Derecho SOCIEDADESCOMERCIALES - 01
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Derecho SOCIEDADESCOMERCIALES - 01
El derecho a la salud
y a la integridad de
los usuarios de
sustancias
psicoactivas
COPOLAD. Programa de Cooperacin entre Amrica Latina y la Unin Europea en Polticas sobre Drogas
Los contenidos originales de este curso han sido elaborados en el marco del Programa de Cooperacin entre
Amrica Latina y la unin Europea en Polticas Sobre Drogas COPOLAD y son propiedad del Consorcio
COPOLAD, quien ha autorizado el uso no comercial de los mismos a la Comisin Nacional para el Desarrollo y Vida
sin Drogas, DEVIDA (Per)
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NDICE
1.
2.
3.
4.
Futuro .................................................................................................................................................21
5.
6.
COPOLAD. Programa de Cooperacin entre Amrica Latina y la Unin Europea en Polticas sobre Drogas
1.
1.1.
Esta clase tiene como propsito resaltar el derecho a la salud como derecho humano universal. Ello
implica que debe ser respetado y protegido con independencia de cualquier condicin, incluido el hecho
de que una persona consuma sustancias psicoactivas. Sin embargo, los usuarios de drogas con
frecuencia ven violentado este y otros derechos. Contrariamente a lo que cabra suponer, gran parte de
la sociedad incluidos algunos profesionales de la salud- no slo no se opone sino que justifica estas
violaciones como un intento para lograr un entorno libre de drogas.
Creemos que esta situacin es producto de un proceso que se desarroll a lo largo del siglo XX, y que
transform los modos de percibir y de responder a los usos y a los usuarios de algunas sustancias
psicoactivas que fueron puestas en el campo de la ilegalidad.
Algunos conceptos que resultan tiles para comprender este proceso son el de representaciones
sociales, que nos permite identificar una serie de imgenes que se asocian con significados que
modelan nuestras prcticas, y el de estigma, entendido como un atributo negativo que da lugar a
actitudes y prcticas de discriminacin, modelando la relacin entre quienes se encuentran dentro de
la norma social y los estigmatizados.
Nos interesa poner de relevancia la situacin de vulnerabilidad de las personas que consumen
sustancias psicoactivas, entendiendo este concepto como una condicin estructural que entra en
tensin al despliegue de la autonoma y la posibilidad de control sobre los recursos materiales,
simblicos e intelectuales. Un aspecto clave a tener en cuenta en un anlisis estructural de la
vulnerabilidad de estas poblaciones lo constituye el actual sistema de fiscalizacin de drogas que se ha
centrado casi exclusivamente en la aplicacin de polticas de ejecucin de la ley y sanciones penales,
alejndose de los principios de derechos humanos. La necesidad de hacer converger ambos sistemas
(el de fiscalizacin de drogas y el de derechos humanos) viene siendo identificada por diversos
organismos internacionales, lo cual no ha logrado aun detener numerosas situaciones de abuso.
Respetar, proteger y cumplir los derechos humanos son en primera instancia obligaciones de los
Estados. El modo en que esos principios se encarnan en polticas, programas, dispositivos
institucionales y prcticas profesionales tensiona las respuestas clsicas y debera impulsarnos a
nuevos campos de intervencin, donde posiblemente convivan formas tradicionales de respuestas
sanitarias con perspectivas y acciones ms integrales y ms inclusivas.
1.2.
Palabras Clave
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2.
Lectura inicial
Sabemos que las polticas de control de las drogas expresan tensiones, contradicciones y conflictos
acerca de la manera de regular su produccin y consumo. En el contexto latinoamericano definido por
la desigualdad social, las disparidades de ingresos y la pobreza, producidas por una cada vez mayor
concentracin de la riqueza la vulnerabilidad de los usuarios de drogas se vincula adems con el
encarcelamiento frecuente, la violencia, la estigmatizacin y la falta de acceso a los recursos sociales y
de salud. Factores de orden social, cultural, econmico y poltico afectan el acceso de los usuarios de
drogas al tratamiento de los consumos problemticos, a los tratamientos antirretrovirales de alta
eficacia, al cuidado general de la salud y a otros servicios sociales de asistencia y educativos.
Las polticas de control que la regin lleva adelante incluyen medidas como la erradicacin de los
cultivos de hoja de coca, la detencin y el castigo de, en la mayora de los casos, los eslabones ms
dbiles en la cadena del trfico, y la interceptacin de cargamentos de drogas ilcitas. Hay muchas
evidencias que sugieren que estos esfuerzos han tenido escaso impacto en la reduccin de la oferta en
el hemisferio y, por el contrario, han generado inestabilidad social y poltica en algunas reas, con
consecuencias como el aislamiento y encarcelamiento desproporcionado de usuarios de drogas y
mulas, la persecucin y empobrecimiento de poblaciones campesinas sometidas a la erradicacin
forzada de cultivos sin alternativas sustentables, la violencia social y la violacin de derechos humanos
bsicos.
