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TRANSICIONES EN SALUD MENTAL

Transiciones en salud mental


Lidia Fernndez Rivas
Mara Eugenia Ruiz Velasco

RESUMEN. Punto de partida de la investigacin Subjetividad y salud mental presentada a


Consejo Divisional. Se destacan las dimensiones de la subjetividad en la produccin de
significacin en el proceso salud-enfermedad, en su dimensin histrico-social. Problematizamos
el campo de la salud mental, abriendo la reflexin acerca de las concepciones del sujeto de la
salud y las propuestas que dieron lugar a la participacin colectiva. Para concluir, planteamos
algunos problemas vinculados a las relaciones entre los profesionales de la salud, los usuarios
y la institucin, que nos introduce en la problemtica del poder y los paradigmas subyacentes
a las intervenciones.

La pretensin de producir un individuo sano y feliz en nuestra


sociedad, es una afirmacin puramente ideolgica. Separa al
individuo de su sociedad, ignora la alienacin del hombre
bajo el capitalismo y significa una capitulacin frente al
sociopsicologismo. Oculta la verdad dolorosa pero innegable
que los lmites para la curacin de un individuo estn
determinados por la enfermedad de la sociedad en que vive.
PAUL BARAN

La subjetividad y la salud
ESTE TRABAJO PRETENDE problematizar algunas de las propuestas en el campo de la
salud mental e inicia una serie de reflexiones que se profundizarn a lo largo del
desarrollo de la investigacin Subjetividad y salud mental, aprobada por Consejo
Divisional.
Cuando hablamos de subjetividad y salud partimos de la consideracin de que
este campo no puede ser entendido y abordado como un hecho individual y ahistrico,
como sustentan las aproximaciones dominantes que privilegian una visin organicista,
dejando fuera las dimensiones esenciales de la produccin y de la significacin del
malestar. Incluir la subjetividad implica ver la salud como produccin histrico-

ANUARIO 2002 UAM-X MXICO 2003 PP. 287-297

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social, problemtica de mltiples registros que requiere identificar qu se produce


entre los sujetos en determinado contexto social y cultural. La subjetividad nos
remite al estudio de la constitucin de los sujetos y a la produccin de significaciones
simblicas e imaginarias.
La sociedad, en cada periodo histrico, tiene concepciones diversas sobre los
problemas de la salud y de la enfermedad, y como consecuencia, un concepto
sobre el sujeto de la salud. A lo largo de los aos, estas concepciones han oscilado
desde la corriente organicista, que deja de lado los factores sociales y subjetivos y
atribuye la etiologa de los trastornos a perturbaciones fsicas, metablicas o
genticas, hasta el psicologismo extremo, que considera que el origen est en la
estructura psquica del hombre, pasando por las corrientes sociologistas que creen
ver en las contradicciones de clase el factor determinante de los procesos de saludenfermedad. Estas diversas miradas con respecto al sujeto de la salud mental derivan,
naturalmente, en criterios particulares en relacin tanto al rol del sujeto en sociedad,
como en cuanto al tratamiento y su destino cuando hay problemas de salud.
En relacin con el enfermo mental y su lugar en la sociedad, se lo ha considerado,
desde que aparecen las disciplinas del alma, tanto como alguien desadaptado que
juega un rol desorganizador y disfuncional1 o, en algunas corrientes antipsiquitricas,
como al protagonista de un rol de protesta o denuncia que aparece como emergente
de una sociedad alienada. En la actualidad, las propuestas tienden a considerar al
sujeto como al discapacitado a rehabilitar, atribuyendo la evolucin de su enfermedad,
en parte importante, a la condicin social que gener el estigma y el aislamiento; en
estas propuestas privilegian como tema central la lucha por la ciudadana del enfermo
mental.2 Estas concepciones son las que orientan a los rganos encargados de la
administracin de la salud, para generar estructuras institucionales que rehabiliten
al enfermo mental y lo reintegren a la sociedad de los sanos. El anlisis de las
instituciones psiquitricas revela que su significacin estructural estratgica se mantiene
coherente con el terreno poltico sobre el cual actan.
1

