecho de asiento cerca
de los mismos senadores, y la obcin a las dignidades tanto ellos como
sus padres y abuelos paternos, lo que creo no obstante jams se conce-
di a los siervos cuando ellos tenan semejantes juegos. Cualquiera que
desee saber algo acerca de estos juegos, valo en el libro de Onufrio
Panvino Veronense, quien trat este asunto con ms cuidado que los
dems por ser el ms instruido de todos en la historia de nuestro siglo.
La atltica tuvo por fin la fortaleza, para que con su auxilio el atleta
pudiese vencer a su contrario y obtener la corona y los premios pro-
puestos, sin embargo de que entre los griegos y latinos se llamaron
algunas veces atletas tanto a aquellos que disputaban el premio en los
juegos como fuera de ellos; los que Galeno comprendi bajo el nombre
de mala jimnstica, de que abajo trataremos. Los que ejecutaban los
mencionados ejercicios por causa de instruirse para la guerra, no lo
hacan con otro objeto sino el de adquirir agilidad y pericia para poder
vencer a sus contrarios cuando era despus necesario en la batalla, y
era tan rigurosa entre los antepasados la instruccin en estos ejerci-
cios, que como Vejecio dice, los maestros disfrutaban doble sueldo, y a
los soldados que progresaban poco en ella les obligaban a tomar en vez
de trigo cebada, y no se les daba su racin en trigo hasta que en presen-
cia de los tribunos y jefes, haciendo ejercicios manifestaban estar ins-
truidos en todos los que pertenecan a la milicia. Por todo lo que se
conocer que mi jimnstica es diferente de las ya dichas, y por lo tanto
con gran fundamento puse al dar su definicin que su fin es el de la
conservacin de la salud, y buena disposicin del cuerpo. Tres fueron
los fines de todos los ejercicios de los antiguos, de los que dimanaron
tres clases de jimnsticas, y todos estaban reducidos a un solo objeto
el de la pblica felicidad, como extensamente declar Soln escribien-
do a Luciano en su dilogo de Anacarsis, del cual pondra un discurso
en el que se vera confirmado todo mi parecer, sino fuera que abajo
dar testimonios de Platn y de otros.

J. MERCURIAL, ARTE JIMNASTICO-MEDICO.


Ordenado y traducido del Latn al Castellano
por Francisco de Paula Abril.
Madrid. Imprenta de D. Victoriano Hernando. 1845

171
MONTAIGNE
Ensayos (1571-1580)
De la educacin de los nios

No basta templar su alma; es preciso robustecer los msculos; si el


alma no es secundada, se encuentra oprimida en demasa y es ardua
tarea para ella sola acudir a dos opuestos menesteres. Conozco, por
desgracia, el angustioso caminar de la ma, emparejada con un cuerpo
tan dbil y sensible, que inconsideradamente se abandona a ella; y mil
veces advierto, en mis lecturas, que en sus escritos mis clsicos maes-
tros hacen valer en muchas ocasiones, como magnanimidad y presen-
cia de nimo, ejemplos que, en resumidas cuentas, tienen mucho que
ver con la dureza de la piel y la resistencia de los huesos.
He visto hombres, mujeres y nios de tal condicin, que para ellos
una paliza tienen menos valor que para m un sopapo. Cuando los at-
letas emulan con su paciencia la de los filsofos, es ms cuestin de
nervios resistentes que de entereza de corazn. As, pues, el acostum-
brarse a soportar trabajos es acostumbrarse a soportar el dolor: labor
callutn abducit dolori. Es preciso tolerar penosos y speros ejercicios
para prepararse a resistir la pena y la aspereza de las dislocaciones,
clicos, cauterios y hasta las de tortura y calabozo, que, con la mudan-
za de los tiempos, buenos y malos estn expuestos a ellos. Y sbita-
mente podemos ser probados, porque todo el que combate las leyes
pone a las gentes honradas en peligro de la cuerda y el ltigo...
Pero la Filosofa en aquella parte que trata del hombre y sus debe-
res y ocupaciones, es oponin de los sabios que, por sus dulces y gratos
propsitos, deba ser admitida lo mismo en los festines que en los jue-
gos. Invtala Platn a su Banquete, y all vemos de qu modo, con blan-
das y acomodadas razones, entretiene a los comensales, discurriendo,
sin embargo, acerca de las ms altas y saludables cuestiones.
Sin duda holgar menos que los otros mozos. El camino recorrido
a la ventura por nuestro gusto, nos fatiga menos que otro ya determi-
nado, aunque ste sea mucho ms corto. De la misma manera nuestras
enseanzas, presentndose como por casualidad, sin obligacin de lu-
gar ni de tiempo, mezclndose en todas nuestras acciones, se desliza-
rn sin que l lo advierta. Aun los juegos y los ejercicios sern una
parte de su estudio; la carrera, la lucha, la msica, la danza, la caza, el
manejo de caballos y armas. Quiero que la buena presencia, el porte, la
disposicin de la persona se forme al mismo tiempo que su espritu.
No es un alma, no es un cuerpo lo que educamos; es un hombre; no lo
dividamos en partes opuestas; y como dice Platn, no debemos educar
al uno sin la otra, sino conducirlos al mismo paso, pero como un tiro
de corceles sujetos a las mismas riendas. Y al oir esto, concede ms

172
tiempo y mayor solicitud a los ejercicios del cuerpo, dejando que el
espritu vaya formndose a su manera, o sucede lo contrario?
Tal educacin ha de conducirse en todo momento con una severa
dulzura, y no a la manera que ahora se acostumbra. En vez de invitar
a los nios al estudio, no se le muestra, a la verdad, otra cosa que ho-
rror y crueldades. Lejos de nosotros la fuerza y la violencia; a mi enten-
der nada hay que envilezca y desasosiegue tanto a un alma bien naci-
da. Si deseis que sea temeroso del castigo y de la vergenza, no le
habituis a ellos; endurecedlo y curtidlo al fro y al calor, al sol y al
aire, a todas las inclemencias de las que no hemos de hacer aprecio.
Quitadle toda molicie en atavos y lecho, en comida y bebida; acostum-
bradle a todo, que no sea un lindo y adamado caballerete, sino un man-
cebo fuerte y vigoroso. Nio, hombre y viejo, he opinado y juzgado de
idntico modo.

M. MONTAIGNE. ENSAYOS PEDAGGICOS.


Traduccin y prlogo de Luis de Zulueta.
Madrid. Ediciones La Lectura. Sin fecha

JUAN ARIAS DVILA PUERTOCARRERO


Discurso para estar a la jineta con gracia y hermosura
(1590)
Del juego de caas

Suele jugarse a tres puestos y a cuatro, como lo hacen en Xerez de


la Frontera; de lo cual no trato por no ser necesario a mi propsito, el
cual, es decir, lo que se ha de hacer para estar graciosamente a caballo.
Y aunque he hablado del juego de caas, si bien se mira, todo lo que
he dicho va enderezado a que se tenga buena gracia, y as, no es nece-
sario tratar de ms orden de juego. Y porque para el jugar es bien que
las espuelas vayan de manera que no se afloxen, aunque, como en los
pasados captulos he dicho, no se ha de dar espolada sino con gran
necesidad, pudese poner la cinta o cordn en el calcaar del borcegu,
segn en el captulo noveno de las espuelas dixe, lo cual es bueno para
el juego o la escaramuza.
Suelen tener en el juego de caas tal orden para que las cuadrillas
salgan del puesto y tornen a l, que estando todos los caballeros, que
son de un puesto, rostro a rostro del otro, sale una cuadrilla de un lado

173
y tira sus varas, y toma al otro lado del mesmo puesto: y los que que-
dan en el puesto psanse al lugar que dex desocupado el lado derecho
del puesto para la cuadrilla que viene, que es la que sali del lado iz-
quierdo, porque donde hay buen orden se hace as, que salen siempre
del lado izquierdo y van a parar en el derecho, y los del este puesto se
van pasando al lado izquierdo; de manera que parece andar a la redon-
da, o a lo menos hacen un tringulo...
Esto es cuando la plaza es grande y hay lugar para ello, porque
cuando es chica (como en muchas partes), estrecha y apretada, necesa-
riamente han de ir y venir por un mesmo camino.

En Tres Libros de Jineta de los Siglos XVI y XVII.


Introduccin de C. Sanz Egaa.
Madrid. Sociedad de Biblifilos Espaoles. 1951

JUAN DE TORQUEMADA
Veintin Libros Rituales de Monarqua Indiana
Libro catorce, captulo XII. Del juego de la pelota, del Palo, de
los Matachines y Patolli

Usaban e tas Gentes Indianas (como entre no otros e va) el juego


de la Pelota, aunque diferente de el nuetro; llama fe el lugar adonde e
jugaba Tlachco, que es como entre no otros Trinquete: hacan la Pelo-
ta, de la Goma de un rbol, que nace en Tierra calientes, que puntado
etila vnas gotas gordas, y blancas, y que mui preto e quajan, que
mezcladas, y amaadas e paran mas prietas, que la Pez: de ete Ulli
hacan us Pelotas, que aunque peadas, y duras para la mano, eran
mui propias para el modo con que la jugaban: votaban, y altaban tan
livianamente, como Pelotas de viento, y mejor; porque no tenan ne-
ceidad de oplarlas, ni jugaban al cha9ar, ino al vencer, como a la
Chueca, que es dar con la Pelota, en la pared, que los contrarios tienen
por pue to, o pa arla por encima: dbanle con olo el quadrl, o nalga,
y no con otra parte del cuerpo; porque era falta, todo golpe contrario:
havia apue tas, que perdie e, el que la tocaba, ino con la nalga, o qua-
drl, o hombro, que era entre ellos gran gentleca; y a e ta cau a, para
que mas la pelota re urte e e de nudaban, y fe quedaban con olo el
Maxtlatl, que eran los paos de la puridad, y e ponan vn cuero mui
e trado, y tie o obre las nalgas: podanle dar iempre que haca bote,

174
y hacia muchos vno tras otro, tanto que pareca co a viva. Jugaban en
partida, tantos a tantos, como dos a dos, y tres a tres, y a las veces dos
a tres, y en los principales Juegos, o Tlachcos jugaban los Seores, y
Principales, y grandes Jugadores; y por adornar fus Mercados, los Dias
de Feria principalmente, y otros muchos Dias iban a jugar a ellos, y
jugaban a tantas raias vna carga de Mantas, mas, o menos, conforme a
la poibilidad de los jugadores, y i eran Reies, Villas, y Ciudades
(como en alguna parte de eta Hitoria hemos dicho.) Tambin juga-
ban co fas de Oro, y Pluma, y tambin algunos fe jugaban a si mi mos.
E taba e te lugar del Tlachco, en la mi ma Pla^a del Mercado, aunque
otros havia en otras partes, y Barrios. Su di po icion, y forma era ha-
cer vna calle de dos paredes grue fas, mas anchas de abajo, que de arri-
ba; porque ubian en forma mas angota las dichas paredes, y ai
en fanchaba el Juego, en lo alto de ellas, los que mas tenian eran de
largo veinte brabas, y otros menos, y en algunas partes citaban alme-
nados e tos Tlachcos, y mui curio ios; eran las paredes mas altas a los
lados, que a las fronteras; para jugar mejor, tenanlas mui encaladas, y
lias, y en el fuelo: ponan en las paredes de los lados vnas Piedras,
como de Molino, con fu agujero; en medio que pa aba a la otra parte,
por donde apenas caba la Pelota, y el que la meta por all, ganaba el
Juego, y como por Victoria rara, y que pocos la alcanzaban, eran fuias
las Capas de quantos miraban el Juego, por co tumbre antigua, y Le
de Jugadores; y era co a dono a, que en embocando la Pelota por la
Piedra, luego la Gente, por alvar us capas, daba a huir con grandii-
ma Fie ta, y r a, y otros a cogerles las capas, para el vencedor; pero
era obligado a hacer ciertos Sacrificios al dolo del Trinquete, y Piedra,
por cuo agujero meti la Pelota.
Vito ete modo de meter la Pelota, que a los miradores pareca
milagro (aunque era ac o) decan, y afirmaban, que aquel tal deba de
er Ladrn, o Adultero, o que morira pre to, pues tana ventura havia
tenido; y duraba la memoria de eta Victoria por muchos Dias, ha ta
que ucedia otro, que la haca olvidar. Cada Trinquete era Templo;
porque ponan en el dos Imgenes; la vna, del Dios del Juego; y la otra,
del de la Pelota: encima de las dos paredes, mas bajas a la media no-
che, en vn Da de buen Signo, con ciertas ceremonias, y hechiceras, y
en medio de el uelo hacan otras tales, cantando Romances: luego iba
vn Sacerdote de el Templo Maior, con ciertos Mn tros a bendecirlo
(i bendicin pudee llamare eta detetable uperticion) deca
ciertas palabras; hechaba quatro veces la Pelota, por el juego, y con
e to decan, que quedaba con agrado, y podan jugar en el , y ha ta
entonces no: eto e hacia con mucha autoridad, y atencin; porque
decan, que iba en ello, el de can o, y alivio de los corazones. El Dueo
de el Trinquete (que era iempre Seor) no jugaba Pelota, in hacer
primero ciertas ceremonias, y ofrendas al dolo del Juego; de donde e
vera quan upertcioos eran, pues aun ha ta en las coas de paa-

175
tiempo, tenian tanta cuenta con us dolos. A e te juego llevaba algu-
nas veces Motecuhfuma a los Catellanos, y lo jugaba el otras veces,
porque lo tenia por bueno. Ibane, y veniane, de vnos Pueblos, a
otros, los Seores, y Principales, y traian con figo grandes jugadores,
para jugar vnos, contra otros, y ponian tanta, y mas diligencia, que los
nue tros en e te juego, y los que jugaban mejor, o ganaban burlando
de los otros, les decian: Decid a vueftras Mugeres, que e den priea a
hilar, porque havreis meneter Mantas; otros decian: Id a tal Feria a
comprar ropa; y con e to tenian que reir los que miraban. Servian e la
pelota, y ino venia buena, no la reciban; y de pues que comen9aba a
andar, los que la hechaban por cima de la pared de frente, o a topar en
la pared, ganaban vna raia; o i daban con ella, en el cuerpo de u
contrario, o alguno jugaba de mala, fuera del quadril, ganaban vna
raia, y a tantas raias primeras iba todo el juego: no hacian chagas; y
otros apo taban, ateniendo e a la vna parte, y otros a la otra: y de e ta
manera olian er mas las apue tas, que lo principal del juego; y los
que jugaban, vnas veces vocal, y otras mentalmente, llamaban a vn De-
monio, que decian tener eminencia, en ete juego, para que les alu-
da e. Al buen jugador, y que le decia bien la Pelota, decian que lo
cau aba u buen hado, y ventura, y igno, en que havia nacido, y al que
perdia, le atribulan u de gracia a u mal igno.
Otro juego deleito o tenian, que vfaban en algunas Fie tas princi-
pales, que llamaban del Palo, el qual era de e ta manera: Mechaba e
vno de epaldas, y levantados los pies en alto, toma vn palo rolliq:o, tan
largo como tres varas, y pue to en las plantas de los pies, lo buelve, y
rebuelve, arrojndole en alto, y cogindole otra vez con los mimos
pies, y tan preto, que apenas e ve; y otros, que con el mimo palo
enhe tandole, en el uelo, altan, con ambos pies encima; y otro, to-
mando por lo bajo el palo, levantando al que etaba encima, andan
haciendo mil moneras. Yo he vi to ete juego, y todas las veces que le
veia, me parecia nuevo, y de grande admiracin, aunque ia no le va, y
i lo hai, es en pocas partes, y entonces era mal comn. Havia tan lige-
ros trepadores, que obre el palo pue to obre los hombros de dos
Hombres, hacian tan etraas, y maravillo as coas, que parecia, que
no e podia creer, ni que deja fe de haver en ello, alguna iluion del
Demonio, y no havia ino gran exercicio, y vio, como tambin lo ai en
el Juego de Manos de los nue tros.
Tenian vna manera de juego, a manera de Matachines, y era que e
ubian tres Hombres, vnos obre otros, de pies, levantados obre los
hombros, y el potrero hacia maravillas, como i etuviera de pies, en
el uelo, andando, y bailando el que e taba debaxo, y haciendo otros
movimientos, el que e tab en medio.
Havia otro juego, que llaman Patolli, que en algo parece al Juego de
las Tablas Reales, y juega e con Havas, y Frioles, hechos puntos, en
ellos, a manera de dados de arenillas, y dicenle Juego Patolli, porque

176
etos dados, fe llaman ai; hedanlos con ambas manos, obre vna
e itera delgada, que e llama Petate, hechas ciertas raias, a manera de
apa, y atraveando otras, ealando el punto, que caio acia arriba
(como e hace en los dados) quitando, o poniendo chinas de diferente
color, como en el Juego de las Tablas. Era ete entre otros tan codi-
cio o, y de tanto gu to, que no olamente perdan muchos u Hacien-
da, pero u propia libertad, porque jugaban us per onas, quando no
tenian otra co a.

VEINTIN LIBROS RITUALES MONARCHIA INDIANA, CON EL


ORIGEN Y GUERRAS DE LOS INDIOS OCCIDENTALES,
DE SUS POBLACIONES. DESCUBRIMIENTO, CONQUISTA,
CONVERSIN Y OTRAS COSAS MARAVILLOSAS
DE LA MISMA TIERRA.
Distribuidos en 3 tomos, compuesto por Juan de Torquemada
Madrid, 1723, tomo II, libro XIV, cap. XII.

KJAN DE MARIANA
Del Rey y de la institucin real (1599)
Del ejercicio del cuerpo

Por lo que toca al objeto de este, digo que han de establecerse para
el prncipe todo gnero de luchas entre iguales, en las que ha de inter-
venir, no ya slo como espectador, sino como parte activa, procurando
por descontado que sea sin mengua de su dignidad y su decoro. Eljan-
se jvenes, ya del mismo palacio, ya del resto de la nobleza, e invnten-
se simulacros a manera de luchas, donde, ya cuerpo a cuerpo, ya divi-
didos en bandos, combatan entre s, ora con palos, ora con espadas.
Contiendan entre s sobre quin ha de ser ms veloz en la carrera o
ms diestro en gobernar un caballo, ora disparndole en lnea recta,
ora volvindole y revolvindole en mil variados giros; tnganse pre-
mios para el vencedor, a fin de encender ms el certamen y peleen a la
manera de los moros, segn la cual parte de uno de los dos bandos
arremete contra el contrario, y despus de haber disparado caas a
manera de dardos, retrocede cediendo al empuje del enemigo, que es
recibido por la parte del bando opuesto que qued como de reserva y
se va as repitiendo la lucha hasta que se da uno de los dos bandos por

177
vencido. Aprendan a montar, adems, a caballo ponindose con ligere-
za en la silla, bien vayan sin armas, bien cubiertos de hierro, ejercicio
que en las derrotas sirvi de mucho, no ya slo a simples soldados,
sino tambin a prncipes y a grandes capitanes...
No ser menos til que haya lucha sobre quin da ms en el blanco,
ya con flechas ya con armas de fuego, sealando premios para el que
primero acierte. Luchen entre s a brazo partido y ostenten as sus
fuerzas a la vista del prncipe, y siendo l el justipreciador, no estar
oculta ni la cobarda ni la pericia de nadie. Son todos estos combates
imitacin y simulacro de la guerra, muy a propsito para ejercitar las
fuerzas del cuerpo, muy tiles para fomentar la audacia, alejar de s el
temor y adquirir destreza...
Adase a estos juegos la caza; enseseles a perseguir las fieras en
campo abierto y a trepar por los montes; hgase que fatiguen el cuerpo
con sed, con hambre, con trabajo. Procrese que dediquen algn tiem-
po a danzas espaolas, acostumbrndoles a tomar el comps al sonido
de la flauta. Djeseles jugar a la pelota y otros juegos, permtaseles que
se diviertan y se ran con tal que no haya nada obsceno que pueda irri-
tar su liviandad, nada cruel que desdiga las costumbres y piedad cris-
tianas. Con esas luchas fingidas se instruyen para las verdaderas; mas
debe tambin procurarse que por querer ejercitar demasiado el cuerpo
no se agoten las fuerzas de los nios y menos las del prncipe. Deben
ser los ejercicios ms bien frecuentes que pesados; en estos, como en
los dems actos de la vida, ha de haber siempre cierta moderacin y
regla. As manda que se observe Aristteles, asegurando que los que en
su tierna edad ejercitaron violentamente el cuerpo han adelantado
poco por tener debilitada la salud y quebrantadas las fuerzas, como
dejaban ver los juegos olmpicos, en los cuales era raro que alcanzasen
el premio en su edad viril los que haban salido vencedores en su ado-
lescencia.

JUAN DE MARIANA, DEL REY Y DE LA INSTITUCIN REAL,


En Obras, tomo II.
Madrid. Biblioteca de Autores Espaoles.
Rivadeneyra. 1854

178
REMINISCENCIAS OLMPICAS EN LA LITERATURA
ESPAOLA DEL SIGLO DE ORO

Interpretacin gongorina de los Juegos Olmpicos.

Vencedores se arrogan los serranos


los consignados premios otro da,
ya el formidable salto, ya a la ardiente
lucha, ya a la carrera polvorosa.
El menos gil, cuantos comarcanos
convoca el caso, l solo desafa,
consagrando los palios a su esposa,
que a mucha fresca rosa
beber el sudor hace de su frente,
mayor an del que espera
en la lucha, en el salto, en la carrera.

Luis DE GNGORA

Carrera Olmpica.

Mas toma ya el lad, si el sentimiento,


con dulces fantasas,
te colma, y alegras
la gracia del Phernico, el que en Alfeo,
volando sin espuela en la carrera,
y venciendo al deseo
del amo, le cobro la voz primera.

Y hace que su nombre y fama clara


por mil partes se estienda
la Olmpica contienda,
que se celebra all, do el pie ligero,
do hacen las osadas fuerzas prueba,
y quien sale el primero,
dulcsimo descansa, y gozo lleva.

FRAY LUIS DE LEN

179
Curiosa interpretacin de una Carrera Olmpica.

Las leyes que guardaban eran las siguientes: corran de arriba hacia
abajo, esto es desde Oriente a Poniente, de la manera que el sol co-
mienza y termina su curso; desnudos, en calzones, derechos, sin torcer
a una parte ni a otra, con mucha velocidad, sin pararse, haban de lle-
gar al puesto que les tenan sealado y al que primero llegaba le daban
la corona del vencedor y el premio que estaba sealado en el cer-
tamen...
Corran de arriba hacia abajo significando que todo lo que nace ha
de morir... Corran desnudos, porque conviene desnudarse de los afec-
tos todos para pasar la carrera de esta vida..., para dar a entender que
nacemos desnudos y del mismo modo hemos de llegar a la sepultura...
Iban derechos sin torcer de una parte a otra, por la poca diferencia que
hay de la vida a la muerte. Era necesario llegar al puesto, porque nada
puede retardar la muerte...
RODRIGO CARO

TOMAS DE CAMPANELLA
La Ciudad del Sol (1602)
Fragmentos sobre la educacin y procreacin

Pasado algn tiempo, empiezan a ejercitarse en la lucha, en la ca-


rrera, en el disco y en juegos con los que por igual se fortalecen todos
los miembros. Hasta el sptimo ao, van siempre descalzos y con la
cabeza descubierta. Al mismo tiempo, van a los talleres de los diversos
oficios (zapatera, cocina, herrera, carpintera, pintura, etctera).
Despus de cumplir los siete aos y luego de haber aprendido las
nociones matemticas que al efecto se hallan dibujadas en las paredes,
se aplican al estudio de todas las ciencias naturales, para mostrar cada
uno sus inclinaciones. Las lecciones son profesadas por cuatro Maes-
tros que en cuatro horas explican todo lo concerniente a cada uno de
los grupos.
Ms tarde se dedican unos a ejercicios corporales o se consagran a
las funciones pblicas, al paso que otros se entregan al estudio.
De aqu pasan todos al conocimiento de materias ms difciles (Ma-
temticas, Medicina y otras ciencias), ejercitndose constantemente
en disputas y discusiones cientficas. Andando el tiempo, los que ms

180
se han distinguido en una ciencia o arte mecnica, llegan a ser Magis-
trados de ellas. Siguiendo cada cual a su juez y gua, salen al campo
para estudiar y aprender experimentalmente todo lo relativo al pasto
de los animales. El que aprende ms artes y sabe ejercitarlas con ma-
yor perfeccin, es considerado ms noble y distinguido. Se burlan de
nosotros que estimamos viles a los trabajadores y, por el contrario, te-
nemos por nobles a quienes no conocen arte alguno, viven en la ociosi-
dad y poseen muchos esclavos consagrados a su pereza y lujuria. De
aqu, como de una escuela de vicio, salen para desgracia del Estado
tantos intrigantes y malhechores...
Ninguna mujer puede entregarse a la procreacin antes de cumplir
diez y nueve aos de edad. Los varones deben haber cumplido veintiu-
no, o ms si son de temperamento fro. Para que no incurran en actos
contra la naturaleza, se permite a algunos la unin carnal antes de lle-
gar a dicha edad, pero con una mujer estril o grvida. Las Maestras
matronas y los Maestros de edad ms avanzada cuidan de permitir los
placeres amorosos a quienes secretamente lo piden o manifiestan en
las palestras pblicas verse urgidos por mayores estmulos. Sin embar-
go, el permiso ha de estar autorizado por el Gran Magistrado de la pro-
creacin, que es el supremo Maestro de la Medicia y cuya autoridad no
reconoce ms limitacin que la del triunviro Amor. A los sorprendidos
en flagrante acto de sodoma, se los reprende y castiga a llevar durante
dos das los zapatos atados al cuello, en seal de haber invertido el
orden natural de las cosas. Si reinciden, el castigo va aumentando y
piede llegar hasta la pena de muerte. Por el contrario, a todos aquellos
que hasta los veintin aos se abstienen de la unin carnal (y con ma-
yor razn, si la abstencin dura hasta los veintisiete), se les tributan
honores y cnticos en una reunin pblica. Y, como durante los ejerci-
cios gimnsticos hombres y mujeres aparecen desnudos (al modo de
los antiguos espartanos), los Maestros que dirigen los ejercicios cono-
cen quines son aptos, y quines no, para la procreacin; y saben ade-
ms cul es el varn sexualmente ms adecuado a cada mujer. La
unin carnal se realiza cada dos noches, despus de haberse lavado
bien ambos progenitores. Para satisfacer racional y provechosamente
el instinto, las mujeres robustas y bellas se unen a hombres fuertes y
apasionados; las gruesas, a los delgados; y las delgadas, a los gruesos.
Al ponerse el sol, los nios suben a las habitaciones y preparan el tla-
mo. Despus los progenitores se entregan al sueo, siguiendo las pres-
cripciones de los Maestros y de las Maestras. La unin sexual no puede
realizarse nunca antes de haber hecho la digestin de la comida y ele-
vado preces al Seor. En las habitaciones hay estatuas de hombres
muy preclaros, colocadas all para ser contempladas por las mujeres,
quienes asomndose luego a una ventana ruegan a Dios, con los ojos
fijos en el cielo, que les conceda una perfecta prole. Despus duermen
en celdas separadas, hasta que llega la hora propicia para la unin car-

181
nal. Entonces la Matrona se levanta y abre por fuera la puerta de las
habitaciones ocupadas por los hombres y las mujeres.

T. CAMPANELLA. LA CIUDAD DEL SOL,


en Utopas del Renacimiento.
Mxico. Fondo de Cultura Econmica. 1975

LUIS PACHECO
Las cien conclusiones o formas de saber de la verdadera
destreza (1608)
Algunas de las cien conclusiones

2) El hombre es constituido en cuanto a su organizacin, compos-


tura y simetra de un cuadrngulo y de un cuadrado, de una lnea cir-
cular mayor y otra menor. Una diametral, otra de la contingencia o
tocamiento, dos colaterales, una diagonal, cuatro verticales y una ho-
rizontal y todas estas son puntos de tocamiento, excepto la horizontal
y no hay otras.
5) En la circunferencia que en la superficie plana se imagina entre
cuerpo y cuerpo de dos combatientes, se considera una lnea diametral,
cuatro ngulos rectilneos, seis sextas partes del crculo, cinco caminos
para las heridas de primera y segunda intencin, dos lneas mixtas para
los tajos y reveses, y una lnea infinita que le toca, y cada una destas es
distancia determinada para la herida que le corresponde y no hay otras.
10) Solo hay dos modos para obrar las proposiciones o tretas. La
una por la postura de la espada. Y la otra por el perfil del cuerpo, sien-
do cada uno tan conveniente medio, que alterado, ser imposible con-
seguir fin perfecto en herida y en defensa.
14) Entre dos que batallan, no les ser posible en un mismo tiem-
po, ni para una misma treta (ni para diversas) tener elegido medio pro-
porcionado...
18) Perfil es cuando el contrario se afirma de lado, de suerte que
tan solamente se puede ver por la profundidad de su cuerpo y lnea
vertical derecha, gnansele los grados de l mediante la desigualdad
entre las lneas diametral y colaterales, pero no se la podran ganar por
el lado derecho.
20) En la Destreza hay cuatro tretas generales, que comprenden
dentro de su jurisdiccin a todas las particulares, como son: tentar,

182
ganancias, reganancias, garatufas, tomar la espada por de dentro, y
por de fuera, el llamar, y los desvos por una y otra parte; y mediante
ellas no solo se hace privacin al intento del contrario pero se elige
nuestro propsito para herirle.
31) De todos los movimientos cardinales que son: violento, natu-
ral, accidental y remiso se pueden hacer y hacen mixtos con otros de
su misma especie para desvirtuarlos en parte o destruirlos del todo...
37) Todo movimiento ora sea de la parte, ora del todo, es ms po-
deroso para la ofensa y defensa en acto que en potencia...
38) Solo hay seis especies de compases para herir y defender que
son: recto, curvo, transversal, mixto, de trepidacin y extrao, con este
se disminuye y muchas veces se ataca; con el curvo se ataja y hiere
ganando grados de perfil; con el de trepidacin se difiere y hiere con
libertad; con el transversal, recto y mixto se hacen movimientos de
conclusin y no con ninguno de los dems.
44) Un solo movimiento del diestro regulado y proporcionado con
la conveniente distancia para su perfecto fin, es poderoso a vencer a
tres movimientos del contrario...
49) Los movimientos circulares de tajo y revs diagonal son opues-
tos al tajo y revs vertical y eficacsimo remedio contra ellos, ora for-
mndose desde afuera o con movimientos de conclusin, siendo siem-
pre el segundo vencedor del primero.
58) Siempre que concurriesen las espadas cortndose por su longi-
tud harn cuatro ngulos rectos o dos obtusos y dos agudos que val-
drn por cuatro rectos...
67) El tajo y revs diagonal (supuesto que siempre que se forman
es por necesidad) sirven para quitar el cuerpo y sacar la espada del
lugar peligroso en que se halla opresa y esto con mayor potestad que la
que tiene el movimiento pues aquel no tiene valor para herir.
71) Posible es en Destreza que los crculos que obran las espadas
para los tajos y reveses se venzan los unos con los otros de su misma
especie...
76) Tres y no ms son las lneas diametrales que el diestro puede
hacer afirmado con su contrario: La primera es la de la circunferencia
maginada entre cuerpo y cuerpo... La segunda apartando el brazo has-
ta la rectitud del lado derecho y son bastantes a impedir los dos modos
de obrar de las proposiciones.
84) Cuatro son las diferencias de los desvos de que puede usar el
diestro, que tienen en correspondencia con las cuatro rectitudes gene-
rales que le pertenecen al cuerpo. La primera le pertenece a sola la
espada. La segunda al brazo y espada. La tercera al cuerpo, brazo y
espada. La cuarta al cuerpo sin que intervengan brazo y espada.
95) La opinin comn: "que la treta se deshace por donde se hace",
tiene excepcin para mayor aumento y grandeza. La primera que el tajo
y revs diagonal no se puede deshacer con otros de su misma especie,

183
sino que al tajo se le ha de contraponer el revs vertical, y al revs el tajo
y no es posible lo contrario. La segunda que al altibajo, la estocada de
puo, el tajo y revs rompido no solo no se deshacen con los mismos
pero ni con otros de ninguna especie; porque para su defensa parte dello
requiere sujecin y parte afirmarse en la mejor y ms larga postura...
100) Que la regla de ataque (a quien decimos universal) en quien
se conoce supremo poder contra el tajo contra el revs y la estocada,
supuesto que no tiene especies, tiene en el alzarse (cuanto a las distan-
cias) tres diferencias. La una para sola la defensa, con medio de priva-
cin comn. La otra con medio de privacin particular y disposicin
para herir, caso que convenga con una herida. Y la tercera y ltima con
movimiento de conclusin y absoluta libertad de poder herir con todas
las heridas...

LUIS PACHECO. Las cien conclusiones o formas de saber de la


verdadera destreza. Madrid. 1608

SEBASTIN DE COVARRUBIAS
Tesoro de la lengua castellana o espaola (1611)

Pelota

Instrumento conocido con se juega. Ay muchas diferencias de pelo-


tas, pero la ordinaria es la que esta embutida con pelos, de donde tomo
el nombre. Tiene figura redonda y est hecha de quartos. Con sta se
juega en los trinquetes, y por esta razn se llam trigonal, pelota chica
de sobre cuerda. Esta era la pelota cortesana que se jugava con la palma
a mano abierta. Era a propsito para los mo90s, por la presteza y ligere-
za que quiere. Otra era de viento, que llamaron follis, sta se jugava en
los lugares espaciosos, assi en calle como en corredores largos. La terce-
ra se llam pagnica, porque lo usavan los villanos en sus aldeas. Era
embutida de pluma. A la quarta dixeron harpasso o harpasto. Esta se
jugaba casi como aora la chueca, porque se ponian tantos a tantos, divi-
diendo el campo, y hazian sus pinas y el que por entre las dos del contra-
rio passava el harpasto ganava, y el que la arrebatava yva corriendo con
ella; el contrario acudia a detenerle hasta venir a la lucha...

184
Trinquete

El juego de pelota cubierto, quales son los de los corredores; dxose


ass, quasi triquete, por los tres ngulos que tiene cerrados, dos en el
dentro y uno en el fuera. La pelota con que aqu se jugava se llam
trigonalis, a trigone, que es la que aora se usa, y llaman pelota chica de
sobre cuerda. Este juego era de la gente noble y mo^a, por la presteza
que es necessaria para bolver las pelotas, siendo el tiempo corto y el
bote muy puesto, al revs de la pelota de viento; desto quda dicho mu-
cho arriba, verbo pelota. Podrse ver, porque ay algunas cosas curio-
sas; por manera, que se dixo trinquete, quasi triquete, por los dichos
tres ngulos o rincones cerrados.

SEBASTIN DE COVARRUBIAS.
TESORO DE LA LENGUA CASTELLANA O ESPAOLA.
Edicin de Martn de Riquer.
Barcelona. Editorial Altafulla. 1987

D^EGO SAAVEDRA FAJARDO


Idea de un prncipe poltico-cristiano representada en
cien empresas (1640)
Fragmentos de la empresa tercera

Qu importa que el prncipe sea dispuesto y hermoso, si solamente


satisface a los ojos, y no al gobierno? Basta en l una graciosa armona
natural en sus partes, que descubra un nimo bien dispuesto y varonil,
a quien el arte d movimiento y bro; porque sin l las acciones del
prncipe seran torpes y moveran el pueblo a risa y a desprecio, aun-
que tal vez no bastan las gracias a hacelle amable cuando est destem-
plado el Estado y se desea en l mudanza de dominio, como experi-
ment en_s el rey don Fernando de aples. Suele tambin ser desgra-
ciada la virtud, y aborrecido un prncipe con las mismas buenas partes
que otro fu amado, y a veces la gracia que con dificultad alcanza el
arte se consigue con la ignavia y flojedad, como sucedi a Vitelio. Con
todo eso, generalmente se rinde la voluntad a lo ms perfecto, y as
debe el prncipe poner gran estudio en los ejercicios de la sala y de la
plaza, o para suplir, o para perficionar con ellos los favores de la natu-
raleza, fortalecer la juventud, criar espritus generosos, y parecer bien

185
al pueblo, el cual se complace de obedecer por seor a quien entre to-
dos aclama por ms diestro. Lo robusto y suelto en la caza del Rey
nuestro seor, padre de vuestra alteza, su bro y destreza en los ejerci-
cios militares, su gracia y airoso movimiento en las acciones pblicas,
qu voluntad no ha granjeado? Con estas dotes naturales y adquiridas
se hicieron amar de sus vasallos y estimar de los ajenos el rey don Fer-
nando el Santo, el rey don Enrique el Segundo, el rey don Fernando el
Catlico y el emperador Carlos V; en los cuales la hermosura y buena
disposicin se acompaaron con el arte, con la virtud y el valor.
Estos ejercicios se aprenden mejor en compaa, donde la emula-
cin enciende el nimo y despierta la industria; y as, los reyes godos
criaban en su palacio a los hijos de los espaoles ms nobles, no slo
para granjear las voluntades de sus familias, sino tambin para que
con ellos se educasen y ejercitasen en las artes los prncipes sus hijos.
Lo mismo hacan los reyes de Macedonia, cuyo palacio era seminario
de grandes varones. Este estilo, o se ha olvidado o es ha despreciado en
la corte de Espaa, siendo hoy ms conveniente para granjear los ni-
mos de los prncipes extranjeros, trayendo a ellas sus hijos, formando
un seminario, donde por el espacio de tres aos fuesen instruidos en
las artes y ejercicios de caballero, con que los hijos de los reyes se cria-
ran y se haran a las costumbres y trato de las naciones, y tendran
muchos en ellas que con particular afecto y reconocimiento los sir-
viesen.
Porque el rey don Alonso el Sabio, agelo de vuestra alteza, dej
escritos en una ley de las Partidas los ejercicios en que deban ocuparse
los hijos de los reyes, y harn ms impresin en vuestra alteza sus mis-
mas palabras, las pongo aqu: "Aprender debe el Rey otras maneras,
sin las que diximos en las leyes antes desta, que conviene mucho. Estas
son en dos maneras, las unas que taen en fecho de armas, para ayu-
darse dellas, quando menester fuere, e las otras para aver sabor e pla-
cer, con que pueda mejor sofrir los trabajos e los pesares, quando los
hoviere. Ca en fecho de cavalleras conviene que sea sabidor, para po-
der mejor amparar lo suyo, e conquerir lo de los enemigos. E por ende
debe saber cavalcar bien, e apuestamente, e usar toda manera de ar-
mas, tambin de aquellas que ha de vestir para guardar su cuerpo,
como de las otras con que se ha de ayudar. E aquellas que son para
guarda, halas de traer e usar, para poderlas mejor sofrir quando fuere
menester; de manera, que por agravamiento dellas no caya en peligro
ni en vergenza, e de las que son para lidiar, as como la lanza e espada
e porra, e las otras con que los homes lidian amanteniente, ha de ser
muy maoso para ferir con ellas. E todas estas armas que dicho ave-
mos, tambin de las que ha de vestir, como de las otras, ha menester
que las tenga tales, que l se apodere dellas, e no ellas del. E aun anti-
guamente mostravan a los Reyes a tirar de arco, e de ballesta, e de
subir ana en cavallo, e saber nadar, e de todas las otras cosas que to-

186
casen a ligereza e valenta. E esto fazan por dos razones. La una, por-
que ellos se sopiesen bien ayudar dellas quando les fuese menester. La
otra, porque los homes tomasen ende buen exemplo para quererlo fa-
zer e usar. Onde si el Rey, as como dicho avemos, non usase de las
armas, sin el dao que ende le verna, porque sus gentes desusaran
dellas por razn del, podra l mismo venir a tal peligro, porque perde-
ra el cuerpo, e caera en gran vergenza."
Para mayor disposicin de estos ejercicios es muy a propsito el de
la caza. En ella la juventud se desenvuelve, cobra fuerzas y ligereza, se
pratican las artes militares, se reconoce el terreno, se mide el tiempo
de esperar, acometer y herir, se aprende el uso de los casos y de las
estratagemas. All el aspecto de la sangre vertida de las fieras, y de sus
disformes movimientos en la muerte, purga los afectos, fortalece el
nimo, y cra generosos espritus, que desprecian constantes las som-
bras del miedo. Aquel mudo silencio de los bosques levanta la conside-
racin a acciones gloriosas, "y ayuda mucho la caza (como dijo el rey
don Alonso) a menguar los pensamientos, e la saa, que es ms menes-
ter al Rey que a otro home. E sin todo aquesto da salud; ca el trabajo
que se toma, si es con mesura, face comer, e dormir bien, que es la
mayor cosa de la vidad del home". Pero advierte dos cosas: "Que non
debe meter tanta costa, que menge en lo que ha de complir, nin use
tanto della, que le embargue los otros fechos."
Todos estos ejercicios se han de usar con tal discrecin, que no ha-
gan fiero y torpe el nimo, porque no menos que el cuerpo se endurece
y Oria callos con el demasiado trabajo, el cual hace rsticos los hom-
bres. Conviene tambin que las operaciones del cuerpo y del nimo
sean en tiempos distintos, porque obran efectos opuestos. Las del cuer-
po impiden a las del nimo, y las del nimo a las del cuerpo.

DIEGO SAAVEDRA FAJARDO,


IDEA DE UN PRNCIPE POLTICO-CRISTIANO
representada en Cien Empresas.
Edicin de Vicente Garca de Diego.
Madrid. Espasa-Calpe, S.A. 1959

187
MILTON
De educacin (1644)
Su ejercicio

El ejercicio que recomiendo primeramente es el uso exacto de sus


armas, defenderse y atacar seguramente con el filo o la punta; esto los
conservar sanos, giles, fuertes y amplios de pecho. Es la manera ms
razonable de hacerles desarrollarse anchos y altos; e inspirarles un va-
lor corts y sereno, que moderado con lecturas y preceptos en sazn
para ellos sobre la verdadera fortaleza y la paciencia, se convertir en
un valor nativo y heroico y les har aborrecer la cobarda del mal
obrar. Deben tambin practicar toda clase de llaves y presas de la lu-
cha, en la que los ingleses conviene que predominen, porque en el
combate puede ser necesario con frecuencia arrastrar o sujetar y venir
a las manos. Y esto tal vez ser suficiente para probar y excitar con ello
sus fuerzas personales.
Mientras se les va secando el sudor poco a poco y en el conveniente
reposo, antes de la comida, se pueden dedicar con provecho y delicia,
a recrear y reponer sus fatigados espritus con las solemnes y divinas
armonas de la msica, odas o aprendidas, ya mientras el diestro orga-
nista toca sus graves y fantaseadas modulaciones en fugas sublimes, ya
mientras toda la sinfona con hbiles y no imaginables frases, adorna
y embellece los bien estudiados acordes de algn escogido compositor;
a veces el lad o el dulce rgano callan esperando los cnticos religio-
sos, marciales o civiles, en elegantes voces; los cuales cnticos, si sa-
bios y profetas no estn fuera de razn, tienen gran poder sobre las
inclinaciones y los hbitos para dulcificarlos y ennoblecerlos desde la
rstica grosera y las pasiones destempladas. No estara mal hacer lo
mismo despus de la comida para asistir y cuidar a la naturaleza en su
primera digestin y tornar los espritus al estudio otra vez entonados y
satisfechos. Y habiendo continuado ste severamente bajo ojos vigilan-
tes hasta cerca de dos horas antes de la cena, se les llamar, sea por un
toque repentino o una consigna, para hacer sus ejercicios militares al
aire libre o a cubierto, segn la estacin, como era la costumbre roma-
na, primero, a pie, luego, cuando su edad lo permita a caballo, hasta
adquirir el arte completo de la Caballera.
Hacindolo como deporte, pero con mucha exactitud y con revista
diaria, les servir como rudimentos de su servicio militar y para todo
el arte de pelear, marchar, acampar, fortificar, sitiar y batir, con ayuda
de todas las estratagemas, tcticas y mximas blicas, antiguas y mo-
dernas; y hacindolo as pueden, como si fuese al concluir una larga
guerra, salir perfectos y notables generales para el servicio de su pas.
Y si les confiasen tropas buenas y llenas de esperanza, no tendran que
sufrir, por falta de disciplina justa y sabia, que desertasen de su lado

188
como plumas enfermas; deserciones que nunca podran reemplazar f-
cilmente; ni tendran que soportar a vanos coroneles, incapaces de ha-
cer la recluta, con veinte hombres por compaa, y bebindose o aca-
parando en secreto las soldadas de una lista ilusoria, cuando en reali-
dad slo existe un miserable contingente; y en el entretanto tener que
mandar a una veintena o dos de borrachos, nica soldadesca que que-
da al lado de ellos, o ms bien condescender con todas sus rapias y
violencias. No, ciertamente; si llegasen a adquirir aquellos conoci-
mientos que son propios de los hombres buenos y de los buenos gober-
nantes, no tendran que aguantar estas cosas. Pero, volviendo a nues-
tro propio instituto, aparte de estos ejercicios constantes en la escuela,
hay otra oportunidad de ganar experiencia mediante las diversiones
mismas fuera de casa. En aquellas estaciones primaverales del ao,
cuando el aire est tranquilo y placentero, sera una injuria y una obs-
tinacin contra la naturaleza no salir afuera y ver sus riquezas y tomar
parte en su regocijo con cielo y tierra.
Por esto no les persuadira yo de que estudiasen entonces demasia-
do, tras dos o tres aos en que los jvenes han afirmado ya sus cimien-
tos, sino que cabalguen en escuadrones con buenos y prudentes guas
por todos los distritos del pas, observando todas las plazas fuertes,
aprendiendo todas las facilidades para construir y para labrar la tierra
en ciudades y campos, bahas y puertos de comercio. Algunas veces,
embarcarse hasta nuestra Armada para aprender all tambin el cono-
cimiento prctico de la navegacin y del combate naval. Estos procedi-
mientos pondrn a prueba todas sus peculiares dotes naturales, y si
hubiese alguna secreta aptitud entre ellos, se manifestar y tendr ade-
cuadas ocasiones para perfeccionarse, lo cual no puede menos de re-
dundar poderosamente en el bien de esta nacin, y poner de moda otra
vez aquellas viejas, admiradas virtudes y excelencias, con mucha ms
ventaja ahora en esta pureza del conocimiento cristiano. No necesita-
remos entonces de los Monsieurs de Pars para que tomen bajo su
ruin y disipada custodia a nuestra juventud, llena de promesas y nos la
devuelvan transformada en monos, bufones e insustancialidades. Pero
si desean ver otros pases a los veintitrs o veinticuatro aos, no para
aprender Principios, sino para ampliar su experiencia y hacer inteli-
gentes observaciones, deben conducirse en esta ocasin de tal modo,
que merezcan el respeto y el honor de todos los hombres por donde
pasen y la sociedad y la amistad de los ms eminentes y mejores en
todos sitios. Y tal vez, entonces, otras naciones se complacern en visi-
tarnos para su educacin, o al menos imitarnos en sus propios pases.
Ahora, finalmente, con respecto a su comida, no hay mucho que
decir aqu, salvo que sera mejor que la hiciesen en la misma casa, por
el mucho tiempo que se pierde en ir fuera y las diversas malas costum-
bres que se adquieren; y en cuanto a que ella deber ser sencilla, sana
y moderada, supongo que est fuera de controversia. Con esto, Mr.