Hasta ahora, la mayora de las leyes de drogas en Amrica Latina se han centrado en el castigo de los
usuarios de drogas, en tanto que las polticas de reduccin de daos permanecen en estadios iniciales
de desarrollo en muchos pases. No obstante, han surgido diferentes iniciativas que han dado como
resultado cambios en las legislaciones y en las prcticas, desarrollando propuestas ms inclusivas e
integrales para mejorar la atencin de los problemas vinculados con las drogas. No es un dato menor el
hecho de que en algunos casos como el uso de las hojas de coca, la proporcionalidad de las penas y
la desincriminacin de la posesin de drogas para consumo personal estas reformas hayan generado
tensiones a nivel internacional (Touz y Goltzman, 2011:12)
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3.
En mayo de 2010 durante su 47mo. perodo ordinario de sesiones, la Comisin Interamericana para el
Control del Abuso de Drogas (CICAD) adopt la nueva Estrategia Hemisfrica sobre Drogas, que fue
aprobada por la Asamblea General de la Organizacin de los Estados Americanos en Lima, Per, el 8
de junio de 2010. Entre los principios en los que se basa, la nueva Estrategia seala en primer lugar:
El pleno respeto al Derecho Internacional y a la Declaracin Universal de los Derechos Humanos,
observando los principios de soberana e integridad territorial de los Estados, la no intervencin en los
asuntos internos de los Estados, las libertades fundamentales y la dignidad inherente a las personas y
de igualdad de derechos y respeto mutuo entre Estados (OEA, 2010).
Por su parte en setiembre de 2010, el 50mo. Consejo Directivo de la Organizacin Panamericana de la
Salud (OPS) respald la Estrategia sobre el Consumo de Sustancias Psicoactivas y la Salud Pblica,
instando a los Estados miembros a que continen fortaleciendo su marco jurdico con miras a proteger
los derechos humanos de las personas con trastornos debidos al consumo de sustancias y hacer
cumplir eficazmente las leyes sin que ello tenga efectos negativos en la salud pblica (OPS, 2010).
Estas explcitas menciones al respeto y la proteccin de los derechos humanos se fundamentan en el
hecho de que, en pases de todo el mundo, las personas que usan drogas ilcitas enfrentan a menudo
situaciones de discriminacin, rechazo y violencia que conducen a violaciones de sus derechos. Muchos
de estos incidentes se ocultan o se justifican, bajo el argumento de la peligrosidad o la incapacidad
de los usuarios de drogas, culpndolos as de los abusos a los que son sometidos.
Latinoamrica presenta un panorama dismil y complejo en relacin con las respuestas estatales y de la
sociedad en su conjunto a los problemas asociados con las drogas, as como respecto del estado del
debate sobre el tema. En sus diversos contextos, algunas leyes y polticas son violatorias de derechos o
crean las condiciones para que ocurran estas violaciones. Los abordajes tradicionales en materia de
control de las drogas an incluyen en distintos pases el encarcelamiento por delitos menores
vinculados al uso y la posesin de sustancias ilcitas, la violencia fsica y/o psicolgica por parte de las
fuerzas policiales, los tratamientos coercitivos, los programas de rehabilitacin en establecimientos
cuasi carcelarios sin ninguna racionalidad teraputica, los anlisis compulsivos de VIH, y los
impedimentos explcitos o encubiertos para el acceso a los servicios de salud, a oportunidades de
empleo y a otros beneficios sociales.
En esta clase abordaremos la atencin de los usuarios de sustancias psicoactivas
desde el marco del respeto a los derechos fundamentales de las personas, en especial
el derecho a la salud, con una perspectiva de universalidad y equidad. Analizaremos la
condicin de vulnerabilidad de los usuarios de drogas y algunos factores que limitan su
acceso a los servicios de salud, tales como la estigmatizacin y la discriminacin.
Relacionaremos el sistema internacional de fiscalizacin de drogas con el enfoque de
derechos, ejemplificaremos situaciones que comportan abusos y violaciones de
derechos y estableceremos correspondencias con los criterios de disponibilidad,
accesibilidad, aceptabilidad y calidad de los establecimientos, bienes y servicios de
salud.
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La complejidad del fenmeno y sus mltiples facetas imponen ciertos lmites al abordaje del tema.
