MARK MAZOWER (La Europa Negra) - Cap1-5
MARK MAZOWER (La Europa Negra) - Cap1-5
MARK MAZOWER (La Europa Negra) - Cap1-5
La Europa negra
Desde la Gran Guerra hasta la cada del comunismo
EL TEMPLO ABANDONADO:
AUGE Y CADA DE LA DEMOCRACIA
... Una poca en que por doquier oye uno hablar de una crisis -y a veces incluso de una catstrofe- en la democracia.
1
Libertad? Muchas personas sonren ante esa palabra. Democracia? Parlamentos? Son pocos quienes no hablan mal de
los parlamentos ...
2
En el Congreso de Monarcas Destronados celebrado en Ginebra en 192?, las testas antao coronadas de Europa trataron de recobrar a sus antiguos adeptos. Pero su conmovedora proclama ( Slo la
monarqua es capaz de defender a la cultura europea del acoso de la
barbarie bolchevique, de la desalmada mecanizacin americana, del
despertar airado de los nacionalismos asiticos ... Europa puede escoger: aniquilamiento o monarqua ... ) cay en saco roto. Sometindose al espritu de los tiempos, acabaron por establecer su propia Repblica de Reyes en una pequea isla del ocano ndico. All, para su
sorpresa, pronto fueron olvidados por sus antiguos sbditos. Haba
comenzado el ocaso de la historia de la monarqua.}
Se trataba de una ficcin de 1927, narrada por el escritor polaco
Alexander Wat, Reyes en el exilio. Pero los autnticos cambios constitucionales determinados por la Primera Guerra Mundial no fueron
-17-
menos espectaculares. En aquel momento de triunfo burgus, el ancien rgime qued finalmente derrocado; sultanes, pachs, emperadores y duques se vieron reducidos a la impotencia. Antes de la Primera
Guerra Mundial slo existan en Europa tres repblicas. Cuando concluy 1918, eran trece. A los ojos de un Wilson, un L10yd George, un
Clernenceau, un Masaryk, un Benes, un Venizelos -escribi un comentarista francs-, la huida del kaiser Guillermo y la partida del
emperador Carlos completaban la fuga de Luis XVI... 1918 era una especie de 1792 europeo."
Tras el colapso por completo imprevisto de los grandes imperios
autocrticos de Rusia, Austria-Hungra, el alemn de los HohenzolIern y el turco otomana, los acuerdos de paz de Pars significaron la
entronizacin de la democracia parlamentaria en toda Europa. Un cinturn de democracias -desde el mar Bltico, pasando por Alemania y
Polonia, hasta llegar a los Balcanes- fue dotado de nuevas constituciones redactadas conforme a los principios liberales ms actualizados.
En su texto clsico, Modern Democracies (Democracias modernas), el
estudioso britnico] ames Bryce se refiri a la aceptacin universal de
la democracia como la forma normal y natural de gobierno.;
Pero el triunfo del liberalismo se revel efmero. La revolucin
rusa y el espectro de la subversin comunista arrojaron sus sombras
hacia el oeste por toda Europa. Los valores democrticos desaparecieron cuando la polarizacin poltica condujo a buena parte de Europa
al borde de la guerra civil. Las elites rectoras de muchos pases pronto
se declararon primero anticornunistas y despus demcratas. Este fenmeno se manifest con claridad en fecha tan temprana como el ao
1919 con el aplastamiento del Gobierno revolucionario hngaro de
Bla Kun y la instauracin del rgimen del almirante Horthy. En Italia,
las elites liberales apoyaron en 1922 la formacin de un Gobierno fascista. Primo de Rivera se hizo con el poder en Espaa; la Repblica
portuguesa sucumbi a la dictadura del profesor Salazar. Polonia se
apart bruscamente del rgimen parlamentario en 1926, tras un perodo de hiperinflacin y de inestabilidad poltica. Tras el desencadenamiento de la Gran Depresin en 1929, los gobiernos se desplazaron
uno tras otro hacia la derecha. La tendencia pareca inexorable. Cuando se examina el problema contemporneo de las dictaduras europeas
-puso de relieve un sagaz observador espaol-, uno de los hechos
advertidos de inmediato es la facilidad con que han sido establecidas y
la facilidad todava mayor con que permanecen en el poder "
-18-
Concentrada en los derechos constitucionales y desatenta a las responsabilidades sociales, a menudo pareca ms adecuada para el siglo
XIX que para el xx. Hacia los aos treinta, todos los indicios sealaban
que la mayora de los europeos ya no deseaban luchar por la democracia; existan unas dinmicas alternativas no democrticas para hacer frente a los retos de la modernidad. Europa hall otras formas de
orden poltico, autoritarias, no ms extraas a sus tradiciones y no
menos eficaces como organizadoras de la sociedad, la industria y la
tecnologa.
CREACIN DE CONSTITUCIONES
La Constitucin es algo tan maravilloso que ignora en qu consiste un asno, exclam en 1908 un habitante de la Salnica otomana.
Durante el siglo XIX, la demanda de un Gobierno constitucional haba
sido el eje del afn de las clases medias por una reforma poltica. Yesta
exigencia cobr fuerza en la dcada anterior al estallido de la Primera
Guerra Mundial, se extendi por los imperios de Europa y se infiltr
en San Petersburgo, en Estambul y en las monarquas de los Balcanes.
Con la victoria de las fuerzas de la Entente y de Estados Unidos
en 1918, la demanda de una reforma constitucional barri la Europa
central y oriental. Una vez derrotada Alemania, Polonia y los Estados
blticos se apresuraron a afirmar sus ambiciones liberales y a establecer constituciones adecuadamente democrticas. Territorios arrancados
al antiguo imperio de los Habsburgos experimentaron una transformacin similar. En noviembre de 1918, una Constitucin provisional
declar Austria Repblica democrtica. Los lderes nacionalistas
checos formularon en octubre de 1918 en Pars la Declaracin de Independencia del Estado Checoslovaco. Aceptamos y nos adherimos
a los ideales de la democracia moderna, porque han sido durante siglos los ideales de nuestra nacin, proclamaron. Y aadieron:
Aceptamos los principios americanos tal como han sido expuestos por el presidente Wilson: los principios de una humanidad liberada -de la autntica igualdad de las naciones- y de unos gobiernos
que deban su justo poder al asentimiento de los gobernados. A co-20-
confianza en e! Gobierno. En algunos casos se estipulaba que los ministros deberan ser designados por el parlamento y no por el jefe de!
Gobierno o por e! presidente. Como veremos, este predominio del
parlamento sera uno de los puntos principales de crtica de los adversarios de las nuevas organizaciones democrticas."
El mismo deseo de una democracia muy moderna y abierta condujo con frecuencia a la adopcin de la representacin proporcional
con objeto de lograr un cuerpo legislativo que expresase ms fie!mente la voluntad popular; por esta razn fueron tambin populares los
referendos. Con el fin de racionalizar la masa enmaraada de legislaciones y convenciones regionales y de crear un cuerpo legal nacional, varias constituciones trataron explcitamente de definir y limitar
e! poder de las autoridades locales y de promover e! poder del Estado
centra!' Fueron rechazados borradores propuestos por juristas polacos y croatas que salvaguardaban la autonoma de! gobierno loca!. Al
fin y al cabo, el legado de Wilson se refera no slo a la democracia
sino tambin a la autodeterminacin, y una fuerte autoridad central
atraa a los checos enfrentados con una poderosa minora germana, a
los polacos con sus ucranianos, a los serbios en Yugoslavia. Slo en
Alemania y en Austria se construy e! nuevo estado sobre una base
ms federal que unitaria, y en esos casos no hasta despus de una larga
pugna y no por muchos aos. Incluso antes de que Hitler y Dollfuss
centralizaran el poder de un modo inconfundible, los Gobiernos centrales de Alemania y Austria haban comenzado ya a utilizar sus poderes especiales en la legislacin fiscal y asistencia!.
En donde las nuevas constituciones se apartaron tajante y ms polrnicamente de los valores liberales del siglo XIX fue en su ampliacin
de los derechos desde las libertades polticas y civiles a los sectores
de la sanidad, la asistencia, la familia y la seguridad social. En las disposiciones constitucionales se fijaron los objetivos de la poltica social
+-nuevos en sus ambiciones y promesas- no slo en pases como
Alemania y Austria, en donde llegaron al poder los socialdemcratas
tras el final de la guerra, sino incluso en Rumania, con su expresin de
los derechos sociales de! hombre y en e! Reino de Serbios, Croatas
y Eslovenos, que mencionaba la reforma agraria y la necesidad de una
legislacin social y econmica. La Constitucin espaola declaraba
que e! pas era una Repblica democrtica de trabajadores de todas
clases y que la propiedad podra ser objeto de expropiacin por raZones de utilidad social."
-23-
En estos como en otros aspectos, las nuevas constituciones reflejaban las mismas y diversas preocupaciones polticas de sus creadores. Por
un lado, eran expresiones del clsico liberalismo decimonnico; por
otro, trataban de atender a las exigencias populares fortalecidas por el
impacto de la Primera Guerra Mundial de una verdadera democracia
social. Este designio socialdemcrata representaba claramente una
respuesta a los acontecimientos de Rusia y manifestaba el deseo de
apartar a las masas del bolchevismo y de orientarlas hacia el parlamentarismo. O Wilson o Lenin, escribi Hugo Preuss, que redact
el borrador de la Constitucin de Weimar y la consideraba como un
baluarte contra la bolchevizacin de Alemania. De este modo, las nuevas constituciones trataron de reconciliar el anticuado parlamentarismo con las presiones contemporneas de una moderna sociedad de
masas surgida de la devastacin de la contienda. Mezcla de una visin
optimista del futuro y de una nueva ansiedad, reflejaron la ambigua
situacin de la burguesa europea, defensora de la democracia en la
posguerra."
gobernacin burguesa que segn la teora marxista era lo que entonces se precisaba. Y cuando en octubre los bolcheviques conquistaron el poder, no saban si la revolucin que estaban realizando era
democrtica burguesa o socialista proletaria.
La desintegracin del imperio zarista y las luchas del perodo
1917 -1918 con la secesin de las asambleas ucraniana y finlandesa
contribuy a empujarles en favor de la segunda posibilidad. An ms
importantes fueron los resultados de las elecciones para la Asamblea
Constituyente, que representaron una victoria de la izquierda, pero
una considerable derrota para los bolcheviques; stos lograron menos
de una cuarta parte del total de votos y menos de la mitad de los diputados que los socialistas revolucionarios. Lenin modific su postura
tras este rechazo del electorado: segn sus Tesis sobre la Asamblea
Constituyente era cierto que en una Repblica burguesa la Asamblea
Constituyente [ es] la forma ms alta del principio democrtico; pero
ahora deduca que segn la socialdemocracia revolucionaria ... una
Repblica de los Soviets [es] una forma superior del principio democrtico. La Asamblea se convirti en un smbolo anacrnico de la
contrarrevolucin burguesa; sus miembros fueron calificados de
hombres de otro mundo. Lenin no impidi su convocatoria de enero de 1918; pero un da despus de la apertura la clausur por la fuerza. Segn los socialdemcratas moderados, sta era una errnea interpretacin del marxismo, mas poco importaba eso a Lenin."
Su triunfo, como el posterior de Mussolini desde la derecha, fue
en realidad consecuencia del fallo del liberalismo. Los liberales rusos
resultaron ser los primeros, pero no los ltimos, en suponer equivocadamente que una crisis social muy arraigada poda quedar resuelta
brindando al pueblo unas libertades constitucionales. Tales libertades no eran lo que el pueblo -y sobre todo los quince millones de
campesinos alistados- deseaban. Les interesaban ms la paz y la tierra y los liberales no les ofrecan ni una ni otra, de la misma manera
que tenan poco que brindar a la clase obrera de las ciudades. En las
fbricas, en el campo y en el ejrcito se desplomaba el orden social y
desapareca el trmino medio en la poltica rusa. El Gobierno provisional de Kerensky se haba convertido en una cscara vaca mucho
antes de que los guardias rojos de Trotsky conquistasen el poder en
Petrogrado.
Persistieron, sin embargo, las esperanzas de los constitucionalistas rusos y en junio de 1918 crearon en Samara una efmera comisin
-25-
ms, insistiendo en que tanto el terror como la Chcca son ... indispensables. Un ao despus, se mostr todava ms claro. El trmino cientfico de "dictadura" -escribi- significa ni ms ni menos
una autoridad sin estorbo de ley alguna, absolutamente libre de cualquier traba y basada directamente en la fuerza. As, mucho antes de
Stalin, se torn manifiesto e! carcter absolutista del rgimen comunista; como en los tiempos del zar, el rgimen mantena una concepcin administrativa de! Derecho en vez de otra que fuese consecuente
con la separacin burguesa de poderes. Difera, desde luego, de la
poca zarista y, lo que es ms importante, de las innovaciones constitucionales extendidas por toda Europa, al anteponer a las clsicas
libertades individuales una prioridad otorgada a los beneficios socioeconmicos para las masas: vivienda, asistencia mdica y escolarizacin de carcter pblico y liberalizacin de la legislacin sobre e!
matrimonio y el divorcio. Pero se distingua tambin en su concepto
de la poI tica revolucionaria como una guerra civil en donde el terror
estatal desempeaba un papel especial en calidad de instrumento de la
lucha de clases."
El desarrollo del sistema sovitico tuvo, sin embargo, en el resto
de Europa un impacto menos inmediato de lo que pareci posible en
1918. La intervencin occidental en la guerra civil rusa no consigui
derribar al rgimen comunista. Pero de igual modo, la muy temida revolucin no logr materializarse o fue fcilmente aplastada en el resto
de Europa. Pese a la oleada de soviets, huelgas, motines e insurrecciones que se extendieron por toda Europa en 1918 y 1919 desde Escocia
al Adritico, con luchas callejeras en Alemania y una violenta guerra
civil en Finlandia, slo hubo un pas en donde un rgimen bolchevique logr el poder durante un determinado perodo: Hungra. Como
en Rusia, la guerra civil fue la consecuencia; mas con un desenlace
muy diferente.
Al comienzo de 1919, el rgimen liberal del conde Mihly Krolyi
fue derrocado por un simpatizante de los bolcheviques llamado Bla
Kun, que inmediatamente proclam el establecimiento de una Repblica sovitica. Pero Kun slo conserv Budapest durante unos meses. Respaldado por las potencias de la Entente, el ejrcito rumano invadi Hungra, y los comunistas huyeron. En el otoo de 1919, los
terratenientes retornaron al poder bajo la regencia del almirante Horthy, crearon un rgimen de terror contra los sospechosos de radicalismo y obtuvieron rpidamente el reconocimiento de los aliados.
-27-
En un principio, el rgimen derechista de Horthy -anticomunisra y antidemocrtico- pareci una anomala en una era de democratiz'acin creciente, como un ltimo suspiro del feudalismo europeo.
El tiempo revelara, sin embargo, que representaba algo ms que una
reliquia del pasado, significaba tambin una visin del futuro: las democracias se veran cada vez ms oprimidas entre los dos extremos
gemelos del comunismo y del fascismo. Estos nuevos modelos autoritarios pronto habran de desafiar el predominio del liberalismo de
Versalles.
DUDAS BURGUESAS
rnsmo.
Mas semejante proyecto poltico slo poda funcionar all donde
el Gobierno estuviese dispuesto a despojar a las clases terratenientes.
All donde grandes fincas se hallaban en manos de una minora tniea, como en los Estados blticos, Checoslovaquia y hasta cierto punto
los Balcanes, los polticos se mostraron ms favorables a la reforma
agraria que en pases como Hungra, cuyos magnates acabaron de raz
con el movimiento reformista, o Italia, en donde los terratenientes
mantenan buenas relaciones con el Gobierno. En la Alemania de
Weimar, los junkers al este del Elba acusaron de bolchevismo agrario al canciller reformista Brning. En Espaa, el miedo a la reforma
agraria haba de desempear desde luego un gran papel en el origen de
la guerra civil.
-28-
La oleada revolucionaria de 1918-1919 puso de relieve el conservadurismo poltico de los pequeos propietarios rurales. Fue en las
ciudades -Berln, Mnich, Viena, Budapcst-e- en donde los grupos
probolcheviques pugnaron por el poder. Fue en las ciudades -C0I110
Turn en 1920- en donde se manifest la fuerza de los probo1cheviques europeos a travs de huelgas, ocupaciones de fbricas y manifestJciones. Lo que limit su potencial-fuera de la Rusia de la poca
blica- fue su falta de atraccin para las poblaciones rurales. Rara
vez era posible hallar en Europa campesinos que vivieran en condiciones tan miserables como las reinantes en Rusia. La mayora no
mostr inters por el radicalismo poltico, con la excepcin parcial de
los agrarios blgaros. La Revolucin rusa slo hall resonancia all en
donde exista una masa de campesinos sin tierras, como en el valle del
Po, los latifundios de Andaluca o la gran llanura hngara. Mientras
que los pequeos propietarios rurales de Austria denunciaban a la
Vicna roja, los bracctnnti italianos constituan poderosas asociaciones
socialistas. Negndose a restar vigor al descontento rural por el nico
medio democrtico posible -la reforma agraria-las clitcs polticas
de Italia recurrieron a la fuerza. La guerra civil agraria abri el camino
a Mussolini.
El auge del fascismo italiano a comienzos de la dcada de los veinte ofrece un instructivo ejemplo en contra de aquellos crticos que
culpaban a las nuevas constituciones del colapso de la democracia en
Europa. Al fin y al cabo, cuando Mussolini lleg a ser jefe de! Gobierno el Statuto de 1848 del rev Carlos Alberto continuaba siendo la
base constitucional del Estado. Lo que la Italia de la posguerra presentaba era una imagen de incertidumbre y debilidad liberales, una
renuncia ms o menos voluntaria del poder en beneficio de la derecha
frente al descontento popular y la inestabilidad poltica.
En octubre de 1922, cuando el rey invit a Mussolini a formar gobierno, el movimiento fascista segua siendo relativamente reducido.
Lo que contribuy a que llegase al poder no fue la impresin creada
por la mclodramtica, por no decir grotesca, Marcha sobre Roma,
sino el difundido temor al socialismo ~n Italia, generado por los resultados del nuevo sufragio universal masculino en las elecciones de
1919. Ese miedo explica por qu estratos tan amplios de la polica, los
funcionarios pblicos, la corte y el parlamento consideraron con simpata a los fascistas. El primer Gabinete de Mussolini fue una coalicin con otros tres partidos polticos. Sin su apoyo, especialmente el
-29-
En su anlisis del sistema de partidos de Weimar, Sigmund Neumann sostuvo que los partidos polticos alemanes se enfrentaban en
vez de comunicarse entre s. Cualquier grupo de seguidores, movilizados en organizaciones partidistas cada vez ms militaristas con sus
banderas y pancartas, miraba con hostilidad a los otros sectores de la
sociedad. El dilogo poltico y e! gobierno de coalicin resultaban
progresivamente ms inabordables, porque el debate se torna inane
cuando la otra parte ha decidido su postura antes de haber comenzado la discusin [ ... ]. En consecuencia, se han debilitado los cimientos
intelectuales del liberalismo y de! parlamentarismo. Neumann predijo
que la quiebra del parlamento conducir necesariamente a aumentar
la importancia de otros factores polticos, quizs e! presidente de!
Reich [o] el jefe de! Gobierno. La parlisis legislativa, segn su colega Moritz Bonn, ha determinado el clamor por un dictador que est
dispuesto a realizar las cosas que la nacin desea que se hagan, pero
que no se halle sometido al dominio de los grupos econmicos o
incluso de una mayora. Hans Kelsen, uno de los tratadistas de Derecho poltico ms eminentes de Europa, se refiri a la crisis del sistema parlamentario y analiz e! fortalecimiento del poder del Gobierno frente al Reichstag. Neumann, Bonn y Kelsen eran decididos
demcratas, pero eran conscientes de que vivan en sociedades escindidas en una poca de una polarizacin econmica y poltica sin precedentes. Se supona que la democracia tendra que haber unido a la
nacin; mas pareca haberla dividido."