189
Hartlib, tenis una idea general por escrito, como era vuestro deseo, de
lo que varias veces hemos hablado sobre el mejor y ms noble mtodo
de educacin; no comenzando, como algunos lo han hecho, desde la
cuna, lo que, sin embargo, puede ser digno de muchas consideracio-
nes, y si mi intencin no hubiese sido la brevedad, hubiera podido
tambin mencionar muchas otras circunstancias; pero stas, para
aquellos que sean capaces de formar juicio, pueden ser bastantes como
luz y direccin. Solamente yo creo que ste no es un arco que puede
manejar cualquier hombre de los que se tienen a s mismos por maes-
tros, sino que requerir msculos casi iguales a los que Homero atribu-
ye a Ulises; pero estoy completamente persuadido de que puede resul-
tar mucho ms fcil y magnfico al ejecutarlo de lo que ahora parece a
distancia. De todos modos, no es ms difcil de lo que yo imagino, y
esta imaginacin me lo presenta sin otra cosa que muy feliz y muy
posible acuerdo con las mejores aspiraciones; si Dios as lo quiere y
esta edad tiene espritu y suficiente capacidad para aprender.

MiLTON, DE EDUCACIN.
Traduccin de Natalia Cossio.
Madrid. Ediciones La Lectura. 1916

J. LOCKE
Pensamientos acerca de la educacin (1693)
Sobre la salud y la natacin

3. Que la salud es necesaria al hombre para el manejo de sus nego-


cios y para su felicidad propia; que una constitucin vigorosa y endu-
recida por el trabajo y la fatiga es til para una persona que quiere
hacer un papel en el mundo, es cosa demasiado obvia para que necesi-
te ninguna prueba.
4. Las consideraciones que voy a hacer aqu acerca de la salud no
ser lo que un mdico deba hacer con un nio enfermo o delicado, sino
lo que debern hacer los padres, sin el auxilio del mdico, para conser-
var y perfeccionar en sus hijos una constitucin saludable, o, al menos,
no enfermiza. Y todo esto quiz pueda ser formulado en una sola regla,
a saber: que los caballeros deben tratar a sus hijos como los honrados
agricultores o los colonos a los suyos. Pero como esta mxima podr
parecer a las madres un poco dura y a los padres poco expresiva, pro-
curar expresar mi pensamiento de una manera ms exacta, luego que

190
haya sentado esta regla general y cierta observacin para las mujeres,
a saber: que se vicia, o al menos se perjudica, la constitucin de la
mayor parte de los nios con los mimos y la ternura.
5. Lo primero de que ha de cuidarse es que los nios no estn ves-
tidos ni cubiertos con ropas que abriguen demasiado, ni en invierno ni
en verano. La cara, cuando nacemos, no es menos delicada que cual-
quier otra parte de nuestro cuerpo. Slo esta costumbre la endurece y
la capacita para sufrir el fro. Por tanto, el filsofo scita dio una res-
puesta muy significativa al ateniense, que se admiraba de verle desnu-
do entre la escarcha y la nieve. Cmo dijo el scita podis sufrir
vuestra cara expuesta al aire cortante del invierno? Mi cara est
acostumbrada a ello dijo el ateniense. Imaginaos que todo yo soy
cara replic el scita. Nuestros cuerpos sufrirn todo lo que desde el
comienzo estn acostumbrados a sufrir...
8. No es necesario advertir aqu que conviene mucho ensear a na-
dar a los nios cuando estn en edad para ello, poniendo a su lado
alguno que los ensee. Nadie ignora que el saber nadar es una gran
ventaja, y que esto salva la vida diariamente a muchos; y los romanos
lo consideraron tan necesario, que lo ponan en el mismo rango que las
letras, y era frase comn, para designar a uno mal educado e intil
para todo, que no haba aprendido ni a leer ni a nadar: Nec Hueras
didicit, nec natare. Adems de las ventajas que se logran sabiendo una
cosa que puede ser tan til en caso de necesidad, son tantas las venta-
jas para la salud proporcionadas por el frecuente bao en agua fra
durante los calores del esto, que no creo necesario encarecerlas; pero
debe tomarse la precaucin de que no se entre en el agua cuando se
haya hecho ejercicio o quede alguna emocin en la sangre o en el
pulso.

LocKE. PENSAMIENTOS ACERCA DE LA EDUCACIN.


Traduccin de Domingo Bams.
Barcelona. Humanitas. 1982

191
Grabado correspondiente al perodo de la Ilustracin y que refleja el gusto aristocrtico por los juegos.
J. ROUSSEAU
Emilio o de la educacin (1762)
Sobre el ejercicio natural

Una educacin exclusiva, que solamente tiende a distinguir del pue-


blo a aquellos que la han recibido, prefiere siempre las instrucciones
ms costosas a las ms comunes, e incluso a las ms tiles. Por ello,
los jvenes educados con cuidado aprenden todos a montar a caballo,
porque resulta caro; pero casi ninguno de ellos aprende a nadar, por-
que esto no cuesta nada, y porque un artesano puede saber nadar tan
bien como cualquier otro. Sin embargo, sin haber hecho aprendizaje,
un viajero monta a caballo y en l se mantiene y de l se sirve bastante
cuando lo necesita; pero en el agua, si no se nada se ahoga, y no se
nada sin haber aprendido. Adems, no se est obligado a subir a caba-
llo bajo pena de la vida, y en cambio nadie est seguro de evitar un
peligro al cual se est expuesto tan a menudo. Emilio estar en el agua
como en la tierra. Que pueda vivir en todos los elementos! Si se le
pudiera ensear a volar por los aires, yo hara de l un guila; y hara
de l una salamandra, si se le pudiera endurecer al fuego.
Se teme que un nio se ahogue aprendiendo a nadar; que se ahogue
aprendiendo o por no haber aprendido, ser siempre culpa vuestra. Es
la nica vanidad que nos hace temerarios; no se es cuando nadie nos
ve: ^milio no lo sera, aun cuando fuese visto por todo el universo.
Como el ejercicio no depende del riesgo, en un canal del p'arque de su
padre aprendera a atravesar l el Helesponto; pero es necesario fami-
liarizarse con el riesgo mismo, para aprender y no confundirse; sta es
una parte esencial del aprendizaje a que me vengo refiriendo. Adems,
atento a medir el peligro y sus fuerzas y a compartirlo siempre con l,
no tendra ninguna imprudencia que temer, dado que yo regulara el
cuidado de su conservacin por el que yo debo a la ma.
Un nio es menos grande que un hombre; carece de fuerza y de
razn, pero ve y oye tan bien como l o casi como l; tiene el gusto tan
sensible, aun cuando lo tenga menos delicado, y distingue tan bien los
olores aunque no ponga en ello la misma sensualidad. Las primeras
facultades que se forman y se perfeccionan en nosotros son los senti-
dos. Por tanto, stos son los primeros que habra que cultivar; son los
nicos que se olvidan o los que se descuidan ms. Ejercitar los senti-
dos no es solamente hacer uso de ellos, es aprender a manejarlos bien,
es aprender, por decirlo as, a sentir; pues no sabemos ni tocar, ni ver,
ni or, sino en la medida que lo hemos aprendido.
Existe un ejercicio puramente natural y mecnico que sirve para
robustecer el cuerpo sin dar ninguna participacin al juicio: nadar, co-
rrer, saltar, desgastar unos zuecos, tirar piedras. Todo esto est muy
bien, pero, no tenemos nada ms que brazos y piernas? No tenemos

193
tambin ojos y odos? Y estos rganos son tan superfluos para el uso
de los primeros? No ejercitis solamente las fuerzas, ejercitar todos los
sentidos que las dirigen; obtened de cada uno de ellos todo el partido
posible, comprobando despus la impresin del uno en el otro. Medid,
contad, pesad, comparad. No empleis la fuerza sino despus de haber
calculado la resistencia; obrad siempre de modo que la estimacin del
efecto preceda al uso de los medios. Interesad al nio para que jams
haga esfuerzos insuficientes o superfluos. Si de este modo le acostum-
bris a prever el efecto de todos sus movimientos, y a corregir sus erro-
res por la experiencia, no es evidente que cuanto ms acte ms jui-
cioso se har?

J. J. ROUSSEAU.
EMILIO O DE LA EDUCACIN.
Madrid. EDAF. 1969

CAYETANO FILANGIERI
Ciencia de la legislacin (1780-1788)
Captulo IX. Reglas generales sobre la educacin fsica de la
primera clase

El hombre ha perfeccionado y perfecciona todas las cosas. Su acti-


vidad, la razn, y el impulso hacia la sociedad, han transmitido en la
ms bella obra de la naturaleza una parte considerable del poder de
este sumo artfice. Lo vegetable y lo viviente, quanto esconde la super-
ficie de la tierra, y lo que est sobre ella, anuncian igualmente el poder
del mulo de la naturaleza, y del que perfecciona sus obras. Poderoso
sobre quanto tiene cerca de s y le rodea, este ser prodigioso, ser por
ventura dbil y flaco para consigo mismo? No podr mejorar su espe-
cie como ha mejorado la de los brutos?
La historia deshace esta duda que parece nos opone el estado pre-
sente de las cosas. Es preciso negar la fe a todas las historias para du-
dar de que entre algunos pueblos el hombre en lo fsico ha recibido
cierta perfeccin de que nosotros estamos muy lexos. El cretense, el
espartano y el romano en el da no pareceran hombres de una espe-
cie diferente de la nuestra? En medio de un milln y quatrocientos mil
hombres mercenarios armados, qu guerrero se halla entre nosotros
que pueda resistir los exercicios y fatigas de la falange griega y de la

194
legin romana? Qu guerrero podr sostener solamente el peso de sus
armas y resistir sus largas marchas? Basta, para conocer hasta donde
llega esta gran diferencia, leer en el dilogo octavo de las leyes de Pla-
tn la descripcin de los exercicios gimnsticos que propone, y como
esto se deba enteramente al cuidado y atencin del legislador. Entre
otros males que ha ocasionado el descubrimiento de la plvora le de-
bemos la negligencia de los legisladores en cuidar de la parte fsica de
los hombres. Quando la guerra era una lucha en la qual entraban y se
empeaban los hombres con conocimiento e inteligencia, y no como
mquinas; quando tanto en el mar como en la tierra los esquadrones
contrarios se mezclaban unos con otros, se encontraban y ensangren-
taban al mismo tiempo sus espadas y sus manos: quando el soldado
vea, senta y tocaba a aquel a quien hera, o de quin reciba la muer-
te: quando las armas que se usaban pedan y servan de ajoida sola-
mente a la destreza y a la fuerza; entonces como la causa principal y la
que tena la mayor parte en el buen xito de las guerras eran la robus-
tez, el vigor y la destreza; as el principal instrumento de la seguridad
y de la ambicin de los pueblos lleg a ser la perfeccin fsica de los
cuerpos, y de consiguiente esta fue el principal objeto de la atencin
del legislador.
Pero en el da, que tanto en los exrcitos como en las esquadras se
ha dado a las mquinas el valor de los hombres, y a los hombres la
qualidad de las mquinas; en el da que los verdaderos soldados y los
verdaderos guerreros son el fusil y el can, sirviendo solamente los
exlrcitos y las campaas de pasto y alimento a estas armas de bronce;
en el da que el soldado muere sin saber quin le mata; huye, sigue y
ataca seres que no siente, ni toca, ni ve; y recibe la muerte igualmente
del ms dbil que del ms fuerte enemigo; en el da digo en que han
mudado de aspecto las guerras, los legisladores han puesto en la per-
feccin de las armas aquel cuidado que antes enteramente se diriga a
la perfeccin del hombre.
A la revista que antes se haca de los cuerpos se ha substituido la
que se hace de las armas: y contento el inspector del da, a diferencia
del antiguo, en que aquellas estn en buen estado, no da una ojeada
tan solamente sobre la fortaleza y el vigor del brazo que las ha de ma-
nejar.
No es, pues, cierto que solamente la naturaleza humana es aquella
sobre la qual el hombre no puede exercitar su poder; no es verdad que
la parte fsica del hombre no admite perfeccin, como la admite la par-
te moral. Corrijamos la educacin, las constumbres y las leyes, y el
cuerpo del ciudadano se mejorar juntamente con su espritu; y si por
este medio un pueblo no puede adquirir en los exrcitos y en el campo
de batalla toda aquella superioridad que tuvo en otros tiempos, adqui-
rir en la paz otra mucho ms preciosa: l ser menos pobre y ms
feliz.

195
Para que la educacin fsica de esta primera clase corresponda a
este objeto, el legislador creo que deber dirigirla sobre el siguiente
plan...

Artculo IV. De los Ejercicios.

El movimiento y el deseo de moverse constituyen una gran parte de


la existencia fsica de los muchachos. Este es un don que el autor de la
naturaleza les concede en aquella edad de incremento en la qual las
fibras y las tnicas de los vasos necesitan de mayor movimiento para
alargarse y extenderse, favoreciendo de este modo el desenlace univer-
sal de la mquina. Todas las veces que este movimiento ser detenido
o impedido, la circulacin no ser feliz en los muchachos; sern imper-
fectas las digestiones y las separaciones, y el quilo mal preparado. Sir-
viendo la naturaleza a la salud y a la vida, seala los medios para con-
servarlas, y el hombre orgulloso o necio los desprecia, o no entiende
sus lecciones, y substituye los errores de la razn a lo que le ensea su
instinto. Alejemos de nosotros un vicio tan comn, y escuchemos los
preceptos de tan grande artfice, sigamos sus designios y pisadas, con-
curramos por nuestra parte a sus fine? valindonos de sus medios, y
sirvmonos de sus mismos intrumentos para perficionar su obra.
No tan solamente se tolerarn todos los exercicios aptos para forti-
ficar el cuerpo, sino que sern ordenados tambin por la ley, y en las
horas destinadas se convidar a los muchachos de esta clase a que con
emulacin corran, salten, suban a los rboles, luchen, levanten peso, lo
descarguen, lo pasen a otra parte; a experimentar, medir y usar de sus
fuerzas de varios modos, aumentar el vigor y la agilidad de sus miem-
bros, y a dar a sus cuerpos aquella fuerza y robustez que se pierde en
la inaccin y en la pereza.
Para dar a estos exercicios las ventajas de una til emulacin, de
mayor grandeza, de cierto espritu de sociedad, y de una oculta pero
necesaria direccin, el legislador ordenar que en las horas sealadas
para estos exercicios todos los nios de la comunidad sean conducidos
por sus custodios a un mismo lugar, donde se juntarn y mezclarn
unos con otros sin distincin alguna.
El magistrado de la comunidad presidir los exercicios, y en su de-
fecto el ms antiguo de los custodios. Algunos premios fundados en
algn distintivo honorfico, sealados de tiempo en tiempo para el que
supera a los otros en estos exercicios, presentarn al magistrado me-
dios para promover los que tenga por ms tiles, sin quitar a los mu-
chachos la libertad de divertirse a su arbitrio; y excitarn al mismo
tiempo la pasin de la gloria en estos tiernos corazones que an no
estn subyugados por las pasiones.
Ni la lluvia, ni la nieve, ni el hielo, ni los vientos, ni el mucho calor,
ni el mucho fro privarn a los nios de los placeres y de las ventajas

196
de tan tiles exercicios. En estos das llegarn a ser ms provechosos
que en los otros, porque a las ventajas que traen consigo se aadirn
las de acostumbrarlos a la intemperie de las estaciones, y a todas las
mudanzas del aire. Tendr cuidado cada custodio que quando lleguen
a sus casas se enjuguen y limpien bien, y en este solo caso se les per-
mitir acercarse al fuego: en lo dems del tiempo estarn apartados
de l...
Volviendo a los exercicios que forman el objeto de este artculo creo
que no debe olvidarse el nadar. El conocido adagio de los latinos y
griegos' manifiesta quan comn era el conocimiento de este arte, y
quan ignominioso era ignorarlo. En todas aquellas comunidades don-
de lo permita la cercana del mar o de los ros deber usarse este exer-
cicio una vez a lo menos cada semana. Tanto en el verano como en el
invierno se deber en los das sealados aprender y exercitar este arte
con sola la diferencia que el aprenderse ha de ser en el verano. De este
modo se acostumbrar el muchacho por grados a resistir los progresos
del fro, y se preparar para despreciar el fro excesivo del agua en el
invierno.
La robustez que este exercicio dar a los cuerpos ser superior a
toda esperanza; pues sabemos que con solo el uso de los baos fros
han adquirido los hombres ms delicados el vigor de los ms fuertes.
A este beneficio se aade el de instruir a los muchachos en un arte
cuya ignorancia ha costado y cuesta todos los das la vida a tantos
hombres, y se conservar la limpieza del cuerpo tan til para mante-
nerlo sano, y para la energa del espritu.
A este exercicio, que deber repetirse una vez a lo menos en la se-
mana, juntaremos otro, que no deber ser menos frecuente. El profun-
do autor del Emilio me suministra esta idea que l mismo ha sacado
tal vez de las obras inmortales del mayor observador de la naturaleza
y del ms elocuente escritor de la Francia^. Este aconseja los juegos
nocturnos para los nios...
Para librar, pues, a los muchachos de los temores que inspiran las
tinieblas, y de los errores que causan en la vista, es necesario acostum-
brarlos a ellos. Es necesario destruir la imaginacin con el hbito, y el
error con la experiencia. Esta es la causa por que siguiendo los conse-
jos del grande hombre que he citado, propongo para los nios de esta
clase el exercicio de las diversiones nocturnas a lo menos una vez en la
semana. La noche de la vspera del da de fiesta se sealar para este
exercicio. El custodio llevar los muchachos que estn a su cargo ora
a ste, ora a aquel lugar, y les permitir todos aquellos juegos inocen-
tes que proporcionarn el lugar y el tiempo. Las ventajas que los que
estn educados de este modo conseguirn por las noches sobre los de-

1. Se refiere al adagio clsico NEC LITTERAS DIDICIT, NEC NATARE.


2. Referencia a BUFFON.

197
ms son tan evidentes que no creo sea necesario referirlas. Este objeto
parecer mucho ms importante si se atiende a los varios destinos de
los de esta clase, as en la paz como en la guerra. Acordmonos de que
Licurgo quiso que los nios tuviesen sus exercicios en medio de las
tinieblas, y prohibi el uso de las antorchas a los adultos.

CIENCIA DE LA LEGISLACIN, escrita en italiano


por el caballero CAYETANO FILANGIERI.
Tomo VIII. Madrid. Imprenta de Alvrez. 1813

LOS FILANTROPINISTAS
Basedow, Salzmann, Guts Muths
(2" mitad del siglo XVIII)

En Alemania, en Dessau, y ms tarde en Schnepfenthal, se restable-


ce la gimnasia, despus de un eclipse de veinte siglos, con un plan de
educacin integral, no ya terico, sino efectivo. Dbese tal honor a un
pastor protestante de Hamburgo, Basedow, que por las persecuciones
de los ortodoxos, los cuales juzgaban revolucionarias sus ideas libera-
les en materia religiosa, se hizo pedagogo; fue a ensear moral y bellas
letras a la Academia de los nobles de Seroe, de 1753 a 1761. Esta escue-
la, establecida en la isla de Seeland en 1623 por el rey Cristian IV, es-
taba destinada a conservar las tradiciones de la educacin caballeresca
en los hijos de la aristocracia danesa. Basedow presenci en ella los
ejercicios corporales que le interesaban vivamente.
Fund en Dessau, con el extrao ttulo de Philantropinum, un insti-
tuto de educacin integral destinado a renovar la pedagoga. Lo soste-
na en su obra la liberalidad de un prncipe filntropo, el gran duque
de Hesse. El empleo del tiempo se reglament del modo siguiente:

Sueo 7 horas
Trabajo intelectual 5 horas
Gimnasia, danza, esgrima, msica, trabajos manuales 5 horas
Comida, tocado, recreos 7 horas

24 horas

Se organizaban paseos, excursiones como medios de educacin f-


sica, intelectual y moral: durante dos meses del ao la escuela se insta-

198
laba en el campo, donde se estudiaba la naturaleza, la geografa, la
agricultura, no en los libros, sino por la directa observacin de los he-
chos; se ejercitaba la marcha, la carrera, la caza, la pesca, etc.
Basedow trat de reconstituir el pentalo griego, pero no lleg a
realizarlo. Hizo que Simn, y despus Dutoit enseasen los ejercicios
gimnsticos siguientes: la marcha cadenciosa y con medida; carrera de
velocidad, el salto de altura, el de longitud, el equilibrio sobre tablas
estrechas, levantar pesos, la natacin, la elevacin por cuerda suspen-
dida, la patinacin, el remo, el salvamento de ahogados, la equitacin,
el arte de guiar un coche, el tiro, la esgrima del palo, de la espada, del
sable; los juegos de pelota, de baln, del volante, etc.
Los trabajos manuales formaban una importante rama del pro-
grama.
Basedow entr de lleno en la teora del endurecimiento; organizaba
ejercicios de resistencia al fro, al calor, al hambre, a la sed, al sueo:
algunas veces haca que sus alumnos durmiesen sobre una tabla, les
obligaba a permanecer en la oscuridad, en el aislamiento en sitios des-
conocidos, para ensearles a no tener miedo de nada y a encontrar su
camino.
Salzmann, colaborador de Basedow, fund en Schnepfenthal, a ins-
tancia de Ernesto II, duque de Sajonia-Gotha, un segundo Philantropi-
num, en donde aplic el mtodo de Bassedow, pero perfeccionndolo,
y llev a Guts Muths, en 1785, para que diese el curso de ejercicios
corporales.
Guts Muths es el fundador de la gimnasia alemana moderna. Todos
los das, de once a doce, se ejercitaban sus alumnos en una colina som-
breada por robles, y en donde Salzmann haba hecho colocar algunos
aparatos: un foso de anchura variable, prtigas para saltar sobre los
fosos en los sitios de mayor anchura, sacos de arena para aprender a
levantar pesos. El lanzamiento de piedras, ejercicios de marcha, de ca-
rrera sobre terreno horizontal e inclinado, se hacan al aire libre. En
caso de mal tiempo, los alumnos se reunan en un cobertizo donde el
profesor les haca ejecutar aptitudes y movimientos de los brazos, de
las piernas, de la cabeza, del tronco. En 1793 se aadi un picadero y
se ensearon los ejercicios ecuestres de volteo. El domingo se haca
una gran salida y se organizaban juegos y diversiones.
Guts Muths consagr cincuenta y cuatro aos a la enseanza de la
gimnasia: de 1785 a 1839. Ense al mismo tiempo la geografa y la
pedagoga. Fue esencialmente un pedagogo prctico. En 1793, public
un clebre tratado: Gimnasia para la juventud, que se tradujo a varias
lenguas, se copi, se imit, se plagi... Complet su obra con un Trata-
do de juegos para ejercitar y recrear el cuerpo y el espritu de los nios
(1796), y por un excelente Tratado de natacin (1798). Compuso su tra-
tado de gimnasia yustaponiendo, clasificando, reglamentando algunos
ejercicios de los antiguos griegos, aumentndolos con los que el azar le

199
ofreca, prcticas de oficios, saltos de acrbatas, etc. Sus investigacio-
nes y ensayos duraron siete aos. Reconoca en su prefacio: que una
verdadera teora de la gimnasia deba fundarse sobre bases fisiolgicas
y que la prctica de cada ejercicio deba calcularse segn la constitu-
cin de cada individuo. Pero declara que no ha podido proceder de
ese modo: Me ha atormentado, dice, muchas veces el pensamiento de
que mi libro no es perfecto y de que est basado solamente en un em-
pirismo. Duda de que sea posible y prctica una gimnasia fisiolgica.
Guts Muths se qued, pues, en el empirismo. Descompuso el cuer-
po en segmentos mviles, los miembros, el tronco, la cabeza, y asign
a cada segmento ejercicios especiales: flexiones, extensiones, rotacio-
nes. Su clasificacin es completamente superficial.
La gimnasia de Guts Muths es un aprendizaje de diversas prcticas;
es una gimnasia de aplicacin. Su obra no es por eso menos importan-
te: es la primera forma de gimnasia pedaggica que se ha realizado; su
tratado de juegos al aire libre y su mtodo de natacin tienen tambin
un gran valor.

A. SLUY, HISTORIA DE LA EDUCACIN FSICA.


Boletn de la Institucin Libre de Enseanza.
N 555, 30 de junio de 1906

KANT
Pedagoga
Fragmentos de la educacin fsica

La parte positiva de la educacin es la cultura. El hombre se distin-


gue por ella del animal. Consiste, sobre todo, en el ejercicio de las fa-
cultades de su espritu, por lo cual, los padres han de proporcionar
ocasiones favorables a sus hijos con este fin. La primera y principal
regla aqu es que se prescinda, en lo posible, de todo instrumento. As,
al principio, no se usan andadores ni carretoncillos, y se deja arrastrar
al nio por el suelo hasta que aprende a andar por s mismo, que es
como andar ms firmemente. Los instrumentos no hacen ms que
destruir la habilidad natural. Y as, cuando se usa un cordel para me-
dir una extensin, pudindolo realizar muy bien calculando a simple
vista; cuando se emplea un reloj para determinar el tiempo, bastando
para ello la posicin del sol, cuando se sirve de un comps para saber
el sitio de un bosque, pudindolo hacer asimismo por el sol, de da, y

200
por las estrellas de noche. Hasta se puede decir, que en vez de usar una
barca para ir por el agua, se puede nadar. El ilustre Franklin se extra-
aba de que no aprendiera a nadar todo el mundo, siendo no obstante
tan agradable y til. Citaba tambin una manera fcil para aprender a
nadar por s mismo: se pone un huevo en un arroyo, en cuyo fondo
descansa el individuo, teniendo, por lo menos, la cabeza fuera del
agua. Se intenta entonces cogerlo; al agacharse, suben los pies por alto
y se echa la cabeza sobre la nuca para que el agua no entre en la boca,
y as se tiene la postura que es necesaria para nadar; basta ahora mo-
ver las manos y se nada. No se trata, sino de cultivar la habilidad natu-
ral. Frecuentemente, se necesita una instruccin para esto; a menudo,
tambin el nio mismo es bastante rico en invenciones, o encuentra l
solo los instrumentos.
Lo que ha de observarse en la educacin fsica y, por consiguiente,
en lo referente al cuerpo, se reduce, o bien al movimiento voluntario,
o bien a los rganos de los sentidos. Se trata, en el primer caso, de que
el nio se baste siempre a s mismo. Para ello necesita fuerza, habili-
dad, agilidad y seguridad; por ejemplo, que pueda andar por un sen-
dero estrecho, por una altura escarpada, donde ante s vea un abismo,
o por un suelo vacilante. Cuando un hombre no pueda hacer estas
cosas, no es todo lo que podra ser. Desde que dio el ejemplo el Philan-
tropinum, de Dessau, se han hecho muchos ensayos de esta clase en
otros Institutos. Es maravilloso leer, cmo los suizos se acostumbran
desde su juventud a ir por las montaas y la habilidad que esto les da;
pudiendo pasar con la ms completa seguridad por los ms estrechos
senderos y saltar sobre los abismos, habiendo previamente juzgado a
simple vista que pueden salvarlos sin riesgo. Pero la mayor parte de
los hombres temen una cada imaginaria, y este temor les paraliza de
tal modo los miembros, que les hace muy peligroso el andar de esta
manera. Este temor crece generalmente con la edad, y abunda sobre
todo, en los hombres acostumbrados a trabajos intelectuales.
Tales ensayos con los nios no son realmente muy peligrosos, por-
que stos tienen, en relacin a sus fuerzas, un peso mucho menor que
los hombres, y por eso no caen tampoco de un modo tan pesado. Ade-
ms, sus huesos no son ni tan secos ni tan frgiles como lo llegarn a
ser con la edad. Los mismos nios ensayan sus fuerzas. As se les ve
frecuentemente trepar sin propsito alguno. El correr es un movi-
miento saludable y que robustece al cuerpo. Son buenos ejercicios
tambin, el saltar, levantar, llevar, lanzar, arrojar hacia un objeto, lu-
char, correr y todos los de esta clase. El baile artstico parece prema-
turo para los nios propiamente dichos.
El juego de lanzar, ya a lo largo, ya para dar en el blanco, tiene
tambin como fin el ejercicio de los sentidos, y en particular, el de la
vista. El juego de la pelota es uno de los mejores juegos infantiles por-
que origina una carrera saludable. En general los mejores juegos son

201
los que, a ms de desenvolver la habilidad, ejercitan tambin los senti-
dos; por ejemplo, los ejercicios de clculo a simple vista para juzgar
exactamente sobre la lejana, el tamao y la proporcin; para encon-
trar la situacin de los lugares segn las regiones, en lo cual tiene que
ayudar el sol, etc.; todos stos son buenos ejercicios. Tambin es muy
ventajosa la imaginacin local, que consiste en la habilidad de repre-
sentarse todo en los lugares en que realmente se han visto; por ejem-
plo, el placer de encontrar la salida de un bosque, observando los r-
boles por los cuales se pas antes. Lo mismo sucede con la memoria
localis, mediante la cual, no slo se sabe en qu libro se ha ledo algu-
na cosa, sino tambin el lugar donde est. As, el msico tiene la rep-
resentacin de las teclas, para no tener que mirarlas. Tambin es ne-
cesaria la cultura del odo de los nios a fin de que conozcan por l si
una cosa se encuentra lejos o cerca y el sitio en que est.
El juego de la gallina ciega, era ya conocido por los griegos. Los
juegos de los nios son muy generales; los de Alemania se encuentran
tambin en Inglaterra, Francia, etc. Se fundan en una cierta tendencia
natural de los nios; en el de la gallina ciega, por ejemplo, comprenden
cmo podran arreglarse si estuvieran privados de un sentido. El pen
es un juego particular; sin embargo, estos juegos de nios proporcio-
nan materia a los hombres para ms vastas reflexiones, y a veces tam-
bin, ocasin para inventos importantes. As, Segner ha escrito una
disertacin sobre el pen, y el pen ha dado motivo a un capitn de
navio ingls para inventar un espejo, mediante el cual se puede medir
sobre el barco la altura de las estrellas.
Los nios gustan de los instrumentos ruidosos, por ejemplo, las
trompetillas, los tamborcitos, etc. Pero stos no valen nada, porque
importunan a los dems. No obstante, ya sera otra cosa si ellos mis-
mos aprendieran a cortar una caa para poder tocar.
El columpio es tambin un buen ejercicio, los mismos adultos lo
utilizan para su salud; slo necesitan los nios que se les vigile, porque
puede llegar a ser muy rpido el movimiento. La cometa es igualmente
un juego inofensivo; educa la habilidad, porque el levantarla muy alta
depende de la posicin que se tome respecto al viento.
El muchacho se aparta de otras necesidades por el placer de estos jue-
gos, y as aprende poco a poco a pasarse sin otras ms graves. Adems,
adquiere la costumbre de una ocupacin continua. Tampoco deben ser
meros juegos, sino que han de tener una intencin y un fin. Cuanto ms
se fortifica y se curte de tal modo su cuerpo, se asegura tanto ms contra
los perniciosos resultados del mismo. La gimnasia slo debe guiar a la
Naturaleza, no debe producir una gracia forzada. Primeramente ha de
venir la disciplina y no la instruccin. Pero es preciso considerar, que en
la cultura del cuerpo del nio se le forma tambin para la sociedad. Dice
Rousseau: No llegaris a formar hombres enteros si no hacis antes pi-
llos. Se puede hacer mejor de un muchacho despierto un hombre de

202
bien, que de un indiscreto un hombre que obre prudentemente. El nio no
ha de ser importuno en sociedad, y menos, adulador; ser, incitado por los
dems, confiado sin importunidad, franco, sin impertinencia. E l medio de
conseguirlo es no mimarle nada, ni darle un concepto de las conveniencias
sociales, porque se volver timido y silvestre, o le sugerir, por otra parte, la
idea de hacerse valer. Nada hay ms ridculo que la presuntuosa modestia
o la indiscreta vanidad de los nios. En este ltimo caso, hemos de hacerle
notar sus faltas, pero sin que sienta mucho nuestra superioridad y dominio,
a fin de que se forme por s mismo, pero en la sociedad, donde el mundo ha
de ser bastance grande para l y para los dems.
Toby, en Tristram Shandy, dice a u n a mosca, que le haba molesta-
do m u c h o tiempo y a la que deja salir por la ventana: Vete, perverso
animal, que el m u n d o es bastante grande para m y para ti. Y esto
podra t o m a r l o cada u n o p o r lema. No debemos i m p o r t u n a r n o s unos a
otros; el m u n d o es bastante grande para todos.
Llegamos ahora a la cultura del alma, que, en cierto modo, tambin
se puede llamar fsica. Hay que distinguir la naturaleza de la libertad.
Dar leyes a la libertad es m u y otra cosa que formar (bilden) la Natura-
leza. La naturaleza del cuerpo y la del a l m a estn de a c u e r d o en que se
ha de impedir p e r t u r b a r su recproca educacin, y en que el arte a n
ha de a a d i r algo tanto a u n a como a otra. Por consiguiente, de algu-
n a manera puede llamarse fsica a la educacin del alma c o m o a la
del cuerpo.
La formacin fsica del espritu se diferencia de la formacin moral
en que sta no se refiere m s que a la libertad y aqulla slo a la natu-
raleza. Un h o m b r e puede estar fsicamente muy cultivado, puede tener
el espritu m u y formado, pero estar m o r a l m e n t e mal educado y ser u n a
mala criatura.
Hay que distinguir la cultura fstca de la prctica, que es pragmtica
o moral. La l t i m a tiene p o r fin la moralizacin y no el cultivo del
hombre.
Dividimos la cultura fsica del espritu en libre y escolar. La libre,
poco ms o menos, n o es m s que u n juego; la escolar, por el contrario,
s u p o n e u n proceso; la libre es la que se h a de seguir siempre en el
a l u m n o ; se le considera en la escolar c o m o sometido a la coaccin. Se
puede estar ocupado en el juego, lo que se llama pasar el tiempo, pero
tambin se puede estarlo por la coaccin, y esto se llama trabajar. La
educacin escolar debe ser u n trabajo p a r a el nio; la libre, u n juego.
Se h a n trazado distintos planes de educacin para buscar, lo que es
m u y loable, cul es el mejor mtodo. Se ha pensado, entre otros, hacer
que los nios a p r e n d a n todo jugando. Lichtemberg se burla, en u n n-
m e r o del Magazin de Gotinga, de la ilusin de que los m u c h a c h o s lo
h a g a n todo c o m o juego, en vez de acostumbrarles desde t e m p r a n o a
los negocios, p o r q u e alguna vez han de entrar en la vida activa. Esto
produce u n resultado absurdo. El nio debe jugar, debe tener sus ho-

203
ras de recreo; pero tiene tambin que aprender a trabajar. La cultura
de su habilidad es, sin duda, tan buena como la del espritu; pero am-
bos modos de cultura han de practicarse en diferente tiempo. Ya es
una gran desgracia para el hombre ser muy propenso a la ociosidad.
Cuanto ms ha holgazaneado, ms difcil le es decidirse a trabajar.
En el trabajo, la ocupacin no es agradable por s misma, si no se
emprende con otro propsito. La ocupacin del juego, por el contrario,
es agradable en s, sin que haya necesidad de proponerse para ello nin-
gn fin. Cuando se va a pasear, el propsito es el mismo paseo, y por
esto, cuanto ms largo es el camino, tanto ms agradable nos resulta.
Pero cuando vamos a algn sitio, sea a la sociedad que se encuentra en
tal punto, sea otra cosa el objeto de nuestro paseo, escogemos con gus-
to el camino ms corto. Lo mismo para con el juego de cartas. Es real-
mente singular, ver cmo hombres razonables son capaces de estar
sentados, mezclando las cartas, horas y horas. Esto prueba que los
hombres no dejan de ser nios tan fcilmente. Pues aventaja en algo
este juego al de la pelota de los nios? No quiere decirse precisamente
que las personas mayores monten a caballo en los bastones, aunque
cabalgan en otras manas.
Es de la mayor importancia que los nios aprendan a trabajar. El
hombre es el nico animal que necesita trabajar. Ha de estar muy pre-
parado para que pueda gozar de su sustento. Se contesta, sin duda,
negativamente, a la pregunta de si se hubiera mostrado el cielo ms
propicio para con nosotros preparndonoslo todo, sin que tuviramos
que trabajar; porque el hombre ha de estar ocupado, aun en aquellas
cosas que llevan consigo cierta coaccin. Es falso, asimismo, creer que
al haber permanecido Adn y Eva en el Paraso, no hubieran hecho
ms que estar juntos, cantar canciones pastoriles y contemplar las be-
llezas de la Naturaleza. En tal estado les hubiera atormentado el abu-
rrimiento, lo mismo que a los dems hombres.
El hombre ha de estar ocupado de tal modo que, lleno del fin que tiene
a la vista, casi no se sienta a s mismo; su mejor descanso es el que sigue
al trabajo. Por consiguiente, se ha de acostumbrar al nio a trabajar. Y
dnde mejor que en la escuela debe cultivarse la aficin al trabajo? La
escuela es una cultura coercitiva {zwangmassige). Es de lo ms perjudicial
habituar al nio a que mire todas las cosas como un juego. Ha de tener un
rato para recobrar fuerzas, pero es preciso tambin que tenga sus mo-
mentos de trabajo. Si no comprende inmediatamante para qu le sirve
esta coaccin, ms tarde advertir su gran utilidad. En general, se acos-
tumbrara a los nios a la indiscrecin, si se contestara siempre a sus
preguntas: para qu es esto? y aquello? La educacin tiene que ser coer-
citiva, pero sin que por ello haya de esclavizar a los nios.

KANT, PEDAGOGA.
Madrid. Akal. 1983

204
J O S E F A AMAR Y B O R B N
D i s c u r s o s o b r e l a e d u c a c i n fsica y m o r a l d e l a s
mujeres (1790)
Fragmentos que tratan de la educacin fsica de la mujer

No se oponga por obstculo la delicadeza del sexo: la cual consiste


ms en la educacin que en la organizacin interior. Lo cierto es*que
el vigor y robustez convienen igualmente a entrambos, y que la muje-
res se pueden habituar a todo del mismo modo que los hombres.
Es necesario habituar, desde luego, a las nias a que no vayan muy
abrigadas en invierno; porque una transpiracin excesiva es daosa en
todas las edades. Ms natural sera no llevar vestidos, que llevar dema-
siados: el extremo de calor es menos saludable que el de fro.
El mtodo ms prudente ser que las nias se acuesten temprano, y
se acostumbren a madrugar. Esto tiene muchas ventajas: la primera la
de la salud... la segunda la de hacer til el tiempo, y hallar el suficiente
para todo.

JOSEFA AMAR Y BORBN.


DISCURSO SOBRE LA EDUCACIN FSICA
Y MORAL DE LAS MUJERES.
Madrid. Impresor B. Cano. 1790

CONDORCET
Tercera memoria sobre instruccin pblica
Las fiestas deben ser medios indirectos de instruccin

Las fiestas nacionales deben establecerse en das regulados, unirlas


a pocas histricas. Las habra generales y particulares. Una poblacin
cuyos ciudadanos se hubieran distinguido en una ocasin memorable
consagrara su aniversario por una fiesta; la nacin celebrara aquellas
en que hubiera podido actuar por entero; stas no podran datar ms
que del momento de su libertad. No han podido existir antes de ella
conocimientos verdaderamente nacionales; pero no sucedera lo mis-
mo con las fiestas particulares. Una poblacin podra celebrar el naci-
miento entre sus muros de un hombre ilustre o las acciones generosas

205
de sus ciudadanos. Existen grandes hombres y acciones bellas bajo to-
das las constituciones. Rechazar al enemigo de los baluartes de su ciu-
dad, sacrificarse por la salvacin de su pas, aun cuando no tuviese
patria, son acciones que pueden ser tambin modelo de herosmo. Es-
tas fiestas iran acompaadas de espectculos ofrecidos a los ciudada-
nos. A pesar de la inconstancia de nuestro clima, no es imposible hasta
en las ciudades ms populosas tener, no espectculos gratis, especie de
limosna que se da al pueblo, y que le lleva mas bien a envidiar que a
participar de los placeres del rico, sino espectculos verdaderamente
populares. Una tragedia complicada, llena de mximas ingeniosas, que
ofrece desarrollos de todos los matices, toda clase de finuras del senti-
miento, que exige una atencin sostenida, una perfecta inteligencia de
todas las palabras y hasta la facilidad de suplir aquellas que el odo no
ha percibido sino a medias, una tragedia de este gnero no convendra
sin duda para esos espectculos, sino piezas sencillas en las cuales hu-
biese ms acciones que palabras, ms cuadros que anlisis, y donde los
pensamientos fuesen fuertes, donde las pasiones fuesen pintadas a
grandes rasgos, pudiendo ser as entendidas, y de la reunin de la pan-
tomima y del arte dramtico nacera un nuevo arte destinado a esas
nobles diversiones. No sera necesario que estas tragedias tuviesen un
gran inters, con tal de que presentasen un hecho histrico imponente,
y seran preferibles a la simple que, exigiendo un hbito para ser com-
prendida, no puede convenir a espectadores que no sean concurrentes
asiduos. Estas piezas estaran escritas en verso para que sus mximas
fuesen mejor comprendidas y para poder, con una declamacin mesu-
rada, hacerse or de un nmero mayor de espectadores; ofreceran al
arte nuevas dificultades que vencer, pero tambin naceran de ellas
nuevas bellezas.
Marchas solemnes, revistas y evoluciones militares, ejercicios gim-
nsticos ligados con nuestras costumbres, diferentes de los antiguos,
pero adecuados, como aqullos, a predisponer al empleo serio de nues-
tras energas o destinados a evitar los efectos de los hbitos nocivos
que determinadas profesiones pueden hacer contraer; bailes cuyas fi-
guras y movimientos recuerden los acontecimientos que se quieren ce-
lebrar, todos esos juegos seran preparados en lugares donde la deco-
racin y las inscripciones hablasen el mismo lenguaje, condujesen a
las mismas ideas, y esos ejercicios seran a la vez una diversin para la
infancia y la juventud y un espectculo para la edad madura y la vejez.
Los ejercicios de los griegos se referan al arte militar; pero bien
pronto, en su entusiasmo por estos juegos, hicieron lo que con frecuen-
cia sucede a los hombres: olvidaron el fin y se apasionaron por los me-
dios; sus gimnasios crearon atletas y dejaron de formar soldados. En
Roma se guard ms fidelidad al objeto de la institucin, y hasta los
ltimos tiempos de la Repblica los placeres de la juventud fueron la
escuela de la guerra. Entre nosotros deben tender, sobre todo, estos

206
mismos ejercicios a disminuir el influjo pernicioso de los oficios se-
dentarios sobre el vigor y la belleza de la especie humana, a corregir
los efectos de aquellos que encorvan al hombre hacia la tierra y a man-
tener entre las diversas partes del cuerpo el equilibrio, roto en la mayo-
ra de estos trabajos. Entre los antiguos, estos oficios que hacen al
hombre menos apto para los trabajos guerreros estaban reservados a
los esclavos y los ciudadanos ociosos, y a los hombres ocupados en
actividades que desarrollan todos los miembros estaban destinados to-
dos los ejercicios gimnsticos. Bastante felices para que nuestra liber-
tad no sea manchada por el crimen, manos libres son las que ejercen
todos los oficios, cultivan todas las artes, y los hombres cuyos cuerpos
han sido plegados a los hbitos de esos oficios son los que debe tener
presente, sobre todo, nuestra gimnasia. Los jvenes se prepararan
para distinguirse en las fiestas y no habra necesidad de ms aparato
para introducir en la educacin el uso de los ejercicios tiles. Todo en
nuestras fiestas respirara libertad, sentimiento de humanidad y amor
a la patria; se tendra cuidado de no dejar que se multiplicase su nme-
ro excesivamente y se hara difcil la obtencin, para que no perdiese
solemnidad el nombre imponente de fiesta pblica. Se juzgara con es-
crupulosidad si tal accin o tal acontecimiento es digno de este honor,
y una fiesta concedida a una capital se convertira en una recompensa
para toda la provincia. All se proclamaran los honores pblicos a la
memoria de los hombres de genio, a los ciudadanos virtuosos, a los
bienhechores de la patria; la narracin de sus acciones y la exposicin
de sus trabajos se convertira en un motivo poderoso de emulacin y
en una leccin de patriotismo o de virtud. Los premios deben reservar-
se para aquellos que hayan llenado mejor un objeto til, para un libro,
para una mquina, para un remedio, etc., pero no debe haberlo para
los ociosos. La gloria es, sin duda, una recompensa digna de la virtud;
pero la vanidad no debe manchar los goces nobles. El hombre virtuo-
so puede encontrar una dulce voluptuosidad en las bendiciones p-
blicas, en el sufragio de sus iguales; pero el placer de creerse supe-
rior no est hecho para su corazn, y no es para elevarse sobre otro,
sino para perfeccionarse l mismo, en lo que emplea sus pensamien-
tos y sus esfuerzos.

CoNDORCET. Escritos pedaggicos.


