Monseñor Quijote - Graham Greene
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GRAHAM GREENE
MONSEOR QUIJOTE
Monseor Quijote
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PRIMERA PARTE
I
DE CMO EL PADRE QUIJOTE
SE CONVIRTIO EN MONSEOR
Ocurri de este modo. El padre Quijote haba ordenado su almuerzo solitario a su ama de
llaves y se puso en camino para comprar vino en una cooperativa del lugar, a ocho kilmetros
de El Toboso, en la carretera general de Valencia. Era un da en que el calor gravitaba, trmulo,
sobre los campos secos, y no haba aire acondicionado en el Seat 850 que haba comprado,
siendo ya de segunda mano, ocho aos antes. Mientras conduca, pensaba con tristeza en el da
en que tendra que buscar un coche nuevo. Hay que multiplicar por siete la edad de un perro
para que equivalga a la de un hombre. Y, segn este clculo, su coche estara an entrando en la
edad mediana, pero notaba que sus feligreses empezaban ya a considerar casi senil a su Seat
850. No puede fiarse de l, Don Quijote, le advertan, y l slo podra responder: Hemos
pasado juntos muchos malos ratos, y pido a Dios que pueda sobrevivirme. Tantas plegarias
suyas haban quedado sin respuesta, que sustentaba esperanzas de que sta se hubiese incrustado
como cera permanente en el odo Eterno.
Distingua el trazado de la carretera general gracias a las nubecillas de humo levantadas
por los coches en trnsito. Al volante del Seat, le inquietaba la suerte del vehculo al que, en
memoria de su antepasado, llamaba mi Rocinante. No soportaba la idea de que su cochecito
se oxidase sobre un montn de chatarra. Haba pensado a veces en comprar una pequea parcela
para dejarla en herencia a uno de sus feligreses, a condicin de que ste reservase un rincn
abrigado para el descanso de su automvil, pero no haba ninguno a quien pudiese confiar el
cumplimiento de este deseo, y, de todos modos, era inevitable una muerte lenta por oxidacin, y
quiz la trituradora de un cementerio de coches sera un final ms misericordioso. Pensando en
todo esto por centsima vez, casi embisti contra un Mercedes negro que estaba estacionado,
inmvil en la curva de la carretera general. Supuso que la figura vestida de negro que se hallaba
al volante estaba descansando del largo trayecto entre Valencia y Madrid, y sigui su camino,
sin hacer un alto, para comprar una garrafa de vino en la cooperativa; hasta la vuelta no repar
en un alzacuello blanco, como un pauelo que pidiese socorro. Cmo era posible, se pregunt,
que uno de sus hermanos sacerdotes pudiese costearse un Mercedes? Pero al parar vio por
debajo del cuello un peto morado que delataba la dignidad de monseor, como mnimo, si no de
obispo.
El padre Quijote tena motivos para temer a los obispos; era muy consciente de la gran
antipata que senta por l su propio obispo, quien le consideraba poco ms que un campesino,
pese a su eminente antecesor.
Cmo puede descender de un personaje de ficcin? haba preguntado el obispo en
una conversacin privada de la que puntualmente fue informado el padre Quijote.
El hombre con quien el obispo conversaba contest, sorprendido:
Un personaje de ficcin?
Un personaje de una novela de un escritor sobrestimado que se llamaba Cervantes; ms
an, una novela con muchos pasajes repulsivos que en los tiempos del Generalsimo ni siquiera
hubieran pasado la censura.
Pero, Excelencia, ah tiene usted la casa de Dulcinea en El Toboso. All lo tiene en una
placa: la casa de Dulcinea.
Un reclamo para turistas. Pero bueno prosigui el obispo speramente, Quijote no
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cascos y trajes espaciales, que bien podran haber sido confeccionados por el mismo sastre, no
se imaginaba a ninguno de ellos en compaa de Gabriel o de Miguel, y mucho menos de
Lucifer, si en lugar de ascender hacia el reino de Dios su nave espacial deba caer en picada
hacia las regiones infernales.
Ha recibido una carta le dijo Teresa, con recelo. No saba dnde encontrarle.
Estaba al final de la calle, hablando con el alcalde.
Con ese hereje.
Si no hubiera herejes, Teresa, poca labor tendra un sacerdote.
Es una carta del obispo le gru ella.
Oh, Dios mo, Dos mo.
Permaneci sentado largo rato con la carta en las manos temiendo abrirla. No recordaba
ni una sola carta del obispo que no contuviese una queja de uno u otro gnero. Hubo una vez,
por ejemplo, en que haba desviado la ofrenda de Pascua, que tradicionalmente iba a parar a su
bolsillo, hacia las arcas del representante de una institucin benfica con el respetable nombre
latino de In Vinculis, creada para atender las necesidades espirituales de los pobres presos. Fue
una accin de generosidad personal que de algn modo lleg a los odos del obispo despus de
que el recaudador del donativo hubiera sido detenido por organizar la fuga de ciertos enemigos
encarcelados del Generalsimo. El obispo le haba llamado imbcil, vocablo que Cristo haba
desaprobado. El alcalde, por su parte, le dio unas palmadas en la espalda y le llam digno
descendiente de su magno antepasado, que haba liberado a los galeotes. Y luego hubo aquella
vez... y tambin aquella otra... Habra tomado un vaso de Mlaga para darse nimos si hubiera
quedado algo despus de agasajar al obispo de Motopo.
Rompi con un suspiro el sello rojo y abri el sobre. Como haba temido, la carta pareca
haber sido escrita con una fra clera. He recibido de Roma una carta totalmente
incomprensible, escriba el obispo, que al principio tom por una broma del peor gusto,
imitando un estilo eclesistico y posiblemente inspirada por un miembro de esa organizacin
comunista a la que usted crey su deber apoyar por motivos que siempre me han parecido
oscuros. Pero, al solicitar confirmacin, he recibido hoy una brusca carta ratificando la primera
misiva, y pidindome que le comunique a usted de inmediato que el Santo Padre ha estimado
conveniente (no es de mi incumbencia indagar por qu extraa inspiracin del Espritu Santo)
elevarle a la dignidad de monseor1, al parecer debido a la recomendacin de un tal obispo de
Motopo, de quien jams he odo hablar y sin que se haga la menor mencin de mi persona, de
quien debera haber partido normalmente dicha recomendacin: casi no necesito aadir que ella
sera una accin harto improbable por mi parte. He obedecido al Santo Padre al transmitirle a
usted esta noticia, y slo me resta orar para que usted no deshonre el ttulo que l ha
considerado pertinente otorgarle. Ciertos escndalos que fueron olvidados nicamente porque
procedan de la ignorancia del prroco de El Toboso tendran mucha ms resonancia si los
provocase la imprudencia de monseor Quijote. Prudencia, pues, prudencia, mi querido padre,
se lo ruego. No obstante, he escrito a Roma sealando el absurdo de que una pequea parroquia
como El Toboso sea regida por un monseor, distincin que suscitar la envidia de muchos
sacerdotes meritorios de La Mancha, y solicitando ayuda para hallar ms amplio campo a sus
actividades pastorales, quizs en otra dicesis o incluso en las misiones.
Cerr la carta, que cay al suelo.
Qu dice el obispo? inquiri Teresa.
Quiere alejarme de El Toboso respondi el padre Quijote, con un tono tan
desesperado que Teresa volvi rpidamente a la cocina para no ver los ojos tristes del prroco.
Ttulo honorfico que concede el Papa a los sacerdotes, y que conlleva el tratamiento de
Ilustrsima. (N. del T.)
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II
DE CMO MONSEOR QUIJOTE
EMPRENDI SUS VIAJES
1
Una semana despus de que el padre Quijote hubiera recibido la carta del obispo, sucedi
que se celebraban elecciones locales en la regin de La Mancha, y el alcalde de El Toboso sufri
una derrota inesperada. Las fuerzas de la derecha dijo al padre Quijote se han reagrupado,
buscan otro Caudillo, y le habl de ciertas intrigas sobre las cuales estaba muy bien informado,
urdidas por el mecnico, el carnicero y el propietario del restaurante mediocre, quien, al parecer,
deseaba ampliar su negocio. Aadi que un misterioso desconocido haba prestado dinero al
mesonero, y que ste se haba comprado un congelador nuevo. De algn modo que el padre
Quijote era completamente incapaz de analizar, el asunto haba influido grandemente en el
resultado de las elecciones.
Yo me desentiendo de El Toboso dijo el alcalde.
Y a m me va a expulsar el obispo confes el padre Quijote. Y le cont su triste
historia.
Yo podra haberle advertido. Eso le pasa por confiar en la Iglesia.
No se trata de la Iglesia, sino de un obispo. Yo, Dios me perdone, nunca me he
preocupado por el mo. Pero lo de usted, es muy distinto. Lo siento, muchsimo por usted,
querido amigo. Su partido le ha dejado en la estacada, Sancho.
El alcalde se apellidaba Zancas, que era el sobrenombre del Sancho Panza original en el
relato verdico de Cervantes, y aunque se llamaba Enrique, consenta al padre Quijote, amigo
suyo, que le pinchase llamndole Sancho.
No se trata de mi partido. Me han hecho esto tres hombres solos dijo y mencion de
nuevo al carnicero, al mecnico y el asunto del congelador. Hay traidores en todos los
partidos. En el suyo tambin, padre Quijote. Hubo un Judas...
Y en el suyo un Stalin.
No me venga ahora con esa cantinela rancia.
La historia de Judas es aun ms antigua.
Alejandro VI.
Trostki. Aunque me figuro que ahora le permitirn a usted tener una opinin distinta
sobre Trostki.
Haba muy poca lgica en su discusin, pero era lo ms cerca que haban estado nunca de
una disputa.
Y qu me dice de su opinin sobre Judas? Es un santo de la iglesia etope.
Sancho, Sancho, nuestra discrepancia es demasiado profunda para que nos peleemos.
Vamos a mi casa a tomar un vaso de Mlaga... Oh, me haba olvidado de que el obispo termin
la botella.
El obispo... No me diga que ese granuja...
Fue otro obispo distinto. Un buen hombre, pero aun as es la causa de mis, problemas.
Mejor que venga a mi casa a tomar un trago de un vodka decente.
Vodka?
Un vodka polaco, padre. De un pas catlico.
Era la primera vez que el padre Quijote probaba el vodka. El primer vaso le pareci
inspido; el segundo le produjo una sensacin de euforia.
Echar de menos los deberes de su cargo, Sancho.
Tengo la intencin de tomarme unas vacaciones. No he salido de El Toboso desde la
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Salamanca) sabr aprovechar la corriente mejor que un hombre ms viejo. Como usted
supondr, he escrito al arzobispo a propsito de su futuro, y tengo muy pocas dudas de que, para
cuando usted vuelva de sus vacaciones, ya le habremos encontrado una esfera de accin ms
apropiada y con deberes ms livianos que los de El Toboso para un sacerdote de su edad rango.
La carta era an peor de lo que el padre Quijote haba esperado, y aguard con creciente
inquietud la llegada del padre Herrera. Dijo a Teresa que el, sustituto deba tomar inmediata
posesin de su dormitorio, y le pidi que buscara, a ser posible, un catre plegable para la sala.
Si no encuentra ninguno dijo, me arreglar perfectamente con la butaca. He
dormido ah muchas veces por la tarde.
Ya que es djele que duerma l en la butaca.
Por el momento es mi husped, Teresa.
Qu quiere decir eso de por el momento?
Creo que es probable que el obispo le nombre mi sucesor en El Toboso. Me voy
haciendo viejo, Teresa.
Si fuera tan viejo no debera andar correteando por ah, slo el buen Dios sabe dnde.
De todas formas, no piense que voy a trabajar para otro cura.
Dle una oportunidad, Teresa, dle una oportunidad. Pero no le diga, bajo ningn
concepto, el secreto de sus admirables filetes.
Transcurrieron tres das y lleg el padre Herrera. El padre Quijote, que haba ido a charlar
con el ex alcalde, encentro al joven sacerdote en el umbral, con una elegante maleta negra.
Teresa le estaba obstruyendo la entrada, con un trapo de cocina en la mano. El padre Herrera
quiz fuese de natural plido, pero pareca agitado y el sol brillaba en su alzacuello.
Monseor Quijote? pregunt. Soy el padre Herrera. Esta mujer no me deja
entrar.
Teresa, Teresa, qu descorts por su parte. Ha olvidado sus modales? Es nuestro
husped. Vaya a prepararle una taza de caf.
No, por favor, no. Nunca tomo caf. Me desvela por la noche.
Una vez en la sala, el padre Herrera se instal sin titubeos en la nica butaca.
Qu mujer ms violenta dijo. Le he dicho que me enviaba el obispo y me ha
contestado algo muy grosero.
Tiene sus prejuicios, como todos nosotros.
Al obispo no le hubiera complacido.
Bueno, l no la ha odo, y nosotros no vamos a decrselo, verdad?
Me ha chocado mucho, monseor.
Deseara que no me llamase monseor. Llmeme padre, si quiere. Soy lo bastante viejo
para ser su padre. Tiene usted experiencia en la labor parroquial?
No experiencia directa. He sido secretario de Su Excelencia durante tres aos. Desde
que sal de Salamanca.
Al principio quiz le parezca difcil. Hay muchas Teresas en El Toboso. Pero estoy
seguro de que usted aprender rpidamente. Es usted doctor en... djeme recordar.
Teologa moral.
Ah, siempre me ha parecido una materia muy difcil. Estuve a punto de suspenderla...
Incluso en Madrid.
Veo que tiene la obra del padre Heribert Jone en la estantera. Alemn. Muy
competente en el tema, sin embargo.
Me temo que no lo he ledo desde hace muchos aos.
Como usted comprender, la teologa moral no figura en un lugar destacado de la labor
parroquial.
Yo hubiera pensado que es esencial. En el confesionario.
Cuando el panadero, o el mecnico acude a m, cosa que no ocurre con frecuencia, sus
problemas suelen ser muy sencillos. Bueno, confo en mi instinto. No tengo tiempo de consultar
sus problemas con Jone.
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El instinto tiene que tener una base slida, monseor... Perdn: padre.
Oh s, claro, una base slida. S. Pero lo mismo que mi antepasado, quiz deposito ms
confianza en libros antiguos, escritos antes de que Jone hubiera nacido.
Pero los libros de su antepasado eran solamente de caballera, no es cierto?
Pues quiz los mos, a su modo son tambin de caballera. San Juan de la Cruz, santa
Teresa, san Francisco de Sales. Y los Evangelios, padre. Djanos subir a Jerusaln y morir con
l. Don Quijote no hubiera podido expresarlo mejor que santo Toms.
Oh, desde luego, hay que aceptar el Evangelio, naturalmente dijo el padre Herrera,
con el tono de alguien que cediera a su adversario una porcin de terreno pequea y sin
importancia . De todas maneras, Jone es muy slido en teologa moral, mucho. Deca usted,
padre?
Oh nada. Una perogrullada que no tengo derecho a decir. Iba a aadir que otra base
firme es el amor de Dios.
Claro, claro. Pero tampoco debemos olvidar Su justicia. Est de acuerdo, monseor?
S, supongo que s.
Jone hace una distincin muy clara entre amor y justicia.
Ha cursado estudios de secretario, padre? Despus de Salamanca, me refiero.
Naturalmente. S escribir a mquina y puedo afirmar sin jactancia que soy muy buen
taqugrafo.
Teresa asom la cabeza por la puerta.
Almorzar usted un filete, padre?
Dos filetes, por favor, Teresa.
Al volverse el padre Herrera, la luz del sol centelle de nuevo sobre su alzacuello: los
destellos eran como las seales de un heligrafo que estuviera transmitiendo... qu mensaje? El
padre Quijote pens que nunca habla visto un sobrecuello ms limpio, ni de hecho, un hombre
tan aseado. Tan tersa y blanca era su piel, que se hubiera credo que nunca haba necesitado
maquinilla de afeitar. Eso me pasa por vivir desde hace tanto tiempo en El Toboso se dijo. Soy
un tosco campesino. Vivo muy lejos de Salamanca.
3
Lleg por fin el da de la partida. El mecnico haba dictaminado, aunque de bastante
mala gana, que Rocinante estaba listo para el viaje.
No puedo garantizar nada dijo. Debera haberlo jubilado hace cinco aos. As y
todo, tendra que llegar hasta Madrid.
Y volver, espero dijo el padre Quijote.
Eso ya es otro cantar.
El alcalde contena a duras penas su impaciencia por partir.
No quera ver a su sucesor instalado en su puesto.
Un fascista funesto, padre. Pronto volveremos a los tiempos de Franco.
Que Dios d descanso a su alma agreg el padre Quijote, con un cierto automatismo.
l no tena alma. Si tal cosa existe.
Las maletas llenaron el bal de Rocinante, y cuatro cajas de un buen vino manchego
ocuparon el asiento trasero.
Uno no puede fiarse del vino de Madrid dijo el alcalde. Gracias a m tenemos aqu
una cooperativa honrada.
Por qu tenemos que ir a Madrid? inquiri el padre Quijote. Recuerdo que tena
aversin a esa ciudad cuando era estudiante, y no he vuelto nunca desde entonces. Por qu no
cogemos la carretera de Cuenca? Me han dicho que es una ciudad preciosa y est mucho ms
cerca de El Toboso. No quiero reventar a Rocinante.
Dudo que en Cuenca pueda comprar calcetines morados.
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III
DE CMO ALGUNA LUZ FUE
PROYECTADA SOBRE LA
SANTSIMA TRINIDAD
No hay mucha distancia desde El Toboso a Madrid, pero con el paso inseguro de
Rocinante y la cola de camiones que se extenda delante, el atardecer sorprendi en la carretera
al padre Quijote y al alcalde.
Tengo hambre y sed se quej el alcalde.
Y Rocinante est muy cansado dijo el padre Quijote.
Ojal encontrramos una posada, aunque el vino de esta carretera general no es de fiar.
Llevamos cantidad de buen manchego.
Pero no comida. Necesito comer.
Teresa insisti en poner un paquete en el asiento de atrs. Me dijo que por si surga una
emergencia. Me temo que no tena ms confianza que el mecnico en el pobre Rocinante.
Pero esto es una emergencia dijo el alcalde.
El padre Quijote abri el paquete.
Alabado sea Dios dijo un gran queso manchego, salchichas ahumadas y hasta dos
vasos y dos cuchillos.
No s nada de alabar a Dios, pero sin duda hay que alabar a Teresa.
Oh, bueno, probablemente sea lo mismo, Sancho. Todas nuestras buenas acciones son
actos de Dios, as como las malas son actos del demonio.
En ese caso debe perdonar a nuestro pobre Stalin replic el alcalde, porque quizs
el nico responsable fue el demonio.
Circulaban muy despacio, buscando un rbol que les diese sombra, porque el sol poniente
caa bajo y oblicuo sobre los campos, deshaciendo las sombras en franjas demasiado finas para
que dos hombres se cobijasen a gusto en ellas. Por fin hallaron lo que necesitaban, bajo la pared
en ruinas de un cobertizo que perteneca a una granja abandonada. Alguien haba pintado
toscamente una hoz y un martillo rojos sobre la piedra desmoronada.
Hubiera preferido una cruz para comer a su sombra dijo el padre Quijote.
Qu ms da? La cruz o el martillo no cambiarn el sabor del queso. Adems, hay
mucha diferencia entre las dos cosas? Ambos son protestas contra la injusticia.
Pero los resultados fueron algo distintos. El uno cre la tirana, y la otra la caridad.
Tirana? Caridad? Qu me dice de la Inquisicin y de nuestro gran patriota
Torquemada?
Menos personas padecieron a Torquemada que a Stalin.
Est usted completamente seguro de eso, comparando la poblacin de Rusia en la
poca de Stalin y la de Espaa en la de Torquemada?
No soy experto en estadstica, Sancho. Abra una botella, si tiene sacacorchos.
Siempre llevo uno. Pero usted tiene los cuchillos. Pleme una salchicha, padre.
Torquemada pensaba por lo menos que enviaba a sus vctimas a la dicha eterna.
Y quiz Stalin tambin. Ms vale dejar aparte los motivos, padre. Los motivos de la
mente humana son un misterio. Este vino habra estado mucho mejor fro. Ojal hubiramos
encontrado un arroyo. Maana tenemos que comprar un termo, y tambin los calcetines
morados.
Si vamos a juzgar nicamente a travs de las acciones, Sancho, entonces tenemos que
analizar los resultados.
Unos cuanto millones de muertos y el comunismo se ha establecido en casi la mitad del
mundo. Un precio barato.
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Unos cuanto centenares de muertos y Espaa sigue siendo un pas catlico. Un precio
an ms barato. Se pierde ms en cualquier guerra.
O sea que Franco es el sucesor de Torquemada.
Y Breznev el sucesor de Stalin.
Bueno padre, al menos convendremos en esto: en que los hombres pequeos parecen
suceder siempre a los grandes, y en que quiz sea ms fcil vivir con los pequeos.
Me alegra mucho que reconozca grandeza a Torquemada.
Rieron y bebieron y se alegraron bajo el muro derruido, mientras el sol se pona y las
sombras se alargaban, hasta que, sin darse cuenta, estuvieron sentados en la oscuridad y el calor
que conservaban provena principalmente de dentro.
De verdad espera, padre, que el catolicismo llevar un da a los hombres a la felicidad
futura?
Oh s, desde luego, lo espero.
Pero slo despus de la muerte.
Espera usted que el comunismo, es decir, el verdadero comunismo del que habl su
profeta Marx, llegar algn da, incluso en Rusia?
S, padre, lo espero, s lo espero. Pero es cierto, y se lo digo solamente porque sus
labios estn sellados como sacerdote y los mos abiertos por el vino, que a veces, desespero.
Oh, entiendo la desesperacin. Yo tambin la conozco, Sancho. No es definitiva por
supuesto.
La ma tampoco lo es, padre. De lo contrario no, estara aqu sentado en el suelo junto a
usted.
Dnde estara?
Estara enterrado en tierra sin bendecir. Como otros suicidas.
Bebamos por la esperanza, entonces dijo el padre Quijote, y alz su vaso. Bebieron.
Es curioso lo rpido que se vaca una botella cuando uno discute sin rencor. El alcalde
derram las ltimas gotas sobre el suelo.
Por los dioses dijo. Cuidado, digo por los dioses, no por Dios. Los dioses beben
recio, pero estoy seguro de que su Dios solitario es, abstemio.
Est diciendo algo errneo y usted lo sabe, Sancho. Usted estudi en Salamanca. Sabe
muy bien que Dios, o al menos as creo, y quiz usted crey alguna vez, se transforma en vino
cada maana y cada tarde en la misa.
En ese caso vamos a beber ms y ms de este vino que su Dios aprob. Este manchego
es mejor que el vino de altar. Dnde he puesto el sacacorchos?
Est sentado encima. Y no hable tan despectivamente del vino del altar. No s cul
comprar el padre Herrera, pero yo uso un manchego perfectamente decente. Por supuesto que
si el Papa va a permitir la comunin con ambas especies, tendr que comprar uno ms barato,
pero confo en que tendr en cuenta la pobreza del sacerdocio. El panadero es hombre muy
sediento. Lamera todo el cliz.
Brindemos otra vez, padre. Por la esperanza.
Por la esperanza, Sancho.
Y chocaron los vasos. La noche estaba empezando a transformar la frescura en fro, pero
el vino todava les calentaba, y el padre Quijote no tena el menor deseo de apresurarse rumbo a
la ciudad que detestaba ni de respirar los humos de los camiones, que seguan transitando por la
carretera como un rosario de faros.
Su vaso est vaco, padre.
Gracias. Una gotita ms. Usted es un buen compaero, Sancho. Me parece recordar que
nuestros dos antepasados pernoctaron ms de una vez al pie de un rbol. Aqu no hay rboles.
Pero hay la muralla de un castillo. Por la maana solicitaremos la entrada, pero ahora... Dme
un poco ms de queso.
Estoy contento de reposar bajo el gran smbolo de la hoz y el martillo.
La pobre hoz ha sido bastante descuidada en Rusia, no le parece? De lo contrario no
tendran que comprar tanto trigo a los americanos.
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Espritu Santo. La misma sustancia. El mismo nacimiento Son inseparables. Quienquiera que
participa de una participa de las tres personas.
Ni siquiera en Salamanca fui capaz de entender la existencia del Espritu Santo.
Siempre me ha parecido un poco superfluo.
No nos han satisfecho dos botellas, verdad? La otra media nos ha dado la chispa de
vida que nos faltaba. Sin ella no hubiramos estado tan alegres. Quiz no hubisemos tenido el
valor de proseguir el viaje. Hasta nuestra amistad podra haber concluido sin el Espritu Santo.
Es usted muy ingenioso, amigo. Empiezo por lo menos a entender la idea que usted
tiene de la Santsima Trinidad. Pero no a creer en ella, ojo. Eso nunca.
El padre Quijote guard silencio mientras miraba a las botellas. Cuando el alcalde
encendi un cigarrillo con una cerilla, vio la cabeza inclinada de su compaero. Era como si le
hubiese abandonado el Espritu a quien haba ensalzado.
Qu le pasa, padre? pregunt.
Que Dios me perdone dijo el padre Quijote, porque he pecado.
Ha sido slo una broma, padre. Seguro que su Dios puede entender una broma.
He cometido una hereja contest el padre Quijote. Creo que... quiz... soy
indigno de ser sacerdote.
Qu ha hecho usted?
He impartido una enseanza falsa. El Espritu Santo es igual en todos los sentidos que
el Padre y el Hijo, y le he representado mediante esta media botella.
Y eso es un error grave?
Es una anatema. Fue condenado expresamente por no recuerdo qu Concilio. Uno de
los primeros. Quiz fue el de Nicea.
