Xi Seneca y Los Padres de La Iglesia 2

XI SENECA Y LOS PADRES DE LA IGLESIA
La idea de una comn especie humana que fue desarrollada por los jurisconsultos,
rompi de modo tajante con la escala de valores que haba predominado en la
ciudad-estado.
Seneca
Comparando a sneca con cicern, ambos sostenan un estoicismo eclctico, para
el cual la naturaleza representa un patrn de bondad y racionalidad. Ambos
autores consideran tambin la gran poca de la Republica como el momento en
que toma alcanzo su madurez poltica.
Pero existe esta diferencia esencial entre ellos, Seneca muestra ya gran parte de
la desesperanza y el pesimismo que ensombrece la literatura latina del segundo
siglo de la era cristiana. El problema no es el de si se debe haber un gobierno
absoluto sino solo el de quien deba ser el dspota. Aun la dependencia de un
dspota es preferible a depender del pueblo, ya que la masa de hombres es tan
viciosa y corrompida que resulta ms despiadada que un tirano.
Seneca fue capaz de idear un servicio social que no implicaba la necesidad de
desempear ningn cargo poltico. El hombre sabio y bueno presta un servicio a la
humanidad, aunque no tenga poder poltico.
El estoicismo de Seneca, como el de Marco Aurelio un siglo ms tarde, era
sustancialmente una fe religiosa que, aunque ofrecida vigor y consuelo en este
mundo, se orientaba hacia la contemplacin de intereses mundanos y los
espirituales el sentido de que el cuerpo no es sino cadenas y oscuridad para el
alma y de que el alma tiene que luchar continuamente contra la carga de carnees una caracterstica real aun de la sociedad pagan en la que se desarroll el
cristianismo.
La interpretacin que hace Seneca de las dos repblicas es uno de los varios
paralelos sorprendentes que existen entre su pensamiento y el de los cristianos
paralelos que en la Antigedad llevaron a que se escribiera una serie de cartas
falsas que se supona cruzadas entre l y San Pablo.
El tono predominante religioso de su filosofa, por una parte tenia intensa
conciencia del carcter pecaminoso per se de la naturaleza humana y, por otra, su
tica mostraba la tendencia a humanitarismo.
Seneca describi el estado de la naturaleza, diciendo que los hombres no
haban adquirido aun el gran instrumento de la codicia que es la institucin de la
propiedad privada, mientras los hombres siguieron siendo puros, no tenan
necesidad de gobierno ni leyes, obedecan voluntariamente a los hombres mas

