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BRETON*
Reinaldo Bustos Domnguez
Introduccin
En un par de trabajos clsicos de sociologa mdica, Zborowski 1 en 1952 y Zola2 en 1966
mostraron la influencia de la cultura en la percepcin y manifestacin del dolor. El primero,
en una encuesta con sujetos sanos y enfermos de origen italiano, judo, irlands y
americano de "viejo cuo", demostr que los italianos y los judos provenientes de Europa
del Este tenan reacciones prximas frente al dolor, marcadas por una sensibilidad excesiva
y tendencia a la emotividad y la dramatizacin. En los judos particularmente, el dolor de
uno de sus miembros hace participar a toda su familia, ya que no soportan el aislamiento o
la impersonalidad de las relaciones. El dolor es percibido como un signo nefasto, que
provoca ansiedad y miedo del futuro, congruente con la historia dolorosa y trgica del
pueblo judo. Los italianos, por su parte, viven el dolor con la inmediatez de la queja, con
analgsicos se tranquilizan y esperan. Los judos, en cambio, desconfan y a menudo son
crticos de los cuidados mdicos. Los americanos de "viejo cuo" viven con desdn su dolor,
que slo molesta a los otros. Los irlandeses de confesin catlica se parecen a los
americanos. Unos y otros, testimonian una misma capacidad de resistencia: el dolor es ms
una molestia que un sntoma.
Zola posteriormente, muestra lo mismo: los pacientes italianos, ante igual diagnstico,
dramatizan ms su dolor que los irlandeses. Estos ltimos viven su dolor en congruencia
con el sentimiento de que la vida es dura y difcil, revelando con claridad la pregnacia de
los valores culturales en la vivencia de la enfermedad.
Estos ejemplos paradigmticos nos sirven como introduccin para afirmar que la
experiencia del dolor siempre es singular 3: nadie reacciona frente al dolor de la misma
forma. Cada individuo responde de una manera diferente a una herida o a una afeccin,
aunque stas sean idnticas. El umbral de sensibilidad es diferente. La anatoma o fisiologa
no son suficientes para explicar las diferencias o variaciones culturales, sociales, personales
o de circunstancias que afectan a un individuo con ocasin de un acontecimiento doloroso.
Y ello es porque la actitud frente al dolor no es una cosa meramente mecnica o fisiolgica
sino que est mediatizada por la cultura, las variaciones personales y la significacin
subjetiva atribuida a su presencia. El dolor es el producto de un contexto, es la expresin
de una educacin social. El personal de servicio en las unidades de cuidados paliativos
saben que una palabra amiga o su presencia en la cabecera del enfermo suelen ser los
antilgicos ms eficaces, aunque no suficientes.
En la tradicin aristotlica (tica a Nicmaco), el dolor era concebido como una forma
particular de la emocin; era la medida del hombre tocado en lo ms profundo de su
intimidad. En los orgenes de la modernidad, Descartes concibe el dolor como mero
disfuncionamiento de la mecnica corporal. La fsica corporal o la biologa tendrn desde
entonces el privilegio del estudio de los mecanismos del influjo doloroso, para describirlo
con la objetividad que se requiere para la comprensin de sus orgenes, su recorrido, su
punto de llegada. La psicologa o la filosofa ocupan de ah en adelante un lugar secundario,
restringidas tan slo a la ancdota de la subjetividad vivida del dolor. Desde Aristteles
hasta Descartes, para Le Breton, se inscribe una primera historia de transmutacin del
dolor, desde una forma de la emocin ntima a una concepcin mecnica, donde el dolor es
la expresin pura y simple de una mecnica neuronal y cerebral, un hecho puramente
sensorial que concierne a un conjunto de fibras nerviosas que llevan hasta el cerebro un
estmulo que se procesar en el centro del dolor; el hombre, con toda la complejidad de su
historia personal, no tiene nada que decir. Para nuestro autor, slo despus de Los Estudios
sobre la Histeria, donde Freud y Breur develan la lgica del inconsciente, se abre una
primera brecha en esta interpretacin mecnica de los hechos corporales, para hacer
comprender que el hombre no es un mero apndice de una actividad autnoma de la
actividad neuronal. Se inicia entonces una segunda historia del dolor, donde la dimensin
afectiva empieza a ser considerada.
De hecho, la investigacin contempornea, producto de la colaboracin entre mdicos y
cientficos sociales, hace justicia a la complejidad del fenmeno doloroso mostrando que
entre el estmulo que lo provoca y el dolor experimentado existen numerosos filtros, que
disminuyen o acentan su intensidad. El calor, el fro, los masajes, enlentecen, amortiguan
o aceleran su pasaje. Ciertas condiciones lo inhiben, como la relajacin o la diversin; lo
aumentan o lo difunden, como el miedo o la fatiga. Por lo tanto, no hay dolor sin
comprometer la relacin del hombre con su entorno, es decir, sin una significacin afectiva
que traduce el deslizamiento de un fenmeno fisiolgico al corazn de la conciencia moral
del individuo. El dolor vivido no es jams una pura experiencia sensorial, sino ms bien una
percepcin compleja, una manifestacin que se integra a la experiencia acumulada de vida
de un individuo y, en este sentido, simultneamente sentida, evaluada e integrada en
trminos de significacin y valor. El dolor, como experiencia humana, no es un simple
hecho de la naturaleza, sino ms bien una experiencia altamente simblica, un hecho de la
cultura. Pensemos en todos aquellos sujetos privados de su condicin de sentir los
estmulos dolorosos, expuestos a todos los peligros ambientales: los leprosos, por ejemplo.
La funcin de defensa del dolor est ausente en ellos. Pero el fenmeno doloroso, para Le
Breton, no se agota en esta funcin defensiva del individuo frente a los peligros del medio
ambiente. l se inscribe en una presencia mucho mas compleja, ms desconcertante,
imposible de recoger en una frmula simplista. Entre el dolor concebido como una
herramienta virtual al servicio de la defensa del individuo y ste, se inscribe el dolor con
toda la ambivalencia y la complejidad que caracteriza la relacin del hombre con su mundo.
Reaccin de defensa? Contra quin? Contra qu?, se pregunta Ren Leriche 4, y con
razn. No todas las enfermedades comienzan con dolor y muchas veces el dolor es la
enfermedad.
funcin, se imponen penosamente a la conciencia del individuo, decrece todo inters por
los otros, el individuo se repliega. Una paciente nuestra, afectada de una Mielitis
Transversa, refiere que cuando su dolor perianal se hace particularmente agudo, pierde el
apetito, el gusto por vivir, se hace ms susceptible, aptica, no puede dormir. Su dolor la
induce a una renuncia parcial de s misma, amenaza su identidad, la obliga a recluirse
solitaria, para evitar arriesgar perder su autoestima frente a los otros. Todo dolor, incluso el
ms leve, induce una metamorfosis en el sujeto, nos revela nuestra impotencia y nuestra
fragilidad, no tan slo altera la relacin del hombre con su cuerpo, sino que invade ms
all: contamina la relacin total del hombre con su mundo.
La semiologa mdica nos ensea que existen dolores agudos y crnicos. El primero es
transitorio, la ansiedad est generalmente ausente en tanto la mayora de estos dolores se
asocian a causas contingentes. Para el nio son experiencias formativas, que le ensean de
su vulnerabilidad ante el medio o de la fragilidad de su condicin. Cuando se hacen un poco
ms intensos y permanentes, signos de un mal insidioso, recurrir al mdico es necesario en
tanto interlocutor obligado en nuestro mundo occidental, para que le ponga nombre y lo
reduzca. Los dolores agudos no afectan mayormente las relaciones sociales, ms bien
despiertan la solidaridad y la proteccin de los otros. Son pequeos signos que, incluso,
refuerzan el sentimiento del valor personal. Los dolores crnicos, en cambio, son una
penosa carga. Van desde una sorda presencia hasta reagudizaciones variables en
intensidad, que limitan toda forma de existencia. A menudo, son un lmite al poder mdico,
en su comprensin y en su curacin. Nuestra paciente aquejada de Mielitis nos dice que su
dolor es una experiencia horrenda, que violenta los lmites de su condicin humana,
inaugurando un modo de vida, prisionera de su dolor. Le Breton recuerda a Tolstoi, que
en La Muerte de Ivn Illitch nos muestra al protagonista atormentado por el dolor, dolor que
olvida a veces o imagina alejado para siempre, pero que reaparece sbitamente para
atacarlo. La ansiedad que nace de tal estado, el sentimiento de un suplicio que no
terminar sino con la muerte, hace para Ivn Illitch, como para nuestra paciente, an ms
intolerable la experiencia.
La depresin y el dolor crnico se alimentan mutuamente. Cuando el dolor se hace total y
los pacientes se sienten sumergidos en un sufrimiento que los envuelve por entero, como
en el caso de las personas afectadas de cnceres o sida, la analgesia farmacolgica plantea
dilemas ticos importantes para el paciente, en tanto se comprometen los ltimos instantes
de vida y de relacin con sus seres queridos. Para los mdicos no es menos difcil: a
menudo se plantean dudas en torno a la sub-evaluacin de la intensidad del dolor, el temor
a inducir cambios secundarios o producir una dependencia de los medicamentos. Pero lo
comn es ver pacientes terminales con dosis masivas de analgsicos que neutralizan la
conciencia del sujeto para que no sufra ms; pero el remedio desborda el mal, puesto que
se suprime la conciencia y la vida de relacin. El paciente muere en el sopor, inconsciente
de sus ltimas horas de vida, privado de un ltimo contacto con sus seres queridos,
alimentando as la culpabilidad de estos.
bsqueda de ayuda mdica. Las enfermedades funcionales, con su dolor y sufrimiento, son
a menudo un llamado de atencin a su soledad o insignificancia. Despus de Freud, y ms
all de la respuesta teraputica inmediata, el mdico debe ser capaz de descifrar su
mensaje. El dolor como sntoma es la pantalla donde se dibujan -en el caso de la histeria,
por ejemplo- la bsqueda obstinada de amor y reconocimiento. En el hipocondriaco, se
refleja la vivencia compleja de un cuerpo cruzado por las experiencias dolorosas, de las
cuales el individuo es un ingenioso inventor. En la actualidad es comn la presencia de
individuos que han sufrido un accidente laboral y que persisten con dolores ms all de la
conviccin clnica de que no tienen nada orgnico comprometido. Son "paranoias del
cuerpo", como las defini Roa. La sospecha de un trastorno psiquitrico acenta en ellos la
idea de ser vctimas de un desprecio o de una injusticia. Ante una medicina, heredera del
dualismo cartesiano que separa radicalmente cuerpo y hombre, este ltimo vaga dividido
por los diferentes servicios mdicos sin que nadie lo escuche y d respuesta a su
padecimiento. La impotencia alimenta su sufrimiento, el cual se transforma en un problema
de identidad, signo de una buena fe puesta en duda. Hay muchos otros ejemplos en
psiquiatra que muestran con elocuencia que el dolor est siempre presente, entreverado
en los vericuetos de la historia personal. Entre un mal de vida y un mal del cuerpo, oscila
poniendo en relacin a veces sutilmente, en otras con crueldad y locura, como ocurre en
algunos pacientes esquizofrnicos o dementes a la carne y el espritu. Como hemos
dicho, ninguna ley fisiolgica puede dar enteramente cuenta del dolor, puesto que es
mltiple: garanta de una reivindicacin, sustituto de amor para paliar la ausencia, modo de
expiacin, medio de presin, etc. En numerosos casos, el dolor cumple, evidentemente, una
funcin de soporte de la identidad personal. Pero como tambin el cuerpo y el dolor no
escapan a la condicin de cada cosa humana, como algo construido social y culturalmente
al interior de infinitas variedades, el dolor del cuerpo y el sufrimiento del hombre no
escapan a la eficacia simblica del efecto placebo, como una ilustracin evidente de que la
realidad corporal se enraza en el corazn de un mundo simblico y cultural. A la evidencia
de este efecto de eficacia simblica descrita por Marcel Mauss y Claude Levy-Strauss
(recordados tambin en la obra monogrfica de Le Breton) en las sociedades tradicionales,
se agrega la constatacin de que un 35% de los pacientes declara encontrar alivio tomando
placebos. Hallazgos no menos significativos cuando la evidencia emprica nos dice que slo
el 75% de los enfermos aquejados de dolores intensos se alivia con morfina. La eficacia
simblica nos recuerda entonces el carcter mltiple del dolor, que afecta al hombre ms
all de su pura organicidad. Estudios que demuestran lo anterior abundan en la literatura
mdica. En pediatra es conocido el efecto controlador de la aprensin y el dolor de los
nios sometidos a una intervencin quirrgica cuando estn acompaados por sus madres,
a las cuales se les ha explicado y calmado, a su vez, de su propia ansiedad. El placebo
acta entonces en el corazn del vnculo social, donde el dolor es una caja de resonancia
de significaciones personales y sociales.
Pero el dolor, desde el punto de vista antropolgico, no se agota en lo anterior. La rica
relacin entre el mal y el dolor, tan cara a toda conciencia religiosa en los relatos bblicos,
ocupa parte importante del estudio de Le Breton. No debemos ignorar que las culturas
religiosas imponen su marca en los comportamientos y valores de los individuos a la
manera de un inconsciente cultural. No ocurre slo con el cristianismo, tambin con otras
religiones en las cuales se constatan zonas de divergencias con el catolicismo: la reforma
protestante rompi, por ejemplo, la nocin de un dolor pleno de gracia y de virtud
legitimando la lucha contra ste. A la inversa, los musulmanes no se rebelan frente a la
Lo
Siniestro
enroscado
Lenguaje
y
extraamiento
la lectura de Lo siniestro de Freud
la
a
partir
Palabra.
de
Ana C. Conde
Palabra de paso. Palabra fantasma. Palabras que no quieren decir nada. Palabras rotas.
Palabras, palabras, palabras. Palabra, parole en francs, tiene su origen
en parbola (del latn parabola), esto es, transmisin de una enseanza, de un
conocimiento. Pero tambin puede ser entendida como diccin [de dicto, mandar, dictar]
sin significado, usada por los hechiceros en sus sortilegios [3].
Diferentes lenguas tienen diferentes palabras para designar lo mismo realmente lo
mismo? Fragmento de una lengua que fue Una, la palabra est rota, escindida desde su
origen. Deja presentir un au-del, pero al mismo tiempo con su propia sombra oscurece el
camino en brumas que seala. Nostalgia. Como unidad menor del lenguaje con significado,
el estudio de la palabra se ha convertido en la bsqueda del brillo originario en el
fragmento, en el estudio mismo de ste porque es lo nico que tenemos. Lingstica:
ciencia del vestigio [4]. Los fragmentos estn, adems, rotos: Agotadas, rodas,
manchadas, las palabras se han vuelto esqueletos de palabras, palabras fantasmas; todos
rumian y sin conviccin eructan sus sonidos entre dientes [5]. Tragedia del lenguaje.
Caminos errados en la bsqueda de un origen que fue comn. A la vez punto de partida (de
facto) e inalcanzable punto de llegada (eterno proyecto) de las doce tribus. La tradicin
oculta sostiene que una lengua original, nica o Ur-Sprache corre disimulada bajo nuestras
discordias actuales y que tal vez se encuentra en estado latente bajo el spero tumulto de
las lenguas rivales que sigui al derrumbe del zigurat de Nemrod [6]. Es el camino del
xodo invertido: la tierra prometida se dej atrs. Como el Absoluto romntico, la lengua
Una se vislumbra pero nunca se alcanza. Se entreve en cada lengua, pero en cada lengua
se esconde. Desfondamiento del lenguaje.
Palabra de paso, Schibboleth como ya sealara Derrida, permite cruzar el umbral, pasar
de una orilla a otra. En la lengua, en la escritura potica de la lengua (en toda escritura,
en toda forma de manifestacin de la lengua, digo yo) no hay ms que
schibboleth [7]. PalabRa es en s misma el puente, la unin de las dos orillas. En torno a la
raz - pr* se ha levantado una familia que tiene que ver con ese atravesar, con cruzar de
una orilla a otra, de donde peligro (del latn periculum: que adems de peligro conlleva la
idea de hacer cara), poro (del gr. pros, va de comunicacin) o experiencia. En alemn
experiencia es traducido (pasado y trasvasado) como Erfahrung, que deriva del verbo
fahren, viajar. Traducir, pasar de una lengua a otra, viajar entre las palabras, conlleva el
encararse al rompecabezas de la Ur-Sprache ya para siempre dispersa. Benjamin dir:
()Todo el parentesco suprahistrico de dos idiomas se funda ms bien en el hecho de
que ninguno de ellos por separado, sin la totalidad de ambos, puede satisfacer
recprocamente sus intenciones, es decir, el propsito de llegar al lenguaje puro.
Precisamente, si por una parte todos los elementos aislados de los idiomas extranjeros,
palabras, frases y concordancias, se excluyen entre s, estos mismos idiomas se
complementan en sus intenciones [8] y ms adelante Tomadas aisladamente, las
lenguas son incompletas y sus significados nunca aparecen en ellas () sino que se
encuentran ms bien en una continua transformacin, a la espera de aflorar como la lengua
pura de la armona de todos esos modos de significar [9].
Pasar, atravesar, transferir: traducir. Extraeza de la traduccin. Captacin de lo extrao.
En la traduccin se muestra lo extrao porque la lengua misma habita en lo extrao. No
slo eso: lo extrao habita en la propia lengua. Mientras no se sienta la extraeza, sino lo
extrao, la traduccin habr alcanzado su mxima finalidad [10]. Por tanto, extraeza,
entendida como nostalgia (extraar) y, al mismo tiempo, como asombro y petrificacin ante
ese revenant que aparece y desaparece mediante un movimiento dialctico en la lengua
misma, una lengua que es la propia y que no se re-conoce. Nunca esta lengua, la nica
que estoy condenado as a hablar, en tanto me sea posible hablar, en la vida, en la muerte,
esta nica lengua, ves, nunca ser la ma. Nunca lo fue, en verdad [11].
Lo extrao en tu lengua, en tu Heim. Vrtigo. Angustia. Angst. Aparicin del espectro de
una lengua ya para siempre muerta [12], pero ya para siempre presente. Lo extranjero
inoculado en la Humanidad en el movimiento gensico de Babel.
No hay nada ms inquietante que la palabra porque en ella se esencia lo siniestro. Se
torna extrao lo que antes era familiar porque la escritura revela la desobediencia, el
conocimiento, el castigo, la expulsin, la cada, la partida del Edn y una misma culpa: la
escritura doble, la lengua partida, advenimiento de la adversidad [13]. Lo siniestro
enroscado a la palabra. Deberamos haber dicho esenciado, presenciado porque la
palabra es, a la vez, puente y falla. HEIMLICH?Qu quiere usted decir con HEIMLICH? Pues bien: que me siento con ellos como ante un pozo rellenado o un estanque seco. Uno
no puede pasar junto a stos sin tener la impresin de que el agua brotar de nuevo algn
da [14]. La palabra tiene ese doble carcter: nos brinda una tierra y nos sirve como
herramienta de comunicacin, pero tambin tiene algo de tierra inhspita y de instrumento,
de til a la mano podramos decir con Heidegger, que al igual que el canto de Sartre se
vuelve inasible e inconsistente, doucetre: Je me rapelle mieux ce que jai senti, lautre
jour, au bord de la mer, quand je tenais ce galet. Ctait une espce dcrement
doucetre () Et cela venait du galet (): une sorte de nause dans les mains [15]. Poco
antes, en referencia a las cosas, el personaje de Antoine de Roquentin afirma: ils me
touchent, cest insupportable. Jai peur dentrer en contact avec eux tout comme sils
taient des btes vivantes [16]. Las palabras vibran, vibra en ellas lo siniestro. Lo
siniestro se esencia, wesung [17], en la palabra. Wesung viene del verbo alemn wesen,
esto es: ser. Lo siniestro es en la palabra. Y de wesen tenemos Gewesene, lo sido, la
historia, lo que todava permanece vivo y activo para nuestro presente, lo que todava tiene
la capacidad de influir sobre nuestro destino. Espectro. Por tanto, la historia de la palabra
habla en la palabra, en su genealoga. La palabra remite siempre a ese origen perdido, es
siempre reflejo del fantasma del origen, que en tanto reprimido, usando la terminologa
freudiana, se manifiesta como algo siniestro. Lo strano in parola. De ah el ttulo de este
ensayo: Lo siniestro enroscado a la palabra. Y enroscado porque si hay dos grandes mitos
de la cada del hombre y uno de ellos es la confusin de lenguas de Babel, el otro es, sin
duda alguna, la expulsin del Paraso cuyo smbolo es, precisamente, la serpiente
enroscada al rbol del Bien y del Mal, esto es: del conocimiento.
hay ms olvidado que el propio origen, siempre latente, siempre velado y al mismo tiempo,
siempre presente? Espectro. Es importante e interesante desde el punto de vista
psicoanaltico, el destino de las ideas o de los deseos que no consiguen pasar la inspeccin
de la censura mental. Estas ideas y deseos son generalmente muy poderosos y buscan
continuamente su expresin. Sin embargo, debido a su carcter repulsivo deben
constantemente ser forzados para permanecer inconscientes. Esta dinmica inconsciente
est generada por la represin, la accin por la que se impide la entrada a la conciencia de
los pensamientos inaceptables de manera activa y enrgica [41]. Tratando de salir a la
luz, la fuerza de aquello reprimido radica precisamente en su carcter oculto. Cuanto ms
profundo se esconde, ms atraccin inconsciente genera. La atraccin del abismo [42].
Abismo y desfondamiento del origen en el lenguaje. Schelling habla de la necesidad de
velar lo divino y rodearlo de cierta Unheimlichkeit, misterio [43]. En este sentido
Unheimliche y Heimliche significan lo mismo: lo misterioso, lo oculto, lo secreto. De modo
que heimlich es una voz cuya acepcin evoluciona hasta la ambivalencia, hasta que
termina por coincidir con la de su anttesis, unheimlich [44]. Unheimliche se trata, en
definitiva, de algo familiar que se fue tornando en extrao e inhspito o, en palabras de
Eugenio Tras: algo que, al revelarse, se muestra en su faz siniestra, pese a ser, o
precisamente por ser, en realidad, en profundidad, muy familiar, lo ms propiamente
familiar, ntimo, recognoscible [45].
Y en toda Heim, siempre puede haber fantasmas, por eso lo siniestro se mezcla
excesivamente con lo espeluznante [46] y se relaciona con fantasmas, casas encantadas,
cadveres, espritus y espectros.
Inventario de lo siniestro. Der Sandmann [47]
A partir del cuento de Hoffman Der Sandmann, El arenero, y teniendo en cuenta el
estudio lingstico anterior, Freud elabora todo un inventario de cosas, personas o
situaciones que pueden provocar el sentimiento de lo siniestro y que, siendo angustiosas
y/o espeluznantes, pueden ser diferenciadas claramente de lo que escapa a lo Unheimliche.
Retomando y reformulando los estudios de E. Jentsch (que tomaba como ejemplo por
excelencia de lo siniestro el automatismo y lo comparaba con las crisis epilpticas y
manifestaciones de demencia en lo que de automticas tienen este tipo de reacciones),
Freud rescata el cuento de Hoffmann, y afirma que, pese a que es cierto que la mueca
Olimpia y el automatismo [48] constituyen uno de los motivos de lo siniestro, stos no son
ni los nicos ni los principales. El eje principal del texto alrededor del cual se vertebra lo
siniestro gira en torno a la figura del arenero. ste es el motivo y no otro que hace
del Hombre de arena un cuento siniestro y no una narracin fantstica: el sentimiento de
lo siniestro es inherente a la figura del arenero, es decir, a la idea de ser privado de los
ojos [49]. Efectivamente, la narracin comienza con el arenero y termina con l. Con una
estructura circular, el cuento se cierra sobre s mismo a travs de la repeticin y aparicin
de la misma figura. Un crculo cuyo enganche, principio y final, ya lo hemos dicho, no es
otro que el hombre de arena, antes Coppelius, despus Coppola, y finalmente la
identificacin de ambos: der Sandmann (Coppelius + Coppola). El origen de este miedo ha
de situarse en la infancia, convirtindose as en un miedo reprimido que reaparece con
funestas consecuencias.
4) Pero Nataniel est, adems, maldito. La figura del arenero conlleva siempre su
desgracia desde que lo vio en su niez. As, un individuo siniestro es portador de maleficios
y de presagios funestos.
5) Es siniestra la repeticin de una situacin en condiciones idnticas, sea mediante la
repeticin de lo semejante o el retorno involuntario a un mismo lugar, de manera que nos
hace parecer siniestro lo que en otras circunstancias sera inocente, imponindonos [as] la
idea de lo nefasto, de lo ineludible, en donde en otro caso slo habramos hablado de
casualidad [55]. Es lo reprimido que retorna. El miedo hecho realidad. Lo funesto del dj
vu.
6) Antes Coppelius y despus Coppola [56], ambos son el arenero. La revelacin de este
hecho se torna siniestro. El tema del doble, como seala Freud, fue tratado por Hoffmann
en otras narraciones como en Los elixires del diablo: Mi propio yo era objeto cruel de un
destino caprichoso () Yo mismo me desconoca! () Soy lo que parezco, y no parezco lo
que soy: para m mismo soy un enigma indescifrable, y mi yo escindido. No es este un
recurso desconocido en la literatura fantstica. Aparece de forma recurrente desde E.A. Poe
en William Wilson [57] hasta Dostoievski con El doble [58].
7) Lo siniestro es, a menudo, considerado como tal cuando est relacionado con la
muerte, con cadveres, con la aparicin de los muertos, los espritus y los espectros [59].
Este elemento puede ser entendido desde la supersticin y el primitivismo, puesto que
casi todos seguimos pensando al respecto igual que los salvajes, no nos extrae que el
primitivo temor ante los muertos conserve su poder entre nosotros y est presto a
manifestarse frente a cualquier cosa que lo evoque [60].
Lo siniestro en la palabra
El sentimiento de lo siniestro en la literatura supera a lo siniestro de la vida real. El
lenguaje mismo vehicula lo siniestro empleando recursos de los que no podemos dar
cuenta en la realidad, esto es: el lenguaje mismo nos da un acceso ms directo a lo
Unheimliche. Por eso, dice Freud en la tercera parte de su estudio, hemos de diferenciar lo
siniestro que se vivencia de lo siniestro que nicamente se imagina o se conoce por
referencias.
Sin embargo, mucho de lo que sera siniestro en la vida real no lo es en la poesa;
adems, la ficcin dispone de muchos medios para provocar efectos siniestros que no
existen en la vida real [61]. Esto conlleva la idea de que en la vida real lo siniestro
aparece en contadas ocasiones, pero en tanto que lo vivenciamos directamente, se
presenta con ms virulencia. Mientras que, frenado por el texto, el sentimiento de lo
siniestro es menos sombro. En la literatura sera mucho ms fcil plasmar efectos
siniestros en detrimento de su intensidad, que se vera atenuada en tanto que parapetada
por las palabras del propio texto que revela. El texto nos salvara, pero al mismo tiempo nos
revelara lo oculto. Nos acercara y al mismo tiempo nos distanciara. Esto es, mediante la
palabra se oculta y desoculta el espectro de lo reprimido y de lo olvidado.
un
tiempo
en
el
hombre
mora
y
Pero
ahora
los
veinte
heridas
mortales
y nos arrojan de nuestros asientos [62]
que,
ah
muertos
saltados
los
daba
fin
resucitan
en
la
sesos,
todo.
con
cabeza
FALTA, la irreconciliacin con el origen. Lo inhspito de un hogar que no acoge, sino que
expulsa continuamente a lo otro de s.
Arrojados al mundo, los hombres vagan en l, al igual que, esparcida entre miles de
lenguas, la lengua Una slo puede intuirse parcialmente como el espectro que es. Jos
Gaos [63] en su traduccin de Ser y tiempotradujo unheimlich por inhspito [64], esto es,
lugar que no ofrece seguridad o abrigo. En este sentido lo Unheimliche definido, como ya
hemos visto en Freud, como inquietante, que provoca un terror atroz, siniestro, espectral,
lgubre, extraamente incmodo consistira en el carcter inhspito y espectral de
nuestra propia lengua habitada por fantasmas. Lo siniestro sera precisamente la falta de
suelo firme, la presencia constante del pozo que al mismo tiempo que disimula, la misma
lengua muestra.
Pero la definicin de espectro como aparicin es slo una de las posibles. Espectro es
tambin la serie de frecuencias de una radiacin dispersada en orden creciente, esto es:
luz. Hemos hablado de Babel. Tambin del rbol del bien y del mal. Pero el origen del
extraamiento se dio en el origen mismo del mundo: Dios dijo Haya luz [65] y de ella se
sucedi la diferenciacin, pero con ella tambin apareci la carencia, el desvelamiento de la
pregunta por lo que hay, por el conocer. Adn y Eva comieron del rbol del bien y del mal y
eso supuso la Primera cada, la Expulsin, el desterramiento. Pero an quedaba la Lengua y
con ella, el acceso al conocimiento. Poco durara. La Segunda cada del hombre en Babel
supuso el fin de las aspiraciones de comprensin del mundo. Prdida del origen y del
acceso a l. Por tanto, si el espectro es tambin luz y la luz tiene que ver con la visin, el
miedo ante la prdida de los ojos, es tambin el miedo a no poder ver, a no poder conocer.
Y si Nataniel en la narracin de Hoffmann averigu que el arenero finalmente le arranc los
ojos para ponrselos a la poupe, as la fragmentacin de la Lengua slo puede mostrar el
fantasma de lo que se hurta. No hay acceso. Sin ojos no hay reconocimiento del mundo, de
lo mo, todo me es inhspito. Y sin lengua Una slo hay fragmentos. Palabras siempre
incompletas de su sentido originario. Palabras como pozos. Vaco de la lengua propia.
Comunicacin fundada sobre la ruptura de la comunicacin. Espectro.
El hombre est arrojado a un mundo del que no obtiene respuestas - decamos antes.
Ser-en-el-mundo. Dasein. El hombre est desarraigado, desterrado, enfrentado al desierto
ontolgico de la realidad, emplazado en otra cosa que no es l mismo. Angustia. Angst. Una
angustia esencial cuyo miedo es indeterminado. Slo se siente. En el Dasein hay un
derramamiento en lo otro de s que no tiene acomodo. Es una herida sin sutura, que
Derrida llamar encentadura, la apertura misma de lo ente en mi existencia.
Encentadura como tajo, como apertura. Por eso, como hemos sealado con Freud,
heimlich se confunde con su antnimo unheimlich. Aoranza. Extraeza del lenguaje.
Abismo del sentido. El lenguaje est extraado de su propia originalidad, esto es: extraa
su origen. Lo propio, nuestra lengua, es lo que ms extrao nos es. Por ello, la palabra es
adaptacin a un medio hostil, inhspito.
Ser y tiempo, publicado 8 aos despus de Lo siniestro (1919), es una reflexin, entre
muchas otras cosas, acerca de la angustia hacia la nada en un mundo en el que el lenguaje
tiene sus races en la estructura existenciaria del estado de abierto del ser ah [66],
y acerca de una angustia nacida del desarraigo Lo que quiere decir ontolgicamente: el
ser ah () es un ser en el mundo cortado de las primarias, originales y genuinas
relaciones del ser relativamente al mundo, al ser ah con, al ser en mismo [67].
Imposibilidad de regreso a la fuente, a la totalidad del sentido. Siempre carencia. Siempre
vaco. () Dicha angustia originaria suele mantenerse reprimida en el Dasein. La angustia
est aqu. Slo est adormecida [68].
En Qu es metafsica? (1943) volver a tratar el tema de la angustia y dir: Decimos
que en la angustia se siente uno extrao (unheimlich) () No podemos decir ante qu se
siente uno extrao. Uno se siente as en conjunto. Todas las cosas y nosotros mismos nos
hundimos en la indiferencia () La angustia revela la nada [69] y ms adelante: La
angustia nos deja sin palabras. Puesto que lo ente en su totalidad se escapa y
precisamente sa es la manera como nos acosa la nada, en su presencia enmudece toda
pretensin de decir que algo es.Que sumidos en medio de la extraeza de la angustia
tratemos a menudo de romper esa calma vaca mediante una charla insustancial no hace
sino demostrar la presencia de la nada [70]. Vaco bajo los pies. Desfondamiento del
fragmento de nuestra lengua. Ausencia. Lo siniestro se revela siempre velado, oculto, bajo
la forma de ausencia () y de pronto eso tan familiar, tan armnico respecto a nuestro
propio lmites, se muestra revelador y portador de misterios y secretos [71].
ella y por ella. Con palabras Claudio urde su trama [77] y con palabras Hamlet la escenifica
y desenmascara. Palabras que desenmascaran palabras. El lenguaje que extraa: He odo
contar que personas delincuentes, asistiendo a un espectculo teatral, se han sentido a
veces tan profundamente impresionadas por el solo hechizo de la escena, que en el acto
han revelado sus delitos; porque aunque el homicidio no tenga lengua, puede hablar por los
medios ms prodigiosos [78]. Palabras que rasgan, que cortan palabras. Palabras,
palabras, palabras [79] responde Hamlet ante la pregunta de Polonio, esto es: Word,
word, word. Les aadimos slo una s ms: sword, sword, sword, aquello que cercena,
que abre brechas. Palabras como encentaduras en las que lo oculto se proyecta. Una
parte sale a la luz, otra se oculta todava ms. Un algo que vuelve y un algo que siempre se
marcha. Pero algo que se proyecta slo se deja ver en tanto que copia, en tanto que
filmacin del original y para el original no hay acceso. Abismos. Sentido.
Es la historia de un errar - hemos dicho al comienzo- , es la historia de un error y de un
errar, matizo ahora. De un error que es un errar, entendido como el castigo infligido al
condenado: la desposesin de la tierra, el destierro de un hogar que ya nunca se podr
habitar que ya nunca se podr habitar, pero ya siempre nos habitar. Nostalgia. Lo
Unheimlich es lo que otrora fue heimisch, lo hogareo, lo familiar desde mucho tiempo
atrs. El prefijo negativo un-, antepuesto a esta palabra, es, en cambio, el signo de la
represin [80]. El error de la palabra, de una palabra siempre viva, latiente, latente: ()
el deseo que se enrosca en la entraa de cada marca: ser de nuevo trasvasada, trasladada,
transferida, trasplantada, a otra marca no menos transferible, no menos poseda por el
conato de sobrevivir. Cosa que conmina a proclamar, en primer trmino, lo intraducible de
cada consignacin. Conatus. La palabra persevera en su ser, muta, cambia, evoluciona, se
adapta, pero, al mismo tiempo retiene un resto irreductible, un residuo de lo que fue y de lo
que sigue siendo. Lengua pura que slo se percibe en la encentadura de la palabra. La
palabra entraa y extraa ese origen, que a su vez nos habita como nostalgia.
Origen, urdimbre, palabra, castigo, destierro: Babel Era la tierra toda de una sola
lengua y de unas mismas palabras. En su marcha desde Oriente hallaron una llanura en la
tierra de Senaar, y se establecieron all. Dijronse unos a otros: Vamos a hacer ladrillos y a
cocerlos a fuego. Y se sirvieron de los ladrillos como de piedra, y el betn les sirvi de
cemento; y dijeron: Vamos a edificarnos una ciudad y una torre, cuya cspide toque los
cielos y nos haga famosos, por si tenemos que dividirnos por la haz de la tierra. Baj Yav
a ver la ciudad y la torre que estaban haciendo los hijos de los hombres, y se dijo: He aqu
un pueblo uno, pues tienen todos una lengua sola. Se han propuesto esto, y nada les
impedir llevarlo a cabo. Bajemos, pues, y confundamos su lengua, de modo que no se
entiendan unos a otros. Y los dispers de all Yav por toda la haz de la tierra, y as cesaron
de edificar la ciudad. Por eso se llam Babel, porque all confundi Yav la lengua de la
tierra toda, y all los dispers por la haz de toda la tierra [81].
Origen de la traduccin. Origen de la nostalgia. Nostalgia del original y del Original.
Prdida del sentido.
Muoz, Pablo D.
