Ansiedad Y Depresion en Pacientes Con Dolor Cronico PDF
Ansiedad Y Depresion en Pacientes Con Dolor Cronico PDF
Ansiedad Y Depresion en Pacientes Con Dolor Cronico PDF
ndice
1.
Introduccin. ................................................................................................... 5
2.
3.
4.
5.
depresin. ................................................................................................................... 32
Pacientes con ansiedad. ..................................................................................... 32
Cuestionario de Autoverbalizaciones Ansiosas (ASSQ). ................................. 32
Escala Hospitalaria de Ansiedad y Depresin (HAD) ...................................... 33
Cuestionario de Salud General de Goldberg (GHQ). ....................................... 34
Pacientes con depresin..................................................................................... 37
Cuestionario de Pensamientos Automticos (ATQ). ........................................ 37
Inventario de depresin de Beck (BDI) ............................................................ 37
Escala Hospitalaria de Ansiedad y Depresin (HAD) ...................................... 40
Cuestionario de Salud General de Goldberg (GHQ). ....................................... 40
6.
7.
Conclusiones ................................................................................................ 63
Bibliografia ............................................................................................................. 70
Anexos ................................................................................................................... 82
1.
2.
3.
1. Introduccin.
La forma ms universal de estrs quizs sea el dolor. Ningn otro sntoma
fsico es ms desgarrador ni demanda ms atencin que ste. Es una de las
razones ms habituales que llevan a visitar al mdico y los costes relacionados
con sus tratamientos son astronmicos. Aunque analizar as el dolor, en
abstracto, no permite considerar el incalculable sufrimiento que produce este
trastorno en la vida del paciente (trastornos afectivos, problemas familiares y
sociales) (Mir, 2006).
Del mismo modo, Infante et. al. (2005), lo definen como uno de los
principales problemas de salud de nuestra sociedad contempornea, tal y como
muestran los datos epidemiolgicos.
23,4% de la poblacin sufre este trastorno. Por otro lado tambin , como
comenta Mir (2006), tenemos el elevado coste econmico que conlleva (tanto
en la elevada utilizacin de servicios mdicos sanitarios, prdidas de horas de
trabajo y costos de indemnizaciones).
Desafortunadamente, como tanto los tratamientos tradicionales, como
intervenciones quirrgicas o farmacolgicas, no han sido totalmente eficaces
para aliviar el sufrimiento que experimentan los pacientes con dolor crnico, en
los ltimos aos ha aumentado el inters en estudiar los factores psicolgicos
implicados. Es por ello que a lo largo de la tesina se va a realizar una revisin
bibliogrfica en la que se analizan las publicaciones de los ltimos aos sobre
dolor crnico, centradas en la ansiedad y/o la depresin que puede presentar
este tipo de patologa, y en qu medida afectan a este tipo de pacientes.
Primero se incluye una definicin de dolor, centrada sobre todo en el dolor
de tipo crnico. Seguidamente se definen las diferentes formas de evaluacin
que se utilizan en casos de dolor crnico, incluyendo, algunos de los
inventarios y cuestionarios ms utilizados. Y para finalizar, se va a revisar cmo
afectan estos trastornos en el dolor crnico, as como cules son las
estrategias de afrontamiento de estos pacientes, y cmo las utilizan.
5
2. Qu es el dolor crnico?
DEFINICIN DE DOLOR
El dolor es una experiencia universal. Todo el mundo ha sentido dolor alguna
vez en su vida y todos tememos las consecuencias de un accidente o de una
enfermedad por el dolor que puede acompaar cualquiera de estas
circunstancias. Incluso, en numerosas ocasiones, las personas tienen una
mayor
Compa, 2006).
Ante la cuestin de si el dolor tiene un significado, no se puede responder de
una forma unvoca ya que lo primero que debemos considerar es que no todos
los dolores son iguales ni todas las personas reaccionan de igual forma en una
situacin de dolor y, asimismo sabemos que hay aspectos histricos,
culturales, medioambientales e incluso de gnero que tienen una importancia
capital en la experiencia del dolor (Torres & Compa, 2006). Es decir, que el
dolor es una parte inevitable de la experiencia humana. Nosotros, los seres
humanos, vivimos con el temor mortal a la herida incluso ms ligera y hemos
creado mecanismos para protegernos y, aunque sea una irona, nuestra
inteligencia tambin es la razn de que suframos. Nuestros cerebros
evolucionados son capaces de procesar e interpretar el dolor. La mayor parte
de las especies vivas no experimentan dolor en absoluto, o al menos no en la
forma en la que lo hacemos los seres humanos. Por consiguiente, pagamos un
alto precio por nuestro agudo intelecto: conocemos de primera mano lo que
significa sufrir dolor fsico (Silver, 2011).
Entre los mdicos, el dolor se define como una experiencia sensorial y
emocional desagradable asociada a una lesin real o potencial de los tejidos.
A pesar de esta definicin simple, la mayora de nosotros describimos el dolor
de otra forma. Podemos hacerlo segn sus caractersticas (por ejemplo
punzante, urente, sordo) o por sus estmulos (calor, escozor, punzada).
6
FORMAS Y TAXONOMA
Segn Torres y Compa (2006), tradicionalmente se han utilizado dos
trminos para diferenciar el dolor: dolor agudo y dolor crnico. El dolor agudo
se produce por la perturbacin o alteracin de un tipo determinado de tejido
que altera los receptores nociceptivos correspondientes y sus conexiones con
el sistema nervioso. El dolor crnico puede estar tambin originado por una
lesin pero presenta la caracterstica de que se perpeta por factores
patognicos y fsicos muy alejados de la causa original (Truk & Okifuji, 1998).
