Portolés (2003) Pragmática y Sintaxis 7h

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lingstica
aplicada a la
comunica
cin

16/2003

PRAGMTICA Y SINTAXIS

Jos Portols

Universidad Autnoma de Madrid

jose portoles en uam es

Resumen

La concepcin de la pragmtica como perspectiva tiene como piedra angular la idea de eleccin. Desde este punto de partida
la gramtica no es solo la estructura que permite levantar el edificio de una lengua, es tambin uno de los mbitos de una
lengua en los que el hablante puede elegir entre distintas opciones para comunicar lo que desea de una manera determinada.

Palabras clave: Pragmtica, presuposicin, inferencia, orientacin argumentativa

ndice
1. Qu es la pragmtica? 42
2. Comunicacin inferencial 44
3. Orientacin argumentativa 45
4. Agentes 47
5. Presuposiciones 48
6. Hiprbole y metfora 49
7. El territorio 51
8. Conclusin 53
Bibliografa 53

1. Qu es la pragmtica?

En la primera mitad del siglo pasado, el semitico Charles W. Morris (1938) concibi el
estudio de la Teora de los signos, o semitica, a partir de tres disciplinas: la sintaxis, la semntica y
la pragmtica. La sintaxis atendera a la relacin formal entre un signo y otro; la semntica, los
vnculos entre los signos y los objetos a los que se refieren; y se ocupara de la relacin entre los
signos y sus intrpretes, la pragmtica1 . Esta ltima abarcaba todos los fenmenos psicolgicos,
biolgicos y sociolgicos que tienen lugar en el funcionamiento de los signos. Con palabras ms
sencillas, la pragmtica estudiara todo lo relacionado con el uso de la lengua.2

1
Esta investigacin ha sido financiada por el proyecto BFF 2000-1438 de la DGICYT. Agradezco a Marina
Fernndez Lagunilla los comentarios a una primera versin de este texto. Aparecer en las actas del curso La
sintaxis para el aula celebrado en Madrid, marzo de 2002.
2
Libros sobre pragmtica en espaol o traducidos a esta lengua son: Briz (1998), Calsamiglia Blancafort y Tusn Valls
(1999), Calvo Prez (1994), Escandell Vidal (1996), Fuentes Rodrguez (2000), Gutirrez Ordez (1997a, 1997b, 2000a,
2000b), Levinson (1983), Moeschler y Reboul (1994), Reyes (1990, 1995), y Reyes, Baena y Urios (2000).

Portols, Jos. 2003.


Pragmtica y sintaxis. Crculo de Lingstica Aplicada a la Comunicacin 16, 42-54.
http://www.ucm.es/info/circulo/no16/portoles.pdf

2003 Jos Portols.


C rculo de Lingstica Aplicada a la Comunicacin (clac) 16, 42-54.
Universidad Complutense de Madrid. ISSN 1576-4737. http://www.ucm.es/info/circulo/
portols: pragmtica 43

Esta primera propuesta de pragmtica no tuvo consecuencias inmediatas en el


desarrollo de la lingstica. La necesidad de una disciplina que se ocupara del uso de la lengua
nace de un hecho posterior. En la dcada de 1960, Charles J. Fillmore, George Lakoff, James
D. McCawley y John Robert Ross, entre otros, intentaron desarrollar dentro de la nueva
gramtica generativa una corriente que se denomin semntica generativa. Estos lingistas
pretendieron resolver como gramaticales problemas de significado que acababan de exponer
filsofos del lenguaje como John Austin, John Searle, Peter F. Strawson o H. Paul Grice.
Despus de unos aos de desarrollo, el fundador y gua de la escuela generativa Noam
Chomsky atac con firmeza los fundamentos de la semntica generativa y mantuvo que
muchas de las cuestiones que se intentaban dilucidar quedaban lejos de las posibilidades de un
estudio riguroso del lenguaje como el que l pretenda, esto es, un estudio fundamentado
esencialmente en las propiedades sintcticas de la gramtica. Por este motivo, desterr estos
asuntos fuera de los confines de la gramtica, a un terreno que ocupaba aquella disciplina que
haba propuesto la semitica, pero que no se haba desarrollado: la pragmtica.

