Profeta en Su Tierra - Armando Tejada Gómez
Profeta en Su Tierra - Armando Tejada Gómez
Profeta en Su Tierra - Armando Tejada Gómez
PROFETA
EN SU TIERRA
Diego
JUAREZ EDITOR
Buenos Aires
3.a Edicin
voca, los exalta para la gran empresa que slo podr cum
plirse en comn:
hay que juntar las ganas, organizar el grito
y despertar de pronto como un solo estallido
ya que el aislamiento y la dispersin decretan la conti
nuacin del drama colectivo:
digo que un hombre solo, slo es un hombre solo
y que no tengo tiempo de amparar solitarios.
La suya es una poesa tan viril como tierna, que res
pira por todos sus poros el gozo de vivir hasta cuando
dice las heridas de su gente o se incendia en la protesta.
Tambin la irona brota a menudo, sobradora, para mar
car los entuertos y ayudar a corregirlos, como en Ejecu
tivo j unior, La veleta y el viento, Rquien por la
modelo y otras de sus sintticas Tonadas para usar.
En definitiva, Tejada demuestra una vez ms, por
si hiciera falta, que se puede cantar opinando sin hacer
concesiones demaggicas, con esa graciosa perfeccin sin
la cual no hay obra artstica, con una calidad que deben
reconocer aun aquellos a los que duelen sus intencionados
latigazos. Y as, con sus 39 aos bien plantados, se ha
convertido por derecho propio en una de las ms altas
voces poticas de hoy.
Desde hace seis o siete aos, quem sus barcos: ha
tenido la audacia de dedicarse en forma exclusiva a la
poesa y paralelamente a su presentacin desde los escena
rios. El lo explica as: Siempre he credo que la poesa
es un gnero popular, y que hay que restituirle esa cuali
dad que tuvo en su origen. Por eso volv inseparable la
produccin potica de la actuacin pblica.
Juglar moderno, entonces, poeta caminador a lo largo
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y ancho del pas que, como seala en unas lineas que pre
ceden la Antologa de Juan, recorro interminable
mente por pasin y por oficio de andar diciendo la poesa,
devolvindosela al pueblo de cuya formidable aventura
me nutro.
Teje leguas hacia todos los rumbos de la Repblica,
va y viene por ciudades y pueblos incluyendo no po
cos lugares donde se ignora la poesa contempornea,
porque no ha llegado ni impresa. Un da recita ante
campesinos en un rancho remoto y otro en festivales
Folklricos, como los de Cosqun o Baradero, ante milla
res de personas. Es cierto que lo respalda su popularidad
como autor de zambas y otras canciones nativas: unos
cien poemas suyos llevan msica de Matis. Ariel Ram
rez, Tito Francia, Horacio Guarany, Csar Isella, Eduardo
Gmez director de Los Trovadores y otros. Eso
le permite establecer desde el principio una mayor co
municacin con su pblico. En Buenos Aires, los espec
tculos montados por l, con acompaamiento musical,
tuvieron clido eco, como Ah va Lucas Romero, pre
sentado en 1965 en el Nuevo Teatro con escenografa
de Carlos Alonso, o sus recitales en el Luna Park, en
teatros, peas, clubes, en veladas culturales.
Esta es una experiencia muy poco comn en nuestro
pas, donde no es nada frecuente la comunicacin di
recta entre poetas y masa popular. Cmo lo consigue
Tejada?. El contesta: Mir, eso depende de las condi
ciones en que das el recital. En las provincias, por ejem
plo, si tens la posibilidad de dar la poesa a la gente
como un hecho natural, la recepcin es inmediata, y tam
bin idntica a los grandes centros culturales. El nico
problema, en todo caso, es que no existe la costumbre
de asistir a espectculos de poesa.
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A Domingo, Gloriani t
y Paula,
que tienen toda una Patria
por delante.
DISCOGRAFA
SONOPOEMAS DEL HORIZONTE
Edit. Juglara, Buenos Aires, 1964.
TESTIMONIAL DEL NUEVO CANCIONERO"
Poemas y canciones con Oscar Matus, Edit. El Grillo-Ju
glara, Buenos Aires, 1965.
POEMAS Y CANCIONES EN DIRECCION DEL VIENTO
Poemas y canciones con Ramn Ayala, Edit. Estudio, Bue
nos Aires, 1965.
"CANTORAL DE MI PAIS AL SUR
Edit. Juglara, Buenos Aires, 1966.
"LOS OFICIOS DEL PEDRO CHANGA
Poemas y canciones con el conjunto popular folklrico Los
Trovadores. Edit. CBS COLUMBIA, Buenos Aires, 1967.
"POETA DE LA LEGUA
Sello Qualitn, Buenos Aires, 1970.
CANCIN CON TODOS
Poemas y canciones con Rosa Rodrguez Gerling, sello Trova,
Buenos Aires, 1971.
"LOS POEMAS QUE CANTAN EN COSQUIN
Con H. Lima Quintana, Manuel Castilla, A. Petrocelli, A.
Feovaro y otros, sello Azur, Buenos Aires, 1972
VIETNAM
Con Inda Ledesma y Hctor Alterio, sello Pincen, Buenos
Aires, 1972.
ESPECTACULOS
POEMAS Y CANCIONES DEL HORIZONTE
Con Mercedes Sosa, Oscar Matus y Tito Francia, Teatro
IFT, Buenos Aires, 1964. Teatro Universal, Montevideo,
Uruguay, 1964.
AHI VA LUCAS ROMERO
Con escenografa de Carlos Alonso y msica de Csar Espejo,
NUEVO TEATRO, Buenos Aires, 1965.
RESURRECCION Y CANTO DE LA COPLA
Con Csar Isella, Maran Faras Gmez y el conjunto folkl
rico popular
Los Nocheros de Anta, FOLKLORE 67,
Buenos Aires, 1967.
"LOS OFICIOS DEL PEDRO CHANGA
Cosqun 1968, Crdoba, con Los Trovadores.
AMERICA JOVEN
Con Csar Isella, Teatro El Crculo, Rosario, 1968.
INFORME CANTADO DEL NUEVO CANCIONERO
Con Csar Isella y Los Trovadores, Teatro Oden, Buenos
Aires, 1972.
