El Resurgimiento Etnico

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CA P T U L O 1

El resurgimiento tnico

l desmoronamiento de la Unin Sovitica, que dio lugar a la formacin de nuevos estados-nacin, junto a la desaparicin de Checoslovaquia y la emergencia de nuevas entidades polticas sobre
los lmites territoriales de esta ltima, se volvieron la referencia obligada para sealar cmo la reemergencia tnica, acaecida en las ltimas
dcadas del siglo XX, posea una fortaleza transformadora digna de
atencin y estudio. La violencia desatada en la exYugoslavia, con un
connotado perfil tnico, no es menos importante y tambin ha servido para enfatizar la peligrosidad que conlleva la reaparicin de este
tipo de conflictos que, en muchos casos, como el de Europa del Este y algunas regiones de frica, han conducido a sangrientos procesos de limpieza tnica. 1
Particularidades aparte, el caso de los irlandeses frente al Estado britnico, el de los vascos en el Estado espaol, el de los quebequenses en Canad, el de los misquitos, sumos y ramas de la costa este
nicaragense y el de diversos grupos indgenas en el resto de pases de
Amrica Latina a partir de la dcada de los noventa, son, junto a los
ejemplos previos, fenmenos anclados plenamente en una misma matriz tnica.
Este captulo analizar los perfiles o presentaciones que han asumido muchos de los conflictos tnicos de la poca. No obstante, el
propsito general del mismo es establecer el paradigma terico de los
movimientos sociales como marco analtico para el estudio ms sistemtico de este tipo de conflictos. Para esto, la exposicin se ha dividido en seis apartados. El primero contiene una explicacin acerca
de la naturaleza reemergente de los fenmenos tnicos. El segundo
explora, rpidamente, la forma en que la teora ha tomado los fen-

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menos colectivos de corte identitario. El tercero seala la importancia del estudio de los fenmenos tnicos a travs de la teora de los
movimientos sociales. El cuarto aborda el papel de la identidad en
los fenmenos tnicos. El quinto enumera de manera general los
principales tipos de conflictos tnicos. Por ltimo, el sexto propone
clasificar los fenmenos tnicos actuales en funcin del tipo de poblacin que los desencadena, destacando aqullos que persiguen la
autonoma como demanda principal.
La reemergencia de los conflictos tnicos
Por mucho tiempo se pens que los fenmenos tnicos eran fenmenos transitorios y que, con la aparicin de los modernos estados-nacin
como la forma de organizacin dominante en el orden mundial, la
centralidad que esos fenmenos haban cobrado en pocas anteriores
se desvanecera gradualmente.2 Se esperaba que los estados-nacin
resolvieran los asuntos de integracin y de homogeneizacin cultural,
con lo cual las posibles fuentes de conflicto de carcter tnico quedaran suprimidas.
Sin embargo, lo cierto es que los conflictos de esta naturaleza no
slo no desaparecieron sino que se mantuvieron vigentes tal como se
han mantenido de por s a lo largo de toda la historia, provocando
brotes y manifestaciones recurrentes en forma de guerras xenofbicas,
conflictos raciales, fundamentalismos religiosos, guerras de resistencia
a la asimilacin y a la etnofagia 3 y luchas constantes en contra del
exterminio cultural. 4
Con el fin de la guerra fra, que signific la desaparicin del orden
mundial bipolar, el fin de la historia no haba llegado; tampoco era
del todo evidente que el nuevo orden mundial resultante fuera el de
las civilizaciones en conflicto. Sin embargo, los conflictos sociales
emergentes portaban evidentemente una clara matriz cultural. As
lo haban entendido las teoras sociolgicas que haban sustituido a
las viejas teoras deterministas que alimentaron la idea de la existencia de un sujeto histrico con un destino prefigurado. Tal como lo
sintetizaba Huntington en su polmica obra, El choque de civilizaciones,
ya no la ideologa sino la cultura alimentaba los conflictos sociales
en el mundo que haba superado la guerra fra. La identidad de los gru-

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pos humanos, como algo que se desdobla a partir de la cultura, destacaba como motor de los nuevos conflictos sociales.
Al igual que Huntington, muchos otros autores que han teorizado sobre el multiculturalismo entre los cuales encontramos a David
Theo Golberg, a Alain Touraine, a Javier de Lucas y a Charles Taylor,5 vieron en la identidad el factor central de los conflictos sociales ms importantes de fines del siglo XX.6 Y con razn, pues la
identidad no slo estaba estimulando el reinicio de los fenmenos tnicos, sino tambin el desencadenamiento de conflictos que modificaron la geografa mundial, escindiendo naciones largamente unidas
y provocando la formacin de nuevos estados.
Los fenmenos identitarios frente a los enfoques tericos
En realidad, ya antes de que la llamada guerra fra llegara a su fin, la
teora social se haba visto confrontada con los nuevos fenmenos
sociales fundados en la identidad. As, las grandes narrativas acerca
de los movimientos y conflictos sociales sufrieron una crisis al final de
la cual, al demostrar su ineficiencia para lidiar con los nuevos desafos, terminaran por ceder su lugar a otras alternativas tericas, que
demostraban mayor versatilidad y capacidad para interpretar los fenmenos resultantes.7 Este era el caso, por ejemplo, de algunas narrativas autonombradas posmodernas. stas, sin complicaciones mayores,
auguraron rpidamente la proliferacin de una tendencia orientada
hacia la neotribalizacin8 del mundo, o bien hacia la retribalizacin,9 o hacia el regreso a la comunidad, al grupo, al ghetto. Otras, en
cambio, que preferan ubicar los tiempos en una ruta de mxima radicalizacin de la modernidad, tambin trataron de llamar la atencin sobre la importancia que tomaban los fenmenos sociales de
base identitaria, como producto de las rupturas de los mundos de la
vida que resultaban de la intensificacin de los procesos de integracin y enlace mundial. 10
Contrastando con las concepciones tericas que se basan en la
idea de la condicin moderna o posmoderna del mundo, apareci
una tendencia que se enfoc en la neomodernidad del planeta. Segn ella, la mayora de los fenmenos colectivos de la poca solan
apelar a conceptos centrales que haban estado ya en las fases inicia-

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les de la poca moderna como son los de ciudadana, democracia y derechos individuales.11
Por su parte, muchas de las teoras sobre la globalizacin, intentando explicar la progresiva integracin del planeta (mediada por la
intensificacin de las relaciones comerciales y, en general, por toda la gama de intercambios favorecidos por los adelantos en los sistemas de transporte y de comunicacin) han destacado que, como
resultado de la planetarizacin, comenzaron a aparecer fuerzas
de resistencia locales atrincheradas en el deseo de preservar sus particularidades.12
Los estudios de la llamada crisis del Estado de bienestar, por
otra parte, estiman que el desmantelamiento del Estado social, provoc directamente la formacin de identidades colectivas beligerantes y reactivas entre las cuales se incluye la de los fenmenos
tnicos que reaccionan frente a las transformaciones del Estado.
Otras propuestas tericas, como las de la transicin democrtica
han reconocido que los procesos de apertura poltica experimentados por diferentes estados durante la tercera ola de democratizacin
han favorecido la eclosin de figuras colectivas que, basadas en la
identidad, compiten libremente en el espacio pblico, dando credibilidad al presupuesto terico de la emergencia de la sociedad civil.
Por su lado, las teoras de la identidad, que alcanzaron un desarrollo ms sistemtico en la segunda mitad del siglo XX, han constatado
el carcter identitario de los fenmenos sociales actuales y han desarrollado un acercamiento ms sensible a la naturaleza de stos.13
Despus de una etapa en la que haban utilizado un enfoque ms
propio de la sicologa individual, las teoras de la identidad extendieron su preocupacin hacia el anlisis social-colectivo, con lo cual
llegaron a ofrecer importantes descubrimientos que favoreceran en
mucho la comprensin de los fenmenos sociales anclados en la identidad. As, las contribuciones de estas teoras fueron a la vez sustantivas y metodolgicas, pues adems de interpretar ms apropiadamente
la naturaleza de los fenmenos colectivos, tambin influyeron significativamente en la manera de proceder en la interpretacin de los
movimientos sociales.
De esta suerte, sobre todo en Europa continental, la influencia de
los estudios sobre las identidades generara toda una corriente teri-

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ca la de los llamados nuevos movimientos sociales para el estudio de fenmenos de accin colectiva que surgan y se integraban
alrededor de demandas posmateriales,14 tales como la bsqueda de
reconocimiento, la distincin y el reclamo de derechos ciudadanos,
etctera.
Si tericamente los fenmenos de base identitaria comenzaban a
tener amplio reconocimiento, en trminos polticos tambin haban
comenzado a gozar de una atencin especial: adems de adquirir el
reconocimiento social en los espacios en que actuaban, tambin fueron reconocidos por otros sectores como vas legtimas para encauzar la lucha tnica, ecologista, de gnero, de preferencias sexuales,
entre otras.
La teora de los movimientos sociales
Existe una versin clsica de la teora de los movimientos sociales
que cuando sucedi la emergencia de los fenmenos identitarios, gozaba ya de una gran tradicin. No obstante, al ocurrir esta emergencia, la teora tuvo que adaptarse a los requerimientos y desafos que
le planteaban los fenmenos sociales resultantes. En este proceso, el
paradigma de los movimientos sociales no slo demostr que poda
crear nuevas categoras de anlisis e interpretacin sino que adems
poda refuncionalizar y actualizar categoras clsicas para responder a
las nuevas exigencias y requerimientos de su objeto de estudio.
Pronto la teora de los movimientos sociales se habra de demostrar como una opcin suficientemente preparada para el estudio de
los conflictos tnicos actuales, a condicin de que stos se tomaran
como movimientos sociales, an reconociendo su carcter frecuentemente cambiante.
La definicin del concepto
En trminos conceptuales, un movimiento social es una construccin
de tipo ideal15 que funciona como herramienta heurstica para la interpretacin de fenmenos de accin colectiva. En su condicin de

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construccin tpica ideal, este concepto suele tolerar muchas definiciones.16
Aparte de ser polismico, el concepto de movimiento social ha
demostrado ser sumamente verstil, pues sirve para referirse a fenmenos que involucran acciones colectivas muy diferentes, tales como
modas, orientaciones culturales de carcter artstico o popular, organizaciones polticas, sindicatos y grupos de inters. El concepto
tambin ha sido utilizado para referirse a movimientos muy diferentes
en trminos de mecanismos de cohesin, tipos de demandas o planteamientos, grados de institucionalizacin, grados de verticalidad u
horizontalidad de sus estructuras internas, etctera.17
No obstante, se han propuesto definiciones de los movimientos
sociales que buscan ser ms tericamente comprehensivas. Este es el
caso de la propuesta que ofrece E. Laraa. Segn este autor, quien ha
practicado una acuciosa revisin tanto de las teoras clsicas sobre
los movimientos sociales como de las propuestas ms recientes, el
concepto de movimiento social se refiere a una forma de accin colectiva 1) que apela a la solidaridad para promover o impedir cambios
sociales; 2) cuya existencia es en s misma una forma de percibir la
realidad, ya que vuelve controvertido un aspecto de sta que antes
era aceptado como normativo; 3) que implica una ruptura de los lmites del sistema de normas y relaciones sociales en el que se desarrolla su accin; 4) que tiene capacidad para producir nuevas normas y
legitimaciones en la sociedad. 18
Ahora bien, es claro que el concepto de movimiento social tiene
pretensiones comprensivas y omniabarcadoras. Por eso, para ser utilizado en el estudio de fenmenos particulares de accin colectiva, el
concepto necesita, inevitablemente, un proceso intermedio de construccin operativa. As pues, para el estudio particular de los fenmenos tnicos, en un primer momento, una definicin operativa del
concepto de movimiento social podra ser formulada de la siguiente
manera:
Se trata de una forma de accin colectiva contenciosa19 o de lucha, que apela a la solidaridad de los actores sociales participantes20
(en este caso, a las poblaciones tnicas organizadas), y que una vez
que concierta y define aspiraciones comunes, plantea a sus contrapartes (el Estado y la sociedad local e internacional), un catlogo

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explcito de demandas, en cuya persecucin no slo despliega ciclos


sistemticos de protesta y participacin seguidos de momentos de
bajo perfil en donde suele mantenerse en forma latente,21 sino
que adems, en funcin de las contingencias de la lucha y la manifestacin, realiza procesos de ajuste programtico.
Los ciclos de protesta, segn Sidney Tarrow, son fases de:
...intensificacin de los conflictos y la confrontacin en el sistema social que
incluye una rpida difusin de la accin colectiva de los sectores ms movilizados a los menos movilizados; un ritmo de innovacin acelerado en las formas
de confrontacin; marcos nuevos o transformados para la accin colectiva; una
combinacin de participacin organizada y no organizada; y unas secuencias
de interaccin intensificada entre disidentes y autoridades que pueden terminar en la reforma, la represin y, a veces, en una revolucin.22

Los momentos de latencia, en cambio, comprenden periodos en la


vida activa de los movimientos sociales en los cuales stos se mantienen prcticamente imperceptibles en la escena pblica hasta que un
nuevo ciclo de protesta los reanima.23
El uso de este paradigma en el estudio de los nuevos fenmenos
tnicos no es novedoso. Sin embargo, muchos analistas poco familiarizados con la teora de los movimientos sociales y con los movimientos sociales como fenmenos empricos han realizado dos tipos de
crticas dignas de mencin. La primera es que les parece que lo que
se denomina movimientos sociales (tnicos) no mantienen unidad
visible. Para responder a esta crtica se debe sealar que los fenmenos que se suelen identificar como movimientos sociales son de accin colectiva y que no constituyen entidades con elementos unidos
o articulados por lgicas externas, 24 sino por vinculaciones internas
tales como la comunin de intereses, desafos comunes, identidad
originada de una misma matriz (en este caso de carcter tnico), objetivos comunes y contrapartes similares, entre otras, no siempre
accesible para los legos.25 Ciertamente, a los ojos de los observadores
poco familiarizados con la naturaleza de los movimientos sociales,
stos pueden presentarse como fenmenos heterogneos con escasa
uniformidad y hasta con diferentes grados de fragmentacin, como
lo han observado acertadamente autores como Touraine y Jelin.