No se preocupe, padre. La cosa tiene fcil arreglo. Tiramos y olvidamos esta media
botella, y traigo una entera del coche.
He bebido ms de lo que debo. Si no hubiera bebido tanto, nunca habra cometido ese
error, nunca. No hay peor pecado que el pecado contra el Espritu Santo.
Olvdelo. Arreglaremos el asunto ahora mismo.
As fue como bebieron una nueva botella. El padre Quijote se sinti aliviado y tambin
conmovido por la comprensin de su compaero. El vino manchego era ligero, pero les pareci
ms prudente extenderse en la hierba y pasar la noche donde estaban, y cuando despunt el sol,
el padre Quijote fue capaz de recordar con una sonrisa la tristeza que haba sentido. No haba
pecado en un pequeo descuido y un error de inadvertencia. El vino manchego haba sido el
agente culpable: despus de todo, no era un vino tan suave como haban credo.
Al reemprender la marcha, dijo:
Anoche estuve un poco estpido, Sancho.
Me pareci que hablaba usted muy bien.
Logr quiz hacerle comprender un poco de la Santsima Trinidad?
Comprender, s. Pero no creer.
Ser tan amable entonces de olvidar la media botella? Fue un error que nunca debera
haber cometido.
Slo recordar las tres botellas enteras, amigo.
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IV
DE CMO SANCHO, A SU VEZ,
ARROJO NUEVA LUZ SOBRE UNA
ANTIGUA FE
Por muy ligero que hubiera sido el vino, acaso las tres botellas y media fueron la causa de
que al da siguiente viajaran durante un rato en silencio. Por fin Sancho coment:
Nos sentiremos mejor despus de un buen almuerzo.
Ah pobre Teresa dijo el padre Quijote. Espero que al padre Herrera le gusten sus
filetes.
Qu tienen de maravilloso?
El padre Quijote no respondi. Haba guardado el secreto ante el obispo de Motopo:
indudablemente lo guardara ante el alcalde.
La carretera se curv. Por alguna razn inexplicable, Rocinante aceler en lugar de
disminuir la velocidad, y a punto estuvo de chocar contra una oveja. Sus congneres ocupaban
la calzada. Eran como un mar encrespado de pequeas olas espumeantes.
Podra usted aprovechar para dormir un poco ms dijo el alcalde. No
atravesaremos nunca este obstculo.
Un perro retrocedi corriendo para acorralar al infractor.
Las ovejas son animales estpidos declar el alcalde, con malignidad. Nunca he
entendido por qu el fundador de la fe de usted tuvo que compararnos con ellas. Alimenta a
mis ovejas. Oh, s, quiz, despus de todo, era un cnico, como otros hombres buenos.
Alimntalas bien, cbalas para que en su momento podamos comerlas. El seor es mi
pastor. Pero si somos ovejas, por qu, santo cielo, habramos de confiar en nuestro pastor? Va
a protegernos de los lobos, bien, de acuerdo, pero slo para vendernos luego al carnicero.
El padre Quijote sac su breviario del bolsillo y ostensiblemente se puso a leer, pero
haba topado con un pasaje singularmente inspido y sin sentido que no logr en absoluto anular
las palabras del alcalde, palabras que le dolan.
Y en realidad prefiri las ovejas a las cabras dijo el alcalde. Qu preferencia ms
estpida y sentimental. La cabra tiene exactamente la misma utilidad que la oveja, y adems
posee muchas de las virtudes de la vaca. Muy bien, las ovejas dan lana, pero las cabras ceden su
piel en beneficio del hombre. Las ovejas dan cordero, vero personalmente prefiero comer
cabrito. Y la cabra proporciona leche y queso, como la vaca. El queso de oveja slo es bueno
para los franceses.
El padre Quijote alz los ojos y vio que el camino estaba por fin despejado. Guard el
breviario e hizo avanzar de nuevo a Rocinante.
El hombre sin fe no puede blasfemar dijo, tanto para s mismo como para el alcalde.
Pero pensaba: Y sin embargo, por qu las ovejas? Por qu l, en Su infinita sabidura, escogi
los smbolos de las ovejas? Era una pregunta a la que no haba respondido ninguno de los
telogos antiguos qu guardaba en las estanteras de El Toboso: ni siquiera san Francisco de
Sales, a pesar de que proporcionaba informacin sobre el elefante y el cerncalo, la araa, la
abeja y la perdiz. Indudablemente no se planteaba la cuestin en el Catecismo de la doctrina
cristiana, de san Antonio Claret, antiguo arzobispo de Santiago de Cuba, que l habla ledo de
nio, aunque le pareca recordar que entre las ilustraciones figuraban un pastor y sus corderos.
Dijo, sin venir a cuento:
Los nios adoran a los corderos.
Y a las cabras dijo el alcalde. No se acuerda de las carretitas de cabras de nuestra
infancia? Dnde estn ahora todos aquellos animales? Condenados a las llamas eternas?
Mir su reloj. Propongo que antes de comprar los calcetines morados nos regalemos con un
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Qu quiere decir?
Podra haber sido contada de un modo muy distinto, y quiz fue contada as. Tenemos a
ese joven que por una benfica jugarreta de la herencia ha crecido, contra toda probabilidad,
odiando la riqueza heredada. Quiz Cristo pensaba entonces en Job. Cristo estaba ms cerca en
el tiempo del autor de Job que usted de su magno antecesor, Don Quijote. Usted recuerda que
Job era escandalosamente rico. Posea siete mil ovejas y trescientos camellos. El hijo se siente
asfixiado por el entorno burgus, quizs incluso por la clase de muebles y el tipo de pinturas en
las paredes, cuadros de kulaks gordos sentados para su comida sabtica, un triste contraste con
la pobreza que l ve alrededor. Tiene que huir, a cualquier sitio. Entonces pide la parte de
herencia que corresponder a su hermano y a l a la muerte de su padre, y se marcha de casa.
Y despilfarra su herencia con una vida licenciosa le interrumpi el padre Quijote.
Ah, sa es la versin oficial. La ma es que le asqueaba tanto el mundo burgus en el
que se haba criado que se deshizo de sus bienes del modo ms rpido posible; puede ser que
incluso los repartiera y que, en un gesto tolstoiano, se convirtiese en campesino.
Pero volvi a casa.
S, le falt valor. Se sinti muy solo en aquella granja de puercos. No haba seccin del
partido a la que acudir en busca de ayuda. Todava no haba sido escrito El Capital, y por lo
tanto era incapaz de situarse en el contexto de la lucha de clases. Es de extraar que el pobre
chico flaquease por un tiempo?
Slo por un tiempo? De dnde saca usted eso?
En la versin de usted, la historia se interrumpe bastante bruscamente, verdad? Por
obra de los censores eclesisticos, indudablemente, o quiz hasta del mismo Mateo, el
recaudador de impuestos. Oh, bien es verdad que en casa le dan la bienvenida, sirven un becerro
cebado, seguramente es feliz durante algunos das, pero luego siente de nuevo la misma
atmsfera opresiva del materialismo burgus que le alej del hogar. Su padre intenta expresarle
su amor, pero el mobiliario sigue siendo horrendo, falso Luis XV o lo que fuese el equivalente
en aquella poca, los mismos cuadros de la buena vida decoran las paredes, le indignan ms que
nunca el servilismo de los criados y la suntuosidad de la comida, y empieza a aorar el
compaerismo que hall en la pobreza de la granja de puercos.
Cre que usted haba dicho que no haba seccin del partido y que se senta muy solo.
S, exageraba. Tena un amigo, y se acordaba de las palabras de aquel viejo campesino
barbudo que le haba ayudado, a llevar la bazofia a los cerdos, y se puso a cavilar sobre ello
sobre las palabras, quiero decir, no sobre los cerdos, despus de retomar al lecho suntuoso en
el que sus huesos ansiaban la tierra de su choza en la granja. Despus de todo, trescientos
camellos podran ser causa bastante para soliviantar a un hombre sensible.
Tiene usted una imaginacin portentosa, Sancho, incluso cuando est sobrio. Qu
demonios dijo el viejo campesino?
Le dijo que todo estado en el que existe la propiedad privada de la tierra y de los
medios de produccin, y en que el capital domina, por muy democrtico que pretenda ser, es un
estado capitalista, una mquina inventada y utilizada por los capitalistas para mantener
sojuzgadas a las clases trabajadoras.
Su relato empieza a parecer casi tan aburrido como mi breviario.
Aburrido? A eso le llama aburrido? Estoy citando a Lenin. No ve usted que el viejo
campesino (lo veo con barba y patillas, como a Karl Marx) est inculcando la primera idea de la
lucha de clases en la mente del hijo prdigo?
Y qu hace l?
Al cabo de una semana de desilusin, abandona el hogar al amanecer (un amanecer
rojo) para reencontrar la granja de puercos y al viejo campesino barbudo, resuelto ahora a
desempear su papel en la lucha proletaria. El campesino le ve llegar a lo lejos y, corriendo a su
encuentro, le echa los brazos al cuello y lo besa, y el hijo prdigo dice: Padre, he pecado y no
soy digno de ser llamado hijo tuyo.
El eplogo me resulta familiar dijo el padre Quijote. Y me alegra que haya omitido
a los cerdos.
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con tal de que el trabajador se beneficie a la larga. Pero si usted quiere estar incmodo y
mortificarse...
Al contrario. Estoy totalmente dispuesto a disfrutar de la comodidad, pero aqu no me
sentira a gusto. El bienestar es un estado de nimo.
Fueron a un barrio ms modesto de la ciudad, y eligieron las calles al azar. De repente
Rocinante se detuvo, y nada consigui hacerle arrancar de nuevo. A veinte metros haba la seal
de un albergue y una entrada sombra.
Rocinante es ms sabio dijo el padre Quijote. Aqu nos alojaremos
Pero si ni siquiera es un sitio limpio... protest el alcalde.
Evidentemente son gente muy pobre. As que estoy seguro de que nos acogern bien.
Nos necesitan. No nos necesitan en el hotel Palace.
Una anciana les recibi con aire de incredulidad en un angosto pasillo. Aunque no vieron
indicios de que hubiese otros huspedes, les dijo que slo quedaba una habitacin libre, pero
tena dos camas.
Tiene bao, al menos?
No, no era un bao exactamente, les dijo la anciana, pero haba una ducha en el piso de
arriba y un lavabo con un grifo de agua fra en la habitacin que compartan.
Lo alquilamos dijo el padre Quijote.
Est loco le dijo el alcalde cuando se quedaron solos en el dormitorio, que el padre
Quijote reconoci que era bastante lbrego. Venimos a Madrid, donde hay docenas de hoteles
buenos y baratos, y usted nos mete en este hostal inmundo.
Rocinante estaba cansado.
Tendremos mucha suerte si aqu no nos degellan.
No, no, yo s que la anciana es honrada.
Cmo lo sabe?
Porque le he visto los ojos
El alcalde levant las manos, descorazonado.
Despus de todo el vino de ayer dijo el padre Quijote, dormiremos bien en
cualquier sitio.
Yo no voy a pegar ojo.
Esa mujer es una de los suyos.
De qu diantre me est hablando?
De los pobres y aadi rpidamente: Claro que tambin son mi gente.
El padre Quijote sinti un gran alivio cuando el alcalde se tendi en su cama totalmente
vestido (tema que lo degollasen ms fcilmente si se desvesta), porque l no estaba
acostumbrado a quitarse la ropa delante de otra persona, y pens que algo, alguna cosa ocurrira
antes del anochecer para dejar su pudibundez a salvo. Se tumb de espaldas y escuch los
gimoteos de un gato en las tejas de fuera. Tal vez pens, el alcalde se habr olvidado de mis
calcetines morados; y se permiti soar despierto sobre el modo en que seguirla y seguira el
viaje con su compaero... El sueo de una amistad que se robustece y de una comprensin que
se hace ms profunda, e incluso de una reconciliacin entre dos fes dispares. Quiz, pens antes
de quedarse dormido, el alcalde no estaba totalmente equivocado respecto al hijo prdigo... lo
del final feliz, la bienvenida al hogar, el becerro cebado. El final de la parbola pareca un poco
improbable... Soy indigno de que me llames monseor musit cuando perda la conciencia.
Le despert el alcalde. El padre Quijote le vio, como si fuera un desconocido, a la ltima
luz del da que expiraba, y con curiosidad, sin miedo, le pregunt: Quin es usted?
Soy Sancho respondi el alcalde. Ya es hora de ir de compras.
De compras?
Le han armado caballero. Tenemos que encontrar su espada, sus espuelas, su yelmo,
aunque slo sea una bata de barbero.
Baca de barbero?
Usted se ha dormido y yo llevo tres horas despierto en la cama, por si acaso intentaban
degollarnos. Esta noche le tocar a usted montar guardia. En esta sucia capilla adonde nos ha
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Rocinante.
Si hay infierno, le har falta algo ms que sus oraciones.
Puesto que hay infierno, bastan las oraciones de un solo hombre justo para salvar a
cualquiera de nosotros. Como en el caso de Sodoma y Gomorra aadi el padre Quijote, sin
saber a ciencia cierta si no se haba equivocado en la estadstica.
Era una tarde muy calurosa. El alcalde propuso que cenaran en el Poncio Pilato pero el
padre Quijote fue firme en su negativa. Dijo:
Poncio Pilato fue un malvado. El mundo casi le ha canonizado por mantenerse neutral,
pero no se puede ser neutral cuando se trata de elegir entre el bien, y el mal.
No fue neutral replic el alcalde. Perteneci a los no alineados, como Fidel
Castro, con cierta tendencia hacia la direccin correcta.
Cul es para usted la direccin correcta?
El imperio romano.
Usted, un comunista, apoya al imperio romano?
Marx nos dice que para llegar a la posibilidad de desarrollar una revolucin proletaria
tenemos que pasar por la fase del capitalismo. El imperio romano iba desembocando en una
sociedad capitalista. La religin de los judos les impidi hacerse industriales, o sea que...
El alcalde propuso entonces que cenaran el El Horno de Santa Teresa:
No s nada del horno de la santa, pero su amigo, el Generalsimo, la admiraba mucho.
El padre Quijote no vea por qu la religin y la comida tenan que ir juntas, y le irrit
que el alcalde sugiriera luego ir a comer al San Antonio de la Florida, un santo a quien
monseor no conoca. Sospech que el alcalde se estaba burlando de l. Al final cenaron
bastante mal en Los Porches, donde el aire libre compens un poco las deficiencias del men.
Tumbaron una botella de vino mientras esperaban y una segunda para acompaar la cena,
pero cuando el alcalde propuso que completaran la Santsima Trinidad, el padre Quijote se neg.
Dijo que estaba cansado, que la siesta no le haba sentado bien, pero eran meras excusas: en
realidad le pesaba el sueo que haba tenido. Se mora de ganas de contarlo, aunque Sancho
jams comprendera la desazn que le haba causado. Si por lo menos hubiera estado en casa...
pero acaso habra sido distinto? Teresa le habra dicho: No es ms que un sueo, padre y el
padre Herrera... Era algo raro, pero saba que nunca podra comunicarse con el padre Herrera
sobre asuntos que afectasen a la religin que supuestamente compartan. El padre Herrera era
partidario de la nueva misa, y una noche, al trmino de una cena ms bien silenciosa, el padre
Quijote cometi la imprudencia de decirle que al final de la misa tena la costumbre de
pronunciar en silencio las palabras del evangelio de san Juan, que haban sido suprimidas de la
liturgia.
Ah, la poesa haba contestado el padre Herrera, con tono de desaprobacin.
No le gusta san Juan?
El evangelio que recibe su nombre no es uno de mis predilectos. Prefiero el de san
Mateo.
El padre Quijote se haba sentido temerario aquella noche, y estaba seguro de que el
obispo recibira al da siguiente un informe de esta conversacin. Pero ay!, demasiado tarde.
Solamente el Papa puede deponer a un monseor. El haba respondido:
Siempre he pensado que el evangelio de san Mateo se distingua de los dems por ser
el evangelio del miedo.
Qu? Que idea ms extraordinaria, monseor.
En san Mateo hay quince referencias al infierno.
Y bien?
Gobernar por el miedo... Evidentemente Dios puede dejar ese cuidado a Stalin o Hitler.
No creo en la virtud de la cobarda.
Hay que educar a un nio mediante la disciplina. Y todos nosotros somos nios,
monseor.
No creo que un padre amoroso educase por medio del miedo.
Espero que no sea esto lo que ensea a sus feligreses.
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No era ms que un sueo, desde luego que no era ms que un sueo, pero sin embargo el
padre Quijote haba sentido al despertar el estremecimiento de desesperacin de un hombre que
de repente se percata de que ha elegido una profesin que no es til a nadie, y que tiene que
seguir viviendo en una especie de desierto del Sahara sin dudas ni fe, donde todos estn seguros
de que la creencia comn es verdadera. El mismo se haba sorprendido susurrando: Dios me
libre de una fe as. Luego oy que el alcalde se revolva inquieto, en la cama de al lado, y
aadi sin pensarlo: Y le libre a l tambin de esa fe, y slo entonces se qued dormido.
3
La anciana les estaba esperando al pie de la escalera. Haba una grieta en la madera del
ltimo peldao y el padre Quijote, tropez y estuvo a punto de caer. La anciana se santigu y
empez, a farfullar, agitando un pedazo de papel.
Qu quiere? pregunt el alcalde.
Nuestro nombre y direccin, y de dnde venirnos y adnde vamos.
Eso no es una ficha de hotel. No es ms que una hoja de un cuaderno.
La mujer continu, subiendo hasta un tono que amenazaba con convertirse en un grito.
No entiendo una palabra dijo el alcalde.
Usted no tiene la prctica de escuchar que yo tengo en el confesionario. Dice que antes
de ahora ya ha tenido problemas con la polica por no llevar un registro de huspedes. Dice que
eran comunistas, y que eran gente buscada.
Por qu no nos tom los datos al llegar?
Pens que no bamos a alquilar la habitacin, y luego se le olvid. Djeme una pluma.
No vale la pena armar jaleo.
Basta con los datos de un husped. Sobre todo si es un cura. Y no se le olvide poner
monseor.
Dnde pongo que vamos?
A Barcelona.
Nunca me ha dicho nada de Barcelona.
Quin sabe? A lo mejor vamos. Su antepasado fue. De todas formas, nunca me ha
gustado facilitar datos a la polica.
El padre Quijote obedeci a regaadientes. Hubiera el padre Jone considerado que
aquello era una mentira? Record que las clasificaba de un modo bastante extrao, en
maliciosas, oficiosas y jocosas. Aquella mentira no era maliciosa, e indudablemente tampoco
era jocosa. Las mentiras oficiosas se dicen en provecho propio o ajeno. No vea provecho para
nadie en una declaracin falsa. Quiz no fuese una mentira en absoluto. Incluso era posible que
su vagabundeo les condujera un da a Barcelona.
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V
DE CMO MONSENOR QUIJOTE
Y SANCHO VISITAN UN LUGAR SANTO
Quiere ir al norte? pregunt el padre Quijote. Cre que quiz pudiramos
desviarnos un poco en direccin a Barcelona.
Le estoy guiando dijo el alcalde a un lugar tan santo que seguro que querr rezar
all sus oraciones. Siga la carretera hacia Salamanca hasta que yo le diga dnde desviarse.
Algo en su modo de hablar dio pie a que el padre Quijote se sintiera intranquilo.
Enmudeci, y le asedi de nuevo el recuerdo del sueo. Dijo:
Sancho, de verdad cree que un da el mundo entero ser comunista?
S, lo creo. Yo no ver ese da, por supuesto.
La victoria del proletariado ser completa?
S.
Y el mundo entero ser como Rusia?
No he dicho eso. Rusia no es todava comunista. Simplemente ha avanzado ms que
otros pases en el camino hacia el comunismo. tap amistosamente con la mano la boca del
padre Quijote Usted, catlico no me empiece a hablar de los derechos humanos y le prometo
que yo no le hablar de la Inquisicin. Si Espaa hubiera sido enteramente catlica, no habra
habido Inquisicin, obviamente, pero la Iglesia tuvo que defenderse de sus enemigos. En una
guerra siempre hay injusticia. Los hombres siempre tendrn que escoger un mal menor, y es
posible que el mal menor sea el Estado, el campo de concentracin, s, y si usted quiere, el
hospital psiquitrico. El Estado o la Iglesia estn a la defensiva, pero cuando lleguemos al
comunismo, el Estado perecer. De la misma manera que habra desaparecido el Santo Oficio si
la Iglesia hubiera conseguido crear un mundo catlico.
Supongamos que el comunismo llega y usted vive todava.
Eso es imposible.
Bueno imagnese que usted tuviera un tataranieto del mismo carcter que usted y que l
viviera para ver el fin del Estado. Ni injusticia ni desigualdad; a qu dedicara su vida?
A trabajar por el bien comn.
Verdaderamente usted tiene fe, Sancho, una gran fe en el futuro. Pero l no la tendra.
El futuro estara delante de sus ojos. Puede un hombre vivir sin fe?
No entiendo qu quiere decir con eso de vivir sin fe. El hombre siempre tendr cosas
que hacer. El descubrimiento de nueva energa. Y la enfermedad: siempre habr que combatir la
enfermedad.
Est seguro? La medicina est haciendo grandes progresos. Siento lstima por su
tataranieto, Sancho. Me parece que quiz no le quede ms esperanza que la de la muerte.
El alcalde sonri.
Quiz incluso lleguemos a derrotar a la muerte mediante trasplantes.
Dios no lo quiera dijo el padre Quijote. Entonces su descendiente vivira en un
desierto sin fin. Sin dudas. Sin fe. Yo preferira que tuviese lo que llamamos una muerte feliz.
Qu entiende usted por una muerte feliz?
La esperanza de un ms all.
La visin beatfica y todo ese disparate? La creencia en una vida eterna?
No. No necesariamente la creencia. No podemos creer siempre. Simplemente tener fe.
Como la suya. Sancho. Oh, Sancho, Sancho, es espantoso no sentir dudas. Supongamos que se
demostrase que todo lo que Marx escribi, y tambin las obras de Lenin, es la verdad absoluta.
Yo me alegrarla, por supuesto.
Lo dudo.
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Guardaron silencio un rato. De repente, Sancho lanz la misma risotada que el padre
Quijote le haba odo la noche anterior.
Qu le pasa, Sancho?
Anoche, antes de dormir, estuve leyendo la Teologa moral de su amigo Jone. Haba
olvidado que el onanismo comprendiese tan rica diversidad de pecados. Yo lo consideraba
nicamente otra palabra para decir masturbacin.
Un error muy frecuente. Pero usted debera saberlo, Sancho. Me dijo que estudi en
Salamanca.
S. Y anoche me acord de que todos solamos rernos al llegar a lo del onanismo.
No recordaba que Jone fuese tan gracioso.
Djeme que le recuerde sus comentarios sobre el coitus interruptus. Segn Jone, es una
de las formas de onanismo, pero en su opinin no es pecado si se realiza a causa de una
necesidad imprevista, como por ejemplo (es el ejemplo que l mismo pone) la aparicin en
escena de una tercera persona. Resulta que uno de mis condiscpulos, Diego, conoca a un
corredor de Bolsa muy rico y piadoso. Me acuerdo de su nombre: Mrquez. Tena una finca
grande en Salamanca, al otro lado del ro, no lejos de donde los lazaristas tienen su monasterio.
Me pregunto si vivir todava. Bueno, si vive ya no le supondr un problema el control de
natalidad: debe de tener ms de ochenta aos. Pero realmente era un problema terrible para l en
aquellos tiempos, porque segua estrictamente las normas de la Iglesia. Menos mal que la Iglesia
hablar modificado sus normas sobre la usura, porque los corredores de Bolsa son grandes
usureros. No le parece curioso que la iglesia pueda cambiar de criterio en lo que respecta al
dinero con mucha mayor facilidad que en lo referente al sexo?
Ustedes tambin tienen dogmas inalterables.
S, pero en nuestro caso los dogmas ms imposibles de cambiar son los que se refieren
al dinero. No nos preocuparemos del coitus interruptus, sino slo de los medios de produccin;
no quiero decir sexualmente. En la prxima curva, torne la carretera de la izquierda, por favor.
Ve ah adelante esa alta colina rocosa con una cruz grande arriba? Pues ah vamos.
Entonces s es un lugar santo. Cre que se estaba burlando de m.
No, no, monseor. Le aprecio demasiado para eso. Qu le estaba diciendo? Ah, ya
recuerdo. Lo del seor Mrquez y su terrible problema. Tena cinco hijos. Realmente pensaba
que ya haba cumplido su deber para con la Iglesia, pero su mujer era de una fecundidad
tremenda y a l le gustaba el sexo. Podra haberse buscado una querida, pero no creo que Jone
consentira el control de natalidad siquiera en el adulterio. Lo que usted llama control de
natalidad natural y yo denomino antinatural le haba fallado estrepitosamente. Quiz haban
falsificado los termmetros en Espaa, debido a la influencia clerical. La cosa es que mi amigo
Diego le coment, me temo que en un momento frvolo, que el coitus interruptus estaba
permitido segn la regla de Jone. Y a propsito, qu clase de sacerdote era Jone?
Era alemn. No creo que fuese clrigo secular; la mayora, de ellos estn demasiado
ocupados para ser telogos de la moral.
Mrquez prest odos a Diego, y la siguiente vez que ste visit la casa descubri que
haban contratado a un mayordomo. Eso le sorprendi, porque Mrquez era un hombre tacao
que reciba a muy pocas personas, aparte de algn padre del monasterio de los lazaristas, y la
familia se arreglaba con dos criadas, una niera y una cocinera. Despus de comer, Mrquez
invit a Diego a una copa de brandy en su despacho, y este detalle tambin extra a Diego.
