La Restauracion Objetiva
La Restauracion Objetiva
La Restauracion Objetiva
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Diputaci
de Barcelona
rea de Cooperaci
Servei del Patrimoni
Arquitectnic Local
La restauracin
objetiva
(Mtodo SCCM de restauracin
monumental)
Diputados miembros de la Comisin Informativa de Cooperacin Seccin Tcnica de Investigacin, Documentacin y Difusin
(1993-1998) Jefe: Dra. Raquel Lacuesta Contreras (desde el 1 de octubre de 1996)
Ilmo. Sr. Jaume Armenteras Soteras Sr. Manuel Medarde Sagrera (desde el 16 de septiembre de 1995)
Ilmo. Sr. Josep Azuara Gonzlez Sra. Immaculada Vilamala Aliguer
Ilmo. Sr. Josep Bober Camprub
GONZLEZ MORENO-NAVARRO, ANTONI Ilmo. Sr. Flix Domingo Chico Vara Unidad de Investigacin Histrica
La Restauracin objetiva (mtodo SCCM de restauracin monumental): Ilmo. Sr. Antoni Gmez Aliaga Jefe: Dr. Albert Lpez Mullor
memoria SPAL 1993-1998 / Antoni Gonzlez Moreno-Navarro. Barcelona: Ilmo. Sr. Enrique Lacalle Coll Sr. lvar Caixal Mata
Diputacin de Barcelona. rea de Cooperacin. Servicio de Patrimonio Ar- Ilmo. Sr. Josep M. Matencio Fernndez Dra. Anna Castellano Tresserra
quitectnico Local, 1999. 3 vol. : il. ; 24 x 30 cm. Texto bilinge cata- Ilmo. Sr. Jordi Molt Biarns Sr. Xavier Fierro Maca
ln-castellano. Vol. I, castellano: ISBN: 84-7794-628-0; vol. I, cataln: Ilmo. Sr. Ignacio Moreno Marcos Sra. Isabel Serra Artigas (hasta el 22 de julio de 1996)
ISBN: 84-7794-629-9; vol. II, bilinge: ISBN: 84-7794-630-2 Ilmo. Sr. Antoni Morral Berenguer
Ilmo. Sr. Bartomeu Muoz Calvet Unidad de Documentacin
I. Servicio de Patrimonio Arquitectnico Local. II Ttulo. 1. Restauracin de Ilmo. Sr. Ramon Riera Maci Jefa: Sra. Maria Antnia Carrasco Mart (desde el 1 de enero de 1997)
monumentos Ilmo. Sr. Celest Snchez Gonzlez Sra. Rosa Maria Cantero Serena (desde el 16 de junio de 1997)
Ilmo. Sr. Joan Serret Boada Sra. Maria Dolors Fors Mendialda
72.025.4 (46.711) Ilmo. Sr. Agust Soler Regs Sra. Isabel Martn Garca (desdel el 15 de junio de 1998)
Ilmo. Sr. Joan Usart Barreda Sra. Nria Sol Flamerich
Impreso en Barcelona, el da 9 de junio de 1999 (85 aniversario del SPAL) Durante el perodo comprendido entre 1995 y 1998 nos
han dejado algunos compaeros (antiguos y recientes)
Impresin: EDIM
Depsito legal: B-24668-99
y colaboradores que, de una u otra manera, han hecho
Realizacin-edicin: Institut dEdicions de la Diputaci de Barcelona posible la labor que aqu os presentamos y a quienes
hoy rendimos homenaje: la funcionaria Anna Maria Vin-
Servicio de Patrimonio Arquitectnico Local tr Martn, auxiliar administrativa (3 de septiembre de
Diputacin de Barcelona 1995); Ramon Feit Soler, ordenanza (10 de septiembre
C/ Comte dUrgell, 187 de 1996); el Dr. Joan Ainaud de Lasarte, historiador (6
Edificio del Reloj. Planta baja de noviembre de 1995); los antiguos dibujantes del
08036 Barcelona
SCCM, Mari Ribas Bertran (11 de septiembre de 1996)
Catalua. Spain
y Artur Gas Suer (21 de abril de 1996); la antigua jefa
Tel.: 34 - 934 022 173 Fax: 34 - 934 022 490 de la Seccin Administrativa del SCCM, Montserrat
a/e: [email protected] Sancho Buch, abogada (15 de diciembre de 1996); Es-
teve Sala Vil, constructor, de Cardona (21 de febrero
Ejemplar no venal de 1997); y el aparejador colaborador Josep Maria Vale-
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Volumen 1
Presentacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental) . . . . . 11
Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
ndice . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126
Volumen 2
Obras (1993-1998)
Anexo
PRESENTACIN
La concesin a la Diputacin de Barcelona del Premio Nacional 1998 de Restauracin
y Conservacin de Bienes Culturales, el premio de mbito espaol ms importante en
esta materia, viene a ratificar el reconocimiento que la labor realizada de modo inin-
terrumpido per nuestra institucin ha sido esencial para la salvaguarda y la restaura-
cin del patrimonio arquitectnico, no slo en el mbito de la provincia de Barcelona
sino tambin (en las pocas de la Mancomunidad y de la Generalidad republicana) del
resto de Catalua.
Los monasterios de Poblet, Santes Creus y Vallbona de les Monges, las murallas de
Tarragona, la iglesia de Sant Pere de Camprodon, el castillo de Bellcaire, y tantos otros
monumentos en los que se actu a tiempo, son testimonio de esta preocupacin y de
esta responsabilidad. Por citar otro ejemplo, recordemos que una de las subvenciones
ms importantes que recibi el obispado de Vic para la restauracin del monasterio de
Santa Mara de Ripoll provino, precisamente, de la Diputacin de Barcelona, que en
Manuel Royes,
1886 concedi la cantidad de 5.000 pesetas (cantidad nada despreciable en aquella po- presidente de la Diputacin
ca) para hacer frente a la reconstruccin. de Barcelona
La Memoria que presento ahora y que recoge la actuacin de la Diputacin entre 1993
y 1998, es buena prueba de esta continuidad, y sobre todo del inters manifiesto en re-
cuperar y transmitir a la posteridad los edificios propiedad de los entes locales, tanto si
gozan de declaracin monumental como si son elementos de segunda fila, ya que stos
constituyen para los municipios un patrimonio arquitectnico de inters histrico y arts-
tico que hay que conservar y mantener en uso.
Esta amplia concepcin del significado y de la valoracin que hacemos del patrimonio
queda reflejada en la diversidad tipolgica de los elementos en los que se ha interve-
nido en estos ltimos cinco aos: el teatro Els Catlics de Cardona, la fbrica Torres
Amat de Sallent, convertida en biblioteca pblica (que ha sido galardonada con el Pre-
mio Bonaplata de Restauracin del Patrimonio Industrial 1998), las termas romanas de
Sant Boi de Llobregat, las iglesias de Sant Quirze de Pedret, de Santa Mara del Cas-
tillo de Castelldefels y de Sant Jaume Sesoliveres de Igualada, el puente viejo de Roda
de Ter, el molino de Can Batlle de Vallirana, el palacio de Can Mercader de Cornell,
la Torre del Bar de Viladecans, etc.
Junto a este patrimonio restaurado y reutilizado, hay que citar tambin las actuacio-
nes urbansticas en centros histricos, como por ejemplo la plaza Vieja de Torell y la
de la Iglesia de Sant Vicen de Torell, y el barrio antiguo de Sant Pere de Torell, que
se ha dotado de las instalaciones tecnolgicas ms avanzadas al objeto de mejorar la
calidad de vida de los habitantes y de asegurar su permanencia.
11
Antoni Gonzlez Moreno-Navarro1
EXORDIO
La restauracin de objetos materiales empez a dibujarse como disciplina hace un par
de centurias a consecuencia del nuevo afn protector del patrimonio histrico. Desde
entonces ha sido usual entre quienes se dedican o pretenden dedicarse a ese menester
creer en la necesidad de formular o asumir como propia alguna teora o de adscri-
birse a una escuela ya contrastada que les pueda facilitar unas normas con las que
plantear sus intervenciones sin riesgos de error. Es decir, con la esperanza de dispo-
ner de unos criterios basados en unos principios inmutables, con validez permanente
y universal, y por tanto no condicionada por las circunstancias especficas de cada ac-
tuacin.
Efectivamente, el nuevo papel social que en los pases desarrollados se pretende que
tengan la cultura en general y el patrimonio cultural en particular, la aparicin de nue-
vas tecnologas especficas de restauracin del patrimonio arquitectnico y, paralela-
mente, la sensibilizacin de amplias capas de la poblacin y de nuevas regiones del
planeta frente a la necesidad de conservar ese patrimonio, han provocado en este fi-
nal de siglo una profunda crisis en los aparentemente consolidados principios sobre
el concepto y alcance del propio patrimonio, as como la obsolescencia de la mayor par-
te de teoras que pretendan pautar las intervenciones en l.
12
cartas universales sean utilizadas desde los pases desarrollados o desde las menta-
lidades dominantes para tratar de imponer determinados modelos de comportamien-
to, tanto en cuanto a los fines (manipulando ideolgica o comercialmente el patrimo-
nio) como los medios de la restauracin (contemplada a menudo como mero problema
cientfico o tecnolgico), olvidando en ambos casos a los autnticos destinatarios de
la proteccin de ese patrimonio.
En este contexto se sita el empeo que desde hace algunos aos ha movido al Ser-
vicio de Patrimonio Arquitectnico Local de la Diputacin de Barcelona a definir un m-
todo de trabajo capaz de pautar su actividad restauradora.3 Un mtodo propio, siste-
matizado por nosotros, aunque, lgicamente, nutrido de las aportaciones de otras
muchas personas e instituciones, que publicamos ahora por si pudiera ser til, en su
conjunto o parcialmente, a otros organismos o profesionales. Lo hemos denominado
Casa conocida como La Boyac, en Mtodo SCCM, en recuerdo de la denominacin inicial de nuestro servicio, el Servei
el casco viejo de la ciudad de Panam de Catalogaci i Conservaci de Monuments (Servicio de Catalogacin y Conservacin
(Repblica de Panam). Foto: Antoni
Gonzlez, 21.11.1994. de Monumentos), creado por la Diputacin de Barcelona en 1914.
Los principios bsicos en que se fundamenta este Mtodo SCCM son stos:
Casa del Pozo (antiguo hostal), C/ En cuanto a la accin (la restauracin), su concepcin como disciplina simultnea-
Camino de Frontany, Borred (Ber-
gued, Barcelona). Foto: Adriana
mente cientfica, tcnica, creativa y social, cuyo objetivo genrico es garantizar que la
Gonzlez de la Cruz, 30.03.1999. colectividad disfrute de los beneficios derivados de la conservacin del patrimonio mo-
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
13
numental. Para ello, cada acto restaurador debe proteger el triple carcter del monu-
mento en el que se produce, partiendo del conocimiento profundo y el anlisis crtico
de su compleja esencia y de la de su entorno tanto el fsico como el social, de la
objetivacin de los fines de la actuacin y de la eleccin de los medios (las tcnicas
analticas, las teraputicas y los criterios conceptuales y proyectivos). Esta eleccin se
producir, por tanto, no en funcin de apriorismos ideolgicos, sino en base a esos fi-
nes particulares ya establecidos y a su idoneidad y eficacia reales para alcanzar aque-
lla proteccin.
El texto que sigue pretende explicitar estos fundamentos y sistematizar su aplicacin Porxada (mercado cubierto), Grano-
llers (Valls Oriental, Barcelona). Foto:
prctica.4 A. Gonzlez, 20.02.1986.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
14
EL OBJETO
El patrimonio arquitectnico
En ocasiones, sin embargo, los incentivos que nos inducen a conservar y traspasar de-
terminados objetos construidos estn relacionados con los sentimientos de admira-
cin, nostalgia, temor o esperanza que la comunidad ha depositado en ellos, bien por
considerarlos testimonios destacados o smbolos de actividades y relaciones sociales
Casa en la plaza de San Martn, To-
rrecilla (La Rioja). Foto: A. Gonzlez,
as como de las mentalidades, costumbres y creencias que las presidieron y de las
23.11.1983. tensiones y luchas que generaron, bien por valorar la creatividad e ingenio de sus
autores y artfices. Al conjunto de objetos as valorados acostumbramos a denominarlo
patrimonio arquitectnico5.
15
cado una prematura caducidad funcional y material de gran parte de esos objetos que
se desea proteger. La simultaneidad de esos procesos de obsolescencia y sensibili-
zacin ha generado situaciones nuevas como las reivindicaciones y conflictos sociales
relacionados con el patrimonio construido, antes impensables y ha contribuido a agu-
dizar la crisis de conceptos y teoras que hemos vivido en los ltimos decenios, una
de cuyas consecuencias ms evidentes, como ya seal, ha sido la incertidumbre o
indefinicin sobre qu objetos construidos deben ser considerados como integrantes Esta es una forma de menospre-
del patrimonio arquitectnico. ciar el Pasado y de avergonzarnos
del Presente, grafito en un edificio
abandonado con suficientes valores
para ser conservado. Valencia de Ca-
Monumentos y arquitectura de segunda mano rabobo (Venezuela). Foto: A. Gonz-
lez, 08.10.1991.
Los procesos antes descritos han coincidido en los ltimos tiempos, por otra parte, con
crisis econmicas al amparo de las cuales, al igual que ocurre con los automviles o
los electrodomsticos, determinadas construcciones heredadas cobran un especial va-
lor, lo que mueve a la sociedad a procurar alargar su vida til.
Por una parte, la limitacin de los recursos colectivos disponibles para conservar el pa-
trimonio arquitectnico nos obligar a precisar qu objetos construidos merecen esa
consideracin y ese trato. Y existe una segunda razn: la necesidad de evitar que las
actitudes y los resultados legtimos en la actuacin sobre arquitecturas de ocasin se
extrapolen en relacin a los elementos del patrimonio arquitectnico, los monumen- Casas gemelas en el paseo de Sant
tos, cuya esencia exige una mayor proteccin y un tratamiento cualificado. Joan, 202-204, Barcelona. (Joan
Gum Cuevas, arqto. 1929-30). Foto:
A. Gonzlez, 27.05.1971.
16
Incluso, lo ms habitual es que el patrimonio que la sociedad pone en manos de los
restauradores sea, nicamente, lo que el viento no pudo llevarse de nuestro pasado:
viejos caserones, desvencijadas iglesias, desgastados hitos, cuyos propietarios o
usuarios, particulares o comunales, no tuvieron en su da recursos para substituir por
otros nuevos. Cuando no despojos, ruinas ms o menos pintorescas, antiguas o su-
gerentes, derrelictos que la historia ha abandonado en nuestros paisajes y que se
han arrastrado a travs de ella entre la admiracin o el desinters, vctimas adems
de su propia caducidad material, y que muchas veces han adquirido un especial inte-
Restos arquitectnicos de la antigua
rs para la sociedad en sus fases ya terminales.
iglesia de San Felices (siglos IV al IX),
Villafranca Montes de Oca (Burgos).
Foto: A. Gonzlez, 08.08.1982.
No debemos por ello lamentarnos. Tan slo ser conscientes. En esos monumentos,
que no dejarn de serlo por ello (y que nadie debe intentar por ese motivo homologarlos
a la arquitectura de segunda mano), laten esos otros valores no menos esenciales a
partir de los que hemos de plantear nuestras estrategias.
En este trabajo vindicamos la palabra monumento como la mejor para referirse a cual-
quier objeto construido que forma parte del patrimonio arquitectnico, en funcin de
esos rasgos esenciales que lo diferencian tanto en el conjunto del parque edificatorio
como de los dems tipos patrimoniales que conforman el patrimonio cultural; diferencia,
por otra parte, que va a condicionar el tratamiento que ese objeto debe recibir.
17
Se trata en todos los casos de definiciones que, si bien reflejan una mentalidad do-
minante, son a todas luces insuficientes para expresar esa esencia diferenciadora de
los objetos pertenecientes al patrimonio arquitectnico. El monumento es algo ms
que un objeto con dos tipos de valores posibles, el histrico (en el que cabe incluir el
arqueolgico) y el artstico. Por ello, explicitar ese etctera que cita la definicin de la
Academia (ese resto que se sobreentiende, segn su propio diccionario), es fun-
damental para definir la esencia del monumento y, por extensin, la del patrimonio ar-
quitectnico. Hoy parece evidente que junto a esa doble consideracin del monumento
es imprescindible explicitar otras, como su carcter de objeto arquitectnico y de ele-
mento significativo o emblemtico.
Adems de esta aptitud del monumento para transmitir informacin histrica y cul-
tural a la colectividad (y de posibilitar que sta conmemore as hechos y circunstan-
cias del pasado), la naturaleza documental del monumento tiene otro aspecto esen-
cial. Se trata de su capacidad de suministrar mediante el anlisis de su materialidad
datos sobre el arte, la arquitectura, la construccin y la tcnica del pasado, y tambin
sobre su propia historia y la de las colectividades con l relacionadas, o sobre siste-
mas productivos, hbitos residenciales, mentalidades sociales o, en fin, sobre la his-
toria del pas o del lugar donde se erigi. Esta noticia sobre s mismo o su entorno que
el monumento puede facilitar es de especial importancia cuando, por su cronologa
o circunstancias, resulta muy difcil conseguir otro tipo de documentacin referida a
l. En este aspecto cognoscitivo el monumento es, sin duda, el mejor documento de
s mismo.
La condicin documental del monumento (en sus dos aspectos sealados, testimo-
Restos arquitectnicos de la cartuja
nial e informativo) es la que con ms propiedad vincula el patrimonio arquitectnico al de Escaladei (portada, siglo XVIII), Mo-
conjunto del patrimonio histrico. Pero esa condicin documental no debe contemplarse rera de Montsant (Priorato, Tarrago-
na). Foto: autor desconocido, 1899
aislada de las dems que configuran la esencia del monumento. (Archivo Nebreda-Arxiu GMN).
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
18
El monumento, objeto arquitectnico
Junto a esa primera esencia documental hay que sealar del monumento su condicin
de objeto arquitectnico. En primer lugar, su carcter de objeto material, aspecto que
cada da va a ser ms importante en su valoracin y tratamiento. Efectivamente, en
el anunciado planeta digital en que se va a convertir en el inmediato siglo XXI nues-
tro pequeo mundo reducido a aldea, frente a las realidades virtuales que van a im-
La belleza espacial. Cabecera de la pregnar y condicionar todas las etapas y estadios del aprendizaje del ser humano, los
iglesia gtica (siglo XIV) de Santa Ma-
ra del Mar (arquitecto, Berenguer objetos reales, como mnimo en cuanto transmisores de la memoria y especialmente
de Montagut), Barcelona. Foto: M. de las emociones y sentimientos anejos a ella, van a resultar esenciales e insubsti-
Baldom, 31.08.1992.
tuibles. (Hasta el punto que quiz algn da cualquier objeto material aejo, por esa ni-
ca condicin, independientemente de que posea o no otros valores, llegue a ser con-
siderado patrimonio cultural.)
Y junto a esa condicin de cosa o estructura material, condicin que comparte y com-
partir siempre el monumento con otros tipos de elementos patrimoniales, debemos
destacar en seguida su especfica condicin de objeto arquitectnico, es decir, la es-
pecificidad que en el conjunto del patrimonio cultural le otorga esa condicin de pro-
ducto arquitectnico. Especificidad que, contra lo afirmado por algunos tericos Ce-
La belleza formal. Hotel Central (ar- sare Brandi, por ejemplo7 no se deriva nicamente de un mero problema esttico
quitectos, Ohmann, Bendelmayer,
Dryk, 1899-1901), Praga (Chequia).
(es decir, de su necesidad de ser mantenido en pie) sino de la manera arquitect-
Foto: A. Gonzlez, 22.10.95. nica de ser objeto el monumento.
El valor de una obra de arquitectura radica en la eficacia con que responde a la funcin
que la justifica (la funcin utilitaria y la simblica), en la belleza formal y espacial, y en
la racionalidad en la disposicin de los materiales y sistemas constructivos. Tambin
acostumbra a ser valor genuino de la obra arquitectnica la posibilidad de admitir nue-
vos usos cuando pierde el primitivo (la capacidad de un edificio para sobrevivir a es-
tos cambios [de uso] es una prueba de su vala: una prueba de que el edificio responde
a algo ms profundo en nosotros que la efmera funcin que lo requera),8 o su valor
urbano o paisajstico, es decir, su capacidad de singularizar o enriquecer, incluso de or-
denar o jerarquizar la trama urbana o el territorio.
Estos parmetros, decisivos como digo para valorar una obra arquitectnica, son tam-
bin bsicos para valorar el monumento y para definir los objetivos y los medios a em-
plear en su restauracin. Efectivamente, fruto de esa condicin arquitectnica, la ma-
teria del monumento puede jugar un papel ms instrumental que en los dems objetos
artsticos, en los que materia y obra son casi siempre inseparables, y, por otra parte,
el monumento no se puede considerar nunca como creacin acabada, no modificable,
condicin que parece consubstancial con las dems creaciones artsticas. Tambin son
consecuencia de esa condicin del monumento su vinculacin a las realidades socia-
La capacidad de uso. Anfiteatro ro- les y territoriales en las que se halla implicado.
mano, Nmes (Occitania, Francia),
construido a finales del siglo I de la
Era; cubierto desde 1988 (arquitec-
tos, Nicolas Michelin y Finn Geipel).
Olvidar o minusvalorar, por tanto, la condicin arquitectnica que preside la especifi-
Foto: A. Gonzlez, 12.02.1989. cidad del monumento, o lo que es lo mismo, equiparar el patrimonio arquitectnico
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
19
a otros de naturaleza distinta, comporta el riesgo de errores en el orden metodolgi-
co, administrativo y legislativo, de los que la historia nos ha dado ya suficientes
muestras.
Ese valor significativo del objeto construido puede ser suficiente tambin para que al-
cance la categora legal de monumento (en algunos casos puede llegar a constituir el
nico motivo) y para que su presencia genere procesos de cualificacin formal, sim-
blica y utilitaria de la trama urbana o del paisaje, procesos que asociamos con el pa-
pel de los monumentos.
En ocasiones, los significados de algunas construcciones pertenecen al mbito es- Puente del Rey (1626), Panam la
Vieja, Panam (Repblica de Pana-
trictamente individual. Por ejemplo, los de rincones y paisajes como los que el poeta m). Foto: A. Gonzlez, 21.11.1994.
Vicent Andrs Estells pretenda incorporar a su gua de la ciudad de Valencia, no
los habituales lugares ilustres, monumentos impasibles, sino los lugares donde tan-
to nos amamos, donde te abriste la blusa para mostrarme tus pechos, donde por vez
primera te bes un hombre [...];9 o el de aqul al que aluda Gaspar Jan sin duda,
el poeta que mejor ha descrito las significaciones ntimas y colectivas de los monu-
mentos: Me di cuenta de lo que supona la destruccin de la ciudad el da que vi como
derruan la casa donde estaba la barbera a la que mi abuelo me llevaba siendo yo pe-
queo a leer el peridico.10 Imgenes y arquitecturas que forman parte de la memoria
individual, de la biografa individual, cuya desaparicin o transformacin (sobre todo si
su justificacin no se acaba de comprender) puede herir la sensibilidad de alguna per-
sona o de un grupo, pero que a menudo deja indiferente a la mayora.
Otras veces, por razones diversas, la vivencia de una significacin puede ser compartida
por toda una comunidad (incluso por personas o grupos alejados cultural y geogrfi-
camente, o por toda la humanidad). Es lo que ocurre con aquellos edificios, paisajes
y lugares que configuran nuestros escenarios colectivos (como los que evoca Miquel
Mart Pol: Ha llegado la hora de recordar que el pueblo perdura en las calles con em-
pedrado antiguo, en el puente y en la iglesia que han conocido toda la gente del pue-
blo.)11 Vivencia compartida, bien por la condicin de colectivos de esos edificios o lu-
gares, bien por su capacidad en funcin de su calidad de memoria colectiva de
identificar a la comunidad ante s misma y ante las dems. Esta es la funcin de la
memoria, dice Castilla del Pino, [...] la construccin y, una vez construida, la con- Viguera (La Rioja). Foto: A. Gonz-
lez, 23.11.1983.
servacin de la identidad. La memoria, afirma el psiquiatra andaluz, no sirve tan slo
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
20
para que sepamos quines somos para nosotros mismos, sino para que los dems se-
pan, gracias a su memoria, quienes somos para ellos.12
La independencia del aspecto significativo del monumento con respecto a los dems
valores se pone de manifiesto tambin en situaciones sociales crticas. A veces, in-
muebles de escaso o insuficiente valor arquitectnico e histrico asumen funciones
significativas (en la reivindicacin de unos derechos, en la lucha por la libertad y la iden-
La casa ms antigua del lugar. Un tidad, por ejemplo) y ello aconseja tratarlos quiz provisionalmente como si fue-
patrimonio a conservar. San Jos del
Rincn (Argentina). Foto: A. Gonzlez,
ran autnticos monumentos. Eso puede ocurrir en pases dice Marina Waisman, re-
07.04.1998. firindose a Amrica Latina, que si bien no poseen una gran riqueza monumental,
estn profundamente necesitados de lograr una identificacin con su propia historia.
Esa necesidad propicia, segn la profesora cordobesa, que se favorezca a la identi-
dad cultural frente a la mera continuidad estilstica, al valor significativo o de uso fren-
te a la exclusiva valoracin de lo esttico o lo original, al descubrimiento de valores po-
tenciales frente al reconocimiento exclusivo de los valores tradicionales.13
Este valor instrumental del bien arquitectnico asociado a su carcter significativo, con-
lleva tambin riesgos cuando se contempla aislado de los dems valores. En primer
lugar, hace de l presa fcil de la manipulacin desde cualquier instancia del poder (po-
ltico, econmico o cultural). Una manipulacin que puede no slo desvirtuar la esen-
cia del monumento, sino incluso afectar gravemente su conservacin o su perviven-
cia. La depuracin de monumentos (la supresin de partes o aspectos que no
responden a los valores que el poder desea que sean los apreciados), su destruccin
en caso de conflictos tnicos o de guerras, o su lenta e implacable degradacin a cau-
sa del turismo de masas mal controlado son consecuencia, paradjicamente, de ese
valor significativo.
Aun aceptando ese y otros riesgos, la faceta significativa del monumento es siempre
esencial, y su contemplacin, un rasgo definitorio de la restauracin objetiva. Es es-
pecialmente importante para aquellos en cuyas manos la sociedad acostumbra a de-
positar lo que el viento no se llev. Para quienes, gracias a eso, hemos aprendido
Centro social del barrio del Bon Pas- a valorar cmo para un pueblo, para una colectividad, su iglesia o su castillo o su casa
tor, Barcelona. Un edificio que asu-
mi funciones significativas en los comunal por anodinos que sean o desvencijados que estn son su autntico World
aos finales de la II Dictadura de
nuestro siglo. Foto: COAC, hacia
Heritage. Un patrimonio al que deberemos dedicar nuestra atencin como si realmente
1974 (Arxiu GMN). patrimonio de la humanidad fuera.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
21
La autenticidad del monumento
La Carta de Venecia de 1964, en su prembulo, afirma que la humanidad ha de as-
pirar a transmitir el patrimonio monumental comn con toda la riqueza de su autenti-
cidad.14 Ese explcito mandato ha sido desde entonces motivo de reflexin y deba-
te, reavivados como consecuencia de la revisin de la carta en su treinta aniversario.
Unos aos antes, tratando de objetivar nuestra prctica restauradora con una intencin
y un alcance mucho ms limitados, por tanto, nosotros ya habamos planteado una
reflexin similar. El primer fruto til para nuestro planteamiento fue cuestionar la re-
lacin que habitualmente se establece entre autenticidad, originalidad y materia.