Aspectos como la produccin y el trfico de drogas, el papel de las fuerzas armadas, la corrupcin
poltica, entre otros, si bien ntimamente relacionados, exceden los objetivos de esta clase; no obstante
deben tenerse presentes como teln de fondo del anlisis. Asimismo, es menester encuadrar el impacto
de las polticas de drogas en un escenario ms amplio que tome en consideracin aspectos
estructurales de las sociedades latinoamericanas, caracterizadas por condiciones de pobreza e
inequidad, y que contemple la interaccin con las polticas sociales y econmicas llevadas adelante en
la regin.
3.1.
Este apartado presenta una sucinta sntesis acerca del concepto de derechos humanos as como del
marco normativo y el sistema internacional que vela por su cumplimiento. Se presta especial atencin al
derecho a la salud y a los criterios que permiten valorar su desempeo.
Todos los derechos humanos tienen carcter comn al ser universales (inherentes a la naturaleza
humana independientemente del sexo, raza, credo, religin o cualquier otra condicin), indivisibles
(ninguno es ms importante que otro, por lo que todos deben ser respetados por igual) e
interdependientes (la vulneracin o incumplimiento de uno afecta la realizacin de los dems; del
mismo modo cuando se implementa un derecho hay que tener en consideracin todos los dems). Los
derechos humanos son inalienables; no deben suprimirse, salvo en determinadas situaciones y segn
las debidas garantas procesales. Por ejemplo, se puede restringir el derecho a la libertad si un tribunal
de justicia dictamina que una persona es culpable de haber cometido un delito.
Los derechos humanos abarcan lo que se conoce como derechos civiles, culturales, econmicos,
polticos y sociales. Los derechos humanos incumben principalmente a la relacin entre las personas y
el Estado; no obstante ms recientemente se ha reconocido que el Estado tambin tiene la
responsabilidad de intervenir cuando los individuos actan de forma que afecta los derechos de otros.
Las obligaciones de los gobiernos con respecto a los derechos humanos guardan relacin en un sentido
amplio con los principios de respetar (abstenerse de obstaculizar el goce del derecho), proteger
(prevenir violaciones a estos derechos por parte de terceros) y cumplir (adoptar las medidas
legislativas, administrativas, presupuestarias y de otra ndole adecuadas para lograr su plena
efectividad).
El concepto de derechos humanos precede en el tiempo a las Naciones Unidas pero con la fundacin
de este organismo, obtuvieron reconocimiento formal. El 10 de diciembre de 1948 la Declaracin
Universal de los Derechos Humanos fue adoptada y proclamada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas en su Resolucin 217 A (III). Aunque las declaraciones no son vinculantes, la
Declaracin Universal de los Derechos Humanos goza de una aceptacin universal; muchos pases la
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3.2.
Este apartado analiza algunos factores que dificultan la atencin integral de los usuarios de drogas. Sin
desconocer la compleja interaccin entre las cuestiones de salud, la dimensin legal y las condiciones
socioeconmicas y polticas, nos centraremos en las representaciones sociales sobre el uso y los
usuarios de sustancias ilegales, fuente de procesos de estigmatizacin y discriminacin social y
abordaremos la particular situacin de vulnerabilidad de los usuarios de drogas, que impacta
negativamente en el reconocimiento y ejercicio de sus derechos.
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Las representaciones sociales no se corresponden necesariamente con las caractersticas objetivas del
fenmeno en s. Pero, en los fenmenos sociales, es tan importante lo que la gente cree que pasa como
lo que en realidad pasa. Para la gran mayora de la poblacin -incluidos los propios usuarios de drogasel problema droga se define y se disean respuestas al mismo, a partir de una serie de preconceptos y
estereotipos. Alessandro Baratta (1994) reconoce al menos cuatro elementos que caracterizan la
construccin de la realidad sobre el tema drogas:
Carlos Gonzlez Zorrilla (1987) seala que el propio concepto de droga es una nocin que no
responde a la lgica cientfica. Para la representacin social, la droga siempre es un producto
mortalmente daino, lo que justificara la prohibicin de su uso. Por ello, considera drogas a algunas
sustancias (cocana, cannabis, opiceos) y no reconoce como tales a las sustancias permitidas (alcohol,
tabaco, psicofrmacos) o, en todo caso, estima que su nocividad es mucho menor.
Como correlato de la distorsin del concepto de droga, se instala lo que se ha llamado el fetichismo de
la sustancia. La droga no es un objeto de comunicacin plana, sin relieve, est animada por la cultura.