Tengo que darle las gracias por haberme hecho la vida ms fcil, le dijo Mrquez. He estado
leyendo al padre Jone con gran atencin. Reconozco que no cre del todo lo que usted me dijo,
pero he obtenido un ejemplar en espaol a travs de los lazaristas, y a la vista tiene el
imprimtur del obispo de Madrid y el Nihil Obstat del Censor Deputatus: la llegada de una
tercera persona hace lcito el coitus interruptus. Diego le pregunt de qu le serva saberlo.
Ya ve que he contratado a un mayordomo le respondi Mrquez, y le he adiestrado con el
mayor esmero. Cuando una campanilla que hay en mi dormitorio suena dos veces en la
despensa, l se pone en posicin fuera del cuarto y espera. Trato de no hacerle esperar mucho
tiempo, pero me temo que a mis aos le tengo all a veces hasta un cuarto de hora o ms hasta la
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seal siguiente: un repique prolongado de la campanilla en el mismo pasillo. Eso significa que
ya no puedo aguantar mucho ms tiempo. El mayordomo abre la puerta inmediatamente, y a la
llegada de una tercera persona me retiro inmediatamente del cuerpo de mi mujer. No puede
imaginarse hasta qu punto Jone me ha simplificado la vida. Ahora no tengo que ir a confesarme
ms que una vez cada tres meses por pecadillos veniales.
Me est tomando el pelo dijo el padre Quijote.
En absoluto. Jone me parece un escritor mucho ms interesante y ameno que cuando
yo era estudiante. Desgraciadamente, en aquel caso concreto haba un tropiezo, y Diego tuvo la
indelicadeza de mencionarlo. Ha ledo usted a Jone negligentemente le dijo a Mrquez. Jone
restringe la validez del procedimiento al clasificar la llegada de una tercera persona como una
necesidad imprevista. Me temo que en su caso la llegada de una tercera persona est ms que
prevista. El pobre Mrquez se qued destrozado. Oh, no se puede con esos telogos morales.
Una y otra vez le vencen a uno con sus argucias. Ms vale no leerlos para nada. Me gustara, por
su propio bien, limpiar sus estanteras de todos esos libros antiguos. Recuerde lo que el
cannigo le dijo a su noble antepasado: Ni es razn que un hombre como vuesa merced, tan
honrado y de tan buenas partes, y dotado de tan buen entendimiento se d a entender como
verdaderas tantas y tan extraas locuras como las que estn escritas en los disparatados libros de
caballera.
El alcalde dej de hablar y, mir de soslayo al padre Quijote.
Su cara tiene sin duda algo en comn con la de su antepasado. Si yo soy Sancho, usted
es seguramente el Monseor de la Triste Figura.
Puede burlarse de m cuanto quiera, Sancho. Lo que me entristece es que se burle de
mis libros, porque para m representan ms que yo mismo. Son toda la fe y toda la esperanza
que tengo.
A cambio del padre Jone le prestar al padre Lenin. A lo mejor tambin le proporciona
esperanza.
Puede ser que esperanza en este mundo, pero mi hambre es mayor..., y no slo por m
mismo. Por usted tambin, Sancho, y por todo nuestro mundo. S que soy un pobre cura
andante que viaja Dios sabe adnde. S que hay cosas absurdas en algunos de mis libros, como
las haba en los libros de caballeras que reuni mi antepasado. Eso no significa que toda la
Caballera fuese absurda. Por muchos desatinos que encuentre usted en mis libros, yo sigo
teniendo fe...
En qu?
En un hecho histrico. Que Cristo muri en la cruz y luego resucit.
El mayor absurdo de todos.
El mundo es absurdo; de lo contrario, usted y yo no estaramos ahora aqu juntos.
Haban llegado a la cima del Guadarrama, una dura escalada para Rocinante, y
descendieron hacia un valle al pie de la elevada y sombra colina que coronaba la cruz enorme y
pesada, de casi ciento cincuenta metros de altura: vieron antes ellos un aparcamiento lleno de
coches, Cadillacs lujosos y pequeos Seats. Los dueos de los Seats haban instalado mesas
plegables junto a su automvil para una comida campestre.
Le gustara vivir en un mundo totalmente racional? pregunt el padre Quijote.
Qu aburrido sera.
Ahora habla por usted su antepasado.
Fjese en la guillotina, en lo alto del monte... O en la horca, si prefiere.
Yo veo una cruz.
Es ms o menos lo mismo, no? Dnde estamos, Sancho?
Esto es el Valle de los Cados, padre. Aqu su amigo Franco plane que le enterraran
como a un faran. Ms de mil prisioneros fueron obligados a excavar su tumba.
Ah, s, ya recuerdo y a cambio les concedieron la libertad.
Para centenares fue la libertad de la muerte. Va a rezar aqu, padre?
Por supuesto, por qu no? Incluso si fuese la tumba de Judas o la de Stalin,
rezara una oracin.
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Aparcaron el coche, pagaron sesenta pesetas y llegaron a la entrada. Qu roca hara falta,
pens el padre Quijote para cerrar esta tumba inmensa. Las estatuas de cuarenta santos
espaoles decoraban la verja de metal de la entrada, y en el interior se extenda un vestbulo tan
grande como la nave de una catedral, con los muros cubiertos de lo que parecan ser tapices del
siglo XVI.
Franco insisti en colocar la plana mayor de santos dijo el alcalde. Lo espacioso del
vestbulo minimizaba a los visitantes y el sonido de sus voces, y el trayecto hasta el altar, al
fondo, bajo una gran cpula, pareca muy largo. Una admirable proeza de ingeniera
observ el alcalde, como las pirmides. E hizo falta el trabajo de esclavos para culminarla.
Como en sus campos de Siberia.
Los prisioneros rusos, al, menos, trabajan por el futuro de su pas. Esto, en cambio, se
hizo para la gloria de un hombre.
Avanzaron despacio hacia el altar, atravesando capilla tras capilla. En aquel vestbulo
suntuosamente ornado, nadie senta la necesidad de bajar el volumen de la voz, y sin embargo
las voces sonaban tan suaves como susurros en la inmensidad. Era difcil creer que estuviesen
caminando por el interior de una montaa.
Yo tena entendido dijo el padre Quijote que el propsito de este monumento era
que fuese una capilla de reconciliacin donde se recordase a los cados de ambos bandos.
A un lado del altar se hallaba la sepultura de Franco, y, al otro la tumba de Jos Antonio
Primo de Rivera, fundador de la Falange.
No encontrar siquiera una lpida por los republicanos muertos dijo el alcalde.
Recorrieron en silencio el largo trecho de regreso a la entrada, y desde all miraron por
ltima vez a su espalda.
Se parece un poco al vestbulo del hotel Palace dijo el alcalde, aunque mucho ms
grandioso y con menos huspedes. El Palace no podra permitirse esos tapices. Y all al fondo ve
usted la coctelera, a la espera de que el camarero agite una bebida. La especialidad del bar es un
cctel de vino tinto que se toma con barquillos. No dice usted nada, monseor. Seguramente le
impresiona todo esto. Algo marcha mal?
Estaba rezando, eso es todo respondi el padre Quijote.
Por el Generalsimo enterrado con toda su grandeza?
S. Y tambin por usted y por m. Y por mi Iglesia agreg.
Ya en ruta, el padre Quijote hizo la seal de la cruz. Ni l mismo sabia muy bien por qu,
si a modo de proteccin contra los peligros de la carretera o los juicios precipitados, o
simplemente por una reaccin nerviosa. El alcalde dijo:
Tengo la impresin de que nos siguen Se inclin por delante del padre Quijote para
mirar por el retrovisor. Todos los coches nos adelantan, menos uno.
Por qu iban a seguirnos?
Quin sabe? Le dije que se pusiera la pechera morada.
Me he puesto los calcetines.
No bastan.
Adnde vamos ahora?
A esta velocidad no llegaremos a Salamanca esta noche. Ms vale que nos quedemos
en vila Mirando por el espejo, el alcalde aadi Por fin nos adelanta.
Un coche les rebas a gran velocidad.
Ya ve, Sancho, que no se interesaban por nosotros.
Era un jeep. Un jeep de la Guardia Civil.
De todas formas, no pensaban en nosotros.
A pesar de eso, hubiera preferido que llevase el peto dijo el alcalde. No le pueden
ver los calcetines.
Almorzaron junto a la carretera y, sentados sobre la hierba marchita, terminaron lo: que
quedaba de salchichas. Se estaban quedando un poco secas y por alguna razn misteriosa el
vino manchego haba perdido gran parte de su sabor.
La salchicha me recuerda dijo el alcalde que en vila podr ver, si quiere, el dedo
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anular de Santa Teresa, y en Alba de Tormes, cerca de Salamanca, puedo ensearle una de sus
manos que se conserva entera. Al menos creo que actualmente ha sido devuelta al convento de
Alba; Franco la tom prestada durante un tiempo. Dicen que la guardaba en su escritorio, con
toda reverencia, por supuesto. Y en vila est el confesionario donde ella sola hablar con san
Juan de la Cruz. Un gran poeta, as que no vamos a discutir sobre su santidad. Cuando yo estaba
en Salamanca sola visitar vila con frecuencia. Sabe que llegu a sentir una especie de
veneracin por ese dedo anular? Pero, a decir verdad, lo que ms me atraa era una chica
guapsima, la hija de un farmacutico de vila.
Qu le hizo dejar los estudios, Sancho? Nunca me lo ha dicho.
Creo que la principal razn fue casi su largo pelo dorado. Fue una poca muy feliz. Ya
ve, como era la hija del farmacutico (l era militante del partido), se agenciaba anticonceptivos
clandestinos. Yo no tena que practicar el coitus interruptus. Y sabe una cosa? La naturaleza
humana es muy extraa: luego yo iba a pedirle perdn al dedo anular de Santa Teresa
Contempl tristemente su vaso de vino. Oh, me ro de sus supersticiones, padre, pero en
aquellos tiempos yo comparta algunas de ellas. Por eso busco su compaa ahora? Para
recuperar mi juventud, cuando crea a medias en la religin y todo era tan complicado y
contradictorio, y a la vez tan interesante?
A m las cosas nunca me han parecido tan complicadas. Yo siempre he descubierto la
respuesta en los libros que usted desprecia.
Tambin en el padre Jone?
Bueno, la teologa moral nunca fue mi fuerte.
Uno de mis problemas fue que muri el padre de la chica, el farmacutico, y ya no
pudimos conseguir los anticonceptivos. Hoy da sera bastante fcil, pero en aquellos tiempos...
Tome otro vaso, padre.
En su compaa, temo que si no tengo cuidado acabar convirtindome en lo que he
odo que llaman un pater whisky.
Puedo afirmar, como mi antepasado Sancho, que no he bebido por vicio en toda mi
vida. Bebo cuando me apetece y por brindar con un amigo. Por usted, monseor. Qu dice el
padre Jone sobre la bebida?
La intoxicacin que lleva a la prdida completa de la razn es un pecado mortal, a
menos que haya un motivo suficiente, y hacer que otras personas beban es lo mismo, si no hay
una excusa suficiente.
Cmo clasifica las cosas, verdad?
Y es muy curioso qu, segn Jone, es ms fcilmente disculpable ser ocasin de la
embriaguez ajena, como usted est haciendo en este momento, con motivo de un banquete.
Supongo que podemos considerar esto un banquete.
No estoy nada seguro de que dos personas basten para un banquete, y no s muy bien si
esta salchicha bastante seca vale como festn ri el padre Quijote, un poco nerviosamente (el
humor quiz no era del todo oportuno), y palp el rosario en su bolsillo. Dijo: Rase si quiere
del padre Jone, aunque yo me he redo con usted, Dios me perdone. Pero la teologa moral no es
la Iglesia, Sancho. Y el padre Jone no figura entre mis viejos libros de caballeras. Es
nicamente como un libro de normas militares. San Francisco de Sales escribi una obra de
ochocientas pginas titulada El amor de Dios. La palabra amor no se encuentra entre las reglas
de Jone, y quiz estoy equivocado, pero creo que en el libro de san Francisco no aparece la
expresin pecado mortal. Fue obispo y prncipe de Ginebra. Me pregunto cmo se hubieran
llevado l y Calvino. Creo que ste se hubiera sentido ms a gusto con Lenin, e incluso con
Stalin. O con la Guardia Civil aadi, observando que el jeep regresaba... si se trataba del
mismo jeep. Su antepasado quiz hubiera salido a la carretera a desafiarlo. Sinti su propia
insuficiencia y hasta un sentimiento de culpa. El jeep disminuy la velocidad al adelantar al
Seat 850. Ambos viajeros respiraron con alivio cuando lo perdieron de vista, y guardaron
silencio durante un rato entre los restos de su comida. Luego l padre Quijote dijo:
No hemos hecho nada malo, Sancho.
Ellos juzgan por las apariencias.
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La referencia al infierno sell los labios del padre Quijote. Yo creo, creo se dijo a s
mismo, tengo que creer pero pens tambin en el silencio de san Juan, como el silencio que se
hace en el centro de un tornado. Y fue el demonio quien le record que los romanos, segn san
Agustn, tenan un dios llamado Vaticanus, el dios del llanto de los nios, Dijo:
Usted se ha servido otro vaso de vino y no me ha servido a m.
Pseme el vaso. Queda algo de queso?
El padre Quijote busc entre los restos.
Un hombre puede contener su apetito dijo.
De queso?
No, no. Me refiero al apetito sexual.
Es natural ese control? Quiz lo sea para usted y el Papa de Roma, pero para dos
personas que se aman, y viven juntas y apenas tienen qu comer, por no hablar ya de un mocoso
con apetito...
Era el argumento milenario, y l no dispona de una respuesta convincente.
Hay medios naturales dijo, como haba dicho cientos de veces antes, conociendo
nicamente la magnitud de su, ignorancia.
Quin, si no los telogos morales, los llamaran naturales? Tantos das al mes para
hacer el amor, pero primero hay que colocarse un termmetro y tomar la temperatura... El deseo
no trabaja as.
El padre Quijote record una frase de uno de los libros que ms apreciaba. La ciudad de
Dios, de san Agustn: El impulso ser a veces importuno para la voluntad, y a veces no se
produce cuando se desea, y siendo ferviente en la mente, estar helado en el cuerpo. Tan
prodigiosamente frustra al hombre esta concupiscencia. No era una esperanza en la que
apoyarse.
Supongo que su padre Heribert Jone dira que hacer el amor con la mujer sin riesgo
despus de la menopausia era una forma de masturbacin.
Quiz lo dijera, el pobre
El pobre? Pens por lo menos, san Agustn escribi sobre el sexo a partir de la
experiencia y no tericamente; fue un pecador y un santo; no fue un telogo moral, fue un poeta
y hasta un humorista. Cmo se haban redo siendo estudiantes al leer un prrafo de La ciudad
de Dios. Hay quienes pueden expeler ventosidades tan artificialmente que se dira que cantan.
Qu hubiera pensado, de esto el padre Heribert Jone? Era difcil representarse a un telogo
moral sentado por la maana en la taza del retrete.
Dme otro pedazo de queso dijo el padre Quijote Escuche. Ah viene el jeep.
El jeep pas lentamente por delante de ellos. El guardia civil gordo iba al volante, y el
delgado les mir con suma atencin como si fuera un naturalista que observase a dos insectos
raros que debiera recordar para describir luego con precisin. El padre Quijote se alegr de
llevar puesto de nuevo su alzacuello clerical. Incluso estir un pie para ensear los calcetines
morados que detestaba.
Hemos derrotado a los molinos de viento dijo el alcalde.
Qu molinos de viento?
La Guardia Civil gira a merced de cada viento. Estaban ah con Franco. Estn aqu
ahora. Si mi partido llegase al poder seguiran estando, girando hacia el este a tenor del viento.
Nos ponemos en marcha ahora que se han ido?
Todava no. Quiero ver si vuelven.
Si no quiere que nos sigan hasta vila, qu camino debemos elegir?
Siento privarle del dedo anular de Santa Teresa, pero creo que es mejor ir a Segovia.
Maana visitaremos en Salamanca un santuario ms sagrado que se donde ha rezado hoy.
El primer escalofri del atardecer los haba alcanzado. El alcalde avanz inquieto hacia la
carretera y regres despus: ni rastro de la Guardia Civil. Dijo,
Nunca se ha enamorado de una mujer, padre?
Nunca. No del modo a que se refiere.
Nunca sinti la tentacin?
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Nunca.
Extrao e inhumano.
No es tan extrao ni tan inhumano contest el padre Quijote. He estado protegido,
como muchos otros. Es un poco come el tab del incesto. Pocos sienten la tentacin de violarlo.
No, pero siempre hay muchas posibilidades distintas al incesto. Como la hermana de
un amigo.
Yo tuve mi posibilidad.
Quin fue?
Una chica que se llamaba Martin.
Fue su Dulcinea?
S, si quiere, pero viva muy lejos de El Toboso. De todas formas, me llegaban sus
cartas. Representaron un gran consuelo cuando las cosas se pusieron difciles con el obispo. Me
escribi una cosa en la que pienso casi todos los: das: Antes que morir por la espalda,
muramos de alfilerazos.
Su antepasado hubiera preferido la espada.
Quiz a pesar de todo, al final muri de alfilerazos.
Martin... Por el modo como lo pronuncia, no era una chica espaola?
No, era Normanda. No me interprete mal. Ella muri muchos aos antes de que yo la
conociera y me enamorara de ella. Quiz la conozca por otro nombre. Viva en Lisieux. Las
carmelitas de all tenan una vocacin especial: rezar por los sacerdotes. Espero creo que
rece por m.
Oh, usted est hablando de santa Thrse... Ese nombre, Martin, me ha despistado.
Me alegra que haya un comunista que la conozca.
Ya sabe que no fui siempre comunista.
Bueno, a fin de cuentas quiz un autntico comunista es una especie de sacerdote en
cuyo caso ella reza indudablemente por usted.
Hace fro aqu parados, esperando. Vmonos.
Circularon un rato en silencio por la carretera por la que haban venido. No haba rastro
del jeep. Rebasaron la desviacin hacia vila y siguieron el letrero hacia Segovia. El alcalde
dijo por fin:
As que sa es su historia de amor, padre. La ma es bastante distinta, aunque la mujer
tambin est muerta, como la suya.
Que Dios la tenga en su gloria dijo el padre Quijote. Era un reflejo automtico cuando
hablaba, pero en el silencio que sobrevino luego rez a las almas del purgatorio: Estis ms
cerca de Dios que yo. Rezad por nosotros.
El gran acueducto romano de Segovia se perfilaba ante ellos, proyectando una larga
sombra a la luz del atardecer.
Hallaron alojamiento en un pequeo albergue no muy lejano de la iglesia de San Martn;
de nuevo aquel nombre, el nombre por el que conoca a Thrse de Lisieux. As le pareca ms
prxima que con sus ornamentos de santa o bajo, el sobrenombre sentimental de Florecilla. A
veces la llamaba seorita Martin en sus oraciones, como si el nombre familiar pudiese abrirse
paso hasta sus odos a travs de los miles de invocaciones que se le dirigan en todas, las
lenguas, a la luz de las velas, ante la imagen de yeso.
Haban bebido bastante a la orilla de la carretera y ninguno de los dos tena humor de
ponerse a buscar un restaurante. Era como si dos mujeres fallecidas hubieran viajado con ellos a
lo largo de los ltimos kilmetros. El padre Quijote se alegr de tener una habitacin para l
solo, por muy diminuta que fuese. Le daba la impresin de que su viaje hubiese abarcado ya
toda la extensin de Espaa, aunque saba que no se encontraba mucho ms all que a
doscientos kilmetros de La Mancha. La lentitud de Rocinante converta la distancia en un
absurdo. Lo ms lejos, en fin, que su antepasado haba estado de La Mancha en todos sus viajes
fue la ciudad de Barcelona, y sin embargo cualquier lector de su verdadera historia hubiera
pensado que Don Quijote haba recorrido la inmensa superficie de Espaa. Haba en ir despacio
una virtud que nosotros habamos perdido. Rocinante era ms valioso para un autntico viajero
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que un avin a reaccin. Los reactores son, para los hombres de negocios.
Antes de dormir, el padre Quijote ley un poco, porque todava le obsesionaba su sueo.
Abri al azar, como de costumbre, el libro de san, Francisco de Sales. Incluso antes del
nacimiento de Cristo, los hombres haban adoptado las sortes Virgilianae como una especie de
horscopo, y l tena ms fe en Francisco que en Virgilio, aquel poeta un tanto imitador. Lo que
hall en El amor de Dios le asombr un poco, as le reconfort. Entre las reflexiones v las
resoluciones es bueno hacer uso de coloquios, y, hablar en ocasiones a Nuestro Seor, y otras
veces a los ngeles, a los santos y a uno mismo, a nuestro propio corazn, a los pecadores e
incluso a las criaturas inanimadas... Dijo a Rocinante: Perdname. Te he obligado a un duro
esfuerzo y se sumi en un sueo sin sueos.
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VI
DE CMO MONSEOR QUIJOTE Y
SANCHO VISITAN OTRO LUGAR
SANTO
Me alegro dijo el alcalde cuando tomaron la carretera a Salamanca de que por fin
haya accedido a ponerse ese peto, cmo lo llama?
Pechera.
Tuve miedo de acabar en la crcel si aquellos guardias civiles llegan a hacer
averiguaciones demasiado aprisa en vila.
Por qu? Para qu?
El motivo carece de importancia, los hechos son los nicos que cuentan. Tuve alguna
experiencia de la crcel en la Guerra Civil. Siempre haba all cierta tensin, ya sabe. Los
amigos de uno salan y nunca regresaban.
Pero ahora... Ahora no hay guerra. Van mejor las cosas.
S. Quiz. Por supuesto, en Espaa siempre se ha sabido que la mejor gente ha estado
encarcelada algn tiempo. Es posible que nunca hubisemos odo hablar de su gran antepasado
si Cervantes no hubiera cumplido condena ms de una vez. La crcel proporciona mayor
ocasin an para pensar que un monasterio, donde los pobres diablos tienen que levantarse para
rezar a las horas ms atroces. En la crcel nunca me despertaron antes de las seis, y de noche
apagaban las luces normalmente a las nueve. Claro que era muy probable que los interrogatorios
fueran penosos, pero tenan lugar a una hora razonable. Jams durante la siesta.
Lo ms memorable de todo, monseor, es que, a diferencia de un abad, un interrogador
quiere dormir a su hora habitual.
En las paredes de Arvalo haba viejos carteles desgarrados de un circo en gira. Un
hombre con leotardos exhiba brazos y muslos de descomunal tamao. Le denominaban El
Tigre: El gran luchador de los Pirineos.
Qu poco cambia Espaa dijo el alcalde. En Francia uno nunca sentira que est
en el mundo de Racine o de Molire, ni en Londres que todava se halla cerca de la poca de
Shakespeare. Solamente en Espaa y Rusia el tiempo permanece inmvil. Tendremos aventuras
en la carretera, padre, de un modo muy similar a como le ocurri a su antepasado. Ya nos hemos
peleado con los molinos de viento y hemos perdido una aventura con El Tigre por un margen
escaso de una o dos semanas. Seguramente hubiera resultado tan manso ante el desafo como el
len que encontr Don Quijote.
Pero yo no soy Don Quijote. No me habra atrevido a retar a un hombre de ese tamao.
Usted se subestima, padre. Su fe es su lanza. Si El Tigre hubiera osado decir algo
ofensivo de su adorada Dulcinea...
Usted sabe que yo no tengo Dulcinea, Sancho.
Me refera a la seorita Martin, por supuesto.
Pasaron por delante de otro cartel que representaba a una mujer tatuada y casi tan grande
como El Tigre.
Espaa siempre ha amado los monstruos dijo Sancho, y lanz su extraa risotada.
Qu hara usted, padre, si tuviera que estar presente en el nacimiento de un monstruo con dos
cabezas?
Lo bautizarla, desde luego. Qu pregunta ms absurda.
Pues se estara equivocando, monseor. Recuerde que he estado leyendo al padre
Heribert Jone. l ensea que s existe duda de si se trata de uno o dos monstruos, hay que optar
por el trmino medio y bautizar a una cabeza absolutamente y la otra condicionalmente.
Ciertamente, Sancho, yo no respondo por el padre Jone. Parece que usted lo ha ledo
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debe de ser con su fe completa. Slo hay una cosa que le faltar siempre: la dignidad de la
desesperacin.
El padre Quijote hablaba con una furia inslita... o se pregunt a s mismo acaso era
envidia?
Tengo una fe completa? interrog Sancho. A veces me lo pregunto. El espectro
de mi maestro me obsesiona. Sueo que estoy sentado en su aula y que l nos est leyendo uno
de sus propios libros. Le oigo decir: Hay una voz tapada, voz de incertidumbre, que le
cuchichea al odo espiritual: Quin sabe? Cmo podamos vivir, si no, sin esa
incertidumbre?
l escribi eso?
S.
Volvieron hacia Rocinante.
Y adnde vamos ahora, Sancho?
Al cementerio. La tumba de Unamuno le parecer bastante distinta a la del Caudillo.
Era una carretera accidentada la que conduca al cementerio, en el ltimo lindero de la
ciudad: no era un camino liso para un coche fnebre. Mientras Rocinante chirriaba a cada
cambio de marcha, el padre Quijote pens que el cadver habra sufrido un buen bamboleo
antes de llegar a la tranquilidad de la tumba, pero pronto iba a descubrir que no haba habido
una tumba tranquila para el reposo de un nuevo cuerpo: la tierra estaba totalmente ocupada por
las orgullosas sepulturas de generaciones anteriores. En la entrada les dieron un nmero, como
en el guardarropa de un museo o un restaurante, y recorrieron el largo muro blanco en el que
haban empotrado atades, hasta que encontraron el nmero 340.
