ODoherty Brian Dentro Del Cubo Blanco PDF
ODoherty Brian Dentro Del Cubo Blanco PDF
ODoherty Brian Dentro Del Cubo Blanco PDF
O del t6xtd:
gri. O'Doherty
O de l. trduccitn:
Lr P.te Spicer, r6/ir.d! por Fcmando VillaverG V Msrte Morles
Dis.o:
Afterim.go
ISBN: 9z&44689&Ze?
Dcp5ito hgat iu12o7.2or r
lmpriml g-O-R.M.
ndice
Agradecmiento
39 z l Mhada y el Espectador
Otra fbula - Cinco lienzosen blanco- Pintura, plano pictrico, objetos - Elcubismo
V el col/age -. El espaco - El Espectador - La "li?de - El Merzbeude Schwtters -
Las performances de Schwitters - -
Hppnings V mbientes Kienholz, Segal,
- -
Kaprow Hanson, De Andre La Mird, el Espectador v el minmalismo -
Paradojas de la experiencia - El arte conceptualy el body ert
L
4. L gsleds como gesto
;
i Le vide de Yves Klein - Le p/e,n de Arman - Las almohadas flotantes de Warhol-
I La galerfa sellada de Buren - La galerla cerrada d Betry -
White Sight de Les
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Levne - El museo envuelo de Chrsto
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qrflogo
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f 0''lntroduccin
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vi*a Artforum,Bnan O'Doher analza ese nu6/o intes por el contexto en el arte
del siglo <. El autor in\estga, qizs por primera vez, cmo el contexto de la galerla.
moderna, ta controladq afecta al objeto artfsticq cmo afecta al sujeto espectador
V en un momento decisiro para la modemidad, cmo danora el objeto mismo hasta
conrertirse en 1.
Thomas McEvilley
Nueva York, t986
Una escena recurrente en las pellculas de ciencia ficcin es aquella que muestra
a la Tierra alejndose de la nave espacial hasta convertirse en un horizonte, en un
baln de playa, en una naranja, en una pelota de goll en una estrella. Con los cambios
de escala, las respuestas se deslizan desde lo particular hacia lo general. Al individuo
lo sustituye la especie humana y nosotros somos unos peieles de esa misma especie,
un bpedo mortal o una maraa de blpedos extendida all abajo como si se tratase
de una alfombra. Desde una determinada altura, las personas por lo general parecen
buenas. La distancia vertical propicia semejante generosidad, una virtud moral que,
en cambiq no parece tener la horizontalidad. Es posible que as flguras, ahora tan
lejanas, estn acercndose y pensemos anticipadamente en lo imprevisible que
ser el encuentro entre ellas. La vida es horzontal, estrctamente una cosa detrs
de otra, una cnta transportadora que nos arrastra poco a poco hacia el horizonte.
Pero la historia, la visin desde la nave espacial que se aleja, es algo diferente. Al
cambiar la escala se superponen capas temporales v a travs de ellas, proyectamos
perspectvas con las que recuperar y corregir el pasado. Es lgico que el arte quede
enredado en semejante proceso. Su historia, leda a travs del tiempo, se confunde
con el panorama que tenemos ante nuestros ojos: un testigo presto a modificar su
declaracn a la ms mfnima provocacin perceptiva. La historia y la mirada libran
una dura batalla en el centro de esa constante que denominamos tradicin.
su interior y a la perfeccin del detalle que se aprecia al observarlas desde muy -que suele parecer un tema* equvocado- ntroducen la idea de que hay que en-
cerca. Para el artista el marco del cuadro de caballete es un contenedor psicolgico, contrar algo barriendo la obra con la mirada. Esta aceleracin temporal hace que
en la msma medida en que para el espectador lo es la sala en la que lo contempla. el marco ya no sea una zona absoluta, sino ambigua. Desde el momento en que sa-
La perspectiva ubica todos los elementos de cuadro conforme a un espacio cnico bemos que un fragmento de paisaje representa la decisin de excluir todo lo que
ante el cual el marco funciona como una cuadrfcula que refleja los cortes entre el hay a su alrededo tomamos certa conscencia del espacio que se encuentra fuera
primer plano, el plano medio y la distancia que los separa. As entramos con segu- del cuadro. El marco se convierte entonces en un parntesis y se hace inevitable
ridad en el cuadrq o nos movemos sin esfuerzo por su interor atendendo a su to- separar los cuadros en la pared, como si hubiera una fuerza magntica que les m-
nalidad y color. Cuanto mayor es la ilusin, tanto ms se nos invta a contemplarlo. pidiera permanecer.juntos. Todo ello se ve acentuado adems-y en gran parte ns-
La mirada se desliga de nuestro cuerpo anclado en el suelo y, como un susttuto pirado- por la nueva ciencia, o el nuevo arte, que se dedica a escindir el asunto de
en minatura, se proyecta hacia el interior del cuadro para habitarlo y expermentar su contexto: la fotograffa.
las formas en que se articula el espacio. Determinar los bordes en una fotografa es una decisin fundamental, ya que com-
Para que este proceso se pueda dar, la estabilidad del marco resulta tan necesaria ponei o descompone, lo que hay a su a lrededor. Encuadrar, edta( recortar -establecer
como la botella de oxgeno para un buceador. La seguridad con que se trazan sus l- lfmites-, acabaron siendo las acciones esenciales de la composicin. No obstante,
mtes define por completo la experiencia que sucede en su interior. Esta conslderacin no lo eran tanto al principio, pues parte del trabajo lo hacfa la tradicin de las con-
de los bordes del cuadro como un lmite absoluto fue incontestable en la pintura de venciones pictricas: soportes internos en forma de rboles y montfculos hbil
caballete hasta el siglo xtx. Allf donde recorta o elide contenido, lo hace de tal manera mente colocados. Las mejores fotografas de los prmeros tiempos reinterpretan
que refuerza los bordes. Gracias a esta combinacin clsica de perspectiva y marco el borde sin la ayuda de esas convenciones pictricas. En vez de alinear conscien-
Beaux-Arts,los cuadros podlan colgarse como sardinas. Nada indicaba que el espacio temente el asunto respecto al llmite, rebajan la tensin sobre l dejando que el
interior del mismo tuviera una continuidad con el espacio que lo circundaba. asunto se componga por sf solo. Quizs esto sea una ca-
Esta idea va surgiendo solo espordicamente a lo largo de los siglos xvlt y xtx a racterlstca del sigloxtx: secentrabaenel temaynoen * A to targo del tibro et autor I
medida que la atmsfera y el color le comen terreno a Ia perspectiva. El paisaje genera sus bordes. Las cosas tenan unos lfmites declarados v' se referencia al concepto sublect
se ha traducido por asunto, ten
motivo dependiendo del cont(
lN. del E.l
de que ese camPo lo amPliamos al extenderlo Por los lados, no entrando ms a tural del borde en un momento en el que este siente la presin de un espacio
fondo en l como, conforme a las leyes de la Perspectiva, hubiese dictado el siglo pctrco cada vez ms plano. Esas dos tensiones acerca del borde, en cierto modo
xtx. Hasta los estudiosos de un siglo y de otro tienen un sentido claramente dis- opuestas, anuncian la definicin del cuadro como un objeto autosuficente -el con-
tintodel bordeylaprofundidad,deloslfmitesysudefinicin La fotografla apren- tenedor de una realidad ilusoria se convierte ahora en la propia realidad- que nos
di enseguida a prescindir de los marcos pesados y a montar sus copias en un conduce drectamente hacia algunas excitantes cumbres de la esttca.
cartn, s bien estaba permitido ponerle un marco a ese cartn y dejar a su alre- Suele afirmarse que el carcter plano y objetual del cuadro tuvo su primera for-
dedor un intervalo neutro. En sus inicios, la fotografla reconoci el borde pero lo mulacin oficial en una clebre aflrmacin que Maurice Denis hizo en t8go, segn
despoj de su retrica, suaviz su Poder absoluto convirtindolo en una zona Y no la cual un cuadro antes de ser un contenido es, sobre todo, una superficie cubierta
en et apoyo que llegara a ser ms tarde. De una forma u otra, el borde como con- por lfneas y colores. Esta es una de esas obviedades que, dependiendo del Zeitgeist,
vencin slida que enceTTaba el asunto se habfa vuelto frgil' o suenan brillantes o suenan bastante estpidas. Hoy, habiendo vsto el punto final
Muchos de estos aspectos son aplicables al impresionismo, uno de cuyos grandes al que puede conducirnos la ausencia de metfora, de estructura, de ilusin y de
temas fue el borde como rbitro de lo que quedaba dentro y de Io que se descartaba' contenido, puede parecer que no dice nada. En algunos momentos, ese plano pic-
Pero esa idea se combinaba con una fuerza mucho ms imPortante, el principio del trico -el revestmiento cada vez ms delgado de la integridad moderna- parece
impulso decisivo que acabarfa por modificar la idea de cuadro, la forma en que el que va a ser vctima de Woody Allen V en efecto, ha provocado no pocas ironlas y
cuadro se colgaba y, en tiltima instancia, el espacio de la galera: el mto de la obra comentariosjocosos. De ese modo se ignora, sin embargo, que el poderoso mto
t
en hilera como bungalows caros. La pinlu? color field, que inevitablemente nos viene
a la cabeza, es el movimento ms imperialista a la hora de exigir un espacio vital f/e-
i
L y de derecha a izquierda, la ubicacin de cada enchufe, el ocano de espacio que
bensraum). Los cuadros se suceden con la seguridad de las columnas de un templo
i. haba en medio. Luego serigrafi todos esos datos en un lienzo un poco ms pe-
clsico. Cada uno de ellos requiere de un espacio propio lo bastante grande como para
que surta todo su efecto antes de que tome el relevo la obra siguiente. De lo contrariq
h queo que la pared y lo colg en ella. Al cu brir la pared con una imagen de sl misma,
}L se obtenfa una obra de arte situada exactamente en el lugar en el que la superficie,
todos los cuadros formarfan un solo campo perceptivq un conjunto pictrico unvoco,
el fresco y la pared haban entablado dilogos fundamentales para la modernidad.
en menoscabo de a unicidad a la que aspira cada uno de ellos. Los montajes de pntura
De hecho, esa historia era el tema de aquellos cuadros, un tema que se expresaba
color field deberbn verse como uno de los destinos teleolgicos de la tradicin mo-
con un ingenio y una conviccin que normalmente estn ausentes de las explica-
derna. Hay algo esplndidamente lujoso en la forma en que los cuadros v la galera se
ciones que ponemos por escrito. Para mf al menos, aquella exposicin tuvo un
ubican en un contexto que est completamente aprobado por Ia sociedad. Somos
curioso efecto secundario: cuando se quitaron los cuadros, la pared se convirti
conscientes de que asistimos al triunfo de un producto muy serio y adems no reali-
en una especie de fresco ready-made y, de ese modo, transform todas las expo-
zado en serie, como la presentacin de un Rolls Royce que empezara siendo una cha-
siciones que se montaron all a partir de entonces.
tarra cubista en un desguace.
Qu podemos comentar al respecto? Ya exste un comentario: el que se hizo
en una exposicin de William Anastasi en la galera neoyorquina Dwan en 1965.
