Manifiesto de David
Manifiesto de David
Manifiesto de David
MANIFIESTO DE DAVID1
Afirmaciones del mismo Morazn, al declararse antiimperialista en sus
"Memorias de David".
AL PUEBLO DE CENTRO AMRICA: (*)
Cuando los traidores a la patria ejercen los primeros
Destinos, el Gobierno es opresor--MONTESQUIEU
Hombres que habis abusado de los derechos ms sagrados del pueblo por un srdido
y mezquino inters! Con vosotros hablo, enemigos de la independencia y de la libertad.
Si vuestros hechos, para procuraros una patria, pueden sufrir un paralelo con los de
aquellos centroamericanos que persegus o habis expatriado, yo, a su nombre, os
provoco a presentaros.
Ese mismo pueblo que habis humillado, envilecido y traicionado tantas veces, que os
hace hoy los rbitros de sus destinos y nos proscribe por vuestros consejos, ese pueblo
ser nuestro Juez.
Si la lucha que os propongo es desigual, todas las ventajas de ella estn de vuestra
parte.
Tenis en vuestro apoyo:
Que os hallis colocados en el poder, y que nosotros nos encontramos en la
desgracia.
1
Que podis hacer uso de vuestra autoridad para procuraros acusadores, y que
nosotros no encontramos tal vez ni un testigo.
Que os habis constituido en nuestros jueces, y declarado que somos vuestros reos.
Que nuestra voluntaria retirada de los negocios pblicos, con un objeto ms noble
que el que ha podido caber en vuestros corazones, la habis interpretado como fuga.
Que vosotros, que no os atrevisteis nunca a vernos cara a cara, no insultis
atrozmente en vuestra imprenta; y aadiendo el escarnio a la venganza, habis tomado
la mano misma que os ha envilecido para trazar los caracteres de un nombre funesto
que no podemos pronunciar sin oprobio, y nuestra expatriacin se ha decretado. (**)
Y en fin, para complemento de vuestro triunfo, todas las apariencias acreditan
que el pueblo que nos va a juzgar os pertenece. Pero no importa. Nosotros tenemos la
justicia. Vamos a los hechos.
Cuando vosotros disfrutabais de una patria, no podamos nosotros pronunciar
ese dulce nombre. Recordadlo. Vosotros habis gozado muchos aos de los bienes de
esa patria que buscis hoy en vano. Encontraris en la Repblica de Centro Amrica
algunas seales de ella? Aunque le dais hoy este nombre, ms extranjeros sois por
vuestros propios hechos en el pueblo que os vio nacer, que nosotros en Mjico, en el
Per y en la Nueva Granada.
Por la identidad de nuestros principios con los que sirven de base a los Gobiernos de
estas Repblicas, nosotros hemos hallado en ellas simpatas que vosotros no
encontraris en el propio suelo de vuestros padres (que ya no os pertenece) desde el
momento mismo que se descubre vuestros engaos.
Pero si an queris buscar vuestra patria,
a daros. Od y juzgad.
Scrates, que la encontrsemos al cabo del dogal que quit la vida al Empecinado o que
se pronunciase en vuestros inicuos tribunales.
No es vuestra patria: --Porque cuando triunfaron las ideas de libertad en la
metrpoli, cuando los patriotas espaoles quitaron algunos eslabones a la pesada
cadena de nuestra esclavitud, revelndonos de este modo lo que ramos y lo que
podamos ser, vosotros conspirasteis contra el Gobierno constitucional que se
estableciera en toda la monarqua. Como enemigos de las luces, cooperasteis con
aquellos que pretendieron entonces independerse del Gobierno de las cortes y trasladar
a la Amrica el Gobierno absoluto de los Borbones.
