David y Betsabe I
David y Betsabe I
David y Betsabe I
(2 Samuel 11: 1-5) Aconteci al ao siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la
guerra, que David envi a Joab, y con l a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a
los amonitas, y sitiaron a Rab; pero David se qued en Jerusaln. Y sucedi un da, al
caer la tarde, que se levant David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa
real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba baando, la cual era muy
hermosa. Envi David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsab
hija de Eliam, mujer de Uras heteo. Y envi David mensajeros, y la tom; y vino a l, y
l durmi con ella. Luego ella se purific de su inmundicia, y se volvi a su casa. Y
concibi la mujer, y envi a hacerlo saber a David, diciendo: Estoy encinta
De hecho sintetiza lo bueno que Dios puede hacer a partir de lo malo, a partir del
pecado y del error del hombre, una vez este se arrepiente de ese pecado, porque todos
sabemos que de esa relacin inicialmente ilcita, con el tiempo naci Salomn, el que
llegara a ser el gran rey de Israel, no obstante, no se excluyeron las consecuencias de
ese pecado, que fue mltiple.
Aunque David se arrepinti sinceramente de su pecado, el cual estaremos viendo con
detalle en este estudio, en ninguna manera el Seor quit las consecuencias del mismo;
sino ms bien al contrario.
La familia de David estuvo marcada por muerte, acciones pecaminosas y mucho dolor.
A saber entre otras:
contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la
armadura de Dios, para que podis resistir en el da malo, y habiendo acabado todo,
estar firmes
El cristiano est en guerra, lo quiera o no, lo desee o no, lo admita o no, y todo el
esfuerzo del diablo es el hacerte creer que eso no es as.
Una de las maneras que el diablo tiene para hacer creer al creyente de hoy en da que ya
no le es menester ms cumplir con lo visto en Efesios 6: 12, es ensendole a travs de
sus falsos profetas y maestros que ahora es el tiempo del Gran Avivamiento sobre la
tierra y la hora de recibir nuestra herencia porque ahora es el Reino. Tiempo no tanto
de luchar en oracin, en ayuno, caminando en humildad, expulsando demonios, amando
y esperando el encuentro con el Seor en las nubes, etc., sino de recibir el Reino aqu
en la tierra; enseando que los cristianos nos vamos a apropiar de los bienes y las
riquezas de este mundo, ya que tenemos el derecho de hacerlo, al ser reyes.
En otras palabras, toda una invitacin al relajo y a poner nuestra mira en las cosas de
este mundo, como el ocioso David que la puso en el terrado de debajo de su casa donde
estaba la tentadora visin de Betsab.
Ese fue el mismo error de David, que lleg a creer que prcticamente las batallas ya se
haban acabado, porque el Reino de Israel ya estaba establecido, y que a partir de ese
momento, slo la abundancia y prosperidad era lo que estaba ante l, para disfrutarlo
por y para siempre.
David, como una inmensa mayora de creyentes hoy en da que viven en su propia
satisfaccin y autocomplacencia, olvid que la lucha verdadera no es la que se ve con
los ojos contra enemigos naturales, sino la que no se ve; la lucha contra el pecado.
David, como veremos, se despreocup se desentendi de lo espiritual; baj la guardia
pensando que la lucha era en lo natural y estaba venciendo (porque Dios siempre le dio
victoria sobre sus enemigos visibles).
David hizo caso omiso al verdadero ataque del diablo, el cual se cerna contra l como
un buitre hambriento, y que nada tena que ver con msculos, espadas y escudos, sino
con el pecado, a causa de su concupiscencia y dejadez.
Es menester ser muy prudentes en cmo se visten, y en el trato hacia los varones, as
como en las actitudes, palabras, gestos, y conducta en general.
Aunque no tengan mala conciencia, eso no es suficiente. La sabidura es necesaria.
Siempre les ayudar el pensar cmo podra afectar su conducta al varn antes de actuar,
aunque no tengan problema de conciencia.
Aqu en Betsab, vemos un ejemplo indebido. Ella actu imprudentemente y sin recato
alguno al exponerse como lo hizo.