Prefiero esto a la montaa de Franco dijo Sancho. Cuando estoy solo, duermo ms
cmodo en una cama pequea.
Cuando regresaban al coche, Sancho pregunt:
Ha rezado usted?
Por supuesto.
La misma oracin que por Franco?
Slo hay una oracin para cualquier difunto.
Y la rezara por Stalin?
Desde luego.
Y por Hitler?
Hay grados de maldad, Sancho... y grados de bondad. Podemos intentar diferenciarlos
en los vivos, pero no podemos hacerlo con los muertos. Todos necesitan por igual nuestra
oracin.
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VII
DE CMO MONSEOR QUIJOTE
PROSIGUI SUS ESTUDIOS EN
SALAMANCA
El hotel de Salamanca en que se hospedaron se hallaba en una griscea callejuela lateral.
Al padre Quijote le pareci tranquila y amistosa. Su experiencia de hoteles era necesariamente
limitada, pero haba varias cosas de aquel hotel que le gustaron especialmente, y expres ese
agrado a Sancho cuando estuvieron solos y l estaba sentado en la cama del alcalde, en el
primer piso. Al padre Quijote le hablan asignado una habitacin en el tercer piso, donde habra
ms silencio le haba dicho la administradora.
La patrona ha sido realmente hospitalaria dijo el padre Quijote, no como aquella
anciana de Madrid, y cuntas jvenes encantadoras para un hotel tan pequeo.
En una ciudad universitaria dijo Sancho siempre hay cantidad de clientes.
Y es un establecimiento muy limpio. Se ha fijado, que delante de cada habitacin, al
subir al tercer piso, habla un montn de ropa blanca? Deben de cambiarla todas las tardes,
despus de la siesta. Tambin me ha gustado la autntica atmsfera familiar cuando hemos
llegado: todas las empleadas a la mesa para cenar temprano, con la patrona a la cabecera
sirviendo la sopa con un cucharn. Era como una madre con sus hijas, en serio. Como una
familia.
Le ha impresionado mucho conocer a un monseor.
Y se ha fijado en que ella ha olvidado totalmente la ficha para llenar? Lo nico que le
preocupaba era nuestro bienestar. Me ha parecido conmovedor.
Llamaron a la puerta. Entr una muchacha con una botella de champn en un cubo de
hielo. Dedic una nerviosa sonrisa al padre Quijote y salid de la habitacin rpidamente.
Ha pedido esto, Sancho?
No, no. No me entusiasma el champn. Pero es la costumbre de la casa.
Quiz deberamos beber un poco para demostrar que agradecemos su amabilidad.
Oh, lo incluirn en la cuenta. Lo mismo que su amabilidad.
No sea cnico Sancho. La chica nos ha sonredo con mucha dulzura. No se puede pagar
una sonrisa as.
Bueno, voy a abrirla si quiere. No ser tan bueno como nuestro vino manchego.
Sancho emprendi una larga batalla entre su pulgar y el corcho, de espaldas al padre
Quijote por miedo a herirle en el descorchamiento. El prelado aprovech la oportunidad para
inspeccionar la habitacin. Dijo:
Qu buena idea. Han instalado un pediluvio.
Qu es eso de pediluvio? Este maldito corcho no termina de salir.
Veo un librito de Marx sobre la cama. Puede prestrmelo para leer antes de dormir?
Desde luego. Es el Manifiesto comunista que le recomend. Mucho ms fcil de leer
que El Capital. No. creo que se hayan propuesto que bebamos el champn. El maldito corcho no
sale. Lo cobrarn de todas maneras.
El padre Quijote siempre haba sido inquisitivo en los pequeos detalles. Su mayor
tentacin en el confesionario era preguntar cosas innecesarias y que incluso no venan a cuento.
Ahora no pudo resistir la tentacin de abrir un sobrecito cuadrado que haba en la mesilla de
Sancho: le record su niez y las cartitas que su madre le dejaba a veces para leer antes de
dormirse.
Hubo una explosin, el corcho se estrell contra la pared y una cascada de champn se
derram fuera del vaso. Sancho lanz un juramento y se volvi.
Qu demonios est haciendo, padre?
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El padre Quijote estaba hinchando un globo en forma de salchicha. Apret el cabo con los
dedos.
Cmo conserva el aire dentro? pregunt. Tiene algn tipo de boquilla?
Empez a soplar de nuevo y el globo explot, menos ruidosa aunque bastante ms
bruscamente que la botella de champn.
Oh, lo siento, amigo mo, le he roto el globo sin querer, Sancho. Era un regalo para un
nio?
No, padre, era un regalo para la chica que ha trado el champn. No se preocupe. Tengo
varios ms y aadi con una especie de rabia. Nunca haba visto un preservativo? No,
supongo que no.
No entiendo. Un preservativo? Pero qu se puede hacer con algo de ese tamao?
El padre Quijote se dej caer sobre la cama de Sancho y pregunt:
Adnde me ha trado, Sancho?
A una casa que conoc de estudiante. Es prodigioso que sobrevivan estos sitios. Son
mucho ms estables que las dictaduras y la guerra no les afecta... ni siquiera una guerra civil.
No debera haberme trado aqu. Un sacerdote...
No se preocupe. No le molestarn en absoluto. He explicado las cosas a la seora de la
casa. Ella comprende.
Pero, por qu, Sancho? Por qu?
Pens que sera una buena idea evitar la ficha del hotel por esta noche. Esos guardias
civiles...
O sea que estamos escondidos en un burdel?
S. Podra expresarse de ese modo.
De la cama surgi un sonido sumamente inesperado. Era el sonido de una risa
estrangulada.
Sancho dijo:
Creo que hasta ahora nunca le haba odo rer, padre. Qu le parece tan gracioso?
Disclpeme. Est francamente mal que yo me ra. Pero he pensado: qu dira el
obispo si supiera? Un monseor en un burdel. Bueno, por qu no? Cristo se mezcl con los
publicanos y los pecadores. A pesar de todo, creo que ms vale que suba al piso de arriba y
cierre la puerta con llave. Pero sea prudente, Sancho, sea prudente.
Para eso son... estas cosas que usted llama globos. Para tener prudencia. Me figuro que
el padre Heribert Jone dira que estoy sumando el onanismo a la fornicacin.
Por favor, no me hable, Sancho, no me hable nunca de esas cosas. Son privadas, le
incumben exclusivamente a usted a menos, claro, que quisiera confesarse.
Qu penitencia me impondra usted, padre, si acudiera a usted por la maana?
Es extrao, no cree?, que haya tenido poca experiencia sobre estas cosas en El
Toboso. Me temo que la gente quiz tenga miedo de contarme algo serio porque me ve todos los
das en la calle. Usted sabe (no, por supuesto que no lo sabe), que no me gusta nada el sabor del
tomate. Pero imagnese que el padre Heribert Jone, hubiese escrito que es pecado mortal comer
tomates, y que la anciana que vive en la casa de al lado viniese a verme a la iglesia y me dijese
en la confesin que haba comido un tomate. Qu penitencia le pondra? Como yo no pruebo
los tomates sera incapaz de medir el grado de depravacin de la pecadora. Claro que ella habra
violado una regla... una regla... es inevitable saberlo.
Est eludiendo mi pregunta, padre: qu penitencia...?
Quizs un Padrenuestro y un Avemara.
Slo uno?
Rezado como es debido, uno equivaldr seguramente a cien recitados sin pensarlo. No
les veo el sentido a los nmeros. No estamos sumando como tenderos.
Se levant pesadamente de la cama.
Adnde va, padre?
A leer para dormir con el profeta Marx. Ojal pudiera desearle buenas noches, Sancho,
pero dudo que la suya sea lo que yo llamarla una buena noche.
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VIII
DEL CURIOSO ENCUENTRO QUE
MONSEOR QUIJOTE TUVO EN
VALLADOLID,
Sancho, no caba duda, estaba de muy mal humor. Se mostr reacio a dar indicaciones
sobre qu carretera tomar al salir de Salamanca. Era como si le hubiese avinagrado la larga
noche que haba pasado en la casa de su juventud. Es siempre muy peligroso intentar recuperar
en la edad madura una escena de la juventud y quiz tambin le incomodaba el excelente nimo
que mostraba el padre Quijote. A falta de una razn ms convincente para ir hacia alguna parte,
el sacerdote propuso que siguieran rumbo a Valladolid, a fin de ver la casa donde el gran
bigrafo Cervantes haba terminado de escribir la vida de Don Quijote.
A menos que usted crea que podemos encontrar ms, molinos de viento por esta
carretera.
Tienen cosas ms importantes en qu pensar aparte de nosotros.
Qu?
No ha ledo el peridico hoy? Han matado a un general en Madrid.
Quin?
En los viejos tiempos hubieran echado la culpa a los comunistas. Gracias a Dios, ahora
siempre son los vascos y la ETA.
Que Dios le tenga en su gloria dijo el padre Quijote.
No necesita compadecerse de un general.
No le compadezco. Nunca compadezco a los muertos. Les envidio.
El malhumor de Sancho persista. Solamente habl una vez durante los veinte kilmetros
siguiente, y fue para atacar al padre Quijote.
Por qu no habla en voz alta y dice lo que piensa?
Lo que pienso de qu?
De anoche, por supuesto
Oh, le contar lo de anoche cuando almorcemos. Pas un buen rato con el Marx que me
prest. En el fondo era un hombre verdaderamente bueno, verdad? Me sorprendieron mucho
algunas de las cosas que escribi. Pero no de aburrida economa.
No estoy hablando de Marx. Estoy hablando de m.
Usted? Espero que haya dormido bien, o no?
Usted sabe perfectamente que no estuve durmiendo.
Mi querido Sancho no me diga ahora que ha estado despierto toda la noche.
Toda la noche no, desde luego. Pero s gran parte de ella. Usted sabe muy bien lo que
estuve haciendo.
Yo no s nada.
Se lo dije con toda claridad. Antes de que se acostara.
Ah, pero Sancho, me han enseado a olvidar lo que me dicen.
No fue en el confesionario.
No, pero para un sacerdote es mucho ms fcil considerar como una confesin
cualquier cosa que le digan. Nunca repito lo que me cuentan. Ni siquiera a m mismo, si es
posible.
Sancho refunfu y guard silencio. El padre Quijote crey detectar cierta decepcin en
su compaero y se sinti un poco culpable.
En un restaurante llamado Valencia, junto a la Plaza Mayor, sentado en un pequeo patio
que haba detrs del bar y bebiendo un vaso de vino blanco, sinti que empezaba a recobrar la
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alegra. Haba disfrutado la visita que hicieron primero a la casa de Cervantes y que les cost
cincuenta pesetas a cada uno (se preguntaba si le hubieran dejado entrar gratis en caso de haber
dicho su nombre en la recepcin). Parte del mobiliario haba pertenecido realmente al bigrafo;
una carta de su puo y letra dirigida al rey, a propsito del impuesto sobre el aceite, colgaba de
la blanca pared encalada que monseor bien podra haber imaginado salpicada de sangre,
aquella noche terrible en que el cuerpo ensangrentado de don Gaspar de Ezpeleta haba sido
transportado dentro y Cervantes fue detenido bajo la falsa sospecha de haber sido un cmplice
en el asesinato.
Claro que le pusieron en libertad bajo fianza dijo el padre Quijote a Sancho, pero
figrese lo que tuvo que ser proseguir la Vida de mi antepasado Don Quijote bajo el peso de
aquella amenaza. A veces me pregunto si Cervantes pensaba en aquella noche cuando escribi
que el antepasado de usted, convertido ya en gobernador de una nsula, orden a un joven que
durmiese una noche en la mazmorra, y el joven respondi: Por ms poder que vuesa merced
tenga, no ser bastante para hacerme dormir en la crcel. Quiz stas fueron las mismas
palabras que el anciano Cervantes emple ante el juez. Supongamos que usted manda
encarcelarme, y hace que me encadenen y me encierren en una celda: si a pesar de todo yo no
quiero dormir, vos no tenis el poder de obligarme.
La Guardia Civil de hoy contest Sancho sabra cmo responder a eso. Le
obligaran a dormir bien rpido, de un puetazo. Agreg sobriamente: Yo me conformara
con un poco de sueo.
Ah, pero su antecesor, Sancho, era un hombre bondadoso y dej en libertad al joven. Y
el juez hizo lo mismo con Cervantes.
Y ahora en el patio, mientras el sol doraba el vino blanco del vaso, los pensamientos del
padre Quijote volvieron a concentrarse en Marx. Dijo:
Sabe?, yo creo que mi antepasado se hubiera llevado bien con Marx. Pobre Marx: l
tambin tuvo libros de caballera que pertenecan al pasado.
Marx miraba al futuro.
S, pero lloraba continuamente el pasado... el pasado de su imaginacin. Escuche esto,
Sancho el padre Quijote sac del bolsillo el Manifiesto comunista: La burguesa ha puesto
fin a todas las relaciones feudales, patriarcales, idlicas... Ha ahogado los xtasis ms celestiales
de fervor religioso, de entusiasmo caballeresco, en el agua glacial del clculo egosta. No oye
la mismsima voz de Don Quijote lamentando los das idos? De chico aprend sus palabras de
memoria, y todava las recuerdo, sobre poco ms o menos. Mas ahora ya triunfa la pereza de la
diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio de la virtud, la arrogancia de la valenta, y la terica
de la prctica de las armas, que slo vinieron y resplandecieron en las edades de oro y en los
andantes caballeros. Amads de Gaula, Palmern de Inglaterra, Roldn... Y escuche de nuevo el
Manifiesto comunista, no puede negar usted que este Marx era un autntico seguidor de mi
antepasado: Se ven barridas todas las relaciones fijas, rpidamente congeladas, con su rosario
de antiguos y venerables prejuicios y opiniones, y las nuevas se vuelven anticuadas antes de que
puedan osificarse. Era un verdadero profeta, Sancho. Incluso previ la figura de Stalin. Todo
lo que es slido se deshace en el aire, todo lo sagrado se profana...
Un hombre que almorzaba solo en el patiecito dej suspenso en el aire el tenedor que se
llevaba a los labios. Luego, cuando Sancho le mir desde el otro lado del local, inclin la cabeza
y sigui comiendo apresuradamente. Sancho dijo
Preferira que no leyese tan alto, padre. Est salmodiando como si estuviera en la
Iglesia.
Hay muchas palabras sagradas que no estn escritas en la Biblia ni por los Padres de la
Iglesia. Estas palabras de Marx casi merecen salmodiarse... xtasis celestiales de fervor
religioso... entusiasmo caballeresco.
Franco est muerto, padre, pero aun as muestre, por favor, una pizca de prudencia.
Aquel hombre de all est escuchando cada palabra que dice.
Naturalmente, como todos los profetas, Marx tambin comete errores. Hasta san Pablo
est sujeto a error.
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la Cruz, la admiracin ocasional de Marx por los burgueses me parece un tanto exagerada.
Admiracin por los burgueses? Qu diablos quiere decir?
Un economista, por supuesto, tiene que ver las cosas forzosamente en trminos muy
materiales y reconozco que tal vez hago excesivo hincapi en lo espiritual.
Marx odiaba a los burgueses.
Oh, ya sabemos que el odio es muchas veces la otra cara del amor. A lo mejor el pobre
hombre fue rechazado por lo que amaba. Escucha esto, Sancho: La burguesa, durante su
dominacin de apenas cien aos, ha creado fuerzas de produccin ms imponentes y colosales
que todas las generaciones anteriores juntas. El sometimiento de las fuerzas de la naturaleza
ante el hombre, la maquinaria, la aplicacin de la qumica a la industria y a la agricultura, la
navegacin a vapor, los ferrocarriles, el telgrafo elctrico, el desbrozamiento de continentes
enteros para su cultivo, la canalizacin de ros, poblaciones enteras surgidas del suelo... Hace
que uno se sienta casi orgulloso de ser burgus, verdad? Qu gobernador colonial ms
magnifico hubiera sido Marx. Si Espaa hubiera producido un hombre como l, quiz nunca
habramos perdido nuestro imperio. El pobre tuvo que alojarse en una vivienda atiborrada de un
barrio humilde de Londres, y pedir prestado a sus amigos.
Su punto de vista sobre Marx es muy extrao, padre.
Tena mis prejuicios contra l (a pesar de que defendi los monasterios), pero no haba
ledo este librito. La primera lectura es algo especial, como un primer amor. Ojal pudiera ahora
descubrir a san Pablo por casualidad y leerlo por primera vez. Ojal quisiera usted hacer la
prueba, Sancho, con uno de los que usted llama mis libros de caballera.
Sus gustos me pareceran tan absurdos como a Cervantes los de Don Quijote.
La comida fue amistosa, a pesar de su disputa, y al acabar una segunda botella de vino
convinieron en seguir rumbo, a Len y en dejar para ms tarde y hasta en jugrsela a los
dados la decisin de si dirigirse hacia el este, al Pas Vasco, o si encaminarse hacia el oeste, a
Galicia. Salieron del restaurante Valencia cogidos del brazo, pero al caminar hacia el sitio en
donde haba estacionado a Rocinante, el padre Quijote sinti una presin en el brazo.
Qu pasa, Sancho?
El de la secreta. Nos est siguiendo. No diga nada. Doble la primera esquina que
veamos.
Pero Rocinante est al final de la calle.
Quiere apuntar la matricula de nuestro coche.
Cmo puede saber que es uno de la secreta?
Por su cartera respondi Sancho, y era cierto que tras haber doblado la primera
esquina, y cuando el padre Quijote mir hacia atrs, el hombre segua all, portando el temible
distintivo de su profesin.
No vuelva a mirar atrs dijo Sancho. Tenemos que hacerle creer que no sabemos
que nos sigue.
Cmo vamos a esquivarle?
Nos metemos en un bar y pedimos algo. El har tiempo fuera. Salimos por la puerta de
atrs y le sacamos ventaja. Luego vamos corriendo hacia Rocinante.
Y si no hay puerta de atrs?
Nos marchamos a otro bar.
No haba puerta trasera. Sancho tom un coac y el padre Quijote, prudentemente, un
caf. Cuando salieron, el hombre segua unos veinte metros ms all en la calle, mirando a un
escaparate.
Disimula muy poco para ser de la secreta dijo el padre Quijote mientras suban la
calle, camino de otro bar.
Una de sus artimaas dijo Sancho. Quiere ponernos nerviosos.
Gui al monseor a un segundo bar y pidi un nuevo coac.
Si tomo ms caf dijo el padre Quijote, no dormir esta noche.
Tome una tnica.
Qu es eso?
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Comprenderla qu?
El hombre empez a mascullar rpidamente el acto de contricin, pero al menos no
equivoc las palabras. El padre Quijote se sinti decepcionado. Nunca jams haba confesado en
un sitio semejante. Siempre lo haba hecho sentado en aquel cajn que pareca un fretro... De
un modo casi automtico busc refugio en el nico cajn disponible, y se sent sobre la tapa
cerrada de un retrete. El desconocido se hubiera puesto de rodillas, pero el padre Quijote le
detuvo, porque el suelo no estaba nada limpio.
No se arrodille dijo. Qudese de pie como est.
El hombre le tendi la gran asa de latn. Dijo:
He pecado y pido perdn a Dios a travs de usted, padre. Monseor, quiero decir.
Aqu no soy monseor dijo el padre Quijote. No hay jerarquas en el
confesionario. Qu ha hecho usted?
He robado esta asa y otra igual que sta.
Entonces tiene que restituirlas.
El dueo ha muerto. Le he enterrado esta maana.
El padre Quijote, como es costumbre, se tap los ojos con una mano por virtud del
secreto, pero retuvo mentalmente una imagen clara de la cara vulpina y morena. Era un
sacerdote a quien le agradaba or una confesin rpida, con las palabras sencillas y abstractas
que los penitentes suelen emplear. Aquellas palabras rara vez exigan ms que una simple
pregunta: cuntas veces...? He cometido adulterio, he incumplido mis obligaciones de la
Semana Santa, he pecado contra la pureza... No estaba acostumbrado a un pecado en forma de
asa de latn. Sin duda era un objeto de poco valor.
Tiene que devolver el asa a los herederos.
El padre Gonzlez no ha dejado herederos.
Pero qu son esas asas? Cundo las ha robado?
Las cobr en la factura y luego las arranqu del atad para poder usarlas otra vez.
Hace eso a menudo?
El padre Quijote no pudo contener la curiosidad fatal que era su defecto recurrente en el
confesionario.
Oh, es una prctica corriente. Todos mis competidores lo hacen.
El padre Quijote se pregunt que habra escrito el padre Heribert Jone sobre este caso.
Seguramente lo clasificara entre los pecados contra la justicia, categora a la que tambin
pertenece el adulterio, pero el padre Quijote crey recordar que, tratndose de un robo, la
gravedad del pecado deba juzgarse por el valor del objeto robado: si era equivalente a la,
sptima parte del sueldo mensual del dueo, haba que enjuiciar la falta seriamente. Si el dueo
fuera millonario no habra pecado en absoluto... al menos no contra la justicia. Qu ganara al
mes el padre Gonzlez? Y sera l el legtimo dueo de las asas si hubiera podido tomar
posesin de ellas despus de la muerte? Un fretro perteneca indudablemente a la tierra en la
que yace.
Pregunt (ms por darse tiempo para pensar que por cualquier otro motivo):
Se ha confesado de las ocasiones anteriores?
No. Ya le he dicho, monseor, que es una prctica habitual en mi oficio. Cobramos un
suplemento por las asas de latn, es cierto pero no es ms que una especie de alquiler. Hasta que
acaba el entierro.
Entonces por qu se confiesa conmigo ahora?
Quiz soy un hombre demasiado escrupuloso, monseor, pero no s por qu me
pareci distinto cuando sepult al padre Gonzlez. El hubiera estado tan orgulloso de las asas.
Fjese que eso mostraba la estima que le tenan en la parroquia, porque pag la parroquia,
naturalmente.
Y usted contribuy?
Oh, s. Desde luego. Yo apreciaba mucho al padre Gonzlez.
As que en cierto modo se est robando a s mismo?
Robando no, monseor.
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IX
DE COMO MONSEOR QUIJOTE VIO
UN EXTRAO ESPECTACULO
Su estancia en Valladolid fue prolongada inesperadamente por la firme negativa de
Rocinante a ponerse otra vez en marcha, de modo que hubo que dejarle en un garaje para que lo
examinasen.
No es de extraar dijo el padre Quijote. El pobre recorri ayer una distancia
inmensa.
Una distancia inmensa! Estamos a menos de ciento veinte kilmetros de Salamanca.
Su recorrido normal es diez kilmetros, cuando voy por vino a la cooperativa.
Menos mal que no nos decidimos por Roma o Mosc. Si quiere que le diga mi opinin,
usted lo ha malcriado. A los coches, como a las mujeres, nunca hay que mimarlos.
Pero es muy viejo, Sancho. Seguramente ms viejo que nosotros. Y adems... sin su
ayuda... Podramos haber recorrido todo el trayecto desde Salamanca?
Como tenan que esperar hasta la maana siguiente el veredicto sobre Rocinante, Sancho
propuso que fuesen al cine. Tras un momento de vacilacin, el padre Quijote accedi. Haba
habido una poca en la que las obras de teatro estaban prohibidas al sacerdocio, y aunque la
normativa nunca se aplic al cine, ya que entonces no exista, en la mente del padre Quijote
perduraba la sensacin de que en los espectculos haba algo peligroso.
Nunca he ido al cine dijo a Sancho.
Hay que conocer el mundo si uno quiere transformarlo.
No me tendr por un hipcrita pregunt el padre Quijote si me quito lo que usted
llama peto?
Todos los colores son iguales en la oscuridad replic Sancho, pero haga como
guste.
Despus de pensarlo bien, el padre Quijote no se quit la pechera. Le pareci ms
honrado. No quera que le acusasen de hipocresa.
Fueron a un cine pequeo donde proyectaban una pelcula titulada La plegaria de una
virgen. El ttulo atrajo al padre Quijote tanto como repeli a Sancho, que previ una velada de
aburrimiento y piedad. Se equivoc, sin embargo. La pelcula no era una obra maestra, pero aun
as le pareci bastante divertida, aunque tema un poco la reaccin de su acompaante, porque el
film no era ciertamente virginal, y debera haberse fijado en que el cartel de fuera ostentaba una
S de advertencia.
De hecho, la plegaria de la virgen result ser un muchacho muy guapo cuyas aventuras
con una serie de chicas acababan siempre, con la monotona de la repeticin, en la cama. Al
llegar a este punto, la fotografa se volva borrosa y difuminada, y era un poco difcil discernir a
quin correspondan las diversas piernas, puesto que la cmara evitaba hbilmente las partes
pudendas, que diferencian a un hombre de una mujer. Era el chico o la chica el que estaba
encima? Quin besaba los miembros de quin? En tales momentos no haba dilogo que
sirviese de ayuda al espectador: tan slo el sonido de una respiracin fuerte y a veces un gruido
o un chillido que poda ser masculino o femenino. Para complicar las cosas, era evidente que las
escenas haban sido filmadas para una pantalla pequea (quiz para una funcin en casa) y las
imgenes se volvieron todava ms abstractas al ampliarlas para una sala de cine. Incluso
decay el placer de Sancho: l hubiera preferido una pornografa ms patente, y era difcil
identificarse con el protagonista, que tena pelo negro muy brillante y patillas. Sancho crey
reconocer al modelo que habla aparecido frecuentemente en la televisin, anunciando un
desodorante para hombres.