Los marcadores cronolgicos ms habituales para diagnosticar un dolor crnico
es aproximadamente unos seis meses, aunque se reconoce que este periodo
es arbitrario y solo sirve de punto de referencia. (Torres & Compa, 2006)
7
Francis J. Keefe, (Keefe & Smith, 1982) estableci tres formas o fases de
dolor: el dolor agudo, el dolor precrnico y el dolor crnico. Y define a este
ltimo
como
aquel
que
tiene
una
permanencia
constante
suele
Clasificacin
Criterio
Anatmica
Duracin
Etiolgica
Sistemas
corporales
Severidad
Mecanismos
(Extraido de Torres, M., & Compa, V. (2006). La experiencia del dolor. Barcelona: UOC, p.11)
Todas
estas
clasificaciones
presentan
la
caracterstica
comn
de
Tabla 2: Ejes para codificar los sndromes de dolor crnico segn la IASP.
DOLOR CRNICO
En 1979, el Subcomit de Taxonoma de la IASP, defini el dolor como una
experiencia sensorial y emocional desagradable, asociada a una lesin hstica
real (actual) o potencial o descrita en trminos de la misma (International
Association for the Study of Pain, 1979).
Segn Mir (2006), en esencia esta definicin superaba a las anteriores
porque consideraba que en la experiencia del dolor hay componentes
sensoriales y emocionales. Y adems, aunque se le haca depender de
lesiones somticas, el dolor era definido independientemente de los estmulos.
Por otra parte, el mismo autor tambin afirma que, por definicin,
entendemos que el dolor crnico se extiende por largos periodos de tiempomeses, aos, incluso dcadas. La persona que sufre un problema de dolor
crnico se encuentra inmersa en un mundo complejo y caro, poblado no solo
por la gran cantidad de pacientes que lo sufren sino tambin por sus familiares,
profesionales de la salud, jefes, compaas de seguros y el gobierno, incluso.
Para muchos, el dolor se convierte en el centro de sus vidas. Se apartan de
la sociedad, pierden sus trabajos, se alejan de la familia y amigos y cada vez
estn ms aislados (Mir, 2006). A diferencia del dolor agudo, el dolor
persistente enfrenta al individuo no solo con el estrs causado por el dolor, sino
con una cascada continua de estresores que abarcan todos los aspectos de
sus vidas (Mir, 2006).
10
12
que
todas las
reas
13
7. Trastornos psicolgicos.
Extrado de Mir, J. (2006). Dolor crnico. Procedimientos e intervencin psicolgica (2 ed.). Madrid:
Descle. (pp. 94-95).
14
Mir (2006) las define como una serie de palabras dispuestas en orden
creciente o decreciente de la intensidad. El sujeto debe escoger entre esas
palabras la que le corresponde o mejor define su dolor. El nmero de palabras
(o de niveles de intensidad) que recogen estas escalas vara mucho, existen
escalas de cuatro (Seymour, 1982) y hasta de 15 adjetivos (Gracely, McGrath,
& Dubner, 1978).
A cada palabra se le asigna un nmero en relacin con su nivel de
intensidad, de tal manera que el adjetivo de menor intensidad tiene la
puntuacin 1, el siguiente la puntuacin 2, y as sucesivamente hasta el final.
De este modo el nmero asociado al adjetivo que se haya escogido
representara el valor de intensidad del dolor para esa persona (Mir, 2006).
Como bien dice Mir en su libro (2006), una alternativa que emplean los
descriptores verbales (adjetivos) son las escalas que utilizan expresiones
faciales. En ocasiones tambin se utilizan escalas con dibujos que incorporan
objetos familiares de distinto tamao, tales como monedas o frutas. Parece que
este tipo de procedimiento resulta efectivo con ancianos, pacientes con
limitaciones en el lenguaje o fluidez verbal, los muy jvenes o con escasa o
nula educacin (Mir, 2006).
15
Ningn
El peor
dolor
dolor posible
Extrado de Mir, J. (2006). Dolor crnico. Procedimientos e intervencin psicolgica (2 ed.). Madrid:
Descle. (pp. 98).
16
18
Por otro lado, Torres y Compa (2006), comentan que tambin es necesario
realizar una descripcin detallada y una categorizacin de las conductas que se
van a registrar. Por ejemplo, se contabilizar la conducta frotar cuando el
paciente frote durante ms de dos segundos la zona que le duele. Para realizar
este registro, la observacin puede ser en directo, mientras el paciente lleva a
cabo las tareas, o bien se puede grabar en video y proceder al registro
despus. Por ltimo, obtenemos una serie de datos cuantificables, como la
frecuencia de aparicin de cada conducta, de forma que podemos utilizarlos
para comprobar la mejora de un paciente, la utilidad de un protocolo de
tratamiento, etc. (Kefee & Smith, 2002).
Asimismo, Torres y Compa (2006) defienden que tambin podemos
observar si existen diferencias en cuanto a la frecuencia de conductas de dolor
en funcin de si est presente otra persona significativa para el paciente, por
ejemplo, el marido/la mujer. De esta forma podramos analizar el papel que
est jugando el entorno (personas significativas) en la aparicin de estas
conductas, ya que, desde el punto de vista de los tericos del aprendizaje, el
refuerzo que otras personas den a estas conductas (por ejemplo, impidiendo
que el paciente realice determinadas actividades) puede incrementar su
frecuencia de aparicin. De hecho, diferentes autores, han puesto de
manifiesto la importancia del refuerzo de estas conductas en la cronificacin del
dolor. Por ltimo, el principal inconveniente que puede presentar este tipo de
evaluacin es la posible reactividad del paciente ante el hecho de estar
siendo observado, ya sea inhibiendo la conducta o incrementando su
frecuencia de aparicin. Una forma de reducir en lo posible esta reactividad
es ofrecer el mnimo de informacin posible acerca de las conductas que se
van a registrar y minimizando la interaccin social con el paciente durante la
observacin (Kefee & Smith, 2002).