Conclusin
Dos errores, por parte de David y Betsab, que hubieran podido ser perfectamente
evitables si se hubiera actuado con diligencia y prudencia, causaron una tragedia sin
paliativos.
4. El pecado y sus primeras consecuencias:
(V. 3-5) Envi David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsab
hija de Eliam, mujer de Uras heteo. Y envi David mensajeros, y la tom; y vino a l, y
l durmi con ella. Luego ella se purific de su inmundicia, y se volvi a su casa. Y
concibi la mujer, y envi a hacerlo saber a David, diciendo: Estoy encinta:
Ntese cual fue el grado de superioridad, ceguera y de autocomplacencia del rey David
en ese momento, que no vacil en pedir que le trajeran a esa mujer para adulterar con
ella.
Esto nos lleva a la siguiente y consecuente consideracin:
En estos tiempos que corren, cuando hay tanta falsa enseanza que asegura que el
cristiano es un conquistador, un rey, un pequeo dios y un pequeo cristo, un
lder, etc. creando ceguera, inflando su orgullo, ego y alimentando su carne, ms que
otra cosa, debemos pedir que Espritu Santo nos sature de temor de Dios para
mantenernos humildes, y no caer en la misma simpleza y presuncin del rey David, el
cual, como veremos, tuvo que sufrir terriblemente las consecuencias de su orgullo y
soberbia, y eso slo gracias a que al final, Dios le concedi el arrepentimiento.
La ceguera de David y su consecuencia
Envi David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsab, hija
de Eliam, mujer de Uras, el heteo:
Tal era la presuncin, estupidez y ceguera de David, que no se par a pensar en las
consecuencias de su carnalidad, sino que sigui adelante con su acto de adulterio.
Veamos.
Betsab era hija de Eliam. Ahora bien, Eliam, padre de Betsab como decimos, fue uno
de los valientes de David (ver 2 S. 23: 34); fue uno de los ms allegados a David. A su
vez, Eliam era hijo de Ahitofel, uno de los ms preciados consejeros de David (ver 2 S.
15: 12)
Aos ms tarde, Ahitofel evidentemente zaherido por David, por haber abusado de su
nieta, y haber destruido su matrimonio por llevar a Uras a la muerte segura,
presumiblemente y en venganza, prest adhesin a Absaln, el hijo rebelde de David el
da en que se rebel contra l.
Vemos aqu que todo pecado cometido a terceros puede acarrear consecuencias
imprevisibles.
Envi David mensajeros que la trajeran, y la tom; cuando lleg, l durmi con
ella:
Se la trajeron, como si fuera una prostituta cualquiera, y el la tom (un trmino un tanto
eufemstico para decir que tuvo sexo con ella).
Betsab pudiera haberse negado, aunque era el rey mismo el que la solicit. No lo hizo,
por lo tanto ambos fueron culpables de adulterio.
Esa accin adltera y consciente era penada con la muerte por la ley mosaica (ver Lv.
20: 10; Dt. 22: 22)
Luego ella se purific de su inmundicia, y regres a su casa:
Esa inmundicia no se refera al acto de adulterio, sino que significaba que Betsab
acababa de completar los ritos de la purificacin que seguan a la menstruacin,
conforme a Levtico 15: 19-30.
Y concibi la mujer, y envi a hacerlo saber a David, diciendo: estoy en cinta:
El hecho de que acababa de tener su menstruacin, deja claro que Betsab no estaba
embarazada de Uras su marido cuando yaci con David.
Betsab, asustada o no, hizo saber a David el resultado de su relacin adltera: qued
embarazada, y de l.
Concluyendo:
La tentacin no es pecado de por s, pero es la antesala del mismo. Leemos en Santiago
1: 13-15;
Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no
puede ser tentado por el mal, ni l tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando
de su propia concupiscencia es atrado y seducido. Entonces la concupiscencia, despus
que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la
muerte
David, extremadamente ocioso, mir desde su terraza de su palacio, y vio lo que no
deba ver. La lujuria le invadi. Esa fue la tentacin.
En vez de apartar los ojos y sacar de su mente lo que haba visto, hizo todo lo contrario,
y adems abrig otra tentacin, la de investigar acerca de esa mujer bella.
Para huir de la tentacin: