3.

La agenda catlica

Como ser la ltima vez que digamos el Ave Mara, cuando

ahora sea, efectivamente, la hora de nuestra muerte? Y debamos
decir Amen, que, como sabemos, significa As sea.
Hay numerosas ltimas palabras, como las de Sam: En caso
de que no me quiera ir..., o las del poeta alemn que dijo: Ms
luz! 2, que parecieron a todos muy romnticas y edificantes hasta
que su sirviente relato que, en realidad, el moribundo haba pedido
un caf viens y la expresin alemana utilizada -Mehr licht!significaba, en este caso, que quera mas crema en su taza. Y
estn las palabras que los santos pronunciaron antes de morir. Santo
Tomas de Aquino cit el Cantar de los Cantares: Vayamos a los
prados, o la Santsima Virgen que, segn dicen todos los santos,
muri solamente de amor y, hasta donde sabemos, sin decir nada.
O Santa Catalina de Siena, que se levant repentinamente de la
cama segundos antes de caer en el estado de coma final, gritando:
Sangre! Sangre!.
Ante la inminencia de la muerte, no hay nada que hacer. La
muerte no tiene agenda. En ese momento, todo es consecuencia,

2 Goethe, muri en Weimar el 22 de rnarzo de 1832 [n. del traductor].

83

el resultado de las cosas que hicimos durante la agenda de nuestra

vida. Agenda, del latn agere, actuar o hacer, es otro modo
de decir Qu es lo que hay que hacer?. Siempre que se consi
dera una accin, se esta en el orden de los fines, es decir, se esta
proponiendo el fin de la accin que se va a realizar, y siempre que
se est en el orden de los fines hay tres sentidos simultneos de
la expresin que entran en juego: el inmediato, el prximo y el
final. Ellos juegan juntos en armona cmo tres notas de un acorde
musical sonando al mismo tiempo.
El fin inmediato es hacer simplemente el trabajo que hay que
hacer: para el carnicero, cortar la carne, y para el maestro, ensear
las tablas de multiplicar. El fin prximo, del latn prximus,
significa vecino, exactamente como en la frase Ama a tu
prjimo, que en latn se dice: Diliges prximum tuum. El fin
prximo, sorprendentemente quizs, se alcanza fundamentalmente
en la oracin. Y el final, o ltimo propsito, la razn por la cual
trabajamos y rezamos, es conocer y amar a Dios, como l es
en s mismo, en tanto sea posible, imitando la vida terrena de
Jesucristo, cuyo acto ms importante fue un sacrificio. Los fines
inmediato, prximo y final de todas nuestras operaciones pueden
ser resumidos en tres palabras: trabajo, oracin y sacrificio. Estos
son los items de la agenda catlica. Y todas las veces que rezamos
el Ave Mara, nos referimos a ella en la frase final: Ruega por
nosotros pecadores ahora, que es el trabajo inmediato que hay
que hacer, y en la hora de nuestra muerte, que es la prxima
plegaria que debemos decir, porque la oracin es siempre una
especie de morir, morir a s mismo, morir al egosmo; y finalmente
decimos: Amen, que es el sacrificio.
El fin inmediato depende de un conocimiento particular: cor
tar carne, cocinar, etc. Podemos decir, naturalmente, que Dios nos
manda elegir un oficio honesto y ejercerlo a conciencia. Todas las
oraciones y todos los sacrificios del mundo seran burla y
84

blasfemia, estafarnos bebiendo nuestra propia condenacin, si

no hacemos un buen trabajo y si no empujamos hacia adelante
como debemos. Pero el modo en que lo hagamos depende del
conocimiento particular de la actividad a la que cada uno de
nosotros esta ligado. Una de las preguntas mas amargas que
debemos hacernos es si, an haciendo un buen trabajo, nuestro
trabajo es honesto; o, en otras palabras, si se ordena al bien comn.
Gran cantidad de trabajo en el estado burocrtico consiste en lo
que se llama administracin y gestin pero, en realidad, es ma
nipulacin del trabajo, de los recursos y de los mercados. Algunos
apuestan a las subas y bajas del mercado, y otros especulan con
los intereses de los prstamos. Los gerentes se enorgullecen
por sus mrgenes de venta, pero cuntos productos intiles e
innecesarios se multiplican con el nico objetivo de aumentar las
ventas? Adems, gran parte de la administracin, y del trabajo
tambin, no es ms que la explotacin de las rentas creadas por la
situacin impulsada por los sindicatos y los convenios colectivos.
Debemos preguntarnos honestamente por cada trabajo: cui
bono? Es bueno para quin? Es este trabajo necesario? Debe
ser hecho? Est realmente en la agenda del bien comn o
solamente quiero sacar de el alguna ventaja personal? La cuestin
no es reformar el orden social y econmico, aunque esto sea
importante, sino la eleccin moral que cada uno de nosotros
debe tomar. La totalidad de nuestra sociedad semisocialista es
una enorme y asimtrica economa en la que pocos hacen el
trabajo necesario y muchos son parsitos. Sera apresurado fijar
y definir el grado de pecado que cometen los que se dedican al
trabajo parasitario, pero desde el punto de vista de la salud de la
economa, estamos sufriendo una plaga. La vida econmica se ha
convertido en ocasin de pecado, en la que la virtud se convierte
en una empresa moralmente imposible para la mayora. Thoreau lo

85

deca en una frase citada con frecuencia: La mayora de los hombres

viven vidas de tranquila desesperacin. Las generaciones que lo
siguieron no fueron tan tranquilas.
Un buen modo de conocer la bondad de nuestro trabajo consiste
en pensar que algn da nuestros nietos nos preguntaran: En qu
trabajabas, abuelo?. Burke dice que todos los trabajos son buenos,
pero no todos los trabajos dignifican. Es el caso, por ejemplo de los
peluqueros.
Suponiendo que los fines inmediatos han sido alcanzados en
un buen trabajo bien hecho, pasemos ahora a los fines prximos. El
fin prximo de un trabajo es el amor al prjimo. El trabajo debe
servir para hacer amigos. Si somos comerciantes, nuestro fin es
Vender honestamente pero, al mismo tiempo, es hacerse amigo de
los compradores y vendedores. Por supuesto, no podremos hacer esto
si la mercanca esta fallada o si compramos barato para vender lo mas
caro posible. Los amigos no son para ser usados; el amor no puede
nacer de un robo, ya que implica querer el bien del otro. Y esto no
tiene nada que ver con la mermelada sentimental que esta de moda y
que reviste de buen gusto al egosmo. El amor no puede sustraerse a
la honestidad en el trabajo. Debe aadirse.
Todo el mundo vive diciendo: amor, amor, amor. Estas exhortaciones
nos dejan un sentimiento de culpabilidad pero no nos ensean como es
el amor y como hay que amar. Los santos, que saban de que estaban
hablando por su experiencia, ensean lo que pareciera ser una doctrina
chocante. Porque si bien sta doctrina es repetida demasiadas veces en
las predicaciones, nos parece que no tiene relacin con lo que hacemos.
Estamos acostumbrados a tratar las frases familiares ms bien como
rituales esotricos o balbuceos piadosos que apelan a los sentimientos
mientras la inteligencia duerme. Todos los santos dicen que el amor
cristiano, o la caridad, es una fuerza que presupone y usa de los

86

afectos como de un instrumento, pero que en si mismo es otra

cosa. La Caridad no es humana sino que es un trabajo divino
consumado a travs del trabajo humano, con nosotros como sus
instrumentos voluntarios:
Si el Seor no construye la casa, en vano trabajan los albailes.
Hay una grave confusin entre los fines inmediatos y los fines
prximos. Habrn escuchado decir con frecuencia que el trabajo
es oracin, pero no es eso lo que dice San Benito. Lo que el dice
es trabajo y oracin.
Para que nuestro trabajo sea eficaz en orden al amor, primero
debemos disponernos a nosotros mismos a la gracia. Santa Catalina
de Siena explica lo siguiente en sus Dilogos, en palabras que sus
amigos tomaban mientras ella las dictaba en estado de xtasis (Yo
es Dios hablando a travs de sus labios):
Quisiera mostrarte como un hombre se convierte en amigo...
Toda perfeccin y toda virtud proceden de la caridad, y la
caridad se nutre en la humildad, la cual surge del conocimiento y
santo desprecio de s. Para llegar a esto, el hombre debe perseverar y
permanecer en la celda del conocimiento de s en la cual conocer mi
misericordia, en la Sangre de mi Hijo nico, que lo atrae a S mismo,
con este amor, mi divina Caridad, ejercitndose en la extirpacin de su
perversa voluntad, espiritual y temporal, escondindose a s mismo
en su propia casa, como hizo Pedro, el cual, luego de pecar negando
a mi Hijo, comenz a llorar [...] Pedro y los dems se ocultaron en la
casa esperando la venida del Espritu Santo que mi Verdad les haba
prometido. Permanecieron enrejados dentro de ella por, temor, porque
el alma siempre teme hasta que llega al verdadero amor. Pero cuando

87

ha perseverado en el ayuno y en la oracin humilde y continua

hasta alcanzar la abundancia del Espritu Santo, el alma pierde
su temor y sigue y predica a Cristo crucificado.

El principal impedimenta para amar al prjimo es el amor a s

mismo. Y por eso la prctica del fin prximo se alcanza en lo que Santa
Catalina llama la celda del conocimiento de s donde, con lagrimas
y penitencia, como las de San Pedro, descubriremos qu es lo que somos
realmente, como hizo San Pedro, quien se avergonz. Atrancaremos
la puerta con temor, en la casa de Nuestra Santsima Madre, como Pedro
y los Apstoles, y esperaremos la ayuda del Espritu Santo. Entonces,
de acuerdo con las promesas, la ayuda vendr, y seremos capaces de
alcanzar el prximo fin de nuestro trabajo.
La oracin en la celda del autoconocimiento es, en realidad, un
acto social. La accin social no es en si misma un acto de amor al
prjimo, a no ser que sea consecuencia del amor a Dios. La justicia,
a los ojos del mundo, es un salario decente por un trabajo bien hecho.
A los ojos de los socialistas, a quienes su trfico de dolos ha hundido
an ms, la justicia puede ser el salario bsico, porque algo siempre
es mejor que nada. La justicia de Cristo vive de la fe, y presupone el
trabajo bien hecho y la gracia, que es la obra de Dios bien hecha.
La amistad no es amabilidad. Shakespeare deca que las personas
amables llevan el corazn en la mano. La persona a la que encuentras
por primera vez y te tiende enseguida su mano dicindote Llmame
Jack, probablemente est tratando de venderte muy caro algo que no
quieres y que tampoco necesitas.
Nada ha sido mas catastrfico para la verdadera accin social
y para la amistad que la devastacin de las ordenes contemplativas
hechas en su nombre. Tener hambre y sed de justicia significa,

88

literalmente, ayunar, es decir, ayunar y tener sed literalmente.

Hasta que hayamos aplastado el propio inters y nos hayamos
convertido en instrumentos del nico y verdadero agente de la
candad, toda buena obra es vana.
Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los
pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no
tengo amor, de nada me aprovecha.
Esto no debe ser un argumento para el quietismo. Hay obras
urgentes que deben ser hechas. Pero es un argumento contra la
Teologa de la Liberacin. No hay oposicin entre oracin y
trabajo. Hay dos notas simultneas en el triple acorde de cada acto
humano.
Atranca la puerta, dice Santa Catalina, porque la verdadera
amistad es lo que los autores espirituales llaman Vida Devota, el
habitare secum benedictino, el vivir solo consigo mismo. Es lo
opuesto al hombre amable que siempre sonre y que, como dice
Chaucer, frecuentemente guarda el cuchillo bajo el poncho.
La amistad es el abandono del provecho egosta por el cual el
carnicero que reza corta la carne, quizs sin decir una payaba, pero
la corta como se debe. Ama a sus clientes como a s mismo porque
se conoce a s mismo. Santa Tomas dice que los esposos deben ser
amigos, una afirmacin remarcable, como la de muchos santos, tan
simple que podemos olvidar su importancia. El fin inmediato del
matrimonio es la procreacin y la alimentacin de los hijos, pero
el fin prximo es que los hijos sean ocasin de oracin.
Y, finalmente, suponiendo que el buen trabajo ha sido bien
hecho y se ha rezado, aparece el ltimo fin de todo acto humano,
la tercera nota del acorde. En tanto Dios trabaja en nosotros, vive
en nosotros. Dicen los santos que todo acto humano, hecho en
89