AMERICA A DOS VOCES
Con Csar Isella y escenografa de Carlos Alonso, Teatro
I.F.T., Buenos Aires, 1972.
ESCRITURA EN LA SANGRE
Ando con el sol lejos y de paloma herida, en tanto el
da nufrago transcurre en la memoria, golpeado por las
cosas que mueren despacito detrs de las palabras y de
muelen las ganas y juntan soledad a manos llenas.
Un aire de sudeste humedece el silencio, pasa y no
vuelve, cruza violando las ventanas y agita las polleras de
las oficinistas por ausencia de flor sobre los muros y en
los fros despachos donde la muerte suma discretos memo
rndums, facturas, porcentajes, nmeros temporales como
cualquier olvido.
As, con un regazo de luz a medio luto, camino, recons
truyo el cereal del tiempo, uno por sus mitades la maana
y el ro, para que tenga el cielo su debido horizonte y los
nios no caigan al sueo sin paisaje.
He asumido este oficio sin darme cuenta: soy el que
desentierra las cosas perdurables. Y es que la ciudad olvida
que necesita un duende que ordene la alegra y suelte
las abejas y mire, todo un siglo, la antigedad del pjaro.
(Han omitido al grillo en medio del tumulto. La sole
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TEJADA
GOMEZ
PACHAMAMA
1953/1955
PACHAMAMA
(fragmento C anto I)
Estaba.
Era anterior.
Como fuego y no slo como fuego.
Eran caparazones andando para fsiles,
fmur como camino,
costillas como abrazos,
esternn donde estaba el temor como un hueso,
tal vez un clamor ciego,
un alarido solo,
tal vez,
primera carne animal y pesada,
sobre lo que ya estaba anterior,
bruscamente:
desde cuando la tierra se ensanchaba, girando
por entre torsos gneos,
con triunfos de volcanes, crteres, cordilleras
violentas como espaldas.
Tal vez ya preguntando por la hierba y el agua.
Estaba.
Era anterior.
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PAMPA Y ZONDA
(fragmento Canto II)
Despus, desolaciones.
Despus, extremidades.
Un mapa de jarillas inmerso all en el alba.
La pregunta de lejos...
La gran pregunta alzada.
Por aqu anduvo el alma su trecho
y su distancia.
Venan norte ardido.
Venan sur helado.
Con senos, genitales,
con los hijos colgando,
sin tiempo de la risa,
sin tiempo del cacharro:
la sed por donde muerte y estupor arrastrado.
Hablo mi viejo nio.
El buscador del agua.
Indigesto en quirquinchos, races, alimaas:
un cierto hambriento nio por donde vida, andando.
Entonces monte enano.
La tierra que sudaba la famlica espina,
la raqutica planta.
Eran desolaciones: abismos de la Pampa.
LA MONTAA
(fragmento C anto III)
Decbito montaa.
Aleacin de siglos en las venas dormidas,
la arcilla,
los metales,
el corazn de roca,
la garra del chaar como un ojo de espinas
buscando la raz genital de la atmsfera.
Del herido costado, rojo torrente quieto.
Claveles, sus pestaas,
y la flor desolada,
esquivan por la sombra las cuchillas del viento,
la voz sur del planeta,
silbando sus pulmones de tempestad y nieve.
El pedregal lo sabe,
lo sabe hasta la cima,
hasta su dedo oscuro hurgador de las nubes,
hasta el perfil del mundo,
hasta la crin de piedra fatal,
final de hielo.
Hasta la ruta azul y el vuelo de la estrella.
34
Perenne original.
Campana de cavernas,
interrumpiendo el cielo con tus senos de piedra.
Toda tu piel de nieves,
tus venas cristalinas,
me suman,
me violentan,
cierta pregunta dura,
cierta cosa concreta,
total,
establecida
como una anatoma de mi raz y el tiempo,
hundida en precipicios, alzada en tu osamenta.
Liberada del ao que me corre la sangre
y me encoge los huesos,
te duermes con tu lomo falaz,
intransitable,
lanzndome el bostezo de tu peso callado,
de tu crculo ptreo.
Neutral de mi carne,
el latido y el sueo,
te quedas por tus cspides
con el rigor encima,
con el rigor adentro.
Tus lavas engarzadas,
tus hombros permanentes,
tu risa mineral,
tu corazn de vientos,
tus crteres fantasmas,
tus eruptos de Zonda,
tu muslo inexpugnable,
tus arterias de peces,
36
me dejan en la vida,
corriendo por mi plazo,
por mi instante de voz,
por mi hora candente.
Librado a la ceniza, al jugo y a la espuma,
con la oscura sentencia de crecer hasta el muerto
que modelo,
retoco,
bosquejo y alimento,
Me he perdido en tu noche,
vecina de la luna,
tenaz en el esfuerzo de huir de mi garganta,
integrarme desnudo en tu lengua silente
y estirarme en el vrtigo de la nieve y el agua.
Cada latido nuevo se me va de la vida.
Y con cada palabra se me va una palabra.
Tengo una loca angustia de quedarme en los dientes,
correr,
juntar la vida,
apresar el oxgeno
y quedarme,
crecer,
por las races y arbustos,
contra toda tu piedra,
contra todo tu hielo,
contra tu pecho,
contra toda tu espalda,
irregular,
desnudo:
como una mano mltiple de races y sangre
sacudiendo tus hombros de vaco y campanas,
circular,
extendida,
aferrada.
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EL AGUA
(fragmento Canto IV)
41
Ahora reclamando.
Con la salud de tierra
cultivo la protesta
por la risa y la vida,
por un canto de auroras
que se abra hasta en las piedras.
Vengo por mi muchacho, callado,
color tierra.
Vengo desde una altura, desde un fondo,
una fuerza,
vertical,
permanente,
a preguntar los rostros,
a preguntar la ausencia.
Quiero alzarlo conmigo,
proyectarlo en la siembra;
quiero arrojarlo al mundo
como una carcajada que nunca se rompiera.
Quiero ponerle el rostro sobre luz,
sobre espigas,
sobre los engranajes,
las matanzas,
las ferias.
Hurgo por las ciudades, deshago la herramienta,
diluyo los papeles,
los nmeros,
la encuesta.
