Decadencia en El Cine. Roman Jakobson
Decadencia en El Cine. Roman Jakobson
Decadencia en El Cine. Roman Jakobson
Roman Jakobson
Somos perezosos y nos falta curiosidad. La sentencia del poeta sigue siendo
aplicable.
Asistimos al nacimiento de un arte nuevo. Crece con la rapidez del rayo. Se
aparta de la influencia de las artes ms antiguas, empieza incluso a ejercer su
accin sobre ellas (26). Crea sus propias normas, sus propias leyes, luego las
adelanta deliberadamente. Se convierte en un poderoso medio de propaganda y
de educacin, en un hecho social masivo y cotidiano; desde este punto de vista va
ms all que todas las dems artes.
La ciencia del arte, sin embargo, permanece totalmente indiferente. El
coleccionista de cuadros y otros objetos raros no se interesa sino por los maestros
antiguos; por qu ocuparse del nacimiento y la independencia recientemente
adquirida del cine cuando se pueden edificar brumosas hiptesis sobre el origen
del teatro, sobre el carcter sincrtico del arte prehistrico? Cuantas menos
huellas quedan, ms apasionante es la reconstruccin del desarrollo de las formas
artsticas. La historia del cine le parece al investigador demasiado banal; se trata,
de hecho, de una viviseccin, mientras que su monomana es la busca y captura
de antigedades. No queda, por otra parte, excluido que, pronto, la bsqueda de
los vestigios cinematogrficos de hoy sea una tarea digna de un arquelogo: los
diez primeros aos del cine se han convertido ya en la poca de los fragmentos,
y por ejemplo, de los filmes franceses anteriores a 1907, segn los especialistas,
no queda nada, aparte las primeras producciones de Lumire (27).
Pero es el filme un arte particular? Dnde est su hroe especfico? Qu
materia transforma este arte? Kulechov, autor de filmes soviticos, dice con razn
que el material cinematogrfico est constituido por las cosas reales (28). El
cineasta francs L. Delluc haba comprendido ya, magistralmente, que el propio
hombre no es en el filme ms que un detalle, una migaja de la materia del mundo
(29). Pero por otra parte, la materia de todo arte es el signo, y los cineastas son
conscientes de la esencia semiolgica de los principios cinematogrficos: Un
plano debe actuar como un signo, como una letra, subraya el propio Kulechov
(30). Por eso los estudios sobre el cine hablan sin cesar metafricamente de la
lengua y hasta de la frase cinematogrfica con su sujeto y su atributo, de las
proposiciones subordinadas del filme (B. Eikhenbaum (b)), de los principios
verbales y sustantivos del cine (A. Beucler), etc. Existe una contradiccin entre
estas dos tesis: opera el filme mediante el objeto-opera el filme mediante el signo?
Hay investigadores que responden afirmativamente a esta pregunta, rechazan
pues la segunda tesis, y por el hecho mismo de la naturaleza semiolgica del arte,
se niegan a reconocer el cine como un arte. Sin embargo, la contradiccin entre
las dos tesis citadas haba sido discutida ya por San Agustn. Este genial
pensador del siglo V que distingue sutilmente la cosa (res) y el signo (signum),
muestra que al lado de los signos cuya funcin esencial es significar algo, existen
cosas que se pueden utilizar en una funcin de signo. Es justamente esta cosa
(ptica y acstica) modificada en signo, la que constituye el material especfico del
cine.
Podemos designar a la misma persona diciendo: el jorobado, el narizotas, o
el jorobado narizotas. El objeto de nuestro discurso es el mismo en los tres
casos, pero sus signos son diferentes. De la misma manera podemos, en un
filme, tomar al mismo hombre de espaldas se ver la joroba, luego por delanteser la nariz lo que ser mostrado, o por fin de perfil, se le podr ver la una y la
otra. En estos tres planos, tenemos tres cosas que funcionan como los signos del
mismo objeto. Desvelemos ahora el poder de la sincdoque en la lengua y
hablemos de nuestro monstruo diciendo simplemente la joroba o bien la nariz.
Procedimiento anlogo en el cine: la cmara no ve ms que la joroba, o bien ms
que la nariz. Pars pro toto: es el mtodo fundamental para transformar en el cine
las cosas en signos. La terminologa de los guiones y sus semi-conjuntos,
primer plano y plano medio es a este respecto suficientemente instructiva. El
cine trababa con fracciones de objetos variados y de dimensiones diferentes, con
fracciones de espacio y de tiempo de dimensiones diferentes; modifica las
proporciones de estas fracciones y las confronta segn su proximidad, o segn su
parecido o su oposicin, es decir que toma prestada la va de la metonimia o de la
metfora (31) (dos gneros fundamentales de la composicin cinematogrfica). El
maquillaje en funcin de la luz en la Fotogenia de Delluc, el anlisis del
movimiento y del tiempo cinematogrfico en el penetrante estudio de Tynianov,
evidencian que cada fenmeno del mundo exterior se transforma sobre la pantalla
en signo.
