Fullan. La Escuela Que Queremos
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41-70.
MUCHAS INICIATIVAS DE DESARROLLO DEL PERSONAL DOCENTE ADOPTAN LA FORMA DE ALGO QUE SE
HACE A LOS MAESTROS, NO CON ELLOS NI, MENOS AN, POR ELLOS.
Dado que este desarrollo del personal es en gran parte de naturaleza fragmentaria,
precipitado en su implementacin e impuesto de arriba abajo, slo alcanza a una fraccin de los
docentes. Pasa por alto que los docentes tienen diferentes necesidades segn sus aos de
parcial, no como a un docente total. No alcanzan a entender cmo crecen y cambian los docentes.
En los modelos de desarrollo del personal que hemos descripto, se invirtieron muchos esfuerzos
en mejorar las habilidades tcnicas de los docentes a travs de iniciativas de capacitacin entre
pares y programas de manejo del aula. Pero en el afn de generar el cambio y la mejora, se
omitieron otros cuatro aspectos del educador total; por eso la enseanza y el cambio han sido
IV. La cultura de la docencia; las relaciones laborales del docente con sus colegas
Trataremos los primeros tres aspectos en este captulo. El cuarto componente -la cultura de la
docencia- tiene mucha relacin con la escuela total, tema del captulo 3. Advertimos al lector que
las ideas vertidas en los captulos 2 y 3 deben ser consideradas juntas. Sera errneo derivar
una serie de cosas que usted puede aprender. Si bien las habilidades y tcnicas son importantes, la
docencia es mucho ms que eso. Su naturaleza compleja se suele reducir demasiado a menudo a
una cuestin de habilidad y tcnica, a cosas que se pueden envasar, dictar en cursos y aprender
fcilmente. La docencia no es slo cuestin de tcnica. Tambin es algo moral. Hay dos sentidos en
En primer lugar, los maestros se cuentan entre las influencias ms importantes en la vida y el
desarrollo de muchos nios. Desempean un papel clave en la formacin de las generaciones del
contacto cada vez menor que muchos hijos tienen hoy con padres de carne y hueso presentes
con regularidad, el papel moral y la importancia del maestro de nuestros das quiz sean mayores
especificidad de las acciones y los juicios caractersticos de los profesionales. Como seala Schon
inevitable.
Los docentes, como los arquitectos, los planificadores urbanos o los psicoterapeutas se ven
sin cesar obligados a adoptar pequeas e innumerables decisiones prcticas, cotidianas, que son
de gran importancia para sus clientes y sus colegas. Para esas decisiones, son pocas o no existen
las reglas de aplicacin que se puedan enunciar claramente en un manual y trasladar de manera
sistemtica de una situacin a otra. Enfrentar a un alumno o evitar el enfrentamiento. Dejar que
el nio prosiga solo su actividad de descubrimiento o intervenir y dirigirlo. Tomar decisiones sobre
disciplina, gobierno de la clase, imparcialidad, libertad del nio versus necesidad de intervencin y
apoyo del docente: todo esto concreta una compleja trama de juicios morales, sociales, filosficos
y psicolgicos. Pero tambin hay juicios que es preciso concebir y comunicar segundo a segundo
en el complejo desorden del aula. Lo que en buena parte define al profesionalismo del maestro es
liderazgo, la administracin y el desarrollo profesional con respeto, para respaldar a los docentes
confiando en su capacidad de formular juicios autorizados en el aula con los alumnos, puesto que
los conocen mejor. En cambio, los enfoques que procuran regimentar y regular las acciones de los
proceso y los productos del aprendizaje, socavan el profesionalismo de los maestros y los principios
ticos en los cuales se fundamenta. Como la docencia es una profesin tica, tiene sentido para
aquellos que la ejercen. Hay cosas que los docentes valoran, que pretenden lograr con su labor.
Tambin hay cosas que desprecian, que a su juicio no surtirn efecto o que realmente les parecen
perjudiciales para los nios a su cargo. Las intenciones de los maestros los motivan a hacer lo que
hacen. Lamentablemente, los reformadores y los agentes de cambio suelen pasar por alto esas
valoraciones. No prestan atencin a las intenciones del maestro. Las tratan como si fueran
irrelevantes o no existieran.
El cambio incluye los valores y las intenciones que se asocian con lo que va a ser cambiado. Ser
beneficioso o perjudicial? Es realista o poco prctico? Estas son preguntas importantes para los
docentes, y sus opiniones merecen ser escuchadas. Si no se los escucha ni se invita a hacerlo, es
natural que los docentes se sientan frustrados y desalentados. En el estudio sobre el tiempo de
filosofar. No oa nada con sentido prctico. Y me agrada ver que la filosofa y la prctica vayan juntas
como me agrada poner a prueba algunas de las ideas; por eso, si tengo dudas, quiero poder
preguntar; y no es eso lo que consigo ... , En otro caso: Haba una gran cantidad de dudas, pero
ellos se limitaban a hacernos tragar todo. Desconocer o tratar desconsideradamente las intenciones
de los docentes puede generar resistencia y resentimiento. Pero cuando los docentes muestran este
tipo de reacciones y exponen dudas razonables acerca de lo que se les pide que cambien, demasiado
o temor a trabajar con otros. Los problemas del cambio llegan a ser considerados como problemas
del docente. Los problemas fundamentales de voluntad se interpretan como meros problemas de
habilidad tcnica. No estamos diciendo que la intencin del maestro sea sacrosanta. En realidad, la
intencionalidad de muchos docentes es vaga, desatinada, negligente o escasamente desarrollada.