gracia, es la participacin en la intimidad, en la vida infinita y en el

amor de la Santsima Trinidad. Es sacramental y misterioso. En esta
vida experimentamos la vida divina como si viramos las figuras de
un tapiz desde el revs, como un sufrimiento y no como un gozo,
como el acto de Cristo sobre la cruz, como un sacrificio. Toda obra
y toda oracin en la tierra es una participacin del gozo del cielo a
travs del sufrimiento. Es una paradoja el que toda obra cristiana
sea un padecer: in hoc signo vinces [Con este signo vencers]. Es
el signo de la Cruz.
Cuando rezamos el Ave Mara nos referimos al fin inmediato
de los actos con la palabra ahora: ruega por nosotros pecadores
porque ahora es la hora en que trabajamos con el sudor de la frente,
esa es la vida del hombre sobre la tierra. Nos referimos al prximo
fin en el Ave Mara cuando decimos en la hora de nuestra muerte,
porque la oracin es una especie de muerte. Como dice Scrates en
La Repblica, toda filosofa es una meditacin sobre la muerte. La
Revelacin repite la verdad filosofa: Hombre, recuerda que eres
polvo y al polvo volvers. Santa Catalina deca: Ve a la celda
del conocimiento de t mismo y conoce la muerte de t mismo. Y el
ltimo fin es expresado en el Ave Mara cuando decimos Amen.
El sacrificio es el ofrecimiento del s mismo purificado a la mayor
gloria de Dios. Esta es la Agenda Catlica: trabajo, oracin,
sacrificio, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen.
Cuando los Hijos del Trueno quisieron seguir a Jess en su
gloria, El les dijo: No saben lo que piden. Podrn beber el cliz
que yo beber?. Y ellos le respondieron: Podemos. Santiago
fue el primero de los apstoles en ser martirizado, arrojado desde
el tejado del Templo de Jerusaln, mientras que Juan, el ltimo,
vivi una larga vida en el exilio esperando beberlo. Seguir a
Cristo hasta el final como religioso, o a mitad de camino, si se
cumple la otra mitad en el matrimonio, es participar en el gran

90

sacramento que se actualiza en la Misa. Sacramento significa

sacrificio: es participacin en la obra de la Cruz. Trabajamos para
ser exitosos y, si bien parece difcil al comienzo, si nos empeamos
podemos ser hombres de oracin y ver claramente la significacin
humana de nuestro trabajo. Pero cul es la relacin entre trabajo y
sacrificio?
Santo Tomas Moro, como canciller de Inglaterra, fue uno de
los hombres ms ricos y exitosos de su tiempo, y mientras ocup
ese puesto, bajo las costosas vestimentas que deba lucir, llevaba
un cilicio, y esto slo lo saba su hija Margarita, que tena la
desagradable tarea de lavar ese cinto impregnado de sangre y de
restos de carne. Y sabemos que al final dijo Amen con una broma,
ofreciendo alegremente su cuello por el derecho de los catlicos a
asistir al Santo Sacrificio de la Misa en Inglaterra.
El Cardenal Newman expuso la cuestin en trminos mas
simples: Qu hubieses perdido suponiendo que la fe catlica fuera
falsa? Cunto de tu vida habra sido gastada en vano? Cunto
has invertido en la fe? Cunto has abandonado por tu fe en tus
negocios, en tu matrimonio, en tu colegio o en tu iglesia?
Trabajo, oracin, sacrificio: lo que Dios ha unido, no lo separe
el hombre. Cuando estos tres elementos se separan, se trata no
solamente de una debilidad o de un simple pecado, y de una vuelta
atrs y de una hereja, sino de una negacin implcita de la Trinidad:
el Hijo es trabajo, el Espritu Santo es oracin -El ora en vosotros
con gemidos inenarrables- y es a Dios Padre a quien Cristo ofreci
su Cuerpo y Sangre en el Sacrificio de la cruz, y lo continua haciendo
en el altar.
El fin inmediato depende del conocimiento especfico de cada
trabajo en particular, pero la Iglesia ha hecho alguna generalizacin,
especialmente en las encclicas dedicadas a la Doctrina So
cial,
las cuales ensean esencialmente que, cuando en una nacin
91

hay un porcentaje de catlicos -que no necesariamente deben ser la

mayora sino de un nmero suficiente para influir en la poltica-, el
poder poltico y social de los fieles debe ser usado en favor de lo
que los economistas llaman distributismo, ms bien que en favor
del capitalismo o del socialismo. Esto significa que los impuestos y
el resto de los instrumentos pblicos deben ordenarse a favorecer
a las empresas independientes, pequeas y libres especialmente las
granjas familiares. Si esto parece remoto y anacrnico en esta poca
de conglomerados internacionales, condominios y supremaca
comunista, recuerden la cada de Babilonia y de Roma, la impotencia
de Egipto y, frente a ello, la fuerza de la Cristiandad medieval que
se animo a luchar contra toda esperanza durante las Cruzadas. La
nica cosa segura sobre el futuro es que estar lleno de sorpresas.
Cien aos de profecas marxistas han fracasado; cincuenta aos de
intensiva industria y agricultura comunista en Rusia han fracasado;
treinta aos de socialismo sin entusiasmo han empujado a Gran
Bretaa a la recesin. El capitalismo triunfante en Estados Unidos
esta seriamente comprometido por la inflacin, la miseria urbana,
el incipiente bilingismo y la criminalidad. El presidente de una de
las empresas estatales ms grandes del mundo escribi un libro
recientemente, justo antes su muerte, en el que propone el retorno a
los principios catlicos para salvar la moribunda economa inglesa.
Y esto no es deseable desde un punto de vista humano sino que afirma
su necesidad econmica. El libro de E. F. Schumacher, Lo pequeo
es hermoso, es particularmente importante por su terco realismo.
El autor no es un acadmico soador sino un muy exitoso hombre
de negocios. Es un impresionante testigo de la oportunidad, de la
urgencia y de la practicidad de la Agenda Catlica en el orden de
los fines inmediatos.
Los catlicos no somos fastidiosos, ni fanticos, ni romnticos,
ni perezosos, ni rebuscados, ni soadores. Es el Seor quien