22
mos de referir a todos ellos, no slo al primero, aunque sin olvidar que, muy posible-
mente, junto a aportaciones que han ido enriqueciendo el monumento, se hayan pro-
ducido excrecencias histricas (transformaciones sin intencionalidad formal o sig-
nificativa, o fruto de la fantasa o la impericia restauradora, o como consecuencia de
accidentes, antrpicos o no).
Por otra parte, si entendemos el monumento como suma de valores de carcter do-
cumental, arquitectnico y significativo, la autenticidad debe referirse, no tanto a su
materialidad, como a esos valores, o no debe hacerse tanto en funcin de la materia
en s, como del papel que sta juega en la definicin de aquellos valores esenciales.
En cuanto a la materia, por tanto, habr que valorar con distinto rasero su naturaleza,
su forma, su papel (constructivo, esttico, etc.) y la relacin de contemporaneidad en-
tre su presencia en el monumento y el acto (creativo o tcnico) que la dispuso por pri-
mera vez.
Una forma original puede ser asumida por un material de naturaleza distinta y seguir
Coronacin como acadmico del
siendo, como tal forma, autntica; sin embargo, una materia informe (por mutilacin
poeta Jos Zorrilla (1817-1893) en el o deterioro) o que haya perdido su papel esttico, por mucho que conserve su natu-
patio de los Leones de la Alhambra
de Granada. Foto: R. Garzn, 1889
raleza original, aporta poco ya a la autenticidad arquitectnica del monumento.
(Archivo del arquitecto Carlos Sn-
chez, Granada).
La autenticidad de un elemento o del monumento en su conjunto no se basa tanto en
la originalidad temporal de la materia o de su naturaleza, como en que sea capaz de
autenticar de acreditar de ciertos los valores del monumento: de documentar
los atributos espaciales, mecnicos y formales inherentes a los sistemas constructi-
vos y los elementos ornamentales originales (o, incluso, en ocasiones, las seales, las
huellas que la historia y los avatares han dejado en unos y otros), y de permitir la fun-
cionalidad y la significacin esttica y emblemtica que unen el monumento a la
colectividad.
El que la sombra que produce una moldura, las proporciones y capacidad portante de
una columna, o la luz que tamiza una celosa correspondan a las previsiones de sus
Patio de los Leones de la Alham-
bra, Granada. Foto: A. Gonzlez, autores es ms definitorio de la autenticidad de esos elementos que el que las ma-
06.10.1990. terias con que estn hechas la moldura, la columna o la celosa sean las originales o
no. Son ms autnticos un muro de carga o una bveda que trabajen tal y como fue
previsto originariamente, aunque todos sus componentes sean nuevos, que un muro
o bveda cuyos elementos hayan sido materialmente conservados pero que hayan per-
dido su capacidad mecnica. La autenticidad de una dovela radica ms en la manera
como transmite la carga que en la antigedad de su labra. Igual ocurre con un espa-
cio, que ser ms autntico cuanto ms se aproxime al concebido por el autor o al
resultante de una alteracin creativa posterior, al margen de que los elementos cons-
tructivos sean los originales u otros que los hayan substituido.
(Los pilares del patio de los Leones de la Alhambra no son o dejan de ser autnti-
Alberca de los jardines del Genera-
life, Granada. Foto: A. Gonzlez,
cos en funcin de si estn ah desde la poca nazar o desde que los colocaran los
26.11.1988. restauradores. Son autnticos si son capaces de documentar su propia naturaleza,
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
23
forma y textura, y de rememorar con rigor cientfico el espacio original y, por lo tan-
to, de transmitir los mensajes histricos, estticos y emblemticos de aquella su-
gestiva arquitectura. Algo similar ocurre en el vecino Generalife. Ninguna flor de las
que vemos y olemos hoy en l fue vista ni olida por sus primeros moradores, ni tan
siquiera, posiblemente, por los turistas de la temporada anterior. No por ello se re-
siente la autenticidad de aquel jardn que, como en el caso de todos los jardines his-
tricos, no depende de la originalidad material de sus elementos, sino de si se ha
sabido mantener su traza, su riqueza botnica y plstica, y transmitir con ellas a los
espectadores actuales las sensaciones y experiencias que sintieron los primeros.
24
pacidad del monumento de ser adaptado y reinterpretado, como hemos visto, es una
facultad derivada de su propia esencia arquitectnica, de su genuina autenticidad). Com-
pletar ese ciclo creativo no cerrado, sino detenido en el tiempo puede no consti-
tuir tampoco falsedad.
25
(Algunas chimeneas de las que pueden verse hoy en la fantstica azotea del Pala-
cio Gell de Barcelona pueden conceptuarse como falso histrico, de acuerdo con
aquellas teoras antes citadas. Fueron diseadas por Antoni Gaud cuando construy
el edificio a finales del siglo XIX, pero sus caperuzas, que haban perdido su reves-
timiento original, lucen hoy otro, realizado en 1992 segn el diseo de ceramistas
y pintores contemporneos. Sin embargo, a juicio de quienes restauramos el pala- Caperuzas de las chimeneas de la
cio las chimeneas son ms autnticas ahora, as restauradas, que antes de serlo. fachada noroeste del Palacio Gell
(arquitecto, Antoni Gaud, 1890), Bar-
Desnudas de decoracin siendo sta tan decisiva en la obra de Gaud, consti- celona. Revestimientos (de izquierda
tuan a nuestro parecer un falso arquitectnico, una falsedad mucho ms grave a derecha): Joan Mora (1992), co-
lectiva (1994), Robert Llims (1994)
en nuestra manera de entender el patrimonio monumental, falsedad cuya perpe- y Joan Gardy Artigas (1992). Foto:
tuacin, adems, no estaba en absoluto justificada.17) M. Baldom, 10.05.1994.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
26
LA ACCIN
En los ltimos aos, sin embargo, en el mbito del patrimonio inmueble, ha sido fre-
cuente que el uso de la palabra restauracin se haya restringido en beneficio de otras
analgicas, como rehabilitacin, reutilizacin, reciclaje o recuperacin y sus derivadas
o similares. Y se ha hecho en atencin, bien al tipo de objeto (con tendencia a reser-
var restauracin para las actuaciones en los monumentos estelares), bien al carcter
de la accin (asociando en este caso restauracin con los trabajos de carcter mera-
mente conservativo o sin cambio de uso o sin apenas transformacin del elemento).
Iglesia de Sant Miquel, Cardona (Ba-
ges, Barcelona), entrada a la capilla
del Santsimo (arquitecto, Antoni Nosotros utilizamos la palabra restauracin para definir cualquier actuacin sobre cual-
Gonzlez, 1991). Foto: M. Baldom,
27.11.1991. quier elemento del patrimonio arquitectnico que tenga como intencin el garantizar
o mejorar su estado de conservacin, su uso o su significacin y estima, siempre que
no menoscabe los valores esenciales del objeto.
Especificidad
Los principios con que se ha pretendido hasta ahora pautar la actuacin en los mo-
numentos al ser tericos los autores de la mayor parte de cartas y manifiestos en
que se han expuesto se han basado casi siempre, bien en unos principios hipotti-
camente vlidos para el conjunto del patrimonio cultural, bien en la ya denunciada si-
nonimia aparente entre el patrimonio arquitectnico y el artstico. De esta confusin
se han derivado muchos errores, y de stos, muchos conflictos. Una consideracin ini-
cial indispensable para perfilar la restauracin monumental es, por tanto, la relativa a
su especificidad.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
27
La propia especificidad del patrimonio arquitectnico, derivada de la esencia trina del
monumento y de las circunstancias sociales, culturales, territoriales y urbansticas en
que se halla, es la que exige plantear ese tratamiento diferenciado. El carcter cons-
tructivo del objeto monumental, por ejemplo, hace que su restauracin participe tam-
bin de los fines y medios incluso de la creatividad propios de disciplinas como
la arquitectura y la ingeniera. Esa diferencia es la que se desea expresar con la ima-
gen de una restaurada Venus de Milo que utilizamos a menudo como alegora visual.
(Si la Venus de Milo en vez de escultura fuera arquitectura, restaurarla exigira, posi-
blemente, devolverle los brazos, incluso, quiz, actualizarla en cuanto a esttica per-
sonal, adaptarla a los gustos dominantes de la poca en que fuera restaurada).
Unidad
Cada da son ms patentes los intentos de particularizar subconjuntos del patrimonio
arquitectnico en funcin de las caractersticas cronolgicas, tipolgicas o morfolgi-
cas de sus elementos, o por su uso primitivo o actual, o por la atraccin que por dife- Venus de Milo puesta al da, segn la
rentes causas puedan suscitar entre colectivos de profesionales o de aficionados. versin del arquitecto Antoni Gonz-
lez realizada por el escultor Emili Co-
lom. Foto: M. Baldom, 01.10.1991.
Desde el punto de vista del conocimiento previo (que constituye una base esencial de
la restauracin) este fenmeno puede ser til, ya que permite profundizar mejor ese co-
nocimiento. Y a su vez, estos estudios particulares pueden tener una eficaz aplicacin
en parcelas de la investigacin (como en el caso de la historia de la industrializacin, be-
neficiada sin duda de ese cada da mejor conocimiento del patrimonio industrial).
28
Historicidad
29
La historicidad de nuestra disciplina es, por consiguiente, una de sus caractersticas
esenciales que ms va a influir en la definicin de una restauracin objetiva.
Diversidad de criterios
En el mbito de la restauracin monumental se utiliza a menudo el trmino criterio (un
poco al margen de su definicin acadmica) como el principio conceptual elegido de
entre los expuestos en las diversas teoras o doctrinas vigentes, bien para enfocar glo-
balmente el ejercicio de la disciplina, bien para plantear una intervencin en particu-
lar, especialmente en lo referente al proyecto arquitectnico. En este sentido, duran-
te los ltimos decenios la bsqueda de unos criterios vlidos se convirti en motivo
prioritario de reflexin.
Un hecho avalaba ese afn: la ruptura que, en la prctica, se estaba dando entre los
criterios preconizados como vlidos para el patrimonio artstico en general y los que
se utilizaban para actuar en los monumentos, mientras en la teora se segua predicando
la necesidad de uniformar unos criterios y otros.
La rigidez de los dos tipos de planteamientos hizo que la bsqueda de criterios vli-
dos comunes se frustrase. Las posiciones ms prximas a la concepcin del monu-
mento como arquitectura (que fueron positivas mientras se propugnaban en un con-
texto cultural en el que se valoraba tambin el monumento como documento)
propiciaron la aparicin, en otros contextos, de conductas que excluan cualquier otra
consideracin documental o emblemtica del objeto, conductas por tanto ajenas a la
restauracin en sentido estricto.
En cuanto a las teoras, concebidas como estaban la mayora en funcin de los mo-
numentos de la antigedad, el intento de aplicarlas en la restauracin que tiene por ob-
jeto un patrimonio que el viento no se llev condicionada adems por circunstancias
sociales y econmicas muy distintas result tambin estril o perjudicial.
30
Las circunstancias de cada actuacin (el propio monumento, su estado fsico, su sig-
nificacin, los objetivos a satisfacer, etc.) pueden sugerir actitudes, criterios distin-
tos incluso aparentemente opuestos, y en cada ocasin, de forma emprica, se con-
creta de una u otra forma la toma de posicin sobre esos principios. Frente a esta
ausencia de criterios permanentes, se alza como nica garanta la pauta metodolgi-
ca que nos permita en cada caso hallar el criterio eficaz.
Proteger el monumento
He utilizado aposta el verbo proteger en vez de salvaguardar, preservar o conservar,
cuyo uso es ms frecuente en ocasiones como sta. Salvaguardar o preservar, segn
los diccionarios y la prctica habitual del idioma, suponen poner a cubierto anticipa-
damente a alguien o algo de posibles daos o peligros; es decir, indican una actitud
defensiva equivalente a resguardar. Conservar, por su parte, puede interpretarse
como el mantenimiento de una cosa tanto en el sentido de cuidar como de perma-
necer, o el hecho de guardar esa cosa, vigilarla, defenderla o ponerla donde est se-
gura; en definitiva, de inmovilizarla, de aislarla de cuanto le rodea. Proteger, si bien equi-
vale en algunas de sus acepciones a esos otros verbos, contempla tambin otros
sentidos que nos interesa destacar aqu: patrocinar, favorecer, alentar. (De un mece-
nas se dice que protegi patrocin, favoreci, alent, enriqueci, impuls o difun-
di tal o cual actividad, pero nunca se dice que la preserv o la conserv. Algo se-
mejante ocurre con nuestra actuacin sobre el patrimonio monumental.)
Es evidente que el monumento puede ser preservado (resguardado ante las amena-
zas de guerra, de las inclemencias naturales o de los desmanes de algunos gestores
Iglesia de Santa Eullia, Gironella y urbanistas). Es cierto que tambin debe ser conservado, es decir: vigilado, mante-
(Bergued, Barcelona). Acondiciona-
miento del espacio interior una vez nido, mimado y garantizada su permanencia. Pero si nos referimos a su restauracin,
restaurado (arquitecto, Vctor Argen- es decir, a la accin reflexiva sobre l cuya metodizacin estamos intentando, el ver-
t, 1987-1992). Foto: M. Baldom,
02.06.1992. bo que mejor que ningn otro explicita el objetivo de la accin es proteger.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
31
El fin ltimo de la restauracin monumental (a diferencia, una vez ms, de lo que ocu-
rre con otros patrimonios) no se puede alcanzar mediante la preservacin ni tan si-
quiera la conservacin sino, efectivamente, a travs de la proteccin de los tres va-
lores esenciales del monumento. Slo as puede garantizarse el beneficio de la accin
para el entorno humano, que he sealado como objetivo genrico esencial.
32
El inters de la proteccin del valor documental del monumento no debe verse slo
desde la ptica de la investigacin cientfica. Es tambin fundamental, como deca, des-
de el punto de vista de la relacin significativa del monumento y la colectividad. Como
consecuencia, esa proteccin no slo induce actitudes proyectivas de preservacin o
conservacin, sino tambin, como veremos ms adelante, de reconstruccin. Hay oca-
siones en que el dato, el testimonio, no slo hay que conocerlo y conservarlo, sino tam-
bin hacerlo ms evidente, ms comprensible por la colectividad destinataria de la ac-
tuacin. En las informaciones que suministran los monumentos, en los aconteceres
Capilla de Siecha (finales del siglo que conmemoran, en los recuerdos que sugieren, se hallan las claves de nuestra me-
XVII ), Guasca (Colom bia). Foto: A. moria colectiva. Una memoria que la restauracin ha de rescatar y hacer evidente. En
Gonzlez, 02.08.1998.
todos los casos, naturalmente, esa proteccin debe realizarse con la mxima eficacia
y rigor.
Unas precisas palabras de Carlos Castilla del Pino, aunque formuladas en relacin a la
memoria individual, son de gran utilidad para comprender esta necesidad de rigor cien-
tfico en el tratamiento de los aspectos documentales en su relacin con los signifi-
cativos: La restauracin de lo olvidado, no destruido, y ahora evocado gracias a la me-
moria, escribe Castilla del Pino, ha de hacerse con sumo cuidado. Nos va en ello la
conciencia de nuestra continuidad biogrfica. Hay que evitar ante todo la distorsin po-
sible y, muy en especial, todo falseamiento. Preferible no recordar a, o bien recordar
Monasterio de Rila (siglos XIV a XIX),
Rila (Bulgaria). Foto: A. Gonzlez, mal, o bien falsear lo recordado. Desde la falsificacin, desde luego, no es posible lo-
06.10.1996. grar la continuidad histrica de uno mismo. Es preciso ser veraz, o, mejor, no engaarse.
Con otras palabras: es necesaria la restauracin fiel.19
Consiste dicha proteccin en mantener y potenciar, si cabe, los rasgos sealados como
definidores del monumento en tanto que obra arquitectnica, as como sus mritos y
atractivos desde este punto de vista: su belleza formal y espacial, y su racionalidad cons-
tructiva tan vinculadas unas y otras, el papel de emergencia en la trama urbana
en el territorio (que cobrar cada da ms importancia, una vez constatado el fracaso
del urbanismo desestructurador de las ciudades histricas) y, en fin, la satisfaccin efi-
caz del uso.
Este ltimo aspecto, el uso, merece una especial atencin. Considerado por aquellas
teoras a las que aluda como una servidumbre a soportar (por ser causa inevitable
Esculturas restauradas en los jardines
del palacio de verano de los zares de degradacin o de alteracin del mensaje primitivo), seguir siendo casi siempre, sin
(siglo XVIII), Petrodvorets, San Pe- embargo, a nuestro juicio, la mejor garanta de supervivencia del monumento. Otra cosa
tersburgo (Rusia). Foto: A. Gonzlez,
19.05.1978. distinta es la necesidad de garantizar la racionalidad de ese uso. As, la conveniencia
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
33
de mantener el uso anterior o determinar el carcter que ha de tener el nuevo, en caso
de reutilizacin, deben analizarse desde su capacidad de servir para mantener vivo el
monumento, que es el fin principal, pero tambin, por supuesto, desde la capacidad
del monumento de asumirlo sin perder o ver debilitados sus valores documentales y
significativos, es decir, su completa condicin monumental.
Otro aspecto a considerar con detenimiento en cuanto a la proteccin del valor arqui-
tectnico del monumento es la conservacin (permanencia) de sus valores artsticos,
tan estrechamente ligados con aqul. A menudo, estos valores artsticos recaen en gran Casa en la carrera del Darro, Grana-
medida en obras que, como las esculturas, pinturas, etc., pertenecen tambin al pa- da. Foto: A. Gonzlez, 26.03.1993.
trimonio artstico, por lo que pudiera pensarse que su tratamiento debiera ser establecido
de acuerdo con los criterios que rigen en la conservacin (preservacin) de la obra de
arte en general. Esto es as, pero precisa de una salvedad: en el caso de esas obras
de arte incorporadas al monumento, adems de garantizar su conservacin, es nece-
sario garantizar la permanencia de su papel arquitectnico, de su funcin dentro del
monumento.
Las funciones arquitectnicas de la obra de arte pueden ser muy diversas. Desde pu-
ramente compositivas (pinsese en las portadas de los palacios barrocos, cuya misin Esculturas deterioradas de la cate-
dral de Burgos, junto a sus rplicas
no es slo aportar belleza, arte, sino componer y jerarquizar las fachadas), o inclu- (1998), esperando stas su traslado
so estticas (la de las caritides, por ejemplo), hasta profundamente significativas o trans- al lugar que ocuparon aqullas. Foto:
A. Gonzlez, 27.10.1998.
misoras de mensajes de alcance extraartstico: litrgico o simblico (como en el caso
de las estatuas de las portadas de las iglesias medievales). La necesidad de perma-
nencia de esas funciones puede obligar a intervenir en esas obras de arte con crite-
rios y conductas que posiblemente no se aceptaran si se tratara de obras que formasen
parte de las colecciones de los museos. Por ejemplo, devolviendo su esplendor a los
elementos deteriorados o incluso substituyndolos por otros y guardando los originales
deteriorados.
La evolucin de los contenidos artsticos de los edificios que hoy consideramos mo-
numentos ha estado siempre relacionada con esta voluntad de mantener al da
su significacin colectiva. Ese era el sentido de la substitucin de los viejos reta-
blos de nuestras iglesias por otros modernos y actuales, ya que, excepto en ca-
sos de singular importancia histrica, artstica o sentimental, casi nunca se opta- El Giraldillo o Giralda (Bartolom Mo-
rel, 1565-1568), en lo alto de la Gi-
ba por la reparacin de los antiguos, que posiblemente no slo haban perdido slo ralda o torre de la Giralda de la cate-
su prestancia, sino tambin su capacidad de emocionar. Hoy, tomada ya una con- dral, Sevilla, (siglos XII y XVI). Tiene
razn el arquitecto Alfonso Jimnez
ciencia histrica de la obra de arte que antes no se tena, no optamos por la subs- cuando opina que la copia que lo ha
titucin, pero tampoco por la simple conservacin, sino, por lo general, por la res- substituido debe permanecer all, y el
original guardarse en un museo.
tauracin entendida como recuperacin. Por ello, la restauracin de una imagen Foto: A. Gonzlez, 14.03.1996.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
34
venerada an popularmente, a pesar de concurrir en ella otros valores histricos
y artsticos, se realiza de manera diferente a la de las imgenes depositadas en los
museos. Quin se atrevera a devolver su color original a la tez morena de la Vir-
gen de Montserrat o del Cristo Negro de la iglesia de San Felipe en Portobelo, Pa-
nam?)
35
cenario de un terrible asedio durante la guerra civil espaola entre agosto y sep-
tiembre de 1937, los patticos restos manipulados de la Gedchtniskirche de Ber-
ln o del centro de Hiroshima en Japn son buenos ejemplos.)
(En Tanzania, por ejemplo, la poltica de proteccin del patrimonio hecho de adobe
no consiste en garantizar la pervivencia de los materiales, ni tan siquiera de los edi-
ficios que son modificados o rehechos para mejorar las condiciones de habitabi-
lidad. De lo que se trata es de conservar vivas las tcnicas para poder recrear los
edificios segn las tradiciones. Se trata de que perdure la capacidad de hacer ar-
quitectura verncula, ms que de conservar la ya hecha, pero con una intencin
Oreador o secadero para caf cons-
que va ms all de la arquitectura: conservar la cultura autctona frente a la inva- truido con guadua y esterilla. Santa
sin de culturas extraas.21 Rosa de Cabal, Risaralda (Colombia).
Foto: Jorge Eduardo Arango (del libro
de Marcelo Villegas, Bambusa Gua-
Lo mismo ocurre en el Viejo Caldas, la regin cafetera de Colombia, donde la pro- dua, Villegas Editores, 1989).
La proteccin de la autenticidad
Si hubiramos aceptado que la autenticidad del monumento se refiere nicamente a
su originalidad material, podramos interpretar que la Carta de Venecia, cuando nos lla-
ma a transmitir el monumento con toda la riqueza de su autenticidad, nos exige slo,
o preferentemente, transmitir de l la materia y la forma originales. Si en una lectura
estricta entendemos como originales la materia y la forma primitivas (es decir, las que
tiene el monumento desde que fue creado), correramos el riesgo de eliminar aporta-
ciones posteriores vlidas.
36
Pero una lectura del concepto de autenticidad como la que se ha propuesto (referida
a toda la esencia del monumento y basada en una valoracin instrumental ms que
esencial de la materia, y en un anlisis histrico-crtico del objeto heredado) permite
y sugiere intervenciones de otro tipo.
Patio de los Leones en la Alham- No hay que descartar tampoco que la proteccin de la autenticidad comporte en oca-
bra, Granada. Foto: A. Gonzlez,
26.11.1988. siones la eliminacin o desmontaje de elementos. Ya seal que los monumentos son
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
37
fruto de procesos en los que junto a actos creativos que han enriquecido la fbrica se
han dado otras transformaciones que han aportado excrecencias histricas o que
lo han deformado, mutilado o degradado. La restauracin del monumento podr con-
templar la necesidad o conveniencia de eliminar o relativizar la presencia de dichas ex-
crecencias o seales, sopesando antes, naturalmente, su utilidad (bien por la vigen-
cia de su uso, bien por gozar de un razonable valor documental).
La proteccin de la materia
Como hemos visto, de la proteccin del monumento no parece derivarse la intangibi-
lidad de su materia: sta puede ser sacrificada para que aporte informacin (toda ex-
cavacin arqueolgica o extraccin de probetas comporta sacrificio de materia), o para
tratar de clarificar el mensaje sentimental o artstico del monumento, o para garanti-
zar su estabilidad (esas pueden ser las causas de la eliminacin de superposiciones o
excrecencias histricas). Y la materia puede tambin ser substituida (cuando se reparan Taj Mahal, mausoleo de la reina
Mumtaz Mahal, (siglo XVII), Agra (In-
elementos daados de forma irreversible), o recuperada (cuando se recobra un espa- dia). Foto: A. Gonzlez, 09.08.1975.
cio o una decoracin aspectos esenciales de la autenticidad, o cuando se aaden
elementos para dar un nuevo uso que garantice la pervivencia del monumento).
(En la India, cuando los bellos relieves de los muros blancos del Taj Mahal empe-
Zagun de la iglesia del santuario de
zaron a deteriorarse por la contaminacin industrial de las factoras de la vecina ciu- Bellmunt, Sant Pere de Torell (Oso-
dad de Agra, se opt por una sustitucin sistemtica de los mrmoles afectados por na, Barcelona). Foto: A. Gonzlez,
21.01.1988.
otros nuevos, trabajados en un taller, a pie de obra, siguiendo el modelo de los an-
tiguos. La tica que defienden las cartas de la restauracin redactadas en nues-
tro mbito cultural hubiera obligado, en primer lugar, a eliminar las causas de la de-
gradacin y, despus, a aplicar tcnicas de consolidacin o de reintegracin material,
antes que de substitucin. La economa de un pas como aqul, sin embargo, no
puede supeditar el desarrollo industrial a la conservacin del patrimonio. Por otra
parte, en su mentalidad, all no creen que su Taj Mahal pierda autenticidad al ser subs-
Pieza de cermica con grafito inscri-
tituidas sus piedras daadas por otras idnticas.) to, en el pavimento de una estancia
del castillo del marqus de Alfarrs,
Cubelles (Garraf, Barcelona), corres-
Tambin en nuestro entorno cultural, a pesar de las doctrinas dominantes, si analiza- pondiente a la restauracin dirigida
mos los factores que condicionan la durabilidad de la materia la caducidad de los ma- por el tracista fra Josep de la Con-
cepci en 1674. Foto: M. Baldom,
teriales y estructuras, la accin natural y antrpica, nos es fcil concluir que estamos 26.09.1996.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
38
en mejores condiciones de garantizar la transmisin de las significaciones y valores del
monumento que la de su materia.
Junto a estas consideraciones, no obstante, es preciso afirmar con rotundidad que siem-
pre es preferible que sea la materia original la que transmita los valores del monumento.
La Sirenita (escultor, Edvard Eriksen,
1912), Copenhague (Dinamarca). No slo por el creciente valor que cada da va a tener la materia en el planeta digital
Foto: A. Gonzlez, 15.11.1988. al que antes alud, sino porque la substitucin indiscriminada de materia en un proce-
so de restauracin puede hacer desaparecer huellas del trabajo original de los artistas
y artesanos, o bien marcas, grafitos, monteas o seales, incluso ptinas o deterioros
significativos, aspectos del valor documental del monumento que en ningn caso con-
viene perder y que si no es por causa absolutamente justificada deben permanecer en
su lugar original, ya que tambin forman parte de su autenticidad. Nunca, por lo tan-
to, los razonamientos hasta aqu hechos respecto de la autenticidad y la materia pue-
den ser tomados como justificacin de derribos, substituciones o alteraciones de los
monumentos, sopesados y decididos al margen de un proceso de sistematizacin me-
todolgica, como el que aqu definimos.