Anastasi fotografi la galerla vacfa, anot las medidas de la pared, de arriba abajo
rda asume, equilibra, sopesa, discierne, percibe.... Pero como todo purasangre, ritmo del conjunto. Luego llega un da en que me doy cuenta de que tengo un ca-
ene sus limitaciones..,A veces no logra percibir. ..,. No siem pre predecible, se sabe dver entre las manos, reliquias de un movimiento artstico que ya est Pasado de
dcadas para que llegara el qnero del envronment Cortesa de Leo CastelliGal
tico (un taburete, una mesa), en parte escultura y
'fa de Robert R. McElroy N ueva \
t R. McElroY VAGA, o ambiente, y la idea del espectador lnmerso no era en pa rte a rquitectura. Al recubrir con un collage lo Fotografla de Martha Holr
'ork,
20to todavfa algo consciente. Todos reconocfan la inva- expresionista/dadasta de la obra, la historia de la
sin del espacio y el autor, como dijo Werner esttica se literaliz y se convirti en un registro arqueolgico. El constructivismo
Schmalenbach, uiba siendo progresivamente desposedo. A pesar de que Schwitters no clarificaba la estructura, que sigui siendo, como dice Schmalenbach, un es-
la mencionaba, no se reconoca la energa que alimentaba esa invasin, por lo que pacio irracional". El espacio y el artista -tendemos a pensar en ellos de manera
si la obra se reg fa por algrl n tipo de principio orga nizador era por el mythos de una conjunta- ntercambiaban identidades y mscaras. Generalmente, cuando las iden-
ciudad. La ciudad proporcionaba materiaes, modelos de procedimiento y una pri- tidades del autor se exteriorizan en su cscara/cueva/habitacin, las paredes se
mtiva esttica de la yuxtaposicin; una congruencia forzada por la combinacin abalanzan sobre 1, y acaba revoloteando por un espacio que se encoge como una
de dstintas necesidades e intenciones. La ciudad es el contexto indispensable del pieza de un collage mvil.
col/age y del espacio expostvo. Para autentficarse, el arte moderno necesita del ruido Haba en el Merzbau algo de melancola involutiva y de confusn. Sus conceptos
deI trfico que viene del exterior. tenlan una especie de chifladura que algunos visitantes reconocan al comentar su
El Merzbau era una obra mucho ms dura y siniestra de lo que parece en las fo- falta de excentricidad. Sus numerosas dialctcas -entre el dad y el constructivismq
tografas que tenemos. Surgi del estudio del artista -esto es, de un espacio, de la estructura y la experienca, lo orgnico y lo arqueolgico, Ia ciudad en el exteror
unos materiales, de un artista y de un proceso-, pero se extendi despus en el es- y el espacio en el interior- giraban en torno a una sola idea'.la transformacin. Kate
pacio (por las plantas superior e inferior) y en el tiempo (a lo largo de unos trece Steintz, la persona que mejor comprendi el Merzbau, se j en una cueva en la
aos). Aunque lo parezca en las fotografas, no podemos recordarla como una obra que se expona con solemnidad una botella de orina, de modo que los rayos de luz
esttica. Enmarcada as por metros y por aos, era una construccin mutante, poli- que caan sobre ella convertfan el l(uido en oro,. El carcter sacramental de la trans-
fnica, dotada de mltiples contenidos, funciones y conceptos del espacio y del arte. formacin est profundamente vinculado al idealismo romntico; en su fase expre.
Contenla en relicarios recuerdos de amigos como Gabo, Arp, l.4ondrian y Richter. sionsta se pone a prueba realizando operaciones de rescate entre los materiales y
Envircnme
arte, pues ya la galera vacla es en s misma art conjunto de convenciones completamente distintas t96
e The Pace GallerY Cortesfa de Smolln Galler
-k mangu y de ese modo lo preserva. El Merzbau de de las que rigen la actuacin en un escenario teatral.
Nueva Yr
Schwitters quzs sea el primer ejemplo de galera Las lecturas pblicas de Schwitters transgredan
:mo sala de transformacin desde la que el mundo puede ser colonizado por la las convenciones de la vida normal como hablar o dar una conferencia. La manera
lirada convertida. en la que su figura, elegantemente vestida, enmarcaba sus palabras deba de resultar
La carrera de Schwitters nos ofrece otro ejemplo de un espacio ntimo definido desconcertante, como si el cajero del banco tras habernos pagado un cheque nos pa-
cr el aura de su inventor. Durante su estancia en un campo de nternamiento para sara un papelito diciendo: uEsto es un atraco. En una carta a Raoul Hausmann,
udadanos de los pases enemigos, en la isla britnica de Man, realiz un espacio Schwitters contaba su visita al grupo de Van Doesburg en tg23 tg24:
;tal debajo de una mesa. Crear un lugar personal
en un campo de refugiados es un
:cho animal, absurdo y dignificado. Visto retrospectivamente, aquel espacio que Doesburg lev un programa dadasta muy bueno len a Haya] en el que deca que el
igual queel Merzbau solo podemos recordar- revela lafirmeza conque Schwitters dadasta hara algo inesperado. En ese momento me puse en pie en medio del pblico
rrzaba una funcin recproca entre el arte y la vida, mediado, en este caso, por el y lanc un ladrido bien fuerte. Algunas personas se desmavaron y hubo que llevarlas
rero hecho de vivir. Como las piezas lvlerz, las trivialidades de la ocupacin de ese afuera, luego los peridicos dijeron que Dad sigoificaba ladrar lnmedatamente nos
;pacio bajo la mesa, tapado por los pies que se mueven a su alrededo4 acaban trans- propusieron actuaciones en Haarlem y Amsterdam. En Haarlem se agotaron las en-
,rmndose, al vivir all da tras da, en un ritual.
Podrfamos decir hoy que se trataba tradas, y allf me puse en un sitio muy visible y todos esperaban que lanzara un ladrido.
r parte de una performance en una protogalera autocreada? Doesburg anunci de nuevo que yo iba a hacer algo inesperado. Esta vez me son la
En el Merzbau de Schwitters, al igual que en otros coilages cubistas, se ve una nariz. Los peridicos dijeron que no ladr y que solo me son la nariz. En Amsterdam
tra suelta -Braque deca que las letras y las palabras nos proporcionan nun senti- haba tanta expectacin que hubo gete que pag precios increbles por un asiento.
iento de certeza" . El col/agees un asunto ruidoso. Una banda sonora acompaa Allni ladr ni me son la nariz. Recit la Revolucin. Una mujer no poda dejar de rer
sus palabras y a sus letras. Sin entrar en las atractivas complejidades de la letra y tuvieron que sacarla del local.
V
palabra en la modernidad, estas resultan perturbadoras. Desde el futurismo hasta
Bauhaus, las palabras recorren los distintos media y forcejean, literalmente, para Los gestos son precisos y podran interpretarse de forma breve: soy un perro, un
rlir a escena. Todos los movimientos mixtos poseen un componente teatral que dis_
estornudador, un panfleto. Como las piezas Merz, estn pegados como ln collage
Denro.lelclbobl.o aA 4, LxNriirlx!.1Lsp..urlor
aes Oldenburg Ed{ard Kienholz
edroom Ensamble IConjunto de dormtoro) Th e B e a n ery IL a c a fe t*r,ilf"",i:
stalacin ll?
63
rrtesa de la National Gallery de Canad Cortesa del Stedelijk Mr."r., A-.,"r!t"U,i
n una situacn dada (un ambiente) de la que obtienen energfa. La indeterminacin Con todo, el environment se dio en unas fechas extraamente tardas.Por qu
e ese contexto es un terreno abonado para que surian nuevas convenciones, lo que no hubo apenas nada parecido entre el cubismo y Schwitters -exceptuando las
n el teatro se suavizarla en vrtud de la convencin de ctuar. sorpresas que enseguida vendrlan de Rusia- o entre Schwitters y los ejemplos de
Los primeros happenngsse realizaron en espacios indeterminados, no teatrales, finales de los cincuenta y principios de los sesenta, aquel grupo integrado por Flu-
:mo almacenes, fbricas vacas o viejos centros comerciales. Mantenan cuida- xus, el nuevo realismo, I(aprow, l<ienholz y otros? Es posible que el surrealismo lus-
osamente las dstancas entre el teatro de vanguardia y el col/age. Conceban al trativo, al mantener la ilusin dentro del cuadro, evitara las consecuencias de esa
spectador como una especie de collage en el sentido de que se desplegaba por salida del plano pictrico para entrar en el espacio real. Hubo ya, en aquellos mo-
rdo el interior, con la atencin dividida entre varias acciones simultneas, con los mentos, importantes indicios y gestos que concebfan la galerfa como una unidad
-'ntidos desorganizados y redistribuidos Por una l9ica que se transgreda con- (por ejemplo en t925, cuando Lissitzky dise en Hannover un espacio expositivo
enzudamente. No se hablaba mucho en la mayor parte de los happenlngs, si modernoal m ismo tem po q ue Schwitters esta ba tra baja ndo en su Merzbau).Pero,
ien, al igual que la ciudad de la que obtenfan sus contenidos, estaban literalmente salvo algunas dudosas excepciones (quizs los sacos de carbn y la cuerda de Du-
lagados de palabras. Words [Palabras] era de hecho el titulo de un environment champ), esas iniciativas no surgieron del collage. El collage y el assemb/age am-
r el que en tg6t Allan Kaprow encerraba a los espectadores: Words ponfa en cir- biental se autoclarifican al aceptar el tableau como un gnero. Con los tableaux
Jlacin nombres (personas) que hablan sido invitados a contribuir con palabras (Segal, l(ienholz), el espacio ilusionista del cuadro tradiconal se actualiza en el es-
;critas en papeles que se ponan en las paredes y en paneles. El collage parece pacio cerrado de la galera. La pasin por llegar a actualizar hasta la ilusin es una
-'ner un deseo latente de cerrarse sobre s mismo; hay algo uterino en ello. marca -un estigma incluso- del arte de los aos sesenta. Con el tableau, la galera
. OnrDdet chobtc s2
53 L ilE.l y e trpdrrdor
en que el plano pictrco invade el espaco real,
aberto ya, como una caja de Pandora, por el co-
/iage. Estas dos direcciones -o tradiciones como las
llam el crtico Gene Swenson- compiten entre s
en mutuos reproches. La Mirada contemPla Por en-
cima del hombro al Espectador y este pensa que
la Mirada ha perdido todo contacto con la vida real.
La relacin entre ambos recuerda a una comedia
de Oscar Wilde: una Mirada sn cuerpo Y un cuerPo
casi sin Mirada suelen ignorarse mutuamente.Aun
asf, mantienen una especie de dilogo indirecto
que ninguno quiere reconocer. Y en el perfodo ms
reciente de la modernidad se reencuentran con el
fin de renovar su incapacdad para entenderse. Tras Duane H
Man wth hand
el ltimo clmax -americano- de la modernidad, [Hombrc con ca
lnstel
la Mirada lleva trunfalmente el plano pictrico de
Pollock hacia la pintura color feld;y el Espectador Cortesf de O.K. Works C
Nuev
lo lleva al espaco real, donde cualquier cosa puede Fotograffa de Eric Po
Calin Jeffrey
lnstalacin
suceder.
t972 A finales de los aos sesenta Y en los setenta, la
Cortesla de O. K. Harrs Works of Art, Nueva york
Fotografla de Eric Politzer Mirada y el Espectador pactaron algunas frmulas de compromiso. Los objetos mr'-
nimal solan provocar percepciones que no eran visuales. Aunque lo que estaba
ahf presente se revelaba de inmedato a la Mirada, tenfa que ser comProbado. De
ceden no tanto de la escultura como del col/age, como algo que se realiza en el es_ lo contrario, qu sentdo tenfa la trid imensiona lidad? Se Planteaban dos tiempos
pacio exterior y que luego la galerfa converte en arte. Fuera, situadas en el diferentes: la 1.4 irada aprehend fa el objeto de una sola vez, como la pintura, y luego
contexto
adecuado, seran aceptadas como vida, es decir, no se las mirarla dos veces. Son pa_ elcuerpo haca que se moviera en torno a 1. Eso provocaba una retroalmentacn
radas ntermedas en el trayecto hacia la forma ltima del col/age,la figura viva. La entre las expectativas que se confirmaban (comprobacin) y una sensacin cor-
figura que Carlin Jeffrey present en 1972 en O.K. Harris: la escultura vviente que, poral que hasta entonces habfa sido subliminal. La Mirada Y el Espectador no se
como una pieza de collage,contaba -cuando se le peda- su historia personal. Esta fusionaron entre sf, pero cooperaron en esa coYUntura. En la Mirada, bien afinada,
figura viva como col/age nos devuelve al vestuario que dise picasso paa parade se conservaba la huella de su cuerpo abandonado en datos residuales (la sinestesia
[Desfile], gue era un cuadro cubista en movimiento. y aquf hay un buen motivo para de la gravedad, del seguimiento visual). Los dems sentidos del Espectado que
volver a ocuparnos de las dos constantes de la modernidad; la M irada y el Espectador. estaban ahf desde siempre pero en bruto, se contagiaron de algunas de las finas
A partir del cubismo analftico, la Mirada y el Espectador toman direcciones dis_ percepciones de la Mirada. Esta insta al cuerpo, convertido en un recopilador de
tintas. La Mirada se va con el cubismo sinttco en tanto en cuanto le preocupa datos, a que le proporcione informacin. En esta autopista sensorial se produce
redefinir el plano pictrico. El Espectador, como hemos visto, investiga la manera una densa circulacin en ambas direcciones: entre las sensaciones conceptualiza-
IL
'r
,, r11 , rrr l trr, lr, 57 lr \llrrr[ \ , ls r\1ri].
su mxima expresin. La alienacln V el dlstanciamlento esttico se confunden -
y no sin beneficios . Parece una situacin inestable: un Vo fracturado, los sentidos
alterados v los sustitutos ocupados en tareas de fina d iscrim inacin. Pero se trata
de un pequeo y compacto s stema que conserva m ucha estabilidad. Un sistema
que se refuerza cada vez que recurrimos a la Mirada y al Espectador.