Como resultado de la multiplicidad de intereses partidistas en
competencia, la formacin de gobiernos se torn todava ms difcil.
Despus de 1918 apenas hubo pas alguno en Europa en donde el promedio de duracin de un Gabinete se prolongase ms all de un ao:
en Alemania y Austria, la media era de ocho meses; en Italia de cinco
y en Espaa inferior a cuatro a partir de 1931. En la 111 Repblica
francesa -modelo ineficaz de tantas constituciones de Europa oriental- e! promedio de duracin de un Gobierno descendi de diez meses en 1870-1914 a ocho en 1914-1932 y a slo cuatro en 1932-1940.
Esto era un reflejo de la casi universal ausencia de cuerpos legislativos
bipartidistas estables o de partidos capaces de obtener mayoras abso-34--
LA CRISIS DE LA DEMOCRACIA
Los parlamentos no eran el nico punto de controversia; la democracia liberal se hallaba por aadidura atacada en un frente mucho
ms amplio. Por expresarlo simplemente: hasta qu punto exista
una mentalidad democrtica en la Europa del perodo de entreguerras? Juristas desilusionados sostenan que el problema no resida en
un exceso de democratizacin en las constituciones sino ms bien en
una ausencia de valores democrticos en el pueblo. Moritz Bonn se
hizo eco de las opiniones de muchos cuando afirm que tras la crisis
de los parlamentos yaca la crisis de la vida europea."
Credos antiliberales y antidemocrticos haban ganado terreno
desde el ltimo cuarto del siglo XIX. Tras la Gran Guerra, se difundieron rpidamente a travs de un evangelio de la violencia, ms visible en el movimiento fascista pero comn a muchos miembros de lo
que luego un historiador llamara la generacin de 1914. Formados
en la contienda, los idelogos extremistas preferan la violencia a la
razn, la accin a la retrica: desde Marinetti a Ernst ]nger, muchos
jvenes varones europeos de los aos veinte parecan dispuestos a justificar e incluso a postular la poltica de! enfrentamiento. Nada se logr nunca sin derramamiento de sangre -escribi en Le Jeune Europ een un joven derechista francs, Drieu la Rochelle-. Aguardo un
bao de sangre. La violencia obsesionaba a los pintores, desde los
expresionistas a los surrealistas. Algunos vieron la herencia de la guerra en la atmsfera de combate interno que polarizaba a la mayora
de los pases de Europa y que logr su expresin jurdica en el con-37-
polticos; mas stos contaban al menos con gran nmero de seguidorcs y l no los tena. Puede que su posicin fuese intelectualmente inatacable; polticamente continuaba viviendo en las cmodas ilusiones
de la cultura burguesa del siglo XIX. Por un breve perodo de tiempo a
partir de 1918, la democracia estuvo apuntalada en Europa por una
coalicin inestable de fuerzas internacionales y nacionales que ahora
se quebraba en buena parte del continente. Sencillamente, cada vez
resultaba menor e! nmero de demcratas comprometidos.
En primer lugar, quienes en la esfera internacional respaldaban la
democracia se mostraron progresivamente menos activos con el paso
del tiempo. El legado de liberalismo mesinico de Woodrow Wilson
qued socavado por el aislacionismo de Estados Unidos, en tanto
que los vencedores europeos ~Gran Bretaa y Francia-e- se preocupaban ms del comunismo que de la dictadura; mientras los nuevos
Estados de Europa central y oriental contuvieran al comunismo,
poco les importaban las disposiciones internas que adoptasen. Se aseguraron de que no pudieran retornar nunca al poder los monarcas y
emperadores de las potencias centrales, pero les interesaban menos otros tipos de amenazas. No consiguieron entender que si la democracia quedaba identificada con la paz impuesta en Versalles, entonces la abolicin de la democracia implicara tambin un ataque a
esos acuerdos de paz. Desde Catalua, Orwell mostr su indignacin
ante el profundo, profundo sueo de Inglaterra, que hacia finales
de los aos treinta estaba perdiendo por omisin la batalla de las
ideologas.
No haba en Europa un apoyo decidido a la democracia. Guglielmo Ferrero observ en 1925 que e! fracaso de la democracia en Italia
responda sobre todo a la ausencia de un partido democrtico fuerte.
Pero no slo en Italia. Tras haber ganado sus batallas con la derrota de
monarcas y aristocracias, e! meollo de los liberales de antao eran figuras marginales en los aos entre las dos guerras. El argumento positivo para ser un liberal, segn dijo John Maynard Keynes en 1925,
resultaba muy dbil. El declive de los liberales britnicos haba ejercido un escaso impacto en la estabilidad del sistema poltico; mas ste
no era, por ejemplo, e! caso del Partido Democrtico de Weimar y de
otros clsicos partidos liberales. El sufragio masivo les amenazaba
con un papel poltico marginal frente a los grandes partidos de la izquierda, de! conservadurismo y nacionalismo y del catolicismo. El
miedo al comunismo, en particular, condujo a muchos liberales hacia
~39~
-40-
-41-
antiliberales."
FORMAS DE LA DERECHA
no menos abiertas al futuro que el liberalismo. En el gran laboratorio de! mundo actual, declar en 1934 el dictador portugus Salazar,
cuando en general se quiebran los sistemas polticos del siglo XIX
y la necesidad de adaptar las instituciones a las exigencias de nuevas condiciones sociales y econmicas es sentida de modo cada
vez ms apremiante, podemos sentimos orgullosos [ ... ] porque
con nuestras ideas y nuestros logros hemos realizado una seria
aportacin al entendimiento de los problemas y dificultades que
acosan a todos los Estados [ ... ]. Estoy convencido de que dentro
de veinte aos, si no se ha registrado algn movimiento retrgrado en la evolucin poltica, no quedarn en Europa asambleas legislativas.43
El hecho es que hacia mediados de los aos treinta y en la mayor parte de Europa -fuera de la franja septentrional- e! liberalismo pareca
cansado, la izquierda organizada haba quedado aplastada y las nicas
pugnas acerca de la ideologa y de la gobernacin tenan lugar dentro de
la derecha, entre autoritarios, conservadores tradicionales, tecncratas
y extremistas radicales. Slo Francia continu su guerra civil entre izquierda y derecha a lo largo de la dcada de los treinta, hasta que fue concluida por Vichy. Pero la guerra civil haba brotado ya brevemente en
Austria (durante 1934) Y ms prolongadamente en Espaa hasta terminar con e! triunfo de la derecha. En Italia, Europa central y los Balcanes se impona la derecha. Variaban los regmenes: desde la dictadura de!
rey Carol en Rumania, pasando por los militares que gobernaban en Espaa, Grecia y Hungra, hasta llegar a los Estados de partido nico de
Alemania e Italia. No todos eran fascistas; algunos consideraban desde
luego a los fascistas como sus enemigos ms temibles.
La diferencia crucial era la existente entre los regmenes de la vieja
derecha, que deseaban hacer retroceder el reloj hasta una poca clitista y predemocrtica, y la nueva derecha que conquist y conserv el
poder a travs de los instrumentos de la poltica de masas. En la primera figuraban e! general Franco y el dictador griego Metaxas, hombres que teman la poltica de masas y que se aliaron con bastiones del
orden establecido como la monarqua y la Iglesia. En los Balcanes, la
derecha retorn al siglo XIX, cuando un monarca fuerte y autocrtico
designaba a sus ministros, controlaba a los partidos polticos y organizaba elecciones cuidadosamente manipuladas.
-44-
Por el contrario, la nueva derecha radical ascendi al poder en Italia v en Alemania a travs de elecciones y del proceso parlamentario.
Su instrumento fue el partido, que le proporcionaba una legitimidad y
un poder en una poca de sufragio universal en donde poda aventajar
v debilitar a los conservadores anticuados, menos acostumbrados al
nuevo juego de la poltica de masas. Cuando Hitlcr insista ante el
canciller Brning en que la tesis fundamental de la democracia consiste en que "todo poder emana del pueblo", estaba hablando como
lder de un partido que consegua grandes resultados electorales. Movimientos multiformes como el NSDAP (Partido Obrero Alemn
Nacionalsocialista) eran los autnticos sucesores de los movimientos
populistas de los aos veinte, puesto que reconocan la tremenda fuerza encarnada por la exigencia popular de un Gobierno representativo.
Fue posible detectar la autntica tensin entre la derecha antigua y la
nueva en pases como Austria, Hungra y Rumania, en donde, durante la dcada de los treinta, estallaron sangrientos conflictos polticos
entre conservadores y nacionalistas radicales."
Claro es que esta nueva derecha, pese a su empleo del partido de
masas como vehculo hacia el poder, insisti en que no continuaba el
juego parlamentario y brind alternativas del parlamentarismo para
satisfacer la demanda de formas unificadoras de poltica participativa
de la poca posterior a 1918. Primero, y ms generosamente alabado,
en los aos veinte se desarroll el Estado corporativo de Mussolini,
suscitador de mucha alharaca y un considerable inters internacional.
El corporativismo italiano fue jaleado como un medio tpicamente
fascista de organizar la representacin de la sociedad a travs de asociaciones de productores en vez de clases. El Estado corporativo es
para Mussolini lo que el New Deal para Roosevclt, declar la revista
Fortune en 1934.
En realidad, el corporativismo era una impostura que enmascaraba la domesticacin fascista de los trabajadores y su colaboracin con
la elite rectora. Pero su atractivo proceda del hecho de que pareca
apuntar a una forma menos divisoria y ms orgnica de representacin poltica. Incluso su carcter jerrquico pareca a algunos prueba
de su modernidad esencial. Italia nos muestra -escribi en los aos
treinta un estudioso de la poltica fascista- que la propia autoridad
central puede ser una emanacin directa de la estructura nacional sindical existente, una elite libremente elegida que, inspirada por los
nuevos ideales del derecho y de la justicia sociales, est dispuesta y es
-45-
capaz de limitar, a travs de sus organizaciones dependientes, la lihcrtad de uno en inters de muchos."'
Por doquier se adoptaron designios semejantes. En 1933, Antonio Sal azar estableci una nueva Constitucin portuguesa que declaraba al pas Repblica corporativa y unitaria. Los derechos individuales quedaron supeditados al poder otorgado al Gobierno para
limitarlos en aras del bien comn. Como en la Alemania nazi, so~
brevivi un vestigio de Parlamento, pero los partidos polticos quedaron prohibidos y el primer ministro gobern por medio de decretos
leyes. El Senado se convirti en Cmara Corporativa y las relaciones
laborales fueron remodeladas por la fuerza conforme a las lneas del
pensamiento orgnico catlico a travs de un estatuto nacional del
trabajo, que declar ilegales huelgas y cierres patronales, destruy los
sindicatos independientes y condujo a la creacin de gremios nacionales. De esta manera, la lucha de clases y el conflicto capitalista fueron reemplazados -al menos sobre el papel- por la armona v la
cooperacin. Mas como en Italia, la teora result ser unilateral -el
miedo de los catlicos al comunismo moder habitualmente su hosrilidad hacia los capitalistas- y los empresarios conservaron buena
parte de su autonoma."
En la Austria desgarrada por la Depresin, la Constitucin dcrnocrtica de Hans Kclsen fue considerada con suspicacia por los marxistas, con hostilidad por el Grossdeursch Volkspartei (liberales nacionales progermanos) y sin entusiasmo por los socialcristianos, que se
hallaban ms interesados en su propio corporativismo catlico. El
canciller Dollfuss resolvi la tensin entre la Viena marxista y las pro~
vincias catlicas suspendiendo primero el Gobierno parlamentario (el
4 de marzo de 1933, ocho das antes de que Hitler hiciese otro tanto
en Alemania) y luego, al ao siguiente, ordenando un ataque militar
a los grandes barrios socialistas de la capital. Con la destruccin de
la Viena roja -un golpe ulterior y tremendo a la izquierda de Europa- advino la creacin por parte de Dollfuss de un rgimen autoritario catlico que sustituy el liberalismo v la democracia con la doctri.
~
na de un Estado corporativo cristiano-gcr mano."
Austria sigui, pues, a Portugal en este tipo de nacionalismo cristiano pagado de s mismo que ms tarde calara en Eslovaquia, Espaa, Grecia, Croacia y la Francia de Vichy, as como en la poltica dcrcchista de Polonia, Hungra y Rumania. El corolario fue un violento
antisemitismo. Cuando un estudiante demente asesin al filsofo
-46-
La idea nazi era sin embargo que un sano sentimiento racial debera imponerse a unos criterios formales legales. Segn un juez de
la Landgericht de Berln, no es correcta la opinin de que cada uno
de los actos contra los judos tiene que ser ordenado especficamente
por el Gobierno. Si ste fuese el caso, no sera permisible interpretar
la ley en perjuicio de los judos v stos disfrutaran de la proteccin de
la ley. Es evidente que eso carece de sentido;"
~50~
~51~
un rechazo total del sistema: en las luchas partidistas internas o alinendose con las personas normales frente a los fanticos del partido o con los idealistas de ste frente a quienes favoreca que las cosas siguieran como estaban.
Se aprecia tambin en otros aspectos el alto grado de apoyo al
Reich de la preguerra. Claro est que el rgimen nazi emple las leyes
ya la polica como instrumento represivo para suscitar la obediencia
de las masas. Hasta 1939 los tribunales dictaron varios millares de
sentencias de muerte; comparadas con las 29 impuestas a presos polticos en la Italia fascista o con el puado de las impuestas por los tribunales japoneses, destaca la severidad relativa de la legislacin nazi.
Por otro lado, el poder coactivo del Estado nunca result tan evidente en la Alemania nazi de la poca de paz como en la Unin Sovitica
de Stalin: los campos nazis de concentracin de los aos treinta contaban con 25.000-50.000 internos comparados con los millones del Gulag. Parecen cada vez ms un cmodo engao, encaminados a cegarnos ante el hecho de la estabilidad de los regmenes no democrticos
de la Europa entre las dos guerras, aquellas teoras de los aos cincuenta acerca del totalitarismo que planteaban una situacin en la que
una pequea camarilla dominaba mediante el puro terror a una enorme poblacin. El 111 Reich no se afirmaba exclusivamente en la represin ni era sta la nica funcin de su sistema legal. Una mayora de la
poblacin alemana no vot a Hitler, pero tampoco se resisti a l. La
gente acept la nueva situacin y el rgimen se convirti en parte de la
vida cotidiana."
Las diferencias entre los dos mayores Estados europeos unipartidistas -la Alemania nazi y la Rusia sovitica- superaban a sus semejanzas. El nazismo lleg al poder con un enorme respaldo electoral, el
comunismo a travs de un golpe de Estado. El III Reich se hallaba regido por un partido grande con un jefe cuyo poder era indiscutible,
tanto dentro de ese grupo como en todo el pas. La Unin Sovitica,
con una poblacin doble en un vasto territorio, tena una afiliacin
partidista aproximadamente igual, hendida por tensiones internas y
externas, acosada por la aguda crisis de la sucesin tras la muerte de
Lenin y dirigida en definitiva por un lder siempre receloso de su posicin como primum inter pares. Mientras que Hitler valoraba a sus
antiguos luchadores y era reconocido por ellos como su Fichrer,
Stalin purg implacablemente al partido de sus antiguos camaradas
con objeto de promover su poder personal. Pese a toda su brutalidad,
-54-
las ideas de una revolucin fascista radical. Los lderes del III Reich
tenan otras aspiraciones. Mientras Mussolini deificaba el Estado, Hitler insista en la necesidad de controlar su inercia y pasividad a travs
del dinamismo del partido. No nos manda el Estado, somos nosotros quienes lo mandamos, declar en el congreso de! partido en
1934. El mensaje poltico de ste deba "penetrar en los corazones de
las masas porque es nuestro mejor y ms fuerte portador de una fe.
Con qu fin? El gigantesco programa de rearme iniciado en los aos
treinta proporciona la clave. Para el Fhrer -con los ojos puestos en
millones de alemanes residentes fuera de las fronteras del Reichslo caba una respuesta. nicamente en la guerra podra hacerse realidad e! proyecto nazi para la salvacin racial de la nacin alemana."
rente. Reivindicaban su legitimidad sobre la base de una lealtad dinstica no tnica, y as fue posible que alemanes tnicos ascendieran a
posiciones elevadas de la administracin zarista y que fuesen griegos
los diplomticos que representaban al Imperio otomano en congresos
internacionales. La guerra de 1914-1918 acab con ese mundo. Slo
los miembros de la nacin pueden ser ciudadanos del Estado, proclamaba el punto cuarto del programa del Partido Nazi en 1920, manifestndose, en este aspecto al menos, como buena parte de Europa.
Refirindose a los argumentos en favor de imponer nombres griegos a
toponmicos de resonancias turcas y eslavas, el erudito griego Kambouroglou escribi despus de la guerra que en suelo griego no debe
subsistir nada que no sea griego.2
Pero era preciso crear la nacin pura, porque segua siendo un sueo y no una realidad. Ni Grecia, ni Alemania ni ningn otro de los llamados estados-nacin de la Europa central y oriental eran en realidad
tnicamente homogneos. Versalles haba otorgado a 60 millones de
personas un Estado propio, pero entreg 25 millones a las minoras.
Entre stas figuraban no slo judos, gitanos, ucranianos y macedonios
sino tambin antiguos grupos rectores como los alemanes, hngaros y
musulmanes. Como los de esta segunda categora en particular se
consideraban ms civilizados que los advenedizos campesinos que
ahora les gobernaban, no asumieron fcilmente la idea de que deberan
incorporarse a la nueva cultura nacional, segn propona la teora poltica liberal. De hecho, en la Europa del perodo de entre guerras, ni la
minora ni la mayora crean en la asimilacin; las nuevas democracias
tendan a ser excluyente s y antagonistas en sus relaciones.
Las tensiones creadas por el sueo de la purificacin nacional radicaban en el meollo de la poltica europea entre las dos guerras. El
exterminio de minoras -como intentaron hacer los turcos con los
arme ni os- no resultaba, en general, aceptable para la opinin internacional; la expulsin o el intercambio de minoras, segn hicieron
griegos y turcos en 1922-1923, no ayud a mejorar las cosas. Las potencias victoriosas abordaron en Versalles un enfoque diferente: haba
que mantener a las minoras donde se hallaban y darles la proteccin
del Derecho Internacional para asegurarse de que fuesen adecuadamente tratadas de modo tal que con el tiempo adquiriesen un sentido
de pertenencia nacional. Pero los tratados acerca de los derechos de
las minoras no funcionaron muy bien y no consiguieron aventar los
malos sentimientos y la discriminacin.
-58-
Porque era obvio, de hecho, que el principio de autodeterminacin nacional creara este tipo de problemas, muchos haban dudado
durante la guerra de 1914-1918 de que un mundo de estados-nacin
fuese un resultado deseable. Mas para britnicos y franceses, cuyos
dominios globales eran ahora mayores que nunca, tal arreglo territorial en la Europa central y oriental convena a sus intereses imperiales.
Creaba un conjunto de Estados que actuara como amortiguador tanto frente a Alemania como ante Rusia, permitindoles gobernar sus
dispersas colonias mientras simultneamente controlaban el continente.