Estos medios responden a cuatro etapas o acciones esenciales. En primer lugar, el co-
nocimiento del objeto en el que se ha de actuar (entendido como el conjunto de ope-
raciones encaminadas a conocer y comprender la compleja naturaleza del monu-
mento y su entorno, as como las diversas circunstancias que lo rodean en el momento
de programar la actuacin). En segundo lugar, la reflexin, en la que, a partir de ese
anlisis se determinan los objetivos, la esencia, las propuestas generales y los crite-
rios de la actuacin posterior, siempre en funcin de los objetivos genricos que per-
sigue la restauracin monumental. La tercera etapa corresponde a la intervencin (de-
finida como la voluntaria y programada actuacin sobre la materialidad del monumento
tanto sobre sus materiales y sistemas constructivos, como sobre los bienes mue-
bles inherentes a su fabrica con la intencin de garantizar o mejorar su estado de
conservacin, uso o significacin colectiva, as como, en algunos casos, el reequipa-
miento del inmueble, la sistematizacin musestica o la mejora del entorno fsico. Y,
por ltimo, la cuarta, la conservacin preventiva, que incluye el mantenimiento pos-
terior del objeto (de forma directa actuando sobre l o indirecta favoreciendo su
conocimiento y estima) y la verificacin del grado de acierto y eficacia alcanzado en
las tres etapas anteriores.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
39
Primera etapa: el conocimiento
No puede descartarse, sin embargo, que el inters de la informacin que faciliten es-
tos estudios trascienda de su utilidad inmediata para la intervencin posterior, en be-
neficio de conocimientos ms genricos o de mbito ms extenso (sobre el lugar, por
ejemplo) o para la formacin de un banco de datos til para futuras actuaciones. En
estos casos, considerando que la restauracin de un monumento, por lo general, su-
pone una ocasin excepcional para obtener esa informacin (por los recursos eco-
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
40
nmicos, tcnicos y profesionales de que se dispone, inalcanzables en otras cir-
cunstancias), debe sopesarse la conveniencia de desarrollar esos estudios con ese
fin.
41
La diversidad y complejidad de los estudios pueden variar mucho en funcin del ob-
jeto y el tipo de accin prevista. Siempre, sin embargo, esos estudios deben afrontarse
desde una mentalidad y un mtodo cientficos, adaptado ste a la naturaleza y objeti-
vos de cada uno de ellos.
Los estudios deben realizarse, por tanto, por los profesionales ms idneos, incluso
el propio dictamen inicial. Como afirma el arquitecto Jos Luis Gonzlez, es en esta
fase previa de formulacin de hiptesis donde los conocimientos acumulados, la ex-
periencia, la habilidad, la imaginacin, en suma, lo que se puede englobar bajo la ex-
presin intuicin del investigador, adquieren un valor insustituible. El mtodo cientfi-
co no deja de ser el arte de probar respuestas, pero sobre todo el arte de formular
las preguntas previas.22
El anlisis histrico
El conocimiento histrico del monumento es fundamental, tanto para poder plantear
y proyectar una correcta y eficaz intervencin arquitectnica en l, como para garan-
tizar la proteccin de su valor documental (es decir, la explotacin o preservacin
segn convenga de su capacidad informativa), proteccin que hemos planteado como
uno de los objetivos bsicos de la restauracin. Ya la Carta de Venecia reconoci la im-
portancia de esa lectura histrica: la restauracin estar siempre precedida y acom-
paada de un estudio arqueolgico e histrico del monumento, manda su artculo no-
veno. Alcanzar ese conocimiento si no se tiene es, por tanto, un fin esencial de la primera
etapa de la restauracin objetiva.23
42
La interrelacin entre todos estos estudios es evidente y debe establecerse una pro-
gramacin temporal del conjunto que evite duplicidades y facilite la insoslayable trans-
ferencia de informacin entre los diversos investigadores. Con esta intencin, conviene
realizar en primer lugar el estudio de fuentes documentales referidas al monumento,
cuyos resultados sern tiles a todos. (Que el arquelogo, el historiador del arte o el
historiador de la construccin deban, cada uno, buscar y consultar las fuentes escri-
tas que otro investigador ha analizado ya parece, en general, un esfuerzo baldo. Su
Documento fotogrfico insustituible:
el palacio del Virrey, en la plaza de Pa-
papel es interpretarlas desde sus respectivas pticas.)
lau de Barcelona, pocos meses antes
de desaparecer tras un incendio.
Foto: Mart, 1874 o antes (lbum
Bellezas de Barcelona, Vives-Mart,
Estudio de fuentes documentales referidas al monumento
editores).
Distinguimos tres tipos de documentacin: la escrita (impresa o manuscrita); la grfi-
ca, fotogrfica, flmica, videogrfica, fonogrfica e informtica, y la oral, es decir, la trans-
mitida directamente por personas que vivieron o conocieron acontecimientos rela-
cionados con el monumento y su evolucin, uso o restauracin, sin excluir leyendas
o tradiciones. Los archivos (tanto los localizados en el propio edificio o los referidos es-
pecficamente a l, como los generales notariales, catedralicios, parroquiales, etc.),
as como los registros y lugares donde pueden ser consultadas las fuentes, y stas mis-
mas (libros de visitas pastorales, consuetas, pocas, libros de fbrica, censos y catastros,
etc.) son muy diversos, en funcin del tipo y la localizacin del monumento. En el dic-
tamen inicial deberan ser acotados, aunque la consulta de unos puede sugerir la de
otros no previstos inicialmente.
Las conclusiones de estos estudios debern recogerse en una Memoria general del
estudio de fuentes documentales referidas, a la que se incorporarn como anejos las
reproducciones de documentos, las cintas fonogrficas, etc., y las memorias meto-
dolgicas de cada trabajo.
El anlisis puede realizarse mediante diversas tcnicas, en funcin del tipo de monu-
mento, el alcance de la intervencin prevista y los objetivos marcados para el estudio:
Muro medieval en el castillo del mar- prospeccin y exploracin (destructiva manual, mecnica o no electromagn-
qus de Alfarrs, en Cubelles (Ga- tica, georradar, etc.), cateo, excavacin arqueolgica (subsuelo, espacios cerrados),
rraf, Barcelona). Foto: A. Gonzlez,
07.03.1995. estratigrafa mural (anlisis de paramentos o arqueologa de la arquitectura), y com-
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
43
porta estudios complementarios como la antropologa fsica (estudios de restos se-
os humanos), la ceramologa, la numismtica, la polinologa (estudio del pasado vegetal
a travs del polen antiguo), la caracterizacin de materiales, etc., y tambin estudios
especficos de datacin (dendrocronologa, termoluminiscencia, Carbono 14, Potasio-
Argn, etc.), as como trabajos auxiliares de diversos tipos (clasificacin, inventario, di-
bujo y siglamiento de materiales; delineacin y fotogrametra [por unidades estratigrficas
y por etapas], dibujo [interpretacin evolutiva y reconstruccin ideal], fotografa [reportaje
campo y estudio, fotografa area infrarrojos y satlite, etc.]).
Las conclusiones de estos estudios podrn reflejarse en una Memoria general del es-
tudio del monumento como fuente documental, a la que se incorporarn como ane-
jos todas las memorias metodolgicas y las de conclusiones de cada uno de los es-
tudios y trabajos, as como la documentacin que convenga conservar.
Cata exploratoria en la iglesia parro-
En referencia a la programacin de los estudios de fuentes documentales conviene te- quial (siglos X al XIX), Santa Eullia de
Riuprimer (Osona, Barcelona). Foto:
ner en cuenta que deben suministrar informaciones tiles no slo para el anlisis his- Jaume Soler, 13.11.1987.
trico, sino tambin para los anlisis material y sociolgico que deban realizarse des-
pus o paralelamente. Conviene tambin insistir que esa programacin debe hacerse
despus de comprobar si el conocimiento histrico que se posee del objeto es o no
suficiente para programar la actuacin, y la estricta necesidad, eficacia e idoneidad de
cada procedimiento, ciencia o tcnica elegidos. Cuando los redactores de la Carta de
Venecia aludieron al estudio arqueolgico lo hicieron en funcin del tipo de monu-
mentos propio de su entorno cultural. Su intencin ltima y por lo tanto el sentido
profundo del mandato de la carta es exigir el conocimiento histrico del monumento
ms que predeterminar los procedimientos para alcanzarlo.
En general, al elegir las diversas tcnicas de estudio que pueden afectar directamen-
te al monumento, debe tenderse a garantizar la mxima indemnidad de su materiali-
dad, cuyo estudio podrn hacer mejor con tcnicas cada da ms efectivas y menos
destructivas las generaciones futuras. Los trabajos arqueolgicos (unos de los ms
costosos y lesivos) deben programarse, por tanto, cuando la informacin que puedan
proporcionar sea imprescindible y no haya otro sistema para obtenerla, o cuando con-
venga evitar que la intervencin constructiva posterior dae estratos o haga desapa-
recer informaciones sobre el monumento o sobre su entorno que ms adelante pu-
dieran ser de utilidad.24 En cualquier caso, parece razonable la tendencia actual de
fomentar la lectura de paramentos en detrimento de la excavacin.25
Estudio histrico-constructivo
Junto a los estudios de fuentes ya reseados, cuya misin es aportar y analizar la m-
Lectura histrica de paramentos de
xima informacin posible, el anlisis histrico contempla dos estudios de carcter es- los restos arquitectnicos de la anti-
pecfico con una intencionalidad precisa. gua casa rectoral (incendiada en
1936) de la iglesia de Sant Andreu, en
curso de restauracin para ser reuti-
Con el trabajo que denominamos Estudio histrico-constructivo se persigue, a la luz lizados como cementerio municipal
(arquelogo, Dr. A. Lpez Mullor). Di-
de la historia de la construccin en general y de la historia del objeto en particular, la bujo digital: Jordi Grabau, 29.03.1999.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
44
determinacin con la mxima fidelidad de cmo se desarroll el proceso de proyec-
tacin y construccin del monumento, y de los procesos posteriores de transforma-
cin, deformacin, desequilibrio, deterioro o destruccin. (En palabras de Jos Luis Gon-
zlez, no se trata slo de saber cmo fue el edificio, sino cmo lleg a ser y cmo
ha ido siendo).26
Se trata, por tanto, de analizar y concluir el alcance y aplicacin que tuvieron en ese
proceso los conocimientos de cada poca, los sistemas de trabajo y herramientas uti-
lizados, las incidencias de todo tipo que pudieron afectar a las decisiones proyectivas
y al curso de los trabajos desde las achacables a los artfices o promotores hasta he-
chos fortuitos o ajenos en su origen al monumento sismos, acontecimientos bli-
cos o movimientos sociales, etc. y cmo y por qu causas se produjeron y evolu-
cionaron los procesos posteriores. En ocasiones, ese anlisis debe extenderse a la
evolucin constructiva del territorio.
Este estudio, dadas las evidentes interrelaciones que tiene con los anteriores, ha de
compartir con ellos la informacin que entre todos obtengan y analicen. Tiene, por otra
parte, una estrecha vinculacin con el estudio fsico-constructivo propio del anlisis ma-
Herramientas para el trabajo de la pie- terial, al que puede aportar informaciones de la mxima utilidad, por lo que debe ser
dra en el curso de la restauracin de
la torre de la Manresana (constructo- realizado con anterioridad a l.
res, Joan Closa y Josep Ramon), Els
Prats de Rei (Anoia, Barcelona). Foto:
A. Gonzlez, 14.11.1981. El estudio histrico-constructivo debe ser realizado con la participacin principal de un
tcnico (o un equipo) versado en construccin y conocedor de la historia de sta
no simplemente de la historia de la creatividad arquitectnica o artstica; un tcni-
co o un equipo capaz, por tanto, de realizar el anlisis del monumento y su evolucin
desde la mentalidad constructiva de cada una de sus pocas.27
Estudio histrico-artstico
Ya he advertido de la dificultad y los riesgos de la sectorizacin del examen del obje-
to arquitectnico. Eso ocurre con la faceta del monumento que el comn de las gen-
tes relacionamos con la esttica o con el arte, es decir, la que hace de la arquitectura
una de las bellas artes o, al decir de la Academia, una de las artes que tienen por ob-
jeto expresar la belleza. Dnde se sita, por ejemplo, la lnea que separa en arqui-
tectura los aspectos artsticos de los constructivos? Desde qu parcela debemos ana-
lizar los aspectos tipolgicos y espaciales del monumento?
45
El estudio tiene diversos objetivos. En primer lugar, describir y analizar los valores es-
pecficamente arquitectnicos del monumento (tipolgicos, espaciales, ambientales,
funcionales, etc.) y de su entorno fsico. De entre los primeros, los relativos al objeto
en s, segn la naturaleza de ste, puede ser imprescindible analizar aspectos a me-
nudo olvidados: la luz, por ejemplo. Qu papel dieron los tracistas a la iluminacin na-
tural en la definicin del espacio; cmo conjugaron los aspectos mecnicos y forma- Espacio y luz, aspectos esenciales
les de la estructura para permitir o potenciar ese papel. Tal y como reconocen Mathieu de la arquitectura. Baslica de Santa
Sofa de Constantinopla (arquitectos,
Brinkert y Lorenzo Dez en su sugerente estudio sobre estos aspectos en la catedral Antemio de Tralles e Isidoro de Mi-
de Vzelay, es difcil encontrar documentos de poca que relaten las preocupaciones leto, 532-537, restaurada por Isidoro
el Joven, despus de 558), Estambul
de los constructores en materia de espacio o de luz29. Pero es imprescindible tratar (Turqua). Foto: A. Gonzlez, 29.09.-
de conocer esas preocupaciones si queremos que los restauradores de hoy sepamos 1992.
ser fieles al espritu de la obra original. Respecto de los valores del entorno, aparte de
los paisajsticos o urbanos que ste pueda contener, el estudio ha de resear su inci-
dencia en el propio monumento en la manera de mejorar o perjudicar su percepcin,
de enfatizar o no sus valores, etc. y el papel del monumento como emergencia sin-
gularizadora de ese entorno.
Los elementos objeto del estudio pueden ser de naturaleza muy diversa (un bside,
una pintura mural, un capitel, un guardapolvo, o una contraventana o un cerrojo) y pue-
den ser perceptibles en el momento de acometer el estudio o estar ocultos o desa-
parecidos. (El estudio no debe limitarse, por ejemplo, a las decoraciones vistas, sino
que debe extenderse en lo posible a las que pueda haber ocultas bajo aqullas. No es
funcin del estudio proceder a su descubrimiento aunque en algunos casos pueda
deducir su existencia y sugerir su bsqueda, pero s a su anlisis una vez descubiertas.)
Tambin son objeto del estudio todos aquellos elementos artsticos ptreos, ce-
rmicos, metlicos, de vidrio o de madera encontrados en las excavaciones o en la
exploracin o desmontaje de las fbricas de los edificios.30 O aquellos que, por de-
rribo, traslado o transformacin anteriores a la actuacin, ya no se hallen en el monu-
mento, pero de los que se tenga noticia y su anlisis sea posible y oportuno en aras,
por ejemplo, a su reproduccin en el monumento.
46
La cuarta finalidad posible del estudio histrico-artstico tambin guarda, como la an-
terior, una estrecha relacin con los objetivos genricos del conjunto del anlisis his-
trico. Es la aportacin (a la luz de la historia del arte o de disciplinas sectoriales: la
herldica, la iconografa, etc.) de criterios objetivos para la estimacin de cronolog-
as relativas y de otras circunstancias no fijadas por la documentacin o el anlisis di-
recto de la materialidad del monumento. (Cualquier objeto artstico arquitectura, es-
cultura, etc. puede tener un valor extraordinario para comprender un proceso, una
manera de hacer, para identificar la obra annima, a travs del estilo y el anlisis de
paralelos; o porque deviene un indicador de cambios de concepto y de moda.)33
47
pos materiales a su estado de conservacin (grado de originalidad, alteracin y de-
terioro), y a las restauraciones habidas con anterioridad.
Tanto la relacin general del fichero-inventario como cada una de las fichas, deben con-
siderarse abiertas, ya que en la fase de intervencin posterior en el monumento se apor-
tarn nuevos datos que debern ser consignados en las fichas, y se comproba-
rn los anteriores, lo que obligar a corregirlas. Tambin es posible que deban abrirse
nuevas fichas y modificar, por tanto, el inventario general: por haber sido descubiertos
elementos de valor artstico (como materiales procedentes de excavaciones o des-
montajes) o porque la propia intervencin haya aportado elementos de ese valor, tras-
ladados de otros edificios o aportados por los artistas, diseadores y arquitectos in-
tervinientes en la obra. (El estudio artstico, como todos los descritos, no puede
discriminar las pocas que analiza.)
Una vez acabada la intervencin, durante la etapa de conservacin preventiva, las mis-
mas fichas tambin servirn para recoger las anotaciones y observaciones consecuencia
del mantenimiento y la verificacin.
48
El anlisis material
El carcter material del monumento siempre desde su genuina condicin arquitec-
tnica, hace que su conocimiento y examen sea tambin ineludible y esencial en un
proceso de restauracin objetiva. El anlisis material consta de dos estudios bsicos:
el geomtrico-formal y el fsico-constructivo.
Estudio geomtrico-formal
El anlisis material persigue, en primer lugar, la definicin geomtrica y formal del es-
tado inicial del monumento (el mal llamado estado actual), imprescindible no slo
para proyectar la intervencin posterior, sino, muchas veces, para poder completar el
conocimiento real del objeto. El estudio geomtrico-formal consiste, por tanto, en la
toma, anlisis y exposicin til, con total fidelidad, de todos los datos que han de per-
mitir aprehender la realidad geomtrica, formal y espacial del objeto, y la realidad ge-
ogrfica, topogrfica y urbana de su entorno inmediato.
(Conviene insistir: no se trata de dibujar una abstraccin geomtrica del objeto, sino
de reflejar su realidad. Y en la realidad, las bvedas de can nunca son perfectas,
homogneamente hemicilndricas, ni los bsides tienen planta perfectamente se-
micircular ni las plantas de las estancias responden a figuras geomtricas puras ni
Levantamiento fotogramtrico del
acueducto de Segovia (arquitectos la colocacin de las tejas o enlosados sigue el orden preconfigurado en una planti-
Leandro Cmara y Pablo Latorre lla o un disco duro. Y s existen las deformaciones, casi siempre tridimensionales.)
1997).
Para realizar ese tipo de lectura se cuenta hoy con tcnicas y procedimientos muy di-
versos (desde el levantamiento y dibujo manual o la topografa tradicionales o la foto-
grametra, en sus diversas facetas y aplicaciones, hasta la cartografa informtica (ma-
queta informtica tridimensional), procedimientos que deben ser considerados y
elegidos en funcin de su eficacia, es decir, del grado de precisin realmente necesario
Maqueta electrnica correspondien-
te al proyecto de 1885 del arquitec-
y de los recursos disponibles.34 Sea cual sea el procedimiento elegido o factible, sin
to Benoit Meyer para la catedral de embargo, y teniendo en cuenta las limitaciones objetivas de las mquinas, ser siem-
La Plata (Argentina), realizada por
Fernando Mosquera en el curso de
pre insustituible la intencin el saber o intuir por qu y para qu se hace lo que
los trabajos previos para el proyecto se hace de quien capte la informacin.
de restauracin y completamiento
del edificio, dirigidos por los arqui-
tectos Guillermo R. Garca y Jorge El conocimiento y documentacin del estado inicial del monumento debe completar-
Nstor Bozzano. (Del libro La Catedral
de La Plata, obras de conservacin, se con un levantamiento fotogrfico y con los dibujos parciales, perspectivas estere-
puesta en valor y completamiento, oscpicas, etc. que puedan ser tiles. En ocasiones, tambin es misin de este es-
Manrique Zago, Buenos Aires (Ar-
gentina), 1998. tudio geomtrico-formal la restitucin grfica de estados anteriores del monumento,
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
49
realizada mediante el levantamiento inicial, que sirve de base, y las informaciones fa-
cilitadas por el anlisis histrico. El estudio debe cerrarse con la Memoria metodo-
lgica del estudio geomtrico-formal.
Estudio fsico-constructivo
El objetivo esencial del estudio es conocer el comportamiento actual del monumen-
to como sistema, es decir, como conjunto de materiales, elementos y fbricas, y plan-
tear hiptesis sobre su posible comportamiento futuro a corto y largo plazo, tanto en Detalle de la portada barroca (1697-
1701) de la iglesia parroquial, Caldes
el caso de no mediar ninguna intervencin como de llevarse a efecto las ya plantea- de Montbui (Valls Occidental, Bar-
das. Y, en cuanto a las diferentes partes o subsistemas (muros, forjados, fachadas, re- celona), antes de su restauracin.
Foto: A. Gonzlez, 22.09.1983.
vestimientos, etc.), elementos y materiales, determinar su grado de deterioro y las po-
sibles consecuencias de ste, tambin a corto y largo plazo, en aquel comportamiento.
En funcin de este anlisis, el estudio ha de permitir determinar el nivel de seguridad
del monumento y el clculo del tiempo lmite para efectuar las acciones correctoras
que deberan prescribirse, si no lo estn ya, en caso de valorarse como insuficiente aquel
nivel.
Cuando estuviera prevista o exista la posibilidad de una intervencin (de mejora del uso
o de otro tipo), la determinacin del nivel de seguridad ha de contemplar esa previsin
y valorar su influencia. (El nivel de seguridad de un edificio es muy distinto si slo se Estado de la piedra de la portada g-
valoran las acciones mecnicas y ambientales que le afectan peso propio, viento, sis- tica (siglo XV) de la iglesia de Santa
Cndia, Orp (Anoia, Barcelona), antes
mo, terreno o si tambin se cuantifican los nuevos usos y alteraciones futuras pre- de su restauracin. Foto: A. Gonzlez,
visibles. De un monumento podemos considerar aceptable su nivel de seguridad hoy, 21.06.1983.
En la determinacin del nivel de seguridad hay que considerar tambin que las nor-
mativas que se acostumbran a tomar como referencia estn concebidas para cons-
trucciones nuevas, por lo que su aplicacin a los edificios histricos es muy discuti-
ble. Siendo el nivel de seguridad que debe establecerse no tanto el legal como el
real, en su determinacin, como ha explicado muy bien el ingeniero romano Giorgio
Croci,35 debe tenerse muy en cuenta el conocimiento del comportamiento real del edi-
ficio a lo largo de su historia (de ah la importancia del estudio histrico-constructivo
antes expuesto).
50
las que ya tenan una intencin correctora como las de mejora del uso o de otro tipo,
si son stas la causa de la insuficiencia del nivel de seguridad).
51
La idoneidad debe determinarse en cada caso atendiendo a la necesidad real y al gra-
do de precisin exigible de los datos a obtener, y tambin al grado de fiabilidad del ins-
trumento para determinar esos datos y la facilidad o dificultad para la utilizacin del ins-
trumento (plazo de espera para disponer de l, disponibilidad de buenos operarios para
realizar las mediciones e interpretar los resultados, coste total del ensayo, etc.).
Jos Luis Gonzlez,39 siguiendo a Mario Bunge,40 ha hecho una brillante aplicacin cr-
tica del mtodo cientfico al estudio fsico-constructivo, adaptando a ste los cinco pun-
tos fundamentales del proceso sistematizado por el fsico y filsofo argentino.
El monumento como hbitat. Orga-
nismos vivos superiores. Contrafuerte
El primer punto consiste en plantear correctamente el problema, en la elaboracin de en la fachada meridional de la iglesia
las preguntas correctas (no hay nada peor, dice Gonzlez, que intentar responder de Sant Vicen de Rus, Castellar de
NHug (Bergued, Barcelona). Foto:
una pregunta errnea). Se concreta en nuestro caso en la toma de datos ciertos so- Antoni Rius Erill, 20.07.1993.
bre la naturaleza y los daos de subsistemas, elementos y materiales, y en el cono-
cimiento de las hiptesis de intervencin, ya que en funcin de ellas los estudios pos-
teriores se pueden focalizar de una u otra manera. El segundo punto contempla la
construccin de un modelo terico, o la elaboracin de las posibles respuestas razo-
nables la formulacin de las hiptesis contrastables, traducidas si es posible a pa-
rmetros matemticos. (Este es el momento en que, segn Gonzlez, juega ms la
intuicin del investigador.)
Modelizacin informtica de los efec-
tos de un sismo en los muros peri-
El tercer punto prev la elaboracin de las predicciones detectables o medibles, con- metrales de la Casa Fernndez y An-
drs (vulgo Botines) de Len
secuencia de las hiptesis, teniendo en cuenta siempre las tcnicas de verificacin y (arquitecto, Antoni Gaud, 1892). Au-
medida que tengamos disponibles. En el anlisis fsico-constructivo, la complejidad del tores del estudio: P. Roca y C. Molins
(UPC).
modelo variar mucho en funcin de las escalas de percepcin (el conjunto de una ca-
tedral o un forjado, por ejemplo) y las solicitaciones que deban ser analizadas (sismo,
gravedad, viento, etc.).
52
El punto cuarto consiste en la realizacin de las pruebas; pruebas que slo son vlidas,
como se ha advertido, si se sabe interpretar y comprobar sus resultados. Este es uno
de los aspectos ms complejos del estudio que nos ocupa (cmo comprobar en un
edificio las predicciones de comportamiento en caso de terremoto?). La posibilidad real
de efectuar esas comprobaciones en teora existen siempre es fundamental para
programar los ensayos y elegir los procedimientos ms idneos. Por ltimo, el quin-
to punto consiste en la comparacin de las conclusiones con las predicciones, es de-
cir, la confirmacin o no del modelo terico.
La aplicacin eficaz del mtodo cientfico al estudio fsico-constructivo exige, segn Gon-
zlez, una condicin previa: contemplar la realidad material del edificio histrico des-
de una mentalidad constructiva lo ms prxima posible a la de la poca en que fue le-
vantado, ya que la cultura constructiva actual difcilmente es til para la comprensin
de los monumentos que habitualmente restauramos.
53
totalidad de la dedicacin profesional de la inmensa mayora de profesionales que pue-
dan leer este trabajo, incluido quien lo ha escrito.
(Es habitual, casi ya tradicional, que en los congresos o simposios sobre estos as-
pectos del conocimiento de los monumentos protagonicen las presentaciones y los
debates los estudios y actuaciones en edificios singulares [casi siempre, la torre de
Pisa o la catedral de Mjico], impidiendo a la inmensa mayora de los asistentes sa-
lir del mar de dudas en el que les tiene sumidos la actuacin en la desvencijada igle-
sita que tienen entre manos.)
El anlisis sociolgico
La salvacin de la torre de Pisa, ar-
gumento recurrente de congresos,
Un tercer estadio trascendental y, por ello, tambin ineludible del anlisis que nos reuniones y medios de comunica-
ha de permitir el conocimiento global del monumento es el que hace referencia a las cin.
relaciones recprocas entre el monumento y la sociedad en la que est inmerso.
Al igual que ocurre con los dems estadios de anlisis, los medios para su realizacin,
es decir, los mecanismos tiles para alcanzar el conocimiento correspondiente, deben
fijarse en cada caso racionalmente, o sea, con sentido comn. Plantear la trascendencia
e ineludibilidad del anlisis sociolgico en la primera fase de la restauracin monumental
no ha de comportar que en cada actuacin deban programarse complejos estudios o
investigaciones sobre estas materias.
Como ya he sealado antes, en esta primera fase del proceso, los conocimientos del
monumento que se podrn alcanzar no sern exhaustivos. Tampoco los de carcter
La capacidad de convocatoria ciuda-
sociolgico. Ciertamente, en una etapa posterior, la de la intervencin, ser cuando po- dana del anfiteatro romano de N-
damos ampliar notablemente ese conocimiento. La presentacin pblica de los pro- mes (Occitania, Francia), construido
a finales del siglo I dC. Foto: A. Gon-
yectos ya redactados y, de manera especial, la actuacin constructiva sobre el mo- zlez, 12.02.1989.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
54
numento generaran incentivos para que sus usuarios manifiesten, de manera directa
o indirecta, la naturaleza y el grado de su relacin usual o sentimental con aqul.
Los mecanismos para adquirir los conocimientos sociolgicos, aparte de los estudios
especializados en los casos en que resultaran convenientes o indispensables, se ba-
san, sobre todo, en la observacin de las conductas y manifestaciones emotivas de
los usuarios y en el dilogo con stos mediante, por ejemplo, la presentacin pblica
de las hiptesis iniciales de la posible intervencin o el proyecto de uso, al que
ms adelante me referir o en las visitas organizadas al monumento durante las di-
versas fases de la actuacin.