Ahora bien, tanto la una como el otro representan a go ms que unos sentidos
huidizos y una identidad mutante. Cuando fuimos conscientes de nuestra con-
templacin de una obra de arte (cuando llegamos a contemplarnos a nosotros ',' i, ,tr . ,... . .:.:','::l
'.:.
mismos contemplndola), toda certidumbre acerca de lo que hay ah'se vio ero
sionada por las incertidumbres de proceso perceptivo. La Mirada y el Espectador
encarnan ese pToceso, un proceso que continuamente reformula las paradojas de
la conciencia. Hay, no obstante, una posibilidad de presc nd ir de estos dos sustitu-
tos v de tener una experiencia drrecta. Esa experiencia anula, claro est, la propia
conciencia que sostiene a la memoria. Asf, la Mirada y el Espectador reconocen el
deseo de tener una experiencia directa y, al mismo tiempo, reconocen que ia con-
ciencia moderna solo puede sumergirse temporalmente en ese proceso. La Mirada
y el Espectador adquieren de nuevo una dobe funcin: cuidan de nuestra con- ".,"."
i'::::*::'Jl
galeria Leo Caste l, Nueva York
ciencia y, a la vez, la subvierten. Cierto arte posmoderno se entiende exactamente
O.loseph <osuth, VEGAq Mr"i", r9"1:
asi. Sus cuotas de pToceso se ven congeladas por esos restos de memor a organi
zada; de documentacin que proporciona no la experiencia sino la prueba de e la.
Por consiguiente, e pToceso nos ofrece oportunidades tanto de e minar a la Pero lo contrario ta m bin lo es: una imagen de un hombre dentro de un espacio
Mirada y al Espectador como de instituciona izarlos, v esto es lo que ha sucedldo. que amenaza a su propia sustancia con una violencia implcita o explcita. Si e
E1 conceptualismo de lnea ms dura elimlna a a Mirada en favor de la mente. E conceptualismo elimina a la l'lirada y la convierte una vez ms en a sierva de la
pblico lee. El lenguaje est razonablemente bien equipado para examinar los mente, el body art, como el de Chr]s Burden, identifica al Espectador con el artista
conJUntos de condiciones que formulan el producto finalde arte: el significado. y a artista con el arte -una tr nidad sacramental . El castiqo del Espectador es uno
Esta investigacin tiende a ser autorreferencial (sobre el propio arte) o contextual de los temas del arte de vanguardia. Eliminar al Espectador identifrcndolo con el
(sobre las condiciones que lo sustentan). cuerpo del artista V representar sobre ese cuerpo las vicisitudes del arte V de su pro-
Una de esas condiciones es e espacio expositivo. As, en la rnsta/acin que Jo- ceso es una idea extraordinaria. De nuevo percibimos el doble movimiento. Se hace
seph l(osuth mont en le galera Castel i en t972, se da una maravil osa paradoja: posib e la experiencia, pero solo al precio de alienar a. Hay algo infinitamente pat-
las mesas, los bancos, los libros ablertos. Ya no se trata de una sa a para contem tico en a figura solitar a que se encuentra en la ga eria para probar sus lmites, ri-
p ar, sino para leer. La ceremonia de a lnformalidad es engaosa. Aquse encuen tua izando ios asaltos a su cuerpo, reuniendo una informacin escasa sobre la carne
tra el aura del estudio de Wlttgensteln tal como podriamos imaginarlo. O se de la que no puede desprenderse-
trata de un aula de coleg o? Desnudo, esencial, puritano incluso, anuLa y utiliza En esos casos extremos el aTte se convierte en la vida de la mente o en a v da del
ese especial templo de la estt ca que es la galera. Se trata de una rmagen im cuerpo, V ambas tlenen su remuneracin. La Mirada desaparece en a mente y el Es
porta nte. pectador -en un simulacro de suicidio del sustituto induce su propia eliminacin.
5.
E El contexto como contenido
Cuando todos vivfamos en casas que tenan puertas que daban a la calle -sin
telefonillos ni porteros automticos-, llamar con los nudillos presentaba an cier-
tas resonancias atvicas. Uno de los mejores pasajes de Thomas de Quincey es el
que se refiere a los golpes que se dan a la puerta en una escena de Macbeth. Son
golpes que anuncian que parntesis" -el crimen- ya ha concluido Y
"el terrible
que han vuelto los tejemanejes del mundo en el que vivimos. La literatura nos
coloca en la posicin del que llama (la seora Blake acude a la puerta porque el
seor Blake est en el cielo y no debe ser importunado) y del que recibe (la visita
que viene de Porlock saca a Coleridge de la nube del lfubla Khan).La visita ines-
perada provoca expectativa, inseguridad e incluso temor a pesar de que, por lo
general, no es nada; quizs tan solo un chiquillo que ha llamado a la puerta y ha
salido corriendo.
Si la casa es la casa de la modernidad, qu tipo de visitas cabe esperar? La pro-
pia casa levantada sobre cimientos ideales es imponente, si bien el barrio est
cambiando.Tiene una cocina dadasta, un precioso tico surrealista, un cuarto de
juegos utpico, un office para crfticos, galerfas limpias y bien iluminadas para lo
que hoy se lleva, luces votivas dedicadas a varios santos, un armario para suicidios,
enormes espacios para guardar cosas V en el stano, un albergue para indigentes
donde las historias fallidas deambulan mascullando como vagabundos. Olmos en
) puerta los estruendosos golpes del expresionista, los golpes codificados del su- Con la luz elctrica, el techo se convirti en un
-ealista, al realista llamando por la puerta de entrada de las mercancas, al dadasta jardn densamente cultivado de aparatos V la mo-
errando la pue'ta de atrs. MUV caracterstico es el golpe nico, no repetido, del dernidad, sencillamente, lo ignor. Perdi su papel
bstracto. E inconfundible es el golpe perentorio de la inevitabilidad histrica que en el conjunto de la sala. El techo georgiano. por
ace que todos los de la casa se pongan a correr de un lado para otro. ejemplo, dej caer una empalizada sobre la mol-
Normalmente, cuando estamos absortos en algo, un golpe suave hace que, por dura del cuadro v extendi los dominios del techo
J falta de pretensiones, acudamos de inmediato a la puerta no puede ser nada a modo de un cierre escalonado y elegante- La ar-
nportante . Al abrirla nos encontramos con una figura ms bien desaliada, con quitectura moderna se limit a unir la pared blanca
n rostro como el de la Sombra, pero muy bondadosa. Siempre nos sorprende ver con el techo blanco y a rebajar la tapa del espacio.
l a N4arcel Duchamp, pero ah est, dentro de la casa antes de que nos demos Pero, menuda tapa! Las mangueras de cables, los
Jenta V tras su vista nunca se queda demasiado tiempo-, la casa ya no es a focos, las cajas de conexin, los filtros y los conduc
r isma. Visit por primera vez el cubo blanco de la casa en rg3B e invent el techo tos lo convierten en el territorio de los tcnicos. Ah Mrcel Ducha
t.2oo Bags of C
;i invencin es hacernos tomar consciencia de aquello que hemos acordado o arriba sigue habiendo un lenguaje popular por des-
It.2oa sacos de carb
:r, es deci en dar por sentado-. La segunda vez, cuatro aos despus, le entreg cubrit con toda la sinceridad funcionalque certifica Vista de Ia instalacin
la Expositon I nternatonal
nuestra conciencia todas y cada una de las partculas del espacio interior, pues que su singular organizacin de cuadrculas y ma Surrelisrne IExposc
conciencia y su ausencia es la dialctica bsica de Duchamp. terial insonorizado es honesta -esto es, incons- I nterndcional del Su rrealismol, ta
o Successlon lYarcel Duchar
Eltecho pareca que estaba ms o menos a salvo de los artistas hasta que Du- ciente-. Asr es qJe nuestra conciencia, qrle se VEGAP ,1urcia, ADAGq Pals, 2
ramp se piant en l en r938. Hoy est tomado por tragaluces, lmparas de propaqa como un hongo, inventa virtudes que ellla
aa, carriles, focos. Ya no miramos mucho hacia el techo. En la historia del mirar diseador/a barato/a ignoraba que posea -la mora-
cia arriba no obtenemos una buena nota. Sin embargo, en otros tiempos haba lidad de lo popular es nuestro nuevo esnobismo-. Al techo, la nica tecnologa que
r los techos un montn de cosas que mirar Pompeya propone, entre otras cosas, se le concede es la iluminacin indirecta, que florece como los nenfares en el es-
re sean las mujeres, ms que los hombres, las que miren hacia arriba. Ei techo tanque que tenemos encima o que, desde los focos empotrados, inunda una zona
nacentista encierra en mdulos geomtricos sus figuras pintadas. Eltecho ba- del mismo con la suavidad crepuscular de un Olitski. La iluminacin indirecta es el
:co siempre nos est vendiendo algo que es distinto del propio techo, como si color field del tecl'o. Pero all arriba hay tambin un deslumbrante jardn de gestalts.
rbiera que ir ms all de la idea de cobijo. Este techo es, en realidad, un arco, En los regimientos cada vez ms frecuentes de luces empotradas que se entrecru-
ra bveda, un cielo, un torbellino que arremolina las figuras hasta que desapare- zan en un interminable ]uego perceptivo, podemos provectar la esttica de la poca
n por un orificio celestial, como si se tratase de un sublime inodoro aereo; o es del minimalismo y de la seflacin. El orden y el desorden se fusionan con elegancra
mbin un lujoso mueble hecho a mano, estampado, dorado; un lbum para el en una sola idea mientras nos movemos por debajo, Planteando la posibilidad de
cudo familiar. Eltecho rococ tiene tantos bordados como la ropa interior (sexo) una alternativa a ambos.
romo una blonda (comida). El techo georgiano paTece una alfombra blanca con Deba de provocar una sensacin extraa entrar en la Exposton lnternationale
r borde estucado que a menudo no llega al ngulo que forma con las paredes; du Surralisme IExposicin lnternacionaldel Surrealismo] que se celebr en la Ga'
ntro se encuentra el rosetn central, rehundido por la sombra, del que cuelga lerie Beaux-Arts en r938, y ver a la mayora de aquellos sa/va7es limpiamente situados
opulenta lmpara de araa. Con frecuencia, la iconografa que allse presenta en sus marcos ortodoxos; mirar luego hacia arriba, esperando ver el techo muerto
giere que el mirar hacia arriba se pens como una forma de mirar hacia abajo, como de costumbre, y encontrarse, sin embargo, el suelo. En nuestras historias del
es invierte suavemente al espectador y lo convierte en una estalactita andante. arte moderno, tendemos a considerar las fotografas de la poca como si fueran la
rn otros testigos. Adems, hay tantas preguntas so6e t.2oo Bags of Coal q)e no de las paredes: dise las puertas de entrada y de salida de la galera. Las convirti
enen respuesta... Eran de verdad l.2oo? Tratar de contarlos sera una tarea que -de nuevo con reticencias por parte de la polica- en puertas giratorias, es decii
:lverfa loco al ms paciente. Era la primera vez que un artista cuantificaba un con- en puertas que confunden el interior con el exteror para quien queda atrapado
rnto tan grande y que, por tanto, conferfa a un hecho una cuota, un marco concep- en ellas. Esta confusin dentro-fuera es coherente con la idea de inclinar la galerfa
sobre su propio eje. Al mostrar el efecto del contexto sobre el arte, del contenedor
-ral? De dnde sac Duchamp esos l.2oo sacos? Al principio pens en colgar
araguas abiertos, pero no pudo conseguir tantos. Y cmo podan estar Ilenos de sobre el contenido, Duchamp daba carta de naturaleza a un mbito artstico que
rbn? El techo -y la polica- le habra cado encima. Tenan que estar rellenos de an no se habfa inventado. Aquella invencin del contexto inici una serie de ges-
apel. t cmo hizo para sujetarlos entre si) Quin lo aYUd? Podemos revisar todo tos que desarrol/aban la idea del espacio expositvo como una unidad susceptible
rque se ha escrito sobre Duchamp y aun as no tenerlo claro. Qu pas con las de ser manipulada como un mostrador esttico. Desde aquel momento,la energla
rces del techo? En las fotograflas vemos varios sacos iluminados aqufy all.1 del arte se filtr hacia su entorno. Con el tiempo, la proporcin entre la literaliza-
risterio de los misterios: por qu los dems artistas le dejaron que se saliera cin del arte y la mitificacin de la galerla se incrementarfa pero a la inversa.
on la suya? Como todo buen gesto, los sacos de carbn de Duchamp se ven, post facto, como
A Duchamp lo haban nombrado gene rador-rbitro de Ioda la exposicin. Decidi una obviedad. Los gestos son una forma de invencin. Solo pueden hacerse una
mbin l cmo colgar los cuadros de los artistas participantes? Los utiliz sim- nica vez, a menos que todo el mundo coincida en olvidarlos. La mejor forma de ol-
lemente como un decorado para el gesto que querla realizar? Si se Ie acusara de vidar algo es asumirlo; nuestros presupuestos se pierden de vsta. No obstante, como
caparar el inters de la exposicin, podrfa contestar que solamente cogi lo que invencin, la patente del gesto es su caracterstica ms mportante -mucho ms
adie querfa -el techo y un pequeo trozo del suelo-; la acusacin subrayarla su que su contenido formal, si es que lo tuviere-. Supongo que el contenido formal de
Jescomunal) modestia, su (excesiva) humildad. Nadie mira al techo ya que no es un gesto radica en su aptitud, su economa y su elegancia. Despacha el toro de la
n lugar preferente. De hecho, hasta entonces no era en absoluto un terrtoro. Col- historia de una sola estocada. Aun asf necesita ese toro, ya que desplaza repentina-
ada sobre nuestras cabezas,la pieza ms grande de la exPosicin no resultaba fls- mente la perspectiva sobre un conjunto de supuestos e ideas. En ese aspecto es,
amente una molestia, aunque psicolgicamente suPona un estorbo total. como dice Barbara Rose, didctico, si bien este trmino puede subrayar en exceso
En uno de esos malvados juegos de palabras que tanto le gustaban, Duchamp el propsito de ensear algo. Si ensea, es mediante la ironla y el epigrama, medante
,uso la exposicin patas arriba y al pblico pino". El techo es el suelo el ingenio y la sorpresa. Un gesto nos revela algo. Para lograr su efecto depende del
"haciendo el
el suelo, para entendernos, es el techo. La estufa que habfa en el suelo -un bra- contexto de deas que transforma y en el que se integra. Quizs no sea arte, pero se
ero improvisado con un viejo barril, o eso Parece en la fotografa- se convirti en le parece, y posee as una meta-vida que gira en torno al arte y sobre el arte.