El final de la pelcula era francamente decepcionante. El joven se haba enamorado
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locamente de una chica que haba resistido a sus insinuaciones. Haba una boda en la iglesia, un
casto beso en el altar, en que el novio deslizaba el anillo en el dedo de la novia, y luego un
rpido corte para mostrar una maraa de cuerpos en la cama... Sancho sospech que se haban
limitado a repetir, por economa, una de las primeras escenas con los cuerpos annimos, o
quiz se trataba de un toque de irona inteligente por parte del director? Se encendieron las luces
y el padre Quijote dijo:
Realmente interesante, Sancho. As que esto es lo que se llama una pelcula.
No era muy buen ejemplo.
Qu cantidad de ejercicio hacan todos. Los actores deben de estar derrengados.
Estaban fingiendo, padre.
Cmo que fingiendo? Qu estaban fingiendo hacer?
El amor, por supuesto.
Oh, de manera que se hace as. Siempre cre que sera muchsimo ms sencillo y ms
placentero. Parecan sufrir mucho. A juzgar por los ruidos que hacan.
Estaban fingiendo (eso es la interpretacin, padre) que sentan un placer intolerable.
No daba la impresin de que lo encontrasen placentero. O quiz eran malos actores.
Simplemente seguan sufriendo. Y no he visto globos, Sancho.
Yo tena miedo de escandalizarle, padre, pero fue usted el que escogi la pelcula.
S. Por el ttulo. Pero no entiendo qu tiene que ver el ttulo con lo que hemos visto.
Bueno, me figuro que la oracin de una virgen es encontrar un chico guapo a quien
amar. Qu me dice?
Otra vez la palabra amor. No creo que la seorita Martin rezase por nada de eso. En fin,
de todos modos me ha impresionado el silencio del pblico. Lo tomaba tan en serio que
realmente me ha dado miedo rerme.
Tena miedo de rerse?
S. Era difcil de evitar. Pero no me gusta ofender a nadie que toma en serio una cosa.
La risa no es un argumento. Puede ser un insulto estpido. Quiz han entendido las cosas de un
modo distinto que yo. A lo mejor ellos han visto belleza. Aun as, ha habido momentos en que
me hubiera encantado que alguien se riera hasta usted, Sancho, para poder rerme tambin.
Pero tema romper el silencio total. Hay algo sagrado en el silencio. Me dolera que alguien se
riera en la iglesia cuando levanto la hostia.
Y si todo el mundo se riese en la iglesia?
Ah, eso sera completamente distinto. Entonces pensara puedo equivocarme, por
supuesto que estaba oyendo la risa del Jbilo, Una risa solitaria es muchas veces una risa de
superioridad.
Esa noche en la cama, el padre Quijote abri su libro de san Francisco de Sales. Todava
se senta preocupado por aquellas escenas sexuales del cine; preocupado por su incapacidad
para conmoverse por otra emocin que no fuera regocijo. El siempre haba credo que el amor
humano era del mismo gnero que el amor de Dios, aun cuando solamente el reflejo ms tenue
y dbil de dicho amor, pero aquellos ejercicios fsicos que le haban dado ganas de rer a
carcajadas, aquellos gruidos y chillidos... Acaso soy, se pregunt, incapaz de sentir amor
humano? Porque si lo soy, tambin debo ser incapaz de experimentar el amor de Dios. Empez
a temer que su espritu estuviese marcado indeleblemente por aquel terrible signo de
interrogacin. Desesperado, busc consuelo y recurri a lo que Sancho haba denominado sus
libros de caballera, pero record que Don Quijote haba renunciado a ellos en su lecho de
muerte. Y acaso l tambin lo hiciera cuando llegase su hora...
Abri al azar El amor de Dios, pero las sortes Virgilianae no le procuraron alivio. Lo
intent tres veces, y luego tropez con un pasaje que pareca apropiado para lo que haba visto
en el cine. Tampoco le reconfort mucho, pues le hizo pensar que quiz tena menos capacidad
para el amor que un pedazo de hierro. El hierro tiene tal inclinacin hacia el diamante que en
cuanto es tocado por la virtud del mismo se torna hacia l, empieza a moverse y tiembla con un
saltito, atestiguando as la complacencia que siente, e inmediatamente avanza y se dirige hacia
el diamante, procurando por todos los medios unirse a l. Y despus ley una pregunta que le
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lleg al alma: Y no ves todas las partes de un amor vivo representadas en esta piedra
inanimada? Oh s, pens, l haba visto muchos brincos, pero no haba experimentado el amor
vivo.
El pavoroso interrogante segua grabado en su nimo cuando prosiguieron la ruta al da
siguiente. Rocinante estaba realmente asustadizo despus de su estancia en el garaje, y no se
quej lo ms mnimo cuando su velocidad ascendi a cuarenta y hasta cuarenta y cinco
kilmetros por hora, velocidad que haban alcanzado nicamente porque el padre Quijote estaba
absorto en sus desventurados pensamientos.
Qu ocurre? le pregunt Sancho. Hoy vuelve a ser el Monseor de la Triste
Figura.
A veces he pensado, Dios me perdone dijo el padre Quijote, que yo haba sido
especialmente favorecido por que nunca, me tentaron los apetitos sexuales.
Ni siquiera en sueos?
No, ni siquiera en sueos.
Es usted muy afortunado.
Lo soy?, se pregunt a s mismo. O soy el ms infortunado de los hombres? No poda
comunicar lo que estaba pensando, la pregunta que se estaba formulando, al amigo que iba
sentado a su lado. Cmo puedo rezar para resistir el mal si ni siquiera tengo tentaciones? No
hay ningn mrito en esa oracin. Se sinti completamente solo en su propio, silencio. Era
como si la superficie del confesionario y los secretos que albergaba se hubieran extendido ms
all del confesionario mismo y ms all del penitente, hasta abarcar el coche en el que viajaba e
incluso el volante bajo su mano mientras rodaban rumbo a Len. Rez en silencio: Oh Dios,
hazme humano, djame sufrir la tentacin. Slvame de mi indiferencia.
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X
DE COMO MONSEOR QUIJOTE
HIZO FRENTE A LA JUSTICIA
1
Camino de Len, se detuvieron en un campo a la orilla de un ro, cerca del pueblo de
Mansilla de las Mulas, por que el alcalde declar que tena mucha sed. Un pequeo puente para
peatones les proporcion una sombra en la que dejaron el coche, pero en realidad la sed de
Sancho no era ms que un subterfugio para quebrar el silencio del padre Quijote, que le estaba
desquiciando los nervios. Quiz un trago desatase los labios del padre Quijote, y Sancho
sumergi en el ro, por medio de una cuerda, una botella de su vino manchego, despertando el
inters de algunas vacas en la otra ribera. Al volver encontr al sacerdote contemplando
sobriamente sus calcetines morados, y no pudo soportar ms tiempo su inexplicable silencio.
Dijo:
Dios bendito, si ha hecho un voto de silencio ingrese en un monasterio. Hay cartujos en
Burgos y trapenses en Osera. Elija usted, monseor, adnde quiere que vayamos.
Lo siento, Sancho dijo el padre Quijote. Es slo que estaba pensando...
Oh, supongo que est pensando en cosas tan elevadas y espirituales que un simple
marxista no puede entenderlas.
No, no.
Recuerde, padres lo buen gobernador que fue mi antepasado. Ni Don Quijote, con toda
su caballerosidad y denuedo, hubiera gobernado tan bien. Vaya alboroto hubiera armado en la
nsula. Mi antepasado se aficion a gobernar igual que Trotski a mandar un ejrcito. Trotski
careca de experiencia, y sin embargo derrot a los generales blancos, Oh, nosotros somos
materialistas, ya s, los campesinos y los marxistas. Pero no nos desprecie por eso.
Cundo lo he despreciado yo, Sancho?
Vaya, gracias a Dios que ya ha abierto la boca. Vamos por la botella.
El vino que sac del ro no estaba suficientemente fro, pero Sancho ansiaba completar la
cura. Bebieron dos vasos en un silencio ahora amistoso.
Queda algo de queso padre?
Un poco, creo. Voy a ver.
El padre Quijote tardaba mucho tiempo. Quiz le cost trabajo encontrar el queso. El
alcalde se levant impacientemente cuando el padre Quijote sali de debajo del puente con un
semblante de inquietud justificada, pues le acompaaba un guardia civil. Por alguna razn que
el alcalde no pudo entender, monseor estaba hablando rpidamente en latn con el desconocido,
que tambin mostraba una expresin inquieta. El padre Quijote dijo:
Esto mihi in Deum protectorem et in locum refugii.
El obispo parece extranjero dijo el guardia al alcalde.
No es un obispo. Es un monseor.
Es suyo ese coche que est debajo del puente?
Es de monseor.
Le he dicho que debera habero cerrado. Hasta se ha dejado la llave en el arranque. No
es muy prudente. No en este sitio.
Esto parece muy tranquilo. Hasta las vacas...
No ha visto a un hombre con un orificio de bala en el pantaln derecho y un bigote
postizo? Aunque supongo que se lo habr quitado.
No, no. No he visto a nadie.
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diluvio de luz que penetraba por ciento veinte ventanas y que podra haber sido la mirada de
Dios. Se sinti como si fuese una criatura infinitamente pequea colocada en el portaobjetos de
un microscopio. Huy a un altar lateral y se arrodill. No saba qu decir. Cuando pens:
Gracias las palabras le parecieron tan huecas como un eco; no experimentaba gratitud por
hallarse a salvo, quiz la habra sentido un poco si una bala le hubiera alcanzado: esto es el fin.
Hubieran transportado su cuerpo a El Toboso; all se habra sentido de nuevo a gusto, y no en
este peregrinaje absurdo: hacia qu? hacia dnde?
Pareca una prdida de tiempo tratar de rezar sin conseguirlo, de manera que desisti de
su tentativa e intent, en cambio, suprimir todo pensamiento, no ser consciente de nada, acceder
a un completo silencio, y al cabo de un largo rato se encontr a un solo paso del umbral de la
Nada. Entonces repar en que el dedo gordo de su pie izquierdo estaba ms fro que los otros
sobre la piedra de la, catedral, y pens: Tengo un agujero en el calcetn. La prenda Por qu no
se habra decidido por lana? no vala lo que costaba en aquel suntuoso comercio patrocinado por
el Opus Dei.
Hizo la seal de la cruz y se reuni con Sancho.
Ya ha rezado bastante?
No he rezado nada en absoluto.
Dejaron aparcado a Rocinante y pasearon a la ventura por las calles. Ms all de Burgo
Nuevo encontraron una zapatera. Las aceras calientes abrasaban los pies del padre Quijote, y el
agujero por el que se asomaba el dedo gordo del pie izquierdo se haba agrandado notablemente.
Era una tienda pequea, y el dueo le mir los pies, asombrado.
Quiero un par de zapatos negros del nmero treinta y nueve dijo el padre Quijote.
S, s, sintese, por favor.
El hombre trajo un par y se arrodill ante l. El padre Quijote pens: Soy como la estatua
de San Pedro en Roma. Me besar los dedos del pie? Se ri.
Qu le hace gracia? pregunt el alcalde.
Nada, nada. Un pensamiento.
El cuero de estos zapatos le parecer muy blando y flexible, Excelencia.
No soy obispo dijo el padre Quijote, sino slo Monseor, y espero que Dios me
perdone por ello.
El hombre encaj el zapato sobre el calcetn intacto.
Si monseor es tan amable de dar unos cuantos pasos...
Ya he dado ms que unos cuantos pasos en Len. Las aceras aqu son muy duras.
Ciertamente han debido de serlo, monseor, andando sin zapatos
Estos son muy cmodos. Me los llevo.
Quiere que se los envuelva o se los lleva puestos, monseor?
Me los llevo puestos, desde luego. Usted cree que quiero andar descalzo?
Yo cre que a lo mejor... Bueno, pens que podra ser una penitencia...
No, no, me temo que no soy un santo.
Se sent de nuevo y dej que el hombre le ajustara el otro zapato sobre el dedo saliente,
que toc con suavidad y una pizca de reverencia, metindolo dentro del calcetn. Era evidente
que el contacto con un dedo desnudo del pie de un Monseor era una experiencia nueva para l.
Y el otro par? Monseor no quiere que se lo envuelva?
Qu otro par?
El que monseor ha desechado.
No lo he desechado. El me ha desechado a m dijo el padre Quijote. Ni siquiera s
dnde est. Espero que a estas horas muy lejos de aqu. Eran zapatos viejos, a fin de cuentas. No
tan buenos como stos.
El hombre les acompa a la puerta de la tienda. Pregunt:
Sera tan amable de darme su bendicin, monseor?
El padre Quijote esboz la seal de la cruz y mascull, la frmula. Ya en la calle,
coment:
El hombre era demasiado respetuoso, para mi gusto.
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Las circunstancias no eran muy normales, y me temo que posiblemente nos recuerde.
En el camino de vuelta hacia Rocinante pasaron por delante de una oficina de telfonos.
El padre Quijote se detuvo. Dijo:
Estoy inquieto.
Y con razn. Si a ese canalla que usted salv le atrapan y habla...
No estaba pensando en l. Estaba pensando en Teresa. Tengo un presentimiento de que
algo va mal. Llevamos mucho tiempo fuera.
Cuatro das.
No es posible. Lo menos parece un mes. Djeme telefonear por favor.
Hgalo, pero no tarde. Cuanto antes salgamos de Len, mejor.
Teresa contest el telfono. Antes de que l pudiera hablar, ella le dijo, con un tono
furioso:
El padre Herrera no est y no, s cuando volver.
Colg.
Algo va mal. dijo el padre Quijote. Marc de nuevo y esta vez habl al instante.
Soy el padre Quijote, Teresa.
Bendito sea Dios dijo Teresa. Dnde est?
En Len.
Dnde queda eso?
El alcalde intervino:
No debera habrselo dicho.
Qu est haciendo ah, padre?
Telefoneando.
Padre, el obispo est horrible.
Est enfermo, el pobre?
Tiene una clera santa.
Hay algo que no marcha, Teresa?
Ha hablado dos veces por telfono con el padre Herrera. Han estado hablando media
hora cada vez sin importarles el gasto.
Pero, de qu, Teresa?
De usted, por supuesto. Dicen que est loco. Dicen que habra que encerrarle en un
manicomio para salvar el honor de la Iglesia.
Pero, por qu? Por qu?
La Guardia Civil le ha estado buscando en vila.
No he estado en vila.
Ya lo saben. Dicen que usted est en Valladolid. Y dicen que intercambio la ropa con el
alcalde rojo para huir.
No es cierto.
Creen que usted podra estar enredado con esos locos de vascos.
Cmo sabe todo eso, Teresa?
Cree usted que les permito usar el telfono sin dejar abierta la puerta de la cocina?
Djeme hablar con el padre Herrera.
No le cuente nada dijo Sancho. Nada.
El padre Herrera no est. Se march ayer, antes de clarear, para ver al obispo. El obispo
est tan enfurecido que no me extraara que telefonease al Santo Padre para hablarle de usted.
El padre Herrera me dijo que fue un tremendo error del Papa nombrarle monseor. Yo le dije
que eso era una blasfemia. El Papa no puede equivocarse.
Oh s, si puede. Teresa... pequeos errores. Creo que ms vale que vuelva a casa
inmediatamente.
No puede hacer eso, padre. La Guardia Civil le detendr y acabar sus das en el
manicomio.
Pero si no estoy ms loco que el padre Herrera... O que obispo, si vamos a eso.
Ellos dicen que s. He odo al padre Herrera decir al obispo: Hay que impedirle que
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Por qu? Pueden defendernos de peores males, como escribi Marx. Adems un
monasterio tiene las mismas ventajas que un burdel. Si no nos quedamos demasiado tiempo. No
hay que llenar fichas.
Pues entonces Osera, Sancho, y los trapenses.
All tendremos al menos buen vino gallego. Nuestro manchego pronto ir menguando.
Almorzaron vino nicamente, porque el atracador haba devorado el queso y no quedaban
salchichas. Se encentraban casi a mil metros de altura y una amplia panormica vaca se
extenda a sus pies, y un viento leve refrescaba el aire. Terminaron en seguida una botella y
Sancho abri otra.
Es sensato? inquiri el padre Quijote.
La sensatez nunca es absoluta respondi Sancho. Debe referirse a una situacin
concreta. Tambin vara en cada caso individual. Para m es sensato beber otra media botella en
una situacin como la nuestra, en que no tenemos comida. Para usted, por supuesto, puede ser
un desatino. En tal caso, cuando llegue el momento, tendr que juzgar lo que es sensato hacer
con su media botella.
Es muy difcil que llegue ese momento replic el padre Quijote. Mi sensatez me
ordena impedirle que beba ms de lo que le corresponde se sirvi un vaso. Aadi: No
entiendo cmo la falta de comida influye en la sensatez de nuestra eleccin.
Es evidente dijo Sancho. El vino contiene azcar y el azcar es un alimento muy
nutritivo.
En ese caso, si tuviramos suficiente vino nunca nos moriramos de hambre.
Exactamente, pero siempre se puede encontrar un sofisma en un argumento lgico,
incluso en los de santo Toms de Aquino. Si reemplazamos la comida, con vino tendremos que
quedarnos donde estamos, y a la larga se nos acabar el vino.
Por qu tendremos que quedarnos?
Porque ninguno de los dos ser capaz de conducir.
Muy cierto. El razonamiento lgico conduce muchas veces a situaciones absurdas. Hay
una santa popular en La Mancha que perdi su virginidad cuando fue violada por un moro en su
propia cocina, eso que ella tena un cuchillo en la mano y el moro estaba desarmado.
Me figuro que ella quera que la violase.
No, no, su razonamiento fue totalmente lgico. Su virginidad era menos importante que
la salvacin del moro. Si le mataba en aquel momento le privaba de toda oportunidad de salvar
su alma. Es absurdo y, sin embargo, cuando se piensa en ello, es una hermosa historia.
Este vino le est soltando la lengua, monseor. Me pregunto cmo aguantar el silencio
en el monasterio.
Nosotros no tenemos que guardar silencio. Sancho, y los monjes tienen permiso para
hablar con sus huspedes.
Qu rpido se ha vaciado, la segunda botella. Se acuerda, parece que hace muchsimo
tiempo, de cuando intent explicarme el misterio de la Santsima Trinidad?
S. Y comet aquel terrible error. Me permit representar al Espritu Santo con una
media botella.
No lo cometeremos otra vez dijo Sancho, mientras abra una tercera botella.
El padre Quijote no protest, pese a que el vino le estaba afectando el cerebro como un
agente irritante. Estaba dispuesta a ofenderse en cuanto surgiese la oportunidad.
Me alegra que le guste el vino, a diferencia de su antepasado dijo el alcalde. Don
Quijote paraba frecuentemente en las posadas, y tuvo en ellas cuatro de sus aventuras como
mnimo, pero nunca le vemos bebiendo ni siquiera un vaso entero. Muchas veces almorz queso
al aire libre, como nosotros, pero nunca tuvo un buen vaso de manchego para rociarlo. No me
hubiera agradado como campanero de viaje. Gracias a Dios, a pesar de sus libros piadosos,
usted bebe recio cuando le parece.
Por qu me est emparejando siempre con Don Quijote?
Era slo una comparacin...
Usted habla de l siempre que puede, sostiene que mis libros de santos son como sus
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libros de caballera, y compara nuestras aventurillas con las suyas. Aquellos guardias eran
guardias no molinos de viento. Yo soy el padre Quijote, no Don Quijote. Yo existo, se lo
aseguro. Mis aventuras son mis aventuras, no las de Don Quijote. Yo sigo mi camino, el mo, no
el suyo. Tengo libre albedro. No estoy atado a un antecesor que lleva muerto cuatrocientos
aos.
Lo siento, padre. Cre que estaba orgulloso de su antepasado. No era mi intencin
ofenderle.
Oh, yo s lo que usted piensa. Piensa que mi Dios es una ilusin como los molinos de
viento. Pero existe, se lo aseguro, no slo creo en l. Le toco.
Es duro o blando?
El padre Quijote empez a alzarse sobre la hierba, encolerizado.
No, no, padre. Perdone. No pretenda bromear. Respeto su fe como usted respeta la
ma. Slo hay una diferencia. Yo s que Marx y Lenin existieron. Usted slo cree.
Le diga que no es una cuestin de fe. Yo Le toco.
Padre, hemos pasado buenos ratos juntos. sta es la tercera botella. Levanto mi vaso en
honor de la Santsima Trinidad. No puede negarse a este brindis conmigo.
El padre Quijote contemplo sobriamente su vaso.
No, no puedo negarme, pero...
Bebi, y esta vez not que su ira se disipaba y que una gran tristeza ocupaba su lugar.
Dijo:
Usted cree que estoy un poco borracho, Sancho?
Sancho vio lgrimas en sus ojos.
Padre, nuestra amistad...
S, s, nada puede afectarla, Sancho. Ojal conociera las palabras justas.
Para qu?
Y tambin el saber. Soy un hombre muy ignorante. Yo no comprenda muchas de las
cosas que era mi misin ensear en El Toboso. No pensaba dos veces en ellas. La Santsima
Trinidad. La ley natural. El pecado mortal. Enseaba palabras sacadas de los libros de texto.
Nunca me pregunt si yo mismo crea en esas cosas. Iba a casa y lea a mis santos. Escriban
sobre amor. Yo poda entender eso. Las dems cosas no me parecan importantes.
No comprendo lo que le preocupa, padre.
Usted me preocupa, Sancho. Cuatro das en su compaa me preocupan. Me veo a m
mismo riendo cuando explot aquel globo. Aquella pelcula... por qu no me escandaliz? Por
qu no sal del cine? El Toboso parece a cien aos de distancia. No me reconozco en absoluto,
Sancho. Siento un mareo...
Est un poco borracho, padre. Eso es todo.
Son stos, los sntomas habituales?
Hablar mucho... mareo... s.
Y la tristeza?
A alguna gente le da por ah. Otras personas se ponen ruidosas y alegres.
Creo que deber limitarme a la tnica. No me encuentro en condiciones de conducir.
Yo podra llevar el volante.
A Rocinante no le gusta una mano extraa. Quisiera dormir un poco antes de seguir. Si
le he dicho algo injurioso, Sancho, perdneme. Ha sido el vino, no yo.
No ha dicho nada malo. Acustese un rato, padre, yo vigilar. El vodka me ha dado una
buena cabeza.
El padre Quijote encontr entre las rocas un pedazo de csped mullido y se tendi, pero
no concili el sueo inmediatamente.
El padre Heribert Jone consideraba que la embriaguez es un pecado ms grave que la
gula. Yo no lo entiendo. Una pequea borrachera nos ha reconciliado, Sancho. Ayuda a la
amistad. La gula es un vicio solitario. Una forma de onanismo. Pero recuerdo que el padre Jone
la calificaba solamente de pecado venial. Incluso si se provoca el vmito. Son sus mismas
palabras.
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Graham Greene
Yo no aceptara al padre Jone como una autoridad sobre moral, del mismo modo que
no aceptara a Trotski como una autoridad sobre comunismo.
Es verdad que la gente hace cosas horribles cuando est ebria?
Quiz s, a veces, cuando pierde el control. Pero no siempre es malo. Es bueno perder
el control de vez en cuando. En el amor, por ejemplo.
Como los de la pelcula?
Bueno, s, quiz.
Tal vez si hubieran bebido un poco ms habran empezado a explotar globos.
Un sonido extrao brot de las rocas. El alcalde tard un momento en darse cuenta de que
era una risa. El padre Quijote dijo:
Usted es mi telogo moral, Sancho.
Un instante despus, un ligero ronquido reemplaz a la risa.
3
La jornada haba sido fatigosa y haban bebido bien, y al cabo de un rato tambin dorma
el alcalde. Tuvo un sueo, uno de esos sueos ltimos que se tienen antes de despertar, y cuyos
nfimos detalles perduran obsesivamente en la memoria. Estaba buscando al padre Quijote, que
se haba extraviado. El alcalde llevaba en la mano los calcetines morados, y estaba preocupado
porque la senda montaosa que haba seguido el monseor era muy fragosa para un hombre
descalzo. Aqu y all, en efecto, top con huellas de sangre. Intent varias veces gritar el
nombre del padre Quijote, pero el sonido se ahog siempre en su garganta. De repente accedi a
un grandioso pavimento de mrmol, y ante l se alzaba la iglesia de El Toboso, de la que
procedan sonidos extraos. Entr en la iglesia, con los calcetines morados en la mano, y
encaramado sobre el altar estaba el padre Quijote, como una estatua sagrada, y la congregacin
rea y el monseor lloraba. El alcalde despert con una sensacin de irreparable, definitivo
desastre. Haba oscurecido. Estaba solo.
Fue, como en el sueo, en busca del padre Quijote, y respir aliviado al encontrarle. El
sacerdote se haba desplazado un poco ms abajo en el declive, quiz para estar ms cerca de
Rocinante, o tal vez porque el suelo era all ms blando. Se haba quitado los calcetines y hecho
con ellos una almohada, junto con los zapatos, y dorma profundamente.
El alcalde no tuvo nimos para despertarle. Era demasiado tarde para tomar la carretera
secundaria a Osera, y le pareci mucho ms seguro no regresar a Len. Reencontr el sitio que
haba elegido, fuera de la vista del padre Quijote, y pronto se qued dormido, sin que le turbara
ningn sueo.
Cuando despert, el sol estaba alto y l ya no se hallaba a la sombra. Era hora de partir,
pens, y de tomar un, caf en el pueblo siguiente. Necesitaba un caf. El vodka nunca le
causaba la menor molestia, pero el exceso de vino le trastornaba tanto como un reformista
fastidioso en el seno del partido. Fue a despertar al padre Quijote, pero el sacerdote no estaba
donde le haba dejado, aunque seguan all los calcetines y los zapatos que le haban servido de
almohada. Llam varias veces al padre Quijote sin obtener respuesta, y el sonido de su propia
voz le record su sueo. Se sent y esper, pensando que su compaero haba ido
probablemente a evacuar el vino en un lugar retirado. Pero como mucho hubiera tardado diez
minutos: ninguna vejiga poda albergar tal cantidad de lquido. Tal vez se estaba moviendo en
crculos y el padre Quijote, despus de desaguar, haba ido a buscar el lecho agreste de su
amigo. Entonces el alcalde retorn a su sitio con los calcetines morados en la mano, y esto le
evoc de nuevo el sueo de una manera inquietante. El padre Quijote no apareca por ninguna
parte.