sabios y mejores, quienes no buscaban su propio provecho, pero cuando los
hombres se vieron aguijoneados por el deseo de apropiarse de las cosas, se
volvieron egostas y gobernantes , se convirtieron en tiranos.
La glorificacin de un idlico "estado de la naturaleza", sugerido ya en ciertos
pasajes de Las Leyes de Platn, desarrollada ahora por Sneca, ha desempeado
un papel nada desdeable en la teora poltica utpica. Tanto si se vuelve al
pasado -como en Sneca y Rousseau- como si se proyecta hacia el futuro -al
modo de los socialistas utpicosLa idea del "estado de la naturaleza" sostenida por Sneca, poda en cambio ser
aceptable para los telogos cristianos. La creencia en una primitiva condicin de
pureza estaba implcita en el relato del pecado original.
La obediencia cristiana
La aparicin de la iglesia cristiana como institucin distinta autorizada para
gobernar los asuntos espirituales de la humanidad con independencia del estado
puede considerarse, sin exageracin como el cambio ms revolucionario de la
historia de la Europa occidental tanto por lo que respecta a la ciencia poltica como
en lo relativo a la filosofa poltica. Pero no se sigue de ello, en manera alguna,
que las concepciones polticas de los primeros cristianos fueran de ningn modo
caractersticamente suyas o especficamente distintas de las sostenidas por otros
hombres.
El cristianismo era una doctrina de salvacin, no una filosofa ni una teora poltica.
La concepcin cristiana del gobierno implic siempre una teora del derecho
divino, ya que el gobernante es ministro de Dios.
El cristiano, miembro de una minora perseguida, no podra menos de darse
cuenta de ello, y no puede negarse que un emperador escrupuloso, como Marco
Aurelio, en cuyo reinado floreci la persecucin cristiana, pensara que el
cristianismo contena una idea incompatible con la virtud romana de la ilimitada
obligacin del sbdito con respecto al estado.
La novedad de la posicin cristiana consista en su supuesto de que hay en el
hombre una naturaleza dual y de la existencia de un control dual sobre la vida
humana correspondiente al doble destino de aqul. La distincin entre lo espiritual
y lo temporal era esencial al punto de vista cristiano. La verdadera razn de que
Constantino declarara al cristianismo religin oficial del Imperio fue el apoyo que la
disciplina de la iglesia poda dar al estado. La posicin cristiana implicaba dos
clases de deberes, espirituales y seculares.
SAN AMBROSIO, SAN AGUSTN Y SAN GREGORIO
Vamos a hacer referencia a estos tres grandes pensadores de los dos siglos
siguientes al establecimiento de la iglesia cristiana como religin oficial del
Imperio: San Ambrosio de Miln, en la segunda mitad del siglo VI; San Agustn, a
comienzos del V, y San Gregorio, en la segunda mitad del VI.
Ninguno de estos tres hombres trat de elaborar una filosofa sistemtica de la
iglesia y de su relacin con el estado; pertenecan ms bien al periodo formativo
del pensamiento cristiano.
San Ambrosio
Especialmente notable por su vigorosa defensa de la autonoma de la iglesia en
materias espirituales. Afirm claramente que en materias espirituales la iglesia
tiene jurisdiccin sobre todos los cristianos, incluyendo al emperador, ya que ste,
como cualquier otro cristiano, es hijo de la iglesia; "est dentro de la iglesia, no por
encima de ella". En una epstola al emperador Valentiniano afirm audazmente
que en materias de fe "son los obispos los que deben ser jueces de los
emperadores cristianos y no los emperadores de los obispos". No discuti en
modo alguno el deber de obediencia a la autoridad civil, pero afirm que no era
slo derecho, sino deber, de un sacerdote reprender a los gobernantes seculares
en materia de moral.
Admita la autoridad del emperador sobre la propiedad secular, incluyendo las
tierras de la iglesia, pero negaba el derecho de los emperadores a tocar los
edificios eclesisticos" dedicados directamente a un uso espiritual. Arga e
imploraba, pero no incitaba al pueblo a rebelarse.
San Agustn
Discpulo de San Ambrosio. Su filosofa es poco sistemtica, pero su mente haba
abarcado casi todo el saber de la Antigedad. Su idea ms caracterstica es la
concepcin de una comunidad cristiana, junto con una filosofa de la historia.
Su gran libro La Ciudad de Dios, fue escrito para defender al cristianismo contra la
acusacin pagana de que aqul era responsable de la decadencia del poder de
Roma. Trataba de colocar la historia de Roma en la perspectiva adecuada.
Implicaba esto una reexposicin, desde el punto de vista cristiano, de la idea
antigua de que el hombre es ciudadano de dos ciudades, la ciudad de su
nacimiento y la Ciudad de Dios.
San Gregorio
San Gregorio es el nico de los Padres que habla de la santidad del gobierno
poltico en un lenguaje que sugiere la existencia de un deber de obediencia
pasiva. Afirma del modo ms categrico no slo que los sbditos tienen que
obedecer, sino que no deben juzgar o criticar las vidas de sus gobernantes.
Porque los actos de los gobernantes no han de ser heridos con la espada de la
lengua, ni siquiera cuando se juzgue con razn que deben ser reprendidos.
Su posicin parece ser que el emperador tiene poder para hacer an lo injusto,
siempre que, naturalmente, quiera arriesgarse a la condenacin eterna. Los actos
del gobernante estn, en ltimo trmino, entre Dios y su conciencia.
LAS DOS ESPADAS

La posicin caracterstica desarrollada por los pensadores cristianos en la poca
patrstica implicaba una organizacin y direccin duales de la sociedad humana en
inters de las dos grandes clases de valores que deban ser conservados. Los
intereses espirituales y la salvacin eterna estn bajo la guarda de la iglesia y
forman la provincia especial de la enseanza, dirigida por el clero; los intereses
temporales o seculares y el mantenimiento de la paz, el orden y la justicia,
corresponden a la guarda del gobierno civil y constituyen los fines que deben
lograrse mediante los esfuerzos de los magistrados. Entre ambos rdenes, el clero
y el de los magistrados civiles, debe prevalecer un espritu de mutua ayuda.

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