Desde esta perspectiva los objetos no son slo cosas, resultan producto de la complejidad humana, de
representaciones simblicas y relaciones sociales. Los objetos como la droga se encuentran
revestidos de totetismos y fetiche (Bialakowsk y Cattani, 2001:11).
La droga se identifica con un ente mgico, se le asignan poderes y capacidades contaminantes, se la
explica como algo externo a la sociedad que amenaza a la poblacin sana.
Otro contenido presente en las representaciones sociales de la droga la identifica
como expresin de una actitud individual o colectiva de oposicin a la sociedad, de no
aceptacin de las normas sociales; a su vez se asocia a los jvenes con esta postura.
Por ltimo, la imagen del usuario de drogas constituye otro estereotipo. Debido a las distorsiones en
las representaciones sociales, en el caso de las sustancias ilegales no se admiten diferencias en los
patrones de consumo. Esto es, al consumidor cualquiera sea la dosis, frecuencia y circunstancias del
uso se lo asocia con un patrn nico de uso de drogas y con escasos vnculos sociales e institucionales.
Se lo considera un adicto, lo que deriva en identificarlo necesariamente como alguien peligroso para
s o para otros, violento, con una personalidad autodestructiva y una actitud despreocupada respecto
de su salud.
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A su vez, el estigma y la discriminacin constituyen tambin otros factores estructurales que aumentan
la vulnerabilidad.
Entendemos entonces a la vulnerabilidad como una condicin estructural que expresa
el dao potencial a la salud en personas sin poder social, al que se puede asociar la
violacin de derechos humanos como resultado de la carencia de recursos
econmicos, sociales y legales, de la condena social a conductas consideradas
reprochables, del estigma y la discriminacin.
La pobreza
El encarcelamiento frecuente
3.3.
En este apartado se relacionan los principios de derechos humanos y los criterios para valorar el
cumplimiento del derecho a la salud con las medidas emanadas del sistema de fiscalizacin de drogas.
La presentacin de algunos ejemplos reales de abusos y violaciones nos permitir corroborar la
necesidad de una activa defensa de los derechos humanos como horizonte poltico que debe orientar
las diversas respuestas sociales que se instrumentan en relacin con el uso y los usuarios de
sustancias psicoactivas.
3.3.1. Divergencias entre el sistema de fiscalizacin de drogas y los principios de derechos humanos
El sistema actual de fiscalizacin de drogas en todo el mundo se basa en dos convenciones y un
convenio internacionales: la Convencin nica de Estupefacientes de 1961, enmendada por el
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El principio de no discriminacin
Este principio se encuentra en todos los tratados de derechos humanos y establece para los estados
dos obligaciones separadas pero relacionadas. Una es la obligacin negativa de evitar discriminar a
individuos o grupos en base a una serie de motivos como raza, color, sexo, idioma, religin, opinin
poltica, etc., o por otras condiciones, lo que se interpreta que incluye condiciones de salud. El
segundo aspecto es la obligacin positiva de identificar a individuos o grupos que requieren medidas
especiales para disminuir o eliminar las condiciones que causan discriminacin.
A pesar de estas obligaciones positivas y negativas, existen ejemplos de la aplicacin desproporcionada
de las leyes penales relacionadas con el control de drogas en indgenas, minoras tnicas y poblaciones
en situacin de pobreza. Por ejemplo, un estudio de Human Rights Watch (2000) muestra que en
Estados Unidos los hombres afroamericanos son encarcelados en causas por drogas, 13,4 veces ms
que los hombres blancos, a pesar de que hay 5 veces ms usuarios de drogas blancos que negros. En
Nueva York, el 94% de los sentenciados por delitos de drogas son afroamericanos o hispanos.
El principio de proteccin a los ms vulnerables
Este principio permea todo el sistema de derechos humanos. No obstante, las personas que usan
drogas (a menudo las ms marginalizadas en una comunidad) son criminalizadas y estigmatizadas.
Estudios realizados en Argentina y Brasil, por ejemplo, sealan que el mayor nmero de procesados por
infraccin a las leyes de drogas, son personas (en general hombres jvenes) que fueron detenidas en la
va pblica, con escasa cantidad de drogas y sin estar cometiendo otro delito (Metaal y Youngers, ed.,
2010).
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A su vez, las comunidades campesinas en pases en desarrollo enfrentan la peor parte de los esfuerzos
de control de la oferta. La erradicacin de cultivos y, en particular las fumigaciones areas, son un claro
ejemplo. En su informe sobre Colombia, el Comit de los Derechos del Nio sealaba su preocupacin
por los problemas de salud ambientales por el uso de la sustancia glifosato en las campaas de
fumigacin area de las plantaciones de coca (que forman parte del Plan Colombia), ya que afectan la
salud de grupos vulnerables, incluidos nios (Comit de los Derechos del Nio, 2006:14).