"Un loco que imagina ser un prncipe no difiere del prncipe que lo es de hecho sino porque
aquel es un prncipe negativo, mientras que este es un loco negativo. Considerados sin su
signo,
son
semejantes"
Aforismo de Lichtenberg citado por Lacan en 1953
INTRODUCCIN
La distincin entre los conceptos de psicosis y locura aparece mucho antes de que el
psicoanlisis surja como campo de investigacin y abordaje clnico de lo patolgico en la
historia de la psiquiatra. "Psicosis" era utilizado como sinnimo de "enfermedad mental",
de "afeccin psiquitrica" y como concepto tcnico sustituye al viejo trmino de "locura".
El saber popular califica de "loco" a aquello que se distingue claramente de la razn, de la
sensatez. En sentido vulgar, "psicosis" y "locura" han sido tomados por el lenguaje comn
como equivalentes. En nuestra lengua se confunden, aunque la etimologa ensea (tanto
en francs como en castellano) que tienen orgenes, tradiciones, evolucin bien distintas y
pertenecen
a
campos
semnticos
diversos.
Tambin en el campo del psicoanlisis han sido tomados como equivalentes. Y es a partir
de la obra de Lacan que se produce su distincin, designando conceptos diferentes que,
incluso, pueden superponerse. En efecto, la originalidad de su abordaje permite decir que
puede haber locura (folie) en la psicosis (psychoses), tanto como puede no haberla. En este
sentido, ambos trminos corresponden en su enseanza a planos conceptuales diversos. El
ltimo es tomado de las elaboraciones de la psiquiatra clsica de fines del siglo XIX pero es
transformado en su enseanza a partir de su concepcin estructuralista de la forclusin del
signifi- cante del nombre-del-padre. Mientras que el primero tiene como referencia a Hegel
y postula como ejemplo el personaje de Alcestes de El Misntropo de Molire.
A partir de esta concepcin y delimitacin original, Lacan emple el concepto de locura en
diversos contextos: por ejemplo, para referirse al amor, llegando a decir que "cuando se
est enamorado, se est loco" siguiendo as la perspectiva establecida por S. Freud;
tambin para referirse al no-todo de la sexuacin femenina, diciendo que las mujeres son
locas, aunque "no-locasdel- todo", mostrando de este modo variaciones significativas.
Cuando retoma el concepto en los seminarios de los aos '70, lo transforma al abordarlo
con el soporte de la teora de nudos definido como desanudamiento de los tres registros,
por oposicin a la estructura de la psicosis definida como una forma particular de
anudamiento (no borromeo) distinto del anudamiento de la neurosis (borromeo). A la vez, lo
liga con la normalidad al sostener que "la normalidad es la locura", lo que podra conducir
errneamente a plantear que en este perodo Lacan afirma que la normalidad es la psicosis,
retornando as a formulaciones de autores posfreudianos que sostenan los ncleos
psicticos
de
los
cuales
la
neurosis
era
una
defensa.
Como puede apreciarse en esta primera visin panormica, el concepto de locura
concentra en la obra de Lacan una gran complejidad. No sucede con l lo que con otros
trminos que no llegan a establecerse como conceptos, de los que slo se encuentran
referencias dispersas. En este caso, su elaboracin llega a constituir lo que l mismo
califica una "doctrina de la locura". 1,2 Para establecer sus implicancias clnicas con precisin,
en este trabajo se realiza un recorrido que enlaza las referencias inaugurales al concepto de
locura y se las contrasta con las de los seminarios de los aos '70.
Pero, entonces, si la locura puede coincidir con la psicosis o no, lo mismo puede afirmarse
de la neurosis. Quizs entonces tambin de la perversin. Sin entrar aqu en este espinoso
problema, podemos adelantar que, por lo dicho, el concepto de locura se sita en una
regin conceptual diversa a la que estamos habituados a recurrir cuando hablamos de
lasestructuras freudianas. Debe por tanto esclarecerse a qu apunta Lacan con ese
concepto para entender esas afirmaciones y no confundirlos, como suele hacerse
popularmente, pudiendo situar ya que el trpode neurosis-psicosis-perversin no logra dar
cuenta de la categora de locura, ella no se corresponde o no se deja apresar por la lgica
con que se construyen las estructuras freudianas.
1.b.
Segundo
argumento:
Discusin
terminolgica
Hay una compleja relacin etimolgica entre los trminos locura y psicosis.
Segn Paul Bercherie "psicosis" en la historia de la clnica psiquitrica que comienza con
Ph. Pinel, era utilizado como sinnimo de "enfermedad mental, afeccin psiquitrica: [y
que] sustituye como concepto tcnico al viejo trmino de locura, en la medida en que la
evolucin de las concepciones clnicas tenda a hacer de ella no ya un gnero sino una
clase" (Bercherie 1981, 79). Entonces psicosis -trmino introducido en 1845 por el
psiquiatra austraco Ernst von Feuchtersleben- sustituye al trmino locura entendida como
una clase de enfermedades que podan yuxtaponerse en lo que llamamos clasificacin o
nomenclatura; aunque, como seala el autor, ella no siempre fue pensada as pues
primeramente, por el contrario, era considerada un gnero unitario y homogneo dentro
del cual las diversas especies se separaban en cuadros sincrnicos, en sndromes. JeanClaude Maleval indica que su principal originalidad consisti en introducir el
trmino psicosis para designar la alienacin mental, all donde antes se empleaba el viejo
concepto
de vesania,
proveniente
de
la
antigua
Roma 4.
Merece una mencin el trmino "paranoia" que deriva del griego clsico "para" que
significa "contra" y "noos" que significa "espritu", designando as la locura en el sentido de
arrebato y delirio; es decir que "paranoia" y "locura" son vocablos que se ligan - tal como
Lacan explicita en el Seminario 3. En efecto, refirindose a la paranoia, afirma "No hay, a
fin de cuentas, nocin ms paradjica. Si tuve el cuidado [...] de poner en primer plano la
locura, es porque puede decirse verdaderamente que con la palabra paranoia, los autores
manifestaron toda la ambigedad presente en el uso del viejo trmino de locura, que es el
trmino fundamental del vulgo" (Lacan 1955-56, 29). Vale decir que para Lacan el trmino
paranoia hereda toda la ambigedad padecida por el trmino locura con anterioridad 5.
Finalmente, la lengua francesa ensea algo ms sobre el trmino locura (folie) que facilita
reconocer por qu Lacan lo distingue de psicosis (psychoses). Diana Rabinovich explica que
el diccionario etimolgico del francs de Bloch y Von Wartburg -con el que Lacan se
deleitaba incansablemente por ejemplo en el Seminario 10- indica que folie deriva
de fol y fou: "Fou es un adjetivo derivado del latn follis que significa soplar, saco, globo,
secundariamente pas, en forma de chiste, a tener el globo inflado de aire, cambio que se
produjo en el siglo VI. Sin embargo, el antiguo sentido persisti en francs hasta el siglo
XVI. Agrega luego que en su nuevo sentido compiti en francs durante bastante tiempo
con la palabra fat (fatuo) proveniente de Languedoc" (Rabinovich 1993, 122). Esta
revelacin ser significativa luego por el uso del concepto de locura que forja Lacan (ligado
a lo que describe como la infatuacindel sujeto).
2. LA LOCURA, DE LA FILOSOFA Y LA PSIQUIATRA AL PSICOANLISIS
2.a.
Hegel
La referencia fundamental de Lacan para la construccin de su doctrina de la locura es
Hegel, precisamente su concepto de locura humana. Se trata de un tipo de individualismo
surgido a fines del siglo XVIII, aislado en su Fenomenologa del espritu, donde mostrar la
sucesin de las diferentes formas o fenmenos de la conciencia hasta llegar al saber
absoluto.
El individualismo6 es, fundamentalmente, una actitud vital y terica que tiende a destacar
la importancia del individuo frente al grupo, la sociedad o colectividad. Como postura
terica se enfrenta a las diversas formas, tanto sociales como filosficas o ideolgicas, de
su opuesto el colectivismo. Se supone que el individuo es anterior a cualquier forma de
agrupacin, sociedad e institucin, de modo que ninguna de estas cosas tendra sentido sin
la preservacin ntegra de las partes individuales que las componen. Incluso en lo ticosocial, el individuo y sus derechos se consideran como el valor supremo frente a cualquier
dominio de las formas colectivas de organizacin social. El individualismo aparece en la
poca moderna, y con el Renacimiento, la reforma protestante y la Ilustracin adquiere
mayor importancia y proyeccin universal. Notables sistemas filosficos han sido un reflejo
del individualismo o del colectivismo de la propia poca, o bien han influido en ellos. As,
han sido impulsores del individualismo grandes autores del empirismo ingls, como Hobbes
o Locke, o de la ilustracin francesa y alemana, como Rousseau y Kant, y filsofos
existencialistas o vitalistas, como Kierkegaard y Nietzsche, que reaccionaron contra las
lneas generalizadoras y colectivizadoras del idealismo alemn; el de Hegel, sobre todo.
Para este ltimo -situado en la confluencia de las corrientes del idealismo trascendental y
del romanticismoel individuo es fundamentalmente social, hacedor de lo social pero a la
vez efecto de lo social. Concepcin claramente dialctica. Esto es producto de su
perspectiva llamada "idealismo absoluto" que parte del supuesto de que slo el todo tiene
sentido y que esta totalidad no es sino dialctica, en cuanto se la concibe que es y no es al
mismo tiempo. Esta dialctica del espritu, por la que un individuo constituye y es
constituido, muestra una relacin recproca entre el todo y las partes.
El individualismo al que refiere Hegel apunta precisamente a escindir el vnculo entre lo
singular y lo universal, entre el individuo y el todo del que forma parte y que ha contribuido
a constituir(lo). Al desconocer esa relacin dialctica el individuo puede sostener que se
basta a s mismo sin vnculo con el espritu del pueblo, teniendo un fin propio. Es entonces
una
conciencia
singular,
individualista.
Este individualismo se vincula con la locura humana para Hegel, por la va de lo que llama
"ley del corazn" y "delirio de infatuacin". La "ley del corazn" supone una articulacin
entre un elemento universal, la ley, y otro absolutamente individual, el corazn. Como
orientacin para la accin, esto supone un conflicto pues si la ley que vale es la del propio
corazn -extremo del individualismo-, la ley de los otros corazones no necesariamente ha
de coincidir. Dicho de otro modo, si se debe imponer la ley del corazn en el espritu social
es porque se encuentra desorden en el mundo, entendido como no coincidencia con la ley
del propio corazn. Es entonces a pesar de los otros corazones que se impone la ley del
corazn del individualista, pero este percibe, a la vez, que eso no es suyo pues le retorna
como ley del corazn de los otros: retorno que se presenta como de algo ajeno pero que en
verdad es consecuencia de la propia accin. Esta contradiccin y el correlativo intento de
escapar de ella ponindola fuera es la locura hegeliana: "esto es producto mo pero no est
de acuerdo con la ley de mi corazn". All entra en juego el "delirio de infatuacin", un
delirio de presuncin que surge como producto de expulsar fuera la contradiccin que en s
misma es locura.
(ibdem). Se observa entonces que la tesis original sobre la locura de Aime aparece en
Lacan modulada con referencias hegelianas y se asienta fundamentalmente en un
desconocimiento
doble:
su
actualidad
y
su
virtualidad.
Simultneamente, al hablar del caso Aime usa el trmino psicosis: "De este modo hemos
procurado delinear la psicosis en sus relaciones con la totalidad de los antecedentes
biogrficos" (ibdem, 160). Psicosis y locura coinciden en Aime en un punto muy preciso, lo
que prueba que para Lacan son trminos conceptos que se diferencian.
En efecto, en su trabajo sobre el yo, de 1951, menciona el caso Aime, especialmente la
hiptesis segn la cual todos sus perseguidores eran idnticos a las imgenes del yo ideal,
y propone pensarlo en trminos similares a lo que Hegel denuncia como la frmula general
de la locura: el loco busca imponer la ley de su corazn en el desorden del mundo pero a
costa del desconocimiento sobre la implicacin de su ser en ese desorden. Frmula
hegeliana que para Lacan aclara el problema del revolucionario, el que "no reconoce sus
ideales
en
los
resultados
de
sus
actos"
(Lacan
1951b,
11).
Simultneamente debe destacarse que habla de "la locura esencial del hombre" y no habla
de la locura del sujeto, lo cual parece sugerir que para Lacan esta concepcin de la locura
no est vinculada a la subjetividad particular sino a la esencia misma del hombre en tanto
hablante, sujeto del significante. Aunque la nocin de sujeto no est producida an a esta
altura de su obra, tampoco aqu puede considerarse que el trmino "hombre" lo designe
anticipadamente. Ms tarde, cuando emplee este ltimo no ser casual sino calculado: lo
utiliza siempre que necesita referirse al origen, con lo cual el concepto "sujeto" no coincide.
Esta esencia tiene para Lacan un comienzo an ms preciso que la articulacin propuesta
por Hegel. En el mismo escrito sostiene que la fundacin por Ren Descartes del
pensamiento moderno no exclua el fenmeno de la locura 9. En efecto, con Descartes, en
los clebres primeros prrafos de las Meditaciones Metafsicas, se concret en el siglo XVII
la idea de que la locura podra ser interna del pensamiento mismo 10.
En conclusin, la locura para Lacan es un fenmeno inherente al ser humano, propio del
imaginario humano en tanto hasta aqu, podramos decir, se trata de un fenmeno yoico. La
inspiracin hegeliana le permite presentarlo fenomnicamente y no slo como una actitud
terica concebible en alguna filosofa: la "ley del corazn" -desconocimiento de la
participacin del ser en el desorden del que se queja-, correlativa de la acusacin al Otro
del "alma bella" y el "delirio de infatuacin".
2.c.
Locura,
pasin
del
imaginario
humano
El sustento hegeliano explcito hasta aqu es lo que ordena la doctrina de la locura para
Lacan. Pero a continuacin, en el escrito de 1946, comienza a articularlo con conceptos
psicoanalticos.
La relacin de la locura con el ideal del yo deviene fundamental para comprender su
articulacin con la clnica psicoanaltica. La locura, entonces, "incumbe a una de las
relaciones ms normales de la personalidad humana -sus ideales-" (Lacan 1946, 161). De lo
que da un clebre ejemplo: si un hombre que se cree rey est loco, igualmente loco est el
rey que se cree rey. Esto tiene su basamento en el aforismo de Lichtenberg empleado como
epgrafe en este trabajo, y que Lacan cita a pi de pgina en Funcin y campo... (Lacan
1953, 269 n.37), que se asienta en la estructura misma del yo tal como ha sido aislada por
Lacan
en
el
estadio
del
espejo.
A continuacin formula los trminos alrededor de la cual girar su concepcin de la locura:
"El momento de virar lo da aqu la mediacin o la inmediatez de la identificacin y, para
decirlo de una vez, la infatuacin del sujeto" (Lacan 1946, 161). Es decir que la locura
sin salida dialctico del "alma bella" que desconoce la razn de su ser en el desorden que
denuncia en el mundo, dando su formulacin ejemplar con el uso del discurso corriente
"haciendo observar que el 'ce suis-je' [esto soy] de tiempos de Villon se ha invertido en el
'c'est moi' [soy yo; literalmente, esto es yo] del francs moderno" (Lacan 1953, 270). En
el Seminario 2 Lacan lo toma en igual sentido: "En el transcurso de un anlisis puede haber
algo que se forma como un objeto. Pero este objeto, lejos de ser aquello de que se trata, no
es ms que una forma fundamentalmente alienada. Es el yo imaginario quien le da su
centro y su grupo, y es perfectamente identificable a una forma de alienacin, pariente de
la paranoia. Que el sujeto acabe por creer en el yo es, como tal, una locura" (Lacan 195455,
370)
(El
destacado
me
pertenece).
Esta frmula general de la locura es presentada por Lacan como una "estasis del ser" por
oposicin al "desarrollo dialctico del ser humano" (Lacan 1946, 162). Esa estasis del ser es
la de "una identificacin ideal que caracteriza a ese punto con un destino particular"
(ibdem, 163). Es decir que en la locura la relacin a la identificacin ideal es un punto de
estasis del ser, de fi- jacin, de detencin de la dialctica del ser, en una identificacin sin
mediacin, identificacin plena a partir de la cual el sujeto se cree ser lo que es: "esto es
yo": "c'est moi", por fuera de la dialctica que necesariamente introduce el lugar del Otro.
En resumen, la locura consiste en la ausencia de mediacin de lo simblico del Ideal del yo,
dejando solo el lugar para la captura en lo imaginario del yo ideal.
Pero esa identificacin "cuyo carcter sin mediacin e 'infatuado' he deseado ahora mismo
hacer sentir, se demuestra como la relacin del ser con lo mejor que este tiene, ya que el
ideal representa en l su libertad" (ibdem). Es decir que la realizacin plena de la
identificacin del sujeto con el ideal sin la mediacin del Otro, le da al ser la ilusin de la
libertad: ser lo que es sin el Otro. Identificacin al Ideal sin referencia al Otro, libre de las
ataduras del Otro que, dialcticamente, hacen del sujeto un sujeto dividido. Diana
Rabinovich indica que "La falta de mediacin alude precisamente a que esta estasis
prescinde del reconocimiento y no se mediatiza a travs del deseo como deseo de
reconocimiento"
(Rabinovich
1993,
137).
Se destaca al margen el carcter de infatuacin que Lacan subraya entrecomillado, pues
alude a lo revelado en la etimologa de folie en la lengua francesa y su relacin con el
trmino fat(fatuo). Quizs Lacan conoca esta vinculacin por la que hace de la locura un
concepto que expresa la infatuacin imaginaria, esa inflacin de la imagen especular.
Retomando la nocin de sujeto dividido introducida dos prrafos atrs -tambin
desarrollada posteriormente en la enseanza de Lacan-, se articula con la locura: "Lejos,
pues, de ser la locura el hecho contingente de las fragilidades de su organismo, es la
permanente virtualidad de una grieta abierta en su esencia" (Lacan 1946, 162). No se trata
entonces de fragilidad, no es una debilidad sino respuesta a una grieta abierta en la
esencia del ser hablante: la divisin del sujeto. Puede decirse entonces, la locura es un
modo del sujeto de no querer saber nada de la falta, de la barradura de su divisin. Pero
esto para Lacan es un engao pues no es un punto de libertad sino de esclavitud: "Lo que
ocurre es que el juego de mi ttere dir mejor a cada cual el riesgo que lo tienta cada vez
que se trata de la libertad" (ibdem, 166). Se advierte lo sarcstico de Lacan al recurrir a
una figura de ttere para representar al hombre libre, figura satrica, hasta "bufonezca"
podramos decir, en la medida en que es absolutamente dependiente de quien mueva los
hilos que lo agitan, aunque lo desconozca: Chirolita no saba que Chasman le daba
movimiento y el aspecto ms cmico de la escena era la ilusin de autonoma de la
marioneta.
Locura y libertad se articulan entonces de un modo muy preciso: "Lejos de ser 'un insulto'
para la libertad, es su ms fiel compaera; sigue como una sombra su movimiento. Y al ser
del hombre no slo no se lo puede comprender sin la locura, sino que ni aun sera el ser del
hombre si no llevara en s la locura como lmite de su libertad" (ibdem). As Lacan
establece una relacin indisoluble aunque paradjica entre locura y libertad. Lejos de ser un
insulto, la locura es inherente a la libertad, dicho de otro modo: slo es posible considerarse
libre siendo loco, es decir ttere del Ideal. La locura es creerse libre, vale decir: sin relacin
al Otro, cuando en verdad se est amarrado al Ideal, que es -como el matema lacaniano
destaca- un elemento del Otro: I(A). De all que Lacan haya escrito en la pared de la sala de
guardia del hospital en que se desempeaba como psiquiatra: "No se vuelve loco el que
quiere"
(ibdem).
Recurriendo al grafo puede establecerse la locura en el circuito que va de $ a I(A) pero
cortocircuitado en el eje del estadio del espejo: i(a)-m. Es decir, el circuito de la locura es: $
i(a)
m
I(A).
Esta concepcin de la locura corresponde entonces a la dimensin de la locura humana que
se deduce de la constitucin imaginaria del yo y, en ese sentido, desborda los lmites de la
distincin psicosis-neurosis-perversin, o dicho de otro modo: no es apresada por la lgica
con que se construyen las estructuras freudianas. Es pasin del imaginario humano,
patognomnico de la lucha por reconocimiento, inserta en la dialctica del narcisismo.
Un excelente ejemplo del uso que hace Lacan en este sentido se encuentra en La
agresividad en psicoanlisis. Ah dice: "No soy nada de lo que me sucede. T no eres nada
de lo que vale" (Lacan 1948, 106). Con lo cual describe admirablemente la posicin de la
locura hegeliana: proyectar la maldad interior en el otro, quitarse el peso del desorden de
su
posicin
atribuyndole
la
responsabilidad
al
otro.
Se trata entonces de una posicin "loca". Alguien puede posicionarse como "loco", como
respuesta posible ante el encuentro con la propia divisin. Y en tanto tal, puede acontecer
en cualquiera de las estructuras clnicas, aunque, por su historia comn en cuanto trminos
del saber psiquitrico pero tambin del popular, debe distinguirse particularmente de la
psicosis: "la frmula ms general de la locura, de la que yace entre los muros de los
manicomios como de la que ensordece la tierra con su sonido y su furia" (Lacan 1949, 92).
Para resumir: la psicosis no es la libertad, respecto de condicionamientos sociales
represores. La libertad es la locura, y la psicosis es distorsin (la que Lacan formaliza en el
esquema I respecto del esquema R en De una cuestin preliminar a todo tratamiento
posible de la psicosis), es disolucin (de lo imaginario, como demuestra en El Seminario 3)
y
prdida.
"Decir que la locura es la mayor perturbacin imaginaria como tal no es definir todas las
formas de locura: hablo del delirio y de la paranoia" (Lacan 1954-55, 363) - refiere Lacan.
Con lo cual se aclara: la locura como la mayor perturbacin imaginaria se distingue de otras
locuras,
psicticas,
el
delirio
y
la
paranoia.
Ahora bien, Lacan tambin trabaja su articulacin con la neurosis. En efecto,
en Intervencin sobre la transferencia lee el caso Dora con esta concepcin de la locura. La
primera inversin dialctica, dir Lacan, "no tiene nada que envidiar al anlisis hegeliano
de la reivindicacin del 'alma bella', la que se rebela contra el mundo en nombre de la ley
del corazn: 'mira, le dice, cul es tu propia parte en el desorden del que te quejas'" (Lacan
1951a, 208). Est loca Dora tambin entonces, en el punto en que no reconoce su
implicacin y complicidad en la relacin que su padre mantiene con la Sra. K, de la cual se
queja.
Pero es notable que hacia el final del escrito, la concepcin de la locura reaparece vinculada
con su concepcin de la cura en ese momento temprano de su obra: "no hay progreso para
proponer
una
lectura
que
tienda
a
esclarecerlas.
Es as que en el Seminario 20, refirindose a las frases interrumpidas en Schreber, Lacan
propone entender ese fenmeno como desanudamiento de los eslabones de la cadena que
ya no hacen Uno: "Se percibe ah la exigencia de una frase, sea cual fuere, que sea tal que
uno de sus eslabones, al faltar, libere a todos los dems, o sea, les retire el Uno" (Lacan
1972-73, 154). Esto ha sugerido leer la psicosis como desanudamiento de la cadena.
Veamos sucintamente su argumentacin. Lacan comienza indicando que el redondel de
cuerda le interesa pues es "la representacin ms eminente del Uno, en cuanto no encierra
ms que un agujero" (ibdem, 153). Y agrega: "Quieren un ejemplo que les muestre de qu
puede servir esta hilera de nudos plegados que vuelven a ser independientes con slo
cortar uno? No es muy difcil encontrarlo, y no por nada, en la psicosis" (ibdem, 154). Trae
entonces esas frases interrumpidas de Schreber que "dejan en suspenso no s qu
sustancia" (ibdem). La sustraccin de un eslabn desanuda la cadena en su totalidad. El
fenmeno aislado en Schreber se explica por este desanudamiento como cadena rota,
deshecha.
Esta primera lectura borromea de la psicosis la define por el desanudamiento de los
eslabones de la cadena. Tesis expresamente formulada por R. Mazzuca en Las dos clnicas
de Lacan13. Lo cual puede entenderse como un modo novedoso de reelaboracin del
concepto de desencadenamiento de la psicosis de los primeros aos de su enseanza.
Aqu cabe una aclaracin. Es errneo identificar la definicin de la locura como
desanudamiento del Seminario 21 con lo desarrollado en la clase del Seminario 20 recin
comentada. Error que se fundamenta en el uso coloquial de los trminos psicosis y locura y
no en la distincin conceptual que aqu se ha demostrado Lacan promueve muy
tempranamente en su obra. Si se entiende que la locura no es la psicosis, que no se trata
de sinnimos, entonces estas dos referencias iluminan su distancia con otra luz.
En efecto, la concepcin que se despliega en el pasaje del Seminario 20 al Seminario
21 permite apreciar que puede haber locura en la psicosis. Los fenmenos que siguen al
desencadenamiento de la psicosis pueden ser ledos como puntos de locura,
enloquecimientos en estructuras psicticas que pierden su estabilizacin (vale decir que no
se puede identificar la psicosis con el desanudamiento). Las frases interrumpidas de
Schreber son paradigmticas al respecto. Pero no todo es locura en l. Por ejemplo, el
delirio restitutivo que lo conduce a la metfora delirante que estabiliza la estructura es un
intento de anudamiento de aquello que se haba desanudado.
5. LOCURA NORMAL
Hasta tal punto el concepto de locura que Lacan fija en 1946 como inherente a la
subjetividad en psicoanlisis se mantiene, que en el Seminario 21 sigue concibindolo
como
normalidad.
Retomemos un prrafo ya citado pero que conviene ahora destacar especialmente: "el caso
que he llamado 'libertad', es en esto que el buen caso consiste en saber que si hay
algonormal es que, cuando una de las dimensiones les revienta, por una razn cualquiera,
ustedes deben volverse verdaderamente locos" (Lacan 1973-74, indito). Es decir, lo
normal es los tres registros sueltos, el desanudamiento, la locura. Nuevamente la locura es
inherente al ser, pero ahora se trata -es mi opinin- de la no-relacin, lo normal es la norelacin entre los registros. El anudamiento que cada sujeto pueda darse, sea neurtico o
psictico, ya es segundo respecto del desanudamiento primordial. La normalidad consiste
en una subjetividad definida como libertad de los tres registros mientras que la patologa se
define como su anudamiento por algn elemento cuarto que les provea alguna relacin o,
en su otra versin, que los tres registros se relacionen por la va del nudo olmpico o de la
continuidad tal como Lacan propone para la paranoia. Pero a continuacin, tres prrafos
despus, Lacan agrega: "he definido lo anormal en el sentido de que est hecho de tal
manera que cuando uno de los tres redondeles revienta, eso no puede sino volver loco" 14.
Es problemtico pues parece decir precisamente lo contrario que en la cita anterior: que lo
normal es la locura, el desanudamiento. Salvo que entendamos que lo anormal es que un
registro
reviente
y
lo
normal
es
que
los
tres
estn
sueltos.
En conclusin, la idea de locura como normalidad se mantiene, pero la concepcin que se
deduce de la teora de nudos permite dar cuenta mejor de su estructura pues no se
restringe a realzar el registro de lo imaginario sino que se puede ver con mayor claridad
qu registros estn implicados en el desanudamiento.
6. CONCLUSIONES PROVISORIAS: PROBLEMAS
Estas referencias introducen una serie de problemas que conviene delimitar con la mayor
precisin posible. Primero, constatamos que hay una locura que es normal, la locura de
1946 pero ser la locura de 1970 la misma locura de aquel temprano escrito, formalizada
ahora como desanudamiento? La locura de los aos '70 es la misma locura de los
antecedentes?
El recorrido realizado parece indicar que no corresponde concluir su estricta equivalencia
pero tampoco su total divergencia, pues la concepcin de la locura como desanudamiento
coincide en un punto importante con la concepcin de la locura de sus antecedentes. Si la
locura es la libertad, de los tres registros, podra leerse as el no pasaje por el Otro que se
destaca en la concepcin del '46, el desamarre del Otro; podra decirse ahora: el no
anudarse al Otro. Es decir, la locura vinculada a las inconsistencias del Otro, ese punto en
el que el sujeto no tiene respuesta ante la inconsistencia del Otro, de ningn orden, como
podramos considerar las respuestas neurticas, psicticas y perversas, que -cada una a su
modohace
consistir
al
Otro.
Segundo, como hemos sealado oportunamente, la locura de sus antecedentes responde a
la inconsistencia del Otro con un elemento imaginario: la identificacin apasionada al ideal.
Lo cual permite explicar la locura como una posicin respecto del Otro diferente de la
posicin de neurosis-psicosis-perversin. Vale decir que de los antecedentes a la teora de
nudos la concepcin lacaniana de la locura ha sido revisada y redefinida, pues implica el
desanudamiento de los tres registros sin incluir ninguna respuesta. En ese sentido, aquella
representa el problema y la solucin. Mientras que la ltima solamente supone un
problema: el desanudamiento. De todos modos conviene destacar que el aspecto
"problema" de ambas concepciones no es idntico. La locura de los antecedentes implica el
desanudamiento del Otro en tanto tercero en su funcin de mediacin, podramos decir:
funcin inherente al registro de lo simblico; mientras que el desanudamiento de la locura
de los aos '70 supone el quiebre, la ruptura de la consistencia del nudo en s misma, en
consecuencia, desanudamiento de los tres registros, es decir que compete al registro de lo
real en tanto el anudamiento, la propiedad borromeica es de lo real 15.
Tercero y ltimo, las referencias a la locura en trminos de desanudamiento introducen dos
concepciones que deben ser puestas en tensin. Por una parte, la locura del
desanudamiento como fenmeno: efecto del desanudamiento, del desencadenamiento, de
la ruptura de la estabilizacin por el "reventn" de un registro. Pero, por otra parte, la
locura "normal": los registros sueltos, desanudados, vale decir que para el hablante los
registros estn desanudados y para cada sujeto se trata de hallar su anudamiento, singular.
En este sentido, psicosis, neurosis y perversin son estructuras cuyos "tipos de
nudos"16 saben hacer con la locura de su desanudamiento inaugural. Entre estas dos
posibles definiciones de locura, que podramos llamar locura-fenmeno y locura-estructura,
en el proceso de la investigacin habremos de hallar respuesta a una serie heterognea de
problemas clnicos, psicopatolgicos y nosolgicos que se plantean como interrogantes
bsicos del proyecto.
deseo
es
de
algo).
En definitiva, los actos no objetivantes son actos complejos, entre cuyos actos
componentes simples encontramos los actos objetivantes, razn por la cual no carecen de
objeto7. De este modo, Husserl retoma 8 no solamente la nocin de intencionalidad y el
"principio de la representacin" de su maestro Brentano, sino tambin la triparticin de los
fenmenos mentales en tres categoras: la representacin, el juicio y la emocin 9.
Recordemos que para Brentano "los juicios y los fenmenos de amor u odio son [al
contrario de las representaciones simples] complejos de actos [que] encierran a su base el
acto dependiente que da el modo de la referencia" (Serrano de Haro, 1995, 65).
Para finalizar este apartado, digamos que si el acto no objetivante no tiene por s mismo
una materia que apunte hacia el objeto, ello no quiere decir que de hecho carezca de
materia, sino que se funda en un acto objetivante cuya materia le sirve de base para
apuntar al objeto10. El acto no objetivante se aade al acto objetivante como una cualidad
que viene a "pintar" afectivamente, por as decir, dicho objeto. Ahora bien, como estamos
hablando de un acto complejo, ambos momentos simples (el objetivante y el no
objetivante) son diferenciables en un sentido lgico, pero no real. Por lo tanto, en la
experiencia del acto objetivante, es necesario que exista un objeto al cual se apunte por
medio alguna materia, lo cual vuelve para Husserl inconcebible la existencia de un afecto,
como la angustia, respecto del cual no haya objeto.
3. La interpretacin heideggeriana de la angustia (como acto no objetivante)
Si para el Husserl de la 5 investigacin no puede pensarse un afecto que se presente sin
objeto alguno, es conocida la concepcin segn la cual Heidegger encontrara que de hecho
existira algo as: la angustia. Nos detendremos, en este punto, sobre lo que escribi
Heidegger acerca de esta "experiencia" de la angustia retomando algunos de sus
desarrollos en Qu es metafsica? (1949), que avanza sobre algunas de las nociones
presentadas
en Ser
y
Tiempo (1927).
Heidegger comienza Qu es metafsica? afirmando que la pregunta por la metafsica nos
conduce a la pregunta por la nada: debe buscarse la experiencia originaria en que la nada
"se da". Entonces, Heidegger se pregunta qu es la nada, y encuentra que para el "sentido
comn" la nada se define como "la completa negacin de la totalidad de lo ente"
(Heidegger, 1949, 22). Ahora bien, Heidegger est convencido de que no debe pensarse
que: 1) habra primero la totalidad de lo ente; y 2) luego la negacin de dicha totalidad de
lo ente; 3) proceso cuyo resultado sera la nada. No es que la nada surja de la negacin,
sino que "la nada es el origen de la negacin, y no a la inversa" (Ibid. 34). Esta tesis central
- a comprobar - implica, por su parte, que si la negacin, que es una accin del
entendimiento, depende de la nada, entonces el entendimiento tambin depender de la
nada.
Retomando la definicin del "sentido comn" segn la cual la nada es la negacin de la
totalidad de lo ente, Heidegger se pregunta cmo puede "darse" al Dasein en su finitud la
"totalidad de lo ente", y encuentra dos objeciones a dicha posibilidad: a) por un lado, al
"darse" de la nada (la donacin en el sentido fenomenolgico que el autor busca
imprimirle) no corresponde una formulacin lgico-formal del entendimiento, a la manera
de una negacin (lo cual nos conducira al "concepto formal de la nada"), sino que
Heidegger est buscando "una experiencia fundamental de la nada" (Ibid. 23); b) por otro
lado, Heidegger distingue para el Dasein entre el captar la totalidad de lo ente en s -lo cual
es imposible- y el encontrarse en medio de lo ente en su totalidad -lo cual s es posible.
Precisemos que hay que entender esta "totalidad" como el conjunto de los entes a los
cuales el Dasein se liga y aquellos entes que, no siendo objeto de atencin y, "aunque slo
sea
en
la
sombra"
(Ibid.)
se
encuentran
en
la
unidad
del
todo.
Entonces, hasta aqu se desprende que: i) la experiencia de la nada no debe darse por
medio del entendimiento, sino por otra va -que ser la del afecto- ii) la cual no capta un
todo "en s", sino que revela una totalidad "con sombras" 11. En este sentido, lo expresado
aqu aparece en continuidad con algunas de las ideas de Ser y Tiempo relativas la
"disposicin afectiva" [befindlichkeit]. En efecto, en esta obra, el conjunto de la disposicin
afectiva y el comprender conforma "las dos formas constitutivas y co-originarias de el Ah"
(Heidegger, 1927, 28). La disposicin afectiva no es "una auto-percepcin", sino un
"encontrarse afectivamente dispuesto" al cual, "desde un punto de vista
ontolgico fundamental, es necesario confiar el descubrimiento del mundo" (Ibid. 29).
En conformidad con lo expresado en Ser y Tiempo (sino de forma ms radical que en
aquella obra, ya que en 1929 se acenta la primaca de la disposicin afectiva por sobre el
comprender), Heidegger sostiene en Qu es metafsica? que "el estado de nimo
[gestimmtsein] por el que uno est as o de otra manera, es lo que hace que al
invadirnos dicho nimo plenamente nos encontremos en medio de lo ente en su totalidad"
(Heidegger, 1949, 24 [cursiva aadida]). Heidegger da ejemplos de estados de nimo que
renen a los objetos para el Dasein, como es el caso del tedio o la alegra que procura la
presencia del Dasein de un ser querido. Pero, justamente, "cuando los estados de nimo
nos conducen de este modo ante lo ente en su totalidad, nos ocultan la nada que estamos
buscando"
(Ibid.).