Por otro lado, las ambiciones imperiales de Alemania y de Rusia
radicaban exactamente en el rea ocupada por los nuevos estados-nacin. Su postracin temporal de 1918 permiti a britnicos, franceses
y estadounidenses imponer un nuevo orden liberal. Pero cuando recobraron su poder y su apetito, abordaron la regin de modo muy diferente. La Unin Sovitica, por ejemplo, constitua bsicamente una
solucin federal a las complejidades tnicas de los antiguos dominios
zaristas, o de lo que quedaba de stos despus de las prdidas de la
Gran Guerra; centralizaba el poder a travs del Partido Comunista
mientras que otorgaba oportunidades administrativas y culturales a
las elites locales ucranianas y bielorrusas.
Como los rusos renunciaron efectivamente a sus sueos de expansin hacia el oeste tras su derrota en la guerra ruso-polaca, su imperio sovitico logr coexistir con el sistema de Versalles y lleg en
realidad a ingresar en la Sociedad de Naciones en 1934. Mas durante
los aos treinta el orden liberal de los estados-nacin y de los derechos de las minoras establecido por britnicos y franceses comenz a
desplomarse ante un reto ms decidido. Con la aparicin de la Alemania nazi sobrevino un nuevo nacionalismo racial en Europa oriental,
un nuevo asalto a las minoras y, en consecuencia, una crisis rpidamente creciente de refugiados. Al mismo tiempo se inici una nueva
etapa de construccin imperial cuando los Estados fascistas se afirmaron contra las antiguas potencias imperialistas. Mussolini seal el camino con la invasin de Abisinia; en 1938 Hitler emprendi su bsqueda de un imperio dentro de la propia Europa.
-59-
dependencia con una salida al mar. Los indcpcndentistas polacos tantearon prudentemente a uno y otro bando a medida que proseguan
las promesas.
Durante la guerra, Berln ayud a ucranianos y judos con el mismo final a corto plazo. Estimul la formacin de una Liga de Naciones
Oprimidas de Rusia para privar al zar de su adhesin y minar la moral
en el seno del ejrcito multinacional zarista, patrocin el desarrollo de
grupos nacionalistas fineses y ucranianos, apoy la autonoma religiosa en favor de los judos polacos y reconoci el yiddish como lengua
oficial en la Polonia del Congreso." Los sionistas alemanes constituyeron una Comisin para la Liberacin de los Judos Rusos y propusieron una eventual federacin de minoras en los territorios zaristas. Si
Alemania hubiese ganado la Primera Guerra Mundial, el destino de los
judos habra sido muy diferente y sin duda habramos ledo monografas sobre el antisemitismo criminal ruso o polaco, no alemn.
Mientras tanto, la Entente se entreg exactamente al mismo juego
contra las potencias centrales: en Roma se convoc un Congreso antiHabsburgos de las Nacionalidades Oprimidas: checos, croatas, eslovenos y polacos. En Londres, la revista Neto Europe realiz con entusiasmo su propia campaa en pro de las nacionalidades oprimidas
de los territorios de los Habsburgos. Pero no todos los miembros de
los Gobiernos britnico y francs estimaban que esta idea era conveniente. Lord Robert Cecil, por ejemplo, critic a quienes conceban
a nacionalidad como si fuese una religin y advirti: Yo mismo
no creo en la posibilidad de que una paz europea exclusivamente basada en la nacionalidad y sin ninguna otra condicin sea deseable o siquiera beneficiosa en todos los aspectos."
Tampoco crean realmente en la autodeterminacin nacional las
potencias centrales. Los alemanes, en particular, tenan otros sueos para resolver el revoltijo etnogrfico de Europa oriental. Uno de
los ms populares entre stos -al menos en Alemania- era la idea de
una Mitteleuropa econmicamente consistente. Tal constitua el objetivo del canciller Bethmann-Hollweg, y fue difundido por un libro
que bati rcords de ventas durante la guerra, Mitteleuropa, de Friedrich Naumann, en el que se esbozaban las virtudes de un conjunEl Congreso de la denominacin es el de Vicria de 1814-1815, que entreg esos
territorios al zar. Seran en el siglo x x, tras la Primera Guerra Mundial, el ncleo para
la creacin de una Polonia unida e independiente. (N. del 'I.)
-63-
Es preciso preguntarse por qu expir e! imperio de los Habsburgos mientras que el imperio zarista volva a la vida bajo la forma de
U nin Sovitica. En parte, sin duda, fue por razn de sus diferencias,
ms evidentemente gracias al hecho de que mientras germanos y hngaros nunca sumaron la mitad de la poblacin de su imperio, los rusos
por s solos jams fueron menos de la mitad de la poblacin de la
Unin Sovitica y junto con los ucranianos y los bielorrusos llegaron
a constituir cerca de los dos tercios. Predominaba all una nacin imperial de un modo que no suceda en la monarqua dual, promoviendo la tradicin del centralismo estatal desarrollada bajo los zares y
fructificada con Stalin.?
Pero sta es slo la mitad de la respuesta. Resulta adems cierto
que los marxistas rusos aprendieron mucho de! debate de los Habsburgos acerca de nacionalidad e imperio. En ciertos aspectos, la
U nin Sovitica fue la autntica heredera del imperio de los Habsburgos, al igual que el Nuevo Orden de Hitler constituy su rechazo definitivo. Gracias al Bund -e! movimiento de los obreros judos de
habla yiddish- el debate austraco-marxista de la preguerra acerca
del nacionalismo lleg a Rusia y a los bolcheviques. Los bundistas haban pretendido convertir el imperio ruso en una federacin de pueblos con una autonoma nacional-cultural independiente del tcrritorio -en lnea con el programa socialdemcrata austraco para el
imperio de los Habsburgos- y atacaron la exigencia rusa de asimila-65-
No es sorprendente que la poltica bolchevique de las nacionalidades, muy lejos de ser considerada opresora y tirnica, ejerciese entre las dos guerras tan poderosa atraccin sobre las minoras de Europa central y oriental. En los aos veinte, el apoyo a los comunistas
era elevado entre esos grupos -macedonios, bielorrusos, judos y
otros- que fueron las vctimas principales del amor de Versalles por
la nacin-estado. Los propios ucranianos podan comparar la violenta represin policial que sufra su cultura en Polonia con la situacin
en la Repblica sovitica, al menos hasta la harnbruna del comienzo
de los aos treinta y quizs incluso despus. Slo a partir de este contraste podemos entender por qu tantos ucranianos y judos celebraron la cada de la Repblica polaca y la llegada del Ejrcito Rojo a
Ucrania occidental en el otoo de 1939Y
Por otro lado, la estructura ostensiblemente federal de la Unin
de Repblicas Socialistas Soviticas, tal como surgi al principio de la
-67-
dcada de los veinte, ocultaba una realidad crecientemente centralizada. Puede que las Repblicas tuviesen poderes superiores a los de las
llamadas regiones autnomas, pero seguan estando sometidas a Mosc y slo sobre el papel exista su derecho constitucional a la secesin,
concebido para demostrar la naturaleza igualitaria de la Unin.
De hecho, la disposicin de la direccin bolchevique a considerar
el federalismo dependa del poder real subsistente en manos de una
organizacin que ni siquiera apareci mencionada en la Constitucin
de la URSS de 1923, el Partido Comunista. Lenin pudo haber reprendido a Stalin en 1923 el chovinismo ruso y recalcado la necesidad de
evitar relaciones imperialistas con nuestras minoras oprimidas.
Pero no exista desacuerdo esencial entre ellos sobre el papel fundamental del partido en la integracin del nuevo imperio. sta fue realizada con xito suficiente para hacer de Rusia la ltima potencia imperial de Europa. El comunismo result ser la postrera y quiz ms
elevada etapa del imperialismo."
mera la cuestin de las minoras, fundamental e inicialmente en relacin con Polonia. Habida cuenta, como seal el nacionalista polaco
Roman Dmowski, de que el objetivo de esta guerra era reducir el
poder alemn a lmites que permitiesen el restablecimiento del equilibrio europeo, Polonia desempeaba un papel crucial en cualquier
arreglo de la posguerra. Pero definir Polonia no era una cuestin clara
en trminos de territorio o de etnias, puesto que el pas no haba existido como Estado independiente durante ms de un siglo y albergaba
amn de polacos grandes comunidades de alemanes, lituanos, rusos
blancos, ucranianos y judos. Los propios nacionalistas polacos se debatan entre dos visiones de su pasada gloria: un estado-nacin polaco
de inmaculada pureza tnica o una agrupacin multitnica bajo direccin polaca. IR
Roman Dmowski apost por la primera. A su juicio, no haba
lugar para un Estado pequeo y dbil si Polonia tena que servir de
baluarte contra Alemania. Otros grupos tnico s deberan ser asimilados dentro de un estado-nacin firmemente centralizado; la federacin era una receta de la desintegracin. Jams fui heraldo de ideas
liberales y humanitarias ni pertenezco a ninguna organizacin internacional encaminada a aportar la felicidad a la Humanidad, escribi
ms tarde, rechazando por completo la idea de la proteccin a las minorias."
Se le opusieron su rival Jzef Pilsudski y los grupos pro ucranianos y judos de Londres y Washington. Los judos en especial desempearon un papel importante en estas primeras etapas del desarrollo
de una doctrina de los derechos de las minoras, previniendo a los polticos britnicos y estadounidenses contra los proyectos de nacionalistas medio locos. Las guerras balcnicas de 1912-1913 -cuando la
Europa otomana fue troceada entre Grecia, Serbia y Bulgaria- ya les
haban revelado los peligros que los estados-nacin significaban para
los grupos minoritarios. Ahora presionaban para que se otorgase a las
minoras alguna forma de autonoma en un eventual Estado polaco.
Los pogromos ejecutados por tropas polacas en el invierno de 1918
contribuyeron a reforzar sus argumentos."
En la Conferencia de Paz de Pars, la pugna entre estas diferentes
concepciones de un Estado polaco independiente habra de fundirse
en una nueva poltica internacional respecto de los derechos de las
minoras. Los franceses -propolacos, fervientemente antialemanes y
antibulcheviques- eran los ms firmes adversarios de las minoras.
-69-
colarizacin. El tratado quedaba garantizado por la Sociedad de Naciones; eso significaba que las quejas podran ser planteadas ante la
propia Sociedad (aunque no directamente por la minora correspondiente). En ciertas circunstancias, el Consejo de la Sociedad de Naciones se hallaba capacitado para adoptar acciones contra el Gobierno
polaco.
Durante el siglo anterior, las grandes potencias haban reconocido
ll
co frecuencia a los nuevos Estados bajo la condicin de un compromiso con la libertad y la tolerancia religiosas; tal haba sido, por ejemplo, el caso de Blgica en 1830 y de Rumania en 1878. Pero el tratado
de los derechos de las minoras de Polonia llev al Derecho Internaciollal a mares incxplorados, Lo que resultaba nuevo en 1919 era la
preocupacin por los derechos nacionales en vez de por los exclusivamentc religiosos y por derechos colectivos ms que por libertades
individuales, as como la estipulacin de una deliberacin internacional por parte de un organismo supranacional en lugar de un cnclave
de las grandes potencias.
Polonia acab por proporcionar el modelo para toda una serie de
tratados sobre derechos de las minoras que los negociadores de Pars
establecieron respecto de Europa oriental. Impusieron obligaciones
similares a los otros Estados recientemente creados, al igual que a antiguos beligerantes como Hungra y a Estados ms antiguos como
Rumania y Grecia, que haban adquirido territorios tras la guerra. La
Sociedad de Naciones estableci as un sistema que por un lado aceptaba al estado-nacin como el modelo en las relaciones internacionales y, por el otro, realizaba un esfuerzo considerable por abordar las
cuestiones de las minoras creadas de ese modo. Se reconoci (e incluso a veces se estimul su creacin) a las minoras como entidades colectivas.
No obstante, el papel de la propia Sociedad de Naciones dentro
de este sistema era ambiguo. Resultaba difcil presentar los casos en la
Sociedad y an ms conseguir que superasen la maquinaria de Ginebra y llegaran hasta el Consejo. Aunque la Sociedad dispona de la
-71-
locutor que ayudaba a los Gobiernos a cumplir con sus propias obligaciones. Por lo dems, la Sociedad aplic escasas sanciones contra
los transgresores notorios. As no castig la conducta evidentemente
represiva de los gendarmes yugoslavos en Macedonia ni la sangrienta
campaa de pacificacin emprendida en 1930 por el Gobierno polaco contra los ucranianos.
La intolerancia polaca o serbia, sin embargo, no inquietaba mucho a los franceses, ms interesados por la estabilidad de sus aliados
de Europa oriental que por las minoras correspondientes. Ni tampoco, en medida creciente, preocupaba a los britnicos, quienes juzgaban que los tratados de las minoras estorbaban el proceso de asimilacin. En definitiva, una intromisin innecesaria causar ms dao
que, incluso a riesgo de un pequeo sufrimiento local, dejar que esas
minoras se acomoden bajo sus amos presentes -escribi en Londres
en 1922 un funcionario del Foreign Office-. Mientras esa gente imagine que sus agravios pueden ser aireados ante la Sociedad de Naciones se negar a asentarse y continuar indefinidamente la actual efervencencia. 24
Frente a tal indiferencia de los principales patrocinadores de la
Sociedad de Naciones, muchos grupos minoritarios y sus protectores
propugnaron una posicin ms activista. Gracias a la diplomacia de
Gustav Stresemann, la Alemania de Weimar ingres en la Sociedad y
comenz a asumir e! papel de defensora de las minoras, considerando los millones de personas de etnia germana dispersas por Europa oriental. Los grupos alemanes y judos encabezaron la promocin
del Congreso Europeo de las Nacionalidades, en tanto que e! propio
Stresemann se identific estrechamente con la causa de la reforma de
la maquinaria ginebrina mediante la creacin de una comisin permanente de derechos de las minoras. Sus esfuerzos tuvieron un xito limitado, en cierta medida porque se sospechaba que constituan parte
de un esfuerzo ms amplio para revisar los acuerdos de Versalles. En
su pas, los nacionalistas alemanes se convencieron de que la Sociedad
jams protegera de la forma adecuada los derechos en el exterior de
los tnicamente alemanes. De la misma manera que en 191810s vencedores de Versalles haban impedido a los alemanes de Austria ejercer
e! derecho a la autodeterminacin a travs de un Anschluss con Alemania, en la dcada de los veinte parecan hacer odos sordos a los
agravios germano s por doquier. De hecho, decenas de miles emigraron a Alemania, mientras que los millones que permanecieron donde
-72-
estaban contaron con la ayuda de la Asociacin de la Germania Exterior, integrada por dos millones de miembros, as como de! Partido
Nazi.25
Al mismo tiempo, los tratados sobre las minoras fueron acogidos
como una humillacin por los pases a los que se impusieron. Les irritaba especialmente el hecho de que no existiese un rgimen universal
de derechos de las minoras y preguntaban por qu se les haba escogido cuando no haban sido exigidas tales obligaciones a Alemania
mientras que la Italia fascista persegua impunemente en e! Tirol meridional a la minora de lengua alemana. Es cierto que de cerca de 35
millones de miembros de las minoras en la Europa del perodo entre
las dos guerras mundiales, slo 8,6 millones vivan en Europa occidental (aproximadamente uno de cada veinte de la poblacin total),
mientras que en Europa central y oriental residan alrededor de 25
millones (uno de cada cuatro). De este modo, la cuestin de las minoras era numricamente mucho ms importante en e! Este. Aun as, la
ausencia de un rgimen universal resultaba embarazos a para las grandes potencias."
Semejante idea fue considerada y rechazada en Pars en 1919.
Como seal entonces James Headlam-Morley, un notable poltico
britnico, estaban en juego cuestiones fundamentales de la soberana
estatal:
Por lo que recuerdo, al principio surgi la propuesta de que
debera introducirse en la Sociedad de Naciones una clusula general que le otorgase e! derecho a proteger a las minoras de todos
los pases que pertenecieran a la organizacin. Siempre me opuse
enrgicamente a tal idea [ ... ] porque habra significado e! derecho
a inmiscuirse en la constitucin interna de cada pas de! mundo.
Como seal, concedera a la Sociedad de Naciones e! derecho a
proteger a los chinos en Liverpool, a los catlicos en Francia, a los
franceses en Canad, aparte por completo de problemas ms serios como e! de los irlandeses. Creo que este punto de vista no
tropez con ms oposicin seria que la de aquellas entidades no
oficiales deseosas de que la Sociedad de Naciones fuese una especie de Superestado con un derecho general a proteger la democracia y la libertad en todo el mundo [ .. .]. Mi propia opinin era que
cualquier derecho otorgado a la Sociedad de Naciones tena que
ser totalmente definido y especfico y hallarse basado en tratados
-73-
como raza separada ms que como hngaros de fe mosaica; de haber sido el pas ms democrtico, probablemente se hubiera mostrado
an ms antisernita. Todos los ciudadanos de Polonia, sean cuales
fueren su credo y su nacionalidad, deben disfrutar de derechos iguales, anunci el Partido Campesino polaco en 1935, aadiendo la
clusula de que segn se ha demostrado, los judos no pueden, sin
embargo, ser asimilados y constituyen dentro de Polonia una nacin
conscientemente extraa. Concepciones similares resultaban evidentes en Eslovaquia y en Rumania. Y ste no era simplemente un
problema de Europa oriental: tales sentimientos tambin cobraban
auge incluso en la antao ultraasirnilacionista Francia, y llegaran a
conducir a la notoria clusula del proyecto de Constitucin de Vichy,
que describa a los judos como una raza que se comporta como una
comunidad diferente y resistente a la asimilacin."
Hitler se elev al poder en este contexto de difundidas tradiciones
indgenas de antisemitismo, comn a las elites nacionales y modernizadoras constructoras de Estados en pases autoritarios y democrticos de buena parte de la Europa central y oriental. La Alemania nazi
no representaba una anomala, ni siquiera era precursora en tales polticas de purificacin de la nacin, aunque las llev a nuevos extremos y dio el golpe de gracia a la tesis de asimilacin (como fue
llamada por sus adversarios). Y en tanto que el nacionalismo tnico
practicado en Varsovia o en Bucarest conceda un limitado margen a
la asimilacin, no permiti ninguno el nacionalismo racial y biolgico
de este tipo que se extendi durante los aos treinta por Europa central y oriental. El auge del antisemitismo insttucionalizado en la Alemania de Hitler socav toda la base del enfoque de las minoras en la
Sociedad de Naciones, habida cuenta de que un Estado supuestamente civilizado estaba rechazando la idea asimilacionista de la manera
ms tajante posible. En octubre de 1933, la Alemania nazi abandon
la Sociedad de Naciones. Un ao ms tarde, el jefe del Gobierno polaco, el coronel Beck, cerr con otro clavo el fretro de la Sociedad de
Naciones cuando denunci las obligaciones de los derechos de las minoras en Polonia hasta la introduccin de un sistema general y uniforme para la proteccin de las minoras. El nmero de reclamaciones de las minoras recibidas en Ginebra descendi de 204 en 1930 a
15 en 1936, cada que puede considerarse como barmetro de la mengua de confianza de las minoras europeas en el valor de la Sociedad
de Naciones. 3]
-77-
Sin embargo, no cabe apresurarse a despachar por completo el sistema de las minoras de la Sociedad de Naciones. En primer lugar,
se apunt unos cuantos xitos que brindaron lecciones valiosas para
el futuro y mostraron las posibilidades que haba con Gobiernos sagaces y previsores. Si han sido olvidados es porque resultaron demasiado pacficos para los libros de Historia. La disputa entre Suecia y
Finlandia sobre las islas land, por ejemplo, qued resuelta tranquilamente en 1921: las islas siguieron siendo finesas, pero los habitantes
suecos obtuvieron un alto grado de autonoma administrativa. Este
acuerdo constituy la base de una solucin que elimin una gran
fuente de tensin entre los dos pases. El Gobierno estonio dio un
paso muy notable al otorgar la autonoma cultural a sus minoras nacionales; los letones no llegaron tan lejos, pero ofrecieron algunas
concesiones en materia educativa.