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De ah que la falta de visibilidad a la que alude la crtica se deba
a que los fenmenos que se denominan movimientos sociales no son
como las organizaciones polticas que poseen estructuras jerrquicas
acotadas. Tampoco son la simple suma de las estrategias particulares
de un conjunto de organizaciones, sino los objetivos y propsitos, as
como la solidaridad que la causa comn es capaz de despertar entre
los diferentes actores involucrados. 26
La segunda crtica plantea que lo que usualmente se nombra como movimientos sociales no siempre se expresa como fenmeno estable sino como manifestacin de intensidades variables; algunas veces
de gran relumbre y otras demasiado opacas, casi imperceptibles.27
De ah que se sospeche incluso de la pertinencia misma del concepto de movimiento social. Esta observacin es bastante acertada en
lo que toca a la primera parte; sin embargo, eso no neutraliza en lo
ms mnimo el paradigma de referencia, pues est demostrado que
los movimientos sociales se manifiestan con intensidades variables.
A lo largo de sus diferentes fases evolutivas y de cambio, los movimientos sociales experimentan una especie de oscilacin entre momentos
de apogeo y momentos de latencia.28 Estas fases dependen directamente de los llamados momentos de oportunidad poltica que son
circunstancias coyunturales en las cuales sucede el desencadenamiento especialmente intenso de las acciones colectivas de los movimientos sociales.29
Ahora bien, al margen de la crtica, debe sealarse que al andamiaje analtico que la teora de los movimientos sociales ofrece para
el estudio de la emergencia tnica se ha venido a sumar lo que se conoce como la teora de los nuevos movimientos sociales.
Esta teora ha sealado la aparicin de un tipo de movimientos
sociales cuyos vnculos de unidad se basan en motivaciones subjetivas
y cuyas demandas buscan el reconocimiento poltico de la identidad
(demandas tnicas), el otorgamiento de derechos diferenciados (demandas del movimiento feminista y lsbico-gay), y la proteccin al
ambiente (demandas del movimiento ecologista).30
Es cierto que el contraste entre la nueva versin de los movimientos sociales y la versin clsica destaca la centralidad de la identidad
en los fenmenos de accin colectiva recientes. Sin embargo, tambin es evidente que los nuevos movimientos sociales han resignifi-

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cado muchos de los temas que ya estaban en la agenda de los movimientos sociales tradicionales, como es el caso de la identidad, la
autonoma y el rechazo a la injusticia. De modo que, sin restarle importancia a su forma innovadora, hay que reconocer que muchos de
los movimientos sociales catalogados como nuevos son, en realidad,
formas evolucionadas de los movimientos sociales tradicionales,31
que se han ajustado a un momento de oportunidad poltica en el que
lo central ha venido a ser la identidad y la bsqueda de su reconocimiento.
La teora de los movimientos sociales y los conflictos tnicos
Liberada de las crticas y enriquecida con las contribuciones tericas
recientes, la teora de los movimientos sociales ofrece indudablemente un instrumental analtico completo para el estudio de los conflictos tnicos. Con su asistencia no slo es posible poner atencin al
origen de las figuras colectivas que canalizan el conflicto sino que adems se pueden explorar con detalle los componentes de sus demandas.
Por otra parte, aunque el objeto de inters de la teora de los movimientos sociales trasciende el mbito de las organizaciones, esta
teora permite observar cmo se forman las organizaciones, cmo
definen su identidad y cmo la renuevan en los momentos en que
abandonan las fases de latencia (durante las cuales mantienen un perfil bajo o bien un nivel de permanencia prcticamente invisible).32
La teora de los movimientos sociales tambin ofrece un marco
que permite observar la funcin de los lderes en la conformacin de
las organizaciones tnicas. Esto incluye, por una parte, la elaboracin
de las demandas, la adaptacin, la combinacin y la realizacin de
las acciones colectivas33 y, por otra, la operacin de redes de relacin
con otras formas de accin colectiva que comparten la arena pblica
en donde las organizaciones actan.
Adems, gracias a que percibe a los movimientos sociales como
fenmenos evolutivos y cambiantes, la teora de los movimientos sociales permite observar cmo las demandas se construyen, elaboran,
ajustan y modifican. 34

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La identidad en los fenmenos tnicos
De una manera ms aplicada, por ejemplo, para el estudio detallado de
los fenmenos tnicos de actualidad, la teora de los movimientos
sociales, entre otras cosas, permite observar que no todos los grupos poblacionales con caractersticas tnicas son o han sido, por ese
solo hecho, protagonistas de conflictos tnicos. Al respecto, se ha
podido demostrar que existen poblaciones que pudiendo desencadenar conflictos tnicos, no lo hacen.35 Esto se debe a que si bien el
factor de unidad de los conflictos tnicos es la identidad tnica, en
la prctica no necesariamente existe una correlacin directa entre
identidad tnica y conflictos tnicos. La razn de esta peculiaridad,
propia de fenmenos de accin colectiva en los que se involucra el tema identitario, radica en el hecho de que como lo ha sealado el
socilogo Enrique de la Garza no basta con poseer una identidad
especfica para que sta se vuelva accin colectiva () es necesario
un punto de ignicin, un agravio sentido colectivamente, una injusticia evidente, una accin del otro flagrantemente ilegtima, para
que la identidad pueda convertirse en un detonante conflictivo.36
As, por extensin, se puede inferir que para que la identidad tnica se convierta en motor de acciones colectivas, invariablemente
necesita de una motivacin como la que seala De la Garza. Sin embargo, las motivaciones no actan solas. Estas necesitan de la labor
de un agente que deber fungir como factor de tal conversin. De ah
que sea importante tener en cuenta el papel que las figuras colectivas intermedias (organizaciones y/o movimientos) desempean, no
slo para sumar la participacin de las poblaciones tnicas en acciones colectivas fundadas en la identidad, sino tambin para distinguir
de stas a la poblacin que, siendo constituyente de comunidades tnicas, no necesariamente ha tomado parte protagnica en la emergencia tnica a la que aqu se hace referencia.
Ahora bien, la instrumentalidad de la identidad tnica no se
agota en su calidad de recurso para las acciones colectivas. Aparte
de ser un medio para la accin colectiva, la identidad tnica tambin
se convierte en un fin en s misma,37 llenando de contenido los objetivos hacia los que se orienta la accin colectiva propiamente dicha.

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Por ello, conviene explorar brevemente en qu consiste este tipo de


identidad.
La identidad tnica
Como lo han demostrado los estudios de la identidad, la etnicidad
es una forma especfica de identidad, que al igual que todas las otras
formas se define en procesos de interaccin social. En principio, la
identidad (incluyendo en este concepto genrico, la identidad tnica)
es una categora relacional que se define en la mediacin del uno
frente al otro,38 en procesos dialgicos para decirlo en palabras de
Charles Taylor.39 Slo que, en su carcter particular, la definicin
de la identidad tnica necesita indispensablemente de un referente
grupal. Por esa razn, su definicin se encuentra asociada a la existencia de un grupo tnico especfico.
Un grupo tnico, segn Friedrik Barth, es una forma especfica de
organizacin social 40 que se funda, como alguna vez lo seal Max
Weber, en la existencia de una creencia subjetiva en un linaje comn frente a la cual incluso la relacin consangunea objetiva carece de importancia. 41 De ah que se pueda hablar del grupo tnico
tal como lo plantea Smith, en el sentido de:
...un tipo de colectividad cultural que hace hincapi en el papel de los mitos de
linaje y de los recuerdos histricos, y que es reconocido por uno o varios rasgos culturales diferenciadores, como la religin, las costumbres, la lengua o las
instituciones.42

Un grupo tnico existe gracias a la diferenciacin que logra con


respecto a otras sociedades percibidas como de distinta naturaleza,
es decir, otros grupos tnicos.43 El contraste resulta esencial porque es
gracias a l que un grupo tnico puede diferenciarse y lograr la exhibicin de sus caractersticas particulares. De este contraste provienen,
en ltimo anlisis, los atributos que definen la identidad tnica de
los individuos.
Conviene sealar que la identidad tnica de las personas no resulta simplemente de la posesin de las caractersticas observables