Por todo el mundo muerto.
Final como una hoguera.
Deshojado en el hambre.
Inerte en la tormenta.
Pregunto por su sombra,
adnde se lamenta.
43
Ahora reclamando
vengo por mi muchacho
que anduvo por el germen,
que descubri la tierra.
No tengo voz en splica.
Transpiro los clamores.
Reclamo la sonrisa que ahogan indefensa.
Mi madre ha denunciado
el reguero y la huella
y estoy recuperado del castigo y la ofensa
de pie,
en el torbellino de mi salud violenta.
Vertical,
desprendido:
por un canto total con sus plurales fuerzas.
Muchacho de los pmulos,
por hacerte de nuevo,
sacudira toda la euforia de la quena,
invocara tierra.
amasara estrellas.
Por dnde,
por qu rostro,
por qu plegaria hueca
anda tu piel perdida,
tu epidermis de orgenes,
tu sangre indescubierta.
No me nombren las razas.
Pregunto por el hombre que se qued en la muerte.
Adonde los progresos,
las civilizaciones,
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tu salud de la muerte,
tu alegra del grito,
el amor por tu carne,
la risa de estar vivo
diseminando nios:
con un juego de lunas,
la uva y un barquito,
que se pierde en la acequia
jugando a infinito.
Estar.
Permanecer.
Vertical.
Estar para el amor, simplemente,
creando
el camino del hombre que estamos aguardando.
Me pierdo por los besos,
la cancin,
los abrazos:
las brjulas brillantes, universales,
blancas.
Llamo desde mis hombros las grandes resonancias
con un vaso de vida chorrendome las manos.
Nunca ms de rodillas,
nunca ms a pedazos,
nunca ms a la muerte
sin haber respirado.
Nunca ms como topos,
nunca ms acosados.
El hombre por s mismo
hasta l mismo lanzado,
hasta su envergadura,
hasta el hombre soado.
Nunca ms a las armas,
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nunca ms el soldado.
Proyectarse hasta el otro,
hasta el mejor logrado.
Bscate por tu rostro,
lvate con mi canto.
Estoy en la esperanza.
Despertars conmigo.
Con un pan y una estrella,
alumbrando los siglos.
TONADAS DE LA PIEL
1956
EXISTENCIA DE LA ARENA
55
58
RESURRECCIN DE LA CENIZA
SAL TERRESTRE
De pronto rudo prpado, lagrimal sin caricias,
fbula del salitre levantado a colmillos,
de un hosco cancionero dormido bajo el viento
y un agrio grito de agua detenido en la muerte
donde la espina cobra su nacimiento entero.
La arena se nos viene de una greda maciza,
de un roce de intemperies, de silencios completos,
se nos cae de piedra como una lluvia slida,
planetaria y desnuda soledad de la muerte,
soledad con las fauces partidas en el agua
donde tus vidrios ciegos amarran el silencio.
Una lengua lejana te levanta en la arteria,
sonora entre la sangre, ciego mito de siembra:
vestigio que llevabas por un solo camino
donde el polvo rescata su agona de ausencia.
La sed quema, nos quema tu niez de ceniza,
tu terrestre memoria sin msica, tu ritmo
atado a la distancia con un trnsito viejo
de soledad callando tu soledad entre vrtigos.
Esto de venir hondo, de traer un subsuelo
de astrologa y yodo, navegando la piedra,
hoscamente en el fondo, en lo sordo sin tregua,
en una muda tumba puesta a sorber el clima,
62
HUESO FUNDAMENTAL
68
ANTOLOGIA DE JUAN
1958
COPLERA DE JUAN
72
ANTIGUO LABRADOR
Yo s, seor,
yo he visto la noche sobre el campo,
su condicin de estrella, su silencio pesado
y digo que no es cierto que puedan alquilarla,
que le alambren el torso, que le vendan la espalda,
porque la tierra entera pertenece a la noche,
al universo entero, al sudor de la azada
que mueve la fatiga campesina del mundo,
la voluntad labriega como una enorme pala.
Pertenece al que sabe
celebrar la alegra de ver crecer las plantas,
al cmplice del sol, al sembrador callado
que pone la semilla como un semen dichoso
y espera, lentamente, el milagro del agua.
Porque sin esta frente,
sin este rudo brazo,
sin el tiempo a destajo de gastarnos las manos,
quin dar testimonio de la vida en la tierra,
quin ha de prepararnos la primavera, el vino,
el fermento gredoso de donde viene el canto.
Por eso yo pregunto, seor: cundo es el da,
a qu hora, justamente, vamos a rescatarla,
qu hombres vendrn conmigo,
qu cancin cantaremos,
qu flores sembraremos dnde est la alambrada?
Digo que este mensaje debe saberlo Amrica,
que no slo nosotros,
que cada uno lo sepa,
porque hay un continente de tierra sometida,
gordos concesionarios,
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carbn comprometido,
hay zonas donde el hambre tutea la agona
y esclavitud de estao
y cobre de miseria,
hay trigo condenado a los precios siniestros,
petrleo al que amenazan su primavera negra,
naranjas exportadas con todo el sol a cuestas,
hay nios que no encuentran al hombre,
caen antes,
se van, sonrisa abajo, muerte abajo,
se pierden entre lo destructivo que cae y se disgrega.
Que no slo nosotros.
Que cada uno lo sepa.
Golpeo esta guitarra elemental: Amrica,
hasta cavarle al medio un pozo de sonido,
hasta ponerle adentro una zamba furiosa,
mi percusin de sangre, seor, este latido
tan pariente del aire,
tan sol,
tan repartido
entre una antigua msica de azcar en nosotros,
para que desde el hombre continental subamos,
almbar solitario, familia amanecida,
a empujar la esperanza pobrecita,
mestiza,
a desatar las manos de Amrica nativa,
La tierra estaba de antes, seor.
Iban los ros,
luz con la lengua hmeda,
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MUCHACHA
Recurdame esta noche y nmbrame en tu idioma,
amor mo, muchacha, territorio de pjaros,
nmbrame en las ciudades donde trepas los trenes
con la amapola herida de tu vestido diario.