Quienes condenan el sistema de minoras de la Sociedad de Naciones pueden sopesar tambin las alternativas. Los estados-nacin
constituan una realidad y no simplemente una creacin de la diplomacia de las grandes potencias durante la guerra. Con dificultad caba
atribuir a fuerzas exgenas, por ejemplo, la conversin del Imperio
otomano en un Estado nacional turco; quien all se impuso fue Musta Kemal, no Lloyd George. Y como este caso revel, haba otras
maneras de tratar a las minoras.
Primero matamos a los armenios, luego a los griegos y despus a
los kurdos, declar un gendarme turco a una enfermera de la Cruz
Roja danesa en julio de 1915, cuando la guerra aceler la turquificacin del Estado oto mano. La tentativa de eliminar a los armenios
-efectuada principalmente a travs de la llamada Organizacin Especial- constitua la prolongacin lgica del programa nacionalista
del Gobierno de Estambul. Incluso los benvolos observadores alemanes llegaron a la conclusin de que, ms all de su declarado inters
por la seguridad militar en zonas fronterizas, los turcos se disponan a
realizar el exterminio planificado del pueblo arrnenio. Las cifras
son objeto de debate, pero es posible que perecieran entre 800.000 y
1,3 millones de arrnenios en matanzas y marchas de la muerte. Ms
tarde, esta accin recibira el nombre de genocidio y luego el de
limpieza tnica. Las matanzas masivas constituan, pues, un modo
de abordar el problema de las minoras en un estado-nacin. Muchos
occidentales se horrorizaron; pocos tuvieron en cuenta que lo que haba conducido a tal carnicera en primer lugar fue la introduccin del
-78-
Pocos aos despus, la disolucin del Imperio oto mano proporcion un segundo modelo para el comportamiento con las minoras:
el intercambio de poblaciones. Tras la derrota griega en Asia Menor
en 1922 -despus de una dcada de combates entre griegos y turcoslos dos Gobiernos acordaron una versin forzada de la idea de E. H.
Carr sobre la repatriacin voluntaria, que en realidad haba sido ensavada en1919 entre Grecia y Bulgaria en una escala ms pequea. Esta
ve'z, sin embargo, las cifras fueron enormes, casi 1,2 millones de griegos
y medio milln de turcos. Puesto que se emple la religin como seal
de identidad, fueron expulsados a Grecia desde Asia Menor millares de
aldeanos ortodoxos cuya lengua no era el griego sino el turco; mientras
tanto, fueron embarcadas hacia Turqua las familias griegas convertidas al islam. Tal era la lgica del nacionalismo europeo cuando trat de
racionalizar el final de un imperio multiconfesional: se redefini a las
personas y se crearon nacionalidades. Los sufrimientos fueron inmensos: hogares y propiedades abandonados, amigos que quedaban atrs.
Slo a travs de las anteojeras del nacionalismo es posible considerar
todo esto como un retorno al hogar.
Pero si no exista un retorno al hogar, se trataba al menos de la
construccin de una patria. Por horrible que fuese, la transferencia
de poblaciones ayud a los Gobiernos deseosos de lograr una homogeneidad nacional, y las autoridades, tanto griegas como turcas, la
acogieron gratamente sobre esta base: en la Macedonia griega, por
ejemplo, el aluvin de refugiados helcniz la provincia y su puerto de
Salnica; otros grupos tnico s -judos sefarditas, albaneses y maccdonios de habla eslava- se vieron de repente superados en nmero.
Habida cuenta de la creciente inclinacin de ciertos grupos tnicos, en especial los alemanes y los hngaros, a actuar como imanes del
irredentismo, la transferencia pudo haber parecido una idea atractiva
a muchos otros Estados. Pero existan varias razones para que el intercambio de poblaciones entre griegos y turcos no fuese ms ampliamente imitado en la Europa del perodo de entreguerras. Una era el
COste: la poblacin griega aument en una cuarta parte -considrese
al respecto la reciente negativa britnica a admitir a tres millones de
~hinos de Hong Kong- y el esfuerzo de asentar a tantos refugiados
Impuso al pas una terrible carga social y econmica. Por aadidura,
los dos Gobiernos discutieron durante aos sobre las compensacio-79-
nes y la valoracin de las propiedades; cabe dudar de que las relaciones bilaterales mejorasen con tal enfrentamiento. En tercer lugar, era
obvio que semejante arreglo slo resultaba posible all donde una minora tuviese un hogar al que ir. Pareca de difcil aplicacin a los
judos, a los maccdonios e incluso a los ucranianos, por ejemplo. Finalmente, desde luego, el desarraigo forzado de las poblaciones ofenda a las ideas liberales sobre los derechos individuales. La transferencia obligatoria de 1923 no encontrara imitadores hasta el colapso de
la Sociedad de Naciones y el auge de un Nuevo Orden nazi."
El intercambio entre griegos y turcos fue acordado en parte despus del acontecimiento, porque centenares de miles de los primeros
haban huido de Asia Menor para escapar al avance turco mucho antes de que los diplomticos empezasen a hablar. Constituan, de
hecho, parte de la enorme oleada de refugiados creada por la guerra,
incluyendo ms de un milln de rusos fugitivos de la revolucin, polacos, blticos y alemanes acosados en Europa oriental, 350.000 armenios y muchos otros. Hasta 1914 podran haber hallado albergue al
otro lado del Atlntico; tras 1921 se cerraron las puertas. La tradicional estrategia de Europa para sus poblaciones desplazadas, la exportacin transoccnica, ya no funcionaba. Mientras tanto, los estados-nacin promulgaban leyes sobre la ciudadana que excluan a centenares
de millares de los que a ellos afluan. El resultado fue un vasto incremento de aptridas, incapaces o no deseosos de retornar a su punto
de procedencia y aborrecidos en su lugar de refugio, y la violacin de
aquella tradicin de asilo que haban constituido un rasgo tan marcado del liberalismo anterior a la guerra. La ley rurnana de ciudadana
de 1924 convirti en aptridas a 100.000 judos del pas; otros subsistieron en Polonia, sumidos en la incertidumbre. Tanto la Alemania de
Weimar como la Francia de la III Repblica encerraron a millares de
refugiados en campos de internamiento. Los liberales se sintieron escandalizados. Es imposible que en el siglo xx pueda haber en Europa
800.000 hombres sin la proteccin de una organizacin legal reconocida por el Derecho Internacional, escribi el presidente del Comit
Internacional de la Cruz Roja. Como resultado de la accin internacional, se cre el llamado pasaporte Nansen y se realizaron esfuerzos por definir la figura del refugiado en el Derecho Internacional y
proporcionarle proteccin.
El problema, sin embargo, no desapareci; de hecho, la Depresin
lo agrav. Veinte aos despus de la guerra civil rusa, no menos de la
8o-
mitad de todos los emigrados de ese pas figuraban an como refugiados. La guerra civil espaola empuj a 400.000 republicanos hacia el
norte, a Francia, justo cuando este pas expulsaba a decenas de millares de trabajadores extranjeros, principalmente argelinos y polacos.
Tras la subida de Hitler al poder, huyeron de Alemania, Austria y
Checoslovaquia centenares de millares de judos, que buscaron refu"io en otra parte. En particular, esta ltima oleada de refugiados ilus~' tanto el valor como la limitacin del rgimen predominante de los
derechos de las minoras, poniendo de relieve la necesidad de que las
minoras disfrutasen de una proteccin internacional frente al estadonacin si se aspiraba a que Europa escapase de una crisis permanente
de refugiados. Hasta cierto punto, el sistema de garantas para las minoras introducido en 1919 fue un paso valiente e imaginativo en la
direccin adecuada. Pero tal sistema jams se extendi a Alemania.
Ms an, aunque lo hubiera hecho, habra resultado inoperante, puesto que Alemania se retir de la Sociedad de Naciones en 1933 y se
neg a reconocer la autoridad de sta. Los tratados sobre las minoras
constituan parte integrante del orden internacional establecido bajo
la Sociedad de Naciones; subsistieron y cayeron con la autoridad de la
propia Sociedad.
IDEALISTAS y REALISTAS
-82-
Su influencia dependa, empero, de la disposicin de sus micmbros ,a actuar en tal sentido. No estaban obligados a ello y podan re"ir su diplomacia a travs de otros canales, 10 cual significaba que el
0nperio del Derecho Internacional, que en definitiva encarnaba, dependa de la voluntad poltica de sus miembros. La fuerza del pacifismo en Gran Bretaa y Francia torn al sentimiento pblico -al que
\Vulldrow Wilson y otros haban considerado la base de una slida
Sociedad de Naciones- deliberadamente pasivo en cuestiones internacionales, Cuando se alter el equilibrio del poder en Europa, la Sociedad de Naciones qued cada vez ms marginada, la diplomacia fluy en torno a Ginebra ms que a travs de ella y en Berln emergi
~na visin ideolgica rival de un orden europeo.
El rasgo definidor del equilibrio europeo del poder en 1919 haba
sido la consuncin simultnea de Rusia y Alemania, lo cual resultaba
perfectamente obvio a los observadores de tal poca, aunque no todos
extrajeron las mismas lecciones del hecho. Para los britnicos era importante reconocer que Alemania deba recuperar su rango de gran
potencia, aunque slo fuese con objeto de evitar un entendimiento poltico entre Berln y Mosc que pusiera en peligro todos los arreglos.
Los tratados de las minoras contribuiran a garantizar un trato justo a
los grupos germanos fuera de Alemania, as como a proporcionar en
general un modelo de gobierno tolerante a los nuevos Estados."
Por otro lado, desde el punto de vista francs era preciso mantener en su sitio a Alemania. Los nuevos Estados de Europa oriental y
central actuaran en calidad de amortiguadores de la revolucin
bolchevique y de baluarte contra Alemania. El lema de la autodeterminacin nacional constitua, pues, un medio para un fin concreto, y
caba marginarlo cuando chocara con los intereses galos. Eso explica
la falta de entusiasmo de Francia en relacin con los tratados de las
minoras -que sencillamente parecan debilitar a sus nuevos aliados
de Europa oriental- y su negativa de 1918-1919 (y otra vez, implcitamente, en 1931) a permitir que Austria y Alemania se unieran, contra los deseos evidentes de la mayora de la poblacin austraca.
A pesar, pues, de la creacin de la Sociedad de Naciones, distaba de
haberse extinguido en Europa despues de 1918 la politica de las grandes: t potencias.
Seguian
influyentes
diplomaticos
enCi,lS. egUlan
siensiendo
o 111 uyentes
otrosotros
orosforos
Ip ornaucos
mas tradicionales: la Conferencia de Embajadores, por ejemplo, una
reunion .de
lasgr,ln
grandes
potenciascon
conforme
viejo estilo, fue preferida
e as
es potencias
orme a al
viejo esti 0, ue pre en a
a la Sociedad de Naciones para resol ver en 1923 dos grandes crisis: la de
-83-
Corf entre los griegos y la Italia mussoliniana, y la de Vilna entre polacos y lituanos. Cuando los franceses en particular perdieron la fe en
la idea de una seguridad colectiva a travs de Ginebra, buscaron medios
alternativos y ms tradicionales de garantizar sus intereses.
En 192 r, por iniciativa francesa, Polonia, Checolosvaquia y Rumania establecieron la pequea Entente, un bloque orientado contra
Hungra y tambin, de modo indirecto, contra Alemania. En los aos
inmediatamente posteriores, Francia firm tratados con todos esos
Estados as como con Yugoslavia. La imposicin gala sobre Alemania
se manifest de manera mucho ms concreta en su ocupacin de Renania, En 1923, la invasin del Ruhr por tropas francesas y belgas
para forzar el pago de las reparaciones de guerra pareci una expresin ulterior del poder de Francia: el fiasco consiguiente, sin embargo,
y el eventual acuerdo sobre las reparaciones represent para Pars
algo ms que un desaire temporal: perdi la buena voluntad de Londres y demostr que los europeos eran incapaces de resolver sus problemas sin la ayuda de Estados Unidos."
A mediados de la dcada de los veinte, cuando la poltica francesa
se torn ms conciliadora, Alemania reapareci como gran potencia.
Durante 1925 se reafirm en Locarno la paz en Europa occidental,
pero la cuestin de las fronteras orientales germanas qued en el aire:
el espritu de Locar no apuntaba ms a la resurreccin de la diplomacia de las grandes potencias que a Ginebra. En los aos 1928-1930
se desarrollaron los ltimos esfuerzos franceses por lograr la estabilidad a travs de Ginebra. En primer lugar surgi una declaracin ftil,
conocida como Pacto Briand- Kellogg, acerca de la ilegalidad de la
guerra; aunque la firmaron muchos otros pases, constituy, de hecho, algo muy inferior al slido apoyo estadounidense que Francia
haba esperado. Luego sobrevino la fallida propuesta de Briand en favor de la unidad europea. Finalmente, en 1932, se celebr la Conferencia de Desarme, la mayor reunin internacional desde 1919. Tuvo
lugar en condiciones escasamente propicias: la crisis de Manchuria
haba puesto de relieve la debilidad de la Sociedad de Naciones en su
primer gran reto internacional; las relaciones lrancoalcmanas alcanzaban uno de sus puntos ms bajos tras el veto de Francia a la proyectada unin aduanera de Austria y Alemania; la crisis econmica haba
sumido en la Depresin a la economa internacional; Francia solicit
de nuevo una fuerza de la Sociedad de Naciones, que tambin fue rechazada. La eleccin de Hitler sentenci la Conferencia; la delegacin
-84-
Octubre de 1933.
Entre 1934 y 1936, el equilibrio europeo se alej inexorablemente
de Pars y Londres. En enero de 1934 el sistema francs de alianzas
qued daado por la decisin polaca de firmar un pacto de no agresin con Alemania. Francia se orient hacia la Unin Sovitica, pero
el anticomunismo de Europ> occidental y oriental hizo difcil para
Mosc desempear el papel que antao haba pretendido Francia de
polonia y de Checoslovaquia. Todava ms crucial fue la crisis de Abisinia de 1935-1936, que empuj a Italia a un conflicto con la Sociedad
de Naciones. Los franceses, en particular, se esforzaron desesperadamente por mantener unos vnculos estrechos con su vecino mediterrneo; las sanciones impuestas por la Sociedad de Naciones hundieron esta esperanza y empujaron a Mussolini hacia los brazos de
Hitler. En 1934 Mussolini haba hecho frente a Hitler e impedido una
ocupacin nazi de Austria; cuatro aos ms tarde, no present objeciones y tuvo lugar el Anschluss.
Los britnicos contemplaron todos estos acontecimientos con
cierta indiferencia. Recelosos de los franceses, se hallaban demasiado
dispersos por Extremo Oriente y no podan permitirse ulteriores
compromisos militares o navales en Europa. La poltica de su Gobierno se hallaba afectada por el pacifismo, por una cierta simpata liberal
hacia las reivindicaciones etnogrficas germanas en Europa central,
por el conservadurismo fiscal (que se opona al rearme) y por un deficiente sentido estratgico que exageraba la fuerza de Italia en el Mediterrneo y subestimaba la significacin de Europa oriental.
En cuanto a los franceses, su posicin bsicamente defensiva qued ilustrada por la construccin de la Lnea Maginot. Los generales
galos carecan de planes ofensivos en lo que ataa a Alemania. Los
gastos militares alcanzaron niveles bajos, y polticamente el pas se
hallaba muy dividido. A partir de 1937, estos factores fomentaron
Una creciente disposicin al entendimiento con Alemania. En el nadir
de la diplomacia francesa, durante el invierno de 1938, despus de
Mnich, surgi una declaracin francoalemana de amistad, y los politicos galos percibieron una alteracin fundamental en las relaciones
de Francia con Europa oriental.
No es sorprendente que estas evoluciones condenasen a la Socicdad de Naciones. Hacia 1936, zanjada de forma ignominiosa la Conferencia de desarme y mas o menos moribundo el sistema de las mi-
-85-
noras, pocas personas buscaban en Ginebra respuestas a los problemas de Europa. Cuando aquel verano estall su guerra civil, Espaa
se incorpor, junto a Manchuria, Abisinia y Renania, a la lista de fracasos de la Sociedad de Naciones. Ni siquiera eman de Ginebra el
ineficaz Comit de No Intervencin. No cabe extraarse, pues, de
que en septiembre de 1938 el ministro espaol de Asuntos Exteriores
acusara amargamente a la Asamblea de la Sociedad de Naciones de
haber seguido una extraa teora conforme a la cual el mtodo mejor
de servir a este organismo consista en apartar de su competencia todas las cuestiones relativas a la paz y a la aplicacin de su Constitucin. Un defensor francs de la Sociedad de Naciones, Gaston Riou,
consider que en 1936 haba terminado una fase de la historia iniciada
en 1918: sencillamente haba quedado derrotada la Sociedad de N aciones. Si la democracia europea liga su cuerpo vivo al cadver putrefacto de los acuerdos de 1919 -advirti E. H. Carr en noviembre
de 1936-, estar cometiendo simplemente una forma especial y desagradable de suicidio. "
En vez de encarnar el ncleo de un nuevo orden internacional,
universal en sus aspiraciones, la Sociedad de Naciones estaba reducindose a algo mucho ms modesto, una mera coalicin de Estados
de igual sentir que no pretendan monopolizar la pauta de las relaciones internacionales. En 1937 un especialista nazi en ciencias polticas
observ con acritud que exista cierto monopolio del sistema de Ginebra. De hecho, sostuvo, no haba slo uno sino varios sistemas
reales o posibles de accin colectiva. Tena razn."
En los aos veinte surgi toda una maraa de designios alternativos de cooperacin internacional como la Internacional Blanca anticomunista, patrocinada durante un tiempo por los hngaros, o los
proyectos de una unin paneuropea del conde Coudenhove- Kalergi.
Ninguno lleg muy lejos. Mas bajo la direccin de Hitler el III Reich
expuso una visin del orden europeo basada en principios en esencia
diferentes de los desarrollados en Ginebra. En el clima ideolgicamente cargado de la Europa entre las dos guerras, un desplazamiento
en el equilibrio del poder implicaba un profundo reto moral y poltico al sistema de la Sociedad de Naciones. Toda la idea del universalismo liberal se vio agredida.
-86-
-87-
na de la poltica global -a diferencia de la de muchos geopolticosdescansaba en la raza; el mismo Estado era meramente la expresin
del Volk racial. La sangre es ms fuerte que un pasaporte, escribi
en 1937 un destacado pangermanista. Las minoras germanas del exterior eran camaradas raciales de los alemanes del Reich; el III Reich
tena un deber respecto de todo el pueblo germano y no simplemente
con aquellos que residan dentro de sus fronteras actuales."
Por tal razn, el problema fundamental con la Sociedad de Naciones no estribaba sencillamente en que sta defenda Versalles sino en
que -a ojos de los nazis- encarnaba una filosofa por completo
errnea de los asuntos internacionales. No poda existir igualdad entre los Estados porque algunos no merecen existir; no era admisible, por eso, una moral o un derecho universales. Incluso elliberalismo tan paternalista que encarnaba Ginebra heda para los nazis a
debilidad humanitaria. La raza ms fuerte deba prevalecer sobre la
ms frgil; ganara as el derecho de imponer al perdedor sus propios
designios. De aqu se deduca que los acuerdos legales eran simplemente cuestiones de conveniencia que caba observar o repudiar en
funcin de los intereses dictados por el Volk.