Los docentes rara vez enfrentan e intentan aclarar y desarrollar su intencionalidad en forma sea
individual sea colectiva. En las condiciones de aislamiento de los docentes, muchos pueden perder
Por lo tanto, la cuestin clave es descubrir el mejor modo de valorar, considerar y desarrollar
una intencionalidad ms firme y clara en la docencia. Aqu se presenta otro dilema. Por un lado,
necesitamos que los docentes se cuestionen sus propias prcticas y permanezcan abiertos a las
nuevas ideas y a los modos potencialmente mejores de hacer las cosas. Por otro lado,
necesitamos respetar el conocimiento y las ideas que los docentes ya tienen, y confiar en ese
conocimiento y en esas ideas, o corremos el riesgo de pasar por alto las prcticas valiosas
existentes, y alejar as a los docentes. Podemos utilizar el famoso modelo de desarrollo del
personal de Joyce y Showers (1988) para ilustrar ambos aspectos del problema. Joyce y Showers
Han hecho considerables progresos en la introduccin de nuevas prcticas para los docentes.
Ahora creemos que la angustia es un sndrome natural que surge de dos fuentes: la primera,
pblicos, y la segunda, el tener que desestimar las razones por las cuales no se podra mejorar
(Joyce et al., 1989, pg. 23). Est bien. En algunos docentes la angustia es atribuible a esos factores.
Y los docentes necesitan considerar nuevos mtodos de enseanza que, comparados con los que
ellos aplican, prometan ser ms eficaces. Pero tambin, por la aplicacin normal de las polticas de
desarrollo del personal y de capacitacin en servicio, se ven bombardeados por un gran nmero de
innovaciones pedaggicas, todas las cuales afirman tener bases slidas. As, adems de la
angustia directamente causada por el temor a quedar en evidencia, muchos docentes tienen dudas
y desacuerdos muy razonables sobre la validez de lo que les piden que hagan, su pertinencia para
lo que ahora hacen, y su relacin con la serie de modelos que ven entrar y salir. Las nuevas
habilidades son prcticas y deseables? Surtirn efecto en mi aula? Cmo se relacionan con otras
alternativas? Lo que importa no es slo si el modelo particular es vlido o no, sino cmo se conecta con
Nos preocupan las propuestas de mejora que se reducen a implementar uno o ms modelos
educativos sin conceder igual importancia a las creencias iniciales de los docentes sobre la
comienzo, como el sistema est sobrecargado de alternativas, tanto los administradores como los
docentes son vulnerables a las soluciones ad hoc y al consejo experto. El primer requisito es que
los profesionales lleguen a ser consumidores crticos de las innovaciones externas, no porque los
promotores de la innovacin sean siempre sospechosos (aunque algunos lo son), sino porque la
variedad de opciones debe estar relacionada e integrada con el contexto y con su propia
una certeza exagerada a su base de saber (Robertson, 1991). El segundo requisito es que los
saber prctico de los docentes y construir sobre esa base. Un ejemplo que integra de ese modo la
Anders (1990) para introducir en el pensamiento y las prcticas de los docentes acerca de la
examinar sus propios juicios empricos y de valor sobre lo que venan haciendo en comparacin con
las premisas que se inferan de la investigacin. Aqu, el anlisis del conocimiento a portado por la
investigacin modifica la prctica de los maestros, mientras el anlisis del saber prctico de los
cabo en una sola direccin, de la investigacin a la docencia. Es un respetuoso proceso de doble va.
introduccin de bonificaciones por mrito para los maestros sobresalientes han sido dos
como mtodos para motivar a los maestros de grado. Pero estas innovaciones se basan en
supuestos falsos sobre lo que motiva a muchos maestros de grado, en particular en los primeros
aos.