Es nuestra patria: -- Porque en el mismo tiempo hacamos resonar el grito de
independencia en todo el Reino de Guatemala. Todo aquel que tena un corazn
americano se sinti entonces electrizado con el sagrado fuego de la libertad. Por una
disposicin de la Providencia, los amigos del Gobierno absoluto de los Borbones,
enemigos de la independencia de Espaa constitucional, se unieron con los
independientes de ambos Gobiernos, y proclamaron la separacin de la antigua
metrpoli el 15 de septiembre de 1821. Y de este modo vuestros nombres figurarn en
la historia al lado de los Reyes Luis IX, Luis XI y otros muchos que trabajaron sin
pensarlo, a favor de la democracia, sistema que hoy gobierna en la Repblica de Centro
Amrica.
No es vuestra patria: -- Porque en 1821 acreditasteis con un hecho, que ms a
los ojos del mundo un grave crimen, vuestro tardo arrepentimiento por haber cometido
otro crimen que no es menos grave a los vuestros. Los remordimientos de vuestra
conciencia por haber cooperado a la independencia de un pueblo indcil, que convirti
en su provecho lo que era destinado al vuestro, quisisteis aquietarlos sacrificando a un
gran conspirador los derechos de este mismo pueblo; y en lugar de un viejo monarca,
nos disteis el escndalo de un emperador de farsa, ms opresor porque era un inepto,
y su opresin mil veces ms sensible, porque la ejerca sin ttulos, sin tino, con sus
iguales y por la vez primera.
Es nuestra patria: -- Porque cuando vosotros, al lado del General mejicano don
Vicente Filsola, hicisteis los mayores esfuerzos por conservar la dominacin del
Emperador Iturbide en los pueblos que habas subyugado por la intriga, aunque sin
xito, nosotros procuramos evitarla. Cuando muchos de vosotros, a la retaguardia de
aquel General, erais testigos de los ltimos esfuerzos del heroico pueblo salvadoreo,
que mal defendido y cobardemente abandonado por su jefe en el momento mismo del
peligro (***), sucumbi noblemente, y con ms gloria que la que pudo caber a sus
vencedores; nosotros por este mismo tiempo, en el propio teatro de la guerra, en
Guatemala, Honduras y Nicaragua, corramos la suerte de los vencidos, por la identidad
de nuestras opiniones.
Vuestra venganza ilumin por mucho tiempo las oscuras noches de esto
con el incendio de poblaciones indefensas, para que la rapaz y mezquina codicia de
vuestros militares, que se ejercitaba a media noche, encontrase alumbrado el camino
por donde se condujeran a vuestro campo los miserables despojos que haban librado
de las llamas..
Esta devastacin, esta mina, que slo habra terminado con la
dominacin a que aspirabais, y que se os escapara de las manos por la invisibilidad y
cobarda de vuestros guerreros, desapareci con los triunfos de Gualcho, Mejicanos y
Guatemala, y los liberales vencedores acreditaron con la completa reorganizacin de
la Repblica, que eran dignos de regir los destinos de un pueblo libre.
Vuestra venganza, jams satisfecha, y vuestros deseos de dominar, nunca
extinguidos, trajeron otra vez la guerra a la Repblica para dar un nuevo testimonio al
mundo de vuestras miras, y a los centroamericanos una prueba de todo lo que debiera
esperar y temer de sus enemigos.
El Coronel Domnguez, que defendiera vuestra causa con tanto empeo
en 1828, invadi los puertos del Norte en 1831, se introdujo con fuerzas en el Estado
de Honduras, para presenciar sus derrotas, y encontr por ltimo la muerte en la
ciudad de Comayagua.
El ex -presidentes Arce, que apareci en el mismo tiempo por Escuintla de
Soconuzco con tropas mejicanas que haban destruido la Independencia nacional, fue
completamente batido por el valiente General N. Raoul.
No pudiendo aquel desgraciado jefe imitar a Moreau, que muri combatiendo contra su
pas natal con un valor que atenuara su crimen; ni a Coriolona, que obligado a retirarse
de las puertas de Roma por las splicas de la que lo llevara en el vientre, acredit que no
le faltaban virtudes, sigui el ejemplo de tantos griegos que se unieran con los enemigos
de su patria para combatirla, y sufri, con ellos, el digno castigo en su propia derrota y
en las dobles maldiciones de los mercenarios extranjeros vencidos y de sus
conciudadanos vencedores.