La torre campanario de la catedral
vieja de Lrida, smbolo indiscutible
de la ciudad, recurso inevitable de
identificacin colectiva. (X. Batalla,
Un segundo aspecto del anlisis sociolgico es el de carcter jurdico-administrativo,
Bar & Vicente, Publinver). es decir, el que une al monumento con la sociedad a travs de vnculos jurdicos. Hace
referencia, especialmente, a la titularidad del inmueble y su patrimonio mueble, a las
servidumbres de todo tipo que pudieran tener, a las normativas urbansticas o de pro-
teccin y declaraciones que les afecten, etc.
La reflexin, como medio para profundizar aquello que se ha analizado, forma parte del
conocimiento. O dicho de otra manera, la reflexin es la que hace que la informacin
se convierta en autntico conocimiento. En nuestro mtodo de restauracin objetiva,
la reflexin constituye una etapa, posterior como tal a la de conocimiento, pero tam-
bin una actitud permanente a lo largo de todo el proceso. Como etapa, se entiende
por reflexin la puesta en comn por el equipo responsable de la restauracin de los
resultados y conclusiones del conocimiento, antes de pasar a la tercera etapa, la in-
tervencin. La etapa de reflexin consta de dos fases fundamentales: la evaluacin del
objeto (el monumento) y la programacin de la actuacin posterior.
55
teadas, bien por quien ha promovido la actuacin, bien por el propio equipo. Funda-
mentalmente, la conveniencia o no del uso actual o del propuesto: la compatibilidad
de ese uso con la realidad fsica del objeto (su capacidad por tamao, tipo, resistencia,
adaptabilidad, etc. de asumir aquel uso), y con el mantenimiento de sus valores esen-
ciales (los sacrificios que representaran la adaptacin funcional, la introduccin de ins-
talaciones y servicios, la supresin de barreras arquitectnicas, la evacuacin por
emergencia, etc).
Para facilitar esas decisiones se han creado dos instrumentos tcnicos: el Proyecto
El Proyecto de Uso del Palacio Gell,
de uso (PU) y el Estudio previo de proyecto (EPP). Ambos pueden materializarse Barcelona, (arquitecto, Antoni Gon-
mediante extensos y complejos informes o en documentos mnimos, incluso llegado zlez, julio de 1996) que deba pautar
las acciones restauradoras an pen-
el caso, en el guin manuscrito para conducir una conversacin. Ser la importan- dientes, el rgimen de visitas colec-
cia del monumento o la de la actuacin prevista la que lo aconseje; lo que es impor- tivas y la utilizacin del edificio para
otros fines culturales y representati-
tante, imprescindible, es la propia existencia del instrumento. vos.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
56
En el Proyecto de uso se referencia la reflexin posterior al anlisis, se definen y jus-
tifican los usos posibles (planteando su ubicacin y distribucin en el monumento), y,
en funcin del conjunto de objetivos a alcanzar, se plantean un plan de intervenciones
posibles y un programa general de inversiones a medio y largo plazo en funcin de ellas.
El documento debe ser discutido con los agentes implicados en la restauracin y debe
ser aprobado por quien corresponda antes de la redaccin de los proyectos de inter-
vencin. El Estudio previo de proyecto tiene una intencin y alcance ms tcnico.
Aceptados ya por los diversos agentes el programa de usos y los objetivos globales
y particulares de la actuacin, y establecidos en el orden tcnico los criterios genera-
les y las lneas bsicas de la intervencin, el EPP tiene como misin dar un paso ms
hacia su definicin tcnica y econmica, en referencia especialmente a las fases de
ms inmediata ejecucin.
Uno de los fines de la etapa de reflexin es, como he dicho, fijar los criterios de la in-
tervencin posterior, especialmente los rasgos esenciales del proyecto arquitectni-
co. Es, por tanto, uno de los momentos clave del proceso restaurador: de esa elec-
cin va a depender en gran medida su eficacia. Antes de profundizar en este argumento,
cabra atender una cuestin que desde hace ms de un siglo revolotea sobre las ca-
bezas de quienes reflexionan en torno a estas materias y que, aparentemente, guar-
da relacin con esos criterios.
Restaurar o conservar?
La polmica sobre si lo que conviene es restaurar o conservar los monumentos se arras-
tra desde el siglo XIX. Surgi entonces como reaccin ante los primeros resultados de
la nueva disciplina, considerados como abominables desde ciertas mentalidades. Y re-
aparece cada vez que, por diversas circunstancias, se intensifica la actuacin sobre los
monumentos. (As ocurri en Espaa al remitir la fiebre restauradora desatada entre
la recuperacin de la democracia y los eventos del 1992.)
Una frase de John Ruskin ha asumido en el curso de esta vieja polmica un carcter
de estandarte: Tened cuidado de vuestros monumentos y no tendris luego la ne-
cesidad de repararlos.43 Es una frase sin duda brillante, pero doblemente capciosa.
Si la interpretamos en el contexto del pensamiento de su autor, la frase, ms que pro-
poner una alternativa a la restauracin para conservar los monumentos, esconde el re-
celo ante esa conservacin, cuando no la defensa de la eutanasia monumental pasi-
va. En cuanto a la aparente y recurrente disyuntiva conservar-restaurar, resulta fcil probar
su falsedad.
57
Muy pocos edificios que hoy consideramos monumentos nacieron predestinados a ser-
lo. Por lo general, fueron erigidos para una funcin y, ejercindola sufriendo desgaste,
envejeciendo, transformndose, llegaron a asumir una antigedad, un valor o una
significacin, que hicieron que la sociedad, ms adelante, reconociera en ellos su ca-
rcter monumental. Y fue entonces cuando la sociedad tuvo que plantearse qu ha-
cer con ellos.
(Igual ocurre con los cuentos o juguetes de nuestra infancia. No nos los regalaron
como futuros recuerdos. Nos los dieron para aprender a leer, para aprender a jugar.
Los cuentos y juguetes rotos de
Y leyendo y jugando con ellos, usndolos incluso rompindolos, aprendimos Adriana y Jlia. Foto: M. Baldom,
tambin a quererlos. Y cuando nos hicimos mayores y quisimos guardar algunos de 02.11.1993.
Durante cientos de aos, lo ms habitual ha sido que ese criterio le viniera impuesto
o sugerido al proyectista por consideraciones previas y ajenas al propio proyecto: por
su voluntaria adscripcin a una determinada escuela o filosofa, o por la presin social Servicio de Obstetricia (arquitectos,
V. Argent, A. Gonzlez, J.L. Gonzlez,
(la costumbre, la opinin de la mayora, la moda...) Antes de analizar el objeto sobre 1980) en el Pabelln de la Merced del
el que deba intervenir, el proyectista ya saba cmo deba hacerlo (con qu criterio Hospital de Sant Pau, Barcelona (ar-
quitecto, Llus Domnech i Montaner,
deba enfocar su trabajo). 1900-1910). Foto: Arxiu GMN.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
58
Tambin he sealado cmo una caracterstica de la restauracin objetiva es, precisa-
mente, la subversin de este hbito: el propiciar que en cada caso, en funcin del tipo
de monumento, su estado fsico, su significacin colectiva, los objetivos a satisfacer,
pueda optarse por criterios y mecanismos diferentes, sin que pueda rechazarse a prio-
ri ninguno, debindose elegir el ms eficaz en funcin de todas las circunstancias y res-
petando los valores esenciales del monumento.
Pero puede ocurrir algo muy distinto. Ese fue el caso del automvil en que fuera
asesinado en Madrid, en diciembre de 1973, el almirante Carrero Blanco, jefe del
gobierno entonces. Poco despus del atentado, se decidi exhibir el coche en el
Museo Militar de Madrid. Fue expuesto tal y como qued, sin ningn otro tipo de
La restauracin de un automvil an-
tiguo: el uso condiciona los criterios. intervencin que no fuera la mera limpieza. El objetivo perseguido en este caso no
Foto: M. Baldom, 05.1995. era mostrar como haba sido el automvil (uno ms de un modelo bastante corriente),
sino transmitir el mensaje de la barbarie.
Conocimiento y criterios
La influencia de la lectura previa en el planteamiento conceptual de la intervencin pos-
terior es muy diferente segn la parcela de conocimiento a que nos refiramos. El re-
sultado del anlisis material pocas veces es definitivo para plantear o condicionar los
La restauracin del automvil en el
objetivos bsicos y, en funcin de stos, el criterio general. (S puede ocurrir, natural-
que muri asesinado el almirante Ca- mente: si se detecta un estado de ruina irrecuperable, no es probable que se plantee
rrero Blanco: el mensaje condiciona
los criterios. Foto: Arxiu GMN. como objetivo la reutilizacin del monumento.) Pero ese conocimiento s puede, sin
embargo, afectar a los objetivos secundarios, al cmo enfocar la actuacin.
Resulta casi siempre ms definitiva la influencia de la lectura previa referida a los as-
pectos histricos y significativos. En primer lugar en cuanto a los objetivos y, una vez
definidos stos, en cuanto a los criterios.
Esa influencia ser muy distinta, no obstante, en funcin del tipo de monumento, la
vigencia de su uso, etc. Si se trata de intervenir en arquitecturas testimoniales, es de-
cir, aquellas arquitecturas que, por su antigedad o singularidad tipolgica, se conservan
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
59
y restauran nicamente por su condicin de testimonio del pasado, el conocimiento
histrico no slo es absolutamente imprescindible, sino que acabar imponiendo las
pautas del proyecto sobre todo si, por razones didcticas o sentimentales, se ha de-
finido previamente el objetivo como la reconstruccin fidedigna del monumento.
En todos los casos, para optar por un criterio u otro y elegir los mecanismos ms efi-
caces (tarea ms compleja, obviamente, si se hace por medio de la reflexin, sin par-
tir de una idea preconcebida), el restaurador no debe desaprovechar nunca las lecciones
de la historia de la restauracin.
Durante dos siglos, las doctrinas ms habituales se han basado en una valoracin prio-
ritaria del monumento como testimonio del pasado. Desde las que propugnan la in-
tocabilidad del objeto prefiriendo su desaparicin a que sea alterado o las que han
defendido la intervencin mnima, hasta las que pregonan o aceptan la reconstruccin
del monumento.
60
Sin embargo, a lo largo de estas centurias, la conservacin de la mayora de los mo-
numentos se haya reconocido o no ha estado ms relacionada con sus valores ar-
quitectnicos y significativos.
Los criterios de los constructores al intervenir en esos edificios eran reflejo de esa va-
loracin. No se dudaba en sacrificar episodios del pasado, y, cuando era preciso aa-
dir nueva arquitectura, se diseaba segn los gustos y modelos contemporneos. En
algunas ocasiones, sin embargo, la sensibilidad de los autores hizo de esta conducta
habitual un criterio de intervencin an en gran parte vigente.
Unos aos antes, el padre del alarife cordobs, Hernn Ruiz, el Viejo, haba iniciado la
transformacin de la mezquita de Crdoba en catedral con la misma actitud: conser-
Catedral, llamada tambin Crucero
(arquitectos, Hernn Ruiz, el Viejo, y
var y aprovechar la obra vieja en buen estado revalorndola y concebir la nueva
Hernn Ruiz, el Mozo, 1523-1583), en segn el gusto de la poca, sin pretender imitar la antigua, aunque sabiamente ar-
el interior de la mezquita aljama (785-
990), Crdoba. Foto: A. Gonzlez,
monizada con ella. Inteligentes criterios de intervencin que, adems de producir
23.09.1988. esas dos excelentes muestras de habilidad y creatividad arquitectnicas, supusieron
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
61
una efectiva proteccin para aquellos antiguos monumentos musulmanes, que en otras
manos quiz hubieran sucumbido del todo y para siempre.
Con la misma actitud, actuaba sobre edificios preexistentes fra Josep de la Concep-
ci figura clave de la arquitectura del siglo XVII cataln. En la capilla de la Concepcin
de la catedral de Tarragona, una de sus mejores obras, el lenguaje barroco de la nue-
va fbrica y los retablos contrastan armnicamente con el lenguaje gtico de la vieja
catedral.
Entre los arquitectos catalanes, quien mejor supo recoger y satisfacer esas aspiraciones
populares fue Elas Rogent i Amat. Catedrtico y primer director de la Escuela de Ar-
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
62
quitectura de Barcelona, restaur a partir de 1886 el monasterio de Santa Mara de Ri-
poll, en el nordeste de Catalua, obra que marca un hito en la restauracin monumental
catalana.
El monasterio de Ripoll, fundado en el siglo IX por el conde Wifredo (sobre cuyo es-
cudo dorado dice la leyenda que el rey Luis dibuj con su sangre las primeras cuatro
barras catalanas) tuvo su mximo esplendor en tiempos del abad Oliba responsable
directo del impulso poltico, religioso y cultural de aquellas tierras en los albores del
segundo milenio, quien consagr la nueva iglesia el ao 1032. El gran terremoto de
1428 derrib gran parte de la fbrica. Durante el siglo XIX se produjeron el abandono
definitivo y los primeros intentos de reconstruccin, que culminaran con los proyec-
tos de Rogent y la proclama religioso-patritica-monumental del obispo de Vic en
1886 para conseguir fondos, en un contexto de exaltacin catalanista, que encontr
en la reivindicacin de los monumentos uno de sus mejores medios de expresin.
Elas Rogent, fiel al sentimiento patritico que daba sentido a la obra, proyect la re-
construccin de la iglesia con todo el esplendor que lleg a alcanzar.50 Quizs la rena-
cida iglesia no es un testimonio totalmente fiel de la que consagr Oliba. Quizs no
Iglesia del monasterio de Santa Ma- sea un documento suficientemente exacto en su aspecto formal, tal como a veces se
ra, Ripoll (Ripolls, Gerona), edificio
del siglo XII reconstruido entre 1885 ha criticado. Pero, quin puede dudar de su capacidad evocadora de un pasado rei-
y 1893 bajo la direccin del arqui- vindicado, de su capacidad emblemtica y motivadora? Y no son esas, unas de las
tecto Elas Rogent i Amat. Foto: A.
Gonzlez, 27.08.1984. posibles y legtimas funciones de los monumentos? La sintona entre restauradores
y destinatarios de las restauraciones (entre proyecto y objetivos) es una leccin que
debemos aprender a releer en este final de siglo XX.
Este templo gtico, erigido por los catalanes tras la conquista de la isla, diseado por
un tracista desconocido y construido entre 1230 y 1601, est considerado como el mas
espacioso (por la relacin entre superficie de fachada y volumen interior) de los reali-
zados en piedra. La altura y la amplitud de sus naves, los casi 22 metros de sus es-
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
63
beltas columnas, los efectos de la luz sobre las desnudas fbricas carentes de traba-
jos escultricos, hacen del espacio interior de la seo mallorquina uno de los ms su-
gestivos del arte de nuestra era.
En 1904, el obispo encarg a Gaud ordenar aquel espacio enturbiado en los ltimos
siglos e inadaptado a la liturgia vigente. La actuacin del arquitecto, que levant una
polvareda an no olvidada, fue definida as por l mismo: No se trata de una refor-
Catedral gtica de Palma de Mallor-
ma, sino de una restauracin, y no en el sentido restringido de rehacer elementos de ca, uno de los espacios ms suges-
un determinado estilo o poca, sacrificando las otras pocas, sino en el sentido de vol- tivos de la historia de la arquitectura,
objeto de una restauracin magis-
ver las cosas a su lugar y a su verdadera funcin.51 Antes haba dicho: Hagamos ar- tral, bajo la direccin de Antoni Gau-
d. Fotos: Arxiu GMN.
quitectura sin arqueologa: ante todo estn las relaciones entre las cosas, en una si-
tuacin predispuesta; por esto no debemos copiar las formas, sino estar en condicin
de producirlas dentro de un determinado carcter, poseyendo su espritu.
La actitud de Gaud en Mallorca, emparentada con la de los Hernn Ruiz que vimos,
ha tenido continuidad a lo largo del siglo XX en arquitectos que, como Gaud, sin una
dedicacin explcita a la disciplina de la restauracin, supieron entender el mensaje del
monumento e hicieron aportaciones creativas para resolver el complejo dilogo entre
lo viejo y lo nuevo. Sirvan de ejemplos algunas obras emblemticas de Carlo Scarpa,
o de Franco Albini y Franca Helg.
64
co propio. [...] Mientras la construccin en si d suficientes datos para completarla se-
gn el espritu de los que en otro tiempo la hicieron, aadi en referencia directa a
la nueva fachada, acabada aquel mismo ao, mientras la arqueologa con casos si-
milares nos ilustre, sigamos sus indicaciones, pero si hemos de ir a Reims o a Burgos
a buscar motivos de composicin, entonces vale ms hacer arte moderno, adaptan-
do al espritu de hoy el estilo si a ms no nos atrevemos o creando nuevas for-
mas si Dios nos hubiera favorecido con inspiracin para hacerlo.52
Tambin se convenci Martorell que convena asumir el riesgo de alterar aquellos do-
cumentos histricos si con ello se garantizaba su supervivencia. Propugn, en con-
secuencia, una restauracin comprometida en la defensa de los valores documenta-
les del monumento, pero tambin con sus valores genuinamente arquitectnicos. Su
restauracin del portal de la muralla de la villa de Centelles (Barcelona) fue un exce-
lente ejemplo de cmo compaginar la conservacin de un monumento y su adapta-
cin para seguir siendo til a la colectvidad.
La anchura del portal, obra del siglo XVI, no era suficiente para el trfico de la calle ma-
yor y los viandantes haban de compartir el paso con los carruajes, por lo que en 1917
unos vecinos decidieron forzar el derribo de la torre, iniciando el desmontaje de una
jamba. Martorell, para aplacar las iras de los vecinos, propuso una solucin funcional
Puerta de la antigua muralla del siglo (similar a una actuacin de Camillo Boito en Miln): conservar el portal y abrir junto a
XVI, Centelles (Osona, Barcelona),
restaurada por Jeroni Martorell en
la puerta dos pequeas aberturas para el trnsito de viandantes, obra que se acome-
1919. Foto: A. Gonzlez, 05.02.1987. ti en 1919.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
65
Las lecciones de Torres Balbs
Con esa tcnica, Torres Balbs recompuso espacialmente el Patio del Harem, recu-
per claustros perdidos mediante setos que hacen las veces de muros, y supli de-
licados e irrepetibles trabajos de yeso desaparecidos mediante trozos de yeso
agujereados que desde lejos dieran la impresin de la disposicin antigua,57 como Patio del Harem de la Alhambra de
hizo en 1923 en la restauracin de las enjutas del prtico del Partal. En manos de Le- Granada, restaurado por Leopoldo
Torres Balbs. Foto: A. Gonzlez,
opoldo Torres Balbs, la reintegracin de la imagen constituy una inteligente res- 23.05.1993.
puesta, desde la arquitectura, a la conservacin de los valores testimoniales del mo-
numento.
Pocos aos despus, Torres Balbs, en la ponencia que present en el VIII Congreso
Nacional de Arquitectos, celebrado en Zaragoza en 1919, haca referencia a ese otro
tipo de intervencin tambin defendido por Gaud y Martorell: En algunos monumentos
dice Torres Balbs puede llegar a ser de absoluta necesidad realizar obra nueva
para que no perezcan. En tal caso lo natural, lo lgico, es hacer esa obra con materia-
les modernos y en estilo moderno, como se realiz siempre hasta nuestros tiempos
de restauraciones.58
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
66
Sobre algunas cuestiones bsicas
Se trata, deca, de leer la historia referenciando en el contexto de su poca los crite-
rios y los mecanismos proyectivos utilizados por quienes nos han precedido. Convie-
ne tambin analizar las sugerencias que nos puedan aportar esas lecciones de la his-
toria a la luz de una reflexin previa sobre cuestiones genricas que estn presentes
casi siempre en los procesos de restauracin monumental: el papel y los lmites del
uso del monumento, la reversibilidad de las actuaciones, la validez conceptual de la re-
construccin y de las eliminaciones, cmo proyectar las adiciones, cmo reintegrar las
lagunas, qu hacer con las ruinas...
Acueducto o Pont Nou (origen me-
dieval, reconstruido en 1721), Sant
Pere de Riudebitlles (Alt Peneds, El uso del monumento
Barcelona), al que se aadi un nue-
vo cajero durante las obras de res-
tauracin (arquitecto, Antoni Gonz- La reutilizacin o la mejora del uso del monumento est en el origen de la res-
lez, 1984-1987) que permiti la tauracin; es uno de los pilares en que se ha basado siempre (si no en el cmo pro-
continuidad del uso primitivo. Foto:
Jaume Soler, 06.1987. ducirse, s en el por qu). Muchos monumentos permanecen y fueron restaurados por-
que la sociedad fue capaz de conservar su uso o de reutilizarlos. Como hemos visto,
Jeroni Martorell, siguiendo a Viollet le Duc, hizo de la reutilizacin el eje del programa
de restauraciones de nuestro Servicio. Como discpulos pstumos suyos, tambin no-
sotros hemos potenciado el uso de los monumentos, bien para nuevas funciones, bien
para la primigenia.
En los ltimos aos, sin embargo, del uso razonable de ese medio eficaz para con-
Hemiciclo de la Diputacin General servar el patrimonio arquitectnico (como lo definiera Jeroni Martorell), se ha pasado
(parlamento) de La Rioja (arquitec-
tos, R. Alcoceba, J. Garca, J. Torres, a un abuso incontrolado que ha evidenciado las limitaciones del sistema. A menudo
1984-1988), en el patio del antiguo los usos se han decidido sin suficiente anlisis sobre la capacidad real del monumen-
convento de la Merced (siglo XVI) que
fue hospital militar y cuartel (siglo to de asumir los programas y funciones previstos, o de hacerlo sin resentirse en sus
XIX) y fbrica de tabacos (1890-1978),
Logroo (La Rioja). Foto: Domingo
valores esenciales. En otras ocasiones, la reutilizacin se ha convertido en un gesto
Garca-Pozuelo, 1992. gratuito, incomprensible.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
67
(Las adaptaciones de algunos monumentos como sedes representativas de orga-
nismos pblicos o privados alentadas por el prestigio social de esos monumen-
tos se ha hecho a menudo sin excesivas consideraciones hacia los edificios. Ese
ha sido el caso de las duras intervenciones de dos instituciones de crdito, una en
Len y la otra en Barcelona, que afectaron, las dos, a edificios proyectados por An-
toni Gaud, monumentos que hubieron de soportar una transformacin excesiva- Sala de exposiciones en los bajos de
mente dura y ahora un uso excesivamente intenso. la Casa Mil (Antoni Gaud, 1906-
1911), Barcelona, en la que los de-
coradores aprovecharon algunos ele-
La insercin de un conjunto de apartamentos en los silos obsoletos de una antigua mentos estructurales originales,
descontextualizados, como recursos
harinera de Buenos Aires un edificio de valor patrimonial muy relativo es uno ornamentales. Foto: M. Baldom,
11.1995.
de esos ejemplos de cmo la reutilizacin se ha convertido en un gesto cuya ren-
tabilidad poco tiene que ver con la conservacin del patrimonio.)
Hasta tal punto se ha abusado ltimamente de la reutilizacin, que ha llegado a ser uno
de los principales problemas con los que se encuentra hoy la restauracin. Incluso el
ICOMOS lleg a plantear como eje de sus campaas de trabajo y sensibilizacin para el
trienio 1997-99 la reivindicacin de un uso sensato para nuestros monumetos.
Desde esta ptica, y para desvanecer aparentes contradicciones, conviene hacer dos
precisiones. En primer lugar, sta: el uso del monumento no ha de consistir necesa-
riamente en su, llammosle, utilizacin funcional. En ocasiones, por convenir as o
por no existir otra alternativa razonable, el uso se ha de circunscribir a transmitir al es-
pectador goce esttico, informacin histrica o ambas cosas a la vez. Si este nico uso
es suficiente o no para justificar el esfuerzo colectivo de restaurar y conservar ese ob-
jeto, depende de su valor del conjunto de sus valores y, en ocasiones, de la po-
sibilidad de que la simple visita o contemplacin pueda generar recursos para su
mantenimiento, siempre que esa explotacin no ponga en peligro su integridad.
(Cuando el ayuntamiento de Cubelles nos pidi que restaurramos el castillo urba- Casa del marqus de Alfarrs, en Cu-
belles (Garraf, Barcelona), antiguo
no que haba adquirido, nos entreg un ambicioso programa de usos, fruto del leg- castillo medieval levantado sobre los
timo deseo municipal de enjugar el dficit de equipamientos heredado. La natura- restos an conservados de una villa
romana, remodelado en el siglo XVI
leza y el gran valor histrico del inmueble cuyo origen se remonta a la poca romana, por encargo del poeta Juan Boscn
siendo restaurado en el siglo XVII por Fra Josep de la Concepci aconsej renun- (seor del castillo entre 1520 y 1542),
restaurado por fra Josep de la Con-
ciar a casi todos aquellos usos y restaurar el edificio para convertirlo, fundamental- cepci entre 1674 y 1675. Actual-
mente, en museo de s mismo. As lo acept el municipio y as se est haciendo.) mente es propiedad del ayunta-
miento y la Diputacin de Barcelona
realiza obras de restauracin y
Y, en segundo lugar, conviene precisar que, siempre que sea posible y ticamente con- adaptacin para permitir la visita p-
blica (arquitecto, A. Gonzlez). Foto:
veniente, los monumentos deben conservar su uso primigenio, en cuanto ste forma M. Baldom, 07.1996.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
68
parte esencial de su valor documental. La reutilizacin, por tanto, es un recurso (un buen
recurso, si se cumplen las condiciones expuestas y es inevitable), pero no un fin con-
sustancial de la restauracin monumental.
(Recientemente visit con mis hijas Adriana y Jlia de siete y cinco aos, res-
pectivamente el monasterio barcelons de Santa Mara de Pedralbes. Mientras
me esforzaba en hacerles comprender qu fue y qu signific aquel maravillloso edi-
ficio gtico, y quines y por qu lo construyeron y lo habitaron y tuve que hacerlo
sin que vieran monjas, sino bedelas uniformadas que las regaaban por tocar las
piedras, no pude evitar revisar interiormente mis convicciones sobre la reutiliza-
cin monumental. Para quienes hemos tenido el privilegio de haber conocido aquel
monasterio cuando an era tal, verlo ahora cercenado ya que una parte se dedi-
ca a sala privada de exposiciones pictricas y desnaturalizado, nos produce un im-
Adriana y Jlia, poco antes de ser
reprendidas por una bedela celosa,
pacto que, necesariamente, ha de hacer tambalear esas convicciones.)
en el claustro del monasterio de Pe-
dralbes (siglo XIV), Barcelona. Foto: A.
Gonzlez, 09.01.1999. La reconstruccin
La palabra reconstruccin es tab en el mundo de la restauracin monumental. La Car-
ta de Venecia afirma categricamente: Todo trabajo de reconstruccin deber excluirse
a priori. Sin embargo, si se lee la historia de la restauracin (la de los hechos, no la
de las teoras), se comprueba que reconstruccin y restauracin son vocablos casi si-
nnimos.
Son escassimos los actos restauradores que no comporten reconstruccin total o par-
cial del objeto. Es cierto que la reconstruccin total es excepcional, pero la parcial (bien
sea la de un elemento una cubierta o un detalle un guardapolvo) se da prcti-
camente siempre. La exclusin a priori a la que se refiere la Carta afecta tambin a
estos trabajos, o slo a los que pretenden rehacer ntegro un monumento desapare-
cido? Si vale la segunda hiptesis, hasta qu tanto por ciento de monumento desa-
parecido es lcito reconstruir?