El principio de empoderamiento
Este principio se refleja en los tratados de derechos humanos en cuestiones como la autodeterminacin
de las personas, los derechos a la libertad de expresin, religin, a la intimidad y a la asociacin, el
derecho a la participacin poltica, el derecho de los nios a ser escuchados, etc. Estrechamente
conectada a este principio est la necesidad de involucrar a la sociedad civil y de consultar y escuchar a
las comunidades afectadas en la toma de decisiones que las afectan. Una de las formulaciones ms
importantes de este principio es la Mayor Participacin de las Personas que Viven con o estn
Afectadas por el VIH/SIDA, conocido como el principio GIPA (ONUSIDA, 1999). Al respecto, el sistema
de control de drogas se mantiene muy rezagado.
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fue condenada a la pena de 6 meses de prisin, condena que se dej supeditada a la realizacin de una
medida de seguridad curativa. El tiempo pas y la mujer no realiz el tratamiento. Ante esta situacin
los jueces consideraron que la falta de cumplimiento, aun cuando en esa regin de la Argentina no
existan organismos pblicos para realizarlo -circunstancia que se menciona en el voto en disidenciadeba sancionarse con el cumplimiento efectivo de esa pena (Tribunal Oral Criminal Federal N 1 de
Mendoza, 1998).
Con respecto a los programas de reduccin de daos, han sido poco sistemticos, han tenido escasa
cobertura y no se han replicado en la medida de lo necesario (Rossi, 2009:37). Segn releva la
International Harm Reduction Association, la mayora de los programas de intercambio de jeringas
operan en Brasil y Argentina, aunque hay pequeos proyectos en otros pases. Mxico y Colombia, con
ms usuarios de herona que otros pases latinoamericanos, son los nicos estados que prescriben
tratamiento de sustitucin por opiceos y la cobertura es baja. El desarrollo de intervenciones de
reduccin de daos para cocana y sus derivados es incipiente (Cook, 2010:44).
A la escasa disponibilidad se suman los problemas de accesibilidad a los servicios de atencin, en
buena medida provocados por la criminalizacin y estigmatizacin que sufren los usuarios de drogas.
Como indica el Relator Especial en su informe: Las personas que consumen drogas tal vez eviten
solicitar atencin mdica por temor a que la informacin sobre su consumo de drogas sea compartida
con las autoridades, lo cual podra conducir a su detencin, encarcelamiento o tratamiento contra su
voluntad (Grover, 2010:9). Al respecto resulta interesante un fallo de la Corte Suprema de Justicia de
Argentina que absolvi a una persona que haba sido acusada del delito de transporte de
estupefacientes tras haber sido intervenido quirrgicamente en un hospital pblico por una obstruccin
intestinal producida por la presencia de cpsulas que ms tarde se determin contenan clorhidrato de
cocana-, lo cual fue puesto en conocimiento de personal policial por los profesionales mdicos. Entre
otros argumentos, los jueces de la Corte priorizaron el derecho a la vida por sobre el derecho del Estado
a perseguir al responsable de un delito, argumentando que el principio republicano de gobierno impide
que el Estado persiga delitos valindose de medios inmorales, como sera aprovecharse del inminente
peligro de muerte que pesa sobre el procesado que acude a la atencin mdica, mediante la imposicin
de un deber al mdico que lo convierta en un agente de la persecucin penal del Estado (Corte
Suprema de Justicia de Argentina, 2010:454).
Tambin los usuarios de drogas suelen sufrir discriminacin cuando concurren a los servicios de salud.
Un estudio realizado en las ciudades de Buenos Aires y Rosario, Argentina, indag las representaciones
de los trabajadores de salud respecto de las barreras de acceso. Al referirse a todos los pacientes que
llegan a sus servicios, los trabajadores de salud ofrecieron una mirada crtica hacia el sistema de salud
en el que estn insertos, al sealar como obstculos los problemas organizacionales, la atencin
hospitalaria y la falta de recursos en los hospitales. Pero al especificar sobre los usuarios de drogas
individualizaron el problema del acceso o lo redujeron a problemas del propio sujeto, mientras que las
cuestiones de tipo organizacional no aparecan como una barrera importante. Estas interpretaciones
ponen de manifiesto las representaciones sociales de los trabajadores sobre los usuarios de drogas,
argumentando que la barrera de acceso de tipo cultural se relacionaba con el estilo de vida del sujeto,
la no preocupacin por su salud y/o el olvido de las citas pautadas aduciendo, por ejemplo, que no
concurran a las consultas por estar drogados (Rossi et al, 2007:38).