Ina lmpara de araa. La policfa, lgicamente, no le permiti que encendiera fuego Cuando no est logrado se olvida o se queda en una curiosidad congelada. Cuando
n elta, de modo que oPt por una bombilla. Arriba (abajo) estn los I.2oo sacos est logrado se convierte en historia y tiende a autoeliminarse. Vuelve a la vida
le combustble y abajo (arriba) el aparato que los consume. Entre a mbos se tiende cuando el contexto mita al que lo habfa suscitado, lo que lo convierte de nuevo en
rna perspectiva temporal, al final de la cual se encuentra un techo vaco, una trans- significativo. De ese modo, los gestos se presentan histricamente de una manera
ormacin de masa en energfa, cenizas, quizs un comentario sobre la historia y singular, se desvanecen siempre y despus se reactivan.
obre el arte. El gesto del trasplante techo/suelo podra repetirse ahora como un proyecto.Un
Aquella inversin fue la primera vez que un artista ocuP el espacio entero de la gesto puede ser un proyecto ioyen, pero es ms argumentatvo y epigramtco, se
arriesga a especular con el futuro. Llama la atencin sobre supuestos no probados,
alerfa con un nico gesto, y lo consigui pese a que la galera estaba llena de otro
po de arte. Lo logr atravesando el esPacio desde el suelo hasta el techo. Pocos sobre contenidos ignorados, sobre fallos de la lgica histrica. Los proyectos -arte
I)rt,)l.l.uhobln.. 6a
6, t.l., nc\u, rotr' (,'trx\nl{r
razo, segn el guion clsico, alimenta el masoquismo y la furia del artista, su sen- orden (el pblico) ensaya cunto desorden es capaz de soportar. Tales lugares son,
cin de ser vctma de una injustcia. Se genera la suficiente energfa para que as, metforas de la conciencia y la revolucin. Al espectador se le invita a un es-
nto el artista como el pblico supongan que desempean sus roles sociales. Cada pacio en el que el acto de acercamiento se repliega sobre s msmo- Quizs, el acto
lo de ellos se mantiene bastante fiel a la concepcin que el otro tiene de su papel, vanguardsta perfecto sera invtar a un pblico y disparar sobre 1.
ese es el vfnculo ms fuerte de la relacin. Proyecciones positivas y negativas Con la posmodernidad, el artista y el pblico se Parecen ms entre s. La hosti
n y vienen como una pelota de tens en una charada social que oscila entre la lidad clsica es mediada con demasiada frecuencia por la ironla y la farsa. Ambas
rgedia y la farsa. De los diferentes intercambios negativos, hay uno que es fun- partes se muestran muy vulnerables al contexto, v las ambigedades resultantes
mental: el artista intenta vender al coleccionista aprovechndose de su estup- difuminan su discurso. El espacio expositvo lo pone de manifiesto. En la poca
rz y escaso criterio -fcil de proyectar en alguien lo bastante interesado por lo clsica de la polarizacin artista/pblico, el espacio de la galerla mantenla su statu
aterial como para desear algo- y el coleccionista anima al artista a exponer su guo amortiguando sus contradicciones en los imperatvos socoestticos prescritos.
esponsabilidad. Una vez que se le asigna al artista el papel marginal de nio au- A muchos de nosotros el espacio de la galera todavfa nos provoca vibraciones ne-
destructivo, se le puede alienar del arte que produce. Sus ideas radicales se in- gativas cuando nos movemos por 1. La esttca se transforma en una especie de
rpretan como los malos modales que se les supone a los artfices muy dotados. elitismo social: la galerfa es un espacio exclusivo. Aislados en compartimentos, los
zona militarizada que hay entre el artista y el coleccionsta bulle de guerrillas, bienes que se exponen parecen escasos y valiosos: joyas, plata...; la esttica se
rviados especiales, agentes dobles y mensajeros, sumado a los contendientes transforma en negoco: el espacio de la galera es caro. Lo que contiene es, Para
'incipales que, bajo diversos disfraces, median entre los principios y el dinero. los no iniciados, casi incomprensible: el arte es difcil. Un pblico exclusivo, unos
En su versin ms seria, la relacin artista/pblico puede verse como la puesta objetos extraos, diflciles de entender; aquf tenemos un esnobismo social, finan-
prueba del orden social por parte de unas propuestas radicales, pero tambin ciero e intelectual que modela, y en su peor versin parodia, nuestro sistema de
lmo la completa absorcin de esas propuestas por el sistema de apoyo (galeras, produccin limtada, nuestras formas de asignar valor y nuestros hbtos socales
useos, coleccionistas, hasta revistas y crfticos de la casa) creado para canjear en general. Nunca hubo antes un espacio que, diseado para dar cabida a los pre-
(to por anestesia ideolgica. El principal instrumento de esa absorcin es el es- juicios y mejorar la imagen que las clases medias-altas tienen de s mismas, estu-
o, ejemplo mximo de constructo de estabilizacin social. En el arte, el estilo, viera tan eficazmente codfcado.
ralquiera que sea su milagrosa y autodefinida naturaleza, es el equivalente de la La galera moderna clsica es el limbo que hay entre el estudio del artista y el
:iqueta en socedad. Es una elegancia coherente que establece un sentido de per- saln de casa, allf donde las convenciones de ambos se dan cita sobre un terreno
'nencia a un lugar y que es, por tanto, esencial para el orden social. Los que creen cuidadosamente neutralizado. En ella, el respeto del artista por lo que ha inventado
re el arte ms avanzado carece de importancia contempornea ignoran que ha se superpone perfectamente al deseo de posesin de la burguesa, pues la galerla
Jo un crftico implacable y sutil del orden social al ponerlo siempre a prueba: bien es, al fin y al cabo, un lugar paTa vender cosas -lo cual est bien-. Los msteriosos
3casando a travs de rituales de xito, bien triunfando a travs de rituales de fra- usos sociales que rodean ese hecho un buen tema para la comedia de costum-
rso. Ese dilogo artista/pblico ayuda a formular una defnicn til del tipo de bres- desvan la atencin del negocio que supone asignar un valor materiala algo
rciedad que hemos creado. Cada arte permti locales (la sala de conciertos, el que carece de 1. El artista hostl es un agente comercal srne gua non. Al alimentar
atro, la galera) en los que se amold a la estructura socal, aunque en ocasiones su autoimagen con un combustible romntico obsoleto,le proporciona a su agente
puso a prueba. La hostilidad de la vanguardia clsica se expresa a travs de la Ios medios necesarios para separar al artista de su obra y facilitar asl su compra.
comodidad ffsica (teatro radical), el excesivo nivel de ruido (msica)o la supresin El personaje del artista irresponsable es una invencin burguesa, una ficcin ne-
l constantes perceptuales (galerfa). Comunes a todos ellos son la transgresin cesaria para proteger determinadas ilusiones de un anlisis demasiado incmodo
: la lgica, la disociacin de los sentidos y el aburrimiento. En esos escenarios, el -ilusiones compartdas por el artista, el galerista y el pblico-. Es difcil evitar ahora
)
la conclusin de que el arte de la modernidad reciente est inevitablemente do- tratar con lo que es inmediato a los sentidos y a la mente y se presenta, por tanto,
minado por los supuestos -en su mayora inconscientes- de la burguesa. El texto como lntmo y personal. Asl, a menudo parece narcisista, siempre que no se en-
oroftico a este respecto es Aux bourgeois [<rA la burguesfa"], la despiadada y tienda este trmino como una forma de situar el lfmite en el que una persona ter-
roble presentacin que escribi Baudelaire para el Salon de 1846 [Saln de t846]. mrna y empieza otra cosa distinta. No trata de buscar certezas, pues tolera bien la
Dor medo de paradojas recfprocas, respalda, a la vez que ataca, la idea de libre mer- ambigedad. Sus intimidades tienen un cierto aire annimo, ya que sacan al exte-
:ado en el arte, asf como la teorla que lo sostene. Y ese ataque se convirti en una rior la privacidad para convertrla en una cuestin de discurso pblico -forma de
brsa consentida de la que ambas partes saleron relativamente satisfechas. distanciamento en esos aos setenta-. A pesar de esta mportancia de lo personal,
Esta es quizs la razn por la que el arte de los setenta sita sus ideas radicales no hay ninguna curosidad por los problemas de la identidad, aunque s, y grande,
ro tanto en el propio arte como en su acttud hacia Ia estructura arttica here- acerca de la construccin de la concienca. Emplazamiento f/ocationJes una pala-
lada, cuyo cono prncpal es la galera. Esa estructura es cuestionada no por el bra clave; resume una preocupacin por el dnde (espacio) y el cmo (percepcin).
'encor de los clsicos, sino por los proyectos y los gestos, por un modesto didac- Aquello que se percibe, como vemos en gneros tan distantes como el fotorrea-
:ismo y unas alternativas escalonadas. Tales son las energlas ocultas de los se- lismo y el posminimalismo, ya no es tan mportante (a pesar de que deambula por
.enta. Presentan un pasaje reba.jado que se encuentra atravesado por ideas all, llamando a todas las puertas, un enano llamado iconograffa). Da la impresin
lesprovstas de absolutos y propulsado por una dialctica de baja intensidad. No de que, en su mayor parte, el arte de los setenta intenta realizar una serie de veri-
ie corona ninguna cumbre a travs de presiones irreconciliables. El paisaje se ficaciones en una escala ascendente: lo ffsico (exterior), lo fisiolgico (interor), lo
guala en parte porque los gneros que intervienen en los procesos mutuos de psicolgico y, a falta de otra palabra mejo lo mental. Estos valores se corresponden
ceptacin y rechazo (posminimalismo, conceptualismo, color flel4 realismo, etc.) ms o menos con diversos gneros exstentes. Sus correlatos son el espacio per-
ro son jerrquicos -cualquiera es tan bueno como los dems-. La democratiza- sonal, las revisiones perceptuales, la exploracin de las convenciones temporales
:in de medios que aportaron los aos sesenta se extiende ahora a los gneros y el silencio.