69
negativo que las desvirtuara y las alejara irremediablemente [...] del primer acto,
sino que se trat de un acontecimiento repentino y traumtico. El hecho de haberlas
reconstruido exactamente como eran en origen no puede considerarse una falsifi-
cacin [...]. Su reconstruccin adquiere el sentido y el valor de una autntica rpli-
ca.60 Con razonamientos semejantes, sin citar tampoco, por ejemplo, los senti-
mientos de los ciudadanos afectados o el papel urbano de aquellos edificios, que
sin duda fueron los factores decisivos de esas reconstrucciones, Baldini justifica tam-
bin la de las casas de Varsovia despus de su destruccin por los nazis.)
El otro aspecto temporal contemplado por los tericos para juzgar las reconstrucciones
es el intervalo mximo entre la destruccin y el intento de reconstruccin (aunque no
hay acuerdo sobre su extensin: una generacin?, dos?, un cuarto de siglo?).
(A qu lado de la lnea debe estar el pabelln Mies van der Rohe de Barcelona, que
esper 65 aos para ser rehecho? O se salva por ser rplica, no reconstruccin?
Por cierto, por qu una rplica es tica y una reconstruccin no?)
Son demasiadas preguntas sin respuesta convincente. Aunque todo se comprende me-
jor al comprobar, una vez ms, que estas teoras han sido concebidas pensando en otros
patrimonios y que, de nuevo, son aplicadas de prestado al monumental.
Tambin es fcil comprobar cmo todos esos factores sopesados en las teoras para
justificar o no la reconstruccin son ajenos al propio objeto, incluso al propio acto re-
constructor. En nuestro mtodo no puede ser as. En la restauracin objetiva los ni-
cos parmetros para justificar o no la reconstruccin son los valores (arquitectnico, La puerta de San Vicente (siglo XI,
restaurada en el XVI) de la muralla de
documental, significativo) del propio objeto y los objetivos (la intencionalidad) que, en la ciudad (restauradas por Anselmo
funcin de ellos, pueda tener el acto reconstructor. Conservar, potenciar o recuperar Arenillas en la dcada de 1960, por
encargo del Ministerio de Educacin),
cualquiera de esos valores del monumento, recuperar su autenticidad para transmitirla vila. Foto: A. Gonzlez, 30.09.89.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
70
con toda su riqueza, son acciones que a priori pueden, no slo recomendar, sino exi-
gir trabajos de reconstruccin del monumento.
(El rechazo que recibi la reconstruccin del teatro romano de Sagunto, proyecta-
da por Giorgio Grassi y Manuel Portaceli en los aos ochenta, se fundament, ms
que en el hecho reconstructor en s, en la falta de estudios previos cientficos, en
la falta de justificacin funcional la ruina era ya un excelente teatro, en la de-
La plaza de San Marcos, Venecia (Ita-
sorbitada inversin dineraria que exigi y en las carencias del proyecto.)62
lia), con la torre. Foto: autor desco-
nocido, hacia 1970. (Arxiu GMN).
La informacin, no obstante, es condicin que, por supuesto, es necesaria, pero no
suficiente. Si alguien quisiera destruirlo [el Coliseo], dijo Giulio Carlo Argan, no slo
se rebelara el pueblo romano, sino [...] todo el mundo. Pero se rebelaran tambin si,
disponiendo de una documentacin perfecta, alguien propusiera reconstruirlo exac-
tamente como era [...]. Lo que se quiere, pues, es que el Coliseo siga siendo como
lleg hasta nosotros: como una ruina.63 (Pero, como veremos, no todas las ruinas que
El nuevo teatro (arquitectos, Giorgio el viento no se llev son el Coliseo.)
Grassi y Manuel Portaceli, 1986-
1993, Sagunto (Valencia), levantado
sobre los restos del antiguo teatro ro-
mano (siglo I, restaurado por Jeroni Las eliminaciones
Martorell [1930-1935], Alejandro Fe-
rrant [1956-1874] y Antonio Almagro Estamos viendo cmo la proteccin del monumento permite modificar su materialidad.
Gorbea [1976-1978]). Foto: M. Bal-
dom, 17.09.1993. Potenciar el valor testimonial la conmemoracin de hechos o mentalidades del pa-
sado puede sugerir transformar el monumento para hacer ms inteligible su men-
saje. Lo mismo puede ocurrir al potenciar su valor arquitectnico o el significativo, o
al tratar de recuperar, por ejemplo, el espacio o el ambiente, en tanto que aspectos esen-
ciales de la autenticidad alterada.
Distinguir las superposiciones que son signo de la vitalidad evolutiva del monumen-
to, de las excrecencias histricas que se han ido acumulando en l, y resolver el con-
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
71
flicto entre la permanencia de las segundas y la proteccin de los valores del monu-
mento o la recuperacin de su autenticidad, son retos que el restaurador debe asumir.
(Las modificaciones sufridas en pocas recientes por los palacios gticos de la ca-
lle Montcada de Barcelona que albergan el Museu Picasso, o el despanzurramien-
to en 1998 de la fbrica Casarramona, obra maestra de Puig i Cadafalch, son para-
digmas de este tipo de actuacin, en esos casos agravada por protagonizarla
arquitectos con valiosa trayectoria en otros mbitos, y promoverla o consentirla una
institucin municipal prestigiosa en el campo de la cultura. Una contradiccin que
confirma hasta qu punto la intervencin en los monumentos se bastarde en Es-
paa y en Catalua a partir de la dcada de los aos ochenta.)
72
(Uno de los episodios sealados de la historia finisecular de la restauracin en Eu-
ropa ha sido la actuacin en la iglesia de Saint Sernin, en Tolosa de Llenguadoc, con-
sagrada en 1096 y no completada hasta el siglo XIII. Viollet le Duc la restaur entre
1859 y 1879: sane las fbricas, derrib aadidos y remodel la coronacin del cam-
panario y las cubiertas. Un siglo despus, al resentirse los materiales, se inici una
Iglesia de Saint Sernin, Tolosa (Occi-
nueva restauracin con un nuevo criterio: recuperar la pureza medieval.
tania, Francia), cuya desrestauracin
fue motivo de polmica en los aos
ochenta del siglo que acabar el 31
La polmica surgi cuando Yves Boiret, director desde 1969, propuso desrestau-
de diciembre del 2000. Foto: A. rar la obra de Viollet le Duc, por opinar que aqul no haba actuado por necesida-
Gonzlez, 05.01.1989.
des de salvaguardia, sino por consideraciones estticas. Mientras unos defend-
an el valor documental de la obra de Viollet le Duc, otros apoyaron la desrestauracin,
basndose, curiosamente, en el aspecto ms contestado del pensamiento de
aqul: la bsqueda de la unidad de estilo.)
(Esa fue la motivacin de nuestra actuacin en la iglesia de Sant Cugat dels Gava-
dons, en Collsuspina, Barcelona,64 en 1983. Se trata de una pequea iglesia rural,
original del siglo X, aunque la fbrica actual es del XII, con aadidos posteriores. Su
interior constitua una encantadora imagen del arte, el gusto y la devocin popular,
hasta que en 1972, el deseo de medievalizar el templo indujo a los restaurado-
res a retirar imgenes y altares, raspar muros, tapar hornacinas y desmontar el re-
tablo-altar. Diez aos despus, se crey que convena recuperar aquella imagen per-
dida por el sndrome de la piedra vista. Se enlucieron de nuevo los muros y se
volvieron a colocar todos los muebles y objetos para devolver al interior el ambiente,
el clima que tuvo.)
Para acabar esta reflexin quiero referirme a esos materiales y elementos cuya eli-
minacin, sopesada reflexivamente, hemos decidido. En un captulo posterior veremos
que han de ser tratados en el curso de su eliminacin con el respeto que merecen, y
conservados en otro lugar aquellos elementos con razonable valor documental. Pero
es que, adems, esos elementos o fbricas pueden prestar un ltimo servicio a la cien-
Nave de la iglesia de Sant Cugat dels
Gavadons (siglos XII y XVI), Collsuspina cia (de la misma manera, permtaseme la licencia, que lo prestan los cadveres en los
(Osona, Barcelona), tras la primera hospitales universitarios).
intervencin de la Diputacin de Bar-
celona (arquitecto, C. Palls, 1972-
1975), y despus de la desrestau- El anlisis de esos materiales o, por ejemplo, la comprobacin, antes de ser elimina-
racin que devolvi a los muros las
texturas perdidas (arquitecto, A. Gon- das, de la resistencia de las fbricas antiguas bajo diversas solicitudes y esfuerzos, pue-
zlez, 1981-1984). Fotos: Joan Fran- den aportar datos de incalculable valor para el conocimiento riguroso de la construc-
cs, 10.1975 (Arxiu SPAL) y M. Bal-
dom, 10.03.1998. cin histrica, ms difcil de garantizar mediante modelos tericos.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
73
(En el curso de la restauracin del palacio de Can Mercader, en Cornell, se program
el desmontaje de una escalera del siglo XIX sin ningn inters especial histrico
o artstico para permitir la instalacin de un nuevo ncleo de comunicacin ver-
tical. La escalera estaba construida, segn la tradicin local, con bvedas tabicadas.
Aunque resulte extrao, no hay estudios fiables sobre la resistencia real de este tipo
de estructuras, dato que puede ser esencial en futuros proyectos de restauracin.
Bajo el control y seguimiento del departamento de Construccin de la Universidad
Politcnica de Catalua se procedi a una rigurosa prueba de carga a rotura, cuyo
resultado fue sorprendente, ya que demostr la insospechada resistencia de la b-
veda muy superior a la que se le otorga habitualmente.
Las adiciones
En una restauracin es casi siempre necesario adicionar nuevos componentes, bien
constructivos (cuerpos anejos, elementos ornamentales o sustentantes), bien muebles
o complementos. Puede ocurrir como fruto de una reconstruccin de elementos de-
saparecidos o para dotar de nuevos servicios o funciones al monumento.
Prueba de carga de un tramo de es-
calera de construccin tradicional en
En el primer caso, puede hacerse mediante la recuperacin fiel de las perdidas trazas el palacio de Can Mercader, Cornell
(Baix Llobregat, Barcelona), realizada
originales basada en los datos comprobados en el anlisis previo. Es una actitud antes del desmontaje del elemento,
proscrita por ley, a pesar de haber sido y seguir siendo la ms habitual; pero no por programado en el curso de la res-
tauracin y adaptacin del edificio.
ello, como dije, hay que considerarla ilcita a priori. Puede estar justificada por un ob- Fotos: M. Baldom, 12.01.1999.
jetivo didctico prioritario o por la voluntad de no introducir confusiones en la lectura
del monumento o, simplemente, por sentido comn. Otro camino posible es la re-
cuperacin analgica. Bien mediante la reintegracin de la imagen, que ya vimos
utilizada sabiamente en Granada por Torres Balbs, bien adaptando al espritu de hoy
el estilo... o creando nuevas formas... dentro de un determinado carcter, poseyen-
do su espritu.
En el segundo caso, la actitud ms correcta ser que las adiciones expresen con cla-
ridad su diacrona con la fbricas preexistentes o, ms exactamente, su contempora-
neidad con el acto que ha dispuesto su presencia en el monumento. (Se entiende por Nueva portada de acceso a la iglesia
de Sant Vicen (siglos X al XX), Malla
contemporneo el lenguaje que no ofrece dudas sobre su cronologa, que no trata de (Osona, Barcelona), construida en hor-
falsificar la fecha del objeto. Conviene aclararlo, ya que, por desgracia, tambin es muy mign armado siguiendo las trazas, di-
mensiones y vibracin formal de la
contempornea esta actitud falsificadora.) portada romnica (siglo XII) que ha-
ba sido desmontada y trasladada al
museo diocesano de Vic ha-cia
(Estos fueron los mecanismos utilizados en la recuperacin analgica del bside cen- 1900, en el curso de la restaura-
tral y la portada de la iglesia de Sant Vicen de Malla,65 en la provincia de Barcelo- cin y reconstruccin tipolgica del
edificio (arquitecto A. Gonzlez, 1982-
na, que restauramos entre 1982 y 1986, y en el diseo de la nueva escalera que 1986). Foto: M. Baldom, 12.10.1997.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
74
permite el acceso por su puerta genuina a la bella torre de la Manresana, en Els Prats
de Rei, restaurada en 1980.)
La licitud del lenguaje contemporneo nace de la esencia histrica del monumento: sien-
do ste casi siempre resultado de la adicin de arquitecturas de diversas pocas, por
qu privar a las generaciones futuras del testimonio de la nuestra? Por otra parte, evi-
tar la mistificacin del testimonio histrico del monumento como sera introducir ele-
mentos de cronologa confusa, es tambin una exigencia de rigor cientfico. Y ese
acto de contemporaneidad, por supuesto, se ha de intentar que sea creativo, como exi-
ge siempre el ejercicio de la arquitectura o de cualquier arte.
Barcelona pudo ser escenario a principios del siglo que ahora acaba de una actua-
cin de estas mismas caractersticas que hubiera marcado un hito en la historia de
la arquitectura. Si en vez de optar por la solucin que ya coment, se hubiera en-
cargado la nueva fachada de la catedral gtica inacabada a Antoni Gaud o a Llus
Domnech i Montaner, y si stos hubieran actuado con la libertad creativa que ca-
racteriz a los arquitectos modernistas catalanes en sus intervenciones en edificios
histricos, Barcelona dispondra hoy de una de las catedrales ms reconocidas uni-
versalmente.)
(En los aos ochenta, en Espaa, se realizaron gran cantidad de obras que, al am-
paro de este concepto de creatividad o de diacrona tomando a menudo en vano
el nombre de maestros como los Hernn Ruiz, cubrieron nuestros monumentos
de aadidos intiles de diseo y sobreras peinetas. Han quedado como paradigmas
de estos disparates gratuitos, los artefactos de la iglesia y el claustro de Santa Ma-
ra de Njera, en La Rioja, y la cubierta virtual de las ruinas de San Francisco de Ba-
eza, en Andaluca.)
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
75
La reversibilidad
Conviene tratar este delicado tema con claridad: la reversibilidad estricta no existe. Acep-
tmoslo ya sin tapujos. No intentemos, por tanto, tranquilizar o inquietar conciencias
utilizando esa cuestin como arma arrojadiza. Todo acto constructivo, sobre, junto, bajo
o tras un objeto arquitectnico preexistente supone de hecho su alteracin irreversi-
ble. En mayor o menor grado quizs en mnimo grado, pero irreversible.
76
Las ruinas
Esta rehabilitacin (es de las pocas veces en que esta palabra es sinnima de res-
tauracin) se puede realizar de diferentes maneras, con diversos criterios y mecanismos
proyectivos. Una (slo vlida, como dije, en casos excepcionales), es la reconstruc-
cin, por cualquiera de los medios posibles, mmesis, diacrona, etc.; otra, la integra-
cin de las ruinas en el conjunto de un monumento o edificio, o en un circuito o re-
Restos arquitectnicos de las termas corrido, y otra, su valoracin y proteccin mediante un edificio nuevo, subsidiario de
romanas (c. 200 dC), Sant Boi de Llo- la ruina.
bregat (Baix Llobregat, Barcelona),
protegidos por el nuevo edificio cons-
truido a posta (arquitectos, A. Arriola,
C. Fiol, A. Gonzlez, 1989-1998). Foto:
(La iglesia romnica de Sant Bartomeu,66 en Navarcles, fue construida sobre los res-
M. Baldom, 18.09.1998. tos de una villa romana, y el conjunto, arruinado, constitua un derrelicto arquitec-
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
77
tnico en medio del casero. Le devolvimos la dignidad, aprovechando su materia-
lidad y su significacin para convertir el lugar en un nuevo espacio pblico. En el caso
de los decrpitos despojos de la iglesia romnica de Sant Jaume Sesoliveres,67 en
Igualada, la principal operacin fue devolverle la cubierta y, por tanto, la condicin
de espacio, de arquitectura. La ruina de la iglesia romnica de Sant Miquel,68 en Ve-
ciana, fue rehabilitada como elemento significante de la vecina casa consistorial y
como mirador del paisaje. Los restos del poblado ibrico y la villa romana que ha-
llamos en la iglesia de Santa Maria de Castelldefels69 se conservan visibles bajo el
presbiterio, como elemento informativo e identificador del lugar. En el caso de la
ruina de las termas romanas de Sant Boi de Llobregat,70 construimos un edificio sub-
sidiario para protegerlas y mostrarlas al pblico. De la ruina de la casa rectoral de
la iglesia romnica de Sant Andreu, en Castellnou de Bages, hemos usufructuado
sus valores formales y, sobre todo, sus valores sentimentales, en beneficio del nue-
vo cementerio que estamos construyendo en su interior.)
78
ron subsanadas: las que hacen patentes al espectador los efectos del terremoto que
derruy el templo en 1428. Al contrario, fueron enfatizadas.)
La intervencin mnima
Reintegracin de lagunas arquitec- Un precepto fundamental de la restauracin objetiva coincide con un principio defen-
tnicas en la muralla romana (siglo II
aC), Tarragona (arquitecto, Ramon
dido por la mayor parte de tericos de la restauracin. Es ste: La intervencin ha de
Aloguin, 1985). Foto: A. Gonzlez, ser siempre la intervencin mnima. Estamos totalmente de acuerdo; nunca hay que
28.02.1997.
hacer ms de lo que es estrictamente necesario. En ningn sentido. Pero lo que es
necesario no lo pueden definir genricamente las Cartas, ni las teoras ni los escr-
pulos: lo define, en cada caso, la reflexin hecha a partir del conocimiento del objeto
y de todas sus circunstancias. Este es el quid de la restauracin.
(No debo concluir el captulo dedicado a los criterios, sin referirme a una interven-
cin cuyo conocimiento me permiti extraer conclusiones tiles para comprender
la autntica dimensin de la restauracin. No fue un arquitecto el autor de esa in-
tervencin. Fue un cirujano, el doctor Narcs Bardalet. Y fue l quien la trat de au-
Reintegracin de lagunas arquitec- tntica restauracin al describirla ante los medios: la restauracin del cadver del
tnicas (1987-1988) en la muralla teo-
dosia (origen, siglo V), Estambul (Tur-
pintor Salvador Dal, fallecido pocos das antes, el 23 de enero de 1989, en su ciu-
qua). Foto: A. Gonzlez, 29.09.1992. dad natal de Figueres, en el Ampurdn cataln.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
79
El cirujano, al explicar ante la televisin aquella obra suya, no entr en detalles sobre
las tcnicas empleadas, pero expuso con claridad los criterios: Por causa de la en-
fermedad, dijo, Dal lleg a tener un aspecto lamentable, a convertirse en una rui-
na. Como tenamos que exponerlo en la capilla ardiente, ante el pblico y las cmaras
de la televisin, pens que haba de devolverle una imagen adecuada. Evidentemen-
te no poda retornarle a su juventud, con sus bigotes erguidos y su sonrisa de sorna;
no por motivos tcnicos [recuerdo que el doctor Bardalet dijo que s hubiera podido
El cadver del pintor Salvador Dal
hacerlo], sino por motivos de credibilidad. Nadie hubiera aceptado aquella imagen del fallecido el 23 de enero de 1989,
genio; as que le devolv la imagen que tena antes de la enfermedad, la que la gente en el fretro, una vez restaurado por
el equipo dirigido por el doctor Nar-
poda recordar con ternura... la imagen de un Dal mayor pero no viejo, o viejo, pero cs Bardalet. Foto: gentileza de In-
tervi.
no destruido.
Viejo, pero no destruido. Con la huella del tiempo, pero no con la de la enfermedad,
ni con la de la destruccin, ni con la del abandono. Con las adiciones mnimas indis-
pensables, sin dramatizar las lagunas y con todo su valor documental. No es as como
han de quedar la mayor parte de nuestros monumentos despus de nuestra inter-
vencin mnima en ellos?)
Una vez definidos los criterios globales de la actuacin posterior, corresponde a la fase
de proyecto, primera de las cuatro que componen la etapa de intervencin, materiali-
zarlos en soluciones tcnicas y de diseo arquitectnico.
80
El proceso proyectivo se inicia cuando su responsable (o autor del proyecto el ar-
quitecto responsable directo de la redaccin o que coordina el equipo que asume esa
responsabilidad) recibe los resultados del diagnstico y las conclusiones de la eva-
luacin y programacin en las que se explicitan los objetivos, el programa funcional,
los medios y los criterios conceptuales globales acordados. Basndose en estos do-
cumentos y en las normativas aplicables (constructivas, instalaciones, uso, seguridad,
sismicidad, movilidad, accesibilidad, evacuacin, emergencia, etc.), debe plantear la tra-
duccin de los criterios en mecanismos de intervencin o de diseo.
La influencia de los resultados del anlisis histrico en los aspectos formales del pro-
yecto puede variar mucho en funcin del criterio de intervencin adoptado. Si es la re-
construccin mimtica, los datos sobre el pasado del monumento constituyen un dic-
tado obligado; en otros casos, pueden ser tomados como sugerencias o imgenes de
proyecto. En general, sin embargo, en un proceso de restauracin objetiva, la inte-
rrelacin entre anlisis histrico y proyecto es esencial.
(Slo con observar atentamente obras de restauracin modlicas, como las dirigi-
das por Libero Cecchini en Verona, Italia las de la abada, el palacio y el claustro
de San Zeno Maggiore o las de la iglesia de San Procolo, se adivina esa estrecha
y enriquecedora relacin entre proyecto y anlisis histrico, constatable cuando se
leen las excelentes y tambin modlicas memorias sobre esos trabajos.74)
En cuanto a los resultados del anlisis material, menos determinantes de los objeti-
vos y criterios bsicos del proyecto, pueden serlo en gran manera de las soluciones
tcnicas. Respecto de esta relacin entre anlisis material y proyecto conviene hacer
algunas precisiones genricas.
La primera hace referencia a una nueva mentalidad profesional que se abre camino en
la disciplina no ajena a la irrupcin en ella de profesionales de la ingeniera, que
preconiza como posible, o incluso como suficiente, dar solucin a los problemas es-
tructurales y constructivos del monumento al margen de un planteamiento ms glo-
Fachada de la iglesia de San Proco-
lo, Verona (Italia), despus de la res- bal de la actuacin. Se empieza a extender as un nuevo concepto de restauracin
tauracin (arquitecto Libero Cecchini, estructural y se habla ya de proyecto de restauracin estructural.
1985-1988). Foto: Fabrizio Marchesisi
(del libro La chiesa di San Procolo in
Verona, un recupero e una restitu- No podemos negar que exista algn caso en que la problemtica de un monumento
zione, Banca Popolare di Verona,
1988). se limite a los aspectos llamados estructurales, sin ninguna implicacin colateral, y que
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
81
sea posible o conveniente dar una respuesta restringida a ese problema. Pero no es
frecuente. Lo habitual es que, aun en los casos en que esos problemas sean los ms
perentorios, estn implicados con otros, tanto en sus causas como en las posibles so-
luciones.
El proyecto de restauracin
Es frecuente reservar la palabra restauracin para una de las cuatro etapas del pro-
ceso, la de intervencin, un error inocente, pero que debe corregirse en aras a re-
frendar la condicin de restauracin de las otras tres etapas. No obstante, mantenemos
la expresin proyecto de restauracin para el documento correspondiente, con
el fin de no introducir nomenclaturas que, lejos de clarificar el proceso, lo confun-
dieran.
82
El proyecto como documento
Ese conjunto de escritos, clculos y dibujos tiene una misin mltiple, que a menudo
los proyectistas olvidan, de carcter conceptual, tcnico y contractual. En el primer aspecto,
ha de definir, justificar y describir la idea general y las soluciones particulares previstas;
en cuanto al segundo, definir y valorar las prescripciones constructivas que permitan de-
sarrollar esas soluciones, y, por ltimo, en cuanto al carcter administrativo y contractual,
definir las prescripciones que han de permitir la gestin y tramitacin (aprobacin, obtencin
de permisos y licencias, contratacin y liquidacin), as como la seguridad y el control de
la ejecucin de las obras. Un proyecto que no cumpla satisfactoriamente todos estos co-
metidos no puede considerarse un buen proyecto, por creativas que sean las soluciones.
El presupuesto tal y como est concebido, a semejanza de los de otras obras de nue-
va planta es el documento ms complejo y menos til del proyecto de restauracin.
Debe parecer realizado con precisin (como si se tratara de la construccin de una m-
Iglesia de Sant Vicen de Rus, Cas-
tellar de NHug (Bergued, Barcelo- quina), y debe, en consecuencia, establecer precios unitarios y tiempos de realizacin
na), restaurada por el SPAL (arqui- exactos, y, adems, dar la sensacin de que estos precios y tiempos no se escapan
tecto, A. Gonzlez, 1983-1988). Foto:
A. Gonzlez, 10.08.1988. de los previstos por las publicaciones al uso.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
83
Nada de eso es posible. Ni en esas publicaciones se contempla la complejidad de una
obra como la de restauracin, ni las sorpresas que el monumento puede dar son cier-
tamente evaluables a priori. Slo quienes debemos proyectar as y certificar las obras
despus sabemos hasta qu punto es absurda la legislacin en lo que afecta a estos
aspectos del proyecto. Ello no ha de servir, no obstante, para justificar carencias im-
perdonables. Una cosa es la dificultad real de preverlo todo o de precisar al cien por
cien lo previsible, y otra, olvidar por indolencia conceptos, acciones, ensayos, etc., o
dejarlos para la obra sin la mnima previsin.
Los pliegos de condiciones tcnicas particulares al igual, como veremos, que los de
condiciones administrativas son por ello, absolutamente imprescindibles y funda-
mentales en el proyecto de restauracin. Deben abordar con la mxima precisin po-
sible la determinacin exacta de los materiales a emplear, su compatibilidad con los
del monumento, los requisitos para una correcta ejecucin de los trabajos previstos
y para enfrentarse a los imprevistos, etc.
84
terior), etc. En cuanto al posible proyecto de los aspectos estructurales, ya he adver-
tido de las reservas con las que debe ser redactado y aceptado.
85
El contenido del proyecto
De acuerdo con el criterio genrico predeterminado (consolidar, reutilizar, reconstruir,
etc.) y los mecanismos de intervencin previstos tambin genricamente, el proyec-
to ha de formalizar las soluciones genuinamente constructivas (tcnicas, compositivas,
formales, etc.) y prever su relacin con los trabajos complementarios que fueran ne-
cesarios. Las soluciones, como hemos ido viendo, pueden ser muy diversas, y su con-
sideracin y eleccin han de hacerse desde las pticas de la eficacia, la adaptacin a
los criterios y objetivos (entre ellos, como ms importante, la proteccin de los valo-
res esenciales del monumento), la racionalidad constructiva (con especial atencin a
la idoneidad y compatibilidad de los materiales) y la belleza. En definitiva, desde la p-
tica de la arquitectura como disciplina tcnica y creativa.
86
No existe contraindicacin, sin embargo, para que las adiciones sean resueltas con ma-
teriales tradicionales, sobre todo si an permaneciera viva la tradicin local en la prc-
tica constructiva de nueva planta. (A veces, esta actitud ser incluso la ms correcta
en funcin de aspectos significativos o sentimentales. A pesar de la posibilidad de usar
materiales nuevos, se renunciar a ellos para rendir un homenaje explcito a la tradi-
cin local, por razones estticas o ticas, por ejemplo para patentizar la resistencia fren-
te a la invasin de tecnologas ajenas, como smbolo de otro tipo de invasin ms pro-
funda.) En cualquier caso, el diseo no ha de ofrecer dudas en cuanto a la cronologa
de esas adiciones.
Casa popular, Indanha-a-Velha (Por-
tugal). Foto: A. Gonzlez, 25.05.1996.