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de un grupo tnico tales como las caractersticas lingsticas, raciales, sanguneas y de vestuario, etctera. Tampoco provienen del
simple sealamiento externo, como suele ocurrir con los estigmas
xenfobos y racistas.44 En realidad, la identidad tnica resulta de una
especie de mediacin entre la autoadscripcin y lo que Friedrik Barth
llam la adscripcin por otros.45
Planteadas as las cosas, la identidad tnica debe ser vista como
una identidad dctil, dinmica y sujeta a cambios. La influencia de
sus portadores y los cambios en el entorno mismo no slo pueden
reafirmar la identidad tnica, sino que incluso pueden sustituirla por
otra mediante procesos de conversin, como a menudo ocurre con las
identidades religiosas.46
Esto refuta la creencia muchas veces aceptada de que la identidad
tnica es rgida o notablemente refractaria al cambio. Segn esta
creencia, la pertenencia tnica (que es el componente sustantivo de
la identidad tnica) se adquiere fundamentalmente por nacimiento,
es decir, a travs de la insercin en una familia y, por lo tanto, en un
sistema de parentesco.47 Sin embargo, la identidad tnica es tambin
el resultado de una construccin que puede variar a travs del tiempo48 en contenido y en la relevancia de sus componentes.49 De ah
que, como lo han sealado Barabas y Bartolom, la identidad tnica
slo pueda perdurar adaptndose, recomponindose y redefinindose
permanentemente a su entorno, por lo que no slo es susceptible de
transformacin adaptativa sino tambin de alteracin cualitativa.50
Ahora bien, desde el punto de vista de los individuos, la identidad tnica no es la nica ni la ms integral. Es cierto que, como lo
han demostrado algunos estudios, en la mayor parte de las interacciones intertnicas, la dimensin tnica de la identidad es siempre la
ms visible y la ms destacada.51 No obstante, adems de su pertenencia tnica nuclear, bajo determinadas circunstancias un individuo
puede dar prioridad a otras dimensiones de su identidad personal,
como su pertenencia a una regin, a una nacin, a un gnero, a una
clase social, a un sector productivo, entre otras. El individuo tambin
puede priorizar su pertenencia a organizaciones polticas por medio de
las cuales puede finalmente decidir usar su identidad tnica para desencadenar acciones colectivas como las que dan lugar a los conflictos tnicos. 52

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Usos instrumentales de la identidad tnica


El proceso mediante el cual las identidades tnicas se convierten en
la base y en los objetivos de la accin colectiva es un proceso de seleccin que destaca los elementos de mayor impacto de la identidad
de referencia. De ah que se pueda inferir que la evocacin de las
pocas de gran florecimiento y de las grandezas pasadas de las que se
supone son herederos los grupos tnicos actuales es un factor que estimula, despierta y atrae el inters hacia las acciones colectivas.
George de Vos se refiri a las identidades tnicas como identidades preferentemente orientadas al pasado.53 Esta apreciacin, vista con el inters de explicar cmo se realiza el uso instrumental de
las identidades tnicas, ayuda a entender por qu la aglutinacin
de los participantes suele resultar precisamente en la evocacin de
ese pasado, que puede ser, por lo dems, inventado como lo sugiri
Eric Hobsbawn.54
En cualquier caso, el factor decisivo que conduce a la participacin en acciones colectivas de naturaleza tnica es el discurso y la
capacidad de convencimiento que ste tenga al apelar al orgullo y al
sentimiento tnico de los convocados.
Trabajo de las lites
As pues, el uso instrumental de la identidad tnica en los fenmenos
o movimientos tnicos no surge por generacin espontnea. En l se
coagula el trabajo de cierta lite que ha buscado desencadenar acciones para preservar la identidad tnica y garantizar su mantenimiento.55
De modo que, gracias a su capacidad de liderazgo y a la legitimidad de
su posicin, los lderes indgenas pueden invocar directamente a los
mitos del linaje o mitos de origen,56 o bien a los recuerdos histricos registrados en la memoria colectiva de las etnias,57 no solamente para motivar la formacin de figuras colectivas sino tambin
para la integracin del catlogo de reclamos o demandas. De ah que
en funcin de esos planteamientos particulares, el uso instrumental
de la identidad tnica pueda tener fines muy diversos.58

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Fines y usos de la instrumentalidad
En sentido estricto, los usos instrumentales de la identidad tnica
pueden ser variados, por ejemplo:
1. Para favorecer, como lo ha reconocido Smith, los intereses
individuales o colectivos, especialmente en el caso de los intereses de lites en pugna que necesitan movilizar a un gran
nmero de seguidores y ganar as apoyo para sus objetivos en
la lucha por el poder; 59
2. Para alentar la conformacin de identidades englobantes, como en el caso de los movimientos indgenas contemporneos;
y, en general,
3. Para causas directas de las poblaciones tnicas, en la medida
en que pueden originar una amplia variedad de conflictos como los que se sealan en la siguiente seccin.
Tipologa de los fenmenos tnicos
Ciertamente, el uso instrumental de la identidad tnica puede dar lugar a una variedad de fenmenos colectivos, entre los que se cuentan
los siguientes:
1. Los conflictos tnicos dominantemente xenofbicos. Este tipo de
conflictos han alimentado procesos sangrientos de limpieza
tnica y de confrontacin racial violenta como los vividos en
la exYugoslavia, Sudfrica y varios otros pases africanos. El
fundamentalismo de estos conflictos puede tener ms de una
motivacin, entre ellas la monopolizacin del poder por una de
las partes. En general, este tipo de conflictos no implica la
bsqueda de un arreglo mediante un pacto o contrato poltico
especfico. Por el contrario, se encamina hacia la dominacin
total de un grupo sobre el otro o los otros o, en el peor de los
casos, hacia la expulsin o reduccin completa de los oponentes, lo cual puede llegar, en casos verdaderamente extremos,
hasta la eliminacin fsica de los contrarios. Otra motivacin
puede ser la ocupacin y conquista de un territorio de alguna

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importancia especfica. Esto puede ocurrir ya sea porque se trate de un territorio que traslapa y encima derechos histricos de
unas y otras etnias, o bien porque el territorio en disputa sea
de inters de terceros no comprometidos directamente en los
acontecimientos ms que en calidad de aliados y patrocinadores de recursos blicos a las etnias en pugna. El inters sobre
el territorio adquiere as un doble nivel de importancia: el que
identifican los involucrados en forma directa y el que estratgicamente persiguen los patrocinadores de la guerra. En cualquier caso, este tipo de conflictos puede demostrar tambin el
inters de las partes en la formacin de estados-nacin de un
perfil exclusivamente tnico, como ocurre en el caso de los nacionalismos tnicos. 60
2. Los conflictos tnicos propiamente nacionalistas61 o etnonacionalismos.62 Son aquellos que comprenden como fuente de motivacin principal un reclamo nacionalista. En esta clasificacin
estn considerados todos aquellos conflictos tnicos empeados en alcanzar la formacin de un Estado propio, por ejemplo:
a) Las luchas nacionalistas interesadas en la formacin de estados-nacin, protagonizadas en el siglo XIX y comienzos del
XX, y en la definicin de nuevos estados en pases de descolonizacin tarda, como en los casos africanos.63
b) Los nacionalismos contra el Estado, que consisten en que los
grupos tnicos (o nacionalidades), que por largos aos han
vivido bajo un rgimen de Estado-nacin nico y pretendidamente homogneo, se rebelan contra ste buscando la
separacin de su territorio. 64
c) La accin de aquellos grupos tnicos que, teniendo un perfil
nacionalista, buscan el reconocimiento legal de su condicin
de nacin mediante el arreglo interno dentro del Estado que
los contiene, es decir, en forma de naciones confederadas,
como en Suiza y Blgica.65 De este arreglo interno puede
surgir algn tipo de autonoma territorial o autogobierno,
o bien ciertas formas de representacin poltica especial, de
una forma legalmente establecida.
d) La de aquellos grupos tnicos cuyo territorio original fue dividido en la interseccin de varios pases y que ahora po-