19
El MPQ puede ser administrado tanto oralmente como por escrito (Melzack,
1975), sin embargo se aconseja el primero de los procedimientos (Mir, 2006).
Finalmente, la informacin que aporta el MPQ se recoge en tres ndices (Tabla
6), y se ha utilizado tanto en la clnica como en proyectos de investigacin,
para identificar perfiles de dolor y para el diagnstico diferencial. Igualmente, el
MPQ se ha utilizado para evaluar los perfiles de dolor en diferentes
procedimientos de induccin de dolor en el laboratorio (Mir, 2006).
El MPQ se ha mostrado como una prueba fcil de administrar y como una
prueba clnicamente relevante, sin embargo, algunos pacientes tienen
dificultades para comprender determinados adjetivos (Mir, 2006), pero a pesar
21
de las limitaciones apuntadas, Mir (2006) defiende que el MPQ es, sin duda,
el cuestionario ms utilizado en el estudio del dolor.
Tabla 6. ndices que recogen la informacin que aporta el MPQ.
1. ndice de valoracin del dolor (Pain Rating Index, PRI(R)), basado en el valor
ordinal de los adjetivos elegidos. Para todos los subgrupos, el adjetivo que
implica el meno dolor se le asigna el valor de 1, la siguiente el valor de 2, y as
sucesivamente. Tambin puede ser total o parcial para cada una de las
dimensiones (sensorial, afectiva educativa y miscelnea).
2. Nmero de adjetivos elegidos (Number of Words Chosen, NWC), total o
parcial de cada dimensin.
3. Intensidad del dolor presente (Present Pain Intensity, PPI) que se obtiene a
partir de la eleccin que el sujeto hace en una escala numrico-verbal
(puntuacin del 0 al 5).
Extrado de Mir, J. (2006). Dolor crnico. Procedimientos e intervencin psicolgica (2 ed.).
Madrid: Descle. (p.106).
22
25
Para cada seccin o pregunta, los pacientes deben indicar cul es el efecto
que mejor describa su caso personal. En el caso de que haya marcado ms de
un tem, entonces se computa el que indique ms gravedad entre los
sealados. Las puntuaciones van del 0 al 5 (es igual en todas las secciones), a
mayor puntuacin, mayor discapacidad. La suma de las puntuaciones parciales
se presenta en forma de porcentaje de la puntuacin mxima. Si el paciente no
contesta alguna de las secciones, entonces se debe realizar un pequeo
ajuste. (Mir, 2006).
Al igual que otros cuestionarios que ya hemos comentado, est traducido a
varios idiomas incluido el castellano (Flrez-Garca, y otros, 1995) (Torres &
Compa, 2006).
bien
fantaseando
sobre
realidades
alternativas
pasadas,
reflejando
un afrontamiento
adecuado:
incluye
las
subescalas
Resolucin
de
problemas,
28
de
la
sensacin
dolorosa,
c)
autoverbalizaciones
de
30
contaminado por
Inventario formado por dos escalas que miden facetas diferentes, pero relacionadas, de la
ansiedad: el estado y el rasgo. La escala de estado responde informando sobre la intensidad
con que aparecen en un momento concreto sentimientos o sensaciones de ansiedad (nada,
algo, bastante, mucho). La escala de rasgo se debe responder indicando cmo se siente
habitualmente la persona (casi nunca, a veces, a menudo, casi siempre).
33
El
Cuestionario
de
Salud
General
de
Goldberg
(General
Health
34
36
El
Cuestionario
de
Pensamientos
Automticos
(Automatic
Thoughs
(Sanz & Vzquez, 1998). En 1976, fue adaptado a la poblacin espaola por
Conde y cols.
En el 1978 elimina algunas afirmaciones alternativas de 10 tems, de forma
que todos los tems presentan 4 alternativas de respuestas, y en total, 15 tems
fueron cambiados respecto a la versin de 1961. Tampoco hay que olvidar que
en la versin de 1978 se utilizan unas nuevas instrucciones; mientras en la
versin de 1961 se preguntaba por la situacin del sujeto en el momento de
completar el cuestionario, en la nueva versin se pregunta por su situacin
durante la ltima semana, incluyendo el da de hoy evaluando, de este
modo, una sintomatologa depresiva menos momentnea que la evaluada en la
versin de 1961 que an hoy da circula en nuestro pas. Adems, la
adaptacin de Conde et al. (1976) de la versin de 1961 presenta algunos
inconvenientes adicionales.
En primer lugar, las diferentes afirmaciones de cada uno de los tems no
estn graduadas, lo que para Beck constituye un requisito de cara a la
legibilidad y validez aparente del instrumento (Beck, Ward, Mendelson, Mock, &
Erbaugh, 1961); en segundo lugar, Conde et al. (1976) eliminaron
estadsticamente dos tems, Sentimiento de Castigo y Pobre Imagen Corporal,
dejando el instrumento con 19 tems, lo que reduce aun ms la posibilidad de
comparar los resultados obtenidos con esta versin espaola del BDI con los
obtenidos internacionalmente (Sanz & Vzquez, Fiabilidad, validez y datos
normativos del inventario para la depresin de Beck, 1998).