92

nos manda. No se trata solamente de la religin del obrero, sino de

la religin de su obra. La obra misma debe estar en armona con
el plan del creador, que es tambin el plan de la naturaleza porque
Dios es el autor de la naturaleza. Pero nunca podr comprenderse
que la seguridad social, poltica, econmica y familiar sea contra
naturam en una sociedad que rechaza a sus nios y a todo lo que
es natural y real.
La oracin es incluso ms importante. De acuerdo con las
maravillosas palabras de San Pablo, toda la salud econmica del
mundo no es ms que muerte si no esta motivada por la caridad.
Como dice Santa Catalina, la caridad comienza con la oracin, y
lo primero que decimos sobre la oracin es que no tenemos tiempo
para ella.
Por oracin entiendo sobre todo la prctica de la soledad y el
silencio, perfectamente ejemplificados por la Santsima Virgen,
que dijo poco e hizo menos, porque la mejor comunin con su
Hijo era secreta, privada y silenciosa. Cuando Cristo naci, los
orculos paganos se quedaron en silencio, los demonios escaparon
de sus santuarios y una potente voz grito en el cielo: El gran dios
Pan ha muerto. Uno de los signos mas inquietantes de nuestro
tiempo fue la profanacin de los conventos contemplativos, la
sistemtica destruccin de la vida de silencio y de virginidad
consagrada, la vulgarizacin del oficio divino: las monjas salieron
a la calle a gritar que Cristo esta muerto.
El trabajo es una necesidad fsica: el que no trabaja, no come.
La oracin es una necesidad por obligacin: el que no reza, no
entrara en el Reino de los Cielos. La oracin es un deber, un
oficio. Es el pago libre y voluntario de la deuda que tenemos
con Dios por la existencia y por la gracia. La palabra latina que
traduce deber es officium, y la perfecta oracin de la Iglesia es
el Oficio Divino. San Benito la llamaba opus Dei, la obra de Dios.
93

Me he referido al origen latino de varias palabras no por afn

erudito sino porque su significado es latino. El latn es el lenguaje
de la Iglesia Catlica Romana. Se puede repudiar la tradicin y
derribar la Iglesia, pero no se puede tener la tradicin y la Iglesia sin
su lengua. Y aunque el Concilio Vaticano II permiti la sustitucin
del latn por las lenguas vernculas all donde lo justificaran razones
pastorales, recomienda que se lo conserve. La fe catlica est tan
ntimamente unida a los dos mil aos de oracin en latn que cualquier
intento de vivir la vida catlica sin l; terminar erosionndola y,
finalmente, culminar en la apostasa, de la que hemos sido testigos
en estas ltimas dcadas de experiencias vernculas.
Debemos retornar a la fe de nuestros padres a travs de la
oracin que rezaban nuestros padres. El principal deber de los sacer
dotes es la recitacin diaria del Oficio; lo cual, ciertamente, pueden
hacerlo en latn. Los breviarios latinos para el nuevo rito existen y,
en el caso de los religiosos, la mayora de los monasterios y rdenes
tienen varios privilegios por los que la tradicin entera puede ser
conservada en su integridad. Y los sacerdotes seculares pueden
gozar tambin de estos privilegios a travs del simple y meritorio
trmite de convertirse en oblatos o unirse a las terceras rdenes.
Para los laicos, la participacin en algunas de las horas cannicas
que se rezan pblicamente en iglesias y oratorios es enfticamente
aconsejada y, donde esto no existe, puede ser respetuosamente
solicitado. Y, por supuesto, siempre esta la participacin de los
laicos en las devociones aprobadas por la Iglesia: el Oficio Parvo de la
Santsima Virgen, la Bendicin del Santsimo Sacramento, el ngelus,
el Va Crucis, las Cuarenta Horas y el Rosario, que constituyen una
obligacin de caridad en una poca donde la oracin, para todos sus
efectos prcticos, ha sido silenciada, como los orculos paganos
cuando naci Cristo. Ahora aquellos dioses han retornado:

94

Cuando una vasta imagen del Spiritiis Mundi

Inquiet mi vista: en algn lugar en las arenas del desierto
Una forma con cuerpo de len y cabeza de hombre,
Una mirada vaca y despiadada como el sol.
Mueve sus pausados muslos, mientras por doquier
Circundan las sombras de las indignadas aves del desierto.
En la famosa pintura El ngelus, de Millet, el cansado labrador,
luego de un buen da de trabajo, de pie y con su cabeza inclinada,
con el sombrero en mano y la esposa a su lado, escucha el taer de
las campanas, participa con su agotador trabajo en el campo en el
otro trabajo ms grande de gratitud que el sacerdote eleva a Dios
en la iglesia lejana. Antiguamente, los lmites de las parroquias
estaban determinados por la distancia a la que llegaba el sonido de
la campana, y muchas de las canciones infantiles traducen el amor
por ellas. En algunas parroquias suenan aun las campanas en el
momento de la Elevacin del Santsimo, luego de la consagracin
en la Santa Misa, a fin de que aquellos que estn trabajando, o los
enfermos en los hospitales, puedan hacer su comunin espiritual.
Las campanas son una bendicin sonando en crculos hasta las
montanas eternas.
Por supuesto, la ms simple y prctica restauracin de la
cultura cristiana ser la restauracin de los conventos y monasterios
contemplativos. Sin publicidad ni recaudaciones de grandes montos
de dinero, porque la gracia no se puede ver o escuchar por s misma y
es muy pobre. Solo una pobre casa con algunas vrgenes consagradas
totalmente a la vida de oracin podr revitalizar la vida espiritual
de una ciudad moribunda.
Para el resto de nosotros, laicos y sacerdotes de vida activa,
debemos incluir lo siguiente en nuestras agendas: alienten a los
jvenes -especialmente a las mujeres, ya que tiftnen mayor aptituda ser lo que Nuestro Seor dijo: Sed perfectos. Entre todas
95