Cuando se trata de reconstruir, en principio, debe hacerse siempre que sea posible
y eficaz (que lo es casi siempre) con los mismos materiales, sistemas y tcnicas con
las que se construy el monumento. No tanto por una cuestin esttica (o por las con-
notaciones de pedigr o patriotismo atribuidas a esos materiales), sino para garantizar
la continuidad documental del monumento y, tambin, por eficacia, ya que el trabajo
conjunto de las fabricas preexistentes y las aportadas ser siempre mejor si unas y otras
responden a las mismas tcnicas y materiales.
Andamiaje para la restauracin de la La utilizacin de los mismos materiales con los que fue construido el monumento tie-
fachada de medioda del santuario
de Bellmunt (siglos XVI al XVIII), Sant ne, por supuesto, limitaciones de muy diverso tipo. En ocasiones se trata de materiales
Pere de Torell (Osona, Barcelona), cuya extraccin u obtencin es ya imposible (por haberse perdido el conocimiento so-
aprovechando los mechinales de la
construccin original, que de nuevo bre cmo proceder o por tratarse de materias ahora protegidas como el coral, ele-
quedaron destapados (arquitectos, mento constructivo bsico en tantos monumentos caribeos, o la piedra caliza cata-
A. Gonzlez, J. Rovira Pey, 1981-
1990). Foto: A. Gonzlez, 28.10.1986. lana, que tanto us Antoni Gaud o cuya utilizacin est proscrita desde la tica
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
87
ecologista como algunas maderas o por el elevado coste energtico de los pro-
cedimientos necesarios). En estos casos, el proyectista deber proponer materiales
alternativos compatibles, sin olvidar que en un proceso de restauracin (en el que, como
he dicho, siempre se dan eliminaciones y desmontajes) el propio monumento puede
autosatisfacer buena parte de los materiales necesarios, siempre que la obra se organice
convenientemente. Tambin existen limitaciones en cuanto a las tcnicas antiguas, a
menudo por haberse perdido los conocimientos o la falta en el lugar y momento opor-
tunos de artesanos que s los conserven. Y que haya motivaciones relacionadas con
los sentimientos o gustos colectivos, no siempre desdeables. Cuando no es tcni- Utilizacin de coral en la restaura-
cin de un edificio en Portobelo (Re-
camente imprescindible recuperar los revestimientos o texturas originales y la imagen pblica de Panam). Foto: A. Gonz-
lez, 20.11.1994.
de desnudez o transformacin de los paramentos ya forma parte de la memoria co-
lectiva, es vlido plantearse la consolidacin de esa imagen.
(En el caso de las fachadas de la iglesia romnica de Sant Vicen de Torell, del pue-
blo cataln homnimo, no recubrimos los muros cuya piedra haban desnudado los
aos, los curas y los restauradores. Preferimos simplemente repasar las juntas, pero
lo hicimos con diferente intensidad en los muros medievales que en los de crono-
Fachada de medioda de la iglesia
loga posterior. Gracias a ello, una simple observacin de esas fachadas permite leer parroquial de Sant Vicen (origen, si-
la historia del edificio.) glo XI), Sant Vicen de Torell (Oso-
na, Barcelona), restaurada permi-
tiendo la lectura del prtico del siglo
Cuando la reconstruccin tiene carcter analgico ms que mimtico tambin puede XII cerrado en el XVII (arquitectos, A.
Gonzlez, J. Rovira Pey, 1982-1986).
resolverse con materiales y tcnicas tradicionales, aunque en este caso los materia- Foto: A. Gonzlez, 29.10.1984.
les nuevos (o los tradicionales trabajados de acuerdo con tcnicas actuales) pudieran
ser ms eficaces para enfatizar mejor la buscada diacrona, utilizados siempre de ma-
nera que no desarmonicen el conjunto. Tambin en este caso pueden existir motivos
significativos, emblemticos o didcticos para utilizar unos materiales determinados,
distintos a los presentes en el monumento.
(La utilizacin de hormign armado para recuperar el bside central perdido y la por-
tada de la iglesia romnica de Sant Vicen de Malla, en el proceso de recuperacin Cabecera de la iglesia parroquial de
Sant Vicen (origen, siglo X, fbrica
tipolgica del edificio antes comentado, no respondi tanto a querer diferenciar lo actual, siglos XI y XII), Malla (Osona,
nuevo y lo viejo como han recomendado tradicionalmente las cartas de restau- Barcelona), despus de la restaura-
cin y la recuperacin tipolgica
racin, sino a la voluntad, en aquellos primeros aos de la dcada de 1980, de (arquitecto, A. Gonzlez, 1982-1986).
Foto: M. Baldom, 02.1997.
dar un grito de alerta sobre la falsificacin pintoresquista de la arquitectura rom-
nica que hasta entonces haba sido tan habitual en Catalua.)
Lo que nunca es lcito es falsificar tcnicas y materiales, es decir, utilizar tcnicas con-
temporneas disfrazadas de tradicionales o viceversa: pilares de hormign armado re-
bozados de piedra, vigas de hierro escondidas en cajones de madera, muros de ladri-
llo doble hueco con aplacados de piedra imitando mampostera, tejas viejas fabricadas
en serie, o burdas high-tech de artesana...
88
mnicamente con los antiguos. Y si la teja vieja es cara, es preferible la nueva u otro
material de cubrimiento, antes que la falsa ptina.)
En todos los casos, si los materiales nuevos han de estar en contacto o proximidad
con las fbricas antiguas, deben ser examinados detalladamente, exigiendo evidencias
Ejemplos de restauracin que com- documentadas, no slo de sus caractersticas (durabilidad, mantenibilidad, etc.), sino
binan el rigor cientfico y la sensibi-
lidad arquitectnica. Iglesia visigoda tambin de su compatibilidad con los materiales originales, para evitar, en la medida
de Santa Luca del Trampal, Alcus- de lo posible, efectos secundarios perjudiciales. No podemos olvidar la problemtica
car (Cceres), (promotor, Junta de
Extremadura); arquitectos, Antonio que ha producido siempre la utilizacin a ciegas o con insuficientes precauciones de
Almagro, Leandro Cmara y Pablo materiales nuevos.
Latorre, 1988-1992). Foto: A. Gon-
zlez, 24.05.1991.
(Recurdese, por ejemplo, qu pas con el hierro utilizado por Balanos en la res-
tauracin del Partenn. Bien es cierto que siempre deberemos actuar con un mar-
gen de riesgo, porque cmo est tan segura nuestra generacin de que el titanio
con que aquel hierro se est substituyendo, indiscutiblemente ms eficaz y menos
daino gracias a su grado de inalterabilidad y su bajo coeficiente trmico, no ocul-
ta a nuestras limitadas luces otros peligros ahora insospechados?)
Las nuevas tcnicas teraputicas de restauracin tambin han de ser acogidas con pru-
dencia. El deslumbramiento ante las modernas tcnicas de consolidacin, limpieza o
tratamiento de materiales y estructuras que se nos presentan como panacea de la
restauracin conlleva el riesgo de decidir su uso sin reflexionar suficientemente so-
bre su necesidad. Es decir, de aplicarlas por el hecho de tenerlas a nuestro alcance,
no por precisarlas en funcin de unos objetivos previos.
En los edificios medievales que hemos restaurado en los que fue necesario reno-
var el mobiliario, ste ha respondido siempre al principio de diacrona. Es el caso,
Ejemplo de restauracin con re- por ejemplo de la actuacin en la iglesia romnica de Sant Vicen de Torell,76 en
construccin tipolgica con materia-
les diacrnicos. Iglesia en Sofa (Bul- el pueblo homnimo. Sin embargo, cuando fue posible o recomendable conservar
garia). Foto: A. Gonzlez, 04.10.1996. ese mobiliario, se restaur con absoluta fidelidad a los materiales y tcnicas anti-
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
89
guas. As se hizo en la iglesia, consagrada en el siglo XII y renovada entre el XVII y
el XVIII, de San Quirce y Santa Julita de Muntanyola.77)
Con respecto a los aspectos constructivos ms relacionados con la esttica, es til leer
y aceptar las Recomendaciones sobre Aspectos Estructurales de la Restauracin del
Patrimonio Arquitectnico, contenidas en la Carta de Ravello78 de 1995.
En cuanto a la eleccin de las tcnicas, advierte la Carta que deben ser sopesadas caso
por caso, y darse preferencia a las que permitan garantizar el mximo respeto hacia
Interior de la iglesia parroquial, Sant
el monumento. Reconociendo la dificultad para evaluar los verdaderos niveles de se- Vicen de Torell (Osona, Barcelo-
guridad, para garantizar la eficacia de la intervencin, sugiere preverla por etapas y acom- na), con el mobiliario diseado por J.
Rovira Pey en 1985, en el curso de la
paada de medidas correctivas. Por ltimo, el documento indica que la propuesta debe restauracin promovida por el SPAL
ir acompaada de un plan de control (describiendo el propsito e indicando los ins- (arquitectos, A. Gonzlez y J. Rovira
Pey, 1982-1986). Foto: Arxiu SPAL,
trumentos idneos) para llevar a cabo en el curso de las obras, y advierte que no se Manuel Laguillo, 01.1986.
deben prever medidas cuyo resultado no se pueda verificar o que se sospeche que
puedan producir efectos secundarios perjudiciales.
Esta sensata recomendacin final debera completarse as: antes de prescribir las so-
luciones, el autor del proyecto debe comprobar que, por coste y tecnologa, sean ac-
cesibles a los responsables del monumento, y que no les obliguen a una dependen-
cia abusiva de terceros. Es muy posible que, en estos casos, el proyectisa sepa
encontrar entre los recursos tradicionales de la cultura local soluciones alternativas, qui-
z no tan perfectas, pero s suficientemente eficaces.
Dejemos constancia, por ltimo, de un principio esencial del proyecto y la obra de res-
tauracin, aplicable a todos los aspectos, pero muy especialmente a la utilizacin de
materiales y tcnicas. Se trata del que podramos denominar principio de calidad.
En la eleccin de un material o de una tcnica constructiva o teraputica no ha de
renunciarse nunca a que sean los de mejor calidad (es decir, los ms eficaces e id-
neos tcnica y documentalmente). Y la falta de recursos no justifica nunca esa renuncia:
en restauracin es siempre preferible no hacer que hacer mal (mejor un buen anda-
miaje provisional que una chapuza definitiva).
Interior de la iglesia de Sant Quirze y
Santa Julita, Muntanyola (Osona,
Algunos aspectos programticos Barcelona), restaurada por el SPAL
(arquitecto, A. Gonzlez, 1986-1999),
en la que se conserv y restaur el
Es imposible hacer referencia aqu a todos los aspectos relacionados con el uso y la mobiliario antiguo. Foto: M. Bal-
conservacin del monumento que el proyecto de restauracin ha de resolver, ni siquiera dom,07.04.1999.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
90
a una pequea parte de ellos. Pero aunque sea sucintamente es necesario insistir en
algunos que a menudo se olvidan o minusvaloran, o se cree errneamente que deben
ser objeto de otros proyectos independientes o que se han de resolver despus.
Tambin debe solucionar el propio proyecto la accesibilidad del mayor nmero de per-
sonas, incluidas las discapacitadas o con problemas de movilidad, tanto al monumento
como a travs de su entorno. No se trata de cumplir la normativa correspondiente
por imperativo legal, sino por convencimiento tico y solidaridad social. (Si slo
consistiera en cumplir, al tratarse el edificio de un monumento histrico, ser muy
fcil que un diseador un poco sagaz encontrase suficientes excusas para no garantizar
la accesibilidad sin incumplir la norma.) Por ltimo, no debe olvidar el proyecto todo
El imposible acceso para determina-
das personas a la azotea del Palacio lo concerniente a la prevencin de daos (incendios, por ejemplo) o la mantenibili-
Gell, ejemplo de una dificultad ha- dad futura del monumento: el acceso franco a cubiertas o camaranchones, y, en ge-
bitual en nuestros monumentos.
Foto: M. Baldom, 17.04.1997. neral, el facilitar los trabajos de mantenimiento que despus se van a programar y
exigir.
La iluminacin artificial
Ya hemos visto la importancia que la iluminacin natural del edificio pudo tener en la
concepcin del proyecto original y cmo el restaurador debe conocerla y tenerla en cuen-
ta. La iluminacin artificial del monumento y su entorno es otra cuestin de mxima
importancia. Por la influencia decisiva que tiene en el uso y la comprensin del mo-
numento por parte del espectador, y por los peligros que para la integridad y mante-
nimiento del monumento tienen el diseo y ejecucin de las instalaciones.
Vidrieras de la nave del crucero de la
catedral, Len. Foto: Arxiu GMN. Actualmente se cometen dos graves errores de planteamiento, especialmente en cuan-
to a la iluminacin exterior (la iluminacin artstica) del monumento. Uno, creer que
el prestigio de quien la promueve o la paga debe medirse en kilovatios, no en buen gus-
to. Y otro, confiar el proyecto a empresas suministradoras (de focos o de energa) que,
lgicamente, van a facturar tambin en funcin de los kilovatios, no de la sensibilidad.
El resultado es, por lo general, un absurdo derroche de luz (que pone en peligro el mo-
numento y, paradjicamente, dificulta su correcta contemplacin), acompaado de una
irrespetuosa, enmaraada y perniciosa instalacin.
Las instalaciones elctricas, una pla-
ga crnica que afecta al patrimonio ar- (Quien lo dude, puede comprobarlo en algunas de nuestras catedrales. En la de Len,
quitectnico. Casa en la carrera del
Darro, Granada. Foto: A. Gonzlez,
brbaramente iluminada, cuando en los das glidos de invierno, despus de unas
26.03.1993. horas de estar baadas por millones de caloras, se apagan los focos y cae brus-
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
91
camente la temperatura, las vidrieras crujen estremecidas. Qu efecto producir
en su conservacin la repeticin indefinida de este fenmeno? En la catedral de Se-
villa como en tantas otras, la maraa de cables que recorre las cubiertas es el
principal obstculo para la evacuacin de las aguas pluviales.)
Nosotros hemos intentado imitar en lo posible ambos criterios. En la azotea del Pa-
lau Gell de Barcelona, unos focos, pensados e instalados durante el proceso de
restauracin, y, por tanto, con las instalaciones lo mejor integradas posible, ilumi-
nan algunas chimeneas, no todas, y la coronacin de la aguja, mientras los traga-
luces se convierten por la noche en escupeluces que ayudan a reforzar el clima
mgico de las obras de Gaud. En el edificio de proteccin de las termas romanas Iglesia de Santa Cndia, Orp (Anoia,
de Sant Boi de Llobregat, por la noche, tres focos exteriores iluminan el interior a Barcelona), restaurada por el SPAL
(arquitecto, A. Gonzlez, 1983-1985).
travs de las claraboyas, como durante el da hace el sol, pero con una luz, natu- Iluminacin artificial alternativa de la
ralmente, ms concentrada, aunque suficientemente difusa.) nave, concentrada en el presbiterio y
los primeros bancos para la cele-
bracin de actos de escasa asisten-
cia o general, para actos masivos
Dos ltimas consideraciones sobre la iluminacin artificial. La primera: es infinita- o para la valoracin y contemplacin
mente ms importante la luz que la lmpara. La lmpara es una servidumbre, un pe- del espacio arquitectnico. Fotos:
Ferran Freixa, 04.1985.
aje. No empecemos nunca, por tanto, por elegir las lmparas, sino la luz que le con-
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
92
venga al monumento. La segunda: seamos conscientes de que, por bien que preve-
amos el tipo de iluminacin, las lmparas y las instalaciones, su determinacin de-
finitiva no se podr hacer sino en el curso de la obra. Ha de preverse, por tanto, el
coste de una o ms pruebas de iluminacin. Si no se hace as, no podremos exigir al
constructor que, a cargo de los mrgenes de los precios, realice las pruebas nece-
sarias.
93
La eleccin de constructor
Sin entrar en detalles que no caben en este papel, dejemos constancia de una preo-
cupacin a este respecto. Coment la necesidad de reformar la normativa que afec-
ta al proyecto de restauracin, ya que su especificidad hace intiles las normas pen-
sadas para otros proyectos. Igual ocurre con las normas de seleccin de contratistas
previa a la adjudicacin de los trabajos. Por dos razones; la primera, que la obra de res-
tauracin no precisa tanto de contratista (trmino administrativo derivado de contra-
to) como de constructor (trmino profesional derivado de construccin). Un constructor
especializado, capaz de aportar conocimientos como un profesional ms del equipo.
En segundo lugar, porque precisamente por esa condicin de colaborador ms que de
simple contratista ejecutor, el constructor debera ser elegido en un momento ante-
rior del proceso.
Cmo compaginar ese papel del constructor como profesional colaborador con el de
contratista (necesario tambin, posiblemente) bien merecera un estudio por parte de
juristas e interventores.
Mientras no llega ese momento, los responsables de las actuaciones deberemos se-
guir aguzando el ingenio (no es ahora el momento de explicar cmo), y seguir sien-
do imprescindible que los llamados Pliegos de Condiciones Administrativas Particula- El maestro albail ngel Coll, revis-
res (PCAP), a partir de las cuales han de hacerse los concursos, formen parte de los tiendo la chimenea nmero 7 de la
azotea del Palacio Gell de Barcelo-
documentos fundamentales del mtodo y sean lo ms eficaces posible para permitir na, de acuerdo con el diseo del ar-
y garantizar una correcta eleccin del constructor. Actualmente, nuestros PCAP se ba- quitecto y pintor Domingo Garca-Po-
zuelo Asins. Foto: M. Baldom,
san en estos puntos: 03.06.1992.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
94
1. El parmetro fundamental que preside la eleccin es garantizar la calidad tcnica de
la obra, de acuerdo con nuestro mtodo. Por tanto, la empresa ha de justificar su ca-
pacidad en esta materia y ha de presentar la relacin de los tcnicos que controlaran
los trabajos y la de los industriales y artesanos especialistas, adjuntando el currculum
y la lista de obras realizadas, as como su compromiso de participar en la obra.
(Por el rigor con que fueron concebidos y la calidad del material puesto a disposi-
cin de los ofertantes, los pliegos del llamado a las licitaciones pblicas del pro-
ceso de restauracin y completamiento de la catedral de La Plata, Argentina, cons-
tituyen un modelo infrecuente an pero digno de imitar en trabajos como los que
aqu nos ocupan.82)
Igual que ocurre con el constructor, los industriales, artesanos y artfices deben ser ele-
gidos con sumo cuidado garantizando siempre su profesionalidad.
95
El acondicionamiento del monumento
Acondicionar correctamente el lugar de trabajo (el propio monumento y su entorno in-
mediato) es otro paso para garantizar la eficacia de la ejecucin de los trabajos. Tiene
varios aspectos. En primer lugar, la proteccin del monumento para evitar riesgos de
daos y facilitar los trabajos. En ocasiones es todo el monumento o una gran parte de
l el que necesitar una proteccin integral ante fenmenos meteorolgicos o la ac-
cin antrpica. Sobre todo si se prev que durante algn tiempo algunos de sus inte- Cercado y proteccin de la iglesia de
Sant Vicen de Rus, Castellar de N-
riores van a permanecer a la intemperie. Hug (Bergued, Barcelona), y su en-
torno, previos al inicio de los trabajos
(En el proceso de restauracin de las iglesias de Sant Vicen de Rus,83 en Caste- de investigacin arqueolgica. Foto:
A. Gonzlez, 05.07.1985.
llar de NHug (1983-1988), y Sant Quirze de Pedret (1989-1995), optamos por cer-
car el edificio y su entorno inmediato, de forma que la investigacin arqueolgica
y la intervencin arquitectnica posterior estuvieran a resguardo, y tambin por cu-
brir el edificio y una parte de ese entorno con una estructura y cubiertas provisio-
nales. Se trat de medios costosos porcentualmente, pero imprescindibles y, a la
larga, econmicos por su rendimiento protector.)
Por ltimo, conviene garantizar la presencia en el monumento (siempre que las con-
diciones ambientales o de seguridad lo permitan) de la informacin histrica o mate-
rial recogida y analizada en la etapa de conocimiento, en los soportes ms convenientes
(fotografa, planos, maquetas, etc.). Ya hemos precisado que la obra de restauracin
dista mucho de ser la mera ejecucin de un proyecto acabado. La direccin de la obra
no consistir, por tanto, en el estricto seguimiento de las previsiones proyectivas, sino
que comportar continuamente la toma de decisiones, para las que resultar impres-
cindible una informacin que el proyecto no contiene.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
96
Eliminaciones y desmontajes
En casi todas las obras de restauracin es inevitable la eliminacin de materia, cues-
tin cuyos aspectos conceptuales ya comentamos. Es preciso referirnos ahora a
cmo ejecutar este tipo de trabajos en un proceso de restauracin objetiva. Convie-
ne destacar la importancia de acometerlos con absoluto respeto, no slo hacia las f-
bricas que se han de conservar (y, por tanto, no han de recibir ningn dao), sino in-
cluso hacia las propias fbricas o materiales que se eliminan. Por dos razones: porque
algunos elementos podran ser aprovechados y deben conservarse en buen estado,
y porque conviene ya desde ese momento mentalizar a los operarios del respeto que
el monumento merece. Esta actitud respetuosa tiene algunas consecuencias. En el
proyecto no debe aparecer nunca la palabra derribo, sino desmontaje, y la valo-
racin del precio unitario correspondiente ha de tener en cuenta esta diferencia. Y en
la obra, por razones obvias, estos trabajos, en general, no deben confiarse a empre-
sas especializadas en derribos.
(A mi juicio, cometen un grave error los polticos o promotores que, como quien co-
loca una primera piedra, celebran el inicio de un derribo el casco puesto y el pico
en la mano con un primer picotazo. Por muy asumido que est ese derribo, por
necesario que sea para construir en aquel lugar un edificio nuevo o permitir una me-
jora urbana, la imagen del picotazo difundida por los medios puede herir la sensi-
bilidad de algunos ciudadanos. Los edificios, como testigos mudos de nuestros sen-
timientos que son, merecen siempre, incluso para morir, un trato digno.)
97
Otra especificidad a tener en cuenta es que este tipo de obras est reido con las pri-
sas, con las aglomeraciones de operarios y, por tanto, con los plazos de entrega lla-
ves en mano o los destajos. La restauracin, como el buen vino o la buena sopa, ne-
cesita su tiempo y su tempo. No slo por la seguridad del monumento o porque algunos
procesos tienen plazos mnimos insoslayables, tambin porque la direccin facultati-
va y los responsables de seguimiento (material, informativo, esttico, etc.) han de po-
der ejercer eficazmente su labor.
(En la primera etapa de la ya citada obra de transformacin y desvencijamiento de Limpieza y consolidacin de los mu-
ros y mosaicos de las termas roma-
algunos palacios gticos de la calle Montcada de Barcelona, ante la visita de la mi- nas, Sant Boi de Llobregat (Baix Llo-
nistra de Cultura para inaugurar el museo, se dispusieron tres turnos de obreros que bregat, Barcelona). Foto: M.
Baldom, 01.09.1998.
derruan fbricas medievales o levantaban pavimentos gticos para substituirlos por
otros ms modernos en una frentica actividad de 24 horas al da. En un caso as
es ciertamente difcil que los tcnicos controlen el curso de los acontecimientos.)
98
fundamentalmente, el arquitecto y el aparejador y, junto a ellos, los responsables del
control de la seguridad y salud, del control de calidad de materiales y sistemas y del
seguimiento del comportamiento del edificio (evolucin de las deformaciones y lesiones,
etc.). Otro aspecto, no menos importante, es el examen continuado que realizan los
profesionales del conocimiento histrico y artstico fundamentalmente arquelogos
e historiadores del arte, que tiene por objeto conocer y analizar las sucesivas infor-
maciones que el monumento puede ir proporcionando en el curso de los trabajos.
Dos materiales de gran utilidad como documentacin son la Crnica de los trabajos
y el Diario de obra. El primero es propio de profesionales de la historia, ya que se
considera que la actuacin equivale a una fase ms de la evolucin histrica del mo-
Inventario y clasificacin de elemen-
tos constructivos de inters artstico numento y, como tal, debe ser documentada y analizada. (Por ello, si bien la crnica
aparecidos en los trabajos de exca- tiene una importancia especial en la fase de la intervencin, en realidad su objeto es
vacin y exploracin de la iglesia de
Sant Quirze de Pedret, Cercs (Ber- todo el proceso de la restauracin.) En cuanto al diario, que s es especfico de la fase
gued, Barcelona), (historiadora del de ejecucin, su realizacin corresponde preferentemente a los tcnicos (arquitecto,
arte, Dra. Raquel Lacuesta). Foto: M.
Baldom, 16.03.1995. aparejador o constructor) que la dirigen o realizan.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
99
(En las dos fases del proceso de restauracin de la iglesia de Sant Quirze de Pedret,
entre 1959-1964 y 1989-1995, se realiz un diario de obra. El primero a cargo del
constructor Modesto Buchaca, que en 1960 fue tomando datos de todo el proce-
so de transformacin del edificio, dejando constancia grfica y escrita de cuantos
elementos eran desmontados, recolocados o aportados. Este diario fue funda-
mental para poder realizar la segunda etapa de los trabajos, en cuya fase de obra
constructiva se realiz tambin un diario que ocupa ms de 120 folios, en el
que se comentan las reflexiones, dudas, discusiones y rdenes, as como las inci-
dencias, visitas y otras circunstancias del curso de los trabajos.) Primera campaa de restauracin
(1959-1964) de la iglesia de Sant Quir-
ze de Pedret, Cercs (Bergued,
Al concluir la obra debe realizarse un nuevo reportaje fotogrfico, un levantamiento de Barcelona). Foto: SPAL, 03.03.1960.
planos detallado (que constituir adems la base grfica del proyecto modificado final)
y el Informe tcnico final de los trabajos. Este documento consta de una memoria
general tcnica de los trabajos constructivos, con referencias especficas y detalladas
a los materiales, productos y tcnicas utilizados en la obra, datos identificativos de los
respectivos suministradores, colocadores o ejecutores del curso de la obra y los co-
mentarios que sean necesarios para que una persona distinta a la que ha realizado el
informe pueda hacerse cabal idea de los trabajos y de los criterios tcnicos que los pre-
sidieron.
Como anexos a este informe, se adjuntarn el conjunto de las memorias tcnicas es- Segunda campaa de restauracin
(1989-1995) de la iglesia de Sant Quir-
pecficas de los diversos trabajos complementarios realizados (acompaadas tam- ze de Pedret, Cercs (Bergued, Barce-
bin de sus correspondientes relaciones de referencias), memorias cuya realizacin lona). Foto: M. Baldom, 23.03.1993.
100
inexcusable la participacin de la colectividad. Conocer las aspiraciones que los usua-
rios tienen respecto del monumento y, sobre todo, la significacin los valores em-
blemticos que para ellos posee, es un medio imprescindible para enfocar con efi-
cacia la accin y motivar la colaboracin activa en la conservacin posterior del
monumento.
La participacin en el proceso
Ya hemos ido haciendo referencia a momentos en que era explcitamente necesaria
o conveniente la colaboracin de sujetos externos al equipo coordinador y realizador
del proceso, por ejemplo, en la aportacin de informacin relativa al monumento o su
historia por parte de personas vinculadas a l (la que hemos denominado historia oral).
En otras fases, y siempre, naturalmente, en funcin de las circunstancias de cada caso,
es tambin necesaria o conveniente esa participacin: en las de evaluacin y pro-
gramacin, durante la ejecucin de los trabajos y en las tareas de mantenimiento pos-
terior.
101
visita tiene, adems, otros motivos. En primer lugar, creemos que, en general, desde
el punto de vista de la gestin de los recursos pblicos, es bueno que el ciudadano dis-
frute lo antes posible de los beneficios de las inversiones, y que es legtimo que el ges-
tor pueda cuanto antes patentizar ante los ciudadanos esos beneficios.