Esta injusta guerra se termin con la ocupacin del castillo de San
Fernando de Omoa, en donde el malvado Guzmn, que sirviera en vuestras filas como
soldado en 1828, enarbol la bandera espaola.
Despus de una lucha obstinada de cinco meses, que diezmara nuestro ejrcito, y de la
epidemia que lo quitara, fue abatida esa seal oprobiosa de nuestra antigua esclavitud
por el valiente y sufrido General Guzmn, que hizo rendir la fortaleza.
Y para dar al mundo un testimonio de los extremos opuestos a que pueden conducir
vuestras opiniones y las nuestras, en el mismo campo en donde est colocada la cabeza
de un traidor, hijo de la Repblica, y de vuestro partido, que elevara sobre las murallas
del castillo el smbolo de nuestra opresin, existen los sepulcros de mil
centroamericanos, del nuestro, que lo despedazaran.
No pretendo asegurar que todos vosotros hayis aplaudido aquel crimen; si
puede afirmarse que hubiesen algunos de vosotros que lo vieran con indignacin,
permtaseme preguntar a los dems: si tiene alguna analoga con la rendicin de la
plaza de San Salvador en 1823? Si Fernando VI y la bandera espaola tienen algo
de comn con las del Imperio mejicano y Agustn I? Si las garras de la joven guila que
se ven pintadas en sta, oprimen o hieren con ms fuerza que las del viejo Len hispano
que se mira en las armas de aquella que dominara la Amrica por tres siglos?
Esta guerra, tan fecunda de hechos que ilustraron las armas del
Gobierno Nacional, que no fue menos abundante en sucesos que justificaron ms y ms
la causa de los liberales vencedores, arroj sin embargo, elementos funestos de
discordia.
A stos se uni el descontento, que naturalmente, debi producir una Administracin
de diez aos, continuamente contrariada por los hbitos que dejara el Gobierno
absoluto, cuyos resortes tocasteis con oportunidad para preparar la revolucin de 1840.
Vosotros, apoyados en el fanatismo religioso, destruisteis en el Estado de
Guatemala, las obras que los demcratas consagraron a la libertad, en tanto que los
brbaros las hollaron con su inmunda plata.
La profesin de los derechos del pueblo- la ley de la libertad de
imprenta- la que suprimi las comunidades religiosas, la que creara la Academia de
Ciencias, en que se enseaban los principales ramos del saber humano, repuesta por
vosotros con la antigua Universidad de San Carlos- la del hbeas corpus -los cdigos
de pruebas, de procedimientos y de juicios, obra del inmortal Livinsgton, adoptados
con el mejor xito, y tantas otras, fueron al momento derogadas por vosotros, y el vaco
que dejaran estos monumentos del patriotismo, lo llenasteis con nombres odiosos, que
recordarn al pueblo su antigua esclavitud y sus tiranos.
En los
Estados de Nicaragua y Honduras, los justos deseos de reformas, no
satisfechos con las que hiciera el Congreso en 1831 y 1835, fueron de nuevo excitados
por dos folletos que escribi el ex marqus de Aycinena. En ellos pretenda ste probar
que no estbamos bien constituidos, porque los Estados, como en Norte Amrica, no
fueron antes que la nacin, y porque la Constitucin Federal es ms central que la de
aquella Repblica.
Proposiciones en su origen insidiosas, risibles en su aplicacin y que
han merecido el desprecio de los hombres sensatos.
desgraciados,
afortunado.
pueblos contra el Gobierno de Guatemala, como envenenador de los ros que aquellos
conjuraban, para evitar, decan, el contagio de la peste. Y contra este mismo
Gobierno, fue el apoyo de los que en su exasperacin le dieron parte en la ocupacin de
la ciudad de Guatemala. Fue su peor enemigo cuando stos quisieron poner trmino a
sus demasas y vandalismo, y su ms encarnizado perseguidor y asesino cuando el
salvaje se uniera con nosotros.