Si se maneja la versin del Inventario de Depresin de Beck (Beck
Depression Inventory, BDI) de 19 tems, versin de Conde y cols. (1976): Las
puntuaciones de corte para este inventario aceptadas para graduar su
intensidad/ severidad consideran una puntuacin inferior a 9 como no
depresin; depresin leve de 10-15; depresin moderada de 16-23 y una
depresin grave mayor/igual a 24, con una puntuacin mxima de 63 (Moioli
& Merayo, 2005). En pacientes con dolor crnico se utiliza, a efectos de
deteccin de casos, una puntuacin de 21, (Geisser, Roth, & Robinson,
1997).
38
40
41
emocional. Por su parte, Fernndez (1986) considera que mientras hay autores
que prefieren definir el afrontamiento en trminos conductuales, otros prefieren
hacerlo en trminos cognitivos. El problema reside en la distincin entre el
afrontamiento y sus resultados cuando se utilizan las definiciones conductuales
(Soriano & Monsalve, 2002).
Otra de las formas en que estrategias de afrontamiento pueden clasificarse
es en adaptativas y desadaptativas. La consideracin de una estrategia como
adaptativa o desadaptativa depende de mltiples factores, interviniendo tanto
las diferencias intraindividuales como tambin las interindividuales. Sin
embargo, tambin es cierto que diferentes estudios han encontrado relaciones
entre el uso de determinadas estrategias y su grado de adaptacin al dolor
(Soriano & Monsalve, 2002).
Por otro lado, en general, se plantea una relacin positiva entre estrategias
activas y los ndices de funcionamiento fsico y psicolgico y una relacin
negativa entre la utilizacin de estrategias pasivas y ajuste (Rosentiel & Keefe,
1983; Brown & Nicasio, 1987; Brown, Nicassio, & Wallston, 1989; Holmes &
Stevenson, 1990).
encontrndose
relacionadas
positivamente
con
emociones
como
dolor
crnico.
Sus
resultados
muestran
diferencias
que ellos dicen. El 60% perciben que intentan distraerles ante los episodios de
dolor y un 43,3% dicen que les ignoran (Figura 2) (Moioli & Merayo, 2005).
Figura 2. Percepcin de apoyo desde el punto de vista del paciente y de los familiares.
Percepcin de apoyo
Paciente
Familia
% PERSONAS
100
76,6
80
60
60
43,3
40
23,4
38,3
16,7
20
0
Ignorando/
enfadndose
34
Distrayendo
al paciente
26,7
Alentando al
Alentando a que
paciente a ser
evite ciertas
activo a pesar del
acciones
dolor
(Extrado de Moioli, B., & Merayo, L. (2005). Efectos de la intervencin psicolgica en dolor y el estado
emocional de presonas con fibromialgia. Rev. Soc. Esp. del Dolor, 12 (8), p. 749.)
Inventory, BAI). Adems se utiliz una escala analgica visual para evaluar la
intensidad del dolor que, por carecer de estudios que les sirvieran de referencia
a los autores, tomaron la puntuacin cinco como punto de corte por ser dolor
de intensidad moderada. La satisfaccin de los participantes con relacin a sus
expectativas iniciales de tratamiento, la realizaron mediante ocho preguntas en
una escala de 1 a 5, obteniendo una puntuacin de 4,60, en la satisfaccin con
los medios empleados, la terapia y el terapeuta (Moioli & Merayo, 2005).
En relacin con las diferencias encontradas entre las puntuaciones de
ansiedad, depresin y la intensidad de dolor,
52
Historia de negligencia
fsica en familia
familiar
No
No
No
57,4%
46,6%
29,8%
70,2%
78,7%
21,3%
(Extrado de Moioli, B., & Merayo, L. (2005). Efectos de la intervencin psicolgica en dolor y el estado
emocional de presonas con fibromialgia. Rev. Soc. Esp. del Dolor, 12 (8) , p.481).
Por otra parte, las estrategias de afrontamiento del dolor crnico, tambin
pueden estar influenciadas por la personalidad del paciente. Segn Infante et.
al. (2005), existe una lnea de investigacin que intenta encontrar relaciones
entre perfiles o patologas de personalidad y el padecimiento del dolor crnico.
De manera general, los resultados de estas investigaciones encuentran que las
psicopatologas ms relacionadas con el dolor crnico son la depresin y la
ansiedad (Mayr, Hogler, Ghedina, & Berck, 2003), as como los perfiles
histricos, neurticos e hipocondracos (Hansen, Sorensen, & Schroll, 1995;
Breslau, Chilcoat, & Andreski, 1996).
Sin embargo, segn explican Infante et. al. (2005), existen autores que
plantean serias dudas acerca de que el dolor pueda ser atribuido a un tipo de
personalidad premrbida (Serrano, Caas, Serrano, Garca, & Caballero,
2000). Otras lneas de investigacin ms bien apuntan a que la personalidad no
es un precursor del dolor, sino que determina o media en parte el grado de
incapacidad, cronificacin y sufrimiento (Dersh, Polatin, & Gatchel, 2002). En
este sentido, se considera que la personalidad determina las estrategias o las
53
(NS), Evitacin
al Dao (HA),
de personalidad ms
afrontamiento y mayor sea la anticipacin del dolor, por este orden. Asimismo,
la depresin como ndice de ajuste al dolor es explicada en un 34,1%.
(Soucase, Monsalve, & Soriano, 2005).