La inauguracin genuina
Que el gestor pblico pueda cuanto antes patentizar ante los ciudadanos los logros de
su gestin parece ser contradictorio con la idea de que la restauracin sea enemiga
de las prisas. La contradiccin puede superarse si cambiamos de mentalidad respec-
to de la inauguracin de la obra.
Habitualmente un edificio se inaugura al concluir los trabajos (se concibe el inaugurar Celebracin popular de la finalizacin
de las obras de restauracin del san-
en la cuarta acepcin acadmica del verbo: estreno de un edificio); en el caso de la tuario de Bellmunt, Sant Pere de To-
restauracin, es obvio que el edificio no se puede estrenar (hacer uso por primera vez rell (Osona, Barcelona), coincidien-
do con la tradicional romera anual.
de una cosa), ya que fue estrenado en otros tiempos. El hecho de inaugurar hay que Foto: Jaume Soler, 16.04.1990.
entenderlo, en ese caso, como sinnimo de iniciar (tercera acepcin del verbo). Y pues-
tos a celebrar un inicio, por qu no hacerlo, ms que del nuevo o mejorado uso, de
los trabajos? Cortar la cinta de la obra de restauracin al iniciar los trabajos tiene ven-
tajas de todo tipo: permite que los polticos rentabilicen antes su gestin, sin depen-
der de las sorpresas que toda obra de restauracin comporta, y que los profesionales
puedan trabajar al ritmo que exijan los trabajos y el monumento, en ningn caso
los calendarios electorales.
Otra cosa distinta es la celebracin del fin de los trabajos. Los protagonistas de este
acto no son ni el gestor (ni el que los comenz ni el que los acab) ni los profesiona-
les ni siquiera el monumento: son los ciudadanos. Es el momento esencial de la par-
ticipacin (apropiacin) colectiva de la obra.
Pilar de quatre, levantado por la
colla Els Moixiganguers de Igualada,
La participacin de los resultados durante la fiesta de celebracin del fin
de los trabajos de restauracin de la
Esta participacin tiene dos vertientes. La primera se concreta en la celebracin en una iglesia de Sant Jaume Sesoliveres,
Igualada (Anoia, Barcelona). Foto: M.
serie de actos con motivo del fin de los trabajos. Actos protocolarios y, si es el caso, Baldom, 22.04.1995.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
102
litrgicos (inevitables y convenientes, unos y otros, para implicar a los responsables
de la gestin en el futuro mantenimiento), actos informativos (conferencias, charlas,
proyecciones o exposiciones in situ sobre el curso de las obras, jornadas de puertas
abiertas, reparto de folletos explicativos, etc.), y, tambin, actos festivos.
(Nuestras obras acostumbran a acabar con una fiesta: baile de sardanas y otras dan-
zas populares, desfile de gigantes y cabezudos, conciertos, fuegos artificiales, cas-
tillos humanos, etc., actos organizados por el propio servicio, el ayuntamiento o la
parroquia respectivos, o entidades locales. La fiesta de Sant Jaume Sesoliveres se
hizo coincidir con la primera actuacin pblica de la nueva colla castellera, la Moi-
xiganga, de Igualada, cuya historia quedar siempre unida al templo, y la de ambos,
colla y templo, a una jornada ciudadana emotiva.)
103
Fase novena: custodia y divulgacin
Esta conservacin preventiva del monumento, posterior a la intervencin en l, tiene
diversos aspectos de ndole muy diferente. La verificacin peridica del estado y
comportamiento del monumento as como de los efectos a corto, medio y largo pla-
zo de la intervencin, junto a los trabajos sistemticos de conservacin y manteni-
miento del objeto, son, sin duda, los aspectos ms directos. Pero junto a ellos in- El archivo del antiguo Servicio de Ca-
talogacin y Conservacin de Mo-
cluso previos a ellos, consideramos que son imprescindibles acciones indirectas: la numentos (hoy, SPAL), cuando es-
custodia de la documentacin y la divulgacin del conocimiento del propio objeto y de taba ubicado en el palacio de la
Audiencia (hoy, de la Generalidad de
la intervencin realizada y, naturalmente, la custodia del propio monumento. Catalua), en la calle del Obispo de
Barcelona. Foto: J. Bragul Soler, ha-
cia 1919.
La funcin de archivo debe ser considerada del mismo rango que las de carcter ad-
ministrativo, tcnico o cientfico. Toda la documentacin referida a un monumento, sea
del tipo que sea una carta, un oficio, una factura, un decreto, un estudio, un proyecto,
una foto, un dibujo, etc. forma parte de la historia de ese monumento y ha de ser
conservada y custodiada sin lmites temporales y con disponibilidad inmediata per-
manente.
(El archivo del SPAL, como unidad operativa, es nico y en l se clasifica, registra
y custodia toda la documentacin que hace referencia a los diversos monumentos.
El monumento es pues la unidad de referencia bsica para la ordenacin de los ma-
teriales, aunque stos sean depositados en funcin de su naturaleza.
Elementos arquitectnicos desmon-
La documentacin es registrada y archivada el mismo da que ingresa en el Servi- tados, inventariados y depositados
en el archivo de materiales del SPAL.
cio. Se consigue con ello que toda la documentacin est al alcance, desde el pri- Foto: M. Baldom, 10.12.1997.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
104
mer da, de todos los sujetos intervinientes en la restauracin autorizados para con-
sultarla. La documentacin en general es accesible al pblico diez aos despus de
concluida una obra fecha de algunos plazos legales referentes a la responsabili-
dad civil de algunos intervinientes en el proceso. Antes, puede ser consultada li-
bremente una seleccin del material archivado. La documentacin referida a los mo-
numentos, sea cual sea su naturaleza, no pasa nunca a archivos muertos ni es
destruida jams.)
La divulgacin
Visita colectiva a la iglesia de Sant Vi-
cen, Malla (Osona, Barcelona). Foto: La divulgacin de la obra realizada no es un acto de publicidad institucional, sino un re-
M. Baldom, 21.11.1992.
quisito metodolgico de una correcta restauracin monumental. Se divulga la obra re-
alizada para que la comunidad cientfica, los estudiosos, los usuarios y la ciudadana
en general tengan noticia exacta del trabajo hecho, de los criterios y medios con que
se hizo, de las transformaciones operadas en el monumento y, por tanto, puedan ac-
ceder a un mejor conocimiento del propio objeto, su valor, su historia, su significacin.
El sistema primordial de divulgacin lo constituyen las publicaciones y los actos es-
pecficos de difusin, incluida la visita organizada al monumento.
Folleto de difusin popular explicati- Las publicaciones deben hacerse a tres niveles segn los destinatarios (la comunidad
vo de la historia de la iglesia de Sant cientfica, profesional y universitaria, la ciudadana en general y la poblacin ms di-
Jaume Sesoliveres, Igualada (Anoia,
Barcelona), de los trabajos y obras de rectamente vinculada por vecindad, uso o sentimientos al monumento).86 Los ac-
restauracin realizadas y de los cri-
terios seguidos.
tos de difusin pueden ser de gneros muy diversos, en funcin de los objetivos, los
destinatarios y los recursos: sesiones pblicas con proyecciones de audiovisuales, ex-
posiciones, reuniones informativas, simposios, conferencias, visitas y excursiones, etc.
En cuanto a la visita pblica guiada, ya he comentado que puede constituir, adems
de un medio de difusin excelente y directo, una forma de custodia y, como tal, una
medida de conservacin preventiva. La presencia peridica de un responsable de la
visita permitir poseer una informacin sobre el estado y evolucin del monumento,
decisiva para su mantenimiento. La visita debe programarse en das y horarios pre-
determinados, que han de ser suficientemente anunciados.
105
los planteamientos programticos que se hicieron y de los de carcter ms especfi-
camente proyectivo (un proyecto no deja de ser un conjunto de hiptesis que slo la
comprobacin posterior puede sancionar como acertadas).
Al cumplirse los diez aos de acabada la ltima fase de intervencin se debe proce-
der a un examen ms intenso de la evolucin y comportamiento del monumento. Este
es el objetivo de los estudios que hemos denominado After Ten.
El mtodo previsto para la realizacin del trabajo consta de cuatro etapas. La primera,
un conjunto de estudios previos: definicin y documentacin de la intervencin, an-
lisis de los documentos de diagnstico, anlisis del proyecto, individualizacin de los
trabajos realizados, reconocimiento de materiales, tcnicas y soluciones constructivas
adoptadas y evaluacin de la problemtica a resolver. La segunda etapa consiste en
la inspeccin in situ: la visita genrica (reconocimiento de los trabajos realizados, pro-
blemtica y carencias genricas observadas, conversaciones con usuarios, primera va-
loracin del estado actual) y las visitas especializadas (el anlisis especfico de los ele-
mentos que presentan problemas y la realizacin de lecturas y pruebas necesarias).
106
las causas de los problemas, propuesta de soluciones. Y la cuarta consiste en la re-
daccin de la memoria, en la que se hace constar: la metodologa del trabajo, el ndi-
ce y la explicacin de los estudios realizados, la relacin de problemas, defectos y de-
gradaciones observados, y un escrito de correcciones y recomendaciones, ms los
anexos correspondientes a los anlisis y otros trabajos hechos.
Los apartados esenciales del documento After Ten son los datos bsicos del edifi-
cio; el anlisis del uso (las posibles disfunciones y cambios en la destinacin o en la
manera de producirse, tanto los ya realizados como los previstos a corto o largo pla-
zo); la descripcin de los daos observados o de los sntomas de posibles alteracio-
nes de tipo estructural, de los materiales constructivos (pavimentos, revestimientos,
cubiertas, etc.) y de las instalaciones; la hiptesis referente a las causas de los daos
o alteraciones observados, las recomendaciones sobre las actuaciones necesarias para
corregir las deficiencias y, por ltimo, los estudios y anlisis que se han de hacer pre-
viamente para comprobar las hiptesis y valorar las conclusiones de las actuaciones.
107
manente; una actitud que ha de condicionar, tanto nuestra actividad restauradora (in-
cluida la redaccin del proyecto), como la utilizacin y la limpieza cotidianas del mo-
numento o sus condiciones ambientales, y debe alentar la vigilancia por parte de los
usuarios ms directos del monumento de la aparicin de sntomas o seales que pue-
dan indicar fenmenos lesivos o degradantes.
El EPC analiza, en relacin a cada tipo de siniestro, las circunstancias que lo hacen po-
sible (y en qu grado de probabilidad) y prev las acciones oportunas para evitarlos (o
para reducir las probabilidades de que se produzcan), las actuaciones para disminuir
los efectos (especialmente las que debern realizarse el da despus y evitar as que
las soluciones improvisadas los empeoren), as como medidas de reparacin y pre-
vencin de nuevos casos.
108
Trabajos de mantenimiento
Segn los manuales, se entiende por conservacin de un edificio el desarrollo de ac-
tividades y precauciones tendentes a que su materialidad (en referencia a los elementos
de deterioro lento estructuras, por ejemplo) perdure lo mximo. Como manteni-
miento es ms frecuente denominar el conjunto de acciones que persiguen que los
componentes ms frgiles o ms rpidamente obsolescentes como las instalacio-
nes se deterioren en igual o menor grado que lo previsto y que, de ser necesario,
se substituyan. En ambos casos, el objetivo es obtener la mayor vida econmica po-
sible del inmueble.
En relacin a los monumentos, ambos conceptos son vlidos, aunque con alguna ma-
tizacin. La primera se refiere al lxico. En nuestro mbito la palabra conservacin
tiene un acusado carcter polismico. Se utiliza como sinnima de pervivencia y a
su vez para definir el conjunto de acciones tendentes a garantizarla (incluidas la ca-
talogacin, la declaracin monumental, incluso la propia restauracin, etc.). Y se uti-
liza tambin (como lo hacemos aqu, en la definicin de la IV etapa, para expresar una
labor preventiva, tendente a evitar el deterioro del monumento y prolongar los
beneficios de la intervencin en l. Por ello, para evitar confusiones, proponemos
utilizar la palabra mantenimiento tanto para referirnos a la accin sobre sistemas,
fbricas y elementos constructivos a fin de detectar daos y corregir sus cau-
sas, como a las acciones encaminadas a garantizar el buen estado la eficacia
de los objetos, elementos o instalaciones que permiten usar correctamente el mo-
Trabajos de mantenimiento. Edificio numento.
en el Patio de Banderas del Alczar,
Sevilla. Foto: A. Gonzlez, 01.05.1998.
La otra matizacin hace referencia al concepto alargar la vida econmica: no pode-
mos aceptarlo ms que para las instalaciones. En cuanto al propio monumento, nues-
tro compromiso es su indefinida transmisin intergeneracional.
Mantener lo restaurado
Concienciar a los promotores y actores de la proteccin del patrimonio monumental
sobre la necesidad de prever y realizar los trabajos de mantenimiento es en este mo-
mento una labor prioritaria, y plantear correctamente ese mantenimiento constituye
hoy un compromiso irrenunciable para con el patrimonio sobre el que se acta, o sea,
para con la colectividad depositaria o beneficiaria de ese patrimonio. Compromiso, tan-
to por parte de quien promueve las intervenciones, como de los profesionales que in-
tervienen en ellas.
109
En este caso, el compromiso no se limita nicamente a participar eficazmente en esos
trabajos de mantenimiento, sino, fundamentalmente, a garantizar mediante el proyecto
la mantenibilidad futura del monumento. Efectivamente, como vimos, las determina-
ciones del proyecto de restauracin en cuanto al uso, la accesibilidad o la compatibi-
lidad e idoneidad de materiales y sistemas constructivos pueden condicionar positiva
o negativamente, incluso posibilitar o no, ese mantenimiento.
110
LOS AGENTES
Por fin, en la mayor parte de los casos, todo empezaba cuando un arquitecto reciba
de alguna administracin un sucinto encargo (sucinto en cuanto a informacin sobre
el objeto, en cuanto a los recursos para restaurarlo y en cuanto a los honorarios). A ve-
ces, pocas, ese arquitecto, desconocedor de casi todo, peda consejo o ayuda a algn
historiador amigo y se pona en manos del albail maoso. (Excepto cuando era un ar-
quitecto de postn llamado al efecto por ese postn, no por sus conocimientos, cosa
frecuente en los aos ochenta, artista postinero que a pesar de su total ignorancia en
estos asuntos, o quiz por ello, no se pona en manos de nadie.)
111
Hemos visto cmo en algunas fases un determinado tipo de profesional asuma ple-
namente un papel (como por ejemplo, el arquitecto en referencia al proyecto, o los di-
versos historiadores y cientficos en sus respectivas parcelas del conocimiento); en otras,
el papel era compartido (como en la ejecucin y direccin de la obra, en la que parti-
cipan el arquitecto, el aparejador y el constructor); y en algunas etapas (como en la se-
gunda, la de reflexin), la responsabilidad era colegiada, participando, si no todos los
profesionales, si los ms significativos en funcin del tipo de monumento y de la in-
tervencin prevista, especialmente los profesionales de la arquitectura y de la histo- Algunos de los tcnicos, artistas y
constructores que intervinieron en
ria. Lo que no hemos dilucidado hasta ahora es si esos profesionales han de ser es- la azotea del Palacio Gell de Barce-
pecialistas o, en todo caso, hasta qu punto. lona, ante la chimenea nmero 3,
obra colectiva. De izquierda a derecha
de la fotografa, Pablo Carb, arqui-
tecto; Joan Mora, escultor; Mart Ay-
Arquitectos especialistas? ni, maestro albail; Antoni Gonzlez,
arquitecto; Emili Rabal vidriero; Ro-
bert Llims, pintor; Joan Gardy Arti-
La necesidad o no de la especializacin de los profesionales que intervienen en la res- gas, pintor; Josep Maria Sala, cons-
tauracin monumental se discuti mucho en los aos ochenta, sobre todo entre ar- tructor; Antoni Rius y Josep Maria
Valero, aparejadores. Foto: M. Bal-
quitectos. Algunos defendan que no era en absoluto necesaria y que la nica condi- dom, 10.05.1994.
cin para intervenir en un monumento (no se hablaba de restauracin) era ser un
buen arquitecto (y se aprovechaba para denunciar la nula calidad de los pocos de ellos
que hasta entonces haban monopolizado esos trabajos).
112
historia de la restauracin monumental; conocer los conceptos y tcnicas de la res-
tauracin, y, por ltimo, conocer, valorar y respetar los mtodos que son propios del co-
nocimiento histrico y material del monumento, o sea, los mtodos de los dems pro-
fesionales que han de intervenir junto a l en el proceso de restauracin. (Y, naturalmente,
ha de saber escribir con correccin, como debera corresponder a todo universitario.)
Dnde y cundo han de adquirir esos conocimientos y formar esas actitudes quienes
deseen dedicarse a la restauracin? Es opinable. Pero una cosa es segura: el arquitecto
restaurador, como la propia expresin indica, ha de ser arquitecto antes que restau-
rador. Quiero decir que mal restaurar un espacio, una arquitectura, quien antes no ha
aprendido a crearlos. Y aqu est el quid, salen formados de las escuelas los estudiantes,
no ya como restauradores, sino como arquitectos? Una de las mayores dificultades para
la eficaz incorporacin de los arquitectos en el proceso de la restauracin monumen-
tal es, sin duda, la enseanza actual de la arquitectura.
113
la actuacin, y conocer, valorar y respetar el mtodo y los criterios de proyecto, que
corresponden al arquitecto. (Y, naturalmente, tambin ha de saber qu es la sintaxis
y la ortografa.)
Tampoco los profesionales del conocimiento histrico salen hoy de las facultades
con suficiente formacin ni con la mentalidad idnea para su eficaz incorporacin al pro-
ceso de la restauracin. Debera, por tanto, adaptarse la enseanza universitaria de las
diversas ramas incluidas la arqueologa y la historia del arte, proporcionando ele-
mentos metodolgicos para esa aplicacin concreta, incluso favoreciendo la aparicin
de nuevas especialidades, como la historia de la construccin, de la que an casi na-
die sabe nada.
Es tan importante ese papel de los destinatarios, que saber para quin restauramos
se ha convertido en una pregunta clave. No tanto en cada caso concreto, como, en ge-
neral, saber para qu y para quin hemos de plantear la restauracin. Es tan importante
la pregunta que en la respuesta nos va el saber si todo lo escrito por m hasta ahora,
y ledo por usted o tu, apreciado lector o apreciada lectora, tiene o no sentido.
114
El conjunto de ciudadanos cuya relacin con el monumento se basa todava en con-
ceptos, objetivos y beneficios tales como la identidad, la emocin, los sentimientos,
el placer esttico, la reflexin, la informacin o la autoestima pasa a ser considerado,
por tanto, como un mero segmento del conjunto de usuarios (que en su mayora se
relacionan con el monumento a travs de valores ms consistentes: el espectcu-
lo, el entretenimiento, la evasin, el gasto, el consumo).
El peso del primer segmento en el conjunto, no se evala, por tanto, en funcin de prin-
cipios ticos (o en atencin del inters colectivo o particular de los individuos que forman
parte del segmento), sino por su futura potencialidad, previa su transformacin, de in-
corporarse al consumo. Otro segmento importante del conjunto son los turistas. No tan-
to tampoco en funcin de las ventajas de tipo cultural que como individuos puedan ex-
traer de su relacin con el monumento, sino de los beneficios que, como consumidores,
van a proporcionar. El desarrollo cultural da paso as al desarrollo econmico, paralelamente
a que la cultura da paso al espectculo y ste a la llamada industria cultural.
En esta visin, la actuacin sobre el monumento (una vez, como deca, substituido el
concepto de restauracin por otro ms idneo) no tiene ms principios que la eficacia
en cuanto que accin transformadora del producto (el monumento) en elemento de
consumo. Ya no va a interesar la explotacin de sus capacidades informativas de tipo
cientfico, sino de las que puedan despertar o ampliar el inters consumstico del es-
pectador. Y, en consecuencia, ya no va interesar el proyecto de restauracin por su ca-
lidad arquitectnica o su rigor cientfico, sino por su eficacia para ese fin. Y el concepto
de autenticidad, finalmente, se archivar para siempre.
(No es ciencia ficcin. Ah estn las nuevas generaciones de museos nacidos como
fruto de esa misma mentalidad: de ellos interesa ms la tienda y el restaurante que
las salas, el estudio de mercado que la programacin de las exposiciones, el nmero
de visitantes que pagaron entrada que el de los que contemplaron lo expuesto. Y,
en fin, ah est su arquitectura pensada prioritariamente como espectculo para ma-
sas de consumidores visuales.
115
El patrimonio monumental ha de formar parte siempre de la cultura, y en cuanto al le-
gtimo desarrollo econmico y social al que pueda dar origen su proteccin, ha de ser
compatible con una intervencin correcta, con una restauracin objetiva.
Casi noventa aos despus, cuando tantos gobiernos fomentan la prdida de confianza
de los ciudadanos en la cosa pblica como primer paso para justificar las privatizacio-
nes (que ya empiezan a afectar tambin a nuestra materia), es necesario reafirmar nues-
tra adhesin al fondo de aquellas palabras del primer director de nuestro Servicio.
La mayor parte de las reflexiones vertidas en este papel, incluido el propio mtodo que
constituye su objetivo central, estn hechas, efectivamente, desde el convencimien-
to de que la proteccin de los monumentos es una ineludible responsabilidad colec-
tiva que debe ser ejercida por la administracin pblica, como instrumento creado por
la propia colectividad desde tiempo inmemorial para el acrecentamiento y conduccin
de los intereses comunes.
La segunda puntualizacin hace referencia a que, hoy por hoy, no puede considerar-
se que la administracin pblica en Espaa, en general, est preparada para afrontar
esas tareas que le corresponden. Queda en este sentido un largo camino por recorrer, Castillo de Bellcaire dEmpord (Baix
a pesar de hacer ya casi un siglo que la administracin pblica espaola organizara sus Empord), antes y despus de la res-
tauracin dirigida por Jeroni Martorell
primeras estructuras de control, ochenta y cinco aos que se creara el primer servi- (1923-1925), que permiti la recupe-
cio pblico especializado en la actuacin, y veinte que asumieran las comunidades au- racin del edificio y su utilizacin p-
blica como escuela y casa consisto-
tnomas y las administraciones locales la mayor parte de la tarea. rial. Fotos: Arxiu Mas, 1918 y 1923.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
116
Existen graves dficits presupuestarios y los recursos se emplean mal (an se pre-
fieren las operaciones vistosas en pocos monumentos a las menos aparentes pero
ms eficaces en el mximo nmero de ellos); existen graves lagunas legislativas (an
no se ha acometido una ley de contratacin de obras especfica, ni una normativa de
seguridad aplicable a los monumentos) y, sobre todo, se ha avanzado poco en los as-
pectos metodolgicos y organizativos. No se ha sabido encontrar el papel que en el
nuevo diseo del Estado corresponde a los organismos y estructuras tcnicas cen-
trales an existentes (como el IPHE, antes ICRBC); los organismos de control de las
nuevas administraciones autonmicas (copiados sin crtica de los de pocas prece-
dentes) no son an suficientemente eficaces, y en cuanto a los organismos gesto-
res y ejecutores, no se ha sabido comprender su decisiva importancia para garanti-
zar los niveles de correccin y de eficacia que nuestro patrimonio y sus destinatarios
merecen.
En primer lugar, esa actitud puede fomentar y justificar el progresivo abandono de las
responsabilidades que la administracin pblica tiene en estas materias, no slo de-
rivando los escasos recursos hacia gastos de otra ndole (nunca disminuyendo el gas-
to pblico, como se dice), sino abdicando de la planificacin y la determinacin de las
prioridades en funcin del propio patrimonio y de los objetivos a alcanzar, cediendo esa
funcin a los patrocinadores.
Es evidente, por otra parte y no creo que se les oculte a esos responsables de la
gestin pblica, que la actividad de patrocinio, contrariamente a lo argumentado por
quienes la promueven o defienden, no tiene un carcter altruista (altruismo: diligen-
cia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio), sino que se basa en la obten-
cin de beneficios superiores a las inversiones, ya sean de tipo fiscal o publicitario.
Y este hecho, que no tendra de recriminable ms que la falsedad tras la que se ocul-
ta, repercute en que los patrocinadores programen las actuaciones en funcin de pa-
rmetros de rentabilidad y de estrategia comercial, e inviertan en funcin del benefi-
cio, no del coste real derivado de la complejidad metodolgica de toda restauracin
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
117
monumental planteada correctamete, sin que desde la administracin se ejerza el con-
trol exigible, al ser ella misma la beneficiaria de la actuacin.
Nosotros, conscientes del privilegio que supone pertenecer al servicio pblico ms ve-
terano y de gozar de una de las situaciones excepcionales a las que antes me refer,
hemos tratado de aportar nuestro grano de arena con la publicacin esperanzada de Algn lugar de Roma (Italia). Foto:
este mtodo de restauracin objetiva. Amn. A. Gonzlez, 11.10.1982.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
118
Notas
1. Antoni Gonzlez Moreno-Navarro, arquitecto, jefe del Servicio de Patrimonio Arquitectnico Local de la Diputacin
de Barcelona desde 1981.
2. Jeroni Martorell i Terrats (Barcelona, 1876-1951), arquitecto por la escuela de Barcelona con ttulo de 1903, fue el
primer director del Servicio de Catalogacin y Conservacin de Monumentos de la Diputacin de Barcelona, al ga-
nar el concurso convocado a este efecto y despus de presentar una documentada memoria, firmada el mes de
julio de 1914, a la que pertenecen esos prrafos. Ejerci el cargo desde enero de 1915 hasta el verano de 1951.
Para mayor informacin sobre Jeroni Martorell, ved: GONZLEZ, Antoni, El tiempo tambin restaura, Anales de
Arquitectura, n 4, Valladolid, 1992; GONZLEZ, Antoni, A propsit de Jeroni Martorell, Puig i Cadafalch i Torres Bal-
bs, Monografies 3, Barcelona, Diputaci de Barcelona, 1993; GONZLEZ, Antoni, Jeroni Martorell i Terrats
(1876-1951): teora y prctica de la restauracin monumental en Catalua en la primera mitad del siglo XX, Teo-
ra e historia de la restauracin en Espaa. 1900-1936, Valencia, Universidad Politcnica de Valencia, 1997; LACUESTA,
Raquel, El Servei de Catalogaci i Conservaci de Monuments de la Diputaci de Barcelona: Metodologia, crite-
ris, obra. 1915-1981 (tesi doctoral en prensa), Universidad de Barcelona, 1998; adems de la bibliografa referida
al SCCM, citada en la nota 3.
3. El Servicio de Patrimonio Arquitectnico Local es la oficina tcnica del rea de Cooperacin de la Diputacin de
Barcelona especializada en materia de patrimonio arquitectnico. Su principal cometido es el asesoramiento y el
apoyo tcnico y cientfico a los municipios y los entes locales, as como la actuacin en sus monumentos y cen-
tros histricos. Fue creado por la Diputacin de Barcelona, presidida por Enric Prat de la Riba, el 9 de junio de 1914.
Fue el primer organismo de una administracin pblica espaola dedicado exclusivamente a la salvaguardia, con-
servacin y restauracin del patrimonio monumental. Comenz a actuar en enero de 1915 con el nombre de Ser-
vei de Catalogaci i Conservaci de Monuments, nombre que mantuvo hasta el 31 de octubre de 1986.
En ochenta y cinco aos, el Servicio slo ha tenido tres directores, los tres arquitectos. Entre 1915 y 1951, Jero-
ni Martorell Terrats (1876-ttulo, 1903-1951); entre 1953 y 1979, Camil Palls Arisa (1918-ttulo 1945-1982), y des-
de 1981, Antoni Gonzlez Moreno-Navarro (ttulo de 1970).