Las concepciones sobre el enajenado como irresponsable es el soporte de la funcin que la


psiquiatra aporta a la sociedad y que funda una alianza complementaria entre psiquiatra y derecho. A
partir del siglo XIX los psiquiatras son los tutores de unos menores perversos. La teora de la degeneracin,
peligrosidad, incurabilidad y cronicidad tienen consecuencias en las respuestas institucionales que se
observan hasta nuestros das (Desviat, 1994:21).
2
Entre los principales exponentes de estos movimientos contestatarios y de reforma que se incluyeron
en el ambiguo trmino de antipsiquitricos, podemos citar a Ronald Laing, David Cooper, Thomas
Szasz, en Inglaterra y Estados Unidos, y a Basaglia en Italia. Otros que contribuyeron a una reflexin
crtica, Deleuze y Guattari, Gentis, Octave y Maud Mannoni. La crtica global e ideolgica a la
psiquiatra, en algunos casos, llev a proclamar la inexistencia de la enfermedad mental y a considerarla
un mito o artefacto pseudo-mdico.

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Los estudios que se han desarrollado sobre los aspectos emocionales del sujeto
han tratado de articular al individuo enfermo con la estructura social, sealando los
factores intervinientes como pobreza, desempleo, desnutricin, violencia,
desintegracin familiar, etctera, pero no se ha analizado cmo estas condiciones de
existencia constituyen al sujeto y producen nuevas subjetividades.
Desde la perspectiva de la medicina, los profesionales se aferran a un modelo
biologicista que destaca la etiologa de la enfermedad, sin articular cmo los cuerpos
y las enfermedades son constituidos desde lo social. La identidad del cuerpo no es
un dato a priori, sino que depende de las relaciones que el sujeto establece con los
otros y con los signos de la cultura.
Desde nuestra aproximacin pensamos, sin negar la participacin de los factores
orgnicos, que es en la trama de relaciones sociales donde se constituyen las
representaciones del enfermar, las modalidades de tratamiento y el destino del
sujeto y su padecimiento. Conceptualizamos la produccin de la salud-enfermedad
como un entramado complejo donde intervienen experiencias, imaginarios y
significaciones atravesadas por una red de discursos, prcticas e intervenciones que
condicionan la manera en que se ubica y entiende el lugar del sujeto de la salud y
la enfermedad en la sociedad.
La produccin de imaginarios y saberes sobre el sujeto y la salud son a la vez
constitutivos de subjetividades, y participan en los significados y en las vivencias del
padecimiento que es construido por y desde los otros. El sntoma se expresa en el
lenguaje y en los actos, para ser descifrado por los otros. En este contexto, los caminos
identificatorios son fundamentales en la construccin de la enfermedad que, desde
esta perspectiva, va ms all de la consideracin de un cuerpo entendido
exclusivamente desde el paradigma biolgico.
Si bien las condiciones sociales, las condiciones de vida, tienen un lugar central,
en s mismas y en forma exclusiva, no permiten descifrar la problemtica singular de
cada individuo o familia que enferma. Para comprender la problemtica de la salud
se hace indispensable analizar las condiciones de produccin de la misma, en su
singularidad y por consiguiente, acceder al problema de la temporalidad y de la
historia. Sin este abordaje, ninguna propuesta permitir avanzar hacia la comprensin
y modificacin del malestar social que nos aqueja.3

3
G. Canguilhem, en su libro Lo normal y lo patolgico, demuestra que lo que suele describirse como
estado patolgico slo es una modificacin cuantitativa del llamado estado normal asociado con lo
habitual. La enfermedad, a diferencia de la anormalidad, remite a Pathos, sentimiento concreto de
sufrimiento y de impotencia; sentimiento de vida contrariada.

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La participacin colectiva en los procesos de salud