Es cierto que en los aos treinta se desarrollaron entre los tericos
alemanes de la poltica debates inacabables en pro o en contra de formas del federalismo europeo, a favor de zonas econmicas dirigidas
por Alemania, por la cooperacin con Rusia o por una cruzada antibolchevique. Pero la lgica de las obsesiones raciales de Hitler encauz en estrechos lmites la discusin y suscit una doctrina nacionalsocialista del Derecho Internacional que trat de definir la nueva
posicin de Alemania en el mundo. No se consideraba como absoluta
la equidad en las relaciones internacionales; se trataba de algo relativo
en funcin del valor concreto de la raza representada por el Estado,
en otras palabras, su superioridad o inferioridad natural. No resulta extrao que los tericos legales germanos arguyesen que el Derecho Internacional tena que desempear un papel muy limitado en la
regulacin de las relaciones entre Estados y que criticasen a la Sociedad de Naciones por el modo en que haba conducido a una judicializacin de la vida internacional. Lo que se disfrazaba de una filosofa liberal de los derechos humanos era realmente -a su juicio- tan
slo una hoja de parra para el Diktat de Versailles de 1919 y una expresin del espritu judo con su oposicin a la vida del Volk y su
odio a la singularidad nacional. Ya que no exista un gobierno comn
-88-
IMPERIOS FASCISTAS
En una poca en que se aplicaban con profusin metforas biolgicas a las relaciones internacionales, cuando se hallaban muy difundidos los temores a un descenso demogrfico y se conceba a las propias naciones (en Francia, Hungra y Grecia al igual que en Alemania)
como organismos -abocados a la extincin, la asfixia o la decadencia
si no podan mantener la vida dentro de sus fronteras-, la necesidad de un espacio vital era una preocupacin habitual en todo el espectro poltico. No fue Hitler sino Konrad Adenauer, entonces alcalde de Colonia, quien en 1928 inaugur una exposicin colonial
titulada Espacio sin habitantes y habitantes sin espacio. Contemporneos inquietos no advertan inconsecuencia en el hecho de sostener
simultneamente que su pas tena una poblacin demasiado escasa y
careca de suficiente tcrr itorio."
Tanto para la Alemania nazi como para la Italia fascista, el imperio
era crucial respecto de sus reivindicaciones de ser grandes potencias y
de su misma supervivencia en calidad de naciones dinmicas. El impe-89-
rio representaba territorio y territorio significaba espacio para ascntamientos, vveres, materias primas y colonos sanos. No se tuvo en
cuenta el hecho patente de que resultaba ms fcil conseguir tierras
que cnviar a gentes hasta all o que durante el siglo XIX muchos ms
curopcos hubieran preferido Amrica a frica como lugar de destino;
stas fueron lecciones que los regmenes fascistas tuvieron que aprendcr a la fuerza. La construccin de un imperio fascista marc la culminacin del proceso de la expansin imperialista europea iniciada en
los aos setenta del siglo XIX. Mussolini y Hitler aceptaron los principios geopolticos bsicos del imperialismo decimonnico mientras
que se desembarazaban de su liberalismo.
El imperio fascista surgi primero en Etiopa, tras la invasin italiana de finales de 1935. En su afn de obtener una rpida victoria, los
italianos recurrieron en el combate a una brutalidad sin precedentes:
los gases y otros agentes qumicos, as como los bombardeos masivos,
mataron a gran nmero de personas. Tambin murieron muchas en
los campos de internamiento y concentracin que haban adoptado
los italianos en sus campaas de pacificacin de unos aos antes contra los nmadas scnusis. Perecieron unos tres mil italianos v decenas o
quiz centenares de miles de etopes. Ni ms tarde ni entonces suscit
muchas crticas este derramamiento de sangre; en el seno de Italia, la
victoria seal el momento culminante de la dominacin de Mussolini, una Edad de oro del imperio fascista."
La paz que sigui fue igualmente ilustrativa. Tras el intento de
asesinato del virrey Graziani, famoso por su brutalidad, las escuadras
fascistas se ensaaron en Addis Abeba, y mataron a sangre fra a ms
de mil personas. Otras, incluyendo varios centenares de monjes, fueron ejecutadas en represalias masivas. Todo esto brind un anticipo
de lo que Europa -e Italia- conocera unos aos despus por obra
de los alemanes. Mientras tanto, Ciano se dirigi a la Asamblea General de la Sociedad de Naciones, aludi a la sagrada misin civilizadora que haba emprendido Italia y declar que su pas considerara
un honor informar a la Sociedad acerca del progreso logrado en su tarea de civilizar Etiopa."?
La construccin imperialista se hallaba estrechamente vinculada a
leyes y decretos raciales que resultaban nuevos para el fascismo italiano. Consideraciones de prestigio racial indujeron a las autoridades
a tratar de regular los contactos sexuales y de otro tipo entre italianos
v etopes de una manera que no haba sido abordada ni en tibia ni en
-90-
por Hitler para zanjar las disputas territoriales en Europa centralilustr las posibilidades de la hegemona: Alemania consigui unos
derechos sobre las explotaciones petrolferas rumanas, actu como
rbitro regional entre Hungra, Eslovaquia y Rumania y cre derechos de fideicomiso sobre las minoras germanas en esos pases.
Los comentaristas alemanes aclamaron este ltimo paso como una
amplia mejora respecto del antiguo sistema de proteccin de las minoras en la Sociedad de Naciones: esas leyes para la proteccin de! pueblo otorgaron a la madre patria e! derecho de intervenir en caso de
disputas entre la minora y el Gobierno anfitrin; convirtieron adems
a todo e! '<grueso de la poblacin en una entidad legal colectiva. Pero
semejante legislacin presentaba en la cima del poder alemn durante e!
verano de 1940 un aspecto mucho mejor que el ofrecido tan slo cuatro aos despus, porque convirti a los individuos de etnia germana
en rehenes de la suerte de Hitler en la contienda. 54
En los ltimos aos, una cierta escuela britnica de historiadores
revisionistas ha vuelto a sealar que se poda haber evitado la guerra
anglo-germana. Existi para el apaciguamiento ms espacio de lo
que las crticas subsiguientes permitieron y menos quiz para la insistencia churchilliana en el enfrentamiento? Y si Gran Bretaa no hubiese dado garantas a Polonia en 1939? Y si no se hubieran rechazado las insinuaciones de paz de Hitler en el verano de 1940? No
podra haber llegado Whitehall a un acuerdo con Alemania, aceptando e! control nazi de Europa oriental a cambio de la supervivencia del
Imperio britnico? Acaso no se hizo, tal vez, algo similar con Stalin
unos aos despus?
Tales argumentos habran tenido alguna fuerza si Hitler hubiese
sido un poltico ms, como una vez dio clebremente a entender A. J.
P. Taylor. Pero lo que debilita el anlisis de Taylor acerca de los orgenes de la contienda es su indiferencia respecto de! papel de la ideologa. La Segunda Guerra Mundial no comenz por obra de un equvoco o de una confusin diplomticos, ni siquiera a causa de los engaos
o la duplicidad de Hitler. Empez ms bien porque -muy tardamente-los adversarios de Hitler comprendieron que tenan ante s
un choque entre dos mundos. Berln y Londres no participaban en
el mismo juego, aunque algunos de ambos bandos deseaban que as
hubiera sido.\S
Es cierto que el Imperio britnico qued arruinado por el coste de
combatir a Hitler. Lo que resulta, sin embargo, dudoso es si unindo-92-
se a l se habra salvado. El propio programa colonial de Alemania inquietaba a los britnicos, q~e no deseaban parar las demandas nazis
en Europa con pedazos de Africa. Tambin aqu era evidente el foso
ideolgico entre las dos potencias y los planificadores coloniales nazis
criticaban severamente a los britnicos por sus polticas raciales en exceso laxas. Por ese motivo, cualquier alianza tendra que haber supuesto el abandono britnico de su credo imperialista liberal (y la fe
en la gobernacin indirecta) por un racismo puro y duro. Semejante
alianza fue en realidad considerada por Alfred Rosenberg, un relevante idelogo nazi: britnicos y alemanes defenderan juntos la raza
blanca por tierra y mar. Supona, empero, una transformacin imposible de los valores britnicos; stos eran ms liberales que autoritarios, mientras que el racismo britnico -que desde luego existaestaba ms basado en la cultura que en la biologa."
La sima ideolgica existente entre la sociedad britnica y la germana qued puesta de relieve por el horror con que los britnicos
reaccionaron ante las noticias del pogromo de la Kristallnacht de noviembre de 1938. Ms que cualquier otra cosa hasta entonces, tal
acontecimiento empuj a la opinin britnica contra el apaciguarniento." A lo largo de los meses inmediatos, los Gobiernos britnico y
francs se vieron obligados a reconsiderar toda su poltica, aunque
despus de Mnich los presagios fuesen funestos. Ha quedado terminada la primera parte del programa del seor Hitler, la integracin
de alemanes en el Reich -escribi Robert Coulondre, e! nuevo embajador francs en Berln en diciembre de 1938-, ha llegado ahora el
momento de! Lebensraum>
El apaciguamiento se hallaba bsicamente fundado en e! supuesto
de que la Alemania nazi haba acometido un programa revisionista; la
invasin de Bohemia-Moravia en marzo de 1939 fue el primer signo
de que los objetivos de Hitler superaban la anexin de las reas pobladas por individuos de etnia germana. Revel asimismo la actitud desdeosa de Hitler respecto de los acuerdos internacionales. En respuesta, Gran Bretaa v Francia trataron tardamente de resucitar el
baluarte oriental de se~uridad que haban creado en Versalles, brind~ndo garantas a Polonia y Rumania. fue un gesto carente de conVICCIn.
Las circunstancias haban cambiado mucho desde 1919. El control nazi de la antigua Checoslovaquia tornaba carente de sentido estrategigo
una alianza oriental, mientras que seguraba a Alema nia re-93-
2.
3.
4.
5.
recia una pertinente advertencia del Fhrer: Si uno carece de la fuerza para luchar por su propia salud, pierde el derecho a vivir en este
mundo de combates.s
Semejante libro nos muestra valores que no slo haban calado en
la vida alemana sino que constituan, adems, parte de un discurso europeo mucho ms amplio acerca de la salud nacional y familiar en los
aos del perodo de entreguerras. Es posible que el 111 Reich llevara
ese discurso a nuevos extremos y subrayase el papel de la raza de una
manera hasta entonces jams igualada. Pero la idea de que la salud
familiar concerna ms generalmente a la sociedad, de que la nacin
necesitaba una prole con solidez racial, de que el Estado debera intervenir por eso en la vida privada para mostrar a la gente cmo vivir, colmaba el espectro poltico de Europa entre las dos guerras, reflejando las tensiones y presiones de un mundo inseguro donde existan
estados-nacin en permanente rivalidad, cuyas poblaciones haban sido diezmadas por una contienda y se vean amenazadas por otra.
La inquietud acerca del vigor nacional se hallaba reforzada por el
descenso a largo plazo de las tasas de natalidad, iniciado antes de la
Primera Guerra Mundial. Muchos Gobiernos europeos -escribi
un periodista italiano en 1937-, han prestado atencin a la mengua
de la tasa de natalidad de las razas blancas durante las ltimas dcadas.
La mayora de los bilogos, economistas y polticos respaldan la opinin de que esas cifras constituyen la fuerza de la nacin. A partir de
1918, los Estados trataron de corregir esta tendencia mediante el establecimiento de ministerios de sanidad y la promocin de los valores
familiares. Se estimulaba y animaba a la poblacin a tener ms bebs
mientras que se la disuada de la anticoncepcin o se penalizaba el .
aborto. Se mejoraron las condiciones de vida y alojamiento as corno
las disposiciones municipales en beneficio de las masas. Se alent la
buena forma fsica mediante la natacin en nuevas piscinas y playas
pblicas, las excursiones campestres o el ciclismo en la poca de las
vacaciones retribuidas.
Pero el desarrollo de una poltica social presentaba por aadidura
un aspecto ms sombro: salvaguardar la calidad tanto como la cantidad del linaje humano de la nacin -como recomendaban mdicos,
cientficos y polticos- supona tambin reducir los peligros para la
salud pblica. stos no eran solamente los barrios miserables, la pobreza y la nutricin deficiente; abarcaban tambin a los fsica y mentalmente enfermos, a quienes se reclua, esterilizaba o incluso en casos
-96-
extremos eliminaba en aras del bien de la sociedad. Se estimaba asimismo que los delincuentes juveniles y los sexualmente promiscuos
representaban una amenaza para la estabilidad de la familia y el orden
pblico. y en ocasiones el riesgo para la nacin qued definido en trminos todava ms amplios de toda una clase -como en el llamado
grupO social problemtico que supuestamente existi en Gran Bretaa entre las dos guerras- o en trminos de raza. El 111 Reich combin el antisemitismo biolgico con un aparato estatal muy eficiente
para lograr la forma ms moderna de este tipo de Estado de bienestar
racial en Europa.
Como ahora sabemos, Suecia, Suiza y otros pases europeos siguieron empleando en poltica social, hasta pocas relativamente recientes, la esterilizacin y otras medidas coactivas. Tales prcticas hacen parecer a la Alemania de Hitler menos excepcional y ms prxima
a la corriente general del pensamiento europeo de lo que antao se
juzg posible. Pero no cabe exagerar las semejanzas. La Volksgemeinschaft nazi (o Comunidad del Pueblo) fue promovida a travs de
lo que un comentarista denomin el Estado que garantiza la vida,
pero claro est que ese Estado que garantiza la vida consideraba
tambin necesario privar de la existencia a otros, expropiar sus bienes
y redistribuirlos en beneficio de quienes habitaban en la nacin. Su
aparicin suscit al tiempo imitadores (como en Italia) y crticos -en
especial en Gran Bretaa- que atacaron la idea de que el racismo tuviera alguna base cientfica o que deba llevarse a cabo una poltica social fundada en la coaccin. La Segunda Guerra Mundial se convirti
en una pugna por definir la relacin entre el conjunto de la comunidad, el ciudadano en su calidad de individuo y la poltica social,
abriendo el camino a formas muy diferentes del Estado del bienestar
que surgiran a partir de 1945. Los Estados fascistas del bienestar ensearon a los demcratas la leccin de que no bastaban las libertades
individuales para conseguir la lealtad del pueblo en una era de poltica
de masas. La derrota de Hitler permitira a la democracia arraigar de
nuevo en la vida europea a travs de un nuevo sentido de la solidaridad social y de la cohesin nacional.
-97-
LA GUERRA Y LA DESTRUCCI6N
DE SERES HUMANOS
por completo su autoridad, al igual que la Iglesia. La influencia educativa de los padres ha quedado a menudo reducida a nada.?
Como volvi a suceder tras la Segunda Guerra Mundial, tales ansiedades indujeron al Estado a intervenir cada vez ms como padre
adoptivo v fuente de autoridad moral. Cuando aumentaron agu.
damente las tasas de divorcio, reafirm los valores de la cohesin familiar -puesto que el orden moral, en palabras de Mussolini, produce orden pblico- con objeto de sealar a mujeres e hijos su
puesto adecuado. Una nacin no representa una coleccin de individuos colocados unos junto a otros, constituye un grupo de familias
entrelazadas -insisti el poltico radical francs douard Herriot en
1919-. La clula orgnica no es el individuo sino la familia. En
otros trminos, no era slo la derecha la que adverta de la importancia vital de restaurar a la familia -y de ser necesario frenar el individualismo- en aras del bienestar de la nacin.'
Todo esto significaba exorcizar una aterradora aparicin que haba surgido durante la guerra: la joven independiente y emancipada
con su propio lugar en el mundo laboral y sus propios ingresos. Tuppence Beresford, por ejemplo -herona de El adversario secreto, una
novela de Agatha Christie publicada en 1923-, que haba sido enfermera durante la contienda, afront la posguerra con nuevas exigencias
de igualdad de oportunidades laborales, una independencia sexual y
una vida activa. Pese a la realidad del creciente empleo femenino, sobre todo en las nuevas empresas de servicios, los modelos del estilo de
Tuppence eran denunciados cada vez ms como manifestaciones de
bolchevismo sexual que ponan en peligro la autoridad tradicional
del varn. Las gar~onnes de los aos veinte, bellezas llamativas de
pelo corto V caderas estrechas, fueron a menudo acusadas de manifestar un amor egosta por el placer y un desdn aterrador por el futuro
de la nacin. Fumando, de pelo corto y vestidas con pijamas o prendas deportivas [ ... ] las mujeres se parecen cada vez ms a sus acompaantes -escribi un alarmado francs-, cmo es posible que tales
seres andrginos se conviertan en madres rcsponsables P>"
Tales sospechas tenan una nerviosa connotacin poltica. Los
bolcheviques ofrecan impresionantes posibilidades en las relaciones
entre los sexos, emanciparon rpidamente a las mujeres rusas en un
grado incomparable con lo que suceda en cualquier otro lugar de Europa; refrenaron el poder de la Iglesia, barrieron tradicionales privilegios patriarcales y permitieron que las mujeres solicitasen el divorcio.
-99-
similar ya mediados de los aos treinta las leyes libertarias de los primeroS bolcheviques fueron reemplazadas por un nuevo compromiso
sovitico con la familia tradicional."
La ideologa europea sobre la maternidad de! perodo entre las
dos guerras tena profundas races. Justo cuando se enardeca la competencia entre imperios y naciones, hacia el final del siglo XIX, haba
comenzado una prolongada mengua de las tasas nacionales de reproduccin. La importancia creciente de los ejrcitos de reclutamiento
forzoso hacan del tamao y la salud de la poblacin de un pas una
cuestin de seguridad militar y nacional, sobre todo cuando los Estados europeos parecieron trabados en una pugna darwiniana por la
dominacin. A los franceses les preocupaba que un crecimiento rpido de la poblacin alemana significase con e! tiempo su propia extincin como gran potencia. Los alemanes no estaban tan asustados
como los franceses, pero teman a las prolficas hordas eslavas de!
Este. Los nacionalistas hngaros consideraban que, a manos de es lavos, alemanes y rumanos, se enfrentaban a una batalla sin esperanzas en la lucha contra la muerte de! pueblo. Los britnicos, sobre
todo tras la guerra de los bers, se preguntaban cmo podra gobernar un gigantesco imperio una raza decadente. Giuseppe Sergi, un
distinguido eugenista, declar en 1916, ante la Sociedad Italiana para
el Progreso de las Ciencias, que Europa en general-todava esclavizada por la idea de! imperio- estaba poseda por el miedo a que sus
razas superiores se hallasen en declive."
La Primera Guerra Mundial logr que la perspectiva pareciese
mucho peor, induciendo a los dirigentes nacionales a fomentar la idea
de que el embarazo es el servicio activo de la mujer. En su empeo
por estimular los nacimientos, las autoridades francesas editaron tarjetas postales que exhortaban a los soldados de permiso a actuar en
favor de la repoblacin, y pidieron a las jvenes que trabajasen por
Francia. En libros como The Menace o] tbe Empty Cradle (La amenaZa de la cuna vaca) o, en 1916, Cradles or Co[[ins? Our Greatest
National Need (Cunas o fretros? Nuestra mayor necesidad nacional), los pronatalistas britnicos publicaron descripciones estremecedoras de lo que aguardaba a sus compatriotas. En Alemania, el Reichstag aprob leyes que declaraban fuera de la ley la anticoncepcin y
restringan el aborto. El bienestar general del Estado debe anteponerse a los sentimientos de las mujeres, declaraba el prembulo a la
ley Contra el aborto. le
-101-
y al tiempo que se apremiaba a las mujeres a convertirse en productoras de bebs, el Estado haca que fuese ms difcil abortar. El
aborto significa un pesado lastre para el Estado -escribi un mdico
sovitico-, porque reduce la contribucin de las mujeres a la produccin. En 1936, el aborto fue penalizado en la Union Sovitica
Como lo haba sido antes en buena parte de Europa. En lugar de difundir sus ideas escandalosamente libertarias a travs de! continente,
el comunismo sucumbi a la reafirmacin natalista de la familia tradicional y a su distribucin de papeles por sexos."