Para mayor informacin sobre el SPAL/SCCM, ved: A. GONZLEZ, R. LACUESTA, I.C. ANGLE, 1380-1980, sis segles
de protecci del patrimoni arquitectnic de Catalunya, Memria 1983, Barcelona, Diputaci de Barcelona, 1984;
Diputaci de Barcelona: setanta anys de catalogaci i conservaci de monuments [catlogo de exposicin], Bar-
celona, 1986; Diputacin de Barcelona: setenta aos de catalogacin y conservacin de monumentos [catlogo
de exposicin], Madrid, 1985; LACUESTA, Raquel, Les obres de restauraci realitzades pel Servei de Catalogaci
i Conservaci de Monuments de la Diputacin de Barcelona, Actas del Primer Congreso de Historia del Arte Va-
lenciano, Valencia, Generalitat Valenciana, 1993; LACUESTA, Raquel, El Servicio de Catalogacin y Conservacin
de Monumentos de la Diputacin de Barcelona, primer servicio de restauracin de la administracin pblica es-
paola, Teora e historia de la restauracin en Espaa. 1900-1936, Valencia, Universidad Politcnica de Valencia,
1997 y LACUESTA, Raquel, El Servei de Catalogaci i Conservaci de Monuments de la Diputaci de Barcelona: me-
todologia, criteris i obres. 1915-1981 [tesis doctoral en premsa], Barcelona, 1998.
4. En este texto, por convencimiento personal del autor, se ha intentado en lo posible evitar el lenguaje sexista. Pero
tambin por respeto a los lectores se ha optado por evitar la utilizacin de expresiones como arquitecto/a o re-
peticiones como arquitecto y arquitecta. Acptese, por tanto, la buena voluntad, y tambin comprndanse los ine-
vitables convencionalismos.
5. En este texto se utiliza a menudo la palabra arquitectura (entendida como arte de la construccin, o como obra
resultado de ese arte) y sus derivadas, tanto para referirse a edificios como a obras pblicas o construcciones ms
propias del arte de la ingeniera. Lo mismo ocurre con la expresin patrimonio arquitectnico. No debe verse en
ello voluntad de prevalencia, sino de simplificacin del texto en beneficio del lector.
6. CASTILLA DEL PINO, Carlos, La Memoria y la Piedra, Patrimonio: Memoria o pesadilla? Memoria 1990-1992, Bar-
celona, Diputacin de Barcelona, 1993.
7. BRANDI, Cesare, Princip per il restauro dei monumenti, Teoria del Restauro, Turn, Ed. Einaudi, 1977; versin cas-
tellana, Teora de la Restauracin, Madrid, Ed. Alianza Forma, 1988.
8. SCRUTON, Roger, Principios arquitectnicos en una edad de nihilismo, Composicin Arquitectnica, n 5, Bilbao,
1990.
9. ANDRS ESTELLS, Vicent, Vida, sin, Llibre de Meravelles, LEstel, 1971 [traduccin libre del autor].
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
119
10. JAN i URBAN, Gaspar, Potica de la ciudad, Memria 1981-1982, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1983 [tra-
duccin libre del autor].
11. MART i POL, Miquel, Meditaci ltima, El poble, [incluido en Miquel Mart i Pol. Antologia potica], Barcelona,
Diputacin de Barcelona, 1998 [traduccin libre del autor].
13. WAISMAN, Marina, El interior de la Historia, Santa Fe de Bogot (Colombia), Escala, 1990.
14. Conclusiones del Secondo Congresso Internazionale degli Architetti e Tecnici dei Monumenti, Venecia, del 25
al 31 de mayo de 1964.
15. Ved: Nara Conference on Authenticity. Working papers collected by ICOMOS, Pars, 1995. Publicado en cas-
tellano en Boletn Informativo del Instituto Andaluz del Patrimonio Histrico, n 11, Sevilla, junio de 1995.
17. Sobre la obra del palacio Gell, ved: Memria 1990-1992, Barcelona, 1993; Informes de la Construccin, n 428,
Madrid, 1993; Quaderns Cientfics i Tcnics, n 5, Barcelona, 1993; On Diseo, n 156, Barcelona, 1994.
18. SCHVELZON, Daniel, Conservacin y restauracin en el subdesarrollo, Trama, revista de Arquitectura, Quito (Ecua-
dor), julio de 1984.
21. KAMANBA, Donatius, La conservacin de la arquitectura verncula en Tanzania, Actas del Seminario Arquitec-
tura Verncula. Un patrimonio en peligro, Madrid, Ministerio de Cultura-ICOMOS, 1996.
22. GONZLEZ MORENO-NAVARRO, Jos Luis, La realidad fsica del monumento. Una propuesta desde nuestra experiencia,
Quaderns Cientfics i Tcnics, n 7, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1996. El autor del artculo, catedrtico de
construccin de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, es quien mejor ha analizado y expuesto el papel y el m-
todo que los estudios previos referentes a la realidad fsico-constructiva del monumento tienen en su restaura-
cin. Sus razonamientos son tiles para el conjunto de su lectura previa.
23. Sobre los objetivos y el mtodo del anlisis histrico en la restauracin monumental, ved: LACUESTA, Raquel, El
conocimiento histrico del monumento. Mtodo y experiencias, Quaderns cientfics i tcnics de restauraci
monumental, n 10, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1998. Pueden consultarse tambin las actas de dos
congresos pioneros en este tema, los celebrados en Roma, 12-14 de octubre de 1983, XXI Congresso di Sto-
ria dellArchitettura, sobre Storia e Restauro dellArchitettura [actas en G. Spagnesi (ed.), Storia e restauro
dellarchitettura. Proposte di metodo. Roma, 1984] y Vic (Barcelona), del 12 al 14 de diciembre de 1984,
Histria i arquitectura. La recerca histrica en el procs dintervenci en els monuments, organizado por nues-
tro Servicio [actas en GONZLEZ, A. (ed.), Histria i Arquitectura. Memria 1984, Barcelona, Diputacin de Bar-
celona, 1986]
24. En referencia a los trabajos arqueolgicos aplicados a la restauracin de monumentos, ved: LPEZ MULLOR, A., Con-
sideracions metodolgiques sobre lactuaci del Servei de Catalogaci i Conservaci de Monuments en el camp
de la recerca arqueolgica, Histria i Arquitectura, [obra citada], y, del mismo autor, Siete aos de investigacin
arqueolgica del patrimonio arquitectnico, Com i per a qui restaurem [obra citada].
25. Los arquelogos no somos conscientes de la destruccin que estamos haciendo. Si desarrollamos la lectura de
paramentos no habr tanta necesidad de excavar, ha dicho el arquelogo Luis Caballero Zoreda, introductor en
Espaa de la aplicacin a los muros y estructuras areas del mtodo estratigrfico y de su relacin con la restau-
racin monumental. Ved: CABALLERO ZOREDA, Luis, El monument, document, Quaderns Cientfics i Tcnics, n
9, Barcelona, Diputaci de Barcelona, 1997, p. 364.
Sobre los objetivos y procedimientos del mtodo estratigrfico aplicado a la lectura de paramentos y de sta a la
restauracin monumental, ved los monogrficos Leer el documento construido, Informes de la Construccin,
n 435, Madrid, Instituto Eduardo Torroja, 1995, Archeologia dellArchitettura, suplemento de Archeologia Me-
dievale, XXII, Florencia, AllInsegna del Giglio, 1996) y El monument, document [obra citada].
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
120
26. GONZLEZ, Jos Luis, El mtodo cientfico aplicado al conocimiento de los edificios histricos, Els estudis pre-
vis al projecte de restauraci, Barcelona, ETSAB, 1996. [Est prevista la publicacin de este escrito en el n 12 de
Quaderns Cientfics i Tcnics de Restauraci Monumental.]
27. Ved: MORENO LUCAS, Josep Maria, Esglsia de Sant Lltzer. Els sistemes constructius al llarg de levoluci de les
cobertes, Quaderns Cientfics i Tcnics, n 5, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1993; GUIFFR, Antonino, Pro-
posal for the restoration of Marcus Aureliuss Column, Structural analysis of historical constructions, Barcelona,
Cimne, 1996; GONZLEZ, Jos Luis, Understanding historical structures: Gaud and the Palau Gell, Structural
analysis of historical constructions II, Barcelona, Cimne, 1998.
28. CARBONELL, Eduard, Algunes reflexions sobre histria i restauraci monumental, Histria i Arquitectura. La re-
cerca histrica en el procs dintervenci en els monuments. Memria 1984, Barcelona, Diputacin de Barcelo-
na, 1986.
29. BRINKERT, Mathieu, DEZ, Lorenzo, Vzelay, un projet de lumire. Analyse des ambiances lumineuses de la basili-
que Sainte-Marie-Madeleine, Estrasburgo (Francia), Ecole dArchitecture de Strasbourg, 1994.
31. GARCA CUETOS, M.P., El historiador del arte en los procesos de intervencin en el patrimonio. Reflexiones des-
de la experiencia profesional, Actas de las Jornadas nacionales Historia del Arte y bienes culturales, Cdiz, Ju-
nio de 1992.
32. ADN, G., ALONSO LVAREZ, A., GARCA CUETOS, M.P., El papel de arquelogos e historiadores del arte en la inves-
tigacin y recuperacin del patrimonio. Labor multidisciplinar y cuestiones metodolgicas, Actas de las prime-
ras jornadas sobre patrimonio, Priego (Crdoba), Universidad de Crdoba, 1992. En referencia a esta temtica, ved
tambin: FONTENLA, C., Restauracin e historia del arte en Galicia, Santiago de Compostela, CSIC, 1997, y GAR-
CA CUETOS, M.P., El papel del historiador del arte en los procesos de intervencin en el patrimonio. Reflexiones
desde la experiencia profesional, Cuadernos del Instituto Andaluz del Patrimonio Histrico, Sevilla, 1998.
34. En cuanto a la aplicacin de tcnicas informticas al estudio de los edificios histricos y los proyectos de restau-
racin, son de gran inters los trabajos realizados por los arquitectos Leandro Cmara y Pablo Latorre, especial-
mente los referidos a la Catedral Vieja de Vitoria y el acueducto romano de Segovia. (Ved: CMARA, Leandro, La
documentacin grfica: fotogrametra y base de datos, Arqueologa de la Arquitectura [separata], 1996, y LATO-
RRE, Pablo, CMARA, Leandro, El Plan director para la restauracin de la catedral de Santa Mara de Vitoria, Ac-
tas del I Congreso europeo sobre restauracin de catedrales gticas, Vitoria, mayo de 1998.)
Tambin es digno de conocimiento el trabajo realizado por la Unidad Ejecutora de la Catedral de la Plata (Argenti-
na), consistente en digitalizar los planos originales del proyecto de Benoit-Meyer y la confeccin y animacin de
maquetas electrnicas del edificio en su estado actual y el proyecto de restauracin y completamiento, permitiendo
la comparacin de las diversas documentaciones. (Ved: La Catedral de la Plata. Obras de conservacin, puesta en
valor y completamiento, Buenos Aires, Argentina, Manrique Zago-Fundacin Catedral, 1998.)
35. CROCI, Giorgio, Una metodologia per a lanlisi estructural i per a la tria del sistema dintervenci, Manual de diag-
nosi i intervenci en sistemes estructurals de parets de crrega, Barcelona, Col!legi dAparelladors i Arquitectes
Tcnics de Barcelona, 1995. [Este excelente manual dirigido por el arquitecto tcnico Xavier Casanovas con-
tiene artculos de gran inters en relacin a los temas aqu tratados.]
36. GONZLEZ, Jos Luis, Los estudios previos de la Casa Botines de Gaud en Len, Loggia. Arquitectura & Res-
tauracin, n 1, Valencia, Universidad de Valencia, 1996.
37. CROCI, Giorgio, Una metodologia per a lanlisi estructural..., [obra citada].
38. HEYMAN, Jacques, Teora, historia y restauracin de estructuras de fbrica, Madrid, Instituto Juan de Herrera, ET-
SAM, 1995 [edicin a cargo de Santiago Huerta Fernndez].
40. BUNGE, Mario, La ciencia, su mtodo y su filosofa, Buenos Aires (Argentina), Siglo XX, 1988.
41. GONZLEZ, Jos Luis, Los estudios previos de la Casa Botines...., [obra citada].
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
121
42. GONZLEZ, Jos Luis, El mtodo cientfico aplicado..., [obra citada].
43. RUSKIN, John, The seven Lamps of the Architecture, [Punto XIX, captulo VI La lmpara del Recuerdo], 1849. [Ver-
sin castellana: Las siete lmparas de la arquitectura, publicada en Valencia por Prometeo, Sociedad editorial, re-
producida en edicin facsmil por Editorial Alta Fulla, Barcelona, 1987.]
44. Ved: On Diseo, n 168, Barcelona, 1995; Loggia. Arquitectura & Restauracin, n 1, Valencia, 1996; Informes de
la Construccin, n 445, Madrid, 1996; Memria 1993-1998, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1999.
45. SANTIBEZ DEL RO, conde de, La teora antirrestauradora en arquitectura, Madrid, 1918.
46. SALVADOR CARRERAS, Ams, Sobre la conservacin de los monumentos arquitectnicos, Boletn de la Real Aca-
demia de Bellas Artes de San Fernando [separata], Madrid, 1915.
47. GONZLEZ, A., LACUESTA, R., Seis siglos de proteccin del patrimonio arquitectnico de Catalua, Memria 1983,
Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1984.
48. MARTINELL, Csar, Un arquitecto eminente del siglo XVII. Fray Josep de la Concepci, El Tracista, Cuadernos
de Arquitectura, n 63, Barcelona, 1966.
49. BRANDI, Cesare, La inserzione del nuovo nel vecchio, Struttura e architettura, Turn, 1967.
50. Ved: GONZLEZ, Antoni, La inacabada reconstrucci patritica del monestir de Ripoll, Arrel, n 14, Barcelona, 1986.
51. BERGS MASS, Joan, Gaud, lhome i lobra, Barcelona, Aym, 1953.
52. MARTORELL, Jeroni, Conservacin y catalogacin de monumentos. [Ponencia presentada en el I Congrs dArt
Cristi a Catalunya, Sant Cugat del Valls, octubre de 1913. Texto indito.]
53. MARTORELL, Jeroni, El Patrimonio artstico nacional (Conferencia en el Ateneo de Madrid, por Jernimo Marto-
rell), Arquitectura (Organo oficial de la Sociedad Central de Arquitectos), n 14, Madrid, 1919.
54. MARTORELL, Jeroni, Utilitzaci dedificis antics per a noves aplicacions. Centelles, Catalunya Municipal, n 15,
1935.
55. TORRES BALBS, Leopoldo, La Restauracin de los monumentos antiguos, Arquitectura, n 8. Madrid, 1918.
56. TORRES BALBS, Leopoldo, La Alhambra y su conservacin, Arte Espaol, VIII, 1927.
57. TORRES BALBS, Leopoldo, Diario de obras en la Alhambra, Cuadernos de la Alhambra, n 1, Granada, 1965.
58. TORRES BALBS, Leopoldo, Legislacin. Inventario grfico y organizacin de los Monumentos histricos y artsticos
de Espaa, Zaragoza, La Editorial, 1919.
59. GRASSOT, Llus de, El azaroso paso del rubicn de la restauracin monumental en Espaa, Informes de la Cons-
truccin, n 427, Madrid, 1993.
60. BALDINI, Umberto, Teoria del restauro e unit de metodologia, Florencia (Italia), Nardini Editori, 1981. [Versin cas-
tellana, Teora de la restauracin y unidad de metodologa, Florencia, Nerea/Nardini, 1997.]
62. Ved: GONZLEZ, A., Restauracin: mtodo y arquitectura (a propsito del teatro de Sagunto), Informes de la Cons-
truccin, n 428, 1993.
63. ARGAN, Giulio Carlo, Historia del arte como historia de la ciudad, Barcelona, Laia, 1984 [referenciado por Francis-
co de Gracia, obra citada].
64. Ved: Memria 1983, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1984 y On Diseo, n 102, Barcelona, 1989.
65. Ved: Memria 1984, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1986; Memria 1985-1989, Barcelona, Diputacin de Bar-
celona, 1990; Informes de la Construccin, n 397, Madrid, 1988; On Diseo, n 102, Barcelona, 1989; La reinte-
grazione nel restauro dellantico, Roma, ARCo, 1997.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
122
66. Ved: Memria 1985-1989, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1990; Periferia, n 10, Sevilla, 1991; Informes de
la Construccin, n 411, Madrid, 1991.
67. On Diseo, n 168, Barcelona, 1995; Informes de la Construccin, n 445, Madrid, 1996; Memria 1993-1998, Bar-
celona, Diputacin de Barcelona, 1999.
69. Ved: On Diseo, n 171, Barcelona, 1996; Informes de la Construccin, n 445, Madrid, 1996; Loggia: Arquitec-
tura & Restauracin, n 3, Valencia, 1997; Memria 1993-1998, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1999.
73. Sobre el tratamiento de lagunas y la reintegracin en general, ved: GIZZI, Stefano, La reintegrazioni del Restauro.
Una verifica nellAbruzzo Aquilano, Roma, Edizioni Kappa, 1988, y SEGARRA, Mara Margarita [a cargo de], La rein-
tegrazione nel restauro dellantico, Roma, Gangemi-ARCo, 1997.
74. Ved: Labazia e il chiostro di S. Zeno Maggiore in Verona. Un recente intervento di restauro, Verona, Banca Popo-
lare di Verona, 1986; La chiesa di San Procolo in Verona, Verona, Banca Popolare di Verona, 1988, y La torre e il
palazzo abbaziale di San Zeno. Il recupero degli spazi e degli affreschi, Verona, Banca popolare di Verona.
75. Ved: Memria 1981-82, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1983; La reintegrazione nel restauro dellantico, Roma,
ARCo, 1997; Quaderns Cientfics i Tcnics de Restauraci Monumental, n 10, Barcelona, 1998.
76. Ved: Memria 1984, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1986; Memria 1985-1989, Barcelona, Diputacin de Bar-
celona, 1990; ON Diseo, n 102, Barcelona, 1989.
77. Ved: Memria 1990-1992, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1995; Informes de la Construccin, n 427, Ma-
drid, 1993; Quaderns Cientfics i Tcnics, n 5, Barcelona, 1993.
78. Documento aprobado en el simposio que se celebr en Ravello (Italia) el 12 y el 13 de mayo de 1995, convoca-
do por el Centro Universitario Europeo per i Beni Culturali y el Consiglio Nazionale delle Ricerche, bajo los auspi-
cios de ICOMOS y otros organismos internacionales. (Ved: Loggia. Arquitectura & Restauracin, n 1, Valencia,
1996 y Quaderns Cientfics i Tcnics, n 8, Barcelona, 1996.)
80. Ved: Esglsia de Santa Cndia dOrp, Monografies, n 1, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1989, y Mem-
ria 1985-1989, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1990.
82. Con el texto de bases y condiciones se adjuntaban textos sobre documentos internacionales sobre conservacin
de patrimonio, as como maquetas electrnicas del proyecto original del templo y del proyecto de restauracin,
restituidos en CAD, renderizados en 3D y transferidos a formato AVI para correr en Windows 95; vdeos, fotos
histricas, etc. Gracias al sistema de autoayuda grfica e iconos en pantalla, los ofertantes podan disponer de la
informacin para elaborar sus propuestas alternativas. (Ved: La Catedral de La Plata, [obra citada].)
83. Ved: On Diseo, n 102, Barcelona, 1989 y Memria 1985-1989, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1990.
85. Ved: On Diseo, n 102, Barcelona, 1989 y Memria 1985-1989, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1990.
86. Ved: LACUESTA, Raquel, La difusin popular y cientfica de la obra realizada, Com i per a qui restaurem. Mem-
ria 1985-1989, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1990.
87. Ved: CASANOVAS, Xavier, JIMNEZ, Fernando, Valoraci de lestat actual de lesglsia de Santa Cndia dOrp, Qua-
derns Cientfics i Tcnics, n 8, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1996.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
123
88. En cuanto a la prevencin relativa al patrimonio mueble o contenido, ved: BASILE, Giuseppe, Le opere darte ne-
gli edifici di culto, Roma, La Nova Italia Scientifica, 1994, y BASILE, Giuseppe, Che cos il restauro. Come quan-
do perch conservare le opere darte, Roma, Editori Riuniti, 1989.
89. GONZLEZ MORENO-NAVARRO, Jos Luis, El legado oculto de Vitruvio, Madrid, Alianza Forma, 1993.
90. MARTORELL, Jeroni, Memria referent a la organitzaci del Servei de Conservaci i Catalogaci de Monuments,
que tracta destablir la Excma. Diputaci Provincial de Barcelona, Barcelona, julio de 1914. [Documento indito.]
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
124
LA RESTAURACIN OBJETIVA
(Mtodo SCCM de restauracin monumental)
ETAPA I. CONOCIMIENTO
FASE 1. PREDIAGNSTICO
11 Dictamen inicial
FASE 2. DIAGNSTICO
2a Anlisis histrico
2a1 Estudio de fuentes documentales referidas al monumento
2a2 Estudio del monumento como fuente documental
2a3 Estudio histrico-constructivo
2a4 Estudio histrico-artstico
2a5 Estudio de sntesis del anlisis histrico
2b Anlisis material
2b1 Estudio geomtrico-formal
2b2 Estudio fsico-constructivo
2c Anlisis sociolgico
2c1 Anlisis del entorno social
2c2 Anlisis jurdico-administrativo
125
ETAPA III. INTERVENCIN
FASE 5. PROYECTO
51 Estudios previos, generales y tcnicos
52 Anteproyecto de restauracin
53 Proyecto de restauracin
54 Estudios especficos complementarios
55 Trabajos de soporte al proyecto
56 Proyecto modificado
FASE 6. EJECUCIN
61 Adjudicacin y contratacin de la obra
62 Acondicionamiento del monumento
63 Trabajos de carcter constructivo
64 Trabajos complementarios
65 Restauracin de bienes muebles y artes aplicadas
FASE 7. SEGUIMIENTO
71 Direccin de los trabajos
72 Documentacin de los trabajos
73 Estudios y trabajos finales
FASE 8. PARTICIPACIN
81 La concurrencia de la colectividad
82 El seguimiento de los trabajos. La visita didctica
83 La apropiacin colectiva de los resultados
126
Bibliografa del autor referida a los aspectos tratados en el texto
Recerca i disseny. El monument com a document histric i com a objecte arquitectnic viu [incluye versiones caste-
llana e inglesa], Barcelona, Diputaci de Barcelona, 1985.
Por una metodologa de la intervencin en el patrimonio arquitectnico (El monumento como documento y como ob-
jeto arquitectnico), Fragmentos, n. 6, Madrid, 1985.
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glesa], Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1986.
Por una metodologa de la intervencin en el patrimonio arquitectnico. El monumento como documento histrico
y como objeto arquitectnico, Arquitectura y urbanismo en las ciudades histricas, Madrid, MOPU, 1988.
Restaurar monumentos, una metodologa especfica, Informes de la Construccin, n. 397, Madrid, Instituto Torroja,
1988.
LArquitecte no s Du, Identitats, n. 2/3, Hospitalet de Llobregat, Museu de lHospitalet, 1989.
En busca de la Restauracin Objetiva, Memria 1985-1989, Barcelona, Diputacin de Barcelona, 1990.
La re-significacin de la arquitectura histrica, BASA, n. 12, Santa Cruz de Tenerife, 1990.
Por una metodologa en la intervencin en el patrimonio arquitectnico (el monumento como documento y como ob-
jeto arquitectnico), Monumento y Proyecto (Jornadas sobre criterios de intervencin en el patrimonio arquitectni-
co), Madrid, Ministerio de Cultura (ICRBC), 1990.
La Restauracin, ante el siglo XXI (I y II), Jano. Medicina y Humanidades, n. 952 y 953, Barcelona, 1991.
Criteris actuals de restauraci, Memria 1980-1990, Manresa, Amics de lart romnic del Bages, 1991.
La colaboracin de la Diputacin de Barcelona en la conservacin del patrimonio municipal. Criterios para la selec-
cin de las actuaciones. Tipos de gestin. Metodologa y criterios arquitectnicos de intervencin, Centros Histri-
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Vigncia dels oficis dart en el concepte actual de la restauraci monumental, Impressions paral!leles, n. 2, Barcelona,
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Eduardo Torroja (CSIC), 1991.
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Construir el pasado, Informes de la Construccin, n. 427 Madrid, Instituto Eduardo Torroja (CSIC), 1993.
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drid, Instituto Eduardo Torroja (CSIC), 1993.
Investigacin histrica y proyecto de restauracin, Astrgalo, n. 3, Alcal de Henares (Madrid), 1995.
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Los aspectos estructurales en el mtodo de la restauracin monumental, Quaderns Cientfics i Tcnics, n. 8, Bar-
celona, Diputacin de Barcelona, 1996 [con Jos Luis Gonzlez Moreno-Navarro].
The structural analysis in the method of monumental restoration, Structural analysis of historical constructions, Bar-
celona, CIMNE, 1997.
El seuelo del mecenazgo, Loggia. Arquitectura & Restauracin, n. 3, Valencia, Universidad de Valencia, 1997.
O Mtode SCCM de restauracin monumental. Principios bsicos e exemplos [incluye la versin castellana: El M-
tode SCCM de restauracin monumental. Principios bsicos y ejemplos], As Actuacins no patrimonio construdo:
un dilogo interdisciplinar, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 1997.
Mantener lo restaurado, Loggia. Arquitectura & Restauracin, n. 4, Valencia, Universidad de Valencia, 1997.
Restauracin y reutilizacin, Quaderns Cientfics i Tcnics de Restauraci Monumental, n. 10, Barcelona, Diputa-
cin de Barcelona, 1998.
El monumento, documento y arquitectura. Apuntes sobre su posible restauracin objetiva, Restauracin Arquitec-
tnica II, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1998.
De la reutilizacin indiscriminada al uso sensato de los monumentos, Actas de los VII Cursos monogrficos sobre
el patrimonio histrico (Reinosa, julio-agosto 1997), Santander, Universidad de Cantabria-Ayuntamiento de Reinosa, 1998.
Histria de lArt i Restauraci Monumental. Algunes reflexions a propsit de Sant Quirze de Pedret, Miscel!lnia en
homenatge a Joan Ainaud de Lasarte. I, Barcelona, Publicacions de lAbadia de Montserrat, 1998.
La casa de la vila, monument, La casa de la vila, seu i smbol del poder local, Barcelona, Diputacin de Barcelona,
1998.
La restauracin objetiva (Mtodo SCCM de restauracin monumental)
128
NDICE
EXORDIO .......................................................................................................................... 11
EL OBJETO ........................................................................................................................ 14
EL PATRIMONIO ARQUITECTNICO...................................................................................... 14
Monumentos y arquitectura de segunda mano.......................................................... 15
Lo que el viento no se llev .......................................................................................... 15
LA ACCIN ........................................................................................................................ 26
129
Estudio de sntesis del anlisis histrico .......................................................................... 47
El anlisis material ........................................................................................................ 48
Estudio geomtrico-formal .............................................................................................. 48
Estudio fsico-constructivo .............................................................................................. 49
El anlisis sociolgico.................................................................................................... 53
130
Los trabajos complementarios ........................................................................................ 97
Fase sptima: el seguimiento ...................................................................................... 97
La documentacin de los trabajos.................................................................................... 98
Fase octava: la participacin ........................................................................................ 99
La participacin en el proceso.......................................................................................... 100
La visita didctica ............................................................................................................ 100
La inauguracin genuina .................................................................................................. 101
La participacin de los resultados .................................................................................... 101
Bibliografa del autor referida a los aspectos tratados en el texto ................ 126