No conozco tu nombre, pequeito y apenas,
tu mnimo poema de una sola palabra,
pero voy pronuncindote cuando digo esperemos
o cuando me transitas hacia dentro del alma,
porque s que tus rostros tienen un mismo rostro
y tu sonrisa un aire de ptalo del aire,
conozco, s tu modo de salvamos la vida,
vencedora inmutable, con un nio en la sangre.
Yo te he visto muchacha plural, en las ciudades,
gastndote la magia con la prisa del alba.
Las oficinas pblicas, pblicamente ridas,
la tienda estrepitosa, la planilla a mansalva,
esas fbricas rojas de devorar, el sueldo,
lamentables rutinas de alquilarte hasta el sbado
y t, tu nuca tibia, trizada luz, flor plida,
resistes esa estrecha disposicin de enanos
apoyada en tus sueos como en una ventana.
Y el moscardn horario zumbndote el absurdo
para matarte adentro la condicin de pjaro.
78
Para cundo...
Para cundo.
Ayer mismo plant un rbol.
Mi hermano ajust una tuerca.
Para cundo.
Tengo la casa pensada
Y una muchacha esperando,
para cundo...
. . . ya he cortado la madera
para la mesa ms grande
y nunca crece el jornal
aunque la vida haga bulla.
Para cundo...!
Tanto que quiero a los nios
y la muchacha esperando. . .
Para cundo!
80
Nosotros lo llamamos
el borrador del pueblo.
Lo entrecruzan los viva!,
los abajo!, los muera!,
pero en verdad soamos
la paz y los jardines.
Manos como estas manos,
un tesn de vecinos
lo ha ido levantando
ladrillo por ladrillo,
como quien le pusiera
perfil al horizonte,
flechas, cuyo trayecto
nos custodia el camino,
con esa ortografa de esperanza
llamndonos,
denunciando que hay alguien
que no lleg a destino,
que ha cado escribiendo
su biografa, a mano,
para que nuestros ojos
se la pasen en limpio.
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85
mi
y multitud de nios
que crecen en la calle.
A esta hora, exactamente,
hay un nio creciendo.
Yo lo veo apretando su corazn pequeo,
mirndonos a todos con sus ojos de fbula,
viene, sube hacia el hombre acumulando cosas,
un relmpago trunco le cruza la mirada,
porque nadie protege esa vida que crece
y el amor se ha perdido
como un nio en la calle. . .
89
5
Ms bien es largo el camino
El sol le ha metido un tajo.
Esta maana tena
fresco roco al costado.
Le parpadeaba la luz
sobre el pecho de los lamos.
Madrugu pero fue intil,
madrugu y al fin de nada
me ha servido la maana,
ahora vuelvo y el da
ya no me sirve de nada.
Es fiero tener el da
de sobra, como la barba.
Esta maana lo anduve
silbadito y con ms ganas.
Ahora vuelvo con las mismas,
con las mismas y cansado.
Puta que es largo el camino
sin silbido y sin trabajo!
90
PETRLEO Y POESA
Abajo
una colmena de inocentes metales
elabora lo hondo,
duros crepuscularios,
al centro cardinal del sexo de la tierra
la noche geolgica pasa rompiendo mrgenes
de mineral desnudo, de hierros desllorados,
pasa con un tumulto de espesa sangre oscura
desmantelando el trrido silencio planetario:
le bulle la colmena a mi pas
debajo,
donde yace el petrleo como un ro enterrado.
Ya s que arriba taen el caballo y la lluvia,
que giran los pulmones de la luz y que el aire
se ahoga de horizonte circular y paisaje,
ya s que arriba habito a la altura del da,
que la tarde se quema de primavera y luna
con un chisporroteo de cenizas totales,
s, pero aqu me hundo, bajo y siento las manos
descender las races hacia el padre del rbol,
hacia una muchedumbre de slidos aromas
donde baten su ltigo el fuego y los volcanes.
91
97
99
Estamos prisioneros,
carcelero:
yo de estos torpes barrotes,
t del miedo.
Adnde vas que no vienes
conmigo, a empujar la puerta?
No hay campanario que suene
como el ro de all afuera.
Como el que se prende fuego
andan los presos del miedo:
de nada vale que corran. . .
El incendio va con ellos!
No hay quin le alquile la suerte
al dueo de los candados:
muri con un ojo abierto
y nadie pudo cerrarlo!
No s, no recuerdo bien
qu quera el carcelero. . .
. . . creo que una copla ma
para aguantarse el silencio!
100
MUCHACHO DE SEPTIEMBRE
no
105
PEATON, DIGA NO
Salir, el viento arriba, cualquier maana de estas
al da trepidante, izando la paciencia,
insistiendo en los sueos que no se dan y huyen
locamente delante de nuestra suerte perra;
salir, ya mal herido por los informativos
y con el diario en llamas por la chispa de Amrica
corriendo hacia lo de uno urgentemente solo,
es un fulero asunto, una ronca vergenza
escondida en el fondo del manso portafolios,
esa tonta mochila del peatn sin tregua.
Yo peatn, me digo con el pecho golpeado
por las humillaciones sucesivas del da,
digo que yo me digo: hay que hacer algo, viejo,
antes que venga el cncer y te deje en la va;
hay que hacer algo pronto y aqu, sin ir ms lejos,
hacer, no se qu cornos, empezar la podrida,
porque yo ya no llego ni con la lengua afuera
si no empiezo esta cosa de enderezar la vida,
aqu y ahora mismo!, digo, sin dar ms vueltas,
asumiendo la bronca feroz de cada da.
Qu hacer? Qu hacer, hermano, debajo de la lluvia?
Debajo del cemento, donde un perro agoniza?
Debajo del gobierno, inerme y ciudadano,
yugando bajo el peso de sus grandes mentiras?
108
110
EL BARCO
vamos remando,
abajo vamos remando!
Guitarra, Patria, Bandera,
luna, ro, sueo y cielo,
navio del alto viento,
dulce rosa navegando,
hay dos modos de saberte
mientras tanto:
arriba como un olvido,
como una memoria, abajo,
Porque arriba te trafican
y abajo vamos remando,
remando,
vamos remando,
nosotros vamos remando,
mientras tanto.