En relacin con la prediccin de la depresin en pacientes con dolor crnico
(Soucase, Monsalve, & Soriano, 2005), el elemento ms importante es la
incapacidad percibida por el paciente como consecuencia del dolor. La
percepcin de incapacidad fsica como consecuencia del dolor ha sido
estudiada por diferentes autores (Slater, Itall, Atkinson, & al., 1991; Boston,
Pearce, & Richardson, 1990; Strong, Ashton, Cradmond, & Chant, 1990;
Jensen & Karoly, 1992 a). En cuanto a la autoafirmacin (Soucase, Monsalve,
& Soriano, 2005), los resultados obtenidos se relacionan con otros estudios en
los que el uso de la autoafirmacin se relaciona con un menor distrs
psicolgico (Hill, 1993), humor depresivo (Van Lanked, Van't Pad Bosh, Van De
Putte, Naring, & Van Der Staak, 1994), con elevados niveles de satisfaccin
con la vida y bajos niveles de depresin (Jensen & Karoly, 1992 b).
59
62
7. Conclusiones
A partir de la informacin obtenida a travs de la revisin de los diferentes
artculos, publicados en los ltimos aos, sobre dolor, y ms concretamente
sobre dolor crnico, podemos concluir que tanto la ansiedad como la depresin
afectan en mayor o menor medida a los pacientes con dolor crnico.
Los artculos analizados tienen una metodologa similar y prcticamente
todos se basan en medir, de alguna forma, la relacin que tiene el dolor crnico
con la ansiedad y/o la depresin. Son artculos sobre investigaciones cientficas
o revisiones bibliogrficas sobre el tema. Tambin se han revisado otros
artculos que analizan formas de evaluacin del dolor como cuestionarios e
inventarios, o bien los adaptan, en este caso, a la poblacin espaola.
As, podramos concluir que el paciente tipo, en relacin con las variables
sociodemogrficas estudiadas por Moioli y Merayo (2005), corresponde a una
mujer (100%), casada (85,11%), con estudios primarios (44,68%), ama de casa
(68,09%) y con una media de 20 aos conviviendo con el dolor. En relacin con
los parmetros de dolor y curso del mismo, podemos concluir que la intensidad
media y la intensidad mxima son elevadas, que el dolor est presente
prcticamente todos los das del ao y progresivamente durante todo el da.
Del mismo estudio, y como curiosidad, llama la atencin que el 76,6% de los
familiares del paciente que sufre dolor intentan alentar al sujeto a que sea
pasivo y no realice determinadas actividades y un 38,3% intenta distraerle ante
los episodios de dolor. Sin embargo la percepcin de apoyo de los pacientes
respecto sus familiares no se corresponde con lo que ellos dicen. El 60%
perciben que intentan distraerles ante los episodios de dolor y un 43,3% dicen
que les ignoran. Figura 2
Este estudio (Moioli & Merayo, 2005) sirve para mostrar cmo puede ser til
la intervencin psicolgica en casos de dolor crnico, y cmo puede servir para
mejorar las estrategias de afrontamiento de los pacientes.
63
de
que
el
paciente
est
viviendo
alguna
experiencia
66
est el
68
69
Bibliografia
Anderson, R., Freedland, K., & Lustran, P. (2001). The prevalence of comorbid
depression in adults with diabetes: a meta-analysis. Diabetes Care, 24, 10691078.
Arnstein, P. (1997). Pain intensity and self-efficacy as predictors of disability and
depression in chronic pain. Disertation Abstracts International, 1 (58), 1205.
Ballock, S., DeVellis, B., & DeVellis, R. (1989). Social comparision among indivuduals
with rheumatoid arthritis. J Applied Social Psy, 19, 665-680.
Banks, S., & Kerns, R. (1996). Explaining high rates of depression in chronic pain: A
diathesis-stress framework. Pyschol. Bull., 119, 95-110.
Beck, A., Steer, R., & Brown, G. (1996). BDI-II. Beck Depression Inventory - second
edition. Manual. San Antonio: The Psychological Corporation.
Beck, A., Ward, C., Mendelson, M., Mock, J., & Erbaugh, J. (1961). An inventory for
measuring depression. Archives of General Psychiatry, 4, 561-571.
Belloch, A., Baos, R., & Perpi, C. (1990). Automatic thoughts Questionnaire (ATQ30): A clinical validation of spanish women. Original no publicado.
Bishop, S., Edgley, K., Fisher, R., & Sullivan, M. (1993). Screening for depression in
chronic low back pain with the Beck Depression Inventory. Canadian J.
Rehabilitation, 7(2), 143-148.
Boston, K., Pearce, S., & Richardson, P. (1990). The Pain Cognition Questionnaire. J
Psychosomatic Research, 34, 103-109.
Breivik, H., Collet, B., Venafrida, V., & et.al. (2005). Survey of chronic pain in Europe:
Prevalence, impact on dialy life, amd treatment. Eur. J. Pain., 8.
Breslau, N., Chilcoat, H., & Andreski, P. (1996). Further evidence on the link between
migraine and neuroticism. Neurology, 47, 563-667.
Brown, C., & Nicassio, P. (1987). The development of a questionnaire for the
assessment of active and passive coping strategies in chronic pain patients.
Pain, 31, 53-65.
Brown, G., & Nicasio, P. (1987). Development of a questionnaire for the essessment of
active and passive coping strategies in chronic pain patients. Pain, 31, 53-64.
Brown, G., Nicassio, P., & Wallston, K. (1989). Pain coping strategies and depression
in rehumatoid arthritis. J Consulting and Clin Psy, 57, 652-657.
Brown, G., Nicassio, P., & Wallston, K. (1989). Pain coping strategies and depression
in rheumatoid arthritis. J Consult Clin Psychology, 57, 652-657.