El alcalde pens: Puede haber ido a ver si Rocinante est bien. La vspera, siguiente las
instrucciones de Sancho, el padre Quijote habla estacionado a Rocinante un poco a trasmano de
la carretera, detrs de un montn de arena abandonado despus de una reparacin vial hecha
mucho tiempo antes, a fin de que el coche resultase prcticamente invisible a cualquier guardia
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Mantequilla? pregunt.
Mande qu? pregunt su compaero con tono desagradable.
Le estoy preguntando si quiere mantequilla.
Le he acabado yo. No vala la pena guardarla.
El alcalde movi la cabeza y termin el bollo. Se guard el otro en el bolsillo. Para mi
amigo explic.
Ah va! He entendido eso declar la chica, encantada. Es para su chica. No te
acuerdas del latn? Amo, amas, yo amo, t amas. No recuerdo cmo sigue. Seguro que han
dormido entre matorrales, como nosotros.
El alcalde se llev la mano a la boca y grit de nuevo, pero no hubo respuesta.
Cmo puedes saber que es una chica? pregunt el joven. Estaba resuelto a ponerse
difcil. En espaol probablemente ocurre lo mismo que en francs. Un ami puede ser
masculino y femenino si no lo ves escrito.
Dios mo dijo la chica, t crees que podra ser aquel cadver que les vimos
transportar...?
No sabemos si era un cadver. Si lo era, por qu l se ha guardado un bollo?
Pregntale.
Cmo? T tienes el diccionario.
El alcalde ensay otro grito. Slo respondi un eco dbil.
Realmente pareca un cadver dijo la chica.
A lo mejor le estaban llevando simplemente al hospital.
Siempre tienes explicaciones de los ms vulgares para todo. De todos modos, no
necesitara un bollo en el hospital.
En los pases subdesarrollados, es frecuente que los parientes tengan que llevar comida
al enfermo.
Espaa no es un pas subdesarrollado.
Eso lo dices t.
Pareca que estaban pelendose por algo, y el alcalde se alej hacia donde haba dormido
el padre Quijote. El misterio de la desaparicin y el recuerdo de un sueo pesaban sobre su
nimo, y regres hacia Rocinante.
En su ausencia, la pareja haba consultado el diccionario con cierto provecho. Camilla
dijo la chica, pronuncindolo de un modo tan raro que al principio el alcalde no entendi la
palabra.
Ests segura de que lo has dicho bien? pregunt su amigo. Suena ms nombre de
chica que a camilla. De todas, no veo por qu has mirado esa palabra. No llevaban camilla.
Pero no te das cuenta de que sugiere ese significado? insisti la chica Cmo
vas a encontrar en el diccionario una palabra que exprese cmo transportaban a alguien por la
cabeza y los pies delante de nuestros ojos?
Y por qu no,transportado, simplemente?
El diccionario slo da el infinitivo de los verbos, pero si quieres voy a intentarlo.
Transportar dijo camilla.
El alcalde entendi de pronto lo que ella trataba de decirle, pero fue lo nico que
comprendi.
Dnde? pregunt, con un sentimiento de desesperacin Dnde?
Creo que quiere decir dnde tradujo el muchacho, y de repente se convirti en un
transmisor inspirado. Fue a zancadas hasta su coche, abri la puerta, se dobl en dos y simul
meter dentro algo pesado. Luego agit los brazos en direccin a Len y dijo:
Se lo llev el viento.
El alcalde se sent bruscamente en una roca. Qu poda haber sucedido? Les haba
localizado la Guardia Civil? Pero indudablemente habran esperado para apresar al compaero
del padre Quijote. Y por qu llevaban a ste en una camilla? Le haban disparado y despus se
asustaron de lo que haban hecho? Agach la cabeza, oprimido por sus pensamientos.
Pobre hombre susurr la chica, est llorando la muerte de su amigo. Creo que es
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SEGUNDA PARTE
I
MONSEOR QUIJOTE SE ENFRENTA
CON EL OBISPO
1
Cuando el padre Quijote abri los ojos, vio con sorpresa que el campo desfilaba
rpidamente por ambos lados, mientras l yaca tranquilamente casi en la misma postura en la
que se haba quedado dormido. Vio pasar velozmente rboles y despus una casa. Supuso que el
vino ingerido haba trastornado su visin, y tras un suspiro por su poca sensatez y la resolucin
de ser ms moderado en el futuro, cerr los ojos y sucumbi inmediatamente al sueo.
Le despert a medias por segunda vez un extrao traqueteo que ces bruscamente, y
sinti que su cuerpo se combaba y se posaba sobre algo parecido a una sbana fra, en lugar del
suelo donde haba estado tendido, que pinchaba un poco. Todo era muy raro. Puso la mano
detrs de la cabeza para acomodar la almohada. Una voz de mujer dijo indignada:
En nombre de la Santsima Virgen, qu le han hecho al pobre padre?
Otra voz dijo:
No se preocupe, mujer. Despertar dentro de un minuto. Vaya a prepararle un tazn de
caf fuerte.
l siempre toma t.
T, entonces, y bien cargado. Me quedar aqu hasta que despierte y as...
Pero el padre Quijote se desliz de nuevo hacia la paz y el placer del sueo. So que
haba inflado y lanzado al aire tres globos: dos grandes y uno pequeo. Eso le inquiet. Quera
atrapar el pequeo, e hincharlo hasta que fuese tan grande como los otros. Despert de nuevo,
parpade dos veces y advirti con toda claridad que estaba en su tasa de El Toboso, acostado en
su vieja cama. Unos dedos le tomaban el pulso.
Doctor Galvn. Usted! exclam. Qu est haciendo en El Toboso?
No se preocupe dijo el mdico, con voz tranquilizadora. Pronto volver a ser el
mismo.
Dnde est Sancho?
Sancho?
El alcalde.
Dejamos al hombre durmiendo la borrachera.
Y Rocinante?
Su coche? Seguro que lo traer l. A menos, naturalmente, que cruce la frontera.
Cmo he llegado aqu?
Cre que lo mejor era ponerle una pequea inyeccin. Para calmarle.
No estaba tranquilo?
Estaba dormido, pero pens que en tales circunstancias su reaccin ante nuestra llegada
podra haberle... excitado.
Quin era el otro?
En espaol enQuijote
el original.
Monseor
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Cmo el otro?
Usted ha dicho a nuestra llegada.
Oh, su buen amigo, el padre Herrera, vino conmigo, por supuesto.
Y me han trado aqu... contra mi voluntad?
Esta es su casa, mi viejo amigo, El Toboso. Qu mejor sitio para quedarse y descansar
un tiempo?
No necesito descansar. Hasta me han desnudado.
Slo le quitamos la ropa de fuera.
Mis pantalones!
No debe excitarse. Es malo para usted. Hgame caso: necesita una temporadita de
reposo. El mismo obispo recurri al padre Herrera para que le encontrase a usted y le trajera a
casa antes de que las cosas fueran demasiado lejos. El padre Herrera me telefone a Ciudad
Real. Teresa le dio mi nombre, y como tengo un primo en el Ministerio del Interior, la Guardia
Civil ha sido muy comprensiva y servicial. Fue una suerte que usted telefoneara a Teresa desde
Len.
Teresa entr en la habitacin con una taza de t.
Padre, padre dijo, qu bendicin verle vivo y bien...
No del todo bien an, Teresa le corrigi el doctor Galvn, pero despus de unas
semanas de reposo...
Conque semanas de reposo, eh? Me voy a levantar ahora mismo.
Hizo un esfuerzo y se desplom de nuevo sobre la cama.
Un poco mareado, eh? No se inquiete. Se debe simplemente a las inyecciones. Tuve
que ponerle dos ms en la carretera.
Hubo un resplandor de un alzacuello blanco que atraa al sol y el padre Herrera apareci
en la entrada.
Cmo est? pregunt.
Mejorando, ya va mejor.
Ustedes dos son culpables de una accin delictiva dijo el padre Quijote. Secuestro,
tratamiento mdico sin permiso del paciente...
El obispo me dio instrucciones claras respondi el padre Herrera de traerle a usted
a casa.
Que le den por el saco al obispo2 dijo, y un silencio mortal sigui a sus palabras.
Hasta el padre Quijote estaba escandalizado. Dnde demonios haba aprendido aquella frase,
cmo era posible que hubiera aflorado tan rpida e inesperadamente a su lengua? De qu
remoto recuerdo? Una risita, quebr entonces el silencio. Fue la primera vez que el padre
Quijote oa rer a Teresa. Dijo:
Tengo que levantarme. Ahora mismo. Dnde estn mis pantalones?
Estn bajo mi custodia dijo el padre Herrera. Las palabras que acaba de emplear...
nunca me atrevera a repetirlas... tales palabras en boca de un sacerdote, de un monseor...
El padre Quijote sinti una frentica tentacin de emplear la misma frase irrepetible a
propsito de su dignidad de monseor, pero se sobrepuso.
Trigame los pantalones en el acto dijo. Quiero levantarme.
Una expresin obscena como sa prueba que no est en su sano juicio.
Le he dicho que me traiga los pantalones.
Paciencia, paciencia medi el doctor Galvn.
Dentro de unos das. Ahora necesita descansar. Ante todo, no se excite.
Mis pantalones!
Seguirn bajo mi custodia hasta que usted mejore dijo el padre Herrera.
Teresa!
El padre Quijote apelaba a la nica persona amiga.
Los he guardado en un cajn. Dios me perdone, padre. Yo no saba lo que l se
propona.
2
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no oy el ruido seco hasta casi las siete. El padre Herrera haba modificado, evidentemente, la
hora de la misa. El padre Quijote supo que el dolor que aquello le causaba era completamente
irrazonable. Al obrar as, el padre Herrera probablemente habra aadido dos o tres personas al
nmero de feligreses.
El padre Quijote esper cinco minutos (porque el padre Herrera poda haber olvidado
algo, un pauelo quiz), y luego se desliz de puntillas hacia el cuarto de estar. Haba una
sbana pulcramente plegada sobre la butaca, debajo de una almohada. Indudablemente el padre
Herrera posea la virtud del orden, si el orden era una virtud. El padre Quijote repas con la
mirada las estanteras. Ay! Haba dejado su lectura favorita al cuidado de Rocinante. San
Francisco de Sales, su consuelo habitual, estaba en algn lugar de las carreteras de Espaa.
Tom las Confesiones de san Agustn y las Cartas espirituales de un jesuita del siglo XVIII, el
padre Caussade, que en ocasiones le haban confortado cuando fue seminarista, y volvi a la
cama. Teresa haba odo sus movimientos y le llev una taza de t con un bollo y mantequilla.
Estaba de muy mal humor.
Quin se ha pensado que soy? pregunt. Limpiar mientras l dice misa! Acaso
no he limpiado para usted durante ms de veinte aos? No necesito que l ni el obispo me
enseen mis obligaciones.
De verdad cree usted que va a venir el obispo?
Oh, esos dos son ua y carne. Desde que usted se march, han estado colgados del
telfono, maana, medioda y noche. Siempre Excelencia, Excelencia, Excelencia. Pareca que
estaba hablando con el mismsimo Dios.
Mi antepasado dijo el padre Quijote por lo menos se ahorr el obispo cuando el
cura le llev de vuelta a casa. Y prefiero al doctor Galvn que a aquel estpido barbero que le
cont a Don Quijote todas aquellas historias sobre locos. Cmo habran podido curarle esas
historias si realmente hubiera estado loco, cosa que no creo ni por un momento? En fin, Teresa,
tenemos que mirar el lado bueno. No creo que intenten quemar mis libros.
Quiz no quemarlos, pero el padre Herrera me ha dicho que mantuviese cerrado su
despacho. Ha sido que no quiere que usted se fatigue la cabeza leyendo. En todo caso, no hasta
despus de que haya venido el obispo.
Pero usted no ha cerrado con llave la puerta, Teresa. Ya ve que tengo dos de mis libros
aqu.
Voy a ser yo quien le impida el paso a su propio despacho, cuando me duele ver a ese
joven sacerdote sentarse en l como si fuera suyo? Pero ms vale que esconda los libros debajo
de la sbana cuando venga el obispo. Esos dos son de la misma calaa.
Oy al padre Herrera volver de misa: oy el estrpito de platos para el desayuno del cura:
Teresa haca el doble de ruido que si lo hubiera preparado para l. Consagr su atencin al padre
Caussade, que era una presencia ms consoladora a su cabecera que la del padre Heribert Jone.
Simul ante s mismo que el padre Caussade estaba sentado a su cabecera para orle su
confesin. Haban transcurrido cuatro das o cinco?
Padre, desde mi ltima confesin hace diez das... Le turb de nuevo la risa que tan a
punto haba estado de soltar cuado vio la pelcula en Valladolid, y le inquiet tambin la
ausencia de toda clase de deseo que le hubiese demostrado que era humano y deparado un
sentimiento de vergenza. Era posible que hasta hubiera aprendido en el cine la frase grosera
que haba empleado al hablar el obispo? Pero no haba un obispo en la pelcula. Las palabras
obscenas haban hecho rer a Teresa, e incluso el doctor Galvn las haba repetido. Dijo al padre
Caussade: Si hubo pecado en la risa de Teresa o en el consejo del doctor Galvn, el pecado fue
mo, slo mo. Haba otro aun peor. Bajo la influencia del vino haba minimizado la
importancia del Espritu Santo, comparndolo con media botella de manchego. Era ciertamente
una mala nota con la que tendra que afrontar la reprobacin del obispo, pero en realidad no
tema al obispo. Se tema a s mismo. Se senta como si le hubiera rozado la punta del ala del
peor de los pecados, la desesperacin.
Abri al azar las Cartas espirituales del padre Caussade. Hasta donde pudo
comprenderlo, el primer pasaje que ley no era pertinente en absoluto: En mi opinin, sus
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contactos demasiado frecuentes con sus numerosos parientes y dems personas en el mundo son
un escollo para su ascenso. Cierto que el padre Caussade estaba escribiendo a una monja, pero
as y todo... Un cura y una monja son fieles aliados. Yo nunca he querido ascender, protest ante
el aire vaco, nunca he querido ser monseor, y no tengo ms parientes que un primo segundo en
Mxico.
Abri el libro por segunda vez, sin mucha esperanza, pero en esta ocasin se vio
recompensado, aunque el prrafo escogido empezaba de un modo desalentador: He hecho una
buena confesin alguna vez en mi vida? Me ha perdonado Dios? Estoy en buen o mal
estado? Tentado estuvo de cerrar el libro, pero sigui leyendo. Al instante respondo: Dios
desea ocultarme todo eso, para que yo pueda abandonarme ciegamente a Sus mercedes. No
deseo conocer lo que l no desea mostrarme, y quiero avanzar en medio de cualquier oscuridad
en el que l pueda sumirme. Es asunto Suyo conocer el estado de mis progresos, e incumbencia
ma ocuparme exclusivamente de l. l se encargar de todo lo dems; se lo confi a l.
Se lo confo a l, repiti el padre Quijote en voz alta, y en aquel momento se abri la
puerta de su alcoba y la voz del padre Herrera anunci:
Est aqu Su Excelencia.
El padre Quijote tuvo por un instante la extraa impresin de que el padre Herrera haba
envejecido de repente: el alzacuello segua siendo de un blanco cegador, pero los cabellos eran
asimismo blancos y el joven sacerdote, por supuesto, no luca un anillo pastoril ni una cruz
grande colgada al cuello. Pero en su momento llevara ambos, pens el padre Quijote, sin duda
los llevara.
Disclpeme, Excelencia. Si me concede la merced de unos minutos le recibir en el
despacho.
Qudese donde est, monseor dijo el obispo. (Pronunci enfticamente el ttulo de
monseor, con una amargura evidente.) Sac de la manga un pauelo blanco de seda y
desempolv con l la silla junto a la cama, examin atentamente el pauelo para comprobar
hasta qu punto se haba ensuciado, se dej caer sobre la silla y pos la mano sobre la sbana.
Pero como el padre Quijote no se encontraba en postura de hacer una genuflexin, pens que
era permisible omitir el beso, y tras una breve pausa el obispo retir la mano. A continuacin
apret los labios, y despus de un momento de reflexin expuls el monoslabo: Bien!
El padre Herrera se haba quedado de pie en la puerta, como un guardaespaldas. El obispo
le dijo:
Djenos charlar un ratito a solas a m y al monseor. Esta ltima palabra pareci
quemarle la lengua, porque hizo una mueca.
El padre Herrera se retir. El obispo aferr la cruz que ornaba su pechera morada como si
apelara a una sabidura ms elevada que la humana. Al padre Quijote le pareci que estropeaba
la solemnidad del momento cuando dijo:
Confi en que se sienta mejor.
Me siento perfectamente contest el padre Quijote. Las vacaciones me han hecho
mucho bien.
No, si son ciertos los informes que he recibido.
Qu informes?
La Iglesia siempre se esfuerza por mantenerse al margen de la poltica.
Siempre?
Usted sabe muy bien lo que opin sobre su infortunado enredo con la organizacin In
Vinculis.
Fue un acto de caridad improvisada, Excelencia. Reconozco que en realidad no pens...
Quiz no haya que pensar cuando se trata de la caridad. Debera ser ciega, como el amor.
Usted ha sido promovido al rango de monseor por razones que sobrepasan mi
compresin. Un monseor siempre debe pensar. Debe salvaguardar la dignidad de la Iglesia.
Yo no ped que me hicieran monseor. No me gusta serlo. La dignidad de prroco de El
Toboso ya es bastante ardua de sobrellevar.
Yo no doy crdito a cualquier rumor monseor. El mero hecho de que un hombre sea
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desorientan.
Lo ms escandaloso del suceso es que el obispo o el monseor (ya sabe que la pechera
que usted y yo llevamos puede confundir a la gente) sali rindose de aquel cine de mala fama.
Riendo no, Excelencia. Quiz sonriendo.
No comprendo su presencia en una pelcula as.
Me enga la inocencia del ttulo.
Cmo se titulaba?
La plegaria de una virgen.
El obispo exhal un profundo suspiro.
A veces quisiera dijo que la denominacin de virgen estuviera restringida a
Nuestra Seora... y quiz a las profesas de las rdenes religiosas. Me hago cargo de que usted ha
llevado una vida muy retirada en El Toboso, y no comprende que la palabra virgen tal como
se utiliza en nuestras grandes ciudades, en su acepcin ms puramente temporal, es a menudo
una incitacin a la lujuria.
Reconozco, excelencia, que no se me pas por la cabeza.
Claro que estas cosas son asuntos insignificantes a ojos de la Guardia Civil, por muy
escandalosas que puedan parecer a los de la Iglesia. Pero yo y mi colega de vila tuvimos una
enorme dificultad en convencerles de que pasaran por alto lo que fue un delito penal grave.
Tuvimos que recurrir a un alto cargo del Ministerio del Interior, afortunadamente miembro del
Opus Dei...
Y primo, tengo entendido, del doctor Galvn.
Eso apenas hace al caso. Vimos instante que podra causar un dao indecible a la
Iglesia si un monseor compareca ante los tribunales acusado de ayudar a huir a un asesino...
No era un asesino, Excelencia. Fall.
Un atracador de banco.
No, no. Fue un supermercado.
Me gustara que no me interrumpiera con detalles triviales. La Guardia Civil de Len
encontr al hombre en posesin de sus zapatos, con su nombre claramente inscrito dentro.
Es una estpida costumbre de Teresa. Pobrecilla, tiene buena intencin, pero siempre
desconfa de que el zapatero le devuelva el mismo par que ella ha llevado para que le ponga
medias suelas.
No s si lo hace a propsito, monseor, pero no cesa de introducir en esta conversacin
seria detalles completamente banales e inoportunos.
Lo siento, no era mi intencin. Pens que podra parecerle raro eso de que mis zapatos
llevasen mi nombre.
Lo que me parece raro es que ayudase a ese prfugo de la justicia.
Tena una pistola... Claro que no la hubiese utilizado. De muy poco le hubiera servido
disparamos.
La Benemrita acept finalmente esta explicacin, a pesar de que el hombre se haba
deshecho del arma y neg que hubiese tenido una. No obstante al parecer han demostrado que
usted ocult antes al hombre en el maletero de su coche y minti a un hombre de la Guardia
Civil. No pudo hacer eso bajo coaccin.
No ment, Excelencia. Bueno... quiz me aprovech de una pequea equivocacin. El
guardia no me pregunt directamente si el hombre estaba en el maletero. Por supuesto, yo
podra alegar una amplia restriccin mental. El padre Heribert Jone seala que un delincuente
acusado o era, jurdicamente hablando, un delincuente puede declararse no culpable lo que
viene a ser una forma convencional de decir: No soy culpable ante la ley hasta que mi
culpabilidad se demuestre. Incluso permite al acusado decir que la acusacin es una calumnia y
proporcionar pruebas de su supuesta inocencia, aunque creo que aqu el padre Jone va un poco
demasiado lejos.
Quin es ese padre Heribert Jone?
Un notable telogo moral alemn.
Gracias a Dios que no es espaol.
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II
EL SEGUNDO VIAJE DE MONSEOR
QUIJOTE
1
Fue el p-p-p de un coche lo que despert al padre Quijote. Incluso en sueos haba
reconocido el tono inconfundible de Rocinante, un tono lastimero sin la ira, la irritacin ni la
impaciencia de un automvil grande, un tono que simplemente deca, alentadoramente: Aqu
estoy si me necesita. Se asom de inmediato a la ventana y mir afuera, pero Rocinante deba
estar aparcado en algn lugar inaccesible a su mirada, ya que el nico coche a la vista era de un
color azul vivo, y no de un rojo herrumbroso. Fue a la puerta, sin acordarse de que estaba
cerrada con llave, y sacudi el picaporte. La voz de Teresa le respondi:
Chitn, padre, dle un minuto mas.
Qu le d un minuto ms?
El padre Herrera se ha ido a confesar, pero nunca se queda mucho tiempo en el
confesionario si no hay nadie esperando, as que le he dicho al chico del taller mecnico que
suba corriendo a la iglesia antes de que se marche el padre Herrera, y que le tenga ocupado en
una confesin larga.
El padre Quijote se qued hecho un mar de dudas. Aquello no era la vida que l haba
conocido en El Toboso durante dcadas. Qu haba ocasionado el cambio?
Puede abrirme la puerta, Teresa? Rocinante ha vuelto.
S. Ya s. Nunca lo hubiera reconocido, pobre criatura, con toda esa pintura azul
brillante que lleva encima y hasta una matrcula nueva.
Por favor, Teresa, brame la puerta. Tengo que ver qu le ha ocurrido a Rocinante.
No puedo, padre, porque no tengo la llave, pero no se preocupe, l lo arreglar si le
deja otro minuto.
A quin?
Al alcalde, claro.
El alcalde? Dnde est?
En el despacho, dnde si no? Descerrajando el armario que cerr el padre Herrera,
con una de mis horquillas y aceite de oliva.
Por qu aceite de oliva?
No lo s, padre, pero confi en l.
Qu hay en el armario?
Sus pantalones, padre, y toda la ropa de encima.
Y si puede abrir el armario, no puede abrirme esta puerta?
Es lo que yo le he dicho, pero me ha hablado de lo que l llama prioridades.
El padre Quijote procur esperar, con una paciencia apenas fortalecida por el reportaje en
directo que le transmita Teresa.
Oh, pensaba que ya lo habla abierto, pero todava est completamente atascado y ahora
ha tomado una de las hojas de afeitar del padre Herrera. Lo vamos a pagar muy caro, porque el
padre Herrera suele llevar la cuenta de ellas... Ahora ha roto la hoja y, vlgame Dios, ahora est
usando las tijeras de uas del padre Herrera... Espere un momento, tenga paciencia... Gracias a
Dios, ya se est abriendo. Ojal abra ms aprisa la puerta, por que si no se nos echar encima el
padre Herrera: el chico no tiene tanta imaginacin.
Est bien, padre? dijo la voz del alcalde desde el otro lado de la puerta.
Estoy bien, pero qu ha estado haciendo con Rocinante?
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Acaso tenemos que hacer planes, Sancho? La ltima vez fuimos de aqu para all, al
azar. Usted disentir, desde luego, pero en cierto modo nos abandonamos en manos de Dios.
Entonces no fue un gua muy fiable. Le trajeron de vuelta a El Toboso, preso.
S. Quin sabe? Dios obra de un modo muy misterioso; quizs l quera que yo viese
al obispo.
Para bien del obispo... o suyo?
Cmo voy a saberlo? Al menos aprend algo del obispo, aunque dudo que l
aprendiese algo de m. Pero quin puede estar seguro?
Y adnde propone su Dios que vayamos ahora?
Por qu no seguimos simplemente la misma ruta que antes?
La Guardia Civil podra tener la misma idea. Cuando el obispo les avise de que
andamos libres otra vez.
No exactamente la misma ruta. No quiero volver a Madrid... ni a Valladolid. No me
han dejado un recuerdo muy grato. Excepto la casa del historiador.
Historiador?
El gran Cervantes.
Tenemos que decidir en seguida, padre. En el sur hace demasiado calor. Vamos al
norte, donde los vascos o donde los gallegos?
De acuerdo.
De acuerdo en qu? No ha contestado a mi pregunta.
Dejemos los detalles a Dios.
Y quin conduce? Est seguro de que Dios tiene carn de conducir?