Las desigualdades estructurales y la discriminacin se observan tambin en el acceso de los usuarios
de drogas que viven con VIH. Investigadores brasileos encontraron que aunque los UDIs (usuarios de
drogas inyectables) no diferan en trminos del nmero promedio de consultas y mostraban perodos
ms largos de atencin, tenan significativamente menores oportunidades de recibir prescripciones de
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ARV (antirretrovirales), y solicitudes de recuento de CD4 y carga viral (de Melo et al, 2006). Otro
estudio hall que, pese a la poltica brasilea de acceso universal y gratuito al tratamiento para
VIH/sida, el riesgo de muerte para los usuarios de drogas inyectables es dos veces ms alto que para
los hombres que tienen sexo con otros hombres (Malta et al, 2009).
El acceso a la informacin tambin suele ser objeto de restricciones, pudiendo llegar a penalizar al
personal que realiza trabajo de campo con usuarios de drogas. En 2004, un particular efectu una
denuncia contra una organizacin no gubernamental argentina que desarrollaba actividades de
reduccin de daos, por la presunta comisin del delito de apologa del consumo de drogas. El juez
interviniente desestim la denuncia, basado en el dictamen del fiscal quien indic que las instrucciones
dadas no intentan fomentar o instruir a las personas para el consumo de estupefacientes, sino que,
partiendo de la base que es una realidad que la gente consume estupefacientes, se debe procurar que
no daen an ms la salud a causa de droga adulterada y combinndola con elementos que produzcan
mayor perjuicio (Tribunal Oral Federal de Buenos Aires, Secretara 7, 2004). Si bien la situacin se
resolvi en el mbito judicial, es indicativa de los obstculos que pueden enfrentar intervenciones
orientados a reducir la exposicin a mayores riesgos en el consumo de drogas.
La aceptabilidad y calidad de los servicios para usuarios de drogas en muchas ocasiones tampoco
alcanzan estndares mnimos. En su informe, el Relator Especial aborda los programas de tratamiento
obligatorio que utilizan principalmente intervenciones disciplinarias, sin tener en cuenta las pruebas
mdicas. En esos programas no suele haber acceso a un personal mdico capacitado para atender los
trastornos relacionados con la drogodependencia como enfermedades. El trabajo forzoso, la reclusin
en rgimen de aislamiento y los tratamientos experimentales administrados sin consentimiento del
paciente violan las normas internacionales de derechos humanos y son sucedneos ilegtimos de
medidas fundamentadas en pruebas, como la terapia de sustitucin, las intervenciones psicolgicas y
otras formas de tratamiento administrado con el consentimiento pleno e informado del paciente
(Grover, 2010:12). En enero de 2012, un incendio en un centro de rehabilitacin para drogadictos y
alcohlicos en Lima, Per, dej un saldo de 27 muertos; los internos no pudieron escapar pues
estaban encerrados. Testimonios recogidos por medios periodsticos dan cuenta de las caractersticas
de los servicios que el centro ofreca: Solo cuando nos portbamos mal, recibamos un correctivo. Nos
ponan a meditar, sin ver tele, todo el da con tu biblia o sin dormir. Correctivos suaves, no ms () En
un cuarto entraban tres camarotes de tres pisos, cada uno dorma en un camarote. En la sala dorman
los que no tenan cama, haba colchonetas, eran las personas mayores (ElComercio.pe, 2012).
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Un camino posible para iniciar su superacin son las recomendaciones formuladas a los Estados
Miembros por el Relator Especial sobre el derecho de toda persona al disfrute del ms alto nivel posible
de salud fsica y mental:
- Garantizar que todas las medidas encaminadas a reducir los daos ocasionados por
las drogas (conforme los detalla el ONUSIDA) y los servicios destinados a tratar la
dependencia de las drogas, en especial, la terapia de sustitucin de opiceos, estn a
disposicin de los consumidores de drogas, sobre todo entre la poblacin penitenciaria.
- Destipificar como delito o despenalizar la posesin y el uso de drogas.
- Derogar o reformar de manera importante la legislacin y las normas que coartan la
prestacin de servicios de salud esenciales a los consumidores de drogas, y examinar
las iniciativas relativas a la imposicin de la ley en materia de fiscalizacin de drogas
para garantizar que se cumplan las obligaciones ligadas a los derechos humanos.
- Enmendar las leyes, las regulaciones y las normas para aumentar el acceso a los
medicamentos esenciales sujetos a fiscalizacin (Grover, 2010:27).
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4.
