Cristo y Yo PDF
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Christus et Ego
(Cristo y Yo)
NO. 781
SERMN PREDICADO LA MAANA DEL DOMINGO 17 DE NOVIEMBRE, 1867
POR CHARLES HADDON SPURGEON
EN EL TABERNCULO METROPOLITANO, NEWINGTON, LONDRES.
Estoy crucificado con Cristo. Y vivo, ya no yo, sino que Cristo vive
en m Glatas 2: 19, 20. Sagrada Biblia, Biblioteca de Autores
Cristianos. (1).
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su propia muerte espiritual, del amor de Cristo por l, y del gran
sacrificio que Cristo realiz por l. El cual me am y se entreg a s
mismo por m. Esto es instructivo, pues una seal distintiva de la
religin cristiana es que hace resaltar la individualidad de la
persona. No nos hace egostas, por el contrario, nos cura de ese mal,
pero con todo y eso, manifiesta en nosotros una identidad mediante
la cual nos volvemos conscientes, de manera eminente, de nuestra
individualidad personal. En los cielos nocturnos se haba observado
desde haca mucho tiempo brillantes masas de luz; los astrnomos
las llamaron nebulosas; suponan que eran depsitos de materia
catica informe, hasta que el telescopio de Herschell las identific
como distintas estrellas. Lo que hizo el telescopio con las estrellas, la
religin de Cristo lo hace con los hombres cuando la reciben en el
corazn. Los hombres se consideran como amalgamados con la raza,
o sumergidos en la comunidad o absorbidos por la humanidad
universal; tienen una idea muy confusa acerca de sus obligaciones
independientes para con Dios y de sus relaciones personales para
con su gobierno, pero el Evangelio, cual telescopio, asla al hombre
frente a s mismo, lo hace verse como una existencia separada, y lo
obliga a meditar sobre su propio pecado, sobre su propia salvacin y
su propia condenacin personal, a menos que sea salvado por la
gracia. En el camino espacioso hay tantos viajeros que si se da un
vistazo a vuelo de pjaro, pareciera estar lleno de una vasta
muchedumbre de hombres que avanza en desorden; pero en el
camino angosto y estrecho que conduce a la vida eterna, cada viajero
es nico; atrae tu atencin; es un hombre debidamente identificado.
Teniendo que ir en contra de la corriente general de los tiempos, el
creyente es un individuo sobre el cual se posan ojos observantes. Es
un individuo distinto tanto para l mismo como para el resto de los
de su clase. Vers muy fcilmente cmo la religin de Jesucristo
hace que se destaque la individualidad de un hombre desde sus
albores; le revela su propio pecado personal y el consiguiente
peligro. T no sabes nada acerca de la conversin si crees
meramente en la depravacin humana y en la ruina humana, pero
no has sentido nunca que t eres depravado, y que t mismo ests
arruinado. Por encima de todas las calamidades generales de la raza,
habr un infortunio particular que es de tu propiedad, si es que el
Espritu Santo te ha convencido de pecado; t clamars, igual que
aquel profeta de Jerusaln de voz lastimera en los das del sitio: Ay
de m!; sentirs como si las flechas de Dios te estuvieran apuntando
principalmente a ti, y como si las maldiciones de la ley caern
seguramente sobre ti si no cayeran sobre nadie ms. Ciertamente,
querido oyente, no sabes nada acerca de la salvacin a menos que
hubieres mirado personalmente, con tus propios ojos, a Jesucristo.
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Tienes que recibir personalmente al Seor Jess en los brazos de tu
fe y en el pecho de tu amor; y, si no has confiado en el Crucificado
mientras has estado solo en contemplacin al pie de la cruz,
entonces no has credo para vida eterna.