A partir de la dcada de 1970 los lingistas que se han ocupado del estudio del uso de
la lengua han procurado delimitar el objeto de la pragmtica buscando unas bases tericas con
las que dar cuenta de los problemas que se les presentan. En la actualidad buena parte de esos
investigadores considera que la pragmtica no es un componente de la teora lingstica como
puedan ser la fonologa, la morfologa, la sintaxis o la semntica, tampoco pertenece a las
disciplinas que relacionan el lenguaje con la realidad extralingstica como la psicolingstica,
la sociolingstica o la neurolingstica. La pragmtica, en su opinin, constituye una
perspectiva de estudio que puede ocuparse de cualquiera de estas disciplinas.

Tomemos, por ejemplo, un problema en apariencia puramente gramatical. Un


hispanohablante tiene la posibilidad de unir un adjetivo en funcin de atributo con un sujeto
bien por medio del verbo ser, bien por medio del verbo estar. 3 As, se puede decir Juan es
gordo y Juan est gordo. Esta eleccin puede tener restricciones semnticas: un adjetivo
como inteligente se predicar por medio del verbo ser y un adjetivo como descalzo, por medio
del verbo estar. Pues bien, esta eleccin puede tener tambin motivos pragmticos. Hemos
dicho antes que con un adjetivo como gordo se pueden utilizar los dos verbos, pero
considrense los siguientes ejemplos:

(1) a. Marlon Brando # 4 es/ est gordo.


b. Helmut Khl es/ #est gordo.
c. Juan es/ est gordo.

En estos casos las circunstancias son distintas, a Marlon Brando lo hemos conocido delgado
por interpretaciones en pelculas antiguas y preferimos decir que est gordo, aunque sepamos
que nunca va a volver a adelgazar; en cambio, a Khl slo lo conocemos desde su etapa de
canciller alemn, cuando ya era una persona gruesa y decimos de l que es gordo. Por ltimo,
Juan, persona a quien no conocemos, puede ser gordo o estar gordo, precisamente por esta
ausencia de restriccin contextual. En definitiva, gramaticalmente gordo es un adjetivo que
admite los dos verbos copulativos, no obstante, este hecho se puede estudiar desde una
perspectiva pragmtica y comprobar que existen limitaciones en el uso real.

3
Permtaseme olvidar el verbo parecer y los otros verbos con usos copulativos.
4
Este signo, que se denomina sostenido, no indica que un enunciado sea agramatical, sino que es
pragmticamente extrao, es decir, que es costoso encontrar un contexto en el que se pueda comprender.

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2. Comunicacin inferencial

Antes de atender a otros problemas puramente gramaticales recordemos tambin que


aquello que el hablante desea comunicar no es slo lo que se logra de la pura descodificacin
de unas palabras, sino de lo descodificado ms un enriquecimiento contextual posterior
obtenido por medio de inferencias. Las inferencias son procesos mentales de razonamiento
espontneos, automticos e inconscientes que se realizan a partir de la relacin de lo dicho y
el contexto. Para comprender en qu consiste la concepcin inferencial de la comunicacin,
leamos el siguiente ejemplo del Evangelio de San Lucas:

(2) Jess, lleno del Espritu Santo, regres del Jordn y fue conducido por el Espritu al
desierto, donde estuvo cuarenta das y fue tentado por el diablo. No comi nada en
estos das, y al final sinti hambre. Entonces le dijo el diablo:
- Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.
Y Jess le respondi:
- Escrito est:
No slo de pan vivir el hombre.
Despus el diablo lo llev a un lugar elevado y le mostr todos los reinos de la
superficie de la tierra en un instante y le dijo:
- Te dar todo este poder y su gloria, porque me han sido entregados y los doy a quien
quiero. Por tanto, si me adoras, todo ser tuyo.
Y Jess le respondi:
- Escrito est:
Adorars al Seor tu Dios
y solamente a l dars culto.
Entonces lo llev a Jerusaln, lo puso sobre el pinculo del Templo y le dijo:
- Si eres Hijo de Dios, arrjate de aqu abajo, porque escrito est:
Dar rdenes a sus ngeles sobre ti
para que te protejan y te lleven en sus manos,
no sea que tropiece tu pie contra alguna piedra.
Y Jess le respondi:
- Dicho est: No tentars al Seor tu Dios.
Y terminada toda tentacin, el diablo se apart de l hasta el momento oportuno.
(Lucas, 4, 1-13).