La problemtica de la salud mental es entendida a partir de los procesos subjetivos
que involucran diversas identidades, historia y significaciones, construidas por la red
de grupalidades, donde las creencias, los valores, concepciones del mundo tienen
una importancia central. La problematizacin del campo de la salud no es
independiente de las condiciones socio-histricas y del momento de reflexin por el
que atraviesan las diversas disciplinas. El momento histrico incide en cmo y en
qu condiciones de posibilidad son pensados los problemas de la salud.4 Tras las
diversas concepciones subyace una teora del sujeto y de los procesos de salud que
generalmente no son explicitadas, pero que intervienen en la mirada y decisiones
que los profesionales tienen en relacin con el sujeto.
Los proyectos sobre salud mental, cuando se la menciona, omiten las demandas
y necesidades de los sujetos, reduciendo sus problemas al nivel biolgico y a la
satisfaccin de necesidades materiales, pero no incluyen generalmente los intercambios
subjetivos y los factores emocionales.5 Entendemos que en todo proyecto sobre salud
mental es necesario considerar la inclusin de los sujetos intervinientes, tanto en la
formulacin de sus demandas, como en la implementacin de las acciones para
mejorar su situacin vital. Esta visin incluye un concepto de autonoma creciente
de los grupos o sujetos en la bsqueda de soluciones a sus problemas y conflictos.
Los grupos se inscriben en un tiempo transindividual que los hace partcipes de
una historia colectiva. Es indispensable que estos proyectos involucren el sistema
cultural y de valores de los actores, para que stos intervengan responsablemente en
acciones comunitarias.6 Cualquier accin sobre el campo de la salud supone no slo
4
Refirindose a la complejidad del marco en el que se gestan los procesos de transformacin en los
servicios de salud, entre los que se incluyen la dinmica de trabajo en equipo y las funciones de mediacin
con la comunidad, J. Garca Gonzlez y V. Aparicio (1990:7 y s.) plantean que la identidad de los
profesionales implicados no viene dada por la adscripcin a una corriente terica sino por la pertenencia
a un proyecto cultural y cientfico ms amplio que subyace al cambio.
5
M. Desviat, en la revista Psiquiatra Pblica (1996:143 y s.), plantea sus reflexiones acerca de la
relevancia de escuchar e incluir la experiencia de los pacientes en los servicios y programas institucionales,
en la atencin sanitaria empieza a imponerse el concepto de calidad de vida relacionado con la salud, las
condiciones de vida y la percepcin subjetiva de los pacientes [...] cada vez ms lo subjetivo prima sobre
las condiciones de vida ms objetivables [...] que intentan medir los niveles de satisfaccin de las
necesidades bsicas de proteccin, de estmulo, de pertenencia. Las percepciones subjetivas en ciertos
dominios de la vida tienen ms influencia sobre la satisfaccin de la vida en general [...] hay que evitar que
la presin asistencial, la educacin, la psicofarmacolgica [...] nos alejen de la escucha, del entendimiento
global de la persona y de su sentir acerca de la enfermedad y de la cura.
6
Los estudios sobre antropologa y salud, como son los avances de la antropologa mdica y la
etnografa, abren un amplio campo de investigacin indispensable para la comprensin de la problemtica

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un proyecto colectivo de acciones institucionales y comunitarias, sino tambin un


trayecto posible hacia la salud que indique algunas rutas sobre las cuales transitar, de
la patologa a la prevencin que incluye las condiciones sociales que producen y
precipitan el enfermar.
Si analizamos los movimientos transformadores de la psiquiatra que tuvieron
lugar durante la segunda mitad del siglo pasado, encontramos que las modificaciones
en las prcticas fueron acompaadas de reformas a nivel tanto de la estructura como
de la dinmica de las relaciones de los actores en las instituciones de salud. Para que
esta transformacin sea posible, es indispensable contar con una visin integral de la
salud pblica y con una voluntad poltica que facilite y apoye estos cambios.7
Cualquier proyecto que se lleve a cabo debe considerar el momento actual y las
subjetividades emergentes que este momento histrico produce. Problemas como la
violencia, la marginacin, el maltrato infantil, depresiones,8 por slo nombrar algunos,
no pueden interpretarse si no es a partir de referentes especficos que tienen su
arraigo en situaciones muy particulares desde el tiempo y el espacio social que nos
toca atravesar. Las estrategias de intervencin no pueden aislarse del medio cultural
en el que el trabajador social tiene que actuar. Por ello, la escucha de la demanda y de
la historia del malestar se hace indispensable.
Pero la inclusin de estas perspectivas distintas requiere de una comprensin
plural de los saberes que intervienen y de una tolerancia a diversas formas de abordaje
que permita la integracin de un equipo interdisciplinario. Tambin es necesario
enfrentarse con modelos hegemnicos que entienden la salud desde un nico
paradigma en juego, generalmente el modelo mdico que implica mltiples
resistencias y una tendencia a la eliminacin del conflicto y a la interpretacin
monocausal de los fenmenos. La visin comunitaria del trabajo en salud mental se
articula centralmente con los modos de existencia de los grupos y las personas y
en el campo de salud. Estudios etnogrficos sobre el lugar y el cuidado de la locura, los aportes de la
antropologa al estudio de las relaciones familiares, las inmigraciones, sobre el discurso y la narrativa
y la investigacin sobre las redes sociales y comunitarias, representan contribuciones esenciales para el
campo de la salud mental.
7
Entre los movimientos que se gestaron a partir de la Segunda Guerra Mundial, se destacan el
movimiento anti-institucional italiano, la comunidad teraputica inglesa, la psiquiatra de sector francesa
y la prevencin y la psiquiatra comunitaria en Estados Unidos. Estos primeros movimientos han sido
importantes referentes para otros pases como Canad, Espaa y Brasil, que iniciaron ms tardamente
su proceso transformador vinculado con los cambios polticos, sociales y en consecuencia con su sistema
general de salud. Actualmente muchos pases tienen algunas experiencias en este campo.
8
La creciente incidencia de estas problemticas puede verse en el captulo 5 Violencia, en el
reporte de la investigacin realizada en los pases con bajos ingresos, World Mental Health: Problems and
priorities in low-income countries (1995), Oxford University Press, traducida al espaol y publicada por la
Organizacin Panamericana de la Salud en 1997, Washington, D.C.