Conduzco yo, por supuesto. Rocinante nunca entendera que yo fuese en el coche como
pasajero.
Pero viajemos a una velocidad razonable. Mi amigo de Valladolid dijo que era muy
capaz de alcanzar ochenta y hasta cien kilmetros por hora.
No se puede juzgar a Rocinante con una breve inspeccin.
No voy a discutir ahora. Tenemos que irnos.
Pero no les fue tan fcil abandonar El Toboso. El padre acababa de meter la primera
velocidad cuando una voz le llam: Padre, padre. Un muchacho suba corriendo tras ellos por
la carretera.
No le haga caso dijo el alcalde. Tenemos que salir de aqu.
Tengo que parar. Es el chico que atiende el surtidor en el garaje.
Estaba casi sin aliento cuando los alcanz.
Bueno, qu pasa? pregunt el padre Quijote.
Padre dijo el chico, entre jadeos, padre.
Qu pasa, te pregunto.
Me ha negado la absolucin, padre. Voy a ir al infierno?
Lo dudo mucho. Qu has hecho? Has asesinado al padre Herrera? Eso no implica
necesariamente que vayas al infierno. Siempre que tuvieras un motivo justificado.
Cmo podra haberle asesinado si ha sido l quien me la ha negado?
Lgicamente expresado. Por qu lo ha hecho?
Me ha dicho que me estaba burlando del confesionario.
Oh, Dios, me haba olvidado. T eres el que ha enviado Teresa a... Un grave error por
su parte. Aun as su intencin era buena, y estoy seguro de que los dos seris perdonados. Pero
ella me ha dicho que no tenas imaginacin. Por qu te ha negado la absolucin el padre
Herrera? Qu demonios te has inventado?
Yo slo le he dicho que me he acostado con un montn de chicas.
No hay tantas en El Toboso, aparte de las monjas. No le habrs dicho que te has
acostado con una monja, verdad?
Jams hubiera dicho una cosa as, padre. Soy secretario de las Hijas de Mara.
Y el padre Herrera seguramente acabar en el Opus Dei dijo el alcalde. Por el
amor de Dios, vmonos ya.
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Monseor Quijote
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Nada de ciudades dijo el alcalde. Iremos por carreteras vecinales siempre que se
pueda. Me sentir ms seguro cuando lleguemos a las montaas. Me imagino que usted tiene
pasaporte.
No.
Entonces Portugal no sirve de refugio.
Refugio de qu? Del Obispo?
Parece que no se da cuenta, padre, del grave delito que ha cometido. Ha libertado a un
galeote.
Pobrecillo. Lo nico que me quit fueron los zapatos, y no eran mucho mejores que los
suyos. Estaba condenado al fracaso. Siempre he credo que los que siempre fracasan hasta se
qued sin gasolina estn ms cerca de Dios que nosotros. Rezar por l a mi antepasado,
desde luego. Cuntas veces conoci el fracaso Don Quijote. Hasta con los molinos de viento.
Entonces ms vale que le rece mucho por nosotros dos.
Oh, lo har. Lo har. Todava no hemos fracasado bastante, Sancho. Henos aqu de
nuevo en la carretera, usted, yo y Rocinante, y adems libres.
Siguiendo una ruta tortuosa, tardaron ms de dos horas en llegar a una pequea localidad
llamada Mora. All se encontraron en la carretera general a Toledo, pero slo durante unos
minutos.
Tenemos que meternos en los montes de Toledo dijo el alcalde. Esta carretera no
es para nosotros.
Giraron y se desviaron y durante un rato, sobre un sendero muy abrupto, a juzgar por, el
sol pareci que estaban trazando un semicrculo.
Sabe dnde estamos? pregunt algo inquieto el padre Quijote.
Ms o menos respondi el alcalde, de un modo muy poco convincente.
Tengo un poco de hambre, no puedo evitarlo, Sancho.
Su Teresa nos ha dado salchichas y queso para una semana.
Una semana?
Ni pisar los hoteles. Y nada de carreteras generales. Encontraron en los montes de
Toledo un paraje elevado, un lugar cmodo para comer, donde podran apartarse de la carretera
y esconderse ellos y Rocinante. Haba tambin un arroyo para refrescar las botellas de vino, que
discurra hasta un lago a sus pies que, con dificultad, el alcalde identific en el mapa como la
Torre de Abraham.
Aunque no s por qu le han puesto el nombre de aquel viejo canalla.
Por qu le llama canalla?
No estuvo dispuesto a matar a su hijo? Claro que hubo un canalla mucho peor, se a
quien usted llama Dios. l fue en realidad quien llev a cabo aquella fea accin. Vaya ejemplo
que dio; a imitacin suya, Stalin mat a sus hijos espirituales, A punto estuvo de asesinar al
comunismo, al mismo tiempo que a todos ellos, del mismo modo que la Curia ha asesinado a la
Iglesia catlica.
No totalmente, Sancho. Aqu, a su lado, queda al menos un catlico a pesar de la Curia.
S, y aqu hay un comunista todava vivo a pesar del Politbur. Usted y yo somos
supervivientes, padre. Brindemos por ello dijo, y sac una botella del arroyo.
Por los dos supervivientes dijo el padre Quijote, y alz su vaso. Tena una sed muy
saludable, y siempre le haba sorprendido lo raramente que el bigrafo de su antepasado
mencionaba el vino. Difcilmente poda tenerse en cuenta la aventura de los odres de vino, que
Don Quijote haba ensartado tomndolos por enemigos. Volvi a llenarse el vaso.
Me parece le dijo al alcalde que usted tiene ms fe en el comunismo que en el
partido.
Yo estaba a punto de decir casi lo mismo, padre, que me da la impresin de que usted
tiene ms fe en el catolicismo que en Roma.
Fe? Ah, la fe. Quiz tenga razn, Sancho. Pero quiz no sea de fe lo que realmente
importa.
Qu quiere decir, padre? Yo crea...
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Crea de verdad Don Quijote en Amads de Gaula, Roldn y dems hroes suyos, o
solamente crea en las virtudes que ellos representaban?
Nos estamos metiendo en aguas peligrosas, padre.
Lo s, lo s. En compaa de usted, Sancho, pienso ms libremente que cuando estoy
solo. Cuando estoy solo leo; me oculto en mis libros. En ellos encuentro la fe de hombres
mejores que yo, y cuando descubro que mis creencias se van debilitando con la edad, como mi
cuerpo, me digo que debo de estar equivocado. Mi fe me dice que debo de estar en el error... o
es slo la fe de esos hombres mejores? Es mi propia fe la que me habla o la de San Francisco
de Sales? E importa tanto esto, en definitiva? Dme un poco queso. Cmo me hace hablar el
vino.
Sabe lo que me atrajo de usted en El Toboso, padre? No el hecho de que era el nico
hombre culto del pueblo. No aprecio hasta ese punto a los cultivados. No me hable de los
intelectuales ni de la cultura. Me atrajo porque pens que era opuesto a m. Un hombre se cansa
de s mismo, de esa cara que ve; todos los das cuando se afeita, y todos mis amigos estaban
cortados por el mismo patrn que yo. Yo iba a los mtines del partido en Ciudad Real, cuando
fueron legales despus de la muerte de Franco, y nos llambamos camaradas y estbamos un
poco asustados unos de otros porque nos conocamos mutuamente tan bien como cada uno se
conoca a s mismo. Nos citbamos recprocamente a Marx y a Lenn, como contraseas para
demostrar que ramos de confianza, y nunca hablbamos de las dudas que nos asaltaban durante
las noches de insomnio. Me atrajo usted porque pens que era un hombre sin dudas. Me atrajo
tambin, supongo, por envidia.
Qu equivocado estaba, Sancho. Me acribillan las dudas. No estoy seguro de nada, ni
siquiera de la existencia de Dios, pero la duda no es una traicin, como parecen pensar los
comunistas. La duda es humana. Oh, quiero creer que todo ello es cierto... y ese deseo es la
nica certidumbre que poseo. Quiero que otros crean tambin; quiz se me contagiase parte de
su fe. Creo que el panadero es un creyente.
sa era la fe que pens que usted tena.
Oh, no, Sancho, en ese caso quiz podra haber quemado mis libros y vivido realmente
solo, sabiendo que todo ello era cierto. Sabiendo? Qu terrible hubiera sido eso. En fin... Era su
antepasado o el mo quien sola decir: Paciencia y barajar.
Una salchicha, padre?
Creo que hoy me conformar con queso.
A lo mejor yo tambin me conformo hoy con queso.
Abrimos otra botella?
Por qu no?
Fue en la segunda botella, a medida que la tarde transcurra, cuando Sancho dijo:
Tengo algo que confesarle, padre. Oh, no en el confesionario. No, le estoy pidiendo
perdn al cura, segn ese mito suyo o mo de aquel entonces, sino que slo se lo pido al
hombre. Cavil contemplando su vaso. Si no hubiera ido a buscarle, qu habra ocurrido?
No s. Creo que el obispo piensa que estoy loco. Tal vez hubieran intentado meterme
en un manicomio, aunque no creo que el doctor Galvn hubiera accedido a ayudarles. Cul es
la situacin legal de un hombre sin parientes? Puede ser recluido contra su voluntad? Acaso el
obispo, con la ayuda del padre Herrera... Y luego, en ltimo trmino, por supuesto, siempre est
el arzobispo... Nunca olvidarn aquella vez en que don algn dinero a In Vinculis.
Mi amistad por usted empez entonces, aunque apenas hablbamos.
Es como aprender a decir misa. En el seminario se aprende a no olvidar nunca. Oh,
Dios mo, lo haba olvidado por completo...
Qu?
El obispo me dej una carta.
El padre Quijote la sac del bolsillo y le dio una y mil vueltas.
Adelante, hombre. brala. No es una sentencia de muerte.
Cmo lo sabe?
Se han terminado los tiempos de Torquemada.
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En tanto exista la Iglesia seguir habiendo pequeos Torquemadas. Dme otro vaso de
vino.
Lo bebi lentamente para postergar el momento de la verdad.
Sancho le quit la carta de las manos y la abri.
Es bastante corta, de todos modos dijo. Qu significa suspensin a divinis?
Es una sentencia de muerte, como yo pensaba contest el padre Quijote Dme la
carta. Pos su vaso sin acabarlo. Ya no tengo miedo. Despus de la muerte no pueden hacer
nada. Slo resta esperar la misericordia de Dios.
Ley la carta en voz alta.
Mi querido monseor, para mi supuso un gran alivio orle corroborar la veracidad de
las acusaciones que yo, casi con toda certeza, consider debidas a un malentendido, exageracin
o malignidad. Qu hipcrita! Bueno, me figuro que la hipocresa es casi necesaria en un
obispo, y que el padre Heribert Jone la considerarla un pecado muy venial. Sin embargo, en
estas circunstancias estoy dispuesto a pensar que el trueque de ropas que efectu con su
compaero comunista no fue un acto de desafi contra el Santo Padre, sino que obedeci a
algn trastorno mental grave, que asimismo le indujo a ayudar a un criminal en su huida y a
asistir, sin la menor vergenza y con su pechera morada de monseor, a la proyeccin de una
nauseabunda pelcula pornogrfica claramente sealada con una S para denotar su autntico
carcter. He comentado su caso con el doctor Galvn, quien se muestra de acuerdo conmigo en
que un largo descanso es lo indicado, y escribir en breve al arzobispo. Mientras tanto, estimo
mi deber comunicarle una suspensin a divinis.
Qu significa exactamente esa sentencia de muerte?
Significa que no puedo decir misa en pblico y ni siquiera en privado. Pero la dir en la
intimidad de mi alcoba, porque soy inocente. Tampoco puedo confesar, excepto en casos de
emergencia extrema. Sigo siendo sacerdote, pero slo para m mismo. Un sacerdote intil a
quien se le prohbe servir a los dems. Me alegro de que usted viniera a buscarme. Cmo
hubiera podido soportar esa clase de vida en El Toboso?
Podra apelar a Roma. Usted es un monseor.
Hasta un monseor puede verse perdido en esos archivos polvorientos de la Curia.
Le he dicho que tena que confesarle algo, padre. Estuve a punto de no ir a buscarle.
ahora era el alcalde quien beba para reunir el valor de hablar. Cuando descubr que haba
desaparecido (encontr cerca a dos norteamericanos que vieron lo ocurrido y pensaron que usted
haba muerto, pero yo saba ms que ellos), me dije: Tomar prestado a Rocinante y me ir a
Portugal. Tengo buenos amigos en el partido de all y pens en quedarme una temporada hasta
que pasase el alboroto.
Pero no fue.
Llegu a Ponferrada y all tom la carretera general a Orense. En mi mapa vena una
carretera secundaria que me propuse seguir, porque haba menos de sesenta kilmetros desde
all a la frontera Se encogi de hombros. Y bueno, me met en esa carretera, gir y volv a
Valladolid, y ped a mi camarada del garaje que pintase el coche y le cambiase la matrcula otra
vez.
Pero por qu no sigui?
Mir sus malditos calcetines morados, su peto y los zapatos nuevos que habamos
comprado en Len y me acord de repente de cmo explot aquel globo.
No parecen razones suficientes.
Lo fueron para m.
Me alegro de que viniera, Sancho. Aqu me siento seguro con usted y con Rocinante,
ms seguro que all con el padre Herrera. El Toboso ya no es un hogar para m, y no tengo otro,
menos este pedazo de tierra con usted.
Tenemos que encontrarle otro hogar, padre, pero dnde?
En algn sitio tranquilo donde Rocinante y yo podamos descansar un tiempo.
Y donde no lo encuentren la Guardia Civil y el obispo.
Haba aquel monasterio trapense en Galicia del que usted me habl... Pero all no se
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III
DE CMO MONSEOR QUIJOTE
TUVO SU LTIMA AVENTURA CON
LOS MEJICANOS
1
Durmieron tres noches en el campo, viajando con precaucin por carreteras poco
frecuentadas. Rebasados los montes de Toledo, atravesaron la sierra de Guadalupe, donde
Rocinante padeci el esfuerzo de escalar ms de ochocientos metros para al final repechar con
una ascensin aun ms penosa cuando llegaron a la sierra de Gredos; all la carretera
serpenteaba hasta una altitud de ms de mil quinientos metros, porque evitaron Salamanca y se
encaminaron hacia el ro Duero, que les separaba de la seguridad de Portugal. El avance a travs
de las montaas fue muy lento, pero el alcalde las prefiri a las llanuras de Castilla porque las
largas perspectivas permitan divisar desde lejos un jeep oficial, y porque, los pueblos eran
demasiado pequeos para tener cuartelillo de la Guardia Civil. El trayecto fue sinuoso por las
carreteras de tercera clase, ya que evitaron incluso las peligrosas de segunda categora,
sealadas con amarillo en el mapa. En cuanto a las grandes carreteras marcadas con rojo, las
descartaron totalmente.
Siempre haca fro cuando oscureca y se alegraron de reemplazar el vino por whisky para
acompaar el queso y las salchichas. Despus dorman con dificultad, acurrucados en el coche.
Cuando por fin se vieron obligados a descender al llano, el alcalde contempl anhelante el
letrero que apuntaba hacia Portugal.
Si usted tuviera un pasaporte dijo, iramos a Bragana. Prefiero mis camaradas de
all a los espaoles. Cunhal es mejor hombre que Carrillo.
Yo cre que Carrillo era un buen hombre, para ser comunista.
No te puedes fiar de un eurocomunista.
Indudablemente no es usted un estalinista, verdad, Sancho?
No soy un estalinista, pero al menos uno sabe a qu, atenerse con ellos. No son
jesuitas. No son veletas que cambian con el viento. Si son crueles, lo son tambin consigo
mismos. Cuando uno llega al final del camino ms largo, tiene que tumbarse y descansar un
poco, descansar de las polmicas, teoras y modas. Puedes decir: No creo, pero acepto y
adoptas el silencio como los trapenses: Los trapenses son los estalinistas de la Iglesia.
Entonces usted hubiera sido un buen trapense, Sancho.
Quiz, aunque no me gusta levantarme temprano.
Despus de haber entrada en Galicia, pararon en un pueblo para que el alcalde pudiera
averiguar dnde haba una via en la que comprar buen vino, porque se le estaban acabando las
botellas de manchego, y el alcalde desconfiaba de todos los vinos con etiqueta. Se ausent
durante diez minutos largos regres con un semblante taciturno, de modo que el padre Quijote le
pregunt inquieto:
Malas noticias?
Oh, tengo una direccin Correspondi, y le indic la ruta que deban seguir y durante
la siguiente media hora no dijo nada, limitndose a sealar las desviaciones con la mano, pero
su silencio estaba tan cargado de tensiones que el padre Quijote insisti en penetrarlo.
Est preocupado dijo Es por la Guardia Civil?
Oh, la Guardia exclam el padre. Podemos apaarnos con ella. No le hemos
hecho, ya cerca de vila y en la carretera de Len? Escupo a la Guardia, Civil.
Entonces qu le inquieta?
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para probarlo primero Y aadi: Ojal Jos se hubiera casado y tenido un hijo. Empec a
ensearle cosas de la via cuando l tena seis aos, y ahora sabe casi tanto como yo, y su vista
es mucho mejor que la ma. Pronto habra empezado a ensear a su hijo.
No puede encontrar a un buen administrador, seor Diego? pregunt el alcalde.
Es una pregunta absurda, seor Sancho... la pregunta que hara un comunista.
Yo soy comunista.
Perdneme, no estoy diciendo nada contra los comunistas en el lugar donde deben
estar, pero el lugar que les corresponde no es una via. Ustedes, los comunistas, podran poner
administradores, si quisieran, en todas las obras de cemento de Espaa. Podran nombrar
administradores para gobernar sus obras de albailera y sus empresas de armamento, para
ocuparse de su gas y de su electricidad, pero no se les puede dejar al cargo de una via.
Por qu, seor Diego?
Un viedo es algo vivo como una flor o un pjaro. No ha sido hecho por el hombre;
ste slo puede ayudarlo a vivir... o a morir agreg con melancola tan profunda que su rostro
perdi toda expresin. Haba cerrado la cara, al igual que un hombre cierra un libro cuando se
da cuenta de que no desea leerlo.
Aqu traigo el mejor vino dijo el padre Jos (no le haban odo acercarse), y empez
a servirlo en los tazones con una gran jarra.
Ests seguro de que lo has cogido del tonel que era? le pregunt el seor Diego.
Por supuesto. El segundo por la izquierda.
Entonces ya podemos brindar por la condenacin eterna de los curas de estos pagos.
Quiz... tengo muchsima sed... me permitira beber primero este buen vino antes de
decidir el brindis?
Naturalmente, monseor. Hagamos entonces su primer brindis. Por el Santo Padre?
Por el Santo Padre y sus intenciones dijo el padre Quijote, haciendo una ligera
correccin. Este vino es realmente magnfico seor Diego. Debo reconocer que nuestra
cooperativa de El Toboso no es capaz de producir uno igual, aunque el nuestro es un vino
decente. Pero el, suyo es ms que decente... Es esplndido.
Veo dijo el seor Diego que su amigo no se ha sumado al brindis. No le parece
que un comunista puede, brindar perfectamente por las intenciones del Santo Padre?
Hubiera usted brindado por las de Stalin? replic el alcalde. No es posible
conocer las intenciones de un hombre, por lo que no es posible brindar por ellas. Cree usted
que el antepasado de Monseor representaba realmente en Espaa a la orden de caballera? Oh,
tal vez fue sa su intencin, pero todos hacemos parodias crueles de lo que nos proponemos
hacer.
Haba en su voz una nota de tristeza y pesadumbre que asombr al padre Quijote. Se
haba acostumbrado a la agresividad del alcalde: una agresividad que acaso fuese nicamente
una forma de autodefensa, pero la pesadumbre era ciertamente una forma de desesperacin, de
rendicin, incluso tal vez de cambios Pens por primera vez: Dnde acabar verdaderamente
nuestro Viaje?
El seor Diego dijo a su nieto:
Cuntales quines son los mejicanos. Yo crea que los conoca toda Espaa.
En El Toboso no sabemos nada de ellos.
Los mejicanos dijo el padre Jos han venido de Mjico, pero todos nacieron aqu.
Abandonaron Galicia para huir de la pobreza, y bien que lo consiguieron. Queran ganar dinero
y lo ganaron y han vuelto a gastarlo aqu. Hacen donaciones a los curas y creen que estn dando
a la Iglesia. Los curas se han vuelto avariciosos: s aprovechan de los pobres y de la
supersticin de los ricos. Son peores que los mejicanos. Quizs algunos de stos crean
sinceramente que pueden comprar la entrada al paraso. Pero de quin es la culpa? Sus
sacerdotes son menos ignorantes y venden a Nuestra Seora. Tendran que ver la fiesta que
estn celebrando hoy en una ciudad cercana. Los curas sacan a la Virgen a subasta. Los cuatro
mejicanos que ms paguen la llevan en andas en la procesin.
Pero eso es increble dijo el padre Quijote.
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Otro le dijo:
Ha sido mejor que el ao pasado. Tendra que haber visto el dinero que han pagado.
La puja ha empezado a partir de mil pesetas.
El ganador ha pagado cuarenta mil.
No, no, treinta mil.
Esa ha sido la segunda mejor puja. Nadie hubiera credo que haba tanto dinero en toda
Galicia.
Y el ganador? pregunt el padre Quijote. Qu gana?
Uno de los presentes ri y escupi en el suelo.
El perdn de sus pecados. Es un precio barato.
No le haga caso, monseor. Se re de todo lo sagrado. El ganador (y es justo que as
sea) ocupa el mejor sitio entre los que transportan la estatua de la Virgen. Hay una competencia
muy reida.
Cul es el mejor sitio?
Delante, a la derecha.
El ao pasado dijo el guasn slo hubo cuatro porteadores. Este ao el cura ha
hecho el podio ms grande, para que hubiera seis.
Los dos ltimos slo han pagado quince mil.
Tienen menos pecados por los que pagar. Ya ver como el ao que viene habr ocho
porteadores.
El padre Quijote se acerc ms a la puerta de la iglesia. Un hombre le tir de la manga.
Extendi dos monedas de cincuenta pesetas.
Monseor, podra darme un billete de cien?
Para qu?
Para drselo a la Virgen.
Dentro de la iglesia estaban cantando un himno y el padre Quijote percibi el nerviosismo
y la expectacin de la multitud. Pregunt:
La Virgen no acepta monedas?
Por encima de los hombros acert a ver el balanceo hacia atrs y hacia adelante de una
cabeza coronada, y se santigu al unsono con quienes le rodeaban. Las monedas resbalaron de
los dedos de su vecino, que se agach y revolvi todo el suelo para recuperarlas. Entre las
cabezas de los presentes vislumbr a uno de los porteadores. Era el hombre de la corbata a
rayas. Despus, cuando el gento retrocedi para hacer sitio, la estatua entera se hizo visible
durante un momento.
El padre Quijote no lograba comprender lo que vea. No le agravi la imagen
acostumbrada con la cara de yeso y los inexpresivos ojos azules, pero la estatua pareca
enteramente recubierta de papel. Un hombre le empuj a un lado, blandiendo un billete de cien
pesetas, y lleg a la estatua. Los porteadores hicieron un alto y le dieron tiempo para prender
con un alfiler el billete en la tnica de la imagen. El dinero de papel tapaba las vestiduras por
completo: billetes de cien y de mil, uno de quinientos francos y, justo sobre el corazn, uno de
cien dlares. Entre l y la estatua slo habla el sacerdote y la humareda del incensario. El padre
Quijote mir 1a cabeza coronada y los ojos vidriosos que parecan los de una mujer muerta y
abandonada: nadie se haba tomado siquiera la molestia de cerrarle los prpados. Pens: Para
eso vio ella la agona de su hijo? Para recaudar dinero? Para enriquecer a un cura?
El alcalde haba olvidado totalmente que el alcalde estaba detrs de l dijo:
Vmonos, padre.
No, Sancho.
No haga ningn disparate.
Oh, me est hablando como aquel otro Sancho, y yo le digo lo mismo que dijo mi
antepasado cuando vio los gigantes y su escudero aleg que eran molinos de viento: Si tienes
miedo, qutate de ah y ponte en oracin.
Dio dos pasos hacia delante y se enfrent, con el sacerdote mientras ste balanceaba el
incensario de un lado para otro. Le dijo:
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IV
DE CMO MONSEOR QUIJOTE SE
REUNI CON SU ANTEPASADO
1
El gran edificio gris del monasterio de Osera se alza casi seero en una depresin de los
montes gallegos. Una tiendecita y un bar en la misma entrada de los terrenos de la Trapa
componen todo el pueblo de Osera. El exterior labrado, que data del siglo XVI, encubre el
interior del siglo XII; una escalinata impresionante, de quiz veinte metros de ancho, por la que
podra desfilar un pelotn, hombro con hombro, conduce a largos corredores flanqueados de
dormitorios para huspedes sobre el patio central y los claustros. Casi el nico sonido que se
oye durante el da es el repique de martillos de media docena de obreros que se esfuerzan en
reparar los estragos de siete siglos. A veces pasa rpidamente una figura con hbito blanco, en
cumplimiento de un recado aparentemente serio, y en las esquinas oscuras asoman los contornos
de madera de papas y de los caballeros cuya orden fund el monasterio. Cobran apariencia de
vida, como hacen los recuerdos tristes, cuando ya ha oscurecido. Un visitante tiene la impresin
de hallarse en una isla abandonada que acaba de colonizar un puado de aventureros empeados
en construir, un hogar en las ruinas de una civilizacin pretrita.
Las puertas de la iglesia, que dan a la plazuela ante el monasterio, permanecen cerradas
excepto durante las horas de visita y a la hora de las misas del domingo, pero los Monjes
disponen de una escalera privada, que lleva desde el pasillo en donde se encuentran los
dormitorios de los huspedes hasta la magna nave, tan espaciosa como la de muchas catedrales.