En este texto comprendemos cada respuesta de Jess como un rechazo del ofrecimiento del
diablo, pero, si lo analizamos con detenimiento, se puede comprobar que no se expresa
literalmente este rechazo, slo se infiere. La capacidad espontnea, automtica e inconsciente
de nuestra mente para inferir hace que comprendamos las respuestas de Jess como una serie
de rechazos porque el rechazo es la interpretacin de sus palabras ms pertinente en ese
contexto. El filsofo del lenguaje H.P. Grice (1975) denomin estas conclusiones inferidas
implicaturas conversacionales.

Advirtamos tambin que en el proceso de la comunicacin el hablante no slo tiene en


cuenta su propio contexto mental, sino tambin el de su interlocutor; as, por ejemplo, el
narrador un poquillo orate de algunas novelas de Eduardo Mendoza imagina unos contextos
mentales equivocados en sus interlocutores, es decir, en nosotros los lectores:

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(3) [...] condujo a los tres hombres por un pasillo hasta una habitacin en cuyo interior
dorma un invlido en una silla de ruedas. Junto a la silla de ruedas del invlido haba
una maleta cerrada que contena, segn dijo la enfermera jefa, la ropa del invlido y
otras pertenencias, tambin del invlido. El invlido, siempre segn la enfermera jefa,
haba sido preparado para el viaje, con lo que haba dado a entender, esta vez segn
Magnolio, que le haba sido administrado un especfico para dejarlo grogui. Tras este
concilibulo, haban sacado al invlido y su equipaje de la residencia y metido en el
coche al invlido y en el maletero la silla de ruedas del invlido y la maleta del
invlido y haban partido con el invlido y la impedimenta del invlido. [E. Mendoza,
La aventura del tocador de seoras, Barcelona, Seix Barral, 2001, pg. 254]

Estos enunciados no son agramaticales, sino nicamente pragmticamente extraos. Ello se


debe a que se nos repite informacin que ya tenemos en nuestro contexto mental y que, por
consiguiente, carece de pertinencia para nosotros. Quien as habla conoce la gramtica del
espaol, pero no usa esta lengua como los hablantes normales.

3. Orientacin argumentativa

La importancia de la contribucin contextual no anula, con todo, el valor de la forma


lingstica elegida. La expresin lingstica que comunica un acontecimiento no es su
representacin, pero permite que a partir de ella el oyente la construya. Un mismo hecho
puede ser contado de distintos modos y, segn la formulacin escogida, lo recreado por su
interlocutor ser tambin distinto; por ejemplo, una estudiante a la que le queda por redactar
la conclusin de un trabajo puede decir:

(4) a. Todava no he acabado el trabajo.


b. Ya estoy acabando el trabajo.

La realidad es la misma en los dos casos -a saber, le falta por redactar la conclusin-
pero ser diversa la representacin que quien le escucha se haga de esa realidad. Sobre la
relacin entre la forma lingstica y la comprensin de un enunciado, son muy interesantes los
conceptos desarrollados por la Teora de la Argumentacin en la Lengua de Oswald Ducrot y
Jean-Claude Anscombre (Ducrot y Anscombre 1994). Revisemos algunos de ellos.

Supongamos que alguien que pilota un avin lo estrella contra las Torres Gemelas de
Nueva York. Los periodistas que relatan estos hechos pueden decir que se trata de un
secuestrador:

(5) Una pasajera de uno de los cuatro aviones secuestrados y utilizados para atacar
objetivos estratgicos en Estados Unidos logr contactar a travs de un telfono mvil
con su marido desde el aparato y le relat la situacin a bordo: todos los pasajeros, los
miembros del equipaje y los pilotos haban sido obligados a situarse en la parte trasera
del avin y los secuestradores se haban hecho con los mandos.[en El Pas Digital, 12-
IX-2001]
Los significado de los palabras condicionan las posibles continuaciones discursivas que
esperamos a partir de ellas y, en nuestra opinin, tambin las inferencias. Este hecho lo
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denominan Ducrot y Anscombre orientacin argumentativa. A partir del sustantivo


secuestrador no nos asombraran las siguientes continuaciones:

(6) a. Es un secuestrador. Puede cometer una maldad.


b. Es un secuestrador. No se puede confiar en l.