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a la salvacin por patrocinio, excepto en el nico caso del patrocinio
del Seor Jesucristo. No encuentro a ningn ser humano colocado
en el lugar de otro, como para ser capaz de tomar la carga del pecado
de otro, o realizar el deber de alguien ms. Yo encuentro en verdad
que debemos llevar las cargas los unos de los otros con respecto a la
simpata, pero no en el sentido de la sustitucin. Cada ser humano
ha de llevar su propia carga, y ha de dar cuenta de s mismo ante
Dios. Adems, las ordenanzas de la religin cristiana nos ensean lo
mismo. Cuando un hombre es sepultado con Cristo, en tipo, por el
acto pblico del bautismo, no puede estar muerto por otro o ser
sepultado por otro, ni puede resucitar en lugar de otro. Se da el acto
personal de inmersin para manifestar nuestra muerte personal
para el mundo, nuestro personal entierro con Cristo, y nuestra
resurreccin personal con l. As tambin, en la Cena del Seor, el
acto individual de cada persona que come y bebe por s misma,
declara de manera muy manifiesta que nos presentamos como
individuos delante del Seor, nuestro Dios, en nuestro vnculo con el
Seor Jesucristo. Ahora bien, yo creo sinceramente que nada debe
estropear jams el efecto de esta verdad en nuestras mentes. Es una
verdad tan sencilla que cuando la enuncio ustedes se preguntarn tal
vez por qu la repito tan a menudo; pero sencilla como es, est
siendo olvidada constantemente. Cuntos miembros de la iglesia se
escudan tras la vigorosa accin de la comunidad entera! La iglesia va
en aumento, la iglesia abre escuelas, la iglesia edifica nuevas casas de
oracin, y entonces el miembro de la iglesia se lisonjea porque l
est haciendo algo, cuando en realidad ese preciso individuo pudiera
no haber hecho absolutamente nada mediante sus contribuciones o
sus oraciones o sus enseanzas personales. Oh, ocioso miembro de
la iglesia, yo te lo suplico, sacdete del polvo; no seas tan infame
como para apropiarte las labores de otras personas. Delante de tu
propio Seor, t te sostendrs o caers sobre tu propio servicio
individual o tu negligencia individual, y si t no produjeras ningn
fruto por ti mismo, todo el fruto de las otras ramas no te servir de
nada. Todo rbol que no da buen fruto es cortado y echado en el
fuego. Todo pmpano que en m no lleva fruto, lo quitar.
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nominal, sino que Jess se entreg a S mismo por nosotros en un
servicio y un sacrificio personales; de igual manera Jess nos enva
para que suframos y sirvamos. Est bien apoyar al ministro; est
bien pagarle al misionero citadino para que pueda dedicarle su
tiempo a esa obra necesaria, est bien ayudar a la mujer que
distribuye Biblias para que pueda ir de casa en casa, pero recuerden
que cuando todas las sociedades hayan hecho todo lo que es posible,
no pueden exonerarte de tu propio llamamiento peculiar, y sin
importar cun grandes pudieran ser tus contribuciones para ayudar
a otros a servir al Seor, no pueden liberarte, a nombre tuyo, de una
sola partcula de lo que le debes personalmente a tu Seor.
Permtanme suplicarles, hermanos y hermanas, que si se han
escudado alguna vez detrs del trabajo de otros, comparezcan en su
propio carcter, y recuerden que delante de Dios han de ser
valorados por lo que ustedes hayan sentido, lo que ustedes hayan
sabido, lo que ustedes hayan aprendido, y lo que ustedes hayan
hecho.
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tenebroso. Ah!, entonces dijo l- yo no ser apartado de ellos.
Se regres y sigui siendo un pagano sin el bautismo. Ustedes
suponen que esta locura se extingui en la era del oscurantismo!
Sobrevive y prolifera en el presente. Hemos conocido a personas que
se impresionaron con el Evangelio, quienes, no obstante, se
aferraron a las falsas esperanzas de la supersticin o del mrito
humano, y se han excusado diciendo: Mire, yo fui educado siempre
de esa manera. Piensa un hombre que porque su madre fue pobre,
o su padre fue un indigente, l mismo tiene que seguir siendo un
mendigo? Si mi progenitor fue un ciego, estoy obligado a sacarme
mis propios ojos para ser como l? No, pero si he contemplado la luz
de la verdad de Jesucristo, debo seguirla, y no he de ser desorientado
por la idea de que la supersticin hereditaria sea menos peligrosa o
errnea porque una docena de generaciones hayan sido engaadas
por ella. T tienes que presentarte delante de Dios, mi querido
amigo, con tus propios pies, y ni madre ni padre pueden tomar tu
lugar, por tanto, juzga por ti mismo; busca la vida eterna; alza tus
ojos a la cruz de Cristo personalmente, y que sea tu serio empeo
que t mismo seas capaz decir: l me am, y se entreg por m.