las carreras que los jvenes pueden considerar y elegir, deben poner
la opcin por Dios en primer lugar y considerar la posibilidad del
llamado a la vida contemplativa. Y esto no es un opcin sino una
obligacin. Ello implica que deben haber libros que describan y
expliquen la vida de los monjes, y se deben organizar visitas y retiros
a los monasterios contemplativos que conserven la liturgia latina.
Los padres, sacerdotes y maestros que omitan este paso cometen un
pecado de anticoncepcin espiritual contra la prxima generacin.
Incluso los que estamos en la vida activa estamos llamados a
pagar el diezmo a la vida contemplativa. Los monjes y monjas de
clausura llevan esta vida en su grado ms alto, pero cada uno de
nosotros, en el puesto que le corresponde, debe pagar su deuda.
Hay tres grados de oracin: el primero, correspondiente a los
religiosos consagrados, es total. Ellos rezan permanentemente
siguiendo el consejo de Nuestro Seor. La totalidad de su vida es
el Oficio Divino, la Misa, la lectura espiritual, la oracin mental,
las devociones y un mnimo de trabajo necesario para mantener
la salud fsica. Rezan ocho horas, duermen ocho horas y dividen
las otras ocho horas entre el trabajo y la recreacin. El segundo
grado es la vida mixta de las rdenes activas y de los sacerdotes
seculares, quienes estn consagrados fundamentalmente a la
oracin. En este caso, rezan cuatro horas, duermen ocho, trabajan
ocho -predicacin, enseanza, atencin de los pobres y enfermosy tienen cuatro horas para la recreacin. El tercer grado es el de
aquellos que viven en matrimonio o son solteros, y ofrecen el
diezmo de su tiempo para la oracin -en torno a dos horas y media
por da- con ocho horas para el trabajo, ocho para dormir y las
cinco horas y media restantes para la recreacin con la familia.
Todos dirn al unsono: eso no es posible. Y esto es lo que
quiero decir cuando afirmo que la primera cosa que se dice de la

96

oracin es que no tenemos tiempo para ella. Pero la razn es porque

los sacerdotes no marcan el camino rezando ellos sus cuatro horas
diarias, y los monjes y monjas no hacen lo suyo manteniendo las
vigilias nocturnas. Todo laico debe su diezmo de tiempo dos horas
y media por da.
La primera cuestin que tenemos que tener en cuenta si
queremos rezar es prestar atencin al tiempo. A dnde se va el
tiempo? Se va en trabajos intiles y en tratar de llegar al trabajo
en medio del trfico de las ciudades. Y, mas tarde, tratando de
escapamos del trabajo con distracciones complicadas y costosas,
en las que desperdiciamos el tiempo en actividades improductivas
y destructivas. En cuanto al trabajo, recomiendo leer Lo pequeo
es hermoso y, si tienen a mano una buena librera o biblioteca,
lean las obras de los grandes cruzados de la generacin que nos
precedi: Hilaire Belloc, por ejemplo, cuyo librito La restauracin
de la propiedad es el principal escrito econmico y social del
catolicismo. Y tambin los libros de su amigo G. K. Chester
ton, que escribi ampliamente y bien, con ingenio y humor, sobre
la descentralizacin y la restauracin del orden social. En cuanto
a la diversin, que es una subdivisin del trabajo puesto que es
descanso del trabajo, si quieren cavar en el jardn y plantar flores y
verduras, llenarn la mesa, embellecern vuestras vidas, perdern
peso y ganaran fuerza fsica y espiritual, y tambin la suficiente
alegra para cancelar el viaje a las montanas y abandonar el
absurdo y daino exhibicionismo de salir a caminar o a correr. Si no
restauramos el orden en el trabajo y la diversin, por supuesto que
nunca tendremos tiempo para la oracin.
Si, como suger en el captulo anterior, encontrramos modos
de restaurar las pequeas comunidades o pueblitos, podramos
comprar e incluso trabajar en el mismo lugar por donde los nios
iran caminando al colegio; y las mujeres se quedaran en la casa
el tiempo se estirara, se hara ms flexible; nuestros nervios se
97

relajaran y las presiones serian menores. Debido a que nuestro

trabajo es desordenado, no hay tiempo para la oracin, y porque
no hay tiempo para la oracin nuestro trabajo es cada vez peor.
La oracin es el fin prximo de todo trabajo inmediato. Es el suelo
humilde, el humus de la naturaleza humana, regada por las lgrimas
de la contricin. El trabajo sin oracin est muerto. Oracin y
trabajo no son la misma cosa. No se puede usar una como sustituto
de la otra: eso conducira al activismo o al quietismo. El trabajo
necesita oracin, as como el cuero resquebrajado necesita aceite.
La oracin llena los poros del trabajo y lo hace flexible y til para
Dios.
Cualquiera que est atrapado en esos malos trabajos, como
son el negocio inmobiliario o la construccin para el Estado,
debe considerar de que manera diligente los ateos trabajaron,
con que imaginacin construyeron desarrollos inmobiliarios y
edificios pblicos para fomentar su religin. Mientras tanto, los
cristianos tenemos a nuestras espaldas los mejores y mas hermosos
desarrollos urbansticos de la historia en las pueblos catlicos de
Europa y somos incapaces de reproducirlos. Los visitamos,
tomamos fotografas, pero nunca soamos en que podramos vivir
en ellos, cuando, de hecho, es viable e incluso rentable construir
algo similar en los suburbios de Nueva York o de San Francisco,
publicitndolos como Altos de Cristo! Propongo que se considere
seriamente, incluso por aquellos que viven en los alrededores de
las grandes ciudades, restablecer los que alguna vez fueron
llamado ghettos catlicos. Para los jvenes o almas ms
aventureras existe la enorme y aun virgen tierra salvaje del norte
esperando por hombres santos. Hay, por supuesto, dificultades
peores que aquellas que los sitios salvajes tenan tiempo atrs, y
me refiero al Estado burocrtico, que al verse amenazado por el
ejercicio de la propia libertad religiosa los acosara con la necesidad
de permisos para la construccin, certificaciones de escolaridad
98