Y, en cambio, nos extraaran:

(7) a. #Es un secuestrador. Es una buena persona.


b. #Es un secuestrador. Se puede confiar en l.

Secuestrador orienta argumentativamente hacia cometer una maldad y constituye un


argumento antiorientado con ser una buena persona.

Ahora bien, el problema que se encuentra el redactor de la noticia es que estas


personas no eran simples secuestradores, tambin pilotaban los aviones y la orientacin
argumentativa del sustantivo piloto es distinta a la de secuestrador; comprese (6) con (8):

(8) a. #Es un piloto. Puede cometer una maldad.


b. #Es un piloto. No se puede confiar en l.

Cmo resolver este problema? La sintaxis le da una solucin: modificar el sustantivo con un
adjetivo calificativo pospuesto. Con este recurso sintctico se puede aumentar la fuerza como
argumento de un sustantivo, pero tambin se puede invertir esta fuerza, es decir, cambiar su
orientacin (Ducrot 1998). En el caso de aumentar la fuerza, hablaremos de un adjetivo
realizante, si la disminuye o la invierte, desrealizante. Una prueba para distinguir uno u otro
tipo de adjetivos la encontramos en el uso de y, adems, o de pero. As, tenemos, por ejemplo:

(9) a. Es una amiga y, adems, (#pero) ntima.


b. Tiene un coche y, adems, (#pero) es grande.
c. Es escritor y, adems, (#pero) bueno.

Una amiga ntima tiene ms fuerza argumentativa que una amiga, lo mismo sucede con
un coche grande frente a coche, y un escritor bueno y un escritor. ntima, grande y
bueno son adjetivos realizantes en relacin con los nombres a los que modifican. Con los
siguientes adjetivos sucedera lo contrario:

(10) a. Es una amiga (#y, adems), pero reciente.


b. Tiene un coche (#y, adems), pero pequeo.
c. Es escritor (#y, adems), pero malo.

Reciente, pequeo o malo son adjetivos desrealizantes con respecto al nombre al que
modifican. Esto quiere decir que si a una amiga le puedo pedir un favor:

(11) a. Es una amiga. Me har el favor.

Con una amiga reciente no nos extraara escuchar:

(11) b. Es una amiga reciente. Puede que no me haga el favor.

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Volvamos a piloto. La orientacin argumentativa de piloto es contraria a la deseada,


por lo que se utiliza un modificador desrealizante para invertirla. Este modificador es, en la
mayora de las ocasiones, el adjetivo suicida.

(12) a. La nica forma eficaz, segn los expertos, de evitar atentados como los cometidos el
martes en Estados Unidos es que los terroristas no suban al avin. Una vez que un
piloto suicida ha tomado los mandos, slo queda una manera de impedir que alcance
su objetivo: derribarlo. [en El Pas Digital, 12-IX-2001]
b. El telfono de su domicilio en Madrid figuraba en la agenda encontrada en un piso
de Hamburgo (Alemania) a un compaero de Mohamed Atta, piloto suicida que
estrell el avin contra la primera de las Torres Gemelas. [en El Peridico de
Catalunya, 20-XI-2001]
c. Los pilotos suicidas fueron entrenados en EEUU. [en El Mundo, 13-IX-2001]

Es fcil comprobar en las noticias de los atentados del 11 de septiembre de 2001 que el
sustantivo piloto, referido a los secuestradores, rara vez se utiliza sin el adjetivo suicida. Las
inferencias que ocasiona este sustantivo son contrarias a las deseadas y se precisa un
modificador que las invierta, este es el cometido de dicho adjetivo.