Llegados a este punto, para resumir lo expuesto, podemos decir que Heidegger busca una
experiencia de la nada, y lo hace no por la va del entendimiento, sino por la del
sentimiento. Pero encuentra que, precisamente, los sentimientos presentifican lo ente en su
totalidad; por lo cual -desde la lgica- para alcanzar la nada habra que negar esa totalidad
presentificada, es decir, habra que tener una negacin del sentimiento. Sin embargo,
recordemos que la tesis de Heidegger busca justamente evadir la lgica de la negacin al
afirmar que la nada no surge de la negacin, sino a la inversa. Por lo tanto, la nada debe
surgir por s misma, no como consecuencia de la negacin. Heidegger tendr que recurrir
entonces a una especie del sentimiento que no presentifique la totalidad de lo ente, sino
que presentifique la nada, algo que sera como un sentimiento que hara lo contrario que un
sentimiento "comn". En definitiva, este ltimo giro de Heidegger ocasiona que debamos
redefinir los "estados de nimo" (redefinicin que Heidegger no explicita). Habra dos
especies de "estados de nimo": a) una revela lo ente en su totalidad (el tedio, la alegra,
etc.); b) otra revela la nada (la angustia). Llamaremos a esta ltima "primera definicin de
la
angustia".
En este punto, Heidegger introduce la ya clsica distincin entre el miedo y la angustia. El
miedo "es siempre miedo por algo determinado" (Ibid. 25). En cambio "la angustia es
siempre angustia ante... pero no ante esto o aquello. La angustia ante... es siempre
angustia por algo, pero no por esto o por aquello" (Ibid. 26 [cursiva aadida]). Heidegger
entonces est diciendo que hay algo ante lo que o por lo que nos angustiamos, no obstante
aade "pero la indeterminacin de eso ante lo que o por lo que nos angustiamos no es una
carencia de determinacin, sino la imposibilidad esencial de una determinabilidad" (Ibid.).
Ciertamente ese algo es imposible de determinar, ya que ese algo es la nada. Si Heidegger
estaba en busca de un sentimiento que revelara la nada, necesariamente la angustia
presentificar
la
nada.
De este modo, para Heidegger, la angustia, al revelar la nada, "hace que escape lo ente en
su totalidad" (Ibid. 27). Pero, al mismo tiempo, Heidegger realiza una precisin acerca de
De este modo, Heidegger afirma que existe un acto no objetivante, la angustia, que
presentifica una materia propia, no perteneciente a un acto objetivante -la nada. Esta nada,
como dijimos, no es la carencia ni la negacin de lo ente, sino una condicin trascendental
de posibilidad, que, a su vez, por aparecer a la una con la totalidad de lo ente (materia del
acto objetivante), vuelve imposible que b sea sin a, es decir, que un acto no objetivante
pueda darse sin un acto objetivante. El "a la una" implica una necesidad ontolgica.
Entonces, como hemos mostrado, no es verdad que Heidegger conciba la angustia como un
acto que carezca de objeto en sentido estricto.
4.
La
teora
lacaniana
del
afecto:
el
objeto
de
la
angustia
Corresponde, en este punto, elucidar las afirmaciones lacanianas en torno a la angustia,
explicitando sus relaciones con la tradicin fenomenolgica, evidenciando su recepcin y
delimitando su alcance. Nos limitaremos a poner de relieve dos cuestiones: a) por un lado,
en relacin a Husserl, nos referiremos a la crtica que Lacan le hiciera en una de las clases
delSeminario X; b) por otro lado, en relacin con Heidegger, puntuaremos el problema de la
nada
en
relacin
con
el
objeto a.
Primera cuestin: Lacan inicia la clase del 16 de enero de 1963 del Seminario X, luego de
haber introducido el objeto a como el correlato de la angustia en la clase anterior, con una
crtica de la nocin fenomenolgica de intencionalidad segn la cual "no hay ninguna
noesis, ningn pensamiento, que no se dirija a algo" (Lacan, 1962-3, 114). El problema que
debiera sealarse consiste en delimitar el alcance de la crtica de Lacan, porque la
introduccin de la nocin de causa pareciera (en apariencia) poner en cuestin todo posible
aporte
de
la
fenomenologa.
La propuesta de Lacan consiste en plantear que "el espejismo" es pensar que "el objeto del
deseo est adelante" (Ibid.). Por lo tanto, "en la intencionalidad del deseo, que debe
distinguirse de aqulla [la intencionalidad de una nesis], este objeto a debe concebirse
como causa del deseo" (Ibid. [cursiva aadida]). Esta ltima articulacin pareciera significar
una crtica absoluta de la fenomenologa. Ahora bien, aqu hay dos puntos que no pueden
soslayarse: a) Lacan critica el lugar del objeto, pero en ningn momento niega su
necesidad, sino que, por el contrario, define la angustia en clases anteriores afirmando que
"no es sin objeto" (Ibid. 101); b) el objeto adquiere su estatuto dentro de lo que Lacan
denomina una intencionalidad del deseo, que no por contraponerse a la "intencionalidad
notica"
se
vuelve
menos
intencional 13.
As, podemos afirmar que si la crtica de Lacan a Husserl poseyera cierta validez, sta no
sera absoluta. Es bastante evidente, y Lacan pareciera saberlo muy bien, que una filosofa
idealista del sujeto trascendental como la del Husserl de Ideas I y, sobre todo, de
las Meditaciones Cartesianas, es a grandes rasgos incompatible con una doctrina del
inconsciente como la freudiana o la lacaniana. Sin embargo, no es cierto que esta
incompatibilidad sea generalizable para todos los aportes de la fenomenologa.
Precisamente, porque algunas de las conceptualizaciones de Husserl previas a su famoso
"giro trascendental", como, por ejemplo, la necesidad de que todo acto no objetivante est
fundado en un acto objetivante que le apunte al objeto, encuentran su continuidad, si bien
con
grandes
diferencias,
en
la
teorizacin
psicoanaltica
de
Lacan.
Podemos ilustrar lo antedicho con otra cita, que proviene de la nica clase del "seminario
interrumpido" de Lacan, Introduccin a los Nombres del Padre, donde afirma: "me he
opuesto a la tradicin psicologizante que distingue el miedo de la angustia por sus
correlatos, especialmente sus correlatos de realidad, y las maniobras que esta induce. Aqu
he cambiado las cosas al decir de la angustia que ella no es sin objeto" (Lacan, 1963, 70).
Interpretamos esta frase como una indicacin de que, i) el objeto es condicin necesaria de
la angustia, ii) pero no debe buscarse la naturaleza de este objeto en la "realidad".
La segunda [ii] consecuencia que acabamos de extraer de la cita nos conduce a la segunda
cuestin: el objeto a -afirma Lacan en la clase 9 del enero de 1963 del Seminario X- no es
"objeto" en el sentido de "la funcin general de la objetividad", sino "un objeto externo a
toda definicin posible de la objetividad" (Lacan, 1962-63, 98). No podra ser de otro modo,
ya que, dice Lacan en la nica clase del "seminario interrumpido, "el carcter radical,
completamente reestructurante, de las concepciones que les ofrezco tanto del sujeto como
del objeto" (Lacan, 1963, 71), exige una reelaboracin de ambos elementos.
Encontramos que el redoblamiento de la experiencia en dos niveles es muy afn a nuestra
"segunda definicin" de la angustia heideggeriana, segn la cual la angustia "revela la
nada a la una14 con lo ente en su totalidad". Si, como sostuvimos, esta nada resulta un
excedente respecto de lo ente que Husserl no toma en consideracin, ser otro el caso de
Lacan. Tanto para Heidegger como para Lacan en la experiencia entra en juego un
elemento que excede al dominio de los objetos de la representacin. En el caso de
Heidegger, la nada constituye eso que, no siendo lo ente, permite que lo ente se
manifieste, lo cual designamos en el apartado anterior como "condicin trascendental de
posibilidad".
En el caso de Lacan, el objeto a15 es aquel famoso resto que queda fuera de la imagen, no
en virtud de la dialctica simblica entre la presencia y la ausencia, sino porque por
definicin l es real16. Por lo dems, que el objeto a sea causa del deseo, podra
interpretarse en el sentido de que el objeto a es condicin de posibilidad del deseo, lo cual
acercara ambos planteos: la nada sera condicin de posibilidad de lo ente; el objeto a
sera condicin de posibilidad17 la metonimia del deseo.
5.
Conclusin
El presente recorrido nos ha conducido a desarrollar las conceptualizaciones de Husserl,
respecto de la necesidad del objeto de todo acto no objetivante, y de Heidegger, acerca de
la forma en que se presenta la experiencia de la angustia. A partir de aquella exposicin
correlacionamos nuestros anlisis con algunos de los sealamientos que Lacan realizara en
elSeminario
X18 respecto
de
la
naturaleza
del
objeto
de
la
angustia.
Nos propusimos demostrar tres cuestiones: a) que una lectura de la 5 de
las Investigaciones Lgicas de Husserl revela que todo acto intencional no objetivante exige
un acto objetivante del cual obtener su objeto de referencia; b) que la angustia como
carente de objeto resulta de una posible interpretacin de Heidegger, mientras que otra
lectura revela una visin ms compleja, y ms prxima a Husserl, respecto del problema
del objeto de la angustia; c) que la necesidad husserliana del objeto en los actos no
objetivantes, entre los cuales se encuentra la angustia, se corresponde con la exigencia del
objeto a resaltada
por
Lacan
en
el Seminario
X.
Finalmente, proporcionamos algunas indicaciones adicionales concernientes a posibles
relaciones entre los conceptos heideggerianos y lacanianos que "exceden" a la teora
husserliana. Sin embargo, por no constituir aquella tematizacin el eje de nuestro escrito,
cuyos objetivos han sido mucho ms bsicos, consideramos que estos propsitos podrn
ser investigados en futuros trabajos dedicados a la elucidacin de los encuentros y
divergencias entre las teorizaciones heideggerianas y lacanianas sobre la experiencia de la
angustia.
como ser de palabras, pero tambin como un ser afectivo y social. Para tener una mejor
idea de lo que designa pasin, demos un vistazo a un par de definiciones, la primera
tomada de un diccionario especializado en filosofa: afeccin o modificacin del alma []
alteracin o perturbacin del nimo. [2] Algunas de las definiciones que nos da la RAE sobre
la pasin son: 1. Inclinacin o preferencia muy viva por una cosa 2. Apetito o aficin
vehemente hacia algo.[3] Basta con estas definiciones para tener en claro que la pasin est
relacionada a una alteracin del alma o nimo provocada por el deseo vehemente hacia un
objeto.
De las pasiones mencionadas Greimas destaca una como la ms importante: los
celos. Al respecto, deja en claro que esta ser la pasin ms relevante de su aparato
terico: El primer objetivo de un estudio consagrado a los celos era el de disponer, junto
con una pasin que en un primer acercamiento poda pasar como una pasin de objeto
la avaricia-, de una pasin intersubjetiva que contuviera, por lo menos potencialmente, tres
actores: el celoso, el objeto, el rival. [4] Queda claro que para que se articule esta relacin
pasional, la de los celos, se necesita de tres componentes o actantes: el sujeto celoso (S1),
el objeto del celo (O-S3) y el oponente que disfruta del gozo envidiado (S2). Hay que
sealar que esta relacin no es unvoca, sino que es ambivalente y que los elementos del
cuadro pueden intercambiar su lugar (al menos los dos sujetos). La pasin del celo depende
adems de una dualidad apego-rivalidad. Greimas considera a los celos como una pasin
compuesta por el hecho de que su estructura involucra una diversidad considerable de
pasiones como la emulacin, la envidia, el celo, la exclusividad, entre otras. No todas se
presentan dentro de la situacin, su manifestacin depende de la crisis pasional y la
intensidad de la misma (ligada con el apego del sujeto al objeto y la rivalidad entre el
sujeto y el oponente). El siguiente paso es establecer quines son los actantes dentro de
los textos analizados, pero para ello quiz sea pertinente, primero, incluir una sinopsis o
resumen argumental que nos permita comprender de qu va la historia.
Un pescador de nombre Kino, y su esposa sufren porque el doctor extranjero del pueblo se
niega a tratar a su hijo pequeo, vctima de la picadura de un alacrn , por no tener dinero
para pagarle. Kino encuentra una valiosa perla en el mar que se vuelve objeto de la codicia
del doctor, el cura, los compradores de perlas y el pueblo en general. Juana, su mujer, est
convencida de que la posesin de esa perla slo les traer dificultades y trata de convencer
a su marido para que la devuelva al mar, este no la escucha y piensa nicamente en lo que
podrn tener con lo que consigan de su venta. Acude a los compradores del pueblo pero
estos quieren pagarle mucho menos de su valor real, hacindole creer que una perla tan
grande no interesa a nadie. Kino no acepta el precio que le ofrecen y decide ir a venderla a
la capital. Durante el viaje es asaltado por un desconocido al que da muerte, tras lo cual su
hermano les ayuda a huir y el matrimonio junto con su hijo parten de noche con destino a
la ciudad, huyendo de una cruenta persecucin, cumplindose as los temores de Juana.
Este es, a grandes rasgos, el argumento de La perla. Si bien hay algunas diferencias entre
la novela y la pelcula, estas no son substanciales al punto de modificar la historia en
general. Con esa base resulta sencillo establecer los actantes que componen la relacin
pasional de los celos: El sujeto celoso (S1) es el pueblo y el sujeto envidiado u oponente
(S2) es Kino. Entre ambos sujetos se da un fenmeno de tensin, llamado rivalidad. En la
rivalidad, el objeto no es ms que un lugar vaco (que cada quin llena de deseos), un algo
que la interaccin entre los dos rivales parece plantear como objetivo. [5] Este objeto vaco
(O-S3) se transforma en la imagen del querer del sujeto, no es ninguna otra cosa que ese
querer.[6] La perla es ese objeto vaco que todos llenan con sus deseos. La perla representa
el querer de los sujetos. No es que la perla est maldita, como asegura en varias ocasiones
Juana, la esposa del pescador, la perla es un objeto neutro que acaba por representar el
querer de los dems y la maldicin no est en la perla sino en el deseo, e incluso Juana lo
sabe: Juana se dio cuenta de su excitacin y procur mirar a otra parte. No es bueno
desear algo con excesivo fervor. Hay que ansiarlo, pero teniendo gran tacto en no irritar a
la divinidad.[7]. Y es a partir de este apego y rivalidad, que se engendra el deseo y que se
desarrolla el conflicto.
Esta relacin pasional, que designa al pueblo como S1, a la perla como O-S3 y a Kino
como S2, queda demostrada en un prrafo de la novela. Este fragmento, que menciona los
efectos inmediatos que el descubrimiento de Kino ha provocado en el pueblo, nos muestra
como surgen tambin algunas pasiones relacionadas con los celos como la envidia, la
avaricia o el odio:
Toda clase de gente empez a interesarse por Kino -gente con cosas que
vender y gente con favores que pedir-. Kino haba encontrado la Perla del
Mundo. La esencia de la perla se combin con la esencia de los hombres y de
la reaccin precipit un curioso residuo oscuro. Todo el mundo se sinti
ntimamente ligado a la perla de Kino, y sta entr a formar parte de los
sueos, las especulaciones, los proyectos, los planes, los frutos, los deseos,
las necesidades, las pasiones y los vicios de todos y de cada uno, y slo una
persona qued al margen: Kino, con lo cual se convirti en el enemigo comn.
[8]
Otro cambio importante es el del personaje femenino. En la novela, Kino menciona como su
mujer es ms fuerte que l y soporta mejor el hambre y la fatiga. Mientras en el filme el
papel de la mujer es ms dbil. Cuando estn huyendo, ella le pide que la deje y siga
adelante con el nio. Kino tiene que convencerla arguyendo que el hombre est para darle
esperanza y fuerza a la mujer, pero acontece lo opuesto, ella no quiere dejarlo ir slo y lo
motiva a continuar, la mujer es la que hace funcionar las cosas. Esto puede deberse a una
distinta perspectiva de gnero entre Steinbeck y El indio Fernndez, que pertenece a una
comunidad marcadamente machista.
Por ltimo, cabe destacar el destacado trabajo tcnico que hay detrs de la pelcula. La
direccin es muy sobria, las actuaciones son destacadas y la fotografa en blanco y negro
de Figueroa es notable. Se resolvi muy bien el asunto de la extensin porque la novela es
muy breve y a uno le da la impresin de que no da para tanto tiempo, sin embargo la
inclusin de algunos personajes como el avaro hermano del doctor o sus compinches que
tratan de robar a Kino en la cantina, dan un toque dramtico que funciona muy bien. Las
escenas de la huida a travs de los mangles y el desierto, escenas en que muere el doctor
y el hombre que haba auxiliado a Kino, respectivamente, ayudan a incrementar el sentido
fatal de la historia, pues el rastro de sangre dejado por el conflicto de la perla, es mayor
que en la novela. En resumen, La perla es una estupenda novela corta de Steinbeck que
se encontr con una buena adaptacin. Una es considerada como una de las joyas literarias
del escritor ganador del nobel, la otra una pelcula recordada como una de las mejores de la
poca de oro del cine mexicano.
incluso verbal, entre ellas. Este ultimo es el caso de El doble, de Dostoevski, por
ejemplo, pero tambin de la obra que nos ocupa, en la que los dos William Wilson no
slo confluyen en un mismo marco espacio-temporal, sino que establecen una
relacin.
Por otra parte, la relacin entre ambas encarnaciones puede ser de diversa
naturaleza, yendo desde la semejanza total (en cuyo caso es posible incluso la
sustitucin de una por otra) hasta el contraste ms radical, lo cual puede ser llevado
al extremo en el caso de que una de las dos encarnaciones sea una entidad no
humana, como ocurre en The Picture of Dorian Gray. Dicha relacin puede atravesar
incluso varias etapas. En el caso deWilliam Wilson nos enfrentamos a una semejanza
inicial parcial que se ir acentuando progresivamente , pero que se centra
especialmente en el plano fsico, mientras que en el plano moral, si bien no podemos
afirmar que exista un contraste como el que encontramos, por ejemplo, entre el
doctor Jekyll y Mr. Hyde, vemos cmo una de ellas se deja llevar por la perversin, la
corrupcin y el libertinaje mientras la otra se comporta como si de su ngel
amonestador se tratara. Pero esto es ms patente en la segunda mitad del relato.
El desdoblamiento puede tener lugar, tal y como seala Bargall [8], mediante tres
procedimientos distintos:
a) Metamorfosis de un sujeto bajo diferentes formas. Dicha metamorfosis
puede ser reversible, como ocurre en el caso de Jekyll y Hyde, o no, como es el caso
de Orlando, por ejemplo, en la obra de Virginia Woolf.
b) Fisin de un solo individuo en dos personificaciones o encarnaciones
distintas, como podemos encontrar en La nariz, de Gogol o en La sombra, de
Andersen.
c) Fusin en un solo individuo de dos originariamente diferentes. Es el caso
de William Wilson. Dicha fusin puede ser el resultado de un proceso lento de
mutua aproximacin (que es lo que ocurre en este caso) o puede tener lugar de
manera inesperada y repentina, como vemos en El doble, de Dostoevski o en Le
Horla, de Maupassant.
En lo que respecta al cuento de Poe, nos encontramos con la narracin en primera
persona de un personaje que, bajo el nombre de William Wilson (que no es su
verdadero nombre) nos cuenta el extrao suceso del que ha sido vctima, cmo ha
sido esclavo de circunstancias que escapan al control humano. Dicho personaje
afirma encontrarse a las puertas de la muerte:
La muerte se aproxima y la sombra que la precede ha proyectado una
influencia apaciguadora sobre mi espritu. [9]
Slo al final del relato entenderemos por qu, efectivamente, la sombra de la
muerte ya se cierne sobre l y el por qu.
al menos, para la tranquilidad de WW, no parece que sea advertida por sus
compaeros; parece que, si bien la competencia, resistencia y superioridad son
intencionadas, son tambin privadas, una cuestin que slo ambos conocen y
entienden. Y es que, como veremos ms tarde, ambos jvenes son mucho ms
parecidos de lo que podemos sospechar en un primer momento.
La figura y la actitud de H parecen un tanto contradictorias: por una parte no tiene
ningn reparo en enfrentarse a WW y negar su autoridad, pero por otra se comporta a
veces como si quisiera protegerle:
[...] l acompaaba sus afrentas, sus insultos o sus contradicciones con
ciertos modales afectuosos, muy impropios y, por supuesto, muy mal acogidos.
Yo slo poda concebir que este singular comportamiento proceda de un exceso
de suficiencia que le haca adoptar un aire vulgar de amparo y proteccin. [13]
Aunque, como dice WW, poda ser tambin que H se comportase as para mortificar
y humillar ms a WW. Esta actitud por parte de H se acentuar en la segunda parte
del relato, aunque aqu ya se nos adelante.
Este afn de proteccin, unido al hecho de que ambos se llamen igual y de que,
segn descubrimos ms tarde, ingresasen en el colegio el mismo da, hace que
comience a circular el rumor de que son hermanos entre los alumnos de cursos
superiores. Como vemos, se van acentuando las semejanzas entre ellos; incluso nos
enteramos de que los dos nacieron el mismo da, el 19 de enero de 1819, con lo que
si realmente hubieran sido hermanos, como crean sus compaeros, habran sido
gemelos. [14]
Hemos hablado hasta ahora de competencia, temor, igualdad, proteccin y
semejanza. El propio WW reconoce lo extrao de su relacin, afirmando que, debido a
la inevitable afinidad de caracteres entre ellos, si no hubiese sido por lo anmalo y
tenso de la situacin, probablemente su relacin habra podido desembocar en
amistad. Al propio WW le cuesta definir sus sentimientos hacia H:
Es difcil definir o siquiera describir mis verdaderos sentimientos hacia l.
Formaban una abigarrada y heterognea mezcolanza: una tanto de animosidad
petulante, que no era sin embargo odio, cierta estima, ms respeto, mucho
temor y un mundo de inquieta curiosidad. [15]
WW dirige continuos ataques a H, a los que ste responde de diversas formas. Hay
una que molesta especialmente a WW, y es que H potencie las semejanzas entre
ellos. Fsicamente ya se asemejan bastante: tiene ms o menos la misma altura, una
muy semejante constitucin corporal y unos rasgos parecidos (que, como veremos, se
tornarn idnticos ms tarde). H utiliza esto para martirizarle, aunque WW no
entiende cmo ha podido H adivinar que un hecho tan aparentemente insignificante
lograra exasperarle tanto. Lo atribuye a unas extraordinarias dotes de penetracin
( pg. 236). H pone todo su empeo en acentuar la semejanza entre ambos:
comienza a imitar su apariencia, su modo de vestir, de andar y de comportarse. Lo
nico que no es capaz de imitar es su voz, ya que H presenta una peculiaridad fsica
inters que Wilson se tomaba por mis asuntos. Pasaron los aos sin que pudiera
experimentar yo ningn alivio. Miserable! En Roma qu inoportuno! y, no
obstante, con qu espectral oficiosidad se interpuso entre mi ambicin y yo! Y
en Viena tambin, y en Berln y en Mosc! Dnde, en verdad, no tuve motivo
amargo para maldecirle desde el fondo de mi corazn? A la postre, presa del
pnico, quise huir de su inescrutable tirana como de la peste, pero hasta los
mismos extremos de la Tierra, hu en vano. [22]
Es entonces cuando, animado tambin por la bebida, decide plantarle cara y no
aceptar por ms tiempo esta sumisin. As pues, cuando vuelve a encontrarse de
nuevo con H en Roma decide acabar con aquella situacin y arrastrndolo a un vaco
saln le desafa, lucha con l y, como consecuencia de su enfrentamiento, acaba
hundiendo su espada en el pecho de H. Pero entonces ocurre algo inslito: cuando
WW, tras desviar un momento su atencin hacia la puerta, que al parecer alguien
intentaba abrir, y volver la vista hacia H se ve a s mismo en la persona que tiene
enfrente , moribunda, como si de un espejo se tratase. H se ha despojado de las
pocas peculiaridades que lo diferenciaban de WW. Incluso su voz es ya la de WW:
Un amplio espejo eso fue lo que en mi confusin cre al principio se hallaba
entonces donde antes no viera yo ninguno y cuando me dirig hacia l en el
colmo del terror, mi propia imagen, pero con rasgos muy plidos y salpicados
en sangre avanz a mi encuentro con paso dbil y vacilante.
Eso cre, repito, pero no fue as . era mi antagonista, era Wilson el que se
hallaba ante m en la agona de la muerte. Su mscara y su capa yacan donde
las haba arrojado, en el suelo. Ni un hilo en toda su indumentaria, ni una lnea
en todos los marcados y singulares rasgos de su rostro que no fueran, hasta en
la identidad ms absoluta, los mos propios!
Era Wilson, pero ya no hablaba en un susurro. Hubiese podido imaginar que
era yo el que hablaba [...] [23]
Ambos se han fundido en uno solo. De hecho, las ltimas palabras de H confirman
dicha fusin:
Has vencido y yo sucumbo. Pero en adelante t tambin estars muerto,
muerto para el Mundo, para el Cielo y para la Esperanza! En m existas t y en
mi muerte vers por esta imagen, que es la tuya, cun absolutamente te has
asesinado a ti mismo. [24]
Como hemos visto, en Poe el doble acta como una especie de Yo mejor y
conminador que persigue por toda Europa a WW, situado en peligrosa pendiente,
hasta que ste le mata. Tambin el autntico WW queda muerto para el mundo desde
que se asesina a s mismo , a su mejor Yo, en el otro. H se comporta como una
especie de ngel amonestador para WW. Lo cierto es que cada vez que H ha
interferido en los planes de WW ha sido, como hemos visto despus, porque podan
acarrearle algn dao:
Patologas de la hiperexpresividad
Franco Berardi aka Bifo
Malestar y represin
El pensamiento antiautoritario del siglo XX ha estado directa o indirectamente influenciado
por la nocin freudiana de represin, en la cual se centra el libro El malestar en la
cultura (1929):
Estructura y deseo
El pensamiento antiautoritario de los aos setenta se mueve en la esfera conceptual
freudiana,
incluso
la prolonga
y desarrolla
en
el
horizonte
histrico.
En Eros
civilizacin (1955), Marcuse proclama la actualidad de una liberacin del eros colectivo. La
represin comprime la potencialidad de la tecnologa y del saber impidiendo su pleno
despliegue, pero la subjetividad crtica desarrolla su accin justamente haciendo posible la
plena expresin de la potencialidad lipdica y productiva de la sociedad, creando as las
condiciones para una plena realizacin del principio del placer.
Patologas de la expresividad
Como introduccin a un libro dedicado a las formas contemporneas de la psicopatologa,
escriben sus editores:
Al escribir este libro hemos querido volver a pensar el binomio civilizacin y malestar a la
luz de las transformaciones sociales profundas que han afectado a nuestra condicin vital.
Entre ellas, una de las ms significativas es el cambio de signo del imperativo del Superego
social contemporneo con respecto al freudiano. Mientras que el freudiano exige la
renuncia pulsional, el contemporneo parece suponer un impulso al goce como nuevo
imperativo social. En efecto, las formas sintomticas del malestar de la civilizacin estn
hoy en estrecha relacin con el goce, son verdaderamente prcticas de goce (perversiones
no logra ya distinguir las lneas y los puntos que dan forma a las cosas. Lo que ahora
buscamos es aferrar un sentido mediante un proceso de sobreinclusin, mediante una
expansin de los lmites del significado:
Slo pedimos un poco de orden para protegernos del caos. No hay cosa que resulte ms
dolorosa, ms angustiante, que un pensamiento que se escapa de s mismo, que las ideas
que huyen, que desaparecen apenas esbozadas, rodas ya por el olvido o precipitadas en
otras ideas que tampoco dominamos. Son variabilidades infinitas cuya desaparicin y
aparicin coinciden. Son velocidades infinitas que se confunden con la inmovilidad de la
nada incolora y silenciosa que recorren, sin naturaleza ni pensamiento[8].
Esto escribieron Deleuze y Guattari en la conclusin de su ltimo libro conjunto, Qu es la
filosofa?
Semitica de la esquizofrenia
Un rgimen semitico puede ser definido como represivo porque en l se atribuye a cada
significante un nico significado. Pone en aprietos a quien no interpreta de manera justa los
signos del poder, a quien no saluda a la bandera, a quien no respeta al superior, a quien
transgrede la ley. Pero el rgimen semitico en el que nos encontramos, nosotros y
nosotras, habitantes del universo semiocapitalista, se caracteriza por el exceso de
velocidad de los significantes, y por tanto estimula una suerte de hipercinesis
interpretativa. La sobreinclusin propia de la interpretacin esquizofrnica se convierte en
la modalidad predominante de la navegacin en el universo proliferante de los media
videoelectrnicos.
Gregory Bateson, en Pasos hacia una ecologa de la mente, define as la interpretacin
esquizofrnica:
El esquizofrnico manifiesta debilidad en los tres campos de tal funcin: a) tiene dificultad
en asignar el modo comunicativo correcto a los mensajes que recibe de otros, b) tiene
dificultad en asignar el modelo comunicativo correcto a los mensajes verbales y no
verbales, c) tiene dificultad en asignar el modo comunicativo correcto a su propio
pensamiento, sensaciones y percepciones[9].
En la esfera videoelectrnica nos encontramos, todos nosotros, en las condiciones que
describen la comunicacin esquizofrnica. Expuesto a la sobrecarga de impulsos
significantes, el receptor humano, incapaz de elaborar secuencialmente el significado de
los enunciados y de los estmulos, sufre las tres dificultades de las que habla Bateson. Hay
adems otra particularidad de la que ste nos habla: el no saber distinguir entre la
metfora y la expresin literal:
La particularidad del esquizofrnico es que usa metforas, pero metforas sin
contrasea[10].
Pero en el universo de la simulacin digital la metfora es siempre la cosa menos
distinguible, la cosa se hace metfora y la metfora, cosa; la representacin ocupa el sitio
de la vida y la vida el sitio de la representacin. El flujo semitico y la circulacin de
mercancas se sobreponen a sus cdigos, entran a formar parte de la mismsima
costelacin que Baudrillard define como hiperreal. Es por ello que el registro esquizofrnico
se convierte en el modo de interpretacin prevaleciente. El sistema cognitivo colectivo
pierde la competencia crtica que consista en saber distinguir la verdad de la falsedad en
los enunciados que se presentaban en secuencia ante su atencin despierta. En el universo
proliferante de los media veloces, la interpretacin no se desarrolla siguiendo lneas
secuenciales sino segn espirales asociativas y conexiones a-significantes.
listening
and
technological
authenticity,
los
efectos
que
la
aceleracin en las emisiones vocales produce sobre la comprensin del oyente>[11]. Robin
funda su investigacin sobre el clculo del nmero de slabas por segundo que pronuncia el
emisor. Cuanto ms se acelera la emisin, tanto ms numerosas son las slabas
pronunciadas por segundo, y tanto menor es la comprensin del significado por parte del
oyente. Cuanto ms veloz es el flujo de slabas por segundo, tanto menor es el tiempo del
que el oyente dispone para elaborar crticamente el mensaje. La velocidad de la emisin y
la cantidad de impulsos semiticos enviados en la unidad de tiempo estn en funcin del
tiempo disponible para la elaboracin consciente por parte del receptor.
Segn Robin, la emisin veloz intimida a los oyentes. Hay pruebas del hecho de que la
globalizacin ha producido tiempos de emisin ms rpidos en reas del mundo en las
cuales los estilos de transmisin occidentales han sustituido a los estilos de transmisin
tradicional. En la ex Unin Sovitica, por ejemplo, la velocidad de emisin medida en
slabas por segundo casi se ha duplicado tras la cada del rgimen comunista: de tres
slabas por segundo a casi seis. Comparaciones semejantes han llevado a la misma
conclusin en Medio Oriente y China[12].
Cuando Freud expresa en la cita anteriormente mencionada que la pulsin nos aparece
"como una medida de la exigencia de trabajo impuesta a lo psquico a consecuencia de su
nexo con lo corporal", puede haberse referido a toda la actividad de la psique implicada
para transformar en mensaje a la excitacin somtica, es decir, cualificarla via la
investidura y mobilizacin de la cadena representacional.
El giro terico de 1920, en Ms all del principio del placer confronta a Eros con Tnatos,
y la presentacin de la segunda tpica en El yo y el ello, en 1923, implica que
el inconsciente, poblado de representaciones cede su lugar al ello, reservorio energtico
que contendr a las Pulsiones de Vida y de Muerte. Se ha producido una doble modificacin
respecto de la funcin y ubicacin de las pulsiones en el conflicto. Sin perder su origen en lo
somtico, ya que el ello queda abierto a sus influencias (Freud, 1932, XXII, p. 73), las
fuerzas pulsionales quedan includas en lo psquico y se realza su naturaleza conservadora.
Eros tender a la complicacin y preservacin de lo vital, Tnatos a retornar al estado de
inercia inorgnica. Lo que no queda reafirmado es la nocin de "representante pulsional",
dando lugar el pronombre neutro "ello", no azarosamente elegido, a lo irrepresentable
actualizado en los fenmenos de la compulsin a la repeticin.
No desconocemos que esta evolucin en la teora naci de la necesidad de dar cuenta de
mayores complicaciones clnicas, que no siempre el sujeto ha podido lidiar con su
desvalimiento inicial constituyendo un aparato psquico productor y reproductor de
representaciones, capaces de ligarse entre s y de domear, a travs de los procesos de
pensamiento, a los impulsos instintivos. El trabajo analtico, especialmente en los
desarrollos post-freudianos que se ocupan de las patologas no neurticas (borderline,
psicosis, psicosomtica), deja de centrarse exclusivamente sobre el develamiento de
sentido de lo representacional para transformarse en trabajo bsico de construccin de lo
representacional.
Consideraciones acerca del lenguaje en la teora psicoanaltica de Freud
Paradjicamente, aun cuando no haya prcticamente artculo psicoanaltico que no incluya
de algn modo alguna alusin a un hecho de habla o al lenguaje, esto no supone, las ms
de las veces, una concepcin terica explcita acerca del lenguaje. Sin duda la relacin
entre psicoanlisis y lingstica es compleja ya que el psicoanlisis intenta transformar por
medio del habla en el campo intersubjetivo aquello que tiende a escapar del lenguaje
verbal, paraverbal y no verbal. Sin dejar de lado el hecho de que el sistema formal lengua
abordado durante dcadas por la lingstica mantiene escasa relacin con el objeto
lenguaje/habla del que se ha ocupado y ocupa la teora y la prctica psicoanalticas, dado
que la abstraccin del primero evade las mltiples problemticas inherentes a las
motivaciones inconcientes producto del interjuego pulsional, a la expresin de los afectos y
a la adquisicin subjetiva de la significacin.
Su genio le permiti a Freud exceder los lmites impuestos por las conceptualizaciones
filolgicas y prescriptivas de su poca y sus inferencias respecto del uso del lenguaje le
convirti en un "pragmatista" . Su concepcin del sntoma como smbolo, su consideracin
del sueo como escritura jeroglfica, y la cura basada sobre la palabra hablada, ideas
emergentes de la primera tpica, vinculan de inmediato al psicoanlisis con el universo
lingstico. Un veloz e incompleto recorrido por su obra nos permite observar las mltiples
perspectivas que desde sus inicios en ella se despliegan acerca de los fenmenos
lingsticos. Ya he citado ms arriba, si bien no exhaustivamente, algunos de los escritos
que articulan representacin y palabra, a los que cabe agregar La interpretacin de los
sueos (1900) que presenta la palabra como puente entre pensamientos inconscientes y
concientes. Todas las pacientes presentadas en los Estudios sobre la histeria (1893)
evidencian una peculiar ligadura de su sufrimiento a un giro lingstico, que denota ya sea
un trastorno en su uso, un proceso de simbolizacin que compromete dolorosamente al
cuerpo, la existencia de un archivo de recuerdos patgenos, o un inconsciente a descifrar
como un idioma extranjero. (Vinocur de Fischbein, 1996).
Ms tarde, Freud incluir en Psicopatologa de la vida cotidiana (1901) y en El chiste y su
relacin con lo inconciente(1905) el estudio de los lapsus tanto orales como escritos, los
olvidos de los nombres, la eleccin de seudnimos, la importancia de la polisemia y de la
homofona para el inconciente, el accionar de los mecanismos psquicos (condensacin y
desplazamiento) por efecto de la represin sobre el habla. Su inters por la historia y,
consecuentemente, por la perspectiva diacrnica de la lengua se revela bsicamente
en Sobre el sentido antittico de las voces primitivas (1910), artculo en el que correlaciona
la no contradiccin en los sueos con la reunin de los sentidos antitticos en una unidad
lexical; enTtem y Tab (1912) considera el valor de las palabras tabes respecto de la
barrera del incesto; en el captulo referido a El simbolismo en los sueos, de
las Conferencias introductorias (1916-1917), cita la teora de H. Sperber respecto del lugar
preponderante que las necesidades sexuales hubieron de jugar en el origen y desarrollo del
lenguaje, y retorna a las consideraciones filolgicas y semnticas de un vocablo en Lo
ominoso (1919).
Las relaciones entre pensamiento y lenguaje, y cmo el segundo deviene esencial a la
teora representacional desarrollada en la Metapsicologa, ya han sido anteriormente
mencionados. Las postulaciones concernientes a la segunda tpica no lo excluyen, en El yo
y el ello (1923), Freud agrega: "Las representaciones-palabra son restos de memoria;
alguna vez fueron percepciones, y como todos los restos mnmicos pueden tornarse
concientes nuevamente...Los restos verbales derivan primariamente de las percepciones
auditivas...En esencia una palabra es despus de todo el resto mnmico de una palabra
que ha sido oda....Por su interposicin [la de las representaciones-palabra] los procesos de
pensamiento interno se han transformado en percepciones."
El juego del nio con el carretel, descripto en Ms alla del principio de placer (1920,) da
cuenta de la presencia del lenguaje en los momentos iniciales de los procesos de
simbolizacin. Y en La negacin (1925), Freud estudia el no como mecanismo de defensa y
condicin de posibilidad de juicio.
En lneas generales podemos considerar que hablar de lenguaje conduce
inevitablemente a abordar desde el tema de las representaciones, la formacin del smbolo
y la constitucin de los procesos simblicos, hasta la adquisicin del lenguaje y las
perturbaciones en su uso (performance). Un segundo aspecto, vinculado al anterior, remite
a la bsqueda del lugar del lenguaje ya sea como funcin y/o estructura, a nivel fonolgico,
sintctico y semntico, en la constitucin del psiquismo. Esta vertiente nos acerca a la
comprensin de los procesos primario y secundario, de los mecanismos psquicos de
condensacin y desplazamiento a travs de los correlatos retricos de la metfora y la
metonimia y a las relaciones entre pensamiento y lenguaje (Vinocur de Fischbein, 1996).
Y, finalmente, un tercer y crucial aspecto abarca el uso y significacin del lenguaje en el
discurso teraputico, es decir el habla como instrumento de trabajo. Es en este punto que
deseara
imtroducir
algunas
ideas.
en las patologas no
Como ya vimos, la cura por la palabra (talking-cure) presupone un aparato psquico cuya
actividad trasciende de un modo privilegiado a travs del giro lingstico, giro que adquiere
una cualidad positiva en tanto que se presta a nuestro examen analtico, aun cuando no
ignoremos, como ya se ha sealado, las limitaciones relativas a que ni el pensar captura
toda la actividad psquica, actividad que por el lado de la pulsin se enraiza en lo somtico;
ni que la imperfeccin del lenguaje alcance a expresarla si aqulla no deviene
representable. En otras palabras, es un aparato en el que la ligadura entre
representaciones de cosa y de palabra se mantiene a costa de la distorsin (operada por la
represin), distorsin a la que accedemos por la funcionalidad del discurso que transforma
en perceptibles los procesos de pensamiento, y de esta manera en comunicables para s
mismo
y
para
el
otro.
Como decamos en la introduccin la tarea analtica actual nos impone en cambio explorar
los estratos de la mente ms all de lo visible y audible, de lo representable con opcin a
devenir simbolizable, a enfrentar las situaciones en las que el trauma psquico ha permitido
que lo destructivo de la pulsin ataque o abandone a la capacidad psquica de transformar
lo perceptual y sensorial en representable, pensable y decible. Conviene en este punto
recordar lo nodular del concepto de trauma tal como fuera formulado por W: Baranger, M.
Baranger y J. Mom (1987) respecto de los dos tiempos de ste: el primero que permanece
mudo, que "es tan inasimilable, irrepresentable e innombrable como la misma pulsin de
muerte" y cuyos efectos patgenos son los intentos de ligar por la palabra aquello que
jams podr "transformarse en un discurso coherente"; y un segundo en el que su
reactivacin en el proceso analtico, en la repeticin transferencial, permite convertirlo en
acontecimiento fechable y nombrable, permite su historizacin, y eventualmente su
elaboracin.
Sobre la violacin a las mximas de Grice como modo de dar cuenta de las
inferencias pragmticas. Una vieta clnica
Deseara incluir una breve vieta que posiblemente ayude a ilustrar cmo a travs de un
anlisis pragmtico nos es posible dar cuenta de ciertas inferencias clnicas. En este caso
he apelado a las mximas de Grice, su violacin y la interpretacin del uso de ciertos
decticos.
Esta vieta se refiere a una paciente de 44 aos, Natalia, casada y con una hija
adolescente. Natalia padeca de frecuentes ataques de pnico. Adems de las intensas
crisis de angustia que presentaba en el momento de consultar, haca varios aos que se
senta sumamente deprimida y su vida experimentaba una parlisis creciente, al punto de
no tolerar ni su trabajo ni el contacto social que ste implicaba. Esta depresin
prcticamente coincida en sus comienzos con su regreso al pas tras una ausencia de casi
15 aos. A lo largo de su vida no slo haba experimentado el dolor de reiteradas y forzadas
migraciones, sino que adems haba sufrido la prdida muy temprana de su madre. sta
haba muerto de una enfermedad contrada en el embarazo cuando la beba contaba apenas
un ao. Natalia no haba deseado regresar al pas y lo hizo finalmente contra su voluntad,
sindole casi imposible la re-adaptacin. En los ltimos tiempos se haba sentido obligada a
presenciar el largo deterioro y posterior muerte de su padre, seguida sta de interminables
peleas entre sus hermanos mayores. Segn dijo en las entrevistas iniciales haba intentado
variadas terapias, desde psicoanlisis grupal e individual hasta psicodrama, algunas de
ellas en el extranjero. Casi ninguna le satisfizo, tampoco hizo el esfuerzo de sostenerlas,
ya
que
se
sinti
negativa
respecto
de
todo
y
de
todos.
Si bien haba accedido a consultar una vez ms debido a presiones familiares, se senta
extremadamente escptica y crea que slo podra ayudarla una terapia que proyectara
hacia el futuro, algo de tipo conductista. Estaba harta de remover cosas dolorosas del
pasado. Afirm terminantemente que su relacin con el marido era mala mientras que era
buena
la
mantenida
con
su
hija.
Transcribo a continuacin fragmentos de una sesin, que data aproximadamente de dos
meses despus de comenzado el tratamiento. En ese momento se analizaba cuatro veces
por semana.
(Natalia entra con una lata de gaseosa en la mano y cierto aire displicente).
P: Hasta hace un rato estaba tan deprimida...por eso me compr la Coca...quera tomar
algo, comer algo, llenarme con algo. Desde esta maana que me levant tengo una
sensacin de vaco....Cuando me levant tuve que hacer un esfuerzo enorme para no
volverme a la cama...me deprim de nuevo. Porque en los das anteriores estuve bien, pero
es como si la depresin fuese una sensacin que me acecha en cualquier momento, como
si estuviera que estar permanentemente en actividad para no deprimirme...(pausa).
A: Quedarse quieta equivale a morirse, si se mueve puede sentir que est con vida.
P: El martes me olvid completamente de venir...me acord que no haba venido recin a
las nueve y media de la noche cuando estaba mirando T.V.... No s....la noche anterior
haba estado justamente hablando con mi marido de la terapia....no s...creo que es por
eso
que
me
olvid...(Se
queda
en
silencio).
A:
Cmo
es
la
relacin
entre
ambas
cosas?
ser
enferma?
De
(2)
El
(3)
Quiero
que
esto
no
venir
reconozcas
quiero
no
mi
no
hablar.
me
reconocimiento
ayuda.
del
anlisis.
Sin embargo si buscamos una relevancia ms profunda, aqulla dictada por las
representaciones meta inconcientes, que determinan la coherencia de las asociaciones
libres,
su
enunciado
dara
lugar
a
una
otra
implicatura:
(4)
Al
no
venir
siento
que
muero.
Al
olvidar
venir
impido
mi
mejora.
Habra
algn
modo
de
evitarlo?
P: (silencio). No s...pero venir ac hace que las recuerde...No quiero revolver siempre en
lo mismo...necesito una estrategia de trabajo como la que sigue mi hermana: De hoy para
el futuro. Siento necesidad de eso. Esto no me hace bien...
Podemos ver en este material que la paciente utiliza (inconcientemente) las formas
declarativa e interrogativa para hacer manifiesta una intencin comunicativa (ms all de
la informacin), es decir: cul es la direccin en que debemos buscar la relevancia; una
cualidad abstracta, dira un lingista, inconciente, modificaramos nosotros. Posiblemente
en una primera aproximacin, y apoyndonos en nuestra contratransferencia,
consideremos la hiptesis de un rechazo radical de nuestra modalidad de trabajo.
Aparecen incluso, como citas de evidencia que probaran que lo afirmado es verdad, las
voces de su hermana y de su padre en un dilogo interior, en referencia al futuro (stas
tambin solan ser palabras de l). Sin embargo, ms all de estas evidencias que Natalia
intenta dar, hay dos datos lingsticos que permiten inferir tras su comunicacin ostensiva,
otra implicatura, un significado latente diferente. El uso del eso, que superficialmente
remite a lo ms prximo anterior: De hoy para el futuro, en realidad seala, a un nivel
ms profundo, lo que se encuentra ms lejano, el psicoanlisis, y alude a su necesidad de
l; mientras que el esto ambiguo, aunque constituya una declaracin que responde a
una intencionalidad conciente, no se refiere al psicoanlisis, sino que por proximidad remite
a su constante reclamo: De hoy para el futuro.
Queda como conclusin agregar que lo que se obtiene de este aporte interdisciplinario es
una nueva perspectiva de anlisis de los datos recolectados en el mbito ntimo del
ejercicio clnico, en el que el analista, como oyente particularizado por efecto de la
transferencia, no es indiferente a las distintas cualidades de la actividad psquica, ni a los
sentidos que el analizando conjura con sus palabras. Sentidos, a los que a su vez
convocar, contratransferencia mediante, con sus intervenciones e interpretaciones en el
analizando. Por otra parte, en la medida que se produzca una progresiva mentalizacin de
los conflictos ser posible pasar en las patologas no-neurticas, como se ha remarcado
ms arriba, de un trabajo en la lnea de la va di porre a un trabajo por la va di levare.
de
la
enfermedad
desde
las
primeras
pesquisas:
El programa de base es, entonces, un programa de sancin que evala al narrador como
loco en una relacin disfrica con el objeto de valor representado por la cordura. Es de
sealar que durante el relato el narrador (actor) es destinador y sujeto operante pues son
sus sentimientos y su sensibilidad lo que lo manipulan y llevan a ejecutar las
diferentes performancias.
Pasando ahora al plano del componente discursivo, se expondr en primera instancia la
figura lexemtica de mayor relevancia en el texto; esto es la figura de los sentidos, de
donde se desprende:
De este modo los recorridos semmicos producen los siguientes recorridos figurativos:
La sancin que viene desde el narratario es reafirmada por el rol temtico 2, llevado a cabo
por el narrador que se superpone al rol 1. Esta situacin es el resultado de la alteridad del
carcter otro provocada por la enfermedad que termina por imponerse a la aparente
cordura que el narrador ha tratado de demostrar durante el relato. Aunque al comienzo el
narrador se mostraba triunfante y rea ante su victoria y su competencia, hacia el final del
relato, se siente burlado por su propia enfermedad, por l mismo, por la inmanencia de su
otredad. El PN del narrador que intenta demostrar su cordura (a aclarar que slo es
nervioso y extremadamente sensible) se destruye totalmente pues es esa excesiva
sensibilidad y descontrol de los sentidos lo que el narratario evala como locura.
Seguidamente se exponen algunos elementos que llevarn al anlisis de las estructuras
profundas de donde se extraern los niveles axiolgicos, temticos y figurativos que
revelarn las oposiciones y las redes de significado que dan sentido al texto:
El narrador pretende demostrar la cordura (evaluada con carga positiva dentro del texto,
como parmetro de lo normal, lo mismo, lo aceptado) ante un narratario que lo sanciona
como loco (la hiperestesia est provista de una carga negativa dentro del texto); por ello, el
narrador descalifica y sanciona su competencia puesto que lo otro no es aceptado dentro
de los parmetros de lo normal.
Al final del relato predominan los elementos del nivel temtico relacionables con lo que
socialmente describe la locura y que necesariamente debe ser legalmente sancionado; la
sancin judicial representa el control sobre lo socialmente desarticulado, sobre lo anormal,
esto es lo que da sentido al texto y otorga valor al PN principal (ver el nivel figurativo en la
pgina siguiente).
El proceso de transformacin se resume en el cuadro semitico de la veridiccin que se
presenta seguidamente:
En los programas de uso (sealados por la lnea de raya continua), el sujeto operante
quiere demostrar que no est en disyuncin con el objeto de valor la cordura, sino en
situacin de conjuncin. Luego su recorrido pasa del parecer loco, al no parecer loco
(intentando demostrar que es cuerdo, que slo es excesivamente sensible) para lograr
explicar que es un ser cuerdo; sin embargo, el programa principal vislumbra el verdadero
recorrido semntico del personaje: de llamarse cuerdo (ser cuerdo), el narrador pasa a
aclarar que no es un ser cuerdo, segn los parmetros que son aceptados socialmente,
puesto que el deseo de manifestar su cordura lo desequilibra. En este intento por
demostrar su cordura el personaje revela su locura (esto se expresa con la lnea de raya
punteada). Como puede apreciarse, el cuadro semitico de la veridiccin revela el doble
recorrido semntico del personaje en su intento por definir su lucidez; de este modo se
confronta la locura y la cordura.
CONCLUSIONES
Finalmente se puede acotar que este cuento de Edgar Allan Poe revela los miedos y los
desequilibrios del inconsciente humano, experimentados segn los crticos por el mismo
autor, de all la recurrencia de estos temas en la totalidad de su obra.
En este anlisis se puede definir la locura como la evaluacin negativa a todo lo que es
extrao a lo establecido, a todo lo que sale de los parmetros aceptados como normales. El
sentido textual est matizado por las valoraciones que el lector elabora del texto literario,
dado que la polivalencia es indiscutiblemente una caracterstica propia de ese tipo de
discursos; sin embargo, una interpretacin ajustada a los aspectos semnticos que arroja
el anlisis semitico de este texto permite afirmar que el autor cuestiona a la sociedad y al
orden social que sanciona a todo individuo que no responde al patrn comn.
INTRODUCCION
En este trabajo
Freud opinaba que, despus del primer perodo silencioso de retraccin de la lbido sobre el
yo, sta vuelve a investir objetos y aparecen las manifestaciones productivas de la
restitucin. Segn A.Z. Arthur, las explicaciones del delirio pueden responder a uno de tres
grupos: a) el que piensa que el sujeto que delira tiene una inteligencia o juicio defectuoso,
entre ellos Griensinger y Meyerhof, opinin refutada por quienes encuentran que, en
promedio, los grupos de pacientes no esquizofrnicos paranoides, tienden a ser ms
inteligentes que otros; b) el grupo que habla de trastornos de pensamiento, entre ellos
Bleuler, quien pensaba en una perturbacin del proceso normal de asociaciones debido a
un debilitamiento mental, criticado por Gruhle, entre otros, pues existen pacientes con
trastornos del pensamiento que no presentan delirio y otros que, con delirio, no tienen esos
trastornos; c) los que piensan que los delirios se basan en modos de pensamientos
arcaicos, entre ellos Arieti y Storch, quien toma de Freud los mecanismos de condensacin
y desplazamiento. Este grupo fue criticado por von Bayer, ya que las experiencias
psicticas parecen diferentes del pensamiento regresivo y supersticioso que consideramos
modalidades primitivas del pensar.
Por su parte la escuela de Heidelberg, una de las ms influyentes en el pensamiento
psiquitrico de los delirios, entre ellos Jaspers, Schneider y Mayer-Gross considera que el
delirio es literalmente una creencia incomprensible. Lo que existe es una perturbacin del
significado simblico, dicen. Binswanger extendi los determinantes del delirio hasta incluir
cualquier motivo inexplicable y falto de razn.
Kraepelin, en 1912 ya opinaba que los delirios se desarrollan por causas internas y como
reacciones a grandes frustraciones, lo cual estara dentro de la lnea freudiana. Kant, ms
atrs describe en forma similar el deseo irrealizable del amor.
Maher (1974) propuso un modelo cognitivo para la formacin de creencias, aplicable al
caso del delirio. Dice que cuando un individuo se ve confrontado por hechos nuevos e
inexplicables, la primera sorpresa da lugar a un examen por hiptesis explicativas, examen
que culmina cuando se halla una hiptesis capaz de explicar lo nuevo. En un destello
de insight se acepta esta explicacin como verdadera y su certeza aumenta con los hechos
que la confirman.
La explicacin ms abarcativa parece la que habla de una perturbacin en el desarrollo de
la personalidad. Los existencialistas y fenomenlogos, entre los que se cuentan Henri Ey,
Wernicke y otros, sealan como predisponentes a los sentimientos anormales como los de
insuficiencia (Cramer), de vaco (Janet) o de auto-referencia (Shneider), perturbaciones
biolgicas de la experiencia vital del ser (Guiraud), automatismos (Clrambault), inhibicin
cortical (Pavlov) y un aprendizaje anmalo (Dollar y Miller). Para Cameron, la fuente del
delirio es la ansiedad debida a ciertos estmulos que pasan a transformarse en objeto de
ideas paranoides. Bajo una intensa pulsin, la generalizacin de estos impulsos se hace
cada vez mayor generando una espiral de estmulos y ansiedad que puede llegar a la
desorganizacin perceptual. Son numerosos los autores que piensan que, para que el
delirio ocurra, hacen falta, como para toda enfermedad, condiciones necesarias,
concurrentes y desencadenantes.
El inters de su estudio reside en que la o las ideas delirantes rigen la conducta y, en gran
cantidad de casos, limitan una feliz evolucin de la personalidad. En muchos casos el delirio
queremos sealar
Peca por omisin. Paula quiere justificar de este modo que el "entrelazado" no surgi de los
dichos de la sobrina a terceros sino que, de modo misterioso, "ellos" se enteraron de todo.
Ver el punto d.
Y remata:
P: "..No s si es tan importante no estar loca, lo que pasa es que uno a veces necesita
referencias."
h) Autorreferencia: la primera persona del singular (yo) como causa y centro del mundo
de creencias.
El mundo del paciente se desarrolla a partir de que el yo aparece como eje y causa
(obsrvese la frecuencia del "porqu") de dicho mundo que encuentra su sentido en esa
interpretacin sobre-exagerada.
....Y porque ayer llovi mucho y esa lluvia me la mand Dios porque yo soy muy
pecadora, porque yo llam al muchacho de enfrente y l est conectado con los dioses y
entonces los dioses me quieren castigar a m y son los dioses los que hacen que este que
haya llovido y que () (re) que eso me hace mucho dao a m y que me est
haciendo enfermar de esos dioses ()...bueno.
Estas son algunas de las estrategias y recursos lingsticos que encontramos que recurren
en los textos de lo/a/s pacientes. Por supuesto, estos se presentan con una frecuencia de
uso llamativa respecto de lo que uno llamara un discurso o texto no marcado (esto es, que
sigue las generales de lo considerado normal en nuestra comunidad).
Conclusiones
Es una tarea ardua y compleja detectar en el uso del lenguaje elementos que puedan
ayudarnos a caracterizar una patologa como la psicosis. Esto se debe a que las
alteraciones lingsticas que se producen responden a cuestiones de forma, funcin y
frecuencia pero especialmente de estas dos ltimas.
No es el lexema, ni la gramaticalidad, ni la cohesin (cf. Labov y Fanshel) lo que se
transforma en el paciente sino el modo en que construye discursivamente un sistema de
creencias cuyos referentes no encuentran correlato en el mundo, pero no de un modo total
como en ciertas ficciones, sino que esa construccin linda con un mundo, llammoslo real,
o "creble" desde distintas pticas. El lugar del desfasaje, de la ruptura solo puede verse en
el estudio de cada caso, armando casi una gramtica para cada paciente. Gramtica y
Semntica (como nos gusta llamarlo) que permite ir entendiendo incluso el armado de su
discurso psictico que como una novela en su entramado tambin guarda cierta
coherencia.
Creemos que en el caso de Paula hemos llegado a algunas generalizaciones que pueden
tomarse como pautas a seguir en el anlisis del discurso psictico.
elementos. La ciencia es un "como si". La mecnica clsica habla de los cuerpos "como si
fuesen slidos contenidos en el espacio y dotados de masa", por ejemplo, que pueden
desarrollar una determinada velocidad o poseer una determinada inercia, pero cuyas
restantes propiedades no nos interesan, ya que precisamente la mecnica consiste en
hablar de los cuerpos "como si" slo poseyesen las propiedades que la mecnica les
atribuye.
Del mismo modo, una ciencia como la economa habla del homo economicus, el sujeto de
la teora econmica como si fuera una persona que intenta minimizar sus gastos y
maximizar sus beneficios en una relacin de intercambio, dejando de lado las principales
caractersticas, no slo de cada individuo, sino de las realidades histricas y sociales.
Esa reduccin que nos lleva a hablar "como si" es fundamental para que pueda
desarrollarse una ciencia, sobre todo si pretendemos someterla a un formalismo
matemtico -lo que en muchos casos no es necesario-, pero puede tener consecuencias
sociales y personales funestas cuando a partir de una reduccin de este tipo se procede a
establecer el tratamiento de los seres humanos enfermos y, sobre todo, de aquellos
"enfermos" cuyas patologas pueden depender mucho de las circunstancias histricas o
sociales.
La misin de la filosofa y de la historia, dos saberes inseparables, puesto que la historia es
la materia de la filosofa y la filosofa el mtodo con el que esa materia se estudia, pueden
en este caso, paradjicamente, poseer una vertiente prctica, en tanto que pueden
permitirnos desentraar los presupuestos de prcticas polticas y sociales que siempre han
estado unidas al desarrollo de la psiquiatra. Unos presupuestos que terapeutas, juristas e
investigadores cientficos manejan de forma prcticamente inconsciente.
I. El estudio histrico de las enfermedades mentales posee un enorme inters, no slo como
recopilacin de curiosidades o como base de datos de tipo epidemiolgico, til para el
mdico preventivo o el psiquiatra actual, sino tambin porque pone de manifiesto que ese
tipo de enfermedades, como mucho de las dems enfermedades orgnicas -aunque en un
grado mucho mayor- son el resultado de la interaccin entre los seres humanos y sus
medios sociales y biolgicos.
Partiendo de esta premisa se ha llegado a posiciones extremas, basadas en el relativismo
cultural, segn las cuales la enfermedad mental no existe como tal, sino que es siempre el
producto de un determinado tipo de sociedad. Cada cultura crea sus propios enfermos
mentales, que nacen, crecen y se extinguen con ella. En este sentido, Thomas Szasz (T.
Szasz, 1999) lleg a hablar del "mito de la enfermedad mental". Deca Szasz que si yo le
hablo a Dios soy una persona devota, pero que si Dios me contesta soy un esquizofrnico,
lo cual slo en parte es verdad, ya que las variaciones en las patologas mentales, aunque
estn histrica y culturalmente condicionadas, si que son autnticos procesos patolgicos,
aunque sean muy difciles de definir.
El estudio antropolgico e histrico de la enfermedad mental se ha llevado a cabo
bsicamente desde dos perspectivas: a) como un anlisis positivo de las patologas, y b)
como el anlisis de los discursos acerca de la enfermedad mental. En ambos casos suele
ser frecuente que la propia teora acerca de la enfermedad condicione los anlisis del
historiador, lo mismo que ocurre en otros terrenos, como la economa, la sociedad o la
poltica.
El anlisis histrico positivo pone de manifiesto dos cosas. En primer lugar, que hay
enfermedades que poseen su propia historia: aparecen y remiten histricamente, como
ocurri con el caso de la histeria y su historia, estudiada por liza Veith (I. Veith, 1970), lo
mismo que aconteci con otras patologas orgnicas, como la lepra, que retrocede
enormemente a fines de la Edad Media, o la tuberculosis, "enfermedad de los romnticos".
Diferentes historiadores, como Roy Porter (R. Porter, 2003) o George Rosen (G. Rosen,
1974) han llevado a cabo sntesis sobre el desarrollo histrico de las enfermedades
mentales. En sus libros, adems de analizar la historia epidemiolgica de algunas de ellas,
no han podido dejar de poner de manifiesto como los prejuicios religiosos, sociales y a
veces filosficos, limitaron la comprensin de esas enfermedades y condicionaron el trato
social dado a sus pacientes.
As, por ejemplo, la concepcin religiosa de la "locura" como posesin trajo como
consecuencia que su tratamiento oscilase entre la exclusin y el temor, ante la presencia
de un dios o espritu, o el respeto y la veneracin. En cientos de culturas existi una
institucin conocida con el nombre de chamanismo; un chamn es una persona que es
capaz de entrar en contacto con el mundo sobrenatural, ya sea mediante el uso de drogas
o sin ellas, gracias a lo cual consigue entrar en un proceso de trance, en el que sus sueos,
visiones o alucinaciones le permiten aportar mensajes fundamentales para lograr la cura de
alguna enfermedad o para predecir el futuro. Los chamanes solan ser lo que podramos
llamar "neurticos" o "psicticos", pero en su mundo no slo eran considerados personas
normales, sino seres extraordinarios, dignos de respeto, e incluso privilegiados econmica o
socialmente.
Algo similar podramos decir de muchos msticos y sus visiones, mensajes auditivos y
revelaciones, que en la actualidad los llevaran ms al internamiento que a la subida a los
altares.
En la historia de la enfermedad mental podemos ver cmo a veces incluso los prejuicios
morales dificultan la observacin clnica, como es el caso de la "parlisis general
progresiva", ltima fase de la sfilis, cuyo estudio se vio condicionado por el prejuicio social
que asociaba la sfilis a la prostitucin y al desorden moral, como ha sealado G. Rosen.
La epidemiologa histrica de las enfermedades es inseparable de su conceptualizacin, pudiendo darse, en algunos casos, modelos alternativos. En Grecia, como ha sealado Benet
Simon (B. Simon, 1978) conviven tres modelos de la enfermedad mental: el religioso, segn
el cual la enfermedad es una posesin divina -que es el so-cialmente aceptado-; el mdico,
segn el cual la enfermedad mental es una enfermedad del cerebro -o, por lo menos, de
alguna parte del cuerpo-; este segundo modelo organicista es el desarrollado en el clebre
tratado hipocrtico. Sobre la enfermedad sagrada, en el que se discuti, por primera vez, el
origen sagrado de la epilepsia, atribuyndola a problemas cerebrales; y por ltimo el
modelo filosfico o moral, segn el cual la enfermedad mental es un desorden del alma y
de sus tres facultades: el pensamiento, la voluntad y las pasiones, desorden en el que se
rompe el equilibrio y la subordinacin que debe haber entre ellas. La enfermedad mental,
en este modelo de origen platnico, es siempre un desorden pasional. En la reflexin
filosfica griega sobre la enfermedad mental se lleg incluso a establecer una clara
vinculacin entre la creatividad intelectual y la psicosis, como ha sealado Mara Grazia
Ciani (M. G. Ciani, 1983), cuestin que formul Aristteles en sus Problemata en forma de
pregunta: Por qu todos los grandes filsofos han sido melanclicos?
La vinculacin entre las enfermedades mentales y sus concepciones histricas llev a un
segundo grupo de autores a desarrollar la historia de la locura entendida como la historia
de un discurso.
El primer gran tratado acerca del prolfico reino de las enfermedades mentales escrito en
Europa es la Anatoma de la Melancola de Robert Burton (1632) (R. Burton, I-II-III, 1997), en
el que este autor ingls sistematiz todos los tipos de desviacin de conductas: erticos,
violentos, depresivos, atestiguados en la literatura clsica y la Biblia como formas de
melancola. Burton, como neoestoico que era, crea que los hombres deben ser dueos de
s mismos y capaces de controlar sus pasiones y su "entusiasmo", por lo que lleg a
considerar cualquier pequeo fallo en el dominio de s mismo como muestra de melancola
o desorden mental.
Siguiendo sus pasos, Michel Foucault (M. Foucault, 1964; 1976), tras desarrollar una teora
acerca de la unidad de todas las enfermedades mentales en un nico tipo -eliminando la
frontera entre neurosis y psicosis-, escribi la historia de la locura en la Europa moderna,
entendida como el relato de un discurso de exclusin.
Tras el fin de la Edad Media y el retroceso de la lepra, la figura del excluido por
antonomasia -que hasta entonces se encarnaba en el leproso encerrado en el lazareto-,
pasa a ser definida a travs de una serie de pasos. En una primera fase, y tras el fin de la
figura medieval del "loco sabio", consagrada en el Elogio de la locura, de Erasmo de
Rotterdam, -un loco que circulaba libremente por las calles-, vendr a desarrollarse la figura
del excluido, que ser encerrado en las workhouses inglesas, en las que se albergaban todo
tipo de desviados: locos, alcohlicos, prostitutas, mendigos, subnormales... A todos ellos se
les intenta educar y disciplinar mediante el trabajo, con el fin de hacerlos socialmente
tiles, pero tambin de retirarlos de las calles, en las que se implanta progresivamente el
"orden burgus" y el nuevo concepto creado por l: el de polica.
Los avances en la historia de este discurso acerca del "otro" absoluto consistirn en afinar
el encierro y separar progresivamente locos de delincuentes e inadaptados sociales, para
crear as la entidad nosolgica de la locura, de forma paralela al nacimiento de una
institucin que ha de albergarla: el manicomio.
El ltimo episodio de esta historia, tras la humanizacin del trato de los locos y su
consideracin como enfermos, ser la propia disolucin del concepto de locura, que nunca
correspondi a una entidad clnica concreta, y del propio concepto de enfermedad mental,
cuyos lmites iran retrocediendo progresivamente. As, por ejemplo, lo que en el siglo XIX,
en la Psicopathologia Sexualis de Krafft Ebbing, se consideraban aberraciones sexuales
(lesbianismo, homosexualidad...), hoy se consideran conductas sexuales normales.
El fin del discurso de la locura estara, segn Foucault, muy directamente relacionado con el
nacimiento del psicoanlisis, que curiosamente siempre dej al margen a los verdaderos
"locos" (los psicticos), por ello deberemos pasar a analizar los presupuestos metafsicos de
ste, con el fin de intentar observar si esos presupuestos pueden condicionar la
observacin de la realidad de la enfermedad.
II. Deca Sigmund Freud que a lo largo de su historia la humanidad -entindase el hombre
europeo- haba sufrido tres ataques en su narcisismo. El primero vendra con Coprnico, al
descubrir que la Tierra no est en el centro del Universo y que, consecuentemente, no
ocupamos en el Cosmos un lugar privilegiado. El segundo ataque vendra por parte de
Darwin, al poner de manifiesto que los seres humanos no somos ms que otro eslabn en la
cadena del desarrollo de la vida, y el ltimo ataque vendra de parte del propio Freud, al
manifestar que el hombre no es bsicamente un animal racional, como se supone que lo
defini Aristteles, sino un ser en el que la mayor parte de su vida psquica transcurre a
nivel inconsciente.
Sabemos que, en realidad, Aristteles nunca dijo que el hombre fuese un animal racional,
como se suele afirmar, sino que para l el hombre es un animal que "tiene el logos", el
lenguaje. Esta observacin no posee un inters meramente filolgico. Por el contrario, es
muy importante porque los dos conceptos fundamentales que habra que analizar en Freud
seran el de "inconsciente" y el de "lenguaje".
Todos sabemos que Freud comenz su carrera como neurlogo, y que sus circunstancias
polticas y culturales le impidieron el acceso a una ctedra en la Universidad de Viena, lo
que le llevara al campo de la clnica psiquitrica. Freud, tras su estancia en Pars con
Charcot, formula la idea de la existencia del inconsciente o el ello, entendido como el
primer motor de nuestra vida psquica, y al que podramos tener acceso, o bien mediante la
hipnosis, o bien a travs del "camino real" hacia el inconsciente, que sera la interpretacin
de los sueos, a la que Freud dedic su libro, con este ttulo, publicado precisamente en el
primer ao del siglo XX ( S. Freud, 1981).
La idea de inconsciente es muy anterior a Freud, que no siempre reconoci sus deudas
filosficas. En el ao 1882 Eduard Von Hartmann (E. Von Hartmann, 1931), un discpulo de
Arthur Schopenhauer -quien ya haba formulado esta idea bajo la forma de la voluntad-,
public todo un tratado titulado precisamente Filosofa del inconsciente, en el que sostena,
partiendo del estado de desarrollo de las ciencias de su poca, que adems de la
inteligencia racional, tendra que existir en la naturaleza una inteligencia inconsciente que
explicara todos los procesos teleol-gicos -el mundo de la vida- que la mecnica clsica era
incapaz de abordar. Recordemos que ya Kant en la Kritik der Urtheilskraft, deca que la
mecnica era incapaz de explicar el nacimiento de una simple brizna de hierba.
El hecho de que haya seres que se reproduzcan, que busquen su expansin y que estn en
un movimiento de autorregulacin constante slo se explicara, segn Von Hartmann, si
apelamos a esa nocin de inconsciente que podramos considerar, algo anacrnicamente,
como un precedente de nuestras nociones de sistema autorre-gulado o incluso de gen.
Otros autores desarrollaron tambin esta idea, cuya historia ha trazado A. C. Maclntyre (A.
C. Maclntyre, 1958), pero lo que sera original en Freud consistira en la vinculacin de esta
idea con la prctica clnica, y la fuerte vinculacin de la misma con la nocin de lenguaje.
Freud desarroll, sobre todo en sus primeras obras, una idea de narrativa del inconsciente.
Sus nicos pacientes: los neurticos/as de clase media y alta deben intentar reconstruir su
historia, en la que han de descubrir un acontecimiento o un conjunto de acontecimientos en
los que se ha de hallar el origen de la enfermedad. Esta idea de la narracin y de la historia
coincide en lo sustancial con la idea de la historia nacional y poltica de la Europa del siglo
XIX, una Europa cuyo reflejo ser constante en la obra de Freud.
En la propia historia, e incluso en los delirios de los pacientes de Freud o en casos
analizados por l, como el del Presidente Schreber, una parte de la enfermedad no es ms
que un reflejo de las circunstancias externas: sociales y polticas de la vida del enfermo,
como ha puesto de manifiesto Eric L. Santer (E. L. Santer, 1996), estudiando las Memorias
de este famoso psicpata. No se trata slo de un condicionamiento externo, sino de que la
propia estructura de las enfermedades, e incluso la propia estructura de los sueos, sufre
importantes variaciones en las diferentes culturas.
Roger Caillois y G. E. Von Grunebaum (R. Caillois ; G. E. Von Grunebaum, 1967) recopilaron
un libro sealando estas variaciones, e incluso un antroplogo y psicoanalista estrictamente
freudiano, como Georges Devereux (G. Devereux, 1973) puso claramente de manifiesto la
importancia de las variaciones culturales a la hora de lograr una definicin del inconsciente.
Pero no slo se trata de condicionamientos. En realidad, el problema es ms profundo. La
propia concepcin del lenguaje como algo que manifiesta slo una parte de la realidad,
pero que oculta lo ms profundo de ella, que Freud comparte con Wittgenstein, sin que
haya ninguna influencia entre ellos, est directamente en relacin con la situacin social y
poltica de la Viena de su tiempo, como ha sealado Silvia Tubert (S. Tubert, 1999). En el
catlico y burgus Imperio Austrohngaro, en efecto, se establece una distincin muy clara
entre la esfera de lo decible y de lo indecible -la de lo mstico de Wittgenstein-, quedando el
sexo, la pasin y muchas otras cosas como la opresin o la explotacin en el terreno de
esas cosas que "no se pueden decir".
Todo lenguaje posee una dimensin comunicativa y una dimensin expresiva, a las que
Gottlob Frege, un matemtico y lgico contemporneo de Freud, llam Bedeutung y Sinn,
refirindose a los niveles de cada enunciado.
Lo que, en realidad, descubre Freud es que no slo hay muchos significados que no caben
en el lenguaje, sino que adems de ello, la limitacin de los significados trae consigo la
incapacidad de lograr la expresin de los sentimientos, que el enfermo se ha de ocultar a s
mismo, puesto que es lo que la demanda social impone, radicando aqu el origen de la
enfermedad.
Tan importante como el lenguaje es el silencio, mecanismo fundamental de la ocultacin, y
ese silencio est directamente unido a la soledad y al aislamiento, lugares en los que nace
la neurosis. Ernest Gellner (E. Gellner, 2002) analiz este problema y, al hacerlo, puso
tambin de manifiesto cmo Freud no supo, o no quiso, ver los componentes sociales de la
enfermedad y como no quiso, o no supo, entrar en lo ms profundo de ella -nunca trat a
un psictico-. Su terapia requera disciplina para poder desarrollar las sesiones, pero
tambin dinero, y como l mismo dice en una carta a su mujer, Martha Bernays, cultura,
para que el enfermo pueda verbalizar su historia.
La teora freudiana no es capaz de superar la barrera entre lo individual y lo social, como
han sealado Fred Weinstein (F. Weinstein, 2001) y Jacques Szaluta (J. Szaluta, 2001), pero
es que adems de ello, trabaja con unos conceptos y unos supuestos que pueden llegar a
convertirse en autnticas entidades metafsicas.
Deberamos comenzar por una cuestin de mtodo. En la concepcin freudiana del lenguaje
se parte del principio de que cada uno de nosotros nicamente puede acceder a la
superficie de s mismo, quedando en nuestro lenguaje y en nuestro pensamiento un iceberg
significativo oculto. Por esta razn es necesario el psicoanlisis, y por eso mismo todo
analista ha de ser psicoana-lizado antes de ejercer su profesin. Nadie puede
psicoanalizarse a s mismo, excepto Freud, como ha sealado Ernest Gellner (E. Gellner,
1993). Freud es el inventor del mtodo, no poda recurrir a nadie que lo psicoanalizase. A
partir de l se desarroll una genealoga de psicoanalizados que llegara desde el presente
hasta la Viena de 1900.
El proceso psicoanaltico es un proceso lingstico en el que se intenta hacer coincidir el
significado con el sentido, en el que se pretende que el lenguaje llegue a ser transparente,
y en el que se persigue, como deca el propio Freud, que: "donde estuvo el ello, llegue a
estar el yo". Freud en el fondo era un racionalista, aunque siempre fue consciente de que la
racionalidad era nicamente un deseo, puesto que l mismo reconoce que el proceso
analtico es, en realidad, interminable, y que se le pone fin cuando se consigue la remisin
de los sntomas patolgicos.
La falta de perspectiva sociolgica en Freud y su concepcin de la neurosis como una
patologa individual le llev a concebir la vida psquica como un enfrentamiento o una
negociacin entre tres sustancias metafsicamente concebidas: el super-ego, el ego y el id.
Estas tres sustancias dan la impresin de ser tres autnticos sujetos independientes. Cada
uno de ellos posee una dinmica propia, sigue su propia lgica y lucha por imponerse frente
a los otros dos. Corresponde al ego, equivalente del auriga platnico que gua al carro del
alma por el camino de la virtud, tener satisfechos al ello y sus deseos y al super-ego y sus
represiones, con el fin de conseguir un estado de equilibrio que se parece mucho a una
negociacin parlamentaria entre un gobierno y varios partidos.
El problema radica en saber si los diferentes tipos de capacidades: sensoriomotrices,
cognitivas y apetitivas corresponden a uno de ellos o a los tres. Est claro que es el ego el
que percibe pero, a veces, al leer a Freud, da la impresin de que el ello es otro yo que
habla a mi yo en sueos o que se manifiesta plenamente dividido en la alucinacin o el
delirio. Es evidente que da la sensacin de que el sueo quiere decir confusamente algo. Y
est claro que los esquizofrnicos oyen voces y reciben rdenes. Sin embargo, explicar
estos hechos como una conversacin entre un ello que demanda la realizacin de un deseo,
un super-yo que lo prohibe y un pobre yo que tiene que tenerlos contentos a los dos, puede
tener alguna concomitancia con algn tipo de representacin religiosa en la que nuestro yo
debe situarse en un punto de equilibrio en la lucha entre el principio del bien y el principio
del mal, ya sea concebidos como principios abstractos, como divinidades -como en el
maniqueismo o en el gnosticismo-o como dos ngeles, bueno y malo, que nos envan
constantemente sus mandatos.
La nica manera de superar esta limitacin metafsica del pensamiento de Freud sera
partir de dos supuestos. El primero de ellos es que la enfermedad mental no puede
definirse como la enfermedad de un individuo y como el producto de los desequilibrios
internos de su psique, nicamente. Consistiendo, en este caso la curacin, en el
establecimiento o reestablecimiento de un proceso de autodominio similar al que conceba
el estoico Robert Burton -tambin Freud tena algo de estoico-.
Y, en segundo lugar, cosa a la que, por cierto, Freud siempre aspir, debemos suprimir las
barreras entre lo psquico y lo somtico, evitando caer en el dualismo cartesiano de las dos
sustancias -res cogitans y res extensa-, tal y como propone el neurlogo Antonio Damasio
(A. Dama-sio, 2005) en su ltimo libro, en el que apela a un filsofo discpulo de Descartes,
Baruch de Spinoza, que neg este dualismo y estableci la existencia de una nica
sustancia para poder comprender el funcionamiento de la emocin y los sentimientos. Las
emociones y los sentimientos poseen unas bases bioqumicas, pueden ser qumicamente
inducidos, pero no explicados. Reducir las emociones a procesos qumicos es un error del
lenguaje, presupone hablar "como si" toda la realidad fuese mera bioqumica. Negar los
componentes neurolgicos y bioqumicos tambin supone utilizar un lenguaje incorrecto, ya
que presupone considerar que nuestros estados de nimo pueden ser independientes de
nuestro cuerpo, "como si" existiese una sustancia independiente a la que tradicionalmente
se le ha venido llamando alma.
Partiendo del principio epistemolgico y me-tafsico, segn el cual no puede haber un nico
lenguaje que nos permita hablar de todos los aspectos de la realidad, sino de que, por el
contrario, cada lenguaje cientfico, en tanto que se constituye como tal, nos da acceso a
una parte de la realidad, pero oculta muchas otras, intentaremos definir a continuacin
algunos principios generales, deducidos de algunos estudios de sntesis acerca del cerebro,
las emociones y la enfermedad mental, que sirvan para poner de manifiesto los
presupuestos de los que se parte a la hora de estudiar estas enfermedades. Presupuestos
no del todo inocentes, ya que, en funcin de ellos se llevan a cabo las diferentes terapias.
III. El primer presupuesto del que hemos de partir es la nocin de sistema.
Un sistema es un todo, dotado de una estructura interna, que se encuentra en constante
correlacin con un medio externo en el que se interrelaciona con otros sistemas, llegando
idealmente a un estado de equilibrio. Todos los organismos vivos son sistemas
INTERIOR
(Estado 1)
DOLOR
En el punto de interseccin entre los dos ejes se situara la conciencia, o el yo, no
concebido en trminos sustancialistas ni metafsicos, tal y como critica acertadamente A.
Damasio (A. Damasio, 2001), sino entendido como el mecanismo regulador de un sistema
satisfactoria. nicamente consiguen dar cuenta de algunos de sus aspectos aislados: sean
familiares, sociales, genticos o bioqumicos. Al final acaba denominando a esta
enfermedad, "la noche oscura del ser".
A lo largo de la historia de la psiquiatra se han venido desarrollando todo tipo de
explicaciones unilaterales de la enfermedad, que por exagerar un solo aspecto pueden
llegar a rozar en el ridculo. Wilhelm Reich (W. Reich, 1985), al destacar la importancia del
grupo de sensaciones de placer y dolor en el desarrollo de la neurosis, crey descubrir una
especie de energa placentera cuantificable, llegando a caer en una especie de
charlatanera pseudomstica. Alfred Adler (A. Adler, 1984), destacando unilateralmente la
importancia del reconocimiento y el dominio del otro, exager un componente bsico de la
neurosis que pudo dar lugar a problemticas interpretaciones polticas basadas en el deseo
de dominio.
En la actualidad, el discurso de los neurotransmisores y la molcula mgica puede ser
igualmente unilateral. Es evidente que se conoce el funcionamiento de los
neurotransmisores, como la serotonina o la dopamina, y que se pueden desarrollar
medicamentos parcialmente eficaces para algunas enfermedades como la depresin o la
esquizofrenia.
Sin embargo, como seala A. Damasio (A. Damasio, 2005), esos medicamentos son
enormemente toscos, pudiendo ser equiparados a las antiguas amputaciones. Adems, las
estadsticas demuestran que su xito o fracaso no pueden ser explicados causalmente.
Como seala Andrew Solomon (A. Solomon, 2001), las depresiones tratadas qumicamente
remiten en un cincuenta por ciento, exactamente igual que aqullas tratadas con
psicoterapia. Logrndose con ambos tratamientos combinados una eficacia del ochenta por
ciento.
Las mujeres se deprimen ms que los hombres y los ancianos ms que los jvenes. Ello se
debe a que mujeres y ancianos poseen un nivel ms bajo de serotonina -lo que es cierto- o
a sus circunstancias sociales? Por qu en Estados Unidos la depresin afecta
mayoritariamente a los cesantes? Es evidente que tras el discurso de la molcula mgica
estn los intereses de las multinacionales farmacuticas. Sobre todo si tenemos en cuenta
que en Estados Unidos el diez por ciento de la poblacin consume antidepresivos
recetados, no por psiquiatras, sino por mdicos de cabecera.
Tambin pueden darse casos en los que se utilice una terapia como la ECT (terapia electroconvulsiva) cuyo mecanismo de funcionamiento se ignora y cuya eficacia puede ser
aleatoria, como puede verse en las estadsticas sobre este tema en el libro de A. Solomn.
Todos los enfoques unilaterales poseen una validez nicamente parcial. Si uno de ellos se
privilegia sobre otros no es por su eficacia, estadsticamente comprobada, sino por los
presupuestos: organicistas, bioqumicos, psicoanalticos, de diferente tipo, de que se parte.
Creemos que un enfoque que podramos llamar sistmico, como el que proponemos, segn
el cual la enfermedad mental, en primer lugar existe, pero debe ser entendida como un
proceso bioqumico, anatmico, psicolgico a nivel cognitivo, pero tambin social y
afectivo, puede dar lugar, no a una comprensin perfecta, porque eso es imposible por
definicin, pero s a contemplar los diferentes aspectos de un modo complementario, como
propona Georges Devereux (G. Devereux, 1973), al tratar los aspectos psquicos, sociales y
culturales en el psicoanlisis.
Precedentes de esta comprensin de la enfermedad mental podemos encontrarlos en las
obras de grandes filsofos que, a su vez, fueron psiclogos, psiquiatras, y que posean una
formacin mdica, como los casos de William James (W. James, 1989) y Karl Jaspers (K.
Jaspers, 1993), cuyas obras siguen siendo de inters en la actualidad, precisamente por sus
enfoques sistmicos y existenciales. Para ellos la enfermedad era un sistema complejo, en
el que intervenan diferentes factores, pero que afectaba a la totalidad de la vida personal y
social de quin la sufra.
Partiendo de estas perspectivas quisiramos reivindicar, para terminar, el valor de dos
conceptos que pueden ser tiles para mejorar en algn punto la comprensin de la
enfermedad mental. Se tratara de los conceptos de smbolo y de imaginacin e irrealidad.
Desde el nacimiento de la lgica, con Aristteles, y a lo largo de la historia de la gramtica,
se ha venido concibiendo el lenguaje como bsicamente descriptivo. Una oracin, o un
enunciado, construida mediante sujetos, verbos y predicados, describe un estado de hecho
y se refiere a la realidad.
Decamos anteriormente que ya G. Frege haba sealado las limitaciones de este
planteamiento, puesto que el lenguaje, adems de ser descriptivo, tambin es expresivo.
Aristteles haba dejado el aspecto descriptivo a la lgica y reserv a la retrica la
dimensin expresiva, partiendo del principio de que los enunciados que estudia la retrica
buscan la persuasin y no la verdad.
A partir de los comienzos del siglo XX, filsofos como Edmund Husserl, o lingistas como C.
K. Ogden y I. A. Richards (C. K. Ogden; I. A. Richards, 1949) llegaron a la conclusin de que
esa dimensin expresiva del lenguaje posea una naturaleza simblica, que va unida a la
dimensin meramente descriptiva.
Los smbolos no constituyen un lenguaje paralelo, hablado por el inconsciente, ya sea
individual, como en Freud, o colectivo, metahistrico y casi mstico, como en el caso de C.
G. Jung (C. G. Jung, 1982), sino una parte consustancial de nuestra vida consciente -o
inconsciente- y de la realidad social. Manejamos los smbolos a travs del lenguaje, pero
tambin de los gestos y las imgenes. Como seal Jean Piaget (J. Piaget, 1959) en el
proceso de desarrollo psicognetico del nio es fundamental la formacin de sistemas
simblicos, mediante los juegos, los ritos sociales, o a travs de relatos, como son los
cuentos. El desarrollo de estos sistemas simblicos est estrechamente unido al proceso de
construccin del yo, de la persona. Y ello podra explicar el caso de la curacin de una
esquizofrnica por parte de M. A. Sechehaye (M. A. Sechehaye, 1979), gracias a la
reconstruccin o a la nueva elaboracin de un sistema simblico roto por la enfermedad y
que haba llevado a la paciente al internamiento y a la ruptura con la realidad.
Cada sociedad posee un sistema simblico, como han sealado Dan Sperber (D. Sperber,
1974) o Gilbert Durand (G. Durand, 1971), que est formado por un sistema de creencias
compartidas que se pueden plasmar en una mitologa, una teologa y una religin, o
simplemente en sistemas de metforas de tipo poltico y social que constituyen lo que se
dio en llamar ideologa.
Por supuesto, los sistemas simblicos no son descripciones del mundo real, aunque pueden
contener fragmentos de l, sino formas de pensar que sirven fundamentalmente para
otorgar sentido a la vida de las personas. Deca Soren Kierkegaard en su Tratado de la
desesperacin (S. Kierkegaard, 2004) que nadie puede vivir slo en la realidad. Para poder
vivir es necesario creer en algo falso, ya sea una religin revelada o un credo poltico que
nos permita soportar el proceso biolgico y fsico de la vida; que no es que no tenga
sentido, es que es indiferente a la propia idea de sentido. Como ha sealado Xavier Zubiri
(X. Zubiri, 2005) slo se puede vivir en lo real si nos adentramos constantemente en la
irrealidad. Nadie puede vivir slo en la realidad, porque nadie puede vivir sin ilusin.
Para poder vivir no slo necesitamos salir de la realidad, sino creer en la mentira. Volker
Sommer (V. Sommer, 1995) ha puesto de manifiesto las numerosas estrategias de engao
y autoengao que se dan, no slo entre los seres humanos, sino tambin entre los
animales. Necesitamos engaar a los dems, ocultando una parte de nosotros mismos, con
el fin de hacer posible la vida social. No podemos sacar a la luz nuestros deseos de todo
tipo: sexuales, de poder, de dinero, nada ms que en algunas ocasiones y ante
determinadas personas. Y adems, necesitamos tambin engaarnos a nosotros mismos,
creando una imagen pica de nuestra persona, que coincide con lo que se suele llamar la
autoestima.
Para alejarnos de la realidad recurrimos al mundo de la imaginacin. Ese mundo suele estar
identificado, ms que con el mundo real, con el mundo de los sentimientos. La filosofa
europea, como seala Martha Nussbaum (M. Nussbaum, 2001) concibi a los seres
humanos como seres pensantes. Los hombres piensan, hablan y estn insertos en la
realidad. Sus almas son transparentes y estn iluminadas por la luz de la conciencia. Todo
lo que altera el pensamiento debe ser considerado negativamente. Y por ello, las
emociones y las pasiones disfrutaron de tan poco prestigio filosfico. Slo unos pocos
filsofos como David Hume, quien deca que la "Razn es y debe ser esclava de las
pasiones", o Schopenhauer, reconocieron la importancia del componente afectivo de la vida
humana, luego reivindicado por Freud.
El mundo de la imaginacin posee una lgica propia y abarca una serie de campos muy
amplia, como pueden ser todas las artes, plsticas y literarias, o el mundo del juego y el
rito. Autoras como Mary Warnock (M. Warnock, 1981) o Eva T. H. Brann (E. T. H. Brann,
1991) han intentado analizar su estructura. El mundo de la imaginacin est directamente
asociado al mundo del recuerdo, como ha sealado Edward Casey (E. Casey, 2000 y 1987),
por esa razn es tan importante la memoria para lograr el mantenimiento de la identidad, y
fue por eso que Freud desarroll su primera teora de la histeria y la neurosis como una
teora narrativa, en la que lo fundamental sera el sacar a la luz un recuerdo reprimido que,
por no ser asumido, nos impide ser plenamente conscientes de nuestra identidad.
Para Freud, ese trauma olvidado es la esencia de lo real, y es precisamente el intento de
ocultacin de lo real lo que dara lugar al desarrollo de los sntomas neurticos. Freud era
un racionalista, y no un irracionalista, como se le suele considerar por parte de sus
enemigos. Freud crea que la religin era una ilusin que deba ser superada. Los ritos, en
su opinin, seran rituales neurticos colectivos y los sistemas filosficos o teolgicos seran
similares a los delirios paranoicos. Para Freud, el nio, el neurtico y el primitivo tendran
muchos caracteres en comn. Todos ellos viviran, en gran parte, sumergidos en la
irrealidad, lo que en parte es cierto.
Todos los seres humanos necesitamos vivir en la irrealidad. Podemos vivir en la irrealidad
siendo conscientes de ello gracias al desarrollo de la ficcin, tal y como ha analizado
Charles Crittenden (C. Crittenden, 1991), y ello es lo que hacemos cuando jugamos o bien
cuando creamos o disfrutamos de las obras de arte. Cuando se cuenta un cuento, cuando
se lee una novela o se ve una pelcula somos conscientes de que lo que vemos u omos no
es real. Aceptamos una especie de pacto con la irrealidad, que nos es necesario, porque
slo sumergindonos en la irrealidad podemos dar cuenta de determinados aspectos de la
realidad. A la realidad siempre la conocemos "como si" -incluso cuando producimos la
ciencia-, y ese "como si" es claramente una ficcin. En el caso de la enfermedad mental,
como ya habamos dicho, las ficciones mdicas, que dieron lugar a determinadas
concepciones cientficas de la locura, a determinadas consideraciones de la locura "como
si" fuese slo una enfermedad del cerebro, un desorden puramente moral o espiritual o un
trastorno bioqumico, pudieron tener en algunos casos aspectos positivos, pero en otros
tambin los tuvieron funestos, creando autnticas vctimas de la teraputica (como los
pacientes lobotomizados o los cerebros destruidos por el electroshock).
Adems de sumergirnos en la irrealidad mediante el pacto de la ficcin, podemos tambin
estar inmersos en ella cuando compartimos lo que podramos llamar un delirio social. El
delirio es una construccin intelectual sistemtica y errnea que un enfermo desarrolla
como un intento desesperado y frustrado de lograr un nuevo ajuste con la realidad, o lo que
es lo mismo, de establecer un nuevo equilibrio con su Mitwelt, intentando reajustar el
estado global de placer-dolor (C. Castilla del Pino, 1998; 2000).
Evidentemente, se desarrolla un delirio cuando existe un desajuste emocional, un
desarreglo en los sentimientos que el paciente no es capaz de integrar en la trama social.
Si Freud deca que la religin, o la filosofa, eran similares a una paranoia era porque en los
tres casos tenemos construcciones intelectuales complejas y a veces muy elaboradas,
porque en el marco de esas construcciones se pueden canalizar determinados tipos de
sentimientos, y porque esos sistemas de pensamiento modifican la conducta: estableciendo
listas de actos permitidos o prohibidos y desarrollando sistemas de tabes y ritos.
La relacin entre el delirio individual y el colectivo puede fluir en dos direcciones: o bien el
delirio colectivo favorece la aparicin de un delirio individual, como ocurre en el caso del
chamanismo, ya citado, o de la mstica -con sus visiones, sus voces, sus xtasis y sus
arrobamientos, bastante parecidos al placer sexual-, o bien un delirio individual puede estar
en el origen de un sistema de delirio colectivo, como ocurrira en el caso de algunos
creadores de religiones o de ideologas. Ya habamos visto como en la Antigedad se
consideraba que haba alguna relacin entre la psicosis y la creatividad. El examen de la
vida de algunos de los grandes filsofos, llevado a cabo por Ben-Ami Sharfstein (B. A.
Sharfstein, 1996) pone de manifiesto que tambin a lo largo de la historia de la filosofa
europea hay algo de verdad en esto.
No slo en el caso de las religiones, sino tambin en el de algunas ideologas polticas,
como por ejemplo el antisemitismo nazi -que comparti el pueblo ms culto de Europa-, el
aspecto delirante de las representaciones colectivas, en este caso de los judos como
encarnacin de todas las figuras del mal, ponen de manifiesto que tambin en la vida
pblica se puede compartir un delirio, delirio que en el caso del antisemitismo lleg a
alcanzar una duracin secular, como podemos ver en el libro de Leon Poliakov (L. Poliakov,
I, II, III, IV, V, 19-84, 1986).
Evidentemente, el que existan delirios colectivos no quita que los delirios individuales dejen
de ser patolgicos. Sin embargo, lo que si es cierto es que las formas sociales de inducir y
compartir el delirio, unidas a la consideracin social de la que puede gozar el loco
iluminado, sabio o genial pueden hacer que el propio estigma social de la locura posea
enormes variantes sociolgicas e histricas.
Todas las enfermedades traen consigo el sufrimiento, el dolor, y algunas veces la muerte.
Las enfermedades mentales tambin, pero el sufrimiento que las acompaa posee una
caracterstica propia, y es que afecta a la totalidad de la persona. La historia de la
enfermedad mental es la historia de las pesadillas, las alucinaciones, los dolores fsicos
inexplicables, los sufrimientos psquicos, los trastornos emocionales, las explosiones de
violencia y furia, las cadas en los pozos de la melancola y la depresin, las crisis de
angustia, los grandes y pequeos xtasis. Tambin es la historia de la destruccin de las
personas, de agudos conflictos familiares y sociales y, unidos a ellos, de la gnesis y
desarrollo de diferentes sistemas de control de los enfermos, de represin de los mismos,
de terapias que en ocasiones ocultaron verdaderas formas de tortura y que pusieron de
manifiesto un autntico sadismo por parte de los supuestos terapeutas. La historia de la
enfermedad mental es tambin una historia de la que, como ocurra en el caso de las
antiguas fbulas, podemos extraer una leccin moral y una leccin de humildad. Como ha
quedado de manifiesto a lo largo del texto, si es cierto que todo conocimiento de la realidad
es fragmentario, y en cierto modo ficticio (es un conocimiento del "como si"), en el caso de
la enfermedad mental la soberbia de los supuestos cientficos que la analizaron y
pretendieron explicarla ha trado consigo, muchas veces, consecuencias funestas en el
plano teraputico y humano. Todos los intentos que se han llevado a cabo para explicarla
slo han tenido una validez parcial. Por ello, a nivel clnico, si es cierto que cada
enfermedad puede definirse como una realidad triple: a) un proceso patolgico; b) un
proceso psicolgico y c) un proceso social; en el caso de la enfermedad mental el aspecto
psicolgico y social pueden llegar a ser fundamentales, quedando reducido el meramente
patolgico a un nivel secundario. Esto es cierto si tenemos en cuenta las variables en las
tipologas nosogrficas de esas enfermedades, si observamos como constantemente los
mismo sntomas son bautizados con diferentes nombres y como en la construccin de las
entidades clnicas interfieren toda clase de ideas religiosas, morales y sociales.
Por ello, podramos concluir afirmando que la historia de la enfermedad mental ha sido y
es, sencillamente, la historia de la felicidad y la infelicidad.
Hay que llevar verdaderamente el caos dentro de s para poder engendrar una estrella
danzarina.
ZARATUSTRA
Hay lecturas que dejan huella, como por ejemplo la lectura, anlisis e interpretacin por
Sigmund Freud de Edipo de Sfocles. De los ms de cuatrocientos trminos y de los
noventa conceptos estrictamente freudianos, es precisamente el complejo de Edipo el
concepto central, el corazn del cuerpo terico del mtodo de investigacin y anlisis
psicolgico, por l creado. Concepto que mantuvo vigente de principio a fin, cuando ya no
tena abuela: "Creo que tengo derecho a pensar que si el psicoanlisis slo tuviera en su
activo ms que el descubrimiento del complejo de Edipo reprimido, esto bastara para
ubicarlo entre las nuevas adquisiciones preciosas del gnero humano".
Como suele ocurrir que una lectura remite a otras muchas lecturas, Hamlet de Shakespeare
fue la segunda capital para Freud. As se lo escribe a su amigo y mdico alemn Wilhelm
Fliess: "Una idea me ha cruzado por la mente, la de que el conflicto edpico puesto en
escena en el Oedipus Rex de Sfocles podra estar tambin en el corazn de Hamlet. No
creo en una intencin consciente de Shakespeare, sino ms bien que un acontecimiento
real impuls al poeta a escribir ese drama, y que su propio inconsciente le permiti
comprender el inconsciente de su hroe". Y como no hay dos sin tres, este trptico lo
completa Los hermanos Karamazov de Fedor Dostoievski. "Por lo que al escritor se refiere
dice Freudno hay lugar a dudas, tiene su puesto poco detrs de Shakespeare. Los
titulada Gradiva, fantasa pompeyana. Freud empezaba a entrar en un asombro del que
nunca sali. La literatura y el psicoanlisis eran lneas de pensamiento separadas pero con
puntos de interseccin: el desvelamiento de los enigmas de la condicin humana. En 1912,
Freud y sus discpulos crearon una revista para la publicacin y difusin de la aplicacin del
psicoanlisis a las ciencias del espritu o culturales. En un principio pensaron en
llamarla Eros y Psique, pero terminaron ponindole el nombre de una novela que caus
furor entre el mundillo psicoanaltico de la poca: Imago, del escritor suizo Carl Spitteler,
premio Nobel de literatura en 1919. Uno de los primeros logros de estas aplicaciones fue
descriminalizar ya fueran autores o personajes de su ficcinlo criminalizado por Cesare
Lombroso. El paso siguiente fue distanciarse de los diagnsticos psiquitricos, y en general
de la tutela mdica, para as poder psicologizar la subjetividad. De esta manera el terreno
qued despejado para aplicar la interpretacin psicoanaltica. En palabras de Freud: "Todo
escritor que presente tendencias anormales puede ser objeto de una patografa. Pero la
patografa no nos ensea nada nuevo. El psicoanlisis, en cambio, informa sobre el proceso
de la creacin". As fue que de la patografa se pas a la psicobiografa, o anlisis e
interpretacin del texto en funcin de la biografa del autor, y finalmente se acab en
la psicocrtica, o interpretacin psicoanaltica del texto por el texto mismo. De esta manera
Freud descarg al Dichter (trmino que designa por igual al novelista, dramaturgo y al
poeta) de los prejuicios sociales de la poca, basados en el binomiogenialidad-locura, y lo
remiti a su neurosis, es decir, a la normalidad y a lo comn de los mortales.
En el Crculo de los Mircoles, Freud expuso su trabajo Personajes psicopticos en el teatro;
en el mismo sitio, y publicado en las monografas, Un recuerdo infantil de Leonardo de
Vinci. En la revista Imago se publicaron: El tema de la eleccin de un cofrecillo, El Moiss de
Miguel ngel, Un recuerdo infantil de Goethe en "Poesa y verdad", Lo siniestro, Una
neurosis demonaca en el siglo XVII, etc.
Por el lugar donde Freud eligi publicar sus reflexiones en revistas o en formato librose
puede deducir la distancia y proximidad que deseaba mantener a sus aplicaciones de su
cuerpo terico. La verdad es que no siempre lo logr. Teora, clnica y crtica son conceptos
que en Freud, y sobre todo al principio, estn entrelazados. El texto literario sirve de pretexto para el texto terico y la clnica se sirve del texto literario como caso clnico.
Empecemos por esto ltimo. Si Freud recurre al lenguaje figurado del arte y la literatura es
para intentar superar los lmites del lenguaje cientfico. De all que utilice a veces el texto
literario como caso clnico y otras veces, cuando por tica profesional no puede utilizar los
casos de su clnica privada. Por ejemplo, en su ensayo Varios tipos de carcter descubiertos
en la labor analtica (Imago, 1916), dice: "El secreto profesional nos veda servirnos de los
casos clnicos por nosotros observados para exponer lo que de tales tendencias sabemos y
sospechamos. Por lo cual habremos de recurrir para ello al anlisis de ciertas figuras
creadas por grandes poetas, dramaturgos y escritores, profundos conocedores del alma
humana". As, por ejemplo, para explicar los mecanismos de ciertos neurticos, "los de
excepcin", es decir, aquellos que exigen una compensacin a la vida por el narcisismo
herido de no haberlos dotado la naturaleza con una cantidad o cualidad determinada, Freud
se sirve de la obra, Vida y muerte del rey Ricardo III de Shakespeare. Y como ejemplo de
"los que fracasan al triunfar", de Rosmersholm, del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, de
quien dijo Freud "que gusta de perseguir con severo rigor el proceso de la responsabilidad
psicolgica". Y tambin Macbeth de Shakespeare. Dice Freud: "Una de estas figuras, la de
lady Macbeth, inmortal creacin de Shakespeare, nos presenta con toda evidencia el caso
de una vigorosa personalidad, que despus de luchar con tremenda energa por la
consecucin de un deseo se derrumba una vez alcanzado el xito".
El ejemplo de psicocrtica por excelencia es su estudio sobre Lo siniestro. ste es un ensayo
fantstico! en todo su sentido literario, muy recomendable para los lectores en general y
para los que gustan de la literatura fantstica en particular. Freud empieza medio
disculpndose por el atrevimiento de hablar de la esttica y del material que lo compone:
emociones inhibidas en su fin o amortiguadas. Si lo hace es para hablar de "lo siniestro"
(unheimlich) y por considerar que: "Poco nos dicen al respecto las detalladas exposiciones
estticas, que por otra parte prefieren ocuparse de lo bello, grandioso y atrayente, es decir,
de los sentimientos de tono positivo, de sus condiciones de aparicin y de los objetos que
los despiertan, desdeando en cambio la referencia a los sentimientos contrarios,
repulsivos y desagradables". La verdad es que no deja mejor a la literatura mdico
psicolgica que se ha ocupado del tema. Sea como fuere, la cuestin es que despus del
anlisis lingstico del trmino lo siniestro y despus de repasar la literatura del
romanticismo germano que lo utiliza, llega a la conclusin de que "lo siniestro sera aquella
suerte de espanto que afecta las cosas conocidas y familiares desde tiempo atrs". De
Wilhelm von Schelling ya haba ledo: "Lo siniestro es todo lo que, debiendo permanecer
secreto, oculto... no obstante, se ha manifestado, revelado". Y posiblemente, tambin del
joven poeta Rainer M. Rilke: "Lo bello es el comienzo de lo terrible que todava podemos
soportar". Sigue diciendo Freud: "De modo que heimlich (familiar, conocido) es una voz
cuya acepcin evoluciona hacia la ambivalencia, hasta que termina por coincidir con la de
su anttesis, unheimlich (siniestro). Unheimlich es, de una manera cualquiera, una especie
de heimlich".
Para ejemplarizar lo que dice, Freud analiza principalmente los Cuentos fantsticos de E. T.
A. Hoffmann, concretamente el que lleva por ttulo: El arenero (nuestro hombre del saco, el
que arranca los ojos a los nios que no quieren dormir). "Hoffmann es el maestro sin par de
lo siniestro en la literatura. Su novela Los elixires del Diablo presenta todo un conjunto de
temas a los cuales se podra atribuir el efecto siniestro de la narracin (es Freud, el literato,
quien habla). "Nos hallamos as, ante todo, con el tema del doble o del otro yo, en todas
sus variaciones y desarrollos". Y as nos explica otras situaciones: lo siniestro de las
repeticiones, el retorno involuntario a un mismo lugar, tropezar ms de dos veces con la
misma piedra, la omnipotencia del pensamiento, el temor al "mal de ojo", etc., con autores
como Mark Twain; La historia de la mano cortada de Hauff; El estudiante de Praga, de H. H.
Ewers; Josef Montfort, de Albert Schffer; El tesoro de Rhampsenit, de Herdoto; los
cuentos de Andersen; El andrajoso de Nestoy; El espectro de Canterville, de Oscar Wilde;
etc. "Si la teora psicoanaltica dice Freudtiene razn al afirmar que todo afecto de un
impulso emocional, cualquiera que sea su naturaleza, es convertido por la represin en
angustia, entonces es preciso que entre las formas de lo angustioso exista un grupo en el
cual se pueda reconocer que esto, lo angustioso, es algo reprimido que retorna. Esta forma
de la angustia sera precisamente lo siniestro. Lo siniestro, no sera realmente nada nuevo,
sino ms bien algo que siempre fue familiar a la vida psquica y que slo se torn extrao
mediante el proceso de su represin". Este texto es capital, pues, para entender lo
resbaladizo del lmite entre ficcin y realidad, lo siniestro de la realizacin de un deseo
inconsciente o, en expresin de Eugenio Tras, "lo fantstico encarnado".
Por otra parte las psicobiografas, que no son tantas como cabra esperar de una obra tan
extensa, nunca lo son del todo y acaban siendo materiales de primera calidad para la
construccin de la teora psicoanaltica. Tanto lo escrito sobre Leonardo como sobre Goethe,
tambin le sirvi a Freud para explicar el retorno de lo reprimido. El conocido como Caso
Schreber (Observaciones psicoanalticas sobre un caso de paranoia) es un estudio sobre el
libro Memorias de un neurpata escrito por el magistrado Daniel Paul Schreber. Estudio que
le sirvi a Freud para validar su teora sobre la psicosis.
El ensayo Un recuerdo infantil de Leonardo de Vinci fue expuesto en el Crculo de los
Mircoles y en 1910 publicado en las Monografas de Psicoanlisis Aplicado. Si bien se
ayud de las biografas y ensayos existentes, de la novela histrica sobre el genio de
Dimitri Sergueivich Merejkovki y sobre todo de los Cuadernos del propio Leonardo, lo
mnimo que puede decirse de este trabajo es que representa mucho ms que una
psicobiografa. El enigma de la sonrisa de Mona Lisa le llev a interrogarse sobre la
inhibicin sexual de su autor, su relacin con la creacin artstica y con la sublimacin. En
este texto se habla, tambin, de la gnesis de la homosexualidad. Ni degenerado ni
invertido, por primera vez Freud incorpora el trmino moderno (1860) de homosexual, del
mdico hngaro Karoly Marie Benkert. Adelantndose en mucho a su poca y a la
nuestra, Freud proclam en 1915: "La investigacin psicoanaltica rechaza
terminantemente la tentativa de separar a los homosexuales del resto de los humanos
como un grupo diferentemente constituido". Hay que tener en cuenta que la OMS retir la
homosexualidad del listado de enfermedades mentales en 1990!
A Freud le interesa la biografa del autor, y sobre todo la infancia, en tanto que pueda darle
la llave que abra el sancta santorum donde se guarda el secreto de la creacin artstica,
el ars poetica. En el momento que se da cuenta de que no hay llave para esa cerradura,
abandona descubrir el misterio, se desentiende del autor y se centra en el texto, y no
cuando ste nos ensea lo que es visible, sino cuando nos lo hace visible como dira Paul
Klee. (Juan Mars lo dice as: "En los buenos relatos las cosas aparecen y se manifiestan
all donde no se las nombra"). Para Freud lo que se desvela es la verdad, la verdad de cada
texto. Y no la verdad de la Razn Clsica, sino la verdad de la tensin, la del malestar en la
cultura, la de la precariedad y caducidad que est en la esencia del ser humano. La verdad
que se sirve de los rodeos de la deformacin para revelarse, la que consigue
el Dichter llevando el lenguaje a la tensin mxima, a la transformacin, cuando no a la
metamorfosis. Mario Vargas Llosa habla de La verdad de las mentiras en su ensayo
homnimo, donde analiza 36 novelas y libros de relatos del siglo XX.