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dran reivindicar la unidad del mismo. La base tnica comn
les permite reconocerse como constituyentes de una nacin
y ese reconocimiento, a su vez, los motiva a plantearse la
posibilidad de constituirse en un nuevo Estado-nacin.
3. Los conflictos que Barbara Harff y Ted Robert Gurr denominan de comunidades contendientes y de etnoclases.
a) Los conflictos de comunidades contendientes se logran con
base en el inters de ciertos grupos tnicos, no en la obtencin de autonoma, sino en la posibilidad de compartir
el poder en el gobierno central de los estados modernos en
los que se encuentran ubicados.
b) Los conflictos de etnoclase, en cambio, generalmente suelen
ser promovidos por minoras tnicas o culturalmente distintas que ocupan diferentes estratos sociales y poseen roles
econmicos especializados en las sociedades en que viven.66
El conflicto de etnoclase en las sociedades industriales
avanzadas lo sostienen, por ejemplo, poblaciones compuestas de descendientes de esclavos o inmigrantes.67 Los integrantes de las etnoclases viven en vecindades urbanas
especiales o en villas rurales y rara vez tienen una base territorial o tradicin de nacionalidad separada.68 Sin embargo,
se preocupan por recibir un trato ms equitativo o favorable de la sociedad mayoritaria, a pesar de sus diferencias de
lengua y nacionalidad.
Los conflictos tnicos y la autonoma
Aparte de la tipologa considerada en la seccin previa, existe otra
que se ha practicado a partir del tipo de poblacin que protagoniza los
conflictos. Esta otra forma de consideracin trae aparejada la necesidad de tener en cuenta el tipo de sociedades o de estados en los que
ocurren los conflictos tnicos. Los conflictos tnicos hoy en da suceden en los ms diversos pases del orbe, organizados conforme a modelos de estados diferentes. En el caso particular de los pases que se
ordenaron siguiendo el modelo de Estado-nacin moderno (el caso
de los pases latinoamericanos) se han distinguido generalmente dos
tipos de poblaciones potencialmente desencadenantes de conflic-

El resurgimiento tnico

37

tos tnicos: las llamadas minoras nacionales (poblaciones nativas


u originarias) y los grupos tnicos de poblacin inmigrada.
Las minoras nacionales son las poblaciones tnicas que poseen
derechos histricos de adscripcin sobre los territorios que ocupan en
virtud de que descienden directamente de poblaciones nativas de
regiones que fueron conquistadas o colonizadas.69 En tanto que la
poblacin tnica inmigrada, es aquella poblacin que se ha asentado en pases distintos a los de su origen y en los cuales ha logrado
reproducir sus vnculos de unidad y de grupo.70 Tericamente, los
conflictos tnicos que pueden promover estos dos tipos de poblacin
son distintos.
La poblacin tnica inmigrada, que no ha sido asimilada a la cultura del pas receptor, comnmente desencadena conflictos pluritnicos que buscan el reconocimiento de su condicin tnica. Los
movimientos surgidos de este tipo de poblacin usualmente buscan
arreglos que garanticen la preservacin de su particularidad y la obtencin de derechos polticos especiales en distintos niveles de gobierno
de los pases receptores. Desde luego, esto no cancela la posibilidad de
que se adscriban a un territorio especfico, lo que en el futuro les permitira plantear demandas del tipo enarbolado por las minoras nacionales con derechos histricos de adscripcin territorial.
Por su parte, las minoras nacionales, poblaciones originarias o
pueblos indgenas pueden alentar muchos tipos de conflictos tnicos.71 Sin embargo, especialmente en la fase en la que ha tenido lugar
el resurgimiento tnico, han protagonizado sobre todo los denominados conflictos multitnicos. En el contexto de los estados democrtico-liberales, en este tipo de conflictos las minoras nacionales
por lo general reclaman derechos territoriales con base en justificaciones histricas, y con ello reclaman tambin derechos de autogobierno y autodeterminacin a travs de la autonoma, que es en
realidad una forma del ejercicio de la autodeterminacin.72
Ahora bien, en aras de la claridad, es necesario sealar que los
derechos de autodeterminacin a los que pueden aspirar las minoras nacionales a travs de la autonoma tienen que ver directamente
con el derecho de autodeterminacin de los pueblos, tal como lo prescribe la Organizacin de las Naciones Unidas (ONU) a travs del
Pacto Internacional de Derechos Econmicos, Sociales y Culturales,

38 El movimiento indgena y la autonoma en Mxico


y del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos, ambos
aprobados por la Asamblea General de la ONU en 1966 y en vigor
desde 1976. Segn esta organizacin: Todos los pueblos tienen derecho a la autodeterminacin. En virtud de este derecho determinan
libremente su condicin poltica y buscan libremente su desarrollo
econmico, social y cultural. El convenio 169 de la Organizacin
Internacional del Trabajo (OIT), ha adoptado esta nocin de autodeterminacin pero excluyendo las implicaciones de independencia
y soberana que el concepto pueblo tiene en la legislacin internacional y expresando en cambio que en el caso de los pueblos indgenas y tribales el derecho de autodeterminacin podr ser ejercido
dentro de los mbitos internos de los estados que los comprenden.73
Hecha esta aclaracin, debemos decir que en lo que respecta al
ejercicio del derecho a la autodeterminacin, el concepto de autonoma (segn sus races griegas: el derecho de darse a uno mismo sus
propias leyes) usualmente adopta diferentes acepciones dependiendo
del uso prctico que se le d.74
Sin embargo, lo ms comn es que en los reclamos actuales de las
minoras nacionales (que como se ver en los prximos captulos,
tanto para Amrica Latina en general como para el caso especfico
de Mxico, pueden ser pueblos indgenas o poblaciones tribales), la
autonoma se refiera a un sistema de arreglo flexible que, dicho de
manera general, podra permitir a las minoras nacionales el ejercicio del autogobierno y la autodeterminacin dentro del marco del
Estado en que viven, mediante un pacto o estatuto constitucional
claramente establecido.75
En los pases de Amrica Latina, en tanto estados-nacin modernos, las circunstancias de los conflictos tnicos parecen ser bastante
similares a los de esta ltima categora. Sin embargo, con nimo de
establecer precisin sobre el particular, debe sealarse que en esta
regin especfica la fuente principal de los conflictos tnicos como
tendremos la oportunidad de ver en el siguiente captuloproviene
de los pueblos indgenas, quienes plantean la creacin de sistemas de
autonoma indgena con el fin de poder ejercer su derecho a la autodeterminacin.