4. Agentes
Como todos sabemos, los atentados de septiembre han influido en la economa
mundial. No obstante, la economa es un objeto que, desde el punto de vista lingstico, en
muchas ocasiones sufre procesos sin que quede claro el agente que los efecta. En este
cometido son imprescindibles los verbos pronominales con interpretacin media. El uso de
estos verbos lo aprendemos en nuestra ms tierna infancia. El nio ha roto el jarrn tiene una
interpretacin activa, el sujeto ha efectuado la accin; El jarrn ha sido roto por el nio tiene
una interpretacin pasiva, existe lo que la gramtica tradicional denominaba un sujeto
paciente El jarrn y un sujeto agente por el nio. Lo que aprendemos pronto es a decir El
jarrn se ha roto donde el jarrn resulta roto, pero no se especifica quin lo ha roto; se trata
del uso de un verbo pronominal con interpretacin media.
En los comentarios de economa el uso de estos verbos es frecuente. Veamos un
ejemplo:

(13) Una vez se disipe la distorsin por el clima, en los prximos dos meses, creo que el
cuadro reflejar que la economa se frena y el mercado de trabajo se contrae
paralelamente, opin Robert Brusca, economista jefe de Ecobest Consulting. Un
elemento que indica que el mercado laboral se enfra es el salarial: los sueldos se
mantuvieron como en diciembre, en una media de 14,02 dlares por hora, pese a que
todas las estimaciones prevean un alza del 0,3%. [en El Pas Digital, 3-II-2001]

De este modo, la poltica econmica del gobierno de turno crea empleo y riqueza, pero, si esto
no sucede, nadie tiene la culpa y la economa se convierte en sujeto de un verbo pronominal.
Ms ejemplos:

(14) a. La reduccin de los tipos de inters en medio punto por parte de la Reserva Federal
de Estados Unidos ha tranquilizado a los mercados de valores al cumplir las

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expectativas de los inversores al pie de la letra, pero tambin ha confirmado que la


economa estadounidense se enfra a toda velocidad. [en El Pas Digital, 4-II-2001]
b. La economa se desacelera, toca fondo y mantiene la desaceleracin durante varios
trimestres consecutivos antes de iniciar la recuperacin. [en Expansin Directo, marzo
de 2001]

5. Presuposiciones

Continuemos con una serie de verbos que tambin utilizan habitualmente aquellos que
hablan de materias econmicas. Los gobernantes, sobre todo si llevan tiempo en el poder,
deben mostrar, por una parte, que actan frente a los problemas, pero, por otra, han de indicar
que la situacin en s misma ya era buena y que slo se puede aumentar esta bondad. En este
cometido, son tiles una serie verbos y sustantivos deverbales con los que se presupone una
existencia anterior. Veamos los siguientes textos:

(15) a. El presidente del Gobierno, Jos Mara Aznar, propuso este fin de semana
intensificar la actuacin de los rganos de control y supervisin y reforzar los
controles propios del Estado de Derecho con el objeto de impedir enriquecimientos
conseguidos mediante el engao, en alusin al caso Gescartera. [en Expansin
Directo, 27-VIII-2001]

b. El ministro de Hacienda, por otra parte, seal su deseo de fortalecer la capacidad


consultiva y decisoria del Consejo de Poltica Fiscal y Financiera, de forma que
tengan un papel ms relevante las autonomas en el seguimiento del nuevo modelo. [en
Expansin Directo, 11-XI-2001]

Los verbos intensificar, reforzar o fortalecer presuponen la existencia de su objeto


directo con anterioridad al momento de los hechos del relato. Vase el contraste entre:

(16) a. El gobierno obliga/ fuerza la actuacin de los rganos de control, porque no exista
antes.
y
b. #El gobierno intensifica/ refuerza/ fortalece la actuacin de los rganos de control,
porque no exista antes.

Tanto con intensificar como con reforzar o fortalecer exista ya una actuacin en un
sentido determinado que slo se debe aumentar en intensidad.

Un caso cercano es la sustitucin del verbo mejorar por optimizar. Aqu los dos
verbos presuponen una existencia anterior del objeto directo, as:

(17) a. Se deben mejorar/ optimizar los controles de las operaciones bancarias.


b. #Se deben mejorar/ optimizar los controles de las operaciones bancarias, porque no
existan.

Se presupone en (17a) y en (17b) que ya haba algn tipo de control. La diferencia se

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encuentra en la calificacin de estos controles. Veamos un ejemplo:

(18) El Servicio de Defensa de la Competencia ha preparado dos proyectos para optimizar


el control de estas operaciones y centrar sus actuaciones sobre las operaciones ms
relevantes. [en Expansin Directo,25-V-2001]

Si sustituimos optimizar por mejorar podemos pensar en un enunciado:

(19) a. Hay que mejorar el control de estas operaciones, porque no es bueno.