Para Freud los valores literarios no entran dentro de su anlisis y psicocrtica. Para l lo
importante es el tema y el fondo, no la forma. Se podra decir que Freud prefiere la
verdad de la poesa a los valores literarios del poema. Dos ejemplos. 1) En 1909, Freud le
escribe a Ernest Jones: "Cuando redact (en La Interpretacin de los sueos) lo que me
pareca la solucin del misterio, no estaba emprendiendo una investigacin especial sobre
los valores literarios de Hamlet, pero saba cules eran los resultados de nuestros escritores
germanos, y vi que incluso Goethe haba errado el blanco". 2) Dice Freud en su estudio El
Moiss de Miguel ngel: "A menudo he notado que el tema de una obra de arte me atrae
con ms fuerza que sus propiedades formales y tcnicas las cuales, despus de todo, son
las que el artista principalmente valora. Sin duda, me falta una comprensin adecuada de
muchos de los mtodos y algunos de los efectos del arte". Si bien es cierto que Freud no se
ocup del estilo literario, s que se preocup de escribir con estilo. Freud tiene una vena
literaria que es observable en el pulso narrativo de sus escritos. Hasta en sus historiales
clnicos se pueden encontrar todos los valores literarios apreciables en un buen relato
literario. Hay que reconocer que tena bien educado el odo con los clsicos, con todos los
clsicos. Mucho ms que con sus contemporneos, ya que fueron pocos sus preferidos:
Arthur Schnitzler, Carl Spitteller, Conrad Ferdinand Meyer, Arnold Zweig, Romain Rolland,
Stefan Zweig, Thomas Mann, Henrik Ibsen y pocos ms. En 1907 su editor le pidi un
listado de sus preferencias y confeccion una lista muy meditada y equilibrada. Mencion a
Gottfried Keller, C. F. Meyer, Mark Twain, Cartas y trabajos de Douwles Dekker, El libro de la
selva de Rudyard Kipling, los ensayos de Lord Macaulay, Sobre la piedra Blanca de Anatole
France, Fecundidad de mile Zola, Leonardo da Vinci de Dimitri Merezhkousky, los ensayos
del austriaco Theodor Gomperz, etc.
Como ya se ha dicho antes, Freud cree que el psicoanlisis puede informar sobre el proceso
de creacin. Ahora se puede matizar ms y afirmar que puede informar sobre la fuente de
la creacin artstica, as como de otros efectos secundarios? del arte: los psicolgicos.
Efectivamente, entre los valores literarios de una obra se encuentra el del placer esttico
que pertenece a la subjetividad, tanto la del autor como la del lector, y por lo tanto
analizable desde sus respectivas psicologas. De todas maneras la obra de arte va ms all
del cerco de las interpretaciones psicoanalticas, como va ms all de las intenciones del
escritor. A veces, incluso un texto literario se queda ms ac y no llega a ser un logro por
ms que el autor lo apoye con la declaracin de sus intenciones a toro pasado. Decir,
adems, que una produccin artstica, como la literatura, est preada de conflictos no
resueltos no es exclusivo del psicoanlisis; hasta el mismsimo T. S. Eliot est de acuerdo
con esta funcin catrtica de la escritura cuando dice que el creador est "oprimido por una
carga que ha de dar a luz para conseguir alivio". Basta escuchar las respuestas de los
escritores a la pregunta periodstica por qu escribe? para llegar al mismo punto. Algunas
respuestas servirn como ejemplo: 1) "Siempre se suele decir, para vengarse uno de la
realidad, por insuficiente, como defensa propia, pero vaya para m es tan necesario como
respirar". 2) "Supongo que por necesidad, por insatisfaccin. En la distancia que se da entre
la realidad y lo que uno desea, en ese hueco escribo". 3) "Por el penalti que fall de
pequeo. Para m la literatura es una especie de defensa. Es una manera de que la dureza
de la vida me afecte menos de lo que soy capaz de soportar". Y as lo dijo Zaratustra: "Hay
que llevar verdaderamente el caos dentro de s para poder engendrar una estrella
danzarina".
Desde el punto de vista del placer esttico todo producto literario es inacabado e
inacabable. Segn Freud el placer esttico no elimina las tensiones sino que las alivia. O
sea que si en el mejor de los casos slo logra mitigarnos en mayor o menor grado, en
contra del pronstico de los cenizos ms recalcitrantes, tenemos arte para rato.
Posiblemente en la evolucin del ser humano se hayan producido tensiones nuevas, pero lo
que es seguro y observable desde la clnica son las nuevas manifestaciones narcisismos
heridosde las tensiones ya clsicas. Al mismo tiempo tambin son observables, en el
mercado, las nuevas manifestaciones artsticas. Las tensiones inherentes a la condicin
humana se siguen aliviando con cualquier Dichter clsico, as como con los nuevos autores,
los que producen nuevas formas de enfocar y ficcionar viejos conflictos.
convencido de que ha de existir cierto punto en el espritu desde el cual vida y muerte, real
e imaginario, pasado y futuro, sensacin y representacin, razn y locura, dejen de
percibirse como contradicciones, como dicotomas que entorpecen el pensamiento.
El surrealismo mismo se define como "un automatismo puro que se propone expresar, de
forma verbal o de cualquier otra, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del
pensamiento, sin la intervencin reguladora de la razn, ajeno a toda preocupacin esttica
o moral"9. En este sentido el pintor ostenta una libertad absoluta para dejar que el pincel se
mueva por la tela y haga surgir as formas provenientes directamente de lo inconsciente, y
una tcnica anloga en el campo literario es la escritura automtica, en la que sin ningn
guin preconcebido se deja correr la pluma por el papel escribiendo lo primero que venga a
la mente, sin censuras de tipo alguno. En esta tcnica tan apreciada se observa claramente
la influencia del psicoanlisis pues es un trasunto de la asociacin libre en que se basa el
mtodo freudiano como mecanismo para recoger elementos que servirn para construir la
llamada novela psicoanaltica.
De hecho, en el movimiento surrealista se aprecia la huella del psicoanlisis por todas
partes pues sus conceptos suponen una mina: Edipo, el simbolismo sexual y la
interpretacin de los sueos son fuente de inspiracin. Por otro lado, el mismo Breton, que
estudia medicina aunque sin llegar a licenciarse, recurre al psicoanlisis para entender a los
soldados traumatizados internados en el hospital de Nantes al que le destinan en la I
Guerra Mundial, siendo testigo de ataques histricos en los convalecientes, condenados a
revivir los horrores de las trincheras en terribles pesadillas o torturados por la visin de
ciertos objetos que les provocan miedos indecibles; tal experiencia le empuja a visitar la
Salptrire en 1917 convirtindose en asistente temporal de Babinski, y posiblemente esa
experiencia que le permite apreciar de primera mano el estado de abandono psicolgico en
el que las instituciones mdicas dejan a los soldados afectados por neurosis de guerra le
hace aborrecer tanto la guerra misma como estas instituciones. Y hay que recordar que no
slo Breton tiene una formacin mdica sino tambin muchos otros integrantes del
movimiento surrealista, como Aragon, Boiffard, Ernst o Naville, y muchos de ellos se
psicoanalizan, como Crevel, Queneau, Artaud, Leiris o Bataille; y las teoras psicolgicas
que de esta manera van asimilando las aplican a sus actividades.
Pero el automatismo, central en el surrealismo, es simplemente un mecanismo y a los
mismos surrealistas slo les interesa como puerta de entrada a los mecanismos profundos
de la mente; adems muchas veces se trata de un automatismo un tanto dirigido, y los
productos surrealistas en multitud de ocasiones no estn en consonancia con el criterio
esttico de sus autores ni de sus correligionarios, por lo que el asunto de que se trata se
dirime en otro campo. No tiene tanto que ver con exprimir la capacidad de asociacin libre
del autor para evacuar elementos que conformen una obra ms o menos sorprendente,
extravagante o audaz, sino que lo importante es darse cuenta de que como Breton mismo
afirma se trabaja con la materia prima del lenguaje: "De qu se trataba pues? Nada menos
que de volver a descubrir el secreto de una lengua cuyos elementos dejaran de
comportarse como restos de naufragio en la superficie de un mar muerto. Para ello era
necesario sustraer el lenguaje al uso de da en da ms utilitario que se le daba, lo cual
constitua el nico medio de emancipar las palabras y de devolverles toda su fuerza" 10.
Desde el momento en que se toma conciencia de esto, de que todos tenemos la llave del
rehabilitacin
Javier Saavedra
INTRODUCCIN
Las narrativas son un instrumento esencial mediante el cual construimos nuestras
identidades (1-6). Segn algunos autores una narrativa sobre s mismo coherente y
compartible en sociedad es una condicin imprescindible para la completa integracin
social (7,8). Podramos decir que una narrativa sobre s mismo es como una tarjeta de
presentacin en sociedad. Entendemos la identidad como un fenmeno emprico fundado
en las acciones comunicativas de un sujeto enfrentado a la tarea de dar cuenta de su vida
en situaciones especficas. Las situaciones a las cuales nos referimos pueden estar
intensamente estructuradas (una exploracin clnica) o formar parte de la vida cotidiana
(por ejemplo, una conversacin con un amigo en la barra de un bar). En cualquier caso, una
narracin es una accin muy compleja que ejecutamos en momentos de crisis o dentro de
contextos clnicos. Una narracin autobiogrfica implica decidir qu acontecimientos de la
experiencia vital. De lo anterior se deduce que las narraciones vitales siempre permanecen
en el plano de lo tico o de lo moral, como afirm Ricoeur (11).
4. Debido a que las narraciones requieren de acciones, en las narraciones vitales se puede
estudiar la capacidad de agencia de la cual disfruta el narrador en distintos aspectos de su
narracin. Es decir, si el narrador se describe como una persona con capacidad para influir
en el mundo que le rodea y como centro de los acontecimientos que acontecen en la
narracin o simplemente se muestra como un ser sin ninguna capacidad de decisin ante
distintos poderes ajenos a su persona. Adems de ello, la construccin de una narracin
vital requiere motivacin y de una actitud activa por parte del narrador. Por s sola, la
peticin a una persona de dar cuenta de su situacin vital la impulsa a situarse como un
agente activo, a pesar de que se puedan encontrar en la narracin vital pocos ejemplos de
agentividad (5).
La esquizofrenia ha sido considerada desde los orgenes del concepto como una patologa
que reduce dramticamente o imposibilita la capacidad de los pacientes de poseer un
sentido coherente de s mismo (12). As, los pacientes seran incapaces de narrar de forma
aceptable sus vidas y problemas. Los factores que han sido relacionados con la dificultad
para la construccin de una historia de s mismo coherente han sido numerosos: un rol de
enfermo dominante y restrictivo, prdida del reconocimiento de los dficits que se padece,
intensidad de las emociones, autoestima amenazada, la existencia de evidentes dficits
cognitivos y de sntomas negativos asociados a procesos orgnicos y, por ltimo,
disfuncionalidad de las conexiones lgicas. Son los dficits en las habilidades para pensar
sobre los propios pensamientos, aquello que denominamos metacognicin, lo que parece
que se encuentra directamente implicado en las disfunciones de las narrativas de enfermos
esquizofrnicos (13). Adems, Holma y Aaltonen (7) nos alertan ante la presencia habitual
en las experiencias de los pacientes esquizofrnicos de lo que estos autores
llaman "subjugating stories", las cuales pueden destruir cualquier actividad de elaboracin
narrativa. En otras palabras, algunas experiencias narradas fragmentariamente pueden
presentar propiedades de carcter traumtico; por ejemplo: muerte de familiares,
maltratos, abusos o acciones delictivas. Adems, algunos autores han comenzado a
estudiar la relacin entre las experiencias traumticas y los sntomas en la esquizofrenia,
especialmente los sntomas positivos (14). El objetivo de este trabajo, no es analizar la
relacin entre la sintomatologa y la etiologa de las psicosis con las experiencias
traumticas de los pacientes y su articulacin narrativa, sino ms bien hacer nfasis en las
necesidades sociales comunes que comparten enfermos y no enfermos. Nos referimos a la
necesidad social de disfrutar de una historia de vida compartible en comunidad. Sin
embargo, es indudable que el padecimiento de una psicosis implica una transformacin
radical de las experiencias de vida de las personas que las padecen hasta el punto que
podemos decir que la misma psicosis es una experiencia traumtica. Por lo tanto, en la
discusin se expondr muy brevemente desde qu ngulos tericos se ha abordado la
relacin entre psicosis y trauma.
En la ltima dcada algunos investigadores han sealado que los pacientes no pierden
nunca, o solo en momentos de crisis, su capacidad de explicar en un contexto social sus
problemas, esperanzas y sentimientos (15). Desde el punto de vista de estas
contribuciones el estudio de las experiencias subjetivas de los pacientes esquizofrnicos se
convierte en un mbito de investigacin muy til para los profesionales de salud mental. En
Los episodios que se describen comenzaron a partir de una demanda muy concreta de
Jorge. El paciente solicit que se le acompaara al cementerio a visitar la lpida de su
padre. ste haba fallecido un par de aos atrs. La directora del centro donde resida el
paciente le asign a un monitor, con el acuerdo de Jorge, la tarea de acompaarlo al
cementerio. A mediados de noviembre del ao 2004 se realiz la primera visita al
cementerio. La lpida del padre del paciente se situaba al final del cementerio, en el punto
ms lejano desde la entrada principal. Durante el camino que llevaba a la lpida del padre,
que dur aproximadamente 20 minutos, Jorge comenz espontneamente a narrar escenas
inconexas de su vida con su padre. Por ejemplo, los das de vacaciones en la playa o la
celebracin de algn cumpleaos. Estos relatos parecan ser producto de alguna ideacin
delusiva puesto que el paciente intercalaba escenas de distintos acontecimientos sin
ningn tipo de orden temporal o espacial. Tras descubrir el contenido autobiogrfico de los
relatos, y con el objetivo de ayudar a Jorge a estructurar dichos relatos, se promovi la
aparicin de marcadores espaciales, temporales y de detalles mediante preguntas
concretas. El tono emocional de estos relatos fragmentados era muy intenso, entre la
nostalgia y la culpabilidad. En todo momento el paciente se mostraba muy unido
emocionalmente a su padre. Al llegar a la zona donde se encontraba la lpida de su padre
todava tuvimos que dedicar ms de diez minutos a buscarla. Jorge particip activamente
en la bsqueda mientras prosegua relatando algunos sucesos. En ms de una ocasin
Jorge tom la iniciativa en la bsqueda. Al llegar a la lpida Jorge se arrodill, se persign y
dijo: "padre, nunca dejes de querer a tu hijo!". El paciente volvi a la residencia con
normalidad y pas un da sosegado.
Aproximadamente 20 das despus el paciente demand una nueva visita. En este caso a
su antigua escuela de educacin bsica. El acompaamiento se asigna al mismo monitor
por decisin directa del paciente. Ambos recorrieron las instalaciones del colegio. Visitaron
aulas, patios de juegos y lugares de alrededor. Jorge se tom un caf en una cafetera que
habitualmente visitaba en la poca en la que estudiaba en el colegio. Reconoci lugares de
los alrededores y a algunos profesores, probablemente de forma errnea. A pesar de ello,
se le pregunt a Jorge por el carcter de estos profesores y su relacin con ellos. Jorge
cont historias muy pequeas y simples, aunque, en esta ocasin, con una mnima
coherencia temporal y espacial. En algunas de estas pequeas historias el paciente aparece
como protagonista y agente activo. Por ejemplo, mientras paseaba por las instalaciones
deportivas narr un partido de ftbol que jug con sus compaeros, en el que l fue portero
y en el que tuvo una buena actuacin. Las historias que contaba Jorge con relacin a su
vida en la escuela eran ms controladas por ste que las que relataba respecto a su padre,
las cuales presentaban una fuerte activacin emocional que desestructuraba las
narraciones. A la vuelta se le pregunta al paciente si su padre lo acompaaba al colegio.
Jorge respondi muy lacnicamente: "a veces". El paciente volvi a la "casa hogar" con
normalidad.
A mediados de febrero del 2005 Jorge vuelve a pedir una visita al cementerio. Las
narraciones del paciente vuelven a mostrar una gran incoherencia, aunque en esta ocasin
el tono emocional es ms intenso. Las referencias del paciente a su padre son siempre muy
positivas. Esta activacin emocional no impide a Jorge mantener en todo momento un buen
contacto comunicativo con el monitor. Ante la lpida se vuelve a arrodillar, rompe a llorar y
dice que se "cortar las venas para estar con su padre". Cuando regresa a la "casa hogar"
tiene un conflicto con un usuario de la residencia.
SEMITICA, PSICOLOGA Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Hola amigos semioticians:
Este lunes dio inicio en la Benemrita Unviersidad Autnoma de Puebla el mdulo
de especializacin Semitica y Psicoanlisis dentro de la ctedra Greims, tema
que es impartido por el Dr. Ivan Darrault Harris, y me gustara aprovechar este
medio para poner en la mesa de discusin el tema, y compartir con ustedes un
poco de lo que en este seminario de ha dicho.
El da de hoy se abord la historia no escrita de la relacin entre la semitica
estructuralista greimasiana y el psicoanlisis, la cual se dividi en tres
periodos:
1er. periodo, en los aos 60s la se desarrollaba la semntica general, ahora
semitica, y comenzaron las bsquedas sobre la modelizacin. Se trataba de un
periodo de ebullicin de ideas. Se dice que Greimas era gran lector de Freud, y
muestra su influiencia en le concepto de Isotopa y en su Modelo Generativo del
discurso. En ese momento la semitica y el psicoanlisis se encontraban
separados y Greimas, resalta algunos puntos en los que definitavmente no
concuerda con el psicoanlisis por lo que prefiere que su propuesta semitica se
encuentre al margen del psicoanlisis. Las principales discrepancias radicaban
en:
A) No est de acuerdo con el psicoanlisis como mtodo porque se traba de un
model basado en un caracter inductivo, y que el psicoanlisis no se haba
preocupado por crear una metapsicologa
B) Como punto de discusin nmero dos se encuentra la dupla conciencia e
inconciencia, pues se considera que no hay nada en le discurso que podames leer
por el incinciente.
EXTENSIN-------CAPTACIN
Estas dos se combinana en alta y baja (alta y baja intensidad, alta y baja
extensin) dando como resultado una matriz que puede ayudar a describir los
estados de nimo elementales, es decir las pasiones. De manera que:
+ intesidad en la mira y + captacin = estado de PLENITUD (felicidad)
+ intesidad en la mira y - captacin = estado de CARENCIA (espera, nostalgia)
- intesidad en la mira y + captacin = Estado de inanidad (vanidad, lo vano)
- intesidad en la mira y - captacin = Estado de Vacuidad (vaco)
Fuera de la plenitud hay marcada una frontera (cusp) y ms all de esta zona de
plenitud estar el espacio de la carencia, la vacuidad y la inanidad.
A partir de esta nocin se interpreta el estado de duelo de la siguiente manera:
Mientras la relacin sujeto-objeto exista (funcin juntiva) haba un estado de
plenitud, pero, a partir de la prdida, el sujeto empieza a oscilar por los
diferentes estados (inanidad, carencia, vacuidad) y entonces, el duelo no se
trata de una inaduecuacin sino de un ENFRENTAMIENTO DE PERCPECIN entre
AUSENCIA Y PRESENCIA que desata a su vez una confrontacin denominada PRUEBA DE
LA REALIDAD entre el estado de plenitud y el estado de carencia.
El sujeto sufre las diferentes posicines al mismo tiempo y cada una de ellas lo
"tironean"
1. El cuerpo guarda en su memoria la plenitud intensa y extensa del objeto
2. Existe carencia, pues se da la nulidad de la extesin pero la instesidad del
objeto es mxima para el suejto (Prueba de la Realidad)
3. En la inanidad, el sujeto que vive el duelo, a pesar de que el presente le
propone otros objetos (los cuales no son deseables para el sujeto) hacen que se
presente una extensin mxima pero una intensidad en la mira mnima, de manera
que cualquier otro objeto le parece vanal.
4. Vacuidad, se da en un mundo donde no existen ms objetos ni intensidades, es
decir, no hay otros objetos que puedan sacarlo del duelo, y tampoco hay
intesidad en la mira por lo que este es el estado ms cercano a la melancola,
se ve reflejado en una prdida de inters y de valor, y en su estado extremo
puede llevar al sujeto a un estado catatnico.
El trabajo de duelo incorpora entonces un paso de fronteras entre los estados,
excepto el de la vacuidad, cuando se cae en este se cae prcticamente en la
melancola.
Como una nota, la psicosis alusinatoria se basa en contruir una falsa plenitud,
aferrndose al objeto. (Pseudo - plenitud)
la melancola implica la preservacin de objeto en el yo para conservarlo.
De: "izavala"
Fecha: Mi Jun 16, 2004 8:53 am
SEMITICA, PSICOLOGA Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Estimados amigos: Leo con inters la intervencin de varios compaeros en
torno al seminario de Puebla--Semitica y psicoanlisis--y debo decir que
con cierto desconcierto. Como el tema es amplsimo (p.ej. de qu semitica
se habla? de qu momento de Lacan? cmo lee e interpreta Lacan a Freud y lo
lee con cuchilla afilada?, y muchos etc.), me limitar a un par de
rfeferencias.
1. la relacin Lacan-Benveniste est ampliamente documentada en los
seminarios de Lacan, de los cuales hay publicados menos de la mitad.
Benveniste acuda a los seminarios, al igual que toda esa generacin, desde
Foucault, a Derrida, a Deleuze, Lyotard, etc. los que se vienen llamando
"los filsofos del deseo". Y ante todo de Benveniste toma
significante/significado....como el pensamiento de Lacan est en movimiento,
como el de todo ser pensante, sobre todo si es innovador, hay diversas
eetapas en Lacan: su poca hegeliana (a la Kojve), la estructuralista, la
lingstica, etc.etc. Los interesados pueden leer el seminario An (20), con
un seccin sobre el signo, otra sobre Saussure. A Greimas y sus discrepacias
con l le dedicaca el seminario Au pire...no publicado, que solo se puede
consultar con permiso en las Bibliotecas freudianas....tambin encontraremos
discrepancias con Wittgemstein en varios textos.
2. lstima que Greimas no crea en lo interdisciplinario...lo denota como
mnada spizoniana... Lo interdiscimplinario es la base de todo el
pensamiento mas innovador de los ltimas 50 aos....basta leer a Bajtin (que
discrepa con Saussure y lo escribe, mirar Esttica de la creacin verbal,
por ejem.) para ver que propone conocimiento de fronteras...en frontera
siempre. Otro tanto Heisenberg, Prygogine...por no mencionar todo el
posestructuralismo...
3. el interesado/a en el desarrollo del psicoan. lacaniano (etapas, cambios,
etc.), pueden claro consultar las sendas introducciones de Jacques Alain
Miller, o de Jol Dor...ambos tienen varios libros publicados en Manantial,
B.As.
4. para Lacan NO hay metalenguaje, meta...nada..por tanto el termino
metapsicologa, caro a Freud, desaparece en Lacan.
Y un par de precisiones:
Parece evidente que el objeto en psicoanlisis y en greimas NO SON LO MISMO.
Remito al seminario La eleccin de objeto.....con el tiempo, a las pulsiones
freudianas (la escpicas, heces, senos...), Lacan aade el objeto a en el
seminario XI...el resto....el trmino es central (al menos para m), para el
analisis del discurso social....
4. Re Duelo y melancola....si bien Lacan no toc directamente este tema, si
sobre el siucido, la melancola, de la psicosis alucinatoria ver. seminario
Las psicosis (la tesis de Lacan fue sobre una psictica, el caso Ayme), si
elabor ms ampliamente la condicin del objeto: "hay--dice-- sustitucin de
objeto pero tambin identificacin con el objeto". En este sentido su
seminaio (no publicacado) sobre La identificacin (que va mucho mas alla del
estadio del espejo), es central.
Podra aadir mas detalles, pero me parece que los interesados pueden
recurrir a la biblio. mencionada, y en torno a la concepcin lacaniana de
lenguajem, signo, et. al. me parece central Funcin y campo de la palabra
que est en Escritos (i.e. lo nico que escribi, los seminarios eran
orales...).
Ente ambas posiciones debe haber una buena distancia, que permite lograr el
desplazamiento.
Lo que se propone entonces es un desenbrague de tipo ENUNCIATIVO, y lo que
requerimos para que se logre es que el sujeto HABLE.
Ahora, la ENUNICACIN no es suficiente para lgoar el desplazamiento pero s
es necesaria para lograrlo.
Cuando se trabaja desde la FICCIN, se realiza una estrategia de desembrague
del fantasma.
Recordemos que el nio se encuntra invadido y desbordado paor los sntomas
por lo que est en la posicin de NO SUJETO (no controla su comportamiento)
El tercer paso ser PROPONER el trabajo de creacin y elegir el adecuado
para el SUJETO.
Se cuenta con un gran nmero de actividades por hacer para lograr el cambio,
es decir se cuenta con diferentes SUSTANCIAS como la msica, la fotografa,
el arte, la danza, la escritura, etc...)
El sujeto no se encuentra en capacidad de elegir la sustancia en ese momento
por lo que el terapeuta deber proponerla.
Ahora, con qu criterio decidimos cul es la mejor sustancia para este
sujeto de este caso particular?
a) Hay que evitar tocar el tema del sntoma al elegir el espacio semitico.
En este caso, no es conveniente una actividad demasiado relacionada con el
cuerpo. (POr ejemplo, se rechazaran para este paciente actividades
teatrales, mmica, danza,,,)
b) Evitar un ssitema semitico que cosntituya resistencias al cambio. En
este caso, hemos visto que el nio rechaza la escritura y la lectura,
entonces no es conveniente trabajar con actividades de esta naturaleza.
A partir de esto se traza una lnea en un espacio libre de navegacin por
eliminacin de actividades que caigan en los polos antes nombrados.
Se elimin adems la msica para evitar espacios relacionados con el placer,
pues no se debe confundir el espacio de placer de un espacio teraputico.
Siguiente paso, realizar una mezcla para obtener una actividad creativa
adecuada. En este caso se mezclo:
- lenguaje oral
- una pizca de actividad corporal (porque sera torpe intentar suprimir
totlamente al cuerpo)
- Eliminamos lo que tenga que ver con la visin porque est en estrecha
relacin con el sntoma.
Y la actividad resultante para este caso fueron "LAS MARIONETAS"
Pues se usa una caja cerrada, en donde nadie ve al nio sino a las
marionentas y el nio no ve al pblico porque est escondido.
Es un excelente ejercicio del leguaje oral.
Se realizan varias sesiones con el paciente, y se deja que interacte con el
espacio semitico, y a partir de las FICCIONES que el nio crea, se comienza
el desembrague y el terapeuta puede "leer" cules son los fantasmas del
paciente.
ndices de que el nio a logrado un desplazamiento de f1 (diccin) a f2
(ficcin) podran ser el cambio de voz por ejemplo. Cuando el marco
teraptuico es bien elegido, el cambio de f1 a f2 es muy rpido.
Lo que la terapia permite es un trabajo de DESINCRETIZACIN, el sincretismo
es lo que lleva a las conductas de repreticin.
La terapia desicretiza a travs de la ficcin pues sta desbloque el cambio
y libera de las estructuras semiticas que se encontraban unidas.
As, el nio logra extraer del sntoma las estructuras actanciales y
narrativas.
Se ponen en evidencia los BLOQUEOS al cambio, el nio los supera al
distribuir los actantes (marionetas que representan situaciones) y se
produce una liberacin que conduce a la cura.
Progresivamente los sntomas desaparecen.
A diferencia de otras terapias, no es conveniente entablar interpretacin
con el nio, y hacerlo conciente de esto porque estaramos descubriendo sus
mscaras y entonces, provocaramos la inhibicin de su salida creativa y
evitara dejarnos ver a travs de sus ficciones sus fantasmas, y el
desembrague sera nulo.
La creacin debe ser una representacin del sntoma a distancia, por lo que
el espacio de creacin no debe ser controlado o dominado por el paciente, lo
debe hacer de manera inconciente, y en una actividad que no domine para que
no oculte sus fantasmas.
Suena muy interesante. Ahora, a m particularmente me gustara conocer
alguna aplicacin de esta propuesta en otros campos, por ejemplo, cmo se
puede llevar esto al terreno de la comunicacin grfica?
Bueno espero comentarios.
Hasta pronto
Mensaje 4669
De: "izavala"
Fecha: Jue Jun 17, 2004 12:24 pm
SEMITICA, PSICOLOGA Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Estimada Dora: estupendo resumen...y ya que de psicoanlisis hablamos, tiene
ud. un nombre emblemtico--el caso Dora que tendr ahora un siglo....re el
sntoma, viene claro de la medicina trad.. que Freud deconstruye diramos
hoy, en su posicin ante la formacin del sntoma. Lacan lo emplea ya desde
1956..por ah y lo va relacionado con el lenguaje, luego en su giro hacia
los 70, con el nudo borromeo (cuando entra en los matemas, Carnap, etc.), lo
retraduce syntohome (Joyce, por ejemplo...). Fin de anlisis? en un primer
momento, identificarse con el sntoma, luego el goce...
En fin, ya me gustaria estar en Puebla (ciudad que conozco desde mis aos
mexicanos), para reflexionar con uds. sobre estas cosas. saludos cordiales,
iz
Mensaje 4671
De: "Dora Ivonne Alavarez"
Fecha: Jue Jun 17, 2004 8:58 pm
SEMITICA, PSICOLOGA Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Hola amigos semioticians:
A continuacin comentar el tema de la cuarta sesin del curso de semitica
psicoanlisis, no sin antes aclarar que lo que les envo es lo que a mi muy
particular punto de vista, es lo ms relevante de cada sesin y que por
supuesto, escribo una vez que hube interpretado lo que el ponente ha dicho.
(El escribir me parece una buena manera de asimilar).
Recapitulo los puntos tocados con anterioridad: Historia no escrita de la
relacin entre semitica Greimasiana y psicoanlisis, duelo y melancola, el
anlisis semitico de la adolescencia bajo el concepto de fantasma, la
revisin de un caso psicoterpeutico de un nio de 9 aos a partir del cual
se explic la propuesta de Ivan Darrault para una terapia basada en una
teora de su autora llamada Teora de la Elipse.
Hoy Jueves, se plantea un caso diferente el de un chico de 12 aos con un
historial mdico truculento, cuyo caso haba sido diagnosticado como
psictico, y a partir del anlisis semitico se pudo constatar que el
diagnstico no era correcto, a partir de la teora de las instancia de Jean
claude Coquet, y la construccin de un cuadrado semitico poco ortodoxo que
permiti al ponente explicar su propuesta.
Empezar por recordar que el sntma es una represntacin de la unin del
fantasma con el cuerpo, y que el sntoma contiene el grmen para su cura.
El caso de este muchacho de 12 aos presntaba signos "psicticos graves" y a
travs de la psicosemitica se pretende establecer el recorrido de bsqueda
de la identidad, y la evaluacin de la terapia del recorrido del sujeto.
Las partes del tratamiento de este caso son:
1. Prlogo
2. Etapa de dibujo (reproduccin grfica) Presenta rasgos de proyeccin y se
enuncia desde la diccin, es decir, desde el yo, aqu y ahora.
3. Creacin de Fbulas o historias (Presenta rasgos de creatividad, y se
enuncia desde la ficcin, es decir, desde el l, all, entonces)
4. Generacin de un dilogo simblico entre terapeuta y paciente utilizando
personajes simblicos y dilogos ficticios.
Al finalizar esta etapa el paciente sali de su estado psictico.
El caso se comenz a tratar desde un prlogo, con el que se tuvo
conocimiento del trgico historial mdico de este paciente. A grandes
rasgos, se trata de un pequeo que pas los primeros aos de su vida en
largos periodos de hospitalizacin, pues haba sufrido de meningitis de
pequeo y esto le haba causado serveros daos, hidrocefalia entre ellos,
por lo que tuvo que ser intervenido quirrgicamente, para implementar una
bonba (me imagino yo que para drenar ela gua que se acumulaba en su cabeza).
Cuando su caso fue tomado presentaba los siguientes sntomas:
10
- No saba escribir
- No era capaz de ubicarse en espacio ni tiempo, no saba los das de la
semana, no distngua entre derecha e izquierda.
- No mira de frente.
-Tiene un esterotipo verbal que repite constantemente, la frase "AH DORMIR"
Los padres pudieron meterlo a una escuela especial para que se tratara de
incorporar a una vida social.
Los episodios antecedentes a la vida del paciente, van a actuar como
alimentacin de la creacin de ficciones que, como les coment en el mensaje
anterior, gracias a la teora de la elipse le permitirn generar el cmabio
desplazamiento de su estado inicial a uno nuevo.
Pero podran confundir al terapeuta para que diera un diagnstico
apresurado, colocando como causas de su problema sus desrdenes de salud, y
no necesariamente es as.
El paciente ha sido tratado buscando que reescriba su historia, que recree
el mundo para encontrar su lugar y reescribir su historia. El desplazamiento
buscado va de una estructura psictica (Diccin) a una neurtica normal a
travs de la Ficcin.
Para abordar esta propuesta, el expositor se basa en la teora de las
instancias de Coquet, que distingue 2 posiciones bsicas sujetales:
a) NO SUJETO: Aquel incapaz de asumir sus acciones, incapaz de juzgar sus
comportamiento, ni de controlarlos (es como su actuara en automtico)
b) SUJETO: Aquel capaz de asumir sus acciones.
Esta teora se apoya en la teora de la enunciacin de Benveniste remarcando
la existencia de os procesos: el de la PREDICACIN y la ASUNCIN.
El no sujeto predica pero no asume.
De manera que podramos inferir que el desplazamiento deseado en el caso de
este paciente es de la posicin de NO SUJETO a la de SUJETO.
Para pder explicar el proceso que el paciente fue siguiendo, Ivan Darrault
utiliz un esquema basado en la estructura del cuadrado semitico que, creo
lo ideal sera graficarlo pero el medio no me lo permite por lo que, tratar
de explicarlo, as que pido un poco de su voluntad e imaginacin figurativa
para que intenten reconstuir este esquema.
Sabemos que el cuadrado semitico est compuesto por una deixis positiva (la
cual ubicaremos en la columna izquierda) y una deixis negativa (la cual
ubicaremos en la columna derecha del cuadrado)
Se introduce entonces un el concepto del metaquerer, yo le entiendo como
tomar conciencia de la voluntad. En el curso se ha explicado como la
asuncin del querer ser, hacer o saber.
Bueno, el caso arranca con una entrevista entre el terapeuta y el chico de
12 aos en la cual el terapeuta, a travs de la pltica hace reaccionar al
nio de manera da seales de tomar conciencia de su edad, y de su bsqueda
de identidad (que es el centro del problema).
Esta es la razn por la cual se descarta tratar al nio como psictico, pues
normalmente el tratamiento que se le da es de tratar de controlar y mejorar
11
Tambin en
http://www.elm.qc.ca/m-publications/lacan.htm
Pregunta para Iris: en qu sesin(es) se refiere Lacan a Greimas?
Cordialmente,
Eduardo
---------Visita
Semiotica Discursiva:
www.geocities.com/semiotico
Mensaje 4674
De: "Alberto Marani"
Fecha: Jue Jun 17, 2004 9:23 pm
SEMITICA, PSICOLOGA Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Estimada Da e interesados por el tema ( digo bien los interesados porque es
bastante largo y supongo que tedioso):
Voy a seguir la secunacia cronolgica y el desarrollo de los mails de Da para
12
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PSICOANLISIS
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15
Mensaje 4683
De: "Paula Winkler"
Fecha: Lun Jun 21, 2004 2:09 pm
SEMITICA,
PSICOLOGA
Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Estimada Dora: tu relacin de ese encuentro es muy interesante. Cuando finalices
tu crnica profunda del mismo, te pedira si puedes resumir la teora de las
instancias de Coquet, o indicar bibliografa al respecto. Atrae mucho ese caso
que explicas y la posible interrelacin entre psicoanlisis y semitica. Atentos
saludos a todos, Paula W.