70
Buckelew, S., Parker, J., Keefe, F., Deuser, W., Crews, T., Conway, R., . . . Hewet, J.
(1994). Self-efficacy and pain behaviour among subjects with fibromyalgia.
Pain, 59, 377-384.
Campbell, L., Clauw, D., & Keefe, F. (2003). Persistent pain and Depression: A
Byopsychosocial Perspective. Biol Psychiatry, 54 (3), 399-409.
Cano, J., & Rodrguez, L. (2002). Evaluacin del lenguaje interno ansigeno y
depresgeno en la experiencia del dolor crnico. Apuntes de psicologa, 20 (3),
329-346.
Cano, J., & Rodrguez, L. (2003). Pensamientos automticos negativos en el dolor
crnico. Psiquis 24 (3), 137-145.
Cano, J., Rodrguez, L., & Garca, J. (2007). Adaptacin espaola del Inventario de
Estrategias de Afrontamiento. Actas Esp. Psiquiatr., 35 (1), 29-39.
Caro, I., & Ibez, E. (1992). La escala hospitalaria de ansiedad y depresin. Boletn
de Psicologa, 36, 43-69.
Catala, E. (2002). Prevalence of pain in the Spanish population. Telephone survey in
5000 homes. European Journal of Pain, 6 (2), 133-40.
Cloninger, C. (1997). A systemetic method for clinical description and classification of
personality variants. Archives of General Psychiatry, 44, 573-588.
Cloninger, D., Przybeck, T., Svraik, D., & Wetzel, R. (1991). The Tridimensional
Personality Questionnaire: U.S. Normative Data. Psychological Reports, 69,
1047-57.
Cloninger, D., Przybeck, T., Svraik, D., & Wetzel, R. (1994). The temperament an
Character Inventory (TCI): a guide to its development and use. St Louis,
Missouri, USA: Center for Psychobiology of Personality.
Conde, V., Esteban, T., & Usureros, E. (1976). Revisin crtica de la adaptacin
castellana del Cuestionario de Beck. Revista de psicologa General y Aplicada,
31, 469-497.
Crisson, J., & Keefe, F. (1988). The relationship of locus of control to pain coping
strategies and psychological distress in chronic pain patients. Pain, 35, 147154.
Davis, P., Reeves, J., & et.al. (2000). Depression illness conviction and pain impact: A
structural equation modeling analysis. Pain Medicine, 1 (2), 238-246.
71
Dersh, J., Polatin, P., & Gatchel, R. (2002). Chronic pain and Psychopatology:
research findings and theoretical considerations. Psychosom Med, 64 (5), 77386.
Di Piero, V., Bruti, G., Venturi, P., Talamontl, F., Blondi, M., Di Legge, S., & Lenzi, G.
(2001). Amninergic tone correlates of migraine amd tension-type headache: a
study using the Thridimensional Personality Questionnaire. Headach, 41 (1),
63-71.
Dickens, C. (2002). Dr. Dickens replies. Psychosom: J Consultation Liasion Psychiatry,
43 (4), 341-342.
Dickens, C., Jayson, M., & et.al. (2002). Psychological correlates of pain behaviour in
patients with chronic low back pain. Psychosom: J Consultation Liasion
Psychiatry, 43 (1), 42-48.
Dickens, C., Jayson, M., Sutton, C., & Creed, F. (2000). The relationship between pain
and depression in a trial using paroxetine in sufferers of chronic low back pain.
Psychosom, 41 (6), 490-499.
Dickens, C., McGowan, L., & Dale, S. (2003). Impact of Depression on Experimental
Pain Perception: A systematic review of the literature with Meta-Analysis.
Psychosomatic Medicine, 65, 369-375.
Esteve, R., Lpez, A., & Ramirez, C. (1999). Evaluacin de estrategias de
afrontamiento al dolor crnico. J Health Psychol, 11 (1-2), 77-102.
Esteve-Vives, J., Batlle-Gualda, E., & Reig, A. (1993). Spanish version of the Health
Assessment Questionnaire. J. Rheumatol., 20, 2116-2122.
Estlander, A., Takala, E., & Verkasalo, M. (1995). Assessment of depression in chronic
musculoskeletal pain patients. Clin. J. Pain, 11 (3), 194-200.
Fernndez, E. (1986). A classification system of cognitive coping strategies for pain.
Pain, 26, 141-151.
Fishbain, D. (2002). The pain-depression relationship. Psychosom: J. consultation
Liasion Psychiatry, 43 (4), 3418.
Flrez-Garca, M., Garca-Prez, M., Garca-Prez, F., Armenteros Pedrero, J.,
lvarez Prado, A., & Martnez Lorente, M. (1995). Adaptacin transcultural a la
poblacin espaola de la escala de incapacidad por dolor lumbar deOswestry.
Rehabilitacin, 29 (2), 138-145.
Folkman, S., & Lazarus, R. (1980). An analysis of coping in a middle aged community
sample. J. Health Soc. Behav., 219-239.
Fordice, W. (1976). Behavioral Methods in Chronic pain and illness. St. Louis: Mosby.
72
Fordyce, W., Fowler, R., Lehman, J., Delateur, B., Sand, P., & Trieschmann, R. (1973).
Operant conditioniting in the treatment of chronic pain. Archives of Physical
Medicine and Rehabilitation, 54, 399-408.
Fossey, M., Lydiard, R., Marsch, W., Stuart, G., & Morton, W. (1989). Personality
assessment in female patients with irritable bowel syndrome and anxiety
disorders. Psychosom Med, 51, 253-254.