Traduccin de Domingo Bams. Madrid. Calpe. 1922

207
CONDE DE CABARRUS
Carta II. Sobre los obstculos de opinin y el medio de
removerles con la circulacin de luces, y un sistema
general de educacin (1792-1793)
Sobre los ejercicios corporales

He hablado de diversin, y quin d u d a que puede unirse con el


estudio, ni que toda la educacin de aquella edad debe participar de su
alegra y que todo el arte est en instruirla jugando?
Quin al ver la talla desmedrada, los m i e m b r o s raquticos, las fac-
ciones desfiguradas p o r u n a larga contraccin de melancola y de
ceo, del m a y o r n m e r o de individuos que nos rodean, n o acusa nues-
tro insensato rigorismo y no echa de menos la educacin de los anti-
guos?
El p a s e o , la c a r r e r a , la l u c h a y el n a d a r , al t i e m p o q u e fortalecan
el c u e r p o de los n i o s , y a u m e n t a b a n su actividad, les d a b a n ideas
exactas de las d i s t a n c i a s , de las d i m e n s i o n e s , de los pesos, de los
fluidos, les a c o s t u m b r a b a n a la agilidad y la limpieza. Las relacio-
n e s q u e se establecen en t o d a s las sociedades, as de n i o s c o m o de
h o m b r e s , les h a c a n m u y p r e s t o perfeccionar el i d i o m a o el arte de
c o m u n i c a r s e sus ideas, la lgica o el de convencerse en sus d i s p u t a s ,
la a r i t m t i c a o el de fijar las c a n t i d a d e s . Sgase este m o d o y n o ha-
b r ejercicio o j u e g o q u e n o i n c u l q u e p o r m e d i o de la p r c t i c a la
teora de las r i d a s lecciones.
Lo que se necesita, pues, es un local destinado a estos ejercicios;
exceptuando la proporcin de nadar, de que carecen algunos pueblos,
a todos los del c a m p o sobran las dems, y nuestras ciudades, tan fe-
c u n d a s en establecimientos sobrantes, podran destinar u n a h u e r t a o
jardn dentro de cada barrio, reducindola a s o m b r a y yerba.

CONDE DE CABARRUS. CARTAS.


Estudio preliminar de Jos Antonio Marava.
Madrid. Castellote, editor. 1973

208
GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS
Bases para la formacin de un plan general de
instruccin pblica (1809)
Educacin fsica

La educacin pblica, que pertenece al Gobierno, tiene por objeto,


la perfeccin fsica, la intelectual y moral de los ciudadanos. La
primera se puede hacer por medio de ejercicios corporales y debe ser
general para todos los ciudadanos. La segunda por medio de ensean-
zas literarias, y se debe a los que han de profesar las ciencias. De la
perfeccin de los mtodos empleados en uno y otro, resultar la mayor
instruccin relativa a sus objetos.
La educacin fsica general tendr por objeto la perfeccin de los
movimientos y acciones naturales del hombre. Los que son relativos
las artes, oficios y ministerios particulares de los ciudadanos, no per-
tenecen directamente a la educacin pblica; aunque a su perfeccin
concurrir esta tambin en gran manera.
El objeto de la educacin pblica fsica se cifra en tres objetos: esto
es, en mejorar la fuerza, la agilidad y la destreza de los ciudadanos.
Aunque la fuerza individual est determinada por la naturaleza, a la
educacin pblica pertenece desenvolverla en cada individuo hasta el
ms alto grado que quepa en su constitucin fsica.
La agilidad es un efecto natural del hbito de ejercitar y repetir las
acciones y movimientos, pero esta repeticin as produce los buenos
como los malos hbitos, segn que es bien o mal dirigida.
La destreza en los movimientos y acciones, perfecciona as la fuer-
za como la agilidad de los individuos, y es un efecto necesario de la
buena direccin en el ejercicio de ellos.
Esta buena direccin dada en la educacin pblica no slo perfec-
cionar las facultades fsicas en los ciudadanos, sino que corregir los
vicios y malos hbitos que hayan contrado en la educacin privada.
La enseanza y ejercicios de esta educacin se pueden reducir a las
acciones naturales y comunes del hombre, como andar, correr y tre-
par; mover, levantar y arrojar cuerpos pesados; huir, perseguir, force-
jear, luchar, y cuanto conduce a soltar los miembros de los mucha-
chos, desenvolver todo su vigor y dar a cada uno de sus movimientos y
acciones toda la fuerza, agilidad y destreza que convenga a su objeto,
por medio de una buena direccin.
Aun el buen uso y aplicacin de los sentidos se puede perfeccionar
en esta educacin, ejercitando a los muchachos en discernir por la vis-
ta y el odo los objetos y sonidos a grandes distancias, bien de cerca,
por solo el sabor, el olor y el tacto: cosa que en el uso de la vida es de
mayor provecho de lo que comnmente se cree.

209
Para determinar la buena direccin de estos ejercicios, la Junta
considerar que en cada accin y movimiento del hombre no hay ms
que un solo modo de ejercitarlos bien, y que todos los dems son ms
menos imperfectos segn que mas menos se alejen de l.
Se sigue que la educacin pblica fsica se cifra en que los ejerci-
cios sealados para ella, sean dirigidos por personas capaces de ense-
ar el mejor modo de ejecutarlos, para conseguir la mayor fuerza y
agilidad de las acciones y movimientos de los muchachos.
Se sigue tambin, que esta educacin puede ser comn y pblica en
casi todos los pueblos de Espaa, y que debe serlo.
Se sigue que ningn individuo deba dispensarse de recibirla, por
cuanto en ella interesa inmediatamente su felicidad y la del estado.
Como la poca en que la pueden recibir los muchachos, es la que
est destinada la enseanza de las primeras letras, los ejercicios de la
educacin pblica slo podrn verificarse en das festivos, y en horas
compatibles con su santo destino.
La junta determinar la edad en que pueda empezar, y deba acabar
esta enseanza.
Determinar los das, las horas y los lugares en que deba darse, las
personas que deben encargarse de su direccin y las que deban vigilar
sobre el buen orden de los ejercicios y el buen mtodo de dirigirlos.
A esta primera poca de educacin pblica de los muchachos segui-
r otra para los mozos, que tenga por objeto peculiar de su enseanza
habilitarlos para la defensa de la patria, cuando fuesen llamados a ella.
Y como de tan sagrada obligacin no se halle exenta ninguna clase
del Estado, ningn individuo tampoco debe estarlo de recibir esta edu-
cacin.
El objeto de ella deben ser las acciones y movimientos naturales
aplicados al ejercicio de las armas y a las formaciones, y evoluciones,
y movimientos combinados que pertenecen a l.
Pero comprender tambin el conocimiento y manejo del fusil, y la
destreza necesaria para cargar, apuntar y dispararle con acierto.
La Junta no olvidar que no se trata de ensear a los mozos cuanto
deba saber un buen soldado, sino cuanto conviene a disponerlos para
que puedan perfeccionarse con facilidad en la instruccin y ejercicios
propios de la profesin militar.
Tendr presente, que en el plan de esta educacin deber entrar el
manejo de las armas manuales y conocidas, como espada, sable, cuchi-
llo, lanza, chuzo, onda y otras que pueden contribuir a la defensa per-
sonal de los individuos, a la de los pueblos, y aun a la de la nacin, ya
en auxilio de la fuerza regimentada, ya supliendo las armas de fuego.
Cuanto conduzca a la perfeccin de esta enseanza, a la organiza-
cin de los establecimientos necesarios para ella, y a los reglamentos
que convengan para su buena direccin deber ocupar la meditacin
de la Junta.

210
Pero sobre todo, procurar dictar cuanto sea relativo a la parte ra-
cional y moral de esta enseanza, esto es, a la explicacin clara y sen-
cilla que debern dar los maestros y directores en cuanto ensearen, y
al orden y moderacin con que los muchachos debern comportarse
en todos los ejercicios en que se ocuparen.
Para complemento de esta enseanza metdica examinar la Junta
los medios de establecer por todo el reino juegos y ejercicios pblicos,
en que los muchachos y mozos que la han recibido ya, se ejerciten en
carreras, luchas y ejercicios gimnsticos, los cuales tenidos a presen-
cia de las justicias con el aparato y solemnidad que sea posible, en das
y lugares sealados, y animados con algunos premios de ms honor
que inters, harn necesariamente que el fruto de la educacin pblica
sea ms seguro y colmado.
Entre estos ejercicios merece particular cuidado el de disparar al
blanco en concurrencia del pueblo, y con las circunstancias dichas, ad-
judicando con justicia el premio sealado al que hiciere el tiro ms
certero; lo cual a la larga debe producir en la nacin los ms diestros
tiradores, como est bien acreditado por el ejemplo de la Suiza.

GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS.


BASES PARA LA FORMACIN DE UN PLAN
GENERAL DE INSTRUCCIN PBLICA,
en Obras publicadas e inditas.
Madrid. Biblioteca de Autores Espaoles. Rivadeneyra. 1858

GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS


Memoria para el arreglo de la polica de los
espectculos y diversiones pblicas (1790)
Juegos de pelota

Los juegos pblicos de pelota son asimismo de grande utilidad,


pues sobre ofrecer una honesta recreacin a los que juegan y a los que
miran, hacen en gran manera giles y robustos a los que los ejercitan,
y mejoran, por tanto, la educacin fsica de los jvenes. Puede decirse
lo mismo de los juegos de bolos, bochas, tejuelo y otros. Las corridas de
caballos, gansos y gallos, las soldadescas y comparsas de moros y cristia-
nos y otras diversiones generales son tanto ms dignas de proteccin
cuanto ms fciles y menos exclusivas, y, por lo mismo, merecen ser

211
arregladas y multiplicadas. Se clama continuamente contra los incon-
venientes de semejantes usos; pero qu objeto puede ser ms digno
del desvelo de una buena polica? Rara desgracia, por cierto, la de no
hallar medio en cosa alguna! No le habr entre destruir las diversio-
nes a fuerza de autoridad y restricciones, o abandonarlas a una ciega y
desenfrenada licencia?
Acaso cuanto he dicho ser odo con escndalo por los que miran
estos objetos como frivolos e indignos de atencin de la magistratura.
Puede nacer este desdn de otra causa que de inhumanidad o de igno-
rancia, que no de ver la relacin que hay entre las diversiones y la feli-
cidad pblica, o de creer mal empleada la autoridad cuando labra el
contento de los ciudadanos? Llena nuestra vida de tantas amarguras,
qu hombre sensible no se complacer en endulzar algunos de sus
momentos?

GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS.


MEMORIA PARA EL ARREGLO DE LA POLICA
DE LOS ESPECTCULOS Y DIVERSIONES PBLICAS,
Y SOBRE SU ORIGEN EN ESPAA,
en Obras publicadas e inditas.
Madrid. Biblioteca de Autores Espaoles. Rivadeneyra. 1858

ORDEN DE 20 DE AGOSTO DE 1807, estableciendo las


condiciones que deba reunir el nuevo edificio del Real
Instituto Militar Pestalozziano de Madrid erigido bajo
los auspicios del Prncipe de la Paz.

YO me propongo erigir un Establecimiento, donde puedan formarse


Oficiales sobresalientes para los Cuerpos de Infantera y Caballera del
Exrcito. Si es posible hallar el espacio necesario para contenerlos,
han de residir aquartelados en el Edificio del Instituto trescientos jve-
nes, lo menos, con dormitorios separados, pues slo as puede evitarse
la introduccin del ediondo vicio que contamina y enerba la infancia.
Otros ciento o doscientos discpulos concurrirn diariamente a recibir
la instruccin, pero comern y dormirn en sus casas.
Por consiguiente, ha de haber Salas para diferentes clases, o dispo-
sicin para construirlas: Un Saln mui capaz para los das que se cele-

212
bren exmenes o alguna funcin en el Instituto: Habitaciones para los
empleados que han de cuidar del rgimen y servicio de estos jvenes:
Claustros o Prticos, donde puedan executar los exercicios gmnicos, a
cubierto de las grandes intemperies: Oratorio; Biblioteca; Sala para
depsito de modelos; Enfermera; Caballeriza, y las dems oficinas co-
rrespondientes .
Necesita tambin el Edificio un gran espacio de campo o jardn,
donde pueda construirse un estadio, que no slo servir para el salto y
la carrera, sino tambin para los exercicios militares; dos juegos de
pelota, uno cubierto y otro descubierto; picadero; juego de bolos y es-
tanque para la natacin.

LORENZO LUZURIAGA. Documentos para la Historia Escolar


de Espaa. Madrid. Junta para Ampliacin de Estudios. II. 1917

ADOLFO CORTI
El arte de la Natacin Terico-Prctica (1819)
De la natacin con la nica ayuda de los miembros

Preparacin de los alumnos

Una vez elegido el lugar ms idneo donde ejercitar los alumnos en


la natacin, se clavan en dos lados opuestos de dicho lugar, dos palos,
los cuales, bien fijos en el suelo, o en caso contrario asegurados, sos-
tengan aproximadamente a un metro de altura sobre el agua una cuer-
da tensa, de la que cuelgue un lazo corredizo sobre la cuerda misma,
para sostener el pecho del nadador, quien, debajo, podr ejercitarse
sin peligro alguno. Este sistema suele sustituirse por un par de flotado-
res de cuello o recipientes hinchados unidos por una correa de conve-
niente longitud sobre la que se apoya el pecho del nadador. Cuando
haya dos personas expertas ya en la natacin, podrn conducir al
alumno entre ambos, con el pecho apoyado sobre sus brazos, los cua-
les permanecern unidos por la mano.
Considerando que los recipientes hinchados estn expuestos al pe-
ligro de reventar, y que los flotadores de cuello, o bien botellas de pe-
regrino, tienen tambin el inconveniente que, estando expuestos al sol,
se dilata el aire que contienen haciendo saltar el tapn, Nicols Roger
ide el suplirlas con dos conos de corcho, formados por varios discos
ensartados en su centro con el extremo de la correa destinada a soste-

213
ner el pecho del alumno, de modo que los dos discos mayores, o sea,
las bases de los conos, deban ser los primeros en posarse sobre el agua
y que los discos menores, situados al extremo, estn sujetos y sujeten a
los dems por medio de un nudo practicado en la extremidad de la
correa misma. Tambin aconseja a los alumnos este excelente buzo, el
sacar un disco a cada uno de los conos a medida que vayan adquirien-
do soltura en la natacin, de manera que lleguen a prescindir por ente-
ro de ellos.

Nadar boca abajo

Tendido horizontalmente el nadador, boca abajo en el agua, con la


cabeza echada atrs y aera hasta la barbilla; los rones aproximada-
mente un palmo bajo el agua; las piernas naturalmente extendidas; los
brazos hacia adelante con los codos doblegados hacia fuera; las manos
juntas, extendidas e inclinadas, con la palma de modo que el dedo pul-
gar est ms bajo que el meique; los dedos unidos y extendidos con
una ligera curvatura, de manera que la mano forme una pequea con-
cavidad: empezar a moverse dirigiendo lateralmente hacia fuera la
punta de los dedos, mientras, alejando las manos una de la otra, las
llevar hacia fuera, extendiendo el codo y poniendo en juego en este
movimiento la articulacin del hombro. Concluida esta accin, se so-
breentiende que los brazos se habrn deslizado un poco, girando dia-
gonalmente algo por debajo de la superficie del agua, y se encontrarn
extendidos a los lados y un poco hacia atrs: se devolvern, por tanto,
con rapidez menor, a la anterior postura, curvando el codo y acercan-
do ambas manos al pecho en plano paralelo a su direccin, elevndo-
las en diagonal algo menor de aquella por la que haban descendido,
pero que las llevar a la misma altura de la cual partieron, al ser mayor
la inclinacin; se juntarn, por tanto, ante el pecho, y entonces se ha-
rn avanzar a flor de agua como antes, a fin de repetir la accin.
Es preciso advertir aqu el tener gran cuidado en no apartar con los
brazos el agua hacia los lados, sino toda tras de s, puesto que las fuer-
zas de resistencia de sta desde cada lado, hallndose en sentido
opuesto, se anularan mutuamente, fatigando al nadador sin resultado
alguno.
I,os movimientos de las piernas que son esenciales para ayudar al
nadador no pueden explicarse mejor que a travs del ejemplo de la
rana; es decir que, despus de haber acercado los tobillos a las nalgas,
doblando las rodillas de manera que se alejen entre s hacia los lados,
debern devolverse con fuerza a la anterior postura, procurando echar
el agua hacia atrs, no con la punta del pie sino directamente con todo
lo ancho de la planta del mismo.
Los movimientos de los brazos pueden combinarse con los de las
piernas, tanto al mismo tiempo, como alternativamente; cualquiera

214
que sea, pero, la manera en que se combinen, debern realizarse siem-
pre con la mxima precisin y sin precipitacin, ya que la exactitud en
los movimientos y la suavidad son las notas distintivas del buen na-
dador.
Todas las normas anteriormente expuestas pueden resumirse en las
siguientes. Colocado el nadador horizontalmente boca abajo en el
agua, con la cabeza fuera hasta la barbilla, empujar tras de s con los
brazos y con las piernas, la mayor cantidad de agua que le sea posible,
dirigindola con las manos un poco hacia el fondo para sostenerse, y
procurando devolverlas hacia delante de forma que se encuentre en el
agua la menor resistencia posible, la cual actuara en sentido contrario
a su direccin.

ADOLFO CORTI, L'ARTE DEL NUOTO TEORICO-PRATICA.


Sport e Giuochi. Trattati e Scritti del XV al XVIII seclo.
A cura de Cario Bascetta. Milano.
Edicioni II Polifilo. 1978. II.
Traduccin al castellano de Nuria Ferret

M. A. JULLIEN DE PARS
Ensayo general de educacin fsica, moral
e intelectual (1840)
Extracto de la relacin sobre el curso de gimnstica de Amors,
hecha en nombre de una comisin compuesta, entre otros, por
M. A. Jullien de Paris

El objeto de la gimnstica debe ser el reglar los egercicios del cuer-


po, de modo que sirvan para la conservacin de la salud, y para el de-
sarrollo progresivo de todas nuestras facultades fsicas y morales.
Pero independientemente de la conservacin de la salud y del desa-
rrollo regular del cuerpo, cules son las otras ventajas que se pueden
procurar a los hombres por la gimnstica, o por el arte de reglar los
egercicios a los que se dedican naturalmente?
Una sola sesin como la que hemos presenciado para cumplir nues-
tro cometido, os dara sobre este punto mas ideas que yo puedo ofrece-
ros en un discurso por largo que sea. Verais, seores, como ejercitan-
do sucesivamente o a la vez todos los miembros de los alumnos, se les
precave contra esa multitud de peligros, a los que estamos espuestos

215
en todas las condiciones de la vida, y que nada basta para evitarlos.
Despus de haberlos ejercitado en la carrera, en la lucha, en el salto en
longitud y en profundidad, se les ensea a trepar a grandes alturas, con
el ausilio de una percha, de una cuerda, de una escalera de cuerdas; a
pasar, cuando estn asi educados, de un lugar a otro por medio de una
cuerda tendida horizontalmente, o de una viga; a subir hasta la punta
de un mstil; a colocar alli una cuerda o algn otro objeto; a conservar
sobre todo en esta elevacin, la presencia de espritu y la seguridad que
son necesarias para usar de sus recursos, y para salir del peligro, o
bien para salvar a sus semejantes. Otros egercicios, igualmente gra-
duados y variados, se destinan para dar la gravedad al cuerpo, y hace
guardar su equilibrio. La natacin, indispensable a todos los hombres,
entra tambin en el plan de semejante establecimiento.
No es fcil concebir la poca dificultad con que los nios adquieren
el hbito en estos egercicios, y se hallan por consiguiente provistos de
recursos para toda su vida. Los espectadores a la sesin, han visto a
dos nios subir una gruesa cuerda, y atarla en la punta de un mstil de
treinta pies; a otro de cuatro aos y medio trepar por encima de una
cuerda a la altura de diez y ocho o veinte pies; otro de once aos, de
una estatura de cuatro pies y medio, saltar un obstculo de seis pies: y
lo que yo refiero no es estraordinario en este establecimiento, porque
los otros alumnos hacen poco mas o menos lo mismo.
Toda especie de peligro se ha alejado de tales egercicios, primero
por la vigilancia del director, que no permite dedicarse a ellos sino su-
cesivamente y con orden; y despus porque en su progresin gradual,
los alumnos han adquirido prontamente el convencimiento de sus pro-
pias fuerzas, y no emprenden nunca sino las cosas que estn en estado
de hacer bien; feliz disposicin para lo moral como para lo fsico, la
que, dndonos asi la justa estimacin de nuestras fuerzas, nos preser-
vara de tantos errores dolorosos o crueles, origen el mas fecundo de
las miserias humanas. Hay en fin medios directos para prevenir los
accidentes a los que estaran espuestos los nios subiendo a grandes
alturas, o en algunos de sus movimientos; tales son por ejemplo , unas
redes tendidas y dispuestas de modo que aun en caso de caer no se
hayan dao , cinturones hechos con arte y que previenen el peligro de
las hernias, peligro que seguramente se aleja aun mucho mas desarro-
llando gradualmente la fuerza de todos los msculos, pues se ponen
entonces recprocamente en equilibrio.
He dicho, seores, que el objeto de la gimnstica deba ser el desa-
rrollar las facultades morales al mismo tiempo que las facultades fsi-
cas, y el examen del mtodo seguido por el seor Amors, es el que ha
demostrado esta verdad a vuestros comisionados. Egercicios puramen-
te corporales, en los que unos nios o jvenes luchasen simplemente de
fuerza o de destreza, lejos de producir suavidad en nuestras costumbres,
les comunicaran probablemente una suerte de aspereza y grosera muy

216
temibles. En el modo con que este inconveniente est prevenido se ma-
nifiesta en particular la habilidad del profesor. Ha conseguido, pues,
sujetar todos los movimientos de sus alumnos a la cadencia que mantie-
ne desde luego el orden y la regularidad. La cadencia est sealada con
cantos, cuyas palabras espresan los sentimientos mas elevados que pue-
dan ocupar el corazn humano; el respeto y la adoracin hacia Dios, el
amor sincero a la patria, etc. Se aade a estos un jurado formado alter-
nativamente por los jvenes mas distinguidos, encargado de que se ob-
serve una rgida disciplina; y el hbito de considerar la parte moral de las
acciones, favorece mas de lo que se podria creer, el desarrollo de los sen-
timientos honrados y generosos que se encierran en el corazn de todos
los jvenes. Vuestros comisionados han podido observar mas de un
egemplo: pero sin entrar en el detalle minucioso de estos hechos, y pin-
taros escenas de emocin infantil, llenas de generosidad y virtud, no
dudareis, seores, que el estmulo constante de una emulacin que no
es rivalidad, y el uso de discutir ante sus compaeros la causa de sus
procedimientos, la necesidad, en fin, de hacerles conocer su opinin
motivada sobre ellos, deben desarrollar admirablemente el sentido
moral de los jvenes, forzarlos a reflexionar con frecuencia acerca de
s mismos, y producir definitivamente sobre sus sentimientos inte-
riores, el mismo efecto que los egercicios fsicos producen sobre sus
rganos. Asi estaba dirigida, segn refiere Jenofonte, la educacin p-
blica de los persas, de quien ha trazado los admirables preceptos en su
Ciropedia. En estas escuelas, como lo dice nuestro sabio Montaigne, el
nio no era menos reprendido por haberse engaado sobre el valor
verdadero de una accin, que por haber olvidado el primer pretrito de
un verbo griego. Un regente, aade, me haria una hermosa arenga in
genere demonstrativo, antes que me persuadiese que su escuela vale
tanto como aquella.
Cuando se da a las diferentes consideraciones que acabamos de
presentar toda la importancia que merecen, se llena uno de sorpresa y
afliccin viendo la tendencia siempre progresiva que tenemos en la
educacin de la juventud, a favorecer esclusivamente el desarrollo de
las facultades intelectuales, olvidando todas las dems. Debemos con-
vencernos que en los progresos de la organizacin social, nos hemos
quedado a la mitad de lo que debemos hacer.
A los motivos que tenemos para desear el establecimiento de insti-
tuciones gimnsticas en nuestro pais, es preciso aadir que casi todas
las naciones que nos rodean los poseen ya desde hace mucho tiempo.
En la grande familia de los pueblos civilizados, la simultaneidad de los
progresos en todos los ramos de la industria o de la perfeccin huma-
na, no es solamente una satisfaccin, un placer, es tambin una nece-
sidad y una necesidad indispensable; el que se tiende en el suelo cuan-
do los otros marchan debe por precisin ser hollado. Unamos nuestros
esfuerzos a los de una administracin sabia, que trata con prudencia

217
naturalizar en nuestra nacin estas tiles instituciones. Nuestras pri-
meras tentativas no han sido enteramente intiles para los adelantos
de nuestro pais, y el xito que las ha coronado debe animarnos para
proseguir la carrera que hemos principiado. El objeto de la gimnsti-
ca, lo repito, es el conservar la salud favoreciendo el desarrollo de to-
das las facultades fsicas y morales. El establecimiento del seor Amo-
res por su buena direccin nos ofrece estos felices resultados. El seor
prefecto del Sena (Chabrol), cuya administracin seala con tiles y
nobles creaciones, ha encargado a este profesor un curso de gimnsti-
ca, cuya ejecucin pueda servir para convencer a las personas que no
reconocen aun su utilidad. Ademas, el mismo seor Amors acaba de
publicar el prospecto de un establecimiento particular, en donde se
instruirn alumnos, escogidos por lo general entre las clases ricas de la
sociedad. Todo concurre, pues, a inspirarnos el deseo de favorecer
unas miras tan saludables, y aun a poner los nios, por quien nos inte-
resamos especialmente, en posesin de que se aprovechen de ellas;
porque, seores, si la libre disposicin de sus miembros es til a un
nio destinado, segn las apariencias, a pasar su vida en medio de las
riquezas, es indispensable a aquel que debe trabajar para vivir; conde-
nado tal vez con pena de muerte sino llega a ser fuerte, diestro y resuel-
to. Para convenceros no tengo necesidad de recordaros la naturaleza
de los esfuerzos que cada profesin exige, y la diversidad de peligros a
los que estn diariamente espuestos los artesanos que los ejercen.
La gimnstica, ademas, no es para los nios pobres ni para los ri-
cos, el estudio especial de una profesin; es nicamente un medio de
llegar a ser mas apto para todas las que un hombre puede abrazar; es,
en una palabra, un aprendizaje de todas las profesiones. Con su conoci-
miento el carpintero, el albail y otros estarn preparados para la peli-
grosa necesidad de subir a los tejados y otros puntos elevados; el mari-
nero con menos trabajo trepar por las cuerdas; el simple jornalero
sabr emplear sus fuerzas de modo que saque de ellas el mejor partido;
el trabajador mas sedentario, en fin, no habr perdido su tiempo, ad-
quiriendo, en unos juegos que le habrn preservado de la embriaguez
y del libertinaje, los medios de escapar a los peligros que comprometen
cada dia su vida y la de sus semejantes. Y cuando se reflexiona que es
imposible aproximarse a los ros que atraviesan nuestras habitaciones,
o recorrer las calles de nuestras grandes ciudades, sin esponerse a una
multitud de accidentes de los que la precisin del golpe de vista, la
fuerza del cuerpo, la destreza o la agilidad solo pueden libertarnos,
convendremos no deben despreciarse las ventajas que proporciona la
gimnstica.
No se crea tampoco que los nios de las clases menos acomodadas
del pueblo tienen menor necesidad de los egercicios gimnsticos, bajo
los respectos de la salud, que los de los ricos; ellos son por el contrario,
los que sacaran mas fruto de un egercicio reglado, bajo cuya influen-

218
cia se veran desaparecer la mayor parte de las obstrucciones glandu-
losas y afecciones linfticas, y esa palidez habitual que desfigura a los
nios de las grandes ciudades. Por qu en los dias que vacan las es-
cuelas, los nios no hablan de consagrar algunas horas a egercicios
gimnsticos que les sirviesen de un juego delicioso y capaz de distraer-
los de todas las ocasiones fatales que se les presentan? No se debe su-
poner por ninguna razn que estos egercicios los separasen de la apli-
cacin a sus estudios ordinarios, y tampoco perder de vista que no son
mas penosos que aquellos a los que la infancia se dedica por lo regular,
y que tomados con moderacin, no le causa mas que un cansancio sa-
ludable y apetecible.
Seores, teniendo presente la comisin cuanto se ha espresado,
opina unnimemente que despus de darle las gracias oficialmente al
seor Amors por las comunicaciones que ha dirigido a la sociedad,
debe esta mostrar el inters que no puede menos de tomar en los esta-
blecimientos fundados por este profesor, bien sea haciendo conocer a
las autoridades competentes, las grandes ventajas que de ellos deben
resultar a la educacin pblica y privada, bien sea dando publicidad al
prospecto del curso indicado, y contribuyendo de este modo a los bie-
nes que debe producir.

MARCO ANTONIO JULLIEN DE PARS.


ENSAYO GENERAL DE EDUCACIN FSICA.
MORAL E INTELECTUAL.
Valencia. Ventura Llucfi. 1840

219
O

Grabados e ilustraciones del libro de JOS MARA APARICI Y BIEDMA, continuador de las ideas amorosianas, Instruccin
para la enseanza de la gimnstica en los cuerpos de tropa y establecimientos militares. Madrid. Rivadeneyra. 1852.
PABLO MONTESINO
Curso de Educacin. Mtodos de Enseanza y
Pedagoga (alrededor de 1845)
Tercera poca de la educacin fsica

En la tercera poca de la educacin, los cuidados y los medios de


til aplicacin para conservar la salud, robustecer y desarrollar la or-
ganizacin fsica de los nios hasta la pubertad, vienen a ser sustan-
cialmente los mismos que se han recomendado par'\ la segunda para
los nios de tres a seis aos.
Hay sin embargo algunas circunstancias particularmente atendi-
bles para los directores de escuelas de instruccin primaria que no de-
bemos pasar en silencio, a riesgo de tener que repetir, o indicar por lo
menos algunas reflexiones anteriores.
En primer lugar, los maestros de las escuelas referidas no se limi-
tan ya a dar buenos consejos a quienes se los pidan sino que tienen que
hacer aplicacin inmediata de los principios y reglas que hayan apren-
dido, aunque esta aplicacin no sea tan extensa, tan seria y formal
como convendra y como es de esperar que sea, segn vayan progre-
sando estas instituciones y se vayan obteniendo en ellas el provecho
que puede y debe obtenerse o el que obtiene en algunos pases y se
obtendr en todos a proporcin de que los profesores se penetren de
que la educacin va a ser en lo sucesivo su especial encargo, con prefe-
rencia a la instruccin de que se han ocupado exclusivamente hasta
ahora, que al cabo, no es ms que una parte subalterna de aquella...
El ejercicio contina en esta poca de la educacin siendo tan acti-
vo como en la segunda poca; es igualmente natural y necesario por
tanto, para la conservacin de la salud y robustez fsica de los nios.
Los maestros en la generalidad de las escuelas segn estn organiza-
das en el da, no tienen gran motivo de ocuparse de este medio de edu-
cacin. Recogen a los nios al entrar en la escuela o aula, all los con-
servan hasta el momento de salir para sus casas, tan quietos e inmvi-
les como les es posible y sin permitirles ms ejercicio que el
absolutamente preciso para preparar y dar sus respectivas lecciones.
No es posible otra cosa, ni sera conveniente aunque lo fuese. Cual-
quiera otros ejercicios dentro del aula, destruiran el orden y la disci-
plina sin la cual no puede haber enseanza.
Los nios deben hacer ejercicio fuera del aula y dentro del edificio
de la escuela misma, cuando sta lo permita, estando el local como
debe, preparado para una institucin de esta clase, con arreglo a los
buenos principios adoptados actualmente en todas partes pero no en el
aula.

221
Los edificios que se van construyendo en el da, para escuelas pri-
marias, tienen ya generalmente corral o patio, un lugar, en fin, donde
los nios puedan ejercitarse, jugar tambin, con entera libertad y segu-
ridad, a la vista del maestro o persona de su familia que sin grandes
molestias puede libertarles de los riesgos de toda clase que corren fue-
ra de la escuela. Desde luego, la sola circunstancia de tener sitio cmo-
do, en el mismo local para los juegos y recreos a que se entregan en las
calles pblicas, desde el momento en que salen de la escuela, es para
ellos un motivo poderoso para que concurran antes de la hora seala-
da, seguros como estn, de encontrarse all los compaeros que nece-
sitan para sus entretenimientos. Este mismo motivo contribuir a que
no se apresuren a salir corriendo a la calle tan pronto como concluyen
sus tareas en el aula. Y este es un paso muy importante dado en favor
de la educacin fsica, moral y hasta la intelectual, por las razones que
hemos indicado ya y esplanaremos en otro lugar.
Dentro del edificio, en el patio o corral, podrn entregarse los nios
a entretenimientos y juegos tan diversos como pueden desear y mucho
ms inocentes y tiles que los que suelen tener lugar en los sitios p-
blicos de las grandes poblaciones especialmente. A la vista del maes-
tro, dirigidos y auxiliados por ste muchas veces, se obtiene en primer
lugar la ventaja de que el mal ejemplo exterior y las malas compaas
no inutilicen en un momento todos los buenos resultados obtenidos
con las lecciones recibidas en la escuela, con las mximas repetidas y
con los consejos y el ejemplo del maestro. En el da es cosa sabida que
el recogimiento de los nios, aun mayores de diez aos, en escuelas
bien dirigidas donde pueden concillarse la enseanza literaria de los
discpulos, con los ejercicios agradables de stos, el aprendizaje de al-
gn trabajo o industria til es acaso el solo medio de corregir sus cos-
tumbres, convirtindolas en hbitos saludables y permanentes.
Por otra parte, la eleccin del maestro relativamente a los ejercicios
ms convenientes a sus discpulos, contribuir a una gimnstica bien
entendida, en inteligencia de que la mejor en esta edad es siempre
aquella en que se ponen en movimiento mayor nmero de msculos
voluntarios, sin ms esfuerzos que aquellos a que los impele su propia
voluntad. Sobre todo aquellos msculos que contribuyen especialmen-
te a lo que se dice de ordinario fuerza fsica o agilidad, los de los miem-
bros superiores o inferiores, los de la espalda y en general del tronco.
La carrera, el salto, que entran por tanto en los juegos naturales de los
nios, la subida por lugares ms o menos pendientes, escabrosos y di-
fciles sin riesgo conocido, etc.
Los ejercicios y juegos de la niez y especialmente algunos de ellos,
contribuyen eficazmente, al desarrollo, vigor y espedicion de los senti-
dos corporales, sobre todo, de los ms importantes, como la vista, el
odo y el tacto. Por esta razn la acertada eleccin de estos ejercicios
favorece tan notablemente el desarrollo de las facultades intelectuales

222
que cuando los sentidos no se han ejercitado suficientemente en la pri-
mera edad, la inteligencia del individuo es de ordinario limitada o se
desenvuelve con lentitud y dificultad. Las primeras facultades menta-
les que preceden a todas las dems: la sensacin, la percepcin y la
atencin puede decirse que en tanto son tiles en cuanto obran en con-
secuencia de rganos ms o menos perfectos y ms bien ejercitados.
Cuando hemos hablado de esta especie de ejercicios en la segunda
poca de la educacin, hicimos expresa mencin de algunos juegos a
que son muy aficionados los nios, y de que se puede sacar mucho
partido en beneficio de los sentidos; y en el Manual de las escuelas de
prvulos se llama la atencin sobre otras y se explica la razn, por qu
y cmo se produce este resultado. Conocidos los principios en que se
funda la prctica de ejercitar los sentidos con el objeto de aumentar el
poder de todos y en particular el de cada uno de ellos; no ser preciso
que determinemos la especie de ejercicios o entretenimientos ms con-
venientes en esta tercera poca.

PABLO MONTESINO. Curso de Educacin. Mtodos de Enseanza


y Pedagoga. Edicin de Anastasio Martnez Navarro.
Madrid. Ministerio de Educacin y Ciencia. 1988

JUAN MANUEL BALLESTEROS


Curso elemental de instruccin de ciegos (1847)
Educacin fsica de los ciegos

Necesitan los ciegos de la educacin fsica, la que debe consistir en


las reglas generales de higiene aplicadas al temperamento y situacin
particular de los ciegos. Adems, y esto es muy importante, se deben
adoptar para ellos algunos ejercicios gimnsticos, no los que tienden a
hacer alarde de habilidad y de fuerza, sino los que procuran al cuerpo
saludable movimiento y tienden a robustecerle. Parece a primera vista
ridculo proponer ejercicios de gimnstica para los ciegos; yo, sin em-
bargo, estoy bien convencido de su utilidad, y en todo caso los he ensa-
yado antes de proponerlos. En un jardn donde podra proporcionarles
este desahogo, los he visto dar paseos sin gua, ejecutar marchas acom-
pasadas, asidos unos a otros, ejercitarse de varias maneras en los co-
lumpios, correr asidos a una cuerda sujeta con anillos a lo largo de una
pared, y aun trepar a un elevado mstil, para lo que se requera cierta-
mente destreza y serenidad. Todo esto fortifica los msculos, corrige

223
todos los defectos que se originan de la inmovilidad, y contribuye tam-
bin a que los ciegos se presenten y mantengan en la actitud debida.
Tocante a las actitudes y movimientos de brazos y de manos, se corri-
gen naturalmente cuando stas tienen que atender al reconocimiento y
manejo de los objetos de enseanza.

JUAN MANUEL BALLESTEROS.Curso elemental de instruccin de ciegos.


Madrid. Imprenta del Colegio de sordo-mudos y ciegos. 1847

H. SPENCER
La educacin fsica, intelectual y moral (1861)
De la educacin fsica

El asunto es serio, sin embargo. Por posible que el contraste parez-


ca, el hecho que implica no es menos desastroso. Como observa un
pensador, la primera condicin de xito en el mundo es ser un buen
animal, y la primera condicin de la prosperidad nacional es que la
nacin est compuesta de buenos animales. No slo sucede frecuente-
mente que el xito de una guerra depende de la robustez y del valor de
los soldados, sino que en las luchas industriales tambin la victoria es
compaera del vigor fsico de los productores. Bajo este punto de vista,
hasta hoy no tenemos motivos para temer la inferioridad de nuestro
ejrcito en los campos de batalla; pero los hay para sospechar que no
tardaremos en ser sometidos a rudas pruebas. La lucha por la exis-
tencia es tan viva en los tiempos modernos, que no sern muchos los
que consigan salir vencedores. Ya sucumben millares de individuos
bajo la excesiva presin que sufren. Si esta presin, como es probable,
contina aumentando, se quebrantarn rudamente las mejores consti-
tuciones. Es, pues, extraordinariamente importante el educar a los ni-
os de manera que sean aptos, no slo para sostener la lucha intelec-
tual que les espera, sino que tambin para soportar fsicamente la ex-
cesiva fatiga que sobre ellos pesar.
Felizmente, se comienza a pensar en ello. Los escritos de Kingsley
denotan que se opera una reaccin en el pblico contra el exceso y la
precocidad de la cultura intelectual en los nios, reaccin que, como
todas, es llevada tal vez demasiado lejos. De vez en cuando, cartas o
artculos insertos en los peridicos dan testimonio del creciente inte-
rs por la educacin fsica, y el nacimiento de una escuela a que se ha
dado el significativo ttulo de La Cristiandad Muscular revela que la

224
opinin comienza a comprender que nuestro sistema de educacin
deja bastante que desear respecto al desarrollo fsico del nio. El terre-
no est, pues, preparado para la reforma...
Son ya muy pocos los que no se preocupan de la importancia del
ejercicio corporal, por lo que tal vez es menos necesario hablar de esa
parte de la educacin fsica que de las anteriores. Las escuelas pbli-
cas y particulares tienen todas gimnasio y sala de recreo bastante bien
acondicionados, y de ordinario se destina algn rato a pasear, recono-
ciendo la conveniencia de hacerlo as. En esto, ya que no en otras co-
sas, se admite que debe seguirse el instinto natural de los jvenes, y en
la costumbre nueva de intercalar entre las largas lecciones de la maa-
na y de la tarde algunos minutos de recreo al aire libre vemos robuste-
cerse la tendencia a poner de acuerdo los reglamentos escolares con
las sensaciones fsicas de los alumnos. Tenemos, pues, poca cosa que
decir aqu, sea como exposicin de motivos, sea como consejos prc-
ticos.
Pero al reconocer que se admita la necesidad del ejercicio, nos he-
mos visto obligados a decir en lo que respecta a los nios, porque
desgraciadamente no es lo mismo con relacin a las nias. Tenemos
casualmente ocasin personal de hacer todos los das comparaciones
bajo este punto de vista. Hay al pie de nuestras ventanas dos colegios,
uno de nios y otro de nias, y el contraste entre ambos es pasmoso.
En el primero se ha convertido la mayor parte de un gran jardn en un
terreno descubierto y arenoso, que proporciona vasto campo para jue-
gos de todas clases, y en el que abundan postes y barras para los ejer-
cicios gimnsticos. Todos los das, antes del desayuno, a las once, al
mediodia, por la tarde despus de las clases, ensordece la vecindad un
coro de gritos y de risas, que la advierte que los alumnos salen de clase
y van a correr y saltar. En tanto que permanecen en el jardn, los ojos
y los odos dan testimonio de que los nios se entregan a esa agradable
actividad que acelera el pulso y asegura el saludable ejercicio de todos
los rganos. Cuan diferente es el cuadro que presenta el segundo cole-
gio! Antes de que se nos dijera, no sabamos que estbamos tan cerca
de un establecimiento de educacin de seoritas. El jardn, tan ex-
tenso como el otro, no ofrece nada de particular para servir a los entre-
tenimientos propios de la juventud; est todo formado por prados arti-
ficiales, por calles de rboles enarenadas, por bosquecillos y por flores,
como los jardines ordinarios. Durante cinco meses no hemos odo ni
un grito ni una risa. Algunas veces se distingue a las jvenes, que ora
avanzan lentamente por las alamedas, con los libros de estudio en la
mano, ora se pasean dndose el brazo. Una sola vez hemos visto una
que corra tras de otra alrededor del jardn. Con esta nica excepcin
quizs, no hemos notado que se entregasen jams a ningn ejercicio
violento.

225
Por qu esa pasmosa diferencia? Es que la constitucin de las ni-
as difiere tan esencialmente de la de los nios, que no necesitan de
esos ejercicios activos? Es que las nias no participan de los gustos
que impulsan a los chicos a sus juegos bulliciosos? O bien, debe pen-
sarse que, mientras la Naturaleza ha dado esos gustos a los jvenes
como estmulos a una actividad sin la cual no pueden desarrollarse
suficientemente, slo ha dotado de ellos a sus hermanas para que sir-
van de vejamen a las directoras de colegio? No; lo probable es que no
engaamos acerca del pensamiento que solemos atribuir a las perso-
nas encargadas de la educacin del bello sexo. Aunque vagamente, sos-
pechamos que dichas personas estn bajo el imperio de la idea de que
no es conveniente determinar en las jvenes un robusto desenvolvi-
miento fsico; que la salud fuerte y el gran vigor son cualidades plebe-
yas; que cierta delicadeza, una fuerza calculada por paseos de una mi-
lla o dos, un apetito escaso satisfecho fcilmente, unido todo esto a esa
timidez que es compaera de la debilidad, se reputan cualidades ms
propias de las seoritas. No esperemos que se confiese, pero presumi-
mos que en el espritu de las directoras de colegio se acaricia un ideal
de seoritas muy parecido al expuesto. Si es as, no puede negarse la
perfeccin del sistema establecido. Pero suponer que ese ideal sea tam-
bin el de los hombres, es un profundo error. Sin duda, es cierto que
no se sienten atrados por las mujeres de formas varoniles; admitimos
sin obstculo que cierta debilidad relativa, que parece reclamar protec-
cin, constituye para ellos un atractivo. Pero la diferencia que corres-
ponde a los sentimientos del hombre es la diferencia preestablecida, y
sin que se recurra a medios artificiales se afirmar por s misma lo
bastante; y cuando con artificiales procedimientos se logre que el gra-
do de diferencia traspase el lmite por la Naturaleza trazado, se crear
un principio de repulsin ms bien que un elemento de atraccin.
Entonces, se deber permitir a las nias que corran como locas y
crezcan entre brincos y porrazos?, exclamar algn censor de cos-
tumbres. Tal es, nos lo imaginamos, el temor siempre presente al esp-
ritu de las directoras de colegio. Resulta de informes exactados que,
en los establecimientos de educacin para seoritas, se consideran
como transgresiones punibles los juegos ruidosos a que diariamente se
entregan los nios, e inferimos que les son prohibidos por temor a que
adquieran hbitos impropios de seoritas bien educadas. Este miedo,
sin embargo, carece de fundamento, porque si los juegos activos per-
mitidos a los nios no les impiden tener ms tarde maneras de caballe-
ro, por qu esos mismos juegos impediran a las nias adquirir a su
tiempo maneras de seora? Por rudos que hayan podido ser sus re-
creos en la sala de juegos del colegio, ninguna joven se entretendr en
dar volteretas en la calle ni en saltar a pie juntillas en un saln. Al dejar
sus chaquetas dejan a la vez los juegos de nia, poniendo un cuidado
extremo a veces un cuidado risible en evitar toda apariencia mas-

226
culina. Si al cumplir cierta edad el sentimiento de la dignidad de hom-
bre pone fin a los juegos de los nios no pondr fin a su tiempo el
sentimiento de la modestia femenina a los juegos de las nias? No
respetan an ms las apariencias las mujeres que los hombres? Cuan
absurdo es suponer que los instintos de la mujer no se afirmaran por
s mismos, sin necesidad de recurrir a la rigurosa disciplina de las di-
rectoras de colegio!
En este caso, como en todos, para remediar los males producidos
por un tratamiento artificial se acude a otro tratamiento artificial.
Como se haba prohibido el ejercicio espontneo y se vean claramente
los efectos de la falta de ejercicio, se ha adoptado un sistema de ejerci-
cio ficticio, cual es la gimnasia. Ciertamente que ms vale esto que
nada; pero negamos formalmente que sea un equivalente del juego.
Los inconvenientes de este sistema son, a la vez, positivos y negativos.
En primer trmino, esos movimientos acompasados, necesariamente
ms montonos que los determinados por el ejercicio espontneo, no
aseguran una igual distribucin de actividad entre todas las partes del
cuerpo, de lo cual resulta que, obrando tan slo en una porcin del
sistema muscular, sobreviene ms pronto la fatiga hecho que, entre
parntesis, origina, si se persiste en tales ejercicios, el desarrollo des-
proporcionado de las diferentes partes del cuerpo. Adems, no slo
se distribuyen desigualmente los efectos del ejercicio, sino que, no yen-
do acompaado ste de placer es menos saludable, pues aun cuando
no enojen al alumno por el carcter de lecciones que revisten, esos mo-
vimientos montonos se tornan molestos careciendo del afractivo de
los juegos variados. Pero no hemos expuesto todava la objecin ms
poderosa. La gimnasia es inferior a los juegos como cantidad de ejerci-
cio muscular, y les es tambin inferior, y esto es lo ms importante,
desde el punto de vista de la calidad. Esa falta relativa de placer, causa
de que se abandonen al poco rato los ejercicios artificiales, influye
para que stos no produzcan sino efectos muy medianos en el organis-
mo. La idea vulgar de que con tal que se obtenga la misma suma de
ejercicio corporal importa poco que ste sea agradable o no, encierra
grave error. La excitacin cerebral acompaada de placer ejerce en el
cuerpo una influencia en extremo beneficiosa. Vase el efecto produ-
cido en un enfermo por una buena noticia o por la vista de un antiguo
amigo! Obsrvese cmo los mdicos recomiendan a las personas dbi-
les las sociedades recreativas! Recurdese cunto bien reporta a la sa-
lud el cambio de lugares! Lo cierto es que la felicidad es el ms pode-
roso de los tnicos. Acelerando el movimiento del pulso, facilita el
cumplimiento de todas las funciones, tendiendo a aumentar la salud
cuando se posee y a restablecerla cuando se ha perdido. De aqu la
superioridad intrnseca del juego sobre la gimnasia. El extremo inters
que los nios toman en el primero, la alegra desordenada con que se
abandonan a sus locas ocurrencias, son en s mismos tan importantes

227
al desarrollo fsico como el ejercicio que les acompaa. Y por carecer
de estos estmulos morales, la gimnasia es esencialmente defectuosa.
De consiguiente, reconociendo, como reconocemos, que la gimna-
sia es preferible a la falta de todo movimiento, que es imposible servir-
se de ella con ventaja como medio supletorio, sostenemos que no es
dable sustituirla nunca a los ejercicios por la Naturaleza indicados.
Para las nias, como para los nios, los juegos a que unas y otros les
impulsan sus naturales instintos son esenciales a su bienestar corpo-
ral. Quien se los prohiba, les prohibe usar medios divinamente institui-
dos para su desarrollo...
Resulta de lo dicho que la educacin fsica de los nios es defectuo-
sa bajo todos aspectos. Lo es por la insuficiencia de la alimentacin,
por la influencia del vestido, por la influencia del ejercicio al menos
en lo referente a las nias y por el exceso de aplicacin mental. Este
rgimen, considerado en su conjunto, es extraordinariamente exigen-
te. Pide mucho y da poco. En la manera como dirige y aplica las fuer-
zas vitales, toma indiscretamente la vida del adulto como ideal de la
vida del joven. Desconoce la verdad de que, si en el feto se emplea toda
la vitalidad en el crecimiento, si en los primeros aos de la vida se di-
rige al mismo objeto, de suerte tal que apenas queda parte de ella para
la accin fsica y mental, el crecimiento contina siendo en la infancia
y la juventud el objeto dominante, al cual deben estar subordinados
todos los dems. En inters del crecimiento, es preciso dar muchas
fuerzas al organismo y sustraerle pocas. Es necesario disminuir la ac-
tividad corporal e intelectual en proporcin de la rapidez con que el
individuo crece, y no aumentarla sino en lo futuro y a medida que va
dejando de crecer.
La razn de ser de nuestra educacin de alta presin estriba en que
sta es producto natural de la clase de civilizacin porque atravesa-
mos. En los tiempos primitivos, cuando atacarse y defenderse era la
primera de las actividades sociales, constitua el vigor corporal el desi-
dertum de la educacin: educacin que en esta poca era casi exclusi-
vamente fsica. Cuidbanse entonces poco de la cultura del espritu, y
hasta ms tarde, en los tiempos feudales, se la trataba con menospre-
cio. Pero hoy que impera en el mundo un estado de paz relativa; hoy
que la fuerza muscular apenas sirve ms que para los trabajos manua-
les y que el xito en la vida depende casi por completo de la inteligen-
cia, nuestra educacin es casi exclusivamente intelectual. En vez de
atender al cuerpo y de olvidar el espritu, atendemos a ste y olvidamos
a aqul.
Estos puntos de vista son errneos ambos. No hemos comprendido
an la verdad de que, puesto que la vida fsica sirve de sostn a la mo-
ral, no debemos desarrollar sta a expensas de la primera. Las dos con-
cepciones de la educacin, la antigua y la moderna, deben combinarse.