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compromete una forma de abordar estos problemas que implica la capacidad


autogestiva de los interesados en su solucin.
Se trata, ms que de llevar al sujeto a la institucin, de ir al encuentro de los
problemas para gestionar su solucin conjuntamente con los profesionales de la salud.
Los ciclos vitales suponen el enfrentamiento a crisis en las que el trabajador comunitario
puede intervenir para detectar y desarrollar una atencin precoz.
Los conceptos de intervencin en crisis de la psiquiatra comunitaria9 nos permiten
identificar los procesos ms importantes que podran sealar cmo crear estrategias
para intervenir en el momento adecuado que evite la aparicin o cronificacin de un
problema. A nivel de la sociedad, podramos hablar tambin de poblaciones en
riesgo.10 Catstrofes naturales, migraciones involuntarias, situaciones sociales
identificadas, como la drogadiccin, problemas escolares, los nios en la calle, etctera,
nos permiten desarrollar un perfil de problemas a intervenir.
La relacin del sujeto de la salud con lo social lleva siempre el sello de la relacin
inaugural con la familia, por ello, en cualquier programa de salud sta tiene tambin
una fundamental importancia. Pero es necesario atender a los nuevos modelos o
formas de vinculacin familiar que la vida moderna est generando. En relacin con
la familia, A. Stolkiner (1994) habla de la muerte del Padre y de la tendencia a la
desarticulacin o labilizacin de la estructura familiar, principalmente en las grandes
ciudades. Esto se expresa en menor proteccin a sus miembros ms frgiles, da la
impresin que el tejido social no contiene a las familias, observa la autora. En Mxico
observamos la presencia reiterada de familias monoparentales que crean retos a la
salud y a la atencin de sus miembros.
Como bien lo seala Emiliano Galende (l992), no es posible resolver estos
problemas a partir de una planificacin normativa que interpreta de manera
homognea y global los problemas de salud para luego aplicar sus tcnicas. Se hace
indispensable recurrir a la etnografa para, a travs de la participacin activa de los
9
Dentro de la psiquiatra comunitaria se observan dos lneas evolutivas en la salud pblica de
acuerdo a las concepciones del Estado. La participacin comunitaria que centra las obligaciones pblicas
en la proteccin y fomento de la salud y concepcin bsicamente centralizada y reparadora. La psiquiatra
preventiva se refiere al cuerpo de conocimientos profesionales, tanto tericos como prcticos, que
plantean un modelo de atencin a la salud mental que trascienda la asistencia centrada exclusivamente
en el sujeto enfermo, asiento individual de la patologa, para proyectarse en la comunidad tratando de
producir cambios positivos en sus instituciones y en el propio tejido social para modificar factores
predisponentes a la enfermedad y posibilitar el bienestar [G. Caplan (1966), Principles of preventive
psychiatry, Basic Books Inc.. Nueva York, traduccin al castellano, Paids, 1966:43].
10
El concepto de riesgo y la salud comunitaria a partir de la participacin ciudadana ha sido
ampliamente desarrollada en Qubec, Canad, con un vanguardista plan, Salud para todos: plan conjunto
para la promocin de la salud. La revolucin tranquila de Qubec. El concepto de riesgo, en La reforma
psiquitrica, M. Desviat (1994:83 y ss.).