Todos nacemos solos; venimos a este mundo como tristes peregrinos
para recorrer un sendero que nicamente nuestros propios pies
pueden hollar. En gran medida vamos solos por el mundo, pues
todos nuestros compaeros son slo barcos que navegan a nuestro
lado, distintos barcos que llevan, cada uno de ellos, su propia
bandera. Nadie puede bucear en la profundidad de nuestros
corazones. Hay armarios en la alcoba del alma que nadie puede abrir
sino solo el propio individuo. Hemos de morir solos; los amigos
pueden rodear el lecho, pero el espritu que parte ha de alzar solo el
vuelo. No vamos a or la pisadas de miles conforme descendamos al
negro ro; seremos viajeros solitarios al adentrarnos en la tierra
ignota. Esperamos presentarnos delante del tribunal en medio de
una gran asamblea, pero todava para ser juzgados como si nadie
ms estuviese all. Si toda esa multitud es condenada, y nosotros
estamos en Cristo, seremos salvos, y si todos ellos fuesen salvados, y
somos hallados faltos, seremos desechados. Cada uno de nosotros
ser colocado solo en las balanzas. Hay un crisol para cada lingote de
oro, un horno para cada barra de plata. En la resurreccin cada
semilla recibir su propio cuerpo. Habr una individualidad en el
cuerpo que ser resucitado en aquel da de portentos, una
individualidad sumamente marcada y manifiesta. Si yo soy
condenado al final, nadie puede ser condenado por mi espritu;
ninguna alma puede entrar en las cmaras de fuego a nombre mo
para soportar por m la indecible angustia. Y, bendita esperanza, si
soy salvado, ser yo quien ver al Rey en su hermosura; mis ojos lo
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vern, y no otro en mi lugar. Los gozos del cielo no sern gozos a
travs de un sustituto, sino los disfrutes personales de aquellos que
han tenido una unin personal con Cristo. Todos ustedes saben esto,
y por tanto, yo les ruego que permitan que esa importante verdad
permanezca con ustedes. Ningn hombre cuerdo piensa que otro
puede comer por l, o beber por l, o vestirse por l, o dormir por l
o despertarse por l. Nadie est contento hoy en da con el hecho de
que alguien ms posea dinero por l, o que posea una propiedad por
l; los hombre anhelan poseer ellos mismos las riquezas; desean ser
felices personalmente, ser reconocidos personalmente; no les
importa que las buenas cosas de esta vida sean slo nominalmente
de ellos, mientras otros hombres se aprovechan de las cosas reales;
ellos desean tener un dominio real y un control de todos los bienes
temporales. Oh, no hagamos el papel de tontos con las cosas eternas,
sino que hemos de desear tener un inters personal en Cristo, y
luego aspiremos a darle a l, que lo merece tanto, nuestro servicio
personal, entregando espritu, alma y cuerpo a Su causa.
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mismos, y nosotros parte de l: se trata del primer Adn, en su
estado cado; estamos cados en l, y estamos deshechos en su ruina.
Y ahora, gloria sea a Dios, como la sombra del primer hombre ha
sido suprimida de nosotros, aparece un segundo hombre, el Seor
del cielo; y a travs de nuestra senda se derrama la luz de Su gloria y
de Su excelencia, de la cual tambin, bendito sea Dios, nosotros, los
que creemos en l, no podemos escapar; en la luz de ese hombre -el
segundo Adn, la cabeza federal celestial de todo Su pueblo- en Su
luz nos regocijamos. Entrelazadas con nuestra historia y
personalidad estn la historia y la personalidad del hombre Cristo
Jess, y nosotros somos uno con l para siempre.