La promocin slo atrae a algunos y se puede ofrecer a unos pocos. Las bonificaciones por
mrito apelan a la bsqueda de una ganancia personal, que no es una prioridad elevada para
muchos maestros primarios ms all de cierto nivel mnimo. Ninguna de estas motivaciones
concierne a los estmulos principales para la mayora de los maestros: la calidad del trabajo y la del
remuneracin, el prestigio o la promocin, sino en lo que Lortie (1975) llam las compensaciones
por los nios. Los maestros entrevistados en el estudio sobre el tiempo de preparacin hablaron
mucho del placer que significa estar con los nios. Se refirieron al inmenso placer de escuchar a
un nio leer su primera palabra o frase. Un maestro coment que cuando los nios reciban alegres
un nuevo proyecto, esa era su propia compensacin. Muchos se desvivan por expresar que
haban sido crticos sobre ciertas maneras de asignar o utilizar el tiempo de preparacin, pero no
queran que el entrevistador pensara que no les gustaba ensear. La docencia les proporcionaba
una inmensa satisfaccin, dijeron. Para algunos, era una tarea maravillosa. Aunque las presiones
y limitaciones burocrticas parecan abrumadoras, eran los nios y el hecho de estar con ellos lo
que mantena motivados a esos maestros. Muchos cuestionaron el valor de las reuniones, del
Estas compensaciones psquicas de la enseanza son importantes. Son decisivas para mantener un
formativo, donde las acciones responden a la vocacin de formar y educar a los otros, ya estar en
relacin con ellos. La tica del cuidado formativo es comn en extremo entre las mujeres,
pero no es exclusiva de ellas, dice Gilligan. Desde luego, las mujeres son mayora en el magisterio
indica esto para el cambio impulsado por las autoridades administrativas? Por un lado, parece que
la autoridad administrativa, cuando invita a la colaboracin entre colegas, suele invocar menos
una tica del cuidado formativo que, al contrario, una tica de la responsabilidad. Las obligaciones
de la enseanza. Se pone el acento en la eficacia. Pero si los maestros primarios temen que su
clase con sus alumnos, quiz se deba prestar ms atencin a darles seguridades de que esa
planificacin los apoya probadamente en su papel formativo y pedaggico. Ms aun, puede ser
que de la responsabilidad, uno de los principios centrales que sustentan la colaboracin entre los
colegas. Los maestros primarios deberan ser persuadidos de palabra y obra de que los cuidados
formativos que tienen para brindar y recibir en la comunidad escolar no se reducen a los nios.
La tica del cuidado formativo tiene consecuencias aun ms interesantes para un segundo
maestros primarios dentro de la jornada escolar. En los ltimos aos, los representantes de la
tiempo de preparacin del maestro en las escuelas primarias. El estudio sobre el tiempo de
preparacin revel que los maestros estaban satisfechos con los beneficios ya conseguidos. Pero
ambivalentes acerca del efecto que tendra ese tiempo adicional sobre la coherencia del programa
genuinamente desgarrados entre sus compromisos y sus anhelos. Sin duda que podran
aprovechar un tiempo ms extenso, dijeron. Pero tambin se preocuparon por las consecuencias
negativas que tendra ese tiempo extra fuera del aula para la enseanza y el flujo de la clase,
como ellos lo llamaron. Como expres un maestro: Creo haber enseado cuando no haba ningn
tiempo de preparacin, y estoy muy agradecido por tenerlo ahora. Me parece difcil. .. podra decir
"S, puedo aprovechar ms". Pero debes tener en cuenta que cuanto ms tiempo ests fuera del
aula ... ellos tendrn ms docentes diferentes. Y precisamente ahora hay tres en mi clase. Esto es
demasiado para los nios? Es demasiado para el maestro de grado tratar de seguir con atencin a
todas esas otras personas? Me pregunto qu sucedera si pasara mucho tiempo afuera y sintiera
que pierdo algo con los nios. Y, sin embargo, seguramente podra aprovechar el tiempo. Estas
respuestas no constituyen un argumento para poner fin a las extensiones del tiempo de
preparacin. Pero plantean dudas sobre la conveniencia de que esas extensiones se hagan a costa
del tiempo de aula. Casi todos los maestros que entrevistamos parecan suponer que este sera el
caso. As, las propuestas para extender el tiempo de preparacin parecan poner en riesgo su
inters en el cuidado formativo, sus recompensas psquicas. Tenemos que vigilar muy
disminuyan lo que muchos docentes valoran ms: el tiempo y la oportunidad para cuidar a sus
Lo que decimos es que se deben abrir posibilidades para que los maestros examinen sus
intenciones y sus prcticas, y las comparen con las intenciones y prcticas de otros (y de la
investigacin) de un modo que aumente en lugar de disminuir las recompensas psquicas .y del
cuidado formativo que ellos reciben en su aula. Una manera de resolver este problema es trabajar
mucha ms atencin a la intencin del docente. Deber: dar voz a las intenciones del docente;
voz del docente; crear oportunidades para que los maestros enfrenten las suposiciones y
creencias que fundamentan sus prcticas; mostrar disposicin a escuchar y aprender lo que los
maestros tienen para decir acerca del cambio; evitar crear una cultura de dependencia entre
docentes por sobrestimar la veracidad de las investigaciones publicadas y subestimar el
conocimiento prctico de los docentes; evitar las modas en la forma de una implementacin
administrativamente exentos de crtica; facultar a los maestros y sus escuelas para recuperar una
responsabilidad sustancial en la toma de decisiones importantes para el curriculum (el rea clave
que discuta y desarrolle sus intenciones en conjunto, con tiempo, de modo de desarrollar un
sentido comn de misin en sus escuelas. No proponemos pasar de una situacin donde no se
educativas, ni los propios docentes tienen el monopolio del saber. Pero el saber de los docentes se
suele subestimar marcadamente comparado con el de los otros dos grupos. Conviene hacer mucho
ms para permitir y alentar activamente el dilogo crtico de estos grupos en el proceso de cambio.