lue, a su vez reflejan una estructura social desmitificada (las profesiones estn Al efectuar estas verificaciones se localizan un cuerpo, una mente y un lugar que
)n la actualidad peor recompensadas y han perdido prestigio). Los sesenta todavfa pueden ser ocupados, o al menos arrendados parcialmente. Si el hombre de los
rrillan en la percepcin mayortaria de los setenta. De hecho, una de las propre- cincuenta era un superviviente vitrubiano y el de los sesenta se compona de par-
/ades del arte de esta dcada es que los crticos de la dcada anterior no supieron tes alienadas que se mantenan unidas por unos sistemas, el de los setenta es una
.erlo. Medir los setenta con criterios de los sesenta es un errol pero es un erTor
mnada manpulable -figura y lugar, una trasposicin de la figura y el fondo hacia
nevitable (toda nueva poca en la que se inserta un artista se juzga en relacin una situacin casi social-. El arte de los setenta no rechaza las consecuencias del
on la poca precedente). Ta m poco ayuda la teorfa de la dcada saltada: el revival arte de los cncuenta y sesenta, pero algunas actitudes bsicas han cambiado. El
le los aos cincuenta result un latazo. pblico de los sesenta es rechazado por el arte de los setenta. A menudo se intenta
El arte de los setenta es diverso, integrado por gneros no jerrquicos y soluciones comuncar con un pLlblico que ha estado al margen de las interferencas del arte,
nuy provisionales, inestables de hecho. Las principales energfas ya no se dirigen ni con lo que desaparece la cua que se ha colocado entre percepcn y cognicin
la pintura ni a la escultura formales (los artstas jvenes suelen tener un olfato (parte de este fenmeno es la proliferacin, por todo el pas, de espacios alterna-
,astante bueno para detectar cundo se agota la historia), sino a categoras mixtas tivos que se desmarcan de la estructura formal del museo; un cambio de pblico,
oerformance, posminimalismo, vdeo, sintona del entorno), que presentan un de sede y de contexto que permite a los artistas neoyorquinos hacer en otros sitios
rayor nmero de situaciones temporales que implican una revisin de la concien- lo que no pueden llevar a cabo en Nueva York). Aunque el arte de los setenta es
ia. Cuando es necesario, el arte de los setenta atraviesa los medios suavemente, en gran parte temporaly rechaza la conciencia histrica,la historia sigue presente
in crear polmica -la discrecin es una caracterstca de su bajo perfil-. Tiende a de manera molesta. Cuestona el sistema en el que se presenta, si bien la mayor
)
arte acept ese sistema. Sus creadores sienten un compromiso social, pero son su contenido se compone de proyecciones mentales basadas en suPUestos sin revelar.
olticamente ineficaces. Alg u nos de los dilemas que se suprimieron en la poca de La pared es nuestros supuestos- Para todo artista es imperativo conocer ese contenido
rs vanguardias han vuelto para quedarse y el arte de los setenta pasa por ellos de y el modo en que afecta a su trabajo.
untillas. El cubo blanco suele verse como un emblema del extraamiento del artista con res'
Con la posmodernidad, el espacio de la galera deia de ser neutral La pared se con- pecto a una sociedad a la que la galera tambin da acceso. Se trata de un espacio-
erte en una membrana a travs de la cual se produce una smosis entre valores es- gueto, un recinto de supervivencia, un protomuseo que enlaza directamente con lo
!ticos y valores comerciales. Cuando esa sacudida molecular se hace perceptible en intemporal, una serie de condiciones, una actitud, un lugar que no est en ningn sitio,
rs paredes blancas de la sala, hay otra inversin ms del contexto: las paredes asimilan, un reflejo del muro-cortina vaco, una cmara mgica, un estado de concentracin
I arte libera. Qu podra hacer el arte sin ellas? Ello da la exacta medida del grado mental, tal vez un error. Preserva la posibilidad del arte, pero lo hace difcil. Se trata
e mitificacin de la gafera. Cunto contenido eliminado del objeto puede ser susti fundamentalmente de una invencin formalista en el sentido de que la ingravidez t-
-rido por la pared blanca? E! contexto proporciona una gran parte del contenido del nica de la pintura y de la escultura abstractas lo dejan en un estado de escasa gravedad.
rte de la modernidad tarda y de la posmodernidad. Tal es la cuestin que, sobre todo, Sus paredes solo se pueden atravesar mediante los ltimos vestigios del ilusionismo.
lantea el arte de ios setenta (y que es tambin su virtud y su defecto). Se nutri el cubo blanco de una lgica interna similar a la de su arte? Fue su obsesin
La aparente neutralidad de la pared blanca es una ilusin. Representa a una cornu- por el cerramiento una respuesta orgnica que enquist un tipo de arte que de otro
idad que comparte determinadas ideas y supuestos. El artista y el p blico se encuen- modo no habria sobrevivido? Fue un constructo econmico creado por los modelos
an, como si dijramos, invisiblemente desplegados en dos dimensiones, con las alas capitalistas de escasez y demanda? Fue una contraccin tecnolgica perfecta deri-
biertas a la manera de un guila sobre un fondo blanco. La creacin del cubo blanco, vada de la especia lizacin, o un vestigio del constructivismo de los aos veinte que se
spacio prstino que no est en ningn sitio, es uno de los hallazgos de la modernidad: convirti primero en un hbito y luego en una ideologa? Para bien o para mal, es la
n hallazgo comercial, esttico v tecnolgico. En un extraordinario strptease, el arte nica convencin importante por la que ha pasado el arte. Lo que la mantiene estable
ue se expone en su interior se desnuda cada vez ms hasta que, finalmente, presenta es la falta de alternativas. Son muchos los proyectos que se han dedicado a los Proble-
nos productos formalistas y unos fragmentos de la realidad exterior que hacen de su mas de la location, pero ms que proponer alternativas lo que han hecho ha sido in-
spacio un collage.El contenido de la pared es cada vez ms rico (quizs un coleccio- corporar la qalera a La lista de elementos del discurso esttico. Las alternativas de
ista debiera comprar el espacio vacrro de la galera). El arte perifrico se distingue por verdad no pueden proceder del interior de ese espacio. Aun as, no es un smbolo in'
-.ner que incluir demasiadas cosas; el contexto no puede suplir lo que queda fuera noble para conservar aque lo que a la sociedad le parece oscuro, intrascendente e intil.
orque no hay un sistema de supuestos que sea asumido por todos. Ha incubado ideas radicales que lo habran eliminado. El espacio de la galera es todo
La pared inmaculada de la galera, aunque sea un producto frgil y sumamente es- lo que tenemos y la mayor parte del arte lo necesita. Cada lado del interrogante sobre
ecializado de la evolucin, es impura. Subsume el comercio v la esttica, la tica Y la el cubo blanco tiene a su vez dos, cuatro o seis lados.
onveniencia, alartista V al pblico. Responde a la imagen de la sociedad que la pro- El artista que acepta ese espacio expositivo es conformista con el orden social? El
rueve, de modo que es una superficie idnea desde la que devolvet rebotando, nues malestar con la galera es el malestar por el papel debilitado del arte, su asimilacin y
'as paranoias. Pero hav que resistirse a esa tentacin. El cubo blanco no dej entrar a su condicin de vagabundo como refugio de fantasas sin hogar ni formalismos narci-
rs menos cultos y permiti que Ia modernidad pusiera fin a su incansable costumbre sistas? Durantela modernidad,el espaciode agalera nosepercibial prrncipiocomo
e autodefinirse. Acogi como en un invernadero la eliminacin en serie de contenido. un problema importante. Despus, sin embargo, se vio que los contextos no se lean
.n ese travecto se compraron numerosas epifanas que solo se pueden llegar a com- con facilidad desde dentro. El artista no era consciente de que no estaba acePtando
rar eliminando contenido. Si la pared blanca no puede suprimirse de un plumazo, al otra cosa que no fuera la relacin con el galerista. Y si era capaz de ver ms all, de
nenos puede seT entendida. Saber esto cambia el concepto de la pared blanca, ya que aceptar un contexto social acerca del cual nada se poda hace4 demostraba mucho
cismo. En este punto viene a cuento una forma de pensar que conocemos bien: in- vimiento del individuo es tan claro para nosotros como para 1. Al mismo tiempo que
rnsable, autocrtica, imaginativa ante la reduccin de las opciones, consciente del se alinea con energas msticas, corteja las racionalidades del diseo, un reflejo del Di-
rco y prxima al silencio. Es una mente sin residencia fija, emprica, que siempre seo del Creador que el artista-creador trata de corregir. Al final de una poca es fcif
one a prueba la experiencia, consciente de s misma y, por tanto, de la historia -y que rerse de esas ambiciones. Tendemos a ser condescendientes con los grandes ideales
uda de ambas-. cuando ya han fracasado. Pero los idealistas/utpicos son despreciados con demasiada
Este cctel faustiano les va ms o menos bien a muchos artistas modernos, desde facilidad por nuestra mentalidad neoyorkina, en la que est firmemente instalado el
zanne hasta De l<ooning. A veces, estas figuras nos convencen de que la mortalidad mito del individuo como una repblica de sensibilidades. Aqul no les va muy bien a los
; una enfermedad que solo pueden contraer los ms dotados, y de que la percepcin utpicos europeos -quin puede olvidar a l(iesler movindose como una partfcula
rivilegiada reside en una psique que es capaz de maximizar las contradicciones inhe- browniana porel ambiente de Nueva York? . Procedentes de otra estructura distinta,
)ntes a la exisiencia. Sea su linaje simbolista o existencial, esa figura padece la infec- sus ideas no dan juego en una sociedad que reorganiza sus clases una generacin sy
n romntica de lo absoluto; sufre por alcanzar la trascendencia, pero se queda otra no. Sin embargo, con una mentalidad europea es posible hacer muy buenas re,
rrada en el proceso. Habiendo generado la mavor parte de los mitos de la modernidad, flexiones sobre los problemas sociales y la capacidad de transformacin que posee el
os ha prestado un gran servicio, pero pertenece a un perodo determinado y eso hace arte. Hoy nos planteamos algunas de las mismas preguntas en torno a la desercin
re, muy probablemente, est del todo jubilada. Hoy por hoy, la contradiccin es nues- del pblico y el lugar adonde se ha ido. La mavor parte de la gente que hoy ve arte en
o lenguaje cotidiano y vemos esa figura con un enfado pasajero (una sntesis a corto realidad ya no lo ve, tan solo ve la idea del arte que tiene en la cabeza. Se podra escribir
azo?), con humor y con una especie de perpleja ind iferenc ia. Tolera mos la necesaria un buen texto sobre el pblico del arte y la falacia educativa. Parece que hemos aca-
-restesia de otTos como ellos toleran la nuestra. bado por terer el pblico equrvocado.
Qulen deja caer sobre s mismo los
ryos de la contradiccin no se convierte en un hroe, sino en un punto de fuga de un Lo interesante de los artistas son aquellas contradicciones en las que caen en su
radro antiguo. En beneficio propio, somos duros con el arte que nos ha precedido. No afn por atraer Ia atencin -las tijeras que inventan con las que podar la imagen que
lmos el arte como un emblema de actitdes, contextos y mitos que nos parecen in- tenen de s mismos-. Al artista/reformador utpico le parece que su individualidad,
leptables. Hallar un cdigo con el que rechazar ese arte anterior nos permite inventar que debe ajustarse a la estructura social que se imagina rompe con esa uniformidad
nt]estro. por medio de, precisamente, su individualismo. Como escribi Albert Boime (Artq ve-
La modernidad nos ha proporcionado tambin otro arquetipo: el artista que, sin rano de t97o): Mondrian se opone a 1a subjetividad porque el ndividualismo conduce
rber que est en minora, cree que es posible transformar la estructura social a travs a la falta de armona y al conflicto, y entorpece la creacin de un "entorno material ar
rl arte. Un creyente al que le interesa ms el gnero humano que el individuo; es, de monioso" (es decir, una perspectiva universalmente objetiva y colectiva). Al mismo
:cho, una especie de socialista discretamente autoritario. Ese impulso racional y re tiempo, le preocupa la originalidad artstica porque a su juicio solo el individuo singu-
rmlsta nos remite a la poca de la razn y se alimenta del hbito de la utopa. Tiene larmente dotado puede descubrir el orden universal. De ahi que inste a todos los artis-
;imismo un fuerte componente mstico/ideal que le exige grandes responsabilidades tas a que se distancien de "la mayora de la gente",. Para estos artistas, la intuicin
la funcin del arte. Con ello se tiende a cosificar el arte y a convertirlo en un artefacto debe racionalizarse a conciencia. El desorden, secretamente suprimido en las limpias
Je mide exactamente lo que lo disocia de a relevancia social.As, ambos arquetipos lneas y superficies de Mondrian, se manifiesta sin embarqo en el carcter habitual-
ienan el arte de la estructura social, pero con intenciones opuestas. Ambos son parte mente arbitrario de sus elecciones. Como dice Boime, para alcanzar el equilibrio, Mon-
l la antigua pareja hegeliana v raramente son puros. Podemos escoger la pareja drian tuvo que dar muchos y complejos pasos, y la multiplicacin de decisiones nos
,Se reconoce esto formalmente en el pequeo mordisco que la esquina inferior iz- del visitante, el cual se convirti en el espectador involucrado. Lissitzl<V nuestra cone-
luierda de la ventana le saca a un cuadro negro (igual que Texas arTanca un trozo de xin rusa, fue probablemente el primer diseador/montador de exposiciones. En el pro-
\rl<ansas)? Pese a su sobrio programa idealista, esta habitacin me recuerda que a ceso de invencin de la exposicin moderna, tambin reconstruy el espacio de la
"londrian le gustaba bailar (aunque su estilo era horrible, se basaba ms en el placer galerfa. Fue el primer intento serio de intervenir en el contexto en el que el arte mo-
lue generan los movimientos programados en compafa de alguien que en un alocado derno y el espectadoT se encuent.an.
lejarse llevar)- La habitacin de Mondrian propona una alternativa al cubo blanco que
Desde los aos veinte hasta los setenta, la histora de la galerla es tan clara como
la del arte que en ella se expone. En el arte mismo, una trinidad de cambios trajo
consigo un nuevo dios. El pedestal se desvaneci y dej al espectador metido hasta
la cintura en el espacio delimitado por las paredes. Al caerse el marco, el espacio se
desliz por ellas y gener turbulencias en los rincones. El col/age sali de golpe del
cuadro y se instal en el suelo con la misma naturalidad que un indigente. El nuevo
dios, un espacio amplio y homogneo, ocup con facilidad todas las partes de la ga-
lera. Se eliminaron todos los obstculos, salvo el arte.