228
Quizs nada contribuir tanto a apresurar el momento en que el
cuerpo y el espritu sean objeto de cuidados semejantes, como la difu-
sin de esta creencia; que la conservacin de la salud es uno de nues-
tros deberes. Pocos parecen comprender que exista algo en el mundo
que pueda recibir el nombre de moralidad fsica. En general, las accio-
nes y palabras de los hombres implican la idea de que les es lcito tra-
tar su cuerpo como mejor les parezca. Los males que se irrogan por su
rebelin contra las leyes de la Naturaleza los consideran como acci-
dentes, no como efectos de su conducta ms o menos viciosa. Aunque
las funestas consecuencias de su conducta sean en ellos y en sus des-
cendientes tan deplorables como las del crimen, no se creen crimina-
les, sino antes bien, los seres ms inocentes del mundo. Es cierto que
en los casos de embriaguez se reconoce lo que hay de vicioso en la
transgresin; pero nadie deduce de ello, al parecer, que si en esta
transgresin de las leyes de la higiene hay verdadera falta, no la hay
menor en todas las transgresiones de la misma naturaleza. La verdad
es que todo el dao impuesto voluntariamente a la salud es un pecado
fsico. Cuando todo el mundo est de ello convencido, entonces, y no
antes, probablemente, la educacin fsica de la juventud alcanzar la
atencin que con justicia reclama.

H. SPENCER. Ensayos sobre Pedagoga.


Madrid. Akal. 1983

DANIEL GOTTLIEB MORITZ SCHREBER


Manual popular de Gimnasia de Sala (1864)
Regla comn a todos los ejercicios

1 Los ejercicios que describiremos estn dispuestos de manera


que puedan sin inconveniente practicarse por todo el mundo, cual-
quiera que sea el sexo y edad en que el individuo se encuentre: cuando
de esta regla general haya alguna escepcin, cuidaremos de indicarla
en el lugar oportuno. Solo existe una que puede considerarse como ab-
soluta: es la obesidad, que no permite sino movimientos muy suaves y
continuados, el paseo, por ejemplo, y nunca ejercicios fuertes.
2 Una vez comenzados, deben continuarse con perseverancia, a
menos que nuestro mtodo no vare, obligndonos entonces a cam-
biarlos. Se les debe destinar un tiempo fijo en el empleo del dia como
se hace con las horas de las comidas; y aun cuando se haya logrado por

229
su uso la curacin apetecida, deba aun continuarse en ellos durante
algn tiempo. Solo con esta condicin puede esperarse un resultado
favorable y duradero. Todo hombre de buen sentido sabr hacer en
beneficio de su salud un sacrificio tan fcil.
3 Se deber elegir de preferencia el tiempo que precede a las comi-
das ordinarias, desayuno, comida o cena; pero cuidando, sin embargo,
que medie entre el ejercicio y la comida un intervalo de quince minu-
tos, a fin de dejar el tiempo de descanso necesario a los msculos de
las vas digestivas que han sido ligeramente escitados. Debe procurar-
se, siempre que sea posible, que el estmago y aun los intestinos se
encuentren vacos; por esta razn hemos recomendado que se practi-
quen momentos antes de las comidas, dando de esta manera espacio
suficiente para que haya terminado la digestin de la anterior. Este es
el mejor medio de obtener la regularidad y la perseverancia.
4 Debe evitarse con cuidadoso esmero tener los vestidos muy ajus-
tados, principalmente en el cuello, pecho y vientre.
5 Cuando hay tendencia o predisposicin a las congestiones de al-
gunos rganos, a las hemorragias, a las afecciones orgnicas, a las her-
nias, enfermedades todas que la gimnasia puede curar radicalmente si
no son demasiado antiguas, los ejercicios deben ser dirigidos y vigila-
dos por un mdico que elegir los ms convenientes, modificndolos
segn las circunstancias. En todos los casos es preciso observar con
escrupulosa exactitud la regla nmero 6. Las personas afectadas de
hernias no deben practicar ningn ejercicio, sino despus de haber
contenido previamente las partes herniadas con un vendaje apropiado.
6 Si se aceleran la respiracin y los latidos del corazn por conse-
cuencia de los movimientos, es necesario, antes de continuarlos, esperar
a que aquellas funciones hayan vuelto a su estado normal.
7 En los momentos de descanso es muy conveniente respirar con
fuerza, haciendo inspiraciones lentas y profundas, como en el acto de
bostezar: para esto no debe dejarse caer el brazo a lo largo del cuerpo,
sino colocar las manos sobre las caderas: elevando de este modo los
hombros, se disminuye el peso que gravita sobre el pecho y se facilita
la respiracin. Esta sencilla accin que ponen en prctica instintiva-
mente las personas muy activas, es importantsima y saludable para
desarrollar los pulmones dndoles energa y libertad en sus funciones,
y porque mejora de una manera segura y natural la circulacin, sobre
todo la de la mitad inferior del cuerpo. Se debe pues recomendar a las
personas sedentarias que repitan diariamente estas fuertes inspiracio-
nes (lo cual es muy fcil cuando se pasea al aire libre). En efecto, la
naturaleza de las ocupaciones de estos sugetos les impide hacer fun-
cionar los msculos del brazo y pecho; y respiran por consiguiente de
una manera incompleta, y por decirlo as, a medias: esto esplica cmo,
aun en individuos de edad poco avanzada, ha demostrado la autopsia
la existencia de clulas pulmonales atrofiadas y degeneradas, y de ca-

230
vernas que hacan la respiracin difcil y hasta imposible. Mas adelan-
te insistiremos en las grandsimas ventajas que puede obtener la medi-
cina de las respiraciones ya iguales, ya desiguales.
8 Los movimientos deben hacerse lentamente, sin precipitacin
ni violencia, pero con toda la energa de accin muscular de que sea
capaz el sugeto que los practica, y conformndose, en cuanto sea posi-
ble, a las indicaciones que con relacin a cada uno hacemos, y que
para mayor claridad se han representado en las figuras. Es necesario
evitar muy especialmente los movimientos bruscos, angulares e inti-
les; deben ser limpios y continuos, no ejecutados en varios tiempos;
perfeccin que no se consigue sino despus de algunos das y a fuerza
de hbito. Este es el nico medio de concentrar las fuerzas vitales en
las partes que se ejercitan.
9 El resultado favorable de los movimientos gimnsticos depende
sobre todo del buen mtodo con que se los dirija. Su duracin, energa
y dems circunstancias deben variar segn los individuos: limitados y
de poco tiempo en el principio, se van progresivamente aumentando al
cabo de un cierto nmero de ejercicios. Procuraremos, en cuanto nos
sea posible, determinar la medida necesaria para obtener buenos efec-
tos, tanto en los casos sencillos, como en aquellos otros en que se em-
plea este mtodo con un objeto curativo. Hay dos circunstancias que es
necesario no perder nunca de vista: 1* que la fatiga que momentnea-
mente se esperimenta desaparezca con el reposo; 2^ que no se sufran
fuertes dolores musculares. Sin embargo, es preciso no confundir es-
tos dolores de que acabamos de hablar, con los ligeros que se advierten
cuando uno empieza a dedicarse a los movimientos gimnsticos: los
ltimos producen un efecto saludable, son naturales y estn completa-
mente exentos de peligro: estos dos puntos deben observarse con cui-
dadoso esmero, sobre todo en la primera poca. Si a pesar de las pre-
cauciones adoptadas, los principiantes sufriesen algunos dolores mus-
culares, lo cual sucede con mucha frecuencia, seria preciso empezar
por suspender por algunos dias los ejercicios para comenzar de nuevo
con otros menos fuertes y mas lentos. De esta manera se consigue que
muy pronto y con solo un poco de hbito, los enfermos ejecuten movi-
mientos ligeros que no habran podido hacer si fuesen un poco ms
difciles. Es muy importante que todo el mundo comprenda que el
buen xito de la gimnasia, que con el mayor encarecimiento y la mas
profunda conviccin recomendamos, no consiste en practicar prolon-
gados y violentos trabajos: su importancia, sus estraordinarios resulta-
dos estn en ordenarlos convenientemente, de modo que conduzcan a
activar el organismo y a seguir una marcha regular en la reparacin; es
decir, en la renovacin de las fuerzas empleadas; entonces se llegar a
conseguir un efecto favorable; pero fuera de este lmite no podra me-
nos de ser muy perjudicial.

231
Cuando la fibra muscular se ha violentado, se modifica patolgica-
mente, se endurece, pierde su elasticidad y se hace menos apta para
desempear las funciones a que est destinada. La actividad vital se
debilita en lugar de aumentarse.
En las afecciones crnicas no deben impacientarse los enfermos
por no conseguir rpidamente, y como a la fuerza, el objeto que se
haban propuesto, porque este resultado tan pronto, le hace imposible
la naturaleza de su mal. Si se ha calculado cientficamente y con buen
juicio, que se podran obtener resultados favorables de la gimnasia, se
conseguirn seguramente, pero por grados. As pues, es indispensable
marchar por transiciones graduadas y siempre con justa medida.
10 Si despus de llevar mucho tiempo de ejercicios, se necesita
aumentar la actividad muscular, puede conseguirse, especialmente en
los movimientos de los brazos, sosteniendo en las manos dos bolas de
madera o hierro de un peso de dos a seis libras, y practicando los mis-
mos movimientos que si no se tuviese carga alguna.
11 Si se quiere reunir a la accin de esta gimnasia de sala los efec-
tos del aire libre, no hay inconveniente en que se abran las ventanas; lo
cual siempre es provechoso aun en las estaciones fras, pero a condi-
cin de que se tomen las precauciones debidas.
12 El rgimen general depende necesariamente de las indicacio-
nes individuales. Pero, cualesquiera que sean las exigencias de la sa-
lud, en estas circunstancias, como siempre, dar un escelente resulta-
do un rgimen sencillo, sobrio, convenientemente ordenado, sin ser
minucioso hasta la escrupulosidad.
13 En los casos de enfermedad, no deben abandonarse mas que los
ejercicios que sean incompatibles con el padecimiento. Las dems cir-
cunstancias que pueden ocurrir en la vida, no escluyen los trabajos
gimnsticos; pero dan lugar a veces a modificaciones que procurare-
mos indicar en cada precepto en particular.

MANUAL POPULAR DE GIMNASIA de sala mdica e higinica o re-


presentacin y descripcin de los movimientos gimnsticos que, no exi-
giendo ningn aparato para su ejecucin, pueden practicarse en todas
partes y por toda clase de personas de uno y otro sexo,
por D. G. M. Schreber.
Madrid. Carlos Baylly-Bailliere. 1864

232
FIO. 40. Fin. 41

La gimnasia de sala permita su prctica en los domicilios de las grandes


ciudades, tal como se comprueba en estos grabados correspondientes a un
manual ingls (Physical Training at Home) que data de 1898.

233
PEDRO CARLIER
Tratado de gimnasia mdica y civil (1867)
Idea general de los aparatos constantes

Por mquina, se entiende los aparatos sujetos a uno o ms puntos,


bien con movimiento o sin l y que permanecen constantemente en un
mismo lugar, una vez destinados a los ejercicios gimnsticos de que
son susceptibles y capaces de contener una o ms personas a la vez.
Instrumento, es todo aquello que es manejable y fcil de transpor-
tar por una o dos personas: a las mquinas e instrumentos se les da el
nombre de aparatos en general.
Las mquinas se dividen con relacin a sus ejercicios, en constan-
tes y alternas, correspondiendo todos los instrumentos a esta ltima
denominacin.
Llmanse constantes aquellas que se prestan a preferentes trabajos
y sin gran relacin unas con otras, determinando una marcada condi-
cin en el desarrollo material del individuo, y por cuya razn se hace
preciso y conveniente un diario y constante trabajo en ellas: estas son
cuatro: paralelas, argollas o anillas, trapecio y escalera oblicua.
Las paralelas, mquina esclusivamente para el desarrollo de pecto-
rales y estensores; pues si bien es verdad que al ejecutar en ellas sus
distintos ejercicios, todos los msculos en general ya directa o indirec-
tamente contribuyen a su ejecucin, tambin lo es que con el continuo
trabajo de esta mquina, el desarrollo de dichos pectorales y estenso-
res se percibe considerablemente, permitiendo distinguirlo y apreciar-
lo sobre los dems, por ejercer estos la parte ms activa y principal del
trabajo.
Las argollas, cuyos fuertes ejercicios son esclusivamente de brazos,
pectorales en segundo trmino y de cintura en tercero.
El trapecio puede considerarse como el aparato constante donde se
enlazan y relacionan todos los ejercicios y adelantos hechos en los de-
ms pues en l trabajan los brazos, cintura, piernas, cuello, etc., razn
por la que debe considerrsele como de suma importancia; en l, es
donde puede apreciarse no solo la inteligencia y sistema de la ensean-
za gimnstica de los profesores, sino los adelantos as en los ejercicios,
como en el desarrollo natural de los alumnos; algunos le han conside-
rado sin fundamento para ello, perjudicial y espuesto para el trabajo,
eliminndole en los gimnasios, cuando con mucha ms razn pudie-
ran entonces suprimirse las paralelas, cuyos ejercicios llamados de
fondo, son tan tiles y convenientes cuando son dirigidos sistemtica-
mente, como perjudiciales en caso contrario, puesto que interesan de
un modo absoluto a la cabida pectoral: las subidas de escalas, escale-
ras, mstiles o cucaas, perchas y cuerdas, fijadas a gran altura en que
la mala colocacin de una mano, la distraccin, un calambre, una ins-

234
tantnea turbacin de la vista; el desprendimiento de estos aparatos
por falta de vigilancia en examinar sus puntos de apoyo, desprendin-
dose sus ganchos y argollas de la viga o mstil que les sostiene, y otra
porcin de causas, que a mi modo de ver, ofrecen ms peligro y espo-
sicin que la mquina a que me refiero; pero ninguno hay ni puede
haber, ejercindose la mencionada vigilancia en los aparatos que se
recomienda a los profesores y el orden y buena direccin de los ejerci-
cios; as es, que al paso que en los gimnasios pblicos, guiados conve-
nientemente por sus directores, es difcil y rara vez se lamenta algn
incidente desagradable y que por fortuna no suelen ser graves ni de
consecuencias, en los gimnasios de aficionados, donde esta buena di-
reccin falta, ocurren frecuentes desgracias de consideracin, que dan
lugar a suprimirlos al poco tiempo de su instalacin; esto lo han de
tener muy presente los padres y tutores de los jvenes, prohibindoles
se dediquen a los trabajos gimnsticos siempre que stos no sean diri-
gidos por hbiles e inteligentes profesores.
El trapecio por su especial condicin, se presta a multitud de bien
combinados ejercicios y bengalas, todos de vista, lucimiento y conve-
niencia material, dando lugar por los descansos que en l pueden ha-
cerse, ya sea sentado o de corbas, a un trabajo constante, variado y de
mas duracin que en los otros aparatos; por esta razn lo describo al
hacer mencin de l, con ms detencin y latitud que a los dems,
componiendo de todos sus ejercicios, catorce modos en escala paulati-
na y ascendente.
La escalera oblicua, es la cuarta mquina constante, y sus'ejercicios
puramente de flexores, dndole la preferencia entre las dems de su
especie, por prestarse su construccin de banzos o peldaos y montan-
tes a ms variedad y trabajo.
En vista de estas razones, la marcha que debe seguirse en todas las
clases de un gimnasio civil, a escepcin de las mdicas, cuyos alumnos
no harn otros ejercicios que aquellos que el director facultativo les
ordene como propios y convenientes, para corregirles la dolencia o de-
fecto fsico que a cada uno aqueje, ser la siguiente:
Los alumnos que pasen de quince aos, darn principio por los ele-
mentales los lunes y sbados; mircoles y viernes los de maza, y martes
y jueves los de bilboquets; los menores de quince aos; los de tempera-
mento dbil y los que llevando poco tiempo de ejecutar los ejercicios
gimnsticos en general, o que su desarrollo material no lo permita, ve-
rificarn constantemente los referidos elementales: concluidos estos
marcharn a las paralelas para las estensiones de piernas, segn queda
dicho en la parte que se refiere a los profesores; concluido el trabajo de
paralelas, siguen las otras mquinas constantes, argollas, trapecio y
escalera oblicua; concluidos estos ejercicios y despus de un descanso
de doce minutos, darn principio a los altemos los que se hallarn in-
dicados y que correspondan al da, en el cuadro correspondiente, dan-

235
do fin por el trabajo de pesas, hecho por todas las secciones a la vez, si
el nmero de parejas de estas lo permite, o por secciones, procurando
no dar en estos ejercicios, mas descanso que el empleado para verificar
cada uno de los cuatro en que se divide, llamando acto continuo a otra
seccin tan pronto la que trabaja, las deja en el terreno.
Es conveniente tratndose de alumnos de regular desarrollo, que
despus de concluidos los anteriores ejercicios de pesas, tiren pulsos
en las paralelas, observando las reglas que para ello se darn en el lu-
gar que le corresponde, y concluidos estos, se coloquen en resistencia
de aquellas, despus de hechas las estensiones que sus fuerzas lo per-
mitan, siendo oportuno para dar la elasticidad a los brazos que este
fuerte trabajo ha contrado, colocarse en seguida en las barras de sus-
pensin en aptitud de resistencia, con lo que se dar por terminada la
clase del da.

PEDRO CARLIER, TRATADO DE GIMNASIA MDICA Y CIVIL.


Santander. Imprenta de I. Gonzlez. 1867

JOS MONLAU
Nociones de fisiologa e higiene (1870)
Sobre los baos

976. Los baos consisten en la prolongada inmersin del cuerpo


en el agua.
977. Se dividen en parciales o locales y generales, segn la inmer-
sin se limite a parte del cuerpo no ms, o se extienda a su totalidad
salvo la cabeza.
978. Los baos parciales reciben nombres distintos segn la re-
gin del cuerpo que se bao: as llmanse pediluvios los baos de pies,
de asiento los de la pelvis y nalgas solamente, semicupios los de la mi-
tad inferior hasta la cintura, maniluvios los de las manos, etc.
979. Los baos generales se dividen por razn de la temperatura
del agua en fros, templados y tibios o calientes.
980. Baos fros son los de agua a la temperatura ordinaria segn
las estaciones. Determinan el reflujo de la sangre desde la superficie
del cuerpo a los rganos internos, y de ah la consiguiente palidez; cau-
san un temblor convulsivo resultado de la prdida de calrico que el
cuerpo experimenta; y al propio tiempo que se suspende la exhalacin
aumenta la secrecin de la orina.

236
Estos baos estimulan y hasta entonan, pero su abuso en nmero o
duracin debilita. En verano son muy convenientes para refrescar el
cuerpo.
981. Baos templados son los de agua a temperatura agradable al
cuerpo, segn las estaciones. Son los verdaderos baos de limpieza
que no obran de otra suerte mas que lavando la piel, y que por consi-
guiente convienen a toda clase de personas y en todas las estaciones.
982. Baos calientes son los de agua a la temperatura de veinte a
treinta grados. Tibios estos baos son calmantes y reparadores y con-
vienen a toda clase de individuos sea cual fuere su edad, sexo y tempe-
ramento; pero muy calientes debilitan, inundan de sudor cara y cr-
neo, y hasta pueden causar una congestin cerebral.
983. Los baos templados y calientes deben tomarse por precisin
en baos o tinas; pero los fros pueden tomarse tambin en las aguas
corrientes de los ros o de los mares.
984. Acerca de las tinas se ha de cuidar de que, as las fijas como
las porttiles, estn bien limpias lavndolas luego de tomado el bao,
y volvindolas a lavar antes de llenarlas de nuevo. Por supuesto que el
agua que ha servido una vez debe tirarse, y de ningn modo utilizarla
para otro bao.
985. La pieza destinada al bao ha de tener dimensiones regula-
res, y se la ventilar bien si el agua se ha calentado dentro de la misma
con hornillos, aunque lo mejor es introducirla ya caliente en cubos o
por caeras.
986. El nmero de baos de limpieza que deben tomarse tiene por
mero regulador el estado de la piel, y claro est que en verano se re-
quieren ms que en invierno. Tambin debe tomarse uno despus de
un viaje, as como despus que el cuerpo haya sudado y se haya cansa-
do mucho, con lo cual se logra el doble objeto de la limpieza y de la
reparacin de las fuerzas.
987. Las reglas higinicas correspondientes a los baos se refieren
a las precauciones que deben tomarse antes de entrar en el agua, du-
rante la permanencia en ella, y a la salida.
988. Para entrar en el bao se guardarn los preceptos que siguen:
1 El cuerpo no estar sudado ni agitado; 2 Es preciso que la diges-
tin estomacal haya terminado, lo cual tiene lugar segn sabemos, a
las tres o cuatro horas de haber comido; y 3 Cerciorarse de que el
agua es pura y de que la tina est bien limpia.
989. Durante el bao se tendr presente: 1 Que de vez en cuando
ha de mojarse la cabeza para prevenir las congestiones cerebrales; 2
Que la duracin de los baos de limpieza sea por trmino medio de
veinte minutos; 3 Que se froten bien todas las regiones del cuerpo; y
4 Que se salga del bao fro si persiste la sensacin ingrata de fro, o
si se repite despus de haber desaparecido una vez.

237
990. A la salida del bao se cuidar: 1 De enjugarse el cuerpo con
la mayor rapidez posible; 2 De vestirse tambin sin demora; y 3 De
descansar algunos minutos antes de salir al aire libre.
991. Las Autoridades deben favorecer la creacin de estableci-
mientos pblicos de baos, y al propio tiempo sera muy de elogiar que
las Municipalidades los levantasen tambin a sus costas para que en
ellos se baasen gratis o a lo sumo mediante una mdica retribucin
las personas pobres o de escasos recursos.

Nociones de Fisiologa e Higiene, con las nociones de anatoma


humana correspondientes, por el Doctor Jos Monlau y revisada
por el doctor Pedro Felipe Monlau. Barcelona. 1870

JOS DE LETAMENDI
La gimnstica cristiana (1876)
Principios y plano

PRINCIPIOS

de Gimnstica sugeridos por un atento estudio del sistema griego,


con aplicacin a la educacin cristiana.
1. Siendo el objeto de la Gimnstica educativa desarrollar o mejo-
rar todo el individuo por medios fsicos, deber su ejercicio compren-
der, para ser completo, perfecto y armnico, todos los rganos del
cuerpo, incluso aquellos que estn al inmediato servicio de la inteli-
gencia.
2. El principio que antecede es el fundamento de lo que llamar
Armonas Gimnsticas, las cuales resultan del proporcionado desen-
volvimiento de cada rgano con relacin a los dems y de todos con
relacin al espritu, en conformidad con el tipo de perfeccin natural
de nuestra especie.
3. Las armonas gimnsticas consideradas prcticamente son
tres, a saber: en el orden de lo til la salud, en el de lo moral la dispo-
sicin a la virtud, y en el de lo esttico la belleza del individuo.
4. Los ejercicios, para ser armnicos, han de obedecer a tres prin-
cipios derivados de la ESPONTANEIDAD: 1 la moderacin; 2 la
universalidad; 3 la participacin moral. La moderacin consiste en no
emplear en cada momento dado la mxima-potencia que para un de-
terminado ejercicio poseemos, con lo cual se logra evitar la fatiga y la

238
irritacin orgnica consiguientes; cosas ambas contrarias a la belleza,
por la rigidez que imprimen a las formas y a la expresin y predispo-
nentes al decaimiento prematuro del cuerpo, por efecto del abuso del
estmulo fisiolgico. La universalidad se logra adoptando ejercicios
que por su naturaleza trasciendan notablemente a todo el organismo,
logrndose de este modo mantener la oportuna armona en la marcha
del desarrollo. La participacin moral es necesaria a fin de que el ejer-
cicio, teniendo cierto sabor de utilidad y mrito, constituya realmente
un elemento de educacin y no un simple motivo de desarrollo oi'gni-
co; logrndose por medio de esa participacin moral, infundir en el
alma del gimnasta las dos saludables formas de la expansin, a saber;
el nimo y la alegra.
5. En virtud del principio que antecede deben quedar proscritos
de la Gimnstica educativa, as los aparatos modernos de resistencia,
como son paralelas, trapecios, argollas, escaleras de todas suertes,
cuerdas, ya lisas, ya de nudos, etc., etc., como los ejercicios gimnsti-
cos llamados de saln o desarrollos; viniendo a ser unos y otros desti-
nados a la Gimnstica de compensacin, (sanitaria, preventiva y cura-
tiva), la cual, si no tuvo aplicacin entre los griegos, fue porque las
gentes ms perjudicadas por los grandes desequilibrios de ejercicio,
debidos a la divisin del trabajo (artesanos, obreros y toda suerte de
jornaleros industriales.) no eran ciudadanos libres como en nuestros
cristianos tiempos, sino esclavos en cuya suerte nadie se ocupaba, por-
que faltando a aquellas sociedades la dignidad cristiana, no haba ni en
los inferiores libertad, ni caridad en los superiores.
6. Interpretando el espritu de la Gimnstica helnica con el auxi-
lio de la anatoma y la fisiologa modernas, resulta sistematizada la
correlacin de los diversos ejercicios en la forma siguiente.
A. El sistema locomotor (huesos, articulaciones, msculos y sus
nervios y centros de animacin) producir los ejercicios de velocidad y
de fuerza.
B. El sistema cutneo (piel, como membrana prespiratoria y sensi-
tiva, vasos, nervios y centros respectivos), se excitar con el calor y el
sudor provocados por los esfuerzos del precedente sistema, y se toniza-
r con las abluciones, las duchas y las unciones.
C. El sistema circulatorio se desenvolver con los ejercicios de los
dos sistemas precedentes.
D. El sistema respiratorio prosperar con los ejercicios de todos los
sistemas precedentes y adems con el canto y la declamacin.
E. El sistema visual (aparato ocular, nervio y centros pticos) se
estimular con los ejercicios de los sistemas precedentes y particular-
mente con los ejercicios de puntera, as esttica como mvil, y adems
con el diseo y el modelaje.

239
F. El sistema auditivo (odo, nervio y centro cerebral acstico) se
robustecer y afinar con los ejercicios de los sistemas precedentes y
con los musicales, prosdicos y poticos en general.
G. El sistema digestivo y sus anexos prosperarn de una parte con
el ejercicio de todos los sistemas precedentes, y de otra con la sobriedad
y la temperancia relativas, que constituyen la nica gimnstica positiva
directa y peculiar que da salud y vigor a este sistema.
H. El sistema cerebral (el conjunto de partes de este sistema esen-
cialmente centrales, o directamente destinadas a fines intelectivos) to-
mar medros por la combinacin y armonizacin de los ejercicios de
todos los sistemas precedentes con los elementales y meldicos de te-
mas, problemas, conmemoracin, juicio, deliberacin, sentimiento,
discernimiento, expresin, acierto, etc., etc., los cuales, activando las
operaciones racionales de una manera atractiva, variada y rpida, pro-
movern, por la sobreexcitacin fisiolgica concomitante, el robuste-
cimiento del rgano inmediato de las facultades racionales del alma.
7. A tenor de esta serie de correlaciones armnicas, los ejercicios
especiales de cada sistema orgnico deben clasificarse en la siguiente
forma:
A. EJERCICIOS ESPECIALES DE LOCOMOCIN GENERAL.
Principales: 1 Carrera (circular enarenada; ligera, pesada) 2 Salto
(ligero, pesado) 3 Lucha. 4 Disco y barra. 5 Esgrima. Secunda-
rios: palanquetas, dardo, pelota, bolos, danzas gimnsticas, equita-
cin, natacin, boga, honda, etc., etc.
B. EJERCICIOS ESPECIALES DE FORTALEZIMIENTO DE LA
PIEL. Ablucin, duchas (fras, calientes, sudaciones, unciones).
C. EJERCICIOS ESPECIALES DEL SISTEMA CIRCULATORIO.
Este no los tiene, conforme se lleva dicho, quedando subordinado a la
influencia general de los anteriores.
D. EJERCICIOS ESPECIALES DEL SISTEMA RESPIRATORIO.
Declamacin, canto simple, canto a la carrera, (ligera, pesada, enare-
nada).
E. EJERCICIOS ESPECIALES DE LA VISTA. Dardo y dems ar-
mas arrojadizas. Tiro (arma de fuego) a blanco fijo o mvil, florete,
etc.
F. EJERCICIOS ESPECIALES DEL ODO. Valuacin de tonos y
acordes musicales y de medida prosdica y potica, etc., etc.
G. EJERCICIOS ESPECIALES DEL SISTEMA DIGESTIVO. La
sobriedad gimnstica.
H. EJERCICIOS ESPECIALES EXCITANTES DEL SISTEMA CE-
REBRAL. Discusin, improvisacin en prosa y en verso, comentacin
de temas, conmemoraciones, rpidas y lentas, enigmas, charadas, jero-
glficos, etc., etc., valuaciones de cantidades de materia e intensidades
de fuerza, audiciones de fragmentos selectos de composiciones picas,
trgicas, dramticas, cmicas, satricas, etc., crtica intuitiva instant-

240
nea de obras de arte, de toda especie, considerada como ejercicio gim-
nstico indirecto del sentimiento de lo bello, por medio de la pronta y
clara visin de lo defectuoso o feo.

Complemento recreativo para la infancia y la mocedad

X. Todos los juegos infantiles vulgares, tanto antiguos como mo-


dernos, de carcter gimnstico.
Y. Gimnstica de compensacin industrial (preventiva o curativa).
Z. Aplicacin facultativa de los aparatos de resistencia y del mto-
do de desarrollos elementales.

III

PLANO

De una Academia popular de educacin completa, ajustada a la idea


y al tipo arquitectnico de los Gimnasios griegos.

Resea general del plano

En el centro de un gran cercado est el cuerpo del edificio que los


griegos denominaban Palestra y en la parte media del lado Norte de la
palestra el Templo, mucho ms grande de lo que lo era en las palestras
helnicas, por razn de que, en un Gimnasio cristiano, el templo no ha
de constituir tan solo lugar de culto, sino que ha de ser adems la cte-
dra de Moral evanglica, es decir, el lugar gimnstico destinado a los
ejercicios morales o espirituales de la educacin; lugar que preside y
domina, como cabeza, todo el cuerpo general de la Palestra destinado
a los ejercicios fsicos o corporales y a la administracin y gobierno de
la Academia.
Rodean a su vez la Palestra, por el Sud o medioda, los lugares des-
tinados a las carreras, cerrndose por este lado la construccin con el
Estadio, o lugar de los grandes certmenes y las fiestas solemnes de los
discpulos de la Academia, mientras por Este y Oeste bordean la pales-
tra grandes alamedas, para esparcimiento y espaciosas esplanadas
para determinados ejercicios, y por el lado Norte una esplanada mayor
con destino a maniobras gimnsticas de numerosos pelotones, el lago,
el picadero y la puerta de entrada del cercado, la cual queda al Norte,
a fin de que puedan mirar al medioda tanto el templo, cuanto la facha-
da ms complicada y preferente de la Academia en el orden material
gimnstico.

241
Resea detallada del Establecimiento

a. Peristilo o prtico alrededor de la Palestra.


aa. Doble prtico meridional del peristilo (protector contra los ri-
gores del sol).
b. Exedras o salones destinados, ya a ejercicios de desarrollo cere-
bral por medios instructivos, ya a conversacin, a msica, a diseo, a
bibliotecas, lectura, etc., etc.; debiendo tener cada exedra la efigie pu-
ramente estatuaria, es decir, que no obligue a rigor de culto, de un
santo titular de la misma.
b' Cantina gimnstica,
b" Lugares excusados.
b'" Oficinas de registro de la Academia e instituciones pas de aho-
rros, auxilio y asistencia.
c. Efebeo (o lugar de los adolescentes) departamento central para
todos los ejercicios que los griegos comprendan bajo el nombre de
Pankration o Pancracio. En l deber destinarse una parte a la Gim-
nstica de compensacin o de aparatos y desarrollos para prevenir o
remediar el dao causado por las diferentes industrias y profesiones.
d. Coriceo o depsito de material y tiles para los ejercicios,
de. Pasillo para el Balneario fro.
e. Depsito de arena, sbanas, etc., etc.
f. Bao fro.
g. Guarda ropas.
h. Tepidario, o Balneario caliente.
hh. Pasillo entre el tapidario y el hogar.
i. Cmara de sudacin.
ii. Pila para el bao caliente.
k. Hogar.
kk. Carbonera.
1. Alamedas del Este y del Oeste.
Im. Paseo-mirador para contemplar los ejercicios, al aire libre.
m. Xysto, o lugar para la carrera cubierta.
n. Dromo, o lugar para la carrera descubierta.
nn. Paradromides, o jardines con asientos entre la palestra y los
lugares destinados a carreras.
o. Esplanada para el salto y el juego directo de la pelota verificado
al aire libre.
oo. Esplanada para el juego del disco, bolos y grandes maniobras
gimnsticas a pie y a caballo.
p. Estadio para las fiestas gimnsticas pblicas o de solemnidad.
q. Conistra para la lucha y el pancracio al aire libre.
r. Patios para iluminacin y ventilacin, utilizables tambin para
el juego reflejo de pelota contra la pared.
rs. Tmenos o corredores aislantes del templo.

242
s. Templo.
ss. Altar y sacrista con puerta bilateral.
u,w. Habitaciones para sacerdotes y empleados; administracin y
lugar de socorro y botiqun.
V. Guarda ropas.
xy. Entrada al cercado y camino a la Palestra.
XX. Muro norte del cercado o perbolos,
z. Camino por el Tmenos al Templo y al Efebeo.

JOSDELETAMENDI, LA GIMNSTICA CRISTIANA.


Barcelona. Imprenta de Jaime Jepus. 1876

NGEL MOSSO
La educacin fsica de la juventud (1894)
La educacin militar y los batallones escolares

En los tiempos modernos la primera ley para la educacin militar


de la juventud fue hecha en Francia en 1791 La Asamblea.nacional,
deca la ley, permite que se establezca en cada cantn una compaa
de muchachos de menos de diez y ocho aos. Esta compaa, manda-
da por oficiales de la misma clase, estar sometida a la inspeccin de
tres veteranos nombrados con este fin. Los muchachos eran admiti-
dos en los batallones desde la edad de once aos y escogan ellos mis-
mos a sus oficiales, como tambin se haca aun por los soldados del
ejrcito. En 1795 la educacin militar de la juventud se hizo obligato-
ria, y se instituyeron los hataillons de l'esprance. Sobre todo era en las
fiestas, en las grandes federaciones de las milicias nacionales, cuando
estos batallones hacan sus paradas. Por uniforme tenan una tnica
azul con las bocamangas escarlata y los pantalones blancos, casi pare-
cido a nuestra antigua guardia nacional. Aun nosotros en 1848 tuvi-
mos nuestros batallones de la esperanza.
En el campo de Marte los muchachos, mezclando las voces infanti-
les con las de los hombres hechos, juraban morir por la repblica; pero
cuando fueron aptos para las armas plegaron la cabeza bajo el yugo y
la tirana del emperador.
Despus de los desastres de 1870 el Gobierno de Francia hizo nue-
vamente obligatorios los ejercicios militares en las escuelas; y la ley del
28 de Marzo de 1882 instituy los hataillons scolaires, que el pueblo
parisin bautiz con el nombre de scolos por brevedad. El ministro de

243
la Guerra adopt el modelo de un pequeo fusil para los escolares, y
un decreto de 6 de Julio de 1882 estableca el reglamento para el tiro al
blanco de la juventud.
Se construyeron los campos de tiro y los stands para las escuelas, se
public un manual para los instructores, otro para la instruccin del
tiro; la ciudad de Pars quiso pagar ella misma el uniforme para los
escolares pobres, se hicieron los cuadros para los oficiales y los ins-
tructores de los batallones. Para dar un ejemplo de los nuevos empleos
que se crearon con esta ley, dir slo que en Pars los jefes de batalln
tenan 1600 pesetas de indemnizacin, y 600 al ao los jefes de compa-
a. Fue una instalacin grandiosa, como si se tratara de una institu-
cin fundamental del Estado. Ahora todo este edificio se ha cado; los
pobres bataillons scolaires han muerto, y podemos hacer libremente la
autopsia para sacar alguna enseanza.
La razn ntima de la muerte de los bataillons scolaires es un miste-
rio del corazn humano, que hace conservadores aun a los ms revolu-
cionarios, cuando se trata de educar los propios hijos.
Por poco que uno mire alrededor en el crculo de sus conocidos,
encontrar incrdulos, socialistas, ateos, que envan sus hijos a las es-
cuelas de los sacerdotes. No s cmo se pueda excusar esta contradic-
cin entre la vida pblica y la privada, entre la razn y el efecto; pero
es un hecho que aun los liberales y los pensadores despreocupados
confan de mala gana sus hijos a los ex-sargentos para que los den una
educacin militar; y las madres sienten instintivamente que puede per-
judicar a la educacin de sus hijos el acercarse demasiado del cuartel
a la escuela.
Esta es la razn psicolgica que ocasion principalmente la muerte
de los bataillons scolaires. Veremos dentro de poco que hubo otras ra-
zones fisiolgicas; en tanto podemos estar seguros que si la educacin
militar no pudo dar fruto entre las naciones que se encuentran ahora
en el paroxismo del espritu belicoso, no echar races en ningn otro
pas de Europa.
Para juzgar las instituciones y formar deducciones, no debemos es-
cuchar lo que dicen los peridicos. En Francia una parte autorizada
del periodismo deca todava: a marche des petits soldis parisiens a
conquis les plus ostiles cuando los bataillons scolaires

andavan combattendo ad eran morti.

Dentro de pocos das se discutir en nuestro Parlamento una ley


sobre el tiro al blanco nacional, que tiene gran semejanza con la ley de
los bataillons scolaires. Aun entre nosotros el tiro al blanco se ha pues-
to bajo los auspicios del ministerio de la Guerra, del de la Gobernacin
y del de Instruccin, y hay las mismas tasas y las mismas normas.

244
Los franceses tenan la atenuante que la instruccin militar era
obligatoria, pero el tiro al blanco era facultativo. Entre nosotros se
har todo obligatorio, porque el proyecto de ley, modificado por la Co-
misin Central en el artculo 9, establece que los estudiantes de las
escuelas gubernativas, igualadas y autorizadas, cumplidos los 14 aos
de edad, no pueden ser inscritos en los respectivos cursos, si no atesti-
guan el pertenecer a una sociedad de tiro.
No pueden ser admitidos a los exmenes de promocin o de bachi-
llerato los jvenes que al terminar el ao acadmico no prueben el
haber frecuentado los ejercicios con provecho.y>
El proyecto de ley, en su artculo 1 dice:
La institucin del tiro al blanco nacional tiene por objeto el prepa-
rar a la juventud para el servicio militar, con ejercicios gimnstico-mi-
litares, con el tiro al blanco, y de conservar la prctica de las armas en
los militares con licencia.
Ahora se comprende que el ministro de la Guerra se preocupe de la
necesidad de conservar la prctica de las armas en los militares licen-
ciados, y por esto disponga como lo crea oportuno. Pero es una cosa
diversa el dar al Ministerio de la Guerra los muchachos desde la tierna
edad de catorce aos.
El dirigir precozmente la juventud al manejo de las armas no es
mtodo natural de educacin, es un cultivo artificial, como el de las
estufas. Debemos a su vez conceder a la planta humana el aire, el sol y
la libertad de la cual tiene necesidad para crecer robusto. Ya que el
campesino es el mejor de los soldados, para qu tener prisa? Espere-
mos que los jvenes estn maduros para el ejrcito, y despus les pon-
dremos el fusil en las manos. Dejemos que otros y no militares se ocu-
pen de hacer robustas las generaciones futuras. El ideal de la educa-
cin fsica en el sentido civil, es que se restablezca el equilibrio entre el
trabajo intelectual y el ejercicio de los msculos, que se promueva la
gimnasia natural, el impulso agradable de los juegos, la carrera, el sal-
to, las marchas y todo lo que pueda dar gracia y fuerza al hombre.
Spencer en su libro sobre la educacin, dice: La primera condicin
para vivir bien en este mundo es la de ser un buen animal; y la primera
condicin de la prosperidad nacional es que la nacin est formada
por buenos animales. Esta es la verdadera base de la educacin fsica,
y el ministerio de la Guerra es el menos apto para cuidar de la educa-
cin del hombre en cuanto ste es animal. Sin embargo, yo creo que no
se la deba confiar por muchas razones, y entre otras por esta: que re-
conocida la necesidad de proceder a una reforma en la educacin de la
juventud, no debe confiarse a militares que, por su naturaleza, son ele-
mentos demasiado conservadores. En todos los pases de Europa, los
Ministerios de la Guerra son la parte de la Administracin pblica me-
nos propensa a las innovaciones.