Y sin embargo es tan simple!
Es tan claro sin embargo!
Hay que hacerse del timn.
Cambiar el rumbo de manos.
Subir de pronto a cubierta
y con este mismo oficio
unitario que remamos
poner las cosas en orden,
limpiar el viento
limpiarnos
de los que vienen arriba
traficando y vomitando.
Y entonces,
proa a los sueos!
Amrica est esperando!
114
LUZ DE ENTONCES
1963
PRIMERA SOLEDAD
Hoy mi madre no me quiso.
La he rondado horas enteras
pero nada, no me quiso
ni me ha pegado siquiera.
Salgo a morir al baldo
volteando todas las puertas.
Arde el sol en el silencio
amarillo de la siesta.
Ni gatos ni vigilantes.
Slo la calle desierta.
Cmo me voy a morir
sin que mi madre me vea?
122
NOCION DE SEPTIEMBRE
Entonces yo era un nio
y mi pas un tbano.
La flor fund septiembre
y el da apareci
vestido de muchacha.
Toda la luz creca.
La vimos imponerse
ceida por la inmvil
ternura de los lamos.
Rodeado del aroma
seminal de la tierra,
qued tenso, esperando
que sucediera algo. . .
Pero, no. Slo el agua,
la acequia campanera
taendo sobre el lomo
encelado del aire.
Era la primavera.
Volva del milagro.
126
127
Por el cero se ve
adentro del espacio,
por el 8 a lo ancho
y desde el 9, claro.
El 7 es reverente, el 1
solitario,
el 4 hace equilibrios
y el 5 est sentado.
El viento parte el 3,
le rompe el cntaro
slo para que pase
ese cisne del 2
ceido y raudo.
El 6, hecho un ovillo,
los mira desde abajo.
130
EL APRENDIZ DE BRUJO
132
EL ESPEJO EN LA ACEQUIA
Ella tena un sueo de blusas para el sbado
y yo no lo saba.
Me deben ese sueo. Yo tambin se lo debo.
Con la fatiga al hombro, cruzbamos la via.
Ella tena un sueo de pollera estampada,
pero yo no saba.
Andbamos ganando uno que otro centavo:
cierto pan necesario que mi madre parta.
Etelvina Tejada, nos deben ese sueo,
ese trecho de insomnio clavado en nuestra vida.
La andaba atravesando toda la adolescencia
y yo no lo saba.
Tena un modo raro de mirarse en la ecequia,
pero yo qu saba?
133
EL TABANO
HISTORIA DE TU AUSENCIA
1957
HISTORIA DE TU AUSENCIA
1
2
Si ahora digo amor tal vez no diga
que la ausencia me mira del fondo de tus ojos,
que aqu estuvimos juntos,
que fue hermoso
y que el sol conoca tu perfil de memoria.
Tal vez sea imposible que alguien sepa lo claro,
lo luz que fue llevarte de la mano pequea
como a un tallo mecido por un viento de msica
hacia los territorios donde aguarda el silencio.
Y ya que ests distante,
qu pensarn los rboles,
qu dirn las canciones,
142
No s,
nunca recuerdo tanta distancia,
tanta
cancin que no he cantado cuando auduvimos juntos.
Me dolera m ucho no haberte dicho todo
lo que llevo en la boca casi como otra risa.
Amor,
yo vine de un puado rojo,
de maltratada gente que conoces
porque ya te mostr cmo sonren,
cmo esperan a diario
y me construyen
este arduo diapasn, estos dos flancos
de avanzar y crecer y de construirnos.
Vengo de conocerlos en lo oscuro,
en cada frustracin llena de estragos,
en donde un da concibi mi padre
su memoria de vuelta en mi guitarra
cuando yo no era ms que su fatiga,
apenas su pupila,
apenas aire
y l juntaba las voces andariegas,
iba entre sus amigos relatndome,
sondome cuando deca: espero
o cuando sin decirlo me esperaba.
Y las calles lo saben,
he subido
muy lentamente hasta mi rostro,
saben
que esta palabra de sufrir tu nombre
ha sido repetida por mis pasos;
que no me pertenece sino el rumbo
y acaso la alegra de tus manos,
146
T no te vas de m.
Ahora quedas
incorporada a mi silencio diario.
Toda vez que me mire la alegra
subir tu presencia hasta mis labios:
definitivamente mi sonrisa
te traer a la luz desde mi sangre.
Tal vez le diga a alguien que has estado
no s qu tiempo,
nunca sabr cunto
junto a mis soledades tumultuosas
llenndome de coplas la guitarra.
Si alguien te preguntara cmo entiendo
la vida y el amor, has de decirle
que no creo en la muerte,
que hace mucho
sal a besar la frente de los nios.
148
ADOLESCENTE DESOCUPADO
en tu paso al destino:
nunca me dices tanto.
Al ao vengo ahora con tu plazo y mi plazo.
Digo amor y me ahoga el pesado arco iris
de tu abrazo y mi abrazo.
Al ao llego, vengo,
ahora, aqu, hasta cundo,
tan cierto como un toro, una piedra o un rbol.
Llanto. Recuerdo el da.
El amor esperando.
Trenes. Recuerdo el viaje.
Sueos de abeja y tbano.
No tengo otro silencio que el recuerdo y el ao.
Despus como en hollines,
como un dolor crecido a espaldas de mi espalda.
Despus no me recuerdo,
siempre desconocido.
no recuerdo la niebla ni el corazn de escarcha.
Otra calle me urga con una luna rota
y una virgen de lata.
La vida sola,
ma,
Insomne como el agua.
150
LA BARCA
A imagen de m,
a semejanza
de cunto y tanto sueo desvelado,
te vi llegar,
atravesar la ausencia
con la proa lunada de tu barca.
Y a imagen de ti,
a semejanza
de un antiguo profeta destinado,
sal a nombrarte nios,
a fundarte,
a ser tu territorio y tu habitante.
Pongo una historia aqu,
fecho tu arribo,
inauguro en tu voz mi calendario:
t has de explicarme el alba cuando llegue
rodeada del rito de los pjaros.
Destino tu lugar.
Este es el sitio
donde fui diariamente solitario.
Siembro una estrella aqu para (que crezca
su luz enamorada por tu sangre.