Pero nos extraara:

b. #Hay que optimizar el control de estas operaciones, porque no es bueno.

Con optimizar el control no slo ya exista, sino que era bueno; nicamente hay que conseguir
que sea ptimo. Como se ve, una presuposicin muy til para quien gobierna.

Algo semejante tendremos con los verbos agilizar o dinamizar, con ellos se muestra
que ya se avanza y que slo es necesario acelerar el paso:

(20) a. Economa quiere llevar en breve al Consejo de Ministros dos nuevos anteproyectos
con el objetivo de optimizar y agilizar las actuaciones de control de competencia. [en
Expansin Directo, 25-V-2001]
b. Las diferencias estructurales entre ambas regiones econmicas son ms que
evidentes, lo que debe llevar a Espaa a seguir avanzando en las reformas necesarias
para dinamizar su economa. [en Expansin Directo, 3-IX-2001]
c. La Agencia Tributaria quiere dinamizar su actual sistema de subastas y, con este
objetivo, sacar a Internet la venta de los bienes que embarga a los contribuyentes por
deudas tributarias. [en Expansin Directo, 13-II-2001]

6. Hiprbole y metfora

Entre nuestras ideas preconcebidas sobre el lenguaje y su uso se encuentra la supuesta


literalidad de nuestros mensajes, literalidad que nicamente se vera rota en los mensajes
figurados propios de la poesa. Sin embargo, al hablar no pensamos en reproducir literalmente
una realidad, sino en conseguir que nuestro interlocutor llegue al enriquecimiento pragmtico
oportuno. La literalidad es un caso extremo y extraor-dinario de parecido en una
representacin. Los hablantes no esperamos que lo que se nos dice sea literal -en otras
palabras, exactamente verdadero- sino que se pueda obtener de ello el mayor nmero de
inferencias pertinentes con el menor esfuerzo.

Este punto de partida nos da cuenta de un modo distinto al habitual de diferentes


figuras retricas. As, Helena Beristin (1985, s.v.) define la hiprbole como exageracin o
audacia retrica que consiste en subrayar lo que se dice al ponderarlo con la clara intencin de
trascender lo verosmil [...]. En realidad, el habla de todos los das est llena de hiprboles:

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(21) a. Lleva toda la vida esperando una solucin.


b. No puedo aguantar ms a Antonio.
c. En el metro no caba un alfiler.
g. En Madrid no se puede respirar de tanta contaminacin.
h. Con estos precios nadie puede comprarse un piso.

Todos sabemos que nadie lleva toda la vida esperando una solucin, que siempre se puede
aguantar un poco ms a una persona, que caba un alfiler en el metro, que los madrileos no
nos morimos de asfixia cada invierno y, por ltimo, que, aunque empeados hasta la
jubilacin, al final conseguimos comprarnos un pisito. No obstante, el oyente no percibe estas
hiprboles como exageraciones falsas, pues no utiliza un criterio de verdad para juzgarlas,
sino que busca en ellas inferencias pertinentes.

Tambin la metfora recibe otra explicacin dentro de la pragmtica. Sera un caso


extremo de uso aproximado, es decir, no literal. Con ella el hablante pretende que el oyente
obtenga unas implicaturas que seran inalcanzables con un uso literal del lenguaje. Quien
declara Hacienda es una mquina permite que el interlocutor obtenga una serie de
implicaturas: Hacienda trabaja sin descanso, no tiene sentimientos o no se detiene ante nada;
implicaturas que difcilmente se podran comunicar de otro modo.

De nuevo, la metfora no ser un mecanismo extraordinario, sino un fenmeno


perfectamente explicable por el mismo principio que rige el comn de la comunicacin
humana: se busca la pertinencia para obtener las implicaturas oportunas. La diferencia
principal entre las metforas ms usuales del habla diaria y las ms creativas propias de la
literatura est en ser estas ltimas menos predecibles.

Las metforas ms usuales se basan en nuestra experiencia primera con la realidad


material (Lakoff y Johnson 1980). Entre estas experiencias tenemos nuestros propios
movimientos o la manipulacin de objetos. Vamos a detenernos en metforas de este tipo. Es
frecuente, por ejemplo, la metfora de comprender a los trabajadores como un objeto. Para
conseguirlo el primer paso es deshumanizarlos por medio del sintagma mercado de trabajo o
mercado laboral.