El nuevo espacio empez a presionar suavemente contra la caja que contenla
el objeto artfstico, el cual, impregnado ahora de la memoria del arte, ya no estaba
limitado a su zona ms inmediata. Poco a poco, la galerla se vio infiltrada por la
conciencia. Las paredes se convrteron en fondo, el suelo en pedestal, los rincones
en vrtices, el techo en un cielo congelado. El cubo blanco se convirti en arte-en-
potenca, su espacio cerrado en un medio alqufmico. El arte pas a ser lo que se
depositaba en su interiot lo que se quitaba y se reemplazaba con frecuencia. Es
la galera vacfa, ahora llena de ese espacio elstico que podemos dentificar con la
Mente, el gran invento de la modernidad?
Presentar el contenido de este espaco nos plantea algunos interrogantes que
tienen que ver con el zen: cundo un vaclo es un llen, qu es lo que cambia
todo vez, no sufre cambios?, qu es lo que no tiene Iugar ni tiempo y es, sin
y, a su El artista dej vacla una pequea habitacin para, como l mismo dijo, dar testi-
embargo, perodo?, qu es lo que constituye en todas partes el mismo lugar? Al monio de la presencia de la sensibilidad pictrica en el estado inicial de la materia,.
retirarse por completo todo el contenido aparente, la galera se convierte en un Esa ,<presencia de la sensibilidad pictrica -el contenido de la galera vacfa- fue,
espacio cero e infinitamente mutable. Su contenido implcito puede verse obligado a mi juicio, una de las ideas ms fatdicas del arte de posguerra. En su gran gesto
a manifestarse a travs de los gestos que la utilizan en su totalidad. Ese contenido de la lris Clert, pint la fachada principal de color azul -escribe Pierre Descargues
va en dos direcciones: aquella que comenta el arte que hav dentro, para el cual es en un catlogo del Museo Judo-, sirvi ccteles azules a los espectadores, trat de
contextual, y aquella otra que comenta e contexto ms amplio -la calle, la ciudad, iluminar con luz azul el obelisco de Luxor en la plaza de la Concordia y contrat a
el dinero, el mercado- que lo contiene. un gendarme para que, vestido de uniforme, se colocara en la puerta de entrada a
Los primeros gestos resultan vaclantes, lo que revela una conciencia imperfecta. la galera. Del interior haba retrado todo el mobiliario, haba pntado las paredes
Es posible que con su gesto en la galera lris Clert, el z8 de abril de r958, Yves l(lein de bianco y haba una nica vitrina en la que no se mostraba nada. La exposicin
buscara .,...un mundo sin dimensin. Y que no tiene nombre. Para darse cuenta de se titulaba Le vide, pero su tltulo completo, que desarrollaba una idea del ao an-
cmo entrar en 1, U no lo abarca por completo. Aun asl no tiene lmites". Pese a todo, teriot era ms revelador: La especializacin de la sensibilidad al estado material
tuvo profundas consecuencias para el espacio expositivo. Fue un acontecimlento tan primario en sensibilidad pictrica estabilizada. Uno de los primeros visitantes fue
extraordinariamente realizado como lo fue su propia imagen, un ngel mstico que John Coplans, alque le pareci una excentricidad.
devoraba el aire cargado de promesas. Como vemos en una famosa fotografa, se A la inauguracin acudieron tres mil personas, entre ellas Albert Camus, que es-
lanz en calda libre desde la ventana de un segundo piso. Por sus conocimientos de cribi en el libro de visitas: uCon el vaco. Plenos poderes. Al ofrecerse como lugar
yudo saba cmo caer sin hacerse dao. Pero donde realmente cay fue, quizs, en la y como objeto, la galera acoga sobre todo un gesto trascendente. El espacio ex-
piscina no poco complaciente del pictoricismo francs. El tiempo confiere mtodo a positivo, el /ocus de la transformacin, se convirti en una imagen del sistema ms-
su locura e ilustra la forma en que la modernidad recrea, a partir de fotografas, algu- tico de l(lein; la magnfica sntesis derivada de los simbolistas en la que el azur(el
nas de sus piedras de toque ms influyentes. azul internacional de Klein) era el mecanismo que haca posible la transustancia-
Los gestos de la vanguardia tienen dos tipos de pblico: uno que estaba all v otro cin, el smbolo -como lo fuera para Goethe- del aire, del ter y del espritu. En
que no -la mayor parte de nosotros,. El pblico de ese primer momento suele estar rgST -en una idea que nos recuerda a Joseph Cornell-, l(lein haba tocado el es-
inquieto y aburrido por su presencia forzada en algo que no puede abarcar del todo; pacio volando en un sputnrk que rode de un halo m stico. Las ideas de Klein cons-
aburrimiento que crea, adems, un foso temporal alrededor de la obra. La memoria tituan una mezcla excntrica pero extraamente convincente de misticismo, arte
(tan ignorada por una modernidad que con frecuencia intenta recordar el futuro ol-
V /<itsch a partes iguales. Su obra plantea de nuevo, como lo hace la de algunos ca-
vidando el pasado) completa la obra aos despus. Por tantq el pbico contempor- rismticos de xito, el problema de la separacin de las piezas artsticas de las re-
neo al evento va por delante de s mismo. Nosotros, desde la distancia,lo conocemos liquias de culto. La obra de Klein posee generosidad, ingenio utpico, obsesin y
mejor. Las fotografas de la performance nos devuelven al instante original, pero con cierta trascendencia. En esa apoteosis de comunicacin que se convierte en co-
mucha ambigedad. Son certificados que compran el pasado con facilidad y en nues- munin, l(lein se ofreci a los otros, y esos otros lo consumieron. Pero, al igual que
tros propios trminos. Como toda moneda de cambio, puede sufrir una inflacin. Piero M anzon i, l era un jugador de los que toman la delantera, muy europeo, lleno
Con la ayuda del rumo estamos impacientes por establecer las coordenadas en las de indignacin metafsica ante el definitivo materialismo burgus, aquel que se
que la performance agrandar su importancia histrica. Se nos ofrece asl una opor- apropia y conserva la vida como si se tratara de un sof.
tunidad irresistible para participar en una especie de creacin. Por fuera azul, y por dentro vaco y blanco. Las paredes blancas del espacio ex-
Pero volviendo a Yves l<lein suspendido sobre el pavimento como una grgola, positivo, recubiertas por una pelcula de sensibilidad pictrlca, se identifican con
aquel gesto tuvo un ensayo anterior, en la galera Colette Allendy de pars, en r957. el esplritu. La vitrina blanqueada es un epigrama sobre Ia idea de exposicin; plan-
)
itas en el espacio expostvo vaco. Apareci una estimulante serie de ideas sobre llegar a producir interesantes formas de narci-
I ciclo de produccin y consumo, ideas que iban en paralelo a los problemas pol sismo perceptivo y cuasi ceguera de la percepcin,
cos de finales de los aos sesenta y principios de los setenta. Lleg un momento los aos sesenta estaban ms preocupados por
n el que pareca que las paredes de la galera se estaban haciendo de cristal. erosionar las barricadas que trad icionalmente se
esde su interior se vislumbraba el mundo exterior. Por un instante dio la impre- alzaban entre el perceptor y lo percibido, entre el
n de que corra serio peligro la galera que aislaba la obra del presente mientras objeto y el ojo. La visin podra circular entonces
proyectaba hacia el futuro (lo cual nos lleva de nuevo a las puertas cerradas de sin el impedimento de las convenciones tradicio-
uren). En fhe Esthetics of Silence [La esttca del siiencr'oJ Susan Sontag escri- nales. Tal utopa perceptual sintonizaba con las
: El artista que crea silencio o vaco debe producir algo dialctico: un vaco profundas transformaciones de lo sensorial que se
-'no, una vaciedad enriquecedora, un silencio resonante o elocuente". El arte produjeron en los sesenta. En las galeras, su expre-
:liga a hablar al vaco que est detrs de !a puerta cerrada. En el exteriot et arte sin ms contundente fue la exposicin White
r encuentra a salvo y se niega a entrar- Sght [Vista blanca] gue present Les Levine en
Esta conceptualizacin de la galera alcanz su mxima expresin un ao des, la galera Fischbach en r969. Al entrar en la gale-
rs. En diciembre de t969, en el Art r Project Bulletin, t7 $us pginas eran un Les Lev
ra, el espectador, privado de colores y sombras por
Whte Sight IVista blan
;pacio abierto a los artistas), Robert Barry escriba: Durante el transcurso de dos lmparas de vapor de sodio monocromticas lnstalacin en a Fischbach Ga I
r9
lta exposicin, la galera permanecer cerrada. Esta idea se llev a cabo en la de alta intensidad, intentaba recrear el espacio. El @ Les Levine, VEGAq Murcia,2'
rlera Eugenia Butler de Los Angeles en el siguiente mes de marzo. Durante tres resto de los espectadores que estaban all presen- Fotografla de Les Lev
rmanas (del r al zl de ese mes) la galera permaneci cerrada y en el exterior se tes se convertan en claves visuales, en puntos de
loc un cartel con ese mismo mensaje. La obra de Barry siempre ha empleado referencia a partir de los cuales leer el espacio. As, el pblico se converta en un
cos medios para proyectar la mente ms all de lo visible. Las cosas estn ah. artefacto. Sin ver nada, se volva hacia s mismo v trataba de crear su propio con-
rro apenas se ven (hilos de nylon); tambin se encuentra el proceso, pero no es tenido. Ello intensificaba la experiencia de estar a solas en una galera blanca y
sible sentirlo (campos magnticos); y se intenta transmjtir ideas sin palabras ni vaca, en la que el acto de mira preparado por la expectatva, se convieTte en una
rjetos (mentalismo). En la galera cerrada, el espacio invisible (oscuro?, aban- especie de artefacto instantneo. De modo que, para volver al espacio blanco, esos
rnado?), no habitado ni por el Espectador ni por la Mirada, solo es penetrable por dos contextos gemelos de anticipacin -la galeria v la mente del espectador- se
edio de la mente. Y cuando empieza a contemplarlo, la mente empieza ta m bin funden en un sistema nico que puede activarse.