Mensaje 4684
De: "Dora Ivonne Alavarez"
Fecha: Lun Jun 21, 2004 3:48 pm
SEMITICA,
PSICOLOGA
Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Antes que nada agradezco los comentarios y participaciones de los
interesados en el tema de la semitica y el psicoanlisis, yo he aborado el
tema parafraseando a Darrault pues es quien ha impartido el curso, y por su
puesto, lo que les escribo contiene lo que yo he comprendido con respecto al
tema.
Voy a concluir esta serie de mensajes con la ltima sesin del seminario en
la cual se realiz otro caso de aplicacin de la semitica pero esta vez
trabajando sobre una obra de arte, lo cual, debido a mi formacin como
diseadora grfica me pareci muy interesante.
La obra analizada es un anlisis de la esculatura de Moiss, ubicada en una
pequea iglesia italiana llamada San PedroInvncolo, en donde se cre una
tmba para Julio II (papa) y cuyo autor es Miguel ngel; la estatua de
Moises forma parte de la obra junto con 7 estatuas ms. El proyecto inicial
contaba con 32 estatuas, y la posicin que ocupa la de Moiss, en el eje
central inferior, no es la que originalmente ocupara.
El anlisis fue realizado por Freud para la Revista Imago en 1914, pero se
trata de un artculo que no firm como propio en este entonces, no fue sino
despus de 10 aos que reconoci su autora. Lo sorprendente es que, pese a
que las bases del psicoanlisis ya las haba establecido, Freud aborda el
tema sin seguir una metodologa psicoanaltica, por lo que ms bien se trata
de un anlisis semitico (segn Darrault), y ms bien dira, se trata de un
anlisis semitico-hermenutico, pues un acto hermenutico implica la
interpretacin de aquello oculto en el discurso a partir del conocimiento
del contexto, apoyndose en los signos visibles.
Yo sugerira que para que puedan ir siguiendo este mensaje tengan en
pantalla una imagen de la obra, que es muy fcil conseguir en la red en
cualquier buscador.
En el artculo realizado por Freud aparece parafraseado varias veces Goethe,
pero Freud no lo cita explcitamente.
El goce esttico pantea sus propios problemas para el anlisis y la
escultura tiene los suyos para la semitica. Darrault, se basa en trabajos
de Jean Petitau, quien ha realizado una gran cantidad de textos analticos
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17
PD. Gracias a los amigos semioticians que siguieron con atencin dedicando
su tiempo a esta humilde intervencin que he querido compartir con ustedes,
y que si les parece bien podemos seguir comentando.
Mensaje 4685
De: "Paula Winkler"
Fecha: Lun Jun 21, 2004 4:48 pm
SEMITICA,
PSICOLOGA
Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Dora: has dado un panorama nada humilde, entiendo yo.
En cuanto al trabajo semitico hermenutico que ofreces sobre Freud, para
abrir el comentario al que invitas, puedo decir lo que sigue:
1)la obra de arte, precisamente porque lo es, es polismica. Por tanto
invita a muchsimas lecturas diacrnicas o sincrnicas, con el lmite de la
razonabilidad del mensaje artstico, supuestamente recuperado en las tantas
atribuciones de nuevos, iguales o distintos significados que hacen quienes
la contemplan.
2)la misma obra puede ser pasible de distintas atribuciones sgnicas. En mi
caso, jams podra haber partido de ese anlisis de Freud. Primero porque no
soy psicoanalista y segundo, porque no comparto el sistema de ideas que nos
viene del siglo XVIII de que una obra es artstica cuando es capaz de
suscitar pasiones.
3)Aunque lo ltimo sea cierto en un aspecto, lo siento impreciso. Y puesto
que no solamente la obra de arte engendra pasin de no-sujeto, parecera que
no fuera sta, entonces, una de sus caractersticas definitorias.
4)Sin embargo, en aquel comentario que nos traes veo la aplicacin no slo
de los conocimientos tcnicos, profundos e indiscutibles, propios de la
profesin de Freud, sino tambin de bastante semitica visual que Freud
demuestra haber conocido. Hay detenimiento en el cuerpo de la escultura de
Miguel Angel y un anlisis contrastativo con los textos bblicos en que el
artista pudo inspirarse.
5)Comparto contigo que esa interpretacin de Freud es hermenutica, lo cual
no implica que no acreditativa de sus dichos con el uso apropiado del
contraste con la semiosis bblica (adems de que se trataba de Freud, lo
cual ya hablaba de su profundidad).
6)La obra de arte se caracteriza por el uso de un lenguaje retrico fuerte.
Por eso permite varias lecturas, pero fundamentalmente permanece en el
tiempo. Qu es lo que hace que la cultura la recepte, valore (y hasta
sobrevalore), sea estatuto de nuevas obras y reconocida contextual y
cotextualmente, etc. son caractersticas que, a mi juicio, continan siendo
un desafo para los estudios semiticos.
7)De ah la importancia de tomar un ejemplo.
Y si tal desafo existe para analizar el significado de la obra de arte y
atribuir, en su caso, significado al acto de recepcin de la obra por parte
de quien la contempla, ms desafo habr en estudiar el acto mismo de la
creacin artstica, que an en el caso de los grandes, que dominan todas las
tcnicas, sigue siendo un acto privado, de gran carga emotiva, espontneo y
como de creacin divina.
Muchsimas gracias y me gustara quedara abierto el debate. El material
trado por Dora y otros colegas lo justifica, cordiales saludos a todos,
Paula Winkler.
18
Mensaje 4686
De: "Dora Ivonne Alavarez"
Fecha: Lun Jun 21, 2004 7:32 pm
SEMITICA,
PSICOLOGA
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
HOLA PAULA:
PSICOANLISIS
19
DEBO ACLARAR QUE NO HE LEDO TODAS LAS FUENTES BIBLIOGRFICAS QUE CITO, MS
BIEN TRAT DE APOYAR UN POCO LA SOLICITUD DE INFORMACIN DE PAULA, ESTA
PROPUESTA ES TAMBIN NUEVA PARA MI, AHORA POR LO QUE HE BUSCADO AQU EN MI
PAS, HASTA EL MOMENTO NO HE ENCONTRADO TRADUCCIONES AL ESPAOL PERO ESPERO
QUE LAS HAYA.
EL CENTRO DE ESTUDIOS DE LA SIGNIFICACIN, POR OTRA PARTE, HA PUBLICADO EN
SU REVISTA NMERO 11 COMO TEMA CENTRAL EL DE LA SEMITICA Y PSICOANLISIS,
TAL VEZ CONTACTANDO A ALGUNO DE LOS MIEMBROS DEL CES INCLUIDOS EN ESTA LISTA
PODRAS OBTENER UN EJEMPLAR.
INDICO TAMBIN UN ARTCULO REFERENTE A LAS CUESTIONES DE SENTIDO DE JEAN
CLAUDE COQUET: (EST EN FRANCS ESPERO NO INCOMODAR.
Jean-Claude Coquet ( )
La qute du sens
Que le sens se fasse dans le langage et avec du langage, voil qui pour
sembler aller de soi n'en pose pas moins bon nombre de problmes auxquels
les linguistes auront su apporter quelques lumires. La particularit de cet
ouvrage est de considrer, partir d'une pratique de la smiotique, la
fois le devenir, le sujet nonant et la ralit gnralement tenus pour
extra-linguistiques. Le sujet qui parle n'est pas plus une illusion due au
maniement des signes qu'une instance extra-langagire: il est produit dans
et par le langage. Ce qui ne veut pas dire qu'il soit rductible au langage.
Il s'inscrit et se construit en lui. Comme aime le rpter l'auteur la
suite de Merleau-Ponty et de Benveniste (deux auteurs qui font rfrences):
"le 'je peux' du corps prcde le 'je pense' de la personne". Ce qui
implique que le sujet n'est pas le matre absolu de ce qu'il dit. A ce
propos les thses essentielles de Benveniste sont prolonges et corriges:
parler et assumer le langage ne vont pas toujours de pair; les rapports
entre smiotique et smantique doivent tre travaills en finesse. C'est,
semble-t-il, l'apport principal de cet ouvrage que de montrer de faon
convaincante, technique mais jamais abstraite, avec force rfrences
philosophiques et littraires, comment sujet et non-sujet (prdication et
assertion) collaborent la qute jamais acheve du sens. "Au fondement de
tout, il y a le pouvoir signifiant du langage qui passe bien avant celui de
communiquer."
Jean-Claude Coquet
La qute du sens, P.U.F., collection "Formes smiotiques", 1997
Francis Wybrands, ha realizado esta sinopsis del libro, espero les sirva.
Mensaje 4687
De: "Paula Winkler"
Fecha: Mar Jun 22, 2004 9:22 am
SEMITICA,
PSICOLOGA
Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Dora, muchas gracias. Leo bien en francs, por m no es necesario emplees tu
valioso tiempo en averiguar si hay traducciones al espaol. Se perfila una
obra compleja, pero valdr la pena ocupar parte de mi tiempo en vacaciones
para comenzar a descubrir, desde mi ignorancia, a este autor. Me he quedado
impactada con el ejemplo que trasmitiste. Cordiales saludos, a Semioticians
y a Juan tambin, Paula Winkler.
Mensaje 4689
De: Dominique Bertolotti
Fecha: Mar Jun 22, 2004 6:42 am
SEMITICA,
PSICOLOGA
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Estimados semioticians:
PSICOANLISIS
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Mensaje 4698
De: "rcerezo"
Fecha: Sb Jun 26, 2004 8:25 am
SEMITICA,
PSICOLOGA
Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Estoy interesado en participar. La relacin entre isotopa y "fantasmas" me
interesa en la explicacin entre imaginarios y realidad
Mensaje 4699
De: "Paula Winkler"
Fecha: Sb Jun 26, 2004 11:43 am
SEMITICA,
PSICOLOGA
Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Estoy interesada en participar en lo que sea comparativo entre Lacan y
semitica. Pero, puesto que soy una improvisada lectora y no ostento
vuestras profesiones, lo nico que se me ocurre pedirles es que me incluyan
en vta. lista, como lectora - comprensin de textos, con algn lmite de
tiempo, ya que lo ahorro lo que puedo, para aportar ideas "descontaminadas"
de ese saber especial. Mil perdones a Alberto si cree que mi propuesta no es
"decente", pero pienso que a todos nos mueve el mismo apasionado inters por
la semitica y por las ciencias. Saludos a todos, Paula Winkler.
Mensaje 4701
De: "izavala"
Fecha: Dom Jun 27, 2004 11:06 am
SEMITICA,
PSICOLOGA
Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Estimagos amigos: estoy muy interesada en el psicoanlisis y sus relaciones
con otras disciplinas. sera interesante colaborar en algo
interdisciplinario...gracias por toda la informacin sobre el curso en
Puebla, sera inaudito aqu en Espaa un curso universitario as..el
psicoanlisis como teora interpretativa--lo que ms me interesa, pues no
soy analista--es zona desertica. Personalmente tomo algn seminario o
participo en grupos de trabajo en la Escuela Lacaniana, sin duda los habr
en mexico, argentina pues son paises (con brasil y venezuela) de extensa
actividad psicoanlitica, donde siguen yendo a dar seminarios Miller,
Colette Soler (si no la conocen, magnfica, con ensayos realmente
extraordinarios sobre pessoa, rousseau, joyce, el banquete...entre otros).
Les ruego que me incluyan en la lista. gracias, imzavala
Mensaje 4702
De: "Alberto Marani"
Fecha: Dom Jun 27, 2004 2:53 pm
SEMITICA,
PSICOLOGA
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Estimados Semioticians:
PSICOANLISIS
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PSICOANLISIS
CURIOSEANDO POR LA RED, ENCONTR UNA PGINA QUE QUISIERA QUE VISITARAN,
PORQUE CREO QUE HAY MATERIAL INTERESANTE PARA REVISAR CON RESPECTO A LA
HISTORIA NO ESCRITA ENTRE LA SEMIITCA Y EL PSICOANLISIS:
http://www.psiconet.com/ PSICOMUNDO.
EN ESTE SITIO ENCONTR TRES TEXTOS INTERESANTES QUE VINCULAN AL
PSICOANLISIS CON LA SEMITICA PEIRICIANA:
EL PRIMERO
La lgica en Peirce: algunas herramientas conceptuales de inters para la
investigacin y el psicoanlisis - Gabriel O. Pulice - Oscar Zelis Federico Manson
EL SEGUNDO
La investigacin de las relaciones entre Ludwig Wittgenstein y Charles S.
Peirce - Jaime Nubiola
QUE A MI PARECER OFRECE REFERENCIAS RELACIONALES HISTRICAS MUY APROPIADAS
PARA NUESTRO TEMA DE INVESTIGACIN.
Y EL TERCERO EN REFERENCIA A LA IMAGINACIN:
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semiticos; pero, desde el punto del sujeto hablante -del hombre hablante
que encontramos en el mundo como dira Benveniste- la lengua materna resulta
el mecanismo de ingreso por excelencia en la capacidad de representar,
simbolizar y textualizar no slo la relacin del hombre con el mundo
exterior sino consigo mismo.
Por ltimo, tiendo a creer que el psicoanlisis se apoya en esta ltima
idea, con lo cual y creo que no deberamos desechar en una primera instancia
a la lingstica. Al menos, deberamos elegir qu lingstica puede ayudarnos
y cul no.
Espero que este embrollo aporte al menos puntas para la discusin.
Saludos a todos,
Natalia Rom
Mensaje 4741
De: "izavala"
Fecha: Mar Jun 29, 2004 2:14 pm
SEMITICA,
PSICOLOGA
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PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Estimada Dora: gracias por la informacin sobre la red; el Grupo Lacaniano
tiene una revista virtual--NODUS. Revista virtual de la Seccin Clnica de
Barcelona --podria haber cosas interesantes. Puede interesar (por ser el
psicoanlisis con otras disciplinas, el de Amalia Rodrguez Monroy sobre El
banquete de Platn; y alguno mio sobre "Lacan y cmo leer los textos", pero
hay muchas otras en diversos pases--Brasil, Argentina, Francia claro,
Italia...y tres etcs. Incluyo algunos nombres que tal vez les puedan
interesar.
De los lacanianos, Jean Claude Milner, filsofo, y fil. de lenguaje, tiene
libros sensacionales: El amor de la lengua, y La obra clara --ademas de uno
sobre Mallarme--estupendos. Es el ms cercano a la semitica, si quieres.
Merece la pena.
Otro semitico, Augusto Ponzio, el albacea de Rossi-Landi, tiene muchas pp.
interesantes, es sobre todo bajtiniano y rosilandiano, claro! Los dos
grandes adelantados de la semitica en Italia son Cesare Segre y Maria
Corti; Cesare tiene mucho escrito, es uno de los grandes seores de la
semitica, pero a este sin duda lo conocen. Lo mejor de lo suyo est en
italiano, ibid. la Corti.
Por lo que s, pero habra que confirmarlo, Lacan se interes por Saussure,
Pirce y Wittensgstain; fue amigo de Benveniste, y en los tres primeros
seminarios (si mal no recuerdo), hay intervenciones de Benveniste. De los
padres--diriamos--de la semitica, de todos muy crtico, la semitica o fil.
del lenguaje le interesaron ms, me parece, para apoyar la idea que ampla
de Freud, "el inconsciente est estructurado como un lenguaje". Como suger
antes, el seminario An..(Encore), es muy claro al respecto; cf. su clase
sobre Sassure y la del signo.
Se interes por todo, era polidrico..por tanto, hay tanto filosofa,
literatura (son magistrales sus seminarios sobre Hamlet, El banquete, Joyce,
Duras, Gide..), cuanto de historia, esttica, estructuralismo (toma de
L.Strauss la idea de "estrructura", luego va afinando y se aparta. hay mucho
Heidegger, Hegel (amo-esclavo).
Jorge Alemn (argentino), un analista cercano a la filosofa ha escrito
libros sobre Lacan como creador (al igual que Heidegger), de una
antifilosofia. Merece la pena.
Tambien Harari (ah....no recuerdo su nombre) tiene pp. esplndidas sobre
Borge leido en clave lacaniana, y otros libros. como dirian en ingles: a
35
must!
Hay ms...si les interessa, como mas tiempo podra hacer una lista de Lacan
dialgico.
Re Freud y Bajtin, en Bajtin y sus apcrifos, mirar el art. de Amalia
Rodrguez Monroy, sobre Freud y Bajtin...tambien sus libros La huelga de la
cultura y El saber del traductor. Ambos muy buenos y un buen repaso de las
teorias del lenguaje de Lacan..
En fin, ya me dirs (dirn) si les interesa, lo que un admirado y querido
maestro llamaba "plumbeas erudiciones", quevedescamente, claro.
Hasta pronto, saludos cordiales, iris
Mensaje 4742
De: "izavala"
Fecha: Mar Jun 29, 2004 2:19 pm
SEMITICA,
PSICOLOGA
Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Perdon.....olvide decir que alude a Sauss, Peirce y Wiitt. ademas de a
Bernveniste y su famosismo libro. De los tres primeros (y fue muy amigo de
Jakobson) fue muy critico...ah y claro, tambien hay mucha ref. a Jakobson,
creo que en los seminarios de los 60, pero tendria que confirmarlo. Y nada
mas, asi estara mas claro, confio. gracias por la posibilidad de dialogo,
hace falta en estos tiempos! iris
Mensaje 4749
De: "Alberto Marani"
Fecha: Mar Jun 29, 2004 4:58 pm
SEMITICA,
PSICOLOGA
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Estimados 962:
PSICOANLISIS
Da Alvarez dice: "Creo que un punto de apoyo para nuestra investigacin sera
poder establecer los puntos de interseccin entre las posturas psicoanalsticas
y las semitica [subrayado mo], para poder comenzar a determinar los nexos
hsitricos y sus antecedentes."
No se qu les parece a los dems, pero a m se me ocurre que ese excelente
objetivo podra ser, precisamente, uno de los resultados de la investigacin. Es
decir: qu decanta, una vez realizado el relevamiento de los textos, acerca de
cules fueron esos puntos de interseccin. Me parece que nosotros podramos
tener una serie de esos puntos -de hecho, seguramente muchos de los interesados
en este tema los tenemos-; pero sera ms bien de una forma de proyectar una
produccin propia, ms que una recopilacin de los que otros produjeron.
Con respecto a lo que deca "GL" en su mail de ayer, me qued pensando algo ms
despus de enviar el mo: contamos ya con el riguroso libro de Michel Arriv
sobre las relaciones de la Lingstica y el Psicoanlisis, y creo que el que
quiera conocer sobre el tema, va a encontrar all una fuente sumamente seria. De
hecho, por sus referencias acerca de la Semitica, ser una de las fuentes para
armar nuestra historia. De todos modos, otros podrn opinar de modo distinto y
eso nos llevar a que tomemos en consideracin sus fundamentos.
Los saluda,
Alberto Marani.
Mensaje 4755
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37
PSICOANLISIS
Estimados Semioticians:
Este mail es un poco largo porque incluye la cita casi completa del mail de
Natalia Rome. No se si va a ser de inters, es simplemente para fijar algunas
posiciones personales, algo que va a seguir con las de otros. No creo que en lo
esencial, lo que sigue incida sobre la recoleccin del material necesario para
historizar la relacin S/Ps., excepto respecto de algo que hay que decidir creo
que a la brevedad: la inclusin o no de la Lingstica en su relacin con el
Psa.
Respecto de lo que deca en su mail de hoy Natalia Rome:
"Entiendo que si la metodologa de abordaje ser, en principio, explorar las
remisiones bibliogrficas, -citas, conceptos, ideas- en una u otra direccin,
deberamos comenzar por circunscribir aquello que entendemos por cada una
de las disciplinas o reas de estudios que cruzaremos.
En este sentido, me parece que sera interesante
recorrer la discusin brevemente sealada por Alberto, a fin de elegir,
entre todos, el punto donde situarnos. "
Mis comentarios irn precedidos de un guin, como el que abre los dilogos:
- Se tratara, en primer lugar de rastrear las referencias en textos (libros,
artculos, etc) que hayan puesto en relacin de trabajo a la Semitica y el
Psicoanlisis.
Natalia: "Para abrir el debate, creo que
deberamos plantearnos en qu medida semitica y lingstica pueden pensarse
en trminos de continente-contenido para lo cual, deberamos establecer si
tal afirmacin (o su contraria) respondern a un criterio histrico, lgico,
poltico, etc."
Y junto a este prrafo lo que Natalia dice en el prrafo final:
" [...] creo que no deberamos desechar en una primera instancia
a la lingstica. Al menos, deberamos elegir qu lingstica puede ayudarnos
y cul no."
- Respecto de este punto estn divididas las aguas. Personalmente me inclino
hacia la que piensa a la Semitica como incluyente de la lingstica por la
misma razn que apunta Natalia ms abajo:
"una lengua se ofrece al investigador como uno ms -entre varios- sistemas
semiticos". La relacin all es de continente(S) / contenido (L). Por supuesto
que no quiere decir que la relacin sea de una disciplina en detrimento de la
otra, como si se tratara de algo menor en trminos relativos. De hecho, es
posible que el desarrollo de la Lingstica sea mayor y ms extenso que el de la
Semitica.
Sigue Natalia: "En segundo lugar, deberamos encarar lo anterior teniendo en
cuenta aquel
modo que nos permita abrir un horizonte de encuentro con el psicoanlisis,
esto es, preguntarnos cmo el psicoanlisis respondera a la cuestin que
38
suyace a la discusin semitica/ lingstica y que me atrevo -no sin dudasa simplificar en la relacin lengua-sistema semitico, donde por un lado,
una lengua se ofrece al investigador como uno ms -entre varios- sistemas
semiticos;"
- Segn Freud -posicin que comparto-, en el Icc. hay signos. Es la formulacin
que le doy, no es una cita textual. Signos, no palabras. De hecho, creo
inclusive -se puede discutir, pero no creo que sea el momento, en todo caso- la
afirmacin de Lacan acerca del Icc. "articulado como un lenguaje", permite una
lectura en que el "como" expresa una relacin de "semejante, a la manera de", y
no de identidad, no es equivalente a decir "tal cual como el lenguaje". De
manera que desde este punto de vista, la relacin del Psa. es privilegiada con
la Semitica. La lingstica se asocia -desde este punto de vista- con el
Preconciente. El paso del signo (Icc) a la palabra (preconciente-conciente), es
el proceso para el que la Semitica est cada vez en mejores condiciones de
estudiar, describir y explicar. Repito que no es el momento de hacer mucho ruido
con esta discusin, porque nos desviara del eje: recopilacin de trabajos y
referencias.
Sigue NR: "pero, desde el punto del sujeto hablante -del hombre hablante
que encontramos en el mundo como dira Benveniste- la lengua materna resulta
el mecanismo de ingreso por excelencia en la capacidad de representar,
simbolizar y textualizar no slo la relacin del hombre con el mundo
exterior sino consigo mismo. Por ltimo, tiendo a creer que el psicoanlisis se
apoya en esta ltima
idea [...] "
- La lengua materna, sin duda; pero tambin la boca materna, las manos, el
cuerpo materno deja en el cuerpo del infans (el nio que aun no habla) su
huellas juneto y antes aun que la lengua materna en el sentido saussureano. La
mencin que hago a la boca es deliberada, adems, para incluir la prosodia. La
construccin del aparato psquico humano incluye la erogenizacin como condicin
indispensable (posteriormente problemtica), y eso lo hace la madre y los otros
significativos con su cuerpo sobre el cuerpo del beb y del nio.
Voy a ver si maana puedo enviar un mail con referencias a los primeros trabajos
de psicoanalistas argentinos que asociaron (lcitamente) la Semitica con su
disciplina, para seguir en la estela de los mails de hoy de Da y de Iris.
(A propsito: Iris, los trabajos de Amalia Rodrguez Monroy y tuyos estn el
"Bajtn y sus apcrifos", que vos coordinaste?)
Saludos de
Alberto Marani.
Mensaje 4757
De: Ricardo Muriel
Fecha: Mar Jun 29, 2004 6:41 pm
SEMITICA,
PSICOLOGA
Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Es siempre muy interesante hacer "clicks" entre las mltiples disciplinas.
Parece una especie de cocina intelectual. Hay una suerte de afn por encontrar
el "plato perfecto". Sin embargo, en este trabajo de empalme es relevante la
discrecin epistemolgica. Una discrecin que curiosamente ha sido abortada
cuando se trata del psicoanlisis. Para nadie es un secreto que esta postura
39
40
PSICOANLISIS
Gracias por todos los mensajes de salutacin enviados, que comparto en lo que a
todos nos corresponde y agradezco en lo que a m respecta. Y agradezco tambin
la paciencia de quienes han recibido, en estos das y con este motivo, ms
mensajes de lo tolerable.
Quera recordaros que todos los mensajes, con contenido terico, que ciculan en
SEMIOTICIANS, los recolecto en
www.archivo-semiotica.com.ar
Esto, ya muy repetido, viene a cuento de los mensajes sobre SEMITICA Y
PSICOANLISIS, puesto que se plante la intencin de trabajar sobre una temtica
que habr de irse configurando con ese contenido. Esos mensajes estn en esa
pgina (www.archivo-semiotica.com.ar ) y podis llegar a ellos, una vez abierta
la pgina web, pulsando ENTRAR y, en el NDICE que a consecuencia de ello se
41
presenta, yendo a
1.3.5 SEMITICA, PSICOLOGA Y PSICOANLISIS,
que tiene su propio hipervnculo. Pulsndolo, a su vez, se abre el archivo
correspondiente, el cual contiene 64 mensajes. Desde el mensaje 28 hasta el
final, o sea, un total de 36 mensajes corresponden a este tema.
Esto me lleva a sugerir que organicemos un espacio especfico, donde aparezcan
los mensajes tendientes a configurar y a realizar este estudio o investigacin.
O sea, no puede aparecer todo en SEMIOTICIANS, porque hay muchos miembros que no
estan interesados en el psicoanlisis y a los que les resulta pesado para su
correo recibirlos. La idea sera que esos mensajes no lleguen al correo de todos
los miembros, sino slo al de aquellos que expresamente manifiesten su inters
en recibirlos. Pero todos podrn consultar el estado de avance de la
INVESTIGACIN. Al igual que hice con LA UNIVERSIDAD DE LA CALLE, acabo de abrir
en
www.centro-de-semiotica.com.ar
un espacio para el Proyecto de Investigacin al que, provisionalmente, he
denominado:
SEMITICA Y PSICOANLISIS
y en el que se irn ordenando y relacionando los correspondientes escritos que
vayan elaborando, en sus mensajes, los miembros de SEMIOTICIANS que decidan
participar de ese Equipo Virtual. Este lugar, que slo est identificado, ya
puede encontrarse en la pgina mencionada (www.centro-de-semiotica.com.ar ), en
el NDICE, bajo el hipervnculo de: 2 PROYECTOS DE INVESTIGACIN CON
METODOLOGA SEMITICA.
La discusin sobre la configuracin de este espacio-taller de trabajo semitico,
ruego que la hagamos dirigiendo los mensajes a mi correo particular:
[email protected]
desde donde los distribuir a los que se inscriban
como miembros de dicho Equipo.
Las decisiones que se vayan adoptando se comunicarn a travs de SEMIOTICIANS,
pero evitaremos as la excesiva carga de mensajes en el Foro.
Cordialmente,
Juan
Juan Magarios de Morentin
Medrano 1670, 16, D
C1425GDB - Ciudad de Buenos Aires
ARGENTINA
Tel.Fax 54 011 4862 4813
www.archivo-semiotica.com.ar
www.centro-de-semiotica.com.ar
www.semiotica-on-line.com.ar
www.yahoogroups.com/group/semioticians
Mensaje 4776
De: "izavala"
Fecha: Jue Jul 1, 2004 2:59 pm
SEMITICA,
PSICOLOGA
Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Muy estimado amigo: si te agradec, .como unas mil personas este espacio,
permteme felicitarte por el de hoy: muy importante, como has reconocido, en
42
43
Cordialmente,
Eduardo
---------Visita
Semiotica Discursiva:
www.geocities.com/semiotico
Mensaje 4778
De: From: "roxana meygide"
Sent: Thursday, July 01, 2004 10:25 AM
SEMITICA,
PSICOLOGA
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Estimado Juan:
PSICOANLISIS
44
Quisiera estar incluida en el grupo que recibe los mails sobre semitica
y psicoanlisis, tema que es de mi mayor inters, aunque no se si
participar activamente de la investigacin. Por el momento no puedo
comprometerme a ms de lo que ya existe en mi agenda.
Un fuerte abrazo,
Roxana meygide
Mensaje 4779
De: "Natalia Rome"
Fecha: Jue Jul 1, 2004 6:13 pm
SEMITICA,
PSICOLOGA
Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Estimado Alberto,
Ya percibo los primeros frutos de este intercambio. Tus reflexiones, adems
de claras y justas, me permiten repensar algunos conceptos. Encuentro
absolutamente acertado tu comentario y adhiero, desde all, al recorte
propuesto.
Saludos a todos,
Natalia Rom
Mensaje 4781
De: "Alberto Marani"
Fecha: Jue Jul 1, 2004 9:32 pm
SEMITICA,
PSICOLOGA
Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
Muchas gracias a Eduardo Serrano O. por las referencias que nos facilita.
Tomamos nota para incluirlos en la secuencia que investigamos. Por lo que puedo
percibir, se trata de semiticos que abordaron el Psa. Fantstico!
45
46
Saludos de
Alberto Marani.
Mensaje 4790
De: "Alberto Marani"
Fecha: Mi Jul 7, 2004 4:06 pm
SEMITICA,
PSICOLOGA
SEMITICA Y PSICOANLISIS (PUEBLA)
PSICOANLISIS
47
PSICOANLISIS
48
49
Estimados SEMIOTICIANS
y, en especial, quienes estn interesados en el rea de trabajo sobre SEMITICA
Y PSICOANLISIS:
El espacio de trabajo ya est abierto y con su primer contenido incorporado.
Como os dije, hay un espacio en
www.centro-de-semiotica.com.ar
que se identifica, en el NDICE, como:
2 PROYECTOS DE INVESTIGACIN
CON METODOLOGA SEMITICA,
y mediante este hipervnculo, podis acceder a:
2.2.6 Tarea 6: SEMITICA Y PSICOANLISIS
Mediante un nuevo hipervnculo, entris en el archivo que lleva ese mismo
nombre.
En l, aparece el NDICE, donde, por el momento, slo hay dos tems: la nmina
del Equipo Virtual de Investigadores (al que se irn incorporando los nombres de
quienes quieran y estn dispuestos a trabajar un poco) y una
INTRODUCCIN
cuyo hipervnculo os lleva, ahora, a toda la correspondencia que ha circulado
acerca del tema en SEMIOTICIANS (hasta hoy, 48 mensajes). Ah estar la materia
prima para el trabajo de este EQUIPO VIRTUAL que surge por iniciativa de Alberto
Maran (sin perjuicio de que los mensajes tambin continuarn incorporndose al
www.archivo-semitica.com.ar ).
As que, SE ESPERAN APORTES.
Y mientras escriba este mensaje, se me ocurri y lo puse en prctica, abrir un
tercer espacio, en ese mismo archivo, al que llamo "OBRADOIRO". El nombre, para
algunos, les resultar muy familiar: para m, que nac en Galicia y pas mi
infancia en Santiago de Compostela, es un trmino de gran afecto y por cuyo uso,
que espero sea expresivo para todos, pido disculpas y pido que me acompais en
su festejo. Quiero decir que es un modo de llamar al lugar donde SE TRABAJA Y SE
PRODUCE; en nuesto caso, y haciendo votos porque as sea: CONOCIMIENTO. En
diversos mensajes he hablado del TALLER (pero con cierta insatisfaccin por la
difusin y proliferacin de diversidad de usos que tiene ese trmino) y de la
actitud de elaborar nuestros productos a la vista de todos, haciendo lo que
podemos, teniendo xitos y fracasos, y dejando que nos vean en ambos casos,
mostrando nuestros recursos sin el mezquino inters de quienes ocultan sus
fuentes por temor de que otros les saquen lo poco que deben tener para mostrar,
corrigiendo lo que resulta mal y volviendo a comenzar. Esta era la idea que (me)
trasmite el nombre de esa plaza de Santiago de Compostela que se llama del
OBRADOIRO. Con ese espritu quisiera que tanto aqu, como en el lugar de LA
UNIVERSIDAD DE LA CALLE, al que tambin renombrar como "OBRADOIRO", como en
cada participacin mediante nuestros mensajes en SEMIOTICIANS, se intenten
responder preguntas y formularlas adecuadamente y reformularlas, cuando sea
necesario y proponer explicaciones e intentar probarlas una y muchas veces, que
es el modo festivo, arduo, laborioso de trabajar y, en ocasiones, DE HACERLO
mientras otras cosas nos pasan y nosotros seguimos tratando de encontrar algo
que compense otas carencias.
Adems, he inaugurado ese OBRADOIRO con un texto mo: la
Gua elemental para elaborar un Proyecto de Investigacin
Lo aado con humildad. Dice muy poco, es muy breve, pero trata de organizar las
ideas ms elementales como para que un Proyecto de Investigacin comience a
Las puertas del OBRADOIRO estn abiertas; espero que entre buena materia prima y
salgan productos elaborados de alta calidad.
Cordialmente,
Juan
Juan Magarios de Morentin
Medrano 1670, 16, D
C1425GDB - Ciudad de Buenos Aires
ARGENTINA
Tel.Fax 54 011 4862 4813
www.archivo-semiotica.com.ar
www.centro-de-semiotica.com.ar
www.magarinos.com.ar
www.semiotica-on-line.com.ar
www.yahoogroups.com/group/semioticians
Mensaje 4800
De: "Fernando Silberstein"
Fecha: Dom Jul 11, 2004 11:19 pm
SEMITICA,
PSICOLOGA
Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS
Agrego a la lista bibliogrfica de Psicoanlisis y Semitica, el ltimo
libro de David Liberman, escrito con David Maldavsky, Psicoanlisis y
Semitica, de Paids en donde se abren nuevas ideas con respecto a los
libros anteriores de Liberman, esta vez a partir del Greimas anterior a las
modalizaciones de los aos ochenta. Ah define el estilo como una organizacin
de la significacin.
Liberman retoma a Ruesch y tambien a Rosen. Su trabajo tambien debe ser
comprendido en relacion a las investigaciones que se hicieron en la clinica
Austen Riggs en la decada del cuarenta: Schafer y sobre todo Shapiro siguiendo a
George Klein, en alguna medida Erikson, que comienzan con la idea de la
narracion y la organizacin estilstica y su interes psicolgico. Schafer muchos
aos mas tarde se va a dedicar completamente al trabajo sobre estilos
narrativos. Pero a diferencia de ellos Liberman ubica estos estilos en la
50
PSICOANLISIS
51
PSICOANLISIS
52
53
Juan
SEMITICA Y PSICOANLISIS
[Trabajo en preparacin. Junio, 2004]
NDICE
Equipo Virtual de Investigadores:
-lvarez, Dora Ivonne
-Bertolotti, Dominique
-Cerezo, R.
-Lopreto, Gladys
-Magarios de Morentin, Juan
-Marani, Alberto
-Meygide, Roxana
-Muriel, Ricardo
-Rome, Natalia
-Serrano Orejuela, Eduardo
-Silberstein, Fernando
-Soares, Licia
-Sznaider, Beatriz
-Winkler, Paula
-Zabala, Iris
INTRODUCCIN
48 Mensajes
OBRADOIRO
Gua elemental para elaborar un Proyecto de Investigacin
Mensaje 4805
De: "Alberto Marani"
PSICOANLISIS
54
Tenemos una oportunidad excelente con la que podemos contar: el lugar que nos ha
abierto Juan Magarios en la pgina de Semioticians, y darle el mejor contenido
del que seamos capaces para la difusin de esta investigacin.
Gracias a Fernando Silbertein por sus referencias. Buscaremos los textos de
Nicols de Rosa. Si alguien de nuestra lista tiene alguno, sera bueno ir
estableciendo las referencias bibliogrficas precisas de sus trabajos para
continuar armando la "base de datos" -o tal vez, por ahora, bolsa de gatos- para
procesarlos en un segundo momento. Lo mismo vale para el artculo de Anala
Korenblit.
Encontr en una biblioteca el libro de Liberman y Maldavsky, "Psicoanlisis y
Semitica". Es de 1975 y verdaderamente, como nos deca F. Silbertein,
reprersenta un avance notable respecto de trabajos. Tiene novedades muy
interesantes respecto de los trabajos anteriores, a partir de las categoras y
herramientas que toman de la cantera greimasiana.