245
Los ejercicios militares, por el solo hecho de necesitar una tensin
cerebral intensa lo mismo que el estudio, tienen que proscribirse. En
la educacin fsica, para remediar la ruina del cerebro, debemos abolir
todos los movimientos acompasados gimnstico-militares, que regula-
rizan el ritmo o inmovilizan al soldado. Cualquiera que haya asistido a
la instruccin de los quintos, habr observado que la mitad del tiempo
se pasan en pie oyendo las explicaciones de los ejercicios, y la otra mi-
tad estn en tensin para ejecutar los movimientos a saltos, que son
contrarios a la naturaleza y que sacuden las visceras sin ayudar a la
salud.
Los ejercicios militares son el triunfo y la perfeccin de la inmovili-
dad. Un general, de los ms distinguidos de nuestro ejrcito, me conta-
ba, hace pocos das, una ancdota de un instructor, no se de qu ejr-
cito, que se haba hecho clebre por su especialidad en instruir bien a
los soldados en el manejo de las armas. Vanaglorindose ste de obte-
ner la inmovilidad absoluta, un oficial le respondi que esto era impo-
sible. Mientras los soldados estaban firmes con las armas en la es-
palda, el oficial le hizo notar que la extremidad del fusil presentaba
ligeras oscilaciones. Efectivamente, las espaldas le levantaban ligera-
mente a cada inspiracin y se bajaban en las espiraciones sucesivas. El
instructor exclam humillado: pero esto es un efecto de la respira-
cin, que no he llegado a abolir.
El proyecto de ley sobre tiro al blanco, por el hecho que abraza, aun
los ejercicios gimnsticos, tiende a dirigir la educacin fsica de los
italianos en direccin diametralmente opuesta a nuestro ideal, y yo es-
toy convencido que nos llevar por un camino del que debemos volver
atrs.
El artculo 14 nos hace prever con seguridad lo que suceder dentro
de cualquier ao.
A los ejercicios gimnstico-militares podrn ser destinados gra-
duados de tropa, escogidos preferentemente entre los sub-oficiales
provistos de patente de maestro, expedida por la escuela normal de
gimnstica.
Si no se hacen otras escuelas normales de gimnstica, quiere decir
que dentro de algn ao toda la educacin fsica de los italianos ser
un monopolio de los ex-sargentos que salen de la escuela normal de
Roma. Los regimientos que se encuentran por casualidad de guarni-
cin en Roma destinarn a la escuela normal los sub-oficiales que tie-
nen menos ganas de ser soldados, y stos sern los elementos que de-
bern educar a nuestros hijos.
Un amigo mo, presidente de Liceo, hace ejecutar lo menos que
puede los ejercicios de gimnstica, porque es una escuela de indiscipli-
na, donde los jvenes se gastan. Que cuando, aada, el maestro de
gimnstica no es bueno para hacerse respetar, no tiene ascendiente so-
bre los jvenes; cuando se esfuerza en hablar italiano, se le escapan

246
faltas gramaticales y despropsitos de lenguaje tales, que hacen reir
aun a los profesores que asisten para ayudarlo a conservar un poco el
orden. Todos se burlan de l, y apenas puede volver la cabeza, repiten
en alta voz los despropsitos del maestro de gimnstica, y dan a la vez
gruidos y gritos salvajes. La falta de cultura de los instructores mili-
tares es el escollo que har naufragar la ley del tiro al blanco. El querer
desunir la educacin fsica de la intelectual y de la moral es un error; y
la ley sobre el tiro al blanco agravar las condiciones ya deplorables de
la educacin fsica en Italia, de modo que por muchos aos ser impo-
sible una reforma eficaz.
Un grave defecto de la educacin moderna es que hacemos dema-
siado esclava la juventud y la sujetamos de todos modos, no dejndola
jams actuar de propia voluntad. Exceptuada Ingltera, este defecto
se puede decir que es comn a todas las naciones de Europa. Los edu-
cadores se preocupan seriamente de esta presin continua que hace-
mos sobre el cerebro de la juventud, cortando las inclinaciones natu-
rales, deformando en su molde comn el cerebro del hombre, como
hacen ciertos pueblos salvajes, que comprimen continuamente desde
el nacimiento la cabeza, delante y atrs, de modo que el crneo queda
deformado por toda la vida. Al ver estos salvajes, tienen la cabeza
gruesa y cuadrada, pero dentro no hay nada. La disciplina militar, los
ejercicios con el fusil, las maniobras, es lo que hay ms eficaz para
reprimir la espontaneidad de los movimientos, para privar de vigor a
la juventud, para quitar a los muchachos toda alegra, para hacerlos
envejecer antes de tiempo, para suprimir toda originalidad y hacer
prevalecer en la sociedad el tipo del autmata, el tipo de aquellos des-
venturados que, en la lucha por la existencia, no saben hacer nada por
propia iniciativa, y esperan siempre el mandato o el empuje para ac-
tuar.

NGEL Mosso. LA EDUCACIN FSICA DE LA JUVENTUD.


Madrid. Librera de Jos Jorro. 1894

247
MINISTERIO DE FOMENTO
Ley creando una Escuela Central de Profesores y
Profesoras de Gimnstica en Madrid (1883)

Don Alfonso XII, por la gracia de Dios Rey constitucional de Espa-


a; a todos los que la presente vieren y entendieren, sabed: que las Cor-
tes han decretado y Nos sancionado lo siguiente:
Art. 1 Se crea en Madrid una Escuela central de Profesores y Pro-
fesoras de gimnstica.
Art. 2 La enseanza ser terica y prctica. La terica compren-
der la anatoma, fisiologa e higiene en sus relaciones con la gimns-
tica, estudio de los aparatos, de su construccin y de sus aplicaciones,
pedagoga gimnstica, teora de la esgrima, estudio de los movimien-
tos que se ejecutan en las artes mecnicas y de su aplicacin al trabajo
manual de la Escuela, y conocimiento de los principales apositos y
vendajes referentes a las heridas y luxaciones.
La enseanza prctica comprender ejercicios libres y ordenados sin
aparatos, lectura en alta voz y declamacin, ejercicios acompaados de
msica o canto, ejercicio de la visin para apreciar distancias, medir altu-
ras y juzgar de la diversidad de matices, ejercicios del odo para apreciar
tambin por este rgano las distancias, as como la direccin e intensidad
del sonido, su ritmo y tonalidad, natacin, equitacin, esgrima de palo,
sable y fusil y tiro al blanco, ejercicios con aparatos.
Art. 3 El Director de esta Escuela central deber tener las condi-
ciones que se determinen en los reglamentos, y desempear adems
una enseanza en la misma; siendo su nombramiento, por la primera
vez, de libre eleccin del Gobierno.
Art. 4 Para dirigir la enseanza gimnstica de las Profesoras ha-
br en la Escuela central una Profesora, con anlogas atribuciones y
derechos que el Director, pero que estar, como los dems Profesores,
a las inmediatas rdenes de aqul.
Art. 5 El Gobierno de S. M. queda encargado de redactar los re-
glamentos y programas necesarios para el cumplimiento de la presente
ley; fijar la poca en que la enseanza debe ser obligatoria en los Insti-
tutos y en las Escuelas, as como de expedir en su da los ttulos de
Profesores y Profesoras de gimnstica.
Art. 6 A medida que los alumnos de esta Escuela central vayan
obteniendo el ttulo de Profesores de gimnstica, se les ir destinando
a los Institutos provinciales; y cuando stos se hallen dotados del Pro-
fesor correspondiente, a las Escuelas normales de primera enseanza.
Art. 7 El Gobierno cuidar de proporcionar el local y aparatos ne-
cesarios para la instalacin de la Escuela central de gimnstica.

248
Art. 8 El Gobierno pondr a las rdenes del Director una Escuela
elemental de nios y de nias para que en ella pueda tener lugar la
clase de pedagoga y gimnstica.
Por tanto: mandamos a todos los Tribunales, Justicias, Jefes, Go-
bernadores y dems Autoridades, as civiles como militares y eclesis-
ticas, de cualquier clase y dignidad, que guarden y hagan guardar,
cumplir y ejecutar la presente ley en todas sus partes.

Dado en Palacio a nueve de Marzo de mil ochocientos ochenta y


tres.- Yo EL REY.- El Ministro de Fomento, Germn Gamazo.

FRANCISCO GINER DE LOS ROS


Los problemas de la educacin fsica (1888)

I. Hay que distinguir entre la parte que en la educacin fsica puede


tomar la escuela y la que corresponde a otros elementos, verbigra-
cia:
1) la familia: alimentacin, sueo, trabajo domstico, vestido, aseo
y dems condiciones de higiene;
2) el Municipio: paseos, parques y baos pblicos, campos de jue-
gos para nios, como los de Londres, Amsterdam, Berln, etc.;
3) el Estado: con medios anlogos y la inspeccin y promocin de
todos, en su lmite.

La escuela, a veces, se sustituye para muchas de estas cosas a los


dems crculos, verbigracia, en los colegios de internos, en las cantinas
escolares de Pars, en los penny dinners ingleses, etc.
Y siempre ejerce grande influjo (si el maestro cumple su misin) en
la educacin domstica; porque el maestro reeduca en parte a los pa-
dres por medio de los hijos.

n . Respecto de la educacin fsica escolar comprende:


1. El supuesto primordial para ella: las condiciones higinicas del
local. El emplazamiento, rea, cubicacin, iluminacin, ventila-
cin, caldeo, forma y elementos de construccin de las clases, mo-
biliario, material de enseanza, campos escolares, lavabos, retre-
tes, guardarropas, etc.; todo esto constituye importantsimo influ-

249
jo, en bien o en mal, para el desarrollo corporal de los nios. As, la
miopa resulta de una iluminacin viciosa y de falta de horizonte
dilatado; la escoliosis, o curvatura dorsal, de los defectos del mobi-
liario, etc., etctera. Por el contrario, muchas condiciones favora-
bles para la salud proceden de las cualidades beneficiosas de aque-
llos factores.
2. Rgimen general de la enseanza, que puede ser saludable o an-
tihiginico; aqu entran las graves cuestiones de exceso y recargo
de trabajo escolar (surmenage y malmarage, en Francia; over pres-
sure, en Inglaterra; ueberbrdung, en Alemania); la sedentariedad,
la falta de ejercicio muscular, la de variedad en los trabajos de cla-
se, y tantas otras. Todo esto, no slo influye en la vida y funciones
mentales del nio, sino en su salud fsica, en el estricto sentido, ya
porque el estado del sistema nervioso obra y trasciende sobre la
integridad del organismo, ya por la accin directa del mal rgimen
sobre determinados rganos, verbigracia, las congestiones del h-
gado por exceso de sedentariedad.
3. Rgimen especial, encaminado a promover y mejorar el desa-
rrollo fsico de los educandos; a este orden corresponden principal-
mente:

a) Las disposiciones tocantes al aseo personal de stos en al-


gunas escuelas extranjeras (verbigracia, de Suiza) se lava a los
nios al entrar en la escuela cuando no vienen limpios; los
consejos sobre su vida corporal toda; las prescripciones adopta-
das en punto a actitudes, funciones corporales, inspeccin mdi-
ca, cantinas, suplemento de vestidos en casos dados, etc.
b) Los ejercicios particularmente consagrados a promover de
un modo directo ese desarrollo, los cuales no se reducen a ejerci-
cios musculares, comprendiendo:

1) El desarrollo y fortalecimiento de la actividad muscular,


de la circulacin de la sangre, de las funciones de la piel, del
aparato respiratorio, etc.
2) El del endurecimiento (moral) para evitar, disminuir y so-
portar la fatiga, las privaciones, el dolor corporal, a saber: la
educacin del valor, serenidad, destreza, rapidez, agilidad,
atencin, dominio de s mismo, unidad de movimientos de
cada individuo con la masa y otras cualidades que ni siquiera
son exclusivamente fsicas, sino psicofsicas.

c) La educacin de los sentidos, que no debe concretarse (con-


tra lo que es todava usual entre nosotros) a las escuelas de pr-
vulos.

250
III. Los ejercicios, no exclusiva, pero s predominantemente muscula-
res, se distribuyen en los principales grupos siguientes:
a) Gimnasia muscular: 1) sin aparatos; 2) con ellos.
b) Ejercicios militares, cuyo elemento sano y racional (marchas,
y, en general, movimientos iscronos de masas) forma en realidad
parte de los anteriores; pero que, a causa del militarismo alemn y
francs reinante, constituyen hoy un grupo aparte, con otro senti-
do, censurable ciertamente, y que tiene su expresin capital en los
batallones escolares.
c) Esgrima, carrera, natacin, tiro al blanco, equitacin, velocpe-
do, remo y vela, etc.
d) Paseos y excursiones al campo, ya con un fin de mero alpinis-
mo, ya combinados con otros fines: sea el goce del paisaje, sea el
estudio de la geologa, la zoologa, la arqueologa, la botnica y la
agricultura, las industrias, las costumbres locales, etc.
e) Juegos corporales organizados, ms o menos enrgicos, desde
el billar, la calva o los bolos, a la pelota, marro, crocket, lawn ten-
nis, cricket, crosse, foot-ball, etc.

IV. Diversa accin de cada uno de estos medios:


1) Sobre el desenvolvimiento corporal en su conjunto.
2) Sobre las funciones de la piel.
3) Sobre el sistema muscular en general, y en particular sobre
msculos dados.
4) Sobre las funciones digestivas, circulatorias y respiratorias.
5) Sobre el sistema nervioso.
6) Sobre cualidades espirituales o psicofsicas, como son las ya
antes dichas; en general, se las puede subdividir en tres grupos:

a) Intelectuales: atencin sostenida, intuicin rpida, observa-


cin perspicaz, reflexin, etc.
b) Afectivas: apartamiento de los placeres groseros y malsanos,
amor a la Naturaleza, goce viril del propio vigor, serenidad, va-
lor, jovialidad, etc.
c) De voluntad: personalidad y dominio de s mismo, endureci-
miento, agilidad prctica, moralidad y pureza de costumbres,
etc.

V. Ahora dos palabras sobre el estado actual de la cuestin:


1) Decrece el favor de la gimnasia, muy especialmente la de apara-
tos, que parece va viniendo a ser casi mdica y de uso excepcional.
2) Decrece tambin, y por fortuna, el gusto por los batallones es-
colares.

251
3) Aumenta el xito de los juegos corporales organizados, que se
van introduciendo y extendiendo en Alemania (Brunswick ha co-
menzado), Suiza (Zurich), Bruselas, etc. En Francia y Alemania
todo el mundo pide hoy el sistema ingls.

FRANCISCO GINER DE LOS Ros,


LOS PROBLEMAS DE LA EDUCACIN FSICA
en Obras Completas, XII, Educacin y enseanza.
Madrid. Espasa-Calpe. 1933

MINISTERIO DE FOMENTO
Direccin general de Instruccin pblica
La enseanza de la Gimnstica en los Institutos

Declarada obligatoria para la Segunda enseanza la matrcula de la


asignatura de Gimnstica higinica, planteada y regularizada ya en
nuestros Institutos, tanto del Estado como provinciales y locales, ha
llegado la oportunidad de exponer los principios pedaggicos en que
se ha inspirado el planteamiento de esta nueva enseanza y las reglas
prcticas a que debe ceirse en su aplicacin. No es preciso, sin em-
bargo, descender a pormenores minuciosos, porque si bien el carcter
obligatorio de la Gimnstica representa en nuestra patria una nove-
dad, ni son desconocidas sus condiciones peculiares, ni cabe dudar del
acierto con que han de saber estimarlas nuestros maestros y profeso-
res, cuya adhesin y amor a las modernas tendencias educadoras son
garantas del xito que legtimamente debe esperarse.
Espaa, sea dicho en su honor, no ha permanecido retrada, antes
por el contrario, ha prestado atencin al movimiento iniciado en toda
Europa en pro de la Gimnstica, como lo demuestran, ente otros mu-
chos hechos, los realizados en 1879 con carcter legislativo por los
Sres. Becerra y de Gabriel, proponiendo la creacin de una Escuela
Central donde los profesores de Gimnstica pudieran educarse prcti-
ca y cientficamente, y en 1893 con carcter administrativo, dictando
la Real orden de 10 de Setiembre ltimo.
Los esfuerzos entusisticos del conde de Villalobos en su Gimnasio
Real; la fundacin de la Escuela Central en 10 de Octubre de 1887; la
creacin de la Sociedad Gimnstica Espaola; las obras tcnicas de los
profesores procedentes de la Escuela Central, constituyen el ms cum-
plido desagravio de la conducta que Espaa observ con el coronel

252
Amors, y ya, por tanto, no puede ser aplicable a nuestra patria la gr-
fica frase de Spencer, que, al ocuparse del indiferentismo en estas ma-
terias, ha dicho: "La crianza de toros o de caballos de raza es una ocu-
pacin a la cual los hombres instruidos dedican con gusto mucho
tiempo y reflexin, pero la crianza de hombres robustos y sanos es
para ellos mismos una ocupacin secundaria, y tal vez indigna de lla-
mar su atencin."
Desvanecidos antiguos errores, disipadas rutinarias preocupacio-
nes, suaviazada esta enseanza y armonizada con la Higiene, alcanza
hoy puesto justificado en el campo de la Pedagoga, y de esta suerte
marchan unidos los nombres de Ling, Spencer, Pestalozzi, Rousseau,
Lagrange y Mosso; es decir, profesores de Gimnstica, filsofos, mdi-
cos y pedagogos.
La Real orden de 10 de Setiembre de 1893 dibuja en sus conclusio-
nes el objetivo de esta enseanza, toda vez que est inspirada en el
estudio de las modernas cuestiones pedaggicas, en ese estudio que ha
venido a robustecer aquellas remotas doctrinas que ensean que sin
hombres sanos y robustos la especie humana se debilita, el progreso
padece y los pueblos degeneran.
No se oculta a esta Direccin general que el planteamiento de la
citada Real orden, o sea de la enseanza de Gimnstica en los Institu-
tos, as como la extensin de sus efectos a las Normales y aun a las
Escuelas primarias, pide un aumento en el presupuesto de gastos;
pero, aparte de que esto ya se ha realizado en el ejercicio vigente, den-
tro de los lmites que demanda la situacin del Tesoro, es lcito supo-
ner que se obtendrn en los venideros aquellos racionales aumentos
que la Instruccin pblica exige; porque, como dice el Dr. Fernando
Lagrange refirindose a estas nuevas enseanzas: "No tenemos dere-
cho de hacer economa en perjuicio de la salud de los nios. Se consi-
deran necesarios los gastos que es preciso hacer para la instruccin de
los ciudadanos, y aun se acepta que estos tienen el derecho de exigir-
los. Por qu no se reconoce entonces que nuestros nios tienen el de-
recho de exigir la salud, al menos ese grado de salud sin el cual un
ciudadano no puede servir a su pas?. Hay gastos enormes y que se
aceptan sin vacilar, porque se les considera indispensables para la se-
guridad del pas, y todo el mundo se inclina ante las sumas que figuran
en el presupuesto de Guerra; pero contradiccin inexplicable! los mis-
mos que no vacilan en dar dinero para la fabricacin de armas, no pue-
den decidirse a hacer un ligero sacrificio a fin de tener hombres capa-
ces para llevarlas".
Esta Direccin general entiende que urge combatir los peligros de-
rivados del intelectualismo; peligros que la Pedagoga y la Historia tra-
tan en consorcio de evitar, excitando el celo de los Gobiernos para que,
en nombre de los intereses generales del pas, dicten una ley que decla-
re obligatoria la educacin fsica y excluya de la labor intelectual a

253
cuantos acuden a ella sin fuerzas en el cuerpo ni luces en la mente,
faltos de aptitudes, de desarrollo y madurez, y para que impidan seve-
ramente que se realice lo que pudiera calificarse de suicidio de la inte-
ligencia nacional.
Por otra parte, la Fisiologa, ofreciendo a estos estudios la equiva-
lencia del trabajo mecnico, presenta en medio de la sorpresa general
sus experimentos, para convencernos de que se gastan tantas o ms
fuerzas fsicas en las tares mentales que en las rudas manipulaciones
de la industria y de la agricultura.
Y si unimos a esta revelacin de la ciencia el constante clamor de la
Higiene y de la Pedagoga contra los peligros del exceso mental, con
qu derecho vamos a exigir de las generaciones escolares que consu-
man en las investigaciones del progreso reservas agotadas y que no re-
nueva su dbil organismo, falto de las fuerzas que proporciona el de-
sarrollo fsico?. Tan urgente reclamacin, elevada por los filsofos,
por los socilogos y expuesta en varios Congresos Pedaggicos, fue
atendida por la Administracin de los pases ms cultos, y por esto se
declar obligatoria la educacin fsica de los nios y jvenes de ambos
sexos en 1804, en Dinamarca; en 1868, en Austria; en 1869, en Francia;
en 1872, en Suecia y Prusia; en 1874, en Suiza e Italia, y en 1889, en
Rusia.
Los trabajos de Ling, el fundador en 1814 del Instituto Central de
Gimnstica de Estocolmo, obedecen a un plan esencialmente educati-
vo, por esto llmase con razn pedaggica la Gimnstica sueca. En su
espritu y procedimientos insprase ms cada da la Gimnstica esco-
lar de todos los pases; ella constituye una de las tendencias capitales
que hoy informan la educacin fsica, y nada ms metdico que la se-
rie graduada de sus ejercicios. Toda leccin debe comprender ejerci-
cios preparatorios de las piernas, ejercicios de curvas rgidas, de eleva-
cin, de equilibrio, de los omoplatos, de los msculos abdominales, de
flancos o cambios laterales, marchas, carreras, saltos, juegos, ejerci-
cios respiratorios, etc. Cada uno de estos grupos responde a la produc-
cin de efectos fisiolgicos sabiamente estudiados, tales como descon-
gestionar el cerebro, activar la circulacin y la respiracin, desenvol-
ver la caja torcica, excitar o calmar los centros nerviosos, corregir la
escoliosis, etc., etc., y toda leccin debe comprender alguna parte de
aqullos.
En semejante plan, que no es sta ocasin de desarrollar al por me-
nor, y cuya trascendencia educativa va reconocindose ya por todas
partes, estima esta Direccin que debera inspirarse el planteamiento
de la Gimnasia en nuestros Institutos.
Al lado de la Gimnstica sueca, de carcter esencialmente pedag-
gico, hay en la actualidad otro gran movimiento que influye poderosa-
mente tambin para transformar la educacin fsica en todos los pa-
ses: el de los juegos corporales al aire libre y en pleno campo, cultiva-

254
dos con indecible entusiasmo por el pueblo ingls, y que han hecho de
su juventud la ms sana y vigorosa de nuestro tiempo, y con esto la
ms semejante a la hermosa juventud del pueblo griego.
En tales corrientes aspira tambin esta Direccin a informar el
planteamiento de la educacin fsica nacional, alentada por el ejemplo
de otras naciones, como Alemania y Francia, que abandonan de da en
da su tradicional Gimnstica acrobtica de Jahn y d Amors por la
sueca, y que fomentan sin descanso los juegos corporales, ya imitados
de Inglaterra, ya procurando el renacimiento de los antiguos populares
que se haban perdido.
Los batallones escolares podrn tener cualquiera otra justificacin,
excepto la pedaggica, en momentos de excitacin patritica; por
ejemplo, cuando la defensa del honor nacional todo lo inunda; pero no
pueden constituir un sistema permanente de educacin.
No es, pues, extrao que el Congreso Pedaggico de Pars de 1889
se declarase contrario a los ejercicios militares y en favor del juego
libre, que no excluye, sino que exige, la carrera, el salto, las marchas y
evoluciones; es decir, lo sano de aqullos, sin su carcter militar.
Los batallones escolares, en suma, no son aceptados por los moder-
nos pedagogos e higienistas. Uno de los ms ilustres entre los ltimos,
el Dr. Lagrange, lo dice claramente: "Se quiere ensear al nio el ma-
nejo de las armas y las maniobras militares, porque algn da ser sol-
dado; bajo pretexto de formar generaciones viriles, se trata de que
nuestros nios sean hombrecitos. Esto constituye un exceso .peligroso.
Se ha hablado ya mucho acerca del recargo de los programas escola-
res; debemos temer ahora el recargar los programas de Gimnstica."
Gimnstica pedaggica y juego libre deben formar la base de nues-
tro sistema nacional de educin fsica, atendiendo no slo a los ejerci-
cios naturales y a los juegos, sino a cuanto se relaciona con las diversas
aptitudes funcionales del organismo, considerando al alumno como
ser en que deben desarrollarse armnicamente sus actividades fsicas,
morales e intelectuales.
Progresivamente hay que hacer comprender al nio, e importa que
los maestros lo tengan muy en cuenta, que el juego es algo ms que
una cuestin de vigor fsico, y que en l van envueltos los ms graves
problemas de la educacin intelectual, moral y esttica.
El nio debe aprender a jugar lo mismo que a trabajar, y el adulto,
el hombre formado, debiera tambin continuar jugando. D.^ Concep-
cin Arenal lo ha dicho: "El nio y el hombre necesitan saber divertir-
se; si no saben hacerlo de una manera noble y sana, lo harn brutal-
mente, con depradacin y grosera."
Por desgracia, no es frecuente entre nuestra juventud el juego diri-
gido; por esto malgasta sus fuerzas sin provecho; no se conocen apenas
juegos de carcter social como los tan famosos de Inglaterra, el cricket,

255
el rounders, el foot-ba, etc., y tantos otros de los aconsejados por la
Higiene pedaggica.
Por esto urge fomentar los antiguos juegos nacionales de cada re-
gin, que han cado en desuso, e introducir los extranjeros ya acredita-
dos, que no tardarn en adquirir carta de naturaleza, porque los mis-
mos nios espaoles se encargarn por necesidad de adaptarlos a
nuestro carcter nacional.
Que el ejemplo de algunos Institutos, como el de Salamanca, que ha
iniciado ya la prctica de juegos escolares, y el de Sevilla, donde han
comenzado tambin las excursiones, pueda pronto extenderse a los de-
ms, y en todos fomentarse ambas cosas en ms amplia escala.
La educacin fsica en todo su desenvolvimiento pedaggico re-
quiere, por parte del educador, un estudio de la naturaleza y de las
condiciones de cada uno de sus discpulos, y para esto ningn momen-
to ms propicio ni de mejor observacin que el que ofrecen cuando se
entregan a sus juegos.
El maestro hbil debe aprovechar esa oportunidad para estudiar a
sus discpulos, y de esta suerte sabr calmar los apasionamientos de
los belicosos y dominantes, fortalecer el espritu de los sumisos, com-
batir los grmenes de la envidia, los celos, la aspereza, elogiando y
premiando la abnegacin y la dulzura. El maestro no debe ser un agen-
te pasivo en las horas del recreo; debe participar del juego, pues tal
intervencin no le har desmerecer ante los alumnos; por el contrario,
utilizando ese recurso con discrecin, se granjear su afecto, porque
sabido es cunto se avivan las simpatas del joven hacia las personas
mayores que toman parte activa en sus juegos. Las horas de libertad no
deben manifestarse con gritos desusados y estrepitoso vocero, ni en
discusiones acaloradas, porque si el Instituto, continuando la obra de
la Escuela primaria, ha de formar al hombre de maana y ha de afinar
su espritu, no puede consentir que adquiera en sus juegos el hbito de
sostener las opiniones entre amenazas e intemperancias. Prohibir es-
tas manifestaciones no implica las coacciones de las iniciativas y ac-
ciones espontneas; por el contrario, significa que la cortesa y la liber-
tad demandan moderacin y templanza.
Importa no imponer los juegos ni someterlos a reglas inflexibles y a
una abstracta uniformidad en todas las regiones, pues que cada una
los ofrece distintos, como ofrece en sus hijos aptitudes e inclinaciones
diversas; pero s conviene indicar aqu aquellas condiciones generales
que hoy recomiendan los higienistas, y que deben tenerse en cuenta
por lo que se refiere a toda clase de ejercicios relativos a la educacin
fsica.
Pide, ante todo, Lagrange el aire libre. Atendiendo en primer trmi-
no al funcionalismo respiratorio, quiere que los ejercicios fsicos de los
nios se practiquen al aire libre para que los pulmones reciban fluido
puro, no emponzoado por el aliento y exhalaciones cutneas. La es-

256
grima le parece ms propia de los adultos, y la proscribe para los
nios.
Estableciendo la capital diferencia que existe entre los ejercicios hi-
ginicos y los atlticos, preconiza entre los primeros, como inmejora-
bles, los juegos infantiles que permiten la actividad sucesiva de todo el
sistema muscular, resultando moderada la fatiga de cada grupo de fi-
bras musculares. En ellos rige el instinto; el nio se para cuando debe
pararse y cambia de ejercicio antes de llegar al cansancio. Como no
tiene objeto determinado, es dueo de su actividad y su reposo; y^ape-
nas se pretende dirigirla violentamente, cambian por completo las cir-
cunstancias.
Sol y aire, reir, correr, gritar con libertad y cada vez ms ordenada-
mente, es, de un lado, el mejor sistema higinico. Por otra parte, al
intervenir en la educacin fsica la Gimnstica pedaggica, lo har, en
cuanto sea posible, en las mismas condiciones, no en locales confina-
dos ni con el inmenso bagaje de aparatos que han venido a constituir
los clsicos y perniciosos pr/C05 de Gimnstica. Antes, por el contra-
rio, el material ha de ser tan sencillo como pide la Gimnstica sueca,
la cual no comprende ni anillas, ni trapecio, ni barra fija, ni paralelas,
y s slo cuerdas verticales y oblicuas, perchas y espalderas, serie de
listones horizontales aplicados verticalmente contra la pared, y mer-
ced a los que se facilitan o dificultan ciertos ejercicios. En suma, el
material debe elegirse con el propsito de crear hombres sanos y vigo-
rosos, no atletas ni acrbatas.
Importa muy especialmente, por ltimo, llamar la atencin de los
profesores de Gimnstica sobre punto tan capitalsimo como es el re-
lativo al programa conforme al cual han de dar su enseanza. E impor-
ta tanto ms, cuanto que, por virtud sin duda del influjo intelectualista
que hoy predomina en todas las esferas, es fcil y peligroso caer en el
error de trazar planes tericos para la enseanza de la Gimnstica,
convirtiendo los ejercicios con que debe perseguirse el saludable desa-
rrollo corporal del nio en una asignatura ms que aadir al cuadro de
las que componen el trabajo intelectual del alumno.
El valor del conocimiento de la Anatoma y de la Fisiologa huma-
nas como necesaria base de los ejercicios corporales, si es incuestiona-
ble para el maestro de Gimnstica, que no slo debe saber la razn y el
proceso de cada movimiento y trazar el cuadro ordenado de los que
han de practicarse, sino tambin de los que a cada alumno, segn sus
especiales circunstancias, convengan, no lo es tanto, en verdad, para el
alumno mismo. Intersanle aquellas ciencias desde un punto de vista
universal, como parte que son de la cultura humana, y a este propsito
ya tiene el estudio del organismo y de sus funciones lugar asignado en
el plan de nuestra enseanza secundaria.
A la nueva clase de Gimnstica debe el nio asistir ante todo para
hacer gimnasia, para vigorizar su salud y sus energas fsicas, para

257
adiestrar sus fuerzas con juegos y ejercicios corporales. La serie orde-
nada de estos ha de constituir, por tanto, esencialmente el contenido
de todo programa. Destinar al estudio terico del cuerpo humano par-
te siquiera del tiempo que debe consagrarse ntegro al juego, al descan-
so intelectual y a la recreacin de las fuerzas, sera tan equivocado
como entretenerse en explicar y hacer aprender las funciones de nutri-
cin en vez de alimentar a un individuo desfallecido y hambriento.
Como consecuencia de las doctrinas expuestas, y sin perjuicio de
las disposiciones especiales que, relacionadas con los exmenes de la
asignatura de Gimnstica, se dictarn en breve, pues al efecto se ha
formulado ya la debida consulta al Consejo de Instruccin pblica,
proponiendo, entre otras conclusiones, que no haya exmenes para los
alumnos oficiales, s slo para los libres y los de Colegios incorpora-
dos, y esto una vez acordado cuanto se relacione con esta enseanza,
estima esta Direccin general que debe ajustarse a las siguientes reglas
el planteamiento y desarrollo de la Gimnstica en los Institutos:
1^ Se elegirn los juegos que reporten mayor utilidad fsica, moral
e intelectual.
2^ Deber excluirse todo juego que ofrezca un peligro moral o f-
sico.
3^ Los juegos se adaptarn a la edad de los escolares y a las condi-
ciones del espacio disponible y de la estacin.
4^ Para los ejercicios corporales debe escogerse un sitio al aire
libre.
5^ Si la Gimnasia no puede tener lugar al aire libre, se elegir un
local espacioso y ventilado.
6^ Deben excluirse los ejercicios meramente de fuerza, dndose
preferencia a las excursiones, paseos, marchas, carreras, flexiones, etc.
7* Semanalmente verificarn los alumnos, por secciones, visitas y
excursiones, que determinar el Director del Instituto de acuerdo, ya
con el profesor de Gimnstica, ya con el de la asignatura que guarde
ms analoga con el fin a que se dediquen aquellas. De cuanto con es-
tas excursiones se relacione se dar cuenta en la Memoria de Secreta-
ra de fin de curso.
8^ El registro pedaggico-higinico de los alumnos lo llevar el
profesor de Gimnasia, con arreglo a cuanto se prescribe en los mode-
los I, II, III, y en las reglas que acompaan a los mismos, y se unir a
las respectivas hojas de estudios con el objeto de que constituyan ver-
daderas biografas escolares, pudiendo de esta suerte, y merced a la
compulsa de las de todos los Institutos, apreciarse el desarrollo fsico
de la juventud. (Modelos nmeros I, II, III.)
9^ Los Institutos, por conducto de los respectivos Rectorados, for-
mularn en el trmino de un mes, y en vista de las anteriores prescrip-
ciones, la lista del material que juzguen oportuno para el mejor plan-
teamiento de la Gimnstica.

258
10* La enseanza deber limitarse a todos aquellos ejercicios hi-
ginicos recomendados por la ciencia, y slo se emplear la gimnasia
llamada de aparatos en casos particulares y para cumplir alguna indi-
cacin relativa a aquellos alumnos que padezcan enfermedad transito-
ria o crnica. En este caso el profesor deber procurarse una indica-
cin facultativa del mdico y una autorizacin de los padres del es-
colar.
Expuestas las anteriores consideraciones, slo resta tributar el de-
bido elogio al Profesorado de aquellos Institutos que, inspirndose en
tales doctrinas, las han planteado en este curso, sin esperar remesas de
material fijo.
La Institucin Libre de Enseanza, los Colegios de jesutas y otras
Corporaciones privadas han ensayado ya en Espaa el sistema de la
educacin fsica basado en el desarrollo del cuerpo, a la vez que en el
de la inteligencia, declarando as noble y leal guerra a los excesos del
intelectualismo.
A nuestros Institutos, a su esclarecido Profesorado, corresponde
realizai en nombre del Estado la gloriosa misin de educar a nuestra
juventud, inspirndose en la frase que, segn Daily, deba inscribirse
en la puerta de todos los Colegios.
No es un alma, no es un cuerpo el que se educa; es un hombre, y
es preciso no dividirlo en dos; y, como dice Platn, importa no adies-
trar el uno sin la otra.

Madrid 18 de Marzo de 1894. El director general de Instruccin p-


blica, EDUARDO VINCENTI. Seores rectores de las Universidades, seor
inspector general de Enseanza, seores directores
de los Institutos oficiales, provinciales y locales.

FERNANDO LAGRANGE
El ejercicio en los adultos (1896)
La gimnasia: los sistemas francs y sueco

Existen en Europa dos grandes sistemas gimnsticos; el sistema


francs, importado por Amors, y el sistema sueco creado por Ling.
En Alemania, Jahn fue el promovedor de un sistema muy semejante
al francs, y la gimnasia de los italianos y de los suizos no presenta
ninguna diferencia fundamental, ni con la de los alemanes, ni con la
nuestra.

259
La gimnasia francesa y la sueca son, en total, los dos tipos del ejer-
cicio metdico. Podr ser interesante, para hacer comprender sus dife-
rencias, reuniras en un mismo estudio comparativo.
La gimnasia francesa se compone de dos clases de movimientos; los
unos ejecutados con las manos libres, los otros por medio de diversos
aparatos.
Los aparatos esenciales de nuestra gimnasia son aparatos de 5M5-
pensin, gracias a los cuales el cuerpo puede abandonar el suelo y
mantenerse en el espacio colgado de los brazos, o bien aparatos de
apoyo, sobre los cuales el cuerpo est sostenido por los brazos rgidos,
sin que los pies toquen a tierra...
Los ejercicios que se ejecutan sin aparatos y con las manos libres
se llaman tambin ejercicios de a pie firme, porque el cuerpo no
abandona el suelo...
La gimnasia tiene en nuestro pas, desde hace algunos aos, cierta
tendencia a aadir a sus movimientos metdicos otros muchos ejerci-
cios tomados de entre los del sport y aun de los juegos. El pugilato
francs, el palo y el bastn, la carrera, no formaban parte, hace veinte
aos, de los ejercicios de gimnasia, y hoy ocupan en ella un gran lugar.
Acabo de estudiar estos ejercicios en el captulo precedente, y no
tengo que ocuparme aqu ms que de los ms metdicos, que merecen
especialmente el nombre de ejercicios gimnsticos.
La gimnasia sueca emplea, como la nuestra, dos categoras de ejer-
cicios. Los unos se ejecutan a pie firme, a la voz de mando, y consis-
ten en movimientos ms o menos acompasados de los brazos, de las
piernas, de la cabeza y del tronco; los otros exigen el concurso de di-
versos aparatos, barras, potros, escalas, cuerdas. En una palabra, los
suecos tienen, como nosotros, ejercicios sin aparatos y ejercicios con
ellos. Pero aqu concluye la semejanza, y, sin pretender trazar el cua-
dro completo del sistema sueco, bastar exponer sus rasgos ms carac-
tersticos para dar idea de las profundas diferencias que le distinguen
del nuestro.
Los movimientos con aparatos de la gimnasia sueca no tienen,
como en nuestros gimnasios, esa tendencia a la dificultad excesiva,
que se ha llamado acrobatismo. Desde luego su menaje gimnstico es
muy sencillo. No tienen ni anillas, ni trapecio, ni paralelas, ni
barra fija, aparatos usados en los circos, y muy principales de la
gimnasia francesa y alemana. Su menaje consiste en algunos aparatos
de suspensin; poste horizontal o bomme, cuerdas verticales, escalas
oblicuas, y una serie de barras horizontales, aplicadas de alto a bajo
contra los muros, y que se llaman espalderas.
En nuestros gimnasios los diversos aparatos son, como ya he dicho,
instrumentos de suspensin y de apoyo, gracias a los cuales el cuerpo
puede abandonar el suelo y mantenerse en el espacio a fuerza de pu-
os. Estos aparatos fuerzan al hombre a moverse con ayuda de los bra-

260
zos y no de las piernas. De aqu una serie de trabajos difciles, que
tienden a provocar grandes esfuerzos musculares locales. Los suecos
tienen, como nosotros, aparatos de suspensin y de apoyo, pero los
utilizan de una manera ms natural y menos acrobtica; por ejem-
plo, asociando la accin de las piernas a la de los brazos, en el acto de
trepar, sea por la cuerda, sea por la percha. La mayor parte de sus ejer-
cicios son tambin menos atlticos que los nuestros, a causa de ser
ejecutados ms frecuentemente con los brazos alargados, que con los
brazos encogidos. En fin, su mtodo no ha adoptado, entre los ejerci-
cios con aparatos, los que piden el esfuerzo ms intenso de los mscu-
los de los hombros y de los brazos; por ejemplo, las llamadas, en nues-
tro sistema, dominaciones...
Esta diferencia de ejecucin de dos movimientos en apariencia
idnticos, cambia totalmente sus efectos. Por el procedimiento francs
se obtienen resultados ms atlticos, se aumenta ms la fuerza de los
msculos; pero, por el procedimiento sueco, se obtienen efectos ms
higinicos...
Diramos que el espritu de la gimnasia sueca es democrtico, si se
me permite aplicar esta palabra en el orden fsico con el mismo senti-
do que tiene en el orden social. La gimnasia sueca es democrtica en
cuanto que sus ejercicios estn al alcance de todos. La nuestra, por el
contrario, comprende muchos movimientos que no son practicables
ms que para los privilegiados de la naturaleza, para los individuos
cuya fuerza fsica excede del promedio general; no es aplicable a los
dbiles. La gimnasia, deca en nuestro ltimo Congreso"de ejerci-
cios fsicos M. Trgren, director del Instituto Central de Estokolmo,
debe guardarse bien de dividir los hombres en ejecutantes y espectado-
res. Los ejecutantes seran quizs ms hbiles, pero siempre menos
numerosos, mientras que el nmero de los espectadores y sus exigen-
cias iran creciendo. Estas palabras estn perfectamente de acuer-
do con las instituciones de la gimnasia sueca clsica. Tal vez eran tam-
bin una protesta contra cierto espritu nuevo que parece querer intro-
ducirse en el sistema, y que sera ciertamente su prdida. Ciertos
maestros, en Estokolmo, querran ensanchar el cuadro de la ensean-
za y aadir ejercicios ms difciles, capaces de dar mayor satisfaccin
al amor propio del ejecutante. Ya una o dos sociedades suecas hacen
algunos ejercicios con aparatos, a la francesa. Pero no son ms que
tentativas aisladas de romanticismo, y el sistema clsico conservar
siempre su integridad...
La gimnasia sueca est falta tal vez de ejercicios suficientemente
atlticos, y cuando se aplica a hombres muy robustos, se puede echar
de menos que no se aplique bastante los esfuerzos. Por el contrario, la
gimnasia francesa no sabe eliminar bastante el esfuerzo cuando se tra-
ta de individuos para los que sera peligroso. Por esto se hace imposi-
ble para el mayor nmero y parece inventada para una minora escogi-

261
da; es decir, para los individuos justamente que podran con menos
inconveniente prescindir del ejercicio.
La gimnasia sueca, gracias a la moderacin de sus movimientos, es
til para todos y aplicable a todos. Es la gimnasia de los dbiles. La
nuestra no conviene ni a los valetudinarios, ni a los hombres de edad.
La que se practica en Estokolmo, conviene a todos, cualquiera que sea
su estado de inferioridad fsica y su edad.
En resumen, la gimnasia francesa y la gimnasia sueca representan
dos sistemas que se completan uno a otro y que ganaran fundindose
para no constituir ms que un nico y gran mtodo. Mientras tanto,
sus indicaciones son muy diferentes. El sistema sueco conviene a to-
das edades, y sobre todo a las extremas; la infancia y la adolescencia,
la edad madura y la vejez. El sistema francs, en su conjunto, no con-
viene ms que a los jvenes ya formados y a los adultos que no han
envejecido todava.

FERNANDO LAGRANGE. EL EJERCICIO EN LOS ADULTOS.


Madrid. Imprenta de Gregorio Juste. 1896

JOS CASTILLEJO
La educacin en Inglaterra (1919)
Los juegos y deportes en los distintos niveles educativos. La
vida universitaria en Oxford y Cambridge

Es bien sabido que los juegos son en Inglaterra el gran resorte para
formar a un tiempo, y hacer compatibles, la personalidad vigorosa y el
sentido de solidaridad social. El poder de inhibicin y mesura se desa-
rrolla all donde son ms necesarias, es decir, en medio de la violencia
y la lucha; la subordinacin, all donde es libremente aceptada para
alcanzar un fin.
Por eso Inglaterra quiere juegos que sean: primero, contienda lleva-
da al ardor mximo, y segundo, contienda organizada, donde no sea
posible el triunfo sino mediante una estrecha unin. Nunca se ven ni-
os corriendo desatentados, empujndose, dando gritos, aburridos en
el ocio y abandonados cada uno a s mismo.
El ingls odia la gimnasia, que es el ejercicio usual en Alemania,
porque la gimnasia es un ejercicio intelectualista, muestra demasiado
el esqueleto cientfico en que se basa, y, ai prescribir rgidamente la

262
sucesin de los movimientos, suprime toda iniciativa personal. Y tam-
bin porque, en general, la gimnasia es ejercicio individual, donde el
elemento colectivo no traspasa la relacin de presencia o simultanei-
dad; mientras que los deportes, al par que realzan el valor del indivi-
duo, hasta del ms humilde, en cuanto que de l puede depender en
cada instante el xito, densifican la unidad social en su forma ms no-
ble. Son, adems, la escuela de una honorabilidad especial, que consis-
te en levantar al contrario hasta nuestro propio nivel y tratar al enemi-
go como a un prjimo, honorabilidad que en ingls se designa con la
frmula de "jugar limpio".
Proporcionan, por ltimo, los deportes mayor descanso a la imagi-
nacin y a la inteligencia que el reposo, porque absorben toda la aten-
cin y suspenden la vida complicada espiritual, condensndola en una
actividad sencilla y primaria.
Los juegos al aire libre son, pues, la forma preferente, casi exclusi-
va, de educacin fsica en Inglaterra. Ningn otro pas tiene una tradi-
cin tan continuada en los cuidados del cuerpo. El vigor fsico, la agi-
lidad, la destreza, la gracia, han sido preocupacin preferente de sus
pedagogos. Y tambin, hasta nuestros das, orgullo de sus escuelas. La
limpieza, la salud y el arte de hacer la vida cmoda sin afeminamiento
y sencilla sin rudeza, son notas que distinguen a aquella raza. La pre-
sin intelectualista de los dos siglos ltimos no ha conseguido conmo-
ver a los educadores. El esptiru de las justas y torneos llega hasta
nuestros das, en aquellas escuelas.
Inglaterra no concibe la educacin sino en el campo. Presta ste
condiciones higinicas e inicia en el amor y el conocimiento de la na-
turaleza; pero quiere decir, adems, holgura, espacio, sin los cuales se
impone la presin externa, que convierte la agrupacin de nios en
rebao o regimiento, mata la individualidad, y con ella la originalidad,
la gracia y la fuerza.
Las escuelas y universidades de las clases acomodadas estn, pues,
en el campo, o tienen grandes parques, y se basan en la vida en comn
sin clausura, en el tipo que se ver ms adelante. Las de las clases po-
bres, enclavadas en las ciudades, poseen tambin en las afueras sus
campos de juegos y arreglan las enseanzas para que nadie se prive de
concurrir a ellos...
Se ha repetido hasta la saciedad la importancia de los deportes y los
juegos en la educacin inglesa. Dentro de ella corresponde el predomi-
nio a las escuelas secundarias.
Adems de una inclinacin, innata o adquirida, de la raza, y de las
exigencias del clima, influye para ello la edad de los nios, que es la
ms crtica para remover los instintos de lucha, el dramatismo de la
existencia, la accin y el culto al valor, a la osada y a la fuerza fsica.
Tambin son los juegos una reaccin contra la inmovilidad a que se les
obliga en las clases y, a veces, contra el aburrimiento de los malos m-

263
todos. La opinin pblica, por su parte, en peridicos y espectculos
fomenta el atletismo.
Es ste ms obsesionante en los internados que en los externados,
acaso porque aqullos no tienen, como stos, otros contrapesos de in-
tereses que distraigan y ocupen al nio.
Aparte de las ventajas higinicas de los juegos, como gimnstica
adecuada al desarrollo y como empleo de energas sobrantes (es la idea
de Spencer) que seran amenazadoras en muchas otras direcciones, se
apoyan cientficamente en ciertos principios que parecen de da en da
ms firmes. La doctrina de Karl Groos, que tiene su antecedente en
Rousseau, coloca el juego como el ejercicio propio de la infancia, nece-
sario para el desarrollo funcional que hace al hombre adulto; los parti-
darios de la ley biogentica, como Stanley Hall, creen que el nio nece-
sita pasar su etapa salvaje, como la Humanidad, y desean la ms plena
libertad y la ms favorable ocasin para ese salvajismo, cuya explosin
completa es garanta luego de una ms elevada racionalidad; y los mo-
dernos pragmatistas (William James, Dewey, etc.) buscan en el juego
los mviles adecuados para la accin en la poca de la infancia.
En las escuelas inglesas la razn de ms peso para fomentar los
juegos es su valor para la formacin del carcter, para el estableci-
miento de una disciplina inmanente y un dominio de s mismo en cada
nio y para la educacin social, que lleva al individuo a una coopera-
cin ntima y hasta a una abnegacin suprema hacia sus semejantes,
sin abdicar, antes bien, afirmando su plena individualidad.
Creen los ingleses que en la infancia no puede darse este proceso
sino a favor de los juegos, que son el equivalente de toda la vida de
relacin del adulto (lucha, sacrificio, mando, obediencia, gloria, respe-
to, cooperacin, personalidad y todas las restantes categoras de la
vida social). Por eso no les son indiferentes unos u otros juegos; no se
trata de que los nios se distraigan o pasen el tiempo, ni siquiera sola-
mente de que ensanchen sus pulmones y pongan en tensin sus ner-
vios; se trata de un proceso vital completo, que slo encuentra campo
adecuado en una clase de juegos: en los juegos colectivos y organi-
zados.
Los ms usuales son, en invierno, el foot-ball, el hockey y el lacrosse
(estos dos ltimos casi exclusivos de nias), y en verano, el cricket.
De carcter menos corporativo y, por tanto, de menor valor y acep-
tacin, son el juego de pelota (en fives-courts, o frontones pequeos, y
con otra distribucin de las paredes que los vascos), las carreras a pie
(poco estimadas en Inglaterra, como todo deporte en que slo se trata
de contraponer un esfuerzo individual a otro), el ciclismo, la natacin
(que cada da gana terreno desde el punto de vista higinico) y el lawn-
tennis (ms frecuente en escuelas de nias).
Los profesores ms jvenes toman parte, ordinariamente, en los de-
portes.