El resurgimiento tnico

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NOTAS
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3

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9

Vase, por ejemplo, Timothy Sisk, Power Sharing and International Mediation in
Ethnic Conflicts, Washington, D.C., U. S. Institute of Peace Press, 1996; Peter
Waldmann, Radicalismo tnico. Anlisis comparado de las causas y efectos en conflictos tnicos violentos, Madrid, Akal, 1997; Mnica Gonzlez y Pablo Thelman (eds.),
Minoras tnicas y movimientos separatistas en el mundo, Mxico, Quimera, 2001.
Vase Will Kymlicka, Ciudadana multicultural. Una teora liberal de los derechos de
las minoras, Barcelona, Paids, 1996, p. 22.
Se usa aqu el concepto de etnofagia en el sentido en el que lo plantea Hctor
Daz-Polanco cuando se refiere a la estrategia del indigenismo etnfago que
consiste en que mientras se reconoce la vigencia de las identidades, se busca engullirlas, socavarlas desde sus cimientos: desde la misma comunidad. Hctor
Daz-Polanco, La rebelin zapatista y la autonoma, Mxico, Siglo Veintiuno, 1997,
p. 18.
En nuestra era moderna, seal Isaiah Berlin a Nathan Gardelo en 1991, el nacionalismo (como fenmeno de base tnica) no est resurgiendo, nunca ha muerto, tampoco el racismo. Ellos son los ms poderosos movimientos en el mundo
actual. Gardelo, Nathan, Two concepts of nationalism: an interview with
Isaiah Berlin, en The New York Review of Books, 21 de noviembre de 1991, p. 19.
Entre los autores que han atendido el asunto de la longeva permanencia de los
fenmenos tnicos, encontramos a Donald L. Horowitz, Ethnic Groups in Conflict,
California, University of California Press, 1985; Dennis L. Thompson y Dov Ronen, Ethnicity, Politics, and Development, Colorado, Lynne Rienner Publishers,
Boulder, 1986.
Vase David T. Golberg, Multiculturalism: a Critical Reader, Massachusetts, Blackwell Publishers Inc., 1994; Alain Touraine, Podremos vivir juntos? La discusin
pendiente: el destino del hombre en la aldea global, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1997; Charles Taylor, El multiculturalismo y la poltica del reconocimiento,
Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1993; y Javier de Lucas, La sociedad
multicultural. Democracia y derechos, en Revista Mexicana de Ciencias Polticas y
Sociales, Mxico, ao XLII, nm. 167, enero-marzo, 1997.
No obstante el realce cultural que se les ha reconocido, muchos de los fenmenos
sociales que alternan en esta poca a menudo tienen otras motivaciones que pueden ser de tipo ideolgico, econmico y poltico. Incluso, algunos fenmenos con
cualquiera de las motivaciones anteriores han llegado a mantenerse en ese perfil
con pocas variaciones. Sin embargo, tambin existen fenmenos sociales que teniendo otras motivaciones distintas a las autnticamente culturales en sus orgenes, deciden transmutarse despus en fenmenos de corte cultural.
Vase Gilberto Gimnez, La identidad social o el retorno del sujeto en sociologa, en Leticia I. Mndez y Mercado (coord.), Identidad: anlisis y teora, simbolismo, sociedades complejas, nacionalismo y etnicidad. III Coloquio Paul Kirchhoff,
Mxico, UNAM, 1996, pp. 11-24.
Vase Michael Maffesoli, Le temps des tribus, Pars, Meridiens Kliencksieck, 1988.
Vase Joane Nagel y Susan Olzak, Movilizacin tnica en los nuevos y en los
viejos estados. Una ampliacin del modelo de competicin, en Zona Abierta,
nm. 79, 1997, p. 14; Gilberto Gimnez, Comunidades primordiales y modernizacin en Mxico, en Gilberto Gimnez y Ricardo Pozas Horcasitas (coords.),

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Modernizacin e identidades sociales, Mxico, Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM/Instituto Francs de Amrica Latina, 1994, p. 181.
10 Al mismo tiempo que las relaciones sociales se extienden lateralmente como
resultado de la mundializacin de la economa, observamos dentro de los estados-naciones la intensificacin de las presiones que reivindican la autonoma local
y la identidad cultural regional. Anthony Giddens, The consequences of modernity, Stanford, Stanford University Press, 1992, p. 75; Jrgen Habermas, El discurso filosfico de la modernidad, Madrid, Taurus, 1988.
11 Jeffrey C. Alexander, Sociologa cultural. Formas de clasificacin en las sociedades
complejas, Barcelona, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales/Anthropos,
2000.
12 Vase Judit Bokser y Alejandra Salas, Ciudadana, identidades colectivas y globalizacin, en Poltica y Cultura, nm. 12, 1999; Mike Featherstone, Global Culture,
Nationalism, Globalization and Modernity, Londres, Sage Publications, 1992. R. Robertson plantea que las reacciones locales de base identitaria no son opositoras
al proceso de enlace planetario sino formas complementarias de este ltimo fenmeno. Es ms, las supuestas tensiones entre universalismo y particularismo, dice
Robertson, no existen, en virtud de que la globalizacin entraa la universalizacin del particularismo as como la particularizacin del universalismo. Roland
Robertson, Identidades nacionales y globalizacin: falacias contemporneas,
en Revista Mexicana de Sociologa, ao LX, vol. 98, nm. 1, enero-marzo de 1998,
p. 9.
13 Vase Gilberto Gimnez, La identidad social, op. cit.; Xabier Etxecheverra,
tica de la diferencia, Bilbao, Universidad de Deusto, 2000, pp. 83-138; Loredana
Sciolla, Teoras de la identidad, en L. Sciolla, Identit, Turn, Rosenberg y Selier, 1983; y Eric J. Hobsbawm, Identidad, en Revista Internacional de Filosofa
Poltica, nm. 3, mayo de 1994, pp. 5-17.
14 Vase Seyla Benhabib, Democracy and Difference. Contesting the Boundaries of the
Political, Princeton, Princeton University Press, 1994, p. 4; Ronald Inglehart,
Culture Shift in Advanced Industrial Society, Princeton, Princeton University Press,
1990.
15 Vase Enrique Laraa, La construccin de los movimientos sociales, Madrid, Alianza, 1999, p. 104.
16 G. Pasquino seala que no existe una teora omnicomprensiva y completamente
satisfactoria del concepto de movimiento social. Vase Gianfranco Pasquino,
Definicin de movimientos sociales, en Norberto Bobbio et al., Diccionario de
Poltica, vol. 2, Mxico, Siglo Veintiuno, 1991, pp. 1015-1020.
17 Enrique Laraa, La construccin de, op. cit., p. 14.
18 Ibid., pp. 26-27.
19 Sydney Tarrow, El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la accin colecti va y la poltica, Madrid, Alianza, 1997, p. 9.
20 Alberto Melucci, Challenging Codes. Collective Action in the Information Age, Cambridge, G.B., Cambridge University Press, 1996, p. 28.
21 Douglas McAdam, Initiator and Spin-off Movements: Diffusion Processes in Protest Cycles, en Mark Traugott (ed.), Repertoires and Cycles of Collective Action,
Durham, Duke University Press, 1995, p. 25; David Snow y Robert Benford, Master Frames and Cycles of Protest, en Aldon Morris y Carol Mueller (eds.), The
Frontiers in Social Movement Theor y, Londres, Yale University Press, 1992.
22 Sydney Tarrow, El poder en, op. cit., p. 263.