Respecto de un mail anterior debo salvar un error: el antecedente de los
trabajos de Liberman es Jurgen Ruesch y no "H" Ruesch.
Mara Rosa del Coto me hizo notar el otro da verbalmente que no debemos omitir
a Christian Metz. Por supuesto! Se trata de un semitico pionero, creo, en esto
de cruzar -con sus calidades- hacia la vereda del Psa. Inclusive en su estudio
sobre el cine ("Psicoanlisis y cine", de la editorial Gustavo Gili, Barcelona,
1979) trabaja con las categoras de las dos disciplinas que nos ocupan. Ser
cuestin de -idelamente- completar la lista de trabajos en que este excelente
autor trabaj asociando estas disciplinas.
Saludos de
Alberto Marani.
Mensaje 4806
De: "susana tarantuviez"
Fecha: Mar Jul 13, 2004 1:23 pm
SEMITICA,
PSICOLOGA
Y
PSICOANLISIS
SEMITICA Y PSICOANLISIS
Estimadas/os Semioticians:
Solicito tengan la amabilidad de integrarme al listado de miembros virtuales
del proyecto de Investigacin sobre Semitica y Psicoanlisis. Si bien, en
esta primera etapa, creo que mi participacin ser mnima, espero comenzar a
participar activamente en unas semanas.
Un saludo cordial a todos y cada uno,
Dra. Susana Tarantuviez
Mensaje 4807
De: "susana tarantuviez"
Fecha: Mar Jul 13, 2004 3:36 pm
SEMITICA,
PSICOLOGA
SEMITICA Y PSICOANLISIS
PSICOANLISIS
55
56
PSICOANLISIS
57
[Pese a que yo tambin voy a tratar un TEMA DE ORIGEN LACANIANO, ruego a todos
los dioses que mantengamos la riqueza plural de SEMIOTICIANS. Y esto no es un
reproche a quienes han declarado su inters por el psicoanlisis y a quienes,
con satisfaccin, he ofrecido su espacio de discusin, sino ms bien A QUIENES
NO CULTIVAMOS EL PSICOANLISIS y que tenemos la tarea de continuar volcando
NUESTRA PERSPECTIVA SEMITICA EN SUS DIVERSAS Y MLTIPLES Y SIEMPRE FRUCTFERAS
MANIFESTACIONES, para riqueza de nuestro dilogo. Por de pronto, me comprometo a
volver, muy pronto, a mis temas de LA(S) SEMITICA(S) DE LAS IMGENES VISUALES
as como a LA UNIVERSIDAD DE LA CALLE.]
Voy a acercarme, SEMITICAMENTE, a un texto clsico de Lacan. No lo hago con
criterio psicoanaltico (lo que no sera especfico ni pertinente a mi tarea, si
bien desde un enfoque psicoanaltico creo que tambin habra mucho para decir),
sino porque siempre he considerado que es un ejemplo muy expresivo de cmo se
ejerce la FACULTAD SEMITICA, cuando se enfrenta el mundo y se trata de
identificar algo, un significado o algn tipo de orden, que no se haba tenido
en cuenta hasta el momento.
Menciono, como un parntesis o intervalo antes de entrar al estudio del texto
lacaniano pero ya tenindolo en cuenta, pues se trata de una de ellas, TRES
SITUACIONES que pueden ayudar a comprender cmo surge la OPERACIN SEMITICA (o
sea, muestran el funcionamiento de la FACULTAD SEMITICA) y cul sea su EFICACIA
ESPECFICA (es decir, qu le aporta al hombre el ejercicio de esa facultad).
Una, muy familiar ya para los integrantes de SEMIOTICIANS, proviene de la
expresin "LA UNIVERSIDAD DE LA CALLE". Mediante ella, como mediante TODA
EXPRESIN POTICA (y que, por ejemplo, podra ser: "quisiera hoy ser feliz de
buena gana", de Csar Vallejo), es posible constatar (o, en nuestro caso, ser
posible, si tiene xito nuestra investigacin) la presencia de determinado
fenmeno o conjunto de fenmenos, objetos o sentimientos que sin tal expresin
no podramos identificar, porque careceran de sentido (que es lo que les
confiere identidad y que es lo que le proporciona la expresin potica). O sea
que, SIN LA CORRESPONDIENTE EXPRESIN POTICA no podramos ver, ni sentir, ni
tocar, ni tomar en cuenta que existe un determinado fenmeno que se integra en
nuestro contexto existencial. De modo simtricamente inverso, considero que si
una expresin no logra hacernos ver, sentir, tocar o tener en cuenta algo que
antes no veamos, no sentamos, no tocbamos o no tenamos en cuenta, ENTONCES
NO ES UNA EXPRESIN POTICA (y algo muy semejante podramos decir respecto del
DISCURSO CIENTFICO), ya que en eso consiste la fundamental eficacia de la
FUNCIN SEMITICA: EN PRODUCIR CONOCIMIENTO. Al principio, durante el balbuceo
de nuestra humanidad, TODO ERA POTICO, todo lo que se deca (o de un modo u
otro, se expresaba) nos haca ver o sentir algo no visto ni sentido antes;
posteriormente, lo potico, en cuanto lo diferencial respecto de lo cotidiano
(que es lo que nos dice lo que ya sabemos; algo semejante a lo que P. Ricoeur
llam "la metfora muerta") va siendo ms difcil de producir. Al menos as lo
interpreto yo y lo comunico desde mi punto de vista.
Otra situacin, de stas que ayudan a comprender cmo funciona la FACULTAD
SEMITICA, desde otra perspectiva completamente diferente, es la que tomo de
Lacan, como PROPUESTA DE CONSTRUCCIN DE UN DISCURSO SIMBLICO QUE LOGRA
IMPONER
UN ORDEN SOBRE UNA SECUENCIA DE AZAR; y que todava pido un momento antes de
explicar su especfico funcionamiento.
La tercera situacin es la que est implicada en la comprensin (incurriendo,
conscientemente, en cierta circularidad) de lo que es EL ESTUDIO DE LA
SEMITICA. Por eso me opongo a admitir que sea una ciencia o una disciplina
social; es una METODOLOGA porque EXPLICA el funcionamiento de AQUELLAS
OPERACIONES MEDIANTE LAS QUE SE CREA LA SIGNIFICACIN DE LOS ENTES DEL MUNDO.
Aparentemente, es innecesaria (y en eso se basan sus detractores), porque CADA
DISCIPLINA CREA O PONE UN SIGNIFICADO ESPECFICO EN FENMENOS QUE SIN TAL
DISCIPLINA NO LO TENDRAN. El derecho construye el significado jurdico de las
acciones de los seres humanos; la economa el significado econmico de esas
acciones o de sus resultados; la fsica construye las leyes que ordenan el
acaecer de los objetos, tal como nosotros, los seres humanos, los percibimos
acaeciendo; la filosofa crea sistemas de conceptos que subsisten y se
desarrollan en la medida en que lo permite la consistencia y la fecundidad del
lenguaje cuyos trminos los nombran y cuya sintaxis los relaciona. Pero CMO
OCURRA la construccin de esos significados, o de esas leyes, o cmo un
determinado lenguaje logre dar consistencia y fecundidad a un determinado
sistema filosfico, es UNA EXPLICACIN cuya formulacin depende de lo que se
establezca que es LA DISCIPLINA SEMITICA, en cuanto METODOLOGA QUE EXPLICA EL
PROCESO DE PRODUCCIN DEL SIGNIFICADO. O la semitica es una METODOLOGA o no es
nada (ms que la tautolgica afirmacin de que LOS SIGNIFICADOS SE CONSTRUYEN
CON SIGNOS); tal es, al menos y respetando otras opciones, mi punto de vista.
Por eso me interes el ejercicio de Lacan. Dado el objetivo explicativo que le
atribuyo, en este orden de reflexiones que vengo formulando, lo descontextualizo
del psicoanlisis, sin perjuicio de que alguien, con conocimientos pertinentes,
pueda recontextualizarlo. Tambin voy a permitirme describirlo en mis propias
palabras, para obtener el resultado que pretendo.
Dada una secuencia, AL AZAR, de sucesivas presencias de UN PAR DE ENTIDADES, que
podemos identificar como "+" y "-", ES POSIBLE ENCONTRAR UNA REPRESENTACIN
SIMBLICA DE FORMAS DE ESA SUCESIVIDAD que establezca en ella UN ORDEN, o sea,
UN SIGNIFICADO (ya que EL ORDEN elimina EL AZAR y hace que sea PREVISIBLE un
determinado acontecimiento).
Para entender el concepto de "secuencia, al azar", supongamos el lanzamiento al
aire de una moneda y registremos la sucesiva aparicin, al caer, de "cara" (y
registrmosla como "+") o la aparicin de "reverso" (y registrmosla como "-").
La sustitucin de "cara" por "+" y de "reverso" por "-", no implica ninguna
PSICOANLISIS
Veo muy conveniente dar una leda al obradoiro que aparece en nuestro
espacio de semitica y psicoanlisis para que formalicemos el rumbo que
seguiremos con respecto al proyecto de investigacin sobre LA HISTORIA NO
ESCRITA DE LAS RELACIONES ENTRE SEMITICA Y PSICOANALISIS, para no perder de
vista la temtica de nuestras discusiones y hacia donde las queremos llevar.
Considerando estos puntos pongo a su consideracin, y precisamente para
afinar los aspectos de nuestro proyecto los siguientes puntos:
Ttulo: LA HISTORIA NO ESCRITA DE LAS RELACIONES ENTRE SEMITICA Y
PSICOANALISIS
1. PROBLEMA: Identificar las relaciones histricas entre la semitica y el
psicoanlisis para encontrar puntos de convergencia.
Redaccin interrogativa: Cules son las relaciones hsotrocas entre el
psicoanlisis y las dfierentes corrientes semiticas?
2. MARCO TERICO: Este punto necesita mucho desarrollo, pero me parece que
las tendencias mostradas al menos en las comunicaciones que hemos sostenido,
nos remiten a abordar el tema, desde las aportaciones de autores como Freud,
Lacan, Darrault, Saussure, Peirce. Lo cual no est agotado, seguramente hay
ms anexar, y obviamente habr que desarrollar este marco.
3. HIPTESIS: Las diferentes corrientes semiticas, histricamente han
tenido vinculacin con el psicoanlsis, existiendo entre dichas corrientes,
puntos de convergencia y divergencia con respecto a su relacin con la
disciplina psicoanaltica.
COMO ANTECEDENTE: Histricamente se han encontrado evidencias (escritos,
58
PSICOANLISIS
Voy por partes con algunas ideas acerca de los mails de Juan, Da y Paula Susana
Tauvierez.
Sobre el de Juan:
Creo que es absolutamente legtimo el abordaje del psa. por parte de otras
disciplinas. Precisamente con un fin decontructivo -que es una de las metas
posibles de ese abordaje- o con el fin, como es el ejercicio que nos muestra
Juan, para hacer el anlisis especficamente semitico de proposiciones hechas
por (psico)analistas, y hacernos ver muy claramente la Semitica en accin.
En cuanto a las cuestiones que quedan dichas por Juan, creo que no es el momento
de intercambiar puntos de vista sobre elste tpico, pero tengo varias reservas
respecto de la categora de smbolo y simblico. Precisemente, estoy
investigando algunas cosas con el objeto de presentar un trabajo, para de
discutir en la institucin a la que pertenezco, de esa categora que los
psicoanalistas (especialmente) utilizamos con excesiva ligereza. Una especie de
trabajo de elucidacin, como la llamaba el recalcitrante positivista Carnap.
Pero esta es harina de otro costal; sigo en esto los consejos de nuestro viejo
maestro Guillermo de Occam acerca de no multiplicar los entes -al menos en este
momento-.
Sobre el de Da:
Me parece oportuno ir discutiendo cuestiones de mtodo. Las hiptesis de partida
acerca de estas relaciones peligrosas tienen la ventaja de ser muy abarcativas.
Si las podemos ir ajustando en otas hiptesis derivadas y ms precisas a medida
59
que vayamos viendo el material con que contamos, creo que vamos a poder producir
avances ms audaces. Pero esto tambin vendr en los prximos das (o meses?).
Por otor lado, as como hay corrientes en la Semitica, tambin existe
diversidad en el Psicoanlisis; de modo que cuando decimos Semitica y
Psicoannlisis, en realidad creo que debemos sobreentender estas pluralidades en
ambas disciplinas. No hacerlo sera injusto y podra darnos una visin un tanto
tubular del estado de la cuestin.
Respecto al Ojetivo, me parece que est enunciado con mucha claridad y estoy
completamente de acuerdo.
Respecto del de Paula (que recoge una propuesta de Iris Z):
Por supuesto que deberemos tomar en consideracin a Lacan, pero creo
personalmente que no slo a Lacan. Hay -como vamos viendo- muchos otros
psicoanalistas que de manera explcita y productiva cruzaron al campo de la
Semitica. Respecto de Metz y su inclusin: habr que meterse un poco en sus
trabajos para ver qu intersecciones o colaboraciones encuentra entre estas dos
disciplina para sus anlisis. Por lo pronto, en la medida que estamos
recopilando fuentes, me parece que hay que incluirlo como una referencia
histrica; eventualmente podremos excluirlo fundadamente si no queda encuadrado
por nuestra hiptesis de trabajo.
Susana Tarantuviez:
Escribe acerca de la necesidad de incluir la Lingstica en la investigacin,
debido a la ubicuidad del binarismo saussuriano y de su profusa utilizacin por
parte de Lacan.
S, tambin creo que hay que incluirla, pero como marco, o como ella misma dice,
como base a tener en cuenta. Lo que en su momento dije fue que no me parece
prioritario historizar tambin las relaciones Lingstica/Psiconlisis por una
cuestin de economa de tiempo y esfuerzos. Por otro lado, mencionaba ese
trabajo ya fue realizado (y tan bien!) por M. Arriv.
Saludos para todos de
Alberto Marani.
Semitica
y
Lenguaje,
Opacidad
en la Comunicacin Terapeuta-Paciente
Jos Enrique Finol
Psiquiatra:
Equvoco
Introduccin
En su extraordinario estudio Ms all del Principio del Placer, Freud present y estudi el
caso de un nio austraco que juega a hacer desaparecer y aparecer, alternativamente, un
objeto. Cuando lo hace desaparecer el nio grita Fort! (Lejos!) y cuando lo hace
aparecer grita Da! (Aqu est!). Para Freud el nio imita las apariciones y
desapariciones de su madre, y se previene contra ello a travs de este juego. Para Lacan el
caso muestra de manera inequvoca la determinacin que el animal humano recibe del
orden simblico. Aunque Lacan slo se refiere al uso especfico de palabras como
elemento decisivo en la construccin que el nio hace de su lenguaje y de su mundo
es
la
Semitica?
Aunque la Semitica no fue fundada como disciplina cientfica sino recientemente, sus
orgenes se remontan a la antigedad griega y posteriormente a las propuestas de Locke,
quien en su Ensayo sobre el Entendimiento Humano (1690) propone una doctrina de los
signos que l denomina S?e??t???. Otros continuadores de la tradicin filosfica han sido
Johan Heinrich Lambert (1764) y Bolzano (1837). Por su lado, Galeno de Prgamo (139-199)
ya se refera al diagnstico como un proceso de s?e??s??. Pero la tradicin atribuye a las
palabras pioneras del lingista suizo Ferdinand de Saussure (1857-1913), recogidas
despus de su muerte por sus alumnos, y a las propuestas sistemticas del filsofo y
matemtico Charles Sanders Peirce (1839-1914), el impulso fundamental para el desarrollo
de este proyecto cientfico. Hoy se puede hablar de diversas escuelas semiticas entre ellas
las ms conocidas son la escuela francesa, apoyada en Saussure (Greimas, Barthes,
Kristeva, etc.); la escuela anglosajona, basada en Peirce (Morris, Sebeok, Merrell, Deely,
etc.), la escuela italiana, ms bien de carcter eclctico (Eco, Bettetini, Fabbbri, etc.), y la
escuela latinoamericana en la bsqueda de su propio camino (Veron, Silva, Santaella,
Andacht,
Escudero,
etc.)
Me ha parecido siempre que la frase premonitoria de Saussure es un excelente modo de
introducir la presentacin de la Semitica, a la que l denomin Semiologa en su Curso de
Lingstica General (1916): una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la
vida social (Saussure 1965:60, subrayados nuestros). Este vasto programa que el lingista
suizo propona aliment la investigacin semitica europea durante muchos aos y an
contina
hacindolo.
Este
proyecto
semitico
contina
expandindose.
Son tres las principales definiciones de la Semitica: a) Ciencia que estudia los sistemas
de signos: semitica es la doctrina de la naturaleza esencial y de las variedades
fundamentales de las posibles semiosis (Peirce), o tambin La Semitica tiene como
propsito una teora general de los signos en todas sus formas y manifestaciones, sean
stos animales o humanos, normales o patolgicos, lingsticos o no lingsticos,
personales o sociales (Morris 1964:1). b) Ciencia que estudia todos los procesos
culturales como procesos de comunicacin (Eco 1976:8). c) La Semitica es una teora de
la
significacin
(Greimas
1979:345).
Una
clasificacin
de
los
Signos
Peirce, segn la cual hay tres tipos fundamentales de signos: conos, ndices y Smbolos.
Los conos son signos que mantienen con su referente, con lo representado, una relacin de
semejanza. El ejemplo clsico son las fotografas o dibujos, las imgenes visuales, pero
tambin algunos gestos tienen un carcter icnico. Los ndices son aquellos signos que
tienen una relacin de contigidad o de causa-efecto con el referente. As se dice, por
ejemplo, que el humo es ndice de la existencia del fuego o que una nube negra es ndice
de la proximidad de la lluvia. Por ltimo, los smbolos son todos los signos convencionales
creados por el hombre, tales como la palabra, las sealizaciones, la escritura, etc. Se trata
sin
duda
de
los
sistemas
de
signos
ms
extendidos
y
numerosos.
Charles Morris propuso una divisin de la Semitica en tres grandes dimensiones. La
Pragmtica, que estudiara las relaciones entre los signos y sus usuarios, la Sintaxis, que
estudiara las relaciones de un signo con los otros signos, y la Semntica, que estudiara las
relaciones
del
signo
con
su
referente
o
Denotatum
Una
Teora
de
la
Significacin
Creo que el punto de vista ms adecuado para nuestro enfoque parte de la idea
greimasiana de que la Semitica debe estudiar el proceso de significacin como proceso
mnimo fundamental de todas las posibles semiosis. En tal sentido, la Semitica no slo se
interesa en interpretar un mensaje sino tambin, y sobre todo, en explicar cmo ese
mensaje significa lo que creemos que significa. El nfasis de la investigacin semitica
est, no slo en el qu sino tambin en el cmo. Se trata pues de encontrar las
articulaciones fundamentales que estructuran el mensaje, no importa si ste es un sueo o
una cancin, un rito o una danza, una vestimenta o un espacio, un chiste o un discurso
incoherente.
Para alcanzar sus objetivos el especialista en Semitica ha desarrollado mtodos propios
y tambin ha adaptado mtodos de otras disciplinas, en particular de la Lingstica, de la
Lgica y de la Matemtica. Por ser una actividad de vocacin interdisciplinaria, la Semitica
se apropia y adapta los mtodos de otras disciplinas que le permitan desarrollar su teora,
interpretar los mensajes y explicar cmo stos operan en un contexto determinado.
La
Comunicacin
A pesar de que la comunicacin nos parece a menudo un proceso simple, puesto que a
diario participamos en innumerables procesos de intercambio de informacin, un anlisis
ms detenido nos mostrar que la comunicacin es extremadamente compleja... a menudo
imposible. Con el propsito de ilustrar esta enorme dificultad de comunicacin, necesaria
para una interaccin exitosa, veamos un modelo general de las variables que intervienen
en un proceso de comunicacin.
Este modelo general pretende, a pesar de sus limitaciones, mostrar que el proceso de
comunicacin es una totalidad en la que intervienen complejos procesos derivados de
sistemas que van de una extrema complejidad, como el lenguaje verbal, hasta aquellos de
estructuracin relativamente simple, como el cdigo cromtico, por ejemplo. Cuando se
trata del lenguaje, el proceso no incluye slo las palabras sino todo lo que en general se
puede llamar el paralenguaje: la vestimenta, los gestos, la entonacin, los movimientos, el
lenguaje corporal, los signos proxmicos y kinsicos, etc. A ello hay que agregar todos los
aspectos psquicos y somticos presentes.
El acto del lenguaje no es un fragmento de vida psquica aislado de otras funciones. Toda
manifestacin de lenguaje supone la actividad de todo el organismo y de todos los aspectos
de la vida psquica, organizada en la ACTITUD DE LENGUAJE, cuyo efecto exterior es la
expresin. La actividad interior que la precede es por completo tan importante como su
resultado exterior (Slama-Cazacu 1970: 311-12).
En el modelo vemos, en primer lugar, que el emisor (E) y el receptor (R), lo mismo que
el canal y el mensaje, forman parte de un contexto situacional en el cual numerosas
variables intervienen y que, de un modo u otro, de forma consciente o inconsciente para
ellos, afectan el proceso comunicacional como un todo. Ningn proceso de comunicacin
puede escapar al contexto, a las variables histrico-culturales y a las condiciones sociales
de las cuales todos los elementos son parte y que, en modos que a veces ni imaginamos,
estn presentes para coadyuvar a la construccin de un sentido, concepto que podramos
definir, de modo operativo y sencillo, como la resultante de la conjuncin de un significado
ms un contexto. Un fenmeno permanece inexplicable en tanto el margen de
observacin no es suficientemente amplio como para incluir el contexto en el que dicho
fenmeno
tiene
lugar
(Watzlawick
et
al.
1973:22).
Los diferentes tipos de contexto pueden ser clasificados en contexto sintagmtico, que
es aquel en el cual se inserta un signo o conjunto de signos con otros signos de su misma o
de diferente naturaleza, no importa si stos son lingisticos o no; el contexto situacional,
que es aquel que incluye las variables presenciales de la comunicacin, tales como espacio,
tiempo, actores, etc.; y el contexto socio-cultural, que incluye todas las variables de orden
social y cultural que, de una manera u otra, estn presentes en la historia personal de los
actores.
Veamos un modelo de significacin. Saussure nos propuso un anlisis binario del signo.
Para l se trata de una entidad bifacial, compuesta por un Significante y un Significado, una
imagen sonora y un concepto. Pero el aporte decisivo de Saussure en su concepcin del
Significado y del Significante es su nocin de la diferencia. Como lo explica Greimas, lo que
signo
mdico:
el
sntoma
Psiquiatra:
La
comunicacin
paciente-terapeuta
de
la
comunicacin
facilitar
una
comunicacin
ms
eficaz?
experiencia-
lo
que
facilitar
el
xito
de
la
interaccin
terapeuta-paciente.
Codificacin
(Paciente)
Codificacin
(Terapeuta)
--> Decodificacin
(Terapeuta)
--> Decodificacin
(Paciente)
--> Recodificacin
(Terapeuta)
--> Segunda Codificacin
(Paciente)
--> Interpretacin
(Terapeuta)
...
-->
la
que
surge
de
esta
alteridad.
DM
DM
Falo
S1
$
Un significante representa a un sujeto, permitir que las leyes de la cadena lo represente
ante
otro
significante.
Esto permite decir a Lacan que si bien el psictico est dentro del lenguaje, est fuera de
discurso, ya que es el discurso del inconsciente, en el que el agente es la significacin
flica:
S1
S2
de
un
goce
ilimitado.
Para Lacan, la subjetividad es definida como la sintaxis que engendra en lo real una
determinacin simblica. Es una forma de situar los tres rdenes de la estructura en el
campo de la lengua. Este desprendimiento de una determinacin simblica marca en lo
real un antes y un despus mtico que slo es pensable a partir del smbolo.
La suposicin de un sujeto, del ser de un sujeto en lo real por parte del Otro, le dar
posibilidad de existencia simblica. Esta suposicin engendra un juego de palabras que
producen el efecto sujeto entre significante y significado. Surge as, en el intervalo, en la
indeterminacin entre significante y significado, y solo le dar determinacin la
significacin flica, consistencia siempre fallida por otra parte: el soy que otorga el I (A). Sin
embargo, esto regir la relacin del sujeto con su yo, producindose un abrochamiento
segn el cual los significados en lo imaginario estarn dentro de ciertos lmites. El yo ( je)
determinado por el lenguaje introducir efectos de sentido en el yo (moi). Estos lmites
estarn regidos por la Ley que introduce la metfora paterna, ley que limita los efectos de
sentido y por tanto, de significacin subjetiva.
Situar la psicosis en el campo del psicoanlisis implica sostener que la funcin de sujeto
acarrea efectos en esta estructura; el sujeto psictico habla, y esto quiere que est inmerso
en la estructura del lenguaje, sin embargo, los mecanismos que lo separan de la neurosis
radican justamente en que se trata de un lenguaje que no lo incluye como sujeto en la
funcin flica. Al no producirse determinaciones simblicas, que implican efectos entre los
tres rdenes, aparecen estos desanudados, y es por eso que la indeterminacin en el
psictico alcanza niveles absolutos, no de divisin, como en el neurtico. Esto hace que el
asunto de la certeza sea crucial en esta estructura, ya que all donde en el neurtico falla el
ser, surge la pregunta que apela al saber inconsciente; en cambio en la psicosis, all donde
surgira la pregunta, surge el goce, bien sea en forma de fenmenos elementales o de
certeza paranoica. Que lo rechazado en lo simblico retorne desde lo real habla de la falla
simblica por la que el sujeto no puede representarse a nivel de los significados que
produce y por lo tanto, no le es posible responder al ser con el saber.
La prdida de goce que opera la metfora paterna, y su recuperacin en el significante,
est reservada a aquellos que pueden significar est prdida. El goce sin lmites del
psictico lo obligar a intentar una identificacin en la que pueda sostenerse. El delirio
cumplir esta funcin, pero ser necesario que pueda delirar, el trabajo analtico lo
intentar en la direccin de la cura.
El Nombre del Padre, siendo el lugar donde confluyen el significante en tanto diferencia
con la ley de la significacin, se sostiene sin otra garanta que su propia enunciacin. Si
el
separador
flico.
El Nombre del Padre es la entrada al discurso que rige el falo, el origen de la normatizacin
flica del goce del objeto, como nica referencia a la sexualidad en el inconsciente. Es as
como la sexualidad humana entra en las leyes del discurso. La represin del significante en
tanto tal har surgir la pregunta por el ser en el orden del saber inconsciente, esta marca
invisible referir a la diferencia significante y har surgir en el Otro las representaciones del
sujeto en tanto sexuado. Lacan deca que ser padre o ser muerto implica saber algo sobre
ello. La exclusin en el psictico de la posibilidad de recibir su propio mensaje en forma
invertida, har que estas preguntas aparezcan desde lo real, sin sujeto que las formule,
como respuestas, como voces des-encadenadas del efecto sujeto. Esto va a tener
consecuencias a todos los niveles de la identificacin pues hace que el psicotico no pueda
asumir una determinacin subjetiva sexuada lo que es determinacin en el ser padre.
El objeto del fantasma psictico no podr servirle como sostn del deseo, el goce ilimitado
con que se encuentra tiene que ver precisamente con que no hay una contencin
significante en el fantasma, el objeto no est incluido en el - de la castracin.
Colette Soler, en Psicosis y Psicoanlisis presenta un caso, el de Marlene, una paciente
psictica que llega a hacerse la pregunta de Qu ser? Enumera siete eventuales
identificaciones, siete significantes bajo los cuales ubicarse, y enuncia la imposibilidad de
hacerse representar por alguno de ellos. La salida, la posibilidad octava, es la muerte;
matarse como nica posibilidad imaginada de separacin del goce que la invade. La
novena es recomenzar de nuevo la serie, girar en redondo. Soler sita el llamado al
analista entre el matarse y el girar en redondo, llamado que solicita al analista para
ocupar un lugar superyoico, un significante Amo prestado que le diga: T sers, que
provea un punto de apoyo, una posibilidad de identificacin. Sin embargo el analista no
podr complacerla, el silencio la llevar al Otro de las bibliotecas, pero los libros que lee
la dejan sin certeza, en la deriva de su carencia de identidad. Sin embargo, los episodios
delirantes son solamente dos en ocho aos de anlisis; en ese caso el lazo con el analista
parece impedir el delirio y producir ms bien una deriva significante hacia el Otro de las
bibliotecas. Soler subraya que el analista, prestando su presencia, presta ms de lo que
puede imaginarse. Este caso, tal como lo dice Soler al inicio de su artculo, es un caso
paradigmtico y que por lo mismo, ilustra bien el problema de la identidad en la psicosis.
Marlene, en vez de encontrar en el anlisis de una identificacin, va el delirio, encuentra
una interminable deriva significante. Sin embargo, la presencia de la analista es la que lo
permite, produciendo la identificacin al nivel mismo del nombre de la paciente, Marlene, la
mujer ms solar de la historia, segn la madre de este sujeto.
Los efectos catastrficos que conlleva para el psictico su posicin subjetiva, hacen que
clame por un separador del goce; el lugar del analista parece, en este caso, producir el
efecto separador: el silencio produce la deriva, evitando el salto en lo real, fuera de la
cadena. La falta de paranoia de Marlene le resta certeza de ser. Soler marca su diferencia
con Schreber, cuya paranoia tiene una certeza que le viene del Otro, ser la mujer de Dios,
lo que le permite fijar all su goce e inscribirse en el Otro a partir de la metfora delirante.
La estructura psicotica adolece de inscripcin en el Otro, sin embargo, busca las formas de
hacerlo, una de ellas es visitar a un analista, la demanda de anlisis de un psictico debera
ser la mejor prueba de su condicin de sujeto.
un
control
sobre
ello.
Este caso, casi un contra ejemplo de una poca donde se dice que la culpa ha decado, me
da la posibilidad de pensar tres cosas principalmente: primero, que el Otro que no existe no
puede considerarse como un absoluto. Segundo, la culpa como respuesta a la angustia. Y
tercero, una pregunta: acaso el excluido y errante de nuestra poca es el sujeto
responsable?
2.- Sujeto dividido y angustiado
La angustia es, por excelencia, el afecto del sujeto dividido.1 Tomo como punto de partida
esta cita de Miller pues considero al sujeto dividido el operador fundamental de las
posibilidades de accin del psicoanlisis, y para el tema que hoy nos convoca, una
condicin para hacer frente a la angustia. Extraigo, entonces, esta idea: es posible suprimir
el
afecto,
la
angustia,
conservando
al
sujeto
dividido.
Pasemos a considerar cundo el sujeto dividido est angustiado. Para ello es necesario
contar con una definicin de la angustia. Tenemos, fundamentalmente, dos registros para
definirla: lo real y el Otro. Lacan inicia el seminario La Angustia con esta frmula: La
angustia es el signo del deseo del Otro pero ms adelante, en el mismo seminario, esta
frmula es sobrepasada por otra: La angustia es una seal de lo real, de ello deduce
Miller que la funcin esencial de la angustia no es su relacin con el deseo sino su relacin
con
lo
real.2
Tenemos, entonces, estas dos vertientes diferentes para pensar al sujeto angustiado. La
primera en los registros simblico e imaginario, y la segunda en el real. Pero encuentro
tambin un punto en comn entre ellas, el de cumplir una funcin con respecto a lo que se
presenta para el sujeto como enigma: la funcin de anunciar un Otro deseante o la de
sealar,
all,
lo
real.
fenmeno o accin que representa a otro) del deseo del Otro, se suscita en la medida en
que el deseo del Otro ubica al sujeto en posicin de espera en relacin con el punto donde
ese deseo, sin ser reconocido, lo implica3, es lo que Freud llamaba espera ansiosa,
expectativa angustiada. La relacin al Otro se ve afectada por la presencia de su deseo,
pues si desea es porque hay all una falta a colmar, en la cual entra el sujeto como lo que
puede colmar dicho deseo. Pero, en calidad de qu? Esto es precisamente lo que l no
sabe, por ello, el enigma viene al lugar donde el sujeto no sabe lo que es en dicho deseo.
Esta posicin subjetiva la formula Lacan con la expresin Qu me quiere? (Che vuoi?), lo
que da cuenta de que no se trata de un Otro absolutamente ajeno al sujeto, que dirige su
deseo en cualquier direccin, sino que lo dirige hacia l, por consiguiente, es el sujeto
mismo quien lo causa. En tanto qu? En tanto objeto, llamado objeto a. Es as como el
sujeto, en posicin de objeto, divide al Otro y, de esta manera, lo hace deseante. Se trata
entonces del estatuto enigmtico no slo del deseo sino del sujeto mismo que desconoce
que si el deseo que viene del Otro lo angustia, es porque l se sita como objeto que lo
causa.
Con respecto a la segunda frmula, tenemos que la angustia en su funcin de seal (marca
que permite distinguir una cosa de otra) muestra, valga la redundancia, seala lo real. Con
Freud diramos que se trata de la emergencia de un afecto displacentero que indica un
peligro, cuando el sujeto queda ante la exigencia pulsional sin ninguna proteccin. Este
peligro es el valor dado a la insatisfaccin provocada por el incremento de las magnitudes
de estmulo que esperan ser tramitadas. Freud encuentra un enlace entre esta dimensin
econmica con la prdida del objeto, la madre, en tanto su presencia posibilita la
disminucin del displacer. En otras palabras, la angustia anuncia el peligro que corre el
sujeto frente al incremento de la exigencia pulsional en ausencia del objeto madre. Ahora
bien, se trata hasta aqu de la ausencia del objeto del deseo, pero su desaparicin va
acompaada de la emergencia de la exigencia pulsional tomada como objeto real; se
podra decir: el objeto real viene al lugar del objeto causa de deseo. Lo explica Lacan en su
seminario La angustia cuando dice que se produce la emergencia del objeto real del goce,
de all que no sea una angustia sin objeto, y que, ms bien, lo que esta angustia seala es
la
naturaleza
no
significante
del
objeto.
respuesta del Otro, no alcanzan a eliminar ese resto que ella deja como insoluble. Es esta la
angustia que no se cura, pero ante la cual hay que abrirse paso. Franois Leguil propone
incluso conservarla para que el sujeto, desde su divisin, pueda saber sobre la funcin que
ella cumple, pero para hacerlo es necesario desangustiar, en el sentido de privar a la
angustia de sus desarrollos y manifestaciones. Lo dice as: calmar el fenmeno. . . sin
privar al sujeto de esta angustia seal.4
3.- Sujeto dividido y responsable
La actualidad nos confronta con las diversas formas que el goce elige como su efecto (del
cuerpo, de las adicciones, . . . ), el sujeto dividido es solo una de ellas. Que este sujeto
dividido est presente en la angustia, hace de ella una aliada para el psicoanlisis en la
contemporaneidad ante esos otros efectos de goce, ya que De nuestra posicin de sujeto
somos siempre responsables, dice Lacan. Ahora bien, la angustia es un ndice del sujeto
dividido, pero ello no quiere decir que bajo la incidencia de este afecto l se implique en su
responsabilidad, se requiere para ello algo ms: desangustiar, de la manera como lo
plantea
Leguil.
hay
que
aliviarla,
si
se
puede5
La culpa es una demanda experimentada como prohibida por cuanto mata el deseo, La
demanda prohibida afecta al deseo, lo hace desaparecer, lo mata6, de all que finalmente
la culpa del sujeto es de haber cedido en su deseo. Esto la diferencia de la angustia que es
signo
del
deseo
del
Otro.
Se plantea que en nuestra poca la culpa ha decado, como lo dije al principio, y que de lo
que se trata en la actualidad es de un impasse tico, expresin de Miller que se puede
entender a partir de la idea de un goce imperativo por fuera de la ley, debido al
desfallecimiento de los ideales, y la dificultad por formular la pregunta sobre el deseo que
all
se
satisface.
Este goce por fuera de la ley, lo hace ser un goce errante, del lado de lo real, para el cual,
quiz, la culpa podra venir a ser un llamado al Otro que venga a legislar la pretensin del
sujeto
al
goce.
del goce ante la inexistencia del Otro que lo site, del desplazamiento de la exigencia
super-yoica de la renuncia, al imperativo goza!, Cul es el estatuto de la culpa?