264
Los externados, cuando no poseen una explanada adyacente, suelen
usar la de algn parque prximo o las afueras de las ciudades, envian-
do por turno los nios. Los internados tienen sus campos de juegos
amorosamente cuidados, limpios, cubiertos con la alfombra verde de
csped recortado, que el clima favorable y el cultivo de siglos han con-
seguido elevar a un grado de belleza y perfeccin inimitables.
Hay una corriente importante de opinin que desea suprimir en los
juegos los premios individuales (copas, bandas, medallas, etc.), dejan-
do, cuando ms, los que se dan a un bando o agrupacin.
Otra tendencia moderna que merece ser citada y que han seguido
ciertas escuelas (v. gr., la de Dedales) intenta ensanchar la nocin de
los juegos y dejar en ellos mayor campo a las preferencias individuales.
No slo han introducido nuevas variedades (por ejemplo, resucitando
los discos y otros deportes griegos), sino que quieren incluir entre los
juegos ciertas actividades al aire libre, como la jardinera, la avicultu-
ra, la agricultura, la formacin de herbarios, colecciones entomolgi-
cas o geolgicas, las excursiones arqueolgicas, la carpintera, etc.
Frente a la ventaja de multiplicar las posibles orientaciones individua-
les se objeta a ese plan que pierde la fuerza educadora de los juegos
corporativos y sustituye el endurecimiento y la fortaleza por la blandu-
ra y el antojo. En cambio, es absolutamente adecuado para nios
que, por prescripcin mdica, no puedan tomar parte en los juegos
violentos.
Es tambin reciente el ensayo de los campamentos de verano para
hacer vida al aire libre, en la cual se familiarizan los nios con la natu-
raleza y se acostumbran a bastarse a s mismos, en un rgimen de refi-
nada frugalidad, explotando los variados recursos que ofrece el campo
y ejercitando el ingenio y la inventiva.
Se establece generalmente el campamento a orillas del mar o de
algn ro y se alternan la natacin, la pesca y la barca, con las excur-
siones a pie, el alpinismo, los juegos y la reunin de colecciones y ob-
servaciones. Se forman en esos campamentos, cuando no son demasia-
do grandes y estn bajo una direccin inteligente, tradiciones de senci-
llez, compaerismo y generosidad altamente educadoras. Son
especialmente tiles para aprovechar las vacaciones de los nios de los
externados, que no han perdido durante el curso el contacto con sus
familias y pueden ser ms fcilmente separados de ellas...
Por las tardes los colegios cambian de aspecto. En vez de escolares
ensotanados, circulan por los patios mocetones con la cabeza descu-
bierta, recias botas, piernas desnudas y blusas de colores; pululan por
las calles las bicicletas en que muchachos y muchachas se trasladan a
los campos de deportes, y all, sobre las llanas praderas, encuadradas
por tupidas masas de rboles, se presencian las escenas de agilidad, de
fuerza, destreza y juventud, de dignidad reposada y de caballerosa cor-

265
tesa, donde parece que se han fundido la palestra griega y la justa me-
dieval.
El ejercicio de remar y la natacin son placeres favoritos en ambas
Universidades, especialmente en primavera. La equitacin y la caza
son todava, aunque en cierta decadencia, deportes que algunos grupos
de colegiales ricos pueden permitirse. El football, el cricket, el polo, el
golf, el hockey y el tennis se reparten, segn las estaciones, la poblacin
escolar de uno y otro sexo.
En la segunda mitad de la tarde predomina la vida social en los
conciertos musicales y en los numerosos clubs artsticos, literarios, de
deportes o de debates, que los estudiantes sostienen. Reaparecen los
trajes acadmicos, porque son obligatorios desde que anochece, a fin
de facilitar la vigilancia. Con ellos se asiste a la cena en comn.
En el trimestre de verano se dedican casi por entero un par de se-
manas a la vida frivola y mundana, llena de bailes, fiestas, comidas y
excursiones por los ros, en que toman parte las familias, los amigos y
los antiguos alumnos, que acuden en visita de temporada. Es la poca
de preparacin para las grandes regatas y de glorificacin de sus h-
roes, cuya fama resuena en los corazones ingleses, tanto al menos
como la de los grandes estadistas o poetas. Las dos ciudades se con-
vierten en focos de una buena parte de la sociedad elegante inglesa.
La libertad de los estudiantes para andar por la ciudad o ausentarse
de ella, asistir o no a las clases, entrar y salir en los colegios, es plena,
salvo ciertas restricciones, como la hora de recogerse por las noches,
cuya infraccin se castiga con multa. No existe propiamente ms que
una regla absoluta: se exige a todo estudiante la caballerosidad y la
decencia de conducta. La Universidad, por su parte, vela para que el
ambiente no conspire contra ese ideal. Estn prohibidas ciertas diver-
siones brutales o crueles, como las carreras de caballos y el tiro de pi-
chn. Los proctors recorren las ciudades por las noches, acompaados
de dos pertigueros (bulldogs, en lenguaje estudiantil) y detienen a
cuantos traspasan la lnea de lo lcito. No se olvide que la edad normal
de los estudiantes universitarios va de los diez y nueve a los veintitrs
aos.
Es obligatorio para los alumnos de un colegio hacer en el comedor
general cierto nmero de comidas cada curso. Ms all de ese lmite
son libres para comer donde prefieran, y lo hacen con frecuencia en
fondas o clubs, especialmente a la hora del almuerzo. Pero ms usadas
y tpicas son las comidas que de las cocinas de los colegios se les sir-
ven, cuando las solicitan, en sus departamentos individuales, donde
suelen tener, a ms del dormitorio, uno o dos gabinetes confortable-
mente amueblados y con chimeneas abiertas, prdigamente provistas
de carbn. Estas comidas ntimas en que a veces se renen pequeos
grupos de amigos y pasan las veladas en charla animada, son un medio
excelente de formar amistades y conocer gentes interesantes. El vino y

266
el juego h a n hecho excepcionalmente su aparicin en tales ocasiones.
El espritu s a n o de la Universidad corrige p r o n t o esas a n o m a l a s ,
m e n o s frecuentes c a d a vez en los l t i m o s a o s de c a m p a a absten-
cionista.

JOS CASTILLEJO. LA EDUCACIN EN INGLATERRA.


Madrid. Ediciones La Lectura. 1919

Primera Junta Directiva del Club de Golf de Las Palmas de Gran Canaria, correspondiente
al mes de marzo de 1904 (foto cedida por don Jos Rivero Gmez)

267

'''V
LOS EJERCICIOS Y JUEGOS CORPORALES EN
ESPAA
Juegos de pelota para las seoritas (1894)

Desgraciadamente, en Espaa las seoritas no juegan, ni en socie-


dad, ni sin ella. De nias, sus juegos carecen casi por completo de
aquel movimiento y aquella energa que son necesarios para un sano
desarrollo... pero todava se mueven, y corren, y juegan, y gritan. Lle-
gadas a mayores, cuando ya son seoritas, se acab, no ya todo juego,
lo cual se reputa hasta inconveniente, e impropio de jvenes formales
y bien educadas, sino an todo paseo que pueda llamarse as.
Que nosotros sepamos, en el frontn de la Castellana, jugaban hace
aos algunas seoritas; y tambin hemos odo decir que una familia
tena alquilado el de San Francisco el Grande para que algunas jvenes
jugasen en l.
Hace ya bastantes aos, jugaban tambin al lawn-tennis, en el fron-
tn de la Castellana, las hijas de un ex-ministro de la Corona.
Hemos adems ledo, en un peridico espaol de sport, que aquel
juego ingls se ha extendido mucho por Catalua y Andaluca.
Aunque sin carcter de sociedad, en alguno de los puertos de Fran-
cia, Biarritz, Hendaya, San Juan de Luz, se jugaba los pasados veranos
a ste y a otros juegos ingleses (rounders, foot-bal) por la sociedad
aristocrtica espaola que veranea en dichos puntos.
El juego a ble, salvo Madrid y algunas provincias ya enumeradas,
no ha hecho arraigo en toda Espaa.

PEDRO BLANCO SUREZ,


LOS EJERCICIOS Y JUEGOS CORPORALES
en Boletn de la Institucin Libre de Enseanza,
n413, 31 de Agosto de 1894

268
FIERRE DE COUBERTIN
Los Juegos Olmpicos de Atenas (1896)

Normalmente, es bastante difcil saber por qu y de qu manera


surge una idea se desprende de la marea de otras ideas que esperan
realizarse toma cuerpo y se convierte en hecho. Pero tal no es el caso
de los Juegos Olmpicos. La idea de su reestablecimiento no era una
fantasa: era el final lgico de un gran movimiento. El siglo XIX vio
renacer en todas partes el gusto por los ejercicios fsicos: a principios
de siglo en Alemania y Suecia; a mediados, en Inglaterra; a finales en
los Estados Unidos y Francia. A la par, los grandes inventos, el ferroca-
rril y el telgrafo acortaron las distancias y los hombres se dispusieron
a vivir una nueva existencia; las razas se relacionaron unas con otras,
aprendieron a conocerse mejor e inmediatamente quisieron comparar-
se entre s. Lo que una consegua, la otra quera a su vez intentarlo. Las
exposiciones universales situaron sobre un mismo punto del globo
productos de pases muy lejanos; los congresos literarios o cientficos
pusieron en contacto las ms diversas capacidades mentales. Cmo
no iban a procurar los atletas encontrarse cuando la rivalidad es la
base misma del atletismo y casi su razn de ser? Esto se produjo en
efecto. Suiza convid a tiradores extranjeros a sus competiciones fede-
radas. Los ciclistas rodaron en todos los veldromos de Europa; Ingla-
terra y Estados Unidos se desafiaron en el agua y en la hierba; los prac-
ticantes de esgrima de Roma y Pars cruzaron el acero; poco a poco el
internacionalismo se desliz al amparo del deporte, avivando su inte-
rs y agrandando su esfera de accin. El restablecimiento de los Jue-
gos Olmpicos fue posible.
Me pareci necesario hacer esta reflexin. Haba empleado unos
cuantos aos en estudiar la juventud escolar de Inglaterra y Amrica.
Se puede criticar en algunos detalles la enseanza que se imparte en
los colegios privados britnicos, pero no hay duda que se trata de una
educacin fuerte y viril. Se debe atribuir, en gran parte, a los mritos
de esta educacin la expansin prodigiosa del Imperio Britnico y el
alto grado de poder alcanzado por los ingleses bajo el reinado de la
Reina Victoria. Es igualmente curioso constatar que estos progresos
coinciden con la reforma pedaggica que se oper en el Reino Unido
hacia 1840. En esta reforma el ejercicio fsico ocupa en cierta manera,
el primer puesto. Se le hace partcipe de una obra de educacin moral.
Se trata de la restitucin segn las necesidades del da, de una de las
particularidades ms notables de la civilizacin griega: la participa-
cin de los msculos en el trabajo de formacin moral. En Francia, por
el contrario, la inercia fsica, era considerada hasta hace poco un coro-
lario indispensable del perfeccionamiento mental; se admita que el

269
juego perjudica en los estudios: en cuanto a su carcter, no se tena
idea de que pudo existir un cierto vnculo entre el cuerpo y la voluntad.
En general la mayora de los grandes interrogantes nacionales se
reducen a una cuestin de educacin, sobre todo en los pases demo-
crticos. Hay que buscar siempre en la escuela, en la universidad el
secreto de la grandeza o de la decadencia de una democracia. Las me-
joras que se introducen son las que se reflejan de una manera ms
fuerte y con mayor alcance. Naturalmente deba llegar al pensamiento
de un hombre convencido de esta verdad que sera bueno para Francia
introducir en la vida escolar un poco de esta vitalidad fsica, de esta
energa animal de la que nuestros vecinos sintieron los beneficios. La
obra emprendida as a comienzos de 1888, prosper rpidamente y "la
Unin de los Deportes Atlticos", cuyos comienzos fueron muy modes-
tos, agrupaba ya a finales de 1892 un nmero considerable de socieda-
des; entre las cuales muchas eran sociedades escolares, establecidas en
los institutos de enseanza media, creadas y dirigidas por alumnos.
Mis anteriores viajes, la necesidad de estudiar lo que se haca en el
exterior para trabajar ms eficazmente en el interior por el triunfo de
la empresa, me haba creado relaciones con los que, en los otros pa-
ses, prestan su atencin a los ejercicios fsicos. Adems, con ocasin
de la exposicin universal de 1889, el gobierno francs haba convoca-
do en Pars congresos internacionales de orden muy diverso, entre s-
tos haba un congreso de educacin fsica. Encargado de organizarlo
haba enviado a todas partes del extranjero una circular y un cuestio-
nario relativo a la manera en que se practicaban los ejercicios fsicos
en los colegios de enseanza secundaria y en las universidades. En fin,
haba fundado una publicacin mensual, "La Revista Atltica" con la
intencin de provocar un movimiento en favor de los deportes viriles y
comparar los resultados obtenidos aqu y all unos con otros. La mi-
sin que el ministerio de Instruccin Pblica me encarg en 1889 y
que consista en visitar los establecimientos de Instruccin Pblica de
Amrica del Norte me haba permitido aadir nuevos documentos a mi
dosier internacional. Todo esto me permiti igualmente constatar que
a finales del siglo que lo haba visto renacer, el atletismo corra ya
grandes peligros y que sus progresos se veran comprometidos si no se
intervena de una manera rpida y enrgica. En todas partes haba ha-
llado la discordia, la guerra civil establecida entre los partidarios o de-
tractores de tal o cual forma de ejercicio. Este estado de cosas me pa-
reci que provena de una excesiva especializacin. Los gimnastas no
miraban de buena gana a los remeros, los practicantes de esgrima a los
ciclistas, los tiradores a los jugadores de lawn-tennis. Entre adeptos de
un mismo deporte la paz no reinaba de manera favorable; los amigos
de la gimnasia alemana negaban todo mrito al mtodo sueco y las
reglas americanas de ftbol parecan a los jugadores ingleses contra-
rias al buen sentido. Haba incluso otra cosa: exista el espritu mer-

270
cantil que amenazaba invadir los crculos deportivos: all donde no se
corra o no se luchaba abiertamente por dinero se senta, no obstante,
una tendencia por deplorables transacciones; y en el deseo de vencer,
entraban a menudo otras cosas ms que la ambicin y el sentimiento
del honor. So pena de ver al atletismo degenerar y morir por segunda
vez, haba que unificarlo y purificarlo.
Una nica manera me pareci prctica para llegai" a conseguirlo:
crear competiciones peridicas a las que seran invitados los repre-
sentantes de todos los pases y de todos los deportes, y situar estas
competiciones bajo el nico patronazgo que pudiera darle una aureola
de grandeza y de gloria, el patrocinio de la antigedad clsica. Hacer
esto significaba restablecer los Juegos Olmpicos: el nombre se impo-
na; era imposible encontrar otro.
A decir verdad, el nombre no haba cado en desuso: se emple a
menudo bien para designar competiciones locales como las que el Di-
rectorio intent establecer antiguamente en el campo de Marte parisi-
no, como las que se celebran todava en ciertas ciudades griegas, bien
para designar cualquier restitucin prematura o desmaada como la
que protagoniz Atenas bajo el rey Otn; pero esta vez no se trataba
tan slo del nombre, se trataba del hecho. Haba que determinar el
estado no de una obra local y pasajera, sino de una obra universal y
duradera. La idea de reunir en Pars un congreso atltico internacional
se present en mi mente y casi al mismo tiempo me di cuenta que esto
no era posible sin un trabajo preliminar al que me enganch en segui-
da. Acercar las grandes sociedades francesas del Deporte y-establecer
las relaciones entre ellas y las sociedades similares de otros pases se
impona en primer lugar con el fin de no proporcionar a los extranje-
ros que vinieran el espectculo de nuestras discordias y obtener de fue-
ra numerosas adhesiones.
La Unin de Deportes Atlticos haba sembrado sobre ellos por su
fundacin y sus rpidos progresos las desconfianzas y los recelos. To-
dos mis esfuerzos tendieron a mejorar sus relaciones con la Unin Ve-
locipdica de Francia, la Unin Nacional de Sociedades de Tiro, la
Unin de Sociedades de Gimnasia, la Sociedad de Fomento de la Es-
grima, la Unin de Sociedades de Remo, la Unin de Yates Franceses.
No lo consegu ms que a medias. Fue posible, sin embargo, disipar
ms de un malentendido y esbozar igualmente sobre algunos puntos
una colaboracin amistosa.
Con Inglaterra el acuerdo fue menos rpido. La presencia de M.
Herbert a la cabeza de la "Asociacin Amateur Atltica" facilit las co-
sas; conoca nuestros esfuerzos y los apoyaba. La Unin Ciclista Na-
cional resisti mucho tiempo: no vea la utilidad de un tratado que los
ligaba con una federacin extranjera. En cuanto a la Asociacin Ama-
teur de Remo, para conseguir que nuestros remeros tuvieran el dere-
cho de tomar parte en sus famosas regatas de Henley que se corran

271
bajo sus reglamentos, fueron precisos diez meses de negociaciones y la
intervencin del embajador de Francia en Londres, M. Waddington.
En la primavera de 1893 la situacin nos pareci bastante buena
para que pudiera celebrarse el congreso. Tenamos buenas relaciones
con Blgica, Inglaterra y Estados Unidos. Se realiz un llamamiento
dirigido a todas las sociedades deportivas del mundo invitndoles a
enviar delegados a Pars en el mes de junio de 1894. Ped ayuda a ami-
gos como el profesor Sloane de la Universidad de Princeton, a perso-
nas con la que mantena una correspondencia continuada como M.
Hemny en Hungra, el general Bontowski en Rusia, M. Herbert en In-
glaterra, el comandante Balck en Suecia. El programa del congreso fue
redactado de manera que figuraban delante las cuestiones de orden
estrictamente deportivo y se disimulaba la cuestin principal, la del
restablecimiento de los Juegos Olmpicos; tema que excitase los sar-
casmos y desalentase las buena voluntad debido a la amplitud misma
del proyecto. De hecho, haba hablado en reuniones en Nueva York, en
Oxford, etc., y haba sentido que mis auditores consideraban tal pro-
yecto un sueo y una quimera. Me pareca indispensable celebrar
nuestras sesiones en el Palacio Universitario de la Sorbona para desta-
car, con todo, que se trataba de algo ms que de una reunin deportiva
ordinaria. Me pareca que bajo las bvedas de la Sorbona las palabras
"Juegos Olmpicos" resonaran de tal manera que se impondran entre
los asistentes. M. Grard, Rector de la Universidad de Pars nos mostr
cordialmente su hospitalidad. Escrib a su majestad, el rey de los grie-
gos y rey de los belgas, al prncipe real de Grecia, al prncipe de Gales,
al prncipe real de Suecia, a su alteza el gran duque Wladimir para
ofrecerles el ttulo de miembros de honor del Congreso, del que M. Ba-
rn de Courcel, senador, antiguo embajador de Francia en Berln,
acept la presidencia. Un cierto nmero de colaboradores se agrupa-
ron entonces sobre m y tomaron conciencia en nuestra empresa. Ha-
bamos concertado una serie de fiestas destinadas a hacer agradable la
estancia en Pars a los delegados extranjeros. Pero vendran los dele-
gados? A comienzos de la primavera costaba trabajo esperar. Alema-
nia, Suiza y Holanda no respondan. Otros pases se excusaban ya en-
tonces. La correspondencia lleg a ser abrumadora.
Fue preciso volver a la carga, insistir. El xito se confirm de pron-
to casi en el ltimo momento. Hubo delegados ingleses, americanos,
suecos, espaoles, italianos, belgas, rusos; el delegado griego, M. Bike-
las, ya presente en Pars haba compartido nuestros temores y esperan-
zas. Las adhesiones llegaron en seguida con las que no contbamos
apenas; Australia envi sus calurosas felicitaciones. La sesin de aper-
tura que tuvo lugar con gran solemnidad el sbado 16 de junio ante un
auditorio de ms de dos mil personas y que termin con la ejecucin
del Himno a Apolo, proporcion al congreso su verdadero carcter: los
Juegos Olmpicos pasaban a primer plano.

272
Su restablecimiento fue decidido por unanimidad. Nos propusimos
inaugurarlos en 1900. Se prefiri adelantar esta fecha. Fue adoptada la
de 1896 y Atenas designada sobre la propuesta del M. Bikelas, como el
lugar donde los Juegos se celebraran primero. Se decidi que los si-
guientes tendran lugar en Pars en 1900, y despus se celebraran su-
cesivamente cada cuatro aos en las grandes capitales del mundo. El
Congreso nombr un Comit Internacional de catorce miembros para
velar por la ejecucin de sus decisiones. As naci una obra que pareca
llamada a un feliz destino. Ha sido, desde entonces, a menudo critica-
da e igualmente de manera violenta atacada. No todo el mundo la en-
tiende; se habla sin que se sealen suficientemente sus orgenes y su
fin. Para m reivindico fuertemente la paternidad y quiero aqu agrade-
cer una vez ms a quienes me han ayudado a dirigirla; los que creen
conmigo que el atletismo saldr agrandado y ennoblecido y que la ju-
ventud internacional extraer el amor por la paz y el respeto a la vida.

PlERRE DE COUBERTIN.
Atenas, 7/19 de abril de 1896

'SM
Atenas 1896. Atletas en orden de salida.

273
BARTOLOM APOLINARIO (1896)
Colegio de San Jos
Objeto de la clase de prvulos

La clase de prvulos o escuela maternal tiene por objeto dar a los


nios, que no tienen la edad escolar, los cuidados que reclama su desa-
rrollo fsico, intelectual y moral, preparndolos as para recibir con
fruto la instruccin primaria.
La escuela maternal, no es una escuela en el sentido ordinario de la
palabra; constituye el paso de la familia a la escuela y conservando la
dulzura afectuosa e indulgente de la familia, inicia al mismo tiempo en
el trabajo y en la regularidad de la escuela.
El resultado no se juzga, pues, por la suma de conocimientos comu-
nicados, por el nivel a que llega la enseanza, por el nmero y dura-
cin de las lecciones, sino ms bien por el conjunto de las buenas in-
fluencias a que se halla sometido el nio, por el placer que encuentra
hacia la escuela, por la costumbre de orden, de limpieza, de poltica,
de atencin, de obediencia y de actividad intelectual que debe all con-
traer jugando, por decirlo as.
Por consiguiente, hay que preocuparse menos en formar para la es-
cuela primaria nios ya bastante adelantados en instruccin que nios
bien preparados para instruirse. Todos los ejercicios de la escuela ma-
ternal deben regularse segn este principio general: ellos deben ayudar
al desarrollo de las diversas facultades del nio, sin fatiga, sin violen-
cia, sin exceso de aplicacin, ellos estn destinados a hacerle amar la
escuela y a inspirarle desde la ms tierna edad el gusto al trabajo no
imponindole nunca un gnero de trabajo incompatible con la debili-
dad y movilidad de la edad primera.
El fin que se busca, teniendo en cuenta la variedad del tempera-
mento, la precocidad de unos, la lentitud de otros, no es hacerlos llegar
a todos a tal o cual grado de saber en lectura, escritura, clculo; es que
sepan bien lo poco que sabrn, que amen sus tareas, sus juegos, sus
lecciones cualquiera que sean: es sobre todo que no hayan aborrecido
esos primeros ejercicios escolares que llegaran a ser pronto ingratos,
si la paciencia, la jovialidad y la afeccin ingeniosa de la maestra no
hallase el medio de variarlos, amenizarlos y hacerlos interesantes, pro-
curando placer al nio.
Una buena salud: el odo, la vista, el tacto ya ejercitados por una
serie graduada de esos pequeos juegos y experiencias propias para la
educacin de los sentidos: ideas infantiles, ms precisas y claras sobre
los primeros elementos de lo que ser ms tarde la instruccin prima-
ria: un principio de costumbres y disposiciones sobre las que la escue-
la pueda apoyarse para dar luego una enseanza regular: el gusto por
la gimnasia, el canto, el dibujo, las imgenes, los recitados: la diligen-

274
cia en escuchar, ver, observar, imitar, preguntar, responder; cierta fa-
cultad de atencin entretenida por la docilidad, la confianza y el buen
humor; la inteligencia despierta, en fin, y el alma abierta a todas las
buenas impresiones morales, tales deben ser los efectos y los resulta-
dos de los primeros aos pasados en la escuela maternal y si el nio al
dejarla llega a la escuela primaria con tal preparacin, importa poco
que sepa unas pginas ms o menos del silabario.
Penetrada de lo expuesto la Comunidad de Religiosas Dominicas
residentes en esta Ciudad, ha destinado una clase especial para prvu-
los de ambos sexos.

CONDICIONES

Los prvulos varones han de tener la edad de tres aos, no pasar de


cuatro, ni permanecer en la clase cumplidos los seis. Las nias desde
los tres en adelante hasta las siete inclusive, todos de buena salud y no
padecer enfermedad contagiosa.
Vestir el uniforme peculiar adoptado en el Colegio.
Abonar a su ingreso, por una sola vez, la cantidad de cinco pesetas
y mensualmente por adelantado la pensin de cuatro pesetas, si no tu-
vieren hermano o hermana matriculados en esta clase, o hermana
alumna en cualquiera de las diferentes clases del Colegio, tenindolos,
slo abonarn la pensin de tres.
No se tendr en cuenta para el abono de toda la pensin la ausencia
durante los dos meses de vacaciones Agosto y Septiembre, o^ bien cual-
quiera otra durante el ao, a no ser que fuere por enfermedad de ms de
dos meses, en cuyo caso slo abonarn la correspondiente al primero.
Las horas de clase son de nueve de la maana a tres de la tarde.

Las Palmas, Enero de 1896

SATURNINO G Y HURTADO
Fundamentos de la Gimnasia Mdica (1907)
Gimnasia mdico-mecnica o de Zander

La gimnasia mdica es la que busca la accin curativa por medio


del trabajo corporal o el movimiento del organismo.
De todos los medios de curacin que el arte mdica emplea, ningu-
no tiene conexiones tan inmediatas con la Anatoma y Fisiologa como

275
ste. En ninguno se comprende tan fcilmente su accin bienhechora.
Esto expHca la rapidez con que se ha extendido y metodizado en estos
ltimos veinte aos.
El sistema consiste en movimientos detallados de ciertos grupos
musculares, tomados aisladamente hasta donde esto es posible, pues
es sabido que las contracciones no son aisladas, sino que obedecen a
un plan combinado de equilibrios de fuerzas para mantener una acti-
tud fija o producir un determinado movimiento.
Los msculos ejecutan tres clases de trabajo. Tomemos, por ejem-
plo, el cuadrceps femoral. Estando el individuo de pie si levanta una
pierna doblando la rodilla, tenemos:

1 Contraccin positiva, al levantar la pierna.


2 Contraccin esttica, al dejarla fija levantada.
3 Contraccin negativa, al ponerla otra vez en el suelo.

Los movimientos pueden ser activos, pasivos, activo-pasivos y de


resistencia.
El anlisis de las contracciones de los diferentes grupos musculares al
ejecutar un movimiento es muy complejo, y su exposicin nos llevara
demasiado tiempo para un simple bosquejo o sumario como es ste.
Los movimientos activos los puede hacer el individuo sin ayuda de
aparatos.
Los pasivos y de resistencia puede hacerlos ejecutar otro individuo
y esta es la Gimnasia sueca o de Ling. La resistencia puede ser la fuer-
za que opone la persona que dirige los movimientos, la contraccin de
los msculos antagonistas o la accin de la gravedad al levantar parte
de su propio cuerpo.
La gimnasia mdico-mecnica que fund Zander consiste en el mo-
vimiento reglado de diferentes grupos musculares, valindose de apa-
ratos que sirven para ejecutar slo determinados movimientos, y en los
cuales puede perfectamente fijarse el esfuerzo con arreglo a las fuerzas
del individuo.
De estos aparatos los hay para movimientos activos, pasivos, acti-
vo-pasivos y de resistencia, todos perfectamente graduados para las
necesidades que tienen que llenar.
Los buenos efectos observados por esta clase de gimnasia dependen
de que obra:

1 Sobre la circulacin sangunea.


1 Sobre la nutricin.
1 Sobre el sistema nervioso.

Una vez que los msculos ha trabajado mayor o menos tiempo, se-
gn las condiciones individuales, se emplea el masage, que contribuye

276
a impedir la fatiga, colocando al msculo en disposicin de poder eje-
cutar nuevas acciones.
Realmente el masaje lo que hace es barrer los detritus que han que-
dado del funcionamiento muscular. Limpia al msculo, dejndolo
apto para volver a contraerse.

SATURNINO G^ Y HURTADO. FUNDAMENTOS DE LA GIMNASIA


MDICA. Madrid. Buena Hermanos, impresores. 1907

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>< STAVI.R:-
\ COOR amsi.

El ciclismo con entrenadores, es decir, tras moto consigui una extraordinaria


popularidad a comienzos de siglo con la proliferacin de los veldromos. El gusto por las
pruebas de pista muy arraigado en Francia y Blgica tambin lleg a Espaa. La
mayora de ciudades contaban con varios veldromos, disputndose carreras de todo tipo
(a la americana, de 3, 4, 6, e incluso, 24 horas, tras moto, etc.).

277
ESTATUTOS DE LA REAL SOCIEDAD GIMNSTICA
ESPAOLA (1926)

Art. 1 La Real Sociedad Gimnstica Espaola, se propone fomen-


tar la educacin fsica, moral e intelectual de sus asociados de ambos
sexos estableciendo entre ellos la garanta recproca de concordia y
ayuda mutua como salvaguardia de sus ideales, con el fin de propagar-
los por cuantos medios estn a su alcance.
Art. 2" Entre otros procurar:

1 Establecer clases de gimnasia, boxeo y esgrima; cursos de de-


portes atlticos, natacin, remo, pelota, montaismo, ftbol (aso-
ciacin y rugby) y todo cuanto se pueda y crea conveniente para
conseguir los fines que la Sociedad se propone.
2 Propagar la aficin a estos ejercicios, a cuyo efecto la Sociedad
organizar excursiones, concursos, festivales, certmenes y confe-
rencias, procurando sostener sus principios por medio de la prensa
y mantener buenas relaciones con las sociedades afines.
3 Organizar, adems de las clases elementales consignadas, los
estudios terico-prcticos necesarios para preparar a los aspiran-
tes al profesorado de Educacin Fsica.

Art. 3 El gobierno y la administracin de la sociedad estarn con-


fiados a una Junta directiva elegida por mayora de votos en Junta ge-
neral de acuerdo con las prescripciones del Reglamento. Los cargos de
dicha Junta sern gratuitos y voluntarios.
Art. 4 La Sociedad celebrar cada ao dos juntas generales ordi-
narias, que tendrn lugar en los meses de marzo y septiembre y las
extraordinarias que autorice el Reglamento.
Ninguna sesin de Junta general celebrada por la noche podr pro-
longarse ms all de la una de la madrugada.
Art. 5 En la Junta general ordinaria del mes de marzo de cada ao se
nombrar una comisin revisora compuesta de tres seores socios de n-
mero con sus suplentes, que sern revisores de cuentas de la Junta direc-
tiva, y que actuarn de acuerdo con lo determinado en el Reglamento.
Dichos cargos sern elegidos por un ao y podrn ser reelegidos.
Art. 6 En la misma Junta de marzo se nombrar una Mesa de dis-
cusin, cuya misin ser dirigir los debates de las Juntas generales de
acuerdo con las prescripciones de este Reglamento y levantar las actas.
Dichos cargos sern elegidos por un ao, pudiendo ser reelegidos.

278
Art. 7 La Sociedad exige de todos sus componentes una reputa-
cin sin mancha, adquirida por acciones buenas y honrado proceder y
expulsar a los que obscureciesen con su conducta el alto concepto de
esta institucin.
Art. 8 Para mejor consecucin de sus fines, la Sociedad no reco-
noce distincin de carcter poltico o religioso entre sus afiliados.
Art. 9 Esta Sociedad no podr fusionarse con ninguna otra siem-
pre que a ello se opongan cincuenta socios de nmero. En caso d ser
acordada la fusin ser con la condicin de conservar ntegro su
nombre.
Art. 10 No podr disolverse la Sociedad mientras veinticinco so-
cios de nmero deseen seguir perteneciendo a ella; y en caso de disolu-
cin, el activo social se repartir por partes iguales entre un asilo mu-
nicipal y los empleados de la Sociedad que lleven ms de diez aos a su
servicio, y en proporcin directa a los aos de servicio en la misma.
Art. 11 Para ser reformados estos estatutos, se necesitar que lo
soliciten por escrito, de la Junta general los dos tercios de los socios de
nmero que compongan la Sociedad.

ESTATUTOS Y REGLAMENTO DE LA
REAL SOCIEDAD GIMNSTICA ESPAOLA,
aprobados en Junta General celebrada el 15 de Mayo de 1926

BADN POWELL
Escultismo para muchachos (1908)
Promesa y ley Scout

PROMESA SCOUT

Por mi honor prometo hacer cuanto de mi dependa para:


Cumplir mis deberes para con Dios y la Patria;
Ayudar al prjimo en toda circunstancia; y
Cumplir fielmente la Ley Scout.

279
LEY SCOUT

1. El Scout cifra su honor en ser digno de confianza.

Si un Scout dice: "Por mi honor, esto es as", significa que as es, tal
como si hubiera hecho la ms solemne promesa.
De igual manera, si un Scouter dice a un Scout "Yo confo en que
por tu honor hars esto" el Scout est obligado a obedecer aquella or-
den lo mejor que pueda y a no permitir que ningn obstculo se le
interponga.
Si un Scout faltara a su honor diciendo una mentira o no cumplien-
do una orden con exactitud, cuando se hubiere fiado en su honor que
as lo hara, se le puede pedir que devuelva su insignia y que jams la
vuelva a usar. Se le puede pedir tambin que deje de ser Scout.

2. El Scout es leal.

8
Deber serles fiel contra viento y marea, delante de sus enemigos, o
con las personas que se expresen mal de ellos.

3. El Scout es til y ayuda a los dems sin pensar en recompensa.

Deber cumplir con su deber sobre todo, aunque tenga que sacrifi-
car su placer, su comodidad o su seguridad. Cuando encuentre difcil
saber cul de dos cosas debe hacer, se preguntar a s mismo: Cul es
mi deber?, es decir, Qu es lo mejor para los dems? y ejecutar esa.
Deber estar siempre listo para salvar una vida o para ayudar a un he-
rido y deber hacer cuanto pueda para ejecutar una buena accin diaria
en favor de alguna persona.

4. El Scout es amigo de todos y hermano de cualquier Scout sin


distincin de credo, raza o clase social.

As, si un Scout encuentra a otro Scout aun cuando le sea descono-


cido, deber hablarle y ayudarlo en cuanto pueda, ya sea en el desem-
peo de sus obligaciones en ese momento, o alimentndolo, o hasta
donde pueda en lo que necesite. Un Scout jams debe ser un snob; un
snob es aquel que ve por encima del hombro a otro porque es pobre, o
el que es pobre al que es rico. El Scout acepta a los otros hombres tal
como son y saca de ello el mejor partido posible.
A Kim se le llamaba "el pequeo amigo de todo el mundo" y tal es el
ttulo que todo Scout debera conquistar para s.

280
5. El Scout es corts y caballeroso.

Es decir, es afable, especialmente con las mujeres, con los nios,


con los ancianos y con los invlidos o lisiados. Y jams deber recibir
recompensa por haber prestado ayuda o haber sido corts.

6. El Scout ve en la naturaleza la obra de Dios; protege a los


animales y a las plantas.

Les deber evitar cualquier sufrimiento, no deber matar a ninguno


sin necesidad, ya que son criaturas de Dios. Se permitir sin embargo,
que mate a un animal para conseguir alimento o porque sea daino.

7. El Scout obedece sin rplica y no hace nada a medias.

Aun cuando reciba una orden que no le guste debe hacer lo que los
soldados y los marinos, lo que hara con respecto a su capitn del equi-
po de ftbol, cumplirla por^we es su deber. Despus de haberla cumpli-
do, podr hacer valer las razones que tenga en contrario; pero slo
despus de haberla ejecutado sin vacilar. Esto es lo que se llama dis-
ciplina.

8. El Scout sonre y canta en sus dificultades.

Cuando recibe una orden debe obedecerla con alegra y prontitud,


nunca con desgano. El Scout nunca murmura en sus dificultades ni
echa la culpa a los dems, ni refunfua, sino que silba y sonre.
Cuando se pierde el tren o alguien le pisa a uno el callo favorito
esto no quiere decir que los Scouts tengan callos o cosas parecidas
o en cualquier otra circunstancia, deber hacerse violencia para silbar
alguna tonada y en seguida todo habr pasado.

9. El Scout es econmico, trabajador y cuidadoso del bien ajeno.

Es decir, ahorra todo el dinero que puede y lo pone en el Banco,


para tener con qu sostenerse cuando se encuentre sin trabajo y as no
ser una carga para los dems; o para tener dinero para dar a otros que
lo necesiten.

10. El Scout es limpio y sano; puro en pensamientos, palabras


y acciones.

Es decir, desprecia a la juventud tonta que habla de cosas sucias, no


se deja llevar de la tentacin ni en sus conversaciones ni en sus pensa-

281
mientes y jams ejecuta una accin sucia. El Scout conserva limpia su
mente y es varonil.

DIVISA

"Siempre Listo!"

BADEN-POWELL, ESCULTISMO PARA MUCHACHOS.


Mxico. Editorial Escultismo. 1957

GEORGES HEBERT
El cdigo de la fuerza (1910)
El mtodo natural

El mtodo natural deriva de una concepcin muy simple, que es la


siguiente:
El hombre, como todo ser vivo, debe llegar a su desarrollo fsico
integral por la nica utilizacin de sus medios naturales de locomo-
cin, que es obtenida gracias a una prctica conveniente de ejercicios
que yo llamo utilidades indispensables. Estos ejercicios forman ocho
grupos distintos, que son: la marcha, la carrera, el salto, el trepar, el
levantamiento, el lanzamiento, la defensa natural (por el boxeo y por la
lucha) y la natacin.
Slo basta reflexionar un instante para comprender que esos ocho
grupos de ejercicios son todos tiles a grados diferentes en el transcurso
de la existencia. Fuera de ellos slo quedan ejercicios tales como la esgri-
ma, la equitacin, el remo... que son de una utilidad secundaria o limita-
da, a cierta categora de personas; o bien juegos, deportes, ejercicios de
fantasa y acrobticos; pero ninguno entre estos ltimos es indispensa-
ble a todos los individuos sin distincin de profesiones o de clases.
Los ejercicios tiles indispensables son para m los verdaderos ejer-
cicios educativos. La mejor prueba de su excelencia no viene dada por
los individuos de ciertas tribus salvajes que no conociendo otros hacen
al menos los ms bonitos especmenes de fuerza, de belleza, de salud y
de maa de toda la raza humana? Los famosos soldados y atletas grie-
gos y romanos, en los que el valor fsico no ser ciertamente jams
superado, no han empleado slo estos ejercicios? El nio al que no se
le lleva la contraria no busca el instinto naturalmente? Para conven-
cerle, mrelo andar, correr, saltar, escalar, levantar objetos o transpor-

282
tarlos, luchar con sus compaeros. Por otra parte, el animal no nos
ofrece un excelente ejemplo de un desarrollo completo asimilado por
simples ejercicios naturales, a los cuales todos los procedimientos
cientficos y artificiales son seguramente extraos?
Consideremos ahora el ser humano en el transcurso de la exis-
tencia. Para perdurar, la naturaleza le ordena resistir. La fuerza de la
resistencia es pues la primera de las cualidades que le hace falta po-
seer. Todo en un mtodo debe tender a desarrollarse al ms alto punto.
De las consideraciones anteriores se deducen las dos bases funda-
mentales siguientes sobre las cuales descansan mi mtodo natural:
1) Produccin jornalera de una suma suficiente de trabajo permi-
tiendo obtener la resistencia.
2) Prctica metdica de ejercicios utilitarios indispensables.
GEORGES HEBERT. Le
Code de la Forc.
Libraie Vuibert. Pars. 1911.
Traduccin al castellano de Normando Quiroga Nuez.

Ilustraciones explicativas sobre la manera de efectuar el salto de vallas (preparacin,


cada y suspensin), segn el trabajo de Antonio Blasco y Cirera dedicado al Atletismo, y
publicado por la casa Sintes de Barcelona en 1914.

283
FEDERICO GONZLEZ DELEITO, mdico del cuerpo
de sanidad militar, comisionado por la Academia de
Infantera para estudiar los mtodos de gimnasia en
Estocolmo
Manual de Gimnasia Sueca
La leccin de gimnasia sueca

Las lecciones de Gimnasia Sueca deben ser un compendio del m-


todo y deben contener ejercicios de cada uno de los grupos en que se
dividen los movimientos, a fin de que durante ella, trabajen por igual
todos los msculos del organismo.
As todo movimiento genrico estar representado en el programa.
Tendrn todos los grupos, no tan slo representacin proporcional
en cuanto al nmero, sino tambin en cuanto a la intensidad, que ha
de ser aproximadamente igual en todos ellos. El profesor cuidar de
ajustar el programa al grado de desarrollo e instruccin de su clase.
Se procura siempre que los movimientos sean lo ms variados posi-
bles, dentro del grado de intensidad que se busca con objeto de no fa-
tigar ni hacer enojosa la leccin al alumno. Una de las ventajas ms
positivas del mtodo es su variedad y el agrado del alumno en realizar
los ejercicios.
Como por otra parte jams se exige del alumno esfuerzo superior al
que es capaz de realizar y este va observando paulatinamente como
sus aptitudes aumentan, su satisfaccin es mayor. El dbil observa que
puede realizar todo aquello que se le ordena y esto halaga su amor
propio y no le descorazona en sus comienzos. Poco a poco su fuerza y
destreza aumentan, adquiere mayor confianza en s propio, y en vez
del descorazonamiento, tan frecuente en la gimnasia atltica, el alum-
no siente la alegra y el placer de ser fuerte, si era dbil, de ser hbil, si
slo era fuerte.
Por eso nunca se recomendar bastante al profesor que dicte un
programa de gimnasia, de tener muy en cuenta el grado de desarrollo
orgnico de sus discpulos, as como su entrenamiento, y en las gran-
des colectividades, colegios de primera y segunda enseanza y en
nuestras Academias Militares, en donde se renen individuos de edad
muy desemejante y desarrollo desigual, la agrupacin debe de hacerse
con arreglo a su edad y condiciones fsicas y no por clases, asignaturas,
etc. La leccin colectiva exige como condicin indispensable la homo-
geneidad de la clase.
Agrupan los ejercicios en forma que la leccin tenga una intensidad
de energa creciente desde el comienzo al fin, pero no un aumento re-
gular que pueda representarse grficamente por una recta oblicua as-
cendente, sino que la proporcin es irregularmente continua, es decir,

284
que se representa por una lnea quebrada con elevaciones y depresio-
nes, pero en forma que alternan ejercicios de mayor intensidad con
otros ms fciles pero en conjunto se va creciendo hasta el salto y lue-
go se decrece rpidamente.
Sin embargo las curvas esquemticas de los autores son algo arbi-
trarias en cuanto a exactitud de intensidad en los movimientos y cuan-
do en Bruselas preguntamos en la Escuela Normal de Gimnasia y Es-
grima y al mismo Lefubure cul era su fundamento, habl de intensi-
dad de respiracin y circulacin, pero con tales ambigedades que no
quedamos convencidos de su exactitud.
Adems esa curva se rompe frecuentemente porque se intercalen
movimientos respiratorios despus de la marcha, de algunas suspen-
siones, etc, y porque muchas veces se rompe la leccin con un juego.
El orden en que se colocan los ejercicios de ordinario y el que reco-
miendan en Suecia los maestros es el siguiente:

1 Movimientos de orden preparatorios y de piernas.


2 Movimientos de enderezamiento de la columna vertebral.
3 Movimientos de suspensin (1 serie).
4 Movimientos de equilibrio.
5 Movimientos de msculos dorsales, nuca y hombros.
6 Movimientos de msculos de vientre.
7 Marcha y carrera.
8 Movimientos laterales de rotacin y flexin.
9 Movimientos de piernas.
10 Movimientos de suspensin (2^ serie),
ir Salto, y
12 Movimientos de piernas, laterales, ligeros y respiratorios.