reflexionar sobre el marco, el pedestalV el coliage,.las tres energas que, liberadas
Cmo pudo conseguirse esto? La aventura minimalista redujo-el estmulo y
r su prstina blancura, lo transforman concienzudamente en arte. Como resul, maximiz su resonancia en ei sistema. En ese intercambio muri Ia metfora (fue
do, todo lo que pueda verse en ese espacio es un obstculo para la percepcin, la principal aportacin del minimalismo y con ella se cerr la puerta a la moderni-
a dilacin durante la cual la expectativa -la idea del arte que tene el especta- dad). La caja contenedora el cubo blanco- se vio obligada a desvelar parte de su
)r- es proyectada y vista. proqrama oculto, v esa desmitificacin parcial tuvo consecuencias importantes
Esta duplicacin de los sentidos -defendida po. personajes tan dispares como sobre la idea de instalacin. Otra respuesta fue literalizar la vida o la naturaleza
enry David Thoreau v Marcel Duchamp- se convirti en los aos sesenta en un dentro de la galera como, por ejemplo, presentar los caballos de Jannis l(ounellis
lno de la poca, en un estigma perceptivo. Esta duplicacin permite a la vista, que se expusieron interm itentemente desde t969, o los peces que Newton Harrison
)r as decirlo, verse a s misma. Ver /a y/sta se alimenta de lo vaco; el ojo y la 1a galera Hayward en t97t. Todos esos procesos radicales eran algo
sacrific en
ente se reflejan a s mismos para iniciar su propio proceso. Aunque esto puede ms alqumico que metafrico. La transformacin pas a ser ei papel que desem-
9l lrl, L,nr,,,r.L
tas en el espacio expostivo vaclo. Apareci una estimulante serie de ideas sobre llegar a producir interesantes formas de narci-
ciclo de produccin y consumo, ideas que iban en paralelo a los problemas pol- sismo perceptivo y cuasi ceguera de la percepcin,
:os de finales de los aos sesenta y principios de los setenta. Lleg un momento los aos sesenta estaban ms preocupados por
rel que pareca que las paredes de la galera se estaban haciendo de cristal. erosionar las barricadas que tradicionalmente se
:sde su interior se vislumbraba el mundo exterior Por un nstante dio la impre- alzaban entre el perceptor y lo percibido, entre e
in de que corra serio peligro la galera que aislaba la obra del presente mientras objeto y el o.jo. La visin podra circular entonces
proyectaba hacia el futuro (lo cual nos lleva de nuevo a las puertas cerradas de sin el impedimento de las convenciones tradicio-
rren). En fhe Esthetics of Silence [La esttica del silenciol Susan Sontag escri- nales. Tal utopa perceptual sintonizaba con las
5: El artista que crea silencio o vaco debe producir algo dialctico: un vaco profundas transformacones de lo sensorial que se
no, una vaciedad enriquecedora, un silencio resonante o elocuente. El arte produjeron en los sesenta. En las galeras, su expre-
,liga a hablar al vaco que est detrs de la puerta cerrada. En el exterioi el arte sin ms contundente fue la exposicin l4hite
encuentra a salvo y se niega a entrar. Sight [Vsta blanca] que present Les Levine en
Esta conceptualizacin de la galera alcanz su mxima expresin un ao des- la galera Fischbach en t969. Al entrar en la gale-
s. En diciembre de t969, en el Art & Project Bulletn, t7 (sus pginas eran un ra, el espectador, privado de colores y sombras por Les Levi
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pacio abierto a los artistas), Robert Barry escriba: Durante el transcurso de dos lmparas de vapor de sodo monocromtcas lnstlacin en la Fischbach Galk
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ta exposicin, la galera permanecer cerrada. Esta idea se llev a cabo en la de alta intensidad, intentaba recrear el espacio. El O Les Levine, VEGAq Murcia,2c
lera Eugenia Butler de Los Angeles en el siguente mes de marzo. Durante tres resto de los espectadores que estaban all presen Fotografla de Les Levi
manas (del r al 2t de ese mes) la galera permaneci cerrada v en el exterior se tes se convertan en claves visuales, en puntos de
loc un cartel con ese mismo mensaje. La obra de Barry siempre ha empleado referencia a partr de los cuales leer el espacio. As, el pblico se convertfa en un
,cos medios para proyectar la mente ms all de lo visible. Las cosas estn ah, artefacto. Sin ver nada, se volva hacia s mismo y trataba de crear su propio con-
ro apenas se ven (hilos de nylon\; tambin se encuentTa el proceso, pero no es tenido. Ello intensificaba la experiencia de estar a solas en una galera blanca y
,sible sentirlo (campos magnticos); y se intenta transmitir ideas sin palabras ni vaca, en la que el acto de miral preparado por la expectativa, se convierte en una
jetos (mentalismo). En la galera cerrada, el espacio invisible (oscuro?, aban' especie de artefacto instantneo. De modo que, para volver al espacio blanco, esos
nado?), no habitado ni por el Espectador ni por la l"1irada, solo es penetrable por dos contextos gemelos de anticipacin -la galera y la mente del espectador- se
:dio de la mente. Y cuando empieza a contemplarlo, la mente empieza tambin funden en un sistema nico que puede activarse.
eflexionar sobre el marco, el pedestal y el col/age, las tres energas que, liberadas Cmo pudo conseguirse esto? La aventura minimalista redujo el estmulo y
su prstina blancura, lo transforman concienzudamente en arte. Como resul- maximiz su resonancia en el sistema. En ese intercambio muri la metfora (fue
Jo, todo lo que pueda verse en ese espacio es un obstculo para la percepcin, la principal aportacin del minimalismo y con ella se cerr la puerta a la moderni-
a dilacin durante la cual la expectativa -la idea del arte que tiene el especta- dad). La caja contenedora -el cubo blanco- se vio obligada a desvelar parte de su
r es proyectada y vista. programa oculto, y esa desmitificacin parcal tuvo consecuencias mportantes
Esta duplicacin de los sentidos -defendida por personajes tan dspares como sobre la idea de instalacin. Otra respuesta fue literalizar la vida o la naturaleza
:nrv David Thoreau y N4arcel Duchamp se convrt en los aos sesenta en un dentro de la galera como, por ejemplo, presentar los caballos de Jannis l(ounellis
no de la poca, en un estigma perceptvo. Esta duplicacin permite a la vista, que se expusieron intermitentemente desde t969, o los peces que Newton Harrison
r as decirlo, verse a s misma. Ver /a y/sta se alimenta de lo vaco; el ojo y la sacrific en la galera Hayward en tg7l. Todos esos pTocesos radicales eran algo
-'nte se refle.jan a s mismos para iniciar su propio proceso. Aunque esto puede ms alqumico que metafrico. La transformacin pas a ser el papel que desem-
:onsistir en una especie de ndecreacin que incitaba al espectador a intervenir ban la galera vaca adquirieron la condicin de arte, se convirtieron en objetos ar-
)n su sstema de creacin artlstica (el arte como el opio de las clases medas-altas). tsticos y se rebelaron contra semejante situacin. En el transcurso de una hora se
:onvertimos fcilmente en creadores. En ese proceso nosotros mismos nos con- del artista -que es, a mijuicio, un gesto hostil- se transfiere al enfado del pblico
,ertimos en objeto artstico, alienados de la obra incluso cuando la transformamos. con el artista, lo cual, conforme al guion clsico de las transferencias de la van-
guardia, da autentcdad al enfado del artista con el pblico. Se da asdemasiada
:n la galera, los espectadores empiezan a parecerse a los caballos de Kounellis.
.a confusin entre lo animado y lo inanimado (objeto y espectador) invierte el mito
importancia al hecho de que unas personas estn encerradas en una habitacin y
le Pigmalin: el arte cobra vida y mejora al espectador. La conciencia es el agente se enfaden con su carcelero? La habitacin en la que estaban encerradas era, si
el medio, por lo que la posesin de una mayor conciencia se convierte en una li- mi informacin es correcta, una sala de arte. Quien los tena aislados era el gran
encia para explotar los productos evolutivos menos desarrollados. De ese modo, transformador. Encerrar sin motivo alguno a un grupo de personas en una habita-
l situacin de la galera refleja el mundo real que existe fuera. La confusin entre cin totalmente vaca, y sin dar ningn tipo de explicaciones, tiene dirayo-ms
I arte y la vida invita a realizar gestos que intensifiquen al mximo esa coofusin
resonancia en Argentina que en el Soho.
jtal vez un asesnato en la galerla?; sera arte?; valdra como defensa legal?; Esos gestos que afectaban a toda la galerla hicieron furor a finales de los sesenta
y contnuaron, espordcamente, a lo largo de los setenta. En cuanto a su escala y
testificarfa Hegel a favor de su relacin dialctica con el espacio expositivo?; se
amara a Jacques Vach como testigo de la defensa?; podra venderse la obra?; multiplicidad de lecturas, su apoteosls tuvo luga r en Chicago en enero de 1969. El
sera su documentacin fotogrfica la verdadera obra?). Y durante todo este tema no era la galer4, sino la institucin que posee no una galerla sino muchas:
iempo, en la galera vaca de Barry el contador sigue corriendo: alguien paga el el museo. Christo, que haba coincidido con Klein y Arman en Pars en torno a
lquiler. N4ientras ayuda a que se planteen tesis sobre el espacio que vende cosas, r960, fue invitado por Jan van der f4arcl< a realzar una exposicin en el nuevo
galerista ilustrado pierde dinero. Es como si un beduino dejara morir de hambre
I
Museum of Contemporary Art (lvlCA) de Chicago. Christo, que en ese momento
su caballo o un irlands ahogara a su cerdo. En la galera cerrada de Barry du- estaba preparando una exposicin para una galera privada de la zona, sugiri que
lnte esas tres semanas, el espacio se agita y refunfua. El cubo blanco, que es en el museo se hiciera algo especial: la operacin topolgica de envolver tanto el
hora un cerebro en un frasco, lleva a cabo su reflexin. interior como el exterior del edificio. Los problemas prcticos eran enormes; aun-
En suma, estos gestos buscan la trascendencia, la exclusin a travs del exceso, que despus suelen olvidarse, se trata de problemas que ponen a prueba la serie-
laislamiento a travs de Ia dialctica y de la proyeccin mental. Hallaron su con- dad de un gesto; las incomodidades de estar all se diluyen con el tiempo. De
-ario en una obra realizada, de forma bastante complaciente, en el hemisferio sur. entrada, eljefe de bomberos se opuso, aunque luego transigi. La presencia del al-
n uno de los grandes libros de los aos setenta, SlX Years: The Desmaterialization calde, Richard Daley, pas inadvertida.Tras la convencin nacional del Partido De-
f the Att Object from 1966 to tg72 [Ses aos: la desmaterializacin del objeto mcrata de r968, el tema de la exposicin celebrada en el l"luseum of
rtstico, de tg66 a tg72l, Lucy R. Lippard lo describe as: El grupo de Rosario Contemporary Art haba sido la violencia. La que fuera la muestra poltica de ms
one en marcha su Ciclo de Arte Experimental [...] del 7 al tg de octubre: Graciela xito de los sesenta concit la unanimidad del patronato del museo y de su perso-
:arnivale [.. .], una habitacin totalmente vaca, la ventana de la pa red est ta pada na l: supona una ofensa terrible. Adems, en la galerla Richard Feigen, que estaba
ara conseguir un ambiente neutro en el que se encuentra reunida la gente que al otro lado de la calle, Daley fue objeto de una feroz protesta por parte de algunos
a asistido a la inauguracin, Ia puerta se cierra hermticamente sin que los es- artistas. Entre las obras expuestas destacaba Lace Curtain for Mayor Daley [Cor-
ectadores se percaten de ello. La pieza consiste en cerrar todas las entradas V sa- tina de alambre de espino para el alcalde Daleyl de Barnett Newman. Para sor-
das, y en ver las reacciones imprevisibles de los asstentes. Pasada ms de una presa de todos, la operacin de envolver el edificio se realiz sin oposicin
m unicipal. Parece que el alcalde, tras ser criticado por los medios de comunicacin encajaba dentro de la tradicin del director de museo americano ni en la de sus
-acionales, pens que sera mejor dejarlo pasar. Pero, patronatos.
qu pasaba con la obra?
Fue indudablemente la colaboracin ms audaz de la poca entre un artista y Los envoltorios de los Christo son, en cierto modo, una parodia de las transfor-
rn director; solo comparable en realidad a la que se dio entre Ha ns Haacke y Edward maciones divinas del arte. El objeto es posedo, pero la posesin es imperfecta. El
:ry en el Guggenheim Museum en t97t. El museo era americano, pero Ios que objeto se pierde y se mistifica. La individualidad de la estructura -la morfologa
rolaboraron en el museo de Chicago eran ambos europeos, uno holands y el que lo identifica- se sustituye por un suave esbozo general, una sntesis que, como
rtro blgaro. El perodo en que Van der Marck dirigi el museo es va un episodio la mayora de las sntesis, fomenta la ilusin de comprensin. Recolectemos tan
egendario, no superado en los aos sesenta por ningn otro colega (con la ex- solo algunos de los aspectos que ofrece la accin de envolver el MCA de Chicago
:epcin, quizs, de Elayne Varian en el Finch College de Nueva york). Van der (el proceso) o el propio IVCA envuelto (el producto). El museo, el contenedot se ve
"larck fue en parte cocreador de la obra: presentar el museo como objeto de exa- a su vez contenido. Este doble positivo, que converte en arte el contenedor y en
nen se ajustaba plenamente a una prctica de la modernidad que consista en arte lo que contiene, produce alg n negatvo? Es una anulacin que descarga el
roner a prueba los lmites de cada supuesto y someterlos a discusin. y esto no contenido acumulado de la galera vaca?
9.t rr:r.