Esto acaso disminuya el ritmo del cambio, pero quiz genere cambios ms eficaces, con los cuales
Los docentes, ya lo hemos dicho, son ms que un mero cmulo de saber, habilidad y tcnica. Hay
ms cosas para desarrollar como maestro que aprender nuevas habilidades y conductas. Como a
veces dicen los docentes a sus alumnos, ellos no salen de un armario a las 8:30 de la maana para
volver a l a las 4:00 de la tarde. Los docentes tambin son personas. Usted no puede comprender al
docente ni a su quehacer sin entender lo que l es como persona (Goodson, 1991). Y usted no puede
cambiar al docente de una manera radical sin modificar a la persona que es. Esto quiere decir que el
slo por hbito. La docencia est ligada con su vida, su biografa, con el tipo de persona que cada
uno ha llegado a ser. Hay muchos factores importantes en la formacin de un maestro. Entre ellos,
los perodos en los cuales los docentes se educan e ingresan a la profesin, los sistemas de valores y
las tendencias educativas dominantes que coinciden con esos perodos (por ejemplo, comparemos
en este sentido las dcadas de 1960 y de 1980). Tambin importan la etapa de la vida y de la carrera
en que se encuentra el docente, y el efecto que esto tiene sobre su confianza en su propia capacidad
educativa, su sentido del realismo y sus actitudes hacia el cambio. El sexo del maestro es otro factor;
en particular, la manera de ensear y trabajar de los hombres y las mujeres en general se suele ligar
con estilos de vida e intereses muy diferentes. Esta visin del docente como persona trae
consecuencias decisivas para nuestra concepcin del cambio, del desarrollo profesional y de las
relaciones laborales entre el docente y sus colegas. Necesitamos atender a dos de estas
consecuencias: los juicios errneos que solemos formular sobre la competencia, el compromiso y la
capacidad de nuestros colegas, y las expectativas excesivas y no realistas que a veces tenemos sobre
nuestros colegas en lo que concierne a su trabajo en las escuelas y su compromiso con el cambio. En
primer lugar, en la enseanza como en la vida estamos ms dispuestos a juzgar a aquellos que
fracasan que a aquellos que triunfan. Cuando los maestros son nuevos en la profesin, la
incompetencia se puede perdonar o al menos tolerar. Despus de todo, estn aprendiendo ahora
mismo. Los maestros experimentados que deberan haber madurado con sus aos al frente de la
temporaria, rara vez se perdona. Casi todos los lectores de esta monografa habrn conocido al
menos a un maestro en la mitad de su carrera, cuya competencia y compromiso hayan sido puestos
en duda entre sus colegas. Tenemos un glosario de expresiones grficas para esos maestros:
realmente no explican las dificultades de esos maestros. Los descalifican. o son expresiones que
inviten a la accin ni que sugieran soluciones. Son calificativos que legitiman la inaccin, que indican
arraigado en su personalidad. Por lo tanto, poco se puede hacer para tratar de cambiarlo. No se
puede hacer mucho con los malos maestros, especialmente los veteranos, salvo esperar a que
renuncien, se jubilen o se mueran! Con que slo consiguiera algunos nuevos docentes o espere
hasta que mis nuevos docentes lleguen: estas son las respuestas usuales de los directores a este
autmatas de cincuenta y cinco aos cuando tenan treinta y cinco o veinticinco? Entonces
tambin marcaban el paso? Eran tan cnicos? No habrn sido alguna vez tan perspicaces e
idealistas como son hoy muchos de sus colegas ms jvenes? y si lo fueron, qu sucedi despus?
Por qu cambiaron? Alguna vez se ha preguntado cmo podra ser una de esas personas, se ha
preguntado lo que hay detrs de la mscara de ese hombre o de esa mujer? Desde luego, algunos
del proceso de envejecimiento en el ciclo de vida del docente es instructivo. Una de las fases del
ciclo que ella describe ocurre entre los cuarenta y cincuenta o cincuenta y cinco aos: Durante
esta fase llega a ser evidente si el esfuerzo -iniciado a los veinte o treinta aos- de consolidar una
carrera profesional, una familia y una identidad ha sido exitoso o no; y suele incluir una
reevaluacin, donde el individuo se plantea qu ha hecho de su vida (Sikes, 1985, pg. 52) Aqu es
cuando puede nacer la desilusin. Tambin es una poca, sobre todo hacia los ltimos aos, de
repentina declinacin de la capacidad fsica, que pone a prueba el estado de nimo y el entusiasmo.