Los pases catlicos siempre se haban mostrado opuestos al aborto, pero su poltica se hizo an ms represiva debido a la intervencin
del Vaticano, despus de la encclica del papa Po XI sobre la santidad
-103-
Mas a los Gobiernos europeos no les result fcil elevar las tasas
de natalidad o expulsar del trabajo a las mujeres y empujarlas a la maternidad. En trminos generales, apenas descendi dentro de la fuerza
laboral europea la cifra de mujeres y en algunos pases consigui de
hecho aumentar durante el perodo de entreguerras. No se produjo
una subida espectacular de las tasas de natalidad y la mayor autoridad
en polticas demogrficas durante el perodo entre las dos guerras lleg a la conclusin de que stas haban fracasado en su propsito. La
-105-
Encerrado en una crcel fascista, el terico italiano del comunismo Antonio Gramsci seal el papel educativo y formador de! Estado. Su propsito estriba siempre en crear tipos de civilizacin nuevos
y superiores [ ... ] en desarrollar incluso fsicamente nuevos tipos de
humanidad. Le dominaban las ambiciones sociales de! Estado entre
las dos guerras. Ya no se permita a los propios padres criar a sus hijos;
el miedo a la decadencia nacional suscit la aparicin de una vasta
gama de servicios asistenciales oficiales junto a las antiguas instituciones religiosas o benficas de carcter privado, con el intervencionismo
del sector pblico sobrevino e! auge del asistente social, del inspector
de viviendas y de la sanidad escolar y del psiclogo educacional. El
Estado se introduca en las cuestiones ms ntimas de la vida privada;
brindaba -es cierto- una serie de nuevos beneficios, pero exiga a
cambio la adhesin a un modelo cada vez ms explcito de comportamiento sexual."
-107-
o de la familia las condiciones ptimas de crianza. Tanto la izse~erda como la derecha crean -en palabras de la Constitucin ir~~desa de 1937- que la familia era la unidad natural, primaria y
f~ndamental de la sociedad y se mostraban ms inclinadas que los
conservadores de viejo cuo a utilizar los poderes pblicos en respaldo de esa poltica. A su vez, el activismo modernizador y su ambicin
de crear un nuevo ser humano ofrecieron durante los aos treinta
un modelo a los movimientos intervencionistas de la derecha fascista.
La salud de la familia se hallaba estrechamente relacionada con las
condiciones de vida en el entorno habitado. Hogares, edificios y la
propia ciudad se convirtieron en laboratorios para nuevos diseos de
formas de vida mejoradas y ms sanas. Fueron demolidos barrios miserables del siglo XIX para dar paso a viviendas familiares en enclaves
planificados. Los asistentes sociales y los inspectores de viviendas
comprobaban el cumplimiento de las normas sobre higiene y mtodos de cocinar. Los grandes y nuevos barrios municipales de la Viena
Roja -unos sesenta mil pisos construidos en quince aos- disponan de lavabos y baos. En lugar de bloques de viviendas densamente poblados y con patios angostos, slo se erigieron otros con espacios ms grandes en donde pudieran entrar la luz y el aire. Cada
morada dispone de una antesala y de su propio vter, as como de gas
y de luz elctrica [ ... ]. Ya no se permitieron los stanos habitables. A
lo largo del perodo de entreguerras fueron racionalizadas las ciudades mediante ordenanzas municipales tajantes al tiempo que parques,
playas y campos de deportes proporcionaban espacio para la nueva
obsesin por la luz solar y la buena forma fsica. Elogiando los logros
de las autoridades municipales berlinesas durante los aos veinte, el
Oberbrgermeister Gustav Boess mencion los nuevos parques pblicos, los campos deportivos y de recreo y los baos gratuitos.22
La planificacin de la vida moderna se extendi desde la ciudad al
interior del hogar, sistematizando el movimiento tanto en la esfera
privada como en la pblica. Bajo la influencia del estilo internacional,
los diseado res izquierdistas modernizaron la vida familiar tratando
las faenas domsticas como funciones y la unidad familiar como un
elemento de la Era de la Mquina. La distribucin est concebida a
partir de unos estudios acerca de procedimientos culinarios, acciones,
desplazamientos, etc. -escribi un arquitecto checo sobre su nueva
cocina de cadena de produccin-. Los elementos individuales del
equipo se hallan situados unos junto a otros cuando se usan. La cinta
-109-
bsica de transporte es as un crculo continuo que evita entrecruzamientos y vaivenes.. Con sus armarios incorporados y largas superficies de trabajo, esa cocina tuvo que parecer muy futurista a la mayora
de las amas de casa de los aos veinte, la visin de un mundo en donde
las tareas culinarias y desde luego la vida cotidiana estaban planificadas y organizadas conforme a principios industriales. De hecho, la
mecanizacin de la vida hogarea slo tendra lugar en la dcada de
los sesenta con la desaparicin del servicio domstico barato; entre las
dos guerras, las residencias de la clase media en buena parte de Europa todava contaban con un rincn del servicio en donde alojar a
quien fregaba los platos."
El Mundo Feliz de la dcada de los veinte combinaba el racionaiismo con una moral de elevados principios. Las leyes controlaban el
hacinamiento con objeto de garantizar la higiene social, eliminando
los peligros planteados a la moral y a la salud por la vida en los barrios
mseros. Los miembros de la Society of Women Housing Estate Managers visitaron a las familias residentes en viviendas de la londinense
Corporacin Metropolitana de la Vivienda e informaron de que el
resultado ha sido un constante incremento en el nivel de limpieza y en
la salud social general de la mayora de sus inquilinos. Esa institucin londinense haba montado un piso piloto que dio a conocer a los
residentes y que constitua un ideal en pro del cual se estimula a trabajar a muchos de los inquilinos. El modo en que las viviendas oficiales conformaron normas de conducta familiar result todava ms
evidente en Holanda, en donde se reservaron edificios especiales para
la segregacin de familias asociales. Segn las autoridades:
Las seleccionadas son enviadas a estas residencias por un cierto tiempo con objeto de lograr su rehabilitacin y de convertirlas
en familias aseadas, formales y pacficas. Se presta una atencin
considerable a la enseanza del empleo adecuado de las instalaciones y en indicarles los errores de su comportamiento [ ... ]. Cuando
una familia ha demostrado haberse convertido en normal, es trasladada a una de las viviendas convencionales municipales [ ... ]. Si
en definitiva se revela que la familia es incurable, se la desahucia."
La expresin de familias incurables corresponda al lxico mdico aplicado a las ciencias sociales y a la moral en un contexto muy
distante del de la Alemania nazi. En realidad, la obsesin del III Reich
-110-
paciones eugensicas, caba encontrar en toda Europa cierta ambivalencia acerca de las consecuencias sociales y biolgicas de la urbanizacin.
Hasta 1914 el excedente de poblacin europea era absorbido al
otro lado del Atlntico o asentado en remotas colonias. Pero tras 1918
Estados Unidos cerr sus puertas y se torn imposible la emigracin
transatlntica en la proporcin del pasado. Las potencias imperialistas
trataron de estimular a las poblaciones a hacerse agricultoras en Tanganika, Libia o las Indias Orientales, pero a pocos individuos les haba parecido atrayente esta idea en el pasado y menos an experimentaron tal tentacin durante la dcada de los veinte. A las ciudades
afluan campesinos en busca de trabajo y en el perodo de entreguerras se dobl el nmero de agrupaciones urbanas de Europa con ms
de un milln de habitantes. El xodo hacia las urbes resultaba de una
proporcin limitada en comparacin con el que tendra lugar despus
de 1950; pero en las condiciones deprimidas y ansiosas de los aos
veinte y treinta suscit una profunda inquietud.
Alarmado por el desarrollo de las grandes ciudades, el secretario de la Sociedad Alemana para la Reforma de la Vivienda consider
que amenazaba las races de toda nuestra existencia [ ... ] biolgicamente a travs del enorme descenso de las tasas de natalidad [ ... ] polticamente mediante la negacin de las bases de una sana democracia
[ ... ] militarmente por obra de la vulnerabilidad obvia y en especial
grande de las enormes ciudades en tiempo de guerra y moralmente a
travs de los numerosos obstculos que las grandes ciudades contemporneas alzan en el camino de la necesaria regeneracin moral de
nuestra nacin. Sir Arthur Keith -un eminente antroplogo britnico y presidente de la Sociedad Britnica para el Progreso de la Ciencia- contrast la vida que llevaban los modernos habitantes de las
ciudades con la de sus antecesores tribales y se inquiet por los
efectos de la civilizacin moderna en las mentes y en los cuerpos de
quienes se han visto sometidos a sta durante muchas generaciones.
~l bilogo Konrad Lorenz, cuyos textos a partir de 1938 denotaban
CIerta simpata por el nacionalsocialismo, arguy de modo similar que
la domesticacin de los seres humanos por la vida moderna estaba
conduciendo a un deterioro racial y era opuesta a una autntica evolucin. Mientras que se supona que la antigua vida aldeana suscitaba un
sentido de comunidad y estimulaba la crianza de nios, la ciudad mo-113-
CANTIDAD Y CALIDAD
En e! perodo de entre guerras los cuerpos se exhiban por doquier, como nunca haba sucedido antes, mostrando lo que en una generacin previa habra parecido inapropiado o una escandalosa semidesnudez. Los pantalones de los futbolistas se subieron por encima de
la rodilla, mientras que los miembros de las pirmides humanas fotografiadas en Rusia por Rodchenko ni siquiera llevaban camiseta. Para
el recreo y e! placer haba ahora piscinas a la intemperie; se construyeron nuevos estadios -en Wembley, Viena y Berln- en beneficio de
los grandes acontecimientos deportivos y polticos. Amasados en fila
tras fila, estos cuerpos transmitan una sensacin de unidad colectiva
y de fuerza poltica. En 1931, 100.000 socialistas desfilaron en torno al
Ring viens antes de asistir en el Prater a un espectculo en el cual
4.000 intrpretes representaron e! derrocamiento de! capitalismo. Fue
-115-
La eugenesia negativa -obsesionada por la idea de la degeneracin social- se mostraba especialmente preocupada por la amenaza
planteada por los enfermos mentales. Incluso desde que el primo de
Darwin, Francis Galton, clam por una firme coaccin para frenar la tasa de natalidad de los incapaces, los eugenistas haban apremiado al Estado para que interviniese urgentemente con objeto de detener la reproduccin de los racial mente inferiores. Antes de 1914, el
Gobierno liberal de Gran Bretaa estudi el problema de los dbiles
mentales, una amplsima categora que inclua a los sordomudos, a
los imposibilitados de ganarse la vida o incapaces de gobernarse
s()los o de regir sus asuntos con la prudencia habitual. El joven
Winston Churchill describi en privado al primer ministro Asquith
como un peligro muy terrible para la raza la elevada tasa de natalidad de los deficientes mentales junto a la limitacin de la deseen-116-
que suprima a sus enemigos biolgicos internos. Por un lado ayudaba a los recin casados con prstamos conyugales (otorgados, naturalmente, con la condicin de que la mujer renunciara al trabajo y de que
ambos cnyuges fuesen racialmente impecables) y brindaba beneficios por hijos, vacaciones gratuitas y guarderas diurnas. Por el otro,
cazaba a los mendigos y les enviaba a campos o a centros de trabajo
forzado. La construccin de un manicomio cuesta seis millones de
reichsmarks, cuntas casas, a razn de 15.000 reichsmarks cada una,
podran haber sido construidas con s~n:ejante suma?, preguntaba a
los nios un texto escolar de matematicas. Lo sorprendente no era
simplemente el extremismo de la filosofa del rgimen, sino hasta
dnde llegaba para aplicarla el aparato estatal ms moderno de Europa.
Incluso antes de 1933, el Estado alemn revel una inusitada eficacia en su capacidad de organizar polticas sociales represivas. Unidades policiales especiales buscaban a los gitanos (con la ayuda de la
Lev Bvara de 1926 para combatir a gitanos, vagabundos y recalcitrantes al trabajo), mientras que los desempleados eran calificados
como antisociales reacios al trabajo y se echaba mano de grupos
de camaradas militarizados para mantenerlos lejos de las calles. Pero
despus de 1933, las acciones fueron centralizadas e intensificadas,
con el respaldo de los descubrimientos de cientficos raciales como el
doctor Ernst Rdin, cuyos treinta aos de investigaciones sobre genealoga psiquitrica proporcionaron la justificacin cientfica a las
nuevas leves esterilizadoras. El Estado financi al celebre Instituto
kaiser G~illermo de Antropologa, Herencia y Eugenesia, al que uno
de sus jvenes investigadores, llamado Josef Mengele, enviara durante la guerra ojos y rganos humanos desde su laboratorio de Auschwitz.
Demgrafos y estadsticos contribuyeron a organizar enormes
compilaciones de datos criminales y mdicos mientras que facultativos, investigadores y psiclogos formaban parte de los Tribunales de
la Sanidad de la Herencia que formulaban veredictos sobre los casos
de esterilizacin. Los bilogos penales realizaron investigaciones sobre tipos dclictivos, trazaron sus genealogas y crearon bancos de
datos. Lejos de ser considerada brbara y anticientfica, semejante investigacin era lo bastante moderna para interesar a relevantes policas y legisladores de otros pases. Slo el estallido de la guerra en
1939 impidi que sir Norman Kendal, director de Scotland Yard,
-119-
aceptara una invitacin alemana para visitar el campo de concentracin de Dachau con objeto de estudiar mtodos policiales contemporneos y asistir a unas conferencias de Arthur Nebe, jefe de la Polica
Criminal, sobre nuevas tcnicas de control del delito.
La naturaleza racial del Estado asistencia! se orient sobre todo
hacia los judos del pas. fueron gradual pero sistemticamente excluidos de la comunidad nacional, primero expulsados de la Administracin pblica, luego sometidos a un boicot econmico y finalmente
privados de la proteccin de la ley. Las leyes de Nremberg de 1935
brindaron por vez primera una definicin sistemtica del hecho de ser
judo y despojaron a los judos de su ciudadana para convertirlos en
meros sbditos; sigui muy pronto la penalizacin de las relaciones
sexuales interraciales y la prohibicin de los matrimonios mixtos. Caba tambin considerar como parte de este programa racial de asistencia, coactivo y excluyente, la arianizacin sistemtica de las propiedades judas, especialmente en Viena tras el Anschluss de 1938: la poltica
nazi de arianizacin distribuy en tres aos ms viviendas que las construidas por los socialdemcratas en la dcada de los aos veinte.
La exclusin, persecucin y exterminio de los judos represent la
culminacin de una poltica social que se basaba en la proteccin de la
Volksgcmcinschaft, una comunidad nacional racial mente definida.
[Los Gobiernos de WeimarJ fracasaron en el caso de los extraos a la
comunidad -escribi un profesor de Derecho de Mnich en 1944-.
No hicieron del conocimiento de la eugenesia y de la biologa penal la
base de unas slidas polticas de bienestar y penal. El pensamiento liberal slo vea los "derechos" del individuo y se preocupaba ms de la
proteccin de los derechos de ste frente al Estado que del bienestar
de la comunidad. En el nacionalsocialismo, el individuo no cuenta en
lo que a la sociedad concierne. "
de jerarqua racial se hallaban presentes en todas partes, y pocos europeos tanto de izquierda corno de derecha, no crean de una forma u
Otra en ideas de superioridad racial o no aceptaban su relevancia en la
poltica colonial. El llamado racismo cientfico fue tomado en serio
e influy en las actitudes pblicas. Por ejemplo, sir Harry Johnston,
un comentarista colonial britnico, haba defendido en pblico, durante 1908, la nueva ciencia de la antropologa sobre la base de que
ayudara a los gobernantes del Imperio a decidir si deberan preservar
unas razas, permitir que se entrecruzasen o forzarlas a la extincin.
Los antroplogos alemanes que justificaron la poltica racial de las SS
en Europa oriental durante la Segunda Guerra Mundial haban comenzado sus carreras escribiendo artculos eruditos sobre la mezcla
de razas en los territorios coloniales africanos y asiticos antes de
1914, v sus inquietudes eran compartidas por colegas britnicos y
franceses."
Sin embargo, la aplicacin -de un modo tan radical- de estas
ideas en Europa era otra cuestin. En general, el concepto de raza posea una significacin excepcionalmente amorfa e indeterminada y
variaba mucho de un pas a otro. Las polticas de Hitler hicieron ms
difcil sustraerse a la confrontacin y el tratamiento de estas ambigedades, en especial cuando coincidan con nuevos descubrimientos en
gentica, serologa y las causas de enfermedades mentales, que arrojaron dudas sobre supuestos previos acerca de los fundamentos cientficos del pensamiento racial.
En pocos pases fue el racismo biolgico tan crucial para la definicin de la nacin como en la Alemania de entreguerras. Las referencias a la stirpc en Italia o a la salud de la raza en Gran Bretaa eran
habitualmente modos vagos de referirse a comunidades histricas,
~on escaso impacto sobre la poltica. Despus de todo, los eugenistas
Italianos se mostraban favorables a la mezcla racial, que en su opinin
determinaba un vigor hbrido; por su parte, a los britnicos les interesaban ms las diferencias de tasas de natalidad entre las clases. En
Francia, la nacin quedaba sobre todo definida en trminos de lengua
y cultura, en los Balcanes en trminos de lengua y de religin. Los
prejuicios raciales y el antisemitismo se hallaban omnipresentes pero
no resultaban necesariamente decisivos en la conformacin de una
poltica. En realidad, el III Reich dio lugar a imitadorcs, y florecieron
as movimientos racistas duros en Polonia y en Hungra."En la Grecia
-121-
de Metaxas no se permita a los judos el ingreso en la organizacin juvenil del rgimen. En la Italia fascista, las leyes raciales de 1938 Condujeron a centenares de despidos en las universidades y en la Administracin pblica. Pero nada de esto -ni siquiera en Italia- poda
compararse, en extensin e intensidad, con lo que estaba sucediendo
en la Alemania nazi.
En Francia, amargamente polarizada, como pocos otros pases,
entre la izquierda y la derecha, se registr en los aos treinta un fortalecimiento tanto del racismo como del antirracismo. Durante la dcada de los veinte, niveles elevados de inmigracin -procedente de Polonia, Argelia y otros lugares- haban sido bien acogidos como una
manera de impulsar la natalidad; pero en los aos treinta el sentimiento contra los inmigrantes creci y muchos -entre quienes figuraba
un joven Francois Mitterrand- exigieron la deportacin de los recin
llegados. Como antes en Estados Unidos y en Gran Bretaa, las cuestiones raciales se hallaban estrechamente ligadas a las peticiones de
controles de inmigracin contra los extraos. Al mismo tiempo,
opsculos como La Race [rancaise (La raza francesa), de Ren Martial, en 1934, eran contrarrestados por publicaciones antirracistas
como Races et racisme (Razas y racismo). De hecho, data de ese tiempo el propio concepto de racismo. Ludwig Hirszfeld, precursor
con su esposa Harina de las investigaciones sobre tipos sanguneos
despus de la Primera Guerra Mundial, se separ por escrito de
quienes ligan los grupos sanguneos a la mstica de la raza."
En Gran Bretaa, el ataque al racismo cientfico fue todava ms
fuerte, aunque no est claro si se debi a un entendimiento mejor de
las cuestiones cientficas, a niveles inferiores de inmigracin en el perodo de entreguerras, a una tradicin relativamente dbil y nebulosa
del pensamiento sobre el nacionalismo o tan slo a una mayor antipata hacia las tendencias de la Alemania nazi. El hecho es que distinguidos especialistas en las causas de las enfermedades mentales echaron
abajo en Gran Bretaa el mito del grupo social problemtico y con
ste el baluarte de la eugenesia inflexible. Al mismo tiempo, un grupo
de cientficos e intelectuales de izquierdas hicieron campaa contra el
racismo cientfico."