e impuestos. Los Amish, los Dunkards y otras sectas han luchado

contra todo esto mejor que nosotros y viven sus pobres religiones
mejor de lo que nosotros hemos vivido la nuestra.
Pero supongamos que hemos ordenado nuestras vidas materiales
para poder pagar el diezmo de la oracin, cmo lo hacemos? Existe
algn manual? Por supuesto, hay muchos. San Felipe Neri, cuando
alguno le peda consejo de lecturas, le deca: Lee cualquier cosa
de cualquier autor que tenga la palabra Santo antes de su nombre.
Tomen el santo que quieran. Todos dicen lo mismo con casi las
mismas palabras, y esto es lo que dicen: Primero, la oracin es
silencio. Sin duda alguna, todo lo que sea ruido, inquietud, gritos
y zapateos; todo lo que este acompaado de guitarras elctricas y
micrfonos, no es oracin. La viejecita que en una iglesia oscura
no deja de rezar, que no sabe nuestro nombre, nunca pregunta, a
veces sonre pero ms frecuentemente an solloza cerca de un cirio
encendido ante la Santsima Virgen o San Jos, o sus otros santos
amigos, el la sabe como rezar. Ella ha permanecido por mucho
tiempo en la celda del conocimiento de s y ha alcanzado tambin
el conocimiento de nosotros mismos. Ella nos conoce aunque
probablemente nunca sepa nuestros nombres, y reza por nosotros.
Los hombres se hacen ms cercanos a travs de la oracin silenciosa
que de otra manera. Se acercan unos a otros porque estn cerca
de Nuestro Padre del Cielo y porque el Reino de los Cielos esta
dentro del alma de cada uno. Y mientras ms nos acercamos al cielo
que est dentro de nosotros, ms nos acercamos al alma de los otros.
El ermitao en su celda, perdido en medio del desierto, dice su misa
privada con mas eficacia que los sacerdotes, obispos y el mismo Papa
en las grandes baslicas, porque esta mas concentrado en el Dios
solitario. Cuando Mara, solitaria en su pequea habitacin, dijo
Fiat mihi secundum verbum tuum, estuvo mas cerca y fue la mejor
amiga de todo el genero humano. Cuntos asistieron a la crucifixin?

99

Solamente cuatro, tres de los cuales se llamaban Mara. Como

descubri el profeta Elas, Dios no esta en el trueno sino en el
susurro de la brisa.
Aqu tienen el testimonio de un autor cuyo nombre comienza
con San: No se desanimen, hijas, por la cantidad de cosas
que tienen que tener en cuenta antes del Divino Viaje que es el
Camino Real al cielo. Santa Teresa habla de Camino Real, que
es la oracin. Si alguno les dice que es peligroso, tengan a esa
persona como su principal peligro y escapen de su compaa.
Noten que la santa dice: cualquiera que les diga que la oracin
es obsoleta y que es mejor que gasten su tiempo en actividades
sociales, no solamente esta equivocado sino que es su principal
peligro. Y habiendo dicho esto, Santa Teresa nos ensea cmo
rezar, exactamente como lo hizo Nuestro Seor, a travs del
Padrenuestro. Si aprendemos como rezar esta oracin tendremos
el secreto de toda oracin y estaremos al final del Camino Real en
presencia de Dios. Esto es lo que ella dice:
Padre nuestro que estas en los cielos.
Pensis que importa poco saber que cosa es cielo y adonde
se ha de buscar vuestro sacratsimo Padre? Pues yo os digo que
para entendimientos derramados que importa mucho, no solo
creer esto, sino procurarlo entender por experiencia. Porque es
una de las cosas que ata mucho el entendimiento y hace recoger
el alma.
[...] Pensis que importa poco para un alma derramada
entender esta verdad y ver que no ha menester para hablar con su
Padre Eterno ir al cielo, ni para regalarse con l, ni ha menester
hablar a voces? Por paso que hable, esta tan cerca que nos oir.
Ni ha menester alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y
mirarle dentro de s...
Este modo de rezar, aunque sea vocalmente, con mucha ms
brevedad se recoge el entendimiento [...] Llmase recogimiento,
100

porque recoge el alma todas las potencias y se entra dentro de s

con su Dios, [...] Las que de esta manera se pudieren encerrar en
este cielo pequeo de nuestra alma, adonde est el que le hizo, y la
tierra, y acostumbrar a no mirar ni estar adonde se distraigan estos
sentidos exteriores, [...] Reirnse de mi, por ventura, y dirn que
bien claro se esta esto, y tendrn razn; porque para mi fue oscuro
algn tiempo. Bien entenda que tena alma; mas lo que mereca
esta alma y quien estaba dentro de el la, si yo no me tapara los ojos
con las vanidades de la vida para verlo no lo entenda. Que, a mi
parecer, si como ahora entiendo que en este palacio pequeito
de mi alma cabe tan gran Rey, que no le dejara tantas veces solo,
alguna me estuviera con l, y ms procurara que no estuviera tan
sucia. Mas qu cosa de tanta admiracin, quien hinchiera mil
mundos y muy mucho ms con su grandeza, encerrarse en una cosa
tan pequea! A la verdad, como es Seor, consigo trae la libertad, y
como nos ama, hcese a nuestra medida.
No os pido ahora que pensis en l ni que saquis muchos
conceptos ni que hagis grandes y delicadas consideraciones con
vuestro entendimiento; no os pido ms de que le miris. Pues
quin os quita volver los ojos del alma, aunque sea de presto si
no podis ms, a este Seor? Pues podis mirar cosas muy feas,
y no podris mirar la cosa mas hermosa que se puede imaginar?
Pues nunca, hijas, quita vuestro Esposo los ojos de vosotras. Haos
sufrido mil cosas feas y abominaciones contra l y no ha bastado
para que os deje de mirar, es mucho que, quitados los ojos de estas
cosas exteriores, le miris algunas veces a l? Mirad que no esta
aguardando otra cosa, como dice a la esposa, sino que le miremos.
Si estis con trabajos o triste, miradle camino del huerto:
que afliccin tan grande llevaba en su alma, pues con ser el
mismo sufrimiento la dice y se queja de ella! O miradle atado a
la columna, lleno de dolores, todas sus carnes hechas pedazos
por lo mucho que os ama; tanto, padecer, perseguido de unos,
escupido de otros, negado de sus amigos, desamparado de ellos,
101