Como expres uno de los maestros entrevistados por Sikes: Los chicos tienen siempre la misma
edad y poco a poco te vuelves cada vez ms viejo ... y por desdicha tambin, la capacidad de ellos
para la vida, sus energas siguen siendo las mismas, mientras las tuyas disminuyen. La desilusin y
docente. Pero no hay nada inevitable o natural en esto. En gran parte depende de las experiencias
concretas que los docentes hayan tenido, de cmo los hayan tratado sus escuelas. Hasta cierto
repetidamente recibimos de otros. Los desilusionados son en parte producto de su propia condicin
mortal. Pero tambin lo son de la administracin de sus escuelas -que es responsable de la calidad
de las experiencias y del trato que esos maestros reciben durante aos-o Los fosilizados no
surgen por generacin espontnea; ms bien son el producto de un medio infrtil, desnutrido. En
este sentido, las escuelas acaban teniendo el personal docente que merecen. Huberman (1988,
1991) ha hecho investigaciones que muestran reveladoramente el problema particular de los ciclos
Suiza acerca de la manera en que su carrera influa sobre sus actitudes hacia la innovacin y la
enseanza. Descubri que la mayora de los docentes en sus etapas media y final de la carrera
difcilmente tomaban la innovacin con entusiasmo, y era improbable que introdujeran cambios
desencantados, como Huberman los llama, eran profundamente escpticos acerca del cambio.
Haban predicho (con exactitud) el fracaso de las anteriores innovaciones, en ese momento se
haban negado a participar en ellas y no haban cambiado su actitud. O haban esperado mucho de
ellas slo para sentirse traicionados y estafados cuando las innovaciones fracasaron y los
innovadores mismos siguieron avanzando en busca de ms y mayores glorias. Otros docentes --que
Huberman llama orientados a lo positivos>> no fueron tan despreciativos, pero a pesar de eso
fueron moderados en sus reacciones y entusiasmos. En esta etapa de su carrera, las innovaciones
actuales no eran las primeras que conocan. Haban visto ir y venir muchas innovaciones. La
experiencia pasada les haba dado una buena razn para ser cautelosos. A su edad y etapa en la
carrera, tambin se sentan evidentemente mortales. Los hombres descubran en esta ltima fase
lo mismo que las mujeres haban advertido antes. Reconocan la importancia de establecer un
equilibrio entre la vida personal y la vida profesional, de reservarse un tiempo para contemplar el
jardn, para oler las rosas. Estos individuos orientados a lo positivo no desdeaban la innovacin
ni se oponan a ella. Pero respondan con cautela y selectividad. Ellos no apostaran todo a eso.
No abandonaran las prcticas educativas en las que se haban formado con competencia y
seguridad durante dcadas. Pero aplicaron de hecho en su prctica los conocimientos que
en mejoras programadas en sus propias aulas. Bajo las condiciones apropiadas, introdujeron
mejoras en lo que hacan. Como observa Huberman, la mayora de las estrategias para el desarrollo
docente no se inspiran en esta fuente de innovacin ni la toman como base. La edad, la etapa de la
carrera, las experiencias de vida y los factores de gnero constituyen a la persona total. Todos estos
factores afectan el inters de las personas y su reaccin a la innovacin as como su motivacin para
buscar mejoras. Cuando introducimos nuevos mtodos de enseanza, a menudo pasamos por alto
estas diferencias y tratamos a los docentes como si fueran un grupo homogneo. En ese caso
maestros en los cuales muchos directores ansiosos cifran sus esperanzas para la mejora futura. Los
directores llevan esperando desde hace mucho tiempo esta transfusin de sangre nueva en el
sistema. Tambin es evidente que se insina un grave e inesperado peligro: el de aislar y alejar al
personal docente actual de los maestros ms maduros que pueden no recibir con el mismo
entusiasmo y energa que sus colegas jvenes los nuevos mtodos y criterios promovidos por sus
directores y juntas escolares. Estos docentes merecen nuestra comprensin y respeto en un sistema
en el que deberamos ser cautelosos en dar demasiada importancia a propuestas de enseanza muy
particulares, como aprendizaje cooperativo o lenguaje total, a expensas de todas las otras
propuestas que las han precedido. Sin esa comprensin es probable que muchos maestros se
En el otro extremo del espectro, la falta de reconocimiento de las necesidades y los aportes
especiales de los maestros principiantes tambin puede tener un efecto desastroso y duradero
sobre su motivacin y su confianza para llegar a ser buenos maestros y buenos colegas.