Un perro no reconoce a un perro dibujado porque la pintura es en su conjunto
un signo; la perspectiva de los pintores es una convencin esttica, un
procedimiento tcnico. Un perro ladra delante de los perros filmados, porque la
materia del cine es la cosa real, pero permanece ciego ante el montaje, ante la
correlacin semiolgica de las cosas que ve sobre la pantalla. El terico que niega
que el cine sea un arte percibe el filme como una simple fotografa mvil, no ve el
montaje y no quiere darse cuenta de que se trata aqu de un sistema de signos
particulares; es la situacin de un lector de poesa para el cual las palabras estn
desprovistas de sentido (32).
Cada vez hay menos adversarios absolutos del cine. Son sustituidos por los
enemigos del filme sonoro. Las consignas ms corrientes son estas: El filme
sonoro es la decadencia del cine, eso limita considerablemente las posibilidades
artsticas del cine, die Stilwidrigkeit des Sprechfilms, etc.
La oposicin hacia en filme sonoro peca sobre todo de generalizaciones
prematuras. No tiene en cuenta el hecho de que los fenmenos particulares
tienen, en la historia del cine, un carcter exclusivamente temporal, estrechamente
limitado desde el punto de vista histrico. Ciertos tericos han colocado con
demasiada rapidez la mudez en el conjunto de las propiedades estructurales del
cine, y se sienten ofendidos si el desarrollo ulterior de ste se aparta de sus
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formas. En lugar de admitir que peor para la teora, se repiten el tradicional pro
facto.
Muestran, de nuevo, excesiva precipitacin si toman las cualidades de los
filmes sonoros de hoy en da por las cualidades del filme sonoro en general. Se
olvidan de que no hay que comparar los primeros filmes sonoros con los ltimos
filmes mudos. El estado actual del filme sonoro corresponde al momento de la
invasin de nuevas adquisiciones tcnicas (parece ser que, si se entiende algo,
ya es mucho, etc.), el momento en que se empiezan a investigar nuevas formas.
El filme mudo haba atravesado un perodo anlogo antes de la guerra, mientras
que el filme mudo de la poca ms reciente haba creado ya sus standards, que
haba llegado a las obras clsicas; quizs precisamente en este clasicismo, en
esta perfeccin del canon es donde resida su fin y la necesidad de una nueva
ruptura.
Hay quin afirma que el filme sonoro ha acercado peligrosamente el cine al
teatro. En verdad, lo ha acercado de nuevo, como a comienzos de este siglo, en el
momento de los pequeos teatros elctricos. Lo ha acercado de nuevo para
acelerar el advenimiento de una nueva liberacin. Pues, fundamentalmente, el
discurso sobre la pantalla y el discurso en el escenario son dos hechos
profundamente diferentes. La materia del filme era algo ptico mientras el filme
era mudo, algo ptico y acstico hoy en da. La materia del teatro es el
comportamiento humano. La palabra en el cine es un caso particular de lo
acstico, al lado del zumbido de una mosca y el murmullo de un arroyo, al lado del
estruendo de una mquina, etc. La palabra en el escenario es uno de los
comportamientos humanos. Si E. Epstein dijo tiempo ha, refirindose al teatro y al
cine, que la esencia misma de estos dos medios de expresin era diferente, su
tesis no ha perdido validez en absoluto en la poca del filme sonoro. Por qu el
discurso en aparte o el monlogo en solo son posibles en el escenario, pero en
ningn caso lo son en la pantalla? Precisamente porque el discurso interior es un
comportamiento humano, no algo acstico. Igualmente porque el discurso
cinematogrfico es algo acstico, el cuchicheo de teatro es imposible en un filme,
ese cuchicheo que no oye ninguno de los personajes que est en escena pero que
el pblico percibe.
Una de las particularidades caractersticas del discurso cinematogrfico en
relacin con el discurso teatral es tambin su aspecto facultativo. El crtico E.
Villermoz condena este aspecto: La manera compulsiva e irregular en que se
introduce la palabra a ratos, en un arte anteriormente silencioso, y en que se la
aparta a ratos, destruye la ley del juego y subraya el carcter arbitrario de los
intervalos de silencio. Este reproche en errneo.