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ciudadanos, conocer sus problemas y detectar de qu manera se relacionan y ubican


frente a su sufrimiento o malestar.
[Esto] nos lleva a revalorizar el saber de los individuos y de la comunidad acerca de
sus sufrimientos, y su propia gestin de bienestar [...] de esa manera es posible
que la llamada participacin en salud se convierta no en que la gente participe en
lo que nosotros planificamos, sino que participe en la construccin misma de
aquello que son las respuestas posibles a elaborar para el sufrimiento de la
enfermedad [1992:32 y s.].

Es necesario potencializar en este sentido las posibles respuestas sanas de la


poblacin que suponen una capacidad de organizacin de sus recursos y de sus
saberes en colaboracin solidaria con otros miembros de la comunidad.
Si se sitan los problemas de salud ligados a las condiciones de vida hay que
pensar una intervencin que permita mejorar desde una poltica sanitaria estas
condiciones, en una direccin ms preventiva que asistencial, para que puedan
reducirse las fragilidades subjetivas. Esta forma de entender el problema compromete
medidas tanto polticas, como econmicas y sociales, y hacen indispensable un
proyecto colectivo en el campo de la salud mental. Pensar acciones que acten
sobre el tejido social, que trabajen la solidaridad, el lazo social y la asuncin colectiva
de los problemas. Entendemos que el problema de la salud se relaciona con las
redes sociales a las que pertenecen los sujetos en su comunidad y en la sociedad
como un todo. Carlos Sluzki (1995) relaciona los mecanismos o procesos a travs
de los cuales la red social y la salud se afectan mutuamente y concluye que, la
pobreza de la red social afecta negativamente la salud. Es en la red de las relaciones
sociales donde, como lo plantea Barenblit, se promueven y construyen la salud y
la enfermedad, el placer y el sufrimiento, la cura o la cronificacin; en definitiva la
vida y la muerte en su continuo proceso de intrincadas y azarosas relaciones
(1990:ii). El sujeto de la salud, en este sentido, es un sujeto poltico; la salud no
se reduce al campo sanitario, tiene que ver con las condiciones de vida y la manera
en que se establecen las relaciones sociales.
La salud mental como campo
Dentro de los desarrollos ms significativos en el campo de la salud mental, como lo
plantea V. Barenblit (1989:i), estn los vinculados a los procesos que promueven la
sustitucin de los principios y prcticas de la asistencia psiquitrica tradicional y
generan la fundacin del campo de la salud mental, en el que se amplan tanto su