Slo durante las horas de visita o cuando hay huspedes se oyen voces humanas entre las
vetustas piedras, como si una embarcacin de recreo hubiera depositado a unos cuantos turistas
en la orilla.
2
El padre Leopoldo era perfectamente consciente de que haba preparado un almuerzo
muy malo para la habitacin de huspedes. No se haca ilusiones sobre su destreza culinaria,
pero sus compaeros trapenses estaban habituados a guisos, aun peores, y realmente no tenan
motivo para quejarse: todos ellos, por turno, deban cocinar como mejor supiesen. Sin embargo,
casi todos los huspedes estaban seguramente acostumbrados a comidas mejores, y el padre
Leopoldo se senta desdichado al pensar en la que haba servido esta tarde sobre todo porque
senta una autntica veneracin por el nico invitado que haba en aquel momento, el
catedrtico de Estudios Hispnicos de la universidad norteamericana de Notre Dame. El
profesor Pilbeam haba tomado segn revelara el plato un par de cucharadas a lo sumo de la
sopa, y haba dejado casi intacto el pescado. El hermano lego que ayudaba al padre Leopoldo en
la cocina haba enarcado las cejas ostensiblemente cuando los platos del profesor volvieron para
que los fregaran, y haba guiado un ojo al padre Leopoldo. Donde existe un voto de silencio,
un guio puede expresar tanto como una palabra, y ninguno de los monjes habla hecho voto de
abstenerse de toda comunicacin distinta que la oral.
El padre Leopoldo se alegr cuando por fin pudo abandonar la cocina e ir a la biblioteca.
Confiaba en encontrar all al profesor, porque as podra expresarle con palabras lo apenado que
estaba por aquel almuerzo. No estaba prohibido hablar con los huspedes, y l no dudaba de que
el profesor Pilbeam comprendera su despiste con la sal. Haba estado pensando en Descartes,
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como le ocurra muy a menudo. La presencia del profesor Pilbeam, que visitaba por segunda
vez Osera, haba arrancado al padre Leopoldo de la pacfica rutina y lo haba introducido en un
mundo ms complejo, el de la especulacin intelectual. El profesor Pilbeam era quiz la mayor
autoridad viviente sobre la vida y obras de san Ignacio de Loyola, y toda conversacin
intelectual, incluso sobre un asunto tan indiferente al padre Leopoldo como un santo jesuita, era
como dar comida a un muerto de hambre. Poda ser peligroso. Muy frecuentemente, los
huspedes del monasterio eran jvenes de gran piedad que se imaginaban tener vocacin para la
vida trapense, y cuya ignorancia y respeto exagerado hacia lo que consideraban un gran
sacrificio por su parte irritaban invariablemente al padre Leopoldo. Queran sacrificar sus
propias vidas de un modo romntico. Pero el profesor haba ido all nicamente en busca de una
paz precaria.
No se encontraba en la biblioteca, y el padre Leopoldo se sent y pens de nuevo en
Descartes. Fue Descartes quien le haba hecho deponer el escepticismo y entrar en la Iglesia, de
un modo muy similar a como tambin indujo a la reina de Suecia. Indudablemente, Descartes no
hubiera puesto demasiada sal en la sopa ni hubiera asado excesivamente el pescado. El filsofo
francs fue un hombre prctico que haba trabajado con lentes para curar la ceguera y diseado
sillas de ruedas para ayudar a tullidos. De joven, al padre Leopoldo ni se le haba ocurrido que
llegara a ser sacerdote. Se haba aficionado a Descartes sin pensar adnde le conducira su
lectura. Quera ponerlo todo en duda, a la manera de Descartes, buscando una verdad absoluta, y
al final, como Descartes, haba aceptado lo que le pareci ms prximo a la verdad. Pero fue
entonces cuando dio un salto ms grande que el filsofo, un salto al mundo silencioso de Osera.
No era infeliz, salvo por lo de la sopa y el pescado, pero con todo, le alegraba la posibilidad de
conversar con un hombre inteligente, incluso si haba que hablar de san Ignacio en lugar de
Descartes.
Al cabo de un rato, al no ver rastro del profesor Pilbeam, recorri el pasillo de los
huspedes y baj a la magna iglesia, que probablemente estara vaca a aquella hora en que las
puertas exteriores se hallaban cerradas. Salvo en las horas de turistas, pocas personas visitaban
la iglesia, incluso los domingos, de modo que para el padre Leopoldo era como un hogar
recogido, casi libre de la invasin de forasteros. All poda rezar sus oraciones privadas, y all
rezaba a menudo por Descartes, y a veces hasta rezaba a Descartes. La iglesia estaba mal
iluminada, y al entrar por la puerta particular del monasterio no reconoci al principio a una
figura que examinaba de pie la pintura ms bien grotesca de un hombre desnudo y clavado en
un espino. Entonces el hombre habl con su acento americano: era el profesor Pilbeam.
S que no le tiene mucho cario a san Ignacio dijo, pero al menos fue un buen
soldado, y un buen soldado encontrara medios de sufrir ms prcticos que el de arrojarse a un
matorral de espinos.
El padre Leopoldo abandon la idea de la oracin privada, y en todo caso la rara
oportunidad de conversar era un privilegio mayor. Dijo:
Yo no estoy tan seguro de que san Ignacio estuviese tan preocupado por lo prctico. Un
soldado puede ser muy romntico. Creo que por ese motivo es un hroe nacional. Todos los
espaoles son romnticos, as que a veces confundimos los molinos de viento con gigantes.
Molinos de viento?
Ya sabe que uno de nuestros ms grandes filsofos modernos compar a san Ignacio
con Don Quijote. Tenan muchsimo en comn.
No he ledo a Cervantes desde nio. Demasiado fantstico, para mi gusto. No tengo
mucho tiempo para leer ficcin. Me gustan los hechos. Si pudiera descubrir un documento
indito sobre san Ignacio morira feliz.
Hechos y ficcin: no siempre son fciles de distinguir. Como usted es catlico...
Me temo que ms bien nominalmente, padre. No me he tomado la molestia de cambiar
la etiqueta con la que nac. Y el hecho de ser catlico es una ayuda en mi investigacin, por
supuesto... Abre puertas. Pero usted, padre Leopoldo, usted es un estudioso de Descartes. Eso
difcilmente le abrir muchas puertas, me figuro. Qu le trajo aqu?
Supongo que Descartes me trajo al mismo punto adonde lleg el mismo: a la fe.
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Graham Greene
Hechos o ficcin... Al final uno no puede distinguir entre ellos; hay que elegir, simplemente.
Y convertirse en trapense?
Mire, profesor, creo que cuando hay que saltar, es mucho ms seguro saltar sobre agua
profunda.
Y no lamenta?
Profesor, siempre hay muchas cosas que lamentar. El arrepentimiento forma parte de la
vida. Uno no lo elude ni siquiera en un monasterio del siglo XII. Logra eludirlos en la
universidad de Notre Dame?
No, pero decid hace mucho tiempo que yo no era un saltador.
Fue una observacin desafortunada, porque en aquel mismo momento salto literalmente
al or fuera una explosin, seguida de otras dos unos segundos despus, y el ruido de una
colisin.
Un reventn de neumticos dijo el profesor Pilbeam. Me temo que ha habido un
accidente de coche.
No ha sido un neumtico dijo el padre Leopoldo. Han sido disparos. Se dirigi
a las escaleras y grit por a del hombro: Las puertas de la iglesia estn cerradas. Sgame.
Corri por el pasillo de huspedes tan aprisa como se lo permita su largo hbito, y lleg
sin aliento a la cima de la gran escalinata ceremonial. El profesor estaba muy cerca, a su,
espalda.
Vaya a buscar al padre Enrique. Dgale que abra las puertas de la iglesia. Si hay alguien
herido no podemos subirle por toda esta escalera.
El padre Francisco, que estaba a cargo de la tiendecita prxima a la entrada, haba
abandonado sus postales, rosarios y botellas de licor. Pareca asustado, y agit la mano
escrupulosamente en direccin a la puerta, sin violar su voto de silencio.
Un viejo 850 se haba estrellado contra el muro de la iglesia. Dos guardias civiles se
haban apeado del jeep y se acercaban cautelosamente, con sus armas en posicin de disparar.
Un hombre con sangre en la cara estaba intentando abrir la puerta del 850. Grit furioso a los
guardias.
Vengan a ayudarme, asesinos. No estamos armados.
Est usted herido? pregunt el padre Leopoldo.
Pues claro que estoy herido. No es nada. Creo que han matado a mi amigo.
Los guardias bajaron las armas. Uno de ellos dijo:
Slo hemos tirado a los neumticos.
El otro explic:
Cumplamos rdenes. Buscaban a estos hombres por provocar disturbios.
El padre Leopoldo mir al pasajero a travs del cristal hecho aicos del parabrisas.
Exclam:
Pero si es un sacerdote! y un momento despus... Un monseor!
S dijo el desconocido, con rabia, un monseor, y si el monseor no se hubiera
parado a mear, ahora estaramos a salvo en su monasterio.
Los dos guardias civiles lograron abrir la puerta a tirones.
Est vivo dijo uno de ellos.
No ser gracias a usted.
Los dos quedan detenidos. Suba al jeep mientras sacamos a su amigo.
Las puertas de la iglesia se abrieron de par en par y el profesor Pilbeam se reuni con
ellos. El padre Leopoldo dijo:
Estos hombres estn heridos. No pueden llevrselos as.
Se les busca por provocar un disturbio y robar dinero.
Tonteras. El hombre que est en el coche es un monseor. Los monseores no roban
dinero. Cmo se llama su amigo? pregunt al desconocido.
Monseor Quijote.
Quijote! Imposible dijo el profesor Pilbeam.
Monseor Quijote de El Toboso. Un descendiente del mismsimo Don Quijote.
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Cre... en la iglesia... y luego haba unas escaleras... Pens que si pudiera decir misa...
Quiz.... maana... cuando haya descansado.
Hace demasiado tiempo desde que dije la ltima. Enfermo... viajando...
No se preocupe, monseor. Quiz maana.
Le instalaron confortablemente en la habitacin y pronto lleg el mdico de Orense y les
dijo que, en su opinin, no se trataba de nada serio: el shock y un corte sin importancia en la
frente causado por el parabrisas roto. Claro que a su edad... Al da siguiente le examinara ms a
fondo. Tal vez fuese necesario mirarle por rayos X. Entretanto deba permanecer tranquilo. Era
el alcalde quien precisaba mayor atencin, mayor atencin en ms de un sentido, porque
despus de que el mdico hubo acabado con l (una media docena de puntos), telefone el jefe
de la Guardia Civi1 de Orense. Saba pedido informes sobre el padre Quijote llamando por
telfono a La Mancha; el obispo de all le habla dicho que, en efecto, era un monseor (por
algn despiste del Santo Padre), pero que su salud mental le hacia irresponsable de sus acciones.
En cuanto a su compaero... eso era otro cantar. Haba sido, en efecto, alcalde de El Toboso,
pero le haban derrotado en las ltimas elecciones y era un comunista notorio.
Afortunadamente, fue el padre Leopoldo, quien contest al telfono. Dijo:
En Osera no nos interesa la filiacin poltica de un hombre. Se quedar aqu hasta que
est en condiciones de viajar.
3
El mdico habla administrado un sedante al padre Quijote. Durmi profundamente y no
despert hasta la una de la madrugada. No supo dnde estaba. Grit: Teresa, pero no hubo
respuesta. Oa voces en alguna parte, voces masculinas, y dio en pensar que el padre Herrera y
el obispo estaban hablando de l en el cuarto de estar. Se levant de la cama, pero se le doblaron
las piernas, se desplom de nuevo y llam a Teresa con mayor apremio an.
Entr el alcalde, seguido muy de cerca por el padre Leopoldo. El profesor Pilbeam
observaba desde la puerta, sin entrar.
Le duele algo, monseor? pregunt el padre Leopoldo.
Por favor, no me llame monseor, doctor Galvn. Ni siquiera tengo derecho a decir
misa. El obispo me lo ha prohibido. Hasta le hubiera gustado quemar mis libros.
Qu libros?
Los que yo amo. San Francisco de Sales, san Agustn, la seorita Martin de Lisieux.
Creo que ni siquiera me respetara a san Juan. Se toc con la mano la venda que le cea la
cabeza. Me alegro de estar otra vez en El Toboso Pero quiz en este mismo momento el padre
Herrera est quemando mis libros ah afuera.
No se preocupe. Dentro de uno o dos das, padre, volver a ser el mismo. Por ahora
debe descansar.
Es difcil descansar, doctor. Hay tantas cosas que bullen en mi cabeza. Ese traje
blanco... no ir a operarme, verdad?
Por supuesto que no le tranquiliz el padre Leopoldo. Slo otra pastilla para que
duerma.
Vaya, Sancho, es usted? Me alegro de verle. Ha encontrado muy bien el camino a
casa. Cmo est Rocinante?
Muy cansado. Est descansando en el garaje.
Vaya par de viejos somos. Yo tambin estoy cansado.
Tom la pastilla sin ofrecer resistencia y casi inmediatamente se qued dormido.
Yo le velar dijo Sancho.
Me quedo con usted. La preocupacin no me dejar dormir dijo el padre Leopoldo.
Yo me echar un rato les dijo el profesor Pilbeam. Ya saben dnde est mi
habitacin. Despirtenme si me necesitan para algo.
Eran como las tres de la maana cuando el padre Quijote habl y despert a ambos de su
Monseor
Quijote
102 - demasiado tiempo juntos
Graham
Nunca
le abandonar, padre. Hemos- viajado
pata queGreene
lo haga.
ligera somnolencia. Dijo:
Excelencia, un cordero puede ser capaz de domar a un elefante, pero yo le suplicara
que recuerde a las cabras en sus oraciones
Sueo o delirio? se pregunt el padre Leopoldo.
Me parece recordar... contest Sancho.
No tiene derecho a quemar mis libros. Excelencia. La espada, se lo ruego, no la muerte
a alfilerazos.
Hubo un breve silencio, y luego:
Un pedo dijo el padre Quijote puede ser musical.
Me temo susurr el padre Leopoldo que est peor de lo que ha dicho el mdico.
Mambrino dijo la voz de la cama, el yelmo de Mambrino. Dmelo.
Qu es eso del yelmo de Mambrino?
Era la baca de barbero que llevaba Don Quijote respondi Sancho. Su
antepasado, segn l cree.
El profesor parece considerar todo eso un desatino.
Y tambin el obispo, lo que me inclina a pensar que podra ser cierto.
Lo lamento y pido perdn por lo de la media botella. Fue un pecado contra el Espritu
Santo.
Qu quiere decir ahora?
Sera muy largo de explicar.
El hombre ha aprendido muchas cosas importantes de los brutos: de las cigeas la
lavativa, de lo elefantes la castidad, del caballo la lealtad.
Eso suena a san Francisco de Sales cuchiche el padre Leopoldo.
No. Creo que es de Cervantes corrigi el profesor Pilbeam conforme entraba en la
habitacin.
Rein un rato de silencio.
Duerme de nuevo murmur el padre Leopoldo. Quiz est ms sosegado cuando
despierte.
El silencio no es siempre una seal de paz en l dijo Sancho. A veces significa una
afliccin del espritu.
Sin embargo, la voz que llegaba de la cama sonaba fuerte y firme.
No te ofrezco un gobierno, Sancho. Te ofrezco; un reino.
Hblele le inst el padre Leopoldo.
Un reino? repiti Sancho.
Ven conmigo y encontrars el reino.
Por estos saltos se reconoce el amor.
El padre Quijote se incorpor en la cama y apart las sbanas.
Me condena, Excelencia, a no decir misa ni siquiera en privado. Lo cual es vergonzoso.
Porque soy inocente. Le repito a la cara las palabras que le dije al doctor Galvn: Que le den
por saco al obispo. Pos los pies en el suelo, se tambale un instante y afirm el equilibrio
. Por estos saltos repiti se reconoce el amor.
Camin hasta la puerta de la alcoba y manipul torpemente con el picaporte. Dio media
vuelta y mir a travs de los tres presentes, como si estuvieran hechos de cristal.
Globos no coment con un acento de profunda tristeza, globos no.
Sgale dijo el padre Leopoldo al alcalde,
No deberamos despertarle?
No. Podra ser peligroso. Dejmosle que represente todo el sueo.
El padre Quijote lleg al pasillo, con pasos lentos y cuidadosos, y avanz hacia la gran
escalinata, pero quiz le hizo detenerse cierto recuerdo del trayecto que haban recorrido para
transportarle desde la iglesia. Se dirigi a una de las figuras de madera pintadas papa o
caballero?, y le pregunt con absoluta lucidez:
Por aqu se va a la iglesia?
Monseor Quijote
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Graham Greene
Pareci recibir una respuesta, porque gir sobre sus talones y pas por delante de Sancho
sin decir una palabra, siguiendo esta vez la direccin correcta hacia la escalera privada. Le
siguieron cautelosamente para no perturbarle.
Y si se cae por las escaleras? cuchiche el alcalde.
Despertarle sera ms peligroso todava.
El padre Quijote les condujo abajo y penetr en las sombras de la iglesia, slo iluminada
por la media luna que brillaba a travs de la ventana orientada al este. Lleg hasta el altar con
paso firme y empez a pronunciar las palabras de la antigua misa en latn, pero de una forma
extraamente truncada. Empez por la respuesta: Et introibo ad altare Dei, qui laetificat
juventutem mean.
Es consciente de lo que est haciendo? susurr el profesor Pilbeam.
Dios sabe respondi el padre Leopoldo.
La misa prosigui rpidamente, sin epstola, sin evangelio: era como si el padre Quijote
corriera hacia la consagracin. Porque tema que el obispo le interrumpiera?, se pregunt el
alcalde. O la Guardia Civil? Incluso omiti la larga lista de santos, desde Pedro a Damin.
Seguramente se despertar cuando no encuentre patena ni cliz dijo el padre
Leopoldo. El alcalde se aproxim unos pasos al altar. Tena miedo de que el padre Quijote se
cayera en el instante de despertar, y quera estar cerca para recibirle en sus brazos.
Quien el da antes de Su calvario tom pan...
El padre Quijote pareca ignorar por completo el hecho de que no haba hostia ni patena
aguardando sobre el altar. Levant sus manos vacas, Hoc est enim corpus meum, y despus
continu sin interrupciones ni titubeos hasta la consagracin del vino inexistente.
El padre Leopoldo y el profesor se haban arrodillado por costumbre al or las palabras de
la consagracin: el alcalde permaneci de pie. Quera estar preparado si el padre Quijote
desfalleca.
Hic est enim calix sanguinis mei.
Las manos vacas parecan estar moldeando un cliz en el aire. Sueo? Delirio?
Demencia? El profesor Pilbeam susurr el interrogante. El alcalde avanz despacio unos
pasos ms hacia el altar. Tena miedo de distraer al padre Quijote. Mientras estuviera
declamando las palabras latinas, al menos sera feliz en su sueo.
En los aos transcurridos desde los das de su juventud en Salamanca, el alcalde haba
olvidado la mayor parte de la misa. Perduraban en su memoria ciertos pasajes clave que le
haban atrado emocionalmente en aquella poca remota. El padre Quijote sufra, al parecer, el
mismo fallo de la memoria; quizs al cabo de tantos aos diciendo misa, casi mecnicamente,
de memoria, ahora slo recordaba las frases que, al igual que las lamparillas nocturnas de la
infancia, haban iluminado el oscuro recinto del hbito.
As fue como record el Padrenuestro, y de all su memoria salto al Agnus Dei. Agnus
Dei qui tollis peccata mundi. Hizo una pausa y movi la cabeza. Por un momento el alcalde
pens que estaba despertando de su sueo. Habl en voz tan baja que slo Sancho capt sus
palabras: Cordero de Dios, pero las cabras, las cabras... Despus pas directamente a la
plegaria del centurin romano: Seor, yo no soy digno de que entres en mi casa; pero di una
sola palabra y mi alma ser salvada.
El instante de la comunin se aproximaba. El profesor dijo:
Cuando ah no encuentre nada que tomar, sin duda despertar.
Lo dudo contest el padre Leopoldo. Y aadi Me pregunto si volver a despertar
alguna vez.
El padre Quijote guard silencio durante unos segundos. Se balance un poco hacia atrs
y hacia adelante enfrente del altar. El alcalde avanz otro paso, dispuesto a sujetarle pero
entonces habl de nuevo: Corpus Domini nostri y sin la menor vacilacin cogi de la patena
invisible la invisible Hostia y sus dedos depositaron aquella inexistencia sobre su lengua.
Despus alz el cliz invisible e hizo como que beba de l. El alcalde pudo ver el movimiento
de su garganta al tragar.
Por primera vez, el padre Quijote pareci recobrar conciencia de que no estaba solo en la
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iglesia. Mir alrededor con aire perplejo. Acaso estaba buscando a los comulgantes. Advirti
que el alcalde se encontraba a unos pocos pasos de l y tom la Hostia inexistente entre sus
dedos: frunci el ceo, como si algo le desconcertara, y luego sonri.
Compaero dijo, debes arrodillarte, compaero.
Dio tres pasos, con dos dedos extendidos, y el alcalde se arrodill. Cualquier cosa que
pueda darle paz, pens cualquier cosa. Los dedos se acercaron ms. El alcalde abri la boca y,
sinti los dedos, como una hostia, sobre su lengua.
Por estos saltos dijo el padre Quijote , por estos saltos...
Y entonces le fallaron las piernas. El alcalde tuvo el tiempo justo de sostenerle y
depositarle con cuidado en el suelo.
Compaero repiti a su vez el alcalde, soy Sancho.
Y palp una y otra vez, en vano, buscando latidos en el corazn del padre Quijote.
4
El monje que se ocupaba de los huspedes un hombre muy anciano que se llamaba
padre Felipe dijo al alcalde que posiblemente encontrara al padre Leopoldo en la biblioteca.
Era hora de visita y el padre Felipe guiaba a un grupo desordenado de turistas por los rincones
del monasterio abiertos al pblico. Haba seoras de edad que escuchaban cada palabra con lo
que pareca un profundo respeto, algunos maridos inconfundibles cuyo aspecto indiferente
revelaba adrede el hecho de que slo participaban en aquella procesin por agradar a sus
esposas, y tres jvenes que tuvieron que abstenerse de fumar y estaban visiblemente alicados,
porque las dos atractivas muchachas del grupo no mostraban el menor inters por su presencia.
Su virilidad no pareca ejercer atraccin sobre las chicas, pero el celibato y el silencio del viejo
edificio eran como un perfume provocativo, y ellas miraron fascinadas el letrero de Clausura,
que en un momento dado detuvo su avance como una seal de trfico, como si ms all
existiese la promesa de secretos ms interesantes y perversos que todo lo que pudieran ofrecer
los jvenes.
Uno de ellos tir de una puerta y la encontr cerrada con llave. Para llamar la atencin,
grit:
Oiga, padre, qu hay aqu?
Uno de nuestros huspedes que duerme sueo atrasado contest el padre Felipe.
Un sueo muy largo y muy atrasado, pensaba el alcalde. Era la habitacin en la que yaca
el cuerpo del padre Quijote. Se puso en pie, y observ al grupo que pasaba por el largo pasillo
de huspedes, y luego se encamin hacia la biblioteca.
En ella encontr al profesor Pilbeam y al padre Leopoldo, que le recorran de arriba
abajo.
Hechos y ficcin de nuevo: estaba diciendo el monje. No hay modo de
distinguirlos con certeza.
El alcalde dijo:
Vengo a decirle adis, padre.
Sera un placer que se quedase ms tiempo.
Supongo que el cuerpo el padre Quijote ser trasladado hoy a El Toboso. Creo que yo
estara mejor en Portugal, donde tengo amigos. Podra usar el telfono para pedir un taxi a
Orense? All puedo alquilar un coche.
El profesor dijo:
Yo le llevar. Tengo que ir a Orense.
No quiere asistir al funeral del padre Quijote? pregunt el padre Leopoldo al
alcalde.
Lo que uno hace con el cuerpo no es muy importante, verdad?
Un pensamiento muy cristiano coment el padre Leopoldo.
Adems agreg el alcalde, creo que mi presencia molestara al obispo, que sin
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hubiera visto en aquel estado, con la mitad de su flanco contra el muro el parabrisas hecho
aicos, una puerta arrancada de sus goznes, la otra empotrada y los neumticos reventados por
las balas de la Guardia Civil: no haba ms futuro para Rocinante que para el padre Quijote.
Haban muerto con una diferencia de unas pocas horas: un amasijo de metal deshecho, un
cerebro despedazado. Con una especie de ferocidad, insisti en la semejanza, combatiendo en
defensa de una certeza: que el ser humano es tambin una mquina. Pero el padre Quijote haba
sentido amor por esta mquina.
Son una bocina y volvi la espalda a Rocinante para reunirse con el profesor Pilbeam.
Cuando el alcalde tom asiento en el coche, el profesor le dijo:
El padre Leopoldo es un poco absurdo respecto a Descartes. Me figuro que en ese
silencio que tienen que guardar aqu, brotan extraas ideas, como hongos en un stano oscuro.
S. Quiz.
El alcalde no volvi a decir palabra hasta que llegaron a Orense; una idea bastante extraa
a l se haba alojado en su mente. Cmo es que el odio hacia un hombre incluso un hombre
como Franco muere cuando l muere, y sin embargo el amor, el amor que haba empezado a
sentir por el padre Quijote, ahora pareca vivir y crecer a despecho de la separacin final y el
silencio definitivo? Hasta cundo, se pregunt con una especie de temor, era posible que
continuase aquel amor suyo? Y con qu finalidad?