Cuando vemos a gente hablando en la pantalla, omos al mismo tiempo sus
palabras, o msica. Msica, no silencio. El silencio en el cine tiene el valor de una
verdadera ausencia de ruido; es pues algo acstico a igual ttulo que la palabra, de
un ataque de tos o que el ruido de la calle. En un filme sonoro, percibimos el
repente cmo gritan ciertos cineastas para pedir reportajes sobrios y construidos
como epopeyas, por eso crece la oposicin contra la metfora cinematogrfica,
contra el juego gratuito de los primeros planos. Al mismo tiempo, aumenta
progresivamente el inters por las composiciones temticas, siendo as que, en
poca an reciente, se las evitaba, casi con ostentacin. Citemos por ejemplo los
filmes clebres de Eisenstein, desprovistos tambien de tema, o Luces de la ciudad
de Chaplin, donde todava resuena, en ltimo trmino, el guin de Lamour dun
mdicin, una primitiva pelcula de Gaumont rodada a principios de siglo: ella, que
es ciega, es tratada por un mdico feo y jorobado que se enamora de ella pero no
se atreve a confesrselo; le dice que podr quitarse la venda que le cubre los ojos
al da siguiente, que est curada y recobrar la vista. El se va, muy preocupado,
esta seguro de que ella va a rechazarle a causa de su fealdad, pero, de hecho,
ella se arroja en sus brazos: Te amo porque me has curado. Beso.Fin.
Como reaccin contra un refinamiento excesivo, contra una tcnica que huele
a decorativa, aparece una negligencia consciente, una falta de acabado
deliberada; el esbozo se convierte en un procedimiento plstico (lAge dor) del
genial Buuel. Empieza a gustar el diletantismo. Las palabras diletantes,
analfabeto, tienen en la reserva verbal checa un sonido desesperanzadoramente
peyorativo. Existen, sin embargo, en la historia del arte-incluso, dira yo, en la
historia de la cultura- poca en que la funcin positiva, motriz de tales artistas est
fuera de duda. Ejemplos? Rousseau, Henri o Jean-Jacques.
Tras una abundante recoleccin, el campo precisa reposo. El centro dela
cultura cinematogrfica se ha desplazado ya varias veces, All donde la tradicin
del filme mudo tiene fuerza, al filme sonoro le cuesta mucho trabajo abrirse un
nuevo camino. El cine checo vio solamente su venacimiento (el de los almanaques
de Puch Majer, etc.). Dentro del filme mudo no se hizo en Checoslovaquia nada
que merezca la pena citarse. Hoy en da, cuando la palabra ha irrumpido en el
cine, se han rodado filmes checos que merece la pena ver. Es muy probable que
el hecho de no tener el lastre de la tradicin facilita la experimentacin. ES la
penuria la que crea la verdadera virtud (c). La aptitud de los artistas checos para
aprovechar un punto dbil de la tradicin domstica es igualmente tradicional en la
historia de la cultura checa. La fresca y provinciana originalidad del romanticismo
de Mcha no hubiera sido posible si la poesa checa hubiera estado lastrada por
una norma clsica bien madura. Tendr la literatura contempornea tarea ms
difcil que la de descubrir nuevas formas de humor? Los humoristas soviticos
imitan a Gogol, a Chejof, etc. Las fbulas de Kstner son el eco de los sarcasmos
de Heine, las narraciones humorsticas francesas o inglesas de nuestra poca
recuerdan los ms veces a centones (fbulas compuestas de citas). La nica
razn por la que Chervek pudo nacer, fue que el siglo XIX checo no haba
engendrado un humor cannico.
Notas
(1). Quinta parte de la introduccin a la historia del arte, Madrid: Guadarrama.1969. 2 a
(2).Obra citada. pp.363/364.
(3).Salvador Giner: Sociologa, Barcelona: Pennsula,1971. .2 a . pg 87.
(4). Vase Ivette J.de Bez: Lrica cortesana y lrica popular actual.
Mxico: Ed. El Coegio de Mxico. 1969.
(5). En el prlogo de sus Cantes Flamencos. Buenos Aires, Col. Austral,
1947.
(6).Vase las pp. 36 y siguiente del libro de Jos Antonio Cceres:
La poesa de Leopoldo Luis, Mlaga: El Guadalhorce, 1969.
(7). Masscult y Midcult, en Comunicacin n.2, Madrid: Alberto Corazn,
1969.
(8).Obra citada en la nota anterior, pp.107.
(9). En Apocalpticos e integrados ante la cultura de masas, Barcelona:
Lumen, 1968.
(10). Vase C. W. Ceram: Arqueologa del cine, Barcelona: Destino, 1965:
pg. 245
(11). Introduccin ala historia del arte, citado en la nota 1, pg. 468.
(12). Reproducimos el artculo segn la edicin en el libro El arte al cubo
y otro ensayo de esttica, al que ya nos hemos referido. Al publicarse en
la Revista de Occidente se subttulo:Sobre una esttica del cine.Se plante como comentario a un libro de Balazs, pero se independiz de l tan
claramente que la modificacin del ttulo era impuesta.
(13). En su libro Der sichtbare Mensch oder die Kultur des Films (El
hombre visible o la cultura del cine), del cual este ensayo es, en parte,
comentario y complemento, y en parte, rectificacin. N de V.
(14). Un sis-tema de este conocimiento fisiognmico ha sido esbozado
por primera vez en las conferencias de Jos Ortega y Gsset: Temas de
atropologa filosfica (Madrid, abril de 1925).N de V.
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