' "L irtr,:,.
de llevar hasta el llmite gran parte de la retrca del arte del siglo xx. Fuerzan la
La obra de los Christo empuja las cuestiones estticas hacia su contexto socal cuestin de la utopla en un pals que en otros tiempos fue consderado Utopa. Al
para que se inicie all la intermediacin polltica Hay que tomar una Postura no
hacerlo, miden la distancia que hay entre las aspiraciones del arte y la permisividad
solo por parte del mundo del arte, sino tambin del pblico no habitual
al que el
de la sociedad. Lejos de representar el sueo ruso de un arte avanzado que se
arte Ie resulta tan ajeno como la clasificacin de las especies en un acuario
Esto
siente a gusto en una socedad avanzada, utilizan los mtodos de una sociedad
no es una consecuencia de la obra, sno su motivacin principal Es algo
tan van-
imperfecta y sus mitos de libre mercado para imponer una voluntad tan fuerte
guardista (tradconalmente comprometido) como posmoderno (si el pblico est
como la de cualquier presidente de un consejo de administracin. Lejos de ser Io-
de sus ironas
cansado, hay que buscar otro). Asimismo, es notable Por la firmeza curas, los proyectos de los Christo son parbolas gigantescas: subversivas, bellas,
que van muY en serio -se pierde mucho dinero, algo que el prlblico siempre en' idcticas.
d
tiende-, si bien lo que otorga una dimensin poltica a la obra -un enfrentamiento La eleccin de escoger un museo de arte moderno como objeto para envolver
proceso'
muy razonado con Ia autoridad vgente- es la forma en que se lleva a cabo el demostraba la absoluta seriedad de los Christo y de Van der Marck. Ambos per-
se hacen proYectos'
Hay una esplndida Parodia de la estructura de las emPresas:
cibieron el malestar de un arte frecuentemente reprmdo por una institucin, el
se solicitan informes medioambientales a los expertos, se identifica a la oposicin
museo, que en esa poca tendla a convertirse, como la universidad, en un proyecto
y se celebran reuniones con ella; se abre un debate intenso que va acomPaado
empresarial. Se olvida a menudo que, al envolver el museo, los Christo tambin
a la luz
de su cuota de locura democrtica (los debates pblicos a nivel local sacan
envolvfan simblicamente a su personal y sus funciones: el mostrador de produc-
a los ms extraos mutantes de una sociedad libre)' A todo ello le siguen las
tec-
tos a la venta (ese pequeo almacn de bricolaje), al personal docente, al personal
nologfas constructivas de la instalacin, que a veces revelan la incompetencia
de
que a
de mantenimiento (operarios vestidos con mono al servicio de una fe que les re-
diversos proveedoresy del know-how americano Luego se realiza la obra' sulta ajena) y tambin, por extensin, a los patronos. Para paralizar sus funciones
continuacin se retira rPidamente, como si quienes la ven no Pudieran soportar eTa necesario envolver tambin el suelo y las escaleras, y as se hizo. Lo nico que
ms que un vislumbre de su belleza.
no se toc fueron las paredes sensibles. No se ha comentado mucho la calidad
pero su
Estas obras pblicas tienen la escala de los proyectos de Robert Moses'
del envoltorio. No se realiz con especial esmero, parecfa un trabajo de aficiona-
formidableambicinSeconsumaconlaeleganciamsamable,toleranteeinsis- dos. Se pasaron cuerdas y sogas por muescas para que corrieran y se ataron con
tente. Esta combnacn de vanguardia esttica, sutileza poltica y mtodos em- enormes nudos hechos a mano. No se refleja aqu la gran habilidad que los ame-
presariales confunde al pblico. lnstalar gigantescas obras de arte en el centro del
ricanos tienen para envasaT con buena presentacin y que incluye, por supuesto,
cuerpo social no forma parte de la tradicin americana El puente de Brooklyn el envasado de personas. As, el empaquetado del museo (explcito) y de su per-
tuvo que construrse antes de que Hart Crane y Joseph Stella pudieran comenzar sonal (implcito) propone que contener es sinnimo de comprender. AI envolver
a trabajar en 1. El arte americano a gran escala suele arrastrar al artista adnico el museo, se abre el camino hacia el conocimiento?
proyectos de los
a zonas remotas en las que la trascendencia es nmanente Los Como todos los gestos, aquel proyecto generaba una expectativa, una apertura
Christo mtan a gran escala las buenas obras pblicas: cosas que no sirven para
que para cerraTse satisfactoriamente necesitaba, como las preguntas o los chistes,
nada, pero que tienen un coste descomunal. Envolver implica gastos de tal mag-
una respuesta. Por definicin, un gesto se hace para subrayar ideas, emociones,
ntud (3,5 mllones de dlares en el caso de Runntng Fence [Valla corredera])que etc., y muchas veces... tan solo es efectista". Esto tene que ver con su repercu-
a quienes tenen problemas de corazn les puede dar un infarto Sinembargo'en
sin inmediata, pues el gesto debe captar la atencin o no sobrevivir lo suflciente
la tradicin imperial del egocentrismo de Ayn Rand, se consgue todo el dinero
ne-
como para aglutinar su contenido. Sin embargo, en el tiempo de un gesto hay un
que, aunque la cosa
cesaro a travs de la venta de la obra. Siempre me sorprende
problema: su medio real. Revelado por el momento y la circunstancia, su contenido
es seria, gente sofisticada piense que se est divirtiendo Divirtindose hasta cierto
puede estar desajustado con respecto a la forma de presentarse. Tenemos, por
punto. Los proyectos de los Chrsto constituYen uno de los escassimos intentos
r{r,,,,l ,1, ,, 9E
I Eplogo
Volver sobre algo que hemos escrito hace aos es lo ms parecido que puede haber
a regresar de entre los muertos. Asumimos una falsa superioridad sobre nuestro yo
anterior, el que realiz todo el tobajo. Asf q ue, al ranisar estos artfculos, resucitados de
las carpetas que los guardan, qu podrfa aadir? Mucho,
En los rlltimos diez aos se han enterrado muchas msas como si nunc hubiesen ocu
nido. El arte visual no avanza gracias a su buena memoria, y Nueva York es el /ocus de
algunos olvidos flagrantes. Se puede rnventar el pasadq debidamente disfrazadq si
nadie lo recuerda. De este modo, se define la originalidad, ese fetiche patentado del yo.
Qu es lo que se ha enterrado? Uno de los esfuerzos supuestamente nobles de la
comunidad artfstica, la decisin que de manera concertada tom una generacin:
poner en cuestn, a travs de un conjunto de estiloq ideas y cuasi mwimientos, el
,,- . contexto de su actMdad. El arte se hacfa antes para crear ilusin; hoy se hace de ilu-
,.,
;.,:siones. En los aos sesenta y setenta, el intento de acabarcon las ilusiones se o como
peligrosoque no podla tolerarse durante mucho tiempo- Por esq desde entonces
,;.la industria del arte ha renido daraluando aquel intento. Han vueho las ilusiones, se
i:toleran las contradicciones; el mundo del arte est de nuerro en su sitio y todo en l
en orden.
Cuando se altera o se subvierte la economfa de una disciplina, el sistema de valores
r;i ,se vuelve confuso. El modelo econmico.vigente durante cien aos en Europa y en las
'Amricas es el modelo del producta Un producto filtrado por las galerfas que se ofrece
|
"t a coleccionistas e instituciones prlblicas, que se comenta en revistas, en parte finan-
i:r, ciadas por esas mismas galerfas, y que tende a acercarse al aparato ac:dmico que
estabiliza la istorb-certificandq como hacen los bancos, elvalor de su mayor dep
sito: el museo-. En el arte, al final, Ia histora vale dinero. por
tanto, no tenemos el arte tI profunda conmocin econmica. La marginacin social del artsta de vanguarda y el
que nos merecemos, sino e arte por el que pagamos. :
Este cmodo sistema no fue lento movmiento de su obra -como si de un avin no tripulado se tratase- hacia los
prcticamente confrontado por la figura clave
en la que se apoya: el artista. I centros de riqueza y de poder se adecuaban perfectamente al sistema econmico
La relacin del artista de vanguardia con su contexto t
socia se compone de contra- dominante. Lo primero que se hace con cualquier objeto de valor es separarlo de su
dicciones, pues el arte visual lleva una lata atada a la I
cola. produce cosas. Invirtiendo creador. Dado que hablaba con una voz privilegiada, el programa socialde la moder-
una clebre frase de Emerson, el hombre ha vuelto !
a tomar las riendas y controla esas nidad, si es que podemos llamarlo as, ignor su contexto inmediato para exigir gran-
coss; el hombre se ha subido a la silla de monta, pero
Ia
en su caballo lleva las cosas des reformas (tal es la falacia de la pedirle aljugador de bisbol Babe Ruth
hacia el banco. Las vcsitudes de este producto, su
viaje en zigzag del estudio al museo,
ii soluciones a la Gran Depresin).
"fama":
provocan por lo general comentarios ocasionales
de carcter vagamente mrxista. El a
Ahora sabemos que el creador tiene un control limitado sobre el contenido de
idealismo implcito en el marxismo es poco atractvo para
los empiristas incondicio- su arte. Es su recepcin la que en ltima instancia determina su contenido, y ese
nales (entre los que me incruyo).cada sistema interpreta
ra naturareza humana segn contenido es, como nos han enseado los estudiosos revisionstas, aterradoramente
los fines que desea consegui pero ignorar o
disfrazar los aspectos ms desagradables retroactivo. La provisin retroactiva de contenido al arte es hoy una industria artesana
de nuestra naturaleza es el elemento fundamental
de la capacidad de atraccin de y es acumulativa. Todo el mundo ha de encajar su pequea aportacin de contenido.
todas las ideologas. Nos venden la idea de que somos
mejores de lo que somos. Las Tampoco tiene el contenido original -si atendemos a la historia de la modernidad-
diversas varantes de captalismo al menos Teconocen
nuestro egosmo esencial: en ningn efecto ideolgico masivo. La modernidad transformla percepcin, si 6ien an
eso radica su fueza. Las comedias de la ideologa y
del objeto (sea una obra de arte, est por escribirse una poltica de la msma. En los aos sesenta y setenta, durante las
una televisin o una lavadora) se representan en
un terreno en el que suelen proliferar protestas de la comunidad artstca contra Vetnam y Camboya, se instaur una nueva
las falsas esperanzas,las mentiras y las megalomanas.
perspectiva: deba examinarse el sistema por el que transitaba la obra de los artistas.
El arte est, por supuesto, impricado en todo
esto, por ro generar como un testigo Esto es, a mijuicio, un indicador clave de lo que no sin torpeza ha llegado a denomi-
inocente. Nadie es ms inocente que el intelectual profesional,
que nunca ha te- narse, en las artes visuales, la posmodernidad (es la muerte una posvida?).
nido que decidir entre dos males, y para quien el compromiso
es sinnimo de arran_ Fue un fenmeno radical. A veces, es ms seguro pontificar sobre los grandes
carse los galones. La vanguardia introdujo la idea
autoprotectora de que su temas polticos que limpiar los propios trapos sucios. La valentfa poltca se mide por
producto posea un valor esttico, social y moral que
era mstico y redentor. Esta el grado en que nuestra postura, si se afirma con prudencia, puede per.judicarnos.
idea naci, a principios de la modernidad, de la fusin
de los restos de la filosofa Resulta menos cmodo iniciar el proceso poltico desde nuestra casa. Con algunas
idealista con programas sociares idearistas. un ribro
de John stuart Mi , on Lerty excepciones (como Stuart Davis y David Smith), los artistas americanos de posgue-
ISobre la libertad], es posiblemente e texto perfecto para justificar cualquier
tipo rra entendieron mal la poltica de la recepcin del arte. Sin embargo, varios artstas,
de vanguardia, sea de derechas o de izquierdas,
sea futurjsta o surreasta. pero en- en particular los de a generacn del mnmalismo y el conceptualismo, la entendie-
contTar energa moral en un objeto vendible es como
vender indulgencras, y ya sa- ron muy bien. Su preocupacin implicaba una curiosa trasposicin. El examen au-
bemos qu tipo de reformas provoc semejante prctica.
torreferencial del arte se convirti, casi de la noche a la maana, en un examen de
Cualesquiera que sean sus vrtudes heroicas, el
concepto de vanguardia tiene, como su contexto socialy econmico.
vemos ahora, sus cosas negativas. Su peculiar relacin
con la burguesa (citada por Hubo varios factores que provocaron este fenmeno. A muchos artistas les irritaba
Baudelaire, por primera vez, en su pTesentacn
der sarn de rg46) es interdependiente el pblico que tena el arte; pareca insensible a todo salvo, en el mejor de los casos, a
y, en ltima instancia, pardica. El
culto a la orignalidad, la determinacindel valo la la expertizacin. Y el costoso complejo (galera, coleccionista, casa de subastas,
economia de la escasez de la oferta y la demanda
se dan con especial intensidad en museo) al que nevitablemente se entregaba el arte baj la voz. La evolucin intern
las artes visuales. Son el nico tipo de arte
en el que la muerte del artista causa una del arte empez a ejercer presin sobre varios lmites convencionales,lo que invitab
Qu carcter tena esa curiosa explosin de ideas? Aparte del habitual sociaismo
Erian O' Doherty
templadq era un deseo de controlar el contenido del arte por parte de sus producto-
Nueva York, rg86