(22) El outlook de la OCDE califica de tmida la reciente reforma laboral en Espaa y


emplaza al Ejecutivo a reanudar los cambios en el mercado laboral con objetivo de
intensificar la fuerte creacin de empleo de los ltimos aos. [en Expansin Directo, 4-
V-2001]

Una vez que los trabajadores y sus derechos y deberes se convierten en un objeto (mercado
laboral) se le otorgan propiedades fsicas. Por lo general, este objeto se presenta como rgido.

(23) El reto consiste en obtener que la moneda nica -el euro- opere como una fuerza que
remueva los obstculos que an limitan la competitividad en la regin: la rigidez del
mercado laboral, el peso excesivo y la escasa eficiencia del Estado Social, la elevada
carga impositiva, el exceso de regulacin en los servicios pblicos y la reducida
capacidad de producir innovaciones en comparacin con las otras grandes reas
econmicas del mundo. [en El Mundo, 8-I-1999]

El adjetivo rgido y el sustantivo rigidez estn peyorativamente marcados en espaol. Esto se

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puede probar gracias a la locucin preposicional en aras de. El trmino de esta locucin se
comprende como axiolgicamente positivo, as se explica el contraste entre:

(24) a. Tom esta decisin en aras del bien de la sociedad.


b. #Tom esta decisin en aras del mal de la sociedad.

El mal est, evidentemente, marcado como peyorativo en nuestra cultura y, en consecuencia,


nos extraa que sea trmino de esta locucin prepositiva. Veamos lo que sucede con rigidez.
Nos extraara:

(25) a. #Tom esta decisin en aras de la rigidez de los mercados laborales.

Porque el sustantivo rigidez orienta hacia conclusiones axiolgicamente peyorativas. Lo


deseable es la flexibilidad. No nos extraara, pues:

b. Tom esta decisin en aras de la flexibilidad de los mercados laborales.

Por otra parte, la flexibilidad de un objeto no lo cambia, contina siendo el mismo. El


mercado laboral que se flexibiliza adelgaza por un sitio para crecer por otro y, en
consecuencia, no nos sentimos amenazados, de ah tambin la ventaja de denominar la
disminucin de los derechos de los trabajadores como flexibilidad del mercado laboral.

(26) a. Para el jefe del Ejecutivo, estos problemas se resolveran a travs de una mayor
flexibilidad salarial y del mercado laboral [...]. [en Expansin Directo, 10-IX-2001]
b. Nuestro objetivo [de Aznar] es la profundizacin del mercado interior en sectores
como la energa; la superacin de la fragmentacin fsica de los mercados mediante el
desarrollo de las necesarias infraestructuras; un reforzamiento de la competencia de la
Unin Europa; una mayor flexibilidad y movilidad en nuestros mercados de trabajo, y
la mejora de los niveles de formacin y educacin de los europeos para los retos que
nos aguardan. [en Actualidad Econmica, 14-XII-2001]

7. El territorio

El socilogo canadiense Erving Goffman (1971) defendi el concepto de territorio


para explicar algunos de los comportamientos de los seres humanos. Nuestro territorio
comprende el cuerpo y sus diversas prolongaciones, tales como nuestros objetos o, incluso,
nuestras conversaciones. Este fragmento de un Episodio Nacional de Galds refleja cmo
Narvez defenda su territorio corporal:

(27) Una maana estuvo aqu un diputado andaluz, que es hombre graciossimo. Fue en las
Corte pasadas. De su nombre no me acuerdo, de su cara s: alto, moreno, con patillas
de boca de jacha, dientes muy blancos, y un decir ameno, con chiste en cada frase, y
los ademanes tan sueltos y desahogados que ellos bastaran para hacer rer. Narvez se
divirti oyndole contar cosas de la tierra: aquel da ceceaba como en su mocedad. El
pobre granadino, viendo a su paisano tan gozoso y bromista, se fue del seguro y
cometi la pifia de ponerle la mano en el hombro. Sentir la mano del andaluz en su