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pies del nio, y luego el nio resucit, del mismo modo cuando la
cruz es puesta sobre mi alma, me infunde vida, poder, calor y
consuelo. La unin con el Salvador sangrante y sufriente y la fe en el
mrito del Redentor, son cosas que reaniman el alma. Oh, que
tuviramos ms goce de esas cosas! Pablo quiso decir todava algo
ms que eso. No solamente crea en la muerte de Cristo y confiaba
en ella, sino que efectivamente senta en su persona su poder, el cual
generaba la crucifixin de su vieja naturaleza corrupta. Si te concibes
como un hombre ejecutado, de inmediato percibes que siendo
ejecutado por la ley, la ley no tiene ningn reclamo adicional sobre
ti; t resuelves, adems, que habiendo probado una vez la maldicin
del pecado por la sentencia dictada sobre ti, no caers de nuevo en
esa misma ofensa, sino que a partir de ahora, siendo liberado
milagrosamente de la muerte a la que la ley te llev, vivirs en vida
nueva. Debes sentir eso si sientes debidamente. As se vea Pablo
como un criminal sobre el que la sentencia de la ley ya haba sido
cumplida. Cuando vea los placeres del pecado, deca: no puedo
disfrutarlos; estoy muerto para ellos. Una vez tuve una vida en la que
los pecados eran dulces para m, pero he sido crucificado con Cristo;
por consiguiente, como un muerto no puede tener ningn deleite en
los goces que una vez fueron deleites para l, tampoco puedo tenerlo
yo. Cuando Pablo miraba las cosas carnales del mundo, deca:
Antes permita que estas cosas reinaran sobre m. Qu comer?
Qu beber? Y con qu me vestir? Estas constituan una trinidad
de preguntas de suprema importancia; ahora no tienen ninguna
importancia porque estoy muerto para esas cosas; yo echo sobre
Dios mi preocupacin con respecto a ellas; no son mi vida; estoy
crucificado para ellas. Sea cual sea la pasin, el motivo, el designio
que pudieran venir a nuestra mente, que no sea la cruz de Cristo,
deberamos exclamar: Lejos est de m gloriarme en alguna de estas
cosas; yo soy un hombre muerto. Vamos, mundo, con toda tu
brujera; vamos, placer, con todos tus encantos; vamos, riqueza, con
todas tus tentaciones; vamos, todos ustedes tentadores que han
seducido a tantos; qu pueden hacer con un hombre crucificado?
Cmo pueden tentar a uno que est muerto para ustedes? Ahora
bien, es un bendito estado mental cuando un hombre puede sentir
que por haber recibido a Cristo l es como alguien que est
completamente muerto para este mundo. Ni entrega su fortaleza a
sus propsitos, ni su alma a sus costumbres, ni su juicio a sus
mximas, ni su corazn a sus afectos, pues es un hombre crucificado
a travs de Jesucristo; el mundo ha sido crucificado para l, y l para
el mundo. Eso es lo que quiso decir el apstol.
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Noten a continuacin otro punto de contacto. Pablo dice: Sin
embargo vivo, pero luego se corrige a s mismo: y ya no vivo yo,
mas vive Cristo en m. Miren ustedes el lado muerto de un
creyente: est sordo, y mudo, y ciego, y sin sentimiento en cuanto al
mundo pecador, y no obstante, agrega: Sin embargo vivo. Explica
cul es su vida: su vida es producida en l en virtud de que Cristo
est en l y l est en Cristo. Jess es la fuente de la vida del
cristiano. La savia de la vid vive incluso en los ms minsculos
zarcillos. No importa cun diminuto pueda ser el nervio, el experto
en anatoma te dir que la vida cerebral palpita en la extremidad
ms distante. Lo mismo sucede en cada cristiano; aunque el
cristiano pudiera ser insignificante, y poseyese poca gracia, con todo,
si es verdaderamente un creyente, Jess vive en l. La vida que
mantiene en existencia su fe, su esperanza y su amor proviene de
Jesucristo, y nicamente de l. Nosotros cesaramos de ser santos
vivientes si no recibiramos diariamente una gracia proveniente de
nuestra Cabeza del pacto. Como la fuerza de nuestra vida viene del
Hijo de Dios, entonces l es el gobernador y el poder motriz en
nuestro interior. Cmo puede ser cristiano alguien que es
gobernado por cualquiera que no sea Cristo? Si llamas a Cristo
Maestro y Seor, tienes que ser Su siervo; tampoco puedes rendir
obediencia a ningn poder rival, pues nadie puede servir a dos
Seores. Tiene que haber un espritu rector en el corazn, y a menos
que Jesucristo sea para nosotros ese espritu rector, no somos salvos
del todo. La vida del cristiano es una vida que brota de Cristo, y es
controlada por Su voluntad.