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terreno problemtico como sus concepciones y sus prcticas. Estas condiciones generan
la interaccin de redes de atencin cada vez ms complejas. Ms all de las relaciones
de poder en el mbito de las prcticas psiquitricas e instituciones manicomiales que
an prevalecen, en ms de cuarenta aos, este campo, como lo describe E. Galende
(1997:20), mostr una expansin y una transformacin con la inclusin de la palabra,
como esencial para la constitucin del lazo social y de la importancia de la escucha y la
atencin a la demanda, en el campo de la intervencin. Dentro de las experiencias que
hemos analizado, especialmente en los pases en los que se ha desarrollado una reforma
psiquitrica, destacan las transformaciones de la institucin psiquitrica derivadas de
las concepciones sobre los procesos que inciden en la enfermedad mental, stos se han
modificado por las reflexiones sobre el sujeto de la salud que han llevado necesariamente
a la interpretacin de la cultura y de la sociedad como mbitos donde se constituye la
subjetividad. Entre las prcticas derivadas de estos procesos, ha sido la psiquiatra
comunitaria la que ha adoptado esta orientacin hacia la prevencin; tambin
actualmente las reformas psiquitricas que tienden a considerar las necesidades
psicosociales de los pacientes y privilegian la atencin en la comunidad.
Esto se expres en la prevencin y promocin de valores de salud mental, su
inclusin en los criterios de Atencin Primaria de la Salud y la creacin de redes
comunitarias para la atencin. En este campo se ha creado una tensin entre estos
valores y concepciones de salud mental y las prcticas tradicionales de la psiquiatra.
La salud mental se piensa como inherente a la salud integral y al bienestar social de
los sujetos, familias, grupos, instituciones y comunidad.
Cabe destacar, como Barenblit ha sealado, que en la construccin de este campo
de abordaje se articulan el estudio de los problemas de salud, la investigacin de las
necesidades psicosociales y la organizacin de los recursos para satisfacerlas. Es
importante sealar que este complejo campo de la salud mental se constituye a
partir de la participacin y aportes conceptuales de mltiples disciplinas. Los objetivos
se amplan y de ellos se derivan diferentes prcticas orientadas a promover, conservar,
restablecer y rehabilitar la salud mental. La amplitud de objetivos convoca a la
participacin de diferentes sectores sociales y a la organizacin conjunta de proyectos
de bienestar social.
La situacin actual de este campo hace necesaria una reapertura a la reflexin,
estos valores del campo de la salud mental y las prcticas que de ellos derivaron, se
gestaron en los aos sesenta, apoyados en las consignas del Estado benefactor que
asuma una funcin prioritaria en la atencin de la salud. Tambin los aportes de la
sociologa, el psicoanlisis, la antropologa, el trabajo social, entre otras disciplinas
que contribuyeron a replantear las fuerzas instituyentes del sujeto de la atencin.
Para Galende (1997:21), la transformacin del Estado se caracteriza por la
tendencia actual a retirarse de la atencin pblica de la salud y de la proteccin
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social. Los programas comunitarios en Salud Mental, la Atencin Primaria y las


prestaciones en sus servicios se dirigen progresivamente a paliar los efectos de la exclusin
social y la pobreza extrema, con sus problemticas dominantes, como la violencia en
diferentes mbitos, las adicciones, depresiones y desamparos. La privatizacin en este
campo, el avance de empresas mdicas y seguros privados de enfermedad, imponen
otras modalidades en que se establecen las condiciones y formas de relacin entre el
sujeto de la atencin y el profesional. Estas transformaciones conducen a un
reordenamiento de los valores que se haban gestado en el campo de la salud mental.
Los procesos propuestos por los profesionales, en los que se gestaron teoras y mtodos
teraputicos, son desplazados por las imposiciones y exigencias administrativas de estas
organizaciones.
Reflexiones finales
A partir de los interrogantes sobre el sujeto de la salud y de los avatares y vicisitudes
del enfermar, entendemos el proceso salud-enfermedad como algo construido en
la interaccin con la sociedad y sus imaginarios, en esa interaccin se crean las
significaciones y discursos que recorren y atraviesan las instituciones, las relaciones
intersubjetivas, el cuerpo social en su conjunto. Los imaginarios sociales construidos
sobre la enfermedad, intervienen creando significaciones y discursos que tienen
sus efectos en la subjetividad.
En este complejo campo de estudio nos parece central aproximarnos a las
relaciones que se producen entre el profesional, el sujeto de la atencin y la institucin.
Entre los fenmenos que se observan y que dan cuenta de las vicisitudes de la
subjetividad, podramos destacar la disociacin entre el sujeto enfermo y la enfermedad,
objeto de conocimiento al que se dirige el desarrollo terico-clnico, dejando fuera al
sujeto con su contexto y su historia. En la relacin mdico-paciente, la mirada se
dirige a un cuerpo biolgico y no social; la relacin es asimtrica en la mayora de los
modelos mdicos de atencin (Menndez, 1990), en ella intervienen la produccin
de procesos identificatorios, idealizaciones y relaciones de poder y sometimiento
sustentados en vnculos transferenciales; el trabajador de la salud desarrolla formas
de defensa para enfrentar el dolor y la angustia del paciente (Balint, 1969), estos
recursos inciden en la experiencia emocional del sujeto de la atencin. Cuando se
abre la posibilidad de escuchar e incluir la experiencia del sujeto aparece la dimensin
subjetiva puesta en juego en los procesos de salud-enfermedad.
La problemtica de salud-enfermedad compromete no slo a un individuo aislado,
sino tambin a las relaciones en las que los sujetos estn inmersos, instituciones,
grupos, trama familiar y red social.
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