Se puede cambiar el orden de estos ejercicios, pero teniendo


siempre en cuenta que su alternancia no sufre menoscabo para evi-
tar que se acumulen movimientos que tengan accin especial sobre
anlogos grupos musculares o sean extremadamente fatigoso, por
ejemplo: no hacer seguir los movimientos para extender la columna
vertebral de movimientos de msculos abdominales, ni la carrera
del salto, etc.
Estos cambios slo deben hacerse por el profesor y requieren un
conocimiento perfecto y acabado del mtodo. No los hemos visto nun-
ca en Stokolmo durante nuestra permanencia en el Instituto central, ni
en las visitas hechas a los colegios, cuarteles, etc., as como tampoco
en la Escuela Militar Belga, que sigue fielmente la doctrina de Ling.
Tan slo en Francia he visto al Doctor Tissie hacerlo y mi impresin no
fue muy satisfactoria, no obstante el conocimiento acabado que del
mtodo posee tan reputado Doctor.

285
De cada clase de movimientos se ejecutarn por los Alumnos, cuan-
do menos un ejercicio y si es posible por el desarrollo de stos dos; en
este caso se procurar que sean de accin tan diversa como sea posi-
ble, por ejemplo: dentro de las suspensiones, un paso lateral del cua-
dro con una trepacin por escala, maroma o cuerda, etc. En este caso,
el tiempo se reparte por igual entre los dos ejercicios.
Ningn ejercicio ser tan fatigoso que por ello se dificulte la ejecu-
cin de los sucesivos.
La leccin tendr como mximun una duracin de 50 a 55 minutos;
en ningn gimnasio hemos visto hacerlas ms largas.
La reparticin del tiempo entre los diversos grupos de movimientos
es del arbitrio del profesor y cambia algo segn la intensidad de los
programas y la edad y grado de instruccin y desarrollo de los discpu-
los. Por ejemplo, en los nios que comienzan se da poca extensin al
salto y mucha a los movimientos sencillos de brazos y piernas que he-
mos estudiado en el grupo de preparatorios. Tambin la marcha forma
parte extensa del programa en estos casos, y a la carrera se le dedica en
cambio tiempo muy reducido.
Dentro de la misma clase los ejercicios tienen tambin muy distinta
extensin en los comienzos que en el final de curso. Conforme progre-
sa la instruccin de los alumnos se reduce el tiempo que se dedica a los
movimientos de orden y preparatorios y crece el que se dedica a carre-
ra, saltos, ejercicios de trepacin, etc.
En resumen debe decirse que es el exacto conocimiento por parte
del profesor del estado de desarrollo de su clase y de las necesidades de
la instruccin, en casos de tratarse de soldados, quien guiar el reparto
de tiempo para cada uno de los grupos de ejercicios que componen la
leccin, debiendo siempre reunir las tres cualidades de completa, gra-
duada y variada.
Como regla prctica debe darse la de procurar con ejercicios de
cierta aplicacin, hacer visible al alumno los progresos que obtiene y
el mejoramiento de su estado fsico. Para ello el maestro escoger en
ciertos grupos de ejercicios, principalmente en los de suspensin equi-
librios y saltos, algunos que sean de cierta visualidad y permitan com-
parar a los discpulos su estado actual con el anterior.
Del mismo modo conviene en los cuarteles escoger siempre que sea
posible movimientos de aplicacin militar, aqu no slo por el alumno,
sino por el maestro y por los inspectores. Para permitirse el lujo de dos
meses de gimnasia educativa antes de comenzar la de aplicacin como
hacen los reglamentos francs y adems de 1910, es preciso contar con
oficiales instructores, procedentes de una escuela de gimnasia y con
superiores que sientan en grado extremo la necesidad de la educacin
fsica, tengan la completa conviccin y seguridad de que el tiempo que
dediquen a ella los soldados es tiempo ganado para su instruccin mi-
litar y adems no tengan precisin de sacrificar la instruccin metdi-

286
ca y concienzuda a otro orden de consideraciones. Aun as, mi opinin
particular es la de que no es buen mtodo el de separar estas dos clases
de gimnasia por la sencilla razn de que no son distintas. En Suecia,
en Blgica, Inglaterra y otros pases no se establezca tal separacin
entre gimnstica educativa y de aplicacin toda es una y la misma.
Pero es fundamental que no se acorte nunca y menos se suprima en
la leccin una serie de movimientos en provecho de los dems. Si algu-
na vez hemos tomado parte o hemos asistido a las lecciones de 30 o 40
minutos, la disminucin total del tiempo se ha repartido entre todas
las series. De este modo se consigue siempre que la leccin obre sobre
todos los grupos musculares igualmente y no quede ninguno que esca-
pe a su accin beneficiosa.
Cada programa de leccin se repite durante una semana haciendo
sencillas y ligeras variaciones en la clase de ejercicios, pero en forma
que fundamentalmente sean idnticos y de la misma intensidad, por
ejemplo: se puede cambiar la ndole de los saltos, la de los ejercicios de
trepacin y suspensin, pero siempre en forma tal, que la reparticin
del tiempo entre los diversos grupos de movimientos y la intensidad de
stos sea igual.
Los programas semanales van hacindose cada vez ms intensos,
ms complicados y, cuando se trata de soldados, ms especializados.
Respecto a la progresin ha de tenerse en cuenta el estado anterior de
la clase. Si son nios o adolescentes que nunca hayan practicado, la
lnea de progresin se elevar lenta y paulatinamente. Cuando sean
alumnos que hayan trabajado y reanuden sus clases despus de un pe-
rodo de descanso, se comenzar por lecciones ligeras como si se trata-
ra de clase nueva con objeto de entrenarla, pero se aumentar la inten-
sidad de la leccin con gran velocidad hasta llegar a una altura anloga
a la que tuvieran al finalizar el curso anterior, continuando despus la
progresin ms lentamente.

FEDERICO GONZLEZ DELEITO,


MANUAL DE GIMNASIA SUECA.
Toledo. Imprenta Librera y Encuademacin
de Rafael G. Menor, 1917

287
ISAAS BOBO-DEZ
Educacin fsica terico-prctica (1917)
Gimnasia deportiva: sus ventajas e inconvenientes

Los deportes, costumbres casi todas importadas de otras naciones,


van tomando en Espaa carta de naturaleza con rpido incremento, si
bien en esta intromisin se han preocupado ms del efecto y de la es-
ttica que de la higiene.
Los deportes van por el camino del triunfo, siquiera sea porque
ahora estn de moda.
Dedicaremos algunas lneas a la higiene deportiva, pues en Espaa
contamos ya con cerca de cuatrocientas sociedades de esta clase.
Como todos los juegos, los deportivos tienen sus ventajas y sus in-
convenientes.
Los deportes mal dirigidos surten efectos contrarios a los que se
buscan. As, un joven que hace esfuerzos, se fatiga, ejercita en demasa
un msculo o una regin de miisculos en detrimento de los opuestos
congneres o de otras regiones, adopta posiciones viciosas que al cabo
del tiempo adquieren hbito y persisten en tal actitud, etc., con otros
tantos inconvenientes que aun no estn previstos, porque tales depor-
tes no se han reglamentado higinicamente y nadie se ha preocupado
ms que del triunfo, aun a costa de la vida del que los ejecuta.
Tienen tambin, ventajas innegables, que iremos analizando en este
trabajo.
Aptitudes generales y especiales del hombre para los deportes. El
hombre necesita de ciertas condiciones sin las cuales los deportes son
imposibles.
Si el hombre careciera de la fuerza necesaria para cargar con pesos,
defenderse de sus adversarios, dominar a los animales, etc., etc.; si no
estuviera curtido y entrenado en los accidentes y sinsabores que los
deportes proporcionan; si no dispusiera de la destreza y agilidad conve-
nientes, los deportes seran imposibles de realizar, o slo se ejecuta-
ran aquellos ms sencillos en que para muy poco o nada se necesitara
de estas condiciones.
El hombre tiene cualidades fsicas y morales que le colocan en
condiciones de superioridad sobre los dems seres, a los que domi-
na con su fuerza, con su habilidad y destreza, con su voz y con su
inteligencia.
La disposicin de los huesos y de los msculos nos faculta para la
progresin bpeda, a la vez que nos permite ejecutar con las extremida-
des superiores la prensin de los objetos, gracias a la disposicin espe-
cial de las manos con el dedo oponente o pulgar, que facilita extraordi-
nariamente esta operacin. La inteligencia, que manda, ordena y dis-
pone los actos que se han de ejecutar; la conformacin, en fin, del

288
organismo humano completamente diferente a todos los dems seres
de la creacin, colocan al hombre en un tan elevado puesto que ningn
otro ser puede comparrsele, pudiendo ejercer actos reservados slo a
l y acometiendo empresas imposibles para quien no dispone de las
condiciones de que el hombre est dotado...
Baln: ventajas e inconvenientes de este deporte.
El Foot-hall, o juego con baln, es el prototipo de la lucha colecti-
va. Es el ms cultivado por los alumnos internos en colegios y acade-
mias.
Es ejercicio de carrera y de vista, en que el jugador tiene que deci-
dir, del momento, la direccin que ha de dar al baln, segn la situa-
cin de los contendientes adversarios que le rodean y la impulsin que
ha de imprimirle, regulando el esfuerzo que para ello necesita desa-
rrollar.
Puesto que el ejercicio se hace al aire libre, si los diferentes momen-
tos del juego fueran ms moderados, y los miembros torcicos toma-
ran alguna participacin, haramos mejor recomendacin del esport
que nos ocupa, pero los esfuerzos generalmente son grandes y bruscos
en las extremidades inferiores, mientras que las superiores permane-
cen inactivas.
A esta falta de compensacin, se une el que los jugadores se fatigan
demasiado, y se exponen al peligro de herirse en las piemas, de cuyos
accidentes, algunos de trascendencia pronostica, hemos tenido oca-
sin de ver con alguna frecuencia.
Claro est, que esta ltima razn es de poco peso si discurrimos
como los yanquis, que si bien reconocen lo frecuente que son las frac-
turas y contusiones en el Foot-ball, dicen que ms vale que salgan un
20 o 30 por 100 de jugadores con la clavcula rota, con un brazo dislo-
cado, o con otras lesiones, a que un 30 o 40 por 100, por su gnero de
vida, estn anmicos, disppticos, tuberculosos y sifilticos.
Tienen razn dice el Dr. M. Sanz, en su obra de Higiene Depor-
tiva muchsima razn los norteamericanos: una fractura se corrige
en unos das; las afecciones que se adquieren y se contraen en la vida
sedentaria, en la vida de ociosidad, son de las que no se curan fcil-
mente, y adems, de las que destruyen la raza.
Respetables son las opiniones que acabamos de transcribir, y muy
dignas de tenerse en cuenta, pero no podemos aceptarlas como bue-
nas. Si el Foot-ball fuera el nico medio de ejercitar el cuerpo y el
espritu al aire, tendramos que saltar por encima de estos inconve-
nientes, pero habiendo otros juegos que llenando las mismas indica-
ciones salven estos lunares, no vemos el por qu de esta injustificada
transigencia. Las fracturas, las contusiones y las muertes son nume-
rosas. Slo de estas ltimas se calculan, unos aos con otros en New
York, de trece a catorce; bastantes ms de las que ocurren en nuestra
fiesta de toros, que aun se atreven a calificar de brbara e inculta,

289
mientras ensalzan las ventajas del que realmente debiera llamarse sal-
vaje Foot-ball.
Como gimnasia respiratorio-circulatoria, tiene la ventaja de hacer-
se al aire libre y de favorecer la dilatacin pulmonar, pero los inconve-
nientes arriba apuntados le posponen ante otros muchos ms fisiolgi-
cos y ms beneficiosos al organismo.
IsAlAS BOBO-D(EZ,
EDUCACIN FSICA TERICO-PRCTICA.
Valladolid. Imprenta y Librera Viuda de Montero. 1917

MIGUEL DE UNAMUNO
Boyscouts y Footballistas

No os parece bien, lectores liberales, que dejando por una vez de


comentar la candente actualidad poltica, nos entretengamos en Peda-
goga? Que es actualidad, perpetua y hasta eterna actualidad, y es po-
ltica y tanto! y es tambin candente. De Pedagoga fundamental,
de fondo, no formal, no de forma.
Porque eso que de ordinario se llama Pedagoga es algo meramente
formal, de encasillado, de categoras jerrquicas, de... liturgia! Suele
ser hemos de repetirlo como una coleccin de moldes de quesos,
de todos tamaos y formas y bien clasificados; pero en no habiendo
leche, ni cuajo, no se hace quesos con ellos, mientras que, habiendo
leche y cuajo, puede drsele forma al queso en un pauelo o hasta con
la mano desnuda. Y as es la Pedagoga.
La fundamental, la de fondo, se propone la educacin del hombre,
del ciudadano, y la otra, la formal, lo que llaman, mal llamado, disci-
plina. Porque disciplina disciplina dice relacin a discpulo, y ste,
a discere, aprender, y con eso que llaman disciplina, no aprenden ms
que la disciplina misma, pura forma, inanidad, vaco, o liturgia. Si al-
guna vez se informan, nunca ahondan.
Y vamos a verlo en un caso, caso de juego. (No, por supuesto, de ese
que est prohibido por la ley y protegido por las autoridades y por cier-
tas clases del Estado, Sr. Fiscal.) El juego es lo ms educador, y por eso
los pedagogos se preocupan de l y estudian el modo de introducir en-
tre los nios juegos... educativos. Sin pensar que lo son todos, y tanto
ms cuanto ms espontneos y menos intervenidos por los mayores.

290
Pues cuando el mayor, cuando el pedagogo, piensa ensear jugando,
suele jugar a la enseanza, y no ensea nada que lo valga.
Aqu tenemos dos juegos de nios, el de los boy scouts y el foot-ball,
ambos con nombres ingleses. Y con qu esencia?
Eso de los boy scouts escultismo (!!!) hemos ledo fue una intro-
duccin de mayores, pedantesca y tendenciosa, de pedagoga pura-
mente formal, de disciplina vaca y de... liturgia. No poda prosperar y
no ha prosperado. Se tradujo lo de boy-scouts por explorador; pero es-
tos exploradores no exploraban nada. El nervio de ello se reduca a
uniforme, ms o menos pintoresco, a burras, a saludos, a divisa
siempre adelante! a jerarqua, a... liturgia. Y los chicos, claro!
se aburran. Se aburran y no aprendan nada, no se educaban. Porque
despus de cargarles con una mochila llena de moldes de quesos, de
todos tamaos y formas, como no les daban ni les podan dar ni
leche ni cuajo, no hacan quesos. Era como en aquella escena del Faus-
to oh la erudicin!, en que Mefistfeles le explica al estudiante
como le ensearn a tejer.
Los pedagogos de los boy-scouts eran, con toda su buena intencin
y excelente nimo que no podemos poner en duda los menos cali-
ficados para educar fundamentalmente a nios, y en una disciplina
que lo sea, y no mera liturgia. Su absurdo sentimiento de la jerarqua
no natural les estorbaba para ello. No eran pedagogos realistas, de
realidades, de res, esto es: de cosas, sino pedagogos formalistas, de for-
malidades, de formas, esto es: de sombras de cosas. Y sombras sin co-
sas. Habra que haberlos educado antes a ellos, deseducndolos pre-
viamente.
Uno de esos pedagogos escultistas, excelente sujeto, de ptimo co-
razn, generoso, amante de la juventud, liberal de verdad y no escaso
de inteligencia aunque deformada sta profesionalmente nos de-
ca, para convertirnos, que la institucin de ese juego era escuela de
patriotismo. Y tocamos hablando con l, serenamente, eso del patrio-
tismo, del real y del formal, del patriotismo de flor y de raz y de
fruto y del de trapo, de flor de trapo o de trapo en flor. Y le de-
camos:
Patriotismo, s, pero fundamental y no formal. La patria no es un
fin, es un medio, y hay que saber a qu fin de justicia sirve la patria.
Porque un padre no tiene siempre, por serlo, razn. Y en cuanto a
educacin patritica, cree usted le decamos que vamos a educar
en ella a nuestros hijos ponindoles de sobrecama, mientras duer-
men, una bandera espaola y ejercitando a la vez, y a su vista, la ms
inexorable injusticia? Eso sera peor que idiotizar a nuestros hijos.
Porque la bandera no se ha hecho para dormir bajo ella, y es cosa
terrible que la convirtamos en un smbolo del sueo. No, amigo
mo, no; eso no sera educar. Mejor ensearles a criar esprragos o a
frerlos.

291
Nuestro excelente amigo, en quien la profesin no haba matado la
hombra y la humanidad cosa terrible para todo hombre su profe-
sin tcnica! comprenda nuestras razones, pero... Estaba lleno de
no sabemos qu temores a lo desconocido, al salto en las tinieblas, a la
anarqua, al caos. Hombre de poca fe, en fin. Y de poco valor... civil.
Porque del otro no le falta. Afrontara impvido a cuarenta enemigos,
pero tiembla ante la mirada de la Esfinge. Con toda su inteligencia
que no es poca le falta valor intelectual.
Y nos fuimos a ver una partida de foot-ball, un juego sin proteccin
de Real orden, sin pedagogos profesionales, sin tendenciosidad de pa-
triotismo de trapo y no de fibra viva, sin otra disciplina que la que
surge del juego mismo. Y como ms espontneo y ms libre y menos
intervenido, ms educador y ms... divertido.
No os parece, lectores liberales y civiles, esto de candente actuali-
dad poltica? El que esto escribe no est ya en edad de andar a punta-
pis con balones o con otros chirimbolos cualesquiera, pero antes
lo hara que ponerse un uniforme de explorador para no explorar nada,
aprenderse cuatro burras y siete saludos, y plantarse en la solapa un
siempre adelante!, para estarse quieto como aquellos coros de zar-
zuela que cantan marchemos! marchemos!, marcando el paso de-
lante de las candilejas, pero sin avanzar ni uno.

MIGUEL DE UNAMUNO.
BOYSCOUTS Y FOOTBALLISTAS,
en Boletn de la Institucin Libre de Enseanza.
N" 730, pp. 14-15, XLV, 1921

292
.

ii A

N.

A travs de estos dibujos que ilustraban la obra de F. ALONSO DE CASO,


Ftbol Association y Rugby (1924) se puede observar la colocacin inicial de los
jugadores en un partido de ftbol (con el clsico 1-2-3-5 tan distinto a las tcticas
defensivas actuales), as como la explicacin del "off-side" que, desde siempre,
ha ocasionado problemas de interpretacin.

293
S. PREZZOLINI
Los sokol

Carcter y constitucin de los Sokol. Qu son los Sokol y cul es


su significado? Son sociedades gimnsticas, cuya educacin tiende a
favorecer, sobre todo, el sentimiento nacional eslavo y la capacidad de
obrar con perfecta disciplina. Para darse una idea de lo que son los
Sokol es preciso imaginarse algo perfectamente opuesto a lo que son
las sociedades gimnsticas entre nosotros. Aqu no se piensa sino en el
cultivo del deporte acrobtico y del campen; las rivalidades perso-
nales entre sociedad y sociedad son lo consuetudinario, mientras es
una excepcin el esfuerzo por conseguir una verdadera disciplina co-
lectiva; entre nosotros, las sociedades gimnsticas son raramente rga-
nos de educacin nacional y centros de cultura; no conozco muchos
ejemplos de sociedades deportivas que posean bibliotecas, mientras
los Sokol son siempre centros de cultura que tienen rigurosamente por
base una educacin de sentimientos y, de disciplina nacionales. Si la
Sociedad italiana Dante Alighieri fuese una asociacin deportiva, se
asemejara a los Sokol mucho ms que nuestras sociedades de deporte.
La Asociacin fue fundada en 1862 por Miroslaf Tyrs y Jiudrich
Fgner; en ella predomin, sin embargo, la parte ideal que acarici
siempre Tyrs, mdico y profesor. Parti de la conviccin, perfectamen-
te arraigada en las doctrinas darwinianas de la lucha por la vida, de
que un pueblo no puede perecer bajo ninguna presin extraa, si sabe
conservarse fuerte. Para l, la vida fsica y la moral deben ir estrecha-
mente unidas; su mxima fundamental era que la personalidad lo es
todo y que la totalidad es nada. La organizacin de los Sokol tiene por
objeto la educacin fsica y moral, el ennoblecimiento de toda la na-
cin tcheca, el aumento de su fuerza, de su valor y de su capacidad
defensiva. Debe, en consecuencia, llegar a aunar en su seno a todo el
pueblo. Las naciones mueren por su propia culpa. Su suerte no se de-
cide en los campos de batalla: est sealada desde antes. Mientras son
vigorosas, aun cuando sean pequeas, no pueden morir. Ay de aque-
llas que se abaten, indolentes y despreciables! Una ley de naturaleza
higinica las elimina de la Humanidad, como elimina a los individuos
raquticos y enfermos.
Tanto ms pequea es una nacin, tanto mayor debe ser su activi-
dad por conquistar el puesto que le corresponde. No existe autoridad
externa alguna, ni fuerza, por brutal que sea, capaces de destruirla. La
tarea de los pequeos es menos fcil, pero justamente por eso ms ho-
norable y til a su desarrollo. Quien desea defender con xito a su pa-
tria en tiempo de guerra debe mantenerse en guardia contra las co-

294
rrupciones en el tiempo de paz. Esa idea debe quedar, ser la religin y
la suprema consagracin de los Sokol.
Una nacin de dbiles no logra nada. El objeto de los Sokol debe ser
el aumento de la salud, de la actividad y de la fuerza moral de la na-
cin. Nada debe hacerse en pro del individuo, todo por la nacin.
Se comprende cmo, con los principios enunciados, los Sokol ha-
yan logrado difundir la cultura con numerosas conferencias, con bi-
bliotecas circulantes, hayan combatido con xito el alcoholismo y las
costumbres depravadas, hayan creado numerosos rganos de la Pren-
sa y ejercido influjo decisivo en el desarrollo de las artes tchecas.
Sus primeros simpatizadores y propagandistas fueron estudiantes,
profesores, sabios, humanistas que lograron inculcar en el pueblo esas
profundas convicciones, rodeadas de doctrinas democrticas y nacio-
nales.
Preparaban, esforzndose por la educacin fsica, el despertar fe-
cundo del pueblo tcheco. Tyrs muri en 1884, cuando ya su obra esta-
ba bien cimentada, cuando su nombre era popular y exista ya un esta-
do mayor de entusiastas continuadores de sus ideas. Tuvo la satisfac-
cin de asistir, en 1882, a la primera reunin anual de los Sokol, en la
que tomaron parte 750 miembros. Desde entonces, la asociacin fue
en continuo aumento, alcanzando victorias frecuentes y obteniendo
progresos sucesivos. Se presentaron con xito enorme en el extranjero;
llegaron a constituir un factor poltico de grande importancia, vieron
surgir, paralelas y asociadas, las federaciones de los Sokol'servo-croa-
tos, blgaros y rusos. De 10.565 socios que eran en 1883, llegaron a ser
36.000 en 1894, 52.000 en 1905 y 106.000 en 1913. La guerra, natural-
mente, los detuvo en su progreso; sin embargo, la revolucin de 1918
los encontr listos para obrar; la constitucin del Estado tchecoeslavo
los hizo alcanzar la enorme suma de 300.000 asociados. Tambin las
asociaciones femeninas prosperaban al mismo tiempo; de 91 que exis-
tan en 1909, llegaron a ser 473 en 1913, y de 3.900 que sumaban las
asociadas, llegaron en 1913 a 21.900. En el ltimo ao citado se prepa-
raban para entrar en los Sokol ms de 15.000 jvenes de 14 a 17 aos
y ms de 46.000 nios menores de 14 aos.
Sokol quiere decir halcn; ese nombre se eligi porque, en las anti-
guas leyendas eslavas, el sokol simboliza el joven valiente, audaz. Los
miembros del Sokol se consideran fraternales; los hombres entre ellos
y las mujeres entre ellas se dan el dulce tratamiento de hermanos. Los
primeros llevan una camisa roja, botas, gorra negra redonda con una
pluma de halcn erguida a la derecha y un cinturn negro. Los panta-
lones son color castao claro, as como la chaquetilla que llevan siem-
pre colocada sobre los hombros. El saludo entre ellos es Naz dar!
(Buena fortuna!).

295
El vestido de las mujeres, en el campo gimnstico, est formado por
una falda negra, que llega hasta la rodilla; una blusa blanca de manga
corta, y un pauelo rojo colocado alrededor del cuello.
La disciplina y la preparacin gimnstica de estas sociedades obe-
decen a un impulso central organizador, que por medio de frecuentes
inspecciones y exmenes mantiene en ellas la perfecta igualdad de en-
seanzas, de manera que se obtengan los mismos tipos de educacin
fsica en todo el territorio tchecoslavo. En las reuniones generales que
se verifican casi todos los aos, la fusin es completa.
No existe diferencia entre individuo e individuo. Si por acaso algu-
no abandona sus ejercicios, por insolacin por ejemplo, un compaero
lo sustituye inmediatamente, siguiendo el ejercicio en el mismo movi-
miento en que el otro lo abandon.
El espectculo en el estadio. La reunin solemne de este ao, el
Slet, como se llama en tcheco, se verific en un estadio capaz de con-
tener 150.000 espectadores. Dicho estadio se vio repleto durante tres
das, aun cuando ciertos asientos costaban cien coronas, y otros, sete-
cientas veinte. Y se vio lleno hasta el primer da, en que el tiempo fue
inconstante, cayendo repentinos aguaceros a cada rato. Nadie abando-
n su sitio. Los ms se tapaban con paraguas, mantenidos bajos por
respeto a los vecinos de las bancas de la derecha, que tenan derecho
de ver. Los gimnastas de ambos sexos continuaron sus ejercicios sin
preocuparse de la lluvia; tal vez acostumbrados al clima lluvioso e in-
constante del pas, tal vez por el concepto de disciplina que tienen: la
idea de que una cosa que debe hacerse se har a despecho de toda difi-
cultad.
El aspecto ms interesante del espectculo es el que dan los movi-
mientos rtmicos de conjunto. En el estadio podan moverse cerca de
seis mil gimnastas. Entraban hombres, mujeres, muchachos, en for-
macin de cuatro en fila, al son de una marcha (el himno de los Sokol),
muy bien seleccionada por su ritmo, siempre alegre e igual. Esta masa
se distribua en el estadio segn un dibujo determinado, indicado por
los jefes por banderitas rojas o blancas. Luego las marchas y contra-
marchas construan en el estadio figuras curiosas, regularsimas. Las
filas de a cuatro iban a encontrarse en el fondo con otras que venan de
otro de los lados, y as formaban una columna de a ocho, y despus de
a diez y seis. El frente de a diez y seis se mova en lnea, como el de a
cuatro, con toda regularidad; luego se rompa en fila de dos, de cuatro
o de ocho, como un ro blanco que se dividiese en tantos riachuelos.
En seguida, a un momento dado, cuando en el estadio cuatro gran-
des columnas lo dividan en cuatro sectores, a la seal de una bandera,
las cuatro columnas se abran como por encanto, se alargaban las filas,
y los hombres y mujeres, con los brazos extendidos, tocndose con las
puntas de los dedos, llevaban y colmaban todos los deseos, y el estadio
se coloreaba con el blanco de las mallas de los brazos abiertos; el es-

296
pectculo, repetido varias veces, era maravilloso. Los ojos se posaban
satisfechos en aquella masa ordenada como en un tablero, y seguan
de sesgo y por derecho las hileras del frente al fondo, sin hallar jams
una equivocacin; que apenas se notaba una lnea irregular, de pronto
una sokolista se desprenda con la cabeza gacha bajo el emparrado de
los brazos en alto y corra a rectificar la posicin incorrecta.
Luego comenzaban los ejercicios que se efectuaban sin escucharse
voz de mando alguna, sin oirse un silbato siquiera; bastaba el movi-
miento enrgico de una bandera para que se sucedieran los distintos
momentos del ejercicio, que no eran solamente el alzar y bajar los bra-
zos ni acercar o alejar los pies, sino toda una serie perfecta de posicio-
nes variadas del cuerpo humano, muchas de las cuales haban sido co-
piadas de la escultura y de la cermica griegas y romanas, desde el
lanzamiento del disco hasta las actitudes de la lucha, desde la Niobe
que ha sido herida por la clera sagrada hasta la portadora de nfora o
hasta la bacante que se siente poseda por la ebriedad del dios preferi-
do. La armona entre la msica y la belleza de las actitudes eran en
todos los momentos perfecta; la sincrona era completa.
Tal vez en las mujeres se notaba alguna ligera inferioridad en cuan-
to a la precisin, inferioridad que se vea compensada por una gracia
ms exquisita en los movimientos.
Se efectuaron tambin ejercicios, por escuadras, verdaderamente
gimnsticos. El trapecio, las argollas, el burro, las paralelas, todo; pero
sin ninguna tendencia al acrobatismo, sino con las mayores exigencias
par obtener la ms perfecta presentacin colectiva.

S. PREZZOLINI, LOS SOKOL, en BOLETN DE LA INSTITUCIN


LIBRE DE ENSEANZA, XLV, n" 730, 1921, p. 15-18

HITLER
M lucha (1924)
La fortaleza fsica en el deporte

Si consideramos como el primer deber del Estado la conservacin,


el cuidado y el desarrollo de nuestros mejores elementos raciales en
servicio y por el bien de la nacionalidad, es lgico, pues, que ese celo
protector no acabe con el nacimiento del pequeo congnere, sino que
el Estado tiene que hacer de l un elemento valioso, digno de reprodu-
cirse despus.

297
Fundndose en esta conviccin, el Estado racista no particulariza
su misin educadora a la mera tarea de inspirar conocimientos del sa-
ber humano. No; su objetivo consiste, en primer lugar, en formar hom-
bres fsicamente sanos. En segundo trmino est el desarrollo de las
facultades mentales, y aqu, a su vez en lugar preferente, la educacin
del carcter y sobre todo el fomento de la fuerza de voluntad y de deci-
sin, habituando al educando a asumir gustoso la responsabilidad de
sus actos. La instruccin cientfica viene slo despus de todo esto.
El Estado racista debe partir de la base de que un hombre, si bien
de instruccin modesta pero de cuerpo sano y de carcter firme, rebo-
sante de voluntad y de espritu de accin, vale ms para la comunidad
del pueblo que un superintelectual enclenque.
Por tanto, el entretenimiento fsico no constituye en el Estado ra-
cista una cuestin individual ni menos algo que incumbe en primer
lugar a los padres, interesando a la comunidad slo en segundo o ter-
cer trmino, sino que es una necesidad de la conservacin nacional
representada y garantizada por el Estado. Del mismo modo que en lo
tocante a la instruccin escolar interviene hoy el Estado en el derecho
de la autodeterminacin del individuo y lo supedita al derecho de la
colectividad, sometiendo al nio a la instruccin obligatoria sin el pre-
vio consentimiento de los padres, as tambin, pero en una mayor es-
cala, tiene el Estado racista que imponer un da su autoridad frente al
desconocimiento o la incomprensin del individuo en cuestiones que
afectan a la conservacin del acervo nacional. Su labor educativa debe-
r estar organizada de tal suerte que el cuerpo del nifto sea tratado
convenientemente desde la primera infancia, para que as adquiera el
temple fsico necesario al desarrollo de su vida.
Velar, sobre todo, porque no se forme una generacin de seden-
tarios.
La escuela, en el Estado racista, tiene que dedicar mucho ms tiem-
po del que ahora dedica a la educacin fsica. Ni un solo da deber
transcurrir sin que el adolescente deje de consagrarse por lo menos
durante una hora por la maana y otra por la tarde al entrenamiento
de su cuerpo mediante deportes y ejercicios gimnsticos. En particular
no puede prescindirse de un deporte que justamente ante los ojos de
muchos que se dicen racistas es rudo e indigno: el boxeo. Es incre-
ble qu equivocadas son las opiniones difundidas a este respecto en las
esferas cultas, donde se considera natural y honorable que el joven
aprenda esgrima y juegue con la espada, en tanto que el boxeo se con-
cepta como una torpeza. Y por qu? No existe ningn otro deporte
que fomente como ste el espritu de ataque y la facultad de rpida
decisin, haciendo que el cuerpo adquiera la flexibilidad del acero. No
es ms brutal que dos jvenes diluciden un altercado con los puos
que con una hoja de acero. Tampoco es menos noble que un hombre

298
agredido se defienda de su agresor con los puos en vez de apelar a la
polica.
El tipo humano ideal que busca el Estado racista no est repre-
sentado por el pequeo moralista burgus o la solterona virtuosa, sino
por la retemplada encarnacin de la energa viril y por mujeres capa-
ces de dar a luz verdaderos hombres. Es as como el deporte no slo
est destinado a hacer del individuo un hombre fuerte, diestro y audaz,
sino tambin a endurecerle y ensearle a soportar inclemencias.
Si toda nuestra esfera superior de intelectuales no hubiese sido
educada tan exclusivamente en medio de reglas de atildado trato y hu-
biese aprendido tambin a boxear, jams habra sido posible la revolu-
cin de 1918, revolucin hecha por rufianes, desertores y otros ma-
leantes. Porque lo que dio a stos el triunfo no fue el fruto de su osada
ni de su fuerza de accin, sino ms bien el resultado de la cobarde y
miserable falta de entereza por parte de los que dirigan entonces el
Estado, que eran los responsables.
Nuestro pueblo alemn, que yace actualmente en la ruina expuesto
a las patadas del resto del mundo, necesita justamente aquella fuerza
de sugestin que emana de la confianza en s mismo. Este sentimiento
de confianza en s mismo tiene que ser inculcado desde la niez. Toda
la educacin y la instruccin del joven deben estribar en la tarea de
cimentar la conviccin de que en ningn caso l es menos que otros.
Mediante su vigor fsico y su agilidad debe recobrar la fe en la invenci-
bilidad de su raza, pues aquello que otrora condujo al ejrcito alemn
a l victoria fue la gran confianza que posea en s mismo-cada uno de
sus componentes, y a su vez todo el comando. Lo que ha de levantar de
nuevo al pueblo alemn es sin duda la conviccin de volver al goce de
su libertad. Pero esta conviccin no puede ser sino el resultado de un
sentimiento comn arraigado en el alma de millones.
Tampoco debemos hacernos ilusiones en esto, porque si enorme
fue el desastre sufrido por nuestro pueblo en magnitud, no menos
enorme tiene que ser el esfuerzo que hagamos para que un da quede
dominada la calamidad que nos aflige. Slo gracias a un supremo es-
fuerzo de voluntad nacional y slo gracias tambin a un mximun de
ansia libertaria y de pasin ardiente ha de poderse compensar lo que
nos falta hoy.

LA DISCIPLINA MILITAR

El Estado racista tiene que llevar a cabo y supervigilar el entrena-


miento fsico de la juventud no exclusivamente durante los aos de la
vida escolar: su obligacin se extiende tambin al perodo posterior, en
que debe cuidar que mientras el joven se halle en la poca de desarro-
llo se efecte ese desarrollo en bien suyo. Es un absurdo admitir que
terminado el perodo escolar cese sbitamente el derecho de supervigi-

299
lancia del Estado sobre la vida de sus jvenes ciudadanos, para volver
a ponerlo en prctica slo cuando el individuo entra a prestar su servi-
cio militar. Este derecho es una obligacin, y como tal tiene carcter
permanente.
Es indiferente la forma en que el Estado prosiga esta educacin. Lo
esencial es que lo haga buscando los medios ms convenientes. En l-
neas generales, esa educacin podra constituir una especie de prepa-
racin previa para el servicio militar, de manera que el ejrcito no ten-
ga ya necesidad, como hasta ahora, de iniciar al joven en las ms ele-
mentales nociones de los ejercicios reglamentarios, y as no
incorporar reclutas del tipo corriente de hoy, sino que simplemente
convertira en soldado al recluta excelentemente entrenado ya de ante-
mano.
El principal objetivo de la instruccin militar tendr que ser, no
obstante, el mismo que otrora constituy el mayor mrito del antiguo
ejrcito: lograr que esa escuela haga del joven un hombre; all no sola-
mente aprender a obedecer, sino a adquirir, as mismo, las condicio-
nes que le capaciten para poder mandar un da. Deber aprender a ca-
llar no slo cuando se le reprenda con razn, sino tambin, si necesa-
rio fuera, en el caso inverso.
Cumplido el servicio militar, dos documentos debe extendrsele:
primero, su diploma de ciudadano, como ttulo jurdico que le habilite
para ejercer en adelante una actividad pblica; segundo, su certificado
de salubridad, como testimonio de sanidad corporal para el matri-
monio.
Anlogamente al procedimiento que se emplea con el muchacho
puede orientar el Estado racista la educacin de la muchacha, partien-
do de puntos de vista iguales. Tambin en este caso tiene que recaer la
atencin, ante todo, sobre el entrenamiento fsico y slo despus sobre
el fomento de las facultades morales, y por ltimo de las intelectuales.
La finalidad de la educacin femenina es, inmutablemente, formar a la
futura madre.

A. HiTLER. MI LUCHA.
Barcelona. Editoriil Mateu. 1962

300
JOS MARA GARCA SIM
Vademcum gimnstico (1926)
Juegos gimnsticos

Son muy tiles y convenientes y tienen gran importancia, pues son


el summun de la pedagoga o sea instruir deleitando, adems fortifican
el organismo humano poniendo en accin todas las facultades fsicas,
y hasta las morales, se adquiere hbito de solidaridad, de orden y de
disciplina, expansiona el nimo y contrarrestan en parte la rigidez y la
monotona de las clases de pedagoga intelectual y por dichas razones,
yo lo creo muy convenientes despus de una clase colectiva y ms, si se
cuenta con un pequeo campo de recreos, o con un patio espacioso.
No tenemos necesidad de recurrir a juegos extranjeros para dispo-
ner de una coleccin de juegos entretenidos y tiles; como la barra,
bolos, pelota a largas, pelota de frontn, marro, etc. son excelentes jue-
gos que cumplen las condiciones de juegos gimnsticos siempre que se
ejecuten con moderacin y con arreglo al desarrollo fsico de los mu-
chachos.
Existen muchsimos ms juegos populares que por lo conocido
omito, siendo entre ellos: El ratn y el gato. La gallina ciega. El puente.
Adivina quin te dio, etctera y especialmente en el juego de pelota del
que podemos tomar buena norma de nuestros juegos regionales los
cuales dan vigor, destreza, agilidad y elegancia sin acarrear accidentes
que ciertos juegos exticos producen y que slo por el afn de imita-
cin implantamos en nuestra querida patria, dando al olvido nuestro
clima, idiosincrasia, temperamento, gustos, costumbres, etc.
A continuacin expongo algunos juegos que pueden servir de base
a los seores maestros para que combinen otros o los enseen con las
variaciones que el lugar, carcter de los nios, costumbres, etc. impon-
gan, teniendo siempre gran cuidado en que la disciplina y el orden im-
pere en ellos.

Lanzamiento de pelota a distancia

Para ejecutar este juego el instructor colocar por parejas a los


alumnos y una vez pareados situar la primera pareja dndose frente
uno a otro a la distancia de un brazo extendido en el centro de la pista
o campo de juegos; dar la pelota o baln a uno de ellos el cual la echa-
r al compaero dando un paso atrs, lo mismo har el que la reciba,
procurando al lanzarla dar a su vez un paso atrs y as sucesivamente
hasta alcanzar la mayor distancia posible. Si en el transcurso de este
lanzamiento recproco se le cayere a uno de ellos la pelota sern subs-
tituidos por otra pareja hasta que lleguen a una distancia de 20 o 25
metros.

301
Lanzamiento de pelota a caballo

Colocados los alumnos por parejas de talla y peso aproximado, se


les har formar en crculo colocndose uno detrs de otro y dando a su
vez frente al punto cntrico de dicho crculo, colocados en esta forma
el profesor mandar a caballo, e inmediatamente montarn los que se
encuentren a la espalda, sin perder nunca la formacin del crculo,
puestos en esta disposicin dar el profesor la pelota a uno de los jine-
tes, este la echar a su vez al jinete de al lado, a su vez este al que le
sigue, y as sucesivamente hasta llegar la pelota al primero que la lan-
z. Si en el transcurso de este lanzamiento de uno a otro se le cayese a
algn jinete la pelota inmediatamente ser substituido por el que hace
de caballo.
Cuando la pelota haya dado la vuelta al crculo, es decir, cuando
haya llegado a las manos del primero que la ech, si se hizo por la
derecha se har luego por la izquierda; despus de echada en un senti-
do y en otro mandar el profesor hacer un paso atrs, sin deshacer
nunca el crculo y se volver a lanzar como antes de haber dado el paso
atrs, y as sucesivamente haciendo las distancias ms largas de un
jinete a otro.
Tambin podr lanzarse en sentido alterno, es decir, dejando uno
por medio o dos hasta dar la vuelta consiguiente.

JOS MARIA GARCA SIM.


VADEMCUM GIMNSTICO O TRATADO DE EDUCACIN
FSICA, PRCTICA, METDICA, HIGINICA, RACIONAL Y
PROGRESIVA PARA USO DE LAS ESCUELAS PRIMARIAS,
COLEGIOS DE 1" Y 2" ENSEANZA Y DEMS
CENTROS DOCENTES. Madrid. Papelera Nacional. 1926

302
El deporte como motivo de inspiracin artstica ha sido una constante desde sus
orgenes, tal como se puede comprobar en este grabado publicado por la revista Aire Libre
en los aos veinte.

303

-4'%'
CNDIDA CADENAS Y CAMPO
Sobre educacin fsica femenina (1928)
Proyecto para establecer una Escuela o Seccin Superior de
Educacin Fsica Femenina

As pues, la primera y fundamental labor a realizar, es la creacin


de un centro o departamento apropiado, donde puedan educarse las
primeras profesoras, que distribuidas posteriormente por las Escuelas
Normales y otros centros, formen las futuras maestras y las madres del
maana.
Y este primer centro femenino que urge crear y podra por el pronto
formar parte de otro comn de educacin fsica nacional, como sec-
cin del mismo, tendra su personal femenino seleccionado en el pas,
mediante mritos reconocidos oficialmente, o la justificacin que se
determinara previamente, de conocimientos fundamentales en la ma-
teria; ofreciendo con ello al Estado suficiente garanta para desempe-
ar la dificilsima labor de formar las primeras educadoras nacionales,
ya que de su transcendente obra haba de depender cuanto en educa-
cin fsica se hiciera ms tarde en el pas.
Este personal femenino de absoluta garanta para el Estado, no por
sus nombres ni por sus cargos, sino por sus hechos y las obras que
hubieran realizado, tendra a su cargo la organizacin y direccin de la
primera Escuela de Educacin Fsica Femenina; de la que nada podra
decidirse ahora sin personal capacitado para ello.
Este profesorado citado del Centro Superior de Educacin Fsica
Femenina, por razones de economa para el Estado podra estar auxi-
liado para la labor terica de su tcnica de algunos de los profesores
varones que desempearan al propio tiempo clases en el Centro gene-
ral de Educacin Fsica Nacional.
En este centro se formaran profesoras e instructoras lo mismo que
en el de varones, siguiendo anlogos cursos y estudios, con las adapta-
ciones y diferencias propias al sexo. Tambin seran instructoras todas
las Maestras nacionales que se preparasen en lo sucesivo en las Nor-
males.
Y este profesorado e instructoras se destinaran a las ctedras de
Institutos o Normales; ascendiendo para pasar por categora a ocupar
las de Universidades.
Este Centro o Escuela se formar sin prdida de tiempo tan pronto
se seleccione su profesorado y se reglamente u organice su rgimen
interior.
Pero en tanto salen las nuevas profesoras que en l se preparen y
stas a su vez formen las Maestras nacionales; es preciso que la ley de
obligatoridad de Educacin Fsica quede cumplida siquiera sea imper-

304
fectamente a cuyo fin el Gobierno puede designar en cada provincia el
personal oficial o particular ms competente que desempee con ca-
rcter puramente provisional las referidas enseanzas, que obedece-
rn a un reglamento provisional tambin que se har en tanto se estu-
dia y redacta el definitivo. Y como quiera que en el ao actual hay en
Madrid un grupo de 60 Maestras que siguen un Curso de Educacin
Fsica en la Normal Central, pudiera nombrarse stas para cubrir cada
una de las plazas que se crearan en todas las Escuelas Normales de
Maestras de la Nacin, destinndose las restantes Maestras con las
alumnas sobresalientes de esta asignatura en la Normal Central duran-
te los dos ltimos aos para cubrir las plazas de ayudantes (una por
cada Centro) en todos los Institutos Nacionales de Segunda Ensean-
za.
Y en cuanto al profesorado de Universidades, no hace falta de mo-
mento puesto que hemos de dejar transcurrir unos aos, que podra
ser hasta dar validez o comenzar a exigirse la ficha o carnet, antes que
en estos centros pueda hacerse algo de la Educacin Fsica, esperando
que lleguen a ellos alumnas preparadas anteriormente para recibirlas.
Y como las maestras que en adelante se formen con esta prepara-
cin en las Normales, han de tardar muchos aos en llegar a cubrir
todas las Escuelas Primarias del Reino; para la enseanza fsica en s-
tas hay que capacitar al personal que actualmente existe, ya que cual-
quier otro medio resultara ms difcil y costossimo al Estado. Y sto
pudiera conseguirse con cursillos breves organizados en cada provin-
cia por el personal ms competente de la misma en relacin con los
Inspectores de Primera Enseanza que a su vez se capacitarn inme-
diatamente con cursillos en el Centro Superior Nacional, concedindo-
se a las maestras que lo siguieran ttulo de Instructoras provisional-
mente, otorgndose a las mismas una gratificacin sobre su sueldo.
Y por ltimo; para dar facilidades a los centros particulares y mu-
chachas que no siguieran sus estudios en centros oficiales, se fomenta-
ran y protegeran todas aquellas instituciones o asociaciones particu-
lares que tuvieran como fin la educacin fsica fomentndose cuantas
prcticas y diversiones llevaran este carcter.

CNDIDA CADENAS Y CAMPO.


CONFERENCIA SOBRE EDUCACIN FSICA FEMENINA.
Zamora. El Arte. 1928

305
-.s *.v.j-.v-4:i

Artcnlos para
SPORTS A ''W^

FBRICA -i

ESPECIAL
DE

Gferseys

ff.>s BOXE
HOQUEY
GOLF
TENNIS
" ^
NUTICA
FOOTBALL, NATACIN,
CICLISMO, ESGRIMA-
P E D E S T R I S M O , ETC.