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155
LOS COMPADRES
DEL HORIZONTE
1960
Materia paternal,
siempre amanece
pisando en lo robusto de la sangre.
Su estatura rotunda se sostiene
en la sombra floral de la maana.
De una orilla a otra de la vida,
sujetando el origen por sus mrgenes,
entra a lo geogrfico del da
la filiacin terrestre del compadre.
l siempre estuvo aqu. Sobre esta tierra
su boca ha sido nufrago y testigo.
Por donde fuera el viento iba su rostro
buscando semillar y hacerse sitio.
l siempre estuvo aqu. Tuvo sus hembras,
sus. parientes de luto, sus vecinos.
La costumbre rural de su alegra
anda diseminada por el vino.
Yo lo s amanecer cuando amanezco
claro, puro pas, pueblo, heredero
y l pasa ante mis ojos por la tarde
como una hechura regional del tiempo.
160
164
166
EL PORFIAO
porfiadamente, El Porfiao.
Se le ha ledo la ley
y no ha contestado nada.
No firma. Su dedo al pie
es una hermtica mancha.
Retrato de perfil, de contravida,
de trasluz, de mirarlo y que se diga:
Vasele madera, barro vivo,
fundamentado cobre en la garganta.
Le cae un horizonte pensativo
por la soledad pura de los labios.
Vasele el roco, la manera,
el modo de hacer sombra en el paisaje.
Agua, sol esencial, nutrida atmsfera
le amasan la existencia con el aire.
Est para durar. Lo sabe el polen.
La estrellera estatura de los rboles.
Cuerpo de dura luz, mentn de piedra,
el silencio animal lo desampara.
Slo el viento le suelta la inocencia
cuando lo vuelve arena en la distancia.
Vasele esperar. Testimoniarse
en la geografa de su sangre.
Un retrato de espaldas lo termina,
lo pone a flor de piel y lo proclama:
Atrs lleva el amor, el fundamento,
la estrella paternal, la raz clara.
Nadie lo ha visto aqu donde quisiera,
donde pudiera ser, donde quin sabe.
El lo sabe decir, nadie lo ha visto
nadie ha entrado a su sombra a regresarlo,
a traerlo de all donde sus sueos
son una fuerza dulce, enamorada
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175
Amaneci de papel.
La tos cavando en la pena.
La encontr el amanecer
empozada en las ojeras.
Vez que chumban al Porfiao
le sale de la pobreza
un duende de rebelda
y un pariente de violencia.
Y la Juana se lo ha visto
cuando el vino lo libera:
macho de sangre en el grito
con la risa de bandera:
a un paso de la ternura,
El Porfiao se acerca y pega
y ella rueda, llanto y furia,
manejada por la tierra.
Pero es un llanto distinto.
Es una lgrima fresca.
Cosas de hombre y de mujer
gastados por la miseria.
Pero este llanto es de miedo.
Es una lgrima nueva.
Gota que colma los ojos
desde un ro de impotencia.
Cuando vio que lo llevaban
por no agachar la cabeza,
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MANIFIESTO
DEL HORIZONTE
2
A esta hora del rbol,
el agua que lo nutre despliega su bandera,
enarbola su cauce, pone un ro en el viento
y le cie las hojas con su ndole verde.
A esta hora del mundo,
la noche lleva el cntaro trizado por los gallos,
va juntando las sombras que caen de los pinos,
apenas tiene tiempo de saltar al espacio
y ya se trepa el da por la luz con los prpados
hmedos de roco.
A esta hora del hombre
la maana lo empua tiernamente de nuevo
y rumorosamente le levanta los brazos,
las antiguas palancas de construir el tiempo.
Todo va a repetirse:
con la boca en su sitio las canciones comienzan,
los cantores salieron a buscar las guitarras,
las guitarras volvieron a buscar el origen,
los hombres se restriegan el sol en las pestaas,
los nios han soado su necesario sueo,
los caballos galopan su cantidad de msica,
las mujeres despiertan con la vida en el medio.
Nadie duda a esta hora:
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3
El compadre, ya Juan, se empina y dice:
Patria, amor mo, quiero juntar todas las ganas,
todo el guitarrero donde tu pueblo canta
para que, copla a copla, nos vayamos sabiendo
el tamao, la furia, la herencia solidaria;
ese modo de sernos uno al otro, camino
o ro tumultuoso o historia castigada,
mientras que a golpe vivo de miseria aprendemos
que hay que empuarse el rumbo sin pleitos ni abogados,
porque siempre nos joden, siempre nos joden, patria,
siempre los comedidos nos llevan a otra parte
y basta! ya est basta! terminmosla, patria!
y juntemos a todos en una misma gana
para voltear el odio, el miedo, la miseria
y avanzar con el rostro nacional por el alba.
Digo que un hombre solo, slo es un hombre, digo
que tiene su misterio el hombre solitario,
pero ya estoy cansado del misterio gratuito,
de la soledad pura y el silencio importante;
ya no quepo en la luna de tanto andar las noches
tutendome con todos los duendes de la calle;
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203
EL VERDE CORAJE
Si le dieran un palmo,
un territorio suyo,
si l pudiera ganarle al jornal rengo y magro
el tranco necesario,
digamos media legua,
si le fuera posible,
si le dieran el trecho de la sombra de un rbol
si de pronto los amos lo amaran y quisieran
si quisieran dejarse de incubar la violencia,
si no lo acorralaran
contra la piel rada de su piel de miseria;
si l pudiera moverse a partir del lucero
y penetrar al da con los ojos abiertos,
qu flor,
qu tallo dulce crecera en el aire,
qu paz,
qu vida enorme vendra de la tierra!
Subira gozando ese aroma que digo,
ese florecimiento que cunde en la madera
la madre numerosa que viene por el agua
pariendo en cada clima su infinita paciencia.
Si l pudiera ganarse el tranco necesario,
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208
LOS PROFETAS
En el vino coral de los boliches
se dijo y se redijo como un salmo violento:
algn da esa luna
esa noche que roe los huesos del silencio
ese macho entrecejas que anda juntando gritos
adentro del coplero
va a salir empujando las brujas y las puertas
mojado de milagro
caliente y estupendo
va a salir
va a dejarse de gastar la alegra de su sangre tremenda
y alto de noche y luna
todo de esa materia
va a amanecerse andando las leguas del roco
con la bolsa de pjaros al hombro de los sueos
saldr Lucas Romero!
algn da esa luna!
ese Lucas Romero!