Frank, R., & et.al. (1988). Depression in rheumatoid arthritis. J Rheumatol., 15, 920925.
Franulic, A., Gonzlez, X., Trucco, M., & Vallejos, F. (1996). Emotional and
Psychological factors in burn patients during hospitalizacion. Burns, 22 (8), 618622.
Fries, J., Spitz, P., Kraines, G., & Holman, H. (1980). Measurement of patient outcome
in arthritis. Arthritis Rheum, 23, 137-145.
Fries, J., Splitz, P., Kraines, G., & Holman, H. (1968). Measurement of patient outcome
in arthritis. Arthritis Rehum, 23, 137-145.
Garca Vinegras, C. (1999). Manual para la utilizacin del cuestionario de salud
general de Goldberg. Adaptacin cubana. Rev Cubana Med Gen Integr, 15 (1),
88-97.
Geisser, M., Robinson, M., Keefe, F., & et.al. (1994). Catastrophising, depression and
the sensory, affective and evaluative aspects of chronic pain. Pain, 59, 79-83.
Geisser, M., Roth, R., & Robinson, M. (1997). Assessing depresion among persons
with chronic pain using the Center of Epidemiological Studies-Depression Scale
and the Beck Depression Inventory: a comparative analysis. Clin J Pain, 13,
163-170.
Giesecke, T., Grecely, R., Williams, D., & et.al. (2005). The relationship between
depression, clinical pain, and experimental pain a chronic pain cohort. Arthritis
and rheumatism, 52 (5), 1577-1584.
Gill, K., Williams, D., Keefe, F., & Beckham, J. (1990). The relationship of negative
thouguts to pain and psychological distress. Behavior Therapy, 21 (3), 349-362.
Goldberg, D. (1978). Manual del General Health Questionnaire. Windsor: NFER
Publishing.
Goldberg, D., & Hiller, V. (1979). A scaled version of the general health questionnaire.
Psychol Med, 1, 139-145.
73
Gracely, R., McGrath, P., & Dubner, R. (1978). Ratio scales of sensory and affective
verbal pain descriptors. Pain, 5, 5-18.
Grant, I., Long, B., & Willms, J. (2002). Women's adaption to chronic back pain: dialy
appraisals and coping strategies, personal characteristics and percieved
spousal responses. J Health Psychol, 7 (5), 545-564.
Haley, W., Turner, J., & Romano, J. (1985). Depression in chronic pain patients:
relation to pain, activity and sex differences. Pain, 23, 337-343.
Haley, W., Turner, J., & Romano, J. (1985). Depression in chronic pain patients:
relation to pain, activity, and sex differences. Pain, 23, 337-343.
Hansen, R., Sorensen, B., & Schroll, M. (1995). Minesota Multiphasic Personality
Inventory Profiles in person with or without low back pain. Spine, 20 (24), 27162720.
Hemert, V., Heijer, M., den Vorstenbosh, M., & Bolk, J. (1995). Detecting psychiatric
disorders in medical practice using the general health questionnaire. Why do
cutt-off scores vary. Psychol Med, 25 (1), 165-170.
Hill, A. (1993). The use of pain coping strategies by patients with phantom limb pain.
Pain, 55, 347-353.
Hollon, S., & Kendall, P. (1980). Cognitive self-statements in depression: Development
of an automatic thoughs questionnaire. Cognitive Therapy and Research, 4 (4),
383-395.
Holmes, J., & Stevenson, C. (1990). Differential effects of avoidant and attentional
coping strategies on adaptation to chronic and recent-onset pain. Health Psych,
9, 577-584.
Infante, P., Garca, G., Moix, J., Caellas, M., & Subir, S. (2005). Personalidad y dolor
crnico. Psiquis, 26 (3), 93-100.
International Association for the Study of Pain. (1979). Pain terms: a list with definitions
and notes on usage. Pain,6, 249-252.
Jacobsen, B., Hasvold, T., Hoyer, G., & Hansen, V. (1995). The general health
questionnaire. How many items are really nedessary in population surveys.
Psychol Med, 25 (5), 957-951.
Jamison, R., & Virts, K. (1990). The influence of family support on chronic pain. Behav
Research Therapy, 28, 283-287.
Jensen, M., & Karoly, P. (1992 a). Comparative self-evaluation and depressive affect
among chronic pain patients: an examination of selective evaluation theory.
Cognitive Therapy Research,16, 297-308.
74
Jensen, M., & Karoly, P. (1992 b). Self-report scales and procedures dor assessing
pain in adults. A D. Turk, & R. (. Melzack, Handbook of pain assessment. (p.
135-151). Nueva York: Guilford.
Jensen, M., Turner, J., Romano, J., & al., e. (1991). Coping with chronic pain: a critical
review of the literature. Pain, 47, 249-283.
Jensen, M., Turner, J., Romano, J., & et.al. (1991). Coping with chronic pain: A critical
review of the literature. Pain, 47, 249-283.
Keef, F., Caldwell, D., Queen, K., & et.al. (1987). Pain coping strategies in
osteoarthritis patients. J Consult Clin Psychology, 55, 208-212.
Keefe, F., & Smith, S. (1982). Development of an observation method for assessing
pain behaviour in chronic low back pain patients. Behavior Therapy, 13, 363375.
Keefe, F., Salley, A., & Lefebvre, J. (1992). Coping with pain: Conceptual concerns and
future directions. Pain,51, 131-134.
Kefee, F., & Smith, S. (2002). The assessment of pain behavior: Implications for
applied
pschophysiology
and
future
research
directions.