PDANSE CATLOGOS

R O N D A SAN A N T O N I O , 59
- - BARCELONA - -

Paralelamente a la aparicin del deporte surgi una potente industria dedicada a la


fabricacin y venta de artculos y material deportivo especializado. El anuncio aqu
reproducido data de 1914.

306
GREGORIO MARAN
Sexo, Trabajo y Deporte
Significacin biolgica y categora del deporte

En el hombre normal y maduro, la funcin sexual primaria, la libi-


do, debe ser, repitmoslo, un accidente, por muy henchido que est de
sensaciones agudas; y la funcin sexual secundaria, la actuacin so-
cial, el trabajo, debe ocupar, en cambio, el sector ms amplio de su
energa.
Y esto nos lleva a referirnos a un ltimo problema de los que me
propona comentar: la necesidad de la accin en el hombre normal. El
hombre est obligado a la accin nos atreveremos a decirlo despus de
cuanto hemos expuesto por el fuero de su sexo, tanto como por una
conveniencia fisiolgica. Y por ello, los varones enteramente inactivos
quedan automticamente al margen de la lucha sexual.
Es necesario que insistamos en esto, porque siendo un hecho cert-
simo, los hombres no hemos reparado lo suficiente en su trascenden-
cia. El hombre tiende, naturalmente, a liberarse del trabajo, del fsico
primero y aun de todo trabajo despus, acumulando la riqueza que le
permita vivir a salvo del esfuerzo. Sin embargo, un hombre emancipa-
do totalmente, en su sentido estricto, de la maldicin de Dios, un hom-
bre que en absoluto hiciese nada, degenerara tan rpidamente, que a
la^segunda generacin la naturaleza le habra eliminado del ciclo vital
de la humanidad. Cuando Moiss mandaba morir a aquellos veinte mil
israelitas que adoraron el becerro de oro, se ajustaba, sin saberlo, a los
preceptos ms puros de la eugnica, tanto como al rigor de las leyes
divinas. Creso, rodeado de sus tesoros, muere, en efecto, sin descen-
dencia. Y cuando tiene hijos, stos o los hijos de stos terminan en el
idiotismo o en la depauperacin fsica, si no se arruinan a tiempo y
acude a salvarlos la miseria, que les obliga, con su aguijn punzante, a
aceptar otra vez el yugo del trabajo.
El hombre, pues, ha de ser esclavo de la accin si quiere vivir. Pero
no slo si quiere vivir para s mismo, para el individuo, sino tambin si
quiere sobrevivirse en la especie. Nuestro Fray Luis de Len deca que
"los hombres, que son varones, con el ocio y el regalo conciben nimo
y condicin de mujeres y se afeminan". El dinero, cuya importancia en
la lucha sexual hacamos notar hace unos momentos, no bastar por s
solo, como no sea momentneamente, a neutralizar la fuerza selectiva
que impulsa a la mujer hacia el ms fuerte. Y, por todo ello, el hombre,
liberado del trabajo, pero amenazado en la ociosidad conquistada de
ser excluido de la corriente fecunda de los instintos, inventa un nuevo
modo de la accin, que es el deporte.
El deporte, mero sustitutivo del trabajo, posterior a ste en la cro-
nologa y en la dignidad, segn mi modo de ver, obedece, por lo tanto,
307
a las dos razones expuestas. A compensar los perjuicios que tiene para
la salud la inactividad fsica y a mantener viva la energa de atraccin
en la lucha de los sexos. Eso fue desde sus comienzos, y eso sigue sien-
do todava; pero el asunto del deporte, en su relacin con el trabajo,
precisa algunos comentarios ms.

Deporte y trabajo

Un gran pensador espaol nos hablaba hace poco del deporte, y al


hacer su elogio, nos recordaba el smbolo de Marta y Mara: Marta, la
que trabajaba, mientras Mara soaba oyendo a Jess. Y Jess, todos
lo sabis, pronunci su inmortal sentencia desconcertante: "Mara, t
escogiste la buena parte." Pero soar como pensar, puede ser un traba-
jo; como muchas Martas se afanan en la casa por mero deportismo.
Es, pues, ante todo, necesario que fijemos con exactitud qu es el
deporte y qu es el trabajo. Nosotros no podemos entender por trabajo
solamente el esfuerzo corporal rudo y agotante, impuesto por el amo,
el del forzado que rema en las galeras. Por el contrario, sabemos que
trabajar, en su sentido exacto y ancho, no es slo contraer los mscu-
los y derramar sudor, sino ejercer toda la complicada variedad de los
modos de la actuacin social para lograr bien el sustento estricto de
cada da, bien la riqueza superfina o la gloria, con las que el hombre
complementa su actividad sexual primaria. Sin darnos cuenta, por lo
tanto, nos encontramos en regiones ambiguas, en las que es difcil dis-
cernir con exactitud si una determinada actividad humana es un traba-
jo o un deporte. Pero hay algo que es esencial al trabajo, que le define
y le distingue de aqul, y es la creacin. El trabajo crea siempre, desde
el pan, que se logra a cambio del esfuerzo fsico, desde el dinero que el
patrn deja en la mano del obrero al fin de la semana, hasta el zapato
terminado, el trozo de pared, el verso o la verdad descubierta.
El deporte, en cambio, es estril, salvo su utilidad, ya comentada,
para la salvaguardia de la salud y el auge de la atraccin del sexo. Es,
pues, un remedo incompleto de su hermano mayor, ms perfecto y fe-
cundo, el trabajo. La eficacia del deporte se extingue al terminar el
juego; la del trabajo perdura en la obra construida. Por ello, dgase lo
que se quiera, el deporte, como ocupacin nica de la vida, es patrimo-
nio de gentes inferiores, que hacen sport para que la naturaleza les per-
done el pecado mortal de no trabajar.
Claro que al hablar as ponemos frente a frente al trabajador puro y
al deportista puro, seres que quiz tienen slo una realidad esquemti-
ca. Pues hay, repitmoslo, una zona intermedia en la que deporte y
trabajo, a pesar de todo, son imposibles de separar completamente. El
hombre de un modo instintivo trata de convertir la maldicin del tra-
bajo en una satisfaccin, y en este sentido hay una forma de trabajar,
vestida de divertimento, que conviene no confundir con el deporte pro-

308
piamente dicho. Si volvemos de nuevo los ojos a los hombres de las
cavernas, que retratados en sus paredes persiguen al jabal o al ciervo,
nos veremos embarazados para decidir si trabajan o si se divierten, si
cazan por saciar su hambre y la de sus hijos, o simplemente por el
placer de cazar. Probablemente, hacen las dos cosas; y en el hombre
actual, por lo menos en una parte privilegiada de la humanidad, sub-
siste esta misma feliz confusin. Toda una categora de hombres aspi-
ran a poner a su trabajo este revestimiento de placer. El artista, el
hombre de ciencia, el explorador, el poltico y aun muchos de los que
ejercen labores manuales, se remuneran tanto con el logro material de
los elementos necesarios para la vida, como con la satisfaccin, cierta-
mente deportista, que da el afn como tal afn.
Mas repitamos que todas estas formas de actividad brillante no son
deportes en su sentido estricto. Al deportista puro le ha liberado su
riqueza de la necesidad creadora del trabajo, y se entrega a esa accin
estril, primero, para no degenerar fsicamente, y, adems, para no ser
barrido de la lucha sexual.
No es necesario insistir los higienistas nos han atronado los odos
explicndolo las virtudes que para la salud individual tiene el depor-
te. Y en cuanto a su sentido sexual, lo demuestra de un modo inequvo-
co la significacin que tiene el pblico femenino en los espectculos
deportivos y la frecuencia con que el amor figura entre los premios del
vencedor. Si de las fiestas deportistas se suprimiese este pblico feme-
nino, es indudable que desertaran la mayor parte de sus actores. La
mujer que nos pinta Ovidio siguiendo con ojos anhelantes y con el co-
razn encendido las proezas de los atletas del circo, es la misma que
hoy acude a las olimpadas modernas a cumplir, sin saberlo, la ley fi-
siolgica de pagar el esfuerzo varonil con el amor. Y, en suma, es el
trasunto de la hembra del ciervo, que espera que rian los machos
para ser poseda por el ms fuerte.

La Mujer y el Deporte

Se me dir que, segn nuestro modo de ver, el ejercicio del deporte


deba estar reservado al varn, puesto que es un equivalente del traba-
jo, y ste representa una funcin esencialmente varonil. Y es evidente
que, dentro del esquema que venimos sosteniendo, hemos de contes-
tar, decididamente, que s. El deporte es originariamente una activi-
dad masculina, y slo en pocas muy tardas de la evolucin humana,
la mujer normal, no la de excepcin, se hace deportista. Y aun ahora la
mujer vive de prestado en el ambiente esportivo, atrada, casi siempre,
por un sentido pasajero de sexualidad ambigua que se ha extendido
por las sociedades modernas, y que tiene su expresin externa en el
culto de ciertos aspectos del adorno, como el cabello corto y muchos
detalles de la indumentaria femenina actual. La prueba de ello es que,

309
salvo las profesionales, la mujer corriente pasa por los deportes como
un meteoro, mientras es soltera o mientras no la ocupan demasiado
los cuidados de la maternidad. Entonces la feminidad verdadera se im-
pone y la mujer deja sus hbitos deportistas, que son tan varoniles en
el sentido de la actividad como en el de la indumentaria. En el deporte,
el papel que pudiramos llamar fisiolgico de la mujer es, como antes
hemos dicho, el de espectadora; papel, repitmoslo, no pasivo y acci-
dental, como pudiera creerse, sino lleno de trascendencia directa.

GREGORIO MARAN. TRES ENSAYOS SOBRE LA VIDA SEXUAL.


Sexo, Trabajo y Deporte. Maternidad y Feminismo.
Educacin sexual y diferenciacin sexual.
Madrid. Historia Nueva. 1929

ESPAA
Directorio Militar
Real Orden Circular nm. 520, de 2 de diciembre de 1930, dic-
tando normas relativas al Servicio Nacional de Educacin F-
sica y Premilitar.

La Real orden circular de la Presidencia del Consejo de Ministros


de 20 de octubre ltimo y la del Ministerio del Ejrcito de 31 de no-
viembre prximo pasado, contienen preceptos encaminados a intensi-
ficar la instruccin premilitar, encomendando a la presidencia del Co-
mit Nacional de Cultura Fsica proponer la organizacin de este Ser-
vicio, con la tendencia a que alcance, en lo posible, a todos los mozos
que voluntariamente deseen disfrutar de los beneficios que concede la
ltima disposicin citada.
La misin encomendada hasta ahora en lo referente a estas ense-
anzas, a los Comandantes Jefes locales del Servicio Nacional de Edu-
cacin Fsica y Premilitar, tiene, en parte, un carcter de intervencin
personal prctica, quedando limitada su accin a las cabezas de la mi-
tad, aproximadamente, de los partidos judiciales, estando indotados
de este Servicio los restantes, por insuficiencia de la cantidad asignada
para esta atencin, cantidad con la que hay que atender, adems, a los
gastos que origine la cultura fsica nacional sin que, por otra parte, se
pueda rebasar hoy la cifra de 950.000 pesetas que para ambos servicios

310
aparecen consignadas en la Seccin 3^, captulo 8, artculo 2, de los
Presupuestos generales del Estado.
Elevando a inspectora la misin de los Jefes del Servicio Nacional
de Educacin Fsica y Premilitar, y limitndola, por ahora, a esta lti-
ma, se podr como consecuencia, ampliar su accin a mayor extensin
de territorio, y se conseguir, con ms reducido personal y mayor eco-
noma, que la instruccin que nos ocupa alcance a todos los mozos que
deseen adquirirla; y si a los citados Jefes se les dota de personal auxi-
liar de sus funciones y Secretaria y de los recursos necesarios para
realizar, con cortos viajes, frecuentes visitas a las localidades de sus
reducidas circunscripciones, se habr logrado la personal y eficaz ins-
peccin de su cargo.
Esta reforma, que en principio ha de tener carcter provisional y de
ensayo, producir una economa capaz de atender, sin modificar las ci-
fras del presupuesto, no slo a la instruccin premilitar, sino a las prime-
ras y ms urgentes necesidades de encauzar, guiar e intensificar la cultu-
ra fsica de nuestra juventud, labor sta de trascendental importancia y
que ser objeto de otras disposiciones encaminadas a tal fin.
La instruccin premilitar, nica a que se refiere esta Real orden, ha
de ser gratuita para la generalidad de los mozos que deseen adquirirla,
y los gastos que origine no puede soportarlos todos el Estado, corres-
pondiendo a los Municipios, en bien de sus vecinos, y a las Sociedades
de Tiro, Exploradores, gimnsticas y deportivas; Sociedades culturales
y otras entidades particulares, en beneficio de sus asociados, cooperar
cbn sus propios recursos y en la medida de sus fuerzas, siguiendo las
instrucciones y normas de los Inspectores. En tal forma se habr con-
seguido organizar un amplio servicio cvico-militar de instruccin de
los futuros soldados, que no es aventurado suponer responder a su
elevada y patritica finalidad, puesto que con el mismo objeto vienen
ya realizando muchos Municipios y diversas Sociedades una labor en-
tusiasta y altruista digna del mayor elogio.
Teniendo en cuenta lo preceptuado en las disposiciones anterior-
mente citadas y de acuerdo con lo propuesto por la Presidencia del
Comit Nacional de Cultura Fsica, previa conformidad con el Ministe-
rio del Ejrcito.
S. M. el Rey (q. D. g.) ha tenido a bien disponer lo siguiente:
Artculo 1 El Servicio Nacional de Educacin Fsica y Premilitar
seguir a cargo de Comandantes de la escala activa del Ejrcito y se
organizar territorialmente en 97 Circunscripciones de Instruccin
Premilitar, que tendrn sus cabeceras y comprendern los partidos
judiciales que se detallan en el estado que a continuacin se inserta'.
1. Esta Real Orden Circular inclua a modo de apndice una Divisin territorial
para el servicio de instruccin premilitar, organizada siguiendo la estructura provincial
del Estado. A cada provincia le corresponda, segn su extensin, un nmero concreto de
circunscripciones que coincidan con los distintos partidos judiciales de cada provincia.

311
Dichos Jefes tendrn a sus rdenes como Auxiliares para sus funciones
y Secretara, dos Clases de segunda categora que posean el ttulo de
instructor de Gimnasia.
Art. 2 Los Comandantes del Servicio de Educacin Fsica y Pre-
militar tendrn el carcter de Inspectores de este servicio dentro de sus
circunscripciones respectivas, residirn en las cabeceras de las mis-
mas y ejercern su cometido con los deberes y atribuciones que ms
adelante se detallan.
Art. 3 La instruccin premilitar de los futuros soldados podr ad-
quirirse en lo sucesivo:

a) En las Escuelas Oficiales militares organizadas actualmente


en las Zonas y Cajas de Recluta, que seguirn bajo la depen-
dencia exclusiva, direccin e inspeccin de los Capitanes gene-
rales.
b) En las Escuelas particulares de Preparacin militar, fuera de
filas, que se llamarn en lo sucesivo Escuelas particulares de
Instruccin premilitar de cuotas, que seguirn funcionando, su-
jetndose en un todo a las prescripciones que imponen las dispo-
siciones vigentes y que podrn, adems, si lo solicitan, organizar
una Seccin del servicio ordinario para instruccin premilitar
de los soldados no cuotas.
c) En lo que se denominarn Escuelas cvicomilitares de ins-
truccin premilitar para los mozos del servicio ordinario, las
cuales podrn a su vez crear, si se les autoriza, una Seccin del
Servicio de cuotas.

Art. 4 Las Escuelas particulares de Instruccin premilitar de


cuotas estarn sometidas a la inspeccin ordinaria del General Presi-
dente del Comit Nacional de Cultura Fsica, y por delegacin, a la de
los Comandantes Jefes del Servicio en sus respectivas circunscripcio-
nes, a quienes darn cuenta del Profesorado, alumnos, local, material
y campos de que disponen para esta enseanza, en la forma y poca
que se determine, segn las instrucciones que se dictarn por la citada
Presidencia.
Art. 5 Las Escuelas cvico-militares de instruccin premilitar
tendrn por objeto dotar de esta instruccin gratuitamente a los mozos
que deseen acogerse a los beneficios de reduccin del tiempo en filas;
podrn crearse por los Municipios, Sociedades del Tiro Nacional, Ex-
ploradores de Espaa, Gimnsticas, Deportivas y cuantas entidades
culturales deseen cooperar al patritico fin de intensificar la prepara-
cin militar de nuestra juventud, y para que tales propsitos sean reali-
zables y eficaces y exista la precisa unidad de doctrina y procedimien-
tos, se organizarn, de acuerdo con los Jefes inspectores de sus cir-
cunscripciones, de quienes recibirn las mayores facilidades, as

32
como los datos, instrucciones, consejos y auxilios que puedan propor-
cionarles.
Art. 6 Para la creacin, desarrollo y fomento de los organismos
cvico-militares a que se refiere el artculo anterior, las Autoridades
civiles, militares, provinciales y municipales contribuirn con el ms
eficaz apoyo moral y material, facilitndoles cuantos elementos sean
compatibles con sus recursos y las necesidades del servicio.
Art. 7 El carcter gratuito de la instruccin premilitar de los mo-
zos del servicio ordinario, slo podr modificarse cuando lo autorice
expresamente la Presidencia del Comit Nacional de Cultura Fsica,
previa solicitud razonada y siempre que los alumnos se acomoden a
contribuir con una cuota que, en todos los casos, ser muy reducida.
Art. 8 Los Comandantes Jefes del Servicio de Instruccin premili-
tar, que sern, como ya se ha dicho. Inspectores de los organismos no
militares a que se refiere esta disposicin, dependern directamente
del General Presidente del Comit Nacional de Cultura Fsica, de quien
recibirn las necesarias instrucciones para el cumplimiento de sus co-
metidos; comprobarn si las Escuelas funcionan con arreglo a los pre-
ceptos de las disposiciones vigentes; fomentarn la organizacin de las
cvico-militares, en la medida y forma que determina el artculo 5 de
esta disposicin; visarn los certificados de haber cursado los alumnos
la instruccin premilitar en dichas Escuelas particulares y cvico-mili-
tares, y para que su accin tenga mayor eficacia, realizarn frecuentes
viajes a las localidades de sus circunscripciones en que consideren ne-
cesaria o conveniente su intervencin personal.
Art. 9 Los Comandantes Inspectores y clases auxiliares designa-
dos con arreglo a esta disposicin, gozarn: los primeros, el sueldo en-
tero de su empleo, con cargo a la seccin 15, captulo 4, artculo 1 de
los Presupuestos generales del Estado, y los segundos, todos los deven-
gos que correspondan a los mismos en los Cuerpos activos.
Para atender a los gastos extraordinarios de los viajes a que se refie-
re el artculo anterior, percibirn los Comandantes Inspectores, por
mensualidades, la cantidad de 3.000 pesetas anuales, a justificar di-
chos viajes en la forma que se disponga por el General Presidente del
Comit Nacional de Cultura Fsica; asignndoseles, adems, para gas-
tos de escritorio, una gratificacin de 500 pesetas anuales. Cada clase
auxiliar disfrutar una gratificacin anual de 1.200 pesetas, siendo
todas estas gratificaciones y devengos extraordinarios con cargo al
artculo 2, captulo 8, seccin 3*, de los Presupuestos generales del
Estado.
Art. 10. Los Capitanes generales ejercern la alta inspeccin en sus
respectivas Regiones militares de todos los Establecimientos de ense-
anza a que se refiere esta disposicin.
Art. 11. Para cumplimentar lo dispuesto en el apartado i) del art-
culo 3 de la Real orden de la Presidencia del Consejo de Ministros de

313
20 de octubre ltimo cuando se haya constituido el Comit Nacional
de Cultura Fsica en la forma que determina la citada disposicin, por
el Presidente de dicho organismo se propondr la distribucin del cr-
dito consignado para las atenciones de cultura fsica nacional y de ins-
truccin premilitar.
Art. 12. Por el ministerio del Ejrcito se dictarn las disposiciones
necesarias para el destino de los Comandantes Inspectores y clases au-
xiliares, y por el General Presidente del Comit Nacional de Cultura
Fsica las convenientes instrucciones para el cumplimiento de cuanto
determina esta Real orden.

De Real Orden lo digo a V.E. para su conocimiento y efectos.


Dios guarde a V.E. muchos aos.
Madrid, 2 de Diciembre de 1930. Berenguer.
(Gaceta de Madrid, 6 diciembre 1930)

Educacin fsica y nacionalsocialismo: directrices


dictadas desde Berln en 1937

1. La educacin fsica es una parte fundamental e inseparable de


la educacin nacionalsocialista.
2. La finalidad y el contenido de la educacin se sigue de la con-
cepcin nacionalsocialista del mundo, que ve las fuerzas conservado-
ras e impulsoras de la nacin en la comunidad de la sangre, en la apti-
tud para las armas, en la conciencia de raza y en las dotes de mando.
La educacin nacionalsocialista est orientada hacia el pueblo y el
Estado. Toma al hombre en su totalidad, para hacerle capaz y apto
para servir a la comunidad nacional mediante el desarrollo de todas
sus fuerzas, del cuerpo, del alma y de la mente.
3. En la formacin de la Juventud en las escuelas, la educacin
fsica, dentro de la estructura de la educacin como un todo, es de la
mayor importancia.
La educacin fsica no ha sido puesta en los planes de estudio me-
ramente con el propsito de adiestrar el cuerpo. Es, ms bien, una for-
macin sobre la base del cuerpo, o a travs del cuerpo, es decir, en-
cuentra a los jvenes all donde son ms fcilmente educables: en la
gimnasia, en el juego, en el deporte, en el movimiento.

314
4. Nacionalidad, defensa, raza, dotes de mando, sirven tambin
como lneas directrices para la estructuracin de la educacin fsica,
que, en consecuencia, tiene un cudruple objetivo:

a) La educacin fsica es educacin en comunidad. Al exigir


obediencia, coordinacin, conducta caballerosa, espritu varonil
y de camaradera de parte de los muchachos en la clase, en la
seccin y en la escuadra, sin acepcin de personas, les educa en
aquellas virtudes que constituyen el fundamento de la comuni-
dad nacional.
b) La educacin fsica conduce al hombre en formacin, a tra-
vs del desarrollo sistemtico de sus instintos innatos para el
movimiento, juegos y luchas competitivas, a la prctica del cum-
plimiento fsico y al compromiso militante del yo. As crea las
bases fsicas y psquicas para la capacidad de autodefensa, y
para una sana utilizacin del tiempo libre en la edad adulta.
c) La educacin fsica desarrolla y forma el cuerpo y el alma,
como portadores de la herencia racial, mediante ejercicios fsi-
cos arraigados en el espritu de la Nacin. Mediante la habitua-
cin a los deportes, crea concepciones saludables acerca de la
belleza fsica y la eficiencia. Despierta y exige en el individuo y
en la comunidad la conciencia del valor de la propia raza, y se
pone por ello al servicio de la eugenesia racial.
d) La educacin fsica exige del jovencito valor y autodisciplina,
as como conducta independiente y responsable en la comuni-
dad del deporte. De ese modo crea la posibilidad de reconocer y
fomentar el talento para el caudillaje en el proceso de seleccin.
La educacin fsica es educacin de la voluntad y del carcter.

5. El cumplimiento militante est en el centro de la educacin fsi-


ca, no como el propsito final de la educacin, sino como un medio.
Tiene que avanzar del brazo del desarrollo fsico y espiritual de los
jvenes y de su capacidad de xito, partiendo del inconsciente y elevan-
do luego a la competicin mediante un movimiento conscientemente
entrenado.
La buena forma es el resultado y la expresin externa de la buena
realizacin. Las formas viejas de los ejercicios de instruccin con fines
de examen e inspeccin no son compatibles con los objetivos de la edu-
cacin fsica en la escuela. Igualmente, durante las ejecuciones dentro
o fuera de la escuela, el nmero de demostraciones debe no sobrepasar
el mnimo necesario.

GEORGE L. MOSSE, LA CULTURA NAZL LA VIDA INTELECTUAL,


CULTURAL Y SOCIAL EN EL TERCER REICH.
Barcelona-Mxico. Grijalbo. 1973

315
Ejemplo de la esttica que acompa a las Olimpadas celebradas en Berln (1936)

316
Jvenes!! La educacin fsica es la base de todo
ejrcito fuerte y disciplinado
La educacin fsica en ALERTA!!

ALERTA!!, que necesita forjar una juventud de recio temple y vas-


ta cultura, ha de hacer una amplia y profunda labor de educacin fsi-
ca y deportes, para que, si se considera necesario, esta juventud pueda
intervenir, en el frente o en la retaguardia, de un modo tan decisivo
que sea un ejemplo para todos los antifascistas.
Hasta ahora no se ha efectuado la educacin fsica de la masa juve-
nil espaola, porque el Estado no le ha prestado nunca ni la ms mni-
ma atencin, y unido esto a la indiferencia con que la educacin fsica
es mirada por muchos compaeros, se ha convertido en un problema
difcil, que afecta esencialmente al futuro de nuestra juventud, por lo
que es preciso darle una solucin a toda costa.
Las clases de educacin fsica en ALERTA!!, a causa principal-
mente de la ignorancia, del absoluto desconocimiento de lo que repre-
sentan para la salud, son las menos concurridas en nuestras Escuelas.
A estas alturas aun hay alumnos que toman a juego esta clase, sin pa-
rarse a meditar que la educacin fsica supone para el da de maana
salud, alegra, optimismo y capacidad para toda clase de estudios.
S, camaradas; cometis un lamentable error los que no os preocu-
pis de educaros fsicamente en nuestras clases. Para vosotros, preci-
samente para conseguir que os cultivis en lo fsico, lo mismo que en
lo manual o intelectual, es para los que escribo estas lneas. Porque,
decidme, qu sucedera si un hbil obrero no proporcionase a su est-
mago ningn alimento durante varios das, y al propio tiempo se viese
obligado a trabajar? Os voy a contestar yo mismo: Sucedera lgica-
mente que no podra efectuar un trabajo eficaz, y por muy extraordina-
ria que su habilidad fuese, no le habra servido para nada. Pues exac-
tamente lo mismo ocurre, en un mayor perodo de tiempo, cuando se
desatiende por completo la educacin fsica, porque debis saber que
en tal caso nuestros rganos se atrofian y funcionan mal y la respira-
cin y la circulacin de la sangre se hacen de una manera imperfecta,
impidiendo a nuestro cuerpo conservar una armona funcional mni-
ma, que le es indispensable. Y es entonces cuando llega el caso, que
tantas veces se repite, para desgracia de nuestros semejantes, de ese
joven que en la plenitud de su vida y en posesin de un cerebro ma-
ravilloso para el trabajo se ve imposibilitado de hacer uso de las privi-
legiadas cualidades de que le ha dotado la naturaleza, porque sus
escasas fuerzas fsicas le abandonan poco a poco, hasta dejarle com-
pletamente inactivo e intil para todo trabajo. Y no es lo peor el ina-

317
preciable tesoro de actividad, el enorme caudal de energas que se pier-
den para jams recobrarse. Lo ms lamentable, lo ms doloroso so-
bre todo para los que sufren las consecuencias es que estos jvenes
mohinos, entristecidos, malhumorados y enfermos, son incapaces de
comprender ya la verdadera felicidad en esta vida, porque se encuen-
tran imposibilitados para disfrutar de las alegras y de los sanos place-
res que la naturaleza nos brinda. Y esto tenemos que evitarlo nosotros
cuanto nos sea posible.
Los que hayis asistido al Congreso-Alianza de la Juventud madri-
lea habris podido apreciar la importancia que all se ha concedido a
la educacin fsica por dos personalidades tan destacadas como nues-
tro glorioso general Miaja y el presidente del Instituto de Pedagoga y
Sanidad, compaero Pando, los cuales resaltaron de una manera clara
y terminante la necesidad imperiosa de que la juventud se preocupe
esencialmente de su educacin fsica.
Por ello, sobradamente comprenderis que es de una necesidad in-
mediata vencer esa indiferencia y acudir todos a una a las clases de
educacin fsica para capacitaros debidamente. A cambio de esta asis-
tencia cotidiana y este inters que estoy seguro habris de dedicar, os
prometo hacer de nuestra clase una de las ms agradables de ALER-
TA!!, adems de ser ya por s propia de una importancia extraordinaria
para el futuro.
Dentro de muy breve plazo estarn terminadas las fichas mdicas
de todos los alumnos, y entonces ser llegado el momento de permitir
a los que estn capacitados para ello la prctica de algunos deportes
sanos y sencillos que nos ajoidarn a formarnos fsicamente de una
manera ms libre. Podrn efectuarse carreras de velocidad, saltos, lan-
zamientos, basket-ball, natacin, etc., todo ello bajo la direccin de
compaeros capacitados, que harn de la juventud los hombres fuertes
que nuestro pueblo necesita.
El buen tiempo est encima y muy pronto ser posible celebrar
grandes festivales gimnsticos, en los que intervendrn magnficos
conjuntos juveniles, que hasta ahora slo hemos podido admirar en las
producciones cinematogrficas de la U.R.S.S., de la juventud ms feliz
y prspera de todo el mundo. Tambin celebraremos pruebas deporti-
vas en las que intervendrn el mayor nmero posible de alumnos, aun-
que desde ahora afirmo que por encima del inters deportivo colocare-
mos siempre el que nos inspira el estado fsico de nuestros camaradas,
que es primordial en todo el trabajo que ha de realizarse.
Esto es a grandes rasgos lo que me propongo realizar lo antes posi-
ble, y, cuando ello sea una realidad, habremos conseguido infinidad de
objetivos, todos ellos en beneficio de nuestro movimiento juvenil
ALERTA!! Pondremos de relieve en los actos gimnsticos y deporti-
vos a que antes aludo la magnfica preparacin de nuestra juventud, su
disciplina y soberbio conjunto, todo lo cual ha de constituir un magn-

318
fico exponente de la labor efectuada por nuestra organizacin. Pero en
ningn momento nos dejaremos ganar por el inters puramente secun-
dario de la vistosidad, del espectculo llamativo, de la aparatosidad y
de la propaganda, porque mucho ms alto que todo esto con ser ello
muy importante est para nosotros el estado fsico de nuestra juven-
tud. Por ello lo sacrificaremos todo y trabajaremos incansablemente
hasta conseguir que se hallen en posesin de un vigor fsico que sea
orgullo nuestro y ejemplo para otros pases que, a pesar de llevarnos
varios aos de adelanto en la materia, aun no han obtenido, por no
enfocar el problema con toda sinceridad y crudeza, resultados plena-
mente satisfactorios en su labor. Y ello ha sido precisamente porque se
dejaron deslumhrar por el espectculo deportivo, olvidando que en la
mayora de los casos las verdaderas entraas del problema quedaban
desatendidas casi en su totalidad.
Necesito, por tanto, vuestra entusiasta colaboracin para llevar a la
prctica todo este atrevido plan de trabajo. Si vosotros me ajoidis,
camaradas de ALERTA!! y conste que la mayor ayuda que podis
prestarme es asistir diariamente a las clases, forjaremos una juven-
tud potente y culta que, si llega el caso, pueda limpiar nuestra Patria
de invasores y asentar la nueva Espaa sobre slidos cimientos de jus-
ticia social, que aseguren la felicidad de nuestro pueblo.

Folleto editado por la Secretara de Educacin Fsica


de ALERTA!! durante el transcurso de la Guerra Civil
(1936-1939). Madrid. Sin fecha

CONSEJO NACIONAL DE EDUCACIN PREMILITAR


FSICA Y CULTURAL DE LA JUVENTUD (1937-38)
No pretendemos 'sacar* hrcules, sino una juventud sana
y fuerte

Pero no nos ciegue esta deslumbradora promesa. Hemos de tener


bien abiertos los ojos y caminar con los cinco sentidos puestos en
nuestros pasos. La tarea a realizar es grande, inmensamente grande, y
como decamos antes, no contamos con nada hecho, y en algunos ca-
sos, que es mucho peor, lo hecho hay que deshacerlo, porque no nos
vale. Por eso, es absolutamente necesario que sepamos administrar

319
bien la dosis de ese caudaloso productor de energas que se llama cul-
tura fsica: y, QUE NO PRETENDEMOS SACAR HRCULES, SINO
SENCILLAMENTE HOMBRES GILES Y DE GRAN CAPACIDAD
PULMONAR; no abusando de los aparatos, generalmente suprimiendo
su uso para los principiantes, teniendo en cuenta que vamos a forjar
un hombre y no un pedazo de metal y que stos deben practicar los
ejercicios a base de gimnasia respiratoria, son movimientos de gran
soltura. Esto no implica para que a medida de su avance y desarrollo,
el alumno pueda ejercitarse en el uso de algunos aparatos, como el
plino, la barra fija, la escalera, etc. para romper la monotona que lleva
aparejada la gimnasia, y ms para el bisoo en su prctica, las escuelas
de ALERTA!! tendern a combinarla con juegos deportivos, siempre
de acuerdo con el profesor y la ficha mdica del alumno. El basket es
un deporte para ello muy apropiado, y el atletismo, por sus varias for-
mas saltos, carreras, lanzamientos, etc, en las cuales trabajan por
igual todos los rganos y msculos del cuerpo, as como otros varios
que no citamos, pero que estn en el nimo y entender de todos. No es
que nosotros vayamos a desdear, por ejemplo, el ftbol u otro depor-
te, pero queremos dejar sentada una advertencia, que es una recomen-
dacin: NO SE PUEDE PRACTICAR UN DEPORTE SIN ANTES TE-
NER UNA PREPARACIN FSICA; y, viene sucediendo que son in-
mensamente grandes las legiones de muchachos que matan sus ocios,
regularmente muchas horas diarias, jugando al ftbol, por ser ste uno
de los ms asequibles y ms extendidos, con el peligro inminente de
sacar una recomendacin para tuberculosos cuando menos a una pul-
mona que puede ser el primer peldao para llegar a serlo.
Esto, como es natural, es debido a que carecen de una educacin
fsica que les haya permitido el desarrollo por igual de su organismo,
especialmente de los pulmones, que es lo que importa; y, que, por el
contrario, se han desarrollado desproporcionalmente sus piernas y
brazos.
Es, pues, necesario, que nos atengamos a las normas que anterior-
mente exponamos, no mirando si este mtodo, bueno o malo, que a
medida del tiempo ya lo iremos haciendo mejor con las experiencias
que vayamos recogiendo de nuestro trabajo. Se hace, pues, imprescin-
dible para la consecuencia de estos objetivos, la coordinacin de todos
los esfuerzos en un plano nacional, canalizndolos a travs del Plan
Nacional de Educacin Fsica, como tambin a travs de normas de
carcter general que tendrn como resultado lo positivo de nuestro tra-
bajo.
Si deslizamos por estos cauces el movimiento de cultura fsica, en
las escuelas de educacin premilitar de la juventud, no hay duda que
conseguiremos legiones de muchachos y muchachas que, con la cabe-
za erguida, rebosantes de salud, giles, fuertes, llenos de optimismo su
mirar, porque se sienten fuertes para vencer, para reconstruir su pue-

320
blo despus de la victoria y porque sern tambin los mejores voceros
para que ningn joven ningn adulto tampoco espaol, ignore la
necesidad del ejercicio fsico, las bondades del sol, del agua y del aire,
logrando con ello la incorporacin ardorosa de toda la juventud al mo-
vimiento de educacin premilitar, resultando de esta manera el expo-
nente ms maravilloso, de cmo la juventud espaola, sin distincin
de ninguna clase, lucha y forja su porvenir.

FOLLETO DE LAS JUVENTUDES DE IZQUIERDA REPUBLICANA,


publicado por Ediciones Alerta durante el transcurso
de la Guerra Civil (1936-1939)
Madrid. Sin fecha

EL RITMO EN JAQUES-DALCROZE SEGN JUAN


LLONGUERAS

Veamos ahora, siguiendo textos del propio Jaques-Dalcroze, los


principios elementales sobre los cuales ha fundado su Mtodo de Rt-
mica, situndose en un punto de vista puramente musical (en el senti-
do griego de la palabra, que se aplica a la unin del verbo y del movi-
miento), y las conclusiones que de ellos se derivan.
Son como sigue:

1. Todo ritmo es movimiento.


2. Todo movimiento es material.
3. Todo movimiento tiene necesidad de espacio y de tiempo.
4. El espacio y el tiempo estn unidos por la materia que los atra-
viesa en un ritmo eterno.
5. Los movimientos de los nios pequeos son puramente fsicos e
inconscientes.
6. La experiencia fsica es la que forma la conciencia.
7. La perfeccin de los medios fsicos produce la claridad de la
percepcin intelectual.
8. Regularizar los movimientos es desarrollar la mentalidad rtmica.

La prctica misma de estos principios elementales nos conduce a


formular las conclusiones siguientes:

321
1. Regularizar y perfeccionar los movimientos es desarrollar la
mentalidad rtmica.
2. Perfeccionar la fuerza y la flexibilidad de los msculos, regula-
rizando las proporciones del tiempo, es desarrollar el sentido rtmico
musical y el sentimiento de la cuadratura. Perfeccionar ms especial-
mente los msculos del aparato respiratorio, es favorecer la libertad
absoluta de las cuerdas vocales; y crear la sonoridad, en sus diversos
matices regulados por el aliento, es proveer a los sentidos del fraseo de
un agente mecnico flexible e inteligente.
3. Perfeccionar la fuerza y la flexibilidad de los msculos regulari-
zando las proporciones del espacio (movimientos combinados y actitu-
des estacionarias) es desarrollar el sentido del ritmo plstico.

La Rtmica tiene por finalidad el perfeccionamiento de la fuerza


y de la flexibilidad de los msculos en las proporciones de tiempo y de
espacio (msica y plstica).
De acuerdo con estos principios y con estas conclusiones, Jaques-
Dalcroze ha podido formular la siguiente sinttica definicin:
El estudio de la Rtmica fortifica el sentido mtrico y el instinto
rtmico, gracias al estudio en conjunto de los ritmos naturales del
cuerpo y de los ritmos artsticos de la msica. Procura desarrollar la
espontaneidad de los movimientos y provocar la expansin de las fa-
cultades rtmicas innatas. Tiende a regularizar las funciones nerviosas,
a reforzar la voluntad, a desarrollar la imaginacin y a armonizar las
facultades corporales y espirituales. Se propone triunfar de las resis-
tencias de orden intelectual o fsico que contraran los ritmos origina-
les de la personalidad, y asegurar a esta personalidad ms libertad y
ms conciencia, al mismo tiempo que ella aumenta sus medios de
realizacin.
Resumindolas y conectndolas a grandes lneas, Jaques-Dalcroze,
despus de afirmar rotundamente que la Rtmica no es un mtodo de
danza, formula las finalidades de su Mtodo, en estos breves con-
ceptos:

1. Desarrollar y perfeccionar el sistema nervioso y el aparato mus-


cular, de tal manera que se pueda crear una mentalidad rtmica, gra-
cias a la colaboracin ntima del cuerpo y del espritu, bajo la influen-
cia constante de la msica.
2. Establecer relaciones armoniosas entre los movimientos corpo-
rales, dinmicamente matizados, y las proporciones y descomposicio-
nes diversas del tiempo, esto es, crear el sentido rtmico-musical.

JUAN LLONGUERAS.EL RITMO EN LA EDUCACIN


Y FORMACIN DE LA INFANCIA.
Barcelona. Labor. 1942

322
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I I! 1

Inicios del baloncesto en la isla de Santa Cruz de La Palma (1934)

LEY DE EDUCACIN FSICA


Ley Elola-Olaso (1961)
Discurso ante el Pleno de las Cortes, 20 de diciembre de 1961

LA EDUCACIN FSICA Y EL DEPORTE COMO INSTRUMENTO


EFICAZ EN LA FORMACIN DEL HOMBRE

Hecho este estudio de la redaccin del dictamen, se me permitir


que toque con la brevedad obligada algunos aspectos bsicos de la Ley
que se propone. El primero es el de la educacin fsica y el deporte
como instrumento de la formacin del individuo.
La Ley confirma y ratifica la obligatoriedad de esta disciplina en
todos los grados de la enseanza, que ya estaba anunciada en anterio-
res disposiciones. Mas esta imposicin de obligatoriedad que dimana
del principio de que educar es algo ms vital que instruir y que est

323
conforme con la doctrina de la Iglesia en el prembulo recogemos
unas bellsimas frases del Santo Padre Juan XXIII, en ocasin de los
Juegos Olmpicos de Roma, en las que seala al deporte como fuente
de verdaderas y slidas virtudes cristianas, mas esta imposicin de
obligatoriedad, repito, est reforzada en esta Ley por unas medidas
que la posibilitan en el futuro, marcndose tres directivas: 1", en orden
a la planificacin y coordinacin de esta disciplina dentro del cuadro
general de los planes de estudio y para lo que se constituye una Junta
Nacional, compuesta por los representantes del Ministerio de Educa-
cin Nacionzil y del Movimiento a los que afecta esta Ley. La 2* en re-
lacin con el personal docente, especialmente profesores y entrenado-
res, creando el Instituto Nacional de Educacin Fsica y al que. Dios
mediante, dotaremos de todos los adelantos modernos, y haciendo el
reconocimiento oficial de la Escuela Central de Educacin Fsica del
Ejrcito, de tan largo y meritorio historial, y de la Academia de Man-
dos Jos Antonio de la Delegacin de Juventudes, a los que hay que
aadir la ya reconocida oficialmente de la Seccin Femenina. Y la 3"
directiva reconoce el derecho de los Centros de Enseanza a acogerse
a los beneficios del crdito, anticipo y subvenciones para las construc-
ciones de sus instalaciones deportivas, de acuerdo con el captulo 9 de
esta misma Ley.
Con estas tres disposiciones podemos pensar fundadamente en que,
en un futuro no inmediato, pero s prximo, la eficacia de la enseanza
de la educacin fsica y la expansin de la prctica del deporte aficio-
nado sean una realidad viva y dinmica.
No podemos desconocer que en Espaa por el entusiasmo, la inte-
ligencia y el desprendimiento generoso de unos hombres, de un redu-
cido grupo de hombres, y concretamente de un reducido grupo de di-
rectivos de Club, se ha desarrollado el deporte en una sola dimensin,
aunque con carcter extraordinario: son cientos de miles los especta-
dores que, en una tarde de domingo, acuden a nuestros estadios, y s-
tos, es fama, son de los ms amplios y cmodos estadios del mundo, y
es fama tambin que tenemos en Espaa el mejor Club de ftbol del
mundo. En este sentido, y empleando trminos deportivos, podemos
decir que hemos batido el rcord.
Pero hay algo que tiene valor de sustrato, que es ms sustantivo y
trascendente para el ser humano y para la sociedad, en lo que estamos
en deficiencia en relacin con otros Estados que representan, como el
nuestro, una situacin madura de cultura. Me refiero al nmero de
hombres formados segn normas vitales de la educacin fsica, activos
y asiduos practicantes de un deporte sano, alegre y vivificador, un
deporte que forma el carcter, que es antdoto eficaz contra la molicie
y la vida cmoda, que despierta el sentido del orden y educa en el exa-
men y en el dominio de s mismo. Y stas son palabras de Po XII.

324
A alcanzar esta meta de que el espaol se habite desde joven a
estas sanas prcticas, propende esta Ley. Mucho se ha hecho en este
sentido por nuestro Rgimen. No podemos olvidar los Juegos escola-
res, los Juegos universitarios, los Juegos sindicales, magnficos semi-
lleros de atletas, pero mucho queda todava por hacer en este aspecto
educativo, que consideramos bsico y fundamental y sobre el que lla-
mamos la atencin a todos los educadores.

LA EDUCACIN FSICA Y EL DEPORTE COMO FACTORES DE


INTEGRACIN Y SANIDAD SOCIAL

En el mundo contemporneo, buena parte del deporte est canali-


zado a travs de las Empresas o grandes centros fabriles y mercantiles.
Quien siente curiosidad por estas cosas habr ledo nombres de equi-
pos como el Dinamo, Torpedo, Ferrocarril, Locomotif o siglas que re-
presentan Sociedades Industriales. Sin ir ms lejos, el equipo campen
de Copa francesa, el Sedn, es club filial de una empresa textil, y el
ms famoso equipo francs, el Reims, est sostenido por industriales
champaeros...

LEY DE EDUCACIN FSICA.


Madrid. Delegacin Nacional de Educacin Fsica y Deportes. 1961

325
^SS5^S&SS'^Sf'^5^5'SS^SS',S^^SSSSSS

La Historia de ia Educacin Fsica y el Deporte a travs de los textos,


que ahora presentamos, rene una seleccin antolgica de algunas de las
mejores pginas que, desde los griegos, han abordado la temtica de la
educacin fsica y del deporte. Sus compiladores, adems de contribuir a
la divulgacin y conocimiento de la literatura pedagglco-deportiva, pre-
tenden coadyuvar al afianzamiento y consolidacin en Espaa de los estu-
dios sobre la historia de la educacin fsica y del deporte. Para ello han
elaborado un extenso estudio preliminar en el que ensayan una taxono-
ma sobre las teoras ms significativas en torno al origen de la educacin
fsica y del deporte, asi como una aproximacin terminolgica-conceptual
a la educacin fsica y al deporte. Este libro coeditado por la editorial
PPU (Promociones y Publicacin^ Universitarias) y la Universidad de Las
Palmas de Gran Canaria se Inscribe tambin en el marco de las acciones
para Institudoncdizar el estudio de la historia de la educacin fsica y del
deporte en el marco de la Universidad de Las Pmas de Gran Canaria.

Miguel ngel Betancor Len es profesor del Departamento de Educacin


de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, donde imparte sus ense-
anzas de Historia de la Educacin Fsica y del deporte. Autor de diferen-
tes estudios monogrficos sobre la historia de la educacin fsica (gimna-
sia amorosiana, juegos autctonos), actualmente est realizando una tesis
doctoral sobre el arbitraje deportivo.
Conrado Vilanou Torrano, profesor del Departamento de Teora e Historia
de la Educacin de la Universidad de Barcelona, se ha especializado Igual-
mente en la Historia de la Educacin Fsica. Ambos autores han colaborado
conjuntamente en diferentes proyectos e Investigaciones, entre los que
destaca el estudio histrico-antropolgico Deporte y confrontacin en la
cultura canana (Proceedings of the 1991 International ISHPES Congress).

ISBN 8 4 - 4 7 7 - 0 4 7 7 - 7

9 788447 IQUllit

FfflViBSWSVWSi'W,^^

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