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Vase Alberto Melucci, Nomads of the Present, Filadelfia, Temple University Press,
1989; Enrique Laraa y Joseph Gusfield (eds.), Los nuevos movimientos sociales. De
la ideologa a la identidad, Madrid, Centro de Investigaciones Sociolgicas, 1994.
24 Sostiene Touraine que es imposible definir un objeto de estudio llamado movimiento social sin seleccionar primeramente un modo general de anlisis de vida
social, base sobre la cual una categora de hechos llamados movimientos sociales pueden ser constituidos. Alain Touraine, The Return of the Actor, Mineapolis,
University of Minnesota Press, 1988, p. 63. Entendidas as las cosas, lo que hace
de un fenmeno un movimiento social son sobre todo los vnculos de unidad que
posee, independientemente de que si se priorizan sus diferencias el fenmeno en
s pueda verse completamente fragmentado. Ruth Cardoso, Movimientos sociais
na Amrica Latina en Revista Brasileira das Ciencias Sociais, vol. 3, nm.1, 1987,
pp. 27-37.
25 Vase Alan Touraine, The Return, op. cit. y Elizabeth Jelin, Otros silencios: el
tiempo de la democratizacin en Argentina, en Fernando Caldern (comp.), Los
movimientos sociales ante la crisis, Buenos Aires, Universidad de las Naciones Unidas, 1986, p. 22.
26 Vase Sydney Tarrow, El poder en, op. cit., pp. 21, 23 y 25.
27 Esta fue por ejemplo la opinin de Jos del Val y Hctor Daz-Polanco, entre otros,
todos ellos ponentes de la mesa redonda: Neoindigenismo y zapatismo: poltica de indios en el gobierno de Vicente Fox, celebrada en la Facultad de Ciencias Polticas y
Sociales, UNAM, 20 de febrero de2001.
28 Aberto Melucci, Challenging Codes, op. cit.
29 Vase Sidney Tarrow, El poder en, op. cit.
30 Vase Alberto Meluci, Challenging Codes, op. cit.; Ronald Inglehart, Culture
Shift in, op. cit.
31 Vase Calhoun Craig, New Social Movements of the Early Nineteenth Century, en Social Science History, nm. 17, 1993, pp. 385-427.
32 Para algunos autores como Melucci, en las fases o periodos latentes, los movimientos sociales reconfiguran planes y se mantienen en espera de los momentos
de coyuntura para ocupar de nuevo la esfera pblica. Citado en Enrique Laraa,
La construccin de, op. cit.
33 Sydney Tarrow, El poder en, op. cit., p. 52.
34 Vase Sydney Tarrow, El poder en, op. cit., Alberto Melucci, Challenging Codes, op. cit.
35 Vase Will Kymlicka, Ciudadana, op. cit.
36 Enrique De la Garza Toledo, Los sujetos sociales en el debate terico, en Enrique De la Garza Toledo (comp.), Crisis y sujetos sociales en Mxico, vol. II, Mxico,
Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, UNAM/
Miguel ngel Porra, 1992, p. 45.
37 Miguel A. Bartolom, Etnias y naciones. La construccin civilizatoria de Amrica Latina, en Leticia Reina (coord.), Los retos de la etnicidad en los estadosnacin del siglo XXI, Mxico, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en
Atropologa Social/Instituto Nacional Indigenista/Miguel ngel Porra, 2000,
p. 156.
38 Vase Loredana Sciolla, Identit, op. cit., p. 23; Gilda Waldman, Identidad, en
Lxico de la poltica, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 2000, pp. 289-302.
39 Charles Taylor, Identidad y reconocimiento, en Revista Internacional de Filosofa
Poltica, nm. 7, mayo de 1996, pp. 10-19.

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Fredrik Barth, Los grupos tnicos y sus fronteras. La organizacin social de las diferencias culturales, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1976.
41 Max Weber, Economa y sociedad: esbozo de sociologa comprensiva, Mxico, Fondo
de Cultura Econmica, 1983, p. 389.
42 Anthony D. Smith, La identidad nacional, Madrid, Trama, 1997, p. 18.
43 Fredrik Barth, Los grupos, op. cit.
44 Banton hace una distincin importante entre raza y etnicidad. Sostiene que la
raza se refiere a una clasificacin (categorisation) de la gente, mientras que la etnicidad tiene que ver con grupo de identificacin. Vase Michael Banton, Racial and Ethnic Competition, Cambridge, G.B., Cambridge University Press, 1983.
Por otra parte, segn subraya T. H. Eriksen, Banton sostiene que la etnicidad
generalmente concierne ms con la identificacin del nosotros, mientras que el
racismo tiene un uso ms orientado hacia la categorizacin del ellos. Vase
Thomas Hylland Eriksen, Ethnicity and Nationalism. Anthropological Perspectives,
Londres, Pluto Press, 1993, p. 5.
45 Roberto Cardoso de Oliveira seala que Barth muestra cmo la identidad tnica
no se puede reducir a las formas culturales y sociales sumamente variables [...]
Barth subraya que concentrndonos en lo que es socialmente efectivo, podemos
ver a los grupos tnicos como una forma de organizacin social, siendo as que el
aspecto crtico de la definicin de grupo tnico pasa a ser aquel que se relaciona
directamente con la identificacin tnica, a saber la caracterstica de autoatribucin y atribucin por los otros. En la medida en que los agentes se valen de la
identidad tnica para clasificarse a s mismos y a los dems con propsitos de interaccin, constituyen grupos tnicos en el sentido de organizacin. Roberto Cardoso de Oliveira, Etnicidad y estructura social, Mxico, Centro de Investigaciones
y Estudios Superiores en Atropologa Social, 1992, p. 21. Vase Fredrik Barth,
Los grupos tnicos, op. cit.
46 G. Gimnez, quien realiza una exploracin terica acerca de los cambios de identidad, encuentra que puede concebirse el cambio como un concepto genrico
que comprende dos formas ms especficas: la transformacin y la mutacin. La
transformacin es un proceso adaptativo y gradual que se da en la continuidad
sin afectar significativamente la estructura de un sistema [...] La mutacin, en
cambio, supondra una alteracin cualitativa del sistema, es decir, el paso de una
estructura a otra. Gilberto Gimnez, La identidad social , op. cit., p. 22. Para una exploracin ms especializada de los cambios de identidad tnica, vase
Donald L. Horowitz, Ethnic Identity, en Nathan Glazer y D.P. Moynihan
(comp.), Ethnicity. Theory and Experience, Cambridge, Mass., Harvard University
Press, 1975, pp. 115-116.
47 Gilberto Gimnez, Identidades tnicas: estado de la cuestin, en Leticia Reina
(coord.), Los retos de la etnicidad , op. cit., p. 62.
48 La identidad tnica como cualquier otro tipo de identidad, necesita ser conquistada y reafirmada sin descanso ya que no es por comodidad que se le puede presentar como algo dado. Francois Dubet, De la sociologa de identidad a la del
sujeto, en Estudios Sociolgicos, vol. VII, nm. 21, septiembre-diciembre de 1989,
p. 538.
49 Esto, dicho segn la concepcin de Sartre sobre la identidad, sera ms o menos
el resultado de un proceso de estar siendo no finalizado hasta la muerte que es
cuando la identidad alcanza a definirse de manera definitiva pero que, paradjicamente, cuando esto sucede el sujeto ha dejado de existir. En el libro El ser y la