El,
tan mapa,
tan hombre,
tan oliendo a madera,
justamente este prjimo que se explica en su sitio
por la ndole viva de su sombra en la tierra,
209
tropezando en el perro,
a carcajadas,
bebindose los ojos de los hijos,
sintindolos crecer entre
los brazos,
como sucede siempre a esta hora
que el medioda huele a su naranja.
Qu nacional su voz!
qu idioma hermoso suena en su nombre
cuando llega y llama y dice traeme agua y ella corre
con el roco que guard en la jarra,
el agua maanera,
la del da,
la que le lava el polvo y el cansancio:
l se mete en su euforia,
chapalea,
se salpica de vidrios las pestaas
hasta que queda nuevo como un potro
que fuera por la lluvia galopando.
Con los nios detrs,
dndole vueltas,
moliendo el cascabel de las palabras,
va,
se sienta con ellos a la mesa
a presidir la bulla de sus pjaros.
Si se vieran vivir!
si les dijeran
que sa es la paz,
si fueran a decirles:
la paz del mundo vive en esta casa!
qu ojos de no saberlo que pondran!
qu fbula de asombro!
213
pobre Paula!
no atinara ms que a servir vino
y a ofrecer de lo poco su bocado,
porque hasta entender bien, qu pasara?
qu hara l en medio de sus pjaros?
mirando a esos seores en la puerta,
oyndolos:
la paz vive en su casa
esta es la paz que suean los que suean
la paz?
la simple paz que hay en su casa!
Pero no,
djenlos.
No tricen esto.
De algn modo vital ellos lo saben.
Por algo l busca firmas por las noches
y es vocal titular del sindicato.
Hoy es da de pago,
da pleno:
el vino capitn canta en los vasos,
mientras la Paula sirve la comida
y el medioda huele a su naranja.
214
FURIA
CANDIL DE LA ASAMBLEA
ya se puede empezar
no s quin falta. . .
Debajo,
en las polleras de la noche,
la asamblea organiza sus demandas,
se cuenta que son cuentos,
que ya es hora,
que hay que enfrentar las cosas y empujarlas!
La voz va de hombre en hombre como un rito,
como un toro ritual y organizado,
tironeando de los hechos hacia afuera,
topetando en la hombra las palabras,
topndose con ojos como puos
que empuan la asamblea por las astas.
En el orden del da quema el viento
largo y territorial de la esperanza:
pongamos la unidad como hemos dicho
hay que exigir lo justo y razonable
ponga mejor salario para todos
anote abajo la reforma agraria
la lucha est en el voto
ponga el voto
que nos dejen vivir y organizamos
vamos por parte pidan la palabra
compaero no es vida en el obraje
aqu hay que unirse Lodos
por ah vamos
no hay que mirar contra el viento desunidos
la cosa es comprender
en eso estamos.
Por debajo del sueo de los amos,
220
22 2
MISTER
MANDAMIENTO
calculndolo,
sin comprender al cuerpo del delito,
sin ms datos que el nombre,
sin ms causa
que la huelga de ayer,
sin mediar crimen
ni violacin ni robo o desacato.
Lo trajeron redondo al calabozo
con el aire pastor aprisionado
y sin saber qu hacer con su silencio
ni por qu letra exacta sumariarlo,
a pesar de que el gato de los cdigos
tiene,
como se sabe,
cinco patas;
pero no dice huelga en los incisos
y esa es la cosa porque el mster clama
y golpea la mesa y si lo apuran
le echa el caballo encima al comisario
que trat de explicarle lo del cdigo
con toda la elocuencia de sus brazos
cuando el mster sali como escupida
dijo;
pas de mierda!
y dio un portazo.
El est preso al fondo,
entre las sombras;
se llega al calabozo por el patio,
un patio viejo,
transitado a oscuras,
vivido,
con ms rayas que una mano;
22 4
227
PLENARIO
DE LA NOCHE
231
236
CANCION DE UN PESO
240
LA GRAN GUERRA
Al parecer Abel
no quiso ser guerrero.
Can, segn se sabe,
lo desnuc por eso.
Se dice que se odiaban
con cierto fundamento:
al parecer, no amaban
los dos el mismo juego.
Gan Can y tuvo
muy larga descendencia:
una enorme familia
de yankis y banqueros.
En los ratos de ocio
jugaban a matarse.
Pero ya no era un juego.
241
242
LA POBRE GENTE
Pobre la gente pobre
con semejante fro.
A patacn por cuadra
y aterida de olvido.
Pobre la gente
pobre,
por las calles lluviosas
con todo el viento en contra
y el bolsillo vaco.
No lejos,
no muy lejos,
estaba yo cantando
una cancin con sol
y ojos de nomeolvides.
No lejos,
no muy lejos,
estallaban los suspiros.
Estaba yo cantando
y romp la guitarra,
la hice aicos
delante del sol
y los suspiros!
Pobre la gente pobre,
con semejante olvido!
244
246
LA
LUCHA
247
Aqu
donde me ve,
as
de tan inmenso:
con la pampa en los ojos
y la piedra en la mano,
con mi abuelo alarido
y mi madre y mi padre
dle galope,
dle
fundar pas pariendo
hasta rajar la tierra
y hacerle
un hijo macho;
aqu,
patria por medio,
entre un ro
y un rbol,
mont mi sangre en pelo
y no fui liberado.
Aqu
donde me ve,
sigo an desterrado.
As,
248
de pata al suelo,
ilegal,
perseguido,
en bolas,
clandestino,
cuero al sol,
estaqueado,
buscando mis fantasmas
entre las polvaderas,
lejos de Dios,
de a pie.
Y encima
desarmado!
249
PROHIBIDO PROHIBIR
250
Lstima la modelo
con esos ojos suyos
y ese cuerpo de lujo
natural, pero ajeno.
Lstima esa muchacha
que podra fundarnos
con su joven milagro
casi un pueblo de nuevo.