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hombro fue para don Ramn como sentir la picadura de una vbora. Volvise, cogi
con violencia la insolente mano, y echando lumbre por los ojos, le dio un fuerte estirn
hacia abajo, diciendo: Esa mano en los calzones! Quedse el otro de una pieza. No
volvi a soltar chistes, ni don Ramn se los hubiera redo aunque a chorros los echara.
[B. Prez Galds (1902): Narvez, Madrid, Historia 16, 1995, 111]

Como acabamos de decir, el territorio de nuestra persona no se limita al cuerpo. Se incluye


tambin un espacio a nuestro alrededor. Cuando, por ejemplo, entramos en un vagn de metro
que est ocupado slo por otra persona, evitamos sentarnos a su lado; buscamos un asiento
alejado, un lugar que nos permita que no choquen nuestros dos territorios.
Pese a ello, los enfrentamientos territoriales son frecuentes. Amenazan nuestro
territorio el espectador con quien compartimos el brazo de una butaca en el cine, los libros y
apuntes de alguien que se sienta a nuestro lado en una biblioteca o las toallas de otra familia
en la playa. En pocas palabras, es normal que sintamos que, si otro ampla su territorio, se
ataca el nuestro.
Por otra parte, y simultneamente, admitimos que, si alguien ya ha ocupado un
territorio, tiene unos derechos adquiridos sobre l. Pensemos en el maletero de un vagn de
tren. Una vez que alguien coloca sus bultos es difcil movrselos. Igualmente, si un estudiante
extiende sus apuntes en la mesa de una biblioteca, nos costar que los recoja para dejar un
hueco a los nuestros o, si en la playa consentimos que nos pongan cerca otra toalla, una vez
extendida poco podremos hacer. Dos comportamientos, pues, se cruzan: defendemos nuestro
territorio, pero respetamos el territorio de los dems una vez que lo han adquirido.
Dicho esto, podemos explicarnos muchos de los usos del verbo profundizar con un
complemento argumental de lugar en donde. Como hemos visto, los seres humanos
sentimos como una amenaza la ampliacin del territorio de los dems pero respetamos el
terreno ya adquirido. En consecuencia, una forma de ampliar un espacio sin que nuestros
congneres se sientan amenazados es ir hacia abajo en nuestro propio territorio. Si un vecino
cava en su campo no nos sentiremos amenazados, si corre los muros, s. El verbo profundizar
presenta una accin que en la realidad invade un territorio ajeno como una accin que no
supera los lmites establecidos. Volvamos al mercado laboral para comprenderlo mejor. Las
reformas que disminuyen los derechos de los trabajadores se sienten como amenazadoras.
Para evitarlo, una primera solucin es referirse a una reforma del mercado laboral como algo
que ya se ha comenzado a efectuar, esto es, un territorio ya ocupado y despus presentar con
un uso metafrico del verbo profundizar que este territorio no se ampla, que slo se
desciende en l sin variar los lmites.

(28) a. El jefe del Ejecutivo cree que es necesario profundizar en la reforma laboral para
alcanzar el objetivo del pleno empleo en esta dcada, tal y como prometi durante la
pasada campaa electoral. [en El Mundo, 7-III-2001]

Otro ejemplo. Una ampliacin del Concierto Econmico del Pas Vasco se puede
comprender por los ciudadanos espaoles que no son vascos como un ataque a sus intereses,
su pensamiento es que aquello que no paguen los ciudadanos vascos lo pagar el resto. Por
ello, no extraa que la Vicelehendakari tambin profundice:

(28) b. Zenarruzabeitia destac que tambin haba transmitido a Montoro su aspiracin de


mantener, consolidar y profundizar en el Concierto Econmico, al tratarse de uno de
los pilares bsicos de nuestro autogobierno fiscal. [en Expansin Directo, 18-II-2001]

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8. Conclusin

La concepcin de la pragmtica como perspectiva tiene como piedra angular la idea de


eleccin. Desde este punto de partida la gramtica no es solo la estructura que permite
levantar el edificio de una lengua, es tambin uno de los mbitos de una lengua en los que el
hablante puede elegir entre distintas opciones para comunicar lo que desea de una manera
determinada. La eleccin de una forma lingstica u otra puede presentar unos mismos hechos
como muy distintos a los ojos de nuestro interlocutor. En estas pginas nos hemos limitado a
ver unos pocos ejemplos de un inmenso campo de estudio, tan amplio como la misma
gramtica.

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Publicado: 15 noviembre 2003

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