Los tutores no slo estn para apoyar a sus protegidos sino tambin para aprender de ellos. La
enseanza es difcil por s misma. Aun el ms ducho necesita ayuda. Con su formacin reciente, sus
docentes nuevos tendrn mucho para dar a los maestros experimentados. Tambin debemos tener
suele presentar bajo una falsa luz la vida personal, los intereses y antecedentes de los maestros
concierne a las expectativas que tenemos respecto del cambio y del compromiso. La enseanza es
muy importante. Pero la escuela no es lo nico en la vida. Hay que hacer lugar tambin a los dems
docente cada vez ms en la vida escolar, y comprometerlo con el cambio, no deberamos descuidar
los otros requerimientos legtimos de su tiempo y compromiso, que en el largo plazo los harn
mejores personas y por lo tanto mejores educadores. Surgen aqu importantes connotaciones
respecto del gnero. Vimos en el trabajo de Huberman (1988) y de Krupp (1989) que la experiencia
de las mujeres contribuye mucho a entender y cuestionar el modo en que los hombres se
relacionan con su carrera en los sistemas escolares. Se indican los beneficios y ventajas personales
que podran obtener los hombres de su menor concentracin en los progresos de la carrera y, en
consecuencia, su participacin mayor en las tareas domsticas y la crianza de los hijos, en favor de
las esposas que trabajan en la docencia y en otros campos (Acker, 1989). En gran parte el acento,
cuando se ha querido dar solucin a las desigualdades de los gneros en la docencia, se ha puesto
en alentar a las mujeres a postularse para cargos superiores, con la creacin de cupos de promocin,
etc. Estas son formas tiles y apropiadas de accin. Pero su objetivo es bsicamente poner la carrera
anlisis de la experiencia de las maestras es que el desarrollo individual de todos los docentes,
hombres y mujeres, puede ser mejor atendido si cuestionamos y revisamos nuestras normas en las
escuelas y los sistemas educativos sobre lo que constituye un compromiso apropiado para un
escolar, dadas las diferentes circunstancias personales. El compromiso con la mejora sostenida es
conviene desconfiar en particular de los modelos de desarrollo del docente que interpretan ese
desarrollo en trminos de simples jerarquas donde hay progresos implcitos desde el pecado en los
ms bajos niveles hasta la gracia en los ms altos. Estas jerarquas, si bien parecen ser
Leithwood (1990, pg. 75) de desarrollo docente que describe el nivel 6, el nivel ms elevado de
desarrollo profesional, que incluye a los docentes que participan en una amplia gama de decisiones
educativas en todos los niveles. Algunos crticos podran decir que este es un precepto de
perfeccin para cualquier maestro. Pero nuestra propia crtica no se limita a afirmar que esa
expectativa es ilusoriamente elevada. Porque nos parece que se lo presenta como un modelo de
buen desarrollo que acaso contiene una carga valorativa, y que es involuntariamente
discriminatorio en edad y gnero, y desfavorece a los docentes a los que les gusta el trabajo en el
aula y se desinteresan del progreso como est estatuido en la carrera. El modelo de Leithwood
calificar como profesionalmente desarrollados a los maestros que elijan esta conducta. Es un
modelo que admite un solo camino hacia la excelencia, cuando en realidad hay muchos.
Ms adelante veremos que todo docente debe trabajar por la mejora fuera de su aula, pero no
Por eso debemos luchar por una ampliacin de la expectativa, por el reconocimiento de que
derrotismo sino como un ejercicio realista que abandone la bsqueda de un cambio rpido y total
por un cambio ms modesto en sus alcances pero ms amplio y duradero en sus efectos. En otras
palabras, es improbable tener xito con reformas universales y programas rgidos que
desconozcan los aspectos ms amplios de la vida y la carrera del docente, y que no traten al
En resumidas cuentas, qu hemos aprendido de este anlisis del docente como persona? que
las conductas pedaggicas no son meras habilidades tcnicas para aprender, sino conductas que
tienen su raz en la persona que es el maestro; que entre los muchos factores que determinan la
persona y el docente que el docente llega a ser, uno de los ms importantes es el trato que reciba
de sus escuelas y directores; que las escuelas a menudo tienen los docentes que se merecen.
Maestros menospreciados, relegados y olvidados llegan a ser malos maestros. Curiosamente, ese
trato tambin hace que al incompetente lo dejen tranquilo; que necesitamos valorar y requerir ms
a nuestros docentes. Hay algo apreciable en casi todo maestro. Debemos hallarlo, reconocerlo y
premiarlo; que valorar a los colegas supone ms que ser solcito y emptico. Incluye extender lo
valorado. Las innovaciones basadas en la moda, los puntos de vista estrechos acerca de la
excelencia, los caballitos de batalla sobre el lenguaje total o el aprendizaje cooperativo que
presumen la existencia de una sola buena manera de ensear, dividen a los que estn al tanto y a
los que no lo estn, y producen el alejamiento y la incompetencia de los excluidos; que si no todo
camino conduce a la excelencia, hay muchos caminos posibles. Son diversos los caminos que llevan
general en la toma de decisiones no constituye el ms alto nivel de desarrollo profesional para todos
los docentes. En muchos casos, mantener un equilibrio entre su vida laboral y su vida personal, y
concentrarse en expandir su repertorio de aula en lugar de andar buscando la innovacin por toda la
escuela es una forma no menos vlida de desarrollo profesional; que el compromiso total con el
cambio en la escuela es una meta poco realista para muchos docentes -por ejemplo, para muchos
que estn en la etapa final de la carrera- Los intentos modestos pero insistentes de ampliar los
repertorios didcticos y mejorar la prctica en asociacin con los colegas pueden ser un objetivo
maana. El cambio exige paciencia y humildad de las autoridades. Sostenemos que reconocer la
intencin del maestro y comprenderlo y valorarlo como persona son los elementos vitales que
sustentan cualquier estrategia de desarrollo del personal y de mejora escolar. Es una de las
claves para desencadenar la motivacin y ayudar a los docentes a enfrentar lo que significa ser un
docente.
flujos. Es algo que debe ocurrir en el mundo complejo y atareado de su aula. Un consultor o un
formador de docentes pueden dar una clase sobresaliente, pero al maestro le toca emular esa clase
hora tras hora, da tras da, semana tras semana. Un video sobre un trabajo en grupo cooperativo
con computadoras puede mostrar excelencia en las estrategias de enseanza, pero es el maestro el
que tiene que hacer que esa actividad grupal se desenvuelva de algn modo junto con las otras
necesario buscarlo con ms circunspeccin, mirando las exigencias del mundo real y del contexto de
la enseanza.