Lstima. Es una lstima
su desnudez de hielo,
su mirada de vidrio,
su sexo sin misterio.
Lstima que no tenga
terror por su agona
y que su piel de fruta
no sienta el manoseo.
Qu lstima esa risa
de bonita bobita,
siempre crucificada
por el lucro y el tedio.
Lstima. Es una lstima
que nadie se lo diga
251
y que su primavera
se venda al menudeo.
Qu lstima, tan joven
en un mundo tan viejo!
252
EL BIENAVENTURADO
Aquel hombre de enfrente,
simple de corazn,
agoniz sus aos
corriendo a tres empleos.
Un da, simplemente,
su simple corazn
le estall en una esquina
y despert en el cielo.
Dios, bonachn y antiguo,
le dio la bienvenida,
palmendolo y diciendo:
Que cuenta de la vida?
Y aqul hombre de enfrente,
simple de corazn,
se qued boquiabierto
y pregunt: qu vida?
253
MUERTE EN LO VERDE
a Santiago Pampilln
La muerte dio en lo verde.
Era septiembre
y la luz combata en todas partes
Era septiembre adentro de septiembre
y la flor regresaba a desnudarse.
A un paso de tus ojos vi la muerte:
estaba de tiniebla,
agazapada,
como suele esperar detrs del viento
para herir lo que crece por la espalda.
Y dio en lo verde.
Nos hiri en septiembre
cuando la primavera era un muchacho.
254
ALGO
SE MUEVE
Galileo abjur.
Dijo que se tuviera
lo dicho por no dicho.
Pero desde ese da
de obstinada tiniebla,
nada,
ni an la nada,
se mantuvo en su sitio.
Una nocin diablica
de insolentes galaxias
pas
aventando el polvo
muerto del Santo Oficio.
Alguien
haba visto
por dentro
el infinito.
EL AQUELARRE
Cuando se quedan solos
Johnson, Tsomb, Somoza?
Chiang-Kai-Shek, k ao Ky,
Westmorenland, Batista,
solos:
yo digo solos
dentro de la camisa,
qu rfaga macabra
los cruzar por dentro?
qu muerte?
qu gusano?
qu horror, qu
contravida!
Solos!
Yo digo solos
dentro de la ceniza!
256
258
Pisndole el roco
lo segua la muerte.
Lo despe un abismo
de estupor infinito
abajo,
abajo,
abajo
de la piel y del grito.
Despus, cundi el silencio.
Y comenz el olvido.
260
EL SUBVERSIVO
Un da,
el pobre tipo
empleado o jornalero,
ese que anda a los tumbos
y de la cuarta
al prtigo,
el que ha visto llover
y llover
y llover
sobre su lomo gris
y su triste sombrero;
se,
el tipo a destajo
que vive de segunda
como el padre del padre
de su annimo abuelo:
el buen contribuyente
de la cola de acmilas,
aqul,
el locatario
con su atad de deudas,
ese que viaja en mnibus
o en tren la vida entera;
un da,
cualquier da
de mascar la impotencia,
va a agotar,
va a gastar,
va a perder la paciencia:
esa ltima,
oscura rebelin
que le queda.
Un da,
el subversivo,
va a empuar la impaciencia!
El tipo es un peligro:
tiene un arma secreta.
262
EJECUTIVO
JU NIOR
LA VELETA Y EL VIENTO
Como el mundo es redondo, se aconseja
no situarse a la izquierda de la izquierda,
pues, por esa pendiente, el distrado
suele quedar de pronto a la derecha.
Se han dado casos. Se repiten tanto
en estos tiempos de confusa urgencia,
que el que quiere cambiar la flor de mano
debe ejercer la ciencia y la paciencia.
Pero no en breves raptos o relmpagos
ni a palos con el guila agorera,
tampoco en conversadas salamancas
de sexo y saxo y de pilosa niebla.
Esas raras maneras del hartazgo
suelen ser distracciones pasajeras,
sntoma tipo de que el ocio endmico
sustituye la historia por la histeria.
Hay que ser consecuente con la furia!
Escoger entre el viento o la veleta.
264
EL VINO TRISTE
265
Los pueblos
y estallan las
por la fuerza
construido a
se desbordan en torrentes
races, sacudidas
huracn del mundo nuevo
partir de las cenizas
267
SI,
CAMARADA
El tipo que se da
est mal que se d?
Por qu sale a jugarse,
a consumirse, a arder?
Pasa que est caliente
con todo lo que pasa.
Pasa que dice basta
y se pone de pie.
El tipo que se da
est bien que se d.
268
Si hay un tajo,
un ciempis,
una espada,
un zarzal
y una mesa de diez
y otra mesa sin pan,
si hay un grito,
un dolor,
un Can,
un truhn
que devora la flor
degollando el rosal,
si el que mira
no ve
al verdugo
detrs
del ciempis, del horror,
de la espada y el pan,
ese cmplice
es peor
que el Can,
y el truhn,
se, est donde est,
deber suplicar
porque
viendo el dolor
no ha querido
mirar.
270
EL SEMBRADOR DE VIENTOS
272
POETA DE LA LEGUA
Cantando por ah se ha sentado a mi mesa
el cantor, el rufin, el ngel, el guerrero,
el empresario, el lcido, el loco, la ramera:
gente de bravas ndoles y de modales feos.
Juntos hemos bebido del vino del escndalo
y le hemos bajado los calzones al tiempo.
Alguna vez la copla arde en sus corazones
y recorre sus aguas y sale por sus ojos
con el sigilo junco de un nio alucinado
que ha visto un dios de sal pero lejos y solo.
Y yo, que tengo sitio de laurel en mi pueblo,
mientras esto no cambie, bebo y canto con todos.
LA NOCHE QUEDO
ATRAS
a construir la alegra:
a vivir con lo puesto,
a vivir simplemente,
simplemente,
a vivir!
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N D I C E
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COLECCION LITERATURA:
COLECCION CONTEMPORANEA
COLECCION ANTROPOLOGICA
Se termin de imprimir en
Talleres Grficos OPTIMUS
V. Gmez 2715, Capital, en la
quincena del mes de Enero de
los
S. R. L .
primera
1974.