Es necesario que no se ignore la conducta de este insigne malvado, que
ha excedido con sus crmenes a todos los tiranos sin conocerlos. Su vida forma una
cadena no interrumpida de delitos, acompaada de circunstancias horrendas.
El fusilamiento de varios jueces de circuito, en cuyo nmero se cuenta el
ciudadano F. Zapata, que ejerca sus funciones en Jalpatagua, es de este nmero.
Como en todos los pueblos, lo primero que hizo Carrera fue incendiar en
la plaza la ley que estableca el juicio por jurados, y los clrigos que eran el espanto de
los malvados, porque se haban sentenciado en pocos das, con arreglo a ellos, reos de
muchos aos.
En seguida hizo colocar al Juez Zapata en el lugar destinado al suplicio,
a tiempo que pasaban de camino, para la ciudad de El Salvador, las seoritas Juana y
Guadalupe Delgado. Juzgando sin duda, el malvado asesino, que todos tena un
corazn que se complaciera como el suyo con la muerte de la inocente vctima, las
oblig a presenciar la ejecucin, a pesar de sus splicas y lgrimas para evitarla, y de sus
esfuerzos para separarse de aquella escena de horror.
El rapto entre tantos raptos, de una joven doncella que viva con sus
padres en la hacienda de la Laguna de Atescatempa, fue acompaado de circunstancias
que no deben ignorarse. Carrera, que haba visitado a tan honrada familia, y de ella
recibi diversa insinuaciones de cario, quiso retribuirlas con un crimen, como
acostumbra.
Para ocultar el malvado su perfidia a la que era el objeto de sus torpes
deseos, recurri a otro crimen, que pudo producir peores consecuencias por el gran
compromiso en que puso a su Gobierno. Hizo disfrazar a un oficial para que, a la cabeza
de algunos soldados que debieran suponerse salvadoreos, y por consiguiente
enemigos, ocupasen en la noche la casa de la hacienda. A pretexto que los dueos de
ella hicieron servicios a Carrera, tenan orden de reducirlos a prisin y conducir a la
joven hacia el Estado de El Salvador. El bandido, con un considerable nmero de
soldados deba encontrarse con ellos en el camino, y estos al quin vive? El Salvador,
libre
A esta palabra de guerra se convinieron en hacerse mutuamente fuego las dos
fuerzas, sin usar de las balas, dispersarse los fingidos salvadoreos en seguida y dejar en
sus manos la causa inocente de tanta maldad para exigirle su deshonra en premio de
haberla salvado.
Los pueblos de ambos mundos profesaban ya su culto; los Gobiernos del nuevo son obra
suya, y los del antiguo caen y se precipitan a su voz para no reaparecer ms sobre la
tierra.-David: 16 julio de 1841. --F. Morazn
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Notas:
(*) Este Manifiesto lo dictaba Morazn todos los das bajo una arboleda que estaba
situada al frente de la casa que habitaba (porque es muy ardiente el clima de David), a
su hijo Francisco y al Coronel don Cruz Lozano, quienes lo escriban.
(**) En un convenio que celebr ltimamente Carrera con el encargado del Gobierno del
Estado de El Salvador, se consign un artculo expatriando a todos los que habamos
salido de la Repblica, el que aparece firmado por Carrera sin saber leer ni
escribir.--nota de Morazn.
(***) El General Arce que mandaba a los salvadoreos los abandon, por enfermo en los
momentos que Filsola iba a atacar la plaza, su salud le permiti huir hasta la Repblica
de los Estados Unidos.- Nota de Morazn.
(****) El General Arce quera entregar a Filsola la plaza de El Salvador, bajo la condicin
de continuar en el mando como Gobernador de la provincia. El pueblo excitado por los
ciudadanos Juan Manuel Rodrguez, por el General Espinoza y Coronel Cerda, se opuso,
y fueron expatriados por Arce los dos ltimos. Nota de Morazn.
(*****) Lobos, cura de Santa Rosa, y Aqueche de Mataquescuintla. Nota de Morazn.