Para comprender la manera en que los docentes ensean es importante entender estas
docente: el modo en que este se desarrolla para adecuarse al medio, y en que podemos y debemos
Hay tres aspectos del contexto de la enseanza que son particularmente importantes. En primer
trmino, algunos de los aspectos de ese contexto varan. La enseanza no es siempre igual. Hay
diferentes enfoques para ensear o manejar el aula que son apropiados en diferentes situaciones,
como lo descubrieron para su sorpresa muchos docentes de la escuela media cuando se hicieron
titular (Hargreaves, en preparacin). Muchos docentes en esta situacin descubrieron que las
estrategias de manejo del aula que siempre haban considerado eficaces con sus alumnos
adolescentes no lo eran tanto con el primer grado y el segundo grado. Por primera vez en muchos
enseanza que no surta efecto. Tuvieron que aprender estrategias de manejo novedosas para estas
situaciones nuevas. Esto nos recuerda que las estrategias de enseanza no se pueden estandarizar.
considerar los variados contextos de la enseanza puede conducir a propuestas de mejora idealistas
y simplistas -y luego a la desilusin y la decepcin cuando fracasan-o Creer que el xito que han
escuela es una suposicin falsa y peligrosa. Por ejemplo, la existencia de modelos ejemplares de
trabajo en equipo en algunas escuelas no significa que las reglas de esa modalidad de trabajo se
puedan establecer tan fcilmente en otras. De hecho, el anlisis de las investigaciones existentes
en este campo indica que el trabajo en equipo suele prosperar en los ambientes de clase media
donde los recursos son superiores; los ambientes laborales, ms propicios; el personal es ms
reconocimiento realista de que el desafo del trabajo en equipo en las escuelas de clase obrera
tender a ser diferente y quiz mayor que en esos casos ejemplares de buena prctica que se
la mayora de los maestros les interesa la excelencia en el aula, la motivacin de sus alumnos,
hacer del aprendizaje un proceso activo y divertido. Los educadores totales no son educadores
perfectos. A los maestros tambin les interesa conservar su salud y controlar su estrs. Les
interesa no agotarse y darse un respiro para recuperarse, por ejemplo, asignando a los alumnos
tareas en sus bancos u otras actividades de rutina. La mayora de los maestros reconocen la
Si bien estos aspectos parecen obvios, en determinados casos los directores y otras
autoridades no los ven. Si entra inesperadamente en una clase, es fcil para un director ver con
desaprobacin al docente que hace dictado o toma una prueba de ortografa o pide ejercicios de
copia. Pero es una observacin hecha fuera de contexto, que juzga al maestro en comparacin
con modelos ideales de enseanza y no con lo que es viable en el contexto donde l trabaja. Lo
viable puede contemplar la salud del maestro o su nivel de energa, su necesidad de ponerse al da
con las notas de los alumnos u otra tarea administrativa, de resolver tensiones que persisten desde
otros factores que no estn a la vista pueden ser los responsables de prcticas en apariencia
deficientes. Desde luego, si casi toda la enseanza de un maestro se caracteriza por una prctica
deficiente, las autoridades harn bien en preocuparse. Pero no deberamos juzgar la enseanza sin
antes comprender el contexto en el que se aplica. Un tercer aspecto del contexto de enseanza es
idntico para casi todos los docentes. Son caractersticas contextuales que fijan lmites muy
definidos a lo que pueden hacer los maestros y a las posibilidades reales de innovacin. Muchas de
estas realidades, como el aislamiento del aula, estn firmemente institucionalizadas. Tienen
profundas races histricas. Pero, mientras parezcan datos, no surgir el afn de corregirlas. En
efecto, como sugiere Sarason (1982), cuestionar los aparentes datos de la escuela es una de las
actividades ms importantes que podemos emprender como preludio a un cambio. Las cosas
podran ser de otra manera. Analicemos algunos de estos datos aparentes que influyen en lo que
hacen los maestros. Seleccionaremos slo unos pocos. El tamao de la clase es un factor obvio, pero,
contrariamente a la creencia popular, es marginal, y reducir el tamao de una clase en dos o tres
alumnos, que no deja de ser costoso, no conduce a una ganancia decisiva en el rendimiento
estudiantil. Slo se observan verdaderas mejoras cuando se llega aproximadamente a una cantidad
de quince alumnos o menos. Pero estas reducciones simplemente no tienen viabilidad econmica. N
cooperativo, acuerdos creativos para el trabajo en equipo, maestros que cubren las clases de un
colega, y disposiciones semejantes. El tiempo es otro recurso importante con el cual se puede
facilitar o bloquear la innovacin. Pequeos incrementos en el tiempo que los maestros dedican a
trabajar en equipo fuera de clase y dentro de la jornada escolar pueden hacer un buen aporte a los
esfuerzos de mejora (Fullan, 1991). El tiempo para planificar con colegas, para observar la clase de
Los incrementos en el tiempo de preparacin estipulado han contribuido sin duda a desarrollar
tiempo del maestro para otras actividades cubriendo ocasionalmente las clases de esos docentes.