sin nadie que vuelva por l, helado de fro, puesto

en tanta soledad, que el uno con el otro os podis
consolar. O miradle cargado con la cruz, que aun no
le dejaban hartar de huelgo. Miraros ha l con unos
ojos tan hermosos y piadosos, llenos de lgrimas, y
olvidara sus dolores por consolar los vuestros, solo
porque os vayis vos con l a consolar y volvis, la
cabeza a mirarle.
Ranse de Santa Teresa si quieren por su simplicidad, Una
vieja estpida, y Doctora de la Iglesia Universal. Santa Teresa,
ruega por nosotros, para que podamos aprender cmo rezar del
modo en que nos enseaste! En Misa, en el rosario, lades, vsperas y
en la oracin privada, toda nuestra oracin se debe acercar a lo que
la santa dice: acompaar al Maestro en el Camino Real, el camino
verdadero y de Cristo Rey hacia la Cruz.
Algunos dicen que deberamos callar, por prudencia, algunas
afirmaciones difciles y duras de Nuestro Seor, pero l no las
call. Algunos dicen que, si hablamos de eso, la gente se desanima
y se aleja, diciendo que son cosas muy duras, pero lo mismo hicieron
con Nuestro Senior cuando l las deca. Consideran que hay que
alejarse de las cosas tristes y no agravarlas, y mantenerse ms bien
en las que son reconfortantes.
Sucede que yo tengo cierta vocacin de sembrador de
tristezas. Mi himno protestante favorito, ligeramente distinto
del modo en que se canta en las misas catlicas de hoy, es el que
comienza diciendo: Oscurece el lugar en que te encuentras,
porque creo que si bien la vida es divertida, no esta hecha para
la diversin. Hemos nublado la distincin entre ser alegres y ser
bienaventurados, confundiendo el fuerte y a veces amargo vino
catlico con el jugo de uva del protestantismo liberal. Cualquiera
que diga que Cristo os har felices es alguien que no ha seguido ni
intentado andar el Camino Real, y se ha mantenido muy alejado de
102

l, porque el Camino Real el camino de la Cruz. Hay menciones

explcitas de Nuestro Seor llorando en varas ocasiones, pero
en ninguna parte del Evangelio dice que el Seor haya redo o
siquiera sonredo. La Buena Noticia es como la buena muerte.
Esto no significa proponer una apariencia de santidad
hipcrita como la del jansenista Tartufo de la obra de Moliere,
que hace su aparicin llamando en voz alta a su sirviente de modo
tal que puedan orlo las seoras que estn en el saln, para que le
prepare la disciplina con la que se flagelaba. Por el contrario, el
sentido del humor es parte del sentido catlico. Humor viene de
humus, que es la raz de humano y de humanidad. Chaucer,
que ciertamente tena sentido del humor, y nunca nadie lo acuso
de ser triste, deca que debemos imitar la alegra, que debemos
fabricar el gozo, especialmente porque sabemos que esta vida
es un valle de lgrimas. Shakespeare, cualquiera que haya sido
su religin, acerca de lo cual no sabemos nada, tena el sentido
catlico que calibra el verdadero jbilo y la ms amarga de las
realidades.
Sopla, viento invernal,
pues dao nunca hars
como la ingratitud.
Tu diente es menos cruel,
porque nadie te ve,
por rudo que seas tu.
Eh, oh! Eh, oh, el verde del bosque!
Amor es ceguera; amigos, traiciones.
Eh, oh, el bosque!
Es vida y es goce.
Hiela, aire glacial,
pues no podrs cortar
como lo hace el olvido.
Puedes el agua herir,
103

mas no eres tan hostil

como el prfido amigo.
Eh, oh! Eh, oh, el verde del bosque!
Amor es ceguera; amigos, traiciones.
Eh, oh, el bosque!.
Es vida y es goce.
El jbilo catlico es decir ahora y en la hora de nuestra muerte,
Amn. Cuando en el momento de su muerte Santa Catalina exclamo
Sangre, sangre, podramos decir que experimento el gozo de la
unin perfecta de amor con Nuestro Seor, pero aterrorizo a todos
los que estaban en la habitacin pues se pareca muy poco a lo que
habitualmente llamamos felicidad.
Qu fue lo que quiso expresar Miguel ngel en su Piet? A
una fresca y placida Mara sosteniendo a su Hijo en sus brazos a
fin de besar sus heridas? Yo creo que no podramos mirarla si ella
posara sus ojos sobre nosotros con su ardiente mirada, sumergida
en lgrimas.
Las nias, en Navidad, exclaman: Miren la mueca bajo el
rbol; mis oraciones fueron escuchadas. Y ustedes dicen: S,
querida, Dios es bueno; El siempre escucha nuestras plegarias.
Pero interiormente se preguntan: Escucha realmente las
mas?. Las mas no las responde. No es as, acaso, cuando han
llegado a cierta edad? Y algunos alcanzan esa edad cuando son
cronolgicamente muy jvenes. Sea cuando sea, a cierta edad
espiritual se asienta una pena en nuestro interior, una tristeza,
una prdida, una ansiedad, y comenzamos a molestarnos con
todos esos cristianos felices gritando alegra y paz, porque no
hay ningn gozo y paz en absoluto para nosotros. Un da decimos,
silenciosamente, Seor, mis oraciones no han sido escuchadas.
Intent hacer lo que dice Santa Teresa. Te mir una y otra vez,
pero T no me miraste. Nadie me entiende, ni siquiera T. Estoy
solo. Y entonces l dice: Solo?. Y tu respondes: S, solo.
104

l dice: Ests abandonado por alguien?. S. Y responde:

Ahora tus oraciones han comenzado a ser respondidas por primera
vez. Has comenzado a ser como yo que gritaba en la Cruz las ms
amargas palabras hebreas que, si escucharas en el silencio de cada
misa, me escucharas gritar: Eli, Eli, lama sabachthani, Dios mo,
Dios mo, por qu me has abandonado?.
En el Santo Sacrificio de la Misa, Cristo mismo pronuncia
las palabras de la consagracin a travs del suicidio voluntario
de la propia personalidad del sacerdote. El sacerdote se convierte
en persona, el instrumento a travs del cual un sonido es
pronunciado, y Cristo, no el sacerdote, dice: Hoc est Corpus
meum. Y ese Cuerpo es elevado en silencio. El sonido de las
campanas acenta el silencio y su tair apaga el ruido del mundo.
Y luego dice: Hie est Calix Sanguinis mei. En el Huerto de los
Olivos oraba: Si es posible, que este cliz se aleje de mi sin que
yo lo beba. Pero ahora dice: Este es el Cliz de mi Sangre.
En la Consagracin, la Sangre de Cristo se hace presente en el
altar, separada de su Cuerpo, lo cual es la reconstruccin del
derramamiento de la Sangre en la crucifixin. La Sangre es
derramada bajo la apariencia de vino, y las campanas proclaman
solemnemente este acontecimiento al mundo que a veces escucha.
Este es el Misterio de la Fe.
Hay un serio error de traduccin en los folletines que circulan
en las iglesias de Estados Unidos en sustitucin de los misales. En
el texto oficial aprobado por las congregaciones vaticanas, la frase
Mysterium Fidei tiene un punto al final, indicando que estas palabras
se refieren a lo que acaba de ocurrir, el acto central de la Misa,
la consagracin del Cuerpo y Sangre de Cristo, renovando de un
modo incruento, bajo las apariencias de pan y vino, pero realmente
renovando el Sacrificio de la Cruz: este es el Misterio de la Fe. Y
en el texto latino hay un punto. Pero en los misalitos americanos
hay un guin, lo cual cambia completamente la referencia
105