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lucha contigo mismo, y te agarra por la garganta y amenaza con
destruir tu egosmo pecaminoso; un espritu noble que pone su pie
sobre el cuello de la codicia, un espritu valeroso que arroja al suelo a
tu orgullo, un espritu activo y ferviente que quema tu holgazanera?
No has sentido nunca esto? Ciertamente nosotros que vivimos para
Dios sentimos la vida de Dios en nuestro interior y deseamos ser
sometidos cada vez ms al espritu dominante de Cristo, para que
nuestra humanidad pueda ser un palacio para el Bienamado. Ese es
otro punto de contacto.
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guiados por la luz de sus propias linternas, y que haban perdido pie.
O los gritos y los alaridos de hombres al momento de caerse de esa
horrenda escalera; pero yo tena rdenes de seguir adelante, y segu
directamente hacia adelante, resuelto a ser obediente aun si el
camino descendiera hasta el ms profundo infierno. Pronto la
horrenda escalera lleg a un fin, y encontr una slida roca debajo
de mis pies, y camin de frente sobre una calzada elevada con una
balaustrada a ambos lados. Entend que esto era la experiencia que
haba acumulado, que ahora poda guiarme y ayudarme, y yo me
apoy sobre esa balaustrada y segu caminando confiadamente hasta
que, en un instante, mi calzada elevada concluy y mis pies se
hundieron en el cieno, y en cuanto a mis otros consuelos, los
buscaba a tientas, pero se haban esfumado, pues todava deba
saber que tena que seguir dependiendo de mi invisible Amigo y el
camino sera siempre de tal manera que ninguna experiencia podra
sustituir mi dependencia de Dios. Siguiendo adelante me sum en un
cieno y en una inmundicia con un humo sofocante y un olor como de
humedad de muerte, pues era el camino, y se me haba ordenado que
lo recorriera. Nuevamente la senda cambi, aunque todo era todava
medianoche; la senda suba, y segua subiendo, y subiendo, y
subiendo, sin nada en ella donde pudiera apoyarme; ascend
desfalleciente innumerables escalones, ninguno de los cuales era
visible, aunque el simple pensamiento de su altura podra hacer que
el cerebro vacilara. De pronto en mi senda irrumpi la luz -cuando
despert de mi ensueo- y vindolo desde lo alto, vi que todo era
seguro, pero que era un camino tal que si lo hubiese visto, no habra
podido recorrerlo jams. Slo en la oscuridad hubiera podido
realizar mi misteriosa travesa; slo con una confianza infantil en el
Seor. El Seor nos gua si estamos dispuestos a hacer simplemente
lo que l nos pida. Apyense en l, entonces. He pintado un pobre
cuadro, pero aun as es uno que, si se dan cuenta, es grandioso para
ser contemplado.
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libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron formadas, sin
faltar una de ellas. Creyente, sujeta la preciosa verdad que Cristo te
am eternamente; el todo glorioso Hijo de Dios te eligi, y se
despos contigo, para que pudieras ser Su esposa a lo largo de la
eternidad. Tenemos aqu una bendita unin en verdad.
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no puede entenderla. La conoce, pero siente que resolver todos sus
enigmas es una tarea imposible. Muerto, pero vivo; crucificado con
Cristo, y no obstante, al mismo tiempo resucitado con Cristo en una
vida nueva! No esperes que el mundo te entienda, cristiano, pues no
entendi a tu Seor. Cuando tus acciones son tergiversadas y tus
motivos son ridiculizados, no te sorprendas. Si fuerais del mundo,
el mundo amara lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo
os eleg del mundo, por eso el mundo os aborrece. Si pertenecieras
a la aldea, los perros no te ladraran. Si los hombres pudieran leerte,
no se sorprenderan; es debido a que ests escrito en una lengua
celestial que los hombres no pueden comprenderte y piensan que no
vales nada. Tu vida es nueva; tu vida es extraa.