Futuro
Durante demasiado tiempo hemos visto cmo los prejuicios, los dogmas y el engaoso sentido comn
han hecho que la investigacin rigurosa no sea siempre tenida en cuenta en el diseo y la aplicacin de
las polticas. Hemos constatado que las polticas de drogas potenciaron una construccin
estigmatizante, centrndose en las categoras de delito y enfermedad, ocultando as las profundas
races sociales del problema y consolidando procesos de criminalizacin y medicalizacin que acarrean
tanto sufrimiento.
Creemos llegado el momento de fortalecer una agenda de trabajo que contemple varios aspectos:
-
Ampliar los puntos de vista del anlisis en una perspectiva interdisciplinaria, reconocer la
complejidad del problema en los mltiples contextos, y redefinir las terminologas, los argumentos y
las intervenciones.
Instar al trabajo multisectorial entre distintas reas de gobierno con la participacin de la academia,
la sociedad civil y los propios usuarios de drogas.
Teniendo en cuenta las barreras producto del deterioro de las condiciones de supervivencia y
desamparo de los mnimos derechos de los usuarios que viven en condiciones de pobreza, articular
propuestas que combinen la despenalizacin del uso y la posesin de drogas con sistemas de
proteccin social, dada la superposicin entre criminalizacin de usuarios de drogas y de sectores
empobrecidos y vulnerables en contextos de crisis.
Entendiendo que la salud es una cuestin indisociable del respeto de los derechos humanos
fundamentales, desarrollar polticas y programas para la atencin integral de los usuarios de
drogas, as como la diversificacin de la oferta de cuidados. Esto necesariamente debe conllevar el
incremento de los recursos y las prioridades para la reduccin de la demanda, incluyendo una
amplia gama de acciones que abarquen prevencin, tratamiento, rehabilitacin, reduccin de daos
e integracin social, en el marco de programas de inclusin social que reduzcan la pobreza y la
marginacin que se enlazan al problema de las drogas.
Tenemos la certeza de que debemos continuar con los esfuerzos en el control de las drogas, pero es
necesario preguntarnos qu clase de esfuerzos y en qu combinacin tendrn el mayor impacto positivo
en su uso problemtico, y en el tipo, gravedad, y distribucin de los daos. La persecucin a los
usuarios de drogas, que por otra parte se aplica en forma desigual recayendo sobre los sectores
pobres, dificulta su acceso al cuidado de la salud y los somete a intolerables situaciones de
discriminacin. El desafo es repensar los modelos regulatorios e identificar polticas que protejan
simultneamente la salud pblica, los derechos humanos y el orden pblico.
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5.
Lecturas recomendadas
Reproducimos a continuacin algunas citas bibliogrficas, invitando a la lectura del material completo
disponible en la web.
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sociales. Estas prcticas de discriminacin articulan dispositivos de dominacin y opresin entre categoras
de clase, gnero, edad, tnicas etc., que se traducen en diversas formas de sufrimiento social, persecucin y
violencias contra sujetos y grupos. De ah la necesidad de un enfoque antropolgico poltico que entienda la
estigmatizacin y la discriminacin social como un proceso histrico social, que opera en estructuras de
desigualdades sociales y polticas, resistencias y negociaciones en el marco de un campo societal de disputa
por la hegemona y la legitimacin del poder.
Grimberg, M. (2003) Estigmatizacin y discriminacin social relacionada al VIH en pases de Amrica Latina:
sexualidad y uso de drogas en jvenes en contextos de precarizacin social urbana. En: Estigma y
discriminacin por el VIH/sida: un enfoque antropolgico, Estudios e Informes, Serie Especial, Nmero 20.
Divisin de Polticas Culturales y Dilogo Intercultural, UNESCO. 11-22.
Disponible en: http://unesdoc.unesco.org/images/0013/001307/130756s.pdf
3. Un grupo de expertos internacionales presenta un anlisis crtico de los sistemas de la ONU sobre
fiscalizacin de drogas y derechos humanos y su relacin relativa con el gobierno general de la ONU, y
explica los fundamentos de la primaca de los derechos humanos.