Si tal hacen, demuestran tambin su compromiso con la actividad de la cual relevan a los maestros.
Otro factor que puede limitar las posibilidades de mejora es el currculum. Una de las
As establecemos una base administrativa para asignar uno y otra a diferentes reas de
responsabilidad. Los administradores y consultores de las juntas escolares son los responsables de
tarea misma de ensear. En Ontario, este imperio administrativo sobre el currculum se remonta a
la fundacin de sistemas de
escuelas pblicas en el Alto Canad, cuando los funcionarios de las juntas escolares posean
poderes sustanciales para su determinacin (Fullan, Connelly y Watson, 1990). Esta tradicin,
races. Nos parece que existen buenas razones para cuestionarla. Nuestra principal razn es que los
enseanza. En un estudio sobre doce escuelas secundarias del nivel inferior de los Estados Unidos,
Tye (1985) descubri que los docentes estaban sumamente preocupados por cubrir el programa de
conceptuales eran de inters apenas moderado. Quizs ello explicara que en nuestra muestra un
tema potencialmente tan interesante figuraba entre los menos apreciados por los alumnos de esas
escuelas (Tye, 1985, pg. 141). En un estudio reciente, realizado tambin en los Estados Unidos,
Ashton y Webb (1986) mostraron que docentes con menor sentido de su eficiencia y menos
conviccin en su capacidad de tener efectos positivos sobre los alumnos de menor rendimiento
estaban ms preocupados por cubrir el material prescripto que otros, con un sentido ms alto de
su eficiencia. Los docentes con menor sentido de su eficiencia adems conseguan menores notas
en habilidades bsicas entre sus alumnos. Los sentimientos de impotencia, que contribuyen a
disminuir el sentido de eficiencia de los docentes, a menudo nacen en sistemas donde ellos tienen
escaso control sobre lo que ensean. Desde luego, los maestros ms creativos y dinmicos siempre
encontrarn maneras de resistir los lineamientos curriculares y adaptarlos a sus propsitos. Pero la
realidad para la
mayor parte de los maestros es que no lo hacen. Para ellos, los lineamientos detallados no son un
Los lineamientos curriculares impuestos adems afectan las relaciones del docente con sus
colegas. El objetivo de la cooperacin ms estrecha entre ellos puede ser desbaratado por un
currculum que les parezca definido demasiado estrictamente, tanto que resta posibilidades a su
lmites importantes al trabajo de equipos docentes. Dar ms responsabilidad a los maestros y a las
escuelas en el desarrollo del currculum puede ser uno de los requisitos ms importantes para
que puede llegar a ser una falacia educativa. Ha llegado el momento de volverlos a reunir.
pedaggicos que es posible lograr y en los objetivos de mejora que razonablemente se pueden fijar.
Muchos intentos de mejorar la enseanza se han basado en las teoras psicolgicas del aprendizaje,
que no tienen muy en cuenta los contextos sociales donde ocurren el aprendizaje y la enseanza. El
precio de ignorar de este modo el contexto de la enseanza es el idealismo que fracasa en los
esfuerzos de mejora, la culpa y la frustracin entre docentes que no pueden responder a los
estndares que se les han fijado, la crtica a los que no logran hacer los cambios que se esperan de
grandes y radicales en favor de la mejora. Sizer (1984, pg. 184) nos ofrece una reflexin en este
sentido en su relato Horace's Compromise [El compromiso de Horacio]. Nos muestra una imagen de
un contexto de la enseanza muy comn y no del todo afn a la mejora: La enseanza a menudo
carece de un sentido de pertenencia, la conviccin entre los maestros que trabajan juntos de que
contratada no posee nada, se le dice lo que debe hacer y ocupa una posicin inferior en la
empresa. Los maestros suelen ser tratados como mano de obra contratada. Por eso no sorprende
intenciones y en la persona del maestro, al mismo tiempo que sensibilice a los maestros para las
expectativas y las nuevas ideas en un medio ms amplio? Los diferentes tipos de contexto, el
liderazgo y las relaciones laborales se deben tener en cuenta si se quiere asegurar una mejora
sostenida. El contexto que hace falta aqu, nos parece, debe incluir una cultura particular de la
enseanza, un conjunto particular de relaciones laborales del docente con sus colegas, que los
las metas comunes. Creemos que es ms probable que los educadores totales surjan, se desarrollen
experiencia de todos sus docentes en una bsqueda comn de mejora. Cmo debera ser esta
comunidad y cmo se podra desarrollar son los temas de los dos prximos captulos.