Tpicas obras publicadas dentro de este espritu en el mundo de
habla inglesa fueron Race: a Study in M odern Superstition (Raza: estudio de una supersticin moderna), de Jacques Barzun, y Man's
Most Dangerous Myth: the Fallaey 01 Race (El mito ms peligroso del
-122-
-124-
situacin no era mucho mejor en Europa occidental, donde rpidamente se extingui un breve boom de la posguerra, dejando slo en
Gran Bretaa ms de dos millones de parados. La Alemania de Weimar
se vio acosada por la hiperinflacin en 1923, el mismo ao en que Hitler y los comunistas intentaron apoderarse del poder por la fuerza; la
reconstruccin del capitalismo en Europa pareca imposible.
Cuatro aos de guerra total haban destruido por completo las bases monetarias tradicionales de la confianza burguesa y de la estabilidad econmica del siglo XIX. La guerra oblig a los pases a suspender
la convertibilidad de sus monedas y a abandonar esos principios bsicos del capitalismo victoriano: el patrn oro y el librecambio. Los Gobiernos haban acumulado deudas enormes para financiar la contienda
y las principales potencias acreedoras de Europa acabaron el conflicto
endeudadas con Estados Unidos. La guerra haba impulsado la fuerza
de la sindicacin y tornado ms difcil mantener bajos los salarios. Acab con las antiguas redes comerciales del propio continente y estimul
el desarrollo de nuevos centros de produccin industrial y agrcola
fuera de Europa, de este modo, cuando concluy la contienda, los productores europeos se enfrentaron con una crecida competencia global.
Al mismo tiempo, el xito de la Revolucin bolchevique y la aparicin de la Unin Sovitica presentaron al capitalismo europeo un reto
sin precedentes. Rusia no es frica, Mxico o J ava -insisti un artista ruso en 1922-. Nosotros y Europa occidental vivimos en la misma
poca y ya no estamos alejados unos de otros> Tras la revolucin social global, prosigui, era la Unin Sovitica la que mostraba al resto
del mundo su futuro y la posibilidad de un nuevo comienzo. A principios de los aos veinte, sobre todo, semejante perspectiva estremeca
a los polticos europeos, y les impuls a abordar la misin de reconstruir seriamente la economa del continente.
Pero en esta tarea exista una cierta paradoja. Retrotraer Europa a
la normalidad del mundo antes de 1914, como tantos queran, significaba tratar de recurrir al librecambio, a tasas fijas de cambio y a
una intervencin estatal mnima. se haba sido un mundo en donde
el Estado se mantena al margen de los asuntos econmicos y dejaba
las decisiones de invertir a los empresarios privados y a la masa de
obligacionistas particulares. La tarea de combatir en una guerra mundial oblig desde luego al Estado a intervenir con ms fuerza que antes en los asuntos econmicos con objeto de organizar la vida econmica; pero pocos en Gran Bretaa o en Francia, los dos pases que
-126-
mundo. De hecho y desde el final de la guerra haban afluido a Europa occidental prstamos privados estadounidenses; las organizaciones asistenciales de Estados Unidos haban abordado el hambre en
Ucrania y el reasentamiento de refugiados en los Balcanes. Lo que se
necesitaba era inducir al Gobierno estadounidense a abandonar el aislacionismo. La crisis del Ruhr y el resultante callejn sin salida proporcionaron el catalizador y los estadounidenses volvieron a intervenir. Durante cinco breves aos, un acuerdo gestionado por Estados
Unidos llev la paz a la cuestin de las reparaciones y el capital de ese
pas contribuy a la recuperacin de Europa.
Sin embargo, el reingreso estadounidense en los asuntos europeos
intensific el miedo del viejo continente a una irrupcin transatlntica
y reflej todos los temores y ansiedades que haba suscitado la contienda acerca del descenso de los valores europeos. Por vez primera, la
supremaca econmica de Estados Unidos desafiaba a su propia fuerza econmica y cultural. Las carreteras de Inglaterra, advirti J. B.
Priestley en su English Journey (Diario ingls) (1934), slo difieren
ahora en pocos detalles nimios de unos cuantos miles de las carreteras
de Estados Unidos, en donde se venden los mismos dentfricos, jabones y discos gramofnicos y se proyectan las mismas pelculas. Libros como America Comes 01 Age (Amrica llega a la mayora de
edad) (1927), de Andr Siegfried, que bati rcords de ventas, previnieron del reto que se avecinaba."
De hecho, la expansin multinacional estadounidense fue quiz
ms rpida entre 1924 y 1929 que en cualquier momento despus de
1945. Polticos de todos los matices, sindicalistas y empresarios se inquietaban ante la incapacidad de Europa para competir y formularon
una moral ahora familiar. Como seal el lder laborista britnico Ramsay MacDonald: Estados Unidos se ha desarrollado ya como potencia supranacional. A no ser que Europa consiga hacer otro tanto,
es seguro el fracaso de sus pretensiones econmicas. Comienzan a reconocerse tales hechos en el continente [ ... ]. La meta est todava muy
lejana [ ... ]. Pero hay signos de que ha empezado un movimiento hacia
all, que puede resultar la cuestin decisiva del siglo XX.7
Empujados por los franceses y estimulados por el salto hacia delante de mediados de los aos veinte, los postuladores de una cooperacin econmica paneuropea cobraron aliento. Cuando firm en
1925 los tratados de Locarno, que daban paso a una nueva era en la
cooperacin francoalemana, Aristide Briand los calific de borrador
-130-
de la constitucin de una familia europea dentro de la rbita de la So. ciedad de Naciones [ ... ] el comienzo de una magnfica tarea, la renovacin de Europa. La Conferencia Econmica Internacional de Ginebra, convocada en 1927 por iniciativa francesa, se propuso -segn
SU presidente- avanzar hacia una liga econmica de naciones cuyo
objetivo a largo plazo [ ... ] es la creacin de los Estados Unidos de
Europa. La concibi como la nica frmula econmica que puede
enfrentarse eficazmente con los Estados Unidos de Amrica. Destacados industriales britnicos compartan esta confianza en el carcter
inevitable de la aparicin de un bloque europeo organizado. Pero
como haba de revelar el futuro, los franceses carecan de fuerza y los
britnicos de voluntad para llevar a cabo semejante empeo. Whitehall se debata entre Europa y el Imperio, inclinndose cada vez ms
por ste. En esa primera etapa, la causa de la unidad europea naci
muerta; requerira para cobrar vida una intensa intervencin de Estados Unidos, de una Alemania orientada hacia Occidente y la guerra
fra.'
Desde algunos puntos de vista, los aos de mediados de la dcada
de los veinte representaron un perodo de prosperidad, estabilizacin
y xito. Una tras otra, las monedas fueron controladas: Gran Bretaa,
Italia, Alemania y Francia las fijaron conforme al patrn oro. A las
salvajes fluctuaciones en las tasas de cambio y la hiperinflacin sucedi un perodo de suave inflacin que estimul la economa y alent el desarrollo. Comenzaron a operar nuevos bancos centrales, se
amortigu la especulacin, revivi la confianza de los inversores y los
principales mercados monetarios empezaron a prestar a gran escala a
travs de toda Europa. Como indicio de los atractivos de esta resurreccin del capitalismo y de las recompensas que aparentemente esperaban a quienes se unieran a este grupo, Yugoslavia retorn al patrn oro en fecha tan tarda como junio de 1931.
Pero la recuperacin era frgil y antes incluso de que se desplomase Wall Street surgieron signos de advertencia de lo que haba de lIeg.ar. Las cifras comerciales de Alemania y Gran Bretaa siguieron
SIendo ms bajas de lo que haban sido en 1913. Pocos pases aprovecharon los aos relativamente prsperos de mediados de la dcada de
los veinte para reducir las tarifas aduaneras. Les interesaba ms proteger a sus propios productores de las presiones de los mercados
mundiales, en los que los precios de los bienes bsicos caan ya desde
mediados de la dcada. Ms o menos por todas partes (en Extremo
-131-
Oriente, la India, Suramrica y Surfrica) surgen ahora o estn a punto de surgir regiones industriales -escribi un alarmado Oswald
Spengler- que, en razn de la baja escala de salarios, nos enfrentarn
con una competencia mortal. Los inconmovibles privilegios de las
razas blancas han sido malgastados, disipados, traicionados [ ... J. El
mundo explotado comienza a vengarse de sus amos.?
Amn de esta nueva competencia global, con su violento impacto
deflacionista, la recuperacin de Europa en los aos veinte se hallaba
tambin limitada por sus propias polticas y teoras econmicas. El hecho era, sencillamente, que las existentes reglas del juego no estaban
concebidas fundamentalmente para impulsar la produccin o proporcionar trabajo. La prioridad abrumadora aneja al retorno al patrn
oro exiga grandes dosis de deflacin para reducir los niveles de salarios
y precios y unos salvajes recortes en los gastos asistenciales. Caba advertir grficamente sus consecuencias en Gran Bretaa, en donde esta
poltica fue desarrollada con un vigor especial: el retorno al patrn oro
en 1925, impulsado por el canciller Winston Churchill, condujo de
manera directa a la huelga general del ao siguiente; y si la crisis de 1929
ejerci menos impacto all que en Alemania fue slo porque el desempleo en la Gran Bretaa mantuvo niveles elevados a lo largo de los aos
veinte.
El problema bsico en toda Europa estribaba en que la guerra haba suscitado en la burguesa un deseo de regresar a la estabilidad de la
preguerra, al mismo tiempo que induca a los Gobiernos a prometer a
los miembros de las clases obrera y campesina niveles de vida nuevos
y superiores. Hogares adecuados para hroes no encajaba fcilmente con un retorno al patrn oro y la democracia padeci como resultado. Los conflictos entre capital y trabajo, improvisadamente enmendados durante la guerra, cobraron una nueva intensidad que slo
cedera tras el abandono dellaissez-faire a partir de 1932. Algunos
empresarios y sindicalistas requirieron una poltica industrial muy diferente, basada en el modelo estadounidense de salarios altos, gran
volumen de la produccin y productividad elevada. Pero el miedo a la
inflacin la descart y no sera ensayada hasta la americanizacin de
Europa occidental a partir de 1950.
Pero lo ms crtico para la frgil recuperacin de los aos veinte fue
su dependencia de una aportacin internacional inherente mente inestable de capitales. Gran Bretaa, que haba sido el banquero del mundo hasta 1914, poda prestar ahora menos que nunca. Las reparaciones
-132-
barco varado con la marea baja; ningn empeo humano pondra esa
nave a flote hasta que, conforme al curso de la Naturaleza, volviera a
subir la marea."
Mientras tanto, e! patrn oro subsisti sacrosanto. La industria
crucificada en una cruz de oro ?, se preguntaba un peridico. Cuando
en febrero de 1929 e! Banco de Inglaterra anunci un aumento de la
tasa de inters, la prensa lo consider como la condenacin completa
y final del evangelio de la deflacin, el dinero costoso y la exaltacin del
valor de la libra por encima de las necesidades prcticas de la industria
britnica. Entre los polticos, empero, predominaba lo que en Gran
Bretaa se conoca como la opinin del Tesoro: deberan bajar los
salarios y habra que reducir las subvenciones por desempleo."
En Alemania, era evidente un fatalismo oficial semejante. Pudo
haber impedido el Gobierno de Brning la subida de Hitler al poder y
haber preservado a la Repblica de Weimar de seguir una poltica de
reflacin en el perodo 1930-1932? Algunos historiadores keynesianos as lo han sostenido. Otros sealan que las crticas no tienen en
cuenta el clima intelectual del momento: los intervencionistas eran
pocos en nmero y se hallaban a la defensiva en lo referente a los costes de sus planes. En Alemania, como en Polonia, Austria y por doquier, el recuerdo de la hiperinflacin de unos cuantos aos antes determinaba que los Gobiernos tuvieran mucho cuidado en no hacer
nada que pudiera poner en peligro la estabilidad monetaria. Aun as,
estaba ya claro que las polticas deflacionistas realizadas por la mayora de los Gobiernos entre los aos 1929 y 1931 casi haban provocado
la Depresin. Los Gobiernos se precipitaron a las alternativas por accidente, no deliberadamente, cuando la propia crisis les oblig a abandonar el patrn oro.
En razn de su naturaleza mltiple, no cabe establecer una cronologa precisa de la crisis. Aunque los precios de los artculos comenzaron a caer hacia 1926 y los volmenes de la exportacin cosa de un
ao despus, se considera habitualmente 1929 como su punto de partida. Algunos pases abandonaron entonces el patrn oro, la mayora
les siguieron en 1930; hacia el verano de 1932, slo unos pocos no haban devaluado o bloqueado sus intercambios. Uno de stos era Francia, que estaba amasando oro y no se vio seriamente afectada por el
desplome hasta 1934, poca para la cual la mayora de los pases haban empezado a recuperarse. Su desesperado afn de aferrarse al antiguo orden debilit as su capacidad de resistirse al auge del III Reich.
-134-
man de los noticiarios cinematogrficos las imgenes de las manifestaciones de ese Movimiento y prohiban pelculas sobre el sufrimiento de los obreros como Lave on tbe Dole, no caba ocultar fcilmente
el impacto del desempleo masivo: arrastrar a los parados a pelotones
de trabajo o a proyectos de trabajo forzado no sac de las calles a muchos. En Sin blanca en Pars y Londres y El camino de Wigan Pier,
George Orwell describi las cocinas de campaa, los albergues y la
desesperacin que haba creado el fracaso del capitalismo Y
Los Gobiernos, no obstante, slo respondieron lenta y desordenadamente, sin mostrar el mnimo deseo de abandonar los antiguos
principios del mercado. Ni la Conferencia de Stresa de 1932 ni la todava ms ambiciosa Conferencia Mundial Monetaria y Econmica
que se reuni en Londres al ao siguiente condujeron a una accin
coordinada; al contrario, revelaron, an ms claramente, el desconcierto y el creciente nacionalismo que reinaba entre los participantes.
Con el colapso de la cooperacin internacional sobrevinieron el fin
del patrn oro (entonces limitado a Francia con sus inmensas reservas
de oro, Blgica, Holanda, Suiza, Checoslovaquia y Polonia) y la conclusin de los prstamos de Londres y Nueva York. En efecto, el agotamiento de los mercados monetarios signific la finalizacin del esfuerzo de toda una poca por reconstruir la economa de Europa a
travs del capitalismo liberal. Francia conserv el patrn oro, mientras que la atencin de Gran Bretaa se desvi hacia el comercio con
su Imperio. Ambas comenzaron a reflexionar seriamente sobre el desarrollo colonial y la explotacin econmica de sus territorios imperiales en frica y en Asia. El resto de Europa qued abandonado a sus
propIOS recursos.
De este modo, y durante los aos treinta, los factores financieros
vitales empujaron a Europa a un nuevo nacionalismo econmico claramente incompatible con el modelo de libre comercio y los movimientos internacionales de capital postulados por Gran Bretaa y
Francia. Sin embargo, no chocaba ni con el comunismo de estilo sovitico ni con el capitalismo nacionalista, a lo largo de las lneas desarrolladas primero en Italia y despus en el III Reich. Tanto la izquierda como la derecha brindaron as un medio de escapar al dogal de la
plutocracia angloamericana; ambas antepusieron el desarrollo econmico a la rectitud financiera, la nacin por encima de la economa
global y la produccin sobre unos precios estables y los intereses de la
clase rentista. Sobre todo, ambas proporcionaban trabajo y erradica-136-
ban el desempleo masivo. La crisis del capitalismo tuvo de esta manera poderosas implicaciones polticas. Exista una alternativa democrtica al fascismo y al comunismo capaz de enfrentarse con los retos
econmicos de los aos treinta?
EL LOGRO COMUNISTA
Quienes residen en los suburbios del noreste de Londres y utilizan la estacin del metro de Gants Hill tal vez se hayan sorprendido
alguna vez ante la magnfica y enorme sala subterrnea, con su techo
abovedado y sus bandas en amarillo de cromo. Construida en 1937, la
estacin britnica represent un tributo britnico al metro de Mosc,
inaugurado el ao anterior. En la actualidad, tras la derrota del comunismo en 1989, resulta ms difcil de comprender que nunca la mstica de la Unin Sovitica en el perodo de entreguerras. Sus rastros,
no obstante, subsisten en toda Europa. Durante los aos treinta, el
comunismo constituy un xito que se opona a la quiebra del capitalismo, un ejemplo del modo de abordar las dificultades econmicas de
la sociedad moderna. En unos pocos aos, haba convertido el imperio zarista desgarrado por la guerra en una gran potencia industrial:
era un sistema que funcionaba.
En ninguna parte fue tan terrible como en Rusia la tarea de la reconstruccin econmica de la posguerra, porque el colapso del perodo blico alcanz una hondura y una persistencia desconocidas en
cualquier otro lugar de Europa. Los propios combates slo concluyeron en 1921, con un total de bajas ms elevado incluso que el de la Primera Guerra Mundial.
Se estima que entre 1914 y 1926 murieron de causas no naturales
14 millones de civiles, con cinco millones de vctimas de la hambruna
de 1921-1922 que barri la Rusia meridional al final de la guerra civil.
E,n esta escala el hambre era, como expres un agente asistencial britnICO, hambre de todo, hasta el punto de que obligaba a la gente a
~omer caballos y sus arneses, huesos machacados, bellotas, serrn e
Incluso cadveres. Represent un sufrimiento humano incomparablemente superior al originado por el colapso de los otros grandes impe-137-
rios -el otomana y el de la dinasta de los Habsburgos- y que situaba los problemas de la posguerra en Europa occidental dentro de una
perspectiva moderada."
Millones de refugiados estaban en marcha; hacia 1921, 20.000 al
da pasaban por la ciudad de Omsk en su ruta hacia el este. Se estim
que eran siete millones los pequeos hurfanos que vagaban por el
pas. Bandidos y otros grupos armados atacaban las aldeas y los ferrocarriles. Las cosechas haban descendido por debajo de los niveles de
la preguerra y los campesinos estaban sometidos al reclutamiento y
las incautaciones de rojos, blancos y verdes. A travs de este caos, la
direccin sovitica trataba de orientarse hacia el socialismo. Cuando
fracasaron sus esfuerzos por fomentar la revolucin en Europa central, se vio obligada a concentrarse en los territorios del antiguo imperio zarista. El comunismo comenz a emerger como una radical alternativa nacional al capitalismo internacional.
Los bolcheviques emprendieron desde el principio y simultneamente la construccin del socialismo y la creacin de una economa nacional autnticamente unificada. El suyo era un pas en el
que el deshielo primaveral tornaba intransitables las carreteras, la velocidad media de un tren comercial no alcanzaba en 1923 los diecisis
kilmetros por hora y el nmero de trenes de pasajeros significaba la
mitad del de 1913. Las oficinas de Correos cerraban en invierno
por falta de individuos que quitasen la nieve, las lneas telegrficas de
las reas rurales se hallaban a menudo cortadas. El retraso educativo
estorbaba al Estado tanto como las dificultades del transporte: se hallaba muy difundido el analfabetismo. [Incluso se encontr a un veterano del Ejrcito Rojo de veintisiete aos de edad y mando del Partido, lector regular de la prensa pero que no entenda trminos tales
como enemigo de clase o el significado de la sigla URSS! 15
El rgimen haba adoptado hacia el mundo exterior el tono cararacterstico en Lenin de dogmatismo omnisciente, pero de hecho todo
su colosal empeo an no estaba definido, ni siquiera en las mentes de
sus lderes. Desde el principio no qued claro con qu rapidez y cmo
habra que abandonar el capitalismo y la propiedad privada. En esa
poca, los bolcheviques adoptaron un enfoque radical, con una amplia nacionalizacin de los medios de produccin y una versin temprana de la planificacin central. Eso les ayud a vencer en la guerra
civil, pero les amenaz con la prdida de l paz, cuando se paralizaron
la produccin y la distribucin y creci la resistencia rural. En 1921,
-138-
enfrentado a una dura oposicin interior, Lenin opt por el pragmatisIDo: su Nueva Poltica Econmica (NEP), supona -con la relajacin de los controles centrales- una retirada del tajante comunismo
de guerra y un esfuerzo por poner en marcha una economa asolada.