El derecho internacional de los derechos humanos basado en la Carta de las Naciones Unidas, la
Declaracin Universal y numerosos tratados internacionales brinda una va para abordar las deficiencias
histricas y sistmicas, y las insuficiencias e inequidades del sistema internacional de fiscalizacin de
drogas, y para trabajar con el objeto de evitar nuevas violaciones y la aplicacin de medidas
desproporcionadas como las descritas previamente. Ms que un mero contrapeso respecto a los tratados
sobre fiscalizacin de drogas, las normas sobre derechos humanos ocupan una posicin de mucha mayor
autoridad legal. En realidad, para que el sistema de fiscalizacin de drogas de las Naciones Unidas sea
compatible con las obligaciones de la organizacin establecidas en la Carta, los derechos humanos no deben
ser considerados solamente como una herramienta para corregir abusos especficos, sino como un tamiz a
travs del cual deben filtrarse todas las iniciativas de fiscalizacin de drogas. Por lo tanto, lo que se necesita,
si la ONU desea crear la base para la fiscalizacin de drogas y si se piensa en prevenir abusos especficos
de los derechos humanos, es un enfoque de las polticas y actividades de fiscalizacin de drogas que est
basado en los derechos humanos.
Barret, D.; Lines, R.; Schleifer, R.; Elliot, R.; Bewley-Taylor, D. (2008) Reajustar el Rgimen: la necesidad de
una poltica internacional de drogas basada en derechos humanos fundamentales. Londres: Beckley
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Disponible en: http://www.ihra.net/files/2010/06/16/BarrettRecalibratingTheRegimeSpanish.pdf
4. La Comisin Global de Polticas de Drogas, conformada por 19 personalidades reconocidas del mundo
acadmico y poltico, acord en cuatro principios fundamentales que debieran guiar las estrategias y las
polticas de drogas nacionales e internacionales. Una de ellos se desarrolla en la siguiente cita:
Las polticas de drogas deben llevarse a cabo de una manera integral, involucrando a las familias,
las escuelas, los especialistas de salud pblica, los profesionales del desarrollo y los lderes de la
sociedad civil, en colaboracin con las agencias de orden pblico y otros organismos
gubernamentales relevantes.
COPOLAD. Programa de Cooperacin entre Amrica Latina y la Unin Europea en Polticas sobre Drogas
Con su fuerte foco en la aplicacin de la ley y el castigo, no es sorprendente que las instituciones principales
en la implementacin del sistema de control de drogas hayan sido la polica, y las autoridades de control de
fronteras y militares dirigidas por los Ministerios de Justicia, Seguridad o Interior. En el nivel multilateral, las
estructuras regionales o de las Naciones Unidas tambin estn dominadas por estos intereses. Aunque los
gobiernos han reconocido cada vez ms que las estrategias de aplicacin de la ley para el control de drogas
necesitan integrarse en un enfoque ms amplio con programas sociales y de salud pblica, las estructuras
para el diseo de polticas, la asignacin presupuestaria, y la implementacin, no se han modernizado al
mismo ritmo.
Esta dinmica institucional obstaculiza el diseo objetivo y basado en evidencia de las polticas. Esto es ms
que un problema terico reiterados estudios han demostrado que los gobiernos logran beneficios
financieros y sociales mucho mayores para sus comunidades invirtiendo en programas sociales y de salud,
antes que invirtiendo en actividades de reduccin de la oferta y aplicacin de la ley. Sin embargo, en la
mayor parte de los pases, la enorme mayora de recursos disponibles se gastan en el cumplimiento de las
leyes de drogas y en el castigo de las personas que usan drogas.
La falta de coherencia es an ms notoria en las Naciones Unidas. El desarrollo del rgimen global de
fiscalizacin de drogas involucr la creacin de tres cuerpos para supervisar la implementacin de las
convenciones la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), la Junta
Internacional de Fiscalizacin de Estupefacientes (JIFE), y la Comisin de Estupefacientes (CND). Esta
estructura se asienta en la premisa de que el control internacional de drogas es ante todo una lucha contra el
crimen y los delincuentes. Como es de esperar, hay un intrnseco inters personal en mantener el foco en la
aplicacin de la ley y los funcionarios de alto rango en estos cuerpos tradicionalmente han estado ms
familiarizados con este marco.
Ahora que la naturaleza del desafo de la poltica de drogas ha cambiado, las instituciones deben acompaar
este cambio. La poltica de drogas global debera crearse a partir de las estrategias compartidas de todas las
agencias multilaterales interesadas ONUDD por supuesto, pero tambin ONUSIDA, OMS, PNUD, UNICEF,
ONU Mujeres, el Banco Mundial, y la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos. La
marginacin de la Organizacin Mundial de la Salud es especialmente preocupante dado el hecho que a la
OMS se le ha dado un mandato especfico bajo los tratados de fiscalizacin de drogas.
Comisin Global sobre Polticas de Drogas (2011) Informe de la Comisin Global sobre Polticas de Drogas.
Disponible en:
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COPOLAD. Programa de Cooperacin entre Amrica Latina y la Unin Europea en Polticas sobre Drogas
6.
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