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nada de Sartre hay un pasaje que podramos decir refiere al carcter contingente
de la identidad. Desde el momento que existen seres que han de ser lo que son,
el hecho de ser lo que se es no es en modo alguno una caracterstica puramente
axiomtica: es un principio contingente del ser en s. Jean Paul Sartre, El ser y
la nada, Mxico, Atalaya, 1993, p. 35.
50 Miguel A. Bartolom y Alicia M. Barabas, La pluralidad en peligro, Mxico, Instituto Nacional Indigenista/Instituto Nacional de Antropologa e Historia, 1996.
51 Vase Gilberto Gimnez, Identidades tnicas, op. cit.; tambin Michael L.
Hecht et al., African American Communication. Ethnic Identity and Cultural Interpretation, Londres, Sage Publications, 1993.
52 En realidad, la identidad es multidimensional. En la unidad biogrfica de una
persona pueden existir diferentes dimensiones que se manifiestan en la multiplicidad de roles que sta asume en su vida diaria. Las distintas dimensiones de la
identidad hacen posible el manejo mltiple de las mismas sin que eso provoque
esquizofrenia. Muchos estudios que exploran el campo de los fenmenos tnicos
con el fin de encontrarles arreglos pacficos han observado cmo la identidad tnica puede empatar armoniosamente con una identidad ms amplia como la identidad nacional. David Miller ha observado que: Parece perfectamente posible
que la etnicidad y la nacionalidad coexistan sin que una amenace con eliminar
a la otra. Todo depender de si el grupo tnico se siente seguro y confortable con
su identidad nacional y con las instituciones polticas que le corresponden. Por
tanto, decir que la frontera entre nacionalidad y etnicidad es porosa no es lo mismo que decir que los dos fenmenos deban fundirse. David Miller, Sobre la nacionalidad. Autodeterminacin y pluralismo cultural, Barcelona, Paids, 1997, p. 37.
53 Vase George De Vos y Lola Romanucci Ross, Ethnic identity, Cultural Continuity
and Change, Chicago, University of Chicago Press, 1982.
54 En la evocacin de grandezas pasadas, en los mitos de origen y en los recuerdos
histricos, la fidelidad del dato no importa. El suceso es simblico y puede estar
alimentado por la fantasa y la invencin. De hecho, la invencin de la tradicin
es algo recurrente en las historias de las sociedades humanas. Vase Eric Hobsbawm y Ranger, T. (comp.), The Invention of Tradition, Cambridge, G.B., Cambridge University Press, 1993.
55 Para la lite tnica o la intelligentsia tnica como tambin se le nombra a menudo los mitos de linaje o de origen y los recuerdos histricos son elementos
importantes para estimular el inters de las etnias. Vase Anthony D. Smith, La
identidad, op. cit., pp. 54-55; Benedict Anderson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusin del nacionalismo, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1997, p. 65.
56 Vase Anthony D. Smith, The Ethnic Origins of Nations, Oxford, Basil Blackwell,
1986; Benedict Anderson, Comunidades imaginadas, op. cit.
57 Los conflictos culturales que han trado de vuelta enfrentamientos entre civilizaciones ofrecen una excelente demostracin del papel que juegan en ellos los lderes. As lo advierte Huntington cuando seala que los lderes polticos extienden
y profundizan sus llamamientos a las lealtades tnicas y religiosas con el fin de
fortalecer la conciencia de civilizacin en relacin con otras identidades. Samuel
Huntington, El choque de civilizaciones y la reconfiguracin del orden mundial, Barcelona, Paids, 1997, p. 319.
58 La eleccin de la identidad tnica como recurso para las acciones colectivas puede
ser motivada por la intervencin de agentes, tales como la denominada intelli-

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gentsia tnica. No obstante, los individuos y los grupos no pueden hacer lo que
quieran con ella, porque el uso instrumental de la identidad tnica depende en
realidad de factores tales como el marco estructural, la situacin social, la correlacin de fuerzas entre los grupos y las maniobras de los dems, entre otros. Esto
es as debido a la naturaleza social de la identidad tnica. Vase Gilberto Gimnez, Identidades tnicas, op. cit., pp. 57-58.
Anthony D. Smith, La identidad, op. cit., p. 18.
Samuel Huntington, El choque de, op. cit., pp. 326-327.
Los nacionalismos tnicos han sido ampliamente documentados sobre todo por
las teoras de los conflictos tnicos y por la tradicin histrico culturalista de los
estudios sobre el nacionalismo. Vase Stanley J. Tambiah, The Nation-State in
Crisis and the Rise of Ethnonationalism, en Edwin N. Wilmsen and Patrick Mc
Allister (comp.), The Politics of Difference. Ethnic Premises in a World of Power,
Chicago, The University of Chicago Press, 1996, pp.124-143; Anthony D. Smith,
The Ethnic Origins..., op. cit., pp. 153-173.
Vase Walker Connor, Etnonacionalismo, Madrid, Trama, 1998.
Ted Robert Gurr y Barbara Harff, Ethnic Conflict in World Politics, Colorado, Westview Press, 1994, p. 15.
Los nacionalismos contra el Estado son un ejemplo mucho mejor para explorar
el vnculo entre la sociedad civil y el nacionalismo. En este contexto, el nacionalismo no slo tiene que ser creado o despertado, sino que en su difusin tiene
que competir contra el nacionalismo del Estado ya existente. Josep R. Llobera,
El dios de la modernidad. El desarrollo del nacionalismo en Europa occidental, Barcelona, Anagrama, 1994, p. 178.
Raymond C. Taras and Rajat Ganguly, Understanding Ethnic Conflict. The International Dimension, Nueva York, Addison Wesley Longman, 1998, p. 48.
Ibid., p. 23.
Ibidem.
Ibid., p. 24.
Ted Robert Gurr and Barbara Harff, Ethnic Conflict, op. cit., p. 20.
Vase Raymond C. Taras y Rajat Ganguly, Understanding Ethnic, op. cit.
Las minoras nacionales o grupos tnicos de poblacin nativa suelen denominarse
pueblos indgenas cuando participan en conflictos tnicos en razn de que bajo
esa denominacin sus demandas y planteamientos pueden beneficiarse de lo que
prescriben instituciones internacionales como la ONU y la OIT en lo que se refiere
al derecho de los pueblos indgenas y tribales.
Will Kymlicka, Ciudadana, op. cit., p. 20.
Vase Manuela Tomei, Pueblos indgenas, derechos y desarrollo. El Convenio
nmero 169 de la Organizacin Internacional del Trabajo en Lydia van de Fliert
(comp.), Gua para pueblos indgenas. Sobre polticas, proyectos, asistencia financiera y tcnica de organizaciones internacionales gubernamentales y no gubernamentales en Amrica Latina, Mxico, Comisin Nacional de Derechos Humanos, 1997,
pp. 68-69.
Una de las definiciones aplicadas recogidas por la obra de Lapidoth seala que la
autonoma es un arreglo territorial interesado en garantizar la identidad colectiva de un grupo que es diferente de la mayora de la poblacin de un Estado, pero
que constituye la mayora en un rea especfica del espacio geogrfico del Estado
de referencia en el cual la minora, pueblo indgena o poblacin tribal, pueda
expresar su identidad distintiva y ejercer su autogobierno. Ruth Lapidoth, Au-

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tonomy. Flexible Solutions to Ethnic Conflicts, Washington, D. C., United States Institute of Peace Press, 1997, pp. 29-36.
75 Fortalece la tesis de que el concepto de autonoma (dentro de sus lmites) es un
concepto verstil (o flexible) la idea que sostiene Daz-Polanco cuando plantea
que los rasgos especficos de la autonoma, como modelo de arreglo estarn siempre determinados, de una parte, por la naturaleza histrica de la colectividad que
la ejercer, en tanto sta ser el sujeto social que, con su accin, a fin de cuentas
[a la autonoma] la convertir en realidad histrica y le dar vida cotidiana; y, de
otra, por el carcter sociopoltico del rgimen estatal-nacional en que cobrar
existencia institucional y prctica, por cuanto la profundidad de las conquistas, las
facultades asignadas y, en suma, el grado de autogobierno reconocido, en su despliegue concreto depender en gran medida de la orientacin poltica y el sistema
democrtico vigentes. Hctor Daz-Polanco, Autonoma Regional. La autodeterminacin de los pueblos indios , Mxico, Siglo Veintiuno, 1991, p. 152.

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