y la dirige hacia las palabras que siguen, que hablan de la

Resurreccin y de la Segunda Venida, las cuales son consecuencia
signos del Misterio de la Fe. Sin ellos, como dice San Pablo,
nuestra fe seria vana, pero no son el Misterio mismo. El Misterio ha
sido siempre e infaliblemente tornado para expresar la renovacin
real del acto central en toda la historia del universo, desde que se dijo
el Fiat lux hasta la consumacin del mundo. Como dice San Pablo,
Nuestro Seor orden a los Apstoles hacer esto en mi memoria,
y no simplemente recordar. En ese momento de la Misa incluso los
ngeles detienen su canto, el silencio invade la corte de los cielos y
sobre la tierra se extienden las tinieblas hasta la hora nona.
Y he aqu, el velo del templo se rasgo en dos, de arriba
abajo, y la tierra tembl y las rocas se partieron.
Aunque no era catlica, Emily Dickinson fue una poetisa
cristiana con intuicin potica de la verdad de las cosas,
especialmente por el dolor. Ella lo conoca bien, y escribi sobre
el en un lenguaje extraordinariamente preciso:
Despus de un gran dolor, uno se hace formal.
Los Nervios se apoltronan, como Tumbas.
El Corazn ya tieso se pregunta
si fue l quien lo pudo soportar,
si fue Ayer o hace Siglos.
[...]
Es la Hora del Plomo.
Si se la sobrevive, es recordada
como quien soport Nieves glaciales.
Fro -al principio- luego Aturdimiento.
Despus dejarse ir.
106

Despus de un gran dolor, uno se hace formal. Un poema

siempre explica las cosas hacindolas menos claras, como una
gasa que cubre una herida. EI Santo Sacrificio de la Misa es el
acto ms formal del cual tengamos experiencia.
Hay otro sentimiento formal, exactamente el opuesto, el
de vergenza. San Gregorio Magno deca:
Hay hombres que escrutan las enseanzas
espirituales con aplicacin y perspicacia, pero que, en su
vida, tropiezan con aquello mismo que penetraron con su
inteligencia. Se apresuran por ensear lo que aprendieron,
no por la prctica sino por el estudio, y contradicen con
su conducta lo que ensean con sus palabras [...] Es por
esto que el Seor se lamenta a travs del profeta por su
despreciable conocimiento diciendo: Cuando bebiste el
agua mas clara, enturbiaste el resto con tus pies.
Mientras escriba este libro -y sospecho que le pasara lo mismo
a los que lo lean- se me presento con insistencia una pregunta:
Quin soy yo para ensear estas cosas?. Una vez escuche a
alguien que deca; Mdico, crate a ti mismo. Durante toda mi
vida he trabajado menos de lo que deba, y he rezado menos an.
E incluso en las pequeas cruces, como Macbeth despus de matar
al rey, me di cuenta de que Yo no podra decir Amen:
Ya es tarde. Tarde en mi vida y quizs en la tuya; es ms
tarde de lo que piensas, tarde en este cristiano siglo XX. Ser
muy difcil llevar a cabo siquiera el diez por ciento de la Agenda
Catlica: vivir y trabajar en un oficio honesto en un pueblo catlico,
reservar el diezmo del tiempo para la oracin y ofrecer todos
nuestros trabajos, oraciones, gozos y sufrimientos en sacrificio
al Seor. De hecho, es imposible. Pero tenemos la ayuda de su
Santsima Madre. Ya recomend el libro de E. F. Schumacher, Lo
107

pequeo es hermoso; el de Hilaire Belloc, La restauracin de la

propiedad, cit abundantemente los Dialogos de Santa Catalina
de Siena, y tambin el Camino de perfeccin de Santa Teresa.
Si leen esos libros, especialmente los escritos por los santos, no
habrn ledo este en vano.
Y si, a diferencia de mi, ustedes siempre hacen lo mejor en
su trabajo honesto, practican la oracin con constancia y aceptan
los desafos de la vida diaria con un corazn alegre, dicen los
santos que en la hora de la muerte las murallas de vuestra mansin
interior sbitamente sern como el cristal, y el blanco resplandor
de la presencia de Dios brillar a travs de ellas. Cuando asistan
a su propio funeral, los presentes dirn que las campanas taen
como cristales, sonando como risas de ngeles, y vern la
verdadera Piet, esa que ningn artista es capaz de pintar porque
nadie puede verla y seguir viviendo. Y si ustedes se parecen mas
a mi, y no han vivido una vida catlica como corresponda, quizs
renueven conmigo la resolucin de poner todas estas cosas en la
Agenda y en la prctica diaria, porque la alternativa, en el mejor
de los casos, es sufrir un dolor como no se ha visto nunca en la
tierra y, en el peor, la condenacin eterna. El dolor en la tierra,
que parece cernirse sobre nosotros como una plancha de acero,
es en realidad una fina lamina que atravesaremos en la muerte,
del mismo modo que Cristo atraves la pared de la casa donde
estaban reunidos los apstoles, sin abrir siquiera la puerta. O del
modo en que naci de Mara, dejndola virgen y perfectamente
intacta. All, aqu, ahora, justo al otro lado del muro visible de
las cosas, mas cercano a nosotros que nuestra propia respiracin,
en la verdadera Piet, Jess sostiene a su Madre en sus brazos. Y
enjuga para siempre las lgrimas de sus ojos. Y Ella, mirndolo,
sonre.
Esto no es un sueno; es la verdad. Y sabemos que es la verdad
porque l dijo que no era; y l no engaa y no se deja engaar. Si
practicamos un diez por ciento de la Agenda Catlica ahora, en
108

la hora de nuestra muerte, sostenidos por los brazos de Mara,

exclamaremos con Santa Catalina: Sangre, sangre, que es lo
mismo que decir, Amn, amn. Trabajo, oracin, sacrificio.
sta es la Agenda Catlica.
Santa Mara, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amn.

109