Es claro, tambin, que la nueva vida que Cristo nos trae es una vida
de abnegacin, pues agrega y vivo, ya no yo. La humildad mental
es parte y porcin de la piedad. l que puede recibir el
reconocimiento para s mismo no conoce el espritu de nuestra santa
fe. Cuando el creyente ora mejor dice: Sin embargo, no yo, sino el
Espritu de Dios intercedi en m. Si ha ganado almas para Cristo,
dice: No yo; fue el Evangelio; el Seor Jess obr poderosamente
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en m. No a nosotros, oh Jehov, no a nosotros, sino a tu nombre
da gloria. La humillacin de s mismo es el espritu innato del hijo
de Dios verdaderamente nacido de nuevo.
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tan excelentes soldados como aquellos que se retiran al campamento
por miedo a ser derrotados. Qu servicio pueden prestar esos
soldados en la batalla o esas personas en la guerra de la vida? Cristo
no vino para que nos hiciramos monjes; l vino para que nos
hiciramos hombres. l se propuso que aprendiramos cmo vivir
en la carne. No debemos renunciar al trabajo ni a la sociedad, ni
renunciar a la vida en ningn recto sentido. Lo que ahora vivo en la
carne, dice el apstol. Mrenlo ocupado haciendo tiendas. Cmo!
Un apstol haciendo tiendas? Qu opinaran ustedes, hermanos, si
el Arzobispo de Canterbury cosiera para ganarse el sustento? Es un
oficio demasiado humilde para un obispo del estado, ciertamente,
pero no demasiado humilde para Pablo. No creo que el apstol haya
sido jams ms apostlico que cuando recoga ramas secas. Cuando
Pablo y sus acompaantes naufragaron en Melita, el apstol era de
mayor servicio que todo el snodo pan-anglicano con sus sotanas de
seda, pues l se puso a trabajar como las otras personas para recoger
combustible para el fuego, pues quera calentarse como los dems, y
entonces asumi su parte de la tarea. De igual manera ustedes y yo
debemos tomar nuestro turno en la rueda. No debemos pensar en
mantenernos alejados de nuestros semejantes como si nos
degradramos por mezclarnos con ellos. La sal de la tierra debe ser
bien untada en los alimentos, y de igual manera el cristiano debe
mezclarse con sus semejantes, buscando su bien para la edificacin.
Somos hombres, y hacemos todo lo que los hombres puedan hacer
legtimamente; dondequiera que puedan ir ellos, nosotros podemos
ir. Nuestra religin no nos hace ni ms ni menos humanos, aunque
nos coloca en la familia de Dios. Con todo, la vida cristiana es una
vida de fe. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de
Dios. La fe no es una pieza de repostera que ha de ser colocada
sobre las mesitas de la sala, o un vestido que ha de ser usado los
domingos; es un principio de trabajo, que ha de ser usado en el
establo y en el campo, en el taller y en la casa de cambio; es una
gracia para el ama de casa y el siervo; es para la Cmara de los
Comunes y para el taller ms pobre. Lo que ahora vivo en la carne,
lo vivo en la fe. Yo quisiera que el zapatero creyente remiende
zapatos religiosamente, y que el sastre confeccione trajes por fe, y yo
quisiera que todo cristiano comprara y vendiera por fe. Cualesquiera
que fueran sus oficios, la fe debe ser incorporada en sus
llamamientos cotidianos, y esa es nicamente la fe viva y verdadera
que pasar la prueba prctica. No han de detenerse en la puerta del
taller y quitarse su abrigo y decir: Hasta luego al cristianismo hasta
que cierre el negocio de nuevo. Eso es hipocresa; pero la vida
genuina del cristiano es la vida que vivimos en la carne por la fe en
el Hijo de Dios.
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Para concluir: la vida que proviene de la personalidad amalgamada
de Cristo y el creyente es una vida de perfecto amor. l se entreg
por m. Por tanto, mi pregunta es: Qu puedo hacer por l? La
nueva vida es una vida de santa seguridad, pues, si Cristo me am,
quin podra destruirme? Es una vida de santa riqueza, pues, si
Cristo entreg Su infinita persona por m, qu puedo necesitar? Es
una vida de santo gozo, pues, si Cristo es mo, tengo un pozo de
santo gozo dentro de mi alma. Es la vida del cielo, pues, si tengo a
Cristo, tengo lo que es la esencia y el alma del cielo.
El ttulo de este sermn est en latn y hemos querido respetar eso. Ego en latn significa
simplemente yo.
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