Represent el empeo del rgimen por recobrar la confianza del campesinado, por reagruparse polticamente tras las dificultades de la dcada anterior y quiz tambin por tratar de beneficiarse del comercio,
las compaas y la tecnologa internacionales. Durante unos pocos
aos fue tolerada en pequea escala la empresa privada. La agricultura -eje de la economa sovitica- comenz a recobrarse. La direccin gan un respiro para consolidarse polticamente y establecer instituciones federales.
Pero la NEP era una poltica de ambivalencia a corto plazo. Por
un lado, el sector privado, aunque tolerado en teora, fue a menudo
perseguido en la prctica. Por otro, muchos dirigentes comunistas no
podan ver en la NEP el camino al socialismo por el que haban luchado; lo consideraron por el contrario como un retorno al poder de las
antiguas elites tcnica, administrativa e intelecual. Resultaba difcil reconciliar la NEP con el celo utpico por construir un mundo nuevo, parte tan integrante del proyecto comunista. Cuando prosperaron quienes tenan acceso a los mercados, la NEP abri crecientes
desigualdades econmicas entre diferentes grupos. Aumentaron las
disparidades entre clases y regiones -entre los campesinos ms ricos,
los comerciantes ambulantes y una fuerza laboral urbana empobrecida e inquieta- y desde luego amenazaron la siempre frgil cohesin
de toda la economa. En realidad, la NEP torn las tasas de desarrollo
sovitico dependientes del comportamiento del mercado de obreros y
campesinos, no del Partido o del Estado. Lo peor de todo quiz para
la elite de Mosc fue que hizo cada vez ms difcil el control de las regiones.16
Tras la muerte de Lenin se desarroll en el seno del Partido un spero debate acerca del ritmo y de la orientacin de la poltica econmica. Stalin form parte del grupo que postulaba la continuidad de la
moderacin, en contra de la izquierda opositora acaudillada por
Trotski, que peda grandes inversiones en la industria y duras medidas
COntra el campesinado. Pero una vez superada polticamente la izquierda opositora y marginado Trotski, Stalin se aproxim a sus puntos de vista. La gota que colm el vaso y condujo de manera directa a
lo que sera conocido como estalinismo fue la crisis cerealista de 1927-139-
1929. En aquel momento se hizo patente la debilidad del Estado. Habida cuenta de la escasez de informacin econmica fiable, no es extrao que Stalin se sintiera por completo sorprendido ante lo que
pronto llam la huelga de los campesinos. Enfrentado con menores
reservas de grano, el racionamiento en las ciudades y el constante incremento de los precios de los vveres, el rgimen volvi a los mtodos del comunismo de guerra y adopt medidas de emergencia para
obtener grano por la fuerza.
Hacia 1929, Stalin se haba impuesto a sus crticos de la izquierda
y de la derecha; el comunismo se extendera al campo y las explotaciones agrcolas seran colectivizadas y mecanizadas. Al final del ao,
Stalin apunt contra los campesinos ms ricos, los llamados kulaks, y
se declar en favor de la liquidacin de los kulaks como clase. Conforme a las instrucciones emanadas de Mosc, stos habran de ser
clasificados en tres grupos: los ms peligrosos, los kulaks aktivs contrarrevolucionarios, habran de ser entregados a la OGPU (polica
de la seguridad del Estado); el segundo grupo sera deportado a regiones lejanas de la Unin Sovitica; los miembros del tercero quedaran instalados en otro lugar de la regin en donde vivieran. Se esperaba que el nmero total de familias afectadas fuese alrededor de un
milln: entre cinco y siete millones de personas; de hecho, es posible
que acabaran por ser deportadas diez millones o ms y que al menos
treinta mil fuesen fusiladas de inmediato."
La realizacin de la lucha verdaderamente bolchevique por el
grano supuso enviar unidades de choque de obreros, dirigentes del
Partido y la polica secreta a lo que equivala a una guerra interna para
castigar a los funcionarios locales tolerantes y sentenciar a los especuladores, en otras palabras aquellos campesinos que trataban de
conservar su cosecha. Cuando ataquis, no debe existir lugar para la
piedad -declar un activista del Partido-o No pensis en los hijos
hambrientos del kulak; en la lucha de clases, la filantropa constituye
un mal.> Se fijaron cuotas de entrega que guardaban escasa relacin
con la capacidad de los productores. Pero los escalones locales del
Partido fueron sometidos a presin para que las exigieran a cualquier precio; un fracaso en este sentido poda significar el castigo por
"putrefacto liberalismo.
Claro est que nicamente una pequea proporcin de campesinos posea una cierta riqueza y que slo una proporcin reducida de
las granjas contaban con trabajadores asalariados. Por qu gritis
-140-
La industrializacin forzosa era poltica de Stalin. Haba impuesto su propsito en la colectivizacin de la agricultura y ahora puso de
relieve su deseo de un rpido crecimiento industrial para empujar a
Rusia a la Era de la Mquina. Estaba en juego la jactancia bolchevique
de crear una sociedad moderna. Y en un mundo hostil, que ya haba
tratado de ahogar la Revolucin en su nacimiento, la Unin Sovitica
necesitaba una industrializacin acelerada para salvaguardar el socialismo. En febrero de 1931, Stalin formul una notable profeca.
Queris que nuestra patria socialista sea derrotada y pierda su inde-142-
22
barrop.
La estrategia de Stalin no exiga un mero control implacable de las
reservas domsticas de vveres sino altos niveles de inversin en la industria pesada, con la consiguiente presin en los niveles urbanos de
vida. En teora, los medios haban de constituir el plan; pero en la realidad el plan funcion sobre todo como una fuente inestable de estmulos y metas, mantuvo escasa relacin con los recursos y fue con
frecuencia complementado con una gran publicidad de tcticas de
choque" y de superacin de las cuotas. Eso es lo que explica la confusa tasa de industrializacin en un tiempo en que el funcionamiento
de los organismos de planificacin estatal se hallaba alterado por profundas purgas y cuando los jefes regionales del Partido competan furiosamente por conseguir fondos de inversin.
Lo sorprendente es hasta qu punto funcion todo este proceso
frentico y desorganizado. La produccin real a menudo no alcanzaba los burlescos objetivos fijados en el Plan (que en cualquier caso haban sido determinados un ao antes), pero esto es menos notable que
el hecho de que se registrasen aumentos en la produccin. Surgieron
de la nada ciudades enteras: Magnitogorsk, por ejemplo, sede de la
mayor planta siderrgica del mundo; las centrales metalrgicas existentes fueron explotadas hasta el lmite. Se crearon rpidamente fbricas de tractores y de mquinas herramientas para reducir las necesidades de importacin del pas. Y todo esto a pesar del hecho de que gran
parte de las inversiones fue canalizada en una industria pesada que no
dispona de combustibles y transportes suficientes, generando freCuentes interrupciones y despilfarros. En trminos de creacin de
empleo, la poltica del rgimen obtuvo un xito extraordinario y sin
paralelismo alguno. La fuerza laboral urbana pas de 11,3 millones a
22,8 millones entre 1927-1928 Y 1932; en 1939 se elevaba a 39 millones. En el mismo momento en que la Europa capitalista estaba postrada, haba sido eliminado el desempleo, trabajaban gran nmero de
mujeres y la nacin sufra realmente una escasez de mano de obra.
No cabe considerar como accidente -se jact Stalin en 1934-, el
-143-
carretillas. Pero hablar de una amplia dotacin laboral es una expreY'n abstracta: el 10 % de los trabajadores forzosos enviados a consSI uir Magnitogorsk, kulaks, murieron all en el primer invierno. Poco
tr ejar estaban los obreros que construan la gigantesca central hidro~ctrica de Dneprostroi: Quienes vivan en barracas se quejaban de
la nieve que penetraba en su interior. Los que residan en tiendas soartaban en invierno temperaturas de 13" bajo cero y en el verano de
939 tornadas que destrozaron sus albergues. Y estas condiciones
slo empeoraron con la introduccin de la emulacin socialista,
una competicin encabezada por los obreros de choque y los odia-
25
dos estaJanovlstas.
Todo este esfuerzo ejerca una intensa presin sobre el ahorro privado -a travs de la venta de bonos oficiales- y los gastos de los
consumidores. Las necesidades individuales quedaron subordinadas a
las de la colectividad, tendencia que suscit tanto descontento como
una sensacin de abnegacin. En 1929 se impuso el racionamiento de
pan y se redujo el consumo de carne y de productos lcteos. Slo en
1935 se registr cierta mejora. Las ciudades seguan creciendo ininterrumpidamente -la poblacin urbana se dobl entre 1926 y 1939- Y
empeor mucho ms la perenne escasez de viviendas. Las normas sobre espacio vital por persona en Mosc descendieron en un tercio entre 1929 y 1931. El ansia por un alojamiento mejor se convirti en una
de las razones del ingreso en el Partido antes de que el aparato de ste
fuese tan implacablemente purgado hacia la mitad de los aos treinta.
Pero las presiones de la industrializacin estalinista no se limitaran al hacinamiento en las viviendas: los aos del primer plan quinquenal conocieron tambin el desarrollo explosivo de los campos de
internamiento. Histricamente, los trabajos forzados haban sido de
importancia crucial para el desarrollo de buena parte de Estados Unidos y del imperio zarista. Stalin llev este proceso mucho ms all. En
1929, los campos de concentracin de la OGPU fueron re bautizados
campos de trabajo y recibieron una explcita funcin econmica. A
partir de las detenciones masivas durante la colectivizacin y fluctuando en intensidad a lo largo de los aos treinta, los rganos de la
seguridad consiguieron el control de millones de reclusos en una
Compleja red de prisiones, campos correctivos de trabajo, colonias
laborales y asentamientos especiales; las ltimas estimaciones determinan que el nmero total de presos pas de 2,5 millones en 1933 a
3,3 millones en vsperas de la invasin alemana de 1941. 26
-145-
guardias."
A diferencia del capitalismo, cuya visin del mundo era esencialmente armnica y benigna, el comunismo se vea a s mismo combatido y asediado. Enemigos exteriores haban tratado de sofocar la Revolucin al principio; los interiores intentaron descarriar el Partido a
travs de su fraccionamiento y su desviacionisrno. Coincidiendo
con la cima de la represin y el desencadenamiento del terror, la industrializacin sovitica tuvo lugar en un mundo de conspiraciones
de saboteadores y de complots contrarrevolucionarios. A partir
del proceso de los ingenieros extranjeros en 1928, los expertos tcnicos, los gestores del Partido y sus jefes trabajaron bajo la amenaza de
castigos arbitrarios: los fallos, las rivalidades personales e incluso un
sbito cambio en la lnea de la direccin podan bastar para que cayesen en desgracia. Miles de profesionales instruidos fueron enviados a
los campos. La necesidad de preparar a una nueva promocin de gestores se convirti en una prioridad del rgimen, pero tambin en una
oportunidad de progreso social para una generacin ms joven. El
estalinisno signific as terror y represin, mas asimismo una movilidad ascendente y nuevas y atractivas oportunidades de vida que constituan un marcado contraste con la estructura relativamente esttica
y jerarquizada de la sociedad zarista: se estima que entre 1928 y 1933,
unos 770.000 miembros del Partido pasaron de la clase obrera a ocupar puestos administrativos."
Resulta natural hoy censurar a occidentales como H. G. Wells,
Bernard Shaw o los Webb el que pasaran por alto los aspectos ms
-146-
-147-
RECUPERACIN NACIONAL
-148-
-149-
tambin tendran que esperar a los aos cincuenta, cuando el comunismo y el capitalismo internacional empujasen a los campesinos a las
ciudades y crearan nuevos empleos industriales.
El capitalismo nacional de los aos treinta conoci tambin muchas otras desventajas: creci el empleo en la clase obrera, pero los salarios siguieron siendo bajos, sobre todo en los pases autoritarios. El
Frente Alemn del Trabajo organiz viajes tursticos Y apremi a los
propietaris de las fbricas a que mejorasen algunas condiciones laborales, todo lo cual contribuy a disipar la insatisfaccin de los obreros; pero nada de esto elev sustancial mente los salarios. El tipo de recuperacin orientada hacia el consumidor que ruvo lugar en Gran
Bretaa durante los aos treinta, basada en el crecimiento del empleo
en la industria ligera, era as esencialmente incompatible con la clase
de reac!vacin perseguida en la Alemania nazi o en la Italia fascista.
Lo que mantuvo en macha el restablecimiento no fue el consumidor,
sino el Estado militar. La guerra de Etiopa result vital para sacar a
Italia de la recesin. Hasta 1939 el gasto alemn en armamento doblaba, en proporcin con el producto nacional bruto, el de Gran Bretaa
y "a diez veces superior, al de Estados Unidos- A. juicio de Hitler, la
reactivacin no constitua la razn del rearme, sino que se trataba,
sencillamente, de la necesidad de prepararse para el nuevo conflicto
inevitable con el bolchevismo sovitico. Pero la consecuencia fue un
tremendo estmulo al desarrollo, que gener hacia el final de la dcada
de los treinta una escasez grave de mano de obra y presiones inflacionistas.
El comercio internacional no se paraliz por completo despus de
1932, pero descendi a niveles tan reducidos que no pudieron estimular el desarrollo del modo que haran despus de 1950. Las cotas del
comercio mundial despus de 1929 se haban desplomado y jams se
recobraron: incluso en 1937 estaban por debajo de la cifra de 1929,
aunque el total de la p,oduccin haba aumentado- Emopa se dividi
en bloques comerciales: los britnicos establecieron una zona de preferencias imperiales fuera del continente Y los franceses intentaron,
sin xito, mantener una pequea zona del oro (Holanda, Blgica, Suiza, Polonia Y Checoslovaquia). El empeo ms resuelto por establecer un nuevo sistema comercial compatible con la autarqua fue el realizado por Alemania a partir de 1934 con el Nuevo Plan: una red de
cuentas bilaterales de compensacin con pases de Europa oriental Y
suroriental-
-151-
CAPITALISMO FASCISTA
Estamos enterrando el liberalismo econmico, proclam Mussolini en 1933. Para entonces, la gran mayora de la gente haba aceptado el final dellaissez-faire. El Estado activo ocupaba ya el puesto
-152-
d l mercado libre, el individuo egosta del liberalismo haba sido re:plazado por la colectividad disciplinada. Resultaba fcil ver el
e odo en que estas tendencias podan hacer que el fascismo pareciese
: economa capitalista del futuro. Pero exista una economa especficamente fascista? Si el liberalismo ya estaba muerto, significaba que
el fascismo dispona de todas las respuestas ?36
El fascismo aport desde luego su propio estilo, activista, heroico
y milirarist.a, ~ la gestin de la econo~a: a la Batalla d:l trigo mussoliniana slgmeron la Batalla de la lira, una Campana por el Producto Nacional y ms tarde la Batalla del Trabajo de Hitler. Los
fascistas gustaban, adems, de convertir los problemas econmicos
en cuestiones de voluntad, lo que a menudo vena a significar que la
direccin no tena una idea de lo que hara despus. De hecho, la ideologa fascista se mostraba casi deliberadamente oscura en el tema econmico, en parte porque la direccin necesitaba mantener satisfechas
a las alas izquierda y derecha del movimiento, pero tambin porque
no estaba muy interesada en el tema, al considerar la economa como
el medio para llegar a un fin. Hitler deseaba emplear a tcnica de
produccin de la empresa privada en lnea con la idea de un bien comn bajo el control del Estado, una frmula que satisfaca a todos y
a ninguno. El fascismo era intensamente anticomunista, pero tambin
antiplutocrtico, Se opona a las finanzas internacionales -a menudo
consideradas parasitarias y cosmopolitas- mas en favor de una
produccin nacional. Lo converta esto en socialista? Quizs en
un sentido especial y frvolamente no clasista. Nuestro socialismo es
un socialismo de hroes, de virilidad, declar Goebbels, que proceda del ala izquierda del Partido."
Un socialismo de hroes implicaba interminables himnos al
trabajador: cada dictador de Europa se present en algn momento
como el Primer Campesino o Primer Obrero de su pas. Pero el fascismo insista en el trabajo manual ms que en la maquinaria y la tecnologa, como suceda en la URSS o en Estados Unidos. Los hombres
fascistas empuaban guadaas, no conducan tractores. Soy un socialista -declar Hitler-, porque me parece incomprensible mimar y manejar una mquina con cuidado pero permitir que decaiga la
representacin ms noble del trabajo, el pueblo.. Los carteles prestaban atencin a trabajadores y artesanos, con una mirada hacia el pasad? que tal vez contribua a apartar al trabajo de sus fuertes connotaClones clasistas contemporneas. Incluso los obreros de las autopistas
-153-
-segn los folletos propagandsticos nazis- aparecan sobre la leyenda: Aramos la tierra cter na.:"
En la prctica, sin embargo, el fascismo difcilmente era amigo del
obrero. Tanto Mussolini, antiguo socialista, como Hitler hablaron de
un modo a los trabajadores antes de haber alcanzado el poder y de
otro cuando lo consiguieron. Los fascistas italianos del ala izquierda
haban temido precisamente eso y apremiaron a Mussolini a no capitular ante los patronos; los nazis rojos anticapitalistas, como e! joven Goebbe!s, sentan exactamente e! mismo miedo. Todo el disgusto provocado por el parlamentarismo y las justas crticas al socialismo
y a la democracia terminarn en una amarga decepcin y en una retrica inconcluyente y, peor todava, en una fatal ilusin reaccionaria
-advirti al Duce un destacado fascista obrerista-, si el fascismo no
tiene una base ms slida, realista y humana [ ... ] es posible que la utopa comunista recobre su perniciosa influencia en el caso de que e!
nuevo orden se revele incapaz de garantizar un mnimo de bienestar
econmico. Pero tales advertencias no evitaron que los trabajadores
quedaran desdeados. Fascistas y nazis izquierdistas fueron serenamente metidos en cintura y jams se puso de verdad en duda e! principio de la propiedad privada. Los nazis izquierdistas soaban con una
segunda revolucin contra el capitalismo, pero en Alemania esta
perspectiva acab en la Noche de los Cuchillos Largos y el asesinato
de Gregor Strasser durante 1934; en Italia haba desaparecido unos
aos antes." En las relaciones laborales, los regmenes fascistas se inclinaron claramente hacia los patronos. Los sindicatos independientes
fueron aplastados tanto en Italia como en Alemania, pero se permiti
la existencia de las asociaciones patronales y existieron escasos frenos
al poder de los empresarios excepto a travs de la fuerza de! mercado
laboral, una vez que retorn e! pleno empleo. El fascismo sigui siendo una economa de salarios bajos, diferente en su gnero de la de la
Europa posterior a 1945.
Si no llegaron a materializarse las protestas de la clase obrera que
han buscado infructuosamente generaciones de historiadores izquierdistas fue quizs en parte por obra de! xito del Frente Alemn de!
Trabajo (DAF) y sus entidades subsidiarias en la organizacin asistencial y en el mejoramiento de las condiciones laborales en las fbricas; despus de todo, con unos ingresos tres veces mayores a los de!
propio Partido Nazi y un nmero de miembros muchas veces superior, e! DAF no careca por completo de influencia. En Italia, la orga-154-
-155-
-160-