Applied
76
Naughton, M., & Wiklund, J. (1993). A critical review of dimension - spacific measures
of healthy related quality of life incross - cultural research. Qual Life Res, 2 (6),
397-432.
Newman, S., Fitzpatrick, R., Lamb, R., & Shipley, M. (1989). The origins of depressed
mood in rheumathoid arthritis. J. Rheumatol, 16, 740-744.
Nicholas, M., Wilson, P., & Goyen, J. (1992). Comparison of cognitive-behavioral group
treatment and an alternative non-psychological treatment for chronic low back
pain. Pain, 339-347.
Ohayon, M., & Schatzberg, A. (2003). Using chronic pain to predict depressive
morbidity in the general population. Arch. Genreal Psychiatry, 60 (1), 39-47.
O'Leary, A., Shoor, S., Lorig, K., & et.al. (1988). A cognitive-behavioral treatment for
rheumatoid arthritis. Health Psychology, 7, 527-544.
Pargament, K. (1997). The psychology of religion and coping: Theory, research and
practice. New York: Guilford Press.
Penley, J., Wiebe, J., & Nwosu, A. (2003). Psychometric properties of the spanish Beck
Depression inventory-II in a medical sample. Psychological Assessment, 15,
569-577.
Phillips, H., & Hunter, M. (1981). Pain Behavior in headache sufferers. Behav. Anal.
Modification, 4, 257-266.
Ramirez, C. (2002). Las caractersticas personales de la experiencia del dolor y el
proceso de afrontamiento. Escritos de Psicologa, 6, 40-52.
Ramirez, C., Esteve, R., & Lpez, A. (2001). Neuroticismo, afrontamiento y dolor
crnico. Anales de psicologa, 17 (1), 129-137.
Regan, C., Lorig, K., & Thoresen, C. (1988). Arthritis appraisal and ways of coping:
scale development. Arth Care Res, 3, 139-150.
Revenson, T., Schiaffino, K., Majerovitz, S., & al., e. (1991). Social support as a
double-edged sword the ralation of positive and problematic support to
depression among rheumatoid arthritis patients. Social Science Medicine, 33,
807-813.
Revuelta Prez, F. (1995). Adaptacin al espaol del "Cuestionario de AutoManifestaciones ansiosas" (Anxious Self-Statements Questionnaire (ASSQ)) de
Kendall y Hollon (1989). Anlisis y Modificacin de Conducta, 21(78), 547-570.
Rodrguez, L., Cano, F., & Blanco, A. (2000). Conductas de dolor y discapcidad en
migraas y cefaleas tensionales, adaptacin espaola del Pain Behavior
77
79
Turner, J. (1991). Coping and chronic pain. A M. Bond, J. Charlton, & C. (. Woolf,
Procedings of the VIth World Congress on Pain (p. 219-227). Amsterdam:
Elsevier Sciences Publishers BV.
Turner, J., & Clancy, S. (1986). Strategies for coping with chronic low back pain:
relationship to pain and disability. Pain, 24, 335-64.
Ulla, M. (1999). Fibromyalgia syndrome in women - a stress disorder? Neurobiological
and hormonal aspects. Disertation for the degree of doctor. UPPSALA
University.
Van Lanked, W., Van't Pad Bosh, P., Van De Putte, L., Naring, G., & Van Der Staak, C.
(1994). Disease specific stressoes in rheumatoid arthritis: coping and wellbeing. British Journal of Rheumatology, 33, 1067-1073.
Von Korff, M., & Simon, G. (1996). The relationship between pain and depression. Br.
J. Psychiatry, 168 (supp.30), 101-108.
Weinberg, M., Hiner, S., & Tierney, W. (1986). Improving functional status in arthritis:
the effect of social support. Social Science Medicine, 23, 889-904.
Wilson, K. (2002). Implicaciones psicolgicas del dolor crnico. A P. Prithivi Raj.,
Tratamiento prctico del dolor (p. 332-346). Madrid: EDIDE S.L.
80
81
Anexos
I.
II.
III.
82
83
A.1.
Me
nervioso/a:
siento
tenso/a
3. Casi todo el da
3. Actualmente, en absoluto
1. De vez en cuando
0. Nunca
D.1. Sigo disfrutando
cosas como siempre:
de
las
3. Casi todo el da
2. Gran parte del da
1. De vez en cuando
0. Nunca
2. Solamente un poco
3. Nunca
3. S, y muy intenso
1. En algunas ocasiones
1. S, pero no me preocupa
0. Siempre
1. A menudo
84
2. Raras veces
3. Nunca
0. Como siempre
2. A menudo
3. En absoluto
A.7. Experimento de repente
sensaciones de gran angustia o
temor:
1. A veces
0. Nunca
3. Muy a menudo
A.5.
Experimento
una
desagradable sensacin de nervios
y hormigueos en el estmago:
0. Nunca
1. Raramente
0. Nunca
D.7. Soy capaz de disfrutar con
un buen libro o con un buen
programa de radio o televisin:
2. A menudo
3. Muy a menudo
0. A menudo
1. Algunas veces
3. Completamente
2. Pocas veces
3. Casi nunca
2. Bastante
1. No mucho
0. Nunca
85
Los sntomas contenidos en las escalas estn referidos a los 15 das previos a
la consulta.
Los ltimos tems de cada escala aparecen en los pacientes con trastornos
ms severos.
Subescala de ansiedad:
Subescala de depresin:
Cree usted que ha tenido tendencia a encontrarse peor por las maanas?
Total depresin:
Criterios de valoracin:
Subescala de ansiedad: 4 o ms respuestas afirmativas.
Subescala de depresin: 2 o ms respuestas afirmativas.
87